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Pedagogía 2022

Cátedra Prof. Titular: Dra. Silvia Serra

Eje 1: Conceptos centrales de la Pedagogía


Unidad 1: Educación

Acerca de la Pedagogía: una introducción

Detenernos un momento a pensar en la educación nos hace caer rápidamente en la


cuenta de un hecho indiscutible: no nacemos con los saberes que necesitamos para
sobrevivir, sino que alguien debe proveérnoslos.
El hombre, para sobrevivir como especie, no tiene más alternativa que aprender,
que incorporar saberes que no tiene, que no vienen dados como en otras especies.
Con la particularidad que estos saberes, una vez aprendidos, no se incorporan
genéticamente a la especie sino que una y otra vez, generación tras generación,
tenemos que aprender a hablar, a escribir, a bailar, a cocinar y que, generación tras
generación, ni las palabras, ni las danzas ni las estrategias de supervivencia serán
las mismas.
La transmisión de esos saberes, palabras, conocimientos, normas, es parte del
juego que los seres humanos han jugado ancestralmente para criar y cuidar a los
recién llegados a la especie y perdurar en ellos. Desde hace unos siglos, llamamos a
esa tarea educación, y solemos incluir en ella tanto la acción de lxs padres, como la
de lxs maestrxs, profesorxs, y todas aquellas acciones dirigidas a transmitir claves
para poder habitar en este mundo. Muchos de estos saberes, en nuestro tiempo, se
transmiten en las instituciones educativas: desde los saberes ligados a las letras y a
los números hasta los saberes profesionales y las especializaciones. Bajo la forma
de la escolaridad obligatoria, pero también de carreras, cursos, talleres, jornadas,
con modalidades presenciales, virtuales o a distancia, se presentan cantidad de
instancias de educación, dedicadas a la transmisión de saberes más o menos
prácticos, saberes que son conocimientos pero también son normas de conducta,
ligados a una profesión o a la vida cotidiana, al placer o a la necesidad.
Es que en nuestros tiempos, las formas de la transmisión se han organizado
fundamentalmente alrededor de instituciones como las escuelas, los institutos
educativos de cualquier nivel, las universidades, etc. Y, en ellos son las figuras de lxs
maestrxs y profesorxs las que asumen buena parte de la tarea de la transmisión de
los saberes. Gente que hace de la transmisión un oficio. Gente habilitada para ello.
Gente que estudia para enseñar, para cumplir con esta tarea, que se forma como tal.
No son los únicos que se ocupan de educar, pero hacen buena parte de la tarea.
Sobre la emergencia de la Pedagogía como saber

Así como nacemos sin saber caminar, hablar, bailar, cocinar o leer, también
nacemos sin saber educar. Nacemos sin saber enseñar tampoco, a todo esto lo
debemos aprender. Y esto sucede porque además de la transmisión de unos
saberes, tenemos unos saberes sobre la transmisión: existieron y existen saberes
ligados a la crianza, al exitoso pasaje de las letras, a la enseñanza de técnicas,
saberes sobre el vivir con otrxs. Quien se forma para ser maestrx aprende el mejor
modo de enseñar las letras, la historia, las fórmulas matemáticas, un deporte.
La pedagogía reúne los saberes sobre la transmisión, sobre la enseñanza, sobre la
educación. Aunque no siempre está presente en los planes de estudio de las
carreras de formación docente con ese nombre, y se discute si es o no una
disciplina con estatuto científico, por pedagogía solemos entender a las reflexiones
que se generan alrededor de la educación.
Ahora bien, ¿en qué consisten estos saberes? ¿Cómo se han configurado
históricamente? ¿De qué naturaleza son? ¿De qué se trata la pedagogía?

En los finales del siglo XIX, Emile Durkheim (Francia, 1858-1917)1 escribía:
“llamamos pedagogía a toda reflexión sistemática sobre la educación”. Eran
tiempos donde se discutía si los saberes sobre las sociedades, las culturas y la
subjetividad no debían tener la misma lógica de los saberes científicos: provenir de
la observación, organizarse alrededor de la búsqueda de regularidades en los
hechos observados, establecer verdades que surgieran del estudio sistemático de
una serie de situaciones o fenómenos. Algo que el pensamiento científico propio de
la biología, la física, la anatomía, y tantas otras ciencias hacía tiempo ya que
ensayaba y desarrollaba. Un tipo de saberes que puso a la razón humana como
fuente de verdad, y que llamó ciencia a un particular ejercicio de esa razón.
Es que a la cultura occidental le había llevado varios siglos instalar este tipo de
razón como principio del orden del mundo, teniendo que batallar con
apreciaciones sobre el ser humano, la naturaleza y el mundo en las que se debía
creer, a las que no se las podía discutir ni poner a prueba como verdades. Antes de
que la razón humana se convirtiera en la fuente del orden del mundo, hubo
órdenes basados en otras fuentes: hubo tiempos donde era el orden divino el que
gobernaba, en el que se creía; hubo también otros tiempos donde era la naturaleza
(el sol, las lluvias, la luna…) la que organizaba la vida. Durkheim, sociólogo,
sostiene:
Para definir la educación, tenemos, por tanto, que contemplar los sistemas
educativos que existen y han existido, relacionarlos unos con otros, poner
de relieve los caracteres que tienen en común. El conjunto de esos saberes
constituirá la definición tras la cual andamos. (1996 [1911], p. 45)

1
Emile Durkheim, sociólogo y filósofo francés que estableció formalmente la sociología como
disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los fundadores de
dicha ciencia.
Y luego de seguir este camino, formula una conocida definición de educación que
estará en la base de nuestros sistemas educativos:
La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre
aquéllas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para
la vida social. (ibid, p. 49)
Y es en este sentido que Durkheim plantea que la pedagogía es el resultado de toda
reflexión que es producto de la observación sistemática sobre la educación. Esto no
quiere decir que no encontremos saberes y reflexiones antes de fines de siglo XIX,
por el contrario, la figura del pedagogo la encontramos en los griegos, y de allí en
adelante en muchas oportunidades la filosofía se ocupó de la actividad humana de
conocer, del aprender y el educar, de la transmisión.
Pero la definición de Durkheim resulta útil porque introduce la cuestión de la
observación y de la sistematicidad de la reflexión, elementos que abonan la
configuración de un saber disciplinar en la clave en la que solemos entenderla en
nuestro tiempo.

La naturaleza y la forma del saber pedagógico

La idea de un saber como producto de la observación tiene otras tradiciones en la


pedagogía. Si bien este tipo de pensamiento se afianza alrededor de la
configuración del pensamiento científico, ya en Juan Amos Comenio (ÚherskyBrod,
1592 - Amsterdam, 1670)2, nos encontramos que se fija para la correcta enseñanza
un curso de acción que proviene de la observación. En su Didáctica Analítica, por
ejemplo, Comenio ofrece este tipo de saberes:
XCIII. En todo lo que se enseña se tiene que poner cuidado de que sea
comprendido, primero como totalidad, luego, ordenado y diferenciado en sus
partes.
(…) Así, pues, nuestro espíritu tampoco puede aprender varias cosas al mismo
tiempo. Quien al mismo tiempo hace varias cosas, no lo hace correctamente,
Entonces:
XCIV. Siempre sólo una a un tiempo.
XCV. Siempre primero el todo, luego las partes y, finalmente, las partes más
pequeñas, unas después de otras.
XCVI. En cada una se tiene que permanecer tanto tiempo como sea necesario.
(2003 [1644-1647], 65. Cursivas en el original)

2
Juan Amos Comenio, o Comenius, teólogo, filósofo y pedagogo nacido en lo que actualmente es
la República Checa, de amplia y reconocida producción escrita, entre la que se destaca la Didáctica
Magna, uno de los primeros textos que organiza el pensamiento pedagógico moderno.
Antes de empezar a anunciarlas, el mismo Comenio las llama reglas. La Didáctica
Analítica, obra que complementa la Didáctica Magna (volveremos sobre Comenio y
estas obras más adelante), ofrece reglas o instrucciones acerca de la tarea de
enseñar. En su introducción Comenio describe la operación de donde emergen:

(…) vamos a observar ahora los métodos de una teoría del enseñar,
mientras probamos, en su totalidad y en sus partes, todo lo que ocurre
durante la actividad de enseñar y de aprender y en el saber, para
comprender también –después de que hayamos entendido lo que esas cosas
son según su naturaleza, de qué consisten y cómo se originan- cómo lo
queremos, podemos y tenemos que manejar. Por medio de una correcta
investigación de los conceptos generales obtenemos reglas generales para el
enseñar racional que tienen que ser consideradas en todas partes y que
valgan siempre y en todo tiempo; por medio de la investigación de
conceptos especiales resultan, a su vez, reglas especiales que se den seguir
en ciertas ocasiones. (Ibid, 2003, p. 15)

Comenio plantea que la regla es producto de una investigación, por lo que no son
instrucciones “inventadas de la nada”. Para Comenio la observación es la del orden
que ya está presente en la naturaleza, y él, como religioso, pero viviendo en una
época de cambios, a caballo entre un pensamiento racional y unos fundamentos
divinos, plantea que estas reglas son el fruto de la observación de cómo Dios ha
trabajado sobre la naturaleza.
Podemos afirmar entonces que la forma de regla o de instrucción es un rasgo del
saber pedagógico. En esta línea, es muy común escuchar que la Pedagogía se trata
de los saberes acerca de cómo enseñar, y que muchos esperan encontrar allí
recetas acerca del mejor modo de transmitir un saber. Al mismo tiempo, es común
escuchar voces críticas que resisten las “recetas” pedagógicas, porque consideran
que no dan lugar a los saberes que los docentes producen en su propia práctica.
Si revisamos en el presente las instrucciones o cursos de acción de la pedagogía,
nos encontramos que algunas de ellas tienen un fundamento científico. Esto
sucede, por ejemplo, con los procedimientos o métodos de la enseñanza de la
lectoescritura: parten del modo en que los niños estructuran su pensamiento, en
que se relacionan con el medio.
Pero también nos encontramos en la pedagogía con enunciados que no se
fundamentan en cómo las cosas son, sino en cómo queremos que sean.
Tomemos, por ejemplo, la postulación del pedagogo brasileño Paulo Freire (Brasil,
1921-1997)3, cuando afirma “la educación es un acto de amor”. Freire no dice esto
porque esté viendo que eso es lo que sucede siempre en toda situación educativa.

3
Paulo Freire, pedagogo brasilero de amplia trayectoria, mundialmente conocido por haber
desarrollado las relaciones entre la educación, la opresión y la liberación.
Por el contrario, este pedagogo enuncia un modo de entender la educación no
como un acto mecánico, sino como una tarea que se sostiene en un vínculo
especial, y señala la importancia de este vínculo, el amoroso, para que una
educación transformadora tenga lugar.
Otro ejemplo es el de la educación vial. Cuando educamos acerca de cómo cruzar la
calle, o de la importancia de ponerse el cinturón de seguridad, estamos pensando
en una especie de “ideal” de ciudadanx. Educamos apuntando a ese ideal, no al
ciudadanx común que muchas veces no atiende estas reglas, por lo que educar
consiste en interiorizar una regla o principio que puede estar presente en la
sociedad o que se refiere a cómo queremos que ese sujeto que se educa sea.
Podemos decir entonces que a la vez que existen saberes descriptivos nos
encontramos con saberes prescriptivos, saberes que marcan orientaciones,
instrucciones o cursos de acción que ponen en juego unos fines a la educación, un
ideal de ser humano y de sociedad donde apuntamos con la educación.
Esto constituye todo un problema para la pedagogía como conjunto de saberes,
diferentes a los de otras disciplinas, como la biología, por ejemplo. En esta última,
los conocimientos son producto de unas operaciones de pensamiento ligadas a la
ciencia. En la pedagogía, al establecer reglas o instrucciones que no responden a
cómo las cosas son sino a cómo queremos que sean, resultan más precarias o
contingentes, porque de algún modo existe o puede existir un debate acerca de
cómo deben ser.
Tomemos, por ejemplo, la idea de que la educación tiene que ver con la producción
de sujetos críticos, que educar es apuntar a desarrollar el pensamiento crítico. Este
principio de la pedagogía no ha sido siempre aceptado, por el contrario, existieron
muchxs pedagogxs que lo discutieron, y que enfocaron la definición de educación
en el disciplinamiento de las pasiones, por ejemplo, o en la asimilación de
conocimientos. Aquí vemos que existen saberes, con forma de reglas o
instrucciones, que de algún modo responden a cómo se entiende la educación. Por
ello proponemos asumir cierta inestabilidad, que hace que necesitemos reflexionar,
una y otra vez, para qué educamos, cómo, a quién.

Saberes pedagógicos, necesarios pero no suficientes

Quienes trabajamos en el campo educativo y en la formación de maestros y


profesores decimos que los saberes pedagógicos son necesarios, aún cuando
muchxs docentes sostienen que es suficiente con manejar bien la disciplina a
enseñar.

Sin embargo, los saberes pedagógicos tienen una importancia crucial en el campo
educativo. Se prepare unx para ser maestrx de grado o profesor de la escuela
secundaria o la universidad, los saberes pedagógicos nos introducen en un mundo
diferente al de la disciplina que enseñemos. Nos introducen al modo de organizar
el conocimiento a enseñar, a las condiciones de enseñanza, al contexto donde se
produce la escena de enseñar, a unas prácticas que se dan en un tiempo y un
espacio específico, a un modo de indagar si el estudiante ha aprendido.
Los saberes pedagógicos, de algún mundo, proporcionan elementos para
configurar un oficio. Si pensamos en la formación de un maestrx de escuela
primaria, los saberes pedagógicos le propondrán guías acerca del universo escolar,
de sus futuros estudiantes, del sentido de la profesión elegida en un contexto
particular. Si en cambio el que va a enseñar es, por ejemplo, un biólogo, o un
contador, los saberes pedagógicos lo introducirán en un mundo diferente de su
tarea profesional como Licenciados en Biología o en Ciencias Económicas: el oficio
de educar en una institución escolar.
Esta “necesariedad” tiene además otras razones. Si bien, tal como planteamos al
principio de esta lección, la tarea de educar, entendiendo por tal la de ofrecer
claves para habitar este mundo, se remonta a los orígenes de la especie humana, es
cuando la educación se organiza en escuelas cuando este saber se sistematiza y
ordena.
La organización escolar de la transmisión de saberes de todo tipo (teóricos y
prácticos, profesionales, artísticos, etc.) no tiene tantos siglos de existencia pero
alcanzó rápidamente una importante centralidad en las sociedades occidentales,
haciéndose extensiva al conjunto de la población. Esta centralidad tuvo que ver,
entre otras cosas, con la de garantizar el derecho a la educación a todos los
habitantes de un país. Para poder expandir y sostener escuelas en todo un
territorio nacional, que educaran con los mismos objetivos, en paralelo se organizó
la formación de maestrxs y profesorxs que trabajaran en ellas.
Los saberes pedagógicos, aún cuando son precarios y contingentes, se volvieron
importantes para organizar una educación que se basara en los mismos principios
e ideales para todos. He aquí un fundamento político acerca de su centralidad e
importancia.
Aún siendo necesarios, admitimos que son insuficientes. Y sostenemos esto porque
los sabemos precarios, porque no alcanza con haberlos aprendido para
desempeñar bien nuestro oficio. También lo sostenemos porque sabemos que
ponerlos en práctica trae consigo una redefinición de los mismos: no son saberes
automáticos, técnicos, no son instrucciones que garantizan un resultado con sólo
seguirlas correctamente, aún cuando estos saberes sean métodos para la
enseñanza de algo puntual, como leer o preparar un plato de cocina. Las escenas
educativas que se dan en las instituciones escolares son dinámicas, son parte de un
tiempo y una cultura que cambia y se transforma, están habitadas por sujetos
docentes y estudiantes que se hacen preguntas, que dudan, que deciden.
Así como la educación de lxs padres a lxs hijxs cambia, de generación a generación,
aún cuando se haga en comunidades homogéneas culturalmente, desplaza sus
bordes, se discute, lo mismo sucede en otros ámbitos de la educación. Las
respuestas acerca de qué es la educación no siempre alcanzan. Aún más, muchas
veces esos saberes pueden dificultar la tarea de enseñar. Al respecto, la pedagoga
argentina Graciela Frigerio señala que hay saberes pedagógicos que resultan
obturantes, en el sentido de que son saberes que no dan espacio a la interrogación
de los enseñantes, que no admiten dudas, que no ofrecen puentes para pensar lo
que ocurre en el acto de enseñar. Muchos ejemplos pueden ser puestos aquí: basta
con pensar en las definiciones acerca de la importancia de un castigo corporal para
que un niño aprenda, saber inactual que hoy, de aplicarlo, obturaría la misma
posibilidad de aprender, o las categorías y jerarquías que se han construido acerca
de lo que el ser humano puede o no puede aprender según la raza o el género. Son
ejemplos extremos, de saberes que ya no tienen peso, pero es importante señalar la
importancia de reconocer al saber pedagógico como dinámico, contingente, no
absoluto. Es un saber que dialoga con unas herencias y con unas prácticas.

Volvamos al comienzo. Quisimos en esta introducción detenernos en establecer


unas coordenadas acerca de lo que es la pedagogía, y la sostuvimos alrededor de
pensarla como la reflexión sistemática acerca de la educación.
Si este camino hemos tomado es porque es la definición que tenemos a mano, que
heredamos de una época, del pensamiento que más ha tenido influencia en la
configuración de los sistemas educativos. Pero no quiere decir que no podamos
discutir los límites y los alcances del saber pedagógico, o que pretendamos
otorgarle otro sentido. Podemos ensayar otras respuestas a las ya dadas, podemos
pensar en una pedagogía con otras fronteras y otros sentidos.

Bibliografía obligatoria
Puiggrós, Adriana y Marengo, Roberto (2013), Pedagogía, reflexiones y debates.
Editorial de la UNQ: Buenos Aires. Cap. 1: “La pedagogía y la teoría de la
educación”.

Otra bibliografía citada


Comenio, Juan Amos (2003 [1644-1647]), “Didáctica Analítica” (separata) en
Revista Educación y Pedagogía, Segunda Época Vol. XV.
Comenio, Juan Amos (2003 [1630]), Didáctica Magna. México: Porrúa.
Durkheim, Emile (1996 [1911]), Educación y Sociología. México: Ediciones Coyoacán
Freire, Paulo (1972), La educación como práctica de la libertad. Buenos Aires: Siglo
XXI.
Frigerio, Graciela (2010), “Curioseando (saberes e ignorancias)”. En Frigerio G. y
Diker, G. (comps.), Educar: saberes alterados. Buenos Aires: Del estante editorial.

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