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Semana I

Teoría de la entrevista

Utilizamos la palabra "entrevista" para designar lo que en inglés se denomina


"interview", palabra que, en su acepción castellanizada ("interviú") fue por cierto la
utilizada en principio, tal vez para distinguir al género periodístico de la
conversación que le da origen. José Acosta Montoro la define como "una forma de
diálogo que compete al que hace periodismo, en su origen una conversación para
adquirir noticias", y Montse Quesada la define como "el método o recurso que
emplea el profesional de la comunicación, el periodista, a través de la cual inicia
relaciones con un personaje público, esto es, con el entrevistado, en razón del
interés periodístico, de la personalidad del entrevistado, el cargo o sus
declaraciones".
Por tanto, queda claro que la entrevista tiene dos momentos, la entrevista
originaria, la conversación -una conversación buscada conscientemente, en
función del interés periodístico que despierta el entrevistado o sus declaraciones-,
y, en segundo lugar, ese material ya tamizado por la particular retórica periodística
y presentada en la forma de un género informativo o interpretativo de
características propias, lo que llamamos entrevista o "interviú". La entrevista
periodística es un producto ya acabado, limitado por un objetivo informativo, al que
se despoja de elementos no deseados, se ordena, se jerarquiza y se construye
textualmente. Existen, en la entrevista periodística, dos tipos de interés: el del
periodista, es decir, el de la empresa, o, mejor aún, el del público (empresa, medio
de comunicación y periodistas no son sino intérpretes y ejecutores de los deseos
del público).

LA ENTREVISTA, DENTRO DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

Para algunos, la entrevista no es un género en sí mismo, sino un tipo de reportaje,


un reportaje de citas, en definitiva. En nuestra opinión, como en la de tantos otros
especialistas, la entrevista no es un tipo de reportaje, sino un género que ha
alcanzado mayoría de edad por sí mismo, e incluso en sus orígenes era ya algo
diferente del reportaje. Cierto que las entrevistas, y sobre todo algunos tipos de
entrevistas - aquellas que tienen por eje más que la personalidad del entrevistado,
un tema sobre el que él aporta un punto de vista novedoso o una información
valiosa -, se construyen de forma similar al reportaje de citas, pero hay varias
diferencias que lo apartan de éste. En una entrevista, la voz y el punto de vista son
únicos, no así en el reportaje. En éste las citas son una apoyatura al tema central,
que se expresa además mediante otros datos principales. En la entrevista -de
citas, si se quiere- las citas son lo sustancial. Lo que sí está claro es que la
entrevista es un género periodístico informativo, o mejor dicho, interpretativo,
porque la voz del entrevistado o entrevistados proporciona interpretación sobre un
tema, de actualidad por lo general, o sobre la propia personalidad del entrevistado,
que resulta interesante por cuestiones también de actualidad. Todos los
especialistas la consideran así, tanto en la tradición latina como en la anglosajona.
En los manuales de redacción periodística suele explicarse junto con o
inmediatamente después del reportaje, según se considere la entrevista una
modalidad o no de éste. Puesto que nosotros nos decidimos por abordarla como
un género independiente, la explicamos después del reportaje.

Extraído del libro del Manual de la entrevista periodística Juan


Cantavella

En los comienzos de esta panorámica conviene que precisemos algunas


cuestiones básicas, para saber con exactitud de que estamos hablando. Por
ejemplo, ¿cómo definir la entrevista?¿Cuáles son los elementos que la configuran
y la diferencian de otros textos que suelen publicarse en los periódicos?.

Hay que dejar muy en claro desde el principio que no debo identificarse en la
entrevista, concebida como encuentro interrogatorio para obtener información que
se empleará más tarde en cualquier tipo de texto periodístico, con el dialogo que
se mantiene con una persona con el fin de publicar sus palabras más o menos
literalmente. Consideramos que la entrevista periodística es exclusivamente la
segunda modalidad y que la primera no es más que conversación o demanda de
datos a las fuentes como medio auxiliar para un texto periodístico.
El término «entrevista» goza de tanta fortuna que está cobijando cada vez un
número mayor de acciones y en la actualidad casi no hay remedio que precisar
cuándo nos referimos a la entrevista periodística. Tal confusión proviene de que la
técnica de preguntas y respuestas está presente en gran número de actividades
(medicina, enseñanza, ventas, empleo…) y en buena parte de los géneros que se
escriben en los periódicos: de hecho, «entrevistar e interrogar es virtualmente la
célula del periodismo, como afirma Benítez (p.136) y «la entrevista es la piedra
angular del periodismo», como proclama Sherwood (p. 136).

No estamos de acuerdo con Graña, para quien la interviú «es una conversación
para obtener noticias» (p. 303), que es justamente la definición que hace suya
Acosta Montoro (t. I, pp. 98-99), aunque éste da un paso más hasta situarse en la
posición correcta, pues considera que para llegar a la entrevista como género
periodístico «es necesario que el periodista hable en primera persona, esté
presente la información y en su redacción; este presenta la información y en su
redacción; que el periodista reproduzca preguntas y respuestas de modo que el
lector siga el hilo fiel de la conversación».

Es pertinente la posición de Agustín Pombo quien, después de asegurar que toda


«toda información periodística proviene de una o varias entrevistas»
, distingue claramente las entrevistas transformadas en relatos noticiosos de
aquella que responde genéricamente al nombre de entrevista o «interviú»
(p.1386). También es correcto el punto de partida de Martínez Sousa cuando
afirma que es «interrogar para obtener datos» y «entrevistar» (p.69).

Estamos de acuerdo con ello, pero creemos necesario explicar el término


«entrevista» casi nadie lo utiliza en las redacciones españolas en ese primer
sentido. En cambio no hay manual extranjero de los que circulan entre nosotros
preferentemente los que traducen textos de autores norteamericanos que no
pongan énfasis en tal aspecto. Los redactores de los periódicos españoles
entienden claramente cuando se les envía a efectuar una entrevista y cuando se
les pide que hablen con tal persona (no que la entrevisten) para obtener
información. Quizá los teóricos deberían adaptar el lenguaje a esta realidad, que
más vale respetar y no perturbar. Lo que no sabemos es si se logrará mantenerse
esta tendencia o terminará por imponerse la que sopla desde el área anglosajona.

Los elementos de la noticia han podido ser obtenidos por medio de la


conversación, lo mismo que los componentes del reportaje o de la crónica, pero es
en la entrevista donde el valor y las posibilidades del diálogo brillan con todo su
esplendor. La habilidad del interrogador permitirá que el entrevistado cuente que
los hechos que anhelan conocer los lectores o exponga las opiniones que ha
forjado en su interior: Se tratará de una entrevista si tales hechos u opiniones se
ponen en la boca del interlocutor, pero no lo será si se articulan de tal modo que
forman una noticia o solamente se aprovecha alguna declaración aislada en el
conjunto de un reportaje. La diferenciación práctica de cada uno de los textos
periodísticos no presenta mayores problemas.

Consideramos entrevista a la reproducción de un diálogo del periodista con alguna


persona o alguna persona o incluso con varias, siempre que aparezca
meridianamente la existencia de ese diálogo. En una noticia se aprovechan los
datos recogidos en contacto con las fuentes, pero luego se ofrecen los más
desnudos posible de consideraciones, opiniones o circunstancias de recogida,
aunque se admite que en un momento dado puedan insertarse declaraciones
entrecomilladas, siempre en proporción muy pequeña respecto al total de la
información.

En cambio un reportaje presenta el tratamiento global de un problema, cuestión de


actualidad, recuerdo o recreación, y para ello se emplea material de archivo,
documentos, consulta a fuentes diversas, datos, juicios y propuestas, recogidos en
ambientes cualificados o populares, pero difícilmente se puede calificar de
reportaje el resultado de una charla con una persona sola, a no ser que sea un
relato de una larga experiencia o de un complejo hecho sucedido, desarrollado
tanto con las palabras del interlocutor como con las aportaciones del propio
periodista. En el caso de la crónica pueden incluirse asimismo opiniones de peso
sobre el tema tratado o juicios que se hayan podido recolectar entre quienes viven
o padecen un problema o una situación. En cualquier caso se trata de
aportaciones que ocupan poco espacio en el conjunto de la exposición.

Los tratadistas que se han ocupado de la entrevista, han relacionado con ella
ciertas clases de textos y de aprovechamiento de las fuentes informativas de
distinto carácter y que merecen un tratamiento diferenciado. En primer lugar, nos
encontramos con la encuesta periodística, por lo que la consideramos una
derivación de la entrevista, que ha quedado estereotipada en unas formas muy
concretas y aprovechables en la oferta periodística.

Aunque algunos autores incluyan la conferencia o rueda de prensa como un tipo


especial de entrevista. No constituye una modalidad de texto periodístico, sino una
forma reglada para que las fuentes informativas se pongan a disposición al
conjunto de los informadores. El hecho de que la información sea facilitada
siguiendo la cadencia de pregunta – respuesta no debe prestarse a confusión.
Esto es algo que ocurre en la conferencia de prensa y en el simple y cotidiano
dialogo de redactor con sus fuentes. Lo que importa es el texto que se formaliza a
partir de este contacto y la realidad nos enseña que el resultado de una rueda de
prensa se presenta en forma de noticia o para ser añadida, como confesión de
parte, en el conjunto de una información más amplia.

Entre las definiciones que se manejan sobre la entrevista podemos espigar


aquellas que pueden servirnos mejor para delimitar su contenido. Escuetamente la
define Martin Vivaldi como un genero informativo en el que se reproduce por
escrito el dialogo mantenido con una persona (pero lo desluce al explicarlo, porque
no se puede decir que sea un reportaje cuya fuente es el dialogo o la persona con
quien hablamos-. Así son todos los reportajes no solamente las entrevistas).
Rodríguez Betancourt habla del dialogo que se establece entre una persona o
varias (entrevistadores) y otra persona o varias (entrevistados) con el objetivo por
parte de los primeros y con conocimiento y disposición de los segundos, de
difundir públicamente en un medio de difusión masiva, el contenido de la
conversación por su interés, actualidad y relevancia.
El diccionario de Mota (t. I,p. 282) la presenta como «la conversación de
especiales características, en cuanto a su técnica, y que en su desarrollo
periodístico expone las opiniones y noticias recogidas como respuestas a las
preguntas formuladas o a las temas provocados». Halperín bromea cuando la
califica de «conversación absurda en la que una persona (pública o no) es
interrogada por un desconocido que le hace muchas veces preguntas intimas o
comprometidas esperando que él responda con revelaciones que normalmente les
niega, incluso, a muchos de sus conocidos»

A nuestro juicio, la entrevista es la conversación entre el periodista y una o varias


personas con fines informativos (importan sus conocimientos, opiniones o el
desvelamiento de la personalidad) y que se transmite a los lectores como tal
diálogo, en estilo directo o indirecto.

Con todo, no podemos quedarnos en los aspectos formales que identifican a la


entrevista en el conjunto de los textos periodísticos. Cuando profundizamos en los
elementos que la conforman nos encontramos con algunos puntos de interés. Mier
y Carbonell han puesto en relieve que es mucho más que una forma dialogada,
donde el entrevistado expresa lo que podría decir en un libro, artículo o
declaración, sino que reflexiona a partir del entrevistador. No quiere decir por eso
que va a expresar algo nuevo, pero sí que surge un pensamiento «distinto y
original a lo que el entrevistado expresaría y aún desearía expresar sobre los
mismos temas, de no verse enfrentado con las preguntas que le son hechas y con
la información que le es proporcionada en ese momento».

En el transcurso de la entrevista se le formulan preguntas, naturalmente, pero


también se puntualizan algunos aspectos tratados, se piden explicaciones, se
impugnan afirmaciones, se señalan contradicciones… En definitiva «la entrevista
es el resultado de una relación dialéctica entre entrevistado y entrevistador; que
genera nuevas respuestas e interrogantes a propósito de algo, es decir; que
genera conocimiento». No cabe duda que, contemplada de esta manera, aparece
una visión distinta, enriquecedora, que hace progresar a los interlocutores y que,
por tanto, está dotada de componentes que atraen y benefician a los lectores.
El secreto de la entrevista periodística consiste, según Benítez, en «lograr que
cada lector reciba la impresión de que el entrevistado “conversa” con él directa y
personalmente» y también en el valor del mensaje de aquel a quien consultamos,
porque los acontecimientos, explicaciones y criterios «ofrecidos en la palabra de
una persona que habla con autoridad, tiene peso mayor que todas las
afirmaciones que pueda hacer del asunto el propio periodista».

Lo que se pretende, en definitiva, es que el entrevistado exprese lo mejor de si


mismo en el transcurso de la conversación, incitado por las preguntas y obligado a
reflexionar a partir de éstas. Y todo ello en función de los lectores a los que se
dirige, a los que entrevistador y entrevistado deben sentir como presentes en el
transcurso del diálogo.

Un género periodístico

Analizaremos a continuación a la entrevista en el contexto de los llamados


géneros periodísticos. Hasta el presente la opinión dominante ha sido considerarla
como una modalidad del reportaje. Su inclusión en este apartado (quote story o
reportaje de citas) procede de Carl N. Waren (edición española de 1974, aunque
la primera norteamericana es de 1934). Esta clasificación que la sitúa junto al fact
story o reportaje de acontecimientos y la action story o reportaje de acción ha sido
adoptada por Dovifast, Martínez Albertos y Martín Vivaldi, entre otros, en la
sistematización de los géneros periodísticos.

Desde la aportación de quienes podríamos considerar pioneros, se han producido


muchas tomas de postura que se dirigen en dos direcciones: a mantener la
entrevista como una modalidad de reportaje y a independizarla, dándole categoría
de género autónomo. Ambas tienen sus partidarios y sus razones para pensar de
esta manera. Sin embargo, la discusión no está cerrada y podemos seguir
aportando pareceres, hasta concluir con el nuestro.

Martínez Albertos ha expuesto en repetidas ocasiones (1992 a, p.280, por


ejemplo) un esquema de cuatro géneros básicos, que son información, reportaje,
crónica y artículo: «Dentro de cada género hay campo abierto para un
ensanchamiento del espectro en subgéneros y otras variantes menores de estos
cuatro pilares de la creación literaria en el periodismo escrito de nuestros días». A
esta propuesta se suman quienes piensan que no debe darse la entrevista en
condición de género independiente: Gaillard (p.76), que la considera «como un
tipo particular de reportaje»; Santamarina (p.32), que le coloca incluso el nombre
de reportaje y emplea indistintamente los dos términos; Martínez de Sousa, quien
asegura que «el arte de la interviú es, o debe ser, una especialidad del reportero»
(p.219) y que el «método de obtener el contenido de la interviú pertenece al
reportaje» (p. 178).

Son partidarios de independizarla del reportaje autores como López de Suazo


(1997, pp, 77 y 78), que habla de ocho géneros, cuatro de ellos informativos, que
son la información o noticia, reportaje, entrevista y crónica, y otro momento
posterior afirma que «en cuanto a la entrevista, ha cobrado tal importancia desde
el año 1960, que debe ser considerada como «un género autónomo».

En la introducción de Gargurevich a su obra Géneros periodísticos, repasa las


diferentes posiciones de los autores más divulgados. Anotamos que no la toman
en consideración como género propio Jhonson y Harriss, Kayser y Dovifat; en
cambio, la incluyen en pie de igualdad Maria Julia Sierra, Hohenbeg, Mandel,
Benítez, Rivadeneira y él mismo.

De la memoria de López de Zuazo (1980) son muchos los datos que podemos
obtener y que se refieren a la diferente atención que merece la entrevista, en pie
de igualdad con los demás géneros: «Esta clasificación alemana respeta la triple
división de Dovifat, pero considera como género o forma de estilo (stilforme)
independiente la entrevista, el comentario…» (P.52); «Tanto los brasileños como
los italianos consideran que la entrevista debe considerarse como independiente
del reportaje» (p. 63); «Numerosos escritores españoles e iberoamericanos han
desarrollado la primitiva clasificación de cuatro géneros independientes la
entrevista, el editorial…»
A la vista de todo lo expuesto, terciaremos en esta polémica, donde ya hemos
visto que se aprecia una evidente división de opiniones. En pocas palabras, en el
momento presente no tiene sentido su adscripción al reportaje. Y ello por varias
razones.

Primero: la entrevista ha llegado a un desarrollo conceptual y práctico que no tenía


en el pasado. Su fuerza y presencia están muy por encima de las que ostentaba
en décadas anteriores, por lo que es justo dotarla también de una posición
conceptual que la ponga en pie de igualdad con otros géneros que se cultivan con
la misma atención.

Segundo: quizá en el pasado se apreciara su dependencia al reportaje, pero no en


nuestros días. Los lectores pueden establecer la relación que existe entre la
columna y el comentario respecto del artículo, por ejemplo, pero difícilmente
alcanzan a ver que la entrevista es una de las especies del reportaje. Una
columna puede ser designada con el nombre de artículo, pero ¿alguien llamará
reportaje a una entrevista?

Tercero: en un primer momento la entrevista fue contemplada como un texto


uniforme, pero su desarrollo ha sido tan espléndido a lo largo de este siglo que
apreciamos la existencia de varias clases y hasta derivaciones, como la encuesta.
La complejidad de esta clase de textos dialogales merece que la desliguemos del
reportaje para darle atención particular.

Estas son nuestras razones. Nos da la impresión de que, al compás de su


presencia diferenciada y respetable en los medios de comunicación, se ha
incrementado la consideración teórica y son muchos los autores que le van
incluyendo ya como un género más, al lado de las clasificaciones académicas.
El Reportaje

La palabra reportaje proviene del inglés report, que a su vez la toma del latín
reportare: Quiere decir, en puridad, "traer o llevar una noticia, anunciarla". En el
fondo, su significado es informar a la audiencia, en este caso al lector, de algo que
le interesa.

Por tanto, podemos definir así el reportaje: "Relato periodístico, informativo, MARTÍNEZ
libre en lo que se refiere al tema, objetivo y por lo general escrito con estilo ALBERTOS, José Luis
(1992). Curso General
directo, que trata acerca de un tema de interés general, o sobre un de Redacción
acontecimiento de actualidad". Otra definición: "Relato periodístico, que puede Periodística, Madrid:
ser bastante literario, escrito según la personalidad del periodista". Creemos, Paraninfo (Edición
sin embargo, que esta definición no es tan buena como la anterior, más revisada)

precisa.

En sentido estricto, el reportaje es igual a la información. Sin embargo, también la


noticia es información. El reportaje acostumbra a ser más largo, y más libre.
Según la tradición americana, existen dos tipos de relato periodístico: el story y el
comment. Lo que no es comentario, es información. Dentro del story anglosajón se
encuentran nuestra noticia y nuestro reportaje.

Las diferencias entre la noticia y el reportaje son de dos tipos:

a) En lo lingüístico, el reportaje es un relato más literario, más libre.

b) En lo que se refiere a la estructura, el reportaje es más complejo. En


ocasiones, está compuesto de varios textos. Siempre es más extenso que la
noticia, por tanto la estructura es también diferente, más elaborada.

c) Insistiendo en esta idea, las fuentes del reportaje son diversas, no contamos
con una sola fuente de información, sino con varias.

ORIGEN Y DESARROLLO DEL REPORTAJE

Nacimiento y desarrollo del reportaje.

El Timestyle En un principio, el reportaje fue un género propio de las revistas


gráficas o magazines: Life, Look, Time, Paris Match... También apareció -y se
forjó- en algunas revistas científicas (National Greographic Magazine, por
ejemplo). La mayoría de las veces se refería a un tema monográfico, y en
ocasiones se reservaba para cuadernillos aparte. En otras ocasiones, cuando eran
muy extensos, los reportajes aparecían de forma seriada. Los autores, en muchos
casos, no eran periodistas, sino especialistas en esos temas. La presentación
solía ser igualmente lujosa: buenas fotos, papel de alta calidad... En esa corriente
de los newsmagazines la publicación paradigmática es Time. Tanto es así, que
muchas veces en Estados Unidos se denomina al estilo propio del reportaje
interpretativo Timestyle. Time surgió en 1923, de la mano de Luce y Hadden. Un
año antes, en 1922, en un folleto previo decían lo siguiente: "Time recogerá las
noticias más destacadas que aparezcan en la mayoría de los diarios y periódicos
importantes del mundo, aquellas que tengan un interés general. Serán un centenar
de artículos, y cada uno constará de unas 400 palabras. Cada texto estará situado
en un determinado lugar de la revista, dispuestos y ordenados según un método
predefinido". Por tanto, concedían gran importancia a la organización de la
información. La concisión y la objetividad eran otros dos pilares. En definitiva,
detrás de esa mentalidad se halla el liberalismo: "Tener bien informado al
hombre", ése era su objetivo. Había que presentar datos, no opiniones (al
principio, Time no publicaba editoriales), aunque pronto los propios impulsores de
la revista se vieron obligados a confesar que "como bien saben los periodistas, sin
embargo, la neutralidad total sobre las noticias de gran importancia y notorio
interés público es imposible, y aceptan que existen determinados juicios previos
que condicionan el modo en que se presentan las noticias". Por tanto, la
objetividad liberalista del principio dio paso al concepto de interpretación.

En 1923, por lo tanto, surgió el interpretative reporting. Time se basaba


en tres características principales:

a) El concepto de organización del trabajo periodístico.

b) La preocupación acerca del laconismo informativo.

c) Un nuevo concepto de objetividad. El texto periodístico informativo


suele ser reflejo del punto de vista de determinados públicos. En ello
consiste la interpretación.
LA INTERPRETACIÓN COMO CONCEPTO FUNDAMENTAL DEL
REPORTAJE
Como bien sabemos, el periodista es un contador, un reportero de
acontecimientos que devienen noticiosos. El periodista (y el sistema informativo en
que se halla inmerso, las empresas en definitiva) decide qué es noticia y qué no lo
es. Unas veces funciona como gatekeeper o filtro y otras veces como advocate o
abogado. Según Janowitz, es un gatekeeper aquel que "sabe ver, subrayar y
difundir lo que es importante, y advocate aquel que se pone de un lado o del otro,
quien hace de portavoz de quienes no lo tienen", lo cual muestra una cierta
politización (en ambos conceptos del trabajo periodístico aparecen, a fin de
cuentas, las concepciones liberales y las concepciones socialistas,
respectivamente). No nos atrevemos a decir tanto, pero acerca de estas funciones
sí quisiéramos poner de manifiesto una cuestión: la capacidad crítica que debe
tener todo periodista. En cualquier caso han de contrastarse los datos, porque
todas las fuentes son interesadas. Periodista y fuente pueden ser completamente
diferentes, o pueden estar de acuerdo, o incluso puede ser que la fuente produzca
la noticia (debemos esta clasificación a Miquel Rodrigo Alsina), como ocurre en el
caso de los comunicados de prensa a que tan acostumbrados nos tienen los
gabinetes de prensa. En el reportaje la necesidad de contrastar datos y opiniones
se incrementa, debido a la pluralidad de fuentes

En opinión de Gonzalo Martín Vivaldi, en el reportaje siempre ha de imponerse


un estilo del todo directo, esto es, narrar los hechos sin comentarios. Eso es lo
que a nosotros más nos importa, pero no hemos de olvidar que una
característica del reportaje es la libertad, por tanto, eso no quiere decir que los
comentarios estén prohibidos. Martín Vivaldi recalca que el periodista, el
narrador, desaparece. "Sólo se cuenta lo que se ve", dice este autor. Pero luego
añade: "Las cosas no se explican, sino que se muestran. No se razona con
opiniones, sino que, a través de los hechos, se conmina al lector a que obtenga
sus propios razonamientos. Hay que decir cómo son las cosas, según el
redactor. El comentario lo pondrá el lector". Si bien en general estamos de
acuerdo, en nuestra opinión el comentario es uno de los objetivos importantes de
la información: no dar nuestra opinión, sino provocar la del lector. Como hemos
visto, el periodista, aunque no exprese su parecer, de alguna forma impone sus
criterios, porque hace que las cosas se vean de una determinada manera, en
primer lugar mediante el ejercicio de la selección. Convenimos con Martín Vivaldi
cuando dice que el periodista no debe expresar ninguna opinión, aunque sí da una
FUENTES DEL REPORTAJE

Una noticia, y un reportaje, en el fondo no son sino una representación de la realidad, un


sustituto de ésta, un artefacto, en el sentido de que son una creación técnica: en lugar
de la realidad, tenemos el texto (y las imágenes, claro está). La realidad es plural, las
fuentes también lo son. Por un lado, tenemos una serie de datos, reales (verdaderos o
verosímiles, aunque a veces la frontera entre ambos no se nos revele clara). Esos datos,
debido a la complejidad del reportaje, los reuniremos a partir de muy diversas fuentes. El
periodista está obligado a comprobar que esos datos son ciertos, tiene esa
responsabilidad. Aún debe ir más allá: debe interpretar esos datos, por su cuenta o,
todavía mejor, contando con la opinión docta de especialistas en la materia. Debe
aparecer con claridad dónde están los datos, dónde la interpretación y dónde la opinión.

ESTRUCTURA Y COMPONENTES DEL REPORTAJE

TITULACIÓN DEL REPORTAJE

Entre otros teóricos de la Redacción periodística, Gonzalo Martín Vivaldi ha


dedicado su atención a la titulación en el reportaje. Si en la noticia el titular -y, en
general, el encabezamiento- debe reflejar lo esencial, lo más importante, y por
tanto la titulación debe ser informativa fundamentalmente, de manera que el lector
sepa al primer golpe de vista de qué habla el texto, en el reportaje debemos ir más
allá. El titular no será sólo informativo, sino también atractivo. Por ello, son
aceptables algunos recursos que, por lo común, no se dan en la titulación de una
noticia:
- Podemos ser telegráficos: A menudo se cita el ejemplo de un famoso titular, a toda plana, sobre
un reportaje de la llegada del hombre a la Luna: "Moon", una palabra, cuatro letras para dar a
entender lo que todos esperaban en ese momento: la llegada del hombre al satélite de la Tierra.
Una sóla palabra que era más expresiva que muchas frases largas. En casos como éste, en que la
extrema concisión se convierte en un recurso estilístico, es aceptable un titular telegráfico.

- Preguntas, siempre que se sean retóricas. Por ejemplo, un titular publicado en El País el 13 de
marzo de 1994: "¿Qué sabe Clinton del Whitewater?". También en el texto se planteaban preguntas,
porque el fondo de la información era ése precisamente: las dudas acerca de la participación del
presidente de los Estados Unidos en un supuesto escándalo. A veces, plantear preguntas es
también informar, pero siempre teniendo en cuenta que hay que responder a esas preguntas, o al
menos dar los datos necesarios para que el lector obtenga sus propias conclusiones, sus propias
respuestas.

- El cintillo, el subtítulo o el antetítulo, cualquier otro recurso que quepa en el encabezamiento


nos resultará extremadamente valioso. Puesto que el encabezamiento ha de ser atractivo, y puesto
que esa función debe cumplirla sobre todo el titular, es lógico que los otros elementos secundarios
se destinen a dar otros menesteres: suministrar datos objetivos, identificar a la persona que ha
pronunciado la cita del titular, procuran
Por lo demás, seguiremos en la titulación del reportaje las mismas reglas ya
enunciadas para la noticia, y para los géneros informativos en general.

. LA ENTRADILLA EN EL REPORTAJE
Como en cualquier otro género, pero más aún que en otros más escuetos, el
encabezamiento, y especialmente el entradilla, busca en el reportaje llamar la
atención del lector, para que siga leyendo un texto que en muchos casos será
largo y de estructura compleja. Sin olvidar, claro está, que el principal objetivo del
entradilla será suministrar información al lector. ! ! En cualquier caso, sí existe una
mayor libertad en la entradilla del reportaje que en la de una mera noticia. No
podemos aquí citar todos los tipos posibles de entradilla, pero sí exponer una
clasificación comúnmente aceptada y que aún hoy sigue utilizándose, la de Carl
Warren. Es la siguiente:

1) Sumario o resumen: Como en la noticia, se responde a las preguntas retóricas, o al menos a las más
importantes. Obviamente, se trata del reportaje de contenido más noticioso, especialmente apropiado para
aquellos que tienen una mayor ligazón con la actualidad, ya que se supone que es a través de este texto
cuando el lector entra por primera vez en contacto con la noticia.

2) De impacto: Se busca sorprender al lector, dándole cuenta de algo que no espera o, si es algo previsible,
de un modo que no espera.

3) De color: En este tipo de entradilla se busca la belleza, la literatura, la viveza.

4) De contraste: Puesto que el reportaje es plural por esencia propia, se ofrecen al lector los diferentes
aspectos, posturas y opiniones acerca del hecho noticiable. 5) De pregunta (con o sin respuesta): Como en el
titular, a veces es lícito plantear preguntas, si bien es conveniente que en la propia entradilla se adelante lo que
puede ser la respuesta que se dará en el corpus de la información, o las claves para que el lector pueda
obtener su propia conclusión.

6) De telón de fondo: Muy utilizado en el gran reportaje. Se ofrece el marco geográfico y temporal, se explica
el ambiente antes de entrar en materia.

7) De cita: Muy utilizado en la actualidad, se ofrecen las declaraciones de los protagonistas de nuestro
reportaje, claves para comprender el sentido de nuestro relato. Cuando existen posturas contrarias, es
conveniente que, si se utiliza la entradilla de cita, se ofrezcan declaraciones de todas esas posturas.

8) De extravagancia: Puede ser poético, un contraste extremo, una asociación de ideas, una caricatura
EL CORPUS DEL REPORTAJE. NARRACIÓN, INTERPRETACIÓN Y DESCRIPCIÓN
literaria, una frase hecha o un refrán, etc. Incluso puede utilizarse una tipografía extravagante, recurso utilizado
por determinadas revistas, o una ortografía poco convencional, con objeto, claro está, de llamar la atención del
lector.
EL CORPUS DEL REPORTAJE. NARRACIÓN, INTERPRETACIÓN Y
DESCRIPCIÓN

Tres son los componentes que, por regla general, se incluyen en un reportaje, tal y
como dice Concha Fagoaga: el telón de fondo o background, el relato profundo y
el relato valorativo. Como ya se ha expuesto, en un reportaje no sólo aparecen los
datos objetivos acerca del acontecimiento o acontecimientos centrales. Otros
elementos son igualmente necesarios a la hora de componer un relato lo más
completo posible. Esos elementos son los antecedentes y la interpretación, esto
es, la valoración. Aunque sea de modo breve, veamos cuáles son esos tres
elementos de los que habla la profesora Fagoaga:

1) Relato de fondo o background: Aquí aparecen los datos previos, que son
necesarios para el cabal entendimiento del reportaje. Estos datos pueden ser de
cuatro tipos: datos que se acumulan durante largo tiempo (que valen para
componer cualquier información), los que se recopilan para redactar un relato
concreto, datos que se hallan en un relato codificado, y que valen para explicar los
acontecimientos, y, por último, el material que no podemos imputar a una persona,
pero que podemos utilizar de otra manera. Todos estos datos tendrán su reflejo en
el relato, pero los que más profusamente aparecerán serán los terceros, es decir,
los que aparecerán en el relato codificado, en el reportaje. No se incluyen en un
solo párrafo, ni en el final, como se hace en las redacciones estrictamente
informativas. Este tipo de datos sirven para explicar los acontecimientos
fundamentales y para reforzar la interpretación sobre ellos. También aparecerán
antecendentes, cuyo cometido es situar los acontecimientos en su contexto y
relacionar el presente con el pasado.

2) Relato profundo (objetivo): El principal objetivo es dar a conocer los


acontecimientos centeales del relato. A su vez, aparecen tres tipos de materiales: -
El eje, es decir, el acontecimiento o acontecimientos actuales. Se trata de un
suceso importante, el por qué de nuestro reportaje, que debe expresarse de forma
clara. A menudo, se trata de más de un suceso, acontecimientos que deben ser
igualmente explicados con claridad y uniendo unos con otros. - Datos
complementarios, explicativos: Los antecedentes más cercanos, o los sucesos
marginales que ayudan a comprender los acontecimientos centrales.

- Las explicaciones de los expertos, de las autoridades, de los implicados, que


tienen a la vez valor informativo y emotivo. Siempre ha de aparecer en el reportaje
la voz de sus protagonistas, que aportará además puntos de vista diferentes.

3) Valoración: El objetivo es explicar los acontecimientos a través del análisis,


para lo cual utilizaremos diversos recursos: la opinión de los expertos, las propias
valoraciones del periodistas -que, en cualquier caso, estarán implícitas en las
construcción textual-, los datos significativos, y las consecuencias, que también
serán una valoración de los hechos.

EL FINAL EN EL REPORTAJE

En lo géneros informativos suele hacerse hincapié en la necesidad de redactar un


buen comienzo, pero eso no quiere decir que haya que dejar el resto a un lado, ni
tampoco el final. En los modelos clásicos, los datos más importantes, más
interesantes, están al principio, y a medida que el relato avanza, se introducen
datos paulatinamente menos importantes. Eso no quiere decir que esos datos
carezcan de interés alguno, lo que quiere decir es que los graduamos y
clasificamos. Debemos tener en cuenta otra cuestión: además de los datos,
existen otros elementos, y en los géneros interpretativos son igualmente
importantes. Los datos son la base, pero las declaraciones, testimonios, los
desarrollos de los datos ayudan a construir la comprensión global de los los
hechos. De otro modo, el lector sólo leería la entradilla, y ése no es nuestro
objetivo, y tampoco el suyo. Cuando una persona toma un reportaje entre sus
manos y decide leerlo, es porque espera algo de él: una información profunda,
bien expuesta, cabalmente estructurada, que le ayude a comprender mejor los
hechos en que se basa. A medida que avanza el relato, deben ofrecerse al lector
nuevos datos que le ayuden a mantener el interés, nuevas pruebas, nuevas
apoyaturas, declaraciones, etc., hasta llegar al final. ! ! El final no debe estar
confeccionado de cualquier manera, sino que debe ser el último fruto de un buen
reportaje, especialmente cuidado. El final debe mantener la altura del resto del
texto, e incluso superarlo. Puesto que el reportaje es un género razonado, a
consecuencia de un proceso razonado, y de resultas de una exposición bien
estructurada, debe concluirse un buen final.

Existen muchos modos de acabar. Debemos tener en cuenta que, si a lo largo del reportaje hemos
concedido especial importancia a un elemento determinado, por ejemplo, a las citas y
testimonios, debemos mantener a lo largo de todo el relato una actitud coherente con eso, y en tal
caso, sería correcto que concluyésemos el texto con una cita, algo que resuma o concluya el
objeto de nuestro reportaje. Otro modo de terminar es un razonamiento, no necesariamente
nuestro. Si se trata de un relato cronológico o diacrónico, entonces concluiremos con lo que más
cerca se halle de nosotros. El final de un reportaje puede ser también un resumen o una
recapitulación, sin caer en lo repetitivo o superfluo, o puede también concluirse con las
consecuencias de lo anteriormente narrado, es decir, con una visión hacia el futuro.

DIACRONÍA
La diacronía se define como el desarrollo cronológico de los elementos del relato,
de los sucesos que lo componen. La propia etimología de la palabra "suceso" nos
conduce al verbo "suceder", y al sustantivo "sucesión", es decir, que los
acontecimientos ocurren en un orden determinado a través del tiempo. Reproducir
ese orden que algunos consideran "natural" es la primera posibilidad de todo
relato, aunque éste no sea, en definitiva, más que una reducción y una
reproducción de esa realidad.

RETROSPECCIÓN O FLASH BACK

Cuando no se sigue un orden estrictamente diacrónico o, dicho de otra forma,


cuando el tiempo real y el tiempo de la narración no coinciden, cuando las
secuencias de nuestra historia no las ordenamos en el orden en que sucedieron,
se produce una desviación cronológica o anacronía. Un salto hacia atrás en
nuestro relato, eso es la retrospección o el flash back.

En relatos como las películas al uso es un recurso ampliamente utilizado. La


historia se cuenta en presente, pero en ocasiones el narrador se retrotrae a otro
momento histórico. En estos saltos a través del tiempo debemos ser cuidadosos:
entre los diversos niveles temporales debe haber una unión clara. Esto es, puede
haber varios momentos temporales, pero el relato es sólo uno. No puede haber
relatos inconexos dentro de una misma unidad

El flash back no sólo se utiliza a la hora de verter las palabras de otros, sino que la
voz que retrocede en el tiempo puede ser la del propio narrador. En este salto en
el tiempo debe quedar claro siempre cuál es el tiempo de referencia, al que
generalmente se vuelve. El lector debe saber en todo momento cuándo ocurre lo
que se le cuenta, sin que exista posibilidad de pérdida.

ANTICIPACIÓN O FLASH FORWARD

Junto con la retrospección, existe otro recurso antagónico, la anticipación o el flash


forward, consistente en un salto hacia adelante en el tiempo. Si el eje temporal de
nuestro relato es uno determinado, se adelanta lo que va a suceder.

Tanto el flash back como el flash forward deben emplearse con extremada prudencia,
sin que sea posible que surja confusión alguna. Es cierto que con ambos recursos el
relato gana en frescura, agilidad y variedad, pero también lo es que, sobre todo si se
emplean muchos tiempos verbales, el lector puede sentirse desorientado. Debe dejarse
de lado la belleza que puedan reportar estos recursos estilísticos, si no se consigue el
objetivo prioritario de cualquier texto informativo, es decir, su legibilidad. Lo mejor, por
supuesto, es que puedan convivir ambas características, pero cuando eso no es
posible, debe primarse la inteligibilidad y la comprensión.

MODUS PER INCREMENTA

Fundamentalmente, vale lo expuesto en los temas dedicados a la noticia. Se trata


de un modelo en que lo principal, lo más destacable, lo más interesante, va
situado al principio del texto, y a continuación se van exponiendo el resto de los
elementos en orden decreciente de interés. Las principales variantes son
igualmente las ya explicadas, el relato de citas, el relato de acción y el relato de
hechos. Fórmulas que pueden ser combinadas, así como con las que hemos
explicado en los puntos precedentes: el relato diacrónico, el flash back, el flash
forward, etc. En cualquier caso, siempre es preciso redactar una entradilla o un
primer párrafo poderosos. Como en todos los géneros informativos, como en todos
los géneros periodísticos, el comienzo debe ser atractivo; también debe serlo el
resto, pero el comienzo debe captar la atención del lector y animarlo a seguir. Es
lógico que lo más jugoso de la información se le adelante en esas primeras líneas.
Rivers dice que la mejor guía es el sentido común. Como regla general, debe
adjudicarse una frase a cada idea, ideas y frases deben estar convenientemente
unidas, no ser largas ni difíciles de comprender. ! ! Lo más importante debe ser
dicho en primer lugar, sin prolongar innecesariamente el suspense. Con leer la
entradilla o el primer párrafo, el lector debe hacerse una idea de qué es lo que le
espera a continuación.

TIPOLOGÍA Y CLASIFICACIÓN DEL REPORTAJE

CRITERIOS DE CLASIFICACIÓN DEL REPORTAJE

Varios son los criterios que podemos emplear para clasificar el reportaje:

EL REPORTAJE DE ACTUALIDAD

Como hemos dicho, se trata del tipo de reportaje más cercano a la noticia, sobre
todo porque, al igual que ésta, es el texto por el que por primera vez de dan a
conocer los datos más importantes de un suceso. Está estrechamente ligado a la
actualidad. De hecho, la tendencia actual es que casi todos los asuntos de una
cierta trascendencia se den a conocer utilizando el género del reportaje, más que
el de la mera noticia, y así, se incluyen puntos diversos, reacciones, testimonios e
interpretaciones. Rara vez se aportan únicamente los datos puramente objetivos
en torno a un suceso. Incluso en los medios audiovisuales, la mera noticia, el
recuento de datos objetivos, se deja para el primer momento, el primer avance o
flash informativo, mientras que, una vez que se cuenta con más material, se
emplea la forma del reportaje de actualidad. Una tendencia que, obviamente, se
acentúa en el caso de los medios escritos, donde existe más tiempo -en el caso de
los diarios, de un día para otro- para recopilar más material complementario y, en
definitiva, interpretativo.

EL REPORTAJE DE CITAS

No debemos confundir el reportaje de citas con la entrevista, como luego veremos


al examinar ésta, aunque ambos géneros se basen en las declaraciones y
palabras de determinadas personas relevantes. Dentro de las citas relevantes
para confeccionar un reportaje redondo, se encuentran las citas de los testigos o
de los protagonistas de determinados acontecimientos, citas que son
complementarias del relato principal de los hechos, y que darán a éste el
necesario calor humano.

EL REPORTAJE EN PROFUNDIDAD. REPORTAJE DE INTERÉS HUMANO

Se trata del reportaje por excelencia, que también se denomina, un tanto


redundantemente, "gran reportaje" o "reportaje interpretativo". Un reportaje que se
basa en la filosofía estimativa, en la facultad de los hombres de ver los valores
profundos y significativos de las acciones humanas. Dicho de otro modo, la
grandeza de un reportero consiste en el grado de universalidad que se da a los
acontecimientos en el relato. Lo cual tiene que ver con la capacidad de
percepción, con la curiosidad. No se trata sólo de ver las cosas, sino de
comprenderlas. En el caso de la información, se trata de que el periodista escoja,
aisle del continuum histórico un acontecimiento determinado, lo dote, en el
reportaje en profundidad, de antecedentes, interpretación y análisis, y utilizando
los diversos recursos periodísticos, estructurales y estilísticos de que disponga,
confeccione un relato de interés humano.

EL REPORTAJE DE INVESTIGACIÓN

Aunque todo reportaje debe ser, en mayor o menor medida, una investigación, lo
cierto es que este tipo de reportaje ha adquirido carta de naturaleza propia, tanto
fuera como dentro de nuestras fronteras. Fuera es claro que el hito lo marcó la
serie de reportajes que sobre el escándalo Watergate -que costó, por primera vez,
la dimisión de un presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon- publicaron en
la década de los 70 en el diario The Washington Post los periodistas Bob
Woodward y Carl Bernstein. Era la época del New Journalism, y reporteros como
Michael L. Johnson y Everett Dennis siguieron su estela.

INFORMACIÓN, INTERPRETACIÓN Y OPINIÓN EN LA CRÓNICA


La crónica es un género de tradición latina, que no se da en países, por ejemplo,
anglosajones. Para algunos, como José Luis Martínez Albertos, lo apropiado sería
incluir la crónica dentro de los géneros interpretativos, a pesar de lo cual hay que
distinguir el interpretative reporting de la tradición estadounidense de la crónica
europea o, mejor dicho, latina. El francés Raymond Aron, por su parte, distingue
dos modelos, uno estadounidense y otro francés, el del Herald Tribune y el de The
Monde. De una forma muy gráfica, Aron explica que, mientras el lector del Herald
Tribune necesita veinte minutos para enterarse del contenido de una información,
el de Le Monde precisa dos o tres veces más, porque, asegura, los franceses
gustan de mezclar hechos y comentarios. Otros han llamado a la tradición
americana "telegráfica" y a la francesa "de púlpito". Y aquello que se predica del
periodismo francés, puede en este caso extenderse a todo el periodismo del área
latina.

He aquí, pues, la primera característica de la crónica: su esencia híbrida,


en la que participan la información, es decir, el relato objetivo de hechos,
la interpretación y la opinión.

Se trata, por otra parte, de una tendencia cada vez más extendida entre nosotros.
En lo fundamental, la crónica es un género informativo, es decir, predomina la
información. Se dan a conocer unos determinados acontecimientos, los datos
ostentan la mayor importancia. Pero, al contrario que en el reportaje, donde sólo
debería aparecer interpretación -sobre todo a través de las voces de expertos y
protagonistas, es decir, de terceras personas ajenas al narrador-, en la crónica se
destaca la voz de quien construye el relato, y por tanto, aparece el comentario y la
opinión. En la tradición anglosajona, en cambio, se distinguen más nítidamente la
información y la interpretación, por un lado, y la crónica, por otro. Lo que distingue
a la crónica de los géneros de opinión, particularmente de la crítica, de la que está
más cerca, es el peso que se concede a la información en unos y otros. Mientras
en la crónica es la base, lo principal, en la crítica y los otros géneros de opinión es
precisamente este concepto el que predomina.

Definición de Crónica

El término "crónica" es muy antiguo. Proviene del latín chronica, y éste a su vez
del griego ξρονικα [biblia], es decir, "libros que recogen los acontecimientos
ordenados temporalmente". Por lo tanto, la primera definición, que se corresponde
a un género histórico - y, en sus orígenes, periodismo e historia tienen una fuerte
relación - sería "un relato en el que se respeta el orden cronológico". Sin embargo,
la crónica periodística es algo más especial, a pesar de que guarde una cierta
relación con esta primitiva crónica. Los diferentes manuales no se ponen de
acuerdo acerca de lo que es la crónica periodística. En el Diccionario de la Real
Academia, aparece la siguiente definición: "Artículo periodístico o información
sobre temas de actualidad", lo cual es, desde el punto de vista de la redacción
periodística, una contradicción, porque el artículo es un género de opinión, y por
tanto no es un género informativo. En otros diccionarios más especializados
aparece esta otra definición:

"Género informativo sobre temas de actualidad, generalmente de tipo


especializado: deportes, toros, finanzas, etc., cuya redacción es a
veces confiada a alguna personalidad con prestigio en el tema, o
enviadas por los corresponsales del medio (locales o extranjeros), y
cuya publicación aparece regularmente" (Martínez de Sousa).

Por tanto, esta definición deja bien sentado el carácter informativo de la


crónica, aunque aparezca también la opinión, sobre todo si tenemos en cuenta
que puede estar escrita por una "personalidad con prestigio en el tema" y no
necesariamente por un periodista.

En lo que se refiere a la preceptiva española, los manuales más antiguos ya


incluyen significativas definiciones de la crónica. Así, en El arte del periodista, de
1906, Rafael Mainar dice que "la crónica es comentario y es información, es la
referencia de un hecho en relación con muchas ideas; es la información comentada
y el comento como información". Por su parte, Manuel Graña, en su libro Ejercicio y
orientaciones de periodismo (1930), indica que "lo que distingue a la verdadera
crónica es precisamente el elemento personal que se advierte, ya porque va firmada
generalmente, ya porque, aunque la crónica sea informativa, suele poner en ella un
lirismo sutil, una dialéctica y un tono característico que viene a ser el estilo de su
esencia misma".

Los libros de estilo no siempre recogen una definición de la crónica. El de El País,


desde sus primeras ediciones, la define como "un estilo situado a medio camino
entre la noticia, la opinión y el reportaje" , y recalca que se utiliza para temas
concretos como los textos de los corresponsales extranjeros, los de los enviados
especiales y los textos de tema deportivo, artístico o taurino. La crónica, dice este
libro de estilo, contiene elementos informativos, interpretativos y análisis, por lo
tanto acepta la opinión del periodista. El autor, sin embargo, debe justificar y
explicar tanto sus interpretaciones como sus opiniones . Debe exigirse en la
crónica el mismo rigor, la misma veracidad que en cualquier otro género
informativo. La crónica, continúa el libro de estilo de El País, debe estar redactada
en un estilo ameno, y debe contar con anécdotas y elementos curiosos. Además
de proporcionar datos y declaraciones, debe reflejarse el contexto. Pero no lo
olvidemos: en el fondo, la crónica es un género informativo, y por ello, El País
recomienda que se titule como si se tratase de una noticia o de una información.

Otro medio de comunicación que define la crónica es la agencia Efe, en su libro


Normas básicas para los servicios informativos:
"La crónica es una información, redactada con una cierta libertad de estilo, en la
que el autor aporta una visión complementaria, bien por haber presenciado los
hechos que narra, bien por haber tomado contacto directo con los protagonistas"

En esta definición aparecen varios elementos que nos interesa destacar: es


informativa, libre en su estilo (como el reportaje), pero el punto de vista del
periodista tiene un peso mayor - siempre, sin embargo, supeditado a la
información, del que es complemento -, todo ello determinado por circunstancias
especiales: por tomar parte en los hechos que narra, en definitiva. La crónica debe
ser informativa, no ideológica, dice la agencia Efe, y concluye indicando que en la
crónica deben incluirse el ambiente, las reacciones y los antecedentes, y en esto
se trata de un género muy cercano al reportaje.

"Relato
Gonzalodirecto
Martínsobre un hecho
Vivaldi, por sunoticioso,
parte, diceque
quecuenta
se tratacon
dealgunos elementos
"una información
valorativos,
interpretativaque son siempre
y valorativa de complementarios al relato
los hechos noticiosos, de loso hechos.
actuales La crónica
actualizados, donde se
cuenta lo sucedido
narra algo al propioentre
tiempodosque
fechas, y delo
se juzga ahínarrado".
su origen etimológico".

. LA CRÓNICA DENTRO DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

Como ya hemos dicho, la crónica es un género que sólo se da en la tradición


latina. Prueba de ello es la confusión que existe en torno a este término. Lo que en
español denominamos "crónica" en inglés recibe dos nombres, chronicle, con el
que se denomina al género histórico, y news report, feature, article, que se refiere
a textos periodísticos. Los dos primeros términos periodísticos se refieren a textos
informativos, y es el feature lo que estaría más cerca de nuestra crónica, aun sin
ser exactamente lo mismo, porque se da más la valoración, la interpretación, que
la opinión. Article hace referencia, por otro lado, no sólo a nuestro "artículo", sino
prácticamente a cualquier género de opinión. No existe ningún término para
designar a un género periodístico híbrido, proque tal concepto, en definitiva, no
existe en la teoría anglosajona.

Gonzalo Martín Vivaldi, tras definir la crónica, hace hincapié en las diferencias
entre ésta y otros géneros:

- No es un reportaje, porque en éste no se admite la opinión explícita del autor.

- No es un reportaje interpretativo o profundo, porque en éste el reportero no da


una interpretación directa, sino que ésta la proporcionan las fuentes y los
elementos que el periodista recoge y expone.

- No es un artículo literario, porque en este género de opinión no es indispensable


exponer cuáles son los hechos noticiosos. En la crónica, en cambio, el periodista
debe hacer un relato de esos hechos, y por tanto el componente informativo es
sustancial.

Por todo ello, parece claro que, aun tratándose de un género híbrido, debemos
encuadrarlo entre los géneros informativos. Un género, eso sí, que además de
información da valoración y opinión, que además de un elemento objetivo, el
principal, contiene otro subjetivo, secundario. Existe otro elemento que, aunque no
siempre, se da a menudo en la crónica: la continuidad. No quiere decir que
necesariamente haya que organizarla en forma seriada, aunque en ocasiones así
sea, sino que el autor y el estilo propio que ha desarrollado son decisivos para
atraer la atención del lector, y provoca así un cierto hábito de lectura continuada.
El tono, por lo tanto, puede ser más directo que en otros géneros informativos, y
en ocasiones cercano a lo epistolar, que hereda de su antecedente histórico
homónimo. !

ESTILO Y ESTRUCTURA DE LA CRÓNICA

El estilo de la crónica es, como ya se ha apuntado, en buena medida libre,


aunque siempre habrá que tener en cuenta su carácter esencialmente informativo
y, por tanto, su sujeción a las normas de los géneros informativos. Es preciso que
haya una exposición de datos y hechos noticiosos, que son la base del texto
informativo, mientras que los juicios y opiniones son secundarios, subordinados a
la exposición objetiva. El origen de una crónica es siempre un acontecimiento
noticioso, ligado a la actualidad, y sobre eso debe hablar el periodista en su texto.
En todas las crónicas, la audiencia general suele reducirse (en muchos casos, la
crónica lo es por informar de un tema en especial), pero eso no quiere decir que
se escriba para una elite, no al menos en los medios de información general. En
las

CLASIFICACIÓN TEMÁTICA DE LA CRÓNICA

El otro gran bloque en que se dividen las crónicas suele ser el temático. Aunque,
por supuesto, la crónica podría aplicarse a prácticamente cualquier materia, y a

que algunas de las crónicas en función del lugar antes expuestas podrían ser
consideradas también crónicas temáticas (por ejemplo, la crónica de guerra),
éstos son los temas más frecuentes que este género aborda

a) Crónica de sucesos: El suceso no tiene, en principio, un interés político, económico


o cultural, sino que lo predominante es lo que se denomina "interés humano". Aquí, la
tendencia al sensacionalismo es notoria (y no hace falta recordar el éxito que hoy tienen
los llamados reality shows). Cuando nos referimos a "sucesos", queremos decir aquellos
especialmente sangrientos, criminales, policiales, escandalosos y sexuales. En la
crónica de sucesos la sangre y el sexo suelen ser los protagonistas. En torno a estos
temas suele utilizarse la palabra "morbo" un término que, etimológicamente, tiene que
ver con "enfermedad".

b) Crónica política: Especialmente, crónica parlamentaria. Principalmente, la crónica


parlamentaria busca aliviar la habitual aridez de los temas políticos. Lo mismo puede
decirse de la crónica económica. En ambas la información es lo principal. A menudo, la
crónica es un texto de apoyo a una información, un componente de una información
pluritextual.

c) Crónica taurina: Se trata de una crónica típica, a menudo redactada por un periodista
que sólo se dedica a esos temas o, aún más frecuentemente, un especialista en los
mismos, un destacado aficionado. La libertad de estilo es muy grande, aunque la
tendencia actual es que la crónica sea también -y principalmente- informativa, de manera
que no sean precisos dos textos, uno informativo y descriptivo y otro de opinión, para un
sólo acontecimiento taurino. La crónica taurina utiliza una retórica y, sobre todo, un argot
muy sui generis.
d) Crónica deportiva: Lo que hemos expuesto sobre la crónica taurina podía
perfectamente predicarse de la crónica deportiva, si bien en este terreno, que tanta
importancia ha adquirido, ha cedido paso a otros géneros como la noticia y, sobre
todo, el reportaje. Los medios escritos de información general acostumbran a
separar información y opinión, aunque la libertad estilística es mayor, y tiene cierta
cabida la opinión del periodista. Hoy la mayoría de los que escriben sobre deportes
son profesionales de los medios de comunicación, y no meros aficionados o
especialistas. En los medios deportivos especializados y en los audiovisuales, la
importancia de la crónica es aún muy grande. Como en la crónica taurina -aunque
en menor medida- se ha impuesto un argot propio, no siempre correcto desde el
punto de vista lingüístico ("Ganar *de dos", en vez de "ganar por dos", "*cinco para
las cuatro", en vez de "las cuatro menos cinco", "hacer pressing" en vez de
"presionar" o "empujar", etc.).

e) Crónica de espectáculos y cultura: Lo principal es la información, aunque


tiene mucho peso el relato ambiental e incluso las impresiones del periodista. No
debe confundirse con la crítica, un género de opinión típico, que se redacta a
posteriori, y no da cuenta del acontecimiento en sí, sino que valora el producto
cultural.

Materiales Audiovisuales

A continuación se presentará el siguiente material audiovisual que les ayudará a


cumplir con los objetivos de la semana I.

En el presente video nos detalla el concepto de Crónica y la Entrevista su


estructura y ejemplo.

Material explicativo Crónica y Entrevista: https://youtu.be/KJiH3ExonyU

https://youtu.be/KJiH3ExonyU

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