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DOSSIER : LOS MITOS EN LA HISTORIA Y EN LA CULTURA


Las amazonas en el Nuevo Mundo:
un mito por conquistar
Mª ALEJANDRA FLORES DE LA FLOR
LICENCIADA EN HISTORIA, UNIVERSIDAD DE CÁDIZ

RESUMEN: El descubrimiento del Nuevo Mundo supuso un traslado de los mitos que se si-
tuaron en el lejano oriente durante la Antigüedad y la de Edad Media. Las obras clásicas y los
libros de viajes influenciaron a cronistas y exploradores que no dudaron en situar a las razas
monstruosas en el nuevo continente. Las amazonas fue una de las fábulas que más permane-
cieron en el imaginario americano llegando a ser una representación alegórica de América.
PALABRAS CLAVE: Nuevo Mundo, mitos, amazonas, cronistas, alegoría.
ABSTRACT: The discovery of the New World meant a transfer of the myths that were placed
in the Far East during the Ancient and the Middle Ages. Classics and travel books influenced
to chroniclers and explorers who were eager to situate monstrous races in the new continent.
The Amazons were one of the fables that more remained in the American imagination beco-
ming an allegorical representation of America.
KEY WORDS: New World, myths, amazons, chroniclers, allegory.

1. EL CAMBIO DE ESCENARIO: DE LA deres casi mágicos, etc. Por ejemplo, unos de


INDIA AL NUEVO MUNDO los monstruos vegetales más conocidos sería el
‘cordero vegetal’, una planta híbrida que daba
Tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, es- como frutos pequeños corderos que creían en
te territorio pasó a ser conocido como las In- sus hojas y que despertó el interés de numero-
dias Occidentales, no sólo porque se pensara, sos viajeros hasta el siglo XVI. Jean Mandevi-
en un principio, que se estaba en Asia sino lle lo describiría de la siguiente manera:
porque compartía con esta región un punto
verdaderamente importante: su total descono- «Alli [en la región Cadisla, Catay] crece vna
manera de fruita assi comocalaba[ç]a, mas son
cimiento. A lo largo de la antigüedad y buena
mas grossas, et quando eillas son maduras ei-
parte de la Edad Media, el continente asiático,
llos las fienden por medio et trueban dentro vu-
y especialmente la India, era un territorio to- na bestiola en carne et hu[e]sos et en sanfre, as-
talmente desconocido –aunque se hubiera lle- si como un chico cordero sin lana, assi que
gado a China y existieran relaciones comercia- hombre come el fruito et la bestia».1
les entre Europa y Asia– plagado de seres
monstruosos y fantasiosos creados, en ocasio- Con el paso de los siglos, los avances tecnoló-
nes, por la mente humana. Gracias a obras co- gicos y el aumento considerable de viajes a te-
mo las de Jean Mandeville, Libro de las Mara- rritorios desconocidos, el continente asiático
villas del Mundo, los habitantes de Europa dejó de ser tan incógnito y exótico como lo era
imaginaban el continente asiático como una antes. La India se fue convirtiendo poco a po-
especie de mundo paralelo donde habitaban co en un territorio casi familiar, perdiendo po-
las razas monstruosas, salvajes e incivilizadas co a poco ese halo de maravilla del que había
carentes de cualquier cultura y de religión. Pe- gozado con anterioridad y con ello el interés
ro también estaba plagado de plantas extra- de los habitantes europeos.2 Por tanto, el Nue-
ñas, de montañas misteriosas, de lagos con po- vo Mundo, virtualmente inexplorado, ofrecía

1 MANDEVILLE, J.: Libro de las maravillas, Buenos Aires, Incipit, 2005. Edición crítica, estudio preliminar y notas de
María Mercedes Rodríguez Temperley. P. 136.
2 FRIEDMAN, John Block: The monstrous races in medieval art and thought, Cambridge (Massachusetts), Harvard Uni-
versity Press, 1981. P. 198.

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Ubi Sunt? Nº 28, 2013, pp. 39-47, ISSN 1139-4250 · Fecha de recepción del original: 14/02/2013. Versión definitiva: 02/04/2013
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intrigantes posibilidades de encontrar todos o miento del fantástico clásico e incluso un fan-
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la mayoría de las razas monstruosas de la lista tástico originario».6


que ofrecía Plinio en su Historia Natural. Se
creó, por tanto, una expectación enorme, pues Pero, ¿qué facilitó esa conexión de América
por fin se podían dejar a un lado las descrip- con Asia y, por tanto, con el mundo clásico?
ciones escritas y ver con sus propios ojos esos La primera vinculación se produce con el
seres que con tanto detalle habían descrito no error inicial de Cristóbal Colón al pensar que
solo por Plinio, sino otros autores de la heren- se hallaba en el continente asiático. Esa prime-
cia clásica y cristiana como Solino, Estrabón, ra confusión y la posterior creencia de que
San Agustín o Isidoro de Sevilla. Una expecta- ambos continentes se hallaban muy próximos,
ción que supuso un renacer del espíritu me- facilitaron el hecho de que se trasladaran a
dieval de querer situar en un lugar físico aque- América muchas de las creencias que antes se
llos seres y, por tanto, de confirmar que esos depositaban en Asia, y por lo tanto, la reubica-
autores –que gozaban de una total credibili- ción de una serie de razas monstruosas here-
dad– estaban en lo cierto.3 Ese afán por confir- dadas de la antigüedad clásica.7 Pero, sin duda
mar se trasluce en estas palabras de Juan Euse- alguna, el factor más importante para esa vin-
bio Nieremberg quien explicaba los testimonios culación Asia-América fue el propio bagaje
de encuentros con razas monstruosas en la In- cultural que influyó en las obras de cronistas y
dia, sólo confirmaban lo que autores como Pli- conquistadores, plagadas de referencias a
nio habían descrito: obras clásicas consideradas fundamentales pa-
ra el conocimiento del hombre europeo du-
«Lo que yo pienso es, que de todos aquellos li- rante siglos. Asimismo, tuvieron especial im-
nages monstrosos, que recogen [los autores clá-
portancia los relatos de viaje del Medioevo,
sicos] huvo a caso algún singular [...]. Pero na-
ciones enteras solo de algunos las ha avidom y
tales como la ya citada obra de Mandeville o la
en estos tiempos ay Autores modernos, que ase- de Marco Polo, Los viajes de Marco Polo, pues
veran averlos en las Indias, con que acreditan éstos se concatenaron con las nuevas formas
lo que hasta agora se ha tenido en Plinio por de relatar las crónicas americanistas donde
cuento»4 eran fácilmente inidentificables las caracterís-
ticas del relato de viaje medieval. Todo ello se
Asimismo, tal y como señala Louse Bénat, la debe a esa importancia que se le daba al libro
ampliación del mundo provocó un renaci- como fuente del conocimiento, C. S. Lewis ex-
miento, una redefinición y una reubicación plica que el hombre medieval era un hombre
del elemento monstruoso. La terra incógnita libresco, un hombre que basaba sus ideas de
no es ya la India lo es América.5 En definitiva, las extraídas de los libros, por lo que no resul-
lo que se produce es lo que Miguel Rojas Mix ta extraño que cuando se produce el descubri-
resume en estas palabras: «un enorme despla- miento de América –en ese límite entre lo me-
zamiento de lo fantástico medieval, un resurgi- dieval y la modernidad– la lectura de obras

3 Es necesario explicar aquí que, aunque hubiera un afán por confirmar que los autores clásicos estaban en lo cierto en sus
descripciones sobre la naturaleza y el mundo, lo cierto es que el descubrimiento del Nuevo Mundo supuso todo lo con-
trario. El desconocimiento que se tenía por este nuevo territorio obligó a muchos cronistas a hacer uso del empirismo
como método de estudio de la naturaleza nueva que les envolvía. Este desarrollo se vio motivado por la falta de informa-
ción que había en los textos clásicos que proporcionaban algunas pistas aunque nunca suficientemente específicas o da-
ban una información errónea, provocando toda una ‘crisis de la autoridad’, pues el conocimiento ya no provenía de los
libros sino de la experiencia. Para una ampliación de esta idea remitimos a: BARRERA-OSOSRIO, Antonio: Experien-
cing nature: the Spanish American empire and the early scientific revolution, Texas, University of Texas Press, 2006.
4 NIEREMBERG, Juan Eusebio: Curiosa y oculta filosofía, Madrid, imprenta de María Fernández, 1649. Libro IV. Cap.
XIV. Fol. 56.
5 BÉNAT, Louise: «Los hombres son como nosotros que de otra manera bestias y monstros serían... Los monstruos en la historio-
grafía colonial española de la primera mitad del siglo XVI» en STOLS, Eddy; THOMAS, Werner y VERBECKMOES, Jo-
han: Naturalia, mirabilia et monstrosa en los Imperios Ibéricos siglos XV-XIX, Universidad de Lovaina, 2007. Pp. 236-237.
6 ROJAS MIX, M: «Los monstruos: ¿Mitos de legitimación de la conquista?», America Latina, palavra, literatura e cultura,
Vol. I, Sao Paulo, Campines, 1993, P. 125.
7 GARCÍA ARRANZ, Julio: «Monstruos y mitos clásicos en las primeras crónicas e imágenes europeas de América: los
acéfalos» en MARÍA MAESTRE, José; CHARLO BREA, Luis; PASCUAL BAREA, Joaquín (Eds.). Humanismo y pervi-
vencia del mundo clásico II.1 Homenaje al profesor Luis Gil., Alcañiz, 1997. P.7

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clásicas como las de Plinio o de viajes como las seres fantásticos. Entre ellos el más importan-

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de Marco Polo facilitara que se situaran esas te sería el Roman d’Alexandre.11
razas monstruosas en el nuevo continente.8

No obstante, hay que tener presente que todo 2. LA BÚSQUEDA DE LAS AMAZONAS
el trabajo clásico influyó en el traslado de la
fantasía de Asia a América, algunas obras fue- Toda esa lectura de obras clásicas y medievales
ron más importantes que otras, pero entre influyó sobremanera en conquistadores y cro-
ellas las que más destacan son las que forman nistas, pues basta con leer sus obras para saber
parte de la llamada literatura geográfica don- que tenían conocimiento previo de la existen-
de se incluyen escritos de autores como Heró- cia de razas monstruosas, así, por ejemplo, en
doto, Estrabón, Plinio o Solino. Todas ellas el propio Diario de a bordo de Cristóbal Colón
muy vinculadas con la teratología, especial- se puede leer como creyeron –o al menos co-
mente lo de Plinio quien ofrecía todo un lis- nocían sus formas– en la existencia de seres ci-
tado de razas monstruosas con sus descripcio- nocéfalos,12 la raza monstruosa por excelencia
nes y posibles localizaciones.9 Los escritos de en la obra de Plinio, o también cómo creían
estos autores clásicos fueron fuente de inspira- haber visto sirenas y amazonas. Pedro Mártir
ción para otros como Pomponio Mela, Isidoro de Anglería nos habla de sirenas, gigantes y, de
de Sevilla o San Agustín. Estos dos últimos ha- nuevo, amazonas. Fernández de Oviedo narra
rían un inventario de monstruos a semejanza aventuras de conquistadores que se encuen-
de Plinio, mostrando una enorme persistencia tran con patagones, sirenas y, otra vez, amazo-
de la imaginación teratológica asociada al viaje nas. Gómara recogería historias de expedicio-
y a la cartografía, pues en sus páginas se des- nes en busca de amazonas en su Historia
cribían los mismos monstruos que en las obras General de Indias. E incluso Walter Raleigh –el
clásicas y que después se situarían en América. corsario inglés que dedicó su vida entera a bus-
Ya, en vísperas del descubrimiento, nos en- car El Dorado– las mencionaría en su obra so-
contramos con dos de las obras más importan- bre su viaje a la Guyana.13
tes para la vinculación Asia-América y del que
ya hemos hecho mención: el extraordinario li- Y es que, como muy bien explica Bénat, el mito
bro de Jean Mandeville, Libro de las Maravi- de las amazonas resultó ser doblemente atracti-
llas, donde se relataba el supuesto viaje que el vo, en primer lugar porque se trataba de una
autor había realizado por el continente asiáti- comunidad de mujeres belicosas que regulaban
co y la obra de Marco Polo.10 Asimismo, no só- su vida sexual e invertían la relación hombre-
lo la literatura geográfica jugaría un papel mujer, y por otra parte, porque muy pronto se
esencial, también sería importante la literatura afirmaría que eran ricas y que poseían un enor-
de entretenimiento donde se describían pue- me tesoro.14 Asimismo, el mito de las amazo-
blos y territorios en los que tenían lugar aven- nas ofrecía una particularidad y es que éste ex-
turas caballerescas, plagadas de monstruos y perimentó un renacer en el siglo XVI, pues los

8 LEWIS, C.S.: La Imagen del mundo. Introducción a la literatura medieval y renacentista. Ed. Península, Barcelona, 1997.
P. 18.
9 Especialmente importante para el estudio de las razas monstruosas en la obra de Plinio es el trabajo de John Friedman
ya citado en este trabajo.
10 ROJAS MIX, M: Op. Cit. P. 126.
11 Es el nombre que adquiere cualquiera de las múltiples colecciones de leyendas que tratan de las míticas hazañas de Ale-
jandro Magno cuya versión más antigua data del siglo III d.C. En la Edad Media conoció múltiples versiones entre las
que cabe destacar la versión francesa Roman d’Alixandre atribuida al clérigo Alexandre de Bernay que está basada en
traducciones de diversos episodios de la vida del conquistador, que ya habían sido previamente tratados por otros poe-
tas. Y la versión inglesa que llegó a tener tal popularidad que se menciona incluso en los Cuentos de Canterbury de
Chaucer.
12 El domingo 4 de noviembre de 1492 Cristóbal Colón hace mención de seres cuya descripción encajaba con la de los ci-
nocéfalos: «Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que comía los hom-
bres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre y le cortaban su natura». COLÓN, Cristóbal: Diario de a
bordo, Madrid, Edita Caja de Madrid. Edición, 1991. Traducción y Notas de Luis Arranz.116.
13 Referencias de Walter Raleigh y su búsqueda de El Dorado lo encontramos en: HEMMING, John: En busca de El Dora-
do, Barcelona, Ediciones del Serbal. 1983.
14 BÉNAT, L.: Op. Cit. P. 249.

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autores cristianos de la Edad Media lo habían modo que los robustos tracios pasaban a ver a
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pasado de largo, quizás porque no resultaban las amazonas de Lesbos, según refieren los anti-
aptas como soporte de una simbología religio- guos, y que de igual manera ellas les envías los
sa o bíblica. Así pues, a diferencia de otros mi- hijos destetados a sus padres, reteniendo consi-
tos que sí habían estado presentes en la Edad go a las hembras».18
Media –cabría destacar el mito de los gigantes
el cual tenía un gran peso por la tradición anti- Y en la década cuarta donde proporciona una
gua y judeocristiana–15 el de las amazonas se mayor descripción de las mismas quienes ha-
había trasladado directamente de la antigüe- bitaban una isla llamada «amazonas», situada
dad clásica a los libros de los cronistas ameri- a los lados de una llamada Caluacana:
canos,16 para crear toda una fantasía que atra- «Piensan algunos que viven al estilo de las
paría a los más grandes conquistadores que no amazonas. Los que la examinan mejor, juzgan
durarían en derrochar el dinero de la corona que son doncellas cenobitas que gustan del reti-
española en su búsqueda. ro [...]. En ciertos tiempos del año pasan hom-
bre a la isla de ellas, no para usos maritales, si-
No sería la riqueza ni el ansia por ver con sus no movidos por compasión, para arreglarles los
propios ojos a este grupo de mujeres guerre- campos y huertos [...]. Mas es fama que hay
ras, el motivo por el cual las mencionara Cris- otras isla habitadas por mujeres, pero violadas,
tóbal Colón en su diario. Para éste, localizar que desde pequeñas les cortan un pecho para
que más ágilmente puedan manejar el arco y las
las Amazonas era una prueba fundamental de
flechas, y que pasan allá hombres para unirse
que, o bien estaba en Asia, o bien estaba bas- con ellas, y que no conservan los varones que
tante cerca. Y es por eso que en el 16 de No- les nacen».19
viembre de 1493 se puede leer la siguiente no-
ticia: En esta descripción se aprecia con mayor cla-
ridad la influencia de la mitología clásica, pues
«Dijéronle los indios que por aquella via halla- se observa en ella todos los elementos caracte-
ría la isla de Martinino, que diz era poblada por
rísticos de las amazonas: la falta de pecho, agi-
mujeres sin hombres, lo cual el Almirante mu-
chos quisiera (ver) por llevar diz que a los Re- lidad con el arco, la regulación de las relacio-
yes cinco o seis de ellas».17 nes sexuales y el rechazo de los hijos varones.

Tras las obras de Colón y Mártir de Anglería,


Pedro Mártir de Anglería se vio muy influen-
el mito de las amazonas en América se haría
ciado por la obra de Colón ya que en la déca-
especialmente popular gracias a Gaspar de
da séptima situó a las amazonas en una isla de
Carvajal, quien recogería en su Relación del
nombre similar al que proporciona el Almi-
nuevo descubrimiento del famoso río Gran-
trante: Martininó. Asimismo, hablaba de las
de... –publicada en su totalidad en 1895 por el
amazonas en dos ocasiones más, en la década
erudito Jose Toribio– varios encuentros perso-
primera, haciendo referencia a una isla llama-
nales con las mismas: el primero de ellos pro-
da Madanina:
ducido cuando descubren el río Negro, en ju-
nio de 1541, y luego, en el famoso párrafo del
«...aquella isla la llamaban sus habitantes Ma-
danina, que la habitan mujeres solas [...] Se ha combate con las amazonas que anota como si
creído que los caníbales se acercan a aquellas hubiese tenido lugar el 24 de junio de 1541. El
mujeres en ciertos tiempos del año, del mismo relato de Carvajal fue especialmente impor-

15 Los gigantes estuvieron presentes desde épocas remotas, por ejemplo, en el mito de la creación babilónica se habla de
unos gigantes, Apsu y Tiamet, que son las divinidades primordiales. Los antiguos griegos, por su lado, también asimila-
ban la existencia de gigantes a los orígenes del universo, pues según la Teogonía de Hesíodo, de la unión de la Tierra y
el Tártaro salieron finalmente los gigantes –titanes–. Asimismo, la mitología nórdica pobló sus mitos de seres gigantes-
cos y en la Biblia, nos encontramos con un pasaje en el Génesis donde se habla de una tierra poblada de gigantes. VAS-
CO, Gustavo. 2005. «Regio Gigantum», Historia Crítica, Colombia, Universidad de los Andes, nº 28. P. 9 (229-244.)
16 ROJAS MIX, M.: Op. Cit. P. 132.
17 COLÓN, C.: Op. Cit. P. 192. 16 de enero de 1493.
18 MÁRTIR DE ANGLERÍA, Pedro: Décadas del Nuevo Mundo, Madrid, Ediciones Polifemo, 1989. Década Primera.
Cap. II. P. 20.
19 Ibídem. Década cuarta. Cap. IV. P. 262.

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cabeza: son muy membrudas, andaban desnudas

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en cueros y atapadas sus vergüenzas, con sus ar-
cos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra
como diez indios, y en verdad que hubo muchas
de éstas que metieron un palmo de flecha por
uno de los bergantines y otras menos, que pare-
cían nuestros berganitnes puercosespín.»20

El relato de Carvajal creó tal impacto, que en


los años siguientes las amazonas fueron ubica-
das en diversos puntos de América. En 1544
fueron vistas en Paraguay así como en Chile, y
el corsario inglés Walter Raleigh estaba con-
vencido de haberse aproximado a una tribu de
amazonas en el Orinoco. Y en todos los rela-
tos, el mito clásico se repite: tribus de mujeres
guerreras, que reciben a los hombres solo cier-
tas veces al año, y que de estas uniones conser-
van nada más que las hembras.21

No todos los cronistas se mostraron tan creyen-


tes y tan tolerantes con el mito de las amazonas.
Grabado realizado por el impresor flamenco Philipe Un ejemplo de actitud crítica hacia las razas
Galle en 1581, donde se aprecia una amazona guerra monstruosas fueron Gonzalo Fernández de
y desnuda llevando una cabeza humana. En la parte Oviedo y López de Gomara. En sus obras, am-
superior de grabado se puede leer ‘America’ como bos autores emplearon un lenguaje de desacre-
dando entender que la amazona representa al conti- ditación y lo monstruos fueron desestimados,
nente mismo. Todas las características propias de es- rechazados. Para ellos eran odiosas fábulas que
te mito están presentes: la mujer guerrera, el arco y la convenían afrentar pues perjudicaban la em-
flecha, la desnudez símbolo de salvajismo así como el presa imperial. Sin embargo, no dudaron en in-
loro que era una señal de lo exótico del continente. cluirlos en sus trabajos, pues servían para des-
pertar la curiosidad del lector y mantener su
tante precisamente porque hablaba como tes- atención evocando extrañezas,22 de hecho el
tigo presencial de los hechos. Así es como nos propio Oviedo dedica todo un libro –libro de
narra la famosa batalla: los depósitos (Lib. VI)– de su Historia General y
Natural de las Indias a las maravillas donde in-
«Quiero que sepan cuál fue la causa por donde tercala la descripción de un nacimiento de sia-
estos indios se defendían de tal manera. Han de mesas, un ave extraordinaria, el gato-monillo,
saber que ellos son subjetos y tributarios de las un libro con un campo muy poco definido por-
amazonas y, sabida nuestra venida, vanles a pe- que en él habla además de algunos fenómenos
dir socorro y vinieron hasta diez o doce, que és- meteorológicos, terremotos, etc. Asimismo, las
tas vimos nosotros, que andaban peleando de- acepciones en que Oviedo usa la palabra mons-
lante de todos los indios, como por capitanes, y truo son tres: para referirse a un accidente de la
peleaban ellas tan animosamente que los indios naturaleza –definición de origen aristotélica–,
no osaban volver las espaldas, y al que las volvía,
para referirse a la rareza y singularidad de un
delante de nosotros le mataban a palos, y ésta es
la causa por donde los indios se defendían tanto.
elemento de la naturaleza, como algo que se sa-
Estas mujeres son muy altas y blancas y tienen el le de lo ordinario conocido y, en tercer lugar,
cabello muy largo y entrenzado y revuelto a la para referirse a los seres mixtos, los formados
por fragmentos de distintas especies.23
20 Texto extraído de ROJAS MIX, M.: Op. Cit. P. 136.
21 Ibídem. Pp. 135-136.
22 BÉNAT, L.: Op. Cit. P. 246.
23 CARRILLO, Jesús: «La experiencia de lo natural en el nuevo mundo. Monstruos y prodigios en la Historia General y
Natural de las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo», en DEL PINO DÍAZ, Fermín (Ed.): Demonio, religión y so-
ciedad entre España y América, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2002. P. 134-135. 115-138.

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La narración sobre las amazonas de Oviedo nes para preparar una segunda expedición pa-
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comienza con la evocación del mito clásico, ra localizar dicha tribu de mujeres. Pero las
mostrando ese peso de la literatura clásica en consecuencias de dicha empresa fueron cuán-
determinadas crónicas. En su relato, este cro- to menos trágicas y la pluma de Gómara no
nista hace referencia a comunidades habitadas ahorró en críticas a Orellana considerándolo
exclusivamente de mujeres guerreras y gober- un mentiroso pues, a su juicio, había mentido
nantes de sí mismas en la zona de Tierra Firme al Consejo de Indias con disparatadas histo-
y Nueva Galicia, aunque en ningún momento rias sobre mujeres armadas:
las denomine como ‘amazonas’. No obstante,
esa referencia inicial al mito –explicándolo «Entre los disparates que dijo, fue afirmar que
con todo detalle– da a entender que el autor había en este río amazonas, con quien él y sus
ve una cierta vinculación entre estas mujeres compañeros pelearon. Que las mujeres anden
independientes con la historia de las amazo- allí con armas y peleen, no es mucho decir, pues
en Paria, que no está muy lekos, y en otras mu-
nas. Vínculo que parece rechazar en los párra-
chas partes de Indias así acostumbraban; ni
fos siguientes, ya que para él eran simples co- creo que ninguna mujer se corte y queme el pe-
munidades de mujeres agrícolas a las que por cho derecho para tirar al arco, pues con él lo ti-
costumbre –posiblemente por la similitud con ran muy bien, ni creo que maten o destierren a
el mito– se les fue otorgando el nombre de sus propios hijos, ni que vivan sin marido, sien-
‘amazonas’.24 do lujuriosísimas. Otros, además de Orellana,
han levantado semejante hablilla de amazonas
A pesar de esa actitud por mostrar a las comu- después de descubrirse las Inidias, y nunca tal
nidades de mujeres como algo normal25 y no cosa se ha visto ni se verá tampoco en este
como prueba de la existencia de un mito, río».26
Oviedo no dudó en recoger en el Libro XLIX
el relato de Carvajal donde evocaba el comba- Para Gómara, fábulas como las de las amazo-
te con las amazonas. Tras el cual se muestra nas eran nocivas para el Imperio, un delito in-
dudoso y perplejo, decidiendo abandonar su telectual y político. Se mostró totalmente con-
juicio. Por otro lado, el cronista no dudó en tundente, para él era necesario denunciar esas
criticar la empresa llevada a cabo por Orellana actitudes que solo suponían gastos al Imperio
quien montó toda una expedición –según y la pérdida de vidas humanas.27
Oviedo la segunda– llevándose a 400 hom-
bres, sólo para buscar a las famosas amazonas. No sólo en los relatos escritos tendrían gran
Al llegar a Cabo Verde mucho de los hombres importancia las amazonas, su representación
habían muerto y Oviedo, claramente irritado pictórica sería muy numerosa a lo largo de va-
por el resultado de la empresa cuyo fin solo rios siglos, apareciendo en diversas obras. Una
era la persecución de una fantasía, reprochó a de las primeras imágenes de las amazonas en el
Orellana el desastre de su empresa y condenó Nuevo Mundo es la que aparece en la obra de
la fabula de las amazonas. Gruninger publicada en Estraburgo en 1505,
éste había traducido al alemán la Carta a Pier
La misma actitud mostró López de Gómara Sonderini que fue conocida en varias traduc-
con respecto a la expedición de Orellana. Se- ciones bajo el título de Quator navigationes. La
gún este cronista, el explorador español, al imagen ilustra un pasaje de la carta en la que
volver a la Península después de haber bajado un marino es enviado a buscar a una tribu de
el río Amazonas, había obtenido capitulacio- mujeres en la costa del Brasil, y aunque no se

24 FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G.: Historia general y natural de las indias, Madrid, Imprenta de la Real Academia de la
Historia, 1852. Lib. VI. Cap. XXXIII. P. 224.
25 Uno de los objetivos de la obra de Oviedo era la «naturalización» del Nuevo Mundo abriendo los límites de la noción
de normalidad a través de dos vías: admitiendo y resaltando la variedad de la naturaleza y permitiendo la consideración
«normal» y, por tanto, «normal» de unos fenómenos y lugares –como los del Nuevo Mundo- cuya existencia no se había
ni sospechado hasta entonces, o únicamente bajo una imaginación teratológica o maravillosa. CARRILLO, Jesús: Op.
Cit. P. 122-123.
26 LÓPEZ DE GÓMARA, F.: Historia general de las indias, Barcelona, ed. Orbis, 1985. 138-139.
27 BÉNAT, L.: Op. Cit. Pp. 250-252.

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Con el paso de los años, el mito de las amazo-

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nas fue transformándose en una alegoría al
continente americano. A partir del siglo XVI,
esa «fiebre» por intentar localizarlas fue des-
apareciendo y las amazonas terminarían con-
virtiéndose más en una representación que en
un mito inalcanzable. En la iconografía, éstas
serían representadas con todos los atributos
con que más tarde sería personificado el conti-
nente americano, algo que respondía a las
nuevas exigencias de las naciones nacientes
del siglo XIX. Estas alegorías fueron variando
con los siglos, si bien en un principio la repre-
sentación de América como mujer no sólo la
destaca como salvaje de plumas, arco y carcaj,
sino que también la relaciona con la práctica
del canibalismo, las riquezas, la fertilidad de la
tierra y la naturaleza exótica plagada de ani-
males gigantescos, entrados ya el siglo XVIII
esa concepción en torno al Nuevo Mundo se
desvanece produciendo la transformación de
las alegorías de América en que se deja de lado
el canibalismo para resaltar la fertilidad y la ri-
queza de las tierras. Aún así, la imagen de la
mujer desnuda no desaparece, y se la sigue di-

Grabados de amazonas. La superior fue realizada


por Theodore de Bry, y la inferior pertenece a la
obra de André Thevet, Les singularitez de la France
Antarctique.

mencionan a las amazonas sí que se habla de


«hembras fieras». Un segundo grabado se en-
cuentra en la obra de de Jan Van Doesborgh
publicada en Amberes en 1529: Van der Nieu-
wer Werelt ost Landscap donde se observa mu-
jeres desnudas y armadas como salvajes. En la
de Thevet, Les singularitez de la France Antarc-
tique de 1557 se puede ver un grabado donde
un grupo de amazonas aparecen ejecutando a
dos hombres. Por último, Theodore De Bry,
conocido por ser el que ilustró la famosa obra
del Padre De Las casas, Brevísima relación de la
destrucción de las indias, haría un grabado don-
de se aprecia el encuentro de una tribu de ama-
zonas con otro pueblo aborigen. Para que no
quepa duda de que lo que ilustra De Bry son
amazonas y no simples mujeres salvajes, se las
presenta con un seno menos. Y es que, la ico-
nografía de las amazonas se hizo especialmente Alegoría de America, extraída de la obra de Jacques
popular y sirvió para ilustrar aventuras como la Grasset de Saint-Sauveur: Encyclopédie des voya-
del español Orellana y el inglés Raleigh. ges, 1796

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bujando con plumas y acompañadas de ani- amazonas eran las que un mayor salvajismo
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males exóticos. Estas alegorías hicieron que la representaban.


imagen de la amazona no se diluyera, y perma-
neciera para la Historia.28
3. CONCLUSIÓN
Sin embargo, aunque las amazonas se convir-
tieron en una alegoría misma del continente, El descubrimiento del Nuevo Mundo, una tierra
el interés por encontrarlas se fue desvanecien- desconocida, supuso el resurgimiento de mitos
do poco a poco. Es posible que desvanecimien- que estaban empezando a desvanecerse a medi-
to se debiera a que se trataba ciertamente de da que el continente asiático era más conocido.
un mito inalcanzable. Los frustrados intentos La llegada a una tierra inexplorada supuso una
de localización, el gasto de dinero, de pérdi- nueva motivación para aquellos que aún espera-
das humanas, etc. Puede que hicieran mella ban ver con sus propios ojos lo que las autorida-
en los conquistadores que poco a poco fue- des clásicas y los libros de viajes describían: seres
ron viéndola más como una fantasía que una maravillosos y fantásticos, razas monstruosas sal-
realidad, es posible que el interés por las vajes, incivilizadas, carentes de religión que viví-
amazonas se trasladara a un interés por hacer an más a allá de la tierra conocida.
fortuna de otra forma: explotando minas, ex-
plotaciones de azúcar, búsqueda de perlas, Los cronistas no dudaron en recoger historias
contrabando, etc. O es posible que la propia sobre cinocéfalos, nereidas, hombres marinos,
mentalidad del hombre fuera cambiando (y gigantes, y los ubicaban en diversas partes del
fuera dándose cuenta de que todas esas razas continente americano. Las amazonas fue una
de las que una vez habían leído solo existían de las muchas razas que vieron como se trasla-
ahí, en los libros. En cualquier caso, esa reac- daban del continente asiático al americano, un
tivación del mito no deja de ser curiosa y ca- mito que había pasado desapercibido en la
be preguntar ¿Por qué se reactivó el mito de Edad Media pero que resurgía con fuerzas gra-
las amazonas habiendo pasado desapercibido cias a las historias que los exploradores conta-
en la Edad Media? Es posible que, tal y como ban sobre ellas. La fábula de las amazonas creó
reflexiona Rojas Mix, ese renacimiento del por igual críticas y admiración. Muchos auto-
mito sirviera, una vez más, para hacer refe- res hablaban de ella bajo el halo de la crítica,
rencia al otro, al salvaje, a lo contrario de los otro bajo el halo de la fascinación, nunca pasó
establecido. El Nuevo Mundo representaba desapercibida. Y fue tal la importancia que al
lo opuesto para el hombre europeo, tal y co- final el mito se convirtió en algo inmortal y las
mo en su día lo representó la India–, un terri- amazonas, representadas siempre como muje-
torio salvaje, desconocido, inhóspito, inex- res guerreras, salvajes, desnudas, etc. Se con-
plorado, y como territorio salvaje solo podía virtieron en la América misma permaneciendo
estar habitado por salvajes, y entre ellos las para siempre en la historia americana.

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