Está en la página 1de 4

1

Los cantares de gesta


La primera manifestación importante de la literatura española, en orden cro-
nológico, la constituyen los cantares de gesta o poemas épico-narrativos, destinados a
evocar ante un público episodios de la historia local o nacional de España.
Esta producción poética de carácter heroico en lengua vulgar, que nació y floreció
en tierras castellanas, está documentada desde antes del siglo XI y se prolonga hasta
comienzos del siglo XV. Cubre, en consecuencia, un periodo extenso de tiempo, lo cual
prueba su extraordinaria vitalidad y popularidad. Sin embargo, por tratarse de obras
difundidas exclusivamente por medio de la recitación oral, poquísimos son los textos
que se han conservado. El más antiguo que conocemos en su forma original, obra
maestra en su género y que ha llegado casi completo hasta nosotros, es el Poema de
Mio Cid, compuesto en Castilla hacia el año 1140.

Los juglares épicos


La palabra juglar es voz de origen latino (jocularis) que designa a un tipo humano
característico de la Edad Media. En un sentido amplio, de acuerdo con la definición de
Ramón Menéndez Pidal, "juglares eran todos los que se ganaban la vida actuando ante
un público, para recrearle con la música, o con la literatura, o con la charlatanería, o con
juegos de manos, de acrobatismo, de mímica, etc.". Su oficio consistía en alegrar a la
gente, servir de solaz al pueblo, especialmente con el canto o con la música, mediante
un pago que podía consistir en dinero, en un vaso de vino o en cualquiera otra forma de
retribución. Como los juglares eran a veces autores de las obras que cantaban o
recitaban, y estas estaban en lengua vulgar, la palabra juglar tomó, asimismo, la
acepción de "poeta en lengua vulgar".
Entre los juglares más estimados socialmente, por la dignidad de su oficio,
encontramos a los juglares de gesta, que eran los encargados de divulgar los cantares o
gestas. Su misión no se limitaba únicamente a entretener, sino también a informar
acerca de hechos de armas recientes o de hazañas pasadas que no debían quedar en
olvido. Cumplían una tarea didáctica, noticiosa de sucesos más o menos coetáneos o
evocadores de acontecimientos históricos memorables.
No todos los juglares épicos fueron autores de las obras que propagaban; a menudo
divulgaban gestas ajenas. También, con frecuencia, las reelaboraban y las enriquecían
de acuerdo con su personal sentido artístico o con las exigencias del público. De modo
que si no las creaban, las recreaban, y en cada nueva refundición algo se repetía, algo se
2

renovaba, algo se suprimía o se añadía, y el cantar se perfeccionaba o se empobrecía


según fueran los talentos narrativos o aciertos estilísticos del refundidor. El arte
juglaresco es, por ello, un arte tradicional y colectivo. Este carácter hasta cierto punto
impersonal de épica medieval española explica por qué no se ha conservado el nombre
ningún juglar de gesta.
En cuanto a su modo de vida, si bien había juglares que estaban al servil de nobles
señores y de cortes regias o que permanecían en las ciudades sueldo de los municipios,
los más erraban de un lugar a otro, de villa en villa de pueblo en pueblo, en busca de
nuevos y renovados auditorios.

Las gestas como espectáculo público


La recitación de un cantar o poema épico constituía un verdadero espectáculo
público destinado a gentes de toda condición social y cultural.
Sin que se llegase a una verdadera representación, el canto iría acompañado de
gestos y de mímica y el juglar subrayaría con diferentes y oportunos tonos de voz los
diálogos o discursos en estilo directo, de acuerdo con la índole del personaje. Manejaría,
sin duda, como un verdadero autor teatral, todos los recursos del arte dramático para
crear, con su sola palabra, la ilusión de acción.
Este carácter de poesía concebida para ser transmitida oralmente ante un
auditorio más o menos extenso y heterogéneo, en palacios y castillos o en plazas y
mercados, se advierte en:
 las reiteradas apelaciones que el juglar dirige al público para llamar su atención o
despertar su interés: "señores", "escuchad", "sabed";
 las series enumerativas de carácter descriptivo que comienzan con el verbo
"veriedes" (veríais) o los diálogos encabezados por "odredes" (oiréis);
 las acotaciones que hace el autor, al abandonar la exposición objetiva de los hechos,
para expresar su propia subjetividad, la que suena como un eco en los sentimientos
colectivos de los oyentes;
 el paso frecuente al estilo directo sin verbo introductorio; es decir, sin el empleo de
fórmulas tales como "dijo fulano" o "contestó mengano", propias estas últimas de
las obras destinadas a la lectura;
 los llamados de atención para indicar cambio de lugar de la acción épica para
señalar al auditorio la entrada o salida de personajes;
3

 el manejo del estilo y de las técnicas narrativas empleadas.

En un cantar de gesta todo está concebido en función de ser obra destinada a la


recitación, a la divulgación oral. El lector moderno frente al texto impreso siente la
necesidad de leerlo en voz alta, de dramatizar los fragmentos dialogados, de
transformarse en un juglar más para recibir, así, auditivamente, el mensaje poético de la
narración épica.

El mester de juglaría
La actividad épica de los juglares cae dentro de lo que desde antiguo se ha dado
en llamar mester de juglaría. La palabra mester proviene del latín ministerium y
significa "oficio", "profesión" o "arte", en este caso, de juglares. Estos eran, como
hemos visto, los creadores, recreadores o simples portavoces de las gestas que
divulgaban.
Si resumimos lo expuesto, podemos señalar que la épica del mester de juglaría
se caracteriza por ser:
 poesía en lengua vulgar, compuesta en el llano romance del habla cotidiana;
 poesía oral, destinada al canto o a la recitación y no a la lectura o propagación de un
texto escrito;
 poesía popular, dirigida a todo el pueblo, para deleitar por igual a reyes y señores, a
doctos e ignorantes;
 poesía tradicional, porque los cantares de gesta que obtienen los favores del público
y que se popularizan se transmiten de boca en boca y de generación en generación,
haciéndose tradicionales;
 poesía colectiva, porque cuando un poema se hace tradicional, si bien nace como
creación de un autor individual es reelaborado y refundido por otros, y termina por
ser una producción colectiva e impersonal;
 poesía anónima, por su carácter colectivo, popular y tradicional;

Verismo épico y verosimilitud realista


Todo poema heroico tiene siempre algo de historia y algo de novela. Nunca es ni
narración histórica pura, ni absoluta ficción novelesca.
Si el rasgo distintivo es el gran apego a lo histórico, la obra se caracterizará por
4

su verismo épico. Si predomina lo ficticio o la libre invención de sucesos, el poema se


insertará dentro de una de estas dos corrientes: la verosimilitud realista (la
novelización de los hechos se ubica dentro de una ficción imaginativa, que no vulnera la
realidad que existió y que corre dentro de sus cauces) o lo fantástico (la invención
novelesca se remonta hasta un mundo fantástico e irreal que acoge, incluso, lo
fabuloso).
La épica medieval española se distingue por su fuerte verismo épico. Su cantar
más significativo, el Poema de Mio Cid, es fiel exponente de ello: el elemento histórico
es preponderante. No olvidemos que las gestas españolas nacen como expresión más o
menos coetánea de sucesos recientes de la historia local o nacional. Los acontecimientos
poetizados están aún vivos en la memoria colectiva y no pueden ser modificados en lo
sustancial. Si el tema logra éxito y perdura, el cantar sufrirá con el transcurso del tiempo
sucesivas refundiciones, crecerá internamente recibirá una más acusada elaboración
literaria y se enriquecerá con ficciones más o menos novelescas pero verosímiles. Se
alterarán detalles, se deformará hechos, podrá cambiarse el desenlace, pero se respetará
siempre el fondo histórico que le dio origen y que la tradición conserva.

También podría gustarte