Está en la página 1de 4

I.

Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional

El mensaje emblemático que comparte Laudato si, trata acerca de concebir al


planeta como patria y la humanidad como pueblo que habita una casa de todos,
basándose en las dificultades que se han presentado desde el siglo pasado.
Eventualmente, comprender que un mundo interdependiente no significa
únicamente entender que las consecuencias perjudiciales de los estilos de vida,
sino principalmente procurar que las soluciones se propongan desde una
perspectiva global y no sólo en defensa de los intereses de algunos países que
afectan ineludiblemente al pensamiento de un solo mundo en base a la
interdependencia. Sin embargo, para bien y mal, la misma inteligencia que se
utilizó para un enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas eficientes
de gestión internacional en orden a resolver las graves dificultades ambientales y
sociales que atormentan cada día más de manera desmedida. Por lo tanto,
dispuestos a afrontar los problemas de fondo, es indispensable un consenso
mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y
diversificada, desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía,
fomentar una mayor eficiencia energética, promover una gestión más adecuada de
los recursos forestales y marinos, asegurar a todos los accesos al agua potable,
contribuyendo principalmente a los problemas que no pueden ser resueltos por
acciones de países aislados.

Como sabemos, la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes


necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora, debido a que coadyuvan
a un deterioro flemático de nuestro planeta, por ello, mientras no haya un amplio
desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo
optar por la alternativa menos perjudiciales o acudir a soluciones transitorias.
Lastimosamente, en las últimas décadas, las cuestiones ambientales han generado
un gran debate público que ha hecho crecer en la sociedad civil espacios de
mucho compromiso y de entrega generosa, no se logran acuerdos suficientes sobre
la responsabilidad de quienes deben soportar los costos de la transición energética.
En este sentido se puede decir que, mientras la humanidad del período post-
industrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia,
es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada
por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades, dejando de lado
que la política y la empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los
desafíos mundiales propuestos.

El movimiento ecológico mundial se ha enriquecido por el esfuerzo de muchas


organizaciones de la sociedad civil, gracias a esto las cuestiones ambientales han
estado cada vez más presentes en la agencia pública, convirtiéndose en una
invitación a pensar a largo plazo. No obstante, las Cumbres mundiales no
cumplieron con las expectativas debido a que no alcanzaron acuerdos ambientales
realmente significativos y eficaces.
“Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con
el desarrollo sostenible” Dicho proclamado en la Cumbre de la tierra, Río de
Janeiro, celebrada en 1992, se consagró también la cooperación internacional para
cuidar el ecosistema de toda la tierra, obligando a los que contaminan a hacerse
cargo de sus actos y evaluación del impacto ambiental de toda obra o proyecto,
declaración de Estocolmo 1972, misma declaración que buscó estabilizar las
concentraciones de gases de efecto invernadero para revertir el calentamiento
global, elaborándose así una agenda con un programa de acción y un convenio de
diversidad biológica junto a principios en materia forestal, sin embargo, aunque
fue algo superador, tuvo un nivel bajo de implementación por culpa de que no se
establecieron efectivos mecanismos de control y sanción de los incumplimientos.
Seguidamente, en la convención de Viena se implementó sobre todo el protocolo
de Montreal y sus enmiendas para proteger la capa de ozono, algo que terminó en
una fase de solución efectiva, sin dejar de lado la convención de Basilea acerca de
desechos peligrosos y la convención que regula el comercio internacional de
especies amenazadas de fauna y flora.

Además, con respecto a la diversidad biológica y la desertificación, los avances


han sido menos significativos, escasos, esto debido a que la responsabilidad,
honestidad y valentía que se requiere para la reducción de gases invernaderos por
parte de los países más poderosos y contaminantes, no tiene eficacia. En la
conferencia de las Naciones Unidas que trató el desarrollo sostenible “Río+20”
quedó propuesta una ineficaz declaración final, las negociaciones internacionales
no avanzan adecuadamente por sobre las posiciones de los países que privilegian
sus intereses nacionales por encima del bien común global. De manera que las
generaciones futuras no sufran por la irresponsabilidad en el presente, los
creyentes no podemos dejar de pedirle a Dios por el avance positivo en las
discusiones actuales.

Algunas de las estrategias de baja emisión de gases contaminantes buscan la


internacionalización de los costos ambientales, con el peligro de imponer a los
países de menores recursos pesados compromisos de reducción de emisiones
comparables a los de los países más industrializados. La imposición de estas
medidas perjudica a los países más necesitados de desarrollo. De este modo, se
agrega una nueva injusticia envuelta en el ropaje del cuidado del ambiente. Como
siempre, el hilo se corta por lo más débil. Dado que los efectos del cambio
climático se harán sentir durante mucho tiempo, aun cuando ahora se tomen
medidas estrictas, algunos países con escasos recursos necesitarán ayuda para
adaptarse a efectos que ya se están produciendo y que afectan sus economías.
Sigue siendo cierto que hay responsabilidades comunes pero diferenciadas,
sencillamente porque, como han dicho los Obispos de Bolivia, “los países que se
han beneficiado por un alto grado de industrialización, a costa de una enorme
emisión de gases invernaderos, tienen mayor responsabilidad en aportar a la
solución de los problemas que han causado”
De todos modos, un sistema de solución rápida y fácil que brindó una
especulación ambiental fue la estrategia de compraventa “Bonos de carbono”, este
sistema suele funcionar con cierto compromiso con el medio ambiente, ayudando
a reducir la emisión global de gases contaminantes, pero esto no influye en un
cambio radical a la altura de las circunstancias, convirtiéndose en un recurso
diversivo para el sustento de sobreconsumo de algunos países y sectores, evitando
cumplir su función en sí.

Otro punto problema se centraría en los países pobres que necesitan tener como
prioridad erradicar la miseria y el desarrollo social de sus habitantes,
desarrollando formas no contaminantes de producción de energía, analizando en si
él escandaloso consumo de los sectores privilegiados en dichas poblaciones,
controlando la corrupción, para ello, se requiere establecer un mecanismo y
subsidios para que los países en desarrollo puedan acceder a transferencias
tecnológicas, asistencias técnicas y recursos financieros, tomando en cuenta
también que han crecido mucho a costa de la contaminación actual,una decisión
ética, fundada en la solidaridad de todos los pueblos.

Urgentemente, se necesitan acuerdos internacionales que se cumplan al pie de la


letra, dado la fragilidad que trasciende en las catástrofes locales que terminarían
afectando a todos, resguardando las relaciones entre Estados, estableciendo
caminos consensuados junto a marcos regulatorios globales que impongan
obligaciones e impidan acciones intolerantes, ejemplo de esto, evitar que países
poderosos expulsen a otros países residuos e industrias altamente contaminantes.

Mencionamos también el sistema de gobernanza en los océanos, con diversas


convenciones internacionales y regionales, todos los esfuerzos terminan minados
al no tener mecanismos de reglamentación, control, sanción, todos estos
acompañados de la fragmentación. El presente problema de los residuos marinos y
la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras, continúa siendo un
desafío especial, un desafío en los que se necesitan acuerdos sobre los regímenes
de gobernanza para la gama completa de los bienes comunes globales.

Por lo tanto, erradicar la pobreza es algo que se ve interrumpido al utilizar la


misma lógica que varia en intervenir la tendencia al calentamiento global, se
necesita una reacción global mas responsable que implique encarar tanto a la
reducción de la contaminación como el desarrollo de los países y regiones pobres,
al mismo tiempo. En el siglo XXI, mientras se mantiene un sistema de gobernanza
propia de épocas pasadas, algo que implica un debilitamiento de poder, sobre todo
en la dimensión económico-financiera que tiende a predominar sobre la política,
volviéndose indispensable la maduración de instituciones internacionales mas
fuertes y eficazmente organizadas, contando con autoridades designadas
equitativamente por los acuerdos entre gobiernos nacionales y dotadas de poder
para sancionar sin restricción, “para gobernar la economía mundial, para sanear
las economías afectadas por la crisis, para prevenir un empeoramiento y mayores
desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integra, la
seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la seguridad del ambiente y regular
los flujos migratorios, urge la presencia de verdadera autoridad política mundial,
como fue ya esbozada por mi Predecesor, [San] Juan XXIII”. Con esta perspectiva
de por medio, la diplomacia adquiere una importancia inédita, proponiendo
estrategias internacionales que anticipen los problemas mas grabes que terminarán
afectando a todos de una u otra manera antes de lo que se espera.

También podría gustarte