Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es
una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”
Chesterton.
de ésta, querámoslo o no, se da en mutua colaboración con otros. Todos estamos llamados
desde nuestra realidad y funciones específicas a ayudarnos y a colaborar con el bien de la
sociedad.
Todos aquí tenemos experiencia de haber nacido en una familia. Puede ser de
diferentes tipos: con múltiples hermanos o sólo uno, papá y mamá presente o uno de ellos
asumiendo la responsabilidad de mantener económicamente a la familia y de la educación
de los hijos, o también abuelos que ejercen el rol de padres. Independientemente de cómo
sea la propia familia, es la experiencia primera de toda persona y la que más radicalmente
nos marca: todos nacemos como hijos y es una realidad que nos acompaña toda la vida,
superando los límites de la muerte de nuestros padres, del posible desconocimiento de
nuestros orígenes, de la separación temporal o geográfica o de la formación de la propia
familia. El ser humano es un ser familiar en parte porque nace, crece y muere necesitado.
Por ejemplo, un niño, un adulto, un anciano o una persona enferma, no se valen por sí
mismos y necesitan un hogar donde vivir, amar, ser amados y cuidados, ya que es parte
natural de nuestro desarrollo afectivo y social.
El bien común
Pero, ¿qué es el bien común? Es el conjunto de condiciones necesarias para que los
individuos, las familias y las instituciones puedan lograr su mayor desarrollo o el conjunto
de condiciones de la vida social que hacen posible, a cada uno de sus miembros, el logro
más pleno y más fácil de la propia perfección. Si bien, implica los bienes materiales
(vivienda, alimentación, vestimenta, etc.), también incluyen los bienes espirituales como
por ejemplo, educación, cultura, recreación, etc.
1
La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue elaborada por representantes de todas las
regiones del mundo, y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10
de diciembre de 1948. En la Declaración se establece, por primera vez, los derechos humanos
fundamentales que deben protegerse en el mundo entero y ha sido traducida en más de 500
idiomas.
2
http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30121987_sollicitudo-
rei-socialis.html
Actualización 30/01/2020
De acuerdo a esta idea, el bien común no es la simple suma de los bienes particulares
de cada sujeto, sino el bien de todos y de cada uno de los miembros de la sociedad. Este
conjunto de condiciones se logra, en primer lugar, reconociendo la dignidad de toda
persona y respetando sus derechos sin distinción de raza, religión, edad o situación
económica.
A veces en la sociedad actual existen actitudes que van en contra de este principio
básico, como por ejemplo cuando actuamos de forma egoísta al escuchar música con alto
volumen y no considerar que puede molestar al vecino; al no dar el asiento en la locomoción
colectiva a aquellas personas que lo necesitan, o una situación tan extrema como conducir
un automóvil bajo los efectos del alcohol, sin tener ni la más mínima conciencia que le
podemos hacer daño a personas inocentes. En estas actitudes se manifiesta un
individualismo que muestra la falsa idea de que podemos ser autosuficientes, que no
necesitamos de los demás; pero también la falta de virtudes en las personas, como la
prudencia, la justicia, necesarias para la vida social y en las cuales profundizaremos más
adelante.
La subsidiaridad es otro principio básico que nos ayuda a conformar el bien común.
Si bien, el ser humano es el primer responsable de su propio desarrollo, pues es libre y posee
Actualización 30/01/2020
las capacidades para hacerlo, muchas veces necesita de la ayuda de los demás para llevarlo
a cabo. Conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse
en una actitud de ayuda (en latín, subsidium) —por tanto de apoyo y promoción— respecto
a las menores, para que éstas puedan desarrollar adecuadamente las funciones que les
competen, sin sustituirlas. De este modo, aunque el deber primario de educar a los hijos
corresponde a las familias, distintas organizaciones e instancias contribuyen también en
nuestra formación integral, por ejemplo: el equipo de fútbol, el coro o la banda donde
participemos, entre otros. También, el Estado colabora construyendo escuelas y ayudando
de esta manera en la educación de los ciudadanos o entregando subsidios habitacionales
para facilitar el acceso a la vivienda a quienes tienen escasos recursos.
Por último, debemos destacar que al ser personas sociables por naturaleza, nos
organizamos con otros para lograr fines comunes y el bien común. Tal como lo hemos
venido señalando, el bien común es fundamental para que el ser humano logre el desarrollo
personal y social. Por lo mismo, la política es importante, ella hace posible la conformación
de elementos que permiten que las personas desplieguen sus potencialidades. Cosas tan
sencillas como el semáforo que está en la esquina u otras más complejas como el acceso a
la educación de calidad, un buen sistema de salud al alcance de todos o pensiones dignas,
pasan por decisiones políticas. La razón de ser de las acciones políticas y de las instituciones
sociales es ayudar a las personas a que logren su plenitud, como vemos por ejemplo con los
bomberos, quienes poniendo su vida en riesgo están dispuestos a ayudar a otros. Cabe
destacar que la política en su razón de ser, es buena y digna de ejercer, pues se preocupa
por el bien común. Ahora bien, este ejercicio de la actividad política no puede estar
desligado de la ética, como toda actividad humana. La actividad política en su esencia es
parte de la ética, pues trata de lo justo y de lo injusto; y debe estar al servicio de la persona
humana y velar por su dignidad.
3
Cf. Joaquín García-Huidobro, Simpatía por la política, Centro de estudios bicentenario, Santiago, 2007, p.
42.