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Gott. Las Guerrillas en América Latina
Gott. Las Guerrillas en América Latina
-
GUERRILLAS
/
EN AMERICA LATINA
E studios I nternacionales
INSTITUTO
DE E S T U D I O S
*
INTERNACIONALES
de lá U niversidad de C hile
Las guerrillas
" en
América Latina
Si
EDITORIAL UNIVERSITARIA
SANTIAGO DE CHII.E
© Editorial Universitaria S. A. 1971
Inscripción N # 39068
Derechos exclusivos reservados para
todos los países de lengua española
4.000 ejemplares
Traducido por
P a tr ic ia S amsing de J adresic
INTRODUCCION 10
PRIMERA PARTE
GUATEMALA
1. L a caída de Arbenz y los orígenes de las guerrillas 4!
2. L as guerrillas entran en acción 51
3. Yon Sosa» los trotskistas y el mr 13 58
4. TurciosLim a y el par 77
5. Las elecciones y la muerte de Turcios 92
6. César Montes y el crecimiento de las organizaciones anticomunistas 1o 1
7. Reunificadón de los movimientos guerrilleros y la ruptura con los comunistas 108
8. El papel de Estados Unidos: un embajador asesinado y varios sacerdotes desterra
dos 116
SEGUNDA PARTE
EL FRACASO DE LA REVO LUCIO N EN V E N E Z U E L A
1. La caída de Pérez Jiménez 122
2. El ascendiente de R ó tu lo Betancourt 128
3. El comienzo de las guerrillas 138
4- Las Fuerzas Armadas de Liberarión Nadonal 153
5. La lucha urbana; las elecriones y después i66
6. Guerrillas versus comunistas 179
7. E l faln de Douglas Bravo y Luben PetkofT 191
8. Comunistas versus Fidel 197
9. ¿Un desenlace comunista? 204
TERCERA PARTE
LA V IO L E N C IA EN C O L O M B IA
1. La violenda y su legado 212
2. Los comunistas y las repúblicas independientes 218
3. ElMOECyelFUAR 226
4. La caída de Marquetalia 231
y £1 Ejérdto de Liberación Nacional 246
6. Camilo Torres y la Iglesia 260
7. Camilo Torres y el Frente Unido 270
8. Camilo Torres y las guerrillas 287
9- El Ejército Popular de Liberarión .294
CJ
Cl ARTA PARTE
PERU
Antecedentes peruanos 302
Hugo Blanco y el Valle de La Convención 32 !
La muerte de Javier Heraud en Puerto Maldonado 334
Luis de la Puente y el mir 339
Tupac Amaru y Guillermo Lobatón 33'
«Pachacutec* y Luis de la Puente 3*3
«Javier Heraud* y Héctor Béjar 368
Los comunistas y las guerrillas 373
Las guerrillas recapitulan 3^3
QI INTA PARTF.
B O L I V 1A
Jorge Nlasetti y las guerrillas de Salta 3$7
El cisma chino-soviético 390
Preparativos en La Paz 398
Ñancahuazú 4°7
El Nuevo Grito de Murillo 4''
Traición y Acción 424
Regis Debray 43 *
Los comunistas se marginan 433
La suerte de Joaquin 44*
Captura y muerte del Che Guevara 448
e p il o g o : ¿Derrota de la Revolución? 433
BIBLIOGRAFIA 467
América será escenario de muchas grandes batallas libradas por la humani
dad para su liberación. Dentro del marco de esta lucha a nivel continen
tal, las luchas que se libran actualmente en forma activa constituyen sim
ples episodios, pero ya han proporcionado mártires que figurarán en la his
toria americana porque han contribuido con la cuota de sangre que se
requiere en esta fase final de la lucha por la libertad total del hombre. Esa
historia consignará los nombres del Comandante Turcios Lima, dei Padre
Cam ilo Torres, del Comandante Fabricio Ojeda, de los Comandantes Lo-
batón y Luis de la Puente Uceda, figuras señeras de los movimientos revo
lucionarios de Guatemala, Colombia, Venezuela y Perú.
Pero la movilización activa del pueblo crea nuevos líderes. César
M ontes y Yon Sosa han enarbolado la bandera de la revolución en Guate
m ala, Fabio Márquez y Marulanda en Colombia, Douglas Bravo en el
occidente y Américo M artín en la zona de Bachiller encabezan sus respec
tivos frentes en Venezuela. Nuevos estallidos revolucionarios surgirán
en éstos y en otros países americanos como ya ha ocurrido en Bolivia, e
ir á n creciendo a pesar de todas las vicisitudes involucradas en esta peli
g ro sa tarea del revolucionario moderno.
1o
Introducción
ta trasera del furgón antes de que fuera abierta. Cuando al fin fue abierta
violentamente, saltó hacia afuera el agente de la cía vociferando bastante
inapropiadamente en inglés »AU right, let’s get the hell out of here«.
(Muy bien, a hacerse humo). Pobre hombre, no tenía por qué saber que
había dos periodistas británicos del otro lado de la puerta.
Dentro del furgón, en una camilla, yacía el cuerpo del Che Guevara.
Desde el primer momento no me cupo ninguna duda de que era él. Lo ha
bía visto en una ocasión hacía casi exactamente cuatro años en La H a
bana, y no era persona para olvidar con facilidad. Desde entonces mis
recuerdos personales de él se habían ido mezclando con las frecuentes
fotos aparecidas en la prensa, y debo reconocer que no recordaba la ne
grura de su barba rala. Ademas se veía más pequeño, y más delgado de
lo que yo recordaba. Los meses en la selva le habían costado caros. Sin
embargo, no cabía duda de que era Guevara. Cuando sacaron el cuerpo
y lo instalaron en un mesón improvisado dentro del cobertizo, que en
tiempos menos revueltos sería de lavandería, tuve la certeza de que
Guevara estaba muerto.
La forma de la barba, los rasgos de la cara, y los largos y abundantes
cabellos eran inconfundibles. Vestía un uniforme de combate verde-
oliva y una chaqueta con cierre de cremallera, calcetines de un verde des
teñido y mocasines que al parecer eran de fabricación casera. Como es
taba totalmente vestido era difícil determinar dónde había sido herido.
Tenía dos orificios visibles en la base del cuello, y más tarde, mientras
limpiaban su cuerpo le vi otra herida en el estómago. No hay dudas de que
tenía heridas en las piernas y cerca del corazón, pero yo no las vi.
Los médicos escarbaban las heridas del cuello y mi primera impre
sión fue de que buscaban el proyectil, pero en realidad sólo hacían los
preparativos para insertar el tubo que conduciría la formalina dentro
del cadáver para conservarlo. Uno de los doctores comenzó a lim piar
las manos ensangrentadas del guerrillero muerto. Fuera de esto, no ha
bía nada en torno del cuerpo que causara repugnancia. Se veía sorpren
dentemente vivo. Tenía los ojos abiertos y brillantes, y cuando sacaron
su brazo de la chaqueta, lo hicieron sin ninguna dificultad. No creo que
estuviese muerto desde hacía muchas horas y en ese entonces no pensé
que lo habían matado después de su captura. Todos supusimos que ha
bía muerto a causa de sus heridas y por falta de atención médica, durante
las primeras horas de aquel lunes en la mañana.
Las personas que rodeaban el cuerpo eran más repulsivas que el m uer
to: una monja que no podía reprimir su sonrisa y que a veces reía ab ier
tamente; los oficiales que venían con sus costosos equipos fotográficos
a tomar vistas de la escena; y, naturalmente, el agente de la c ía . Este últi
mo parecía estar a cargo de toda la operación y se ponía furioso cada
vez que alguien apuntaba su máquina fotográfica hacia él. »¿De dónde
viene?« le preguntamos en inglés, agregando a modo de broma, »¿De C uba?
¿De Puerto Rico?« Pero no estaba para bromas y respondió secamente
en inglés. »De ninguna parte*. M ás tarde se lo preguntamos nuevamen
te, pero esta vez contestó en español. »¿Qué dice?« y fingió no compren
Introducción
der. Era un hombre bajo y fornido de unos treinta y cinco años, ojos hun
didos, pequeños y de escaso pelo. Era difícil precisar si era norteameri
cano o un exiliado cubano, porque hablaba inglés y español con igual
fluidez y sin acento alguno. Posteriormente averigüé que se llamaba
Eddie González y que había sido dueño de un cabaret en La Habana
antes de la Revolución.
Mucho antes de la muerte del Che Guevara, la captura y posterior
mente el proceso del Filósofo marxista francés, Regis Debray, en el pe
queño pueblo petrolero de Camiri en Bolivia sudoriental, le habían
dado una enorme publicidad a los guerrilleros que operaban en esa zona
del país. Como resultado de esto probablemente conocemos más acercá
de ellos que de cualquier otra agrupación guerrillera del continente.
Pero en general, aunque con frecuencia se considera a América Latina
como un continente revolucionario, poco se conoce acerca de los revo
lucionarios que, inspirados por el ejemplo cubano, han estado comba
tiendo en las montañas de una media docena de países durante prácti
camente una década.
En todo el mundo la gente se está yendo a la montaña. En ciertos luga
res de Asia esto ha sido un fenómeno casi continuo desde que los
japoneses comenzaron a extenderse más allá de sus islas. En el sur de Afri
ca la feroz lucha interna de la mayoría negra en contra de sus opresores
blancos recién está en sus comienzos, pero ya se ha establecido cuál será el
patrón futuro de las batallas. Hasta en Europa, al concretarse la amena
za nazi, la gente más inverosímil huyó a los cerros. La resistencia armada
a la tiranía, sea ésta extranjera o nacional, forma parte de nuestra heren
cia humana en todo el mundo.
América Latina no es una excepción. Es verdad que las guerrillas no
fueron verdaderamente esenciales para la derrota de la España impe
rial durante el siglo diecinueve, y que hasta hace poco la violencia inter
na se limitaba en gran medida a los conflictos clasistas tradicionales
— matanzas de huelguistas, campesinos y mineros— y a la extermina
ción casi total de la población indígena. Contrariamente a lo que se cree
por lo general, la violencia política premeditada ha jugado un papel com
parativamente poco importante en América Latina. Las guerras mundiales
iniciadas en Europa han costado más vidas humanas que los frecuentes
golpes de estado por los cuales América Latina es famosa.
No obstante «Nuestra América« como la llamó Fidel Castro en la
Primera Declaración de La Habana en 1960, «la América que
Bolívar, Hidalgo, Juárez, San Martín, O’Higgins, Tiradentes, Sucre
y Martí desearon ver libre«, ha tenido su parte de héroes revoluciona
rios. Y no todos son del siglo diecinueve. Zapata en México y Sandino1 en N i
caragua afirmaron y consolidaron una tradición de rebelión que nutre
a los revolucionarios dé hoy —tradición que se mantiene en lo que Fidel
describe como:
'£1 libro más reciente sobre Sandino es The Sandino Affair, de Neil Macauley, Quadrangie
Boolcs (Chicago), 1967.
■3
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»la voz auténtica del pueblo: una voz que surge desde el fondo de las
minas del carbón y del estaño, de las fábricas y de los ingenios del
azúcar, de las tierras feudales donde los rotos, los cholos, los gau
chos, los jibaros, los herederos de Zapata y de Sandino, empuñan
las armas de la libertad; una voz que se deja oír entre los poetas y los
novelistas, entre los estudiantes, entre las mujeres y los niños,
entre los ancianos y los desvalidos**.
*Uno de los cargos que el sector pro-Moscú del Partido Comunista cubano, dirigido por
Aníbal Escalante, le formuló a Regis Debray fue que no sólo había sido expulsado del Par
tido Comunista Francés sino que además era un agente del Servicio de Inteligencia
Francés.
Gott / L a s guerrillas en América Latina
Por lo tanto, este libro tiene como propósito servir al público inglés de
introducción a un tema que absorbe el interés de un gran porcentaje de
los que tienen una conciencia política en América Latina, y que provoca
toda clase de dolores de cabeza al Pentágono y al Departamento de Estado.
La información recogida aquí proviene de fuentes diversas, principal
mente de periódicos de izquierda poco conocidos, de la prensa, y ocasio
nalmente de personas y libros. Existen tres publicaciones en español
que merecen ser destacadas por su gran utilidad: Marcha, publicación
quincenal de Montevideo; Punto Final, publicación quincenal de San
tiago de Chile; y Sucesos, publicada en Ciudad de México4. Las tres, ade
más de ser revistas excepcionalmente buenas, son, por lo general, pro
cubanas e incluyen una cierta cantidad de material relacionado con los
movimientos guerrilleros. Desde su aparición en 1967, la revista cuba
na Pensamiento Crítico ha demostrado ser indispensable.
* Fuera de esto, todo investigador extranjero de América Latina tiene
una deuda enorme con L e M onde y su infatigable corresponsal M arcel
Niedergang. Partisans, la revista publicada por la casa editorial de
Frañpois Maspero, también es sumamente útil. En inglés no hay prác
ticamente nada, fuera de las traducciones de la obra de Regis. Debray pu
blicadas en New Left Revtewt y los artículos regulares, aunque bas
tante tendenciosos, provenientes del frente guerrillero, que aparecen
en Monthly Review, revista editada por Huberman y Sweezy. R am parts .
antes de su desaparición, había comenzado a interesarse en fo r
ma más activa en el tema aunque algo ingenuamente.
Después de la victoria de Fidel, mucha gente pensó que América L a t i
na entraría en un período de agitación revolucionaria. Desde los co
mienzos de la presidencia de .John Kennedy, Estados Unidos comenzó
a demostrar un enorme interés por el estudio de las causas de la agitación
(8
Introducción
19
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20
Introducción
,7»Exporting thc Cuban Revolution** de Tad Szulc, en Cuba and the United States, John
Plank (ed.), The Brookings Institution (Washington), 1967, p. 79.
li «Latín America** de Geofírey Warner, Survey o f International Affairs 1959-60,
Geoffrey Barraclough (ed.) Oxford University Press, 1964, p. 471.
19New York Times, 20 de abril de 1959. El propio Guevara diría mas tarde, en un discurso
ante las Naciones Unidas en diciembre de 1964:
»Un grupo de aventureros, encabezados por un barbudo de café, que jam ás estuvo en la Sie
rra Maestra y que ahora se encuentra en M iam i, o en alguna base o en alguna otra parte, logró
despertar el entusiasmo de un grupo de muchachos para emprender esa aventura. Funcio
narios del gobierno cubano colaboraron con el gobierno panameño para destruirlo. Es
verdad que partieron desde un puerto cubano, y que en ese entonces tuvimos una discusión
amistosa**.
*°Geoffrey Warner, p. 471.
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2 3
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
qué Castro se hizo comunista que del porqué las guerrillas fueron capaces
de derrotar al ejército de Batista.
Así, cuando Ernst Halperin escribe: «Sí, la experiencia cubana
puede repetirse en otras partes de América Latina«, se refiere a la e x p e
riencia »comunista« más bien que a la «revolucionaria»24. G u evara,
por otra parte, estaba más interesado en la revolución de enero de 1959
que en la llamada »segunda« revolución ocurrida alrededor de 1960, cu an
do Cuba entró en íntima alianza con la Unión Soviética25.
No obstante, resulta importante señalar que no todos comparten
la opinión de Guevara respecto de la »no excepcionalidad« de Cuba, espe
cialmente los académicos que no están tan comprometidos con la G u erra
Fría como lo están los académicos de Estados Unidos. Dos escritores
ingleses, Robín Blackburn y el profesor Hugh Thomas, que de modo a lg u
no son contrarios a la Revolución Cubana, al estudiarla en su contexto
histórico específico, han aislado otras características que le son
propias. Robín Blackburn, por ejemplo, señala con toda justicia que
«Cuba llama de inmediato la atención entre los demás países de A m éri
ca Latina por su tardía independencia»26. También señala que por
su violencia «las guerras de independencia de Cuba fueron cualitativa
mente muy distintas de las rebeliones latinoamericanas de comienzos
del siglo xix«2'
También hace algunas observaciones muy interesantes respecto de
la aristocracia cubana y de la industria azucarera, cosecha básica de
Cuba. Revela que las compañías extranjeras en Cuba sobrevivieron
la crisis de 1929 con mucho mayor éxito que las cubanas. Por consiguien
te, a comienzos de los años treinta, el valor per capita de la participa
ción de los Estados Unidos en la economía cubana era «siete veces supe
rior que en el continente tomado en conjunto. Había alcanzado tales
dimensiones que ya no respaldaba y afianzaba a la clase terrateniente
local, como lo hacía en el resto de América Latina, sino que en gran me
dida había pasado a reemplazarla». Y tampoco la aristocracia terrate
niente constituía una excepción. Los capitalistas cubanos estaban tan
ligados a los intereses foráneos que Blackburn también llega a la con-
2<Véase Cuba: Castroism and Commumsm 1959-1966, de Andrés Suárez, The m . i .t . Press,
1967, prólogo de Ernst Halperin, p. xi. En forma bastante curiosa, Halperin sostiene que
Cuba se asoció al bando soviético, no por temor a la invasión de los Estados Unidos, en
cuyo caso necesitarla la protección de la otra gran potencia (punto de vista demasiado
simplista aunque no irracional), sino que específicamente porque el respaldo soviético
«Abría la perspectiva de extender la revolución al continente latinoamericano... bajo la
protección del poderío nuclear soviético». Esto parece ser en la actualidad el pensamiento
ortodoxo oficial y académico de los Estados Unidos, y se basa en un desconocimiento total
de los movimientos revolucionarios de América Latina.
2SVéase, por ejemplo, The Second Revolution in Cuba, de J . P. M orray, Monthly Review
Press (Nueva York), 1962.
26 «Prologue to the Cuban Revolution» de Robin Blackburn, X ew Left Revxeu' (Londres),
N ° 21, octubre de 1963. Cuba obtuvo su independencia de España en 1898.
27El ejército español enviado para enfrentar la situación cubana era proporcionalmente
comparable a los tres millones de soldados de los e e .u c . enviados a Vietnam en 1968:
218.000 españoles contra una población cubana de 1.570.000 habitantes.
24
Introducción
;wErnst Halperin »Peking and the Latin American Communists«, The China Quarterly
(Londres), N ° 29, enero-marzo 1967.
34Con excepción de Colombia, que ya hemos mencionado.
27
I
**»The new in the political Une of the communist party oí Venezuela» de Ju a n Rodríguez.
World M arxist Review , septiembre de 1967.
28
Introducción
MEn realidad, se había fundado un partido pekinista antes de esta fecha. Un grupo de
estalinistas brasileños que jam ás había aceptado los cambios de política implícitos en las
29
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3°
Introducción
31
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32
Introducción
33
Gott / L a s guerrillas en Am érica L au n a
mente »es el camino del Vietnam el que debe seguir el pueblo, ésta es la
ruta que seguirá América*.
Debray por su parte solicitaba a sus lectores que examinaran la expe*
rienda cubana con mayor detenimiento. Pero esto no lo hacía sólo con el
fin de fundamentar su tesis en favor de la lucha armada. Esencialmente in*
tentaba dejar establecido, en primer lugar, que los guerrilleros debían
crear su propio partido de vanguardia, como lo habían hecho en Cuba,
y no buscar el respaldo del viejo Partido Comunista; y, en segundo lugar,
que había que poner énfasis en la destrucdón de las antiguas Fuerzas
Armadas, lo cual también fue una característica importante de la Revo-
ludón Cubana.
Durante el primer período — por lo menos hasta octubre de 1962—
se creía que el único problema que debían enfrentar los revolucionarios era
poner en marcha la revolución inicial, esdedr, llegar al poder. Alcanzado és-
te, los cambios revolucionarios de la sociedad se realizarían bajo la pro
tección de la Unión Soviética. Pero después de la crisis desencadenada
por la instalación de cohetes en Cuba, que dejó en evidencia cuáles eran
los límites del interés soviético por América Latina, se produjo un cam
bio, poniéndose énfasis en la »guerra larga*, y hubo una mayor tendencia
a pensar en términos de la creación, a través de la lucha guerrillera, del
tipo de sociedad que estaría en condiciones de defenderse contra los
ataques externos una vez alcanzada la victoria final. «Mientras más
tiempo dispongamos ahora para preparar al pueblo*, explicaba el líder*
guerrillero César Montes en 1966, «más fácil será el paso al socialismo
más adelante*.
En realidad, al examinar las declaraciones posteriores de los líde
res guerrilleros y las obras de Debray, parecería que la nueva generación
de guerrilleros no propugna la guerra de guerrillas como el medio mejor
de alcanzar un objetivo determinado con el que concuerdan ampliamente
diversos grupos. Parecería más bien que el objetivo mismo no fuera
compartido por las otras organizaciones de Izquierda. De hecho, los
guerrilleros se están refiriendo a un objetivo que sólo puede ser alcan
zado a través de la guerra de guerrillas. Esta actitud se ha visto influida,
consciente o inconscientemente, por Franz Fanón, que propuso la
creación de una nueva clase de sociedad a través de la lucha violenta y
revolucionaria. Parafraseando a Marshall McLuhan, el método se ha
transformado en el programa.
En forma por demás curiosa, en vista de las denuncias norteamerica-
cas de que los cubanos se han dedicado a subvertir al resto de América Lati
na desde los comienzos mismos de la Revolución, Estados Unidos ha pre
sentado muy poca evidencia irrefutable para fundamentar estas denun
cias. Los estudiosos norteamericanos han soslayado cuidadosamente
el tema. Aunque se ha publicado una infinidad de libros sobre las relacio
nes cubanas con el mundo comunista, se ha escrito prácticamente nada
sobre la política de Castro hacia América Latina. Es interesante seña
lar además que aun cuando la política norteamericana durante la pasada
década ha estado dirigida a reprimir los movimientos de avanzada en Amé-
35
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Pero muchos de ellos, del mismo modo que Fidel, lanzaron luego sus
desafortunadas expediciones, aunque ninguno tuvo el éxito de éste.
Cuando Castro llegó al poder, mal podía negar sus propios orígenes y
mal podía negar su autorización para que los revolucionarios partieran
de Cuba a atacar a Somoza en Nicaragua, Trujillo en Santo Domingo o a
Duvalier en Haití. Indudablemente hizo la vista gorda respecto de sus
actividades, pero todo gobierno que pretende contar con el respaldo
popular no puede sino hacer otro tanto. Cuando se pretendió atacar a un
"A l parecer estas armas no fueron de gran importancia. Según Fidel «eran 150 armas que
nos llegaron cuando nuestras tropas avanzaban sobre Santiago de Cuba, en diciembre
(1958), cuando ya las columnas de Camilo Cienfuegos y de Ernesto Guevara se habían apo
derado de una parte importante de Santa Clara*. Discurso de Castro del 10 de agosto de
1967.
iQM i aporte a la Revolución Cubana , del General Alberto Bayo, enero de 1960. lmpr
Ejército Rebelde, La Habana.
36
Introducción
37
G o t t / L a s guerrillas en Am érica Latin a
38
Introducción
4,Ver mis dos artículos »When Castro’s men and Communists fall out* y »Charting thc
revolutionary course*, Guardian , i° y 3 de agosto de 1967. Esta es naturalmente una actitud
muy distinta de la que prevaleció anteriormente. En Punta del Este en 1961, Guevara había
dicho: »No podemos prometer que no exportaremos nuestro ejemplo como nos lo solicita Es
tados Unidos, porque los ejemplos pertenecen al espíritu y un elemento espiritual puede
transponer las fronteras. Pero garantizamos que no se transportarán armas desde Cuba
para ser empleadas en combate en ningún país latinoamericano*.
39
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
identificaba en forma tan íntima con ¿I, que era difícil que le sobrevivie
se.
En los dos años que han pasado desde aquella conferencia y desde la
muerte del Che Guevara, la discusión entre comunistas y revolucionarios
en América Latina ha perdido gran parte de su apasionamiento. Han
seguido rumbos distintos, con una sensación más bien de tristeza que de
enojo. Pero es una división profunda y desastrosa, porque los guerrille
ros necesitan a los comunistas —de otro modo ¿de dónde sacan a sus hom
bres?— y los comunistas necesitan a los guerrilleros —porque de otro
modo ¿cómo pueden pretender que siguen siendo revolucionarios?
40
PRIM ERA PARTE
Guatemala
Capitulo uno
La c a íd a de Arbenz y los o r íg en es de la s g u e r r il l a s ,
1954-1961
Campesino Guatemalteco
41
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
42
L a calda de Arbenz y los orígenes de las guerrillas
43
G o tt / L a s guerrillas en Am érica Latin a
6En realidad Guevara sólo había estado en Guatemala 4 c*de febrero de 1954 —aunque al
parecer esto fue suficiente para que las fuerzas contrarias de Arbenz lo catalogaran de “agi
tador* . Después de la caída de Arbenz, se vio obligado a permanecer durante un mes en la
Embajada argentina en Ciudad de Guatemala, bajo asilo político. Véase Afon am i Guevara,
Ricardo Rojo, V E x p ress , 29 de abril 1968, y Aíi amigo el Che , del mismo autor, Buenos Aires:
Editorial Jorge Alvarez, 1968, pp. 59-71.
7DanKurzman, Washington Post, 13 de marzo 1966.
8Aunque en el período post-1954 Méndez Montenegro fue considerado como de centro
izquierda, en realidad había sido uno de los líderes del fracasado golpe contra Arévalo en
44
L a caída de Arbenz y los orígenes de las guerrillas
45
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L a caída de Arbenz y loa orígenes de las guerrillas
47
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Pero poco faltó para que tuvieran éxito. El corresponsal del Christian
Science Monitor, que escribía desde Ciudad de Guatemala en diciem
bre, señalaba que »el hecho de que los rebeldes lograran apoderarse de
dos guarniciones militares antes de que el gobierno se enterara de la re
vuelta y que se necesitaran cuatro días para que enormes fuerzas guber
namentales sofocaran a hombres mal equipados, es motivo de muchos co
mentarios aquí en Guatemala. Esto indica que existe mayor descontento
de lo que la mayoría de la gente se imagina. Muchos creen aquí que la
presencia de la Armada de los Estados Unidos en la costa desalentó cual
quier intento de los comunistas locales de aprovechar la rebelión y la
ayuda potencial de Cuba«24*.
Pero también los rebeldes tuvieron parte de culpa. Según Adolfo
G illy, de los 150 líderes y oficiales que juraron como miembros del grupo
secreto que había comenzado a complotar a comienzos de ese año, usó
lo 45 se alzaron el 13 de diciembre*. Cuatro años más tarde cuando algunos
de ellos tenían una mayor motivación política, publicaron un documento
que revelaba otra causa del fracaso:
»Fue el campo tan limitado de la orientación política del movi
miento lo que motivó su caída militar; contar con un arsenal inmen
so y tener una zona militar bajo su control y no significaba nada
mientras los líderes militares no comprendieran claramente por
qué luchaban y cuál era su meta*28.
48
L a caída de Arbenz y los orígenes de las guerrillas
MGílly(i), p. 16.
17Entrevista con Henry Giniger, New York Times, 18 de marzo de 1966.
**Entrevista con Alan Howard, New York Times (revista), 26 de junio de 1966.
49
<
G o tt / L a * gu erriü ** en Am érica I j t i n i
5°
L a s guerrillas entran en acción
Capitulo dos
L a s g u e r r il l a s en tran en a c c ió n
1963-1963
■ E l 6 d e febrero de 1961 marca el comienzo consciente de la guerra de gu errillas en
nuestro país, en el sentido de una lucha arm ada qu e tiene lugar en los campos, con el
apoyo político y social del cam pesinado, que inicialmente es llevada a cabo por una
fuerza arm ada irregular, pequeña y poco experim entada*.
César* Montes
'L a única fuente que he podido encontrar para esta declaración ha sido La Hsinhua News
A gency, 20 de febrero de 1962.
*César Montes en »Una ruptura lógica y necesaria*, Punto Final. N° 53, 23 de abril de
1968.
51
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L a s guerrillas entran en acción
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L a s guerrillas entran en acción
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G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
wCésar Montes en »Una ruptura lógica y necesaria". Otro candidato fue el Dr. Villa-
grán Kramer, director general de la Unidad Revolucionaria Democrática ( u r d ), quien
más tarde entraría en negociaciones con las guerrillas.
14N ew York Times, 28 de abril de 1963.
56
L a s guerrillas entran en acdón
Es casi seguro que Guevara tenía la razón. Los Estados Unidos indudablemente ha
brían preferido un gobierno Arévalo-Alejos. El Coronel Peralta era un típico nadonalis-
• ta antiyanqui de derecha.
57
G ott / L a s guerrilla* en Am érica Latin a
Capítulo tres
Y on S o sa , los t r o t sk ist a s y e l mr 13,
Bajo la dictadura de Peralta Azurdia, que duró desde 1963 hasta 1966,
los comunistas no fueron los únicos que sufrieron. Otros partidos políti
cos fueron colocados al margen de la ley o bien se negaron a participar en la
farsa electoral montada por el dictador. En consecuencia, los guerrille
ros pudieron reanudar las negociaciones con los partidos políticos de
oposición, iniciadas en 1961 y rotas a comienzos de 1962 por el afán des
medido de ir a las barricadas.
Yon Sosa, en particular, parecía ansioso de obtener algún tipo de
respaldo político organizado para sus guerrillas. Planteó un acerca
miento al partido Unión Democrática Revolucionaria (u r d ), partido
de izquierda pero anticomunista, encabezado por Villagrán Kram er.
En un momento, recordaba más adelante Villagrán Kramer, se conside
ró seriamente la unión entre su partido y el grupo guerrillero de Yon Sosa.
Representantes de ambas colectividades sostuvieron una serie de
reuniones, pero éstas fueron interrumpidas cuando en mayo de 1964, el
partido de Villagrán Kramer decidió finalmente participar en la contien
da electoral. »Esta decisión«, expresó Villagrán Kramer, »se tomó a
pesar de las acaloradas objeciones del grupo de Yon Sosa, que sostenía
58
Yon Sosa, los troukistas y el w t 1 3
59
i
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Yon Sosa, los trotskistas y el m r 1 3
6l
G ott / L t t {u e r r illu en Am érica L atin a
P R IM E R A D E C L A R A C IO N D E LA S IE R R A D E LAS MINAS
62
Y o n S o m , tos troukistas y t i mr 13
63
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
64
Yon Sota, los trot&kistas y el m r 1 3
Diferencias con el p g t y el f a r
Al tiempo que el m r 13 ha debido combatir el capitalismo con las
armas ha debido librar una batalla política contra las tendencias
conciliatorias, vacilantes y reformistas que pretenden circunscribir
•
i0En otro lugar el MR13 se ha referido de la siguiente forma al uso del terrorismo: »El terro
rismo nunca ha destruido una clase ni ha derribado a un gobierno. Debe usarse sólo como
actividad suplementaria, en apoyo de otras acciones. Por ejemplo, en un momento dado,
durante una huelga, en que la intención es echar abajo al régimen capitalista, la liqui
dación de tres o cuatro dirigentes enemigos provoca un impacto enorme, porque desmo
raliza, desconcierta y crea la confusión en las filas del enemigo, permitiéndonos de este
modo avanzar*.
Adolfo Gilly, Guerrilla Mouement in Guatemala (2), p. 23.
I
65
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
11No he logrado ubicar la versión original publicada en Revolución Socialista. Esta ver
sión está tomada de la versión abreviada en inglés aparecida en Latin American Times , del
26 de julio de 1965.
66
Yon Sota, fot trotskiaus y d mr 13
Soldado: ¡Apoya la ocupación de terrenos por parte de los campe
sinos! ¡L a tierra es para el que la trabaja, no de los latifundistas ni
de la United Fruit Company!
Soldado: ¡Somete a juicio a tus oficiales que han torturado y asesi
nado a tus hermanos campesinos!
Soldado: ¡Incorpórate a la guerrilla campesina, incorpórate a las mi
licias campesinas!
67
Gott L a s guerrillas en Am érica Latina
>4GiÍly (2), p. 32. La idea de Guevara era bastante similar. Según Ricardo Rojo, ta propo
sición de Guevara era establecer un control estricto de la ciudad y entonces la fuerza inva-
sora, cuya capacidad ofensiva era militarmente muy pequeña, podría mantenerse aislada
con facilidad. Esta doble operación habría sellado la suerte de la aventura de Castillo
Armas, pero era totalmente contraria a la formación militar de Arbenz. Entregar armas a
las organizaciones civiles, a los diversos partidos que profesaban lealtad a la revolución
así como también a los sindicatos y a los grupos campesinos, era un paso absolutamente
esencial**. M i amigo el Che , p. 70.
"Gilly (1), p. 11.
68
Yon Sosa, los trotskistas y el mr 13
69
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
70
Yon Sosa, los trótskistas y el m r 1 3
«Ustedes han visto que tenemos armas. Las tenemos para poder lu
char contra el gobierno y los terratenientes; contra los capitalis
tas que viven del trabajo de los obreros y los campesinos; y contra
el ejército que los defiende a ellos y reprime a Uds. Luchamos
por la tierra, para que cada campesino sea dueño de la tierra que
trabaja, para que no se obligue a ningún campesino a pagar
arriendo o impuestos a los grandes terratenientes. Pero no pode
mos nosotros solos conquistar la tierra, ustedes deben tomarla
con nuestra ayuda. Les ayudaremos con nuestras armas, pero Uds.
deben organizarse y prepararse para tomar posesión de la
tierra. Deben estar bien preparados; deben conversar con todos
los campesinos de la zona. Y deben tener armas si quieren tomar
la tierra y defenderla. Debemos organizar esta empresa en con
junto y lanzar el ataque cuando estemos totalmente prepara
dos. Seguramente Uds. recordarán que la tierra fue repartida
aquí durante el régimen de Arbenz; pero luego vino la llamada ‘li
beración’ y se la quitaron.
Por lo tanto no basta con que les den la tierra; deben tener armas pa
ra defenderla. Cada campesino debe poseer su propia arma.
Además debemos contar con un gobierno que nos defienda a nos
otros, los trabajadores y a los campesinos, y no a los latifundis
tas. Debemos prepararnos, uniéndonos con los campesinos de
otras regiones y con los obreros de las ciudades, si queremos esta
blecer nuestro propio gobierno. Así como están las cosas actual
mente, el gobierno controla al ejército; y el ejército detiende a
los latifundistas y persigue a los campesinos. Mientras sigan
los latifundistas y los capitalistas en el gobierno, este estado
de cosas seguirá igual. Cuando el gobierno sea de los obreros y de
los campesinos, estará al servicio de los obreros y campesinos,
y perseguirá a los explotadores. Y ningún iiberacionista’ nos
podrá arrebatar la tierra, porque nosotros seremos gobierno, y
todos tendrán un fusil para defender su tierra y su gobierno*.
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Esta técnica guerrillera de entrar a una aldea, fusil en mano, para expli
carle a la población los propósitos de la lucha guerrillera, ha llegado
a conocerse con el nombre de »propaganda armada«. Su caracterís
tica principal es que no incluye necesariamente choques con las
Fuerzas Armadas del Estado. Como táctica, no obstante, ha sido blan
co de duras críticas por parte de una nueva generación de guerrilleros
latinoamericanos. Debray, en particular, considera que aunque la
propaganda armada tiene su papel, debe seguir a la acción m ilitar y
no precederla:
«Considerar la propaganda armada como una etapa distinta y ante
rior a las operaciones militares, al parecer significa provocar
al enemigo inútilmente, exponer a los camaradas que trabajan
como propagandistas al asesinato o a la necesidad de huir y ex
poner una zona futura o posible de acción guerrillera. Dadas las
condiciones sociales, ideológicas y psicológicas del campesi
nado en la mayoría de los países latinoamericanos, dadas las di
versas agencias de inteligencia a disposición del enemigo (enor
memente reforzadas después de la Revolución Cubana), un
grupo agitador, armado o no, será vigilado, descubierto y liqui
dado; en sus comienzos si es necesario. Lo que es peor, sus contac
tos, las células que ha organizado, las personas que han «traba-
jado« en las zonas rurales, en las aldeas y en las ciudades vecinas
correrán, quizás, igual suerte. Si el enemigo es lo suficientemen
te astuto para esperar, no se moverá hasta que hayan comenza
do las operaciones o aún más tarde, para permitir la infiltración
de sus servicios de espionaje. Colocará a un ‘campesino’ en la
organización: conocerá de este modo el paradero de todo el
grupo guerrillero desde un comienzo y lo liquidará rápida
mente»19.
72
Yon Sosa, los troukistas y el mr 1 3
yo n so sa :
ADOLFO GILLY:
73
Gott / L a s guerrillas en América Latina
YON so sa :
ADOLFO GILLY:
yo n s o s a :
ADOLFO GILLY:
74
Yon Sosa, los troukistas y el m r 1 3
ADOLFO GILLY:
yon so sa :
r
¿Por qué lo pregunta? Ud. escuchó la discusión anoche con los otros
guerrilleros; ¡hasta participó Ud. en ella! Pero si gusta, le res
ponderé como un Comandante guerrillero a un periodista.
Creo que los imperialistas son un hato de bastardos; hay que
echarlos a punta de fusil y eso es lo que están haciendo los guerri
lleros vietnameses. Al hacerlo, nos ayudan a nosotros, por lejos
que estén. Y creo que los gobiernos obreros tienen que ir en ayuda de ,
los vietnameses con armas, con soldados, con todo, si es necesa
rio con armas atómicas. Los estados obreros deben proporcionar
les armas, y no permitir que el imperialismo los amedrente con el
chantaje atómico; deben además movilizar a todos los pueblos del
mundo en ayuda de los vietnameses. Los estamos ayudando, en la
medida que podemos, tratando de derribar el capitalismo en
Guatemala y combatiendo el imperialismo, no con declaracio
nes, sino con fusiles. Los guerrilleros del Congo están haciendo lo
mismo. Cuando tengamos un estado obrero en Guatemala, puede
estar seguro que no emplearemos palabras ambiguas, extende-
75
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
ADOLFO GILLY:
yon so sa :
*'Gilly(2),pp. 29-35.
22Lú Epoca (Montevideo), ío de agosto de 1966.
Turcios Lim a y el far
E sta era más o menos la posición trotskista ortodoxa. Tiene cierta seme
janza con la actitud cubana hacia la posición filosófica china, aunque la
primera frase de Granados es un reproche dirigido directamente a los cu
banos. L a posición de Cuba siempre ha sido que la ruptura chino-sovié-
tica fue un desastre para el Tercer Mundo, y que es mejor que perma
nezcan neutrales los que no están comprometidos.
Capítulo cuatro
T urcios L ima y el fa r ,
1965-1966
»La instrucción militar sin criterio político es tan inútil como un fusil cargado con
cartuchos mojados. Con criterio político basta un machete*.
Turcios Lima
77
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Sosa) el comando de este frente había escrito una carta destacando las
diferencias que habían surgido entre ¿1 y Yon Sosa. L a carta estaba diri
gida tanto al Comité Central del p g t como al comando nacional del m r 1 3 .
Incluía los siguientes comentarios:
»Toda la posición (trotskista) conduce, por medio de una hábil manio
bra, a la eliminación del contenido revolucionario del movimiento
guerrillero: a la negación de que pueda convertirse en el ejército
del pueblo; a la negación del papel del campesinado en las guerras
revolucionarías de nuestros países; a la negación de la necesidad de
la derrota militar del imperialismo y de sus lacayos como condición
previa para quitarles el poder; al ocultamiento de la duración
prolongada de la lucha armada; a la presentación engañosa de la
insurrección como un asunto a corto plazo; a la división de las fuer
zas populares y a la distracción de los esfuerzos revolucionarios
hacia la organización pacífica de sindicatos y organizaciones
m asivas...
L a consigna que llama a la ocupación de la tierra y de las industrias,
que podría ser útil en ciertas etapas de la lucha, al ser empleada en
forma anárquica, provoca matanzas y reveses tremendos a los
campesinos y a los obreros que todavía no tienen la fuerza para apo
yar estas ocupaciones. La famosa ‘controversia’ con la burguesía so
bre la propiedad de los medios de producción es incomprensible
mientras las clases gobernantes controlen todo el aparato repre
sivo. Esta táctica podría aplicarse en zonas en que el desarrollo de
las guerrillas, o del ejército popular, haya llegado al punto de po
der mantener en jaque la ola represiva. De otro modo, expone los
puntos más vulnerables del pueblo a los embates del enemigo.
Estas acciones pueden adquirir el carácter de verdaderas provo
caciones y causar derrotas que obliguen al pueblo al retroceso polí
tico como única manera de protegerse contra la represión**1 .
Con la publicación de esta carta el Frente Edgar Ibarra se definía clara
mente como una entidad con opiniones militares y políticas distintas de las
del m r 1 3 . Pero la carta de ningún modo era una refutación comunista
ortodoxa de los métodos trotskistas, y parece que Turcios, a la vez que no
compartía las tendencias que existían dentro del m r 1 3 , deseaba man
tener a cierta distancia a los camaradas del p g t . Dadas las circunstancias,
decidió, como jefe del Frente Edgar Ibarra, que su movimiento ya no po
día permanecer dentro del m r 1 3 trotskista. De allí en adelante el movi
miento guerrillero de Guatemala estuvo dividido, con Yon Sosa a la ca
beza del m r 1 3 y Turcios a la cabeza del f a r . Cerca de un año después,
durante la Conferencia Tricontinental de La Habana en enero de 1966,
Turcios explicó sus divergencias con Yon Sosa al periodista francés
Marcel Niedergang:
'Citado por Regis Debray en Revolution in the Revolutwn? pp. 38-9.
78
T u r ó o s Lim a y el f a r
tado de sus contactos con los trotskistas, y del curso que éstos que
rían darle a la revolución (querían monopolizar el control de la lu
cha en Guatemala bajo las banderas de la Cuarta Internacional), el
far rompió con el Movimiento 13 de Noviembre encabezado por
Yon Sosa. (El Movimiento 13 de Noviembre ha perdido su influencia
con el pueblo, que en un comienzo lo apoyó). Creemos — sin caer en
sectarismos— que la participación de los trotskistas en el Movi- *
*Le M onde, 6 de febrero de 1966.
i La Epoca, (Montevideo) Agosto 10, 1966.
ANew York Times, 18 de marzo de 1966.
79
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Fue este conflicto entre una organización nacional y una regional el que
eventualmente llevó al propio Yon Sosa a romper con los trotskistas en
1966. Abandonó la Cuarta Internacional por una razón simple:
»Dos camaradas trotskistas que estaban con nosotros hicieron uso inde
bido de los fondos recolectados. Sin previa consulta enviaron a la
Cuarta Internacional parte de los fondos que habían sido arre
batados por la fuerza a la burguesía (aproximadamente 60.000
quetzales)«.
Yon Sosa no veía por qué el dinero recolectado en Guatemala había de ir
a parar a Buenos Aires. Al preguntarle un periodista si la línea política
del mr 13 había cambiado después de esto, Yon Sosa respondió:
Pero Turcios vio la luz un poco antes que Yon Sosa, y una vez decidido a
romper con los trotskistas, se vio obligado a plantear una definición de su
posición ideológica. Para un ex oficial del Ejército, ésta no era tarea fá
cil. Los trotskistas no le habían agradado pero tampoco le gustaban
mucho los comunistas (el p g t ). Deseoso de clarificar sus ideas, en marzo
de 1965 convocó a un congreso de los dirigentes del p g t , de la Juventud
del Partido del Trabajo (jpT) Y de los dirigentes de las diversas zonas de
resistencia que habían estado operando en forma más o menos desorga
nizada después del rompimiento del año anterior. De este congreso sur
gió el «Centro Provisional de Dirección Revolucionaria* del f a r , ten
tativa de dar al movimiento revolucionario y a las guerrillas una direc
ción y un comando centralizados. Según Debray, este nuevo movimiento
cristalizó en torno de las ideas y los sentimientos expresados en la carta
publicada por el movimiento Edgar Ibarra en octubre del año anterior:
«Sobre la base de este notable planteamiento de la forma y contenido de la
Revolución Guatemalteca, a fines de 1965 se organizaron las nuevas Fuer
zas Armadas Rebeldes, de acuerdo con el renovado y rejuvenecido Par
tido Guatemalteco del Trabajo«56 7. El programa completo fue publicado
más adelante ese año, 1965, como resultado de un acuerdo con el Comité
Central del p g t , bajo el título «Organizar y Unir a las M asas, Impulsar la
80
T u r ó o s Lim a y el far
81
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
82
Turóos Lim a y ei fax
problemas pretendidamente socialistas antes de tiempo, condu
cen el aventurerísmo y a la provocación, como ha sucedido en otros
países. Los diversos programas publicados en Retfolución Socia
lista fundamentalmente no son socialistas, con excepción de cier
tas demandas, y son sumamente confusos.
Somos partidarios de cooperar con los camaradas del MR13 pero somos
absolutamente contrarios de su orientación trotkista. En esta oca
sión no es nuestro propósito hacer un examen del trotskismo como
tendencia antileninista, cuya verborrea ultrarrevolucionaria con
funde y engaña a las masas. Sólo deseamos recalcar los siguientes
puntos:
Primero: los trotskistas deducen el carácter socialista de la revolución,
no de un análisis especifico de la realidad nacional, sino que única
mente del progreso-mundial alcanzado por el socialismo. Esta deduc
ción es equivocada. Es verdad que el progreso del socialismo es algo
que pertenece a nuestra época, pero sólo el análisis de las contradic
ciones internas de un proceso puede revelarnos su naturaleza. En
Guatemala, la principal contradicción se debe al carácter agrario
del país y a la lucha contra la dominación imperialista.
Existe el dramático ejemplo de Vietnam del Sur, cuyo pueblo libra
una valiente lucha armada durante la transición del capitalismo al
socialismo, mientras Vietnam del Norte construye el socialismo.
E l pueblo sudvietnamita define el carácter de su lucha sobre la base
de las contradicciones internas: ve su lucha como un movimiento
antifeudal, antimperialista y de liberación nacional.
Segundo: la fórmula de la revolución socialista, que ha dado la
directiva de la Cuarta Internacional, es un patrón general en el que
los trotskistas desearían acomodar las diversas y múltiples reali
dades de todos los países del mundo.. Esto se evidencia no sólo en la
historia del trotskismo y en las conclusiones del Séptimo Congreso
Trotslusta, sino en el contenido similar de los planteamientos
presentados por los trotskistas en todos los países. Obviamente, este
método de plantear los problemas es falso y peligroso aunque se lo
Envuelva en un lenguaje pseudorrevolucionarío.
Cuando agregamos a esto las continuas actividades divisionistas y de
provocación de los trotskistas, vemos que sus esfuerzos no pro
mueven la unidad ni la lucha revolucionaría sino que, por el con
trarío, le hacen el juego al enemigo.
Tercero: es totalmente erróneo atribuir un carácter socialista a todo
movimiento de masas y partir de esta premisa subjetiva para
describir la revolución. Es verdad que las exigencias inmediatas de
las masas deben estar vinculadas con los intereses revolucionarios.
Pero de esto no hay que inferir que las masas han adquirido una con
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G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
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T u rd o s Lim a y el fa k
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Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
8Information Bulletin o f the World Marxist Revieiv, N° 56, 20 de octubre de 1965, pp. 41
86
T u r c io s L im a y e l far
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Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
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T u ró o s Lim a y el fa r
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Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
9°
T u n ao s Lim a y el far
cabo una reforma agraria general y total; es decir, no sólo dar tie
rra a los campesinos sino otorgarles los créditos, préstamos e
implementos que requieren. Debemos tomar medidas para
aumentar la producción y conducir progresivamente a los cam
pesinos a adoptar métodos superiores de producción, el coope
rativismo y la colectivización. Pero, antes que nada, debe haber li
bertad, que no se puede obtener a través de la vía electoral ni por
ninguna otra vía. Sólo existe una vía para Guatemala, la vía de la
revolución violenta. En mi opinión, la revolución la harán los
campesinos, los obreros y la clase media urbana, es decir, los explo
tados que comprenden claramente que aquellos que lo poseen
todo, o prácticamente todo, no tienen la más mínima intención de
entregar y repartir lo que poseen basándose en el principio de la
distribución razonable. Por el contrario, no dejarán piedra sobre
piedra en su afán de defender todo lo que poseen. Para decirlo en for
ma breve, la clase obrera guatemalteca no tiene todavía con
ciencia del papel que le cabe desempeñar en la lucha de nuestro país,
aunque ya comienza a surgir como la principal clase revoluciona
ria. Por otra parte, las masas del campesinado, que sufren la mi
seria y el hambre y se ven afligidas por la ignorancia y la desespera
ción, se han transformado en esta etapa en la fuente de refuerzos y
en el principal apoyo para la lucha armada, soportando los más
duros sacrificios. En la Sierra de las M inas y en todas las regiones
montañosas de Guatemala, el ejército popular en expansión repre
senta la verdadera fuerza de las masas y constituye la garantía de
que alcanzaremos la victoria final«.
9*
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo cinco
L as eleccio n es y la m u e r t e d e T u r c io s ,
1966
»Debemos considerar nuestra lucha como una lucha a largo plazo que quizás dure
veinte años. Nuestro primer objetivo es subsistir, sobrevivir*.
Un líder del f a r ajean Larteguy, 1967.
'Entrevista de Adolfo Gilly a Francisco Amado Granados (Gilly (1) p. 34). El comandan*
te del m r 13 prosiguió: »No atacábamos al agregado militar como individuo, sino a su
papel. Vino aquí a organizar la represión contra las masas guatemaltecas, como sus contra
partidas lo están haciendo en el Vietnam. Nuestra acción tenía el propósito adicional de
concentrar la atención del pueblo de Estados Unidos en nosotros, era una forma de atraer
su respaldo a nuestra lucha. El agregado militar era un criminal que formaba parte de una
cuadrilla de criminales, que preparan, en nombre del capitalismo norteamericano, una gue
rra atómica mundial. Están arrastrando a su propio pueblo a esta guerra*.
92
L a s elecciones y la muerte de Turcios
93
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Esta opinión no fue bien recibida por todos los dirigentes del p g t , y algu
nos de ellos se manifestaron bastante preocupados con los resultados de la
Tricontinental. A la vez que acogían con regocijo los ataques de Fidel al
trotskismo en general y a Yon Sosa en particular, no quedaron muy tran
quilos ante la idea de que en el futuro Turcios Lima y el f a r podían dejar
se guiar más por Cuba que por el pg t prosoviético.
En consecuencia, mientras Turcios todavía se hallaba en L a Habana, el
'Turcios Lima, citado por César Montes en Una ruptura lógica y necesaria.
94
L a s elecciones y la muerte d cT u rrio s
95
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
narias. No se conocen los detalles exactos, pero parece que un cierto nú
mero de dirigentes del p c t que había estado viviendo en el exilio en M éxi
co, perturbado ante la creciente belicosidad de las guerrillas, resolvió
retornar a Guatemala antes del día de las elecciones a fin de clarificar las
cosas7. Los resultados de esta decisión fueron desastrosos.
El día anterior a las elecciones, el 5 de marzo de 1966, la policía rodeó
una modesta casa de un piso en Ciudad de Guatemala8. Luego de un inten
so tiroteo, fueron arrestados veintiséis comunistas o simpatizantes, entre
los que se encontraba el dirigente del p g t , Víctor Manuel Gutiérrez, y el
secretario general de la Federación Campesina Nacional, Leonardo C as
tillo Flores.
Para sorpresa de mucha gente, especialmente del Ejército, Méndez
Montenegro obtuvo el triunfo en las elecciones, aunque no alcanzó la
mayoría absoluta sobre sus opositores militares. Para ser confirmado
como presidente debía ser ratificado por el Congreso. En un comienzo
existía la duda de que Peralta, que debía dejar el mando el 30 de junio, en
realidad lo hiciera. Pero esta duda, igual que el temor de que el coronel
Ponciano hiciera un golpe de estado, resultaron infundados. El 5 de
mayo Méndez Montenegro fue debidamente ratificado por el Congreso.
Una de las razones por las cuales el Ejército le permitió asumir el poder
habría sido su conformidad de que el Ejército nombrara al Ministro de
Defensa, que sería responsable ante las fuerzas armadas y no ante el Presi
dente. Por lo tanto, desde el comienzo mismo de su período, sus coroneles
ejercieron un eficaz control sobre Méndez.
Mientras tanto existía cierta preocupación acerca de la suerte corrida
por Víctor Gutiérrez y sus colegas que habían sido capturados por la poli
cía en marzo. El f a r montó una gran campaña publicitaria, especialmente
en la Universidad, en un intento por conseguir que el gobierno revelara
el paradero de los presos políticos.
El 4 de mayo las guerrillas secuestraron a dos importantes personajes y
anunciaron que no serían devueltos hasta que el gobierno no revelara lo
sucedido con los izquierdistas desaparecidos. Los secuestrados eran el
Secretario de Prensa de la Presidencia, Baltazar Morales Cruz, y el
Presidente de la Corte Suprema, Romeo Augusto de León. Según infor
maciones de prensa, Morales fue capturado luego de un intenso tiroteo
en el distrito comercial de Ciudad de Guatemala, en el que resultaron
muertos su hijo y su chofer9. En junio, en una entrevista con el editor de
la revista mexicana Sucesos, Turcios explicó los secuestros:
»E1 propósito del secuestro de estos dos hombres es obligar al go
bierno militar de Peralta Azurdia a revelar el paradero de los
veintiocho presos políticos desaparecidos hace varios meses... El
secuestro de estos dos funcionarios de ningún modo implica que el
fa r pretende amenazarlos de muerte. El fa r protege sus vidas aun
96
L a s elecciones y la muerte de Turcios
97
Gott / L a s guerrillas en América Latina
98
Laselecdones y la muerte de Turdos
término nada cambiará. E l Ejército no cesará en sus represiones. Por lo
tanto nosotros tampoco*1*'.
César Montes compartía esta opinión. «Siento un respeto profundo por
M éndez*, le manifestó a un periodista. «Fue mi profesor en la Escuela de
Derecho y creo que es un hombre honrado e inteligente. Pero el Ejército
no le permitirá nunca llevar a cabo las profundas reformas que nuestro
país requiere*1*.
En julio, Méndez Montenegro asumió formalmente como Presidente. Su
vice-presidente, Clemente Marroquín Rojas, hizo un llamado a las gue
rrillas para que cooperasen con el gobierno. L a respuesta de Yon Sosa fue
tan clara como la de Turdos y la de César Montes:
«No hemos pedido una tregua. No hay tregua. E l período de paz tem
poral que hemos tenido nos ha permitido trasladar patrullas a
otras provincias. No hay tregua... Pienso que cualquier persona
con ideas marxistas no aceptará, ni en sueños, una amnistía. Si la
aceptamos, quiere decir que todos los crímenes y errores come
tidos en el pasado caerán en el olvido. Además, no somos crimi
nales, no hemos cometido ningún crimen, por lo tanto no solicitamos
un perdón*14.
El pgt ansiaba desesperadamente que la amnistía propuesta fuera acep
tada, pero eventualmente las condiciones que el gobierno se vio obligado a
induir en ésta, presionado por los grupos políticos de derecha y por el ejér-
dto, fueron tan onerosas que hasta los comunistas ortodoxos se sintieron
en la obligación de rechazarla. Un vocero del Partido, j .m . Fortuny, expli
có por qué en las páginas del World Marxist Reuiew:
«Los conspiradores de derecha deseaban que el Presidente fracasara
en sus gestiones por entablar un diálogo con las guerrillas. Por este
motivo bloquearon la amnistía que el gobierno envió al Con
greso. Paradójicamente, el gobierno tenía un interés mucho mayor
en la amnistía que los revolucionarios a los cuales estaba dirigida.
Una amnistía sin condiciones inaceptables (y ésta era la amnistía
propuesta por el gobierno) le habría dado al Presidente la sufi-
dente base moral como para entablar un diálogo con las guerrillas.
Pero los congresaies de los partidos de derecha y del ala más reaccio
naria del Partido Revolucionario introdujeron una serie de enmien
das, una de las cuales estipulaba que las guerrillas debían deponer
las armas en un plazo de ocho días. De este modo los reaccionarios
convirtieron la amnistía en un ultimátum del tipo que se le podría
plantear a un enemigo derrotado o al borde de la derrota, lo que
ciertamente no era el caso. En estas circunstancias las Fuerzas Arma-
l*New York Times, 18 de marzo de 1966.
’*Alew York Timest 26 de junio de 1966.
l*La Epoca (Montevideo), 10 de agosto de 1966; reproducido en Global Digest (Hongkong).
99
G o lt / L a s guerrillas en Am érica Latina
I 00
César M ontes y el crecimiento de las organizaciones anticomunistas
Capitulo seis
C é s a r M o n tes y e l c r ec im ien t o d e la s o rg a n iza c io n es
ANTICOMUNISTAS
1966-1967
«Nuestras columnas tienen una gran movilidad. Por eso es que el Ejér
cito nunca logra alcanzarnos, a pesar de todas las operaciones que
ha lanzado. Tenemos varias patrullas que operan en distintos pun
tos del país. No han podido capturar ninguno de nuestros campa
mentos por una razón muy sencilla: nunca tenemos campamentos
fijos. Sólo uno que otro de nuestros depósitos de alimentos ha sido
descubierto pero eso es todo. Es duro caminar tanto, pero luego
1 o1
G o tt / L a s guerrillas en Am érica Latin a
I 02
C ésar M ontes y d crecimiento de las organizaciones anticomunistas
103
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
ejército, por lo que nombró a Carlos Araña, uno de los coroneles más
duros, como comandante de Zacapa.
Carlos Araña pronto se dio cuenta que sus tropas estaban en pésimo es
tado de entrenamiento y que entre la población civil local gozaban de
una pésima fama. Por lo tanto julio, agosto, septiembre y octubre fue
ron dedicados al entrenamiento intensivo de las tropas. Durante estos
meses fue que Méndez ofreció una amnistía a los guerrilleros a sabien
das que sería rechazada. Estas maniobras políticas, no obstante, le die
ron tiempo al ejército para prepararse mejor.
Junto con el entrenamiento puramente militar, el gobierno organizó —a
instancias de los norteamericanos— un »Plan Piloto para el Desarrollo
Socio-Económico del Nor*Este«. Este proyecto se inició el i° de febrero de
1967, y comprometía la cooperación de cinco Ministerios, entre los que se
incluían el de Defensa, Salud, Educación y Obras Públicas. Su Finalidad
era dar a los campesinos de las zonas guerrilleras un bienestar suficiente
como para convencerlos de que depusieran su actitud amistosa hacia los
guerrilleros. César Montes hizo una severa crítica del papel de los aseso
res norteamericanos:
^Operan maquinalmente. Han leído en las obras de Mao que el gue
rrillero es para el pueblo lo que el pez es para el agua, y saben que
los peces mueren si se los saca del agua. Verdaderamente creen que
pueden hacer lo mismo con nosotros, que pueden dejarnos aisla
dos. Quizás puedan engañar a parte del pueblo parte del tiempo,
pero no todo el tiempo. Los campesinos necesitan tierra pero ca
recen de ella. Necesitan viviendas, pero el gobierno construye ho
gares para los oficiales del Ejército. No podrán impedir que los
campesinos nos ayuden si no les dan lo que necesitan»6.
Casi para la misma época en que se inició el »Plan Piloto», el Corone!
* Araña entró en acción contra las guerrillas, empleando tanto grupos semi-
militares como tropas regulares. Originalmente concebidas como gru
pos vigilantes anticomunistas, estas brigadas semimilitares rápidamen
te adquirieron vida propia. Gradualmente se agruparon en tres orga
nizaciones anticomunistas importantes: Mano Blanca, noa (Nueva
Organización Anticomunista) y codeg (Consejo de Guatemala). Los
miembros del co d eg , según uno de sus folletos, juran »ante el altar de la
patria luchar hasta liquidar a los siguientes antipatriotas: el p g t , las
personas que se asocian a los rebeldes, la Juventud Comunista, la Asocia
ción de Estudiantes Universitarios, »los profesionales vinculados a los
comunistas»-, y »las personas nombradas para ocupar cargos por el vice-
Ministro de Educación, que intenta nombrar »rojos». Finalmente el fo
lleto contiene una lista de veintidós personas que deben morir*.
En mayo de 1967 fueron hallados diez cadáveres que mostraban impac
tos de balas y evidentes señales de torturas, poco después que una de es-8 9
1 °5
G o t t / L a s guerrillas en Am érica Latina
»Por más que el ejército lo niegue, no ha podido evitar que una gran
cantidad de personas bien informadas estén intimamente con
vencidas aquí que la mayoría de los grupos derechistas y anticomu
nistas son, en realidad, obra del ejército y que muchos de sus miem
bros son oñciales de baja graduación del Ejército. Además, existe
la creencia muy difundida de que el Gobierno al menos dio su
consentimiento tácito a estas operaciones clandestinas*11.
Quinquiera haya autorizado la utilización de estos grupos vigilantes
semimilitares, el hecho es que tuvieron un éxito notable en socavar len
tamente la base campesina de los guerrilleros. Después de todo, hay
que tomar en cuenta que ésta era una zona en que los guerrilleros habían
estado activos desde hacía cinco o más años. No obstante, enfrentados a
una embestida militar sistemática, y al empleo de delatores, a los pro
gramas de acción cívica, y a métodos indiscriminados de ataque que pro
vocaban una cantidad enorme de víctimas entre los campesinos ino
centes, muy pronto las guerrillas estuvieron a la defensiva.
Es difícil calcular el alcance de la intervención norteamericana y hasta
qué punto ésta desempeño un papel crucial en desbaratar los logros
alcanzados por las guerrillas en los años anteriores. El propio par había
llegado a la siguiente conclusión:
*
•Tarde o temprano Guatemala se convertirá en otro campo de inter
vención norteamericana. Ya se han emprendido las primeras accio
nes militares de la intervención. Y a medida que nuestra lucha vaya
creciendo, esta intervención también habrá de extenderse*11.
107
G o ti / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo siete
R eu n ificació n de los m ovim ientos g u e r r il l e r o s
Y LA RUPTURA CON LOS COMUNISTAS. 1 9 6 8
‘ El texto del comunicado conjunto suscrito, por Yon Sosa y César Montes aparece en
Tricontinental de marzo de 1968.
2Ruth Shereff, Revolution in the henusphete: a Report from o í a s Viet Report, a b r i l - m a y o
1968.
Ram ificación de los movimientos guerrilleros y la ruptura con los comunistas. 19 6 8
*J.M . Fortuny, Guatemala , the political situation and revolutionary tactúw, World Mar*
xi\t Review, Vol. m, N° 2, febrero de 1967.
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latjn a
I I O
R am ificación de los movimientos guerrilleros y la ruptura con los comunistas. 19 6 8
1 1 1
G ott / L as guerrillas en Am érica Latina
1 12
Ram ificación de los movimientos guerrilleros y la ruptura con los comunistas. 19 6 8
*La declaración de César Montes aparece en Tñcontinental (Boletín N° 26), mayo deig68.
7Durante el transcurso del año 1968 la Embajada de Estados Unidos en Guatemala esta
bleció la costumbre de diferenciar ambas refiriéndose a una como el »Near fa r (fa r cer
cano) y a la otra como el Far f a r « (Far lejano).
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo ocho
E l p a p e l d e E stados U nidos :
UN EMBAJADOR ASESINADO Y VARIOS
SACERDOTES DESTERRADOS
*T im e s , 18 de enero de 19 6 8 .
Gott / L a s guerrillas en América Latina
Luego de declarar que estaba dispuesto a luchar por poner fin para siem
pre »al sistema de violencia organizada por la oligarquía guatemal
teca^ el Padre Melville concluía diciendo que »si el gobierno de los
Estados Unidos no interviniese en el conflicto, habría menos víctimas
y menos sufrimientos, y quizás el dos por ciento de la población que cons
tituye la oligarquía se asustaría tanto que, con un poco de suerte, no ten
dríamos necesidad de continuar adelante con la lucha«.
Poco tiempo después de salir de Guatemala, el Padre Melville dirigió
una carta al Senador Willian Fulbright, de los Estados Unidos. Resume
admirablemente lo que estaba sucediendo en Guatemala como resul
tado de más de diez años de intervención norteamericana:
Senador J . William Fulbright,
U .S . Senate Office Building
Washington D .C .S.
Estimado Senador: Durante las últimas semanas Guatemala ha figu
rado en la primera plana de los periódicos del mundo ha causa de
los actos de violencia que han estado ocurriendo en esa infortunada
nación. Lo que concitó la mayor atención fue la matanza de dos
oficiales norteamericanos agregados a la Embajada de los Estados
Unidos en Guatemala.
Durante los últimos dieciocho meses, más de 2.800 dirigentes obreros,
organizadores de sindicatos, estudiantes, intelectuales y simples
campesinos han sido asesinados por la policía secreta del go
bierno, por el Ejército y por organizaciones de Derecha. La «Mano
Blanca*, una de éstas organizaciones de Derecha, integrada por
policías, y que tiene su cuartel general en el edificio principal de la
Policía en Ciudad de Guatemala, reconoce que de éstos sólo »uno
de cada diez quizás sea comunista*. Ninguna de estas muertes se pu
blica en la prensa internacional, y muy pocos de los cadáveres que
son encontrados se hallan en un estado que permita su identi
ficación en la prensa local. Todo esto se lleva a cabo bajo los auspi
cios, si bien en secreto, de la Misión M ilitar de e e .u u . Si Estados
Unidos desea saber por qué fueron muertos dos de sus oficiales,
que lea lo que publicó la revista Time referente a uno de ellos el 28
de enero de 196834.
Hacia fines de 1966... el ejército estuvo en condiciones de iniciar una campaña de pro
porciones contra los reductos guerrilleros de Sierra de las Minas, en el noreste de Gua
temala. A fin de que colaborasen en la campaña el ejército también contrató y armó a ban
das locales de ^colaboradores civiles*» con licencia para matar a los campesinos que con
sideran guerrilleros o guerrilleros «potenciales**. Ciertas personas dudaban respecto de si
era prudente alentar estas medidas en Guatemala^ siempre tan dada a la violencia, pero
Webber no estaba entre éstas. «Así es este pais**, decía, «los comunistas utilizan todo lo que
está a su alcance inclusive el terror. V* a esto hay que hacerle frente**.
I 20
£ 1 papel de Estados U nidos: un em bajador asesinado y varios sacerdotes desterrados
I2I
SEGUNDA PARTE
El fracaso de la revolución
en Venezuela
»Los venezolanos fueron los primeros en experimentar, en el pais más directamente
colonizado por Estados Unidos a causa de su petróleo y su hierro, lo que ha llegado
a ser »la guerra popular* en las condiciones postcubanas. Su papel de pioneros les
ha costado caro*.
REGIS DEBRAY
Améru n ¡.atina: algunos problemas de estrategia rei'olucionarta (1965).
Capítulo uno
La caída de P ér ez J iménez , 1958
12 2
L a caída de Pérez Jim énez
cas exactamente un año antes del triunfo de Castro en Cuba. A pesar del
decidido apoyo del Presidente Eisenhower, quien, en un acto de solidari
dad innecesario, le había conferido un alto honor, la posición de Pérez
Jiménez durante su último año en el poder había sido muy inestable. No
dejó de ser significativa la deserción de su causa por parte de la Iglesia. El
Arzobispo de Venezuela, Rafael Arias Bianoo, expresó en una pastoral
que »una masa inmensa de nuestro pueblo vive en condiciones que no pue
den considerarse humanas. La cesantía lleva a muchos venezolanos a la
desesperación... los salarios extremadamente bajos con que tienen que
subsistir una gran parte de nuestros trabajadores son imperdonables...
y la situación sigue de mal en peor«1.
Pérez Jiménez trató de legitimar su posición mediante un plebiscito que
se realizó en diciembre de 1957, el cual reveló que el 85 por ciento de la na
ción era partidaria de que continuase en el poder. Este resultado tan
obviamente fraudulento sólo sirvió para reavivar el entusiasmo por efec
tuar cambios. El i° de enero de 1958 ciertos sectores militares comen
zaron a tomar el asunto en sus propias manos. Hubo un alzamiento en la
base aérea de Maracay, a unos ochenta kilómetros al oeste de Caracas.
Aviones a reacción sobrevolaron la capital, pero el levantamiento, enca
bezado por el Coronel Jesús M aría Castro León, fue rápidamente sofo-
* cado. No obstante, bajo la creciente presión de los elementos radicales
dentro de las fuerzas armadas, Pérez Jiménez se vio obligado a alejar a
1 los miembros más impopulares de su séquito más cercano: entre ellos al
Ministro del Interior y al Jefe de la Policía Secreta.
Pero esto no fue suficiente para los estudiantes de la Universidad de C a
racas, quienes durante el año anterior habían estado organizando clan
destinamente la oposición a la dictadura. El 14 de enero señaló el comien
zo de varios días de desórdenes en Caracas. Una organización clandesti
na de oposición llamada »Junta Patriótica^, encabezada por Fabricio
Ojeda, periodista de 29 años, lanzó un llamado a un paro general a efec
tuarse el 21 de enero.
Según Ojeda, la idea de formar la Junta se le había ocurrido en Junio
de 1957 mientras trabajaba como reportero del diario E l Nacional. Con
siguió el apoyo de los partidos de oposición, tanto de Derecha como de
, Izquierda (todos ellos al margen de la ley bajo la dictadura), y llegó a ser
presidente de la Junta en diciembre de 19572. Además de organizar la
' cooperación de grupos políticos tan diversos como Acción Democrática,
los demócratas-cristianos y los comunistas, también supervisó la for
mación de comités obreros y estudiantiles cuya meta era el derrocamiento
del régimen de Pérez Jiménez. Ojeda pertenecía al Partido Unión
Republicana Democrática (u r d ), qtie dentro del panorama político se ha-
' Haba a la extrema izquierda.
7
‘John I). Martz en Acción Democrática: Erolution of a modera political part\ tn Vene-
zuela, Princeton University Press, 1966, p. 93.
’ KeesingsContemporary Archives, febrero 15-22, 1958.
G o tt / L a s g u e rrilla s en A m érica L a tin a
124 «
L a caída de Pérez Jim énez
Capitulo dos
El a sc e n d ie n t e de R ómulo B e t a n c o u r t ,
1959-1962
Justo antes de los comicios de diciembre de 1958, los tres partidos prin
cipales —Acción Democrática, la Democracia Cristiana y la Unión |
Republicana Democrática— Firmaron una declaración conjunta de prin- .
cipios, conocida como el Pacto de Punto Fijo, que expresaban que el triun- '
fador formaría »un gobierno de unidad nacional, sin hegemonías parti
distas, en el cual estarían representadas las corrientes políticas y los sec
tores independientes de la comunidad nacional*. En teoría, esto tenía
como Fin perpetuar la tregua política que había existido hasta las eleccio
nes, pero en la práctica se transformó en un recurso para aplastar a los
opositores que no compartían los puntos de vista de Acción Democrática.
Betancourt, que contaba con la maquinaría partidista más eFiciente, ganó
las elecciones con una clara mayoría. Obtuvo t.284.092 sufragios. Larra-
zábal obtuvo 903.479 y Caldera, en el último lugar, obtuvo 423.262. El 93
por ciento del electorado concurrió a las urnas.
No obstante, en Caracas, Larrazábal había ganado más de cinco a uno,
y durante dos días, el 8 y 9 de diciembre, Caracas fue una vez más esce- 1
nario de serios disturbios, al intentar sus partidarios anular el resultado
nacional. Pero el propio Larrazábal hizo un llamado a la calma, y la ciu
dad pronto recobró la normalidad. A comienzos del años siguiente,
inmediatamente después de llegado al poder en Cuba, Fidel Castro reali
zó una visita triunfal a Venezuela, y los habitantes de Caracas le hicie
ron saber claramente lo que pensaban de Betancourt. Años más tarde,
Castro recordaba la escena:
4Arthur Schlesingcr Jr., A Thousand Days: Joh n F. Kennedy in the White H om e , p. 660.
*Ibid, p. 658.
El at endiente de Rómulo Betancourt
Unos dias después, un grupo de estudiantes que realizaban manifesta
ciones en las calles de Caracas en apoyo de sus reivindicaciones tam
bién fue atacado en forma violenta, y varios de ellos resul
taron muertos.
Al mismo tiempo, un grupo de campesinos del Estado de Aragua ini
ció la ocupación de tierras y fue violentamente reprimido por
la Guardia Nacional. En la lucha pacífica en apoyo de sus peti
ciones ios obreros trataron de realizar manifestaciones y aun
mítines pacíficos bajo techo, pero fueron violentamente atacados,
como ocurrió en Lagunillas, donde los sindicatos y el aparato repre
sivo de Acción Democrática atacaron un mitin de trabajadores del
petróleo, y resultaron heridos varios dirigentes del Partido
Comunista.
En la propia Caracas, un grupo de estudiantes que, junto con tra- 1
bajadores e intelectuales, realizaba manifestaciones en las calles a
favor de la Revolución Cubana fue violentamente atacado, y
hubo varios muertos y heridos.
Todas las manifestaciones del pueblo fueron violentamente
reprimida s«e.
En otra entrevista en 1967, Bravo se reñrió a estos mismos puntos:
»Hay que reconocer que Betancourt formuló una estrategia clara
mente ofensiva contra la revolución y el pueblo. Desde un comienzo,
se alió a los círculos más reaccionarios del Alto Mando M ilitar, de la
oligarquía y del imperialismo norteamericano. Gracias a estas
alianzas pudo iniciar una ofensiva contra el movimiento popular.
Pero Betancourt no logró destruir el movimiento revolucionario.
Las masas habían aprendido su lección y estaban decididas a con
tinuar la lucha. Debemos agregar a esto algo que tiene una impor
tancia vital: en América Latina un movimiento patriótico de libera
ción, encabezado por Fidel Castro, había derrocado al dictador
Batista, derrotado a su ejército, y llegado al poder. Bajo esta te
rrible influencia, el pueblo venezolano rápidamente inició su pro
pia lucha armada. L a influencia de la toma del poder por el pue-.
blo de Cuba fue importante no sólo para nuestro país sino que para
todos los países de América Latina*7.
Moisés Moleiro, dirigente del m ir — partido que se había separado de
Acción Democrática y que era partidario de la guerra de guerrillas— se
refirió a un punto similar al ser entrevistado algunos años más tarde:
»E1 ejemplo de la Revolución Cubana no sólo influyó en el nacimiento
del m ir , sino que además cambió toda la estructura política de Amé-
*Mario Méndez Rodríguez, «Venezuela empuña las armas«, Sucesos (México) 17 de diciem
bre de 1966.
7Avec Douglas Bravo , pp. 41-2.
■31
G ott / L a » guerrillas en Am érica Latina
9Augusto Velardo, «Entrevista con el dirigente máximo del m ir Moisés Moleiro«, ¿Por
Qué? (México) 8 de mayo de 1968.
9Véase el capítulo sobre Perú, p. 410.
132
£ 1 ascendiente de Rómulo Betancourt
,0Rangel más tarde declaro a un periodista: «Betancourt había traicionado todos sus prin
cipios. Al comienzo se alió con la Izquierda, pero después de San José se volvió hacia la de
recha. Vo podía llegar a aceptar la Declaración de San José, siempre que él nacionalizara el
petróleo y empleara el dinero para financiar la Reforma Agraria*. John Gerassi Latín
America — Thenext Vietnam, Viet Report, enero/febrero 1967.
“ Martz, Acción Democrática, pp. 180-2; y Moleiro, E l m ir en Venezuela, pp. 137-143.
XiE l rumbo hacia el socialismo: tesis política del mir y estatutos del partido. Resumido en
E l m i r en Venezuela, de Moleiro, pp. 147-151. Aunque el Pártido Comunista trabajaría
más adelante con el m i r , para esa época no recibió con mucho entusiasmo la escisión de Ac
ción Democrática (P. 146). Según un observador, probablemente el Partido Comunista vene
zolano es más pequeño que el m i r (Problémes cTAmerique Latine, N° 6, p. 8).
u Martz, Acción Democrática, p. 182.
G ott / U i guerrillas en Am érica L a tía s
135
G o l! / L a s guerrillas en Am érica Latina
l7Manuel Cabieses Donoso, Venezuela Okey! Santiago: Ediciones del Litoral, 1963, p. 184.
,0Sc produjeron manifestaciones izquierdistas en Caracas luego que Venezuela rompió reía- .
dones diplomáticas con Cuba el n de noviembre de 1961.
■37
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo tres
El com ienzo d e la s g u e r r il l a s
«Cuando nos fuimos a las montañas por vez primera estábamos bastante prendados de
la idea que nuestra guerra iba a ser una guerra ai estilo cubano» o muy parecida a la
guerra de guerrillas cubana. Pensábamos que la solución a nuestros problemas se
hallaba a no más de dos o tres años de distancia» y que las guerrillas iban a resolver
los problemas de la revolución venezolana a corto plazo*.
Luben Petkoff
‘ Manuel Cabieses Donoso» Venezuela Okeyt Ediciones del Litoral, Santiago de Chile,
1963, pp. 221-3.
^Mario Menéndez Rodríguez, «Venezuela: Douglas Bravo*, Sucesos (México), 24 de
diciembre de 1966.
E l comienzo de tac guerrillas
’ EI frente de Yaracuy era comandado por Luben PetltofT, hermano de Teodoro Petkoff,
connotado dirigente comunista encarcelado en 1961.
4El frente de Lara estaba bajo el mando de Lunar Márquez y de Argiñno Gabaldón.
*39
Gott / L a s guerrilla* en Am érica Latina
140
E l comienzo de la* guerrillas
Uno de estos grupos estables fue el frente guerrillero José Leonardo Chin-,
nos, encabezado por Douglas Bravo6. A pesar de¡ que fue capturado y
encarcelado a fines de 1961, logró escapar en marzo de 1962 y volver al Es
tado de Falcón. / •
6José Leonardo Chirinos fue e! líder de una revuelta de esclavos que tuvo lugar en la mis
ma zona en 1795.
7Fue encarcelado porque estuvo comprometido en el asesinato del Teniente Coronel Car
los Delgado Chalbaud en 1950. Delgado Chalbaud, era el presidente de la junta militar de
Pérez Jiménez que en 1948 derrocó al presidente Rómulo Gallegos, de Acción Democrática.
*Un año después, el 15 de septiembre de (963, Ojeda escapó espectacularmente de la pri
sión de Trujillo, junto con Luben Petkoff y Gregorio Lunar Márquez, y lograron reunirse
con una guerrilla.
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
«Esta lucha armada, que es parte esencial del camino que hemos ele
gido, no es sólo el producto de los deseos y las preocupaciones de
una generación alimentada en el sacrificio y endurecida por las lu
chas cuotidianas, sino que también es el resultado de condiciones
objetivas, claras y precisas. Es, ante todo, la expresión de una situa
ción intolerable que nadie, por muy insensible que sea, puede mi
rar con indiferencia. Todos habríamos preferido que la suerte de
Venezuela se decidiera por la vía pacífica, por medios no militares,
porque esa solución habría evitado la pérdida de vidas valiosas y
la destrucción de herramientas y recursos que podrían utilizarse
para el progreso y el desarrollo. Pero desgraciadamente las clases
dirigentes han impedido esto por todos los medios a su alcance. A
nuestro pueblo no le queda otro camino que la violencia, el domi
nio de los métodos empleados por ellas a fin de alcanzar nuestra sa
grada meta. Sabemos que esta lucha es dura y difícil, larga y comple
ja , pero aún así no escatimamostesfuerzo por llevarla a su fin, por
que confiamos en que esto traerá consigo la paz, la calma y la tran
quilidad. Además, traerá consigo una solución integral de los inmen
sos problemas de la vida nacional que corroen el alma de nuestro
pueblo.
Hoy Venezuela es un volcán en erupción. Es un país sembrado de
combatientes revolucionarios, estremecido por una severa crisis
que polariza la lucha en dos grandes corrientes, dos bandos opues
tos: por un lado, aquellos grupos que defienden el progreso, la li
bertad y la justicia. Por el otro, los grupos conservadores, colonialis
tas y opresores. No es, como lo han pretendido muchos tanto den
tro como fuera de nuestras fronteras, un problema de inspiración
comunista, lo cual necesariamente limitaría ideológicamente la
solución; todavía menos es un problema de lo que se ha dado en lla
mar la im portación de la revolución cubana« o e! traslado a nues
tro país de los métodos, fórmulas y procedimientos utilizados por*
142
E l comienzo de U i guerrillas
144
E l comienzo de las guerrillas
«Hoy ocupo una humilde posición entre los hombres que luchan por
una nueva vida sin la apremiante angustia de la persecución y la
miseria. Lo que hago es continuar algo que una vez formó parte de
tu vida y por lo cual tú también fuiste perseguido. En ningún mo
mento me he apartado de tus enseñanzas en el sentido de hacer fren
te resueltamente a los dictadores. Es cierto que ahora estamos en
bandos diferentes, pero me siento orgulloso de ocupar el lugar
que me has legado... Hay miles de soldados y de policías que dia
riamente cometen todo tipo de tropelías contra el pueblo. ¿Necesi
tan realmente una fuerza militar tan grande para luchar contra
»un pequeño grupo de lunáticos»? Sabes que la llamada «Opera
ción Torbes« se realiza a una escala tan grande que hasta partici
pan en ella oficiales del ejército colonialista de los Estados Unidos
y miembros de la c í a , pisoteando nuestra soberanía nacional y el
mejor legado de nuestros Libertadores... Se comprende que no se
diga la verdad pero tú y todo el mundo sabe que han desertado mu
chas tropas del gobierno, y varios soldados y oficiales se han ne
gado a luchar contra sus hermanos de armas.
Es bien conocido el hecho que han renunciado decenas de miembros
de la Policía Municipal y que han habido casos graves de indis
ciplina en organismos tales como el Digepol y los grupos arma-
14Dos años después, al dejar su cargo Betancourt, José Saher fue indultado y su padre lo en
vió a Londres a terminar sus estudios en economía. Sin embargo, retornó a Venezuela, a
las guerrillas. A comienzos de marzo de 1967, fue herido en un enfrentamiento con el ejér
cito en el estado .de Miranda, cerca de Caracas, y fue muerto dos semanas más tarde. Su
cuerpo fue entregado a su padre para ser enterrado en la propiedad familiar de Falcón.
Véase artículo por Barnard L. Collier, New York Times, 26 de marzo de 1967.
145
G ott / L a » guerrillas en Am érica Latin a
Otro grupo guerrillero que alcanzó cierta importancia fue el que operaba
en el Estado de Lara bajo el nombre de »Simón Bolívar*, y que estaba
dirigido por Tirso Pinto y Germán Lairet, ex dirigente de la Juventud Co-
^ munista. M ás tarde este grupo caería en la inactividad, obededendo las
directivas del Partido.
Aunque existían grupos guerrilleros en la mitad de los estados del país,
repartidos en casi veinte frentes, la falta de algún tipo de comando unifi
cado los hacía excepcionalmente vulnerables frente a los ataques del ene
migo16. En especial existía poco contacto entre las guerrillas rurales y las
Unidades Tácticas de Combate ( u t c ) que operaban como guerrillas ur
banas, principalmente en Caracas.
Los que se vieron envueltos en esta temprana empresa guerrillera coin-
zciden en que estuvo mal planificada, y que las guerrillas en su mayoría
y estuvieron compuestas de estudiantes muy entusiastas pero que no es-
i!iClarín (Caracas) 12 de febrero de 1963, citado por M. Cabieses en Venezuela Okey, pp.
232-r
'"Regís Debray ha hecho el siguiente comentario sobre este período: »Repent¡ namente el
número de focos guerrilleros aumentó después de 1962; éste fue un crecimiento artificial
que no correspondía a un incremento real del movimiento guerrillero ni de su capacidad
ofensiva. En realidad, este crecimiento forzado —causa y efecto de la ausencia de un coman
do único— debilitó a las guerrillas. Este es quizás uno de los motivos de la tardanza de las
guerrillas venezolanas en erigirse en la vanguardia político-militar y en darse a sí mismas
un comando único (1966). En todo caso, esta proliferación espontánea y desordenada de fo
cos —compuestos de gente no entrenada, la mayoría de las cuales fueron aniquiladas en los
primeros meses— demuestra claramente que las guerrillas venezolanas no constituían un
movimiento unido, que actuaba de acuerdo a un madurado plan de acción. Entre los focos
que sobrevivieron a la primera ola ofensiva (Faltón, Lara, Trujillo, Oriente) ninguno se
desarrolló con la suficiente rapidez y vigor como para catalizar la lucha de clases a su alre
dedor. De este modo, hasta hace poco, ninguno podía actuar como verdadero contrapeso de
los centros de poder dispersos que eran los partidos políticos existentes. La carencia'de un
comando único de la lucha armada, con una real autoridad e influencia, provoca la dis
persión de los frentes y esta dispersión a su vez retrasa el advenimiento de un comando úni
co* . Revolution in Ihe Revolutión? p. 79.
E l comienzo de tas g verríftu
»Desde el punto de vista militar, nuestro error más grave fue ser de
masiado arriesgados. Aunque hablábamos todo el tiempo de una
guerra prolongada, en esa época empleábamos tácticas de choque,
como para un golpe. Queríamos derrocar a Betancourt en unas
cuantas horas, en una o dos batallas. Esto daba como resultado de
rrotas de vasto alcance, y nos impedia dedicarnos a construir un
ejército guerrillero. Estábamos destinando demasiadas fuerzas a
una lucha sin esperanzas*17.
Hacia fines de 1962, no obstante, luego que la mayoría de los focos gue
rrilleros había sufrido importantes reveses, dos o tres de ellos comen
zaron a reagruparse, a consolidarse, y a adquirir en forma gradual algu
nos signos de estabilidad, especialmente en los estados de Portuguesa y
Falcón. El grupo que operaba en Humocaros, por ejemplo, fue derrotado,
pero Argimiro Gabaldón emprendió la tarea de organizar un nuevo
movimiento en Lara. Con estas nuevas guerrillas y los restos de las anti
guas se formó el Ejército de Liberación Nacional, inspirado en su homó
nimo argelino.
Aunque las guerrillas incluían a comunistas, también jugaban un papel
importante los militantes del m ir y del u r d . Y un factor que tuvo suma
importancia fue el que se incorporaran a las guerrillas miembros pro
gresistas de las Puertas Armadas. El año 1962 presenció dos levantamien
tos militares importantes contra el gobierno de Betancourt que signi
ficaron la incorporación de oficiales nacionalistas a las filas guerrilleras.
E l 4 de mayo de 1962, un capitán de la armada venezolana, Jesús Teodoro *
Molina, con la ayuda de 450 infantes de marina, se apoderó de la impor
tante base naval de Carúpano, a unos 400 kilómetros al este de Caracas.
Transmitió el siguiente manifiesto »a las fuerzas armadas, al pueblo y a
la nación*:
»47
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
148
E l comienzo de las guerrillas
‘^Citado en'un discurso ante el Senado de Venezuela por el Senador comunista, Pompeyo
Márquez, y reproducido en La Batalla de Carúpano: Venezuela en pie de lucha (Praga
¿1963?)-
G ott / L m guerrillas en Am érica L au n a
*5°
E l o o a ie im de k s guerrillas
No hay que figurarse, no obstante, que estas revueltas eran sólo simples
cuartelazos. Provocaron honda repercusión en todo el país. El 6 de junio
de 1962, la Cámara Baja del Congreso venezolano aprobó una moción
que establecía que los levantamientos militares eran un
■51
G ott / Las guerrillas en Am érica Latin a
revolucionarios tuvieron que detenerse a ineditar ciertos problemas
nuevamente. Debray explica que
»Los revolucionarios venezolanos'parecen haber aprendido con este
revés la lección de que no se le puede confiar al Ejército, y ni siquie
ra a sus elementos más decididos y políticamente conscientes, un
papel demasiado importante en la revolución a causa, de la resisten
cia que hay que vencer en muchos oficiales y suboficiales que to
davía están dominados por su formación^ militar: por ejemplo, su
renuencia a mantener el secreto (el compañerismo militar o la soli
daridad de casta a menudo prima sobre las desavenencias polí
ticas) o a dejar de lado el concepto del honor militar —en resúmen,
a adquirir la humildad revolucionaria. Así, los rebeldes de C am
pano se negaron a retirarse a los campos petrolíferos que lindan
con El Tigre —donde habrían estado a salvo de los bom
bardeos— y a dispersarse a fin de conservar cuadros para el futuro
ejército del pueblo... porque esto habría significado, ceder ante
las tropas del gobierno**24.
cibid.
*52
L a s Fuerzas Arm adas de Liberación N acional
gido por traidores, no presenta una voz propia, no presenta una voz
venezolana. Su gobierno sigue desvergonzadamente ios dictados
de su nuevo amo, e hipoteca y compromete nuestra soberanía cada
día más, en desmedro de nuestras trkdiciones más sagradas**25.
• f ’ 1
Aunque no había sido oficial de Ejército, el jefe del Frente E l Chaval en
el Estado de Portuguesa, Ju a n Vicente Cabezas, se preocupó de igual for
ma de mostrar su amistad hacia el Ejército26. Al enterarse a mediados
de agosto de 1962 que las tropas planeaban atacar su escondite en la
montaña, envió el siguiente telegrama al comandante en jefe:
Capitulo cuatro
L a s F u e r z a s A rm a d a s de L ib e r a c ió n N acio n al 1963
co n sid era n d o :
Que el actual gobierno ha traicionado los principios fundamentales
por los cuales fue elegido, colocándose al margen de la doctrina demo
crática y violando la Constitución Nacional,
Que la política oficial ha llevado al país a una grave crisis que rompe la uni
dad y la paz de la familia venezolana y amenaza las bases mismas de
la soberanía e independencia nacionales,
Que la violencia desatada amenaza en transformarse en guerra civil si se
permite que la actual camarilla gobernante se mantenga en el poder,
valiéndose de elecciones fraudulentas,
L a s Fu erzas A rm adas de Liberación N acional
1El artículo 250 de la Constitución de 1961 dice: «Esta Constitución no perderá su vigen
cia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogada por cualquier otro medio, dis
tinto del que ella misma dispone. En tal eventualidad, todo ciudadano, investido o no de
autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia*.
'Manuel Cabieses, Venezuela Okey , pp. 277-9.
1 55
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
1.56
L a s Fuerzas Arm adas de Liberación Nacional
a la Nación Venezolana:
Cuatro años de gobierno despótico han llevado al país a una situación
catastrófica, a una división franca y criminal dentro de la familia ve
nezolana y a una ruptura entre los basamentos viejos y prostituidos
de las instituciones que mantienen al régimen actual y los sublimes y
renovadores sentimientos de liberación y soberanía qup susten
tan millones de venezolanos.
Esta ruptura y antagonismo irreconciliables entre un puñado de go
bernantes y la mayoría del país imprime su señal abrumadora en todo,
a todos los niveles de nuestra sociedad.
‘ 57
G o tt / L a i guerrillas en Am érica L atin a
> 5»
ión N acional
* Programa de Acción del Frente de Liberación Nacional. La única versión de éste que he po
dido encontrar es la publicada por el London Committee o j the National Liberation Front
o f Venezuela (Comité de Londres del Frente de Liberación Nacional de Venezuela) n.d.?
1964.
G o t t / L a s guerrillas en Am érica Latina
»a todos para que trabajen entre los soldados, las clases altas, los oficia
les, la guardia nacional y la policía para que neutralicen la acción
represiva. Deben comprender que están respaldando una causa
innoble y antidemocrática. Hay que solicitarles que no disparen
contra el pueblo. Hay que solicitarles que se unan a la lucha contra
el gobierno y estén del lado del pueblo**.
El programa propiamente dicho del f l n era el siguiente:
«El Frente de Liberación Nacional debe decir lo siguiente: la tarea
consiste en devolverle a nuestro país su riqueza básica. L a política
L a s Fuerzas A rm adas de Liberación N acional
*Venezucla depende totalmente del petróleo —y cada día depende más. En 1945, el petróleo
contribuyó en un 92 por ciento a las divisas extranjeras de Venezuela, en un 31 por ciento a
su presupuesto, y empleó sólo el 8 por ciento de la fuerza laboral. En 1962, el petróleo re
presentaba el 92 por ciento de los ingresos externos (la misma cifra que en 1945), el 63 por
ciento del presupuesto (más del doble) y sólo el 1.4 por ciento de la fuerza laboral. Mien
tras tanto la cesantía había aumentado del 6 por ciento en 1955 al 17 por ciento en 1962 (y al
20 por ciento en la actualidad) (1966). A los precios actuales del mercado mundial, las ga
nancias del petróleo, si éste fuera de propiedad nacional y distribuido por la nación, po
dría dar a cada familia venezolana (considerándola integrada por seis miembros) un ingre
so garantizado de $3.000 John Gerassi. »Latin America-the next Vietnam" Viet-Report,
enero-febrero, 1967.
G ott L a s guerrillas en Am érica Latina
165
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo cinco
L a lu ch a u r b a n a ; la s ele c c io n e s y d e spu és
A pesar de tocios los reveses de 1962, las diversas fuerzas que componían el
fa ln / fln habían estado bastante activas en los meses que precedieron
al acuerdo de establecerlas, que finalmente se firmó en febrero de 1963.
Se puso especial énfasis en el sabotaje a las instalaciones norteameri
canas. Como represalia a la presión norteamericana sobre Cuba duran
te la crisis de los cohetes en octubre de 1962, cuatro estaciones de energía
eléctrica de la Creóle Petroleum Corporation (subsidiaria de la Standard
Oil y controlada por e e .u u ) fueron destruidas por saboteadores el 27 de
octubre. Una semana más tarde provocaron la explosión de cuatro
eleoductos, pertenecientes a Mobil Oil, a Texas Oil y a una subsidaria
venezolana de la Gulf.
En febrero de 1963, prosiguiendo con sus actividades antinorte
americanas, las fuerzas revolucionarias incendiaron el inmenso depósito
de Sears Roebuck en Caracas, provocando daños calculados en dos millo
nes y medio de dólares, y en junio las oficinas de la Misión M ilitar de E sta
dos Unidos tuvieron el mismo destino.
Pero no todos los ataques del fa ln fueron contra la propiedad privada.
Durante el año participaron en una cantidad de hazañas espectaculares,
destinadas principalmente a atraer la atención hacia su existencia y a la
causa por la cual luchaban. Aun antes del acuerdo del 20 de febrero, ha
bían entrado en acción con fines publicitarios. El 16 de enero irrumpieron
sorpresivamente a una exposición titulada «Cien Años de Pintura F ra n
cesa^ que se realizaba en el Museo de Bellas Artes de Caracas, llevándose
L a lucha urbana; las elecciones y después
168
L a lucha urbana; las elecciones y después
*EI N ew York Times comentaba: »Aun cuando se pensaba que se habría recibido de
Cuba otros envíos de armas, el depósito descubierto en la península de Paraguaná es el único
caso confirmado de esta actividad en el hemisferio. Representa el primer caso de evidencia
corroborada a una escala importante de las actividades subversivas cubanas en América La
tina. El informe señala la primera vez que Cuba ha sido acusada de un acto especifico de
agresión por un organismo de la o e a « .
%Avec Douglas Bravo , p. 43.
1 69
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
Pero ese mismo mes, Pompeyo Márquez fue capturado por la Digepol y
encarcelado6. De allí en adelante los comunistas comenzaron a desplazar
se gradualmente hacia una posición contraria a la lucha armada. Lo que
en 1964 comenzó como una simple crítica de la política en relación con las
guerrillas como la forma principal de conducir la lucha política contra el
régimen, se transformaría en 1967 en una oposición franca a la idea de con
fiar de algún modo en las guerrillas. En un mensaje al pueblo venezolano
publicado por el Comité Central del Partido en mayo de 1967, se puso
énfasis en que el término de la lucha. Era algo que se podía negociar con
el gobierno:
'7'
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
* Mensaje del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela al pueblo venezolano ,
mayo de 1964. Citado en «Itinerario de una Traición*, Punto Final, N® 45, 2 de enero de
1968. Sin embargo 1964 fue una época muy confusa con auténticas divisiones dentro de las fi
las comunistas. £duardo Gallegos Mancera, por ejemplo, miembro de la Comisión Polí
tica que en agosto encabezó una delegación del Comité Central a Pekín, le expresó a los chi
nos que »La lucha armada es la principal forma de lucha actualmente en Venezuela...
Nuestro Partido ha llegado a una decisión definitiva sobre este problema. Empleamos la
violencia revolucionaria contra la violencia contrarrevolucionaria. Estamos decididos a
conquistar la libertad. Las vías legales de liberación están todas bloqueadas, y tenemos
que empuñar las armas y proseguir la lucha. Sólo a punta de fusil podemos obligar al impe
rialismo de e e .u u . a abandonar Venezuela, la que considera como rico botín*. Citado en
Armed struggle — the mam jorm of struggle in Venezuelan Revolution, Peking R eview , 4 de
septiembre de 1964.
10Avec Douglas Bravo, p. 44.
L a lucha urbana; las elecciones y después
^Cualquiera que hubiera ido a los frentes rurales antes de las eleccio
nes podría dar testimonio de la estrategia de Douglas Bravo en
Falcón, y de Urbina y Gabaldón en Lara: la lucha guerrillera en
profundidad, que tomaba más bien formas políticas que milita
res. L a creación paciente de células de apoyo entre los campesi
nos de cada caserío o pueblecito, la tarea diaria de propaganda
y contactos, el cultivo de nuevas tierras en la selva, la campaña
metódica para lograr la alfabetización entre los combatientes
y los campesinos, las redes de abastecimiento y de información;
toda esta labor de organización política culminó con la
creación de una base revolucionaria fija con su escuela, su propia
jurisdicción y su propia central de radio (ya establecida en
Falcón*12.
Este estado de confianza que parece haber prevalecido en las áreas ru
rales era muy distinto al derrotismo existente en las ciudades. En
julio de 1964, en el Distrito de Bachiller en el Estado de Miranda,
apenas a una hora de camino hacia el este de Caracas, un nuevo foco gue
rrillero entró en acción. L a zona, escribe Debray, »había sido objeto
de acciones clandestinas (instalación de una infraestructura social,
económica y política sobre la base de las condiciones existentes),
mucho antes de la iniciación del centro guerrillero propiamente
tal*13.
Posteriormente, »una importante ofensiva militar, acompañada de
incursiones desde B 2 5 , fue lanzada contra todas las zonas guerrilleras,
después de la cual el Gobierno una vez más anunció la liquidación de
»bandas de civiles armados*. Pero el hecho es que los frentes no sólo se
,4John Gerassi, Latín America —the next Vietnam, Viet Report (New York), enero/feb.
1967. Si el f a i .n se hubiese planteado la pregunta «¿Quién es nuestro verdadero enemigo?»
L a lucha urbana; las elecciones y después
continúa Gerassi, «habría llegado rápidamente a la conclusión de que no eran los «pacos*.
£1 enemigo de Venezuela, según el raciocinio del f a l n , ni siquiera puede ser Betancourt
o Leoni, puesto que estos hombres son títeres de la dominación económica norteamericana.
La única respuesta, por tanto, tenía que ser: Estados Unidos. «Se necesitaron largas dis
cusiones para que finalmente lo manifestáramos en voz alta*, me dijo un representante del
fa ln en Londres hace unos meses, «Siempre lo habíamos sabido, pero nos era difícil acep
tar nuestra propia lógica. Si decíamos que nuestro verdadero enemigo era Estados Uni
dos y que por lo tanto nuestro lema debería ser «mate un norteamericano al día*, y lo ponía
mos en práctica, temíamos perder el apoyo del movimiento radical norteamericano. Aho
ra sabemos que los radicales norteamericanos no van a hacer jamás la revolución por noso
tros, no pueden hacerla, pero necesitábamos el ejemplo del pueblo vietnamita para que,
movidos por un sentimiento de vergüenza, llegáramos a aceptar nuestras propias conclu
siones* .
Gott / L as guerrillas en Am érica Latina
l7Citado por James D. Cockcroft y Eduardo Vicente en Venezuela and the faln since
Leoni. Moníhly Review, noviembre de 1965.
17 7
G o tt / L a * guerrilla* en Am érica Latin a
.78
G uerrillas versus Comunistas
^Resoluciones del Séptimo Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Vene
zuela, publicado en Principios, (Santiago de Chile) N° 5, julio-agosto 1965. Sobre este mis
mo tema véase además un documento del f a l n titulado Our Errors , publicado en Studies
on the Left, noviembre de 1964.
Capítulo seis
G u e r r il l a s v e r s u s c o m u n is t a s
‘Carta de Douglas Bravo al Comité Central del Partido Comunista de Venezuela, octubre
de 1965; citada en Hacia el poder revolucionario de Fabricio Ojeda, p. xnt.
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Continuaba luego con una crítica a los partidos políticos que ante
riormente apoyaron a las guerrillas:
*Carta de Douglas Bravo, op. cit. pp. Una versión francesa de esta carta aparece
x ii -x x i .
en Arec Douglas Bravo dans les maquis rénézuéhens, \1 áspero, 1968.
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
3Documento con fecha 7 de noviembre 1965 y citado por Fidel en un discurso pronunciado
en la Universidad de La Habana el 13 de marzo de 1967. También leyó un documento seme
jante preparado por Guillermo García Ponce.
G u errillas versus Com unistas
4Se pueden encontrar mayores detalles de esta reunión en H ada el Poder revolucionario ,
p. xxn de Fabricio Ojeda.
9£1 texto completo del Manifiesto de Iracara aparece en Avec Douglas Bravo dans les ma
quis vénézueliens , París Maspero, 1968.
>85
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
de sus hombres para que hostilizaran a Bravo6. Sin ser de hecho expul*
sado del Partido, Bravo fue suspendido de su cargo dentro de la C o
misión Política.
Disgustado por este trato a su compañero de Armas, Fabricio Ojeda le
escribió a la Comisión Política del Partido Comunista hacia fines de
mayo de 1966, diciéndole lo siguiente:
«Colmado por una nueva forma de pensar, con mis ideas modeladas
por casi tres años de permanencia continua en las montañas, donde
el aire que se respira es completamente distinto al de la ciudad, qui
zás me haya colocado en una posición idealista. Puesto que no exis
ten diferencias de opinión de ningún tipo entre nuestras unidades
guerrilleras, ya que no tenemos tiempo para largas teorizaciones y
ocupamos la mayor parte de nuestro tiempo en asuntos prácticos,
planificando formas de extender la influencia revolucionaria a nue
vas áreas a fin de enfrentar en forma más eficaz al enemigo común,
burlar el bloqueo permanente, etc., creí que aquí (en la ciudad) los
*Fecha de la caída de Pérez Jiménez en 1958, provocada por la Junta Patriótica enca
bezada por Fabrício Ojeda.
,0Fabricio Ojeda, Hacia el Poder Revolucionario* p. xxiv. La Charneca es un famoso
barrio obrero de izquierda de Caracas.
.87
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
"C arta del 17 de mayo de 1966, citada por Fabrício Ojeda en H ado el poder revolu
cionario, pp. vi y vil.
i 88
G u errillas versus Com unistas
Comité Central, en otros partidos miembros del fln en las unidades urba
nas del FALN.
Se inida ahora el período de clariñcadón ideológica y de redefinición del
camino revoludonarío. Hay un factor temporal desfavorable en esta
situación que nos coloca en una posición difícil: y éste es el problema
finandero. L a Comisión Política ha estado a cargo de este aspecto.
Hasta aquí toda la ayuda al movimiento revoludonario se ha centrali
zado en ese organismo, y se ha utilizado de acuerdo con su política, es
dedr, la estrangulación económica de los focos guerrilleros...
L a moral de nuestros combatientes es alta y permanecemos inque
brantablemente firmes. Estamos conscientes de las dificultades actua
les, pero estamos seguros de que las superaremos tan pronto como sea
posible. L a verdad prevalecerá entre los escépticos, y traerá consigo
una llama que resplandecerá en nuestro horizonte. ¡Nada de retrocesos,
ni siquiera para darnos nuevo ímpetu!
Nuestro portavoz puede proporcionarle mayores detalles y aclarar
algunos aspectos.
Seguimos adelante, hacia la victoria. Lucharemos hasta vencer. Un
fuerte abrazo de su amigo, Fabricio Ojeda«13.
A las pocas semanas de haber escrito esta carta, Ojeda había muerto. A
mediados de junio bajó de las montañas junto con Douglas Bravo, para
discutir una vez más la situación con los dirigentes del Partido Comunis
ta. El 17 de junio fue capturado por miembros de la inteligencia militar
en una casa en La Guaira, en las afueras de Caracas. Cuatro días des
pués, el 21 de junio, según la versión dada por el gobierno, fue encontrado
ahorcado en su celda. Es casi seguro que fue asesinado.
L a muerte de Fabricio Ojeda fue un golpe inmenso para el movimiento
guerrillero, al producirse en un momento de máxima crisis interna.
Ojeda había desempeñado un importante papel en el derrocamiento de Pé
rez Jim énez, y desde entonces fue uno de los principales propulsores de la
necesidad de unión en las filas revolucionarias. Fue uno de los pocos vene
zolanos capaces de crear un movimiento revolucionario unido. Este se ha
llaba en proceso de desintegración antes de que lo asesinaran, pero su
muerte aceleró este proceso.
Capítulo siete
E l faln de D ouglas B ravo y L uben P etkoff
*Guevara le escribió a Fidel lo siguiente: «Otras naciones claman por la ayuda de mis mo
destos esfuerzos. Puedo hacer lo que tú no puedes por la responsabilidad que tienes como
lider de Cuba. Ha llegado el momento de separamos*. Citado por Fidel en un discurso, 30
de octubre de 1965.
193
G ott / L a s guerrilla* en Am érica Latin a
*94
El f a l n de Douglas Bravo y Luben Petkoff
Vemos la solidaridad internacional de dos maneras: conside
ramos que cuando algún país amigo nos brinda apoyo material o
moral, cuando un pueblo nos ayuda; también los estamos ayu-
lando cuando utilizamos esta ayuda en forma eficaz. Cuando ata
camos al enemigo, cuando atacamos el ejército títere, estamos res
paldando a los que nos ayudan, a los movimientos de liberación na
cional, no sólo en Latinoamérica, sino en tres continentes. Esta
mos seguros que estamos contribuyendo a la victoria de los pue
blos del mundo sobre el imperialismo norteamericano y todas las
demás formas de imperialismo*.
Bravo luego pasaba revista a toda la historia de los últimos ocho años,
y llegaba a la conclusión que el gran fracaso de la Ju n ta Patriótica
h ab ía sido su incapacidad para formar su propio ejército. Por lo tanto
es esencial que los pueblos del mundo que luchan por su libertad, es esen
c ia l, digo, que creen una unidad armada.
H ay dos qemplos de movimientos recientes de liberación que pueden
ilu strar cale hecho, y cuya experiencia fue útil para la creación del faln
en Venezuela. Temprano en la mañana del 23 de enero de 1938, un mo
vimiento conjunto del pueblo y oficiales patriotas del ejército derroca
ro n al gobierno dictatorial de Pérez Jim énez. El pueblo salió a las
calles. Ochocientas mil personas se apoderaron de las calles de C ara
cas. E l pueblo recobró su libertad. Los sindicatos se lanzaron adelan
te; un movimiento masivo sin precedentes se extendió por todo el
195
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Industrialización.
Industrialización de acuerdo al nivel de desarrollo que exige nuestra
sociedad; industrialización que permita que nuestros recursos
naturales, especialmente el petróleo y el hierro, sean controla
dos por los venezolanos; industrialización que permita la di-
versificación de la producción y no sólo la monoproducción,
como sucede ahora. El hecho es que con la producción de petróleo y
hierro, se han debilitado grandemente otras formas de pro
ducción, especialmente la agricultura.
Reforma Agraria.
L a Reforma Agraria exigida por el fln - faln , por el movimiento de
liberación, será aquella que destruya verdaderamente la estruc
tura feudal del país, que dé las tierras a los campesinos, les otorgue
créditos suficientes, atención médica y maquinarías o que rompa
la vieja estructura feudal del país y libere las fuerzas que lleva
rán a cabo la industrialización y abrirán nuevos mercados.
Queremos que nuestra reforma agraria destruya la vieja estructura
feudal: actualmente el 71.6% de los agricultores posee sólo el 2%
de la tierra, mientras que el 1.5% de los latifundistas o dueños de
predios agrícolas posee el 78%. M ás del 70% de la, tierra en Vene
zuela está en manos de una minoría, mientras que la gran mayo
ría del pueblo venezolano posee menos del 2.5% de la tierra.
Nuestra reforma agraria tiene por objeto producir cambios radi
cales y justos en esta estructura.'
Política Internacional.
Estos gobiernos antipatrióticos que han limitado la libertad inter
na, y atacado continuamente al pueblo, han llevado a cabo una
política internacional totalmente sujeta al imperialismo
norteamericano. No han podido hacer la más pequeña demos
tración de las características tradicionales del patriotismo ve
nezolano; han seguido constantemente a los Estados Unidos, y
hasta han llegado a condenar los movimientos de liberación de
otros países. Durante muchos años el gobierno de Venezuela
adoptó una posición injusta, inaceptable y antipatriótica res
pecto a la revolución en Argelia; en el caso de la Revolución
Vietnamita, el gobierno venezolano apoya abiertamente al go
bierno de Estados Unidos; en el caso de la independencia de la
Guayana Británica, el gobierno venezolano está asumiendo
una actitud chapucera de entreguismo a los monopolios nor
teamericanos. En general, la política internacional es mane
jada en forma directa y total desde Washington, desde Estados
Unidos; ni el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela
ni el Presidente de la República tienen libertad para expresar
una opinión respecto a política internacional».
Capítulo ocho
C o m u n is t a s v e r s u s F id e l
19 7
G o tt / L a s guerrillas en Am érica Latina
19 9
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
200
Com unistas versus Fidel
’Juan Rodríguez, The New m the política! Une o/ the Communist Pariy o f Venezuela.
World Marxist Review, septiembre 1967.
20 1
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
202
Com unistas versus Fidel
8Juan Rodríguez, *The N ew in ihe Political line 0/ the Communisl party o f Venezuela*,
W orld M arxist Review, septiembre de 1967.
203
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
»
Capítulo nueve
¿U n desenlace C omunista ?
204
¿U n desenlace comunista?
205
G ott / Las guerrillas en Am érica Latin a
206
¿U n d o e n lic e comunista?
208
¿U n desenlace comunista?
»Yo diría lo siguiente: hay una reevaluación sincera y realista del mo
vimiento guerrillero. En el fondo, la guerra de guerrillas nunca
ha estado en el primer plano de nuestra lucha política, ni tam
poco ha sido el componente más importante de nuestra lucha ar
mada. Las batallas decisivas — las que pudieron haber significado
la victoria, o aquellas en que fuimos derrotados— se libraron en las
ciudades. En mi opinión, pudimos haber ganado si en 1962 hubié
ramos combinado adecuadamente la lucha armada en las ciudades
con levantamientos de militares patriotas y de revolucionarios. En
enero de 1962 estábamos cercanos a la victoria: la huelga de trans
portes en el Estado de Tachira creció en cuestión de días hasta
transformarse en una huelga nacional de obreros del transporte
que se combinó con un levantamiento popular en Caracas. En ese
entonces teníamos una organización eficaz en las fuerzas armadas,
la cual, si la hubiésemos activado, habría hecho muy posible la
victoria de la revolución.
Los levantamientos posteriores en el Ejército (aunque fueron las pri
meras insurrecciones verdaderamente revolucionarias en Vene
zuela durante este siglo) tenían pocas posibilidades de alcanzar la
victoria. No existía una situación específica al momento del levan
tamiento de Carúpano, ninguna agitación popular que pudo ha
ber contribuido a que se extendiera* Por lo tanto, estuvo lejos de ser
la chispa que hubiera inflamado al pueblo. L a lucha en Carúpano
fue relativamente breve, no se le proporcionó armas al pueblo,
y ninguno de los otros cuarteles se adhirió. L a situación fue distinta
en Puerto Cabello, la principal base naval, donde una batalla de tres
días se convirtió en un levantamiento popular que costó 50o vidas.
Allí se distribuyó armas a los guerrilleros que estaban en la pri-
209
G o tt / L a s guerrillas en Am érica Latin a
2 I0
¿U n desenlace com unista?
2 I 1
TERCERA PARTE
La violencia en Colombia
Capítulo uno
La v io l e n c ia y su legad o
2 12
L a violencia y su legado
4Eric Hobsbawn, »The revolucionary situation in Colombia**, The World Today , vol. 19
junio 1963. El partido que gobernaba en Colombia, el liberal, se dividió en 1946 en su ala
izquierda, dirigida por Gaitán y la derecha, dirigida por Gabriel Turbay. Esto significó la
elección de un Presidente conservador, el señor Ospina Pérez. Los liberales estaban reprc-
sentados en su gobierno, pero después que Gaitán obtuvo el control total de su partido,
Ospina Pérez, comenzó a socavar el bipartidismo existente. Poco antes de la conferencia
panamericana realizada en Bogotá en marzo y abril de 1948 retiró a todos los liberales
del Gabinete. Es prácticamente seguro que de haber vivido, Gaitán habría sido elegido pre
sidente en 1949. inaugurando de este modo una era totalmente nueva de la historia colom
biana. »En un sentido Jorge Gaitán pudo haber sido el Fidel Castro de Colombia. Su muer
te privó a la Izquierda colombiana de un líder auténticamente popular de alta categoría**.
Marcel Niedergang, L e Monde, 8 de febrero de 1966.
2*5
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
'Se incluye una relación de las actividades de Fidel durante el Bogotazo en Fidel Castro:
¿rebelde , libertador o dictador? de Jules Dubois, Buenos Aires: Editorial Gñjalbo, Argen
tina, 1959, pp. 18-23, y en The Cuban Siory, de Herbert L. Matthews, Nueva York, 1961, pp.
140-4.
»En el momento en que Gaitán caía en la acera, un vendedor de lotería se precipitó so
bre el asesino. Otro hombre corrió desde un café cercano e hizo pedazos una silla en la ca
beza del asesino. En un instante se congregó una multitud alrededor del asesino, y literal
mente lo mataron a patadas, desfigurándolo en tal forma que sus facciones quedaron
irreconocibles por lo que hubo que identificarlo por los documentos que llevaba en su per
sona*. Vernon Lee Fuharty en Dance 0/ the Miltions: military rule and the social revolution
in Colombia , 1930-1956, University of Pittsburgh Press, 1957, p 100. Este es el mejor libro
sobre Colombia moderna; en realidad es uno de los grandes clásicos de la historia latino
americana.
L a violencia y su legado
*Robert J . Alcxander, Comunism in Latín America, Rutgers University Press, 1957, pp. 250-
1. Lo que faltaba naturalmente era una «dirección decidida*. Aun sí los comunistas se hu
bieran decidido a dirigir, organizar, controlar o «colocarse detrás* del Bogotazo, es dudo
so de que realmente contaran con los lideres para llevarlo a un desenlace revolucionario
victorioso. (Gilberto Vieira era el líder del Partido Comunista colombiano).
9El boicot liberal fue prácticamente total como lo demuestran las siguientes cifra» para
Bogotá:
Elecciones parlamentarías junio 1949
Conservadores Liberales
Elecciones parlamentarías junio 1949 20.000 63.000
Elecciones presidenciales Noviembre 1949 20.181 27
Capítulo dos
Los CO M UN ISTAS Y L A S R E P U B L IC A S IN D E P E N D IE N T E S
hicieron ricos, por lo que la «Viotá Roja se convirtió en un recuerdo y la Viotá verdadera en
una base para el carrerismo y el control burocrático*. Adolfo Gilly, «Guerrillas and
peasant republics in Colombia*, Monthly R eview , octubre 1965. Hay que recordar que
Gilly escribe desde un punto de vista trotskista' y que por lo tanto no tiene grandes simpa
tías por las actividades de los comunistas ortodoxos.
*Robert J . Alexander, Communism in Latín America, nota al pie de la p. 252.
*$egún un autor, aunque «pequeños cuadros del Partido Comunista trataban de penetrar
el movimiento guerrillero, la orientación democrática y cristiana del partido liberal y la
dirección débil de los comunistas impidieron una aceptación amplia de la ayuda comunista.
Los comunistas contribuyeron con literatura y procedimientos organizativos hasta un pun
to tal que el movimiento guerrillero se organizó de acuerdo a líneas clásicas desarrolladas
por Mao Tse-tung. Pero los líderes eran jóvenes liberales indiscutiblemente idealistas y
esforzados. £1 Partido Comunista trató de capitalizar la división social que existía en
Colombia y transformar la guerra en una lucha de clases. Pero, para su consternación, gran
parte de la lucha consistió en asonadas de liberales y conservadores tradicionales y en
bandidaje franco*. Russel W. Ramsey, «The Colombian Battalion in Korea and Suez*,
Journal o f Interamerxcan Studies, octubre 1967.
220
Los comunistas y las repúblicas independientes
TAlberto Gómez, «The Revoludonary Armed Forces of Colombia and their perspectives*,
World Marxist Review , abril de 1967. los comunistas de Latinoamérica siempre les agra
da citar el qcniplo colombiano a los críticos de izquierda que los acusan de no apoyar la
guerra de guerrillas. De ahí el énfasis en el hecho que «El Da vis* fue el «primer centro
importante de la lucha guerrillera* dirigido por los comunistas, es decir, mucho ames que
tuviera lugar la Revolución Cubana que convirtió la guerra de guerrillas en una estra
tegia totalmente común.
‘ Gilberto Vieira, «La Colombia á l’heure de Marquetalia*, Démocratie NouutUc, (núme
ro titulado «Oú va Mister Johnson?*), julio-agosto 1965.
‘ Un autor que ha escrito sobre la violencia ha presentado una descomposición de las muer
tes producidas en 1960 debidas a la violencia política, según la filiación política de las vícti
mas: Liberales, 611; Conservadores, 646; Comunistas, 6; filiación política desconocida.
22 I
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
1.468; total: 2.731. Alfonso Moneada Abello, Un aspecto de la violencia, Bogotá, 1963, p. 9.
Este libro tiene como fin revelar el papel de los comunistas en la violencia, pero el autor tie
ne aue confesar que no puede atribuirles toda la culpa —de ahí el título.
°Germán Guzmán, La Violencia en Colombia, pp. 161-2.
"Alonso Moncadb, Uh aspecto de la violencia , p. 354. El término «república indepen
diente* parece que fue popularizado por el hijo de Gómez, Alvaro Gómez Hurtado. No fue
usado por los guerrilleros.
222
L o s com unistas y las repúblicas independientes
«Como se sabe muy bien que por más de cinco años no han ha
bido disturbios ni ataques de ninguna especie contra nadie en
este territorio de Cauca Oriental, por parte nuestra o de las autori
dades municipales, está claro que vivíamos en paz y tran
quilidad, fuera de pequeños problemas que podrían haber
perturbado la paz, pero que en realidad eran de fácil solución.
Desde el 23 de Febrero, sin embargo, dos hogares campesinos
han sido brutalmente atacados, no en una riña privada, sino por
las Fuerzas A rm adas.. V * .
Quizás la figura más famosa que surgió durante este período fue
el jefe guerrillero, Ju a n de la Cruz Varela. Nació en Boyacá a comienzos
de siglo, por largo tiempo había sido un fírme gaitanista. Desde 1950
en adelante fue el jefe de la «república independiente" de Sumapaz,
situada al sur de Cundinamarca. En la década del sesenta abandonó
la lucha guerrillera y fue elegido miembro de la Cámara de Repre
sentantes. En un artículo que escribió en 1960 para la revista cubana
Bohemia , explica en parte por qué estas plazas fuertes de campesinos
armados en Colombia nunca lograron provocar a nivel nacional el im
pacto que provocó Fidel Castro en Cuba:
223
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
,4£ric Hobsbawm da como un »hecho« que «durante sólo cinco días de 1953 at término de la
guerra civil, 6,300 rebeldes depusieron las armas esto es una cifra considerable para fuerzas
irregulares**. Eñe Hobsbawm, The revolutionary situation in Colombia.
Lo s comunistas y las repúblicas independientes
225
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo tres
El m o ec y el fu ar
*En Colombia, donde todo el mundo habla en -forma tan natural de democracia re
presentativa y donde sólo existen dos partidos que comparten poder a medias duran
te años, la oligarquía ha alcanzado lo que podríamos llamar la cúspide de la demo
cracia. Se dividen en liberales y conservadores; cuatro años uno y cuatro años el
otro. Nada cambia. Estas son las democracias electorales*!.
Che Guevara
Discurso ante las Naciones Unidas
Diciembre 1964.
226
El m o ec y el fu ar
tipo mucho más decidido que lo que había existido jam as, se espar
ciría a las ciudades y se alcanzaría la revolución en Colombia en forma
muy similar a como se había alcanzado la revolución en Cuba. E l único
obstáculo en este esquema admirable fue que el m o ec demostró una fal
ta notoria de líderes, y además demostró una incapacidad total para
ponerse de acuerdo respecto de un programa político.
Los comunistas naturalmente eran contrarios a las actividades de
estos jóvenes revolucionarios, a quienes consideraban a lo más como
unos románticos, o de lo contrarío, como simples aventureros. Un com u
nista colombiano, Ramón López, explica la actitud del Partido durante
esta etapa:
. *
'
»Algunos grupos revolucionarios, en su mayoría compuestos
por jóvenes seducidos por ideas románticas acerca de la lucha
armada, se embarcaron en acciones armadas sin el apoyo activo de
los campesinos locales y en una época en que el gobierno no se ha
bía desacreditado lo suficiente a una escala nacional y en que
no se hallaba presente una serie de otros factores que facili
tan la lucha armada/
Los comunistas querían que todos los grupos de revoluciona
rios deseosos de emprender la acción guerrillera se formaran
una idea muy clara del enemigo para que se preparasen de con
siguiente. Los revolucionarios no tienen el derecho de cometer
un suicidio premeditado porque la derrota de cualquier grupo
— por una inadecuada preparación para, conducir las hostilida
des o un enfoque errado respecto de las masas— sólo contribuye a
desmoralizar al pueblo.
El enemigo, por el contrarío, quería que »la teoría de la lucha
armada a cualquier precios desarrollada por los revoluciona
rios románticos indujera a los combatientes revolucionarios sin
ceros y entusiastas, pero faltos de preparación adecuada, a em
prender una acción armada prematura. Porque esto permitiría
a los reaccionarios destruir a estos grupos combatientes, debili
tando de este modo la fe de las masas en la eficacia de la lucha
armada. Y esto ciertamente sucedió en seis ocasiones.
Por lo tanto cuando fue capturado, Bayer pudo alegar que sólo ac
tuaba en su calidad de médico. No se pudo probar que fuese guerrillero
y la causa fue sobreseída.
El triunfo más notable de este grupo fue la captura de una patrulla
*Ramón López, >*New stage ¡n guerrilla struggle in Colombia*, World Marxist fteviev\ fe
brero 1967.
* Clarín (Caracas) 19 de marzo de 1963; citado por Alonso Mortcádo en Vn aspecto de
la violencia* p. 430.
229
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
7 de septiembre de 1961.
Comandante Che Guevara,
L a Habana,
Cuba.
Estimado camarada:
Espero que la gran Revolución Cubana progrese cada día, porque
cada triunfo del pueblo cubano significa un estímulo para nuestro
pueblo y para los demás pueblos oprimidos del mundo,. para que con
quisten su propia libertad en todos los campos y contruyan la sociedad
socialista que tanto anhelamos.
El camarada Alfredo M arín le dará detalles sobre las prim eras
acciones y los propósitos de nuestra Revolución. También , le mos
trará algunos de nuestros documentos básicos, por ejemplo: E l C ó
digo Revolucionario, el Programa Mínimo y otros.
Los diversos grupos de izquierda se unen cada vez más alrededor
del Comando Nacional Guerrillero, integrado por representantes de
los grupos armados y de los movimientos de izquierda. De estos últi
mos, el Movimiento Gaitanista y el m o ec están realizando los mayores
esfuerzos para lograr esta gran unidad de las Fuerzas Revolucionarias.
El camarada Alfredo, portador de esta carta, es un miembro de este
Comando. Estamos conscientes de que la unidad es absolutamente
fundamental para el triunfo de la Revolución como lo ha reiterado y aun
exigido el camarada Fidel para que la Revolución Cubana apoye a la
nuestra.
Lo que hemos logrado hasta aquí no ha sido tan fácil, y el éxito total
de este intento de lograr la unidad total sólo será posible en la medida que
la lucha armada se vaya desarrollando, en la medida que los hechos y las
masas presionen a los dirigentes y les hagan ver que el único camino pa
ra una verdadera revolución social es a través de la Unidad Revolu
cionaria.
Nuestras primeras acciones en diversas partes del país no han pro
vocado un impacto suficiente en las masas a causa de la censura y del
estado de sitio nacional, así como por falta de medios de parte de las
Fuerzas Revolucionarías.
Dentro del radio de acción guerrillero los campesinos colaboran de
La caída de M a rq u e u tia
diversas maneras con nosotros y muchos de ellos desean ingresar a
nuestras fuerzas, pero debido a la falta de equipo para estos futuros
guerrilleros no podemos aceptarlos.
H asta que tenga el placer nuevamente de volver a ese país libre
acepte un fuerte abrazo revolucionario de su camarada.
R am ón d e la R o tta S*
Sin embargo, suponiendo que esta carta sea autentica — no hay ra
zón para dudarlo— sólo indica un interés amistoso de parte de los cubanos.
E n realidad el propio Tulio Bayer ha hecho declaraciones en el sentido
de que el Che Guevara no manifestaba para esa ¿poca un interés espe
cial en el experimento colombiano. En una entrevista realizada en
1968, le manifestó lo siguiente a un periodista francés:
Capítulo cuatro
L a c a íd a d e M a r q u e t a l ia
1 Según los comunistas, un informe de la en 1960 «incluía una lista de estos distritos y
cía
recalcaba que era tarea del gobierno suprimirlos con la mayor rapidez*. Véase a Ramón
López en New stage in guerrilla struggle in Colombia.
Gott / L m gw rritU a en América Latina
mansiones que tuvo la lucha de Castro contra Batista, las zonas en manos
de los campesinos tales como Marquetalia, Sumapaz y El Pato se h a
brían convertido en un refugio indispensable para planear y lanzar las
grandes campañas guerrilleras.
Desde sus mismos comienzos, el Frente Nacional había realizado
esfuerzos por mejorar las condiciones de las zonas que habían sufrido
más bajo la violencia. El autor comunista, Alberto Gómez, ha explica
do la técnica:
‘ Alberto Gómez, «The revolutionary armed forces of Colombia and their perspectives«,
World Marxist Review, Abril de 1967.
%New York Times, 9 de enero de 1963.
4Gilberto Vieira, »La Colombie á L ’heure du Marquetalia", Democratie Nouvelle, julio-
agosto 1965.
L a caída de M arquetaba
233
Gott / Las guerrillas en Amtrica Latina
cerco enorme, y lo que comenzó como un movimiento de autodefensa
se transformó inmediatamente en una guerra de guerrillas.
Luego de una serie de choques, los estrategas colombianos y y a n
quis perfeccionaron algo que consideraron tácticas de choque.
Pensaron que eran tan eficaces que invitaron a corresponsales de
guerra colombianos y extranjeros para que vinieran a presen
ciarlas6. Se montó una operación aerotransportada a gran escala
y se utilizaron grandes cantidades de helicópteros. El objetivo e ra
cortar la retirada del comando de guerrillas y destruirlo. Se trans
portó a un ejército entero por medio de helicópteros que volaban
a ras de los árboles hasta un lugar en las cercanías de dos chozas
campesinas donde los comandantes guerrilleros M arulanda y
Yosa vivían con sus familias.
Naturalmente el lugar estaba custodiado y las guerrillas no expe
rimentaron bajás. T al como lo habían planeado se retiraron a las
montañas. El Gobierno, el Estado M ayor del Ejército, la prensa
burguesa colombiana y las publicaciones yanquis como Life die
ron una enorme importancia a esto, y lo titularon »Una Derrota de
los Rojos en los Andes* y »La Ocupación Final de M arquetalia*.
Pero la lucha estaba recién en sus comienzos.
Las guerrillas fortificaron sus imponentes fuertes cordilleranos
y d ejército comenzó el recuento de sus muertos*6.
234
La caída de Marquetalia
q u e los líderes de la zona conocían muy bien la experiencia en
este terreno, habían hecho un estudio del éxito obtenido por el
enemigo, y desde el comienzo estuvieron guiados por un concep
to claro de la guerra de guerrillas.
Antes de la agresión, Marquetalia misma no era una zona de ope
raciones militares. Pero la labor realizada anteriormente por
sus líderes en las zonas periféricas había echado las bases para
las operaciones porteríores. Y esta base constituye un factor im
portante también hoy en día.
L a población campesina de Marquetalia no quedó abandonada
a su suerte antes ni después de la invasión. Sin embargo en nin
gún momento, se llegó a proponer que las mujeres y niños acom
pañasen a los destacamentos guerrilleros, ni tampoco cargar
a estos destacamentos con el ganado y los efectos personales de
los campesinos. L a evacuación de las familias fue planeada de
antemano de modo de dejar en la zona sólo a aquellos capaces de
servir como soldados. Las familias fueron llevadas a zonas ve
cinas donde juegan un importante papel en reunir ayuda para los
combatientes.
Se determinó de antemano un plan de hostilidades. El ejército
se encontró frente a destacamentos subdivididos en grupos que
operaban tanto dentro y fuera de las trampas tendidas por las
tropas. Las guerrillas se trabaron en lucha con las fuerzas del go
bierno desde el momento mismo que éstas penetraron en la zona.
Aunque eventualmente el ejército ocupó Marquetalia, sé en
contró con campos minados y emboscadas por todas partes, y su
frió pérdidas considerables bajo un hostilizamiento constante.
Las guerrillas se trasladaron luego a regiones montañosas y de
selvas. Las fuerzas del gobierno en ese momento perdieron el
contacto con ellas, mientras que las guerrillas vigilaban cada
movimiento del enemigo. Aunque el ejército ocupó la parte cen
tral de Marquetalia, no pudo acordonar toda la zona de 5.000
km. cuadrados, y la iniciativa en cuanto a la elección del campo
de batalla estuvo ahora en manos de los guerrilleros#7
235
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
*Ramón López, »New stage in guerrilla struggle in Colombia” , World Marxist Revtew ,
febrero 1967.
236
L a caída de M arquetalia
P r o g r a m a a g r a r io d e l a s g u e r r il l a s d e M a r q u e t a l ia
10Alvaro Delgado, »The working class and labour movement in Colombia*, World Marxisf
R eview , september 1967.
237
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
238
La caída de Marquetalia
L a Reforma Agraria Revolucionaría dará herramientas a los
campesinos, animales, equipo y construcciones para que puedan
trabajar adecuadamente la tierra. L a Reforma Agraria es funda
mental para lograr una pronunciada alza del nivel de vida físico
y espiritual de los campesinos, para librarlos de la cesantía, el
hambre y el analfabetismo; para librarlos de las cadenas del lati-
fundismo y para promover la producción agrícola e industrial
del país. L a Reforma Agraria confiscará la tierra que poseen los
imperialistas yanquis cualquiera sea su fundamento y cualquiera
sea su uso.
Segundo: Todos los colonos, inquilinos, mcdieros, etc., en las
grandes haciendas o propiedades nacionales, recibirán tí
tulos de propiedad por la tierra que trabajan. Se abolirán todos
los métodos atrasados de cultivo, la medianería, los pagos en es
pecies o en dinero por parte de los pequeños agricultores. Se
establecerán unidades económicas en las zonas rurales las que de
penderán de la fertilidad y ubicación de la tierra. Habrá un mí
nimo de treinta hectáreas de la mejor tierra si es terreno pla
no y algo semejante en el caso de otros terrenos, lo que depende
rá de su fertilidad y facilidad de acceso. Todas las deudas con
traídas por los campesinos con los prestamistas, especuladores,
y con organismos oficiales o semioficiales serán declaradas sin
efecto.
Tercero: L a propiedad de los campesinos ricos que trabajan su
propia tierra será respetada. Se conservarán las formas intensi
vas de cultivo Las grandes propiedades agrícolas, que por ra
zones sociales o económicas no deben ser subdivididas, se emplea
rán en el desarrollo planificado de la producción en beneficio de
toda la población.
Cuarto: £1 gobierno revolucionario establecerá un sistema de
créditos a gran escala, con facilidades de pago, venta de semi
llas, asistencia técnica, herramientas, animales, arneses, ma
quinaría, etc., para los campesinos individualmente y para las
cooperativas de producción creadas después de la Revolución. Se
creará un sistema planificado de riego junto con una red de esta
ciones agrícolas experimentales oficiales. Se crearán servicios
adecuados de salud pública en las zonas rurales. Se proporcio
nará educación al campesinado, se eliminará el analfabetis
mo y se implantará un sistema de becas para la enseñanza, técni
ca y superior para los que trabajan la tierra13 Se aumentará
miento de títulos de tierra a 54.000 familias hasta 1967. El número total de familias sin tie
rras era de 400.000, aumentaba en un diez por ciento anualmente. Colombia: a case-study tn
the history o f United States aid.
^Durante el período de la Alianza para ei Progreso, dice el estudio sobre Colombia ci
tado en la nota anterior, la población analfabeta de Colombia había aumentado de cinco a
seis millones.
239
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
240
La caída de MarqueUlia
Diego Montaña Cuéllar, miembro del Comité Central, explicaba más
tarde:
«Esta proclamación no surgió de un grupo aislado de signifi
cación puramente local, sino que de las organizaciones más
avanzadas del Partido Comunista. Fue el fruto de un adoc
trinamiento largo y paciente de los campesinos que habían si
do violentamente desalojados, y que encontraban su expresión
política en estas organizaciones. Este acontecimiento histó
rico marca un salto cualitativo adelante en el proceso revolu
cionario: el concepto pasivo de mera defensa propia fue deja
do atrás; ahora el comando militar norteamericano libraba
abiertamente la guerra contra los campesinos como parte de un
plan contrarrevolucionario preventivo*14.
2 41
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
242
L a caída de M arquetaba
243
G o tt / L a » guerrillas en Am érica L a tin a
*44
L a caída de M arquetalia
i9Colombia en Pié de Lucha , Editorial Paz y Socialismo, Praga, 1966, pp. 76-8.
I#Alberto Gómez, >»The Revolutionary Armed Forres of Colombia and their perspectives«.
World Marxist R eview , abril de 1967.
2 45
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo cinco
El e jé r c it o d e l ib e r a c ió n n a c io n a l
»Por vez primera en nuestro país, después de muchas tentativas fracasadas, un mo
vimiento guerrillero revolucionario comparable al de la Sierra Maestra, comandado
por cuadros políticos de las ciudades, ha logrado triunfar, consolidar su posición
y obtener el apoyo popular, con el nombre de ¡Ejército de Liberación Nacional ( e l n ) .
D ia r io d e u n g u e r r i l l e r o c o l o m b ia n o
»AI igual que la mayor parte de nuestro país la zona era muy apro
piada para un levantamiento.
Los campesinos estaban cansados de las promesas y hastiados del
engaño, y de esperar pacíficamente que las elecciones mejorasen
246
E l Ejército de Liberación Nacional
su posición que cada vez era peor. Sus abuelos habían muerto como
siervos, al igual que sus padres, y si las cosas seguían así, sus hijos
tendrían un futuro semejante. No queda otra alternativa: están
dispuestos a apoyar la lucha armada. Era absolutamente esencial
crear fuerzas guerrilleras. »No hay armas*, dijo uno. »EI enemigo
las tiene*, le respondimos. Recorrimos la zona reuniendo a los más
decididos. Estos primeros pasos exigían medidas extremas de se
guridad, absoluta reserva; cualquier error podía tener conse
cuencias lamentables.
Las fuerzas represivas del gobierno estaban alertas, tenían años
de experiencia en la violencia reaccionaria. Elegimos el núcleo
guerrillero: dieciocho campesinos en total. Profundamente con
vencidos de la justicia de nuestra causa, comenzamos la difícil vi
da del guerrillero. Esto fue el 4 de julio de 1964. L a primera etapa de
la vida guerrillera involucraba los siguientes puntos: en primer lu
gar, sobrevivir en la clandestinidad; segundo, reconocimiento del
terreno; tercero, entrenamiento político y militar de los hombres;
cuarto, la creación de una base de apoyo revolucionario entre los
campesinos; quinto, la formación de una red de información y de
enlace. ¿Qué poseíamos para lograr todo esto? Naturalmente;, ha
bíamos estudiado previamente con gran detalle la situación real
de nuestro país. Esta nos demostró que el camino que tomába
mos en forma tan fírme y decidida era el único camino justo. Pero
aparte de estos factores analizados objetivamente, contábamos
con el apoyo de los campesinos. Nos dieron víveres y los primeros fu
siles, con los que hicimos nuestra entrada en Simacota poniendo fin
a la primera etapa de la clandestinidad*1 .
'M ario Menéndez Rodríguez "Colombia (11): ni un paso atrás». Sucesos (México) l de
julio de 1967.
*Econom ist, 28 de agosto de 1965.
247
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
248
E l I^érb to de Liberación Nacional
249
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
o
E l Ejército de Liberación Nacional
25*
G o tl / L a s guerrillas en Am érica Lati na
252
£ 1 Ejército de Liberación Nacional
253
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
2 54
E l Ejército de Liberación Nacional
255
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
256
E l Ejército de Liberación Nacional
257
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
258
£ 1 Ejército de Liberación Nacional
4Jaim e González, »The Armed Forres oí the Rev.olution in Colombia*», World M arxi\f Kv-
view , febrero 1968.
2 59
Gott Las gu errillas en Am érica Latina
Capítulo seis
C a m il o T o r r e s y l a ig l e s ia
Desde el punto de vista del gobierno uno de los factores más desa
lentadores de la situación era la indiferencia y apatía general con que
la población acogía todos sus actos. L a violencia, unida a años de ac*
tividad política intrascendente, habían dejado a los colombianos
en gran medida inmunes a los halagos de los políticos. E l Frente N a
cional, fruto del acuerdo entre dos grupos rivales de la oligarquía para
compartir los frutos del poder, era una farsa, y la gran mayoría de los
colombianos fácilmente lo reconocía como tal. En 1962, cuando
fueron convocados a sufragar por el candidato presidencial del F ren
te Nacional, antiguo conservador llamado Guillermo León Valencia,
el setenta por ciento se abstuvo.
Era fácil concluir que este alto porcentaje de abstención, repetido
en las elecciones posteriores, era una protesta contra el Frente Nacional.
¿Pero era lícito también deducir que dentro de la sociedad colom
biana debía existir un grupo considerable de »no alineados*, sin fi
liación partidista, al que se podía conquistar para que apoyase a l
gún nuevo tipo de política? El Padre Camilo Torres, la figura más ca-
rismática que surgiera en Colombia después del asesinato de G aitán,
pensaba que sí. Estaba obsesionado con la idea de esta vasta masa de
colombianos que permanecía marginada del sistema, sin derechos
civiles. Llegó a la conclusión de que la única actividad política que
valía la pena, era la de organizar a estos «no alineados* en una fuerza
consciente y eficiente. En octubre de 1965 escribía:
»La organización de este sector será uno de los pasos más importan
tes hacia el movimiento revolucionario y la toma del poder. Cuando
esto se logre, Colombia presenciará el inmenso movimiento de
masas que se requiere para llevar a cabo los cambios revolucio
narios frustrados por el asesinato de Gaitán, por el advenimiento de
la violencia política y por la insuficiencia dialécticamente autén
tica de otros movimientos políticos. Cuando finalmente se reali
ce, las condiciones — las bases históricas— que han permitido, y toda-
260
Camilo Torres y la Iglesia
vía más» han fomentado la larga dominación del pueblo colom
biano por parte de la oligarquía serán arrasadas*1 .
1Frente Unido , 28 de octubre de 1965, citado por Germán Gu2mán Campos en Cam ilo:
Presencia y Derecho , Servicios Especiales de Prensa. Bogotá, 1967, p. 149. (Este libro fue
editado posteriormente por Sigol xxi, México.)
‘ Discurso sobre reforma agraria, 20 de junio de 1965, citado por Guzmán en Cam ilo . p.
36
Gott / Las guerrillas en América Latina
cambios estructurales fundamentales. ¿Cómo llevar a la enorme ma
yoría del pueblo, de los campos o de las poblaciones m arginales que
rodean a las grandes ciudades, a una posición en que puedan plantear
sus exigencias políticas, en lugar de que sus deseos imaginados sean
satisfechos por un gobierno en el que no tienen participación? E s ta era
la preocupación fundamental de un grupo de sociólogos con los cuales
Camilo Torres trabajaba en estrecha colaboración al comienzo d e la
década del sesenta.
Su interés en el futuro de Colombia se había despertado por p ri
mera vez en Lovaina donde, en 1954, fue la figura organizadora d e un
»grupo colombiano de investigaciones socioeconómicas**, in te g ra
do por varios colombianos que estudiaban en esa Universidad. A su
vuelta a Bogotá, participó en diversos planes de acción com unitaria,
algunos de los cuales contaban con la aprobación más o menos ab ierta
del gobierno. Uno de los motivos por los que Camilo causó un im pacto
tan grande fue que tenía un pie en cada bando. Por una parte fu e un
oligarca, un eclesiástico, un investigador académico de las causas de
la miseria actual; por la otra, fue un hombre que estuvo dichoso de a b a n
donar su ambiente de clase alta para ir a las poblaciones m arginales
y a los rincones más abandonados del país a conversar con la gen te y
descubrir por sí mismo la realidad de Colombia. Como sacerdote po
día mantenerse algo al margen de la política partidista, y en conse
cuencia, cuando en la década del sesenta comenzó su prolongado a n á
lisis del fracaso de la izquierda, Camilo Torres era una figura a la cual
la gente escuchaba con bastante respeto.
El problema fundamental de Colombia no era muy diferente del de
Guatemala o Venezuela. En Guatemala la izquierda tenía que pre
guntarse por qué el régimen reformista de Arbenz había caído con
tanta facilidad, y por qué los militares gobernaban prácticamente sin
problemas desde entonces. L a c ía y la ayuda norteamericana p o r su
puesto, que habían desempeñado un papel importante, ¿pero no exis
tía algo básico en la organización de la sociedad guatemalteca que
impedía el surgimiento de un régimen popular capaz de mantenerse
en el poder?
En Venezuela el problema consistía en descubrir por qué la subver
sión popular que había derrocado a Pérez Jiménez había fracasado
bajo los regímenes de Betancourt y Leoni. ¿Y cómo un régimen que no
tenía intención alguna de realizar los cambios socioeconómicos que
podrían haber llevado al desarrollo, había podido permanecer en el
poder, cuando un análisis superficial de la situación podría haber
llevado a la conclusión de que el país se hallaba al borde de una revolu
ción de enormes proporciones?
En Colombia el problema era el mismo. ¿Por qué un régimen que se
demostró incapaz de resolver las contradicciones que existían en el
país, se había visto enfrentado, no con la furia popular, sino más bien
con la apatía? Cuando el Ejército entró en Marquetalia, apenas si a l
guien levantó un dedo para tratar de salvarla.
262
C am ilo T o rre s y U Iglesia
Platafo r m a p a r a u n m o v im ie n t o d e u n id a d p o p u l a r
MOTIVOS
O B JE T IV O S
I. R E FO R M A A G R A R IA
La tierra será para los que la trabajan en forma directa. £1 gobierno
nombrará inspectores agrarios a fin de otorgar títulos de propiedad
a los campesinos en este caso, tendrá el -derecho de exigir que la tierra
se trabaje en forma cooperativa o comunitaria, de acuerdo con un plan
agrario nacional, con créditos y asistencia técnica.
No se comprará la tierra. Lo que se estime necesario para el bien co
mún será expropiado sin indemnización. L a agricultura de subs-
sistencia será gradualmente reemplazada por una agricultura comer
cial.
II. R E FO R M A U R B A N A
a) L a reforma urbana tomará en cuenta la naturaleza y los efectos de
la reforma agraria y será coordinada con los planes del Instituto de
Crédito Agrario, el Banco Hipotecario Central, las Sociedades de
Arquitectos, la Cámara Colombiana de la Construcción, etc., y con
todos los organismos y compañías relacionados con los servicios
de utilidad pública.
b) Todos los ocupantes de viviendas en las ciudades y pueblos se trans
formarán en propietarios de la vivienda que ocupan. Las personas cuya
única fuente de ingresos sea la renta de una casa podrán mantenerla,
si es <«ue pueden comprobar que esto es así.
c) Cualquier pieza utilizada en forma inadecuada, según la opinión
de la reforma urbana, tendrá como resultado una multa para el propie
tario, que será utilizada por el Estado en sus planes de viviendas.
d) Las propiedades particulares urbanas y suburbanas que no estén
construidas serán expropiadas por la reforma urbana para ser utiliza
das en los planes de viviendas.I.
264
Camilo Torres y la Iglesia
la opinión de los trabajadores organizados. Se velará por la libertad de
los sindicatos, de acuerdo con las convenciones de la Organización
Internacional del Trabajo.
IV . E L C O O PERA TIV ISM O
Se pondrá énfasis en los medios de implementadón del sistema coopera
tivo en todas sus formas: crédito y ahorros, comercialización, produc
ción, construcción, consumo, etc. E l cooperativismo será libre dentro de
la planificación democrática de las organizaciones populares institu
cionalizadas por el Estado.
V . A C CIO N C O M U N ITA R IA
Se estimulará la acción comunitara, como base de la planificación de
mocrática, tanto en los sectores rurales como en los urbanos. Como
base para esto se dará nueva vida a las municipalidades hasta que las
autoridades locales sean elegidas libremente por los ciudadanos, y
se transformen en células vivientes de la vida ciudadana.
V I. PLA N IFIC A C IO N
Se elaborará un plan obligatorio con el propósito de reemplazar las
importaciones y de diversificar y aumentar las exportaciones. Se reali
zarán esfuerzos por asegurar que a corto plazo todas las importaciones
serán bienes de capital con un efecto directo sobre el desarrollo nacio
nal.
L a política de comercio exterior estará directamente relacionada
en todas sus formas con el crecimiento y el desarrollo de la Integración
Latinoamericana.
V IL P O L IT IC A T R IB U T A R IA
Se aplicará un impuesto progresivo a aquellos que reciben entre mil y
cinco mil pesos mensuales. El ingreso excedente, sobre los cinco mil
pesos (1965) y que no se invierte en los sectores indicados por el plan
oficial retomará al Estado. Ninguna institución estará exenta del pago
de impuestos.
Los sueldos hasta de cinco mil pesos (1965) no pagarán impuestos
si son ingresos familiares; si no lo son, se Ies aplicará un impuesto seme-
V IH . P O L IT IC A M O N ET A R IA
Sólo se harán emisiones para aumentar los sectores de producción
que producen transacciones a largo o corto plazo. L a cantidad de circu-
' lame se reducirá al volumen real de las transacciones. E l Estado de
Colombia apoyará la adopción del patrón oro para las transacciones
internacionales.
Dt N A C IO N A LIZA C IO N
t) .Los bancos, los hospitales, las clínicas, los laboratorios, las farma
cias y la explotación de los recursos naturales serán de propiedad del
* Estado.
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
X . R E L A C IO N E S IN T E R N A C IO N A L E S
Colombia mantendrá relaciones diplomáticas con todos los países del
mundo.
X I. S A L I D PU BLICA
Todo aquél relacionado con los servicios de salud será funcionario del
gobierno.
En un comienzo a cada profesional se le asignará un cierto número
de familias, determinado por la población y el número de pro
fesionales. m
X III. C R IM E N E S SO C IA LES
Los siguientes se considerarán crímenes sociales, aparte de aquellos
ya establecidos por nuestro código penal, y el ya mencionado de aban
dono del hogar: la usura, el acaparamiento, la especulación, la fuga de
capitalesy el contrabando, la difamación por la prensa, la radio, tele
visión, y por el cine, el engaño de la opinión pública por medio de noticias
falsas, o de información incompleta y tendenciosa.
266
Camilo Torres y la Iglesia
X IV . LA S F U E R Z A S A R M A D A S
E l presupuesto para fines represivos será reducido al mínimo. El ser
vido c ív ic o durante dos años después de los dieciocho años de edad
será obligatorio para todos los colombianos, hombres y mujeres. El
servicio militar será reemplazado por el servicio cívico.
IN T E R V E N C IO N E S T A T A L
a. Educación
b. Economía
c. Información
ACCIO N IN M ED IA TA
El objetivo final es la creación de un aparato político, no de un nuevo par
tido, capaz de asumir el poder.
1) Es necesario crear un movimiento de bases a fin de asegurar la ad
hesión personal y de grupos a esta plataforma.
2) Durante marzo, abril y mayo de 1960 será repartida y explicada esta
plataforma a fin de obtener el apoyo individual y social de los militan
tes de los movimientos que concuerdan con ella.
3) Aquellos que apoyan esta plataforma integrarán el f r e n t e u n i d o d e
m o v i m i e n t o s p o p u l a r e s que tendrá unidad en la acción a la vez que res
xv r e f o r m a u n iv e r s it a r ia
267
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
X V I. LEG ISLA C IO N IN D IG EN A
La legislación indígena actual será abolida. El indígena se integrará
totalmente a la vida nacional, con los mismos derechos y deberes civi
les, culturales y políticos que los demás ciudadanos.
La publicación de la "Plataforma# de Camilo sacudió a Colombia
entera, y desencadenó una de aquellas grandes controversias ecle
siásticas que abundan en la historia de la Iglesia Católica. La jerar
quía eclesiástica está tan integrada a la oligarquía colombiana que el
sometimiento de un sacerdote revoltoso sólo podía ser cuestión de
tiempo. El propio Camilo explicó lo que sucedió.
268
Camilo Torres y la Iglesia
Camilo le solicitó inmediatamente al Cardenal que especificara
cuáles eran los puntos de su »Plataforma* que no concordaban con las
doctrinas de la Iglesia, pero el Cardenal replicó que como el Padre
Cam ilo Torres las conocía a la perfección no había necesidad de entrar
en detalles.
La ruptura entre Camilo y la Iglesia no se hallaba lejos. Ya el 20 de
mayo, tres días después del encuentro de Medellín en el cual había
lanzado su «Plataforma*, Camilo le había escrito al Cardenal solici
tándole que se le permitiese abandonar el sacerdocio:
269
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo siete
C amilo T o rres y el fr en te unido
Una vez fuera de la Iglesia, Camilo pudo dedicar todo su tiempo y sus
energías a la propaganda política, y especialmente a la organización
del Frente Unido de Movimientos Populares sobre el que había habla
do por primera vez en su discurso de «Plataforma* en Medellín. Lo
primero que hizo fue establecer contacto con el Ejército de Liberación
Nacional. El 6 y 7 de julio sostuvo largas conversaciones con Pablo
Vásquez y con la dirección del e ln . Los guerrilleros del eln por esa época
ya habían estado operando durante más de seis meses y contaban varias
'^Germán Guzmán, Camilo, pp. 19*20.
270
Cam ilo T o rres y el Frente Unido
Alfredo*.
El e l n era el único movimiento guerrillero fídelista en Latino
américa que consideraba seriamente la necesidad de formar un mo
vimiento urbano de masas que reuniría a varios sectores políticos
diferentes, como lo había hecho el Movimiento 26 de julio en Cuba.
Camilo habló sobre algunos de los problemas de un movimiento seme
jante en un artículo que escribió para Frente Unido en octubre de 1965:
272
Cam ilo T o rres y el Frente Unido
*73
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Aunque ésta será ui*a lucha larga, lo importante es que todos los
que se incorporen a ella estén decididos a llegar hasta el fin«3.
3Frente Unido , i4<icoctubrrdc 1965, citado porGuzmán en Cam ilo , pp. 86-7. • <
274
Camilo Torres y el Frente Unido
E l caso de Egipto es importante como ejemplo de nacionalismo,
aunque su política exterior no puede considerarse enteramente
así. L a conducta del campo socialista hacia los países en desarrollo
no sólo es positiva sino que decisiva. Hoy en día no se puede dar la
espalda a hechos de esta índole, que hasta provocan una cam
paña por parte de ciertos grupos capitalistas en favor de la ayuda
condicionada.
Fuera de esto: nuestra neutralidad toma el camino de la amistad ha
d a todos lds pueblos y de apoyo activo al Tercer Mundo en su lucha
por la descolonización*4.
275
Gott / Las guerrillas en América Latina
»He dicho que como colombiano, como sociólogo, como cristia
no, como sacerdote, soy revolucionario. Considero que el Partido
Comunista posee elementos revolucionarios auténticos, y por lo
tanto como colombiano, como sociólogo, copio cristiano y como sa
cerdote no puedo ser anticomunista.
Como colombiano no soy anticemunista, porque el anticomunis
mo persigue a mis compatriotas que protestan, sean comunistas
o no, y la mayoría de ellos son gente pobre.
Como sociólogo no soy anticomunista, porque el enfoque de los
comunistas a los problemas de la pobreza, el hambre, el analfabe
tismo, la escasez de viviendas, la falta de servicios esenciales para
el pueblo, proporcionan respuestas eficientes y científicas.
Como cristiano no soy anticomunista, porque creo que el anti
comunista implica una condena tptal a todo lo que representan los
comunistas, y entre estas cosas algunas son justas y otras injustas.
Condenarlas en bloque significa condenar cosas que son justas y
cosas que son injustas, y esto es anticristiano.
Como sacerdote no soy antioomunista, porque aunque pueden
ignorarlo, muchos de ellos son verdaderos cristianos.
Los comunistas deben estar plenamente conscientes de que no in
gresaré a su Partido, que no soy ni seré comunista, ni como colom
biano, ni como sociólogo, ni como cristiano, ni como sacerdote.
Sin embargo, estoy dispuesto a luchar con ellos por objetivos co
munes: contra la oligarquía y la dominación de los Estados Unidos,
por obtener el poder para el pueblo...«
277
Gott / Las guerrillas en América Latina
claman por la Revolución y esa pequeña minoría militar que re
prime al pueblo para proteger a algunas familias privilegiadas,
tiene que preguntarse cómo estos representantes del pueblo pueden
perseguir a sus semejantes*.
Luego de explicar por qué piensa que los militares apoyan a la oli
garquía, Camilo llega a la conclusión de que de hecho éstos estarán mu
cho mejor después de la Revolución:
278
Camilo Torres y el Frente Unido
en Mcdellín. Cuando la vida se haga imposible para nosotros en las
ciudades, debemos irnos a los campos. No podemos arrojarnos de
allí al mar, debemos resistir y luchar. Es por esto que los campesi
nos deben estar preparados, deben organizar comandos del
Frente Unido compuestos de cinco o diez hombres; limpiar la zo
na de traidores dd pueblo; preparar provisiones de alimentos y de
ropas; prepararse para la larga lucha; no admitir provocaciones ni
presentar resistencia cuando las condiciones son desfavorables
para el pueblo.
La oligarquía seguirá confinándole al pueblo que debe apoyar a
las fuerzas revolucionarias. ¿Por qué no han sido eliminados los
guerrilleros de Simacota? Simplemente por el apoyo campesino.
Cuando la oligarquía no nos deje ninguna alternativa, los campe
sinos tendrán que brindar asilo a los revolucionarios de las ciudades,
a los obreros y a los estudiantes.
Por ahora deben unirse y organizarse, para estar preparados pa
ra recibirnos y comenzar la larga lucha final«.
*79
Gott / Las guerrillas en América Latina
del programa político del Frente Unido. Pero en cuanto Camilo o ios
editores de Frente Unido comenzaron a definir la política en forma m ás
precisa provocaron descontento entre los componentes del Frente.
Los primeros en retirar su apoyo fueron los democratacristianos.
La ocasión fue con motivo del Congreso de Solidaridad con los O b re
ros. Estudiantes y Campesinos, efectuado en Medellín entre el 1 7
y el 19 de septiembre. Las discusiones en el Congreso abarcaron el p ro
blema de la lucha armada, la actitud a adoptar frente a Cuba, la de
claración contra el imperialismo, y el problema de la abstención elec
toral.
Los democratacristianos presentes objetaron la mayoría de las ideas
propuestas por Camilo, y en especial se manifestaron muy preocupa
dos porque les pareció que los comunistas dominaban el Frente Unido.
Camilo se encontró invariablemente en una posición más a la izquierda
que los democratacristianos, e inmediatamente se disgustó con los
representantes más conservadores de c la sc , la organización gremialis-
ta cristiana.
Como consecuencia de la reunión de Medellín, el comité ejecutivo
de la Democracia Cristiana del departamento de Santander emitió la
siguiente declaración:
«Considerando:
1. Que en la Conferencia Obrero-Estudiantil-Campesina de M e
dellín Camilo Torres se colocó de parte de los marxistas, pasando
por alto a Heliodoro Agudelo Rivera, dirigente cristiano del c l a s c ,
con el cual el Frente Unido tiene una deuda mucho mayor, y con el
que debió identificarse como cristiano que pretende ser;
d ecla ra m o s:
280
Camilo Torres y el Frente Unido
entusiasmo de siempre es la única salvación para Colombia, para
liberarla del imperialismo bajo todas sus formas, que intenta ex
plotarla a través de sus lacayos capitalistas o comunistas.
4. Que prohibimos a los social-democratacristianos de Santan
der incorporarse al Comité del Frente Unido, individual o colec
tivamente o como partido, y que por la presente informamos a la
opinión pública en general que los social-democratacristianos
ya no forman parte del Frente Unido comandado por Camilo To
rres y sus camaradas;
5. Que invitamos al pueblo de Santander a luchar bajo la bandera de
la Social-Democracia Cristiana para formar una fuerza popular
única, capaz de llevar adelante la revolución en libertad que propi
ciamos^.
*Citado por Guzmin en Camilo, p. 144. Los Estudiantes Demócratas Cristianos no fueron
tan severos. Sólo plantearon la oposición a Camilo cuando éste comenzó a propiciar la lu
cha armada:
»En lo que se refiere al Movimiento Estudiantil Social Demócrata, apoyó al Padre
Camilo Torres como líder de la Revolución Colombiana hasta que éste llego á la
decisión estratégica de utilizar la guerra de guerrillas para tomar el poder.
Esto es a causa de que creemos que, dada la situación internacional actual, par
ticularmente en América Latina, la guerra de guerrillas no es una solución revo
lucionaria. Debemos señalar aquí a la opinión estudiantil y al país en general, que
nuestro movimiento no retiró su adhesión al padre Camilo Torres cuando se reali
zó el pasado septiembre la Conferencia de Solidaridad de los obreros, Estudiantes
y Campesinos en Mcdellin, como lo han declarado muchas personas, aunque las re
laciones se pusieron tensas a raíz de cierta desorientación respecto de la ideología,
pero no de la doctrina, tanto por parte de él como por parte nuestra. (Documento del
movimiento estudiantil p s d c escrito después de la muerte de Camilo. Citado por
Guzmán, Camilo , pp. 144-5.)
Gott / Las guerrillas en América Latina
campesinos pobres, los que atraen a los demás sectores por su se
riedad y su número. Trabajar por alianzas entre individuos sin rea
lizar un intento serio de organizar una alianza de las clases explo
tadas, que es esencialmente la labor del Frente Unido, sólo esti
mula las ambiciones y pretensiones de muchos de los actuales diri
gentes inescrupulosos y oportunistas de los grupos de izquierda.
Esto no significa que el moec no destaca la necesidad de formar el
Frente Unido que la revolución popular reclama.
Se ha hecho evidente la falta de una organización leninista de van
guardia para canalizar y unificar la lucha de las masas reunidas
en torno al Frente Unido. Varios grupos lucharon acerba y sola
padamente por la dirección, que de modo alguno estaba unida, lo
que en parte se debió al excesivo liberalismo del Padre Camilo, que
estaba empeñado en que la unión debía ser más amplia de lo que
aconsejaba la prudencia, y que nadie debía quedar fuera. El resul
tado fue que ingresaron revisionistas y toda clase de oportunistas
y aun elementos como la Vanguardia Nacionalista, que tienen nom
bre como agentes del enemigo»6.
Algunos objetaban las opiniones políticas de Camilo, otros desa
probaban su falta de entusiasmo tanto por los partidos políticos exis
tentes como por la vía electoral. Camilo pensaba que había que boico
tear las elecciones, y también era de opinión que existía una mayoría
de colombianos (setenta por ciento) que se habían abstenido en las úl
timas elecciones y los que seguramente se incorporarían a las fi
las del Frente Unido. Ninguna de estas dos ideas contó con gran acep
tación entre los dirigentes de los grupos que habían suscrito la pla
taforma básica del Frente. Algunos deseaban participar en las elec
ciones a fin de probar la viabilidad de sus propios grupos; pocos creían
que se podía convencer a los »no alineados** de apoyar simplemente al
Frente Unido.
En su »mensaje a los no alineados** del 16 de septiembre, Camilo casi
había llegado a propiciar la formación de un nuevo partido con el Fren
te Unido:
»En las recientes elecciones la oligarquía todavía no se vio en la
necesidad de inventar votos (si permitimos la. realización de las
próximas elecciones tendrán que inventar una gran cantidad de
votos).
Los que se abstuvieron resultaron ser la gran mayoría del electora
do. El 70% de los colombianos no sufragó. Cualquiera que tenga
alguna idea respecto del pueblo colombiano, cualquiera que como
yo, haya asistido a reuniones masivas debe haberse formado la opi-
"Movimiento Obrero Estudiantil, 7 de enero. 111 Congreso (sin fecha) Folleto publicado
en Bogotá en 1966, citado por Guzmán en Cam ilo , pp. 147-8.
282
Camilo Torres y el Frente Unido
nión de que los no votantes se oponen al Frente Nacional y a la oli
garquía.
Los no votantes son por lo general aquellos revolucionarios que
no están organizados en grupos políticos. Aunque el espíritu re
volucionario y antisectario demostrado por los grupos políticos
que han entrado al Frente Unido les ha permitido atraer un mayor
número de miembros, la mayoría de los colombianos ingresa al
Frente Unido sin haber ingresado previamente a ninguno de los
grupos políticos existentes. Estos grupos deben comprender que
la principal actividad del Frente Unido debe ser organizar a los
no alineados*.
».. .La organización de los no alineados debería hacerse desde las
bases, con sus propios dirigentes y una disciplina rígida, pero
sin una excesiva dependencia con relación a los dirigentes.
Actualmente el vínculo principal entre ellos es la Plataforma del
Frente Unido Popular que he planteado al pueblo colombiano.
Quizás se dé una gran importancia a mi nombre en un comienzo, pero
mientras sirva para fomentar la agitación y para organizarse para
la revolución, 9erá de gran utilidad. Sin embargo, sería infantil
cometer los mismos errores que han hecho fracasar a otros mo
vimientos revolucionarios. Todos vimos cómo la oligarquía asesi
nó a Jorge Eliécer Gaitán. Todos vimos que la reacción popular no
fue unirse en torno a los líderes revolucionarios, sino que se diri
gieron a los líderes de la oligarquía, que llegaron al palacio pre
sidencial en hombros del pueblo para vender al movimiento revolu
cionario. Todos vimos cómo el pueblo, sin organización, trató de lu
char en las ciudades donde el enemigo es más fuerte. Todos vimos
cómo el pueblo se dedicaba a incendiar y saquear sin sentido en lu
gar de retirarse a los campos donde el enemigo es más débil y los re
volucionarios más fuertes.
Estamos empeñados en una carrera con la oligarquía. Puede que
nos asesinen antes de que logremos crear una organización de los
no alineados. Creo que sería muy torpe de su parte que me me
tieran a la cárcel o que me sometieran a proceso. Por esto me sien
to inclinado a pensar en el asesinato. Lo principal es que el pueblo
colombiano cuente con instrucciones precisas por si esto llega a
suceder.
Lo primero es retirarse a los campos y no luchar en las ciudades.
Lo segundo es no emprender la ofensiva hasta que la organización
rural sea capaz de apoyarla.
Los no alineados deben tener plena conciencia de la gravedad de
la situación y de su responsabilidad histórica. Cada instante que
283
Gott / Las guerrillas en América Latina
perdemos en organizamos es un instante que le regalamos a la oli
garquía.
Las manifestaciones de masas, el entusiasmo revolucionario y la
agitación son útiles en el grado en que se traducen de inmediato en
estructuras orgánicas de base.
Todo campesino, todo obrero, todo revolucionario debe sentirse
en la obligación de formar un comando del Frente Unido con unos
pocos compañeros y amigos, sin esperar instrucciones u órdenes.
Deben reunirse:
1. Para discutir y propagar la plataforma del Frente Unido
2. Para distribuir y financiar el periódico Frente Unido
3. Para cumplir las instrucciones para la acción inmediata.
4. Para vincularse con otros comandos a fin de formar comandos
en las calles, distritos, fábricas, escuelas y universidades, en las
ciudades, zonas y departamentos.
5. Para nombrar delegados a las grandes convenciones naciona
les del pueblo a realizarse el 1 1 ó 12 de diciembre de 1965.
L a abstención electoral no es de por sí un arma revolucionaria;
debe ir de la mano con una organización y disciplina fuertes y ac
tivas. Los no alineados, los revolucionarios que no están en partido
alguno, deben dejar de ser una masa informe y débil para trans
formarse en un ariete que golpee incesantemente al sistema basta
hacerlo caer«.
7Ricardo Valencia, *Los No-Alineados: el porqué del repudio a los partidos", Frente
Unido, 16 de septiembre 1965, dudo por Guzmán en Camilo, p. 135.
284
Camilo Torres y el Frente Unido
L a respuesta no se hizo esperar. Los grupos revolucionarios que ha
bía dentro del Frente Unido estaban alarmados. Un grupo planteó sus
quejas en la siguiente declaración:
«El Comité Coordinador deí Frente Unido del Valle del Cau
ca, en sesión celebrada el 22 del presente, con la asistencia de repre
sentantes del Partido Comunista, del mrl partidarios de la linca
dura, de la Vanguardia Nacionalista Popular, de Fedetav, del
Bloque Gremial Independiente, de la Asociación de M ujeres De
mocráticas, del Centro Nacional para la Vivienda, de los no alinea
dos y de los estudiantes acordó lo siguiente:
t. En el cuarto número del periódico editado por ustedes, se des
cribe al Frente Unido como un partido nuevo que unirá a la gran
masa de los no votantes, teóricamente considerados como no
alineados
Este punto de vista se expresa vagamente en su «Mensaje a los no
alineados#, y en forma abierta y directa en artículos de Ju lio Cé
sar Cortés y Ricardo Valencia. Este último expresa que el Frente
Unido será el «verdadero partido de la Revolución Colombiana#, y
que el sector de los no alineados será «el apoyo básico#.
Este nuevo enfoque implica un cambio básico en el concepto de un
«frente unido# con todas sus consecuencias políticas. Ahora re
sulta evidente que el Frente Unido no es un movimiento unifica
do que trata de reunir a todas las fuerzas revolucionarias sobre la
base de un programa definido; no se trata de una alianza de los par
tidos y demás organizaciones, sino que más bien de un nuevo partido
compuesto por los no alineados.
Si se acepta esta idea, el resultado primero y más grave seria que
nosotros los revolucionarios miembros de los distintos partidos
políticos nos veríamos frente a un dilema; abandonamos nuestros
partidos para unirnos a los No Alineados, o permanecemos Fieles
a nuestro partido y no podemos integrarnos al Frente Unido. No
se le escapará que esta idea del Frente Unido como partido de los
No Alineados es divisionista y sectaria, y por lo tanto, contraria al
espíritu que Ud. demostró en un comienzo y que le valió el apoyo de
las masas.
Naturalmente no compartimos este punto de vista, y estamos dis
puestos a llevar adelante la lucha por un Frente Unido sin condi
ciones ni órdenes de precedencia, y estamos preparados a en
frentar cualquier intento divisionista. Naturalmente no nos opo
nemos a que el sector de los No Alineados se convierta en un partido
revolucionario. Por el contrario, consideramos que esto sería un
paso adelante en el proceso revolucionario colombiano. Pero no
285
Gott / Las guerrillas en América Latina
sería justo que este partido se formara a costa de otras organizacio
nes revolucionarias, ni que se identificara con el Frente Unido.
2. Los artículos de Ju lio César Cortés y Ricardo Valencia contie
nen calumnias irresponsables respecto de los partidos que ac
tualmente forman parte del movimiento unitario al cual Ud. pertenece.
El Sr. Cortés habla de »grupúsculo$ revolucionarios» o, simple
mente de la «oposición» al referirse a los miembros del Frente U ni
do alineados. Ricardo Valencia va más lejos en la manifestación
de su olímpico desprecio, porque declara que estos »grupúsculos«
han sido rechazados por sus integrantes debido a su incapacidad
para llevar adelante la revolución colombiana.
No sabemos cuáles son las vastas masas que leen a estos articulis
tas, ni sabemos cuál es su labor revolucionaria, pero consideramos
que no importa cuánta gente los siga o cuán meritorios sean sus ser
vicios a la revolución, no tienen derecho de emplear estas expresio
nes.
Por lo tanto, rechazamos éstas y otras expresiones calumniosas
que abundan en estos artículos, y consideramos que son un ver
dadero peligro para la unidad popular, que en las filas del Frente
Unido debiera ejercerse una mayor vigilancia revolucionaria.
Desearíamos que estos puntos fuesen publicados en nuestro pe
riódico Frente Unido.
(Fuente: Frente Unido, 7 de octubre de 1965, citado por Guzmán
en Camilo, págs. 135-6.
286
Camilo Torres y las guerrillas
blo decidirá el nombre de los no alineados. Decidirá si habrá que
formar un nuevo partido...«
Pero no era tan fácil zanjar las profundas diferencias y el Frente Uni
do que se había creado en un plazo tan breve, desapareció casi tan
rápidamente como había aparecido.
Capítulo ocho
C amilo T o r r e s y las g u e r r il l a s
287
Gott / Las guerrillas en América Latina
futuros colombianos tengan su propio país, independiente del
poder norteamericano.
Todo revolucionario sincero debe reconocer que la vía armada
es la única vía que queda. Pero el pueblo espera que los líderes den
un ejemplo con su presencia, y que sean ellos los que lancen el
grito de combate.
Quiero expresarle al pueblo colombiano que éste es el momento.
No los he traicionado. He recorrido los pueblos y las ciudades traba
jando por unir y organizar al pueblo para que tome el poder. He pe
dido que todos nos entreguemos a estos fines hasta la muerte.
Todo está listo ahora. La oligarquía quiere organizar otra farsa
electoral; hay candidatos que renuncian y que luego vuelven a
aceptar; comités bipartidistas; movimientos de renovación basa
dos en ideas y personas que no sólo son viejas ellas mismas sino que
han traicionado al pueblo. ¿Qué otra cosa podíamos esperar?
M e he incorporado a la lucha armada. Pienso seguir luchando
en las montañas de Colombia hasta que se conquiste el poder para
el pueblo. M e he unido al Ejército de Liberación Nacional porque
he encontrado allí los mismos ideales que en el Frente Unido. He
hallado entre los campesinos el deseo y la existencia de la unidad
desde la base, sin diferencias religiosas o partidistas tradicionales.
Sin deseo de combatir a los revolucionarios de otros sectores, movi
mientos o partidos. Sin líderes personalistas. Buscan liberar al
pueblo de la oligarquía y del imperialismo. No depondrán las a r
mas hasta que el pueblo goce del poder total. Aceptan los objetivos
de la plataforma del Frente Unido.
Todos los patriotas colombianos deben estar en pie de guerra. C o
menzarán a surgir líderes guerrilleros con experiencia en todos
los rincones de la nación. Mientras tanto, debemos estar alerta,
reunir armamentos y municiones, obtener entrenamiento guerri
llero, hablar con los expertos, reclutar tropas, juntar víveres y
medicamentos para estar preparados para una lucha larga.
Llevemos a cabo pequeñas operaciones contra el enemigo allí
donde la victoria es segura. Sometamos a prueba a aquellos que
pretenden ser revolucionarios, y eliminemos a los traidores. D e
bemos actuar pero no con apresuramiento. En una guerra larga
todos tendrán que entrar a actuar alguna vez. Lo importante es que
en ese momento la revolución nos encuentre listos y dispuestos.
No es necesario que todos hagan todo. Debemos dividir el trabajo.
Los soldados del Frente Unido están ya a la cabeza de la iniciativa
y de la acción. Tengamos paciencia para esperar y confianza en la
victoria final.
288
Camilo Torres y las guerrillas
L a lucha del pueblo debe convertirse en una lucha nacional He
mos comenzado, pero la tarea es larga.
Colombianos: respondamos al llamado del pueblo y de la revolu
ción.
Soldados del Frente Unido: Cumplamos nuestras órdenes.
Por la unidad del pueblo, hasta la muerte.
Por la organización del pueblo, hasta la muerte.
Por la toma del poder por el pueblo, hasta la muerte.
* ¡Adelante a la victoria, porque un pueblo que lucha hasta la muer
te siempre alcanza la victoria.
Adelante hasta la victoria final, con el lema del Ejército de Libera
ción Nacional.
Sin claudicaciones... Libertad o muerte!
C amilo T o r r e s
«i •
289
Gott / Las guerrillas en América Latina
Aun cuando todavía persisten lagunas, el Padre Torres ha ele
gido una mala época para poner en práctica su sensacional movi
da, y un mal método. Colombia, igual que otros países latinoame
ricanos, necesita evolución, no revolución»1 .
El 17 de enero de 1966, apareció en la prensa el siguiente análisis
la campaña guerrillera:
^Recientemente las Fuerzas Armadas decidieron atacar al llam a
do Ejército de Liberación Nacional que ha estado operando en
una zona al este de Colombia y al que hace unos días se incorporó
el ex sacerdote Camilo Torres.
Oficialmente se reveló que los oficiales superiores y los co
mandantes de brigada del Ejército se reunieron durante la última
semana de diciembre para realizar un detallado análisis de la si
tuación provocada por este nuevo grupo extremista.
La aparición del eln reafirma lo que fue revelado el 5 de noviembre
por el Ministerio de Defensa Nacional en el sentido de que había
aparecido en el país un nuevo tipo de violencia, con una orientación
comunista definida.
En la reunión de los comandantes militares, y luego del informe
del Coronel Alvaro Valencia Tovar, comandante de la Quinta
Brigada, con base en Bucaramanga, se llegó a la conclusión de que el
llamado Ejército de Liberación Nacional no representa una ame
naza seria para la estabilidad del país.
Se dedujo que esta organización es comandada por elementos ex
tremistas con propósitos definidos tales como imponer una re
volución comunista por la fuerza.
En la reunión se planteó la necesidad de tomar medidas especiales
para impedir que elementos extremistas surjan en otros lugares
del país. Se decidió el bloqueo de una extensa zona comprendida
entre las ciudades de Gamarra (Magdalena) y San Vicente de
Chucuri (Santander).
El vocero del Ejército expresó que se intensificarían las acciones
cívico-militares en la zona y que las Fuerzas Armadas estarían
alertas para impedir nuevas incursiones del e l n »12.
Un mes después, el 15 de febrero de 1966, Camilo Torres moría ci
acción. La versión siguiente de las circunstancias que rodearon si
muerte es la más fidedigna que pudo desenterrar el autor de su biografía.
»Los guerrilleros habían seguido durante algunos días a la pa
trulla. La emboscada se preparó con tiempo, basada en el conoci-
’ Guzmán: Camilo, p. 203. (Guzmán no cita la fuente, pero sugiere que esta versión es la
que más se acerca a la verdad).
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
^93
Gott / Las guerrillas en América Latina
cardia, redactó un manifiesto en La Habana en que afirmaba que
el amarxismo proporciona el análisis más científico del imperia
lismo y el estímulo más eficaz para la acción revolucionaría de las
masas*, frase que Fidel Castro incluyó en su discurso de clausura
ante el Congreso de la Cultura realizado en L a Habana en enero de
1968.
La conferencia hizo dos llamados: uno, a los cristianos de todos los
credos para que se incorporasen a la lucha revolucionaría, el otro,
una denuncia de la intervención norteamericana en Vietnam, que
fue descrita como genocidio. »Los cristianos deben asumir su res
ponsabilidad frente a esta guerra porque América Latina será
el Vietnam de 1970*.
Además, la conferencia envió una carta al Papa Paulo vi, solicitán
dole que no realizara el viaje planeado a Colombia, Brasil, y A r
gentina.
'Véase el articulo de Carlos María Gutiérrez en L e M onde , 6 de marzo de 1968.
Capítulo nueve
El ejército popular de liberación
294
E l Ejército Popular de Liberación
* Resolución Política del Décimo Congreso del Partido Comunista de Colombia, Pektng Rv~
vieu\ so de agosto de 1965.
295
Gott / Las guerrillas en América Latina
No existe una estimación del tamaño del grupo que se marginó del
Partido prosoviético pero cierta evidencia parece sugerir que en este
grupo se hallaban algunos de los guerrilleros de Marulanda que aban
donaron el pc para ayudar a organizar las guerrillas »marxista-le-
ninistas" que más tarde formaron el Ejército Popular de Libera-
4
cion .
* 0
•296
E l Ejército Popular de Liberación
297
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
298
El Ejército Popularle Liberación
¡V iva el Ejército Popular de Liberación porque su creación cam
bia muchas cosas . y abre grandes perspectivas para las masas
oprimidas y sacrificadas!
Antes, cuando un muchacho obrero y campesino llegaba a la edad
de diecisiete años tenia que incorporarse al ejército enemigo.
Ahora puede incorporarse al e p l .
Antes, cuando un soldado se percataba que no podía seguir matan
do campesinos y obreros para los amos y contra su pueblo, sólo po
día arrojar sus armas y desertar. Ahora puede unirse al e p l .
Antes, cuando un obrero o un trabajador agrícola era molestado,
perseguido y despedido, reducido a la desesperación, por lo ge
neral perdta su identidad de clase y se transformaba en un men
digo o en un criminal. Ahora puede incorporarse al e p l .
Antes, cuando a un campesino le robaban su tierra o su cosecha me
dianera, apenas si podía reclamar. Ahora puede incorporarse al
epl y emprender la conquista de su tierra con su apoyo.
Antes, cuando un estudiante era perseguido por anhelar la lir
bertad, cuando era llamado a servir en el ejército reaccionario, en la
confusión y en la pobreza, llevaba una vida limitada y sin objeto, su
único camino era el albañal y la desesperación. Ahora puede in
corporarse al e p l .
Antes cuando un pequeño propietario agrícola perdía final
mente toda ilusión de llegar a ser independiente tenía que aban
donar toda esperanza. Hora puede incorporarse al e p l .
Antes, cuando el pueblo se daba cuenta de su situación y llegaba a la
conclusión de que no calzaba dentro del sistema actual, sufría an
gustias por su voluntad de luchar y la falta de medios para hacerlo.
Ahora puede engrosar las filas del e p l y ser noble en lugar de escla
vo.
Antes, la única forma de presentar los reclamos de las masas era
por medio de protestas, quejas o peticiones, bajo una lluvia de cu
latazos. Ahora las reivindicaciones del pueblo son como un inmen
so torrente, respaldados en forma cada vez más efectiva por las
fuerzas del pueblo, y al mismo tiempo, se abren camino hacia obje
tivos superiores, teniendo como meta final el derrocamiento del
poder enemigo, y la construcción de un verdadero país para el
pueblo.
Incontables mujeres del pueblo sólo podían esperar la pobreza,
la esclavitud y la prostitución. Ahora su camino es claro y brillante,
pueden incorporarse a las filas de una de las unidades auxiliares
del e p l , y cubriéndose de gloría ayudar con sus propias manos a con-
truir una patria verdadera.
E l e p l , la mano armada del Partido del Proletariado, unidad arma-
*99
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
3°°
E l Ejército Popular de Liberación
Perú
Capítulo uno
A ntecedentes peruanos
302
Antecedentes peruanos
del 50 por ciento es indígena, 10 por ciento blanca, amarilla o negra, y el 40 por ciento
mestiza.
‘ Ricardo Letts Colmenares, "Breve reseña contemporánea de la lucha por la reforma agra
ria** , Economía y Agricultura, Lima, Febrero de 1964.
* Owens, Perú , p. 93.
7Tcsis publicada bajo el nombre de La Reforma del Agro Peruano, Ediciones Ensayos Socia
les, Lima, 1966.
1 Tenencia de la tierra y desarrollo socio-económico del sector agrícola: Perú , elaborado
bajo los auspicios del Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola, y publicado por la
Unión Panamericana, Washington, d c ., 1966, p. 259.
3<>3
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
3°4
Antecedentes peruanos
305
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
306
Antecedentes peruanos
3o7
Gott / Las guerrillas en América Latina
Impotencia de la burguesía
En otras etapas de la historia mundial la burguesía jugó un papel revo
lucionario al destruir al sistema feudal. Como clase, la burguesía agotó
su papel histórico con la revolución liberal. Pero en la etapa actual de la
historia mundial y en la situación de países como el nuestro, la burgue
sía es incapaz de encabezar la lucha contra la explotación interna y
externa.
Nuestra burguesía, y la burguesía de otros países semicoloniales
como Perú, es incapaz de cumplir su misión revolucionaria debido a
Antecedentes peruanos
309
Gott / Las guerrillas en América Latina
ITLa Brea y Pariñas son dos campos petrolíferos que pertenecían a la International
Petroleum Company. Durante décadas fueron tema de controversias nacionalistas. A fines
de 1968 fueron nacionalizadas por el gobierno militar del general Juan Velasco.
3 10
Antecedentes peruanos
312
Antecedentes peruanos
suma similar en 1963. No se puede competir con eso. Además tienen to
do en sus manos; tienen el aparato represivo a su servicio: las autori
dades políticas, la policía y los detectives, etc; controlan los medios
de comunicación: prensa, radio y televisión; cuentan con el transpor
te; las autoridades protegen sus acciones; tienen dinero para contra
tar gente, etc., están protegidos por sus asesinos. Lo tienen todo.
La izquierda comete un gran error cuando elige la vía electoral como
la principal vía de lucha. Hemos visto las consecuencias en las campa
ñas electorales recientes; ambiciones ilimitadas, divisionismo, derro
ta, escepticismo, confusión, y el abandono de sus objetivos verdaderos.
Pero volviendo al caso de la victoria de un revolucionario, con un
Congreso revolucionario, todavía decimos que éste es ilusorio,
porque los problemas no se acaban con los sufragios. L a oligarquía con
trola la maquinaria electoral, y puede cometer fraudes o cambiar los
resultados de los cómputos electorales; y si el fraude no resulta, mon
tará un complot para encarcelar al candidato victorioso y a sus ad-
herentes, o anulará las elecciones. Y aún si el candidato revolucio
nario es investido con la banda presidencial, es seguro que, al tomar
su primera medida revolucionaria, la oligarquía y el imperialis
mo replicarán encarcelándolo o exilándolo... y asunto concluido.
Porque hay un cancerbero que guarda los intereses de la oligarquía y
de los imperialistas, y mientras se lo elimine, no hay solución.
El poder político es la expresión del poder económico, protegido por
la fuerza armada. El sistema actual está perfectamente establecido,
con métodos, medios e instituciones, cuya única función es defender
los intereses de una minoría privilegiada. Es iluso, ingenuo e infan
til pensar que la oligarquía y el imperialismo van a permitir que se
les arrebate el poder real con una sonrisa en los labios, con pactos, con
venios y noble palabras.
Debemos abandonar estos caminos tan trillados del electoralismo y
parlamentarismo. Lo que el pueblo peruano quiere ahora es un cam
bio de lenguaje. A pesar de su falta de educación y de conocimientos
políticos, nuestros campesinos nos están diciendo cómo hablar. No to
memos la senda equivocada. No sigamos confundiendo a nuestro pue
blo. Digámosle lo que quiere oír. No caigamos en la trampa de las eleccio
nes que la oligarquía nos prepara. No tengamos más ilusiones de lle
gar al poder o de compartir el poder por medio de pactos o elecciones.
La vía de Fidel
L a experiencia latinoamericana nos ha demostrado recientemente en
forma clara cuál es el camino. Miren el caso de Cuba. La Cuba de Fidel
ha demostrado que es posible hacer una auténtica revolución, que es
posible comenzar la gran revolución latinoamericana a noventa
millas del litoral norteamericano; que es posible nacionalizar las re
finerías norteamericanas en un país pequeño; que es posible nacio
nalizar compañías azucareras y establecer cooperativas en ellas;
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
3*4
la República Dominicana los patriotas combaten en los campos con
tácticas guerrilleras. En Ecuador también la revolución está en mar
cha, a pesar de la represión militar instigada por los monopolios nor
teamericanos.
L a revolución también avanza en Brasil, Argentina y Chile, a pesar de
que estos países difieren económica y socialmente del resto de Améri
ca Latina. Los campesinos del Nordeste brasileño en ligas campesi
nas, y los obreros, estudiantes y sectores medios del sur, empleando
sus propios métodos, avanzan rápidamente mientras la oligarquía se
debilita y se divide por sus muchas contradicciones. Lo mismo sucede
en Argentina, donde la poderosa clase trabajadora aumenta día a
día su conciencia revolucionaria, mientras los oligarcas y los milita
res se turnan en el poder y se hunden bajo el peso de su propia incompe
tencia.
El pueblo chileno pronto tendrá, este año, la oportunidad de perder
todas sus ilusiones respecto de la vía electoral en que está comprometi
da la Izquierda. Los Partidos Comunista y Socialista aliados en el
f r a p creen que es posible llegar al poder por la vía electoral. Creen que
la oligarquía y el imperialismo van a renunciar a sus intereses en
forma parifica y destruir los yugos. Esta ilusión desaparecerá pronto
con las elecciones de este año19, y el pueblo chileno comprenderá, como
comprendemos nosotros los peruanos, como lo comprenden los acua-
torianos, los colombianos, los venezolanos, los centroamericanos,
los brasileños y los argentinos, que el camino de la liberación de
nuestros pueblos no pasa por la democracia representativa, porque ese
tipo de democracia es una trampa que ata a los pueblos y los mantiene
oprimidos y despreciados.
La Revolución avanza inexorablemente en el mundo entero
No sólo en América Latina avanza a grandes pasos la Revolución.
También en otros continentes los pueblos se están liberando. Lo que
aprendimos de geografía política en la escuela no sirve en la actuali
dad, como probablemente lo que aprendamos hoy en día no servirá en
el futuro próximo, al surgir nuevas repúblicas en Africa, Asia y
Oceanía.
Estas nuevas repúblicas son el fruto de la gran revolución mundial de
nuestro tiempo. Muchas de ellas llevan a cabo la tarea de liberarse del
yugo colonial para llegar a la libertad total, mientras otras se esca
pan del yugo colonial sólo para caer en manos del imperialismo nor
teamericano que trata de reemplazar a los antiguos centros de opre
sión colonial.
E l pueblo no toma el camino equivocado
y la lucha continúa
Ahí tenemos a la gloriosa Argelia, que obtuvo su independencia en
siete años de lucha desigual y heroica. Las guerrillas campesinas en
'*Dc la Puente tenia, rasón. Las elecciones presidenciales de 1964 en Chile fueron ganadas
por el candidato demócrata-cristiano, Eduardo Frei, y no por el candidato del p r a p , Sal
vador Allende.
3'5
Gott / L a s guerrillas1en A m érk a Latina
Esta visión rápida del mundo basta para fortalecer nuestras conviccio
nes revolucionarias. Debemos tener fe en el pueblo y fe en la revolu
ción. Se puede pensar que en número, la izquierda es pequeña, pero
esto no es verdad, porque los oprimidos y los explotados constituyen
una mayoría. Cuando se inicie el proceso revolucionario, estas ma
sas oprimidas sacudirán el jugo del engaño y la mentira. Se librarán
de los ídolos de pies de barro. Unidos destruirán para siempre a sus
opresores tradicionales.
Debemos comprender esto; no somos una minoría. Representamos una
mayoría, porque la ideología de la verdadera izquierda —el marxismo-
leninismo— es la ideología del proletariado. Es la ideología de una clase
que, aliada con los campesinos, puede comenzar el proceso de libera
ción de nuestro país. L a alianza de obreros y campesinos, dentro del fren
te unido, con la participación de los sectores progresistas de la pequeña
burguesía: los pequeños y medianos agricultores, los pequeños y media
nos comerciantes e industriales, profesionales y estudiantes, y algunos sec
tores patrióticos de la burguesía nacional es el único instrumento capaz
de cambiar esta situación de injusticia, corrupción, atraso y desilusión.
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
3 '®
i
Antecedentes peruanos
3 19
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
32°
H ugo Blanco y el valle de L a Convención
tro tiempo, están en marcha. Con sus tambores y flautas, sus estandartes
y sus hondas, sus mujeres y sus niños, sus voces terrenales pero celestiales
están proclamando el comienzo de la epopeya que finalizará con la ba
jada masiva de nuestro pueblo victorioso de los faldeos eternos de los
Andes.
Capítulo dos
H ugo B lanco v el V alle de L a C o n v e n c ió n
Hugo Blanco Galdós había nacido en el Cuzco alrededor de 19331 . Era hijo
de un abogado, aunque su madre era de origen campesino. Estudió en el
Colegio Nacional de Ciencias del Cuzco, pero fuera de una actuación
obligada en una huelga estudiantil para echar al director, no demostró
gran inclinación revolucionaría. El Cuzco mismo, no obstante, es una ciu
dad radical. Abriga el recuerdo del gran Tupac Amaru que se alzó contra
'L a versión siguiente está tomada directamente de Hugo Blanco y la rebelión campesina,
de Víctor Villanueva, Editorial Juan Mejía Baca, Lima, 1967.
G o u / L a s guerrillas en Am érica Latina
los españoles a ñnes del siglo dieciocho. En años más recientes fue un
reducto comunista, cuando el Partido Comunista ortodoxo todavía era
una fuerza revolucionaria en el país. El Partido ejercía una influencia
radical tanto en la ciudad como en las zonas rurales adyacentes.
Luego de dejar el colegio de Cuzco, Hugo Blanco viajó a la Argentina
para matricularse en la Escuela de Agronomía de la Universidad de L a
Plata. Aunque su padre pudo haberlo financiado fácilmente, Blanco
prefirió costearse sus estudios universitarios trabajando como peón.
M uy * luego comenzó a participar activamente en actividades políticas
de izquierda, pero decidió incorporarse a los trotskistas y no al Partido
Comunista ortodoxo. Por esa época los comunistas argentinos se opo
nían decididamente a Perón, cuyo gobierno, a pesar de todos sus defectos,
era devotamente antimperialista y antinorteamericano, y por consi
guiente, contaba con el apoyo de un porcentaje considerable de la clase
trabajadora.
Blanco actuaba en un grupo trotskista, Palabra Obrera, dirigido por un
profesor de la Universidad de la Plata llamado Hugo Bressano. Bre-
ssano, que actuaba bajo el seudónimo de Nahuel Moreno, más tarde ten
dría mucho que ver con los acontecimientos revolucionarios peruanos.
A fines de 1956, Blanco volvió de Argentina a Perú donde inmediatamen
te se afilió al Partido Obrero Revolucionario ( p o r ) partido trotskista
que equivalia ideológicamente a Palabra Obrera. Víctor V illa nueva,
que ha escrito el único libro sobre Hugo Blanco, sugiere que ya por esta
época pensaba volver a la zona del Cuzco a fin de iniciar una campaña
gremialista entre los campesinos que se transformaría en la base de fu
turas actividades revolucionarias2. Pero en realidad no volvió al Cuzco a
radicarse en forma permanente hasta 1958. Como en Argentina, trató de
identificarse con la clase que estaba ansioso de ayudar. Comenzó a vivir
entre los campesinos, se vestía como ellos, compartía su trabajo, y ha
blaba su lengua, el quechua3.
Hugo Blanco era principalmente un organizador campesino, uno entre
muchos. Debido a que el Cuzco era una ciudad comunista, la zona adya
cente había estado sujeta desde hacía algún tiempo a la influencia de los
organizadores comunistas. Pero de ningún modo había demasiados. L a
tarea de organizar a los campesinos en sindicatos era interminable. El
problema principal de estos organizadores y revolucionarios en embrión
fue que estaban divididos entre ellos. Y hay pocas divisiones ideológicas
más profundas que las existentes entre los comunistas y los trotskistas.
Por lo tanto, a la vez que luchaba contra los terratenientes, Hugo Blan
co se encontró en una contienda perpetua con los intereses creados del
Partido Comunista local.
Perú, junto con Guatemala y Brasil, son los tres países de América
Latina en que los trotskistas han estado más activos. Pero Perú es el único
país donde hallaron un dirigente nativo que a la vez era un apóstol
322
H ugo Blanco y el valle de L a Convención V
3*3
* G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
324
H ugo Blanco y el valle de L a Convención
/ Tierra o muerte!
¡Venceremos! 4
‘ Escrito desde Chaupimayo, alrededor de octubre de 1962, citado por Mario A. Malpica
en Biografío de la Revolución . Ediciones Ensayos Sociales, Lima, agosto de 1967. pp. 468-
47 ' -
La situación de los campesinos en La Convención está muy bien descrita en el informe de
la c id a , sobre el Perú, pp. 206-209.
‘ Villanueva, Hugo Blanco, p. 75.
7Adolfo Gilly, »Los sindicatos guerrilleros del Perú*, Marcha , agosto de 1963. El lector
debe recordar una vez más que Gilly simpatizaba con el trotskismo por lo que era contrarío a
las actividades de los comunistas ortodoxos.
*YVesley W. Craig Jr ., en su artículo The peasant movement o f La Convención, mani
fiesta que habían ‘ más de sesenta*. También calcula que en el valle habían entre diez y once
mil inquilinos.
325
G oU / L a s guerrillas en Am érica Latina
del Cuzco, donde actuó como secretario a cargo de los problemas de la re
forma agraria.
Esta actividad naturalmente coincidía directamente con lo exigido por la
teoría trotskista. En un sentido, Hugo Blanco, era sólo otro organizador
sindicalista más, aunque resultó tener cualidades excepcionales para esta
labor. Escribía:
»Es probable que los diversos factores que se tomaron en cuenta fue
ron estudiados sólo en forma muy superficial, con gran optimismo,
y que algunas de las condiciones subjetivas fueron exageradas. Pero
326
H ugo Blaoco y el valle de L a Convención
32 7
Gott / L as guerrillas en Am érica Latina
328
H ugo Blanco y el valle de L a Convención
,#Villanueva» H u g o B la n c o , p. 9 3 .
3 29
G o t t / L a s guerrillas en Am érica Latin a
33°
H ugo Blanco y el valle de L a Convención
reunión con los del Cuzco, para discutir cómo seguir. Martorell tomó el
lugar de Pereyra, pero debido a que Hugo Blanco y dos de sus principa
les ayudantes habían sido anteriormente retirados de sus cargos por
Bressano, desde Lima tuvieron que enviar a otro hombre para que se hi
ciese cargo del Directorio Departamental del fir en el Cuzco.
L a noche anterior a la partida del camión desde Lim a, Bressano, en
una despedida emocional, dijo que al día siguiente partiría en avión
al Cuzco para participar en el Congreso Nacional del slato a reali
zarse allí. Al día siguiente, no obstante, Bressano tomaba un avión pa
ra Buenos Aires.
Y el 4 de mayo, Hernán Boggio se entregó voluntariamente a la po
licía. No sólo había sido, el principal recibidor del dinero, sino que
además era miembro del Comité Central del fir y uno de los represen
tantes del Perú ante slato .
De este modo llegó a su término la asociación de Hugo Blanco con el
movimiento trotskista internacional. Había resultado un desas
tre, pero, como sucedió con Yon Sosa en Guatemala, la falta de una or
ganización nacional que le proporcionara un apoyo adecuado le ha
bía dejado sin muchas alternativas. Víctor Villanueva, a quien se
debe esta versión, quizás pinta a Bressano como demasiado bellaco.
De todos modos, fue un episodio penoso. Ricardo Letts ha dejado un
breve resumen de lo acontecido:
33 1
Gott / Las guerrillas en Am érica Latina
tica a tomarse. Esto era lo que provocaba dificultades entre la
sede política y la organización militar. Al aproximarse el mo
mento de entrar en acción, seguía la discusión de si era o no necesa
ria una directiva política, y de ser así, si debía estar por encima
de la directiva militar15*.«
332
H ugo Blanco y el valle de L a Convención
333
Gott / Las guerrillas enAmérica Latina
Ricardo Letts comenta:
«En lugar de guiar, fortalecer y consolidar a las masas campesi
nas que lo habían seguido durante todo el proceso de agitación y
huelgas, este acontecimiento les hizo retroceder aún más de lo
que habían estado antes, en gran parte debido a la represión po
licial. Frente a esto, Blanco se sintió abandonado no sólo por su
propia organización, el f ir , que fue destruido por la policía pri
mero en Lima y luego en el Cuzco, sino que ahora también por los
campesinos. Sin una formación política o teórica, y sin verda
dera experiencia en la insurrección armada, volvieron a caer
en la apatía sin comprender verdaderamente lo que estaba su
cediendo* .
Capítulo tres
La mverte de J avier H eraud en P uerto M aldonado
El mismo mes en que fue capturado Hugo Blanco, mayo de 1963, venía
ayuda en camino. Un grupo de jóvenes intelectuales peruanos, que
retornaban al país desde Cuba, proyectaban hacerle llegar asisten
cia armada. Entre ellos se hallaba un joven poeta de veintiún años,
Javier Heraud. Producto típico de las clases superiores peruanas, se
había educado en Markham, colegio inglés de Lima, y en la U niversi
dad Católica. Pero, al volverse contra su clase, se transformó en un re
volucionario de vida extremadamente efímera. Quizás por sus antece
dentes aristocráticos, o quizás por ser un poeta que prometía, su m uer
te causó gran revuelo en el Perú. M ás tarde, cuando surgieron nueva
mente las guerrillas en 1965, uno de los frentes tomó el nombre de Ja v ie r
Heraud.
Los militares peruanos han dado la siguiente versión de la acción que lo
llevó a la muerte1 . El 2 de mayo de 1963, en el rio Manuripe atracaron
dos botes en las cercanías de una hacienda llamada »Tres Barrancas**
en el lado boliviano de la frontera perúbolivina. Desembarcaron al
rededor de cuarenta hombres. Allí se pusieron en contacto con dos co
munistas bolivianos, Roberto Soria y Abelardo Murakami Baca.
Murakami, casado con una peruana, tenía bajo su responsabilidad
pasarlos por la frontera para entrar al Perú. Partió el 6 de mayo con
una quincena de hombres con el objeto de atravesar la selva. Primero
fueron a una hacienda peruana llamada Santa M aría, y luego em
334
L a muerte de Ja v ie r H eraud en Puerto M aldonado
335
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
336
La muerte deJavier Heraud en Puerto Maldonado
sin un plan preconcebido, que la única solución era tratar de huir.
Pero alguien tenía que hacer la primera movida, y este alguien
fue la policía. Cuando protestamos, el oficial a cargo de la patru
lla nos amenazó y dio una orden que no comprendimos pero que hi
zo que los policías echaran mano a sus pistolas.
Ha sido imposible averiguar quién disparó primero, aunque dicen,
sin proporcionar detalles suñcientes, que fue uno de nosotros:
De todos modos, hubo un intercambio de disparos mientras co
rríamos en diversas direcciones. También ha sido imposible ave
riguar quién disparó el tiro que hirió mortalmente al Sargento
Sam Ja ra , ni quien hirió a nuestro compañero Nelson Rodríguez
en la base del cráneo, y que no significó su muerte por una fracción
de centímetro.
Dos de nosotros fuimos capturados esa noche (como no cono
cíamos el pueblo fuimos atrapados en un callejón sin salida) y el
resto fue ferozmente perseguido, y el distinguido poeta perua-
nojavier Heraúd fue muerto.
Al día siguiente en la tarde, Heraud y Elias fueron sorprendidos al
tratar de atravesar a nado el río Madre de Dios. Cientos de perso
nas presenciaron la carnicería a que fueron sometidos. El testi
monio del dueño de la canoa que vino a recogerlos de las aguas del
río señala que, sin previo aviso, la policía abrió fuego con rifles y
ametralladoras. Dejaremos que las sentidas palabras del Dr.
Jorge Heraud, padre de Javier, nos narren la historia:»... En el
medio del río Madre de Dios, a la deriva, sin remos, mi hijo pudo ser
capturado sin necesidad de disparar, especialmente porque su •
compañero había izado una bandera blanca^ A pesar de esto la
policía y los civiles a quienes incitaban, les dispararon a quema-
ropa durante una hora y media, y hasta utilizaron balas para
cazar animales. Cuando el compañero de mi hijo gritó: »Cesen el
fuego« (estaban cerca de la ribera desde donde disparaban,
según me dijeron los pobladores) un capitán gritó: »Di$paren,
hay que matarlos^. Un teniente, más compasivo y más respetuo->
so de las leyes de la guerra que prohíben disparar sobre un enemi
go desarmado y herido, detuvo el fuego, pero era demasiado
tarde. Una bala explosiva había hecho un inmenso hoyo en el es
tómago de mi hijo y su cuerpo había recibido el impacto de nu
merosas balas. Así llegó a su fin la vida física de mi hijo, quien con
sus ventiún años y sus ilusiones, había tratado de iniciar el proce
so de poner fin a los males que decía debían ser desterrados de
nuestro p aís...«
Javier Heraud, ganador del premio «Poeta Joven del Perú« con un libro
cuyo título guarda una extraña relación con su dramática muerte,
337
Gott / L u guerrillas en América Latina
‘El Río’, ya era reconocido internacionalmente como uno de los poe
tas jóvenes más destacados de América Latina. Uno de sus poemas
aparece en una antología mundial publicada en Francia.
Junto con Heraud, Roberto Vásquez también fue muerto por la policía:
era un pobre campesino que se hallaba en la canoa que se acercó a
Heraud y Elias antes de que comenzara el fuego. Sorprendido por los bala
zos, todo lo que atinó a hacer Vásquez fue saltar al agua y sujetarse de la
popa, ya que no sabía nadar, y gritar que no lo hirieran. Una bala en el
cerebro disparada desde la orilla lo silenció para siempre.
La ferocidad de la cacería humana, los enormes refuerzos enviados
desde la capital, así como el ‘impresionante* interrogatorio a que se nos
sometió, cuando se nos preguntó acerca de ‘ Hugo Blanco* y otros cuaren
ta amigos imaginarios nuestros que se suponía venían con metralletas,
demuestran que la policía actuó impulsada por el temor, temor fuera de
toda proporción al verdadero peligro que ofrecían seis estudiantes exhaus
tos, armados sólo con pistolas con un alcance máximo de cuarenta y cinco
metros, que intentaban atravesar la zona pacíficamente*4.
Los del grupo original que no habían llegado hasta Puerto Maldonado
oyeron las noticias del choque por radio. Juzgando que más les valía ser
prudentes, se retiraron nuevamente a Bolivia, y pasaron muchas
peripecias tratando de no caer en manos de la policía boliviana. D urante
dos años desaparecieron de la vista, aunque durante ese período for
maron el Movimiento 15 de Mayo, en conmemoración del choque de
Puerto Maldonado. Este grupo, encabezado por Héctor Béjar, comenzó a
trabajar entre los campesinos de la provincia de Huanta, en el depar
tamento de Ayacucho. M ás tarde fue el núcleo del Ejército de L ib e ra
ción Nacional (eln ).
M ás tarde aún,.después de la muerte del Che Guevara, los comunistas
prochinos de Bolivia atarían el episodio de Puerto Maldonado como
otro ejemplo más de la perfidia de los comunistas prorrusos de Bolivia:
338
Luis de la Puente y el mol
torio peruano, lo que dio por resultado que varios de ellos fueron
asesinados después de cruzar la frontera. L a tumba del poeta revo
lucionario, Javie r Heraud, es un monumento a la traición revisio
nista. Los guerrilleros que lograron volver a territorio boliviano
fueron puestos en libertad como refugiados y se fueron a vivir a las
casas de los marxista-leninistas bolivianos8, demostrando asi su
repudio por la traición de Monje y su camarilla. Hay testigos de lo
sucedido en Puerto Maldonado, que pueden atestiguar la verdad
histórica de estos dos puntos: ¿quién los hizo caer en manos de los
revisionistas? ¿Cuál fue el papel de los revisionistas?**9.
Capítulo cuatro
Luis d e la Pu en te y e l mir
339
Gott / Lai guerrillas en América Latina
muy breve. No existe evidencia de que planearan iniciar un movimiento
guerrillero.
Algunos meses antes de las elecciones de 1956, De la Puente, junto con
varios otros prisioneros políticos, fue puesto en libertad. Volvió a la
Universidad de Trujillo para seguir sus estudios de Leyes. Su interés
principal estaba en el problema de la tierra, y en 1957 completó su tésis
con el título »Hacia la Reforma Agraria en el Perú« (publicada a fines de
1966 como La Reforma del Agro Peruano).
Por esa época era ferviente católico, y compartía la actitud aritico-
munista del a p r a . En su tesis dice:
»América y el mundo tienen ante sí por una parte las sendas divinas
de la justicia, la paz, y el amor, señalados por el Divino Redentor, y
que desgraciadamente no han sido llevadas hasta ahora al plano
socioeconómico, y por otra, el peligro inminente de un despertar
muy sangriento del campesinado indio que muy bien podría ser utili
zado como plataforma por el comunismo internacional^.
340
• Luís de la Puente y el msi
agrario moderno, que considera que una reforma agraria capitalis
ta es la que respeta la propiedad...«
‘ Primer foro nacional sobre Reforma Agraria, La Habana, Cuba; citado por Mario Mal-
pica en Biografía de la Revolución , pp. 501-4.
Gott / Las guerrillas en América Latina
octubre formaron un comité dentro del apra llamado Comité Aprista de
Defensa de los Principios y de la Democracia Interna . E l objetivo de este
comité era hacerle presente al partido que se suponía que representaba
ciertos principios.
Este grupo posteriormente se transformó en el Cotnité Aprista Rebelde ,
y finalmente un año después, en noviembre de 1960, al romper sus víncu
los con el partido, el nombre se redujo a sólo a p r a Rebelde .
Ese mes el a p r a Rebelde hizo público su primer documento sobre polí
tica, el »Manifiesto de Chiclayo«. Este se debió en su mayor parte a la plu
ma de Héctor Cordero, ex aprista que abandonó el partido mucho antes de
la Cuarta Convención de 1959, y que posteriormente estudió marxismo en
Argentina. En su mayor parte consistía de un análisis de la situación
interna peruana, y era incomparablemente más radical que cualquier
declaración hecha por el mismo a p r a en años.
Una gran parte de la labor política del a p r a Rebelde consistió en hacer
agitación en pro de una reforma agraria radical. En noviembre de 1961,
justo un año después de independizarse del a p r a , t \ a p r a Rebelde presen
tó un proyecto de Ley de Reforma Agraria ante el Congreso. Después de
circular por un tiempo a mimeógrafo, el proyecto de ley fue eventual
mente publicado en el libro de Carlos Malpica, Guerra a Muerte al
Latifundio, a fines de 1963. En la cubierta interior del libro, bajo el título:
»La reforma agraria del m ir : reto a la oligarquía^, Luis de la Puente
escribió las siguientes palabras:
34 2
Luis de la Puente y el u m
E l proyecto de ley a que nos referimos no contiene una exposición so cia
l is t a de los problemas del agro peruano. Es más bien un instrumento de
lucha en ciertas condiciones precisas destinadas principalmente a dar
comienzo al proceso de transformación de los campos.
Transformar este estudio en un proyecto de ley y presentarlo frente al
Parlamento tuvo por objeto demostrar que nuestro movimiento, a pesar
de tener sólo dos años de vida, estaba en situación de contribuir con solu
ciones valederas y una exposición seria de los problemas, y que había
vencido la antigua tendencia a empantanarse en generalidades vanas.
Sabíamos perfectamente que un proyecto de ley como el nuestro, a pesar
de estar conscientemente adaptado a las condiciones políticas, econó
micas y sociales del país, estaba condenado a ser archivado y olvidado, por
que contenía proposiciones precisas y serías dirigidas a las grandes
haciendas) que junto con el imperialismo norteamericano, son los princi
pales motivos de la pobreza y el atraso de nuestro país.
E ra un reto a la oligarquía y a la burguesía nacional, representada por
los seguidores de Prado y Odría, el a p r a , Acción Popular y lds demócra-
tacrístianos. Proporcionaba la evidencia que el pueblo necesitaba para
comprender cabalmente que estos grupos, cualquiera sea la máscara
demagógica tras la cual se esconden, se ven impedidos por su propia
naturaleza a emprender la transformación del país. Lo que presenciamos
en este gobierno con la farsa de la «Reforma Agrarias es la evidencia
definitiva de que son incapaces hasta de iniciar el proceso.
Fuimos muy realistas al elaborar el plan. Estábamos plenamente
conscientes de que las medidas radicales ad hoc no conducen a ninguna
parte. Estábamos convencidos de que la lucha contra el imperialismo y el
feudalismo exige la unidad de los sectores explotados o abandonados del
campo y de las ciudades. Era esencial crear un frente unido de aquellos
que explotaban comunitariamente la tierra, los siervos, los colonos,
medieros de diversos tipos, inquilinos, trabajadores temporales y esta
cionales, y los pequeños y medianos agricultores, quienes junto con
los obreros, artesanos, estudiantes, profesionales y técnicos progresis
tas, podrían destruir al enemigo común: la gran hacienda.
343
Gott / Las guerrillas en América Latina
En junio de 196?, al considerar los dirigentes del a p r a rebelde que c u a l
quier relación con el a p r a representaba un riesgo, decidieron cam biarse
nuevamente de nombre, esta vez al de Movimiento de Izquierda R evolu
cionaria (m ir ), adoptando el mismo nombre que habían tomado lo s
disidentes del partido Acción Democrática de Rómulo Betancourt en
Venezuela. El secretario general de la nueva organización fue D e la
Puente.
Según una fuente, De la Puente era el responsable de la muerte de un
miembro del a p r a llamado Francisco Sarmiento, ocurrida durante una
riña en el transcurso de 1961. Fue condenado a un año de prisión. D urante
este tiempo se convenció cada vez más de la necesidad de dar un respaldo
armado a los. campesinos radicales. Aunque él y muchos otros miembros
del m ir peruano habían viajado a Cuba, no se trataba de aceptar a ciegas
el camino revolucionario cubano. Tampoco había unanimidad en las
Olas del m ir en cuanto a la necesidad de embarcarse en una lucha guerri
llera. Algunos pensaban que las condiciones políticas no eran adecuadas,
y que el potencial revolucionario de los campesinos había sido exage
rado. ,
Pero De la Puente poseía una idea bastante clara de lo qüe era necesario
hacer, y en octubre de 1962 viajó a Quillabamba para entrevistarse con
Hugo Blanco, cuyas ideas acerca del desarrollo de la lucha campesina pare
cían seguir una línea semejante.
El encuentro entre Hugo Blanco y Luis de la Puente en octubre de 1962
debió haber tenido una importancia histórica, pero en la práctica se
redujo a poco más que un incidente histórico. No existe una versión direc
ta de lo sucedido, aunque más tarde se supo, que los dos líderes habían
estado de acuerdo en que no estaban de acuerdo. Las discrepancias entre
ambos eran más importantes que los puntos en común. Hugo Blanco por
esta época se había convencido de la necesidad de las milicias campesinas,
pero estaba lejos de alcanzar la posición de De la Puente, quien estaba
firmemente convencido de que sólo una campaña guerrillera de gran
envergadura, con una base fija en las montañas, podía proporcionarles a
los campesinos la defensa que requerían.
Fuera de estos problemas táctico-militares, estaban a kilómetros de dis
tancia en cuánto a su ideología. Aunque De la Puente había sido educado
en la religión católica y había sido militante del a p r a , era ahora un
»marxista-leninista« de tipo cubano. Y por esa época esta ideología esta
ba de punta con el »marxismo-trotskismo« de Hugo Blanco y. del s l a t o .
Como lo señala Victor Villanueva, aun si los dos revolucionarios hubiesen
logrado llegar a algún tipo de acuerdo personal, ninguno de los dos podría
decidir por sí sólo4. Ambos tenían detrás de ellos a organizaciones que no
podían pasar por alto. Para poder llegar a un acuerdo duradero, De la
Puente, en su calidad de secretario general del m ir , debió haberse acer
cado al directorio político de sl a t o . Inmediatamente queda demostrado
lo absurdo de esta idea. El slato ya tenía suficientes problemas con Hugo *
344
Luis de la Puente y d m
Blanco. Difícilmente podían haberse comprometido además con De la
Puente.
Se puede pensar que algunos años después sus caminos pudieron
haber llegado a acercarse algo más. En 1962 Fidel Castro todavía no
había asumido la posición independiente frente a Moscú y Pekín que
caracterizaría los movimientos castrístas del continente hacia el año
1967, época en que Hugo Blanco se había convertido en un «héroe latino
americano populara en el panteón cubano5.
En años posteriores Hugo Blanco pudo haberse librado del dogmatismo
de sla to y haber mirado más favorablemente la tesis guerrillera de De la
Puente. Pero esto son sólo especulaciones, De la Puente está muerto;
Hugo Blanco cumple una condena de veinte años de cárcel.
No obstante es interesante plantearse por qué Cuba apoyaba al m ir
pero no al f i r . Villanueva cree que se debió no tanto a la posición trotskis-
ta de Hugo Blanco como al hecho de que Fidel conocía y estaba de acuerdo
con De la Puente y — cuyo concepto sobre la guerra de guerrillas tenían
bastante semejanza con los de él mismo— mientras que no conocía
personalmente a Hugo Blanco y, tal vez esto es más importante, no cono
cía a la dirección del sl a t o .
Un vocero de otro grupo izquierdista peruano, Vanguardia Revolu
cionaria, que escribía en 1966 bajo el seudónimo de »Sil veste Condoruna«,
explica la situación como sigue:
)>La posición trotskista de Blanco y el definido carácter socialista de
su movimiento, junto con la posible desconfianza hacia la flexibi
lidad de esquemas tácticos y estratégicos derivados de un sistema de
ideas altamente racionalizadas que habían sido marginales, si es
que no contrarias, al desarrollo de la victoriosa guerrilla cubana y
del »castrismo« como tendencia político-ideológica, fueron, al pa
recer, los factores más importantes de la ayuda prestada al m ir , y
del abandono de Blanco.
Fue una decisión curiosa si se considera el hecho de que una guerra de
guerrillas no puede prosperar sin un apoyo definido de parte del
campesinado organizado; y el grupo con mayor raigambre y mayor
prestigio entre el campesinado era precisamente el f ir , y Blanco era
el dirigente más respetado y obedecido. Por esa época, el m ir , por otra
parte no tenía una participación eficaz en el desarrollo del movi
miento campesino6.
Todo lo que perdura del encuentro de los dos revolucionarios es el re
cuerdo de una oportunidad fallida y, aparentemente, una película de la
manifestación conjunta que realizaron en Quillabamba, en que ambos
345
Gott / Las guerrillas en América Latina
hablaron ante la multitud. L a película fue exhibida posteriormente en
L a Habana7.
En 1964 el m ir comenzó a definir más sólidamente su posición. En el la r
go discurso citado anteriormente, pronunciado por De la Puente en la
Plaza San M artin de Lim a el 7 de Febrero de. ,1964, se definieron algunos
de sus principales postulados políticos. Algunos meses más tarde, en ju lio
de 1964, el m ir publicó su principal documento politico, Nuestra posición
frente a la revolución mundial. Este se debió esencialmente a la labor de
Héctor Cordero, Ricardo Napurí y Guillermo Lobatón, pero incluyó
muchos de los conceptos expresados por De la Puente en su discurso de
febrero.
Aunque no apoya la posición china, el documento del m ir contiene
una crítica muy seria a la política rusa de la coexistencia pacífica. Recono
ce que el imperialismo es perfectamente capaz de desencadenar una
Tercera Guerra Mundial atómica, y que la decisión de los paises socialis
tas de optar por la coexistencia pacífica es por lo tanto perfectamente
comprensible. Pero señala que aunque puede haber coexistencia pacífica
entre estados iguales y soberanos, es inconcebible entre las colonias y las
metrópolis. Los pueblos colonizados y las clases explotadas deben li
brar una lucha intransigente la cual, en última instancia, puede incluir
la guerra revolucionaria.
Una lucha semejante, sostiene el documento del m ir , es en realidad una
contribución a la coexistencia pacífica, porque, al luchar por su libera
ción, aquellos países que en el presente se hallan en un estado de depen
dencia ayudan a debilitar los soportes más fuertes del imperialismo. Esta
es la mejor manera de evitar una Tercera Guerra Mundial, porque aun
que los imperialistas eventualmente pueden desencadenar una guerra, lo
harán en condiciones más desfavorables. Un aplazamiento de las revolu
ciones de liberación nacional no contribuirá a la coexistencia pacífica ni
disminuirá el peligro de la destrucción de la humanidad por armas nuclea
res. Puesto que el imperialismo nunca ha renunciado a sus planes bélicos
una política semejante lo dejaría en completa libertad para proceder.
No se puede tampoco presumir que la victoria económica del campo
socialista sobre el capitalista, después de una larga competencia pací
fica, conquistará nuevos países a la causa socialista. L a revolución sólo
puede avanzar con los esfuerzos de cada país en particular, y, en los
países coloniales y semicoloniaies por lo menos, el camino a seguir será
violento.
Las principales contradicciones de nuestro tiempo, continua el docu
mento del m ir , se producen entre los países coloniales y semicoloniaies y
la metrópoli imperialista. En su estado de explotación, los pueblos de
estos países no pueden permanecer tranquilos en nombre de una paz
mundial incierta, ni con la esperanza de una liberación desde afuera. Y a
se han colocado a la vanguardia de la revolución mundial.
La historia demuestra que la senda revolucionaria atraviesa por los
países subdesarrollados. Excepto Checoslovaquia y Alemania Oriental,
7Villanucva, Hugo Blanco , p. 13.
346
Luis de la Poente y d m»
todos los países que han llegado al socialismo son subdesarrollados. Las
condiciones de las clases explotadas dentro de los países metrópoli han
mejorado inmensamente en comparación con el siglo pasado, y por lo
tanto la vanguardia se compone ahora naturalmente de aquellos que sien
ten más urgentemente la necesidad de la revolución. Al luchar por su pro
pia liberación, también contribuyen a liberar a las clases trabajadoras
de las potencias imperialistas y a la consolidación del campo socialista.
En América Latina, continúa el documento mirista, que es »la semi-
colonia más importante del imperio más poderoso del mundo y de la his
toria: el imperialismo yanqui*, la revolución será una sola. Ninguna
revolución en el continente estará a salvo mientras sobreviva »el gran
monstruo del norte*. L a Revolución Cubana señaló el comienzo de la
revolución latinoamericana. Este fue el triunfal comienzo del segundo
gran esfuerzo en pro de la emancipación de América Latina. Pero sería
difícil que tuviera lugar una auténtica revolución, como sucedió en
Cuba, en el aislamiento. Lo más probable será que la revolución latino
americana se realice en una gran guerra única de todos los pueblos opri
midos del continente contra el monstruo imperialista.
Sólo una revolución socialista, declara el documento, puede señalar el
camino para salir del subdesarrollo. Y debe ser una revolución con las
armas en las manos del pueblo. El no haber proporcionado armas al pue
blo explica el fracaso de la revolución guatemalteca y el retroceso de la
revolución boliviana.
L a vía revolucionaria, dice el documento —haciéndose eco de los chi
nos— , pasa por los campos. »E1 campesinado en estos países no sólo es la
clase más numerosa sino también la más explotada. El problema de
la tierra es el problema clave. Es un problema insoluble, frente al cual
todos los intentos de reforma han fracasado. E l campo, por lo tanto, es
la parte más débil de todo el sistema*. E s también la más vulnerable por
que el poder estatal se concentra básicamente en las ciudades. Allí la
oligarquía feudal y la burguesía han construido fortalezas inexpug
nables que aplastan el ímpetu revolucionario de la clase obrera, que
necesita de la ayuda del campesinado para destruirlas.
Perú vive una etapa prerrevolucionaria cuya profundidad y continui
dad no tiene precedentes. »Si se ha frenado la revolución y han fracasado
los partidos revolucionarios, no es porque las condiciones no estuvieron
presentes — las condiciones han existido durante largo tiempo, y han
sido aún más propicias que las cubanas— sino porque no se ha encontra
do el camino adecuado*. L a tendencia, continúa el documento del mir ,
ha sido seguir el patrón de las revoluciones burguesas, luchando en las
ciudades y transformando al proletariado urbano en el eje de la revo
lución.
Este punto de vista errado no tomó en cuenta las circunstancias espe
ciales (Primera Guerra Mundial) que rodearon a la Revolución Rusa,
y d hecho de que cuando la burguesía llegó al poder, ya tenía en sus ma
nos una parte importante de él, y pudo hacerse cargo con la velocidad
347
Gott / Las guerrillas en América Latina
del relámpago. El proletariado, por otro lado, nunca ha tenido p a rti
cipación alguna en el poder. 1 .
El documento termina en una nota optimista. Si faltan ciertas condi
ciones, declara, habrá que crearlas. L a revolución debe comenzar ah o
ra. »Las masas responderán al llamado a una revolución, que con sus
primeros éxitos logre señalarles una nueva forma de luchas1 .
En julio de 1964, poco tiempo después que -se publicara esta im portan
te declaración política, los principales líderes del m i r desaparecie
ron de la circulación y se retiraron a la clandestinidad para comen
zar la organización de la lucha guerrillera. Sus primeros escondites
guerrilleros estarían arriba en las montañas. Presenciamos, escri
bía De la Puente, »una guerra popular que se abre paso desde los Andes
hasta la costa, desde los campos hasta las ciudades, desde las provincias
hasta la capital».
De la Puente ha dejado una relación muy completa —quizás la m ás
amplia dejada por un líder guerrillero latinoamericano— de los efec
tos que tendría, según él, la guerra de guerrillas que planeaba3. E n
primer lugar, los campesinos:
«Pensamos que nuestro proceso insurreccional asumirá nuevas for
mas características de una verdadera revolución agraria, y las
acciones masivas campesinas se iniciarán con la invasión de los
latifundios que fueron usurpados a las comunidades y a los
grupos campesinos. Esto se hará bajo la dirección de las células y
comités clandestinos del partido revolucionario y con el apo
yo de los grupos guerrilleros. Los campesinos organizarán sus
propias milicias defensivas y, según su nivel ideológico y el entu
siasmo que demuestren, serán incorporados a las guerrillas o a
las filas del ejército rebelde«.
En segundo lugar, De la Puente explica cómo la acción guerrillera en
las zonas campesinas será capaz de realizar el salto a las ciudades:
»La clase obrera prosigue su proceso de radicalización, comen
zando con los mineros y los peones agrícolas. Además, los cesan
tes y los que tienen empleos insuficientes en las poblaciones mar
ginales, que sufren de enajenación y de miseria, están en posi
ción de comprender las diferencias socioeconómicas que preva
lecen en el país debido a que viven en las ciudades como sirvientes
de la oligarquía, como peones explotados, como vendedores via
*Nuestra Posición , Lima: Ediciones »Voz Rebelde*, julio de 1964. En realidad existía un
documento anterior sobre política publicado en febrero de 1963, titulado m i r : Bases D oc
trinarias y Programáticas publicado por Ediciones Voz Rebelde. No me ha sido posible
obtener una copia, pero Américo Pumaruna se refiere extensamente a éste en »Penj: revo
lución, insurrección, guerrillas*.
#Luis de la Puente (Jceda, »The Peruvian Revolution: concepts and Perspectivcs*, M onthly
Review , noviembre de 1965. '
348
Luis de la Puente y d mor
jeros, o como simples testigos de la ostentación de los oligarcas,
de sus lujosas mansiones y de su insensibilidad y desprecio
hacia el pueblo. En cierta etapa del proceso revolucionario estas
víctimas del sistema pueden fácilmente transformarse en una
avalancha incontrolable.
Dentro de este concepto de guerra popular, las guerrillas actúan
como catalizadores del estallido social, como simiente del ejér
cito popular, como instrumento de propaganda y de organiza
ción, así como de escuelas ideológicas y militares«.
349
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
En quinto lugar, y esto fue escrito mucho antes que el Che G uevara
diera a conocer sus opiniones sobre la conveniencia de la interven
ción de Estados Unidos para provocar una reacción nacionalista, De
la Puente afirmó su creencia de que los Estados Unidos tendrían que in
tervenir. Esta intervención, no obstante, tendría aspectos positivos,
desde el punto de vista del desarrollo de la lucha revolucionaria:
350
•T u p a c Am aru* y Guillerm o Lobaión
Capítulo cinco
T u pac A m aru y G uillerm o L obatón
Hacia fines de mayo de 1965 los jefes de los diversos focos se reunieron en
el campamento 6, cuartel general de De la Puente, situado en Mesa Pe
lada sobre el pueblo de Maranura, que a su vez se halla a orillas del río
Urubamba, un poco más abajo del gran pueblo incásico Machu-
Picchu. Se hallaban entre los presentes Guillermo Lobatón, Máximo
Velando, Gonzalo Fernández Gaseo, Elio Portocarrero Ríos y
Rubén Tupayachi.
Según la versión del Ministerio de Guerra, el esquema original de
los guerrilleros era comenzar las operaciones en la zona de Satipo
donde se preparaba calladamente el grupo Tumac Amaru bajo Loba-
35*
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
3 5 2
»T u pac Am aru« y G uillerm o Lobatón
1Proclamación Revolucionaria al Pueblo Peruano, citado por Rogger Mercado en Las Gue
rrillas del Perú, pp. 120-135.
3 5 3
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
Sin más rodeos, las guerrillas del mir entraron en acción. E l primero
en comenzar la lucha fue el grupo Tupac Amaru en el centro del país, con
ducido por Guillermo Lobatón. Comenzaron en junio de 1965.
Tenían su base cerca de la aldea de Andamarca, a orillas del río del
mismo nombre. El terreno que lo rodea es extremadamente monta
ñoso. L a versión del Ministerio de Guerra destaca los siguientes acon
tecimientos: el 7 de junio, las guerrillas capturaron a dos guardias ci
viles en las cercanías de Jam pata en la parte superior del Andam ar
ca. Habían sido enviados para investigar rumores de actividad gue
rrillera, fiero en vista de que el movimiento guerrillero estaba por
entrar en acción, fueron puestos en libertad dos días más tarde sin arm as
ni equipo.
El 9 de junio la campaña se inició con un asalto de los guerrilleros al
polvorín de la mina Santa Rosa. Escaparon con una gran cantidad de
dinamita y con ésta hicieron volar un puente sobre el río M arayniyoc.
354
»T u p ac A m a n * y G uillerm o Lo b ttón
Inti Yalhamuy
20 de junio de 1965
Queridos Camaradas:
Aprovecho un alto en nuestra marcha para enviarles esta carta y pa
ra establecer nuevamente contacto con nuestra organización.
Escribo al correr de la pluma. Hay mucho que decir. Lo principal
es no omitir nada. Espero que esta carta sea útil a la organiza
ción y a todos nuestros camaradas, y también para denunciar
ante la opinión pública peruana y mundial ciertos actos crimina
les de las fuerzas de represión.
Nuestra primera acción se realizó de acuerdo a lo planeado. Ha
bíamos terminado prácticamente todas los preparativos que la
situación del país exigía, la proclamación de Illarec C h’asca y los
asuntos a que hice referencia en mi última carta dirigida a los lí
deres del grupo. Puesto que habíamos cumplido todas las tareas
de la primera etapa, teníamos que dar comienzo a la lucha arma
da. Creemos que los acontecimientos han justificado la estima
ción que hicimos de la situación. En realidad creemos que han ido
más allá de lo que podíamos esperar. L a prensa y la radio han in
formado sobre nuestra primera operación, naturalmente ter
giversando bastante los hechos. Esencialmente consistió en un
ataque a una mina, la voladura de un puente en el camino a Sati-
’ Ministerio de Guerra: Las guerrillas en el Perú y su represión, p. 47.
3 55
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
356
»T u pac A m aro * y G uillerm o Lobatón
357
G o tt / L a * guerrillas en Am érica Latin a
358
»T u p «c A m ara* y G uillerm o L o tM ín
ellos, didéndoles que sentía no poder hacer más por ellos por el pe
ligro que esto podía significar para su grupos4*.
•
359
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
360
•T u p a c A m aro * y G uillerm o Lobatón
>0Rcsumcn de la reunión del Comité central del mir, citado por Mercado, p. 16.
11No he querido citar muchas cifras de bajas en esta sección, porque aun cuando la versión
del Ejército parece bastante precisa hasta donde se puede apreciar, obviamente faltan
muchas cosas. El ataque a Shuenti puede haber provocado la muerte de once guerrille
ros; también los muertos pudieron perfectamente ser simples campesinos.
362
»Pachacutec« y L u í* de U Puente
Capítulo seis
»P a c h a c u t e c « y L u is de la Pu en te
11Resumen de la Reunión del Comité Central del mir , citado por Mercado, pp. 159-160.
"Ministerio de Guerra, Las Guerrillas, p. 64.
"L e Monde, 12 de enero de 1964.
11«Guillermo Lobabon a-t-il été réellemente tué?« L e M onde , enero 1961.
"Jacqueline Eluau de Lobatón, «Tras las huellas de Lobatón», Punto Final.
363
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
364
•Pachacutec*» y L u is de la Puente
365
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
366
»Pachacutec« y L u is de la Puente
‘ Citado por Rogger Mercado, Las G uerrillas del Perú , pp. 193-8.
4New York Times, 12 de septiembre de 1965.
‘ Ministerio de Guerra, Las G uerrillas en el Perú , p. 66. Los guerrilleros afirmaron que
los soldados que el ejército informó habían muerto de frío en realidad habían muerto en
emboscadas (Mercado, p. 184). No obstante, el hecho de que el ejército pudiera llegar a ha
cer esta declaración indica que el clima no era templado.
3fi7
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo siete
« J a v ie r H era u d « y H écto r B é ja r
Parece que para el ejército peruano fue una gian sorpresa cuando el E jé r
cito de Liberación Nacional (eln ) entró en ajción el 25 de septiembre en
*Rogger Mercado, Las Guerrillas del Perú, p. 186.
7New York Times, 8 de octubre de 1965.
368
•Ja v ie r H eraud* y H éctor Béjar
369
G o tt / L a s guerrillas en Am érica Latin a
'En mayo de 1962, el Teniente Vallejos estaba a cargo de la prisión de Jauja, pueblo situa
do a unos treinta minutos de camino de Huancayo en el Departamento de Junín. Deseoso
de iniciar un levantamiento, estableció contacto con un miembro del Partido Obrero R evo
lucionario ( p o r ), grupo trotskista, para contar con el apoyo de una organización política.
Junto con un líder campesino llamado Mayta, planearon un levantamiento que haría es
tallar la revolución socialista. Se apoderaron de la prisión, pero no pasó mucho tiempo
antes que el Ejército los atacara. Vallejos y Mayta fueron muertos. Para mayores detalles
véase en »Perú: revolución, insurrección, guerrillas», de Américo Pumaruna Cuadernos
de Ruedo Ibérico, N° 6, abril-mayo 1966, reproducido en Pensamiento Crítico (La Ha
bana), N° 1.
^Comunicado conjunto del m ir y el e l n , 9 de septiembre de 1965, citado por Rogger Mer
cado en Las G uerrillas del Perú, pp. 181-2.
37°
•Ja v ie r H craud* y Héctor Béjar
37* $
Gott / L as guerrillas en Am érica Latina
372
•Ja v ie r H eraud* y H éctor Béjar
9The N ew guerrilla Front in Ayacucho, manifiesto del eln. octubre 1965, citado por Ro-
gger Mercado en Las guerrillas del Perú. pp. 188-191.
373
G o tt / L a s guerrillas en Am érica L atin a
374
Loe com unistas y U i guerrillas
Capítulo ocho
Los CO M UN ISTAS Y LA S G U E R R IL L A S
375
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
aCésar Levano, «Lessons of the Guerrilla Struggle in Perú®, World M arxist R eview , vol.
9, N* ix, septiembre de 1966.
'En su libro, Las Guerrillas del Perú, Rogger Mercado declara que aunque le solicitó al
secretario-general del Partido, Jorge del Prado, una copia de la declaración del Partido so
bre las guerrillas, no le facilitaron ninguna, (p. 146). Sin embargo, reproduce sí una decla
ración del Frente de Liberación Nacional —una organización patrocinada por los comu
nistas y dirigida por el general en retiro César A. Pando. £1 f l n , deda la declaradón pu
blicada en junio de 1965, entendía y esperaba el estallido de la guerra de guerrillas. No
obstante «sería un error creer que la victoria sólo puede alcanzarse a través de la acdón de
un selecto grupo de vanguardia®.
4Según Lenin, a quien siempre recurren los comunistas cuando se les plantean dudas, una
situación revolucionaria presupone ciertas condiciones objetivas: 1) Una crisis política
que hace imposible que las clases gobernantes gobiernen a la manera antigua; 2) Un de
terioro importante en las condiciones materiales de las masas oprimidas; y 3) £1 surgi
miento de un movimiento auténticamente de masas. César Levano comenta: «Obviamente,
en junio de 1965, no existía tal situación revolucionaría en el Perú.
376
L o s comunistas y las guerrillas
»i. Desatar una campaña represiva contra todas las fuerzas de Iz
quierda.
2. Aislar estas fuerzas de los elementos nacionales y democráti
eos.
3. Inducir a la burguesía conciliadora actualmente en el poder a
pasarse a la reacción más franca.
4. Reagrupar las fuerzas del frente ultrarreaccionario, arreglan
do ciertas desavenencias (principalmente la rivalidad tradicio
nal entre el a p r a y el ejército)**.
*Uno era el partido del ex Presidente General Odría. En una alianza limpia se había uni
do al a p r a para oponerse a Belaúnde.
377
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
Pero para que sus adictos no fueran a creer por esto que los com unis
tas apoyaban las actividades de De la Puente, Levano se apresuró a in
cluir una lista de los errores cometidos por el m ir , el principal de los
cuales era el no haber coordinado sus actividades con las del P artid o
Comunista.
‘ Este fue el primer partido pekinista de América Latina reconocido oficialmente por Pe
kín. Según fuentes chinas, al congreso inaugural asistió la mayoría de los miembros del
antiguo Comité Central y los representantes de 13 de los 17 comités regionales. Véase
Peking Reviezv, 14 de febrero de 1964, y 22 de mayo de 1964, y también a Ernst Helperin en
Peking and the Latín American Communists China Quarterly, enero-marzo de 1967. El líder
del partido pekinista era Saturnino Paredes.
378
L o s co m im itas y las guerrillas
379
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
380
L o s comunistas y las guerrillas
381
G o tt / L a s guerrillas en Am érica L atin a ¡
382
L a s guerrillas recapitulan
Capítulo nueve
L a s g u e r r il l a s r e c a p it u l a n
383
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
3 84
L a s guerrillas recapitulan
385
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
1Entrevista a Héctor Béjar publicado en Opiniones, revista del e l n peruano, 1967, y repro*
ducida en »Perú: entrevista a dos guerrilleros# Pensamiento Critico (La Habana), N * 6,
juliode 1967.
386
QUINTA PARTE
Bolivia
•Un hecho es cierto, irrefutable: cincuenta hombres remecieron a una nación entera,
hideron tambalear a un gobierno, privaron de sueño a los imperialistas y a sus
lacayos y concentraron en ellas la atención del mundo entero. Estos hombres paga
ron con sus vidas d predo de la inmortalidad. Pienaen cómo será cuando d país
entero marche por d camino de la revolución*.
Mario Monje
Secretario General del Partido Comunista de Bolivia.
Capítulo uno
J orge M a setti y las g u er r illa s de S alta
Inicialmente, como quizás era lógico aun para alguien con un sentido tan
subdesarrollado del nacionalismo como el Che, sus pensamientos se diri-1
387
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
388
Jorge Masetti y las guerrillas de Salta
Argentina eran inadecuadas para que un brote guerrillero tuviera éxi
to. Aunque los militares habían derrocado al presidente civil, Arturo
Frondizi, en 1962, permitieron la realización de elecciones en julio de
1963. E l candidato triunfante fue Arturo Illía, y los militares le permi
tieron gobernar hasta 1966. Por lo tanto en la época en que Masetti espe
raba lanzar su campaña guerrillera, Argentina tenia un gobierno civil
bastante moderado4.
Sin lugar a dudas Guevara tenía interés en hacer algo en Argentina. E ra
su propio país, lo conocía bien y quizás los fracasos y errores de Masetti
podrían aprovecharse en forma constructiva. Además contaba con el
apoyo del cubano Ricardo, que había participado en la planificación
de la expedición de Masetti, logrado sobrevivir y estaba dispuesto a
participar una vez más.
Pero desde el comienzo, Guevara recalcó que la lucha debía extenderse
por todo el continente. Si los brotes guerrilleros aislados que se habían
producido en distintos puntos del continente desde la Revolución cu
bana hubiesen sido dirigidos y coordinados desde un organismo central
podrían haber corrido una suerte muy distinta. Si el objetivo habría de
ser Argentina, era importante que la lucha se extendiese rápidamente si
guiendo la cordillera de los Andes, pasara por Bolivia y Perú, y atra
vesara las selvas tropicales de Paraguay y de Brasil. De allí podría unir
se a los movimientos ya establecidos en Colombia y Venezuela.
En 1964, cuando el Che comenzó por primera vez a pensar seriamente
en la posibilidad de volver personalmente a la guerra activa, las condi
ciones parecían favorables. Un golpe militar en Brasil había impulsado a
Leonel Brizóla, gobernador de Río Grande do Sul y cuñado del ex Presi
dente Jo a o Goulart, a entrar en acción. Brizóla, después de exiliarse en
Uruguay, se ocupaba en examinar las posibilidades de iniciar una cam
paña guerrillera contra la pandilla de coroneles que se había apoderado
de su país. En Perú, Luis de la Puente, Guillermo Lobatón, y el cuñado
de Guevara, Ricardo Gadea, realizaban esfuerzos separados por poner
nuevamente en marcha los asuntos revolucionarios en el altiplano perua
no después del fracaso del movimiento encabezado por Hugo Blanco y de
la desastrosa muerte de Ja v ie r Heraud. Y en Bolivia, en noviembre de
1964, el régimen nacionalista del Presidente Paz Estenssoro, que gober
naba desde 1952, fue derrocado por el General René Barrientes y el
General Alfredo Ovando. La posibilidad de una revuelta contra los
dictadores militares no parecía ser sólo una quimera.
*En septiembre de 1968, la Unión de Periodistas de Cuba celebró una reunión en memoria
de Jorge Masetti, a la que yo asistí. Un cuadro que representaba al guerrillero junto con
el Che Guevara fue descubierto por su hijo, y. fue publicado un folleto que reproducía algu
nos de los documentos relacionados con la campaña en Argentina. Uno de ellos es una carta
abierta a Arturo Illía escrita por Masetti el 9 de julio de 1963, desde el Campamento Augusto
César Sandino, y otro es una carta dirigida al «Compañero Campesino*, fechada en enero
de 1964 en las montañas de Salta.
389
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
Capítulo dos
El cisma chino -soviético
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£ 1 c im a chino-soviético
«U N ID A D D E P R IN C IP IO S, U N ID A D EN L A LU CH A#
«A fines de 1964 se realizó un Congreso de Partidos Comunistas L a
tinoamericanos, al que asistieron delegaciones de todos los partidos.
L a Conferencia se realizó en un ambiente fraterno y con un espíritu
de franca comprensión y simpatía en relación a los problemas comunes.
Se realizó un intercambio fructífero de las experiencias adquiridas
en la lucha de los pueblos del continente en pro de su liberación nacio
nal frente al imperialismo, y en pro de la paz, de la democracia y el so
cialismo. La Conferencia dedicó especial atención a los problemas
de solidaridad con el pueblo y el gobierno cubanos.
SO L ID A R ID A D CON C U BA
Entre otras resoluciones se dio énfasis a:
La necesidad de hacer más consistente y organizada la solidari
dad con Cuba. Al contribuir a esta solidaridad, las organizaciones,
individuos y partidos, no sólo cumplen con un deber intemacionalis
ta y latinoamericano, sino que al mismo tiempo defienden los intere
ses, libertades, dignidad y futuro de sus propios países.
Entre estas tareas se debe otorgar especial énfasis a la exigencia del
restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales con
Cuba, la lucha contra el bloqueo económico y en pro de la expansión
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Gott / Las guerrillas en América Latina
del comercio, denunciando los preparativos de agresión y las activi
dades de los contrarrevolucionarios y otros agentes de la c ía , una
respuesta expedita a la campaña difamatoria organizada y d irig i
da por el imperialismo norteamericano contra el pueblo de C u b a y su
gobierno, una campaña publicitaria - de los éxitos económicos, so
ciales y culturales de la Revolución Cubana.
C A M PA Ñ A S P E R M A N E N T E S
Respecto al apoyo brindado a las luchas de los demás pueblos de A m éri
ca Latina en contra del imperialismo, la conferencia hizo las siguien
tes recomendaciones:
Creación de movimientos de solidaridad, que lleven a cabo una cam
paña permanente contra la represión, en lugar de hacer m anifesta
ciones esporádicas y declaraciones aisladas.
Otorgar un apoyo activo a los que en la actualidad se hallan someti
dos a una cruel opresión, como los que luchan en Venezuela, C olom
bia, Guatemala, Honduras, Paraguay y Haití.
Apoyar la lucha contra el colonialismo en el continente, en pro de la
independencia de Puerto Ricp y de la Guayana Británica, autono
mía para la Martinica, Guadalupe y la Guayana Francesa y la devo
lución de las Islas Malvinas a la Argentina, y en pro de la independen
cia de las colonias inglesas y holandesas del Caribe.
A PO YO A V E N E Z U E L A
Organizar a escala continental el apoyo activo de todos los pueblos la
tinoamericanos a la lucha de liberación del pueblo venezolano.
Impulsar la solidaridad con la lucha antiimperialista que en d iver
sas circunstancias libra el pueblo de Panamá.
Mantener vigorosas campañas en pro de la libertad de los líderes co
munistas capturados, entre los cuales los más conocidos son:: Je sú s F a -
ría, Gustavo Machado y Pompeyo Márquez, en Venezuela; Pedro
Saad, de Ecuador; Jacques Stephen Alexis, de Paraguay; M ario Alves,
Iván Ribeiro y Astrojildo Pereira, de Brasil.
Y en pro de la libertad de todos los patriotas perseguidos, obreros
combatientes y partidarios de la democracia.
Fomentar el espíritu de solidaridad dentro del proletariado lati
noamericano, promoviendo las protestas de los trabajadores en
todas sus formas por medio de la Federación Mundial de Gremios y de
todos los centros obreros independientes de Latinoamérica.
U N ID AD DE P R IN C IP IO S ’ 4
La Conferencia también subrayó la necesidad de incrementar los
contactos entre |ps diferentes partidps, para el intercambio de expe
riencias y conocimientos.
La Conferencia prestó especial atención a las disputas que han surgi
do dentro del movimiento comunista internacional y aprobó una re
solución cuyos puntos principales son los siguientes:
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E l c im a chino-soviético
T E R M IN A R CON LA S C O N T R O V E R SIA S P Ú B U C A S
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£ 1 d a n * chino-soviético
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G ott / Las guerrillas en Am érica Latina
396
£1 asma chino-soviético
m ientras los cubanos trataban desesperadamente de no pronunciarse.
Y en diciembre de 1964 tuvo lugar la reunión de L a Habana de todos los
partidos comunistas latinoamericanos, destinada a llegar a una com
ponenda. Zamora continúa:
E s bastante dudoso que el propio Guevara halla hecho alguna vez una
promesa concreta respecto a la probable actitud de Cuba, hacia su
movimiento »divisionista6«. En todo caso, después de la reunión de
L a Habana en diciembre de 1964, Cuba se había pronunciado defini
tivamente en contra de los movimientos separatistas. No obstante,
nada podía evitar que Zamora y sus colegas prochinos obedecieran
las directivas que emanaban de Pekín en el sentido de que la mejor ma
nera de sabotear a los «revisionistas», era dividir sus partidos. En
abril de 1965, en una conferencia realizada en Siglo Veinte, la gran zona
minera del estaño, Zamora y sus camaradas, encabezados por el
líder minero Federico Escobar, crearon el Partido Comunista pro
chino de Bolivia. También se hallaba presente otro líder minero,
Moisés Guevara, que más tarde formaría un movimiento disidente
propio, que ideológicamente vacilaba entre lospartidos proMoscú y
proPekín.
Los comunistas pro Moscú de Bolivia se intranquilizaron visible
mente con este nuevo acontecimiento y celebraron inmediatamente
un Congreso para considerar »las actividades divisionistas de los
elementos antipartido».
Según Jorge Kolle Cueto, miembro del Comité Central, se había pro
ducido »una división sin precedentes». Había afectado a seis de los ca
torce distritos en que el Partido Comunista estaba organizado.
eEn 1966 Guevara le explicó al comunista ortodoxo, Mario Monje (según versión de
Monje): En mi vida me he equivocado pocas veces respecto a tas personas y una de estas equi
vocaciones fue en relación a Oscar Zamora. Zamora vino a Cuba a pedir ayuda y nos dijo
que fomentaría el divisionismo a fin de apoderarse de la directiva del Partido Comunista
boliviano o dividirlo. Le dije que estaba de acuerdo con el divisionismo si comenzaba con la
guerra de guerrillas. Zamora estuvo de acuerdo. Volvió a Bolivia, olvidó su promesa y la
ayuda que había recibido, y se vendió al mejor postor. Ahora no tenemos nada que ver con él
ni con su grupo. »Carta de Mario Monje, aparecida en Presencia (La Paz)«.
397
Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo tres
P reparativo s en L a P az
»S¡ existe un verdadero propósito de iniciar la lucha desde algún país extranjero o des*
de regiones distantes y remotas dentro del mismo país, resulta obvio que se debe
comenzar con pequeños movimientos conspiratorios de miembros secretos que
actúan sin el apoyo o el conocimiento de las masas».
Ernesto Che Guevara, Guerrilla Warfare
398
Preparativos en L a Paz
*»E 1 Chino* —Ju a n Pablo Chang— era un peruano que en 1965 había participado en la
planificación de las guerrillas del e l n en Perú pero que no había intervenido en la lucha.
1Carta de M ario Monje al Comité Central del Partido Comunista boliviano, 15 de julio de
1968. Publicado en Presencia (La Paz) 25 de julio de 1968.
*Pombo's Diary, 28 de septiembre de 1966. Este diario aparece en The Complete Bolivian
Diaries of Che Guevara and other captured documents, Daniel Jam es (ed ).
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G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
400
Preparativos en L a Paz
7Regis Debray, «Latín America: the Long March*. Y el Economist del 12 de agosto de
1967 escribía: si éste es realmente uno de los «nuevos Vietnams* de Fidel Castro, constituye
al menos sicológicamente, un triunfo potencial. Ningún país de Sudaméríca está en peo
res condiciones para enfrentar la guerra de guerrillas que Bolivia*.
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
‘ Richard Gott, «Latín America: the next revolurion«, Guardian (Manchcster), 6 de abril de
1967.
9Pombo'\ Dtary. julio ;jo.
40 2
Preparativos en L a Paz
403
I
G ott/ Las guemlUi en América Latina
Pombo comenta ese día en su diario;
^Discutimos lo que habría de hacerse en el caso de que se ap rob ara
utilizar a (Moisés) Guevara. Sánchez sugirió que no se le in fo r
mara a Guevara sobre el lu g a r. designado como zona de o p e ra
ciones y concentraciones, etc. L o mejor, sugirió, aunque podría
costar algún dinero, era someter a su organización a una prueba
práctica. Para este propósito se le podía pedir que reuniera a su
gente en Cochabamba,. para que estuvieran listas para el levan
tamiento. Se le daría un plazo de quince días para hacerlo, y se le
pediría que averiguase cuánto costaría en pasajes, alojam iento,
etc. De este modo, averiguaríamos si realmente cuenta con p erso
nas que están preparadas para la revolución».
404
Preparativos en L a Paz
Los comunistas, sin embargo, les estaban dando un dolor de cabeza mu
cho mayor a los cubanos que la ubicación de la propiedad en Ñanca-li
liPom bo's D iaryf 10 de septiembre.
ltPombó*s Diary, 11 de septiembre.
4<>5
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
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Ñancahuazú
Capítulo cuarto
Ñ an cah u azú
407
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
408
Ñanoah«iú
el Chino enviaría a dos, peruanos posiblemente a cinco, para su entre
namiento en Ñancahuazú.
Después de su viaje a L a Habana, el Chino volvió a Ñancahuazú en mar
zo, trayendo a dos peruanos como había prometido. Guevara amienta
en su diario el 20 de marzo:
»Tania hizo los contactos y la gente vino, pero según ella, se la hizo
viajar en su jeep hasta aquí y pensaba quedarse un día pero se com
plicó la cosa. Jozam i no pudo quedarse la primera vez y la segunda
ni siquiera se hizo contacto por estar Tania aquí«.
*De una nota escrita por Guevara y dirigida a Fidel, »en clave y con tinta invisible*. Fue
leída por el fiscal, durante el proceso de Regis Debray y publicada en Presencia el 14 de
noviembre de 1967.
4<>9
Gott / Las guerrillas eo América Latina
ben comenzar la acción exploratoria en el norte argentino y m an
darme un informe«. (Marzo 21).
Capítulo cinco
El n uevo G r it o de M u r illo
4 !2
E l N uevo G rito de M u rillo
es mejor desde allí mismo. Le sugerí que hablase contigo pues eres
el dirigente estratégico de esta operación cuyo comienzo no puede
preverse con exactitud. Acontecimientos inesperados podrían ha
cerlo comenzar en territorio de Estanislao, antes que en el sur. L a
mención de tu nombre lo impresionó inmensamente y contestó en
forma decidida que te siguiría a cualquier parte y te ayudaría en
todas las formas posibles, y fijó la conversación en principio entre
el 25 y 3 ° de diciembre; Papi fijaría el lugar y el momento exacto.
Para su información le dije que la entrevista se haría fuera del país.
No puedo decir cuál será la actitud de Estanislao, pero puede traer
alguna buena gente. E l 20 sale el Dr. Pareja con todo el equipo de
Morogoco. Podría ser muy útil como proveedor de medicamentos.
El portador de este mensaje es el jefe del grupo de diez enviado por
Estanislao y controlado por Inti. E l resto parte a fines de diciem
bre, ve si puedes acomodarlos. Saludos. Leche. Diciembre 14**. '
4 13
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
Monje ha dado dos versiones del encuentro, ambas dan alguna idea de las
líneas seguidas por su propio pensamiento, aunque pueden ser algo
inexactas cuando se refiere a lo dicho por Guevara. Según Monje, G u e
vara dijo lo siguiente:
4 1 4
£ 1 N uevo G rito de M u rilio
416
E l N uevo G rito de M u ríllo
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G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
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E l Nuevo G rito de M u rillo
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G olt / L a s guerrillas en Am érica Latina
Capítulo seis
T raición y acción
»E1 combatiente guerrillero no debe jamás permitirse una sola palabra inútil, aun
con sus propios compañeros de armas, ya que el enemigo siempre intentará in
troducir espías en las filas de la guerrilla para averiguar sus planes, ubicación y
medios de subsistencia».
Che Guevara, Guerra de G u errilla s.
»Hacer contacto a lo más cada tres días, mientras sean 4 irán dos a r
mados; los nuevos ingresos serán instruidos en las normas genera
les, pero no se deben conocer más que lo imprescindible; se lim pia
rá el campamento de todos los éfectos personales y las armas se
esconderán en el monte, tapadas por una carpa. L a reserva de di
nero permanecerá constantemente en el campamento, sobre
424
Traición y Acción
»E1 campesino está dentro del tipo; incapaz de ayudarnos, pero in
capaz de prever los peligros que acarrea y por ello potencialmen
te peligroso**.
425
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
'Aunque Vicente Rocabado fue un delator policial, no había sido infiltrado premeditada
mente en la guerrilla. Cuando fue capturado, no obstante, se dio cuenta do lo útil que podía
ser su información para la policía. Tenía una memoria excelente y dio una descripción
extremadamente detallada no sólo del campamento y de las cuevas, sino también de los
guerrilleros y sus diversr. tareas. Cuando se le preguntó por qué se había unido a las gue
rrillas, le dijo al Ministro de Gobierno, Antonio Arguedas, »Si Ud. tuviera una suegra
como la mía, también se iría a las guerrillas*.
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Traición y Acción
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G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
428
Traición y Acción
Lo primero que tenían que hacer los guerrilleros era construir una
nueva cueva para colocar en ella todas sus pertenencias, el transmisor,
los medicamentos, fusiles y municiones. Los desertores habían realiza
do también su trabajo que obviamente el ejército estaba en anteceden
tes acerca de las cuevas existentes. Pero realizar trabajos con dinamita
de los acantilados tomaba tiempo, especialmente debido a que no se
podían hacer mientras estuviera rondando un avión de reconocimiento.
L a tarea de dinamitar nuevas cuevas le fue encomendada a Moisés Gue
vara quien, como ex minero, era experto en el manejo de la dinamita. Pero
no terminó el trabajo hasta el i° de abril, y pasaron todavía dos días
antes que los guerrilleros terminaran de trasladar sus pertenencias, y
que estuvieran listos para abandonar el campamento. Finalmente par
tieron el 3 de abril.
Mientras unto el Ejército había estado realizando exploraciones cerca
de la Casa Calamina. El 4 de abril, justo al día siguiente que los guerrille
ros habían evacuado su campamento principal, el Ejército cruzó el río
en dirección sur-norte, y, con la información proporcionada por los
desertores, arribó al campamento. Unos días más tarde llegaron los
dos primeros periodistas, del diario E l Mercurio de Santiago y del Times
de Londres. El corresponsal del Times, M urray Sayle, describe el cam
pamento como sigue:
429
k Gott / L a s guerrillas en Am érica Latina
430
Regís D ebray
Capítulo siete
R egís D e b r a y
»La principal diferencia entre Regis Debray y yo es que el futuro del mundo se hallaba
en los lugares hacia los cuales me sentí llamado. Ud. comprende, fui a Asia, allí se
hallaba el futuro del mundo. De lo contrario habría ido a Rusia. Allí todavía se ha
llaba el futuro; pero el futuro del mundo no se halla en Bolivia. Regis Debray fue
allá para nada. Los tiempos han cambiado*.
André Malraux, citado por L e M onde, 27 de octubre de 1967.
432
Regis Debray
433
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
pedí que volviera a organizar una red de ayuda en Francia y de paso fuera
a Cuba, cosa que coincide con sus deseos de casarse y tener un hijo con su
compañera*.
Luego de la primera emboscada, el 23 de marzo, se hizo necesario q u e los
guerrilleros se libraran de los que no eran combatientes. Debray explica:
434
L o s comunistas se marginan
Capítulo ocho
Los CO M UNISTAS S E M A R G IN A N
435
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latina
»La actitud del partido sigue siendo vacilante y doble, lo menos que se
puede decir de ella, aunque queda una aclaración, que puede ser
definitiva, cuando hable con la nueva delegación*.
'De un documento leído por el Ministro de Gobierno boliviano, Antonio Arguedas, ante
una conferencia de prensa en La Paz, 30 de octubre de 1967. Texto publicado en E l D iano
(La Paz), 31 de octubre 1967.
436
Los comunistas se marginan
»¡ Bolivianos!
La guerra de guerrillas ha comenzado en este p aís...
El Partido Comunista expresa su solidaridad con la lucha de los patrio
tas guerrilleros. El aspecto más positivo de esta posición será sin
duda que esta lucha contribuirá a demostrarles a los bolivianos el
mejor camino a seguir para lograr la victoria revolucionaria.
El problema de incorporarse a las filas guerrilleras queda fuera del
437
Gott / L a s guerrillas en América- Latina
*Citado por £1 Siglo (Santiago), 29 de abril de 1967. (Las bastardillas son mías).
438
Los comunistas se marginan
Periodista: ¿No cree que la demora en comenzar las acciones masivas
en las ciudades pueda peijudicar la supervivencia misma de las
guerrillas?
Kolle: L a supervivencia de las guerrillas es un problema militar estra
tégico que ha sido bien estudiado. Nunca hemos considerado la
posibilidad de que las guerrillas sean aplastadas por el Ejército.
Esta parte del problema depende en gran parte de los planes
tácticos en cuanto al número de las operaciones. Y de todas ma
neras, la iniciativa siempre ha sido nuestra.
Periodista: ¿Cuánto demoraría preparar acciones de masas en las
ciudades?
Kolle: Este problema está íntimamente ligado a la crisis política que
ha sufrido el país desde la caída del gobierno del m nr . Ese partido se
halla ahora dividido en varios grupos y se hace necesario ahora
aclarar ciertas posiciones políticas e incorporar los sectores más
decididos a la lucha. En el prin , por otra parte, los mineros a pesar
de estar en mayoría tienen que librar sus propias batallas inter
nas con los intelectuales de clase media que quieren estar en buenas
relaciones con todo el mundo desde el ejército hasta la Embajada
de los Estados Unidos. Esto ha frenado el proceso de la unidad polí
tica antimperialista que estamos pidiendo.
Periodista: ¿Significa esto que las guerrillas no son la parte más
importante del pian?
Kolle: Significa que las guerrillas, la insurrección, son una forma de lu
cha, pero obviamente no es la única actividad en que estamos empe
ñados. Son acciones combinadas que dependen una de la otra. Debe
comprender que las guerrillas se irán fortaleciendo cada vez más a
medida que el espíritu de lucha de las masas urbanas, mineras y
campesinas vaya en aumento.
Periodista: ¿Consideraría Ud. que el brote guerrillero en Bolivia es un
triunfo de la línea cubana dentro de su partido?
Kolle: Creemos que la guerra de guerrillas ha estallado en el momen
to preciso en Bolivia. Consideramos que cada Partido Comunista
debe solucionar sus problemas de acuerdo a las condiciones de cada
país para la lucha. Esperamos que nuestra acción de masas contri
buya a la unidad política entre los comunistas latinoamericanos y
destruya de una vez para siempre las dudas y suspicacias acerca de
las posiciones, por ejemplo, la presunta posición de los asi llama
dos partidos promoscovitas, supuestamente contraria a la solu
ción de los problemas políticos por la vía militar. Esto obviamente
no es cierto. La coexistencia pacífica es una política para la Unión
Soviética y los Estados Unidos, en el momento que tratan de evitar
una guerra termonuclear, pero eso no quiere decir que la coexis
439
Gott / Las guerrillas en América Latina
tencia pacífica nos obligue a nosotros los comunistas a renunciar a
la lucha de clases o a la lucha contra el imperialismo en nuestros
países. Esto queda demostrado por nuestra actual posición de a p o
yo a las guerrillas»4.
4Jorge Rolle Cueto en entrevista concedida a José Gómez López para la revista Flash; ci
tadoen E l Siglo de Santiago, 14 de mayo de 1967.
5Regis Debray, Revolution in the Revolution?, p. 125.
4 4 0
Los comunisus se marginan
dio para saber noticias de lo que sucedía en el resto del país. El propó
sito de un foco guerrillero, vale la pena reiterar, no es crear una revolu
ción sino crear las condiciones para una revolución. Guevara pen
saba que la introducción de un grupo de hombres en una situación polí
tica ya explosiva podía tener un resultado positivo. Durante los
primeros meses, evidentemente creyó que todo marchaba de acuerdo
a lo planeado. A fines de mayo daba la siguiente información: »Desde
el punto de vista militar, tres nuevos combates, causándoles bajas al
Ejército y sin sufrir ninguna..., indican el buen ¿xito«. Y a mediados
de junio escribe: »Lo interesante es la convulsión política del país,
la fabulosa cantidad de pactos y contrapactos que hay en el ambien
te. Pocas veces se ha visto tan claramente la posibilidad de cataliza-
ción de la guerrilla*.
Un mes después, el 14 de julio, escribe en un tono semejante: »E1 pr a
y el psb se retiran del frente de la revolución (de Barrientos) y los cam
pesinos advierten a Barrientos sobre una alianza con la Falange. El
gobierno se desintegra rápidamente. Lástima no tener 100 hombres
más en este momento*. L a semana siguiente menciona que «Las noti
cias políticas son de una tremenda crisis que no se ve en qué va a parar*.
En junio las tropas del gobierno habían ocupado las zonas mineras del
Altiplano, y esto, junto con la existencia de las guerrillas de Gueva
ra, había provocado una crisis política de consideración en L a Paz.
Si el Partido Comunista o algún otro partido con base urbana hubie
se estado preparado y dispuesto a sacar provecho de esta situación,
el foco de Ñancahuazú habría cumplido su propósito. Pero la pusila
nimidad de los políticos de oposición en L a Paz era tal que no llegaron
a darse cuenta de la oportunidad que se les presentaba.
L a otra tesis de Guevara era que un foco guerrillero podía provocar
la intervención norteamericana. Durante los primeros días se
mostró optimista respecto de esto. En abril escribe: Los norteamerica
nos anuncian que el envío de asesores a Bolivia responde a un viejo
plan y no tiene nada que ver con las guerrillas. Quizás estamos asistien
do al primer episodio de un nuevo Vietnam*. Y a fines de mes concluye:
«Parece seguro que los norteamericanos intervendrán fuerte aquí y
ya están mandando helicópteros y, parece, boinas verdes...«
M ás adelante, sin embargo, a fines de julio, parece pensar que la inter
vención norteamericana puede producir efectos adversos en rela
ción a su teoría guerrillera: «La crisis política se acentúa en el gobier
no, pero e e .uu . está dando pequeños créditos que son una gran ayu
da a nivel boliviano con lo que atempera el descontento*. Quizás este
fue un aspecto que Guevara olvidó al formular su tesis acerca de la ne
cesidad de crear el «segundo Vietnam* en América Latina. Estados
Unidos tiene muchos recursos, y no todos son de tipo militar.
Gott / Las guerrillas es América Latina
Capitulo nueve
La su erte de J o a q u ín
442
La suerte de Joaquín
trasladado al norte y de que sería más fácil hallarlo al norte del Río
Grande.
En ese momento comenzó a moverse dentro de una especie de cuadrilá
tero, que al norte lindaba con el camino asfaltado de Santa Cruz a Co-
chabamba, al oeste con el camino malo pero transitable que parte de
M ataral, pasa por Vallegrande y llega a Pucará, al sur con el Río Gran
de, y al este con la línea férrea Santa Cruz — Yacuiba. En la zona hay dos
ríos importantes, que son afluentes del Río Grande: el Masicuri que
corre hada el sur y el Florida hada el oeste. L a región entera es monta
ñosa, cubierta de selva y cortada por profundas quebradas. Práctica
mente no hay caminos, sólo senderos y ocasionalmente simples
huellas. M uy pocas personas viven allí.
L a Octava División del Ejército boliviano, bajo el mando del ex M i
nistro de Reladones Exteriores, coronel Joaquín Zenteno Anaya,
mantenía un batallón en Abapo y una compañía en Masicuri Abajo
para impedir que las guerrillas atravesaran el Río Grande. Pero el 10
de junio, las guerrillas lograron cruzar el rio sin encontrar oposición.
Sin embargo un campesino logró dar aviso al cuartel general mili
tar de Abapo, el que despachó apresuradamente a un grupo de noven
ta soldados hada el sur. Hubo un choque al día siguiente.
Después de esta acdón, el ejército dio por hecho que los guerrilleros
nuevamente habían cruzado el río para dirigirse de vuelta al Ñanca-
huázú. Pero en realidad éstos se replegaron y enfilaron nuevamente
hacia el norte. El 19 de junio hicieron su reaparición cerca de la aldea de
Moroco donde vivían varios campesinos. Pero dos de ellos eran agentes
de la ofidna de información disfrazados de campesinos, que habían
sido enviados desde la base principal de Villagrande, a fin de infor
mar acerca de los movimientos de las guerrillas. Fueron capturados
por los guerrilleros pero puestos en libertad dos días después. Con lo
cual llegaron notidas a Vallegrande que los guerrilleros se habían
trasladado hacia el norte nuevamente. El Ejército los alcanzó el 26
de junio y hubo un choque cerca de Piray. Un soldado fue muerto y dos
heridos. Por el lado de las guerrillas, uno de los colaboradores más
cercanos de Guevara, Turna, fue muerto, y Pombo fue herido y tuvo
que ser sacado en muía.
Las autoridades bolivianas para ese entonces estaban muy alarma
das, dado que Piray no está lejos del camino Cochabamba-Santa Cruz,
y en realidad no muy lejos del mismo Santa Cruz. Pero en lugar de seguir
su marcha hacia el norte, las guerrillas se fueron hacia el oeste, hacia
una zona en que confluyen muchos ríos. Esta es una región completa
mente impenetrable e inaccesible donde, según el coronel Zenteno,
podían haber permanecido durante años sin ser descubiertos. El
3 de julio, un campesino informó a la unidad militar de Bermejo que
los guerrilleros se hallaban en este territorio tan accidentado.
Tres días después, el 6 de julio, a las diez de la noche, los guerrille
ros llegaron a Las Cuevas, en el camino Santa Cruz-Cochabamba. Al
enterarse, las autoridades de Santa Cruz telefonearon a la unidad mili
443
Gott / Las guerrillas en América Latina
tar de Samaipata para que se dirigiera por el camino hada L a s C u evas.
Los guerrilleros, sin embargo, estaban escuchando la conversación tele
fónica y por consiguiente estaban al tanto de los movimientos de las
tropas. Se apoderaron de una »góndola« y a las 12,30, justo d esp u és de
la medianoche, llegaron a Samaipata. Allí, el oficial encargado estaba
repartiendo municiones a sus tropas. Escuchó el ruido de un cam ión y,
sin recoger su rifle, fue a ver de qué se trataba. Eran los guerrilleros.
En la refriega que se sucedió se disparó un rifle y un soldado fue m uer
to. Los guerrilleros se detuvieron en la oficina de telégrafos en el cam ino
principal, arrancaron el teléfono, y preguntaron dónde podían encontrar
medicamentos. Querían antibióticos y algo para el asma.
Después de esta arriesgada operadón en Samaipata, que constituyó
un gran golpe publicitario, los guerrilleros se retiraron h ada el sur,
hacia la zona impenetrable, y desaparecieron durante dos sem anas. E l
19 de julio fueron localizados en E l Filo, y el 27 de julio hubo un choque
de bastante consideradón en E l Duran. Ün guía fue muerto y un so ld a
do herido, pero los guerrilleros no experimentaron bajas. E l 30 de ju lio
se produjo otro choque más al sur. El ejérdto tuvo bajas de cuatro m u er
tos y seis heridos a causa de una chambonada del Comandante de la v a n
guardia. Los guerrilleros tuvieron bajas de dos muertos, Raúl y R icard o ,
y un herido, Pacho. Y dejaron atrás diez inmensas mochilas.
En el intertanto, el grupo de Joaquín había continuado en o p e ra
ciones en la zona del Ñancahuazú, al sur del Río Grande. Su m ovilidad
estaba entrabada por la presencia de Tania, para la cual había resultado
imposible encontrar una ruta de escape, y también por la prolongada
enfermedad de algunos de sus integrantes. Sin embargo, el 20 de ju lio ,
después de una batalla que sostuvo el grupo cerca de Ticucha, se produjo
la primera deserción. Dos bolivianos del altiplano, casi niños, llam ados
Chingólo y Eusebio, lograron escapar durante la confusión del combate.
Partieron hada Sucre, pero en la aldea de Chullayacu, cerca de M u -
yupampa, trataron de vender un rifle. Los campesinos, agitados,
informaron al Ejército y comenzó la persecución de los desertores. En
Monteagudo, lograron vender el rifle al maestro de la escuela en cinco
dólares. Siguieron su camino, y al detenerse a nadar en las aguas del río
Monteagudo, fueron sorprendidos por el mayor Rubén Sánchez, el
mismo oficial que había sido capturado por los guerrilleros después de
la emboscada de Iripiti.
Inicialmente los dos muchachos negaron haber sido guerrilleros,
pero un poco de persuasión a punta de rifle pronto los hizo revelar que en
realidad habían sido integrantes de las guerrillas. Comenzaron enton
ces a cooperar con el ejército, revelándoles dónde se encontraban
las cuevas de Ñancahuazú, es decir, las que habían sido construidas
después de la emboscada del 23 de marzo. Guiaron al ejército a la pri
mera cueva el 4 de agosto. Las otras dos fueron halladas durante los días
siguientes.
El descubrimiento de estas cuevas constituyó uno de los reveses
más serios experimentados por los guerrilleros. En su diario, G uevara
444
La tuerte de Joaquín
comenta — había escuchado la noticia por la radio— . »Es el golpe más
duro que nos hayan dado«. Sólo cinco dias antes había enviado a tres
hombres a Ñancahuazú para que abriesen una de las cuevas a fin de obte
ner las medicinas que él necesitaba y que no habían podido obtener
durante el asalto de Samaipata. Ahora tendría que sobreponerse a su as
ma sin asistencia médica. Estas fueron malas noticias para Guevara
personalmente, pero las complicaciones que significaba la captura de
las cuevas eran graves para toda la guerrilla. Ahora no tenían dónde
volver en busca de provisiones o armas para nuevos reclutas. No sólo
capturó el Ejército los medicamentos de Guevara, sino que los pertre
chos y el equipo de radio que eran vitales para cualquier desarrollo
posterior de las guerrillas.
Todavía más importante fue la captura de fotografías y documen
tos relacionados con la red urbana. Particularmente había una foto
de una atrayente guerrillera sentada entre Inti y Coco Peredo. Se trata
ba de Loyola Guzmán, la tesorera de la organización urbana de la guerri
lla que había visitado el campamento de Ñancahuazú en enero. Fue
capturada, y con el material que encontraron en su casa junto con el de
las cuevas, a las autoridades les fue bastante fácil acabar con el grupo
que apoyaba las guerrillas en las ciudades.
A mediados de agosto, la única esperanza de supervivencia — para
no hablar de éxito— para las guerrillas era volver a reunir sus fuerzas.
Y por alguna circunstancia mágica tanto el grupo de Guevara como
el de Joaquín comenzaron a converger a la casa de Honorato Rojas,
el campesino que habían visitado en febrero. Ninguno de los dos
grupos sabía que éste era el propósito del otro, pero hacia fines de mes,
Guevara desde el norte y Joaquín desde el sur, marchaban uno hacia el
otro.
El io de agosto, el grupo de Joaquín apareció justo al norte del Río
Grande, en la hacienda de Honorato, Puesto Mauricio, en la ribera
oriental del Masicuri, precisamente donde éste confluye con el Río
Grande un poco más arriba del Ñancahuazú. A las seis de la tarde, los
perros comenzaron a ladrar en la pequeña hacienda, y aparecieron
tres o cuatro guerrilleros. AItí encontraron a tres campesinos comien
do. Los guerrilleros compraron algunas cosas, y mantuvieron presos
a los campesinos. Pero no sabían que estos campesinos, como los que
había encontrado el grupo de Guevara anteriormente, en realidad eran
soldados disfrazados. Uno de ellos logró escapar y caminó durante
toda la noche descalzo hasta llegar a La Laja, a la mañana siguiente,
donde encontró a los oficiales del grupo del Ejército estacionado allí
jugando volleybail. Mientras tanto los guerrilleros se retiraban hacia
los cerros detrás de la hacienda.
445
Gott / Las guerrillas en América Latina
huazú. El oñcial colocó a seis hombres a un lado del río y a 23 en el otro,
y los soldados esperaron desde las seis de la mañana hasta las cinco de
la tarde. Entonces apareció un guerrillero, Braulio. Cruzó el río y
miró a su alrededor para ver si todo marchaba bien. Entonces les hizo
señas a los otros diez en total, para que lo siguieran. Cuando todos esta
ban en el río, comenzó el tiroteo. Trataron de sacarse las mochilas
para responder al fuego, pero esto era imposible porque el agua les lle
gaba hasta el pecho. Los últimos dos, Tania y Joaquín, pudieron con
testar el fuego, pero sólo en forma momentánea. Todo el grupo fue ani
quilado.
Precisamente al día siguiente, llegó el grupo de Guevara. Al no lograr
reunirse con el grupo de Joaquín, Guevara fue hacia Gitanas, y final
mente, el 24 de septiembre, entraron a la pequeña aldea de Alto Seco.
A las cinco de la mañana, cuando despertaron los primeros aldeanos,
se encontraron con que los guerrilleros se habían apoderado del
pueblo entero y que ocupaban posiciones estratégicas. Lo primero
que hicieron los guerrilleros fue pedir el teléfono que estaba en la
casa del juez. Entraron a la casa y cortaron la línea, aunque en realidad
el teléfono no funcionaba desde hacía varias semanas1 .
Alrededor de una hora después llegó el »jefe« guerrillero. Los campe
sinos de la localidad dijeron que venía en muía. Era de estatura me
diana, y tenía cabellos largos. Al parecer estaba enfermo, porque tu
vieron que ayudarle a desmontar.
Los guerrilleros compraron alimentos y ropa y luego establecieron su
cuartel a unos doscientos metros del pueblo en una casa abandonada y
semiderruida. Eran entre 25 y 30 hombres, y pasaron el día descansan
do.
En la tarde, a las 8.30, organizaron una reunión en la escuela, que
fue presidida por Inti Peredo y el Che. »Deben creer que estamos
locos«, dijo Inti, »al pelear de este modo. Dicen que somos bandidos,
pero en realidad estamos luchando por ustedes, por la clase trabaja
dora, por los obreros que ganan poco, mientras los soldados obtienen
grandes sueldos. Uds. sólo trabajan para ellos. ¿Ellos han hecho algo al
guna vez por Uds? Si recién no más cortamos el teléfono pensando que fun-
cionaba. Ahora parece que ni siquiera funcionaba. Aquí Uds. no
tienen agua, no tienen luz eléctrica. Los han abandonado al igual que to
dos los bolivianos. Es por eso que peleamos^.
Inti terminó haciendo un llamado para que todo el que quisiese se
uniera a ellos para combatir hasta »el derrocamiento final de Barrien-
tos«. Pero Guevara lo interrumpió: «Queremos que vengan por su pro
pia voluntad, no a la fuerza. Nunca empleamos la fuerza, pero cualquie
ra que quiera venir será bien recibido«.
Entonces comenzó el Che su discurso. Quizás tratando de elevar la mo
ral de sus propios hombres, y no por tratar de impresionar a los al
deanos, dijo que los cadáveres de Tania y de Joaquín y de los otros guerri-
1Esta versión está tomada de *52 horas deocupaciónguerrillera en Alto Seco* de Edwin Cha
cón, Presencia, (La Paz) 4deoctubre de 1967.
446
La suerte de Joaquín
lleros muertos en la emboscada a fines de agosto y exhibidos por el
Ejército en Vallegrande eran falsos. »E1 ejército dice que ha matado
a Joaquín y a otros de nuestros camaradas. Pero esto es una mentira, es
sólo propaganda del Ejército. Los cadáveres que mostraron en V a
llegrande los sacaron de los cementerios. No mataron guerrilleros.
Esto se los puedo asegurar porque sólo hace un par de días estuve en co
municación con Joaquín*.
Después de hablar durante media hora, el Che concluyó su discurso.
»En todos los países continuaremos luchando para liberarlos de la
opresión norteamericana. Han oído hablar de Santo Domingo. Es un
país como Bolivia. Allí los norteamericanos entraron y mataron a
muchos campesinos que sólo pedían una vida mejor. Lo mismo sucede
rá aquí. Es por eso que luchamos*.
Pero más tarde esa noche, uno de los campesinos se acercó a un joven-
cito imberbe y le preguntó si podía incorporarse a ellos. »No sea
loco*, fue la respuesta. »No ve que esto se acabó. Si ni siquiera sabe
mos como salir de aquí*.
En realidad, el Che y Coco habían estado discutiendo en gran deta
lle, con los campesinos, las diversas rutas que pasaban por la zona y
también habían tratado de averiguar el paradero del ejército. Al día
siguiente salieron en dirección a Higueras, pero el 26 de septiembre
chocaron allí con el ejército boliviano. Murieron Coco y otros dos
(uno de ellos el cubano Miguel).
Las cosas se tornaron más difíciles para los guerrilleros en esta eta
pa, debido al hecho que el coronel Zenteno había agregado a la lucha
a otros seiscientos »rangers« bolivianos, que acababan de terminar
su entrenamiento a cargo de las Fuerzas Especiales de los Estados
Unidos en L a Esperanza. Por consiguiente toda la zona en que opera
ban los guerrilleros estaba saturada de tropas. Además el ejército
contaba con la colaboración de dos ex guerrilleros. Uno de ellos, An
tonio Rodríguez Flores, (León), era un desertor. El otro, Orlando J i
ménez Bazán, (Camba), fue capturado al día siguiente de la muerte de
Coco, luego que se vio separado del resto de los guerrilleros y se le aca
baron los proyectiles. Ambos dieron información acerca del parade
ro y de la situación de las guerrillas. Su testimonio daba a entender
que el grupo restante había querido escapar. Habían comprado
ropas y hojas de navajas en Alto Seco. Pero también era evidente que es
taban cercados y que sólo tenían una posibilidad muy pequeña de es
capar. Lograron aguantar durante diez días en l a 1 zona de Higueras,
pero el 8 de octubre, a la 1.30 de la tarde, chocaron con un grupo de sol
dados.
447
Goct / Las guerrillas en América Latina
Capítulo diez
C aptura y m uerte del C he G u evara
448
Captura y muerte del Che Guevara
tadoa al pueblo cercano de L a Higuera. Allí llegó un helicóptero pro
veniente del cuartel general militar ele Vallegrande, en el que iban un
coronel boliviano y Félix Ramos, exiliado cubano al servicio de la
c ía que había estado trabajando durante algunos meses en las
afueras de Santa Cruz, en combinación con la base militar de los Esta
dos Unidos. Ramos, que según se cree había conocido a Guevara en
Cuba, lo interrogó pero no obtuvo ninguna información.
Aunque en principio las autoridades militares habían llegado a la de
cisión de fusilar a Guevara en caso de que fuera capturado —como ocu
rrió con el 90 por ciento de los guerrilleros que cayeron en manos del ejér
cito— los soldados bolivianos no estaban demasiado ansiosos de
cumplir; con la orden hasta no recibir una autorización directa de La
Paz. Esta no llegó de inmediato y por consiguiente Guevara pasó la no
che en L a Higuera. Si lo hubieran llevado vivo por aire a Vallegran
de, donde se hallaban dos o tres corresponsales nacionales y extran
jeros, habría resultado imposible sostener la versión de que había
sido herido en combate y que había muerto de sus heridas, la que más
tarde sería la versión oficial.
Al amanecer del día siguiente, el Comandante en jefe de la zona, coro
nel Joaquín Zenteno, llegó en helicóptero desde Vallegrande para ase
gurarse de que el prisionero era verdaderamente el Che. Poco des
pués de las nueve d* la mañana, el helicóptero partió desde L a Higue
ra a Vallegrande, llevando los cadáveres de dos soldados bolivia
nos que habían muerto en la acción del día anterior. M ás tarde, esa maña
na, volvió a L a Higuera trayendo la orden de ejecución enviada por
radio y firmada por el presidente, general Barrientos, y el Coman
dante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Ovando. Guevara,
que había sido instalado en la sala de clases de la aldea, fue ejecutado
entonces por un insignificante sargento boliviano, M ario Terán.
W illy y los otros prisioneros fueron despachados también casi inme
diatamente después.
A la uoa, Zenteno volvió a Vallegrande e informó a los. periodistas
allí congregados de que el Che había muerto, y a las cinco de la tarde el
siempre activo helicóptero trajo su . cuerpo desde La Higuera para
exhibirlo en el hospital de Vallegrande. Aquí la operación quedó en
manos de otro hombre de la c í a , Eduardo González, también exilado
cubano, mientras Ramos se mantenía en una posición subordinada.
Ese lunes y ál día siguiente, los periodistas tuvieron toda clase de fa
cilidades para inspeccionar el cadáver, pero el miércoles éste había
desaparecido, dando origen a la teoría de que las autoridades) bolivia
nas trataban de asegurarse de que no fuese examinado por el herma
no de Guevara que había llegado con atraso al lugar de los aconteci
mientos desde Buenos Aires. Se suscitaron diversos rumores inconfír*
mables de que el cuerpo había sido; sepultado o incinerado, y que se le
habían cortado las manos y la cabeza. En realidad, el cadáver fue saca
do de Vallegrande durante la noche del martes en un pequeño aero
plano, acompañado por dos oficiales bolivianos y un hombre de la
449
Gott/Las guerrillas en América Latina
c ía Su destino final permanece en la incógnita. Quizás, como sugie
.
ren algunos, fue llevado a la base norteamericana de P anam á. E s
más verosímil que fuera arrojado desde el avión en algún p araje de
sierto. Todo lo que se puede asegurar es que nunca será hallado. L o s bo
livianos no aceptan preguntas. Los oficiales más antiguos que han re
velado demasiado a los periodistas han recibido una reprim enda
o no han sido ascendidos. Los de menos graduación han sido becados en
el extranjero. La escuela de L a Higuera, que muestra las señales de
la ejecución de Guevara, está cerrada y se proyecta demolerla. Pero
mientras se elimina la evidencia física, sobrevive un poderoso
mito.
Del grupo de diecisiete guerrilleros que estaban en la Quebrada del
Yuro ese domingo en la mañana, siete ya habían muerto al mediodía
del día siguiente. Fuera de los que fueron asesinados junto al C h e, mu
rieron en la acción del domingo en la tarde, dos cubanos —A rturo y A n
tonio— y un boliviano — Aniceto— . Del grupo de once del C h e, sólo
quedaban cuatro — Pablo y Chápaco (bolivianos), Eustaquio (p eru a
no) y Moro (cubano), conocido también como el Médico.
Este grupo de cuatro nunca logró reunirse con el grupo de seis com an
dado por Inti Peredo. Mientras el grupo de Inti lograba abrirse paso
fuera del cerco tendido por el Ejército, los cuatro permanecieron
dentro. Chocaron en dos oportunidades con el ejército el día 12 de oc
tubre, matando a cuatro soldados y un guía en el Potrero El N a ra n
jal. Pero el 14 de octubre fue capturado en una isla, El Cajón, situada
en la confluencia del Río Mizque con el Río Grande, intentaban cru zar
el río. Después de su captura, fueron fusilados esa noche mientras d o r
mían. ____ 1
El escuadrón suicida de Inti resultó el más afortunado. Perm anecie
ron en la zona durante más de un mes, y sólo experimentaron una baja
— el Ñ ato— que fue muerto en un choque a quince kilómetros al su
deste de M ataral el 15 de noviembre.
Los sobrevivientes, tres cubanos y dós bolivianos, llegaron después de
grandes penurias hasta Cochabamba, donde fueron escondidos por
sus partidarios. Inti y Darío, los dos bolivianos, decidieron quedar
se en Bolivia, pero los tres cubanos — Pombo, Benigno y U rbano—
acompañados de otros dos bolivianos de la ciudad, viajaron al A lti
plano y cruzaron hasta Chile en febrero de 1968. De allí se les perm itió
volverá La Habana.
¿Cómo de revolucionaria era Bolivia durante la campaña guerrille
ra de Guevara? Si lo era, presentaba una característica única entre
los países revolucionarios en el sentido que había experimentado
una revolución lo suficientemente auténtica sólo quince años antes.
Después de 1952 las clases altas huyeron, el Ejército file dispersado,
y por medio de la emancipación y de la Reforma Agraria, un gran n ú
mero de indígenas —componente predominante de la población—
se integraron al marco de una sociedad moderna. Pero en el mejor de
los casos, el rumbo de la revolución fue indeciso, y luego los líderes se
45 °
Captura y muerte del C he G uevara
45*
Captura y mtoertc dé) C he G uevara
453
G ott / L a s guerrillas en Am érica. L atin a
454
E P IL O G O
¿Derrota de la Revolución?
455
G ott / L a s guerrillas en Am érica Latin a
1 The New Strategy 0/ Communism m the Cmribbean. Informe de una misión especial de
estudio escrito por Armiscead I. Scldén Jr ., Subcomisión de asuntos interamericanos de la
Comisión de Asuntos Extranjeros, noviembre de 1968, p. 10.
’ Malcolm W. Browne, »A small elite rebel band harasses Uruguayan regimos, New York
Times* 23 de enero de 1969.
456
¿D errota de la Revolución ?
Sin embargo, sin dqjar de lado la posibilidad de éxitos futuros, hay que
sacar ciertas conclusiones de los fracasos relativos de los últimos diez
años.
Primero tenemos que tener en claro de qué fracasos fueron culpables
los movimientos guerrilleros. No son culpables, como muchos afirman,
del fracaso en crear la revolución. Este no ha sido su objetivo inmediato.
Su objetivo ha sido crear las condiciones para la revolución. Hay una dife
rencia sutil e importante entre estas dos posiciones. La posición guerri
llera no es tanto que América Latina está madura para la revolución,
sino más bien que necesita una revolución. La tarea del revolucionario,
por lo tanto, no es irse a las sierras donde las maesas hambrientas y opri
midas lo reconocerán de inmediato como su salvador, sino más bien salir a
los campos, como lo hicieron los narodniks en Rusia en el siglo dieci
nueve, para despertar al campesinado pasivo para que comprendan la
naturaleza de las injusticias que están obligados a soportar. Pero en mu
chos países de Latinoamérica este tipo de actividad es imposible excepto
con el fusil en la mano. La agitación política, la organización de sindi
catos campesinos, y las huelgas a menudo son ilegales. El poder de los
terratenientes locales, reforzado por aquel del estado, es utilizado para
reprimir las señales incipientes de rebelión. Debray ha explicado el pro
blema en uno de sus primeros ensayos:
Es cierto que las guerrillas tienen poco que mostrar como resultado
de sus esfuerzos hasta aquí, si bien es cierto que tampoco los partidos
comunistas del continente lo han hecho mucho mejor —aunque han es
tado en funciones durante un período mucho más largo— , ni tampoco
en verdad los idealistas partidarios de la Alianza para el Progreso, que
han tenido a su disposición sumas de dinero mucho mayores. El fracaso
de las guerrillas, por lo tanto, debe considerarse en el contexto del
fracaso de todos los demás grupos que se interesan en producir cambios
sociales y económicos de América Latina.
r Entonces cuáles son los motivos específicos de que las guerrillas hasta
aquí no hayan tenido éxito en crear las condiciones para la revolución? Es
mejor empezar por lo más evidente:
i) La intervención délos Estados Unidos. Según Arthur Schlesinger en su
historia de los años de Kennedy, el aumento del interés de los Estados
Unidos por la guerra de guerrillas fue la labor más significativa del presi
dente Kennedy y de Walt Rostow. El Presidente comenzó a interesarse por
primera vez en la guerra de guerrillas en mayo de 1961, después de la
crisis de Laos. Era «una antigua preocupación desde sus días de Se
nador#0. La instrucción antiguerrillera pronto se transformó en »un pro
yecto personal# suyo. Le solicitó a Rostow que averiguase lo que el Ejér
cito estaba haciendo al respecto.
458
¿D errota de la Revolución?
459
Goct / L a s guerrillas en Am érica Latina
460
¿D errota de la Revolución?
las cosas.
3) Falta de compromiso de la Izquierda. Contrariamente a la creencia tan
difundida, las universidades latinoamaricanas no están llenas de estu
diantes dispuestos a irse a las montañas a la más mínima señal. El
mayor problema para las guerrillas no ha sido obtener el apoyo campesi
no sino atraer a los intelectuales de las ciudades para organizar las
guerrillas. Este problema ha sido una preocupación constante de los
cubanos, como lo señalan las siguientes observaciones de Fidel;
»En la gran mayoría de los países de América Latina, existen condicio
nes mejores para hacer la revolución que la que existieron en Cuba. Si
no ocurren revoluciones en estos países es porque falta convicción en
tre los que se autodenominan revolucionarios...
Los Revolucionarios convencidos, que sienten profundamente una cau
sa, que tienen una teoría y son capaces de interpretar esa teoría de acuer
do con los hechos son, desgraciadamente, extremadamente pocos. Pero
si existen hombres con estas convicciones, aunque sólo sean un puñado,
allí donde existen las condiciones objetivas para la revolución, habrá
entonces revolución. Porque la Historia hace las condiciones objetivas,
pero el hombre crea las condiciones subjetivas»9.
Parte de la falta de convicción de aquellos que de otro modo podrían
estar en las montañas se debe al planteamiento inadecuado que las gue
rrillas hacen respecto a su propia posición. Aunque la Revolución
Cubana provocó un impacto inicial al probar que la revolución era posi
ble y podía afianzarse en América Latina, ésta se transforma en un capital
en disminución si no es seguido de otro éxito. L a crisis de los cohetes y la
prolongada guerra en el Vietnam parecerían demostrar que la Unión
Soviética no está dispuesta a correr riesgos para proteger a sus aliados, a
la vez que los desembarcos norteamericanos en Santo Domingo pare
cerían indicar que los Estados Unidos no están dispuestos a aceptar la
aparición de algo que siquiera remotamente se asemeje a otra Cuba.
Como lo señaló Guevara en 1961: »el imperialismo ha aprendido la
lección de C u b a ... No será nuevamente tomado por sorpresa en nin
guna de nuestras veinte repúblicas».
Los guerrilleros han intentado volver este hecho indudable en favor pro
pio acogiendo de hecho la represión extranjera con la esperanza de que
ésta a su vez provoque una reacción nacionalista. Guevara estaba muy
• .
•Fidel Castro, Discurso del 36 de julio de 1966. V véase .mi artículo: »Latin America's
Vietnams short of guerrillas», Guardian 19 de junio de 1967.
Gott / Las guerrillas en América Latina
consciente de que las guerras de guerrillas es mejor realizarlas en contra
de un enemigo fácilmente identificable, preferiblemente extranjero, que
despierte el sentido latente de nacionalismo de un pueblo. Su p lan de
«crear Vietnamí fue elaborado con esto en mente. Pero en la práctica los
Estados Unidos han podido aplastar los movimientos guerrilleros en
América Latina con el máximo de brutalidad y con el mínimo de p arti
cipación física.
4) Desconocimiento de los detalles en relación con las condiciones locales.
En Bolivia, por ejemplo, los guerrilleros no parecen haberse dado cuen
ta de que la zona Camiri-Vallegrande era una zona militar desde los
tiempos de las Guerras del Chaco. Lejos de manifestar hostilidad hacia
ios militares, la población local se había acostumbrado a ellos. E n Perú,
las guerrillas de De la Puente se hallaban incomunicadas en una zona
que fácilmente podía aislarse del resto del país. Otras operaban en tie
rras pertenecientes a la compañía Cerro de Pasco en que las condiciones
eran totalmente distintas de las existentes en las tierras adyacentes.
Esto es parte de un desconocimiento generalizado. Se han hecho m uy po
cos estudios acerca de la situación de las zonas rurales latinoamericanas,
a excepción de los informes de c i d a . Mientras más se observa el pro
blema, se tiende cada vez más a llegar a la conclusión de que en realidad
las condiciones varían no sólo de un país a otro o de una provincia a otra,
sino que de un valle a otro. Las guerrillas pueden encontrar apoyo en una
aldea pero no en otra vecina por motivos que no siempre se manifiestan de
inmediato. En Bolivia ni siquiera se puede hacer generalizaciones
acerca de los campesinos qué viven dentro de un radio de 160 kilómetros
de Camiri, Masicuri y Santa Cruz. Todos operan bajo diferentes sistemas
de tenencia de la tierra y se hallan en niveles variables de miseria. Suge
rir, como muchos lo hacen, que los campesinos de la zona no eran revolu
cionarios porque Bolivia aprobó una ley de reforma agraria en 1953,
significa desconocer el hecho que en algunas zonas nunca se aplicó la re*-
forma agraria.
El hecho es que, al contrario de lo que generalmente se supone, ni los
campesinos ni las masas urbanas — los dos grupos más importantes de
la sociedad latinoamericana— son especialmente revolucionarios, a pe
sar de las condiciones execrables en que viven. Los campesinos a menudo
viven al margen de la sociedad moderna y en gran medida no son afec
tados por el gobierno central excepto en ún sentido negativo y sus hori
zontes están limitados a la aldea o valle en que habitan. Cuando llegan a
mostrarse rebeldes, los gobiernos tienen poca dificultad para man
tener la tranquilidad. En Perú, la represión abada a una reforma agra
ria limitada tranquilizó el ardor revolucionario que se había suscitado.
En Venezuela y Bolivia, los partidos de gobierno absorbieron a los cam
pesinos activos dentro de la maquinaria de gobierno. En Colombia se
alentó a los campesinos a que se peleasen entre sí y no contra los propie
tarios de las tierras. Y en Guatemala la brutal represión, fomentada
por los Estados Unidos, ha bastado para mantener bajo control a los
campesinos potencialmente rebeldes.
462
¿Derrota de la Revolución?
El proletariado urbano debería ser revolucionario. Las condiciones de
vida de los que habitan en las callampas de Santiago, las favelas de Río, las
barriadas de Lima o los ranchos de Caracas, son lastimosas. Los mise
rables habitantes tienen constantemente ante sí la evidencia del abismo
existente entre ricos y pobres. Si alguien en América Latina debiera ver
se afectado por la revolución de las expectativas en ascenso, habrían de ser
ellos. Sin embargo, en la práctica, el habitante urbano, que trabaja en
servicios más bien que e a la producción, remeda las costumbres de las
clases altas, y prefiere incorporarse a ellas antes que desbancarlas10. Su
interés por la revolución es estrictamente limitado.
Pero si tanto el campesinado como las masas urbanas no constituyen ma
terial de combustión inmediata para el fuego revolucionario, ¿por qué
las guerrillas se han concentrado en las zonas rurales y no en las
ciudades?
Para esto existen varias razones: Primero; naturalmente, hay que re
conocer que las guerrillas no han dejado de lado las ciudades. Sólo hay
que tener presente a Guevara en su campamento de Ñancahuazú re
dactando detalladas instrucciones para los cuadros urbanos, o de
Douglas Bravo en Venezuela, preocupado constantemente por la si
tuación en Caracas, o de la actividad urbana de las guerrillas de Gua
temala, vengándose golpe a golpe de la muerte de süs camaradas,
para darse cuenta que las ciudades juegan un papel importante,
aunque no predominante, en la estrategia guerrillera. El énfasis co
locado por las-guerrillas en las zonas rurales en parte se debe al éxito
de los revolucionarios cubanos de la Sierra Maestra en catalizar la
lucha urbana en Santiago de Cuba y La Habana! En parte también re
fleja ia desilusión experimentada después de varias décadas en que
los comunistas ortodoxos han estado recalcando la importancia
de la actividad en las ciudades. La experiencia también ha demostra
do, en Caracas y en Santo Domingo, (y en las zonas mineras de Boli-
via), lo fácil que les resulta a las fuerzas represivas embotellar a los in
surgentes urbanos, tornándolos ineficaces. .
Además la rebelión urbana implica una corta batalla sangrienta que
precede a una rápida toma del poder. La teoría guerrillera, sin embar
go, exige una larga guerra educativa en la que se crean las condiciones
para una revolución victoriosa. Las masas apáticas adquirirán con
ciencia. Pero si las condiciones para la revolución no existen hoy en
día, no existirán tampoco la semana próxima después que una rebe
lión urbana haya llevado al poder a un grupo «revolucionario». Así
un gobierno revolucionario que se adueña del poder por medio de
un golpe urbano se verá enfrentado al mismo problema que enfrenta
hoy en día la guerrilla: cómo convertir al campesinado alienado y apáti
co en una fuerza revolucionaria. Puesto qué el campesinado de Amé
rica Latina debe ser movilizado tarde o temprano, las guerrillas sos
l0Véasc The Politics o f Conjorm ity in Latín América, Claudio Veliz (ed.) passim.
463
Gott / Las guerrillas en América Latina
tienen que es mejor hacerlo ahora, es decir, antes de la toma definiti
va del poder por parte de un movimiento revolucionario.
La importancia del campesinado en el futuro desarrollo de A m éri
ca Latina es quizás la contribución aislada más importante a la
teoría del desarrollo realizada por los guerrilleros. Con excepción de
unos pocos economistas de vanguardia, los. guerrilleros son el único
grupo que ha captado el papel crucial que ,el campesinado deberá de
sempeñar, si América Latina ha de salir de su atraso actual.
De modo que aunque escribí más arriba que el fracaso de la guerrilla
debe verse en relación al fracaso general tanto de los reformistas
como de los revolucionarios, resulta importante recalcar que sólo
los guerrilleros entre estos grupos han aislado el factor vital del cam pe
sinado. El conocimiento más somero de América Latina indica
que la industrialización rápida no es un substituto para la organi
zación adecuada de la agricultura. No hay perspectivas actualmen
te de que la industria, de aquí en adelate o hasta fines de siglo, propor
cione ocupación suficiente para aquellos que se vacían en las ciuda
des desde las zonas rurales. L a introducción de técnicas intensivas
podrían presumiblemente resolver a corto . plazo, los problemas
alimenticios del continente, pero sólo serviría para acelerar la ten
dencia que empuja a los cesantes agrícolas a la cesantía urbana.
Sólo una revolución agraria que movilice a los •campesinos y ios m an
tenga en la tierra, puede proporcionar una base estable para la indus
trialización. Creer que América Latina puede saltar de la prehisto
ria al estado... sin una revolución agraria constituye una racionaliza
ción de la esperanza, a la que desgraciadamente suscribe la gran
mayoría de los que tratan profesionalmente los problemas del desa
rrollo de América Latina. Cuba es única en América Latina en el sen
tido de que se concentra en su sector agrícola, y las guerrillas de inspi
ración cubana son únicas al prever la importancia crucial que tiene este
sector para el desarrollo11 . -
Finalmente, ahora es evidente que aun si la experiencia guerrillera
en América Latina durante los últimos diez años sólo va a producir en el
futuro un impacto limitado en el continente, ha llegado a tener una
enorme importancia fuera de él. América Latina, que por tanto tiem
po ha copiado las ideas de otros continentes, por primera vez exporta
algo. Che Guevara se ha convertido en un símbolo político de aplica
ción mundial. Ya los movimientos negros de África del Sur — notable
mente en Rodesia y en las colonias portuguesas— han llegado a la
conclusión de que la lucha guerrillera es el único método de desgas
tar a los gobiernos blancos que los oprimen. Y como resultado del viaje
histórico de Stokely Carmichael a la conferencia de o l a s en L a H a-
11Aquí desgraciadamente no estoy de acuerdo con Hugh Thomas, que expresa que »el cre
ciente énfasis cubano en la agricultura tiene cierto sentido en una isla fértil, pero no pro
porciona un mensaje veledero para países como. México, Perú o Bolivia, cuyo pqelo difícil
mente puede considerarse que pueda mantener un mayor número de personas. Hugh
Thomas, Cuba's Len-ycar revolution stiU experimenting, The Times, 17 de febrero de 1969.
464
¿Derrota de la Revolución?
baña en 1967, los movimientos guerrilleros tienen una nueva signifi
cación que no se limita solamente a la mitad meridional del hemisfe
rio. En los Estados Unidos, escribe un historiador norteamericano,
«la Nueva Izquierda en general se identifica a sí misma cada vez más
oan Castro, Guevara* Regis Debray y Ho Chi M inh; muchos de los nue
vos radicales hablen dé »gucrra de guerrillas» contra* el »coioniaiis-
mo« en sus países; y en realidad ven a los militantes negros como los mi
litantes negros se ven a sí mismos, como la vanguardia revoluciona
ria del cambio social violento»12. L a misma tendencia puede verse en
Europa Occidental.
Este acontecimiento puede muy bien llegar a ser de importancia pri
mordial para América Latina, porque la dependencia exterior del
continente es tal que^ resulta dudoso que siquiera sea capaz de hacer
una revolución por su cuenta. L a rebelión victoriosa contra la domi
nación de ios Estados Unidos sólo puede efectuarse cuando los propios
Estados Unidos decidan que* no vale la pena oponerse. L a desintegra
ción interna del mundo capitalista avanzado es por lo tanto un impor
tante requisito previo para que se produzca la revolución en los con
fines del Imperio norteamericano. Después de los acontecimientos
de París y Chicago, semejante evolución no parece estar fuera de las
margenes de probabilidades. Los sucesos recientes parecen indi
car que Estados Unidos son más poderosos en Bolivia que en Berke-
ley, y que le es más fácil utilizar a los infantes de marina en el extran
jero que en su propio país.
Pero las guerrillas latinoamericanas han iniciado una importante
reacción en cadena. Los acontecimientos de maye de 1968 en París no ha
brían seguido el curso que siguieron de no mediar los acontecimientos
de Bolivia el año anterior. Guevara y Debray han minado la fe que te
nía la generación más joven en la izquierda revolucionaría tradicio
nal, y una gran fuerza revolucionaria nueva está surgiendo actual
mente en las zonas urbanas del mundo. Y las ideas que recibieron nuevo
ímpetu con los acontecimientos de Ñancahuazú ahora vuelven a Amé
rica Latina, transformadas por los acontecimientos de París. La rebe
lión estudiantil mexicana que precedió los Juegos Olímpicos de 1968
fue influida directamente por la Revolución de M ayo en Francia y
este tipo de actividad — una creciente rebelión contra los valores bur
gueses entre la vanguardia estudiantil de las ciudades latinoamerica
nas— puede muy bien ser el patrón del futuro.
Por de pronto, aunque los movimientos guerrilleros probablemente
seguirán sin obtener triunfos importantes en el futuro inmediato,
ya están echando las bases para los cambios futuros. Una de las caracte
rísticas de la Revolución Cubana anotada por el profesor Hugh
Thomas, fue que Castro «ciertamente tenía detrás de él una verdadera
tradición revolucionaria, tradición firmemente arraigada en los se
senta años precedentes de política cubana, casi la totalidad de losl
465
Gott / Las guerrilla* en América Latina
cuales fueron de crisis permanentes18. Llega a la conclusión de que la
misma Revolución »fue la culminación de una larga serie de revolu
ciones frustradas*. Un corresponsal del New York Times, que escribía
en 1965 acerca de las guerrillas venezolanas, señaló que muchos ob
servadores creían que éstas estaban ^alcanzando un objetivo a largo
plazo, reconocidamente mínimo, cual es el de establecer una pre
sencia —aunque sea cambiante y monooperacional— que frustre al
ejército, se refleja en el gobierno, y sobre todo mantiene viva la místi
ca revolucionaria que tiene raíces profundas aunque inactivas en la
política venezolana*.
Los historiadores del próximo siglo, al tratar de abrirse paso entre las
revoluciones frustradas y espurias que abundan en la historia de
América Latina quizás lleguen a pensar que los grupúsculos que com
batían en las montañas contra obstáculos insalvables en realidad ju
garon un papel crucial, porque alimentaron una auténticá tradición
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