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Colección “Hilo Rojo”

EL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO
Y OTROS TEXTOS
Amadeo Bordiga
EL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO Y OTROS TEXTOS

Amadeo Bordiga

Se permite y alienta la reproducción total o parcial de este libro por todos


los medios posibles.

Colección “Hilo Rojo”


1ª Edición, otoño 2020.
Tiraje, 50 copias.
Santiago, Chile.

Se conservan las notas del autor y traductor,


salvo que se indique lo contrario.
Edición y correcciones: Nahuel Valenzuela & Camila B.
Contacto: pensamientoybatalla@gmail.com

Diseño y diagramación: Taller Espiracle


Contacto: rosalesglz@gmail.com
espiracle.tumblr.com
EL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO
Y OTROS TEXTOS
Amadeo Bordiga
ÍNDICE

ÍNDICE 7

PRESENTACIÓN 9

PRÓLOGO
Amadeo Bordiga, un dinosaurio del comunismo 11

CRONOLOGÍA DE BORDIGA
Vida, pensamiento y militancia de Amadeo Bordiga, fundador del
Partido comunista de Italia 24

BREVE HISTORIA DE LA IZQUIERDA ITALIANA 89

TESIS DE LA FRACCIÓN COMUNISTA ABSTENCIONISTA DEL PSI 94

ELECCIONES 110

EL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO 113

TESIS DE ROMA 137

INFORME DE BORDIGA SOBRE EL FASCISMO


IV CONGRESO DE LA IC 164

EL COMUNISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL 190

NATURALEZA DEL PARTIDO 208

CARTA DE BORDIGA A KARL KORSCH 221

¡ABAJO LA REPÚBLICA BURGUESA!


¡ABAJO SU CONSTITUCIÓN! 227

ACTIVISMO 241

ENTREVISTA A AMADEO BORDIGA 248


PRESENTACIÓN

La figura del comunista radical Amadeo Bordiga es aún muy desconocida


en nuestra región al igual que las posiciones programáticas que él defendía.
Salvo por el rescate histórico de traducción de grupos revolucionarios
que reivindican su legado, hay muy poco material disponible en nuestra
lengua: la presente edición pretende contribuir a llenar este vacío. Los pocos
libros editados en castellano fueron impresos en la década de los ’70 en
la región española: Debate sobre los consejos de fábrica, en donde comparte
escritos con Antonio Gramsci, editado por Anagrama en 1975; el folleto
La ilusión democrática –que compila dos artículos: “Sobre la cuestión del
parlamentarismo” (1921) y “El principio democrático” (1922)- a cargo de
Etcétera en 1976; y, Elementos de economía marxista, salido de imprenta en
1977 bajo el sello editorial ZERO. Además, fue publicado en 1998, Lenin
en el camino de la revolución en la revista dirigida por Agustín Guillamón,
“Balance. Cuadernos de historia del movimiento obrero” -número de
noviembre-diciembre-. Finalmente, en torno a la trayectoria de Bordiga
recomendamos los libros disponibles en pdf en la web: La izquierda
comunista de Italia (1919-1999). Historia de la corriente “bordiguista” de
Philippe Bourrinet; Bordiga más allá del mito. El valor y los límites de una
experiencia revolucionaria de Onorato Damen, Ediciones Prometeo, 2013.

Bordiga participó desde joven en el PSI y durante la I Guerra Mundial defendió


el derrotismo revolucionario de manera intransigente fundamentado en una
férrea perspectiva internacionalista. Fue un personaje clave en la fundación
del PCd’I (Partido Comunista de Italia) donde ocupó el cargo de secretario
general durante su primera época y defendió una línea radical. Puso
énfasis en la necesidad de desarrollar un amplio asociacionismo proletario
que prefigure el comunismo en la lucha, en oposición, al educacionismo-
culturalismo y las posiciones gestionistas defendidas por el grupo turinés
“L’Ordine Nuovo” de Gramsci y compañía, quienes cuando el norte
de Italia estaba en llamas -Biennio Rosso- recomendaban a los proletarios
10 · Amadeo Bordiga

seguir produciendo mercancías encerrados dentro de las fábricas, mientras


Bordiga pregonaba salir de ellas y asaltar al Estado mediante la insurrección.
Amadeo también criticaba la noción sociológica y obrerista de la clase,
oponiendo una concepción del proletariado como parte de la humanidad
que conforma un movimiento real que se orienta hacia objetivos históricos
en contraposición al mundo subsumido por la lógica del capital. Opuesto al
oportunismo leninista, propugnó que la táctica debía estar en coherencia con
las posiciones programáticas comunistas, negaba la concepción de partido
bolchevique –que inocula la consciencia “desde afuera”-, puso énfasis en el
contenido de la revolución más que en la forma organizativa que ésta debiese
tomar, se opuso a la noción de “Gobierno Obrero” y la conformación de
“Frentes Únicos” junto a la socialdemocracia, y enfatizó, a contracorriente,
que el antifascismo es una perspectiva burguesa que confunde al proletariado
al defender “el mal menor”, la democracia –dictadura del capital-, frente a un
supuesto mal absoluto, perdiendo el horizonte anticapitalista del combate
de clase.

La selección de textos que nutre esta antología fue posible gracias a la


colaboración de las y los camaradas del Grupo Barbaria de la región española,
quienes redactaron el prólogo incluido en la edición: a ellas y ellos les
brindamos un fuerte abrazo. Esperamos que el contenido de este libro ayude
a promover la discusión, el debate y la profundización de la clarificación
teórico-práctica de las minorías revolucionarias de nuestra región, muy activas
desde el inicio de la revuelta de octubre de 2019, que tampoco han cesado
su actividad en medio de la propagación del COVID-19, y que se preparan
para afrontar la coaptación y la canalización democrática del movimiento en
la conformación de una Asamblea Constituyente, que producto de la crisis
de la pandemia, aún se encuentra en suspenso.

¡Por el comunismo y la anarquía!


Pensamiento y Batalla, Otoño 2020
PRÓLOGO

Amadeo Bordiga, un dinosaurio del comunismo

Así se refirió al protagonista de nuestro libro Palmiro Togliatti, el dirigente


máximo del nacional-comunismo estalinista en Italia. El objetivo era
denigratorio pero obviamente a Bordiga esta provocación no podía sino
gustarle. Nos parece escucharle afirmando “por supuesto, un dinosaurio del
comunismo, al igual que éste, un movimiento real que abole y supera el
estado de cosas presente”. El comunismo no es sino el principio y el final
del ciclo histórico de la especie, una tensión antropológica humana que ha
recorrido todas las sociedades de clase a través de las revueltas milenarias
que las han atravesado tratando de afirmar las necesidades humanas frente a
todo tipo de opresión. Este es el sentido de la invarianza comunista, como
nos recuerda Jacques Camatte en sus escritos que retornan a este concepto
tan importante del comunista napolitano. Por una parte invarianza como
tensión antropológica, por otra parte invarianza como permanencia de las
categorías abstractas del capital que recoge y transforma los invariantes de
la opresión: las clases, el Estado, la familia, el patriarcado, el dinero… El
comunismo es ese movimiento real que anula estas categorías para afirmar
la comunidad humana universal. Entonces, sí, dinosaurios del comunismo.

Amadeo Bordiga se afilia a los 21 años a la sección napolitana del PSI,


rápidamente se enfrenta al reformismo de la sección local enfangada en la
masonería y el parlamentarismo. Nada que ver con el programa comunista
que él había entrevisto en sus lecturas del Manifiesto del Partido Comunista
de 1848. Eran tiempos de revuelta dentro de la socialdemocracia italiana,
se empieza a construir a nivel nacional una fracción intransigente junto
a otros socialistas como Lazzari o Mussolini, frente a los reformistas que
habían apoyado la Guerra en Libia de 1911. En 1912, se expulsa a Bonomi
y Bissolati, que se habían solidarizado con el Rey de Italia, superviviente de
un atentado realizado por un compañero anarquista. En fin, se trata de una
12 · Amadeo Bordiga

actitud típica del reformismo de toda época, invariantes también a su modo.


Bordiga empezará a ser conocido, sobre todo entre la juventud italiana,
debido a su batalla anticulturalista que le enfrentará a uno de los principales
líderes del futuro ordinovismo italiano (el grupo torinés construido en torno
a Gramsci y Togliatti), Angelo Tasca. Tasca planteaba la necesidad de que la
juventud se educase, estudiara, se formara a través de lecturas y escuelas, en
definitiva una concepción ilustrada y conciencial del comunismo. Frente a
esta visión ilustrada, Bordiga defenderá que lo que se necesitaba es instinto
revolucionario. La revolución es un hecho de fe, de lucha, material, físico, no
surge del mundo de las ideas y de la cultura. Este aspecto antiilustrado será
una de las contribuciones más importantes y permanentes del comunista
internacionalista ya desde su juventud. Al igual que la necesidad de construir
un ambiente comunista en el asociacionismo proletario que prefigure el
comunismo por el que se lucha y combate, sobre esta misma idea volverá en
sus Tesis sobre la organización más de cincuenta años más tarde.

Durante la I Guerra Mundial, Amadeo desarrollará posiciones de derrotismo


revolucionario. Lo que le enfrentará no solo a aquellos que como Mussolini
defenderán la guerra imperialista bajo premisas democráticas (defensa de
la democrática Francia frente al absolutismo prusiano), sino también a la
tibieza de la socialdemocracia italiana que no apoyará la Guerra imperialista
pero tampoco fomentará el sabotaje proletario con su cínico lema Né
aderire, né sabotare. Bordiga, defenderá el sabotaje proletario y el derrotismo
revolucionario, posición invariante que será central a lo largo de toda su
trayectoria militante.

En el contexto de la I Guerra Mundial, construirá una Fracción Intransigente


Revolucionaria que lanzará consignas derrotistas y en diciembre de 1918
fundará “Il Soviet” que será el portavoz de la futura Fracción Abstencionista.
Serán años signados por la oleada revolucionaria mundial que va desde 1917
a 1923 y que tendrá en Italia uno de sus centros más importantes en el
llamado Bienio Rosso (1919-1920). El Bienio Rosso se extiende a través de un
El principio democrático y otros textos · 13

período muy intenso de luchas que va desde las huelgas del 20 y 21 de julio
de 1919 hasta septiembre de 1920 y que verá su momento más destacado en
marzo de 1920 en la conocido huelga delle lancette: cuando los proletarios
de las fábricas de Turín adelanten las manijas de los relojes para no salir
de noche, una revuelta proletaria contra la imposición del tiempo abstracto
del cronómetro. En el proceso de ocupación de las fábricas italianas será
muy conocida su polémica con Antonio Gramsci, mientras el sardo defendía
una perspectiva autogestionaria en el proceso de ocupación de las fábricas,
el internacionalista napolitano explicaba que la burguesía italiana no tenía
ningún problema con que los obreros se encerrasen en las fábricas o a través
de los representantes socialistas en escaños en el parlamento italiano (en ese
momento el PSI había vencido las elecciones generales y municipales) pero
lo que había que hacer era la insurrección proletaria, asaltar los cuarteles, las
comisarías y el Estado italiano. No había que tomar la fábrica sino tomar
el poder destruyendo el Estado burgués, no eran tiempos de elecciones
políticas sino de insurrección proletaria. Había que transformar el proceso
revolucionario en situación revolucionaria. Y esto será el meollo de la
actividad revolucionaria del comunista napolitano durante esos meses. Este
documento será muy importante para los internacionalistas italianos que
en los años treinta del siglo XX dirigirán, en el exilio francés y belga, la
publicación “Bilan”.

Finalmente, el intelectual sardo se acercó, provisoriamente, a las posiciones


comunistas y en mayo de 1920 Gramsci participa en una conferencia
clandestina en Florencia que dará nacimiento al núcleo que, en torno
a Bordiga, acabará fundando, meses más tarde, el Partido Comunista de
Italia. De esa reunión nacerá semanas más tarde las Tesis abstencionistas
que vienen documentadas en esta selección de textos, en ellas se defiende
que el proletariado se constituye en clase, constituyéndose en partido (una
perspectiva central que recogía la idea marxiana del Manifiesto Comunista).
Realiza una clara crítica a la democracia y al Estado, afirma la doctrina
marxiana de que el ser social determina el pensamiento para pasar de ahí a
14 · Amadeo Bordiga

una crítica al educacionismo, al nacionalismo y al ordinovismo (recordemos


la crítica a la perspectiva autogestionaria de la publicación torinesa). El
partido comunista es una organización internacional que implica el esfuerzo
teórico y práctico de todos sus compañeros, y realiza una crítica anticipada de
la perspectiva del frente único que defenderá posteriormente la Internacional
Comunista.

En Imola, se reúnen, en noviembre de 1919, todos aquellos que en enero de


1921 fundarán el Partido Comunista de Italia (en el nombre, con el rechazo de
italiano, había una clara crítica a toda perspectiva nacionalista o de identidad
nacional). Un Partido que contará con cerca de 100.000 militantes (58.000
en Livorno más otros 35.000, días más tarde, procedentes de la Juventud
Socialista de Italia) y será un partido homogéneo, inicialmente, en sus
perspectivas programáticas. Lo que le llevará a un continuo enfrentamiento
con la dirección de la Internacional Comunista.

Partido y clase

Las principales posiciones que se irán clarificando en 1921 tienen que ver
con la perspectiva y naturaleza del partido comunista. Sin duda esta será
la principal aportación de la izquierda comunista italiana. Contribución
enormemente importante para nuestros tiempos presentes. El partido es un
órgano de clase y la clase se define en función a su capacidad de organizarse
en partido. Entonces, la clase no es una realidad sociológica, estadística. Por
el contrario, la concepción comunista es propia de una visión dialéctica que
ve la historia como una película. La clase es algo dinámico y no estático y que
se define por sus objetivos y finalidades históricas. Por lo tanto, presupone
el partido como vector que unifica y sintetiza las vastísimas acciones y los
movimientos de clase, superando los límites obreristas de las categorías
sociales. Como decíamos antes la clase no es un conjunto de individuos
con unas condiciones sociales homogéneas sino un movimiento colectivo
encaminado y dirigido por sus objetivos históricos y finales.
El principio democrático y otros textos · 15

Este tipo de perspectiva es la que nos permite entender la afirmación


perentoria de la izquierda comunista italiana: los partidos y las revoluciones
no se crean, se dirigen. En definitiva, estamos frente a la defensa de unas
posiciones que se enfrentan, al mismo tiempo, a los límites del consejismo
y a las concepciones leninistas sobre el partido. Para Bordiga, el partido no
es separable de la clase, existe una unidad inseparable entre clase y partido,
ahora bien unidad no significa identidad. El partido es producto y factor
al mismo tiempo de la historia. Esta definición dialéctica nos separa de la
visión leninista caracterizada por su voluntarismo táctico y del mecanicismo
consejista para el que la clase se va a tropezar con el comunismo sin más. Si
tuvieramos que sintetizar algunas cuestiones nodulares de esta concepción,
que nacen de las constantes afirmaciones marxianas que van del Manifiesto
Comunista hasta la Comuna de París, podríamos destacar las siguientes:

-Una perspectiva antiformalista: hablar de clase, de partido, de revolución


es una cuestión de contenidos y no de formas.

-Una visión antivoluntarista: los partidos no se crean a voluntad, de un


modo exterior a los movimientos de clase, lo que le separa de la concepción
leninista del partido. El partido es un producto de la lucha de clases, Bordiga
tenía muy en cuenta la afirmación de Marx de que “nuestro partido nace del
suelo de la sociedad capitalista”.

-Una visión no fotográfica de la relación entre clase y partido, una


concepción que no se puede establecer en su inmediatez. La unidad entre
clase y partido no es una instantánea barroca, es el resultado del movimiento
dialéctico e histórico que a través del antagonismo de clase nos lleva hasta
la inversión de la praxis de la sociedad del capital, hacia el comunismo. Esta
crítica al inmediatismo es nuclear en la perspectiva de la izquierda comunista
italiana y le llevará a polémicas incensantes con la manía reformista de lograr
la mayoría sobre el movimiento obrero en un momento X, acerca de la
perspectiva de lograr la hegemonía sobre el proletariado a través de geniales
16 · Amadeo Bordiga

movimientos tácticos.

-Una concepción antifatalista: el partido es un producto de la clase pero


al mismo tiempo es un factor, un órgano que permite la inversión de la
praxis como dirá la izquierda italiana en los años cincuenta del siglo XX.
Esto le separa también de las ideas consejistas y antipartido en general.
El comunismo no será el resultado mecánico de la lucha de clases, nos
encontramos muy alejados de algunas visiones comunizadoras de nuestros
tiempos presentes, para las que no merece la pena hacer nada subjetivo
antes del estallido revolucionario (porque nadie nos escucha en el momento
fotográfico) ni en la situación revolucionaria (pues la creatividad desbordará
todo). Y, sin embargo, en una situación revolucionaria lo que se da es un
enfrentamiento entre dos formas sociales, o mejor dicho, y en nuestro caso,
entre la sociedad del capital y la futura comunidad humana. Es decir, acabar
con el capital significa negar sus categorías abstractas y generales, para afirmar
una comunidad humana general y universal. Y esto requiere programa,
teoría, análisis… El partido es un órgano de la clase, que nace de ella, de sus
vastísimos movimientos y se encuentra profundamente unida a ella, y por
ello, precisamente, puede potenciar la acción de la clase hacia su perpectiva
histórica y objetivos finales, la negación del mundo subsumido al capital.

-Una perspectiva antidemocrática: como viene recogida en los textos


publicados. Precisamente porque el partido y la clase no surgen de las
categorías del mundo del capital. Lo importante no es lo que piensan, en un
momento X, las voluntades sociológicas.

-Una visión no sociológica: el partido comunista no es nunca un partido


obrero sino de aquellos y aquellas que luchan por la finalidad del comunismo.
Es el partido de los y las comunistas. Y en esto es clara su perspectiva del
comunismo como abolición del trabajo asalariado, como eliminación del
orden del trabajo como orden del capital. De ahí el enfrentamiento de la
izquierda italiana a la cuestión de la organización en células del partido
El principio democrático y otros textos · 17

comunista que impuso la bolchevización del PCdI a través de Zinoviev y


por ejecución de Gramsci. La división en células de fábricas no es sino una
visión obrerista que va en detrimento y en contra de la perspectiva general,
histórica, comunista del asociacionismo proletario. Esta discusión se puede
seguir en el texto La naturaleza del partido comunista escrito en 1925.

-El partido es un órgano histórico y centralizado de la clase. Y esto es muy


importante porque nos está diciendo que el partido es un partido histórico,
es decir más allá de tal o cual agrupación formal que puede nacer, nuestro
partido es un partido que surge, por lo menos para abreviar nuestra historia,
desde 1848. Es un partido que rompe con las cronologías burguesas y con
las perspectivas del tiempo cronológico de las vidas individuales, por eso más
tarde llegará a afirmar que el partido comunista es el partido de la especie.
Y es un partido mundial, que rompe los espacios y separaciones nacionales
del capital, y esto es también, indudablemente, muy importante. El terreno
mundial es el del capital y el de nuestra clase que insurge contra él. Solo en
ese espacio global nos es posible derrotar al capitalismo. El internacionalismo
y la centralización internacional e internacionalista se desprende claramente
del núcleo de estas posiciones.

Estas posiciones comunistas que Bordiga defenderá a lo largo del año 1921
con algunos textos publicados aquí, como el Principio democrático o las Tesis
de Roma del II Congreso del PCdI, nos explican los constantes enfrentamientos
que Bordiga y la Izquierda Italiana protagonizarán con Lenin y más aún con
sus epígonos leninistas. En el meollo de todos estos enfrentamientos se ubica
la cuestión del partido. Ya hemos explicado que el partido es un órgano y
síntesis de la clase, no es un instrumento de vanguardia para conquistar la
influencia mayoritaria sobre ella, que es lo que defenderá con voluntarismo
político y táctico la mayoría de la Internacional Comunista de esos años.
Para Bordiga, la táctica revolucionaria tiene que estar completamente
subordinada a las posiciones programáticas y no a la inversa, lo que es de
una actualidad candente sin pensamos en los procesos de lucha de clases
18 · Amadeo Bordiga

que estamos viviendo cien años después. Por ejemplo, si las posiciones
comunistas son antidemocráticas esto significa que no podemos defender
consignas democráticas para poder ser mejor escuchados por las masas, por
la clase, Bordiga estaba en contra de todas estas adaptaciones oportunistas.
Por eso, hoy es fundamental la crítica proletaria, comunista y anárquica,
a la Asamblea Constituyente en la región chilena. La socialdemocracia
empieza siempre su labor de cepa con las cuestiones tácticas, nadie empieza
diciendo (ni siquiera Bernstein) que está en contra de la revolución, o del
asalto insurreccional, simplemente dice que hay que ser un poco menos
sectario, abstracto, categorial. Por supuesto, está muy bien la crítica a todos
los campos en conflicto en una guerra que es imperialista pero la realidad es
un poco más compleja. Así empezó, le gustaba recordar a Bordiga, Mussolini
su crítica al derrotismo revolucionario en 1914-1915 y ya sabemos en que
versión del reformismo histórico acabó el hijo de maestros socialistas.

Cuestiones tácticas que indudablemente tienen un sabor claramente


estratégico, central, no se trata de cuestiones de detalle. En el caso de los
años veinte Amadeo se enfrentó a dos de estas cuestiones decisivas, el
tema del gobierno obrero y el del frente único. Con el gobierno obrero se
escamoteaba la cuestión decisiva de la dictadura del proletariado, es decir,
del asalto revolucionario y violento a la sociedad de clases, y con el frente
único se legitimaba, por tradición democrática y sociológica, la unidad con
la socialdemocracia, es decir con el partido del capital para los obreros.

Estas cuestiones tácticas están muy bien reflejadas en un texto como Las Tesis
de Roma.

La crítica a la democracia

La crítica que llevará a cabo la izquierda italiana a la democracia no es solo


de orden electoral y abstencionista sino de carácter teórico y doctrinal, de ahí
su indudable importancia.
El principio democrático y otros textos · 19

Por una parte, el principio democrático nace de las entrañas de esta sociedad,
de su carácter mercantil que nos iguala a todos como sujetos abstractos,
desprendidos de nuestra realidad de carne y hueso, a través de la competencia
capitalista. La democracia no es una mentira, una zanahoria para engañar a
los proletarios de las bondades del capitalismo, sino una expresión del ser
social del capital, una mistificación bien real en definitiva.

Pero si la democracia es una mistificación bien real, una realidad intrínseca


a la sociedad del capital, la forma de funcionamiento de las y los comunistas
no puede ser democrática. De ahí su crítica a las formas de funcionamiento
democrático en las estructuras proletarias que no hacen sino reproducir los
fundamentos del mundo del capital. Es una cuestión de naturaleza, de ser
comunitario frente a ser social del capital. Si el partido prefigura el comunismo
no podemos reproducir sus formas de funcionamiento. La izquierda italiana
funciona y empieza ya a hablar, en este sentido, de lo que va a desarrollar
mucho más en la década de los sesenta, el centralismo orgánico. Y es que la
naturaleza de la clase y el partido del que se dota la primera, tiene que ver con
un organismo biológico, natural, vivo y no con las aritméticas abstractas y
parlamentarias. Todo esto se explica bien en el tardío texto ¡Abajo la república
burguesa! ¡Abajo su constitución!

El fascismo como síntesis de las fracciones burguesas

Las posiciones de la izquierda italiana sobre el fascismo no tienen nada que


ver con las concepciones al uso de la izquierda del capital, de hecho son
una respuesta polémica y antagónica a las visiones antifascistas. Frente a
las concepciones de Gramsci y sobre todo Togliatti para las que el fascismo
es un movimiento reaccionario de masas, para Bordiga el fascismo es una
expresión moderna, progresista del capital en un momento histórico bien
determinado. Un movimiento objetivo que frente a la crisis del capital la
pretende domar y encauzar a través de la estatalización de sus dinámicas
automáticas. Un movimiento histórico, contrapuesto al movimiento real
20 · Amadeo Bordiga

del comunismo y que reacciona frente a él, y, por ende, objetivo que tiene
paralelismos muy fuertes en su naturaleza a lo acontecido en el New Deal de
Roosevelt y a los planes quinquenales del estalinismo.

Este sería su carácter general e histórico, no un producto del mundo


clerical o de la derecha radical y conservadora sino producto moderno de
la dinámica del capital. Es eso lo que explica los orígenes izquierdistas del
fascismo (véase el origen socialista de Mussolini y de buena parte de los
cuadros de los Fasci di combattimento en la USI anarcosindicalista italiana o
la profunda influencia del futurismo italiano y de las vanguardias artísticas)
y su capacidad reaccionaria y contrarrevolucionaria.

Dicho esto, y desde una perspectiva más concreta, el triunfo del fascismo
fue posible por el nefasto rol del PSI y debido a la derrota de la oleada
revolucionaria del Bienio Rosso. El reflujo de esta hizo inevitable el triunfo
del fascismo, para la izquierda comunista italiana. Y es que el fascismo, a
partir de los movimientos pendulares de las clases medias (que pasaron del
sostén al PSI al fascismo), se propuso como el órgano síntesis a nivel político
para la burguesía. Frente al caos y desorden revolucionario, frente a las
diferentes fracciones burguesas que en su juego parlamentario no conseguían
encauzar la situación social, Mussolini y sus camisas negras ofrecieron a la
gran burguesía italiana el orden social necesario para sus movimientos de
capital. A cambio tuvieron que reconocer un peso mayor, una hiperinflación
del peso del Estado, el capitalismo afrontaba la oleada revolucionaria en un
maridaje más estrecho con su Estado.

Entonces, es importante entender el triple rol del Estado, las clases medias y
la gran burguesía. El fascismo no surge en el sur de Italia agrario y rural, no
tiene un perfil feudal (como defendía Togliatti) sino en el norte industrial
y en el campo capitalista de la Padania y la Emilia Romagna. El fascismo
fue la organizazión de la burguesía en partido político que se benefició de la
derrota y el reflujo del proletariado tras el Bienio Rosso. Además para Bordiga
El principio democrático y otros textos · 21

el fascismo es pura organización, no tiene una doctrina propia sino que en un


sentido instrumental toma y bebe de lo que necesita. Desde el sindicalismo de
Sorel al voluntarismo de Bergson o Nietzsche, de los mitos de la comunidad
nacional y la nación proletaria de Corradini al corporativismo sindical o las
propuestas de autogestión y control obrero, como se puede ver en la Carta
de Verona de la República Social Italiana de 1943.

Por último, no hay oposición entre fascismo y democracia, ya que la


democracia es el ser social del capital y el fascismo es un producto de las
necesidades modernas del capital, sino complementariedad. Lo que es
muy importante para entender porque la izquierda italiana se va a negar
a cualquier tipo de componenda frentista con las corrientes burguesas en
clave antifascista, desde el PSI hasta los populares italianos de carácter
democristiano. De ahí la oposición de la izquierda italiana a la perspectiva
defendida por Gramsci, tras el asesinato de Matteotti en 1924, de aliarse con
el arco parlamentario burgués yéndose de Parlamento italiano al Aventino en
clave antifascista. “El antifascismo es el peor producto del fascismo” dirá Bordiga
en este sentido porque “gracias” a aquel el proletariado pierde sus energías
anticapitalistas y antagónicas en nombre del presunto mal mayor fascista.
Las consecuencias antifascistas serán nítidas para cualquier internacionalista
en la II Guerra Mundial y en como fue clave para la conformación de los
bloques imperialistas y la matanza indiscriminada de los proletarios, como
carne de cañón para la burguesía.

Solo fue un inicio

En 1924 la Internacional Comunista impondrá la dirección de Gramsci


en el Partido Comunista de Italia, para ello, y a pesar de la mitología que
existe hoy en torno al presunto “académico” sardo, se utilizarán toda serie de
métodos policiales (como secuestrar el material que llevaban los militantes
de la izquierda comunista). En enero de 1926, durante el III Congreso del
PCdI en Lyon la dirección pasará ya definitivamente a Gramsci y Togliatti
22 · Amadeo Bordiga

en un congreso lleno de maniobras políticas de todo tipo. Sin embargo,


y antes de ser detenido en noviembre de 1926, Bordiga participó en el
famoso VI Ejecutivo Ampliado de la Internacional Comunista en el que
tuvo la oportunidad de irritar a Stalin que llegó a decirle “Jamás pensé que
un comunista me pudiera hacer esa pregunta. ¡Dios le perdone!”. La pregunta
de marras era en realidad retórica, en caso de que la revolución proletaria
no triunfase el destino inevitable de la “construcción socialista” era el
capitalismo. En realidad ya podemos tener claro desde el presente, que el
capitalismo llevaba ya algunos años desarrollándose en la Rusia soviética
y que los bolcheviques se convirtieron en sus ejecutores a través de los
procesos de industrialización taylorista, entre otros mecanismos. Es tras
ese Ejecutivo que hay que situar la carta que Karl Korsch le va a escribir
a Bordiga pidiendo una alianza internacional entre izquierdas frente a la
Internacional Comunista. Korsch, que había sido ministro de Justicia en el
“Gobierno Obrero” de Turingia, se había identificado con las intervenciones
de Bordiga en el Ejecutivo Ampliado y se había enfrentado a la dinámica
capitalista e imperialista del socialismo en un solo país. El comunista
alemán había fundado una organización de miles de militantes, la Izquierda
Intransigente. Bordiga le comenta que no es tiempo de bloques en pura
clave antiKomintern sino de balances programáticos y de comprensión de
la derrota que habíamos vivido en la oleada revolucionaria de esos años. Es
a esta tarea a la que se dedicará la izquierda italiana en esos años, a través de
la publicación de revistas como “Prometeo” y “Bilan”. Compañeros como
Ottorino Perrone (Vercesi) serán fundamentales en esa tarea y Bordiga
vivirá, tras salir de prisión, aislado en Nápoles desde 1929 hasta el final
de la II Guerra Mundial, estudiando y analizando las causas de la derrota
vivida. Por el contrario, la izquierda italiana realizará aportaciones muy
importantes en “Bilan” y “Prometeo” y es que su método de trabajo no era
personalista ni derivaba de ninguna personalidad en concreto, el anonimato
de este tipo de trabajo será fuertemente defendida tras la Guerra. Ya Vercesi
había defendido en el Congreso de Lyon que sus posiciones no son las de
Bordiga, que Bordiga simplemente era un instrumento que las expresaba con
El principio democrático y otros textos · 23

particular brillantez pero que si algún día rompía con ellas, el proletariado y
el comunismo expulsaría de su seno a Bordiga como ha hecho siempre con
energía y decisión implacable.

El retiro de Bordiga desde 1929 ha sido siempre motivo de polémica.


Indudablemente surge del determinismo bordiguiano y, por fortuna, su
labor fue continuada por los compañeros de “Bilan”, pero es indudable que
el estudio de la contrarrevolución y de la doctrina marxiana que llevó a cabo
Bordiga, en esos años, fue decisivo para las enormes, importantes y, por
desgracia, muy poco conocidas contribuciones que Amadeo Bordiga llevará
a cabo en los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Sin duda, y como dicen
siempre los compañeros de N+1, el Bordiga más interesante es éste aunque
muchas de las cuestiones que elaboró en esos años estaban ya contenidos en
la batalla titánica que, en medio de la oleada revolucionaria, expresan estas
páginas. Bordiga tenía conciencia de todo esto. Cuando la policía fascista,
que le vigilaba con tres policías que se daban continuamente turno, registró
una conversación con su cuñado: “Hay que alejarse y esperar, esperar no para
esta generación sino para futuras generaciones”. En eso estamos. En las futuras
generaciones. En la espera activa y actual que lucha por el comunismo.

Grupo Barbaria, Región española, enero 2020.


CRONOLOGÍA DE BORDIGA

Vida, pensamiento y militancia de Amadeo Bordiga, fundador del


Partido comunista de Italia1

1872
Se funda la Federación italiana de la AIT.

1892
Se funda en Génova el Partito dei Lavoratori Italiani, con la exclusión de los
anarquistas. Destacan entre los fundadores Filippo Turati, Ana Kulischof y
Enrico Ferri.

1895
El Congreso de Parma cambia el nombre del partido por el de Partito
Socialista Italiano (PSI).

1895-1921
El PSI aparece como un partido fragmentado, construido como suma de
unas secciones muy celosas de su propia autonomía. Esta característica, que
más tarde demostraría su debilidad, le da en el plano inmediato una gran
fuerza, ya que le permite penetrar en todos los aspectos de la vida local:
las Bolsas de Trabajo (Camara del lavoro), las cooperativas, las Casas del
Pueblo, las universidades populares, que desembocan en el municipio rojo o
administración socialista del municipio, que abarca todos los aspectos de la
vida social y contribuye a la existencia de un mundo fuertemente solidario,
dotado de instrumentos de autogobierno, y con una férrea moral propia.
Otra característica notable del PSI es la facilidad, e incluso el impulso
organizativo que se da a la formación de fracciones, sobre todo en la
preparación de las mociones a presentar en el Congreso del partido.

1 Texto de Agustín Guillamón publicado en “Balance”, N° 4, en noviembre 1995. [N. del E.]
El principio democrático y otros textos · 25

1896
Se publican las tesis revisionistas de Bernstein.

1903
Los bolcheviques en Rusia y los estrechos en Bulgaria se organizan como ala
izquierda de la socialdemocracia.

1906
Se funda en Milán la Confederazione Generale del Lavoro (CGL) en íntima
colaboración con el PSI.

1909
Aparecen en Holanda los tribunistas como ala izquierda de la socialdemocracia.

1910
Ruptura de Lenin con Kautsky. Turati es nombrado presidente del PSI.
Ingreso de Amadeo Bordiga en el PSI. En Nápoles se constituye un bloque
electoral, dominado por los masones en el que participan socialistas y
sindicalistas revolucionarios. Hasta 1912 este bloque electoral “laico”
consigue el dominio electoral sobre el bloque “clerical”.

1911

Octubre
Congreso extraordinario del PSI en Módena: discrepancias en el seno del
PSI frente a la guerra de Libia. La mayoría del PSI se pronuncia contra la
guerra y contra la anexión de Libia.

1912

Febrero
El grupo parlamentario socialista vota contra la anexión de Libia.
26 · Amadeo Bordiga

Abril
Bordiga funda el Círculo Socialista Carlo Marx. El Círculo considera que
la sección napolitana del PSI ha dejado de ser socialista. El Círculo presenta
candidaturas electorales socialistas, frente a la coalición electoral de socialistas
y masones. Ruggero Grieco (futuro miembro del CE del PCI desde 1921),
Ortensia de Meo (compañera de Amadeo Bordiga) y Mario Bianchi (futuro
líder sindicalista) forman parte del Círculo.

Mayo
Los diputados socialistas Bonomi, Bissolati y Cabrini felicitan al rey por
haber escapado ileso a un atentado anarquista. Mussolini exige la expulsión
de esos diputados reformistas.

Julio
XIII Congreso del PSI en Reggio-Emilia: el grupo formado alrededor de
Bissolati, Bonomi y Cabrini, que apoyaban la guerra, es expulsado de las filas
del PSI. Mussolini, uno de los líderes del ala izquierda del PSI, es nombrado
director del “Avanti”, en sustitución del reformista Claudio Treves. El PSI
se plantea incluir en su programa la república, la lucha de clases y el rechazo
de cualquier forma de colaboración con el reformismo burgués.

Septiembre
Se inicia el debate en el seno de la Juventud socialista, entre Amadeo
Bordiga y Angelo Tasca, sobre la posición de los socialistas ante la cultura
y la educación. Tasca defendía tesis favorables a la asimilación de la cultura
burguesa por parte de los jóvenes socialistas, y se oponía a la orientación
antimilitarista, anticlerical y antirreformista de la prensa socialista juvenil.
Bordiga defendía esa orientación de la prensa, como órgano de la lucha de
clases, y se oponía a su transformación en un periódico cultural. Respecto a la
educación Tasca proponía una reforma del sistema educativo italiano en un
sentido laico y democrático. Bordiga negaba que esa reforma pudiera alterar
el carácter burgués y antisocialista de esa educación. Bordiga calificaba la
El principio democrático y otros textos · 27

cultura y educación burguesa como antisolidaria, competitiva, individualista


y darwinista. La cultura socialista debía ser solidaria y altruista y sólo podía
nacer como negación de la cultura dominante, en la práctica de la lucha
de clases. La polémica dio a Amadeo Bordiga una gran notoriedad entre la
juventud socialista.

1913
Grandes luchas obreras, en toda Italia, en protesta contra el decreto del
presidente (liberal) Giolitti, sobre unos impuestos de guerra que encarecían
el coste de la vida en un 25 por ciento. Se generaliza el sufragio universal
(masculino) en Italia.

1914

Abril
XIV Congreso del PSI en Ancona: Amadeo Bordiga y Mario Bianchi
representan al Círculo Carlo Marx. Mussolini propone y obtiene la expulsión
de los masones del PSI.

Debate sobre los bloques electorales y la necesidad de unificar la política del


PSI tanto en el norte como en el sur de Italia. No se inicia un debate sobre
la posición de los socialistas en caso de guerra.

Mayo
La Unión Socialista Napolitana se separa del PSI. El Círculo Carlo Marx
reconstruye la sección napolitana del PSI: ha conseguido sus objetivos, esto
es, la expulsión de los masones.

Junio
La semana roja. El 7 de junio, día de conmemoración del Estatuto Real, esto
es, de la constitución italiana, estallaron manifestaciones antimilitaristas. Las
tropas abrieron fuego contra los manifestantes. Fue el inicio sangriento de la
28 · Amadeo Bordiga

llamada semana roja. La insurrección popular se propagó por las principales


ciudades: Turín, Parma, Milán, Florencia, Nápoles. El 12 de junio la CGL
ordenó el fin de la huelga general sin consultar con el PSI. Disputas entre
reformistas y revolucionarios.

28 de julio
Austria declara la guerra a Serbia por el asesinato en Sarajevo del sucesor del
emperador.

29 de julio
El Buró internacional socialista convocado en Bruselas lanza un manifiesto
contra la guerra.

31 de julio
Asesinato del socialista y pacifista Jaurés.

2 de agosto
El gobierno de Salandra declara la neutralidad de Italia.

4 de agosto
Los socialistas franceses y alemanes votan los créditos de guerra. Era el inicio
de la Primera guerra mundial y la quiebra de la Segunda Internacional. Turati
y Mussolini lanzan consignas desfavorables a una guerra contra Francia, pero
no contra Austria.

16 de agosto
Bordiga publica en “Avanti” un artículo titulado “En nuestro puesto” en el
que ataca la simpatía pro-francesa de muchos socialistas, así como la falsa
distinción entre guerras defensivas y ofensivas. El artículo es publicado con
apostillas de Mussolini, que califica los principios expuestos por Bordiga de
justos, pero abstractos, al tiempo que señala la agresión alemana como causa
de la guerra.
El principio democrático y otros textos · 29

De agosto a octubre de 1914


En el PSI aparecen tres posiciones:

1-La de absoluta neutralidad de Bordiga favorable a la lucha de clases y la


guerra civil contra la propia burguesía: en caso de movilización habría de
responderse mediante la huelga general nacional.

2-La filofrancesa de Mussolini, favorable a una intervención de Italia en la


guerra.

3- La neutral de Lazzari, partidario de no adherirse a la guerra, ni sabotear los


esfuerzos bélicos de la propia burguesía.

27 de setiembre
Encuentro en Lugano de socialistas suizos e italianos.

18 de octubre
Mussolini publica en “Avanti” un artículo titulado “De la neutralidad
absoluta a la neutralidad activa y operante”, claramente intervencionista y
profrancés.

22 de octubre
Bordiga se opone a las tesis de Mussolini, con un artículo publicado en “Il
Socialista”, titulado “Por el antimilitarismo activo y operante”.

31 de octubre
Gramsci en “Il Grido del Popolo”, publica un artículo que apoya las tesis
intervencionistas de Mussolini.

Noviembre
Expulsión de Mussolini del PSI. Aparece el primer número del portavoz
fascista “Il Popolo d’Italia”, dirigido por Mussolini y financiado por el
30 · Amadeo Bordiga

gobierno francés y algunos industriales italianos.

Noviembre de 1914 a febrero de 1917


El PSI oscila entre una derecha, dirigida por el grupo parlamentario y el
sindicato, y una CONFUSA IZQUIERDA que controla la dirección y la
rama juvenil. Esta ambigüedad impide el surgimiento de un ala izquierda
marxista. Gramsci y Togliatti son intervencionistas. Gramsci abandona el
PSI por algunos meses. Togliatti por varios años, hasta 1919: rechazado del
ejército, se alista en la Cruz Roja y cursa estudios para oficial. Bordiga desde
1913 hasta el fin de la Gran Guerra, no cesa de publicar artículos en la prensa
socialista sobre el carácter IMPERIALISTA de la guerra, desarrollando para
el caso italiano las tesis luxemburguistas, que establecen una relación de
causalidad entre la crisis económica y la guerra.

1915

Enero
Reunión de los socialistas escandinavos, con participación de Oddino
Morgari como observador del PSI.

Mayo
Conferencia del PSI en Bolonia: el PSI vota contra la guerra de forma
unánime. Italia declara la guerra a Austria (el 24) (pretende recuperar Trento
y Trieste para Italia). La CGL no declara la huelga general, que sin embargo
estalla en Turín.

Septiembre
El PSI convoca, junto con los socialistas suizos, una conferencia de los
antibelicistas, que se reúne en Zimmerwald. Oddino Morgari y Angelica
Balabanoff son elegidos en la Comisión internacional socialista. En la
Conferencia se delinean dos posiciones: la de izquierda liderada por Lenin
y la centrista, que obtiene la mayoría, a la que se adhiere el PSI. Pese a las
El principio democrático y otros textos · 31

diferencias se publica un Manifiesto, redactado por Trotsky, que condena el


socialpatriotismo y define la guerra como producto del imperialismo.

1916

Febrero-julio
La batalla de Verdún. Durará seis meses y producirá doscientos cincuenta
mil muertos en cada bando. Se disparan un millón de obuses. Guerra de
trincheras. Deserciones masivas y fusilamientos sumarios. El horror de la
guerra moderna se manifiesta con toda su crueldad. Fin en ambos bandos de
las ilusiones de una guerra rápida. La batalla termina sin un claro vencedor.

Abril
El PSI participa en la segunda conferencia de los adversarios de la guerra,
convocada por la Comisión internacional socialista en Kienthal. La
izquierda, liderada por Lenin, que sostiene las tesis de transformación de la
guerra imperialista en guerra civil, pudo constatar el avance de su influencia,
ya que obtuvo la mitad de los votos. El italiano es el único partido socialista
representado por su dirección mayoritaria, el resto sólo son fracciones
minoritarias de diversos partidos socialistas.

1917

Febrero
Conferencia del PSI en Roma. Surge por fin un ala izquierda marxista en
el PSI. Bordiga presenta una moción favorable a una acción revolucionaria
contra la guerra, que obtiene catorce mil votos frente a los diecisiete mil
de la moción pacifista (que apoyaba vacuos principios democráticos: paz
sin anexiones ni indemnizaciones de guerra, derecho de los pueblos a la
autodeterminación y Sociedad de Naciones), presentada por Turati, Treves
y Modigliani. Esta votación precipita en unos meses la creación de una
Fracción Intransigente Revolucionaria.
32 · Amadeo Bordiga

Revolución de febrero en Rusia: caída del zar y gobierno provisional de


Kerenski.

Abril
Tesis de abril de Lenin: la situación está madura para pasar de la primera fase
democrática de la revolución rusa a la segunda. Se lanza la consigna: “Todo
el poder para los Soviets”.

Julio
Creación de la Fracción intransigente revolucionaria del PSI.

Agosto
Insurrección en Turín a causa del hambre y del ejemplo ruso: meses antes una
delegación del Soviet de Petrogrado había visitado la ciudad. Se producen 50
muertos y 200 heridos.

Octubre
Consignas de derrotismo revolucionario lanzadas por Bordiga tras la grave
derrota de las tropas italianas, frente a las austriacas, en Caporetto (el 25). Se
producen 40.000 bajas entre muertos y heridos. En los frentes militares se
multiplican las deserciones de soldados italianos, así como los pelotones de
fusilamiento contra los desertores.

Noviembre

Revolución de Octubre en Rusia


Reunión ilegal de la Fracción intransigente revolucionaria en Florencia (el
18). Primer encuentro entre Gramsci y Bordiga. En esta reunión se reprodujo
la división existente en el seno del PSI entre reformistas y revolucionarios.
Esta indecisión produjo el abandono de la perspectiva insurreccional,
propugnada por Bordiga (y apoyada por Gramsci).
El principio democrático y otros textos · 33

Se aplaza toda acción revolucionaria hasta el fin de la guerra.

Desde noviembre de 1917 hasta septiembre de 1918


El gobierno liberal, ante la imposibilidad de imponer la política de unión
sagrada a los socialistas, optó por la represión de toda crítica antibélica, así
como de toda manifestación popular de descontento.

En todos los países en guerra se produce un creciente intervencionismo


estatal en la economía para asegurar la producción bélica, se recurre a una
masiva utilización de la mano de obra femenina, y se generaliza el bloqueo
de los salarios y la represión sindical.

1918

24 de enero
Detención del secretario del PSI, Lazzari, y del subsecretario, Bombacci, que
fueron condenados a dos años de cárcel por oponerse a la guerra. El PSI no
participaría en el gobierno de unidad nacional, pese a las tentaciones del
grupo parlamentario y de la CGL.

Septiembre
Victoria de los maximalistas en el XV Congreso del PSI, celebrado en Roma.
La proximidad del fin de la guerra y el éxito de la revolución rusa provocan
entre los socialistas italianos, en el seno de una situación revolucionaria, un
confusionismo generalizado y un verbalismo revolucionario de las distintas
fracciones del partido.

Octubre
Victoria italiana en Vittorio Veneto.

Noviembre
Armisticio entre Italia y Austria (el 4). Insurrección revolucionaria en
34 · Amadeo Bordiga

Alemania. Caída del II Reich. Proclamación de la República. Toma del


poder por los socialdemócratas.

Diciembre
Aparece el número 1 de “Il Soviet”, dirigido por Bordiga. Este diario defiende
la revolución rusa, la dictadura del proletariado y la dirección del proceso
revolucionario por el partido comunista. (Desde 1918 hasta 1921 publicaría
artículos de los más destacados líderes de izquierda comunista internacional:
Pannekoek, Lukács, Gorter, Silvia Pankhurst).

De octubre de 1918 a enero de 1921


Consecuencias del FIN DE LA GUERRA EN ITALIA: 700.000 muertos,
500.000 mutilados, regiones enteras devastadas por la guerra, tratados
de paz desfavorables, enormes deudas de guerra. Con el fin de la guerra
disminuye la actividad económica: aumento del paro y la inflación. Se
inicia un proceso de reconstrucción económica en el que es imprescindible
LA COLABORACIÓN DEL PSI. La revolución rusa y las agitaciones
revolucionarias en Alemania hacen temer a la burguesía italiana un triunfo
proletario en Italia. Crisis de la democracia e inicio del fascismo.

Datos estadísticos de antes y después de la guerra:

El PSI: de 50.000 a 200.000 afiliados, de 50 a 156 diputados. La CGL


cuenta con 2.000.000 afiliados.

El capital de la FIAT ha saltado de 30 a 500 millones. La población obrera


de Turín alcanza los 200.000 trabajadores y la ciudad cuenta con medio
millón de habitantes.

Fracciones existentes en el PSI:

1-Los gradualistas o reformistas: Turati, Mondolfo, Modigliani. El socialismo


El principio democrático y otros textos · 35

no puede ser obra de un golpe de mano, sino que ha de alcanzarse mediante


una GRADUAL conquista del poder y de la CAPACIDAD política.

2-Los maximalistas o intransigentes: Serrati, Lazzari. Se caracterizan por la


incoherencia ideológica, la ambigüedad política y la heterogeneidad. Esto les
lleva al verbalismo revolucionario y a un acendrado patrioterismo de partido.
En palabras de Lenin “Serrati prefiere perder la revolución a perder el sindicato
de Milán”.

3- Los ordinovistas: Gramsci, Terracini, Tasca, Leonetti, Togliatti. La idea-


fuerza del grupo es el movimiento de los Consejos de Fábrica como base del
“poder obrero” conquistado en la empresa. El movimiento proletario hacia
la revolución se expresa en formas propias, dando origen a instituciones
proletarias que comienzan a construir, ANTES DE LA TOMA DEL
PODER, los engranajes de una nueva máquina estatal de la que los obreros,
en SU fábrica, deben ser los artífices. Renunciaron a la lucha por crear una
fracción propia a escala nacional, lo que les llevó a un grave y creciente
aislamiento, que limitó su influencia a la ciudad de Turín.

4- Los abstencionistas: Bordiga, Grieco. La conquista del poder político


y la destrucción del poder burgués son un requisito previo al proceso de
transformación económica. Insisten en la necesidad de crear un partido
revolucionario. Luchan pues por la extensión y consolidación a escala nacional
de su fracción. El “abstencionismo” no es tanto un principio ideológico
como un criterio táctico de selección de los militantes revolucionarios.

5- La izquierda milanesa: Fortichiari, Repossi. Llamados también maximalistas


de izquierda. Muy próximos a las tesis de la Fracción abstencionista, de la
que rechazaban precisamente su táctica abstencionista. Su fuerte estaba en
la sólida organización obrera de la industrial ciudad de Milán. Su menor
capacidad teórica les llevó a sumarse a la Fracción comunista abstencionista.
36 · Amadeo Bordiga

1919

Enero
Insurrección espartaquista en Alemania. Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht
son asesinados por las tropas al servicio del gobierno socialdemócrata de
Noske. Fundación en Italia del Partido Popular (católicos) por el sacerdote
Luigi Sturzo.

Marzo
Congreso fundacional de la Internacional Comunista (el 4). Las tropas
bolcheviques avanzaban, durante las sesiones del congreso, sobre Varsovia.
El PSI vota en favor de su adhesión a la Tercera Internacional. La revolución
en Europa está al orden del día. Los bolcheviques confían en la extensión
internacional de la revolución comunista, como única posibilidad de
supervivencia de la revolución en Rusia.

Mussolini funda en la plaza del Santo Sepulcro, en Milán, los Fascios


italianos de combate (el 23).

Bela Khun proclama la República soviética en Hungría (el 24).

Abril
En Baviera se proclama una República de los Consejos, en la que Karl Korsch
ocupa un ministerio.

En Milán los Fascios atacan una manifestación de huelguistas y asaltan


el edificio del diario socialista “Avanti” (el 15). La primera acción de los
fascistas provocó 4 muertos y 39 heridos.

Mayo
Aparece el número 1 de “L’Ordine Nuovo”, (semanario de cultura socialista)
dirigido por Gramsci.
El principio democrático y otros textos · 37

Junio
El presidente italiano Orlando dimite ante el fracaso italiano en las
conferencias de paz. La inflación no cesa de aumentar.

Julio-agosto
Importantes luchas contra la carestía de vida se desencadenan en toda
Italia. Ocupaciones de tierras en el sur. Huelga internacional en apoyo a la
revolución rusa (el 20 y 21). La huelga es seguida masiva y pacíficamente
en Italia. La burguesía temía que la huelga se convirtiera en “una huelga
expropiadora”. Los socialistas están ausentes en la mayoría de las luchas, que
son encabezadas por ex-combatientes, que reclaman se hagan realidad las
promesas realizadas en el frente.

La Fracción Intransigente Revolucionaria pasa a ser dirigida por Lazzari.


Serrati deja esta Fracción para constituir y dirigir la Fracción Comunista
Eleccionista. Congreso de la Fracción comunista abstencionista, dirigida por
Bordiga.

Octubre
En el XVI Congreso del PSI, reunido en Bolonia, los abstencionistas exigen
el cambio del programa del partido del año 92. Los abstencionistas creen
que la escisión de los reformistas y los revolucionarios en el partido socialista
es inevitable: en realidad existen dos programas en un partido. Se decide la
constitución permanente y autónoma de la Fracción Abstencionista en el
seno del PSI. El PSI aprueba la adhesión a la Internacional Comunista y la
participación en las inminentes elecciones. Los abstencionistas renuncian a
la escisión inmediata, así como a realizar propaganda abstencionista en la
inmediata campaña electoral, e inician una labor fraccional. “Il Soviet” asume
la función de órgano de la Fracción Abstencionista. SE HA APLAZADO LA
FUNDACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA EN ITALIA por razones
internacionales: Moscú quiere recuperar el PSI (adherido a la IC) con la
sola expulsión de los reformistas. Gramsci publica un artículo contra toda
38 · Amadeo Bordiga

posibilidad de escisión en el PSI (el 18).

Noviembre
El PSI consigue en las elecciones (del día 16) 1.800.000 votos y 156
diputados. El éxito electoral fortalecía la posición del grupo parlamentario y
de los reformistas en el PSI.

Diciembre
Huelga general contra la agresión hecha a los parlamentarios socialistas.

1920

Marzo-abril
Primeras ocupaciones de fábricas en Turín. La dirección del PSI desautoriza
el movimiento turinés. Reunión de la Cofindustria (el 8) (asociación
patronal), que auspicia la creación de un gobierno fuerte, que configura
ya una política profascista. La CGL se manifiesta en contra de la huelga
turinesa, y prohíbe la solidaridad con Turín, que queda aislada del resto del
país. Las tropas afluyen sobre la ciudad y la huelga fracasa. Dispersión de los
componentes ordinovistas, que se enfrentan entre ellos.

Mayo
Tesis de la Fracción Comunista Abstencionista. Única aportación NO
RUSA a los problemas del movimiento comunista internacional, discutidos
en el II Congreso de la IC.

Julio
Segundo Congreso de la IC. Intervención de Bordiga para endurecer las 21
condiciones de admisión: es el redactor de la tesis número 21 y el defensor de
la inclusión de la número 20, redactada por Lenin, que había sido retirada.
Se reparte el folleto de Lenin La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el
comunismo. Coincidencia en los principios programáticos entre bolcheviques
El principio democrático y otros textos · 39

y abstencionistas, y discrepancia en las cuestiones tácticas secundarias


del parlamentarismo. Ante el peligro de confundir las posiciones de los
abstencionistas con las de anarquistas, tribunistas o kapedistas, Bordiga
renunció a su propia táctica abstencionista. Lenin respaldó las posiciones
de “L’Ordine Nuovo”, publicadas el 8 de mayo, que eran fruto de una
componenda transitoria entre abstencionistas y ordinovistas de la sección
turinesa.

Ruptura entre Gramsci y Tasca. Terracini y Togliatti se aproximan a


la dirección maximalista. Gramsci queda aislado en el seno del grupo
ordinovista, tras el alejamiento de los abstencionistas.

Noviembre
Los partidarios de fundar un partido comunista en Italia se reúnen en una
Conferencia nacional de la Fracción comunista del PSI en Imola.

Septiembre
La FIOM (sindicato de los metalúrgicos) pide aumento de sueldo adecuado
al aumento del coste de vida. Los industriales rechazan el aumento, al parecer
con vistas a PROVOCAR la huelga. Los trabajadores inician una protesta de
trabajo lento. La fábrica Romeo responde con el lock-out. La FIOM replica
a su vez con la ocupación de fábricas, que se extiende a todas las industrias
de Turín. La CGL se opone a la huelga. El PSI no quiere dirigir una huelga
revolucionaria a la que se oponen los sindicatos. El presidente liberal Giolitti
se opone a enviar las tropas y propone una negociación salarial y un proyecto
de control obrero. Se iniciaba el apoyo de los industriales al movimiento
fascista.

Octubre
Se reúnen abstencionistas, ordinovistas y maximalistas de izquierda que
aprueban un Manifiesto-programa que decide el cambio de nombre del
partido, la expulsión de los reformistas como Turati, y la escisión-fundación
40 · Amadeo Bordiga

del partido comunista en el próximo Congreso del PSI, en el caso de quedar


en minoría. Se constituye un Comité provisional de la Fracción comunista
formado por Bordiga (por los abstencionistas) Gramsci y Terracini (por los
diversos grupos ordinovistas), Bombacci y Misiano por los maximalistas de
izquierda) y Repossi y Fortichiari (por la izquierda milanesa).

Noviembre
En la sección de Turín se fusionaron abstencionistas (Parodi, Boero)
comunistas eleccionistas (Togliatti, Tasca, Terracini) y el grupo “educación
comunista” (Gramsci, Bianco). Los partidarios de fundar un partido
comunista en Italia se reunieron en una Conferencia nacional de la Fracción
comunista del PSI, en Imola. Participaron abstencionistas, los dos grupos
ordinovistas, maximalistas de izquierda y la Juventud socialista. Se preparó
una moción para fundar el partido comunista en el próximo congreso del
PSI. Los ordinovistas abandonaron sus tesis consejistas.

1921

Enero
XVII Congreso del PSI en Livorno. Escisión de los comunistas. Protagonismo
de Bordiga en la fundación del Partido comunista de Italia. (Gramsci no
habló durante todo el Congreso y fue defendido por Bordiga cuando fue
atacado por intervencionista. Togliatti ni siquiera llegó a formar parte del
Comité Central). El Comité ejecutivo está formado por Bordiga, Fortichiari,
Repossi, Terracini y Grieco. El PSI ratifica su adhesión a la III internacional.
El número de militantes comunistas tras la escisión se acercaba a los 100.000:
los 58.000 adherentes a la moción comunista en Livorno, más los 42.000 de
la Juventud que se pasó en masa al PCI.

EL PARTIDO COMUNISTA SE HA CREADO DEMASIADO TARDE:


en 1919 existía una situación revolucionaria pero no existía un partido
revolucionario, en 1921 existe el partido, pero la situación revolucionaria
El principio democrático y otros textos · 41

ya ha pasado.

Febrero-marzo
Congreso de la CGL. Táctica de unidad sindical de los comunistas. La
moción comunista obtuvo medio millón de votos frente al millón de los
socialistas. Disturbios revolucionarios en la cuenca del Rhur.

Abril-junio
Resistencia obrera espontánea ante los ataques de los fascistas. Aparecen los
llamados “arditi del popolo” que agrupan a excombatientes republicanos,
socialistas, comunistas y anarquistas, que se organizan militarmente para
enfrentarse a las escuadras fascistas.

Publicación del artículo de Bordiga (el 15 de abril). “Partido y clase”: “No


se debería ni siquiera hablar de clase cuando no existe una minoría de esta clase
tendiente a organizarse en partido político”. La clase no es para Bordiga un
conjunto de individuos con unas condiciones sociales homogéneas, sino
un movimiento colectivo encaminado hacia la conquista de unos objetivos
históricos. LA DEFENSA DE LOS INTERESES HISTÓRICOS DE LA
CLASE sólo puede ser patrimonio de una minoría, organizada en partido.

Mayo
En las elecciones el PSI obtuvo 123 diputados y el PCI 15.

Publicación (el 31) del artículo de Bordiga “Partido y acción de clase”:


“Nadie crea los partidos y las revoluciones. Se dirige los partidos y las revoluciones
a la luz de todas las experiencias revolucionarias útiles”. “El partido comunista
(...) no puede forzar o invertir la esencia fundamental de las situaciones”. Según
Bordiga el partido no mide su eficacia por el número de sus militantes, sino
por su programa y su disciplina.

PROGRAMA, PARTIDO Y CLASE EN BORDIGA: En el modo de


42 · Amadeo Bordiga

producción capitalista el proletariado es la única clase revolucionaria. Por sus


condiciones de vida encarna la sociedad comunista en el seno de la sociedad
capitalista. ¿Cómo se efectúa el paso dialéctico de la clase en sí, explotada
por el capital y reducida a una deplorable miseria física e intelectual, a
la clase para sí, que transforma en mundo de manera revolucionaria? La
respuesta se da con la organización del proletariado en clase, y por tanto en
partido político. El proletariado o es revolucionario o no es nada. Desde
el punto de vista sociológico y estático la clase obrera es un conglomerado
de individuos sometidos a las relaciones sociales de producción capitalistas.
Cuando el proletariado se organiza en clase y apunta a la consecución de sus
objetivos históricos, nos hallamos frente a un punto de vista dialéctico de la
clase, que se transforma y transforma las relaciones sociales de producción,
negándose como clase al negar las categorías económicas del capital: valor,
salario, plusvalía...

La función primordial del partido es la de encarnar y defender el programa


comunista. El partido es una mediación, es un órgano de la clase. La clase
en el transcurso de la revolución se constituye en partido. El proletariado a
través del partido afirma su ser revolucionario. Existe una relación dialéctica
entre proletariado y partido.

El partido no se crea en un período desfavorable o contrarrevolucionario.


El partido surge del suelo de la clase en un período de radicalización de la
lucha de clases, cuando se impone la superación de los objetivos inmediatos
y económicos de la clase y se apunta a la conquista de los objetivos históricos
y a la conquista del poder político.

El programa comunista se encuentra claramente delimitado en la obra


de Marx, que no es sólo un análisis científico del modo de producción
capitalista, sino también una constante llamada a la superación de este
modo de producción, y además una anticipación de las características del
comunismo.
El principio democrático y otros textos · 43

El programa comunista se define como la realización práctica de la teoría


marxista. En un período desfavorable los marxistas deben defender y
restaurar el programa comunista, que es atacado y reformado por las diversas
tendencias socialdemócratas y revisionistas.

Junio-julio

Espectacular cambio de táctica de la Comintern


Tercer Congreso de la IC. Se constata el reflujo revolucionario a escala
mundial. Se hace omnipresente la valoración sobre la Acción de Marzo en
el Ruhr. Se enfrentaron dos tácticas: la primera, presentada por Thalheimer
y Bela Kun propugnaba la ofensiva revolucionaria de los comunistas.
La segunda propugnada por Radek, y apoyada por Lenin, defendía la
proposición de un frente único a los partidos y sindicatos socialdemócratas,
para ganarse a la mayoría de la clase obrera. La diferencia táctica radicaba
en elegir entre la formación de partidos minoritarios de revolucionarios o
partidos de masas. En el Congreso Lenin ridiculizó las tesis defendidas por
Terracini, y la izquierda internacional, favorables a la táctica “ofensiva”. El
PCI sólo aplicaría esa táctica en el frente sindical, nunca en el político: ¿cómo
podía aplicar una táctica de frente único con el PSI después de Livorno? LA
ESCISIÓN DE LIVORNO NO ERA REVOCABLE.

Julio
Violencia masiva y cotidiana de las escuadras fascistas. Matteotti, diputado
socialista, lanza la consigna pacifista de la no resistencia a la violencia fascista.

Agosto
Firma (el 3) de un pacto de pacificación entre socialistas, CGL y fascistas.
Los comunistas rechazan tanto el pacto de pacificación como la entrada del
PCI en los “arditi del popolo”. Se inicia el desacuerdo entre la dirección
del PCI y la Comintern a causa de la negativa de Bordiga a concluir un
pacto nacional con otros partidos para entrar en los “arditi del popolo”,
44 · Amadeo Bordiga

organización militar de unidad antifascista que escapa al control del partido.

Noviembre
El PSI abandona la IC.

En el tercer Congreso nacional fascista (del 7 al 10), reunido en Roma, se


produce la transformación en partido del movimiento fascista. Los 30.000
fascistas reunidos en Roma provocan serios disturbios, causando cinco
muertos y 200 heridos. Al asesinato de un ferroviario (el 9) el pueblo de
Roma respondió con una huelga general, que no cesó hasta el día 14, acabado
ya el Congreso fascista.

1922

Febrero
Desde finales de 1920 los obreros se enfrentaban a una doble ofensiva:
fascista y patronal. Por una parte, la violencia cotidiana de las escuadras
fascistas contra las organizaciones obreras: sindicatos, casas del pueblo,
ayuntamientos rojos, cámaras del lavoro, o bien individual contra los líderes
obreros. Por otra parte, la ofensiva patronal: supresión del precio político
del pan, reducciones salariales, incremento del paro, liquidación de las
representaciones sindicales en las fábricas.

Los comunistas propugnaron un frente único sindical, adelantándose a la


táctica del Comintern, aunque era rechazado el frente único político. Así fue
como se constituyó la Alianza del Trabajo (el 20), que no era sino un frente
único sindical.

Bordiga publica (el 28) “El principio democrático”: “La libertad e igualdad
política contenidas en el derecho de voto sólo tienen sentido sobre una base que
no contenga disparidad de condiciones económicas”. Para Bordiga la división de
la sociedad en clases antagónicas, con intereses económicos contrapuestos,
El principio democrático y otros textos · 45

convierte al Estado necesariamente en defensor de los intereses de la clase


dominante. El PRINCIPIO democrático se convierte en el MECANISMO
democrático, puesto al servicio de las pretensiones de universalidad de
un Estado que ejerce la dictadura minoritaria de la clase dominante,
independientemente del hecho aleatorio de que se vote o no se vote, o a
quien se vote.

Febrero-marzo
Primer Ejecutivo Ampliado de la IC, centrado en la aprobación de la táctica
de frente único. Oposición de los delegados italianos (Terracini, Roberto y
Ambrogi), que obtuvieron el apoyo de las delegaciones francesa y española.
Se aceptó la convocatoria de una reunión conjunta de las tres Internacionales
existentes.

Marzo
Segundo Congreso del PCI. Aprobación de las Tesis de Roma. Estas tesis
fijaban la posición del PCI ante la táctica de frente único propugnada por
la IC. Oposición frontal de los delegados de la IC a la aprobación de estas
tesis. Según las Tesis Roma la táctica tiene unos límites, impuestos por
el programa comunista fundacional, que si se superan cambian la propia
naturaleza y función del partido comunista. La dirección del PCI planteó la
conveniencia de su dimisión. El número de militantes había descendido a
43.000 a causa de las exigencias militantes y la persecución fascista.

Abril
Bordiga participó en la Conferencia de las tres internacionales (Segunda,
Tercera y Dos y media) reunida (del 2 al 5) en Berlín, que se saldó en un
rotundo fracaso. Reunión para tratar sobre las cuestiones italianas entre
Bordiga, Silone, Radek y Bujarin que se convirtió en un áspero encuentro,
que constató la amplitud de las divergencias del PCI con la IC.
Firma (el 16) del Tratado de Rapallo entre bolcheviques y alemanes. El
Tratado consagraba al Estado ruso como una gran potencia, y significaba
46 · Amadeo Bordiga

el retorno a las técnicas clásicas de la diplomacia secreta y la alianza con


potencias capitalistas. Rapallo constaba las contradicciones existentes entre
el fracaso de la revolución mundial y el progresivo fortalecimiento del Estado
soviético. Contradicción entre los intereses de la revolución mundial y los
intereses de la política exterior del Estado ruso. La Comintern se estaba
convirtiendo en un instrumento de la política exterior rusa.

Junio
Bordiga representa a la IC en el Congreso del PCF, celebrado en Marsella.
Segundo Ejecutivo Ampliado de la IC. La delegación italiana estaba formada
por Bordiga, Ambrogi, Gramsci y Graziadei. Ultimátum de Zinoviev al PCI
para que lanzara la consigna del gobierno obrero como plataforma de lucha
contra el fascismo.

Junio-julio
Gran ofensiva fascista. Las escuadras ocupan ciudades como Bolonia y
Ferrara. Las expediciones fascistas se extienden al Lazio y las Marcas, Emilia-
Romagna, Véneto y Toscana. La movilidad geográfica de las escuadras
fascistas contribuye enormemente a su éxito. Las reacciones armadas de los
obreros resultaron insuficientes. Absoluta impunidad de la violencia fascista,
apoyada por las fuerzas policiales y el ejército.

Agosto
Huelga general legal. Fue convocada por el PSI y la CGL para resolver una
crisis de gobierno, de forma precipitada, avisada la prensa de su convocatoria.
Primaban los aspectos legales y pacíficos. El principal objetivo era la defensa
de la democracia. Los fascistas lanzaron un ultimátum al gobierno para
acabar con la huelga en 48 horas.

La huelga tuvo un éxito inicial de carácter parcial. El día 3 se convirtió


en una batalla armada que culminaba la guerra civil (1921-1922) de los
fascistas, secundados por el ejército y la policía, contra las masas obreras.
El principio democrático y otros textos · 47

Pese a resistencias locales heroicas, como la de Parma frente a las tropas


fascistas de Italo Balbo, la huelga se saldó en una severa derrota. SUPUSO
EL FIN DE TODA RESISTENCIA ARMADA IMPORTANTE FRENTE
AL FASCISMO.

El fascismo ilegal y subversivo se había transformado en una fuerza de orden.

1921-1922

Diversos artículos de Bordiga en los que se expone su ANÁLISIS DEL


FASCISMO, que podemos resumir en los siguientes puntos:

1-El fascismo defiende al Estado democrático contra un proletariado


revolucionario que quiere destruirlo.

2-Desde la Gran Guerra el respeto a los derechos y libertades democráticas,


que constituían el fundamento de la ideología liberal, entraron en
contradicción con la defensa de los intereses del capital por parte del Estado.

3-Esa contradicción conduce a la burguesía a renunciar a su propia ideología


liberal y desvela el carácter represivo del Estado, que ha de defender los
intereses de clase de la burguesía por TODOS LOS MEDIOS, incluidos los
que suponen la abolición de los derechos y libertades democráticos.

4-Democracia y fascismo no se oponen, sino que se complementan, ya sea de


forma alternativa o al unísono.

5-EL DESDOBLAMIENTO POLÍTICO de la burguesía, ante la constante


amenaza revolucionaria del proletariado, bajo sus dos aspectos de violencia
fascista y democracia parlamentaria, convergen en una estrategia común de
la burguesía, en defensa de sus intereses históricos de clase.
48 · Amadeo Bordiga

6-La función de la socialdemocracia es la de desviar las luchas del proletariado


de su objetivo revolucionario, para llevarlas a la defensa de la democracia
burguesa.

7-El fascismo carece de programa. Su función es la de reprimir el proletariado


en sustitución del Estado, que consigue de este modo conservar la ILUSIÓN
DEMOCRÁTICA entre las masas.

8-El fascismo no es un producto de las capas reaccionarias de la burguesía,


ni producto de una sociedad feudal, sino por el contrario producto de un
capitalismo industrial avanzado que, ante la amenaza revolucionaria, pasa a
la ofensiva.

9-El antifascismo es la consecuencia más grave del fascismo. Sustituye la


ALTERNATIVA revolucionaria CAPITALISMO/COMUNISMO, por la
opción (siempre burguesa) DEMOCRACIA/FASCISMO.

10-Bordiga afirma la continuidad esencial entre democracia y fascismo,


de igual modo que existía una continuidad básica entre liberalismo y
democracia. Los métodos socialdemócrata y fascista en lugar de alternarse en
el gobierno tendían a fusionarse.

Septiembre
Consecuencias inmediatas del fracaso de la huelga general fueron el descenso
del número de militantes comunistas a 24.000. En las fábricas eran frecuentes
los despidos masivos de comunistas. Ante la represión y la falta de trabajo,
a causa de las listas negras, se contaba por millares los comunistas que en
los meses siguientes tuvieron que emigrar a Francia y Bélgica por motivos
político-económicos.

Octubre
Marcha sobre Roma de Mussolini (28-10-1922). Facta, el presidente del
El principio democrático y otros textos · 49

gobierno, solicita al rey la declaración del estado de sitio y la movilización del


ejército. Ante la negativa real, dimite. La Marcha sobre Roma se convierte
en un paseo. El rey nombra a Mussolini nuevo presidente del gobierno. Los
fascistas se hacen con el poder, sin un solo tiro, mediante procedimientos
constitucionales.

Serrati expulsa a los reformistas del PSI. Estos liderados por Matteotti,
Turati y Treves fundaron el Partido Socialista Unitario (PSU). Tras esta
escisión el PSI sólo contaba con 25.000 militantes. El PSI decidió enviar una
delegación al IV Congreso de la IC.

Noviembre
El embajador alemán llega a Moscú. Cuarto Congreso de la IC (del 5 de
nov. al 5 de dic.). Se insiste en la táctica de frente único y la consigna del
gobierno obrero. La Comintern exigía la fusión de socialistas y comunistas
en Italia. El PCI se opuso totalmente. El Comité ejecutivo del PCI se declaró
dimisionario (el 8). Bordiga habló del peligro de revisionismo en la IC. Se
llegó en los debates a un punto de ruptura de la delegación de la mayoría
del PCI con la IC. El 24 la resistencia de la mayoría del PCI se enfrentó
a una carta del Comité Central del PC ruso, firmada por Lenin, Trotsky,
Radek, Zinoviev y Bujarin, que comunicó al PCI la decisión unánime de
la comisión nominada por el congreso internacional: inmediata fusión
con el PSI. La dirección del PCI, que consideraba IRREVOCABLE LA
ESCISIÓN DE LIVORNO, renunció a seguir defendiendo sus puntos de
vista, por disciplina, y a no hablar contra la fusión, ni sabotearla. Pero a
partir de entonces se consideró dimisionaria. Bordiga se propuso dar paso al
ala derecha en la dirección del partido, mientras Gramsci era partidario de
endurecer las negociaciones hasta hacer inviable la fusión.

Diciembre
Mussolini da personalmente la orden de detener a los delegados italianos
50 · Amadeo Bordiga

al IV Congreso de la IC, a excepción de aquellos que gozan de inmunidad


parlamentaria.

Se atacan los locales e imprentas comunistas y se obstaculiza la difusión de


su prensa.

1923

Febrero
Detención de Bordiga (el 3), seguida de una masiva redada de militantes
comunistas. Togliatti y Terracini le reemplazaron en la dirección del partido.

Marzo
Detención de Serrati (el 1), líder del PSI y partidario de la fusión con los
comunistas. Con la detención de Serrati el control de “Avanti” pasa a manos
del antifusionista Nenni.

Ante estos hechos Zinoviev ordena el cambio de táctica: se renuncia a la


fusión y se da la consigna de formar un bloque político entre los dos partidos.
Se pretende así IMPEDIR el abandono de los terzini del PSI, como se había
acordado en el IV Congreso, en el caso de que no se hiciera efectiva la fusión.
Grieco, indignado ante el incumplimiento de los acuerdos del IV Congreso,
escribe una carta (el 14) en la que presenta la dimisión del ejecutivo del PCI,
que fue ignorada por la Comintern. Detención de Grieco (el 31).

Abril-mayo
Terracini coopta nuevos miembros al ejecutivo para sustituir a los detenidos:
Togliatti, Tasca, Scoccimarro, Ravera, Graziadei.

Correspondencia entre Gramsci, Togliatti, Terracini con vistas a la


formación de un nuevo grupo dirigente (de Centro) del PCI, que sustituyera
El principio democrático y otros textos · 51

a la dirección (de Izquierda) de Bordiga, e impidiera el acceso a esa dirección


de (la Derecha) Tasca.

Situación crítica del partido, que cuenta con 5.000 o 6.000 militantes
en activo. El partido actuaba en la clandestinidad y sus militantes eran
mayoritariamente exiliados (unos 100.000) o estaban encarcelados.

Los sindicatos perdieron de un 60 a un 80 por ciento de sus afiliados. El PSI


que no estaba preparado para pasar a la clandestinidad era prácticamente
inoperante. Las reducciones salariales oscilaban entre el 20 y el 50 por ciento.
Los parados alcanzaban el medio millón.

Junio
Tercer ejecutivo ampliado de la IC. La Comintern acusaba a los comunistas
(Zinoviev acusaba personalmente a Gramsci) de sabotaje de la fusión con
los socialistas. Se responsabilizaba al PCI de la toma del poder por los
fascistas. No se aceptaba la dimisión del ejecutivo italiano, pero se nombraba
autoritariamente un nuevo ejecutivo mixto, constituido por tres miembros
de la mayoría: Fortichiari, Togliatti, Scoccimarro y dos de la minoría: Tasca,
Vota. Se aceptaba al PSI como partido simpatizante. Se criticaba a Bordiga,
acusándole de indisciplina, al tiempo que se le ofrecía una vicepresidencia
de la IC.

Julio-septiembre
Discusión en el seno de la mayoría. Gramsci constituye un nuevo grupo
dirigente de Centro. Bordiga redactó un Manifiesto, que no sería publicado,
a causa de la ruptura de la antigua mayoría en una Izquierda (Bordiga,
Fortichiari, Repossi) y un nuevo grupo de Centro (Gramsci, Togliatti,
Terracini, Scoccimarro, Leonetti).

Gramsci fue el primero en negarse a firmar el Manifiesto, e indujo a los


restantes miembros del Centro a no firmarlo.
52 · Amadeo Bordiga

Octubre
Proceso contra los comunistas detenidos en febrero. Memorial de Bordiga,
que da la vuelta a las acusaciones de complot, por las que son juzgados los
comunistas, para dirigirlas contra los fascistas.

Absolución general de los acusados, y libertad de Bordiga (el 26). Pese a la


sorpresa de la sentencia judicial, se agudiza la represión policiaca contra los
comunistas.

1924

Enero
Muerte de Lenin. Bordiga funda la revista “Prometeo”. En esta revista
colaboraron Grieco, Leonetti, Girone, Mastropaolo y Polano, y se publicaron
artículos de Zinoviev, Manuilski y Stalin.

Febrero
Bordiga se negó a presentarse como candidato a las elecciones. El delegado
de la IC (Humbert-Droz) califica la negativa como acto indisciplinario de
Bordiga, que se considera en una oposición de extrema izquierda, dentro del
PCI. Artículo de Bordiga contra el abstencionismo de algunos militantes
comunistas. Destacada intervención de Bordiga en la campaña electoral, en
Nápoles.

Conferencia (“Lenin en el camino de la revolución”) pronunciada por Bordiga


(el 24) en la Casa del Pueblo en Roma, en un acto dedicado a conmemorar
a Lenin, fallecido el mes anterior. En esa conferencia Bordiga delimita su
relación con Lenin: total coincidencia PROGRAMÁTICA, y discrepancia
en cuestiones TÁCTICAS. Bordiga reivindicaba además la necesidad y el
derecho a discutir las cuestiones tácticas, y no admitía la dogmatización del
pensamiento de Lenin, esto es, del llamado leninismo.
El principio democrático y otros textos · 53

Abril
En las elecciones (el 6) las listas fascistas, y sus aliados liberales, han obtenido
un 65 por ciento de los votos emitidos y 374 escaños. El Parlamento es ya
un dócil instrumento legal en manos de Mussolini. La democracia no era
obstáculo, sino trampolín al ascenso del fascismo.

Mayo
Conferencia clandestina del PCI en Como. La Izquierda del PCI obtuvo la
mayoría: surgieron tres fracciones en el partido (Derecha: Tasca, Centro:
Gramsci, Izquierda: Bordiga).

Junio
Quinto Congreso de la IC (del 17 junio al 8 julio). Bordiga criticó la
bolchevización de los partidos comunistas y la consigna de gobierno obrero.
La IC aceptó al fin la dimisión del antiguo ejecutivo del PCI, esto es, de
Bordiga, Fortichiari, Repossi y Grieco. Zinoviev ofreció a Bordiga una
vicepresidencia de la IC, con la intención de alejarlo de Italia. El fracaso de
la insurrección de octubre en Alemania provocó un nuevo giro de la táctica
de la Internacional, esta vez a la izquierda. Secuestro (el 12) y asesinato
del diputado socialista Matteotti. La oposición a Mussolini abandonaba
el Parlamento, para formar el Aventino, que era un intento de aislar a los
fascistas mediante la creación de una oposición democrática antifascista.

De junio a diciembre
Bordiga criticó la táctica antifascista o de frente único aplicada por Gramsci,
y propugnada por la IC. Bordiga proponía una táctica de parlamentarismo
revolucionario y el abandono del Aventino. Gramsci oscilaba indeciso entre
el apoyo al Aventino y su abandono. Gramsci aplicó simultáneamente la
táctica antifascista de frente único, la masificación-bolchevización del PCI
con la entrada masiva de nuevos militantes con un bajísimo nivel político,
pero de fidelidad ciega a las consignas de la dirección de Centro, y la fusión
con los socialistas (terzini). EL PCI DEBÍA CONVERTIRSE A TODA
54 · Amadeo Bordiga

COSTA EN UN PARTIDO DE MASAS: la entrada masiva de militantes,


sin capacidad ni madurez militante, facilitaban una colaboración política
con partidos liberales y socialdemócratas, con el objetivo manifiesto
de DEFENDER la democracia, en plena CONTRADICCIÓN con el
programa comunista fundacional de Livorno y el II Congreso de la IC.

Julio
Tras el número doble de junio-julio, “Prometeo” dejó de editarse por
decisión del ejecutivo del PCI. La medida se inscribía en el nuevo marco
de bolchevización de los partidos comunistas. A partir de ahora no se
toleraría la aparición de ningún artículo, o la intervención en asambleas, de
cualquier militante de la Izquierda. Y en el caso de que fueran permitidas
sería siempre con un comentario crítico que destruyera, malinterpretara o
desvirtuase las argumentaciones expuestas. EN EL PCI SE SUSTITUÍA
LA CONFRONTACIÓN POLÍTICA POR LA REPRESIÓN, LA
CALUMNIA O LA EXPULSIÓN DE LOS MILITANTES DE LA
IZQUIERDA.

Octubre
En el congreso federal de Nápoles se enfrentaron Bordiga y Gramsci en un
debate que duró más de catorce horas.

Noviembre
Excelentes relaciones económicas entre Rusia e Italia. Mussolini fue invitado
(el 7) a la embajada soviética en Roma para celebrar el aniversario de la
revolución rusa. Nace la leyenda sobre la colaboración fascismo-comunismo,
que contribuyó al aislamiento del PCI.

Intervención (el 12) del parlamentario comunista (de la Izquierda) Luigi


Repossi que acusó a los fascistas como asesinos del diputado a Matteotti.
Gramsci reconoció el fracaso del Aventino y de la táctica de frente único.
El principio democrático y otros textos · 55

Nueva Ley Electoral (Ley Acerbo) que concedía los dos tercios del total de
escaños a la lista que superase el 25 por ciento del total de votos emitidos:
liberales, populares y fascistas estaban preparando la vía democrática para el
control del Parlamento por Mussolini.

1925

Enero
Mussolini asumía la plena responsabilidad de los crímenes fascistas (3-
1-1925). Fin del Aventino y del parlamentarismo en Italia. Los partidos
entran en una fase de semilegalidad, dependiente de la oscilante tolerancia
del régimen fascista.

Trotsky dimitió del cargo de presidente del Comité Militar Revolucionario.

Febrero
El Comité Central aprobó una resolución que condenaba la oposición de
Trotsky en el seno del partido ruso (el 6).

Bordiga escribió un artículo titulado “La cuestión Trotsky”, que remitido (el
8) para su publicación en “L’Unità”, fue retenido por la dirección gramsciana
del PCI.

Marzo
Conferencia de Bordiga en Milán (el 22). Masiva manifestación de simpatía
de la federación comunista de Milán hacia Bordiga y la Izquierda, organizada
por Fortichiari.

Marzo-abril
Quinto Ejecutivo Ampliado de la IC (del 21 de marzo al 5 de abril).
Bordiga no acudió a Moscú. Nueva oscilación táctica de la Internacional.
56 · Amadeo Bordiga

Ahora Zinoviev daba una interpretación derechista de la táctica de frente


único (frente a la interpretación izquierdista que dio en el V Congreso
de la IC). La teoría del socialismo en un sólo país es la respuesta rusa al
aislamiento internacional de la revolución. Se internacionaliza la lucha
contra el trotsquismo. Scoccimarro identificó trotsquismo y bordiguismo,
tomando como acta de acusación el artículo no publicado de Bordiga sobre
Trotsky. Se señaló la ideología de Bordiga como el principal obstáculo a la
bolchevización del PCI. Grieco anunció el abandono de la defensa de las
posiciones de la Izquierda, para integrarse en el grupo de Centro.

Abril-julio
Constitución y disolución del Comité de Entente de la Izquierda. Bordiga
se opuso a la ruptura con el PCI. No apoyó la fundación del Comité de
Entente, pero se solidarizó con él cuando fue atacado. La dirección de
Centro destituyó a Fortichiari como secretario de la federación de Milán, en
represalia por la manifestación favorable a la Izquierda. El grupo dirigente de
Centro rechazó la discusión y el debate político, que fue sustituido por el uso
metódico de medidas disciplinarias y organizativas. Se pedía una disciplina
ciega a los militantes de una Izquierda que veían traicionadas las bases
programáticas de Livorno. Se inicia una campaña de difamación y se lanza
la acusación de fraccionalismo contra la Izquierda. Pasividad de Bordiga a
causa del temor a la expulsión, la vigilancia y censura a la que está sometido,
y a su análisis determinista de la situación contrarrevolucionaria mundial,
que no abría paso a un giro a la izquierda de la IC.

Junio
En los debates internos del Comité de Entente de la Izquierda Bordiga
se opuso a la ruptura con el PCI. Damen, Fortichiari y Repossi fueron
favorables a una ruptura inmediata. Bordiga llegó a estar en minoría. Sólo
su decidida oposición a no participar en la escisión decidió a los demás a
disolver el Comité de Entente. El Comité de Entente fue el intento fallido de
El principio democrático y otros textos · 57

los más destacados dirigentes de la Izquierda (Damen, Perrone, Venegoni,


Fortichiari, Repossi, Girone), organizados en fracción, de sacar a Bordiga de
su pasividad que juzgaban errónea y suicida, para atraerlo a sus posiciones
y provocar la escisión, si Bordiga arrastraba consigo a un buen número de
militantes.

Julio
Publicación del artículo de Bordiga sobre Trotsky, en “L’Unità” (4-7-1925),
escrito en febrero, dentro de la campaña difamatoria, y bajo la acusación de
fraccionalismo lanzadas contra la Izquierda.

Publicación en “L ‘Unità” (18-7-1925) del documento de disolución del


Comité de Entente de la Izquierda, de forma difamante e insultante, bajo
un epígrafe que decía: “Un documento indigno de comunistas”, y junto a una
resolución del Comité Central del partido que se titulaba: “Los miembros
del Comité de Entente contra la Internacional. Degeneración política y miseria
moral”.

Respuesta de Bordiga al día siguiente, que jamás fue publicada, en la que


denunciaba la campaña difamatoria, la manipulación de documentos y la
ausencia de debate político por parte de la dirección gramsciana.

Julio-diciembre
La campaña de desprestigio contra la Izquierda, gracias al episodio del
Comité de Entente, tuvo un notable éxito, favorecido por la imposibilidad
para la Izquierda de defender en la prensa o en las asambleas sus posiciones.
Debate precongresual manipulado, que continuaba la campaña difamatoria
y de desprestigio contra la Izquierda. Gramsci se felicitaba de la derrota
fraccional de Bordiga. Llegó a afirmar que la campaña de difamación fue
más efectiva de lo que hubiera sido una discusión en la que se debatieran
las distintas posiciones políticas. Para la Izquierda era evidente que se abría
las puertas al oportunismo y la dejación de principios. Gramsci y Togliatti
58 · Amadeo Bordiga

estaban aplicando los métodos estalinistas en el PCI: la bolchevización


suponía la rusificación de todos los partidos comunistas.

1926

Enero
Tercer Congreso del PCI, reunido en Lyon (del 20 al 26). Derrota organizativa
de la Izquierda del PCI. La Izquierda presentó unas Tesis de Lyon redactadas
por Bordiga. Las Tesis de Lyon negaban la posibilidad de convertir al partido
comunista en un partido de masas en un período contrarrevolucionario: el
empeño de los centristas sólo podía conducir al oportunismo, esto es, al
abandono de los principios programáticos comunistas. Las Tesis de Lyon
ensalzaban el minoritarismo: era preferible un partido minoritario, sin
apenas influencia en las masas, que un partido de masas sin principios ni
objetivos revolucionarios. El congreso padeció la manipulación de los votos
(las abstenciones y las ausencias son contabilizadas como votos a favor del
Centro) y el filtro de militantes. Intervención de tres horas de Gramsci y de
siete horas de Bordiga, que finalizó su intervención dirigiéndose a Gramsci
con estas palabras: “se está bajo la misma bandera política sólo cuando se cree
en una misma concepción del universo, de la historia y de la labor del hombre
en ella”. Bordiga y Venegoni fueron obligados, bajo amenaza de expulsión, a
formar parte del comité central del PCI, en representación de la Izquierda.
Ante esta amenaza, que no presentaba más alternativa que la expulsión o
la corresponsabilidad en la dirección del partido, Bordiga aceptó el cargo,
previa formulación de una dura declaración, que constituía un acta de
ruptura con los centristas.

El Congreso de Lyon fue una ruptura organizativa y programática con el


partido fundado en Livorno: los estalinistas hablarían siempre de Lyon como
refundación del PCI.

Febrero-marzo
El principio democrático y otros textos · 59

Sexto Ejecutivo Ampliado de la IC. Discusiones entre Bordiga y el resto de


la delegación italiana, a causa de la denuncia del primero ante la IC de los
métodos caciquiles del Centro y a su negativa a publicar la declaración de
Bordiga tras el Congreso de Lyon.

Bordiga se reunió con Trotsky y Togliatti con Stalin (la noche del 21 de
febrero).

Durísimo enfrentamiento entre Bordiga y Stalin (el 22 de febrero) sobre el


derecho de la Internacional a discutir la cuestión rusa. Oposición y crítica de
Bordiga a la teoría del socialismo en un sólo país.

De hecho, la Internacional ya era dirigida por el partido ruso, y los intereses


de la revolución mundial habían dejado de coincidir con los del Estado ruso.

Bordiga, en los debates del congreso, denunció la instauración de un


régimen de terror en el seno de los partidos comunistas, hizo una defensa
de la aparición de fracciones, a causa de ese régimen de terror, con frases
lapidarias como las siguientes: “la historia de las fracciones es la historia de
Lenin”, o bien, “la historia de las fracciones no honra a los partidos en que se
forman, pero honra a los camaradas que las crean”. Bordiga puso en duda la
capacidad del partido ruso para dirigir la Internacional y expuso la conocida
imagen de la pirámide invertida como crítica al proceso de bolchevización: la
IC era una pirámide inestable que se apoyaba sobre su vértice: era necesario
darle la vuelta para que se apoyara sobre su base, esto es, no era el partido
ruso quien debía dirigir la Internacional, sino que la Internacional era quien
debía dirigir e intervenir en la problemática del partido ruso.

Bordiga acabó su intervención en el congreso constatando el fracaso de la


nueva táctica antifascista propugnada por Moscú y señalando el oportunismo
imperante en la IC como el mayor peligro de degeneración existente, que
anunciaba el cambio de naturaleza de los partidos comunistas, esto es, su
60 · Amadeo Bordiga

conversión de partidos revolucionarios en partidos socialdemócratas o


antifascistas.

Enero-marzo
El sexto ejecutivo fue la última oportunidad que tuvo la izquierda comunista
italiana de defender sus posiciones.

Bordiga sabía que la suerte de la revolución no iba a decidirse en los debates


del Congreso de Lyon del PCI, o en el Sexto Ej. Ampliado, porque la
estabilización capitalista y el alejamiento de toda perspectiva revolucionaria
inmediata eran ya una realidad evidente. Pero sabía también que esa batalla
debía ser librada, para dar a las generaciones futuras testimonio de la
continuidad de una línea marxista en lucha contra la degeneración de la IC y
contra la teoría del socialismo en un sólo país. Continuidad que favorecería
la restauración de la teoría y la organización revolucionaria en el futuro.

Abril-octubre
Progresivo aislamiento de Bordiga y de la Izquierda en el seno del PCI.

Octubre
Carta de Gramsci al CC del PCUS, en la que criticaba las discrepancias
existentes en el seno del partido ruso. Carteo y ruptura con Togliatti, que
le valdrían a Gramsci la marginación en el seno del PCI durante toda su
permanencia en prisión, porque era “sospechoso” de herejía.

Carta de Amadeo Bordiga a Karl Korsch (28-10-1926). Era la respuesta de


la Izquierda del PCI a la invitación de la Izquierda alemana de construir una
fracción de izquierda internacional. La carta rechazaba la formación de una
nueva Internacional, que se fundamentara tan sólo en la crítica al proceso
de bolchevización o estalinización de los partidos comunistas, que no fuese
realmente homogénea. Bordiga señaló otras diferencias importantes entre la
izquierda italiana y alemana, como eran la naturaleza de la revolución rusa
El principio democrático y otros textos · 61

(que Korsch calificaba como burguesa), o la necesidad de una rápida escisión


de la IC.

Atentado (el 31) de Anteo Zamboni contra Mussolini.

Noviembre
Se prohíben en Italia todos los partidos políticos a excepción del fascista.
Detención masiva de militantes comunistas. La casa de Bordiga fue saqueada
por los fascistas. Absoluta falta de preparación del partido contra la represión.
Fueron detenidos Gramsci, Bordiga, Scoccimarro, Maffi, Fortichiari,
Damen, etc... (Terracini y Oberti ya lo estaban). Casi toda la dirección del
PCI, excepto Togliatti, Grieco, Tasca, Ravera...

El PCI se convirtió en un partido clandestino, con la mayoría de militantes


activos exiliados, confinados o en la cárcel.

Grieco y Tasca, reunidos en Milán, ante la catastrófica situación del partido


decidieron su disolución: decisión revocada algunos días más tarde por
Ravera y el propio Grieco a instancias del Comintern.

1923-1926
El mérito y la fuerza de Gramsci y Togliatti en el PCI, entre 1923 y 1926,
no fue otro que el de ser los hombres de confianza de la Internacional en
Italia. Esa fue también su miseria, porque suponía la plena identificación y
complicidad con el naciente estalinismo. La inevitable derrota y la debilidad
de Bordiga radicaban en su intransigente oposición al oportunismo y
degeneración de la Internacional. Esa es también su grandeza y la razón de
ser del bordiguismo como corriente marxista diferenciada y excluyente.

1926 a 1929
Bordiga permaneció confinado en Ustica y Ponza. (Del 5-12-1926 al 20-1-
1927 Bordiga y Gramsci coincidieron en Ustica).
62 · Amadeo Bordiga

1927
Se organizó un grupo de exiliados italianos, liderados por Pappalardi, de
ideología bordiguista, pero muy cercanos a las tesis de Karl Korsch, que más
tarde evolucionarían hacia el anarquismo. No participarían en la fundación
de la Fracción en Pantin. Tomaron el nombre de “Grupos de vanguardia
comunista”.

Publicaron “Il Risveglio Comunista” y “L’Ouvrier communiste”, en los que


aparecen interesantes críticas al voluntarismo de Trotsky y a la pasividad
de Bordiga. Editaron un folleto de la Izquierda comunista rusa: Avant
Thermidor, que era una plataforma de izquierda en el partido bolchevique.

1928

Abril
Congreso fundacional de la Fracción de Izquierda del PCI en Pantin
(suburbio industrial de París). La Fracción se reclama de las posiciones
políticas defendidas por Amadeo Bordiga desde el II Congreso de la IC hasta
el Congreso de LYON y el Sexto Ej. Amp., así como de todos los escritos
del camarada Bordiga. El apelativo de bordiguistas no podía ser por lo tanto
más apropiado, aunque los militantes de la Fracción siempre rechazaron tal
denominación. Por otra parte, toda la acción y el pensamiento de la Fracción
se desarrollaron sin contacto alguno con Bordiga.

Los puntos fundamentales de la izquierda comunista italiana (que los demás


partidos califican como bordiguismo), sobre los cuales se funda la Fracción
de Izquierda del PCI en 1928, son los siguientes:

1- Rechazo de la táctica de frente único y de la consigna de los gobiernos


obreros y campesinos.

2- Rechazo de la dirección de la Internacional por el partido ruso. Rechazo


El principio democrático y otros textos · 63

de la teoría del socialismo en un solo país.

3- Rechazo de cualquier tipo de defensa de la democracia burguesa.

4- Rechazo del antifascismo y de toda doctrina política ajena a la lucha de


clases.

5- Consideración de la democracia y el fascismo como dos formas de dominio


burgués complementarias, equivalentes e intercambiables.

6- Rechazo del principio democrático en el seno del partido comunista.


Rechazo, pues, del centralismo democrático.

7- Lucha y crítica contra el oportunismo, entendido como dejación de


principios programáticos fundacionales.

8- El partido es definido como un órgano de la clase, no inmediatista,


centralizado, que defiende su programa intransigentemente, anteponiendo
la defensa de los intereses históricos del proletariado al reformismo.

9- La táctica tiene unos límites impuestos por el programa comunista. Una


táctica inadecuada desemboca inevitablemente en cambios programáticos y
puede llegar a cambiar la naturaleza misma del partido.

10- Rechazo a la fundación de una nueva internacional construida sobre el


denominador común de experiencias críticas a la Tercera Internacional o el
estalinismo.

Necesidad previa de un balance histórico de los errores de la IC, y de la


elaboración de una plataforma programática común.
64 · Amadeo Bordiga

Junio
Primer número de “Prometeo”, periódico bimensual publicado por la
Fracción en italiano.

1928-1932
La Fracción operaba como una sección de la Oposición trosquista. Polémica
de la Fracción con Trotsky y la Oposición sobre la cuestión alemana y el
frente único, la cuestión española y las consignas democráticas, la naturaleza
de la Unión Soviética y la necesidad de dotarse de un programa que evitase
el personalismo.

1929

Febrero
Exilio de Trotsky en Prinkipo tras su expulsión de la URSS.

Septiembre
Angelo Tasca (líder del ala derecha del partido) es expulsado del PCI.
Onorato Damen, Luigi Repossi y Bruno Fortichiari, del ala izquierda del
PCI, son expulsados del PCI.

Octubre
Crack de la Bolsa de New York.

1930

Marzo
El Comité Central del PCI decide la expulsión de Bordiga (líder del ala
izquierda del partido) del PCI, a los pocos meses de su liberación del
confinamiento.

Expulsión de Ignazio Silone.


El principio democrático y otros textos · 65

1930-1943
Inactividad militante de Bordiga. Bordiga reconoció la derrota histórica
sufrida por el proletariado en todo el mundo. Rechazó toda mística de la
vanguardia y el activismo. Abrazó una concepción férreamente determinista
de las posibilidades revolucionarias y personalmente consideró inútil su
militancia activa en la clandestinidad impuesta por el fascismo (rechazó
también la posibilidad de exiliarse).

1931
Discusión entre la Fracción (bordiguistas) y la Oposición (trosquistas) sobre
la cuestión española y las consignas democráticas. Correspondencia entre
Nin y Ambrogi. Inicio de relaciones entre la Fracción Italiana y la Oposición
Comunista Española.

1932

Febrero
La Fracción no es invitada a la conferencia convocada por la Oposición
(trosquista) en París: equivale a su expulsión.

Noviembre
Primer número de “Bilan”, revista teórica mensual publicada por la Fracción
en francés. Con esta revista la Fracción pretende realizar un balance de la
derrota histórica del proletariado tras la revolución de octubre, mediante
la discusión con otros grupos cercanos a sus posiciones políticas, tras su
exclusión de las filas de la Oposición trosquista.

Diciembre
Onorato Damen (uno de los líderes de la Izquierda Italiana) es liberado,
tras doce años de cárcel, gracias a una amnistía. Reemprende su actividad
66 · Amadeo Bordiga

militante.

1933-1937
Análisis del antifascismo como una opción capitalista en defensa de la
democracia burguesa. La opción fascismo/democracia está dibujando los
dos frentes ideológicos, que justificarán una nueva guerra mundial, que se
presenta ya como la única salida posible a la depresión económica de los años
treinta, en ausencia de una alternativa revolucionaria.

1935
Congreso de la Fracción en Bruselas. La Fracción cambia de nombre: deja de
ser la Fracción de Izquierda del PCI para convertirse en Fracción italiana de
Izquierda comunista. Llamamiento al abandono de los partidos comunistas.

1936

Julio-agosto
La guerra civil española inicia un debate en el seno de la Fracción. La
Minoría se alista en las Milicias del POUM. La Mayoría da la consigna de
derrotismo revolucionario y abandono de los frentes militares: define la
guerra de España como una guerra imperialista, entendida no como disputa
por la conquista de nuevos mercados, sino como lucha entre la burguesía
fascista y la burguesía republicana y democrática, en la que el proletariado no
pueda jugar otro papel que el de carne de cañón. La derrota y aplastamiento
del proletariado español son la premisa necesaria para el inicio de la
Segunda guerra mundial, y al mismo tiempo campo de experimentación
para la justificación ideológica de los dos bandos enfrentados: el fascista y el
antifascista (o democrático).

Conferencia de Ginebra en la que se funda el Movimiento de la IV


Internacional.
El principio democrático y otros textos · 67

Primer proceso de Moscú (24 al 26 de agosto): son condenados y ejecutados


Zinoviev, Kamenev y Smirnov. Trotsky y su hijo Sedov son condenados a
muerte en contumacia.

Septiembre
Una delegación de la Mayoría, formada por Mitchell (que milita aún en la
Liga com. int. de Bélgica), Aldo Lecci y Candoli se entrevista con miembros
de la Minoría, en Barcelona y en el frente de Huesca, para intentar evitar la
escisión.

Agosto-octubre
La Columna internacional Lenin del POUM, formada por unos 30
bordiguistas y unos 20 trosquistas, al mando del capitán Russo (miembro
del Comité ejecutivo de la Fracción) combate en el frente de Huesca. 22
octubre 1936: Decreto de militarización de las Milicias. Disolución de la
Columna internacional Lenin.

Noviembre-diciembre
Expulsión de la Minoría.

1937

Enero
Jehan (Mitchell) escribe el artículo “La guerre en Espagne”.

Trotsky llega a México. Segundo proceso de Moscú (contra Radek, Piatakov,


etc.).

Febrero
Escisión en la Liga com. int. de Bélgica a causa del debate sobre la guerra
de España. La Minoría, liderada por Jehan, es expulsada y se constituye en
68 · Amadeo Bordiga

Fracción belga de la Izquierda comunista.

Marzo
Congreso de la Fracción.

Constitución de la comisión de encuesta sobre los procesos de Moscú,


presidida por John Dewey.

Abril
Muerte de Gramsci en Formia. Bordiga, que en esta época vivía en Formia,
lo había visitado asiduamente desde su excarcelación (les unía una gran
amistad personal, pese a las insalvables discrepancias políticas).

Mayo
Manifiesto de “Bilan” sobre los Hechos de Mayo en Barcelona: “El 19 de
julio los proletarios de Barcelona, con sus puños desnudos, aplastaron el ataque
de los batallones de Franco, que estaban armados hasta los dientes. El 4 de mayo
de 1937, estos mismos proletarios, armados, han dejado sobre los adoquines de las
calles muchas más víctimas que en julio, cuando tuvieron que rechazar a Franco.
Y es el gobierno antifascista (que incluye a los anarquistas y del que el POUM es
indirectamente solidario) quien desencadena la chusma de las fuerzas represivas
contra los obreros. La milicia obrera del 19 de julio es un organismo proletario. La
‘milicia proletaria’ de la semana siguiente es un organismo capitalista adaptado
a la situación del momento. Y, para realizar su plan contrarrevolucionario la
burguesía puede utilizar a los centristas [estalinistas], a los socialistas, a la CNT,
a la FAI, al POUM, ya que todos hacen creer a los obreros que el Estado cambia
de naturaleza cuando el personal que lo dirige cambia de color”.

Junio
Octavilla de un “Grupo de Trabajadores Marxistas de México” sobre Mayo
del 37, con análisis muy cercanos a la “Sinistra Comunista”: grupo liderado
El principio democrático y otros textos · 69

por Eiffel.

Ilegalización del POUM y detención de sus dirigentes (el 16). Secuestro


y asesinato de Nin por Orlov y Gero del GPU, según un plan diseñado
por Vittorio Vidali. Campaña difamatoria del PCE y PSUC, dirigida por
Togliatti, que justifican la persecución política de los poumistas.

Julio
Arresto (el 31) y desaparición del militante trosquista Erwin Wolf, en
Barcelona, asesinado por la GPU.

Agosto
Arresto (el 2) y desaparición del militante trosquista Hans David Freund
“Moulin”, en Barcelona, asesinado por la GPU.

Septiembre
Arresto (el 23) y desaparición del poumista Kurt Landau, en Barcelona,
asesinado por la GPU.

1938

Febrero
Primer número de “Octobre”, que sustituye a “Bilan”. El cambio de nombre
indica un nuevo análisis de la Fracción sobre el curso histórico que es
calificado de ¡revolucionario!

Arresto en Barcelona (el 13) de los dirigentes trosquistas Munis, Carlini y


Jaime Fernández, acusados del asesinato de un agente del GPU, infiltrado
en el POUM.

Durante un mes son aislados, torturados y sometidos a simulacros de


ejecuciones. Julián Grimau obtuvo algunas “confesiones”, pero no consiguió
70 · Amadeo Bordiga

la de Munis.

Asesinato por la GPU del hijo de Trotsky, Leo Sedov, en una clínica de París
(el 16).

Marzo
Tercer proceso de Moscú. Son condenados a muerte y ejecutados Bujarin,
Rykov, etc.

Julio
Defección de Orlov, que pide asilo político en USA.

Desaparición en París de Rudolf Klement.

Septiembre
Conferencia de fundación de la IV Internacional.

Octubre-noviembre
Proceso oral y sentencia en el juicio contra el POUM, que supone un revés
para los estalinistas que pretendían un proceso de Moscú en Barcelona.

1939

Enero
Toma de Barcelona (el 26), sin resistencia, por las tropas franquistas. Fuga
de “Munis” y dirigentes procesados del POUM.

Agosto
Pacto germano-soviético, en el que se reparten Polonia.

Septiembre
Hitler ordena la invasión de Polonia. La frontera oriental de Polonia es
El principio democrático y otros textos · 71

invadida por las tropas soviéticas. El pacto Hitler-Stalin da sus primeros


frutos. Empieza la Segunda guerra mundial.

1940
Disolución de la Fracción.

Agosto
Asesinato de Trotsky por Ramón Mercader (militante del PSUC).

1942
En el norte de Italia Onorato Damen, Bruno Maffi, Fausto Atti, Lecci,
Stefanini y otros constituyen el Partido Comunista Internacionalista. Los
militantes de la Fracción que regresan a Italia ingresan individualmente en
el nuevo partido.

Octubre
Primera huelga en la FIAT de Turín.

1943

Marzo
Huelga general en las grandes ciudades del norte de Italia contra la guerra y
el fascismo.

Mayo
Disolución de la IC.

10 al 23 de julio
Los aliados ocupan Sicilia.

24 de julio
El Gran Consejo Fascista provoca la caída del fascismo al votar la cesión de
72 · Amadeo Bordiga

poderes militares de Mussolini al rey.

Del 25 de julio al 8 de septiembre


Los 45 días del gobierno Badoglio.

Los militantes de la Izquierda comunista salen de la cárcel o regresan del


exilio, para reforzar la organización comunista internacionalista: Onorato
Damen, Bruno Maffi, Mario Acquaviva, Fausto Atti, Secondo Comune,
Gigi Danielis, Vittorio Faggioni, Attilio Formenti, Rosolino Ferragani,
Giovanni Bottaioli, Antonio Gabassi, Guido Gasperini, Bruno Bibbi, Luigi
Gilodi, Aldo Lecci, Carlo Mazzucchelli, Ciccio Maruca, Renato Pace,
GianCarlo Porrone, Vasco Rivolti, Luciano Stefanini, Ottorino Perrone,
Guido Torricelli, Gino Voltolina, y tantos otros.

8 de septiembre
El ejército alemán ocupa Italia.

27 al 30 de septiembre
Insurrección de Nápoles.

1 noviembre 1943
Número 1 (periódico clandestino) de “Prometeo”. Este periódico, que
retoma el nombre del mensual editado por Bordiga en 1924, se propone
guiar las luchas que se avecinan hacia objetivos revolucionarios.

1943-1945
La Segunda guerra mundial es una guerra imperialista, en la que el proletariado
no debe tomar partido por ninguna de las burguesías enfrentadas. Hay que
transformar la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria, como
durante la Gran Guerra. El PCInt. atacó la lucha nacional antialemana de los
partisanos, como desviación de la lucha de clases de los trabajadores italianos
contra la burguesía italiana.
El principio democrático y otros textos · 73

Los partidos antifascistas juegan en Italia el mismo papel que en España:


enmascaran y desnaturalizan la lucha de clases hacia objetivos democráticos
y nacionalistas, y por lo tanto propios de la burguesía. Este análisis de
la guerra provocó un rechazo e incomprensión generalizado. Hasta la
Liberación de Italia la actividad del PCInt. fue mínima. Por otra parte,
muchos simpatizantes de la Izquierda decidieron inscribirse en el PCI, para
realizar una táctica entrista (Fortichiari, Repossi).

El PCInt. no consiguió unir la lucidez de su análisis teórico a una praxis


adecuada. Fue incapaz de ponerse a la altura concreta de las exigencias del
proletariado italiano.

1943-1949
Bordiga permaneció en el anonimato más absoluto, pese a que a él se debía
la mayor parte de la elaboración teórica y de prensa del partido. No intervino
directamente en los Congresos del PCInt., ni en actos ni manifestaciones
públicas, ni tampoco asumió ningún cargo. ¿Por qué?: 1- Voluntad de no
crear un superhombre como habían hecho los trosquistas con Trotsky. 2-
Reivindicación del anonimato y rechazo de todo personalismo, que llevase a
la creencia en mesías o salvadores del proletariado. 3- Razones de seguridad.
4- Bordiga era contrario a la formación del partido en una fase que él seguía
considerando contrarrevolucionaria. 5- Las diferencias con Damen sobre la
naturaleza de la Unión Soviética, la participación en las elecciones y la propia
función del partido.

1944

Marzo
Huelga general en el Norte de Italia. Togliatti llega a Nápoles.
Giro táctico del PCI conocido como: svolta de Salerno: el PCI abandona
toda perspectiva revolucionaria para contribuir a la reconstrucción nacional
y a la instauración de la democracia. El PCI renuncia al socialismo, se
74 · Amadeo Bordiga

propone erradicar las raíces del fascismo y reconstruir económicamente el


país. Togliatti pide el concurso de la iniciativa y el capital privado y llega a
apoyar la instauración de un régimen monárquico.

Abril
Nuevo gobierno Badoglio (el 22). Togliatti, vicepresidente. Otros estalinistas
en el gobierno son Gullo: Agricultura, Pesenti: subsecretario de Hacienda. El
PCI estaría representado en el gobierno hasta mayo de 1947.

Abril 1944-mayo 1945


El gran capital italiano financia las tropas partisanas. Mantiene buenas
relaciones con el ocupante alemán para evitar la destrucción de la industria
italiana. Abre contactos con los aliados, que le aseguran la inclusión de Italia
en el bando occidental. El proletariado urbano y campesino ve en la caída del
fascismo el fin a corto plazo del régimen capitalista.

Junio 1944
Tarsia, Natangelo, Bordiga y otros constituyen la Fracción de Izquierda de
comunistas y socialistas en el sur de Italia (la guerra divide Italia en dos
mitades).

Agosto
Insurrección de Florencia.

Nueva dirección provisional del PCI en la que destacan Togliatti,


Scoccimarro, Secchia, Amendola, Longo, Pajetta, Roveda, Di Vittorio, Li
Causi.

Diciembre
Nuevo gobierno presidido por el liberal Bonomi. Cuatro ministros del PCI:
Togliatti vicepresidente, Scoccimarro, Gullo y Pesenti.
El principio democrático y otros textos · 75

Insurrección comunista en Atenas aplastada por las tropas británicas con


el beneplácito de Stalin. La dirección del PCI halla en el episodio griego la
confirmación de su política moderada y de control de cualquier potencialidad
revolucionaria en Italia.

1945

Enero
Motines en Sicilia, seguidos de una violenta represión.

Se concede el derecho de voto a la mujer (el 30).

Abril
Insurrección y liberación de Italia del Norte. Los partisanos y el CLN son
la única autoridad existente hasta la llegada de las tropas angloamericanas.

Mayo
Rendición alemana en Italia. Ejecución sumaria de patronos y dirigentes
fascistas “en nombre del pueblo italiano”.

Junio-diciembre
Protestas, huelgas, incautación de tierras y luchas en toda Italia contra la
vida cara, y por el control de los precios y aumento de los salarios. Clima de
tensión social y expectativa de importantes cambios que se verán defraudados.

Creencia masiva en un doble juego del PCI. Los militantes obreros del
PCI almacenan las armas pesadas en las fábricas, en espera del asalto
revolucionario al poder.
El PCI teme ser desbordado por su izquierda. Aplica una táctica de
difamación de los partidos a su izquierda, y de atracción individual de
militantes destacados. Propaganda basada en la mitificación de la Unión
Soviética, la participación en la lucha armada de la Resistencia y los orígenes
76 · Amadeo Bordiga

revolucionarios del PCI en 1921. El PCI es la síntesis de un amplio y confuso


movimiento de masas, que cuenta con militantes caracterizados por su gran
capacidad organizativa y su limitación política y teórica. El grupo dirigente
del PCI basó su programa en dos puntos: 1- Estrecha unión con la Unión
Soviética, con las ventajas de ayuda real y de mitificación revolucionaria
que ello supone. 2- Ser un partido de masas con una numerosa militancia y
una destacada influencia en la clase obrera italiana, que se manifiesta en los
sindicatos, en las elecciones y en la administración de algunos municipios
importantes.

Junio
Amplia amnistía (el 2) propuesta por Togliatti, que causa un gran malestar,
ya que deja impunes los crímenes fascistas, y pone fin a la depuración de
fascistas en la administración.

Gobierno Parri (el 12): Nenni: vicepresidente, De Gasperi: Exteriores, y por


el PCI, Togliatti: Justicia, Scoccimarro: Hacienda.

Sucesos de Schio: los partisanos asaltan la prisión y ejecutan sumariamente a


53 dirigentes fascistas, que podían beneficiarse de la amnistía.

Julio
Fusión de la Fracción de izquierda y el Partido Comunista Internacionalista.
Asesinato de Mario Acquaviva, militante del PCInt., y cuñado de Felice
Platone, por los estalinistas.

Septiembre
Acuerdo de la Cofindustria y los sindicatos sobre despidos masivos en la
industria, necesarias para llevar a cabo las reformas estructurales de la
economía italiana.

Noviembre
El principio democrático y otros textos · 77

Nuevo gabinete De Gasperi. Tres estalinistas en el gobierno: Togliatti:


Justicia, Scoccimarro: Hacienda, Gullo: Agricultura.

Diciembre
Conferencia de Turín del PCInt.

1946

Enero
Quinto Congreso del PCI (29 dic. al 7 enero): Togliatti confirma la línea de
unidad nacional democrática y la concepción del PCI como partido de masas,
nacional y de gobierno. Se pronuncia favorable a la república y propone
un programa económico de reforma de estructuras, nacionalizaciones y
cooperativismo.

Junio
Referéndum (el 2) favorable a la República.

Julio
“Prometeo” N° 1, revista mensual del Partido Comunista Internacionalista
(Primera serie).

En este primer número se publica “Tracciato d’impostazione” (Elementos de


orientación marxista) que critica la sumisión de los partidos estalinistas, que se
autodenominan aún comunistas, a la estrategia del bloque antifascista, con las
consignas de colaboración nacional en la guerra antialemana, la participación
en los comités de liberación nacional y la colaboración ministerial, que han
confirmado la segunda derrota del movimiento revolucionario mundial.
Frente a estas posiciones políticas el movimiento revolucionario sólo puede
manifestarse en una serie de posiciones políticas que son la antítesis de las
posiciones defendidas por el oportunismo estalinista. Esas posiciones son las
siguientes:
78 · Amadeo Bordiga

1- Negación de la perspectiva de que, tras la derrota de Alemania, Italia y el


Japón se haya abierto una fase de retorno a la democracia. Afirmación por el
contrario de que el fin de la guerra supone una transformación del gobierno
de los Estados vencedores en un sentido fascista, con unos métodos fascistas.
Rechazo a presentar como reivindicaciones propias de la clase trabajadora el
retorno a las ilusiones democráticas.

2- Declaración de que el régimen ruso actual ha perdido todo carácter


proletario. Una progresiva involución ha conducido a las formas económicas,
sociales y políticas rusas a retomar estructuras y carácter burgués.

3- Rechazo a todo tipo de participación en la solidaridad nacional de las


clases y los partidos, solicitada ayer para combatir al Eje, y hoy para la
reconstrucción económica de posguerra.

4- Rechazo a la maniobra y táctica de frente único, esto es, a salir de la


coalición gubernamental para pasar a una oposición de unidad proletaria.

5- Lucha contra toda movilización de la clase obrera en frentes patrióticos,


que conduzcan a una nueva guerra imperialista, ya sea para apoyar al bando
ruso, ya sea para apoyar al bando anglosajón.

1947

Enero
La dirección del PCI se convierte en un triunvirato: Togliatti, Secchia,
Longo.
Mayo
Formación de un gobierno sin ministros comunistas. Fin del tripartito e
inicio de cuarenta años de gobierno monocolor DC.

El PCInt. analizaba la crisis gubernativa, que desalojaba a los partidos de


El principio democrático y otros textos · 79

izquierda del gobierno, como consecuencia del refuerzo del aparato de


Estado en manos de la burguesía y como reflejo del duelo USA-URSS.

Noviembre
Artículo en “Battaglia Comunista” que sale al paso de las acusaciones de
traición hechas a Togliatti: “Nosotros no creemos que Togliatti haya cometido
errores; él ha indicado a su partido la única política que podía realizar; y el
partido tampoco ha fallado. Para un partido revolucionario el fin es la toma
del poder, pero, dado que el PCI no es un partido revolucionario, no se le pueda
acusar de no haber alcanzado tal objetivo. Para un partido de la izquierda de
la burguesía, como el PCI, con ideología y programas democráticos progresistas,
el fin es la conquista democrática del poder; y éste era el objetivo, no alcanzado
del PCI. En el pasivo de su política, y en el de Togliatti, estaba el éxito de haber
entrado en el gobierno, sí, pero atrapados en la ilusión de haber tomado el
poder, sin darse cuenta que de este modo habían cimentado las premisas de su
alejamiento del propio gobierno. El PCI nunca ha comprendido la diferencia
entre gobierno y poder efectivo, engañando a las masas con el lenguaje de un
poder inexistente”.

En esta época son muchos los militantes que se dan cuenta que algo no
funciona en el PCI, pero prefieren seguir equivocándose en el partido, que
no equivocarse fuera del partido.

Por otra parte, el PCInt. no se hace ilusión alguna sobre la oposición surgida
en el seno del PCI, liderada por Terracini, a la que califican como lucha
puramente personalista por sustituir a Togliatti en la dirección del PCI.

1948

Enero
Entra en vigor la Constitución, firmada por Terracini, De Gasperi y De
Nicola. El VI Congreso del PCI declara 2.300.000 inscritos.
80 · Amadeo Bordiga

El PCInt. tiene unos quince mil militantes.

Abril
Damen defiende la participación en las elecciones. Las elecciones (el 18) han
puesto fin a la ilusión de una conquista pacífica del poder.

6 al 9 de mayo
I Congreso Nacional del PCInt., en Florencia.

Se inicia la ruptura del partido en dos grupos liderados uno por Bruno
Maffi y Ottorino Perrone (influidos por Bordiga), y el otro por Onorato
Damen. Damen concibe el partido como educador y conciencia de la clase.
Maffi propone al partido el abandono de toda ilusión de llegar a influir en
alguna capa del proletariado. La única misión que el partido puede realizar
es: 1- Formación de cuadros. 2- Potenciar el análisis marxista de la realidad
social e histórica. 3- Intervenir en las luchas para clarificar la conciencia y los
objetivos de la clase. 4- Nada justificaba la participación en las elecciones.

Perrone, retomando los análisis de Bordiga sobre el partido de 1921-1922 y


de las “Tesis de Roma” (1922), afirmó que el partido no puede influir en el
curso histórico de una situación contrarrevolucionaria, y la intervención en
las luchas inmediatas no era la misión del partido.

Damen veía en las intervenciones de Maffi y Perrone la influencia de


Bordiga y resumía las posiciones de éste del siguiente modo: el proletariado
es inexistente como clase y por lo tanto, no puede existir un partido
revolucionario.

La escisión era ya inevitable, pero no se produjo hasta 1952.

Julio
Atentado contra Togliatti. Huelgas y clima insurreccional.
El principio democrático y otros textos · 81

Julio-diciembre
Violenta represión de las luchas sociales. Pérdida definitiva de fuerza del
movimiento partisano y de los Consejos de gestión. Refuerzo del aparato
estatal. Polarización USA-URSS.

Enero de 1949 a mayo de 1955


Publicación de una serie de artículos titulada “Sul filo del tempo” (“Hilos
del tiempo”) escritos por Amadeo Bordiga, que aplican el análisis marxista a
la realidad social e histórica. Los artículos se caracterizan por estar divididos
en al menos dos apartados fijos subtitulados “ayer” y “hoy”, que analizan el
tema objeto del artículo en el pasado y en la actualidad, subrayando siempre
la inmutabilidad (“invarianza”) de la teoría y el análisis marxista.

1949-1966
Múltiples artículos publicados anónimamente, escritos por Bordiga, que
tratan los más diversos temas, entre los que destacan: a) el papel inútil de
los grandes hombres (bufones) en la historia, b) el antiindividualismo, c)
las grandes catástrofes y accidentes causados por el sistema capitalista, d) la
especie humana como protagonista del gran arco histórico que conduce del
comunismo primitivo al comunismo del porvenir, d) el estado del bienestar,
e) el urbanismo f) la conquista del espacio.

1949

Marzo
Adhesión italiana a la OTAN.

1950

Junio
Se inicia la guerra en Corea.
82 · Amadeo Bordiga

1951

Enero
Bruno Maffi sustituye a Onorato Damen en la dirección de “Battaglia
Comunista”.

Febrero
Circular del PCInt. que centraliza la organización en torno a Bruno Maffi.

Marzo
Huelga general contra la subida de las tarifas de los tranvías en Barcelona.
Damen y Bottaioli salen de un Comité Ejecutivo en el que están en minoría.
Carta de Damen a Bordiga (14-3-1951) en la que se exponen las diferencias
existentes en el PCInt.

1952
Inicio del boom económico de reconstrucción posbélica.

Crisis generalizada en todos los grupos revolucionarios.

Disolución de la Fracción Francesa (antecesor de la CCI) que anuncia el


estallido de una nueva guerra mundial en Corea y opta por la salvación
de cuadros y la disolución; detención en Barcelona del Grupo Comunista
Internacionalista (Munis); ruptura de la IV Internacional: aparición del
pablismo.

Septiembre
Reunión de Milán del PCInt. Tesis de Bordiga sobre la “invarianza” del
marxismo. Se utiliza la expresión “marxismo” no para referirse a la doctrina
del individuo Carlos Marx, sino para referirse a la doctrina que surge con el
moderno proletariado industrial y lo acompaña durante toda su existencia,
hasta su desaparición como clase en la revolución comunista. Existen tres
El principio democrático y otros textos · 83

grupos de adversarios del marxismo: a) Los negadores (burgueses) que


afirman el carácter eterno del capitalismo, y defienden la economía liberal
y la democracia política. b) Los falsificadores (estalinistas, sindicalistas e
izquierdistas) que declaran aceptar la doctrina económica e histórica marxista,
así como la lucha de clases, en teoría, pero que en la práctica (incluso en
los países industrializados) aplican reivindicaciones no revolucionarias, de
carácter democrático y reformista, para la mejora y preservación del sistema
capitalista. c) Los renovadores que se declaran marxistas y revolucionarios
pero que atribuyen el actual abandono de la revolución por el proletariado
a defectos o imperfecciones de la teoría marxista, que debería ser actualizada
y revisada. La historia del marxismo consiste en la resistencia a las diversas
oleadas del revisionismo, que han atacado la orgánica y monolítica formación
del marxismo desde 1848 hasta nuestros días. El marxismo no es una teoría
en continua elaboración, y no se modifica al hilo de los acontecimientos
históricos. Si aceptamos que la ideología de clase es una superestructura
del modo de producción, no podemos admitir que esa ideología se forme
gradualmente, con granitos de arena acumulados durante el transcurso de
los años, sino que surge ya con el primer enfrentamiento violento, definido
y declarado de la lucha de clases (hacia 1848 con el Manifiesto), y es válido
hasta el triunfo y desaparición del proletariado.

El marxismo no busca la “verdad absoluta”, sino que ve en la doctrina un


arma de combate. Y en mitad de la batalla no se abandona el arma, sino
que se combate con ella. Una nueva doctrina no puede surgir en cualquier
momento histórico. Para el proletariado moderno se delimitó a mediados del
siglo XIX. El marxismo surgió entonces con todos los datos fundamentales
que precisaba para formarse, y sólo el paso de los siglos podrá conformar su
validez, tras luchas encarnizadas.

El marxismo es totalmente válido o totalmente obsoleto. Sustituir partes,


artículos o capítulos del corpus marxista le debilita más que quienes reniegan
totalmente del marxismo.
84 · Amadeo Bordiga

Cuando la lucha de clases se revitaliza la teoría regresa, con afirmaciones


memorables, a sus orígenes y a su primigenia expresión: baste recordar la
Comuna de París, la revolución bolchevique o los inicios de la Tercera
Internacional.

Este es un momento de máxima depresión en la curva del potencial


revolucionario. El período contrarrevolucionario abarca un período
superior al de una generación, y quizá pueda hablarse de una ruptura en la
continuidad de la tradición marxista. Dada la actual situación desfavorable,
es lógico que sean pequeños grupos los únicos que mantienen y defienden
el hilo conductor del curso revolucionario, a condición de que tales grupos
no quieran añadir nada original y permanezcas estrechamente fieles a las
formulaciones tradicionales del marxismo2.

Octubre
“Il programma comunista” N° 1, órgano del Partito Comunista
Internazionale, dirigido por Bruno Maffi.

Se ha consumado la escisión del Partido Comunista Internacional en dos


grupos: El grupo Battaglia dirigido por Damen y el grupo “Il programma
comunista” dirigido por Maffi y Bordiga.

1948-1952
En la base de la escisión del PCInt. está la concepción de Bordiga sobre la
función del partido en una situación desfavorable: la tarea del partido no
puede ser otra que la restauración programática y la defensa del marxismo
de los ataques revisionistas. En esta fase el partido no puede ser sino muy
minoritario. Se llega incluso a ensalzar ese minoritarismo, que afronta la
escisión con el conocido lema de Lenin: “más vale menos pero mejor”. Según

2 Comentarios de Agustín Guillamón: la “invarianza” no excluye la innovación, entendida


como aplicación del análisis marxista a las nuevas situaciones sociales e históricas, ni tampoco
la restauración, entendida como defensa de la teoría marxista frente a los ataques revisionistas.
Ver: los análisis de Lenin sobre el imperialismo, o los del mismo Bordiga sobre el estalinismo y
la economía soviética. [N. del E.]
El principio democrático y otros textos · 85

Bordiga el peor peligro que acecha al partido y a su misión de restauración


programática es el activismo y el inmediatismo.

1953
Reaparición de “Battaglia Comunista”, órgano del Partito Comunista
Internazionale dirigido por Onorato Damen. (Damen había conseguido,
gracias a los tribunales, la propiedad del título del periódico).

1946-1957
Diversos artículos, libros y reuniones del PCInt. dedicados al análisis de la
economía soviética. Bordiga aplica las categorías económicas utilizadas por
Marx en El Capital al estudio del sistema económico ruso. Bordiga no define
el sistema ruso como un capitalismo de Estado, aunque en ocasiones usa
esos términos. El estalinismo, esto es, la teoría del socialismo en un solo
país, desde 1926, es la expresión de la contrarrevolución. Bordiga constata
la existencia en la URSS del valor, el salario, la plusvalía, la mercancía,
el capital. No define la burocracia como una nueva clase, sino como un
instrumento de dominio. El capitalismo es un proceso social en el que la
despersonalización está ya implícita en el proceso de acumulación del capital.
El sistema económico soviético es definido como capitalista. Sus rasgos y
características diferenciales se constatan en el atraso industrial ruso y la
falta de competitividad de la planificación estatal respecto al capitalismo
occidental. Define el socialismo no como la edificación de un nuevo sistema
social y económico, sino como el efectivo desmantelamiento de las categorías
económicas capitalistas: valor, salario, capital, mercancía...

1951-1966
Reuniones del PCInt. Bordiga suele ser el autor y animador de los temas
abordados en las reuniones anuales del partido, y la mayoría de las veces es
también el redactor de los sumarios publicados en la prensa del partido.
86 · Amadeo Bordiga

1956-1966
Bordiga, que profesionalmente ejercía como ingeniero y arquitecto, era
experto en cálculo de probabilidades y en estadística. Había estudiado
durante decenios la obra de Marx. Era junto con Rubin, Rosdolsky y Rubel
(como lo testimonian los comentarios a textos de Marx, entonces inéditos
en Italia: los Grundisse o el VI capítulo inédito de El Capital) uno de los
mayores estudiosos contemporáneos de Marx.

1957-1958
A partir de los datos económicos facilitados por la revista norteamericana
“Fortune” Bordiga calcula la tasa de plusvalía de los principales países
industrializados. Aplicando la ley de la tasa decreciente de la tasa de plusvalía,
descubierta por Marx, Bordiga predice el inicio de una crisis económica
cíclica del capitalismo para 1975.

1958-1959
Artículos sobre la conquista rusa del espacio: cuanto más cerca están los
soviéticos de la luna más lejos están de alcanzar el socialismo.

1964
Escisión del grupo “Rivoluzione comunista”.

1965
En “Consideraciones sobre la orgánica actividad del partido cuando la
situación es desfavorable” Bordiga establece una diferenciación, que afirma
que está ya en Marx, entre partido histórico y partido formal.

El partido histórico sólo se formaliza episódicamente, en las brevísimas fases


revolucionarias. El partido histórico expresa la continuidad del programa
comunista. En las situaciones desfavorables el partido histórico desaparece
como partido formal, y se reduce a pequeñas minorías que siguen defendiendo
el programa comunista. La organización del proletariado no es permanente.
El principio democrático y otros textos · 87

El partido histórico atraviesa largos períodos en los que su influencia sobre


la clase es nula. En consecuencia, en los períodos contrarrevolucionarios la
actividad de los comunistas se concentra casi exclusivamente en el trabajo
teórico. Sólo pueden utilizar el arma de la crítica. ¿Supone esto un divorcio
entre la teoría y la práctica? No. Sin teoría revolucionaria no hay revolución.
La teoría es indispensable para la acción, aun cuando entre una y otra pueda
darse un intervalo de varias décadas. Nada tan ajeno al determinismo marxista
como el activismo voluntarista o el inmediatismo. En la medida en la que
la teoría comunista es una teoría práctica es un programa revolucionario
comunista. No se trata sólo de comprender el mundo, sino de transformarlo.

El partido comunista antes de ser factor de la historia es producto de la


historia. Es el resultado de largos períodos de luchas proletarias en el terreno
inmediato y en el político. En primer lugar, nace el partido histórico, esto
es, la teoría y el programa comunista, luego aparece el partido formal, es
decir, la organización de militantes que se propone realizar ese programa y
esa teoría.

1966
Salida de Camatte y Dangeville que formaron los grupos “Invariance” y
“Le fils du temps”. Una grave enfermedad impide a Bordiga una militancia
plenamente activa.

1968
El PCInt. apenas se interesa por el mayo francés, sino es para descalificarlo
como lucha estudiantil, ajena al proletariado, propia de las clases medias en
proceso de proletarización.

1970

Marzo-junio
Bordiga concede la primera y única entrevista de su vida a unos periodistas
88 · Amadeo Bordiga

que preparan un programa para la RAI. Interviene en un programa televisivo


sobre los orígenes del fascismo: “Nascita di una dittatura”.

Julio
Bordiga fallece en Formia.
BREVE HISTORIA DE LA IZQUIERDA ITALIANA3

La primera manifestación organizada de una corriente de izquierda marxista


opuesta a los reformistas surgió en el Congreso de Milán (1910) del Partido
Socialista Italiano. Más tarde se produjo un duro enfrentamiento en torno
a la Federación de Jóvenes Socialistas, que la derecha pretendía convertir en
un organismo “cultural” y la izquierda intentaba que fuera una escuela de
lucha revolucionaria.

En 1912, en el Congreso de Reggio Emilia del Partido Socialista, la Izquierda


se organizó como “Fracción Intransigente Revolucionaria”. En el siguiente
Congreso, el de Ancona, la Izquierda Comunista defendió el programa
revolucionario frente a la derecha, mientras en Nápoles los socialistas
marxistas, con el joven Amadeo Bordiga, fundaban el “Círculo socialista
revolucionario Karl Marx”.

En la guerra imperialista de 1914 los partidos de la II Internacional votaron


los créditos de guerra. La Izquierda Italiana fue la única que defendió el
derrotismo revolucionario frente a los intervencionistas que junto a Mussolini
abandonaban el Partido Socialista y frente a los centristas que apoyaban
la ambigua fórmula de “ni adherirse, ni sabotear”. La convergencia de la
Izquierda Italiana con la Izquierda internacional era completa (Conferencias
de Zimmerwald y Kienthal): “feroz intransigencia en la defensa de las
fronteras ideológicas del marxismo” contra la traición de la socialdemocracia
y “transformación de la guerra imperialista en revolución proletaria” (Lenin).

La Izquierda Italiana saludó la Revolución de Octubre de 1917 como el


primer acto de la “revolución social internacional”, y al bolchevismo como
“planta adaptable a todo tipo de clima”. Frente a las tendencias de la derecha y
el centro, predominantes en el Partido Socialista, la Izquierda apoyó las tesis
de Lenin y en diciembre de 1918 fundó su propio periódico, “Il Soviet”.
3 Extraído de: Damen, Onorato (2011) Bordiga, au-delà du mythe. Editorial Prometeo. [N.
del E.]
90 · Amadeo Bordiga

Polemizó acerca de la cuestión de los consejos de fábrica con “L’Ordine


Nuovo”, el grupo turinés de Gramsci, que se iba aproximando a posturas de
corte gradualista y consideraba los organismos locales de naturaleza sindical
como una “prefiguración de la sociedad futura”.

En 1919, la Izquierda fundó la Fracción Comunista Abstencionista, que


adoptó el marxismo como base teórica y anunció su completo acuerdo con
la línea táctica y los objetivos estratégicos de la III Internacional. El único
desacuerdo se refería a la cuestión de participar en las elecciones políticas y el
parlamentarismo revolucionario que defendían los bolcheviques.

En el II Congreso de la Internacional Comunista (1920), la Izquierda


contribuyó a la rigurosa separación de los elementos oportunistas
(Condiciones de admisión a la Internacional).

La izquierda italiana en la dirección del PC de Italia

En enero de 1921, en el Congreso de Livorno, la Izquierda Comunista


rompió con el viejo PSI reformista: basándose en los 21 puntos de Moscú,
fundó el Partido Comunista de Italia, Sección de la Tercera Internacional,
y tomó su dirección.

Comprometiéndose en una batalla en todos los frentes –sindical, político


e internacional–, la Izquierda combatió abiertamente el reformismo
socialdemócrata y el fascismo naciente. Mientras el centrismo consideraba al
fascismo como una reacción feudal, para la Izquierda era una manifestación
política capitalista, un intento capitalista de afrontar la grave crisis económica
y social.

El aislamiento de la experiencia soviética en Rusia, no obstante, cada vez era


más evidente. En la Internacional, a partir del III Congreso, se pueden ver
los primeros deslizamientos hacia posturas cada vez más oportunistas. Es
El principio democrático y otros textos · 91

el comienzo de una serie de expedientes y una flexibilidad táctica que irán


del Frente Único con otras fuerzas políticas hasta a la ambigua fórmula del
“gobierno obrero”, para llegar por último a la tesis contrarrevolucionaria de la
“construcción del socialismo en un solo país”.

Al elaborar sus propias Tesis sobre la Táctica, aprobadas en el Congreso de


Roma (1922), el PC de Italia ofreció su aporte, único a escala internacional,
a la solución de los problemas más candentes: desde la definición de la
naturaleza del partido hasta la coherente aplicación práctica de la estrategia
comunista, que permitía afrontar la evolución de la política burguesa.

Durante los Ejecutivos Ampliados de la Internacional (hasta el VI en 1926),


la voz de la Izquierda Italiana, representada por Amadeo Bordiga, fue la
única que se atrevió a denunciar la gravedad de la situación que se había
creado en el partido bolchevique y en la Internacional.

En junio de 1923, la Izquierda Italiana fue expulsada del Comité Ejecutivo


y por tanto alejada de la dirección del PC de Italia.

El nuevo centro gramsciano impuesto por Moscú puso en marcha una


campaña de intimidación y censura contra los representantes de la Izquierda:
desde la supresión de la revista “Prometeo” hasta la disolución de las
secciones que controlaba la Izquierda. Ésta respondió con la formación del
Comité de Entente en 1925, la primera voz de alarma ante la degeneración
del partido. En torno a este Comité se reagruparon los cuadros tradicionales
de la Izquierda Italiana, los más eficaces, para defender –como corriente aún
mayoritaria en el partido– la línea política que mantuvo cuando dirigía el
partido y apoyar su plataforma de oposición al nuevo curso impuesto por la
Internacional.

En mayo de 1924, en la Conferencia de Como, la Izquierda aún conservaba


el apoyo de la mayoría del partido.
92 · Amadeo Bordiga

Fue en el Congreso de Lyon (1926), en el que la Izquierda presentó sus tesis


de oposición al centrismo, cuando la marginación de ésta se hizo oficial,
gracias a que las maniobras de la nueva dirección lograron que los votos de
los delegados ausentes fueran a parar al centro.

De la oposición a la reorganización del partido

La Izquierda Italiana, que se había opuesto a la “bolchevización” del partido,


se solidarizó con la oposición de Trotsky dentro del partido ruso. A partir de
este momento el fascismo y el estalinismo desencadenaron su represión sobre
los militantes de la Izquierda, obligando a la mayor parte de los supervivientes
a emigrar a Francia y a Bélgica.

En 1927 la Izquierda Italiana en el extranjero se reunió en una Fracción


y, en 1928, en Pantin, formó oficialmente la Fracción de Izquierda de la
Internacional Comunista4 (a partir de 1935 Fracción Italiana de la Izquierda
Comunista), publicando las revistas “Prometeo” y “Bilan”.

Siguiendo este hilo rojo que ha acompañado la interpretación, la aplicación


y la defensa del marxismo revolucionario contra todas las claudicaciones
y traiciones, la Izquierda Comunista Italiana se constituye como Partido
Comunista Internacionalista en 1943, con el retorno a Italia de los camaradas
de la Fracción en el extranjero (y con otros camaradas que habían pasado una
larga temporada en prisión).

Acorde al trabajo de la Izquierda, que ha seguido (y sufrido) el curso de la


contrarrevolución en Rusia y en la Internacional, el PC Internacionalista se
caracteriza por:

-Desenmascarar el antifascismo, que para la burguesía liberal-demócrata y


los nacional-comunistas no significa luchar contra el capitalismo, sino aliarse
4 Oficialmente Fracción de Izquierda del Partido Comunista Italiano, hasta que cambió su
nombre en 1935. [N. del A.]
El principio democrático y otros textos · 93

con las fuerzas capitalistas nacionales.

-Rechazo y crítica de la política interclasista de “alianzas populares” y “frentes


únicos” apoyados por los partidos socialdemócratas y con los estalinistas al
frente.

-El rechazo a apoyar las fuerzas de la guerra y el imperialismo, sean las de


Washington o las de Moscú.

-Lucha contra el estalinismo y las vías nacionales al socialismo.

Hoy, cuando una crisis económica incontrolable y devastadora quiebra


los fundamentos de los centros imperialistas de Occidente y Oriente, el
comunismo está a la orden del día en la historia y lanza un llamamiento a los
proletarios del mundo entero para que se organicen y acudan a la lucha de
clases, para que se pongan en marcha y se liberen totalmente de las cadenas
capitalistas.

Esto sólo se logrará destruyendo la sociedad burguesa y superando el sistema


capitalista, basados ambos en la explotación, la opresión, la miseria y el
retorno a la barbarie de toda la humanidad.
TESIS DE LA FRACCIÓN COMUNISTA
ABSTENCIONISTA5 DEL PSI6

1- El comunismo es la doctrina que trata las condiciones sociales e históricas


para la emancipación del proletariado.

La elaboración de esta doctrina se inició en el período de los primeros


movimientos proletarios contra las consecuencias del sistema de producción
burgués, tomando forma en la crítica marxista de la economía capitalista, en
el método del materialismo histórico, en la teoría de la lucha de clases y en la
concepción del desarrollo que presentará el proceso histórico de la caída del
régimen capitalista y la revolución proletaria.

2- La constitución del Partido Comunista se basa en esta doctrina, cuya


primera y fundamental expresión sistemática fue el Manifiesto de los
Comunistas de 1848.

3- En el presente período histórico se vuelve cada vez más intolerable para el


proletariado la situación que crean las relaciones de producción burguesas,
basadas en la posesión privada de los medios de producción y de cambio,
la apropiación privada de los productos del trabajo colectivo y la libre

5 La Fracción Comunista Abstencionista, que como corriente dentro del PSI publicaba “Il
Soviet” desde finales de 1918, se constituyó definitivamente como fracción en julio de 1919.
En el contexto de la primera guerra mundial, surgieron diversas corrientes en el seno del
Partido Socialista Italiano. Las más críticas, junto a la Fracción Abstencionista, eran la Fracción
Comunista Unitaria, comandada por Serrati, y la corriente turinesa de “L’Ordine Nuovo”, de
Gramsci y Togliatti. Sin embargo, la única que defendía posiciones claramente marxistas, en
la línea de Lenin, era la Fracción Comunista Abstencionista. Estas Tesis, publicadas en junio,
se aprobaron en la Conferencia de Florencia de la Fracción, en mayo de 1920. En esta época
la Fracción Abstencionista ya tenía claro que la formación de la organización verdaderamente
revolucionaria pasaba por su escisión del PSI, que se produjo finalmente en enero de 1921
durante el Congreso de Livorno. Véase el artículo “Al margen de un aniversario”, publicado en el
Nº 4 de “Bilan” y que narra la historia de la formación del PCI. [Nota de “¡Salud, Proletarios!”,
Blog de recopilación de textos para la Revolución Comunista Internacional].
6 Publicado en “Il Soviet” Nº 16, 6 de junio de 1920, y Nº 17, 27 de junio de 1920. [N. del E.]
El principio democrático y otros textos · 95

competencia en el comercio de esos mismos productos.

4- Estas relaciones económicas se corresponden con las instituciones políticas


propias del capitalismo: el Estado representativo democrático-parlamentario.
El Estado, en una sociedad dividida en clases, es la organización del poder
de la clase económicamente privilegiada. A pesar de que la burguesía
representa la minoría de la sociedad, el Estado democrático constituye un
sistema de fuerza armada organizada para la conservación de las relaciones
de producción capitalistas.

5- La lucha del proletariado contra la explotación capitalista asume formas


sucesivas, desde la violenta destrucción de la maquinaria, hasta la organización
por profesiones para la mejora de las condiciones de trabajo, pasando por los
consejos de fábrica y los intentos de ocupación de las empresas.

A través de todas estas acciones particulares, el proletariado va encarando la


lucha revolucionaria decisiva contra el poder del Estado burgués que impide
la destrucción de las actuales relaciones de producción.

6 - Esta lucha revolucionaria es un conflicto de toda la clase proletaria


contra toda la clase burguesa. Su instrumento es el partido político de clase,
el partido comunista, que organiza a aquella vanguardia consciente del
proletariado que ha comprendido la necesidad de unificar su propia acción
en el espacio, por encima de los intereses de diversos grupos, categorías o
nacionalidades; y en el tiempo, subordinando las ventajas y las conquistas
parciales, que no modifican la esencia de la estructura burguesa, al resultado
final de la lucha.

Por tanto, el proletariado se constituye en clase que lucha por su emancipación


únicamente en la medida en que se organiza en partido político.

7- El objetivo de la actividad del partido comunista es la destrucción


96 · Amadeo Bordiga

violenta del dominio burgués, la conquista del poder político por parte del
proletariado y su organización en clase dominante.

8- Mientras la democracia parlamentaria, que representa a los ciudadanos de


todas las clases, es la forma que asume la organización de la burguesía como
clase dominante, la organización del proletariado como clase dominante
se realizará en la dictadura proletaria, es decir, en un tipo de Estado
cuya representación (en el sistema de Consejos Obreros) será designada
únicamente por los miembros de la clase trabajadora (proletariado industrial
y campesinos pobres), excluyendo a los burgueses del derecho a sufragio.

9- Una vez rota la vieja maquinaria burocrática, policial y militar, el Estado


proletario unificará las fuerzas armadas de la clase trabajadora en una
organización destinada a reprimir todos los intentos contrarrevolucionarios
de la clase depuesta y a intervenir con las medidas necesarias en las relaciones
burguesas de producción y de propiedad.

10- El proceso a través del cual se pasará de la economía capitalista a la


economía comunista será muy complejo, y sus fases serán diversas según
los diversos grados de desarrollo económico. El objetivo de tal proceso es
que los medios de producción pasen completamente a las manos de toda la
colectividad unificada y sean gestionados por ella; que las fuerzas productivas
de las diversas ramas de la producción se distribuyan de manera centralizada
y racional; que la colectividad administre de manera centralizada la
distribución de los productos.

11- Cuando las relaciones propias de la economía capitalista se hayan


suprimido totalmente, la abolición de las clases será un hecho consumado, y el
Estado como instrumento de poder político será sustituido progresivamente
por la administración colectiva racional de la actividad económica y social.

12- El proceso de transformación de las relaciones de producción irá


El principio democrático y otros textos · 97

acompañado de toda una serie de medidas sociales, fundadas en el principio


de que la colectividad debe tomar a su cargo la existencia material e intelectual
de todos sus miembros. Así irán eliminándose sucesivamente todas las taras
degenerativas que el proletariado hereda del mundo capitalista y, según las
palabras del Manifiesto, a la vieja sociedad dividida en clases que luchan entre
sí le sucederá una asociación en la cual el libre desarrollo de cada uno será la
condición del libre desarrollo de todos.

13- Las condiciones para la victoria del poder proletario en su lucha por la
realización del comunismo consisten, más que en un empleo racional de
los individuos competentes para las tareas técnicas, en confiar los cargos
políticos y de control del aparato estatal a hombres que antepongan el interés
general y el triunfo final del comunismo a las sugerencias de los limitados y
particulares intereses de grupo.

Puesto que el partido comunista es precisamente la organización de aquellos


proletarios que tienen esa conciencia de clase, el objetivo del partido será
conquistar, con la propaganda, los cargos electivos del organismo social
para sus miembros. La dictadura del proletariado será, pues, la dictadura
del partido comunista, y éste será un partido de gobierno en un sentido
totalmente opuesto al de las viejas oligarquías; pues los comunistas asumirán
los cargos que exigen las más renuncias y sacrificios y cargarán sobre sus
espaldas con las tareas revolucionarias más pesadas para el proletariado
durante las duras convulsiones que darán lugar a un mundo nuevo.

II

1- La crítica comunista, que se elabora sin cesar sobre la base de sus métodos
fundamentales, así como la propaganda de las conclusiones a las que llega,
tratan de extirpar la influencia que ejercen sobre el proletariado las ideologías
de otras clases y otros partidos.
98 · Amadeo Bordiga

2- El comunismo echa por tierra todas las concepciones idealistas, según las
cuales los productos del mundo de las ideas son la base, y no el resultado, de
las verdaderas relaciones de vida de la humanidad y de su desarrollo. Todas
las formulaciones religiosas y filosóficas de este género deben ser consideradas
como un bagaje ideológico de las clases dominantes que precedieron
a la burguesía, clases que ejercían su dominio gracias a una organización
eclesiástica, aristocrática o dinástica, que se justificaba sólo mediante
pretendidas investiduras sobrenaturales. Un síntoma de la decadencia de la
moderna burguesía es precisamente la reaparición en su seno, bajo nuevas
formas, de estas viejas ideologías que ella misma destruyó.

Por tanto, un comunismo basado en el idealismo constituye un absurdo


inaceptable.

3- Pero lo más característico del comunismo es su crítica a los conceptos


del liberalismo y la democracia burguesa. El derecho a la libertad de
pensamiento y la igualdad política de los ciudadanos, así como considerar
que las instituciones basadas en la elección de la mayoría y en el sufragio
universal permiten a la sociedad humana progresar de manera ilimitada y
gradual, son ideologías que se corresponden con el régimen de la economía
privada y de la libre competencia y con los intereses de la clase capitalista.

4- Pensar que se puede lograr una mejora en las condiciones de vida de


las masas aumentando la educación y la instrucción que les dan las clases
dirigentes y sus instituciones, es una ilusión propia de la democracia
burguesa. El requisito para el desarrollo intelectual de las masas es, por el
contrario, un mejor nivel de vida material, incompatible con el régimen
burgués; por otra parte, a través de sus escuelas, la burguesía intenta difundir
precisamente aquellas ideologías que impiden que las masas vean las actuales
instituciones como un obstáculo para su emancipación.

5- Otra de los fundamentos de la democracia burguesa es el principio de


El principio democrático y otros textos · 99

nacionalidad. Para retrasar y atenuar el conflicto entre el Estado capitalista y


las masas proletarias, la burguesía -cuando toma el poder levanta sus Estados
sobre una base nacional para poder valerse de las ideologías nacionales y
patrióticas que, en el período inicial del capitalismo, representan ciertos
intereses comunes que tienen los hombres de la misma raza, de la misma
lengua y de las mismas costumbres. Los irredentismos nacionales surgen,
pues, de intereses esencialmente burgueses.

La propia burguesía no duda en pisotear el principio de nacionalidad cuando


el desarrollo del capitalismo le obliga a conquistar nuevos mercados exteriores,
incluso de forma violenta, provocando así una lucha entre grandes unidades
estatales por su reparto. El comunismo supera el principio de nacionalidad
poniendo en evidencia la analogía que existe entre las condiciones en las que
el trabajador sin reserva se encuentra ante el patrono, cualquiera que sea la
nacionalidad de uno u otro; la organización política que deberá adoptar el
proletariado unido cuando tome el poder será internacional.

Para la crítica comunista, la reciente guerra mundial ha sido originada por


el imperialismo capitalista. Por tanto, niega esas interpretaciones que, según
sea la perspectiva de uno u otro Estado burgués, pretenden presentarla como
una reivindicación del derecho de nacionalidad de algunos pueblos, o como
un conflicto de los Estados más avanzados democráticamente contra otros
Estados organizados bajo formas pre-burguesas o, en fin, como una supuesta
necesidad defensiva contra la agresión enemiga.

6- El comunismo también combate el pacifismo burgués y las ilusiones


wilsonianas de construir una asociación mundial de Estados basada en el
desarme, el arbitraje y en una utópica subdivisión nacional de las unidades
estatales. Para los comunistas, las guerras sólo se acabarán cuando el régimen
capitalista haya sido sustituido por la República Internacional Comunista,
que supondrá la solución a todas las cuestiones nacionales.
100 · Amadeo Bordiga

7- En un tercer aspecto, el comunismo supone la superación del socialismo


utópico, que proponía eliminar los defectos de la organización social
mediante un completo plan de construcción de una nueva sociedad, que no
tenía en cuenta el desarrollo histórico real y cuya iniciativa se confiaba a los
potentados o al afán de los filántropos.

8- El hecho de que el proletariado elabore una interpretación teórica propia


sobre la sociedad y la historia, una guía para la acción ante sus condiciones
de vida en el mundo capitalista, hace que continuamente surjan escuelas
o tendencias más o menos influenciadas por la inmadurez misma de las
condiciones de la lucha y por los más diversos prejuicios burgueses. De ahí
se derivan errores y fracasos en la acción proletaria; pero es precisamente
con este cúmulo de experiencias con el que el movimiento comunista logra
ir precisando su doctrina y su táctica en unas líneas cada vez más claras,
diferenciándose claramente del resto de corrientes que actúan en el seno del
propio proletariado y combatiéndolas abiertamente a todas.

9- Las cooperativas de producción, en las que el capital pertenece a los obreros


que trabajan en ellas, no son una vía hacia la supresión del sistema capitalista;
pues tanto la adquisición de materias primas como la venta de los productos
se desenvuelven, en esas empresas, según las leyes de la economía privada;
además, en el propio capital colectivo termina apareciendo el crédito, y por
lo tanto el control del capital privado.

10- Los comunistas no pueden considerar a las organizaciones económicas


profesionales ni como órganos suficientes para la lucha por la revolución
proletaria, ni como órganos fundamentales para la economía comunista.

La organización en sindicatos profesionales sirve para neutralizar la


competencia entre los obreros del mismo oficio e impide la caída de los
salarios a un nivel bajísimo; pero ni pueden suprimir la ganancia capitalista,
ni tampoco unir a los trabajadores de todas las profesiones contra el privilegio
El principio democrático y otros textos · 101

del poder burgués. Por otra parte, el simple hecho de que la propiedad de
las empresas pase del patrono privado al sindicato obrero, no es ninguna
conquista económica del comunismo, según el cual, para poder eliminar
el carácter privado de la economía en la apropiación y distribución de los
productos, la propiedad debe ser transferida a toda la colectividad proletaria.

Los comunistas consideran el sindicato como un terreno para una primera


experiencia proletaria, una experiencia que permite a los trabajadores seguir
avanzando, desarrollando el concepto y la práctica de la lucha política, cuyo
órgano es el partido de clase.

11- En general, es un error pensar que la revolución depende de que el


proletariado se organice en agrupaciones que dependan de la posición que
ocupan los trabajadores en el marco del sistema capitalista de producción
y de los intereses que se derivan de ella. Modificar la estructura de la
organización económica no es un método eficaz de cara a la emancipación
del proletariado.

Los sindicatos de empresa, o los consejos de fábrica, surgen como órganos


para la defensa de los intereses de los proletarios de las diversas empresas,
cuando comienza a aparecer la posibilidad de limitar el arbitrio capitalista
en la gestión de las mismas. Sin embargo, el hecho de que estos organismos
adquieran un derecho más o menos amplio sobre el control de la producción
no es incompatible con el sistema capitalista, podría ser incluso un último
recurso conservador.

El hecho de que la gestión de las empresas pase a estos organismos no


significa (tal y como se ha dicho respecto a los sindicatos) que el comunismo
se esté realizando. Según la correcta concepción comunista, el control obrero
de la producción se produce sólo tras haber abatido el poder burgués; el
proletariado, unido totalmente en el Estado de los Consejos, controlará la
marcha de cada empresa; órganos colectivos racionales, que representarán
102 · Amadeo Bordiga

los intereses de todos los trabajadores asociados en la obra de construcción


del comunismo, gestionarán de forma comunista la producción, dirigiendo
todos sus ramas y sus unidades.

12- Las relaciones capitalistas de producción no se pueden alterar a través de


los órganos del poder burgués.

Por eso, el paso de las empresas privadas al Estado o a las administraciones


locales no responde a ninguna medida comunista. Dicho traspaso va siempre
acompañado de una indemnización al antiguo dueño, que de esta forma
conserva íntegro su derecho de explotación; las mismas empresas continúan
funcionando como empresas privadas en el marco de la economía capitalista;
el Estado burgués a menudo se vale oportunamente de ello para conservar y
defender a su clase.

13- Pensar que, con las demandas de los representantes del partido proletario
en las instituciones políticas actuales, o incluso gracias a la agitación de las
masas, mediante la obra legislativa y reformadora de dichas instituciones, la
explotación capitalista del proletariado se puede atenuar gradualmente y por
ende eliminarse, equivale a hacerse cómplice de la defensa de los privilegios
de la burguesía, que de vez en cuando hace una aparente cesión mínima
para intentar aplacar la impaciencia de las masas y desviar sus esfuerzos
revolucionarios dirigidos contra los fundamentos del régimen capitalista.

14- La conquista del poder político por parte del proletariado, aunque
constituye el fin al que se dirige toda la actividad, no se puede lograr
mediante la conquista de una mayoría en los organismos electivos burgueses.

A la burguesía, con sus órganos ejecutivos del Estado, que son sus agentes
inmediatos, le es muy fácil asegurar una mayoría en estos organismos
electivos para sus mandatarios o para aquellos elementos que, individual
o colectivamente, han caído en su juego y bajo su influencia. Además,
El principio democrático y otros textos · 103

participar en dichas instituciones comporta comprometerse a respetar las


bases jurídicas y políticas de la constitución burguesa. El valor puramente
formal de tal compromiso, no obstante, bastaría para liberar a la burguesía
hasta del leve embarazo que supone acusarla formalmente de ilegalidad,
cuando se viera lógicamente obligada a recurrir a sus medios reales de defensa
armada si no quiere entregar el poder y ver como se quiebra su máquina
burocrática y militar de dominio.

15- Reconocer la necesidad de la lucha insurreccional para la toma del


poder, y al mismo tiempo proponer que el proletariado ejerza su poder
concediendo a la burguesía una representación en los nuevos organismos
políticos (asambleas constituyentes o combinaciones de éstas con el sistema
de los consejos obreros), es también un programa inaceptable y opuesto a la
idea comunista central de la dictadura proletaria. El proceso de expropiación
de la burguesía se verá inmediatamente comprometido allí donde ésta
conserve puntos de apoyo que le permitan influir de alguna manera en los
órganos de representación del Estado proletario expropiador. Esto permitirá
a la burguesía, gracias también a su experiencia y a su preparación técnica e
intelectual, emplear la influencia que aún le quede y desarrollar una actividad
política encaminada a restablecer su poder gracias a la contrarrevolución.
Todo prejuicio democrático sobre esta supuesta igualdad de trato que el poder
proletario debe conceder a los burgueses, en lo que se refiere a la libertad de
asociación, de propaganda y de prensa, tiene las mismas consecuencias.

16- Una organización de representación política construida con los delegados


de las distintas categorías profesionales de todas las clases sociales, tampoco
nos acerca, ni siquiera formalmente, al sistema de los consejos obreros; porque
lo que caracteriza a éste es que los burgueses están excluidos del derecho
electoral, y su organismo central no está configurado por profesiones, sino
por circunscripciones territoriales. Esa forma de representación en cuestión
es, más bien, un estadio inferior a la democracia parlamentaria actual.
104 · Amadeo Bordiga

17- Profundamente opuesto a las concepciones comunistas es el anarquismo,


que pretende instaurar inmediatamente una sociedad sin Estado y sin
organización política, y que entiende la economía futura como la actividad
de unidades productivas autónomas, negando todo centro organizador y
regulador de las actividades humanas en la producción y en la distribución.
Tal concepción se aproxima a la concepción burguesa de la economía
privada, y queda al margen del contenido esencial del comunismo. Además,
eliminar inmediatamente al Estado como instrumento de poder político
equivale a hacerse incapaz de resistir a la contrarrevolución; o bien equivale
a suponer que las clases se abolirán inmediatamente, la famosa expropiación
revolucionaria, contemporánea a la insurrección contra el poder burgués.

Tal posibilidad no existe, ni siquiera remotamente, pues la labor proletaria


de sustituir la economía actual por la comunista es una tarea compleja, aparte
de que es necesario que dicho proceso sea dirigido por un organismo central
que concentre en sí mismo el interés general del proletariado y subordine
a éste todos los intereses locales y particulares, alrededor de los cuales se
concentran las posibilidades de supervivencia del capitalismo.

III

1- La concepción comunista y el determinismo económico no convierten a


los comunistas, en absoluto, en espectadores pasivos del devenir histórico,
sino que por el contrario les hacen infatigables luchadores; sin embargo, la
lucha y la acción se tornan ineficaces si se apartan de los resultados que ofrece
la doctrina y la experiencia crítica comunista.

2- La obra revolucionaria de los comunistas se basa en la organización en


partido de aquellos proletarios que han adquirido, junto a la conciencia de
los principios comunistas, la voluntad de consagrar todos sus esfuerzos a la
causa de la revolución. El partido, organizado internacionalmente, funciona
sobre la base de la disciplina a las decisiones de la mayoría y de los órganos
El principio democrático y otros textos · 105

centrales designados por ésta para dirigir el movimiento.

3- Dos actividades fundamentales del partido son la propaganda y el


proselitismo, el cual, a la hora de admitir de nuevos adherentes, debe
fundarse en las mayores garantías. Aunque el éxito de su acción se base en la
difusión de sus principios y de sus finalidades, y aunque luche en interés de la
inmensa mayoría de la sociedad, la actividad del movimiento comunista no
se basa en el consenso de la mayoría. El criterio que determina la oportunidad
de efectuar acciones revolucionarias es la valoración objetiva de las propias
fuerzas y las del adversario, teniendo en cuenta sus complejos coeficientes,
entre los cuales la cantidad no es el único ni el más importante.

4- El partido comunista desarrolla un intenso trabajo interno de estudio


y de crítica, estrechamente unido a las exigencias de la actividad y la
experiencia histórica, y se ocupa activamente de organizar dicho trabajo
internacionalmente. Además, en toda circunstancia y con todos los medios
de los que dispone, debe difundir las conclusiones a las que ha llegado a
través de su propia experiencia crítica y refutar a las escuelas y partidos
opuestos. Ante todo, el partido ejerce su propaganda en el seno de las masas
proletarias, principalmente cuando éstas se ponen en movimiento para
reaccionar contra las condiciones que les impone el capitalismo, así como en
el seno de las organizaciones que levantan los proletarios para defender sus
intereses inmediatos.

5- Por tanto, los comunistas penetran en las cooperativas proletarias, en los


sindicatos y en los consejos de fábrica, formando en ellos grupos de obreros
comunistas y esforzándose en conquistar a la mayoría y con ella los puestos
de dirección, de tal forma que las masas de proletarios encuadradas en estas
asociaciones subordinen su acción a los objetivos políticos y revolucionarios
superiores de la lucha por el comunismo.

6- En cambio, el partido comunista se mantiene al margen de todas las


106 · Amadeo Bordiga

instituciones y asociaciones en las que la participan con el mismo título


burgueses y obreros, o peor aún, que están dirigidas y patrocinadas por los
burgueses (sociedades de socorro mutuo, escuelas de cultura, universidades
populares, las asociaciones de la masonería, etc.) y trata de apartar de
ellas a los proletarios combatiendo la actividad y la influencia de dichas
organizaciones sobre ellos.

7- La participación en las elecciones a los organismos representativos de


la democracia burguesa y la actividad parlamentaria, aunque siempre
presentan riesgos de hacer que nuestra actividad se desvíe, fueron útiles para
la propaganda y la formación del movimiento obrero en el período en que
aún no se esbozaba la posibilidad de abatir el dominio burgués, por lo que
la tarea del partido se limitaba a la crítica y a la oposición. En el período
actual, que ha comenzado con el fin de la guerra mundial y las primeras
revoluciones comunistas, así como con la creación de la III Internacional, el
objetivo directo de los comunistas y de la acción política del proletariado de
todos los países es la conquista revolucionaria del poder, trabajo al que hay
que consagrar todas las energías y la preparación del partido.

En este período, es inadmisible participar en estos organismos, que son un


poderoso medio de defensa de la burguesía a través del cual ésta se introduce
en las filas proletarias; precisamente los comunistas apoyan el sistema de los
Consejos Obreros y la dictadura del proletariado en la medida en que estos
se oponen a estos organismos parlamentarios, a su estructura y a su función.

En la práctica, la gran importancia que adquiere la actividad electoral se


halla en contradicción con el hecho de que no es un medio para alcanzar
el objetivo principal del partido: conquistar el poder; el trabajo electoral
termina absorbiendo toda la actividad del movimiento, apartándolo de la
preparación revolucionaria.

8- La conquista electoral de los ayuntamientos y de las administraciones


El principio democrático y otros textos · 107

locales presenta los mismos inconvenientes que el parlamentarismo o incluso


más, y por tanto no podemos aceptarla como un instrumento contra el poder
burgués; por un lado, dichos organismos no están investidos de poder real,
sino que están sometidos al poder de la máquina estatal; por otro, tal método
-aun pudiendo causar hoy alguna molestia a la burguesía dominante-, al
reafirmar el principio de autonomía local, antítesis del principio comunista
de centralización de la acción, constituye un punto de apoyo para la burguesía
en su lucha contra el poder proletario.

9- En el período revolucionario, todos los esfuerzos de los comunistas van


dirigidos a intensificar y hacer eficaz la acción de las masas. Los comunistas
complementan su propaganda y la preparación con grandes y frecuentes
manifestaciones proletarias, especialmente en los grandes centros urbanos,
y procuran utilizar los movimientos económicos para demostraciones
de carácter político, en las cuales el proletariado reafirma y consolida su
propósito de derrocar el poder de la burguesía.

10- El partido comunista lleva su propaganda a las filas del ejército burgués.
El antimilitarismo comunista no se basa en un estéril humanitarismo, sino
que trata de convencer a los proletarios de que la burguesía les arma para
defender sus propios intereses y servirse de su fuerza contra la causa del
proletariado.

11- El partido comunista se adiestra para actuar como un estado mayor


del proletariado en la guerra revolucionaria; por eso prepara y organiza su
propia red de información y comunicaciones; sobre todo, apoya y organiza
el armamento del proletariado.

12- El partido comunista no se aviene a acuerdos o alianzas con otros


movimientos políticos que, coincidiendo en un determinado objetivo
contingente, divergen en el programa de acción posterior. Se deben evitar
también las alianzas con todas aquellas tendencias proletarias que aceptan la
108 · Amadeo Bordiga

acción insurreccional contra la burguesía (el llamado frente único), pero que
rechazan el posterior desarrollo del programa comunista.

El hecho de que aumenten las fuerzas que apuntan a la destrucción del poder
burgués no supone ninguna condición favorable cuando son insuficientes
las fuerzas que se dirigen a fundar el poder proletario sobre las directivas
comunistas, que son las únicas que garantizan su duración y su éxito.

13- Los soviets o consejos de obreros, campesinos y soldados, constituyen los


órganos del poder proletario, y sólo pueden cumplir su verdadera función
tras del derrocamiento del dominio burgués.

Los soviets no son en sí mismos órganos de lucha revolucionaria; son


revolucionarios cuando el partido comunista conquista una influencia
mayoritaria en ellos.

Los consejos obreros pueden surgir incluso antes de la revolución, en un


período de crisis aguda en el cual el poder del Estado burgués sea verá en
serio peligro.

La iniciativa de la constitución de los soviets puede ser una necesidad para el


partido en una situación revolucionaria, pero no es un medio para provocar
dicha situación.

Si el poder de la burguesía se consolida, la supervivencia de los consejos puede


presentar un serio peligro para la lucha revolucionaria, una conciliación
y una combinación de los órganos proletarios con las instituciones de la
democracia burguesa.

14- Lo que distingue a los comunistas no es que, en toda situación y en


cualquier episodio de la lucha de clases, propongan movilizar inmediatamente
todas las fuerzas proletarias para la sublevación general, sino que sostienen
El principio democrático y otros textos · 109

que la fase insurreccional es el desenlace inevitable de la lucha y preparan


al proletariado para afrontarla en condiciones favorables para el éxito y el
ulterior desarrollo de la revolución.

Dependiendo de las situaciones, las cuales el partido sabe apreciar mejor que
el resto del proletariado, podría ser necesario precipitar o retrasar el choque
definitivo.

En todo caso, la tarea específica del partido es combatir tanto a quienes


precipitando a toda costa la acción revolucionaria empujan al proletariado al
desastre, como a los oportunistas que tratan de aprovechar las circunstancias
que desaconsejan actuar para crear paradas definitivas en el movimiento
revolucionario, dispersando hacia otros objetivos la acción de las masas, una
acción que el partido comunista, en cambio, debe conducir progresivamente
hacia el terreno de la preparación eficaz para la inevitable lucha armada final
contra las defensas del principio burgués.
ELECCIONES7

Nosotros también esperábamos, y se comprende por qué, que no hubiesen


tenido lugar. Pero a partir de ahora hay que abandonar toda esperanza. Las
elecciones se harán. ¿Qué hará el partido comunista?

Poniendo a un lado todas las modalidades que los órganos competentes


puedan establecer, convendría, según ciertos compañeros, plantear esta
cuestión: ¿El PC debe, o no debe participar en las elecciones? A mi entender,
este problema no tiene razón de ser. Por razones bien claras de disciplina
táctica internacional, el PC debe participar y participará en las elecciones.

No quiero decir que el problema de la táctica electoral haya sido resuelto


definitivamente en el seno de la Internacional Comunista por las decisiones
de su segundo Congreso. Creo incluso que nosotros, los abstencionistas
hemos aumentado en muchos partidos comunistas occidentales. Y no está
excluido que la cuestión vuelva de nuevo al orden del día del próximo 3er.
Congreso. Si se produjese esto, defendería de nuevo las tesis que presenté en
el Congreso del año último: para desarrollar mejor la propaganda comunista
y la preparación revolucionaria en los países “democráticos” occidentales, los
comunistas, en este período de crisis revolucionaria universal, deberían NO
participar en las elecciones. Pero en tanto que están en vigor las tesis opuestas
de Bujarin y Lenin, para la participación en las elecciones y en los parlamentos
con directrices y finalidades antidemocráticas y antisocialdemócratas, es
necesario participar sin discutir y procurar atenerse a estas reglas tácticas.
El resultado de esta acción suministrará nuevos elementos para juzgar si
nosotros los abstencionistas, estábamos equivocados o teníamos razón.

Ciertos compañeros abstencionistas -y aún algunos electoralistas- dicen:


¿Pero no se puede encontrar en las tesis de Moscú un pretexto que permita

7 Publicado por Amadeo Bordiga por primera vez en italiano en “Il Comunista”, del 14 de abril
de 1921. Digitalizado por el Grupo de Propaganda Marxista. Recodificado, con permiso el
GPM, para el MIA en diciembre de 1999 por Juan Fajardo. [N. del E.]
El principio democrático y otros textos · 111

la abstención sin caer en la indisciplina? Ante todo, respondo a esto que el


abstencionismo que nosotros intentamos hacer pasar por la puerta no debe
entrar por la ventana, por medio de pretextos y subterfugios. Además, todas
las circunstancias de esta campaña electoral tienden a hacer más claros el
espíritu y la letra de las tesis de Moscú en favor de la participación.

Que los compañeros relean todos los argumentos de Lenin y de Bujarin y verán
que corresponden mejor a momentos de reacción y de opresión de la libertad
de movimiento del partido. Que relean los argumentos que he presentado y
verán que se refieren sobre todo a situaciones de “democracia” y de libertad,
lo que no quiere decir que yo juzgue estos argumentos como superados en las
circunstancias actuales. Cuando Lenin decía “Nosotros hemos participado en
la Duma más reaccionaria” le respondí que el verdadero peligro se encuentra
en los parlamentos más liberales. Lenin está convencido de que un partido
verdaderamente comunista puede y debe participar en el Parlamento, pero
admite, como yo, que en las condiciones de 1919 y con un partido no
comunista, la participación tiene un carácter contrarrevolucionario.

Las dos tesis consideran el caso en que los partidos comunistas deberían
boicotear el parlamento y las elecciones y se refieren a las situaciones “que
permitan el paso inmediato a la lucha armada por la conquista del poder”.
Yo desearía que fuese así, pero este no es el caso hoy; no está excluido que
la situación cambie mañana completamente; entonces no necesitaríamos
mucho esfuerzo para hacer desaparecer junto a la barraca parlamentaría, los
comités electorales que nuestro partido hubiese constituido.

Si hubiese aceptado las sugerencias de ciertos compañeros de Moscú, quizás


hubiese podido obtener una “ampliación” de estas excepciones, quizás se
las podría aplicar hoy, aunque nosotros nos encontremos, repito, en las
condiciones específicas previstas por Lenin para una participación útil.
Pero he preferido, por el contrario, presentar conclusiones netamente
divergentes. Esto ha tenido la ventaja de darnos directrices claras y sólidas
112 · Amadeo Bordiga

y desembarazarnos de la fastidiosa argumentación a lo Serrati sobre las


“condiciones especiales”. La centralización está en la base de nuestro método
teórico y práctico: en tanto que marxista, soy primero centralista y después
abstencionista.

Se ha procedido de un modo diferente para otras tesis. Se remendaron


algunos puntos para satisfacer pequeñas oposiciones (más grandes, no
obstante, que nuestro grupo de abstencionistas a toda costa). la conclusión
en la aplicación de estas tesis que han abandonado un poco esta directriz
teórica, es que no las consideran favorables para la eficacia y la seguridad de
la acción revolucionaria.

Los abstencionistas fuimos los únicos que contrapusimos a las tesis propuestas
por hombres cuya autoridad era y sigue siendo, justamente formidable,
precisas conclusiones inversas. (Mientras que muchos críticos de última
hora, que no supieron oponer nada a las conclusiones contra las que se han
revelado después, guardaron silencio). Nosotros, abstencionistas, debemos
igualmente dar el ejemplo de la disciplina, sin trapichear, sin tergiversar.

El Partido comunista no tiene, pues, ninguna razón de discutir para saber


si debe participar en las elecciones. Debe participar. ¿Con qué modalidades?
Esto será decidido a su debido tiempo. ¿Con qué objetivo? Es lo que dicen
las tesis de Moscú, resumidas en estas pocas palabras: Romper el prejuicio
parlamentario y aceptar, por consiguiente, si en lugar de los votos se quieren
contar las palizas y cosas peores. Romper el prejuicio socialista y volver con
inflexible intransigencia nuestras baterías contra el partido socialdemócrata.

Los abstencionistas están en su puesto.


EL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO8

Ocurre muy a menudo que ciertas fórmulas que se emplean para exponer
los problemas del comunismo dan lugar a equívocos, dependiendo de la
interpretación que se haga de ellas. Así ocurre con los términos “democracia”
y “democrático”. El comunismo marxista se presenta, según afirman sus
principios, como crítica y negación de la democracia. Pero, por otra parte,
los comunistas defienden a menudo el carácter democrático, la aplicación de
la democracia en el seno de los organismos proletarios: el sistema estatal de
los Consejos Obreros, los sindicatos y los partidos. Y evidentemente, no hay
contradicción alguna en ello siempre que consideremos el dilema: democracia
burguesa - democracia proletaria, como equivalente a: democracia burguesa
- dictadura proletaria.

La crítica marxista a los postulados de la democracia burguesa se basa,


efectivamente, en la definición de las características de la actual sociedad
dividida en clases, y demuestra la inconsistencia teórica y los embustes
prácticos de un sistema que pretende conciliar la igualdad política con la
división de la sociedad en clases sociales, división que está determinada por
la propia naturaleza del sistema de producción.

La libertad y la igualdad política que según las teorías liberales se reflejan


hoy en el derecho al sufragio, carecen de sentido si reposan en una base
que engloba diversas circunstancias económicas fundamentales: por eso
los comunistas las aplican en el interior de las organizaciones de clase
del proletariado y sostienen que hay que dar un carácter democrático al
mecanismo organizativo de la clase obrera.

Para no caer en malentendidos ni dar valor a un concepto rico en sugestiones


y que nos esforzamos penosamente en demoler, habría que emplear términos
diferentes para cada caso. Y sería útil examinar a fondo desde una perspectiva

8 Publicado en “Rassegna Comunista”, Nº 18, 28 de febrero de 1922. [N. del E.]


114 · Amadeo Bordiga

general el propio contenido del principio democrático cuando se aplica a


organismos homogéneos desde el punto de vista de clase. Así evitaríamos el
riesgo de acabar reconociendo una “categoría”: el principio de la democracia.
Como toda nuestra crítica se esfuerza en poner en entredicho el contenido
engañoso y arbitrario de las teorías liberales, no podemos aceptar que se
plantee a priori el principio democrático como elemento de verdad y de
justicia absoluta. Este principio, por el contrario, es un intruso en nuestra
doctrina.

Detrás de un error de táctica política se esconde siempre un error doctrinal,


entendiendo por doctrina la traducción al lenguaje de nuestra conciencia
crítica colectiva. Así, por ejemplo, toda la política y la insidiosa táctica de
la socialdemocracia refleja el error de principio que supone presentar al
socialismo como el heredero de una parte sustancial de la doctrina liberal,
opuestas ambas a las viejas doctrinas políticas religiosas. Por el contrario, el
socialismo marxista, lejos de aceptarlas y completarlas, ya desde sus primeras
formulaciones se consagra precisamente a destruir toda la crítica que el
liberalismo demócrata había levantado contra la aristocracia, las monarquías
absolutas y el antiguo régimen. Y lo hace, ciertamente, no para dar apoyo
a las doctrinas religiosas o idealistas contra el materialismo volteriano de
los revolucionarios burgueses, sino para demostrar cómo, en realidad,
no era más que en su imaginación que los teóricos de este materialismo
creían haber salido de las tinieblas del absurdo idealismo y de la metafísica
aplicada a la sociología y la política, gracias a la filosofía política de la
“Enciclopedia”. Tanto ellos como sus predecesores debían sufrir la crítica
verdaderamente realista de los fenómenos sociales y la historia, representada
por el materialismo histórico de Marx.

También es importante demostrar teóricamente que para profundizar en la


brecha que existe entre el socialismo y la democracia burguesa, para devolver
a la doctrina de la revolución proletaria su significado poderosamente
revolucionario, adulterado por quienes fornican con la democracia burguesa,
El principio democrático y otros textos · 115

en absoluto es necesario revisar los principios en un sentido idealista o neo-


idealista, sino simplemente hacer referencia a la posición que adoptaron los
maestros del marxismo frente a todos los engaños de las doctrinas liberales y
de la filosofía materialista burguesa.

Para no salirnos del tema, señalaremos que la crítica socialista a la democracia


era sustancialmente una crítica a la crítica democrática de las viejas filosofías
políticas, una crítica a su supuesto enfrentamiento universal, una muestra de
sus semejanzas teóricas, y asimismo mostraremos que el proletariado no tuvo
mucho que celebrar cuando la dirección de la sociedad pasó de manos de la
nobleza feudal, monárquica y religiosa, a las de la joven burguesía industrial y
comercial. Y así la demostración teórica de que la nueva filosofía burguesa no
había superado los viejos errores de los regímenes despóticos, de que no era
más que un nuevo edificio de nuevos sofismas, correspondía concretamente a
la negación representada por el movimiento subversivo del proletariado, que
echaba por tierra la pretensión burguesa de haber sistematizado para siempre
la administración de la sociedad sobre bases pacíficas e indefinidamente
perfectas, gracias al derecho de voto y al parlamentarismo. Mientras las viejas
doctrinas políticas fundadas en conceptos religiosos o incluso en la revelación
afirman que la fuerza sobrenatural que gobierna la conciencia y la voluntad
de los hombres asigna a ciertos individuos, familias o castas la tarea de dirigir
y administrar la vida colectiva, entregándoles mediante investidura divina el
precioso bastón de “la autoridad”, la filosofía democrática que se afirma a la
par que la revolución burguesa, opone a estas afirmaciones la proclamación
de la igualdad moral, política, jurídica de todos los ciudadanos, nobles,
eclesiásticos o plebeyos. Pretende transferir la “soberanía” del restringido
círculo de la casta o la dinastía a la consulta popular y universal representada
en el sufragio, mediante el que una mayoría de ciudadanos elige según su
voluntad a los administradores del Estado.

Todos los anatemas que tanto los sacerdotes de todas las religiones como los
filósofos religiosos lanzaron contra esta concepción, no bastaron para que
116 · Amadeo Bordiga

fuera aceptada como verdad definitiva frente al error oscurantista, aunque


durante mucho tiempo el “racionalismo” de la filosofía demócrata fue el
no va más de la ciencia social y política, y muchos llamados socialistas se
adhirieron a él. La afirmación de que la época de los “privilegios” terminó
cuando se echaron las bases del sistema de la mayoría electoral para nombrar
a nuestra jerarquía social, no resiste a la crítica marxista. Ésta proyecta una
luz muy distinta sobre la verdadera naturaleza de los fenómenos sociales y
demuestra que la llamada supresión de los privilegios no es más que una
construcción lógica atractiva si partimos de la hipótesis de que el voto, es
decir, el parecer, la opinión, la consciencia de cada elector, tiene el mismo
peso a la hora de determinar la delegación que administrará los asuntos
colectivos. Pero este concepto se revela poco realista y “materialista”,
pues considera a cada hombre como una “unidad” perfecta que junto a
otras tantas unidades potencialmente equivalentes forma un sistema; y en
lugar de plantear el papel que tiene esta unidad haciendo referencia a sus
condiciones de vida o a su relación con el resto de hombres, se discurre en
base a una supuesta “soberanía”. Esto equivale a colocar la conciencia de los
hombres al margen del reflejo concreto de los elementos y de los factores que
determinan su medio, considerándola como una chispa que alumbra todo
organismo, sano o enclenque, atormentado o armónicamente satisfecho con
lo que tiene, como una luz providencial y equitativamente repartida por
un indefinible dispensador de vida que ya no elige un monarca, sino que
da a todos la facultad de elegirlo. La premisa sobre la que reposa la teoría
democrática –a pesar de su ostentación racionalista– no es diferente, por su
puerilidad metafísica, a la del “libre-albedrío”, según el cual es la ley católica
del más allá la que absuelve o condena. La democracia teórica, en tanto
que se coloca al margen del tiempo y de la contingencia histórica, no está
menos impregnada de religiosidad que la profundamente errónea filosofía de
la “autoridad revelada” y de la monarquía por derecho divino.

El que quiera estudiar de cerca estos problemas no tiene más que recordar
que muchos siglos antes de la declaración de los derechos del hombre y del
El principio democrático y otros textos · 117

ciudadano y de la Gran Revolución, la doctrina democrática ya era defendida


por pensadores que se situaban completamente en el terreno del idealismo y
la filosofía metafísica. Por otra parte, la propia Gran Revolución echó abajo
los altares del Dios cristiano en nombre de la Razón, aunque luego convirtió
o se vio obligado a convertir a la propia Razón en una diosa.

Esta premisa metafísica, que es incompatible con la crítica marxista, no sólo


está presente en las construcciones del liberalismo burgués, sino también en
toda la doctrina constitucional y en los proyectos de construcción social que
se basan en la “verdad intrínseca” de ciertos esquemas de relaciones sociales
y estatales. Al levantar su doctrina histórica, el marxismo destruye al mismo
tiempo el idealismo medieval, el liberalismo burgués y el socialismo utópico.

Frente a estas arbitrarias elaboraciones constitucionales, aristócratas o


democráticas, autoritarias o liberales, así como frente a la concepción
anarquista de una sociedad sin jerarquía ni delegación de poderes, que
se basa en errores análogos, el comunismo crítico opone un estudio bien
fundamentado de la naturaleza de las relaciones sociales y de sus causas, que
se desarrollan de manera compleja a lo largo del curso de la historia de la
humanidad, así como un atento análisis de las características de las relaciones
sociales en la época actual del capitalismo y una serie de hipótesis razonables
acerca de su posterior evolución, a las que hoy hay que añadir la formidable
contribución teórica y práctica de la revolución rusa.

Sería superfluo extendernos aquí hablando de los ya conocidos conceptos


del determinismo económico y los argumentos que lo respaldan a la hora
de interpretar los hechos históricos y el mecanismo social. Todo apriorismo
conservador o utópico queda superado al introducir los factores que arraigan
en el terreno de la producción, de la economía y las relaciones de clase que
brotan de ellos; esto nos permite, por tanto, explicar científicamente cómo
todo lo que sucede en este terreno se refleja en las diversas manifestaciones
jurídicas, políticas, militares, religiosas o culturales de la vida social. Nos
118 · Amadeo Bordiga

limitaremos a seguir sumariamente la evolución que ha sufrido el modo de


organización social y el reagrupamiento de los hombres a través del curso de
la historia, no sólo en lo referente al Estado, abstracción que unifica a todos
los individuos de una colectividad, sino también en lo que concierne a los
diversos organismos que se forman como resultado de las relaciones entre
los individuos.

La base para interpretar cualquier jerarquía social, por extensa o limitada


que sea, son las relaciones entre los diferentes individuos, y estas relaciones
dependen a su vez de la división del trabajo entre los individuos.

Originalmente, podemos imaginar sin equivocarnos gravemente que la


especie humana tenía una forma de vida completamente desorganizada. El
limitado número de individuos permitía a la especie vivir de los productos de
la naturaleza sin tener que desarrollar para ello un arte o trabajo cualquiera,
y, por tanto, todos podían arreglárselas sin la ayuda de sus congéneres. No
había más relaciones que las derivadas de la necesidad de reproducirse,
comunes a todas las especies. Pero esta necesidad le basta a la especie humana,
y no sólo a ella, para construir un sistema de relaciones jerárquicas que da
lugar a la organización familiar. Esta puede basarse en la poligamia, en la
poliandria, en la monogamia… no es cuestión de entrar en tal análisis. En
cualquier caso, la familia es el embrión de la vida colectiva, organizada sobre
una división del trabajo que deriva directamente de factores fisiológicos,
factores que hacen que mientras la madre permanezca a cargo de los hijos, el
padre se dedique a cazar, a la protección contra los enemigos extraños, etc.

Al igual que en fases posteriores, en esta fase inicial de la producción y


la economía, en la que estos dos elementos están casi completamente
ausentes, es inútil detenerse en una investigación abstracta para averiguar
si estamos ante la unidad del individuo o ante la unidad social. La unidad
del individuo tiene sentido, sin duda, desde el punto de vista biológico,
pero si pretendemos hacer de ella el fundamento de la construcción de la
El principio democrático y otros textos · 119

sociedad, se convierte en una elucubración metafísica, pues desde el punto


de vista social las distintas unidades no tienen el mismo valor entre sí, y la
colectividad surge a partir de relaciones y evoluciones en las que cada unidad
no tiene una función individual, sino una función colectiva determinada
por las múltiples influencias del medio social. Incluso en el caso elemental
de una sociedad desorganizada o inexistente, la base fisiológica que aporta la
organización familiar basta para destruir el carácter arbitrario del individuo
como unidad indivisible (en el sentido literal del término) y susceptible de
combinarse en un plano superior con otras unidades diferentes y a la vez, en
cierto sentido, equivalentes. Ni siquiera existiría la pretendida unidad social,
pues evidentemente las relaciones entre los hombres, aunque se basen en la
simple existencia recíproca, son tan limitadas que en este caso se restringen
al círculo de la familia o el clan. Podemos decir que la unidad “social” nunca
ha existido, ni existirá probablemente más que como “límite” al que poderse
acercar progresivamente, traspasando las fronteras de las clases y los Estados.

La unidad del individuo se puede emplear como elemento de deducción y


de construcción social o, si se prefiere, de negación de la sociedad, sólo si
partimos de una premisa errónea que, aunque se presente con modernas
formulaciones, no es en resumidas cuentas más que una repetición de los
conceptos de la revelación religiosa, de la creación y de una vida espiritual
independiente de los fenómenos de la vida natural y orgánica. La divina
providencia, o cualquiera que sea la fuerza única que gobierna el destino del
mundo, otorgara supuestamente a cada individuo esta investidura elemental
que le convierte en molécula autónoma, bien definida, consciente, volitiva,
responsable del conjunto social, independiente de los accidentes imprevistos
y de las influencias físicas del medio. Si estudiamos las concepciones del
liberalismo democrático o del individualismo libertario podemos ver que
este concepto religioso e idealista sólo se ha modificado en apariencia: el alma
como luz que brilla en la eternidad, la soberanía subjetiva de cada elector o
la autonomía limitada de cada ciudadano en una sociedad sin ley, son otros
tantos sofismas que para la crítica marxista pecan de puerilidad, por más
120 · Amadeo Bordiga

resueltamente “materialistas” que fueran los primeros liberales burgueses y


los anarquistas.

Este concepto se corresponde con la suposición, también de naturaleza


idealista, de la unidad social perfecta, del monismo social basado en una
voluntad divina que gobierna y administra la vida de nuestra especie. Al
examinar el estadio primitivo de la vida social, una vez hemos llegado
a la formación de la organización familiar, nos vemos obligados a dejar
al margen las hipótesis metafísicas referentes a la unidad del individuo
y de la sociedad para poder interpretar la vida de la especie y su proceso
evolutivo; pero lo que sí podemos afirmar positivamente es que estamos
ante un tipo de colectividad organizada sobre una base unitaria, como es
la familia. No haremos de ella un tipo fijo o permanente, y en lugar de
idealizarlo como modelo de vida social, como el anarquismo o la monarquía
absoluta hacen con el individuo, constataremos únicamente la existencia de
esta unidad original de las organizaciones humanas, a las cuales sucederán
otras organizaciones. Esta unidad se modificará en diversos aspectos,
convirtiéndose en elemento constitutivo de otros organismos colectivos, o
desaparecerá al desarrollarse formas sociales más avanzadas, como se puede
suponer. En principio, no necesitamos situarnos a favor o en contra de la
familia, igual que no estamos, por ejemplo, a favor ni en contra del Estado.
Lo que nos interesa es comprender, en la medida de lo posible, el sentido
de la evolución de estas formas de organización humana, y preguntarnos
si es posible que un día desaparezcan de manera objetiva, pues no entra en
nuestro ánimo considerarlas sagradas e intangibles o perniciosas y a destruir:
el conservadurismo y su contrario (aunque sea la negación de toda forma de
organización y jerarquía social) se quedan cortos desde el punto de vista de
la crítica, y son estériles en resultados.

Al margen de la oposición tradicional entre las categorías individuo y


sociedad, para estudiar la historia de la humanidad nosotros seguiremos
la formación y la evolución de otras unidades, las colectividades humanas
El principio democrático y otros textos · 121

organizadas, agrupaciones más o menos restringidas de hombres fundadas


sobre una división del trabajo y una jerarquía, que aparecen como factores
y autores de la vida social. Estas unidades podemos compararlas, en cierto
sentido, a las unidades orgánicas, a los organismos vivos cuyas células con
diferente función y valor serían en nuestro caso los hombres o los grupos
elementales de hombres. Pero la analogía no es completa, pues mientras el
organismo vivo tiene un límite definido y un curso biológico de desarrollo y
muerte, las unidades sociales organizadas no estás encerradas en fronteras fijas
y se renuevan continuamente, se enredan unas con otras, se descomponen y
se recomponen. Lo que nos interesa (por ello hemos insistido en el sencillo
ejemplo de la unidad familiar) es demostrar que, si bien estas unidades
están compuestas de individuos y su composición varía, ellas se comportan
siempre como un “todo” orgánico y su división en unidades de individuos
sólo tiene un valor mitológico e irreal. El elemento familiar tiene una vida
unitaria que no depende del número de unidades menores que engloba, sino
del entramado de sus relaciones. Así, por ejemplo, para decirlo vulgarmente,
la familia que tiene un jefe, esposas y ciertos ancianos improductivos no
tiene el mismo valor que la familia que, además del jefe, dispone de jóvenes
aptos para el trabajo.

A partir de esta primera forma de unidad organizada de individuos que es


la familia y que representa la primera división del trabajo y las primeras
jerarquías y formas de autoridad, de dirección de la actividad de los
individuos y de administración, en el trascurso de la evolución se va pasando
indefinidamente por otras formar de organización, siempre más complejas y
más vastas. La razón de esta complicación está en la propia complejidad de
las relaciones y de las jerarquías sociales que surgen de las cada vez mayores
diferencias que determina estrictamente el sistema de producción: el arte y
la ciencia se ponen a disposición de las actividades humanas para producir
una cantidad siempre creciente de mercancías (en el sentido más vasto de
la palabra) aptas para satisfacer las necesidades de las sociedades humanas,
ahora más numerosas y que evolucionan hacia formas superiores de vida. Un
122 · Amadeo Bordiga

análisis que intente comprender el proceso de formación y de modificación


de las diferentes organizaciones humanas y el juego de las relaciones que
afectan a toda la sociedad, deberá basarse en la noción del desarrollo de la
técnica productiva y de las relaciones económicas que surgen de las diferentes
posiciones que ocupan los individuos respecto al mecanismo productivo.
La formación y la evolución de las dinastías, de las castas, los ejércitos, los
Estados, imperios, corporaciones o partidos pueden y deben seguirse con un
análisis basado en estos elementos. En la cúspide de este complejo desarrollo
podemos pensar que habrá una forma de unidad organizativa que coincidirá
con los propios límites de la humanidad y que realizará una división racional
del trabajo entre todos los hombres. Es discutible el sentido y el límite que
tendrá el sistema de jerarquías y de administración colectiva en una forma
superior de vida humana.

Como lo que nos interesa es examinar los organismos unitarios cuyas


relaciones interiores se rigen por lo que comúnmente se llama el “principio
democrático”, vamos a distinguir para simplificar entre las colectividades
organizadas que reciben su jerarquía del exterior y las que establecen ellas
mismas su propia jerarquía. Según el concepto religioso y la teoría de la
perfecta autoridad, la sociedad humana ha sido siempre una unidad colectiva
que recibe su jerarquía de poderes sobrenaturales; no insistiremos en la crítica
de semejante simpleza metafísica que contradice toda nuestra experiencia.
La jerarquía surge de las necesidades naturales de la división del trabajo,
y así ocurre, evidentemente, en el interior de la familia. Transformándose
en tribu y en horda, se organiza para luchar contra otras organizaciones y
así van surgiendo las jerarquías militares, basadas en la entrega del mando
al más capacitado para canalizar las energías comunes. Este criterio de
elección basado en el interés común es milenios más antiguo que el
moderno electoralismo, pues los reyes, los capitanes y los eclesiásticos eran
originalmente cargos electivos. Con el paso del tiempo se van imponiendo
otros criterios de selección de las jerarquías, que dan lugar a los privilegios
de casta que se transmiten a través de la herencia familiar o ceremonias de
El principio democrático y otros textos · 123

iniciación en escuelas, sectas o cultos minoritarios. En estos casos poseer


cierto cargo, ya se deba a aptitudes o funciones especiales, es generalmente lo
que garantiza poder influir en su transmisión.

Como ya hemos comentado, no tenemos intención de seguir todo el


desarrollo de la formación de las castas y de las clases sociales, para lo cual
tendríamos que tener en cuenta, además de las lógicas necesidades de la
división del trabajo, el monopolio del poder y la influencia que conlleva la
posición privilegiada de ciertas capas de individuos respecto al mecanismo
económico.

Cada casta dirigente se da a sí misma, de una u otra forma, una organización


jerárquica, y esto ocurre con todas las clases económicamente privilegiadas.
Para no limitarnos a dar sólo un ejemplo: la aristocracia terrateniente del
Medievo, al coaligarse para defender sus privilegios comunes frente a otras
clases, levantó una organización que dio lugar a la monarquía, en manos
de la cual se concentraban los poderes públicos situados completamente
al margen de los otros sectores de población. El Estado de la época feudal
es la organización de la nobleza feudal apoyada por el clero. El principal
instrumento de fuerza de la monarquía es el ejército: estamos ante un tipo
de colectividad organizada donde la jerarquía viene dada del exterior, y
en la que el rey nombra a los cargos del ejército en base a la obediencia
pasiva de cada uno de sus miembros. Toda forma de Estado concentra en
una autoridad única la capacidad de dirigir y encuadrar toda una serie de
jerarquías ejecutivas: ejército, policía, magistratura y burocracia. La unidad
estatal, pues, se vale materialmente de la actividad de todas las clases, pero
está organizada sobre la base de una o varias clases privilegiadas que tienen
el poder de formar las distintas jerarquías. Las otras clases, y en general toda
agrupación de individuos, que saben perfectamente que los intereses y las
exigencias de todos no están en absoluto garantizados por la organización
estatal existente –aunque ésta así lo pretenda–, tratan de dotarse de
organizaciones particulares para hacer prevalecer sus intereses, partiendo de
124 · Amadeo Bordiga

la constatación elemental de que los componentes de estas organizaciones se


sitúan en idéntica posición dentro de la vida económica.

Al ocuparnos de estas organizaciones que se dan a sí mismas su jerarquía,


podemos plantearnos “cómo” hay que elegir a estas jerarquías para defender
lo mejor posible los intereses colectivos de todos los componentes de la
organización, sin que se formen a su vez estratificaciones y privilegios en su
seno. Así aparece el método basado en el principio democrático: consultar a
todos los individuos y usar la opinión de la mayoría para designar a quienes
deben ocupar los distintos escalones de la jerarquía.

La crítica a semejante propuesta debe ser distinta, dependiendo si se tiene


intención de aplicarla a sociedades como las actuales, a las naciones, o si de
lo que se trata es de introducirlo en el seno de organismos más restringidos,
como los sindicatos proletarios o los partidos.

En el primer caso hay que rechazarla completamente, pues al no tener en


cuenta la situación de los individuos respecto a la economía y al considerar este
sistema electivo como algo intrínsecamente perfecto, independientemente
del desarrollo evolutivo que atraviesa la colectividad en la que se pretende
aplicar, no tiene ninguna base real de apoyo.

La división en clases, claramente reconocible por los privilegios económicos,


hace que la opinión de la mayoría pierda todo valor. Nuestra crítica combate
el engaño que lleva a pensar que el mecanismo del Estado democrático
y parlamentario, producto de las constituciones liberales modernas, es
una organización de todos los ciudadanos y en interés de todos. Existen
intereses opuestos y conflictos de clase, por lo que no es posible esperar una
organización unitaria. El Estado sigue siendo el órgano de la clase económica
que está por encima, el instrumento para la defensa de sus intereses, a pesar
de dar la apariencia exterior de soberanía popular. Aunque aplique el sistema
democrático, consideramos a la sociedad burguesa como un complejo
El principio democrático y otros textos · 125

conjunto de organismos unitarios, muchos de los cuales se concentran


alrededor del poderoso organismo centralizado que es el Estado político:
estos organismos son fruto del reagrupamiento de las capas privilegiadas
y tienden a la conservación del aparato social actual. Otros pueden ser
indiferentes, o cambiar de actitud respecto al Estado. Y otros, surgidos del
seno de las capas económicamente deprimidas y explotadas, se dirigen contra
el Estado de clase.

El comunismo demuestra, por tanto, que mientras subsista la división de la


sociedad en clases en función de la economía, la aplicación formal jurídica
y política del principio democrático y de la mayoría ciudadana no otorga al
Estado el carácter de una unidad organizativa de toda la sociedad o de toda
la nación. La democracia política aparece oficialmente con esta pretensión,
pero en realidad es la forma que más le conviene al poder específico de la clase
capitalista, a su verdadera dictadura y al objetivo de conservar sus privilegios.

No hay que insistir mucho, por tanto, para demoler con la crítica este error
que consiste en atribuir igual grado de independencia y de madurez al “voto”
de cada elector, ya sea un obrero agotado por el exceso de trabajo físico
o un ricachón harto de goces, un director de industria o un desgraciado
proletario que ignora las razones y los remedios a sus desdichas; en creer que
basta con solicitar la opinión de unos y otros de vez en cuando, cumpliendo
cada cierto tiempo con esta función soberana, para asegurar la calma y la
obediencia de aquellos que se sienten lesionados y maltratados por la política
y la administración del Estado.

***

Una vez demostrado que el principio democrático no tiene ninguna


virtud intrínseca y que no vale nada como principio, pues es, más bien,
un mecanismo organizativo fundado en una simple y banal presunción
aritmética (según la cual la mayoría tiene razón y la minoría se equivoca),
126 · Amadeo Bordiga

veamos ahora si este mecanismo es útil –y en qué medida– y si es suficiente


para las organizaciones que comprenden colectivos más limitados, que
no están divididos por las fronteras de los antagonismos económicos,
considerando estas organizaciones en su proceso de evolución histórica.

¿Podemos aplicar este mecanismo democrático a la dictadura proletaria, es


decir, a la forma de Estado que surge de la victoria revolucionaria de las clases
rebeldes al poder del Estado burgués, de tal forma que podamos definir esta
forma de Estado como una “democracia proletaria”, debido al mecanismo
interno de delegación y jerarquía? Esta cuestión hay que abordarla sin
prejuicios. Podemos afirmar que mientras no surja de la propia evolución
de los acontecimientos ningún otro mecanismo, podemos emplear algunas
modalidades del mecanismo democrático. Pero hay que tener presente
que no hay ninguna razón que permita establecer a priori la validez del
concepto de la “mayoría” del proletariado. Al día siguiente de la revolución,
el proletariado aún no es una colectividad completamente homogénea y no
constituye una sola clase: en Rusia, por ejemplo, el poder está en manos de la
clase obrera y campesina, pero es fácil demostrar, a poco que consideremos
el desarrollo del movimiento revolucionario, que el proletariado industrial,
mucho menos numeroso que el campesinado, representa una parte mucho
más importante, y es lógico, por tanto, que en el seno de los consejos obreros,
en el mecanismo de los Soviets, el voto de un obrero tenga mucho más
valor que el de un campesino. No pretendemos presentar aquí un análisis
completo de las características del Estado proletario. No concebimos este
en su aspecto inmanente, como consideran los reaccionarios a la monarquía
de derecho divino o los liberales el parlamentarismo de sufragio universal
y los anarquistas el “no-Estado”; el Estado proletario, como organización
de una clase contra otras clases que deben ser despojadas de sus privilegios
económicos, es una fuerza histórica real que se adapta al objetivo que
persigue, es decir, a las necesidades para las cuales ha sido creado. En ciertos
momentos esta fuerza podría impulsarse con las vastas consultas de masas,
y en otros con organismos restringidos investidos con plenos poderes; lo
El principio democrático y otros textos · 127

esencial es que esta organización de poder proletario tenga los medios y las
armas para abatir el privilegio burgués y las resistencias políticas y militares
de la burguesía, con el objeto de poder preparar la desaparición de las clases a
través de modificaciones cada vez más profundas en su papel y su estructura.

Una cosa es segura: mientras la democracia burguesa no tiene otro fin


efectivo más que mantener a las grandes masas proletarias y pequeño
burguesas apartadas de la dirección del Estado, que es coto privado de las
grandes oligarquías industriales, bancarias y agrarias, la dictadura proletaria
debe lograr implicar en la lucha que encarna a las más amplias capas de las
masas proletaria e incluso a las capas que van camino de la proletarización.
Pero sólo aquellos que están influidos por los prejuicios pueden pensar
que para esto es necesario un vasto engranaje de consultas electorales; estas
pueden ser frecuentes o no serlo –como es más probable–; por otra parte,
muchos proletarios, tras participar en este tipo de cosas, se abstienen de otras
manifestaciones más activas de la lucha de clases. Además, la gravedad que
adquiere la lucha en los momentos decisivos, exige rapidez en los movimientos
y en la toma de decisiones, así como una centralización organizativa de
los esfuerzos hacia una dirección común. Para enlazar estas condiciones,
el Estado proletario, como han demostrado numerosos hechos decisivos
de la experiencia rusa, funda su engranaje constitucional sobre elementos
que rompen directamente con los cánones de la democracia burguesa, lo
que lleva a los partidarios de ésta a lanzar gritos sobre la violación de las
libertades, cuando en realidad lo único que hacen es revelar sus prejuicios
de filisteo a través de los cuales la demagogia siempre ha tratado de defender
los privilegios. El mecanismo constitucional de la organización estatal de la
dictadura del proletariado no es sólo consultivo sino también ejecutivo. En
efecto, la participación, si no, de toda la masa, sí al menos del vasto sector
de sus delegados en las funciones de la vida política no es intermitente, sino
permanente. Es interesante señalar que esto se logra sin perjudicar el carácter
unitario y la actividad de todo el aparato del Estado, precisamente a partir de
criterios opuestos a los del híper-liberalismo burgués: es decir, suprimiendo
128 · Amadeo Bordiga

sustancialmente el sufragio directo y la representación proporcional. Y


esto tras haber echado por tierra anteriormente en nuestras primeras
consideraciones su otro dogma sagrado, el sufragio igualitario.

No pretendemos que estos nuevos criterios se fijen como principios del


mecanismo representativo o de la Constitución: podrían modificarse al
cambiar las circunstancias.

En todo caso, debemos indicar que no atribuimos ninguna virtud intrínseca


a estas formas de organización y representación, como demuestra esta tesis
marxista fundamental que dice que “la revolución no es cuestión de formas
de organización”. La revolución no es sino un problema de contenido, es
decir, de movimiento y de acción de fuerzas revolucionarias a través de un
proceso incesante que no podemos teorizar y cristalizar en vanas doctrinas
constitucionales “inmutables”.

De todas formas, en el mecanismo de los consejos obreros no se basa en


los criterios de la democracia burguesa, según los cuales todo ciudadano
debe elegir directamente a su delegado para la suprema representación: el
Parlamento. Por el contrario, existen diferentes grados de consejos obreros
y campesinos, que se extienden territorialmente hasta llegar al Congreso de
los Soviets. Cada consejo local o de distrito elige a sus delegados para el
Consejo Superior, así como su administración, es decir, el órgano ejecutivo
correspondiente. En la base, en los consejos de la ciudad o el pueblo, se
consulta a todas las masas, mientras que para elegir a los delegados al Consejo
Superior y el resto de cargos, cada agrupación de electores no vota según
un sistema de representación proporcional, sino un sistema de las mayorías
y eligiendo sus delegados en las listas presentadas por los partidos. Por lo
demás, puesto que lo más corriente es que haya que elegir un solo delegado,
que representa la relación entre un grado superior y otro inferior del consejo,
es evidente que el escrutinio de la lista y la representación proporcional,
dogmas del liberalismo formal, se rechazan simultáneamente. Como cada
El principio democrático y otros textos · 129

escalón de consejos debe contribuir a la formación de organismos que no


son únicamente consultivos, sino también administrativos y que están
estrictamente relacionados con la administración central, es evidente que
a medida que ascendemos a representaciones más restringidas no nos
encontraremos con asambleas parlamentarias de charlatanes que discuten sin
cesar y no llegan nunca a nada, sino con cuerpos homogéneos y restringidos
aptos para dirigir la acción, la lucha política y el camino revolucionario de
todas las masas así encuadradas.

A las virtudes de este mecanismo, que ningún otro proyecto constitucional


posee en sí mismo, se añade la presencia del partido político, un factor de
primer orden cuyo contenido supera con creces la pura forma organizativa
y al que su voluntad colectiva y activa da la posibilidad de trabajar de cara
a las necesidades de un largo proceso que progresa sin parar. Este órgano es
el que más se aproxima a una colectividad unitaria, homogénea y solidaria
en la acción. En realidad, engloba en sus filas sólo a una minoría de las
masas, pero precisamente este rasgo que la distingue del resto de organismos
representativos de base más amplia es el que demuestra que el partido
representa los intereses y el movimiento colectivo mejor que cualquier otro.
En el partido político se efectúa la participación continua e ininterrumpida
de todos sus miembros en la ejecución del trabajo común, y la preparación
de la solución a los problemas de la lucha y la reconstrucción, de los cuales
las masas no son conscientes hasta que los tienen delante. Por todas estas
razones, es natural que en un aparato representativo de delegación donde
no tiene cabida la mentira democrática, sino que se basa en un sector de la
población que se ve empujado hacia la revolución por sus intereses comunes,
la elección espontánea de delegados recaiga en los elementos propuestos por
el partido revolucionario, preparado para responder a las exigencias de la
lucha y para dar solución a los problemas para los que ha sabido y podido
prepararse.

Hay que aclarar, no obstante, que nosotros no consideramos que el partido


130 · Amadeo Bordiga

adquiera automáticamente esta facultad gracias al criterio que sigue a la


hora de construirse. El partido puede ser o no apto para cumplir su papel
de propulsor del trabajo revolucionario de una clase, y esta tarea no le
corresponde a cualquier partido, sino al comunista, y el propio partido
comunista no está exento de los peligros de degeneración y disolución. Las
características objetivas que colocan al partido a la altura de su tarea no están
incluidas en los estatutos ni dependen de su organización interna, sino que
se realizan a través de su proceso de desarrollo y de su participación en las
luchas y la acción, tratando de conducirlas hacia una orientación común
alrededor de una concepción concreta del proceso histórico, de un programa
fundamental que se delimita como conciencia colectiva y al mismo tiempo
como una firme disciplina organizativa. El desarrollo de estas ideas se puede
encontrar en las tesis sobre la táctica del partido presentadas al Congreso del
Partido Comunista de Italia, ya conocidas por el lector.

Volviendo a la naturaleza del engranaje que forma la dictadura del


proletariado, que como hemos visto tiene funciones tanto legislativas como
ejecutivas, en todos sus niveles, debemos añadir algunas explicaciones que
precisen para qué tareas de la vida colectiva se dota de funciones e iniciativas
ejecutivas a este engranaje, tareas que son la razón de ser y la justificación de
su propia existencia y así como de las relaciones que existen en su elástico
mecanismo en continua evolución. No referimos al período inicial del poder
proletario, del que son buen ejemplo los últimos cuatro años y medio de
dictadura proletaria en Rusia; no pretendemos entrar a analizar cuál será el
sistema definitivo de representación en una sociedad comunista no dividida
en clases, pues a medida que nos acerquemos a ella las organizaciones irán
evolucionando y adaptándose de una manera que no podemos prever por
completo. Únicamente podemos entrever que irá encaminado a fusionar
diversos organismos políticos, administrativos y económicos, así como
a eliminar progresivamente todo elemento coercitivo y el propio Estado
como instrumento de poder de clase y arma de lucha contra las otras clases
supervivientes.
El principio democrático y otros textos · 131

En el período inicial de la dictadura del proletariado, este tiene ante sí una


tarea enorme y compleja, que podemos dividir en tres esferas de actividad:
política, militar y económica. El problema militar de la defensa interior
y exterior contra los asaltos de la contrarrevolución, así como el de la
reconstrucción económica sobre unas bases colectivas, se basa en la aplicación
de un plan sistemático y racional que permita emplear todos los esfuerzos y
dirigirlos a una actividad que debe tener un fuerte carácter unitario, para
poder utilizar con el mejor rendimiento todas las energías de las masas. Por
tanto, el organismo que dirige la lucha contra el enemigo externo e interno,
es decir, el ejército y la policía revolucionaria, debe basarse en una disciplina y
una jerarquía centralizadas en manos del poder proletario. El ejército rojo es,
entonces, una unidad organizada, con una jerarquía elegida externamente,
es decir, por el gobierno político del Estado proletario, y lo mismo ocurre
con la policía y los tribunales revolucionarios. Mucho más complejos son
los aspectos que adquiere el problema de la economía que el proletariado
vencedor debe levantar para poner los cimientos de un nuevo sistema de
distribución y producción. Debemos señalar aquí que lo que diferencia
este aparato administrativo del caos de la economía privada burguesa es la
centralización. La gestión de todas las empresas persigue intereses colectivos, y
está en relación con todo un plan de producción y distribución. Por otra parte,
el aparato económico y la distribución de los trabajadores en sus diferentes
ramas se modifican continuamente, no solo por el hecho de desarrollarse
gradualmente, sino también debido a las inevitables crisis que acompañan a
la lucha política y militar en un periodo de grandes transformaciones. Estas
consideraciones nos llevan a la conclusión de que, en el período inicial de
dictadura proletaria, si bien los consejos, en sus diferentes niveles, deben
elegir delegados para los órganos legislativos de los niveles superiores y para
los órganos ejecutivos locales, hay que dejar al centro la gestión absoluta de
la defensa militar y, en un sentido menos rígido, de la campaña económica.
Los órganos locales se encargan, pues, de encuadrar políticamente a las masas
para que participen en la ejecución de estos planes del centro, permitiendo
encuadrarlos militar y económicamente, allanando el terreno a una actividad
132 · Amadeo Bordiga

de las masas más vasta y continua en relación a los problemas de la vida


colectiva; en fin, canalizan a las masas hacia la formación de esa organización
poderosamente unitaria que es el Estado proletario.

No nos extenderemos más sobre estas consideraciones, que no pretenden


negar a los organismos intermedios de la jerarquía estatal toda posibilidad de
movimiento e iniciativa. Lo que tratábamos de demostrar es que no se puede
teorizar sobre su formación basándonos en un esquema en el que son las
agrupaciones de electores proletarios, ya sea en las fábricas o en las divisiones
militares, las que se adhieren por su cuenta a las tareas efectivas, militares o
económicas, de la Revolución. El mecanismo de esas agrupaciones no actúa
gracias a aptitudes especiales inherentes a su esquema o a su esqueleto. Si bien
estas unidades que reagrupan a los electores en la base pueden construirse, y de
hecho se construyen, sobre criterios empíricos, como son la confluencia en el
lugar de trabajo, de residencia, la guarnición, el frente u otras situaciones de la
vida cotidiana, sin que ninguno de ellos pueda ser excluido a priori o ponerse
como modelo a seguir, el fundamento de la representación en el Estado
revolucionario reside en una subdivisión territorial de circunscripciones en
las cuales se celebran las elecciones. Todas estas consideraciones no tienen
carácter absoluto, lo que permite que nos reafirmemos en nuestra tesis de
que ningún esquema constitucional tiene un valor de principio, y que la
democracia de las mayorías, en su significado formal y aritmético, no es
más que uno de los posibles métodos de coordinación y relación de los
organismos colectivos. En resumen, de ninguna manera podemos decir
que sea un método necesario o justo en sí mismo (para los marxistas como
nosotros estas expresiones carecen de sentido), ni tampoco que nuestro
objetivo sea sustituir el aparato democrático que hemos criticado por otro
que de por sí esté exento de fallos y errores.

Ya hemos dicho bastante acerca del principio democrático en lo que respecta


a su aplicación en el Estado burgués, que pretende abarcar a todas las clases,
así como cuando se aplica a los fundamentos del Estado de la clase proletaria,
El principio democrático y otros textos · 133

tras la victoria revolucionaria. Nos queda por decir algo sobre la aplicación
del mecanismo democrático a las organizaciones que se desarrollan en el
proletariado antes (y también después) de conquistar el poder: sindicatos y
partidos políticos.

Una vez establecido que una verdadera unidad organizativa sólo es posible
si los intereses de los componentes de la organización son homogéneos, y
teniendo en cuenta que la adhesión al sindicato o al partido es una decisión
espontánea de participar en un cierto tipo de actividad, es evidente que a la
hora de examinar el funcionamiento de su mecanismo democrático de las
mayorías podemos ahorrarnos esas críticas que sí son aplicables al Estado
burgués y que quitan todo valor a esa unión artificial de las distintas clases.
Pero tampoco debemos dejarnos engañar por esa concepción arbitraria que
hace de las decisiones de la mayoría algo sagrado.

En el sindicato, comparado con el partido, sus integrantes poseen una


identidad más completa de intereses materiales inmediatos: en los estrechos
límites de una categoría su composición es muy homogénea, y de organismo
de adhesión voluntaria tiende a convertirse (sobre todo en una cierta fase
del desarrollo del Estado proletario) en un organismo al que es obligatorio
que los trabajadores de una categoría o industria determinada se adhieran.
No es necesario decir que, en este terreno, el número, la cantidad, es el
coeficiente decisivo y la consulta de la mayoría tiene un gran valor, pero
a esta consideración esquemática hay que añadir otros factores que
también influyen en la organización sindical: la jerarquía burocratizada de
funcionarios que le inmoviliza y los grupos de vanguardia que el partido
revolucionario forma en su interior para llevarle al terreno de la acción
revolucionaria. En esta lucha, no es raro que los comunistas demuestren
que son precisamente los funcionarios de la burocracia sindical los que
violan el concepto democrático y se saltan la voluntad de la mayoría. Esta
denuncia está perfectamente justificada, ya que los jefes sindicales de la
derecha alardean de su mentalidad democrática. Hay que poder en evidencia
134 · Amadeo Bordiga

las contradicciones de la burocracia sindical, igual que hacemos con los


burgueses liberales cuando defraudan o infringen una consulta popular (sin
caer en la ilusión de que estas consultas, aun siendo libres y limpias, puedan
resolver los problemas que interesan al proletariado). Es oportuno y correcto
proceder así, pues cuando las masas se mueven bajo los efectos de la situación
económica, es posible contrarrestar la influencia de los funcionarios, que
es una influencia extra-proletaria procedente –aunque no oficialmente–
de las clases y poderes extraños a la organización sindical, y aumentar así
la influencia de los grupos revolucionarios. Y aquí no se trata de ningún
prejuicio “constitucional”, pues los comunistas pueden y deben actuar de
manera elástica con respecto a los cánones de la democracia sindical, para
ser comprendidos por las masas y demostrarles que persiguen sus mismos
intereses. Por ejemplo, no existe contradicción alguna entre estas dos tácticas:
exigir, como minoría, una representación en los órganos directivos de los
sindicatos hasta donde lo permitan los estatutos y proponer a la vez que esta
representación estatutaria debe suprimirse, para que los órganos ejecutivos
sean más ágiles cuando los conquistemos. El criterio esencial que debe servir
de guía para estas cuestiones depende de un atento análisis del proceso
de desarrollo del sindicato en un momento dado. Se trata de acelerar su
transformación para que, de órganos de influencia contrarrevolucionaria, se
conviertan en órganos de la lucha revolucionaria; los criterios de organización
interna no tienen valor en sí mismos, sino en la medida en que convergen
hacia este objetivo.

Por último, nos queda hablar de la organización del partido, alguna de


cuyas características hemos avanzado ya al analizar el engranaje del Estado
obrero. El partido, a diferencia del sindicato, no parte de una identidad tan
completa de intereses económicos, pero en cambio establece la unidad de su
organización sobre una base mucho más amplia que la categoría: la clase. Y
no sólo es que la organización de partido se extienda en el espacio, tendiendo
a internacionalizarse, sino también en el tiempo, pues la conciencia y la
actividad de este órgano específico son necesarias a lo largo del proceso
El principio democrático y otros textos · 135

de emancipación revolucionaria del proletariado, si se quiere llegar a la


victoria. Estas viejas consideraciones nos obligan a estudiar el problema de
la estructura y la organización interna del partido y a tener en cuenta todo el
proceso de su formación y de su vida, en lo que atañe a las complejas tareas
que debe resolver. Estamos acabando esta larga exposición y no podemos
entrar en los detalles de mecanismo que permite reclutar o designar a los
cargos de toda la jerarquía a través de la consulta a todos los militantes. Es
evidente que por el momento lo mejor que se puede hacer es atenerse al
principio mayoritario. Pero tal y como hemos subrayado con insistencia, no
podemos establecer el mecanismo democrático como principio organizativo
del partido. Paralelamente a una labor consultiva, parecida a la labor
legislativa del aparato del Estado, el partido tiene una tarea ejecutiva que,
en los momentos supremos de la lucha, se corresponde con la de un ejército
que requiere la máxima disciplina jerárquica. En este sentido, el complicado
proceso por el que hemos podido ver como se formaba una jerarquía en
los partidos comunistas es un hecho real y dialéctico que tiene lejanos
orígenes y responde a todo un pasado de experiencias, de funcionamiento
del mecanismo del partido. Nosotros no concebimos la decisión de la
mayoría del partido como la sentencia de un juez infalible y sobrenatural
que suministra jefes a los colectivos humanos, como piensan aquellos que
dan por cierta la participación del Espíritu Santo en los cónclaves. Incluso
en un organismo como el partido, en el que la composición de su masa es el
resultado de una selección a través de la adhesión espontánea y voluntaria y
un control del reclutamiento, la decisión de la mayoría no tiene por qué ser
la mejor, aunque puede contribuir a mejorar el rendimiento de la jerarquía
operante, ejecutiva del partido en la medida en que sea concurrente con los
esfuerzos del partido hacia un trabajo conjunto y bien orientado. Sea cual
sea el nuevo mecanismo que debe sustituir al de la mayoría, no pretendemos
analizarlo aquí; lo cierto es que no debemos rechazar con injustificable fobia
el hecho de que una organización se vaya liberando progresivamente de las
convenciones del principio democrático, a medida que vayan apareciendo
otros elementos para la elección y la resolución de problemas, revelándose
136 · Amadeo Bordiga

más adecuados a la realidad del desarrollo del partido y de su actividad en un


contexto histórico dado.

Nosotros admitimos el criterio democrático como un material accidental


para la construcción de nuestra organización interna y la elaboración de los
estatutos del partido: no es una plataforma indispensable. Por eso nosotros
no convertimos en un principio la fórmula organizativa del “centralismo
democrático”9. Para nosotros la democracia no puede ser un principio; en
cambio, el centralismo sí que lo es, pues la característica esencial de la
organización del partido es su unidad de estructura y movimiento. Para
referirnos la continuidad espacial de la estructura del partido, nos basta el
término centralismo. Y para introducir el concepto esencial de continuidad
en el tiempo, es decir, de la continuidad del objetivo hacia el que
tendemos y de la dirección en la que procedemos para salvar los sucesivos
obstáculos, es más, para unir estos dos conceptos esenciales de unidad
en una misma fórmula, proponemos que el partido comunista emplee la
fórmula “centralismo orgánico” como fundamento de su organización.
De esta forma, quedándonos con los que nos sirve de este accidental
mecanismo democrático, suprimimos el empleo de un término, como es el
de “democracia”, tan querido para los peores demagogos como cargado de
ironía para todos los explotados, los oprimidos y los engañados, y lo dejamos
para uso exclusivo de los burgueses y los campeones del liberalismo, con sus
estrafalarios atavíos y sus poses a veces tan extremistas.

9 Concepción organizativa defendida por Lenin y el leninismo en general. [N. del E.]
TESIS DE ROMA10

Preámbulo

Las presentes tesis tratan el problema general de los criterios a los que debe
obedecer la acción del partido comunista y que hacen posible realizar su
programa y alcanzar su objetivo, el método que debe seguir para determinar
qué iniciativas debe emprender y la dirección que debe dar a sus movimientos.

En los diferentes ámbitos de la actividad del partido (cuestión parlamentaria,


sindical, agraria, militar, nacional y colonial, etc.), este problema reviste
aspectos particulares y no se tratarán aquí separadamente al haber sido
tratados en otras discusiones y resoluciones en los congresos internacionales
y nacionales.

Las presentes tesis parten del programa que el Partido Comunista de Italia se
dio en Livorno, que es la expresión y el fruto del método y la doctrina de la
propia Internacional y del Partido. Este programa declara:

El Partido Comunista de Italia (Sección de la Internacional Comunista) se


constituye sobre la base de los siguientes principios:

10 Publicado en “Rassegna Comunista”, año II, Nº 17, 30 de enero de 1922. “Las Tesis sobre
la Táctica del PCI”, más conocidas como “Tesis de Roma”, fueron redactadas por A. Bordiga y
U. Terracini y aprobadas durante el II Congreso del PCI en marzo de 1922. Este es uno de los
documentos más importantes de la Izquierda Italiana en sus primeros años, y se enmarca en el
contexto de las divergencias que mantenía el partido italiano con la Internacional en cuestiones
como la conquista de la “mayoría” de la clase obrera por el partido comunista o la interpretación
de la táctica del frente único. A este respecto, unas semanas antes de que el PCI aprobara estas
tesis en su Congreso de Roma (en las que se especifica cómo entendía el partido italiano el frente
único, siempre por abajo, en el terreno sindical, y no por arriba, con organizaciones políticas),
el I Ejecutivo Ampliado de la Internacional aprobaba con la oposición de la delegación italiana
sus propias Tesis sobre la táctica del frente único, que consideraban a los socialistas no como el
ala izquierda de la burguesía, sino como el ala derecha del movimiento obrero, consintiendo
por tanto las alianzas con ellos. A pesar de estos desacuerdos en cuestiones de táctica, el PCI
mantenía su disciplina a la Internacional y estaba dispuesto a someterse a su criterio, pero no a
abandonar sus convicciones. [Nota de “¡Salud, Proletarios!”, Blog de recopilación de textos para
la Revolución Comunista Internacional]
138 · Amadeo Bordiga

1- En la actual sociedad capitalista se desarrolla una contradicción siempre


creciente entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, que
genera un antagonismo de intereses y la lucha de clases entre el proletariado
y la burguesía dominante.

2- Las actuales relaciones de producción se hallan protegidas y defendidas


por el poder del Estado burgués, basado en el sistema representativo de la
democracia y que es el órgano para la defensa de los intereses de la clase
dominante.

3- El proletariado no puede romper ni modificar el sistema de las relaciones


capitalistas de producción, de las que se deriva su explotación, sin derrocar el
poder burgués por la violencia.

4- El órgano indispensable para la lucha revolucionaria del proletariado es


el partido de clase. El Partido Comunista, que agrupa en sus filas a la parte
más avanzada y más consciente del proletariado, unifica los esfuerzos de las
masas trabajadoras, llevándolas de las luchas por los intereses particulares
de determinados grupos, que buscan resultados contingentes, a la lucha
revolucionaria por la emancipación del proletariado.

El papel del partido es extender la conciencia revolucionaria entre las masas,


organizar los medios materiales para la acción y dirigir al proletariado en el
trascurso de la lucha.

5- La guerra mundial la han causado las incurables contradicciones internas


del régimen capitalista, que han engendrado el moderno imperialismo. La
guerra ha abierto una crisis en la cual se va disolviendo la sociedad capitalista
y en la que la lucha de clases no puede desembocar más que en un conflicto
armado entre las masas trabajadoras y el poder de los distintos Estados
burgueses.
6- Tras la caída del poder burgués, el proletariado sólo puede organizarse en
El principio democrático y otros textos · 139

clase dominante destruyendo el viejo aparato estatal e instaurando su propia


dictadura, es decir, fundando los organismos representativos del Estado
únicamente teniendo en cuenta a la clase productiva, privando a la burguesía
de todo derecho político.

7- La forma de representación política del Estado proletario es el sistema de


consejos de trabajadores (obreros y campesinos), ya en vigor en la Revolución
Rusa, con la que se ha iniciado la Revolución proletaria mundial y que es la
primera experiencia estable de una dictadura del proletariado.

8- La necesaria defensa del Estado proletario contra todos los intentos


contrarrevolucionarios no puede asegurarse más que quitando a la burguesía
y a todos los partidos enemigos de la dictadura del proletariado todos los
medios de agitación y de propaganda política y dotando al proletariado de
una organización armada para rechazar todo ataque externo o interno.

9- El Estado proletario es el único que puede intervenir sistemáticamente en


las relaciones de la economía social, efectuando todas las sucesivas medidas
que aseguran el reemplazo del sistema capitalista por la gestión colectiva de
la producción y la distribución.

10- El efecto de esta transformación de la economía y por tanto de todas


las actividades de la vida social, una vez eliminada la división de la sociedad
en clases, es suprimir también poco a poco la necesidad del Estado político,
cuyo aparato se irá reduciendo progresivamente al de la administración
racional de las actividades humanas.

I-Naturaleza orgánica del Partido Comunista

1- En su actividad, el Partido Comunista, partido político de la clase


proletaria, se presenta como una colectividad que trabaja bajo una dirección
unitaria. Los impulsos iniciales que conducen a los elementos y grupos de
140 · Amadeo Bordiga

esta colectividad a organizarse para una acción unitaria, son los intereses
inmediatos que las condiciones económicas suscitan en grupos de la clase
trabajadora. Una característica esencial de la función del partido comunista
es el empleo de las energías así encuadradas para el logro de objetivos que, al
ser comunes a toda la clase trabajadora y al situarse al término de toda una
serie de luchas, superan, unificándolos, los intereses de los grupos particulares
y las reivindicaciones inmediatas y contingentes que la clase trabajadora se
plantea.

2- La integración de todos los impulsos elementales en una acción unitaria


se manifiesta a través de dos factores principales: uno de los cuales es la
conciencia crítica de la que el partido extrae su programa; el otro es
la voluntad que se expresa a través de la organización disciplinada y
centralizada del partido, que es el instrumento para su acción. Sería erróneo
considerar estos dos factores, la conciencia y la voluntad, como facultades
que se presentan o deben exigirse a todos los individuos, ya que éstas sólo
se obtienen integrando la actividad de muchos individuos dentro de un
organismo colectivo unitario.

3- Las declaraciones programáticas de los Partidos y de la Internacional


Comunista contienen una precisa definición de la conciencia teórico-crítica
del movimiento. Esta conciencia y esta organización nacional e internacional
han sido y son el resultado de un estudio de la historia de la sociedad humana
y de su estructura en la presente época capitalista, estudio basado en los
hechos y experiencias de la lucha proletaria real, en la que se debe participar
activamente.

4- Aparentemente, la proclamación de estas fórmulas programáticas, así


como también la designación de los hombres a los que se confían los distintos
cargos de la organización del partido, son el resultado de una consulta
democrática a los delegados del partido. En realidad, son el resultado de un
proceso real que, acumulando los elementos de la experiencia y preparando
El principio democrático y otros textos · 141

y seleccionando a los dirigentes, permite dar forma al programa y jerarquizar


la estructura del partido.

II-Proceso de desarrollo del Partido Comunista

5- El partido proletario se va organizando y desarrollando en la medida en


que la madurez y la evolución social permiten que aparezca una conciencia
de los intereses generales y supremos de la clase obrera y que se desarrolle en
este sentido una acción colectiva unitaria.

Por otra parte, el proletariado no aparece y no actúa en la historia como


clase más que cuando se esboza en él la tendencia a darse un programa y un
método común de acción, es decir, a organizarse en partido.

6- El proceso de formación y desarrollo del partido proletario no presenta


una marcha continua y regular, sino que es susceptible de atravesar
fases muy complejas y períodos de crisis general, tanto nacional como
internacionalmente.

Los partidos proletarios sufren muchas veces un proceso de degeneración que


les arrebata la unidad de acción y su adecuación a los objetivos revolucionarios
supremos, o al menos atenúa estas características indispensables de su
actividad, en lugar de acentuarlas. En estos casos, dicha actividad se va
fragmentando, tratando de satisfacer los intereses de grupos restringidos de
obreros o buscando resultados contingentes (reformas), adoptando métodos
que comprometen el trabajo revolucionario y la preparación del proletariado
de cara a la realización sus objetivos de clase. De esta forma, los partidos
proletarios a menudo han abierto las puertas de su organización a grupos
o elementos que no se situaban en el terreno de la acción colectiva unitaria
por los objetivos supremos. Esto viene siempre acompañado de una revisión
y una deformación de la doctrina y del programa y de una relajación de la
disciplina interna, de manera que la dirección del movimiento proletario
142 · Amadeo Bordiga

termina cayendo en manos de agentes ocultos de la burguesía, en lugar de


caer en las de un estado mayor de dirigentes entregados y decididos para la
lucha.

7- Solo cuando las nuevas situaciones empiezan a ejercer su influencia y


cuando la presión de los acontecimientos incitan a la clase obrera a la acción
es posible salir de semejante situación y volver al verdadero partido de clase.
Este retorno se realiza mediante la escisión de una parte de la organización
que, defendiendo el programa, criticando las experiencias desfavorables de
la lucha y formando en el seno del viejo partido una escuela y una fracción
con una jerarquía propia, restablece la continuidad indispensable para la vida
del organismo unitario, la cual se basa en la posesión de una conciencia y
una disciplina. De esta conciencia y esta disciplina surge el nuevo Partido.
En general, éste es el proceso que ha llevado de la bancarrota de los partidos
de la Segunda Internacional al surgimiento de la Internacional Comunista.

8- El desarrollo del partido comunista después del desenlace de una crisis


semejante se puede definir como “normal”, para facilitar el análisis, lo que
no excluye la posibilidad de que posteriormente las situaciones traigan de
nuevo fases críticas. Presentando la máxima continuidad en la defensa del
programa y en la vida de la jerarquía dirigente (pasando por encima de las
sustituciones individuales de dirigentes infieles o desgastados), el partido
desarrolla al máximo un trabajo eficaz y útil, ganando al proletariado para
la causa de la lucha revolucionaria. No se trata sólo de educar a las masas, y
mucho menos de exhibir un partido intrínsecamente puro y perfecto, sino
de obtener precisamente el máximo rendimiento en el proceso real. Como se
apreciará más abajo, de lo que se trata es de, mediante un trabajo sistemático
de propaganda y proselitismo y sobre todo participando activamente en
las luchas sociales, lograr que un número siempre creciente de trabajadores
pase del terreno de las luchas parciales por intereses inmediatos al terreno
de la lucha orgánica y unitaria por la revolución comunista. Ahora bien,
sólo cuando existe una continuidad semejante en el programa y la dirección
El principio democrático y otros textos · 143

del partido es posible, no sólo vencer la desconfianza y las reticencias del


proletariado hacia él, sino también encauzar y encuadrar rápida y eficazmente
las nuevas energías adquiridas en este pensamiento y esta acción común,
logrando esa unidad de movimiento que es condición indispensable para la
revolución.

9- Por las mismas razones, hay que considerar como un procedimiento


completamente anormal el hecho de que otros partidos o fracciones se
incorporen al Partido. Un grupo que hasta entonces se distinguía por una
posición programática diferente y por una organización independiente, no
puede aportar al Partido Comunista elementos capaces de ser asimilados
útilmente, sino que altera la firmeza de su posición política y la solidez de su
estructura, de modo que el aumento de los efectivos, lejos de corresponderse
con un aumento de la fuerza y de la capacidad del Partido, bien podría
paralizar su labor de encuadramiento de las masas, en lugar de facilitarla.

Sería deseable que la Internacional Comunista declarase cuanto antes


que no admite la menor atenuación de estos dos principios organizativos
fundamentales: no puede existir en cada país más que un único partido
comunista, y nadie se puede adherir a la Internacional Comunista más que
a través de la adhesión individual al partido comunista de un determinado
país.

III- Relaciones entre el Partido Comunista y la clase obrera

10- La delimitación y la definición de las características del partido de clase,


que son la base de su estructura como órgano del sector más avanzado de
la clase proletaria, no sólo no impiden, sino que exigen que el partido esté
estrechamente relacionado con el resto del proletariado.

11- La naturaleza de estas relaciones deriva de la dialéctica que rige la


formación de la conciencia de clase y de la organización unitaria del
144 · Amadeo Bordiga

Partido. La formación de esta conciencia se traduce en el movimiento


de una vanguardia del proletariado desde el terreno de los movimientos
espontáneos, suscitados por los intereses parciales de grupos, al terreno
de la acción proletaria general; pero esto no se consigue negando aquellos
movimientos elementales, sino asegurando su unión y superándolos a través
de la experiencia viva, llevándolos a su realización, tomando parte activa en
ellos y siguiendo atentamente todo su desarrollo.

12- Por tanto, la obra de propaganda ideológica y de proselitismo que


el partido realiza constantemente es inseparable de la acción real y del
movimiento proletario en todas sus manifestaciones. Es un error banal
considerar que es contradictorio participar en las luchas por resultados
contingentes y limitados mientras se prepara la lucha revolucionaria final
y general. La propia existencia del organismo unitario del partido, con su
indispensable y claro programa y su no menos indispensable solidaridad y
disciplina organizativa, ya es de por sí garantía de que, lejos de considerar
las reivindicaciones parciales como un fin en sí mismas, considerará la lucha
para imponerlas como un medio para adquirir la indispensable experiencia y
entrenamiento, como una preparación revolucionaria.

13- El partido comunista participa, pues, en toda organización económica


del proletariado que esté abierta a todos los trabajadores, al margen de sus
ideas políticas (sindicatos, consejos de fábrica, cooperativas, etc.). La postura
fundamental respecto a los organismos de este tipo es que deben englobar a
todos los trabajadores que estén en una determinada situación económica,
y cuanto más constante sea en la defensa de esta postura más útil será el
desarrollo de su actividad. Para ello, el partido organiza a los militantes que
forman parte de estas organizaciones en grupos o células ligadas al partido.
Participando en primera línea en las acciones de las asociaciones económicas
en las que militan, estos grupos atraerán hacia las filas del partido a los
elementos que durante el desarrollo de la acción hayan madurado para ello.
Tienden así a ganarse el respaldo de la mayoría en estas asociaciones y a
El principio democrático y otros textos · 145

conquistar los cargos directivos, convirtiéndose en la correa de transmisión


natural de las consignas del partido. Este trabajo no se limita al trabajo de
propaganda, de proselitismo y a las campañas electorales en las asambleas
proletarias, sino que es un trabajo de conquista y organización, que se
desarrolla sobre todo al calor de la lucha y de la acción, ayudando a los
trabajadores a extraer de su lucha las experiencias más útiles.

14- Todo el trabajo y el encuadramiento de los grupos comunistas tiende


a dar al partido el control definitivo de los órganos dirigentes de las
asociaciones económicas. Las centrales sindicales nacionales, en particular,
se revelan como el instrumento más seguro para encauzar hacia el partido
los movimientos del proletariado no organizado. El partido, por tanto, está
interesado en evitar las escisiones en los sindicatos y demás organizaciones
económicas, aunque su dirección esté en manos de otros partidos políticos.
Y sus militantes tampoco deberán oponerse a movimientos decididos por
las direcciones de estas organizaciones, lo que no quiere decir que no deban
criticar abiertamente la acción y la obra de los dirigentes.

15- Además de participar de esta manera en la vida de los organismos


proletarios que surgen naturalmente por la presión de los reales intereses
económicos, y además de favorecer su extensión y fortalecimiento, el partido
se esforzará en que su propaganda ponga en evidencia los problemas que
realmente interesan a los obreros y que puedan dar lugar -en el desarrollo de
las situaciones- a nuevos organismos de lucha económica. Con todos estos
medios, el partido amplía y refuerza la influencia que ejerce de mil formas
sobre el proletariado, aprovechando para ello todas las manifestaciones
posibles de la vida social.

16- Exigir a cada uno de sus adherentes, considerados individualmente, una


perfecta conciencia crítica y un completo espíritu de sacrificio y limitar la
esfera de influencia del Partido a las uniones revolucionarias de trabajadores
que se forman en el terreno económico con criterios escisionistas, uniones
146 · Amadeo Bordiga

que incluyen únicamente a los proletarios que aceptan determinados


métodos de acción, es concebir el partido de una manera totalmente errónea.
Por otra parte, no se puede exigir al partido que, en un momento dado o
en la víspera del inicio de acciones generales, haya encuadrado a la mayoría
del proletariado bajo su dirección, ni mucho menos en sus propias filas.
Semejante postulado no se puede plantear a priori sin tener en cuenta el
proceso de desarrollo dialéctico del partido. No tiene ningún sentido, ni
siquiera en abstracto, comparar el número de proletarios encuadrados en
la organización disciplinada y unitaria del partido (o bajo su influencia)
con el de los proletarios desorganizados y dispersos o que están afiliados
a organismos corporativos incapaces de reunirles orgánicamente. A
continuación, se definirán las condiciones que deben regir las relaciones del
partido con la clase, para que sus acciones sean viables y eficaces.

IV-Relaciones del Partido Comunista con otros movimientos políticos


proletarios

17- La fracción del proletariado que se encuentra organizada en otros


partidos políticos o que simpatiza con ellos es especialmente obstinada a la
hora de reagruparse en las filas y bajo la influencia del Partido Comunista.
Todos los partidos burgueses tienen seguidores proletarios, pero lo que aquí
nos interesa son sobre todo los partidos socialdemócratas y las corrientes
sindicalistas y anarquistas.

18- El partido debe desarrollar una incesante crítica al programa de estos


movimientos y demostrar sus insuficiencias de cara a la emancipación del
proletariado. Esta polémica teórica será tanto más eficaz cuanto mejor
demuestre el Partido que la experiencia confirma las críticas programáticas
que desde hace tiempo formula contra estos movimientos. Por eso, en las
polémicas de este tipo, nunca hay que ocultar las divergencias en el método,
no sólo en lo referente a los problemas momentáneos, sino también en lo
que se refiere al desarrollo posterior de la acción del proletariado.
El principio democrático y otros textos · 147

19- Además, estás polémicas deben reflejarse en el terreno de la actividad.


Al participar en las luchas de las organizaciones económicas proletarias,
incluso cuando estas están dirigidas por los socialistas, los sindicalistas o los
anarquistas, los comunistas no se niegan a participar en su acción a no ser
que la masa entera se rebele espontáneamente contra su dirección. Tendrán
que demostrar que el método erróneo de los jefes condenará esta acción a la
impotencia o a la utopía, en un momento dado de su desarrollo, mientras que
el método comunista lleva a mejores resultados para los fines del movimiento
revolucionario general. En la polémica, los comunistas deben distinguir
siempre entre los jefes y las masas, haciendo a los primeros responsables de
sus errores y faltas. No dejarán de denunciar vigorosamente también la obra
de los dirigentes que, aunque sus sentimientos revolucionarios sean sinceros,
defienden una táctica peligrosa y errónea.

20- El objetivo esencial del Partido Comunista es ganar terreno entre el


proletariado, aumentar sus efectivos y su influencia a costa de las corrientes
y partidos políticos proletarios disidentes, sin comprometer nunca la
fisionomía programática y organizativa del Partido. Este objetivo se logra
participando en la lucha proletaria real, en un terreno que puede ser tanto de
acción común como de oposición recíproca.

21- Para atraer a los proletarios que pertenecen a otros movimientos


políticos, el partido comunista no puede emplear el método que consiste en
organizar, en su seno, fracciones comunistas o de simpatizantes comunistas.
Este método se puede emplear para penetrar en los sindicatos, de donde
no deben salir los grupos comunistas que están allí organizados; pero si se
aplican a los movimientos políticos, semejantes métodos comprometerán la
unidad organizativa del partido, por las razones ya mencionadas a propósito
del desarrollo de su organización.

22- En la propaganda y en la polémica, hay tener en cuenta que entre las filas
de los sindicalistas y los anarquistas militan muchos trabajadores que, estando
148 · Amadeo Bordiga

maduros para concebir la lucha revolucionaria unitaria, se han apartado


de ella como reacción ante la degeneración de los viejos partidos políticos
socialdemócratas. El ímpetu de la polémica y de la lucha comunista contra
estos partidos socialistas es un factor de primer orden para reincorporar a
aquellos trabajadores al terreno revolucionario.

23- Evidentemente, no se puede pertenecer al partido comunista y


simultáneamente a otro partido político. Esta incompatibilidad incluye
a todos los movimientos que, sin poder llamarse partido, tienen carácter
político y a todas las asociaciones cuyas condiciones de admisión son de
carácter político, como es el caso de la masonería.

V-Elementos de la táctica del Partido Comunista extraídos del examen


de las situaciones

24- En los puntos precedentes se han establecido los criterios generales


que regulan, en función de la propia naturaleza del partido comunista, las
relaciones con otros organismos del proletariado. Antes de abordar la táctica
propiamente dicha, hay que examinar qué elementos la determinan, según
el análisis de la situación momentánea. El programa del partido comunista
contiene una serie de acciones correspondientes a determinadas situaciones,
según el transcurso de un desarrollo previsto. Existe, pues, una estrecha
conexión entre las directivas programáticas y las reglas tácticas. El estudio de
la situación aparece, por tanto, como un elemento complementario para la
resolución de los problemas tácticos, ya que el partido habrá previsto, gracias
a su conciencia y experiencia crítica, un cierto desarrollo de las situaciones
y, por tanto, ya habrá delimitado las posibles acciones correspondientes.
El examen de las situaciones permitirá ver hasta qué punto es exacta la
perspectiva de desarrollo que el Partido había formulado en su programa; el
día en que este examen imponga una revisión sustancial de éste, el problema
no podrá resolverse con un simple giro táctico, sino que habrá que rectificar
inevitablemente el propio programa del partido, lo cual tendrá consecuencias
El principio democrático y otros textos · 149

graves para la organización y la fuerza del Partido. Este debe esforzarse, pues,
en prever el desarrollo de las situaciones, para poder desplegar en ellas todo
el grado de influencia que le es posible ejercer; pero esperarlas y dejar que
sean ellas las que nos indiquen y sugieran posturas eclécticas y cambiantes
es un método característico del oportunismo socialdemócrata. Los partidos
comunistas suscribirían la ruina del comunismo como ideología y acción
militante si se dejaran imponer este método.

25- El partido comunista no logra una verdadera unidad, no se desarrolla


según lo previsto en su programa sino en la medida en que agrupa en sus
filas a la fracción del proletariado que ha superado esa tendencia a moverse
únicamente bajo el impulso inmediato de las situaciones económicas
particulares. Esta superación se efectúa precisamente por la vía de la
organización política. Si bien la conciencia crítica y la voluntad de iniciativa
tienen un valor muy limitado en los individuos, es en la colectividad del
Partido donde se ven plenamente realizadas, en la medida en que éste se
presenta como precursor de las formas de asociación humana que, en lugar de
sufrir pasivamente las leyes de la economía, estarán realmente en condiciones
de dirigirlas racionalmente, pues habrán superado la amorfa organización
económica actual. Por ello, los movimientos del conjunto del Partido, en
lugar de venir determinados por la situación, se enlazan con ella a través de
una interdependencia racional y voluntaria.

26- Sin embargo, la voluntad del partido no puede ejercerse de una forma
caprichosa, ni su iniciativa extenderse en proporciones arbitrarias. Los límites
de una y otra los fija el programa y la posibilidad u oportunidad de desplegar
cierta actividad que ofrece el examen de las situaciones contingentes.

27- Examinando la situación se evaluarán las fuerzas del partido y de los


movimientos adversarios. El Partido debe poner especial cuidado en apreciar
de manera correcta qué capas del proletariado le seguirían en una acción o una
lucha. Deberá hacerse una idea exacta de la influencia que ejerce la situación
150 · Amadeo Bordiga

económica sobre las masas y los impulsos espontáneos que determina en ella,
así como del desarrollo que las iniciativas del Partido Comunista y la actitud
del resto de partidos pueden dar a estos impulsos.

La influencia de la situación económica sobre la combatividad de clase del


proletariado es muy compleja, según estemos en presencia de un período de
prosperidad creciente o en un período de crisis y dificultades. Esta influencia
no se puede deducir simplemente del examen de esta situación en un
momento dado, sino que hay que tener en cuenta todo el desarrollo anterior
y las oscilaciones y variaciones de las situaciones precedentes. Por ejemplo,
un período de prosperidad puede dar lugar a un poderoso movimiento
sindical que, si luego viene un período de crisis y empobrecimiento, puede
colocarse rápidamente sobre posiciones revolucionarias, aprovechando para
la victoria a las masas que sigan encuadradas en él. En cambio, puede suceder
que el período de empobrecimiento progresivo disperse el movimiento
sindical hasta el punto de que, en un período posterior de prosperidad, no
sea susceptible de un encuadramiento revolucionario. Estos ejemplos (que
podrían invertirse) demuestran que “las curvas de la situación económica
y de la combatividad de clase están determinadas por complejas leyes, y
aunque la segunda dependa de la primera, no recorre los mismos puntos”.
A un ascenso de la primera le puede corresponder, en diferentes casos, un
ascenso o un descenso de la segunda, y al revés.

28- Los elementos que integran este estudio son muy variados. Consisten
en el examen de la tendencia real del proletariado a construir y desarrollar
organizaciones de clase, y en el análisis de las relaciones –incluso psicológicas-
que producen en él tanto las condiciones económicas, como las actitudes e
iniciativas sociales y políticas de la propia clase dominante y de sus partidos.
En el terreno político, el examen de la situación se completa con el análisis de
las posiciones y la fuerza de las distintas clases y partidos con respecto al poder
del Estado. En este aspecto, las situaciones en las que el partido comunista
debe actuar, y cuya sucesión normal lo lleva a reforzar sus efectivos, así
El principio democrático y otros textos · 151

como a precisar cada vez más los límites de su táctica, pueden clasificarse
en cinco fases: 1) poder feudal absolutista; 2) poder burgués democrático;
3) gobierno socialdemócrata; 4) período de transición de guerra civil en
que se tambalean las instituciones del Estado; 5) poder proletario de la
dictadura de los Consejos. En cierto sentido, el problema de la táctica no
sólo consiste en elegir el buen camino para una acción eficaz, sino también
en que la acción del partido no rebase los límites adecuados, empleando
métodos que responden a fases superadas, lo que provocaría la detención del
proceso de desarrollo del partido y, aún peor, le haría perder su preparación
revolucionaria. Las consideraciones que siguen se referirán sobre todo a la
acción del partido en la segunda y tercera de las fases políticas mencionadas.

29- Para desarrollar una vida orgánica, el Partido Comunista debe tener
un método crítico y una conciencia que le lleven a formular su propio
programa. Por ello, el Partido y la Internacional Comunista no pueden
otorgar la máxima libertad y elasticidad táctica a los centros dirigentes,
dejándoles que sean ellos quienes la determinen tras examinar la situación.
El programa del partido no es un simple objetivo que pueda alcanzarse por
cualquier medio, sino que se trata más bien de una perspectiva histórica
en la que los medios empleados y los fines a alcanzar están íntimamente
ligados entre sí. En las diferentes situaciones, la táctica debe armonizarse
con el programa, por lo que las reglas tácticas generales para las sucesivas
situaciones deben precisarse dentro de ciertos límites que, sin duda, no son
rígidos, pero que son cada vez más precisos y menos fluctuantes a medida
que el movimiento se refuerza y se aproxima a la victoria final. Sólo así se
logra la máxima centralización en los partidos y en la Internacional, de modo
que la ejecución de las disposiciones del centro sea aceptada sin resistencia
no sólo por los partidos comunistas sino también por el movimiento de
masas que han logrado encuadrar. No debe olvidarse que la aceptación de
la disciplina orgánica del movimiento no sólo se basa en la iniciativa de los
individuos y los grupos, fruto del desarrollo de la situación, sino también en
un progreso continuo y lógico de experiencias que llevan a rectificar el camino
152 · Amadeo Bordiga

a seguir para lograr mayor eficacia en la lucha contra las condiciones de vida
impuestas al proletariado por el actual orden social. Por consiguiente, antes
de llamar a sus adherentes y a aquellos proletarios que le siguen a la acción
y el sacrificio, el Partido y la Internacional deben exponer sistemáticamente
el conjunto de las normas tácticas generales, demostrando que son el único
camino para la victoria. Es, pues, una necesidad práctica y organizativa la
que conduce a establecer los términos y los límites de la táctica del partido,
y no el deseo de teorizar y esquematizar los complejos movimientos que el
partido está llamado a emprender. Esta delimitación a primera vista parece
que restringe las posibilidades de acción, pero es la única que garantiza la
continuidad y la unidad de su intervención en la lucha proletaria, y por estas
concretas razones hay que especificar dichos límites.

VI-Acción táctica “indirecta” del Partido Comunista

30- No siempre se dan las condiciones para lo que se puede llamar una acción
táctica “directa”, que adquiera el carácter de un asalto al poder burgués
por parte del partido comunista y las fuerzas de las que dispone. Lejos de
limitarse a la pura y simple propaganda y proselitismo, el partido puede
y debe entonces ejercer una influencia propia sobre los acontecimientos
ajustando sus relaciones con otros partidos y movimientos políticos y
sociales y ejerciendo presión, intentado que la situación se desarrolle de un
modo favorable para sus objetivos, acercando el instante en que sea posible
la acción revolucionaria decisiva. Las iniciativas y actitudes que hay que
adoptar en tal caso constituyen un delicado problema. Y este problema sólo
se puede resolver si estas iniciativas y actitudes no están ni parecen estar en
contradicción con las necesidades ulteriores de la lucha del propio Partido,
según el programa que sólo él defiende y por el que el proletariado deberá
batirse en el momento decisivo. La propaganda del partido, que no tiene
sólo un valor teórico, se deriva de las posiciones cotidianamente asumidas
en la lucha proletaria real, y debe poner continuamente en evidencia que es
necesario que el proletariado abrace el programa y los métodos comunistas.
El principio democrático y otros textos · 153

Toda actitud que cause o comporte que esta propaganda pase a segundo
plano, o que trate de convertir tal o cual resultado contingente en un fin en
sí mismo en lugar de considerarlo como un medio para seguir avanzando,
conduciría a un debilitamiento en la estructura del partido y al retroceso de
su influencia en la preparación revolucionaria de las masas.

31- En la fase que más arriba se ha descrito como la del poder democrático
burgués, las fuerzas políticas generalmente están divididas en dos fuerzas o
“bloques”, de derecha y de izquierda, que se disputan la dirección del Estado.

Por lo general, al bloque de izquierda se adhieren más o menos abiertamente


los partidos socialdemócratas, siempre coalicionistas. El Partido Comunista
no es indiferente al desarrollo de esta lucha, bien porque en ella se planteen
puntos y reivindicaciones que interesan a las masas proletarias y atraen su
atención, bien porque su desenlace con una victoria de la izquierda pueda
realmente allanar el camino de la revolución proletaria. El problema de
la posibilidad táctica de formar coaliciones con los elementos políticos de
izquierda hay que examinarlo sin falsos apriorismos doctrinales ni tonterías
sentimentales y puristas. Hay que partir del hecho de que el Partido
Comunista no dispone de libertad de movimientos sino en la medida en que
es capaz de dar continuidad a su trabajo organizativo y de preparación, con el
que logra la influencia que le permite llamar a las masas a la acción. No puede
emplear una táctica que responde a un criterio ocasional y momentáneo,
para posteriormente, cuando esta táctica quede superada, dar media vuelta,
cambiar de frente y transformar en enemigos a quienes eran aliados en la
víspera. Por tanto, si el partido no quiere comprometer su relación con las
masas y la posibilidad de reforzar esta relación en el momento más necesario,
todas sus declaraciones y actitudes públicas deberán reflejar la continuidad
de su método y de sus intenciones, es decir, tendrán que ser coherentes con
la propaganda por la lucha final y su preparación.

32- Para preparar ideológica y prácticamente al proletariado para la conquista


154 · Amadeo Bordiga

revolucionaria del poder, una de las tareas esenciales del Partido Comunista
es la crítica despiadada del programa de la izquierda burguesa y de todo
programa que pretenda valerse de las instituciones burguesas democráticas
y parlamentarias para resolver los problemas sociales. En su mayor parte,
las divergencias entre la derecha y la izquierda burguesa interesan al
proletariado sólo gracias a falsificaciones demagógicas. Estas falsificaciones,
naturalmente, no pueden ser desbaratadas con la mera crítica teórica, sólo
pueden desenmascararse con la práctica y al calor de la lucha.

El objetivo de la izquierda no es dar pasos para ir conquistando escalones


intermedios entre el sistema económico y político capitalista y el sistema
proletario. En general, sus reivindicaciones políticas tienden a mejorar las
condiciones de defensa y de funcionamiento del capitalismo moderno, tanto
por su propio contenido como a través de las ilusiones que despiertan en
las masas de que las instituciones presentes les pueden ayudar de cara a la
emancipación de su clase. Esto vale para tanto para la ampliación de derecho
de voto que trata de garantizar y perfeccionar el liberalismo, como para la
política anticlerical y toda la política de la masonería. También vale para las
reformas económicas y sociales: o bien nunca se llevan a cabo o, cuando lo
hacen, es para obstaculizar el movimiento revolucionario de las masas.

33- Si podemos considerar a los gobiernos de la izquierda burguesa o incluso


a los socialdemócratas como un paso hacia la lucha final por la dictadura
del proletariado, no es en el sentido de que este gobierno aporte las bases
económicas o políticas útiles, y menos aún porque conceda al proletariado
mayor libertad organizativa para la preparación y la acción revolucionarias. El
Partido Comunista tiene el deber de proclamar no sólo lo que le ha enseñado
la crítica marxista, sino también sus sangrientas experiencias: estos gobiernos
bien pueden otorgar cierta libertad de movimientos al proletariado durante
el tiempo que consideren oportuno y le puede apoyar como si fuera su
representante, pero ante el primer asalto de las masas contra las instituciones
del Estado democrático burgués, responderán con la represión más feroz.
El principio democrático y otros textos · 155

Si estos gobiernos pueden ser útiles es en otro sentido muy distinto, a saber,
en la medida que la obra de estos gobiernos será una experiencia real para
el proletariado que le demostrará que sólo su propia dictadura puede acabar
con el capitalismo. Evidentemente, el Partido Comunista no estará en
condiciones de emplear eficazmente esta experiencia si no ha denunciado
con anterioridad la debilidad de estos gobiernos y si no conserva una sólida
organización independiente alrededor de la cual el proletariado pueda
reagruparse cuando se vea obligado a abandonar a los grupos y partidos cuyo
gobierno había apoyado inicialmente.

34- Una coalición del Partido Comunista con los partidos de la izquierda
burguesa o de la socialdemocracia perjudicaría, por tanto, la preparación
revolucionaria del proletariado y haría más difícil que esta experiencia
gubernamental de la izquierda pudiera ser aprovechada. Además, en la
práctica retrasaría mucho la victoria del bloque de izquierda sobre la derecha.
En efecto, si la clientela del centro burgués que se disputan estos dos bloques
se orienta hacia la izquierda, es que tiene razones para creer que la izquierda
es tan conservadora y enemiga de la revolución como la derecha.

La izquierda sabe que las concesiones que propone son en su mayor parte
aparentes, y cuando son efectivas van encaminadas a frenar el avance
revolucionario contra las instituciones que aceptan tanto la izquierda como
la derecha. Por tanto, la presencia del Partido Comunista en una coalición
de izquierda haría que ésta perdiera gran parte de su clientela, sobre todo
la electoral, una pérdida que no podría compensarse con el apoyo de los
comunistas. Dicha política probablemente retrasaría, en lugar de acelerar,
esa adquisición de experiencia.

35- Es innegable que el bloque de izquierda agita unas reivindicaciones


que interesan a las masas y que a menudo responden, en su formulación,
a exigencias reales. El Partido Comunista no descuida este hecho, y no
apoya la tesis superficial que consiste en rechazar tales concesiones con el
156 · Amadeo Bordiga

pretexto de que sólo las conquistas finales y totales de la revolución merecen


el sacrificio del proletariado. Semejante proclamación no tendría sentido,
pues supondría abandonar al proletariado a la influencia de los demócratas y
los socialdemócratas, a los que se quedaría adherido. El Partido Comunista,
pues, invitará a los trabajadores a que acepten las concesiones de la
izquierda como una experiencia sobre cuyo previsto resultado se mostrará
de lo más pesimista, insistiendo en que es necesario que el proletariado no
ponga en riesgo su independencia política y organizativa si no quiere salir
arruinado del experimento. Incitará a las masas a que exijan a los partidos
socialdemócratas que mantengan sus compromisos, para que vean que esa es
la única garantía de que se cumplan las promesas de la izquierda burguesa.
Con su crítica independiente y constante, se preparará para recoger los frutos
del resultado negativo de estas experiencias, denunciando el frente único de
toda la burguesía contra el proletariado revolucionario y la complicidad de
los partidos que se dicen obreros, quienes al apoyar esta coalición con una
parte de la burguesía se convierten en sus agentes.

36- Dadas las reivindicaciones que anuncian los partidos de izquierda y en


particular los socialdemócratas, muchas veces es útil llamar al proletariado
a la acción directa para conseguirlas. En efecto, en caso de que se entable la
lucha, saltará a la vista inmediatamente la insuficiencia de los medios con los
que los socialdemócratas pretenden realizar su programa de medidas obreras.
Es entonces cuando el Partido Comunista debe ponerse a agitar esas mismas
reivindicaciones y a precisarlas, abanderando la lucha de todo el proletariado,
al que llevará hacia adelante para obligar a los partidos que las defienden
por simple oportunismo a trabajar para su consecución. Ya se traten de
reivindicaciones económicas o de carácter político, el partido comunista las
propondrá como objetivo de una coalición de organizaciones sindicales. Sin
embargo, tratará de evitar que la lucha y la agitación la dirijan comités en
los cuales él tenga que estar representado junto al resto de partidos, para
lograr así mantener la atención de las masas sobre el programa específico
del comunismo y conservar su propia libertad de movimientos de cara al
El principio democrático y otros textos · 157

momento en el que deba extender su plataforma de actuación, desbordando


a los otros partidos, que verán como las masas les abandonan tras haber
demostrado su impotencia. Entendiendo así el frente único sindical, nos
ofrece la posibilidad de actuar junto a toda la clase trabajadora. En tales
acciones, el método comunista saldrá victorioso, pues es el único capaz de
dar un contenido al movimiento unitario del proletariado y el único que no
comparte la menor responsabilidad en el trabajo de los partidos que dan su
apoyo verbalmente a la causa proletaria por oportunismo y con intenciones
contrarrevolucionarias.

37- La situación también puede tomar el cariz de un ataque de la derecha


burguesa contra el gobierno democrático o socialista. Aun en este caso el
Partido Comunista no debe proclamar la menor solidaridad con este tipo
de gobiernos: si bien los considera una experiencia capaz de demostrar al
proletariado que sus objetivos son contrarrevolucionarios, en ningún caso
puede presentarlos como una conquista a defender.

38- Podría ocurrir que el gobierno de izquierda dejara a las organizaciones


de derecha, a las bandas blancas de la burguesía, llevar a cabo sus acciones
contra el proletariado y, lejos de reclamar apoyo para este último, le negará el
derecho a responder con las armas. En este caso, los comunistas denunciarán
que esto supone, de hecho, una complicidad, una división del trabajo entre
el gobierno liberal y las fuerzas irregulares de la reacción. A la burguesía,
entonces, dejará de preocuparle cuál de los dos métodos tiene más ventajas,
si la anestesia democrático-reformista o la represión violenta: empleará los
dos a la vez.

En esta situación, el verdadero, el peor enemigo de la preparación


revolucionaria es el gobierno liberal, que hace creer al proletariado que
le defenderá y mantendrá la legalidad, tratando en realidad de que no se
arme ni se organice. De esta forma, cuando la fuerza de los acontecimientos
obligue al proletariado a luchar contra las instituciones legales que presiden
158 · Amadeo Bordiga

su explotación, el gobierno podrá aplastarle sin dificultad, acompañando a


las bandas blancas.

39- También puede suceder que el gobierno y los partidos de izquierda que lo
componen inviten al proletariado a participar en la resistencia armada contra
el ataque de la derecha. Este llamamiento oculta una trampa. El Partido
Comunista reaccionará proclamando que el armamento de los proletarios
debe suponer su ascenso al poder y el surgimiento del Estado proletario, así
como la destrucción de la burocracia estatal y el ejército tradicional, pues
estos nunca obedecerán las órdenes de un gobierno de izquierda legalmente
instaurado si éste llama al pueblo a la lucha armada, y por tanto sólo la
dictadura del proletariado puede traer una victoria estable sobre las bandas
blancas. En consecuencia, el Partido Comunista no practicará ni proclamará
ninguna “lealtad” al gobierno liberal amenazado. Al contrario, demostrará a
las masas el peligro que supone que este gobierno consolide su poder gracias
al apoyo del proletariado contra la sublevación o el golpe de Estado de la
derecha, es decir, que se consolide el organismo llamado a oponerse al avance
revolucionario del proletariado cuando este se muestre como la única salida,
dejando el control del ejército a los partidos gubernamentales, es decir,
deponiendo las armas sin emplearlas para derribar las formas políticas y
estatales actuales, contra todas las fuerzas de la clase burguesa.

VII-Acción táctica “directa” del Partido Comunista

40- En el caso anteriormente considerado, decíamos que las reivindicaciones


que los partidos de izquierda o socialdemócratas presentan como objetivos
a alcanzar o a defender llaman la atención de las masas, y que el Partido
Comunista, a su vez, debe explicarlas con más claridad y energía, mientras
critica abiertamente los medios que esos partidos proponen para conseguirlas.

Pero en otras ocasiones, los partidos de izquierda y los socialdemócratas se


mostrarán indiferentes respecto a las necesidades inmediatas y urgentes de
El principio democrático y otros textos · 159

la clase obrera, ya se trate de conquistas o de la simple defensa. Si debido a


la influencia socialdemócrata el Partido Comunista no dispone de fuerza
suficiente para llamar directamente a las masas a la acción, entonces planteará
estas reivindicaciones y para conquistarlas llamará a un frente único a los
sindicatos proletarios, evitando ofrecer una alianza a los socialdemócratas e
incluso proclamando que su función es traicionar incluso lo que se refiere a
los intereses contingentes e inmediatos de los trabajadores. Los comunistas
que militen en los sindicatos estarán en su puesto en esta acción unitaria,
permitiendo al Partido intervenir en caso de que la lucha tome otro curso,
enfrentándose con los socialdemócratas y a veces incluso con sindicalistas
y anarquistas. Si el resto de partidos proletarios rechazan el frente único
sindical para lograr estas reivindicaciones, el Partido Comunista no sólo
los criticará y demostrará que son cómplices de la burguesía, sino que
tratará de destruir su influencia participando en primera fila en las acciones
parciales provocadas por la situación, en las que el proletariado luchará por
unos objetivos para cuyo logro el Partido Comunista había propuesto el
frente único de todas las organizaciones locales y todas las categorías. Esto
permitirá demostrar que, al oponerse a la extensión del movimiento, los
dirigentes socialdemócratas preparan su derrota. Naturalmente, el Partido
Comunista no se limitará a hacer responsables a otros de la táctica errónea.
Con toda la sagacidad y disciplina que requiera la situación, aguardará el
momento apropiado del desarrollo de la lucha para romper las resistencias
contrarrevolucionarias, ese momento en el que nada impedirá a las masas
seguir el llamamiento del Partido Comunista a la acción. Dicha iniciativa
sólo puede tomarse de manera centralizada, y no localmente a través de las
organizaciones del partido comunista o los sindicatos controlados por los
comunistas.

41- La expresión “táctica directa” define la acción del Partido cuando la


situación le incita a tomar de manera completamente independiente la
iniciativa de atacar el poder burgués para derribarlo o dejarlo maltrecho.
Para poder llevar a cabo semejante acción, el Partido debe disponer de una
160 · Amadeo Bordiga

organización interna lo bastante sólida como para asegurar completamente


que las directivas del centro serán obedecidas. Además, debe poder contar
con la disciplina de las fuerzas sindicales controladas por él y que le garantizan
el apoyo de una gran parte de las masas. Por otra parte, necesita disponer de
formaciones militares de cierta eficacia y de un aparato de acción clandestina,
especialmente una red de comunicaciones y relaciones que escape al control
del gobierno burgués, para poder conservar la dirección del movimiento
obrero en el probable caso que fuera ilegalizado por medidas de excepción.

El resultado de una acción ofensiva lo decide el largo trabajo de preparación


anterior. Antes de tomar una decisión tan grave, el Partido deberá estudiar a
fondo la situación. No le basta sólo con las fuerzas disciplinadas directamente
encuadradas y controladas en su organización, ni con saber que los lazos que
le unen a la fracción más viva del proletariado no se romperán en el curso de
la lucha. Debe estar seguro también de que su influencia sobre las masas y la
participación del proletariado irán en aumento en el transcurso de la acción,
pues el desarrollo de esta revelará y hará efectivas las tendencias que se han
ido extendiendo de forma natural entre todas las capas de las masas.

42- No siempre será posible proclamar abiertamente que el objetivo del


conjunto del movimiento que desencadena el Partido es derribar el poder
burgués. Salvo en el caso en que se produzca un rápido desarrollo de la
situación revolucionaria, el Partido podrá comprometerse en la acción con
consignas que no sean aún las de la toma revolucionaria del poder, pero que
en cierta medida sólo pueden realizarse efectivamente tras ella, aunque las
masas no la consideren como una exigencia inmediata y vital. En la medida
en que estas consignas pueden realizarse con un gobierno que aún no es
la dictadura del proletariado, dan al Partido Comunista la posibilidad de
detener la acción en un cierto punto sin comprometer por ello la organización
y la combatividad de las masas. Esto puede ser útil en el caso de que sea
imposible proseguir la lucha hasta el final sin comprometer la posibilidad de
poder retomarla posteriormente de manera eficaz.
El principio democrático y otros textos · 161

43- Tampoco puede excluirse la posibilidad de que el Partido lance


directamente una consigna de acción sabiendo que no se trata aún de tomar
el poder, sino sólo de conducir una batalla en que sacudirá el prestigio y la
organización del adversario y reforzará material y moralmente al proletariado.
En tal caso el Partido Comunista llamará a las masas a la lucha, ya sea por
los objetivos finales del movimiento o por otros más limitados. En el plan de
acción del Partido, estos objetivos deberán ser ordenados en una progresión,
de manera que cada éxito pueda servir de plataforma de espera mientras
el proletariado coge fuerzas para las próximas luchas. Hay que evitar en lo
posible esa táctica desesperada que consiste en lanzarse a la lucha en unas
condiciones que, en caso de derrota de la revolución, llevan a la dispersión
de las fuerzas proletarias por un periodo de tiempo indefinido. Los objetivos
parciales son indispensables para mantener el control de la acción, y esto no
está en contradicción con el hecho de que el Partido los critique desde el
punto de vista económico y social, o cuando se toman por fines en sí mismos
con los que las masas deberían contentarse una vez alcanzados, y no como
un medio, una oportunidad que ofrece la lucha, un paso hacia la victoria
final. Por supuesto, determinar estos objetivos y los límites de la acción es un
problema terriblemente delicado; sólo mediante la experiencia y la selección
de los jefes el Partido va adquiriendo la capacidad de asumir estas supremas
responsabilidades.

44- El Partido no debe pensar ni dar pie a que se piense que, cuando al
proletariado le falta combatividad, basta con que un grupo audaz se lance
a la lucha y sacuda algún golpe a las instituciones burguesas para que el
ejemplo cunda en las masas. Será el desarrollo de la situación económica real
la que saque al proletariado de su postración. La táctica del Partido puede
contribuir a que esto ocurra, pero en la medida que despliega un trabajo
profundo y continuo y no mediante el gesto espectacular de una vanguardia
que se lanza al asalto.

45- El Partido se valdrá siempre de sus fuerzas y su encuadramiento en


162 · Amadeo Bordiga

todas las acciones que desarrollen los grupos armados, las organizaciones
obreras e incluso las multitudes, cuyos planes y ejecución serán controlados
por él; al tener valor demostrativo y defensivo, estas acciones muestran de
manera concreta a las masas que con organización y preparación es posible
afrontar la resistencia y el contra-ataque de la clase dominante, ya se trate de
las acciones terroristas de grupos armados reaccionarios o de la prohibición
policial de ciertas formas de organización y actividad proletarias. El objetivo
no es provocar una acción general, sino aumentar todo lo que se pueda la
combatividad de las masas abatidas y desmoralizadas mediante una serie de
acciones que despierten en ella el sentimiento y la necesidad de la lucha.

46- El Partido tratará de evitar que, en el curso de estas acciones específicas,


los órganos locales y los comunistas que militan en ellos violen la disciplina
interna de las organizaciones sindicales. No hay que provocar la ruptura con
los órganos centrales nacionales dirigidos por los otros partidos, como se
ha dicho, pues los militantes comunistas deben servir de punto de apoyo
indispensable para su conquista. Sin embargo, el Partido Comunista y sus
militantes seguirán de cerca a las masas y les darán todo su apoyo cuando,
respondiendo espontáneamente a las provocaciones burguesas, rompan con
la disciplina de inacción y pasividad impuesta por los jefes de los sindicatos
reformistas y oportunistas.

47- Cuando las bases del poder del Estado están siendo sacudidas y están
a punto de caer, el Partido Comunista, desplegando todas sus fuerzas y
agitando todo lo posible a las masas sobre la posibilidad de llegar a la conquista
suprema, no dejará escapar la oportunidad de influir en los momentos en
que la situación está en un punto de equilibrio inestable, empleando todas
las fuerzas que momentáneamente se mueven en la misma dirección que
él, pero manteniendo su independencia. Cuando la organización estatal
ceda y pueda tomar el control del movimiento, podrá recurrir a acuerdos
transitorios con otras fuerzas en lucha, sin transformar estos acuerdos en
propaganda y consignas para las masas. En todo caso, estos contactos y
El principio democrático y otros textos · 163

acuerdos se revelarán oportunos en la medida en que tengan éxito. La táctica


del Partido nunca viene dictada por apriorismos teóricos o preocupaciones
éticas o estéticas, sino únicamente por la necesidad de adecuar los medios a
los fines y a la realidad del proceso histórico, siguiendo esta síntesis dialéctica
de doctrina y acción que es patrimonio del movimiento que está llamado a
ser el protagonista de la más vasta transformación social, el jefe de la mayor
guerra revolucionaria.
INFORME DE BORDIGA SOBRE EL FASCISMO
IV CONGRESO DE LA IC11

Estimados camaradas, desgraciadamente nuestra delegación no ha podido


ponerse en contacto con el partido en Italia, y por tanto no disponemos de
toda la información sobre los últimos sucesos.

Anoche llegó a Moscú el delegado de la Central de nuestro Partido y nos ha


dado información sobre cómo perciben los camaradas italianos estos últimos
acontecimientos fascistas.

Por otra parte, también debo tratar la cuestión que comentó ayer el camarada
Radek en su discurso, acerca de la posición del Partido Comunista respecto
al fascismo.

El camarada ha criticado la actitud de nuestro Partido hacia el fascismo,


que es la cuestión política dominante en Italia. Criticó nuestro punto de
vista, nuestro supuesto punto de vista, que parece ser que consiste en querer
un partido pequeño y considerar todas las cuestiones únicamente desde la
perspectiva de la organización del Partido y su papel inmediato, sin tener en
cuenta las grandes cuestiones políticas.

Examinemos el origen del movimiento fascista.

El origen, por así decir, inmediato y exterior del fascismo, se remonta a los
años 1914-15, o sea, la época que precede a la entrada de Italia en la guerra
mundial. Los grupos que pedían la intervención, y que estaban representados
por diversas tendencias políticas, fueron su primera manifestación. Estos
incluían un grupo de derecha, con los que estaba Salandra12, es decir,
los grandes industriales interesados en la guerra y que más que pedir la
11 12ª sesión, 16 de noviembre de 1922. [N. del E.]
12 Político conservador italiano, primer ministro entre 1914 y 1916. [Nota de “¡Salud,
Proletarios!”, Blog de recopilación de textos para la Revolución Comunista Internacional]
El principio democrático y otros textos · 165

intervención junto a la Entente la pedían contra ella. Por otro lado, también
estaban representadas las tendencias burguesas de izquierda: los radicales
italianos, es decir, los demócratas de izquierda, y los republicanos, partidarios
tradicionales de la liberación de Trento y de Trieste. En tercer lugar,
también había algunos elementos del movimiento proletario, sindicalistas-
revolucionarios y anarquistas. A estos grupos también pertenecía (es cierto
que se trata de un caso individual, pero de singular importancia) el jefe del
ala izquierda del Partido Socialista y director de “Avanti!”: Mussolini.

Se puede decir, a grosso modo, que el segundo grupo no participó en el


movimiento fascista y permaneció en el marco tradicional de la política
burguesa. Los grupos de extrema derecha y de extrema izquierda (ex
anarquistas, ex sindicalistas y ex sindicalistas-revolucionarios), en cambio,
permanecieron en el movimiento de los fasci di combattimento. Aquellos
grupos políticos lograron una gran victoria en mayo de 1915, imponiendo
la entrada de Italia en la guerra en contra de la voluntad mayoritaria del país
e incluso del Parlamento, quienes no supieron oponerse a este imprevisto
abuso de autoridad. Pero tras la guerra e incluso durante el conflicto, su
influencia fue disminuyendo. Al haber presentado la guerra como una
empresa facilísima, cuando se vio que esta iba para largo perdieron toda su
popularidad, que por otra parte nunca fue grande. Al finalizar la guerra su
influencia era prácticamente nula.

Durante y después del período de movilización, hacia finales de 1918,


durante 1919 y la primera mitad de 1920, esta tendencia política carecía de
peso en medio del descontento general que provocaron las consecuencias del
conflicto, pero es fácil establecer el lazo político y orgánico que existe entre
este movimiento a la sazón prácticamente desaparecido y el que se desarrolla
hoy ante nuestros ojos con tanta energía.

Los grupos fascistas de combate nunca dejaron de existir. El jefe del


movimiento fascista siempre fue Mussolini, y su órgano “Il Popolo
166 · Amadeo Bordiga

d’Italia”. En las elecciones de finales de octubre de 1919, los fascistas fueron


completamente derrotados en Milán, donde se publicaba su diario y residía
su jefe. Sólo lograron una ínfima cantidad de votos, pero eso no les llevó a
abandonar su actividad.

La corriente revolucionaria socialista del proletariado se había fortalecido


considerablemente tras la guerra gracias al entusiasmo revolucionario que
embargaba a las masas, pero no logró explotar esta situación favorable y
posteriormente perdió parte de su influencia porque los factores objetivos y
subjetivos favorables al fortalecimiento de la organización revolucionaria no
hallaron a un partido capaz de apoyarse en ellos y formar una organización
estable. Con esto no quiero decir, como ha dicho estos días el camarada
Zinoviev, que el Partido Socialista podría haber hecho la revolución. Pero
sí que podría haber proporcionado a las fuerzas revolucionarias de las masas
obreras una organización sólida. Desgraciadamente, no estuvo a la altura
de los acontecimientos. Por lo tanto, la tendencia socialista, que siempre se
había opuesto a la guerra, perdió popularidad en Italia.

En el contexto de la crisis de la sociedad italiana, a medida que el


movimiento socialista cometía error tras error, el movimiento opuesto
–el fascismo– empezó a reforzarse, particularmente explotando la crisis
económica que ya se anunciaba y cuya influencia empezaba a hacerse
sentir en las organizaciones sindicales del proletariado. Por otra parte, en el
momento más difícil, el movimiento fascista halló un apoyo en la expedición
de D’Annunzio a Fiume, de la que sacó una cierta fuerza moral; en esta
época se inicia su organización y su fuerza armada, aunque el movimiento
de D’Annunzio y el fascismo sean cosas distintas. Hemos hablado de la
actitud del movimiento socialista proletario: la Internacional a menudo
criticó sus errores. Como consecuencia de estos se produjo un cambio en
el estado de ánimo de la burguesía y de otras clases. El proletariado estaba
desorientado y desmoralizado. Cuando vio que la victoria se le escapaba
su estado de ánimo cambió profundamente. Podemos decir que en 1919
El principio democrático y otros textos · 167

y en la primera mitad de 1920, la burguesía italiana en cierta medida se


había resignado a la victoria de la revolución. La clase media y la pequeña
burguesía tendían a mantenerse pasivas, no permanecían a remolque de la
gran burguesía, sino del proletariado, que pensaban que estaba en las vísperas
de su victoria. Luego, este estado de ánimo se modificó radicalmente. En
lugar de asistir a la victoria del proletariado, hemos visto como la burguesía
logró organizar su defensa. Cuando la clase media constató que el Partido
Socialista era incapaz de sacar provecho a la situación, perdió poco a poco su
confianza en el proletariado y se giró hacia la clase opuesta. En ese momento
dio comienzo la ofensiva capitalista y burguesa. Esencialmente se dedicó a
sacar provecho al nuevo estado de ánimo de la clase media. Gracias a su
composición, extremadamente heterogénea, el fascismo representaba una
solución al problema de la movilización de las clases medias a favor de la
ofensiva capitalista. El ejemplo italiano es un ejemplo clásico de ofensiva
capitalista. Como dijo ayer en esta tribuna el camarada Radek, esta ofensiva
es un fenómeno complejo que no sólo hay que estudiar desde el punto de
vista de la reducción de salarios y la prolongación de la jornada de trabajo,
sino también desde el ángulo de la acción política y militar de la burguesía
contra la clase obrera. En Italia, durante el período de desarrollo del fascismo,
hemos visto todas las formas típicas de la ofensiva capitalista. Si queremos
estudiar esto en su conjunto, debemos examinar las líneas generales de la
situación, tanto en el terreno de la industria como en el de la agricultura.

En la industria, la ofensiva capitalista explotó directamente la situación


económica, la crisis comercial, y con ella, el paro. Los patronos se vieron
obligados a despedir a una parte de los obreros, lo que les fue bastante fácil
gracias a la cobardía de las direcciones sindicales y maximalistas. La crisis
industrial les sirvió de pretexto para bajar los salarios y revisar las concesiones
morales que se habían visto obligados a otorgar a los obreros de sus empresas.
La Confederación General de la Industria, organización patronal que se
creó al inicio de la crisis, dirigió la lucha, poniendo bajo su mando a todas
las ramas de la industria. En las grandes ciudades no fue posible recurrir
168 · Amadeo Bordiga

inmediatamente a los métodos violentos contra la clase obrera. Los obreros


urbanos eran una masa demasiado considerable para que eso fuera posible.
Era relativamente fácil unirlos y podían oponer seria resistencia a los
ataques. La burguesía prefería imponer al proletariado luchas de carácter
esencialmente sindical, cuyos resultados generalmente eran desfavorables
para el proletariado debido a la agudeza de la crisis y al continuo aumento
del paro. La única posibilidad de conducir victoriosamente las luchas
económicas que estallaban en la industria habría sido trasladar la acción del
terreno sindical al terreno revolucionario y ejercer una dictadura de verdadero
partido comunista. Pero el Partido Socialista Italiano no era ese partido, y en
el momento decisivo no supo trasladar la acción del proletariado al terreno
revolucionario. El período de grandes éxitos de las organizaciones sindicales
italianas en su lucha por mejorar las condiciones de trabajo dio lugar a un
nuevo periodo en el que las huelgas tomaron un carácter defensivo y los
sindicatos sufrían derrota tras derrota.

Como en Italia las clases rurales tienen gran importancia en el movimiento


revolucionario –sobre todo los jornaleros agrícolas, pero también los
estratos semi-proletarizados–, las clases dominantes se vieron obligadas
a combatir la influencia que las organizaciones rojas habían conquistado
en el campo. La situación que se presentaba en una gran parte de Italia,
incluida la más importante, es decir, el valle del Po, se asemejaba a una
especie de dictadura local del proletariado, o al menos de los jornaleros
agrícolas. En esta zona, hasta finales de 1920, el Partido Socialista había
conquistado numerosos municipios, que practicaron una política fiscal local
desfavorable para la burguesía media y rural. Gozábamos de unas florecientes
organizaciones sindicales, importantes cooperativas y numerosas secciones
del Partido Socialista. Incluso allí donde el movimiento estaba en manos de
los reformistas, la clase obrera del campo tenía una actitud revolucionaria.
Obligaba a los patronos a abonar una cierta cantidad a sus organizaciones
para garantizar en cierta medida que se someterían a los contratos impuestos
por la lucha sindical. Se fue delineando una situación en la que la burguesía
El principio democrático y otros textos · 169

rural ya no podía vivir en el campo y se veía obligada a retirarse a las ciudades.

Desgraciadamente, los socialistas italianos cometieron errores,


particularmente en la cuestión de la apropiación de suelo y la tendencia de
los pequeños arrendatarios a comprar tierras tras la guerra para convertirse
en pequeños propietarios. Las organizaciones reformistas obligaron a estos
pequeños colonos a permanecer, por así decirlo, caudatarios del movimiento
de los obreros agrícolas; en estas circunstancias, el movimiento fascista
encontró en ellos un notable apoyo.

En la agricultura la crisis no derivó en un alto desempleo que permitiese a los


terratenientes lanzar una contraofensiva victoriosa en el terreno de la lucha
sindical. Por ello en este sector el fascismo empezó a desarrollarse y a aplicar
el método de la violencia física, de la violencia armada, apoyándose en la
clase de propietarios de tierras y explotando el descontento suscitado en las
capas medias de la clase campesina por los errores organizativos del Partido
Socialista y los sindicatos reformistas, y por supuesto explotando también la
situación general, es decir, el malestar y la insatisfacción creciente de todas
las capas pequeñoburguesas, de los pequeños comerciantes, de los pequeños
propietarios, de los militares licenciados, de los ex oficiales que, tras el papel
que habían desempeñado durante la guerra, no estaban a gusto en su nueva
posición. Todos estos elementos fueron aprovechados y, al organizarles,
encuadrándolos en formaciones armadas, surgió un movimiento cuyo
objetivo era destruir las organizaciones rojas en el campo.

El método que ha empleado el fascismo no puede ser más típico. Logró que
todos los desmovilizados, que tras la guerra ya no eran nada, encontraran
un lugar en la sociedad; sacó provecho de su experiencia militar y empezó a
formar grupos armados no en las grandes ciudades industriales, sino en las
capitales de las provincias agrícolas, como Bolonia y Florencia; para estos
fines, encontró apoyo en las autoridades legales, como veremos. Los fascistas
disponen de armas y de medios de transporte; disfrutan de inmunidad
170 · Amadeo Bordiga

ante la ley y explotan estas ventajas incluso allí donde sus efectivos son aún
inferiores a los de sus enemigos, los revolucionarios. Organizan sobre todo
lo que llaman “expediciones punitivas”, y proceden de esta forma: invaden
un pequeño territorio, destruyen las principales sedes de las organizaciones
obreras, obligan por la fuerza a que dimitan los consejos municipales, hieren
y si hace falta matan a los dirigentes adversarios o, en el mejor de los casos,
les obligan a emigrar. Los trabajadores de dichas localidades no están en
condiciones de oponer resistencia a estas tropas armadas apoyadas por la
policía y diseminadas por todo el país. Los grupos fascistas locales, que al
principio no se atrevían a hacer frente a las fuerzas proletarias, ahora les
sacan ventaja, porque los campesinos y los obreros están aterrorizados y
saben que si osan emprender cualquier acción contra ellos los fascistas harían
otra expedición punitiva con fuerzas superiores, a las que sería imposible
hacer frente.

Tal es así que el fascismo ha conquistado una posición predominante en


la política italiana y ha proseguido su camino territorialmente, por así
decirlo, siguiendo un plan que es muy fácil de ver en un mapa. Su punto de
partida fue Bolonia, donde en septiembre y octubre de 1920 se instaló una
administración socialista que dio lugar a una gran movilización de fuerzas
rojas. Se produjeron algunos incidentes: las provocaciones enturbiaron las
reuniones; hubo disparos –quizá de agentes provocadores– sobre la bancada
de la minoría burguesa. Esta fue la excusa para el primer golpe de mano
fascista. Una vez desencadenada, la reacción procedió a destruir e incendiar,
así como a asaltar a los dirigentes proletarios. Con la ayuda del poder del
Estado, los fascistas se apoderaron de la ciudad. Estos sucesos –el histórico
21 de noviembre– señalan el inicio del terror. El consejo municipal de
Bolonia no pudo recuperar el poder.

A partir de Bolonia el fascismo prosiguió una ofensiva que aquí no podemos


detallar. Nos limitaremos a decir que tomó dos direcciones: por una parte,
hacia el triángulo industrial del noroeste (Milán, Turín y Génova) y por
El principio democrático y otros textos · 171

otra hacia la Toscana y el centro de Italia, para rodear y amenazar la capital.


Desde el inicio, estaba claro que en el sur de Italia no podía surgir un
movimiento fascista, por las mismas razones que han impedido que surja allí
un fuerte movimiento socialista. El fascismo no representa un movimiento
de la fracción retrógrada de la burguesía, y eso lo demuestra perfectamente
el hecho de que, cuando apareció por primera vez, no lo hizo en la Italia
meridional, sino justamente donde el movimiento proletario estaba más
desarrollado y donde la lucha de clases se manifestaba con más claridad.

***

Partiendo de estos hechos, ¿cómo debemos explicar el movimiento fascista?


¿Es un movimiento puramente agrario? En absoluto, aunque hayamos
afirmado que el movimiento surgiese esencialmente en el campo. No se
puede considerar el fascismo como un movimiento independiente de una
fracción particular de la burguesía, como expresión de los intereses de la
burguesía terrateniente frente a los de la burguesía industrial. Incluso en
aquellas provincias en las que su actividad se ha limitado al campo, la
organización política y militar del fascismo surge en las grandes ciudades.

Cuando el fascismo obtuvo representación parlamentaria en las elecciones


de 1921, el partido agrario que se formó en las Cortes era independiente
de él. En el trascurso de los acontecimientos que sobrevinieron luego, los
industriales terminaron apoyando al movimiento fascista. La declaración
en la que la Confederación General de Industria se pronunciaba a favor de
Mussolini para formar un nuevo gobierno caracteriza la situación que se ha
creado últimamente, aunque a este respecto la formación de un movimiento
sindical fascista es aún más interesante. Como ya hemos señalado, los fascistas
aprovecharon el hecho de que el Partido Socialista nunca había tenido
programa agrario propio y habían abandonado a ciertas capas rurales que
no pertenecían directamente al proletariado y que tenían intereses distintos
a los que representaban los socialistas. El fascismo empleaba la violencia
172 · Amadeo Bordiga

más salvaje (estaba obligado a ello), pero también sabía hacer la más cínica
demagogia, y creó organizaciones de clase con los campesinos e incluso con
los jornaleros agrícolas, llegando incluso a posicionarse en cierta medida
contra de los grandes propietarios. Tal es así que hemos visto ejemplos de
luchas sindicales dirigidas por los fascistas que se asemejan mucho a las de las
organizaciones rojas. Por supuesto, no podemos considerar este movimiento,
que ha creado una organización sindical a través de la coacción y el terror,
como una forma de lucha antipatronal, pero tampoco podemos llegar a la
conclusión de que es un movimiento de los empresarios rurales. La verdad
es que el movimiento fascista es un gran movimiento unitario de la clase
dominante capaz de poner a su servicio, de emplear y explotar todos los
medios, todos los intereses parciales y locales de los grupos patronales, tanto
agrícolas como industriales.

Como el proletariado no ha sabido agruparse en el momento oportuno


en una organización unitaria capaz de luchar por el poder y sacrificar sus
intereses inmediatos y parciales a este objetivo, la burguesía ha aprovechado
para hacer su propio intento. Siguiendo un plan unitario de ofensiva anti-
proletaria, la clase dominante se ha dotado de una organización para defender
el poder que tiene en sus manos.

El fascismo ha creado una organización sindical. ¿Cuál es su objetivo?


¿Dirigir la lucha de clases? Jamás en la vida. Ha creado un movimiento
sindical en base a la esta consigna: todos los intereses económicos tienen
derecho a sindicarse. Los obreros, los campesinos, los comerciantes, los
capitalistas, los grandes terratenientes, etc.…, todos pueden unirse, todos
pueden organizarse sobre la base de un mismo principio, pero la actividad
sindical de todas estas organizaciones debe subordinarse al interés nacional, a
la producción nacional, a la grandeza nacional, etc.… Se trata, por tanto, de
un sindicalismo de colaboración de clases, no de lucha de clases. Todos los
intereses supuestamente se funden en una pretendida unidad nacional. Y ya
sabemos lo que significa esta unidad: la conservación contrarrevolucionaria
El principio democrático y otros textos · 173

del Estado burgués y sus instituciones.

Para nosotros, la génesis del fascismo se debe a tres factores principalmente:


el Estado, la gran burguesía y las clases medias. En Italia, el aparato estatal
ha jugado un importante papel en la formación del fascismo. Desde luego,
las sucesivas crisis del gobierno burgués han difundido la idea de que la
burguesía tiene un aparato estatal tan inestable que basta un golpe para que
caiga, pero esto no es cierto. De hecho, precisamente es el fortalecimiento
del Estado el que permite a la burguesía construir su organización fascista.

Es cierto que en la inmediata posguerra el aparato estatal atravesó una crisis


cuya causa manifiesta fue la desmovilización. Aquellos elementos que hasta
entonces participaban en la guerra fueron lanzados al mercado de trabajo;
en este momento crítico, el aparato estatal, que hasta entonces había hecho
todo lo posible por lograr la victoria frente al enemigo exterior, tuvo que
transformarse en un órgano de defensa frente a la revolución. Esto planteaba
a la burguesía un gigantesco problema, que no podía resolverse militarmente
mediante la lucha abierta contra el proletariado: por tanto, debía emplear
medios políticos. En esta época se formaron los primeros gobiernos de
izquierda de posguerra, cuando la corriente política de Giolitti y Nitti
accedió al poder.

Fue precisamente esta política la que le permitió al fascismo asegurarse luego


la victoria. Al principio se trataba de hacer concesiones al proletariado. En
el momento que el aparato estatal sintió que debía consolidarse, apareció el
fascismo. Cuando el fascismo critica los gobiernos de izquierda de posguerra
y les acusa de cobardía ante los revolucionarios, hace pura demagogia. En
realidad, los fascistas deben su victoria a las concesiones que hicieron los
primeros ministros demócratas de la posguerra. Nitti y Giolitti hicieron
concesiones a la clase obrera. Algunas reivindicaciones del Partido Socialista,
como la desmovilización, el régimen político y la amnistía para los
desertores, se hicieron realidad. El objetivo de estas distintas concesiones
174 · Amadeo Bordiga

era ganar tiempo para reconstruir el aparato estatal sobre unas bases más
sólidas. Nitti creó la Guardia Real, que hablando con propiedad no era un
cuerpo de policía, sino una organización militar de carácter nuevo. Uno de
los grandes errores de los reformistas fue que no consideraron este problema
como algo fundamental, cuando incluso desde un punto de vista puramente
constitucional habrían podido protestar contra la creación de un segundo
ejército por parte del Estado. Pero no comprendieron la importancia de la
cuestión y vieron en Nitti a un hombre con el que se podía colaborar en un
gobierno de izquierda. Esto es una muestra más de la incapacidad del PSI
para entender la evolución política en Italia.

Giolitti completó la obra de Nitti. Bajo su ministerio, el ministro de la


Guerra Bonomi dio su apoyo a los primeros intentos fascistas, poniendo
a disposición del movimiento naciente a los oficiales desmovilizados que,
incluso tras su vuelta a la vida civil, continuaban recibiendo la mayor parte
de su sueldo. El aparato estatal se puso ampliamente a disposición de los
fascistas y les suministró el material que necesitaban para formar un ejército.

Cuando se ocuparon las fábricas13, el ministro Giolitti comprendió muy bien


que, dado que el proletariado armado se había apoderado de las fábricas y
que, en su impulso revolucionario, el proletariado agrícola estaba a punto de
hacerse con la tierra, habría sido un gran error aceptar la batalla antes de que
las fuerzas contrarrevolucionarias estuvieran completamente organizadas.
Para reagrupar las fuerzas contrarrevolucionarias destinadas a aplastar un
día al movimiento obrero, el gobierno explotó la maniobra de los jefes
traidores de la CGT, que entonces eran miembros del movimiento socialista.
Prometiendo una ley sobre el control obrero que nunca se llegó a aplicar ni
a votarse, el gobierno logró salvar al Estado burgués de esta crítica situación.

El proletariado se había apoderado de las fábricas y de la tierra, pero el Partido

13 El movimiento de ocupación de fábricas alcanzó su máximo desarrollo en otoño de 1920.


[Nota de “¡Salud, Proletarios!”, Blog de recopilación de textos para la Revolución Comunista
Internacional]
El principio democrático y otros textos · 175

Socialista demostró una vez más que era incapaz de resolver el problema
de la unidad de acción de los trabajadores industriales y los agrícolas. Este
error permitió a la burguesía llevar a cabo la unidad contrarrevolucionaria y
gracias a ella logró derrotar separadamente a los obreros de las fábricas y a los
del campo. Como hemos podido ver, el Estado jugó un papel capital en la
génesis del movimiento fascista.

Tras los ministros Nitti, Giolitti y Bonomi, llegó el gobierno de Facta. Este
se dedicó a encubrir la completa libertad de acción de la que disfrutaba el
fascismo en su avance territorial. En la época de la huelga de agosto de 1922
estallaron serias luchas entre los fascistas y los obreros, mientras el gobierno
apoyaba abiertamente a los primeros. Podemos citar el ejemplo de Bari, donde
a pesar de su gran despliegue de fuerzas los fascistas no lograron aplastar a
los obreros, que levantaron barricadas en sus casas de la ciudad vieja y se
defendieron con las armas durante más de una semana. Los camisas negras
tuvieron que retirarse, dejando muchos de los suyos sobre el asfalto. ¿Y qué
hizo el gobierno de Facta? Rodeó la ciudad de noche con miles de soldados,
centenares de carabineros y guardias reales y mandó sitiar la ciudad. Desde
el puerto un torpedero bombardeó las casas; las ametralladoras, los carros y
los fusiles entraron en acción. Sorprendidos en la cama, los obreros fueron
derrotados y la Bolsa de Trabajo ocupada. El Estado actuó de la misma
forma en todas partes. Allí donde el fascismo se veía obligado a batirse en
retirada ante los obreros, el Estado intervenía disparando contra los obreros
que se defendían, deteniendo y condenando a los obreros cuyo único delito
había sido defenderse, mientras que los fascistas que cometían delitos de
derecho común eran sistemáticamente absueltos.

El primer factor, como hemos dicho, es el Estado. El segundo es la gran


burguesía. Los capitalistas industriales, bancarios, comerciales y los grandes
propietarios de tierras, naturalmente, estaban interesados en fundar una
organización de combate capaz de apoyar su ofensiva contra los trabajadores.
176 · Amadeo Bordiga

Pero el tercer factor no desempeñó un papel menos importante en la


génesis del poder fascista. Para levantar junto al Estado una organización
reaccionaria ilegal, había que alistar también a otros elementos, además de
los procedentes de las capas superiores de la clase dominante. Y esto se logró
recurriendo a las capas de las clases medias que ya hemos mencionado, a
las que persuadieron para que defendieran sus intereses. Esto es lo que el
fascismo ha tratado de hacer y lo que, reconozcámoslo, ha logrado. En las
capas más próximas al proletariado, ha hallado partidarios entre aquellos a
los que la guerra había dejado insatisfechos, entre la pequeña-burguesía, la
semi-burguesía, los comerciantes y sobre todo entre los intelectuales de la
juventud burguesa que, adhiriéndose al fascismo y luciendo su uniforme
de lucha contra el proletariado, adquirían la energía suficiente como para
liberarse de las ataduras morales, cayendo en el patriotismo y el imperialismo
más exaltado. Estos elementos proporcionaron al fascismo un considerable
número de partidarios y le permitieron organizarse militarmente.

Estos son los tres factores que han permitido a nuestros enemigos hacernos
frente con un movimiento de una brusquedad y brutalidad sin parangón, pero
que, hay que reconocerlo, dispone de una sólida organización y de unos jefes
políticamente muy hábiles. El Partido Socialista nunca llegó a comprender el
significado y la importancia de este fascismo ascendente. “L’Avanti!” nunca
entendió lo que la burguesía preparaba, explotando hábilmente los errores de
los jefes obreros. ¡Ni siquiera quería nombrar a Mussolini por miedo a darle
publicidad y protagonismo!

Como vemos, el fascismo no representa una nueva doctrina política, pero en


cambio dispone de una gran organización política y militar y una importante
prensa que dirige con gran habilidad periodística y mucho eclecticismo.

No tiene ideas ni programa, pero ahora que ha llegado al poder y que se


halla ante problemas concretos se verá obligado a dedicarse a organizar la
economía italiana. En este paso de una labor negativa a una positiva revelará
El principio democrático y otros textos · 177

su debilidad, a pesar de su capacidad organizativa.

El programa fascista

Después de haber tratado los factores históricos y la realidad social que han
engendrado el fascismo, debemos ocuparnos de la ideología que adopta y
del programa gracias al cual se ha asegurado la adhesión de sus seguidores.

Nuestra crítica nos lleva a concluir que, en el plano ideológico, el fascismo


no aporta nada nuevo al programa burgués tradicional. Su superioridad
y su característica distintiva residen en su organización, su disciplina y su
jerarquía. Pero al margen de estos aspectos militares excepcionales, se ven
envuelto en una situación plagada de dificultades de la que es incapaz de
salir al paso. La crisis económica renovará continuamente las causas para el
asalto revolucionario, mientras que el fascismo será incapaz de reorganizar
la sociedad burguesa. El fascismo, que no sabrá cómo superar la anarquía
económica del sistema capitalista, tiene una tarea histórica que podríamos
decir que consiste en luchar contra la anarquía política, es decir, la anarquía
de la organización de la clase burguesa en partido político. Tradicionalmente
las diferentes capas de la burguesía italiana han formado grupos sólidamente
organizados que combatían entre sí debido a que sus intereses particulares
y locales estaban enfrentados. Agrupados bajo la dirección de los políticos
profesionales, estos se entregaban a todo tipo de maniobras en los pasillos
del parlamento. La ofensiva contrarrevolucionaria obligó a las fuerzas de la
clase dominante a unirse en la lucha social y en la política gubernamental.
El fascismo responde a esta necesidad de clase. Situándose por encima de
los partidos burgueses tradicionales, el fascismo les priva poco a poco de
contenido, les reemplaza en su actividad y, gracias a los errores y los fracasos
del movimiento proletario, explota para sus propios fines el poder político
y el material humano de las clases medias. En cambio, nunca logrará darse
una ideología concreta y un programa de reformas sociales y administrativas
que supere los límites de la política burguesa tradicional, que ya ha fracasado
178 · Amadeo Bordiga

mil veces.

La parte crítica de la supuesta ideología fascista carece de valor. Está cubierta


de un barniz antisocialista y al mismo tiempo anti-democrático. En lo que
respecta al anti-socialismo, está claro que el fascismo es un movimiento anti-
proletario, por lo que es natural que se declare adversario de todas las formas
económicas socialistas o semi-socialistas, aunque, por otra parte, no aporta
nada nuevo para mantener el sistema de propiedad privada, al margen de
los lugares comunes sobre el fracaso del comunismo en Rusia. En cuanto
a la democracia, según ellos, como no ha sabido combatir las tendencias
revolucionarias y antisociales, debería ceder su puesto a un Estado fascista.
Pero esta no es más que una frase vacía.

El fascismo no es una tendencia de la derecha burguesa que se apoya


en la aristocracia, el clero, los altos funcionarios civiles y militares y que
pretenda reemplazar la democracia del gobierno burgués y la monarquía
constitucional por una monarquía autoritaria. El fascismo encarna la lucha
contrarrevolucionaria de todos los elementos burgueses unidos; por ello no
necesita ni le es indispensable sustituir las instituciones democráticas por
otras. Para marxistas como nosotros esto no es ninguna paradoja, pues
sabemos que el sistema democrático no representa nada más que un puñado
de falsas garantías detrás de las cuales se oculta la lucha real de la clase
dominante contra el proletariado.

El fascismo fusiona la violencia reaccionaria y la astucia demagógica; por lo


demás, la izquierda burguesa siempre ha engañado al proletariado, poniendo
en evidencia la superioridad de los grandes intereses capitalistas sobre todas
las exigencias sociales y políticas de las clases medias. Cuando los fascistas
pasan, de una pretendida crítica a la democracia burguesa, a formular
una doctrina positiva y se ponen a predicar un exagerado patriotismo y a
discurrir sobre la misión histórica del pueblo italiano, no hacen más que
divagar sobre un mito histórico que, a la luz de la crítica social, carece de
El principio democrático y otros textos · 179

fundamentos, siendo Italia el país de las falsas victorias. En cuanto a la


influencia del fascismo sobre las masas, proviene de su imitación de la clásica
actitud de la democracia burguesa cuando ésta afirma que todos los intereses
deben subordinarse al superior interés nacional. Pregonan el principio de
la colaboración entre todas las clases, mientras en la práctica lo que hacen
es defender simplemente las instituciones burguesas frente a los intentos
de emancipación revolucionaria del proletariado. Eso es lo que siempre ha
hecho la democracia liberal.

La novedad del fascismo reside en su organización como partido


gubernamental de la burguesía. Los acontecimientos políticos que se
produjeron en la arena parlamentaria italiana daban la impresión de que
el aparato estatal burgués había caído en tal crisis que bastaba un empujón
para derribarlo. En realidad, se trataba únicamente de una crisis en los
métodos burgueses de gobierno, fruto de la impotencia de los grupos
dirigentes tradicionales de la política italiana para dirigir la lucha contra
los revolucionarios en el trascurso de una profunda crisis. El fascismo
creó, pues, un órgano capaz de garantizar el papel dominante del aparato
estatal. Pero cuando, junto a su lucha práctica contra los proletarios, los
fascistas exponían un programa positivo y concreto de organización social
y de administración del Estado, se limitaban a repetir las banales tesis de
la democracia y la socialdemocracia: nunca crearán un sistema orgánico de
propuestas y proyectos que puedan considerar como propios. Por ejemplo,
siempre han defendido que el programa fascista se proponía reducir el
aparato burocrático en todos los dominios de la administración, empezando
por los ministros. Es cierto que Mussolini ha renunciado al vagón especial
de primer ministro, pero en cambio ha aumentado el número de ministros y
de subsecretarios para poder colocar a sus pretorianos.

De la misma manera, después de haber adoptado respecto a la monarquía


actitudes republicanas, o al menos ambiguas, el fascismo se ha decantado por
la lealtad al rey, y tras haber armado tanto escándalo contra la corrupción
180 · Amadeo Bordiga

parlamentaria, ha caído de lleno en la práctica parlamentaria.

Dejando campo abierto a la acción sindical, el fascismo muestra su escasa


inclinación por adueñarse de las tendencias de la pura reacción. En
el Congreso de Roma de 1921, en el que el fascismo hizo esfuerzos casi
bufonescos por establecer su doctrina, se intentó definir el sindicalismo
fascista como un movimiento sindical en el que predominaban las categorías
de trabajadores intelectuales. Pero esta definición supuestamente teórica ha
sido luego desmentida por la cruda realidad. El fascismo, que ha fundado
organizaciones sindicales por la fuerza y gracias a que los empresarios le
habían cedido el monopolio en las cuestiones laborales para demoler las
organizaciones rojas, ni siquiera ha logrado extender su influencia a las
categorías de trabajadores técnicamente más especializados; sólo ha tenido
éxito entre los trabajadores agrícolas y algunas categorías de obreros urbanos
cualificados, por ejemplo, entre los estibadores, pero no ha logrado conquistar
a la parte más desarrollada e inteligente del proletariado. Tampoco ha dado
un nuevo impulso, en el terreno sindical, al movimiento de los oficinistas y
los artesanos. El sindicalismo fascista no se basa en ninguna doctrina seria.
La ideología y el programa del fascismo contienen una turbia mezcla de ideas
y reivindicaciones burguesas y pequeño-burguesas, y el empleo sistemático
de la violencia contra el proletariado no le impide beber de las fuentes del
oportunismo socialdemócrata. El hecho de que los reformistas italianos se
hayan puesto a remolque del fascismo tras su victoria, tras haber practicado
durante un tiempo una política aparentemente antifascista y haber pensado
en formar un gobierno de coalición burgués-proletario contra los fascistas,
demuestra nuestras afirmaciones. Este acercamiento no tiene nada de
paradójico; deriva de una serie de circunstancias y muchos elementos
permitían preverlo, entre otros el movimiento D’Annunzio que, por una
parte, está ligado al fascismo, mientras que por otra ha intentado acercarse
a las organizaciones proletarias sobre un programa sacado de la constitución
de Fiume, que tenía pretensiones proletarias e incluso socialistas.
El principio democrático y otros textos · 181

Aún quedan otros puntos sobre el fascismo que considero que sería
importante explicar, pero no tengo tiempo para ello. Otros camaradas
italianos podrán completar mi discurso. He dejado de lado voluntariamente
el aspecto sentimental de la cuestión y los sufrimientos por los que han
pasado los obreros y los comunistas italianos, pues creo que este no es el
aspecto esencial de la cuestión.

Los últimos acontecimientos de Italia

Debo hablar ahora de los últimos acontecimientos que han sobrevenido en


Italia, sobre los cuales este Congreso espera información precisa. Nuestra
delegación salió de Italia antes de que se produjeran y no ha sido informada
sino muy recientemente, después de que llegara un delegado de nuestro CC
y nos relatara los acontecimientos, cuya exactitud os garantizo. Contaré las
noticias que nos han traído.

Como ya os he dicho, el gobierno Facta había dejado a los fascistas


completa libertad para aplicar su política. Solo daré un ejemplo. El hecho
de que el Partido Popular, que es campesino y católico, haya tenido una
fuerte representación en los sucesivos ministerios, no ha impedido que los
fascistas continuaran su lucha contra las organizaciones, los miembros y las
instituciones de este partido. El gobierno no era más que la sombra de sí
mismo y su única actividad consistía en apoyar la ofensiva fascista hacia
el poder, ofensiva que hemos definido geográfica y territorialmente. En
realidad, el gobierno preparaba el terreno para el golpe de Estado fascista.
Entre tanto, la situación se precipitó. Se abrió una nueva crisis ministerial.
Se exigió la dimisión de Facta. Las últimas elecciones habían repartido
los escaños del parlamento de tal forma que era imposible asegurar una
mayoría estable sobre la base del viejo sistema de los partidos burgueses
tradicionales. En Italia se decía que “el poderoso partido liberal” estaba
en el poder. En realidad, este no era un partido en el propio sentido de la
palabra; nunca tuvo una organización digna de ese nombre y no era más
182 · Amadeo Bordiga

que una mezcla de camarillas personales de políticos del norte y del sur y de
grupos de industriales o de propietarios de tierras manejados por políticos
profesionales. El conjunto de estos parlamentarios formaba el núcleo de
todas las combinaciones ministeriales. Y llegó el momento en el que el
fascismo debía terminar con esta situación, si no quería caer en una grave
crisis interna. Para él también era una cuestión práctica: tenía que satisfacer
las exigencias del movimiento fascista y costear los gastos organizativos. La
clase dominante ya había adelantado en gran medida los medios materiales
necesarios, y según parece algunos gobiernos extranjeros habían hecho
lo propio. Francia financió el grupo de Mussolini. En una sesión secreta
del gobierno francés se discutió un balance que incluía las enormes sumas
que se habían entregado a Mussolini en 1915. El Partido Socialista supo
de estos documentos y de algunos otros, pero no los difundió porque creía
que Mussolini era un hombre acabado. Por otra parte, el gobierno italiano
siempre facilitó la tarea a los fascistas. Por ejemplo, bandas enteras de camisas
negras viajaban gratuitamente en ferrocarril. Pero dados los enormes gastos
del movimiento fascista, la situación financiera se habría vuelto crítica si no
se hubieran decidido a tomar directamente el poder. No podía esperar a las
siguientes elecciones, aunque su triunfo en éstas era seguro.

Los fascistas tienen una potente organización política. Cuentan ya con


trescientos mil hombres, según ellos más. Podrían haber triunfado incluso
con métodos democráticos. Pero había que darse prisa y lo han hecho. El
Consejo Nacional Fascista se reunió en Nápoles el 24 de octubre. Hoy
podemos decir que este acontecimiento, al que tanta publicidad ha dado la
prensa burguesa, no era más que una maniobra para distraer la atención del
golpe de Estado. En un momento dado, se dijo a los congresistas: terminemos
los debates, hay cosas mejores que hacer; todos a sus puestos. Entonces
comenzó la movilización fascista. Eso fue el 26 de octubre. En la capital
aún reinaba la calma. Facta declaró que no dimitiría antes de haber reunido
una vez más a su gabinete, para seguir el procedimiento habitual, lo que no
le impidió presentar su dimisión al rey. Comenzaron las negociaciones para
El principio democrático y otros textos · 183

formar un nuevo gobierno. Los fascistas se pusieron en marcha hacia Roma,


centro neurálgico de su actividad (los fascistas son especialmente activos en
el centro de Italia, especialmente en la Toscana). Les dejaron vía libre.

Encargado en principio de formar el nuevo gobierno, Salandra renunció tras


ver la actitud de los fascistas. Probablemente, si no hubieran aceptado las
exigencias de Mussolini, encargándole la formación de un nuevo gobierno,
los fascistas se habrían comportado como bandidos, incluso en contra de la
voluntad de sus jefes, y habrían saqueado y destruido las ciudades y el campo.
La opinión pública empezó a mostrar signos de inquietud. El gobierno Facta
proclamó el estado de sitio. En efecto, se proclamó durante todo un día,
mientras la opinión pública esperaba un choque entre el poder del Estado y
las fuerzas fascistas. A este respecto, nuestros camaradas son extremadamente
escépticos. De hecho, los fascistas no han encontrado en su travesía ninguna
resistencia seria. Sin embargo, en ciertos medios del ejército no era visto con
buenos ojos; los soldados estaban dispuestos a batirse contra ellos, pero la
mayoría de los oficiales simpatizaban con los fascistas.

El rey se negó a firmar el decreto de estado de sitio. Eso significaba aceptar


las condiciones de los fascistas, que habían escrito en el “Popolo d’Italia”:
si quieren una solución legal, basta con que encarguen a Mussolini la
formación del nuevo gobierno; en caso contrario, marcharemos sobre Roma
y no apoderaremos de ella.

Algunas horas después de la abrogación del estado de sitio se supo que


Mussolini salía hacia Roma.

Se había preparado una defensa militar y las tropas estaban ya reunidas, pero
ya se había llegado a un acuerdo, y el 31 de octubre los fascistas entraron en
la capital sin hacer ningún disparo.

Mussolini ha formado el nuevo gobierno, que ya sabemos quién lo


184 · Amadeo Bordiga

compone. El Partido Fascista, que no contaba más que con 35 escaños en


el parlamento, logra un gobierno de mayoría absoluta. Mussolini no sólo se
hace con la presidencia del consejo, sino también con las carteras de Interior
y de Asuntos Exteriores. El resto de ministerios importantes están en manos
de los fascistas. Pero como no han llegado a romper completamente con los
partidos tradicionales, el gobierno incluye dos representantes de la democracia
social, es decir, de la izquierda burguesa, así como liberales de derecha y
un partidario de Giolitti. La tendencia monárquica está representada por el
general Díaz en el ministerio de Guerra y el almirante Thoon di Revel en
el ministerio de la Marina. El Partido Popular, que tenía mucho peso en las
Cortes, se ha mostrado dispuesto a llegar a acuerdos con Mussolini. Con
el pretexto de que los órganos oficiales del partido no podían reunirse en
Roma, la responsabilidad de aceptar las propuestas de Mussolini recayó en
algunos parlamentarios, reunidos oficiosamente. Sin embargo, han logrado
arrancar algunas concesiones a Mussolini y la prensa del Partido Popular
declara que con el nuevo gobierno la representación electoral del pueblo no
cambia gran cosa.

El compromiso afecta incluso a los socialdemócratas: por un momento


pareció que el reformista Boldesi iba a participar en el gobierno. Mussolini
tuvo la habilidad de sondearle a través de uno de sus lugartenientes, y
Boldesi contestó que estaría encantado de aceptar ese puesto. Entonces fue
cuando Mussolini hizo público que había sido él quien había iniciado las
negociaciones a través de uno de sus amigos, y Boldesi terminó rechazando
su entrada en el nuevo gobierno. Si Mussolini no ha ofrecido a ningún
representante de la CGT entrar en el gobierno es porque los elementos de
derecha de su gabinete se oponen a ello. Pero si por él fuera, daría un papel
a esta organización en la “gran coalición nacional”, ahora que la CGT se ha
hecho independiente de todo partido revolucionario.

Todos estos sucesos revelan un compromiso entre las tradicionales camarillas


políticas y las diversas capas de la clase dominante –industriales, banqueros,
El principio democrático y otros textos · 185

propietarios de tierras–, todos bien dispuestos con el nuevo régimen,


instaurado gracias al apoyo de la pequeña-burguesía al movimiento fascista.

En nuestra opinión, el fascismo es una forma de reforzar el poder con todos


los medios de los que dispone la clase dominante, sacando provecho a las
lecciones de la primera revolución proletaria victoriosa, la revolución rusa.
Ante a una grave crisis económica, el Estado no da de sí para defender
el poder de la burguesía. Necesita un partido unitario, una organización
contrarrevolucionaria centralizada. En cierto sentido, la relación del partido
fascista con el conjunto de la clase burguesa es análoga a la del Partido
Comunista Ruso con el proletariado, es decir, un órgano de dirección y
control bien organizado y disciplinado entono al aparato del Estado. En
Italia, el Partido Fascista ha ocupado casi todos los puestos importantes del
aparato estatal: es el órgano burgués que dirige el Estado en la época de
descomposición del imperialismo. Esta es, para mí, una adecuada explicación
histórica del fascismo y de los últimos acontecimientos en Italia.

Las primeras medidas del nuevo gobierno demuestran que no tratan de


modificar la base institucional tradicional. Naturalmente, no pretendo
afirmar con esto que la situación sea favorable para el movimiento proletario
y comunista, pero creo que el fascismo será liberal y democrático. Los
gobiernos democráticos nunca han dado nada al proletariado excepto
proclamas y promesas. Por ejemplo, el gobierno de Mussolini ha garantizado
que respetará la libertad de prensa. Pero no se ha olvidado de añadir que
la prensa deberá mostrarse digna de tal libertad. ¿Qué significa esto? Que
el gobierno promete la libertad de prensa, pero dejará a las organizaciones
militares fascistas vía libre para amordazar a la prensa comunista cuando
les apetezca, como ha sucedido ya en ciertos casos. Por otra parte, hay
que reconocer que, si bien el gobierno fascista hace algunas concesiones
a los liberales burgueses, no hay que dar mucho crédito a su promesa de
transformar las organizaciones militares en asociaciones deportivas o algo por
el estilo (sabemos que docenas de fascistas han sido arrestados por oponerse a
186 · Amadeo Bordiga

las órdenes de desmovilización que ha lanzado Mussolini).

¿Cómo influyen todos estos hechos en el proletariado? Este no ha jugado un


papel importante en la lucha y se ha visto obligado a comportarse de manera
casi pasiva. En cuanto al Partido Comunista, siempre ha sabido que la victoria
del fascismo era una derrota del movimiento revolucionario. El problema
consiste en saber si la táctica del PC ha permitido obtener los máximos
resultados en la defensa del proletariado italiano. Y si hablamos de defensa,
es porque jamás hemos pensado que el proletariado esté en condiciones de
lanzar una ofensiva contra la reacción fascista. Si en lugar de un compromiso
entre la burguesía y el fascismo hubiese un conflicto armado, habría estallado
una guerra civil entre ellos, y quizá el proletariado hubiera jugado en ella un
papel, creando un frente único por la huelga general y logrando el triunfo;
pero la situación es la que es: el proletariado no ha participado en la acción.
Sea cual sea la importancia de los acontecimientos en curso, no hay que
olvidar que el cambio político ha sido menos brusco de lo que pueda parecer
en realidad, pues ya antes de su ofensiva final la situación era cada vez más
favorable para los fascistas. En Cremona, la lucha contra el poder del Estado
y contra el fascismo provocó seis muertos. El proletariado sólo ha combatido
en Roma, donde las tropas obreras revolucionarias se enfrentaron a grupos
fascistas armados y hubo varios heridos. Al día siguiente la Guardia Real
ocupó el barrio obrero, privándole de todo medio de defensa mientras
los fascistas que acudían disparaban a sangre fría sobre los obreros. Es el
incidente más sangriento que se ha producido durante las recientes luchas.

Cuando el PC propuso la huelga general, la CGT la desarmó, incitando


al proletariado a que no siguiera las peligrosas exhortaciones de los
revolucionarios, e hizo correr el rumor de que el PC se había disuelto justo
en el momento en el que a éste le era imposible desmentirlo, pues no podía
publicar su prensa.

En Roma, el acontecimiento más grave para el partido fue la ocupación de


El principio democrático y otros textos · 187

la sede de la redacción de “Il Comunista”. La tipografía fue ocupada el 31


de octubre justo cuando el periódico iba a repartirse y 100.000 fascistas
tenían la ciudad en estado de sitio. Todos los redactores lograron ponerse
a salvo, abandonando el inmueble por las puestas traseras, excepto el
redactor en jefe, el camarada Togliatti, que se quedó en su despacho. Los
fascistas le detuvieron. Declaró con orgullo que era el redactor-jefe de “Il
Comunista”, y ya le iban a poner contra el muro para ejecutarle, mientras
los fascistas rechazaban a la multitud, cuando corrió la voz de que el resto
de redactores se había escapado por el tejado; los agresores se pusieron a
perseguirlos y gracias a esta circunstancia Togliatti permanece con vida. Esto
no ha impedido a nuestro camarada dar un discurso en Turín unos días
más tarde, en conmemoración del aniversario de la revolución rusa. Pero se
trata de un caso aislado. La organización de nuestro partido está en bastante
buen estado. Si “Il Comunista” no sale al público no es por la prohibición
gubernamental, sino porque la imprenta se niega a publicarlo. Lo llevaremos
a una imprenta ilegal. Las dificultades que atraviesa la publicación son más
de orden financiero que técnico. En Turín, la sede de “L’Ordine Nuovo”
ha sido ocupada y las armas que allí había confiscadas. Pero el diario se
sigue publicando. En Trieste, la policía ha invadido la imprenta de “Il
Lavoratore”, que ahora también se publica ilegalmente. Nuestro partido aún
puede trabajar públicamente y nuestra situación no tiene nada de trágica.
Pero no sabemos qué giro tomaran los acontecimientos, y estoy obligado a
expresar mis reservas sobre la situación y el trabajo del partido en el futuro.
El camarada que acaba de llegar de Italia es el dirigente de una importante
organización local del partido, y su opinión, compartida por otros militantes,
es que a partir de ahora podremos trabajar mejor que en el pasado. No quiero
decir que esta sea una verdad definitiva, pero el camarada que la expresa en
un militante que trabaja realmente en contacto con las masas, y su opinión
es de gran importancia.

Ya os he comentado que la prensa adversaria ha difundido la falsa noticia


de que nuestro partido se ha disuelto. Ya hemos publicado un desmentido y
188 · Amadeo Bordiga

restablecido la verdad. Nuestros órganos políticos centrales, nuestro centro


militar clandestino y nuestra central sindical están en plena actividad, y los
contactos con las provincias han sido restablecidos en casi todas partes. Los
camaradas que permanecen en Italia nunca han perdido la cabeza y hacen
todo lo necesario. En lo que respecta a los socialistas, la sede de “Avanti!” ha
sido destruida por los fascistas y el diario tardará un tiempo en aparecer de
nuevo. La sede del Partido Socialista en Roma también ha sido destruida y
sus archivos incendiados. En lo que respecta a la posición de los maximalistas
en la polémica entre el PC y la CGT, no disponemos ni de manifiesto ni de
declaración. En cuanto a los reformistas, deducimos por su prensa (que sigue
apareciendo) que se colocan claramente detrás del nuevo gobierno.

En lo que respecta a la situación sindical, el camarada Repossi, miembro


del nuevo Comité Sindical, cree que el trabajo podrá continuar. Esta es la
información que hemos recibido, que data del 6 de noviembre.

Mi discurso ya ha sido bastante largo, y no abordaré la cuestión de la posición


que ha adoptado nuestro partido durante todo el período de desarrollo del
fascismo, me reservo esto para otros puntos del orden del día. Me gustaría
plantear únicamente la cuestión de las perspectivas futuras. Hemos sostenido
que el fascismo deberá hacer frente al descontento provocado por la política
del gobierno. Pero sabemos demasiado bien que cuando se dispone no sólo
del Estado, sino de una organización militar, es más fácil callar el descontento
y adueñarse de la situación, aunque sea económicamente desfavorable. Y esto
es mucho más cierto durante el período de la dictadura del proletariado, a la
que nos conduce el desarrollo histórico.

Pero no hay duda de que los fascistas están muy bien organizados y que
tienen objetivos precisos, y en estas condiciones podemos vislumbrar que la
posición del fascismo no será nada precaria.

Como habéis visto, no trato de exagerar las condiciones en las que se ve


El principio democrático y otros textos · 189

obligado a luchar nuestro partido, pues no queremos plantearlo como una


cuestión sentimental. El P.C. de Italia quizá ha cometido errores, se le puede
criticar, pero creo que la actitud de los camaradas en el momento actual
demuestra que hemos hecho un buen trabajo, un trabajo de formación del
partido revolucionario del proletariado, que es la base para el asalto de la
clase obrera italiana.

Los comunistas italianos tienen derecho a ser reconocidos como lo que son,
e incluso si su actitud no ha sido siempre la adecuada, no tienen nada que
reprocharse ni ante la Revolución ni ante la Internacional Comunista.
EL COMUNISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL14

En el seno del proletariado revolucionario y comunista, las discusiones a


menudo tratan sobre la cuestión de los “principios”, sobre la supuesta
contradicción entre estos y la acción, es decir, entre la teoría y la práctica. No
es fácil entender claramente este problema. Sin embargo, si no se comprende,
toda crítica y toda polémica se convierten en confusión estéril.

Tanto el viejo oportunismo como el nuevo, que tratan de reducir el alcance


de la teoría marxista, que condena y barre todas las ideas innatas y eternas
(en las que supuestamente se basaría la conducta humana), hablan de una
política carente de principios fijos. El revisionismo clásico de Bernstein,
que se incorporó hábilmente al movimiento proletario mientras aparentaba
dejar intacta la doctrina revolucionaria de Marx, declaraba: “el movimiento
lo es todo, el fin no es nada”. Veremos inmediatamente qué significa eso de
que “el fin no es nada” y si es posible prescindir de los principios; veremos
también por qué, para el comunismo marxista, los principios no son sino
“fines”, es decir, la meta de su actividad. Y no es una paradoja relacionar
los “principios” con los “fines”. Cuando el reformismo oportunista se aleja
de estos vastos objetivos y guarda la doctrina del movimiento en el desván,
lo único que puede hacer es hablar de los problemas actuales que hay que
resolver, empíricamente, de cara al futuro inmediato.

Pero si eliminamos las normas y las guías permanentes, ¿en qué criterio nos
basaremos a la hora de actuar? Esto es lo que habría que preguntar a los viejos
y los nuevos falsificadores, cuyas obras hemos visto desfilar ante nosotros,
renovándose constantemente. ¿En base a los intereses de qué “sujeto” se
desplegará la acción? El oportunismo (que era y es un “obrerismo” que
remplaza la práctica y la doctrina de la revolución proletaria) decía que la
acción proletaria debía inspirarse en los intereses obreros, que según él eran
los intereses particulares y corporativos de los trabajadores, y satisfacerlos

14 Publicado en “Prometeo”, 15 de abril de 1924. [N. del E.]


El principio democrático y otros textos · 191

del modo más sencillo, fácil y breve. De esta forma, las soluciones a los
problemas de la acción dejaban de depender de todo el conjunto del
movimiento proletario y de su camino histórico, y se situaban en un terreno
limitado a pequeños segmentos de la clase obrera y a las etapas iniciales de
su camino. Actuando así, el revisionismo abandonaba toda disciplina hacia
los principios, de manera más o menos acentuada, pero no por ello dejaba
de proclamar su fidelidad al verdadero espíritu del marxismo, que para él
consistía en malograr la doctrina y dar al movimiento un carácter ecléctico.

A través de las complejas experiencias de los trabajadores, a lo largo del


desarrollo del movimiento proletario, la lucha contra estas desviaciones ha
revestido y revestirá aspectos muy relevantes; pero, aunque esta forma de
presentar y resolver los problemas y las cuestiones ha sido criticada muchas
veces, también ha ido hallando formas cada vez más atractivas con las que
embaucar la acción del proletariado. No nos vamos a dedicar aquí a refutar
estas teorías de manera general, sino solamente en lo que respecta a un
problema particular: esto hará nuestra postura más inteligible.

Nosotros, es decir, la izquierda marxista, hemos demostrado muchas


veces el vulgar truco del que se vale el oportunismo: su supuesta aversión
a los principios, a los “dogmas” como los llaman vulgarmente, se limita
sencillamente a una obediencia obstinada y ciega a los “principios” de la
ideología burguesa y contrarrevolucionaria. Los prácticos, los realistas, los
que están hastiados del movimiento proletario, cuando llega el momento, se
presentan como los más beatos promotores de las ideas burguesas, a las que
pretenden subordinar el movimiento proletario y todos los intereses de los
trabajadores.

La crítica teórica, poniendo de relieve esta circunstancia típica, procede al


mismo tiempo a desenmascarar la política del oportunismo socialista en
tanto que forma de actividad burguesa, y de sus jefes en tanto que agentes
del capitalismo en las filas del proletariado. Al inicio de la guerra mundial,
192 · Amadeo Bordiga

algunos defendieron (teóricamente) la derrota estrepitosa de la internacional


oportunista con unos argumentos sorprendentes desde el punto de vista de
la teoría y la propaganda socialista. Revelaciones inesperadas, sensacionales
“descubrimientos”. Quienes negaban que el socialismo tuviera principios
doctrinales y programáticos ahora quitaban al socialismo su originalidad
en eso de ser un movimiento sin principios, pues había que subordinarlo,
adherirlo incondicionalmente a ciertas tesis hasta entonces extrañas al
socialismo y que merecían ser demolidas polémicamente de manera
definitiva. El socialismo quedaba reducido a una “sub-escuela” dentro del
movimiento de la izquierda burguesa, se adhería a la ideología de la llamada
democracia, a la que ya no consideraba, como afirman los enunciados más
elementales del marxismo, una doctrina política adecuada para los intereses
de las clases burguesas, sino algo progresista comparado con la política
capitalista dominante. Los traidores de la Internacional “descubrieron” unos
principios con los que hacernos frente y con los que supuestamente había
que prejuzgar la acción del proletariado. Afirmaban que había que sacrificar
inexorablemente todos los intereses, incluso los inmediatos y los de esos
grupos particulares que supuestamente antes defendían. Empezaron a agitar
tres principios: el de la libertad democrática, el de la guerra defensiva y el de
las nacionalidades.

Hasta entonces, los oportunistas siempre habían dado muestra de una cierta
ortodoxia teórica, hablando a las masas de lucha de clases, de socialización
de los medios de producción y de abolición de la explotación del trabajo. El
súbito “descubrimiento” de nuevos principios sorprendió al proletariado,
conmocionó su conciencia de clase y su ideología revolucionaria, saboteó
la posibilidad de movilizarse ideológicamente en un sentido clasista, y
paralelamente, encubrió la evidente alianza entre los cuadros dirigentes de
las grandes organizaciones obreras y la burguesía, suprimiendo de golpe
toda posibilidad de reagrupamiento o plataforma para rectificar la acción
socialista de la clase obrera mundial.
El principio democrático y otros textos · 193

Pudimos ver entonces (pocos militantes supieron, y aún fueron menos los
que pudieron expresar su indignación y su protesta) de qué se trataba: el
proletariado socialista debía abandonar los principios cuando estos eran
los de su doctrina de clase, pero en cambio debía inclinarse ante ellos
beatamente cuando se trataba de los principios de la ideología burguesa, esas
ideas fundamentales que las clases dominantes transforman en una religión
para justificar sus intereses.

La traición al contenido de la doctrina marxista no podía ser más cínica.

Para dar una idea de los procedimientos que se emplearon en esta


incorporación descarada de elementos extraños y opuestos a las más simples
formulaciones de la doctrina socialista, citaremos un ejemplo. Conocemos
naturalmente el conocido párrafo del Manifiesto Comunista que dice que
el proletariado no tiene patria y que sólo puede constituirse en Nación –
en un sentido muy distinto además que la burguesía– cuando conquista
el poder político. Pues bien, uno de los propagandistas más conocidos del
Partido Socialista Italiano, el “técnico” de la propaganda del viejo partido,
Paolini, rechazaba este argumento con esta afirmación: para conquistar el
poder político primero hay que conquistar… el sufragio democrático; allí
donde el proletariado disfruta del derecho de voto, también tiene una patria
y unos deberes para con su Nación. Esta tesis, que no necesita comentarios,
demuestra que la II Internacional o bien encargaba su propaganda marxista
a unos tremendos idiotas o a unos grandes sinvergüenzas.

Nosotros no nos tomamos en serio la filosofía burguesa y su humanitarismo


jurídico. En el concepto comunista, la demolición teórica de esta filosofía
viene acompañada de un programa político del proletariado que liquida toda
ilusión acerca de la posibilidad de emplear los medios liberales y libertarios
de cara a su objetivo revolucionario: la supresión de la sociedad dividida
en clases. El supuesto derecho legal de todos los ciudadanos en el Estado
burgués no es más que la traducción del principio económico de la “libre
194 · Amadeo Bordiga

concurrencia” y la igualdad en el mercado entre vendedores y compradores


de mercancías. Esta nivelación significa, en realidad, que se han consolidado
las posiciones apropiadas para que se instaure y conserve la opresión y
explotación capitalistas. En relación a esta crítica fundamental que ofrece
el pensamiento socialista, si adoptamos como guía de la política proletaria y
socialista frente a la guerra el grado mayor o menor de “libertad democrática”
que existe en los países enfrentados, sencillamente estamos empleando
criterios burgueses y anti-proletarios. Por tanto, no insistiremos más sobre
el primero de los tres principios que hemos mencionado más arriba. Los
dos principios restantes derivan de la misma errónea interpretación teórica:
distinguir entre guerras justas e injustas, según sean guerras de anexión o de
defensa, o si su objetivo es dar a un determinado pueblo el gobierno que
supuestamente desean la mayoría de las masas. Esto supone tragarse que
las relaciones entre los Estados y lo individuos se rigen por los principios
democráticos.

Estos son los principios que esgrime la burguesía para crear entre las
masas populares una ideología adecuada para su dominio, ocultando
sus fundamentos implacablemente egoístas. Mientras que en el moderno
Estado capitalista la democracia electoral consiste, de hecho, en un sistema
de sanciones jurídicas y normas constitucionales que desde nuestro punto
de vista no suministran ninguna garantía efectiva para el proletariado, que
en los momentos decisivos de la lucha de clases hallará enfrente a todo el
aparato del Estado, en las relaciones internacionales no existen sanciones y
convenciones que respondan a una aplicación formal de los principios que
derivan de la teoría democrática.

Para el régimen capitalista la instauración de la democracia en el Estado fue


una necesidad inherente a su desarrollo; pero no ocurre lo mismo con las
fórmulas extraídas de la teoría democrática sobre las relaciones internacionales,
fórmulas que esgrimen los ideólogos promotores de la paz universal basada
en el arbitraje, la división de fronteras según las nacionalidades, etc.
El principio democrático y otros textos · 195

A primera vista, este es un argumento que se presta perfectamente al juego


de los oportunistas, que presentan a los grupos capitalistas como adversarios
de estas reivindicaciones políticas; en realidad, estos defensores de las teorías
puramente burguesas lo que hacen es que el proletariado dé crédito a dichas
teorías. Pero el argumento suele volverse en contra de los oportunistas.

Efectivamente, es absurdo pensar que el Estado burgués modificará su


postura internacional cuando el proletariado socialista cese su oposición y,
en nombre de la “Unión Sagrada”, abandone su independencia, dejando
así al Estado las manos libres para defender sus intereses y su supervivencia.
En segundo lugar, el juego criminal de los social-traidores se revela aún más
imprudente: frente a las supuestas “utopías” de los programas revolucionarios,
abogan por plantear objetivos inmediatos, asumir las posibilidades reales. Y
para subordinar la orientación del movimiento proletario, pasan a defender
unos objetivos que no sólo carecen de contenido clasista y socialista, sino que
son completamente irreales e ilusorios.

Dan crédito a unas ideas que la burguesía no realizará jamás, aunque le


interesa que las masas confíen en ellas. Así pues, la política de los oportunistas
impide que la evolución efectiva y práctica de las situaciones avance, aunque
sea “un pasito”. ¡Se revela como la movilización ideológica de las masas en
un sentido burgués y contrarrevolucionario y nada más!

En lo que respecta al principio de las nacionalidades, no es difícil demostrar


que nunca ha sido otra cosa más que una frase para agitar a las masas y,
en la mejor de las hipótesis, una ilusión de ciertas capas de intelectuales
pequeño-burgueses. Si el desarrollo de grandes unidades estatales fue algo
necesario para el desarrollo del capitalismo, también es cierto que ninguna
de esas unidades se formó sobre la base del famoso principio nacional, que
por otra parte es muy difícil de definir concretamente. Un escritor que
ciertamente no es un revolucionario, Vilfredo Pareto, en un artículo que
apareció en 1918, criticó el supuesto “principio de las nacionalidades”.
196 · Amadeo Bordiga

Mostró que es imposible definirlo satisfactoriamente, así como la flagrante


insuficiencia de algunos criterios que parecía que podían caracterizarlo (el
étnico, lingüístico, religioso, histórico, etc.). En definitiva, las diferentes
definiciones se contradicen entre ellas o en los resultados a los que llegan.
Pareto hacía también una observación evidente, que nosotros ya hicimos
durante las polémicas de la época de la guerra: la mejor solución a los
problemas nacionales no son los plebiscitos, pues el poder que logre establecer
los límites territoriales en los que se realizará la votación podrá controlar el
resultado de ésta, y llegamos así a un círculo vicioso.

No hace falta que contemos aquí las polémicas que surgieron hace nueve
años. En aquella época, a los internacionalistas no les fue fácil demostrar
que los principios que invocaban los social-patriotas se prestaban a todo
tipo de aplicaciones contradictorias. Cualquier Estado, en caso de guerra,
puede decir que se trata de una guerra defensiva, pues quizá el país agresor
sea el que termine “sucumbiendo bajo la invasión extranjera”; en cualquier
caso, el movimiento socialista revolucionario no varía sus conclusiones, ya se
trate de una ofensiva militar o de la defensa; los Estados capitalistas pueden
transformar la primera en la segunda. En lo que respecta a las cuestiones
nacionales y separatistas, son tan complejas y numerosas que sirven para
justificar alianzas muy distintas a las que se han formado en la guerra
mundial.

Por tanto, aquellos tres famosos principios enumerados se contradecían


singularmente a la hora de aplicarlos. Nosotros preguntamos aquel entonces
a los social-patriotas si les parecía admisible que un pueblo más democrático
atacara y sometiera a otro menos democrático, o si aceptaban la agresión
militar para liberar regiones anexionadas a otros países y otras cosas por
el estilo. Y es que estas contradicciones lógicas se traducían en que –una
vez adoptadas estas tesis falaces– se podía justificar la adhesión socialista a
cualquier guerra: lo cual, de hecho, sucedió. Y la táctica de la social-traición,
que en todos los países empleaba los mismos argumentos, logró gracias a
El principio democrático y otros textos · 197

estos disparates alinear a los trabajadores a ambos lados del frente de guerra,
los unos contra los otros.

También nos fue fácil prever que los gobiernos burgueses vencedores,
cualesquiera que fuesen, no se preocuparían nunca de aplicar tras la
contienda aquellos criterios que habían arrastrado al proletariado a la guerra
y que según los social-nacionales garantizaban que ésta desembocaría en
esos objetivos engañosos con los que los jefes indignos embaucaban a los
trabajadores.

No hay nuevos argumentos en lo que respecta a la crítica de las desviaciones


social-nacionalistas y su refutación; pero más difícil se presenta y se
presentaba, sobre todo en la época en la que se fundó la III Internacional, la
solución positiva que había que dar a la cuestión nacional desde el punto de
vista comunista. No se puede decir que las tesis del II Congreso (1920) hayan
resuelto el problema, y tanto es así que el próximo Congreso, el quinto, va a
ocuparse de este asunto.

Está claro que, a la hora de solucionar los problemas relacionados con las
posturas políticas y tácticas, la IC no adoptará teorías y fórmulas burguesas o
pequeño-burguesas. La Internacional Comunista ha restaurado el valor de la
doctrina y el método marxista, y su programa y su táctica se inspiran en ellos.

Partiendo de esta base, ¿cómo se solucionan los problemas, como por


ejemplo el nacional? Queremos subrayar tres cosas elementales. Los
revisionistas hablaban de examinar los acontecimientos partiendo de las
situaciones contingentes y sin preocuparse de los objetivos y los principios
generales. Así, llegaban a conclusiones puramente burguesas, tanto más en
la medida en que no empleaban los criterios marxistas a la hora de apreciar
las situaciones, ni ponían de relieve el juego de los factores económicos y
sociales y las contradicciones que se derivan de los intereses de clase. A este
respecto, hay quien podría afirmar que la línea comunista correcta consiste
198 · Amadeo Bordiga

en permanecer estrictamente fieles al método marxista de la crítica de los


acontecimientos, analizando los hechos y llegando a conclusiones sin ideas
preconcebidas. Para nosotros, esta respuesta es peligrosamente oportunista,
pues es extremadamente indeterminada. Por otra parte, otros podrían decir
que, al examen marxista y clasista de una determinada situación, hay que
añadir la aplicación de los principios y las fórmulas generales que se obtienen
de una negación casi mecánica de las fórmulas burguesas; pero así se peca de
un grosero simplismo y un erróneo radicalismo. Es cierto que las fórmulas
generales y simples son indispensables para la agitación y la propaganda de
nuestro partido. En cualquier caso, su peligro es menor que el de una excesiva
elasticidad. Pero estas fórmulas deben ser puntos de llegada, resultados, y no
puntos de partida en el examen de las cuestiones, cuya crítica a veces el
partido y sus órganos supremos deben abordar y definir para poder explicar
a las masas de los militantes, en términos claros y explícitos, las conclusiones.
Así, por poner un ejemplo, podríamos aplicar esta idea a la fórmula “contra
todas las guerras”, que en un periodo histórico dado puede ser útil para
separar eficazmente a los verdaderos revolucionarios de los oportunistas
que distinguen entre unas guerras y otras, justificando la política de cada
burguesía. Pero esta fórmula: “contra todas las guerras”, ciertamente
es insuficiente como enunciado doctrinal, aunque sólo sea porque su
radicalismo formal, que niega toscamente la postura de la burguesía, podría
llevarnos a otra ideología burguesa: el pacifismo de corte tolstoyano. De esta
forma, caeríamos en una contradicción con nuestro postulado fundamental
acerca del empleo de la violencia armada.

El camino marxista, que se revela como el camino adecuado para resolver


todos estos problemas, no consiste ni en una cosa ni en otra. Y esto debe
precisarlo mejor el partido del proletariado revolucionario, aunque ya ha
dado algunas brillantes muestras de ello, como es el admirable edificio
de la crítica marxista leninista a las doctrinas democráticas burguesas y la
definición de nuestro programa en lo que respecta al Estado.
El principio democrático y otros textos · 199

Para explicar brevemente qué solución nos parece mejor, diremos que la tesis
que dice que la política marxista se contenta con un simple análisis de las
sucesivas situaciones (empleando un determinado método, por supuesto), sin
necesidad de otros elementos, hay que rechazarla. Si estudiamos los factores
de carácter económico y el desarrollo de las contradicciones de clase que
se presentan en el análisis de tales problemas, hacemos algo indispensable,
pero no tenemos en cuenta todos los elementos. Ciertamente, existen otros
criterios que hay que tener en cuenta, criterios que podemos denominar
“principios” revolucionarios a condición de no considerarlos como ideas
inmanentes, dadas a priori, establecidas de una vez por todas en unas tablas
“halladas” en alguna parte y que nadie sabe quién ha grabado. Si se quiere,
podemos sustituir la palabra “principios” y emplear el término “postulados
programáticos”: siempre se puede precisar más, y debemos hacerlo teniendo
presente la necesidad lingüística de un movimiento internacional, nuestra
terminología.

A estos criterios se llega partiendo de ciertas consideraciones, en las que reside


toda la fuerza revolucionaria del marxismo. No podemos ni debemos resolver
los problemas de los estibadores de Londres o de los trabajadores finlandeses,
por ejemplo, únicamente a través del estudio, empleando un método
determinista, considerando las cuestiones de carácter espacial y temporal que
hay que plantearse para solucionar el problema inmediatamente. Hay un
interés superior que guía nuestro movimiento revolucionario, y los intereses
parciales no deben entrar en contradicción con su desarrollo histórico. Y es
que este interés general no surge directamente de los problemas particulares
que afectan a ciertos grupos del proletariado en ciertas situaciones. En
resumen, este interés general es el interés de la revolución proletaria. Es
decir, el interés del proletariado considerado como clase mundial dotada
de unidad y de tareas históricas, que tiende a un objetivo revolucionario:
el derrumbamiento del orden burgués. Podemos y debemos resolver los
problemas particulares en función de este objetivo superior.
200 · Amadeo Bordiga

La manera de conjugar las soluciones particulares con este objetivo general


se concreta en los fundamentos que ha adquirido el partido, que son los
pilares de su programa y sus medios tácticos. Estos fundamentos no son
dogmas inmutables revelados, sino que son a su vez los resultados del
examen general y sistemático de la situación de toda la sociedad humana
en el actual periodo histórico, en el que hay que tener en cuenta todos los
elementos que se desprenden de nuestra experiencia. No negamos que este
examen progresa continuamente y que las conclusiones a las que llega se
van reelaborando, pero lo cierto es que no podríamos existir como partido
mundial si la experiencia histórica por la que ya ha pasado el proletariado no
permitiera a nuestra crítica construir un programa y un conjunto de reglas de
conducta política. No podríamos existir sin ello, ni nosotros como partido
ni el proletariado como clase histórica con una conciencia doctrinal y una
organización de lucha.

Allí donde nuestra posición táctica presenta lagunas y es previsible que se


revise parcialmente en un futuro, sería un error proceder a esta revisión
renunciando a los fundamentos y los principios que “limitan” las acciones
que se pueden llevar a cabo en determinadas situaciones en los diferentes
países. La elaboración de unas fórmulas positivas, aunque no fuesen
perfectas, sería un error infinitamente menor, pues la claridad y precisión, así
como la máxima continuidad posible de tales fórmulas de agitación y acción
son una condición indispensable para el fortalecimiento del movimiento
revolucionario. A esta afirmación, que a algunos les puede parecer arriesgada
y excesivamente abstracta, hay que añadir que los elementos que la historia
de la lucha de clases nos ha proporcionado hasta el estallido de la guerra y
la revolución rusa permiten al partido comunista mundial colmar todas las
lagunas y llegar a soluciones satisfactorias: lo que evidentemente no quiere
decir que no tengamos nada que aprender en el futuro o que no tengamos
que comprobar continuamente la validez de nuestras posiciones con la
práctica política. Negarse a “codificar” sin vacilación el programa y las reglas
tácticas y organizativas de la Internacional sería arriesgarnos a los peligros
El principio democrático y otros textos · 201

del oportunismo, pues nuestra acción correría el riesgo de refugiarse mañana


en principios y reglas burguesas, completamente erróneas y ruinosas para
nuestra “libertad” de acción.

Concluimos de esta forma: los elementos que permiten dar una solución
marxista a los problemas de nuestro movimiento son el conjunto de
posiciones contenidas en nuestra visión general del proceso histórico,
posiciones orientadas al triunfo revolucionario final y general; un estudio
marxista de los elementos que se desprenden de nuestro examen. Este
conjunto de posiciones deriva dialécticamente del examen de los elementos,
de todos los elementos históricos y sociales accesibles. Para el partido
revolucionario, este conjunto no reviste un carácter dogmático, pero sí un
alto grado de continuidad histórica, una continuidad que nos separa de
todos los oportunistas y que, dicho de otra manera, también se refleja en
nuestra coherencia doctrinal y táctica, que podríamos calificar de monótona
incluso, pero que no obstante nos sirve para separarnos de los traidores y los
renegados de la causa revolucionaria.

***

Nos ocuparemos ahora de la cuestión nacional, sobre todo como ejemplo a


la hora de aplicar el método que hemos señalado. El examen de esta cuestión
y la descripción de los elementos en los que se condensa están presentes
en las tesis del II Congreso, que se refieren precisamente a la situación del
capitalismo mundial y la fase imperialista que atraviesa.

Este conjunto de elementos debe examinarse teniendo en cuenta el balance


general de la lucha revolucionaria. Un elemento fundamental es que el
proletariado pueda disponer, además de un ejército, de unos partidos
comunistas en todos los países y de la ciudadela del Estado obrero: Rusia.
El capitalismo tiene sus fortificaciones en los grandes Estados, y sobre todo
en los que han salido vencedores de la guerra mundial, entre los cuales un
202 · Amadeo Bordiga

pequeño grupo controla la política internacional. Estos Estados luchan


contra las consecuencias del desequilibrio general que ha provocado en la
economía burguesa la gran guerra imperialista, así como contra las fuerzas
revolucionarias que se asignan como objetivo derrocar el poder.

Uno de los recursos contrarrevolucionarios más importantes de los que


disponen los grandes Estados burgueses en su lucha contra el desequilibrio
general de la producción capitalista es su influencia sobre dos grupos de
países: por un lado, sus colonias de ultramar, y por otro los pequeños países
de raza blanca y economía atrasada. La gran guerra, que se ha presentado
como el movimiento histórico que ha logrado la emancipación de los
pequeños pueblos y la liberación de las minorías nacionales, ha desmentido
estrepitosamente esta ideología en la que los socialistas de la II Internacional
creían o fingían creer. Los nuevos Estados surgidos en Europa central no son
sino vasallos de Francia e Inglaterra, mientras que los Estados Unidos y Japón
consolidan cada vez más su hegemonía sobre los países menos poderosos de
sus respectivos continentes.

A este respecto no puede haber duda alguna: la resistencia a la revolución


proletaria se concreta en el poder de algunos grandes Estados capitalistas; una
vez se derriben estos, el resto se derrumbará ante el proletariado vencedor.
Si en las colonias y los países atrasados existen movimientos sociales y
políticos dirigidos contra los grandes Estados en los cuales participan las
capas burguesas, partidos burgueses y semiburgueses, estos movimientos
son un factor revolucionario desde el punto de vista del desarrollo de la
situación mundial en la medida en que contribuyen a la caída de las
principales fortalezas capitalistas. Si tras el derrumbamiento de los grandes
Estados sobrevive algún poder burgués en estos pequeños países, estos serían
derrotados por la fuerza del proletariado de los países más avanzados, aunque
el movimiento proletario y comunista local parezca débil y esté dando sus
primeros pasos.
El principio democrático y otros textos · 203

No podemos considerar como un criterio proletario la idea del desarrollo


paralelo y simultáneo de la fuerza proletaria y de las relaciones entre las clases
y los partidos en todos los países. Este criterio está más bien relacionado
con aquella concepción oportunista acerca de una supuesta simultaneidad
de la revolución, en base a la cual se llegó a negar el carácter proletario de
la revolución rusa. Los comunistas no piensan en absoluto que el desarrollo
de la lucha vaya a seguir el mismo camino en todos los países. Conocen las
diferencias que hay que tener en cuenta a la hora de considerar los problemas
nacionales y coloniales, pero coordinan su solución hacia el único interés del
movimiento, la destrucción del capitalismo mundial.

Las tesis de la Internacional Comunista, que plantean que es el proletariado


comunista mundial y su primer Estado quienes deben guiar el movimiento
de rebelión de las colonias y los pequeños pueblos contra las metrópolis
capitalistas, aparecen pues como el resultado de un vasto examen de la
situación y de una valorización del proceso revolucionario en perfecta
correspondencia con nuestro programa marxista. Se coloca muy lejos de
la tesis oportunista y burguesa que dice que los problemas nacionales hay
que resolverlos previamente, antes de hablar de la lucha de clases, es decir,
empleando el principio nacional para justificar la colaboración entre clases,
tanto en los países atrasados como en los países capitalistas desarrollados, y
defendiendo la recuperación de la soberanía y la libertad nacional. Pero el
método comunista no se limita a afirmar banalmente: los comunistas deben
actuar en sentido opuesto a la corriente nacional, en cualquier circunstancia.
Esto no tendría sentido y sería simplemente negar metafísicamente el criterio
burgués. El método comunista se opone a este último “dialécticamente”, es
decir, que parte del factor de la clase a la hora de juzgar y resolver el problema
nacional. El apoyo a los movimientos coloniales, por ejemplo, deja de ser
prácticamente colaboración de clases cuando, a la vez que recomendamos
el desarrollo autónomo e independiente de los partidos comunistas en las
colonias para que estén preparados a superar a sus aliados momentáneos –
mediante un trabajo independiente de formación ideológica y organizativa–,
204 · Amadeo Bordiga

exigimos sobre todo “al partido comunista de la metrópoli” que apoye los
movimientos de rebelión. Esta táctica es tan poco colaboracionista que la
burguesía la juzga como anti-nacional, derrotista y alta traición.

La tesis nº 9 (II Congreso) dice que, si no se parte de esa base, la lucha


contra la opresión colonial y nacional no es más que una bandera falsa, como
lo era para la II Internacional; y la tesis nº 11, epígrafe E, insiste en ello
afirmando “que es necesario emprender una lucha decidida contra los intentos
de disfrazar de comunista a los movimientos revolucionarios separatistas de los
países atrasados que no son realmente comunistas”. Esto demuestra que nuestra
interpretación es correcta.

La necesidad de destruir el equilibrio de las colonias se deriva de un examen


estrictamente marxista de la situación del capitalismo, pues la explotación
y la opresión de los trabajadores de color se convierten en un medio para
acedar la explotación del proletariado de la metrópoli. Aquí surge una nueva
diferencia radical entre nuestro criterio y el de los reformistas. Estos últimos
se afanan en demostrar que las colonias también son una fuente de riqueza
para los trabajadores de la metrópoli, pues ofrecen un mercado para los
productos. De aquí extraen nuevas razones para la colaboración de clases,
afirmando en muchos casos que el principio de las nacionalidades se puede
violar si es para “difundir la civilización” burguesa y para acelerar la evolución
del capitalismo. Este intento de modificar el marxismo revolucionario en la
práctica se reduce a otorgar al capitalismo prorrogas cada vez más largas,
afirmando que el capitalismo aún tiene una larga tarea histórica, cosa que
nosotros discutimos, defendiendo que es el momento de acabar con él
desencadenando un ataque revolucionario.

Los comunistas emplean las fuerzas que se dirigen hacia la ruptura del
patrocinio de los grandes Estados sobre los países atrasados y coloniales
porque consideran que es posible echar abajo las fortalezas de la burguesía
y confiar al proletariado socialista de los países más avanzados la tarea
El principio democrático y otros textos · 205

histórica de conducir a un ritmo acelerado el proceso de modernización de


los países atrasados, no ya explotándoles, sino logrando la emancipación de
los trabajadores locales contra la explotación externa e interna.

Esta es, a grandes rasgos, la correcta posición de la IC ante el problema


que estamos tratando. Pero es importante ver claramente el camino por el
cual se llega a estas conclusiones para evitar relacionarlas con esa fraseología
caduca de la burguesía sobre la libertad nacional y la igualdad nacional, ya
denunciada en la primera de las tesis citadas como un sucedáneo del concepto
capitalista sobre la igualdad de los ciudadanos de todas las clases. Y es que
estas nuevas conclusiones (nuevas en cierto sentido solamente) del marxismo
revolucionario presentan a veces el peligro de exagerarse y desviarse.

Por dar algún ejemplo: nos parece que es inadmisible, partiendo de estas
bases, que en Alemania se plantee un acercamiento entre el movimiento
comunista y el movimiento nacionalista y patriótico.

La presión que han ejercido los Estados de la Entente sobre Alemania,


de manera además tan aguda y vejatoria como hemos presenciado
recientemente, no basta para que podamos considerar a Alemania como un
pequeño país capitalista atrasado. Alemania es un gran país formidablemente
equipado desde el punto de vista capitalista, donde el proletariado está más
que desarrollado, tanto social como políticamente. Por tanto, no se puede
confundir su situación con las condiciones que hemos considerado más
arriba. Baste esta afirmación para ahorrarnos un examen más amplio de esta
importante cuestión, examen que merece hacerse aparte y no sumariamente.

Tampoco se refuta nuestra argumentación afirmando que en Alemania el


alineamiento de las fuerzas políticas se presenta de tal forma que mientras
la gran burguesía no da muestras de una actitud nacionalista acentuada,
sino que tiende a coaligarse con las fuerzas de la Entente para una acción
contrarrevolucionaria en detrimento del proletariado alemán, el movimiento
206 · Amadeo Bordiga

nacionalista se alimenta de las capas pequeño-burguesas descontentas e


inquietas, también económicamente, y que preparan esta solución capitalista.
El problema de la revolución desencadenada en Berlín no puede relacionarse
sólo –lo que es reconfortante– con Moscú, sino también con París y Londres.
Para combatir la Entente capitalista de Alemania y los Aliados no sólo
contamos con la fuerza del Estado soviético, sino también y, en primer lugar,
con la alianza entre el proletariado alemán y el de los países occidentales.
Este es un factor tan importante para el desarrollo de la revolución mundial
que sería un grave error comprometerlo con una acción revolucionaria en
Francia o Inglaterra en un momento inoportuno. Y esto es lo que sucedería
si se convirtiera la cuestión de la revolución alemana, aunque sólo fuera en
parte, en una cuestión de liberación nacional, incluso sin la colaboración
de la gran burguesía. La desproporción entre la madurez de la actividad del
partido comunista alemán y la del francés o inglés desaconseja esta postura
errónea, que consiste en oponer al anti-patriotismo de la burguesía alemana
un programa nacionalista de revolución proletaria. La ayuda de la pequeña-
burguesía alemana (que ciertamente hay que saber encauzar empleando una
táctica muy distinta a la del “nacional bolchevismo” y teniendo en cuenta
la situación de ruina económica de las clases medias), sería completamente
inútil si el capitalismo francés y británico tienen las manos libres en el
interior para actuar más allá de sus fronteras, lo que sólo se puede evitar con
una postura internacionalista frente al problema de la revolución alemana.
Si llega el caso, es en Francia donde debemos preocuparnos más la actitud de
las capas pequeño-burguesas, a las que un recrudecimiento del nacionalismo
alemán pondría una vez más a merced de las fuerzas burguesas locales. Y
algo parecido puede decirse de Inglaterra, donde el laborismo se proclama
descaradamente nacionalista ahora que, a cuenta y riesgo de la burguesía
británica, está en el poder.

Esto es lo que sucede cuando olvidamos los principios de la política


comunista o los aplicamos cuando están ausentes las condiciones para las
que aquellos estaban concebidos.
El principio democrático y otros textos · 207

El hecho de que el camarada Radek, al defender su táctica en una reunión


internacional, haya “descubierto” que los comunistas deben exaltar el
sacrificio de los nacionalistas en la lucha contra los franceses del Ruhr, es
un fenómeno que tiene cierta analogía con el social-nacionalismo. ¡Y lo hace
en nombre del principio, para nosotros nuevo e inaudito, de que hay que
defender a quien se sacrifica por sus ideas, sea cual sea su partido!

Reducir la tarea del gran proletariado alemán a la emancipación nacional es de


una bajeza deplorable. Nosotros esperamos que este proletariado y su partido
logren la victoria, no ya sólo por ellos, sino por la supervivencia y la evolución
económica de la Rusia soviética y para que todo el torrente de la revolución
mundial sacuda las fortalezas capitalistas de occidente, despertando a los
trabajadores de todos los países que de momento permanecen inmóviles ante
los últimos sobresaltos de la reacción burguesa.

Los desequilibrios nacionales entre los grandes Estados desarrollados son


factores que debemos estudiar y examinar atentamente. Pero al contrario que
los social-nacionales, negamos tajantemente que estos desequilibrios puedan
resolverse por otro camino que el de la guerra de clases contra todos los
Estados burgueses. En este sentido, consideramos todo resto de patriotismo
y nacionalismo como una manifestación reaccionaria, sin cabida en los
partidos revolucionarios de los países cuyo proletariado, disponiendo de una
herencia verdaderamente rica en posibilidades comunistas, está llamado a ser
la vanguardia de la revolución mundial.
NATURALEZA DEL PARTIDO15

En el 5º Congreso de la IC la izquierda rechazó la propuesta de R. Fisher-


Zinoviev, que pretendía que aceptáramos el frente anti-trotskista a cambio
de concedernos la dirección del partido italiano, en el que una mayoría
aplastante acababa de confirmar nuestras posiciones. Tras el 5º Congreso,
debía reunirse el 3º del partido italiano. Reproducimos aquí un importante
artículo escrito por Bordiga respecto a la organización del partido basada en
células.

Del Manifiesto Comunista:

“Los obreros empiezan a coaligarse contra los burgueses, se asocian y unen


para la defensa de sus salarios. Crean organizaciones permanentes para
prepararse en previsión de posibles batallas. De vez en cuando estallan
revueltas y sublevaciones.

Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El
verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato,
sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los
medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria
y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y
localidades. Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en
todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento
nacional centralizado [es decir, en una lucha que se extiende por todo el
territorio nacional y que adquiere luego carácter internacional (A. Bordiga)],
en una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una acción política. Las
ciudades de la Edad Media, con sus caminos vecinales, necesitaron siglos
enteros para unirse con las demás; el proletariado moderno, gracias a los
ferrocarriles, ha creado su unión en unos cuantos años.

15 Publicado en “L’Unità”, septiembre de 1925. Traducido de la versión francesa publicada en


“Bilan” Nº 4, febrero de 1934. [Nota de “¡Salud, Proletarios!”, Blog de recopilación de textos
para la Revolución Comunista Internacional]
El principio democrático y otros textos · 209

Esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como
partido político, se ve minada a cada momento por la concurrencia desatada
entre los propios obreros (subrayado por nosotros). […] Además, como
hemos visto, los progresos de la industria traen a las filas proletarias a toda
una serie de elementos de la clase gobernante, o al menos les colocan en las
mismas condiciones de vida. Y estos elementos suministran al proletariado
nuevas fuerzas.

Finalmente, en aquellos períodos en que la lucha de clases está a punto de


decidirse, es tan violento y tan claro el proceso de desintegración de la clase
gobernante latente en el seno de la sociedad antigua, que una pequeña parte
de esa clase se desprende de ella y abraza la causa revolucionaria, pasándose
a la clase que tiene en sus manos el porvenir. Y así como antes una parte
de la nobleza se pasaba a la burguesía, ahora una parte de la burguesía
se pasa al campo del proletariado; en este tránsito rompen la marcha los
intelectuales burgueses que han adquirido la inteligencia teórica del conjunto
del movimiento histórico.

De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía no hay más que
una verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las demás perecen y
desaparecen con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto
genuino y peculiar.

Los elementos de las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño


comerciante, el artesano, el labriego, todos luchan contra la burguesía
para salvar de la ruina su existencia como tales clases. No son, pues,
revolucionarios, sino conservadores.”

De las tesis del segundo Congreso de la Internacional Comunista:

“El Partido Comunista se distingue de la clase obrera porque concibe todo el


210 · Amadeo Bordiga

camino histórico de ésta, en su conjunto. Porque en el curso de este camino,


no sólo defiende los intereses de grupos o corporaciones particulares, sino los
de toda la clase obrera.”

De los estatutos del Partido Comunista de Italia, aprobados por unanimidad


en el Congreso constituyente de Livorno:

“El órgano indispensable de la lucha revolucionaria del proletariado es el


partido político de clase. El Partido Comunista reúne a la parte más avanzada
y la más consciente del proletariado, coordinando los esfuerzos de las masas
trabajadoras, llevándolas de las luchas por intereses particulares y resultados
contingentes a la lucha por la emancipación revolucionaria del proletariado”.

Los “puntos de la izquierda”, en su primera y esquemática redacción, no


dicen nada distinto de estos conocidos textos fundamentales. Efectivamente,
podemos leer: “El partido es el órgano que sintetiza y unifica los impulsos
individuales o de ciertos grupos, provocados por la lucha de clases. La organización
del partido, como tal, debe situarse por encima de las categorías particulares y
reunir, sintetizándolos, los elementos que provienen de las distintas categorías de
proletarios, campesinos, desertores de la clase burguesa, etc.”.

Este conocido y preciso punto no debería dar lugar a discusión. Si esta se


plantea es debido a nuestras dudas sobre el hecho de que la organización
basada en células de fábrica –que ha pasado a ser la forma organizativa
fundamental, exclusiva incluso, del partido– responda a una de las funciones
fundamentales que debe tener el partido: superar el individualismo y el
particularismo de las categorías.

Sin embargo, el sectarismo y los prejuicios de nuestros interlocutores hacen


que, más que una discusión entre militantes de la misma causa, esto parezca
un despliegue organizado de falsa propaganda.
El principio democrático y otros textos · 211

Por supuesto, no me refiero a las intenciones de nuestros interlocutores, sino


al resultado práctico de las posiciones que defienden.

Los escritos que se han ido publicando sobre este tema no hacen más que
repetir los argumentos del texto que precedió a la aparición de nuestros
“Puntos”, un método a la vez ridículo y sabio. Por tanto, nos atendremos a
este texto.

Frente a todas nuestras deducciones críticas, se traduce de tal manera la


formulación de los “Puntos” que se invierten los términos de la discusión.
Ante la idea de las células, nosotros sobre todo hacemos hincapié en la
unidad de clase del partido. En cambio, según ellos, afirmamos lo opuesto,
cuando todo el mundo sabe que siempre hemos sido los más encarnizados
defensores de este fundamental criterio de clase del marxismo. Nosotros
afirmamos que el partido es “el órgano” que sintetiza y unifica los impulsos
individuales y colectivos que provoca la lucha de clases, lo que significa
que tiene que combatir y vencer al espíritu egoísta y particularista que se
presenta por doquier como un primer momento y primer efecto de la crisis
social, según nuestro análisis materialista. Y según nuestros interlocutores,
para nosotros el propio partido es una síntesis (una palabra que en el
comunicado de las juventudes se convierte en mera suma) de elementos
sociales dispares. Parece ser que nos oponemos a que el partido englobe
sólo a una parte de la clase proletaria y estamos a favor de una organización
“entre-clases”, empleando el sorprendente término que se han inventado
para la ocasión. Según ellos, para nosotros es esencial que en el partido
existan elementos no proletarios: profesores, ingenieros, etc., pues ellos son
los únicos revolucionarios comunistas, y no los obreros, que no podrían salir
de su estrecho espíritu de categoría. Sobre este punto es sobre el que se ha
porfiado más. Siempre se trata de lo mismo, ejercer una presión demagógica
sobre los camaradas obreros con el objeto de presentarnos como intelectuales
elitistas que desprecian a los trabajadores. Nuestros demagogos centristas
ven la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio. Me gustaría señalar como
212 · Amadeo Bordiga

algo sintomático el hecho de que este argumento haya sido empleado desde
hace años y años contra la izquierda marxista por todos los oportunistas
mencheviques que, mientras, hacían gala de su vergonzoso obrerismo y su
adulación cortesana a los obreros.

Ya que algunos camaradas podrían pensar de buena fe que, al rechazar las


absurdas opiniones que los centristas nos adjudican para establecer más
cómodamente su confusionismo, quizá yo también esté haciendo demagogia
y maniobrando para atraer a algunos camaradas vacilantes, citaré otro
documento para aclarar las dudas, unos párrafos de las tesis de Roma:

“1- En su actividad, el Partido Comunista, partido político de la clase


proletaria, se presenta como una colectividad que trabaja bajo una dirección
unitaria. Los impulsos iniciales que conducen a los elementos y grupos
de esta colectividad a organizarse para la acción unitaria, son los intereses
inmediatos que las condiciones económicas suscitan en grupos de la clase
trabajadora. Una característica esencial de la función del partido comunista
es que emplea las energías así encuadradas para lograr unos objetivos que,
al ser comunes a toda la clase trabajadora y al situarse al término de toda
una serie de luchas, superan, unificándolos, los intereses de los grupos
particulares y las reivindicaciones inmediatas y contingentes que plantea la
clase trabajadora.

2- La integración de todos estos impulsos elementales en una acción unitaria


se manifiesta a través de dos factores principales: uno es la conciencia crítica,
de la que el partido extrae su programa; el otro es la voluntad, que se refleja
mediante la organización disciplinada y centralizada del partido, que es el
instrumento para su acción. Sería erróneo considerar estos dos factores, la
conciencia y la voluntad, como facultades que se presentan o deben exigirse
a todos los individuos, ya que éstas sólo se obtienen integrando la actividad
de muchos individuos dentro de un organismo colectivo unitario”.
El principio democrático y otros textos · 213

Después de poner a cada uno en su sitio y antes de pasar al problema de las


células, hay que precisar algunas cosas sobre la cuestión de la función de los
intelectuales. Tal y como dice Marx en el pasaje citado del Manifiesto y en
otras partes, nosotros admitimos que en el partido de la clase obrera pueda
haber elementos no proletarios. Pero el punto que más nos interesa no es
el papel de los intelectuales, sino el acercamiento y la completa fusión de
elementos obreros de diferentes categorías y oficios. El carácter fundamental
de la organización del partido tiende a poner en contacto a obreros que
no sólo tienen en común su mera necesidad cotidiana de ganarse unos
“cuartos”, sino que persiguen la conquista revolucionaria de una nueva
forma social. En esta asociación obrera (a la que los obreros se adhieren
por su carácter político y no profesional, como es el caso de los sindicatos),
participa excepcionalmente una restringida minoría de intelectuales que
el proletariado emplea en el sentido señalado por Marx. La experiencia
demuestra que estos intelectuales, así como los obreros que han ascendido a
la categoría de jefes del movimiento, corren el riesgo de convertirse en agentes
de la burguesía, algo que el proletariado debe evitar mediante determinadas
garantías organizativas. Pero el hecho de que el partido se base en la adhesión
individual, que implica aceptar su programa político, tiene a pesar de todo
una gran ventaja, pues permite luchar contra este espíritu particularista que
se desarrolla sobre todo gracias a “la concurrencia desatada entre los propios
obreros”, haciendo que todos los obreros comprendan que si son comunistas,
no es sólo porque luchen por mejorar su situación individual en la presente
sociedad, o la de su categoría, o la de todo el proletariado, sino porque
luchan por la victoria de su clase, la clase que fundará la sociedad sin clases.
También hay que tener en cuenta que el actual monopolio de la cultura
por parte de la clase burguesa hace que el movimiento comunista no pueda
prescindir de la ayuda de escritores, propagandistas y teóricos.

En el texto citado, los centristas juegan con la idea de que el partido puede
arreglárselas sin intelectuales, profesores, etc. (veremos que desgraciadamente
esto no es del todo verdad), exponiendo a su manera la teoría de la
214 · Amadeo Bordiga

participación de los intelectuales en el partido y poniendo en boca de Marx


lo contrario de lo que dice en el pasaje citado. Para ellos, los intelectuales eran
necesarios en un primer periodo, pero luego, al desarrollarse el proletariado,
sus jefes surgen de sus propias filas. En cambio, según Marx, el proceso de
deserción de los elementos burgueses continúa hasta que “la lucha de clases se
aproxima a su solución”. Por otra parte, mil circunstancias desmienten la tesis
de los centristas: los jefes procedentes de las filas obreras han demostrado
ser tan capaces para el oportunismo y la traición como los intelectuales y,
en general, son incluso más susceptibles a las influencias burguesas. Por
otra parte, tanto la Internacional Comunista como el partido bolchevique
tuvieron y tienen intelectuales al frente, y no sólo en la última fase de la
revolución, sino también después. Para colmo, el centro de nuestro partido
está compuesto de profesores y abogados, por lo que no es muy apropiado
que echen pestes sobre sí mismos.

Hay que recordar que, en la época de Livorno, el porcentaje de intelectuales


en nuestro partido era muy bajo; sólo había treinta abogados en todo el
partido (ver el informe del CC en el Congreso de Roma), los obreros
abundaban tanto en el Comité Ejecutivo como en el Central. Las cosas
cambiaron cuando la izquierda fue apartada y se impuso la fusión con los
“Terzini”16, que aportaron más abogados que obreros. Hoy día no hay
ningún obrero en el Ejecutivo.

***

En el pasaje citado, Marx no se refiere explícitamente a los intelectuales,


habla en general de los desertores de la burguesía. Si nos dejamos guiar
por sus concepciones, habría que determinar que clase y qué categorías

16 Los “Terzini” eran la fracción de extrema izquierda del Partido Socialista, dirigida por Maffi-
Serrati. Tras la segunda escisión en este partido (1922) y la salida del ala derecha reformista, los
terzini iniciaron relaciones independientes con la IC, no controladas por el partido comunista
italiano, ya dirigido por los centristas. En el 5º Congreso de la IC (1924), los terzini se
fusionaron con el partido. [Nota de “¡Salud, Proletarios!”, Blog de recopilación de textos para la
Revolución Comunista Internacional]
El principio democrático y otros textos · 215

sucumben o sobreviven con la eclosión de la gran industria. Ahora bien, si


lo que se pretende es “bromear” aludiendo a los ingenieros, bien podemos
señalar que, con la centralización y la colectivización de la gran industria,
los que desaparecerán serán precisamente estos abogados y profesores de
una filosofía más o menos idealista y burguesa, reaccionarios por definición.
Pero vayamos al grano: nos presentan un esquema del partido bajo el título
de “bolchevización” que presume de mantener estrechos lazos con la clase
obrera, pues se basa en células de fábrica, pero, ¿acaso los intelectuales, tan
despreciados en las asambleas de las secciones territoriales, no juegan aquí
ningún papel? Desgraciadamente sí, los intelectuales conservan la función
más importante. Son ellos precisamente, como funcionarios, quienes ponen
en contacto a las diferentes células. Ahora bien, según mi opinión, el punto
delicado de la cuestión de los “jefes” no reside en su origen más o menos
proletario, sino en su calidad de funcionarios del movimiento.

Esto es lo que les lleva a acomodarse a la rutina burocrática, a desligarse


luego, poco a poco, de los intereses revolucionarios de los obreros, cuya vida
en cambio es bien precaria y se encuentra constantemente amenazada. No
hay duda de que a este respecto la Tercera Internacional ha supuesto una
potente reacción frente a la gangrena que envenenó a la Segunda, pero de lo
que se trata es de ver qué garantías ofrece uno u otro sistema organizativo.

La cuestión de los “revolucionarios profesionales” se vincula a la de las


células. Dado que los funcionarios son indispensables, se trata de que el
encuadramiento del partido elimine el peligro que representan. Pero el
partido bolchevique ruso, en la época del zarismo, planteó este problema
de manera muy diferente a la que plantean los partidos comunistas de los
países en los que existe un régimen burgués desde hace mucho tiempo.
Estas diferencias merecen un atento examen. Se trata de las diferentes
relaciones que existen entre la clase de los patrones industriales, el Estado
y su policía política. En la Rusia de los zares, la fábrica era menos peligrosa
que la calle, mientras que en la liberal Inglaterra ocurría precisamente lo
216 · Amadeo Bordiga

contrario. En suma, lo importante es el medio en el que se desenvuelven los


funcionarios, que en realidad carecen de verdadero contacto con los obreros
sobre la base de una “igualdad organizativa”, algo que bajo el zarismo podía
ser revolucionario debido al continuo y terrible peligro. Y este análisis no
es ilegítimo ni escandaloso, pues en el segundo Congreso, en el que Lenin
estableció las bases de la Internacional, aunque tuviera presente la experiencia
de las células en Rusia no esbozó un criterio organizativo semejante al que
hoy parece indispensable y fundamental. En ninguno de estos documentos
clásicos: Estatutos de la Internacional, 21 condiciones de admisión, tesis
sobre el papel del partido y tesis sobre las tareas de la Internacional, se hallará
rastro alguno de todo esto. Se trata de un “hallazgo” algo más tardío que
vamos a ver si podemos contextualizarlo en el proceso de desarrollo de la
Internacional.

Pretendemos aclarar el significado de la experiencia rusa de las células en el


periodo precedente a la revolución para poder apreciar si debemos aplicarla
a los actuales partidos en los diferentes países. No nos referimos sólo a Italia,
sino a toda Europa y Norteamérica, donde el paso de la monarquía feudal
al parlamentarismo burgués es ya un hecho consumado. Esto lo entiende
hasta un niño.

Sin embargo, según nuestros interlocutores, nosotros nos limitamos a la


situación italiana. Y con un “dicen” y unos magníficos “evidentemente”,
afirman que para nosotros la cuestión se reduce a estos extremos: en Rusia
había un régimen de terror, en Italia hay uno de libertad. Y así aprovechan
para lanzar un llamamiento vergonzoso y demagógico a los obreros italianos
víctimas del fascismo, diciendo que pretendemos convencerles de que las
conquistas pacíficas son posibles. ¿Pero quiénes son los que siempre han
hablado de conquistas pacíficas en Italia? El hecho es que, en Rusia, ya
lo señalaba Marx, el peligro de que el proletariado se apartara de su tarea
política revolucionaria dejándose llevar por intereses particularistas lo había
alejado la situación histórica, que pronosticaba inevitablemente que la
El principio democrático y otros textos · 217

cuestión del Estado y del poder político pronto estaría a la orden del día. El
aparato estatal de zarismo estaba podrido, por lo que los obreros se podían
plantear este problema fundamental. Entre tantas desventajas, esta era una
especie de ventaja, que no encontramos en los países occidentales ni en Italia,
pues el fascismo, aunque suprime toda libertad y la posibilidad de conquistas
pacíficas (“entrando como un elefante en la cacharrería”), no deja de ser un
régimen específicamente burgués, de los patronos de la industria, que no
proyecta deshacer la revolución liberal burguesa. La cuestión es que aquí
la policía del Estado está a disposición del patrón de la fábrica, que resiste
y se refuerza gracias al gobierno fascista, mientras que en Rusia existía un
antagonismo histórico entre el aparato político tradicional zarista y la nueva
clase industrial, un antagonismo que el proletariado podía aprovechar.

Es típico de nuestros centristas-mencheviques pensar que el fascismo es un


régimen no burgués, un retorno al dominio de otras clases distintas de la
burguesía capitalista. Aunque los hechos se encarguen de echar por tierra
este esquema a diario, la política impuesta al partido se basa siempre en esto.
Nosotros no comparamos a Rusia con Italia en ese sentido. Nuestro juicio
sobre la situación en nuestro país no se basa en eso.

Respecto a las conquistas pacíficas, no sólo creemos que son imposibles,


sino que siempre hemos combatido a quienes pensaban que eran útiles y
las consideraban como el objetivo final de la lucha del proletariado. Son
maniobras defensivas burguesas que persiguen los mismos objetivos que
la opresión y la ofensiva fascista. Ciertamente, hay que ser un “caradura”
para presentar nuestras opiniones de esta forma. Pero necesitan presentarnos
como derechistas a cualquier precio y bajo cualquier pretexto.

***
Nuestra crítica al sistema de las células nos permite ver que está viciado de
federalismo. Los centristas, a su vez, responden dando su propia definición
de federalismo. Según ellos una organización federal se basa en que el voto
218 · Amadeo Bordiga

de las organizaciones de base no depende del número de adherentes, sino


que cada una tiene un solo voto equivalente. Pero el desarrollo del sistema
de células nos lleva justamente a eso, pues los problemas se discutirán en las
reuniones de estas células y se votarán en medio de grandes dificultades. Sin
embargo, la característica distintiva del federalismo es otra: los adherentes
no están ligados al centro, sino a un organismo de naturaleza y unidad
particulares. El conjunto de estos organismos de primer grado forman la
base de la estructura superior. Desde el primer momento, la pertenencia
a estos organismos clasifica y diferencia a los adherentes del organismo
general. En este sentido, son federalistas el Partido Laborista y los sindicatos;
no porque se basen en células, sino porque son asociaciones de asociaciones
con características distintas, ya sea la profesión de los adherentes u otras cosas
por el estilo. Desde la Internacional se ha llevado a cabo una viva campaña
durante el 5º Congreso contra el partido noruego, este aceptaba la adhesión
de organizaciones económicas y sindicales, pero no adhesiones individuales.
La Internacional argumentaba que este tipo de organización federal es
contrarrevolucionaria. Ahora bien, existe cierta analogía entre esta estructura
y la de las células. Esto lo demuestra, entre otras cosas, el imprudente lenguaje
de los centristas: el tipo de partido noruego, efectivamente, concuerda
perfectamente con las absurdas peroratas acerca de los intelectuales en las
asambleas de trabajadores.

Nosotros afirmamos que el obrero, dentro de la célula, sólo podrá discutir


cuestiones particulares y de carácter económico que afectan a los trabajadores
de una determinada fábrica. El intelectual seguirá interviniendo, si no con la
fuerza de su elocuencia, con el monopolio del centro del partido, zanjando
todas y cada una de las cuestiones: la política del partido se confía al cuerpo de
funcionarios, típica característica de los organismos federales y oportunistas.
Recientemente, la Internacional ha tenido que intervenir en el partido
alemán para evitar que se otorguen estatutariamente poderes políticos a las
conferencias de funcionarios que no hayan sido elegidos por la base: estos
hechos se pueden evitar formalmente, pero amenazan con convertirse en una
El principio democrático y otros textos · 219

realidad con la llamada bolchevización.

En conclusión, hay que restablecer una tesis marxista fundamental, que dice
que el carácter revolucionario del partido lo determina la correlación de
fuerzas sociales y los procesos políticos y no la forma o el tipo de organización.
Lo contrario es caer en el error del sindicalismo o de los semi-sindicalismos
que pululan por doquier, entre los cuales la doctrina “ordinovista”17 es un
caso especial. Originalmente, estos hallaron la fórmula organizativa mágica,
los consejos de fábrica, y reducían todo a esto: partido proletario, revolución
económica, Estado obrero. En todas sus manifestaciones hay un poso de
utopía antimarxista y anti-leninista, pues los problemas se abordan, no ya
en base a un análisis de las reales fuerzas históricas, sino a partir de una
magnífica constitución, de un plan organizativo con su reglamento. La
posición ideológica errónea respecto al problema de las fracciones, a la
que asistimos también hoy, tiene el mismo origen y conduce a prohibir o
estrangular a “las fracciones”.

Los medios empleados por los organismos proletarios que actúan


revolucionariamente en determinadas situaciones no dependen del
encuadramiento organizativo, de las recetas del tipo: sindicatos, cooperativas,
consejos de fábrica, guildas, células, comités de obreros y campesinos, etc.
Estos no son más que formas y nosotros debemos ocuparnos del contenido
de los intereses sociales que están en juego, de las fuerzas en lucha y la
dirección hacia la que se encamina el movimiento.

El partido comunista se distingue del resto de partidos o asociaciones por la


clase de la cual procede, por su programa de lucha y su método táctico, no
por el tipo formal de su organización. Un partido sólido y organizado, como
nosotros pretendemos que sea, no se forma con procedimientos artificiales,

17 “Ordine Nuovo” era el órgano de un círculo de intelectuales adheridos al PCI y dirigidos


por Gramsci. Antes de la fundación del Partido Comunista, este órgano proponía los Consejos
de Fábrica como forma organizativa fundamental de la clase obrera, a la vez que rechazaba
las propuestas de la fracción abstencionista de crear el Partido Comunista. [Nota de “¡Salud,
Proletarios!”, Blog de recopilación de textos para la Revolución Comunista Internacional]
220 · Amadeo Bordiga

sino con la máxima correspondencia entre los principios y la táctica y con


una política claramente original, en eso reside la originalidad de la clase
revolucionaria.

Hoy, en cambio, tendemos a fabricar una organización sui generis, empleando


métodos burgueses.

Al reaccionar contra este error utópico y sindicalista, pretendemos negar la


tesis según la cual la diferencia entre el partido comunista y el socialdemócrata
es que el primero se organiza en células y el segundo territorialmente. Como
hemos visto, ocurre lo contrario, pues la organización basada en células,
al debilitar el centralismo, precisamente se acerca más a las organizaciones
socialdemócratas, aunque algunos se esfuercen en demostrar que permanece
fiel a ese centralismo. Según la crítica de la Internacional Comunista, el
federalismo siempre viene acompañado de la peor dictadura burocrática, en
esto también se parece a las organizaciones socialdemócratas.
CARTA DE BORDIGA A KARL KORSCH18

Nápoles, 28 de octubre de 1926.

Estimado camarada Korsch,

Hoy las cuestiones son tan graves que verdaderamente habría que discutirlas
cara a cara y detenidamente: pero, desgraciadamente, de momento esto no
es posible. Tampoco puedo escribirle detalladamente sobre todos los puntos
de su plataforma, algunos de los cuales podrían dar lugar a una útil discusión
entre nosotros.

Por ejemplo, creo que su “modo de expresarse” sobre Rusia no es correcto.


No puede decirse que “la revolución rusa es una revolución burguesa”.
La revolución de 1917 fue una revolución proletaria, aunque sea un error
generalizar sus lecciones “tácticas”. Ahora el problema consiste en saber qué
le sucederá a la dictadura proletaria en un país si no se produce la revolución
en los demás países. Quizás una contrarrevolución, o quizás una intervención
extranjera, o bien un curso degenerativo cuyos síntomas y repercusiones en
el partido comunista habría que descubrir y definir.

No puede decirse simplemente que Rusia es un país en el que se desarrolla el


capitalismo. La cuestión es mucho más compleja: se trata de nuevas formas
de la lucha de clases, que no tienen precedentes históricos. Se trata de mostrar
que la idea que defienden los estalinistas sobre las relaciones con las clases
medias equivale a renunciar al programa comunista. Parece que para usted es
imposible que el partido comunista ruso desarrolle una política que no lleve
a la restauración del capitalismo. Esto equivale a justificar a Stalin, o a apoyar
una política inadmisible, que consiste en “dimitir del poder”. Sin embargo,
hay que decir que se habría podido llevar a cabo una política correcta y
clasista en Rusia si toda la “vieja guardia leninista” no hubiera cometido una
18 Extraído de ¡Salud, Proletarios!”, Blog de recopilación de textos para la Revolución
Comunista Internacional. https://saludproletarios.wordpress.com/ [N. del E.]
222 · Amadeo Bordiga

serie de graves errores de política internacional.

Tengo además la impresión –me limito a vagas impresiones– de que sus


formulaciones tácticas, aun cuando son aceptables, otorgan demasiado valor
a la situación objetiva, que hoy puede parecer que se orienta a la izquierda.
Debe saber que, a nosotros, la izquierda comunista italiana, nos han acusado
de que nos negamos a examinar las situaciones: eso no es cierto. Ahora bien,
nosotros tratamos de construir una “línea de izquierda” que nos permita
atravesar las diferentes fases y evoluciones de las situaciones, afrontándolas
en un terreno revolucionario adecuado, pero sin obviar sus concretas
características objetivas.

Ahora hablaré de su táctica. Para expresarme con fórmulas coloquiales y


no oficiales, diré que, en lo que respecta a las relaciones internacionales del
partido, me parece demasiado elástica y demasiado bolchevique. Todo el
razonamiento con el que justifica su actitud respecto al grupo de Fisher,
a saber, que contaba con arrastrarlos hacia la izquierda, o, si rehusaban,
desacreditarles ante los obreros, no me convence y creo que en la práctica
tampoco ha dado buenos resultados. En general, creo que hoy hay que poner
en primer plano, más que la organización y la maniobra, un trabajo previo
de elaboración de ideología política de izquierda comunista internacional,
basada en las elocuentes experiencias por las que ha pasado el Comintern.
Como esto está lejos de haberse llevado a cabo, cualquier iniciativa
internacional se hace muy difícil.

Unos comentarios sobre nuestras posiciones respecto a los problemas de la


izquierda rusa. Es significativo que hayamos visto las cosas de forma muy
distinta: ustedes, que desconfiaban de Trotsky, han aceptado rápidamente el
programa de la solidaridad incondicional con la oposición rusa, coincidiendo
más con Trotsky que con Zinoviev (comparto esta preferencia).

Hoy, cuando la oposición rusa ha tenido que “someterse”, ustedes hablan


El principio democrático y otros textos · 223

de hacer una declaración atacándola por haber abandonado su bandera, cosa


que no comparto, dado que nosotros no hemos creído oportuno “fundirnos”
bajo esta bandera internacional cuando la empuñaba la oposición rusa.

Zinoviev y Trotsky son ante todo hombres que tienen un gran sentido de la
realidad; y han comprendido que es necesario encajar golpes sin pasar a una
ofensiva abierta. No estamos en el momento de la clarificación definitiva, ni
en lo que respecta a la situación exterior ni a la interior.

1- Compartimos las críticas de la izquierda comunista rusa a las orientaciones


de la política estatal del partido comunista ruso. Combatimos la dirección
emprendida por la mayoría del Comité Central porque prepara la
degeneración del Partido Comunista Ruso y de la dictadura del proletariado,
y conduce a abandonar el programa del marxismo revolucionario y del
leninismo. En el pasado no combatimos la política estatal del Partido
Comunista Ruso, mientras ésta permaneció en el terreno que delimitaban
estos dos documentos: el discurso de Lenin sobre el impuesto en especie y el
informe de Trotsky al IV Congreso mundial. Nosotros aceptamos las tesis
de Lenin en el II Congreso.

2- Las posiciones de la izquierda comunista rusa sobre la táctica y la


política del Comintern, al margen de que muchos de sus miembros tienen
responsabilidad en pasadas cuestiones, no son suficientes. Ni siquiera se
aproximan a cuanto dijimos desde el principio en la Internacional Comunista
sobre las relaciones entre partido y las masas, entre la táctica y la situación,
entre los partidos comunistas y el resto de partidos supuestamente obreros,
sobre la valoración de las alternativas a la política burguesa. Se acercan
algo, aunque no son idénticas, en lo que respecta al método de trabajo en
la Internacional y a la interpretación y el funcionamiento de la disciplina
interna y del fraccionalismo. Las posturas de Trotsky sobre la cuestión
alemana de 1923 son correctas, así como su juicio sobre la presente situación
mundial. No puede decirse lo mismo de las rectificaciones de Zinoviev sobre
224 · Amadeo Bordiga

la cuestión del frente único y de la Internacional Sindical Roja, y sobre otros


puntos que tienen valor ocasional y contingente y que no garantizan una
táctica que evite los pasados errores.

3- Dada la política de presión y provocación de los dirigentes de la


Internacional y de sus secciones, todo intento de organización de los grupos
nacionales e internacionales contra la desviación derechista presenta el riesgo
de escisión. No hay que desear la escisión de los partidos y de la Internacional.
Hay que dejar que se lleve a cabo la experiencia de la disciplina artificial y
mecánica, aceptando incluso sus absurdos procedimientos hasta donde sea
posible, sin renunciar jamás a las posiciones de crítica ideológica y política
y sin solidarizarse nunca con la orientación predominante. Los grupos
ideológicos que tienen una posición de izquierda tradicional y completa
no podían solidarizarse incondicionalmente con la oposición rusa, pero
tampoco pueden condenar su reciente sumisión, dado que ésta no supone
una conciliación, sino que se debe a unas condiciones cuya única alternativa
era la escisión. Además, la situación objetiva externa es tal que ser expulsado
del Comintern significa, y no solo en Rusia, tener aún menos capacidad
para modificar el curso de la lucha de la clase obrera, comparado con la que
tenemos permaneciendo dentro de los partidos.

4- En cualquier caso, sería inadmisible la solidaridad y hacer declaraciones


políticas comunes con elementos como Fisher y compañía que, recientemente,
tanto en el partido alemán como en otros, han asumido responsabilidades
en la dirección de un partido con una orientación derechista o centrista, y
cuyo paso a la oposición ha coincidido con la imposibilidad de conservar la
dirección del partido de común acuerdo con el centro de la Internacional
y con las críticas que ésta ha hecho a su actividad. Esto sería incompatible
con la defensa del nuevo método y del nuevo curso del trabajo comunista
internacional, que debe suceder al típico método parlamentario y burocrático
de la maniobra.
El principio democrático y otros textos · 225

5- Con cualquier medio que no implique ser expulsados del partido, hay
que denunciar a la dirección dominante por ser la responsable de llevarnos al
oportunismo y de traicionar la fidelidad a los principios programáticos de la
Internacional, que incluso grupos distintos a los nuestros tienen el derecho
de defender si se plantean el problema de analizar las deficiencias iniciales
–no en el terreno teórico, sino en el táctico, organizativo y disciplinario–
que han hecho que la Internacional sea susceptible de correr el peligro de la
degeneración.

Creo que unos de los defectos de la actual Internacional es que se trata de


“un bloque de oposiciones” locales y nacionales. Hay que reflexionar sobre
esto, por supuesto sin dejarse llevar por las exageraciones, pero aprovechando
estas lecciones. Lenin frenó buena parte de este trabajo “espontáneo” de
elaboración, tratando de reagrupar materialmente a los diferentes grupos
para solamente más tarde intentar fusionarlos homogéneamente, al calor de
la revolución rusa. No lo consiguió más que a una escala reducida.

Comprendo perfectamente que el trabajo que propongo no es fácil, dada


la ausencia de lazos organizativos, dadas las posibilidades de prensa y
propaganda, etcétera. A pesar de todo creo que aún debemos esperar. Se
producirán nuevos acontecimientos externos, y en todo caso cuento con
que el actual estado de sitio termine antes de que nos veamos obligados a
responder a las provocaciones.

Creo que en este caso no debemos dejarnos llevar por el hecho de que la
oposición rusa se haya visto obligada a firmar alguna frase contra nosotros,
quizá sólo por no tener que ceder en otros puntos durante la tormentosa
preparación del documento. Esto también entra en el cálculo de los
“bolchevizadores”.

Intentaré enviarle información sobre las cuestiones italianas. No hemos


aceptado la declaración de guerra que supone la suspensión de su cargo
226 · Amadeo Bordiga

de algunos miembros directivos de la izquierda, y el asunto no ha tenido


consecuencias de carácter fraccional. Hasta ahora las baterías de la disciplina
no han sido muy efectivas. No es que sea una línea preciosa y del agrado
de todos, pero es la menos mala posible. Os mandaremos copia de nuestro
recurso a la Internacional.

En resumen, no creo que haya que hacer una declaración internacional


como usted propone, y tampoco creo que tal cosa sea posible. Sí creo que
puede ser útil, en todos los países, hacer manifestaciones y declaraciones
de similar contenido ideológico y político sobre los problemas de Rusia
y del Comintern, pero sin dar pie a que puedan acusarnos de “complot”
fraccional, elaborando cada uno libremente su propio pensamiento y sus
propias experiencias.

En las cuestiones internas creo que la mejor táctica suele ser dejarse arrastrar
por los acontecimientos, aunque es evidente que en las cuestiones “externas”
esto es muy dañino y oportunista. Y aún más si tenemos en cuenta cómo
funciona el mecanismo del poder interno y de la disciplina mecánica, que
sigo creyendo que está destinada a hundirse por sí misma.

Sé que he sido poco claro y parco. Discúlpeme y, mientras tanto, acepte mis
cordiales saludos.
¡ABAJO LA REPÚBLICA BURGUESA!
¡ABAJO SU CONSTITUCIÓN!19

El debate sobre la Constitución de la República italiana ha sido definido


como un compromiso entre ideologías diferentes y enfrentadas. Nitti20,
con su malignidad sutil, ha distribuido en la mayoría de sus compañeros,
mucho más jóvenes, un distinguido carnet de necedad, bromeando sobre la
combinación entre moral cristiana y dialéctica marxista. Obviamente se nos
responde siempre que la política no es sino el arte del compromiso, que el
problema hoy no es sino político –política d’abord-21 y que las cuestiones de
principio estaban de moda hace treinta años, pero hoy todos los que hacen
de la política su profesión los consideran pasados de moda y escuchamos
constantemente a los viejos militantes de izquierda preguntar con el rostro
cansado: ¡¿No se os ocurrirá discutir entre las masas cuestiones de teoría?!

Dejemos por un momento de lado las doctrinas y la cuestión clara de que la


doctrina religiosa y la socialista son incompatibles. Señalemos sólo un punto
innegable que constituye una ventaja para los cristianos y los creyentes, de
la que estos pueden jactarse frente a los obstinados marxistas. Quien sigue
un sistema religioso es dualista, o sea, ubica en dos planos y en dos mundos
diferentes los hechos del espíritu y del mundo material. Sobre los dogmas
que son objeto de fe no transige, y puede perfectamente salvaguardarlos
indemnes en un ámbito espiritual y teorético, mientras mercadea en el campo
19 Este texto de Amadeo Bordiga aparece sin firma en “Prometeo”, Nº6, marzo-abril 1947.,
periódico del Partito Comunista Internazionalista. Se redactó como respuesta al debate
constitucional y constituyente que estaba viviendo Italia tras la caída del fascismo y la
instauración de la República y la democracia italiana. Fue traducido y publicado en castellano
por el Grupo Barbaria en: http://barbaria.net/2018/05/27/amadeo-bordiga-abajo-la-republica-
burguesa-abajo-su-constitucion-1947/ [N. del E.]
20 Francesco Saverio Nitti (1868-1953) fue un político italiano miembro del Partido Radical,
primer ministro durante exactamente casi un año (junio de 1919 a junio de 1920), en los
momentos del decisivo bienio rosso, caracterizado por el ascenso proletario en el contexto de la
oleada revolucionaria mundial desencadenada en 1917. Su inteligencia política, junto a la del
liberal Giolitti, fue decisiva para el desvío democrático de la lucha, confinándolo en el interior
de las fábricas y el parlamento (a través de las elecciones que ganó el Partido Socialista Italiano).
[N. del Grupo Barbaria]
21 Política, ante todo. La expresión original está en francés. [N. del Grupo Barbaria]
228 · Amadeo Bordiga

de los actos prácticos, de los hechos y los intereses materiales. Esta ventaja
es uno de los fundamentos de la gran fuerza histórica de la Iglesia, dúctil y
voluble en su política y en su actividad social, pero absolutamente rígida
sobre las piedras angulares de la teología. De ahí que el cristiano, que como
militante político llega a mezclar directivas opuestas en las cuestiones del
Estado terreno y de las relaciones entre las clases y los partidos, no traiciona
sus principios, o al menos no está obligado a admitir que ha subordinado su
respeto a cuestiones poco convenientes.

Pero no es así para el marxista, cuyo sistema se basa sobre la directa derivación
de las ideologías del mismo mundo material en el que se despliegan los
hechos, las relaciones de intereses que se convierten en fuerzas reales. Estos
no poseen una cómoda caja de seguridad donde la doctrina pueda guardarse
intacta, mientras se comercia en los hechos con los propios adversarios en el
campo práctico. Pero cuando los delegados de los partidos opuestos y de las
clases opuestas trafican entre sí y convergen sobre acuerdos intermedios a sus
posiciones de partida, quien sigue o dice seguir el materialismo histórico no
tiene derecho a contestar que se ha producido el “comercio de los principios”
del que Marx y Engels acusaban a los programas socialdemócratas, puesto
que a la práctica, en la efectiva mecánica de la colaboración, no puede
sino corresponder en los cerebros una igual contaminación y mezcla de las
opiniones.

***

Procuremos ahora analizar algunas de las cuestiones más notables que se


discuten a propósito de la nueva constitución, sin añadir nada nuevo respecto
a lo que se dice en los textos de compromiso que están saliendo a la luz de
la discusión, o mejor de las maniobras, ya que son desde el punto de vista
teórico simplemente piadosos en la sustancia como en la forma; atengámonos
pues a las relaciones concretas y al juego de las fuerzas históricas.
El principio democrático y otros textos · 229

Está la cuestión de la laicidad del Estado, reducida al argumento sutil pero


falaz de mencionar o no en un artículo de la Constitución el Pacto entre
Italia y el Papado estipulado por Mussolini22, aunque todos estén de acuerdo
en respetarlo.

Nada es más exacto que considerar cerrada históricamente la Cuestión


romana, y nada es más vano y estéril que querer resucitar sobre este viejo
punto el antiguo enfrentamiento de los bloques anticlericales, método
que los socialistas marxistas liquidaron ya antes de 1914, rompiendo con
las ideologías y la política de la burguesía masónica. En este sentido ambos
partidos socialistas23 han demostrado la misma oquedad y el mismo contenido
auténticamente reaccionario y de extrema derecha de este posicionamiento,
que comparten con los grupúsculos republicanos y similares, y con algún
cadáver liberal.

La cuestión se encuentra históricamente superada a escala social, si se


considera la evolución general del capitalismo y de la política de la Iglesia, y
sobre todo a escala social si pensamos en las vicisitudes del Estado italiano.

La revolución burguesa que instauró la democracia encontró en la Iglesia


un obstáculo y un adversario de primera magnitud, dada su organización,
su encuadramiento jerárquico, y su vasta función económica por el hecho
de constituir un bloque con el régimen de las aristocracias feudales. La
dura lucha económica y social se reflejó en una lucha ideológica, ya que la
filosofía burguesa fue antirreligiosa y la política de la victoriosa y joven clase
capitalista fue anticlerical. Los intentos de restauración del viejo régimen

22 Se refiere a los Acuerdos de Letrán entre el Papado y Mussolini (1929) con los que se pone fin
a la llamada Cuestión Romana, hasta entonces, desde 1870 con la conquista de Roma por parte
del Reino de Italia con base piamontesa, los Papas se consideraban “prisioneros en el Vaticano”.
[N. del Grupo Barbaria]
23 Bordiga aquí se refiere a la existencia de dos partidos socialistas en 1947, el histórico Partido
Socialista Italiano dirigido por Pietro Nenni y el Partito Socialista Democrático Italiano de
Giuseppe Sagarat, debido a la decisión del PSI de unirse al PCI en un Frente Popular de cara a
las elecciones de 1948. Fue un socio estable (PSDI) de los diferentes gobiernos de la Democracia
Italiana durante la I República. [N. del Grupo Barbaria]
230 · Amadeo Bordiga

encontraron la solidaridad de la Iglesia, y por eso todas las medidas de la


burguesía para reforzar sus propias conquistas de clase fueron decididamente
anticlericales. Sin embargo, cuando el clero comprendió que ya no era
posible evitar socialmente el triunfo del capitalismo, dejó de excomulgarlo y
en todos los lugares se acercó a él, en un proceso más o menos complicado
en los detalles, al nuevo orden privilegiado. El contraste teorético entre
religión y los fundamentos de la economía y la política burguesa primero
se descolocó para después desaparecer, como reflejo de la alianza entre los
estados mayores del capital y la Iglesia. Pero no podemos llevar a cabo aquí
la demostración exacta de que no hay contraste entre la ética y el derecho
capitalistas y una visión fideísta.

La clase obrera, aliada revolucionaria de la burguesía naciente, cayó durante


mucho tiempo en un impulso hacia un jacobinismo literario y retórico,
y la esencia de la política masónica fue hacer de este “come-curas” una
desviación de la lucha de clases y una máscara para el auténtico objetivo de
la política proletaria, una vez que éste salió de su minoría de edad y adquirió
un movimiento históricamente autónomo, encontrado en el principio del
abatimiento del privilegio económico y social.

En Italia todo esto discurrió a través de conocidas especificidades. El Estado


nacional no se formó en el período pre-burgués, y entre las causas hay que
mencionar el hecho de que en Italia era donde se encontraba la Iglesia con
más base mundial. La joven burguesía unitaria fue tremendamente antipapal
y anticatólica: en 1848 no le tembló el pulso para expulsar al Papa de Roma
y en 1870 hizo lo que todos sabemos24.

La Iglesia Católica se vio obligada, en Italia, a aminorar el paso de su


maniobra histórica general de bendecir el advenimiento de los regímenes

24 Se trata de la República romana que fue instaurada en 1849 tras la huida de Pio IX, en el
contexto de las revoluciones europeas de 1848. La República llegó a su fin por la intervención
de la República francesa bajo el mandato de Luis Bonaparte, el futuro Napoleón III. Con
los sucesos de 1870 Bordiga se refiere a la unificación italiana y a la Cuestión romana que
mencionábamos en la nota 19. [N. del Grupo Barbaria]
El principio democrático y otros textos · 231

capitalistas y conciliarse con ellos. Desde Cavour a Mussolini, finalmente el


proceso tuvo lugar del mismo modo que sucedió en todos los países.

Una vez más se demostró el carácter del método católico. El fascismo


con sus dudosos borradores ideológicos era inaceptable para la doctrina
por el intento de ubicar, en lugar de los valores religiosos, nuevos mitos,
con su mística acerca de la nación y el Estado, lo que se hizo mucho más
radicalmente en Alemania. Pero la política práctica del fascismo ofreció la
posibilidad de consolidar la influencia del encuadramiento eclesiástico y le
permitió beneficiarse rápidamente de él. La mecánica fascista y la católica en
el orden económico-social condujeron a una misma praxis conservadora y
esto era el punto sustancial.

Este estatus no causa ninguna molestia a la republiquilla actual, cuyo


reformismo y progresismo inició realmente su historia por el mismo camino.

Pero cómo podría el actual gobierno italiano, sin una auténtica soberanía y
sin fuerza material, más o menos delegado o tolerado por las grandes fuerzas
mundiales, permitirse en este terreno novedades e iniciativas. Evidentemente
en el nuevo clima histórico que sucede a las dos guerras mundiales, en el
que el organismo dirigente burgués italiano se ha enfrentado viendo cómo
se rompían sus costillas para siempre, Italia no tardaría en tener una nueva
ley internacional de Garantías, análoga a la nacional de 1870 salida de la
regulación unitaria entre los diferentes Estados y regiones católicas de la
Península con el Vaticano. Éste no se situaría más como un contratista igual
frente a Italia, como en la pueril ficción del famoso artículo 725, sino en un
plano superior.

En la moderna fase totalitaria del capitalismo es fácil prever una regulación

25 Bordiga se refiere al artículo de la Constitución Italiana que dice lo siguiente: “El Estado y la
Iglesia son, cada uno en su orden propio, independientes y soberanos. Sus relaciones son regulados por
los Pactos de Letrán. Las modificaciones de los Pactos, si son aceptados por ambas partes, no requieren
procedimientos de revisión constitucional”. [N. del Grupo Barbaria]
232 · Amadeo Bordiga

planificada mundial, incluyendo también el factor religioso. Al lado de la


ONU veremos probablemente una UCO (United Churchs Organisation).

La Iglesia de Roma no controla la mayoría de los creyentes en las más potentes


naciones en el mundo: Estados Unidos, Inglaterra, Rusia. No puede sino
aspirar a una función unitaria cristiana. En su acción política denomina hoy
a los partidos que inspira como “demócrata cristianos”, “cristianos sociales”,
“populares”, nunca “católicos”. Con lo que no elude su doctrina, puesto
que la Reforma [protestante] fue una cuestión de dogma y de rito, pero la
ética social puede ser la misma para todos los cristianos, incluso para todos
los religiosos, cuando los intentos que tuvieron lugar tras la anterior guerra
a favor de una Iglesia unitaria vuelvan a repetirse, bajo una nueva forma. Ya
se habla de una Internacional Cristiana. Un gran país de mayoría católica,
Francia, que parecía desde hace décadas ganado al ateísmo militante, ha visto
surgir de la nada un potente partido católico26.

En nuestra visión marxista consideramos que históricamente las iglesias


reformadas surgieron en correspondencia a una adhesión anticipada al
fideísmo del naciente mundo burgués, y hoy la Iglesia de Roma, conciliándose
con el régimen mundial del Capital, se pone a la par con aquellos precursores.
El último acto de este giro histórico fueron los Pactos de Letrán. Maravillarse
de que el Estatuto de la República se encuentre más ligado al Vaticano que
en el caso del de la Monarquía es ingenuo. La cuestión es rancia, y en esto
Togliatti tiene razón27.

El eslogan liberal del laicismo hace reír. Se podía hablar de individuos


laicos cuando toda la sociedad era controlada por una jerarquía religiosa

26 Se refiere al Movimiento Republicano Popular (MRP) de la IV República francesa. Uno de


sus dirigentes es uno de los padres de la Comunidad Económica Europea, Robert Schuman.
[N. del Grupo Barbaria]
27 La posición del PCI dirigido por Palmiro Togliatti fue aprobar el artículo 7 de la Constitución
Italiana: “Esta política es la que mejor se corresponde a la nación italiana”, dirá en su defensa
parlamentaria del voto nacional-comunista a favor de la regulación constitucional de los Pactos
de Letrán. [N. del Grupo Barbaria]
El principio democrático y otros textos · 233

y los clérigos se encontraban en el poder, no sólo para convalidar los actos


políticos y jurídicos sino los escolásticos y los culturales, monopolizando estas
funciones a través de un encuadramiento estable y cristalizado. Intentando
actuar por fuera de estos esquemas rígidos y de romper su feroz conformismo,
actuaban en una auténtica obra laica figuras como Dante, los humanistas del
Renacimiento, Galileo, Vico, Bruno, Telesio, Campanella, aunque algunos
de ellos fuesen frailes. El primer laico en el mundo occidental fue Cristo,
contra la clerigalla de los escribas y los fariseos. Laicos tenían que ser Cavour
y el Estado Albertino28, puesto que no podían sino luchar por romper los
poderes del derecho divino en la Península, las investiduras de Roma y las
tierras en manos muertas.

Hoy que il Sillabo29 ya no arrecia contra la economía oficial capitalista y el


derecho romano-napoleónico, se mueven bajo el mismo dosel conformista
todos aquellos que, aún ufanándose con tentativas reformadoras y progresivas
no identificables, no se posicionan en una lucha institucional desde fuera
para infligir y derrocar autoridades y jerarquías de un orden constituido.

El mismo hecho de escribir una constitución por parte de cien diputados


es un síntoma de esta fase de conformismo. Cuando históricamente las
constituciones tuvieron una razón y un contenido, se sucedían a una lucha
revolucionaria y eran su reflejo, su redacción era rápida y sustentada en las
llamas de la acción. Sancionaron como cartas y declaraciones, de una nueva
clase vencedora, principios que contenían un fuerte contraste con el pasado,
un grupo homogéneo las afirmó y proclamó a través de ideologías con
contornos netos. En una época sucesiva las constituciones concesivas de los
principios tomaron acto de una situación revolucionaria irrevocable, incluso
donde la lucha no había sido tan abierta y victoriosa.

28 Se refiere al rey piamontés Carlo Alberto de Savoia que proclamará el Estatuto Albertino
en el contexto de las revoluciones de 1848, el cual regirá constitucionalmente la Monarquía
piamontesa. Cavour será el político piamontés que dirigirá la unificación italiana hasta su
muerte en 1861. [N. del Grupo Barbaria]
29 Se refiere a 80 proposiciones que el Papa Pío IX redactó contra el liberalismo, el matrimonio
civil, el ateísmo, el comunismo, etc. [N. del Grupo Barbaria]
234 · Amadeo Bordiga

Hoy todos los señores de Montecitorio30 son igualmente conformistas:


clérigos todos. Ya no existen en su seno voces “laicas” en su sentido histórico.
Una complicidad propia de una congregación les asocia, en sus choques,
intrigas y complots.

En la actitud de los “comunistas” en la Constituyente lo grave no es, por lo


tanto, el desmantelamiento de la tesis de que un Estado burgués y democrático-
parlamentario como el de esta pobre Italietta31 puedan encontrarse bajo las
alas de la Iglesia, constatación histórica del puente creado entre el régimen
capitalista y la religión. Lo grave es la pretensión de crear un puente bien
diferente que comunique los regímenes proletarios socialistas y el fideísmo.
Aquí la renegación del marxismo se repite y se vuelve a confirmar.

Daremos un solo ejemplo histórico, Rusia. No sólo se daría Libertad32 de


conciencia religiosa (¿qué puesto ocupan en el materialismo dialéctico los
términos “libertad”, “conciencia” y sus correlatos?), pero la misma Iglesia,
habiendo renunciado a la defensa del viejo Régimen zarista de la que
era aliada, se encuentra hoy admitida por el Estado y su propaganda ha
colaborado con la propaganda nacional durante la guerra empujando a las
masas militares a la lucha33.

La cuestión es de una dimensión imponente. Presenta dos conclusiones: o la


de Togliatti, que la religión y el socialismo no son la antítesis, o la otra, que
estamos en presencia de una nueva prueba de que el régimen de Moscú ya
no tiene un carácter socialista y proletario. Otra verdad pacífica es que para
poder lanzar a millones de seres humanos al matadero bélico la fe en el más

30 Se trata de la sede del Congreso de los Diputados en Italia. [N. del Grupo Barbaria]
31 Dejamos el original en italiano, se refiere a Italia como país provincial e ignorante. [N. del
Grupo Barbaria]
32 Dejamos las mayúsculas del original. [N. del Grupo Barbaria]
33 Durante la II Guerra Mundial la Iglesia Ortodoxa apoyó el régimen stalinista y fue autorizada
a que los obispos y sacerdotes bendijesen las banderas de las unidades militares que se dirigían
al frente. En 1943 se restableció el Santo Sínodo de Moscú y el Patriarcado. Esta situación
permaneció durante el resto del “mandato” de Stalin. [N. del Grupo Barbaria]
El principio democrático y otros textos · 235

allá es un factor precioso.

Puesto que todos los políticos y periodistas se preguntan qué piensa el jefe de
los comunistas italianos cuando les sorprende —lo que no es difícil— con
sus movimientos y sus tesis, probaremos a iluminarles diciendo que él en el
futuro se investigará su mente concreta34, y que se pregunta si la inter-iglesia
mundial de mañana será o no será un monopolio y un poderoso altavoz del
bloque occidental. En la competición en curso, junto a la utilización de la
ola de odio contra el fascismo y el nazismo, se suma otra competición, tan
vieja como la historia humana, la de la popularidad del buen Dios. ¿Quién
podrá utilizar mejor esta arma en beneficio de su bandera y su comercio?
Por desgracia el cúmulo de la sabiduría de la curia romana y la tenacidad
del pestilente puritanismo anglosajón nos hacen ver que la balanza pende
del lado opuesto al palmiresco35. Togliatti se ve obligado a conceder algo de
crédito a Dios, De Gasperi36 avala el cambio, pero con la cómoda reservatio
mentalis de que Dios no paga los sábados… Se encontrará siempre un
Calloso que se crea que su estupidez ha sido causada por el cura.

***

Demasiados apuntes nos ofrecen los innumerables y mal hilvanados artículos


del proyecto constitucional, y sus retoques con el método parlamentario, que
más que nunca demuestra su naturaleza putrefacta.

Se ha querido dar a todos los grupos del agregado político actual, derivados,
como se quiere hacer creer al gran público, del abatimiento del fascismo, un
contenido común encontrando una nota, por lo menos una, aceptable para
todos. Si vamos en un sentido contrario a la estatolatría fascista, no nos queda
sino impulsarnos desde el Individuo, y sobre la sagrada e inviolable dignidad
34 Bordiga ironiza sobre el concretismo de Togliatti. [N. del Grupo Barbaria]
35 Se refiere a Palmiro Togliatti. [N. del Grupo Barbaria]
36 Alcide de Gasperi (1881-1954), líder y fundador de la Democracia Cristiana, fue primer
ministro de la República italiana. [N. del Grupo Barbaria]
236 · Amadeo Bordiga

de la persona humana. Y por otra parte esbozar mejor un descentramiento


burocrático con la creación de otros organismos parasitarios y confusionistas
–si no camorristas37– como serán las administraciones regionales. Todos
estos temas se prestan a sugestivas ilustraciones.

Dejemos a un lado la teoría. Mientras, la característica más destacada de la


realidad está hoy más que nunca en el enredar y sofocar al pobre individuo,
esa desgraciada persona, en los angostos pasillos de los centros organizativos,
y los Estados menos importantes pierden en todos los campos cualquier
residuo de función autónoma, como consecuencia de las presiones y de
las brutales intervenciones de los más poderosos monstruos estatales (véase
el último episodio acaecido en Grecia y Turquía)38, razón por la cual nos
burlamos de los intentos por reconstruir sobre el papel la lacerada libertad
del individuo singular y de la región.

Sobre esos principios “sagrados e inviolables” convergen, en el nirvana


del conformismo, todas las ideologías multicolores en Montecitorio:
transcendentalistas para los que es fundamental conceder al individuo el libre
arbitrio (porque si no ¿cómo irían al infierno tras la muerte?); inmanentistas
que, desde la libertad del YO que se actualiza en la eticidad del Estado,
tienen que derivar la facultad de disponer o del propio patrimonio o del
propio trabajo, o sea la libertad de comprar y de vender el tiempo humano;
materialistas y positivistas que, habiendo realizado entre todos un pastiche
informe de marxismo, por una parte con el más vulgar de los cinismos, por
otra con la más lacrimógena de las filantropías, no sabían lo cómoda que es
la palabra libertad, que puede llegar a inducir a sus lectores a hacer la extrema
estupidez de designarlos como sustitutos de los jerarcas de Mussolini.
37 Esta anticipación de Bordiga es muy interesante para todos aquéllos que conozcan la
profunda simbiosis que se dio en la historia de la I República entre la mafia y las administraciones
regionales, sobre todo del sur de Italia. [N. del Grupo Barbaria]
38 Se refiere al discurso de Truman del 12 de marzo de 1947 con el que se inicia su Doctrina
de la Contención y el inicio de la Guerra Fría. En ese discurso, Truman promete 400 millones
de dólares a Grecia y Turquía (recuérdese que era el momento de la guerra civil griega entre
“demócratas” y nacionalcomunistas del KKE —Partido Comunista Griego—) [N. del Grupo
Barbaria]
El principio democrático y otros textos · 237

Cuando algo se convierte en “sagrado e inviolable” para todos, ya que, aunque


se defiendan más de cuatrocientos discursos ninguno tratará de atacarlo, ésta
es la prueba cierta de que todos se burlan de él en la misma y suprema
medida. Proporciona finalmente un confort al ciudadano, elector que paga,
al precio del mercado negro, la compilación de la carta constitucional.

***

Llegamos al plato fuerte del contenido económico y social de la constitución


republicana. Se da de este modo el paso audaz de mencionar aquí y allá
junto al ciudadano también al trabajador. ¿Tenemos una república fundada
sobre el trabajo y los trabajadores? Lo uno y lo otro, ya que todos los Estados
burgueses de nuestros días se fundan ya sea sobre la explotación del trabajo,
ya sobre la explotación de los trabajadores por parte del capital. Del mismo
modo que los cimientos soportan el peso del edificio, los trabajadores
italianos soportan sobre sus espaldas el peso de esta república fallida.

Las expresiones literales han sido felices. La más cómoda ha sido por desgracia
explotada por los fascistas: “Italia es una república social”39.

Esta misma evolución de actitudes es perfectamente coherente con todo


el desarrollo del ciclo burgués. En sus inicios la mentalidad y el orden
democrático no toleraban que se hablase de trabajador y no de ciudadano,
de cuestión social y no política. El ciudadano puede creer que es igual a todos
los otros, el trabajador entiende que es un esclavo. La política del Capital es
igualdad de derechos, su sociología es la explotación.

Pero durante un siglo la defensiva burguesa ha tenido el mérito de cambiar sus


frentes polémicos. Reformismo primero, fascismo después, han llevado a la
escena las medidas sociales y el trabajo: no es este el lugar para demostrar este
hecho, una tarea que es central para nosotros como análisis de investigación.

39 Bordiga se refiere a la Repubblica Sociale di Salò (1943-1945). [N. del Grupo Barbaria]
238 · Amadeo Bordiga

El liberal y el jacobino puro no existen ya. El sindicato económico prohibido


en la praxis inicial de la revolución burguesa es primero admitido, después
corregido, más tarde encuadrado dentro del Estado. El juego de las iniciativas
económicas que inicialmente era un canon sagrado (versión directa de la
vacía inviolabilidad de la persona), sin ningún control externo, asiste a
intervenciones cada vez más gruesas y directas por parte del poder político
¡en nombre del interés social!

Pero frente este mundo burgués liberal puro y al social-intervencionista,


¿contraponemos, nosotros, socialistas consecuentes, una idealización, una
mística, una demagogia del trabajo y del trabajador? ¡Jamás! Este es otro
punto que merece ser clarificado y liberado de obstinadas incrustaciones.

Cuando los esclavos lucharon por emanciparse, ¿propusieron una república


de esclavos o una sin esclavos? ¡Los trabajadores de hoy luchan por una
sociedad sin asalariados!

Hacemos filosofía si definimos el trabajo como actividad humana general


sobre la naturaleza sin deducir de ello, rápidamente, el análisis de las diferentes
relaciones sociales en las que se encuadra el trabajo. La lucha proletaria
no tiende a exaltar sino a disminuir el gasto de trabajo, y se basa sobre los
enormes recursos de la técnica actual para avanzar hacia una sociedad sin
esfuerzos laborales impuestos, en el que la prestación de cada uno se hará
de la misma manera en la que se explica cualquier otra actividad, abatiendo
progresivamente la barrera entre producción y consumo, entre fatiga y goce.

No es por casualidad que los regímenes fascistas hablaron ampliamente sobre


el trabajo y que la carta mussoliniana se llamó Carta del Trabajo. La misma
falsa demagogia guía la praxis “social” de los modernísimos regímenes.
Donde ellos, todos, escriben exigencias sociales, nosotros leemos: exigencias
burguesas de clase.
El principio democrático y otros textos · 239

La clase obrera no puede considerar como su conquista el enunciado de que


en las instituciones entra el trabajador.

El programa de traspaso de los comunistas entre la época capitalista


y la socialista no es una república en la que los burgueses admiten a los
trabajadores, sino una república en la que los trabajadores expulsan a los
burgueses, en espera de expulsarlos de la sociedad, para construir una
sociedad fundada no sobre el trabajo, sino sobre el consumo40.

El postulado político de la clase obrera no es encontrar un puesto en el


Estado constitucional presente, ya que los puestecitos son sólo para “aquellos
miembros de la clase dominante que los obreros pueden elegir cada cierto número
de años para que los representen” (Marx).

Su postulado social tampoco es el de encontrar un puesto en la gestión de


la empresa. Ni siquiera la fábrica es el ideal al que tiende la conquista del
socialismo. Si Fourier llamó a las fábricas capitalistas cadenas perpetuas
mitigadas, Marx, recordando a las inglesas “casas del terror” para los
pobres, dice que este ideal se realizó durante la manufactura burguesa: ¡y
su nombre fue el de fábrica! Todo el reformismo moderno sobre la técnica
productiva no deja de tener como objetivo el producto y no el trabajador;
quizás no todo el mundo sepa que las recientísimas fábricas de motores en
Estados Unidos se hacen sin ventanas porque el polvo atmosférico distrae
las elaboraciones mecánicas que requieren precisión, como ocurre con un
ambiente condicionado por la temperatura, humedad, etc. De la cadena
perpetua a la tumba.

En cuanto a los métodos rusos de trabajo a destajo nos viene a la mente un


pasaje de Marx:

40 Bordiga aquí se refiere al acceso directo de la riqueza, sin mediación mercantil y monetaria,
por parte de la comunidad humana. A la liberación del valor de uso del valor. [N. del Grupo
Barbaria]
240 · Amadeo Bordiga

“En Londres la estrategia que se usa en las fábricas de construcción de


máquinas es que el capitalista elige como jefe a un obrero de gran fuerza
física y entregado al trabajo. Le paga todos los trimestres y en otras épocas un
salario suplementario, a cambio de que haga todo lo posible para estimular
a sus colaboradores a competir contra él, pero ellos sólo reciben su salario
ordinario” (El Capital, I, IV, 3).

Basta ya de estrujar a los trabajadores, de incitar a las masas con métodos que
derivan de los que se aplicaban a los esclavos, si no son propios del ganado
ante el matadero, al que de todas formas no se obliga en la constitución a
creerse sagrado e inviolable, ni resucitado tras ser comido.
ACTIVISMO41

Es necesario insistir sobre el vocablo. Como ciertas infecciones de la sangre,


que son causa de multitud de enfermedades, no excluidas las curables en
el manicomio, el activismo es una enfermedad del movimiento obrero que
requiere tratamiento continuo.

El activismo pretende tener siempre un conocimiento exacto de las


circunstancias de la lucha política, de estar “a la altura de la situación”,
pero es incapaz de realizar una valoración realista de las relaciones de fuerza,
exagerando enormemente las posibilidades de los factores subjetivos de la
lucha de clase.

Es pues natural que los afectados por el activismo reaccionen contra la crítica
acusando a los adversarios de subvalorar los factores subjetivos de la lucha de
clase y de reducir el determinismo histórico a aquel mecanismo automático,
que constituye además el ordinario argumento de la crítica burguesa del
marxismo. Por eso hemos dicho en el punto 2 de la parte IV de la “Base para
la organización”:

“En la justa acepción del determinismo histórico se considera que


mientras el desarrollo del modo capitalista de producción en los países
individualmente y como difusión en toda la tierra procede sin descanso,
o casi en el aspecto técnico, económico y social, las alternativas, por el
contrario, de las fuerzas de clase en contraposición, se enlazan a las
vicisitudes de la lucha histórica general, a las batallas vencidas y perdidas, y
a los errores de método estratégico”.

Esto equivale a decir que nosotros sostenemos que la fase de reanudación del
movimiento obrero revolucionario no coincide únicamente con los impulsos
provenientes de las contradicciones del desarrollo material, económico y

41 Publicado en “Battaglia Comunista”, N° 7, Italia, 1952. [N. del E.]


242 · Amadeo Bordiga

social de la sociedad burguesa, la que puede atravesar períodos de gravísimas


crisis, de contrastes violentos, de colapsos políticos, sin que por esto el
movimiento obrero se radicalice sobre extremas posiciones revolucionarias.
Es decir, no existe automatismo en el campo de las relaciones entre economía
capitalista y partido proletario revolucionario.

Puede suceder, como sucede actualmente, que el mundo económico y social


burgués esté envuelto por formidables sacudidas que dan lugar a violentos
contrastes, sin que por esto el partido revolucionario tenga posibilidades
de acrecentar su actividad, sin que las masas sometidas a la explotación
más atroz y en la matanza fratricida consigan desenmascarar a los agentes
oportunistas, que ligan su suerte a las contiendas del imperialismo, sin que la
contrarrevolución afloje su férreo control sobre la clase dominada, sobre las
masas de los desposeídos.

Diciendo: “Existe una situación objetivamente revolucionaria, pero es


deficiente el elemento subjetivo de la lucha de clase, el partido revolucionario”,
se equívoca en todo momento el proceso histórico, siendo una grosera falta
de sentido, un absurdo patente.

Es verdad por el contrario que en cualquier oleada, incluso la más peligrosa


de la existencia de la dominación burguesa, incluso cuando parece que
todo se para y que se dirige a su final, a su ruina (la máquina estatal, la
jerarquía social, el despliegue político burgués, los sindicatos, la máquina
propagandista la situación no será nunca revolucionaria, sino que será a
todos los efectos contra revolucionaria, si el partido revolucionario de clase
fuera deficitario, mal desarrollado, teóricamente tambaleante).

Una situación de crisis profunda de la sociedad burguesa es susceptible de


desembocar en un movimiento de subversión revolucionario, cuando “los
estratos superiores no pueden vivir a la antigua usanza, y los estratos inferiores
no quieren vivir a la antigua usanza” (Lenin, El Extremismo), es decir cuando
El principio democrático y otros textos · 243

la clase dirigente no consigue ya hacer funcionar el propio mecanismo de


represión, y la mayoría de los trabajadores haya “comprendido plenamente
la necesidad de la revolución”.

Pero semejante conciencia de los trabajadores no puede expresarse más


que en el partido de clase, que en definitiva es el factor determinante de la
transformación de la crisis burguesa en catástrofe revolucionaria de toda la
sociedad.

Es necesario pues, para que la sociedad salga del mare magnum en el que ha
caído, y que la clase dominante es incapaz de sanear, porque es incapaz de
descubrir las nuevas formas apropiadas para liberar las fuerzas productivas y
encaminaras hacia nuevos desarrollos, que exista un órgano de pensamiento
y de acción revolucionaria colectivo que canalice e ilumine la voluntad
subversiva de las masas.

El “no querer vivir a la antigua usanza” de las masas, la voluntad de luchar,


el impulso a actuar contra el enemigo de clase, presuponen, en el ámbito de
la vanguardia proletaria llamada a desarrollar la función de guía de las masas
revolucionarias, la cristalización de una sólida teoría revolucionaria.

En el partido la conciencia precede a la acción, contrariamente a cuanto


acontece en las masas y en los individuos.

Pero si se dicen estas cosas no nuevas, no actualizadas, ¿es porque se intenta


cambiar al partido revolucionario por un cenáculo de estudiosos, de
observadores teóricos de la realidad social? Jamás de los jamases. En la parte
IV punto 7 de la “Base para la organización” 1952, se dice:

“El partido si bien poco numeroso y poco ligado a la masa del proletariado,
si bien siempre celoso de la tarea teórica como tarea de primer plano,
rechaza absolutamente ser considerado un cenáculo de pensadores y de
244 · Amadeo Bordiga

simples estudiosos en busca de nuevas verdades, porque hayan perdido la


verdad anterior considerándola insuficiente (…)”.

¡No puede ser más claro!

A la transformación de la crisis burguesa en guerra de clase y en revolución


presupone el desmoronamiento objetivo del andamiaje social y político del
capitalismo, pero no puede darse ni siquiera potencialmente si la mayoría de
los trabajadores no es conquistada o influenciada por la teoría revolucionaria
encarnada en el partido, teoría que no se improvisa en las barricadas. ¿Pero
se destila quizás en los cerrados gabinetes de trabajo de estudiosos desligados
de las masas?

A ésta estúpida acusación promovida por los energúmenos del activismo, se


responde muy bien diciendo, que el infatigable y asiduo trabajo de defensa
del patrimonio doctrinario y crítico del movimiento, la cotidiana fatiga
de inmunización del movimiento contra los venenos del revisionismo, la
explicación sistemática, a la luz del marxismo, de las más recientes formas
de organización de la producción capitalista, el desenmascaramiento de las
tentativas del oportunismo de presentar tales “innovaciones” como medidas
anticapitalistas, etc., todo esto es lucha, lucha contra el enemigo de clase,
lucha para educar a la vanguardia revolucionaria, es si queréis, lucha activa,
y sin embargo no activista.

¿Creéis vosotros seriamente que (mientras toda la gigantesca máquina


burguesa está comprometida de la mañana a la noche no tanto, poned
atención, a refutar la tesis revolucionaria, cuanto a demostrar que a las
reivindicaciones socialistas se pueda llegar marchando contra Marx y
contra Lenin, y cuando no sólo partidos políticos sino también gobiernos
constituidos juran gobernar, es decir, oprimir a las masas, en nombre del
comunismo) el áspero y fatigoso trabajo de restauración crítica de la teoría
revolucionaria marxista, sea solamente un trabajo teórico?
El principio democrático y otros textos · 245

¿Quién osaría decir que no es también un trabajo político, una lucha activa
contra el enemigo de clase? Sólo quien esta poseído por demonios de la
acción activista puede pensarlo.

El movimiento, aunque sea pobre de efectivos, que trabaja en el periódico,


en reuniones, en discusiones de fábrica, para liberar la teoría revolucionaria
de las inauditas adulteraciones, de las contaminaciones oportunistas, cumple
con esto un trabajo revolucionario, trabajo para la revolución proletaria.

No se puede decir en absoluto que nosotros concibamos la tarea del partido


como una “lucha de ideas”.

El totalitarismo, el capitalismo de Estado, el hundimiento de la revolución


socialista en Rusia, no son “ideas” a las que nosotros contraponemos las
nuestras: son fenómenos históricos reales, que han despedazado los riñones
del movimiento proletario conduciéndolo sobre el terreno minado del
partisanismo antifascista, filo fascista, de la unión nacional, del pacifismo,
etc...

Aquellos que, aunque sea en número restringido y fuera de clamores de


la “gran política”, conduzcan un trabajo de interpretación marxista de
estos fenómenos reales, y de confirmación de las previsiones marxistas, no
obstante ellos (y nos parece que un tratamiento serio de estos problemas no
exista fuera de las fundamentales exposiciones de nuestro “Prometeo”, en
particular del estudio “Propiedad y Capital”) seguramente hacen un trabajo
revolucionario, porque fijan desde ahora el itinerario y el punto de llegada
de la revolución proletaria.

La reanudación del movimiento revolucionario no necesita, para realizarse,


de la crisis del sistema capitalista, en cuanto eventualidad potencial; la
crisis del modo de producción capitalista es una realidad, la burguesía ha
experimentado todas las fases posibles de su curso histórico, el capitalismo
246 · Amadeo Bordiga

de Estado y el imperialismo son el límite extremo de su evolución, pero las


contradicciones fundamentales del sistema permanecen y se agudizan. La
crisis del capitalismo no se transforma en crisis revolucionaria de la sociedad,
en guerra de clase revolucionaria, la contrarrevolución sigue triunfante,
aunque aumenta el caos capitalista, porque el movimiento obrero está todavía
aplastado bajo el peso de las derrotas sufridas en treinta años por los errores
de método estratégico cometidos por los partidos comunistas de la Tercera
Internacional, errores que han conducido al proletariado a considerar suyas
las armas de la contrarrevolución.

La reanudación del movimiento revolucionario no se verifica aún porque


la burguesía, poniendo en práctica audaces reformas en la organización de
la producción y del Estado (capitalismo de Estado, totalitarismo, etc.) ha
sacudido enormemente, sembrando la duda y la confusión, no las bases
teóricas y criticas del marxismo, que permanecen intactas e intocables,
sino más bien la capacidad de las vanguardias proletarias para aplicarlas
justamente en la interpretación de la actual fase burguesa.

En tales condiciones de extravío teórico, el trabajo de restauración del


marxismo contra las deformaciones oportunistas, ¿es un mero trabajo
intelectual?

No, es lucha sustancial y activa consecuente contra el enemigo de clase.

El activismo fanfarrón pretende hacer girar la rueda de la historia con giros


de vals moviendo el culo sobre la sinfonía electoral.

Es una enfermedad infantil del comunismo, pero fermenta maravillosamente


incluso en el asilo, donde vegetan los… jubilados del movimiento obrero.

Requiescant in pace... por encanto para marchar como una división de


tanques, en cuanto sean enviados a la conquista de los organismos de fábricas
El principio democrático y otros textos · 247

nuestros grupos, para contar nuestros efectivos de verdad que no hace falta
la calculadora electrónica, pretenden, haciendo reír a los pollos y a los patos,
que los bloques imperialistas son idénticos en peso, forma y color como
igualmente viriles, y con esta bravura agotan el tan decantado análisis de
la situación, que niegan a los demás saber hacer; se reblandecen finalmente
en las mórbidas tentaciones que sobre viejas nalgas suscita la poltrona
parlamentaria o asesoral...

Todos los salmos activistas terminan en la gloria electoral. En la fecha de


1917, vivimos el puerco fin de los superactivistas de la socialdemocracia:
en decenios de actividad empleados por entero en la conquista de sillones
parlamentarios, de jurados mixtos sindicales, de influencias políticas que
dieron un espectáculo de imparable activismo.

Pero cuando sonó la hora de la insurrección armada contra el capitalismo se


vio que sólo consiguió hacerlo el partido que menos “había trabajado entre
las grandes masas” durante los años de preparación, que más que todos había
trabajado en la puesta a punto de la teoría marxista. Se vio entonces que
quien poseía una sólida preparación teórica marchaba contra el enemigo de
clase, mientras quien tenía un “glorioso” patrimonio de luchas se atragantaba
vergonzosamente y se pasaba al enemigo.

Vaya que si conocemos a los maniáticos del activismo. Ante su presencia


los charlatanes de feria son gentil-hombres. Por esto sostenemos que existe
un sólo medio para salvarse de su contagio: el clásico puntapié en el trasero.
ENTREVISTA A AMADEO BORDIGA42

En noviembre de 1917, usted participó en Florencia en una conferencia


secreta de la corriente “revolucionaria intransigente” del Partido
Socialista. En esa ocasión, usted exhortó a los socialistas a aprovechar
la crisis militar y a tomar las armas para asestar un golpe decisivo a la
burguesía. ¿Cuál fue el resultado de su propuesta? En su opinión, ¿la
situación revolucionaria había alcanzado su madurez en Italia?

Sí, en noviembre de 1917 participé en Florencia en la conferencia secreta de


la fracción “revolucionaria intransigente” del Partido Socialista. Esta fracción
había constituido la mayoría del PSI y le había impuesto su dirección desde
1914. La dirección del Partido, al ser informada sobre esta conferencia, no
sólo no la impugnó, sino que, de hecho, envió a sus propios representantes.
Fue en esa ocasión que conocí a Antonio Gramsci, quien mostró gran interés
en mi discurso. Mi impresión hasta el día de hoy es que su inteligencia poco
común le llevó, por una parte, a compartir y estar completamente de acuerdo
con mis propuestas marxistas radicales, las que parecía haber oído por
primera vez; y, por otra, a articular una crítica sutil, precisa y polémica, que
ya se desprendía de las diferencias de fondo entre las posiciones de nuestros
respectivos periódicos: “Il Soviet”, con sede en Nápoles, del que yo era
editor, y “L›Ordine Nuovo” que Gramsci dirigía en Turín. La oposición de
nuestros puntos de vista había quedado clara para mí desde que anuncié en
nuestro periódico la fundación de la revista de Gramsci. En ese breve artículo
señalé que su declarado pragmatismo revelaba una tendencia gradualista que
sin duda le llevaría a hacer concesiones a un nuevo tipo de reformismo, e
incluso al oportunismo de derecha.

42 Esta entrevista fue respondida por Amadeo Bordiga por escrito al periodista Edek Osser
en junio de 1970, poco antes de su muerte. El texto fue publicado originalmente en “Storia
Contemporanea” N° 3, en septiembre de 1973. Bordiga también habló con Edek Osser para
una entrevista filmada, cuyos extractos aparecen en un documental sobre el ascenso del fascismo.
Traducción: C. L. Se encuentra disponible en: https://rentry.co/entrevbordiga?fbclid=IwAR14
GMqEsZ5IJeQ-Z4xQU5BlYYIA8QxmR2Y pm1EWJgxC5k9nv5JuIfNpqs [N. de E.]
El principio democrático y otros textos · 249

Mi lectura de las fuerzas en juego en ese momento no se refería sólo a


Italia, sino a toda la situación europea. Obviamente, entonces condené
sin vacilaciones a los partidos socialistas de Francia, Alemania y demás,
que habían traicionado abiertamente las enseñanzas marxistas sobre la
lucha de clases, optando en cambio por la nefasta política de armonía
nacional, unidad sagrada y apoyo a la guerra emprendida por los gobiernos
burgueses. Mi discurso puso al descubierto, de manera doctrinaria, la falsa
justificación ideológica que se esgrimía para apoyar la guerra impulsada por
la Entente contra las Potencias Centrales, a la que nuestro enemigo jurado, el
intervencionismo militar italiano, se había adherido. La base de mi posición
era repudiar la falsa preferencia que los belicistas de todas las naciones
mostraban por las democracias parlamentarias de los regímenes burgueses,
en contra de los llamados regímenes feudales, autocráticos y reaccionarios de
Berlín y Viena, por no hablar del régimen moscovita. Tal como había venido
haciendo en el movimiento durante décadas, seguí la crítica formulada por
Marx y Engels, intentando mostrar lo estúpido que era esperar que una
futura Europa democrática surgiera del triunfo militar de la Entente.

La posición que tomé en ese momento coincide con lo que Lenin llamó
“derrotismo y repudio a la defensa de la madre patria”. Planteé la afirmación
de que la revolución proletaria podría haber triunfado si los ejércitos de los
Estados burgueses hubieran sido derrotados por sus enemigos extranjeros,
predicción que la historia confirmaría luego en Rusia en 1917. Es cierto,
entonces, que en Florencia propuse que debíamos aprovechar los desastres
militares de nuestro Estado monárquico y burgués para impulsar la
revolución de clases.

Nuestra propuesta no coincidía con la línea política de la dirección del


partido, que se había atascado en la vergonzosa fórmula acuñada por Lazzari
de “ni apoyo ni sabotaje”. Sin embargo, los participantes en la conferencia
(que ya constituían de facto el ala izquierda del Partido Socialista) parecían
apoyarla totalmente. Para nosotros, el hecho de que el partido italiano no se
250 · Amadeo Bordiga

adhiriese a la política de guerra del gobierno, negándose a darle su voto de


confianza o a apoyar la financiación militar correspondiente, no bastaba. No
tenía sentido afirmar esa línea y al mismo tiempo oponerse al sabotaje, que
Lenin describiría más tarde como “transformación de la guerra entre Estados
en guerra civil entre proletariado y burguesía”. Mi posición, por lo tanto, no
era exactamente que en Italia existieran las condiciones para librar una guerra
armada contra el poder de las clases propietarias; sino más bien otra, mucho
más amplia, que fue confirmada más tarde por el curso de la historia: a saber,
que mientras la guerra se libraba en Europa nosotros podíamos y debíamos
intensificar el conflicto revolucionario en los frentes más oportunos (esos
que Lenin llamaría luego “el eslabón más débil de la cadena”). El conflicto
se extendería sin duda a todos los demás países. El mencionado falso
mérito del partido italiano, en su empeño por negarse a apoyar la guerra
mientras que al mismo tiempo rechazaba el sabotaje revolucionario, fue
más tarde invocado de manera espuria por Serrati y sus seguidores, cuando
se opusieron a expulsar a la derecha reformista (que era, de hecho, tanto
socialdemócrata como socialpatriota) durante la fundación de una nueva
Internacional que pudiese redimir el vergonzoso fracaso de la Segunda (un
resultado que yo había previsto en nombre de los socialistas de izquierda en
el Congreso de Roma en febrero de 1916). Esto queda demostrado por el
hecho de que el PSI se había negado a seguir el único camino estratégico
que, desde que Lenin, de regreso a Rusia, articuló sus tesis clásicas en abril
de 1917, cumplía las predicciones doctrinarias y los objetivos históricos del
marxismo revolucionario. Desde un punto de vista histórico, lo que parece
indiscutible es que, si los delegados de la conferencia de Florencia hubieran
decidido ir a votar, habrían apoyado la audaz tesis de torpedear de cualquier
manera posible la política de guerra del Estado capitalista. Dado que las
conclusiones de una consulta como la que proponíamos tendrían que haber
implicado a los órganos centrales del partido, mi propuesta habría conducido
-en un giro saludable- a aplicar en la práctica las medidas correctas. Pero no
podíamos esperar que la dirección emprendiera tal curso de acción, pues
ya se había negado a convocar en mayo de 1915 una huelga general contra
El principio democrático y otros textos · 251

los preparativos de guerra, tal como lo habíamos exigido; porque ya había


levantado la consigna de “no apoyar ni sabotear”; y porque había tolerado,
en un momento crucial de la guerra, que la bancada parlamentaria socialista
siguiera a su líder, Turati, voceando la consigna chovinista: “Nuestra patria
está en el Monte Grappa”, comportamiento que no se diferenciaba del de los
socialtraidores franceses y alemanes.

En 1919, Italia fue sacudida por violentas manifestaciones. ¿Por qué


esto no resultó, a pesar de la propaganda socialista y la fuerza numérica
del partido, en un movimiento revolucionario popular? ¿No estaban las
masas dispuestas y preparadas para luchar? ¿Qué impidió el lanzamiento
de una ofensiva revolucionaria?

Una vez finalizada la guerra con la victoria en Vittorio Véneto, que trajo
mucha gloria pero pocos efectos duraderos, todo el país conoció el estado de
malestar y crisis económica que -como suelen afirmar incluso los socialistas
más moderados- aflige a las clases trabajadoras cuando hay paz entre
las naciones burguesas, y se agrava aún más por los efectos de la guerra:
partiendo por el brusco ascenso de los obreros desde el tranquilo entorno de
su mal remunerada actividad productiva, que luego les hunde a ellos y a sus
familias en una pobreza aún mayor. Este inevitable estado de descontento
generalizado no hizo que las masas proletarias recuperaran la conciencia
histórica colectiva que, por desgracia, el propio Partido había perdido en gran
medida. La consecuencia natural fue una nueva ola de protestas y demandas
de mejoras inmediatas de las condiciones de trabajo, incluyendo los salarios.
Éstas hicieron temblar el suelo bajo los pies de la burguesía, pero no crearon
por sí mismas en el proletariado la capacidad de planificar objetivamente la
lucha armada y el advenimiento de su dictadura.

Hoy, lo que podemos decir no es que en 1919 existieran las condiciones


para una revolución socialista en Italia, sino más bien que, tras el final de
la Primera Guerra Mundial, los partidos del proletariado podrían haber
252 · Amadeo Bordiga

asumido la dirección de un movimiento ofensivo exitoso, que si no estaba


ahí es porque esos partidos traicionaron su propia herencia ideológica
y la visión de las luchas históricas que podrían haber puesto fin a la era
capitalista. Ese fue el momento verdadero y fatídico en que se podía haber
reconstruido el movimiento proletario y socialista, restableciendo los
verdaderos fundamentos doctrinarios de su programa y estrategia. A esta
tarea se dedicaron sin vacilación Lenin y la Internacional Comunista, a la
que se adhirió la izquierda del movimiento italiano, demostrando así -como
sigue siendo válido hasta hoy- su plena adhesión a la gloriosa línea histórica
de la revolución anticapitalista mundial, iniciada en 1848 con El Manifiesto
de Marx y Engels.

En el XVI Congreso del Partido Socialista, celebrado en Bolonia


en octubre de 1919, usted habló en nombre de la llamada fracción
“abstencionista”, que defendía la necesidad de retirarse de las elecciones
para concentrarse en el proyecto revolucionario. ¿Por qué las dos
actividades eran incompatibles, en su opinión? ¿Cuál era la ventaja de la
línea que usted defendía?

En el decimosexto congreso socialista, celebrado en Bolonia a principios


de octubre de 1919, la fracción comunista abstencionista (cuyo órgano
era “Il Soviet”, periódico fundado en Nápoles en diciembre de 1918,
inmediatamente después del fin de la guerra en Europa) se distinguió de
las demás corrientes no sólo por defender la abstención en las elecciones
generales y parlamentarias, sino también por ser la única fracción que se
adhirió a las tesis del congreso fundacional de la Tercera Internacional
Comunista, celebrado en Moscú en marzo de ese año, las que traducían la
magnífica experiencia histórica de la Revolución Rusa de octubre de 1917.
La principal de esas tesis era la conquista del poder político no a través de
las estructuras democrático-burguesas, sino a través del advenimiento de la
dictadura revolucionaria del proletariado y de su partido de clase marxista.
La perspectiva de una gran campaña electoral y el previsible triunfo del único
El principio democrático y otros textos · 253

partido que se había opuesto realmente a la sangrienta y desastrosa guerra de


1915, fue rechazada en mi discurso como una desviación respecto de la tensión
que estaba creciendo entre las masas italianas, a causa de su inmenso sacrificio
de sangre en el campo de batalla y de la grave crisis económica posterior
a la guerra. Por lo tanto, esa campaña electoral contradecía abiertamente
cualquier esperanza y oportunidad de canalizar esa tensión, ese malestar, ese
descontento generalizado, en la única dirección que -como la historia nos
estaba mostrando- podía llevar no sólo a Italia sino a toda Europa a un
resultado socialista y revolucionario. Estas tesis fueron fundamentales para el
pensamiento de la fracción abstencionista, que se organizó desde el principio
y se extendió uniformemente por toda Italia. Sin embargo, no pudieron ser
presentadas y apoyadas frente a las demás corrientes del congreso, que se
mostraron satisfechas ante la perspectiva de una gran victoria electoral que
permitiera al partido -mediante maniobras parlamentarias- aprobar medidas
capaces de paliar en parte la crisis y responder a las ansiosas expectativas de
las masas trabajadoras. Tal resultado suponía dilapidar definitivamente los
aspectos favorables de la situación y bloquear el único camino por el que,
a partir de entonces, todo el movimiento de las clases explotadas tendría
que haber ejercido su presión: en otras palabras, suponía impedir a la clase
obrera y al propio Partido recuperar su verdadera conciencia revolucionaria.
La derecha reformista del Partido condenó abiertamente las tesis comunistas
más importantes; y la corriente mayoritaria que se autodenominaba
“maximalista”, aunque no rechazaba esas tesis, no comprendía por qué
razón este programa histórico habría de imponerse no sólo al Partido en su
conjunto, sino también a sus partidarios y militantes individuales, a los que
en caso de oposición obstinada se tendría que haber expulsado del partido.
Pero lo cierto es que sólo así se podría reconstruir un nuevo movimiento
internacional a salvo del riesgo de que se repitiera la horrenda catástrofe de
agosto de 1914, y que pudiera curarse de una vez por todas de la enfermedad
infecciosa del oportunismo socialdemócrata y minimalista.

Desde el congreso de Bolonia, entonces, nuestra fracción abstencionista se


254 · Amadeo Bordiga

había propuesto romper la unidad del Partido Socialista. Debido a su gran


número de miembros y a la previsible victoria electoral, esa unidad llevó a
la fracción pro-electoral a un grave error: pensar que sería posible marchar
hacia el socialismo proletario mientras se repudiaba el uso de la violencia
y se rechazaba el enfrentamiento armado o la temible medida histórica de
la dictadura, cuyo objetivo clave sería privar de todo derecho electoral y
democrático (así como de toda libertad para organizarse y hacer propaganda)
a los sectores de la población no formados por auténticos trabajadores.

Aquí creo que es apropiado recordar un episodio que, después de todos estos
años, parece tener una importancia verdaderamente histórica. El objetivo
central de nuestra fracción no era oponerse a las elecciones, sino más bien
dividir al Partido, y así separar a los verdaderos comunistas revolucionarios
de quienes se ofrecían como “revisionistas” de los principios que Marx había
enunciado acerca del inevitable y catastrófico estallido del conflicto entre
las clases enemigas, tal como lo había propuesto justo antes de la guerra el
alemán Eduard Bernstein. Para poner a prueba nuestra tesis, propusimos
a los líderes del grupo pro-electoral y maximalista -en el que se destacaban
Serrati, Lazzari y Gramsci- reemplazar el documento que habían preparado
por otro mucho más decididamente anti-revisionista. En este nuevo texto
nosotros habríamos aceptado no llamar a boicotear la campaña electoral,
a cambio de que ellos apoyasen nuestra tesis básica de que el Partido debía
dividirse. Nuestra propuesta fue rechazada tajantemente por ellos. Debo
señalar que poco después Lenin, al redactar su texto sobre el extremismo
como enfermedad infantil del comunismo, escribió que había recibido y leído
algunos números de “Il Soviet” y que consideraba que nuestro movimiento
era el único en Italia que había comprendido la necesidad de separar a los
comunistas de los socialdemócratas, dividiendo al Partido Socialista.

En 1920, en el Segundo Congreso de la Internacional en Moscú, su tesis


“abstencionista” chocó con la posición “electoralista” de Lenin. Lenin
prevaleció y la Internacional ordenó que el Partido Socialista Italiano
El principio democrático y otros textos · 255

se presentara a las elecciones. ¿Sigue creyendo que la decisión de la


Internacional fue un error, aun cuando las elecciones de 1921 fueron un
gran éxito para el Partido Socialista?

El Segundo Congreso de la Internacional Comunista comenzó en Leningrado


en junio de 1920 y continuó en la antigua Sala del Trono del Kremlin. El
Partido Socialista Italiano -que ya afirmaba, desde el Congreso de Bolonia,
ser miembro de pleno derecho de la Internacional Comunista- envió una
delegación a la que se le concedieron votos deliberativos y que estaba formada
por Serrati, Bombacci, Graziadei y Polano (para la federación juvenil).
El grupo llegó a Rusia en un tren especial, como parte de una delegación
proletaria italiana más amplia que incluía a D›Aragona y Colombino, por los
sindicatos; a Pavirani, por la Liga de Cooperativas, y a otros que naturalmente
no fueron invitados a participar en el Congreso Mundial. En cuanto a mí,
como miembro de la fracción abstencionista italiana no formé parte de la
delegación del Partido, sino que mi intervención fue incluida y organizada
por el propio Lenin a través de su representante italiano, el Sr. Heller (a quien
llamábamos Sr. Chiarini). Heller vino a Italia varias veces para organizar
mi viaje, que estuvo plagado de dificultades que no voy a detallar. La ruta
que recorrí fue Brenner-Berlín-Copenhague-Estocolmo-Helsingfors-Reval
y, finalmente, Leningrado. Estuve allí desde la primera sesión, durante la
cual Lenin dio un memorable discurso seguido de una ovación de pie que
duró más de una hora. Dada mi peculiar posición, participé en los trabajos
del Congreso de Moscú sólo como consultor. Inmediatamente se decidió
que yo ingresara como co-expositor en la cuestión del parlamentarismo, la
que fue incluida en el orden del día siendo Bujarin el expositor principal.
La decisión fue tomada por el Ejecutivo y por su presidente, Zinoviev. En
las primeras etapas, tuvo lugar otro importante debate sobre los criterios de
admisión de los partidos que solicitaron ser incluidos en la Internacional
Comunista. Se nombró un comité del que yo formaba parte para examinar
las propuestas, lo que dio lugar a los famosos “21 puntos de Moscú”. Así,
pude volver a plantear una propuesta de Lenin, cuyo riguroso punto 21 exigía
256 · Amadeo Bordiga

a los partidos individuales que revisaran sus programas. Esto era vital para el
Partido Socialista Italiano, que seguía estando en parte ligado al programa
socialdemócrata redactado en Génova en 1892. También traté este tema
durante la asamblea plenaria, proponiendo las soluciones más drásticas y
radicales en contra de los deseos de los demás italianos y de la derecha. El
debate sobre el tema del parlamentarismo fue abierto por Bujarin, quien
explicó los principios de su tesis, mientras que yo hablé en contra de la
participación en las elecciones. La posición de Bujarin fue retomada en
una declaración de Trotsky, y más tarde por otros oradores, incluyendo a
Lenin, quien criticó abiertamente mis tesis y su argumento subyacente. En
un reciente artículo para la revista marsellesa “Programme Communiste”,
traté de reproducir fielmente las palabras y pensamientos de Lenin sobre este
tema. Con su habitual brío, dijo: “Si es una tarea fundamental del partido
revolucionario prever los planes y las acciones de los poderes del Estado enemigo,
¿cómo podemos dejar pasar una tribuna tan valiosa como la del parlamento, en
el que los Estados han desarrollado históricamente sus políticas futuras?”

El Congreso votó por amplia mayoría a favor de participar en las elecciones


parlamentarias, sugiriendo que todos los partidos socialistas y comunistas
deberían seguir el ejemplo, y no sólo el partido italiano como implicaba la
cuestión planteada. En las elecciones generales italianas de 1921 participaron
no sólo el Partido Socialista, que no podía pedir más, sino también el Partido
Comunista de Italia, fundado poco después del Segundo Congreso de
Moscú.

El triunfo electoral no hizo avanzar al movimiento revolucionario en Italia,


contrariamente a lo que había sugerido la tesis de Bujarin-Lenin. Me
opuse entonces y lo haría ahora, después de una larga experiencia histórica,
especialmente con respecto a Alemania, cuyas fallidas insurrecciones en la
primavera de 1921 y otoño de 1923 desmintieron la estrategia decidida en
Moscú. Volviendo por un momento a la votación del Segundo Congreso,
cabe señalar que disuadí de apoyar mi tesis a varios delegados que se
El principio democrático y otros textos · 257

oponían al parlamentarismo no por motivos marxistas, sino por debilidad


o por simpatía hacia los métodos de los sindicalistas revolucionarios y de
los libertarios, que eran populares entre algunos grupos de Alemania, los
Países Bajos, Inglaterra y los Estados Unidos. Al ser votados los criterios
de admisión, ya se había afirmado que en Italia -como en cualquier otro
país- nuestros partidos debían ser purgados no sólo de los reformistas no
revolucionarios de derecha, sino también de las corrientes que Lenin llamaba
“centristas”, y que se podían identificar en Alemania con los seguidores de
Kautsky, y en Italia con los maximalistas y los seguidores de Serrati.

Usted fue el primero en abogar, desde 1917, por la expulsión del Partido
Socialista de la corriente de derecha, los llamados reformistas. En 1920
este debate llegó al Congreso de la Tercera Internacional, que votó a
favor de la expulsión. ¿Por qué no se llevó a cabo esta decisión? ¿Qué
papel jugó este resultado en la fundación del Partido Comunista?

Si no pudimos excluir a los reformistas como Moscú pidió, fue debido a la


resistencia y obstrucción de los maximalistas, que apalancaron su superioridad
numérica sobre nuestra fracción primero en el Partido Socialista, y más tarde
en el Congreso Socialista, que decidió no aplicar plenamente las directivas
de Moscú. Esto tuvo una consecuencia positiva, ya que durante la creación
del nuevo Partido Comunista se hizo posible excluir tanto a los elementos
reformistas como a los centristas-maximalistas.

En el mismo Congreso de Moscú, en 1920, su conducta llevó a algunos


a creer, como se ha dicho, que usted “temía, sin atreverse a decirlo, la
influencia del Estado soviético sobre los partidos comunistas, la tendencia
a los compromisos, la demagogia, la corrupción, y sobre todo no pensaba
que la Rusia campesina estuviese en situación de dirigir el movimiento
obrero internacional”. ¿Refleja esta interpretación correctamente su
pensamiento?
258 · Amadeo Bordiga

De hecho, abrigué las reservas mencionadas en su pregunta, y articuladas en


la cita de Victor Serge. Sigo pensando que hubo serios errores en la dirección
dictada por Moscú, que tuvo poco valor revolucionario en la época de Stalin,
tras la muerte de Lenin en enero de 1924. Como lo demuestran las disputas de
los años siguientes, la estrategia dictada por Moscú no siempre se inspiró en
la verdadera dinámica revolucionaria que habría beneficiado al proletariado
comunista mundial, sino que se vio influida por los intereses a veces
contrapuestos de una vasta maquinaria estatal fundada sobre una pequeña
base campesina, por lo tanto “pequeñoburguesa” según la definición que el
propio Lenin dio. Si es cierto que estas preocupaciones pueden deducirse de
mi conducta durante el Congreso de 1920 (véase, por ejemplo, mi último
discurso después de la intervención de Lenin), sólo prueba que nuestra
corriente comunista de izquierda fue la primera en predecir y denunciar los
peligros de una degeneración de la Tercera Internacional desde sus gloriosos
comienzos.

En 1920 la ocupación de las fábricas fue el punto culminante de los


desórdenes que se estaban produciendo en todo el país. Este episodio
reflejaba las esperanzas y los esfuerzos del grupo comunista basado en
“L›Ordine Nuovo” de Turín y agrupado en torno a la figura de Antonio
Gramsci. ¿Creía usted también que ese era el camino de la revolución?
¿Cómo se diferenciaban sus posiciones en ese momento?

El movimiento proletario que llevó a la ocupación de las fábricas alcanzó su


punto más alto en el otoño de 1920, después que la delegación italiana en el
Segundo Congreso de la Internacional Comunista regresara de Moscú. En
esa época los análisis de los grupos de “L›Ordine Nuovo” y de “Il Soviet”
sobre las posibilidades de una salida revolucionaria eran muy diferentes, si no
diametralmente opuestos. Criticando al grupo de Turín, “Il Soviet” publicó
el artículo “¿Tomar el poder o tomar la fábrica?”. Junto con exponer todos
nuestros argumentos de principio, en ese texto rechazamos la idea de que la
revolución comunista pudiera comenzar con la ocupación de las fábricas y su
El principio democrático y otros textos · 259

gestión económica y técnica por parte de los obreros, como creía Gramsci.
Nuestra posición era que las fuerzas obreras debían en cambio atacar las
prefecturas y las jefaturas de policía, para fomentar una insurrección general
capaz de lograr, tras la proclamación de una huelga general, la dictadura
política del proletariado. Esta visión fue evidentemente bien entendida
por el capaz e inteligente líder de las fuerzas burguesas italianas, Giovanni
Giolitti. Giolitti se negó a consentir a la exigencia de los industriales de
que la policía interviniera para expulsar a los trabajadores que ocupaban las
fábricas y devolver éstas a sus propietarios. Él pensaba que dejar las fábricas
en manos de los trabajadores equivalía a entregarles un arma averiada, con la
que no serían capaces de amenazar ni neutralizar el poder y el privilegio de la
minoría capitalista. El control de los medios de producción por parte de los
trabajadores no conduciría a un régimen no privado de producción social.
Nuestra posición táctica consistía en instar al partido de la clase proletaria
a que buscara el control no de los consejos de fábrica y de los consejos de
los comisarios de taller -como propugnaba el grupo “Ordine Nuovo”- sino,
sobre todo, de las organizaciones industriales tradicionales de la clase obrera.
A este respecto, mis opiniones diferían mucho de las de Gramsci, y nunca
concedí que la ocupación general de las fábricas llevaría, o podría llevar, ni
remotamente a la revolución social a la que aspirábamos.

La facción comunista del Partido Socialista Italiano fue fundada en


Imola en 1920. ¿Cuáles eran sus objetivos? ¿Ya había sido tomada la
decisión de separarse del Partido Socialista?

La conferencia comunista celebrada en 1920 en Imola aceptó sin reservas


las decisiones del Segundo Congreso Mundial, incluida la admisión en la
Internacional y, por lo tanto, la expulsión de los reformistas del Partido.
En la conferencia participaron miembros de los grupos “Ordine Nuovo”
y “Il Soviet”, entre otros. Este último anunció la disolución de la fracción
abstencionista, su abandono de la tesis antielectoral y su compromiso de
no plantearla en el Congreso del PSI (aunque no descartó proponerla en
260 · Amadeo Bordiga

futuras reuniones de la Internacional Comunista, una vez se hubiera puesto


a prueba la eficacia real de la línea Bujarin-Lenin sobre el parlamentarismo
revolucionario). Se decidió, con el pleno consentimiento de los delegados
de Turín y Nápoles, así como de Milán y otras ciudades y regiones, fundar
la fracción comunista del Partido Socialista Italiano. El objetivo de esta
nueva organización no era ciertamente obtener la mayoría de los votos en el
Congreso de Livorno, sino más bien sentar las bases del verdadero partido
comunista, que sólo podía resultar de la abierta escisión entre los seguidores
de Moscú y los demás. Porque estaba claro que la corriente maximalista
numéricamente superior nunca votaría para expulsar a Turati y a su gente.
Se decidió que el órgano de la fracción fuera el periódico quincenal “Il
Comunista”, que se publicaría en Milán, y que las oficinas de la organización
permanecieran en Imola. Este trabajo fue encomendado a Bruno Fortichiari
y a mí. Recuerdo claramente que, en una reunión con Giacinto Menotti
Serrati antes del Congreso de Livorno, no hice nada por disimular que
lo que estábamos haciendo era crear el Partido Comunista de Italia, y no
simplemente buscando ser la facción mayoritaria del congreso socialista. El
tema de la expulsión de los reformistas ya había sido discutido y resuelto
en el Congreso de Moscú. Sólo faltaba llevarlo a cabo desde el punto de
vista disciplinario, quemando los puentes tanto con los reformistas como
con los maximalistas, independientemente del resultado de la votación en
Livorno. En el Congreso de Imola, por tanto, ya se había decidido que, si
perdíamos la votación, todos los comunistas que ya pertenecían a la fracción
abandonarían tanto el Congreso como el Partido Socialista, y procederían
inmediatamente a fundar el nuevo Partido Comunista, sección de la Tercera
Internacional.

El Congreso de Livorno consagró la escisión dentro del socialismo y el


nacimiento del Partido Comunista. ¿Por qué usted y los otros comunistas
de la fracción de Imola estaban tan decididos a separarse del resto? ¿Qué
opina de la objeción de que la ruptura dentro de las fuerzas socialistas
tuvo el efecto de debilitar aún más al frente popular?
El principio democrático y otros textos · 261

Como debe quedar claro por lo que he dicho hasta ahora, en Imola todos los
comunistas de nuestra fracción teníamos la profunda certeza de que teníamos
todo por ganar en nuestras aspiraciones revolucionarias si nos separábamos
de los reformistas y los centristas maximalistas, y nada que lamentar si
perdíamos la fuerza numérica de la que gozábamos antes del Congreso de
Livorno. El argumento de que, antes de la escisión, el frente proletario -que
siempre nos negamos a considerar como un arma estratégica- habría tenido
una base más amplia, había sido planteado demagógicamente por todos los
que eran favorables a la unidad, incluyendo a Serrati. Los que defendían la
escisión, empezando por Lenin -a quien seguíamos con entusiasmo- siempre
rechazaron esta tesis, persuadidos de que nuestro curso de acción era el único
que podía llevar a la victoria revolucionaria en Italia y Europa. Por lo tanto,
no dudamos en preparar y llevar a cabo la ruptura, y me alegro y también
me enorgullece haber leído desde la tribuna del Congreso la declaración
irrevocable de todos los que votamos a favor de la moción de Imola. El grupo
abandonó inmediatamente la sala del teatro Goldoni y marchó al teatro San
Marco, donde se fundó el Partido Comunista de Italia. Sin embargo, no
todos sintieron el mismo entusiasmo por esa decisión. Uno de los delegados,
Roberto, se despidió de corazón de los camaradas que íbamos a retirarnos y
deseó que nos reuniéramos pronto, por las razones citadas en su pregunta.
Es probable que mi desaprobación de los sentimientos expresados por
Roberto no fuera compartida plenamente por Gramsci. En sus memorias,
el testigo Giovanni Germanetto escribió que Gramsci caminaba nervioso de
un lado a otro del escenario detrás de la mesa del presidente, murmurando
sus preocupaciones con las manos en la espalda. Por otra parte, ninguno
de nosotros -que nos situamos responsablemente en el ala desprendida del
partido- pensaba en aquel momento que la acción del proletariado contra el
capitalismo y sus fuerzas reaccionarias pudiera ser reclamada a un amorfo y
ambiguo “frente popular”, es decir, a un bloque abiertamente colaboracionista
que incluyera corrientes proletarias junto a otras más o menos confusamente
pequeñoburguesas. Es cierto que Gramsci tampoco lo veía factible en esta
coyuntura histórica, ni siquiera frente al fascismo, que ya había hecho su
262 · Amadeo Bordiga

aparición; porque dentro de ese “bloque” o “frente” inevitablemente tendría


que existir un órgano o comité que maniatase al partido extremo, es decir, a
su componente verdaderamente combativo y revolucionario. Desde ese día
y hasta el período postfascista, he experimentado un horror constante por el
derrotismo total de esa situación.

El Partido Comunista dirigió su propia organización militar clandestina


desde 1921. En el mismo período, se negó rotundamente a hacer uso
de las milicias antifascistas conocidas como los “Arditi del popolo”,
que habían adquirido una fuerza considerable en todo el país. Muchos
consideran esa decisión como un error posiblemente fatal. Vittorio
Ambrosini, que en 1921 estaba en Alemania, le ofreció convertirse en
el líder del movimiento y lanzar la lucha armada. ¿Por qué se negó?
¿Consideró que la propuesta tenía limitaciones políticas, o estaba
preocupado por el propio Ambrosini?

El congreso fundacional del Partido Comunista de Italia formó un Comité


Central de quince miembros, incluyendo un ejecutivo formado por mí, el ex
abstencionista Ruggero Grieco, Umberto Terracini -que era de Turín, pero
no pertenecía al grupo “Ordine Nuovo” de Gramsci-, Bruno Fortichiari
y Luigi Repossi, de Milán. El ejecutivo estableció sus oficinas primero en
Milán -en la antigua aduana de Porta Venezia- y luego en Roma en varios
lugares, tanto públicos como clandestinos. Repossi se encargó de la oficina
sindical, que era responsable de todos los grupos que el Partido tenía en las
organizaciones de trabajadores; mientras que Fortichiari dirigía la oficina de
operaciones encubiertas y militares, que supervisaba a las escuadras armadas
establecidas en todas las federaciones locales y provinciales del partido y del
movimiento juvenil. Esta red, cuyas direcciones centrales y regionales se
mantenían en estricto secreto, se encargaba también de las comunicaciones
codificadas con los centros comunistas nacionales e internacionales, y de
salvaguardar el secreto de los códigos de los cables, así como de todas las
direcciones, también en Italia y en el extranjero.
El principio democrático y otros textos · 263

En el cuartel general, Grieco y yo nos encargábamos de la correspondencia


general y de las instrucciones a los editores de los tres periódicos del partido,
que eran: “L›Ordine Nuovo” en Turín, “Il Lavoratore” en Trieste y, a partir
de unos meses más tarde, “Il Comunista” en Roma, una nueva encarnación
de la revista quincenal de la fracción milanesa antes mencionada. También
existían, en varias ciudades italianas, semanarios del Partido bajo el estricto
control del Ejecutivo Central.

Antes de la famosa iniciativa del capitán Vittorio Ambrosini y de los “Arditi


del Popolo”, el comité central tuvo que emitir directivas internas y públicas
para hacer frente a otra situación que amenazaba la disciplina organizativa
interna del Partido: los primeros ataques graves contra las fuerzas proletarias
por parte de las famosas “escuadras” fascistas. Las organizaciones y partidos
proletarios, que aborrecían en principio el uso de la violencia y perseguían
programas de paz social, formularon una escandalosa propuesta de “pacto
de paz” con los centros y los dirigentes del movimiento fascista, que se
promulgaría tanto a nivel nacional como regional. La dirección del Partido
Comunista -atenta a la amenaza de cualquier tipo de pacifismo en el ámbito
de la confrontación social y civil- cumplió estrictamente con su deber al
condenar este pacto mediante declaraciones públicas y carteles. Internamente,
ordenamos que todas las organizaciones comunistas rechazaran con firmeza
cualquier intentona de este tipo a nivel local. Hoy, no en mi nombre, sino en el
de los militantes todavía organizados, jóvenes y viejos, que han permanecido
fieles a las tradiciones teóricas y tácticas de la izquierda comunista italiana
e internacional, puedo afirmar que nuestra respuesta a la cuestión de los
“Arditi del Popolo” fue perfectamente coherente con la línea histórica que
siempre hemos seguido. No sólo no hay errores que admitir, sino que -en la
misma tradición- siempre rechazamos cualquier tipo de participación en los
Comités de Liberación Nacional, así como en las insurrecciones partisanas
italianas y los diversos “frentes populares” de memoria infame, que más
recientemente han tenido efectos perjudiciales también en Francia, España
y otros países.
264 · Amadeo Bordiga

La propuesta de Ambrosini no merecía consideración alguna, no sólo por su


forma sino también por su sustancia y contenido intrínseco. El origen de la
palabra arditi (“valientes”) se remontaba a cuando los nacionalistas y fascistas
llamaban así a los veteranos de guerra. Intentar conectar esta organización con
el mito tan abusado del “Pueblo” significa caer en el viejo error antimarxista
que amalgama a las clases sociales en vez de enfrentarlas. Marx, Engels y Lenin
siempre advirtieron contra esta tendencia de los proyectos revisionistas. En
cuanto a los individuos involucrados, son mucho menos importantes que
las serias cuestiones subyacentes. En cualquier caso, en 1921 no sabíamos
que Ambrosini estaba en Alemania. Según nuestras informaciones, se había
trasladado a Viena y no queríamos correr el riesgo de que nuestros amigos o
incluso nuestro principal enemigo lo confundieran con un emisario o líder
del movimiento comunista italiano. El Comité del Partido también tenía
que evitar que nuestra base confundiera a Ambrosini o su operación militar
con la organización que ya habíamos creado. Otro peligro que había que
evitar era que nuestros grupos periféricos pudieran ceder a Ambrosini y a sus
hombres todo nuestro arsenal, aunque los escondites secretos que habíamos
conseguido crear en ese momento no eran en modo alguno numerosos.
Finalmente, el ejecutivo de un partido revolucionario como el nuestro tenía
otro deber: impedir que un hombre como Ambrosini, ya fuese por vanidad
o superficialidad, intercambiara con nuestros enemigos cualquier poder que
le fuera concedido, o promoviera un nuevo tratado de paz con las fuerzas
fascistas que seguían ejerciendo su presión sobre las masas italianas.

Como líder del Partido Comunista, se le ha acusado de haber subestimado,


en 1921, la fuerza del fascismo, considerándolo un fenómeno burgués
similar a otros que lo precedieron, y de no haberse opuesto a él con
suficiente energía cuando aún habría sido posible derrotarlo. ¿Por qué
se opuso sobre todo a los socialistas, maximalistas y reformistas, que
podrían haber sido aliados valiosos contra el fascismo?

Nuestra facción siempre rechazó la tesis de que al fascismo se le podía oponer


El principio democrático y otros textos · 265

un bloque formado por los tres partidos en los que se había fracturado el
antiguo Partido Socialista Italiano: comunistas, reformistas y maximalistas.
Esta no es una posición que hayamos adoptado en 1921 -como su pregunta
implica erróneamente- y le remito a los documentos que presentamos
en Livorno, así como antes y después de ese Congreso. Siempre hemos
considerado a los otros partidos surgidos de las escisiones de Livorno y Milán
como nuestros enemigos más peligrosos, porque su influencia residual se
oponía abiertamente a la preparación de la revolución. Esta tesis se encuentra
en nuestras conclusiones de los Congresos Comunistas Italianos de Roma
(1922) y Lyon (1926), pero tuvo un origen aún más temprano. En el
Congreso Socialista de Bolonia, en 1919, invocamos la opinión de Lenin,
quien -con un telegrama a los líderes de la exitosa revolución húngara- criticó
su grave error de invitar a los socialistas de ese país al gobierno dictatorial.
Esto, según Lenin, fue la causa del fracaso de esa revolución. Debería estar
claro para todos que los comunistas italianos rechazaríamos cualquier
alianza con los socialistas, tanto durante la lucha por la toma del poder como
después (de haber tenido éxito esa lucha). En cuanto a mi valoración del
fenómeno histórico del fascismo, puedo señalar tres discursos que pronuncié
en los congresos de Moscú de 1922, 1924 y 1926. En ellos presenté el
fascismo como una de las modalidades de afirmación del dominio del Estado
burgués capitalista, que se emplearía como alternativa a la democracia
liberal en función de las necesidades de las clases dominantes (siendo,
bajo determinadas condiciones históricas, más útiles los parlamentos para
promover los intereses de la burguesía). El uso de la fuerza y de la represión
policial fue ejemplificado dramáticamente en Italia por Crispi, Pelloux y
muchos otros, siempre que el Estado burgués podía beneficiarse del pisoteo
de los tan cacareados derechos de libertad de propaganda y de organización.
Los precedentes históricos, a menudo sangrientos, de estos medios de
opresión prueban que la receta no fue inventada ni iniciada por los fascistas
ni por su líder, Mussolini, sino que fue mucho más antigua. El texto de
esos discursos míos se encuentra en las actas de los congresos mundiales, y
seguramente será reeditado por nuestra corriente en el futuro. Partiendo de
266 · Amadeo Bordiga

las teorías articuladas por Gramsci y por los centristas del Partido Italiano,
objetamos que el fascismo pudiera entenderse como una competencia entre
la burguesía agraria, terrateniente y rentista, por un lado, y la burguesía más
moderna, industrial y comercial, por otro. Sin duda, se puede decir que la
burguesía agraria está relacionada con los movimientos italianos de derecha,
al igual que los católicos y los clérigos-moderados, mientras que la burguesía
industrial estaba más cerca de los partidos de la izquierda política que solían
ser conocidos como “laicos”. El movimiento fascista no estaba ciertamente
orientado contra uno de estos dos polos, sino que pretendía bloquear la
ofensiva del proletariado revolucionario, luchando por la conservación de
todas las formas sociales de la economía privada. Sosteníamos firmemente
que el verdadero enemigo y el principal peligro no era el fascismo, y mucho
menos Mussolini el hombre, sino el antifascismo que el fascismo -con todos
sus crímenes e infamias- habría creado. Este antifascismo daría vida a ese
gran monstruo venenoso, ese gran bloque que agruparía a todas las formas de
explotación capitalista, junto con todos sus beneficiarios: desde los grandes
plutócratas hasta las risibles filas de la mediana burguesía, los intelectuales
y los laicos.

En agosto de 1922 hubo una última serie de grandes huelgas antes de la


Marcha sobre Roma. En ese momento, con el fascismo a punto de tomar
el poder, ¿el arma de la huelga era aún adecuada a la situación? ¿Todavía
creía en la posibilidad de la revolución?

Reitero mi valoración histórica de que el último enfrentamiento entre los


grupos proletarios italianos y las escuadras fascistas -que contaban con el
pleno respaldo de los poderes del Estado- fue la gran huelga nacional de
agosto de 1922. El Partido Comunista de Italia, tanto en su propaganda
interna como en las animadas discusiones de los congresos internacionales,
ya se había pronunciado en contra de la estrategia de formar una alianza entre
los diferentes partidos políticos. Sólo aceptamos la postura, tan debatida, de
crear un frente único sindical, rechazando cualquier frente o bloque político.
El principio democrático y otros textos · 267

La razón principal de esta decisión es que este último habría requerido un


cuerpo jerárquico supremo, al que los partidos habrían debido su lealtad. Ello
entrañaba el riesgo inaceptable de que las fuerzas de nuestro partido se vieran
obligadas a actuar siguiendo objetivos que chocaban con los que dictaban
nuestra doctrina y visión histórica, a los que nunca podríamos renunciar.
En Italia, mientras que el frente político habría llevado a la ya rechazada
alianza con los partidos reformistas y maximalistas, el frente sindical podría
haber acogido a la gran Confederación General del Trabajo, junto con el
Sindicato de Trabajadores Italianos (que se había opuesto a la guerra) y el
robusto Sindicato de Trabajadores Ferroviarios. La labor de propaganda y
organización que requería este frente sindical, que llamamos Alianza del
Trabajo, ya estaba avanzada en 1922. En cambio, el bloque político habría
dado lugar a una débil agrupación parlamentaria consagrada a ese otro
objetivo estratégico al que nos habíamos opuesto ferozmente en Moscú: el
“gobierno obrero”. La Alianza del Trabajo, por el contrario, podría haber
acogido los métodos rigurosamente revolucionarios y marxistas de la huelga
general y la lucha civil armada para derrocar al poder de la burguesía, que
estaba en manos de los fascistas.

Volviendo a la crónica de aquellos tiempos tumultuosos, mientras todos los


elementos de derecha y oportunistas presionaban para formar una alianza
entre los partidos a los que nos oponíamos, el Sindicato de Trabajadores
Ferroviarios convocó en Bolonia a representantes de todos los partidos y
sindicatos. Los objetivos de esta reunión eran algo turbios. Para ser coherentes
con nuestros métodos, elegimos como delegado al compañero encargado de
supervisar las organizaciones sindicales que pertenecían a nuestro Partido.
Este camarada nos trajo la impactante noticia de que, en su intento por evitar
la huelga, la mayor organización presente en la reunión, la Confederación
General del Trabajo, había dicho carecer de una red de comunicaciones
capaz de transmitir la orden a todas las Cámaras del Trabajo participantes.
Ante este vergonzoso comportamiento, nuestro delegado, siguiendo las
instrucciones del Ejecutivo, ofreció nuestras redes ilegales (hasta entonces
268 · Amadeo Bordiga

desconocidas por el Estado) para la transmisión de la orden de huelga, cuya


redacción fue solicitada a la Confederación. La Confederación y los demás
participantes aceptaron nuestra oferta, ya que ninguna de las organizaciones
no comunistas podía responder a esa necesidad. Así pues, nos aseguramos
de que incluso los centros más remotos recibieran la orden oficial de huelga,
movilizando nuestra red de partidos y sindicatos y prestando todo nuestro
apoyo al movimiento.

La huelga cobró gran fuerza en todo el país y pudo hacer frente a las duras
medidas adoptadas por nuestros oponentes. Los regimientos de carabinieri
se desplegaron contra la ciudad de Ancona, mientras que toda una división
de destructores ancló en la costa de Bari. Los trabajadores que ocuparon
esas ciudades respondieron con todos los medios a su alcance, mientras se
abstenían totalmente de trabajar. Esto hizo imposible el funcionamiento de la
red ferroviaria, que era esencial para movilizar a las tropas. Se insubordinaron
también los suburbios proletarios llamados “de la otra orilla” en Parma (como
es bien sabido, esa ciudad está dividida en dos por el río Parma, un afluente
del Po.) Las fuerzas fascistas enviadas para extinguir la insurrección fueron
lideradas por el famoso cuadrúpedo Italo Balbo. Más tarde, cuando Balbo
cruzó el Atlántico, los valientes trabajadores de Parma escribieron en grandes
letras a orillas del río la siguiente burla: “Balbo, cruzaste el Atlántico, pero no
pudiste cruzar el Parma”. La anchura del río bastó para detener a las fuerzas
antiproletarias. Este y otros episodios demuestran que el gran movimiento
de huelga no sólo fue posible sino también muy efectivo. Los fascistas, que
contaban con el apoyo del Estado y sus fuerzas armadas, fueron incapaces
de derrotarlo. En octubre siguiente, cuando se movilizaron para marchar
sobre Roma, no se impusieron en la batalla, sino gracias a un compromiso
que permitió a Mussolini -con un esmoquin y un sombrero de copa- entrar
pacíficamente en el palacio de gobierno. El Rey se retractó de su declaración
de estado de sitio, contrariando el consejo de sus generales. Estas maniobras
indignas, estrictamente derivadas de la política parlamentaria, impidieron
tanto la verdadera revolución proletaria como la falsa revolución de los
El principio democrático y otros textos · 269

camisas negras.

A finales de 1922, en el Cuarto Congreso de la Internacional en Moscú,


usted se pronunció en contra de la opinión de la mayoría, de Zinoviev y
del propio Lenin, afirmando que no era útil ni justo que los comunistas
intentaran fusionarse con los socialistas para crear un gobierno de
coalición. ¿Cómo explica esta oposición a la fusión, dado que los
maximalistas ya se habían separado de los reformistas?

Es cierto que, en el cuarto congreso de Moscú, en diciembre de 1922, el


fascismo ya había llegado al poder en Italia y el Partido Socialista, que
representaba la mayoría cuando se separó de nosotros en Livorno, se había
dividido en dos partidos, uno maximalista y otro reformista. El Congreso
de Milán vio nacer otra corriente, la llamada “tercerainternacionalista”,
que apoyaba la reincorporación a la Tercera Internacional fusionándose
con el Partido Comunista de Italia. También es cierto que los comunistas
de izquierda y yo rechazamos la fusión apoyada por Moscú, no sólo con
los maximalistas, sino también con los terzini, que es como llamamos a
la nueva fracción, que incluía a Serrati, Riboldi, Fabrizio Maffi y otros.
Creíamos que las posiciones del partido de Serrati estaban en contradicción
abierta con todas las resoluciones del II Congreso y con las propias tesis
de la Internacional Comunista, incluidas las que no habían sido aceptadas
por nuestra corriente -como en el caso de la cuestión parlamentaria-, así
como con las tesis sindicales, agrarias y nacional-colonialistas, que siempre
apoyamos. Consideremos de nuevo la posición adoptada por el Partido
Socialista en relación con el famoso “pacto de paz” con los fascistas y los
acontecimientos que siguieron, hasta la gran lucha de agosto de 1922, como
ya hemos comentado con cierto detalle. Nos opusimos firmemente a las
exhortaciones de nuestros camaradas rusos para que aceptáramos un puesto
en el famoso “Comité de fusión” entre comunistas y tercerainternacionalistas,
al que también se le encomendó la dirección de nuestras futuras estrategias
electorales comunes en Italia. Creía entonces, como sigo creyendo ahora, que
270 · Amadeo Bordiga

la eventual fusión no traería a nuestro partido ningún beneficio cualitativo


o cuantitativo en términos de aumento de fuerza e influencia. Tampoco
nos ayudó a soportar los ataques de la reacción, para decepción de nuestros
camaradas rusos, incluyendo, como se menciona en su pregunta, a Zinoviev
y Lenin.

Su abstencionismo con respecto a las tácticas políticas cotidianas ha


sido acusado de llevar al Partido a un estado de inercia y parálisis.
¿Por qué siempre estuvo, Sr. Bordiga, en contra de cualquier acción
que involucrara un frente común o alianza entre los comunistas y los
otros partidos que se oponían al fascismo? ¿Cuál es su evaluación de la
conducta de los partidos antifascistas en 1923 y 1924?

El abstencionismo -que apoyé junto con la mayoría del Partido- no


significaba abandonar la acción política cotidiana, sino una de sus formas
técnicas y prácticas: la participación en las elecciones y los parlamentos.
Al absorber toda la energía y la dinámica del Partido, esta actividad lleva a
descuidar otras formas de acción mucho más vitales para un partido político
de clase, incluida la lucha abierta y, si es necesario, violenta contra las fuerzas
legales e ilegales que defienden el orden capitalista. El abstencionismo,
entonces, era el verdadero antídoto contra la parálisis. Lo que habría llevado
al estancamiento era precisamente formar coaliciones con otros partidos,
incluyendo aquellos con los que habíamos roto nuestros lazos fisiológicos
en el campo de la organización. Estos lazos volverían no en forma larvada
sino patológica, como una alianza que nuestros seguidores y militantes no
habrían podido entender. Para reiterar el hecho de que en nuestras filas había
una gran reticencia a enredarse en maniobras electorales y parlamentarias,
recordaré el hecho de que a principios de 1921 tuve que publicar en la prensa
del Partido un artículo denegando la pretensión de varias organizaciones
de base que pedían armonizar esa reticencia con el deber de obedecer los
dictámenes de la Internacional. La conducta de los partidos italianos llamados
antifascistas y no revolucionarios en 1923 y 1924 -especialmente después del
El principio democrático y otros textos · 271

asesinato de Giacomo Matteotti- fue abiertamente desaprobada por mí y por


muchos otros camaradas, pues creó las condiciones para una colaboración
entre el movimiento obrero y los partidos ideológicamente alineados con la
burguesía, como el partido católico y los liberales. Esto anticipó la política
que domina hoy en día la estructura del gobierno italiano y a la que el propio
Partido Comunista -muy degradado desde los altos orígenes de la escisión de
Livorno y la lucha contra todos los compromisos antimarxistas y antiobreros
en nombre de la “democracia en Italia y Europa”- aspira a precipitarse. Fui
yo quien, hablando legítimamente en nombre de la izquierda del Partido,
sugirió a Antonio Gramsci que los comunistas abandonaran el simulacro de
parlamento que tomó el nombre de Secesión Aventina: esto nos permitió
hacer una serie de discursos en la Cámara de Diputados que atrajeron sobre
nosotros la ira de Mussolini, por haber llamado generosa y valientemente a la
insurrección de masas. Citaré únicamente los discursos que Ruggero Grieco
y Luigi Repossi -discursos aún disponibles en los archivos del parlamento-
pronunciaron contra la chusma salvaje de los diputados fascistas, quienes
atacaron físicamente a nuestros camaradas y los echaron de la Cámara.

Sr. Bordiga, usted participó en el Quinto Congreso Mundial de la


Internacional Comunista en Moscú, en 1924, y presentó un extenso
informe sobre el fascismo en Italia. ¿Cuáles fueron las ideas básicas de
este informe? ¿Cuál fue su análisis de los componentes económicos,
sociales y políticos del fascismo?

En el Quinto Congreso de la Internacional Comunista, en Moscú, entregué


un informe completo sobre el fascismo italiano que repetía algunos de los
puntos que expuse en el Cuarto Congreso, poco después de la Marcha de
Roma. En ese momento, describí su ascenso al poder como una “comedia
política” en oposición a un “golpe de estado” resultante del choque de fuerzas
militares. Esto se debe a que los camisas negras no habían derrotado en una
lucha armada a las fuerzas del Estado, que habían decidido no aprovechar
el llamamiento del Rey al estado de sitio. Por su parte, Mussolini viajó
272 · Amadeo Bordiga

cómodamente de Milán a Roma en un coche-cama para encontrarse con el


Rey, que le había convocado en el palacio de gobierno. En cuanto a las bases
sociales del fascismo, reiteré que -contrariamente a la teoría planteada por
Gramsci- esas bases no estaban en la clase de los propietarios agrícolas, sino
en la clase industrial moderna, mientras que los cuadros del partido fascista
se reclutaban no sólo entre los ricos sino también entre las clases medias,
incluyendo a profesionales, artesanos y estudiantes.

¿Por qué razones ideológicas y prácticas se negó a presentar su


candidatura al parlamento por el Partido Comunista en las elecciones de
1924? ¿Cuáles fueron las consecuencias de su negativa dentro del Partido
Comunista de Italia?

No fue principalmente por razones ideológicas derivadas de mis batallas


abstencionistas que no postulé mi candidatura a las elecciones generales de
1924, sino más bien por razones prácticas. Los nombres de los candidatos
comunistas no surgen de peticiones subjetivas e iniciativas personales, sino
que son elegidos por el Partido a través de un organismo que evidentemente,
en esta ocasión, optó por no proponer mi nombre. No fue por lo tanto
una negativa por mi parte, aunque por cierto su decisión no me disgustó
en absoluto. Esto no causó ningún daño particular al Partido, aunque los
camaradas centristas de la oficina de dirección objetaron que perderíamos
un escaño en el parlamento. Ellos pensaban que yo habría sido elegido en
cualquiera de las circunscripciones italianas, debido a mi notoriedad y a mi
habilidad como orador y polemista.

¿Qué le hizo sugerir que los miembros comunistas del parlamento


volvieran a la cámara después de la Secesión Aventina?

Ya expliqué anteriormente, en mi respuesta a la pregunta 14, que la Secesión


Aventina fue una capitulación total a la reacción burguesa y capitalista.
Justificó nuestra obvia predicción histórica -citada anteriormente- de que
El principio democrático y otros textos · 273

el efecto más siniestro del fenómeno fascista sería el ascenso del bloque
antifascista, cuya ambigua política se convertiría en dominante y asfixiaría el
futuro de nuestra desdichada sociedad italiana, tal y como lo estamos viendo
hoy en día.

¿Por qué rechazó también de plano el papel de vicepresidente de la


Internacional que se le había ofrecido por iniciativa de la delegación
soviética? ¿Qué habría significado su aceptación de dicho cargo y cuáles
habrían sido sus consecuencias para el Partido Comunista de Italia?

Rechacé sin vacilar la oferta de Zinoviev de ser vicepresidente de la


Internacional, sobre todo porque no podía renunciar a mi lucha contra la
política aliancista y de frente único favorecida por el propio Zinoviev, a la
que me había opuesto en todos los congresos anteriores. Además, conocía
bastante bien los asuntos internos del Partido Bolchevique ruso, y entendía
que Zinoviev pronto sería apartado del papel de presidente por orden del
grupo de Stalin, que había alcanzado una posición dominante. Él iba a
ser reemplazado por Bujarin, que era fiel a la política estalinista. Durante
mi trabajo en Moscú y después de una animada discusión en la Comisión
Italiana entre Stalin y yo (publicada en los Annali Feltrinelli, en base al
material del archivo de Tasca), fui quizás el único que adivinó ya entonces
que la represión que Stalin había dirigido contra Trotsky terminaría cayendo
también sobre Zinoviev y Kamenev, quienes, al principio distantes de Trotsky,
simpatizaron con él en la posterior discusión del Ampliado en noviembre de
1926, sobre la ruinosa fórmula del “socialismo en un solo país”. Incluso
antes de eso, ya en el momento en que se me ofreció la vicepresidencia, sabía
muy bien que ese cargo sería el terreno de una desesperada batalla por evitar
la caída de la Internacional Comunista de Moscú en el abismo de un nuevo
y peor oportunismo, cuyo amenazador avance mi corriente y yo ya habíamos
previsto.

¿Cómo explica usted, el acuerdo ideológico que en 1925 suscribieron


274 · Amadeo Bordiga

Antonio Gramsci y el liberal Gobetti sobre la base de la lucha común


contra el fascismo?

En cuanto a la relación entre Antonio Gramsci y su amigo Piero Gobetti,


editor de la “Rivoluzione Liberale”, puedo decirle que hablé con Gramsci
sobre esto una vez. “Antonio”, le pregunté, “Necesito que me hagas un gran
favor. Encuéntrame una colección completa de la revista de Gobetti. Quiero
someterla a un minucioso análisis y crítica desde nuestro punto de vista de
comunistas revolucionarios”. Antonio comprendió que mi intención era
demostrar la imposibilidad y el peligro de hacer una campaña contra el
fascismo junto a un liberal declarado como Gobetti. Con su mejor sonrisa,
que iluminaba sus expresivos ojos azules, me respondió inmediatamente:
“Por favor, no lo hagas, Amadeo, soy yo quien te pide el favor”. Confieso haber
accedido a esa petición tácita y amistosa, y que nunca escribí lo que en
lenguaje periodístico se hubiera podido llamar una crítica demoledora del
absurdo liberalismo revolucionario. La voluntad de Gramsci de trabajar con
Gobetti sólo puede explicarse por las tácticas que había adoptado por error.
Él creía que era posible formar alianzas con cualquiera de los adversarios y
críticos de Mussolini, y sobre esa base preparar un futuro gobierno italiano,
tesis que yo aborrecía notoriamente, como lo sigo haciendo al día de hoy.
La amistad y la camaradería que siempre me unieron a Antonio, a quien
yo admiraba mucho, nunca decayó. La última vez que trabajamos juntos
en lo que se puede llamar un ambiente de partido se remonta a 1926,
cuando ambos fuimos enviados en confinamiento a la isla de Ustica. En ese
momento, cuando la discusión entre los compañeros encarcelados tocaba
un problema relativo a nuestros principios y nuestro movimiento, Antonio
y yo, como si fuera un acuerdo tácito, nos ofrecíamos para explicar a la
audiencia cada uno la posición del otro. Obviamente, ninguno de los dos
quería disminuir sus objeciones al pensamiento del otro y de su corriente.
La doble explicación terminaba típicamente con una confirmación recíproca
de que cada uno había interpretado correctamente las ideas generales del
otro. Claramente, ambos sosteníamos visiones históricas incompatibles: la
El principio democrático y otros textos · 275

de Gramsci anticipaba claramente la línea del futuro bloque antifascista


italiano, mientras que yo me oponía a ella tan decididamente como me era
posible.

En el Congreso del Partido Comunista celebrado en Lyon en 1926,


fuisteis superados en las votaciones y la dirección del Partido pasó a
Gramsci. ¿Hasta qué punto fue esa derrota premeditada y voluntaria?
¿Es cierto que tu desacuerdo con Gramsci se refería sobre todo a su
valoración de la situación italiana?

Es cierto que, en el Congreso clandestino del Partido Comunista de Italia


celebrado en Lyon en febrero de 1926, nuestra corriente de izquierda
fue derrotada por la corriente centrista de Gramsci y Togliatti. No fue
una derrota clara e inequívoca, ni siquiera en términos de la democracia
interna del partido, método al que por cierto nunca consideramos válido.
Por lo tanto, fue una derrota que no reconocimos ni aceptamos. Como se
explicó en el llamamiento que presentamos inmediatamente al Ejecutivo de
la Internacional Comunista en Moscú, la supuesta consulta a la base del
Partido se había realizado de una manera que sólo podía ser descrita como
cuestionable y sospechosa. Todos los miembros que no votaron ni por la
línea del Ejecutivo ni por la de la Izquierda (esta última línea había sido
claramente formulada en artículos y resoluciones en el órgano del Partido,
el “Stato Operaio”, a lo largo de 1925, aunque por mi iniciativa habíamos
disuelto el Comité de la Entente, que estaba formado por un grupo de
conocidos líderes de la corriente de Izquierda, y que inmediatamente había
recibido del Ejecutivo la injusta acusación de intentar fracturar y dividir el
partido), todos aquellos miembros, digo, que no expresaron ninguna opinión
o decisión, no deberían haber sido incluidos en la votación del congreso, y
sin embargo fueron incluidos, por decisión expresa del Ejecutivo, como si
hubieran votado en apoyo de su propia línea y programa. No hace falta decir
que Moscú ni siquiera tuvo en cuenta nuestro llamamiento. La victoria fue,
por lo tanto, entregada a los centristas y a los estalinistas. Gramsci, Togliatti
276 · Amadeo Bordiga

y sus amigos fueron respaldados plenamente como líderes de la sección


italiana a instancias de Stalin. No se dio crédito a nuestra legítima queja de
que no tiene sentido realizar una consulta -en un simulacro de democracia
interna- en un partido que opera y convoca sus ramas locales o congresos
federales bajo el aplastante peso de la venenosa dictadura fascista.

Mi desacuerdo con Gramsci, como se desprende de varias consideraciones


que ya he expuesto aquí, no se refería tanto a la evaluación de la situación
italiana, sino más bien a su posible evolución en un futuro próximo. De
hecho, no estábamos de acuerdo con la opinión de los gramscianos de que
un bloque formado por todas las variedades de antifascistas, una vez caído
el fascismo o a causa de una crisis interna, como ocurrió entonces, o por las
complicaciones internacionales de la guerra, estaría en posición de constituir
un gobierno con una constitución democrática para recuperar el control de
una Italia derrotada y sin gobierno.

En los primeros años del Partido Comunista, hubo un grado significativo


de convergencia política entre usted y Gramsci. Sin embargo, después de
1922 comenzó a manifestarse una ruptura, que culminó con su expulsión
del Partido, en 1930. ¿Cuáles fueron las razones de esta ruptura, y cuáles
fueron las razones de su expulsión?

Hubo una convergencia significativa entre Gramsci y yo en el período que


llevó a la creación de la Fracción Comunista dentro del antiguo Partido
Socialista Italiano, y después de la escisión de Livorno y la fundación
del Partido Comunista de Italia. En este tiempo, trabajamos juntos para
implementar las directivas y las acciones decididas en los primeros congresos
de la Internacional Comunista. Esta convergencia fue el resultado de nuestra
opinión compartida sobre el curso histórico de los partidos de la Segunda
Internacional socialista, que llegó a albergar -como decíamos- dos almas:
una revolucionaria, y otra reformista o gradualista. Gramsci y yo, juntos,
creíamos que esta contradicción sólo podía resolverse separando a los viejos
El principio democrático y otros textos · 277

militantes en dos movimientos organizados distintos.

En 1922 yo pensaba que a la división organizativa debía seguir una fase de lucha
abierta, incluso de combate, entre el partido que defendía la perspectiva de
revolución violenta que produciría el derrumbe del orden social capitalista, y
el otro, que en cambio creía que utilizando los medios legales que el régimen
burgués concedía a sus propios adversarios, podría corregirlo en una larga
evolución que iría modificando sus estructuras internas, de manera no violenta
ni sangrienta. El pensamiento de Gramsci, por otra parte, comenzó a sufrir
una evolución (o involución, por así decirlo) en lo que respecta a la dinámica
del nacimiento de nuevos partidos clasistas a partir de la desintegración de
los tradicionales. Como era evidente que cada una de las dos fracciones que
habían surgido de la escisión tendría, cuantitativamente, menos militantes y
fuerzas que en la situación anterior, él empezó a aceptar la visión de que era
oportuno volver a unir las dos alas estructuralmente separadas en un frente
común o bloque de acción, recurriendo a medios tanto legales como ilegales.
Esta fórmula histórica, que siempre y en todas partes he rechazado por
carecer de sentido, fue formulada en la poco afortunada frase: “separados a la
marcha; unidos a la huelga”. Gramsci creía, por tanto, que habríamos tenido
a nuestra disposición un partido mucho más fuerte si hubiéramos aceptado
hacer un pacto de alianza con el Partido Socialista o incluso con una fuerte
ala izquierda, como nos proponía Moscú: esto, en mi opinión, sólo prueba
que Moscú ya se había desviado seriamente del recto camino revolucionario
trazado por Marx y Lenin. En la sucesión histórica de los episodios que
han informado esta elaboración de preguntas y respuestas, muchos puntos
sobre los que Gramsci y yo discrepamos ya han sido bien expuestos. Me
gustaría decir que, en realidad, esas discrepancias tienen su origen en un solo
desacuerdo fundamental sobre la ideología y, podría decirse, la filosofía de
la que partió el fuego de la revolución clasista. Así se lo dije a Gramsci en el
Congreso de Lyon en mi largo discurso de siete horas, que se prolongó casi
tanto tiempo como el anterior: ambos habíamos expuesto en profundidad
las soluciones que debían darse, en los distintos ámbitos de actividad, a los
278 · Amadeo Bordiga

numerosos problemas que se planteaban a los comunistas italianos. Al final


de este intercambio de programas declaré, dirigiéndome a Antonio, que uno
no tiene derecho a declararse marxista, ni materialista histórico, sólo porque
acepte como bagaje del partido ciertas tesis de detalle, que pueden referirse a
la acción sindical, a las tácticas económicas o parlamentarias, o a cuestiones
de raza, religión, cultura; sino que uno puede considerarse bajo la misma
bandera política sólo cuando cree en la misma concepción del universo, de
la historia y de la tarea del Hombre en ella. Han pasado muchos años, pero
estoy seguro de que recuerdo bien que Antonio respondió asintiendo a la
conclusión fundamental que yo expuse de tal manera, y de hecho admitió
que entonces había por primera vez captado esa importante verdad. Si he
hecho esta crónica objetiva de las relaciones entre Gramsci y yo no es porque
vea en esas relaciones la causa de mi exclusión del partido y por tanto de
la Internacional Comunista, ocurrida en 1930. En ese momento, también
había sido liberado del confinamiento policial que me había impuesto el
fascismo, y la única noticia que tuve de esa medida en mi contra la obtuve de
la prensa, donde se afirmaba que la razón de mi expulsión era que yo había
rechazado la invitación para ir a un nuevo congreso en Moscú. No tenía
ningún medio para defenderme de esa calumnia; en cualquier caso, declaré
y declaro ahora que ni el Comité Central de Moscú ni la sección italiana
me extendieron tal invitación. Si hubiera recibido la invitación para ir a
Moscú junto con los medios prácticos para aceptarla, la habría rechazado,
tal como hice en Lyon en acuerdo con todos mis compañeros de la izquierda
que se negaron a formar parte de la dirección del Partido Italiano (como
se desprende de una declaración final muy dura leída en el Congreso). El
VI Congreso de la Internacional Comunista se celebró en Moscú en 1928
y yo no participé. Más tarde supe que, a instancias de Stalin, se había
adoptado una nueva táctica política, referida al llamado “socialfascismo”,
según la cual eran declarados enemigos de Moscú y del comunismo tanto
el partido fascista como el socialdemócrata, y por lo tanto se condenaba la
táctica de frente unido con los socialistas para combatir al fascismo. Más
tarde (y después de la conocida expulsión de los tres disidentes italianos:
El principio democrático y otros textos · 279

Leonetti, Tresso y Ravazzoli) apareció en la prensa oficial comunista una


polémica declaración que admitía en retrospectiva que dicha táctica había
sido anticipada durante mucho tiempo por la izquierda comunista de Italia.
Y, de hecho, en un artículo mío de 1921 se encuentran estas palabras: “Los
fascistas y los socialdemócratas no son más que dos aspectos del mismo enemigo
de mañana”.

Sr. Bordiga, se le ha acusado de mostrar poca flexibilidad, de ser incapaz


de adaptar la acción a las circunstancias y de tener tendencia a formar
“sectas revolucionarias”. ¿Cómo responde a estas objeciones planteadas
por Lenin y otros en el Congreso de Moscú?

Si fuese aceptable que hoy, después de tanto tiempo, pronunciara un juicio


histórico sobre mis propias cualidades y méritos, diría que me agrada la
definición de sectario, y encuentro verídica la acusación de que nunca he
sido flexible ni capaz de ir adaptándome de forma cambiante a la alternancia
de situaciones políticas y relaciones de fuerza entre las clases sociales. Las
objeciones de ser demasiado sectario y poco flexible han sido muy frecuentes,
pero nunca me han desviado del camino, en el que me he mantenido
con total convicción. En los congresos de Moscú tales acusaciones nunca
fueron formuladas por Lenin, sino más bien por sus frecuentes y pedantes
imitadores, tal vez con buena intención, pero siempre lejos de haber captado
el verdadero contenido de su elevado pensamiento, como creo haber dejado
en claro en uno de mis escritos sobre el extremismo de Lenin, y sobre las
falsas especulaciones que los auténticos renegados han hecho sobre él (se
publicó junto con el texto de la conmemoración que pronuncié en Roma
en 1924, con el título de “La izquierda comunista italiana en la línea
marxista de Lenin”). Si es correcto pensar que la gran revolución de clase no
puede iniciarse a través de una simple conspiración como en el caso de las
revoluciones que sólo buscan reemplazar un líder o grupo dirigente por otro;
también hay que admitir que es preferible que el partido de clase se convierta
en una secta inquebrantable, en vez de tolerar que la estricta disciplina de
280 · Amadeo Bordiga

su fuerte organización centralizada -como lo quería Lenin- se disuelva en un


vínculo equívoco, que, de vez en cuando, permita que elementos o grupos
de base experimenten o propongan libremente para el conjunto del partido,
acciones incontroladas e improvisadas, sugeridas por las falaces oportunidades
que vienen a ofrecer a los dotados de agilidad política los imaginados o
pretendidos nuevos hechos surgidos de las situaciones cambiantes; es decir,
fomentar, en vez de la inflexible seriedad que debe tener el compromiso del
militante revolucionario, una serie de evoluciones acrobáticas o, como se
suele decir, “valses”. Sólo sería una parodia escandalosa para el recuerdo del
gran Lenin confundir el respeto a la elasticidad de la maniobra con esa serie
de circunstancias deplorables, que sólo estudiantes impotentes y obtusos se
han atrevido a atribuir a ese incomparable dirigente.

Otra acusación que le siguió toda su vida es que consideró la lucha política
en términos abstractos, adoptando un esquema de pensamiento que se
conoció como “esquematismo doctrinario”. Esto, según sus críticos, le
habría llevado a cometer graves errores. ¿Hasta qué punto cree usted hoy
en día que este análisis es legítimo? ¿O lo rechaza de plano?

Rechazo totalmente el supuesto análisis en el que usted basó su última


pregunta, que no refleja la construcción de mi pensamiento ni mi
decisión de entrar en la lucha política y social. Además, es objetivamente
incorrecto. Cuando uno se adhiere a un movimiento de clase o a la teoría
de este movimiento tal como fue magníficamente desarrollada por Karl
Marx, las clases que chocan entre sí (hoy en día, la burguesía capitalista y
el proletariado asalariado) no pueden ser reducidas o representadas -para
reproducir su dinámica y su antagonismo- como categorías concretas, sino
que deben ser consideradas como conceptos abstractos referidos a hechos
sociales empíricos. El abandono del imperativo de la abstracción a favor del
más fácil y cómodo concretismo, es la causa del desastroso error cometido por
quienes -a pesar de haberse convertido, en sentido marxista, en “traidores”
de su clase o, para utilizar la fórmula leninista, en “profesionales de la
El principio democrático y otros textos · 281

lucha revolucionaria”- se ofrecieron para dirigir el movimiento proletario


nacional e internacional. Creo que el hecho de haberme atrincherado, desde
el principio, en una inquebrantable posición abstraccionista, necesaria por
razones inherentes a la vida fisiológica del movimiento y de la propaganda
y la agitación que constituyen su marco principal, constituye mi verdadero
mérito, si hubiera que decirlo. También pienso que quienes se han llenado
la boca con el insidioso lenguaje de lo concreto, han elegido el camino del
oportunismo (que nos hundió en 1914), insuflando nueva vida enferma a
este cáncer que socava la historia humana y nuestras energías revolucionarias.
Habiendo hecho estas claras distinciones, creo que puedo afirmar con razón
que la transmisión y retransmisión de un sólido esquema doctrinario entre
la dirección y la base es un elemento insustituible de la vida de cualquier
partido comunista, y un arma esencial en la lucha contra la degeneración
del movimiento revolucionario mundial. Me enorgullece decir que esta es la
tarea a la que he dedicado en mí no corta vida.

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