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La salud reproductiva retrocede en

Perú
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El retroceso en los derechos reproductivos de las peruanas ha llevado


al Estado a ser denunciado ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos

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Si un medicamento incumple la ley, ¿se deja de ofrecer en el sistema de salud


público pero se mantiene en el privado? Esa es la paradójica situación legal que
viven las píldoras anticonceptivas de emergencia en Perú desde 2009: se prohibió
su dispensación gratuita en los centros del Ministerio de Salud pero no se tocó su
acceso por vía privada.

El motivo, según una sentencia del Tribunal Constitucionalde ese año, es


considerar como abortiva la conocida como píldora del día después, cuando la
interrupción voluntaria del embarazo en Perú es ilegal a menos que la salud de la
madre corra peligro. A este respecto, la Organización Mundial de la Salud
(OMS) ha dejado claro que no se puede considerar abortivo este método, algo
que también señala el propio Ministerio de Salud peruano. No obstante, de ser así
la píldora incumpliría la ley pero, en lugar de prohibirla, simplemente se retira de
los centros públicos, a los que acuden los peruanos con menos recursos. Para
Susana Chávez, directora del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos
Sexuales y Reproductivos (Promsex) se trata de una "profunda discriminación
que solamente la tengan disponible las personas que puedan pagar y no las que
dependen de los servicios públicos, que son las personas más pobres".

Por eso, Promsex, así como otras organizaciones que luchan por los derechos de
la mujer, han demandado al Estado peruano ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH). La denuncia se basa en el caso de María, una
adolescente de Huánuco, una provincia del interior del país, que fue violada e
intentó conseguir sin éxito la anticoncepción de emergencia en su centro de
salud.

Los hechos sucedieron en marzo de 2014, cuando María tenía 19 años y fue
asaltada por varios hombres, entre los que se encontraba un compañero de la
escuela. Le obligaron a respirar un líquido que la durmió, despertándose horas
después en un parque, desorientada y con un dolor intenso en su zona genital. Sus
padres la llevaron al hospital, donde le recetaron la pastilla sin darle ninguna
indicación adicional. Como en el centro no le dispensaron el medicamento,
iniciaron un periplo por varias farmacias hasta que pudieron comprarlo en una de
ellas. No obstante, al no recibir información alguna sobre el producto, María lo
tomó de forma inadecuada: se trataba de dos píldoras (Levonorgestrel) que debía
tomar con una separación temporal de 12 horas, pero lo hizo a la vez. Solo por
fortuna fue que la adolescente no quedara embarazada.

Una sentencia de ida y vuelta

En 2001, se aprobó en Perú la dispensación de la anticoncepción oral de


emergencia en centros públicos de salud, medida que tuvo grandes dificultades
para ponerse en práctica por problemas de suministro derivados del escaso
presupuesto dedicado al proyecto. Esto llevó a varias organizaciones, entre ellas
Promsex, a acudir al Tribunal Constitucional para garantizar el abastecimiento de
anticonceptivos en centros de salud. La institución les dio la razón en 2006, pero
un recurso de amparo procedente de la ONG católica Acción de Lucha
Anticorrupción Sin Componenda dio la vuelta al resultado: lo que había nacido
como un intento de garantizar el acceso a la anticoncepción de emergencia se
convirtió en el candado... Al menos para los menos favorecidos.

El de María no es un caso aislado. “Perú ocupa el primer lugar en América del


Sur en tasa de denuncia de violaciones”, afirma Chávez, “pero solo se denuncia
entre el 2,2% y el 5%”. Además, de los violadores “solamente la mitad han sido
identificados y procesados, y solo la mitad de éstos están pagando algún tipo de
condena”.

El nuevo Código Penal sancionará el aborto espontáneo

Las regiones más vulnerables son las del interior del país, como Huánuco. Dada
la alta cantidad de denuncias por violación en la zona (solo en 2012 hubo más de
1.300 casos), una ONG, Paz y Esperanza, ayudó a organizarse a 84 madres de
adolescentes víctimas de violación que no han encontrado justicia. Junto a
Promsex y otras organizaciones, acudieron al Consejo Nacional de la
Magistratura para evaluar la idoneidad de los jueces que liberaban más
violadores o dictaban menores penas, entre ellos el presidente de la Corte
Superior de Huánuco, Jorge Picón. Una de las pruebas que admitía Picón para
considerar la veracidad de la denuncia era que un médico manipulara el pene del
presunto violador. “Como no tenía erección, lo declaraba impotente y bajo esta
prueba la gente salía liberada”, explica indignada la directora de Promsex, que
fue denunciada por difamación por Picón, pidiendo un millón de dólares como
reparación, “pero el caso fue archivado y nosotros liberados”.

Restricciones en el aborto

El caso de la anticoncepción oral de emergencia es revelador del momento


convulso que vive la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las
mujeres en Perú: existe una tensión generada entre las propuestas progresistas y
la presión de movimientos conservadores, bien dentro de las estructuras del
Estado o en forma de lobbies.

El aborto es el principal protagonista de estas tensiones. El Comité de las


Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación de la Mujer ya
expresó su preocupación por las restricciones y dificultades para acceder a la
interrupción voluntaria del embarazo en condiciones seguras. Es legal hacerlo
cuando la salud de la mujer esté en peligro, pero solo desde 2014 existe un
protocolo que estandarice su procedimiento en el sistema público de salud, y en
este tiempo únicamente se han registrado 24 casos. “Hay muy pocos hospitales
que estén aplicando el protocolo”, sostiene Enrique Guevara, director médico del
Instituto Nacional Materno Perinatal. “Si lo aplican, lo hacen con mucho temor,
porque también hay muchas presiones de la Iglesia”.

Guevara explica además que no hay políticas públicas "que promuevan que las
mujeres tengan información suficiente sobre el aborto terapéutico", algo con lo
que coincide Jennifer Villodas, psicóloga de Demus, otra de las organizaciones
que han demandado al Estado peruano ante la CIDH. “Hay médicos y familias
que no saben que es legal”, afirma, apuntado a los temores de los profesionales
sanitarios a aplicarlo porque “hay una especie de escrutinio de la decisión que ha
tomado y por qué se lo ha nombrado terapéutico”. “Si los médicos no logran
reconocer el aborto terapéutico, no informan a la población”, concluye.

Es discriminatorio que solo accedan a la anticoncepción


oral de emergencia las personas que la pueden pagar 
SUSANA CHÁVEZ, DIRECTORA DE PROMSEX

El país vivió unas elecciones generales el pasado abril. El nuevo Congreso, de


mayoría conservadora, tendrá entre sus primeras misiones la elaboración del
nuevo Código Penal, que comenzó a debatirse a finales la pasada legislatura. Las
discusiones sobre la norma vienen acompañadas de polémica ya que sigue
penando el aborto tras una violación, si bien se elimina la condena a tres meses
de prisión vigente —que en la práctica suponía que la mujer no entraba en la
cárcel— y se sustituye por 50 días de trabajos comunitarios, misma pena que
recibirá la mujer que sufre un aborto imprudente o espontáneo, nueva figura que
no aparece en el código actual.

Desde Promsex consideran que el mantenimiento del aborto por violación en el


Código Penal y la inclusión del imprudente “sigue dirigiendo a las mujeres a
operaciones clandestinas, en condiciones lamentables, dejándolas a borde de la
muerte y en algunos casos arrojándolas a morir”, en palabras de Brenda Álvarez,
abogada de la organización. “Que el aborto sea parte del Código Penal implica
que las mujeres no pueden acceder a estos servicios de manera segura y gratuita.
Aun cuando algunos congresistas consideren que reducir la pena a trabajo
comunitario es positivo, una pena simbólica, el efecto que tiene es que las
mujeres sigan muriendo por aborto inseguro”.

El embarazo adolescente dispara las alarmas

Las tensiones sobre la salud reproductiva de las peruanas dejan otros resultados
dispares, como que mientras las tasas de mortalidad materna se han ido
reduciendo en lo que va del siglo XXI, el embarazo adolescente ha crecido:
según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar, en 2014 el 14,9% de
las mujeres entre 15 y 19 años era madre o estaba en gestación, un aumento de un
1,6% respecto a principios del siglo. En zonas urbanas está subiendo el número
de adolescentes embarazadas, mientras que en el interior, a pesar de que se ha
reducido, sigue teniendo unos niveles altísimos: en Huánuco, provincia donde
vive María, es del 17,7%; en las regiones selváticas llega a superar el 30% y está
ligado en una buena parte de las ocasiones a la trata y la violencia sexual.

El embarazo adolescente ha aumentado un 1,6% desde


principios de siglo

El Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación de la


Mujer también ha alertado de la elevada tasa de embarazos en adolescentes en el
país sudamericano, ya que son un obstáculo fundamental para salir de la pobreza
y empoderar a la mujer, transmitiendo la miseria entre generaciones. Entre otras
cosas, por la alta tasa de abandono escolar: en nueve de cada diez casos la
adolescente deja los estudios. Las jóvenes que son madres han estudiado durante
un promedio de siete años, mientras las que no lo son lo hacen durante 12, una
brecha demasiado alta según el informe de la Plataforma de Acción Beijing +20,
que evalúa los resultados en las recomendaciones a los países surgidas de la
conferencia de las Naciones Unidas sobre la mujer celebrada en 1995 en la
capital china.

“Hay un profundo descuido de la salud sexual y reproductiva de los


adolescentes”, considera la directora de Promsex, Susana Chávez. “El embarazo
es uno de los indicadores más claros de la ausencia de educación sexual”. En los
últimos años se ha aprobado la educación sexual integral en la educación básica,
pero el informe Beijing +20 advierte de que su implantación a nivel nacional no
está siendo efectiva. Además, solo el 40% de los establecimientos sanitarios
tienen servicios de salud sexual y reproductiva específicos para adolescentes, y el
acceso a los mismos depende, por ley, del consentimiento paterno, lo que
“constituye una restricción a sus derechos humanos y los inhibe de acudir a los
establecimientos de salud para solicitar información y atención de infecciones de
transmisión sexual”.

Hay médicos y familias que no saben que el aborto


terapéutico es legal
JENNIFER VILLODAS, PSICÓLOGA DE DEMUS

Chávez cree que el acceso a la salud reproductiva en Perú ha empeorado en estos


últimos años por una grave disparidad entre jóvenes y adultas. “Hemos mejorado
los métodos anticonceptivos para mujeres adultas, el número de muertes
maternas en adultas, etc.”, explica, “pero cuando estas cifras las llevas a las
adolescentes, donde los grupos religiosos hacen lobby, no hemos logrado reducir
los indicadores”.

Así, advierte de que el Ministerio de Justicia "está tomado por los grupos
antiderechos y lo tenemos como uno de los principales obstructores” para el
avance en la salud reproductiva de las mujeres. “Por más que tengamos una
ministra de la Mujer y un ministro de Salud progresistas, estos se enfrentan a un
Ministerio de Justicia absolutamente obstruccionista”, recalca. “Este es el
ministerio que nos obliga a denunciar ante la CIDH”.

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