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Por eso, Promsex, así como otras organizaciones que luchan por los derechos de
la mujer, han demandado al Estado peruano ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH). La denuncia se basa en el caso de María, una
adolescente de Huánuco, una provincia del interior del país, que fue violada e
intentó conseguir sin éxito la anticoncepción de emergencia en su centro de
salud.
Los hechos sucedieron en marzo de 2014, cuando María tenía 19 años y fue
asaltada por varios hombres, entre los que se encontraba un compañero de la
escuela. Le obligaron a respirar un líquido que la durmió, despertándose horas
después en un parque, desorientada y con un dolor intenso en su zona genital. Sus
padres la llevaron al hospital, donde le recetaron la pastilla sin darle ninguna
indicación adicional. Como en el centro no le dispensaron el medicamento,
iniciaron un periplo por varias farmacias hasta que pudieron comprarlo en una de
ellas. No obstante, al no recibir información alguna sobre el producto, María lo
tomó de forma inadecuada: se trataba de dos píldoras (Levonorgestrel) que debía
tomar con una separación temporal de 12 horas, pero lo hizo a la vez. Solo por
fortuna fue que la adolescente no quedara embarazada.
Las regiones más vulnerables son las del interior del país, como Huánuco. Dada
la alta cantidad de denuncias por violación en la zona (solo en 2012 hubo más de
1.300 casos), una ONG, Paz y Esperanza, ayudó a organizarse a 84 madres de
adolescentes víctimas de violación que no han encontrado justicia. Junto a
Promsex y otras organizaciones, acudieron al Consejo Nacional de la
Magistratura para evaluar la idoneidad de los jueces que liberaban más
violadores o dictaban menores penas, entre ellos el presidente de la Corte
Superior de Huánuco, Jorge Picón. Una de las pruebas que admitía Picón para
considerar la veracidad de la denuncia era que un médico manipulara el pene del
presunto violador. “Como no tenía erección, lo declaraba impotente y bajo esta
prueba la gente salía liberada”, explica indignada la directora de Promsex, que
fue denunciada por difamación por Picón, pidiendo un millón de dólares como
reparación, “pero el caso fue archivado y nosotros liberados”.
Restricciones en el aborto
Guevara explica además que no hay políticas públicas "que promuevan que las
mujeres tengan información suficiente sobre el aborto terapéutico", algo con lo
que coincide Jennifer Villodas, psicóloga de Demus, otra de las organizaciones
que han demandado al Estado peruano ante la CIDH. “Hay médicos y familias
que no saben que es legal”, afirma, apuntado a los temores de los profesionales
sanitarios a aplicarlo porque “hay una especie de escrutinio de la decisión que ha
tomado y por qué se lo ha nombrado terapéutico”. “Si los médicos no logran
reconocer el aborto terapéutico, no informan a la población”, concluye.
Las tensiones sobre la salud reproductiva de las peruanas dejan otros resultados
dispares, como que mientras las tasas de mortalidad materna se han ido
reduciendo en lo que va del siglo XXI, el embarazo adolescente ha crecido:
según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar, en 2014 el 14,9% de
las mujeres entre 15 y 19 años era madre o estaba en gestación, un aumento de un
1,6% respecto a principios del siglo. En zonas urbanas está subiendo el número
de adolescentes embarazadas, mientras que en el interior, a pesar de que se ha
reducido, sigue teniendo unos niveles altísimos: en Huánuco, provincia donde
vive María, es del 17,7%; en las regiones selváticas llega a superar el 30% y está
ligado en una buena parte de las ocasiones a la trata y la violencia sexual.
Así, advierte de que el Ministerio de Justicia "está tomado por los grupos
antiderechos y lo tenemos como uno de los principales obstructores” para el
avance en la salud reproductiva de las mujeres. “Por más que tengamos una
ministra de la Mujer y un ministro de Salud progresistas, estos se enfrentan a un
Ministerio de Justicia absolutamente obstruccionista”, recalca. “Este es el
ministerio que nos obliga a denunciar ante la CIDH”.