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Geraldine Minaverry
Leg. 7182
Introducción
2
décadas por la historiografía. Para Halperín, si bien las obras de los dos autores tienen
distintas perspectivas, analizan el tema a partir de supuestos que comparten de forma
parcial.3 Chiaramonte, según Halperín, se concentra mas en las preguntas que surgen de
la historia anárquica de la mayor parte del Siglo XIX, y no tanto en las ambigüedades de
la transición de la colonia a la república, y propone una respuesta innovadora a dichas
preguntas. En sus palabras: “Chiaramonte va a interesarse mas decididamente por la
dimensión institucional del proceso abierto en 1820, y colocará en el centro de su
problemática el surgimiento de la provincia como ‘una dimensión, la mas sólida, de lo
que podemos llamar región en la Argentina de la primera mitad del Siglo XIX’” 4 Región
caracterizada por un espacio mayor, definido por los lazos débiles que las provincias
continuaron manteniendo. Y esa debilidad en los lazos marcó el surgimiento de las
provincias como entidades soberanas; aunque a pesar de esta gran debilidad, los lazos
entre ellas no desaparecieron, por lo cual el proceso de nación sobrevivió. Según
Halperín, para Chiaramonte, el proceso de la génesis de la nación es la transición de la
ciudad a la nación a través de la provincia. Mientras que González Bernaldo analiza
fundamentalmente cuál es la idea de nación que la Argentina intentaría desarrollar al
constituirse como tal. Planteando que dichas ideas se encontraban en las
representaciones de la nación de las élites de Buenos Aires.
3
Tulio HALPERIN DONGHI, “Los orígenes de la nación argentina, un tema que retorna”, en Entrepasados, N°
20/21, 2001:143-160, Versión Untref Virtual, pp. 1- 14, p. 5.
4
Op. cit., p. 8.
5
Op. cit., p. 12.
3
acontecimiento inaugural en una trama histórica de matriz nacionalista que permitiera
tanto unir en forma orgánica pasado y presente, como dotar de sentido al futuro.”6
Según este autor, en el Congreso Constituyente de las Provincias Unidas del Río
de la Plata había un consenso en relación a que la Revolución había dado libertad e
independencia a los pueblos del Plata o de América, sin plantear la existencia de
ninguna nacionalidad argentina que fuera protagonista de dichos sucesos. No se planteó
la existencia de ninguna entidad nacional, ni sentimiento nacional, sino que había sido
protagonizada por americanos, pueblos, etc. y destinada a las Provincias del Río de la
Plata, a sus pueblos, a sus ciudadanos, etc. Además de no existir planteos de ruptura
con España. A su vez, en la etapa rosista, tampoco se pensaba a la Revolución de Mayo
como una ruptura con la sociedad del Antiguo Régimen y se sostenía que su propósito
había sido mantener la soberanía de Fernando VII. Al tiempo que la generación de
1837, tampoco postulaba a la nación argentina como protagonista de la revolución, sino
que se proponía crear dicha nación y sus elementos de nacionalidad. Para Wasserman,
todas las visiones, con sus diferencias, nunca plantearon que el proceso revolucionario
fuese expresión de una nacionalidad oprimida por el régimen colonial, aunque pudieran
verlo “como el momento de inauguración del ciclo histórico en el que les había tocado
en suerte habitar.”7 Es decir, veían asociados ese pasado revolucionario con su
conflictivo presente como parte de un mismo proceso histórico. Y recién Bartolomé
Mitre, postulará a la Revolución de Mayo como el acontecimiento fundacional de la
Nación Argentina, planteando la existencia en 1810 de planes independentistas y de sus
próceres teniendo una intención conciente de constituir una patria libre e independiente.
La cuestión identitaria:
6
Fabio WASSERMAN, “De Funes a Mitre, representaciones de la Revolución de Mayo en la política y la cultura
rioplatense (primera mitad del siglo XIX)”, en Prismas, N° 5, 2001, pp.57-84, p. 59.
7
Op. cit., p. 71.
4
El uso del término nación, con sus distintos sentidos y polisemias, revela la coexistencia
de distintas concepciones doctrinarias y diferentes formas de identidad política en la
primera mitad del Siglo XIX. Goldman y Souto afirman que los usos del vocablo nación
pueden representar tanto un espacio político concreto como las elaboraciones que
genera la élite en sus discursos sobre un posible espacio político nacional 8. Pueblos,
patria, provincia, son utilizados como equivalentes de nación, en tanto sujeto soberano,
“que deriva su poder de la suma de soberanías territoriales –concebidas como
comunidades de antiguo régimen – y no de una soberanía única e indivisible, tal como
lo entiende la doctrina liberal.”9 En los primeros años luego de 1810, se mantiene
también una indefinición en cuanto al ámbito espacial del término nación, ya que éste
puede remitir a la nación española, ya sea el conjunto de los territorios pertenecientes a
la corona o únicamente a la península; o bien, remiten a la nación americana, que puede
abarcar la totalidad de los pueblos americanos, o únicamente los comprendidos en el ex
virreinato del Río de la Plata.
8
Noemí GOLDMAN, y Nora SOUTO, De los usos de los conceptos de “nación” y la formación del espacio político
en el Río de la Plata, en Secuencia, N° 37, enero-abril 1997.
9
Op. cit., p. 5.
10
José Carlos CHIARAMONTE, ¿Provincias o estados?: Los orígenes del federalismo rioplatense, en Revoluciones
Hispánicas, Independencias americanas y liberalismo español, Madrid, 1995, pp. 165-205.
5
poderes públicos legitimados por la soberanía del pueblo)”.11 Esta clarificación
terminológica es necesaria para comprender el contexto de una época dada y la manera
en que los hombres se concebían a si mismos y por lo tanto actuaban. Dichos autores
puntualizan: “El lenguaje no es una realidad separable de las realidades sociales, […]
sino una parte esencial de la realidad humana y, como ella, cambiante.”12
11
François-Xavier GUERRA, Annick LEMPERIÉRE, Los espacios públicos en Iberoamérica, Versión Untref
Virtual, pp. 1- 9, p. 2.
12
Idem.
13
José Andres GALLEGO, La pluralidad de referencias políticas, en Revoluciones Hispánicas, Independencias
americanas y liberalismo español, Madrid, 1995, 127-142, (Versión Untref Virtual), p. 1.
6
española. José Andrés Gallego, al igual que Jaime Peire 14, estudia las bibliotecas de los
actores en el período tardocolonial e independentista; pero para éste, la búsqueda de
autores no nos lleva a saber de donde procedían las influencias, ya que “valiendo tanto
como vale la pena estudiar los fundamentos teóricos de un acontecimiento como la
independencia, no se debe pensar a priori que con ello, llegaremos a descubrir las
razones por las que aquello ocurrió, sino tan solo aquellas con las que sucedió.”15
Los autores tuvieron que ver en la influencia, pero con dos peculiaridades: lo que mas se
difundió fue la crítica a la política española en América, como se puede identificar en
los textos de los jesuitas expulsos; y que en dicha influencia existe una gran mezcla y
confusión. Para 1810, en el Río de la Plata se hablaba de Rousseau y el Contrato Social,
fundamentalmente en el empleo del término “pacto social”, aunque de acuerdo al
análisis de Gallego, lo que se desarrollaba no era la doctrina rousseauniana del pacto
social sino la contractualista del pactum subiectionis, ya que lo que existía era mas bien
una “renovación léxica de las viejas ideas.”16 Incluso, el catecismo político cristiano
justifica la independencia en la doctrina contractualista planteando que el pacto existía
entre el pueblo americano y el rey, no entre americanos y españoles, por lo tanto, luego
de los sucesos de Bayona, cualquier solución que adoptaran los españoles, no tenía,
necesariamente, validez en América.
Conclusión
Jaime PEIRE, , Bibliotecas tardocoloniales, los libros como semiósforos culturales, (Versión Untref Virtual)
14
15
José Andres Gallego, op. cit., p. 3.
16
Ibídem, p. 8.
17
José Carlos CHIARAMONTE, “La cuestión de las fuentes ideológicas de la Independencia”, La Ilustración en el
Río de la Plata. Cultura eclesiástica y cultura laica durante el virreinato, (Versión Untref Virtual), pp. 1- 2.
7
Como se puede apreciar, existen importantes debates y diferencias en cuanto al
análisis e interpretación historiográfica del proceso que dio lugar al surgimiento de la
nación en los territorios correspondientes al ex virreinato del Río de la Plata. Si bien
existe un consenso general en relación a que los sucesos de mayo de 1810 no fueron el
acontecimiento inaugural de la Nación argentina, y que sus protagonistas no tenían la
intención conciente de crear una nación independiente, es decir, que hasta la segunda
mitad del Siglo XIX, no existió una nación en tanto sujeto de soberanía política y
territorial, sí aparecen importantes disensos alrededor de la cuestión identitaria y de las
representaciones que de la nación, se tenían en la época. Ya que para algunos
historiadores existía una identidad nacional, una idea de nación en tanto comunidad de
pertenencia en los discursos y representaciones, desde un aspecto político – cultural, que
se desarrollaron con antelación al desarrollo institucional de un poder superior al de las
provincias. Otros historiadores sostienen una posición, cuestionada como liberal, que se
apoya más en la dimensión institucional del proceso, centrándose en las provincias
como espacios soberanos y niegan la existencia de representaciones nacionales o
identidades mas que la de americanos o de pueblos. Sin embargo, quienes cuestionan
esta interpretación, afirman que en los discursos de la élite de la época el uso del
término nación indica distintas formas identitarias, e incluso mas frecuentemente, su uso
se asocia al de Estado aludiendo a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Índice:
8
Introducción
¿Soberanía nacional o diversos Estados independientes?
La cuestión identitaria
Influencias ideológicas. ¿Una realidad o un falso debate?
Conclusión
Índice
Bibliografía
Bibliografía:
9
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