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BORRADOR DE DISCUSIÓN POLÍTICA PARA EL CONGRESO

NACIONAL DE LA CTA

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I) ELECCIONES: TRIUNFO POPULAR EN EL MARCO DEL ENTIERRO Y LA RESURRECCION
NEOLIBERAL

El triunfo de Alberto Fernández y el Frente de Todos en la primera vuelta del 27 de Octubre


fue una contundente manifestación popular de repudio a los cuatro años de neoliberalismo
vividos por nuestro país durante el Gobierno de Mauricio Macri. Del mismo modo que el triunfo de
Cambiemos en el 2015 evidenciaba la posibilidad de una seria derrota cultural de los sectores
populares, ya que por primera vez en la historia de la Argentina las clases dominantes podían
acceder al control del Estado por la vía electoral e iniciaban el camino para intentar construir
hegemonía respecto a su proyecto de país, la derrota de Macri en primera vuelta y su desastrosa
gestión gubernamental, abren nuevamente condiciones políticas para derrotar culturalmente la
subjetividad neoliberal que, una y otra vez, reaparece en el escenario político de la Argentina.
También, y resulta relevante decirlo, la derrota de un Macri que actuaba como alfil de la política
norteamericana en la región, es oxígeno puro para América Latina.

No obstante, luego de la paliza electoral que el pueblo argentino le propinó al Gobierno


Macrista en las Primarias del 11 de agosto, donde el Frente de Todos aventajó por más de 16
puntos a la Alianza Gobernante de Cambiemos, los resultados electorales de la primera vuelta del
27 de octubre resultaron también, en alguna medida, inesperados. Mientras la “encuestología”
dominante predijo que las PASO iban a resultar sumamente reñidas y que la diferencia a favor del
Frente de Todos no superaría los tres, cuatro o cinco puntos, al revés, previo al 27 de Octubre,
predijeron una amplísima victoria del Frente de Todos y, en la primera vuelta, la diferencia se
achicó a casi la mitad. De esta manera, mientras en las PASO fue elocuente el sentido rechazo
ciudadano a una política que hundió el nivel de vida de la mayoría de la población, en la primera
vuelta quedaron claras cuestiones que habían pasado desapercibidas.

Desterrar definitivamente el neoliberalismo, que ha determinado el rumbo del país durante


los últimos 43 años y que lo ha gobernado de manera directa durante 23, exige precisar
adecuadamente la situación en la que nos encontramos. Sobre todo cuando el modo en que ha
terminado la coyuntura electoral indica que Macri y la Alianza Cambiemos viven la derrota
electoral como una cuestión solo coyuntural y piensan ya en su posible retorno. Cuestión esta que
no debiera pasarse por alto cuando se trata de una coalición electoral que asienta su existencia
(mas allá de su derrota) en el vínculo orgánico con las distintas facciones del bloque dominante:
(capital financiero, acreedores, trasnacionales y grupos locales), y que aunque pueda quedar
desplazada del control directo de los resortes del Estado su influencia en la dinámica económica,
política, institucional y en la opinión pública, vía los medios hegemónicos, es por demás evidente e
importante.

La diferencia de 16 puntos obtenida por la fórmula Fernández – Fernández en las PASO


(49,39% a 32,93 %) ocultó un hecho sumamente relevante. Pese al desastre de la gestión de
Cambiemos, Macri obtuvo en las Paso del 2019 más votos que en las PASO del 2015 (Cambiemos
alcanzó en aquel momento, con sus tres candidatos, el 28,57% y Macri el 24%). Esto se hizo mucho
más claro en la primera vuelta, que transformada en la práctica en un ballotage, le permitió a
Macri achicar la diferencia a solo ocho puntos y superar el 40% de los votos.

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Algunas reflexiones pueden enhebrarse respecto a lo ocurrido entre el 11 de Agosto y el 27 de
Octubre. Los resultados de las PASO abrieron condiciones propicias para enterrar definitivamente
al Macrismo. Sin embargo, se sucedieron a partir de allí algunas cuestiones que merecen
considerarse. Al lunes siguiente de la elección se puso en marcha una deliberada estrategia de
escarmiento sobre la población (verbalizada por el propio Presidente de la Nación en su primera
conferencia de prensa, eliminando, cínicamente, de toda responsabilidad a su gestión y colocando
el problema en el resultado electoral) que incluyó devaluación, suba de precios, mayor deterioro
en las condiciones de vida, pérdida de 22.000 millones de dólares de reservas, permisividad para
que los sectores de altos y de medianos ingresos puedan obtener tasas exorbitantes por sus
depósitos y puedan también dolarizar sus excedentes en el marco de un cepo agujereado que
permitía la compra de 10.000 dólares por persona por mes.

A la vez, se propició una situación de default que puso en marcha una corrida financiera,
cambiaria y bancaria que destruyó la paridad de los bonos de deuda Argentina y los precios de las
acciones de las más importantes empresas del país. Asimismo, el default promovido tendió a
descargar la crisis de sobreendeudamiento que vive la Argentina sobre los acreedores privados
manteniendo en lugar preferente e intacto al FMI, principal condicionante del futuro período
gubernamental. En ese marco, no hubo desde el Frente de Todos una decisión de profundizar con
el discurso, la movilización y la organización popular, el cuestionamiento y el deterioro del
gobierno de Macri. Es más, se puso en el escenario político la recomendación de que era necesario
evitar la calle, al tiempo que Macri y la coalición de derecha que él encabezaba ganó en
movilización, profundizó su agresividad discursiva y el cuestionamiento sobre la opción triunfante.

Dicho de otro modo, la coalición Frente de Todos cedió la iniciativa a manos del Gobierno.
Exactamente lo contrario de lo que había ocurrido con antelación a las PASO. La creación electoral
del Frente de Todos fue el resultado de la iniciativa política que desplegara Cristina Fernández de
Kirchner quien al correrse de la candidatura presidencial y ungir como candidato a Alberto
Fernández alteró drásticamente el tablero electoral. Abrió la puerta para la desarticulación del
Peronismo Federal y dejó girando en el vacío el discurso anticristinista del macrismo. Esta decisión
permitió articular el descontento social y la expresión electoral. El proceso posterior a las PASO y
los comportamientos ya descriptos en el marco de la iniciativa política en manos del oficialismo,
dieron lugar a los resultados de Octubre que por cierto, también tuvieron su cuota de sorpresa.

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ELECCIONES 2019 EN CANTIDAD DE VOTANTES

PASO GENERALES DIFERENCIA


FRENTE DETODOS 12.205.938 12.473.709 267.771
JUNTOS X CAMBIO 8.121.689 10.470.607 2.348.918
CONSENSO FEDERAL 2.081.315 1.599.707 -481.608
FIT 723.147 561.214 -161.933
FRENTE NOS 670.162 443.507 -226.655
UNITE 550.593 382.820 -167.773
MOV. AL SOCIALISMO 179.461 - -
FRENTE PATRIOTA 58.944 - -
MOV. ACCÓN VECINAL 36.411 - -
PARTIDO AUTONOMISTA 32.722 - -
BLANCO 822.659 309.751 -482.908
NULO 318.009 232.208 -85.801

CANTIDAD DE VOTANTES 25.861.050 26.595.460 734.410

El Cuadro indica que en las generales del 27 de Octubre hubo 734.410 votantes más que
en las PASO. Hubo 568.709 personas más que votaron positivamente en Octubre cuando habían
votado en blanco o vieron anulado su voto en las PASO, 307.538 votos que habían elegido
opciones que al no superar el 1,5% no pudieron competir en la general, y 1.037.969 votantes que
abandonaron las opciones que habían acompañado en las PASO para optar entre las dos fuerzas
principales en el marco de una polarización que transformó, como ya dijéramos, a la primera
vuelta en un verdadero ballotage. En suma, sobre más de 2.600.000 votantes en discusión, el
89,7% de los votos fueron capturados por la opción que encabezaba Mauricio Macri. Así, Juntos
por el Cambio sumó más de 2.300.000 votos en tanto que el Frente de Todos apenas capturó
267.000 votos más que en las primarias. De este modo, Macri superó el 40% de los votos, dio
vuelta provincias como Santa Fe y Entre Ríos, salvó ciudades como La Plata, Mar del Plata, Bahía
Blanca e incluso intendencias como Lanús o Tres de Febrero. Si bien este 40% implica una pérdida
de votos respecto al ballotage del 2015, genera condiciones de equilibrio político al modificar la
imagen de derrota aplastante que se había consolidado luego de las PASO. Construye equilibrio
institucional ya que Cambiemos se transforma en Primera Minoría en Diputados y mantiene un
peso importante en el Senado. Equilibrio político que resulta aún más evidente si se asume que al
interior del propio Frente de Todos conviven importantes representantes que acompañaron la
experiencia macrista durante los primeros dos años de su gestión. Representantes estos que
probablemente hubieran tenido otro posicionamiento electoral de no haber mediado el fuerte
cuestionamiento social a la gestión.

En este contexto, puede concluirse que el Frente de Todos resultó ser un interesante
cauce electoral para la construcción de una mayoría que pudo frenar la reelección de una coalición
neoliberal que, pese a lo desastroso de su gestión, mantiene un elevado caudal electoral. Caudal
este que reconoce una de sus causas en la vigencia de un antikirchnerismo que sigue siendo
importante. No caben dudas que es ese factor el que permitió cohesionar tras la candidatura de

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Macri votantes que aún afectados negativamente por la política aplicada en los últimos cuatro
años, decidieron acompañar la gestión gubernamental. Es ese factor, el que transforma ese núcleo
duro de votantes macristas que lo acompañaran en el 2015 (24%) en un agregado electoral que
pudo llegar en el ballotage del 2015 al 52% y que tanto en el 2017 como en el 2019 le permitió
superar el 40% de los votos.

Hoy, la discusión es si el Frente de Todos podrá ser además de un inmejorable canal


electoral para frenar al neoliberalismo, una fuerza política en capacidad de iniciar un sendero de
transformaciones. La democratización del frente abriendo la puerta para que la diversidad de
partidos que lo integran (ver Cuadro) puedan ser parte de la construcción de una nueva
propuesta, así como la convocatoria al conjunto de la comunidad para que sea parte de la
decisión, resultan cuestiones claves a la hora de concretar ese objetivo. Si esto no ocurriera, el
peso de las decisiones terminaría absorbido por las estructuras institucionales vigentes de los
estados nacionales y provinciales, así como por las instancias orgánicas de carácter tradicional en
el campo sindical y empresarial. Estructuras estas que, sabemos, mantienen sólidos vínculos con el
status quo, y resultan muchas veces refractarias a los intentos de cambio.

Nombre Partido Político


ENCUENTRO POR LA DEMOCRACIA Y LA EQUIDAD
FRENTE RENOVADOR AUTÉNTICO
INSTRUMENTO ELECTORAL POR LA UNIDAD POPULAR
MOVIMIENTO POLÍTICO, SOCIAL Y CULTURAL PROYECTO SUR
PARTIDO COMUNISTA
PARTIDO DE LA CULTURA, LA EDUCACIÓN Y EL TRABAJO
PARTIDO DE LAVICTORIA
PARTIDO DEL TRABAJO Y DEL PUEBLO
PARTIDO DEL TRABAJO Y LA EQUIDAD
PARTIDO FRENTE GRANDE
PARTIDO INTRANSIGENTE
PARTIDO JUSTICIALISTA
PARTIDO SOLIDARIO

Es indudable que durante los cuatro años de Macri la Argentina evidenció una importante
dinámica y movilización social que frenó el avance de reformas regresivas, e incluso truncó el
intento de consolidación política que pretendió impulsar el macrismo a partir de su triunfo en las
legislativas del 2017. Las multitudes en las calles de nuestro país le pusieron límites a la reforma
del Estado, postergaron tarifazos, impidieron el 2x1 en favor de los genocidas, resistieron la
criminalización de la protesta, frenaron la reforma laboral y la previsional y lograron imponer
demandas como la ampliación de los mecanismos de asistencia social. Esa rebeldía logró modificar
y fracturar en distintas coyunturas el dispositivo de gobernabilidad construido por el Macrismo y la
comunidad de negocios dominante, y que se sostenía en el aval de los gobernadores justicialistas,

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en el comportamiento del Frente Renovador y en la pasividad cegetista. La combinación entre el
cuestionamiento al ajuste sostenido por nuevas experiencias de organización y lucha social,
sindical e institucional (nuevas experiencias sindicales, movimiento de derechos humanos,
organizaciones territoriales de trabajadores, movimiento de mujeres, organizaciones de pueblos
originarios, luchas ambientales, etc.) con la fractura de estructuras históricas que, si bien se han
ido integrando al mapa del poder (partidos tradicionales, estructura sindical, estructura eclesial,
organizaciones empresariales), resultan renuentes cuando las condiciones del ajuste ponen en
cuestión la viabilidad de determinados sectores subordinados de la burguesía local, deteriorando
aún más el ya alicaído sistema industrial del país, definen la ingobernabilidad social de esta
Argentina frente al intento disciplinador del capital financiero.

La articulación entre la dinámica social que impulsan las nuevas experiencias de lucha y
organización y la legalidad institucional que se agrega en las coyunturas de fisura en el dispositivo
de la gobernabilidad dominante, son los momentos que definen las situaciones de cambio
institucional. La rebeldía social asentada en las nuevas organizaciones, en conflicto con un
dispositivo institucional que sostiene la gobernabilidad pero que se fractura frente al avance del
cuestionamiento social y la profundidad del ajuste y la exclusión, definen lo ingobernable que
resulta la Argentina para los intereses del capital financiero.

II) EL CONTEXTO DE DISCIPLINAMIENTO EN EL QUE SE INSCRIBE EL TRIUNFO POPULAR

Sostenemos que estas elecciones se dieron en el marco de un intento explícito de


subordinación de la experiencia argentina al predominio del capital financiero y a la geopolítica
norteamericana. La decisión del Gobierno de Macri de gobernar con deuda, decisión materializada
en la votación parlamentaria que posibilitó un acuerdo ignominioso con los fondos buitres, abrió la
puerta al proceso exponencial de endeudamiento del Tesoro y del Banco Central que transformó
al capital financiero en la facción principal de los sectores dominantes. La razón es simple, en el
marco de la apertura financiera de carácter irrestricto promovida por la experiencia de
Cambiemos, la dependencia del endeudamiento y del ingreso de capital especulativo para el
funcionamiento de la economía argentina se transformó en central. Mientras esto funcionó (hasta
comienzos del 2018) Macri pudo articular al conjunto de la comunidad de negocios dominante
detrás de su estrategia. Se intentó, en ese marco, sostener la ficción de que las buenas relaciones
con el capital financiero internacional permitirían motorizar el desarrollo de las fuerzas
productivas. A comienzos del 2018 en el marco de la suba de las tasas por parte de la Reserva
Federal Americana y de los conflictos crecientes entre China y los Estados Unidos, la Argentina de
Macri que necesitaba del ingreso de 40.000 millones de dólares para funcionar, entró en crisis
total. En el marco del sobreendeudamiento sin capacidad de repago, y de un mundo que restringía
el financiamiento, en solo dos años Macri puso a nuestro país en situación de cesación de pagos y
recurrió prestamente al FMI. A partir de allí se descargan sobre el escenario local las siguientes
tendencias:

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• Se impone la lógica del ajuste perpetuo en el marco del acuerdo con el FMI

• Se consolida la subordinación plena del gobierno nacional a la geopolítica de Trump

• Se afirma un proceso de disciplinamiento del sistema político

• Se consolida el disciplinamiento de la gran burguesía local.

Las dos primeras cuestiones se inscriben en las relaciones tejidas en torno al acuerdo con
el FMI, y las dos últimas se materializan a través del accionar judicial y, puntualmente, vía la tan
mentada causa de los cuadernos.

Respecto al acuerdo con el FMI corresponde decir que el monumental crédito otorgado
por el organismo supuso no solo un monto inusual por su magnitud (57.000 millones de dólares),
sino una violación expresa de todos los criterios con los que suele manejarse esta institución a la
hora de intervenir frente a crisis como las que presentaba la Argentina. El FMI debió haber
obligado al gobierno argentino a poner en marcha un proceso de reestructuración de la deuda
pública, de modo de aventar el riesgo de cesación de pagos en que nuestro país había ingresado.
Como esto hubiese implicado un elevado costo político para el gobierno de Macri y su” mejor
equipo de los últimos cincuenta años”, el FMI concedió el crédito sin obligar a dicha
reestructuración.

Por otra parte, nuestro país no clasificaba a la hora de ser evaluado para recibir apoyo del
FMI. El estatuto del organismo es claro respecto a que no puede prestarle a un país en situación
de fuga de capitales, característica esta dominante en la Argentina bajo la gestión de Macri. Los
últimos datos indican que un endeudamiento de casi 100.000 millones de dólares fue acompañado
por una fuga de casi 84.000 millones de dólares. Sin embargo, desde un comienzo este criterio se
violentó. Pese a las resistencias internas en el FMI, fue la presión de Donald Trump lo que hizo
posible que el crédito del organismo efectivamente se concretase bajo las condiciones descriptas.

En este sentido, se observaba allí un aspecto que ha sido típico de la gestión de Trump y
que consiste en utilizar los recursos de carácter económico para el desarrollo de sus estrategias
geopolíticas. Del mismo modo que las sanciones arancelarias y la amenaza a las empresas para
condicionar la relación con China ocupan un rol central en su política exterior, Trump utilizó al FMI
para sostener a Macri, su aliado geopolítico y garante del alineamiento de la Argentina con la
política norteamericana.

En este marco, el Fondo concedió un crédito de magnitud inusual con la característica de


que el mismo se desembolsaba en su casi totalidad en la gestión de Macri, concentrándose la
devolución del capital y los intereses de manera dominante en el próximo período gubernamental.
A la vez, el crédito suponía la aplicación de políticas sumamente restrictivas en materia fiscal y
monetaria y establecía un conjunto de condicionalidades para la política económica futura en

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materia laboral, previsional y tributaria. En tanto y en cuanto el crédito buscó colocar al organismo
en capacidad de condicionar el futuro de la Argentina y no generó ninguna estrategia de
reestructuración de los vencimientos de deuda que la Argentina ya tenía, el resultado del mayor
endeudamiento con un organismo que además pasaba a detentar el papel de acreedor
privilegiado respecto a los acreedores privados, generó una situación singular en la cual Argentina
disponía de fondos para afrontar sus vencimientos porque el FMI se los proveía, tenía la
supervisión del FMI, y , sin embargo, pese a esto los acreedores privados seguían percibiendo que
la situación en materia de vencimientos futuros los amenazaba con la posibilidad de la cesación de
pagos.

Por eso, en ningún momento la intervención del FMI posibilitó la recuperación de la


confianza del sistema financiero internacional sobre la Argentina. Más aún, en tanto el FMI
incumplió su estatuto, profundizó de manera innecesaria el endeudamiento y el ajuste en el país,
ya que en el marco de los desembolsos del organismo se aceleró la fuga de capitales. Todo lo
expuesto sirve para señalar que el acuerdo con el FMI careció de racionalidad económica y su
concreción y características tuvieron una dominancia de carácter centralmente geopolítica. Sirve
también para dejar en claro que en la relación con el FMI (y por tanto en la discusión que deberá
encarar el futuro gobierno) se juegan no sólo problemas relativos a un crédito que tiene
vencimientos elevados sino que se plantean cuestiones centrales de orden geopolítico y de política
económica.

Hechas estas precisiones corresponde señalar que la aplicación del recetario


fondomonetarista colocó desde abril del 2018 en adelante a nuestro país en una situación de
ajuste perpetuo. Situación ésta en la cual aún se mantiene. Esto supone la profundización de una
estrategia monetaria, fiscal y cambiaria, que coloca a la economía en un cuadro de recesión que
no sólo se mantiene sino que se reproduce y amplia. Así, al profundizar el ajuste del gasto público
y el torniquete monetario (la política del doble cero, déficit cero y emisión cero), la actividad
económica se resiente, ante esto cae la recaudación y por tanto, la necesidad de alcanzar el déficit
cero obliga a un nuevo ajuste del gasto. En tanto este nuevo ajuste vuelve a profundizar la
recesión, otra vez cae la recaudación y cual un perro (o mejor un gato) que pretende morderse la
cola, vuelve a ser necesario una nueva reducción del gasto. En ese marco, los precios siguen
subiendo por la presión sobre los costos que imponen la devaluación y los tarifazos y el grueso de
la población ve deteriorarse sus ingresos y el empleo. Cinco millones de nuevos pobres y más de
un millón y medio de hambrientos más en apenas quince meses son el resultado del ajuste brutal
vivido por la Argentina.

Este ajuste perpetuo vino acompañado, como ya señaláramos, de la más plena


subordinación geopolítica de la Argentina a los Estados Unidos. Subordinación con gusto
desarrollada por el Gobierno de Macri y que se expresara en la participación destacada de
nuestro país en la política de aislamiento y gestación de condiciones de intervención sobre
Venezuela, en la presencia relevante en el Grupo de Lima, en el acompañamiento cómplice al
Brasil de Bolsonaro en el intento de desarticular el Mercosur, y en la apertura del territorio
argentino a la instalación de las denominadas BASES DE AYUDA HUMANITARIA DEL COMANDO
SUR NORTEAMERICANO sobre nuestros recursos naturales. Es necesario precisar en este sentido,
que en el presente contexto internacional que caracterizamos como de disputa por los
predominios y beneficios del proceso globalizador, y con el conflicto abierto entre Estados Unidos

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y China como clave dominante de la situación mundial, para el gigante del norte consolidar a
América Latina como su patio trasero y revertir la creciente influencia que ha ido adquiriendo
China en la región en materia comercial, financiera y de inversiones durante las primeras dos
décadas de este siglo, resulta esencial. Situación ésta que adquiere especial relevancia en el caso
argentino dada las importantes relaciones comerciales y financieras que vinculan a nuestro país
con el gigante asiático. En este sentido, en nuestro país está en curso una inversión china de más
de 5.000 millones de dólares correspondiente a la represa Cóndor Cliff y Barrancosa, también se
ha instalado la mayor base de observación satelital China y en cuya operación participa el Ejército
Rojo, la petrolera estatal China National Offshore Corporation es uno de los nueve concesionarios
de áreas en Vaca Muerta asociada a British Petroleum y los accionistas de Bridas ( casualmente
cerca de allí Estados Unidos erigió una Base de Ayuda Humanitaria, de potencial uso militar), el
Grupo Clarín convino el desarrollo de la tecnología 5G con la empresa China Huawei, casi la mitad
de las reservas del Banco Central están constituidas por el swap chino y China financiará el 85% de
la instalación de la cuarta y quinta central nuclear argentinas en asociación con el INVAP por un
monto de 8.000 millones de dólares. A la vez, la historia de nuestras clases dominantes y
particularmente de la oligarquía exportadora siempre ha mostrado conflictos con Estados Unidos
ya que somos competidores en la producción agraria en el mercado mundial.

Hete aquí las razones que explican el particular interés de Trump de mantener el
alineamiento argentino, el porqué de su papel en la concesión del crédito del FMI y la explícita
decisión planteada públicamente de que su Gobierno está dispuesto a ayudar al próximo
presidente. También lo expuesto sirve para entender el carácter suicida que lleva implícita la
política exterior macrista al profundizar al extremo la subordinación geopolítica a los Estados
Unidos en el marco de una Argentina que tiene importantes relaciones económicas con China. La
necesidad de una política de autonomía en las relaciones exteriores, en el marco de una decidida
apuesta por la integración regional de América Latina, resulta indispensable para no quedar
tupacamarizados por el conflicto entre las dos potencias.

Como expusiéramos anteriormente, al Ajuste Perpetuo y a la subordinación geopolítica,


debemos agregar el disciplinamiento impuesto por vía de la causa judicial de los Cuadernos y con
eje en la supuesta lucha contra la corrupción. Con independencia del valor legal de la citada causa,
la misma sirvió para blanquear públicamente la cartelización de la obra pública, el papel de dicha
cartelización y de los sobreprecios que la sociedad ha pagado históricamente a través del gasto
estatal, el comportamiento parasitario de la gran burguesía local que creció al amparo de los
recursos públicos sin transformar dicho aporte en un insumo del proceso de inversión, así como el
señalamiento de que parte de esos sobreprecios sostenían el financiamiento ilegal de los partidos
políticos. Desde Cristina Kirchner hasta Macri quedaron expuestos y la casi totalidad de los
principales grupos empresarios (desde Techint hasta Roggio y Calcaterra) pasaron por Comodoro
Py y fueron a engrosar una larga lista de arrepentidos como modo de eludir el calabozo. La movida
que describimos pretendía una carambola a varias bandas. Disciplinar a la gran burguesía local
ajustando su comportamiento a la necesidad de reducir el gasto público y a la pretensión de los
capitales trasnacionales de que las compras públicas se abran a la participación y avance en dicho
mercado de las empresas extranjeras.

Es conveniente destacar en este punto que este proceso se da en simultáneo con la


instrumentación del denominado ajuste perpetuo ya señalado y que produjo en concreto un

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notable incremento en la concentración de la economía (las ventas de las 200 firmas más
importantes crecieron en participación sobre el PBI del 34,6% al 43,2%) y de la extranjerización (la
facturación de las empresas extranjeras al interior de la cúpula creció del 61,4% al 64,5%). El otro
objetivo de la causa de los Cuadernos ha sido el de propiciar una reformulación del sistema
político que, abandonando los vicios del populismo (principal responsable de los problemas según
el discurso dominante), permita configurar un sistema de alternancia en el control del Estado que
garantice la gobernabilidad del régimen de desigualdad.

III) TRIUNFO POPULAR, ESCENARIOS FUTUROS Y POSIBLES ALTERACIONES DEL INTENTO


DISCILPLINADOR

Las consideraciones que aquí exponemos parten del supuesto de que los resultados
electorales no alteran de por sí las tendencias que hasta aquí gobernaban la sociedad argentina.
De hecho, tanto luego del 11 de Agosto como del 27 de Octubre varias de las cuestiones expuestas
no sólo no se han interrumpido sino que se han profundizado. Así, por ejemplo, el ajuste sobre las
condiciones de vida de nuestro pueblo se materializa luego del 27 de Octubre a través de la
escalada de precios, la desarticulación del Mercosur se agrava vía las definiciones de Brasil
(compra de trigo a Rusia y Estados Unidos) y la próxima reunión prevista para el 5 de Diciembre
para discutir la baja del arancel externo común (ambas cuestiones con la anuencia del gobierno
argentino).

También el gobierno saliente autoriza aumentos de combustible, propicia ascensos en las


fuerzas armadas y lleva adelante concursos en la administración pública a pocos días del traspaso
del mando. Incluso el manejo general de la coyuntura hecho a partir del 11 de Agosto que incluye
la declaración unilateral de un default selectivo y una decisión de reperfilar los vencimientos con
los acreedores privados, es funcional al mantenimiento privilegiado del acuerdo con el FMI. Todas
estas definiciones tomadas con el objeto de condicionar y extorsionar al futuro gobierno. En suma,
todo sigue, y se alterará o no en función de la estrategia de gestión que adopte el próximo
gobierno y de la diputa política y social que el movimiento popular esté en capacidad de sostener
en el escenario futuro de la Argentina.

Tanto es así que es posible escuchar en la palabra de reputados exponentes del


establishment financiero internacional y local sugerentes formulaciones. Uno de ellos, el mentado
Guillermo Calvo ha dicho para quien lo quiera escuchar, palabras más, palabras menos, “que el
triunfo del populismo puede ser positivo ya que tiene espaldas políticas más fuertes que le pueden
permitir llevar adelante el ajuste“. En buen romance, Macri no tuvo el respaldo político necesario,
Alberto Fernández puede tenerlo. Dicho de otro modo, está claro que en el marco de las
tendencias al disciplinamiento social de la Argentina, habrá actores en el plano local, regional e
internacional que actuarán en dirección a condicionar al futuro gobierno y a lograr que Alberto
Fernández sea, algo así, como un segundo Menem. Pretenden condicionar la gestión vaciando de
sentido el significado del voto popular, buscando que Alberto Fernández viva una metatmorfosis
similar a la que protagonizó el riojano en los noventa. Triunfó convocando al salariazo y a la
revolución productiva para luego impulsar la agenda privatista del Consenso de Washington. Tanto

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en el plano local como internacional hay actores comprometidos con profundizar la consolidación
del capitalismo extractivista en la Argentina, y que seguirán insistiendo en las virtudes de seguir
reduciendo los costos laborales en el marco de una reforma flexibilizadora, de bajar el gasto en
Seguridad Social, de achicar el Estado para reducir la presión tributaria y de “ independizar “ la
política monetaria respecto a la política económica del Ejecutivo para subordinarla al libre
movimiento del capital financiero. Es por esto que una gestión abierta a la comunidad que
potencie y se fortalezca con la participación popular, es el camino necesario para transformar el
triunfo electoral sobre el neoliberalismo en un triunfo político y cultural.

Por los tanto, en las líneas que siguen señalaremos los efectos que en nuestra opinión
pueden darse a partir de la asunción del próximo gobierno en relación a las tendencias de
disciplinamiento ya descriptas.

En primer lugar corresponde ubicar una reflexión respecto a una definición que ha incidido
en gran medida sobre la etapa que estamos transitando y que fue la decisión, por parte de Cristina
Fernández de Kirchner, de promover a Alberto Fernández. Más allá de las razones (seguramente
múltiples para esta definición), lo cierto es que implicó ubicar como candidato a presidente del
espacio que hasta ese momento era ubicado en el terreno del populismo transgresor, a una figura
de buen vínculo con los distintos factores de poder, y que había transitado hasta hace muy poco
por las variantes que intentaban armar un peronismo supuestamente “republicano” sobre la base
del Frente Renovador y los Gobernadores del PJ. En este sentido, si bien no de manera completa,
la estrategia de disciplinamiento del sistema político que señaláramos como una de las tendencias
en curso produjo sus efectos. Se produjo el corrimiento del centro de la escena de la dirigente
política con más peso electoral y que era cuestionada por el sistema político dominante.
Corrimiento que además se hizo en favor de un dirigente que mantenía sólidos vínculos con las
tendencias políticas dominantes.

Merece agregarse en este punto, que en el marco de una dinámica de movilización social
que profundizaba el deterioro de la legitimidad del macrismo y frente a las cercanía de las
elecciones, la decisión adoptada expresó la interrupción y reversión de un proceso que se venía
dando desde el 2015 y que implicaba el creciente distanciamiento entre el kirchnerismo y el PJ de
los gobernadores y el Frente Renovador. El primero posicionado en un discurso de abierta
confrontación con el macrismo, y los otros que, desde un comienzo, fueron socios de la
gobernabilidad conservadora.

En segundo lugar, el disciplinamiento de la gran burguesía local presenta también sus


matices. Si bien, estos grupos empresarios han suscripto y avalado los criterios que están
expuestos en el acuerdo con el FMI, lo cierto es que haciendo uso de su poder oligopólico han
resistido desde el mismo inicio de la gestión macrista, vía incremento de precios, el impacto que
sobre sus costos planteaban las devaluaciones y los tarifazos. De hecho, el manejo de los precios y
la inversión de sus excedentes en la timba financiera son los mecanismos que utilizaron para
compensar en parte, el deterioro que evidenciaban sus balances frente a la caída de la demanda
interna.

A la vez y a partir del acuerdo con el FMI, y en función de los objetivos del déficit cero
aparecieron nuevas contradicciones entre el capital productivo dominante y el financiero. Así se
suceden las discusiones frente al retorno de las retenciones, a la interrupción de los subsidios a la

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explotación hidrocarburífera y a las dificultades que se le plantearon al Estado para respetar la
estipulada dolarización tarifaria. Por cierto, la exposición pública de muchos de ellos visitando
Comodoro Py bajo la amenaza de ir presos, obviamente profundizó la distancia con la gestión. Por
último, es importante agregar que la tendencia a la reprimarización de grandes grupos
empresarios tiende a aminorar viejas contradicciones. Un caso paradigmático en este sentido es el
de Techint que, poco a poco, ha visto crecer la importancia dentro de sus balances de la actividad
petrolera asociada, puntualmente, con la perspectiva de Vaca Muerta. En concreto, si bien no han
desplegado actitudes disruptivas en el plano económico como en los finales de la convertibilidad,
los conflictos siguen planteados y de hecho han ido tomando distancia del fracaso de la gestión
Macri. No obstante, es bueno aclarar que serán los principales beneficiarios de cualquier política
que tenga como objetivo el logro rápido de dólares por la vía exportadora.

En tercer lugar, la caída sistemática y permanente de la actividad económica vivida desde


Abril del 2018 hasta hoy, así como los efectos de deterioro en las condiciones de vida que esta
supuso han llevado al límite la situación social de la Argentina y colocan como primer tema de la
agenda futura ponerle fin a la situación de ajuste perpetuo en que se encuentra la economía
argentina como resultado del acuerdo con el FMI. La idea que gobernará la discusión es que en
nuestro país no hay más margen para el ajuste, que es imposible afrontar la deuda en los términos
vigentes y que ahogar a la Argentina con mayores exigencias implicaría abrir condiciones para que
se repita aquí la eclosión social chilena.

En cuarto lugar, el alineamiento vocacional y automático del Macrismo con los Estados
Unidos pretende ser sustituido por una estrategia de política internacional que pueda combinar la
autonomía en la política exterior con el mantenimiento de relaciones pragmáticas y de no ruptura
en el marco de la Agenda Económica. El modelo de México y López Obrador es el perfil que
pretende instituirse tanto como modo de pararse ante Trump, como también en la búsqueda de
mayor respaldo para la discusión con el Brasil de Bolsonaro.

Hechas estas precisiones podríamos decir que la etapa que se abrirá con el próximo
gobierno va a estar caracterizada por una coalición política que exhibe puntos de conflicto e
inestabilidad. Se expresan al interior del Frente de Todos tanto parte importante de los actores
que han sostenido el proceso de movilización y cuestionamiento durante el período Macri, como
también una estructura de poder de fuerte vínculo con el status quo como lo son, de manera
dominante y obviamente con matices internos y contradicciones, los gobernadores, las distintas
variantes del PJ y la CGT.

No obstante, en tanto existen conflictos al interior del bloque dominante que alientan la
necesidad de cierta reactivación industrial de la Argentina, y tanto la estructura del PJ como de la
CGT suelen ser influidas por estos intereses al tiempo que también perciben lo crítico de la
situación social, nuestra evaluación es que el comienzo de la gestión va a estar caracterizado por
una política de recomposición, moderada pero recomposición al fin, de la situación económica y
social de la Argentina. En este sentido, las condiciones para iniciar una recuperación económica
existen. El nuevo gobierno asumirá con una economía paralizada, con elevada capacidad ociosa y
con un potencial saldo en divisas absolutamente favorable para su comercio exterior. Esto quiere
decir que Argentina, si pusiera en marcha políticas de estímulo a la demanda interna, estaría en
capacidad de duplicar su producción sin invertir, y en posibilidad de aumentar con dólares propios

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las importaciones que requeriría la recuperación de la actividad productiva. Dos amenazas se
ciernen sobre esa posibilidad. La primera, un endeudamiento que compromete el presupuesto
estatal y los dólares disponibles que, en tanto se mantengan, impedirían la citada reactivación. La
segunda, el hecho de que los estímulos a la demanda interna puedan dar lugar a una mayor
presión inflacionaria. Tres son los escenarios que podrían presentarse ante la situación expuesta

Escenario 1: Sería el resultante de una decisión del poder económico local y de la estrategia
geopolítica de los Estados Unidos de presionar sobre Argentina tanto vía imposiciones en el marco
del endeudamiento como de mantener la presión inflacionaria impidiendo la recuperación de la
economía local.

Escenario 2: Sería el resultado de un acuerdo en el marco de la negociación del endeudamiento y


de la relación con el poder económico local que posibilitara una recuperación moderada de la
economía argentina, con recuperación del empleo y los ingresos, pero manteniendo las
orientaciones dominantes en materia productiva, laboral y previsional.

Escenario 3: Sería el resultado de un tipo de intervención estatal en la coyuntura que planteara


una reformulación del orden vigente sobre la base de una convocatoria a la participación de la
comunidad y condiciones de regulación sobre la economía que pongan en cuestión la distribución
del ingreso y la orientación de la inversión.

Por lo expuesto en estas reflexiones respecto al escenario institucional con predominio de


la gobernabilidad conservadora y el significado que tuvo en términos políticos la decisión de ungir
a Alberto Fernández, no vemos razones para que el poder a nivel local e internacional
desestabilice al extremo a la Argentina. No obstante, en el marco de una geopolítica
norteamericana preocupada centralmente por la injerencia China en la región y habida cuenta de
los múltiples vínculos que nuestro país tiene con el país asiático, las negociaciones por el
endeudamiento exigirán inteligencia y fortaleza extremas ya que no serán sencillas.

Es indudable que la situación de Ecuador, la crisis chilena y la liberación de Lula favorecían


la estrategia evidente de tensionar con el discurso y acordar pragmáticamente con Trump. Sin
embargo, el golpe en Bolivia es indicador de que las cosas no serán tan sencillas. En la negociación
de la deuda se juegan tres cuestiones: a) la necesidad de minimizar los pagos en los primeros dos
años a efectos de permitir la recuperación, b) tener autonomía para hacer política económica y no
tener que mantener las condiciones de ajuste fiscal y monetario que exige el FMI, y c) terminar
con la lógica del endeudamiento perpetuo que supone posponer vencimientos en el marco del
reconocimiento de la deuda para resolverlo sobre la base de un mayor endeudamiento futuro.

Por lo expuesto creemos que puede haber facilidades para resolver el punto (a), respecto
al (b) es posible que el FMI otorgue autonomía para el desarrollo de estrategias mas heterodoxas
en la coyuntura pero que mantenga la necesidad de reformas estructurales futuras y que asocie el
oxígeno financiero a una consolidación expresa del extractivismo. Respecto al punto (c) que
implicaría tratar de terminar con endeudamiento perpetuo, creemos que esto hoy ni siquiera está
en consideración. Es decir, lograr estabilizar la situación para volver a financiarse en el mercado
mundial sigue siendo el objetivo dominante. Por otra parte, las pérdidas que exhiben empresas de
primera línea como Molinos, Arcor, Ledesma y demás integrantes del poder económico local,
sumado al hecho de que vienen remarcando precios para llegar posicionados bien arriba al

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denominado pacto social, pueden dar lugar a cierta tregua en materia de precios que permita
oxigenar el mercado interno. En suma, recuperación moderada en términos económicos y sociales
sin poner en juego la orientación estructural de la Argentina es la perspectiva inmediata que con
más posibilidades podemos imaginar.

IV) CONCLUSIONES

A partir del 10 de Diciembre asumirá un gobierno con un importante respaldo político y en


un marco donde las expectativas de la población respecto a la puesta en marcha de un proceso de
recuperación económica y social ocupan un papel relevante. En ese contexto, la coalición electoral
expresada en el Frente de Todos exhibe, tal cual ya señaláramos, situaciones de conflicto donde
confrontan fuerzas que tuvieron un papel importante en la disputa social con el macrismo, con
actores de fuerte peso institucional que durante años sostuvieron la gobernabilidad del régimen
conservador. La legitimidad política del gobierno que asume obliga a mantener una actitud de
apertura y cooperación con el objetivo de resolver la crisis del país.

A la vez, la existencia de una demanda social que exige reparación obliga a profundizar la
organización del conflicto social politizándolo en dirección a la modificación de las relaciones de
dominación que obturan el desarrollo de la Argentina. Como dijéramos al comienzo, este último
camino dependerá de la capacidad de abrir la próxima gestión a la participación de la comunidad.
Por la historia política y cultural de nuestro país, no será fácil impulsar dicho objetivo sin
consolidar una renovada perspectiva estratégica desde la clase trabajadora. Perspectiva esta que
difícilmente pueda expresarse desde el modelo sindical empresarial que domina la conducción de
la CGT, ni de aquellas variantes que subordinan el papel de los trabajadores a la consolidación de
un proyecto político, más allá de que dicho proyecto los haga partícipes o no de las decisiones.

El nacimiento de la CTA como central de trabajadores y no de sindicatos, con la propuesta


de la afiliación directa para que todo trabajador pueda ser parte con independencia de si está
ocupado o no, y más allá de la característica de su situación laboral. Con sus banderas de libertad y
democracia sindical, propiciando el voto directo de los trabajadores y la autonomía respecto a los
patrones, los partidos y el Estado, planteó y plantea un debate concreto sobre como impulsar una
nueva forma de organización de los trabajadores en este momento del mundo y de nuestro país.
Un nuevo modelo necesario frente a los cambios que plantea la reestructuración capitalista y el
cambio tecnológico. Una propuesta que nació en el marco de la crisis y el derrumbe de dos
paradigmas. La caída del muro de Berlín con todo lo que eso implicó para la derrota del socialismo
en el plano internacional, y la mutación neoliberal de los movimientos nacionales reflejada en
nuestro país en la experiencia del menemismo y la transformación del Justicialismo y de parte de
la estructura sindical en un ariete del consenso de Washington, obligaron a pensar la
democratización de la sociedad y de sus distintas estructuras sobre nuevas bases. Archivando
viejos manuales y decididos a escribir un nuevo manifiesto que siga sosteniendo a rajatabla que
los trabajadores somos los creadores del mundo y que sigue siendo un imperativo lograr que ese
mundo se construya en clave de igualdad y emancipación.

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A veintisiete años de esa decisión tenemos una historia rica en triunfos y derrotas, en
avances y retrocesos que nos obligan a revisar experiencias para planificar el futuro. Dos aspectos
nos siguen interpelando. Los brutales cambios que se observan en las relaciones laborales y la
pluralidad de manifestaciones y trayectos de lucha que exhibe la disputa por una sociedad
igualitaria en nuestro país. El Cuadro numero 1 permite observar el cambio en las relaciones
laborales y en la composición de la fuerza de trabajo en la última década. Así, mientras entre el
año 2008 y el 2018 la fuerza laboral total se expandió en un 14,6%, los ocupados se incrementaron
en un 12,6% y los desocupados en un 37,1%. A la vez, en el mismo período los trabajadores
asalariados crecieron un 7,8% (bien por debajo de la expansión de la fuerza laboral y por debajo
incluso de la expansión de los ocupados) y aquellos que se desempeñan como autónomos, por
fuera de las relaciones asalariadas incluyendo en estos a los monotributistas, se expandieron en el
mismo período en un 29,8%. El cuentapropismo, el autoempleo y la economía popular al que
nuestra central le abrió la puerta con su propuesta de la afiliación directa y con la definición de
que el sindicato no era la única forma de organización que podían darse los trabajadores, ha sido
la base estructural en torno a las cuales se desarrollaron importantes organizaciones territoriales,
algunas de las cuales son parte de nuestra central y muchas otras transitan por fuera de nuestra
organización.

Evaluar las razones que explican este proceso y establecer criterios que nos permitan
confluir con estas experiencias, deben ser aspectos relevantes a la hora de ordenar nuestras
discusiones. Por otra parte, la expansión del cuentapropismo puede llevar, rápidamente, a asociar
la estructura social del país con una suerte de dualismo estructural más propio de otros países de
la región, que de la historia de mayor integración económica que tiene la Argentina. Es por esto
que vale la pena observar que la expansión del cuentapropismo no implica solamente el
crecimiento de fuerza laboral disociada del proceso de acumulación y producción dominante. En
concreto, dentro de la expansión del cuentapropismo se observa que una parte del mismo se
vincula con mecanismos de subcontratación llevados adelante vía procesos de deslaboralización
que se ejecutan desde el propio proceso de acumulación dominante. Este sector subcontratado
crece en el marco de las relaciones no asalariadas en más de un 31% en la última década. Con
todo, la suma de los desocupados más los que transitan por la precariedad y la informalidad
representan más del 55% de la fuerza laboral total.

Es difícil pensar que esta diversidad pueda expresarse a través de los formatos
organizativos propios de la experiencia cegetista. Y sigue siendo un fuerte desafío a nuestra
creatividad para aportar en la construcción de las instancias que, desde nuestra organización y
más allá de ella, puedan fortalecer una nueva centralidad de los trabajadores a la hora de decidir
sobre la sociedad en que vivimos.

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Evolución de la fuerza laboral Argentina y su composición. Período 2018 vs. 2008. Agrupación de
categorías según naturaleza de la relación de trabajo y condición de informalidad/precariedad
laboral.
2008 2018 2008-2018
Cantidad % Cantidad % Cantidad %

Total 3.200.880 20,0% 4.154.760 22,6% 953.880 29,8%


Trabajadores independientes Formales 1 319.150 2,0% 421.050 2,3% 101.901 31,9%
Relaciones de trabajo Trabajadores Total 2.881.731 18,0% 3.733.710 20,3% 851.979 29,6%
autónomas (incluye independientes Tradicional 1.526.949 9,5% 1.977.472 10,8% 450.523 29,5%
monotributistas) Informal 4 Subcontratado 2 1.174.636 7,3% 1.541.224 8,4% 366.589 31,2%
Total 11.476.143 71,7% 12.371.563 67,4% 895.420 7,8%
3
Asalariados Formales / típicos 7.019.332 43,8% 7.778.641 42,4% 759.309 10,8%
Total 4.456.811 27,8% 4.592.922 25,0% 136.111 3,1%
Relaciones de trabajo Asal. No Reg. Sin Aporte Voluntario 2.936.951 18,3% 2.954.954 16,1% 18.002 0,6%
de dependencia Trabajadores Asal. Reg. Transitorio 250.041 1,6% 285.029 1,6% 34.987 14,0%
(exceptuando Informales / Servicio Doméstico 1.123.963 7,0% 1.236.590 6,7% 112.627 10,0%
monotributistas) Precarios Trabajadores Familiares 145.855 0,9% 116.349 0,6% -29.506 -20,2%
Ocupados (excepto Patrones) 14.677.023 91,6% 16.526.323 90,0% 1.849.300 12,6%
Desocupados 1.337.610 8,4% 1.833.198 10,0% 495.589 37,1%
Fuerza Laboral 16.014.633 100,0% 18.359.521 100,0% 2.344.889 14,6%
Trabajadores informales y precarizados / Ocupados 7.338.541 50,0% 8.326.632 50,4% 988.090 13,5%
Trabajadores formales / Ocupados 7.338.482 50,0% 8.199.691 49,6% 861.210 11,7%
Fuerza laboral informal y precaria / Fuerza Laboral 8.676.151 54,2% 10.159.830 55,3% 1.483.679 17,1%

1
Está constituido por el conjunto de trabajadores independientes que no fueron incluidos en el campo de la informalidad (ej.
profesionales y/o trabajadores independientes en unidades económicas de mayor tamaño) independientemente de la condición de
registro o encuadre en el marco legal que regula la actividad
2
Este grupo está compuesto por dos categorías de la EPH: trabajadores por cuentapropia cuyo código de ocupación se corresponde
con la definiciones ofrecida en esta metodología para la subcontratación y en segundo lugar los asalariados no registrados que
aportan por sí mismos a un sistema de jubilación por lo cual son considerados como monotributistas
3
Conformado por el conjunto de los asalariados registrados (excluyendo a quienes tienen tiempo de finalización en su contrato y el
servicio doméstico)
4
La informalidad para los trabajadores independientes se define en función del tamaño del sector y el nivel de complejidad de las
tareas (en establecimientos con menos de 5 ocupados y excluyendo a los profesionales). No está determinada por la exclusión de
sistema tributario y el marco legal regulatorio
Fuente: Elaboración propia en base a EPH – INDEC.

A los desafíos que nos plantean los cambios en la composición de la fuerza laboral se le
agrega la existencia de experiencias concretas que van construyendo discurso, marcando agenda y
estableciendo dinámicas de movilización y organización social con los que nuestra Central
interactúa permanentemente. La relevancia de las luchas ambientales, el papel transformador del
movimiento de mujeres, la experiencia de los pueblos originarios, de las organizaciones
campesinas, de la economía popular y sus organizaciones territoriales, son evidencias
contundentes de que no habrá capacidad de dotar de centralidad a quienes trabajan en la decisión

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sobre cómo organizar la sociedad, si no podemos articular pluralidad de sujetos y formas
organizativas.

Dinamizar la construcción popular articulando el cuestionamiento y la negociación para


fortalecer el carácter transformador de la nueva experiencia gubernamental y de la etapa que se
abre, parece ser la posición más adecuada para transitar el momento actual. Esta conducta es
ajena tanto al verticalismo estatal que llama a silenciar todo reclamo en nombre de una gestión a
la que hay que esperar, como de la confrontación estéril que no toma en cuenta ni considera los
tiempos de la elaboración y la decisión popular.

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