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MISIONEROS EN CHINA: MATTEO RICCI COMO MEDIADOR CULTURAL, Beatriz Monc6 REBOLLO Univ. COMPLUTENSE AL P. TeOrimo GonzALez, O.M.I. I Las primeras noticias de un contacto hispano-asidtico son relativa- mente tardias. Ya en el siglo XI Benjamfn Tudela realizé un largo viaje (desde 1160 a 1173) por las colonias hebraicas esparcidas por Asia. Igualmente, y parece obvio recordarlo, el mismo Col6n, en carta escrita en Sevilla y fechada el 2 de abril de 1502, dirigiéndose a los Protectores del Banco de San Giorgio (Génova) se autotitula “El Almirante mayor del mar Océano y viso Rey y gobernador General de las yslas y tierra firme de Asia & Yndias del Rey & de la Reyna mis sefiores, y su capitén general de la mar y del su Consejo”. Lo més curioso es que en la respuesta de 8 de diciembre del mismo afio el banco genovés contesta “Al ilustre y preclarfsimo Varén Don Crist6foro... Virrey y Gobernador General de las Islas y del Continente de Asia” (0, La idea, ademés, no es s6lo de Colén, Segtin se indica en el mapa de Diego de Ribero (Sevilla 1529), los leones rampantes y los castillos forman el estandarte que se yergue bajo el espacio titulado “La China”. El cosmégrafo real sefiala as{, de modo grafico, c6mo los espafioles se atribufan el N.E. de Asia como parte comprendida dentro de la linea de demarcacién pactada con Juan Il de Portugal. Con tales antecedentes no es extrafio que tras el descubrimiento de Filipinas en 1521 se pensase en las Islas como un lugar de salto hacia ‘Asia, como un espacio intermedio entre Oriente y Occidente. Las noti- 1 Carlos Sanz, Primitivas relactones de Espafia con Asia y Oceania, Madrid, Libreria General Victoriano Suérez, 1958, p. 391. ‘Aves Qua, B. Gain, (Cas) VRE DOS MUNDAS. Fes Claes y Agnes Modine, Sil, 87, pp, S038. 330 BEATRIZ MONCO REBOLLO Cia que llegan de este lugar parecen confirmar la posibilidad de estre- char lazos entre ambos mundos; al respecto es sintomitico que el mismo Emperador Carlos escribiese en Barcelona, el 1 de mayo de 1543, sobre su intenci6n de relacionarse con China, Este primer conocerse, afiade Rey) debera hacerse con total res- Peto a la soberania politica y por cuatro motivos esenciales. Primero, a fin de establecer permanentes lazos de amistad con los que, segun- do, se pudiesen abrir negociaciones comerciales y, tercero, intercam- bios de conocimientos cientificos. Sin embargo, su catélica Majestad no podia olvidar un cuarto aspecto: abrir camino a Ja conversion aun- que —ariadfa— sin que exista coacci6n o violencia, = China, como imagen de Asia, se alza ante los jos espafioles como tn pafs inmenso, rico, pagano, atrayente, pero, a la ver, impenetrable Lachelerogeneidath, por otra parte, parece su_caracterfstica mas Hlama- tiva. Allf residen en una cierta armonia no sélo las etnias propiamen- te asidticas, sino comunidades musulmanas judias (Huei-Huei) que habitan Ja region de Nanking en la-due, inclso, se lesa a edificar Sinagogas. Esta multiplicidad de rasgos fisicos (que evidentemente con- llevan diversidad en los culturales) se combina con una variabilidad lingtifstica casi sin precedentes © No obstante, esta “apertura centripeta” no se refleja con la misma imensidad hacia el exterior, a pesar de que desde Ia era Jonglé (1403-1424) China es un impetio de exploradores y marinos, Ya ante- ‘0) embajadas de otros pafses © ¢ igualmente, por las salides de autéctonos, se habia generado una cierta “literatura de viajes”; sin embargo, los conflictos intermos hacen mella en Ia estructura chine y con el conocimiento de su riqueza, mongoles —desde dentro y pira- {as — desde fuera— obligan a un nuevo repliegue, Una vuelta en af agravada no s6lo por la caida de su economia, las crisis politicas y las Tvueltas populares, sino por el hecho de ser punto de atencién de ; cxttanjeros” interesados en su cultura, pero también en sus bienes, De ‘hecho, galeones portugueses habfan Hegado a las costas de Quandong en 1514 y a Fujian en 1540; los espafioles navegan por los mares de 2 guede verse al respecto el andlisis que realiza Jacques Gemnet, El mundo chino, Barcelona, Critica, 199]. 2 Corea, Japén y Vietnan hacia 1369, Camboya y Siam en 1371 e incluso Borneo en 1408. MISIONEROS EN CHINA 331 ‘Asia Oriental desde 1543 y hacia 1600 los holandeses ven en la rique- za de China la suya propia. El Imperio del Centro es una tierra deseada tanto econémica como religiosamente (sobre todo en el caso espafiol). No es extrafio que comerciantes, jerarquias politicas (con soldados) y religiosas (con misio- neros) vean allf su meta y esperanza a pesar —como decia— de las miltiples barreras que se alegan como dificultad de comercio y evan- gelizacion. Sin embargo, no fue el celo evangélico sino el interés comer- cial y politico el que iba a jugar la baza definitiva. Los portugueses participaban desde principios del XVI en la Feria de Cantén, donde se intercambiaban mercancfas de Oriente y Occidente. Para corresponder a la ayuda recibida contra los piratas que asolaban las costas, las auto- ridades chinas decidieron que los portugueses podrfan asentarse per- manentemente en un lugar situado en la peninsula de Aomen, al este del rio de las Perlas, frente a la isla de Hong Kong. Corrfa el afio de 1557. Su nombre se debfa a un pequefio templo dedicado a Ama Shen Miao, una diosa del mar, de donde tomé el nombre de Amahao que posteriormente se transformarfa en A-makao (Amacao) en dialecto can- tonés y, al espafiolizarse, pasé a nuestra historia con el nombre de Macao (0 Macén). Sin embargo, Macao no era una representacién pura del Imperio Chino, sino un lugar de trénsito, de puro y simple intercambio, donde la tinica frontera que se alzaba era la del menosprecio por los que alli residfan: Los chinos que alli vivian eran hombres desplazados, reducidos inicamente a los papeles de intérpretes y de intermediarios y despreciados por los continentales. Decir que Alguien era de Macao constitufa el peor insulto: s6lo podia ser un agente japonés © un espia europeo Lo intermedio caracteriza tanto_a Manila como a Macao. Ambos lugares son, sin-embargo, el conducto por el que espafioles y chinos, saben del “gontrario”) Los cerca de 7.000 sangleyes que habitan en la capital filipina son a aetna de ese(“OtTo"-que, a su vez, califica a los extranjeros como “folangji” (portugueses’y espafioles) y “hongmaoyi” (holandeses). Son, por tanto, “francos” y “barbaros de pelo rojo” los primeros que contactan con lo chino. Por otra parte, 4 Jean Lacouture, Jesuitas. Los Conquistadores. Barcelona, Paidos, 1993, p. 336. espectficas, caminos ¢ i 332 BEATRIZ MONCO REBOLLO- comerciantes y misioneros saben que Macao es la tinica esperanza: Pero mientras que los primeros encuentran allf lo que desean, los segundos piensan que la factoria portuguesa slo es el trampolin para China. Con dificultades, franciscanos y jesuitas son los primeros en ins- talarse, aunque la Compafifa no lo haga de un modo definitivo, en la “casa de San Martin", hasta 1578. De nuevo un golpe de suerte y el Préstamo de ayuda a los chinos para capturar al pirata Limshon (Li-Ah-Feng) hace que el agustino Fray Martin de Rada y sus com. Pafieros puedan Hegar hasta Fukien. Este fue, en realidad, el primer Fase due un religioso espafiol dio en tierra de China (el 12 de junio de 1575). Desde entonces, cada hombre, cada sector religioso, trata de entrar y evangelizar a estos nuevos infieles. Asf las cosas, cada Orden ye" y elabora al “otro” conforme a su 1 experiencia (un buen ~ ejemplo lo constituye el b st seller del agustino Gonzélez de Mendoza® on 1585). Mientras que los jesuitas consiguen adentrarse cada vez més en China, Tos dominicos, por ejemplo, siguen amando insistentemen, te a todas las puertas que Jes puedan abrir las del Impcrio desconoe!. do. Son ellos, sobre todo, los que elaborando y reelaborando las ideas de apertura china tratan de conseguir su salto desde Manila Que duda cabe, ademas, de que cada orden religiosa crea formas cluso niveles criticos de acercamiento al “otro”. "Asi, todas sus experiencias personales, criterios de evangelizacién, cono- cimientos, actitudes individuales...cl propio yo puesto en juego ante la idea de la alteridad y, a la vez, la obligacién —creencial y existen. cial— del misionar son las claves que genetan esta variabilidad, La alteridad, creadora y a su vez imagen de sesgos, diferenciaciones y antitesis, pero igualmente de homologias, semejanzas y analogias, ofre. ce un tapiz de matices, ambigtiedades y labilidad digno de anilisis antropol6gico. El “otro” es positivo y negativo, pero también se ensefo. tea en la duda y en Ia paradoja, sobre todo. cuando aquél que se le acerca Heva en si el carécter de lo intersticial y lo intérmedio; cuando ‘Su propio ser y su propia esencia Io marcan come Frontetiz0, Y a uno de estos pérsonajes- limen>voy a dedicar las paginas que siguen. La aventura dé Ta alteridad la hemos visto simplemente hilvanada y desde @, juan Gonziler de Mendoza, Historia de las cosas més notables, rtos y costumbres del Gran Reino de la China. Madrid, Aguilar, 1944, MISIONEROS EN CHINA 333 una perspectiva analitica, no es momento de profundizar ‘, pero ade- Iantemos que ésta toma otros sesgos cuando se une la creatividad del ser humano a Ja transitividad de un misionero; atributos, ambos, que parecen facilitar la mediacién cultural. tf Apenas unos afios después de su fundacisn, er 1534) los hombres de la Compafifa de Jestis estén repartidos por todo el mundo conoci- do y, desde luego, China no iba a ser una excepci6n. Ya un jesuita emblemético, Francisco de Javier, habfa muerto en Sangchuan el 3 de diciembre de 1552 sin haber conseguido, a pesar de {mprobos esfuer- 705, entrar en sus territorios; sin embargo, habia prometido a su amigo de Loyola que “(del) suceso de la China, Dios queriendo, mucho par- ticularmente escrebiremos, ansi de como fuimos recebidos y de la dis- posicién que hay para acrecentar nuestra fe" ©. Y parece que Dios quiso. En 1565 el padre Francisco Pérez ya se dirige personalmente a las autoridades de Canton para que le permi- tan poder conversar con maestros y sabios “a fin de que nos comuni- quemos mutuamente nuestras ensefianzas” y suplica ademés que se le conceda permiso “para vivir en tierra, en una casa pequefia, durante el tiempo que se considere oportuno” ®, ‘Trece afios més tarde (1578) Alessandro Valignano, visitador de la Compania en Asia, pereibe c6mo evangelizar China es una tarea tté- de ee letrados. Realmente Valignano es hombre puente entre Francisco de Javier y el que seria su sucesor: el italiano Ricci Apenas ocho semanas antes de morir el jesuita navarro nacfa en Macerata, el 6 de octubre de 1552, Matteo Ricci. Con nueve afios ingre- sa en el Colegio que los padres de la Compafifa tienen en su ciudad natal y diez afios mas tarde inicia sus estudios de noviciado en Roma. Este parece el comienzo de su talamte humanista: nada menos que 6 Véase Beatriz Moncé (ed.), Viaje de la China del P. Adriano de las Cortes, Madrid, Alianza Editorial, 1991, y también “En Ia ruta del Otro”, en Antropologéa sin fronteras Ensayos en honor de C. Lisén, Madrid, CLS. 1994, 7 Félix Zubillaga (5.1), Cartas y escritos de S. Francisco Javier. Madrid, B.A.C., 1953, 101. pp. 465-66. 8 J. Lacouture, op. cit, p. 335. 334 BEATRIZ MONCO REBOLLO Claudio Aquaviva (el tercer General), el matemético alemén Christoph Clavius y el te6logo italiano Roberto Bellarmino fueron sus macstoe y ditigentes. En mayo de 1575 Ricci, con su vocacién de apostolado bien defi- nida, abandona Roma para ditigirse a Coimbra, en cuyo colegio se for- ian los futuros misioneros del Extremo Oriente, Alli no s6lo recibe las lecciones de Luis Molina, sino que conoce a tres compafieros que, como lL, formar parte de la biografia espiritual asidtica: Rodolte Aquaviva, Francesco Passio y Michele Ruggieri. Apenas dos afios més tarde, el 29 de marzo de 1578, parte rumbo a Goa. En la India, mientras termi. na los estudios obligatorios para su ordenamienio, pasard “cuatro afios ya se observa lo que va a ser su-modo hacia el “oi Ss observacién par ticipante, conocimiento “in situ” Jun eapiria critico,-pero respetuoso, due le acompafiarén mientras viva. Sin embargo, a pesar de su adapta- Gi6n a aquellas tierras, Ruggieri reclama su presencia en Chi Puerto de Macao Megar4, enfermo, el 7 de agosto de 1582, Unos meses después, en diciembre, recibirin en la “Casa de San Martin” una insdlita peticién del virrey de Kuang-tung: desea ver un | que Ricci ha trafdo desde Goa; a camibiO—promete a Valignang— 4 instalarse en su ciudad (Shiuhing 0 Sciauquin, como escri- construir en ella un par de casas permanentes. El cese del wirtey acab6 con las ilusiones de los jesuitas Ruggieri, Mendes y Passio, que debieron volver ala casa de Macao tras solo cuatro meses de asen’ tamiento. La senda, sin embargo, estaba abierta y, con ella, la sorpre- Sa servida: el P. Mendes, compaiiero y enviado de Valignano, desembarca en Macao cubierto con la tfpica y larga vestimenta china, La “chinizacién” de la Compaiifa no habia hecho mas aque comenzar,_ Ge ta lengua china y su ealigrafia, trea a la que Ricci se dedica es =p lt te al ato cn Punto esencial de la evange- lizacién ticciana, comtenta; no ObStinie, metincc Ia adaptaci6n del “estilo bonzo”. El mismo Ricci, en carta al Emperador de 1588, deno. mina al Papa como “Gran Bonzo” y ellos mismos se Maman “bonzos de India” (Tianzhu guo) ®, 2 2: Gemet, “La politique de conversion de Matico Ricei en Chine”, en Archi es des Sciences Sociologiques des Religions, 1913, t. 36, p. 72 MISIONEROS EN CHINA 335 Por otra parte, tanto él como Valignano y Ruggieri siguen redac- tando la biografia de Francisco de Javier, cuyos capitulos de China se publican en 1582 bajo el titulo de Tratado de las maravillas de China. En ellos, con la sistematizacién propia de la Orden, se adelanta un per- fil socio-cultural basado en “siete puntos de excelencia” y “cinco des6r- denes”. Su sometimiento a un solo mando, la aceptacién y pago de impuestos, la extraordinaria fertilidad de la tierra, la riqueza y abun- dancia de sus minas, la frescura y la paz que se respira (“al punto que se dirfa una cosa pintada més que producto de la naturaleza”), la indus- triosidad de sus habitantes y, por ultimo, su gobernabilidad y pacifis- mo son caracteres que “maravillan” a los jesuitas. Pero la fuerza de la creencia irrumpe en este bello panorama cuando escriben: “les falta lo principal, que es cl conocimiento de Dios y de Ja santa religién”. Asf, de un golpe y merced a su misma y esencial fe, los Padres construyen una intrinseca relacién de causalidad con la que traspasan dos planos existenciales que resumo en el “desorden” cine Tienen) vicios enormes, como el vicio contra natura o los exce- sos de la gula, hasta el punto de que, aunque estén muy bien dotados para la prudencia y la discrecién en el gobierno, sin embargo son torpes y estén ciegos en lo referente al conoci- miento de Dios, el bien de sus almas y las cosas del otro mundo. Los limites rigidos de la creencia, de la que ha hecho su ser y estar el misionero, le imponen_unas fronteras dificiles de casar con el res- peto y de traspasar con el simple acercamiento. Desde otra perspec va es interesante notar que, a pesar de esta tensién de valores, Ricci se siente atrafdo por muchos aspectos del “otro”, aquéllos que, preci samente, no interfierén com Tas exigencias dé su ser-misionero. “Ta suerte iba a ayudar a los jesuitas. A las pocas semanas de la expulsion de Shiuhing un guardia del palacio del virrey les comunica que si lo desean pueden instalarse en la ciudad. Alli llega Ricci el 10 de septiembre de 1583. El y sus compafieros son recibidos por el gober- nador Wang P’an, quien, al verlos vestidos de bonzos, los toma bajo su proteccién y les permite construir una iglesia que, al modo chino, bautizan como el “Templo de la Flor de los Santos”. Aqui comienzan su andadura y su contacto con las gentes del lugar, quienes obviamente les consideran sumamente extrafios incluso a pesar de sus vestidos. La alteridad inicia su juego y al poco tiempo los acusan de robar nifios para comérselos. 336 BEATRIZ MONCO REBOLLO. Felizmente el malentendido pronto se soluciona, pero creo que es indicativo el ver que la diferencia, en esos momentos, configura patro- nes de conducta que “obligan” a crear determinados juicios morales y visiones del mundo que se yerguen como fronteras y separadores, En cl caso que nos ocupa la falla es ademds inmensa, sobre todo si con- Sideramos que su distanciamiento no es s6lo exterior, sino tan profun- damente arraigado que, creyéndose poseedores de la Verdad, se desea Pasar al otro lado pero no para quedarse alli —tal vez ese fue uno de los problemas de Ricci— sino para traer a su orilla aun “otro” que Puede estar plenamente satisfecho de vivir en la suya. Tal vez por eso, fa primera conversidn ticciana es la de un lesprotegido a punto de monir abandonado por sus parientes. No es raro, dados los valores fami. liares chinos, que este pobre enfermo cambiase su creencia Por un poco de caridad y consuelo. No obstante, los jesuitas saben (de hecho le han experimentado) que no se llega al coraz6n de los hombres por un tinico : camino“, y acaso éste fuese el mayor éxito de Ricci: acercarse a cada cual por aquel camino que més le agradase; al fin y al cabo el acer, Camiento es primordial para transformar. ¥ Ia primera forma, el modo casi_por antonomasia que le p Te mite a Ricci aproximarse es el cient Al respecto escribe Trigault: ae 1 Etendit done cette description (se refiere a un mapa cos: mogrifico) en un champ plus ample, afin qu’il pat aisément Contenir les caractéres chinojs... et ajouta non les mémes anno- tations, ains (mais) d’autres selon Vhumeur des chinois et con. venables & son intention; car, od ill venait & propos en divers Tieux, traitant des coutumes et cerémonies de diverses nations, il discurait des mystores saerés de notre trés saint foi jusqu'ay femps present inconnus aux chinois, afin que sa renommée s°é. Pandit en peu de temps par tout le monde (1), De este modo, Jos libros primero y Ia cartografia después tienden isidn entre Ricci y el gobernador Wang P'an, El Jesuita dedica todo su tiempo a ensetiar y explicar mapas Tos letra. dos chins, a discutir con ellos de filosofia y astronomia porque 10 Es interesante el mensaje que al respecto oftece el jesuita José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias. México, RCE., 1940, ciate’ Ricei & Nicolts Trignult, Histoire de (Expedition Chretienne au Royaume de 4 Chine (1562-1610). Inwoduccién de loseph Shih (8.1), Pars, Deselee te Bronwer, 1978, pp. 239-240, MISIONEROS EN CHINA. 337 —escribe— “en aquel tiempo no se hubiese podido encontrar una inven- cién més adecuada para disponer a este pueblo a recibir los misterios de nuestra religi6n”, al fin y al cabo, —como él mismo aclara—, “segiin la disposicién divina, para atraer a un pueblo a la fe de Jesucristo, no siempre se ha utilizado el mismo medio”, Pero a pesar de este acercamiento “a lo cientifico”, el salto defi- nitivo de la conversién lo dan muy pocos: apenas unas cuarenta per- sonas en tres afios de permanencia en China. La aproximacién fisica y exterior es facil, la intelectual relativamente sencilla, pero la ético-moral y, sobre todo, la creencial-religiosa es un camino si no imposible, si arduo y trabajoso. Los diferentes ethos apartan los cora- zones y los distintos sfmbolos religiosos generan incluso aborrecimiento y rechazo. {Qué esperar —se preguntan los chinos— de unos hombres cuyo supremo Dios es un crucificado?. Ricci, a pesar de ampararse en la voluntad divina, conoce otros casos de la Compaififa. Ve dificil el camino directo de evangelizacién y, por tanto, con un despliegue mental sin precedentes, rodeando la barrera religiosa, ya no s6lo g ma en un “otro” sin dejar de ser é1 mismo. “otra pater To hace en una direcci6n en fa que encuentra mayor aco- modo, mejores amigos y, sobre todo, plena satisfaccin personal y cre- ativa. Sin embargo, no se contenta con compa i de algunos chinos. Hombre perceplivo y con Gude los bonzos HOSA queridos por el pueblo y que son los confu- cianos quienes, a través de la ciencia y el respeto, le pueden dar la ‘lave que abra el camino de. evangelizaciGn, El acercamiento le exige la elaboraci6n_de puentes_y transformaciones personales; entre ellas, un vestido de seda roja ribeteado de un azul claro en las bocaman- gas, los pufios y el cuello; zapatos de seda bordada, cinturén rojo y un sombrero con alas; finalmente, el_tocado Heva un “sutumpo”, u velo negro que cae hacia atras. También cambia sus costumbres: viaja en palanquin, se acompafia de escribano y servidores e, incluso, mara- villard a los chinos dejando crecer una hermosa barba, larga y espe- a, Los amigos que le rodean ya no son los pobres, sino aquéllos que sori ‘compartir inquietudes y conocimientos: Kin Taisu (Ch’u Taisu) y Kien-ngan son un buen ejemplo. Ricci destruye fronteras demo-_ liéndose a sf mismo; primero su fisico, luego sus modos: hasta su — 338 BEATRIZ MONCO REBOLLO nombre, transformado en Si-Tai en sus inicios (2, pasar a ser, ya para siempre, Li Mateu 3), Pero, como dije antes, 1a tensién entre su identidad misional ysu anhelo de comprensién lo constriien y obligan a continuos giros, a Sucesivas transformaciones, a reiterados abandonos de aquello que, en definitiva, es el eje de su vida. No es extraito que critique, a veces acerbamente, las ideas del budismo que él mismo habja representado, Pero tampoco Io es la tentativa sincrética que realiza entre el confu- Cionismo y el ctistianismo, Nuevamente aqui Ricci homologa mundos, los une mediante sf mismo; el esfuerzo intelectual y la ciencia son sus Gnicas armas. El fin es ¢l encuentro pleno con el “otro”, Pero su pre- gio es la vivencia en la ambigiiedad. Todo transforma a Ricci en un campo de fuerzas vivo. EI pensa- miento humanista, su conocimiento cientifico, el ser evangelizador y el encontrarse con un “otro” que, atin sin compartir su doctrina, le atrae y fascina como ninguno, tiran de él como vectores de distinta fuerza ¥ Signo que s6lo pueden equilibrarse en el campo de lo sincrénico y sinerético, Ast, el Tratado de la amistad primero y La verdadera doc- trina del Sefior del Cielo después son productos de ese dificil unificar To que, en realidad, no es totalmente equivalente, sobre todo si lo per- cibimos desde la perspectiva que, obli igatoriamente, debe tener un misio- nero. En palabras de Etiemble: Ricci desea admirar a Confucio y al confucionismo, a condi: cin de considerarla una doctrina modesta, imperfecta, carente de Dios, de alma inmortal y de cualquier dogma. Simplemente olvida que cargado con el peso de un alma inmortal, conftndi. do con dogmas y con mistetios, obligado a creet en un dios sreador, el fil6sofo Confucio serfa todo lo que quisiese, menos Confuciano. Tal vez: serfa un humanista cristiano (4) Biectivamente, lo que podrfamos llamar “modo ricciano de evan- Belizacién” pasa por una cristianizacién de Confucio no exenta de pro- blemas. Problemas, ademds, que se generan desde la Optica cristiana: nice mgganen sus riers amiaores en azn au calidad de mone busta. Taducido significa “Sabio de Occidente” neues sinizada de su nombre y apelio, En lengua china no existe“ y Jos nom: bres propios no tienen mas de tes silabas. 1M René Eiemble, L’Europe chinoize. Pcs, Gallimard, 1988, p. 257, MISIONEROS EN CHINA 339 On a suggeré que cela risquait d’alterer la pureté de la doctei- ne chrétienne, alors qu’une approche plus nettement religieuse pourrait permettre aux missionnaires d’evangeliser directement les masses et de faire ressortir la spécificité du christianisme (9, Esa cristianizacién de Confucio parece anclarse slamente en el deseo de Ricci, acaso porque esa es la estancia mental que prefiere. La raz6n cientifica —en este caso la filosoffa natural— es la morada en la que atentia sus propias dudas y le permite crear un espacio sere- no, sin fisuras ni alteraciones, una “communitas” de individuos (a lo Turner) que, como él, saben que las fronteras son mentales y que el conocimiento y la amplitud mental son excelentes pértigas para sal- tarlas. Pero, repito, la fuerza vital de Ricci Je viene dada por su cre- encia religiosa; aquélla que le impulsa a evangelizar al “otro”, pero que, ala vez, demora e incluso detiene los pasos para el acercamien- to y la comprensién total. Esta fisura entre dos concepciones del mundo s6lo puede paliarse —intuye Ricci— mediante un esfuerzo de creati- vidad mental aunque ello suponga, de nuevo, dividir el_propio ser. ex originalidad creativa de Ricci es un_ problema Kermenéutico, y ragmatico, es decir, de ipterpretacién~y use-de una doi nila, que, @ su parecer, ho-estaba delimitada det modo charo-ypiveis La €t€ (escribe) d’un grand avantage d’attirer 4 notre opinion Ja part principale de la secte des lettrés, qui tient & Confutius, interprétant en notre faveur une ou l'autre chose laissée par Jui dans V’incertitude en ses écrits. De la sorte les nétres ont gagné une grande bienveillance de la part des lettrés, qui n’a- dorent pas les idoles En otro sentido, y puesto que conoce la inflexibilidad del dogma, su creacién se encamina a rellenar huecos del confucionismo, doctri- na que valora como una filosofia basada en la ley natural y acorde con aspectos importantes de la moral cristiana, y que le permite llegar y conocer tanto a las élites chinas como los fundamentos de su cultura. En una de las cartas dirigidas a Passio en 1609 escribe cémo los con- fucianos siguen “la ley natural tan fielmente como en nuestro pais”, lo que permite descubrir “pocas cosas contrarias a la ley de la razén” 15. Joseph Shih ($.1), Invoduccidn a M. Ricci & N. Trigault, op. cit, p. 18 16 Pasquale D'Elia, Storia dell’introducione del Cristianesimo in Cina, Scritta da Matteo Ricci. Roma, Lib, dello Stato, 1942-1949. (La presente cita en 1942, p. 709n). 340 BEATRIZ MONCG REBOLLO- = +__—__BEATRIZ MONGO REBOLLO Tales motivos —aduce Ricci— s6lo llevan a una conclusién realmen- te revolucionaria para la ortodoxia evangélica: Nous pouvons espérer que la misericordie divine a permis que beaucoups de leurs ancétres soient sauvés par observance de Ia loi naturelle avec l'aide que Diew leur a accordée dans sa grande bonté (, En 1595 Ricci parece seguir pasos seguros cuando el ilustre Si-Yé Ie pide ayuda para su hijo. En Nang-Chang visita al virrey, al que Puede hablar sin arrodillarse, y, de boca en boca, lo aclaman como hombre sabio. Este nuevo atributo lo convierte en moralista y le per- mite otro nivel de acercamiento mas acorde con la ensefianza cristia- na. Asi, aprovecha su fama para predicar los fundamentos de la doctrina ¥; en sus palabras, los confucianos “sentian tanta alegria que derrama- bban lagrimas como si fuese yo quien Ia habia descubierto”. Mas, de nuevo, el Ricci-humanista ateméa al evangelizador y otorga la vor al Ricci-racionalista: “En estos inicios, parece preferible comenzar con las explicaciones que se basan sobre la razén”, Su fama llega pronto a ofdos de Kien-ngan, familiar del empera- dor, que le abre las puertas de las élites politicas y letradas. Al tiem: po, Wang-Chong-Minh, presidente del Tribunal de Ritos, le invita a dirigirse a Pekin con motivo del cumpleafios del emperador Wan Ricci acepta y ya “in situ” ofrece los primeros datos etnograficos que, desde Marco Polo, se tienen sobre la Ciudad Prohibida. Motivos pol ticos le hacen regresar a Nanking donde se codea con los més gran- des letrados de China, Alli, Li-Zhi 8) escribe: “Es un hombre notable. Extremadamente refinado en su interior y de lo mas simple en su exte. ior..Entre todas las personas que he visto no tiene parang6n... Todos Ic son inferiores” Parecerfa l6gico que esta visiGn tan positiva de Ricci limase todas las aristas que, como he mencionado antes, son propias de la alteridad y del ser-misionero. Sin embargo, al igual que le ocurre a Ricci y aun 17 Ibidem, p. 386, 18 Li-Zhi (1527-1602) nacié en una familia de mercaderes de Fujiam, Podria consi- derirsele un hombre de pensamiento flexible en cl sentido de que su obra (y él mistno) aban. dona In presin de la filosoffa ortodoxa tan comiin en la época Ming. Asf, se vineula con la denominada “Escuela de la Tequierda” que, desde un cierto extremism, se inspira mis en las costumbres y el pensamiento popular que en la docirina de los letrados. Puede verse el capitulo XXI de J. Gemet, op. cit., 1991. MISIONEROS EN CHINA 341 siendo Li-Zhi un hombre de muchas moradas, hay un punto donde no existe convergencia: el filésofo no puede considerar que Li Mateu, per- sona sabia, de inteligencia precisa y abierta, encierre en su polifacéti- Co ser una exigencia tinica, excluyente e incompatible. Dicho de otro modo, el fil6sofo chino carece de criterios para entender que, en defi- nitiva, “el misionero esté entre el dogma y la cultura” “, Por ello escribe: Pero no sé bien qué ha venido a hacer aquf. Pienso que seria demasiado estipido por su parte que quisiese sustituir las ensefianzas del duque de Zhu y de Confucio por las suyas pro- pias. Por consiguiente, no debe ser eso @, Obviamente si cra eso. Ademés, la jerarqufa jesuita, desde fuera, calla y espera, No en vano hay que recordar que se mantuvo en China hasta su supresién en 1773 y que el Padre Adam Schall von Bell (1592-1666) era director del Servicio Astronémico de Pekin en el momento de la conquista manchti. En realidad, hablar de evangeliza- cién en China es recordar a la Compafiia de Jestis. Sin embargo, a pesar del silencio 20), desde Macao Iegan periédi- camente objetos europeos a manos de Ricci. Tanto él como sus supe- riores tienen las miras puestas en Pekin, y los relojes, cuadros, espejos Y mapas, técnica y ciencia en una palabra, serén Jos caminos hacia la capital del Imperio. Una ruta, por otra parte, que comenzaré el 18 de mayo de 1600, pero que contard con una nueva e imprevisible barre- ra: el eunuco Ma-tang. Es sintomatico que Ricci comente, con desconcierto palpable, el encuentro con el cunuco @), Hasta este momento las relaciones con os chinos se habfan mantenido en un grado medio que les permitia convivir sin excesivos problemas. Sin embargo, a partir de su legada a T'ien-Tsin, Ricci vive en su carne las dificultades que conllevan la diferencia y distincién extremas: Ma-tang le arrebata los presentes del 19 Carmelo Lis6n, Individuo, estructura y creatividad. Madrid, Akal, 1992, p. 68. 20 Jacques Gernet, Chine et Christianisme. Action et Reaction. Paris, Gallimard, 1982, p. 30, 21 De hecho, a partir de la transformacion en la vestimenta y costumbres de algunos Jesuitas de Japén y China, en Europa se iban a forjar Ins bases de la famosa polémica de los “ritos chinos”. La Compafia misma se iba a debatir entre la ortodoxia y la heterodoxia cen el evangelizar. 22 Lo hace en su Historie de U'expedition chretienne au Royaume de la Chine, op. cit., cap. XI, pp. 445-463, donde el cunuco es llamado Mathan. 342 BEATRIZ MONCO REBOLLO- IIE MONCOPRBOUEO rey, lo zahiere ¢ incluso le hace prisionero durante meses. El jesuita experimenta asf, directamente, algo que parecfa haberle pasado desa- percibido. Anteriormente, el 13 de septiembre de 1584, habfa escrito: “el poder y estado de la China més se funda en la multitud de gentes € ciudades y buena governacién que en los muros y fortalezas...” @). Ahora, seis afios més tarde, comprueba cémo s6lo conoce una pequefia Parte de la estructura politica, Es curioso que en su relacién epistolar no mencione a los eunucos como estrato de poder, ya que son ellos quienes realmente gobierman China gobernando a su emperador. Unas Pocas Ifneas ayudarén a situamos en el contexto en el que ahora se encuentra Ricci. El origen del poder de los eunucos reside en un gobiemo autori- tario, muy centralizado y ciertamente practicante del secretismo poli- tico, Fue concebido como cuerpo de servidores de carécter doméstico ¥ privado al dedicarse a los asuntos que se referfan al emperador de un modo directo. Asi, estaban al mando de la Guardia de Palacio (lo que les permitfa acceder a altas funciones militares), se encargaban de gestionar los talleres de abastos de lujo y controlaban los tributos envia- dos por las provincias y los paises extranjeros. (Esto ditimo es, preci- samente, lo que permite detener a Ricci). Vemos, pues, que el control de los talleres y del tréfico de mercancfas les proporciona una fuente considerable de riqueza y poder, lo que, a su vez, les ayuda a adqui- Hr una extraordinaria influencia sobre el sector autécrata que descontia de otros cargos provinciales designados por el poder imperial 2, La corporacion de eunucos fue creacién expresa de los Ming, espe- cialmente de su fundador Hongwu (1368), quien les prohibi6 bajo pena de muerte aprender a Ieer y a escribir ¢ incluso participar en politica. A pesar de estas medidas, cincuenta afios més tarde los eunucos con. trolaban toda la administracién, decidian sobre todos los nombramien- tos de funcionatios, tanto centrales como provinciales, y, sobre todo, dominaban a la policfa secreta, un cuerpo especial que se erigié como tuna de las armas més terribles, sangrientas y eficaces de los Ming y que, como “Guardias con traje de brocado”, habian sembrado el terror 23. Carta resefiada por C. Sanz, op. cit. Coresponde a Relacién de Juan Baptista Romén, actor de las Islas Philipinas en Macdn, escrita en “Janguin a trece de septiembre de sil uinientos ochenta y quatro”. 24 Vease J. Gemet, op. cit. 1979, MISIONEROS EN CHINA 343 desde la era Hongwu. Posteriormente cambiarian de nombre, pero no de funciones. En el caso particular de Ma-tang confluyen varios aspectos. Por un lado, su poder omnimodo, propio del grupo al que pertenece. En segun- do lugar, el mismo contexto politico del momento, con un emperador (Wan-li) que a sus 37 afios apenas gobierna: el lujo desmedido, el ocio, as mujeres y una obesidad monstruosa parecen ser las catacteristicas de su vida, Por tiltimo, Ma-tang no puede encontrar en Ricci al “seme- jante” que hallan Ios letrados. El eunuco no tiene nada en comin ni con el jesuita ni con el resto de funcionarios que, por lo general, pro- venfan de familias de letrados del bajo Yangzi y del norte del Zhejiang Por el contrario, el misionero es la representacién de lo rechazable, el extrafio que repele y asusta, pero ademas para el eunuco es, precisa- mente, aquella imagen (letrado confuciano) que sf conoce (es de su cultura), pero que odia: Ricci, como decfa antes, es el sabio, el hom- bre de letras “a Jo chino”. A decir verdad, si miramos a la orilla china, Ricci es un total con- trasentido: vestido, como ya sabemos, con las distinciones de los letra- dos, hablando Ia lengua mandarina, con conocimientos dignos de admiracién, codedndose con las élites intelectuales del pais, etc. etc. Pero, al tiempo, con un fisico totalmente europeo, barba densa y lar- guisima, predicando cosas ininteligibles y, sobre todo, con un interés por aquella cultura que no parece tener explicacién salvo —como acusa Ma-tang— que Ricci sea un brujo que desca encantar al emperador mediante sortilegios. Para beneficio del jesuita en Pekin existe curiosidad por ver sus regalos y Wan-li lo lama ante sf. Los obsequios le agradan y, ademas, el extranjero le ha asegurado por escrito su desco de contarse, para el resto de su vida, “entre el nimero de vuestros subditos”. Pero Ricci se encuentra, otra vez, a caballo entre varias concepciones ¢ ideas: él, que es misionero, aparece como letrado y asf viste, lo que para un chino es signo de confucionismo. Por el contrario, la madre del Emperador es una ferviente budista y el contraste pesard sobre Ia ima- gen de Ricci en la Corte. Ademés, su posicién con Wan-li tampoco es muy clara. El reloj que le obsequia Ricci parece maravillarlo, pero en el mismo grado le asquean los huesecillos del relicario que le regala. No es extraiio que sus hombres de confianza escriban en un informe: “Han traido los huesos de los Inmortales. {Como si alguien que subie- 344, BEATRIZ MONCO REBOLLO. SOO Se al Ciclo no se Hevase también sus huesos!”. Los sentimientos del Emperador son dispares. El no conoce al extranjero (raz6n pot Ia que Ordena pintar un retrato) salvo por los informes de los eunucos, por ello requiere de sus mandarines una opinién sobre el jesuita; juicio, or otra parte, que no serfa muy halagtiefio para Ricci. Finalmente, dado el asunto del relicario y que, en su opinién, las novedades pue. den traer desgracias, los mandarines aconsejan a Wan-li: Consideramos que no hay que recibic estos presentes, ni per- mitir a Li Mateu permanecer en Pekin, sino que hay que devol- verlo a Cantén, donde los mandarines Io embarcarén para st ais, si lo consideran oportuno” Pero, como ya es habitual, la ciencia ayuda a Ricci: dado que es el tnico que sabe hacer funcionar el reloj con el que ha obsequiado al Emperador, Wan-li le permite permanecer en Pekin, Si Matteo Ricci hubiese podido pertenecer a un s6lo mundo (el de |a ciencia) el Imperio chino se le habria rendido definitivamente, Pero su Ser misionero le impide el asentamiento y su fe le imposibilita el

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