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regulación.
Grado académico del trabajo: Trabajo de Máster, Universidad de Oviedo.
Autor: Borja Manuel Herías Fernández.
Es decir, la reticencia o la incomodidad para tratar con la apatridia deriva del hecho de
que es una anomalía, un hecho anormal, tanto desde el punto de vista del Derecho
Internacional, ya que el hecho de que una persona carezca de nacionalidad (ya no
digamos poblaciones enteras) es difícilmente reconciliable con la idea de la universalidad
de los derechos humanos y con la declaración en el artículo 15 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de la existencia de un derecho a la nacionalidad,
como desde el Derecho interno de los Estados, ya que la apatridia quiebra el principio
clásico de sujeción de los ciudadanos a la soberanía estatal puesto que provoca la
situación de que haya personas que, en principio, no están afectas al imperium de ningún
poder estatal.
Esta situación claudicante entre los ordenamientos internacional e interno da lugar a este
elemento anómalo que es la apatridia. Un elemento anómalo que, sin embargo, todavía
no ha podido ser desterrado. En lo referente al concepto de la apatridia, a priori definir el
fenómeno de la apatridia parece algo bastante sencillo: al fin y al cabo, hay una definición
legal de apátrida en un instrumento convencional internacional.
El documento menciona que la definición según el derecho internacional de quién es un
apátrida se encuentra, como se mencionó, en el artículo 1.1 de la Convención sobre el
Estatuto de los Apátridas de 1954, en el que se señala que: “A los efectos de la presente
Convención, el término "apátrida" designará a toda persona que no sea considerada como
nacional suyo por ningún Estado, conforme a su legislación.”
En este sentido, la aparición de la apatridia como fenómeno masivo a principios del siglo
XX hizo que la Comunidad Internacional se enfrentara por primera vez a una situación
que en sí misma es una violación de los derechos humanos de las personas. La
respuesta de la Comunidad Internacional, a través de la Sociedad de Naciones primero, y
de Naciones Unidas y las Organizaciones Internacionales de carácter regional después,
fue identificar dos objetivos claros en la lucha contra la apatridia: - la mejora de la
situación de las personas apátridas otorgándoles un estatus jurídico - la prevención de la
apatridia.
En relación con eso, la universalidad de los derechos humanos solo se verificará, según el
estudio, reconociéndolos no como dádivas de los Estados, sino como parte de la
condición de personas. Ante la “crisis de la soberanía”, el derecho internacional de los
derechos humanos debe prevalecer en la construcción de una nueva realidad jurídica en
la que se protejan especialmente aquellos individuos más vulnerables, incluidos los
refugiados, asilados, apátridas y desplazados, entre otros. Los Estados deben tomar las
medidas necesarias para reducir la apatridia y evitar el riesgo de violaciones a los
derechos humanos.
El apátrida es, entonces, aquel individuo que carece de nacionalidad. Como se señala la
investigación, existe un vínculo estrecho entre la posesión de una nacionalidad y el
ejercicio fáctico o real de los derechos humanos. Los Estados, por regla general, al menos
normativamente, enuncian la protección y la garantía de derechos para nacionales y
extranjeros. En consecuencia, los apátridas son sujetos en una situación de marcada
vulnerabilidad, al no contar con ningún Estado que les brinde protección. Al no ser
nacional de ningún Estado, están privados de la condición o estatus político.
En tal sentido, el problema de los apátridas comenzó a cobrar interés para la comunidad
internacional durante el siglo XX. La Primera Guerra Mundial generó una ola de
refugiados en Europa, además de la desintegración de varios imperios, con el surgimiento
de nuevos Estados, nuevas fronteras y nuevas nacionalidades, muchas enmarcadas en
nacionalismos etnocéntricos. No es sorpresa que en esta época se hubieran creado
diversas leyes de desnacionalización o desnaturalización tras perder la nacionalidad de
los Estados desaparecidos, no hubieran sido elegibles para la nacionalidad de los
Estados nuevos o hubiera sido directamente privados de ella, con lo que surgieron
numerosos apátridas.
Según el análisis del estudio, existen posibles causas para la apatridia. La mayoría tiene
una naturaleza jurídica y podemos destacar los conflictos de leyes (cuando la legislación
sobre nacionalidad de un Estado entra en conflicto con la legislación de otro, dejando a un
individuo sin la nacionalidad de ambos); la pérdida, por disposición legal (en algunas
legislaciones, el abandono del territorio o la intención de adquirir otra nacionalidad puede
ser causa de pérdida de nacionalidad) y la desnacionalización (remoción de la
nacionalidad en casos de traición, deslealtad o perjuicio al Estado). Otras causas se
configuran con la sucesión, unificación o disolución de Estados; la transferencia de
territorio o soberanía, y la separación de partes de un mismo territorio.
Título del trabajo consultado: La incertidumbre de los invisibles. visibilidad de las
personas apátridas.
Grado académico del trabajo: Trabajo de Fin de Grado, Universidad de Zaragoza.
Autor: Stefany Castro Garzón.
El problema de la Apatridia es uno de los menos conocidos y abordados que afronta
actualmente la Comunidad Internacional. La posesión de una determinada nacionalidad
es prerrequisito para el ejercicio de ciertos derechos básicos de la persona, como el
acceso a la educación, a la asistencia sanitaria, al trabajo, a la propiedad, a la libre
circulación, al ejercicio de otros derechos civiles y políticos, y, en última medida, a recibir
asistencia y representación a nivel internacional.
Pero según ACNUR y la Oficina de Asilo y Refugio estiman que hay al menos 12 millones
de personas alrededor del mundo que son apátridas (ACNUR, 2014). El término “apátrida”
es concebido como el “laberinto de los desamparado” en el que esta población sin
identidad legal continúa albergando esperanzas y luchando incansablemente por
recuperar su lugar en el mundo (ACNUR, 2006). Entonces, si la Declaración Universal de
Derechos Humanos decreta que todas las personas tienen el derecho a una nacionalidad
¿Por qué sigue habiendo casos de apatridia? ¿Cuáles son las causas y consecuencias de
tener la condición de apátrida?
En este sentido, las migraciones son un fenómeno global que se dan en todos los
continentes del mundo. En sentido más amplio, una migración es el desplazamiento de
una persona o conjunto de personas desde su lugar habitual de residencia a otro, para
permanecer en el durante un tiempo o indefinidamente. Lo hacen con la intención de
satisfacer alguna de sus necesidades básicas, por motivos relacionados con el trabajo, la
familia, los estudios o conseguir una determinada mejora. No obstante, las migraciones
son también impuestas, forzadas e inducidas (Giménez, 2003).
Esto conlleva a vivir en la clandestinidad o ser detenidas (Giménez, 2003). Por otro lado,
la protección de las personas y colectivos desfavorecidos ha trascurrido históricamente.
No obstante, ha sido un proceso muy lento y no lineal. La lucha contra la erradicación de
la apatridia todavía es un reto importante en el siglo XXI.
Estas personas no solamente están indocumentadas, sino que tampoco figuran en los
censos de población nacional, siendo ignoradas por las autoridades. A efectos legales
simplemente no existen. No obstante, ACNUR y la OAR11 estiman que actualmente hay
más de 12 millones de apátridas en el mundo. Se puede decir que la apatridia es una
anomalía jurídica que a menudo impide a las personas acceder a los derechos civiles,
políticos, económicos, culturales y sociales fundamentales (ENS, 2020).