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El dilema de lo actual

Ética

Anyela Espinosa, Luisa Arismendi.

27 mayo 2022

Modernidad y posmodernidad pueden ser términos distantes de nuestro entendimiento,


oímos hablar a muchas personas de ello, pero se lo dejamos solamente a los sociólogos o
filósofos. Si nos disponemos a buscar el primer término, encontramos que es un
movimiento que remite a unos procesos sociales e históricos de origen europeo,
ocasionados luego del Renacimiento; este movimiento promueve que cada persona
determine sus metas según su propia voluntad. Por otro lado, la posmodernidad abarca
movimientos literarios, filosóficos y artísticos del siglo XX hasta el día de hoy bajo la
promesa de la superación, precisamente, del pensamiento moderno. Teniendo claro los
conceptos, en este ensayo proponemos dar una mirada a todos los aspectos y problemáticas
que surgen de estos momentos, y que, por varios años, diversos autores han querido tratar.
Queremos conocer el dilema de lo actual.

El ser humano está en constante búsqueda de respuestas para entender lo desconocido; ya


que él es curioso por naturaleza. Respuestas para salir de la incertidumbre. Pero en este
momento de la sociedad, con tantas ideologías, políticas y movimientos, ya no encuentra
esas respuestas con facilidad; por el contrario, cada vez que cree haber encontrado una, el
mundo la cuestiona y la pone en el escepticismo. Empecemos por la más común de las
incertidumbres: la búsqueda de sentido a la existencia del individuo. Edward Wilson,
biólogo estadounidense experto en sociobiología y evolución, en su libro El sentido de la
existencia humana promete dar respuesta a tres preguntas que seguro todos nos hemos
hecho: de dónde venimos, quiénes somos y a dónde vamos. El afirma que esas respuestas
sólo las puede dar la ciencia, no la religión ni la filosofía. Pero todos sabemos que esto sería
muy fácil y básico para los humanos, nosotros pensamos en respuestas más trascendentales.

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Es de esta manera que creamos una construcción de pensamientos y sucesos en nuestra vida
para mitigar el eco de estas preguntas. Buscamos desaparecer la realidad con simulaciones
sobre el mundo, creando de las cosas una ilusión como afirma Baudrillard (Cf. Baudrillard,
J. 1994, 17) Como vemos, cada simulación que creamos no es una decisión al azar, lo
hacemos a plena consciencia para llenar esos vacíos que nos atormentan. Es así como
realizamos simulaciones del mundo para la construcción de la historia, un factor importante
en la ideología posmodernista. Estos pensamientos sobre la historia y la vida nos permiten
entender una línea del tiempo, donde siempre que miramos atrás vemos preocupaciones
sobre el futuro, estando en el presente peleamos por acomodarnos a lo que pasa, pero
seguimos manteniendo esa preocupación sobre lo que vendrá. ¿Por qué?, porque el futuro
es clave en el movimiento modernista. De la historia entonces nace la cultura, creando
tradiciones para que todo el mundo las imite bajo el sentido de patriotismo, una identidad
colectiva impuesta. Zygmunt Bauman, filósofo, dice “La acción conjunta no se deriva de
intereses compartidos, más bien los crea. O, mejor dicho, unirse a la acción es todo lo que
puede compartirse. (Bauman, Z. 1993, 270). Entonces confirmamos que no hay opción, es
una imposición. Además, ¿cómo identificarse colectivamente si nosotros mismos, de
manera individual, no nos identificamos?

Por un lado, no logramos identificarnos ya que como sabemos, debido a diferentes


contextos, la gente nunca se muestra tal cual es. Hay una ausencia de esencia, de uno
mismo, porque nos escondemos detrás de las apariencias. ¿Podemos llamarlo otro dilema
de la actualidad o desde siempre ha vivido con nosotros? Nuestra respuesta es que con la
historia siempre lo vamos a poder corroborar, lobos vestidos de ovejas que prometen miles
de cosas y después hay un escenario de sangre y dolor. Aunque todos en algún momento
nos hemos mostrado como quienes no somos, encontramos un ejemplo más claro en los
políticos. Ellos, por medio de un pensamiento individualista, buscan su propio bienestar y
solo tiene en mente el desinterés social; pero claro que no se pueden mostrar así, pues una
sociedad no sería tan tonta como para elegirlos sabiéndolo. Giño, giño. Los políticos
siempre se pintan como los gobernadores más interesados por el bienestar de las personas,
pero cuando empezamos a vivir sus gobiernos nos damos cuenta las verdaderas intenciones

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y personas que son. Y así se repite la historia, porque aun sabiéndolo continuamos
eligiendo pelmazos. ¿Por qué? Porque es más fácil seguir teniendo esperanza y creer en que
hay algo perfecto, que resignarse a lo contrario, aunque todos sabemos que lo perfecto no
existe. Baudrillard en su texto El crimen perfecto, nos habla de estas apariencias y que allí
entra también la razón y es por eso por lo que no existe un crimen perfecto. Ella se encarga
de adormecer la exclusividad moral del sujeto; la racionalidad se concentra en tomar
decisiones correctas pero la moralidad no necesita de eso, porque hay una responsabilidad
que la precede, que no necesita de razones para hacer el bien, es un deber. Conocemos la
consciencia, la llama como una extremidad fantasma del mundo que busca transformar esa
fantasía justificada. Pero que transformarlo no puede ser posible, porque eso es una ilusión.
El mundo es un simulacro, y los humanos somos parte de él, nunca un personaje será mas
grande que ese simulacro; por lo tanto, el humano no puede ser superior a ese
simulacro/mundo en el que vive. Esa es la ilusión. (Cf. Braudillard, J. 1994, 13) Es por eso
por lo que siempre hay una lucha con la verdad, y como lo mencionamos al principio de
este ensayo, estos tiempos lo que han hecho es dilatar esa búsqueda. La modernidad y
posmodernidad han traído muchos cambios, con ellos avances tecnológicos, inteligencia
artificial, virtualidad, etc. Que siguen contribuyendo a esta ilusión y no permiten que se
presente la verdad consoladora.

Otra cuestión importante en este momento es la de la moralidad. La moral se refiere a las


normas y costumbres que consideramos como buenas con el propósito de dirigir y juzgar a
una comunidad. Teniendo clara esa parte, muchos autores consideran que la posmodernidad
ha contribuido al desplazamiento de ese yo moral debido al individualismo del que
hablábamos anteriormente, al no compromiso con los demás. Zygmunt Bauman en Ética
posmoderna también habla de esto y compara a las personas de hoy en día como a un
vagabundo y un turista. El vagabundo como alguien que camina sin rumbo por diferentes
lugares y sin consciencia del tiempo; el turista, por otro lado, como alguien que hace esto
mismo, pero con el privilegio de que el mismo lo escoge, además que es más estético (Cf.
Bauman, Z. 1993, 274). ¿Pero cuál es la relación con el yo de ahora? Es la fórmula de vida,

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en un espacio físico parecemos estar cercanos, pero en el espíritu somos personas lejanas,
que no se comprometen y no se responsabilizan moralmente. Algunas personas lo hacen sin
más, sin querer ocultarlo, ya que otro aspecto es que bajo la desnudez de la verdad muchas
personas justifican el descaro. Otros simplemente hacen lo que otros hacen y así esparcen el
pensamiento que entonces es por eso por lo que todos pueden hacerlo. Es así como
Bauman dice “Al final del ambicioso proyecto moderno de la certidumbre moral universal,
de legislar la moralidad de y para los yos humanos, de sustituir los erráticos y poco fiables
impulsos humanos por un código ética socialmente avalado, el yo sorprendido y
desorientado se encuentra solo frente a los dilemas morales, sin elecciones adecuadas-y
mucho menos obvias-, frente a conflictos morales sin solución y la penosísima dificultad de
ser moral” (Bauman, Z. 1993, 283). Sin embargo, él también nos regala una esperanza y es
que tal vez esa consciencia moral no haya desaparecido del todo, sino que a causa de lo que
vivimos, de lo que imitamos y pensamos, simplemente esté apagada y sólo necesitemos de
activarla. Es necesario que lo sepamos, es imperativo que cada persona se vaya haciendo
consciente de su parte moral y empiece a actuar con ella.

En conclusión, la sociedad siempre está cambiando y con ella un sinfín de cosas. El dilema
de lo actual no es sólo una cosa, son muchos aspectos y comportamiento que estamos
poniendo a duda. Es necesario que las personas no sólo vivan y acepten las ideologías que
van apareciendo, sino que las cuestionen; necesitamos de una reflexión. Para responder a
esos dilemas que tratamos en este texto, vemos que hay que iniciar con el sentido. Se trata
de introspección y tiempo con el yo, de hacer conscientes las acciones y posiciones que
tomamos en el día a día y así poder conocer qué realmente somos nosotros y cuáles son las
apariencias que hemos adoptado. Para traer la responsabilidad moral y el compromiso con
los demás debemos dejar a un lado las ilusiones y atraer la verdad. Saber que no es posible
solamente exigir derechos excluyéndolos del deber y que no simplemente vamos a un lugar
o hablamos con una persona sin provocar un efecto. Ahí es donde debemos invocar el
conjunto del ser con la moralidad, uno no está despegado del otro, aunque muchas personas
lo hayan querido mostrar así. Empezar por la consciencia individual es contagiar al mundo

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de ella. No continuar imitando lo que todo el mundo hace, que sea común no quiere decir
que sea normal. Cuestionar, reflexionar y actuar. Ese es el orden, no lo contrario.
Finalmente, siempre van a haber dilemas, es así por naturaleza; pero está en cada uno
encontrar el mejor camino o estilo para pasar por este contrato, el mundo; y dependiendo de
esto, ayudar a los demás personajes por su paso en el planeta.

Bibliografía

Wilson, E. O. (2021). El Sentido de la Existencia Humana El Sentido de la Existencia


Humana. Gedisa.

Baudrillard, J. (1994). El crimen perfecto.

Bauman, Z. (2016). Ética posmoderna. Siglo XXI. Panorama general: el comienzo está al
principio.

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