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MAESTRÍA EN ARQUEOLOGÍA DEL NEOTRÓPICO

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MÓDULO 10

ARQUEOMETRÍA, ANÁLISIS DE FUENTES DE MATERIAS PRIMAS


Aurelio Álvarez Pérez
Universidad Autónoma de Barcelona, 08193 Bellaterra, Barcelona, España
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1. La Arqueometría y las Ciencias analíticas.

El arqueólogo se adentra en los sucesos del pasado con mayor profundidad que el
historiador desde el momento en que puede poner en claro muchos períodos de la
historia en áreas que, por una u otra razón, no han sido registradas adecuadamente en
forma escrita. Este proceso implica el despliegue de numerosas técnicas científicas
algunas de las cuales son de reciente aplicación.

El hombre existe en un medio ambiente físico que debe ser tenido en cuenta si
deseamos entender cómo vivió. El medio ambiente no determina pero sí impone límites
a las posibilidades abiertas a los pueblos en una determinada etapa cultural. Así el
arqueólogo ha de tener en cuenta las condiciones ecológicas que prevalecieron en el
tiempo y lugar que se estudia. Para determinarlas necesita de colegas científicos de
disciplinas varias que, para fundamentar una interpretación de la historia humana, le
ayuden a reconstruir, por una parte el clima y el suelo que formaban el hábitat y, por
otra parte, recuperar los animales y la vegetación que constituyeron el bioma y dieron al
hombre la base de su subsistencia. Sin olvidar que el arqueólogo está más interesado en
el hombre y su cultura que en su medio ambiente.

Los arqueólogos modernos ya no excavan solamente para acumular datos, sino para
resolver problemas. Así pues el arqueólogo necesita, cada vez más, la utilización de
ayuda especializada en sus proyectos de excavación, pero sin perder de vista que él
debe conservar el control de la coordinación y de la interpretación general de los
resultados.

Hasta hace poco uno de los principales intereses de los arqueólogos fue establecer una
cronología para la prehistoria. Pronto abandonaron una cronología paleontológica
relativa para establecer una cronología basada en los artefactos y crearon las edades de
Piedra, Bronce e Hierro. De este modo la historia del hombre interpretada a través de
sus artefactos se convirtió en la principal preocupación de la prehistoria.

Las teorías darwinianas influyeron en centrar la atención en el estudio de la conducta


humana y fomentó los estudios sobre la conducta animal y sobre la antropología. Sin
embargo los patrones de conducta distintivos del hombre eran obviamente diferentes y
más complejos que los de la conducta animal. Las disciplinas dedicadas al estudio de la
conducta humana solamente aportan una corta perspectiva temporal Por su parte el
registro arqueológico tiene una perspectiva en el tiempo que puede salvar las
ocurrencias de períodos cortos y percibir las tendencias a largo plazo que suelen
perderse en las múltiples variables a corto plazo de los milenios terminales.

A partir del momento en que el arqueólogo trata de reconstruir la actividad humana en


el pasado se ve obligado a sacar el máximo de información del conjunto de materiales y
artefactos recuperados durante las excavaciones. Esta información estudiada desde el
punto de vista de otras ciencias puede adquirir una importancia lo suficientemente
sólida que permita formular importantes conclusiones. De este modo las ciencias
naturales, en toda su diversidad pueden contribuir a la interpretación del pasado.

No es la actitud más adecuada el reclamar la ayuda del científico naturalista una vez
terminada la excavación, pues se puede haber perdido la oportunidad de recoger
muestras de la forma más apta para ser tratadas en el laboratorio y puede haberse
perdido información irrecuperable. Desde un principio pueden existir prioridades
históricas y científicas que pueden marcar y determinar el ritmo de una excavación,
pues la Arqueología ha dejado de ser exclusivamente una ciencia de las piedras, las
ollas y las monedas y el arqueólogo ha dejado de ser el fanático devoto de cosas
antiguas.(Soler 1982).

No siempre es fácil discernir lo que puede tener valor para la Arqueología y lo que
solamente tiene importancia para las ciencias auxiliares. Sin embargo, es todavía más
grave, mantener por separado los datos suministrados por cada una de las ciencias
auxiliares a las que el arqueólogo ha pedido soporte, e interpretarlos de un modo
aislado, sin poner en común el conjunto de información obtenida.

Finalmente debemos resaltar que el papel de las ciencias auxiliares en el campo de la


Arqueología ha de ir dirigido a resolver directamente los problemas planteados por el
arqueólogo en base a los datos obtenidos de la excavación. Las técnicas analíticas
utilizadas han de ser congruentes con el problema planteado y jamás han de complicar
la investigación en lugar de clarificarla y resolverla (Álvarez 2006).

2.- Materiales de origen local y materiales de origen foráneo

En la actualidad la base del trabajo arqueológico descansa principalmente en la


búsqueda de culturas arqueológicas y el concepto de cultura se ha basado en gran
medida en los artefactos o conjuntos de artefactos dentro de un área geográfica definida.

Los artefactos, útiles y herramientas son obtenidos a partir de materias primas más o
menos transformadas que se adaptan a las necesidades para las que han sido elaborados
por el hombre. En la elaboración de las materias primas pueden darse dos tipos distintos
de procesos. Un proceso que transforme la materia prima en otro material distinto con el
cual es elaborado el correspondiente artefacto, tal y como sería el caso, por ejemplo, de
los metales; y otro proceso en que la materia prima no es transformada sino solamente
trabajada, como sería el caso de la madera o de las rocas.

Esto nos permite agrupa los artefactos en dos grandes categorías las cuales hay que
tener en cuenta a la hora de intentar determinar su procedencia o lugar de fabricación.
Determinar si un artefacto procede del mismo lugar donde ha sido hallado (origen local)
o bien ha sido traído de lugares más o menos distantes (origen foráneo), supone prestar
una especial atención al material con el que ha sido elaborado. Si es un material no
transformado (por ejemplo mármol), para adjudicarle al artefacto un origen local
debemos tener la certeza de que este material existe o existió (por transporte o
comercio) en la zona. Si es un material transformado (por ejemplo la cerámica), además
del material debemos investigar y determinar si la técnica empleada en su elaboración
era utilizada o no en la zona.

Cuanto más manipulado haya sido un material, más difícil será determinar su
procedencia. Hay materiales cuya manipulación es mínima como es el caso de los
materiales no transformados. En cambio otros materiales como los metales pueden
haber soportado múltiples fundiciones que han mezclado diversos tipos de metal
quedando difuminadas las características primitivas propias del lugar de origen.

3.- Áreas fuente

El concepto de área fuente, en sentido amplio, hace referencia al intercambio de todo


tipo de información (Renfrew y Bahn 1993). En un sentido más restringido intenta fijar
los lugares de procedencia de los diversos materiales y artefactos.

Cada tipo de material y el distinto uso que se le haya querido atribuir nos plantea una
serie de interrogantes sobre el modo como hemos de abordar el estudio que nos permita
determinar su origen o su procedencia. Los materiales de los que están hechos los
artefactos pueden dar una indicación mucho más valiosa que el propio estilo.

El método de análisis consiste fundamentalmente en comparar las propiedades del


material excavado con las de un material de origen conocido. El principal problema no
radica, sin embargo, en el estudio del material arqueológico sino en determinar todos
los posibles lugares de procedencia de dicho material. Muchas veces, sin un estudio
exhaustivo de las posibles áreas fuente, es imposible establecer comparaciones y, por lo
tanto, llegar a conclusiones aceptables o fiables.
Un principio que es genérico en toda investigación es admitir que, entre varias áreas
fuente posibles, la más probable, salvo que existan indicios claros de lo contrario, es la
más cercana al lugar del hallazgo del artefacto.

Entre los diversos factores que pueden influir en la determinación del área fuente cabe
destacar, en orden de importancia, los siguientes (Álvarez 1995)::

- el grado de certeza con que un lugar de origen puede ser determinado como único

- el número de diversos lugares en una región dada que puedan ser considerados como
posible área fuente

- las dimensiones de la zona en la que se quiere fijar el área fuente

-la posibilidad de que existan diversas áreas fuente posibles y de características muy
similares lo que dificulta el discernimiento final de la más probable

No siempre es prudente o del todo exacto afirmar en un contexto arqueológico que ha


habido importación de un determinado producto solo porque parezca que los objetos
han sido hechos en otra parte (Renfrew 1993). Se puede obtener una evidencia mucho
más fiable si se demuestra que la materia de la que está hecho el objeto tiene su origen
en otro lugar.

Tenemos un claro ejemplo aquí mismo en Ecuador:

Durante la excavación de la trinchera C en el norte de Real Alto, la cerámica de la fase


Valdivia VII apareció asociada con algunas piezas de una cerámica delgada de color
amarillo a rojo. Estaba grabada en líneas diagonales con incisiones y puntos, muy
similar ala encontrada por Meggers (Meggers y otros 1965) en la excavación del
cementerio de Machalilla. Lathrap (Lathrap y Marcos 1975) propuso denominarla
Proto-Machalilla. El análisis petrográfico reciente de esta cerámica puso de manifiesto
un temperante compuesto por minerales (plagioclasa, hornblenda basáltica y augita)
propios de rocas volcánica, en este caso, procedentes de la Cordillera Andina.
Asimismo aparecen fragmentos de piroclastos y de rocas volcánicas (andesitas y
basaltos) que denotan la misma procedencia. Estas rocas y minerales no existen en la
zona de la Península de Santa Elena, por lo que la procedencia de estas cerámicas es
clara. Además la determinación del tipo de arcilla usada en la fabricación de la cerámica
puso de manifiesto el uso de caolin, inexistente también en la zona de la costa y
presente únicamente en la Cordillera Andina.

La datación realizada por termoluminiscencia (muestra 3031: 1894BC +328) las hace
coetáneas con la fase Valdivia VII.
Es precisamente a la hora de fijar áreas fuente cuando es fácil caer, sin darse cuenta, en
interpretaciones trucadas o falseadas, o, cuanto menos, forzadas hasta límites
difícilmente aceptables. Y es también aquí donde pierde, a veces, su credibilidad toda
una larga y minuciosa investigación, precisamente por la prisa en sacar conclusiones
que todavía no están suficientemente clarificadas, o que, por desgracia, el investigador
no ha madurado suficientemente. Widemann (1984) advierte claramente sobre este
peligro y aconseja que el arqueólogo se plantee seriamente la magnitud del problema a
la hora de decidirse a establecer áreas fuente.

A veces el estudio de unas pocas muestras, que puede no llegar a la docena, se pretende
acotar un área fuente en regiones geológicas tan extensas y variadas que el mismo
margen de error estadístico producido en su estudio, es capaz de engullir estas muestras
sin clarificar verdaderamente si son de la zona o no.

4- El análisis de los materiales

Gran parte de la información utilizada en la interpretación de los yacimientos


arqueológicos proviene de los datos obtenidos durante la excavación llevada a cabo por
el arqueólogo. Esta información obtenida de un modo inmediato y directo es, en muchas
ocasiones, la única utilizada por determinados investigadores para formular sus
conclusiones. Es cierto que el material recuperado ofrece una información importante.,
pero no olvidemos que además es portador de otra información que debe investigarse y
que desborda las técnicas puramente arqueológicas.

Por otro lado, aunque las técnicas analíticas son un instrumento auxiliar muy válido para
los arqueólogos, nunca han de convertirse en un fin en sí mismas, cosa que, a veces,
parece que lo pretendan algunos analistas. Todo esto queda también reflejado muchas
veces en el modo como son formuladas las conclusiones. No siempre se extraen
auténticas conclusiones, a lo sumo se consigue confirmar ideas preestablecidas de
antemano, o explicar los resultados, de un modo muy partidista y limitado, única y
exclusivamente a la luz de los conocimientos propios sin tener en cuenta los
conocimientos que pueden aportar el resto de ciencias.

Podrían citarse, desgraciadamente, múltiples ejemplos de lo anteriormente indicado. No


es nuestra intención desautorizar a nadie, pero creemos una obligación señalar, para
guía de nuestros lectores, el ejemplo siguiente:
En la fabricación de la cerámica los óxidos de hierro son los causantes de la coloración
roja o negra de la pasta. En un horno con atmósfera oxidante se forma el mineral
denominado hematites de color rojo y en atmósfera reductora se forman la magnetita y
la goethita de colores con tonalidades negruzcas. En este proceso la difusión del
oxígeno es muy rápida y permite las correspondientes transformaciones de los óxidos,
de acuerdo con la cantidad presente de oxígeno, controlada sin dificultad por el
ceramista. Así pues, el color rojo o negro de la cerámica es el resultado de una rápida
reacción química entre el oxígeno y los compuestos de hierro, acelerada por la elevada
temperatura del horno (Echallier 1984).

Capel y otros (1978) explican este proceso de la manera siguiente:

Los colores que presenta (la cerámica) oscilan entre el amarillo y el pardo
oscuro, debiéndose a una segregación en superficie del óxido de hierro de los
minerales cuya génesis es doble: por una parte, el precedente edáfico de estas
arcillas, por otra, el calentamiento. Las diferencias en el grado de
desferrificación, y por tanto en el color, dependen del tipo de minerales
presentes, de la temperatura y de la modalidad de cocción. Asimismo se ha
observado que el óxido de hierro disperso se puede concentrar en bandas y
formas masivas de colores oscuros, clasificables en algún caso como cristales
de mena metálica… Creemos que el óxido de hierro no se dispersa
homogéneamente porque las paredes de la vasija son anisótropas a la
transmisión del calor, como consecuencia de que existen alineaciones de
fenocristales.

Estas explicaciones, y otras vertidas en el trabajo, indican una explicación basada


exclusivamente en conceptos edáficos que dan a entender que los mismos procesos de
pedogénesis que tienen lugar en la naturaleza por efecto de la meteorización, originada
por el clima (temperatura ambiente, presión atmosférica, humedad ambiente actuando
durante un período de tiempo medible en decenas y centenas de años) son los que
regulan las reacciones a alta temperatura de los componentes cerámicos durante el
proceso de cocción en el horno.

La actual dispersión de datos ha de dar paso, poco a poco, a síntesis que conduzcan a
conclusiones cada vez más coherentes. Por su parte, en un alarde encomiable de
sinceridad, Myers y Blackman (1986), después de haber estudiado muy extensamente
las cerámicas de Qsar-Es-Seghir, en el Norte de África, hacen un llamamiento a los
estudiosos del tema para poner en común, en un posible banco de datos, los
conocimientos que se tengan sobre la región estudiadas, a fin de poder establecer
conclusiones válidas, a partir de las correspondientes comparaciones de datos.

El conjunto de técnicas analíticas aplicadas a la Arqueología se ha visto ampliado


enormemente en los últimos años lo cual ha complicado la utilización correcta de la
información obtenida. No siempre el diálogo entre el arqueólogo o historiador y el
científico que ha realizado el análisis ha sido del todo satisfactorio. A veces el analista
intenta ignorar los argumentos presentados por el arqueólogo el cual, por su parte,
puede considerar como una imposición arbitraria la evidencia mostrada por los
resultados analíticos. Otras veces el arqueólogo, con una idea preconcebida, pretende
ajustar los resultados analíticos a su propia argumentación.

Sin decir nombres no puedo menos de citar el caso de un arqueólogo que


estuvo residente en Los Países Bajos donde aprendió los esquemas de
sedimentación lacustre y de marismas propios de dicho país. De regreso quiso
aplicar sus conocimientos a la interpretación de un yacimiento arqueológico
excavado en zonas de relleno sedimentario. Para ello recabó la ayuda de un
geólogo para que estudiara los procesos sedimentarios que habían tenido lugar
en la zona. Los estratos tenían una pendiente superior a los 20º lo que
descartaba toda posibilidad de sedimentación lacustre (sensiblemente
horizontal) e indicaba un sedimento típico de pie de monte. El resultado final
fue el despido del geólogo y una interpretación del yacimiento acorde con el
modelo lacustre desarrollado en Los Países Bajos.

Por el mero hecho de ser un buen investigador no todo científico puede llevar a cabo
una colaboración con arqueólogos sin entrar a fondo en el nuevo panorama y en la
nueva problemática que ello puede representar para el arqueólogo. La puesta en común
de la información, proceda de donde proceda, es el camino más eficaz para obtener una
interpretación lo más correcta posible.

5- Técnicas analíticas

En la utilización de las técnicas de laboratorio para el estudio de los materiales


arqueológicos para dilucidar problemas que, de otro modo, serían inabordables, el
investigador que ha obtenido los datos no puede traspasarlos tranquilamente al
arqueólogo y dejar que los interprete a su aire sin implicarse él mismo en el tema. Si el
analista no tiene el más mínimo interés, es mejor que se desentienda y deje a otros la
labor investigadora. De todos modos las técnicas analíticas empleadas han de ser
congruentes con el problema planteado y jamás han de complicar la investigación en
lugar de clarificar y resolver dicho problema..

5.1. Técnicas de observación directa

Este tipo de técnicas entra en el grupo de las consideradas como no destructivas. Un


primer estudio no destructivo de la pieza es totalmente necesario si se trata de materiales
que, tarde o temprano irán a engrosar las colecciones de las vitrinas de un museo.

Estas técnicas siempre deben ser aplicadas antes que las técnicas analíticas
consideradas destructivas.

Un primer tipo de observaciones directas consiste en la aplicación progresiva en primer


lugar de la observación óptica a simple vista seguida de una observación más detallada
usando la lupa manual o la lupa binocular. Ocasionalmente el uso del endoscopio nos
permitirá acceder a superficies inaccesibles en el interior de los artefactos.

Estas observaciones vienen condicionadas por el tipo de luz utilizada. Dentro del
espectro electromagnético se puede trabajar con luz visible, con luz ultravioleta y con
rayos infrarrojos. Todas ellas son radiaciones con diversos niveles energéticos y, por lo
tanto, están relacionadas con diversas longitudes de onda. En la zona de radiaciones más
cortas pueden emplearse los rayos-X y obtener una radiografía del objeto.

A parte de considerar la naturaleza de la luz utilizada en la observación pueden


emplearse diversas formas de iluminación:

- en el caso de usar luz natural:


- iluminación con luz tangencial o rasante (blanca o monocromática)
acentúa el relieve de la superficie del objeto (la cualidad del examen
depende de la orientación de la luz)
- iluminación con luz monocromática de sodio
pone de relieve algunos contrastes no destacados por los otros tipos de
luz
- en el caso de radiaciones invisibles al ojo humano

- examen bajo fluorescencia de luz ultravioleta


La luz ultravioleta se obtiene a partir de lámparas de vapor de mercurio a

alta presión y origina la fosforescencia de determinadas substancias. La

radiación emitida es del orden de 300-400 nm.

- examen por reflexión de luz infrarroja

Las diversas substancias tienen una diferente transparencia a las

radiaciones infrarrojas y ello permite diferenciar entre sí materiales que

con luz natural tienen el mismo aspecto. Las radiaciones emitidas oscilan

entre los 900 – 1.000 nm.

- catodoluminiscencia

El bombardeo mediante un haz de electrones origina la emisión de

fotones por parte del cuerpo activado. La diferente coloración que

presentan permite identificar los diversos materiales.

5.2. Análisis químicos

Se entienden como análisis químicos aquellos que dan la composición elemental de los
minerales y de los compuestos tanto orgánicos como inorgánicos. Si bien el método
tradicional para llevar a cabo estos análisis era la disolución de la muestra, en la
actualidad son numerosas las técnicas que pueden ser consideradas dentro de este
apartado.

El método tradicional, denominado por vía húmeda, pone en juego la afinidad química
de los compuestos y de los elementos para hacerlos reaccionar entre sí y modificar las
combinaciones entre los elementos, dando lugar a los denominados productos de
reacción. Este sistema todavía se usa sobre todo para determinar los elementos
mayoritarios. Los resultados pueden expresarse, bien según los porcentajes de cada
elemento analizado, o bien según los porcentajes de los óxidos correspondientes.

Aunque existen análisis químicos puramente cualitativos, es decir, que detectan la


presencia o no de un determinado elemento, han dejado de tener interés y, en la
actualidad casi siempre se plantea el análisis cuantitativo

Las técnicas analíticas basadas ya no en la afinidad química sino en principios físicos


han evolucionado enormemente y la precisión de los resultados obtenidos ha puesto,
muchas veces, la valoración del número por encima del propio significado del análisis.
Esta facilidad de obtener resultados cuantificables ha propiciado la aplicación de todo
tipo de cálculos estadísticos y matemáticos que pueden llegar a enmascarar totalmente
el sentido primitivo por el que fue iniciada la investigación.

La propia preparación de la muestra, en disolución o en polvo, hace que los elementos


detectados deban ser interpretados, en el sentido de que el análisis por si mismo, no nos
indica en qué compuesto o en qué parte del material está localizado. Tenemos detectado
un determinado elemento químico pero no sabemos que tipo de compuesto está
formando (Dufournier 1978).

Otro aspecto a tener en cuenta es que la cantidad de muestra necesaria para llevar a cabo
el análisis es, casi siempre, muy pequeña y, si esto puede ser interesante en el análisis de
piezas raras o piezas que no permiten la extracción de una muestra de mayor tamaño
(piezas destinadas a museos), no debemos perder de vista que a la larga puede
representar un serio inconveniente, en el sentido de que la muestra analizada, debido a
sus reducidas dimensiones, no es lo suficientemente representativa del material
analizado y, por lo tanto, no se puede llevar a cabo con suficiente garantía la
extrapolación de los resultados.

5.2.1. Espectroscopía

La espectroscopía es una técnica de análisis que utiliza determinadas propiedades


físicas de la materia, y está basada en la interacción entre una determinada energía
radiante y la propia materia. Cada átomo o cada molécula tienen definidos determinados
niveles de energía y el conjunto de respuestas que ofrece a una determinada radiación es
característico de cada uno de ellos.

Las interacciones pueden tener lugar a nivel atómico en cuyo caso dan un espectro bien
definido (espectro de rallas). Las interacciones a nivel molecular dan espectros en
bandas.

De acuerdo con el grado de energía de la radiación se pueden excitar electrones internos


del átomo (radiaciones de mayor energía) o electrones de las capas exteriores del mismo
(radiaciones menos energéticas). Por ejemplo, las radiaciones ultravioleta y de la luz
visible siempre afectan a los electrones más superficiales. La radiación infrarroja es
capaz solamente de modificar las vibraciones de los átomos sin hacerlos cambiar de
orbital (dan información sobre el tipo de moléculas).

Los métodos espectroscópicos se pueden dividir en dos grandes grupos: métodos de


emisión (se mide la radiación emitida por los átomos excitados) y métodos de absorción
(se mide la radiación absorbida por los átomos). Los primeros se clasifican según el tipo
de energías empleada, los segundo, según el tipo de energía absorbida.

La muestra para analizar puede estar en disolución (método destructivo) o en estado


sólido (generalmente método no destructivo).
5.2.1.1. Métodos de emisión atómica (AES)

- fotometría de llama

Se utiliza la energía procedente de un


mechero cuya llama excita los
electrones externos y el espectro
obtenido es diferente para cada
elemento químico. El espectroscopio
permite analizar en su totalidad el
conjunto de radiaciones emitidas por la
muestra.

- fluorescencia de rayos-X (XRF)

La muestra es irradiada por un haz de


rayos-X que excita los electrones
internos de los elementos químicos que
originan radiaciones características que
permiten identificarlos. Es una técnica
no destructiva Permite la identificación
simultánea de gran número de
elementos químicos

- microsonda de rayos-X

Se basa en los mismos principios que la fluorescencia de rayos-X, solo que está
diseñada para permitir el estudio de pequeñas zonas de un solo cristal. Puede ir
acoplada a un sistema óptico que permita observar con detalle los puntos
analizados. El microscopio electrónico de barrido tiene incorporado el
denominado EDAX que es una microsonda de este tipo.

-microsonda electrónica

La fuente de excitación es un haz de


electrones de alta energía y actúa sobre
los electrones internos del átomo. La
interacción electrón-electrón origina un
espectro de rallas que depende, para
cada elemento, de la energía propia de
los niveles K y L. Al retornar al nivel
inicial de equilibrio se produce la
emisión de un fotón. Si los electrones
activados pertenecen al nivel M tiene
lugar el denominado efecto Auger. Esta
microsonda va acoplada a un
microscopio electrónico
- activación neutrónica

Utiliza neutrones altamente acelerados con una energía muy elevada de


modo que puede actuar sobre las partículas del núcleo. Esta técnica requiere
un acelerador de partículas. Es una técnica muy usada para detectar
elementos traza (concentración del orden de ppm). El elemento activado
genera isótopos radiactivos inestables que al cabo de poco tiempo volverán a
su estado normal. En este proceso son emitidos rayos-x que permiten
identificar el elemento.

- activación con protones

Se puede considerar como una variante del método anterior solo que los
protones son más difíciles de excitar que los neutrones. El núcleo excitado
puede emitir rayos-x o incluso radiaciones .

- espectroscopia Mössbauer

Es una variante de la activación neutrónica dedicada a determinar los estados


de oxidación del Fe (Fe+2, Fe+3).

5.2.1.2. Métodos de absorción atómica (AAS)

Los niveles energéticos exteriores de los átomos que se hallan en estado de no


saturación pueden absorber determinadas radiaciones de acuerdo con estos niveles
energéticos, de modo que cada elemento químico absorbe unas radiaciones
características que sirven para identificarlo. Además la intensidad de la radiación
absorbida es proporcional a su concentración (cantidad del elemento presente en la
muestra). Esta técnica puede trabajar dentro del espectro de luz ultravioleta y también
en la franja de las radiaciones infrarrojas.

5.3. Difracción de rayos-x

Es una técnica que permite definir con precisión la naturaleza de los minerales presentes
en la muestra. Así como el análisis químico nos da los elementos por separado, esta
técnica nos da directamente los compuestos minerales sin necesidad de ninguna clase de
interpretación a partir de los elementos quicos detectados aisladamente.

Es una técnica complementaria del microscopio petrográfico, en el sentido de que, a


veces, el tamaño de los granos es tan pequeño que pasa desapercibido a la observación
con el microscopio, pero, si su concentración es suficientemente elevada, es detectado
perfectamente por la difracción.

La materia cristalina define una seria de planos cristalográficos en los que se hallan
situados loa átomos de la estructura. En cada mineral estos planos tienen una
disposición y unas distancias entre ellos características que los definen. Mediante la
difracción podemos detectar estos planos y sus distancias. Por comparación con fichas
de referencia se determina el tipo de mineral.
6. Caracterización de algunos materiales

Antes de abordar el estudio de los principales tipos de materiales presentes en los


yacimientos arqueológicos y que fueron utilizados por el hombre para cubrir una gran
variedad de necesidades biológicas y culturales, debemos recordar algunos principios
fundamentales:

-podemos considerar los materiales arqueológicos como materiales de tipo orgánico


(madera, vegetales, conchas, animales, huesos…) y de tipo inorgánico (rocas, metales,
pigmentos…)

- podemos considerar artefactos hechos con materiales transformados (cerámica,


metales…) y materiales no transformados (piedra, madera, hueso, conchas…).

De todos los materiales posibles vamos a centrarnos en la problemática presentada por


los materiales líticos (materia no transformada) y la cerámica (materia transformada).,
haciendo principal referencia a aquello que nos pueda ser útil a la hora de definir áreas
fuente y lugares de procedencia.

6.1- Materiales lapídeos

La piedra es uno de los materiales más versátiles que existen en la superficie terrestre.
Su utilización es innata a la presencia del hombre y todas las culturas, desde la edad de
piedra hasta nuestros días, depende en gran parte de las diversas aplicaciones que han
dado a este material.

El hombre primitivo encontró en el cauce de los ríos y en los derrubios de los escarpes
montañosos fragmentos de piedra que le llamaron la atención por su forma y por su
aspecto. De la utilización de estos materiales que tenía a su alcanza pasó pronto a la
búsqueda de los lugares de origen que le proporcionaron materiales de mayor calidad y
de dimensiones mucho mayores.

Cualquier artefacto hecho con piedra nos conduce a rehacer un camino hacia atrás que
nos manifiesta la historia de estas piedras en manos del hombre. En el fondo se trata de
establecer las áreas fuente de estos materiales, y la manipulación que el mismo hombre
hizo de estos materiales.

Así como en algunas culturas, la griega y la romana por ejemplo, la piedra fue un
importante elemento ornamental y decorativo, en otras culturas no pasó de ser un
elemento empleado casi exclusivamente como material constructivo. En este caso lo
único que interesa es emplear, si la calidad de los mismos lo permite, los materiales
cercanos, de modo que quede asegurado el abastecimiento y el transporte. Este parece
ser el caso de las culturas de Sudamérica.

La piedra como tal y sus distintas variedades parece que no deben, por tanto en
Sudamérica, plantearnos problemas de procedencia. Las áreas fuente siempre serán
cercanas al lugar de utilización. Vamos a centrarnos en otros materiales lapídeos que
circularon con profusión por todo el ámbito de Sudamérica y que no eran,
evidentemente, materiales de construcción, sino la base de fabricación de herramientas
y artefactos, así como de elementos de ornamentación personal o de pequeños objetos.
Para establecer el área fuente de estos materiales es preciso conocer con detalle el
contexto geológico de las diferentes localidades

A continuación damos una lista de materiales lapídeos que circularon por Sudamérica y
que pueden encontrarse en todas las culturas que se desarrollaron aquí. En el anexo 1
copiamos parte de un artículo (Álvarez 1995) donde puede verse con más detalle la
difusión de los mismos.

Minerales detectados en los materiales arqueológicos recuperados:

- sodalita tectosilicato de color azulado

- lapislázuli mineral del grupo de la sodalita de color azul-violeta

-turquesa fosfato hidratado de cobre y aluminio de color azul característico

-obsidiana vidrio volcánico

-jadeita inosilicato de sodio y aluminio

- sílex variedad criptocristalina de cuarzo

.6.2. La cerámica

La cerámica es un producto manufacturado por el hombre a partir de materias primas


naturales extraídas del entorno geológico. La preparación que haya tenido la pasta y su
posterior cocción pueden dificultar el determinar la procedencia de la materia prima y,
por lo mismo, saber si la cerámica es local o bien de importación.

El estudio de la cerámica estuvo, en un principio, dirigido a obtener una información


descriptiva que ilustraba aspectos de tipo histórico y artístico. Estas observaciones
externas del artefacto cerámico no podían solucionar los problemas planteados en torno
a la edad del objeto, a su procedencia y, a veces, incluso sobre su utilización. Los
interrogantes aumentaron desde el momento en que la cerámica comenzó a considerarse
como fruto de una determinada tecnología, y que había sido fabricada con una
intencionalidad concreta en relación al uso que se le quería dar.

Braun (1981) clarifica bastante la aplicación de técnicas analíticas al estudio de la


cerámica y establece tres finalidades principales:

-las primeras observaciones deben ir dirigidas a definir las propiedades de los objetos
cerámicos considerados como un artefacto. Estas propiedades son las que normalmente
se estudian mediante la observación directa y los análisis de composición mineralógica
y química.
- el segundo grupo de observaciones ha de estudiar las propiedades físicas de la pieza
aplicando las técnicas analíticas propias de la denominada ciencia de los materiales. La
aplicación de estas técnicas debe llevarse a cabo en el laboratorio pues requieren
máquinas especiales debidamente instaladas.

- el último grupo de observaciones se refiere a los aspectos derivados de la utilización


dada a la cerámica.

Al ser la cerámica un producto de transformación, llevada a cabo mediante la cocción


en el horno, ha habido una tendencia generalizada en aplicar principalmente para su
estudio las técnicas de análisis químico Si bien es cierto que la temperatura de cocción
facilita la reacción de determinados minerales que darán origen al material cerámico,
existen minerales del temperante que no se transforman, pues necesitan temperaturas
superiores y conservan todas sus características iniciales (cuarzo, plagioclasas,
minerales de origen volcánico, fragmentos de rocas….). Estos minerales residuales son
un buen indicador para establecer una posible procedencia de la cerámica.

La cerámica para el hombre antiguo es un producto de primera necesidad y se tiende a


utilizar procesos, tanto de abastecimiento como de elaboración, lo más simples y
eficaces posible. Si se dispone de arcillas de composición idónea para la fabricación de
la cerámica ¿por qué ir a buscar otra que necesite ser preparada? ¿Sabemos si el
artesano mezcló o no diversos tipos de arcilla? ¿Sabemos si el artesano añadió o no
temperante a la pasta? Según sea la conclusión a la que lleguemos deberemos buscar
diversos tipos de área fuente.

En la resolución del problema sobre el lugar de origen de la cerámica se suele olvidar el


aspecto tecnológico de su fabricación. Sin embargo ello no presupone, como propone
Metzger (1984), encontrar el taller donde fueron fabricadas, cosa, muchas veces
imposible, porque dichos talleres han desparecido por completo. Intentar situarse en la
mentalidad y en las circunstancias que condicionaron al fabricante puede ayudar
muchísimo a esclarecer aspectos que no están todavía bien enfocados. En general se
admite una manipulación de la pasta mayor de lo que debió ser en realidad.

El análisis químico está siendo usado ampliamente en el intento de determinar las áreas
fuente o lugares de abastecimiento. Sin embargo son los componentes del temperante,
no modificados en el proceso de cocción, los que mejor pueden definir un área fuente
La información mineralógica o petrográfica es mucho más objetiva y puede referirse
directamente a determinadas áreas geológicas como posible área fuente. Siempre serán
más fácilmente comprobables las conclusiones basadas en datos geológicos que las
fundadas en análisis químicos.

En el anexo 2 mostramos un breve resumen de las investigaciones llevadas a cabo en el


Ecuador sobre la procedencia de las cerámicas antiguas. Ello puede ayudar a clarificar
un poco la dinámica de estudio para procurar encontrar las áreas fuente y fundamentar
antiguas rutas de comercio.
Bibliografia

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