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Síndrome de La Cara Vacía
Síndrome de La Cara Vacía
Durante más de dos años, la pandemia ha supuesto grandes cambios en el modo en que nos
relacionamos. Y esta alteración ha traído profundas consecuencias psicológicas y emocionales,
aunque no siempre sean evidentes a simple vista. Al igual que en los confinamientos más
duros, tras meses encerrados, había personas que manifestaban miedo a salir de sus casas (el
“síndrome de la cabaña”), ahora el mundo comienza a dejar atrás el uso obligatorio de la
mascarilla, pero ya hay muchas personas para quienes esta suponía un elemento de
protección más allá de lo sanitario y que se sienten extraños al descubrir su rostro
El síndrome de la cara vacía o conocido también como “mask fishing” es una fobia que se
caracteriza por miedo y sensación de inseguridad que se genera en la persona al quitarse la
mascarilla y dejar al descubierto su cara. Se compone principalmente de síntomas ansiosos. El
paciente se siente vulnerable, inseguro y con sensación de falta de control de la situación.
Posibles orígenes:
Principalmente ha afectado a los más jóvenes, a quienes al inicio les costó mucho
concienciarse de la obligatoriedad del uso de la mascarilla y que finalmente lo
aceptaron y lo usaron como una barrera de protección frente a ciertos rasgos de su
rostro que les provocaban más inseguridad: vello facial, ortodoncia, acné, etc. Muchos
han desarrollado una ansiedad social por el miedo a tener que mostrarse tal y como
son frente a otras personas.
Sin embargo, a pesar de que los jóvenes son los más propensos a sufrirlo, no es exclusivo de
ellos también pueden sufrirlo cualquier persona adulta que presente mayor número de
inseguridades tales como:
Personas con hipocondría y, por tanto, con exceso de preocupación por su salud.
Individuos con antecedentes de trastorno de ansiedad, incluyendo la agorafobia, fobia
social, fobias específicas, ataques de pánico o ansiedad generalizada.
Personas tímidas con complejos físicos, como en el trastorno dismórfico corporal.
DOCENTE: CYNTIA ELIANA HURTADO ROQUE
Este síndrome puede manifestarse en cualquier ámbito. La clave es que sea una situación o
lugar donde tengamos que interaccionar con otras personas y, por tanto, tengamos que
mostrarnos físicamente.
Intentar romper con la asociación de que mascarilla es igual a seguridad. Confiar en las
vacunas y en la distancia social e interpersonal.
Realizar una lista de situaciones que se detectan como incómodas para la persona (de
menor a mayor grado) e ir enfrentándose a ellas de las más sencillas a las más
complejas.
Quitarse la mascarilla de manera progresiva tanto en tiempo como en los lugares.
Comenzar a quitarla en pequeños grupos en los que se sienta cómodo.
Comenzar saliendo a la calle sin mascarilla por lugares poco frecuentados y poco a
poco ir ampliándolo a lugares un poco más aglomerados.
Darse el tiempo que uno necesite.
Hacerles valorar los beneficios de no llevarla como puede ser mejor respiración, mejor
visión, menor calor y mejor manera de mostrar nuestras emociones.
En el momento que se vea que este miedo le incapacita a realizar con normalidad sus
actividades básicas de la vida diaria y la situación le sobrepase.
Cuando las emociones que nos genera son tan desagradables que no las sabemos
controlar.
para afrontar los cambios y enfrentarse a sus miedos. Y trabajar la seguridad, la autoestima y
aceptarse tal y como uno es.