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UNAM- PEELA

Seminario: Teoría y concepción del desarrollo en América Latina.


Profesor: Dr. Antonio Mendoza Hernández
Alumna: Diana Montes M.

 Pierre, Matari (2021) Industrializar la periferia: la crítica marxista del


subdesarrollo en Trayectorias y encrucijadas de las teorías del desarrollo en
América Latina, FCE.

Comentario
En este texto el Dr. Matari Pierre realiza un detallado aná lisis que recorre la
evolució n que hace la crítica marxista del subdesarrollo, sentando las bases que
contribuyeron a la formació n de la teoría marxista de la dependencia (TMD) en
América Latina, la cual tiene como tesis fundamentales el estudio de la acumulación
primitiva y la industrialización de la periferia. La periodizació n que realiza de la
monografía del desarrollo por los principales pensadores econó micos pone de
manifiesto las contradicciones y recovecos de las mismas teorías desarrollistas que
si bien, van añ adiendo elementos en sus planteamientos, siguen dejando sesgos y
minimizando la importancia de su subyacente subdesarrollo.

Aunque las raíces marxistas de los planteamientos suscitados después de la Segunda


Guerra son fundamentales y puntos cruciales del texto, quisiera centrarme en la
problemá tica de la noció n de las burguesías nacionales, primeramente, para
continuar el hilo conector de la sesió n pasada con Theotonio Dos Santos en cuanto al
cuestionamiento de la supeditació n de está s burguesías al imperialismo, y en
segundo plano, porque esta cuestió n es una de los dos tendencias que dominan el
estudio del marxismo en la periferia (la otra tendencia apela a las alianzas entre
obreros, campesinos y estas burguesías contra las estructuras de dominació n
feudales, y por ende, las del imperialismo).

Si partimos del aná lisis del estudio del comportamiento de las burguesías nacionales
en Latinoamérica, desde su conformació n por los criollos en la colonia, podríamos
dar respuesta a la interrogante planteada en la sesió n pasada sobre el capitalismo
periférico o sui generis al que Ruy Mauro Marini se ha referido, corriendo el riesgo
de anular toda posibilidad de una revolució n democrá tica burguesa en estas
regiones, procesos que parecieran pertenecer exclusivamente a los centros
europeos. Tomando como ú nica opció n la planteada desde hace má s de 50 añ os: una
revolució n socialista, que ante las características actuales obedece a una coyuntura
política de distintas fuerzas emergentes desde los movimientos sociales. Matari
Pierre nos ha expuesto desde las bases marxistas, trotskistas y leninistas, el rechazo
de toda alianza entre los obreros y la burguesía nacionalista, vista como “enemigos
de clase” desde su génesis, efectivamente no puede subestimarse en ningú n punto
histó rico la misma lucha de clases.

En esta fase actual de un capitalismo tecnoló gico dominante con la inmediatez de la


informació n y la comunicació n global, pensar en una lucha transformadora desde
las fuerzas obreras de las metró polis es prá cticamente impensable, la lucha
entonces sigue quedando en manos de los campesinos, los pueblos originarios y
todos aquellos que han extendido su fuerza precisamente dentro de los
antagonismos sociales, unidos en una cadena de equivalencias, tal cual lo ha
planteado Ernesto Laclau, anulando la posibilidad de una alianza entre el sector
obrero de estos centros “integrados” y las burguesías nacionales.

En cuanto a una de las tesis principales de la crítica de la TMD, y retomando la


noció n de “proceso orgá nico” que quedó pendiente, la industrializació n de la
periferia no fue para nada un proceso de este tipo, Matari Pierre mencionó en el
texto que las formaciones atrasadas se ven obligadas a saltar algunas etapas que
registró la evolució n tecnoeconó mica de las formaciones má s industrializadas. En
ese sentido, la posibilidad de esos brincos no es absoluta, sino limitada por las
capacidades econó micas y culturales de cada formació n.

En la evolució n de las tesis del desarrollo se fueron añ adiendo estos principios


fundamentales de comprensió n para la explicació n del “atraso” enmarcado en el
subdesarrollo, los cuales resumiría del siguiente modo: 1) cuestiones de las
relaciones de clase en la misma reproducció n social bajo un sistema impuesto con
estructuras de dominació n antiquísimas provenientes del esclavismo y la
servidumbre de las colonias, 2) la inserció n de Latinoamérica en el mercado
mundial bajo un rol de proveedor de materias primas a los países centrales en un
claro detrimento de su avance industrializador y, finalmente, 3) cuestiones
culturales e identitarias que subyacen en una continua resistencia-integració n a un
sistema basado en la productividad y el mercado como esencia de su existencia.

Pierre acota este proceso de resistir e integrarse al capitalismo como una


coexistencia de lo diversamente atrasado con lo extremadamente moderno, y
Bolívar Echeverría dirá que este resultado es una modernidad barroca, en la cual, los
patrones de imposició n e imitació n de las culturas occidentales devienen en una
suerte de mezcolanza abigarrada, barroca per se, en donde la situació n ontoló gica se
vuelve un problema fundamental en estas sociedades. El individuo vive con una
permanente crisis de identidad bajo los espejos de la aspiració n y el sueñ o de la
modernidad y bienestar; el tiempo no productivo, que se tenía concebido como
propio y a elecció n del individuo se inserta al mismo sistema, igualmente, en
palabras de Echeverría, el capitalismo se adueñ a del tiempo productivo y del tiempo
“libre”, en una suerte de prisió n física e ideoló gica, se hará lo pertinente pues para
pertenecer a este mundo de confort.

Y en cita de Trostky “El desarrollo de una nació n histó ricamente atrasada hace,
forzosamente, que se confunda en ella, de una manera característica, las distintas
fases del proceso histó rico. El ciclo presenta, enfocado en su totalidad, un cará cter
confuso, embrollado, mixto”. Con esta idea se comprende la importancia de los
procesos orgá nicos, que se dan de forma natural entre los actores sociales y sus
condiciones propias de la reproducció n social en sistemas que fueron creados por
ellos mismos, obedeciendo a necesidades y características propias de su sociedad,
en regiones donde el clima y la producció n de recursos se han dado de formas má s
amigables y dadivosas.
Precisamente, esas características de los recursos naturales prodigiosos extraíbles
en Latinoamérica hicieron que los conquistadores propiciaran una acumulació n
primitiva y la imposició n de un orden, en el que, sus propios pobladores no
pudieran tener control sobre esos recursos, la dominació n de la tierra y de sus
pueblos fueron claves en las relaciones esclavistas y feudales con la fuerza de una
tecnología proveniente de otros procesos bélicos e histó ricos particulares del
occidente. Por eso, el punto que expone Matari Pierre sobre el cará cter de las clases
dominantes y la controversia sobre los modos de producció n hace que la TMD
rechace necesariamente la noció n de burguesía nacional, nombrá ndolas en
Latinoamérica como lumpen burguesías, con los atavismos que Baran y el mismo
Frank establecieron como afinidades socioculturales de las clases dominantes: el
hedonismo parasitario, el racismo, etc., vicios propios de las antiguas monarquías
europeas, paradó jicamente, derribadas por las burguesías nacionales de ese
continente.

Indagación:

Se ha tocado el tema, desde la TDM, de que una alianza de clases es utó pica debido al
comportamiento de las burguesías nacionales en Latinoamérica, la problemá tica se
acentú a aú n má s en la actualidad y me hace preguntar: ¿Có mo plantear entonces
una lucha desde el grosso sector de la fuerza de trabajo capitalista en los centros
urbanos, sector que ha sido dominado por cuestiones ideoló gicas y de consumo,
atrapado en el sistema capital, incluso en su tiempo no productivo?

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