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·- - - - ~ - - Los derechos humanos


como defensa de la dignidad

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LETRAS,
M AGISTRALES/1

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Los derechos hu1nanos
con10 defensa de la dignidad
























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LETRAS
,
M AGISTRALEs/1

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA

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Coordinador de la Colección: Esta Colección está conformad a po r tex tos
Jor, e Arturo A[, 1~Ct1l A"'imde se lectos surgidos desde la pluma sólid a d e
especialistas, investigadores y acad émicos
que han venido trazando con propuesta ,
alternativas y experienci as un mapa inte-
lectual, mostrando la evolución del pensa-
miento -desde múltiples faceta s- nacional
y latinoamericano.
NfVERSIDAD IBEROA~1ERfCANA PUEBLA De esta manera, Letras MagistraJes
Biblioteca lnteractiYa Pedro Arrupe SJ
se coloca como emisaria de aquello que
Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación
nuestra universidad propone ) pondera;
Calveiro, Pilar de lo que es su preocupación, de aquello
Los derechos humanos como defensa de la dignidad. - San en lo que aporta y participa. Lo sustancial
Andrés Cholula, Puebla, México: Universidad Iberoameri-
de estos textos es proponer alternativas,
cana Puebla, 2015. -{Letras magistrales; 1)
1. Derechos humanos - Estudio y enseñanza. 2. Derechos sugerir senderos, clarificar lo oscuro: eso
humanos - Crítica e interpretación. I. Universidad Ibe- que la Ibero mira y critica, eso que enjuicia,
roamericana Puebla . Il. título. que indigna y preocupa, esa suma mons-
JC 575 05.2015
truosa de inhumanidades que cubren, en
ocasiones, la esperanza y la justicia.
Primera edición, 2015
lSBN: 978-607-7901-59-4 Es una apuesta editorial que guía,
DR © Universidad Iberoamericana Puebla cuestiona y convoca; una invitación a re-
Blvd . Niño Poblano 2901, correr el camino complejo del de\ enir hu-
Reserva Territorial Atlixcáyotl,
mano y sus múltiples senderos; una lu z
San Andrés Cholula, Puebla, México.
CP 72810 que no allana pero que nos hace compren-
libros a iberopuebla.mx der mejor esa ruta procelosa por la que la
humanidad avanza.

Jorge Arturo Almscnl A11drnde


Impreso en México Primavera de 2015
Printed in Mexico

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LO OEREC II OS II U IA IOS C0\10 OH E':SA Ul ~ Ol<, •,10 U 5

os derechos humanos son, en principio, derechos


1 •••••••••••••••••••• • ••••••••••• • •• • • • •••••••••••••

L
•••••• inherentes a todas las personas, sin distinción de
ningún tipo, sea ésta de sexo, origen étnico, opinión
política, o cualquier otra condición. Hipotéticamen-
te, todos los poseemos por igual, sin ninguna clase de
discriminación.
Comprenden, de manera indivisible, derechos
civiles, políticos, económicos, sociales, culturales }
ambientales; es decir, representan un cúmulo impre-
sionante de derechos que garantizarían para todos,
insisto, para todos, cuestiones de primera importan-
cia. Señalo ahora aquellos que me parecen particular-
mente relevantes, para reflexionar luego en tomo a su
efectiva vigencia, o no, en el mundo actual.
Los derechos civiles y políticos comprenden el de-
recho a la vida, a la libertad, a la seguridad personal,
a no ser esclavizado ni torturado, a recibir un trato
igualitario ante la ley, a circular libremente, a partici-
par en el gobierno del propio país, entre otras cosas.
Pero también se precisan derechos económicos y so-
ciales como los que se refieren a tener acceso al traba-
jo, a un nivel de vida adecuado, a la educación, a la

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i
LOS DEUCJIOS IIIHIA NOS COMO DEíE'SS.\ DE LA DIC',ID \D 7
ser;uridad 5 cial. T d s estos derechos fueron reco- las personas por su sola condición humana y que se
J n cidos en la D claración Universal de los Derechos enuncia, si no como un punto de partida al menos
H.umanos de 19-tS, hace más de sesenta años, a los como un posible punto de llegada, no tiene un fundá -
1 que lue o se añadieron otros, llamados de tercera ge- mento "natural" sino que ha sido producto de un pro-
nerao n derecl10s de los pueblos y de solidaridad I ceso histórico. Sus orígenes se anclan en la necesidad
qu e reconocen la autodeterminación, la coexistencia de la burguesía, en el siglo XVII1, de liberarse de las
pacífica y la justicia social internacional, entre otros. restricciones de las sociedades estamentales, procla-
De esta apretada enunciación se desprende, con mando "la consigna de 'libertad igual para todos',
toda claridad, que nosotros gozamos, si no de todos, con el fin de combatir a los estamentos superiores,
por lo menos de la mayor parte de estos derechos. No exhibiendo la injusticia de sus privilegios, asi como
obstante basta con hojear el periódico para constatar buscando el apoyo de los estratos inferiores" (García
cómo se viola la totalidad de los mismos en nuestro Clark, 2012: 35). Pero en la práctica los derechos decl a-
país y en el mundo. rados como universales, entonces, ¿nunca lo han sido?
Existe entonces una fisura terrible entre ciertos ¿Cabe por eso desecharlos como letra muerta?
grupos de población que gozan efectivamente de estos Todo lo contrario. Hay momentos en que el derecho
y muchos otros derechos, frente a personas que carecen se "adelanta" a la política; es decir, es capaz de formu-
de toda protección. Me refiero -claro está- a grupos ex- lar normas que van más allá de las relaciones de poder
cluidos o marginales, como la mayor parte de las co- vigentes e incluso las cuestiona. Y es en esas circuns-
munidades indígenas del planeta, la población sujeta tancias en las que se convierte en una herramienta que
a procesos de migración forzada, los desocupados (en abre a la política y la compromete al cumplimiento de
térm inos laborales) y los ocupados (en términos mili- antiguas promesas. Allí es donde estamos ho).
ta~es:; es ~ecir, la población civil de países que viven Desde esta perspectiva, junto a la reidndicación
ba¡o invasiones Yocupación militar. Son los que Frantz de un derecho que ampare por igual a todo el géne-
Fanon llamara "los con d ena d os de la tierra"
. y que re- ro humano, particularmente pertinente en un mundo
presentan millones de personas en la época actual. globalizado, es necesario reformular alhunas cue ·tio-
No obstante, los derechos humanos se enuncian nes en relación con la enunciación , la lud1a por los
como universales · Est a universa
· . •
11dad, que equipara a derechos humanos.

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8 rIL.\R CALHll:0
LOS D EREC HOS II UMI\NOS COMO DEF ENSA DE LA DJ C -.;JDA D 9
En primer lugar, ha) que reconocer que la apela- dad por los demás porque es a través del Otro que en-
ción a los mismos suele realizarse en primera persona, contramos nuestra propia humanidad. Es en compañía
ya sea del ingular o del plural. Defiendo "mis" dere- del Otro, no hablando por él sino hablando con él, que
chos 0, en todo caso "nuestros" derechos; los que se nos comunicamos también con nosotros mismos. Así,
refieren a mi condición individual o a la del grupo del como lo señala Komi Bhabha, si bien es cierto que "na-
que formo parte. Asistimos con frecuencia a la deman- die puede ser liberado por otros", también es cierto
da de colectivos que sólo son capaces de movilizarse "que nadie pueda liberarse a sí mismo sin los otros"
o exigir cuando están en juego sus prerrogativas, (Bhabha, 2013: 78). Esto es, la libertad -como todos los
pero nunca, o muy difícilmente, cuando lo que está en demás derechos del ser humano- sólo se alcanza con
peligro es el dered10 de otros. Esta cuestión se explica los otros. Es necesario entonces poder enunciar los
por cierta "sordera" social para escuchar las deman- derechos humanos en segunda y tercera persona: tus
das de los grupos más vulnerables que se ven obliga- derechos, sus derechos, deben ser la condición de po-
dos, en todo caso, a reclamar por sí mismos. Esto mar- sibilidad de la defensa de los míos y de los nuestros.
ca una "falta" en la enunciación, que es la ausencia de Otro problema de nuestra enunciación está en el
nuestra responsabilidad en relación con los derechos tiempo verbal. Nos referimos con horror a las violacio-
del Otro. Esta observación es importante para todos, nes de derechos humanos ocurridas en el pasado, pero
pero especialmente para quienes somos sujetos de ple- rara vez le prestamos la atención que corresponde a las
no derecho en un mundo en el que la mayoría no lo es. atrocidades del presente. Tenemos una enorme dificul-
Ese Otro, sobre el que debernos tomar responsabi- tad en dirigir nuestra mirada hacia allí. Por una parte,
lidad es todo otro, pero, sobre todo, es aquel que está en porque todo el aparataje del poder político, económico
posición de desventaja o desprotección porque, corno y comunicacional de nuestras sociedades minimiza,
señalara Su san Sontag, "nuestros privilegios están u bi- oculta o justifica estas prácticas. Por otra, porque nos
cados en el mismo mapa de su sufrimiento y pueden sentimos impotentes frente a ellas y preferi111os no mi-
estar
. .vinculados-de rn aneras que acaso prefiramos
. no rar; no sufrir innecesariamente por algo que nos rebasa.
1ma o·
91 nar- del misrn
· d .
o mo o corno la nqueza de al- En tm sentido, es una reacción muy comprensible pero
gunos quizá implique la indigencia de otros" (Sontag, nuestra dificultad para mirar los abusos contemporá-
2004: 119) · Pero ta mbº'
1en d ebernos tomar responsabili- neos, los que ocurren en el momento actual, es también

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10 r ll (' l\'I IKO
1.,0 ~ Ol!KP.C IIO~ II VMM IO~ COM O ll t fl tl,A 111. 1 A DIG flJ AO 11

I que p . ibiliti'I u c ntimri'I ión y no hnce, de alguna que podríamos llamar la indiferencia por la diferencia;
man ra, · mplic inv luntario d los mismos. es decir, un reconocimiento de la diferencia que no se
A partir de ti'I c n ideraciones, me referiré a los interesa por ella ni intenta comprenderla sino que la
derech human de d e los "vacíos" a los que aca- deja ser, la libra a su suerte, simplemente desenten-
b de aludir; habl aré de ílquellos sectores que han sido diéndose.
excl uid o de la upuesta universalidad de tales ga- La gran reorganización del mundo a la que asisti-
rantía ; , oy a hablar de los Otros y r:io .de nosotros; mos se impone día a día mediante grandes violencias
del pre ente y no de las atrocidades del pasado. que conllevan toda clase de violaciones a los derechos
Existe la falsa apreciación de que, como el dis- humanos.
cur o de los derechos humanos se ha hecho bastante Las más importantes ocurren principalmente a tra-
frecuente, vivimos en un mundo de más derechos, lo vés de la construcción de dos grandes escenarios béli-
cua l no parece ser cierto. La actual globalización supo- cos: las llamadas guerra antiterrorista y guerra o lucha
ne una reorgani zación hegemónica a escala planeta- contra el crimen organizado. Junto a éstas, de carácter
ria que comprende todos los campos de la actividad abierto y con un alto componente militar, se desplie-
humana, incluidas las formas de pensar y de con- gan otras violencias sistémicas, pero no por ello menos
formación de las subjetividades. La pacificación, la directas: son las que se ejercen contra los enormes sec-
flexibilidad y la tolerancia son parte del discurso pre- tores de la población que han sido "abandonados" a su
dominante en el mundo actual. Sin embargo, la's prác- suerte y por cuyas vidas y bienes nadie responde.
ticas desmienten al discurso. Mientras se ensalza la no Si nos detenemos en cada una de estas formas
violencia, se sostienen políticas de ocupación militar de violencia podemos apreciar la limitación de los
en diferentes regiones del planeta, con altos costos derechos humanos en el mundo actual y, por lo tanto,
para la población, principalmente de vidas de civiles. el enorme campo de acción que tenemos por delante.
Por su parte, la flexibilización se restringe al mercado Una de las palabras que se enuncia más frecu en-
y a la circulación de capitales, pero no alcanza a las po- temente en pasado es "genocidio". Hablamos sobre
líticas migratorias o ".., los s'st . . . todo del genocidio de los nazis contra los judíos y gi-
. 1 emns penrtenc1anos, por
e1emplo. Finalmente, la tolerancia qu e se practica de tanos, si acaso del genocidio contra los armenios co-
manera habitual es· la to! eranc1a
· d e 1a md
. .rfcrencia, o lo metido por los turcos, o de las prácticas genocidas en

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12 ri ¡; C.\ L\TI KO LOS DCRECIIOS HUMA N OS COMO DHU,SA Dt LA OJt;•/JOAO ] 3
, cuest¡:i mucho id entific¡:ir como ge- de detenerla. Si, como sabemos, los bombardeos que
R,uan d a. Pero tl -
nacidas a las violencias actuale que corresponden con produjeron esta cantidad de víctimas en la población
esta fi gura. civil palestina han incluido el ataque premeditado a
Detenoámonos w1 momento en las características escuelas, centros de salud y personal médico, como lo
v
del genocidio y pensemos, por ejemplo, en la actual denunció Amnistía Internacional, no queda duda so-
situación entre Israel y Palestina a la luz de esta figu- bre la intención de "destruir total o parcialmente a un
ra del derecho internacional. La Convención para la grupo [en este caso] nacional".
Prevención ) la Sanción del Delito de Genocidio, Pedro Miguel recapitula que "De 1948 a la fechá,
adoptada por la Asamblea General de las Naciones en la vieja Palestina se suceden casi siete décadas de
Unidas, define el genocidio como "cualquiera de los ocupación militar, cientos de miles de árabes asesina-
actos perpetrados con la intención de destruir, total dos y de casas palestinas demolidas, cerca de cinco
o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o millones de refugiados, miles de prisioneros -muchos
religioso como tal", que comprenden, entre otras, la de ellos encarcelados largos años sin ninguna clase de
matanza de miembros del grupo, .las lesiones graves protección legal- y el ejercicio de una limpieza étnica
físicas o mentales de sus miembros, el sometimiento que incluye la negación sistemática a los árabes de
intencionaJ del grupo a condiciones de existencia que adquirir tierras y construir viviendas, en tanto que a
hayan de acarrear su destrucción física total o parcial los judíos el gobierno les concede terrenos gratui tos
(Convención, 1948). En Palestina, sólo en la última y servidos subsidiados". Al mismo tiempo, "la ocu-
ocupación -que no guerra- de la Franja de Gaza ha pación de Cisjordania y el cerco a Gaza incluye con
habido 2, 086 muertos palestinos frente a 67 israelíes; frecuencia la negación a los pobladores palestinos de
76.8% de los palestinos muertos eran civiles mientras agua y electricidad, así como la imposibilidad de des-
' plazarse y, con ello, la negación fáctica de educación,
sólo 5% de las víctimas israelíes lo eran, las demás
correspondieron a militares en acción; a su vez, hay trabajo, servicios médicos, comercio o vi itas fa milia-
un niño israelí muerto frente a 494 niños palestinos res" (Miguel, 201 4: 32). No cabe duda, entonce , que
muertos. Tod as las vidas son igualmente importantes, estamos ante un genocidio.
pero estas cifras dejan en claro de dónd e proviene Ja Esta idea también se verifica si tomamo en cuen-
agresión Yquién tendría, por lo mi smo, la posibilidad ta la periodización que hizo Daniel Feierstein, un e -

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14 rl R C.\ l \ TI R LOS DERECHOS HUMA NOS COMO DEFENSA D E LA DfCSTDA O 15
tudioso de los pr cesos ge.nacidas, para mostrar su internacional que legitima la ocupaéión militar en cual-
;énesis ) desarrollo. ~e 'in ese estudio, los momentos quier parte del planeta, sin que medie objeción al res-
que van desplegándose para la consumación de un ge- pecto. Me refiero, claro, a las invasiones ~ Afganistán e
nocidio pueden resumirse como sigue: 1) Primero se Irak, sobre cuyo territorio se han vuelto a arrojar bom-
constru ·e la imagen del grupo a eliminar como una bas en estos días, así como al ataque mediante drones
otredad negativa; es decir, según un estereotipo que lo sobre territorio ~akistaní. En todos los casos, el mayor
presenta como indeseable y peligroso. 2) Luego se pasa número de víctimas no corresponde a grupos armados
a distintas formas de hostigamiento con violencia di- sino a la sociedad civil, que se ve así privada de todos
recta por parte de grupos civiles radicales, junto con la sus derechos, incluido el derecho a la vida. A su vez, la
aplicación de una legislación discriminatoria por parte fabricación de este escenario bélico ha Hevado a la ins-
del Estado. 3) A continuación se aísla espacialmente talación de verdaderos campos de concentración, como
al grupo discriminado, apartándolo de otros grupos el que aún opera en Guantánamo, donde las personas
sociales y confinándolo en condiciones cada vez más han permanecido por años, sin posibilidad de defensa,
deterioradas. 4) De esto se deriva un debilitamiento en las peores condiciones de alojamiento y al margen
sistemático físico, psíquico y de todo orden que inicia de cualquier derecho nacional, internacional o de gue-
el proceso de exterminio. 5) El mismo culmina con la rra. Como parte del mismo escenario "antiterrorista"
quinta fase que consiste en el asesinato abierto de los se ha verificado la existencia de una constelación de
miembros del grupo (Feiersteín, 2000: 31-47). En sínte- centros de detención clandestinos, administrados por
sis, si nos atenemos tanto a la definición como a la pe- la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que Amnis-
riodización, estamos ante un genocidio actual y actuan- l tía Internacional llamó "el gulag de nuestro tiempo".
te en el caso palestino. Todos los elementos se verifican La existencia de esta red global de detenciones ile-
y, sin embargo, existen fuertes presiones para evitar el gales fue confirmada por el Informe de Dick Marty
uso de esta palabra y una clara resistencia a definir con al Consejo de Europa en 2007. Son lugares donde se
esta categoría la masacre de palestinos, reducidos así, practica la desaparición forzada de personas, ni más
en la práctica, a una población sin derechos. ni menos. Los testimonios de algunos sobrevivientes,
Por su parte, la llamada guerra antiterrorista ha tomados por Amnistía Internacional, nos permiten sa-
creado una suerte de estado de excepción en el orden ber que, al igual que en Guantánamo, en estos luga-

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16 rll.AR C\l \T ll-0 LO DERECHO II UMANOS C0 , 10 DEF[~ SA DE LA oir,~10.\D 17


res se practica todo tipo de tortura, desde las formas rios bélicos, tanto del antiterrorista como de la guerra
que ) a conocemo hasta otras relativamente nuevas, contra el crimen, no intento decir que el terrorismo O
, supuestamente "permitidas" como procedimientos el crimen no existan como fenómenos reales. Tampoco
de obturación sensorial, exposición a temperaturas ex- pretendo que sean problemas irrelevantes, lo que trato
tremas, pri, ación del suei10 y formas de aislamiento de señalar es que se los aborda desde una perspecti-
radical por las cuales las personas permanecen meses va bélica que enfrenta un problema de fuertes aristas
enteros sin contacto alguno con otro ser humano. sociales y políticas como si fuera la lucha contra un
Es decir, que la llamada guerra antiterrorista ha enemigo a eliminar. Este enfoque propicia la interven-
servido de excusa para violaciones tan graves corno la ción militar, incrementando los costos en todo sentido.
desaparición forzada, la tortura ilimitada y la apertu- Un hecho significativo es que la declaración de estas
ra de instituciones "concentracionarias" en el contexto "guerras" ha incrementado el número de las víctimas
global. y potencia el problema, en lugar de desactivarlo. Las
Por su parte, la llamada "guerra contra el crimen organizaciones y los atentados de corte terrorista no
organizado" ha tenido también altísimos costos e~ los disminuyeron a partir de 2001 sino todo lo contrario, y
países en los que se ha desplegado. México es un caso lo mismo ocurrió con la actividad criminal en México
paradigmático al respecto. En un lapso de seis años después de 2006.
los saldos más conservadores hablan de más de 60 mil La política de combate al llamado "crimen orga-
ejecuciones, 15 mil desapariciones forzadas y cientos nizado" se acompaña de una enorme presión desde
de miles de desplazados, como efecto de la acción de ciertos sectores de la sociedad ch:il para el incremento
la delincuencia pero también del Estado. La mayoría del "punitivismo" penal. Se le demanda a las instan-
de estas víctimas correspondieron a lo que podríamos cias gubernamentales, en especial desde los medios de
llamar las "terminales" de las redes mafiosas, es de- comunicación, la ampliación de las figuras penales Y
cir, personas que se ubican en sus últimas jerarquías, de las correspondientes sanciones. Este reclamo de se-
mientras los grandes capos y, sobre todo, los funcio- guridad por vía del "punitivismo" penitenciario sólo
narios, empresarios y politices asociados con ellos per- castiga a los eslabones más débiles y resulta completa-
manecen impunes. mente inúti l para dar solución a un problema de gran
Cuando hablo de la construcción de estos escena-

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18 rlL\ R CAL\ ' EI RO LOS D ERECHOS HUM ANOS COM O DEFENSA DE LA DIGN I DA D 19

comp1ep.. d ad . Ya no se trata del antiguo crimen, de ca- Si la prisión de seguridad media somete a los pre-
.
racter (si. se quier
. e) 'artesanal. Ahora estamos frente a sos a vivir en el hacinamiento, con una alimentación
verdaderas corporaciones mafiosas de alcance trans- deficiente y en condiciones de vida que afectan el sue-
. 1 co 1u d'das
nac1ona 1 , y/o protegidas por fracciones del ño y la salud, las prisiones de máxima seguridad se ba-
propio aparato estatal -como algunas policías-, ~or san en el aislamiento radical de las personas que atenta
actores del sistema económico -como los empresarios contra su propia humanidad. La prisión de seguridad
que blanquean capitales- y del político, que se_ sirve máxima es un universo solitario y silencioso en el que
de muchas maneras del dinero fresco aunque ilegal. el ser humano pierde el contacto con los demás, sean
Sin embargo, y a pesar de toda evidencia en contra, la presos o custodios, e incluso con su familia, dada la
corriente "pw1 itivista" logra imponerse y, en conse- localización y el funcionamiento de estos centros de
cuencia, se realizan las reformas judiciales necesarias_ reclusión. Al cancelar la posibilidad del contacto físico,
para establecer la figura de crimen organizado como afectivo y verbal del preso con otros seres humanos, al
una figura de excepción que habilita la suspensión o cancelar toda comunicación, el dispositivo arrebata la
reducción de derechos para los acusados de tales deli- . condición humana misma de las personas que aloja.
tos. Se cuela así una legislación diferencial que abre el Se podría decir que son lugares donde se deposita a
camino para su aplicación en muy diferentes casos. Si las personas para "dejarlas" vivir una vida que no es
la figura del terrorista puede ampliarse para abarcar vida o morir lentamente.
a luchadores nacionales o sociales, algo parecido ha Por último, en este marco nada alentador, exis-
ocurrido con la de delincuencia organizada. ten las llamadas violencias sistémicas, no menos im-
A su vez, la ineficacia de esta política no resuelve , portantes que las otras, y que están asociadas con los
el problema sino que lo incrementa y lleva al encar- procesos de acumulación. Desde sus inicios, la econo-
celamiento de cada vez más personas durante perio- mía capitalista traspuso los limites entre lo legal y lo
dos también más prolongados. La saturación de las ilegal como forma de incrementar las ganancias. Pero
prisiones y la peligrosidad de los capos se esgrimen este fenómeno alcanza especial relevancia en la fase
como causa para la creación de un sistema penitencia-
actual, que ciertos autores como J~iro Estrada Álvare¡,
rio doble, con cárceles de seguridad media y otras de
no han dudado en llamar "capitalismo criminal". Dice
máxima o incluso súper máxima seguridad.
Estrada:

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20 rIL\ .: U \ TI RO LOS DEREOIOS HUMAN OS COMO DEFE NSA DE LA DIC'llDA D 21
la mdehmaon en 1re 1a legalidad y la ilegalidad per-
. _ . .•
dan con unidades administrativas estatales (munici-
. 1.denb.fi car una "zona gris" propia de las expre-
mite pios, estados, provincias) es un claro indicador de la
. . . 1e:,_ en la actual fase del capitalismo, que
s10nes cnmma relación de respaldo recíproco entre unos y otras. En la
. . . 1as con d.10·ones de emergencia para las nue-
po 1b1hta fase actual, la infiltración del Estado por grupos crimi-
vas formas de acunl ulación, en apariencia legales, pero nales que se "asocian" con grupos políticos y econó-
que en rea lid a d So n producto de actividades ilegales micos, mediante intercambios de favores y ganancias,
(Estrada, 200 : 31). permite explicar su crecimiento y desarrollo. Se crea de
hecho una interdependencia entre los circuitos legales
Así, la falta de transparencia en los mercados fi-
e ilegales de la economía que penetra profundamente
nancieros internacionales y las políticas de liberaliza-
en el sistema político y en el propio aparato estatal.
ción y desregulación facilitaron el funcionamiento de
Como producto de esto se despliega un conjun-
redes transnacionales de acumulación ilegal, que a
to de violencias, ya sea en el orden global, como en
su vez nutren la economía legal, también transnacio-
el nacional y el local. En algunos casos son abierta-
nalizada. Desde esta perspectiva, los capitales crimi-
mente estatales; en otros, aunque se presentan como
nales serían un componente orgánico en la fase actual
privadas están protegidas o encubiertas por el poder
del capitalismo, ya que su articulación con la eco-
.del Estado. En este sentido, se puede decir que aunque
nomía legal permite esti mular diferentes áreas de la
muchas de las violencias actuales, y la violación de
mi sma . La conexión entre circuitos legales e ilegales no
derechos que se deriva de ellas, parezcan y se presen-
ocurre solamente en el ámbito de la economía sino que
ten como privadas, son en realidad violencias y viola-
se replica en el espacio político, social, jurídico, repre-
ciones público-privadas, que articulan circuitos legales
sivo. Así, las redes delictivas se expanden gracias a
e ilegales. Son violencias que resultan funcionales a las
su articulación con sectores del propio aparato esta-
nuevas formas de acumulación y de organización del
tal, sosteniéndose mutuamente. Estrada sosti':ne que
poder global, regional y nacional, ya que impulsan
"Estado y mafia son consustanciales" (Estrada, 2008:
prácticas de concentración y apropiación por despo-
48) y refiere el argumento de Ciro Krauthau sen, según
sesión, tanto de recursos naturales como humanos. Es
el cual, el hecho de que las delimitaciones territori ales
Jo que podemos observar en el desplazamiento de po-
entre distintos grupos mafiosos generalmente coinci-
blación asentada en regiones que cuentan con rique-

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LO S DEREC HOS IIUMA ~OS COMO DEFESSA DE LA DICSID AD 23
22 r1 L \ R ,\L\ ' f11'

, r éticas Asimismo en la amplia y abarcadora, de la que gozamos ciertos sec-


za, naturale , agncolas o ene g . ,
como simple mercancia, tores de la población, correspondiente principalmen-
apropiación d las personas, .
para u utilización en las distintas formas de trabaJo te a sectores medios y altos.
escla, o. En efecto, en pleno siglo XXI hemos vuelto a Por otra parte, se han instrumentado políticas de
. , de personas, muchas veces menores de restricción de los derechos de las personas, a partir de
1a exp1o tac1on
edad, mediante su esclavización sexual o laboral. . la construcción de escenarios bélicos como la guerra
En nuestra sociedad estas prácticas ocurren prin- contra el terrorismo y la llamada lucha o guerra en
cipalmente sobre dos grupos sociales: 1_os migrantes y contra del crimen organizado, que habilitan legislacio-
los indígenas. Los primeros son s~~etido~, a l~, largo nes y prácticas de excepción. Hay importantes grupos
del territorio nacional, a lesiones fis1cas, v1olac1on, se- poblacionales que han quedado el margen de todo
cuestro, desaparición forzada y asesinato por parte de derecho, grupos humanos que abarcan a millones de
estas redes, sin que nadie responda por sus vidas ni personas, sobre los que se practica cualquier tipo de
por sus bienes, a excepción de algunas organizac~o- violencia sin que nadie responda. Es el caso, corno di-
nes de defensa de sus derechos surgidas de la socie- jimos, de la población palestina a escala internacional,
dad civil. Algo semejante ocurre con las comunidades así como de la población migrante e indígena en nues-
indígenas, que son objeto de toda clase de violencia tro México. Hay que señalar, sin embargo, que el he-
e intimidación para la desposesión de sus tierras. En cho de ser víctimas por las que ni las instituciones ni la
ambos casos se verifica la indefensión y la impunidad. mayor parte de la sociedad responde, no las coloca en
Como si fueran "vidas que no merecen ser vividas", el una posición de indefensión pasiva. Muchos de estos
Estado no responde por ellas. Por el contrario, garan- grupos resisten y se defienden, a veces con mucho éxi-
tiza la impunidad para los perpetradores. Estaríamos to, a partir de su propia organización y cultura. Como
entonces frente a grupos de población que quedan "a parte de sus prácticas de resistencia reclaman la vali-
bando", es decir, abandonados por completo, por fue- dación de sus derechos, de esos derechos reconocidos
ra de cualquier protección del derecho y reducidos a como universales pero denegados en la práctica. E1:l
lo que Giorgio Agamben llamó nudn vidn. este sentido, la "letra" de la ley, aunque no se haya he-
De todo este penoso recorrido, podemos concluir cho efectiva en la práctica, se convierte en una herra-
que existe una larga lista de derechos humanos muy mienta de resistencia, de demanda y muchas veces de

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2..J: ra \ . \ , t , 1 11' ,l
LO UER[ II OS II L IA ' os (0 \1 0 our-;,,, Dl u 1r;,1u,u 25
. . . . . . , n h,l ol'.urrido recientemente
- nqu1st.1· ck ti,,\:-, 1 es algo muy diferente a lo que pod ríamo llamar la
• J i, . ind í11 1.mas. No nos encontra- apertura, la permeabilidad ante el dolor del otro, que
en Ji unJ .. nrnmo,\l l.: º .,
t.rnt , frcnt~ .
1 un estado de excepcion ge- lanza hacia nosotros una "petición de reconoci mien-
m S, t r 1 ' b
. . ,nt~ara Agamben, sino mas ien to" (Aguiluz, 2012: 63). Si nosotros decidimos no r .
ni.:ralt .1 fo, m P1"
. ·t ,u~ articula niveles muy altos de ponder a esta petición, consumamos un doble acto de
tr nte a un e a l1
. . . . _ f rmas restringidas del derecho y violencia, al agregar a la ofensa inicial la indiferencia
m e en:.1 n, n
len dered1o. Es decir, estamos frente y el desconocimiento, que la perpetúan y la agravan.
a un i I m de diferenciación y jerarquización del Por el contrario, la atención y el reconocimiento del
d recho ) las garantías, en el que a nosotros nos cabe dolor del otro, de su demanda, nos abre la posibilidad
una posición de privilegio. de una empatía con él o ella, que no significa ponerse
¿Qué hacer con esto? Desentendernos es sin duda en su lugar sino al lado suyo. "Permitir que el dolor
una posibilidad, cómoda aunque no demasiado ética. del Otro me ocurra", dice Ortega (Ortega, _(X) : 6- ).
Aproximamos a la violencia y la deshumanización de O bien, reconocer que "nuestro dolor es conc bible
otras personas es difícil: nos duele, nos confronta con en otro" y el del otro en nosotros, que podemos deár:
nuestra impotencia e incluso con cierta sensación de "me duele en otro". Como señala Ma) a Aguiluz, "en
complicidad que, de alguna manera, tenemos. Por eso tanto dolor de otro no puedo localizarlo como localizo
existe una endencia a rechazarlo. Sin embargo, Homi el mío, en mi propio cuerpo, pero, en tanto ese dolor
Bhabha señala que "es preciso volver a cartografiar pudiera tenerlo yo, entonces el conocimiento del otr
nuestros propios paisajes íntimos y autóctonos, con el me marca; es algo que experimento aun cuando n
propósito de incluir a aquellos cuya presencia ciuda- esté presente " (Aguiluz, 2012: 65). De de e ta mirada,
dana ha sido hasta ahora aniquilada o marginalizada" ese otro dolor me incumbe, es parte de mi humanidad
(Bhabha, 2013: 103). Él habla de una inclusión efectiva, y puedo tomar responsabilidad p r él, en el entido de
no de una simpatía engañosa que nos tranquilice y nos dar respuesta.
aleje de la pr gunta incómoda sobre nuestra propia Es más, la escucha el r con imient del do! r del
responsabilidad, como advierte Susan Sontag. Aho- otro le d evuelven su c ndi i · n de su jet de pleno dere-
ra bien, la "simpatí.?'' autocompl aciente que recha- ch y, en e entido, lo r conocen , lo dirrnifican. Per
za Sontag, en tanto anestésico de la responsabilidad, el recon imi nto de la dignidad del otr s también el

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LOS DERCCIIOS HUMA . OS COM O DEFtSS DE LA DIC',IDAD 27
26 rn.., ~ ·,t, nR
. . d, · propia di<rnidad . Existimos unos BIBLIOGRAFÍA
rec o miento t: nn
11 o·
., .. .d~ d somos espejos unos de otros
. n tr s, en e n tlbll 1 " ,
. • deoradamos juntos, como hu- Convención para la Prevención y la Sanción del Delito
y n :; enJ 1te ~mo 0 1105 o
.d E ·te sentido la defensa de los derechos de Genocidio (1948). En: www2.ohchr,org. Con-
marn a . n e:. '
_ .,ba-a et1 mudw a lo ¡'urídico; es de orden sultado el 14 de agosto de 2014.
11umai1 :, r.c ::.
principalmente ético y tiene que ver con nuestro mu- ESTRADA ÁLVAREZ, ]AIRO (2008). Cnpitnlismo cri111i11al.
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.: !.ere ':c--5 l::11 :11:
.i{n:5:1 _i¿ ;1 l i?i::.J.1.1 e PiJar Calveiro se ter-
m·n ó ' e un, rimir en el es de abril de _015 en
los era de Solar Senfoos Editoriales, Ca!Je 2,
núm. _}, San Pedro de lo Pino , O 00, ~fé ico,
DF. :en o Rector de la r!A Puebla : Femando
Femán ez Fon SJ. Coord inación editorial: Ricar-
do Escárce a ~[éndez. Di eño de la colección, co-
rrección y formaci ón tipográfica: Juan Jorge A yala.
Tiro: _()() ejemplares

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