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a) Los supuestos en que se basa el proceso penal chileno, son los que se indican a
continuación:
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"Las disposiciones de este Código que autorizan la restricción de la libertad o de
otros derechos del imputado o del ejercicio de alguna de sus facultades serán
interpretadas restrictivamente y no se podrán aplicar por analogía".
La idea del debido proceso, implica que toda resolución que se adopto debe ser
dentro del régimen de un proceso previo, legalmente tramitado, pero además dentro
de una investigación y procedimiento racional y justo.
Respecto de cual es el contenido de un procedimiento racional y justo (Debido
Proceso) ha existido bastante debate pero apuntando a algunos consensos
podríamos decir que incluye un tribunal dependiente e imparcial, igualdad de armas
entre las partes, carácter contradictorio del proceso, publicidad, plazos razonables ,
presunción de inocencia, real y efectiva defensa del acusado.
La vigencia en el sistema de enjuiciamiento criminal del apotegma latino de la
"nulla poena sine iudicio", el cual en nuestro régimen jurídico, en resguardo de los
derechos del imputado y de la víctima del delito, se traduce en el postulado de la
indefectibilidad, hace imprescindible para establecer la certeza del delito e imponer la
pena la substanciación de un juicio ante un juez, lo cual garantiza la Constitución
Política en el inciso 5° del N° 3° del artículo 19, al disponer que
"Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso
previo legalmente tramitado".
En igual sentido se pronuncia el artículo 1° del C.P.P. al prescribir que
"Ninguna persona podrá ser condenada o penada, ni sometida a una de las
medidas de seguridad establecidas en este Código, sino en virtud de una sentencia
fundada, dictada por un tribunal imparcial. Toda persona tiene derecho a un juicio
previo, oral y público, desarrollado en conformidad con las normas de este cuerpo
legal".
Al respecto la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de
Diputados en su sesión N° 23, de 13 de enero de 1998, hizo presente que la
diferenciación entre persona penada y persona condenada obedece al hecho de que
podría existir una condena sin pena. Por ejemplo, por una renuncia a la pena o una
medida que no constituya pena. La condena en sí es el acto que declara la
responsabilidad. La pena, en cambio, es la aplicación de la sanción. Se recordó al
efecto que existen casos en el Código en que se puede aplicar una pena sin condena.
Por ejemplo, en el caso de internación de dementes. En el sistema actual chileno, a
los peligrosos se les encierra hasta por diez años. En todo caso, el hecho de que la
pena y la condena sean cosas distintas, es una discusión tradicional en la dogmática
penal. Ambas se requieren mutuamente, por lo que pretender aplicar la una sin la otra
es un abuso.
Por su parte, la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado, en su Segundo Informe, Sesión 5a (Anexo de Documentos), hizo presente
que la aparente redundancia que habría en la frase inicial del artículo 1° del C.P.P., al
distinguirse entre la persona "condenada" y la "penada", se explica por el propósito de
ratificar el principio de que a nadie se le pueden imponer penas si no es previamente
condenado y que ningún órgano del Estado que no sean los tribunales puede
imponerlas. Por otro lado, la mención expresa de la pena comprende el caso del
cumplimiento efectivo de la sanción, ya que una persona podría ser condenada y no
cumplir la pena, si ésta le fuere remitida, por ejemplo.
La Comisión, además, decidió evitar cualquier duda en orden a que la necesidad de
que la aplicación de una medida de seguridad sea dispuesta por una resolución
judicial, importaría la derogación de aquellas normas que permiten imponerla por
resolución administrativa, aclarando que se refiere a las medidas de seguridad
previstas en este Código. Tuvo para ello especialmente en vista las reglas vigentes del
Código Sanitario sobre internación de personas en determinados establecimientos,
que, a juicio de la Comisión, requieren con urgencia ser revisadas a la luz de la Carta
Fundamental y de los tratados internacionales ratificados por Chile, pero en un
contexto distinto de aquel en que se sitúa el Código Procesal Penal.
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Lo anterior demuestra que el legislador, en el nuevo Código, confirma la garantía
del juicio previo, lo cual, por un lado, satisface las exigencias del debido proceso y, por
el otro, asegura la eficacia de la presunción de inocencia que favorece al imputado.
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En seguida, en el nuevo sistema se consagra la máxima “non bis in idem”, al
establecer expresamente el artículo 1°, inciso 2°, del Código Procesal Penal, que: "La
persona condenada, absuelta o sobreseída definitivamente por sentencia ejecutoriada,
no podrá ser sometida a un nuevo procedimiento penal por el mismo hecho".
En relación con este supuesto, se sugirió por los senadores Bombal, Larraín,
Stange y Urenda, miembros de la antes referida Comisión del Senado, que se
agregara al precepto antes transcripto una frase "en el sentido de que la garantía de
no ser sometido a procedimiento por el mismo hecho se aplica sin perjuicio de lo
dispuesto en el inciso 3° del artículo 12 (actual artículo 13), que admite
excepcionalmente que se realice en Chile un nuevo juzgamiento de hechos sobre los
cuales haya recaído una sentencia condenatoria en el extranjero".
Sin embargo, "en virtud de la revisión que la Comisión del Senado efectuó del
artículo 12 (actual artículo 13 del C.P.P.), se concluyó la procedencia de reconocer
valor en Chile, en general, a las sentencias penales extranjeras, salvo casos
determinados que corresponden, en esencia, a aquellos en que acepta el doble
juzgamiento el Estatuto de la Corte Penal Internacional. En tales casos, efectivamente
se producirán excepciones a la prohibición del doble juzgamiento, pero la Comisión
prefirió no acoger la indicación porque, desde el punto de vista de fondo, es
innecesaria, desde el momento que la aludida norma especial prevalecerá sobre la
regla general que se consigna en el artículo 1° y, desde el punto de vista formal,
restringe o debilita un principio generalmente reconocido al momento de formularlo"
(Segundo Informe, Sesión 5a, Anexo de Documentos).
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Derechos Civiles y Políticos (14.2) y Convención Americana de Derechos Humanos
(8.2)
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audiencia se expusiere, resolverá la continuación del procedimiento o decretará el
sobreseimiento temporal del mismo".
Esta disposición se refiere a los casos en que el imputado por incapacidad física o
mental motivada por su avanzada edad o por enfermedad, u otras razones, no se
encuentra en condiciones de defenderse en forma adecuada a través de un justo y
legal procedimiento, ante su imposibilidad de ejercer los derechos y garantías que le
aseguran la Carta Fundamental, las leyes y los tratados internacionales que se
encuentren vigentes.
Al comprobar el juez las limitaciones que aquejan al imputado, está obligado, en
primer término, a adoptar las medidas que sean necesarias y estime pertinentes para
subsanar el estado de indefensión en que aquél se encuentra, y si éstas no fueren
suficientes para lograr tal objetivo, deberá sobreseer la causa temporalmente.
De esta manera se da solución, por ejemplo a casos en que el imputado sufra de
una deficiencia psíquica que, sin constituir locura o demencia, se encuentre en un
estado intermedio de anormalidad mental que le impida defenderse en forma
adecuada.
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, en su
Segundo Informe, Sesión 5ª (Anexo de Documentos), al aprobar el precepto, "fue de
parecer que, en esos términos, no sólo se evita distraer esfuerzos de los órganos del
Estado en una persecución infructuosa, sino que efectivamente se crea un mecanismo
de resguardo de las garantías, tanto de aquellas que la propia Carta Fundamental
prevé, como las que el legislador ha establecido siguiendo el mandato de consagrar un
procedimiento y una investigación racionales y justos, o las contempladas en los
tratados internacionales. El juez de garantía, al reparar que el imputado no puede
ejercer en plenitud los derechos emanados de esas garantías, o al exponérsele esa
situación, debe proceder a adoptar las medidas necesarias para resguardarlas, incluso
suspendiendo el procedimiento para reunir todos los antecedentes que le permitan
resolver informadamente si puede ser reanudado o ha de decretarse sobreseimiento".
Se sostiene esta cautela se centra en la etapa del procedimiento en la cual le
corresponde intervenir al juez de garantía, y no cuando la causa se encuentra
sometida al juicio oral en lo penal. Las razones serían que, por la naturaleza de las
circunstancias a que se alude, deberían ser detectadas y resueltas antes de la
audiencia del juicio oral, de forma que sólo se sometan al juicio oral personas que se
encuentren en condiciones de ejercer los derechos que les corresponden. Si se
permitiera debatir este tema en el juicio oral, se crearían inconvenientes mayores,
como sería la eventual suspensión del juicio oral y consiguiente pérdida de la
continuidad de la audiencia si en definitiva se reanudara, y los efectos indirectos, pero
no menos importantes, en el despacho regular de las causas por el tribunal del juicio
oral en lo pena.
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libertad, pues ningún medio probatorio tiene mayor valor que otro, ni existen medios de
prueba excluidos. No hay, tampoco, inhabilidades de testigos ni de peritos.
Empero, la conclusión del juez obtenida de la prueba debe ser fundamentada, es
decir, el juzgador debe explicar el razonamiento que ha realizado para arribar a una
conclusión y las pruebas en que ha basado aquélla, la cual, en todo caso, no podrá
contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia ni los
conocimientos científicamente afianzados (Art. 297 y sigts. del C.P.P.).
2.- La disponibilidad.
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El principio de la "disponibilidad o justicia consensuada" permite a las partes
extinguir la acción penal mediante acuerdos reparatorios que deberán ser aprobados
por el juez de garantía, conforme lo establece el C.P.P. Artículo 241
“El imputado y la víctima podrán convenir acuerdos reparatorios, los que el juez de
garantía aprobará, en audiencia a la que citará a los intervinientes para escuchar sus
planteamientos, si verificare que los concurrentes al acuerdo hubieren prestado su
consentimiento en forma libre y con pleno conocimiento de sus derechos.
“Los acuerdos reparatorios sólo podrán referirse a hechos investigados que
afectaren bienes jurídicos disponibles de carácter patrimonial, consistieren en lesiones
menos graves o constituyeren delitos culposos.
“En consecuencia, de oficio o a petición del ministerio público, el juez negará
aprobación a los acuerdos reparatorios convenidos en procedimientos que versaren
sobre hechos diversos de los previstos en el inciso que antecede, o si el consentimiento
de los que lo hubieren celebrado no apareciere libremente prestado, o si existiere un
interés público prevalente en la continuación de la persecución penal. Se entenderá
especialmente que concurre este interés si el imputado hubiere incurrido reiteradamente
en hechos como los que se investigaren en el caso particular.
Los efectos del acuerdo reparatorio los regula el Artículo 242.
Igualmente, la aplicación de este principio permite la operancia del denominado
"procedimiento abreviado", el cual puede ser propuesto, con la conformidad del
imputado, por el ministerio público por escrito al juez de garantía, cuando el delito
requiriere de una pena no superior a cinco años de presidio o reclusión menores en su
grados máximos, o bien cualesquiera otras penas de cualquiera naturaleza, cualquiera
que fuere su entidad o monto, ya fueren únicas, conjuntas o alternativas. Tal solicitud
del ministerio público será conocida y fallada en la audiencia de preparación del juicio
oral, pudiendo el querellante oponerse a ella (arts. 406 y sigts. C.P.P.).
3.- La oralidad.
Uno de los principios primordiales que informan al nuevo sistema de enjuiciamiento
criminal es el de la "oralidad", el cual se refiere a la forma de obtención del
conocimiento del debate en cuanto a las alegaciones y argumentaciones de las partes,
las declaraciones del acusado y la recepción de las pruebas, y, en general, a toda
intervención de quienes participen en la audiencia. Inclusive las resoluciones deben
ser dictadas y fundamentadas verbalmente por el tribunal. Consiste, por tanto, en que
tales actuaciones procesales deben expresarse por medio de la palabra, en términos
que el fallo de la causa debe fundarse exclusivamente en los antecedentes fácticos
manifestados oralmente en el idioma oficial en las audiencias ante el tribunal.
De acuerdo con este postulado, por lo tanto, el órgano jurisdiccional, como norma,
se informa por percepción auditiva de las imputaciones y defensas de las partes y de
las pruebas que éstas rindan, y en base exclusiva a tal conocimiento debe
fundamentar y emitir la sentencia, también oralmente.
Una manifestación de este principio se expresa en el Artículo 291. “La audiencia del
juicio se desarrollará en forma oral, tanto en lo relativo a las alegaciones y
argumentaciones de las partes como a las declaraciones del acusado, a la recepción de
las pruebas y, en general, a toda intervención de quienes participaren en ella. Las
resoluciones serán dictadas y fundamentadas verbalmente por el tribunal y se
entenderán notificadas desde el momento de su pronunciamiento, debiendo constar en el
registro del juicio.
El tribunal no admitirá la presentación de argumentaciones o peticiones por escrito
durante la audiencia del juicio oral.
Sin embargo, quienes no pudieren hablar o no lo supieren hacer en el idioma
castellano, intervendrán por escrito o por medio de intérpretes.
El acusado sordo o que no pudiere entender el idioma castellano será asistido de un
intérprete que le comunicará el contenido de los actos del juicio.”
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4.- La inmediación.
El principio de "inmediación" importa al lugar y al tiempo en que debe realizarse el
conocimiento del debate y de las pruebas de las partes por el tribunal, el cual debe ser
simultáneo con su producción y justamente en el recinto en que aquél funcione, con
asistencia de los jueces, el acusado, el fiscal, los defensores, los peritos y los testigos.
Consiste, en consecuencia, en la apreciación directa e inmediata por medio de los
sentidos, por parte del de los jueces de todas las alegaciones y pruebas que deban ser
consideradas por esto, para resolver el asunto.
Por lo mismo los artículos 284, 285 y 286 C.P.P. exigen la presencia ininterrumpida
de los jueces y del ministerio público, del acusado y del defensor en el juicio oral.
Mientras la oralidad dice relación con la forma como debe el tribunal tomar
conocimiento del debate y de las pruebas, la inmediación, en cambio, atañe al tiempo
y al lugar en que debe llevarse a cabo tal información.
Ambos principios, por lo tanto, son diversos y pueden existir uno sin la concurrencia
del otro. Así, por ejemplo, la declaración por escrito de un testigo imposibilitado o
eximido de concurrir al tribunal prestada ante un órgano diverso y ajeno al lugar del
juicio, satisface el principio de la oralidad, más no la inmediación.
La inmediación persigue, en el aspecto subjetivo o formal, que el tribunal se
relacione lo más directamente posible con el debate y la rendición de las pruebas, y en
lo objetivo o material, tiende a que el tribunal forme su convicción a través de los
medios probatorios que se encuentren en la relación más directa con el hecho que se
trate de probar. Ello exige, por lo tanto, que la sentencia sea deliberada por los
mismos jueces que hayan participado en el debate.
6.- La publicidad.
El principio de la publicidad consiste en que todos los debates y la producción de
las pruebas de las partes deben ser públicos, de manera que a ellos tienen libre
acceso tanto los contendientes como el pueblo en general, con escasas excepciones
contempladas por la ley en resguardo de la intimidad, el honor o la seguridad de
cualquier persona que debiere tomar parte en el juicio o para evitar la divulgación de
un secreto protegido por la ley.
Este principio lo consagra, de manera general, el Código Orgánico de Tribunales,
Art. 9 “Los actos de los tribunales son públicos, salvo las excepciones expresamente
establecidas por la ley.”. Y lo reafirma, en el actual proceso penal, el Artículo 289
C.P.P. Publicidad de la audiencia del juicio oral. “La audiencia del juicio oral será pública,
pero el tribunal podrá disponer, a petición de parte y por resolución fundada, una o más
de las siguientes medidas, cuando considerare que ellas resultan necesarias para
proteger la intimidad, el honor o la seguridad de cualquier persona que debiere tomar
parte en el juicio o para evitar la divulgación de un secreto protegido por la ley:
a) Impedir el acceso u ordenar la salida de personas determinadas de la sala
donde se efectuare la audiencia;
b) Impedir el acceso del público en general u ordenar su salida para la práctica de
pruebas específicas, y
c) Prohibir al fiscal, a los demás intervinientes y a sus abogados que entreguen
información o formulen declaraciones a los medios de comunicación social durante el
desarrollo del juicio.
Los medios de comunicación social podrán fotografiar, filmar o transmitir alguna
parte de la audiencia que el tribunal determinare, salvo que las partes se opusieren a ello.
Si sólo alguno de los intervinientes se opusiere, el tribunal resolverá.”
7.- La concentración.
El principio de la concentración, por su parte, exige que dentro de un mismo
espacio de tiempo y sin interrupción se efectúen todos los actos procesales
particulares que integran un acto procesal complejo. De ahí que, abierto el juicio oral,
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deberá continuar en todas las sesiones que sean necesarias hasta su terminación y
dictación del fallo.
Artículo 282 C.P.P.- Continuidad del juicio oral. “La audiencia del juicio oral se
desarrollará en forma continua y podrá prolongarse en sesiones sucesivas, hasta su
conclusión. Constituirán, para estos efectos, sesiones sucesivas, aquellas que tuvieren
lugar en el día siguiente o subsiguiente de funcionamiento ordinario del tribunal.”
8.- La contradictoriedad.
El principio de la contradictoriedad, por último, otorga a las partes el denominado
jus postulandi, es decir, la facultad de hacer valer todos los fundamentos que estimen
necesarios para justificar sus cargos o descargos, discutirlos, refutarlos, negarlos y, en
general, para controvertirlos y rendir todas las pruebas que estimen pertinentes para
tales efectos.
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