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¿Dónde estarás?

Después de la cruci xión de Jesús sus discípulos tuvieron que enfrentar la desesperación, la
desesperanza y la derrota. Su falta de entendimiento sobre la misión del Maestro les hizo
olvidar que la muerte no era el n, que había prometido regresar.

A veces en nuestras debilidades olvidamos lo que Dios nos ha prometido. Es normal que
vengan esos momentos de duda, desesperación y ansiedad, pero… ¿dónde estamos en esos
momentos? ¿Hacia dónde vamos?

Los discípulos reaccionaron de manera distinta a la muerte del Señor. ¿Con quién nos
identi caremos?

I. Pedro y los demás (Juan 21)

A. El gran apóstol decidió ir a pescar, lo que no signi ca salir un rato a disfrutar del mar,
sino que volvería a la vida de pescador que antes tenía. Otros discípulos siguieron su
ejemplo.

B. Y es que, al n y al cabo, ¿por qué no hacerlo? ¿Por qué no regresar a lo que ya era
seguro y fácil? Pedro tenía su vida entera pescando, sabía hacerlo, podía depender
económicamente de su trabajo.

C. Aquellos años que había pasado con Jesús podrían ser puestos atrás y olvidados
nalmente. Es mejor mirar hacia delante, trabajar para un mejor futuro.

D. Sin embargo, parecía que eso tampoco funcionaba. Por más que intentaron pescar, esa
noche no atraparon nada.

E. Cuando Jesús les encuentra les enseña que por más que quieran depender de ellos
mismos, es él quien realmente les da el sostenimiento. La pesca solo se da cuando
Jesús está en su vida, cuando saben que dependen de él.

F. Nosotros podemos caer en la trampa de que, después de un momento de fracaso o


debilidad, nos olvidemos de que en realidad dependemos de Dios. Queremos volver a
hacer las cosas como nosotros queremos y sabemos, pero nos encontramos siempre
con ese vacío, esa red vacía, que solo Jesús puede llenar.

II. Los que caminaban a Emaús (Lucas 24)

A. Estos dos discípulos anónimos van por el camino a la aldea de Emaús, no se nos dice
con qué propósito, pero se nos muestra su estado de ánimo.

B. Van desolados, desesperanzados, con la cabeza baja y ensimismados, recordando una


y otra vez lo que ha pasado, tratando de hallar una explicación.

C. Su tristeza es tal que no logran ver las cosas que están enfrente de ellos. Jesús mismos
estaba ahí, estaban hablando con él, pero no lo veían!

D. Su decepción y desesperanza fue tal que a pesar de que todo apuntaba a que Jesús
había resucitado, ellos seguían sin poder creerlo o sin poder entender lo que el mismo
Maestro les había dicho.

E. Es hasta que Jesús les explica la palabra y cena con ellos que ellos logran ver las
cosas como son.

F. Nosotros podemos caer en una tristeza tal que nos impida ver las bendiciones que hay
a nuestro al rededor y preferimos caminar y alejarnos de todo antes que enfrentar
nuestra realidad.

G. A veces las ansiedades de la vida nos impiden ver que Jesús nunca nos abandonó,
que siempre estuvo a nuestro lado, que siempre ha estado aquí. A veces nos hace falta
abrir la Escritura para reconocer esto. Recordar su delidad y su amor.

III. Las mujeres en la tumba (Mateo 28)

A. A diferencia de todos los discípulos, las mujeres fueron a la tumba. La devoción que
ellas tenían pudo más que la tristeza de ver a su Señor en la tumba. Es cierto que ellas
también pensaban que era el n de todo, puesto que iban preparadas para ungir el
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cuerpo de Jesús. Era un último servicio que ellas le habrían de brindar a su amigo
Jesús. Pero hay que poner el alta estima su insistencia que les hace buscar al Señor
aún en el momento de mayor a icción.

B. Esta insistencia y piedad, aunque quizás mal dirigida, fue recompensada. Pues ellas y
solo ellas fueron testigos de la gloria de Dios. Sienten el terremoto, ven al ángel, ven la
tumba vacía, escuchan las noticias de que Jesús ha resucitado, y, nalmente, ven en
persona al Señor Jesucristo.

C. A diferencia de Pedro y de los dos que van a Emaús ellas lo reconocen en seguida,
como si nada estorbara su vista para ver la gloria de Dios. Y son ellas quienes serán las
primeras en dar la noticia: Jesús vive.

D. Cuando en vez de huir, cuando en vez de volver atrás, vamos a buscar al Señor en
medio de la a icción, lo encontraremos. Cuando a pesar de todo insistimos e
insistimos, encontraremos la recompensa.

Ninguna desesperanza en nuestra vida puede ser comparada con la desesperanza de los
discípulos del Señor durante ese sábado y la mañana de ese domingo. Verse abandonados,
solos y sin nada por buscar. Pero es la reacción a ese momento la que puede determinar
nuestro futuro. Volveremos atrás? Iremos por el camino tristes? O iremos a encontrar con
Jesús en la tumba?
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