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Sinopsis

T
émele al calor…

El Rey Blanco ha cruzado la línea, tocó el cuerno, liberó a los lobos.

Cuando la sangre es derramada y la vida perdida, la realidad de la


posición de Ari como cazadora y presa finalmente se establece. Al
parecer, su padre no se detendrá ante nada para forzar su voluntad ante
la de él y distraída ante el último error de Charlie y su errónea atracción
hacia Jai, Ari nunca pensó temerle a nadie más que no fuera al Rey
Blanco.

Cegada y atacada, Ari aprende que un nuevo lobo se ha unido a la


cacería. Un oscuro Sorcerer cree que conoce una forma para extraer el
poder del Seal dejándolo como suyo y es incluso más impaciente que el
Rey Blanco.

La guerra por el Seal sólo ha comenzado… y es tiempo de que Ari


encienda su cabeza. Es tiempo de que Ari deje de actuar como la presa.

Es tiempo de que Ari se convierta en la cazadora.

Segundo libro de la Saga Smokeless Fire

Traducido por Paaau


Índice
Prólogo Capítulo 17
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Capítulo 29
Capítulo 13 Epílogo
Capítulo 14 Sobre la autora
Capítulo 15 Siguiente libro
Capítulo 16
Prólogo
Un baile de gigantes
Traducido por Akanet
Corregido por Liseth Johanna

L
a tierra de color ladrillo tembló bajo los pies de Ari, grietas en el suelo
sediento resplandeciendo como brasas en la oscuridad reinante. El
aire se encendió contra sus mejillas, como si estuviera atrapada
dentro de un círculo de fuego invisible, sus pulmones privados de oxígeno,
su lengua densa y sus dientes secos. Ella parpadeó, desorientada,
preguntándose dónde estaba y cómo había llegado allí. Sus ojos áridos y
dolidos no encontraban nada para engancharse a su paso en el vasto
vacío a su alrededor. La oscuridad arqueada y profunda de la noche se
estrellaba por encima de ella en su negro infinito.

—¡Hola! —Se ahogó, su voz ronca y baja mientras hacía eco en la nada.

¿Dónde estoy?

La idea apenas se había lanzado en la extraña noche, cuando un ruido


aprensivo cantó desde una gran distancia. Se hizo más fuerte y más
ominoso, mientras era acompañado por estruendos y crujidos que hicieron
temblar el suelo bajo los pies de Ari.

—¡AAAAAARRRRGGGGGGGGGHHHHHH! —Un grito de guerra dividió al


mundo en dos, mientras una masa de miembros gigantes pasaba cerca
de Ari y tronaba en el suelo, su impacto derribando a Ari. Ella se tomó un
minuto para aspirar de nuevo el aliento que le habían sacado. Hizo una
mueca por el dolor punzante mientras la piel era raspada de su codo, y
mientras las rocas golpeaban la parte posterior de sus muslos desnudos. Los
gritos, golpes, y explosiones frenéticas de violencia que se unieron con las
erupciones ásperas y guturales de rabia que escuchaba más allá, hicieron
que el corazón de Ari golpeara contra su pecho. Los sonidos aterradores la
hicieron olvidar preguntarse dónde estaba o por qué estaba todavía
usando sus pantalones cortos de pijama y camiseta.
—Mierda —Se agarró a sí misma, respirando las palabras de admiración
temerosa en voz baja mientras intentaba ponerse pie—. ¡Aah! —chilló,
esquivando un pedazo de tierra volando que había sido golpeado por el
puño más grande que alguna vez había visto. Ante ella, dos Jinn luchaban.
Dos Jinn de gran tamaño y de doce metros de altura. Incluso desde la
distancia de la que había sido lanzada, su cuello se estiraba hacia atrás
para ver la lucha de los Jinn. Ari se olvidó de correr, en busca de
seguridad, para escuchar su adrenalina.

El espectáculo era fascinante en su ferocidad. Ari los estudiaba.


Irrumpiendo y escapándose de las llamas, el fuego pareciendo ser la
evidencia física de los intentos de control de ambos Jinn mientras
luchaban locamente. Uno era una hembra, su largo cabello oscuro objeto
de abusos y ensangrentado cerca de la frente, su hermoso rostro, en su
mayor parte, no estaba estropeado. El macho Jinn estaba peor. La sangre
corría por cortes en su rostro mientras la mujer hacia otros nuevos cada vez
que los viejos empezaban a sanar. Su propio cabello largo oscuro estaba
cayendo de su trenza de medianoche mientras la mujer trataba de
extraerlo de su agarre. Se le ocurrió a Ari que el hermoso macho Jinn no
estaba tratando de hacerle daño a la mujer, más bien estaba tratando de
mantenerla a raya.

La mujer se abalanzó sobre el hombre y ambos chocaron en el suelo,


derribando a Ari una vez más. La sangre corría por el brazo de Ari, pero ella
apenas lo notó mientras temblorosamente se apresuraba a ponerse de
pie. Su corazón se aceleró al ver la mano de afiladas uñas que la hembra
Jinn había envuelto alrededor de la garganta del macho Jinn. Él levantó
sus brazos, tirando de su agarre. La respiración de Ari se volvió poco
profunda con el miedo a la vista del imponente círculo de oro alrededor
del bíceps de él. Estaba manchado con sangre tan fresca que coincidía
con la inserción de color rubí en el centro. Temerosa, pero por aquellos que
Ari no conocía, dejó que su mirada volviera de nuevo a su cara, y vio que
sus ojos oscuros miraban los ojos de la hembra con tristeza muda. La
hembra se quedó inmóvil con su mano todavía envuelta fuertemente
alrededor de su cuello.

Sin pensarlo, Ari dio un paso hacia ellos, su corazón dando tirones ante la
vista del macho y su dolor mostrándose en sus ojos. Quería aliviar su dolor,
envolver su pequeño ser a su alrededor. Sentía como si lo conociera de
alguna manera. Al mismo tiempo, se sentía atraída por la hembra Jinn. A su
desesperada necesidad. Su deseo. Pero ¿de qué? ¿Qué?

—Lo siento, hermano —susurró la hembra Jinn, una lágrima goteando de


sus ojos de lujo, ojos que coincidían con los de él—. Debo hacerlo.

Antes de que pudiera ejecutar lo que ella "debía hacer" la hembra fue
arrojada por manos invisibles y aterrizó con un golpe que agrietó la tierra.
Esta vez, habiéndolo esperado, Ari había preparado sus piernas y sólo
tropezó por el impacto. Sus ojos se abrieron ante los gigantes pies de mujer
que descansaban ante ella, tan grandes que podría haber subido en ellos
como si se trataran de un pequeño barco. Tragó saliva, hipnotizada por el
brazalete de oro en el tobillo que podría haber atado el barco al muelle y
el bonito anillo de oro en el dedo del pie por el que Ari hubiera sido capaz
de pasar su cabeza.

El cambio de aire y el calor insoportable que besó las mejillas de Ari como
trozos de papel ardiendo, la alertó de la presencia de él avanzando. El
atronador rugido de gigantes pasos vibraba en el suelo mientras Ari giraba
y lo observaba acercarse. Sus ojos viajaron por los enormes pies, las piernas
gigantescas en lo más azul de la seda acuosa, al fuertemente atado
abdomen y parte superior del cuerpo, y los gruesos y protuberantes brazos
con brazaletes de oro a juego...

…Ari entornó los ojos, los rasgos de su rostro sombreados por la noche
mientras su cabeza alcanzaba las estrellas.

Tragando saliva, Ari dio unos pasos hacia atrás, sus pies tambaleándose en
la tierra en movimiento mientras él seguía caminando hasta que estuvo
apuntado sobre el cuerpo propenso del macho Jinn.

—NUNCA LO TENDRÁS, MADRE MÍA —Su voz resonó en el mundo e incluso


las estrellas se apagaron en temor a sus palabras.

La mujer lo miró mientras se jalaba a sí misma hasta quedar sentada. Ella


era tan hermosa que Ari estaba paralizada, sin querer reconocer la
maldad en el bonito giro de su boca, y la locura en esos ojos
aterciopelados. Ari nunca había conocido tal malvada belleza.
—¿LO PROTEGERÍAS DE MÍ, MAESTRO? —Sus descriptivas palabras cantaron
en una forma etérea brillante y Ari se encontró suspirando junto con la
tierra.

—TE PROTEGERÍA DE TI MISMA.

—¡NO! —Su grito rebanó lo etéreo, haciendo pedazos las estrellas. Las
manos de Ari volaron a sus oídos mientras se derrumbaba de nuevo hacia
atrás por lo que pareció la decimoquinta vez, su mente tratando de
ponerse al día. ¿Qué se había perdido? ¿Qué había dicho ÉL? ¿Qué
significaba esto? ¿Por qué sentía tal desesperación?

Su cuerpo se estrelló contra la suavidad y los ojos de Ari se abrieron de


golpe.

—Mier... —susurró mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad de su


dormitorio. Su corazón todavía corría dentro de su pecho y se movió
incómodamente. Si tuviera una temperatura corporal normal como la
gente normal, probablemente estaría empapada en sudor después de ese
sueño. Una brisa maravillosa susurró dentro de la habitación desde la
rendija de la ventana abierta y Ari giró hacia su lado para atrapar el
refrescante bálsamo en su rostro. Bueno, habría sido un bálsamo
refrescante si realmente pudiera sentir más que un cosquilleo de su
presencia. Todo esto de lo templado estaba llegando a ella.

¿De lo templado? resopló por dentro. ¿Qué pasa con ese sueño?

¿Sobre qué diablos había sido el sueño? ¿Estaba finalmente volviéndose


loca?

Era la tensión de todo. De su padre, Derek. De Charlie. De Jai. Por no


hablar del malvado padre biológico que esperaba pacientemente en la
oscuridad. Ari enterró su cabeza en su almohada, deseando volverse a
dormir para que no tuviera que lidiar con toda esa basura hasta la
mañana. Sólo esperaba que no volviera a soñar con el extraño Jinn
gigante. ¿Por qué no podía soñar como la gente normal y tener sueños
relacionados con el estrés, sueños que implicaban perder los dientes?

Ella gimió.

Oh, cierto.
—Porque no soy normal.
Capítulo 1
Una nube de lluvia de deseos robados
Traducido por Zeth
Corregido por Dianita

E
l sueño eludió a Ari y salió de la cama temprano, arrastrándose por la
casa como un zombi mientras se duchaba y preparaba para otro día
en el limbo. Como era típico desde que Derek había regresado del
hospital luego de que el Jinn demonio, Pazuzu, lo hubiera dejado en coma,
no es que en Sandford Ridge supieran eso; hasta donde sabían el coma de
Derek había sido un misterio médico, las llamadas empezaron bastante
rápido y una vez más se encontró diciéndole a los que le daban sus
buenos deseos y a los colegas de su padre que él estaba descansando y
le diría que regresara la llamada tan pronto como fuera posible.
Finalmente alrededor de las once de la mañana, cuando se hizo evidente
que Derek no tenía intención de salir de su cuarto, de nuevo, Ari subió con
una bandeja de pan tostado, huevos y algo de café. Tocó la puerta
esperando escuchar movimiento. No había visto su rostro en un buen
tiempo. Ni siquiera cuando Jai y Charlie tuvieron un duelo de gritos el otro
día. Había dormido durante toda la cosa. Durante los últimos días Ari había
estado dejando bandejas con comida en su puerta y recolectando las
vacías. Quizás ya era tiempo de replanteárselo. Esperaría a que abriera la
puerta y luego se lanzaría hacia él.

—¿Papá? —preguntó suavemente—. ¿Estás despierto?

No hubo respuesta. Sin embargo el arrastre de pies detrás de la puerta


indicaba que estaba ahí.

—Tengo el desayuno aquí.

No hubo respuesta.

Sintiendo la impaciencia quemar en sus venas, Ari luchó por mantener su


voz calmada.
—El señor Zellman llamó nuevamente desde la oficina —Como si ya no
tuviera más problemas con que lidiar.

—Lo llamaré más tarde —respondió Derek suavemente, sonando muy


cerca.

—Eso fue lo que dijiste ayer.

—Lo llamaré, Ari… sólo… estoy cansado, cariño. Hablaremos más tarde.

Cada bocado de rechazo se estaba volviendo más grande y


francamente, Ari se estaba cansando de pararse ahí como un estúpido
objeto inmóvil. Dejando caer la bandeja con un ruido malhumorado, se
giró y murmuró para sus adentros:

—También dijiste eso ayer.

Más que enojada, Ari huyó de la insoportable soledad de su casa,


azotando la puerta de la cocina y saliendo al patio trasero. El sol le sonrió y
se sintió como si le mostrara el dedo del medio. Todo era un desastre. No
había hablado con Charlie desde que le había pedido a Jai que lo
echara, aquella fatídica mañana cuando habían descubierto que era un
Sorcerer. Ari había estado demasiado enfurecida como para estar en la
misma habitación con él. No podía mirar a Charlie, ni hablar con él, y su
teléfono estaba apagado porque él no dejaría de llamar.

¿Un Sorcerer? Según Jai y su estúpido libro, un Sorcerer era un estatus muy
ambiguo. Podía enviar a mestizos normales a un final profundo, sin importar
cuán impregnado de poder Jinn estuviera el humano. ¿Quién sabe qué le
haría eso a Charlie? ¿Y por qué lo había hecho? Su corazón literalmente
dolió al pensar en eso. Ari simplemente no podía entender por qué había
deseado convertirse en parte de este mundo cuando ella le había dicho
cuánto deseaba liberarse de él. La presión en su pecho se incrementó, y le
frunció el ceño al brillante cielo. No. No era lo suficientemente estúpida o
despistada para haber pensado que la decisión de Charlie tenía que ver
algo con ella. Todo era acerca de la venganza. Iba a lograr que lo
mataran. Los hechos no lo ayudaban porque él se rehusó a decirle y a Jai
quien le había concedido el deseo. Jai supuso que debía ser un Marid o un
Shaitan. Ari no podía descartar que quizás su padre real, el Rey Blanco, y
todo un gran e hinchado pedazo de mierda estuviera detrás del deseo.
Odiaba siquiera pensar que su tío, el Rey Rojo, tenía que ver en esto. De
hecho, ahora mismo tenía que creerlo, de cualquier manera, sin importar
qué, necesitaba al menos un poderoso aliado en toda esta locura.

El dolor estalló en su pecho como un irregular rayo y Ari jadeó, una


liberación de ira salió de su corazón roto. Todo había cambiado con
Charlie. No podía identificar exactamente qué era o lo que significaba,
pero todo había cambiado. Independientemente de lo que eso
significara, Ari sabía que no había vuelta atrás para ellos. Deseando que el
dolor saliera, Ari se concentró en la mancha del cielo sobre ella y forzó a
las nubes a tornarse negras y pesadas llenas de agua hasta reventar,
golpeando el suelo y su piel en sinfonía con su dolor.

Ari detente.

Haciendo una mueca de dolor ante el eco en su mente, Ari se giró para
encontrar a Jai tenso de pie en la entrada, los puños cerrados
fuertemente, su intensa mirada quemándola. Su mandíbula estaba tensa y
supo que estaba enojado. Sí, bueno ella también estaba enojada. Había
estado algo desaparecido después de echar a Charlie por ella y era
incapaz de encontrar su mirada cuando decidía premiarla con su
presencia. Sintió enrojecer a sus mejillas al recordar la noche en su puerta
cuando él la había rechazado. No era estúpida. Estaba completamente
incómodo cerca de ella, ¡Bravo!

Decepcionada con él, pero sin querer analizar nada más, Ari
despreocupadamente se encogió de hombros y se giró nuevamente a
mirar el cielo.

Me está haciendo sentir mejor.

Detente, ahora.

—¿Qué pasa? —Suspiró cansada—. ¿Qué está mal?

Un gruñido retumbó detrás de ella.

—Dije detente ahora, Ari.

Se giró debido a su agitación, sus propios ojos parpadearon enojados en


respuesta a su tono autoritario. Tomándose un segundo, Ari tomó una
inhalación profunda, dejando que la lluvia se deslizara por sus mejillas
hacia sus labios. Notando que Jai se ponía más impaciente, Ari se
concentró, deseando que la lluvia cesara y que las nubes regresaran a la
normalidad. Las sombras se alejaron del jardín y una vez más el sol brilló.

—¿Cuál es tú problema? —espetó.

Él exhaló profundamente y Ari sintió una punzada de preocupación


cuando notó los círculos negros bajo sus ojos. Viéndolo frotar su mano de
manera familiar por su corto cabello, dejó que sus ojos lo recorrieran antes
de poder detenerse, bebiendo de su hermoso rostro, fuerte antebrazo, y el
pequeño diamante en su oreja derecha que brillaba bajo el sol. Sus ojos se
centraron en él. Eso era nuevo.

Jai se aclaró la garganta y ella encontró de nuevo su mirada. Frotó el


pendiente en su oreja conscientemente entre su dedo índice y pulgar.

—Mi amigo, Trey. Un regalo, no quería decirle que no, sus intenciones son
buenas.

Su torcida e incierta sonrisa la golpeó con un rayo de pura lujuria, y de


inmediato lo odió por hacerla sentir blanda en el interior. Suspiró,
moviéndose sobre sus pies con inquietud. Pero eso no era realmente su
culpa.

—Se ve bien —Sonrió contra su voluntad. El pendiente era muy pequeño,


apenas se notaba. De buen gusto. Sin embargo, tenía ganas de tomarle
un poco el pelo—. Muy genio de tu parte.

—Sí, eso era lo que me temía.

—En serio, se ve bien —Le volvió a asegurar e inmediatamente deseó que


sus palabras no hubieran sonado así. Su voz era baja y… ¿coqueta? Sintió
la sangre apresurarse a sus mejillas de nuevo y sus ojos se oscurecieron, una
extraña tensión surgió entre ellos ya que ambos se quedaron sin palabras.
Sí, su voz había sido coqueta. Sí, Jai nuevamente le recordaba lo sexy que
era para él. No podía alejar la mirada. Era como si sus ojos fueran un
anzuelo. Todo lo que él necesitaba era pescarla.

Atráeme, por favor péscame.


Dándose cuenta de que sus pensamientos fácilmente podían haberse
hecho eco en su mente, Ari mordió su labio, deseando que alguien
simplemente lanzara algo al espacio entre ellos y de esa manera recibiera
una descarga por la electricidad que se estaba produciendo y rompiera la
maldita tensión.

¿Qué estaba haciendo? ¿Deliberadamente preparándose para ser


rechazada de nuevo? Él estaba enamorado de alguien más. Sacudiendo
la cabeza, Ari alejó la mirada.

—¿Qué pasa con la actitud? ¿La lluvia?

El rostro de Jai inmediatamente cambió, de nuevo inexpresivo como si le


hubiera recordado a qué había venido aquí en primer lugar.

—Es tiempo de que hablemos sobre magia —Su voz sorprendentemente


tranquila e insegura—. Honestamente esta vez.

Ari frunció el ceño a la palabra escogida.

—¿Honestamente?

—¿Vas a entrar?

Su corazón se aceleró, Ari asintió, no le gustaba como sonaban sus latidos.


Lo siguió al interior de la casa, cuidándose de no mirar su trasero en sus
desgastados vaqueros. Sin embargo, sus ojos se deslizaron a lo ancho de
sus hombros, sintiendo una punzada de nostalgia a la vista de su fuerza
física. Se preguntó cómo sería abrazarlo. Apostaba que sería maravilloso.
Seguro. Se preguntó cómo se sentiría pasar su nariz por su cálido cuello e
inhalarlo, sus brazos sosteniéndola fuertemente contra él. Cuando Jai se
giró para sentarse en la sala, Ari bajó de nuevo la mirada, deseando que él
no leyera lo que claramente debían mostrar sus ojos. Dejando que el
deseo se alejara de sus miembros, una hazaña más difícil de lo que habría
imaginado, Ari se dejó caer en la silla frente a él y una vez estuvo segura
que podía mirarlo fijamente de forma inexpresiva, levantó sus ojos.

—¿Qué ocurre?

—Hay consecuencias en la magia.


Su franca respuesta la hizo parpadear un par de veces confusa.

—Eh… ¿Qué?

Jai suspiró, lucía incómodo. No podía encontrar su mirada. Genial.

—Antes… cuando te estuve enseñando, El Rey Rojo me ordenó que no te


dijera todo lo que había que saber sobre magia. En caso de que
decidieras no intentar usarla. Necesitábamos que la usaras. Tu padre
necesitaba que la usaras.

Su pulsó aumentó.

—¿Consecuencias? ¿Qué consecuencias, Jai?

—Cuando hiciste llover… causaste una sequía en algún otro lugar.

La boca de Ari se abrió.

—Está bien, ¿de qué estás hablando?

—La magia Jinn, como todo sobre nosotros, tiene un balance. La única
magia que en serio nos pertenece, es esa que nos ayuda a defendernos o
ayuda a otros en sus destinos. Podemos crear hechizos para protegernos y
para quien sea que esté con nosotros cuando necesitamos protección.
El Peripatos, como la defensa, es parte de nosotros, como lo es volar y la
telepatía. Conceder deseos, y crear caminos o trayectos de vida es algo
que también es natural para los Marids, Shaitans, e incluso para algunos
Ifrits. Y como sabes, los Ifrits suelen tener algo individual en su magia que los
hace especiales. Es toda esa cosa de la composición genética, así que es
gratis. Es quienes somos. La otra cosa… bueno, puede ser potenciada por
llamas y talismanes; por eso los hechiceros los usan.

—¿La otra cosa? —preguntó Ari entre dientes, de pronto odiando hacia
donde iba esto.

—Lo innecesario, comida, ropa, dinero, todo viene de otros lugares. Ya


existe, no aparece simplemente de la nada. Estaba en la billetera de
alguien o en una tienda…

Los ojos de Ari se ensancharon.


—¿La chaqueta de cuero que conjuré? ¿Básicamente la robé de alguna
tienda?

Evidentemente haciendo caso omiso a la molestia que se evidenciaba en


su tono, Jai asintió suavemente.

—Sí.

Su mente daba vueltas por las noticias. ¡Había robado algo! Lo miró
fijamente.

—¿Qué hay de todo lo que tú conjuras?

—Soy dueño de lo que conjuro… en su mayoría. Ropa limpia de mi guarda


ropa. Dinero de mi cuenta bancaria. Pero estúpidas cosas como el jugo de
piña de la hermandad Aissawa… bueno eso vino de alguna otra parte.

—¿De qué otra parte?

—Probablemente del refrigerador de alguien. De un vecino. Suele venir del


lugar más cercano posible a tu posición.

—Entonces, esencialmente lo robaste entonces —espetó Ari.

Él se encogió de hombros y ella quiso lanzarle el control remoto.

—¿Por qué no me lo dijiste? —Un feo nudo se formó en su interior. No Jai.


No podía corresponder a sus sentimientos pero al menos pensó que podía
contar con él—. Me hiciste pensar que el genial truco de magia de esta
pesadilla era un pequeño lugar brillante en una situación bastante mala y
oscura.

—Tu tío me ordenó que no lo hiciera, Ari, te lo dije, sabía que no usarías la
magia si pensabas que era poco ética y necesitaba que activaras tu
herencia como el Seal.

—¿Pero no podías habérmelo dicho y simplemente habría conjurado cosas


que ya me pertenecieran?

Negó impacientemente con su cabeza.


—Necesitabas estirar tus músculos mágicos y hacer cosas que requerían un
alcance total de tu magia.

El nudo fue rociado con una fuerte dosis de amargura y sintió la emoción
sangrando hacia sus palabras.

—Debiste habérmelo dicho, pensé que eras mi amigo.

Si no se equivocaba vio brillar sus ojos con una emoción desconocida


antes de que parpadeara rápidamente, intensos pero planos ojos verdes
mirándola de nuevo.

—Una asignación de parte del Rey Rojo es una gran responsabilidad. No


quería arruinarlo.

—Me diste ese libro cuando se suponía que no lo hicieras —replicó.

—Eso fue distinto. Fue para educarte sobre las cosas importantes que en
realidad necesitabas saber.

—¡Esto es importante! Necesitaba saberlo.

—Todo lo que puedo decir es lo siento. Tenía que seguir esas órdenes.

Realmente no sonaba arrepentido pero Ari estaba demasiado enojada


como para importarle.

—Es bueno saber cuáles son tus prioridades.

—Ari, vamos…

—¿Qué más me estás escondiendo? —lo interrumpió, entrecerró los ojos


hacia él con sospecha. Antes de que pudiera responder, se escucharon las
fuertes pisadas de su padre al bajar las escaleras, saltó del sofá
sorprendida. Se giró para verlo pasar por la sala, tomando las llaves de su
auto. Lucia como el infierno.

—¿Papá? —Se precipitó hacia él, la sangre susurrando en sus oídos.

—Necesito salir —murmuró sin mirarla, ni siquiera notó la presencia de Jai


detrás de Ari.
—No papá, necesitamos hablar.

—Ahora no, Ari —Y antes de que pudiera parpadear estaba afuera, la


puerta se cerró de golpe detrás de él. Estupefacción y furia reprimida la
inmovilizaron un segundo mientras escuchaba abrirse y cerrarse la puerta
de su auto y el rugir del motor encendido. Ese familiar rugido la regresó a la
realidad y se giró para ver a Jai, quien no tuvo tiempo de ocultar sus
suaves y simpáticos ojos.

—No —Negó ella, apretando los dientes—. No lo creo. —Pensó en las llaves de su
auto y el metal cayó pesadamente en su palma abierta.
Capítulo 2
Aún mientras bebo, mis labios están secos por la sed

Traducido por Cami.Pineda


Corregido por Haushiinka

E
l intenso frío en el aire pellizcaba la piel de Dali, un poco de piel de
gallina elevándose sobre sus brazos en consecuencia. Temblaba un
poco en su camiseta lisa, apoyado sobre el balcón en la habitación
de huéspedes que su padre le dio para cuando tuviera la suerte suficiente
de ser invitado a Monte Qaf. Tenía suerte si esa invitación venía una vez al
año. El balcón estaba colgado sobre las montañas que le guiñaban en
respuesta en el sol del invierno, el verde brillante de incrustadas esmeraldas
haciendo que su sangre corriera con necesidad. De todas maneras, no
tomaba mucho para que la sed atacara, esa sed por poder, esa
necesidad creciendo cada vez más para ser más de lo que era, pero las
esmeraldas de Monte Qaf eran una historia totalmente diferente.
La necesidad que ellas inspiraban… él suspiró, inconscientemente
arañando su brazo mientras pensaba en el poder de su padre, su dominio
sobre su parte de las montañas. Hermosos hogares estaban dispersos sobre
las montañas, precarios caminos llevando ida y vuelta en medio de los
hogares, el supermercado y las largas cortinas cerradas de la entrada de
la extensa casa de su padre que había sido tallada dentro de la roca de
Monte Qaf, como las otras casas reales.

Sus ojos captaron una explosión de color moviéndose y por un momento


las frustraciones de Dali fueron olvidadas. Moviéndose hacia las ondeantes
cortinas de seda que caían sobre las enormes puertas de su padre, “para
una impresión de bienvenida” como su padre siempre había dicho, había
un pequeño séquito. Hombres y mujeres vestidos en colores brillantes y
ligeros, con ropa suelta en la que Dali se hubiera congelado, estaban
caminando en el frente y en la parte de atrás de una alfombra mágica.
Salidos directamente de Arabian Nights1. Dali sonrió con suavidad ante la

1
Arabian Nights: Es una película de aventura de 1942, adaptación del libro Las mil y una
noches
inesperada vista de una hermosa Jinn arrodillada sobre la flotante
alfombra Marroquí, sus ojos abiertos mientras su familia la guiaba hacia la
mansión. Él nunca había visto una alfombra mágica antes. Bueno, las
había visto enrolladas en la casa de su padre pero nunca había visto una
en uso. Eran muy raras. El hecho de que su familia usara una ahora era
signo de celebración. La exuberante belleza era un regalo para su padre.

La sonrisa de Dali lentamente se derritió en un ceño fruncido y sintió esa


familiar urgencia de amor/odio que tenía por su padre revuelto en un
bocado agridulce como chocolate y sal en la lengua. Era difícil vivir en el
mundo humano y tener que lidiar con personas que no tenían ni idea qué
tan extraordinario era él realmente. Había recogido unos cuantos
seguidores en esos últimos años, había hecho algo de dinero, algunos
contactos, pero aun así sólo veía a su padre una vez por año, sólo se le
permitía un vistazo al mundo del Monte Qaf antes de que hubiera sido
arrancado de él de nuevo y estuviera de vuelta en el mundo real,
hambriento de lo que su padre tenía. Saber que él nunca podría tener el
poder que su padre tenía se lo comía, se comía el amor de su padre, a
pesar que su padre había sido siempre muy afectuoso y le daba muchas
cosas cuando lo veía. Su padre siempre le preguntaba por su madre y le
daba regalos para llevarle, regalos que habían hecho sus vidas
extremadamente cómodas. Además si su madre había estado con el
corazón roto por su padre dejándolos en el mundo humano, lo hubiera
odiado más, pero ella no lo había estado. Siempre había estado
agradecida por lo que les había dado, agradecida de que le había dado
a Dali, agradecida que alguien tan extraordinario como él se hubiera
dignado a quererla. Dali sintió su mandíbula apretarse, observando las
cortinas apartarse con manos mágicas y las puertas abrirse detrás de ellos.
Claramente no sintiendo la viciosa mordedura de la frialdad del invierno, el
séquito bailando en el camino por la ladera de la montaña a la casa de su
padre, la chica en la alfombra mágica sonriendo nerviosamente desde su
asiento. Dios, ella era hermosa, Dali suspiró, sintiendo una agitación de
lujuria, no sólo por ella sino por lo que representaba. Un Jinn, una Jinn real,
poderosa por derecho propio, siendo ofrecida como un regalo a su
poderoso padre. Lo que Dali no daría por ese tipo de supremacía.

Un golpe en la puerta sonó y Dali se escabulló de nuevo dentro de su


amplia habitación. Era parte del edificio que no estaba construido en las
rocas de la montaña, así que sus paredes eran brillantes y libres de
esmeraldas. La cama con dosel en la habitación estaba hecha de una
sólida caoba oscura y cómodos sillones y muebles resistentes decoraban el
espacio. La cama estaba cubierta de cojines en los que se tenía que
enterrar para llegar al colchón. Su bolso estaba colgado en la parte
inferior. No quiso desempacar. Su padre sólo requería de su compañía por
unas cuantas noches. De todas maneras, él tenía su creciente
organización criminal a la cual volver. Sin él, ellos olvidarían incluso que
eran una organización.

—¿Sí? —la puerta se abrió y un Shaitan con ojos rojos sangrientos caminó
dentro de la habitación.

Dali sintió un escalofrío de miedo deslizarse por su cuello al ver al Shaitan


que era mucho más poderoso de lo que él alguna vez sería. No lo
suficiente poderoso para alejarse de servirle a su padre, se recordó,
enderezando la curvatura de cobardía en su espina.

—El maestro lo verá ahora.

Dali pudo haber jurado que el Shaitan se estaba burlando de él por lo


mucho que se había asustado. Recordándose que era un hombre grande,
y no sólo un hombre, sino un híbrido, un Sorcerer, Dali tocó el talismán de
esmeralda alrededor de su cuello y sacó su poder dejándolo pulsar en la
habitación. El Shantai sólo sonrió condescendientemente, sus ojos
diciendo, “sí, sí, eres el hijo del Maestro. Estoy temblando en mis botas.”

Tratando de no sonrojarse por la condescendencia no hablada, Dali sintió


un gruñido desde el fondo de su garganta.

—Muéstrame el camino —le dijo y el Shaitan rió, sus ojos brillando antes de
que se diera vuelta. Dali siguió de cerca al demonio fuera de la
habitación, notando cómo sus pies descalzos hacían ruido en las baldosas
frías. Pasaron a través de brillantes pasillos color crema con candelabros de
bronce, retratos con marcos de bronce y paisajes.

Moviéndose a través de un iluminado pasillo amplio, un número de


Shaitans que estaban parados en guardia, con sus ojos mirando al frente,
haciendo caso omiso de Dali. Continuaron hasta pasillos más oscuros
mientras el hogar se convertía en parte de la roca. Más candelabros
brillaban en la oscuridad, esmeraldas resplandeciendo en las salas y Dali
no pudo evitar acercarse y tocar las gemas, sintiendo una inyección de
energía tirando hacia él y chispeando en su sangre esperando por ser
usada en magia. Como un adicto necesitando otra dosis, tocó otra
esmeralda.

—Para eso —el Shiatan le gruñó sin darse vuelta. Dali arrancó su mano de
otra piedra, aunque su garganta caliente quemaba haciéndola sentir muy
seca por la necesidad.

Eventualmente, luego de lo que sintió como horas de caminata, el Shaitan


golpeó en una puerta antes de abrirla y dio un paso a un lado para dejar
que Dali pasara.

—Hijo —una profunda, sonriente voz lo llamó desde el otro lado de la


habitación. Había una pequeña habitación de trono con una docena de
Shaitans parados en formación sobre las paredes y bailarinas riendo a los
pies de su padre, ofreciéndole vino y comida. Su padre se sentó en su alto
trono de oro blanco y le sonrió, parado en sus pies mientras hacía su
camino a través del perfumado aire hacia la posición de su padre en su
estrado.

—Padre —Le sonrió en respuesta a El Rey Brillante a pesar de sí mismo, el


amor por este hombre en guerra con su envidia al primer vistazo. El Rey
Brillante tenía los más fuertes ojos negros que Dali había visto y cuando
miraban a su hijo, siempre brillaban con calidez y humor. Su cabeza sin
cabello brillaba incluso bajo la taciturna la luz de las velas, el oro en sus
orejas y sus dedos dándole crédito a su nombre.

—Es bueno verte —Su padre se paró del trono, su figura masiva causando
que las sombras se reformaran en la baja luz de las velas. Caminó
lentamente hacia la plataforma y se detuvo ante su hijo, que estaba de
pie con sólo unos pocos centímetros menos que él—. Has estado
haciéndolo bien. Canalizando tu herencia en algo… productivo.

Si lo dices por conseguir los robos bancarios más perfectos que alguien
haya visto alguna vez, con un poco de ayuda de sus talismanes y de su
magia, entonces sí, él estaba canalizando su patrimonio en algo
productivo. —Gracias, padre.
—Tengo noticias. —El Rey Brillante puso un brazo alrededor de él y empezó
a guiarlo lejos de las bailarinas.

—Si es algo que tenga que ver con la encantadora Jinn que se te ha sido
otorgada, ya la vi. Muy linda.

El Rey Brillante rió: había un fuerte borde en el sonido que causaba que el
cabello en la parte de atrás de la cabeza de Dali se levantara.

—No. esa no es mi noticia, aunque estoy muy feliz con mi última


adquisición. No. Pensé que tal vez te gustaría saber que la guerra entre mi
hermano y padre se ha intensificado.

—¿El Rey Blanco? —Dali frunció el ceño. Su padre le había contado


sobre La Guerra de las Llamas, como Azazil había causado que los Siete
Reyes del mundo, cuyo trabajo consistía en manipular y formar los destinos
de los importantes, se derrumbaran.

Él sabía que el Rey Blanco estaba tratando de cambiar las cosas de vuelta
a la manera que habían sido, que él estaba tratando de usurpar el Sultán
Jinn. Eso sonaba loco para Dali pero mantuvo su boca cerrada
considerando que su padre estaba del lado del Rey Blanco.

Mi hermano ha encontrado una manera en que tal vez puede ganar algo
de avance, El Rey Brillante le habló por telepatía para que los otros en la
habitación no pudieran escuchar.

¿Cómo?

Él me mantuvo un secreto. Un secreto importante. Sobre el Seal.

Los ojos de Dali se abrieron mucho. El Seal de Salomón, el anillo que


colgaba de una correa de cuero alrededor del cuello de Asmodeus, era
famoso. Se decía que le daba a su portador la habilidad de comandar
todos los Jinn, buenos y malos.

¿Qué pasa con el Seal?

Su padre le sonrió. Hay una chica…

Y desde ahí él empezó a contarle a Dali una historia que sonaba absurda,
pero si era cierta, era muy, muy intrigante.
Capítulo 3
La Verdad y su Última Oportunidad
Traducido por kathesweet y Paaau
Corregido por ☽♏єl

S
u corazón estaba bombeando sangre por su cuerpo tan rápido que
Ari se sintió nauseabunda, como si hubiera estado corriendo por
kilómetros en lugar de perseguir a su padre a través de la ciudad
hasta que él patinó hasta detenerse en un punto al azar en el borde del
Bosque Vickers. Claramente sabiendo que ella estaba siguiéndolo, Derek
había salido corriendo del automóvil hacia el bosque, gritando sobre su
hombro mientras Ari se detenía detrás de él que sólo necesitaba un poco
de tiempo a solas.

Bueno, había tenido tiempo a solas. ¡Por días!

El estómago se le revolvió ante la idea de por fin hacerle frente a su papá


por primera vez desde que él había conocido la verdad sobre ella, Ari tuvo
que obligarse a ir tras él hacia la espesura del bosque. Para su sorpresa, él
se había detenido en el lugar exacto donde ella le había dicho a Charlie la
verdad sobre su herencia. Coincidencia retorcida, pensó con ironía,
exhalando mientras lo rodeaba.

Derek levantó la mirada hacia ella con cautela, un gesto arrugando la piel
entre sus cejas.

—Te dije que necesitaba algo de tiempo a solas.

—Has tenido tiempo, papá. Muchísimo. ¿Por qué viniste aquí?

Se encogió de hombros, mirando a su alrededor como si estuviera perdido.

—Solía venir mucho aquí después de que mis padres murieron. Parecía ser
el único lugar tranquilo en la ciudad.
Ari se detuvo abruptamente, su confesión sorprendiéndola hasta su
esencia misma. Él nunca antes había hablado sobre sus padres por
voluntad propia. Él pareció notar su sorpresa y sonrió tristemente.

—Sí. Mamá y papá —Se hundió sobre un tronco cercano y por primera vez,
Ari notó las pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos y las pinceladas
de gris en su cabello que no habían estado allí antes. Cuando sus ojos se
apoderaron de ella, se quedó congelada bajo su mirada, aterrorizada por
la tristeza inaguantable en ellos―. Mi papá no estaba mucho cuando yo
era niño y cuando lo hacía, siempre estaba ebrio. Mi mamá era una mujer
callada, incluso dócil, y no podía hacerle frente al comportamiento de mi
padre. Así que evitaba a todo el mundo, incluyéndome. Más o menos me
crié solo. ¿Sabes que mi papá estaba ebrio cuando estaba conduciendo
el auto que los mató a los dos?

Un jadeo suave escapó de sus labios abiertos antes de que pudiera


detenerlo.

—No, no sabía eso —Nunca me lo dijiste.

Sacudiéndose un poco, Derek se encogió de hombros y luego hundió una


mano en su cabello, echándolo hacia atrás con frustración antes de
soltarlo con una expresión profundamente cansada.

—Nunca supe cómo estar en una familia, Ari. Nunca tuve una. Siempre fui
sólo yo. Y no sabía cómo crear una. O si incluso quería hacerlo. Sala fue la
primera mujer que amé —Asintió hacia ella y Ari se enderezó ante la
mención de su misteriosa madre.

—¿Cómo era ella?

—Te pareces mucho a ella. Pero no fue sólo su belleza… era divertida y
apasionada y creía en lo imposible. Estar a su alrededor era como estar en
un totalmente drogado todo el tiempo. Era adicto a ella aun cuando
siempre estaba entrando y saliendo de mi vida cada vez que le daba la
gana. Cuando traté de preguntarle adónde iba cuando no estaba
conmigo, o preguntarle sobre su vida o su pasado, ella se alejaba y eso me
asustaba. Así que dejé de preguntar. Simplemente la quería allí conmigo.
Pero no preguntar no la detuvo de dejarme y cuando desapareció por
nueve meses, me partió el corazón. Su aparición en mi puerta embarazada
y cerca de parir fue como ganar la lotería. Creí que se quedaría, Ari. Si no
por mí, entonces por ti, pero tan pronto como naciste ella simplemente…
desapareció. Escuché pequeños susurros en mi cabeza diciéndome que
debería hacer una prueba de paternidad, asegurarme de que eras mía,
pero estaba aterrorizado… aterrorizado de que no lo fueras. Y de verdad
quería que fueras mía. De verdad quería tener una parte de Sala —
Levantó su mirada, lágrimas brillando en sus ojos y Ari suspiró, sintiendo sus
propios ojos empezar a picar con dolor sin derramar—. De verdad te
quiero, pequeña. Supongo que simplemente nunca te quise lo suficiente.

Fue como un cuchillo en sus entrañas. O una bala en el corazón. O una


flecha en el pecho. Algo agudo. Algo doloroso. Tan doloroso. Dolía tanto, y
por un momento Ari no pudo respirar por el impacto de sus palabras.

Viendo lo destructivas que habían sido sus palabras, una lágrima se deslizó
por la mejilla de Derek.

—Cariño, nunca quise herirte pero sabes que he sido un padre de mierda.
Estuvo bien cuando fuiste niña pero empezaste a crecer y empezaste a
parecerte más y más a ella y fue difícil… difícil estar a tu alrededor. Siempre
he estado solo, Ari. No conozco nada más. Nunca estuve destinado a
nada más. Fue egoísta conservarte.

—¿Papá…? —Estaba sollozando en silencio ahora, las lágrimas


derramándose sobre sus mejillas.

—Desearía haber sido un mejor padre. Desearía haber sido un mejor


hombre. Desearía amarte de la manera en que mereces ser amada. He
estado enojado por años, Ari. Y no fue hasta que descubrí la verdad sobre
ti y Sala que me di cuenta de lo enojado que estoy con tu madre.

Ella apretó su estómago, insegura de querer escuchar más.

—Papá, por favor…

—Deseo muchas cosas, Ari. Y también las lamento todas. Pero descubrir la
verdad imposible, que estos seres son reales, quien eres, lo que quieren de
ti. Me tomó un tiempo entenderlo, pero… —se detuvo, respirando—. Lo
que estoy tratando de decir es que, a pesar de todo, a pesar de mis
intentos horribles, nunca me arrepentiré de mantenerte a salvo, incluso si
no sabía lo que estaba haciendo.

La confesión agridulce era la conversación más honesta que habían


tenido y también la más dolorosa. Insegura de qué decir o dónde ir, Ari
abrió su boca para hablar. Fue entonces que el bosque estalló en fuego,
deteniéndola. Se puso de pie, su cuerpo registrando la amenaza antes de
que su cerebro lo hiciera pero para entonces era demasiado tarde. Algo
sólido conectó con su cabeza y Ari apenas tuvo tiempo para un último
pensamiento antes de que todas las luces se apagaran.

Debido al rastro que Jai había puesto en Ari cuando la había besado por
primera vez cuando habían sido presentados, pudo sentir sus emociones
gritando y Jai pudo seguir muy bien los gritos. Acababa de detenerse en el
Bosque Vickers. Jai se desplomó sobre el sillón del papá de Ari,
preguntándose qué estaba sucediendo allí afuera. Sabía que era hora de
que los dos hablaran, pero estaba asustado por Ari. Asustado de que
cualquier cosa que Derek tuviera que decir fuera a herirla. Y tuvo una
sensación horrible de que ya había sido herida. Por mí. Sintiéndose
incómodo, Jai se movió inquieto. Ari ni siquiera estaba en la habitación
para inmovilizarlo contra la silla con esos ojos heridos. Había hecho lo
correcto al no decirle a Ari sobre la magia. Había hecho su trabajo. ¿Qué
quería de él? Sabía que él trabajaba para el Rey Rojo, sabía que era su
guardián, no su amigo. ¿Qué demonios pasaba con el sentimiento de
culpa? Maldijo en voz baja justo cuando su celular sonó. Lo sacó de su
bolsillo trasero y lo abrió cuando vio el nombre.

—Trey, ¿qué pasa?

—¿Le gustó? —preguntó su amigo con una sonrisa en su voz.

—¿Le gustó qué a quién?

—A Ari. ¿Le gusto el pendiente?

Jai apretó su mandíbula con irritación. Ni siquiera debió habérsela


mencionado, o ese momento incómodo y ardiente en su puerta cuando
ella había tratado de besarlo y él había estado tan cerca de ceder que
creyó que iba a explotar con la necesidad por ella.

—¿Por eso fue que me diste el pendiente? Dijiste que era un regalo de
felicitación por obtener este trabajo. Ya sabes, la clase de regalo que un
amigo no rechaza. Pero si esto fue algo enfermo que tienes en la cabeza
sobre Ari…

—¿Por qué diablos estas tan malhumorado? —lo interrumpió Trey.

—Le dije a Ari la verdad sobre la magia.

—Ya era tiempo.

—Sí, no lo tomó muy bien.

—Y estás sintiéndote culpable porque tienes sentimientos por ella.

—Deja de sicoanalizarme. No me siento culpable. Simplemente estoy


enojado. Estoy esperando que regrese. Huyó detrás de su papá.

—¿Al fin dejó su habitación?

Jai puso los ojos en blanco. La mente de Trey era una trampa de acero;
menciona el más mínimo detalle y él lo recordaría.

—Sí, lo hizo.

—Bueno, cuando regrese y te perdone por mentirle, tráela a Los Ángeles,


quiero conocerla.

Sintiendo un destello de celos no deseados, Jai se encontró diciendo las


palabras—: Ella está fuerza de límites, Trey —antes de poder detenerse.

Su amigo rió.

—No es así. Y estoy viendo a alguien en este momento de todos modos. Él


dirige un club nocturno en el centro y es muy atractivo. Humano esta vez.
El último Jinn con el que salí no fue divertido en una pelea. Ella seguía
corriendo hacia los Peripatos cada vez que las cosas se ponían calientes.

—¿Fue la que inició tu prohibición de novias?


—Sí, eso no duró mucho. Sin embargo, no he estado con una mujer en una
semana.

—Entonces, ¿este chico del club nocturno es nuevo?

—Sí, estamos saliendo hace un mes.

Jai bufó, pensando en cómo a Rik, el papá de Trey, le habría dado una
apoplejía si supiera la verdad sobre la sexualidad de su hijo. Rik estaba
atrapado en los tiempos oscuros y era completamente homofóbico. Trey a
menudo bromeaba con que pensaba que Rik no enloquecería tanto ya
que salía tanto con hombres como con mujeres, pero Jai sabía lo que
estaba bajo eso, Trey estaba aterrado de que su padre descubriera la
verdad.

—¿Qué? —bufó Trey, riendo—. No somos monógamos o algo. Ya supere


eso.

Él había superado eso simplemente porque la última relación que había


tenido casi lo mató. Al mismo tiempo que era un guardián Jinn, Trey era un
artista, algo más sobre lo que su padre no sabía. Se había enamorado de
un vendedor de cuadros en Los Ángeles, y el chico y él habían estado
viéndose por casi un año cuando el chico finalmente se cansó de esperar
que Trey le contara a su familia de ellos. Él se fue y Trey quedó hecho un
desastre.

—Sí —Jai suspiró—. Así que, ¿esa es la razón de por qué llamaste? ¿Para
molestarme con Ari?

—Ella suena agradable, hombre. Y suena caliente. Yo digo que te olvides


del viejo y vayas por ella.

—¿Y cómo sabes que es caliente? Ni siquiera te he dicho cómo es.

—Conozco la mirada en los ojos de un hombre cuando piensa que la


persona de la que está hablando es caliente. Tú estabas prácticamente
babeando.

Sonrojándose con vergüenza, Jai le gruñó al teléfono nuevamente.

—Estás tan lleno de mierda.


—Eres un idiota.

—Tú también.

—Bueno, esto es muy maduro —Trey rió—. Pero lo digo en serio Jai, tienes
que dejar ir esta mierda con Luca.

—Ella es simplemente una chica.

—Está bien, quizás lo es. Aun así tienes que dejar que esto pase.

—Lo haré si le dices a tu papá que juegas para el otro equipo.

—No lo hago. Juego para ambos equipos.

—Sabes a lo que me refiero.

Hubo silencio al otro lado del teléfono y luego crujió mientras Trey suspiraba
fuertemente.

—Estamos atrapados, ¿verdad?

La realidad de esa declaración apuñaló a Jai. Había una posibilidad de


que tendría que estar durante toda su vida intentado estar a la altura de
las expectativas implacables de su padre. Y había una posibilidad de que
perdiera todo lo que podría haber significado algo mientras lo intentaba.

—Creo que lo estamos, sí.

Luego de otro momento de silencio, Trey preguntó:

—Entonces, ¿le gusto el aro?

Jai negó con la cabeza, una irónica sonrisa levantando sus labios a pesar
de sí mismo.

—Creo que sí.

—¿Sigues pretendiendo que lo que pasó no pasó?

—Tengo que hacerlo.

—Está bien. Respóndeme algo…


—¿Qué?

—Es caliente, ¿cierto?

—Adiós, Trey.

—No, vamos, hombre, quiero detalles.

—Ella no es para ti, Trey —advirtió Jai, sintiéndose inexplicablemente


posesivo de nuevo. ¿Por qué Trey estaba tan malditamente interesado en
ella?

—Lo sé, ¿no acabamos de dejar eso en claro? Dios, alguien es un poco
sobre protector. Sólo quiero saber si la chica que te tiene amarrado es
caliente.

—No me tiene amarrado.

—No, pero desearías que así fuera —resopló él.

Poniendo sus ojos en blanco ante la débil broma de su amigo, Jai suspiró
fuertemente.

—Es caliente. Ahora, vete. —Colgó, sintiéndose exhausto. Hablar con Trey
era como hablar con un político. Nunca llegabas a ninguna parte.

Un escalofrío se disparó por el cuerpo de Jai y él se puso tenso,


sorprendido. Los Jinn no sentían mucho los cambios de temperatura pero
Jai lo hacía cuando una persona que estaba bajo su rastro estaba en
peligro.

¡Ari!

Con el corazón golpeando contra su pecho, Jai dejó que las llamas del
Peripatos lo envolvieran.

Dos segundos más tarde, estuvo fuera del Bosque Vickers, el olor del musgo
y del césped húmedo golpeando su nariz mientras sus ojos caían con
horror en la escena ante él.
Derek yacía ante los pies de un Shaitan2 y junto a él estaba Ari,
inconsciente ante los pies de otro Shaitan. El alto que estaba junto al
cuerpo inerte de Derek le sonrío a Jai, sus dientes afiladas eran puntos de
plata que brillaban en el sol de la tarde.

—Traigo un mensaje de parte del Rey Blanco.

Jai frunció el ceño, furia viajando en sus venas.

—¿Sí?

El Shaitan guiñó en su dirección.

—Jaque mate.

Con una última sonrisa y justo cuando Jai caminaba hacia ellos, ambos
Jinn dieron un paso hacia atrás, grandes llamas envolviéndolos mientras
regresaban hacia el Monte Qaf desde donde habían sido enviados. El
pánico consumió a Jai. Sus movimientos se sentían lentos, su corazón latía
demasiado rápido y su visión se hizo borrosa. Cayó junto a Ari y le dio la
vuelta, dos dedos descansando en su cuello.

Cuando sintió su pulso estable bajo su piel, Jai maldijo, el alivio


desplegándose a través de todo su cuerpo. Su garganta quemó con una
emoción que no tenía nombre y él se inclinó hacia adelante, dejando un
suave beso en la frente de ella e inhalando su familiar esencia a vainilla.
Trazó su mejilla con una mano temblorosa, su piel era la cosa más suave y
fina que él había sentido alguna vez. Sus ojos bebieron de cada pequeño
detalle, sus largas pestañas sobre la cima de sus mejillas, su nariz pequeña y
delicada, sus labios suaves y llenos; el anhelo lo golpeó en el estómago y
suspiró, alejándose de ella. Esto estaba volviéndose ridículo.

Con una pequeña distancia, el sentido regresó y Jai corrió hacia Derek.
Derek se veía anormalmente pálido. La preocupación se disparó a través
de su sangre y Jai volteó al papá de Ari, sus dedos buscando su pulso.
Frunció el ceño, sin sentir nada. Movió sus dedos esperando sentir el
pequeño pulso contra la yema de sus dedos.

Nada.

2Shaitan: Espíritu maligno.


La incredulidad se disparó a través de él. No había pulso. Recordando el
siniestro mensaje del Shaitan, Jai se sentó sobre sus talones y extendió sus
manos, palmas hacia abajo, moviéndolas por el aire sobre el cuerpo de
Derek, buscando un rastro de magia de Jinn. No fue hasta que alcanzó la
cabeza de Derek que sus manos vibraron y sintió el trauma que había sido
causado por las manos del Shaitan.

—No es posible —dijo mientras caía hacia atrás.

Había estado sentado, suspirando sobre Ari, como un adolescente con


una rendija en la habitación de una chica, y el papá de Ari…

El aire crujió detrás de él y Jai se giró, colocándose en una posición de


defensa, protegiendo a Ari y al cuerpo de su padre. Ante la vista del Rey
Rojo, Jai se enderezó.

La mirada en el rostro del tío de Ari trajo la verdad. Dando un paso


lentamente en dirección a Jai, su gran cuerpo se tensó con emoción, el
Rey Rojo negó con la cabeza, su cabello rojo balanceándose contra su
cintura.

—Él se ha ido —le dijo a Jai tristemente—. Mi hermano me envió el


mensaje, sabiendo que sería muy tarde para detenerlo.

—¿Es venganza?

—Sí —Sus ojos azules brillaron peligrosamente bajo la luz—. Un pago por
desafiarlo.

—Ari —Jai dijo con voz entrecortada, mirando hacia su cuerpo aún
inconsciente en el pasto.

El Rey Rojo no dijo nada. En cambio, el caminó más allá de Jai y se


arrodilló, levantando a Ari en sus fuertes brazos con facilidad.

—La llevaré a casa —respondió suavemente—. Tengo que explicarle todo


antes de que haga algo apresurado.

—¿Y Derek?

—Al Shaitan se le ordenó darle un aneurisma. Incluso cuando se trata de


venganza, a mi hermano le gusta que todo sea organizado y que sea fácil
de limpiar luego —Por un segundo, el rostro del Rey Rojo vaciló, sus ojos
volviéndose blancos y sombras arremolinándose bajo su piel. Luego, tan
rápido como comenzó, volvió a ser él mismo—. Arregla todo para que
Derek sea encontrado. Devuélvelo a su automóvil y déjalo en algún lugar
donde alguien lo encuentre rápido. Su muerte debe ser una muerte como
cualquier otra. Será más fácil para Ari si es así.

—Más fácil para Ari —gruñó Jai, pasando una mano por su corto cabello,
desesperado. Se sentía inservible—. ¿Cómo…? Ella no va a sobreponerse a
esto.

—Tendrá que hacerlo —El Rey Rojo miró a su sobrina y Jai pudo haber
jurado que había tristeza en los grandes ojos del Jinn—. El Rey Blanco nos
ha desafiado.
Capítulo 4
Te Protegeré Una Vez Que Me Salve A Mi Mismo

Traducido por Maru Belikov


Corregido por Deyanira

L
os sonidos de ronquidos se convirtieron en calmantes a pesar de su
origen. Charlie estaba sentado al otro lado de su padre en silencio,
viendo su pecho subir y bajar en un sueño de borrachera. La televisión
estaba en silencio, el juego de fútbol pasando a través de la pantalla, sólo
destellos al borde de su visión. Una botella de whisky escocés yacía a los
pies de su papá. Fue difícil llegar a aceptar la verdad. Su padre era un
alcohólico. Y su madre no parecía preocuparse sobre hacer algo para
ayudarlo. Seguro, la casa estaba limpia, estaba empezando a prestar más
atención a Charlie, incluso lo abrazó el otro día, pero el fantasma de Mike
todavía permanecía en la casa. Un filoso cuchillo de dolor quemando en
el pecho de Charlie y él cerró sus ojos brevemente, todavía atónito por
cuan fresco podía estar, el dolor de perder a Mike. Quizás si ellos hubieran
tenido una relación más volátil, como algunos hermanos, tal vez si Mike
hubiera sido un total dolor en el trasero, entonces él podría lidiar con su
muerte más fácilmente. Pero Mike había sido un gran chico. Él había sido
su amigo…

…El suave golpe en su puerta no fue inesperado. Charlie suspiró, lanzando


su lápiz en la tarea de matemática, dando vuelta para ponerse frente a la
puerta de su habitación.

—Adelante —dijo él con un ligero tono de exasperación en sus palabras.

La puerta se abrió lentamente y la cara de niño de Mike apareció en el


pasillo. Se estaba volviendo más alto, pero Charlie todavía vio a un
pequeño niño que era de alguna manera alguien a quien proteger, aun
cuando Mikey podía tener menos edad, tenía más encanto que hombres
de tres veces su edad. Mike era el chico más popular en su clase y en las
ligas menores.

Él incluso tenía a cada maestro de su escuela en sus manos.


También debería estar en cama en este momento.

Sus ojos color chocolate eran amplios mientras se arrastraba y cerraba la


puerta detrás de él, su sonrisa avergonzada.

—¿Mamá y papá te despertaron? —le preguntó Charlie tranquilamente,


odiando que sus padres constantemente discutiendo, molestaban mucho
a Mikey.

Mike se encogió de hombros. Él estaba ahora en la edad en la que


pensaba que tenía que pretender estar bien acerca de todo.
Especialmente en frente de su hermano mayor. —No estaba dormido.

Otra maldición cruzó flotando arriba de las escaleras mientras mamá y


papá empezaban a discutir otra vez. Hizo una mueca mientras su papá
acusaba a su mamá de gastar mucho dinero en ropas para Mikey. Charlie
sabía cuál sería el grito en respuesta antes de que lo dijera. —Deberías
regresar a la cama Mike.

Su pequeño hermano se encogió de hombros otra vez y saltó en la cama


de Charlie. —¿Qué estás haciendo? ¿Hablando con Ari por Skype? —Se
burló, su sonrisa demasiado conocedora para alguien de doce años.

—No —resopló Charlie, un poco ofendido porque incluso su hermano


pequeño pensara que todo lo que hacía era pensar en Ari. Él conseguía
suficiente mierda sobre ello de sus amigos en la escuela—. La tarea de
matemáticas.

Mike arrugó su nariz. —Preferiría a Ari sobre matemáticas cualquier día.

—Pensé que te gustaban las matemáticas.

—Está bien.

Charlie estrechó sus ojos hacia Mike. Su hermano tenía esa mirada. Él no
vino sólo porque sus padres estaban peleando. Quería hablar con él
acerca de algo. Sabiendo que con Mike había que esperar a que lo dijera,
en lugar de presionarlo sobre ello, Charlie silbó suavemente y giró un poco
en su silla, sus ojos viajando sobre los familiares posters en su habitación.

—Así que…

Él levanto una ceja hacia Mike. —¿Sí? —Mierda, Mike acababa de


sonrojarse. Charlie sonrió—. ¿Qué?

Retorciéndose un poco, Mike exhaló como alguien de cuarenta años con


el peso del mundo en sus hombros. No podía mirar a Charlie a los ojos. —
Algo pasó en la fiesta de Sarah el sábado.

—Oh, ¿en serio? —Charlie trató de esconder su sonrisa. Mike había sido
invitado a la fiesta de cumpleaños de una estudiante de octavo grado el
fin de semana, de la que casi no había escuchado, pero ella era la
hermana mayor de uno de los chicos en la clase de Mike—. ¿Y? —dijo
pensando que sabía exactamente qué era lo que venía a continuación.

—Jugamos siete minutos en el cielo —murmuró apresuradamente.

No pudo evitarlo. Charlie empezó a reírse. —¿Con quién tuviste esos siete
minutos en el cielo?

La torpeza tímida se derritió mientras Mike miró hacia arriba, finalmente,


encontrándose con su mirada. Sonrió con picardía. —Sarah.

—¿Besándose y todo?

—Con lengua —Mike asintió, su sonrisa llena de una arrogancia que


atemorizó a Charlie.

Una vez que paró de reírse tanto, Charlie sacudió su cabeza con asombro.
—Anotación. Una mujer mayor, pequeño hermano, estoy muy orgulloso.

Una vez que le dijo a su hermano mayor y recibió felicitaciones como


premio por sus hazañas, Mike enderezó los hombros, sus ojos brillando con
confianza ahora. —Creo que tengo una cosa por las mujeres mayores.

—¿Oh sí?

—Si —Se tomó un momento, pensando sobre algo antes de finalmente


preguntar—, ¿Están tú y Ari saliendo?
Charlie se ahogó, sorprendido por la inesperada pregunta. —¿Qué te hace
preguntar eso?

—Ella es caliente.

Gimiendo, Charlie cubrió sus ojos con mortificación. —Oh cielos, es muy
extraño que mi hermano menor esté llamando a las chicas “calientes”.

Mike gruñó. —Acabo de decir que me acabo de besar con alguien.

—Sí, pero era una chica que no conocía. Esta es Ari, cielos. No llames a Ari
caliente.

—Pero ella es caliente —replicó indignado.

—Lo sé, para de decirlo —Charlie rió. Era muy extraño.

Mike hizo una mueca. —¿Entonces están saliendo?

¿Tenía Mike un enamoramiento con Ari? Él empezó a ahogarse otra vez. —


Todavía no.

—Aw, cielos, eso significa que lo van a hacer.

Él empezó a reírse más fuerte y Mike se puso de pie con el único propósito
de golpear a Charlie en el brazo. Eso sólo lo hizo doblarse de la risa.

—Vamos, detente —se quejó Mike.

—Espera a que le diga.

—¡No lo harías!

—Oh, lo haré.

—El más grande error que cometerás jamás —predijo Mike, dirigiéndose a
la puerta.

—¿Y por qué es eso?


—Porque una vez que ella sepa que estoy interesado, te dejará más rápido
que a una papa caliente3.

Charlie casi se cayó de su asiento esta vez riéndose histéricamente.


Cuando él finalmente se pudo controlar, Mike estaba sonriendo con un
familiar brillo obstinado en sus ojos. —Crees que estoy bromeando.

—Apégate a chicas de octavo grado, Mikey. Tendrás un tiempo más fácil


con ellas.

Pareciendo pensar un minuto, Mike suspiró. —Está bien, amigo, la puedes


tener si realmente te gusta. Sólo sé bueno, porque ella es realmente linda.
No me habla como si tuviera cinco.

Sí, Ari era genial. Ella era la persona más paciente que jamás había
conocido. Podía sentarse a escuchar a la gente más molesta hablando sin
parar para siempre, como esa irritante chica con quien andaba de su
clase de laboratorio de química, Rachel algo. Pero así era Ari. Era amable.
La chica más buena que jamás había conocido. Ellos sólo tenían este lazo.
Nadie más los conocía como lo hacían ellos. Agregando el hecho de que
ella era, como Mikey lo señaló, “caliente”, haciendo difícil mantener su
relación platónica. Conteniendo otra risa, Charlie asintió. —Gracias. Ya me
había preocupado.

Mikey puso los ojos en blanco. —Sí, puedo verlo —Él se giró para irse,
perdiéndose la silenciosa risa entre dientes de Charlie. Entonces justo
cuando estaba por salir se giró de nuevo y preguntó—, ¿Todavía me
recogerás de la liga menor el sábado?

Aw, mierda ¿Era este sábado que tenía su compromiso en la liga menor?
Charlie frunció el ceño, pensando en los grandes planes que tenía para el
cumpleaños dieciséis de Ari. Él le daría este enorme ramo de rosas rojas y
reservó una mesa en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Luego
pensó que ellos podrían manejar hasta la montaña y él podría finalmente
decirle como se sentía. Estaba esperando que para el final de la noche, él
sabría exactamente a que sabía su boca, cómo se sentían sus labios,
cómo la curva de su cadera se sentía bajo su mano. Se removió, sintiendo
calor ante la dirección de sus pensamientos.

3Papa caliente: Se refiere a que sería una elección o situación difícil o una situación difícil
de manejar
—¿Te estás sonrojando? —preguntó Mikey, con sospecha en su mirada.

Recordando que no estaba solo, Charlie se movió alrededor en su silla, de


espaldas a su hermano pequeño. —Puedo llevarte el sábado pero
necesitas estar listo rápido porque llevaré a Ari fuera por su cumpleaños.

—¿Puedo ir?

—No. Pero te puedo dejar donde Sarah ¿Si quieres?

—Sarah no es mi novia —gritó Mikey, abriendo la puerta de un empujón—.


Ella es sólo una de mis muchas mujeres.

—Fuera de aquí, Casanova.

Con un suspiro, Mike cerró la puerta detrás de él. Charlie había empezado
a dejar que su mente se sumergiera en la fantasía donde Ari predominaba
gran parte cuando la puerta se abrió otra vez. —¿Qué es una Casanova?

—Una ETS4 caminante —gruñó en broma, lanzando su lápiz a la puerta así


que Mike se apresuró en cerrarla.

Palabras apagadas se filtraron a través de la madera. —¿Qué es una ETS?

—Lo entenderás en clase de salud, enano. Ahora. Ve. A. Dormir

La réplica malhumorada se desvaneció mientras deambulaba a su


habitación. —Mi nombre es Mike.

Sacudiendo su cabeza preguntándose, dudando de que el pequeño Mike


ya estuviera besándose con chicas en armarios, Charlie apartó su tarea de
matemáticas. Mejor recordaba decirle a Ari que retardaría la hora de su
cita media hora. Oh, y que ahora ella tenía dos enamorados…

…Mikey había muerto ese fin de semana. Todo cambió. Todos habían
cambiado. Y no importaba cuánto Charlie quería dejarlo ir, él sabía que la
única manera de dejar descansar al fantasma de Mikey, era encontrar a la
perra que lo había matado. Allí descansaba su problema con Ari.

4 ETS: Enfermedad de transmisión sexual.


Ari todavía no había regresado sus llamadas telefónicas. Le ardía que ella
le hubiera pedido a Jai que lo echara. Le había quemado permitírselo.
Pero de alguna manera había herido a la única persona a la que nunca
tuvo la intención de lastimar. Otra vez. Necesitaba que ella llamara.
Necesitaba saber que, a pesar de que estaba molesta por lo que había
hecho, entendía, entendía lo que él necesitaba hacer. Y también… que
ella no se arrepentía de ese increíble beso. Lo había repetido una y otra
vez en su cabeza los últimos días tratando de recordar si alguna vez se
sintió así con una chica. No lo había hecho. Quizás era porque amaba a
Ari. Él nunca antes amó a ninguna de esas chicas.

Antes de Mike, antes de que todo se fuera al demonio, Charlie había


tenido estos grandes planes para él y Ari. Ellos terminarían la escuela, quizás
tomar un año para viajar juntos, y luego regresar a casa e ir a la misma
universidad, quizás encontrar un apartamento juntos. Antes de Mike, Ari
había sido el mundo de Charlie. Él la vio convertirse en esta increíble chica
y Dios, no pensó conocer jamás a nadie tan hermosa como ella. No había
sido el único que lo había notado. Los chicos en la escuela habían
empezado a preguntarle si estaban juntos porque si no, ellos querían
invitarla a salir. La posesividad, los celos que habían pasado por él lo
hicieron despertarse y darse cuenta de que quería que Ari fuera suya y sólo
suya. Su cumpleaños dieciséis se suponía sería la noche en que todo
pasaría. Ella sabía lo que venía, él lo hizo bastante obvio hablando
demasiado sobre su futuro en esas semanas que pasaban, y Charlie había
estado agradecido de ver que ella también quería estar con él. Tantos
planes. Para protegerla como siempre lo había hecho, para cuidarla y
nunca descuidarla como lo hizo Derek. Pero luego pasó lo de Mikey… y
Charlie se odiaba tanto que no podía soportarlo. Necesitaba que todos los
demás lo odiaran también.

Pero Ari no lo hacía.

Él la apartó, la mantuvo a distancia, y aun así ella todavía lo amaba. Él la


empujó más fuerte. Por un tiempo ella salió con un par de chicos y eso lo
había matado al verlo, pero se convenció así mismo de todas maneras. Se
había ahogado en el interior de un sin número de otras chicas, usándolas
lamentablemente, ni siquiera realmente consciente de otra cosa que la
necesidad de desaparecer por un tiempo.
Y luego el alivio de descubrir que él no era el responsable por la muerte de
Mike. El alivio reemplazó al dolor. La venganza remplazó al odio.
Descubriendo la verdad acerca de Ari, que ella era algún tipo de
importante arma en una guerra Jinn, y no le molestaba. Está bien. Era
extraño. Y había tomado tiempo ajustarse, pero una vez que estuvo de
acuerdo con todos los hechos, no cambió la manera en que se sentía con
respecto a ella. Quería protegerla otra vez. Y esta vez quería los medios
para ser capaz de hacerlo. El poder que el Marid le había dado le
ayudaría a cazar y matar al Labartu que había matado a Mike. Y después
de eso, usaría esos poderes para ayudar a mantener a salvo a Ari.

Charlie gruñó. Eso sí los poderes que le habían concedido, decidían


aparecer.

Cuando el Marid le había dado por primera vez los poderes, sintió la
oleada de energía chocar en su cuerpo en un glorioso calor. Pero ahora…
nada. ¿Le había mentido el Rey Rojo? ¿Había sido una prueba? ¿Había
fallado? La furia le ahogaba ante la idea, mientras miraba a su padre
gruñir en su borrachera. Necesitaba los poderes para ser real. Él necesitaba
la venganza.

Y quería que Ari lo llamara.

Cuando su teléfono vibró en el bolsillo de atrás, el corazón de Charlie dio


un vuelco y lo buscó a tientas, sacándolo del bolsillo y sonriendo cuando
vio la foto de Ari en el identificador de llamadas. —Ari —el respiró aliviado
mientras respondía.

—Es Jai —Una grave, familiar y masculina voz respondió, en lugar de la


ronca y femenina voz de Ari—. Tengo malas noticias.

El corazón de Charlie literalmente se detuvo y se encontró suspendido


sobre un precipicio, sobre el que sabía que caería en la oscuridad, si Jai le
decía algo que significaba que nunca escucharía la voz de Ari otra vez.

—¿Estás ahí?

—Estoy aquí —logró decir, la sangre silbando en sus oídos.

—Charlie… mejor vienes para acá. Es Derek.


Su corazón se desaceleró un poco, pero la inquietud que se había
lastimado sus músculos no se marchó. —¿Qué ha pasado? ¿Dónde está
Ari?

—Inconsciente. Fueron atacados —Jai exhaló lentamente, su voz profunda


y sombría mientras decía—: Derek fue asesinado.

La angustia por su amiga se hundió en sus huesos y se sintió rígido y frío


mientras respondía—: Estaré allí de inmediato.

Charlie estaba apenas en la puerta de Ari cuando notó a Jai dándole una
mirada graciosa. Sus ojos penetraron los de él y consiguió el aire de
intimidación que salía de los Jinn, haciendo desear a Charlie tener una
pulgada adicional de altura, a pesar de que ya tenía un poco más de un
metro con ochenta y dos centímetros de altura.

—Luces diferente —dijo Jai, sus ojos se estrecharon, una pizca de burla en
ellos.

Sintiéndose de alguna manera avergonzado por su nueva apariencia,


Charlie pasó una mano sobre su cabeza rapada y se encogió de hombros.
Él cortó su desordenado cabello y ahora era muy parecido al de Jai. La
barbería estaba cerca de la tienda de tatuaje en la ciudad y en un
momento de absoluta y completa confianza, cuando pensó que sus
poderes de Sorcerer se presentarían en cualquier momento, se había
hecho un tatuaje negro alrededor de su muñeca derecha. Movió
tímidamente la mano de su cabello a su muñeca. —Estaba aburrido.

—¿Qué dice el tatuaje? —Jai inclinó su cabeza a un lado tratando de


tener una mejor vista.

Charlie enderezo sus hombros, levantando su mirada para encontrarse


directamente con la de Jai. —Justicia, en árabe.

Por un momento, la cara de Jai fue muy seria y parecía medir a Charlie
cuidadosamente. Finalmente, después de un momento de tirante silencio,
Jai sonrió burlonamente. —¿Obtuviste la traducción en internet?
Preparándose para un comentario inteligente, Charlie se encogió de
hombros, no queriendo darle pie para burlarse.

—Déjame verlo. Quizás diga “amo a mi gato” o algo así.

—Lo que sea —Charlie gruñó, pero de todos modos le tendió su mano. Jai
lo tomó un poco rudo y Charlie le dio una mirada sucia. El Jinn era inmune
al intento de Charlie para intimidarlo, siempre lo era, y estaba empezando
a rozar el camino equivocado—. ¿Y bien? —replicó.

Jai asintió. —Dice justicia. Afortunadamente para ti. Sabes que no puedes
confiar en traducciones en internet.

—No soy estúpido, revise en varios sitios.

¿Estaban ellos realmente hablando sobre su tatuaje cuando el papá de Ari


se había… ido?

Como si hubiera leído sus pensamientos se puso serio otra vez. —Ari está
arriba con su tío. Todavía estaba inconsciente cuando la trajo aquí.

Se quedaron juntos mientras Jai lo ponía al corriente en lo que él


imaginaba pasó en el Bosque Vickers y luego, lo que había pasado
después de eso. Temblando un poco, Charlie caminó lentamente hacia la
sala, sus ojos capturando una fotografía de Ari y Derek en su patio,
jugando softball. Charlie la había tomado hace años. El dolor arañó en su
pecho y lo dejó sin aliento. Derek se había ido. ¿Cómo demonios iba Ari a
lidiar con eso?

—¿Así que estabas aburrido? —preguntó Jai, siguiéndolo a la sala.

Charlie asintió, feliz por la distracción. —Pensé que me sentiría diferente, ser
capaz de hacer cosas, pero hasta ahora, nada.

El Jinn lo miró categóricamente. —Los Sorcerer por lo general necesitan


talismanes para potenciar su energía, metales y piedras naturales. A menos
que se estén defendiendo... oh hombre —Jai suspiró pesadamente,
pasando una mano por su corto cabello. Charlie notó que el guardián
tenía el hábito de hacer eso cuando estaba en una situación en la que no
quería estar. Lo que era frecuente—. Supongo que mejor te digo lo que le
dije acabo de decir a Ari.
Inclinándose contra una de las estanterías, con sus brazos cruzados sobre
su pecho, no queriendo sentarse y perder ventaja sobre el Jinn, Charlie
escuchó mientras Jai explicaba como la magia solía tener consecuencias;
cómo, a menos que el Jinn se estuviera defendiendo o usando una
habilidad específica nacida de ellos, tenían que sacar objetos de otros
lugares. Sonaba un poco como robar y Charlie enseguida supo que Ari no
tomó esta noticia muy bien. Él sonrió malvadamente al Jinn, esperando
que por primera vez estuviera en la lista negra de Ari. La relación entre Jai y
Ari molestaba a Charlie. Cuando Jai no estaba mirando, Charlie había
atrapado a Ari mirando al Jinn con algo que él nunca antes vio en sus ojos
y cuando Ari no estaba mirando Charlie había atrapado a Jai mirando a
Ari con una mirada en sus ojos que Charlie conocía muy bien. Jai podía
negarlo hasta que su cara se volviera azul, pero Charlie sabía que Jai tenía
sentimientos por Ari. —Ari debe estar bastante molesta contigo justo ahora.

—Justo ahora creo que se está despertando para descubrir que su papá
está muerto.

Maldiciendo en voz baja y sintiéndose avergonzado por millonésima vez,


Charlie sacudió su cabeza. Pensando en Ari y cómo iba a manejar el
perder a su papá, Charlie se hundió en una silla y miró la habitación. —
Nunca entendí realmente a Derek —admitió.

—¿Ah, sí?

Él se encogió de hombros y miró hacia Jai que había imitado sus acciones,
descendiendo a una silla. Lucía genuinamente interesado, y Charlie se
preguntó si los sentimientos que Jai tenía por Ari eran más que físicos. —
Derek siempre mantuvo a Ari a distancia. Incluso cuando éramos niños. Era
como si la amara pero estaba asustado, ya sabes.

Estuvieron en silencio por un momento, la capa en el aire volviéndose más


densa, mientras que la realidad de las palabras revelaba algo físico. El
papá de Ari estaba muerto. Ella se sentiría sola. Pero no lo estaba. No
dejaría que eso le pasara a ella.

Como si estuviera leyendo sus pensamientos, la profunda voz de Jai cortó a


través de la habitación—: ¿Por qué lo hiciste, Charlie? Desear ser Sorcerer.
¿Y quién lo hizo? ¿Seguramente sabrás que quién fuera tiene una agenda
propia que cumplir?
—No soy estúpido. Me doy cuenta de que… que el Jinn que me ayudó
querrá algo de mí. Pero finalmente tengo una oportunidad de hacer algo
acerca de lo que le pasó a Mike. Ya no me siento impotente —Sólo
cansado de ser cuestionado y observado como si fuera algún tipo de
criminal.

—La venganza hará que te maten.

—Sí, quizás lo haga.

—No. Lo hará.

Charlie frunció el ceño. ¿Podía Jai en serio encontrar deshonroso el querer


vengar el asesinato de su hermano pequeño? Inseguro de la opinión de Jai
sobre él, inseguro de cómo responder, Charlie se congeló. Las palabras ni
siquiera se habían formado todavía en la mente de Charlie cuando llamas
crepitaron en el aire y el Rey Rojo salió de los Peripatos. ¿Era raro que
Charlie ni siquiera parpadeara ante eso ahora?

—Ari va a estar bien —les dijo, su usual comportamiento relajado se había


ido remplazado por algo tenso y cuidadoso—. Debería despertar pronto.
—Miró hacia Jai—. ¿Hiciste lo que te pedí?

—Ari debe recibir una llamada muy pronto.

Charlie frunció el ceño, sintiéndose fuera del circuito. —¿Sobre qué?

—El cuerpo de Derek.

Oh, cierto. Jai le había dicho que lo dejó en su auto donde sería
encontrado a un lado del bosque. El forense declararía la muerte como
causada por un aneurisma. Charlie se sentía un poco enfermo. La muerte
de Derek había sido tratada como algo que necesitaba ser puesto en
orden y algo fácil con lo que Ari pudiera lidiar. De alguna manera
deshumanizaba al hombre del que ellos estaban hablando.

—Quién sabe cómo Ari reaccionará a esto. Tenemos que asegurarnos que
ella no haga nada tonto —El Rey Rojo tenía una determinada mirada en
sus ojos con la que Charlie no querría meterse.
La ira se agitaba en sus entrañas mientras miraba al tío de Ari y se acordó
de su hermano, el padre de Ari. —¿Entonces fue definitivamente el Rey
Blanco?

El Rey Rojo asintió. —Está tratando de lanzar un cebo a Ari para que haga
algo que la atrape en el Monte Qaf. Planea que ella tome venganza en
contra de los Jinn que hicieron esto, posiblemente, incluso tratar de
vengarse de él. Y si ella hace eso será forzada a ir al Monte Qaf para
enfrentar un juicio y mi hermano va a usar esa oportunidad para tratar de
conseguir lo que quiere de ella.

—¿Así que, ahora qué? —Jai preguntó tranquilamente.

—Ahora esperaré alrededor hasta que despierte —dijo el Rey Rojo—. Le


explicaré porque un intento de matar al Rey Blanco es algo malo. Sólo
espero que esta vez el Seal esté en las manos de alguien que no le importe
nada el poder y no abuse de él.

—Lo está —Charlie aseguró encontrando su propia voz unida con la de Jai
mientras respondían al unísono. Ellos se miraron el uno al otro, sus ojos
estrechándose con cautela como dos oponentes entrando al cuadrilátero.
Capítulo 5
La guerra tiembla en la oscuridad… Esperando.

Traducido por LizC


Corregido por Lola_20

—M
e gustaría ser un mejor padre. Me gustaría ser un
hombre mejor. Me gustaría amarte en la forma en que
mereces ser amada. He estado enojado durante años,
Ari. Y no fue hasta que descubrí la verdad acerca de ti y Sala que me di
cuenta de lo enfadado que estoy con tu madre.

Papá, no.

El humo se elevaba a su alrededor a medida que él la miraba con ojos


angustiados.

El olor a carne quemada se atascó en la garganta de ella, golpeando su


reflejo de náuseas.

—Realmente te quiero, hija. Supongo que nunca te amé lo suficiente.

¡No! Su rostro parpadeó bajo las llamas, pero no gritó de dolor. Ella lo hizo
por él.

Él sonrió con una sonrisa agridulce incluso mientras el fuego rasgaba a


través de él.

—Nunca me arrepentiré de mantenerte a salvo, aunque no sabía que eso


era lo que estaba haciendo.

¡PAPÁ, NO!

Sus ojos se abrieron de golpe y de inmediato se cerraron de nuevo ante el


brillante resplandor de la luz en su dormitorio. Respiró hondo, sintiendo la
presencia de Jinn en su habitación, Ari se abrió paso a través de la
pesadilla a la realidad. ¿Qué estaba haciendo en la cama? ¿Qué había
sucedido?

Ella había estado en el Bosque Vickers con su papá.

¿Dónde estaba su padre?

—¿Papá? —abrió los ojos a la fuerza y sintió que la velocidad de su ritmo


cardíaco se aceleró al ver a su tío, el Rey Rojo, a los pies de su cama. Él no
le dio su habitual sonrisa relajada.

En cambio, la miró fríamente en un silencio implacable.

Finalmente Ari soltó el aliento que ni siquiera sabía que había estado
sosteniendo y se empujó a una posición sentada. Todavía estaba usando
la ropa que había usado cuando había perseguido a su padre al Bosque
Vickers, pero el cielo se oscurecía afuera por lo que algunas horas habían
pasado desde entonces.

—¿Qué está pasando?

—Derek está muerto.

Las palabras no se registraron en un primer momento. Ari parpadeó, su


cerebro automáticamente tratando de reorganizar la frase de manera que
tuviera sentido.

—¿Qué? —Sus labios se sintieron entumecidos de repente.

—Derek está muerto. Fue asesinado.

Derek está muerto.

Ari negó con la cabeza, buscando empujarse fuera de la cama. Ella


tropezó con sus pies y empujó con fuerza sus piernas. Pasó más allá de su
tío y de su habitación, corriendo por el pasillo hacia la habitación de su
padre. Abrió la puerta y la encontró vacía. Eso no significa nada. Estaba
probablemente en la planta baja. Temblando, Ari se dio la vuelta para irse
sólo para encontrar la entrada bloqueada por el Rey Rojo.

—Se ha ido, Ari.


—No. —Ella negó con la cabeza, la ira haciéndole a sus ojos brillar con
lágrimas no derramadas—. Estás mintiendo.

Su tío sacudió la cabeza tristemente. —El Rey Blanco envió dos Shaitans
tras de ti. Uno te noqueó en el bosque y el otro le dio a Derek un aneurisma
cerebral.

Fue contundente. Duro. No tenía sentido. ¿Papá? Las cosas que él había
dicho. Terminantes. Algo le había pegado. Dolió. Se había desconectado.
¡PAPÁ!

—Quiero verlo —su voz tembló—. Quiero verlo.

—Lo pusimos de nuevo en su auto. Alguien lo encontrará, y el juez lo


declarará como causas naturales. Será más fácil de esa manera.

¿Causas naturales?

Derek está muerto.

La habitación giró y Ari luchó por tomar aire. Todo. Había sido en vano. Ella
no lo había salvado. ¿A quién había estado engañando? Derek está
muerto.

—Realmente te quiero, hija. Supongo que nunca te amé lo suficiente.

—¿El Rey Blanco? —susurró con voz ronca, golpeando el suelo con un
golpe doloroso cuando calculó mal el espacio entre ella y la cama. Era
vagamente consciente de las fuertes manos del Rey Rojo envolviéndose
alrededor de sus brazos mientras la levantaba con facilidad, como
arrancar una margarita de la hierba. La sentó en la cama y dio dos pasos
cuidadosos hacia atrás. Ari se encontró centrándose en aquellos ojos
azules de él—. ¿El Rey Blanco?

¿Su padre había hecho esto? ¿Deliberadamente?

Papá.

El dolor estalló fuera de su alma desgarrando furia a medida que gritaba,


el gemido tornándose en sollozos corporales bruscos. Ella no podía sentir
sus miembros. Todo había desaparecido a excepción de la agonía en su
corazón y el ardiente fuego en su garganta. Había sonidos distantes a su
alrededor. Pasos apresurados cada vez más fuerte. Familiares voces
masculinas llamándola en voz alta con ansiedad. Y en medio de todo, la
voz del Rey Rojo estaba allí, con autoridad, plana, en control. Después de
un largo rato, los gritos comenzaron a disminuir, a aliviar, calmar, y se dio
cuenta del tejido suave en contra de sus mejillas húmedas. Ari parpadeó,
el mundo volviendo a ella en tragos dolorosos. Estaba tumbada en la
cama de su padre. Ya estaba oscuro afuera. Sus ojos hinchados echaron
una ojeada, siguiendo la presencia del Jinn que sentía en la habitación. El
Rey Rojo se sentó junto a ella en la cama, mirándola. Estaban solos. Ari
podría haber jurado que Jai y Charlie habían estado en la habitación.

—¿Por qué? —dijo con voz ronca, una lágrima más deslizándose por su
mejilla.

Su padre se había ido. ¿Por qué?

El Rey Rojo se estiró, apartándole cabello de la cara en un gesto paternal


que añadió otra grieta a su corazón ya roto. —El plan de mi hermano fue
doble. Uno, matar a Derek era una venganza por ser más lista que él y dos,
si buscas la venganza por lo que ha hecho, si matas al Jinn que hizo esto,
te verás obligada a ir al Monte Qaf para ser juzgada en los tribunales. Una
vez que el Rey Blanco te tenga en el Monte Qaf usaría esa oportunidad
para manipularte a su voluntad.

Ari dejó que eso se asentara en ella por un momento.

Un momento fue suficiente para que una pequeña brasa estallara en


cólera. Se sentó erguida, su cuerpo de repente disparado con energía.

—No voy a matar al Shaitan que hizo esto. Voy a usar mi poder contra el
Rey Blanco. Lo voy a detener. Puedo ordenarle que detenga esto —Ari
estaba sorprendida, pero agradecida al darse cuenta de que la amenaza
no parecía estúpida o vacía. Era real. Después de todo, ella era el Seal de
Salomón.

Los ojos del Rey Rojo se ensombrecieron. —No.

—No —Ella lo miró fijamente—. ¿Qué quieres decir con no? Creí que
estabas de mi lado.
—Lo estoy. Y si le ordenas a uno de los Siete Reyes de los Jinn ponerse de tu
lado, Azazil verá eso como una amenaza y no importa de qué lado estoy,
no voy a ser capaz de detener a mi padre de hacer todo lo posible para
destruirte.

—Entonces voy a mandar a Azazil dar marcha atrás.

El Rey Rojo le lanzó una mirada condescendiente.

—En ese libro que Jai te dio... ¿no te decía la plena extensión de la
importancia de Azazil?

—¿Qué quieres decir? —preguntó con cautela.

—Azazil es el padre de nuestra especie, el primero. El balance del orden


está supeditado a su existencia; la vida, el destino, el caos, la destrucción
están unidos a él. Incluso yo, su hijo, no conozco las profundidades de
Azazil. Lo único que sé es que él está conectado a todos los reinos en
formas que no podemos ni imaginar. Es conocido en muchos mundos, y en
muchas culturas, y tiene muchos nombres. El poder del Seal puede ser lo
suficientemente grande para obligarlo a ponerse de rodillas, pero nada es
lo suficientemente potente como para hacer frente a las consecuencias si
un ser conectado al balance de la vida misma cae en súplica ante la
decisión de venganza de una adolescente.

—Oh —El corazón de Ari golpeó en su pecho con reconocimiento—. No.


Eso no estaba en el libro de Jai.

—Lamento tu pérdida, Ari —El Rey Rojo suspiró y Ari lo miró con atención,
buscando un poco de sinceridad. Ella pensó que la había encontrado,
pero después de lo que Jai le había dicho, Ari no estaba segura de poder
confiar en este hombre.

—¿Qué se supone que debo hacer? —Otra lágrima surcó su mejilla


mientras miraba alrededor de la habitación de su padre—. ¿Adónde
puedo ir desde aquí?

—¿Mi consejo?

—¿Sí?
—Tratas con el funeral de tu padre y te sacaremos de aquí. Este es sólo el
comienzo. No puedes quedarte de brazos cruzados en esta casa y esperar
a que mi hermano venga por ti. Tenemos que planificar nuestro siguiente
movimiento. Pero tú —apartó otro mechón de cabello de su cara—,
apenas has tenido tiempo para procesar esto.

El teléfono de la casa sonó en ese momento, devolviendo a Ari a la


realidad con una sacudida. Miró el teléfono en la mesita de noche de su
padre y luego volvió a mirar a El Rey Rojo. Él asintió con solemnidad y un
temor enfermizo la llenó a medida que se acercaba y tomaba el auricular.

A pesar de que sabía, a pesar de que lo esperaba, fue horrible escuchar a


la policía decirle que su padre estaba muerto. Se le dio instrucciones de ir a
la morgue para verificar que se trataba de su cuerpo. Ella dejó caer el
receptor y se tragó el vómito. Este quemó su garganta e hizo un gesto débil
con la mano sobre la mesa de noche, imaginando una de las botellas de
agua de su refrigerador. Esta apareció ante ella y tomó un trago,
pensando en lo que Jai le había dicho.

—Hiciste que Jai me mintiera acerca de las consecuencias del uso de mi


magia —susurró.

—Lo hice para salvar a tu padre.

—Lo salvaste —Ella se tragó las lágrimas y lo examinó de nuevo y este se


encogió de hombros—. Yo no lo hice.

—No podrías haberlos detenido, Ari.

—No, podría haberlo hecho. Es por eso que me noquearon.

—Entonces vamos a trabajar en algún tipo de entrenamiento. Jai puede


enseñarte a ser más consciente de tus alrededores y te enseñará a usar tu
magia defensiva.

—¿Puede enseñarme a volver el tiempo atrás?

—No —contestó en voz baja.

Ari asintió con la cabeza, levantándose y poniéndose sobre sus pies. Ella se
tambaleó un poco.
—Hoy mi padre fue honesto conmigo por primera vez en mi vida.

El Rey Rojo volvió a mirarla, a la espera, ofreciendo un tipo tranquilo de


consuelo. Dios deseaba poder confiar en él.

—Nunca lo conocí realmente —Se encogió de hombros, sintiéndose frágil e


irritable. Su piel se sentía seca y sentía dolor en sus huesos, y cada
movimiento hacía gritar sus músculos—. ¿Cómo puedo sentir este gran
dolor cuando ni siquiera lo conocía?

—Sabías lo que él te había permitido conocer, Ari. Y lo amabas. No sé lo


que pasó allí entre ustedes antes de que fueran atacados, pero lo que
fuera... no quiere decir que no se te permita hacer el duelo.

Asintiendo, Ari se dirigió hacia la puerta y se detuvo cuando vio a Jai y


Charlie esperando en el pasillo. Charlie parecía a punto de lanzarse a
través del pasillo hacia ella pero ella no quería ser tocada en estos
momentos.

—Jai, por favor, acompaña a Ari a la morgue del condado —mandó el


Rey Rojo en voz baja.

—Iré con ella —ofreció Charlie.

No.

Muy bien.

La voz del Rey Rojo se hizo eco de vuelta en su cabeza y se dio cuenta con
un arranque suave, que esa era la primera vez que habían hablado el uno
al otro telepáticamente. Ari lo había hecho sin pensar.

—No. Necesito que Jai la custodie. Ha vuelto al deber a tiempo completo


a partir de ahora, Sr. Bitar.

—Por supuesto —El suave sonido de la voz ronca de Jai se sintió relajante
contra el cuerpo agitado de Ari.

No siendo capaz de encontrase con los ojos de Charlie, Ari pasó por
delante de ellos y bajo las escaleras. Vio sus llaves del auto en el recipiente
junto a la puerta. Jai tiene que haber traído su auto de vuelta.
Derek está muerto.

Esto la dejó sin aliento y cuando se volvió a esperar a Jai, una lágrima se
deslizó antes de que pudiera detenerla. La expresión de Jai era dolorida
mientras bajo el último escalón de la escalera hacia ella. Se detuvo a
centímetros de ella, mucho más cerca de lo que normalmente
permanecía, tan cerca que podía oler esa colonia que llevaba y causaba
hormigueos en su piel. Cuando su mano se acercó a su mejilla y ella sintió
la suave presión de su dedo pulgar barriendo las lágrimas, Ari,
inconscientemente se inclinó hacia su toque, ya no sintiéndose frágil, ya no
queriendo el espacio.

Quería hundirse en los brazos de Jai y sentir los latidos de su corazón contra
su oído. Quería sentir la vitalidad de la vida envuelta alrededor de ella en
un momento en que la muerte parecía mucho más fuerte.

—Lo siento —susurró él, con los dedos trazando su mejilla antes de que su
brazo cayera de nuevo a su lado.

Ella asintió y miró sobre su hombro para ver a Charlie observándolos, sus
ojos brillantes por el dolor. Eso dolió. Ari le ofreció una sonrisa temblorosa. —
Estaré de vuelta pronto.

—Ari... —Charlie suspiró y ella supo que él quería venir hasta ella.

—Lo sé —susurró. Tendría que habérselo permitido. Tendría que haberle


dejado envolverla en sus brazos y ofrecerle la comodidad que buscaba.
Pero de él no era de quien quería el consuelo. Nunca lo sería, mientras Jai
estuviera tan cerca.

Mal del estómago, Ari se volvió y tomó las llaves, preparándose para el
horror que tenía por delante.
Capítulo 6
La soledad de los diamantes cosidos es tan sólo una
añoranza más costosa

Traducido por Carmen170796


Corregido por Akanet

A
ri estaba de pie en el cuarto de Derek temblando. Todo ya había
sido arreglado. Jai y Charlie habían sido de gran ayuda. El funeral
era mañana. Ella había escogido un traje para su papá y Charlie lo
había llevado a la funeraria. Jai y Charlie habían hecho todo los arreglos y
ella había firmado donde debía, firmó los cheques. Charlie había elegido
el ataúd porque estaba demasiado afligida para hacer algo. Los chicos
incluso se habían sentado con ella mientras el abogado repasaba el
testamento de su papá. Ahora todo era suyo y tenía dieciocho así que….
estaba por su cuenta. Su papá había comprado un apartamento en
Filadelfia del que no había sabido y estaba a su nombre. Para la
universidad suponía. Tendría que poner en venta la casa y también tendría
que vender ese apartamento. No se podía quedar allí aún si no estuviera
siendo cazada por un poderoso Rey de los Jinn. Demasiados recuerdos.
Demasiado dolor.

Cubierto por suciedad y polvo, Ari había atacado el cuarto de su papá


con energía absoluta. Todo estaba almacenado dentro de cajas de
cartón, algunas para caridad, algunas para la basura, algunas que no
podía evitar querer conservar.

Aun cuando una gran y culpable parte de ella aún estaba enojada con su
papá.

Y ahora esto.

Echo un vistazo alrededor al trabajo que había hecho, el sobre en su mano


arrugado bajo sus dedos tensos. Jai, lo llamo telepáticamente y esperó,
escuchando sus pisadas subir las escaleras inmediatamente
—¿Qué está mal? —pregunto él en voz baja, entrando al cuarto.

A Ari le dolió cuando se volteó para mirarlo, muy feliz de que estuviera allí
por ella pero triste de que se estuviera encariñando cada vez más cuando
debía estar alejándolo deliberadamente. Suspirando, trato de aquietar sus
manos temblorosas, extendió el sobre que había encontrado en el cajón
de la mesita de noche de su papá.

—¿Qué es? —Jai frunció el ceño, sus pestañas cubriendo sus intensos ojos
mientras bajaba la mirada hacia el artículo en su mano.

—El regalo por mi decimoctavo cumpleaños.

Él volcó el sobre dejando caer las llaves fuera de este y en su palma. Las
sostuvo, con preguntas en sus ojos.

Con su corazón martilleando, Ari levanto el pedazo de papel con el que


habían venido. —Me compro un apartamento en Filadelfia por mi
cumpleaños.

La compasión suavizo los rasgos de Jai, y asintió, pareciendo inseguro de


qué decir. Finalmente se encogió de hombros. —¿Te gustaría revisarlo?

—¿Cómo?

—Te enseñare a utilizar el Peripatos.

Nerviosos duendecillos le hicieron cosquillas en su estómago. —¿Ahora?

—Sí, ahora.

—Está bien.

—Tienes una pieza que te conecta al lugar al que quieres ir, así que eso
debería ayudar —Dejo caer las llaves dentro de su palma tomando
medidas para asegurarse que no se tocaran uno al otro. Ari frunció el
ceño. Él estaba enamorado de otra persona. ¡Ya sabía eso!

—¿Ahora qué?

—¿Me das la dirección?


Ella le paso el papel y él lo miro rápidamente antes de devolvérselo. —Está
bien. Realmente tienes que concentrarte. ¿Estás segura de que puedes
concentrarte?

—Puedo hacerlo —le aseguro firmemente, un poco emocionada por la


idea de usar sus poderes—. Sólo dime como

—Concéntrate en la idea del apartamento, en el apartamento que las


llaves en tu mano abren. No pienses en nada más. Concéntrate. Imagina
entrar al apartamento. No trates de visualizar como luce, sólo imagina
entrar al apartamento que las llaves en tu mano abren. ¿Lo tienes?

—Lo tengo.

—Ahora, cuando entres al Peripatos verás las llamas a tu alrededor,


tocándote, pero no te lastimaran… son parte de ti, así que no te asustes y
pierdas la concentración.

Y eso fue exactamente lo que Ari hizo.

Las llamas salían de ella, arriba y alrededor de ella, y ella se asustó. Toda
idea del apartamento desapareció mientras el miedo la inundaba como
agua apagando las llamas del Peripatos. Ari frunció el ceño. Todavía
estaba en el cuarto de Derek mirando a un paciente Jai.

Él le sonrió suavemente y eso hizo lo que las llamas no habían hecho. La


derritió. —No entres en pánico esta vez. Estaré detrás de ti.

Tomando un respiro profundo y estremecedor Ari se volvió a concentrar. Y


esta vez cuando las llamas explotaron fuera de ella, las ignoro, las llaves en
su mano incrustándose en su piel eran el único sustento que necesitaba. El
viento despeino su cabello y el mundo se volvió borroso y se balanceo. Era
vertiginoso, desorientador pero también un poco excitante. Las llamas
siseaban y se derretían en nada y Ari se inclinó contra la pared más
cercana para apoyarse. Sus piernas temblaban un poco. Las llamas
explotaban delante de ella y Jai salió del Peripatos con una naturalidad
que ella envidiaba.

—¿Estás bien?
Ari exhaló, tomándose un momento para echar un vistazo alrededor del
pequeño pero contemporáneo apartamento dentro del cual estaba. —
¿Del Peripatos? Sí. ¿Esto…? —Su voz se fue apagando y avanzo unos
cuantos pasos dentro de la sala principal. Era de espacio abierto con
paredes de ladrillos y muebles modernos y lujosos. La cocina era moderna
y lujosa y la sala de estar tenía de todo. Había un televisor de pantalla
plana, sistema de sonido, escritorio para computadora y una laptop en la
esquina. Había lazos rojos envueltos alrededor de algunas de las piezas.
Derek debe haber estado planeando conducirla a la ciudad y
sorprenderla con esto. Jai espero silenciosamente mientras ella vagaba por
el estrecho corredor. Un gran baño, con baldosas de travertine5, regadera
grande, grifos chapados en oro. Era impresionante. Más allá del corredor a
partir de aquí había una habitación. Grande. Con vestidor. Una gran cama
tipo trineo con cubiertas de cuero.

El apartamento era divino.

Y solitario.

El enojo que había estado enterrado bajo su piel estallo. ¡Ari quería
arrancarse el cabello o gritar, tirar algo, golpear a alguien! Camino
pisando fuerte por el corredor, sus ojos centellantes, sin importarle que Jai
retrocediera de sorpresa, su boca cayo abierto por el salvaje estado de
ella. —¿Ari? —pregunto él con indecisión, levantando una mano en modo
de pregunta.

—¿Ves este lugar? —dijo ella bruscamente, señalando alrededor


frenéticamente.

—Es muy lindo —respondió Jai lentamente, sus cejas juntas en total
confusión.

—Es un apartamento de un solo cuarto, Jai. Él me compro un apartamento


para mi primer año de universidad. ¡Ni siquiera pensó! ¿Cómo se suponía
que hiciera amigos? Él me empujó a aplicar en este estúpido lugar y
después pensó que estaría feliz viviendo sola sin amigos. ¿Qué? ¿No se me
permitía experimentar los dormitorios o hermandad o cualquier cosa que
involucrara compañía humana?

5 Travertine: Tipo de piedra utilizada frecuentemente en la arquitectura moderna.


—Ari… está bien….

—No, no lo está —dijo ella entre dientes, lágrimas de enojo bajando por sus
mejillas, mientras miraba a cualquier lado menos a Jai—. No me conocía.
Pensó que estaría feliz sola como él. Ni siquiera me amaba.

Jai chaqueo la lengua y avanzo cautelosamente hacia ella. —Eso no es


verdad. Tu papá… cometió errores… pero te amaba.

—No lo suficiente —susurro ella, el recuerdo de su conversación en el


bosque quemando en la parte posterior de su garganta.

—Él me lo dijo antes de que fuera asesinado.

Jai se detuvo, su cara ensombreciéndose. —¿De qué estás hablando?

—En el bosque. Me dijo que era egoísta. Que me mantuvo porque era
parte de Sala pero que no debía haber hecho eso. Admitió que era un
padre de mierda —Ella se detuvo, pasando una mano temblorosa a través
de la barra de desayuno de granito—. Me dijo que nunca me amo lo
suficiente, que deseaba haber sido capaz de amarme de la manera que
merecía.

Las lágrimas pararon con la confesión y una fría insensibilidad se asentó


dentro de ella. —Este apartamento es prueba de cuan poco me conocía.
Cuan poco le importaba conocerme.

Escucho a Jai moviéndose incómodamente detrás de ella y se volteó para


decir algo para aligerar la atmósfera sólo para sorprenderse por encontrar
que él no estaba incómodo. Él estaba furioso.

Sus manos estaban apretadas en puños a sus costados y su mandíbula


estaba cerrada con lo que Ari supuso que era determinación para
quedarse quieto. Una ola de emoción cayó sobre ella, derribando algo de
esa insensibilidad de ladrillo. Jai podría estar enamorado de alguien más
pero estaba mintiendo si decía que no se preocupaba por ella un poco.
Esta reacción era prueba de ello. —Está bien —le aseguro ella—. Voy a
estar bien.

Él asintió, sus ojos centellantes. —Mereces algo mejor que eso, Ari
—Aún después… aún después de todo lo que dijo… aún lo extraño.

Y así como así la furia de Jai cambio a comprensión y antes de que supiera
que estaba pasando él se estiro y tiro de ella en un abrazo. Ella se tropezó
contra él y lo apretó fuertemente con sorpresa. Acaricio su fuerte pecho,
inhalando su familiar y reconfortante esencia. Su abrazo era justo como
ella se imaginó que seria, sus brazos apretados y fuertes a su alrededor. Su
corazón latía de modo tranquilizador bajo su oreja, aunque latía un poco
rápido. Ari se sentía segura y amada en sus brazos. Él daba buenos
abrazos. Sonrió un poco, sus brazos envueltos alrededor de su cintura, sus
palmas presionadas contra su fuerte espalda. Ari se encontró queriendo
clavar sus dedos en el músculo y jalarlo más cerca. Se las arregló para
convencerse de no hacerlo.

—Está bien que lo extrañes, Ari —susurro Jai en su oreja y ella trato de
disimular el temblor que bajó por su espalda por la sensación de sus labios
junto a su piel—. Está bien que lo ames. No te martirices por eso. Por favor.

Ella asintió, incapaz de hablar por miedo a estallar en lágrimas. Jai tenía
una maravillosa manera de destruir todas sus defensas.

—Bien —dijo él ásperamente, pasando una larga mano por el medio de su


espalda de un modo consolador antes de apartarla de él. Ella se alejó
inmediatamente, sin querer parecer una adolescente enamorada. Estando
allí, haciendo eso.

Con una rápido mirada desde debajo de sus pestañas ella estaba
decepcionada de ver a su usual guardián, la expresión seria de vuelta en
su lugar. Ella haría cualquier cosa por erizar sus plumas de nuevo como
cuando se habían enfrentado al Demonio del Viento en el desierto de
Nuevo México. ¿Había pasado realmente sólo unos días atrás? Cuando
ella había sido herida, Jai no había sido capaz de esconder su
preocupación y a Ari no le daba vergüenza admitir que lo había disfrutado
un poco.

—¿Lista para volver?

Con un último vistazo alrededor del apartamento, Ari asintió con tristeza.

—Vamos
Concentrándose en casa, Ari entró al Peripatos, un poco más preparada
ahora para el desorientador viaje de regreso a Ohio. Ando
bamboleándose a pesar de su preparación mientras salía a su sala de
estar. Tarjetas de condolencias llenaban la repisa de la chimenea sobre el
fuego y bandejas de comida abiertas estaban esparcidas sobre la mesa
de sala. Su contestadora estaba parpadeando con docenas de mensaje
de apoyo. Ese era un lugar muy deprimente.

Ella apenas se dio cuenta del chisporroteo de las llamas detrás de ella.

Estaba demasiado ocupada mirando a Charlie quien estaba sentado en el


sofá, sus rasgos enojados y preocupados.

—¿Dónde has estado? —dijo Charlie bruscamente, mirando a Jai sobre su


hombro. Él se levantó de un salto del sofá y se acercó a ella dando
grandes zancadas, parándose tan cerca que Ari que tuvo que levantar su
barbilla para encontrarse con su mirada. Ella sintió el calor de su cuerpo a
pesar de su incapacidad para sentir realmente los cambios de
temperatura.

Ella supuso que simplemente estaba así de acostumbrada a la cercanía


de Charlie.

Enojada con su traidor cuerpo, Ari presionó una mano contra su cabeza,
sintiendo un dolor de cabeza comenzando. —Fuimos al apartamento que
mi papá me dejo

Charlie toco su brazo. —¿Estás bien?

Ella se alejó de él, tratando de no ser obvia. Charlie había estado allí para
ella estos últimos días, había sido un buen amigo, y su mamá le había
cocinado montones de comida, como muchos de sus vecinos, así que no
tenía que preocuparse por la comida, pero aún estaba enojada. Tal vez
incluso más ahora. Y aun así… a pesar de cuan enojada estaba con él, no
quería herirlo. Bajando la mirada hacia la mano que toco su brazo y ahora
estaba cayendo a su costado con desánimo, los ojos de Ari se estrecharon
en su muñeca. ¿Un tatuaje? ¿Desde cuándo? Sus ojos se movieron hacia
su cara y de repente se dio cuenta de por qué lucia tan diferente. Él se
había cortado todo su hermoso cabello. —Cortaste tu cabello
Se encogió de hombros. —Lo notaste —Él sonaba herido.

Inmediatamente Ari se sintió mal y eso la enojo. Dijo bruscamente, sin


pensar claramente lo que decía—: He estado preocupada

Charlie palideció y Ari noto que Jai se acercaba hacia él por el rabillo de
su ojo. —No me refería a…. mierda… lo siento.

Ella ignoro su disculpa y miró hoscamente el tatuaje del que no había


sabido. ¿Estaba enojada con él por hacerla sentir mal o enojada con él
porque se hizo un tatuaje y no le dijo? Dios ella esperaba que no. Ella tenía
que superar esa mierda. —¿Que dice el tatuaje?

La pregunta le hizo contener la respiración y compartir una mirada


cautelosa con Jai. Ari les lanzo una mirada fulminante a ambos. ¿Cuál era
el gran secreto?

Finalmente Charlie suspiro. —Significa justicia en árabe.

Y así como así Ari ya no se sentía mal. El enojo pasó de nuevo al frente y lo
fulmino con la mirada. Siempre seria así con él. La muerte de Mike iba a
contaminar todo lo que alguna vez hizo. Con una última mirada mordaz, se
dio la vuelta y se dirigió a las escaleras.

—¡Ari, espera! —le grito Charlie sin siquiera molestarse en esconder su


frustración y enojo—. ¡Tendrás que hablarme en algún momento! —dijo
bruscamente.

Ella le saco el dedo sin mirarlo y subió las escaleras pisando fuerte.

Mañana era el funeral de Derek.

Nunca era suficiente. Ari se dejó caer en su cama, las lágrimas filtrándose
en su almohada. Nunca era suficiente…

….Este no era su cuarto Ari frunció el ceño, caminando por el piso de


mármol negro, las sedas coloridas y el terciopelo le daban una majestuosa
apariencia del Medio Oriente.
El cuarto era enorme, pero sorprendentemente vacío excepto por la
cama. Ella noto una larga entrada recortada en pulidas paredes de roca
pero no había puertas.

Conducía a un balcón que parecía sostenerse sobre la oscura noche


estrellada. Era una hermosa ilusión.

Las puertas dobles se abrieron detrás de ella y Ari retrocedió observando a


la despampanante Jinn de cabello oscuro que recordaba de antes entrar
a zancadas al cuarto. Esta vez, la mujer era de tamaño humano. Su
cabello se movía detrás de ella, las joyas en su frente brillante con la poca
luz.

Ella usaba un vestido que se agitaba y fluía alrededor de su cuerpo como


si la tela estuviera hecha de agua. Ganchos dorados unían al vestido en
los hombros y estaba descosido en cortes alrededor de sus piernas que
facilitaban el movimiento. Ari observo los diseños que estaban pintados en
interesante espirales, acabando alrededor de las delgadas piernas de la
Jinn en pintura dorada. Ella parecía una reina exótica.

—¡No lo disculpare hermano! —espeto ella, y los ojos de Ari siguieron a sus
palabras sobre su hombro al hombre Jinn que entro al cuarto detrás de
ella. Su propio cabello oscuro estaba trenzado y caía por su espalda y su
hermosa cara estaba estropeada por un ceño fruncido, pero sin heridas
esta vez.

—Debes hacerlo —Su voz profunda retumbo hacia la mujer como una
advertencia.

—Fuiste insolente y malcriada.

Giro hacia él, sus oscuros ojos brillando con furia. —¡Él se negó a darme el
respeto que merezco!

—No te lo has ganado —replico el hombre calmadamente.

—¿No me lo he ganado? —Ella se quedó boquiabierta y la luz de la vela


titiló de miedo—. ¡Le he dado regalos que nadie más le ha dado!
—Te has acostado con otros. Le hablas como un niño maleducado en
frente de nuestros hermanos y esperas cosas cuando deberías estar
agradecida.

Las lágrimas ahora bajaban por sus hermosas mejillas. —¿Estas volviéndote
en mi contra?

—Él es nuestro maestro. Ha sido bueno con nosotros.

—¡Es egoísta! Nos podría dar más… sé que podría. Pero se rehúsa.

—Lo emplearías mal. Él se da cuenta de eso.

—¿No confías en mí, hermano?

El hombre Jinn sonrió amablemente y levanto el brazo para limpiar una


lágrima de su mejilla. —Tengo fe en tu avaricia.

La mujer Jinn gritó y Ari se estremeció, el dolor reventando sus oídos. El


cuarto estaba oscuro y repentinamente era consciente de lo blando bajo
ella. Dándose cuenta que el dolor no había sido real, Ari suspiro y abrió los
ojos muy despacio. Había estado soñando. Con esos Jinn de nuevo.

¿Quiénes eran?

La alarma de su celular sonó y Ari se estiro, apagándola. Luz pálida


entraba al cuarto a través de la ventana, tratando de disipar las sombras y
teniendo poca suerte. Parecía que iba a llover.

Era como si el cielo estuviera compartiendo su compasión con ella.

Hoy era el funeral.


Capítulo 7
Cuando Los Cielos Azules están Chamuscados, ¿son Todavía
los Mismos Cielos?

Traducido por Otravaga y Akanet


Corregido por Liseth Johanna

E
l cielo ondulándose por encima de ella parecía sentir su agonía, el
cambio en ella causado por el dolor. Sentía el estado de ánimo de
Ari, y como un camaleón entremezclándose con su entorno, el cielo
se sumergió a sí mismo en la oscuridad, la desolación de sus nubes como
malvaviscos chamuscados derritiéndose en un pesar empático.

Esa mañana había estado acostada en la cama tanto tiempo como


pudo, repasando una y otra vez en su mente todo lo que había cambiado:
la verdad que Charlie le había dado sin realmente darse cuenta, la verdad
de Jai, de su papá, su asesinato. Y fue asesinato. Ella había sido arrastrada
al mundo de los Jinn sin pensarlo. Nada de eso había parecido real,
excepto tal vez por Jai, y luego Derek había caído en un estado de coma
y el surrealismo había sido arrastrado con lágrimas. Había dejado un
borrón… sin una visión clara y nítida de la realidad. El hecho de que El Rey
Blanco hubiera jugueteado con ellos pacientemente la había adormecido
en una falsa sensación de pertenencia. Ella era una presa. Y sólo ahora se
daba cuenta de eso. Todas las verdades la habían cambiado. Ahora
podía ver claramente.

Todo se sentía diferente.

Su vida como la conocía había terminado.

Ya era hora de ser más lista que su cazador y no jugar en sus manos como
él esperaba.

Ari se arriesgó a darle un vistazo a Charlie, quien estaba de pie, pálido y


bien parecido en negro, con sus facciones tensas por la ansiedad, sus
oscuros ojos tratando de comunicarse con ella a través del silencio. Estaba
conmocionada por lo que veía ahora, por lo que sentía… como si
estuviera mirando a un extraño.

Todo era diferente ahora.

Con su recién descubierta claridad, Ari creía que por primera vez podía ver
a Charlie; podía ver lo que él había hecho y en lo que se había convertido.

No era el chico que ella había amado.

Más pesadumbre la estremeció mientras miraba a otro lado, sus ojos


volviendo borrosas las oscuras figuras a su alrededor hasta que se
engancharon en un par de familiares ojos azules. Rachel le devolvió la
mirada, con ojos suplicantes. Su voz susurró a través de los pensamientos
de Ari.

Estás enamorada de Charlie Creagh, el chico lindo y buena gente de


dieciséis años de edad. Él ya no está ahí. Lo siento, pero se ha ido.

Ari tragó. Rachel había estado en lo cierto. ¿Por qué le había tomado
tanto darse cuenta de que Rachel había estado en lo cierto? Sintiéndose
avergonzada de sí misma y por la forma en que había tratado a la chica,
Ari dejó que su mirada vagara lejos de ella hasta que se trabó en una
figura en la distancia. Él estaba esperándola al lado de un todoterreno
negro que había conjurado desde su casa en Los Ángeles.

Jai.

Él también le había mentido. Pensó en los últimos días. Todo lo que había
pasado. Todas las cosas que él había ocultado. Lo que había omitido
cuando había seguido las órdenes de El Rey Rojo para hacerla romper las
barreras entre ella y sus poderes. Las consecuencias. Y luego pensó en lo
que había hecho por ella. Como Charlie, Jai no se había apartado de su
lado. En silencio le había dado comprensión, consuelo, apoyo. ¿Qué
significaba eso? ¿Podía confiar en él?

Tal vez. Tal vez no. Quizá tampoco podría confiar en su tío.

¿Entonces en quién podía confiar?


En ti misma, le respondió suavemente una voz interior y Ari sintió su columna
enderezarse, una llamarada de calor cortando a través del amargo dolor.
Esto no podía pasarle de nuevo. Nunca más. Ya era hora de crecer. De
comenzar a confiar en sí misma. De dejar de temer a la soledad y
abrazarla como a una amiga, como una guardiana y protectora.

Después de todo… parecía que tenía una larga lucha por delante.

Eso era todo. El funeral había terminado. Derek estaba bajo tierra y sólo un
puñado de personas habían aparecido. Qué testimonio de su vida. Había
algunos colegas de trabajo, algunos vecinos. La mamá de Charlie. Rachel,
Staci y A.J., y los padres de ellos. En cierto modo, Ari estaba contenta. Si
tenía que murmurar “gracias por venir” una vez más iba a gritar. Y estaba
cansada de las extrañas miradas que estaba recibiendo. ¿Es que habían
estado esperando que cayera sobre el ataúd de su padre lamentándose?

No. Pero tal vez unas cuantas lágrimas.

Bueno, Ari no podía darles lágrimas. Ya se las había dado todas a su padre
días antes y no le cuadraba eso de convertirse en una gran bola sollozante
de desastre con el único propósito de asegurarles a algunas personas, que
en realidad no importaban, que de hecho estaba afectada por su muerte.
En su lugar, ser frágil e inaccesible estaba funcionando muy bien para ella.

Después de decirle a otro doliente que no iba a haber una vigilia, Ari se
alejó, siguiendo ciegamente a Charlie hacia Jai.

—¿Ari? —preguntó una suave voz, unos zapatos negros patentados


aparecieron ante ella en su abatida línea visual.

Un feo nudo se formó en las entrañas de Ari mientras levantaba los ojos
para encontrar a Rachel y a Staci paradas frente a ella, lágrimas brillando
en los ojos de Staci, y A.J. de pie a unos pocos metros detrás de ellas. Oh,
no. No quería tener que hacer esto ahora. Nunca, de hecho.

Se aclaró la garganta y por una vez estuvo contenta de que Charlie


estuviera de pie tan cerca.
—Gracias por venir —dijo con voz llana y carente de emoción. Con un
poco de esfuerzo, Ari se abstuvo de mirar alrededor con paranoia,
temerosa de que El Rey Blanco tuviera espías observándola, esperando
para ver a qué personas trataba con simpatía y afecto. Las personas que
él convertiría en sus próximos objetivos. Bueno, no le daría eso. Protegería a
sus amigos incluso si la odiaban por ello.

Rachel frunció el ceño ante su formalidad.

—Por supuesto. Dejamos mensajes en tu contestadora. Incluso te hicimos


una visita, pero Charlie y ese chico —Rachel apuntó hacia Jai—, nos
dijeron que no estabas para ver a nadie. —Sus ojos se entrecerraron
cuando miró de nuevo a Jai—. ¿Quién es ese chico, Ari? —Staci le dio un
codazo y Rachel palideció—. Lo siento. Olvídalo. Yo… yo también lamento
lo que sucedió en el hospital.

Ari se encogió de hombros.

—No lo hagas.

—Debes estar muy molesta con los doctores por haber dejado morir a tu
padre, por no buscar ese coágulo.

—Ellos no querían que papá muriera. No fue culpa de nadie —Casi se


ahogó con la mentira.

Staci dio un paso tentativo hacia adelante, con las mejillas pálidas.

—¿Necesitas algo? —Su voz se quebró en la última palabra y Ari tuvo que
obligarse a no tirar a la chica en un abrazo—. ¿Quieres que vayamos a
casa contigo?

—Mamá —Rachel señaló con la cabeza por encima del hombro a donde
estaban sus padres parados al lado de su auto—, dijo que eres bienvenida
a quedarte con nosotros tanto tiempo como lo desees.

—Dile que eso es muy amable, pero estoy bien. Estaré en contacto —Con
esa última mentira Ari se alejó de ellas, aferrándose a la mano de Charlie y
dejándola guiarla. Si estaba sorprendido porque ella lo tocara, no lo
demostró. En vez de eso, lanzó una mirada sobre su hombro de “no nos
sigan” a las chicas y apresuró a Ari hacia Jai. Ari se sentía enferma. Real,
realmente enferma. Temía que iba a lanzarse en una tumba. Rachel y Staci
no volverían a verla jamás. Asumirían que había salido de sus vidas sin
ninguna explicación, por puro egoísmo, y la odiarían por eso.

—Ari —susurró Charlie, apretando su agarre en ella—. Respira.

Con un estremecimiento, aspiró el fresco aire metálico y cabeceó


lánguidamente hacia Jai a medida que se aproximaban.

—¿Está todo bien? —preguntó su guardián en voz baja.

—Lo estará —respondió Charlie, y lo dijo con tal convicción que Ari casi le
creyó.

Sintiéndose mejor, Ari deslizó su mano de la suya y se metió en el


todoterreno. Los chicos hicieron lo mismo, con Jai al volante.

El automóvil se llenó con un pesado silencio mientras conducían de regreso


al pueblo. El cementerio Sandford Ridge estaba en las afueras del pueblo
hacia el sur y en vez de tomar la ruta principal de regreso, Jai decidió
perder a los demás dolientes y tomó la silenciosa autopista pasando entre
los Bosques Fairmont y entrar de nuevo en Sandford por el extremo
noroeste. El camino se extendía ante ellos en un deprimente vacío y Ari
tuvo que sacudirse sus mórbidos pensamientos. Observó cómo los bosques
pasaban y escuchó a Charlie retorcerse un poco en su asiento. Estaba
poniendo incómodos a los muchachos, pero en realidad no podía
importarle menos en este momento.

—¿Qué dem…? —La silenciosa pregunta de Jai la hizo levantar la cabeza


hacia el parabrisas delantero. Unos cuantos metros por delante a lo largo
del camino, una espesa niebla se había reunido y parecía estar
moviéndose hacia ellos a una velocidad que parecía anormal.

—¿Qué está pasando? —preguntó Charlie, quitándole la pregunta a Ari de


la boca.

Por alguna razón inexplicable, el corazón comenzó a latirle salvajemente


en el pecho. Algo no estaba bien. Su intuición estaba hormigueando.

—¿Jai?
Y así como si nada, un renqueo, un gruñido y un chirrido llevaron al
todoterreno a detenerse. Jai maldijo, desabrochando su cinturón de
seguridad mientras la niebla fluía alrededor del auto que ahora estaba
congelado en medio de la autopista como un blanco fácil.

—Quédense aquí —ordenó, y saltó fuera del auto antes de que Ari pudiera
protestar.

¿Qué estaba sucediendo? Sus ojos volaron hacia Charlie pero él estaba
mirando al frente. Volteó para ver a Jai caminar por la parte delantera del
auto, inclinando su cabeza como si estuviera escuchando algo. La espera
estaba haciendo enloquecer su corazón y Ari estaba a punto de gritarle
que volviera al auto cuando un par de brazos salieron de la nada y
arrastraron a Jai dentro de la niebla.

Con un grito de pánico atascado en su garganta Ari abrió la puerta del


auto de un empujón. Su furia se propulsó hacia afuera y escuchó a Charlie
gritarle que regresara, la puerta del auto cerrándose de golpe le dijo que
él también estaba afuera en la cegadora niebla. Ella no podía ver nada.
Todo era simplemente blanco.

—¡JAI! —gritó y giró ante el sonido de una bota en el concreto.

¡Jai!

¡Ari, entra de nuevo al auto! —su voz gritó dentro de su cabeza y pudo
escuchar su rabia y su disgusto con ella.

No son Jinn —Lo habría sabido si lo fueran, ella los sentía—. ¿Qué son?

Humanos —respondió él—. Tenía a uno pero se escaparon. No puedo ver


nada. ¡Ahora regresa al auto!

No puedo. ¡Tampoco puedo ver nada!

Voy a dispersar la niebla. Sólo… —Su voz se interrumpió y Ari se giró


ansiosamente.

¿Jai? ¡Jai!

Ninguna respuesta.
Por un momento la idea de que algo le sucediera amenazó con ponerla
de rodillas. Era demasiado.

No es demasiado. ¡Arregla esto! ¡Son sólo humanos!

¿Qué estaban haciendo los humanos viniendo tras ella? ¿Y la niebla? Pasó
la mano rozándola y sintió el hormigueo de la magia. Oh sí, sus atacantes
podían ser humanos pero habían Jinn involucrados en esto. El Rey Blanco.
Sonrió con desprecio, la rabia volviéndose determinación. Jai le había
dicho que el Manto y su otra magia defensiva era suya, una parte de ella,
como lo era el caparazón para una tortuga, como la piel para un
camaleón. No habría consecuencias por defenderse a sí misma. Y la niebla
era una amenaza. Enfocándose en ésta, en el aire, en el camino alrededor
de ellos, Ari se imaginó un rápido viento empujando la niebla hacia el
norte, agitando sus brazos y piernas en la niebla como un niño teniendo
una rabieta. La satisfacción la golpeó cuando la niebla a su alrededor
comenzó a dispersarse, desgarrándose a medida que era intimidada
hacia el norte.

La satisfacción la abandonó cuando el camino se aclaró. El todoterreno


yacía entre ella y Charlie. Y frente al todoterreno había seis hombres
humanos. Formaban una línea delante de ellos, luciendo fuertes, altos y
letales. Parecían mercenarios. Una figura familiar estaba desplomada a los
pies de uno de ellos. Los ojos de Ari recorrieron a Jai, buscando heridas.
¿Por qué estaba ahí sentado pareciendo aturdido? Una jeringa en la
mano del atacante llamó su atención.

—¿Qué hiciste? —exigió ella, dando un paso hacia él, con violencia en sus
palabras. Era para cubrir su miedo. Esos hombres eran humanos. No tenía
poder sobre ellos. El Rey Rojo había estado en lo cierto. ¡Necesitaba
aprender auto defensa!

El sujeto se encogió de hombros, sus músculos ondeando con el


movimiento. ¡Jesús! parecía que todos ellos estaban metidos en esteroides.
—Sólo lo inyecté con una preparación de mi propia cosecha que incluye
una alta dosis de Harmal6.

Ari sacudió la cabeza en confusión.

—¿Harmal?

El sujeto le soltó un bufido.

—Vaya, realmente no sabes nada. El Harmal es un repelente de Jinn. La


pequeña preparación que tengo no repele… sólo incapacita.

—Jai —susurró Ari y dio otro paso hacia él.

—Ari, detente —le gritó Charlie y ella volteó para verlo sacarse la chaqueta
de su traje, con expresión pétrea. Él estaba observando a los humanos sin
una pizca de miedo y repentinamente ya no parecía tanto un adolescente
sino un poderoso hombre. Sin embargo, Ari temía por él. Por ambos. Sin Jai
estaban condenados.

Ella le negó con la cabeza.

—Charlie, no… —hagas nada estúpido.

Viendo la obvia agresión en las acciones de Charlie, el sujeto humano


cabeceó a sus compañeros.

—Agárrenla. Que sea rápido.

Los hombres inmediatamente comenzaron a ir hacia ella y Ari se tambaleó


hacia atrás, su cerebro quedándose en blanco mientras su corazón se
hacía cargo, golpeteando y vertiendo adrenalina a través de su cuerpo.
Afortunadamente esa adrenalina decidió salvar el día, y Ari sintió la magia
desbordarse de sus manos a medida que se enfocaba. Vio sus palmas
brillar de un fascinante color dorado y empujó hacia afuera la energía,
usándola para despegar a los hombres de sus pies. Desacostumbrada a
usar sus poderes para defenderse, Ari calculó mal y sólo tres de los tipos

6 Harmal: Es una planta autóctona en las regiones comprendidas entre el este del
Mediterráneo y la India, usado como enteógeno (sustancia vegetal alucinógena que
provoca un estado modificado de conciencia) y afrodisíaco.
cayeron de espaldas. Los otros dos apenas se tambalearon y se
enderezaron rápidamente.

Necesitando retroceder, Ari saltó, primero los pies, dejando que su cuerpo
se deslizara por el capó del todoterreno de modo que aterrizó sobre sus
pies al lado de Charlie. Inmediatamente la empujó detrás de él, ignorando
su grito de protesta. Los dos sujetos rodearon el auto y Charlie se movió
para encontrarlos. El más alto de ellos se abalanzó sobre él y Charlie se
agachó, lanzando un contundente puñetazo en los intestinos del tipo justo
cuando el pie del otro hombre se balanceaba hacia la mano de Charlie.
Él levantó su otra mano y Ari vio el brillo de magia en su palma. El pie del
hombre palpitó contra ésta y cayó como si hubiera golpeado un cojín sin
atinarle. Con sus ojos casi tan abiertos como los de Ari, Charlie se distrajo
por su magia y desafortunadamente no esquivó el puño que voló a su
rostro. Cayó un poco hacia atrás y Ari corrió hacia el sujeto, lanzando un
puñetazo de modo que su magia conectara con su rostro en vez de su
puño.

Cayendo en cuenta, Charlie se puso de pie y acorraló al otro sujeto y


juntos aporrearon a los atacantes con puñetazos mágicos. Pero no pasó
mucho tiempo antes de que los otros tres se hubieran recuperado, y justo
cuando Ari pensaba que le había asestado a un tipo, otro estaba sobre
ella. Era posible que su magia fuera más fuerte que la de Charlie y por eso
era que él parecía cansarse más rápidamente que ella. Era como si él
tuviera que obligar a la magia a salir. Y tal vez por eso es que uno de los
tipos fue capaz de encontrar una oportunidad en la defensa de Charlie, su
enorme rodilla conectando con el plexo solar de Charlie. Distraída mientras
Charlie caía de rodillas, su rostro palideciendo como si quisiera vomitar, Ari
hizo un movimiento hacia él para ayudarlo y no vio al tipo que venía por
detrás de ella. Él la golpeó en la cabeza y su visión se interrumpió por un
minuto, como luces parpadeando. Se desplomó, un dolor enfermizo
precipitándose por su cuello, hacia sus piernas.

Algo se sentía duro contra su espalda y las luces se encendieron de nuevo.


¿Por qué el cielo estaba frente a ella?

¿Quién es ese? se preguntó, sintiéndose aturdida cuando un rostro


sonriente apareció encima de ella. El sujeto tenía ojos oscuros que brillaban
con desprecio hacia ella. Sintió manos apretando sus muslos, levantando
poco a poco su vestido negro.

—El Maestro Dali no puede esperar a verte —dijo mientras le apretaba


dolorosamente una pierna—. Puedo ver por qué.

El cielo brillaba sobre ella y Ari se liberó de un asimiento que había estado
presionando sus brazos al suelo, la fuerza surgiendo a través de ella como si
alguien hubiera inyectado su corazón con adrenalina. Los tipos humanos,
Ari, ¡están atacándote! Ignorando la punzada sorda en su cráneo, Ari
levantó un codo y golpeó atravesándole el rostro al sujeto mientras aún
estaba aturdido. Él gritó, sujetando su chorreante nariz y Ari lo empujó con
tanta fuerza como pudo, canalizando la magia en ella para ayudarla a
derribarlo. Trepó sobre él tratando de ponerse de pie y gritó de frustración
cuando unos fuertes brazos tiraron de ella hacia atrás, los dedos dejando
moretones en la parte superior de sus brazos mientras sus piernas eran
arrastradas sobre uno de los captores de vuelta al concreto.

—¡Dame el Harmal! —gritó una ronca voz por encima de su cabeza.

No. Se retorció y concentró su magia en el hombre detrás de él. Lo


escuchó resollar mientras luchaba por respirar. Ella estaba absorbiendo
todo el oxígeno en el aire alrededor de él. ¿Tendría eso consecuencias? La
preocupación por eso la hizo titubear y su magia se disipó.

—¡Rápido! ¡Ella está tratando de matarme!

Charlie? ¿Dónde estaba Charlie?

—¡Oh, mierda!

Como si lo hubiera conjurado, una pierna se balanceó por encima de su


cabeza y las manos se apartaron de sus brazos. Una mano fuerte y familiar
se envolvió en la suya y la atrajo hacia sus pies. Ella se tropezó contra el
ancho pecho de Charlie. Él la miró, su cara tensa por la preocupación y el
cansancio. Su ceja estaba cortada y él estaba cubierto de sudor y
suciedad. —¿Estás bien?

Ella negó con su cabeza. —Tengo que aprender a pelear.

Miró a su alrededor a los cuerpos a su alrededor. —Lo has hecho bien.


—Bien no es lo suficientemente bueno.

El alivio recorrió a Ari ante el sonido de la voz de Jai y ella se alejó de


Charlie para ver a Jai caminando hacia ellos. Otros cuatro cadáveres
yacían en el suelo, incluyendo al atacante original de Jai. —¿Estás bien? —
Tropezó hacia él con las piernas temblorosas por la adrenalina.

Su rostro severo la detuvo en seco. —Estoy bien. Un poco mareado, pero


bien. Su brebaje necesita un retoque. No había la suficiente fuerza en ello
para mantenerme apacible por mucho tiempo —Miró alrededor de ellos—.
No sé qué pasó aquí, pero tenemos que volver y recurrir a El Rey Rojo. Esto
fue...

—¿Extraño? —ofreció Charlie, dando patadas a un lado de las piernas de


uno de los tipos—. Estos chicos eran humanos. ¿Qué estaban haciendo
viniendo tras Ari?

—Uno de ellos dijo algo —Ari miró hacia el hombre cuya nariz había roto.
Charlie tiene que haberlo dejado inconsciente también. Oh, fenomenal...
no la hacía eso sentir inútil—. Me dijo: 'El Maestro Dali no puedo esperar
para conocerte'.

La cara de Jai se ensombreció. —Nunca he oído hablar de él. Pero la parte


de Maestro, la niebla...

—¿Jinn?

—Oh, definitivamente. Charlie, dame una mano para sacar a estos tipos
de la carretera.

Ari fulminó con la mirada a Charlie mientras se inclinaba de inmediato para


lanzar un hombre inconsciente sobre su hombro, dirigiéndose hacia el
espeso bosque para dejarlo allí. —Oye, yo puedo ayudar.

Paseándose junto a ella con su propio atacante inconsciente, Jai señaló al


auto. —Métete en el automóvil. Estoy enojado contigo por salir de él en
primer lugar.

La indignación la iluminó. —Hola, soy una chica grande, puedo tomar mis
propias decisiones.
—¡Métete en el automóvil, Ari! —gritó Charlie ahora, sus ojos brillantes de
cólera.

Su boca se abrió, con las mejillas ardiendo de indignación ya que los dos
hombres en su vida la miraban, sus expresiones implacables. Ella hizo un
sonido de 'pfft' y se dio la vuelta, pisando fuerte, como una niña hacia el
automóvil—. Demasiada testosterona, enfurecidos hombres de las
cavernas, necesitan alguien más que mandar, imbéciles estúpidos... —ella
siguió mascullando insultos bajo su respiración hasta que Charlie y Jai
habían despejado el camino. Charlie saltó en el asiento del pasajero,
mientras Jai presionaba una mano contra el capó de la camioneta. El
motor inmediatamente se puso en marcha y él caminó alrededor,
abriendo la puerta del conductor, erizado con agresión. Probablemente
estaba enojado porque él se dejó incapacitado.

Ninguno de los dos dijo una palabra el uno al otro. El viaje de regreso a la
casa fue doloroso y Ari tuvo que sacudirse cuando recordó que había
enterrado a su padre hoy. Ya se sentía como días atrás. El tiempo se había
estado moviendo en una masa borrosa de nada. Ya no es así, Ari
reflexionó, pensando en sus atacantes y esta nueva amenaza.
Capítulo 8
La lluvia no es suficiente. Quiero el rayo

Traducido por rihano


Corregido por ★MoNt$3★

E
stá bien, así que su padre estaba en lo cierto acerca de dónde
estaba el Seal y del guardián Jinn que protegía su trasero. Pero no
había mencionado nada sobre el hechicero inexperto.

A menos que El Rey Brillante no supiera nada de él. Dali suspiró,


sacudiendo el líquido preparado de harmal en su tubo de ensayo. Se
recostó en la silla de su oficina y luchó contra el impulso de romper la
maldita cosa contra la pared. Pensó que había conseguido el veneno de
Jinn correcto. En lugar de repelerlos se suponía que los drogaría,
adormeciendo su sistema para que no pudieran moverse y no pudieran
pensar. Pero ese Ginnaye había salido de la dosis demasiado rápido.
Volvería a la mesa de dibujo. El teléfono de su escritorio estaba asentado
silenciosamente, burlándose de su profunda desesperación. Tan pronto
como su equipo había regresado de su fracasada misión de "secuestrar al
Seal” había tenido a su sanador y a su científico en jefe de regreso abajo
en los laboratorios para trabajar sobre dos Jinn que vivían como humanos.
La paciencia nunca había sido el fuerte de Dali y el pensamiento de
alguien como Ari Johnson simplemente caminando por ahí con todo ese
poder lo volvía loco.

Tenía que tenerla.

El Rey Blanco parecía creer que controlar a Ari era la única manera de
hacer uso del Seal. Su tío tenía sus propias razones para querer el Seal y Dali
tenía que preguntarse si era más de lo que suponían todos los demás. Sí, sí
había una "guerra" en marcha y al menos la vida para los Reyes Jinn no era
tan mala. Sin duda, El Rey Blanco podía ver eso.
¿Y maltratar y manipular a su propia hija para tener una oportunidad de
usar su poder? Dali negó con la cabeza. Tenía que recordar que no todos
los Reyes eran como su propio padre.

Su padre era cariñoso con él. Amoroso. Incluso cuando él era un bastardo
para todos los demás. Un Rey Jinn tenía que querer realmente tener un hijo
con el fin de ser creado. En cuanto a lo que Dali era consciente, sólo tenía
un puñado de medios hermanos y hermanas por ahí, a ninguno de los
cuales había conocido nunca. Pero sabía que el Rey Brillante amaba a
todos sus hijos, es por eso que seguía teniéndolos cada siglo más o menos,
y Dali tenía que creer que su padre no lo castigaría por lo que estaba
tratando de hacer. Y si tenía éxito, su padre estaría demasiado temeroso
para cuestionarlo.

Dali sonrió a eso, el entusiasmo corriendo por sus venas, la sed de poder
hormigueó en su lengua. Tocó un talismán alrededor de su cuello y utilizó la
energía de la piedra de chorro para evocar un vaso de agua. Lo bebió
con avidez, lo que quería era la sangre de Ari. Sangre con todo ese poder.
Sintió una agitación de lujuria y dio un puñetazo sobre la mesa.

¿Qué estaba tomando tanto tiempo en ese laboratorio? Tenía que


conseguir a Ari. Tenía que conseguirla ahora.

¡Hijo!

La voz del Rey Brillante explotó en su cabeza.

Solicito tu presencia en el Monte Qaf.

Muchos Jinn mestizos no nacían con la habilidad de usar la telepatía. Pero


como el hijo de un Rey Jinn, Dalí era más poderoso que la mayoría. Tal vez
por eso estaba tan ávido de más. Sin embargo, siempre había envidiado a
los Jinn pura sangre, como ese maldito Ginnaye que había estropeado su
plan de secuestro, pero había una cosa de la que Dali se alegró.

Los mestizos eran mucho más difíciles de rastrear. Esa pieza faltante de
energía dentro de ellos significaba que se mezclaban con el mundo
humano mucho más fácilmente. Era bastante difícil encontrar a un Jinn
que no quería ser encontrado, a menos que hubieran cometido un delito
contra las leyes de los Jinn, ¿pero encontrar a alguien como Dali?
Llámalo previsión, pero Dali no le había confiado su última base de
operaciones a su padre. Y parecía que el Rey Brillante había averiguado
de alguna manera lo que él había estado haciendo. Se encogió de
hombros sacándose la culpa por no responder a la petición de su padre.
Cuando tuviera a Ari, nada más importaría. Ni el amor. Ni la lealtad. Ni la
culpa.

Sólo el poder.
Capítulo 9
Este Corazón Ya Está Roto. Encuentra Otro
Traducido por Andy Parth
Corregido por Haushiinka

E
llos corrieron dentro de la casa, con un zumbido de vibrante energía
a su alrededor del encanto bastante temporal que Jai había puesto
alrededor de ellos tres hasta que estuvieran “seguros” dentro de la
casa. Tan pronto como la puerta se cerró de golpe detrás de ellos, todos
exhalaron con alivio, desplomándose contra la pared más cercana. Ari le
dio a Jai una mirada preocupada mientras él se inclinaba contra la puerta,
sus ojos cerrados, su pecho subiendo y cayendo rápidamente con
esfuerzo. Él se veía muy pálido y exhausto por usar tanta magia.

Antes de que ella pudiera preguntarle si estaba bien, el cabello en su nuca


se levantó mientras sentía otra presencia Jinn. Giró alrededor y no estuvo
sorprendida y aliviada al encontrar a El Rey Rojo de pie en su sala de estar.
Ojeando la habitación, Ari luchó contra una burbuja de inapropiada
diversión. Él había limpiado otra vez. Su tío era un loco del orden.

—Hola —Ari asintió, todavía un poco sin aliento.

Su tío frunció el ceño, su mirada azul brillante pasando de Ari a Jai y a


Charlie y entonces de vuelta a Jai. —Vine para ver cómo lo estaba
enfrentando Ari, pero claramente algo ha pasado. ¿Qué pasa? —exigió
de su guardián.

Como si su tono hubiera disparado una oleada extra de fuerza dentro de


él, Jai se enderezó y rozó a Ari al pasar, su hombro cosquilleaba donde
ellos se tocaron y ella le lanzó una mirada fulminante, para pararse ante El
Rey Rojo. —Fuimos atacados por humanos. Seis de ellos. Querían a Ari.

—¿Qué? —Los ojos de su tío se redujeron en confusión. Dio un paso atrás,


su hermoso cabello largo rojo balanceándose con sus movimientos—. Oh
hombre, esto no puede estar pasando. Tenemos suficientes problemas.
—Conseguimos un nombre —le dijo Jai—. Se refirieron a su Maestro como
Maestro Dali.

El Rey Rojo giró tan rápido que Ari estaba sorprendida de que no se
hubiera dado un latigazo.

Dio zancadas hacia Jai, sus pasos agresivos, su rostro severo. —¿Estás
seguro?

Jai miró de nuevo a Ari. —Eso fue lo que dijo ¿Cierto?

La irritación por cómo Charlie y Jai le habían hablado en la escena del


ataque todavía la sofocaba. Teniendo en cuenta lo que ella había pasado
hoy, habría pensado que los imbéciles podían haberla tratado con un
poco más de sensibilidad. —Oh, ¿Se me permite hablar ahora?

La vívida mirada verde de su guardián se oscureció. —Ari —dijo en


advertencia.

—¿Qué me perdí? —preguntó su tío, arrugando la frente hacia ella.

—Oh, sólo yo siendo tratada como una niña. En un día que podía
realmente estar bien sin eso.

—Te dije que te quedaras en el auto y saliste del auto. Me desobedeciste


—chasqueó Jai, la frustración evidente en cada matiz de su cuerpo.

En su elección de palabras, Ari sintió llamas lamiendo a través de su piel, su


corazón golpeando duro contra su caja torácica. —¿Desobedecerte?

—Mi trabajo es protegerte. Si no me escuchas, no puedo hacer mi trabajo.

—¿Y qué sobre él? —gritó Ari, dándose la vuelta para mirar a Charlie—. ¿Es
eso lo que piensas también?

Charlie sostuvo sus manos levantadas en defensa. —Yo sólo te quería en el


auto fuera de peligro.

Se sentía mimada, inútil e impotente y algo se desplegó desde dentro de


ella. Algo que no se sentía una parte de ella. Era oscuro, feo y enojado… y
no podía contenerlo. —¿Necesito recordarte quién tiene el poder aquí?
¿De lo que soy capaz? —preguntó, la voz saliendo de ella no era suya, no
eran sus palabras, no eran sus intenciones, no eran propias. Como si mirara
desde la distancia, dio la vuelta muy lentamente, ojeándolos a todos,
sintiendo la chispa de su gran poder en sus dedos y glorificándose en ello.
Sus ojos ampliados mientras les miró uno por uno, pero fue la visión de
horror en los ojos de Jai lo que la hizo agarrarse a sí misma y empujarse de
vuelta en control. Ella se estremeció, sintiendo la oscuridad sumergiéndose
de vuelta hasta donde se había desenterrado, su cuerpo sintiéndose flojo
mientras cayó contra el brazo de su sofá.

—¿Ari? —preguntó Jai suavemente, tomando un paso tentativo hacia ella.


Sintió a Charlie a su espalda.

Avergonzada y asustada, Ari levantó su mirada. —No quise decir eso… no


lo sé… —Ella miró a su tío en busca de ayuda.

Su apuesto rostro estaba oscuro con comprensión. —El Seal —susurró—. La


magia dentro de ti es una de las cosas más poderosas de todos los reinos
Ari. No se supone que esté dentro de ti así que vas a tener que aprender
cómo controlarla, para hacerla tuya y no al revés.

Ella asintió, todavía temblando de miedo y demasiado cautelosa de todos


para decirles que así no fue como lo sintió. Se sintió como otro ser dentro
de ella, otra voz, otra personalidad empujando para salir. Pero quizás eso
es lo que era el Seal. Charlie apretó su hombro y Ari se inclinó en su toque
por sólo un segundo, permitiendo que la tranquilizara. La rareza, después
de todo, sólo había durado un segundo. Podía controlarlo. Ella tenía que
creer que podía controlarlo.

—¿Qué estabas diciendo? —Ella sacudió la cabeza, empujando el miedo


de vuelta profundamente en interior—. ¿Sobre este tipo Dali? ¿Sabes quién
es él?

El Rey Rojo asintió enérgicamente. —Tengo una idea. Necesito


comprobarlo primero. Volveré pronto, pero por ahora estoy poniendo un
encantamiento alrededor de la casa. No durará mucho tiempo, pero lo
hará hasta que regrese con un plan.

—Gracias —dijo Ari, y quería decirlo. Podía que no confiara plenamente en


su tío, pero él era el único que parecía saber lo que estaba haciendo, así
que era su mejor oportunidad.
—Oh —Él dio un paso hacia ella—. Antes de irme debo decirte que he
dejado que el lfrit regrese para ayudar a protegerte.

—¿El lfrit? —Jai frunció el ceño, cruzando sus brazos sobre su pecho de esa
manera que hacía cuando él estaba molesto por algo.

Una sensación de calor inundó a Ari y sonrió por primera vez en días. —¿La
Srta. Maggie? —preguntó esperanzadoramente. Tener la presencia
reconfortante de su poltergeist de vuelta sería justo la cosa que necesitaba
ahora. Un pedazo de casa.

Su tío asintió, sus ojos iluminándose un poco ante su evidente felicidad.


Disparó una mirada a Jai. —El lfrit se preocupa por Ari. Ella la protegerá si tú
no puedes. Sin embargo, por razones desconocidas para mí, el lfrit prefiere
permanecer dentro del Manto. Veo que no hay problema ya que Ari
ahora puede sentir la presencia de un Jinn cuando ellos se están
ocultando. Si necesitas privacidad sentirás a la Srta. Maggie ahí y puedes
pedirle que se vaya.

—No estoy seguro acerca de esto —Jai sacudió su cabeza.

—Sí —Charlie suspiró, su aliento cosquilleando en la nuca de Ari y ella


tembló—. La idea de alguna chica flotando alrededor de aquí cuando
nosotros no podemos verla me asusta.

—La decisión no es suya —El Rey Rojo se encogió de hombros—. Si Ari la


quiere aquí, ella se queda.

Ari ni siquiera necesitaba pensar en ello. —La quiero aquí —Ella realmente
quería a la Srta. Maggie ahí pero ver la mirada exasperada en los rostros
de Jai y Charlie sólo estaba adornando la punta del pastel. Venganza
para ellos por actuar tan dominantes.

Al darse cuenta de que había perdido la batalla, Jai se volvió hacia El Rey
Rojo. —Antes de que te vayas, debes saber que estos chicos tenían un
moderno brebaje para incapacitar a Jinn. El ingrediente principal era
Harmal.

—¿Un repelente? —Su tío frunció el ceño con confusión.


—Lo que sea que le hayan hecho, no actúa exactamente como un
repelente. Hizo que se entumeciera todo mi cuerpo. Podía escuchar y ver
lo que estaba pasando pero mi cerebro y mi cuerpo no podían hacer
nada al respecto. No querían hacer nada al respecto. Era como si
estuviera drogado. No consiguieron bastante bien el veneno porque sólo
duró unos minutos, pero apuesto que trabajarán en hacerlo más fuerte. Si
esta cosa sale…

El Rey Jinn gruñó ante las noticias de Jai. —Tengo mucho que hacer.
Volveré pronto —Y con eso, estalló en un arcoíris de hermoso fuego,
desapareciendo en el Peripatos, dejándolos atrás en un silencio silencioso.

Tan pronto como se hubo ido, Ari sintió la energía de otro Jinn encima de
ella. La Srta. Maggie estaba en su habitación. El pensamiento de cuán
diferente era su vida ahora desde la última vez que la Srta. Maggie había
vivido con ella causó que el dolor rasgara a través de su pecho y presionó
una mano ahí como si pudiera frenar el sangrado invisible.

—¿Estás diciéndome que no te molesta tener a alguna chica invisible en


esta casa? —le preguntó Charlie suavemente.

—Deja de decir chica —respondió Ari irritada.

—Bien. Pararé si me hablas. En privado.

Ari le disparó una mirada a Jai pero actuó indiferente. Se alejó de ellos y se
sentó, sacando un libro de la nada. Ella ni siquiera le dio una mirada al
título, todavía demasiado ocupada estando molesta con él. —No me
estoy disculpando —dijo él sin levantar la mirada.

Lector de mentes, gruñó ella.

Niña.

Idiota.

Él suspiró dentro de su cabeza. ¿No fue suficiente para ti romper una regla
hoy Ari? Ahora otra. Levantó sus ojos de las páginas de su libro y había una
suavidad en ellos que ella no estaba esperando. No quiero discutir contigo.
No hoy.
Entonces pide disculpas.

No tengo nada por lo cual disculparme. Tú desobedeciste una orden y casi


fuiste secuestrada.

—Jesucristo —chasqueó Charlie—. ¿Pararán ustedes dos de hacer esa


escalofriante conversación mental de mierda por sólo dos segundos así Ari
y yo podemos hablar?

—Depende de Ari —respondió Jai suavemente, inclinándose casualmente


de vuelta en su silla. Sus siguientes palabras fueron todo menos casuales—.
Pero quizás ella no está para hablar, niño. Ha sido un día pesado.

Antes de que Charlie pudiera volar hacia él por llamarlos “niño”, Ari puso
una mano apaciguadora en el brazo de Charlie. —Está bien. Deberíamos
hablar —Se giró, ignorando a Jai el idiota y se dirigió escaleras arriba.

Tan pronto como abrió la puerta de su habitación sintió a la Srta. Maggie y


sonrió tristemente. —Srta. Maggie. Es bueno tenerla de vuelta.

La silla de su computadora chirrió y Ari la miró, asumiendo que esa era la


forma de la Srta. Maggie de decir hola. Quizás porque ella nunca se sintió
tan sola antes y todavía estaba aprendiendo cómo estar sola, Ari tuvo
estas repentinas ganas de arrojarse en los invisibles brazos del lfrit. La Srta.
Maggie podía hacerse corpórea cuando quería. ¿Haría eso para abrazar
a Ari?

Te estás poniendo extraña y morbosa, se regañó a sí misma. Queriendo


abrazar a un fantasma. Era como una trágica historia de Dickens.

—Sé que acabas de volver, pero nos darías a Charlie y a mí algo de


privacidad. Sólo necesitamos tener una charla rápida.

Tres segundos después la puerta de la habitación se cerró detrás de ellos y


Ari sintió la energía del lfrit desaparecer escaleras abajo. A ella como que
le gustaba el pensamiento de la Srta. Maggie observando maliciosamente
a Jai y él sin tener ninguna pista de que ella estaba ahí. La detección de
los Jinn ocultos en el Manto era uno de los dones de Ari. Venía con ser el
Seal. Tanto como sabía, los otros Jinn no tenían esa habilidad.
Charlie estaba ojeando la puerta cerrada. Alzó una ceja y se volvió hacia
ella, su rostro todavía cubierto con suciedad rayada-de-sudor de la pelea.

—¿Y eso no te asusta?

Ari se encogió de hombros. —No realmente —Realmente no. Era


reconfortante.

—Está bien —Él sacudió su cabeza y luego la miró. Realmente la miró. Los
oscuros ojos de Charlie instantáneamente se derritieron mientras buscaban
su rostro y Ari entraba en guerra con ella misma. La mitad de ella
cosquilleaba bajo su evaluación conmovedora y la otra mitad estaba
endureciéndose contra él—. ¿Estás bien Ari? ¿Después del funeral, el
ataque… todo?

—Estoy llegando allí.

—No quise gritarte antes. Sólo estaba… preocupado por ti.

Ella asintió, sin aceptar realmente su “disculpa” pero tratando de entender.


Viendo su expresión caer a su frialdad, Ari suspiró. ¿Por qué ella no podía
ser distante con él? ¿Por qué, por qué, por qué? Sintiéndose a sí misma
desmoronándose un poco dijo—: Me alegra que estuvieras allí. Tenerte ahí,
con Rachel, Staci y todo, incluso con la pelea… bueno, me alegro de que
estuvieras allí —Con cada palabra que ella había dicho, Charlie se había
arrastrado más cerca. Él tenía esa mirada en sus ojos que la confundía y
cuando se movió para presionar un beso reconfortante en sus labios, Ari lo
esquivó, dando un paso atrás. La dureza volvió pero esta vez con una
fuerza que ella ni siquiera sabía que poseía. Se arrastró en sus facciones
como hielo sobre el agua tranquila.

Charlie parpadeó en confusión. —¿Qué acaba de pasar?

—Creo que en algún lugar a lo largo de la línea has asumido que tú y yo


somos…

Una mirada de asombro cruzó su rostro y el corrió una mano sobre su ahora
corto cabello. Él hizo un pequeño ruido desproporcionado de
desconcierto. —¿No lo somos? —Él se detuvo ante su expresión—. Sólo
quería asegurarme de que ya no estábamos peleando, pero no pensé que
eso significaba… nosotros no estábamos…
Ari sacudió su cabeza, agarrándose firmemente a la calma helada, sus
manos resbalando sobre la superficie pero sin embargo, ella luchó para
aferrarse. Necesitaba esa calma helada. Por primera vez en su vida, quería
necesitarlo más de lo que necesitaba al chico frente a ella. —Te amo
Charlie. Siempre lo haré. Pero no quiero estar contigo —Ella dejó que esas
palabras se hundieran y luego dijo suavemente—. Sólo quedémonos como
amigos, está bien.

La pena que oscureció sus ojos y lo hizo inhalar fue casi suficiente para
hacerla soltar el hielo. Pero el pensamiento de lo que había perdido, lo que
su papá le había dicho antes de morir jugó sobre su mente y se sostuvo
más fuerte.

—Jesús Ari —él exhaló y se hundió en la cama—. No entiendo… pensé…


¿pensé que querías esto tanto como yo lo hago?

Ella asintió, recordando el anhelo, el dolor que él había puesto en su


pecho. —Solía quererlo.

Un terrible silencio cayó entre ellos y cuando levantó la mirada tenía


lágrimas brillando en sus ojos.

Ari apretó sus manos en puños. —La noche de mi cumpleaños dieciocho te


atrapé follando con alguien en la cama de mi papá.

Los ojos de Charlie se ampliaron con horror y él se movió, sacudiendo su


cabeza. —Ari, no estaba pensando esa noche… era el aniversario de Mike,
estaba tan jodido, ni siquiera puedo… lo siento tanto… ni siquiera
recuerdo…

Ella levantó una mano para silenciarlo. —No te lo dije para hacerte sentir
culpable. Sólo estoy… —Ella suspiró—. Estaba herida. Muy herida. Pero no…
reaccioné realmente. Y Rachel me acusó de no estar enamorada de ti.

—¿Ella tenía razón? —preguntó roncamente y Ari casi quiso golpearlo por
ser tan egoísta como para preocuparse de que a ella no le importaba lo
suficiente como para ser destrozada sobre sus escapadas de borracho.

—Sí y no. No reaccioné porque para entonces estaba como adormecida


con respecto a que me hirieras.
El color se arrastró del rostro de Charlie y él se puso de pie, no pareciendo
seguro de sí debería alcanzarla. Al final, se detuvo a centímetros de ella,
sus ojos escaneando su rostro como si buscara desesperadamente algo.
¿Perdón? Ari inhaló el aroma masculino almizclado que era todo Charlie,
su fragancia sacando chispas de sus recuerdos. Para el dolor de estar
enamorado de alguien tan egoístamente jodido como él había sido.
Corrección: como él era.

—¿Cuán jodida debo estar Charlie? ¿Para dejar que alguien me hiera una
y otra vez y que ni siquiera vea que lo que me está haciendo está mal?

—Te dije que estaba tratando de protegerte, manteniéndote lejos de mí.


No quería tirarte abajo conmigo.

—¡Pero no me dejaste ir! —gritó ella, toda la frustración y la pena


burbujeando fuera de ella—. Me empujabas lejos con una mano y me
jalabas de vuelta con la otra.

Por un minuto pareció como si él pudiera argumentar y luego sacudió su


cabeza, su expresión desesperada. —Yo… lo sé —Él estiró hacia ella ahora,
su mano moviéndose por su brazo desnudo enviando escalofríos en
cascada debajo de su columna vertebral—. Fui egoísta y cruel. Pero te
amo Ari. Quería protegerte pero era demasiado egoísta para dejarte ir.
Seguí esperando que algún día estuviera bien, que iba a estar bien para ti.
No quería despertar ese día y descubrir que te habías ido.

Esas fueron las palabras que Ari había querido escuchar por dos años.

Y estaban dos años demasiado tarde.

Ella se alejó fuera de su alcance, odiando que todavía pudiera quererlo


cuando su mente había decidido lo contrario. —¿Y ahora? ¿Cuál es tu
excusa ahora Charlie? ¡Te dije que no quería que fueras parte de este
retorcido mundo y tú paseaste justo hacia él y le tendiste tu alma!

Ahora su rostro se nublo con furia y cruzó sus brazos sobre su pecho,
pareciendo más alto de alguna manera, más intimidante, inamovible. —
Eso no tiene nada que ver con nosotros.
—¡Tiene todo que ver con nosotros! Sabes que no quería esto. Quería salir,
pero te ataste a ti mismo a ello. ¿Si realmente me querías por qué te atarías
a un mundo que odio?

—Yo…

—No te molestes. Ya conozco la respuesta —Ella agitó su cabeza, tratando


de evitar que el hielo se quebrara, para dejar que el dolor de él no
amándola lo suficiente hiciera más daño—. Tú quieres tu venganza más de
lo que nunca me querrás.

—Eso no es cierto —Él sacudió su cabeza furiosamente—. No… —Se cortó,


su expresión volviéndose determinada. Pero antes de que Ari tuviera una
oportunidad de reaccionar puso una mano fuerte alrededor de su nuca y
la jaló bruscamente contra él, su boca aclamando la suya en un beso tan
profundo que literalmente sintió sus rodillas doblarse.

Desorientada y confusa, el cuerpo de Ari dejó que su duro beso la tirara y


derritiera sus entrañas. Ella se aferró a él, su corazón golpeando bajo su
palma, el músculo de su fuerte bíceps debajo de la otra. Él apretó su
agarre en ella cuando inconscientemente le devolvió el beso, presionando
su arrebato en el pecho duro, una mano acunando su cabeza, la otra
agarrando su cadera. El gimió mientras la lengua de Ari empujaba la suya,
respondiendo a su siempre profundo beso. Cada pedazo de ella se sentía
apretado y abrumado, sacudido y débil.

¡No soy débil!

Ari hizo un ruido sobresaltado mientras se daba cuenta de lo que ella


estaba dejándolo hacer. ¡Otra vez! Lo empujó hacia atrás con toda su
fuerza, su energía de Jinn chispeando en sus dedos, listos para usarlos en su
contra, si fuera necesario.

Charlie se tambaleó hacia atrás, su pecho subiendo y cayendo duro


mientras trataba de recuperar su aliento. —No me digas que no te quiero.

Los ojos de Ari se ampliaron muy ligeramente ante la vehemencia de sus


palabras, pero ella sacudió su cabeza determinadamente. —No dije que
no me quisieras. Dije que no me querías más que a tu venganza.
—Tú y eso son dos cosas completamente distintas. Yo ni siquiera… estás
haciendo esto más complicado de lo que necesita ser.

—No. Tú hiciste eso por mí cuando te convertiste en un Sorcerer.

—¿Así que… eso significa…? —Él sacudió su cabeza, furia grabada en sus
facciones junto con pánico—. ¿Tu… nosotros no estamos realmente…?

Ari sacudió su cabeza, su corazón golpeando mientras ella se juntaba a sí


misma para expresar algo que no podía recoger, algo que ella no quería
recoger. —No quiero estar contigo, Charlie. Te amo, pero creo que el
chico del que estaba enamorada murió hace mucho tiempo…

—No —Él sacudió su cabeza—. Tú no puedes simplemente apagarlo.

—No estoy apagando nada. Tú me hiciste demasiado daño —Sus ojos se


llenaron de lágrimas ahora mientras todas sus viejas inseguridades la
inundaron de vuelta, agravadas por las últimas palabras de su padre—. No
quiero perder tu amistad… no quiero. Sólo estoy diciendo que
románticamente… nunca puedo confiar en ti con mis sentimientos.

La devastación en su rostro hizo eco en el silencio de la habitación. Al


menos cinco minutos tensos y fríos pasaron antes de que él asintiera
tensamente hacia ella. —Demasiado te ha pasado. El Jinn. Tú papa. Y yo…
no estoy diciendo que lo que dijiste no es verdad. Tendré que vivir con eso.
Te daré todo el espacio que necesites. Y todavía estaré aquí como tu
amigo mientras vas a través de toda esta mierda —Él dio un paso
deliberado hacia adelante, su voz bajando a un ronroneo ronco que
anudó su estómago—. Pero no estoy renunciando. Un día, quizás la
semana próxima, quizás el año próximo… quizás diez años desde ahora…
estarás lista para dejarme entrar otra vez. Y estaré esperando Ari. Esperaré
por siempre para hacerlo bien contigo. —Él asintió una vez más y paso
rozándola, su toque haciéndola temblar. La puerta de su habitación
cerrada detrás de él y ella se quedó en el silencio tenue, solitario, su
corazón golpeando duro contra sus costillas.

Esperaré por siempre para hacerlo bien contigo.

—Por siempre es un espantosamente largo tiempo.


Capítulo 10
Lealtad traicionada
Traducido por Caamille
Corregido por ☽♏єl

—H
ermano, qué esplendida sorpresa —El Rey Brillante sonrió
con suficiencia hacia el Rojo mientras se acercaba a la
pequeña tarima.

El Rey Rojo miró alrededor del pequeño y oscuro cuarto del trono con
fingida prepotencia, sabiendo que su condescendencia lo molestaría. Miró
a las bailarinas semidesnudas a los pies de su hermano y se burló.

—Veo que tus gustos plebeyos no han mejorado.

Un zumbido de aire violento se abalanzó alrededor de El Rey Rojo mientras


su hermano volaba desde su trono para aterrizar silenciosamente y a
pulgadas de él. Sus brutales ojos oscuros lo taladraban y sintió una oleada
de excitación ante el pensamiento de pelear con Brillante, como era
llamado entre sus hermanos.

—¿Sólo has venido aquí a insultarme, Rojo? —escupió, sus músculos


sobresaliendo en advertencia mientras apretaba sus manos en puños ya
preparados.

—No, Hermano. Vine aquí para preguntarte sobre el paradero de tu hijo.

Brillante retrocedió, su expresión volviéndose pensativa. ¿Cuál hijo? ¿Y por


qué te interesa? Usó la telepatía para la privacidad.

Dali.

El Rey Rojo no se sorprendió cuando los rasgos de su hermano se suavizaron


ante la mención de su hijo. En este reino y en todos los demás, era bien
sabido que Brillante les tenía cariño a solamente cinco personas, y todos
eran sus hijos. ¿Qué ha tramado mi brillante chico ahora?
No engañándose por su tranquila sonrisa, El Rey Rojo cruzó sus brazos sobre
su pecho y amplió su postura. Creo que lo sabes, gruñó, la ira que sentía
por el ataque de Ari se alimentaba con cada palabra.

Brillante se encogió de hombros. Puedo haberle dicho del Seal. No sabía


que era un secreto.

¿Te gusta hacerte sonar como un tonto?

Rojo… ten cuidado. Estás en mi casa ahora.

Tu hijo ha atacado al Seal.

Ah, asintió Brillante, sus ojos brillando con humor, pensé que ése era el por
qué se fue de aquí con entusiasmada prisa. ¿Mi chico piensa que puede
empuñar el Seal? Ja, es tan esplendido, ¿no?

Peleando contra el impulso de destripar a su hermano, El Rey Rojo puso sus


manos detrás de su espalda, extrañando los jeans que había cambiado
por pantalones a medida cuando entró en el Monte Qaf. Podría haber sólo
metido sus manos en los bolsillos de sus jeans en vez de físicamente tener
que contenerse de envolverlas alrededor de la garganta de Brillante. Este
hermano en particular siempre le había caído mal. Todo lo que tenía que
hacer era sonreír y El Rey Rojo quería matarlo. Habían tenido muchas
peleas en sus años de juventud y El Rey Rojo estaba casi seguro de que
Brillante fue el primero que empezó interfiriendo en días que no eran de su
jurisdicción.

¿Dónde está?

No lo sé. No responde mis llamadas. Ahora frunció el ceño. Eso no es


propio de él. Será difícil encontrar a Dali; es más poderoso de lo que
siquiera él sabe, y como todos los mestizos, es muy difícil de localizar. Se
puso a reír. La pequeña mierda no me dio su dirección correcta. Ni siquiera
confía en su propio padre. ¿Podría un padre estar más orgulloso que yo?

El Rey Rojo puso los ojos en blanco. Eres tan retorcido.

Gracias. Brillante se rió ante su expresión. Oh por favor, sabes todo acerca
de lo retorcido, Rojo. Si no te conociera por el frío, sin corazón y pequeño
bicho traidor que eres, pensaría que te has encariñado con el Seal. Aún si
eso fuera cierto la traicionarías en un segundo si Padre te lo dijera.

Fría violencia se apoderó de El Rey Rojo y sus ojos ardieron en un poco


natural color. Intentó ignorar las escalofriantes verdades de Brillante y
decidió tratar de jugar con su lealtad. El Rey Blanco no se divertirá por la
persecución de Dali a Ari.

No recibió la reacción que esperaba. En vez de asustarse ante el


pensamiento, Brillante se encogió de hombros. No puedo controlar a mi
hijo así como Blanco no puede controlar a su hija.

Dándose cuenta que Brillante estaría inmóvil ante esto, El Rey Rojo
retrocedió, yéndose a través del Peripatos sin otra palabra. Frustrado y
sabiendo que debería discutir esto con su padre, El Rey Rojo salió del
Peripatos y entró en la privada habitación de recepción de Azazil. Estaba
sorprendido de encontrar a su padre ahí en vez de la habitación del trono.
Estaba aún más sorprendido de descubrir que Azazil había cambiado su
fría pero elegante habitación designada sala de estar en un oscuro
calabozo de tortura. Parpadeando contra la baja luz de las velas, El Rey
Rojo hizo una reverencia a su padre mientras él se movía para ponerse
sobre un humano que lucía muy pequeño al lado del Sultán de más de dos
metros. Con su larga mano agarró el cuchillo bañado en sangre. Su torso
desnudo estaba manchado con sangre y goteaba en la seda de sus
pantalones hechos a medida. Su largo cabello blanco había sido atado
ajustadamente con una cuerda en una trenza para que así no se
interponga en su camino. A su lado se ubicaba un gran instrumento que se
parecía un poco a una pileta para pájaros. Olfateando el aire, El Rey Rojo
supo que eso era alquitrán caliente. Sólo tenía que mirar al pequeño
humano atada a la cruz de St. Andrews para saber que eso era alquitrán
caliente. Había quemado la carne del hombre, jugando a conectar los
puntos con los cortes del cuchillo y un surtido de escoriación. Su rostro
estaba pálido y sus pestañas se agitaban contra la cima de sus mejillas.
Había quedado inconsciente por el dolor de la tortura. El Rey Rojo se
preguntó sin entusiasmo qué crimen habría cometido el humano.

—Mató a un Jinn menor —respondió Azazil, su retumbante voz haciendo


eco alrededor de la transformada habitación. Estaba vacía, las paredes
eran de roca y suciedad, y el amplio piso estaba cada vez menos sucio
bajo sus pies. Dejando caer el cuchillo en un banco que tenía un surtido de
artefactos de tortura, Azazil se dirigió hacia su hijo. No muchas personas o
Jinn se alzaban sobre él, pero incluso en su forma humana, Azazil era
gigante—. El Jinn menor era su vecino. Ella mató a su hija por alguna
infracción menor contra su huerta y el humano mató al Jinn en venganza.
Esta —señaló detrás de él hacia el insensibilizado hombre—, es mi
represalia. —Cuando se volvió, su sonrisa era de pura maldad.

Confundido y un poco curioso El Rey Rojo dijo—: Usualmente dejas el


castigo para que lo traten los Shaitans, Maestro.

—Sí, bueno, hoy estaba aburrido.

—Está a punto de no estar aburrido, padre.

—¿Oh? —sonrió, una toalla mojada apareció en su mano de la nada. Pasó


la toalla sobre su torso, lavando la sangre—. ¿Tiene esto algo que ver con
el codicioso pequeño mestizo hijo de Brillante y mi nieta?

Demasiado ocupado tratando de mantener una expresión suave para


siquiera pensar en comentar el hecho de que su padre se refiriera hacia el
hijo de Brillante como un mestizo y a la hija de Blanco como nieta, El Rey
Rojo respondió:

—¿Sabes que está tras ella entonces? —Sin dejar que su incredulidad, y sí
su ira, se mostrara.

—Tal vez.

—Bueno, ¿qué hay que hacer?

—Nada —gruño Azazil, tirando la toalla en el aire y convirtiéndola en


cenizas que brillaban como pequeños pedazos volando en la escasa luz—.
Vamos a agotarlo, como debería ser.

—¿Sabes del veneno también? ¿Este brebaje de harmal que el Sorcerer ha


adquirido? —Desde ahí explicó exactamente lo que le había sucedido a
Jai.
El silencio siguió una vez que hubiera terminado, interrumpido sólo por los
gemidos del humano despertando en la cruz. Finalmente, acariciándose la
barbilla pensativamente, Azazil suspiró.

—Eso es parte del curso. No haremos nada. No le hago daño a la familia,


sabes eso —proclamó sedosamente.

Bueno todos sabemos que eso es una mentira, El Rey Rojo pensó con
amargura antes de reprenderse mentalmente. Ahora no era el momento
para estar enojado con su padre. Trabajaba para Azazil. Era leal a Azazil y
a nadie más. Pero entonces estaba Ari…

—Al no hacer nada, Maestro, ¿puedo asumir que se refiere a no hacer


nada por mis propias manos?

Su padre le sonrió de manera cómplice.

—¿Deseas ayudarla?

Pensando que era mejor seguir en silencio, El Rey Rojo dejó que Azazil
sacara su propia conclusión.

—Bien —Azazil movió agitada y pesadamente una enjoyada mano hacia


él—. Sin embargo, quiero que me mantengas al tanto. —Sus ojos brillaron
peligrosamente—. Creo que hablaremos pronto, hijo.
Capítulo 11
Ella necesita una constante en esos ojos siempre cambiantes.

Traducido por Otravaga


Corregido por Deyanira

L
a sala de estar parecía diminuta, tan diminuta que no había suficiente
oxígeno para todos. Jai cambió de posición incómodamente,
preguntándose cómo se las había arreglado para encontrarse en
semejante posición. La tensión entre ellos tres, especialmente entre Charlie
y Ari, era insoportable. Jai no había sido capaz de evitar escuchar por
casualidad parte de la discusión entre ellos dos en el piso de arriba porque
Ari había gritado un poco.

Así que… ella finalmente había entrado en razón. No podía dejar de


sentirse aliviado por eso aunque por otro lado también estaba
preocupado. Jai la observó disimuladamente mientras ella recogía un hilo
suelto del cojín de la silla en la que estaba sentada. Sus facciones estaban
tensas y pálidas, todo su cuerpo rígido. La muerte de su padre la había
cambiado. Lo que Derek le había dicho antes de morir la había cambiado,
y Jai se encontró en la incómoda posición de estar molesto con un hombre
muerto. ¿Por qué Derek tuvo que haberle dicho esas cosas? Incluso si eran
ciertas, ¿qué propósito había habido en realidad en ser honesto con Ari?
Seguro, Derek debió haberse sentido aliviado de la carga pero dejó a Ari
herida y abatida. Ella se merecía algo mejor que eso. Y se merecía a
alguien mejor que Charlie, lo que ella finalmente parecía haber
comprendido.

De un modo retorcido Jai no podía evitar preguntarse si la hiriente verdad


no había sido exactamente lo que Ari necesitaba. Finalmente estaba
viendo cuan destructiva era la necesidad de venganza de Charlie, y vio
que siempre iba a hacer el papel de sustituta para esa venganza. Lo que
había pasado escaleras arriba entre esos dos, Jai sólo podía suponerlo por
la tensión entre ellos, es que Ari había roto cualquier lazo romántico que los
había mantenido unidos. Él no debería estar feliz por eso… pero lo estaba.
Jai frunció el ceño, dejando caer su mirada. Se estaba volviendo
demasiado indisciplinado para su propio gusto.

De todas formas no importaba, le echó otro vistazo rápido a Ari. Todavía


estaba furiosa con él por andar dando órdenes a su alrededor. Sintió esa
anterior mezcla de miedo y rabia ardiendo en su pecho. Bueno él también
estaba furioso. Ella casi le había dado un ataque al corazón antes. Pudo
haber sido secuestrada, esos hombres pudieron haberle hecho cualquier
cosa, y Jai sólo habría estado ahí sentado bajo el efecto de esa intensa
droga incapaz de hacer nada excepto mirar. Había sido enfermizo. Se
había sentido impotente y su terror acerca de perder a Ari y cómo eso
habría sido su culpa lo hizo arremeter verbalmente un poco. Pero no se
retractaría. Ella tenía que comenzar a aprender a obedecerle en esas
situaciones o saldría lastimada. Y si salía lastimada… Jai apretó las manos
en puños, sus ojos alzándose hacia ella de nuevo para asegurarse de que
estaba aquí y en una pieza. Todavía llevaba puesto el vestido negro que
estaba usando en el funeral de su padre. Era un simple vestido de corte
recto que le llegaba a mitad del muslo pero con sus esbeltas piernas largas
Ari todavía se las arreglaba de alguna forma para distraerlo de su objetivo
como símbolo de luto. O simplemente lo distraía a él. Jai se maldijo
mentalmente incluso mientras su mirada permanecía en esas piernas. Su
sangre se calentó y tragó con fuerza, combatiendo el deseo agitándose
en la parte baja de sus entrañas. Ella sólo tiene dieciocho años, ella sólo
tiene dieciocho años. Nah… eso no ayudaba. Ella es el Seal, ella es el Seal.
Eso tampoco.

Sólo la lastimaré.

Y Ari ya ha sido lastimada bastante.

Eso produjo el resultado deseado. Frunciendo el ceño ahora, Jai alzó la


mirada sólo para quedar atrapado en la de Charlie. Ese inexperto
bastardo pedazo de Sorcerer estaba fulminándolo con la mirada. Sus ojos
decían “Ni siquiera lo pienses”. Y a pesar del hecho de que Jai ya se había
disuadido de pensar en eso, no tomó demasiado amablemente el ser
advertido por ese pequeño imbécil. Confrontándolo insolentemente, Jai le
dirigió una sonrisa que se ensanchó a una mueca burlona cuando todo el
cuerpo de Charlie se tensó como si estuviera listo para lanzarse sobre él.
Ahora la sala estaba rebosante de gente furiosa.
Un siseo y un chisporroteo llamaron la atención de los ojos de todos hacia
la chimenea. Las llamas quemaron el aire y El Rey Rojo apareció entre ellas.
Dio un paso fuera, su enorme presencia sofocando la ira en el aire y
reemplazándola con ansiosa expectativa.

Jai se puso de pie. Ya era bastante malo que el tipo fuera unos buenos
diez centímetros más alto que él, no tenía la necesidad de estar sentado
ante sus reales pies como un sirviente. —¿Noticias, Su Alteza? —Podía no
ser un sirviente, pero todavía era respetuoso.

El Rey Rojo asintió y bajó la mirada a Ari. —Dali es tu primo lejano.

Sintiéndose tan confundido como lucía Ari, Jai preguntó—: ¿Primo lejano?

—Él es el hijo mestizo de El Rey Brillante.

La voz de Ari fue suave y cansada—: ¿Un Sorcerer?

—Un Sorcerer poderoso y muy inteligente —El Rey Rojo lucía preocupado y
eso disparó inmediatamente las alarmas en la cabeza de Jai—. Si él está
tras Ari debe creer que ha descubierto una manera de dominar el poder
del Seal. Dali es un conocido Sorcerer oscuro, lo que significa que uno de
los de El Gremio debe estar cazándolo.

—¿Un Gremio? —preguntó Ari.

—¿Recuerdas? ¿Eran analizados en el libro que te di? —Jai trató de


refrescarle la memoria. Cuando ella sacudió la cabeza, continuó—, El
Gremio fue creado por El Rey Dorado. Ellos cazan Sorcerers y tratan de
prevenir el mal en contra de los seres humanos a manos de los Jinn. Como
en la Ginnaye, hay diferentes tribus de El Gremio alrededor del mundo.

—¿Y una de esas estará cazando a Dali?

El Rey Rojo asintió. —Sí. Sólo tenemos que averiguar cuál —Le lanzó a Jai
una mirada significativa y Jai sintió el significado de ésta como un
puñetazo en el estómago.

Oh infiernos, no. Jai contuvo un gemido y luchó contra el impulso de huir.


—¿Quiere que vayamos con mi padre? —Se sintió enfermo con sólo decir
las palabras. ¿Llevar a Ari a conocer a su familia? ¿Y qué viera cómo era
tratado? Ella perdería todo el respeto por él. Maldita sea. No pudo detener
su feroz mirada, arder en El Rey Rojo… y al diablo con las consecuencias.

Sin embargo, el Jinn sólo le devolvió la mirada amablemente. —Luca Bitar


tiene muchos contactos incluyendo contactos entre los de El Gremio. Él
debería ser capaz de ayudarte —Ahora miró a Ari—. Y para ser honesto
creo que es mejor que dejes Ohio antes de que más Jinn idiotas averigüen
sobre ti. Y antes de que El Rey Blanco se dé cuenta de que no tienes
intenciones de tomar represalias. Una vez que se dé cuenta intentará algo
nuevo… o viejo. Digamos… como, matar a alguien más que te importa.

Ari palideció ante la idea. —Si nos vamos, si nos dirigimos hacia la casa de
Bitar, ¿él lo sabrá?

El Rey Rojo pareció elegir sus palabras con cuidado. —Habrá un


encantamiento puesto sobre ti. No durará mucho —unos cuantos días tal
vez— pero será suficiente para darte un descanso. Jai debería enseñarles
a ti y a Charlie algo de autodefensa en ese momento. Una vez que Luca
averigüe dónde está El Gremio ustedes deberán ir a ellos inmediatamente.
Ellos cazarán a Dali antes de que él los cace a ustedes. Oh, y sólo para que
sepan, Luca, Nicki y Tarik han sido advertidos de que si le dicen a alguien lo
que es Ari, la sentencia es la muerte. —Exhalando, el tío de Ari dio un paso
hacia atrás, preparándose para el Peripatos de nuevo, y como si no
hubiera dicho algo tan aterrador y definitivo, dijo tranquilamente—,
necesitan organizar la logística de cómo llegaran a Pacífic Palisades7. Le
haré saber a Luca que van en camino.

Él se fue y Jai se quedó ahí parado mirando fijamente el espacio vacío


frente a la chimenea. Todo en su interior se sentía anudado y esa
insoportable rabia estaba alojada en la parte posterior de su garganta. Se
sentía impotente, y no se había sentido de esa manera respecto a su
familia en mucho, mucho tiempo. Ojeando a Ari encontró que su rabia
estaba dirigida hacia ella por hacer que le importara. Sólo el recordatorio
de que ella había tenido suficiente sin que él le añadiera más mierda evitó
que estallara en una agresiva discusión con ella por ninguna buena razón
en absoluto.

7 Pacific Palisades: vecindario altamente privilegiado en Los Ángeles.


—Volaremos a la manera antigua ya que Charlie no puede usar el
Peripatos —gruño Jai, sin mirar a ninguno de ellos.

—Bueno, dilo como si fuera mi culpa, ¿por qué no? —se quejó Charlie.

Ignorándolo en vez de golpearlo, Jai ondeó una mano sobre un espacio


vacío en el piso y conjuró un bolso de ropa de Charlie de su habitación.
Luego hizo lo mismo para Ari. —Tienen todo empacado. Vámonos.

Los rozó al pasarlos, sintiendo sus miradas boquiabiertas en su espalda. Se


sacudió un escalofrío, sintiéndose vulnerable. Jai odiaba sentirse
vulnerable. —Apúrense —gruñó, tirando de la puerta principal para abrirla.

—¿Cuál demonios es su problema? —escuchó a Charlie murmurar detrás


de él, el sonido de bolsos siendo levantados la única cosa enfriando el
creciente mal genio de Jai.

—Sólo déjalo —respondió Ari en voz baja y la comprensión en su voz lo hizo


voltear y mirarla ferozmente mientras ella caminaba hacia él. No quería
que lo comprendiera. ¿Por qué le había contado esas cosas acerca de su
familia? Era un idiota. Incluso peor, Ari no le devolvió la feroz mirada. Sus
ojos fueron suaves sobre él a medida que lo pasaban, dirigiéndose hacia el
todoterreno en el camino de entrada.

Charlie le dio un codazo sin decir una palabra, claramente tomando en


cuenta muy seriamente el consejo de Ari.

La tranquila compresión de Ari en un día en el que apenas acababa de


enterrar a su padre hizo que Jai se sintiera como el mayor pendejo. El ardor
en su interior se enfrió un poco y tomó un profundo aliento. No era culpa
de ella que su familia estuviera jodida. Ahora no era el momento para
perder el control. Él ya no tenía catorce años. Era un hombre hecho y
derecho. Necesitaba actuar como tal. Sintiéndose un poco más tranquilo,
Jai cerró la puerta y la bloqueó mágicamente. Cuando volteó, Ari todavía
no había entrado en el auto. Estaba mirando la casa, sus ojos brillando con
lágrimas. Esta podría ser la última vez que la viera. Sintiéndose todavía más
estúpido, Jai caminó lentamente hacia ella. —¿Tienes todo lo que
necesitas de ahí dentro?
Ella asintió lentamente. —Sí recuerdo algo puedo simplemente conjurarlo,
¿cierto?

—Claro.

—Y la Srta. Maggie ya está en el auto.

—¿Qué? —chilló Charlie desde adentro del todoterreno, dando vistazos


alrededor por la Ifrit invisible como si estuviera tratando de sacudirse una
araña.

Una inesperada risa contenida fue sacada de Jai ante el divertido y


frenético ataque de pánico de Charlie y atrapó la propia sonrisa renuente
de Ari.

—No te importa que la Srta. Maggie también vaya, ¿verdad?

No era la gran cosa tener a una Jinn escondiéndose por ahí en el Manto
donde él no podía verla. Cuando había intentado entrar por primera vez a
la casa de Ari usando él mismo el Manto, había tropezado con la Ifrit
invisible. Con ambos sorprendidos por encontrar a otro Jinn en la casa, la
Ifrit había comenzado a gritarle telepáticamente que saliera. Era una arpía
y había mantenido una constante perorata telepática hasta que él
decidió que era mejor esperar afuera hasta que El Rey Rojo dijera que
estaba bien que se revelara ante Ari. La Ifrit había parecido bastante
protectora de Ari y El Rey Rojo parecía seguro de ella, y a pesar de la
curiosidad de Jai sobre quién era la Ifrit y por qué estaba tan apegada a
Ari, lo había dejado pasar puesto que la hembra Jinn hacía a Ari sentirse
segura. —No si la necesitas.

Sus ojos se encontraron y se sostuvieron, y esa conexión, ese enganche,


esa atracción vibró entre ellos por un momento demasiado largo.
Aclarándose la garganta, Jai abrió la puerta del pasajero para ella,
separando sus miradas. Creyó escucharla suspirar en decepción mientras
se deslizaba dentro del auto y Jai deseaba como el infierno que Ari no
fuera semejante libro abierto. Esto sería mucho más fácil si a ella no le
importara. Y de alguna forma, saber que ella ya no quería a Charlie de
forma romántica, hacía incluso más difícil ignorar lo que sea que había
entre ellos.
Mentalizándose, Jai saltó al asiento del conductor del todoterreno. Esto iba
a ser interesante por decir lo menos.
Capítulo 12
Un amargo Bitar Romperá Tu Corazón
Traducido por Lalaemk
Corregido por Majo

E
ra imposible creer todo lo que había sucedido en un día. ¿Había
realmente enterrado a su padre sólo unas horas antes? ¿Había sido
realmente atacada por seres humanos que trabajaban para algún
Sorcerer oscuro que tenía un parentesco lejano con ella? Ari se sentía
destrozada. El viaje en avión a Los Ángeles no había ayudado. Después de
llamar a su madre para que la encubriera con una mentira acerca de
cómo Ari realmente lo necesitaba a él, y ellos habían decidido ir en un
viaje por carretera juntos para alejarse por un tiempo, Charlie se había
vuelto silencioso y ni siquiera la miraba. Ari no sabía si él se sentía mal por
mentirle a la señora Creagh, Ari seguro que lo hacía, pero no había nada
que su mamá pudiera hacer al respecto, puesto que ambos tenían
dieciocho años. Él prometió a su madre que estaría en contacto con ella,
pero por la expresión de su rostro cuando colgó el teléfono, la señora
Creagh no era feliz con todo esto. En cuanto al otro chico que aún
quedaba en la vida de Ari, Jai estaba, obviamente, ansioso por traer a Ari
a casa para conocer a su familia, y de lo poco que le había dicho, ella
podía entender la preocupación. Su familia lo trataba terriblemente.
Demasiado había sucedido y ahora ella estaba aquí, de pie sobre un piso
blanco y negro a cuadros del pasillo de la entrada en una gran mansión
de estilo español en los Palisades mirando a un hombre atractivo de unos
cincuenta años y se preguntaba cómo diablos la vida la había traído
hasta aquí. El único consuelo que tenía en ese momento era el zumbido
familiar de energía a su lado que le dijo que la Srta. Maggie estaba allí a su
lado.

La casa era moderna y bien ventilada y si Ari estaba siendo honesta, un


poco fría. Había una extraña pintura abstracta de una mujer colgando
sobre la puerta y macetas quebradizas sin flores alineadas por aquí y allá.
—Señor, esta es Ari Johnson y su amigo Charlie Creagh —Jai los presentó y
Ari frunció el ceño ante su comportamiento. Él era súper eficiente, un chico
en tiempos estoicos al cien otra vez, como la primera vez que lo había
conocido. Ella se encontró a sí misma teniendo que evitar el gruñido en su
boca cuando asintió como un saludo a Luca Bitar. No le gustaba Luca
principalmente.

Luca asintió enérgicamente en respuesta.

—Es bueno conocerlos a los dos. Su Alteza llegó hace horas para hacerme
saber que estaban en camino. Siento lo de su padre adoptivo, señorita
Johnson.

Su respuesta usual hubiera sido decirle que la llamara Ari. En cambio,


reconoció su simpatía con un gesto cortés.

—¿Y este es el Sorcerer? —Luca ahora se volvió hacia Charlie, los ojos
cargados de sospechas, mientras lo recorría con la mirada. Ari sintió un
malestar asentarse en su estómago. Había olvidado que los Jinn que vivían
como humanos, como el Ginnaye, creía que todos los Sorcerer eran
oscuros. Cuando los ojos de Luca se achicaron, los puños de Charlie se
apretaron al ser observado de esa manera, Ari sintió que su cuerpo
avanzaba hacia Charlie para protegerlo.

Para su sorpresa y la de Charlie, Jai se le adelantó.

—Charlie está bajo mi protección y guía, y no debe ser dañado —La voz
de Jai resonó alrededor de la sala con autoridad y al mismo tiempo sintió
que sus entrañas se fundían ante su proclamación, considerando que él y
Charlie no se gustaban el uno al otro, Ari casi se perdió el brillo en los ojos
de Luca. Ese destello la sorprendió y tuvo que tomarse un momento. Luca
parecía orgulloso de Jai. Sí, orgulloso. Se aclaró la expresión de su
atractivo, tosco rostro con la misma rapidez como había aparecido, pero
ella tuvo que tomarse un momento. Le lanzó una mirada burlona a Jai. Por
la forma en que su cuerpo se erizó con tensión, supo que él no había visto
la expresión en los ojos de su padre. Tal vez él era ciego a lo positivo. Tal
vez no entendía cómo Luca realmente se sentía hacia él. Mientras Jai y
Luca discutían lo que estaba sucediendo y lo que necesitaban, Ari
reflexionó sobre esto.
A pesar de todo, sentía la necesidad de solucionar esto.

No, su voz interior la golpeó, diciéndole que se metiera en sus propios


asuntos. Estaba buscando una distracción del dolor, y jugar con la familia
de Jai no era el camino a seguir.

Pasos resonaron por el pasillo, sacando a Ari de sus pensamientos y


silenciando la discusión entre Jai y Luca. Una mujer alta, dándole la vuelta
a la escalera en espiral y acercándose para pararse al lado de Luca. Ella
parecía tener cerca de cincuenta y tenía masas de cabello oscuro rizado,
todavía seguía siendo muy atractiva. Su esbelta figura estaba envuelta en
una camisa de mezclilla apretada metida en unos pantalones vaqueros
pegados que parecían pintados sobre ella. Botas largas de cuero planas
completaban el atuendo que gritaba: “Soy dura, pero también soy muy
atractiva”. Había arrogancia en sus ojos mientras miraba el trío.

—Esta es la esposa de mi padre, Nicki Bitar —Jai la presentó con una voz
plana.

La mujer ni siquiera miró a Jai, y Ari sintió sus puños cerrándose a los lados al
recordar lo que Jai le había dicho. ¿Qué tipo de mujer puede culpar a un
bebé por las acciones de sus padres?

Perra.

Jai le lanzó una mirada de asombro, pero divertida y Ari palideció al darse
cuenta de que había tenido un vínculo telepático con él.

Lo siento, se disculpó rápidamente.

Él le sonrió a ella y volvió a mirar a su padre. No lo estés.

—El Seal y el Sorcerer —murmuró Nicki, el suave acento irlandés en


desacuerdo con su actitud—. Suena como una novela de fantasía. ¿Se
puede confiar en eso? —Se burló de Charlie antes de que su mirada
cayera sobre la mirada evaluadora de Ari. La miró por encima
exhaustivamente, al parecer molesta por lo que encontró.

—¿Puedes? —Ari golpeó de vuelta y los ojos de la mujer se ampliaron.


Luca le disparo a Nicki una mirada sofocante y ella hizo un sonido
soplando.

—Bien. No debemos enojar a los Importantes del Rey Rojo, ¿cierto? —Su
voz empalagosa empujó a Ari al borde.

—He hecho que los criados preparen tres dormitorios de invitados en el


tercer piso, al este. Sabes dónde están, muchacho —Hizo un gesto vago a
Jai antes de dar vuelta sobre sus talones y alejarse.

¿Muchacho? ¿Ella llamó “muchacho” a Jai? Esa conocida fealdad familiar


construida dentro de Ari, ese pequeño montón de negrura que parecía
desprenderse de ella, un poder alocado y temerario. Ari respiró hondo,
luchando por disminuirlo. No podía usar sus poderes contra las personas a
menos que fuera una situación de vida o muerte. La explicación del Rey
Rojo de las consecuencias había sido suficiente para asustarla de siquiera
pensar en ello. Salvo en momentos como estos. Exhalando, Ari trató de
relajarse, dejando caer su mirada de nuevo a Luca. Él la observaba
atentamente y sus ojos parecían decir que sabía exactamente lo que ella
había estado pensando. En lugar de ponerse roja de vergüenza como lo
hubiera hecho antes, Ari le lanzó una mirada fulminante, sus ojos diciendo:
“cómo te atreves a dejar que lo traten así”.

Habiendo recibido el mensaje, Luca se aclaró la garganta y se volvió hacia


su hijo.

—He puesto a tantear el terreno a mis contactos dentro de El Gremio, pero


que son un montón paranoicos. Espero tener la respuesta dentro de un día
o dos, pero mantienen el cotejo entre sí para asegurarse de que soy quien
digo ser y ellos son quienes dicen que son y así sigue y así sucesivamente.
De hecho, uno o dos días es un plazo de tiempo optimista.

Jai asintió con comprensión.

—Aprecio sus esfuerzos de todos modos. Les mostraré a la señorita Johnson


y a Charlie sus habitaciones. Tienen que descansar después de todo lo que
ha sucedido en las últimas veinticuatro horas. El Rey Rojo desea que
aprendan un poco de defensa básica. ¿Tengo permiso para utilizar la sala
de entrenamiento mañana?
Puesto que Luca concedió dicho permiso, Ari se quedó con la boca
abierta hacia Jai como si fuera un extraterrestre del espacio exterior. Echó
una mirada de incredulidad a Charlie y él se encogió de hombros como
diciendo: “Siempre he pensado que el tipo era raro”. En silencio, el fastidio
ardiendo en sus entrañas, Ari siguió a Jai mientras guiaba a Charlie y a ella
hacia la amplia escalera. Cuando llegaron a la tercera planta, giró a la
izquierda y se dirigió hacia el extremo más alejado del pasillo. Se detuvo en
una puerta y la abrió, revelando una habitación doble de buen tamaño.

—Charlie, esta es tu habitación. Todas las habitaciones tienen un baño


privado.

Al entrar, Charlie miró a Ari y ella se retorció un poco ante la mirada de sus
ojos. No le había mentido cuando dijo que iba a “estar alrededor”. Su
mirada estaba ardiendo.

—¿Vas a estar bien?

—Voy a estar bien —respondió ella con voz ronca, quitando los ojos de él
tan pronto como pudo. Lo oyó suspirar mientras cerraba la puerta. Ari miró
a Jai que la miraba atentamente. Él asintió hacia la puerta al otro lado del
pasillo.

—¿El mío?

—Sí.

Ella se acercó lentamente y luego se dio la vuelta, incapaz de mantener su


molestia a la deriva.

—¿Señorita Johnson?

Haciendo caso omiso de ella, Jai comenzó a retroceder.

—Te llevaré a la sala de entrenamiento mañana por la mañana con


Charlie, así que duerme un poco.

—¿Señorita Johnson? —preguntó una vez más, su mandíbula apretada,


mientras trataba de averiguar si estaba enojada o herida.

—Se trata de cómo un guardián Ginnaye se refiere a su cliente. No hay


nombres de pila.
—Has estado llamándome Ari desde que nos conocimos —argumentó.

Se encogió de hombros, incómodo.

—Sólo estoy siguiendo el protocolo.

Ari deseaba no entenderlo, pero lo hacía. Al igual que Charlie con su


búsqueda de venganza, Jai estaba obsesionado con complacer a su
padre. Ella suspiró profundamente, pensando en su propio padre, y todas
las cosas que mantuvo para sí misma en un esfuerzo por hacer que él la
amara más. Lágrimas amargas quemaban los ojos y sacudió la cabeza.

—Él no se merece tu protocolo —Dejándolo un poco aturdido, Ari se deslizó


en el interior del dormitorio de invitados y esperó a que el zumbido de la
energía la Srta. Maggie la siguiera antes de cerrar la puerta. Se recostó
contra la puerta, tratando de detener la avalancha de lágrimas y el dolor
que habían estado luchando por el adormecerla durante todo el día.

Oyó el suelo fuera de su habitación crujir y calmarse.

—Buenas noches, Ari —dijo Jai en silencio a través de la puerta.

Las lágrimas se derramaron sobre sus pestañas y apretó su mejilla contra la


madera.

—Buenas noches, Jai.

A medida que se tiraba en la cama se sentía culpable por la única cosa


por la que no debería haberse estado preocupando hoy de todos los días.

¿Se verían obligados a conocer a la mujer de la que Jai estaba


enamorado?

Ari se quedó mirando las sobras del buffet del desayuno, preguntándose si
su estómago estaba lo suficientemente estable como para digerir los
alimentos. Se sentía como si no hubiera comido en varios días, pero
todavía se sentía débil y enferma de dolor por dentro, incluso si se veía
junta en el exterior.
—Aquí —Jai empujó un plato hacia ella—. Come.

Bajo sus ojos de águila, Ari puso panqueques y algo de tocino en su plato,
rociando jarabe de arce en la parte superior. Tomó un vaso de jugo de
naranja y se sentó en la gran mesa del comedor vacía. Jai se sentó a su
lado, su plato lleno de comida.

—Luca se va a la oficina temprano, y cuando estoy cerca Nicki hace un


acto de desaparición. En cuanto a mis hermanos, mi padre me dice que
todos están en asignación por el momento, así que espero que no
vayamos a ver gran parte de ellos en los próximos días.

—¿No te llevas bien con ellos tampoco? —preguntó Ari antes de masticar
un trozo de tocino.

Jai sonrió ante la idea.

—Ellos viven para atormentarme. Mi amigo Trey es más como un hermano


que esos idiotas…

Ari se comió el desayuno, pensando. Trey parecía muy importante para


Jai. Ella se sintió intrigada por la única persona que tenía el respeto de Jai y
la lealtad.

—¿Voy a conocer a Trey?

—Probablemente.

—Buenos días —Charlie los saludó mientras entraba lentamente en la


habitación, frotándose el sueño de sus ojos. Llevaba su arrugada camiseta
de Smashing Pumpkins sobre una camisa larga, y salvo por el muy corto
corte de cabello, se parecía más a sí mismo de nuevo.

Ari sintió una punzada de algo que no quería sentir y volvió a mirar su plato.

—Buenos días —respondió ella.

—Amigo, una criada me hizo venir aquí —señaló Charlie con un pastel
hacia Jai mientras seleccionaba comida del buffet—. No es de extrañar
que actúes de la manera que haces cuando creciste en un lugar como
éste. —Sus palabras quedaron flotando en el aire mientras apilaba en su
propio plato antes de sentarse al lado de Ari. Mientras Charlie metía la
mano en la comida estaba completamente ajeno a la mirada venenosa
que Jai le estaba disparando.

Hubo un gruñido de advertencia en la parte posterior de la garganta de


Jai cuando preguntó:

—¿Qué diablos se supone que significa eso?

Charlie se encogió de hombros, agitando un trozo de tocino alrededor.

—No lo sé. Eres algo indiferente —Miró a Jai ahora, su expresión seria—.
Pensé que era algo para ser admirado lo creas o no, pero al ver este
lugar... cuan frío es... no, no creo que hayas elegido ser como eres.

Sosteniendo el aliento Ari esperaba que Jai reaccionara ante la


perspicacia de Charlie. Como sabía que lo haría, su cara de guardián se
ensombreció.

—Aquí hay una sugerencia a la que puedes prestar atención. Trata de


olvidar todo lo que aprendiste el programa de Oprah, y si no lo puedes
hacer, abstente al menos de regurgitar esa basura en mí. Echa a perder mi
apetito.

Charlie gruñó, pero sorprendentemente no tomó represalias. En su lugar,


metió la mano en el desayuno y Ari comió lentamente, tensamente,
esperando que la explosión sucediera. No lo hizo. Tal vez estaban tratando
de estar en su mejor comportamiento, debido a todo lo que Ari había
pasado. A ella le gustaba pensar que ambos estaban siendo
considerados. Lograron pasar durante el desayuno y todo se estaba
aclarando cuando la puerta de la habitación pequeña del comedor se
abrió y entró un chico muy guapo y muy alto con una sonrisa de oreja a
oreja. Sus pálidos ojos grises brillaban mientras barrían a todos ellos. Se
dirigió a Jai y lo envolvió en un abrazo varonil, golpes en la espalda.

—Me alegro de verte —dijo con una voz rica y profunda. Se dio la vuelta y
Ari notó el arete de diamante pequeño brillando en su oído como el de
Jai. El reconocimiento iluminó a través de Ari y le sonrió, una sonrisa cálida
y real. La primera que había producido en días—. Tú debes ser Trey.

Él le devolvió la sonrisa mientras caminaba lentamente hacia ella.


—¿Ari?

Ella asintió y luego soltó una risa ahogada cuando se encontró a sí misma
envuelta en un fuerte abrazo. Trey se hizo hacia atrás y Ari enrojeció ante
su evaluación. Él era realmente deplorablemente apuesto.

Sosteniéndola a la distancia de un brazo extendido Trey silbó, pasando los


ojos a lo largo de ella antes de devolverlos a su rostro.

—Cariño, eres hermosa.

Ari se sonrojó de nuevo y lo empujó juguetonamente. Era extraño lo


cómoda que se sentía con esta persona y se acababan de conocer. Tal
vez era porque sabía lo bueno que había sido con Jai. Ella estaba
agradecida con él por eso.

—Es muy agradable conocerte al fin.

—A ti también —respondió con sinceridad y se dio la vuelta, deslizando su


brazo a lo largo de sus hombros, mientras checaba a Charlie—. Y este tiene
que ser el chico Sorcerer.

Charlie le tendió una mano. —Prefiero Charlie.

Trey se la estrechó con ganas y lanzó una mirada a Jai, su ceja levantada
de manera que Ari reconoció. De pronto se acordó de Jai confiándole
que Trey era bisexual.

Al parecer, pensó que Charlie era muy guapo. Reprimiendo una


carcajada ante el desconocimiento de Charlie, Ari miró a Trey.

—¿Estás uniéndote a nosotros para la sesión de entrenamiento?

—¿Sesión de entrenamiento? —Miró a Jai.

Jai asintió.

—Habías escuchado que estábamos de vuelta, obviamente. ¿Escuchaste


por qué?

Trey negó con la cabeza.


La expresión agradable desapareció mientras Jai le dijo cómo habían sido
atacados por seres humanos y tenían a un Sorcerer oscuro tras ellos. La
cara de Trey se oscureció conforme Jai terminaba y Ari se dio cuenta de
que, bajo el encanto y frivolidad de Trey había un guardián Ginnaye tan
protector como Jai.

—Fueron afortunados de que el poder de Charlie despertara o Ari hubiera


estado sola. ¿Con qué demonios clase de drogas han venido ahora?

Charlie se aclaró la garganta.

—No es por cambiar el tema o algo así, ¿pero hay alguna posibilidad de
que alguien pueda enseñarme a tocar más de mi poder?

—No —respondieron todos al unísono.

Charlie frunció el ceño hacia ellos. —Todos ustedes apestan.

—Lo que te enseñan es cómo ser más consciente de tu entorno y la forma


de canalizar y controlar tu poder defensivo —Jai se acercó hacia la
puerta—. Vamos niñitos. Tiempo para que sus traseros sean pateados.
Capítulo 13
Llegaría a través del tiempo...
Traducido por Akanet
Corregido por Majo

L
a comedia era reproducida en la pequeña pantalla de cine en la
sala de cine. Charlie y Trey se reían ruidosamente por la comedia loca
sobre un grupo chicos solteros en una despedida de soltero que había
ido mal en Las Vegas. Normalmente, Ari estaría revolcándose por el suelo
también riendo, pero ya había visto la película y simplemente no estaba
de humor. El entrenamiento de ese día había ido bien. Ella y Charlie habían
entrenado con Jai y Trey y aprendieron a controlar mejor el tipo de magia
que habían usado para luchar contra sus atacantes humanos. Más
importante aún, les habían mostrado cómo crear grandes cojines de aire
para que sus atacantes no pudieran acercarse mucho a ellos, y cómo
utilizar objetos a su alrededor como armas sin perder de vista al atacante.
También les habían enseñado a escuchar y estudiar la energía y el aire
alrededor de ellos en busca de cambios, a ver el aviso en la quietud de
una habitación antes de que un ataque se produjera. Mientras que Jai era
severo y específico, Trey estaba siempre haciendo bromas y
distrayéndolos. Por alguna razón eso no molestó a Jai. Él sólo se rió junto
con todos los demás. Ari amaba verlo sonreír y decidió Trey, posiblemente,
podría ser la mejor persona que hubiera conocido alguna vez. A Charlie
también le gustaba. Ambos tenían un sentido del humor similar y Charlie
parecía relajado por primera vez en la vida. No había manera de que ella
le dijera a Charlie que Trey era gay. Algunos chicos podían ser raros en
cuanto a eso, y mientras que a ella le gustaría que Charlie fuera más
evolucionado que la mayoría, no iba a arriesgarse a echar a perder el
buen momento que estaba teniendo al hacer nuevos amigos. Ella lo miró
con atención. Él se veía mucho más feliz. Este calor y energía parecían
haber aparecido a su alrededor desde que habían empezado a utilizar su
magia. Algo la preocupaba en lo más profundo mientras pensaba en el
mucho placer que Charlie experimentaba al usar su poder.
—¿Quieres un recorrido? —La voz de Jai de repente se abrió paso en sus
pensamientos.

Ari parpadeó, mirando hacia donde él estaba tendido en un sillón.

—¿Uh?

Hizo un gesto hacia la pantalla y luego miró a Charlie y Trey que se


estaban riendo de nuevo.

—¿No pareces concentrada en ella?

—Ya he visto esta película.

—¿Así que un recorrido, entonces?

—¿Por la casa?

Jai sonrió.

—No, por el Monte Qaf —respondió con sarcasmo y Ari le lanzó una mirada
sucia—. Sí, de la casa.

¿Tiempo a solas con Jai?

—Está bien.

Les dijeron a los chicos que se iban y Ari ignoró la mirada de Charlie
taladrando su espalda cuando salía de la habitación con Jai. Caminaron
en silencio por el pasillo, sus pasos resonaban con fuerza por todo el suelo
de baldosas y las paredes. Todo el lugar estaba muy frío. Jai acababa de
abrir su boca para hablar, cuando una figura alta y apareció ante ellos.

Ari se detuvo mirando al hombre. Vestido con un pantalón negro y una


camisa blanca enrollada en las mangas, le recordó a Ari a alguien, a
excepción de los ojos. Sus ojos eran fríos. Ah Luca. Por supuesto. Ella
cambió de posición incómodamente. Este hombre se parecía a Luca sólo
que era más joven, tal vez estaba a finales de sus veintes.

¿Uno de los medio hermanos de Jai?


—El engendro vuelve —El hombre escupió las palabras, su labio
arrugándose en señal de desagrado mientras miraba a Jai.

—Oye —espetó Ari y dio un paso adelante. La mano de Jai


inmediatamente se envolvió alrededor de su muñeca, jalándola hacia
atrás.

Ari, no, le dijo telepáticamente y algo en su voz tiró de sus fibras sensibles.

—¿Qué es esto? —el hombre le echo una mirada en ella—. ¿Es esto? ¿El
Seal?

La mano de Jai se apretó alrededor de su muñeca.

—Deberías referirte a ella como la Srta. Johnson, Tarik.

—¿O qué?

En serio, ¿cuán inmadura es tu familia?

Él ni siquiera es el peor. Espere hasta que conozcas a David.

Lo espero con ansias. No.

—¿De qué te estás riendo? —Tarik fulminó con la mirada a Jai—. ¿Están
hablando telepáticamente? Eso es un poco desagradable.

—Bueno, lo sabrás todo sobre eso —replicó Ari.

Los ojos de Tarik se volvieron aún más fríos mientras seguía mirándola
mientras hablaba con Jai.

—¿Te conseguiste un nuevo guardaespaldas, chico? ¿Qué? ¿Trey


finalmente vio la luz?

Odio tener que decirte esto, Jai, pero tu medio hermano es un perdedor.

Ante sus palabras, Jai se relajó. Ella sintió a su agarre aflojarse y él esquivó a
Tarik, atrayéndola con él.

—¿Por qué no vas a torturar a algunos gatitos, Tarik?


—No necesitas herramientas afiladas. Sólo tienes que hablar —añadió Ari,
mientras se alejaban de él—. El sonido de tu voz debería hacer el truco por
sí mismo.

Salieron del pasillo y a través de una sala arqueada a otra habitación. Ari
estaba apenas consciente de su entorno ya que estaba demasiado
ocupada brillando por el sonido de la Jai de risa. Finalmente se detuvo y
ella se tropezó al detenerse a su lado. Él la miró, sus ojos cálidos, negando
con la cabeza.

—Ves cómo mi familia puede reducirte a actuar como una niña de cinco
años.

Ari levantó una ceja, fingiendo mirarlo ofendida.

—¿Yo? Inmadura. Y yo que pensaba que mi regreso era ingenioso y


sofisticado.

Él soltó un bufido.

—Oh, mucho —Y entonces él la miró cuidadosamente y Ari sintió ese


sonrojo familiar bajo su piel ante su evaluación—. No hace falta que me
defiendas, sabes. Soy capaz de hacerlo por mí mismo.

Ante el recordatorio tácito de que no era suyo para que lo defendiera, Ari
se encogió de hombros, finalmente, mirando a su alrededor.

—Entonces, ¿qué es este lugar? —preguntó, mirando las pinturas en las


paredes y los objetos encerrados en armarios. La iluminación era más baja
aquí, el piso, paredes e incluso el techo estaban revestidos con oscuros
mosaicos marroquíes. Pesadas cortinas de seda colgaban de los inusuales
arcos de la entrada y salida añadiendo un toque exótico y un sentimiento
ajeno al lugar.

Afortunadamente, abandonando el tema, Jai dio un giro alrededor de la


habitación, lentamente paseando y pasando cada elemento. Ari lo siguió,
sus ojos curiosos absorbiendo todo.

—Estos son los objetos de colección de mi padre. Pinturas. Adornos.


Artículos de valor. Solía venir aquí cuando yo era un niño, porque era el
único lugar donde mis hermanos encontraban demasiado aburrido incluso
estar cerca.

Luchando contra su necesidad de envolver sus brazos alrededor de él, Ari


lo pasó para mirar más de cerca un hermoso reloj de arena. Las dos piezas
de vidrio soplado estaban unidas por un marco de reloj de arena hecho
de oro y piedras preciosas. Estaba encerrado con llave detrás de una
vitrina.

—¿Qué es eso? —dijo entre dientes, sintiéndose atraída por la pieza.

—Eso —respondió Jai, su aliento en su nuca mientras se paraba cerca


detrás de ella—, es muy especial. Mi abuelo pagó una fortuna por ello.

—¿Por qué?

—Bueno, primero tengo que decirte algo sobre Azazil.

Ari se volvió para mirarlo con recelo. —¿Azazil?

Con los ojos verdes brillando, Jai asintió con la cabeza.

—Azazil siempre ha tomado un interés en las artes. Ha vigilado y dirigido la


vida de Importantes como Eurípides, Aristófanes y Chaucer. Cuando
Shakespeare nació, Azazil tomó un interés personal en su viaje. Por
supuesto, La Guerra de las llamas ya estaba en juego, de modo que a
pesar de su padre, el Rey Blanco se involucró con el destino de
Shakespeare, cuando no debería haberlo hecho. Y he aquí, que el
dramaturgo contrajo sífilis y murió antes de su traslado a Londres, donde
habría cumplido su destino como uno de los más grandes dramaturgos
que alguna vez ha vivido.

—¿Es esto en serio?

—Es en serio —Jai asintió con la cabeza y volvió a mirar el reloj de arena—.
Sabes que Azazil es poderoso, Ari. Sabes que no tenemos forma de saber
cuán poderoso es exactamente. Pero si sabemos que Azazil es lo
suficientemente poderoso como para cambiar los acontecimientos del
pasado.
Sus ojos se abrieron mientas el significado de lo que él decía se establecía.
¿Azazil podría jugar con el tiempo? ¿Podría cambiar los acontecimientos?
¿Estaba Jai hablando en serio?

—No estoy bromeando —respondió—. Ha habido unas pocas ocasiones en


las que el sultán se ha sentido con tanta fuerza sobre un destino que ha
sido manipulado, que ha vuelto para hurgar en el pasado y enderezado el
curso de la trayectoria de un Importante.

—¿Sólo volvió en el tiempo? ¿Sólo así?

—No. No sólo así. La leyenda nos cuenta que Azazil queda completamente
agotado por la tarea. Así que debilitado es casi humano. Piensa en ello. Él
tiene que asegurarse de que ninguno de los caminos conectados al que
ha cambiado no interfiera en la de otro Importante y cambiar el curso de
los suyos. Ahora, nadie sabe si Azazil puede ver la trayectoria que un
destino se supone que tome o si simplemente sabe cuándo un destino se
sale de su camino correcto. Creo que muchos prefieren creer esto último,
porque significa que Azazil es menos poderoso. Pero cualquiera que sea su
capacidad, Azazil sabía que Shakespeare estaba destinado a más. Así que
cambió la historia que el Rey Blanco había creado. Cuando los Jinn tan
poderosos usan tanta energía en un Importante, deja una marca.
Shakespeare es uno de sólo un puñado de Importantes en los que Azazil
dejó una marca. ¿Puedes imaginarte la cara de la literatura sin la
influencia de Shakespeare?

—Es cierto, pero aun así... eso es... una locura.

Jai se encogió de hombros.

—Así es Azazil. De todos modos, Azazil mantiene estos relojes de arena


como trofeos, si quieres, por cada destino que ha re escrito. Cada reloj
contiene arena del mundo alternativo que ha vuelto a enderezar. Se cree
que la propia arena tiene propiedades mágicas. El reloj de arena de
Shakespeare fue robado del palacio de Azazil y puesto en el mercado
negro.

El entendimiento emergió y los ojos de Ari se ampliaron aún más hacia el


reloj de arena.
—¿Estás diciendo que este es?

Sonriendo, Jai asintió con la cabeza.

—Pero debe haber costado una fortuna y tu papá sólo lo mantiene en una
vitrina. ¿Qué sucede si alguien trata de robarlo?

—Él los detendría —señaló a la esquina de la habitación y Ari siguió su


mirada hacia la botella roja de cuello largo ubicada en la parte superior
de un armario oriental negro. Una energía que ella había presumido que
era de la Srta. Maggie pulsaba alrededor de la botella. Ella realmente iba
a tener que aprender a diferenciar entre las diferentes energías de los Jinn
de lo contrario podría terminar consiguiendo que la matara.

—¿Hay un Jinn ahí?

—Sí. Teruze. Nuestra tribu le ayudó a salir hace un tiempo pero sigue
estando escondido dentro. Él protege tesoros. A cambio de poder
esconderse aquí, Teruze protege nuestro tesoro.

—Buen acuerdo —dijo Ari entre dientes, su cerebro con sobrecarga de


información. Tratando de ocultar lo desconcertada que estaba al estar en
una casa donde el mundo Jinn era tan frecuente, Ari deja a sus ojos vagar
por las pinturas. Entonces el aliento fue simplemente aspirado de ella. Sin
creer en sus ojos, Ari se apartó de Jai tambaleándose y se detuvo delante
de la imagen, su cuello inclinado hacia atrás mientras levantaba la mirada
hacia ella—. ¿Quién es esa? —preguntó ella en voz baja, sus ojos viajando
sobre la pintura semi erótica de una hermosa mujer con el cabello largo y
oscuro. Estaba desnuda y ella se arrastraba sensualmente como un animal
a lo largo de un cuerpo masculino que parecía clavado en el suelo por
manos invisibles. Él tenía sus ojos vidriosos por la lujuria mientras miraba la
imponente figura que lo cubría, pareciendo pasar por alto la oscura
violencia en la mirada de la hembra Jinn. Y Ari sabía que era una pintura
de una mujer Jinn. Simplemente lo sabía.

Jai se aclaró la garganta deteniéndose a su lado.

—Mi padre puso eso allí arriba como un recordatorio para no bajar la
guardia.
Al oír la ronquera en su voz, Ari apartó la mirada de la pintura para mirar a
su guardián. Sus facciones estaban apretadas con una emoción sin
nombre. Tuvo que detenerse a sí misma para evitar alcanzarlo, sabiendo
que podría no gustarle eso.

—Es una pintura de la primera Jinn súcubo. Lilif. De dónde los Jinn súcubo
tomaron su nombre. De donde mi madre tomó su nombre.

—Lo siento —susurró Ari—. No quise sacar un tema doloroso, es sólo que...
ella me resultaba familiar. —Me recuerda a una mujer con la que he
estado soñando. Una mujer y su hermano. A punto de decirle a Jai acerca
de los extraños sueños Ari se detuvo por alguien aclarándose la garganta
en la puerta. Dándose la vuelta, encontraron a Luca de pie delante de
ellos con un hombre mayor y una hermosa mujer joven. A su izquierda
había un hombre joven con características similares a Tarik y Luca. ¿Otro
hermano? Los ojos de Ari se dirigieron de nuevo a la impresionante mujer.
Parecía un año o dos mayor que Ari. Ellas eran de una altura similar y
ambas tenían el cabello oscuro, pero ahí es donde las similitudes
acababan. Mientras que las características de Ari eran suaves y llenas, las
de la chica eran agudas y elegantes. A Ari no le gustaba la forma en que
ella estaba mirando a Jai.

¡Oh Santos macarrones! ¿Era esta la chica? ¿Era esta la mujer de la que Jai
estaba enamorado?

Sintiéndose enferma, Ari arrastró su mirada de nuevo a Luca. Él le sonrió,


pero ella no se atrevía a regresársela.

—Srta. Johnson este es Hugo Lenz y su hija Yasmin. Hugo es uno de mis más
viejos amigos.

Ari asintió con la cabeza hacia ellos, sin saber qué decir.

—Mucho gusto —respondió Hugo y luego le dio una mueca de desprecio


a Jai—. Me sorprendió que te dieran esta tarea, muchacho. No lo arruines.

—Va bien —dijo Luca antes de que Jai o Ari pudieran contestar—. He
tenido respuesta de uno de mis contactos. Él cree que lo ha reducido a
cinco de los Gremios. Él volverá a mí con mejores noticias tan pronto como
sea posible.
—Gracias, Señor —agradeció Jai.

—Srta. Johnson, este es mi segundo hijo, David —Luca hizo un gesto al


chico a su lado. En una inspección más cercana se parecía más a Nicki
que a Luca. Ante su nombre Ari se tensó, dándole un tenso movimiento de
cabeza, sin gustarle en particular la manera en que sus ojos se posaban
sobre ella. Ella sabía quién era. Jai había hecho extraños comentarios aquí
y allá acerca de este hermano. “Imbécil” vino a su mente cuando lo miró.
Dios, Ari quería sacar a Jai de este lugar tan pronto como fuera posible. Sin
importar lo que él pensaba, merecía algo mucho mejor que estas
personas.

Padre e hijo hablaba un poco más, pero Ari apenas estaba escuchando.
Evitando la mirada inquietante de David, sus ojos tropezaron de nuevo en
Yasmin cuyos propios ojos estaban devorando a Jai de los pies a la
cabeza. Parecía que lo conocía... íntimamente. Las chicas con las que
Charlie se había metido lo habían mirado de la misma manera. Oh,
diablos. Esta era la novia de Jai. Esta guardiana Jinn brillante y con ojos de
lince, era el verdadero amor de Jai. Ari quería arrancarle todo ese sedoso
cabello y sacarle los ojos a arañazos. Con miedo de mirar a Jai, pero
necesitándolo, Ari deslizó hacia él una mirada tentativamente evaluadora.
Se relajó un poco cuando vio que ni siquiera estaba mirando a Yasmin...
¿pero eso en realidad significa algo?

Luca diciéndole que tuviera buenas noches trajo la concentración de Ari


de nuevo a la conversación. Murmuró unas buenas noches, viendo al
padre de Jai, a David, Hugo y Yasmin pasearse fuera de la habitación.

Jai asintió con la cabeza hacia la salida. —Vamos, se está haciendo tarde,
te mostraré tu habitación.

Con el estómago revuelto por la necesidad de conocer la verdad, Ari


caminó al lado de Jai en un tenso silencio. Con todo lo que le había
sucedido en los últimos días se sentía ridículo que su ansiedad por conocer
a la novia de Jai hubiera crecido a tales proporciones épicas. Sabiendo
que no podía seguir así, Ari se giró hacia él cuando se detuvieron frente a
su habitación.

—¿Es Yasmin la chica de la que estás enamorado?


Jai parpadeó, pareciendo totalmente sorprendido por su pregunta y la
rapidez de la misma.

—Um... no —Negó con la cabeza, luciendo un poco incómodo—. No, no lo


es.

Deseando ser más fría y haciendo caso omiso de la voz interior que le
rogaba ser más fría, Ari alzó las manos con exasperación.

—Bueno, ¿quién es? ¿Quién es esta mujer de la que estás enamorado? ¿La
conoceré?

El terror se instaló en sus huesos mientras Jai se apartaba de ella. Él no


podía mirarla a los ojos y estaba pasando su mano por su corto cabello, de
la manera que lo hacía cuando él no quería hablar de algo.

—Ari, ahora no es el tiempo para esto.

—¿Jai?

Suspirando, levantó la vista hacia ella. Sus miradas se encontraron, la de


ella suplicante, la de él enigmática. Por último, él negó con la cabeza.

—No hay nadie. Mentí.

Sintiéndose golpeada en el estómago, la boca Ari cayó abierta.

—¿Qué? —Se las arregló para decir, sin poder creerlo. ¿Él le había mentido
acerca de estar involucrado con alguien? ¿Por qué haría eso?—. ¿Por
qué?

—Pensé que era la mejor manera de mantener una distancia adecuada


entre nosotros. Cuando tu...

—Te coqueteé —suministró enojada.

—Ari —le lanzó una mirada triste ante su redacción del difícil de olvidar y
embarazoso momento en que la había rechazado—. Cuando me besaste,
me di cuenta de que te sentías de una cierta manera acerca de mí…
—Sólo dilo, Jai —lo interrumpió Ari, atrayendo sus brazos sobre el pecho,
como si de alguna manera protegiera su vulnerabilidad—. Tengo
sentimientos por ti.

¡No podía mirarla a los ojos y eso sola la hacía enfadarse más! Aplastando
ese enojo ella esperó mientras que él finalmente encontró su mirada.

—No me siento de esa manera —susurró—. No quiero hacerte daño y


animarte cuando la verdad es que ni siquiera me conoces.

—Creo que sé lo suficiente.

—¿En serio? —Su cara se oscureció ahora y dio un paso amenazador hacia
ella—. ¿Sabías que tuvo relaciones sexuales con Yasmin para vengarme de
Hugo?

El silencio, espeso y feo y horrible, cayó entre ellos. Ari se pellizcó el puente
de su nariz, aturdida y sin saber cómo sentirse.

—¿Qué?

—Descubrí a Nicki teniendo relaciones sexuales con Hugo a espaldas de mi


papá —se encogió de hombros con tristeza y Ari notó la tensión alrededor
de las comisuras de su boca. Ella se sintió aliviada al darse cuenta de que
era vergüenza—. No fue honorable, no fue de caballeros, pero Yasmin
había estado lanzándoseme por meses así que lo hice, como venganza.
Ella me trata como una mierda, Ari. Todos ellos lo hacen. Pensé que se lo
merecían. Si Hugo alguna vez averiguara que su preciosa hija había sido
profanada por mí perdería el control. Supongo que esa fue razón suficiente
para mí para acostarme con ella.

Con los ojos en llamas Ari le dio un empujón y él se tambaleó hacia atrás,
recibiéndolo.

—¿Estás siendo deliberadamente grosero?

—¡Estoy tratando de mostrarte lo que soy!

Con el pecho agitado por la inexplotada rabia y el dolor Ari sacudió sus
manos para evitar golpearlo.

—¿Te preocupaste por ella de alguna manera?


—¿Qué te molestaría más, Ari? ¿Qué lo hiciera o que no lo hiciera?

—¡Sólo responde la pregunta!

—¡No! —gritó—. No me importa en lo absoluto. Ella piensa que soy una


escoria y yo creo que es una inútil. ¿Eso te hace sentir mejor? No. No trates
de hacerme alguien que no soy —dijo entre dientes—. No soy bueno con
las relaciones, no hago el amor. Hago mi trabajo y lo hago bien.

Lágrimas de rabia se asomaron en las comisuras de sus ojos y Ari luchó


para respirar, odiándolo y odiándose a sí misma por sentir tanto por él. ¡Ella
quería ser insensible! ¡Se había prometido a sí misma que lo sería!

Al ver las lágrimas Jai maldijo y se pasó una mano bruscamente por su
rostro, pareciendo agotado.

—Ari —suspiró—. Tú y yo, somos amigos está bien. No quiero hacerte daño.
Yo estoy siendo honesto.

Sin ser capaz de decir una palabra más por temor a lo que esas palabras
podrían ser, Ari silenciosamente se metió en su habitación, cerrando la
puerta detrás de ella. Tan pronto como estuvo en el interior, el edredón en
su cama se movió hacia debajo de manera invitadora.

—Gracias, Srta. Maggie —susurró ella con gratitud, quitándose sus zapatos
de una patada y zambulléndose en la comodidad de la cama. Ahora su
interior era un desastre. Se sentía a la vez furiosa con Jai por tratar a
alguien tan cruelmente como había tratado a Yasmin, pero entonces
recordó cuan estirada había parecido la joven mujer y cuan terrible había
actuado Hugo hacia él. Eso no hacia lo que él hizo correcto. Ari no sabía
por qué estaba más enojada... por Jai negando que hubiera algo entre él
y Ari porque tenía miedo de lo que su padre pensara o el hecho de que
otra chica supiera cómo era estar con él. O...

…aliviada de que no había otra chica de la que estuviera enamorado.

—Eso es todo, Srta. Maggie. Me voy a rendir con los chicos por completo y
me concentrare en seguir con vida.

Si tan sólo su corazón escuchara a tan exquisito sentido.


Capítulo 14
A veces no soy yo misma. No sé quién me
gusta más
Traducido por Maru Belikov y Paaau
Corregido por Liseth Johanna

Q
uizás era por el intranquilo sueño que Ari tuvo esa noche. Soñó con
los extraños Jinn otra vez y todavía no podía adivinar sobre qué se
trataba todo eso. ¿Era sólo su imaginación? ¿O había allí algo
significativo en esas pequeñas inmersiones que seguía teniendo en otro
mundo donde un hermoso hermano y hermana parecían en constante
desacuerdo? Y los sueños sólo venían cuando Ari finalmente caía dormida.
Había permanecido tendida por horas en la cama antes de eso,
pensando en su papá, en Charlie y por supuesto en Jai.

Quizás había pasado porque se durmió deprimida, estresada e irritada.

Ari necesitaba alguna explicación para su comportamiento esa mañana.


Comportamiento que estaba empezando a ponerle los pelos de punta.

Pasó mientras se dirigía abajo, a la sala de entrenamiento. Finalmente


tenía un área de descanso mientras estaba dentro de la gran mansión y se
paseaba casualmente desde la sala para el desayuno donde había
desayunado sola, no era una sorpresa considerando que Jai estaba
probablemente evitándola y Charlie estaba desesperado por usar sus
poderes todo el tiempo y estaría ya en la sala de entrenamiento; ella
apostaba dinero en eso, sus pasos haciendo eco en el frío piso y altos
techos. A sus suaves pasos se unió un correteo rápido detrás de ella. El
corazón de Ari se aceleró y se giró, preparándose justo como Jai le enseñó.
Se relajó al ver a un Collie trotando hacia ella, su lengua colgando fuera
de su boca mientras jadeaba. Era hermoso. Ari le sonrió.

—Hola, chico —Lo acarició sobre su negra cabeza mientras la empujaba


con su hocico blanco por un lado. ¿De dónde había salido? No lo había
visto alrededor de la mansión antes—. ¿De dónde viniste, chico? —Ari pasó
ambas manos ahora, cepillando su cara afectuosamente.

De repente las llamas estallaron alrededor del perro, placas de fuego


como volutas de humo sobre la piel de Ari mientras se tambaleaba hacia
atrás, su corazón acelerado por la sorpresa. Fuera de las llamas apareció
una figura.

El perro no era un perro para nada.

Era David.

—Ari Johnson —dijo David, un suave acento en sus palabras mientras sus
ojos la recorrían con avidez. Ari tuvo la repentina urgencia de cruzar sus
brazos sobre su pecho para simular un escudo—. Bueno, bueno… mírate.
—Se acercó para detenerse a unos centímetros de ella, tratando de
intimidarla. Ari se rehusaba a retroceder. —Solos. Finalmente.

—Sí, bueno, si me disculpas voy tarde para el entrenamiento —Se giró para
irse y alejarse de un ahogado malestar cuando su mano la detuvo y la
agarró por el brazo.

—Ahora, ¿Por qué el apuro? —sonrío él—. Sabes, si Jai hubiera rechazado
esta asignación yo sería tu guardián.

Ella dejó ver en su cara cuán desagradable le parecía y David estrechó los
ojos.

—Eres un poco mal educada, sabes —Él la empujo y se tambaleó hacia


atrás, a la pared, con sorpresa, incapaz de creer que este idiota estaba en
realidad acosándola. Él se presionó contra ella antes de que pudiera
moverse, el olor a café en su aliento haciendo revolotear su estómago.

—¿Cuál es tu problema? —bufó Ari, sus ojos grandes con incredulidad. Ella
lo empujó pero él no se movió—. ¿Estás bromeando? ¿Estás en realidad
molestando a un cliente Bitar bajo el techo de tu padre?

Ella vio un destello de algo en los ojos de David pero no le detuvo de


deslizar su mano hasta su cadera, su otra mano apretando su mejilla. Ari se
giró y lo mordió, lo que solo hizo que se riera.
—No eres sólo un cliente Ari. Eres algo más. Un Importante. ¿Por qué? ¿Qué
te hace tan especial? Mis padres no me lo dirán.

—Si no te quitas encima de mí, voy a patear tu trasero.

—Inténtalo —Él apretó su cadera más fuerte.

El miedo empezó a juntarse en ella y Ari trató de mirar alrededor para ver si
alguien estaba cerca, pero el pasillo estaba mortalmente tranquilo. No
podía ni siquiera sentir el zumbido de energía de la Srta. Maggie. Mierda,
justo cuando necesitaba a la maldita Ifrit para que golpeara a este idiota
arriba de la cabeza con un jarrón. Ella empujó pero él solo se presionó más
fuerte contra ella, su nariz ahora arrastrándose a lo largo de su cuello. Ari
tembló, aterrada. ¿Él no trataría de hacer nada, cierto? ¿No allí?

—Sabes —susurró David en su oído—. Hay rumores por ahí de que Jai tiene
un enfermizo interés en ti.

¿Los hay? Su corazón saltó ante el pensamiento.

—Creo que quizás finalmente ganaré una ronda con él si tomo algo que
claramente quiere para sí mismo —Sus manos desaparecieron bajo los
pantalones cortos de Ari y su sangre instantáneamente se enfrió mientras
estaba sin moverse.

La pegajosa, espesa oscuridad se esparció a través de sus pulmones


haciéndole difícil respirar, pero a medida que el horror se desgarraba de
ella, dejando a Ari flotando fuera de su cuerpo como si fuera un mero
espectador, no le importaba tanto lo difícil que era respirar. Estaba
pasando otra vez. La voz que retumbó fuera de ella era profunda, oscura y
mucho más espantosa de lo que ella podría ser jamás.

—Te ordeno que me sueltes.

David instantáneamente la dejo ir y retrocedió, sus ojos amplios y con


miedo.

Ari sonrió malvadamente hacia él.

—Nunca me tocarás otra vez —ordenó ella—. O a ninguna otra mujer sin su
permiso.
—Nunca te tocaré otra vez, o ninguna otra mujer sin su permiso —repitió él,
estupefacto. Él flexionó sus puños mientras comprobaba que todavía
estaba en control de su propio cuerpo.

Misión cumplida, la rabia que había desatado la oscuridad empezó a


ceder y Ari luchó por volver de nuevo a tener el control de sí misma. Su
respiración frenética llenaba el pasillo y las lágrimas furiosas brillaban en sus
ojos. Acababa de utilizar el poder del Seal contra un don nadie. Oh, Dios,
oh, Dios, oh, Dios.

¡Piensa, Ari, piensa!

Estremeciéndose, Ari envolvió sus brazos alrededor de ella y miró al pedazo


de basura que la había forzado a hacer algo, estaba avergonzada.

—Te ordeno nunca decir a nadie que te ordené. Te ordeno mantener este
encuentro conmigo para ti mismo —Su voz era la suya pero salió con
exigencia.

David asintió, su mandíbula apretada con furia ahora.

—Entiendo.

Y sólo por precaución…

—Te ordeno nunca preguntar a nadie sobre quién y que soy.

Si fuera posible su cara se volvió purpura con frustración e ira.

—Entendido.

Con cautela, se alejó de él, sus ojos clavados en los de él mientras


retrocedía. Sintiéndose fría por primera vez, se giró alrededor y comenzó a
correr a la sala de entrenamiento.

Todavía estaba temblando como si el mundo estuviera estremeciéndose


bajo sus pies cuando alcanzó la puerta de la sala y vio a Jai, Trey y Charlie
hablando dentro. La vista de ellos forzó a Ari a calmarse. Tenía que
pretender que no acaba de ordenar a un Jinn ir contra su voluntad, aun
cuando él había tratado de obligarla a hacer algo contra su voluntad. Y
sin importar qué pasaba o no pasaba entre ella y Jai, sabía que se volvería
loco si se enteraba de que David había tratado de intimidarla físicamente.
Mientras estaba de pie allí viéndolos a los tres, Ari se dio cuenta que a
pesar de sus fallas todos tenían algo que era honorable acerca de ellos.
¿Tal vez era el haber sido criado en un pequeño pueblo lo que hacía tan
difícil de calcular que un chico con el que se había reunido una sola vez, y
ni siquiera había intercambiado algunas palabras, hubiera intentado
abusar de ella? Sintiendo su estómago dar vueltas, Ari se enfadó consigo
misma por no haber reaccionado más rápidamente antes de que el
horrible poder del Seal se hubiera apoderado de ella. Dejó salir otro suspiro
tembloroso. Tenía que actuar bien o los chicos sabrían que algo había
pasado. Supuestamente estaba molesta con Jai de todos modos después
de anoche, ¿cierto? Y ella y Charlie todavía estaban en terreno inestable.
Eso dejaba a Trey, que no la conocía lo suficiente para saber cuándo algo
seriamente le había pasado.

Los chicos se giraron al sonido de ella acercándose y les dio un vago, e


incómodo asentimiento.

—¿Empezaron sin mí?

—No —replicó Jai, sus ojos sorprendentemente buscando algo,


considerando lo que ocurrió entre ellos la noche pasada. Ari trago cuando
sus ojos se redujeron. Maldición. Él veía mucho—. ¿Estás bien?

—Estoy bien —Le restó importancia con frialdad y esperaba que él pudiera
pensar que tenía que ver con la noche anterior—. ¿Puedo entrenar con
Trey hoy?

Trey sonrió hacia ella.

—Por supuesto que puedes, cariño —Él le guiñó el ojo, coqueteando, y


asombró a Ari cómo un chico coqueteando pudiera ser indefenso mientras
había otros que podían ser tan sórdidos. Se estremeció de nuevo, y esta
vez Trey frunció el ceño—. ¿Segura que estás bien?

—¿Ari? —preguntó ahora Charlie, viéndola con cuidado—. Luces pálida.

Sintiéndose como una yegua nerviosa a punto de huir, Ari miró de uno al
otro. Necesitaba amigas. Estaba tan harta de ser superada en número.
Volteando la conversación hacia ellos, Ari se encogió de hombros.
—No dormí bien —Miró a Charlie y luego a Jai Y ambos palidecieron,
asumiendo que eran culpables por su falta de sueño—. ¿Trey?

Él asintió, luciendo un poco confundido.

—Por aquí, Madeimoselle —Su alto, atlético cuerpo se movió delante de


ella, en dirección de una larga alfombra al final de la sala. Ari lo siguió,
ignorando a Charlie y Jai.

Combatiendo con Trey, Ari eventualmente se relajó hasta que finalmente


no se sintió culpable sobre lo que le había hecho a David. Se había
asegurado de que nadie averiguara alguna vez lo que había hecho y una
pequeña parte de ella creía que él había merecido esa pérdida de
control. Una pequeña parte de ella deseaba poder llevarse el crédito por
ser tal patea traseros.

Perdida en sus pensamientos, Ari dejó caer su guardia y Trey arrastró la


pierna hacia fuera a través de sus tobillos, apartando sus pies del suelo.
Cayó de espaldas con un silencioso “oomph”. Muy ocupada tratando de
recuperar el aliento que le habían sacado, Ari no fue consciente del ánimo
juguetón de Trey hasta que estaba a horcajadas sobre ella, sosteniéndola
en la alfombra. Él era fuerte, la emoción corrió sobre ella y Ari se sonrojó y
una risa sin aliento salió de ella mientras él le gruñía.

—¿Qué estás haciendo? —Ella se retorció, segura de que su cara estaba


bastante roja por estar sujetada por uno de los chicos más agradables que
había tenido la fortuna de conocer.

—Atacándote —Trey movió las cejas cómicamente, como un villano—.


¿No es ese el punto de este ejercicio?

—¿Y qué se supone que haga?

—Uh, sacarme de encima de ti. ¿No es ese el punto de tu ejercicio?

Cautivada, Ari se relajó por completo.

—Quizás no quiero hacerlo.

La sonrisa de Trey no podía ser más amplia.

—¿Estás coqueteando conmigo?


—Quizás.

Él inclinó su cabeza hacia su cara y Ari se quedó sin aliento otra vez, sus
ojos fijos en esos ojos grises.

—Aunque me encantaría responder a tu coqueteo —Apretó sus muñecas


para demostrar su sinceridad—, creo que tal vez podría terminar
asesinado.

Ari se sintió un poco desorientada por el cálido peso de las piernas de él


sobre las suyas y su fuerte cuerpo posado tan tentadoramente cerca.
Había estado pensando en lo genial que sería querer a alguien tan simple
como Trey, en vez de querer a alguien tan testarudo como Jai.

—¿Qué?

Trey sonrió de nuevo y levantó su cabeza para mirar al otro lado de la


habitación. Lo que sea que hubiera visto, lo hizo reír y se inclinó para
susurrar en el oído de Ari.

—Jai me mataría. No te rindas con él, Ari —Se sentó, sonriendo ante la
obvia confusión en los ojos de ella.

—Entonces, sé que Charlie está enamorado de ti y todo eso pero, ¿crees


que pueda ser bisexual? —preguntó esperanzado.

Sorprendida por su completo cambio de tema, Ari sólo pudo negar con la
cabeza.

—Qué fastidio —Trey se veía realmente decepcionado—. Tiene el conjunto


de ser temperamental y estar sufriendo. Es caliente.

—¿Qué está pasando? —La profunda voz de Jai retumbó sobre ellos y Ari
se sobresaltó, dándole un vistazo a su rostro enfadado.

—Nada —respondió Trey, soltando a Ari y ayudándola a levantarse. Ella se


tambaleó un poco—. Sólo combatiendo.

Jai le dio una mirada pétrea y Ari ignoró el enojo en su pecho mientras
Charlie se acercaba usando exactamente la misma expresión. Ella dejó
salir un suspiro de exasperación.
—Sólo estábamos jugando —Y entonces, sólo para llevar la contraria, Ari
compartió una sonrisa secreta con Trey, esperando que irritara
enormemente a su mejor amigo y a su guardián.

Sin importar que Jai supiera lo que Trey tramaba, aun así quería matarlo. Se
alejó de Ari, Charlie siguiendo sus pasos, y ambos comenzaron a luchar un
poco más duro, dejando su rabia en la magia. Cuando se giró para ver
que había distraído a Charlie, no había esperado el torrente de celos puros
que había caído sobre él. Ver a su mejor amigo a horcajadas sobre Ari,
verla a ella sonriéndole coquetamente, le había llegado al estómago
como un cuchillo. Lo había dejado sin aliento.

Había dolido.

Mierda.

Tan pronto como vio la expresión en el rostro de Trey mientras se


aproximaba, Jai había sabido que Trey estaba tratando de provocarlo
deliberadamente. Y Ari… sonriéndole a Trey como si agradeciera sus
atenciones. Jai se dio cuenta de que, quizás, por primera vez, él y Charlie
estaban sintiendo exactamente lo mismo. Sin estar seguro de con quién
estaba más molesto, consigo mismo o con Trey, Jai se enfocó en luchar y
estuvo verdaderamente complacido de ver a Charlie defendiéndose tan
bien. Chispas de magia y el resplandor de las brasas iluminaban el aire
mientras ellos se esquivaban y se atacaban. Charlie aprendía rápido.

Lanzó una rápida mirada por el rabillo de su ojo para ver qué Ari estaba
luchando con Trey y estuvo aliviado de ver que estaban haciéndolo
normalmente. Ella estaba muy molesta con él. Y con razón. Demonios, se
arrepentía de contarle a Ari sobre Yasmin. No es que él no quisiera estar
con Ari, no podía estar con ella, el costo sería demasiado alto, pero el
pensamiento de que ella pensara menos de él realmente lo mataba. ¿Qué
demonios había estado pensando para dejar salir todo eso? Que idiota.

El golpe de Charlie contra su estómago regresó la atención de Jai a donde


debería estar. Mientras peleaban, Jai observó cómo Charlie se hacía más
ligero, sus ojos brillando con emoción. Por alguna razón, había parecido
más feliz durante estos últimos dos días de lo que Jai lo había visto alguna
vez y, desafortunadamente, pensó que sabía a qué se debía eso.
Deteniéndose abruptamente, Jai sostuvo una mano en alto para detener
a Charlie. Lo miró y suspiró.

—¿Estás seguro de que tienes tu magia bajo control, Charlie? ¿No estás…
no lo sé… deseoso de más?

Ante su pregunta, la emoción en los ojos de Charlie disminuyó y pasó una


mano por su cabello corto al que claramente no estaba acostumbrado.

—No necesito más o algo así. Pero me gustaría aprender sobre los
talismanes. ¿Cómo usarlos?

—Eso ni siquiera está en discusión —Jai negó con su cabeza, preocupado y


preguntándose cómo podía explicarle a Charlie que la magia podía
deformarlo, cambiarlo. No parecía estar ahogándose hasta ahora.

—Escucha…

—¡Jai! —La voz de su padre resonó en la habitación mientras entraba en la


sala de entrenamiento, gracias a Dios a solas esta vez. Luca le dio un
asentimiento de cabeza a Ari y a Trey mientras caminaba hacia Jai.

Trey le indicó a Ari que siguiera al líder de los Ginnaye. Jai bufó. Su amigo
era un bastardo entrometido. Sorprendentemente, Luca esperó hasta que
todos ellos estuvieran juntos antes de hablar.

—No hay noticias de El Gremio aún —dijo él y Jai sintió su estómago


hundirse. Realmente había estado esperando alejar a Ari de la casa de su
padre lo más pronto posible.

—Sin embargo —Luca miró a Jai cuidadosamente—, tengo a un cliente


buscando seguridad por una noche. Una actriz londinense en Los Ángeles.
Ella ha estado teniendo dificultades… se han hecho algunas amenazas de
muerte contra ella. Ahora, ella y su novio están aquí sólo por unos pocas
noches y ésta noche, les gustaría ir a un club sin necesitar todo un plantel
de seguridad. Sugerí que podía proveer de un hombre y una mujer para
seguridad, para ir de incógnito con ellos como cualquier otra pareja. Les
da seguridad sin que la sientan como tal, saben. De cualquier forma, les
gusta la idea, pero tengo un problema.
Sí, a Jai no le gustaba hacia donde iba esto.

—Todos mis guardianes lo suficientemente jóvenes para cumplir con esto


están en asignaciones. Si tomas el trabajo, me aseguraré de que Ari esté
protegida esta noche. Yasmin ya está lista para ir. Lo consideraré un favor
—dijo Luca con sorprendente cortesía.

La idea de estar con Yasmin puso a Jai en el borde y no se perdió la forma


en que el rostro de Ari se nubló ante la mención de la Ginnaye. Sin
embargo, su padre rara vez le pedía algo con amabilidad.

—Está bien, lo haré.

Trey dio un paso hacia adelante.

—Amigo, lo haría yo pero tengo un caso esta noche. Pero… uh, oye. —Miró
a Ari y Jai se tensó ante el brillo malicioso en los ojos de su amigo—. Creo
que deberías llevar a Ari. Le ha ido muy bien en estas sesiones y uh, creo
que sería una buena práctica de defensa para ella.

—Tú, uh, piensas demasiado —le respondió Jai.

—No, espera. —Luca estaba asintiendo haciendo que Jai frunciera el


ceño—. ¿Le gustaría hacer esto, Srta. Johnson?

Ni siquiera pienses en decir que sí, le dijo telepáticamente y luego se


maldijo a sí mismo por ser un imbécil cuando ella lo miró, desafiante.

—Seguro —Le sonrió a Luca—. Estaría feliz de hacerlo.

Jai la miró.

—No.

—Ari es más poderosa que Yasmin —argumentó Trey, pidiendo seriamente


que el puño de Jai encontrara su rostro—. Dale una oportunidad para
probarse a sí misma, no sólo a ti. Creo que debe saber que puede cuidarse
a sí misma, hombre.

—¿Y si los Jinn vienen tras ella? ¿El Rey Blanco?


—Nadie sabe en dónde está. Y dudo que alguien esté esperando que
vaya a un club en Los Ángeles.

Charlie era el único que parecía inseguro con la idea, pero con tres
personas contra él y uno de ellos siendo su propio padre, Jai suspiró.

—Está bien.

—No lo dices en serio, ¿verdad? —le espetó Charlie, sus oscuros ojos
ardiendo—. Pueden matarla.

—No seas tan dramático, Charlie —le dijo Ari callándolo y Jai casi sintió
pena por el chico.

Charlie la miró con el ceño fruncido.

—Yo también voy.

—No, tú no —espetó Luca.

Trey, siempre pacifista, caminó alrededor de Jai y lanzó un brazo alrededor


de los hombros de Charlie.

—Amigo, ¿por qué no vienes conmigo esta noche? Estoy vigilando a una
cantante caliente en una entrega de premios. Mucha comida, tragos,
personas atractivas por todas partes.

La idea fue negada por todos menos por Charlie. Enfadado por ser
tratando como un niño, Jai estuvo sorprendido de que Charlie no se fuera
furioso a su habitación. Si hubiera estado en su lugar, probablemente
habría temido golpear a alguno de los presentes.

Mierda, ahora estaba simpatizando con Charlie. ¿Qué mierda estaba


pasando con él?

Los detalles se decidieron, Luca y Trey se fueron, Luca pidiéndole a Jai que
fuera a hablar acerca de los arreglos de seguridad lo antes posible. Eso
dejó a Jai en la habitación con Charlie y Ari. No muy cómodo.

—Pude haber ido con Trey esta noche —argumentó Charlie de pronto—. El
chico claramente quería una mano.
Ari bufó.

—No creo que Trey esté interesado en tus habilidades para pelear.

Jai le lanzó una mirada. La sexualidad de Trey no era algo de lo que se


hablara abiertamente aquí. Si Luca sabía, y no habría sorprendido a Jai si
la información hubiera viajado hasta él, nunca le diría al papá de Trey, Rik.
Rik se enfurecería si sabía la verdad.

Ari le regresó la mirada antes de volverse hacia Charlie para responder a


su “¿Ah?”.

—Puede que a Trey le atraigas un poco.

Las cejas de Charlie tocaron la línea donde comenzaba su cabello.

—¿Es homosexual?

—Bisexual —aclaró Jai, un poco a la defensiva— y cree que todo el mundo


es caliente, así que supéralo.

Respondiendo a la lealtad agresiva de Jai, Charlie levantó una mano en el


aire.

—No dije nada.

Ari gruñó.

—No te lo tomes como hago personal, Charlie. Jai sólo está molesto por
estar atascado conmigo esta noche.

Ignorando el dolor en sus ojos, Jai maldijo bajo su aliento, saliendo de la


sala de entrenamiento y hacia la oficina de su padre. Podía mentirse a sí
mismo y decir que simplemente estaba siguiendo las órdenes de Luca,
pero la verdad era que estaba corriendo lo más rápido y lejos de Ari que
podía. Necesitaba toda la distancia que podía obtener de ella antes de
que estuvieran atrapados juntos en esta estúpida asignación.
Capítulo 15
El fuego sin llama aún quema todo igual
Traducido por Rihano, Maru Belikov, Vanehz(SOS) y Zeth(SOS)
Corregido por Dangereuse ϟ

A
ri se mordió el labio inferior mientras miraba su reflejo en el espejo
con ansiedad. Habiendo conjurado un vestido de su nuevo
vestuario en Ohio, Ari se preguntaba si se era un poco demasiado.
El club era para mayores de 21 años, pero no era un problema de
identificación desde que el Ginnaye tenía un 'chico'. Tendría una
identificación falsa impresa para el momento en que estuviéramos listos
para salir. Sin embargo, quería por lo menos verse de veintiuno y este
vestido era el único que poseía que era un poco más atrevido. Era un
vestido rojo sin tirantes que llegaba a la mitad del muslo y se aferraba a
todo. Para disminuir el impacto, Ari estaba usando unas pequeñas
plataformas en lugar de tacones, por suerte era lo suficientemente alta
para quedar bien con estos. Este había sido un vestido secreto que había
guardado de su padre.

Él la habría matado si alguna vez la viera en este. Recordó que una vez en
el noveno grado ella había regresado de un viaje de compras con la
señora Creagh usando una nueva mini-falda. Su padre se había puesto
púrpura cuando la había visto con ella. La había llevado de vuelta al
centro comercial el día siguiente y sustituyó la falda con una larga hasta la
rodilla que deliberadamente había arruinado en el lavado. Un suspiro
escapó de Ari mientras el dolor explotó en su pecho, como si alguien
hubiera golpeado su puño justo en ella. Se tambaleó hacia atrás, el golpe
inesperado de la pena consumiendo todo su cuerpo. Las lágrimas
acumulándose en sus párpados y el bulto quemante en la parte posterior
de su garganta se soltó, dejando suspiros sollozantes saliendo de ella. Él se
ha ido. Realmente se ha ido. Ari no podía dejar de imaginarse su sonrisa. La
forma en que sus brazos se sentían envueltos a su alrededor. Su risa
profunda y retumbante. Habría jurado que incluso podía oler el aroma de
su colonia en el aire. Una caja de pañuelos cayó de la mesa de noche a
sus pies donde se había acurrucado. Con la visión borrosa Ari agarró los
pañuelos, dando unas gracias sordas a la Srta. Maggie por buscarla para
ella.

Después de que las lágrimas disminuyeran, Ari se sentó en el suelo por un


tiempo sintiéndose completamente agotada y en absoluto con el estado
de ánimo para asumir un trabajo de seguridad. Realmente, ¿qué era lo
que Trey y Luca pensaban? Bueno, ella suponía que Luca pensó que
podría ser una buena experiencia para ella, pero Trey sólo estaba jugando
al casamentero. Si Jai no le hubiera hablado, obstinadamente, en su
mente para decirle que no asumiera la tarea, Ari podría haberla
rechazado. Pero... ella odiaba tanto que, ese tipo, le estuviera diciendo lo
que debía hacer.

Al darse cuenta de que tendría que abandonar su habitual apariencia al


natural, a causa de las marcas de llanto, Ari conjuró su pequeña bolsa de
maquillaje de la casa y se fue a tratar de arreglar sus ojos hinchados y las
manchadas mejillas con temblorosos y afligidos dedos. Cuando terminó
alborotó su pelo largo dejándolo suelto por la espalda y dio un triste
asentimiento al espejo.

Ella lo haría, supuso. Al mirar hacia abajo al corto dobladillo, tiró de este un
poco. ¿Había sido siempre así de corto? Espasmos nerviosos despertaron
en el estómago de Ari, mientras se preguntaba cómo reaccionaría Jai al
vestido. Los nervios no eran sólo por su reacción. La actriz británica con la
que ellos estaban 'quedando' esta noche no era otra que Jennifer Hadley,
una novia de comedias románticas y todo un gran problema. Y Ari iba
para ayudar a protegerla a ella y a su novio ‘civil’ Chris. Chris era solo un
hombre común, un trabajador de la construcción, pero él y Jennifer habían
estado juntos durante diez años, desde antes de que Jennifer se hiciera
famosa. A pesar de los enormes cambios en sus vidas y todos los hombres
hermosos con los que Jennifer trabajaba, ella y Chris aún seguían juntos. Ari
pensaba que era muy romántico.

Un golpe en la puerta la sobresaltó y su corazón comenzó a golpear


fuertemente contra sus costillas. ¿Era él? Oh Dios, oh Dios, oh Dios.

—¡Adelante! —dijo, los dedos temblorosos alisando la parte delantera de


su vestido.
Para su sorpresa, Charlie entró en la habitación. Estaba usando una
camiseta normal y unos pantalones negros en vez de una camisa raída y
pantalones vaqueros rotos en la rodilla, y con su cabello tan corto, parecía
más viejo. Más fuerte. Más atractivo. Cielos.

—Vaya —dijo, deteniéndose abruptamente, sus ojos oscuros abiertos,


mientras se empapaban de la vista de ella. Cuando su mirada volvió
finalmente a su cara, Ari estaba segura de que se estaba ruborizando
como loca. Charlie nunca la había mirado con tan flagrante interés antes.

—No me mires así —Se revolvió incómoda.

—Entonces sácame los ojos porque no puedo mirarte de otra manera —Sus
ojos se oscurecieron con melancolía—. Te ves increíble.

—Gracias —¿Por qué él tenía que parecer como un perrito pateado todo
el tiempo? Así era como conseguía seguir siendo atraída hacia él.
Deliberadamente evitando su mirada, Ari se movió alrededor el cuarto,
recogiendo su teléfono y algún maquillaje para poner en su bolso de fiesta.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —le preguntó Charlie en voz
baja—. Podría ser peligroso. No sabemos quién te está siguiendo o si ese
tipo Dali sabe dónde estás.

—Saldrá bien.

—¿Qué hay de Jai?

El corazón de Ari latió sobre marcha.

—¿Qué hay de Jai?

—Bueno, no confío en él contigo cualquier día normal. ¿Tú con él, vestida
así? No lo creo.

Estúpidamente complacida por la insinuación de que Jai se sentía atraído


por ella, Ari escondió una sonrisa esperanzada e hizo un gesto descartando
a Charlie.
—Es Jai, está bien. Se toma su trabajo muy en serio. Soy como un objeto
inanimado para él.

Charlie soltó un bufido.

—Sí, claro. Lo digo en serio, Ari. Deberías ver la manera en que te mira
cuando no estás mirando.

Otro estremecimiento se disparó a través de ella y esta vez no pudo


contener el pequeño escalofrío que le recorrió la espalda. —Él no me ve
de esa manera —insistió ella.

Ante el silencio de su amigo, Ari se dio la vuelta lentamente y se encontró


con la mirada de ojos entornados y sospechosa de Charlie. Su mandíbula
estaba tensa y ella observó el destello de dolor en sus ojos. —¿También lo
quieres?

Sintiéndose culpable y nerviosa, Ari negó con la cabeza frenéticamente. —


No. Mira, no voy a hablar de esto. No contigo.

—Estás bromeando, ¿verdad? —Los ojos de Charlie brillaron con


entendimiento—. ¿Te gusta? ¡Es demasiado viejo para ti!

—Sólo tiene veintitrés —argumentó torpemente antes de recordar que se


suponía que debía estar ocultando sus sentimientos por Jai de todo el
mundo, incluyendo Jai—. Ese no es siquiera el punto. No hay nada entre
nosotros. Nunca lo habrá.

La expresión de Charlie se suavizó con una empatía que le hizo sentir un


malestar más profundo en su intestino.

—Sí, tienes razón. No lo habrá nunca. Porque él no es un tipo de


relacionarse, Ari. Trey me habló de la basura en la que los dos se meten
levantando mujeres y, bueno, hombres, supongo también por Trey. Jai
puede ser que te encuentre atractiva, y para ser honesto, tendría que estar
muerto para no hacerlo, pero nunca habría nada más —Su boca se torció
con amargura—. No me di cuenta que querías más de él.

Las palabras la lastimaron y era para lo que fueron dichas. Él lo estaba


sacando de sus propios celos y Ari sabía eso. Pero había algo de verdad
allí también. Jai ya le había dicho lo mismo, pero Ari resentía que Charlie
reiterara algo a lo que ella hubiera preferido hacer oídos sordos. De
repente, recordando su juramento a si misma mientras se había parado en
la tumba de su padre, la calma de Ari creció, dejando todas sus
emociones congeladas en algún lugar dentro de ella. Dándole a Charlie su
mejor mirada en blanco, se encogió de hombros con indiferencia.

—Ya no quiero nada de más nadie. Mira, cuando esperas cosas de la


gente inevitablemente te decepcionan.

La réplica dio en el blanco y Charlie dio un paso atrás por el impacto, sus
manos levantadas a la defensiva. Él asintió con la cabeza, haciéndole
saber que lo tenía y se retiró del cuarto, cerrando la puerta tras él.

La mirada en el rostro de Jai no tuvo precio. Ari deseó que alguien la


registrara para que ella pudiera verla una y otra vez, especialmente en los
días cuando había sido particularmente un imbécil. La forma en que la hizo
sentir mientras caminó hacia él en el vestíbulo de entrada era
indescriptible. No sólo la distrajo de la culpa que sentía por cómo le había
hablado a Charlie, sino que la hizo sentir... deseada. Si pudiera embotellar
esa necesidad caliente, intensa y exuberante en su intestino sería capaz de
hacer una fortuna con esto. Todas las mujeres en el mundo se sentirían
como la criatura más hermosa que jamás haya existido. Orgullosa de sí
misma por no ruborizarse bajo la mirada caliente de Jai, Ari se acercó
hasta pararse a unos cuantos centímetros de él. Estaba usando una
camiseta negra y vaqueros negros, el diamante diminuto en su oído
guiñando bajo la luz de la lámpara por encima de ellos. Su guardián se
veía y olía increíble y Ari tuvo un momento difícil evitando que su mano
llegara a acariciar su mandíbula fuerte; una mandíbula que estaba
apretada con una emoción sin nombre mientras él la miraba ferozmente.

Posesivamente.

Ari se estremeció.

—¿Estás lista? —preguntó Jai, su voz toda ronca mientras le entregaba el


documento de identidad falso.
Sintiendo una risa inesperada en la parte posterior de su garganta, Ari la
aclaró de inmediato. Así que él no iba a mencionar el vestido. Ella se
encogió de hombros internamente. No importaba. Charlie estaba en lo
correcto. Jai pensaba que era bonita, le había dicho eso una vez, pero eso
no significa nada. Él había estado con muchas chicas ¿cuántas? y no era
un chico de relaciones. De hecho, en realidad, él había jodido a una chica
para vengarse de su padre. Ari le frunció el ceño.

Él le frunció el ceño.

—¿Qué?

No queriendo que él supiera lo que había estado pensando, Ari se encogió


de hombros.

—Voy a llevar a la Srta. Maggie, espero que no te importe —El zumbido de


la presencia de la Srta. Maggie pulsó al lado de ella protectoramente. Era
agradable tener un poltergeist.

—Está bien. Protección extra, supongo.

Se quedaron en silencio en el automóvil. Era un elegante Mercedes SL


Roadster que pertenecía a Luca. Se los había dejado prestado ya que les
ayudaba a jugar su parte. Ari se estremeció mientras conducían hacia Los
Ángeles. Podrían haber utilizado el Peripatos pero a Jai le gustaba conducir
y pensaba que ambos disfrutarían el alejarse de la casa por un rato antes
de que comenzara su asignación.

Bueno, él estaba equivocado. Todavía estaban incómodos el uno con el


otro y no ayudó que el vestido de Ari no parara de subirse mientras ella se
sentaba en el coche deportivo a pesar de sus intentos por tirar hacia abajo
el dobladillo. Cuando Jai le lanzó una mirada a sus piernas y apretó sus
manos sobre el volante, Ari casi se muere por la fuerte tensión entre ellos.

Fue un alivio cuando llegaron al hotel donde se iban a reunir con Jennifer y
su equipo de seguridad.

Jai fue todo negocio cuando se reunió con el jefe de seguridad en el


ascensor. El tipo humano era tan alto como Jai pero aún más musculoso,
su grueso cuello desapareciendo bajo la enorme línea cuadrada de su
mandíbula. Sus ojos astutos pasaron por encima de Jai mientras él los
presentaba, y Ari tuvo que admitir que Jai era un espectáculo
impresionante. Sus ojos eran fríos y determinados y el aire en torno a él
zumbaba con eficiencia, su dudosa juventud desapareciendo bajo el peso
de su mirada inteligente. El jefe de seguridad les dio a ambos un breve
asentimiento mientras estrechaban manos.

—Soy Brian. Permítanme presentarle a la señorita Hadley y repasar el


protocolo para esta noche.

El ascensor en movimiento estaba en silencio con la tensión. Ari se


preguntó si sus nervios deshilachados estaban succionando todo el
oxígeno del aire. Empujando las ganas de aferrarse a la muñeca de Jai,
mientras se dirigían hacia el lujoso corredor del hotel, Ari trató de caminar
como si perteneciera a ese lugar. Dos hombres de pie fuera de la puerta
de la habitación del hotel asintieron con la cabeza a Brian mientras él
tocaba la puerta y esperaba que se le permitiera la entrada.

La suite del hotel estaba fuera de este maldito mundo. No como el


penthouse, pero cerca. Ari no sabía a dónde mirar, mirando los lujosos
sofás y una chimenea enorme, la gigante pantalla plana de TV clavada a
la pared, y por supuesto, la hilera de ventanas de piso a techo que daba a
la ciudad. Vaya.

—Srta. Hadley, estos son Ari y Jai, su seguridad para esta noche.

La mirada de Ari volvió de nuevo a Brian y a la pareja con la que estaba


de pie. ¡Santos Macarrones, es Jennifer Hadley! Riendo interiormente ante
lo absurdo que era encontrar el conocer a una persona famosa surrealista,
cuando ella había conocido al Sultán inmortal de todos los Jinn, Ari trató
de controlar su expresión, mientras extendió la mano para estrechar la
mano de Jennifer. La pequeña actriz rubia les sonrió ampliamente, su
famosa sonrisa con hoyuelos, tan amable y tan sorprendida.

Jennifer le dio un codazo a su novio y luego se echó a reír.

—Estos dos no parecen de seguridad. Se ven como estrellas de cine.

Ari se sonrojó ante el cumplido, y lanzó una mirada hacia Jai. Su expresión
no había cambiado. Ari hizo una mueca. Él era tan rígido cuando estaba
en un trabajo.
—Le aseguro, señorita Hadley, que está en buenas manos —dijo Jai, su voz
grave atravesando cortante en la habitación y todas las miradas se
dirigieron hacia él.

Los ojos de Jennifer se abrieron un poco.

—Es bueno saberlo.

Charlie finalizó la llamada y suspiró. Su madre aún estaba enojada con él


por irse con Ari. Al menos ella estaba respondiendo a sus llamadas. A pesar
de que la conversación no podría ser clasificada como tal, ya que la
mayoría de ella consistía en responder con gruñidos y murmullos. Tiró su
teléfono en la mesa de café, los ojos viendo la película proyectándose a
través de la pequeña sala de cine en casa. Era más divertido en silencio.
Gimiendo, Charlie se pasó la mano por el cabello y sintió la frustración
quemar cuando no sintió la masa habitual de mechones peludos. ¿Por qué
se lo cortó otra vez? ¿Por qué estaba aún aquí? Quedándose atrás.
Ignorado.

Estás aquí para aprender, se recordó. Y hasta el momento eso no iba muy
bien, pero incluso se volverían aún peor estos momentos si él seguía solo
justo ahora. Además... estaba Ari. Tenía que asegurarse de que ella estaba
bien. La imagen de ella en el vestido rojo le hizo gemir de nuevo. Estaba
fuera en esa cosa. Con Jai.

Por un momento sólo se quedó sentado tratando de pensar en nada,


excepto en Ari con su guardián.

Echó un vistazo alrededor de la habitación, sintiendo el eco del silencio del


timbre de la mansión dentro de este. Jai no había estado bromeando
cuando dijo que la gente se dispersó en cuanto llegó a casa.

Sorprendentemente, Charlie en realidad se sentía mal por el chico.


Sabiendo lo qué era ser ignorado por la gente que se suponía iba a cuidar
de ti, Charlie se estremecía en simpatía cada vez que alguien hablaba con
Jai, sin mirarlo, o lo llamaba 'muchacho'. Está bien, tal vez no sentía pena
por él por eso. El hombre insistía en llamarlo 'chico', después de todo.
—Toc, toc —dijo una voz familiar y Charlie se volvió para ver a Trey parado
en la puerta—. ¿Puedo entrar?

La voz burlona de Ari se disparó a través de su mente. Este chico tenía un


enamoramiento con él. Ah, ¿cómo actuaba en torno a él ahora? Trey era
un tipo divertido y a Charlie le gustaba a pesar de su estado como mejor
amigo de Jai, pero nunca había estado en torno a un chico que tuviera un
enamoramiento con él antes. ¿Cómo debería hablar? ¿Que no debería
hacer? ¿Debería hacer contacto visual, o eso era algún tipo de señal de
que estaba halagado por su atención? Mierda.

—Hola. Por supuesto —Asintió con la cabeza, tratando de actuar de


manera fría. Puedo hacer esto. Todavía es Trey.

—Ah —Trey asintió pensativo mientras tomaba asiento frente a él—. Ari te lo
dijo. Me lo imaginaba antes, pero no podía estar seguro, sin embargo, ese
cabeceo solo lo confirmó.

Fingiendo ignorancia, Charlie frunció el ceño.

—¿Me dijo qué?

Mirando hacia atrás a la puerta primero para asegurarse de que estaba


cerrada, Trey le lanzó una mirada burlona.

—Eso de que me gustan los chicos, así como las chicas.

—Oh, bien, sí eso. Lo que sea.

Trey soltó un bufido.

—Amigo, enfríate. Soy demasiado perezoso para intentar convertir a los


chicos. De todos modos, hubiera dicho que eras un hombre muerto.

Haciendo caso omiso de eso, Charlie consultó el reloj en la pared.

—Pensé que estabas en una misión esta noche.

—Sí, fue cancelada. Singer está enferma, lo cual es el código de 'sentirse


demasiada gorda para salir en público’ —Trey se encogió de hombros, su
expresión diciendo: ‘¿Qué puedes hacer?’— ¿Te importa si me quedo
aquí? Estoy de alguna manera esquivando a alguien.
—¿Un tipo? —soltó Charlie sin pensar. Hizo una mueca. Dios, estaba tan
fuera de onda en esto.

El Ginnaye sólo le sonrió, sin embargo.

—Sí, un tipo. En serio, hombre, puedo irme si te sientes incómodo.

Sintiéndose culpable al instante, Charlie le hizo un gesto con la mano.

—No, no hagas eso.

—Genial. También... ¿puedes mantener lo que Ari te dijo para ti mismo?


¿Acerca de mí?

—¿La gente no lo sabe?

Una amargura que Charlie no hubiera esperado capaz en Trey entró en su


voz cuando respondió:

—Mi padre en particular. Es un fanático.

—Cristo —dijo en voz baja Charlie—. Eso debe apestar.

—Un poco, sí. La tribu no lo sabe. Sólo Jai, hasta donde tengo
conocimiento.

—¿Cómo puedes vivir así?

Trey enarcó una ceja.

—¿Les has dicho a tus padres que negociaste una vida normal para ser un
Sorcerer con el fin de vengarte del Jinn que mató a tu hermano?

Charlie se quedó mirándolo un momento.

—Bueno... no. Pero ese es el tipo de cosa que podría hacerme encerrar en
un hospital psiquiátrico. El tuyo no.

Trey no respondió, sus rasgos convertidos en piedra.

Sin saber que había dicho o hecho que fuera lo suficientemente fuerte
para convertir a un hombre tolerante como Trey en Terminator, Charlie hizo
lo que cualquier hombre haría... cambió el tema.
—Entonces, Ari está fuera con Jai —Usando un vestido ridículo. En un club.

—Él cuidará bien de ella.

—Sí, eso es lo que me temo.

Viendo a Charlie pensativo, Trey observó:

—Pareces un buen tipo. En mal estado, confundido, pero un buen tipo.

—Está bien. Gracias, supongo.

—Jai es un buen tipo.

Charlie gruñó.

—Si tú lo dices.

—Lo es. No es perfecto, pero es fuerte y honorable y ha salido bien


teniendo en cuenta por lo que ha pasado. Jai lo ha pasado muy mal,
Charlie. Tal vez si tú lo entendieras mejor... —Trey dejó escapar un suspiro
enorme, como si hubiera llegado a algún tipo de decisión—. Le he tenido
que sacar a sus hermanos de encima antes de que lo mataran,
escondiéndome con él cuando su madrastra estaba de mal humor y
buscándolo para descargarse.

—Una vez, cuando teníamos trece años toda la tribu estaba celebrando el
cumpleaños de Tarik y Jai cayó accidentalmente sobre el pastel. Fue un
accidente. Lo sé porque yo lo empujé hacia ésta —sonrió con descaro,
pero había algo encantado en sus ojos que hizo a Charlie cuidadoso—.
Nicki estaba furiosa y empezó a golpearlo en frente de todo el mundo y él
simplemente lo aguantó. Luca intervino para pararla, diciéndole que ella
estaba haciendo una escena, pero vi su cara... estaba molesto por Jai
aunque nunca lo admitiría. Y luego, Nicki hizo lo peor que podría haber
hecho. Delante de todos se quitó el cinturón y le dijo a Luca que lo dejaría
si golpeaba a Jai para probar que la amaba más.

Los ojos de Trey estaban vidriosos con los recuerdos.

—Todo el mundo sabía sobre la madre de Jai. Lo que le había hecho a la


relación de Luca y Nicki, lo que le había hecho a Luca.
—Todo la vida de Jai Luca ha estado demostrando que fue hecho en
contra de su voluntad y que no tiene ningún afecto por Jai, el producto
de… violación, básicamente. Y aunque creo que le hizo sentir mal lo que
hizo, maltrató a Jai con ese cinturón. Tal vez le importa, ¿verdad? Pero no
es suficiente —Trey se movió ahora, tragando saliva—. Traté de pararlos,
conseguí una paliza por mis inconvenientes —señaló una cicatriz blanca en
su ceja—. Mi padre me sacó y me dio una paliza cuando llegamos a casa
—Trey torció la boca con incredulidad y cuando por fin habló de nuevo su
voz estaba llena de absoluta lealtad por su amigo—. Jai lo averiguó y se
coló aún magullado y maltratado como el infierno, todo para asegurarme
de que yo estaba bien. Ese es el tipo de persona que es.

—Te sientes culpable.

—Por supuesto que sí, yo lo empuje hacia el pastel —Trey intento reírse pero
Charlie lo sintió inquieto. Jai había tenido una infancia horrible y abusiva.
Ese es el por qué parecía tan frío y desinteresado todo el tiempo… porque
lo era.

—Le hará daño —dijo Charlie, seguro de que decía la verdad—. No puede
darle lo que ella necesita.

Sabiendo exactamente a lo que se refería Trey lo miro con una cantidad


desconcertante de percepción.

—¿Y crees que tú puedes?

—Puede ser. Quizás un día. Cuando ella esté lista.

—¿Y si ya arruinaste tu oportunidad, chico Sorcerer?

—No me voy a dar por vencido. Y Jai… sólo la usará y luego la dejará.

Trey sacudió su cabeza y se estiro por el control remoto para poner en


silencio la película.

—No lo conoces. Y él necesita alguien como Ari. Y ella necesita alguien


como él.

—¿Alguien como él? Es un frío bastardo.

Trey le lanzo una afilada mirada.


—No lo conoces. Y sí, Ari necesita alguien como él. Alguien que la pondrá
primero. Alguien que la amará… lo suficiente.

Charlie le lanzo en respuesta la misma mirada que él con exasperación.

—Él está poniendo su trabajo primero. No a Ari.

—Sí, ahora. Pero entrará en razón. Mi chico siempre lo hace.

—Bueno, lo hará muy tarde —Se quejó Charlie, su estómago torciéndose


ante el pensamiento de perder a Ari por el Jinn.

—Lo sé —Trey estuvo de acuerdo con una arrogante sonrisa—. ¿Viste la


manera en que me estaba mirando hoy? Si Jai no se mueve rápido me
estaré casando para el verano. Ari y yo tendremos hermosos bebés.

Charlie lo golpeó fuerte en el hombro.

—Jódete.

Trey se río y Charlie estaba agradecido de que el chico se contuvo lo


suficiente para no comentar acerca de su pobre elección de palabras.
Ellos se sentaron otra vez en la silla y Trey se reía entre dientes por la
comedia mientras Charlie contemplaba lo que le había dicho. Él y Ari se
habían tropezado en un mundo bastante jodido aquí en L.A, posiblemente
aún más jodido que aquel que habían dejado atrás. ¿Ésta era su vida de
ahora en adelante? ¿Oscuros pasados y secretos ocultos detrás de
confiadas sonrisas y magia? ¿Debería de tomar a Ari para huir con él
mientras podía? Pensamientos de la sesión de entrenamiento ese día
llegaron a su mente y flexiono su mano, mirando hacia abajo donde se
enfocó en la magia defensiva que venía fácil a él ahora. Cuando corría a
través de él se sentía más vivo de lo que alguna vez se había sentido.
Sentía el placer y la fuerza vibrar a través de todo su ser y se sentía inmortal,
poderoso e invencible. Se sentía sediento, necesitado, hambriento por
más. Imagina lo que podía hacer una vez que supiera como canalizar
magia a través de los talismanes. Imaginar cómo podría cazar al pedazo
de mierda que había matado a Mikey y despellejarlo.

…Ari necesita alguien como él. Alguien que la ponga primero. Alguien que
la ame… lo suficiente.
Charlie gruñó internamente. Él podría ser ese alguien. Tan pronto como
obtuviera su venganza él podría ser ese alguien para Ari y de alguna
manera mantenerla fuera del peligro en el que estaba. De alguna manera.

Después.

Fueron en autos separados. Ari y Jai en el Mercedes y Jennifer con Brian y


su equipo de seguridad. Tan pronto como llegaron al club Ari y Jai estaban
pegados a Jenn, como prefiere ser llamada, y Chris con absoluta vigilancia
y compostura. Ellos se introdujeron en la multitud como si fueran nada más
que sus amigos, dándole a Jenn y a Chris al menos lo que parecía libertad.

—¿Estás lista? —preguntó Jai de repente a Ari mientras la guiaba al Club.


Una multitud de personas alineadas afuera, paparazzi lanzando fotos a
cualquiera que fuera al menos un poco famoso.

Aplastando sus pequeñas manos por la ansiedad que aleteaba alrededor


de su estómago y apretando su tráquea en una buena medida, Ari asintió
silenciosamente esperando a que Jai saliera y le abriera su puerta. Mientras
lo hacía, se agachó a su lado para ayudarla a salir y le dio la más
pequeña de las sonrisas tranquilizadoras. Relajándose, Ari le devolvió la
sonrisa y ellos dejaron las llaves al chico del parqueadero. La SUV les
estaba esperando, esperando al chico del parqueadero, así que Ari y Jai
se acercaron esperando a que Jenn y Chris salieran. Ari miró a la blusa
plateada de Jenn y pantalones de corte bajo con envidia, sintiéndose
vulnerable en su pequeño vestido. Debió ir con pantalones.

Jenn le sonrió extensamente como si hubiera leído su mente.

—Luces encantadora.

Encantada por ella y su acento inglés, Ari le devolvió la sonrisa.

—Gracias. Tú también.

Sorprendiendo a Ari por ir del brazo con ella, Jenn lideró el camino con
Chris al otro lado y Jai guardando sus espaldas. El enorme portero sonrió y
presionó el intercomunicador en su oreja.
—La Srta. Hadley ha llegado.

La cuerda roja de terciopelo fue levantada y entraron, los flashes de las


cámaras y personas gritando el nombre de Jennifer momentáneamente
desorientaron a Ari.

¿Y qué pasa con los fotógrafos? ¿Mi foto? ¿Eso no debería salir cierto? Dali
sabría dónde estoy. ¿Por qué no había pensado en eso?

Claramente Jai lo había hecho. Su voz segura hizo eco en su cabeza en


respuesta. No te preocupes. Estoy borrándolas mientras hablamos.

Ari disparo una mirada hacia él sobre su hombro y sintió el zumbido de


energía alrededor mientras usaba su magia. El frunció el ceño hacia ella y
Ari se estremeció por dentro. Jai había tenido razón… no debió venir; sólo
le dio trabajo extra. Repentinamente se le ocurrió que quizás era sólo la
manera de Luca de agregar más responsabilidad a Jai. No quería que su
hijo fracasara, ¿cierto? No, ella no lo creía. Ari reconoció que era más
llevar a Jai a sus límites. Confundida y molesta con ella misma por aceptar
ésta tarea, Ari estaba feliz cuando finalmente lograron entrar a la luz tenue
del club. Fueron instantáneamente recibidos por una mujer alta y astuta en
un traje de negocios. Ari notó la mirada de halcón de Jai mientras miraban
sobre la mujer.

—Srta. Hadley —Tuvo que gritar un poco por encima de la música—.


Tenemos un área privada acordonada para usted y sus invitados. Enviaré
un camarero a tomar su orden.

Wow, Ari arqueó una ceja mientras pasaban a través de la multitud,


observando los rostros familiares de los ricos y famosos. Jennifer debió
haber pagado una fortuna por una sección V.I.P en un club V.I.P. Tratando
de no disfrutar el pulso palpitante de Rihanna golpeando alrededor del
club con sus altamente valuados techos y sus ventanas de vidrio con falso
tintado, Ari miraba subrepticiamente a todos a su alrededor mientras
avanzaban entre la multitud. Fueron conducidos un par de pasos al área
de los asientos lujosos y curvados donde pesadas cortinas de Damasco
colgaban bajo la parte trasera del sofá. Una hermosa barandilla de hierro
decadente los separaba de la pista de baile pero seguía permitiéndoles
ver todo lo que pasaba. Educadamente permitió a Jenn y Chris entrar en
el área primero, Ari se quedó con Jai y casi saltó ante el toque de su mano
sobre su espalda baja mientras él la presionaba gentilmente hacia delante.

Una vez sentados, un mesero apareció ante ellos.

—¿Qué puedo traerles?

—Tomaré un Glenlivet8 y un ginger ale9 —Jennifer le sonrió y Ari se preguntó


qué infiernos era eso.

—Lo mismo para mí —agregó Chris.

Jai se dejó caer hacia atrás, aparentando tranquilidad e indiferencia ante


el observador casual mientras su brazo se posaba encima del asiento de
Ari.

—Agua para nosotros.

Si el camarero pensó que era raro no dijo nada. Se apresuró a irse y


Jennifer inmediatamente se giró hacia Ari y Jai, acurrucándose
nuevamente al lado de Chris con una mirada cálida en sus ojos azules.

—Entonces, ¿cómo entraron ustedes dos en el negocio de la seguridad?


Parecen muy jóvenes.

—Negocio familiar —replicó Jai, su tono cortante y en modo de negocios.


Ari no podía hacer nada excepto fruncirle el ceño.

—Oh —Las cejas de Jenn se fruncieron juntas con confusión—. ¿Ustedes


dos son hermanos?

—No —Ari sacudió su cabeza, apaleada ante la idea.

Jai le lanzó una mirada antes de girar de nuevo hacia Jenn con paciente
pero fresca educación.

—Nuestros padres son amigos y colegas —mintió.

—¿Hace cuánto que han sido oficiales de seguridad?

8 Glenlivet: Marca de Whisky escocés destilado.


9 Ginger Ale: Refresco de jengibre, sin alcohol.
—Bastante.

—¿Te gusta?

—Sí, señora.

Ari se tuvo que frenar para no rodar los ojos mientras Jenn hacía algunas
preguntas más antes de eventualmente darse por vencida. Finalmente se
dio cuenta de que no iba a conseguir mucha conversación con Jai. Con
un encogimiento de hombros, Jenn se giró de nuevo hacia Chris y ambos
empezaron a hablar tranquilamente.

Escaneando la habitación, Ari trató de aparentar que era en efecto una


oficial de seguridad de Bitar Security. ¿Qué debería estar mirando? Mierda.
¿Por qué no le había preguntado a Jai antes de irse? Espera. ¿Por qué Jai
no le había dicho? Por supuesto, Ari se puso rígida. No la quería aquí en
primer lugar y había preferido mantenerla en la ignorancia así que si
alguna cosa pasaba podría tratar con ello por su cuenta sin el temor de
tenerla en su camino.

Diez aburridos minutos después, Ari se preguntó si Jai pensaría que era rudo
preguntarle a Jenn si estaba trabajando en nuevas películas. Decidiendo
que no le haría daño, levantó la mirada hacia Jenn y se sonrojó
internamente, olvidando su pregunta. Jenn y Chris se estaban besando.
Pesadamente. Había manos por todas partes. Removiéndose
incómodamente pero alegre de no podía sentir el pulso del club con su
extraña temperatura Jinn, Ari lanzó una mirada rápida a Jai para ver si
había notado que sus clientes estaban masticándose el uno al otro. Su
corazón se detuvo mientras sus ojos chocaban con los de Jai. Había
estado mirándola y tenía su sonrisa conocedora en el rostro que ella quería
golpear de inmediato.

—¡Hola!

Sus cabezas giraron hacia la voz. Un chico alto que no lucía lo


suficientemente mayor como para estar en un club les sonrió a través de
las barras de la baranda. Miró a Ari, sus ojos brillando coquetamente. Ari
creyó que lucía vagamente familiar.
—¿Quieres bailar, preciosa? —preguntó gritando por encima de la música.
Un brazo pesado se puso alrededor de los brazos de Ari antes de que
pudiera responder y se sintió a sí misma atraída al pecho de Jai. Su
respiración falló.

—Lárgate —le gruñó al chico. Ari no sabía si el chico lo oyó o no pero


ciertamente entendió la intención. Le dio a Jai una mirada cautelosa y
desapareció entre la multitud en la pista de baile.

El brazo se deslizó de sus hombros y Ari se giró hacia Jai con los ojos
abiertos, su corazón desbocado ante su posesividad. Su guardián se
encogió de hombros ante ella.

—No podemos dejar nuestro puesto.

Ari contempló la idea de golpearlo mientras esa pequeña e irritable cosa


llamada anhelo se desinflaba instantáneamente. Hundiéndose un poco,
miró lejos de él sólo para captar los ojos de Jennifer. Jenn le dio una sonrisa
de simpatía, como si viera a través de ella. Ari le sonrió tristemente. Los
chicos apestaban.

—Sabes —dijo Jenn en voz alta, agarrando la mano de Chris—. Quiero


bailar —Se levantó y le sonrió a Jai—. Supongo que eso significa que
ustedes dos mejor nos acompañan.

Malditos todos los casamenteros en este mundo. Ari cerró sus ojos
brevemente, oyendo el reluctante suspiro de Jai junto a ella. Sintiendo la
brizna de su movimiento cuando se puso de pié también, Ari lentamente se
apoyó en sus pies, incapaz de encontrar su mirada. Esto era perfecto.
Simplemente perfecto.

Jai tomó su mano en la suya y antes de que pudiera reaccionar la estaba


colocando delante de Jenn y Chris, sus ojos constantemente mirando
detrás de él hacia sus clientes y luego alrededor de ellos para asegurarse
de que no había nadie molestándolos. Con su negro ceño fruncido limpió
un espacio en la pista para ellos y colocó a Ari cerca de Jenn y Chris. Ella
lo miró estúpidamente mientras sus manos caían ligeramente en su cintura.
Había como un cuerpo entero de espacio entre ellos. Era como si el reloj
hubiera retrocedido y tuviera todos los “piojos” encima otra vez. Ari chocó
sus manos fuertemente hacia abajo sobre sus hombros atrayendo su
mirada sorprendida. Se veían como si estuvieran en primer grado, por Dios
santo.

Una risita indiscreta captó sus oídos y Ari miró a Jenn quien escondía una
risa en el cuello de Chris. Cuando volvió a mirar a Jai, le estaba frunciendo
el ceño.

—¿Qué? —preguntó él.

Sintiéndose enfadada y frustrada e hirviendo todo en uno, Ari tiro de su


cabeza hacia abajo y llevó su boca a su oído.

—Baila conmigo apropiadamente o voy a patearte en las pelotas.

Relajándose ante el sonido de la risa ahogada de Jai, Ari se derritió contra


él mientras la atraía más cerca. Mucho más cerca. Sus brazos se
envolvieron alrededor de su cintura y ella descansó su cabeza contra su
hombro, sus manos alrededor de su cuello, sus dedos acariciando su nuca
por cuenta propia.

—Estamos aquí para trabajar —la voz de Jai retumbó en su oído y ella trató
de no temblar—. No bailar.

Podemos hacer ambos —insistió.

Yo mantendré un ojo en la feliz pareja —replicó Jai—. Tú vigila la multitud.

Sí, señor.

Resopló ante su insolencia, pero no la apartó.

Al principio… estaba bien. Ari vigilaba la multitud alrededor de ellos y Jai


vigilaba a Jenn y Chris. Pero mientras la música se hacía más lenta, sintió
que Jai inconscientemente la atraía más cerca hasta que sus cuerpos ya
no estuvieron sólo rozándose, sino que presionados apretadamente. Una
de sus manos se deslizó lentamente hacia abajo por su espalda para tomar
su cadera, su otra trazó círculos perezosos en su espalda baja. El aliento
escapó de Ari como si toda su conciencia se enfocara en Jai, la sensación
de su pecho bajo su cabeza, sus hombros fuertes bajo sus brazos, sus
poderosos brazos sosteniéndola cerca, la exótica y desconocida esencia
mezclada con madera de sándalo y el rico almizcle que era todo propio
de él. Si Ari giraba sólo ligeramente podría acariciar su nariz contra su
cuello. El calor construyéndose profundamente en ella mientras imágenes
de ellos juntos, besándose, tocándose… más… desbocándose alrededor
de su no sólo tan inocente mente, y como si oyera aquellos pensamientos
Jai se tensó contra ella, y la mano en su cadera la sujetó con fuerza. Su
pesada exhalación chocó contra su oído, sonando más como un gemido
de frustración que de enojo.

—¿Estás lista para otra bebida? —la voz de Jenn los apartó y se separaron
rápidamente como si pensaran que habían sido atrapados haciendo algo
que no deberían.

El corazón de Ari palpitó en su pecho mientras Jenn les sonreía


conocedoramente.

Vaya. Está bien, no había negado la química entre ellos.

—Agua —se las arregló para decir.

De regreso a la mesa la tensión no se fue. Sólo se volvió peor. Podía decir


por la mirada cerrada en el rostro de Jai que estaba enojado consigo
mismo y posiblemente con ella. Se suponía que estaban en el trabajo,
después de todo. Una masa de nervios, Ari tomó de golpe dos vasos de
agua antes de que se diera cuenta de cuán mala idea era. Después de
aguantar la necesidad de hacer pis hasta que estaba adolorida, Ari
finalmente suspiró para atraer la atención de Jai.

Necesito ir al baño.

Él frunció el ceño y miró alrededor de ellos antes de mirar de regreso a su


rostro. Viendo la incomodidad en sus ojos asintió desganadamente.

Se rápida. No me gusta la idea de que vagues sola.

Tengo a la Srta. Maggie —le aseguró.

Ari miró su rostro sonrojado en el espejo, contenta de tener el baño para


ella sola. Había bloqueado la puerta principal y probablemente oiría algún
toqueteo en ella en unos minutos, pero necesitaba sólo un momento a
solas para ordenar su ingenio. Sus ojos estaban brillando con excitación,
verde presionando al azul que presionaba al ámbar como si pelearan por
alguna clase de coloración exacta.

—Soy tan poco profesional —murmuró, piel de gallina explotando a lo


largo de sus brazos ante el recuerdo de bailar en los brazos de Jai—. Oh
Dios.

Flamas explotaron detrás de ella, enviando a Ari a un lado en el espejo


conmocionada.

Ácido quemó en la parte trasera de su garganta de miedo mientras su


padre, El Rey Blanco, salía del Peripatos. Parpadeó, no muy segura de sí
era real, que realmente estaba ahí detrás de ella y no su perversa
imaginación jugándole trucos. Sus implacables ojos encontrando los suyos
en el espejo y realmente golpeando en ella con la fuerza de una bala de
escopeta. No, no aquí. Respiraba, mirando rápidamente a la puerta
cerrada. La energía de la Srta. Maggie se deslizó fuera del cuarto y Ari
frunció el ceño. ¿El Ifrit la había dejado sola con él? La impresión resonó a
través de ella mientras calculaba si podía o no salir del cuarto antes de
que llegara a ella.

Y entonces el recuerdo de enterrar a Derek se disparó a través de su


espina dorsal como una flecha y Ari se giró para encarar al enorme Jinn
con la furia quemando en sus ojos.

—Tú, bastardo.

—En realidad, tengo un padre. Sólo que no me gusta mucho —Se dirigió
hacia ella, sus pantalones negros de cuero cosidos a mano abrazando sus
poderosas piernas. No llevaba nada en su torso excepto un torque 10 de oro
alrededor de su cuello y una larga y ondulante túnica de seda azul. Su
rostro era inexpresivo, sus ojos, abismos negros y profundos.

—Mira toda esa rabia. Me preguntaba si te importaba. No hubo respuesta


a mi mensaje.

10Torque: Collar rígido con forma de aro pero abierto en la parte anterior, hechos de
cuerdas de metal entrelazado.
Peleando con la horrible oscuridad en su pecho que gritaba por elevarse y
tomar el control, Ari apretó sus puños, negándose a retroceder mientras la
alcanzaba. El mató a su padre. Debía pagar. Su cuello se estiró hacia atrás
para mirarlo y peleó contra la urgencia de ordenarle ponerse de rodillas, la
amenaza del Rey Rojo zumbaba en su sangre agolpada en sus oídos
sordos. Ante el pensamiento de su tío, Ari sintió ansiedad. Había prometido
colocar un encantamiento de protección a su alrededor. ¿Cómo la había
encontrado el Rey Blanco? La pregunta enojada se derramó de sus labios
secos.

—Fácilmente. No había ningún encantamiento alrededor de ti que me


mantuviera lejos por unos días.

Más confusión. Más preocupación.

—Pero el Re… —Se cortó, no queriendo darle al Rey Blanco alguna


información, no importa cuán insignificante fuera.

Su padre inclinó su cabeza a un lado, su rostro aún pálidamente frío, sus


ojos terriblemente llanos.

—¿Creíste que mi hermano podría ayudarte? —Sacudió su cabeza—. No si


Azazil se lo prohibía a él también. E imagino que mi padre lo hizo.

—Eso no tiene sentido —¡Azazil quería mantenerla lejos del Rey Blanco!

El Rey Blanco se encogió de hombros.

—Al sultán no le gustaba la idea de que estuvieras en mis manos, pero


ciertamente le gusta la idea del aburrimiento mucho menos. Te diré esto
otra vez y quizás esta vez escucharás, hija. A mi padre le gusta estar
entretenido. Primero y ante todo.

No queriendo ser manipulada por él, Ari trató de lanzar sus palabras fuera.
Pero el Rey Rojo y Jai también habían dicho eso. No podía creerle a Azazil.
¿Eso significaba que realmente no podía confiar en su tío? Oyendo el
suspiro de disgusto de su padre, Ari miró hacia arriba en una furia
repentina, encendiendo chispas entre sus uñas mientras peleaba con su
instinto natural de vencerlo, de maltratarlo y herirlo para hacerle pagar por
lo que le había hecho. Nunca había cuidado de lo que había traído a la
vida. Todo era un juego para él. ¡Para todos ellos!
Estudiándola calmadamente, mirando el juego de emociones rebotando
alrededor de su rostro, el Rey Blanco asintió gentilmente mientras
comenzaba a rondar a su alrededor.

—Estoy impresionado con tu control. De que todavía no hayas tomado


represalias por la muerte de Derek es… bien… si soy honesto, es
problemático. Pero impresionante. Eres hija de tu padre.

Ari se estremeció ante la idea y se giró para mirarlo, su labio superior


curvado con disgusto absoluto ante la vista de su frío y apuesto rostro.

—¿Por qué no sólo haces lo que planeas hacer conmigo de una vez?

—Porque no me eres de utilidad si no vienes al Monte Qaf por tu voluntad.


Forzarte no ha dado sus frutos hasta el momento. Pero tengo el
presentimiento que no pasará mucho tiempo antes de que te des cuenta
de que soy el único que en serio te quiere, Ari. ¿Y no es eso lo que
necesitas? ¿Ser realmente querida?

—Cállate.

Inclinó de nuevo su cabeza, mirándola pensativamente.

—Incluso habría liberado a tu madre —respondió—, si vienes conmigo


liberaré a Sala y tendrás un pequeño y feliz reencuentro.

El corazón de Ari se estremeció ante la idea y más dolor se extendió en su


cuerpo.

—Ella no me quiere. Me abandonó.

—¿Quien dice que ella no habría vuelto por ti si no la hubiera atrapado en


esa botella?

No, Ari no escuches, se rogó a sí misma, odiando la débil e insignificante


voz en el interior que trataba de persuadirla de que encontrarse con Sala
la haría feliz, podría cambiar todo, podría darle a alguien que la amase.

—¡ARI! —gritó Jai del otro lado de la puerta sacándola de sus


pensamientos. Golpeó sin piedad la puerta y Ari sintió el brote de magia en
el aire acercándose desde su dirección al otro lado de la pared.
El Rey Blanco jadeó, atrayendo a sus ojos de nuevo hacia él.

—Ésa es mi señal de partida. Por ahora. Y recuerda Ari, soy un Rey


paciente. No espero que vengas conmigo de buena gana hoy o siquiera
la próxima semana. Pero si no vienes a mi pronto, jugaré el asunto a mi
manera. Repetiré la situación de Derek —Asintió, sus ojos muertos, sin vida
sin vínculo alguno con sus emociones podría estar o no poseído—. Quizá
ésta vez jugaré con el guardián Jinn que tenía su cuerpo tan fuertemente
presionado con el tuyo, fue una sorpresa que pudieras respirar en la pista
de baile.

Y con una pequeña sonrisa hacia el desenmascarado miedo en los ojos de


Ari, su padre entró de nuevo al Peripatos justo en el momento en el que la
puerta de baño se abría de golpe. Jai entró rápidamente, su rostro oscuro
con determinación y violencia. Se detuvo, viéndola sola, sus ojos brillantes
con el alivio de encontrarla en una pieza. Ella se sacudió desde la punta
de los dedos de sus pies hasta la última punta de su cabello mientras Jai los
aseguraba, cerrando fuertemente la puerta y poniéndole seguro antes de
apresurarse hasta ella.

—¿Estás bien? ¿Estuvo él aquí?

—Se ha ido. Estoy bien —Levantó sus manos con las palmas hacia arriba,
apaciguándolo. Él lucía como si estuviera a punto de saltar de su piel y
hacerla trizas sólo para tener algo que atacar violentamente—. ¿Cómo lo
supiste? No usé la telepatía.

Los ojos de Jai se entrecerraron como si estuviera buscando alguna lesión.

—Justo cuando sentí una advertencia en el rastro, la señorita Maggie me


habló telepáticamente. Me dijo que el Rey Blanco te tenía en el baño.

¿La señorita Maggie le habló? Ari abrió su boca para preguntar pero Jai la
tomó en sus brazos y la apretó con fuerza en un fiero abrazo, acallando
todo pensamiento. Estaba apretada contra él, sus brazos rodeándola con
fuerza, y Ari sintió a su corazón saltar en su pecho, sus músculos temblando
bajo ella. La calidez se esparció rápidamente a través de ella al darse
cuenta de cuán preocupado había estado.
—Estoy bien —le prometió suavemente, susurrando las palabras contra su
garganta—, sólo quería meterse con mi cabeza. No hice nada. No le
ordené nada. Fue difícil, pero no lo hice, créeme…

—Shhh —la calló, deslizando su boca contra su oreja—. Lo sé, estoy


orgulloso de ti.

Necesidad nuclear se disparó a través de su interior y Ari se alejó, su


respiración se aceleró. Sintió mucho en sus brazos. Lo miró fijamente y sus
ojos se abrieron más ante su expresión. Sus ojos verdes eran fuego líquido y
mientras su boca temblaba por la descarada lujuria en ellos, aquellas
piscinas verdes de metal fundido cayeron hasta sus labios. El tiempo quedó
suspendido entre ellos, como un puente de cuerda fina a punto de
romperse si alguno daba un irreversible paso hacia adelante.

Tratando de encontrar algo de equilibrio Ari intentó dar un paso hacia


atrás y las manos de Jai se tensaron en sus antebrazos.

—Jai…

Sus palabras fueron cortadas al él presionarse contra ella, su boca


apretando la suya profundamente, el beso más fuerte que Ari había
recibido jamás. Sintió sus piernas debilitarse y se sujetó a él para apoyarse.
La urgencia se hizo cargo, la cordura huyó, y todo lo que existía era la
boca y el cuerpo de Jai sosteniéndola y manteniéndola junta. El frío
tocador chocó contra sus muslos, y Jai la puso fácilmente sobre él, sin
nunca romper su desesperado beso. Se metió entre sus piernas para que
ella pudiera envolverlo con ellas, sus manos agarrando con fuerza sus
caderas y acercándola más. Sus gemidos, retumbaron por todo su cuerpo
con placer.

Ari pensó que nunca sentiría este tipo de calor de nuevo con su naturaleza
templada de Jinn. Pero su piel estaba en llamas mientras el beso de Jai se
suavizaba, su lengua burlándose de las suya para profundizar en un ya
abismal beso. Ella deslizó sus manos sobre su duro pecho, contemplando
rasgar sus botones mientras él dejaba que sus labios dieran devastadores
besos en su cuello. Sus grandes manos apretaron con fuerza sus caderas y
luego frotaron suavemente su espalda antes de que los escalofríos se
deslizaran por su espalda. Era como si él quisiera tocarla por todas partes,
toda al tiempo y Ari estaba feliz de permitírselo. Ari gimió en su oído
cuando él mordió suavemente su hombro desnudo y Jai gruñó ante el
sonido, su mano enredándose en su cabello mientras él tomaba su
cabeza, tirándola hacia atrás como si ella fuera una ofrenda. No había
razón en su expresión, sólo necesidad. Sus labios se estrellaron de nuevo
con los de ella y Ari se sostuvo con más fuerza, sus dedos apretándose en
sus hombros, sus piernas apretando sus caderas. Deseaba, necesitaba,
deseaba, no podía pensar, ella…

¡Crash!

Se separaron al oír el sonido de la puerta del baño siendo abierta, sus


respiraciones fuertes, sus pechos levantándose y cayendo paralelamente.
Sus ojos muy abiertos se encontraron con nadie, pero Ari sintió el gemido
de la presencia de la señorita Maggie.

—Es la señorita Maggie —susurró Ari con voz ronca.

Jai la miró nuevamente, sus ojos muy abiertos llenos de incredulidad. Él se


estremeció y Ari observó con el corazón oprimido, mientras el
arrepentimiento se deslizaba en su hermosa mirada verde. Jai gruñó,
deslizando una mano sobre su corto cabello.

—Eso no debió haber pasado…

Sintiéndose vulnerable, Ari bajó el dobladillo de su vestido donde éste se


había levantado un poco.

—¿Jai…?

—No —le gruñó, sus ojos brillando ahora con enojo—, nunca ocurrió.
Estaba preocupado por ti y yo simplemente… ¡mierda! —Golpeó con la
palma la pared de azulejos.

Insegura de cómo debería reaccionar, Ari se bajó del tocador con tanta
gracia como pudo. Se sintió estúpida, frustrada, y enojada.

Herida.

Sola.

Jai le dio una mirada y parpadeó ante su expresión.


—Ari lo siento —se disculpó roncamente—, lo último que necesitas es a un
tipo más viejo tratándote como mierda. Tú mereces más. Y yo no te puedo
ofrecer más.

Tragándose el nudo en su garganta, Ari se puso derecha. Se alisó el


cabello y puso una expresión vacía.

—Mejor volvemos a trabajar.

Después de una llamada a Luca de la cual Ari y Jai no estaban enterados,


Chris y Jenn fueron reunidos fuera del club por su equipo de seguridad
dejando a Ari y Jai sintiéndose avergonzados. La pareja había asumido
que ambos habían abandonado sus puestos para hacerlo en el baño y ya
que pudo haber parecido de tal forma, no había manera real de explicar
la verdad. Al final, Ari siguió a un Jai con expresión pétrea afuera y hacia el
auto, sus piernas atacadas por una brisa ártica que soplaba desde su
guardián. En el interior estaba hecha un desastre pero por fuera era fuerte
y determinada. Había terminado.

Los cuarenta minutos en el auto con Jai yendo habían estado bien.
Regresando. No mucho. Ari se movió incómodamente un millón de veces
lo cual sólo pareció irritar a Jai.

Sólo quería regresar a la mansión y así poder esconderse.

Conduciendo por la PCH la mente de Ari daba vueltas y vueltas mientras


observaba el océano. Sus pensamientos fueron abruptamente retirados
cuando Jai dejo salir un sonido desde la parte de atrás de su garganta. El
auto crujió y los ojos de Ari se abrieron mientras Ari giraba su cabeza para
mirar a su guardián. Con un ahogamiento, tos y chisporroteo de bilis, el
Mercedes giró para detenerse en la extraña y silenciosa autopista.

—¿Qué está pasando? —susurró ella, el temor llenándola. Era muy familiar.

Jai miró la carretera oscura, sus ojos entrecerrándose y su mandíbula


apretada.

—Entra en El Manto y sal del auto —ordenó.


Con el temor inmovilizándola le tomó un instante a Ari poder concentrarse.
¿Qué mierdas estaba viniendo por ella ahora? ¿Era el Rey Blanco? ¿Había
decidido atacarla a pesar de que había dicho que no lo haría?

—Ari —espetó Jai.

—Lo estoy haciendo, lo estoy haciendo —susurro y cerró sus ojos,


imaginando que todo su cuerpo era de luz y transparente. El aire a su
alrededor crujió por su magia.

—Sal del auto —dijo Jai y Ari se giró para ver que se había ido. Bueno,
también había entrado en El Manto. La puerta del conductor fue azotada
y Ari salió dando tumbos del auto, casi tropezando mientras se
acostumbraba a no ver sus piernas.

¿Ahora qué?

Mira enfrente tuyo.

Con los ojos ensanchándose, Ari observó mientras el grupo de humanos se


dirigía a la calle. La última vez eran hombres altos y larguiruchos, sus rostros
feroces y determinados. Esta vez tenían armas. Pistolas.

Bastardos.

Ari se estremeció, sintiéndose expuesta aun sabiendo que no podían verla.

¿Qué hacemos?

A pesar de todo lo que deseo darles una lección a estos idiotas, vamos a
pasarlos tan silenciosamente como sea posible hasta que estemos fuera
de su rango de visión. Luego entraremos en el Peripatos.

¿Por qué no podemos simplemente usar el Peripatos ahora?

Porque nuestras flamas nos delatarían y eso es más que suficiente para que
alguno de esos cobardes nos de un balazo.

De acuerdo, vamos entonces.

—¡Se han ido! —El chico más cercano al auto gritó sobre su hombro.
—Están en El Manto —Uno gritó en modo de respuesta, y el corazón de Ari
se hundió mientras sus ojos se ajustaban lo suficiente para ver lo que éste
arrastraba. Una niña.

Mierda. —Maldijo Jai, también viéndola.

El chico se detuvo en frente de las luces del auto, la niña presionada


contra su cuerpo, una navaja contra su cuello. Lucía de tan sólo quince o
dieciséis. Sus mejillas estaban blancas por el terror, y sus ojos anchos y rojos
por el llanto. Ari notó una lágrima en su falda y sintió su sangre hervir
debido a la ira. El horrible nudo en su pecho empezó a formarse,
alejándose de su corazón y cambiando en esa división que deseaba
causar daño.

—Creo que aparecerán cuando se enteren de que planeo matar a esta


niña sino lo hacen. Un guardián como Jai Bitar no sería capaz de alejarse
de un problema, ¿Cierto? —Sonrió engreídamente, sus ojos se deslizaron
por toda el área con la minuciosidad de un depredador.

—Todo lo que el maestro Dali quiere es a la chica, señor Bitar. Entréguela y


dejaremos ir a la pequeña.

Alguien suena como si hubiera visto demasiadas malas películas de


acción de Hollywood —Rió Ari nerviosamente, tratando de cubrir el hecho
de que estaba tanto furiosa como asustada de escuchar que Dali sabía
exactamente donde estaba.

Alguien es un hijo de puta engreído —siseó Jai en respuesta y Ari sintió su ira
llenando su cabeza. Un rayo de fuego ardió hacia el líder, y el cuerpo se
puso rígido, sus ojos en blanco mientras colapsaba en el piso con un
escalofriante ruido sordo.

El cuchillo resonó en el suelo mientras la niña gritaba, lágrimas cayendo por


sus mejillas mientras se estremecía en sus pantalones cortos y su blusa,
completamente confusa y aterrada.

Ari no estaba segura de entender lo que estaba pasando mientras el


fuego se movía con una velocidad que el ojo humano no podía igualar. En
treinta segundos cada hombre estaba inconsciente en el suelo, sus armas,
sin munición, dejadas al lado de cada cuerpo.
¿Jai?

No salgas de El Manto —le ordenó severamente.

¿Qué diablos acabas de hacer?

Krav Maga. Un poderoso golpe en la parte posterior del cuello de tu


oponente que puede dejarlo inconsciente.

Ari tragó saliva, incapaz de calcular cuán poderoso era Jai. Ella había
estado lista para luchar y él vino e hizo lucir a todos estos idiotas como…
bueno… idiotas. De repente se le ocurrió a Ari que si Jai no hubiera estado
incapacitado por el Harmal aquella primera vez, él habría sacado a esos
hombres con los que Charlie y ella habían trabajado tanto para derrotar.

Presumido.

¿La chica? —preguntó Ari, la preocupación alimentándola.

Ya le he pedido a mi padre ayuda por medio de la telepatía. Enviará un


equipo para limpiar esto. Tú y yo debemos salir de aquí.

¿No deberíamos esperar hasta que alguien la encuentre?

La chica se desplomó, cayendo en sus rodillas con miedo y desorientación


absoluta. El sonido de un auto dirigiéndose hacia ellos trajo pánico a la
cabeza de Ari.

Es Rik, el padre de Trey. Se encargará de esto. Vámonos. Camina hacia mí


para que quedes detrás de la niña. La última cosa que necesita es vernos
entrar en el Peripatos.

Ari hizo lo que se le dijo concentrando la poca energía que le quedaba


para viajar por el fuego hasta la mansión.
Capítulo 16
Un mensaje que nadie parece captar
Traducido por clau12345 y Jo (SOS)
Traducido por Akanet

D
ali pasó por encima de su propia reticencia. Tal vez debía haber
estado en Los Ángeles para supervisar el ataque. ¿Habría sido
mejor, o habría sido tomado por la chica y su vigilante? La
posibilidad de que no tuviera Harmal dentro de ella en ese momento
impidió que se les uniera. La idea de estar comandados por el Seal y tener
su voluntad secuestrada lo aterrorizaba tanto como lo excitaba la idea de
ejercer ese poder sobre los demás. El brebaje era finalmente lo
suficientemente fuerte.

—Maestro Dali, las chicas están empezando a entrar en razón de los


efectos de la Harmal —informó el Dr. Cremer mientras Dali salía del
ascensor en el piso del laboratorio. Echó un vistazo a las chicas atadas a
unas sillas de cuero que bien podrían pasar por sillas de dentista, con sus
ojos explorando las correas de cuero que las mantenían en su lugar.
Cuando las dejó la noche anterior para encontrar a Ari, no habían sido
necesarias las correas.

Dali frunció el ceño, ocultando el malestar que se removía en su estómago,


sus ojos se dirigieron a las dos chicas que quedaban. Con el fin de obtener
la mezcla correcta, Dali había secuestrado chicas Jinn que vivían entre
humanos, con características cercanas a las de Ari en cuanto a talla y
contextura. Dado que Ari era más fuerte que estas Jinn menores, dejó que
los científicos trabajaran hasta que el Harmal las paralizara. Lo que estaba
haciendo era peligroso por muchas razones. Una de ellas, no había
muchas Jinn viviendo entre humanos en los EE.UU., por lo menos no las
suficientes como para que la falta de ellas pasara desapercibida. Y dos...
eso le carcomía la conciencia. Seis de las chicas habían muerto,
quedando sólo dos. Dali se quedó mirando la textura cerosa de una de las
chicas y luchó por recordarse a sí mismo por qué hacía esto. Ari y todo el
poder que le podía ofrecer. Su sangre gritaba por la necesidad de ese
poder. Pestañeando, Dali dio la espalda a las chicas, el olor a
desinfectante le daba náuseas. Al parecer, las funciones corporales de las
chicas habían adquirido mente propia y los científicos habían tenido que
limpiar sus residuos y lavarlas, como si fueran cuidadores. Haciendo caso
omiso a la punzada de culpa, Dali miró la fría expresión del Dr. Cremer.

—Te dije que las inyectaras de inmediato con otra dosis.

—Pero han tenido tres... —El Dr. Cremer se mantuvo inmóvil, sus ojos se
volvieron negros con el miedo en su tormentosa mirada— ...Maestro.

Apretando los puños, Dali luchó por contener su frustración. Nunca había
eliminado a ninguno de sus trabajadores antes y estaba haciendo su
mayor esfuerzo por no hacerlo ahora.

—Ya te he dije que Ari necesitará estar continuamente bajo el Harmal.

—Maestro... —El Dr. Cremer frunció el ceño con tristeza—. Lo que usted
sugiere... podría no funcionar. La transfusión y el Harmal... ¿quién podría
decir que el poder de la muchacha no se diluiría con la transfusión?

—Nadie —estuvo de acuerdo con sus dudas—. Pero voy a intentarlo. Así
que ponga las chicas bajo el efecto otra vez.

—Sí, Maestro.

Felicitándose a sí mismo por conseguir otro día de visita al horrendo


laboratorio, Dali frotó un dedo sobre el talismán de esmeraldas que llevaba
alrededor de su cuello, canalizando el poder de la piedra del Monte Qaf
para que lo ayudara a entrar al Peripatos que lo llevaría arriba. Usar el
Peripatos era más rápido que usar el ascensor y también les recordaba a
sus trabajadores humanos cuán poderoso era. Debería haberla tomado
anoche, se espetó internamente una vez más. La espera lo estaba
matando. Todo habría sido mucho más fácil si ella no se hubiera escapado
a la tribu Ginnaye en Los Ángeles. Ahora estaba bien protegida, viviendo
en una mansión en Los Palisades, rodeada de muchos encantos. Era
magia defensiva natural, demasiado poderosa como para que Dali la
combatiera, a menos que él también usara magia defensiva en su contra,
lo cual, por supuesto, no podía hacer dado que su intención era ofensiva.
Pero anoche había dejado la mansión con sólo un Ginnaye vigilándola y
sin embargo sus humanos no habían sido capaces de eliminar a ese
guardián y secuestrar a Ari.

Aun así... lo intentaría de nuevo. Tenía que recurrir a los humanos para
llevarla a él. Era sólo cuestión de esperar y ver. Ah y evitar más de las
llamadas de su padre. Diablos, Dali esperaba que dejara la maldita
mansión pronto. Antes de que su ventana de oportunidad se cerrara para
siempre.

Trey se apoyó en el armario de la habitación de Ari, con los brazos


cruzados sobre su pecho, mirándola en silencio. Situada en el extremo de
la cama, con los ojos apagados por la falta de sueño, Ari se quedó
mirándolo.

Trey suspiró.

Ari bostezó.

Él cruzó los tobillos y golpeó un dedo contra su brazo.

Ari lanzó una mirada al reloj.

Trey se aclaró la garganta.

Ari echó un vistazo a sus sandalias. Habían quedado empapadas del


alcohol derramado cuando salían del club la noche anterior. Deseó
recordar vagamente algo de la noche anterior, pero desde que le tomaba
tanto tiempo quedarse dormida, se sentía como si hubiera sucedido
minutos antes. De hecho, el sueño estaba empezando a sentirse como un
fantasma, una sombra encantada que se apoderaba de ella cada vez
que se sentía con ganas. Y al parecer, era un fantasma tímido. Exhausta,
Ari esperó a Trey, su mente confundida con los eventos de... bueno... las
últimas semanas enteras. La noche anterior había sido horrible. Jennifer y
Chris se habían quejado con Luca sobre Jai y la desaparición de Ari en el
baño y Luca había tenido que renunciar a su pago. Después del ataque
en la carretera, Jai y Ari habían regresado con un Luca furioso que estuvo
sólo un poco aplacado cuando Jai le explicó sobre la aparición del Rey
Blanco y la trampa de Dali. Sin embargo, no había lucido del todo
convencido por la verdad de toda la historia, mirando la boca hinchada
de Ari con ojos sospechosos, conocedores. Su ira no disminuyó por el
hecho de que ahora tenía que trabajar en su historia para asegurarse de
que el incidente no manchara la excelente reputación de Bitar Security.

El sueño había evadido a Ari por horas mientras permanecía en su cama,


pensando en lo que Derek le había dicho, las acciones de Charlie, la
tozudez de Jai... y finalmente la promesa que se había hecho a sí misma
junto a la tumba de su padre.

Eso era todo. Se habían terminado los gemidos por hombres que no se
preocupaban lo suficiente. Esta vez, era de verdad.

Cuando el espectro fantasmal del sueño, finalmente irrumpió en la


habitación, Ari cayó en otro sueño inquieto, su mente volvió al sueño
original del hermano y hermana Jinn gigantes peleando entre ellos hasta
morir. ¿Por qué seguía teniendo sueños sobre ellos? ¿La mujer del sueño
era esta persona Lilif de la pintura en el piso de abajo?

—Eres buena en esto —se quejó Trey, trayendo la atención de Ari de vuelta
hacia él.

Ella le dedicó una sonrisa cansada. —Mi papá era un poco inmaduro.
Solíamos jugar mucho este juego.

—Ya veo —Él se encogió de hombros desde su posición curvándose


despacio sobre ella, su mano apoyada contra uno de los postes de la
cama—. Hablé con Jai.

Su corazón latió con fuerza un par de compases de advertencia contra sus


costillas como si dijera: “Detenlo. No quiero escuchar esto".

—Entendí que por eso fue que me despertaste a esta impía hora.

La sonrisa simpática del guardia la mató. No había posibilidad de sentirse


más vulnerable en ese momento. —Arí, él se siente muy mal.

—¿Esta es la parte en la que me dices que no renuncie a él? Porque es


demasiado tarde.
—No digas eso —se quejó de Trey—, voy a deberle dinero a Charlie.

La mandíbula de Ari cayó con indignación, chillando—: ¿Apostaste con


Charlie que Jai y yo terminaríamos juntos?

—Sí, él apostó en contra de eso.

Horrorizada, Ari negó con la cabeza. —No hay nada entre Jai y yo. Nada.
Nunca. Él es... un idiota. Igual que todos ustedes.

—Oye —Trey levantó las manos a la defensiva—, algunos de nosotros


somos fantásticos.

Demasiado enojada para sonreír, Ari frunció el ceño y miró hacia otro lado.

—Vamos —dijo Trey en voz baja, acomodándose a su lado—. Hay que ver
las cosas desde el punto de vista de Jai. Su vida no ha sido fácil. No
entiende lo que está sintiendo. —En silencio, Trey le tocó el hombro y su
expresión se suavizó cuando vio el dolor en sus ojos—. Todavía te están
pasando muchas cosas y necesitas confiar en él.

—A partir de ahora no confiaré en nadie más que en mí, Trey. Nadie. Me


meto en estas situaciones con mi corazón abierto completamente como
una idiota pidiendo que lo lastimen. Bueno, se acabó. Estoy cabreada de
ser la chica cuyo padre no la amaba lo suficiente, cuyo mejor amigo no la
ama lo suficiente... a quien Jai nunca amará lo suficiente para superar esta
mierda y ponerla tras de sí.

—Ni siquiera sabes lo que es una mierda. Tal vez si lo supieras…

—Él no me lo diría —Ari negó con la cabeza—. No soy lo suficientemente


importante como para que confíe en mí.

—Ari…

—¡No! —Ari se levantó girando a su alrededor, los ojos llameantes—. Me


siento como un trozo arrugado de papel que tiene algo muy importante
escrito en él. Pero nadie sabrá nunca lo que es porque lo único que ven es
algo que se ha desechado. ¡Ya no quiero sentirme de esa manera!
Anoche fue... bueno, una llamada de atención.
Estaba temblando mucho, por el dolor y la determinación, que supo que
Trey podía notarlo. Después de un momento de silencio, él se levantó y le
dio un comprensivo beso en la mejilla. Ella le dio una débil sonrisa y se
volteó en silencio, entregándose a sus pensamientos.

Ari había recién terminado de secar su cabello cuando hubo un golpe en


la puerta de su habitación. ¿Qué quiere Trey ahora? Rodó sus ojos mientras
tomaba el pomo de la puerta. Su corazón se congeló en el pecho por un
momento y luego se desplomó a su estómago con un horrible ‘oof’. —Jai
—dijo en voz baja, sorprendida de verlo de pie afuera de su puerta. Por
voluntad propia.

Viéndose tan incómodo como ella se sentía Jai apuntó hacia adentro. —
¿Puedo entrar?

Corriéndose a un lado como respuesta, Ari ignoró la forma en que su


estómago revoloteó cuando él la pasaba rozando. Odiaba cuan
consiente estaba de él. —¿Qué ocurre? —preguntó silenciosamente, su
aliento escapándose tan pronto cerró la puerta. La habitación se sintió
pequeña ahora que Jai estaba en ella.

Luciendo adorablemente inseguro, Jai se encogió de hombros. —Uh…


Pensé que tal vez deberíamos hablar después de todo.

Una profunda sospecha se adueñó de Ari e inmovilizó a su guardián contra


la pared con una mirada mortífera. —Trey te envió.

—No —Jai sacudió su cabeza rápidamente, mirando a cualquier lugar


menos a ella.

—Realmente quieres que use el Seal contra ti porque lo haré —mintió Ari,
de pie con los brazos en sus caderas a la defensiva.

Con la amenaza, el antiguo Jai se fundió de vuelta a su lugar y le dio una


mirada de advertencia. —Bien —chasqueó—. Trey me envió.

Ella apuntó la puerta. —Vete.

—No.
—No hay nada de qué hablar.

Recogiendo una fotografía de Derek que había puesto en el vestidor, Jai


pareció relajarse de nuevo como si hubiera recordado lo que estaba
haciendo aquí, lo que podría decir. Bajo la foto cuidadosamente y se giró
hacia ella. Sus intensos ojos la mantuvieron en su lugar, su corazón
martillando mientras esperaba que él dijera algo. Cualquier cosa. —Trey
me contó que ya no confías en mí.

Trey tiene una gran boca. Usando la fría serenidad como coraza, Ari paseo
a su lado para guardar su secador de cabello. —Confío en que harás tu
trabajo.

—Pero no confías en mí por completo, Ari, y no puedo tener eso.


Necesitamos confiar en nosotros para que esto funcione.

Suspirando cansada, Ari se dejó caer en un taburete y Jai lo tomó como un


permiso para que él se sentara también. Se sentó en el borde de la cama,
sus manos juntas entre sus rodillas. Estaba mirando sus pies como
intentando reunir sus pensamientos y Ari odiaba la manera en que las
mariposas comenzaban a matarse entre ellas en su estómago con la visión
de sus largas pestañas extendidas contra sus mejillas, la manera en que la
suave luz de la habitación proyectaba profundas sombras a través de sus
pómulos. ¿Podía un chico ser hermoso? Se mordió el labio para detener el
escape de un suspiro.

—No… charlo —Jai levantó la mirada hacia ella con pesar—. Sobrellevo las
cosas, sabes. La mierda pasa, yo lo supero. Pero mereces una explicación
por anoche. Y supongo que necesito que me entiendas un poco… para
que puedas confiar en mí.

Odiando verlo tan incómodo, Ari sacudió su cabeza. —Jai, no necesitas


hacer eso.

Con su expresión sincera, Jai sostuvo una mano en alto para silenciarla. —
Lo hago. Y lo haré… porque confío en ti.

Intentando que eso no calentara sus entrañas, Ari se recostó contra la


pared. —Bien.
Soltando el más grande suspiro que hubiera escuchado alguna vez, Jai
bajó su mirada. Podía confiar en ella pero esto era claramente todavía
duro para él. Sospechó que esto sería lo más largo que escucharía a Jai
hablar. —No necesito que un sicólogo me diga por qué soy de la forma
que soy. Fui… —Inhaló—, fui golpeado, maltratado, pateado,
abandonado, usado como juguete y pisoteado cuando niño.

Un corte de dolor se abrió dentro de ella por él. —Jai…

Él sacudió su cabeza. —No quiero lástima o compasión, Ari. Es mi pasado y


he llegado a un acuerdo con ello hace mucho tiempo. Sólo estoy
intentando… —Jai frunció el ceño—. Estoy tratando de construirte una
imagen, una historia, así tal vez puedas entenderme mejor. —Suspiró de
nuevo—. Nicki y David eran los peores. Pero podía soportar el abuso físico.
Las bofetadas, los cinturones, los puñetazos, las patadas. Menos mal nunca
magia. Era la cosa mala como Nicki forzando a Luca a golpearme para
probar que la amaba más a ella que a mí lo que de alguna forma se metía
en mi cabeza.

Una rabia que agitaba las entrañas se comenzaba a construir en Ari


mientras él hablaba, ese horrible nudo dentro de su pecho queriendo
separarlo de ella y tomar el control, cazar a Nicki y masticarla y escupirla
de vuelta.

—Casi todos siguieron el ejemplo de Nicki y Luca. No me malinterpretes,


habían algunos de mi tribu que claramente no estaban de acuerdo con mi
tratamiento, pero no hicieron nada para detenerlo. Había otros que
estaban asustados de mí, de mi herencia. Y había uno que intentó
protegerme tanto como podía.

—Trey.

Jai le dio una sonrisa forzada. —Podría matarlo por meter su nariz donde no
pertenece pero lo hace con buena intención. Él solo quiere… tú sabes…

Dios él era todo un chico. —Él quiere que seas feliz —terminó Ari por él.

Dándole un encogimiento de hombros de ‘lo que sea’, Jai continuó—: Lo


que estoy intentando decir es que nunca he tenido relaciones no
disfuncionales. Trey es la única persona en la que he confiado alguna vez.
La gente pensó que era un pedazo de basura por un largo tiempo pero
probé que estaban mal. Soy uno de los mejores guardianes en esta tribu y
todos ellos saben eso y tienen que respetarlo. Mi padre tiene que
respetarlo. Tener algo en lo que soy bueno, tener una buena reputación ha
llegado… a significar mucho para mí —admitió y finalmente la miró—. Ari,
no es que sólo no esté en lo de las relaciones, y créeme no lo estoy porque
se metería en el camino de mi trabajo demasiado, pero es también sobre ti
específicamente.

Sintiéndose enferma, Ari esperó.

Jai postergó el momento, gruñendo mientras se frotaba el rostro con sus


manos. Finalmente bajó sus manos para mirarla fijamente, como si
estuviera asegurándose de que estuviera realmente escuchando. —Nos
sentimos atraídos por el otro —admitió con voz ronca—. No hay punto en
mentir sobre eso. Pero te respeto demasiado como para meterme contigo.
Ari, eres inocente. Todavía eres una niña en tantas maneras.

Ari se sonrojó, alejando su mirada al recordar que él sabía sobre su estado


de virgen.

—No voy a poner en peligro mi reputación y arriesgarme a herirte por algo


que nunca podrá ser algo… más. No tengo en mí el dar más.

Lo había dicho antes pero ahora, de alguna manera, estaba más claro.
Para Ari se internalizó bien y realmente y sólo se fortaleció su resolución de
ser más independiente y de parar de perseguir hombres que no la querían
de la manera en que ella los quería. Palideció internamente,
preguntándose si todos ellos la veían como una desesperada y solitaria
niñita sólo intentando conectarse. No era de esa forma, pensó ella, el dolor
aplastando duramente su pecho. Estaba enamorada de Jai.

Y él no la amaba en respuesta.

Un susurro de calidez danzó alrededor de ella y Ari sintió la familiar


presencia de la Srta. Maggie. Había olvidado que estaba en la habitación.
La Ifrit había escuchado todo y estaba intentando consolarla. Ayudaba,
así fuera tan sólo un poco.
Ari se puso de pie y Jai inmediatamente se apuró a sus pies, sus ojos
precavidos, esperando una reacción.

—Gracias por decirme todo eso —soltó Ari—. Sabes, lo he dicho antes pero
realmente mereces más de lo que te han dado, Jai. Eres una persona
realmente buena.

—Y tú eres demasiado generosa pero gracias.

Luego de un momento de forzado silencio Jai se dirigió a la puerta. Se giró


para darle una pequeña sonrisa. —¿Estamos bien entonces?

—Sí —Por su todavía precavida mirada, Ari sintió una puñalada de


irritación. ¿Creía que seguiría suspirando por él luego de lo que dijo?—
Deja de preocuparte —le aseguró—. Tienes razón. En todo. Sí merezco más
y entiendo que tú no puedes darme eso. Fue sólo un encaprichamiento.
Ahora estoy superándolo.

Una extraña mirada cruzó el rostro de Jai antes de que pudiera detenerlo.
Él aplastó la mirada con una sonrisa forzada mientras salía de la habitación
y Ari inmediatamente sintió frío. Se abrazó, deseando que todo con el Rey
Blanco y Dali terminara para que pudiera huir tan lejos y tan rápido de
todos y todo lo más pronto posible. Necesitaba un nuevo comienzo.

Bueno, aún llevaría con ella a la Srta. Maggie.


Capítulo 17
“El dolor de cada padre arroja una sombra sobre un hijo
abatido”

- Silverchair

Traducido por otravaga


Corregido por ☽♏єl

A
ri observó a la Jinn en la pintura. Quien quiera que fuera el artista,
había capturado brillantemente la salvaje sensualidad de Lilif, y la
similitud entre ella y la mujer en el sueño de Ari era demasiado
extraordinaria para ser ignorada.

—Aterradoramente hermosa, ¿no es así? —Una profunda voz retumbó


detrás de Ari y ella se volteó rápidamente para ver a Luca aproximarse a
ella sigilosamente. Por primera vez Ari pudo ver a Jai en él. El andar
poderosamente elegante, como una pantera en la jungla, el rostro severo,
el aire de competencia que esgrimía como un arma. Sí… eran similares en
formas que ninguno de ellos deseaba reconocer.

—¿Perdón? —preguntó Ari, con la confusión arrugando su frente.

—Lilif —Luca hizo un movimiento con la cabeza hacia la pintura cuando se


detuvo a su lado. Era más ancho que Jai, su rostro más tosco, más
llamativo que apuesto. Sin embargo, tenía la misma habilidad para
abrumarla con su presencia como lo hacía Jai. Al menos ella confiaba en
Jai. En Luca… todavía no estaba segura.

—¿La primera de los Jinn súcubos?

—Y la madre de los Siete Reyes de los Jinn.

¿Qué? Los ojos de Ari se ensancharon. ¿La primera de los Jinn súcubos era
su abuela?
Luca resopló con diversión.

—¿Pensabas que los Reyes no tenían madre?

—Bueno… —Se sonrojó de vergüenza—. Pensaba que eran… que Azazil…

—¿Los dio a luz él mismo? —sonrió satisfechamente.

Sintiéndose estúpida, Ari se encogió de hombros.

—Sólo pensé que los creó a partir de estrellas o algo. ¿No es así como
suelen ir estas historias míticas?

—No ésta. Los Reyes fueron concebidos a la buena y antigua manera.

Considerando eso, Ari volvió a mirar fijamente la pintura.

—¿Qué le pasó a ella?

—Hay muchas leyendas acerca de la desaparición de Lilif —El rostro de


Luca se oscureció—. No me importa cuál es la verdadera, sólo me alegro
de que haya desaparecido. A un ser que podría crear algo tan malicioso
como los Jinn súcubos no le debería ser permitido vagar libremente.

La amargura de Luca era palpable, el sabor metálico de ésta era tan


pesado en el aire que Ari casi podía saborearlo. No sabía cómo responder
a eso. ¿Qué debería decir? ¿Qué podría decir? Una parte de ella
simpatizaba con él y la otra parte deploraba la forma en que trataba a Jai.

—Amo muchísimo a mi esposa —dijo repentinamente Luca, rompiendo el


helado silencio—. Siempre lo he hecho. Siempre la deseé a ella hasta que
la madre de Jai me…

—No lo hagas —Ari lo detuvo. No quería su sentimental historia. No después


de todo lo que Jai le había contado.

Luca le echó un vistazo, su expresión ilegible. Finalmente, pareció que


decidió ignorarla.

—Su nombre era Nuala. Ella había comenzado a acechar a un adinerado


Jinn, un empresario de Orange County, un hombre de familia. Él vino a mí
en busca de protección y Nuala decidió que yo representaba un reto
mayor. Sin importar cómo me sentí, cuán dispuesto ella podía volverlo a
uno bajo su violenta lujuria, fue una violación —su voz se endureció—.
¿Sabes lo difícil que es para un hombre admitir haber sido violado? ¿Un
hombre fuerte como yo?

—Tan difícil como lo es para una mujer fuerte —replicó Ari sin mala
intención.

Los labios de Luca se curvaron en las esquinas.

—Touché.

—Lamento lo que te pasó. Lo hago. Pero la forma en que tratas a Jai…


como permites que sea tratado… él merece algo mejor.

Observándola cuidadosamente, Luca suspiró.

—Estoy muy orgulloso del hombre en que se ha convertido Jai. Pero creo
que su estricta crianza lo hizo el hombre que es hoy.

Ari soltó una carcajada.

—¿Estricta crianza? ¿Por qué no llamarlo por lo que fue? Abuso. Puro y
simple.

Los ojos del padre de Jai se endurecieron.

—Mi padre fue un tirano y me prometí a mí mismo que no sería así con mis
propios hijos y no lo he sido. Y mira lo que me ha quedado. Hijos blandos y
perezosos, uno de los cuales es probable que sea arrestado por abuso
sexual si no tiene suerte. Pero no Jai —Luca sacudió la cabeza, sus ojos
brillando—. Mi padre tenía razón. Puede que Jai no haya recibido afecto y
mimos de niño, pero lo que recibió resultó ser mucho más valioso. Él es el
mejor guardián que tengo. Donde una vez fui compadecido de haber
tenido que cargar con él, ahora soy envidiado y respetado por haberlo
criado. La falta de afecto y la disciplina lo hizo un mejor hombre. Un mejor
hijo.

Ari se quedó boquiabierta, un poco estúpidamente ante él, incapaz de


creer lo que estaba escuchando. La furia se estrelló contra ella ante su
retorcido punto de vista. Otro padre egoísta y demasiado indiferente para
ver que sus propias necesidades y deseos le estaban costando su hijo. Una
feroz actitud protectora hacia Jai se apoderó de ella a pesar de todo. Si
no era nada más, él todavía seguía siendo su amigo.

—Egoísta hijo de puta —susurró Ari con voz ronca, disfrutando de la ira en
los ojos de Luca, alimentándose de ésta—. Él se volvió un buen hombre y
un brillante guardián a pesar de tus intentos por aplastarlo. Él es quien es a
pesar de tu patética necesidad de tranquilizar a una mujer amargada y
cruel como tu esposa. Quien él es no tiene nada que ver contigo, así que
no te atrevas a tomar el crédito por eso. —Ella estaba temblando por la
adrenalina de la confrontación, pero las palabras se habían sentido
correctas al derramarse de su boca. Esperando, con su cuerpo tenso para
la acción, Ari observó la cambiante expresión de Luca.

Para su sorpresa el enfado que sus palabras causaron derritió la tensión en


sus rasgos con bastante rapidez y fue remplazada por una severa
preocupación.

—No te conté todo esto para ser sermoneado, jovencita. Te lo conté


porque veo la forma en que ustedes dos se miran el uno al otro y te estoy
advirtiendo que si te preocupa mi hijo, lo dejarás malditamente en paz.

La cabeza de Ari retrocedió de golpe en sorpresa.

Luca asintió, ansioso por continuar.

—Si Jai cruza la línea contigo, una cliente, una Jinn de gran importancia, él
estará tan decepcionado de sí mismo, y yo también. Y ambos sabemos lo
mucho que no le gusta a Jai decepcionar a su padre —Sus ojos brillaban
con inmoralidad y Ari se dio cuenta de lo mucho que este hombre veía y
cuán manipulador era, usando lo que veía y torciéndolo para sus propios
propósitos—. No lo quiero involucrado contigo. No quiero a mi tribu
arrastrada a esta guerra y no quiero nuestra reputación hecha trizas. Si Jai
se atreve a tener cualquier tipo de relación contigo aparte de la de
guardián/cliente dañará su relación conmigo irreparablemente.
¿Entendido?

Ari dio un paso atrás, sin siquiera querer respirar el mismo aire que él.
—Lo entiendo perfectamente. Sabe, hasta esta mañana había estado
pensando que Jai no lo comprendía, que de alguna manera usted no era
tan malo como él pensaba. Pero ahora sé que no es así. Usted es
detestable. Es un hombre muy, muy egoísta. Pero se lo aseguro —Sostuvo
las palmas arriba en señal de rendición—. No hay nada pasando entre su
hijo y yo, y él nunca cruzará esa línea. —Sus ojos se llenaron con
inesperadas lágrimas—. Usted lo ha dañado demasiado.

Y con eso, giró sobre sus talones, con su anterior resolución de distanciarse
de Jai incluso más fuerte. Cuando fuera el momento adecuado, tenía que
creer que conocería a un chico que la amaría lo suficiente para ponerla
por delante de sus propios demonios. Charlie no era ese chico. Y Ari sabía
que Jai tampoco lo sería, jamás. Con su corazón rompiéndose un poco, Ari
pasó a través del intenso dolor que la golpeaba como fragmentos de un
rayo a través del pecho. Estaba tan harta de esto. Tan harta de ser
acorralada y perseguida de una forma u otra. Primero Jai, esta mañana.
Ahora su padre. Era hora de voltear el juego. Era hora de volverse la
cazadora.

—¡Ari!

Se dio la vuelta, viendo a Charlie trotar hacia ella desde la sala de


entrenamiento. Sus ojos estaban brillantes, sus pupilas enormes como si
acabara de drogarse. Un pánico momentáneo se precipitó a través de
ella ante la idea de Charlie drogándose de nuevo, pero entonces se dio
cuenta que era un efecto secundario de su uso de la magia. Su corazón se
desaceleró un poco.

—Hola.

—He estado buscándote por todos lados. ¿Luca te contó?

—¿Contarme qué? —ella frunció el ceño.

—Encontramos a los de El Gremio que están cazando a Dali. Volaremos


mañana a encontrarnos con ellos.

Sus músculos se tensaron y Ari sintió una tranquila seguridad inundándola


poco a poco.

Finalmente.
Capítulo 18
Un cuchillo en la Mano y El Amor en la Otra.

Traducido por Maru Belikov


Corregido por Deyanira

H
abiendo esperado en las habitaciones privadas de su padre,
habitaciones que habían sido transformadas de cámaras de
torturas a una más agradable sala de estar y dormitorio, el Rey Rojo
finalmente se encontraba de pie en la parte inferior de la tarima del Sultán
en la gran sala con espejo que se había creado para confundir e intimidar.
Descalzo y vestido con una toga que complacería a Azazil, el Rey Rojo dio
una ojeada a Asmodeus mientras él esperaba la respuesta de su padre.
Asmodeus se situó a un lado del trono de Azazil, más alto incluso que el Rey
Rojo, de unos impresionantes 2 metros. Su dura, tallada pero joven cara era
oscura, con disgusto, sus ojos negros mirando directamente. Siempre
vestido de un intacto negro, Asmodeus era el intimidante y oscuro
caballero de Azazil. Su teniente. Un príncipe en medio de los Jinn. Rojo se
preguntaba cómo Ari reaccionaria a Asmodeus si se conocieran, una
parte desconocida de él esperaba que nunca se conocieran. Ya era
bastante malo que estaba siendo zarandeada de aquí para allá entre
Azazil y el Rey Blanco. Azazil aún estaba decidiendo cuál sería un mejor
entretenimiento y el Rey Blanco no se desvió de su objetivo de atraerla
hacia él, para usar sus poderes en contra de su padre. Y ahora Blanco
había encontrado a Ari y le hizo una visita. Los puños de Rojo se cerraron
un poco antes de que pudiera detenerlos. Si algo le había pasado… él
debió colocar ese hechizo de protección alrededor de ella. Lo había
prometido. ¿Qué pensaba ella ahora? ¿Ya no confiaba en él?
¿Seguramente eso era algo que Azazil deseaba evitar?

El Sultán sonrío benevolentemente hacia él desde su lugar en el trono. Hoy,


su largo cabello blanco caía suelto sobre sus hombros y Rojo podía ver un
mechón oscuro, con escarlata. Era sangre. Azazil a veces rayaba su
cabello con la sangre de sus víctimas como una manera para intimidar a
sus Shaitans y a los demás.
—Relájate. No teniendo hijos propios, Rojo, no entiendes el lazo que tiene
un padre con su hijo. Aunque él odiaría pensar que sí, conozco a mi propio
hijo muy bien. Te dije que Blanco no haría nada imprudente después de lo
que le hizo al padre humano de Ari. Él aprende de sus errores. Estaba
impaciente, molesto y matar al humano no lo llevó a ningún lado. Ahora él
sólo está jugando juegos mentales con ella. Es tiempo de que hagamos lo
mismo. Tienes dos tareas por delante.

—¿Maestro?

—Primero debes convencer a Ari de que confíe en nosotros. Miente. Dile


que, por supuesto que colocamos protección alrededor de ella; que un
espía dentro de tu hogar le dijo a Blanco donde estaba Ari y Blanco le dijo
que no había protección para que desconfíe de nosotros.

Viendo la lógica en eso y creyendo que podría llevarlo a cabo, Rojo


asintió. —¿Y qué más, Padre?

—Bueno —Azazil se encogió de hombros y le disparó una mirada a


Asmodeus que todavía lucía como si se hubiera tragado un pollo entero—.
El Rey Blanco nos hizo un favor deshaciéndose de Derek. Ha guiado a Ari a
un increíble viaje de aislamiento. Él quiere que ella no tenga nadie a quien
recurrir excepto a él. Nosotros queremos que no tenga a nadie a quien
recurrir excepto a nosotros, así que concentrémonos en Charlie. Él todavía
es muy cercano a la chica para mi gusto. Envía a alguien disimuladamente
para que enseñe al chico a usar sus poderes. Mientras más los use, más
adicto se volverá y más determinado estará para alcanzar su venganza.
Hay una posibilidad de que esto lo arrastre y Ari se aleje por completo.
Tendremos que ver.

Rojo asintió, de acuerdo con eso. Ari se pondría furiosa con Charlie,
sabiendo que su venganza le costaría un juicio en la corte Jinn y lo más
probable, una sentencia de muerte. Pero Charlie no estaba listo para
rendirse y Rojo confiaba que la magia sería el combustible a su necesidad.

—Ahora, —Los ojos de Azazil brillaron fuertemente bajo la brillante luz de la


habitación—, ¿hay alguien más que podamos usar para hacer sentir a Ari
sola?
Una imagen de Jai y Ari vino a la mente de Rojo. Aunque los sentimientos
de Jai por Ari no eran tan claros, era claro para Rojo que Ari amaba a su
guardián. Jai podía ser una herramienta útil para manipular a Ari. Cerrando
su mirada, Rojo sacudió su cabeza. —No Maestro. Nadie más.

Un gruñido de Asmodeus distrajo a Azazil y ambos, hijo y padre se giraron


para mirar al teniente. Con una mueca desagradable en su rostro dio un
paso atrás, desapareciendo en el Peripatos.

Azazil miró de regreso a Rojo con un casual encogimiento de hombros. —


Esta de mal humor. He estado limpiando asperezas de ese mal humor
después de diez años.

No por primera vez, quizás incluso por millonésima vez, el Rey Rojo
descubrió que estaba curioso sobre Asmodeus. Era el más temperamental,
caprichoso Jinn, que Rojo jamás había conocido y eso era decir mucho
considerando quién era el padre de Rojo. Su padre. Rojo miró a Azazil,
miedo y amor, una extraña pero poderosa mezcla dentro de él. Rojo había
vivido mil vidas y le habían enseñado un importante hecho. Azazil era el
equilibrio de todas las cosas. Sus raíces se enredaron en lo profundo entre
los mundos y sus acciones se grabaron profundamente sobre ellos. Cuando
alguien tan poderoso como Asmodeus, y no muchos lo eran, creaba un
imprevisto, Azazil era el único que lo podía equilibrar, si así lo decidía. En su
mayor parte, Azazil intentó equilibrar los arrebatos violentos de Asmodeus y
las consecuencias de ellos. Entonces otras veces Azazil se le unía.
Meditando sobre su último arrebato de mal humor, el Rey Rojo se
preguntaba qué cosas terribles el teniente había estado haciendo y que
había hecho Azazil para arreglarlas. Ciertamente, los únicos otros Jinn
capaces de crear tal cambio de equilibrio eran Rojo y sus hermanos, e
incluso Blanco no haría cambios tan catastróficos en el equilibrio como lo
hacía Asmodeus. Rojo no estaba seguro de si eso era por un sentimiento
de querer ayudar al orden natural de las cosas, o si Blanco no hizo nada
muy grande que atrajera la atención de Azazil y le diera una idea a su
padre, de en qué asunto andaba su hijo rebelde.

El Rey Rojo resopló por dentro. Él sospechaba que su padre siempre lo


sabía. Todo.
Capítulo 19
Los sueños son más verdaderos que tú

Traducido por Miranda.


Corregido por Dai

A
pretujada entre Charlie y Jai, Ari tenía sus ojos cerrados,
concentrándose en la música de sus auriculares mientras esta se
envolvía alrededor de ella y le ofrecía una sensación de
separación. Su propio conocimiento de ambos chicos luchaba con su
indiferencia, pero trató de estar relajada, aparentando a ambos que
había renunciado a preocuparse por ellos. Toda su atención ahora estaba
en encontrar a Dali. Eso es todo lo que importaba. Estaba determinada a
que eso era todo lo que importaba. Sólo tenía que soportar la hora que
llevaba viajar desde Los Ángeles hasta Arizona donde el Gremio Roe, los
cazadores híbridos Jinn que siguen a Dali, estaba esperando por ellos.

Ari ignoró el revoltijo nervioso en su estómago. Todo se desprendió. No es


que no estuviera contenta de dejar a los Bitars atrás. Ellos no tenían la
mayor energía y realmente eran sólo un doloroso recordatorio de que Jai
preferiría aplacar a las personas que abusaron de él a darle una
oportunidad a alguien que auténticamente se preocupaba por él. Su
conciencia le sacó su lengua al guardián sentado a su izquierda. Jai tenía
una redentora calidad, sin embargo, y eso sería su mejor amigo. Había
estado sorprendentemente triste al decir adiós a Trey. Esperaba que se
vieran el uno al otro pronto. Él era una de las pocas personas con las que
Ari alguna vez se había sentido instantáneamente conectada y era muy
fácil hablar con él, incluso si sus últimas palabras habían sido que no se
rindiera con Jai. Bueno, muy tarde. Él hizo su elección y ahora Ari estaba
haciendo la suya.

La elección de herir a aquellos que la cazaron habría sido más fácil de


realizar si Ari creyera que podía contar con su tío. El Rey Rojo había
aparecido antes de que se hubieran ido y Ari no estaba muy segura de
qué hacer con él….
—¿No me estás hablando? —Su tío puso una cara que era cómica en su
propio tamaño gigante intimidante.

Ari entrecerró sus ojos hacia él.

—Dijiste que habías puesto un encantamiento de protección a mí


alrededor. Mentiste.

Rojo subió sus manos en defensa.

—Lo hice —insistió, sus ojos azules sinceros—. Siento que mi hermano fuera
capaz de encontrarte, Ari. De alguna manera, fue mi culpa. Tenía un espía
en mi casa, un Shaitan en el que confiaba. Él escuchó por casualidad una
conversación que tuve con Azazil y le dijo a Blanco dónde encontrarte.
Esto hizo al encantamiento inservible.

Estando de pie ahí, examinando su inocencia, Ari se dio cuenta de que no


sabía si confiaba en él. A lo mejor sólo era un excelente mentiroso. ¿Era lo
bastante bueno para fingir esa calidez en sus ojos cuando la miraba?
¿Cómo si le tuviera cariño? En el fondo, Ari sabía que confiara en él o no,
no confiaba en nadie más así que… lo haría por ahora.

—De acuerdo.

Él sonrió.

—¿Estamos bien?

Suspirando pesadamente, Ari asintió.

Volviéndose serio, el Rey Rojo volvió directo a los negocios.

—Ya he hablado con Jai. El Gremio Roe es famoso, tiene una buena
reputación. Un equipo del Gremio está siguiendo a Dali, lo han estado
haciendo por meses. Aparentemente él es un excelente ladrón de bancos
y tiene una pequeña pero creciente organización criminal, es por esto que
conseguía tan fácilmente humanos capaces de hacer su trabajo sucio. De
todas formas, Jai dice que Luca ha llamado con anticipación y el equipo
nos ha dado su dirección en Phoenix, donde ubicaron por última vez a
Dali. Como Luca, Nicki y Tarik, el Gremio ha estado jurando guardar el
secreto acerca de tu verdadera identidad. Saben la penalidad si rompen
ese voto.

Ari tragó, odiando ser la causa de semejante amenaza.

—¿Así que me encuentro con estos chicos y ellos me conducen a Dali?

—Son buenos encontrando mestizos, Ari, y una vez que les des nueva
información creen que lo encontrarán para ti.

—¿Nueva información?

—El Gremio Roe ignora que Dali ha cambiado su modo de operación


habitual. Antes, robaba bancos. Ahora, simplemente te tiene en el punto
de mira. Este brebaje de harmal del que Jai ha hablado… creo que esta es
la clave. Es la única forma de que un Jinn pudiera acercarse a ti sin que le
ordenaras que haga tu voluntad. Dali tuvo que haber experimentado con
el harmal con Jinn verdaderos. Cuando llegues a Arizona dile a los Roe
acerca del harmal, diles que revisen y vean si ha habido una serie de
desapariciones de Jinn recientemente. Si encuentras un patrón podría
guiarte a Dali.

Ari asintió, sintiéndose enferma ante el pensamiento.

—Eso tiene sentido. Se los diré. Gracias.

Rojo inclinó su cabeza ante la forma en que ella dudó sobre las “gracias”.
Sonrió tristemente.

—Puedes confiar en mí, lo sabes.

Ari le sonrió en respuesta.

—Llegaré allí —De alguna manera...

…con todo lo que había pasado en los últimos días, la mente de Ari cayó
en un sueño detrás de sus ojos cerrados. El avión desapareció, la sensación
del muslo de Charlie presionando contra el suyo en los estrechos límites del
avión desapareció y el exótico olor de Jai sentado tan cerca en su otro
lado se esfumó. Ari se encontró a sí misma de pie en lo que parecía ser una
larga caverna. El olor de metal húmedo y arena salada era abrumador y
completamente desorientador. Ari giró alrededor, sus ojos ajustándose a la
oscuridad de la caverna, su corazón latiendo fuertemente mientras
trataba de encontrar un rayo de luz que indicaría la salida. Agua lamiendo
algún sitio en la distancia, un siniestro susurro que estaba pronto
aumentando el ritmo del corazón de Ari. ¿Dónde estaba?

¿Dónde estoy?

El golpe del agua y un rugido de furia tenían a Ari girando alrededor de


nuevo y sus ojos entrecerrados a la visión de dos seres en llamas volando
hacia ella. Chocaron con un gruñido y las llamas parpadearon hacia
afuera y arriba en la caverna, emitiendo luz a todo su alrededor. Los ojos
atraparon la estela de cabello largo y oscuro en la arena, Ari corrió hacia
la familiar Jinn, quien yacía tendida en el suelo debajo de un enorme y
masculino Jinn. La boca llena y los ojos con sus extremos inclinados le
decían a Ari que era otra vez la mujer. ¿Lilif? ¿Pero el Jinn sujetándola…?
Intentándolo como podía, Ari no podía ver su cara. Vio sus fuertes brazos,
sus largas y poderosas manos enredadas alrededor del cuello de la mujer,
sus enormes muslos a horcajadas sobre las caderas de la mujer,
sujetándola al suelo. Pero cada vez que Ari intentaba distinguir sus rasgos,
ellos simplemente se volvían borrosos hasta que sus ojos ardían por la
tensión.

Tragando, Ari se tambaleó hacia atrás mientras el Jinn masculino emitía su


asombroso pulso de poder, como una bolsa de aire volando hacia atrás.
Mirando abajo al modo en que él flexionaba sus manos, Ari sintió al miedo
asfixiarla, inexplicable miedo por la mujer mientras sangre corría de sus ojos.

—Lo siento —le dijo suavemente el Jinn masculino—. Eres salvaje en tu


caos. Sería grandioso pero no lo es... incluso para mí. En cambio eres
catastrófica. No puedo permitirte existir como eres nunca más.

Ella lloriqueó debajo de él, sus ojos sangrantes suplicantes. Ari lo vió a él
sacudir su cabeza.

—No puedo matarte —Se inclinó hacia adelante y presionó un beso en su


frente—. Naciste para alterar el balance de las cosas, Lilif. Este es tu modo.
Pero dejado en tus manos, tu destino causaría tal cambio que incluso
Azazil, el amante de la destrucción, no puede permitir dejar tu destino en
tu control. Vivirás el destino a mi manera. —Subió un largo dedo para
acariciar su suave mejilla—. Perdóname.

Un chillido de incredulidad se escapó de Ari antes de que pudiera pararlo


mientras el Jinn removía sus manos de alrededor del cuello de Lilif sólo para
hacer un agujero debajo de su pecho izquierdo con su puño sobrenatural.
Retiró la mano sangrante con un nauseabundo y fangoso tirón que hizo
que todo el cuerpo de Lilif colapsara débil y sin vida. Yaciendo en la palma
de la mano del Jinn masculino había una bola brillante de brasa, pulsando
con poder y promesa.

—Ari, despierta.

La brasa parecía pulsar hacia ella, golpeando su espalda, presionando en


su hombro.

—Ari.

Siguió llegando hacia ella.

—No.

—Ari. Despierta.

Sus ojos se abrieron, su respiración llegando en jadeos ahogados. Vio a un


extraño hombre mirando hacia abajo a ella con un ceño en su cara
mientras levantaba su mochila del porta-maletas sobre sus cabezas.
Parpadeando rápidamente, Ari se giró hacia Jai.

—¿Estamos aquí?

Su guardián le frunció el ceño, sus ojos pareciendo incluso más vívidos en la


luz tenue del avión.

—¿Estás bien?

—Sí —Se encogió de hombros ante su preocupación y se giró para decirle


a Charlie que la dejara salir. En cambio, su amigo simplemente se quedó
mirándola fijo—. ¿Qué?
—Estabas teniendo una pesadilla —dijo Charlie tranquilamente, sus ojos
oscuros brillando con preocupación y amor—. ¿Estás segura de que estás
bien?

—Fue un mal sueño, eso es todo.

—¿Quieres hablar acerca de ello? —Charlie dirigió una mirada a Jai y ella
se dio cuenta de que ellos formando equipo por ella. ¿Cuándo pasó esto?

—Sí, eso sería fantástico —Adoptó un aire despectivo, levantándose,


irritada por el sueño y la falta general de sueño acabando con su
paciencia—. Y después todos podemos comer helado juntos y turnarnos
para peinarnos.

Ante sonido de dos largos y dolorosos suspiros, Ari empujó a Charlie, sin
estar segura de que pudiera contenerse de golpear la cabeza de uno
contra la del otro.
Capítulo 20
Un rumor me dijo que no le gustas
Traducido por LizC y Miranda.
Corregido por ☽♏єl

L
a casa en Scottsdale era enorme. Habían pasado otras similares en el
opulento vecindario disperso, todas ellas construidas con piedra de
Arizona. La mayoría han sido cuidadosamente diseñadas para
integrarse en el entorno y sin embargo siguen ofreciendo una sensación de
espacio y de riqueza relajada, con sus arcos palaciegos, pilares y
columnas, piscinas de lujo como estanques y un suelo fresco en franjas
apedreado que va desde afuera hacia adentro. Los Roe estaban
alquilando este lugar mientras se encontraban en Arizona. Ya que había
quince de ellos, tendrían que alquilar algo que pudiera acomodar a todos.
Y darles cabida con estilo por lo visto.

—Es mejor que entremos antes de que nos confundan con bichos raros —
dijo Charlie desde el asiento trasero del auto de alquiler.

Jai gruñó.

—¿Nos confundan?

Charlie soltó un resoplido.

Ari arqueó una ceja. El resoplido de Charlie fue una clase de resoplido de
“riendo con” no uno “riendo de”. ¿Se estaban llevando bien Charlie y Jai?
Incómoda con los dos llevándose bien cuando ella no se la estaba
llevando bien con ninguno de ellos, Ari frunció el ceño.

—Traten de no hablarles de la Srta. Maggie. Creo que sólo los asustara el


saber que está ahí y que no pueden verla.

—Amén. ¿Por qué no pudieron mantenerme eso oculto a mí? —preguntó


Charlie en broma, sus intentos para iluminar su estado de ánimo eran
evidentes y molestos, ya que sólo la hacía sentir culpable.
En lugar de reconocer el comentario Jai asintió.

—De acuerdo. Mantendremos en secreto lo de la Srta. Maggie. Mientras


menos personas sepan que la tenemos como una protección extra, mejor.

Bueno, él ciertamente había cambiado de opinión acerca de su


poltergeist. Sin mirarlo, Ari le preguntó con un ligero fragmento antagónico
en sus palabras.

—¿Cómo es que nunca me dijiste que hablabas con la Srta. Maggie a


través de la telepatía?

—Nunca surgió el tema.

—¿Y bien?

—Y bien, ¿qué? —Jai frunció el ceño, la impaciencia devorando en su


tono. Es evidente que su mal humor empezaba a hacer efecto en él.

—¿Cómo suena?

—Como una mujer.

Ari le lanzó una mirada de irritación.

—Sabes que eres tan elocuente y articular que realmente me haces sentir
intelectualmente inadecuada, Jai.

Charlie volvió a resoplar.

Jai los ignoró a los dos y salió del auto haciendo a Ari sentirse como una
niña de doce años. El hecho de que estuviera actuando como una no se
le había escapado, y sólo la hacía sentirse peor.

Incluso Charlie frotando su hombro a modo tranquilizador y diciendo:

—Pensé que fue gracioso.

No ayudó en nada. Con un exagerado suspiro se bajó del auto y se


adentró al espeso aire exterior.

—¿Por qué hace calor a donde quiera que vamos? —gruñó Charlie
mientras salía del auto, sacándose la camisa a cuadros que llevaba sobre
su camiseta roja con una Camioneta Silversuns—. Los envidio a ti y a tu raro
control de la temperatura como de lagarto en estos momentos. ¿Podemos
ir la próxima vez a algún lugar frío y húmedo?

Jai sacó las bolsas del maletero del auto, colgándose la de Ari por encima
del hombro. Le tiró a Charlie la suya mientras decía:

—Yo te envidio a ti y a tu falta de conciencia —arrojó una mirada aguda a


las facciones decaídas de Ari—, deja de hablar.

—¿Alguna vez pensaste que tu mutismo es la razón por la que ella está de
mal humor?

—Alguna vez pensaste que es porque eres un idiota que pidió un deseo.

—Alguna vez pensaste…

—¿Alguna vez pensaron en callarse? —replicó Ari, agarrando su mochila


de Jai y alejándose de ellos hasta la puerta principal. En realidad se alegró
de que los dos estuvieran disparándose el uno al otro de nuevo. Por lo
menos algunas de las cosas no cambiaban.

Antes de que Ari siquiera pudiera levantar una mano para llamar, una de
las puertas dobles se abrió de golpe y una linda chica con el pelo oscuro
corto estuvo de pie sonriéndole. Ella pasó sus ojos de color marrón oscuro
sobre Ari, cruzando los brazos sobre el pecho a medida que ladeaba la
cadera. La niña podría ser de la edad de Ari, o tal vez incluso un poco más
joven; era difícil de decir porque era bajita y linda. Como si supiera lo linda
que era y estuviera consternada por el adjetivo, la chica llevaba un grueso
delineador de ojos negro y un montón de máscara para hacer que sus ojos
se vieran enormes y dramáticos. Un pequeño pendiente de plata
perforaba su nariz y Ari pudo distinguir por lo menos seis perforaciones a lo
largo de su oreja izquierda cuando la brisa sopló su cabello suelto. La
camiseta deteriorada que llevaba era demasiado estrecha y los ajustados
jeans con una cadena atada a la correa con dibujos de calaveras y
huesos cruzados sólo gruñían: “llámame linda y muere.”

La chica levantó la mirada oscura de la plana camiseta gris y pantalones


colgados bajos de Ari. Uñas de color rosa asomaban de los dedos
expuestos de sus sandalias color verde brillante. La seca diversión en el
rostro de la niña cambió cuando sus ojos se encontraron.

—Vaya, echa un vistazo a esos ojos.

El comentario fue un doloroso recordatorio de su casa donde todo el


mundo estaba acostumbrado a los ojos de Ari que siempre cambiaban de
color. Cada vez que alguien había preguntado: “Conoces a esa tal chica
Ari Johnson, ¿cierto?” Iba seguido por un: “¿la muchacha de los ojos?”
Ahora tenía que empezar todo de nuevo y defender una característica
que no sabía cómo defender. Ella se encogió de hombros ante la chica.

—Es porque soy Jinn.

—Restriégale tu condición de pura sangre en el rostro a una chica cuya


sangre está tan diluida que es más de una quinta parte raza que un
mestizo, por qué no.

—¿Ah?

Los ojos de la chica se abrieron de par en par cuando se elevaron por


encima del hombro de Ari. A pesar de que se humedeció los labios a la
vista de los dos jóvenes acercándose a la casa, la chica se las arregló para
responder:

—Los Gremios. Somos como descendientes de los híbridos. Casi ninguno de


nosotros tiene un Jinn de pura sangre por padre. Excepto mi papá.
¿Quiénes son estos dos? —Ella inclinó la cabeza.

Ari no tenía necesidad de dar la vuelta. Era tan consciente de los dos
chicos de los que sentía su presencia a medida que se detuvieron detrás
de ella.

—Este es Jai —Balanceó la cabeza sobre su hombro izquierdo—. Y Charlie.


—Balanceó la cabeza sobre su hombro derecho—. Pero hoy puedes
llamarlos Tonto y Retonto.

Una risa gutural ronroneó desde la parte posterior de la garganta de la


chica y le envió una sonrisa agradecida a Ari mientras sostenía su pequeña
mano extendida. Cada dedo estaba cubierto de anillos, atados por las
muñecas con pulseras y collares, y llevaba tres piedras preciosas alrededor
de su cuello. A la chica le gusta su joyería.

—Soy Fallon Roe —Dio un paso atrás después de que Ari hubiera
estrechado su mano fría—. Adelante, Ari Johnson. —Ella asintió con la
cabeza a Charlie y Jai, a medida que la saludaban—. Adelante, Tonto y
Retonto.

El pasillo se sentía más como una sala solar, tres enormes arcos dirigían a
otras partes de la casa. Ante los sonidos de pasos que se acercaban desde
el pasillo de la izquierda Ari se puso delante de Jai y Charlie. Ya era hora
de que comenzara a tomar control de las situaciones. Después de todo,
esto era todo acerca de ella.

Largas piernas rodearon la esquina seguidas de una atractiva morena


adulta que podría estar entre los veintiocho y treinta y ocho años. A su
lado estaba un sujeto igual de alto, con ojos oscuros y el mismo mentón
puntiagudo de Fallon. Ésta hizo un gesto hacia ellos.

—Ari, esta es mi tía Megan y mi tío Gerard. Llevan a este equipo en la


cacería de Dali junto con Jacob, el veterano supervisor.

—Encantado de conocerte —murmuraron, pero Ari notó su


distanciamiento y desconfianza. Oh oh. Tenía un mal presentimiento sobre
esto.

Como si sintiera su inquietud, Megan le ofreció una pequeña sonrisa.

—El resto del equipo está reunido en la sala de estar principal. Vengan a
conocerlos.

Manteniendo cerca de Jai y Charlie, Ari siguió al trío a través de los pasillos
con aire acondicionado y vacíos pasillos que hablaban tanto de la
situación del edificio como del alquiler, hacia un espacio abierto enorme.
Un gran sofá esquinero ocupaba un extremo de la habitación y un sistema
de entretenimiento inmenso estaba colocado frente a él. En el otro
extremo estaba un enorme espacio destinado a una estufa de leña y la
chimenea. Estaba limpio por el desuso. Un gran comedor y sillas ocupaban
un espacio en la parte trasera del sofá y las butacas se asentaban en el
espacio enfrente del fuego. La pared del fondo estaba hecha
enteramente de vidrio y Ari podía ver un jardín trasero bellamente
ajardinado con una piscina justo en la parte de atrás, una cascada se
derramaba en ella desde las rocas que formaban una pared alrededor de
uno de los lados de la misma.

Esparcidos en el sofá y parados incómodos en muchos de los espacios


vacíos de la sala demasiado grande, estaban los miembros del equipo. Los
quince de ellos. Con el corazón acelerado, los ojos de Ari se apoderaron
de cada uno de ellos y comenzó a sentir nudos en su estómago, aquellos
pequeños gremlins malvados empezaron a tejer dentro de ella sólo para
torturarla. Las expresiones en los rostros de los cazadores oscilaron entre
sospecha, inquietud y recelo.

No están contentos de verme, le dijo Ari telepáticamente a Jai, tratando


de mantener los nervios fuera de su voz.

No están más que inseguros. Dales un minuto, la tranquilizó él y lo sintió dar


un paso más cerca de ella. Charlie siguió el ejemplo y Ari odió lo mucho
que sus presencias la aliviaban.

—Ari —Gerard llamó su atención—, deja que te presente. Chicos, esta es


Ari y... —le disparó una mirada inquisitiva a Charlie.

—Oh, soy Charlie —Asintió con frialdad a todos ellos. Señaló con el pulgar
en dirección de Jai—. Ese es Jai, el guardián de Ari.

—Jai —Gerard le tendió una mano respetuosa a él y Jai se la estrechó con


firmeza—. He oído hablar mucho de ti. Eres muy respetado entre tu gente.
Es un placer tenerte aquí.

En su mal estado de ánimo le tomó todo a Ari no sentir grosero que Jai
fuera recibido muy gratamente. Está bien, tal vez algunas groserías se
colaron.

—Muchachos, este es Jai —Gerard arrastró la mano por toda la


habitación—. Jai, Ari, Charlie, estos son los quince miembros de El Gremio
Roe de Nueva Jersey. Comenzando desde el extremo izquierdo del sofá,
está Jack Hollis. Luego Bryleigh y su esposo Scott Becke. Jacob Ballendine,
nuestro veterano y supervisor. Él es también el padre de Bryleigh. Junto a la
mesa del comedor está Susan Roe y su hermano Aidan: mis primos. Por ahí
está James Becke, hermano de Scott, y junto a él Ailidh Ballendine, la
hermana mayor de Bryleigh. Justo aquí está Anabeth Hollis y sus hermanos
gemelos Matt y Callum. También son primos menores de Jack. Y, por
último, de pie junto a mi esposa esta Brechin Ballendine, sobrino de Jacob.

¿Entendiste algo de eso? le preguntó Ari a Jai, completamente abrumada.

Sí, pero estoy entrenado para observar los detalles.

Sabelotodo.

Como si sintiera lo abrumada que estaba, Fallon se burló de ella.

—No hay una prueba ni nada. Si uno de nosotros te habla simplemente


pregunta educadamente: “¿Quién diablos eres tú otra vez?”

Ari le sonrió con gratitud. Fallon era la única que hasta ahora no se
comportaba como si acabaran de dejar entrar a un leproso en su
comunidad. El seco sentido del humor y la comodidad de la chica en
torno a Ari le hicieron sentirse más segura. Estas personas tenían miedo de
ella, de lo que era capaz. Bueno, no sabían nada sobre ella y la nueva Ari
estaba harta de personas tratando de intimidarla actuando de la manera
que quería que lo hiciera. Dio un paso adelante lejos de la seguridad de la
cercanía de Jai y Charlie y atrajo sus hombros hacia atrás, mirando al
grupo de personas con edades comprendidas entre finales de la
adolescencia y principios de los cincuenta. Detectando una cantidad muy
fuerte de energía de Gerard y el hombre mayor llamado Jacob, Ari dirigió
sus palabras hacia ellos.

—Necesito encontrar a Dali tan pronto como sea posible y he escuchado


que se han quedado sin pistas aquí en Phoenix. Eso es probablemente
porque ha cambiado su modo habitual de operación. Dali me quiere, no
el dinero. Y la única manera de que me tenga es que me incapacite.
Fuimos atacados por sus lacayos humanos —Ari tomó aliento, tomándose
su tiempo, proyectando control y calma—. Trataron de derribar a mi
guardián con una droga que contiene harmal aprovechado como un
paralítico. El Rey Rojo cree que Dali tuvo que experimentar en un
verdadero Jinn para perfeccionar esta droga y que muy probablemente
ha elegido a un Jinn viviendo entre humanos ya que ellos no son tan
fuertes, por lo tanto son más fácil de secuestrar. Creo que deberían
empezar por ahí. Ver si ha habido informes en los EE.UU últimamente, un
patrón, que podría llevarnos a él.

Los Roe la miraron fijamente por un momento demasiado largo,


pareciendo un poco aturdidos por su actitud de tomar las riendas.
Finalmente Jacob dio un paso adelante.

—Voy a revisar, ver lo que podemos encontrar.

—Gracias.

Él asintió con la cabeza educadamente hacia ella, la expresión de su


rostro curtido ahora en una guerra entre la cautela y la curiosidad.

—Fallon les mostrará sus habitaciones.

—Creo que debe haber algo en este traje que dice “Botones” —se quejó
Fallon a la ligera, pasando relajadamente más allá de su tía y señalándole
con el dedo a Ari y sus compañeros para que la siguieran.

Lo hiciste bien, le dijo Jai suavemente.

Me tienen miedo.

Van a entrar en razón.

No tan segura y sintiéndose más molesta de estar alrededor de dos


personas que la conocían tan bien como para saber lo molesto que
encuentra no agradarles a las personas antes de que la conocieran, Ari se
alegró de que Fallon dejara a Charlie y a Jai en la habitación que estarían
compartiendo con los gemelos y la llevó a una habitación más pequeña
justo en la parte posterior de la casa. La habitación era pequeña, pero
tenía una hermosa puerta de patio que conducía directamente a la
piscina.

—Vas a compartir conmigo —Fallon se derrumbó en una de las camas


gemelas—. Espero que no te importe.

—No, está bien. Es bueno —Mirando a las paredes pálidas y una sala
desnuda sin color, no era de extrañar que la colección de joyas y plata en
el tocador encalado llamara la atención de Ari—. Tienes una gran
cantidad de joyas.
Fallon rebotó fuera de la cama y se acercó a los collares y pulseras,
tocándolas amorosamente.

—Son talismanes. Los metales y piedras alimentan mi energía, mi magia.

—Oh. Eso tiene sentido.

Fallon le sonrió irónicamente mientras Ari arrojaba su bolsa sobre la otra


cama.

—No eres para nada lo que yo esperaba.

—¿Signo de interrogación? —Era algo que Rachel solía decir en el décimo


grado cuando ella no terminaba de entender algo. Ari no tenía idea de lo
que la obligó a decirlo. La nostalgia tal vez.

Riendo, Fallon sacudió su cabeza, los mechones de cabello oscuro volaron


alrededor de su cara ovalada.

—Cuando nos contaron acerca de ti, estábamos como vaya… así que no
importan los gatos asustadizos en la sala de estar. Pensé que serías como…
no sé… que tendrías un estilo extraño. Después tú y esos chicos giraron
pareciéndose al elenco de una serie de televisión de vampiros y mandaron
mis prejuicios al infierno.

—¿Tienes dieciocho, cierto?

—Sí.

—Yo también. ¿También el chico?

Ari frunció el ceño.

—¿Qué chico?

—El chico de las camisetas de Silversun. Es caliente. Quiero decir, también


lo está el otro chico, si te gustan los antisociales con reputación de
imbéciles y escandalosamente apuestos. Yo prefiero el caliente y
descuidado con el tatuaje.

Ante pensamiento de Fallon y Charlie enrollándose, el estómago de Ari se


apretó. No sabía si era sólo que su cuerpo estaba acostumbrado a
reaccionar de esa forma, o si una parte de ella estaba todavía celosa ante
el pensamiento de Charlie estando con otra chica. Seguramente no. Su
silencio continuado hizo que Fallon frunciera el ceño.

—¿Hay algo ahí? ¿Entre ustedes dos?

—Ya no más. No —Ari sacudió su cabeza y ante la mirada de incredulidad


de Fallon, se encogió de hombros débilmente—. Es complicado.

—¿Así que debería retroceder?

Si Ari le decía a la chica que retrocediera y eso traía de vuelta a Charlie, él


seguramente captaría el mensaje erróneo. No. Finalmente era tiempo de
dejarlo marchar.

—No. Charlie es libre de tener citas con quién él quiera. Simplemente está
yendo detrás de algo ahora mismo así que anda cuidadosamente.

—¿La cosa del Sorcerer?

Ari quedó boquiabierta.

—¿Te lo dijo el Rey Rojo?

Fallon se encogió de hombros.

—No es gran cosa. Sólo mantenemos un ojo en él. En verdad, cuando


piensas en eso, está en el mejor lugar en que puede estar. Aquí puede
aprender a controlar sus habilidades.

—No estoy segura de que esa fuera la idea —argumentó Ari, la


preocupación comiéndola a pesar de su promesa de no preocuparse por
lo que Charlie hiciera con su vida—. Es mejor si no usa mucho su magia.

—Bueno, tú eres la jefa, supongo, pero habría pensado que querrías que él
la controlara, no que ella lo controlara.

Sintiéndose molesta por ser cuestionada, Ari se volvió para mirar a la


tranquila piscina. Lucía muy atractiva.

—Está aprendiendo a controlar su magia defensiva. Eso debería ser


suficiente por ahora.
—Debería aprender cómo usar talismanes, Ari. La magia sobre alguien que
tiene sangre humana es una cosa poderosa. Puede ser una droga si no
aprendes a controlar los efectos psicológicos de tenerla en tu sistema.

—No entiendes para que la quiere. Si lo hicieras, estarías de acuerdo


conmigo.

—¿Quiere usar su magia?

Ari curvó el labio.

—Por supuesto. Pidió un deseo para conseguirla.

—Bueno, es chico grande para mí. Él puede tomar sus propias decisiones.

Volviendo su cabeza para mirar a Fallon sin inmutarse, Ari estaba


maravillada por su normalidad ante todo. Y entonces recordó que era
porque Fallon no conocía tanto a Charlie como para saber que tenía una
naturaleza adictiva. No lo conocía tanto como para preocuparse. Y no era
la forma en que Ari suponía que tenía que estar actuando ahora.

—¿Sabes qué? Tienes razón.

Fallon sonrió orgullosamente.

—Suficiente charla caliente. Vamos a comer.

—¿Ahora? —Esos gremlins nerviosos se sincronizaron tejiendo nudos en su


estómago. Simplemente había llegado ahí y ahora ya estaba esperando
sentarse a cenar con gente a la que, si activamente no le agradaba,
estaba asustada de ella.

—Relájate. No es como si fuéramos a comerte —Fallon salío de la


habitación y Ari no pudo hacer nada excepto seguirla. En lugar de
sentarse alrededor del comedor en la sala principal, Fallon llevó a Ari a la
cocina más grande que había visto. Nuevas unidades blancas, acero
inoxidable y suelo de baldosas de pizarra daban a la habitación una
apariencia ultra moderna, nueva, limpia, pero fría. Una isla en el medio de
la habitación estaba cubierta por verduras picadas, cubertería y una
sartén, y en el extremo lejano de la habitación había una enorme mesa de
cocina con bancos. Sentado alrededor de la mesa estaba el equipo
completo, incluyendo a Jai y Charlie. Jai estaba hablando con una chica
guapa de aproximadamente la edad de Ari, quien estaba sonriendo tan
extensamente que le recordó a Ari al gato de Chesire. Reía de algo que él
dijo y Jai sonrió orgullosamente. Ari miró el pelo rojo de la chica y decidió
ocasionalmente, que no se preocuparía más por pelirrojas.

—Oye —Charlie le sonrió afectuosamente cuando alcanzó la mesa con


Fallon. Fallon cogió el sitio vacío a su izquierda así que Ari se apretó junto a
él a la derecha—. ¿Estás bien? —le preguntó él en un susurro mientras ella
tomaba asiento.

Ari miró por debajo de sus pestañas hacia los ojos desplazándose de ida y
vuelta con cautela entre las personas que estaban hablando y ella. Un
silencio cayó sobre la mesa mientras todos ellos pararon de hablar, sus
cuerpos rígidos con tensión. Ella frunció el ceño pero asintió para disminuir
la preocupación de Charlie.

—Espero que te guste el salteado —Una mujer joven con pelo oscuro y ojos
azules sonrió débilmente a Ari mientras pasaba platos a lo largo de la
mesa.

—Bueno, si no me gusta, simplemente te ordenaré que me hagas algo más


—contestó secamente, muy cansada para jugar limpio.

Fallon se atragantó con un trago de agua mientras todo el mundo se


quedó quieto.

Ari rodó sus ojos.

—Es broma.

—Está bromeando —Jai les aseguró, lanzándole una represiva mirada—.


Ari nunca ha usado su habilidad contra un inocente.

—Bueno, estaba ese bebé que no paraba de babear en mí.

Alguien jadeó.

Jai suspiró pesadamente y se giró totalmente hacia ella, inclinándose sobre


uno de los chicos.

—¿Qué te pasa?
Sintiéndose como si la hubiera abofeteado, las mejillas de Ari ardieron con
humillación.

—No me hables como a un niño.

—Deja de actuar como uno.

—Jai, déjalo —intervino Charlie—. Acá no.

Jai se sentó de nuevo en su sitio.

—Normalmente no es así —le aseguró al equipo.

La irritación de su constante arbitrariedad corrió a través de ella.

—No te disculpes por mí —le gruñó—. Están actuando como si fuera a


herirlos o algo. Han sido un par de semanas realmente largas. —Estúpidas y
débiles lágrimas empezaron a llegar sus ojos—. He perdido mucho y sí, es
involuntariamente mi culpa, pero no soy una mala persona y no seré
tratada como una asesina en masas.

—Bien dicho —Fallon sonrió, sus ojos cayendo sobre sus compañeros—.
Pueden dejar de actuar como tontos ahora. Ella ya lo ha dicho, no va a
usar sus habilidades contra nosotros. ¿Un bollo? —Ofreció una cestilla de
ellos a Ari y Charlie.

Ari sonrió agradecidamente y agarró uno.

—Lo siento —Suspiró, mirando al grupo que estaba cambiando con cierto
desasosiego ahora, trazos de culpa en los ojos de algunos, pero no de
todos—. No soy normalmente… tan verbal… yo sólo… realmente quiero
encontrar a este chico.

—Estamos contigo —Jacob asintió desde la punta de la mesa—. Llamé a


Michael. —Ari sintió a Charlie tensarse a su lado por el nombre—. Michael
es el padre de Fallon y el líder del Gremio Roe. Va a investigar los
secuestros y regresar con nosotros cuanto antes le sea posible. Por ahora,
comamos, descansemos y mañana será un día completamente nuevo.

Agradecida por la tranquilizadora sonrisa que le dio el anciano, Ari asintió


agradecida y sostuvo su plato hacia la mujer que le había preguntado
acerca del salteado.
—Bryleigh es nuestra mejor cocinera —Fallon asintió hacia la mujer de ojos
azules.

—Gracias —Ari agarró su ahora plato lleno por Bryleigh y esperó a que
todos fueran servidos. Tan pronto como todo el mundo estaba sentado
empezaron a comer. El ruido de la conversación fue haciéndose más
fuerte mientras hablaban y reían entre ellos, gritando desde la mesa, y
relajándose más mientras olvidaban estar asustados de Ari. Un dolor de
nostalgia le cruzó el pecho mientras los miraba, un sentimiento de
arrastrante superficialidad abriéndose en su consciencia mientras pensaba
en Derek. Ninguno de ellos había tenido esa infancia, la gran familia.

Podría haber sido bonito. Mientras su mirada se desvió lentamente sobre el


grupo, finalmente se enganchó con los ojos de Jai. La estaba mirando
fijamente, su expresión pareciendo decir que lo sentía y que la entendía.
Odiando sus habilidades de leer mentes y su anterior comportamiento, Ari
le frunció el ceño y él aparto la mirada, volviendo con la molesta chica a
su lado, quien Ari había descubierto, se llamaba Anabeth. Era la hermana
de los gemelos. Anabeth le mostró sus blancos dientes de nuevo a Jai y
puso una mano en su antebrazo mientras se inclinaba para decirle algo.

Pensando crueles pensamientos, Ari miró rápidamente lejos sólo para


tropezar en sus adentros con Jack Hollis. Un miembro antiguo del equipo,
Jack comió su comida tranquilamente, sin mirar arriba para unirse a la
conversación pero alegre de mantenerse encerrado en sí mismo del resto
del grupo. Ari sintió un tirón en la parte de atrás de su camiseta y miró
alrededor de la espalda de Charlie para encontrar a Fallon inclinándose
alrededor de él.

—Jack no habla mucho —susurró Fallon, claramente siendo consciente de


la gente a la que Ari estaba mirando—. Se distanció desde que su mujer
fue asesinada por un Ghulah. —Pestañeando, Ari recordó su propia pelea
con un Ghulah en Roswell unas pocas semanas atrás.

La cara de la mujer Jinn le sonrió dulcemente, su boca cubierta de sangre


desde donde se había estado comiendo a los niños. Para el horror de Ari,
su mandíbula se alargó sobrenaturalmente, revelando enormes y afilados
dientes. Ari cerró sus ojos, sacando la imagen de sangre y el goteo de
sangre de la boca del Ghulah.
—Eso es horrible —murmuró Ari, sintiendo inmediatamente empatía por el
hombre.

—Sí —Fallon estuvo de acuerdo y por una vez la indirecta de ironía que
manejaba en cada palabra estaba pérdida—. Aunque es un buen
cazador. —Se deslizó de vuelta en su sitio y le preguntó algo a Charlie en
voz baja. Cualquier cosa que él le dijo la hizo sonreír y él se rió entre dientes
ante su sonrisa traviesa. Cuando alcanzó un vaso de agua, Ari cogió su
expresión y se sorprendió por la mirada en sus ojos. Era una mirada de
apreciación hacia una chica guapa. Era una mirada de relajación alegre.
El calor inundó a Ari, una extraña mezcla de celos y alivio se apoderó de
ella mientras se imaginaba a él siguiendo adelante y estando contento
con su vida. Ella quería eso para él. No esto. No una relación condenada
de frágil amistad, sangre y venganza.

Suspirando para sus adentros, Ari alcanzó otro bollo, sus dedos chocando
con uno de los de los gemelos. No tuvo tiempo de preguntarse si era
Callum o Matt. Estaba muy ocupada gritando de dolor mientras una
ráfaga de magia volaba por su brazo como una corriente eléctrica.
Meciendo su brazo lesionado y tragándose el dolor, Ari apenas registró a
Jai parándose rápidamente, los platos chocando y unos pocos vasos
cayendo por el movimiento. Sin embargo, a través del dolor Ari sintió el
crujido de poder surgiendo en el aire, un brillo del color de la brasa
radiando de la mano de Jai en un movimiento rápido y arqueado que
tensó el aire. Todo el mundo menos Ari y Charlie fueron empujados por el
encantamiento, sus cuerpos golpeando contra la ahora invisible fuerza. Los
ojos asombrados de Ari se levantaron hacia Jai. Estaba temblando con
furia, su propia mirada en su brazo acunado.

—Estoy bien —le dijo tranquilamente, casi asustada por su intensidad y el


poder que tenía en las yemas de los dedos. De alguna forma tendía a
olvidar que era un Jinn de sangre pura y muy fuerte Jinn. Tragando
fuertemente Ari dio una mirada a los gemelos que la miraban con miedo
en sus ojos—. No creo que él quisiera hacerlo.

—No lo hice —El gemelo que la había atacado insistió, sus cautelosos ojos
parpadeando entre Jai y Ari antes de parar en Jacob, quien parecía tan
furioso como Jai—. Ella simplemente me asustó. Me pone nervioso.
—Ella tiene un nombre —gruñó Charlie al lado de ella y sintió su mano
presionada protectoramente en la base de su columna.

—Está bien —Ari se apartó de él. Quizás sus bromas sarcásticas de antes
realmente llevaron a estos chicos demasiado lejos. La odiaban—. Él No
quería hacer eso. —El resto de la familia lucía insegura. Algunos miraron al
joven hombre, incluida Fallon, mientras otros mantenían simpatía en sus
expresiones.

—Lo siento realmente si los pongo nerviosos. No sé cómo más asegurarles


que no tengo intención de usar mis habilidades particulares contra
ustedes. El Seal no es algo con lo que cualquiera debería meterse, y ese es
exactamente el por qué estoy aquí... para impedir a una persona peligrosa
intentar usarlo. Un Sorcerer oscuro. —Se retorció, flexionando sus dedos y
comprobando que su brazo estaba todavía funcionando—. Realmente
apreciaría si todos dejaran de mirarme como si simplemente tuviera una
escopeta sobre ustedes. Es la última vez que lo diré.

Gerard Roe retrocedió desde su lugar hacia la mesa, atrayendo toda la


atención hacia él.

—No ocurrirá de nuevo, lo prometo. Callum discúlpate.

Así que era Callum quien la había herido. Su cara se suavizo a pesar de
que su hermano todavía la miraba con ojos entrecerrados y paranoicos.

—Realmente lo siento. Definitivamente no ocurrirá otra vez.

—Jai, ¿te importaría acabar con el encantamiento? —Gerard lo miró con


incuestionable respeto y admiración. Ari trató de enmascarar sentimientos
parecidos mientras su guardián la miraba de nuevo.

Podemos irnos si quieres.

Tentada por la sugerencia Ari le dio una ligera sacudida con su cabeza.
No. Los necesitamos. Y estoy bien, de verdad. Gracias.

La mandíbula de Jai se soltó y toda la habitación pareció desplomarse


cuando retiró su magia y lentamente se sentó de nuevo en su asiento.
Anabeth empezó a limpiar las astillas a su alrededor con un flirteo tonto
que puso los dientes de Ari al límite.
—Qué idiota eres —dijo Fallon, captando la atención de Ari mientras tiraba
un bollo a Callum—. ¿Muchos nervios?

Callum se sonrojó.

—Cállate.

Y justo así el equipo continuó su comida, con la escaramuza y uso mágico


acabados. El brazo de Ari todavía ardió las siguientes horas pero por lo
menos cuando se levantó para ayudar a limpiar la mesa fue
recompensada con una sonrisa cálida de Bryleigh y una conversación de
parte de Megan.
Capítulo 21
Vaqueros Poco Ordinarios Me Arrean Hacia la Venganza

Traducido por Miranda. y Mari NC


Corregido por Liseth Johanna

E
ra en momentos como estos que El Rey Rojo se encontraba molesto,
y esa molestia estaba dirigida únicamente a su interior. Mientras
estaba en la soledad de la noche junto a su hermano, El Rey de
Cristal, ambos mirando por encima del cuerpo sin vida de Jack Hollis, Rojo
estaba molesto por sus propias reflexiones presuntuosas. ¿Cómo podía él,
un ser capaz de gran sentimiento, sentir absolutamente nada después de
ser cómplice en el asesinato de un inocente, y un inocente con
ascendencia Jinn? A menudo engañado por humanos, Rojo por una vez
admiró y se burló de su habilidad para sentir dolor por la pérdida de seres
que incluso no conocía. Ser capaz de tal sentimiento debía ser una
maravillosa pero estúpida cosa gracias a que seguramente te sentirías
constantemente impotente al frente de tanta tragedia.

Levantando la mirada hacia su hermano cuyo brillante cabello azul se


movía suavemente con la brisa, Rojo frunció el ceño:

—¿Entiendes lo que hay que hacer?

Cristal lo miró con esos ojos azul claro suyos, su cara tan severa en su
perfección que era como si hubiera sido esculpida en mármol. Su profunda
voz retumbó en la desierta noche.

—Te dije que haría cualquier cosa para la que me necesitaras; cualquier
cosa en que pueda ayudar a padre y a ti.

—Bien. Mejor te cambias antes de que me deshaga del cuerpo —le


recordó, mientras sus ojos volvían a la forma vacía de Jack. Había sido
rápido, sin derramar sangre. Sin alegría en su muerte. Pero era una
necesidad. Por Azazil.
Un inmenso poder surgió en el aire. Rojo podía sentir su semejanza en sus
propias venas y observó calmadamente mientras el cuerpo de Cristal
empezaba a temblar. Sombras surgían debajo de su piel, huesos rotos y
músculos tensados, mientras empezaba a encogerse en pulgadas. Todavía
alto, su clásica cara bella se hinchó y después hundió, sobresalió y se
metió, antes de recuperar la forma. Su largo cabello azul zafiro subiendo
por la longitud de su cuerpo mientras su cráneo se comía los filamentos, el
color transformándose con el cambio a un color marrón oscuro barro. Su
chaleco de piel y sus pantalones brillaban fuera de lo existente,
reemplazados por una camisa de cuadros, vaqueros gastados y botas
militares.

—¿Cómo me veo? —preguntó Cristal, su voz más suave, acentuada.

—Como un cazador del Gremio, llamado Jack Hollis.

Cristal arqueó una ceja no familiar.

—Entonces es tiempo de jugar.

Esa primera noche debajo del extraño techo, durmiendo en una litera
cruzando la habitación de un extraño, Ari no tuvo la oportunidad de luchar
por quedarse dormida. Fallon hablaba tanto que la mantuvo despierta
toda la noche. En menos de ocho horas Ari supo que Fallon era un
sarcástico, extrovertido, optimista aspirante-a-pesimista. Ella era hija única,
amada y consentida por sus padres y su larga y extensa familia. Había
perdido amigos, un primo y un abuelo por el trabajo, pero había sido
educada con los ideales del Gremio. Morir protegiendo a las personas de
los terribles Jinn era un honor y algo para ser celebrado como heroico en
lugar de duelo como trágico.

Creciendo en Nueva Jersey, Fallon no tenía amigos realmente fuera del


Gremio. Era muy difícil mantener la vida como un secreto y el hecho de
que viajaban mucho originaba también algunas preguntas cuando traían
extraños. La gente sólo entraba en el grupo si iban a casarse con un
miembro del Gremio. Incluso entonces, el miembro del Gremio tenía que
estar seguro de que su futuro/a marido o esposa no correría
inmediatamente a un psiquiatra cuando las noticias de que los Jinn vivían
entre ellos les fueran dichas. Fallon había intentado una relación seria en el
colegio pero sólo había terminado herida cuando la dejó por ser distante y
mantener secretos; en los últimos años, tener citas había sido casual y
divertido. Nada más. Hasta que conociera a alguien único en “la vida”
Fallon no quería que sus relaciones fueran nada más que casuales.

Ari también aprendió mucho sobre los otros miembros del equipo en
Phoenix. Anabeth, la pelirroja con manos vagas, era un año mayor que Ari
y Fallon, y de acuerdo con Fallon, era una egoísta, consentida y coqueta.
Su madre también era de la segunda generación Jinn, así que Anabeth
era bastante poderosa. Fallon no se llevaba muy bien con ella. Sus medio
hermanos, los gemelos, eran normalmente chicos bastante relajados. Matt
tenía una prometida en el Gremio y Fallon había tonteado con Callum un
par de veces cuando estaban aburridos. Fallon creía que lo que hizo a Ari
en la mesa de la cena estuvo mal y había decidido acabar su situación de
“amigos con beneficios” casi inmediatamente después. Todo el mundo, de
acuerdo con Fallon, era bastante divertido. Su tía y tío, y Susan y Aidan
Roe, sus primos, eran buena gente. Ella no conocía muy bien a James y a
Scott Becke pero estaba llegando a conocer a Bryleigh, y Fallon creía que
podía ser una persona bastante agradable si paraba de actuar como si
hubiera salido de una revista para mujeres de los ‘50s. Como Jacob era
uno de los veteranos del Gremio, Fallon conocía a sus hijos Brechin y Ailidh
Ballendine bien. Eran agradables, pero tomaban todo muy seriamente. No
entendían la poca seriedad de Fallon. Pero de nuevo, Fallon no estaba
segura de que nadie lo hiciera.

Una vez la chica había dado a Ari un resumen sobre el grupo había
comenzado con las preguntas: ¿Cuándo descubrió que era una Jinn?
¿Cómo había sido su padre? ¿Cómo era Azazil? ¿Cómo era el Monte Qaf?
¿Qué estaba pasando con ella y Jai? Y seguía y seguía…Y para la sorpresa
de Ari, se encontró a sí misma contándole a Fallon todo. Todo salió de ella,
desde Mike muriendo en el decimosexto cumpleaños de Ari, las espirales
de Charlie hacia abajo, la negligencia de su padre, su decimoctavo
cumpleaños y ser arrastrada al Monte Qaf. Qué malvado era su verdadero
padre. El Rey Rojo, Jai, la posesión de Nick, el deseo de Charlie, el rechazo
de Jai. La muerte de Derek y cuán poco tiempo le había sido permitido
lamentarse por él. Ari sacó todo, manteniendo sólo a la Srta. Maggie para
sí misma. Para cuando hubo acabado, el aire en la habitación se había
vuelto pesado con sus emociones arrojadas. Finalmente, Fallon había
susurrado en la brillante penumbra:

—Vas a estar bien, Ari Johnson —Y eso fue todo. Ari había hecho una
amiga. Se sentía bien.

—¡Santos macarrones! —gritó Ari, levantando una mano para derretir la


daga que se dirigía a su corazón. El olor de metal fundido llenó el aire en el
jardín antes de desaparecer en la gentil brisa. Era el tercer día con el
Gremio Roe y Ari estaba entrenando con Fallon en el patio trasero después
de comer. Jai estaba pasando el rato, supervisando… algo así. Y para la
sorpresa de todos, Jack Hollis había cogido interés en Charlie y los dos
estaban siempre juntos, pasando el rato, hablando, Ari suponía que se
llevaban bien porque ambos sabían cómo era perder a alguien que
querían por un malvado Jinn. Las cosas habían estado bastante normales
en el entrenamiento hasta que Fallon puso una llave de plata alrededor de
su cuello y ¡dio lugar a una daga! Ari miró a la chica mientras estaba
riendo, sus gafas de diseñador muy grandes para su cara de duendecillo—
. ¿Qué? ¿Por qué? ¿Dónde?

—Era un equipo de práctica que me compró mi madre —Fallon se encogió


de hombros—. No te preocupes, no estoy enfadada porque me lo
rompieras.

—Rompiera —farfulló Ari, casi había sido destripada—. ¿Equipo de


práctica? ¿Tu madre te compró dagas?

—Por supuesto —Fallon deslizó sus gafas de sol debajo de su nariz de forma
que podía mirarla con atención—. No creerías que se las había robado a
un viejo asiático, ¿verdad?

—Genial, y no todo ese estereotipo —Ari frunció el ceño—. Y… a lo mejor.

—Vamos, vamos, Ari J. —Fallon se burló-advirtió—. Sólo los Sorcerers no se


preocupan por las consecuencias. Bueno —Sonrió malvadamente—, la
mayoría de las veces.
Ante la mención de las consecuencias Ari dirigió una mirada a Jai, quien
estaba sentado en una silla de jardín leyendo un libro que había tomado
prestado de Gerard. Aun así, Ari sabía que era consciente de todo lo que
estaban haciendo, y se estaba asegurando de que Ari no se hiriera. Pero
eso no frenó la llama de molestia que se encendió dentro de ella.

—Hasta hace poco incluso no era consciente de las consecuencias.

Las cejas de Fallon tocaron la línea de su cabello mientras se giraba para


mirar a Jai, empujando sus gafas de sol hacia arriba en su cabeza.

—¡Oye, guapo! —lo llamó y él miró arriba despacio, con apariencia


cansada. Fallon todavía tenía que llamar a Jai por su verdadero nombre.
Lo llamaba “Nene”, “Mejillas dulces”, “Adonis” y otros nombres igualmente
vergonzantes que lo irritaban como el infierno. Sólo hacía que a Ari le
gustara más ella—. ¿No le dijiste nada sobre las consecuencias de usar su
magia por las buenas? ¿Qué eres, nuevo?

Jai inclinó una imperdonable mirada hacia Ari.

—¿Creía que ya habíamos pasado esto?

Ari levantó sus manos defensivamente.

—No dije nada. Quiero decir, podía hacerlo. No es como que no tendría
razón considerando que me mentiste sobre algo tan grande. Si no me lo
hubieras dicho finalmente podría haber hecho algo realmente malo… por
decir, evocar un Lexus descapotable y poner patas arriba a una
agradable pareja californiana en la carretera donde fueran después
aplastados y salpicados por un camión de reparto.

Fallon bufó.

Jai rodó sus ojos.

—Pero te lo dije. Nada de Lexus. Ni de aplastamientos.

—Afortunadamente para ti.

Su guardián suspiró y miró de vuelta a su libro.


—No puedo decirte cuánto espero estas maduras y brillantes
conversaciones. Aun así, cuando la vieja Ari haga una visita, déjame
saberlo.

—¿La vieja Ari? Era sarcástica contigo antes.

—Cierto —Él asintió, cambiando de página en el libro—. Pero hubo una


época entre la asustada y sarcástica Ari y esta nueva Ari tan de moda, de
cinco años, donde de verdad era decente tenerla alrededor.

Auch.

—Muérdeme.

Jai sonrió con astucia y miró hacia ella por debajo de sus pestañas.

—Sólo dime cuán fuerte.

Callum, quien había animado a Ari considerablemente los últimos días,


entró en el patio y rió al captar el final de su conversación. Ari sacudió su
cabeza hacia Jai. Coqueteo. Sintió su interior volverse todo pegajoso y
peleó contra una sonrisa sólo para fallar. Intentó disimularlo rodando sus
ojos y volviendo su atención a Fallon. La chica estaba sonriéndole de
manera cómplice a Ari. Caminó más cerca, bajando su voz.

—Vaya.

Ari frunció el ceño.

—¿Qué?

—Tú y Jai —dijo en voz baja—. Es como juegos preliminares verbales. Ha


estado sucediendo desde que llegaste aquí.

Ha estado sucediendo desde que nos conocimos.

Al sentir sus mejillas calientes Ari supo que no había manera de disimular su
rubor.

Fallon se echó a reír.

—Bueno, parece que alguien es virgen.


La molestia se mezcló con disparada vergüenza a través de Ari.

—¿Qué? —dijo en voz alta, haciendo que tanto las cabezas de Jai y
Callum se levantaran—. ¿Soy la única persona que queda en la tierra que
no ha tenido sexo todavía?

—Si quieres, podría remediar eso para ti —Callum se rió entre dientes,
vagando casualmente sobre ellos.

Antes de que diera tres pasos, inexplicablemente se deslizó duro en la


hierba seca, perdiendo el equilibrio. Cayó cómicamente, sus pies
elevándose en el aire, su trasero estrellándose en el suelo con un golpe
doloroso. Todos ellos lo miraron con sorpresa mientras él se ponía en pie, sus
mejillas ardiendo en una adorable sombra de rojo.

—¿Qué demonios fue eso? —exigió Callum, mirando alrededor en busca


de manos invisibles—. ¿Alguien hizo eso? ¿Qué demonios?

Ari reprimió una risa, sintiendo el zumbido de la familiar energía en el aire.


La Srta. Maggie... defendiendo la virtud de Ari de nuevo. Ari miró a Jai con
una sonrisa secreta en sus ojos y él le devolvió la sonrisa, una extensión
magnífica de su boca perfecta que le hacía difícil recordar que ella no
debía estar fantaseando con besarla.

Su voz de repente entró en su cabeza: Sabes, está realmente empezando


a gustarme la Srta. Maggie.

—Agradezco que hagas esto —dijo Charlie en voz baja, su voz profunda
por la emoción que no podía ocultar.

Jack le dirigió una mirada cuidadosa. Él era en general un hombre


taciturno y muy formal pero se había acercado a Charlie en un momento
de soledad en su segundo día con El Gremio y le preguntó sin rodeos qué
idiota plan le había empujado a querer convertirse en un Sorcerer. Cuando
Charlie le había dicho, todo el comportamiento de Jack había cambiado.
Al igual que Charlie, Jack había perdido a alguien que amaba a causa de
los Jinn. Había perdido a su esposa.
Así que Charlie había empezado a estar con el viejo, haciendo preguntas
sobre El Gremio, sobre los diferentes tipos de Jinn, en particular el Labartu.
Al parecer, eran el peor de los demonios femeninos. A pesar de que los
Sumerios adoptaron la creencia de que el Labartu era un ser, la hija del
dios babilónico del cielo, Anu, la verdad es que había muchos Labartus
afuera devastando el mundo. El Labartu destruía la vida. Se dirigía
específicamente a los niños. Algunos comían su carne humana y bebían su
sangre; mientras que otros, como el que había matado a Mike, lo
convirtieron en juegos de azar en los que manipulaban una serie de
acontecimientos que llevaban a la muerte de un niño.

Sabías que un Labartu estaba cerca porque la vegetación moría, ríos y


arroyos se volvían espesos con barro y la tasa de abortos involuntarios
subía. Sus víctimas elegidas a menudo sufrían pesadillas días antes de su
muerte. Un escalofrío atravesó a Charlie cuando Jack le había dicho, eso.
Mike había tenido pesadillas esa semana entera. Charlie había pensado
que algo estaba pasando con él en la escuela y había tratado de
conseguir que Mike hablara de ello. Mike simplemente había estallado
hacia él, diciéndole que no pasaba nada, que no eran más que
pesadillas. Pero no habían sido sólo pesadillas. Habían sido presagios.

—Decidí que tenías razón —suspiró Jack—. No puedo matar a la cosa que
mató a mi esposa porque sería deshonrar a mi Gremio y es todo lo que me
queda. Pero si pudiera, iría tras ese bastardo. Vas a hacer esto con o sin mi
ayuda, pero por lo menos con mi ayuda tienes una oportunidad de luchar.

Charlie asintió. Después de unos días de acosar a Jack para que le


enseñara a alimentar su magia con talismanes, Jack estaba finalmente
cediendo. Jack estableció un pequeño taller en el sótano. Extendidos
sobre una mesa estaban los collares con colgantes de piedra, redondos,
cuadrados, sellos metálicos octogonales, anillos y piedras pequeñas.

Jack señaló a los sellos.

—Los metales duran más que algunas de las piedras semi-preciosas. No


tengo ninguna de platino porque es demasiado caro, ni de oro blanco
tampoco. Pero tengo de oro amarillo —Señaló a un disco circular de oro
grabado con escritura extraña. Era sólo un poco más pequeño que la
palma de la mano de Charlie—. Plata —se refirió a la pieza cuadrada de
metal—. Bronce y algo de cobre puro. —Había varios sellos de bronce y
cobre—. Es más fácil conseguir un asimiento. Algunos de nuestros sellos
están realmente fundidos en viejos centavos o en moneda importada,
como la británica de uno y dos peniques.

—¿Y puedes canalizar tu energía a través de éstos? —Charlie preguntó en


voz baja, mirando el metal con avidez.

—Sí. Serás capaz de hacer pequeñas cosas con ellos. Mayormente


conjurar objetos pequeños. Necesitas mejorar tu metal si estás conjurando
algo más grande o desde más lejos. Empiezas a tener una idea de qué es
exactamente de lo que el metal es capaz. El platino y el oro son también
útiles para crear encantamientos vinculantes. Puedes bloquear a la gente
de algún lugar o en algún lugar, o usarlos para alimentar un encanto de
protección temporal. Para todas las cosas que vienen naturalmente a
muchos Jinn pura sangre nosotros necesitamos estos metales para
hacerlas. Y cuando esté en tus manos sentirás un zumbido, una vibración.
Aquí. —Colocó un sello de cobre en la palma de la mano de Charlie.

—Vaya —Los ojos de Charlie se ampliaron mientras la estática se disparaba


a través de él, la pieza parecía vibrar con vida en su mano.

—Eso está reaccionando a ti. Sabrás cuando hayas absorbido la energía


de un sello o un talismán cuando ya no sientas ese zumbido del mismo.

—Bien.

—Ahora, los Sorcerers tienden a usar piedras —Jack señaló a una sección
de rocas, pendientes y anillos—. No tengo una esmeralda pero puedo
decirte que esta es la roca del Monte Qaf. Las esmeraldas de nuestro reino
no son tan poderosas como la esmeralda del monte Qaf pero siguen
siendo extremadamente peligrosas. Una esmeralda puede alimentar el
poder de un híbrido durante años. También es la única piedra que un
híbrido puede utilizar para aprovechar el Manto o el Peripatos.

—Espera —Charlie levantó una mano por la sorpresa—. ¿Podemos usar el


Manto y el Peripatos?

—Sólo con una esmeralda. Y una esmeralda se cree que es embriagadora.


Se cree que puede generar adicción a la magia —Jack frunció el ceño—.
Los Gremios han prohibido el uso ocasional de la esmeralda. Se necesita
permiso para acceder a una y el permiso sólo se concede a los líderes del
Gremio en circunstancias extremas.

Charlie trató de aplastar la voz dentro de él que gimió: “Quiero una


esmeralda”.

—La obsidiana es útil. Los diferentes tipos hacen diferentes cosas —Jack
levantó un collar con un atractivo colgante negro—. Obsidiana negra.
Literalmente puede crear apagones si necesitas un escape rápido. O todo
lo contrario... puede robar la luz dentro de él.

—Genial, como el Desiluminador.

Jack lo miró sin comprender.

Charlie sonrió.

—Harry Potter.

—¿Quién es ese?

La incredulidad se disparó a través de Charlie. ¿Ciertamente todos en la


tierra sabían quién era Harry Potter?

—El mago.

—¿Un Sorcerer?

Charlie se ahogó.

—Es un personaje de ficción. Un personaje de ficción que todo el mundo


conoce.

—Es evidente que no todo el mundo —Jack suspiró y regresó a las piedras.
Apuntó a la obsidiana verde y azul. Explicó que la obsidiana verde podría
ser utilizada para poner cualquier cosa con una mano natural en la tierra:
plantas, árboles, etc. Un Sorcerer extremadamente poderoso incluso
podría utilizar el poder de la obsidiana verde para dividir la tierra y usar
rocas, arena y tierra como armas. La obsidiana azul era una piedra de
agua. Pero juntas la obsidiana azul y verde eran piedras curativas.
—¿Así que cada piedra puede hacer algo diferente? —preguntó Charlie
con asombro.

—Sí —Jack asintió—. Tienes mucho que aprender. Como dieciséis años de
entrenamiento digno de ser empaquetado en unos pocos días. ¿Seguro
que estás listo para eso?

Charlie asintió con la cabeza.

—Estoy seguro.

—Muy bien —Jack hizo un gesto a la mano de Charlie donde la pieza de


cobre aún permanecía—. Conjura algo pequeño desde tu habitación.

—¿Mi habitación aquí o en Ohio?

—Tiene que estar aquí. El cobre no va a producir la energía suficiente para


alimentar un conjuro de esa distancia.

Mirando hacia abajo a la pieza de metal zumbando en su piel, Charlie


sintió su intestino torcerse. Esto era. No había vuelta atrás.

—¿Qué debo hacer?

—Concéntrate en el metal, siéntelo convertirse en una parte de ti.

—Qué…

—Sólo hazlo.

Concéntrate en el metal, Charlie suspiró. Sonaba como basura de la


Nueva Era para él. Aun así... concentrándose en el metal, Charlie dejó al
zumbido vibrar hasta su brazo, sintió el calor del metal en su mano, lo
imaginó como parte de la palma de su mano en lugar de un objeto
situado en ella. Después de unos segundos se sintió excesivamente caliente
y podría haber jurado que podía sentir el sabor metálico amargo en su
lengua.

—¿Lo saboreaste ya? —Jack sonrió lentamente hacia él.

Los ojos de Charlie se abrieron y asintió en silencio.


—Bueno. Estás ahí. Ahora, enfócate en un objeto pequeño que tengas
contigo aquí. Imagínalo frente a ti. Dite a ti mismo que lo quieres frente a ti.
Que lo necesitas.

Pensando en su teléfono móvil, Charlie bajó la mirada hacia su otra mano,


imaginando el teléfono allí, queriéndolo allí. Necesitándolo…

—¡Jesucristo! —Saltó hacia atrás ante la fuerte caída de tecnología en su


mano y el teléfono móvil se estrelló contra el suelo, el protector impidiendo
que la parte de atrás se desprendiera. Mirando fijamente al teléfono, el
corazón de Charlie golpeó en su pecho. Esto era tan diferente de la magia
defensiva. Esto era... esto era...

Su sangre estaba corriendo tan rápido y caliente dentro de él. Tan


poderosa y fuerte y capaz. Los ojos de Charlie brillaron con la fiebre
mientras sonreía maliciosamente a Jack, que miraba hacia él con una
expresión como la suya.

—Eso fue genial.


Capítulo 22
Necesitando lo que nunca has tenido

Traducido por Lizzie


Corregido por Akanet

E
l sótano tenía ese húmedo olor a desuso, la luz únicamente se
derramaba dentro a partir de cuatro ventanas muy poco profundas
justo por debajo del techo y las sombras de objetos sobresalían en la
habitación con una escalofriante ambigüedad que siempre había
asustado a Charlie cuando era niño. Pero ahora que él era mayor, se cerró
a todo. Sus nervios sensoriales sólo eran conscientes de la sensación de los
talismanes y sellos. Él y Jack se habían interrumpido apenas por comida e
incluso entonces Jack tuvo que sacarlo del sótano. Ari y Fallon habían
tratado de hablar con él en la cena, pero no podía concentrarse porque
en todo lo que podía pensar era en el torrente de energía surgiendo a
través de sus venas. La comida sabia insípida y el agua no podía apagar su
sed. Por primera vez, ni siquiera esa sensación de añoranza melancólica
cuando miró a los ojos de Ari. No. Todo lo que podía pensar era en el
sótano y el poder que sostenía. El poder que podía conducirlo al Labartu.
Jack había prometido que si Charlie lograba controlar la magia lo
suficiente como para aliviar sus preocupaciones acerca de un joven
Sorcerer sin experiencia corriendo desatado, él haría uso de los recursos de
El Gremio para encontrar el Labartu que había matado a Mike por él.
Realmente se sentía como si todo se estuviera juntando para Charlie, que
en realidad era la esperanza de la venganza al final del túnel.

—Muy bien —murmuró Jack mirando a Charlie canalizar el agua de las


tuberías a través de la roca de obsidiana.

Charlie sostuvo la obsidiana azul en la mano, frotando la piedra mientras


llenaba de agua el lavabo de la habitación.

—Aquí —Jack sostuvo un collar de cuerda negra con tres discos de metal
colgando de él. Cobre, plata y oro. Lo colocó alrededor del cuello de
Charlie—. Para que lo conserves.
—Gracias —Charlie tocó el metal, sintiéndose muy agradecido hacia su
mentor. Jack se estaba convirtiendo en una especie de figura paterna que
nunca había tenido y lo había sido por sólo una semana. Por otra parte,
esa fue la semana más larga que cualquier momento que Charlie hubiera
pasado con su propio padre—. Realmente aprecio esto.

—No lo haces —Jack sonrió. El hombre mayor había brillado demasiado.


Otros habían comentado acerca de la transformación que la compañía
de Charlie había obrado en él y parecían agradecidos con el joven
Sorcerer por sacar a Jack de su depresión. Jack levantó un masculino, y
aún más estridente que cualquier cosa que Charlie hubiera llevado, anillo
de inserción de obsidiana azul y verde—. Es tuyo también, si lo deseas.

Con las manos temblando un poco, Charlie deslizó el grueso anillo en el


dedo medio de su mano izquierda. Extrañamente se sentía bien allí.

—¿Qué diablos está pasando?

Ante el sonido de la no deseada y familiar voz, Charlie cerró brevemente


los ojos antes de dar vuelta para hacer frente a Jai.

El Jinn lucía enorme en la parte inferior de la escalera, con la cara oscura


por la ira contenida, mientras sus ojos se movían sobre la mesa antes de
dirigirse a Jack y Charlie.

—Ahora, mira, Jai —Jack levantó una mano en advertencia—, sólo estoy
haciendo lo mejor para Charlie.

—Es sólo un niño —espetó Jai, dando un paso contundente hacia ellos—. Y
uno que apenas conoces. ¿Qué demonios, saben tú o él lo que es mejor
para él?

La irritación quemaba a través de Charlie, como siempre lo hacía cuando


Jai se refería a él como un niño. No sabía si era por algún tipo de
competitividad por Ari o si Jai realmente lo veía de esa manera. Él
esperaba que no... porque en el fondo... bueno, Charlie suponía que
quería que Jai lo respetara.

—No soy un maldito niño —gruñó, dando un paso hacia el guardián. Jai
era sólo un par de centímetros más alto que él, después de todo. Él podía
saltar sobre él. Charlie frotó un dedo sobre su nuevo anillo, sorprendido por
lo mucho más seguro que se sentía con el poder en sus manos.

Jai entrecerró los ojos ante el anillo y soltó una carcajada. —Ni siquiera lo
intentes —Entonces Charlie vio la mirada del guardián se ensimismaba y
una sensación de malestar revolvió su estómago. ¿Estaba Jai usando
telepatía? Para ponerse en contacto... a Ari…

El fuego irrumpió en la habitación al lado de Jai y Ari salió de sus bellas


llamas doradas, las llamas parecían mucho más brillantes que las llamas de
otros Jinn que Charlie había visto usando el Peripatos.

—¿Qué está pasando? —preguntó ella en voz baja, y Charlie odió la forma
en que ella se acercó a Jai, su cuerpo presionado inconscientemente,
cerca del suyo. Charlie empujó violentamente la idea de que los dos se
veían bien juntos. Ellos no estaban bien juntos, él negó con la cabeza
interiormente. Después de todo esto, seguía decidido a mostrarle a Ari que
él era el indicado para ella, no Jai. Todavía tenía tiempo. Charlie tenía que
creer eso. Y ahora el tiempo se está desperdiciando cuando podía estar
aprendiendo más acerca de los talismanes.

—Jack le está enseñando a Charlie a utilizar talismanes y sellos y piedras


para hacer funcionar su magia.

Sus hermosos rasgos se apretaron al instante, sus ojos oscureciéndose a


medida que caían en la mesa, y luego en Jack y Charlie. Sus pestañas
bajando mientras miraba el collar que llevaba. Su cuerpo se había tensado
por completo y Charlie casi podía saborear su miedo. La culpa corría por
su conciencia y él se movió inquieto. Esto no era fácil para ella, él lo sabía.

Pero entonces, como si, literalmente, se hubiera quitado el malestar con un


encogimiento de hombros, los miembros de Ari se aflojaron y su expresión
se suavizó de modo que cuando finalmente se encontró con su mirada no
había nada en sus impresionantes ojos. Un nudo de aprehensión se formó
en el estómago de Charlie. Esta era la segunda vez que Ari lo había mirado
así. Cómo si no le importara más.

—Haz lo que quieras —Y con esa frase dio un paso de nuevo en el


Peripatos, las llamas la envolvieron y silbaron con su partida mientras Fallon
se precipitaba por la escalera. Ella se detuvo en Jai y luego en Charlie, su
linda cara de duende encendida por la emoción. Fallon siempre estaba
quejándose del aburrimiento.

—¿Qué? ¿Qué me perdí?

Viéndose tan confundido como Charlie, Jai se frotó la nuca. —Al parecer,
nada —Él suspiró y miró a Jack—. Asegúrate de que está bien.

—Le estoy enseñando control —le aseguró Jack.

Con otro suspiro pesado, Jai dio media vuelta y anduvo en silencio por las
escaleras. Charlie frunció el ceño ante la cantidad los livianos pasos del
guardián. Eso es por lo que no lo escucharon deslizarse hacia ellos.

Fallon miró fijamente a Jai con una mirada de desconcierto en su rostro y


luego saltó hasta los últimos escalones, con el cabello oscuro y corto
bailando arriba y abajo con su movimiento. Ella caminó hacia Charlie con
una tranquila sensualidad que le gustaba. Era una de esas chicas que se
esforzaban por no ser femeninas, pero son innatamente elegantes y
femeninas. Era el tipo de chica con la que Charlie habría estado todo
durante su fase de pre-epifanía de Ari. Excepto que... había algo en ella
que le ha hecho difícil a Charlie alejarse. A él le gustaban sus comentarios
rápidos, listillos y su perspectiva sobre la vida en seco. No se tomaba las
cosas demasiado en serio como Ari hacía a veces y ella no hacía sentir
mal a Charlie por toda la cosa de Sorcerer. Era también algo agradable
que no había conocido a Charlie antes de Mike. Siempre coqueteaba con
él y lo hacía reír, a Fallon parecía gustarle lo que Charlie era ahora, y no
siempre lo comparaba con quien había sido antes.

—Ah, ya veo —Los ojos de Fallon se apoderaron de la mesa—. Jack te está


enseñando cómo hacerlo.

Charlie suspiró. Fallon también había estado muy cerca de Ari en la última
semana. —¿Vas a tomarme el pelo sobre esto?

Los ojos oscuros de la joven cazadora del Gremio se abrieron. —Por


supuesto que no —Agarró un trozo de lapislázuli—. Estoy dentro.

Charlie sonrió, mirando como Fallon echaba un encantamiento con la


roca, convirtiendo todo en la habitación del color de la piedra, incluida
ella misma. Sólo Jack y Charlie se mantuvieron normales. El aire estaba
cargado con el olor a pintura fresca.

—¿Adónde se fue? —le preguntó Charlie a Jack, con los ojos esforzándose
para encontrarla. De repente se echó a reír mientras sus ojos se abrían de
golpe contra el por siempre azul. Se había ocultado en la escalera.

—Esto realmente no tiene ningún propósito —bromeó Fallon—. Es


simplemente divertido.

Jack exhaló profundamente. —Fallon, estoy tratando de enseñarle las


cosas reales, no estúpidos trucos de salón. Por no hablar de que acabas de
drenar quién sabe cuántos botes de pintura de ese color en todas las
tiendas de herramientas en los alrededores.

El azul comenzó a gotear de todo, inundando el suelo en un río que hervía


y aparecía hasta desaparecer por completo. Fallon se puso delante de
ellos libre del azul. —Sí, pero los trucos de salón son un motín. Y es sólo un
poco de pintura, no es como si robara oro o lo que sea.

Su sonrisa era contagiosa y la sangre de Charlie se calentaba con la


emoción de tener tanto poder en su control que sólo podía utilizarlo para
perder el tiempo cuando su revancha hubiera terminado. Una pequeña
voz en la parte posterior de su cabeza le susurró la palabra:
consecuencias. La empujó hacia atrás, no queriendo nada para
amortiguar sus espíritus.

Juntos, él y Fallon juntaron sus cabezas sobre la mesa, escuchando como


Jack le enseñaba todo lo que pudo. Todos los pensamientos antes de la
fría indiferencia de Ari se derritieron de la existencia, el nudo en el
estómago transformado en pequeñas polillas de anticipación.

Horas más tarde, Ari se quedó mirando dentro del fuego mientras la lluvia
de verano golpeaba contra las ventanas de vidrio. La habitación estaba a
oscuras por el cielo sombrío y los ojos de Ari habían seguido de forma
automática el fuego que había sido encendido. En realidad no había sido
necesario, afuera todavía estaba caliente, pero Matt había decidido que
un fuego sería agradable. Los gemelos se encontraban en el sofá jugando
al Wii. Ari estaba en la habitación con ellos, pero su mente estaba abajo
en el sótano donde Fallon y Jack estaban enseñando a Charlie a
aprovechar sus dones. Se sentía enferma de preocupación y se agotó
fingiendo que no lo hacía. Fallon le había asegurado que la enseñanza de
Charlie para controlar su don era lo mejor para él, pero en todo lo que Ari
podía pensar era en lo que el poder y sus propiedades adictivas en un
mestizo le habían hecho a alguien como Dali.

Ari había estado sentada con las mujeres en la cocina por un tiempo antes
de necesitar algo de soledad. Todo el mundo estaba mucho más a gusto
con ella y Ari había utilizado el tiempo para alejar sus pensamientos de
Charlie. Como Bryleigh había hecho la cena, Megan, Susan y Ailidh se
habían sentado en torno a la mesa del desayuno, charlando de esto y
aquello. Ari había encontrado una pausa en la conversación para
preguntar:

—Así que ¿cuándo creen que conseguiremos saber de Dali?

—Pronto —Megan le había sonreído con simpatía, al parecer entendiendo


la impaciencia de Ari y la necesidad de acción—. Sé que puede ser
aburrido esperar por nuevas pistas, pero nos turnamos, trabajando en
grupos de tres o cuatro. Minimiza el aburrimiento.

—Creo que esa rata bastarda definitivamente se ha movido —Había


añadido Susan, oscilando en torno a una zanahoria para acentuar sus
palabras—. No hay rastro de él aquí. Yo estaba fuera ayer con los gemelos,
y Aidan, Brechin y Anabeth están fuera hoy. Llamaron para decir... nada.
Una vez más.

—Bueno, si él elevó su juego desde el robo hasta el secuestro y asesinato,


posiblemente, no veo ¿por qué tenemos que estar solos para hacer frente
a eso? —Ailidh la había fulminado con la mirada, claramente incómoda
ante la idea.

Confundida ante su significado, Ari había preguntado:

—¿Qué quieres decir?

Megan había explicado:


—Como todos los Jinn, tenemos diferentes niveles de poder dentro de
nuestro Gremio. Clasificamos nuestros objetivos y entonces podemos
enviarles el cazador del Gremio apropiado después de eso. Con
desagradables, peligrosos Jinn como Ghulah, Labartus, Nisnas, Marids,
Shaitans, etc. Mantenemos el control sobre ellos una vez que se cruzan en
nuestro radar. Tenemos a los cazadores siguiéndolos, tratando de evitar, en
la medida de lo posible, infringir daño en el mundo de los humanos. No
podemos matarlos sin miedo a represalias, por lo que acabamos por
mantener el seguimiento de ellos. Al huir del país, el cazador que sigue
hasta el siguiente país ha sido alertado y puede hacerse cargo de la caza
con uno de su propio Gremio. Con los Sorcerers es diferente. Son más
difíciles de alcanzar debido a que, como nosotros, son parte humana por
lo que su energía se diluye. Desde que podemos matarlos sin represalias
por parte de los tribunales de los Jinn, los cazamos, y cuando los
encontramos los matamos. Una vez más, si es un particular y brutal
bastardo nos aseguramos de que el equipo a la caza de ellos tiene entre
ellos a nuestro más poderoso.

—¿Y ustedes no tienen aquí a esa persona? —Ari había preguntado


sorprendida.

Bryleigh había meneado la cabeza mientras había laminado masa para


las tartas que iba a hornear. —El padre de Fallon es el más poderoso entre
nuestro Gremio. Suele tratar con asesinos, etc. Fallon será casi tan fuerte
como él un día, pero ella es muy joven todavía.

—No lo entiendo. Sabían que Dali era el hijo de un Rey, ¿no? Así que ¿por
qué no enviar al papá de Fallon tras él?

—No sabíamos que Dali era el hijo del Rey —Megan no estuvo de acuerdo
con el ceño fruncido—. Era sólo un rumor. Y teniendo en cuenta que todo
Sorcerer en el planeta afirma estar relacionado con el Sultán o un Rey Jinn,
uno en realidad no cree en los rumores. Pero no importa, porque tenemos
cazadores fuertes con nosotros. Jacob. —Megan había asentido en
reconocimiento—. Y mi Gerard, y el sobrino de Jacob, Brechin. Además...
tenemos un Ginnaye entre nosotros ahora. Un pura sangre. Jai es más
poderoso que dos de nosotros juntos.

Ese había parecido ser el final de la discusión mientras Susan empezaba a


charlar acerca del obvio enamoramiento de su prima Fallon con Charlie.
Rodando los ojos, Ari se había deslizado silenciosamente de la habitación y
se había dejado caer en un sillón junto a la chimenea, los sonidos de los
gemelos jugando el juego de consola era relajante para los oídos ansiosos
de más.

—¿Has oído sobre el miembro del Gremio Escocés —preguntó en voz baja
Callum, el tono bajo de su voz llamando la atención de Ari.

Matt negó con la cabeza, frunciendo el ceño ante el juego. —No. ¿Qué
miembro del Gremio?

—He oído a Scott y Gerard hablando de eso esta mañana. Michael llamó
esta mañana para decir que se había enterado de cosas acerca de los
secuestros y volvería a llamar más tarde, cuando tuviera la información
confirmada. También le dijo a Gerard que algún cazador importante del
Gremio de Escocia, acababa de ser condenado a muerte en los tribunales
de los Jinn.

Los ojos de Ari se abrieron como platos, y totalmente aterrada se apoyó


para escuchar. Matt se calmó también, mirando a su hermano con tristeza
en sus ojos. —¿Qué pasó?

—Mató a un Ghulah. La cosa estaba comiéndose a uno de su Gremio y él


sólo se descontroló y lo mató. Fue llevado a la corte, pero parece que su
defensa no fue lo suficientemente fuerte y no había un Jinn pura sangre
para hablar por él por lo que fue condenado a muerte.

—Mierda —Matt sacudió la cabeza con rabia ahora—. Si hubiera sido


alguien como Jai habría conseguido una palmada en la muñeca o una
castración o algo por el estilo. Pero no... la más pequeña parte de sangre
humana y no tienes la posibilidad de un juicio justo.

—Sip —Callum golpeó su control con los dedos—. No hay destino de


escape en el mundo Jinn.

Sus palabras golpearon a Ari como balas, empujándola hacia atrás en su


silla con un suspiro ahogado. Su pecho se oprimió y sintió un ataque de
pánico encenderse por primera vez en las últimas semanas. Su cerebro
estaba borroso y tenía dificultad para respirar. No había escape del
destino. No había manera de escapar de su propio destino. Su futuro era
imposible. Ella lo sabía. Siempre lo había sabido. Pero por alguna razón hoy
no podía hacer frente a ello. No quería que los chicos la vieran colapsar,
Ari salió corriendo de la sala de estar principal al estudio, con los pies
deteniéndose cuando vio a Jai sentado a la mesa, mirando fijamente a la
lluvia. Se volvió para mirarla y sus ojos se estrecharon ante su expresión.

—¿Qué está pasando? —preguntó en voz baja, poniéndose de pie


rápidamente y caminando hacia ella.

Todo el cuerpo de Ari zumbaba con la emoción de ser el foco de su


atención y se humedeció los labios inconscientemente mientras su poder
se apoderaba de ella. Por un momento el pánico se había calmado.
Exhausta, Ari se encontró diciéndole:

—Voy a llamar a un cese del fuego en el Festival de Perra de Ari del 2011.

Jai sonrió, sus ojos verdes con chispas de risa. —¿Por qué?

Ella exhaló en gran medida, con las manos y las rodillas temblando. —
Porque realmente necesito un amigo.

Su piel se estremeció, mientras Jai se apoderaba suavemente de su mano


y la llevaba hasta el sofá de cuero. La soltó cuando se sentaron uno junto
al otro y sintió la pérdida de su calor en el interior de lo que se supone-es-
su-templado-cuerpo. —¿Qué está pasando? —preguntó en voz baja, su
preocupación ya no irritante, pero necesaria. Querida.

—No lo voy a lograr —dijo Ari, con voz temblorosa por la confesión—.
Estamos persiguiendo a Dali y esquivando a mi padre, pero no voy a lograr
salir de esto, Jai. Azazil tiene que tener algo planeado. Y con el tipo de
poder que tengo, no pasará mucho tiempo antes de que el mundo entero
se dé cuenta del Jinn en mí ¿y entonces qué? Soy una fracasada. Estoy
tan muerta. —Se atragantó, el miedo apretando sus pulmones y
entumeciéndole las piernas.

Reconociendo el ataque de pánico, Jai la agarró de las dos manos, su


tacto áspero succionando su pánico como si estuviera chupando el
veneno de una mordedura de serpiente. —No voy a dejar que eso suceda
—le prometió con fuerza, sus ojos intensos y la voz baja por la emoción—.
Tienes que creer eso.
—No quiero que te lastimen —Y ella sabía que estaba rompiendo su propia
promesa, dejando que sus sentimientos por él brillaran en sus ojos. Pero
parecía que incluso después de algunas semanas de tratar de poner
distancia entre ellos, incluso después de la confusión y el dolor que había
sentido cuando le había hablado de Yasmin y la forma en que había
tratado a la joven Ginnaye, Ari no podía dejarlo pasar. Sabía que debería.
Ella sabía qué era lo correcto para hacer.

Pero ella... no podía.

Jai tragó y Ari sabía que si tuviera las manos libres las frotaría en su cabello
con malestar. —No quiero que te lastimen tampoco —susurró la confesión,
con los ojos cayendo a su boca. Su mirada afilada mientras sus labios
temblaban y escuchaba su respiración. Dios, el sonido era caliente. El aire
cargado de inmediato entre ellos y su respiración se hizo más profunda, su
cuerpo tenso. Jai se inclinó hacia adelante, apretando su agarre alrededor
de sus manos.

—Ahí están —llamó Gerard, entrando en la habitación y separando a Jai y


Ari. Completamente ajeno al momento que había arruinado, Gerard se
puso sobre ellos—. Tenemos la información. Los reportes han estado
llegando en las últimas semanas. Toma esto… chicas desaparecidas de
alrededor de la edad de Ari, todas Jinn débiles viviendo entre humanos.
Ocho chicas en total. Las dos últimas tomadas de Filadelfia. Sin embargo,
hubo un intento en Columbus, Ohio, hace cuatro días, pero la chica se
escapó.

Ari se estremeció. —Estuvo en Ohio por mí.

Gerard asintió con la cabeza, su cara seria. —Me imagino que sí. Él todavía
puede estar presente. Fue su último intento y es tu estado de origen.

—Sí, pero nos atacó Jai y a mí en Los Ángeles.

—Sí, pero esa vez no había presencia mágica —reflexionó Jai—. En


Sandford Ridge, la había.

—Bueno, ya sabemos qué tipo de edificios comerciales alquila. Sus lugares


preferidos, los clubes que visita, restaurantes, etc. Tenemos sus patrones
funcionando. A él le gusta una metrópoli por lo que estamos empezando
con Cleveland.

—¿Así que no crees que él estará en Sandford? —preguntó Ari,


preocupada por los amigos que había dejado atrás.

—No, él odia los pueblos pequeños.

—Así que ¿cuándo nos vamos?

Gerard hizo un ruido de cacareo con su lengua mientras un aspecto


lamentable caía sobre su rostro. —Bueno... antes de irnos mi líder de
Gremio me ha pedido hacer frente a algunos asuntos en Phoenix.

Jai frunció el ceño, moviéndose hacia adelante. —¿Asuntos?

—Uno de nuestros cazadores se enzarzó en una pelea con un Jinn Utukku


al que iba siguiendo y el muy cabrón salió de Phoenix. El cazador está
herido, pero logramos dar con él en el cementerio San Francisco. No está
demasiado lejos de aquí. Él necesita apoyo.

Confundida, Ari levantó una mano. —Espera un minuto. ¿Qué diablos es un


Utukka?

—Utukku —la corrigió Jai—. Hay seres benévolos y seres malvados. Los
Utukku benévolos se llaman Shedu y velan por los muertos, que se instalan
en los cementerios, etc; asustan a los vándalos, y los malos se llaman
Edimmu y persiguen en los cementerios, atacando a cualquiera que se
atreva a entrar. —Miró a Gerard con un cansancio que se estaba
volviendo demasiado familiar para Ari. Quería abrazar a su amigo, no
importa cuán amargo sabor tuviera la palabra en su lengua—. Me da la
impresión de que ustedes tienen que manejarlo antes de que podamos
salir.

La molestia arrasó con Ari mientras Gerard asentía con la cabeza. Ya


habían estado esperando tanto tiempo, o al menos lo sentía así, para ir tras
Dali. Estaba desesperada por acabar con esto para poder prepararse
para el siguiente reto a enfrentar.

—Jai, me gustaría incluirte en el equipo —dijo Gerard en voz baja—. Le


prometí a Anabeth que podía conseguir un tiro en la siguiente búsqueda
grande, pero ella dijo que se sentiría mejor si la acompañas cuando se
encuentre con nuestro miembro del Gremio.

Con una sensación horrible creciendo en su interior, Ari vio cómo Jai
respondió:

—Por supuesto.

—Su nombre es Brett McConnell. Él va a estar esperando en la entrada del


cementerio por ustedes. Aquí están las direcciones —Gerard entregó a Jai
un pedazo de papel mientras Anabeth entraba en la habitación. Se veía
emocionada mientras sus ojos buscaban a Jai.

—¿Estás listo para hacer esto? —preguntó, haciendo caso omiso de Ari
como lo había hecho durante todo el tiempo que Ari había estado con el
Gremio.

Jai asintió con la cabeza y miró a Ari. —No tomará mucho tiempo.

Ari le dio una frágil inclinación de cabeza, estrechando sus ojos en


Anabeth. Es cierto que no le gustaba la forma en que la chica
coqueteaba con Jai, pero había algo fuera de su energía hoy. Ella estaba
erizada y sus ojos se lanzaban alrededor como si estuviera secuestrada por
las drogas. —Ten cuidado —murmuró Ari a su guardián, esa sensación
ominosa dentro de ella enrollándose en una bola apretada. Algo estaba
mal en todo este asunto.

Ari suspiró, frotándose con una mano su rostro mientras ellos salían de la
habitación. Eres tan paranoica.

—Él va a estar bien, Ari —le aseguró Gerard, haciéndola sacudirse. Se


había olvidado que estaba allí—. Es uno de los mejores.
Capítulo 23
Yo detendría mi corazón para que el tuyo latiera

Traducción SOS por Lizzie, LizC y Zeth


Corregido por Haushiinka

L
as puertas estaban cerradas, las ventanas selladas, la habitación a
oscuras excepto por una gran vela en el suelo entre las dos tumbonas.
Se quedó al otro lado de El Rey Rojo, su hermosa y larga figura
envuelta en un vestido rojo que hacía juego con su cabello. Sus exquisitas
facciones estaban iluminadas por el resplandor del fuego y Rojo sintió la
familiar atracción de nostalgia. No era a menudo que él llegara a verla.
Era una lástima que estuviera tan enfadada con él.

—Lo prometiste —le recordó en voz baja, con demasiado miedo de alzar
su voz y ser escuchada. Sus extraños ojos brillaron con decepción e ira
ardiente.

Rojo se encogió de hombros, fingiendo no estar afectado. Era su manera


de hacerlo. Su juego. Pretendiendo mientras que por debajo ambos sabían
lo mucho que realmente sentían. Tanto que sentir. Cualquier consecuencia
por la que valdría la pena sentirse de esta manera. —Estoy haciendo lo
que puedo.

—Enviaste a tu hermano. El Rey de Cristal. Rojo, él no siente nada. ¿Por qué


él?

Frunciendo el ceño Rojo chasqueó en señal de desaprobación. —


Recuerda lo que él hizo por ti. Por nosotros. Y Cristal siente mucho. Sobre
todo la lealtad. Él está haciendo lo que se le ha pedido.

—Por ti —Ella lo fulminó con la mirada, sus largos rizos oscuros cayendo
sobre sus hombros de seda mientras resoplaba con fastidio.

Moviéndose en su asiento, Rojo tuvo que obligarse a sí mismo a no ser


distraído. —Ya sabes cómo es. Estoy haciendo lo que puedo.
—¿Pero, Charlie? —Sus ojos entornados con frustración—. Por mucho que
el chico me irrite, Ari se preocupa por él. Ha perdido demasiado. Y estás
tratando deliberadamente de apartarlos. Estoy empezando a sospechar
que tú enviste ese Marid hacia él, el que le concedió su deseo de ser un
Sorcerer. —Cuando él no dijo nada, no pudiendo engañarla, ella negó con
la cabeza—. ¿Debe perder a Charlie también?

—No sabes lo que ella debería hacerlo.

—¿Están tus promesas hechas de nada?

Verdadero enojo quemaba a través de él y la vela en la sala


chisporroteaba. Con un movimiento de su mano la reavivó y ella estaba
sentada con la espalda recta, el mentón en alto, pero sus ojos cautelosos.
Como si alguna vez le fuera a hacer daño. —Estoy haciendo lo que puedo
—repitió.

—Tengo que protegerla —susurró, apretando las manos.

Verdadera tristeza y frustración lo inundaron. —Te dije que eso puede ser
imposible.

—Pero haremos lo que podamos —murmuró las palabras hacia él mientras


se ponía de pie.

—¿Vas a estar mucho tiempo lejos de ella? —preguntó Rojo, de pie


también. Sus dedos se morían de ganas de tocarla, pero ambos habían
decidido que no podían permitirse la distracción.

Ella sacudió la cabeza. —Tengo que reabastecerme, pero voy a ser rápida.

Una llamarada de celos se arrastró a través de él. —¿Quién va a ser tu


víctima esta vez?

—Bueno, no puede ser uno del equipo —Ella debe haber visto la tirantez
de sus facciones, la tensión, por sus ojos suavizados—. No significan nada
para mí.

—Lo sé —le aseguró.


—No quiero llamar la atención innecesariamente, así que voy a elegir a un
hombre de la ciudad. Estaré de regreso con Ari dentro de un día —Ella dio
un paso atrás, preparándose para entrar en el Peripatos.

Él sonrió con suavidad. —Hasta la próxima... Srta. Maggie.

Ella le sonrió con tristeza en respuesta. —Un extraño nombre para darme
pero... me está empezado a gustar.

—Sólo te ha tomado dos años.

Su resplandeciente risa desapareció en el fuego con ella.

Brett McConnell era un alto y enjuto hombre joven. Vestido de negro y


cojeando gravemente saludó a Jai y Anabeth en la entrada del mausoleo
que llevaba al cementerio principal.

—Me alegro de que ustedes pudieran lograrlo —sonrió Brett, sus oscuros
ojos cansados y su cara pálida—. Ni siquiera sabía que el bastardo me
tenía acorralado. Rasgó bastante mi pierna y nos viajó hasta aquí.
Estábamos en Utah, por lo que ha sido una gran persecución.
Afortunadamente, decidió ubicarse cerca de ustedes.

Sí, es bastante coincidencia, Jai pensó, mirando a su alrededor


subrepticiamente. Algo estaba mal en todo este asunto. Él no creía que
fuera un montaje. Por lo general podía leer a la gente muy bien y Gerard
parecía un tipo sólido. Además, el Gremio no tenía ningún motivo para
tratar de tenderle una trampa o lo que fuera. No. Jai estaba preocupado
de que el Utukku de alguna manera supiera de Ari. Pero ¿por qué un
Utukku querría hacer algo con ella? No tenía ningún sentido.

—Te ves emocionada, Anabeth —observó Brett, la diversión brillando en sus


ojos.

La joven mujer asintió con la cabeza, sus ojos agitándose alrededor


salvajemente.

Jai frunció el ceño. ¿Estaba asustada? No parecía del tipo de tener miedo.
De hecho, se había vuelto un poco tocadora estos últimos días. Jai estaba
empezando a sentirse como una ama de llaves tratando de evitar las
atenciones indebidas de su amo.

—Es su primer Utukku —le explicó Brett a Jai—. Su primera cacería grande.

Se volvió hacia la chica. —Lo harás muy bien. Sabes que eres asombrosa.

Ella sonrió ampliamente, iluminada con el cumplido. —Lo sé, sólo estoy un
poco nerviosa. Pero emocionada. Tengo muchas ganas de terminar con
esto.

—Bueno, se está haciendo de noche y el cementerio está vacío, así que


vamos a empezar a movernos —Él lanzó una mirada a Jai—. Sé que eres
genial y hábil en todo, ¿pero alguna vez te enfrentaste a un Utukku?

—Una vez.

—Está bien. ¿Así que ya sabes que hay que estar pendiente por el
descenso de temperatura cuando está en la vecindad?

Jai sonrió. —Realmente no siento el cambio de temperatura.

—Oh, claro. Jinn de sangre pura —Brett se encogió de hombros—. Bueno,


esperemos que tengas unos buenos reflejos rápidos. —Se quitó la mochila y
sacó una caja de madera oscura—. Ya que estás aquí puedes hacer algo
útil. He estado buscando esta cosa de cementerio en cementerio tratando
de mantenerlo tan ocupado de modo que no lastimara a nadie, pero este
es uno de los más crueles que he visto.

Jai miró la caja. El nombre en inglés de la caja era un Secretum y esos eran
muy raros. Fueron creados a partir de la madera de un árbol Conessi,
empaquetados con corteza tellicherry y harmal, y también tratados con
harmal. Un Jinn lo suficientemente fuerte podría atrapar a otro Jinn menos
fuerte dentro de la caja, y una vez encerrado allí era imposible para los
Jinn salir. Un Utukku podría quedar atrapado dentro de ella, pero Jai nunca
lo había intentado antes. —¿Quieres que ponga esta cosa en
un Secretum?

—Estaría verdaderamente agradecido —Brett sonrió—. Anabeth y yo lo


mantendremos ocupado mientras lo haces.
Jai a regañadientes se apoderó del Secretum. —No prometo nada.

Todos muy bien entrenados, atravesaron el mausoleo rectangular en


silencio y salieron al cementerio ya oscuro. Los ojos nocturnos de Jai se
ajustaron a la zona antes que los de ellos, tratando de encontrar algún
movimiento, una chispa de fuego. Asegurándose de no pisar las ramas o
aplastar algo bajo sus botas, los tres caminaron a la par, caminando de
regreso hasta el comienzo del cementerio para que pudieran rodear el
perímetro y luego hacer su camino hacia el interior en espiral. El silencio
presionaba fuertemente sobre ellos y muy poco a poco Jai pudo escuchar
la respiración de Anabeth aumentar. Él tocó su hombro, y con los ojos,
trató de decirle que se calmara. Ella asintió con gratitud, su larga cabellera
roja brillando en la reluciente luz de la luna. Jai suspiró para sus adentros.
Debería haberse cubierto su cabello.

—¿Qué es esto? ¿Tres pequeños Jinn buscándome?

Se dieron media vuelta como uno solo y Jai dio un paso adelante,
poniéndose a sí mismo entre la voz y los cazadores de El Gremio. Sentado
sobre una lápida grande estaba el Utukku. Era más pequeño que el
hombre promedio, pero sus escamas, y extremidades de barro verde eran
largas y delgadas. Los miró con ojos amarillos parpadeando
constantemente y una sonrisa amplia, como la de un león. Manojos de
cabello blanco sobresalía de su cabeza en mechones largos y uñas negras
se enroscaban en la punta de sus dedos a medida que este le hacia un
gesto con la mano a ellos, sonriendo, las encías de color rosa y negro
visibles cuando les destelló una sonrisa de dientes agudos, negros. —Alú a
su servicio —Él disparó una mirada detrás de Jai—. Bueno, he hecho mi
parte. Ahora tú has lo tuyo.

Fuego entró en erupción cuando el Utukku despegó en el Peripatos y Jai


dio la vuelta, su cerebro tratando de darle sentido a lo que había dicho.
Sus ojos sumaron dos más dos cuando cayeron sobre un inconsciente Brett,
el olor cobrizo de la sangre filtrándose de la herida en su pecho llenando el
aire de la noche. Los ojos de Jai se arrastraron hacia el arma que había
causado esto mientras el mango de la hoja seguía apretada firmemente
en las manos de Anabeth.

—¿Por qué? —preguntó Jai, conmocionado, pero sin miedo de ella.


—Él te quiere fuera del camino —susurró—. Me prometió todo. —Una
aturdida sonrisa iluminó su bonito rostro y Jai supo que estaba perdida en el
poder embriagador del Jinn que le había ofrecido tanto—. Incluso esto.

Ella desató una piedra de debajo de su camiseta en donde colgaba de


una cadena de plata, y antes de que Jai pudiera reaccionar para
defenderse en contra de la esmeralda que Anabeth no debería haber
tenido, estaba volando hacia atrás a través del aire. La respiración salió
duramente de sus pulmones cuando chocó con el suelo de tierra dura.
Mientras luchaba por aspirar de nuevo y cuando sus ojos se centraron de
nuevo, la boca de Jai cayó abierta, sus piernas demasiado lentas para
detener las espadas de llamas impulsadas lloviendo desde el cielo hacia
él.

El nudo de inquietud en las entrañas de Ari se estaba haciendo cada vez


más fuerte. Sus piernas estaban incluso empezando a temblar. Olas de
náuseas siguieron rodando sobre ella y sabía, simplemente sabía que algo
no estaba bien. Contenta por una vez de Fallon no perdiendo el interés de
Charlie, Ari se había escapado a la tranquila soledad de la habitación que
compartían. ¿Qué había sido esa energía que había sentido cuando
Anabeth había entrado en la habitación para buscar a Jai? Y más que
eso... ¿por qué el Utukki o Utukka o E-imbécil o lo que fuera, decidió
aparecer en un cementerio tan cerca de El Gremio? Cuanto más y más lo
pensaba más y más le parecía demasiada coincidencia.

Oh, mierda.

¿El Gremio les había puesto una trampa?

¿Le habían puesto una trampa a Jai?

¿Por qué él idiota no había visto eso? Se suponía que él era el inteligente.

¡Oh Dios, Jai!

Visiones de encontrar su cuerpo sin vida cruzaron por sus ojos y Ari empezó
a entrar en pánico.
No, no, cálmate. Sacudió la cabeza. Estoy actuando como una loca.

¿O lo soy?

Sólo había una manera de sentirse mejor y eso era ir tras Jai y ayudarlo. Si él
estaba bien y la enviaba de vuelta entonces ella le obedecería. Por una
vez. Sólo tenía que saber que todo estaba muy bien. ¿Debería decirles que
me voy?

Ari pensó en sus sospechas.

Nah.

Haciendo lo que Jai le había enseñado, Ari se concentró en el cementerio.


San Francis, lo había llamado Gerard. Pensó en el cementerio San Francis
en Phoenix y se centró en Jai, en particular. Fuego explotó a su alrededor,
lamiendo su piel con sus llamas invisibles. La desorientación la desacopló
mucho más rápido esta vez y Ari salió al aire de la noche, el olor del calor
aun cosquilleando en su nariz.

Todo sucedió tan rápido después de eso.

Jai estaba en el piso, gritando agónicamente mientras dos espadas


ardientes lo tenían sujeto por los hombros. Anabeth estaba a unos metros
de él, de pie sobre un cuerpo, frotando una gran piedra de esmeralda. En
su otra mano había una brillante y ardiente bola de fuego violeta que
estaba creciendo en un feroz remolino.

—¡No hay vuelta atrás para esto, Jai! —gritó Anabeth maniáticamente—.
¡Él quiere que desaparezcas!

Le lanzó la bola de fuego y Ari no tuvo tiempo de darle una orden, no tuvo
tiempo de detenerla. En vez de eso usó el Peripatos, fuego adentro y
afuera, el vértigo abrumándola… y luego el dolor al interponerse entre la
mágica arma y Jai, apareciendo en el camino de la bola de fuego. Se
sintió como si un hoyo de calor la hubiera perforado. Su pecho ardió en
agonía. No podía respirar. El estrellado cielo sobre ella parpadeaba sin
hacer movimiento alguno mientras Ari trataba desesperadamente de
respirar. Lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras todo su cuerpo se
retorcía de dolor, sus extremidades retorciéndose, sus puños apretados
mientras caía al duro suelo. Sus pulmones de pronto se abrieron, pero ser
capaz de respirar le hizo ahora concentrarse en el insoportable ardor en su
pecho. Se extendió en su sangre y en todos sus nervios. El cielo se puso
borroso, oscuridad arrastrándose en los bordes de su visión mientras su
cerebro trataba de apaciguar lo que no podía soportar.

La pelirroja voló hacia su dirección y Ari tragó saliva, saboreando la sangre.


El borroso rostro de Anabeth apareció sobre ella, asustado y vidriado…
como si estuviera hipnotizada o algo. Vagamente Ari deseó que esto no
siguiera pasando; que finalmente pudiera caer en una de estas situaciones
y estar en posición de usar sus poderes antes de ser lastimada. Pero la vida
nunca era fácil.

—No se suponía que fueras tú —gimoteó Anabeth—. No.

Ari tosió, sintiendo cómo la oscuridad se extendía rápidamente. Estaba


perdiendo tiempo. Aún tenía que salvar a Jai.

—Te… te… —Se ahogó con la sangre—, te ordeno que dejes a Jai ileso —
susurró y la oscuridad finalmente ganó.

La magia en las espadas que lo tenían sujeto era fuerte y Jai estaba débil.
Esa esmeralda en la mano de Anabeth no era normal. Era una esmeralda
del Monte Qaf. Alguien los había traicionado.

Podía ver a Ari tirada en el piso en el lugar donde había recibido el disparo
que se suponía iba dirigido a él. Un tiro que lo habría matado. Eso podría
estarla matando ahora. Sin embargo el dolor de Jai crecía levemente
cada vez que tratada de moverse, para acercarse a ella. Mientras
Anabeth se dirigía a ella con sus extremidades temblorosas.

—No se suponía que fueras tú —susurró Anabeth—. No.

Ahora Ari temblaba con fuerza y Jai se tragó otro grito de dolor al tratar de
alzar su brazo izquierdo.

—Te… te… —se detuvo al dejar una horrible tos salir. Jai sintió el pánico
apretar en su pecho—. Te ordeno que dejes a Jai ileso. —Las roncas
palabras de Ari susurraron en sus incrédulos oídos y se congeló cuando
todo su cuerpo quedó inmóvil.

—¡No! —gritó, sintiendo el temor matándolo aún más que el dolor físico—.
¡No! ¡Ari!

Anabeth se tambaleó hacia atrás, mirándolo con su propio miedo impreso


en sus ojos.

—¿Qué hago ahora?

Y antes de que Jai le rogara para que lo liberara y así pudiera salvar a Ari,
Anabeth entró en el Peripatos. Cuando los últimos siseos de las llamas
cesaron Jai se quedó acostado en un enfermizo silencio y maldijo a Ari por
poner su vida antes que la de ella. Furia e impotencia se extendieron en él
y toda su magia explotó telepáticamente.

ROJO, ¡VEN AQUÍ AHORA MISMO, ARI ESTÁ MURIENDO!

El mensaje apenas había sido enviado y el Rey Rojo ya corría desde su


Peripatos hacia Ari, su cabello rojo ondeando detrás de él como una
bandera de batalla.

—¿Qué ocurrió? —rugió, su rostro manchado de rabia mientras caía de


rodillas junto al cuerpo de Ari.

Jai contuvo las lágrimas que amenazaban con caer mientras trataba de
obtener una mejor vista de ella.

—Una de El Gremio —logró decir mientras Rojo ponía su mano sobre la


herida de Ari y luego revisaba su pulso—. Nos engañó con la ayuda de un
Utukku. El Utukku fue enviado aquí para engañarme. Alguien hizo esto.
Alguien del Monte Qaf. Tenía una esmeralda del Monte Qaf.

Los ojos del Rey Rojo brillaron ante las noticias mientras tomaba
cuidadosamente el cuerpo de Ari en sus fuertes brazos. Se dirigió hacia Jai,
mirando las espadas.

—Estás bien. Ésta es magia poderosa —Puso su mano libre sobre la de la


derecha y ésta se convirtió en cenizas, el peso de ella se alivianó. En su
lugar sintió la sangre caliente empapar sus ropas en su ahora abierta
herida. Rojo hizo lo mismo con la otra y Jai luchó para sentarse, toda su
parte superior sensible por el dolor. En verdad, Jai podría estar paralizado
justo en ese momento y no le importaría. Sus ojos y corazón estaban en Ari.

—¿Estará bien? —susurró roncamente, luchando para ponerse de pie y


tambaleándose.

El Rey Rojo lo agarró sin dejar caer a Ari. Sus facciones estaban apretadas.

—Tengo que llevarlos a ambos a mi curandero. Lo he llamado a una casa


segura. Por el momento no podemos confiar en El Gremio.

La idea de usar el Peripatos casi dobla las rodillas de Jai. Sudor y sangre
caían por su cuerpo mientras se giraba a ver la figura inconsciente de
Brett.

—El cazador. No tiene nada que ver en esto. Creo que… —Se detuvo,
respiró profundamente—. Fue sólo Anabeth.

—Regresaré por el cazador —prometió el Rey Rojo—, pero no podemos


detenernos por más tiempo. Cada minuto cuenta. —Y diciendo eso
desapareció en las llamas llevándose a Ari con él. Jai ni siquiera se
concentró en pensar a donde iría o si llegaría a aquel lugar en su actual
débil estado. Su único pensamiento era seguir a la chica sé que había
vuelto tan importante para él.

La chica que había salvado su vida.


Capítulo 24
No hay excusas, sólo opciones

Traducido por Cami.Pineda


Corregido por ☽♏єl

É
l pudo haber prendido fuego al Monte Qaf con su furia, abriendo un
camino desde un extremo del nunca al siguiente. En vez de eso, Rojo
dejó que el enojo se enfriara dentro de él, la calma llevándolo a la
persona que seguramente tendría la respuesta.

Azazil lo observó impasiblemente, sus largos y fuertes dedos tamborileando


en el brazo de su trono de mármol negro. Hoy no usaba bata. Pantalones
de seda negra se elevaban alrededor de sus piernas, sus pies descalzos. Un
torque dorado incrustado con esmeraldas y rubíes colgaba alrededor de
los huesos de su cuello. Brazaletes a juego rodeaban cada bíceps y aretes
de rubíes colgaban de sus orejas. Azazil estaba en modo de jugar al Sultán
hoy.

—¿Exactamente qué quieres de mí?

Ari viviría.

El sanador de Rojo la había salvado y siendo de sangre real Jinn, su sobrina


era fuerte. Jai se estaba recuperando rápidamente de sus propias heridas
pero si Jai hubiera tomado el golpe dirigido hacia él, Rojo no creía que el
guardián pudiera haber sobrevivido al ataque. Ari le había salvado la vida
al joven hombre. Luego de recibir un regaño de la “Srta. Maggie” cuya
propia culpa al haber estado en otro lugar durante la pelea incendió su
enojo contra Rojo, el Rey de los Jinn había dejado Ari a dormir con el resto
de sus heridas dentro de la protección de la casa de El Gremio Roe,
quienes habían sido absueltos de cualquier participación. Estaban
devastados con que uno de ellos pudiera haber sido quien hizo esto. Los
hermanos Hollis estaban paralizados porque su hermana había sido
abordada por otro Jinn detrás de sus espaldas y llevada a hacer tremendo
mal. Anabeth aún estaba perdida, pero ahora se había convertido en un
objetivo de su propio Gremio. El cazador que había salvado luego de
prometérselo a Jai, había sido regresado al Gremio principal en Nueva
Jersey, recuperándose bien de su herida de cuchillo. Sí, todo había sido
arreglado… excepto quién había corrompido a Anabeth en primer lugar.

—¿Debes saber quién atacó a Ari, padre?

—Lo sé —Azazil se encogió de hombros, sus ojos diciéndole a Rojo que


retrocediera.

Y normalmente el Rey Rojo hubiera escuchado la silenciosa orden de su


padre pero un sentimiento abrumador había empezado a apoderarse de
él desde que se había visto envuelto en la situación difícil de su sobrina, y
se estaba volviendo difícil detenerlo.

—¿Quién fue? ¿Fue Blanco?

—Si dijera que sí, ¿qué harías? ¿Saldrías a toda carrera de aquí y lo
golpearías hasta que fuera una masa de sangre?

Rojo se movió incómodamente, sin interés en el tono sarcástico de la voz


de Azazil.

—No fue tu hermano —Azazil le indicó que se fuera, las joyas sobre sus
dedos brillando en la escandalosa luz cegadora del gran salón. Un familiar
zumbido de energía pulsó en la parte trasera de Rojo mientras Azazil los
envolvía en la intimidad. Su padre odiaba tener a cualquiera dentro de su
cabeza y rara vez usaba la telepatía. La mirada del Sultán se estrechó
hacia su hijo.

—Fue Asmodeus. Él engaño a la niña, Anabeth, y le dio la esmeralda. Ella


ha sido tratada por su incompetencia y no va a ser encontrada por su
Gremio.

Era difícil sorprender a un Rey de los Jinn pero eso lo hizo. Rojo negó con su
cabeza en confusión.

—¿Por qué? Asmodeus, quiero decir.

—Mi Teniente decidió que sería divertido unirse a la fiesta. Sus palabas, no
las mías —La mandíbula de Azazil se apretó con emoción antes de limpiar
su existencia—. No te concierne, hijo. Lidié con Asmodeus y he recibido su
promesa de no interferir en estos asuntos de nuevo.

En cuanto a lo que Rojo era consciente, Azazil nunca le exigió una


promesa a Asmodeus. Él lo sedujo, manipuló o simplemente limpió su
desorden. Sin embargo, Rojo estaba feliz de que lo había hecho esta vez.
Los enemigos de Ari eran lo suficientemente poderosos sin agregar a
Asmodeus en la mezcla.

—Gracias. Eso ciertamente hará mi trabajo más fácil.

La luz alrededor de ellos se atenuó, casi como si una nube de lluvia se


hubiera movido sobre ellos. Los ojos de Azazil se estrecharon y el Rey Rojo
trató de esconder su malestar.

—Mi pregunta es… ¿por qué Asmodeus creyó que matando a Jai crearía
tanto caos para Ari?

Porque se aman.

Rojo se encogió de hombros, la culpa arañándole las entrañas mientras él


mentía sin problemas.

—Jai es un protector fuerte para Ari. Sacarlo hubiera hecho el juego más
fácil para el Rey Blanco y Dali.

Azazil sonrió pero era una maliciosa sonrisa, como un cuchillo afilado.

—Estás volviendo esto mucho más intrigante, hijo.

Rojo se enderezó, esperando que su padre lo juzgara por haber mentido.


Su corazón latía fuerte en su pecho por primera vez en un largo tiempo.

El Sultán suspiró y se recostó en su trono, el aburrimiento cambiando su


expresión salvaje.

—No le vas a decir a nadie de la participación de Asmodeus. Es una


orden. Ahora… puedes irte.

Sin necesidad de decirlo dos veces, Rojo midió los pasos hacia el Peripatos
mientras su corazón le ordenaba que corriera.
Jai se sentó en la cama gemela opuesta, mirando a Ari dormir. Había
estado inconsciente por treinta y seis horas, pero el sanador de Rojo, un
Jinn sorpresivamente joven, había hecho maravillas en él y en Ari.

Él no sabía sobre Ari, pero Jai se sintió casi al 100% de nuevo. El Gremio
estaba empacando. Podía oír los sonidos de movimientos y las cadencias
de altas a bajas voces haciendo ruido a través de la pared mientras ellos
se preparaban para irse para Ohio. No era de extrañar que fueran
discretos en estos momentos, sintiéndose incómodos y culpables por la
traición de Anabeth. Jai no los culpaba. El culpaba al hijo de puta cuya
traición venía del Monte Qaf.

La furia que estaba teñida de pánico quemaba a través de Jai y bajó la


mirada, contento de que Fallon hubiera logrado por fin convencido a
Charlie para que abandonara el lado de la cama de Ari. La cercana
experiencia a la muerte de Ari realmente había sacudido al chico. Jai sólo
podía esperar que lo hubiera sacudido lo suficiente para sacarle la cabeza
de su culo junto con todos los talismanes con los que había estado
obsesionado últimamente. Incapaz de parar de mirar a Ari, de
tranquilizarse a sí mismo de que ella estaba viva, Jai bajó la mirada, el alivio
hormigueando en su cuero cabelludo cuando vio la cantidad de color
que había regresado a las mejillas de Ari.

Había saltado al frente de una versión Jinn de una bazuca para salvarlo.

Jai no podía sacarse eso de la cabeza.

¿Cómo se suponía que actuara cuando ella despertara? ¿Qué se suponía


que dijera?

La vibración de su teléfono celular en su regazo apartó su mirada de ella y


Jai respondió a la llamada, alegre de escuchar una voz familiar.

—Trey.

—Acabo de escucharlo —respondió Trey en voz baja—. ¿Ella va a estar


bien? ¿Tú lo estás?
—Estoy bien —Jai le aseguró, pero al oír la voz de su mejor amigo se rompió
algo dentro de él y se encontró a sí mismo susurrando con voz ronca,
estupefacto, la confusión en sus palabras—. Ella salvó mi vida. Recibió el
golpe… y lo último que hizo fue usar su don para ordenarle a esa chica
que me dejara. ¿Por qué hizo eso?

Agachó la cabeza con vergüenza, mientras las lágrimas brillaban en sus


ojos.

Trey estuvo callado un momento.

—Creo que ya lo sabes, hombre. Y creo que eres un completo idiota si no


tomas la decisión correcta.

—Trey —Jai negó con su cabeza, la frustración quemando el suave


sentimiento—. No es así de simple.

—Es así de simple —Trey escupió en el teléfono y Jai casi saltó hacia atrás,
sorprendido por su vehemencia—. Ellos te golpearon brutalmente y él dejó
que pasara. Por años. Pero ella casi muere para salvarte. Aquí hay una
decisión correcta y una equivocada, Jai.

—Hay mucho sucediendo —Jai negó con su cabeza, contento de que


hubiera una razón para posponer hacer la decisión que cambiaría su
vida—. Estamos cazando a Dali y Ari ni siquiera se ha despertado y…

Un suave gruñido de los labios de Ari lo hizo detenerse y Jai se paró, viendo
como ella se movía en la cama, su cabeza girando, abriendo sus ojos en
ranuras estrechas hasta que se amplió a la vista de él, de pie ante ella.

Su cabello estaba en una desesperada necesidad de ser lavado y su boca


estaba arrugada de dormir. Aunque el color había retornado a sus mejillas,
aún había un brillo enfermizo en su piel por la fiebre. Ella era lo más
hermoso que Jai hubiera visto.

—Acaba de despertar —le dijo a Trey en voz baja.

Trey suspiró de alivio.


—Dile que pregunté por ella. Y recuerda lo que dije —Colgó sin decir adiós.
Jai tenía el presentimiento de que su amigo, por primera vez, estaba
realmente enojado con él.

—Hola —dijo Jai suavemente mientras Ari parpadeaba hacia él, la


confusión volviéndose reconocimiento.

Sus ojos se abrieron mientras luchaba por sentarse. Él se inclinó alrededor


de ella, sus brazos bajo los de ella, levantándola gentilmente hasta una
posición en la que estuviera sentada. Ari le agarró su brazo antes de que
pudiera apartarlo.

—¿Estás bien?

Jai sonrió a pesar de sí mismo, desconcertado de que se tratara de su


primera pregunta.

—Estoy bien.

Ari observó a Jai como si fuera el primer hombre que alguna vez hubiera
visto. Alivio vibraba a través de ella mientras agarraba con más fuerza su
brazo.

Se sentía asquerosa y desorientada, pero el dolor que recordaba había


desaparecido por completo. ¿Qué había pasado? ¿Había vuelto con El
Gremio?

Sus dedos se deslizaron bajo su brazo, mientras Jai trataba gentilmente de


removerlos, las yemas de sus dedos hormigueando, mientras le rozaba la
mano. No lo dejes ir. Casi hizo un puchero cuando él se retiró, su sonrisa
desapareciendo a medida que la cautela se apoderaba de su rostro.

—¿Qué pasó?

Cuando él terminó de explicarle todo, Ari retiró la ropa de cama.

—¿Qué estás haciendo? —Jai frunció el ceño, bloqueando su camino.


—Saliendo de la cama. Hay otro idiota detrás de mí. Tengo que lidiar con
eso.

—Vuelve a la cama. Casi mueres —gruñó—. Y no creas que voy a dejar


que te salgas con la tuya con este truco que armaste.

Ari lo miró boquiabierta, con la indignación inundándola.

—¿Ésta es tu idea de un “gracias”?

Jai levantó una ceja, con un peligroso destello en sus ojos.

—¿Gracias? —Respiró—. ¿Quieres que te diga gracias por qué casi te


matas?

¡Quiero que me digas gracias por salvar tu vida! Quiero que digas, Ari, ¡lo
entiendo ahora!

Una amarga decepción recorrió su lengua y Ari sacudió su cabeza.

—No quiero nada de ti.

Antes de que él pudiera reaccionar, la puerta de la habitación se abrió de


golpe y Charlie dió tres enormes pasos hacia ella, apartando a Jai y
aplastando a Ari en un abrazo tan grande que la levantó del suelo. Ella lo
abrazó de vuelta, reconfortada por el sentimiento familiar de él.

—Estaba tan preocupado —dijo Charlie con la voz ronca, el ruido de sus
palabras cosquilleando su oreja.

—Estoy bien —Le dio otro apretón y se apartó sin dejarlo ir. Ella todavía se
sentía un poco inestable de pie.

Fallon se paró en medio de Jai y El Rey Rojo, su intimidante altura y


presencia haciendo parecer a la chica particularmente diminuta.

Ari apenas tuvo tiempo de reconocer al Rey Rojo, con una sonrisa de
gratitud, él le había salvado la vida, cuando Fallon le dio un puñetazo
juguetón en la parte superior del brazo.
—Mírate —Sonrió—. Sobreviviste a un Haqeeqah. Creo que he encontrado
un nuevo dios para adorar. —Ella inclinó la cabeza con una chispa
insolente en sus ojos.

Ari le lanzó al Rey Rojo una mirada burlona.

—¿Haqeeqah?

Su tío sonrió con indulgencia y Ari atrapó esa mirada rápida de ternura que
trató tan difícilmente de ocultar. ¿Estaba llegando a confiar en él después
de todo?

—Es una mujer, seguro. Es la esencia del poder de una esmeralda tallada
en el propio Monte Qaf. Es pura en su origen, su poder. Tan pura como la
verdad.

—¿Y casi me mata?

Sus ojos se oscurecieron.

—Sí.

El brazo de Charlie se erizó bajo su mano.

—¿Ya saben quién lo hizo?

Todos se volvieron para mirar a Rojo y él ni siquiera se inmutó bajo su


expectante y agresiva consideración. En vez de eso, dio una rápida
negación con su cabeza.

—Nadie va a admitirlo y aquellos de los que sospechaba han sido


probados inocentes por Azazil.

Charlie frunció el ceño.

—¿Así que eso es todo? Es ridículo. ¿Cómo se supone que salvemos a Ari
no de uno, sino de tres enemigos, y sin siquiera saber quién fue el último?

—No sabemos quién es él —intervino Jai—, pero sí sabemos que no vino en


busca Ari. Vino en busca de mí.
—Sí —Fallon le lanzó una mirada de “duh”—. Pero sólo para sacarte del
camino para llegar a Ari.

Empezaron a hablar uno sobre el otro, y la cabeza de Ari palpitaba con sus
argumentos.

Ella miró pasivamente al Rey Rojo y él le dio una simpática sonrisa.

Gracias por salvarme la vida, le dijo telepáticamente.

Sus ojos se abrieron. De nada. Siempre estaré ahí.

Gracias por salvar su vida también.

La sonrisa de Rojo cayó mientras él le dirigía una rápida mirada a Jai antes
de volver a ella. Tú lo hiciste. No yo.

Sí, ella lo hizo. Porque pensar en perderlo…

Ari.

Sus ojos se encontraron de nuevo con los brillantes azules de Rojo.

Sí.

Es por eso que él fue herido. Trataron de usarlo en contra tuya. Tienes que
esconderlo. Cómo te sientes.

Sacudiendo su cabeza infinitesimalmente, Ari enderezó su columna, he


terminado de esconderme. Es tiempo de cazar.

Una sonrisa cruzó el rostro desenfadado del Rey Rojo y aplaudió con las
manos para acallar las disputas.

—Suficiente. Un enemigo a la vez. Y parece que Ari está lista para patear
algunos traseros.

Todos la miraron, imágenes espejadas con las cejas levantadas y labios


fruncidos. Ella arqueó una ceja hacia ellos, reconociendo que fingir que
estaba bien en realidad podría ayudarla a estar bien.

—Ya han oído a nuestro señor —bromeó—. Vamos a dejar esto atrás y
golpear al menos a uno de estos chicos.
Capítulo 25
¿Puedes cazar a un cazador?

Traducido por Andy Parth


Corregido por Deyanira

S
entada en otra habitación que no era la suya, Ari miró a la ventana
deseando poder mirar fuera de ella. Pero ellos estaban tomando
precauciones adicionales para asegurarse que Dali, y nadie más,
conociera hacia dónde había desaparecido Ari, así que ella tenía que
permanecer invisible. Estaba aburrida. Jai la estaba evitando y Charlie se
había quedado dormido en la cama junto a ella. La energía de la Srta.
Maggie zumbaba en la habitación dejándola saber que ella también
estaba cerca. Charlie había sido demasiado atento y Ari sabía que se
sentía culpable acerca de perderse a sí mismo tanto en aprender a ser un
Sorcerer, que ni siquiera sabía que Jai había salido de cacería, y mucho
menos que Ari le había seguido a su cercana muerte. Por supuesto, no era
culpa de Charlie, pero Ari no estaba por encima de la retención de esas
palabras actuales siempre y cuando esto significara que él estaba distraído
de satisfacer demasiado el poder adictivo que había deseado. Ella se giró
para mirarlo con cariño, sus largas piernas colgando del extremo de la
cama. No podía ser cómodo. Un suave ronquido soplaba entre su boca
perfecta y Ari sintió una ráfaga de alegría al verlo así. Ella extrañaba su
amigo. Ellos no hablaban ya acerca de cosas ordinarias, como libros,
películas y música. En su lugar Ari se sentaba a la espera de que Charlie
bajara de su último subidón mágico. La última había sido montando el
Peripatos con El Rey Rojo. Para obstaculizar la posibilidad de que alguien
los siguiera, Rojo había ofrecido llevar a Charlie hasta el hotel en el que se
alojaban en Cleveland usando el Peripatos así que Dali no usó a Charlie
para seguir a Ari.
Ari había hecho una mueca, sus manos en jarras. —¿Y no podías haber
ofrecido hacer eso antes? ¿Cuándo tuvimos que tomar un vuelo hacia L.A
o Phoenix?

El Rey Rojo sonrió sin pedir disculpas. —Bueno, pensé que ustedes chicos
necesitaban un tiempo de calidad juntos. Las cosas han estado tensas.

—Tensas mi trasero. Haces cosas cuando deseas hacerlo, sin ton ni son
¿cierto?

Su tío se encogió de hombros, sus ojos destellando enigmáticamente.

Ari suspiró y miró el reloj por millonésima vez. Jai estaba en la habitación de
al lado. Esperando también. El equipo estaba tomando un avión. Pronto
estarían allí y las cosas podrían ponerse en movimiento otra vez. Ella tendría
algo en lo que concentrarse, en lugar del hecho de que Jai se tensaba
cada vez que lo tocaba o que su corazón retumbaba incluso peor de lo
que solía, cuando él la miraba. Incluso ahora tenía plena consciencia de
él, en la siguiente habitación del hotel, sus orejas se agudizaban para
escuchar algún tipo de movimiento. Inquietud vibraba a través de sus
venas. ¿Ella había hecho un giro de 180ª? ¿Realmente había venido a
través de todo esto para volver a estar suspirando por un chico que no la
amaba? Seguramente no. Bueno, sí y no. Era estúpido pensar que ella
podía simplemente apagarlo. Ella ni siquiera podía hacer eso con Charlie,
pasó un dedo sobre su apuesto rostro dormido. Podía tratar de continuar,
sí, pero no podía mentirse a sí misma. Ella amaba a Jai. Un aplastante,
desgarrador, impresionante tipo de amor y lo que había sucedido había
cambiado su perspectiva en todos los aspectos otra vez.

Quizás ella no tenía ninguna posibilidad en este tira y afloja del Seal. Tal
vez ella iba a morir.

Tal vez no había otro final para ella en esto.

Sin embargo, El Gremio tenía razón. ¿No era mejor morir luchando por
algo, por la gente que amaba, que renunciar por un trágico final?

—Eso creo —susurró ella.


—¿Tú crees qué? —preguntó Charlie suavemente y Ari se giró para mirarlo.
Él la miraba con hermosos ojos oscuros soñolientos. Un dolor agridulce
iluminó a través de su pecho mientras recordaba cuánto había estado
enamorada de él. Pero había sido un amor adolescente. Un sueño infantil.
Ella lo amaba, sí. Pero no estaba enamorada de él. Ari finalmente entendió
la diferencia.

—He estado tratando arduamente de dejarte ir —le dijo suavemente.

Ante serio giro de la conversación Charlie se levantó en una posición


sentada, sus ojos repentinamente bien abiertos. Su cabello estaba
despeinado. Se veía mejor. Más como él.

—¿Y lo has hecho? —Su voz estaba ronca bajo la pesadez de la pregunta.

—No quería preocuparme más. Después de mi papá y tú y… todo… sólo


parecía demasiado duro. Pero todavía me importa —Ella tomó una de sus
manos en las suyas y apretó—. Y estoy muy aterrada por ti.

Frunciendo el ceño Charlie apretó su mano de vuelta. —Oye, voy a estar


bien. Estoy aprendiendo a controlar esta cosa. Es cierto que me perdí en
ello y no quiero que pase otra vez. Me siento como una mierda por no
saber lo que estaba pasando, por no estar allí cuando me necesitabas.

—Eso funciona en ambos sentidos —admitió ella.

—Me voy a tomar mi tiempo —prometió—. Hacer esto bien.

—Todavía vas a conseguir que te maten.

—Tengo que hacer esto, Ari. ¿No puedes entender eso?

Ari se tomó un minuto, pensando acerca de cómo se sentiría acerca de


Anabeth si ella hubiera logrado matar a Jai. Había odio, sí, y querría
justicia, y si nadie más confiaba en ella, habría estado tentada a tomar esa
justicia. Pero Ari no estaba conectada de esa forma. Siempre había
pensado diez pasos adelante. Así es como era capaz de impedirse usar su
don contra El Rey Blanco a pesar de que él había asesinado a su padre.

—Creo que puedo —le dijo a Charlie y vio como él parecía derretirse bajo
su admisión—. Pero, eso no significa que estoy de acuerdo contigo.
Estuvieron tranquilos un momento, el pulgar de Charlie deslizándose sobre
su palma. Sus manos eran sólo un poco más suaves que las de Jai, se dio
cuenta ella.

Ari pensó en Fallon, quién había sido infeliz al ser dejada atrás con su
equipo en el avión. Ari había visto como Fallon le había dado a Charlie un
abrazo y murmurado algo en su oído. —Así que… —Ella le sonrió
descaradamente, incapaz de evitar un poco de incomodidad y un tanto
de celos en sus palabras—. Tú y Fallon. A ella le gustas.

Charlie rodó sus ojos. —Eres tan chica.

—Bueno mi sujetador ciertamente lo piensa.

—Graciosa.

—Entonces… —Ari lo golpeó más duro con su hombro—. ¿Algo pasa allí?

Un ceño fruncido reemplazó rápidamente la sonrisa de Charlie mientras


bajó la mirada a sus ojos burlones.

—Sabes que no lo hay. Y no lo habrá.

Ari pestañeó, recordando sus palabras sólo unas semanas antes.

“…No me estoy rindiendo. Un día, quizás la semana próxima, quizás el año


próximo… quizás dentro de diez años… estarás lista para dejarme entrar
otra vez. Y estaré esperando Ari. Esperaré por siempre para hacerlo bien
contigo.”

—Charlie —Ari inhaló, sacudiendo su cabeza—. Quizás deberías.

—¿Ari…?

Dios, ella no podía dejarle seguir pensando que había esperanza. El dolor
por él torció su intestino mientras lo miró, mirando profundamente en sus
ojos. Tenía que hacerle entender.

—Yo iba a morir por él.

El dolor crispó las facciones de Charlie, sus ojos ampliándose con


comprensión. Aspiró una bocanada como si hubiera sido golpeado en el
estómago. No sabiendo qué hacer, pero odiando que le hubiera causado
dolor, Ari arrojó sus brazos alrededor de él y lo sostuvo fuerte. Después de
unos segundos sus brazos llegaron alrededor de su espalda y la apretó
cerca, presionando su rostro en el hueco de su cuello. Se mantuvieron
apretados mutuamente durante unos minutos y luego Charlie dio un rápido
asentimiento, su nariz cepillando su piel, su mano rozándole su espalda
como si la reconfortara. Abruptamente, él la dejo ir, apartándola de él y sin
decir una palabra, se levantó y salió dando zancadas de la habitación.

Ari miraba a todo el equipo de cazadores, encantada de estar sentada


junto a Fallon. La chica nunca dejaría que ninguna situación llegara a ella
o cambiara la manera en que actuaba alrededor de las personas. La
mayoría de los miembros del equipo todavía encontraban difícil mirarla a
los ojos, especialmente los gemelos, pero no Fallon. Gerard y Megan
parecían menos avergonzados ahora también. Y no era como que Ari los
culpara por lo que había pasado.

Pocas horas después de que el equipo hubiera llegado, habían reservado


una sala de conferencias en el hotel y Ari había bajado al encuentro con
Jai y la Srta. Maggie. La tensión entre Ari y él había sido frágil y eléctrica al
mismo tiempo, a sólo un par de chispas de romperse en pedazos. El
silencioso viaje en el ascensor casi la había matado y Ari había estado así
de cerca de decirle que ya lo superara. Pero no, lograron llegar a la sala
de conferencias sin incidentes. Sorpresivamente, Charlie ya estaba allí
sentado junto a Jack Hollis quién, ahora que Ari lo pensaba, no parecía
bastante afectado por la traición de Anabeth. Tal vez ellos no habían sido
cercanos o quizás, como Ari, Jack estaba cada vez más insensible a la
pérdida. Charlie no podía encontrar los ojos de Ari mientras ella entró en la
habitación, pero eso no la sorprendió. Lamentablemente, se preguntaba
cuanto tiempo les tomaría para recuperar su amistad. No estaba
disfrutando la inversión de papeles de ella deprimida por él a lo contrario.
Sólo era otra cosa enorme que había cambiado en su vida desde su
decimoctavo cumpleaños.

—Hubo otro intento de secuestro —le dijo Gerard abruptamente—. Aquí en


Cleveland en un club.
Ari frunció el ceño con confusión por las noticias. Pero Dali me había
atacado en California hace casi dos semanas. ¿Seguramente él no habría
hecho eso a menos que el brebaje de harmal estuviera listo para ser usado
en mí ahora?

Jacob se inclinó hacia adelante a través de la mesa, su duro rostro


sombrío. —Quizás, quizás no. Él puede todavía estar experimentando con
eso… probando su resistencia… quién sabe. Lo que sea que esté
haciendo, significa que no estamos tomando ningún riesgo. Intentó
secuestrar a alguien y falló. Sólo podemos suponer que va a tratar otra vez.
Y eso significa que cada noche a partir de esta noche, nos estamos
dividiendo en equipos y patrullando tantos clubes nocturnos como sea
posible. Durante el día miraremos varios edificios comerciales que se
ajusten a su perfil. Ari permanece en el hotel en todo momento —Él levantó
un dedo para detener su inevitable interrupción y Ari se desplomó en su
asiento—. Sabes que nadie puede saber que estás aquí.

Para su disgusto, Ari tenía que escuchar a la razón por una vez.

Desde allí, ella escuchó mientras los equipos se reunían, sus ojos
dirigiéndose inconscientemente hacia Jai cada dos segundos. Él miró y la
capturó viéndolo y el aliento salió con un zumbido mientras sus miradas se
trababan. Ella sintió sus entrañas calentándose bajo su mirada insondable y
en el fondo sabía que estaba de alguna manera incluso más atada a él
por haber salvado su vida.

—¿Jai? —chasqueó Gerard, arrastrando su atención de uno a otro. El líder


les frunció el ceño y Ari se ruborizó por cuán inapropiadamente distraídos
estaban.

Jai aclaró su garganta. —¿Sí?

—Estarás llevando a Charlie y Fallon esta noche. Estarás investigando el


Club A… es en el Distrito de los Almacenes.

El desasosiego apretó el pecho de Ari mientras Fallon alcanzaba la


dirección. Esto era mucho peor ahora sabiendo que podrían estar
dirigiéndose al peligro sin ella. El estómago de Ari se revolvió mientras el
equipo habló por otros cuarenta y cinco minutos, sobre el protocolo y
repartiendo talismanes. Finalmente, Jacob se levantó para llevarlos afuera
y Ari observó entumecida como ellos salían en tropel de la sala de
conferencias.

—¿Ari, vienes? —preguntó Fallon, rodando su silla hacia atrás desde la


mesa.

—Sólo dame un minuto —Le sonrió débilmente y Fallon asintió,


apresurándose para seguir a Jack y Charlie afuera. Jai todavía estaba
sentado en la cabecera de la mesa de conferencias, viéndola. Ella se
ruborizó mientras Charlie le frunció el ceño desde el marco de la puerta. Le
dio un seco asentimiento que rompió su corazón, porque a pesar de su
agudeza, hubo algún tipo de entendimiento allí. La puerta se cerró
silenciosamente tras él, dejándola sola en la sala con Jai. Su mirada
quemaba a través de ella y Ari se estremeció con un escalofrío que puso su
piel de gallina. Sostuvo el aliento, esperando. El espeso silencio se extendía
entre ellos, el aire lleno de palabras no expresadas.

La puerta se abrió y un miembro del personal del hotel asomó su cabeza


alrededor de la puerta. —Podrían por favor desalojar la sala, tenemos una
reunión reservada aquí en quince minutos y tenemos que alistarla.

—Por supuesto —Jai le asintió y se puso de pie. La chica le sonrió


tensamente y desapareció justo mientras Ari se levantaba demasiado
lentamente. Su corazón golpeaba en su pecho, sus ojos seguramente
amplios con preguntas, mientras Jai se le acercaba. Ari quería lanzarse
hacia él, besarlo, golpearlo… persuadirlo.

Amarlo.

Los latidos subieron a un golpeteo contra sus costillas, mientras Jai se


detenía a centímetros de ella, su exótica esencia corriendo sobre ella,
haciendo que sus pestañas se agitaran un poco. Ella apretó sus puños
juntos para detenerse de tirar de él y enterrar su nariz contra su cuello
como un sabueso indeseado.

Ari se tranquilizó mientras se observaban el uno al otro. Por una vez, sus
hermosos ojos verdes no estaban cuidadosamente en blanco. Había
desconfianza, confusión. Miedo tal vez. Lentamente levantó una mano, sus
dedos cepillando su mejilla, curvándose a lo largo de la línea de su
mandíbula y entonces alrededor de su oreja. Ari se estremeció ante su
toque, esperanza, no deseada, pero floreciendo sin embargo, en su
interior.

Su áspera, ronca voz la sacudió de vuelta a la realidad. —Cuando esto


esté hecho… nosotros… tenemos que hablar.

—¿Jai? —¿Qué significaba eso? ¿Era bueno o malo?—. Qué…

Ella fue cortada por la puerta abriéndose de golpe y dos miembros del
personal entrando empujando un carrito de refrescos. Increíblemente
molesta, Ari sofocó su irritación y en su lugar disfrutó de la sensación de la
mano de Jai en la suya mientras él la llevaba fuera de la habitación.

Y luego toda la esperanza de cuestionarlo se desvaneció, ya que se


encontraron cara a cara con Fallon en el ascensor. Ella alzó una ceja a sus
manos agarradas. —Adonis, se te necesita en la habitación de Charlie,
conmigo para que podamos ir sobre nuestros propios planes para esta
noche.

Sus manos resbalaron del agarre de Ari y ella se estremeció nuevamente,


pero esta vez de miedo. Él bajo la mirada hacia ella, su expresión
cuidadosa y cerrada nuevamente. —Te llevaremos a tu habitación donde
tienes que prometer quedarte el resto de la noche.

—Lo prometo —Ari suspiró pesadamente—. Simplemente no hagas nada


estúpido como conseguir que te maten. Estaré gravemente enojada.
Capítulo 26
Fue tan obvio una vez que lo supe

Traducido por Paaau


Corregido por Naty

E
l corazón de Jai estaba golpeando contra sus costillas, la sangre
corriendo en sus oídos, todo su cuerpo vivo con el golpe y la
adrenalina. Había estado así desde que habló con Ari en la sala de
conferencias. Mirándola, viendo como sus ojos verdes, azules, dorados y
avellana brillaban con preocupación por todos, por él, mientras
escuchaba al Gremio planificar sus intentos de atrapar a Dali sin ella, este
sobrecogedor sentimiento lo había golpeado, congelándolo en su silla.
Luego ella lo había mirado, sus emociones abiertas y sangrando sobre la
mesa. Jai nunca se había sentido tan querido o necesario en toda su vida.
Y sabía que nunca necesitaría o querría de la forma en que quería y
necesitaba a Ari. Todo este tiempo había intentado convencerse a sí
mismo de que sólo se preocupaba por ella como lo haría un amigo. Que
sería feliz mientras supiera que estaba a salvo y viva en algún lugar, incluso
si él no llegaba a verla. Pero eso no era cierto. La idea de algún otro
hombre tocándola, besándola, protegiéndola… eso… eso lo mataría. Dolía
físicamente.

Luchaba consigo mismo constantemente, sus emociones en conflicto con


la necesidad de mantener su reputación con el mundo de los Jinn y con su
padre y con querer a Ari en cada forma que pudiera tenerla. Pensó que
había estado haciendo lo correcto permaneciendo lejos de ella, merecía
a alguien que la quisiera lo suficiente como para abandonar todo por ella.
Pero cuando ella salvó su vida, pareció que finalmente toda su
introspección de estas últimas semanas y los argumentos de Trey
comenzaban a tener sentido. ¿Estaba realmente dispuesto a perderla por
la reputación ante un padre a quien nunca le había importado como le
importaba a ella? Ari se había lanzado a la línea de fuego para salvarlo y
sus últimas palabras cuando pensó que estaba muriendo, habían sido para
protegerlo. ¿Cuántas chicas en el mundo eran así de valientes,
apasionadas, inteligentes y hermosas? ¿Cuántas chicas eran así de
extraordinarias?

Y ella lo quería.

Trey tenía razón. Había sido un idiota por pasar eso por alto.

—Este lugar apesta —gritó Fallon por sobre la música desde la esquina
oscura en la que estaban, atrayendo los pensamientos de Jai de regreso al
problema entre manos.

Antes de que pudiera hablar con Ari acerca de ellos dos, tenía que librarse
del hijo de perra que estaba cazándola. El Club A era un bonito y gran
club R&B en el Distrito de los Almacenes. Hasta ahora, Jai no había visto
nada sospechoso y no sentía la presencia de un Jinn. Por otra parte, puede
que Dali haya sido lo suficientemente poderoso como para aprovechar El
Manto. Estar de pie en la esquina del club los estaba haciendo poco
visibles.

Jai empujó a Fallon hacia adelante.

—Trataremos y nos gustará. Tú y Charlie irán a bailar hacia la pista de baile.


Estás buscando un macho, de mediados a finales de los veintitantos,
usando un talismán… probablemente una esmeralda. Ojos bien abiertos.

Fallon extendió una mano para Charlie y luego levantó una ceja hacia él
cuando no se movió.

—No tengo piojos.

Charlie se relajó, sonriéndole.

—Simplemente no soy un buen bailarín.

—No lo sé —Fallon mordió su labio, tirando de la camiseta de Charlie—.


Parece que sabes lo que haces con tus caderas.

Con una ceja levantada, Jai miraba asombrado mientras Charlie reía entre
dientes y respondía mientras la seguía—: No tienes idea.

¿Cuándo pasó eso? se preguntó Jai, viéndolos bailar íntimamente,


sonriéndose el uno al otro cada cierto tiempo antes de mirar alrededor
casualmente por su sospechoso. No era que Jai no hubiera notado la
química entre ellos, pero no había pensado que Charlie seguiría a Fallon
con su obvio coqueteo. ¿Qué lo había hecho cambiar de parecer? ¿Le
había dicho algo Ari? ¿Había terminado todo finalmente entre ellos? Un
pequeño nudo de preocupación se dobló en el pecho de Jai y decidió
que debía discutir los sentimientos de Ari por Charlie de una vez por todas,
antes de que cualquier cosa pasara entre ellos. Lo último que necesitaba
era quemarse por Ari.

Ante un hormigueo de energía, Jai se maldijo a sí mismo, obligándose a


avanzar por entre la multitud para seguir la sensación.

Estaba demasiado distraído. Necesitaba enfocarse. Siguiendo el rastro de


energía, Jai tropezó hasta detenerse y fulminó con la mirada a Fallon quien
estaba frotando su talismán. Notando la presencia de Jai sonrió
avergonzada, dándose cuenta de que lo había engañado al hacerlo
pensar que había encontrado al sospechoso.

—Simplemente quería ver mejor. Está oscuro aquí.

Notando la mirada vidriosa de Charlie y cuan pegados estaban al talismán


de Fallon, Jai exhaló.

No sabía si estar feliz por haber cargado con el chico para así poder
observarlo o si estar molesto por no poder deshacerse de él.

—¿Es tu primera cacería, Fallon? —espetó Jai, inclinándose hacia adelante


e ignorando la forma en que Charlie empujó a Fallon tras su espalda para
protegerla de Jai.

Ella frunció el ceño y se alejó de Charlie, claramente sin necesitar que


alguien la protegiera.

—No, Precioso, no lo es. ¿Cuál es tu punto?

—Has disparado una bengala usando el talismán. Ése es mi punto. ¿Estás


intentando que nos descubran?

Sorprendida, Fallon parpadeó y negó con la cabeza.

—No, lo siento.
Pasando una mano por su cabeza en un signo de exasperación, Jai miró
alrededor para decirle a ella que fuera cuidadosa, cuando vio un
movimiento en la parte posterior del club. Agudizó su mirada Jinn y vio una
puerta abierta, el rostro de una chica, una mano puesta sobre su boca. La
puerta se cerró de un golpe.

—Por aquí —gruñó y caminó por entre la multitud, su energía


encendiéndose entre la punta de sus dedos. Seguro de que Fallon y
Charlie estaban detrás de él, Jai salió precipitadamente por la puerta
trasera hacia un callejón oscuro que llegaba a la calle principal.

Era un déjà vu. Y a Jai no le gustaba eso.

De pie frente a ellos estaban tres hombres, una mujer y uno de los hombres
tenía sus brazos alrededor de una joven chica, alguien inocente. Una
mano estaba sobre su boca y la otra sostenía un cuchillo contra su
garganta.

Así que Dalí era un cobarde, reflexionó Jai, seguía enviando humanos para
hacer su trabajo sucio. Aunque algo le preocupaba. La forma en que los
atacantes se paraban. Como si hubieran estado esperándolos. ¡Todo era
una maldita “trampa”!

—Esto no está bien —susurró Fallon, llegando a la misma conclusión que él.

—No, no lo está —estuvo de acuerdo Jai, lanzando un escudo que lo


drenaría pero que taparía la pelea inminente de los transeúntes. Su lucha
sería lenta pero esperaba que bastara para tomar a los humanos—. Pero
no podemos dejar a esa chica con ellos. Seamos rápidos. —Antes de que
terminara de decir las últimas palabras, Jai conjuró un cuchillo de su
colección en casa, el frío metal llenando la mano que tenía tras su
espalda.

—Nunca vencerás al Maestro Dali —dijo de pronto el chico que sostenía a


la chica.

—¿Qué te está pagando? —preguntó tranquila y peligrosamente Jai—. ¿Es


realmente suficiente? —Con eso, dejó volar el cuchillo, el filo llegando a su
objetivo, cortando la piel y llegando al hueso de la muñeca del líder. Él
gritó, dejando caer el cuchillo, dejando a la chica mientras intentaba
acunar su mano herida. La chica corrió hacia el final del callejón.

Correcto, es tiempo de salir corriendo de aquí, pensó Jai ahora que la


chica estaba bien.

—¿Qué están esperando? —gritó el líder, cayendo sobre sus rodillas,


dolorido, mientras miraba la daga que había atravesado su mano—.
¡Dispárenles!

Al mismo tiempo que sacaban sus armas Fallon dio un paso hacia
adelante antes de que Jai pudiera detenerla. Frotando un gran talismán
azul agitó su mano en el aire, un resplandor de magia cayendo desde ella
como una suave ola chocando contra los atacantes. Ellos dieron un paso
atrás, confundidos y se miraron los unos a los otros. La mujer entre ellos se
encogió de hombros. Con el rostro demostrando concentración, se dio la
vuelta para jalar el gatillo de su Glock. Justo cuando lo hacía, Jai extendió
su mano, moviéndola del codo para abajo como si estuviera moviendo un
bate de béisbol. En cambio, golpeó la barrera de su magia defensiva, por
lo que golpeó como una banda elástica a la mujer, antes de regresar a él.
Dio un paso hacia atrás mientras la mujer volaba por los aires, su arma
sonando pero sin disparar. Cuando golpeó el suelo con un ruido
escalofriante y tranquilo, Fallon le dijo a él suavemente—: Llené sus balas
con agua —Ella sonrió, levantando la obsidiana azul.

Jai y Charlie le sonrieron.

—Bien pensado.

Charlie sonrió.

—¿Puedo golpearlos ahora?

—No han atacado aún —Jai negó con la cabeza—. Tu magia defensiva se
activará tan pronto como ellos ataquen.

Después de que el asombro diera paso al entendimiento mientras Jai,


Charlie y Fallon caminaban amenazadoramente hacia ellos, los dos que
estaban de pie intentaron disparar sus armas.

Cuando el tiro falló, las botaron y sacaron cuchillos.


Charlie levantó un puño resplandeciente.

—¿Ahora puedo golpearlos?

Jai reunió su propia magia entre sus dedos y la dejó salir, encontrando los
dos cuchillos. Los humanos gritaron cuando el metal fundido quemó sus
manos. Su miedo era palpable. No era nada menos de que lo se merecían.

—Sí —asintió Jai, dando un paso hacia atrás y dejando que Charlie
liderara—. Ahora puedes golpearlos.

Sola con sólo la Srta. Maggie para hacerle compañía, Ari caminó de un
lado a otro en su habitación del hotel. Los duendes en su estómago
estaban peleando peor que cuando había invitado a Charlie al baile en
noveno grado. Se había demorado tanto en preguntarle, que él ya le
había dicho que sí a Macy McGuire, una bonita chica de su curso que se
mudó de regreso a Columbus unas semanas después del baile. Ari quería
odiar a Macy, pero la verdad es que sólo había estado molesta consigo
misma por demorarse tanto tiempo en reunir el coraje para invitarlo a salir.
Ella se había quedado en casa esa noche en vez de ir al baile, incluso
aunque tres chicos diferentes la habían invitado. Pero Ari no había querido
ir, a menos que fuera con Charlie. Ari sonrió, recordando como Charlie
había aparecido al día siguiente en su casa con un ramillete,
preguntándole si quería ir con él al Baile de Bienvenida el próximo
semestre. No habían ido porque Charlie se resfrió. Entonces, de alguna
forma, bailaron alrededor del otro todo ese año hasta el cumpleaños
número dieciséis de Ari. Para entonces, era demasiado tarde. Le habría
sido mucho más fácil estos últimos dos años si ella hubiera llegado antes a
esa conclusión.

Y ahora Jai. Ari ni siquiera quería creer que él quería hablar sobre lo que
ella quería hablar. Y si él no quería hablar acerca de lo que ella quería
hablar, Ari quería saber que lo había hecho cambiar de parecer. ¿Había
visto la luz finalmente? ¿Estaba por fin dejando el Estado de Negación? Y,
por supuesto, tenía que pensar en Charlie si es que Jai había, de hecho,
dejado el Estado de Negación. A Ari le preocupaba mucho terminar
lastimando a Charlie.
Pero nada de eso importaba cuando ambos, Jai y Charlie, estaban afuera
en algún lugar sin ella, posiblemente siendo pulverizados por ese inepto de
Dali.

Un sonido de arrastre llamó su atención y Ari lo siguió, su ceño frunciéndose


ante un folleto que estaba siendo empujado hacia adelante por manos
invisibles en la mesa de noche.

Frunciendo el ceño, Ari cruzó la cama para ver qué era lo que la Srta.
Maggie estaba intentando mostrarle. Sonrió cuando lo leyó.

Servicio a la habitación.

Vaya, su poltergeist realmente se preocupaba por ella. No había comido


en todo el día porque había estado demasiado nerviosa, pero Ari supuso
que la Srta. Maggie tenía razón. Tenía que mantener su energía alta.

—Gracias, Srta. Maggie.

Luego de ordenar un poco de comida, Ari pasó por los canales de la


televisión, sabiendo que nada distraería su mente, pero esperando que el
ruido de una película o de un show de televisión podría, al menos, ser
mejor que el velo de nervios y silencio que ella emitía en la habitación.

Cuando finalmente sonó el golpe en la puerta, Ari estaba aliviada. Estaba


comenzando a sentirse realmente hambrienta.

—Servicio a la habitación —dijo una suave voz de mujer antes de que Ari
tuviera que preguntar avergonzada quién era a través de la puerta. Jai le
había inculcado esa precaución antes de irse.

—¡Ya voy! —dijo Ari y caminó descalza a través de la mullida alfombra,


abriendo la puerta con hambrienta anticipación. El olor de la comida subió
hasta su nariz y Ari casi se desvanece. Le sonrió a la remilgada mujer y
abrió un poco más la puerta para dejarla entrar.

—Gracias.

—De nada —le dijo la empleada del hotel alegremente.

Ohh, propina, recordó Ari y caminó rápidamente hacia su bolso, dándole


la espalda a la habitación.
Mientras buscaba cambio en su bolso, Ari ni siquiera escuchó los pasos
detrás de ella.

Nada le advirtió de atacar hasta que sintió el dolor extendiéndose en su


cuello.

—¿Qué? —gritó ella, su mano levantándose hacia el punto que dolía


mientras se daba la vuelta, la habitación borrosa. Su brazo se sintió
repentinamente pesado, débil y sus piernas parecían haberse derretido. El
suelo se levantó para encontrarla y el rostro de la mujer se acercó a ella, su
voz profunda y haciendo eco.

—Soy la doctora Cremer, Ari. Te han dado harmal. Trata de relajarte.

¡Relajarme! ¿Estaba loca?

¡Sí, Ari, claramente lo está!

De pronto, Ari se dio cuenta de que no podía sentir nada más. Sus ojos
parecían estar mirando al mundo desde la nada. Era aterrador. Quería
llorar pero su llanto no tenía por donde escapar.

Oh, Dios, comenzó a llorar internamente. Él la ha encontrado. Él la ha


encontrado.

Pasos pesados resonaron y Ari se preguntó cómo podía oír sin orejas.

Tienes orejas, se dijo desesperadamente, intentando calmar su pánico


creciente. Jai te dijo que esta cosa causa parálisis.

¡Oh Dios, estoy paralizada!

Comenzó a sentí hormigueo en su cerebro, sus pensamientos se volvieron


confusos, diluidos.

El pánico desapareció.

Todo desapareció.

Ella simplemente… estaba.


—Ari —Una voz retumbó y otro rostro apareció sobre ella. Un joven hombre
con ojos azules mirándola y si Ari hubiera estado en su sano juicio, habría
pensado que la miraba como si fuera un gran diamante—. Finalmente.

La habitación cayó o ella fue levantada. Susurros. Movimiento. Fondo


borroso. Una brisa alborotó su cabello. El motor de un automóvil ronroneó.
Árboles, edificios, el cielo pasaba rápidamente.

El aire picaba en sus ojos. El mundo se sumergió dentro de una caja de


metal. Blanco por todas partes. Químicos. El rostro de una mujer.

—Simplemente recuéstate, Ari.

El rostro de un hombre.

—Siento que tenga que ser de esta forma, Ari. Pero con el harmal no te
importará. Sólo necesito tu poder, Ari. He deducido que todo está en la
sangre. Si puedo mantenerte aquí bajo el efecto del harmal, puedo drenar
tu sangre y llenar mis talismanes con ella. Con transfusiones continuas de
sangre hay una posibilidad de sacar sangre suficiente como para que dure
toda una vida. Quiero agradecerte por darme esto, Ari. Chica preciosa.

Cobre. Sangre. El rostro de una mujer.

—Lo estás haciendo excelente, Ari.

Blanco por todas partes.

Blanco.

Blanco.

Blanco.

—¡NO! —gritó la grave voz. El rostro de un hombre. ¿Rabia?—. ¿Por qué no


está funcionando?

Una voz suave.

—Ella no puede decirte. Está bajo el efecto del harmal. Discutimos la


posibilidad de que esto no funcionara. O quizás el Jinn que intentaste
comandar no es lo suficiente coherente. Ella se está recuperando sola del
harmal.

—Tiene razón, por supuesto. Gracias, doctora Cremer. Manténgala


sedada.

Blanco.

Blanco por todas partes.


Capítulo 27
La Ira de Dos Reyes
Traducido por Lalaemk
Corregido por Deyanira

—¿Q
ué estás haciendo aquí? Rojo ardía de indignación,
cerrando las puertas detrás de él mientras entraba en
sus habitaciones privadas. El miedo se agitaba en sus
entrañas al verla allí, tomando tales riesgos.

Ella no se suponía que vendría al Monte Qaf. ¡Nunca! Él tenía un hogar en


la tierra que ella tenía permitido visitar, que nadie conocía, excepto él… y
por su puesto ella.

Ella corrió hacia él, retorciendo sus manos. Se quedó quieto


inmediatamente. No era del tipo de mujer de ‘retorcer sus manos’. —Él la
tiene, Rojo —Sacudió su cabeza, la furia grabada en sus facciones—. Dali
se llevó a Ari del hotel y no los pude seguir. Él usó algún tipo de
encantamiento de bloqueo, era poderoso. Pero no lo suficiente para
detenerte. No pudo ir demasiado lejos. Serás capaz de detenerlo ¿no es
así?

La incredulidad lo recorrió y se alejó de la mirada inquieta de ella. Él


sacudió su cabeza. —Él sigue siendo un hibrido. Podría tomar más tiempo
del que tenemos —Los ojos azules de Rojo se encendieron cuando se
volvió hacia ella, su mano rozando su mejilla suavemente—. La traeré de
vuelta, lo prometo. Hay alguien que me dirá dónde ese pequeño pedazo
de gusano de mierda está. Él me lo dirá, incluso aunque tenga que
matarlo—. Girándose sobre sus talones, Rojo irrumpió hacia las puertas
dobles. —¡Y lárgate de aquí! ¿Estás tratando de que te maten?
—¡No puedes entrar ahí, Sire! —exclamó el Shaitan con horror conforme El
Rey Rojo lo pasaba rápidamente. Ante un tirón de la energía insistente del
Shaitan, Rojo hizo un gesto con la mano como si estuviera golpeando a un
insecto y salpicó al Shaitan contra la pared del corredor. Los otros se
encogieron y Rojo abrió las puertas hacia el cuarto del Rey Brillante sin
interferencia.

—¿Qué, en las gloriosas llamas, crees que estás haciendo? —bramó


Brillante, saltando de la cama que compartía con más mujeres de las que
Rojo se preocupara por contar. Había ciertas cosas que un hermano no
necesitaba ver.

—¡Fuera! —gruñó El Rey Rojo al harén y se volteó caballerosamente


mientras ellos recogían sus cosas y se deslizaban fuera de la habitación
con terror.

Brillante miró con incredulidad antes de volver en sí. Usando su túnica y sus
pantalones de cuero ahora, tomó por asalto a Rojo. —¿Cuál es el
significado de esto?

Sin una palabra, Rojo dio un empujón y Brillante se elevó por el aire,
estrellándose a través de uno de los cuatro postes de la cama. Saltando
alto como una araña, Rojo descendió en la parte superior de Brillante, su
mano en llamas conforme le daba un puñetazo a su aturdido hermano,
antes de que siquiera pudiera defenderse a sí mismo.

—¿Dónde está él? —gruñó el Rey Rojo— ¡Él tiene a Ari! ¿Dónde está?

Brillante tosió, sangre brotando de su nariz mientras volteaba su cabeza


para mirar directamente a sus ojos. Él sonrió. —Besa mi mágico trasero,
hermano.

Rugiendo con frustración, Rojo lo golpeó otra vez, sólo para encontrarse
volando hacia atrás mientras Brillante finalmente se unía a la pelea. Con
flamas reales ardiendo ahora, vidrio fundiéndose, las cortinas ardiendo, la
madera se encendió, mientras intercambiaban golpe por golpe,
negociando con puñetazos estilo Jinn, como no lo habían hecho en
cientos de años. Y no estaba llevando a Rojo a ningún lado. Estaban muy
parejos en la pelea.
—Sólo dímelo —Rojo respiró después de veinte minutos, con sangre
brotando de su ceja cortada, su cabeza oliendo a l hedor nauseabundo
de cabello chamuscado.

—Nunca. Cuando descubrí que Dali tomó todos mis poderes persuasivos
para hacer que confiara en mí otra vez. ¿Realmente crees que me
comprometería diciéndote dónde tiene a la chica? Un padre orgulloso
nunca lo haría —Brillante sacudió su cabeza, todavía sonriendo.

Antes de que Rojo pudiera responder cortando a su hermano con una


larga astilla de madera que había estado observando, por segunda vez en
el día, las puertas de la habitación de Brillante se abrieron de golpe. Para
sorpresa de ambos El Rey Blanco flotaba sobre una cama de furia
hirviendo. Él volvió sus ojos negros hacia el Rey Brillante.

—Rojo —dijo Blanco calmadamente—, pínchalo.

El Rey Rojo estaba impresionado con la compresión, pero se la sacudió,


instantáneamente uniendo su poder con el de Blanco mientras levantaban
a Brillante con manos invisibles y lo ponían contra la pared. Él luchó, pero
se preparó bajo el ataque de los dos hermanos, su lucha era inútil y por la
forma en que sus ojos se empañaron, él lo sabía.

—Parece que tengo a un soldado portándose mal —El Rey Blanco se


dirigió hacia Brillante y el aire brillaba a su lado, su fuego azul verdoso
lamiendo el aire. El fuego de un Nisnas.

Vadit, la mascota del Rey Blanco. Un particular cruel Nisnas. Pero por
supuesto, él había sido entrenado de esa manera por su maestro. —Vladit
aquí va a morderte, hermano, hasta que me digas dónde está Ari. ¿Tú
mestizo realmente vale los meses de soportar la agonía de que los
miembros te vuelvan a crecer?

El Rey Rojo tenía que dejarle esto a su hermano. Su control de la calma era
muchas veces más aterrador que las airadas amenazas de Azazil.

Brillante se lamió los labios, mirando nerviosamente a Vadit. —No lo harías,


estoy de tú lado.

Blanco ladeó la cabeza, su larga mano acariciando a Vadit. —¿En serio?


¿Dices estar de mi lado, dejar a tu venenoso y adulterado ejemplo de Jinn,
secuestrar a mi hija, para drenar lo regalos que me esforcé tanto para
infundir en ella?

—¡Él es mi hijo, Blanco! —gritó Brillante— Quiero lo que es mejor para él.
¿Seguro puedes entender mi orgullo? Era un plan de entretenimiento que
se le ocurrió, pero no hay nada de malo en él. Todos sabemos que no va a
tener éxito.

—Él no va a tener éxito en el aprovechamiento del Seal, pero sí tendrá


éxito en matar a Ari si no me dices donde está.

—No puedo. No tengo garantía de que no lo matarán.

Blanco curvó su labio y Rojo esperó ansiosamente. El tiempo se agotaba.


—Comienza a hablar, Brillante, o puedo dejar que Vladit comience con un
órgano que sé que extrañarás.

Con su cara roja de impotencia, Brillante escupió una dirección en


Cleveland.

El alivió se precipitó a través de Rojo por un momento, antes de que el


recelo hacia su hermano se hiciera cargo. Él miró fijamente a El Rey Blanco,
expectante.

Por una vez, la frustración era evidente en los ojos del padre real de Ari. Él
sacudió su cabeza, sus labios fruncidos. —Ve. Puede que no me importe lo
que le pase a alguien más alrededor de ella, pero quiero que ella se
mantenga a salvo y viva, incluso si significa empujarla aún más en tus
manos —Sus ojos brillaban con una intención malvada—. Sólo por ahora.
Hermano. Recuerda eso. —Levantó sus ojos negros hacia Brillante—. De
todos modos, Brillante y yo no hemos terminado de hablar.

Importándole menos si se golpeaban uno al otro, el Rey Rojo asintió y huyó


en el Peripatos, llamando a Jai para saber su ubicación.
Capítulo 28
Sangre en la Mano de un Héroe es de Igual Manera Sangre

Traducido por Zeth


Corregido por Liseth Johanna

Y
a con la adrenalina alta por la magia usada luchando contra los
humanos, las farolas se apagaron ante Charlie como faros de brasas
burlándose de su sed. Charlie no podía entender completamente lo
que el Rey Rojo les estaba diciendo. Se paró ante ellos en el callejón, su
brillante cabello rojo tensándose sobre su espalda y, sin embargo, ahora
distrayéndolos con su rudeza mientras estaba ahí de pie con una camiseta
negra, vaqueros negros y botas de combate negras. Los fieros ojos del Rey
Rojo se dirigieron hacia Charlie, sus palabras haciendo que su corazón se
acelerara a un nivel mayor al que ya estaba.

Todo era una trampa.

Ari había sido capturada.

El bastardo ladrón la tenía.

Todo era una trampa.

—Charlie —El hermoso rostro de Fallon apareció en su rango de visión, sus


cejas fruncidas y sus ojos preocupados—. ¿Estás bien?

—Tenemos que rescatarla —murmuró, tratando de reducir su ansia de más


poder para así poder concentrarse. Jack había advertido que esto podría
pasar.

—No sentí nada en el rastro —medio dejó salir Jai, confusión y miedo en sus
ojos.

Rojo negó con su cabeza.


—Creo que el Harmal debe ensordecer todas sus conexiones… incluso la
que tiene contigo.

Claramente disgustado por como sonó eso, Jai gruñó.

—¿Tienes la dirección? —Su apenas contenida furia pareció despertar a


Charlie. Alzó la vista hacia el guardián cuya palidez había aumentado,
todo su cuerpo erizado con enojada magia, sus brillantes ojos brillando con
mortal determinación. Así es como debo ser, se dijo Charlie a sí mismo.
¡Organízate, Creagh!

—Tomaré a ésos dos —El Rey Rojo hizo una ademan hacia ellos y Charlie se
dio cuenta de que el Jinn se refería a llevarlos por medio del Peripatos, y su
conciencia dio un giro cuando la emoción se disparó hacia la idea.

Jai asintió, concentrado.

—¿Dirección?

La información fue anunciada pero Charlie estaba muy ocupado


inhalando y exhalando, doblegando la necesidad, asfixiándola. Sintió una
mano golpear su espalda y bajó la mirada al rostro de Fallon. Sus ojos se
abrieron suavemente. ¡Ella lo sabía! La sintió apretando su mano y
sabiendo que no lo juzgaba por sentirse de la manera en la que lo hacía,
Charlie era capaz de luchar contra la necesidad, su cerebro
desnublándose. Asintiendo agradecidamente hacia ella, alzó la vista con
determinación hacia el Rey Rojo.

—Hagámoslo.

Como antes, Charlie se asustó un poco ante las llamas que azotaban pero
no quemaban cuando el Rey Rojo palmeó su hombro y lo llevó por el
Peripatos. Era como montarse en una muy larga montaña rusa, el viento
golpeando su cuerpo, quitándole el aliento. Los colores se difuminaron en
uno solo y sus oídos casi sangraron por el rugido del viento.

El mundo se enderezó y Charlie se tambaleó hacia adelante, mareado y


con náuseas, la fuerte mano del Rey Rojo en su hombro era la única cosa
que lo mantenía de pie.
Estaban de pie afuera de un edificio de ladrillos rojos y Charlie vio un
borroso letrero en la calle. Estaban en Lakeshore.

—¿Cómo quieren hacer esto? —les preguntó el Rey Rojo a los tres.

—Los envías a todos al infierno mientras nosotros buscamos a Ari —


respondió Jai, sus ojos analizando sobre la fachada del edificio como si en
serio tuviera visión de rayos x. Charlie se preguntó momentáneamente si la
tenía antes de alejar la estúpida idea de su mente.

El Rey Rojo le dirigió una mirada a Jai y Jai le respondió con una casi
arrepentida.

—Su Alteza. ¿Por favor?

—Hecho —El Rey Rojo asintió y, sin mucho como advertencia, alzó sus
manos y las puertas de vidrio se rompieron, cayendo sobre ellos y en el
suelo como granos de suave arena—. Hagámoslo. —Rojo se adelantó justo
cuando una mujer salía por la puerta con un arma. Con un golpe de su
mano contra el aire en frente de ella, sus ojos se giraron hacia su mano y
luego colapsó en el suelo. Charlie, Jai y Fallon entraron sin tener que alzar
un dedo mientras que el Rey continuaba con su línea de defensa. Tres
cuerpos ya estaban a su paso, mientras estaban de pie en una desolada
recepción.

—Siento algunas energías —El Rey Rojo se giró para mirar a Jai—. ¿La
sientes entre ellas?

Cuando Jai asintió, Charlie sintió su interior apretarse. Jai conocía tan bien
a Ari que podía sentir su energía individual desde la distancia y el Rey Rojo
no podía. Intentó anular sus celos.

—¿Por dónde?

—Sótano —Jai hizo un ademán hacia el elevador.

Justo cuando estaban a punto de moverse hacia adelante, los números


sobre éste empezaron a sonar, el elevador subiendo hacia ellos.

—Creo que estamos a punto de tener compañía —dijo Fallon secamente,


estabilizándose.
Se pararon lado a lado, esperando.

Con un último sonido, las puertas del elevador se abrieron y seis cuerpos
dispararon sus armas de fuego. Las balas se encontraron con un escudo
invisible que brillaba del color del fuego cada vez que alguna lo
impactaba y mientras Charlie miraba al Rey Rojo con maravilla y temor, se
dio cuenta de que probablemente no habrían sobrevivido al intento de
rescate sin él.

Dándose cuenta de que las armas eran inútiles, los atacantes tiraron sus
automáticas, dos de ellos sacando cuchillos, tres de ellos inclinando sus
cabezas para concentrarse. Chispas llenando el aire en sus palmas.

—¿Jinn? —preguntó Charlie, sorprendido.

—Jinn de rango inferior —se burló el Rey Rojo—. No tienen idea de con
quién se están metiendo. —Ante ese anuncio en forma de gruñido, el Rey
Jinn dio un paso atrás y sonrió burlonamente hacia Jai—. Deshazte de ellos.

Jai voló hacia el primer Jinn, sus ojos ardiendo, su puño embistiendo en un
gancho. Se dio la vuelta, derribando a un humano con una patada
giratoria que Charlie siempre había admirado de las películas de artes
marciales.

Un puño vino de entre el grupo y conectó en el rostro de Jai.

Pareciendo presionar los botones de inicio de Charlie y Fallon, ambos


corrieron hacia adelante. Fallon usó un encantamiento que Charlie aún no
había dominado y uno de los Jinn cayó de rodillas, asfixiándose mientras su
garganta se cerraba. Charlie quedó frente a frente con uno de los
humanos con cuchillo.

Él esperó.

No tuvo que esperar mucho.

El hombre se abalanzó hacia él con su cuchillo, su corto brazo sin poder


conectar debido a que Charlie retrocedió para evadir el corte. La
adrenalina se disparó por sus venas y agudizó sus reflejos. Ante el ataque,
Charlie sintió su defensa mágica arder en su interior, el aceleramiento casi
tirándolo al piso antes de que pudiera controlarlo. Usando su defensa
mágica para alimentar la pieza de oro que llevaba en su cuello, la pieza
que Jack le había regalado, Charlie se concentró en derretir el cuchillo, y
observó con maravilla y abrumadora satisfacción mientras el hombre
gritaba de dolor a medida que el cuchillo se calentaba y suavizaba en su
mano. Lo soltó, dando un salto para alejarse del arma, y Charlie pateó, su
larga pierna conectando con el plexo solar del hombre. El chico se
tambaleó hacia atrás, su rostro rojo de dolor. Sin necesitar acercarse más
para golpearlo, Charlie tiró un codo hacia atrás y dio un puñetazo,
presionando su magia en el aire y creando un hoyo que golpeara al
hombre justo en la cara. La sangre brotaba de su nariz pero aún no caía.
Oyendo la pelea a su lado, el sonido del suave grito de Fallon, Charlie dio
un gancho, el hoyo de magia conectando con la mandíbula del hombre.

Los ojos del atacante se pusieron en blanco y su cuerpo colapsó contra la


pared.

Fuera de combate.

Ardiendo por la aceleración, Charlie se giró sólo para encontrar a Fallon


deshaciéndose del otro humano, su cuerpo cayendo inerte al suelo de
baldosas. Jai estaba observando, los tres Jinn inconscientes… Charlie miró
a uno de ellos y notó que su pecho no se levantaba ni caía… de acuerdo,
probablemente muertos. Charlie tragó, aturdido.

—Bien hecho —dijo el Rey Rojo enérgicamente, pasando rápidamente


ante ellos directo hacia el elevador—. Muy entretenido, ¡entren!

Se apresuraron a entrar, todos sus nervios alterados por la pelea y la


desesperada necesidad de encontrar a Ari.

Las puertas del elevador se abrieron y Charlie parpadeó ante el cegador


blanco del laboratorio. Mientras sus ojos se ajustaban, notó que el Rey Rojo
se había deshecho de dos personas para cuando ellos salieron del
elevador. Él sabía que debía estar asustado por el chico pero… pero
estaba simplemente muy impresionado.

En un rápido vistazo, Charlie notó que el laboratorio estaba bien surtido,


incluyendo chicas. Dos chicas estaban atadas a sillas que parecían sillas
de dentistas, su piel pálida y cerosa, sus ojos cerrados, quizás dormidas o
muertas. Ninguna era Ari. Su estomagó dio una vuelta.
—¡Ahí! —gritó Fallon, su dedo señaló a la parte más lejana del laboratorio.
Todos se giraron, siguiendo su frenética mirada.

Ari estaba atada a una silla, justo como las otras chicas. El corazón de
Charlie se detuvo. ¿Estaba muerta? Ante una oscilación de movimiento en
la parte superior de su visión, los ojos de Charlie se movieron rápidamente
de ella para ver a un chico introduciendo un código en la pared junto a la
puerta.

¿Dali?

—¡Está escapando! —gritó Fallon, su rostro fruncido con enojo.

—¡Déjalo! —gritó el Rey Rojo, confirmando que en efecto era Dali.

Fallon no estaba escuchando. Se dirigió hacia el Sorcerer, saltando sobre


contenedores derramados, resbalando en … sangre…

El rostro de Charlie palideció mientras veía a Ari más de cerca. Estaba


conectada a una bolsa de sangre. Había derramamientos de ésta a su
alrededor, un contenedor lleno de ella. ¿Qué diablos le había hecho?

—¡Fallon! —gritó Rojo pero ella lo ignoró y una pulsación de magia se


disparó de ella mientras azotaba a Dali contra la pared justo cuando la
puerta se estaba abriendo. Otra onda cerró la puerta, atrapándolo en el
cuarto junto a ellos. Dali la miró con cansancio y el corazón de Charlie se
aceleró ante la vista de una esmeralda brillando que colgaba de la
cuerda negra alrededor de su cuello.

Charlie dio un vistazo a Jai, pero éste sólo tenía ojos para Ari.

—¿Qué hizo? —murmuró Jai, aturdidor miedo escrito en todo su rostro. No


se parecía al por lo general controlado guardián que Charlie había
llegado a conocer.

Rojo agitó su cabeza, caminando hacia el cuerpo de Ari.

—Estuvo tratando de drenar su sangre. Pensó que podría usar el poder de


sus habilidades a través de sus talismanes.

—¡Déjenla! —gritó el Sorcerer mientras el Rey Rojo empezaba a liberar a


Ari. Una bofetada resonó en la habitación y la cabeza de Dali se fue hacia
atrás por el puño invisible de Fallon. Sus ojos se entrecerraron hacia la joven
cazadora y agitó su cabeza con pesar—. Debieron haberme dejado ir. No
quieren jugar a este juego conmigo.

Él estaba sobre ella antes de que alguno pudiera detenerlo, sus manos
apretadas alrededor de su garganta. Murmuró algo y aterradoras venas
brotaron del rostro de Fallon, sus ojos se abrieron mientras sus manos se
clavaban en la suyas.

Charlie no pensó.

Sólo reaccionó.

Sus piernas lo llevaron al otro lado del laboratorio más rápido de lo que
pensaba que podía moverse. Su puño tomó la moneda de plata que
colgaba de su cuello y la imagen de una daga de plata que Jack tenía en
su baúl de armas llenó su mente hasta que el frío metal llenó su mano. El
aliento de Charlie se deslizó por el cuello de Dali, su codo se lanzó hacia
atrás y luego se hundió profundo, con fuerza, la hoja desgarrando carne y
músculo. El cuerpo de Dali flaqueó, asfixiadas respiraciones llenaron el aire.
Charlie tiró su brazo hacia atrás, caliente por la sangre y el arma homicida
que se retiró del corazón de Dali. El Sorcerer cayó hacia atrás contra el
cuerpo de Charlie y él retrocedió de un salto, dejando que cayera con un
ruido sordo al piso, los ojos sin vida de Dali mirándolo directamente.

—Charlie —susurró una ronca voz familiar.

Está muerto.

Lo maté.

Charlie miró su mano. Sangre.

Había pasado tan rápidamente.

—Charlie —Estaba agitado y el rostro de Fallon apareció en frente suyo—.


Charlie. —Deslizó una mano sobre su rostro—. Está bien. Me salvaste. ¿De
acuerdo? Está bien.

Náuseas se apoderaron de él y restregó con fuerza su mano contra sus


vaqueros para quitarse la sangre de sus manos.
—Charlie, está bien.

—Está muerto.

—Me salvaste.

¿Qué? Miró cuidadosamente al enrojecimiento alrededor de su cuello en


donde las manos de Dali habían estado.

—Te salvé.

Fallon sonrió con tristeza.

—Sí, gracias.

Mientras Jai se concentraba en soltar a Ari, tuvo que alejar el hecho de


que Charlie había matado a un Sorcerer justo a su lado. Estaba al tanto de
que Charlie tenía la apariencia de una víctima de la guerra, el trauma en
sus ojos, pero Jai sólo podía lidiar con una cosa a la vez, y Ari lo necesitaba.
El Rey Rojo finalmente liberó su blando cuerpo de la silla y Jai la tomó en
sus brazos, la preocupación apretando sus entrañas ante la manera en
que colgaba. Inmóvil.

—Tengo un auto esperando afuera —dijo Rojo, alejando el cabello de Ari


de su rostro, sus cejas fruncidas en preocupación—, mi curandero está en
él.

Dejando a Rojo para que limpiara el desastre que habían causado y a


Fallon para que llevara a Charlie fuera del edificio, Jai acunó a Ari sobre su
cuerpo, sus ojos pegados a su rostro, esperando alguna señal de vida.

—Vamos Ari —susurró en su oído mientras el elevador subía—. Despierta


nena, despierta.

Las puertas se abrieron y pasaron sobre la carnicería que ellos habían


causado, apresurándose hacia la limosina. La puerta de atrás se abrió y el
joven curandero que los había sanado antes salió, su cabello plata pálido
brillando a la luz de la luna.
—Aquí —Señaló con largos y agraciados dedos y Jai cuidadosamente
metió el cuerpo de Ari, subiéndose a su lado y acomodándola sobre su
regazo.

Charlie y Fallon entraron después, los ojos de Charlie pareciendo más


concentrados ahora mientras caían sobre el cuerpo sin vida de Ari.

—¿Va a estar bien? —preguntó roncamente, sus ojos brillando con temor.

El curandero cerró la puerta del automóvil y el automóvil arrancó.


Arrodillándose a los pies de Jai, el curandero puso sus manos sobre el aire
de Ari y cerró sus ojos, la magia crepitando en sus palmas. Luego de un
momento, sus fruncidos labios se relajaron y le dio a Jai una sonrisa
alentadora.

—Estará bien. La droga dejará su sistema en algunos días y saldrá ilesa. Sólo
necesita descansar y deben tener mucha paciencia. Denle tiempo para
despertar. Lo hará cuando esté lista.

El alivió se estrelló contra Jai y la acercó a él.

Un sonido, una agrietada respiración, llamó su atención y los ojos de Jai se


encontraron contra los adoloridos de Charlie.

—¿Lo sabe? —preguntó Charlie, su mandíbula apretada por la emoción.

Por alguna razón, Jai sintió un destello de culpa cuando se dio cuenta de
que Charlie se había enterado de sus sentimientos, Jai no quería herir a
nadie. Negó con su cabeza.

—Aún no.

—Aún no… —dijo con un doloroso respiro mientras miraba bruscamente


por la ventana, cerrándolas todas mientras lidiaba con todo de la única
manera en la que parecía saber hacerlo. Jai pudo entenderlo. Tampoco
había sido bueno hablando de las cosas.

Un mechón de cabello de Ari tocó la mano de Jai y bajó su mirada a su


rostro, todo el amor que debió haberle dejado ver ahora, ardiendo en sus
ojos.

Ahora estaba de repente muy impaciente por qué despertara.


Capítulo 29
El Camino a la Recuperación Conduce a un Juicio

Traducido por Kathesweet


Corregido por Akanet

A
ri se despertó durante la noche en una habitación poco familiar. El
pánico se apoderó de ella mientras las imágenes de las caras de
un hombre y una mujer chocaron con imágenes de sangre,
químicos y sentimientos de impotencia y desesperación. Una mano
tranquilizadora se presionó contra su frente y Ari encontró su mirada con la
de Fallon. La joven le explicó todo. Que Ari había sido tomada por Dali y
que él había estado intentando desviar su sangre para usarla con un
talismán para tratar y recrear el Seal. Fallon, Jai, Charlie y El Rey Rojo
habían iniciado una misión de rescate. Dali casi había matado a Fallon.
Charlie había matado a Dali rescatando a Fallon y ahora estaba teniendo
un momento difícil lidiando con ello, pero Fallon y Jack estaban haciendo
su mejor esfuerzo para ayudarlo a llegar a un acuerdo con lo que había
pasado. La ansiedad inundó a Ari pero Fallon no tomó un respiro para
permitirle procesar la información. Jai no dejaba el lado de la cama de Ari
y Fallon había tenido que amenazarlo con una patada en sus partes
nobles para hacerlo irse así ella podía dormir un poco. Estaban en un hotel
diferente. Todo el Gremio estaba esperando a que despertara. Estaban
preocupados por ella. Eso era lindo. Sin embargo Ari estaba tan cansada.
Sus ojos revoloteaban cerrándose y vagamente pensó en lo bueno que
era sentir sus miembros otra vez…

…Ari estaba sentada en la tierra arenosa y mientras sus ojos se ajustaban a


la escena se relajó, notando a las personas familiares, la sensación familiar
del mundo desarrollándose frente a ella.
—No sé cómo estamos relacionados —La hermosa Jinn con cabello negro
azabache sonrió, encogiéndose de hombros elegantemente mientras se
recostaba sobre una piedra.

Lilif.

La pálida luz de la luna se reflejaba en un lago apacible, y las montañas


como sombras negras protegían su privacidad. El Jinn con su cabello negro
a juego y belleza juvenil le sonrió de vuelta y salió del lago, fresco de su
baño de media noche.

—¿De verdad necesito explicarte los mecanismos?

Ella le lanzó una piedrecita, riendo.

—Por supuesto que no. Sabes lo que quiero decir. Somos tan diferentes. Soy
tan…

—¿Petulante, mimada, molesta? —Él sonrió en broma.

Ella carraspeó.

—Iba a decir… destructiva.

Su sonrisa se desvaneció y él frunció el ceño.

—Cierto.

—Y tú eres todo sobre orden y que todo tiene su lugar.

Él se encogió de hombros.

—Juntos lo equilibramos.

Sus palabras la hicieron sonreír ahora.

—Creo que al Maestro le gusto de la forma que soy, ¿no es así?

La boca de su hermano se retorció, sus ojos brillando con humor seco.

—Creo que es más que sólo gustarle.


—No me conoce —susurró ella, mirando el cielo nocturno, una mirada
extraña, casi peligrosa, en sus ojos—. Él cree que lo sabe todo… pero voy a
sorprenderlo.

La inquietud pareció ir en onda expansiva a través de su hermano y él


entrecerró sus ojos hacia ella.

—Nunca puedes esperar vencerlo, Lilif. Nunca.

Como si no hubiera escuchado sus palabras, Lilif lo miró de nuevo, sus ojos
muy abiertos y suplicantes.

—Lo que sea que pase, prométeme que siempre estarás allí para mí. Por
cualquier cosa que necesite de ti. Promételo —insistió.

Sabiduría destelló en sus ojos jóvenes mientras caminaba hacia ella con
arrepentimiento, su expresión triste.

—No puedo hacerte esa promesa. Te quiero. Pero no puedo hacerte esa
promesa.

Ella jadeó, lágrimas brillando en sus ojos.

—¿Así es entonces? ¿Así es como será entre nosotros de ahora en


adelante? ¿Sin promesas, sin confianza? ¿Así es como es ser un adulto?

—No, hermana —Él sacudió su cabeza lentamente y se estiró para atrapar


una lágrima mientras ésta caía de sus ojos hermosos—. Así es como es ser
inmortal.

—No.

—No.

—Ari.

—No.

—Ari, despierta —Ella sintió su cuerpo temblar, unos brazos fuertes


agarrándole sus muñecas con fuerza. Sacada del sueño, los ojos de Ari se
abrieron y se cerraron automáticamente contra el escozor de la luz del día
que se derramaba dentro de la habitación de hotel. Un dedo áspero rozó
su mejilla y ella se estremeció ante el toque. Jai. Abriendo sus ojos Ari tomó
aire ante la visión de él. Se veía estupendo. Se veía… preocupado—.
Estabas teniendo una pesadilla —le dijo suavemente, retrocediendo
cuidadosamente hasta una silla que había puesto al lado de su cama—.
¿Quieres contarme?

Necesitando estar al menos sentada, Ari luchó, alejando a Jai cuando él


intentó ayudarla. Se sentía asquerosa. Debía verse asquerosa. Ah.
Torpemente se tocó el cabello, tratando de alejar las hebras grasientas de
su cara. Encantador.

—Hola —Sonrió, un poco avergonzada.

Su sonrisa de respuesta casi la derritió en su interior e hizo que los dedos de


sus pies se curvaran.

—Hola.

Hubo silencio un momento, cada uno parecía tabular las características


del otro, memorizándolas.

—¿El sueño? —preguntó Jai, su voz ronca.

Recordando su última inmersión a un mundo de sueños donde Lilif parecía


ser una estrella, Ari frunció el ceño.

—Sigo teniendo estos sueños…

—¿Y sólo estás diciéndomelo ahora? —Jai frunció el ceño con


preocupación.

Ari jadeó con frustración.

—¿Me dejarás terminar?

Sin una disculpa Jai le hizo señas para que continuara.

—Empecé a tenerlos justo después de que Charlie nos dijera sobre el


deseo. Así que fue antes de que siquiera fuéramos a la casa de tu padre.
—¿Significado…?

—Siempre está esta Jinn. Hermosa, de cabello oscuro largo. Ella es una
inmortal. Y hay otro chico con el que siempre está peleando. Cuando me
mostraste la pintura de Lilif, la interpretación del artista de ella de verdad se
parecía a esta Jinn de mis sueños.

El ceño de Jai se frunció en confusión.

—¿Estás soñando con Lilif? ¿La primera de las Lilif Jinn? ¿La madre de los
Siete Reyes de Jinn?

Ari asintió.

—Eso creo.

—Bueno, ¿de qué son tus sueños?

—¿Honestamente? —Ari sacudió la cabeza—. No tengo ni idea.

Jai pensó un momento y suspiró.

―Puede no ser nada. La única conexión entre ustedes es paternal… ella es


la madre del Rey Blanco. ¿Por qué no le preguntamos a tu tío cuando lo
veamos la próxima vez?

A pesar de que Rojo había salvado sus vidas numerosas veces ahora Ari
seguía dudando.

—¿Crees que deberíamos?

Jai se congeló.

—¿No confías en él?

—No lo sé. ¿Y tú?

—No lo sé.

Ari suspiró y miró hacia la puerta.

—¿Charlie está bien? Fallon me dijo…


Su guardián asintió y se inclinó un poco más cerca, el pequeño diamante
en su oreja destellando a la luz. ¿Por qué era tan atractivo? Los ojos de Ari
viajaron a lo largo de su fuerte mandíbula donde una sombra de barba
estaba apareciendo. Necesitaba una rasurada. Ari tenía la repentina
urgencia de frotar su mejilla contra la de él. Su estómago se apretó y volvió
a enfocarse en sus ojos que parecían más brillantes de lo que habían sido
hace un segundo.

—Charlie estará bien. Está lidiando con ello. Ayuda que los Roe estén
tratándolo como a un héroe por salvar a Fallon y ayudándolo a entender
que fue en defensa propia.

—Estoy orgullosa de él por salvarla.

—Bien —Jai exhaló—. ¿Cuán orgullosa?

Perpleja, Ari se movió, tirando de su edredón más cerca.

—¿Qué quieres decir?

—¿Estás orgullosa como “una chica que está enamorada de él” o como
“una amiga puramente platónica”?

Ari reprimió una risa ante la pregunta inesperada. Jai estaba terriblemente
conversador e inquisitivo hoy.

Oh. El entendimiento llegó.

Su corazón palpitó.

—Orgullosa como amiga platónica. ¿Por qué? —Sostuvo su respiración


preguntándose si su respuesta cambiaría todo—. ¿Estás bien?

Su mano se deslizó sobre el colchón y agarró la de ella, envolviéndola


entre sus palmas. Ella las miró sin creer por un momento y luego levantó su
mirada hasta él, los ojos abiertos e interrogantes.

—Ari, estoy más que bien.

—¿Oh? —Se sintió débil repentinamente.


Como si él entendiera, Jai se puso de pie, su figura alta y poderosa
elevándose sobre ella. Ari consideró tirar de su mano y bajarlo sobre la
cama con ella, pero decidió que preferiría tener el cabello limpio y tener
los dientes cepillados antes de que él estuviera así de cerca. Eres una
niñita, se regañó.

—Hablaremos cuando estés mejor —prometió Jai, sorprendiéndola cuando


se inclinó para rozar sus labios sobre su mejilla, su piel hormigueando con
fuego mientras él retrocedía. Una sensación abrumadora se apoderó de
sus sentidos y Ari tiró de su mano, deteniendo su salida—. ¿Ari? —susurró y,
¡ella lo vio! El alivió la inundó cuando sus ojos lo exponían todo. ¡Le
importaba! De verdad, de verdad le importaba. Había cambiado de
opinión. ¿Esto era lo que significaba? Finalmente la había… escogido. Por
favor… casi cerró sus ojos en bendición. Por favor permítele amarme lo
suficiente.

—Dímelo ahora —susurró, deslizando su mano sobre su antebrazo,


empujándolo más cerca.

Su mirada se volvió velada y caliente, su mandíbula se apretó.

—Deberíamos esperar…

—No —Ella sacudió la cabeza, su corazón palpitando tan ruidosamente


que apenas podía oír sobre éste—. Ahora.

Jai tragó saliva, su enorme brazo estirándose hasta acunar su cara.

—Mentí antes. Nunca fue tan sencillo como una atracción entre nosotros.
Siento que me tomara tanto admitirlo. Siento que me tomara tanto…
escogerte.

Los labios de Ari temblaron, asustada de sentir la clase de felicidad que


estaba sintiendo ahora.

—¿Estás escogiéndome, Jai?

Su sonrisa traviesa hizo que su estómago diera volteretas y él asintió.

—A partir de ahora la única elección que haré serás tú.


Sus labios se separaron y Ari no pudo detener la enorme sonrisa que se
estableció sobre éstos, sus ojos brillantes mientras preguntaba:

—¿De verdad?

Jai rió.

—Nunca lo dudes —Se inclinó, su boca alcanzando la de ella y Ari esperó


sin aliento…

… El sonido de la puerta golpeando contra la pared los apartó, Jai se giró y


bloqueó a Ari de lo que sea que fuera. Inmediatamente se relajó y dio un
paso al lado así ella podía ver que los intrusos en su momento épico no
eran otros que El Rey Rojo y Fallon.

Las mejillas de Fallon estaban ardiendo mientras se acercaba a los pies de


la cama de Ari.

—¡Charlie! —jadeó indignada—. ¡Ellos se lo han llevado!

El temor confuso se disparó a través de Ari y ella se lanzó hacia adelante,


hacia Fallon, buscando respuestas.

—¿Qué? ¿Llevado? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Quiénes son “ellos”?

Lleno de calma, el Rey Rojo dio un paso casual hacia adelante, aunque
sus ojos estaban llenos con lo que Ari asumía era simpatía.

—Ha sido escoltado Al Monte Qaf donde enfrentará el juicio por el


asesinato del hijo del Rey Brillante.

—Pero un híbrido asesinando a un híbrido nunca se lleva a una corte —dijo


Jai.

—No es simplemente cualquier hibrido —Rojo frunció el ceño—. Un híbrido


de un Rey.

¡Imposible! Habían sobrevivido a Dali, que había cazado a Ari, ¡una híbrida
de un Rey podía añadir!, ¿y uno de los suyos iba a ser castigado por
detenerlo? De ninguna maldita manera. Furia y determinación succionaron
el cansancio de su cuerpo y Ari alejó las sábanas con una cantidad
impresionante de energía.
—Tenemos que ir allí. Ahora —gruñó cuando nadie se movió.

El Rey Rojo suspiró.

—Sería peligroso llevarte al Monte Qaf. Eso es exactamente lo que el Rey


Blanco quiere. Si vas… el único lugar que podría ser seguro es quedarte en
mis terrenos dentro del palacio del Sultán.

Eso significaría vivir bajo el mismo techo que Azazil. Un frío helado y
profundo se deslizó sobre ella y Ari luchó por sacudírselo. Se encogió de
hombros sin poder hacer nada mientras levantaba la mirada hacia los ojos
preocupados de Jai.

—Es Charlie.

Jai, sin expresión, se estiró y tomó su mano.

—Entonces supongo que vamos a ir al Monte Qaf.

—¿Podemos detenerlo? —preguntó ella, anclándose a sí misma frente a


Jai—. ¿Podemos recuperarlo?

El Rey Rojo arqueó una ceja arrogante.

—El Rey Brillante estará dirigiendo el juicio, así que digamos que tenemos
una oportunidad.

Un jadeo llamó su atención y Fallon se erizó desde su posición a los pies de


la cama.

—Mis padres no me dejarán ir al Monte Qaf —Se giró hacia Ari—. Él salvó mi
vida, Ari. Tienes que salvarlo.

—No te preocupes —le aseguró Ari, sintiéndose más valiente ahora que
estaba luchando por alguien más—. Moriré intentándolo.
Epílogo
Llamas Gemelas
Traducido por Mari NC
Corregido por Haushiinka

L
a última vez que Ari había estado en el palacio sólo había visto una
habitación. Había sido la gran sala de recepción del Sultán con todo
ese vidrio confuso y frío como el hielo. El Monte Qaf ya no se sentía frío
para ella a pesar de que se le aseguró que el reino estaba todavía al final
del invierno. El despertar de la sangre Jinn había cambiado eso. Se sentía
perfectamente cómoda, en lo que respecta a la temperatura, de pie en
una pequeña sala de recepción del palacio en vaqueros y camiseta. La
ducha que había tomado en el hotel había sido la más rápida alguna vez
y ella apenas se había dado a sí misma el tiempo para decir un adiós
rápido al equipo de cazadores antes de aceptar la convocatoria que Rojo
conjuró y que la llevaría al Monte Qaf junto con Jai. La Srta. Maggie había
sido dejada y ya Ari extrañaba su reconfortante presencia. Una vez más su
poltergeist la había protegido, alertando a Rojo de su secuestro. Ari estaba
empezando a desear poder conocer al Ifrit de verdad. Ahora que Ari no
estaba tan ciega de dolor por Derek, incluso estaba empezando a
preguntarse ahora por qué el Ifrit tenía tantas ganas de protegerla.

Jai, Ari y El Rey Rojo se pusieron delante de una chimenea en llamas, un


sillón y dos sillas de cuero Reina Ana confundiendo a Ari. Había incluso un
hermoso escritorio de biblioteca y una lámpara de biblioteca color verde.
Estanterías atestadas estaban concentradas en torno a las paredes de
roca y esmeralda, y las cortinas ondeaban en la brisa soplando desde las
puertas francesas que llevaban a un balcón con vista a las montañas. Jai
estaba mirando por la ventana con asombro.

¿Primera vez en el Monte Qaf?

Él le dirigió una asombrada sonrisa desarmante que lo hacía parecer de


diez años. Sí. Es... increíble.
—No creo esto —susurró el Rey Rojo, echando una mirada por la
habitación a la que la criada Shaitan los había llevado.

El corazón de Ari dio un vuelco en alerta.

—¿Qué?

—Esto es parte de los alojamientos de Asmodeus.

—¿Asmodeus? —preguntaron Ari y Jai al unísono.

—Ese sería yo —una familiar, sedosa y profunda voz entró en la habitación


y ellos dieron la vuelta.

El corazón de Ari cayó hasta sus pies.

De pie delante de ellos estaba un fríamente apuesto hombre de aspecto


joven... bueno... Jinn. Sus ojos negros parpadearon desdeñosamente sobre
Rojo y Jai antes de caer en Ari con una curiosidad que la congeló en el
lugar. De ninguna manera. ¡No él!

Después de un momento demasiado largo de mirarla fijamente, Asmodeus


desvió su mirada al Rey Rojo. —El Sultán Azazil envía sus disculpas. Está
bastante ocupado en este momento por lo que me ha enviado para
darles la bienvenida a nuestros huéspedes en el palacio.

—Me sorprende que dijeras que sí —El Rey Rojo estrechó sus ojos, una
pregunta en sus palabras.

Asmodeus se encogió de hombros y Ari sintió su pecho contraerse por el


pánico. Esto no estaba sucediendo. Miró a su familiar cabello largo y
negro.

¿Jai? Se encontró hablando por telepatía frenéticamente.

¿Sí?

¿Lilif? ¿Asmodeus era su hermano?

Su gemelo, Jai respondió, girando ligeramente para mirarla a los


ojos. ¿Cómo lo...?
Su respiración la abandonó. He estado soñando con él también.

Los ojos de Jai se estrecharon. Bueno eso no puede ser bueno.

No. Pensé que Lilif era un Ifrit. Asmodeus es un Marid, ¿cierto?

Cierto, Jai estuvo de acuerdo. Son como la versión Jinn de gemelos


fraternos. Son también antiguos, misteriosos y no hay que meterse con
ellos. Tenemos que averiguar por qué estás soñando…

—Jóvenes —dijo de pronto Asmodeus, llamando su atención de nuevo a


él—. ¿Acaso no saben que es de mala educación tener una conversación
a espaldas de alguien?

—Bueno —El Rey Rojo caminó hacia adelante, colocándose entre ellos y
Asmodeus—. Gracias por la bienvenida, Asmodeus. Voy a llevar a nuestros
huéspedes a mis aposentos ahora.

Con una ceja levantada, Asmodeus se apartó de la puerta e hizo un gesto


como diciendo “son libres de irse”.

Siguiendo al Rey Rojo fuera de la puerta, Ari no pudo evitar la oportunidad


de una mirada al famoso primer teniente de Azazil. Era incluso más alto
que el Rey Rojo. A medida que sus ojos se posaron sobre él, atraparon un
vistazo de un anillo colgando de la cuerda de cuero alrededor de su
cuello. Su mirada voló a su cara con sorpresa. Llevaba una réplica del Seal
alrededor de su cuello así los otros pensarían que todavía lo protegía. Su
fría mirada se arrastró sobre Ari como pequeñas arañas congeladas y ella
inconscientemente agarró la mano de Jai mientras la puerta se cerró
detrás de ellos. Su guardián la atrajo más cerca.

Rojo se quedó en silencio mientras los condujo a través de los


escalofriantes pasillos del palacio. Finalmente, después de unos minutos de
caminata, dijo:

—Te quedarás al lado de Ari todo el tiempo que estemos aquí, Jai,
¿entiendes?

—Sí, Su Alteza.
—Y Ari —Rojo giró haciéndolos detenerse. Su rostro era duro y más frío de lo
que Ari había visto alguna vez—. Si te encuentras a solas con Asmodeus, y
por sola quiero decir incluso si Jai está contigo, me llamas. ¿Entiendes?

—¿Él es peligroso?

Rojo asintió con la cabeza.

—Él tiene un interés en ti y yo no sé por qué. Hasta que lo haga, te


mantendremos alejada de él.

Piel de gallina se levantó en sus brazos y Jai deslizó una mano alrededor de
su espalda, atrayéndola hacia su lado. Ella sonrió débilmente pero con
gratitud. Demasiado estaba sucediendo.

—¿Cuándo inicia el juicio de Charlie? —preguntó a medida que


comenzaron a caminar de nuevo, esta vez la cercanía del cuerpo de Jai
manteniendo sus temores nerviosos a raya.

—Mañana —respondió Rojo bruscamente—. Brillante lo conducirá pero


debido a tu implicación Azazil lo supervisará. Mañana es un día peligroso
para ti también, Ari. Charlie puede o no ser condenado por su crimen, pero
tú —Le lanzó una mirada de preocupación—, tú serás puesta al
descubierto a la vista de todos. Azazil ha prohibido al Rey Brillante
mencionar tu verdadera importancia. En el caso de este juicio tú eres la
híbrida del Rey Blanco y Dali trató de utilizar tu sangre para alimentar sus
talismanes. Es algo que algunos Sorcerers hacen con sangre de virgen.

Ella se ruborizó con eso.

—Pero siempre ha habido rumores y especulaciones sobre la leyenda de


una hija nacida de Sala la Lilif y el Rey Blanco. Algunos tratarán de
averiguar la verdad. Te estás dejando abierta a más enemigos.

El miedo estaba desesperado por tomar el control de ella, así que Ari se
concentró en pensar en Charlie, dónde estaba en este momento y lo que
le estaba pasando. El temor se disipó repentinamente mientras ese nudo
en su pecho latía y se apretaba, separándose a sí mismo de ella,
empujándola hacia fuera, tomando el control. Las emociones de esto la
inundaron y Ari luchó para sacudírselas. Ella respiró hondo, sintiendo la
mano de Jai presionar con más fuerza contra su espalda. De vuelta en
control, Ari todavía sentía tentáculos de la oscuridad con la que el nudo
había tratado de contaminarla, la furia y la repugnancia de que alguien
trataría de empujarla. Ari tensó sus hombros, sus ojos ardiendo con más
determinación de la que sabía que tenía.

—Lilif por sí misma podría volver de la muerte para darme caza, y todavía
no me detendría de salvar a Charlie.

El Rey Rojo se puso rígido ante la mención de su madre y miró a Ari


cuidadosamente, con cautela incluso. Finalmente asintió con la cabeza.

—Entonces que así sea.


Acerca de la autora

Samantha Young
Samantha Young es una escocesa de 26 años
adicta a los libros y graduada de la Universidad de
Edimburgo en 2009. Estudió historia antigua y
medieval en la universidad, y fue en su primer año
allí, en medio de una conferencia de literatura
clásica, que por primera vez se le ocurrió la idea de
Lunarmorte. Ha estado escribiendo casi desde
siempre, y tiene un especial interés en los géneros
paranormal, fantasía y ciencia ficción, pero había
estado esperando que algo fresco y original le
golpeara en la cabeza. De repente se le ocurrió
durante esa conferencia cuan increíble es la
mitología Griega y como podría ajustarla para ser
una historia de seres sobrenaturales.

Se inspira en bases mitológicas o históricas y luego las retuerce para


adaptarlas a sus historias, y está muy agradecida porque su título le sea útil
mientras escribe.

Empezó la auto-publicación en 2011 y ahora se dedica a escribir a tiempo


completo. Cuando no está escribiendo, usualmente está pensando en
escribir. Cuando se aparta de la escritura, usualmente la pueden encontrar
leyendo, en largas caminatas, viendo un poco de televisión o divirtiéndose
con su familia y amigos.

Actualmente vive en una casa campestre en Stirlingshire, Escocia.

Otra gran parte de sus vida es la música y la mayoría de las veces la


música y la escritura vienen juntas. Le gustan muchas bandas y artistas,
encabezando la lista están: The Airborne Toxic Event, Metric, White Lies,
Biffy Clyro, the Killers, Muse, Paramore, The Cardigans, Adele, We Are
Scientists, the Kooks, Arcade Fire, Silverchair,Rihanna, Paolo Nutini,Kings of
Leon, Florence y the Machine, y muchos otros artistas que pueden inspirar
una escena perfecta.
Borrowed Ember
Fire Spirits #3

Todo en la vida de Ari hasta este punto ha sido


prestado.
Su vida humana con un hombre que no era su
verdadero padre.
El amor por un chico que necesitaba algo más
que a ella para ser fuerte.
Besos con un Jinn que se negaba a hacer
cualquier cosa que no fuera entregarlos en
momentos de debilidad.
E incluso su resolución, que parecía fallarle
cuando más la necesitaba.
Pero Ari está harta de los préstamos. Finalmente se
siente lo suficientemente fuerte para hacer de la
cacería de Jinn no sólo un pasatiempo para sobrellevar su triste situación,
sino una carrera necesaria y permanente. Su amistad con Charlie
finalmente puede hacerse sólida y estable, solo si puede salvarlo del Juicio
en el Monte Qaf. Y su amor por Jai puede ser eterno, solo si puede
controlar la oscuridad del Seal que está dentro de ella.
Ari cree que todo esto es posible. Que finalmente será dueña de las
relaciones en su vida y que, hasta cierto punto, será propietaria de su
futuro.
Pero nada de eso importa cuando no depende de ella…
…En lo alto de las montañas color esmeralda del Monte Qaf, el Sultán
Azazil ha mantenido secretos.
Incluso de los Reyes de los Jinn.
Secretos que cambiarán todo… y llevaran a Ari a darse cuenta de que,
una vez más…
… ella ha tomado algo que nunca le perteneció realmente.
Algo que está desesperado por desatarse.
Algo que puede destruirlos a todos.
Agradecimientos
Staff de traducción
Moderadora: Paaau
Traductoras:
Zeth Caamille
Cami.Pineda lalaemk
kathesweet Akanet
Paaau Vanehz
Maru Belikov Clau12345
LizC Jo
carmen170796 Miranda.
otravaga Mari NC
rihano Lizzie
Andy Parth Kathesweet

Staff de corrección
Liseth Johanna Akanet
Dianita Majo
Haushiinka ★MoNt$3★
Deyanira ☽♏єl
Lola_20

Revisión y Recopilación
Akanet

Diseño
Paovalera
Bookzinga Foro
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