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T
émele al calor…
L
a tierra de color ladrillo tembló bajo los pies de Ari, grietas en el suelo
sediento resplandeciendo como brasas en la oscuridad reinante. El
aire se encendió contra sus mejillas, como si estuviera atrapada
dentro de un círculo de fuego invisible, sus pulmones privados de oxígeno,
su lengua densa y sus dientes secos. Ella parpadeó, desorientada,
preguntándose dónde estaba y cómo había llegado allí. Sus ojos áridos y
dolidos no encontraban nada para engancharse a su paso en el vasto
vacío a su alrededor. La oscuridad arqueada y profunda de la noche se
estrellaba por encima de ella en su negro infinito.
—¡Hola! —Se ahogó, su voz ronca y baja mientras hacía eco en la nada.
¿Dónde estoy?
Sin pensarlo, Ari dio un paso hacia ellos, su corazón dando tirones ante la
vista del macho y su dolor mostrándose en sus ojos. Quería aliviar su dolor,
envolver su pequeño ser a su alrededor. Sentía como si lo conociera de
alguna manera. Al mismo tiempo, se sentía atraída por la hembra Jinn. A su
desesperada necesidad. Su deseo. Pero ¿de qué? ¿Qué?
Antes de que pudiera ejecutar lo que ella "debía hacer" la hembra fue
arrojada por manos invisibles y aterrizó con un golpe que agrietó la tierra.
Esta vez, habiéndolo esperado, Ari había preparado sus piernas y sólo
tropezó por el impacto. Sus ojos se abrieron ante los gigantes pies de mujer
que descansaban ante ella, tan grandes que podría haber subido en ellos
como si se trataran de un pequeño barco. Tragó saliva, hipnotizada por el
brazalete de oro en el tobillo que podría haber atado el barco al muelle y
el bonito anillo de oro en el dedo del pie por el que Ari hubiera sido capaz
de pasar su cabeza.
El cambio de aire y el calor insoportable que besó las mejillas de Ari como
trozos de papel ardiendo, la alertó de la presencia de él avanzando. El
atronador rugido de gigantes pasos vibraba en el suelo mientras Ari giraba
y lo observaba acercarse. Sus ojos viajaron por los enormes pies, las piernas
gigantescas en lo más azul de la seda acuosa, al fuertemente atado
abdomen y parte superior del cuerpo, y los gruesos y protuberantes brazos
con brazaletes de oro a juego...
…Ari entornó los ojos, los rasgos de su rostro sombreados por la noche
mientras su cabeza alcanzaba las estrellas.
Tragando saliva, Ari dio unos pasos hacia atrás, sus pies tambaleándose en
la tierra en movimiento mientras él seguía caminando hasta que estuvo
apuntado sobre el cuerpo propenso del macho Jinn.
—¡NO! —Su grito rebanó lo etéreo, haciendo pedazos las estrellas. Las
manos de Ari volaron a sus oídos mientras se derrumbaba de nuevo hacia
atrás por lo que pareció la decimoquinta vez, su mente tratando de
ponerse al día. ¿Qué se había perdido? ¿Qué había dicho ÉL? ¿Qué
significaba esto? ¿Por qué sentía tal desesperación?
¿De lo templado? resopló por dentro. ¿Qué pasa con ese sueño?
Ella gimió.
Oh, cierto.
—Porque no soy normal.
Capítulo 1
Una nube de lluvia de deseos robados
Traducido por Zeth
Corregido por Dianita
E
l sueño eludió a Ari y salió de la cama temprano, arrastrándose por la
casa como un zombi mientras se duchaba y preparaba para otro día
en el limbo. Como era típico desde que Derek había regresado del
hospital luego de que el Jinn demonio, Pazuzu, lo hubiera dejado en coma,
no es que en Sandford Ridge supieran eso; hasta donde sabían el coma de
Derek había sido un misterio médico, las llamadas empezaron bastante
rápido y una vez más se encontró diciéndole a los que le daban sus
buenos deseos y a los colegas de su padre que él estaba descansando y
le diría que regresara la llamada tan pronto como fuera posible.
Finalmente alrededor de las once de la mañana, cuando se hizo evidente
que Derek no tenía intención de salir de su cuarto, de nuevo, Ari subió con
una bandeja de pan tostado, huevos y algo de café. Tocó la puerta
esperando escuchar movimiento. No había visto su rostro en un buen
tiempo. Ni siquiera cuando Jai y Charlie tuvieron un duelo de gritos el otro
día. Había dormido durante toda la cosa. Durante los últimos días Ari había
estado dejando bandejas con comida en su puerta y recolectando las
vacías. Quizás ya era tiempo de replanteárselo. Esperaría a que abriera la
puerta y luego se lanzaría hacia él.
No hubo respuesta.
—Lo llamaré, Ari… sólo… estoy cansado, cariño. Hablaremos más tarde.
¿Un Sorcerer? Según Jai y su estúpido libro, un Sorcerer era un estatus muy
ambiguo. Podía enviar a mestizos normales a un final profundo, sin importar
cuán impregnado de poder Jinn estuviera el humano. ¿Quién sabe qué le
haría eso a Charlie? ¿Y por qué lo había hecho? Su corazón literalmente
dolió al pensar en eso. Ari simplemente no podía entender por qué había
deseado convertirse en parte de este mundo cuando ella le había dicho
cuánto deseaba liberarse de él. La presión en su pecho se incrementó, y le
frunció el ceño al brillante cielo. No. No era lo suficientemente estúpida o
despistada para haber pensado que la decisión de Charlie tenía que ver
algo con ella. Todo era acerca de la venganza. Iba a lograr que lo
mataran. Los hechos no lo ayudaban porque él se rehusó a decirle y a Jai
quien le había concedido el deseo. Jai supuso que debía ser un Marid o un
Shaitan. Ari no podía descartar que quizás su padre real, el Rey Blanco, y
todo un gran e hinchado pedazo de mierda estuviera detrás del deseo.
Odiaba siquiera pensar que su tío, el Rey Rojo, tenía que ver en esto. De
hecho, ahora mismo tenía que creerlo, de cualquier manera, sin importar
qué, necesitaba al menos un poderoso aliado en toda esta locura.
Ari detente.
Haciendo una mueca de dolor ante el eco en su mente, Ari se giró para
encontrar a Jai tenso de pie en la entrada, los puños cerrados
fuertemente, su intensa mirada quemándola. Su mandíbula estaba tensa y
supo que estaba enojado. Sí, bueno ella también estaba enojada. Había
estado algo desaparecido después de echar a Charlie por ella y era
incapaz de encontrar su mirada cuando decidía premiarla con su
presencia. Sintió enrojecer a sus mejillas al recordar la noche en su puerta
cuando él la había rechazado. No era estúpida. Estaba completamente
incómodo cerca de ella, ¡Bravo!
Decepcionada con él, pero sin querer analizar nada más, Ari
despreocupadamente se encogió de hombros y se giró nuevamente a
mirar el cielo.
Detente, ahora.
—Mi amigo, Trey. Un regalo, no quería decirle que no, sus intenciones son
buenas.
—¿Honestamente?
—¿Vas a entrar?
—¿Qué ocurre?
—Eh… ¿Qué?
Su pulsó aumentó.
—La magia Jinn, como todo sobre nosotros, tiene un balance. La única
magia que en serio nos pertenece, es esa que nos ayuda a defendernos o
ayuda a otros en sus destinos. Podemos crear hechizos para protegernos y
para quien sea que esté con nosotros cuando necesitamos protección.
El Peripatos, como la defensa, es parte de nosotros, como lo es volar y la
telepatía. Conceder deseos, y crear caminos o trayectos de vida es algo
que también es natural para los Marids, Shaitans, e incluso para algunos
Ifrits. Y como sabes, los Ifrits suelen tener algo individual en su magia que los
hace especiales. Es toda esa cosa de la composición genética, así que es
gratis. Es quienes somos. La otra cosa… bueno, puede ser potenciada por
llamas y talismanes; por eso los hechiceros los usan.
—¿La otra cosa? —preguntó Ari entre dientes, de pronto odiando hacia
donde iba esto.
—Sí.
Su mente daba vueltas por las noticias. ¡Había robado algo! Lo miró
fijamente.
—Tu tío me ordenó que no lo hiciera, Ari, te lo dije, sabía que no usarías la
magia si pensabas que era poco ética y necesitaba que activaras tu
herencia como el Seal.
El nudo fue rociado con una fuerte dosis de amargura y sintió la emoción
sangrando hacia sus palabras.
—Eso fue distinto. Fue para educarte sobre las cosas importantes que en
realidad necesitabas saber.
—Todo lo que puedo decir es lo siento. Tenía que seguir esas órdenes.
—Ari, vamos…
—No —Negó ella, apretando los dientes—. No lo creo. —Pensó en las llaves de su
auto y el metal cayó pesadamente en su palma abierta.
Capítulo 2
Aún mientras bebo, mis labios están secos por la sed
E
l intenso frío en el aire pellizcaba la piel de Dali, un poco de piel de
gallina elevándose sobre sus brazos en consecuencia. Temblaba un
poco en su camiseta lisa, apoyado sobre el balcón en la habitación
de huéspedes que su padre le dio para cuando tuviera la suerte suficiente
de ser invitado a Monte Qaf. Tenía suerte si esa invitación venía una vez al
año. El balcón estaba colgado sobre las montañas que le guiñaban en
respuesta en el sol del invierno, el verde brillante de incrustadas esmeraldas
haciendo que su sangre corriera con necesidad. De todas maneras, no
tomaba mucho para que la sed atacara, esa sed por poder, esa
necesidad creciendo cada vez más para ser más de lo que era, pero las
esmeraldas de Monte Qaf eran una historia totalmente diferente.
La necesidad que ellas inspiraban… él suspiró, inconscientemente
arañando su brazo mientras pensaba en el poder de su padre, su dominio
sobre su parte de las montañas. Hermosos hogares estaban dispersos sobre
las montañas, precarios caminos llevando ida y vuelta en medio de los
hogares, el supermercado y las largas cortinas cerradas de la entrada de
la extensa casa de su padre que había sido tallada dentro de la roca de
Monte Qaf, como las otras casas reales.
1
Arabian Nights: Es una película de aventura de 1942, adaptación del libro Las mil y una
noches
inesperada vista de una hermosa Jinn arrodillada sobre la flotante
alfombra Marroquí, sus ojos abiertos mientras su familia la guiaba hacia la
mansión. Él nunca había visto una alfombra mágica antes. Bueno, las
había visto enrolladas en la casa de su padre pero nunca había visto una
en uso. Eran muy raras. El hecho de que su familia usara una ahora era
signo de celebración. La exuberante belleza era un regalo para su padre.
—¿Sí? —la puerta se abrió y un Shaitan con ojos rojos sangrientos caminó
dentro de la habitación.
—Muéstrame el camino —le dijo y el Shaitan rió, sus ojos brillando antes de
que se diera vuelta. Dali siguió de cerca al demonio fuera de la
habitación, notando cómo sus pies descalzos hacían ruido en las baldosas
frías. Pasaron a través de brillantes pasillos color crema con candelabros de
bronce, retratos con marcos de bronce y paisajes.
—Para eso —el Shiatan le gruñó sin darse vuelta. Dali arrancó su mano de
otra piedra, aunque su garganta caliente quemaba haciéndola sentir muy
seca por la necesidad.
—Es bueno verte —Su padre se paró del trono, su figura masiva causando
que las sombras se reformaran en la baja luz de las velas. Caminó
lentamente hacia la plataforma y se detuvo ante su hijo, que estaba de
pie con sólo unos pocos centímetros menos que él—. Has estado
haciéndolo bien. Canalizando tu herencia en algo… productivo.
Si lo dices por conseguir los robos bancarios más perfectos que alguien
haya visto alguna vez, con un poco de ayuda de sus talismanes y de su
magia, entonces sí, él estaba canalizando su patrimonio en algo
productivo. —Gracias, padre.
—Tengo noticias. —El Rey Brillante puso un brazo alrededor de él y empezó
a guiarlo lejos de las bailarinas.
—Si es algo que tenga que ver con la encantadora Jinn que se te ha sido
otorgada, ya la vi. Muy linda.
El Rey Brillante rió: había un fuerte borde en el sonido que causaba que el
cabello en la parte de atrás de la cabeza de Dali se levantara.
Él sabía que el Rey Blanco estaba tratando de cambiar las cosas de vuelta
a la manera que habían sido, que él estaba tratando de usurpar el Sultán
Jinn. Eso sonaba loco para Dali pero mantuvo su boca cerrada
considerando que su padre estaba del lado del Rey Blanco.
Mi hermano ha encontrado una manera en que tal vez puede ganar algo
de avance, El Rey Brillante le habló por telepatía para que los otros en la
habitación no pudieran escuchar.
¿Cómo?
Y desde ahí él empezó a contarle a Dali una historia que sonaba absurda,
pero si era cierta, era muy, muy intrigante.
Capítulo 3
La Verdad y su Última Oportunidad
Traducido por kathesweet y Paaau
Corregido por ☽♏єl
S
u corazón estaba bombeando sangre por su cuerpo tan rápido que
Ari se sintió nauseabunda, como si hubiera estado corriendo por
kilómetros en lugar de perseguir a su padre a través de la ciudad
hasta que él patinó hasta detenerse en un punto al azar en el borde del
Bosque Vickers. Claramente sabiendo que ella estaba siguiéndolo, Derek
había salido corriendo del automóvil hacia el bosque, gritando sobre su
hombro mientras Ari se detenía detrás de él que sólo necesitaba un poco
de tiempo a solas.
Derek levantó la mirada hacia ella con cautela, un gesto arrugando la piel
entre sus cejas.
—Solía venir mucho aquí después de que mis padres murieron. Parecía ser
el único lugar tranquilo en la ciudad.
Ari se detuvo abruptamente, su confesión sorprendiéndola hasta su
esencia misma. Él nunca antes había hablado sobre sus padres por
voluntad propia. Él pareció notar su sorpresa y sonrió tristemente.
—Sí. Mamá y papá —Se hundió sobre un tronco cercano y por primera vez,
Ari notó las pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos y las pinceladas
de gris en su cabello que no habían estado allí antes. Cuando sus ojos se
apoderaron de ella, se quedó congelada bajo su mirada, aterrorizada por
la tristeza inaguantable en ellos―. Mi papá no estaba mucho cuando yo
era niño y cuando lo hacía, siempre estaba ebrio. Mi mamá era una mujer
callada, incluso dócil, y no podía hacerle frente al comportamiento de mi
padre. Así que evitaba a todo el mundo, incluyéndome. Más o menos me
crié solo. ¿Sabes que mi papá estaba ebrio cuando estaba conduciendo
el auto que los mató a los dos?
—Nunca supe cómo estar en una familia, Ari. Nunca tuve una. Siempre fui
sólo yo. Y no sabía cómo crear una. O si incluso quería hacerlo. Sala fue la
primera mujer que amé —Asintió hacia ella y Ari se enderezó ante la
mención de su misteriosa madre.
—Te pareces mucho a ella. Pero no fue sólo su belleza… era divertida y
apasionada y creía en lo imposible. Estar a su alrededor era como estar en
un totalmente drogado todo el tiempo. Era adicto a ella aun cuando
siempre estaba entrando y saliendo de mi vida cada vez que le daba la
gana. Cuando traté de preguntarle adónde iba cuando no estaba
conmigo, o preguntarle sobre su vida o su pasado, ella se alejaba y eso me
asustaba. Así que dejé de preguntar. Simplemente la quería allí conmigo.
Pero no preguntar no la detuvo de dejarme y cuando desapareció por
nueve meses, me partió el corazón. Su aparición en mi puerta embarazada
y cerca de parir fue como ganar la lotería. Creí que se quedaría, Ari. Si no
por mí, entonces por ti, pero tan pronto como naciste ella simplemente…
desapareció. Escuché pequeños susurros en mi cabeza diciéndome que
debería hacer una prueba de paternidad, asegurarme de que eras mía,
pero estaba aterrorizado… aterrorizado de que no lo fueras. Y de verdad
quería que fueras mía. De verdad quería tener una parte de Sala —
Levantó su mirada, lágrimas brillando en sus ojos y Ari suspiró, sintiendo sus
propios ojos empezar a picar con dolor sin derramar—. De verdad te
quiero, pequeña. Supongo que simplemente nunca te quise lo suficiente.
Viendo lo destructivas que habían sido sus palabras, una lágrima se deslizó
por la mejilla de Derek.
—Cariño, nunca quise herirte pero sabes que he sido un padre de mierda.
Estuvo bien cuando fuiste niña pero empezaste a crecer y empezaste a
parecerte más y más a ella y fue difícil… difícil estar a tu alrededor. Siempre
he estado solo, Ari. No conozco nada más. Nunca estuve destinado a
nada más. Fue egoísta conservarte.
—Deseo muchas cosas, Ari. Y también las lamento todas. Pero descubrir la
verdad imposible, que estos seres son reales, quien eres, lo que quieren de
ti. Me tomó un tiempo entenderlo, pero… —se detuvo, respirando—. Lo
que estoy tratando de decir es que, a pesar de todo, a pesar de mis
intentos horribles, nunca me arrepentiré de mantenerte a salvo, incluso si
no sabía lo que estaba haciendo.
Debido al rastro que Jai había puesto en Ari cuando la había besado por
primera vez cuando habían sido presentados, pudo sentir sus emociones
gritando y Jai pudo seguir muy bien los gritos. Acababa de detenerse en el
Bosque Vickers. Jai se desplomó sobre el sillón del papá de Ari,
preguntándose qué estaba sucediendo allí afuera. Sabía que era hora de
que los dos hablaran, pero estaba asustado por Ari. Asustado de que
cualquier cosa que Derek tuviera que decir fuera a herirla. Y tuvo una
sensación horrible de que ya había sido herida. Por mí. Sintiéndose
incómodo, Jai se movió inquieto. Ari ni siquiera estaba en la habitación
para inmovilizarlo contra la silla con esos ojos heridos. Había hecho lo
correcto al no decirle a Ari sobre la magia. Había hecho su trabajo. ¿Qué
quería de él? Sabía que él trabajaba para el Rey Rojo, sabía que era su
guardián, no su amigo. ¿Qué demonios pasaba con el sentimiento de
culpa? Maldijo en voz baja justo cuando su celular sonó. Lo sacó de su
bolsillo trasero y lo abrió cuando vio el nombre.
—¿Por eso fue que me diste el pendiente? Dijiste que era un regalo de
felicitación por obtener este trabajo. Ya sabes, la clase de regalo que un
amigo no rechaza. Pero si esto fue algo enfermo que tienes en la cabeza
sobre Ari…
Jai puso los ojos en blanco. La mente de Trey era una trampa de acero;
menciona el más mínimo detalle y él lo recordaría.
—Sí, lo hizo.
Su amigo rió.
Jai bufó, pensando en cómo a Rik, el papá de Trey, le habría dado una
apoplejía si supiera la verdad sobre la sexualidad de su hijo. Rik estaba
atrapado en los tiempos oscuros y era completamente homofóbico. Trey a
menudo bromeaba con que pensaba que Rik no enloquecería tanto ya
que salía tanto con hombres como con mujeres, pero Jai sabía lo que
estaba bajo eso, Trey estaba aterrado de que su padre descubriera la
verdad.
—Sí —Jai suspiró—. Así que, ¿esa es la razón de por qué llamaste? ¿Para
molestarme con Ari?
—Tú también.
—Bueno, esto es muy maduro —Trey rió—. Pero lo digo en serio Jai, tienes
que dejar ir esta mierda con Luca.
—Está bien, quizás lo es. Aun así tienes que dejar que esto pase.
Hubo silencio al otro lado del teléfono y luego crujió mientras Trey suspiraba
fuertemente.
Jai negó con la cabeza, una irónica sonrisa levantando sus labios a pesar
de sí mismo.
—Adiós, Trey.
—Lo sé, ¿no acabamos de dejar eso en claro? Dios, alguien es un poco
sobre protector. Sólo quiero saber si la chica que te tiene amarrado es
caliente.
Poniendo sus ojos en blanco ante la débil broma de su amigo, Jai suspiró
fuertemente.
—Es caliente. Ahora, vete. —Colgó, sintiéndose exhausto. Hablar con Trey
era como hablar con un político. Nunca llegabas a ninguna parte.
¡Ari!
Con el corazón golpeando contra su pecho, Jai dejó que las llamas del
Peripatos lo envolvieran.
Dos segundos más tarde, estuvo fuera del Bosque Vickers, el olor del musgo
y del césped húmedo golpeando su nariz mientras sus ojos caían con
horror en la escena ante él.
Derek yacía ante los pies de un Shaitan2 y junto a él estaba Ari,
inconsciente ante los pies de otro Shaitan. El alto que estaba junto al
cuerpo inerte de Derek le sonrío a Jai, sus dientes afiladas eran puntos de
plata que brillaban en el sol de la tarde.
—¿Sí?
—Jaque mate.
Con una última sonrisa y justo cuando Jai caminaba hacia ellos, ambos
Jinn dieron un paso hacia atrás, grandes llamas envolviéndolos mientras
regresaban hacia el Monte Qaf desde donde habían sido enviados. El
pánico consumió a Jai. Sus movimientos se sentían lentos, su corazón latía
demasiado rápido y su visión se hizo borrosa. Cayó junto a Ari y le dio la
vuelta, dos dedos descansando en su cuello.
Con una pequeña distancia, el sentido regresó y Jai corrió hacia Derek.
Derek se veía anormalmente pálido. La preocupación se disparó a través
de su sangre y Jai volteó al papá de Ari, sus dedos buscando su pulso.
Frunció el ceño, sin sentir nada. Movió sus dedos esperando sentir el
pequeño pulso contra la yema de sus dedos.
Nada.
—¿Es venganza?
—Sí —Sus ojos azules brillaron peligrosamente bajo la luz—. Un pago por
desafiarlo.
—Ari —Jai dijo con voz entrecortada, mirando hacia su cuerpo aún
inconsciente en el pasto.
—¿Y Derek?
—Más fácil para Ari —gruñó Jai, pasando una mano por su corto cabello,
desesperado. Se sentía inservible—. ¿Cómo…? Ella no va a sobreponerse a
esto.
—Tendrá que hacerlo —El Rey Rojo miró a su sobrina y Jai pudo haber
jurado que había tristeza en los grandes ojos del Jinn—. El Rey Blanco nos
ha desafiado.
Capítulo 4
Te Protegeré Una Vez Que Me Salve A Mi Mismo
L
os sonidos de ronquidos se convirtieron en calmantes a pesar de su
origen. Charlie estaba sentado al otro lado de su padre en silencio,
viendo su pecho subir y bajar en un sueño de borrachera. La televisión
estaba en silencio, el juego de fútbol pasando a través de la pantalla, sólo
destellos al borde de su visión. Una botella de whisky escocés yacía a los
pies de su papá. Fue difícil llegar a aceptar la verdad. Su padre era un
alcohólico. Y su madre no parecía preocuparse sobre hacer algo para
ayudarlo. Seguro, la casa estaba limpia, estaba empezando a prestar más
atención a Charlie, incluso lo abrazó el otro día, pero el fantasma de Mike
todavía permanecía en la casa. Un filoso cuchillo de dolor quemando en
el pecho de Charlie y él cerró sus ojos brevemente, todavía atónito por
cuan fresco podía estar, el dolor de perder a Mike. Quizás si ellos hubieran
tenido una relación más volátil, como algunos hermanos, tal vez si Mike
hubiera sido un total dolor en el trasero, entonces él podría lidiar con su
muerte más fácilmente. Pero Mike había sido un gran chico. Él había sido
su amigo…
—Está bien.
Charlie estrechó sus ojos hacia Mike. Su hermano tenía esa mirada. Él no
vino sólo porque sus padres estaban peleando. Quería hablar con él
acerca de algo. Sabiendo que con Mike había que esperar a que lo dijera,
en lugar de presionarlo sobre ello, Charlie silbó suavemente y giró un poco
en su silla, sus ojos viajando sobre los familiares posters en su habitación.
—Así que…
—Oh, ¿en serio? —Charlie trató de esconder su sonrisa. Mike había sido
invitado a la fiesta de cumpleaños de una estudiante de octavo grado el
fin de semana, de la que casi no había escuchado, pero ella era la
hermana mayor de uno de los chicos en la clase de Mike—. ¿Y? —dijo
pensando que sabía exactamente qué era lo que venía a continuación.
No pudo evitarlo. Charlie empezó a reírse. —¿Con quién tuviste esos siete
minutos en el cielo?
—¿Besándose y todo?
Una vez que paró de reírse tanto, Charlie sacudió su cabeza con asombro.
—Anotación. Una mujer mayor, pequeño hermano, estoy muy orgulloso.
—¿Oh sí?
—Ella es caliente.
Gimiendo, Charlie cubrió sus ojos con mortificación. —Oh cielos, es muy
extraño que mi hermano menor esté llamando a las chicas “calientes”.
—Sí, pero era una chica que no conocía. Esta es Ari, cielos. No llames a Ari
caliente.
Él empezó a reírse más fuerte y Mike se puso de pie con el único propósito
de golpear a Charlie en el brazo. Eso sólo lo hizo doblarse de la risa.
—¡No lo harías!
—Oh, lo haré.
—El más grande error que cometerás jamás —predijo Mike, dirigiéndose a
la puerta.
Sí, Ari era genial. Ella era la persona más paciente que jamás había
conocido. Podía sentarse a escuchar a la gente más molesta hablando sin
parar para siempre, como esa irritante chica con quien andaba de su
clase de laboratorio de química, Rachel algo. Pero así era Ari. Era amable.
La chica más buena que jamás había conocido. Ellos sólo tenían este lazo.
Nadie más los conocía como lo hacían ellos. Agregando el hecho de que
ella era, como Mikey lo señaló, “caliente”, haciendo difícil mantener su
relación platónica. Conteniendo otra risa, Charlie asintió. —Gracias. Ya me
había preocupado.
Mikey puso los ojos en blanco. —Sí, puedo verlo —Él se giró para irse,
perdiéndose la silenciosa risa entre dientes de Charlie. Entonces justo
cuando estaba por salir se giró de nuevo y preguntó—, ¿Todavía me
recogerás de la liga menor el sábado?
Aw, mierda ¿Era este sábado que tenía su compromiso en la liga menor?
Charlie frunció el ceño, pensando en los grandes planes que tenía para el
cumpleaños dieciséis de Ari. Él le daría este enorme ramo de rosas rojas y
reservó una mesa en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Luego
pensó que ellos podrían manejar hasta la montaña y él podría finalmente
decirle como se sentía. Estaba esperando que para el final de la noche, él
sabría exactamente a que sabía su boca, cómo se sentían sus labios,
cómo la curva de su cadera se sentía bajo su mano. Se removió, sintiendo
calor ante la dirección de sus pensamientos.
3Papa caliente: Se refiere a que sería una elección o situación difícil o una situación difícil
de manejar
—¿Te estás sonrojando? —preguntó Mikey, con sospecha en su mirada.
—¿Puedo ir?
Con un suspiro, Mike cerró la puerta detrás de él. Charlie había empezado
a dejar que su mente se sumergiera en la fantasía donde Ari predominaba
gran parte cuando la puerta se abrió otra vez. —¿Qué es una Casanova?
…Mikey había muerto ese fin de semana. Todo cambió. Todos habían
cambiado. Y no importaba cuánto Charlie quería dejarlo ir, él sabía que la
única manera de dejar descansar al fantasma de Mikey, era encontrar a la
perra que lo había matado. Allí descansaba su problema con Ari.
Cuando el Marid le había dado por primera vez los poderes, sintió la
oleada de energía chocar en su cuerpo en un glorioso calor. Pero ahora…
nada. ¿Le había mentido el Rey Rojo? ¿Había sido una prueba? ¿Había
fallado? La furia le ahogaba ante la idea, mientras miraba a su padre
gruñir en su borrachera. Necesitaba los poderes para ser real. Él necesitaba
la venganza.
—¿Estás ahí?
Charlie estaba apenas en la puerta de Ari cuando notó a Jai dándole una
mirada graciosa. Sus ojos penetraron los de él y consiguió el aire de
intimidación que salía de los Jinn, haciendo desear a Charlie tener una
pulgada adicional de altura, a pesar de que ya tenía un poco más de un
metro con ochenta y dos centímetros de altura.
—Luces diferente —dijo Jai, sus ojos se estrecharon, una pizca de burla en
ellos.
Por un momento, la cara de Jai fue muy seria y parecía medir a Charlie
cuidadosamente. Finalmente, después de un momento de tirante silencio,
Jai sonrió burlonamente. —¿Obtuviste la traducción en internet?
Preparándose para un comentario inteligente, Charlie se encogió de
hombros, no queriendo darle pie para burlarse.
—Lo que sea —Charlie gruñó, pero de todos modos le tendió su mano. Jai
lo tomó un poco rudo y Charlie le dio una mirada sucia. El Jinn era inmune
al intento de Charlie para intimidarlo, siempre lo era, y estaba empezando
a rozar el camino equivocado—. ¿Y bien? —replicó.
Jai asintió. —Dice justicia. Afortunadamente para ti. Sabes que no puedes
confiar en traducciones en internet.
Como si hubiera leído sus pensamientos se puso serio otra vez. —Ari está
arriba con su tío. Todavía estaba inconsciente cuando la trajo aquí.
Charlie asintió, feliz por la distracción. —Pensé que me sentiría diferente, ser
capaz de hacer cosas, pero hasta ahora, nada.
—Justo ahora creo que se está despertando para descubrir que su papá
está muerto.
—¿Ah, sí?
Él se encogió de hombros y miró hacia Jai que había imitado sus acciones,
descendiendo a una silla. Lucía genuinamente interesado, y Charlie se
preguntó si los sentimientos que Jai tenía por Ari eran más que físicos. —
Derek siempre mantuvo a Ari a distancia. Incluso cuando éramos niños. Era
como si la amara pero estaba asustado, ya sabes.
—No. Lo hará.
Oh, cierto. Jai le había dicho que lo dejó en su auto donde sería
encontrado a un lado del bosque. El forense declararía la muerte como
causada por un aneurisma. Charlie se sentía un poco enfermo. La muerte
de Derek había sido tratada como algo que necesitaba ser puesto en
orden y algo fácil con lo que Ari pudiera lidiar. De alguna manera
deshumanizaba al hombre del que ellos estaban hablando.
—Quién sabe cómo Ari reaccionará a esto. Tenemos que asegurarnos que
ella no haga nada tonto —El Rey Rojo tenía una determinada mirada en
sus ojos con la que Charlie no querría meterse.
La ira se agitaba en sus entrañas mientras miraba al tío de Ari y se acordó
de su hermano, el padre de Ari. —¿Entonces fue definitivamente el Rey
Blanco?
El Rey Rojo asintió. —Está tratando de lanzar un cebo a Ari para que haga
algo que la atrape en el Monte Qaf. Planea que ella tome venganza en
contra de los Jinn que hicieron esto, posiblemente, incluso tratar de
vengarse de él. Y si ella hace eso será forzada a ir al Monte Qaf para
enfrentar un juicio y mi hermano va a usar esa oportunidad para tratar de
conseguir lo que quiere de ella.
—Lo está —Charlie aseguró encontrando su propia voz unida con la de Jai
mientras respondían al unísono. Ellos se miraron el uno al otro, sus ojos
estrechándose con cautela como dos oponentes entrando al cuadrilátero.
Capítulo 5
La guerra tiembla en la oscuridad… Esperando.
—M
e gustaría ser un mejor padre. Me gustaría ser un
hombre mejor. Me gustaría amarte en la forma en que
mereces ser amada. He estado enojado durante años,
Ari. Y no fue hasta que descubrí la verdad acerca de ti y Sala que me di
cuenta de lo enfadado que estoy con tu madre.
Papá, no.
¡No! Su rostro parpadeó bajo las llamas, pero no gritó de dolor. Ella lo hizo
por él.
¡PAPÁ, NO!
Finalmente Ari soltó el aliento que ni siquiera sabía que había estado
sosteniendo y se empujó a una posición sentada. Todavía estaba usando
la ropa que había usado cuando había perseguido a su padre al Bosque
Vickers, pero el cielo se oscurecía afuera por lo que algunas horas habían
pasado desde entonces.
Su tío sacudió la cabeza tristemente. —El Rey Blanco envió dos Shaitans
tras de ti. Uno te noqueó en el bosque y el otro le dio a Derek un aneurisma
cerebral.
Fue contundente. Duro. No tenía sentido. ¿Papá? Las cosas que él había
dicho. Terminantes. Algo le había pegado. Dolió. Se había desconectado.
¡PAPÁ!
¿Causas naturales?
La habitación giró y Ari luchó por tomar aire. Todo. Había sido en vano. Ella
no lo había salvado. ¿A quién había estado engañando? Derek está
muerto.
—¿El Rey Blanco? —susurró con voz ronca, golpeando el suelo con un
golpe doloroso cuando calculó mal el espacio entre ella y la cama. Era
vagamente consciente de las fuertes manos del Rey Rojo envolviéndose
alrededor de sus brazos mientras la levantaba con facilidad, como
arrancar una margarita de la hierba. La sentó en la cama y dio dos pasos
cuidadosos hacia atrás. Ari se encontró centrándose en aquellos ojos
azules de él—. ¿El Rey Blanco?
Papá.
—¿Por qué? —dijo con voz ronca, una lágrima más deslizándose por su
mejilla.
—No voy a matar al Shaitan que hizo esto. Voy a usar mi poder contra el
Rey Blanco. Lo voy a detener. Puedo ordenarle que detenga esto —Ari
estaba sorprendida, pero agradecida al darse cuenta de que la amenaza
no parecía estúpida o vacía. Era real. Después de todo, ella era el Seal de
Salomón.
—No —Ella lo miró fijamente—. ¿Qué quieres decir con no? Creí que
estabas de mi lado.
—Lo estoy. Y si le ordenas a uno de los Siete Reyes de los Jinn ponerse de tu
lado, Azazil verá eso como una amenaza y no importa de qué lado estoy,
no voy a ser capaz de detener a mi padre de hacer todo lo posible para
destruirte.
—En ese libro que Jai te dio... ¿no te decía la plena extensión de la
importancia de Azazil?
—Lamento tu pérdida, Ari —El Rey Rojo suspiró y Ari lo miró con atención,
buscando un poco de sinceridad. Ella pensó que la había encontrado,
pero después de lo que Jai le había dicho, Ari no estaba segura de poder
confiar en este hombre.
—¿Mi consejo?
—¿Sí?
—Tratas con el funeral de tu padre y te sacaremos de aquí. Este es sólo el
comienzo. No puedes quedarte de brazos cruzados en esta casa y esperar
a que mi hermano venga por ti. Tenemos que planificar nuestro siguiente
movimiento. Pero tú —apartó otro mechón de cabello de su cara—,
apenas has tenido tiempo para procesar esto.
Ari asintió con la cabeza, levantándose y poniéndose sobre sus pies. Ella se
tambaleó un poco.
—Hoy mi padre fue honesto conmigo por primera vez en mi vida.
No.
Muy bien.
La voz del Rey Rojo se hizo eco de vuelta en su cabeza y se dio cuenta con
un arranque suave, que esa era la primera vez que habían hablado el uno
al otro telepáticamente. Ari lo había hecho sin pensar.
—Por supuesto —El suave sonido de la voz ronca de Jai se sintió relajante
contra el cuerpo agitado de Ari.
No siendo capaz de encontrase con los ojos de Charlie, Ari pasó por
delante de ellos y bajo las escaleras. Vio sus llaves del auto en el recipiente
junto a la puerta. Jai tiene que haber traído su auto de vuelta.
Derek está muerto.
Esto la dejó sin aliento y cuando se volvió a esperar a Jai, una lágrima se
deslizó antes de que pudiera detenerla. La expresión de Jai era dolorida
mientras bajo el último escalón de la escalera hacia ella. Se detuvo a
centímetros de ella, mucho más cerca de lo que normalmente
permanecía, tan cerca que podía oler esa colonia que llevaba y causaba
hormigueos en su piel. Cuando su mano se acercó a su mejilla y ella sintió
la suave presión de su dedo pulgar barriendo las lágrimas, Ari,
inconscientemente se inclinó hacia su toque, ya no sintiéndose frágil, ya no
queriendo el espacio.
Quería hundirse en los brazos de Jai y sentir los latidos de su corazón contra
su oído. Quería sentir la vitalidad de la vida envuelta alrededor de ella en
un momento en que la muerte parecía mucho más fuerte.
—Lo siento —susurró él, con los dedos trazando su mejilla antes de que su
brazo cayera de nuevo a su lado.
Ella asintió y miró sobre su hombro para ver a Charlie observándolos, sus
ojos brillantes por el dolor. Eso dolió. Ari le ofreció una sonrisa temblorosa. —
Estaré de vuelta pronto.
—Ari... —Charlie suspiró y ella supo que él quería venir hasta ella.
Mal del estómago, Ari se volvió y tomó las llaves, preparándose para el
horror que tenía por delante.
Capítulo 6
La soledad de los diamantes cosidos es tan sólo una
añoranza más costosa
A
ri estaba de pie en el cuarto de Derek temblando. Todo ya había
sido arreglado. Jai y Charlie habían sido de gran ayuda. El funeral
era mañana. Ella había escogido un traje para su papá y Charlie lo
había llevado a la funeraria. Jai y Charlie habían hecho todo los arreglos y
ella había firmado donde debía, firmó los cheques. Charlie había elegido
el ataúd porque estaba demasiado afligida para hacer algo. Los chicos
incluso se habían sentado con ella mientras el abogado repasaba el
testamento de su papá. Ahora todo era suyo y tenía dieciocho así que….
estaba por su cuenta. Su papá había comprado un apartamento en
Filadelfia del que no había sabido y estaba a su nombre. Para la
universidad suponía. Tendría que poner en venta la casa y también tendría
que vender ese apartamento. No se podía quedar allí aún si no estuviera
siendo cazada por un poderoso Rey de los Jinn. Demasiados recuerdos.
Demasiado dolor.
Aun cuando una gran y culpable parte de ella aún estaba enojada con su
papá.
Y ahora esto.
A Ari le dolió cuando se volteó para mirarlo, muy feliz de que estuviera allí
por ella pero triste de que se estuviera encariñando cada vez más cuando
debía estar alejándolo deliberadamente. Suspirando, trato de aquietar sus
manos temblorosas, extendió el sobre que había encontrado en el cajón
de la mesita de noche de su papá.
—¿Qué es? —Jai frunció el ceño, sus pestañas cubriendo sus intensos ojos
mientras bajaba la mirada hacia el artículo en su mano.
Él volcó el sobre dejando caer las llaves fuera de este y en su palma. Las
sostuvo, con preguntas en sus ojos.
—¿Cómo?
—Sí, ahora.
—Está bien.
—Tienes una pieza que te conecta al lugar al que quieres ir, así que eso
debería ayudar —Dejo caer las llaves dentro de su palma tomando
medidas para asegurarse que no se tocaran uno al otro. Ari frunció el
ceño. Él estaba enamorado de otra persona. ¡Ya sabía eso!
—¿Ahora qué?
—Lo tengo.
Las llamas salían de ella, arriba y alrededor de ella, y ella se asustó. Toda
idea del apartamento desapareció mientras el miedo la inundaba como
agua apagando las llamas del Peripatos. Ari frunció el ceño. Todavía
estaba en el cuarto de Derek mirando a un paciente Jai.
—¿Estás bien?
Ari exhaló, tomándose un momento para echar un vistazo alrededor del
pequeño pero contemporáneo apartamento dentro del cual estaba. —
¿Del Peripatos? Sí. ¿Esto…? —Su voz se fue apagando y avanzo unos
cuantos pasos dentro de la sala principal. Era de espacio abierto con
paredes de ladrillos y muebles modernos y lujosos. La cocina era moderna
y lujosa y la sala de estar tenía de todo. Había un televisor de pantalla
plana, sistema de sonido, escritorio para computadora y una laptop en la
esquina. Había lazos rojos envueltos alrededor de algunas de las piezas.
Derek debe haber estado planeando conducirla a la ciudad y
sorprenderla con esto. Jai espero silenciosamente mientras ella vagaba por
el estrecho corredor. Un gran baño, con baldosas de travertine5, regadera
grande, grifos chapados en oro. Era impresionante. Más allá del corredor a
partir de aquí había una habitación. Grande. Con vestidor. Una gran cama
tipo trineo con cubiertas de cuero.
Y solitario.
El enojo que había estado enterrado bajo su piel estallo. ¡Ari quería
arrancarse el cabello o gritar, tirar algo, golpear a alguien! Camino
pisando fuerte por el corredor, sus ojos centellantes, sin importarle que Jai
retrocediera de sorpresa, su boca cayo abierto por el salvaje estado de
ella. —¿Ari? —pregunto él con indecisión, levantando una mano en modo
de pregunta.
—Es muy lindo —respondió Jai lentamente, sus cejas juntas en total
confusión.
—No, no lo está —dijo ella entre dientes, lágrimas de enojo bajando por sus
mejillas, mientras miraba a cualquier lado menos a Jai—. No me conocía.
Pensó que estaría feliz sola como él. Ni siquiera me amaba.
—En el bosque. Me dijo que era egoísta. Que me mantuvo porque era
parte de Sala pero que no debía haber hecho eso. Admitió que era un
padre de mierda —Ella se detuvo, pasando una mano temblorosa a través
de la barra de desayuno de granito—. Me dijo que nunca me amo lo
suficiente, que deseaba haber sido capaz de amarme de la manera que
merecía.
Él asintió, sus ojos centellantes. —Mereces algo mejor que eso, Ari
—Aún después… aún después de todo lo que dijo… aún lo extraño.
Y así como así la furia de Jai cambio a comprensión y antes de que supiera
que estaba pasando él se estiro y tiro de ella en un abrazo. Ella se tropezó
contra él y lo apretó fuertemente con sorpresa. Acaricio su fuerte pecho,
inhalando su familiar y reconfortante esencia. Su abrazo era justo como
ella se imaginó que seria, sus brazos apretados y fuertes a su alrededor. Su
corazón latía de modo tranquilizador bajo su oreja, aunque latía un poco
rápido. Ari se sentía segura y amada en sus brazos. Él daba buenos
abrazos. Sonrió un poco, sus brazos envueltos alrededor de su cintura, sus
palmas presionadas contra su fuerte espalda. Ari se encontró queriendo
clavar sus dedos en el músculo y jalarlo más cerca. Se las arregló para
convencerse de no hacerlo.
—Está bien que lo extrañes, Ari —susurro Jai en su oreja y ella trato de
disimular el temblor que bajó por su espalda por la sensación de sus labios
junto a su piel—. Está bien que lo ames. No te martirices por eso. Por favor.
Ella asintió, incapaz de hablar por miedo a estallar en lágrimas. Jai tenía
una maravillosa manera de destruir todas sus defensas.
Con una rápido mirada desde debajo de sus pestañas ella estaba
decepcionada de ver a su usual guardián, la expresión seria de vuelta en
su lugar. Ella haría cualquier cosa por erizar sus plumas de nuevo como
cuando se habían enfrentado al Demonio del Viento en el desierto de
Nuevo México. ¿Había pasado realmente sólo unos días atrás? Cuando
ella había sido herida, Jai no había sido capaz de esconder su
preocupación y a Ari no le daba vergüenza admitir que lo había disfrutado
un poco.
Con un último vistazo alrededor del apartamento, Ari asintió con tristeza.
—Vamos
Concentrándose en casa, Ari entró al Peripatos, un poco más preparada
ahora para el desorientador viaje de regreso a Ohio. Ando
bamboleándose a pesar de su preparación mientras salía a su sala de
estar. Tarjetas de condolencias llenaban la repisa de la chimenea sobre el
fuego y bandejas de comida abiertas estaban esparcidas sobre la mesa
de sala. Su contestadora estaba parpadeando con docenas de mensaje
de apoyo. Ese era un lugar muy deprimente.
Ella apenas se dio cuenta del chisporroteo de las llamas detrás de ella.
Enojada con su traidor cuerpo, Ari presionó una mano contra su cabeza,
sintiendo un dolor de cabeza comenzando. —Fuimos al apartamento que
mi papá me dejo
Ella se alejó de él, tratando de no ser obvia. Charlie había estado allí para
ella estos últimos días, había sido un buen amigo, y su mamá le había
cocinado montones de comida, como muchos de sus vecinos, así que no
tenía que preocuparse por la comida, pero aún estaba enojada. Tal vez
incluso más ahora. Y aun así… a pesar de cuan enojada estaba con él, no
quería herirlo. Bajando la mirada hacia la mano que toco su brazo y ahora
estaba cayendo a su costado con desánimo, los ojos de Ari se estrecharon
en su muñeca. ¿Un tatuaje? ¿Desde cuándo? Sus ojos se movieron hacia
su cara y de repente se dio cuenta de por qué lucia tan diferente. Él se
había cortado todo su hermoso cabello. —Cortaste tu cabello
Se encogió de hombros. —Lo notaste —Él sonaba herido.
Charlie palideció y Ari noto que Jai se acercaba hacia él por el rabillo de
su ojo. —No me refería a…. mierda… lo siento.
Y así como así Ari ya no se sentía mal. El enojo pasó de nuevo al frente y lo
fulmino con la mirada. Siempre seria así con él. La muerte de Mike iba a
contaminar todo lo que alguna vez hizo. Con una última mirada mordaz, se
dio la vuelta y se dirigió a las escaleras.
Ella le saco el dedo sin mirarlo y subió las escaleras pisando fuerte.
Nunca era suficiente. Ari se dejó caer en su cama, las lágrimas filtrándose
en su almohada. Nunca era suficiente…
—¡No lo disculpare hermano! —espeto ella, y los ojos de Ari siguieron a sus
palabras sobre su hombro al hombre Jinn que entro al cuarto detrás de
ella. Su propio cabello oscuro estaba trenzado y caía por su espalda y su
hermosa cara estaba estropeada por un ceño fruncido, pero sin heridas
esta vez.
—Debes hacerlo —Su voz profunda retumbo hacia la mujer como una
advertencia.
Giro hacia él, sus oscuros ojos brillando con furia. —¡Él se negó a darme el
respeto que merezco!
Las lágrimas ahora bajaban por sus hermosas mejillas. —¿Estas volviéndote
en mi contra?
—¡Es egoísta! Nos podría dar más… sé que podría. Pero se rehúsa.
¿Quiénes eran?
E
l cielo ondulándose por encima de ella parecía sentir su agonía, el
cambio en ella causado por el dolor. Sentía el estado de ánimo de
Ari, y como un camaleón entremezclándose con su entorno, el cielo
se sumergió a sí mismo en la oscuridad, la desolación de sus nubes como
malvaviscos chamuscados derritiéndose en un pesar empático.
Ya era hora de ser más lista que su cazador y no jugar en sus manos como
él esperaba.
Con su recién descubierta claridad, Ari creía que por primera vez podía ver
a Charlie; podía ver lo que él había hecho y en lo que se había convertido.
Ari tragó. Rachel había estado en lo cierto. ¿Por qué le había tomado
tanto darse cuenta de que Rachel había estado en lo cierto? Sintiéndose
avergonzada de sí misma y por la forma en que había tratado a la chica,
Ari dejó que su mirada vagara lejos de ella hasta que se trabó en una
figura en la distancia. Él estaba esperándola al lado de un todoterreno
negro que había conjurado desde su casa en Los Ángeles.
Jai.
Él también le había mentido. Pensó en los últimos días. Todo lo que había
pasado. Todas las cosas que él había ocultado. Lo que había omitido
cuando había seguido las órdenes de El Rey Rojo para hacerla romper las
barreras entre ella y sus poderes. Las consecuencias. Y luego pensó en lo
que había hecho por ella. Como Charlie, Jai no se había apartado de su
lado. En silencio le había dado comprensión, consuelo, apoyo. ¿Qué
significaba eso? ¿Podía confiar en él?
Tal vez. Tal vez no. Quizá tampoco podría confiar en su tío.
Después de todo… parecía que tenía una larga lucha por delante.
Eso era todo. El funeral había terminado. Derek estaba bajo tierra y sólo un
puñado de personas habían aparecido. Qué testimonio de su vida. Había
algunos colegas de trabajo, algunos vecinos. La mamá de Charlie. Rachel,
Staci y A.J., y los padres de ellos. En cierto modo, Ari estaba contenta. Si
tenía que murmurar “gracias por venir” una vez más iba a gritar. Y estaba
cansada de las extrañas miradas que estaba recibiendo. ¿Es que habían
estado esperando que cayera sobre el ataúd de su padre lamentándose?
Bueno, Ari no podía darles lágrimas. Ya se las había dado todas a su padre
días antes y no le cuadraba eso de convertirse en una gran bola sollozante
de desastre con el único propósito de asegurarles a algunas personas, que
en realidad no importaban, que de hecho estaba afectada por su muerte.
En su lugar, ser frágil e inaccesible estaba funcionando muy bien para ella.
Después de decirle a otro doliente que no iba a haber una vigilia, Ari se
alejó, siguiendo ciegamente a Charlie hacia Jai.
Un feo nudo se formó en las entrañas de Ari mientras levantaba los ojos
para encontrar a Rachel y a Staci paradas frente a ella, lágrimas brillando
en los ojos de Staci, y A.J. de pie a unos pocos metros detrás de ellas. Oh,
no. No quería tener que hacer esto ahora. Nunca, de hecho.
—No lo hagas.
—Debes estar muy molesta con los doctores por haber dejado morir a tu
padre, por no buscar ese coágulo.
Staci dio un paso tentativo hacia adelante, con las mejillas pálidas.
—¿Necesitas algo? —Su voz se quebró en la última palabra y Ari tuvo que
obligarse a no tirar a la chica en un abrazo—. ¿Quieres que vayamos a
casa contigo?
—Mamá —Rachel señaló con la cabeza por encima del hombro a donde
estaban sus padres parados al lado de su auto—, dijo que eres bienvenida
a quedarte con nosotros tanto tiempo como lo desees.
—Dile que eso es muy amable, pero estoy bien. Estaré en contacto —Con
esa última mentira Ari se alejó de ellas, aferrándose a la mano de Charlie y
dejándola guiarla. Si estaba sorprendido porque ella lo tocara, no lo
demostró. En vez de eso, lanzó una mirada sobre su hombro de “no nos
sigan” a las chicas y apresuró a Ari hacia Jai. Ari se sentía enferma. Real,
realmente enferma. Temía que iba a lanzarse en una tumba. Rachel y Staci
no volverían a verla jamás. Asumirían que había salido de sus vidas sin
ninguna explicación, por puro egoísmo, y la odiarían por eso.
—Lo estará —respondió Charlie, y lo dijo con tal convicción que Ari casi le
creyó.
—¿Jai?
Y así como si nada, un renqueo, un gruñido y un chirrido llevaron al
todoterreno a detenerse. Jai maldijo, desabrochando su cinturón de
seguridad mientras la niebla fluía alrededor del auto que ahora estaba
congelado en medio de la autopista como un blanco fácil.
—Quédense aquí —ordenó, y saltó fuera del auto antes de que Ari pudiera
protestar.
¿Qué estaba sucediendo? Sus ojos volaron hacia Charlie pero él estaba
mirando al frente. Volteó para ver a Jai caminar por la parte delantera del
auto, inclinando su cabeza como si estuviera escuchando algo. La espera
estaba haciendo enloquecer su corazón y Ari estaba a punto de gritarle
que volviera al auto cuando un par de brazos salieron de la nada y
arrastraron a Jai dentro de la niebla.
¡Jai!
¡Ari, entra de nuevo al auto! —su voz gritó dentro de su cabeza y pudo
escuchar su rabia y su disgusto con ella.
No son Jinn —Lo habría sabido si lo fueran, ella los sentía—. ¿Qué son?
¿Jai? ¡Jai!
Ninguna respuesta.
Por un momento la idea de que algo le sucediera amenazó con ponerla
de rodillas. Era demasiado.
¿Qué estaban haciendo los humanos viniendo tras ella? ¿Y la niebla? Pasó
la mano rozándola y sintió el hormigueo de la magia. Oh sí, sus atacantes
podían ser humanos pero habían Jinn involucrados en esto. El Rey Blanco.
Sonrió con desprecio, la rabia volviéndose determinación. Jai le había
dicho que el Manto y su otra magia defensiva era suya, una parte de ella,
como lo era el caparazón para una tortuga, como la piel para un
camaleón. No habría consecuencias por defenderse a sí misma. Y la niebla
era una amenaza. Enfocándose en ésta, en el aire, en el camino alrededor
de ellos, Ari se imaginó un rápido viento empujando la niebla hacia el
norte, agitando sus brazos y piernas en la niebla como un niño teniendo
una rabieta. La satisfacción la golpeó cuando la niebla a su alrededor
comenzó a dispersarse, desgarrándose a medida que era intimidada
hacia el norte.
—¿Qué hiciste? —exigió ella, dando un paso hacia él, con violencia en sus
palabras. Era para cubrir su miedo. Esos hombres eran humanos. No tenía
poder sobre ellos. El Rey Rojo había estado en lo cierto. ¡Necesitaba
aprender auto defensa!
—¿Harmal?
—Ari, detente —le gritó Charlie y ella volteó para verlo sacarse la chaqueta
de su traje, con expresión pétrea. Él estaba observando a los humanos sin
una pizca de miedo y repentinamente ya no parecía tanto un adolescente
sino un poderoso hombre. Sin embargo, Ari temía por él. Por ambos. Sin Jai
estaban condenados.
6 Harmal: Es una planta autóctona en las regiones comprendidas entre el este del
Mediterráneo y la India, usado como enteógeno (sustancia vegetal alucinógena que
provoca un estado modificado de conciencia) y afrodisíaco.
cayeron de espaldas. Los otros dos apenas se tambalearon y se
enderezaron rápidamente.
Necesitando retroceder, Ari saltó, primero los pies, dejando que su cuerpo
se deslizara por el capó del todoterreno de modo que aterrizó sobre sus
pies al lado de Charlie. Inmediatamente la empujó detrás de él, ignorando
su grito de protesta. Los dos sujetos rodearon el auto y Charlie se movió
para encontrarlos. El más alto de ellos se abalanzó sobre él y Charlie se
agachó, lanzando un contundente puñetazo en los intestinos del tipo justo
cuando el pie del otro hombre se balanceaba hacia la mano de Charlie.
Él levantó su otra mano y Ari vio el brillo de magia en su palma. El pie del
hombre palpitó contra ésta y cayó como si hubiera golpeado un cojín sin
atinarle. Con sus ojos casi tan abiertos como los de Ari, Charlie se distrajo
por su magia y desafortunadamente no esquivó el puño que voló a su
rostro. Cayó un poco hacia atrás y Ari corrió hacia el sujeto, lanzando un
puñetazo de modo que su magia conectara con su rostro en vez de su
puño.
El cielo brillaba sobre ella y Ari se liberó de un asimiento que había estado
presionando sus brazos al suelo, la fuerza surgiendo a través de ella como si
alguien hubiera inyectado su corazón con adrenalina. Los tipos humanos,
Ari, ¡están atacándote! Ignorando la punzada sorda en su cráneo, Ari
levantó un codo y golpeó atravesándole el rostro al sujeto mientras aún
estaba aturdido. Él gritó, sujetando su chorreante nariz y Ari lo empujó con
tanta fuerza como pudo, canalizando la magia en ella para ayudarla a
derribarlo. Trepó sobre él tratando de ponerse de pie y gritó de frustración
cuando unos fuertes brazos tiraron de ella hacia atrás, los dedos dejando
moretones en la parte superior de sus brazos mientras sus piernas eran
arrastradas sobre uno de los captores de vuelta al concreto.
—¡Oh, mierda!
—Uno de ellos dijo algo —Ari miró hacia el hombre cuya nariz había roto.
Charlie tiene que haberlo dejado inconsciente también. Oh, fenomenal...
no la hacía eso sentir inútil—. Me dijo: 'El Maestro Dali no puedo esperar
para conocerte'.
—¿Jinn?
—Oh, definitivamente. Charlie, dame una mano para sacar a estos tipos
de la carretera.
La indignación la iluminó. —Hola, soy una chica grande, puedo tomar mis
propias decisiones.
—¡Métete en el automóvil, Ari! —gritó Charlie ahora, sus ojos brillantes de
cólera.
Su boca se abrió, con las mejillas ardiendo de indignación ya que los dos
hombres en su vida la miraban, sus expresiones implacables. Ella hizo un
sonido de 'pfft' y se dio la vuelta, pisando fuerte, como una niña hacia el
automóvil—. Demasiada testosterona, enfurecidos hombres de las
cavernas, necesitan alguien más que mandar, imbéciles estúpidos... —ella
siguió mascullando insultos bajo su respiración hasta que Charlie y Jai
habían despejado el camino. Charlie saltó en el asiento del pasajero,
mientras Jai presionaba una mano contra el capó de la camioneta. El
motor inmediatamente se puso en marcha y él caminó alrededor,
abriendo la puerta del conductor, erizado con agresión. Probablemente
estaba enojado porque él se dejó incapacitado.
Ninguno de los dos dijo una palabra el uno al otro. El viaje de regreso a la
casa fue doloroso y Ari tuvo que sacudirse cuando recordó que había
enterrado a su padre hoy. Ya se sentía como días atrás. El tiempo se había
estado moviendo en una masa borrosa de nada. Ya no es así, Ari
reflexionó, pensando en sus atacantes y esta nueva amenaza.
Capítulo 8
La lluvia no es suficiente. Quiero el rayo
E
stá bien, así que su padre estaba en lo cierto acerca de dónde
estaba el Seal y del guardián Jinn que protegía su trasero. Pero no
había mencionado nada sobre el hechicero inexperto.
El Rey Blanco parecía creer que controlar a Ari era la única manera de
hacer uso del Seal. Su tío tenía sus propias razones para querer el Seal y Dali
tenía que preguntarse si era más de lo que suponían todos los demás. Sí, sí
había una "guerra" en marcha y al menos la vida para los Reyes Jinn no era
tan mala. Sin duda, El Rey Blanco podía ver eso.
¿Y maltratar y manipular a su propia hija para tener una oportunidad de
usar su poder? Dali negó con la cabeza. Tenía que recordar que no todos
los Reyes eran como su propio padre.
Su padre era cariñoso con él. Amoroso. Incluso cuando él era un bastardo
para todos los demás. Un Rey Jinn tenía que querer realmente tener un hijo
con el fin de ser creado. En cuanto a lo que Dali era consciente, sólo tenía
un puñado de medios hermanos y hermanas por ahí, a ninguno de los
cuales había conocido nunca. Pero sabía que el Rey Brillante amaba a
todos sus hijos, es por eso que seguía teniéndolos cada siglo más o menos,
y Dali tenía que creer que su padre no lo castigaría por lo que estaba
tratando de hacer. Y si tenía éxito, su padre estaría demasiado temeroso
para cuestionarlo.
Dali sonrió a eso, el entusiasmo corriendo por sus venas, la sed de poder
hormigueó en su lengua. Tocó un talismán alrededor de su cuello y utilizó la
energía de la piedra de chorro para evocar un vaso de agua. Lo bebió
con avidez, lo que quería era la sangre de Ari. Sangre con todo ese poder.
Sintió una agitación de lujuria y dio un puñetazo sobre la mesa.
¡Hijo!
Los mestizos eran mucho más difíciles de rastrear. Esa pieza faltante de
energía dentro de ellos significaba que se mezclaban con el mundo
humano mucho más fácilmente. Era bastante difícil encontrar a un Jinn
que no quería ser encontrado, a menos que hubieran cometido un delito
contra las leyes de los Jinn, ¿pero encontrar a alguien como Dali?
Llámalo previsión, pero Dali no le había confiado su última base de
operaciones a su padre. Y parecía que el Rey Brillante había averiguado
de alguna manera lo que él había estado haciendo. Se encogió de
hombros sacándose la culpa por no responder a la petición de su padre.
Cuando tuviera a Ari, nada más importaría. Ni el amor. Ni la lealtad. Ni la
culpa.
Sólo el poder.
Capítulo 9
Este Corazón Ya Está Roto. Encuentra Otro
Traducido por Andy Parth
Corregido por Haushiinka
E
llos corrieron dentro de la casa, con un zumbido de vibrante energía
a su alrededor del encanto bastante temporal que Jai había puesto
alrededor de ellos tres hasta que estuvieran “seguros” dentro de la
casa. Tan pronto como la puerta se cerró de golpe detrás de ellos, todos
exhalaron con alivio, desplomándose contra la pared más cercana. Ari le
dio a Jai una mirada preocupada mientras él se inclinaba contra la puerta,
sus ojos cerrados, su pecho subiendo y cayendo rápidamente con
esfuerzo. Él se veía muy pálido y exhausto por usar tanta magia.
El Rey Rojo giró tan rápido que Ari estaba sorprendida de que no se
hubiera dado un latigazo.
Dio zancadas hacia Jai, sus pasos agresivos, su rostro severo. —¿Estás
seguro?
—Oh, sólo yo siendo tratada como una niña. En un día que podía
realmente estar bien sin eso.
—¿Y qué sobre él? —gritó Ari, dándose la vuelta para mirar a Charlie—. ¿Es
eso lo que piensas también?
—¿El lfrit? —Jai frunció el ceño, cruzando sus brazos sobre su pecho de esa
manera que hacía cuando él estaba molesto por algo.
Una sensación de calor inundó a Ari y sonrió por primera vez en días. —¿La
Srta. Maggie? —preguntó esperanzadoramente. Tener la presencia
reconfortante de su poltergeist de vuelta sería justo la cosa que necesitaba
ahora. Un pedazo de casa.
Ari ni siquiera necesitaba pensar en ello. —La quiero aquí —Ella realmente
quería a la Srta. Maggie ahí pero ver la mirada exasperada en los rostros
de Jai y Charlie sólo estaba adornando la punta del pastel. Venganza
para ellos por actuar tan dominantes.
Al darse cuenta de que había perdido la batalla, Jai se volvió hacia El Rey
Rojo. —Antes de que te vayas, debes saber que estos chicos tenían un
moderno brebaje para incapacitar a Jinn. El ingrediente principal era
Harmal.
El Rey Jinn gruñó ante las noticias de Jai. —Tengo mucho que hacer.
Volveré pronto —Y con eso, estalló en un arcoíris de hermoso fuego,
desapareciendo en el Peripatos, dejándolos atrás en un silencio silencioso.
Tan pronto como se hubo ido, Ari sintió la energía de otro Jinn encima de
ella. La Srta. Maggie estaba en su habitación. El pensamiento de cuán
diferente era su vida ahora desde la última vez que la Srta. Maggie había
vivido con ella causó que el dolor rasgara a través de su pecho y presionó
una mano ahí como si pudiera frenar el sangrado invisible.
Ari le disparó una mirada a Jai pero actuó indiferente. Se alejó de ellos y se
sentó, sacando un libro de la nada. Ella ni siquiera le dio una mirada al
título, todavía demasiado ocupada estando molesta con él. —No me
estoy disculpando —dijo él sin levantar la mirada.
Niña.
Idiota.
Él suspiró dentro de su cabeza. ¿No fue suficiente para ti romper una regla
hoy Ari? Ahora otra. Levantó sus ojos de las páginas de su libro y había una
suavidad en ellos que ella no estaba esperando. No quiero discutir contigo.
No hoy.
Entonces pide disculpas.
Antes de que Charlie pudiera volar hacia él por llamarlos “niño”, Ari puso
una mano apaciguadora en el brazo de Charlie. —Está bien. Deberíamos
hablar —Se giró, ignorando a Jai el idiota y se dirigió escaleras arriba.
—Está bien —Él sacudió su cabeza y luego la miró. Realmente la miró. Los
oscuros ojos de Charlie instantáneamente se derritieron mientras buscaban
su rostro y Ari entraba en guerra con ella misma. La mitad de ella
cosquilleaba bajo su evaluación conmovedora y la otra mitad estaba
endureciéndose contra él—. ¿Estás bien Ari? ¿Después del funeral, el
ataque… todo?
Una mirada de asombro cruzó su rostro y el corrió una mano sobre su ahora
corto cabello. Él hizo un pequeño ruido desproporcionado de
desconcierto. —¿No lo somos? —Él se detuvo ante su expresión—. Sólo
quería asegurarme de que ya no estábamos peleando, pero no pensé que
eso significaba… nosotros no estábamos…
Ari sacudió su cabeza, agarrándose firmemente a la calma helada, sus
manos resbalando sobre la superficie pero sin embargo, ella luchó para
aferrarse. Necesitaba esa calma helada. Por primera vez en su vida, quería
necesitarlo más de lo que necesitaba al chico frente a ella. —Te amo
Charlie. Siempre lo haré. Pero no quiero estar contigo —Ella dejó que esas
palabras se hundieran y luego dijo suavemente—. Sólo quedémonos como
amigos, está bien.
La pena que oscureció sus ojos y lo hizo inhalar fue casi suficiente para
hacerla soltar el hielo. Pero el pensamiento de lo que había perdido, lo que
su papá le había dicho antes de morir jugó sobre su mente y se sostuvo
más fuerte.
Ella levantó una mano para silenciarlo. —No te lo dije para hacerte sentir
culpable. Sólo estoy… —Ella suspiró—. Estaba herida. Muy herida. Pero no…
reaccioné realmente. Y Rachel me acusó de no estar enamorada de ti.
—¿Ella tenía razón? —preguntó roncamente y Ari casi quiso golpearlo por
ser tan egoísta como para preocuparse de que a ella no le importaba lo
suficiente como para ser destrozada sobre sus escapadas de borracho.
—¿Cuán jodida debo estar Charlie? ¿Para dejar que alguien me hiera una
y otra vez y que ni siquiera vea que lo que me está haciendo está mal?
Esas fueron las palabras que Ari había querido escuchar por dos años.
Ahora su rostro se nublo con furia y cruzó sus brazos sobre su pecho,
pareciendo más alto de alguna manera, más intimidante, inamovible. —
Eso no tiene nada que ver con nosotros.
—¡Tiene todo que ver con nosotros! Sabes que no quería esto. Quería salir,
pero te ataste a ti mismo a ello. ¿Si realmente me querías por qué te atarías
a un mundo que odio?
—Yo…
—¿Así que… eso significa…? —Él sacudió su cabeza, furia grabada en sus
facciones junto con pánico—. ¿Tu… nosotros no estamos realmente…?
—H
ermano, qué esplendida sorpresa —El Rey Brillante sonrió
con suficiencia hacia el Rojo mientras se acercaba a la
pequeña tarima.
El Rey Rojo miró alrededor del pequeño y oscuro cuarto del trono con
fingida prepotencia, sabiendo que su condescendencia lo molestaría. Miró
a las bailarinas semidesnudas a los pies de su hermano y se burló.
Dali.
Ah, asintió Brillante, sus ojos brillando con humor, pensé que ése era el por
qué se fue de aquí con entusiasmada prisa. ¿Mi chico piensa que puede
empuñar el Seal? Ja, es tan esplendido, ¿no?
¿Dónde está?
Gracias. Brillante se rió ante su expresión. Oh por favor, sabes todo acerca
de lo retorcido, Rojo. Si no te conociera por el frío, sin corazón y pequeño
bicho traidor que eres, pensaría que te has encariñado con el Seal. Aún si
eso fuera cierto la traicionarías en un segundo si Padre te lo dijera.
Dándose cuenta que Brillante estaría inmóvil ante esto, El Rey Rojo
retrocedió, yéndose a través del Peripatos sin otra palabra. Frustrado y
sabiendo que debería discutir esto con su padre, El Rey Rojo salió del
Peripatos y entró en la privada habitación de recepción de Azazil. Estaba
sorprendido de encontrar a su padre ahí en vez de la habitación del trono.
Estaba aún más sorprendido de descubrir que Azazil había cambiado su
fría pero elegante habitación designada sala de estar en un oscuro
calabozo de tortura. Parpadeando contra la baja luz de las velas, El Rey
Rojo hizo una reverencia a su padre mientras él se movía para ponerse
sobre un humano que lucía muy pequeño al lado del Sultán de más de dos
metros. Con su larga mano agarró el cuchillo bañado en sangre. Su torso
desnudo estaba manchado con sangre y goteaba en la seda de sus
pantalones hechos a medida. Su largo cabello blanco había sido atado
ajustadamente con una cuerda en una trenza para que así no se
interponga en su camino. A su lado se ubicaba un gran instrumento que se
parecía un poco a una pileta para pájaros. Olfateando el aire, El Rey Rojo
supo que eso era alquitrán caliente. Sólo tenía que mirar al pequeño
humano atada a la cruz de St. Andrews para saber que eso era alquitrán
caliente. Había quemado la carne del hombre, jugando a conectar los
puntos con los cortes del cuchillo y un surtido de escoriación. Su rostro
estaba pálido y sus pestañas se agitaban contra la cima de sus mejillas.
Había quedado inconsciente por el dolor de la tortura. El Rey Rojo se
preguntó sin entusiasmo qué crimen habría cometido el humano.
—¿Sabes que está tras ella entonces? —Sin dejar que su incredulidad, y sí
su ira, se mostrara.
—Tal vez.
Bueno todos sabemos que eso es una mentira, El Rey Rojo pensó con
amargura antes de reprenderse mentalmente. Ahora no era el momento
para estar enojado con su padre. Trabajaba para Azazil. Era leal a Azazil y
a nadie más. Pero entonces estaba Ari…
—¿Deseas ayudarla?
Pensando que era mejor seguir en silencio, El Rey Rojo dejó que Azazil
sacara su propia conclusión.
L
a sala de estar parecía diminuta, tan diminuta que no había suficiente
oxígeno para todos. Jai cambió de posición incómodamente,
preguntándose cómo se las había arreglado para encontrarse en
semejante posición. La tensión entre ellos tres, especialmente entre Charlie
y Ari, era insoportable. Jai no había sido capaz de evitar escuchar por
casualidad parte de la discusión entre ellos dos en el piso de arriba porque
Ari había gritado un poco.
Sólo la lastimaré.
Jai se puso de pie. Ya era bastante malo que el tipo fuera unos buenos
diez centímetros más alto que él, no tenía la necesidad de estar sentado
ante sus reales pies como un sirviente. —¿Noticias, Su Alteza? —Podía no
ser un sirviente, pero todavía era respetuoso.
Sintiéndose tan confundido como lucía Ari, Jai preguntó—: ¿Primo lejano?
—Un Sorcerer poderoso y muy inteligente —El Rey Rojo lucía preocupado y
eso disparó inmediatamente las alarmas en la cabeza de Jai—. Si él está
tras Ari debe creer que ha descubierto una manera de dominar el poder
del Seal. Dali es un conocido Sorcerer oscuro, lo que significa que uno de
los de El Gremio debe estar cazándolo.
El Rey Rojo asintió. —Sí. Sólo tenemos que averiguar cuál —Le lanzó a Jai
una mirada significativa y Jai sintió el significado de ésta como un
puñetazo en el estómago.
Ari palideció ante la idea. —Si nos vamos, si nos dirigimos hacia la casa de
Bitar, ¿él lo sabrá?
—Bueno, dilo como si fuera mi culpa, ¿por qué no? —se quejó Charlie.
—Claro.
No era la gran cosa tener a una Jinn escondiéndose por ahí en el Manto
donde él no podía verla. Cuando había intentado entrar por primera vez a
la casa de Ari usando él mismo el Manto, había tropezado con la Ifrit
invisible. Con ambos sorprendidos por encontrar a otro Jinn en la casa, la
Ifrit había comenzado a gritarle telepáticamente que saliera. Era una arpía
y había mantenido una constante perorata telepática hasta que él
decidió que era mejor esperar afuera hasta que El Rey Rojo dijera que
estaba bien que se revelara ante Ari. La Ifrit había parecido bastante
protectora de Ari y El Rey Rojo parecía seguro de ella, y a pesar de la
curiosidad de Jai sobre quién era la Ifrit y por qué estaba tan apegada a
Ari, lo había dejado pasar puesto que la hembra Jinn hacía a Ari sentirse
segura. —No si la necesitas.
E
ra imposible creer todo lo que había sucedido en un día. ¿Había
realmente enterrado a su padre sólo unas horas antes? ¿Había sido
realmente atacada por seres humanos que trabajaban para algún
Sorcerer oscuro que tenía un parentesco lejano con ella? Ari se sentía
destrozada. El viaje en avión a Los Ángeles no había ayudado. Después de
llamar a su madre para que la encubriera con una mentira acerca de
cómo Ari realmente lo necesitaba a él, y ellos habían decidido ir en un
viaje por carretera juntos para alejarse por un tiempo, Charlie se había
vuelto silencioso y ni siquiera la miraba. Ari no sabía si él se sentía mal por
mentirle a la señora Creagh, Ari seguro que lo hacía, pero no había nada
que su mamá pudiera hacer al respecto, puesto que ambos tenían
dieciocho años. Él prometió a su madre que estaría en contacto con ella,
pero por la expresión de su rostro cuando colgó el teléfono, la señora
Creagh no era feliz con todo esto. En cuanto al otro chico que aún
quedaba en la vida de Ari, Jai estaba, obviamente, ansioso por traer a Ari
a casa para conocer a su familia, y de lo poco que le había dicho, ella
podía entender la preocupación. Su familia lo trataba terriblemente.
Demasiado había sucedido y ahora ella estaba aquí, de pie sobre un piso
blanco y negro a cuadros del pasillo de la entrada en una gran mansión
de estilo español en los Palisades mirando a un hombre atractivo de unos
cincuenta años y se preguntaba cómo diablos la vida la había traído
hasta aquí. El único consuelo que tenía en ese momento era el zumbido
familiar de energía a su lado que le dijo que la Srta. Maggie estaba allí a su
lado.
—Es bueno conocerlos a los dos. Su Alteza llegó hace horas para hacerme
saber que estaban en camino. Siento lo de su padre adoptivo, señorita
Johnson.
—¿Y este es el Sorcerer? —Luca ahora se volvió hacia Charlie, los ojos
cargados de sospechas, mientras lo recorría con la mirada. Ari sintió un
malestar asentarse en su estómago. Había olvidado que los Jinn que vivían
como humanos, como el Ginnaye, creía que todos los Sorcerer eran
oscuros. Cuando los ojos de Luca se achicaron, los puños de Charlie se
apretaron al ser observado de esa manera, Ari sintió que su cuerpo
avanzaba hacia Charlie para protegerlo.
—Charlie está bajo mi protección y guía, y no debe ser dañado —La voz
de Jai resonó alrededor de la sala con autoridad y al mismo tiempo sintió
que sus entrañas se fundían ante su proclamación, considerando que él y
Charlie no se gustaban el uno al otro, Ari casi se perdió el brillo en los ojos
de Luca. Ese destello la sorprendió y tuvo que tomarse un momento. Luca
parecía orgulloso de Jai. Sí, orgulloso. Se aclaró la expresión de su
atractivo, tosco rostro con la misma rapidez como había aparecido, pero
ella tuvo que tomarse un momento. Le lanzó una mirada burlona a Jai. Por
la forma en que su cuerpo se erizó con tensión, supo que él no había visto
la expresión en los ojos de su padre. Tal vez él era ciego a lo positivo. Tal
vez no entendía cómo Luca realmente se sentía hacia él. Mientras Jai y
Luca discutían lo que estaba sucediendo y lo que necesitaban, Ari
reflexionó sobre esto.
A pesar de todo, sentía la necesidad de solucionar esto.
—Esta es la esposa de mi padre, Nicki Bitar —Jai la presentó con una voz
plana.
La mujer ni siquiera miró a Jai, y Ari sintió sus puños cerrándose a los lados al
recordar lo que Jai le había dicho. ¿Qué tipo de mujer puede culpar a un
bebé por las acciones de sus padres?
Perra.
Jai le lanzó una mirada de asombro, pero divertida y Ari palideció al darse
cuenta de que había tenido un vínculo telepático con él.
—Bien. No debemos enojar a los Importantes del Rey Rojo, ¿cierto? —Su
voz empalagosa empujó a Ari al borde.
Al entrar, Charlie miró a Ari y ella se retorció un poco ante la mirada de sus
ojos. No le había mentido cuando dijo que iba a “estar alrededor”. Su
mirada estaba ardiendo.
—Voy a estar bien —respondió ella con voz ronca, quitando los ojos de él
tan pronto como pudo. Lo oyó suspirar mientras cerraba la puerta. Ari miró
a Jai que la miraba atentamente. Él asintió hacia la puerta al otro lado del
pasillo.
—¿El mío?
—Sí.
—¿Señorita Johnson?
Ari se quedó mirando las sobras del buffet del desayuno, preguntándose si
su estómago estaba lo suficientemente estable como para digerir los
alimentos. Se sentía como si no hubiera comido en varios días, pero
todavía se sentía débil y enferma de dolor por dentro, incluso si se veía
junta en el exterior.
—Aquí —Jai empujó un plato hacia ella—. Come.
Bajo sus ojos de águila, Ari puso panqueques y algo de tocino en su plato,
rociando jarabe de arce en la parte superior. Tomó un vaso de jugo de
naranja y se sentó en la gran mesa del comedor vacía. Jai se sentó a su
lado, su plato lleno de comida.
—¿No te llevas bien con ellos tampoco? —preguntó Ari antes de masticar
un trozo de tocino.
—Probablemente.
Ari sintió una punzada de algo que no quería sentir y volvió a mirar su plato.
—Amigo, una criada me hizo venir aquí —señaló Charlie con un pastel
hacia Jai mientras seleccionaba comida del buffet—. No es de extrañar
que actúes de la manera que haces cuando creciste en un lugar como
éste. —Sus palabras quedaron flotando en el aire mientras apilaba en su
propio plato antes de sentarse al lado de Ari. Mientras Charlie metía la
mano en la comida estaba completamente ajeno a la mirada venenosa
que Jai le estaba disparando.
—No lo sé. Eres algo indiferente —Miró a Jai ahora, su expresión seria—.
Pensé que era algo para ser admirado lo creas o no, pero al ver este
lugar... cuan frío es... no, no creo que hayas elegido ser como eres.
—Me alegro de verte —dijo con una voz rica y profunda. Se dio la vuelta y
Ari notó el arete de diamante pequeño brillando en su oído como el de
Jai. El reconocimiento iluminó a través de Ari y le sonrió, una sonrisa cálida
y real. La primera que había producido en días—. Tú debes ser Trey.
Ella asintió y luego soltó una risa ahogada cuando se encontró a sí misma
envuelta en un fuerte abrazo. Trey se hizo hacia atrás y Ari enrojeció ante
su evaluación. Él era realmente deplorablemente apuesto.
Trey se la estrechó con ganas y lanzó una mirada a Jai, su ceja levantada
de manera que Ari reconoció. De pronto se acordó de Jai confiándole
que Trey era bisexual.
Jai asintió.
—No es por cambiar el tema o algo así, ¿pero hay alguna posibilidad de
que alguien pueda enseñarme a tocar más de mi poder?
L
a comedia era reproducida en la pequeña pantalla de cine en la
sala de cine. Charlie y Trey se reían ruidosamente por la comedia loca
sobre un grupo chicos solteros en una despedida de soltero que había
ido mal en Las Vegas. Normalmente, Ari estaría revolcándose por el suelo
también riendo, pero ya había visto la película y simplemente no estaba
de humor. El entrenamiento de ese día había ido bien. Ella y Charlie habían
entrenado con Jai y Trey y aprendieron a controlar mejor el tipo de magia
que habían usado para luchar contra sus atacantes humanos. Más
importante aún, les habían mostrado cómo crear grandes cojines de aire
para que sus atacantes no pudieran acercarse mucho a ellos, y cómo
utilizar objetos a su alrededor como armas sin perder de vista al atacante.
También les habían enseñado a escuchar y estudiar la energía y el aire
alrededor de ellos en busca de cambios, a ver el aviso en la quietud de
una habitación antes de que un ataque se produjera. Mientras que Jai era
severo y específico, Trey estaba siempre haciendo bromas y
distrayéndolos. Por alguna razón eso no molestó a Jai. Él sólo se rió junto
con todos los demás. Ari amaba verlo sonreír y decidió Trey, posiblemente,
podría ser la mejor persona que hubiera conocido alguna vez. A Charlie
también le gustaba. Ambos tenían un sentido del humor similar y Charlie
parecía relajado por primera vez en la vida. No había manera de que ella
le dijera a Charlie que Trey era gay. Algunos chicos podían ser raros en
cuanto a eso, y mientras que a ella le gustaría que Charlie fuera más
evolucionado que la mayoría, no iba a arriesgarse a echar a perder el
buen momento que estaba teniendo al hacer nuevos amigos. Ella lo miró
con atención. Él se veía mucho más feliz. Este calor y energía parecían
haber aparecido a su alrededor desde que habían empezado a utilizar su
magia. Algo la preocupaba en lo más profundo mientras pensaba en el
mucho placer que Charlie experimentaba al usar su poder.
—¿Quieres un recorrido? —La voz de Jai de repente se abrió paso en sus
pensamientos.
—¿Uh?
—¿Por la casa?
Jai sonrió.
—No, por el Monte Qaf —respondió con sarcasmo y Ari le lanzó una mirada
sucia—. Sí, de la casa.
—Está bien.
Les dijeron a los chicos que se iban y Ari ignoró la mirada de Charlie
taladrando su espalda cuando salía de la habitación con Jai. Caminaron
en silencio por el pasillo, sus pasos resonaban con fuerza por todo el suelo
de baldosas y las paredes. Todo el lugar estaba muy frío. Jai acababa de
abrir su boca para hablar, cuando una figura alta y apareció ante ellos.
Ari, no, le dijo telepáticamente y algo en su voz tiró de sus fibras sensibles.
—¿Qué es esto? —el hombre le echo una mirada en ella—. ¿Es esto? ¿El
Seal?
—¿O qué?
—¿De qué te estás riendo? —Tarik fulminó con la mirada a Jai—. ¿Están
hablando telepáticamente? Eso es un poco desagradable.
Los ojos de Tarik se volvieron aún más fríos mientras seguía mirándola
mientras hablaba con Jai.
Odio tener que decirte esto, Jai, pero tu medio hermano es un perdedor.
Ante sus palabras, Jai se relajó. Ella sintió a su agarre aflojarse y él esquivó a
Tarik, atrayéndola con él.
Salieron del pasillo y a través de una sala arqueada a otra habitación. Ari
estaba apenas consciente de su entorno ya que estaba demasiado
ocupada brillando por el sonido de la Jai de risa. Finalmente se detuvo y
ella se tropezó al detenerse a su lado. Él la miró, sus ojos cálidos, negando
con la cabeza.
—Ves cómo mi familia puede reducirte a actuar como una niña de cinco
años.
Él soltó un bufido.
Ante el recordatorio tácito de que no era suyo para que lo defendiera, Ari
se encogió de hombros, finalmente, mirando a su alrededor.
—¿Por qué?
—Es en serio —Jai asintió con la cabeza y volvió a mirar el reloj de arena—.
Sabes que Azazil es poderoso, Ari. Sabes que no tenemos forma de saber
cuán poderoso es exactamente. Pero si sabemos que Azazil es lo
suficientemente poderoso como para cambiar los acontecimientos del
pasado.
Sus ojos se abrieron mientas el significado de lo que él decía se establecía.
¿Azazil podría jugar con el tiempo? ¿Podría cambiar los acontecimientos?
¿Estaba Jai hablando en serio?
—No. No sólo así. La leyenda nos cuenta que Azazil queda completamente
agotado por la tarea. Así que debilitado es casi humano. Piensa en ello. Él
tiene que asegurarse de que ninguno de los caminos conectados al que
ha cambiado no interfiera en la de otro Importante y cambiar el curso de
los suyos. Ahora, nadie sabe si Azazil puede ver la trayectoria que un
destino se supone que tome o si simplemente sabe cuándo un destino se
sale de su camino correcto. Creo que muchos prefieren creer esto último,
porque significa que Azazil es menos poderoso. Pero cualquiera que sea su
capacidad, Azazil sabía que Shakespeare estaba destinado a más. Así que
cambió la historia que el Rey Blanco había creado. Cuando los Jinn tan
poderosos usan tanta energía en un Importante, deja una marca.
Shakespeare es uno de sólo un puñado de Importantes en los que Azazil
dejó una marca. ¿Puedes imaginarte la cara de la literatura sin la
influencia de Shakespeare?
—Pero debe haber costado una fortuna y tu papá sólo lo mantiene en una
vitrina. ¿Qué sucede si alguien trata de robarlo?
—Sí. Teruze. Nuestra tribu le ayudó a salir hace un tiempo pero sigue
estando escondido dentro. Él protege tesoros. A cambio de poder
esconderse aquí, Teruze protege nuestro tesoro.
—Mi padre puso eso allí arriba como un recordatorio para no bajar la
guardia.
Al oír la ronquera en su voz, Ari apartó la mirada de la pintura para mirar a
su guardián. Sus facciones estaban apretadas con una emoción sin
nombre. Tuvo que detenerse a sí misma para evitar alcanzarlo, sabiendo
que podría no gustarle eso.
—Es una pintura de la primera Jinn súcubo. Lilif. De dónde los Jinn súcubo
tomaron su nombre. De donde mi madre tomó su nombre.
—Lo siento —susurró Ari—. No quise sacar un tema doloroso, es sólo que...
ella me resultaba familiar. —Me recuerda a una mujer con la que he
estado soñando. Una mujer y su hermano. A punto de decirle a Jai acerca
de los extraños sueños Ari se detuvo por alguien aclarándose la garganta
en la puerta. Dándose la vuelta, encontraron a Luca de pie delante de
ellos con un hombre mayor y una hermosa mujer joven. A su izquierda
había un hombre joven con características similares a Tarik y Luca. ¿Otro
hermano? Los ojos de Ari se dirigieron de nuevo a la impresionante mujer.
Parecía un año o dos mayor que Ari. Ellas eran de una altura similar y
ambas tenían el cabello oscuro, pero ahí es donde las similitudes
acababan. Mientras que las características de Ari eran suaves y llenas, las
de la chica eran agudas y elegantes. A Ari no le gustaba la forma en que
ella estaba mirando a Jai.
¡Oh Santos macarrones! ¿Era esta la chica? ¿Era esta la mujer de la que Jai
estaba enamorado?
—Srta. Johnson este es Hugo Lenz y su hija Yasmin. Hugo es uno de mis más
viejos amigos.
Ari asintió con la cabeza hacia ellos, sin saber qué decir.
—Va bien —dijo Luca antes de que Jai o Ari pudieran contestar—. He
tenido respuesta de uno de mis contactos. Él cree que lo ha reducido a
cinco de los Gremios. Él volverá a mí con mejores noticias tan pronto como
sea posible.
—Gracias, Señor —agradeció Jai.
Padre e hijo hablaba un poco más, pero Ari apenas estaba escuchando.
Evitando la mirada inquietante de David, sus ojos tropezaron de nuevo en
Yasmin cuyos propios ojos estaban devorando a Jai de los pies a la
cabeza. Parecía que lo conocía... íntimamente. Las chicas con las que
Charlie se había metido lo habían mirado de la misma manera. Oh,
diablos. Esta era la novia de Jai. Esta guardiana Jinn brillante y con ojos de
lince, era el verdadero amor de Jai. Ari quería arrancarle todo ese sedoso
cabello y sacarle los ojos a arañazos. Con miedo de mirar a Jai, pero
necesitándolo, Ari deslizó hacia él una mirada tentativamente evaluadora.
Se relajó un poco cuando vio que ni siquiera estaba mirando a Yasmin...
¿pero eso en realidad significa algo?
Jai asintió con la cabeza hacia la salida. —Vamos, se está haciendo tarde,
te mostraré tu habitación.
Deseando ser más fría y haciendo caso omiso de la voz interior que le
rogaba ser más fría, Ari alzó las manos con exasperación.
—Bueno, ¿quién es? ¿Quién es esta mujer de la que estás enamorado? ¿La
conoceré?
—¿Jai?
—¿Qué? —Se las arregló para decir, sin poder creerlo. ¿Él le había mentido
acerca de estar involucrado con alguien? ¿Por qué haría eso?—. ¿Por
qué?
—Ari —le lanzó una mirada triste ante su redacción del difícil de olvidar y
embarazoso momento en que la había rechazado—. Cuando me besaste,
me di cuenta de que te sentías de una cierta manera acerca de mí…
—Sólo dilo, Jai —lo interrumpió Ari, atrayendo sus brazos sobre el pecho,
como si de alguna manera protegiera su vulnerabilidad—. Tengo
sentimientos por ti.
¡No podía mirarla a los ojos y eso sola la hacía enfadarse más! Aplastando
ese enojo ella esperó mientras que él finalmente encontró su mirada.
—¿En serio? —Su cara se oscureció ahora y dio un paso amenazador hacia
ella—. ¿Sabías que tuvo relaciones sexuales con Yasmin para vengarme de
Hugo?
El silencio, espeso y feo y horrible, cayó entre ellos. Ari se pellizcó el puente
de su nariz, aturdida y sin saber cómo sentirse.
—¿Qué?
Con los ojos en llamas Ari le dio un empujón y él se tambaleó hacia atrás,
recibiéndolo.
Con el pecho agitado por la inexplotada rabia y el dolor Ari sacudió sus
manos para evitar golpearlo.
Al ver las lágrimas Jai maldijo y se pasó una mano bruscamente por su
rostro, pareciendo agotado.
—Ari —suspiró—. Tú y yo, somos amigos está bien. No quiero hacerte daño.
Yo estoy siendo honesto.
Sin ser capaz de decir una palabra más por temor a lo que esas palabras
podrían ser, Ari silenciosamente se metió en su habitación, cerrando la
puerta detrás de ella. Tan pronto como estuvo en el interior, el edredón en
su cama se movió hacia debajo de manera invitadora.
—Gracias, Srta. Maggie —susurró ella con gratitud, quitándose sus zapatos
de una patada y zambulléndose en la comodidad de la cama. Ahora su
interior era un desastre. Se sentía a la vez furiosa con Jai por tratar a
alguien tan cruelmente como había tratado a Yasmin, pero entonces
recordó cuan estirada había parecido la joven mujer y cuan terrible había
actuado Hugo hacia él. Eso no hacia lo que él hizo correcto. Ari no sabía
por qué estaba más enojada... por Jai negando que hubiera algo entre él
y Ari porque tenía miedo de lo que su padre pensara o el hecho de que
otra chica supiera cómo era estar con él. O...
—Eso es todo, Srta. Maggie. Me voy a rendir con los chicos por completo y
me concentrare en seguir con vida.
Q
uizás era por el intranquilo sueño que Ari tuvo esa noche. Soñó con
los extraños Jinn otra vez y todavía no podía adivinar sobre qué se
trataba todo eso. ¿Era sólo su imaginación? ¿O había allí algo
significativo en esas pequeñas inmersiones que seguía teniendo en otro
mundo donde un hermoso hermano y hermana parecían en constante
desacuerdo? Y los sueños sólo venían cuando Ari finalmente caía dormida.
Había permanecido tendida por horas en la cama antes de eso,
pensando en su papá, en Charlie y por supuesto en Jai.
Era David.
—Ari Johnson —dijo David, un suave acento en sus palabras mientras sus
ojos la recorrían con avidez. Ari tuvo la repentina urgencia de cruzar sus
brazos sobre su pecho para simular un escudo—. Bueno, bueno… mírate.
—Se acercó para detenerse a unos centímetros de ella, tratando de
intimidarla. Ari se rehusaba a retroceder. —Solos. Finalmente.
—Sí, bueno, si me disculpas voy tarde para el entrenamiento —Se giró para
irse y alejarse de un ahogado malestar cuando su mano la detuvo y la
agarró por el brazo.
—Ahora, ¿Por qué el apuro? —sonrío él—. Sabes, si Jai hubiera rechazado
esta asignación yo sería tu guardián.
Ella dejó ver en su cara cuán desagradable le parecía y David estrechó los
ojos.
—¿Cuál es tu problema? —bufó Ari, sus ojos grandes con incredulidad. Ella
lo empujó pero él no se movió—. ¿Estás bromeando? ¿Estás en realidad
molestando a un cliente Bitar bajo el techo de tu padre?
El miedo empezó a juntarse en ella y Ari trató de mirar alrededor para ver si
alguien estaba cerca, pero el pasillo estaba mortalmente tranquilo. No
podía ni siquiera sentir el zumbido de energía de la Srta. Maggie. Mierda,
justo cuando necesitaba a la maldita Ifrit para que golpeara a este idiota
arriba de la cabeza con un jarrón. Ella empujó pero él solo se presionó más
fuerte contra ella, su nariz ahora arrastrándose a lo largo de su cuello. Ari
tembló, aterrada. ¿Él no trataría de hacer nada, cierto? ¿No allí?
—Sabes —susurró David en su oído—. Hay rumores por ahí de que Jai tiene
un enfermizo interés en ti.
—Creo que quizás finalmente ganaré una ronda con él si tomo algo que
claramente quiere para sí mismo —Sus manos desaparecieron bajo los
pantalones cortos de Ari y su sangre instantáneamente se enfrió mientras
estaba sin moverse.
—Nunca me tocarás otra vez —ordenó ella—. O a ninguna otra mujer sin su
permiso.
—Nunca te tocaré otra vez, o ninguna otra mujer sin su permiso —repitió él,
estupefacto. Él flexionó sus puños mientras comprobaba que todavía
estaba en control de su propio cuerpo.
—Te ordeno nunca decir a nadie que te ordené. Te ordeno mantener este
encuentro conmigo para ti mismo —Su voz era la suya pero salió con
exigencia.
—Entiendo.
—Entendido.
—Estoy bien —Le restó importancia con frialdad y esperaba que él pudiera
pensar que tenía que ver con la noche anterior—. ¿Puedo entrenar con
Trey hoy?
Sintiéndose como una yegua nerviosa a punto de huir, Ari miró de uno al
otro. Necesitaba amigas. Estaba tan harta de ser superada en número.
Volteando la conversación hacia ellos, Ari se encogió de hombros.
—No dormí bien —Miró a Charlie y luego a Jai Y ambos palidecieron,
asumiendo que eran culpables por su falta de sueño—. ¿Trey?
Él inclinó su cabeza hacia su cara y Ari se quedó sin aliento otra vez, sus
ojos fijos en esos ojos grises.
—¿Qué?
—Jai me mataría. No te rindas con él, Ari —Se sentó, sonriendo ante la
obvia confusión en los ojos de ella.
Sorprendida por su completo cambio de tema, Ari sólo pudo negar con la
cabeza.
—¿Qué está pasando? —La profunda voz de Jai retumbó sobre ellos y Ari
se sobresaltó, dándole un vistazo a su rostro enfadado.
Jai le dio una mirada pétrea y Ari ignoró el enojo en su pecho mientras
Charlie se acercaba usando exactamente la misma expresión. Ella dejó
salir un suspiro de exasperación.
—Sólo estábamos jugando —Y entonces, sólo para llevar la contraria, Ari
compartió una sonrisa secreta con Trey, esperando que irritara
enormemente a su mejor amigo y a su guardián.
Sin importar que Jai supiera lo que Trey tramaba, aun así quería matarlo. Se
alejó de Ari, Charlie siguiendo sus pasos, y ambos comenzaron a luchar un
poco más duro, dejando su rabia en la magia. Cuando se giró para ver
que había distraído a Charlie, no había esperado el torrente de celos puros
que había caído sobre él. Ver a su mejor amigo a horcajadas sobre Ari,
verla a ella sonriéndole coquetamente, le había llegado al estómago
como un cuchillo. Lo había dejado sin aliento.
Había dolido.
Mierda.
Lanzó una rápida mirada por el rabillo de su ojo para ver qué Ari estaba
luchando con Trey y estuvo aliviado de ver que estaban haciéndolo
normalmente. Ella estaba muy molesta con él. Y con razón. Demonios, se
arrepentía de contarle a Ari sobre Yasmin. No es que él no quisiera estar
con Ari, no podía estar con ella, el costo sería demasiado alto, pero el
pensamiento de que ella pensara menos de él realmente lo mataba. ¿Qué
demonios había estado pensando para dejar salir todo eso? Que idiota.
—¿Estás seguro de que tienes tu magia bajo control, Charlie? ¿No estás…
no lo sé… deseoso de más?
—No necesito más o algo así. Pero me gustaría aprender sobre los
talismanes. ¿Cómo usarlos?
—Escucha…
Trey le indicó a Ari que siguiera al líder de los Ginnaye. Jai bufó. Su amigo
era un bastardo entrometido. Sorprendentemente, Luca esperó hasta que
todos ellos estuvieran juntos antes de hablar.
—Amigo, lo haría yo pero tengo un caso esta noche. Pero… uh, oye. —Miró
a Ari y Jai se tensó ante el brillo malicioso en los ojos de su amigo—. Creo
que deberías llevar a Ari. Le ha ido muy bien en estas sesiones y uh, creo
que sería una buena práctica de defensa para ella.
Jai la miró.
—No.
Charlie era el único que parecía inseguro con la idea, pero con tres
personas contra él y uno de ellos siendo su propio padre, Jai suspiró.
—Está bien.
—No lo dices en serio, ¿verdad? —le espetó Charlie, sus oscuros ojos
ardiendo—. Pueden matarla.
—No seas tan dramático, Charlie —le dijo Ari callándolo y Jai casi sintió
pena por el chico.
—Amigo, ¿por qué no vienes conmigo esta noche? Estoy vigilando a una
cantante caliente en una entrega de premios. Mucha comida, tragos,
personas atractivas por todas partes.
La idea fue negada por todos menos por Charlie. Enfadado por ser
tratando como un niño, Jai estuvo sorprendido de que Charlie no se fuera
furioso a su habitación. Si hubiera estado en su lugar, probablemente
habría temido golpear a alguno de los presentes.
Los detalles se decidieron, Luca y Trey se fueron, Luca pidiéndole a Jai que
fuera a hablar acerca de los arreglos de seguridad lo antes posible. Eso
dejó a Jai en la habitación con Charlie y Ari. No muy cómodo.
—Pude haber ido con Trey esta noche —argumentó Charlie de pronto—. El
chico claramente quería una mano.
Ari bufó.
—No creo que Trey esté interesado en tus habilidades para pelear.
—¿Es homosexual?
Ari gruñó.
—No te lo tomes como hago personal, Charlie. Jai sólo está molesto por
estar atascado conmigo esta noche.
A
ri se mordió el labio inferior mientras miraba su reflejo en el espejo
con ansiedad. Habiendo conjurado un vestido de su nuevo
vestuario en Ohio, Ari se preguntaba si se era un poco demasiado.
El club era para mayores de 21 años, pero no era un problema de
identificación desde que el Ginnaye tenía un 'chico'. Tendría una
identificación falsa impresa para el momento en que estuviéramos listos
para salir. Sin embargo, quería por lo menos verse de veintiuno y este
vestido era el único que poseía que era un poco más atrevido. Era un
vestido rojo sin tirantes que llegaba a la mitad del muslo y se aferraba a
todo. Para disminuir el impacto, Ari estaba usando unas pequeñas
plataformas en lugar de tacones, por suerte era lo suficientemente alta
para quedar bien con estos. Este había sido un vestido secreto que había
guardado de su padre.
Él la habría matado si alguna vez la viera en este. Recordó que una vez en
el noveno grado ella había regresado de un viaje de compras con la
señora Creagh usando una nueva mini-falda. Su padre se había puesto
púrpura cuando la había visto con ella. La había llevado de vuelta al
centro comercial el día siguiente y sustituyó la falda con una larga hasta la
rodilla que deliberadamente había arruinado en el lavado. Un suspiro
escapó de Ari mientras el dolor explotó en su pecho, como si alguien
hubiera golpeado su puño justo en ella. Se tambaleó hacia atrás, el golpe
inesperado de la pena consumiendo todo su cuerpo. Las lágrimas
acumulándose en sus párpados y el bulto quemante en la parte posterior
de su garganta se soltó, dejando suspiros sollozantes saliendo de ella. Él se
ha ido. Realmente se ha ido. Ari no podía dejar de imaginarse su sonrisa. La
forma en que sus brazos se sentían envueltos a su alrededor. Su risa
profunda y retumbante. Habría jurado que incluso podía oler el aroma de
su colonia en el aire. Una caja de pañuelos cayó de la mesa de noche a
sus pies donde se había acurrucado. Con la visión borrosa Ari agarró los
pañuelos, dando unas gracias sordas a la Srta. Maggie por buscarla para
ella.
Ella lo haría, supuso. Al mirar hacia abajo al corto dobladillo, tiró de este un
poco. ¿Había sido siempre así de corto? Espasmos nerviosos despertaron
en el estómago de Ari, mientras se preguntaba cómo reaccionaría Jai al
vestido. Los nervios no eran sólo por su reacción. La actriz británica con la
que ellos estaban 'quedando' esta noche no era otra que Jennifer Hadley,
una novia de comedias románticas y todo un gran problema. Y Ari iba
para ayudar a protegerla a ella y a su novio ‘civil’ Chris. Chris era solo un
hombre común, un trabajador de la construcción, pero él y Jennifer habían
estado juntos durante diez años, desde antes de que Jennifer se hiciera
famosa. A pesar de los enormes cambios en sus vidas y todos los hombres
hermosos con los que Jennifer trabajaba, ella y Chris aún seguían juntos. Ari
pensaba que era muy romántico.
—Entonces sácame los ojos porque no puedo mirarte de otra manera —Sus
ojos se oscurecieron con melancolía—. Te ves increíble.
—Gracias —¿Por qué él tenía que parecer como un perrito pateado todo
el tiempo? Así era como conseguía seguir siendo atraída hacia él.
Deliberadamente evitando su mirada, Ari se movió alrededor el cuarto,
recogiendo su teléfono y algún maquillaje para poner en su bolso de fiesta.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —le preguntó Charlie en voz
baja—. Podría ser peligroso. No sabemos quién te está siguiendo o si ese
tipo Dali sabe dónde estás.
—Saldrá bien.
—Bueno, no confío en él contigo cualquier día normal. ¿Tú con él, vestida
así? No lo creo.
—Sí, claro. Lo digo en serio, Ari. Deberías ver la manera en que te mira
cuando no estás mirando.
La réplica dio en el blanco y Charlie dio un paso atrás por el impacto, sus
manos levantadas a la defensiva. Él asintió con la cabeza, haciéndole
saber que lo tenía y se retiró del cuarto, cerrando la puerta tras él.
Posesivamente.
Ari se estremeció.
Él le frunció el ceño.
—¿Qué?
Fue un alivio cuando llegaron al hotel donde se iban a reunir con Jennifer y
su equipo de seguridad.
—Srta. Hadley, estos son Ari y Jai, su seguridad para esta noche.
Ari se sonrojó ante el cumplido, y lanzó una mirada hacia Jai. Su expresión
no había cambiado. Ari hizo una mueca. Él era tan rígido cuando estaba
en un trabajo.
—Le aseguro, señorita Hadley, que está en buenas manos —dijo Jai, su voz
grave atravesando cortante en la habitación y todas las miradas se
dirigieron hacia él.
Estás aquí para aprender, se recordó. Y hasta el momento eso no iba muy
bien, pero incluso se volverían aún peor estos momentos si él seguía solo
justo ahora. Además... estaba Ari. Tenía que asegurarse de que ella estaba
bien. La imagen de ella en el vestido rojo le hizo gemir de nuevo. Estaba
fuera en esa cosa. Con Jai.
—Ah —Trey asintió pensativo mientras tomaba asiento frente a él—. Ari te lo
dijo. Me lo imaginaba antes, pero no podía estar seguro, sin embargo, ese
cabeceo solo lo confirmó.
—Un poco, sí. La tribu no lo sabe. Sólo Jai, hasta donde tengo
conocimiento.
—¿Les has dicho a tus padres que negociaste una vida normal para ser un
Sorcerer con el fin de vengarte del Jinn que mató a tu hermano?
—Bueno... no. Pero ese es el tipo de cosa que podría hacerme encerrar en
un hospital psiquiátrico. El tuyo no.
Sin saber que había dicho o hecho que fuera lo suficientemente fuerte
para convertir a un hombre tolerante como Trey en Terminator, Charlie hizo
lo que cualquier hombre haría... cambió el tema.
—Entonces, Ari está fuera con Jai —Usando un vestido ridículo. En un club.
Charlie gruñó.
—Si tú lo dices.
—Una vez, cuando teníamos trece años toda la tribu estaba celebrando el
cumpleaños de Tarik y Jai cayó accidentalmente sobre el pastel. Fue un
accidente. Lo sé porque yo lo empujé hacia ésta —sonrió con descaro,
pero había algo encantado en sus ojos que hizo a Charlie cuidadoso—.
Nicki estaba furiosa y empezó a golpearlo en frente de todo el mundo y él
simplemente lo aguantó. Luca intervino para pararla, diciéndole que ella
estaba haciendo una escena, pero vi su cara... estaba molesto por Jai
aunque nunca lo admitiría. Y luego, Nicki hizo lo peor que podría haber
hecho. Delante de todos se quitó el cinturón y le dijo a Luca que lo dejaría
si golpeaba a Jai para probar que la amaba más.
—Por supuesto que sí, yo lo empuje hacia el pastel —Trey intento reírse pero
Charlie lo sintió inquieto. Jai había tenido una infancia horrible y abusiva.
Ese es el por qué parecía tan frío y desinteresado todo el tiempo… porque
lo era.
—Le hará daño —dijo Charlie, seguro de que decía la verdad—. No puede
darle lo que ella necesita.
—No me voy a dar por vencido. Y Jai… sólo la usará y luego la dejará.
—Jódete.
…Ari necesita alguien como él. Alguien que la ponga primero. Alguien que
la ame… lo suficiente.
Charlie gruñó internamente. Él podría ser ese alguien. Tan pronto como
obtuviera su venganza él podría ser ese alguien para Ari y de alguna
manera mantenerla fuera del peligro en el que estaba. De alguna manera.
Después.
—Luces encantadora.
—Gracias. Tú también.
Sorprendiendo a Ari por ir del brazo con ella, Jenn lideró el camino con
Chris al otro lado y Jai guardando sus espaldas. El enorme portero sonrió y
presionó el intercomunicador en su oreja.
—La Srta. Hadley ha llegado.
¿Y qué pasa con los fotógrafos? ¿Mi foto? ¿Eso no debería salir cierto? Dali
sabría dónde estoy. ¿Por qué no había pensado en eso?
Jai le lanzó una mirada antes de girar de nuevo hacia Jenn con paciente
pero fresca educación.
—¿Te gusta?
—Sí, señora.
Ari se tuvo que frenar para no rodar los ojos mientras Jenn hacía algunas
preguntas más antes de eventualmente darse por vencida. Finalmente se
dio cuenta de que no iba a conseguir mucha conversación con Jai. Con
un encogimiento de hombros, Jenn se giró de nuevo hacia Chris y ambos
empezaron a hablar tranquilamente.
Diez aburridos minutos después, Ari se preguntó si Jai pensaría que era rudo
preguntarle a Jenn si estaba trabajando en nuevas películas. Decidiendo
que no le haría daño, levantó la mirada hacia Jenn y se sonrojó
internamente, olvidando su pregunta. Jenn y Chris se estaban besando.
Pesadamente. Había manos por todas partes. Removiéndose
incómodamente pero alegre de no podía sentir el pulso del club con su
extraña temperatura Jinn, Ari lanzó una mirada rápida a Jai para ver si
había notado que sus clientes estaban masticándose el uno al otro. Su
corazón se detuvo mientras sus ojos chocaban con los de Jai. Había
estado mirándola y tenía su sonrisa conocedora en el rostro que ella quería
golpear de inmediato.
—¡Hola!
El brazo se deslizó de sus hombros y Ari se giró hacia Jai con los ojos
abiertos, su corazón desbocado ante su posesividad. Su guardián se
encogió de hombros ante ella.
Malditos todos los casamenteros en este mundo. Ari cerró sus ojos
brevemente, oyendo el reluctante suspiro de Jai junto a ella. Sintiendo la
brizna de su movimiento cuando se puso de pié también, Ari lentamente se
apoyó en sus pies, incapaz de encontrar su mirada. Esto era perfecto.
Simplemente perfecto.
Una risita indiscreta captó sus oídos y Ari miró a Jenn quien escondía una
risa en el cuello de Chris. Cuando volvió a mirar a Jai, le estaba frunciendo
el ceño.
—Estamos aquí para trabajar —la voz de Jai retumbó en su oído y ella trató
de no temblar—. No bailar.
Sí, señor.
—¿Estás lista para otra bebida? —la voz de Jenn los apartó y se separaron
rápidamente como si pensaran que habían sido atrapados haciendo algo
que no deberían.
Necesito ir al baño.
—Tú, bastardo.
—En realidad, tengo un padre. Sólo que no me gusta mucho —Se dirigió
hacia ella, sus pantalones negros de cuero cosidos a mano abrazando sus
poderosas piernas. No llevaba nada en su torso excepto un torque 10 de oro
alrededor de su cuello y una larga y ondulante túnica de seda azul. Su
rostro era inexpresivo, sus ojos, abismos negros y profundos.
10Torque: Collar rígido con forma de aro pero abierto en la parte anterior, hechos de
cuerdas de metal entrelazado.
Peleando con la horrible oscuridad en su pecho que gritaba por elevarse y
tomar el control, Ari apretó sus puños, negándose a retroceder mientras la
alcanzaba. El mató a su padre. Debía pagar. Su cuello se estiró hacia atrás
para mirarlo y peleó contra la urgencia de ordenarle ponerse de rodillas, la
amenaza del Rey Rojo zumbaba en su sangre agolpada en sus oídos
sordos. Ante el pensamiento de su tío, Ari sintió ansiedad. Había prometido
colocar un encantamiento de protección a su alrededor. ¿Cómo la había
encontrado el Rey Blanco? La pregunta enojada se derramó de sus labios
secos.
—Eso no tiene sentido —¡Azazil quería mantenerla lejos del Rey Blanco!
No queriendo ser manipulada por él, Ari trató de lanzar sus palabras fuera.
Pero el Rey Rojo y Jai también habían dicho eso. No podía creerle a Azazil.
¿Eso significaba que realmente no podía confiar en su tío? Oyendo el
suspiro de disgusto de su padre, Ari miró hacia arriba en una furia
repentina, encendiendo chispas entre sus uñas mientras peleaba con su
instinto natural de vencerlo, de maltratarlo y herirlo para hacerle pagar por
lo que le había hecho. Nunca había cuidado de lo que había traído a la
vida. Todo era un juego para él. ¡Para todos ellos!
Estudiándola calmadamente, mirando el juego de emociones rebotando
alrededor de su rostro, el Rey Blanco asintió gentilmente mientras
comenzaba a rondar a su alrededor.
—¿Por qué no sólo haces lo que planeas hacer conmigo de una vez?
—Cállate.
—Se ha ido. Estoy bien —Levantó sus manos con las palmas hacia arriba,
apaciguándolo. Él lucía como si estuviera a punto de saltar de su piel y
hacerla trizas sólo para tener algo que atacar violentamente—. ¿Cómo lo
supiste? No usé la telepatía.
¿La señorita Maggie le habló? Ari abrió su boca para preguntar pero Jai la
tomó en sus brazos y la apretó con fuerza en un fiero abrazo, acallando
todo pensamiento. Estaba apretada contra él, sus brazos rodeándola con
fuerza, y Ari sintió a su corazón saltar en su pecho, sus músculos temblando
bajo ella. La calidez se esparció rápidamente a través de ella al darse
cuenta de cuán preocupado había estado.
—Estoy bien —le prometió suavemente, susurrando las palabras contra su
garganta—, sólo quería meterse con mi cabeza. No hice nada. No le
ordené nada. Fue difícil, pero no lo hice, créeme…
—Jai…
Ari pensó que nunca sentiría este tipo de calor de nuevo con su naturaleza
templada de Jinn. Pero su piel estaba en llamas mientras el beso de Jai se
suavizaba, su lengua burlándose de las suya para profundizar en un ya
abismal beso. Ella deslizó sus manos sobre su duro pecho, contemplando
rasgar sus botones mientras él dejaba que sus labios dieran devastadores
besos en su cuello. Sus grandes manos apretaron con fuerza sus caderas y
luego frotaron suavemente su espalda antes de que los escalofríos se
deslizaran por su espalda. Era como si él quisiera tocarla por todas partes,
toda al tiempo y Ari estaba feliz de permitírselo. Ari gimió en su oído
cuando él mordió suavemente su hombro desnudo y Jai gruñó ante el
sonido, su mano enredándose en su cabello mientras él tomaba su
cabeza, tirándola hacia atrás como si ella fuera una ofrenda. No había
razón en su expresión, sólo necesidad. Sus labios se estrellaron de nuevo
con los de ella y Ari se sostuvo con más fuerza, sus dedos apretándose en
sus hombros, sus piernas apretando sus caderas. Deseaba, necesitaba,
deseaba, no podía pensar, ella…
¡Crash!
—¿Jai…?
—No —le gruñó, sus ojos brillando ahora con enojo—, nunca ocurrió.
Estaba preocupado por ti y yo simplemente… ¡mierda! —Golpeó con la
palma la pared de azulejos.
Insegura de cómo debería reaccionar, Ari se bajó del tocador con tanta
gracia como pudo. Se sintió estúpida, frustrada, y enojada.
Herida.
Sola.
Los cuarenta minutos en el auto con Jai yendo habían estado bien.
Regresando. No mucho. Ari se movió incómodamente un millón de veces
lo cual sólo pareció irritar a Jai.
—¿Qué está pasando? —susurró ella, el temor llenándola. Era muy familiar.
—Sal del auto —dijo Jai y Ari se giró para ver que se había ido. Bueno,
también había entrado en El Manto. La puerta del conductor fue azotada
y Ari salió dando tumbos del auto, casi tropezando mientras se
acostumbraba a no ver sus piernas.
¿Ahora qué?
Bastardos.
¿Qué hacemos?
A pesar de todo lo que deseo darles una lección a estos idiotas, vamos a
pasarlos tan silenciosamente como sea posible hasta que estemos fuera
de su rango de visión. Luego entraremos en el Peripatos.
Porque nuestras flamas nos delatarían y eso es más que suficiente para que
alguno de esos cobardes nos de un balazo.
—¡Se han ido! —El chico más cercano al auto gritó sobre su hombro.
—Están en El Manto —Uno gritó en modo de respuesta, y el corazón de Ari
se hundió mientras sus ojos se ajustaban lo suficiente para ver lo que éste
arrastraba. Una niña.
Alguien es un hijo de puta engreído —siseó Jai en respuesta y Ari sintió su ira
llenando su cabeza. Un rayo de fuego ardió hacia el líder, y el cuerpo se
puso rígido, sus ojos en blanco mientras colapsaba en el piso con un
escalofriante ruido sordo.
Ari tragó saliva, incapaz de calcular cuán poderoso era Jai. Ella había
estado lista para luchar y él vino e hizo lucir a todos estos idiotas como…
bueno… idiotas. De repente se le ocurrió a Ari que si Jai no hubiera estado
incapacitado por el Harmal aquella primera vez, él habría sacado a esos
hombres con los que Charlie y ella habían trabajado tanto para derrotar.
Presumido.
D
ali pasó por encima de su propia reticencia. Tal vez debía haber
estado en Los Ángeles para supervisar el ataque. ¿Habría sido
mejor, o habría sido tomado por la chica y su vigilante? La
posibilidad de que no tuviera Harmal dentro de ella en ese momento
impidió que se les uniera. La idea de estar comandados por el Seal y tener
su voluntad secuestrada lo aterrorizaba tanto como lo excitaba la idea de
ejercer ese poder sobre los demás. El brebaje era finalmente lo
suficientemente fuerte.
—Pero han tenido tres... —El Dr. Cremer se mantuvo inmóvil, sus ojos se
volvieron negros con el miedo en su tormentosa mirada— ...Maestro.
Apretando los puños, Dali luchó por contener su frustración. Nunca había
eliminado a ninguno de sus trabajadores antes y estaba haciendo su
mayor esfuerzo por no hacerlo ahora.
—Maestro... —El Dr. Cremer frunció el ceño con tristeza—. Lo que usted
sugiere... podría no funcionar. La transfusión y el Harmal... ¿quién podría
decir que el poder de la muchacha no se diluiría con la transfusión?
—Nadie —estuvo de acuerdo con sus dudas—. Pero voy a intentarlo. Así
que ponga las chicas bajo el efecto otra vez.
—Sí, Maestro.
Aun así... lo intentaría de nuevo. Tenía que recurrir a los humanos para
llevarla a él. Era sólo cuestión de esperar y ver. Ah y evitar más de las
llamadas de su padre. Diablos, Dali esperaba que dejara la maldita
mansión pronto. Antes de que su ventana de oportunidad se cerrara para
siempre.
Trey suspiró.
Ari bostezó.
Eso era todo. Se habían terminado los gemidos por hombres que no se
preocupaban lo suficiente. Esta vez, era de verdad.
—Eres buena en esto —se quejó Trey, trayendo la atención de Ari de vuelta
hacia él.
Ella le dedicó una sonrisa cansada. —Mi papá era un poco inmaduro.
Solíamos jugar mucho este juego.
—Entendí que por eso fue que me despertaste a esta impía hora.
Horrorizada, Ari negó con la cabeza. —No hay nada entre Jai y yo. Nada.
Nunca. Él es... un idiota. Igual que todos ustedes.
Demasiado enojada para sonreír, Ari frunció el ceño y miró hacia otro lado.
—Vamos —dijo Trey en voz baja, acomodándose a su lado—. Hay que ver
las cosas desde el punto de vista de Jai. Su vida no ha sido fácil. No
entiende lo que está sintiendo. —En silencio, Trey le tocó el hombro y su
expresión se suavizó cuando vio el dolor en sus ojos—. Todavía te están
pasando muchas cosas y necesitas confiar en él.
—Ari…
Viéndose tan incómodo como ella se sentía Jai apuntó hacia adentro. —
¿Puedo entrar?
—Realmente quieres que use el Seal contra ti porque lo haré —mintió Ari,
de pie con los brazos en sus caderas a la defensiva.
—No.
—No hay nada de qué hablar.
Trey tiene una gran boca. Usando la fría serenidad como coraza, Ari paseo
a su lado para guardar su secador de cabello. —Confío en que harás tu
trabajo.
—No… charlo —Jai levantó la mirada hacia ella con pesar—. Sobrellevo las
cosas, sabes. La mierda pasa, yo lo supero. Pero mereces una explicación
por anoche. Y supongo que necesito que me entiendas un poco… para
que puedas confiar en mí.
Con su expresión sincera, Jai sostuvo una mano en alto para silenciarla. —
Lo hago. Y lo haré… porque confío en ti.
—Trey.
Jai le dio una sonrisa forzada. —Podría matarlo por meter su nariz donde no
pertenece pero lo hace con buena intención. Él solo quiere… tú sabes…
Dios él era todo un chico. —Él quiere que seas feliz —terminó Ari por él.
Lo había dicho antes pero ahora, de alguna manera, estaba más claro.
Para Ari se internalizó bien y realmente y sólo se fortaleció su resolución de
ser más independiente y de parar de perseguir hombres que no la querían
de la manera en que ella los quería. Palideció internamente,
preguntándose si todos ellos la veían como una desesperada y solitaria
niñita sólo intentando conectarse. No era de esa forma, pensó ella, el dolor
aplastando duramente su pecho. Estaba enamorada de Jai.
Y él no la amaba en respuesta.
—Gracias por decirme todo eso —soltó Ari—. Sabes, lo he dicho antes pero
realmente mereces más de lo que te han dado, Jai. Eres una persona
realmente buena.
Una extraña mirada cruzó el rostro de Jai antes de que pudiera detenerlo.
Él aplastó la mirada con una sonrisa forzada mientras salía de la habitación
y Ari inmediatamente sintió frío. Se abrazó, deseando que todo con el Rey
Blanco y Dali terminara para que pudiera huir tan lejos y tan rápido de
todos y todo lo más pronto posible. Necesitaba un nuevo comienzo.
- Silverchair
A
ri observó a la Jinn en la pintura. Quien quiera que fuera el artista,
había capturado brillantemente la salvaje sensualidad de Lilif, y la
similitud entre ella y la mujer en el sueño de Ari era demasiado
extraordinaria para ser ignorada.
¿Qué? Los ojos de Ari se ensancharon. ¿La primera de los Jinn súcubos era
su abuela?
Luca resopló con diversión.
—Sólo pensé que los creó a partir de estrellas o algo. ¿No es así como
suelen ir estas historias míticas?
—Tan difícil como lo es para una mujer fuerte —replicó Ari sin mala
intención.
—Touché.
—Estoy muy orgulloso del hombre en que se ha convertido Jai. Pero creo
que su estricta crianza lo hizo el hombre que es hoy.
—¿Estricta crianza? ¿Por qué no llamarlo por lo que fue? Abuso. Puro y
simple.
—Mi padre fue un tirano y me prometí a mí mismo que no sería así con mis
propios hijos y no lo he sido. Y mira lo que me ha quedado. Hijos blandos y
perezosos, uno de los cuales es probable que sea arrestado por abuso
sexual si no tiene suerte. Pero no Jai —Luca sacudió la cabeza, sus ojos
brillando—. Mi padre tenía razón. Puede que Jai no haya recibido afecto y
mimos de niño, pero lo que recibió resultó ser mucho más valioso. Él es el
mejor guardián que tengo. Donde una vez fui compadecido de haber
tenido que cargar con él, ahora soy envidiado y respetado por haberlo
criado. La falta de afecto y la disciplina lo hizo un mejor hombre. Un mejor
hijo.
—Egoísta hijo de puta —susurró Ari con voz ronca, disfrutando de la ira en
los ojos de Luca, alimentándose de ésta—. Él se volvió un buen hombre y
un brillante guardián a pesar de tus intentos por aplastarlo. Él es quien es a
pesar de tu patética necesidad de tranquilizar a una mujer amargada y
cruel como tu esposa. Quien él es no tiene nada que ver contigo, así que
no te atrevas a tomar el crédito por eso. —Ella estaba temblando por la
adrenalina de la confrontación, pero las palabras se habían sentido
correctas al derramarse de su boca. Esperando, con su cuerpo tenso para
la acción, Ari observó la cambiante expresión de Luca.
—Si Jai cruza la línea contigo, una cliente, una Jinn de gran importancia, él
estará tan decepcionado de sí mismo, y yo también. Y ambos sabemos lo
mucho que no le gusta a Jai decepcionar a su padre —Sus ojos brillaban
con inmoralidad y Ari se dio cuenta de lo mucho que este hombre veía y
cuán manipulador era, usando lo que veía y torciéndolo para sus propios
propósitos—. No lo quiero involucrado contigo. No quiero a mi tribu
arrastrada a esta guerra y no quiero nuestra reputación hecha trizas. Si Jai
se atreve a tener cualquier tipo de relación contigo aparte de la de
guardián/cliente dañará su relación conmigo irreparablemente.
¿Entendido?
Ari dio un paso atrás, sin siquiera querer respirar el mismo aire que él.
—Lo entiendo perfectamente. Sabe, hasta esta mañana había estado
pensando que Jai no lo comprendía, que de alguna manera usted no era
tan malo como él pensaba. Pero ahora sé que no es así. Usted es
detestable. Es un hombre muy, muy egoísta. Pero se lo aseguro —Sostuvo
las palmas arriba en señal de rendición—. No hay nada pasando entre su
hijo y yo, y él nunca cruzará esa línea. —Sus ojos se llenaron con
inesperadas lágrimas—. Usted lo ha dañado demasiado.
Y con eso, giró sobre sus talones, con su anterior resolución de distanciarse
de Jai incluso más fuerte. Cuando fuera el momento adecuado, tenía que
creer que conocería a un chico que la amaría lo suficiente para ponerla
por delante de sus propios demonios. Charlie no era ese chico. Y Ari sabía
que Jai tampoco lo sería, jamás. Con su corazón rompiéndose un poco, Ari
pasó a través del intenso dolor que la golpeaba como fragmentos de un
rayo a través del pecho. Estaba tan harta de esto. Tan harta de ser
acorralada y perseguida de una forma u otra. Primero Jai, esta mañana.
Ahora su padre. Era hora de voltear el juego. Era hora de volverse la
cazadora.
—¡Ari!
—Hola.
Finalmente.
Capítulo 18
Un cuchillo en la Mano y El Amor en la Otra.
H
abiendo esperado en las habitaciones privadas de su padre,
habitaciones que habían sido transformadas de cámaras de
torturas a una más agradable sala de estar y dormitorio, el Rey Rojo
finalmente se encontraba de pie en la parte inferior de la tarima del Sultán
en la gran sala con espejo que se había creado para confundir e intimidar.
Descalzo y vestido con una toga que complacería a Azazil, el Rey Rojo dio
una ojeada a Asmodeus mientras él esperaba la respuesta de su padre.
Asmodeus se situó a un lado del trono de Azazil, más alto incluso que el Rey
Rojo, de unos impresionantes 2 metros. Su dura, tallada pero joven cara era
oscura, con disgusto, sus ojos negros mirando directamente. Siempre
vestido de un intacto negro, Asmodeus era el intimidante y oscuro
caballero de Azazil. Su teniente. Un príncipe en medio de los Jinn. Rojo se
preguntaba cómo Ari reaccionaria a Asmodeus si se conocieran, una
parte desconocida de él esperaba que nunca se conocieran. Ya era
bastante malo que estaba siendo zarandeada de aquí para allá entre
Azazil y el Rey Blanco. Azazil aún estaba decidiendo cuál sería un mejor
entretenimiento y el Rey Blanco no se desvió de su objetivo de atraerla
hacia él, para usar sus poderes en contra de su padre. Y ahora Blanco
había encontrado a Ari y le hizo una visita. Los puños de Rojo se cerraron
un poco antes de que pudiera detenerlos. Si algo le había pasado… él
debió colocar ese hechizo de protección alrededor de ella. Lo había
prometido. ¿Qué pensaba ella ahora? ¿Ya no confiaba en él?
¿Seguramente eso era algo que Azazil deseaba evitar?
—¿Maestro?
Rojo asintió, de acuerdo con eso. Ari se pondría furiosa con Charlie,
sabiendo que su venganza le costaría un juicio en la corte Jinn y lo más
probable, una sentencia de muerte. Pero Charlie no estaba listo para
rendirse y Rojo confiaba que la magia sería el combustible a su necesidad.
No por primera vez, quizás incluso por millonésima vez, el Rey Rojo
descubrió que estaba curioso sobre Asmodeus. Era el más temperamental,
caprichoso Jinn, que Rojo jamás había conocido y eso era decir mucho
considerando quién era el padre de Rojo. Su padre. Rojo miró a Azazil,
miedo y amor, una extraña pero poderosa mezcla dentro de él. Rojo había
vivido mil vidas y le habían enseñado un importante hecho. Azazil era el
equilibrio de todas las cosas. Sus raíces se enredaron en lo profundo entre
los mundos y sus acciones se grabaron profundamente sobre ellos. Cuando
alguien tan poderoso como Asmodeus, y no muchos lo eran, creaba un
imprevisto, Azazil era el único que lo podía equilibrar, si así lo decidía. En su
mayor parte, Azazil intentó equilibrar los arrebatos violentos de Asmodeus y
las consecuencias de ellos. Entonces otras veces Azazil se le unía.
Meditando sobre su último arrebato de mal humor, el Rey Rojo se
preguntaba qué cosas terribles el teniente había estado haciendo y que
había hecho Azazil para arreglarlas. Ciertamente, los únicos otros Jinn
capaces de crear tal cambio de equilibrio eran Rojo y sus hermanos, e
incluso Blanco no haría cambios tan catastróficos en el equilibrio como lo
hacía Asmodeus. Rojo no estaba seguro de si eso era por un sentimiento
de querer ayudar al orden natural de las cosas, o si Blanco no hizo nada
muy grande que atrajera la atención de Azazil y le diera una idea a su
padre, de en qué asunto andaba su hijo rebelde.
A
pretujada entre Charlie y Jai, Ari tenía sus ojos cerrados,
concentrándose en la música de sus auriculares mientras esta se
envolvía alrededor de ella y le ofrecía una sensación de
separación. Su propio conocimiento de ambos chicos luchaba con su
indiferencia, pero trató de estar relajada, aparentando a ambos que
había renunciado a preocuparse por ellos. Toda su atención ahora estaba
en encontrar a Dali. Eso es todo lo que importaba. Estaba determinada a
que eso era todo lo que importaba. Sólo tenía que soportar la hora que
llevaba viajar desde Los Ángeles hasta Arizona donde el Gremio Roe, los
cazadores híbridos Jinn que siguen a Dali, estaba esperando por ellos.
—Lo hice —insistió, sus ojos azules sinceros—. Siento que mi hermano fuera
capaz de encontrarte, Ari. De alguna manera, fue mi culpa. Tenía un espía
en mi casa, un Shaitan en el que confiaba. Él escuchó por casualidad una
conversación que tuve con Azazil y le dijo a Blanco dónde encontrarte.
Esto hizo al encantamiento inservible.
—De acuerdo.
Él sonrió.
—¿Estamos bien?
—Ya he hablado con Jai. El Gremio Roe es famoso, tiene una buena
reputación. Un equipo del Gremio está siguiendo a Dali, lo han estado
haciendo por meses. Aparentemente él es un excelente ladrón de bancos
y tiene una pequeña pero creciente organización criminal, es por esto que
conseguía tan fácilmente humanos capaces de hacer su trabajo sucio. De
todas formas, Jai dice que Luca ha llamado con anticipación y el equipo
nos ha dado su dirección en Phoenix, donde ubicaron por última vez a
Dali. Como Luca, Nicki y Tarik, el Gremio ha estado jurando guardar el
secreto acerca de tu verdadera identidad. Saben la penalidad si rompen
ese voto.
—Son buenos encontrando mestizos, Ari, y una vez que les des nueva
información creen que lo encontrarán para ti.
—¿Nueva información?
Rojo inclinó su cabeza ante la forma en que ella dudó sobre las “gracias”.
Sonrió tristemente.
…con todo lo que había pasado en los últimos días, la mente de Ari cayó
en un sueño detrás de sus ojos cerrados. El avión desapareció, la sensación
del muslo de Charlie presionando contra el suyo en los estrechos límites del
avión desapareció y el exótico olor de Jai sentado tan cerca en su otro
lado se esfumó. Ari se encontró a sí misma de pie en lo que parecía ser una
larga caverna. El olor de metal húmedo y arena salada era abrumador y
completamente desorientador. Ari giró alrededor, sus ojos ajustándose a la
oscuridad de la caverna, su corazón latiendo fuertemente mientras
trataba de encontrar un rayo de luz que indicaría la salida. Agua lamiendo
algún sitio en la distancia, un siniestro susurro que estaba pronto
aumentando el ritmo del corazón de Ari. ¿Dónde estaba?
¿Dónde estoy?
Ella lloriqueó debajo de él, sus ojos sangrantes suplicantes. Ari lo vió a él
sacudir su cabeza.
—Ari, despierta.
—Ari.
—No.
—Ari. Despierta.
—¿Estamos aquí?
—¿Estás bien?
—¿Quieres hablar acerca de ello? —Charlie dirigió una mirada a Jai y ella
se dio cuenta de que ellos formando equipo por ella. ¿Cuándo pasó esto?
Ante sonido de dos largos y dolorosos suspiros, Ari empujó a Charlie, sin
estar segura de que pudiera contenerse de golpear la cabeza de uno
contra la del otro.
Capítulo 20
Un rumor me dijo que no le gustas
Traducido por LizC y Miranda.
Corregido por ☽♏єl
L
a casa en Scottsdale era enorme. Habían pasado otras similares en el
opulento vecindario disperso, todas ellas construidas con piedra de
Arizona. La mayoría han sido cuidadosamente diseñadas para
integrarse en el entorno y sin embargo siguen ofreciendo una sensación de
espacio y de riqueza relajada, con sus arcos palaciegos, pilares y
columnas, piscinas de lujo como estanques y un suelo fresco en franjas
apedreado que va desde afuera hacia adentro. Los Roe estaban
alquilando este lugar mientras se encontraban en Arizona. Ya que había
quince de ellos, tendrían que alquilar algo que pudiera acomodar a todos.
Y darles cabida con estilo por lo visto.
—Es mejor que entremos antes de que nos confundan con bichos raros —
dijo Charlie desde el asiento trasero del auto de alquiler.
Jai gruñó.
—¿Nos confundan?
Ari arqueó una ceja. El resoplido de Charlie fue una clase de resoplido de
“riendo con” no uno “riendo de”. ¿Se estaban llevando bien Charlie y Jai?
Incómoda con los dos llevándose bien cuando ella no se la estaba
llevando bien con ninguno de ellos, Ari frunció el ceño.
—¿Y bien?
—¿Cómo suena?
—Sabes que eres tan elocuente y articular que realmente me haces sentir
intelectualmente inadecuada, Jai.
Jai los ignoró a los dos y salió del auto haciendo a Ari sentirse como una
niña de doce años. El hecho de que estuviera actuando como una no se
le había escapado, y sólo la hacía sentirse peor.
—¿Por qué hace calor a donde quiera que vamos? —gruñó Charlie
mientras salía del auto, sacándose la camisa a cuadros que llevaba sobre
su camiseta roja con una Camioneta Silversuns—. Los envidio a ti y a tu raro
control de la temperatura como de lagarto en estos momentos. ¿Podemos
ir la próxima vez a algún lugar frío y húmedo?
Jai sacó las bolsas del maletero del auto, colgándose la de Ari por encima
del hombro. Le tiró a Charlie la suya mientras decía:
—¿Alguna vez pensaste que tu mutismo es la razón por la que ella está de
mal humor?
—Alguna vez pensaste que es porque eres un idiota que pidió un deseo.
Antes de que Ari siquiera pudiera levantar una mano para llamar, una de
las puertas dobles se abrió de golpe y una linda chica con el pelo oscuro
corto estuvo de pie sonriéndole. Ella pasó sus ojos de color marrón oscuro
sobre Ari, cruzando los brazos sobre el pecho a medida que ladeaba la
cadera. La niña podría ser de la edad de Ari, o tal vez incluso un poco más
joven; era difícil de decir porque era bajita y linda. Como si supiera lo linda
que era y estuviera consternada por el adjetivo, la chica llevaba un grueso
delineador de ojos negro y un montón de máscara para hacer que sus ojos
se vieran enormes y dramáticos. Un pequeño pendiente de plata
perforaba su nariz y Ari pudo distinguir por lo menos seis perforaciones a lo
largo de su oreja izquierda cuando la brisa sopló su cabello suelto. La
camiseta deteriorada que llevaba era demasiado estrecha y los ajustados
jeans con una cadena atada a la correa con dibujos de calaveras y
huesos cruzados sólo gruñían: “llámame linda y muere.”
—¿Ah?
Ari no tenía necesidad de dar la vuelta. Era tan consciente de los dos
chicos de los que sentía su presencia a medida que se detuvieron detrás
de ella.
—Soy Fallon Roe —Dio un paso atrás después de que Ari hubiera
estrechado su mano fría—. Adelante, Ari Johnson. —Ella asintió con la
cabeza a Charlie y Jai, a medida que la saludaban—. Adelante, Tonto y
Retonto.
El pasillo se sentía más como una sala solar, tres enormes arcos dirigían a
otras partes de la casa. Ante los sonidos de pasos que se acercaban desde
el pasillo de la izquierda Ari se puso delante de Jai y Charlie. Ya era hora
de que comenzara a tomar control de las situaciones. Después de todo,
esto era todo acerca de ella.
—El resto del equipo está reunido en la sala de estar principal. Vengan a
conocerlos.
Manteniendo cerca de Jai y Charlie, Ari siguió al trío a través de los pasillos
con aire acondicionado y vacíos pasillos que hablaban tanto de la
situación del edificio como del alquiler, hacia un espacio abierto enorme.
Un gran sofá esquinero ocupaba un extremo de la habitación y un sistema
de entretenimiento inmenso estaba colocado frente a él. En el otro
extremo estaba un enorme espacio destinado a una estufa de leña y la
chimenea. Estaba limpio por el desuso. Un gran comedor y sillas ocupaban
un espacio en la parte trasera del sofá y las butacas se asentaban en el
espacio enfrente del fuego. La pared del fondo estaba hecha
enteramente de vidrio y Ari podía ver un jardín trasero bellamente
ajardinado con una piscina justo en la parte de atrás, una cascada se
derramaba en ella desde las rocas que formaban una pared alrededor de
uno de los lados de la misma.
—Oh, soy Charlie —Asintió con frialdad a todos ellos. Señaló con el pulgar
en dirección de Jai—. Ese es Jai, el guardián de Ari.
En su mal estado de ánimo le tomó todo a Ari no sentir grosero que Jai
fuera recibido muy gratamente. Está bien, tal vez algunas groserías se
colaron.
Sabelotodo.
Ari le sonrió con gratitud. Fallon era la única que hasta ahora no se
comportaba como si acabaran de dejar entrar a un leproso en su
comunidad. El seco sentido del humor y la comodidad de la chica en
torno a Ari le hicieron sentirse más segura. Estas personas tenían miedo de
ella, de lo que era capaz. Bueno, no sabían nada sobre ella y la nueva Ari
estaba harta de personas tratando de intimidarla actuando de la manera
que quería que lo hiciera. Dio un paso adelante lejos de la seguridad de la
cercanía de Jai y Charlie y atrajo sus hombros hacia atrás, mirando al
grupo de personas con edades comprendidas entre finales de la
adolescencia y principios de los cincuenta. Detectando una cantidad muy
fuerte de energía de Gerard y el hombre mayor llamado Jacob, Ari dirigió
sus palabras hacia ellos.
—Gracias.
—Creo que debe haber algo en este traje que dice “Botones” —se quejó
Fallon a la ligera, pasando relajadamente más allá de su tía y señalándole
con el dedo a Ari y sus compañeros para que la siguieran.
Me tienen miedo.
—No, está bien. Es bueno —Mirando a las paredes pálidas y una sala
desnuda sin color, no era de extrañar que la colección de joyas y plata en
el tocador encalado llamara la atención de Ari—. Tienes una gran
cantidad de joyas.
Fallon rebotó fuera de la cama y se acercó a los collares y pulseras,
tocándolas amorosamente.
—Cuando nos contaron acerca de ti, estábamos como vaya… así que no
importan los gatos asustadizos en la sala de estar. Pensé que serías como…
no sé… que tendrías un estilo extraño. Después tú y esos chicos giraron
pareciéndose al elenco de una serie de televisión de vampiros y mandaron
mis prejuicios al infierno.
—Sí.
—¿Qué chico?
—No. Charlie es libre de tener citas con quién él quiera. Simplemente está
yendo detrás de algo ahora mismo así que anda cuidadosamente.
—Bueno, tú eres la jefa, supongo, pero habría pensado que querrías que él
la controlara, no que ella lo controlara.
—Bueno, es chico grande para mí. Él puede tomar sus propias decisiones.
Ari miró por debajo de sus pestañas hacia los ojos desplazándose de ida y
vuelta con cautela entre las personas que estaban hablando y ella. Un
silencio cayó sobre la mesa mientras todos ellos pararon de hablar, sus
cuerpos rígidos con tensión. Ella frunció el ceño pero asintió para disminuir
la preocupación de Charlie.
—Espero que te guste el salteado —Una mujer joven con pelo oscuro y ojos
azules sonrió débilmente a Ari mientras pasaba platos a lo largo de la
mesa.
—Es broma.
Alguien jadeó.
—¿Qué te pasa?
Sintiéndose como si la hubiera abofeteado, las mejillas de Ari ardieron con
humillación.
—Bien dicho —Fallon sonrió, sus ojos cayendo sobre sus compañeros—.
Pueden dejar de actuar como tontos ahora. Ella ya lo ha dicho, no va a
usar sus habilidades contra nosotros. ¿Un bollo? —Ofreció una cestilla de
ellos a Ari y Charlie.
—Lo siento —Suspiró, mirando al grupo que estaba cambiando con cierto
desasosiego ahora, trazos de culpa en los ojos de algunos, pero no de
todos—. No soy normalmente… tan verbal… yo sólo… realmente quiero
encontrar a este chico.
—Gracias —Ari agarró su ahora plato lleno por Bryleigh y esperó a que
todos fueran servidos. Tan pronto como todo el mundo estaba sentado
empezaron a comer. El ruido de la conversación fue haciéndose más
fuerte mientras hablaban y reían entre ellos, gritando desde la mesa, y
relajándose más mientras olvidaban estar asustados de Ari. Un dolor de
nostalgia le cruzó el pecho mientras los miraba, un sentimiento de
arrastrante superficialidad abriéndose en su consciencia mientras pensaba
en Derek. Ninguno de ellos había tenido esa infancia, la gran familia.
—Sí —Fallon estuvo de acuerdo y por una vez la indirecta de ironía que
manejaba en cada palabra estaba pérdida—. Aunque es un buen
cazador. —Se deslizó de vuelta en su sitio y le preguntó algo a Charlie en
voz baja. Cualquier cosa que él le dijo la hizo sonreír y él se rió entre dientes
ante su sonrisa traviesa. Cuando alcanzó un vaso de agua, Ari cogió su
expresión y se sorprendió por la mirada en sus ojos. Era una mirada de
apreciación hacia una chica guapa. Era una mirada de relajación alegre.
El calor inundó a Ari, una extraña mezcla de celos y alivio se apoderó de
ella mientras se imaginaba a él siguiendo adelante y estando contento
con su vida. Ella quería eso para él. No esto. No una relación condenada
de frágil amistad, sangre y venganza.
Suspirando para sus adentros, Ari alcanzó otro bollo, sus dedos chocando
con uno de los de los gemelos. No tuvo tiempo de preguntarse si era
Callum o Matt. Estaba muy ocupada gritando de dolor mientras una
ráfaga de magia volaba por su brazo como una corriente eléctrica.
Meciendo su brazo lesionado y tragándose el dolor, Ari apenas registró a
Jai parándose rápidamente, los platos chocando y unos pocos vasos
cayendo por el movimiento. Sin embargo, a través del dolor Ari sintió el
crujido de poder surgiendo en el aire, un brillo del color de la brasa
radiando de la mano de Jai en un movimiento rápido y arqueado que
tensó el aire. Todo el mundo menos Ari y Charlie fueron empujados por el
encantamiento, sus cuerpos golpeando contra la ahora invisible fuerza. Los
ojos asombrados de Ari se levantaron hacia Jai. Estaba temblando con
furia, su propia mirada en su brazo acunado.
—No lo hice —El gemelo que la había atacado insistió, sus cautelosos ojos
parpadeando entre Jai y Ari antes de parar en Jacob, quien parecía tan
furioso como Jai—. Ella simplemente me asustó. Me pone nervioso.
—Ella tiene un nombre —gruñó Charlie al lado de ella y sintió su mano
presionada protectoramente en la base de su columna.
—Está bien —Ari se apartó de él. Quizás sus bromas sarcásticas de antes
realmente llevaron a estos chicos demasiado lejos. La odiaban—. Él No
quería hacer eso. —El resto de la familia lucía insegura. Algunos miraron al
joven hombre, incluida Fallon, mientras otros mantenían simpatía en sus
expresiones.
Así que era Callum quien la había herido. Su cara se suavizo a pesar de
que su hermano todavía la miraba con ojos entrecerrados y paranoicos.
Tentada por la sugerencia Ari le dio una ligera sacudida con su cabeza.
No. Los necesitamos. Y estoy bien, de verdad. Gracias.
Callum se sonrojó.
—Cállate.
E
ra en momentos como estos que El Rey Rojo se encontraba molesto,
y esa molestia estaba dirigida únicamente a su interior. Mientras
estaba en la soledad de la noche junto a su hermano, El Rey de
Cristal, ambos mirando por encima del cuerpo sin vida de Jack Hollis, Rojo
estaba molesto por sus propias reflexiones presuntuosas. ¿Cómo podía él,
un ser capaz de gran sentimiento, sentir absolutamente nada después de
ser cómplice en el asesinato de un inocente, y un inocente con
ascendencia Jinn? A menudo engañado por humanos, Rojo por una vez
admiró y se burló de su habilidad para sentir dolor por la pérdida de seres
que incluso no conocía. Ser capaz de tal sentimiento debía ser una
maravillosa pero estúpida cosa gracias a que seguramente te sentirías
constantemente impotente al frente de tanta tragedia.
Cristal lo miró con esos ojos azul claro suyos, su cara tan severa en su
perfección que era como si hubiera sido esculpida en mármol. Su profunda
voz retumbó en la desierta noche.
—Te dije que haría cualquier cosa para la que me necesitaras; cualquier
cosa en que pueda ayudar a padre y a ti.
Esa primera noche debajo del extraño techo, durmiendo en una litera
cruzando la habitación de un extraño, Ari no tuvo la oportunidad de luchar
por quedarse dormida. Fallon hablaba tanto que la mantuvo despierta
toda la noche. En menos de ocho horas Ari supo que Fallon era un
sarcástico, extrovertido, optimista aspirante-a-pesimista. Ella era hija única,
amada y consentida por sus padres y su larga y extensa familia. Había
perdido amigos, un primo y un abuelo por el trabajo, pero había sido
educada con los ideales del Gremio. Morir protegiendo a las personas de
los terribles Jinn era un honor y algo para ser celebrado como heroico en
lugar de duelo como trágico.
Ari también aprendió mucho sobre los otros miembros del equipo en
Phoenix. Anabeth, la pelirroja con manos vagas, era un año mayor que Ari
y Fallon, y de acuerdo con Fallon, era una egoísta, consentida y coqueta.
Su madre también era de la segunda generación Jinn, así que Anabeth
era bastante poderosa. Fallon no se llevaba muy bien con ella. Sus medio
hermanos, los gemelos, eran normalmente chicos bastante relajados. Matt
tenía una prometida en el Gremio y Fallon había tonteado con Callum un
par de veces cuando estaban aburridos. Fallon creía que lo que hizo a Ari
en la mesa de la cena estuvo mal y había decidido acabar su situación de
“amigos con beneficios” casi inmediatamente después. Todo el mundo, de
acuerdo con Fallon, era bastante divertido. Su tía y tío, y Susan y Aidan
Roe, sus primos, eran buena gente. Ella no conocía muy bien a James y a
Scott Becke pero estaba llegando a conocer a Bryleigh, y Fallon creía que
podía ser una persona bastante agradable si paraba de actuar como si
hubiera salido de una revista para mujeres de los ‘50s. Como Jacob era
uno de los veteranos del Gremio, Fallon conocía a sus hijos Brechin y Ailidh
Ballendine bien. Eran agradables, pero tomaban todo muy seriamente. No
entendían la poca seriedad de Fallon. Pero de nuevo, Fallon no estaba
segura de que nadie lo hiciera.
Una vez la chica había dado a Ari un resumen sobre el grupo había
comenzado con las preguntas: ¿Cuándo descubrió que era una Jinn?
¿Cómo había sido su padre? ¿Cómo era Azazil? ¿Cómo era el Monte Qaf?
¿Qué estaba pasando con ella y Jai? Y seguía y seguía…Y para la sorpresa
de Ari, se encontró a sí misma contándole a Fallon todo. Todo salió de ella,
desde Mike muriendo en el decimosexto cumpleaños de Ari, las espirales
de Charlie hacia abajo, la negligencia de su padre, su decimoctavo
cumpleaños y ser arrastrada al Monte Qaf. Qué malvado era su verdadero
padre. El Rey Rojo, Jai, la posesión de Nick, el deseo de Charlie, el rechazo
de Jai. La muerte de Derek y cuán poco tiempo le había sido permitido
lamentarse por él. Ari sacó todo, manteniendo sólo a la Srta. Maggie para
sí misma. Para cuando hubo acabado, el aire en la habitación se había
vuelto pesado con sus emociones arrojadas. Finalmente, Fallon había
susurrado en la brillante penumbra:
—Vas a estar bien, Ari Johnson —Y eso fue todo. Ari había hecho una
amiga. Se sentía bien.
—Por supuesto —Fallon deslizó sus gafas de sol debajo de su nariz de forma
que podía mirarla con atención—. No creerías que se las había robado a
un viejo asiático, ¿verdad?
—No dije nada. Quiero decir, podía hacerlo. No es como que no tendría
razón considerando que me mentiste sobre algo tan grande. Si no me lo
hubieras dicho finalmente podría haber hecho algo realmente malo… por
decir, evocar un Lexus descapotable y poner patas arriba a una
agradable pareja californiana en la carretera donde fueran después
aplastados y salpicados por un camión de reparto.
Fallon bufó.
Auch.
—Muérdeme.
Jai sonrió con astucia y miró hacia ella por debajo de sus pestañas.
—Vaya.
—¿Qué?
Al sentir sus mejillas calientes Ari supo que no había manera de disimular su
rubor.
—¿Qué? —dijo en voz alta, haciendo que tanto las cabezas de Jai y
Callum se levantaran—. ¿Soy la única persona que queda en la tierra que
no ha tenido sexo todavía?
—Si quieres, podría remediar eso para ti —Callum se rió entre dientes,
vagando casualmente sobre ellos.
—Agradezco que hagas esto —dijo Charlie en voz baja, su voz profunda
por la emoción que no podía ocultar.
—Decidí que tenías razón —suspiró Jack—. No puedo matar a la cosa que
mató a mi esposa porque sería deshonrar a mi Gremio y es todo lo que me
queda. Pero si pudiera, iría tras ese bastardo. Vas a hacer esto con o sin mi
ayuda, pero por lo menos con mi ayuda tienes una oportunidad de luchar.
—Bien.
—Ahora, los Sorcerers tienden a usar piedras —Jack señaló a una sección
de rocas, pendientes y anillos—. No tengo una esmeralda pero puedo
decirte que esta es la roca del Monte Qaf. Las esmeraldas de nuestro reino
no son tan poderosas como la esmeralda del monte Qaf pero siguen
siendo extremadamente peligrosas. Una esmeralda puede alimentar el
poder de un híbrido durante años. También es la única piedra que un
híbrido puede utilizar para aprovechar el Manto o el Peripatos.
—La obsidiana es útil. Los diferentes tipos hacen diferentes cosas —Jack
levantó un collar con un atractivo colgante negro—. Obsidiana negra.
Literalmente puede crear apagones si necesitas un escape rápido. O todo
lo contrario... puede robar la luz dentro de él.
Charlie sonrió.
—Harry Potter.
—¿Quién es ese?
—El mago.
—¿Un Sorcerer?
Charlie se ahogó.
—Es evidente que no todo el mundo —Jack suspiró y regresó a las piedras.
Apuntó a la obsidiana verde y azul. Explicó que la obsidiana verde podría
ser utilizada para poner cualquier cosa con una mano natural en la tierra:
plantas, árboles, etc. Un Sorcerer extremadamente poderoso incluso
podría utilizar el poder de la obsidiana verde para dividir la tierra y usar
rocas, arena y tierra como armas. La obsidiana azul era una piedra de
agua. Pero juntas la obsidiana azul y verde eran piedras curativas.
—¿Así que cada piedra puede hacer algo diferente? —preguntó Charlie
con asombro.
—Sí —Jack asintió—. Tienes mucho que aprender. Como dieciséis años de
entrenamiento digno de ser empaquetado en unos pocos días. ¿Seguro
que estás listo para eso?
—Estoy seguro.
—Qué…
—Sólo hazlo.
E
l sótano tenía ese húmedo olor a desuso, la luz únicamente se
derramaba dentro a partir de cuatro ventanas muy poco profundas
justo por debajo del techo y las sombras de objetos sobresalían en la
habitación con una escalofriante ambigüedad que siempre había
asustado a Charlie cuando era niño. Pero ahora que él era mayor, se cerró
a todo. Sus nervios sensoriales sólo eran conscientes de la sensación de los
talismanes y sellos. Él y Jack se habían interrumpido apenas por comida e
incluso entonces Jack tuvo que sacarlo del sótano. Ari y Fallon habían
tratado de hablar con él en la cena, pero no podía concentrarse porque
en todo lo que podía pensar era en el torrente de energía surgiendo a
través de sus venas. La comida sabia insípida y el agua no podía apagar su
sed. Por primera vez, ni siquiera esa sensación de añoranza melancólica
cuando miró a los ojos de Ari. No. Todo lo que podía pensar era en el
sótano y el poder que sostenía. El poder que podía conducirlo al Labartu.
Jack había prometido que si Charlie lograba controlar la magia lo
suficiente como para aliviar sus preocupaciones acerca de un joven
Sorcerer sin experiencia corriendo desatado, él haría uso de los recursos de
El Gremio para encontrar el Labartu que había matado a Mike por él.
Realmente se sentía como si todo se estuviera juntando para Charlie, que
en realidad era la esperanza de la venganza al final del túnel.
—Aquí —Jack sostuvo un collar de cuerda negra con tres discos de metal
colgando de él. Cobre, plata y oro. Lo colocó alrededor del cuello de
Charlie—. Para que lo conserves.
—Gracias —Charlie tocó el metal, sintiéndose muy agradecido hacia su
mentor. Jack se estaba convirtiendo en una especie de figura paterna que
nunca había tenido y lo había sido por sólo una semana. Por otra parte,
esa fue la semana más larga que cualquier momento que Charlie hubiera
pasado con su propio padre—. Realmente aprecio esto.
—Ahora, mira, Jai —Jack levantó una mano en advertencia—, sólo estoy
haciendo lo mejor para Charlie.
—Es sólo un niño —espetó Jai, dando un paso contundente hacia ellos—. Y
uno que apenas conoces. ¿Qué demonios, saben tú o él lo que es mejor
para él?
—No soy un maldito niño —gruñó, dando un paso hacia el guardián. Jai
era sólo un par de centímetros más alto que él, después de todo. Él podía
saltar sobre él. Charlie frotó un dedo sobre su nuevo anillo, sorprendido por
lo mucho más seguro que se sentía con el poder en sus manos.
Jai entrecerró los ojos ante el anillo y soltó una carcajada. —Ni siquiera lo
intentes —Entonces Charlie vio la mirada del guardián se ensimismaba y
una sensación de malestar revolvió su estómago. ¿Estaba Jai usando
telepatía? Para ponerse en contacto... a Ari…
—¿Qué está pasando? —preguntó ella en voz baja, y Charlie odió la forma
en que ella se acercó a Jai, su cuerpo presionado inconscientemente,
cerca del suyo. Charlie empujó violentamente la idea de que los dos se
veían bien juntos. Ellos no estaban bien juntos, él negó con la cabeza
interiormente. Después de todo esto, seguía decidido a mostrarle a Ari que
él era el indicado para ella, no Jai. Todavía tenía tiempo. Charlie tenía que
creer eso. Y ahora el tiempo se está desperdiciando cuando podía estar
aprendiendo más acerca de los talismanes.
Viéndose tan confundido como Charlie, Jai se frotó la nuca. —Al parecer,
nada —Él suspiró y miró a Jack—. Asegúrate de que está bien.
Con otro suspiro pesado, Jai dio media vuelta y anduvo en silencio por las
escaleras. Charlie frunció el ceño ante la cantidad los livianos pasos del
guardián. Eso es por lo que no lo escucharon deslizarse hacia ellos.
Charlie suspiró. Fallon también había estado muy cerca de Ari en la última
semana. —¿Vas a tomarme el pelo sobre esto?
—¿Adónde se fue? —le preguntó Charlie a Jack, con los ojos esforzándose
para encontrarla. De repente se echó a reír mientras sus ojos se abrían de
golpe contra el por siempre azul. Se había ocultado en la escalera.
Horas más tarde, Ari se quedó mirando dentro del fuego mientras la lluvia
de verano golpeaba contra las ventanas de vidrio. La habitación estaba a
oscuras por el cielo sombrío y los ojos de Ari habían seguido de forma
automática el fuego que había sido encendido. En realidad no había sido
necesario, afuera todavía estaba caliente, pero Matt había decidido que
un fuego sería agradable. Los gemelos se encontraban en el sofá jugando
al Wii. Ari estaba en la habitación con ellos, pero su mente estaba abajo
en el sótano donde Fallon y Jack estaban enseñando a Charlie a
aprovechar sus dones. Se sentía enferma de preocupación y se agotó
fingiendo que no lo hacía. Fallon le había asegurado que la enseñanza de
Charlie para controlar su don era lo mejor para él, pero en todo lo que Ari
podía pensar era en lo que el poder y sus propiedades adictivas en un
mestizo le habían hecho a alguien como Dali.
Ari había estado sentada con las mujeres en la cocina por un tiempo antes
de necesitar algo de soledad. Todo el mundo estaba mucho más a gusto
con ella y Ari había utilizado el tiempo para alejar sus pensamientos de
Charlie. Como Bryleigh había hecho la cena, Megan, Susan y Ailidh se
habían sentado en torno a la mesa del desayuno, charlando de esto y
aquello. Ari había encontrado una pausa en la conversación para
preguntar:
—No lo entiendo. Sabían que Dali era el hijo de un Rey, ¿no? Así que ¿por
qué no enviar al papá de Fallon tras él?
—No sabíamos que Dali era el hijo del Rey —Megan no estuvo de acuerdo
con el ceño fruncido—. Era sólo un rumor. Y teniendo en cuenta que todo
Sorcerer en el planeta afirma estar relacionado con el Sultán o un Rey Jinn,
uno en realidad no cree en los rumores. Pero no importa, porque tenemos
cazadores fuertes con nosotros. Jacob. —Megan había asentido en
reconocimiento—. Y mi Gerard, y el sobrino de Jacob, Brechin. Además...
tenemos un Ginnaye entre nosotros ahora. Un pura sangre. Jai es más
poderoso que dos de nosotros juntos.
—¿Has oído sobre el miembro del Gremio Escocés —preguntó en voz baja
Callum, el tono bajo de su voz llamando la atención de Ari.
Matt negó con la cabeza, frunciendo el ceño ante el juego. —No. ¿Qué
miembro del Gremio?
—He oído a Scott y Gerard hablando de eso esta mañana. Michael llamó
esta mañana para decir que se había enterado de cosas acerca de los
secuestros y volvería a llamar más tarde, cuando tuviera la información
confirmada. También le dijo a Gerard que algún cazador importante del
Gremio de Escocia, acababa de ser condenado a muerte en los tribunales
de los Jinn.
—Voy a llamar a un cese del fuego en el Festival de Perra de Ari del 2011.
Jai sonrió, sus ojos verdes con chispas de risa. —¿Por qué?
Ella exhaló en gran medida, con las manos y las rodillas temblando. —
Porque realmente necesito un amigo.
—No lo voy a lograr —dijo Ari, con voz temblorosa por la confesión—.
Estamos persiguiendo a Dali y esquivando a mi padre, pero no voy a lograr
salir de esto, Jai. Azazil tiene que tener algo planeado. Y con el tipo de
poder que tengo, no pasará mucho tiempo antes de que el mundo entero
se dé cuenta del Jinn en mí ¿y entonces qué? Soy una fracasada. Estoy
tan muerta. —Se atragantó, el miedo apretando sus pulmones y
entumeciéndole las piernas.
Jai tragó y Ari sabía que si tuviera las manos libres las frotaría en su cabello
con malestar. —No quiero que te lastimen tampoco —susurró la confesión,
con los ojos cayendo a su boca. Su mirada afilada mientras sus labios
temblaban y escuchaba su respiración. Dios, el sonido era caliente. El aire
cargado de inmediato entre ellos y su respiración se hizo más profunda, su
cuerpo tenso. Jai se inclinó hacia adelante, apretando su agarre alrededor
de sus manos.
Gerard asintió con la cabeza, su cara seria. —Me imagino que sí. Él todavía
puede estar presente. Fue su último intento y es tu estado de origen.
—Utukku —la corrigió Jai—. Hay seres benévolos y seres malvados. Los
Utukku benévolos se llaman Shedu y velan por los muertos, que se instalan
en los cementerios, etc; asustan a los vándalos, y los malos se llaman
Edimmu y persiguen en los cementerios, atacando a cualquiera que se
atreva a entrar. —Miró a Gerard con un cansancio que se estaba
volviendo demasiado familiar para Ari. Quería abrazar a su amigo, no
importa cuán amargo sabor tuviera la palabra en su lengua—. Me da la
impresión de que ustedes tienen que manejarlo antes de que podamos
salir.
Con una sensación horrible creciendo en su interior, Ari vio cómo Jai
respondió:
—Por supuesto.
—¿Estás listo para hacer esto? —preguntó, haciendo caso omiso de Ari
como lo había hecho durante todo el tiempo que Ari había estado con el
Gremio.
Jai asintió con la cabeza y miró a Ari. —No tomará mucho tiempo.
Ari suspiró, frotándose con una mano su rostro mientras ellos salían de la
habitación. Eres tan paranoica.
L
as puertas estaban cerradas, las ventanas selladas, la habitación a
oscuras excepto por una gran vela en el suelo entre las dos tumbonas.
Se quedó al otro lado de El Rey Rojo, su hermosa y larga figura
envuelta en un vestido rojo que hacía juego con su cabello. Sus exquisitas
facciones estaban iluminadas por el resplandor del fuego y Rojo sintió la
familiar atracción de nostalgia. No era a menudo que él llegara a verla.
Era una lástima que estuviera tan enfadada con él.
—Lo prometiste —le recordó en voz baja, con demasiado miedo de alzar
su voz y ser escuchada. Sus extraños ojos brillaron con decepción e ira
ardiente.
—Por ti —Ella lo fulminó con la mirada, sus largos rizos oscuros cayendo
sobre sus hombros de seda mientras resoplaba con fastidio.
Verdadera tristeza y frustración lo inundaron. —Te dije que eso puede ser
imposible.
Ella sacudió la cabeza. —Tengo que reabastecerme, pero voy a ser rápida.
—Bueno, no puede ser uno del equipo —Ella debe haber visto la tirantez
de sus facciones, la tensión, por sus ojos suavizados—. No significan nada
para mí.
Ella le sonrió con tristeza en respuesta. —Un extraño nombre para darme
pero... me está empezado a gustar.
—Me alegro de que ustedes pudieran lograrlo —sonrió Brett, sus oscuros
ojos cansados y su cara pálida—. Ni siquiera sabía que el bastardo me
tenía acorralado. Rasgó bastante mi pierna y nos viajó hasta aquí.
Estábamos en Utah, por lo que ha sido una gran persecución.
Afortunadamente, decidió ubicarse cerca de ustedes.
Jai frunció el ceño. ¿Estaba asustada? No parecía del tipo de tener miedo.
De hecho, se había vuelto un poco tocadora estos últimos días. Jai estaba
empezando a sentirse como una ama de llaves tratando de evitar las
atenciones indebidas de su amo.
—Es su primer Utukku —le explicó Brett a Jai—. Su primera cacería grande.
Se volvió hacia la chica. —Lo harás muy bien. Sabes que eres asombrosa.
Ella sonrió ampliamente, iluminada con el cumplido. —Lo sé, sólo estoy un
poco nerviosa. Pero emocionada. Tengo muchas ganas de terminar con
esto.
—Una vez.
—Está bien. ¿Así que ya sabes que hay que estar pendiente por el
descenso de temperatura cuando está en la vecindad?
Jai miró la caja. El nombre en inglés de la caja era un Secretum y esos eran
muy raros. Fueron creados a partir de la madera de un árbol Conessi,
empaquetados con corteza tellicherry y harmal, y también tratados con
harmal. Un Jinn lo suficientemente fuerte podría atrapar a otro Jinn menos
fuerte dentro de la caja, y una vez encerrado allí era imposible para los
Jinn salir. Un Utukku podría quedar atrapado dentro de ella, pero Jai nunca
lo había intentado antes. —¿Quieres que ponga esta cosa en
un Secretum?
Se dieron media vuelta como uno solo y Jai dio un paso adelante,
poniéndose a sí mismo entre la voz y los cazadores de El Gremio. Sentado
sobre una lápida grande estaba el Utukku. Era más pequeño que el
hombre promedio, pero sus escamas, y extremidades de barro verde eran
largas y delgadas. Los miró con ojos amarillos parpadeando
constantemente y una sonrisa amplia, como la de un león. Manojos de
cabello blanco sobresalía de su cabeza en mechones largos y uñas negras
se enroscaban en la punta de sus dedos a medida que este le hacia un
gesto con la mano a ellos, sonriendo, las encías de color rosa y negro
visibles cuando les destelló una sonrisa de dientes agudos, negros. —Alú a
su servicio —Él disparó una mirada detrás de Jai—. Bueno, he hecho mi
parte. Ahora tú has lo tuyo.
Oh, mierda.
¿Por qué él idiota no había visto eso? Se suponía que él era el inteligente.
Visiones de encontrar su cuerpo sin vida cruzaron por sus ojos y Ari empezó
a entrar en pánico.
No, no, cálmate. Sacudió la cabeza. Estoy actuando como una loca.
¿O lo soy?
Sólo había una manera de sentirse mejor y eso era ir tras Jai y ayudarlo. Si él
estaba bien y la enviaba de vuelta entonces ella le obedecería. Por una
vez. Sólo tenía que saber que todo estaba muy bien. ¿Debería decirles que
me voy?
Nah.
—¡No hay vuelta atrás para esto, Jai! —gritó Anabeth maniáticamente—.
¡Él quiere que desaparezcas!
Le lanzó la bola de fuego y Ari no tuvo tiempo de darle una orden, no tuvo
tiempo de detenerla. En vez de eso usó el Peripatos, fuego adentro y
afuera, el vértigo abrumándola… y luego el dolor al interponerse entre la
mágica arma y Jai, apareciendo en el camino de la bola de fuego. Se
sintió como si un hoyo de calor la hubiera perforado. Su pecho ardió en
agonía. No podía respirar. El estrellado cielo sobre ella parpadeaba sin
hacer movimiento alguno mientras Ari trataba desesperadamente de
respirar. Lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras todo su cuerpo se
retorcía de dolor, sus extremidades retorciéndose, sus puños apretados
mientras caía al duro suelo. Sus pulmones de pronto se abrieron, pero ser
capaz de respirar le hizo ahora concentrarse en el insoportable ardor en su
pecho. Se extendió en su sangre y en todos sus nervios. El cielo se puso
borroso, oscuridad arrastrándose en los bordes de su visión mientras su
cerebro trataba de apaciguar lo que no podía soportar.
—Te… te… —Se ahogó con la sangre—, te ordeno que dejes a Jai ileso —
susurró y la oscuridad finalmente ganó.
La magia en las espadas que lo tenían sujeto era fuerte y Jai estaba débil.
Esa esmeralda en la mano de Anabeth no era normal. Era una esmeralda
del Monte Qaf. Alguien los había traicionado.
Podía ver a Ari tirada en el piso en el lugar donde había recibido el disparo
que se suponía iba dirigido a él. Un tiro que lo habría matado. Eso podría
estarla matando ahora. Sin embargo el dolor de Jai crecía levemente
cada vez que tratada de moverse, para acercarse a ella. Mientras
Anabeth se dirigía a ella con sus extremidades temblorosas.
Ahora Ari temblaba con fuerza y Jai se tragó otro grito de dolor al tratar de
alzar su brazo izquierdo.
—Te… te… —se detuvo al dejar una horrible tos salir. Jai sintió el pánico
apretar en su pecho—. Te ordeno que dejes a Jai ileso. —Las roncas
palabras de Ari susurraron en sus incrédulos oídos y se congeló cuando
todo su cuerpo quedó inmóvil.
—¡No! —gritó, sintiendo el temor matándolo aún más que el dolor físico—.
¡No! ¡Ari!
Y antes de que Jai le rogara para que lo liberara y así pudiera salvar a Ari,
Anabeth entró en el Peripatos. Cuando los últimos siseos de las llamas
cesaron Jai se quedó acostado en un enfermizo silencio y maldijo a Ari por
poner su vida antes que la de ella. Furia e impotencia se extendieron en él
y toda su magia explotó telepáticamente.
Jai contuvo las lágrimas que amenazaban con caer mientras trataba de
obtener una mejor vista de ella.
Los ojos del Rey Rojo brillaron ante las noticias mientras tomaba
cuidadosamente el cuerpo de Ari en sus fuertes brazos. Se dirigió hacia Jai,
mirando las espadas.
El Rey Rojo lo agarró sin dejar caer a Ari. Sus facciones estaban apretadas.
La idea de usar el Peripatos casi dobla las rodillas de Jai. Sudor y sangre
caían por su cuerpo mientras se giraba a ver la figura inconsciente de
Brett.
—El cazador. No tiene nada que ver en esto. Creo que… —Se detuvo,
respiró profundamente—. Fue sólo Anabeth.
É
l pudo haber prendido fuego al Monte Qaf con su furia, abriendo un
camino desde un extremo del nunca al siguiente. En vez de eso, Rojo
dejó que el enojo se enfriara dentro de él, la calma llevándolo a la
persona que seguramente tendría la respuesta.
Ari viviría.
—Si dijera que sí, ¿qué harías? ¿Saldrías a toda carrera de aquí y lo
golpearías hasta que fuera una masa de sangre?
—No fue tu hermano —Azazil le indicó que se fuera, las joyas sobre sus
dedos brillando en la escandalosa luz cegadora del gran salón. Un familiar
zumbido de energía pulsó en la parte trasera de Rojo mientras Azazil los
envolvía en la intimidad. Su padre odiaba tener a cualquiera dentro de su
cabeza y rara vez usaba la telepatía. La mirada del Sultán se estrechó
hacia su hijo.
Era difícil sorprender a un Rey de los Jinn pero eso lo hizo. Rojo negó con su
cabeza en confusión.
—Mi Teniente decidió que sería divertido unirse a la fiesta. Sus palabas, no
las mías —La mandíbula de Azazil se apretó con emoción antes de limpiar
su existencia—. No te concierne, hijo. Lidié con Asmodeus y he recibido su
promesa de no interferir en estos asuntos de nuevo.
—Mi pregunta es… ¿por qué Asmodeus creyó que matando a Jai crearía
tanto caos para Ari?
Porque se aman.
—Jai es un protector fuerte para Ari. Sacarlo hubiera hecho el juego más
fácil para el Rey Blanco y Dali.
Azazil sonrió pero era una maliciosa sonrisa, como un cuchillo afilado.
Sin necesidad de decirlo dos veces, Rojo midió los pasos hacia el Peripatos
mientras su corazón le ordenaba que corriera.
Jai se sentó en la cama gemela opuesta, mirando a Ari dormir. Había
estado inconsciente por treinta y seis horas, pero el sanador de Rojo, un
Jinn sorpresivamente joven, había hecho maravillas en él y en Ari.
Él no sabía sobre Ari, pero Jai se sintió casi al 100% de nuevo. El Gremio
estaba empacando. Podía oír los sonidos de movimientos y las cadencias
de altas a bajas voces haciendo ruido a través de la pared mientras ellos
se preparaban para irse para Ohio. No era de extrañar que fueran
discretos en estos momentos, sintiéndose incómodos y culpables por la
traición de Anabeth. Jai no los culpaba. El culpaba al hijo de puta cuya
traición venía del Monte Qaf.
Había saltado al frente de una versión Jinn de una bazuca para salvarlo.
—Trey.
—Es así de simple —Trey escupió en el teléfono y Jai casi saltó hacia atrás,
sorprendido por su vehemencia—. Ellos te golpearon brutalmente y él dejó
que pasara. Por años. Pero ella casi muere para salvarte. Aquí hay una
decisión correcta y una equivocada, Jai.
Un suave gruñido de los labios de Ari lo hizo detenerse y Jai se paró, viendo
como ella se movía en la cama, su cabeza girando, abriendo sus ojos en
ranuras estrechas hasta que se amplió a la vista de él, de pie ante ella.
—¿Estás bien?
—Estoy bien.
Ari observó a Jai como si fuera el primer hombre que alguna vez hubiera
visto. Alivio vibraba a través de ella mientras agarraba con más fuerza su
brazo.
—¿Qué pasó?
¡Quiero que me digas gracias por salvar tu vida! Quiero que digas, Ari, ¡lo
entiendo ahora!
—Estaba tan preocupado —dijo Charlie con la voz ronca, el ruido de sus
palabras cosquilleando su oreja.
—Estoy bien —Le dio otro apretón y se apartó sin dejarlo ir. Ella todavía se
sentía un poco inestable de pie.
Ari apenas tuvo tiempo de reconocer al Rey Rojo, con una sonrisa de
gratitud, él le había salvado la vida, cuando Fallon le dio un puñetazo
juguetón en la parte superior del brazo.
—Mírate —Sonrió—. Sobreviviste a un Haqeeqah. Creo que he encontrado
un nuevo dios para adorar. —Ella inclinó la cabeza con una chispa
insolente en sus ojos.
—¿Haqeeqah?
Su tío sonrió con indulgencia y Ari atrapó esa mirada rápida de ternura que
trató tan difícilmente de ocultar. ¿Estaba llegando a confiar en él después
de todo?
—Es una mujer, seguro. Es la esencia del poder de una esmeralda tallada
en el propio Monte Qaf. Es pura en su origen, su poder. Tan pura como la
verdad.
—Sí.
—¿Así que eso es todo? Es ridículo. ¿Cómo se supone que salvemos a Ari
no de uno, sino de tres enemigos, y sin siquiera saber quién fue el último?
Empezaron a hablar uno sobre el otro, y la cabeza de Ari palpitaba con sus
argumentos.
La sonrisa de Rojo cayó mientras él le dirigía una rápida mirada a Jai antes
de volver a ella. Tú lo hiciste. No yo.
Ari.
Sí.
Es por eso que él fue herido. Trataron de usarlo en contra tuya. Tienes que
esconderlo. Cómo te sientes.
Una sonrisa cruzó el rostro desenfadado del Rey Rojo y aplaudió con las
manos para acallar las disputas.
—Suficiente. Un enemigo a la vez. Y parece que Ari está lista para patear
algunos traseros.
—Ya han oído a nuestro señor —bromeó—. Vamos a dejar esto atrás y
golpear al menos a uno de estos chicos.
Capítulo 25
¿Puedes cazar a un cazador?
S
entada en otra habitación que no era la suya, Ari miró a la ventana
deseando poder mirar fuera de ella. Pero ellos estaban tomando
precauciones adicionales para asegurarse que Dali, y nadie más,
conociera hacia dónde había desaparecido Ari, así que ella tenía que
permanecer invisible. Estaba aburrida. Jai la estaba evitando y Charlie se
había quedado dormido en la cama junto a ella. La energía de la Srta.
Maggie zumbaba en la habitación dejándola saber que ella también
estaba cerca. Charlie había sido demasiado atento y Ari sabía que se
sentía culpable acerca de perderse a sí mismo tanto en aprender a ser un
Sorcerer, que ni siquiera sabía que Jai había salido de cacería, y mucho
menos que Ari le había seguido a su cercana muerte. Por supuesto, no era
culpa de Charlie, pero Ari no estaba por encima de la retención de esas
palabras actuales siempre y cuando esto significara que él estaba distraído
de satisfacer demasiado el poder adictivo que había deseado. Ella se giró
para mirarlo con cariño, sus largas piernas colgando del extremo de la
cama. No podía ser cómodo. Un suave ronquido soplaba entre su boca
perfecta y Ari sintió una ráfaga de alegría al verlo así. Ella extrañaba su
amigo. Ellos no hablaban ya acerca de cosas ordinarias, como libros,
películas y música. En su lugar Ari se sentaba a la espera de que Charlie
bajara de su último subidón mágico. La última había sido montando el
Peripatos con El Rey Rojo. Para obstaculizar la posibilidad de que alguien
los siguiera, Rojo había ofrecido llevar a Charlie hasta el hotel en el que se
alojaban en Cleveland usando el Peripatos así que Dali no usó a Charlie
para seguir a Ari.
Ari había hecho una mueca, sus manos en jarras. —¿Y no podías haber
ofrecido hacer eso antes? ¿Cuándo tuvimos que tomar un vuelo hacia L.A
o Phoenix?
El Rey Rojo sonrió sin pedir disculpas. —Bueno, pensé que ustedes chicos
necesitaban un tiempo de calidad juntos. Las cosas han estado tensas.
—Tensas mi trasero. Haces cosas cuando deseas hacerlo, sin ton ni son
¿cierto?
Ari suspiró y miró el reloj por millonésima vez. Jai estaba en la habitación de
al lado. Esperando también. El equipo estaba tomando un avión. Pronto
estarían allí y las cosas podrían ponerse en movimiento otra vez. Ella tendría
algo en lo que concentrarse, en lugar del hecho de que Jai se tensaba
cada vez que lo tocaba o que su corazón retumbaba incluso peor de lo
que solía, cuando él la miraba. Incluso ahora tenía plena consciencia de
él, en la siguiente habitación del hotel, sus orejas se agudizaban para
escuchar algún tipo de movimiento. Inquietud vibraba a través de sus
venas. ¿Ella había hecho un giro de 180ª? ¿Realmente había venido a
través de todo esto para volver a estar suspirando por un chico que no la
amaba? Seguramente no. Bueno, sí y no. Era estúpido pensar que ella
podía simplemente apagarlo. Ella ni siquiera podía hacer eso con Charlie,
pasó un dedo sobre su apuesto rostro dormido. Podía tratar de continuar,
sí, pero no podía mentirse a sí misma. Ella amaba a Jai. Un aplastante,
desgarrador, impresionante tipo de amor y lo que había sucedido había
cambiado su perspectiva en todos los aspectos otra vez.
Quizás ella no tenía ninguna posibilidad en este tira y afloja del Seal. Tal
vez ella iba a morir.
Sin embargo, El Gremio tenía razón. ¿No era mejor morir luchando por
algo, por la gente que amaba, que renunciar por un trágico final?
—¿Y lo has hecho? —Su voz estaba ronca bajo la pesadez de la pregunta.
—Creo que puedo —le dijo a Charlie y vio como él parecía derretirse bajo
su admisión—. Pero, eso no significa que estoy de acuerdo contigo.
Estuvieron tranquilos un momento, el pulgar de Charlie deslizándose sobre
su palma. Sus manos eran sólo un poco más suaves que las de Jai, se dio
cuenta ella.
Ari pensó en Fallon, quién había sido infeliz al ser dejada atrás con su
equipo en el avión. Ari había visto como Fallon le había dado a Charlie un
abrazo y murmurado algo en su oído. —Así que… —Ella le sonrió
descaradamente, incapaz de evitar un poco de incomodidad y un tanto
de celos en sus palabras—. Tú y Fallon. A ella le gustas.
—Graciosa.
—Entonces… —Ari lo golpeó más duro con su hombro—. ¿Algo pasa allí?
—¿Ari…?
Dios, ella no podía dejarle seguir pensando que había esperanza. El dolor
por él torció su intestino mientras lo miró, mirando profundamente en sus
ojos. Tenía que hacerle entender.
Para su disgusto, Ari tenía que escuchar a la razón por una vez.
Desde allí, ella escuchó mientras los equipos se reunían, sus ojos
dirigiéndose inconscientemente hacia Jai cada dos segundos. Él miró y la
capturó viéndolo y el aliento salió con un zumbido mientras sus miradas se
trababan. Ella sintió sus entrañas calentándose bajo su mirada insondable y
en el fondo sabía que estaba de alguna manera incluso más atada a él
por haber salvado su vida.
Amarlo.
Ari se tranquilizó mientras se observaban el uno al otro. Por una vez, sus
hermosos ojos verdes no estaban cuidadosamente en blanco. Había
desconfianza, confusión. Miedo tal vez. Lentamente levantó una mano, sus
dedos cepillando su mejilla, curvándose a lo largo de la línea de su
mandíbula y entonces alrededor de su oreja. Ari se estremeció ante su
toque, esperanza, no deseada, pero floreciendo sin embargo, en su
interior.
Ella fue cortada por la puerta abriéndose de golpe y dos miembros del
personal entrando empujando un carrito de refrescos. Increíblemente
molesta, Ari sofocó su irritación y en su lugar disfrutó de la sensación de la
mano de Jai en la suya mientras él la llevaba fuera de la habitación.
E
l corazón de Jai estaba golpeando contra sus costillas, la sangre
corriendo en sus oídos, todo su cuerpo vivo con el golpe y la
adrenalina. Había estado así desde que habló con Ari en la sala de
conferencias. Mirándola, viendo como sus ojos verdes, azules, dorados y
avellana brillaban con preocupación por todos, por él, mientras
escuchaba al Gremio planificar sus intentos de atrapar a Dali sin ella, este
sobrecogedor sentimiento lo había golpeado, congelándolo en su silla.
Luego ella lo había mirado, sus emociones abiertas y sangrando sobre la
mesa. Jai nunca se había sentido tan querido o necesario en toda su vida.
Y sabía que nunca necesitaría o querría de la forma en que quería y
necesitaba a Ari. Todo este tiempo había intentado convencerse a sí
mismo de que sólo se preocupaba por ella como lo haría un amigo. Que
sería feliz mientras supiera que estaba a salvo y viva en algún lugar, incluso
si él no llegaba a verla. Pero eso no era cierto. La idea de algún otro
hombre tocándola, besándola, protegiéndola… eso… eso lo mataría. Dolía
físicamente.
Y ella lo quería.
Trey tenía razón. Había sido un idiota por pasar eso por alto.
—Este lugar apesta —gritó Fallon por sobre la música desde la esquina
oscura en la que estaban, atrayendo los pensamientos de Jai de regreso al
problema entre manos.
Antes de que pudiera hablar con Ari acerca de ellos dos, tenía que librarse
del hijo de perra que estaba cazándola. El Club A era un bonito y gran
club R&B en el Distrito de los Almacenes. Hasta ahora, Jai no había visto
nada sospechoso y no sentía la presencia de un Jinn. Por otra parte, puede
que Dali haya sido lo suficientemente poderoso como para aprovechar El
Manto. Estar de pie en la esquina del club los estaba haciendo poco
visibles.
Fallon extendió una mano para Charlie y luego levantó una ceja hacia él
cuando no se movió.
Con una ceja levantada, Jai miraba asombrado mientras Charlie reía entre
dientes y respondía mientras la seguía—: No tienes idea.
No sabía si estar feliz por haber cargado con el chico para así poder
observarlo o si estar molesto por no poder deshacerse de él.
—No, lo siento.
Pasando una mano por su cabeza en un signo de exasperación, Jai miró
alrededor para decirle a ella que fuera cuidadosa, cuando vio un
movimiento en la parte posterior del club. Agudizó su mirada Jinn y vio una
puerta abierta, el rostro de una chica, una mano puesta sobre su boca. La
puerta se cerró de un golpe.
De pie frente a ellos estaban tres hombres, una mujer y uno de los hombres
tenía sus brazos alrededor de una joven chica, alguien inocente. Una
mano estaba sobre su boca y la otra sostenía un cuchillo contra su
garganta.
Así que Dalí era un cobarde, reflexionó Jai, seguía enviando humanos para
hacer su trabajo sucio. Aunque algo le preocupaba. La forma en que los
atacantes se paraban. Como si hubieran estado esperándolos. ¡Todo era
una maldita “trampa”!
—Esto no está bien —susurró Fallon, llegando a la misma conclusión que él.
Al mismo tiempo que sacaban sus armas Fallon dio un paso hacia
adelante antes de que Jai pudiera detenerla. Frotando un gran talismán
azul agitó su mano en el aire, un resplandor de magia cayendo desde ella
como una suave ola chocando contra los atacantes. Ellos dieron un paso
atrás, confundidos y se miraron los unos a los otros. La mujer entre ellos se
encogió de hombros. Con el rostro demostrando concentración, se dio la
vuelta para jalar el gatillo de su Glock. Justo cuando lo hacía, Jai extendió
su mano, moviéndola del codo para abajo como si estuviera moviendo un
bate de béisbol. En cambio, golpeó la barrera de su magia defensiva, por
lo que golpeó como una banda elástica a la mujer, antes de regresar a él.
Dio un paso hacia atrás mientras la mujer volaba por los aires, su arma
sonando pero sin disparar. Cuando golpeó el suelo con un ruido
escalofriante y tranquilo, Fallon le dijo a él suavemente—: Llené sus balas
con agua —Ella sonrió, levantando la obsidiana azul.
—Bien pensado.
Charlie sonrió.
—No han atacado aún —Jai negó con la cabeza—. Tu magia defensiva se
activará tan pronto como ellos ataquen.
Jai reunió su propia magia entre sus dedos y la dejó salir, encontrando los
dos cuchillos. Los humanos gritaron cuando el metal fundido quemó sus
manos. Su miedo era palpable. No era nada menos de que lo se merecían.
—Sí —asintió Jai, dando un paso hacia atrás y dejando que Charlie
liderara—. Ahora puedes golpearlos.
Sola con sólo la Srta. Maggie para hacerle compañía, Ari caminó de un
lado a otro en su habitación del hotel. Los duendes en su estómago
estaban peleando peor que cuando había invitado a Charlie al baile en
noveno grado. Se había demorado tanto en preguntarle, que él ya le
había dicho que sí a Macy McGuire, una bonita chica de su curso que se
mudó de regreso a Columbus unas semanas después del baile. Ari quería
odiar a Macy, pero la verdad es que sólo había estado molesta consigo
misma por demorarse tanto tiempo en reunir el coraje para invitarlo a salir.
Ella se había quedado en casa esa noche en vez de ir al baile, incluso
aunque tres chicos diferentes la habían invitado. Pero Ari no había querido
ir, a menos que fuera con Charlie. Ari sonrió, recordando como Charlie
había aparecido al día siguiente en su casa con un ramillete,
preguntándole si quería ir con él al Baile de Bienvenida el próximo
semestre. No habían ido porque Charlie se resfrió. Entonces, de alguna
forma, bailaron alrededor del otro todo ese año hasta el cumpleaños
número dieciséis de Ari. Para entonces, era demasiado tarde. Le habría
sido mucho más fácil estos últimos dos años si ella hubiera llegado antes a
esa conclusión.
Y ahora Jai. Ari ni siquiera quería creer que él quería hablar sobre lo que
ella quería hablar. Y si él no quería hablar acerca de lo que ella quería
hablar, Ari quería saber que lo había hecho cambiar de parecer. ¿Había
visto la luz finalmente? ¿Estaba por fin dejando el Estado de Negación? Y,
por supuesto, tenía que pensar en Charlie si es que Jai había, de hecho,
dejado el Estado de Negación. A Ari le preocupaba mucho terminar
lastimando a Charlie.
Pero nada de eso importaba cuando ambos, Jai y Charlie, estaban afuera
en algún lugar sin ella, posiblemente siendo pulverizados por ese inepto de
Dali.
Frunciendo el ceño, Ari cruzó la cama para ver qué era lo que la Srta.
Maggie estaba intentando mostrarle. Sonrió cuando lo leyó.
Servicio a la habitación.
—Servicio a la habitación —dijo una suave voz de mujer antes de que Ari
tuviera que preguntar avergonzada quién era a través de la puerta. Jai le
había inculcado esa precaución antes de irse.
—Gracias.
De pronto, Ari se dio cuenta de que no podía sentir nada más. Sus ojos
parecían estar mirando al mundo desde la nada. Era aterrador. Quería
llorar pero su llanto no tenía por donde escapar.
Pasos pesados resonaron y Ari se preguntó cómo podía oír sin orejas.
El pánico desapareció.
Todo desapareció.
El rostro de un hombre.
—Siento que tenga que ser de esta forma, Ari. Pero con el harmal no te
importará. Sólo necesito tu poder, Ari. He deducido que todo está en la
sangre. Si puedo mantenerte aquí bajo el efecto del harmal, puedo drenar
tu sangre y llenar mis talismanes con ella. Con transfusiones continuas de
sangre hay una posibilidad de sacar sangre suficiente como para que dure
toda una vida. Quiero agradecerte por darme esto, Ari. Chica preciosa.
Blanco.
Blanco.
Blanco.
Blanco.
—¿Q
ué estás haciendo aquí? Rojo ardía de indignación,
cerrando las puertas detrás de él mientras entraba en
sus habitaciones privadas. El miedo se agitaba en sus
entrañas al verla allí, tomando tales riesgos.
Brillante miró con incredulidad antes de volver en sí. Usando su túnica y sus
pantalones de cuero ahora, tomó por asalto a Rojo. —¿Cuál es el
significado de esto?
Sin una palabra, Rojo dio un empujón y Brillante se elevó por el aire,
estrellándose a través de uno de los cuatro postes de la cama. Saltando
alto como una araña, Rojo descendió en la parte superior de Brillante, su
mano en llamas conforme le daba un puñetazo a su aturdido hermano,
antes de que siquiera pudiera defenderse a sí mismo.
—¿Dónde está él? —gruñó el Rey Rojo— ¡Él tiene a Ari! ¿Dónde está?
Rugiendo con frustración, Rojo lo golpeó otra vez, sólo para encontrarse
volando hacia atrás mientras Brillante finalmente se unía a la pelea. Con
flamas reales ardiendo ahora, vidrio fundiéndose, las cortinas ardiendo, la
madera se encendió, mientras intercambiaban golpe por golpe,
negociando con puñetazos estilo Jinn, como no lo habían hecho en
cientos de años. Y no estaba llevando a Rojo a ningún lado. Estaban muy
parejos en la pelea.
—Sólo dímelo —Rojo respiró después de veinte minutos, con sangre
brotando de su ceja cortada, su cabeza oliendo a l hedor nauseabundo
de cabello chamuscado.
—Nunca. Cuando descubrí que Dali tomó todos mis poderes persuasivos
para hacer que confiara en mí otra vez. ¿Realmente crees que me
comprometería diciéndote dónde tiene a la chica? Un padre orgulloso
nunca lo haría —Brillante sacudió su cabeza, todavía sonriendo.
Vadit, la mascota del Rey Blanco. Un particular cruel Nisnas. Pero por
supuesto, él había sido entrenado de esa manera por su maestro. —Vladit
aquí va a morderte, hermano, hasta que me digas dónde está Ari. ¿Tú
mestizo realmente vale los meses de soportar la agonía de que los
miembros te vuelvan a crecer?
El Rey Rojo tenía que dejarle esto a su hermano. Su control de la calma era
muchas veces más aterrador que las airadas amenazas de Azazil.
—¡Él es mi hijo, Blanco! —gritó Brillante— Quiero lo que es mejor para él.
¿Seguro puedes entender mi orgullo? Era un plan de entretenimiento que
se le ocurrió, pero no hay nada de malo en él. Todos sabemos que no va a
tener éxito.
Por una vez, la frustración era evidente en los ojos del padre real de Ari. Él
sacudió su cabeza, sus labios fruncidos. —Ve. Puede que no me importe lo
que le pase a alguien más alrededor de ella, pero quiero que ella se
mantenga a salvo y viva, incluso si significa empujarla aún más en tus
manos —Sus ojos brillaban con una intención malvada—. Sólo por ahora.
Hermano. Recuerda eso. —Levantó sus ojos negros hacia Brillante—. De
todos modos, Brillante y yo no hemos terminado de hablar.
Y
a con la adrenalina alta por la magia usada luchando contra los
humanos, las farolas se apagaron ante Charlie como faros de brasas
burlándose de su sed. Charlie no podía entender completamente lo
que el Rey Rojo les estaba diciendo. Se paró ante ellos en el callejón, su
brillante cabello rojo tensándose sobre su espalda y, sin embargo, ahora
distrayéndolos con su rudeza mientras estaba ahí de pie con una camiseta
negra, vaqueros negros y botas de combate negras. Los fieros ojos del Rey
Rojo se dirigieron hacia Charlie, sus palabras haciendo que su corazón se
acelerara a un nivel mayor al que ya estaba.
—No sentí nada en el rastro —medio dejó salir Jai, confusión y miedo en sus
ojos.
—Tomaré a ésos dos —El Rey Rojo hizo una ademan hacia ellos y Charlie se
dio cuenta de que el Jinn se refería a llevarlos por medio del Peripatos, y su
conciencia dio un giro cuando la emoción se disparó hacia la idea.
—¿Dirección?
—Hagámoslo.
Como antes, Charlie se asustó un poco ante las llamas que azotaban pero
no quemaban cuando el Rey Rojo palmeó su hombro y lo llevó por el
Peripatos. Era como montarse en una muy larga montaña rusa, el viento
golpeando su cuerpo, quitándole el aliento. Los colores se difuminaron en
uno solo y sus oídos casi sangraron por el rugido del viento.
—¿Cómo quieren hacer esto? —les preguntó el Rey Rojo a los tres.
El Rey Rojo le dirigió una mirada a Jai y Jai le respondió con una casi
arrepentida.
—Hecho —El Rey Rojo asintió y, sin mucho como advertencia, alzó sus
manos y las puertas de vidrio se rompieron, cayendo sobre ellos y en el
suelo como granos de suave arena—. Hagámoslo. —Rojo se adelantó justo
cuando una mujer salía por la puerta con un arma. Con un golpe de su
mano contra el aire en frente de ella, sus ojos se giraron hacia su mano y
luego colapsó en el suelo. Charlie, Jai y Fallon entraron sin tener que alzar
un dedo mientras que el Rey continuaba con su línea de defensa. Tres
cuerpos ya estaban a su paso, mientras estaban de pie en una desolada
recepción.
—Siento algunas energías —El Rey Rojo se giró para mirar a Jai—. ¿La
sientes entre ellas?
Cuando Jai asintió, Charlie sintió su interior apretarse. Jai conocía tan bien
a Ari que podía sentir su energía individual desde la distancia y el Rey Rojo
no podía. Intentó anular sus celos.
—¿Por dónde?
Con un último sonido, las puertas del elevador se abrieron y seis cuerpos
dispararon sus armas de fuego. Las balas se encontraron con un escudo
invisible que brillaba del color del fuego cada vez que alguna lo
impactaba y mientras Charlie miraba al Rey Rojo con maravilla y temor, se
dio cuenta de que probablemente no habrían sobrevivido al intento de
rescate sin él.
Dándose cuenta de que las armas eran inútiles, los atacantes tiraron sus
automáticas, dos de ellos sacando cuchillos, tres de ellos inclinando sus
cabezas para concentrarse. Chispas llenando el aire en sus palmas.
—Jinn de rango inferior —se burló el Rey Rojo—. No tienen idea de con
quién se están metiendo. —Ante ese anuncio en forma de gruñido, el Rey
Jinn dio un paso atrás y sonrió burlonamente hacia Jai—. Deshazte de ellos.
Jai voló hacia el primer Jinn, sus ojos ardiendo, su puño embistiendo en un
gancho. Se dio la vuelta, derribando a un humano con una patada
giratoria que Charlie siempre había admirado de las películas de artes
marciales.
Él esperó.
Fuera de combate.
Ari estaba atada a una silla, justo como las otras chicas. El corazón de
Charlie se detuvo. ¿Estaba muerta? Ante una oscilación de movimiento en
la parte superior de su visión, los ojos de Charlie se movieron rápidamente
de ella para ver a un chico introduciendo un código en la pared junto a la
puerta.
¿Dali?
Charlie dio un vistazo a Jai, pero éste sólo tenía ojos para Ari.
Él estaba sobre ella antes de que alguno pudiera detenerlo, sus manos
apretadas alrededor de su garganta. Murmuró algo y aterradoras venas
brotaron del rostro de Fallon, sus ojos se abrieron mientras sus manos se
clavaban en la suyas.
Charlie no pensó.
Sólo reaccionó.
Sus piernas lo llevaron al otro lado del laboratorio más rápido de lo que
pensaba que podía moverse. Su puño tomó la moneda de plata que
colgaba de su cuello y la imagen de una daga de plata que Jack tenía en
su baúl de armas llenó su mente hasta que el frío metal llenó su mano. El
aliento de Charlie se deslizó por el cuello de Dali, su codo se lanzó hacia
atrás y luego se hundió profundo, con fuerza, la hoja desgarrando carne y
músculo. El cuerpo de Dali flaqueó, asfixiadas respiraciones llenaron el aire.
Charlie tiró su brazo hacia atrás, caliente por la sangre y el arma homicida
que se retiró del corazón de Dali. El Sorcerer cayó hacia atrás contra el
cuerpo de Charlie y él retrocedió de un salto, dejando que cayera con un
ruido sordo al piso, los ojos sin vida de Dali mirándolo directamente.
Está muerto.
Lo maté.
—Está muerto.
—Me salvaste.
—Te salvé.
—Sí, gracias.
—¿Va a estar bien? —preguntó roncamente, sus ojos brillando con temor.
—Estará bien. La droga dejará su sistema en algunos días y saldrá ilesa. Sólo
necesita descansar y deben tener mucha paciencia. Denle tiempo para
despertar. Lo hará cuando esté lista.
Por alguna razón, Jai sintió un destello de culpa cuando se dio cuenta de
que Charlie se había enterado de sus sentimientos, Jai no quería herir a
nadie. Negó con su cabeza.
—Aún no.
A
ri se despertó durante la noche en una habitación poco familiar. El
pánico se apoderó de ella mientras las imágenes de las caras de
un hombre y una mujer chocaron con imágenes de sangre,
químicos y sentimientos de impotencia y desesperación. Una mano
tranquilizadora se presionó contra su frente y Ari encontró su mirada con la
de Fallon. La joven le explicó todo. Que Ari había sido tomada por Dali y
que él había estado intentando desviar su sangre para usarla con un
talismán para tratar y recrear el Seal. Fallon, Jai, Charlie y El Rey Rojo
habían iniciado una misión de rescate. Dali casi había matado a Fallon.
Charlie había matado a Dali rescatando a Fallon y ahora estaba teniendo
un momento difícil lidiando con ello, pero Fallon y Jack estaban haciendo
su mejor esfuerzo para ayudarlo a llegar a un acuerdo con lo que había
pasado. La ansiedad inundó a Ari pero Fallon no tomó un respiro para
permitirle procesar la información. Jai no dejaba el lado de la cama de Ari
y Fallon había tenido que amenazarlo con una patada en sus partes
nobles para hacerlo irse así ella podía dormir un poco. Estaban en un hotel
diferente. Todo el Gremio estaba esperando a que despertara. Estaban
preocupados por ella. Eso era lindo. Sin embargo Ari estaba tan cansada.
Sus ojos revoloteaban cerrándose y vagamente pensó en lo bueno que
era sentir sus miembros otra vez…
Lilif.
—Por supuesto que no. Sabes lo que quiero decir. Somos tan diferentes. Soy
tan…
Ella carraspeó.
—Cierto.
Él se encogió de hombros.
—Juntos lo equilibramos.
Como si no hubiera escuchado sus palabras, Lilif lo miró de nuevo, sus ojos
muy abiertos y suplicantes.
—Lo que sea que pase, prométeme que siempre estarás allí para mí. Por
cualquier cosa que necesite de ti. Promételo —insistió.
Sabiduría destelló en sus ojos jóvenes mientras caminaba hacia ella con
arrepentimiento, su expresión triste.
—No puedo hacerte esa promesa. Te quiero. Pero no puedo hacerte esa
promesa.
—No.
—No.
—Ari.
—No.
—Hola.
—Siempre está esta Jinn. Hermosa, de cabello oscuro largo. Ella es una
inmortal. Y hay otro chico con el que siempre está peleando. Cuando me
mostraste la pintura de Lilif, la interpretación del artista de ella de verdad se
parecía a esta Jinn de mis sueños.
—¿Estás soñando con Lilif? ¿La primera de las Lilif Jinn? ¿La madre de los
Siete Reyes de Jinn?
Ari asintió.
—Eso creo.
A pesar de que Rojo había salvado sus vidas numerosas veces ahora Ari
seguía dudando.
Jai se congeló.
—No lo sé.
—Charlie estará bien. Está lidiando con ello. Ayuda que los Roe estén
tratándolo como a un héroe por salvar a Fallon y ayudándolo a entender
que fue en defensa propia.
—¿Estás orgullosa como “una chica que está enamorada de él” o como
“una amiga puramente platónica”?
Ari reprimió una risa ante la pregunta inesperada. Jai estaba terriblemente
conversador e inquisitivo hoy.
Su corazón palpitó.
—Deberíamos esperar…
—Mentí antes. Nunca fue tan sencillo como una atracción entre nosotros.
Siento que me tomara tanto admitirlo. Siento que me tomara tanto…
escogerte.
—¿De verdad?
Jai rió.
—¿Qué? ¿Llevado? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Quiénes son “ellos”?
Lleno de calma, el Rey Rojo dio un paso casual hacia adelante, aunque
sus ojos estaban llenos con lo que Ari asumía era simpatía.
¡Imposible! Habían sobrevivido a Dali, que había cazado a Ari, ¡una híbrida
de un Rey podía añadir!, ¿y uno de los suyos iba a ser castigado por
detenerlo? De ninguna maldita manera. Furia y determinación succionaron
el cansancio de su cuerpo y Ari alejó las sábanas con una cantidad
impresionante de energía.
—Tenemos que ir allí. Ahora —gruñó cuando nadie se movió.
Eso significaría vivir bajo el mismo techo que Azazil. Un frío helado y
profundo se deslizó sobre ella y Ari luchó por sacudírselo. Se encogió de
hombros sin poder hacer nada mientras levantaba la mirada hacia los ojos
preocupados de Jai.
—Es Charlie.
—El Rey Brillante estará dirigiendo el juicio, así que digamos que tenemos
una oportunidad.
—Mis padres no me dejarán ir al Monte Qaf —Se giró hacia Ari—. Él salvó mi
vida, Ari. Tienes que salvarlo.
—No te preocupes —le aseguró Ari, sintiéndose más valiente ahora que
estaba luchando por alguien más—. Moriré intentándolo.
Epílogo
Llamas Gemelas
Traducido por Mari NC
Corregido por Haushiinka
L
a última vez que Ari había estado en el palacio sólo había visto una
habitación. Había sido la gran sala de recepción del Sultán con todo
ese vidrio confuso y frío como el hielo. El Monte Qaf ya no se sentía frío
para ella a pesar de que se le aseguró que el reino estaba todavía al final
del invierno. El despertar de la sangre Jinn había cambiado eso. Se sentía
perfectamente cómoda, en lo que respecta a la temperatura, de pie en
una pequeña sala de recepción del palacio en vaqueros y camiseta. La
ducha que había tomado en el hotel había sido la más rápida alguna vez
y ella apenas se había dado a sí misma el tiempo para decir un adiós
rápido al equipo de cazadores antes de aceptar la convocatoria que Rojo
conjuró y que la llevaría al Monte Qaf junto con Jai. La Srta. Maggie había
sido dejada y ya Ari extrañaba su reconfortante presencia. Una vez más su
poltergeist la había protegido, alertando a Rojo de su secuestro. Ari estaba
empezando a desear poder conocer al Ifrit de verdad. Ahora que Ari no
estaba tan ciega de dolor por Derek, incluso estaba empezando a
preguntarse ahora por qué el Ifrit tenía tantas ganas de protegerla.
—¿Qué?
—Me sorprende que dijeras que sí —El Rey Rojo estrechó sus ojos, una
pregunta en sus palabras.
¿Sí?
—Bueno —El Rey Rojo caminó hacia adelante, colocándose entre ellos y
Asmodeus—. Gracias por la bienvenida, Asmodeus. Voy a llevar a nuestros
huéspedes a mis aposentos ahora.
—Te quedarás al lado de Ari todo el tiempo que estemos aquí, Jai,
¿entiendes?
—Sí, Su Alteza.
—Y Ari —Rojo giró haciéndolos detenerse. Su rostro era duro y más frío de lo
que Ari había visto alguna vez—. Si te encuentras a solas con Asmodeus, y
por sola quiero decir incluso si Jai está contigo, me llamas. ¿Entiendes?
—¿Él es peligroso?
Piel de gallina se levantó en sus brazos y Jai deslizó una mano alrededor de
su espalda, atrayéndola hacia su lado. Ella sonrió débilmente pero con
gratitud. Demasiado estaba sucediendo.
El miedo estaba desesperado por tomar el control de ella, así que Ari se
concentró en pensar en Charlie, dónde estaba en este momento y lo que
le estaba pasando. El temor se disipó repentinamente mientras ese nudo
en su pecho latía y se apretaba, separándose a sí mismo de ella,
empujándola hacia fuera, tomando el control. Las emociones de esto la
inundaron y Ari luchó para sacudírselas. Ella respiró hondo, sintiendo la
mano de Jai presionar con más fuerza contra su espalda. De vuelta en
control, Ari todavía sentía tentáculos de la oscuridad con la que el nudo
había tratado de contaminarla, la furia y la repugnancia de que alguien
trataría de empujarla. Ari tensó sus hombros, sus ojos ardiendo con más
determinación de la que sabía que tenía.
—Lilif por sí misma podría volver de la muerte para darme caza, y todavía
no me detendría de salvar a Charlie.
Samantha Young
Samantha Young es una escocesa de 26 años
adicta a los libros y graduada de la Universidad de
Edimburgo en 2009. Estudió historia antigua y
medieval en la universidad, y fue en su primer año
allí, en medio de una conferencia de literatura
clásica, que por primera vez se le ocurrió la idea de
Lunarmorte. Ha estado escribiendo casi desde
siempre, y tiene un especial interés en los géneros
paranormal, fantasía y ciencia ficción, pero había
estado esperando que algo fresco y original le
golpeara en la cabeza. De repente se le ocurrió
durante esa conferencia cuan increíble es la
mitología Griega y como podría ajustarla para ser
una historia de seres sobrenaturales.
Staff de corrección
Liseth Johanna Akanet
Dianita Majo
Haushiinka ★MoNt$3★
Deyanira ☽♏єl
Lola_20
Revisión y Recopilación
Akanet
Diseño
Paovalera
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