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2.

RENÉ DESCARTES (1596-1650)


El mito de la razón o de la mente humana como fuente de toda verdad
Pensador francés.
Principal error, pretender demostrar la existencia de Dios y la esencia del alma humana desde la
razón física y metafísica.
Fue acusado por filósofos y teólogos, católicos y protestantes, de ateísmo, escepticismo (niega que
exista la verdad objetiva, dudando así de todo lo que le rodea) y pelagianismo (niega el pecado
original y afirmaba que la gracia divina no era necesaria, ni gratuita, sino merecida por un
esfuerzo en la práctica de la misma).
Sentó las bases para asumir que el hombre era la medida de todas las cosas.
Si en el pasado sólo se había pensado la realidad a partir de la fe en Dios, el método que Descartes
propuso consistió en pensarla partiendo de la conciencia del propio hombre.
Por eso se le considera como el padre del pensamiento científico y filosófico moderno porque
señaló la razón humana como el punto de partida de todo conocimiento.

Vida de aventura en pos de la Verdad


Descartes creyó firmemente que Dios le había revelado en tales sueños el método que debía seguir
para razonar correctamente en su búsqueda de la verdad.
Si no dudas es porque no existes
La primera actitud que caracterizó el pensamiento de Descartes fue la desconfianza hacia sus
propios sentidos ya que éstos, según él, podían engañarle o deformar la realidad.
Descartes creía que la materia percibida por los sentidos era una mera ilusión provocada por las
partículas de esa materia en movimiento. Eran irreales que engañaban los sentidos.
La sola presencia en el hombre de la idea de Dios demostraría, según Descartes, la existencia de la
divinidad creadora.
No obstante, estos razonamientos pronto dejaron de convencer ya que, como demostraron
numeroso pensadores a partir de Kant, de la idea de Dios no se extrae necesariamente su realidad
sino, a lo sumo, su posibilidad.
El mito cartesiano consistió precisamente en afirmar que la fuente de toda verdad no era Dios sino la mente
del hombre. La experiencia humana se entendió así como el centro del universo sobre el que debía orbitar
todo lo demás.

Del orgullo cartesiano a la humildad de Newton


Sospecha de la Razón y confianza en el Sentimiento

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