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-Rita Cañete
-Alan Lezcano
-Milagros Peña
Introducción
TRAJANO
Marco Ulpio Trajano (Itálica,18 de septiembre de 53-Selinus c. 11 de agosto de 117)
Nacido en la ciudad de Itálica de Roma, en la Bética, la familia de Trajano era de origen itálico
o, más probablemente, turdetano. Trajano pasó a ser un prominente militar ya durante el
reinado del emperador Domiciano, sirviendo como legatus legionis en la Hispania
Tarraconenses. En el año 89 apoyó a Domiciano contra una revuelta en el Rin conducida por
Lucio Antonio Saturnino. En septiembre del año 96, Domiciano fue asesinado en una
conspiración, siendo sucedido por Nerva, un senador anciano y sin hijos que resultó ser
impopular en el ejército. Después de un breve y tumultuoso año en el poder, que culminó con
una revuelta de miembros de la Guardia Pretoriana, Nerva se vio obligado a adoptar a Trajano
como su heredero y sucesor. Como administrador civil, Trajano es conocido sobre todo por su
amplio programa de construcción de edificios públicos que reformaron la ciudad de Roma y
dejó numerosos monumentos perdurables como el foro de Trajano, el mercado de Trajano y la
Columna Trajana. Sin embargo, fue como comandante militar por lo que celebró sus mayores
triunfos. En 101 lanzó una expedición punitiva contra el reino de Dacia gobernado por el rey
Decébalo, derrotando al ejército dacio cerca de Tapae en 102 y conquistando finalmente el
país en 106. Unos años después, fue más al Este y se anexionó el reino nabateo, estableciendo
la provincia de Arabia Pétrea. Luego de un período de relativa paz, lanzó su campaña final en
113 contra Partia. Llegó hasta la ciudad de Susa (actual Irán) en 116, logrando con ello la
mayor expansión del Imperio romano. Durante esta campaña, Trajano enfermó y falleció
mientras volvía a Roma. Fue deificado por el Senado y sus cenizas se enterraron en una cámara
al pie de la Columna Trajana. Le sucedió su sobrino segundo y pupilo Adriano.
En el momento de su muerte su onomástica completa era Imperator Caesar Divi Nervae filius
Nerva Traianus Optimus Augustus Germanicus Dacicus Parthicus. Tras su apoteosis oficial se le
llamó Divus Traianus, a veces añadiéndosele alguno de los demás cognomina, especialmente
Augustus y Parthicus.
Familia y orígenes
El emperador Trajano nació en la ciudad romana de Itálica (actual Santiponce), adscrita a la
provincia de la Bética, una de las más intensamente romanizadas del Imperio, el 18 de
septiembre del año 53. Algunos autores, siguiendo a Casio Dion, han argumentado o
considerado el año 56 como el de su nacimiento.
Fue miembro de la gens Ulpia de Itálica, la patria de su familia, aunque hay discrepancias entre
los especialistas respecto a la procedencia del clan. Para una parte, siguiendo una opinión de
antigua data, sus antepasados se habrían asentado a finales del siglo III a. C. en la localidad.
Fueron veteranos itálicos oriundos de Tuder, en la región de Umbría (Italia), que se
establecieron en la provincia de Hispania Ulterior tras la segunda guerra púnica. Frente a esta
opinión, otros estudiosos abogan por un origen autóctono, siendo Trajano un hispanus, un
descendiente de una de las familias que, en virtud de su riqueza o linaje, fueron
tempranamente romanizadas y se asentaron en las colonias y municipios romanos de la
península ibérica. Su padre fue Marco Ulpio Trajano, senador partidario de los Flavios ,y su
hermana Ulpia Marciana. Respecto a su madre, hay diferentes opiniones. Tradicionalmente se
la ha llamado Marcia y emparentado con los Marcios Bareas, aduciendo la nomenclatura de su
hija, Marciana, y de ciertas figlinae posesión de la familia imperial relacionadas con los
Marcios. Otra propuesta indica que era una Ulpia y que el padre del emperador ingresó en la
gens de su esposa por adopción, quizá testamentaria. Se asienta esta propuesta en las propias
fuentes clásicas, en concreto en el Epitome de Caesaribus. Por último, una tercera propuesta
simplemente se limita a certificar que la madre de Trajano es aún una Ignota. Trajano estuvo
casado con Pompeya Plotina quien es considerada oriunda de Nemausus o de la propia Itálica,
siendo que en este último caso también se la tiene por una posible prima del emperador.
Como su padre, Trajano era fiel a la casa de los Flavios. Hombre joven y trabajador, ascendió
por méritos en la escala del ejército romano, sirviendo en algunas de las partes más polémicas
de la frontera imperial, en diversos lugares del Imperio, desde su nativa Hispania hasta Siria, el
Danubio y Germania. En 76-77, el padre de Trajano fue gobernador de Siria (Legatus pro
praetore Syriae). Allí, con 24 años, Trajano tuvo el mando de una legión.
Siguió las diversas etapas del cursus honorum senatorial ordinario; fue cuestor, pretor y
legado. Esto le dio la posibilidad de adquirir cierto conocimiento sobre las fronteras y la vida
del soldado, primero, y de los oficiales, después. Destacó en el ejército romano en tiempos de
Domiciano. Fue tribuno militar (tribunus legionis) en Siria, y legado de la legio VII Gemina en
Hispania, con cuyos efectivos aplastó con éxito en Germania Inferior la revuelta de Antonio
Saturnino en 89. Más tarde fue cónsul en el año 91, junto con Manio Acilio Glabrión. En torno
a ese año, llevó consigo a Apolodoro de Damasco a Roma. En el año 96 se convirtió en
gobernador de Germania Inferior, prestando servicio sobre la frontera germana, una de las
más problemáticas del imperio, a lo largo del río Rin. Residió en Maguncia y Colonia
(Alemania). Tomó parte en las guerras del emperador Domiciano contra los pueblos germanos,
y era conocido como uno de los mejores comandantes del imperio cuando, en el año 96, fue
asesinado Domiciano.
Ascenso al trono
El 18 de septiembre, Nerva sucedió a Domiciano. Era un senador viejo y sin descendencia que
resultaba muy impopular en el ejército y necesitaba hacer algo para obtener su apoyo.
Después de un breve y tumultuoso año en el poder, una revuelta de miembros de la Guardia
Pretoriana obligó a Nerva a adoptar al muy popular Trajano, entonces gobernador de la
Germania Superior, como heredero y sucesor, en la primavera o el verano de 97, prefiriéndolo
a Marco Cornelio Nigrino Curiacio Materno. El emperador le hizo participar en su gobierno. Su
rápido ascenso se debió a diversos motivos: Nerva estaba en dificultades por una revuelta de
los pretorianos, y el viejo grupo de senadores, no comprometidos en los últimos tiempos de
Domiciano, pudo haber considerado oportuno el ascenso de un buen general, de nobleza
reciente, pero sólida, popular, y sobre todo al frente de las legiones más cercanas a Italia.
Además, es posible que otros miembros de élites ibéricas, Lucio Licinio Sura sobre todo, luego
elegido por Trajano como sucesor suyo en la Germania Superior, hubiera tenido un peso en el
ascenso. Según la Historia Augusta, fue el futuro emperador Adriano quien llevó a Trajano la
noticia de su adopción. Nerva murió inesperadamente el 28 de enero del 98, y su muy
respetado hijo adoptivo, Trajano, le sucedió sin incidentes. Trajano se mantuvo cerca de las
fronteras del Rin y del Danubio. Con el gobierno terrorífico de Domiciano aún reciente, fue
recibido con los brazos abiertos por el Senado. Como consecuencia el gobernador de Syria
Marco Cornelio Nigrino Curiacio Materno, barajado por Nerva como posible sucesor y con una
prestigiosa carrera militar bajo Domiciano, fue evaluado como potencial rival de Trajano y fue
fulminantemente cesado y sustituido provisionalmente por Aulo Larcio Prisco, legado de la
Legio IV Scythica, quien ocupó interinamente el cargo de gobernador como pro legatus
consularis sin tener siquiera rango pretorio, hasta la llegada de Javoleno Prisco en 99.
Por otro lado, fue uno de los emperadores más serios y correctos, características que hicieron
de él el mejor de los príncipes que sabía gestionar bien los asuntos públicos. El poder no lo
corrompió, ni usó jamás su título y su poder para eludir la ley, reconociendo siempre la
primacía de esta última incluso sobre su cargo. Eliminó de la etiqueta todos los rituales traídos
de Oriente, como el abrazo de los pies o el besamanos. Supo hacerse querer por todos,
especialmente las dos clases más importantes: el Senado y el ejército. Era un conservador,
convencido de que el progreso derivaría más de una ordenada administración que de
imponentes reformas.
El nuevo Emperador romano fue acogido por el pueblo de Roma con gran entusiasmo, que
justificó gobernando bien y sin el derramamiento de sangre que había marcado el reinado de
Domiciano. Liberó a muchas personas que habían sido encarceladas injustamente por
Domiciano y devolvió buena parte de propiedad privada que Domiciano había confiscado; un
proceso comenzado por Nerva antes de su muerte. Su popularidad fue tal que con el tiempo el
Senado Romano le confirió a Trajano el título honorífico de optimus, esto es, «Óptimo».
Desde antes de ser emperador, estaba casado con Pompeya Plotina, aunque no tuvieron hijos.
Dión Casio sugiere que Trajano bebía mucho y que tenía cierta debilidad por los muchachos.
«Sé, por supuesto, que se dedicaba a los chicos y al vino, pero si él cometió o soportó algún
acto abyecto o infame como resultado de esto, habría incurrido en censura; en cambio, bebió
todo el vino que quiso, pero permanecía sobrio, y en relación con los chicos no hirió a nadie».
Esta sensibilidad influyó en su gobierno al menos en una ocasión, lo que le llevó a favorecer al
rey de Edesa por el aprecio que tenía a su hermoso hijo: «En esta ocasión, sin embargo,
Abgaro, inducido en parte por la persuasión de su hijo Arbandes, que era hermoso y en plena y
orgullosa juventud y por lo gozando del favor de Trajano, y en parte por miedo de la presencia
de este último, lo encontró en el camino, se excusó con él y obtuvo el perdón, pues tenía un
poderoso intercesor en el chico».
Por otro lado, fue uno de los emperadores más serios y correctos, características que hicieron
de él el mejor de los príncipes que sabía gestionar bien los asuntos públicos. El poder no lo
corrompió, ni usó jamás su título y su poder para eludir la ley, reconociendo siempre la
primacía de esta última incluso sobre su cargo. Eliminó de la etiqueta todos los rituales traídos
de Oriente, como el abrazo de los pies o el besamanos. Supo hacerse querer por todos,
especialmente las dos clases más importantes: el Senado y el ejército. Era un conservador,
convencido de que el progreso derivaría más de una ordenada administración que de
imponentes reformas.
El emperador Domiciano había hecho campaña contra Dacia desde 86 a 87, sin asegurarse un
resultado decisivo, y Decébalo había desobedecido descaradamente los términos de la paz (89)
que había pactado al término de esta campaña. Con esta ofensiva para ampliar territorios,
Trajano acababa con una política seguida desde los tiempos de Augusto de mantener el
Imperio dentro de ciertos límites y hacer simples guerras defensivas. La única excepción había
sido la conquista de Britania en tiempos de Claudio. Hacia marzo de 101, Trajano inició su
primera guerra contra los dacios liderados por Decébalo. Para ello, Trajano pasó a la orilla
septentrional del Danubio sobre un puente de piedra que había construido, cruzó las Puertas
de Hierro y se dirigió hacia la capital, Sarmizegetusa. Atacó el reino de Dacia con cuatro
legiones, Derrotó al ejército dacio cerca de un puerto llamado Tapae, en la llamada Segunda
batalla de Tapae. Las tropas de Trajano, sin embargo, quedaron dañadas en el encuentro, y
desistió de cualquier otra campaña durante el resto del año, para curar a los heridos, recibir
refuerzos y reagruparse.
Durante el invierno posterior, el rey Decébalo lanzó un contraataque cruzando el Danubio más
lejos corriente abajo, pero fue rechazado. El ejército de Trajano se adentró más en territorio
dacio y forzó al rey Decébalo a someterse el año siguiente, después de que Trajano acampara a
pocos kilómetros de la capital, Sarmizegetusa Regia.
Periodo de paz
Los siete años siguientes, Trajano gobernó como un emperador civil, pero con el mismo éxito
que antes. Fue en esta época cuando mantuvo correspondencia con Plinio el Joven sobre el
tema de cómo manejar a los cristianos del Ponto, diciéndole a Plinio que los dejara en paz a
menos que practicaran abiertamente su religión. Construyó varios edificios nuevos,
monumentos y carreteras en Italia y su Hispania natal. Su magnífico complejo en Roma se alzó
para conmemorar sus victorias en Dacia, y en gran medida se financiaron con el botín de esa
campaña; estaba formado por un foro, la Columna Trajana y el mercado de Trajano que
todavía se conservan en la Roma actual. También fue un prolífico constructor de arcos
triunfales, muchos de los cuales se conservan y reconstructor de carreteras como la vía Trajana
y la vía Trajana Nova. En el 107, tras volver de Oriente celebró un triunfo en Roma por sus
victorias en Dacia y Arabia. Un acto destacado de Trajano fue celebrar unos juegos de
gladiadores de tres meses en el gran Coliseo de Roma, aunque la fecha exacta se desconoce.
Combinando carreras de carros, lucha con animales y luchas de gladiadores, se dijo que este
espectáculo sangriento había dejado once mil muertos, en su mayoría esclavos y criminales,
por no mencionar a las miles de bestias feroces muertas junto con ellos. Atrajo a un total de
cinco millones de espectadores durante los juegos.
Otro acto importante fue su creación formal de los alimenta, un programa de bienestar que
ayudaba a niños huérfanos y pobres por todo el imperio romano. Proporcionaba fondos
generales, así como comida y educación subvencionada. El programa se vio apoyado
inicialmente por los fondos de la guerra dacia, y más tarde por una combinación de impuestos
estatales y filantropía. Así favorecía al tiempo el desarrollo de la natalidad, que había caído
hasta índices alarmantes, de manera que se corría el peligro de que hubiera escasez de
soldados. Sobre el arco de Benevento está representada la distribución de víveres entre la
población y sobre todo a los niños pobres sobre la base de la Institutio Alimentaria. También
en relieves conservados en el Foro Romano se hace referencia a la institución de los Alimenta
Italiae en favor de los pueri et puellae alimenticios.
En 113 Trajano comenzó una campaña contra los partos, provocada por la decisión del rey
parto Osroes de colocar a un rey títere inaceptable en el trono de Armenia, un reino sobre el
cual habían compartido hegemonía los dos grandes imperios desde los tiempos de Nerón unos
cincuenta años antes. Probablemente, la idea del emperador nacía también de su deseo de
llevar a cabo las campañas que tenía ideadas Julio César, su autor favorito, antes de morir: al
norte del Danubio y contra los partos.
La primera fase fue un completo éxito. Los partos fueron derrotados y Armenia, Asiria y
Mesopotamia fueron integradas en el Imperio. Comenzó por Armenia, deponiendo en el año
114 a su rey parto, Partamasiris, y convirtiendo a Armenia en provincia romana. Luego marchó
hacia el sur, entrando en la propia Partia, tomando las ciudades de Babilonia, Seleucia y
finalmente la capital Ctesifonte en el año 116. Siguió hacia el sur, hasta alcanzar el golfo
Pérsico, lamentando ser demasiado viejo para seguir los pasos de Alejandro Magno y alcanzar
la propia y distante India. Fue el punto oriental más lejano al que llegó el Imperio romano. No
solo quedó ocupada toda Mesopotamia sino que la vanguardia del ejército romano, dirigida
por Lusio Quieto se asomó a las primeras cadenas montañosas de Persia. Con las nuevas
provincias de Mesopotamia y Asiria, el Imperio alcanzó su máxima extensión, fijando su
frontera oriental en el río Tigris y no, como hasta entonces, en el Éufrates.
Más allá de estos límites no pudo proseguir, ante todo, por problemas logísticos. La vastedad
de los territorios ocupados y la presencia de sacos de resistencia y la táctica de la guerrilla con
arqueros a caballo, usada por los partos, ponían en peligro la conquista. En 116, Trajano,
consciente de las dificultades, decidió adoptar las armas de la política, depuso al rey parto
Osroes I y puso su propio gobernante títere, Partamaspates en el trono. Por otro lado, su salud
comenzó a fallarle. La ciudad fortaleza de Hatra, con el Tigris en su parte posterior, seguía
resistiendo contra los repetidos asaltos romanos. Estuvo personalmente presente en el asedio
y es posible que sufriera un golpe de calor con esas elevadas temperaturas. Poco después, los
judíos del interior del Imperio romano se alzaron en rebelión una vez más, como hizo el pueblo
de Mesopotamia. Los judíos se rebelaron por todo Oriente Próximo: Egipto, Chipre, Cirenaica,
Judea y Mesopotamia desde el año 115, en plena campaña contra los partos. El emperador se
vio obligado a retirar su ejército para aplastar las revueltas. Lo consideró simplemente como
un contratiempo pasajero, pero estaba destinado a no volver nunca a mandar a un ejército en
el campo de batalla, entregando sus ejércitos orientales al legado de alto rango y gobernador
de Judea, Lusio Quieto, quien se hizo cargo junto con Quinto Marcio Turbón. Las conquistas de
Trajano hicieron crecer el imperio de 5 millones de km² a más de 6 millones.
Más tarde en 116, Trajano cayó enfermo y emprendió el viaje de vuelta hacia Italia. Su salud
declinó en la primavera y el verano de 117, y para cuando llegó a Selinus de Cilicia, que más
adelante se llamó Trajanópolis en su honor, murió repentinamente de edema a inicios de
agosto. Las cenizas de Trajano se colocaron debajo de la Columna Trajana, el monumento que
conmemoraba su éxito, derogando la antigua ley que impedía las sepulturas en el interior del
perímetro ciudadano. La urna se perdió durante las invasiones bárbaras, y se perdió su rastro,
siendo presumiblemente fundida. Adriano, al convertirse en emperador, devolvió
Mesopotamia al imperio parto, como parte de un tratado de paz en el 125, pero se conservó el
resto de territorios conquistados por Trajano.
Sucesión
Justo antes de morir, Trajano adoptó a Adriano (Publius Aelius Hadrianus) como sucesor. Era
hijo de un primo de Trajano y estaba casado con una sobrina nieta del emperador. Había
luchado, además, en las guerras dacias, donde tuvo una participación destacada. Los
historiadores romanos recogieron el rumor de que fue su mujer, Pompeya Plotina, la que
fingió tal adopción, escondiendo un esclavo bajo las sábanas del emperador muerto, quien
susurró la adopción como presunta última voluntad del moribundo. No obstante, parece que
ya había dado muestras de su preferencia por Adriano como sucesor en años anteriores, desde
el año 100n. 6o en torno al año 106, pues aunque sus relaciones habían sufrido altibajos, en
realidad Adriano era el único familiar varón directo de Trajano y, por tanto, el único heredero
posible para la continuación de una verdadera dinastía.
Trajano fue un buen mecenas, especialmente en el campo arquitectónico, tanto en Italia como
en las provincias, y muchos de sus edificios fueron obra del talentoso arquitecto Apolodoro de
Damasco. Realizó construcciones necesarias para facilitar la romanización y mejorar las
condiciones de vida de los ciudadanos. Así, reforzó la red viaria, restaurando las principales
calzadas que se expandían desde la Urbe, uniéndola con el resto del imperio.
A Trajano se debe la construcción de otro acueducto que aumentaba aún más los recursos
hídricos de Roma, que estaban ya asegurados en abundancia por los acueductos construidos
con anterioridad y sobre todo por el llamado Anio Novus construido bajo el emperador
Claudio. Las labores se iniciaron en el año 109, recogiendo la estructura, agua que surgía en los
montes Sabatinos, cerca del lago de Bracciano (lacus Sabatinus). La longitud total era de cerca
de 57 kilómetros y llevaba diariamente cerca de 2848 quinarie, esto es, un poco más de 118
000 m³. Llegaba a la ciudad después de un recorrido en gran parte subterráneo a lo largo de las
vías Clodia y Triunfal y luego sus arcos a lo largo de la vía Aurelia. Llegaba a Roma sobre la
colina del Janículo, sobre la ribera derecha del río Tíber. La extensión de la red hídrica fue
incentivada no solo en Roma, sino también en Dalmacia, en su nativa Hispania y en Oriente,
esto es, en los climas áridos que precisaban un mayor aprovisionamiento de agua. En Roma,
Trajano hizo que se ampliaran los canales subterráneos y los desagües de la Cloaca Máxima
para que corrieran con más eficiencia las aguas de lluvia y las que acababan descargando en el
Tíber. También se reforzaron las orillas del río para evitar desbordamientos que afectaran a la
ciudad. Para el ocio y el placer de la plebe hizo que se ejecutaran algunos trabajos que dieron a
Roma el aspecto que a grandes rasgos tienen todos en el imaginario común de la ciudad.
Mandó reconstruir y ampliar definitivamente el Circo Máximo del cual los tres primeros anillos
en la base de la estructura fueron erigidos con calcestruzzo y revestidos de mattoni y
mármoles, solo el anillo superior permaneció en madera; la estructura se hizo así segura y
contra incendios, y favoreció la construcción de talleres y negocios a sus lados. Sobre la colina
Oppio hizo que se erigieran unas grandiosas termas sobre los restos de la Domus Aurea de
Nerón; se accedía por un gran propileos que llevaba directamente a la natatio, la piscina a
cielo abierto. Sobre la orilla derecha del Tíber, donde se levanta el actual Castel Sant'Angelo
construyó un área para las naumaquias, esto es, reproducciones de batallas navales. Los
esfuerzos edificatorios del emperador no se concentraron solo en la capital sino en todo el
imperio.
En Egipto unió el Nilo con el mar Rojo con un gran canal (el río Trajano). Fundó muchas
colonias por todos los lados del Imperio. En Dacia, después de haberla sometido, favoreció la
colonización y fundación de nuevas colonias que romanizaron rápidamente la provincia. La
Colonia Ulpia Traiana surgió sobre las cenizas de la bárbara Sarmizegetusa Regia. Construyó
puentes, entre los que destacan el que tendió sobre el Danubio, el más largo (1135 m), cerca
de Drobeta. Servía a una doble finalidad: por un lado garantizaba una vía de abastecimiento a
las legiones y, por otro, impresionaba y desanimaba a los enemigos por ser una demostración
de superioridad tecnológica, logística y militar. También levantó varios en Hispania entre los
que destaca el puente cerca de Alcántara sobre el río Tajo; otros serían el puente romano de
Salamanca y, posiblemente, los puentes de Alconétar y del Bibey.
Legado
Monumento al emperador Trajano en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Cabe destacar que es el único memorial
a un emperador romano en aquella metrópolis.
«A ruegos de un religioso pregunta al Señor dónde están las almas de Sansón, Salomón,
Orígenes y Trajano; y el Señor le contesta: «Quiero que permanezcan ocultas a los hombres las
disposiciones de mi piedad para el alma de Salomón, a fin de que eviten con más cuidado los
pecados carnales. Y es, asimismo, voluntad mía no sean conocidas las decisiones de mi Piedad
para con el alma de Sansón a fin de que tiemblen los mortales saciar sus instintos de venganza
en sus enemigos; y también quiero se ignore lo que ha hecho mi voluntad con el alma de
Orígenes para que nadie se atreva a entonarse fiado de su ciencia (*); e igualmente decidí no
sepa el hombre el fallo de mi liberalidad con el alma de Trajano, para exaltación de la Fe
Católica, ya que ese emperador, aunque dotado de todas las virtudes naturales, careció sin
embargo de la Fe cristiana y del bautismo.» *
En el manuscrito de san Galo (saint Gallen), se halla apuntado —aunque en el margen— lo que
sigue: «Quiero que esté oculto lo dispuesto por mi bondad para con Aristóteles no sea que el
filósofo haga hincapié en la sola naturaleza, menospreciando lo sobrenatural y las cosas
celestiales» (edición del monasterio de san Benito, Buenos Aires, 1942, págs. 342-343).
Un relato de este hecho de Gregorio I aparece en la Leyenda áurea. Entre los teólogos
cristianos medievales, como Tomás de Aquino, fue considerado como ejemplo de pagano
virtuoso. En la Divina Comedia, Dante, siguiendo esta leyenda, ve el espíritu de Trajano en el
Cielo de Júpiter con otras personas históricas y mitológicas destacadas por su justicia, entre los
seis espíritus justos que forman el ojo del águila mística. También aparece en Piers Plowman.
Varias obras de arte reflejan el episodio conocido como la justicia de Trajano. La anécdota se
refiere a una viuda que lo paró mientras se dirigía a la campaña de Dacia. Esta lo detuvo con su
llanto, suplicándole que le concediera justicia encontrando y castigando justamente al culpable
de la muerte del hijo. Trajano le aseguró que se ocuparía del caso a su vuelta. La viuda
entonces le recordó que podría no volver, por lo que Trajano le garantizó que en tal caso
actuaría su heredero en su lugar. Entonces la viuda le señaló que en ese caso no habría
mantenido su promesa, porque entonces el caso no lo hubiera resuelto él y, aunque obtuviese
justicia, no sería por mérito suyo. Entonces Trajano bajó del caballo, buscó y castigó al
culpable, concedió justicia a la viuda y marchó a la guerra.
Para estar más cercano al pueblo romano, Trajano hizo que sobre la puerta de su residencia se
escribiera: Palazzo Pubblico, para que todo el mundo pudiese entrar en él libremente. Solía
recibir, personalmente y sin cita previa, a quien quisiera conseguir de él justicia. De lo que
deriva otra anécdota célebre: ante las protestas de su secretario, que se quejaba de que su
señor confiase incautamente en todo el mundo, Trajano le contestó: «Trato a todos como
quisiera que el Emperador me tratase a mí, si fuese un ciudadano particular».
El historiador del siglo XVIII Edward Gibbon incluyó a Trajano entre los cinco emperadores que
gobernaron el gran territorio del Imperio romano «por un poder absoluto, guiado por la virtud
y la sabiduría», considerando que
Si se pidiera a cualquiera que determinara el período de la historia del mundo en que la condición humana fue más
próspera y feliz, mencionaría sin dudar la que se extiende entre la muerte de Domiciano hasta el ascenso de
Cómodo
«Traian» se usa como un nombre de pila en la Rumania actual. Entre otros, lo tienen el
presidente Traian Băsescu. En el himno nacional de Rumania, Deşteaptă-te, române!, se evoca
a Trajano en la estrofa segunda:
Busto de Trajano, marco con dos rubíes de finales del siglo XVII.
Obtuvo en el curso de los años los siguientes honores y cargos:
ADRIANO
Publio Elio Adriano (Itálica o Roma, 24 de enero de 76-Bayas, 10 de julio de 138)
Aunque es posible que debiera el trono sobre todo al favor de Plotina, su condición de posible
sucesor ya fue siendo marcada por el propio Trajano durante su reinado. Así, en el periodo
comprendido entre los años 100 y 108 le concedió la mano de Vibia Sabina, le nombró
quaestor Imperatoris y comes Augusti, le regaló el diamante de Nerva como «esperanza de
sucesión» y le recomendó como consul suffectus, amén de otros honores y distinciones.A
pesar de estas preferencias, y de que era el único descendiente masculino de Trajano, el apoyo
de Plotina y de Lucio Licinio Sura (m. 108) fueron determinantes en su ascenso al trono.
Sus relaciones con el Senado no fueron buenas; quizá tuviera algo que ver con ello el que
Adriano, a diferencia de muchos emperadores anteriores, no deseara desempeñar el
consulado ordinario más que dos veces, ambas consecutivas y al comienzo de su reinado: la
primera, en el primer semestre de 118, teniendo como collega a su sobrino, el barcinonense
Cneo Pedanio Fusco Salinator. La segunda, en el primer cuatrimestre de 119, acompañado de
Publio Dasumio Rústico, otro posible pariente esta vez de los Dasumii italicenses. Asimismo, las
reformas administrativas llevadas a cabo durante su reinado suscitaron la oposición de los
senadores; el emperador modernizó el sistema administrativo estatal ascendiendo a expertos
y tecnócratas, lo que supuso que muchas secciones de la administración quedaran en manos
de estos funcionarios. A causa de ello la élite senatorial y aristocrática vio mermada su
influencia.
La biografía del emperador en la Historia Augusta afirma que nació en Roma, en el seno de una
familia natural de Italia, pero emigrada a Hispania en tiempos de Escipión, como el propio
Adriano afirmaba en su (perdida) autobiografía. Su abuelo, Elio Marulino, había sido el primer
senador de la familia, y estaba casado con Ulpia, tía paterna del futuro emperador Trajano; la
Historia Augusta también hace referencia a un tío-abuelo suyo llamado como él, un
experimentado astrólogo, al que el futuro emperador debía su afición a esta disciplina. Su
padre era Publio Elio Adriano Áfer, ciudadano hispanorromano, senador, y expretor, que había
vivido en la capital la mayor parte de su vida; en un reciente estudio se ha concretado su
destino como expretor: estuvo al mando de una legión, en calidad de «general
experimentado», entre los años 79-80. Aunque sus antepasados eran oriundos de Hadria
(Atri), una localidad ubicada en el Piceno (Italia) a la que siempre consideró su «segunda
patria», éstos se habían asentado en Itálica (Hispania Baetica) después de que la fundara
Escipión el Africano en 206 a. C. Su estirpe estaba emparentada con las familias más nobles de
Itálica: Áfer era primo paterno de Trajano; su madre, Paulina, era una aristócrata de Gades
(Cádiz), descendiente de una importante familia senatorial hispanorromana; su hermana Elia
Domicia Paulina estaba casada con el tres veces cónsul Lucio Julio Urso Serviano, con el que
Adriano mantuvo una duradera rivalidad a pesar de que le tomara en cuenta a la hora de
decidir quién había de sucederle; su sobrina era Julia Serviana Paulina, y su sobrino-nieto Cneo
Pedanio Fusco Salinator, natural de Barcino. Tras el fallecimiento de Áfer (86), fue adoptado
por Trajano y Publio Acilio Atiano, también italicense y miembro del orden ecuestre, que más
adelante sería nombrado por Trajano praefectus praetorio. Escolarizado en las materias
comunes entre los aristócratas de la época, se interesó especialmente por la literatura griega,
tanto que le apodaron Graeculus («grieguecillo»).
Con catorce años volvió a Itálica,donde permaneció menos de un año, ya que en otoño fue
llamado a la capital por Trajano, recientemente nombrado cónsul en 91. Durante su reinado
concederá a Itálica el estatuto de colonia y su propio nombre. En Roma continuó con su
educación e inició el camino a través del cursus honorum. Desempeñó el vigintivirato en 94,
como uno de los decemviri stlitibus iudicandis, miembros de un tribunal que dirimía casos
civiles. Se sabe por el citado epígrafe de Atenas —que detalla el inicio de su carrera pública—
que más adelante desempeñó también los cargos de praefectus Feriarum Latinarum y sevir
turmae equitum Romanorum. Inició su servicio militar como tribuno laticlavio de la Legio II
Adiutrix, acuartelada en Aquincum (Budapest) en Panonia. Más tarde fue transferido a la Legio
I Minervia destinada en el Danubio Inferior. Cuando Nerva falleció en 98, se trasladó a Colonia
a fin de informar a Trajano en persona de su ascenso al trono, acaecido el 28 de enero del año
mencionado. Excepcionalmente sirvió como tribuno en una tercera ocasión, esta vez en la
Legión XXII Primigenia, acuartelada en Mogontiacum (Maguncia) en Germania Superior.
También sirvió como legatus de la legión establecida en Panonia Superior y —eventualmente
— como administrador de ese mismo territorio; a causa de la ausencia de conflictos militares
durante su reinado, su habilidad militar no está demostrada; no obstante, su conocimiento
acerca de las tropas y su capacidad organizativa sugieren un posible talento estratégico.
La Historia Augusta afirma que sus relaciones con Trajano no siempre fueron buenas; se hace
referencia a una disputa como consecuencia de los celos de los efebos del emperador hacia el
nuevo favorito, cuya homosexualidad está atestiguada también en la obra de Dion Casio. Tras
este incidente, Adriano recuperó su relación de amistad con el emperador merced al decidido
apoyo del rico y poderoso hispano —probablemente italicense de familia paterna
tarraconense— y triple cónsul Lucio Licinio Sura, fallecido en 107/8, al cual el mismo
emperador habría debido también el trono. Además, contaba con la protección de la
emperatriz, Pompeya Plotina, experta astróloga al igual que él, y a instancias de la cual
contrajo matrimonio en el año 100 con otra sobrina-nieta del emperador, su prima Vibia
Sabina; dicho matrimonio redobló sus vínculos con la familia imperial.
Asimismo, ese mismo año fue nombrado cuestor, como candidatus del emperador. En los años
siguientes —en todo caso antes del — formó parte de algunos de los colegios sacerdotales
reservados al orden senatorial, y concretamente a los VIIviri epulonum y a los sodales
Augustales.
Con motivo de la primera guerra dacia marchó con el emperador a ese territorio en calidad de
comes Augusti en 101; no obstante, no se mantuvo a su lado durante toda la campaña, sino
que volvió a la capital a fin de desempeñar su tribunado de la plebe. Tras el estallido de la
segunda guerra dacia volvió con el emperador, esta vez al mando de una legión, la I Minervia
en 105. Al término del conflicto fue nombrado gobernador de Panonia Inferior, y, aunque en
108 fue elegido cónsul sufecto, cabe la posibilidad de que se mantuviera en el cargo un año
más.
Hacia 110/111 se trasladó a Grecia; en Atenas conoció al filósofo estoico Epicteto, con quien le
unirá en adelante una gran amistad. El contacto directo con la cultura helena causó en él una
enorme impresión; de hecho, es probable que fuera en esa época cuando adquirió la
costumbre de no afeitarse la barba, un hecho inusual entre los nobles romanos, aunque
frecuente entre los griegos. Su amor a la cultura helena se manifestó claramente cuando
aceptó desempeñar el cargo de arconte honorífico en 111/2, un oficio al que muy pocos
romanos habían accedido con anterioridad. La municipalidad ateniense celebró su
nombramiento con el tallado del consiguiente epígrafe y le concedió la ciudadanía ateniense.
Años más tarde, siendo ya emperador, será arconte en dos ocasiones de Delfos, en (126 y 129.
Su carrera política antes de convertirse en emperador comprende los cargos de: decemvir
stlitibus iudicandis, sevir turmae equitum Romanorum, praefectus Urbi feriarum Latinarum,
tribunus militum legionis II Adiutricis Piae Fidelis (95, en Panonia), tribunus militum legionis V
Macedonicae (96, en Mesia Inferior), tribunus militum legionis XXII Primigeniae Piae Fidelis (97
en Germania Superior), quaestor (101), ab actis senatus, tribunus plebis (105), praetor (106),
legatus legionis I Minerviae Piae Fidelis (106, en Germania Inferior), legatus Augusti pro
praetore Pannoniae Inferioris (107), consul suffectus (108), septemvir epulonum (antes de 112),
sodalis Augustalis (antes de 112), archon Athenis (112/13), legatus Syriae (117).
Fue legatus del alto mando del emperador durante la expedición contra el Imperio Parto.
Aunque no se distinguió durante la fase inicial del conflicto, ni cuando los rebeldes asolaron
Mesopotamia, en el momento en que se envió al administrador de Siria a enfrentarse a los
dacios, se le designó su sustituto y se le concedió la dirección de un comando independiente.
Gravemente enfermo, el emperador, tras alcanzar Selinunte, decidió volver a la capital
mientras Adriano se mantenía al frente de los territorios orientales. Si bien era el sucesor
natural del emperador, este nunca le nombró como tal; se ha afirmado que como estaba al
borde de la muerte, su esposa Plotina —partidaria de Adriano— consintió en que este le
sucediera y firmó el documento que le confirmaba como heredero
Consolidación al trono
A su ascenso al trono, el 11 de agosto del año 117, Adriano trató de obtener rápidamente el
apoyo de los soldados. Además, ordenó la destitución de Lusio Quieto, un general de origen
bereber que había participado en la campaña de Partia y había sido nombrado recientemente
por Trajano gobernador de Judea y cónsul y de quien sospechaba que codiciaba el trono
imperial. Aunque el emperador le había adoptado, Adriano tuvo que falsificar los documentos
de adopción antes de presentarlos ante los senadores; aunque circularon rumores acerca de
dicha falsificación, su verdadera legitimidad como emperador dependía de la aprobación
senatorial y del apoyo de los soldados sirios. Ocupado con la organización administrativa de los
territorios de Oriente y del Danubio, así como con el conflicto con los judíos que se habían
sublevado durante el reinado de su predecesor, no acudió a la capital hasta estabilizar el
territorio. Fue Publio Acilio Atiano —extutor del emperador— a quien se puso al frente de la
capital. En esta situación se «descubrió» un complot en el que estaban envueltos cuatro
senadores: Lucio Publilio Celso, Aulo Cornelio Palma, el mismo Lusio Quieto, y Gayo Avidio
Nigrino, a los que se condenó a muerte sin celebrarse un juicio; el emperador afirmó que
Atiano había actuado por iniciativa propia. Según Elizabeth Speller el verdadero motivo de su
muerte era que habían sido ilustres militares leales a Trajano. Los asesinatos se ordenaron sin
un acuerdo entre los senadores y el emperador, lo que causó un distanciamiento entre ellos.
Este hecho constituye uno de los puntos de inflexión de las relaciones entre el Senado y
Adriano, que impulsó una política dirigida a ampliar la base de apoyo del principado
estimulando el contacto de la administración central con las élites provinciales; ello iba en
detrimento de la capital, que ya no era la indiscutible ciudad imperial y hegemónica.
Política militar
Su reinado lo marcó la ausencia de operaciones militares importantes, con la excepción de la
segunda guerra judeo-romana; además se renunció a la conquista de Mesopotamia que
Trajano había iniciado durante su reinado al considerarla indefendible, a consecuencia del
excesivo esfuerzo logístico que requería mantener campamentos estables en esa zona. Sus
decisiones —de marcado carácter antimilitarista— tenían como objeto trazar unas fronteras
estables que resultaran fáciles de defender. Las fronteras menos estables se vieron reforzadas
con fortificaciones permanentes, la más famosa de las cuales es el muro de Adriano,
construido en Gran Bretaña; allí, tras la toma del norte de la isla, se levantaron numerosos
edificios defensivos con el fin de encerrar a los caledonios. Fortificaciones, fortalezas, puestos
de avanzada y atalayas —que mejoraban las comunicaciones y aumentaban la seguridad local
— defendían las fronteras del Rin y del Danubio. En 121 evitó el estallido de un conflicto con el
Imperio parto merced a sus habilidades diplomáticas. Aunque las monedas emitidas durante
su reinado alternaban ilustraciones militares con otras externas a la tropa, su reinado tenía
como objetivo alcanzar la estabilidad mediante el empleo de la fuerza, e incluso de la
intimidación. Las obras se vieron obstaculizadas como consecuencia del accidentado relieve,
inadecuado con respecto al tipo de defensa que se había ordenado edificar; de hecho, las
estructuras sólidas y estables, además de requerir demasiado tiempo y dinero, eran
incompatibles con la construcción de un sistema defensivo flexible en el que fuera posible
reforzar las distintas zonas en función de las invasiones o incursiones que llevaran a cabo las
tribus hostiles. En este territorio, constantemente amenazado, el único sistema defensivo
viable era uno compuesto de una línea defensiva flexible formada de fosas, terraplenes y
vallas; dicho sistema ofrecía a los defensores un valioso sostén militar defensivo.
Las defensas de Gran Bretaña no se renovaron tras su construcción, a excepción de las
ocasiones en que las tribus nativas amenazaron seriamente los territorios romanos; en estos
casos se llevaban a cabo obras exhaustivas con el fin de dotar a las distintas secciones del
sistema defensivo de solidez considerable. De esta forma una enorme cantidad de territorios
ocupados se convirtieron en auténticos protectorados considerados estados clientes.
Una vez consolidado este sistema de protectorados, se mantuvieron en ellos los recursos
estrictamente necesarios, cediendo el resto a territorios más amenazados; dicho sistema —
llamado de vexillatio— estaba basado en vinculación al territorio de un destacamento que
dotaba a la defensa del territorio de una notable flexibilidad de maniobras.
Con el sistema de destacamentos era posible no turbar el equilibrio militar-territorial que con
tanta dificultad se había conseguido. Asimismo, como consecuencia de la consolidación de
acantonamientos estables y del establecimiento de lazos emocionales entre los soldados y los
habitantes de cada territorio surgieron colonias de veteranos que hacían factible mantener el
control de las distintas zonas; estos soldados hacían frente a las revueltas o las invasiones
Se establecieron intensas rutinas de adiestramiento con el fin de mantener alta la moral de los
soldados e impedir el estallido de revueltas; el emperador inspeccionó en numerosas
ocasiones a las tropas durante el transcurso de su reinado. Contrario a la opulencia de los altos
mandos militares desde el estallido de la campaña dacia, durante el transcurso de un conflicto
se desplazaba a caballo y llevaba la misma vida del soldado raso. Los historiadores se han
servido del Epígrafe de Lambaesis —tallado tras la estancia del emperador en el castrum
homónimo, sede númida de la Legio III Augusta— a fin de demostrar la existencia de estas
actividades. En el documento antes citado se describe la manera de instruir a los soldados
durante la era adriánica. Todo ello demuestra el establecimiento de una nueva doctrina
defensiva impulsada por el emperador que tenía como fin obtener la máxima eficacia militar
en todas las zonas, como en los tranquilos territorios númidas.
Además de ser un ilustre militar experto en asuntos bélicos, durante su reinado se reveló como
un soberbio administrador; se realizó una completa reforma del sistema administrativo
imperial que complementaba a las transformaciones económicas y militares llevadas a cabo en
el sistema financiero, la estructura militar, el sistema defensivo de las fronteras, y en la mejora
de las relaciones diplomáticas con otras naciones. Con todo ello se trataba de homogeneizar
las instituciones estatales y —mediante la retirada de los territorios más difíciles de defender,
la creación de defensas en las fronteras, así como la firma de acuerdos con otras naciones a fin
de establecer las zonas de influencia— estabilizar las fronteras.
Se fomentó una política de tolerancia hacia los hombres venidos de otras culturas —los
cristianos disfrutaban de una mayor libertad— y se mejoraron las relaciones diplomáticas con
Grecia. Se impulsó una reforma constitucional con el fin de normalizar la situación de los
esclavos que eran torturados o asesinados cuando cometían un delito contra el dominus.
Otra de las reformas adriánicas trastocó la naturaleza original del edicto pretorio. Este era un
bando que el magistrado publicaba al inicio de su magistratura, a modo de programa en el que
se recogían las situaciones e intereses a los que ofrecería protección jurídica, y que servía
como mecanismo de renovación del antiguo ius civile. Técnicamente, puede decirse que la
finalidad del edicto era la de ofrecer tutela judicial a aquellos situaciones que no estaban
contempladas en el ius civile. El emperador confió a Salvio Juliano la elaboración de un edicto
definitivo (130-134), que se aprobó mediante un senadoconsulto convirtiéndose en edictum
perpetuum. En el ámbito jurídico se puso fin al sistema legal establecido por Augusto; de este
modo se concedía a ciertos juristas el ius respondendi ex auctoritate principis, que permitió
que el derecho fuera transformado merced a la labor de expertos legistas que él mismo había
seleccionado. Desaparecieron los letrados libres, siendo sustituidos mediante el
establecimiento de un sistema administrativo burocratizado en la que la independencia
desapareció totalmente. Estructuralmente, la administración imperial experimentó una
transformación radical. Competentes funcionarios del ordo equester reemplazaron a los
libertos de la era cesariana; estos hombres se colocaron al frente de los distintos ramos de la
administración: las finanzas, la hacienda, los tribunales, etc.
Se delimitaron las competencias, así como los sueldos, y con ello la administración estatal se
hizo más estable; ya no estaba sometida a los cambios relacionados con la sucesión imperial.
Cuidadoso administrador, el emperador creía defender los intereses del estado mediante la
creación del advocatus fisci, un letrado imperial responsable de defender ante los tribunales
los intereses de tesoro (fisco). Cabe señalar que en los últimos años del Imperio el aerarium—
finanzas estatales competencia de los senadores— y el fisco —finanzas estatales competencia
del emperador— constituían una única y homogénea institución como consecuencia del éxito
de la unificación de ambos órganos durante la etapa adriánica.
Durante sus visitas escribía numerosas cartas al Senado en las que ordenaba la construcción de
nuevos edificios oficiales; durante la era adriánica se modernizaron las instituciones mediante
la remodelación de infraestructuras. A menudo este era el propósito de sus viajes: ordenar la
construcción de nuevas estructuras, diseñar edificios, y edificar asentamientos; asimismo, su
amor a la cultura helenística le impulsaba a embellecer sus ciudades. Su inmenso séquito lo
constituían un enorme número de administradores, arquitectos y constructores, que causaban
una subida de impuestos en sus dominios. Speller afirma que durante su visita a Egipto se
requisaron víveres con el fin de alimentar a sus hombres; esto era una carga insoportable en
un territorio con una agricultura de subsistencia, a causa de lo cual se extendió la hambruna y
las condiciones de vida se volvieron terriblemente difíciles. Durante la Edad Media y el
Renacimiento los monarcas eran recibidos con desesperación en sus ciudades o territorios, ya
que su visita suponía una carga fiscal terrible que recaía exclusivamente entre los más
necesitados.
En 119, los britanos se levantaron contra el Imperio. Para acabar con los sediciosos, el
emperador envió a Quinto Pompeyo Falcón a Britania; las monedas emitidas en estos años
dan testimonio del enfrentamiento. En 122 se inició la construcción del muro de Adriano cuya
intención ha sido objeto de un amplio e interesante revisionismo académico. En 1893
Haverfield escribió que el muro era una mera estructura defensiva; no obstante, Collingwood
manifestó su desacuerdo con él (1922). Numerosos autores han considerado el muro como un
elemento indicador del límite de la autoridad imperial romano,como un monumento a un
emperador incapaz de alcanzar renombre militar a causa de la ausencia de conflictos militares
importantes durante su reinado, como un medio de mantener activos a los soldados e impedir
así la insurrección de una tropa ociosa, o, simplemente, como un medio de mantener estable
la frontera britana evitando invasiones o movilizaciones de Caledonia. El emperador
consideraba que las tribus que habitaban estos territorios rechazarían cualquier intento de
romanizarlas, y era consciente de que su conquista sería demasiado costosa; a causa de todo
ello, optó por ordenar la construcción de su muro. A diferencia del Limes Germanicus,
construido en madera, la ausencia de este material en la isla llevó a que el muro se construyera
en roca; no obstante, la sección occidental de la estructura, que iba de Carlisle al río Irthing,
estaba construida con tepes a causa de la ausencia de rocas. Este asunto causó la reducción de
la anchura del muro de doce a siete pies. Quizá es esta la construcción más importante de las
edificadas durante su reinado; actualmente las ruinas del muro se extienden durante muchos
kilómetros; en muchos sentidos, constituye la voluntad del emperador de estabilizar el Imperio
en vez de librar conflictos y llevar a cabo nuevas conquistas.
Ordenó la construcción de un santuario a Britania en York. Ese mismo año se marchó de la isla
con destino a Mauritania. En el año 123 se trasladó a Mauritania, donde lideró una campaña
contra los rebeldes locales; no obstante, tuvo que marchar a Oriente tras recibir unos informes
que afirmaban que el Imperio parto estaba reclutando numerosas tropas. Durante el trayecto
visitó Cirene, donde cedió los fondos necesarios para el entrenamiento de nuevos soldados.
Adriano ya había visitado esta ciudad en otra ocasión (119), cuando donó el dinero de la
reconstrucción de los edificios destruidos durante la revuelta semita.
La Puerta de Adriano, en Antalya (Turquía) construida en honor de Adriano, que visitó la ciudad en 130.
Finalmente alcanzó la orilla del Éufrates, donde convino en un acuerdo con el monarca Osroes
I. Tras inspeccionar el sistema defensivo del territorio marchó a través de la costa occidental
del mar Negro,y, después, se trasladó a la capital de Bitinia, Nicomedia; ésta, otrora morada
de monarcas, era una ciudad desoladora, víctima de la furia de un terremoto que la
había devastado tiempo atrás. Dotó a la ciudad de tanto dinero con el fin de restaurarla
que sus habitantes le consideraron el «reconstructor de Oriente». También visitó Bitinio-
Claudiopolis, donde posiblemente conoció a su amante Antínoo; aunque no se conoce con
certeza su edad, las estatuas construidas en su honor —en las que se muestra a un muchacho
de veinte años— insinúan que tendría unos trece o catorce años. Lambert afirma que se envió
a Antínoo a Roma a fin de que se educara y de que sirviera como cortesano.
Tras su encuentro con Antínoo marchó a través de Anatolia. Durante el camino se creó una
ciudad en Misia —Hadrianuteras (Balikesir)— que conmemoraba la caza de una osa; no
obstante, la construcción de la ciudad también era consecuencia de la necesidad de establecer
un asentamiento en el territorio donde estaba localizada, una zona boscosa lista para el
desarrollo. Los modernos historiadores no están de acuerdo en si el emperador supervisó la
construcción hasta su término o si se marchó antes. Asimismo, Adriano ordenó la construcción
de un templo dedicado a él y a Trajano en Asia Menor.
En 124 se trasladó a Grecia, a tiempo de asistir a los misterios eleusinos. Aunque la tradición
dictaba que los iniciados debían llevar armas en un momento de la ceremonia, se les impidió
hacerlo con el objeto de no comprometer la vida del emperador. Durante su estancia, los
atenienses le solicitaron que revisara su constitución (entre otras cosas demandaban una
nueva tribu).
En otoño de ese mismo año recorrió el Peloponeso; su ruta ha sido reconstruida merced a las
notas de Pausanias y de los numerosos templos y estatuas allí construidos. Cabe mencionar la
estatua que erigieron los ciudadanos de Epidauro en honor a su «restaurador». Asimismo, el
emperador cedió numerosos fondos a Mantinea; este hecho refuerza la teoría de que Antínoo
era ya amante de Adriano, como consecuencia del vínculo existente entre la ciudad y la
residencia de Antínoo en Bitinia.
En 125 alcanzó Atenas. Allí estuvo al frente del festival en honor a Dionisias e inició la
construcción de numerosos edificios oficiales, entre ellos un acueducto, amén de terminar el
Templo de Zeus Olímpico, iniciado años atrás.
Retorno a Italia
Adriano restauró el Panteón.
Cuando llegó a Italia se detuvo en Sicilia. Aunque se desconoce lo que hizo durante su estancia,
los tallados de las monedas emitidas en estos años le honran como el «restaurador de la isla».
Sucesión
Los últimos años de su reinado transcurrieron en la capital; en 134 tomó un nuevo saludo
imperial con motivo del término del conflicto en Judea, y en 136 ordenó la construcción del
Templo de Venus y Roma en el emplazamiento de la Domus Aurea de Nerón.
Con el objeto de resolver la cuestión sucesoria adoptó a uno de los cónsules ordinarios del año
136, Lucio Ceyonio Cómodo, que tomó el nombre de Lucio Elio César. Se le concedió la
tribunicia potestas, la administración de Panonia y un nuevo consulado en 137. No obstante, el
que con toda certeza iba a ser emperador tras la muerte de Adriano falleció el 1 de enero de
138. Tras la muerte de Elio César, Adriano adoptó a Tito Fulvio Boionio Arrio Aurelio Antonino,
uno de los cuatro legatus consularis de Italia que había ostentado el proconsulado de Asia. El
25 de febrero de 138 se le concedió la tribunicia potestas y el imperium. Asimismo, una de las
condiciones de la adopción de Antonino era que éste adoptara a Lucio Vero y a Marco Aurelio.
Las intenciones de Adriano han sido intensamente debatidas; aunque se ha establecido que
Annio Vero —el emperador Marco Aurelio— era el sucesor electo, otros escriben que el
emperador trataba de favorecer a Ceyonio Cómodo —heredero de Elio César— aunque se vio
obligado al mismo tiempo de mostrar favor hacia Annio Vero a causa de sus conexiones con los
senadores narbonenses e hispanos, uno de los cuales era él mismo. Otros expertos afirman
que fue Antonino Pío —tío de Annio Vero— el que le colocó en una situación favorable con
respecto a Annio Vero; el que Annio Vero se divorciara de Ceyoni Fabia y se casara con Annia
Faustina —heredera de Antonino Pío— apoya esta teoría. A su ascenso al trono el mismo
Marco Aurelio quiso reinar con Lucio Vero.
Los autores clásicos describen los últimos años del reinado como «una época marcada por los
conflictos y la infelicidad». El conflicto sucesorio se acentuó con la defección de dos
importantes candidatos al trono: Lucio Julio Urso Serviano y Lucio Pedanio Fusco Salinator
Adriano ordenó el asesinato de estos dos hombres. Serviano dijo en el momento de su muerte:
«Sabéis muy bien, dioses, que no soy culpable de nada malo. En cuanto a Adriano solamente
pido esto: que ansíe la muerte y no pueda morir». El vaticinio se cumplió; Adriano sufrió hasta
el final a causa de una dilatada enfermedad, y sus sirvientes le impidieron suicidarse en más de
una ocasión.
Fallecimiento
Adriano falleció el 10 de julio de 138 en su villa de Baiae; tenía 62 años. Se cree que una
insuficiencia cardíaca causó la muerte del emperador. Dion Casio y la Historia Augusta dan
testimonio de su mala salud, y un estudio de 1980 señaló que en las estatuas construidas a
finales de su reinado se observan arrugas en el lóbulo, una característica asociada con la
cardiopatía isquémica.
Primero le enterraron en Puteoli, cerca de su villa, en una residencia que había pertenecido a
Cicerón. Poco después, se ordenó el traslado del cuerpo a Roma, donde le enterraron en los
Jardines de Domicia, cerca de las obras de su mausoleo. Tras el término de la construcción, en
139, se incineraron sus restos y se trasladaron las cenizas al mausoleo, donde ya estaban las de
Vibia Sabina y las de Lucio Elio César, al que el emperador había adoptado y que había muerto
un año antes. Antonino Pío lo deificó ese mismo año y trasladó sus cenizas al templo del
Campo de Marte
ANTONINO PÍO
Tito Aurelio Fulvo Boyonio Antonino (19 de septiembre de 86
Lanuvium, Italia- 7 de marzo de 161 Lorium, Italia)
Fue emperador romano desde el año 138 al 161. Nacido en una familia senatorial de rango
patricio originaria de Nemausus, ocupó el consulado y el proconsulado de Asia durante el
gobierno de Adriano, quien lo adoptó como hijo y sucesor poco antes de su muerte. Se ganó el
sobrenombre "Pío" tras su ascenso al trono, ya sea por hacer que el Senado deificara a su
predecesor, o por anular las condenas a muerte ordenadas por Adriano en sus últimos años. Su
reinado fue notable por la casi ausencia de revueltas e incursiones militares y su permanencia
en la península itálica. Ordenó la construcción del muro de Antonino para mejorar la defensa
de la provincia de Britania, aunque fue abandonado apenas
veinte años después. Destacó por ser un administrador eficaz,
evitando el derroche y dejando la tesorería saneada; por
mantener siempre una actitud respetuosa hacia el Senado;
por respetar las tradiciones religiosas, fueran estas oficiales o
no; y por no acometer importantes reformas urbanísticas.
Concedió a los libertos el derecho al voto en sus
comunidades.
Poco se sabe sobre la vida de Antonino antes de ser emperador. Antonino aún era joven
cuando murió su padre, por lo que su abuelo materno cuidó de su educación. Pasó su juventud
en las posesiones que este tenía en Lorium. Siguió una carrera pública eminentemente civil,
dada su condición de patricio, y no abandonó la península itálica salvo cuando tuvo que ejercer
el proconsulado de Asia. Después de la muerte de su abuelo, Antonino heredó sus grandes
posesiones convirtiéndose en uno de los hombres más ricos de Roma. Se casó con Faustina la
Mayor, hija del poderoso y rico Marco Annio Vero.
Matrimonio y descendía
Antonino Pío se casó entre 110-115 con Annia Galeria Faustina la Mayor. El matrimonio resultó
ser muy feliz. Faustina era la hija de cónsul Marco Annio Vero y Rupilia Faustina, pariente de la
emperatriz romana Vibia Sabina. Faustina fue una hermosa mujer, conocida en Roma por su
sabiduría. Pasó toda su vida ayudando a los pobres y desfavorecidos.
Emperador
A su ascenso al trono, Antonino se convirtió en Imperator Caesar Aelius Hadrianus Antoninus
Augustus. Una de sus primeras actuaciones como emperador fue convencer al Senado para
que concediera honores divinos a su predecesor Adriano, a lo que los senadores se habían
negado inicialmente; sus esfuerzos destinados a persuadir al Senado para rendir esta clase de
honores a Adriano así como su buena conducta privada y actos de solidaridad con su suegro le
valieron el cognomen de Pius. Las otras dos razones que justificaban este título fueron que su
suegro se apoyaba en su hombro al entrar en la Cámara del Senado y que salvó a los hombres
que Adriano había condenado a muerte durante su etapa de enfermedad. 5 Construyó durante
su reinado templos, teatros, mausoleos, promovió las artes y las ciencias y otorgó sueldos y
honores a los maestros de retórica y filosofía.
Su reinado transcurrió pacíficamente, a pesar de una serie de disturbios militares que asolaron
el Imperio durante su gobierno en Mauritania, Judea y en Britania contra los brigantes, aunque
ninguna de estas insurrecciones se consideran de importancia. Se cree que la insurrección en
Britania llevó al Emperador a erigir el Muro de Antonino en el Fiordo de Forth y el Fiordo de
Clyde, a pesar de que fue pronto abandonado. Fue uno de los pocos emperadores que se
enfrentaron a las crisis de su gobierno sin salir de Italia, tratando los asuntos bélicos
provinciales a través de gobernadores o por medio de cartas a ciudades como Éfeso. Este
estilo de gobierno fue muy elogiado por sus contemporáneos y por las generaciones futuras.
Poco se conoce de la política exterior del gobierno de Antonino, aunque a juzgar por los
hechos consecuentes de ella, no ocurrieron acontecimientos de importancia durante este
periodo, comparado con los de reinados de sus antecesores y predecesores. Algunos
historiadores afirman que trató con gran cuidado los asuntos del Imperio, o que tal vez se
desinteresó de los acontecimientos que sucedían en el exterior de Italia, y que de su
inactividad se derivaron los problemas a los que se tuvo que enfrentar, no solo Marco Aurelio,
sino un gran número de emperadores del S. III. El historiador alemán Ernst Kornemann escribe
que el reinado de Antonino comprendió:
...una sucesión de flagrantes pérdidas de oportunidades...
Esta teoría toma en consideración las pequeñas invasiones partas ocurridas durante el reinado
de Antonino. Kornemann sostiene que Antonino debería haber librado una guerra preventiva
contra los invasores para hacerlos retroceder. El historiador Ivan Lissner escribió:
...Antonino Pío vivió con la cabeza en las nubes cuando se trató de asuntos externos" ... Sin embargo, creo que es
injusto criticarle por ello. Cada monarca o estadista que realmente cree en la posibilidad de una paz duradera y
desea evitar a su pueblo el derramamiento de sangre, fundamentalmente, vive con la cabeza en las nubes ... para
que su nombre impacte en menor medida en la mente de todos, en contraste con los tiranos imperiales como
Nerón o Domiciano.
Ivan Lissner. La Historia de los césares, Jonathan Cape Ltd, Londres 1958
Antonino Pío mantuvo buenas relaciones con el Senado, en contraste con su predecesor
Adriano. Su reinado, junto con el de sus predecesores Trajano y Adriano, y el de su sucesor,
Marco Aurelio, se conoce como la Edad de Oro del Imperio romano.
En el año 140, mediante una Constitución imperial, se declaró que la ciudadanía romana que
recibían los soldados veteranos de las tropas auxiliares, tras veinticinco años de servicio, no era
extensible a los hijos que hubieran tenido durante su servicio o antes de este, pero sí la
recibirían los descendientes que tuvieran después de haber sido nombrados ciudadanos con la
honesta missio. Las motivaciones de esta medida todavía no han sido discernidas
completamente. Algunos estudiosos aseguran que Antonino Pío fue amigo íntimo de Yehudah
Hanasí. Según el Talmud (Avodah Zarah 10a-b), el rabino Yehudah era muy rico y muy
venerado en Roma. Mantuvo una estrecha amistad con "Antonino", posiblemente Antonino
Pío, el cual le consultaba sobre asuntos mundanos y espirituales.
Muerte
Tras desempeñar el reinado más duradero desde el de Augusto, superando en dos meses al de
Tiberio, Antonino murió de unas fiebres en Lorium, Etruria, a unos doce kilómetros de Roma,
el 7 de marzo de 161. La última palabra que el finado emperador pronunció fue característica
de lo que fue su reinado: aequanimitas, (ecuanimidad). Su cuerpo fue depositado en el
Mausoleo de Adriano y se erigió una columna en su honor en el Campo de Marte, y el templo
que él mismo había dedicado a su esposa Faustina en 141 se volvió a deificar en su nombre y
en el de Faustina.
Templo de Antonino y Faustina en el Foro Romano
Historiografia
La única obra de la que se tienen datos de Antonino Pío que ha llegado hasta nosotros es la
Historia Augusta, un relato de escasa fiabilidad. Antonino Pío es el único emperador romano
que no tiene una biografía. Los historiadores por tanto, han debido recurrir a los registros
públicos para documentarse sobre lo dicho en sus escritos.
LUCIO VERO
Lucio Aurelio Vero (Roma, 15 de diciembre de 130 - Altinum, 169)
Denario conmemorativo de la victoria de Lucio Vero sobre Vologases IV de Partia, en la Guerra Armenia.
Sus contemporáneos relatan que Vero no vivió una experiencia realmente dura durante la
campaña parta: vivía siempre rodeado de actores y músicos, disfrutando de abundantes
banquetes y de otros placeres de la vida. Aparentemente estas placenteras medidas fueron
trasladadas a las tropas de rango, para así elevar la moral. Esta extravagante actitud no fue
óbice para sus juiciosas acciones en el campo militar, donde se demostró como un líder capaz,
que cumplía sus tareas competentemente. A la vuelta de la campaña parta, Vero fue
obsequiado con un triunfo, recibiendo el apelativo de Armeniacus. El desfile fue inusual,
debido a que participaron Vero, Marco Aurelio, todos sus hijos y sus hijas solteras, como si de
una gran celebración familiar se tratase.
Años en Roma
Vero pasó los dos siguientes años en Roma, donde continuó con su lujoso estilo de vida,
manteniendo una verdadera legión de actores y favoritos a su lado. Poseía una posada,
construida en su propia casa, donde celebraba fiestas con sus amigos hasta el amanecer.
También disfrutaba deambulando por la ciudad y entre el pueblo, sin mostrar su verdadera
identidad. Los juegos del circo romano eran otra de las pasiones de su vida, especialmente las
carreras de carros. Marco Aurelio desaprobaba su conducta, pero ya que Vero seguía
desempeñando sus tareas oficiales con eficiencia, realmente era poco lo que podía hacer.
Guerras en el Danubio y muerte
Conclusión