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Ensayo de textos narrativos.

(Semana 16-19 agosto)

Instrucciones: A continuación, se presentan 4 textos de diversas extensiones. Cada uno


de ellos incluye preguntas correspondientes al modelo de Prueba de Admisión estudiantil.
En este mini ensayo enfocado a textos narrativos podrás encontrar dos tipos de preguntas:
1. Preguntas de vocabulario. Estas preguntas consisten en una palabra que aparece
subrayada en el texto seguida de cinco opciones. Deberás elegir una de ellas para
reemplazar el término subrayado, según su significado y adecuación al contexto,
de modo que no cambie el sentido del texto, aunque se produzca diferencia en la
concordancia de género. Estas preguntas de vocabulario se dividen entre
preguntas con explicación temática y otras sin dicha explicación.

*Este tipo de preguntas no pertenecen al nuevo formato PAES, pero se


considerarán dentro de la ejercitación, pues permite comprender significados de
palabras sin tener definiciones.

2. Preguntas de comprensión de lectura. Estas preguntas son aquellas que deberás


responder de acuerdo con el contenido de los fragmentos y de la información
extraída a partir de las competencias lectoras revisadas en la clase.

Lectura 1
Frankenstein o el moderno Prometeo
1. Así transcurrieron dos años, en los cuales no regresé a Ginebra, porque estaba
enfrascado en cuerpo y alma en el estudio de ciertos descubrimientos que
esperaba realizar. Nadie, salvo aquellos que lo han experimentado, pueden
comprender la fascinación que ejerce la ciencia. En otras disciplinas, uno llega
hasta donde han llegado aquellos que lo han precedido, y no puede llegar a saber
nada más; pero en la investigación científica continuamente se alimenta la pasión
por los descubrimientos y las maravillas. Una inteligencia de mediana capacidad
que se empeña con pasión en un estudio necesariamente alcanza un gran dominio
en dicha disciplina. Y yo, que continuamente intentaba alcanzar una meta y estaba
dedicado a ese único fin, progresé tan rápidamente que al final de aquellos dos
años hice algunos descubrimientos para la mejora de ciertos aparatos químicos, lo
cual me procuró gran estima y admiración en la universidad. Cuando llegué a ese
punto y hube aprendido todo lo que los profesores de Ingolstadt podían
enseñarme, y teniendo en cuenta que mi estancia allí ya no me procuraría
aprovechamiento alguno, pensé en regresar con los míos a mi ciudad natal, pero
entonces se produjo un suceso que alargó mi estancia allí.
2. Uno de aquellos fenómenos que habían llamado especialmente mi atención era la
estructura del cuerpo humano y, en realidad, la de cualquier animal dotado de
vida. A menudo me preguntaba: ¿dónde residirá el principio de la vida? Era una
pregunta atrevida y siempre se había considerado un misterio. Sin embargo,
¿cuántas cosas podríamos descubrir si la cobardía o el desinterés no
entorpecieran nuestras investigaciones? Le di muchas vueltas a estas cuestiones y
decidí que desde aquel momento en adelante me aplicaría muy especialmente a
aquellas ramas de la filosofía natural relacionadas con la fisiología. Si no me
hubiera animado una especie de entusiasmo sobrenatural, mi dedicación a esa
disciplina me habría resultado tediosa y casi insoportable. Para estudiar las
fuentes de la vida, debemos
recurrir en primer lugar a la muerte. Enseguida me familiarice con la ciencia de la
anatomía, pero no era suficiente. Debía también observar la descomposición
natural y la corrupción del cuerpo humano. Durante mi educación, mi padre había
tomado todo tipo de precauciones para evitar que mi mente se viera impresionada
por terrores sobrenaturales. Así que yo no recuerdo haber temblado jamás ante
cuentos supersticiosos o haber temido la aparición de un espíritu. La oscuridad no
ejercía ninguna influencia en mi imaginación; y un cementerio no era para mí más
que un conjunto de cuerpos privados de vida y que, en vez de ser los receptáculos
de la belleza y la fuerza, se habían convertido en alimento para los gusanos. Ahora
estaba decidido a estudiar la causa y el proceso de esa descomposición y me vi
forzado a pasar días y noches enteros en panteones y osarios. Mi atención se
centró en todos aquellos detalles que resultan insoportablemente repugnantes a la
delicadeza de los sentimientos humanos. Vi cómo las hermosas formas del
hombre se degradan y se pudrían; y observé detenidamente la corrupción de la
muerte triunfando sobre las rosadas mejillas llenas de vida; vi cómo los gusanos
heredaban las maravillas de los ojos y el cerebro.

Mary Shelley (fragmento).

1. Según el narrador, ¿qué distingue a la ciencia de otras disciplinas de estudio?


A. El interés por experimentar lo que otros han descubierto.
B. La posibilidad de generar continuamente nuevos descubrimientos.
C. El desafío de llegar a maravillarse con los éxitos de otras personas.
D. La capacidad de igualar los éxitos conseguidos por los antecesores.

2. ¿Cuál es la actitud del narrador con relación a su área de estudio?


A. Compromiso, pues cree que es su obligación contribuir al avance científico.
B. Impotencia, pues siente que es complejo competir con otros investigadores.
C. Cuestionamiento, pues duda de la capacidad investigativa de sus predecesores.
D. Curiosidad, pues genera nuevas interrogantes a partir de lo que va aprendiendo.

3. El comportamiento del narrador principalmente está motivado por:


A. La sed de venganza.
B. El afán de alcanzar la fama.
C. La búsqueda del conocimiento.
D. El intento de trascender.

Lectura 2
Esa boca
1. Su entusiasmo por el circo se venía arrastrando desde tiempo atrás. Dos meses,
quizá. Pero cuando siete años son toda la vida y aún se ve el mundo de los
mayores como una muchedumbre a través de un vidrio esmerilado, entonces dos
meses representan un largo, insondable proceso. Sus hermanos mayores habían
ido dos o tres veces e imitaban minuciosamente las graciosas desgracias de los
payasos y las contorsiones y equilibrios de los forzudos. También los compañeros
de la escuela lo habían visto y se reían con grandes aspavientos al recordar este
golpe o aquella pirueta. Sólo que Carlos no sabía que eran exageraciones
destinadas a él, a él que no iba al circo porque el padre entendía que era muy
impresionable y podía conmoverse demasiado ante el riesgo inútil que corrían los
trapecistas. Sin embargo, Carlos sentía algo parecido a un dolor en el pecho
siempre que pensaba en los payasos. Cada día le iba siendo más difícil soportar su
curiosidad.
2. Entonces preparó la frase y en el momento oportuno se la dijo al padre: “¿No
habría forma de que yo pudiese ir alguna vez al circo?” A los siete años, toda frase
larga resulta simpática y el padre se vio obligado primero a sonreír, luego a
explicarse: “No quiero que veas a los trapecistas.” En cuanto oyó esto, Carlos se
sintió verdaderamente a salvo, porque él no tenía interés en los trapecistas. “¿Y si
me fuera cuando empieza ese número?” “Bueno”, contestó el padre, “así, sí”.
3. La madre compró dos entradas y lo llevó el sábado de noche. Apareció una mujer
de malla roja que hacía equilibrio sobre un caballo blanco. Él esperaba a los
payasos. Aplaudieron. Después salieron unos monos que andaban en bicicleta,
pero él esperaba a los payasos. Otra vez aplaudieron y apareció un malabarista.
Carlos miraba con los ojos muy abiertos, pero de pronto se encontró bostezando.
Aplaudieron de nuevo y salieron —ahora sí— los payasos.
4. Su interés llegó a la máxima tensión. Eran cuatro, dos de ellos enanos. Uno de los
grandes hizo una cabriola, de aquellas que imitaba su hermano mayor. Un enano
se le metió entre las piernas y el payaso grande le pegó sonoramente en el trasero.
Casi todos los espectadores se reían y algunos muchachitos empezaban a festejar
el chiste mímico antes de que el payaso emprendiera su gesto. Los dos enanos se
trenzaron en la milésima versión de una pelea absurda, mientras el menos cómico
de los otros dos los alentaba para que se pegasen. Entonces el segundo payaso
grande, que era sin lugar a duda el más cómico, se acercó a la baranda que
limitaba la pista, y Carlos lo vio junto a él, tan cerca que pudo distinguir la boca
cansada del hombre bajo la risa pintada y fija del payaso. Por un instante el pobre
diablo vio
aquella carita asombrada y le sonrió, de modo imperceptible, con sus labios
verdaderos. Pero los otros tres habían concluido y el payaso más cómico se unió a
los demás en los porrazos y saltos finales, y todos aplaudieron, aun la madre de
Carlos.
-Mario Benedetti (fragmento).
4. ¿Cuál es la actitud de Carlos durante la función del circo?
A. Preocupación, pues se cuestiona cuál será su reacción frente a los payasos.
B. Curiosidad, pues observa cada detalle de las piruetas de los artistas del
espectáculo.
C. Expectación, pues aguarda con ansiedad el espectáculo de payasos.
D. Impaciencia, pues se aburre frente a la monotonía de algunos números del
espectáculo.

5. ¿Cuál es la actitud de los compañeros de Carlos hacía él?


A. De burla, debido a que Carlos ha sido excluido de ciertas experiencias por su
hipersensibilidad.
B. De incomprensión, debido a que Carlos tiene intereses distintos a los de ellos.
C. De superioridad, debido a que creen que Carlos carece de fuerza física para
ejecutar piruetas circenses.
D. De rechazo, debido a que excluyen a Carlos de sus arriesgados juegos circenses.

Lectura 3
El pañuelo azul
1. Inventó lo del pañuelo azul porque la idea de morir sin haber conocido una noche de
amor le atormentaba aún más que el terror a quedar en la indigencia: la crisis había
dejado a tantos jubilados en la calle, que ella vivía con miedo y cada vez que se acordaba,
se levantaba y apagaba las luces de la casa.
2. Pero lo otro era imposible de aceptar. Salir todas las tardes, a la hora de la siesta, a
limpiar la vereda y encontrarse con las otras mujeres solas del barrio. No, no acabaría así
su vida: recogiendo hojas secas en el otoño, limpiando la vereda en el invierno y podando
los árboles del jardín en la primavera. No podía acordarse cuando empezó a estar atada a
esa noria; y, sin embargo, el primer signo de rebeldía se produjo de forma inesperada una
mañana de verano en que agarró las agujas de tejer y las tiró al tacho de basura: ya todas
sus hermanas y sobrinas tenían abrigo suficiente para los fríos venideros de no sabía
cuántos años. Y, definitivamente, estaba harta de inventar puntadas y combinar colores.
3. Atrás también había quedado el tiempo de dar forma a la cerámica; no podía más con lo
de mostrar a cuanto visitante pasaba por su casa las figuras de estilo griego que había
creado con sus manos, ¿para que terminaran con aquellas frases de siempre sobre su
talento innato para la escultura?

4. ‘Y, claro, —se decía— tomando en cuenta la vida que he llevado, todas esas reacciones
son normales, hasta comprensibles. Pero lo que sucede con el pañuelo azul es algo más
que extraño, vergonzoso.’
5. Quizás todo se debía a que, a pesar de sus sesenta y cuatro años, todavía tenía la
esperanza de volverlo a encontrar y ser feliz. Y lo del pañuelo azul era lo único que le
acercaba a él.

6. Una noche en que la soledad le oprimía el alma, sacó el pañuelo de la cómoda y lo puso
sobre la cama. Formó con él una silueta humana —de hombre—, lo miró con ternura y
empezó a charlar.

7. —Ansaldo —le dijo con voz suave—, ¡al fin has vuelto! No imaginas cómo esperé este
momento. Cierra los ojos y escúchame. No mires mientras me saco la ropa; sabes que
nunca me he desvestido delante de un hombre y siento vergüenza. No abras los ojos, te
ruego. ¡Al fin estás conmigo, querido mío! ¡Tenía tanto miedo de morir sin volver a verte!
Ya está. Espera un segundo, me pongo el camisón. No vayas a abrir los ojos.

8. Cuando ella le dijo que podía abrir los ojos, estaba acostada a su lado. Llevaba el
camisón impecablemente blanco y se había cubierto con las frazadas hasta el borde del
labio inferior.

9. Habló con él un rato más sobre cosas intrascendentes. Le contó del bicho que había
encontrado en el jardín y del nuevo brote de las siemprevivas. "Ansaldo", "Ansaldo",
repetía una y otra vez, hasta que se fue quedando dormida con la sensación muy clara de
una mano descansando sobre su cintura. Durmió sin necesidad de pastillas —y sin
suspirar—. Y soñó”.

María del Carmen Garcés (fragmento)

6. ¿Cuál es el sentido del término INDIGENCIA en el primer párrafo del texto leído? A.
PRIVACIÓN, porque la protagonista temía tener que bajar su estatus de vida producto
de la crisis.
B. ESCASEZ, porque la crisis hacía que las reservas de los bienes de primera
necesidad se fueran acabando en los hogares de los ancianos.
C. INSOLVENCIA, porque temía no poder cumplir sus compromisos económicos,
producto de la crisis.
D. POBREZA, porque temía sufrir los efectos de la crisis económica que afectaba a
muchos jubilados.

7. ¿Cuál es el sentido de la palabra HARTA en el contexto del segundo párrafo del texto
leído?
A. COLMADA, porque ya no quería tejer más, pues se sentía satisfecha con lo hecho.
B. COMPLETA, porque se sentía útil para su familia por haber tejido lo suficiente.
C. PLENA, por las satisfacciones que le había otorgado el tejer para su agradecida
familia.
D. HASTIADA, porque ya había tejido tanto que se había saturado y no quería volver a
hacerlo.

8. Las acciones realizadas por la protagonista desde su “primer signo de rebeldía”,


ordenadas cronológicamente, fueron:
A. Sacar el pañuelo de la cómoda, poner el pañuelo sobre la cama, “hablar” con
Ansaldo, formar con el pañuelo una silueta humana, ponerse el camisón y
acostarse, quedarse dormida y soñar.
B. Botar las agujas de tejer, poner el pañuelo sobre la cama, formar con el pañuelo
una silueta humana, ponerse el camisón y acostarse, “hablar” con Ansaldo,
tomarse las pastillas para dormir, quedarse dormida y soñar.
C. Sacar el pañuelo de la cómoda, ponerse el camisón y acostarse, “hablar” con
Ansaldo, tomarse las pastillas para dormir, quedarse dormida y soñar.
D. Botar las agujas de tejer, poner el pañuelo sobre la cama, formar con el pañuelo
una silueta humana, “hablar” con Ansaldo, ponerse el camisón y acostarse, “hablar”
con Ansaldo, quedarse dormida y soñar.

9. Del relato se infiere que la protagonista


A. Recuperó a su antiguo amante.
B. Perdió un amor en el pasado.
C. Es una mujer anciana y enferma.
D. Tiene una situación económica holgada.

10. Seleccione el enunciado que representa adecuadamente el sentido de la expresión


“una noche en que la soledad le oprimía el alma”, del sexto párrafo.
A. Por las noches sentía que se ahogaba.
B. Se angustiaba por la soledad.
C. Le pesaba no haberse casado.
D. No le gustaba pasar la noche sola.

Lectura 4
Relato de un náufrago
1. «A las cuatro y cuarenta y cinco se veían en el horizonte los resplandores del sol.
Antes había sentido miedo por la noche, ahora el sol del nuevo día me parecía un
enemigo. Un gigantesco e implacable enemigo que venía a morderme la piel
ulcerada, a enloquecerme de sed y de hambre. Maldije el sol. Maldije el día.
Maldije mi suerte que me había permitido soportar nueve días a la deriva en lugar
de permitir que me hubiera muerto de hambre o descuartizado por los tiburones
2. Como volvía a sentirme incómodo, busqué el pedazo de remo en el fondo de la
balsa para recostarme. Nunca he podido dormir con una almohada demasiado
dura. Sin embargo, buscaba con ansiedad un pedazo de palo destrozado por los
tiburones para apoyar la cabeza.
3. El remo estaba en el fondo, todavía amarrado a los cabos del enjaretado. Lo solté.
Lo ajusté debidamente a mis espaldas doloridas, y la cabeza me quedó apoyada
por encima de la borda. Entonces fue cuando vi claramente, contra el sol rojo que
empezaba a levantarse, el largo y verde perfil de la costa.
4. Iban a ser las cinco. La mañana era perfectamente clara. No podía caber la menor
duda de que la tierra era una realidad. Todas las alegrías frustradas en los días
anteriores –la alegría de los aviones, de las luces de los barcos, de las gaviotas y
del color del agua– renacieron entonces atropelladamente, a la vista de la tierra.
5. Si a esa hora me hubiera comido dos huevos fritos, un pedazo de carne, café con
leche y pan –un desayuno completo del destructor– tal vez no me habría sentido
con tantas fuerzas como después de haber visto aquello que yo creí que realmente
era la tierra. Me incorporé de un salto. Vi, perfectamente, frente a mí, la sombra de
la costa y el perfil de los cocoteros. No veía luces. Pero a mi derecha, como a diez
kilómetros de distancia, los primeros rayos del sol brillaban con un resplandor
metálico en los acantilados. Loco de alegría, agarré mi único pedazo de remo y
traté de impulsar la balsa hasta la costa, en línea recta.
6. Calculé que habría dos kilómetros desde la balsa hasta la orilla. Tenía las manos
deshechas y el ejercicio me maltrataba la espalda. Pero no había resistido nueve
días –diez con el que estaba empezando– para renunciar ahora que estaba frente
a tierra. Sudaba.
7. El viento frío del amanecer me secaba el sudor y me producía un dolor destemplado
en los huesos, pero seguía remando. Pero ¿dónde está la tierra?
8. No era un remo para una balsa como aquella. Era un pedazo de palo. Ni siquiera me
servía de sonda para tratar de averiguar la profundidad del agua. Durante los
primeros minutos, con la extraña fuerza que me imprimió la emoción, logré avanzar
un poco. Pero luego me sentí agotado, levanté el remo un instante, contemplando
la exuberante vegetación que crecía frente a mis ojos, y vi que una corriente
paralela a la costa impulsaba la balsa hacia los acantilados.
9. Lamenté haber perdido mis remos. Sabía que uno de ellos, entero y no destrozado
por los tiburones como el que llevaba en la mano, habría podido dominar la
corriente. Por instantes pensé que tendría paciencia para esperar a que la balsa
llegara a los acantilados. Brillaban bajo el primer sol de la mañana como una
montaña de agujas metálicas. Por fortuna estaba tan desesperado por sentir la
tierra firme bajo mis pies que sentí lejana la esperanza. Más tarde supe que eran
las rompientes de Punta Caribana, y que de haber permitido que la corriente me
arrastrara me habría destrozado contra las rocas.
10. Traté de calcular mis fuerzas. Necesitaba nadar dos kilómetros para alcanzar la
costa. En buenas condiciones puedo nadar dos kilómetros en menos de una hora.
Pero no sabía cuánto tiempo podía nadar después de diez días sin comer nada
más que un pedazo de pescado y una raíz, con el cuerpo ampollado por el sol y la
rodilla herida. Pero aquella era mi última oportunidad. No tuve tiempo de pensarlo.
No tuve tiempo de acordarme de los tiburones. Solté el remo, cerré los ojos y me
arrojé al agua.
11. Al contacto del agua helada me reconforté. Desde el nivel del mar perdí la visión
de la costa. Tan pronto como estuve en el agua me di cuenta de que había
cometido dos errores: no me había quitado la camisa ni me había ajustado los
zapatos. Traté de no hundirme. Fue eso lo primero que tuve que hacer, antes de
empezar a nadar. Me quité la camisa y me la amarré fuertemente alrededor de la
cintura. Luego, me apreté los cordones de los zapatos. Entonces sí empecé a
nadar. Primero desesperadamente. Luego con más calma, sintiendo que a cada
brazada se me agotaban las fuerzas, y ahora sin ver la tierra. [...]
12. Ya me sentía sin fuerzas y, sin embargo, aún no veía la tierra. Entonces volvió a
invadirme el terror: acaso, ciertamente, la tierra había sido otra alucinación. El agua
fresca me había reconfortado y yo estaba otra vez en posesión de mis sentidos,
nadando desesperadamente hacia la playa de una alucinación. Ya había nadado
mucho. Era imposible regresar en busca de la balsa».

Gabriel García Márquez (fragmento).

11. ¿Cuál es el sentido de la palabra SOPORTAR en el contexto del primer párrafo del
fragmento leído?
A. AGUANTAR, porque el personaje cree que su suerte lo hace asumir las
consecuencias de estar a la deriva.
B. RESISTIR, porque el personaje considera que su suerte le ha permitido sobrellevar
la sed y hambre en lugar de morir.
C. SUFRIR, porque el personaje considera que su suerte lo hace cargar con la
responsabilidad de su destino.
D. TOLERAR, porque el personaje considera que su suerte lo ha llevado a admitir las
pruebas que enfrenta en lugar de morir.

12. ¿Cuál es el sentido de la palabra RENACIERON en el contexto del cuarto párrafo del
fragmento leído?
A. BROTARON, porque al ver la tierra, el personaje recuperó la misma alegría perdida
en los días anteriores.
B. REAPARECIERON, porque al ver la tierra, el personaje recobró la idea de que la
tierra estaba cerca.
C. RESURGIERON, porque al ver la tierra, en el personaje regresaron las alegrías no
concretadas en los días previos.
D. REVIVIERON, porque al ver la tierra, en el personaje se restauraron las esperanzas
de alcanzar la orilla.

13. ¿Cómo reacciona el personaje antes de arrojarse al mar?


A. Impulsivamente.
B. Angustiadamente.
C. Resignadamente.
D. Temerosamente.

14. De acuerdo con el inicio del fragmento, ¿por qué para el personaje el nuevo día era un
enemigo?
A. Porque la aparición del sol le daba indicios de que sería un día caluroso. B.
Porque el amanecer le anunciaba que debería seguir soportando su sufrimiento. C.
Porque la aparición del sol no le permitía seguir durmiendo.
D. Porque los días soleados le recordaban su mala suerte.

15. ¿Qué se concluye respecto del último párrafo?


A. El protagonista era incapaz de calcular con certeza la distancia entre la balsa y la
playa.
B. El ansia del protagonista por salvarse del naufragio, muchas veces lo llevó a
imaginar que veía tierra cercana.
C. El cansancio del protagonista después de nadar mucho lo hizo pensar en
abandonarse a su suerte.
D. El protagonista recuperó levemente sus fuerzas al contacto con el agua, lo que le
permitió nadar más rápido.

Lectura 5
"...Había visto poco a Holmes últimamente. Mi matrimonio nos había alejado. Mi propia felicidad y
los intereses domésticos que surgen alrededor del hombre que se encuentra por primera vez
convertido en amo y señor de su casa, eran suficientes para absorber toda mi atención; mientras que
Holmes, que odiaba cualquier forma de sociedad con toda su alma de bohemio, permaneció en
nuestras habitaciones de Baker Street, sumergido entre sus viejos libros y alternando, de semana en
semana, entre la cocaína con la ambición, la somnolencia de la droga con la feroz energía de su
propia naturaleza inquieta. Continuaba, como siempre, profundamente interesado en el estudio del
crimen y ocupando sus inmensas facultades y sus extraordinarios poderes de observación en seguir
las pistas y aclarar los misterios que habían sido abandonados por la policía oficial, como casos
desesperados. De vez en cuando escuchaba algún vago relato de sus hazañas: su intervención en el
caso del asesinato Trepoff, en Odessa; su solución en la singular tragedia de los hermanos Atkinson,
en Trincomalee, y, finalmente, en la misión que había realizado, con tanto éxito, para la familia
reinante de Holanda. Sin embargo, más allá de estas muestras de actividad, que me concretaba a
compartir con todos los lectores de la prensa diaria, sabía muy poco de mi antiguo amigo y
compañero. Una noche -fue el 20 de marzo de 1888- volvía de visitar a un paciente (había vuelto al
ejercicio de mi profesión como médico civil), cuando mi recorrido de regreso a casa me obligó a pasar
por Baker Street. Al pasar por aquella puerta tan familiar para mí, que siempre estará asociada en mi
mente a la época de mi noviazgo y a los oscuros incidentes del Estudio en escarlata, me sentí
invadido por un intenso deseo de ver a Holmes y de saber cómo estaba empleando, ahora, sus
extraordinarias facultades. Sus habitaciones estaban brillantemente iluminadas. Al levantar la mirada
hacia ellas, noté su figura alta y esbelta pasar dos veces, convertida en negra silueta, cerca de la
cortina. Estaba recorriendo la habitación rápida, ansiosamente, con la cabeza sumida en el pecho y
las manos unidas a la espalda. Para mí, que conocía a fondo cada uno de sus hábitos y de sus
estados de ánimo, su actitud y su comportamiento eran reveladores. Estaba trabajando de nuevo. Se
había sacudido de sus ensueños toxicomanos y estaba sobre la pista candente de algún nuevo caso.
Toqué la campanilla y fui conducido a la sala que por tanto tiempo compartí con Sherlock. 

No fue muy efusivo. Rara vez lo era; pero creo que se alegró de verme. Casi sin decir palabra, aunque
con los ojos brillándole bondadosamente, me indicó un sillón, me arrojó su cajetilla de cigarrillos y
señaló hacia una botella de whisky y un sifón que había encima de una cómoda. Entonces se puso de
pie frente al fuego y me miró con el detenimiento tan peculiar de él. 

-El matrimonio le sienta bien -me dijo-. Creo, Watson, que ha aumentado unas siete libras y media
desde que no nos vemos. 

-Siete -contesté yo. 

-Debí haber pensado un poco más antes de decir eso... Y veo que está ejerciendo de nuevo. No me
había dicho que intentaba dedicarse a su profesión. -Entonces, ¿cómo lo sabe?"

Arthur Conan Doyle, Un escándalo en Bohemia (fragmento) 

16. ¿Qué relación existe entre Watson y Holmes?


A. Amigos de la infancia.
B. Ex colegas y amigos.
C. Compañeros de piso.
D. Watson le estaba prestando servicios como médico a Sherlock.
E. Sherlock investigaba asuntos privados para Watson.

17. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones caracterizan a Sherlock Holmes como detective?
A. La vida de un detective privado es libre y desorganizada, porque se desmarca de
cualquier institución.
B. El consumo de ciertas sustancias es común en este tipo de ocupación, por el
esfuerzo mental que requiere para resolver casos.
C. El uso de rutinas para resolver casos es esencial, porque caminar de un lado al otro
ayuda a mantener la concentración.
D. Las inmensas facultades y poderes de observación son indispensables, porque
gracias a ellos puede aclarar misterios que han sido abandonados por la policía
oficial.
E. Su trabajo es considerado una hazaña, porque es indispensable para la sociedad.
18. Según lo expresado en el fragmento, ¿cómo sabe Sherlock que Watson ha aumentado
siete libras de peso y que ha vuelto a ejercer su profesión?
A. Porque posee inmensas facultades y poderes de observación.
B. Porque lo ha deducido.
C. Porque hace algún tiempo se encontraba investigando a Watson.
D. Porque lo conocía desde hace tiempo.

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