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Los metaleros

Metalero es el término usado comúnmente para referirse a las personas pertenecientes a


la subcultura generada por la música heavy metal.1 De forma más específica, los metaleros
son aquellas personas seguidoras o fanáticas del metal en todas sus tendencias, como
son thrash metal, death metal, speed metal, black metal, grindcore, power metal, entre otras.2
3

Si bien el heavy metal tiene su origen a finales de los sesenta, el movimiento cultural metalero


con sus características actuales comenzó a gestarse a finales de los setenta y principios de
los ochenta, con la nueva ola del heavy metal británico (NWOBHM), cuando el
movimiento punk todavía dominaba la escena musical subterránea en Gran Bretaña. A partir
de entonces el metal se extendió por todo el mundo y se diversificó tanto musical como
culturalmente.4
A los metaleros también se les conoce como heavies («pesados»), metalheads («cabezas de
metal») o headbangers («agitadores de cabeza»), en alusión a la imagen típica del metalero
con cabello largo que mueve su cabeza al ritmo de la música.5 Metalier, metálico y heavy-
rocker suelen ser denominaciones menos usuales.
Es importante señalar que el metal no es una identidad cultural uniforme, sino que agrupa
diversos estilos y tendencias no siempre acordes entre sí. Hasta el momento no existe
ninguna definición acreditada de cómo debe ser y actuar un metalero genuino ni de las cosas
que debe creer para ser considerado como tal.6

Idiosincrasia y religión[editar]
Debido a la presencia de diferentes movimientos, subgéneros y estilos dentro del metal, es
difícil definir los gustos, actitudes y creencias de un metalero. Si bien hay aficionados que
escuchan cualquier subgénero y no se identifican con ninguno en especial, los hay quienes se
toman alguno en particular con toda seriedad, incluso hasta llegar al fundamentalismo y a
la violencia. Es el caso del black metal, cuyos seguidores más extremistas identifican su
música con un anticristianismo militante que busca exterminar el mundo cristiano por cualquier
medio.7 No obstante, existen metaleros aficionados al ocultismo, al paganismo y
al satanismo (en sus distintas corrientes) que suelen estar en contra de la violencia
innecesaria y que no son afines a la discriminación. El ateísmo y el agnosticismo encuentran
en el metal muchos partidarios, aunque existen corrientes metaleras cristianas bien definidas,
con base en el Nacionalismo Católico8

Visiones políticas y sociales[editar]


Las ideologías políticas son fuente de inspiración, es común encontrar metaleros con visiones
del mundo nihilistas e individualistas, pero también los hay quienes se sienten atraídos por
diferentes ideales sociales y utopías. En el thrash metal, por ejemplo, es común observar la
influencia contestataria del punk, reflejada tanto en su sonido como en sus letras, muchas de
ellas abiertamente anticapitalistas. Una pequeña pero significativa fracción de blackmetaleros,
sobre todo en Europa, se siente identificada con el nazismo y con otras visiones político-
religiosas racistas, mientras otros suelen estar a favor de la multiculturalidad y la no
discriminación. Por otro lado, buena cantidad de metaleros están atraídos por diversas teorías
de conspiraciones, por lo que algunos se definen a sí mismos como anti-judeo-masones-
comunistas. No obstante, hay metaleros que no se sienten identificados con ninguna corriente
política o que suelen construir sus propias ideas de manera independiente, criticando el
borreguismo de cualquier índole.
Guerra de estilos musicales[editar]
La cuestión musical también genera desacuerdos importantes. Muchos definen tal o cual
sonido como metal verdadero y acusan a otros subgéneros de ser falso metal o producto
deliberado de la industria cultural. En la década de los ochenta era frecuente, por ejemplo, que
los thrashers acusaran a los glamers de ser posers y a su música e imagen de ser un producto
comercial para las masas. En el death metal y en el black metal es común que muchos
defiendan un sonido primitivo y crudo frente al sonido más melódico y refinado del metal
extremo más comercial. Los fanes del metal progresivo, por su parte, le dan mucha
importancia a la técnica instrumental. Quizá como en ningún otro género musical, los
metaleros se caracterizan por ser muy exigentes y críticos con el trabajo artístico de las
bandas. A mediados de los noventa comenzó a difundirse el apelativo de metalero de la vieja
escuela para designar a aquellos que eran fieles a las raíces del metal y que estaban en
contra de subgéneros más comerciales y prefabricados.

Autenticidad y crítica de la pose[editar]


Los metaleros suelen ser muy estrictos en cuanto a la autenticidad de su cultura, si bien no
hay un acuerdo general sobre qué criterios son los que caracterizan al verdadero metalero.
Los problemas más comunes a la hora de diferenciar al «auténtico metalero» del posero son:
el tipo de subgénero que se escucha, la ideología, el comportamiento social, el atuendo y la
pertenencia grupal. En términos estrictamente musicales, los metaleros han hecho una
distinción entre lo que consideran true metal (metal verdadero) y el false metal (metal falso).
La proliferación de bandas de metal más comerciales y la crisis que sufrió el género en los
noventa a partir del éxito del grunge (y que orilló a muchas bandas a cambiar su sonido para
adaptarse a las nuevas tendencias) motivó un intenso debate interno sobre lo que debería
considerarse «auténtico metal» y lo que no.
Los metaleros más duros enarbolaron el sonido de la vieja escuela y comenzaron a despreciar
las mezclas con subgéneros considerados comerciales como el rap, el rock alternativo o
la música electrónica. Fusiones controvertidas como el deathcore, el nu metal, el metalcore,
el metal industrial, el metal alternativo y de vez en cuando el groove metal fueron criticados
duramente, arguyendo que se traicionaba el verdadero espíritu del metal. Los defensores de
estas nuevas corrientes alegaron que anteriormente el metal se había fusionado con el punk o
con el rock progresivo y que no había razón para censurar estas incipientes mezclas con otros
géneros.

Relación con otras subculturas[editar]


La relación de los metaleros con las diferentes tribus urbanas es compleja y depende en
buena medida del metalero en particular y de sus propias opiniones y preferencias. En general
los rockers (especialmente los fanes del hard rock) y metaleros han tenido siempre buena
relación. En cambio, en los ochenta hubo algunos conflictos violentos entre punks y metaleros,
si bien los motivos no están del todo claros, menos aún considerando que el punk fue una
pieza clave en el desarrollo de la Nueva Ola del Metal Británico y del thrash metal, mientras
que el hard rock primitivo supuso una influencia para el nacimiento el este. Actualmente el
conflicto está superado y es común encontrar punks y metaleros en un mismo círculo social.
Muchos metaleros se sienten atraídos por la cultura del tatuaje, mientras que otros
manifiestan interés en la cultura de las motos chopper. De hecho, la indumentaria de los
motociclistas norteamericanos de los años setenta supuso una influencia decisiva sobre la
vestimenta metalera actual.

Discriminación y rechazo social[editar]


Las instituciones religiosas de algunos países, y ciertas sectas ultra católicas han manifestado
desde hace años (con fuerte intensidad en los años 80) una persecución contra el heavy
metal, para disminuir su influencia en los jóvenes. Las acusaciones que se han vertido contra
este movimiento juvenil, están que es una música que incita al sexo, a las drogas y a la
violencia, generando así realmente (antes que el Black Metal) la mala imagen de el género
metalero. Esta persecución tuvo bastante importancia en EE. UU. con la administración
de Ronald Reagan quien durante todo su mandato llevó a cabo una política conservadora,
contribuyó a que este acorralamiento contra el Heavy Metal fuera más intenso.

La proliferación de bandas de metal más comerciales y la crisis que sufrió el género en los noventa
a partir del éxito del grunge (y que orilló a muchas bandas a cambiar su sonido para adaptarse a
las nuevas tendencias) motivó un intenso debate interno sobre lo que debería considerarse
«auténtico metal» y lo que no.

Los metaleros más duros enarbolaron el sonido de la vieja escuela y comenzaron a despreciar las
mezclas con subgéneros considerados comerciales como el rap, el rock alternativo o la música
electrónica.

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