Dicho Significante Circula Fácilmente en Diferentes Contextos y Es Usada para Nombrar Diferentes Realidades de La Vida Social

También podría gustarte

Está en la página 1de 2

Dicho significante circula fácilmente en diferentes contextos y es usada para nombrar diferentes

realidades de la vida social, porque remite a un significado positivo de “unión”, “comunión”,


“solidaridad” y “vecindad”, etc., dicha palabra también transmite una sensación agradable, un
sentimiento acogedor
“Los agentes estatales consideran a la comunidad como un grupo constituido por los iguales, comunes y
rústicos
El caso más evidente es el de los pueblos indígenas organizados y movilizados, que levantan la bandera
de lo comunitario como defensa de sus tradiciones culturales y de sus formas comunales de propiedad y
poder

Es así como algunos movimientos sociales acuden al referente comunitario para justificar la defensa de
vínculos y modos de vida vulnerados y también como un horizonte ético y político de su proyecto
alternativo al capitalismo

Partimos de reconocernos en y desde la compleja, plural y contradictoria realidad latinoamericana, en la


que el capitalismo dominante coexiste en tensión con otras formas de organización económica y social;
donde la hegemonía ideológica neoliberal no logra subordinar la multiplicidad de culturas y
subjetividades que le resisten e impugnan; en la que confluyen diversas temporalidades, sentidos,
racionalidades y visiones de futuro; en la que las tensiones se expresan de muchos modos y asumen
formas singulares en cada territorio y ámbito de la vida social; y en la que cobra fuerza un amplio
espectro de experiencias de acción colectiva que evidencia la puja entre la vieja sociedad que se resiste
a morir y las nuevas que buscan abrirse espacios.

En cambio, llaman nuestra atención otras expresiones emergentes de acción o proyección colectiva,
tanto en contextos rurales como urbanos, que no son agenciadas por comunidades de vida pre
constituidas, sino que constituyen vínculos, valores y visiones comunitarias desde sus luchas frente a la
dominación capitalista. Desde mi experiencia como activista social, acompañante y asesor de procesos
organizativos y como investigador comprometido con los mismos, me encuentro con frecuencia con
grupos, proyectos e iniciativas que se autodefinen como comunitarios; aunque dan a este adjetivo un
sentido de oposición al capitalismo, al autoritarismo estatal y a otras prácticas como el clientelismo, el
asistencialismo
y el corporativismo, generalmente no problematizan ni argumentan su sentido de lo comunitario.
Para Tönnies, la “comunidad” es el vínculo “auténtico” o “genuino”, duradero entre personas marcado
por la solidaridad, la reciprocidad, la cooperación y la ayuda mutua; dicho lazo se sostiene por
motivaciones subjetivas y emocionales que garantizan la primacía de lo colectivo sobre lo individual . No
es una forma social exclusiva de las sociedades pre capitalistas o tradicionales, sino que puede
identificarse en “todas las formas de relación caracterizadas por un alto grado de intimidad personal,
profundidad emocional, compromiso moral, cohesión social y continuidad en el tiempo” (Nisbet, 1996:
71); vínculos que se distancian de aquellas relaciones interpersonales no sujetas al interés particular, a la
lógica contractual o al cálculo estratégico del costo beneficio, propias del capitalismo

Ese mismo sentido impugnador y alternativo al capitalismo es, como lo presentamos en los capítulos 7 y
8, el que han defendido muchos procesos asociativos y luchas sociales en América latina y el que
conceptualizan los intelectuales vinculados a los movimientos de los pueblos originarios. En este caso, la
comunidad es un modo de vida pre existente y sobreviviente a la ocupación y dominación colonial y
capitalista, basado en la existencia –desde tiempos inmemoriales–, de instituciones y prácticas
económicas sociales, culturales y políticas de tipo comunal o comunitario; sea la propiedad colectiva de
los recursos naturales y sociales (Patzi, 2005), las tradiciones de trabajo comunitario como la minka
andina y el tequio mexicano, la existencia de sistemas de poder y de justicia comunitarios (Díaz, 2004),
el uso de símbolos y prácticas culturales comunales (Matos, 1982), o la articulación de todas o algunas
de estas instituciones y prácticas. La comunidad indígena se ha convertido en un bastión de resistencia a
los sucesivos intentos coyunturales y estructurales de imposición del capitalismo a sus poblaciones y
territorios.

También podría gustarte