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UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO

INSTITUTO DE TEOLOGÍA PARA RELIGIOSOS


FACULTAD DE TEOLOGIA
ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA
ESTUDIANTE: Jesús Camacho, scj.
PRIMERA ASIGNACIÓN
Pareciera que, cuando se intenta abordar el tema sobre La Gracia nos
estuviéramos metiendo en un asunto complicado, sin embargo, desde mi punto de
vista, lo veo con ese deseo de comprender aún más el misterio revelado. Nuestro
autor a trabajar ha sido Karl Rahner, cuya intención sobre esta reflexión desde el inicio
es no exponer esta problemática haciendo un estudio sistemático de la misma, sino
profundizar más sobre este tema de gran controversia. Parte de la pregunta: ¿Existe
alguna relación entre la Naturaleza y la Gracia?
Ante esta pregunta, Rahner, empieza por querer definirla ¿Ella es algo creado?
¿Cómo podríamos saberlo? Respondiendo a estas preguntas, Rahner dice que, es la
revelación la que nos dice qué es La Gracia, y parte de que ella es un don que se nos da
como un milagro, un regalo que proviene de Dios para que es mi existencia desde su
libertad, desde su amor.
Ahora bien, pero ¿Dispone Dios sobre el hombre? ¿Por qué se la da? ¿En qué
momento da Dios la gracia al hombre? ¿Puede el hombre perderla? ¿Cómo? A estas
cuestiones, la Nouvelle Théologie, señala: a la primera cuestión, que sí, puesto que
para este movimiento, Dios la da por su libre disposición, es decir, desde su libertad,
Karl Rahner diría de la siguiente manera: Dios mismo lo da, porque él lo ha prometido
desde su gratuidad. Y en el momento que Él la otorga, pueda que sea difícil de querer
responder, no obstante, de algo sí estamos seguro y es que él la otorga, ahora, es
verdad que pareciera que la podemos perder por el pecado, pero, si parafraseamos al
mismo San Pablo nos decía que aunque seamos pecadores, mayor es la gracia de Dios 1,
es decir, Dios nos da su gracia, y ella no se pierde como si se tratase de algún objeto,
pues no estamos hablamos de algo que pueda corromperse. Por eso mismo, Dios
mismo se da como don, y desde su gratuidad restaura al hombre perdido por el
pecado, desde su iniciativa, haciéndolo merecedor de su gracia, ya que lo ha creado y
dispuesto para la misma.
El hombre, tal cual está hecho, está creado para Dios, llamado a la existencia
para que este amor que brota del corazón de Dios, pueda darse totalmente, y aunque
por la naturaleza indebida del hombre, es su amor lo que le hace merecedor de ella.
Por lo tanto, de acuerdo con nuestro autor, se debiera repensar el cómo
entender la gracia, dado que desde la época medieval hasta nuestros días, pareciera

1
“Te basta mi gracia, pues mi poder se realiza en la debilidad” 2 Co 12, 9
que se ha entendido bajo categorías metafísicas, sin perder la esencia de lo que Dios
mismo nos ha revelado por medio de su Hijo.

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