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Lo primero es comenzar explicando en qué consisten las historias de vida y por qué son tan
importantes los resultados en sus análisis cualitativos de la realidad. Las historias de vida, a
pesar de que las primeras estarán relacionadas con grandes figuras de poder o con personas que
pudieran ser susceptibles de representar una comunidad, permiten estudiar personas “de a pie”,
que pueden pertenecer a grupos oprimidos, y nos muestran como es la realidad a la que ellos se
enfrentan, cuáles son sus preocupaciones, sus aspiraciones, su ideología y, en definitiva, como
afrontan las vicisitudes de la vida.
Podemos definir entonces que la calidad cualitativa que nos aporta radica en el distanciamiento
que nos aporta sobre el relato oficial emitido por los centros de poder o los estados, que serán
fuertemente potenciados en forma de nacionalismos durante la creación de los estados
modernos. En respuesta a esta concepción, surgen nuevas interpretaciones del significado real
del mundo que pueden ayudar a complementar la visión holística a la que tiene que hacer frente
tanto la Antropología como la Historia.
En Historia, estas historias de vida pueden asemejarse a los estudios promulgados por la
microhistoria y la historia local, que pretenden dar voz a relatos invisibilizados por la
historiografía tradicional. Por suerte, a partir de la década de los 60 y 70 del siglo XX, Levi y
Ginzburg darán un nuevo impulso a este tipo de estudios. Mención importante en los estudios
españoles son los impulsos realizados, en cuanto a la historia local, por parte de las nuevas
universidades autonómicas creadas desde finales del siglo XX.
Siguiendo con el análisis del texto, es sugerente la idea de Wilkan en la afirmación de que
puede implicar al lector de una manera “más emotiva”. Por medio de estos microanálisis se
pueden presentar los problemas o concepciones de la vida que pueden ser fácilmente
comprendidos aunque vengan de diferentes culturales o, incluso, es más sencilla la aparición de
la denominada empatía histórica. Según el profesor Jesús Domínguez Castillo, es la cualidad
que nos permite “ponernos en la piel del otro” librándonos de prejuicios y estereotipos. Además,
al tener como protagonistas a sujetos comunes podemos sentirnos más inclinados a percibir una
identificación con ellos.
Como bien aparece reflejado en la lectura del artículo, las historias de vida también pueden
servir para la realización de historia comparada. Los autores hablan sobre sus estudios en
diferentes países como España, Bolivia y la República Democrática Alemana que, en base a la
correcta aplicación de técnicas y metodologías, en este caso los sistemas de redes, pueden servir
para marcar tanto similitudes como diferencias culturales en dichos países. Asimismo, al
analizar situaciones que atraviesan diferentes personajes que desarrollan en contextos similares
aunque estén apartados geográficamente puede ayudarnos en la creación de estudios con gran
riqueza cualitativa.
Sigue siendo notoria la imprenta dejada por el marxismo en los análisis cualitativos incluso en
la actualidad. Por un lado, en cuanto a atención prestada al foco social del estudio y, por otro, la
conciencia de clases bien asimilada o identificada en cada uno de los casos. La parte final del
texto muestra las aspiraciones y sueños de los sujetos de estudio tanto en Galicia, Bolivia como
en Alemania Oriental. En los dos primeros ejemplos, es más que evidente que los deseos
últimos de los sujetos son el “encauzamiento” de la vida de su descendencia así como la
inclusión en una clase social más elevada que la de sus propios antepasados. Sin embargo, es
interesante ver como se puede apreciar la ruptura de mentalidad generacional en el caso de
Galicia, lo que en el texto se alude a los rápidos procesos de cambio de la sociedad actual.