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Juan Monterrey
Universidad de Extremadura
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1. Introducción
Pues bien, es probable que todo ello sea, en alguna medida, consecuencia de la
existencia de principios contables que permiten la introducción de la subjetividad
como ingrediente básico —e inevitable— de su funcionamiento. En una ocasión, un
amigo, director de una pequeña empresa con problemas financieros, comparaba las
cuentas anuales —con un cuadro que hay que pintar, y las normas contables con la
pintura y los pinceles. La suya era una visión extrema de la contabilidad creativa que
no nos hizo mucha gracia, pero tenemos la impresión de que se trata de una creencia
desgraciadamente bastante extendida, y de que los responsables de su existencia no
1Este documento ha servido de base para las conferencias impartidas en la Universidad Autónoma
de Madrid (jun./97) y en el centro de Estudios Financieros (Madrid, oct./97).
son únicamente los gerentes y administradores de las firmas—, ellos solo tienen el
lienzo (las cuentas anuales), así que para pintar el cuadro que dice nuestro amigo
necesitan también la pintura y los pinceles que la regulación contable les proporciona,
en unas ocasiones involuntariamente y en otras de manera consciente: recordemos
algunas normas emitidas ad hoc para determinadas empresas2.
3Estas cuestiones de índole interna están tratadas con profundidad en los excelentes manuales de
Weil, Wagner y Frank (1995) y Bologna y Lindquist (1995).
pero en todo caso son diferentes, por lo que seguidamente precisaremos el alcance de
cada uno de ellos.
La contabilidad creativa suele concebirse como una estrategia frente a las dificultades
financieras en las empresas, en el deseo de transmitir a los usuarios la visión más
optimista posible de las firmas. Sin embargo, no son los problemas económicos el
único elemento favorecedor de este tipo de prácticas; en ocasiones, los gerentes y
administradores pueden tener como objetivo alisar los resultados, e incluso reducirlos,
ya que las motivaciones para su manipulación pueden ser de muy variada índole.
4A diferencia de esta idea, Amat y Blake (1995a, 1995b) consideran que la contabilidad creativa
implica la manipulación dentro del marco estricto de la actuación permitida por la legislación, sin
englobar prácticas fraudulentas.
Intuitivamente, creemos que los mecanismos de la elección contable son muy
diferentes en un segmento y en otro.
Ahora bien, ¿por qué existe la contabilidad creativa? Para explicar este fenómeno
suelen invocarse dos razones: fundamentalmente, por la existencia de una fuerte
asimetría de información entre el interior y el exterior de las firmas, que hace muy
difícil detectar desde el exterior las prácticas de manipulación, pero en cierta medida
también porque el marco legal de la contabilidad la favorece. Respecto de la primera
cuestión, es evidente que la dirección de las empresas dispone de una información
que no llega a ser conocida por los usuarios de las cuentas anuales. Esta asimetría
proporciona la ocasión para, entre otras muchas conductas amparadas en esta
circunstancia, implementar prácticas de contabilidad creativa, en el convencimiento
de que desde el exterior de la compañía será muy difícil su detección. Solamente el
establecimiento de algún mecanismo de monitorización, como la auditoría, puede
limitar la manipulación contable.
En segundo lugar, suele aceptarse que en ocasiones son las propias normas contables
las que abonan el terreno para la adopción de prácticas creativas. En este sentido, es
evidente que la existencia de principios contables que permiten la introducción de
criterios subjetivos son el caldo de cultivo para la manipulación, esto es, lo que Cea
(1994, p. 7) denomina de “prefabricación del resultado”. Debe reconocerse que la
discrecionalidad en la aplicación de algunos principios contables, en especial del
principio de prudencia, constituye un freno al optimismo de los gerentes y un
mecanismo de protección frente a la incertidumbre de los negocios, pero al mismo
tiempo alimenta la creatividad.
Por ello, y partiendo de reconocer que la flexibilidad de algunas normas contables es,
en nuestra opinión, inevitable y necesario, creemos que se trata de elegir entre lo malo
y lo peor. Lo malo es, entendemos, que existan principios como el de prudencia, cuya
aplicación abierta, incluso dentro del rigor, conduce a prácticas creativas; pero lo peor
es que no existiera. ¿Podríamos imaginar las cuentas anuales sin principio de
prudencia, en especial en el segmento de empresas en el que no existen mecanismos
de monitorización como la auditoría?
Un trabajo no publicado de Chaney, Jeter y Lewis (1997) explica muy bien esta
cuestión. El resultado “natural” es, según estos autores, el nivel medio de resultados
que los gerentes intuyen que la empresa generará a lo largo de los ejercicios futuros;
por tanto, se trata de un nivel de resultados no conocido en el exterior de la firma.
Esta idea está basada en la hipótesis, formulada por Friedman (1957), de que los
consumidores ajustan su nivel de consumo tomando como referencia lo que será su
nivel de renta media permanente, mejor que sobre los ingresos que puedan obtener
coyunturalmente en un determinado período de tiempo.
En cuanto a los incentivos que tienen las compañías para elevar sus resultados, suelen
señalarse como tales la existencia de planes de remuneración acordados entre gerentes
y empresa basados en beneficios, el endeudamiento y la generación de resultados a
niveles reducidos. En cuanto a la primera cuestión, la evidencia empírica ha
documentado con precisión que las firmas en las que la dirección está sujeta a planes
de remuneración basados en resultados, existe una mayor propensión a exhibir el
mayor nivel posible de éstos, bien mediante la adopción de políticas contables
agresivas (dentro del marco de los principios contables), bien mediante la
manipulación de la información. Los trabajos de Healy (1985) y Healy, Kang y Palepu
(1987) son los que en nuestra opinión aportan una evidencia más acabada de esta
hipótesis.
De nuevo, los planes de compensación salarial se erigen como una de las razones que
explican las prácticas de alisamiento. Gaver, Gaver y Austin (1995) y Holthausen,
Larcker y Sloan (1995) ponen de manifiesto que cuando los resultados caen por debajo
de los límites convenidos para obtener compensaciones salariales existe una tendencia
a manipularlos para elevarlos; en sentido contrario, si los resultados están
optimizados la conducta será la opuesta, es decir, se tenderá a deprimirlos.
Por último, existe una muy poderosa razón para ofrecer un resultado deprimido:
reducir el coste que supone el impuesto sobre beneficios. Aunque la minimización de
las cargas fiscales es un objetivo que está presente en todos los planteamientos
empresariales, cobra especial importancia, por su prioridad, en el segmento de las
pequeñas y medianas empresas y en aquéllas donde el accionariado está fuertemente
concentrado, en muchas ocasiones es la propia unidad familiar, y no existe separación
entre propiedad y gestión de la compañía.
En otros países, los comités de auditoría han supuesto una medida efectiva contra las
prácticas de contabilidad creativa, al constituir un mecanismo adicional de
monitorización y control de la actuación gerencial, al tiempo que una garantía para los
auditores. También la incorporación a los consejos de administración de personas
independientes parece apropiada como mecanismo de limitación de la manipulación
contable; un excelente trabajo de Beasley (1996) aporta evidencia empírica consistente
en que la inclusión de miembros externos en los consejos reduce muy
significativamente la posibilidad de manipulación fraudulenta en los estados
financieros.
En España, la reforma mercantil operada en 1989 y la entrada en vigor del nuevo Plan
General de Contabilidad en 1990 ha sido una ocasión bien aprovechada para reforzar
muy considerablemente el nivel de revelación. No puede ocultarse que la difusión de
la información financiera es un juego en el que ha de buscarse un difícil equilibrio
entre la obligación de difundir datos y el coste asociado a exhibirlos públicamente, lo
que puede afectar a la posición competitiva de las empresas; pero informaciones como
el cash flow de operaciones, mucho menos manipulables que el resultado contable y
que los recursos de operaciones, o un mayor detalle de los pasivos registrados en
balance, por poner algunos ejemplos, hubieran sido muy efectivas no para limitar,
pero sí para que los usuarios puedan identificar la existencia de prácticas creativas.
Solo la riqueza de la información puede ayudar a los usuarios a identificar este tipo de
conductas.
e) Eliminar las transacciones potenciales y los sucesos contingentes del cálculo del
resultado
Cea (1994) propone excluir del cálculo del resultado las transacciones potenciales y los
sucesos de naturaleza contingente, como medida para eliminar la creatividad en su
determinación. Ciertamente, la consideración como información en memoria de este
tipo de sucesos eliminaría gran parte, pero no todos, de los mecanismos de
manipulación, pero en este caso el resultado contable, como magnitud descriptiva de
la capacidad de generación de riqueza, debería ser redefinida.
Naser (1993) propone restringir al máximo la posibilidad de que los gerentes asuman
competencias en materia de elección contable, como medida efectiva para impedir la
manipulación de la información y que puedan ser juez y parte en los casos en los que
su remuneración esté vinculada al nivel de resultados. No obstante, nos parece muy
difícil su implementación, máxime cuando la dirección siempre puede justificar su
mejor conocimiento, de la empresa como argumento para diseñar aquellos
procedimientos contables que mejor reflejen las circunstancias económicas y
financieras del negocio.
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