A partir de hoy comenzamos con la semana principal del año
litúrgico, con la Semana Santa, donde meditaremos a profundidad los
misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. La Iglesia se detiene para contemplar la admirable obra de salvación de nuestro Mesías. Lamentablemente, muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo tienen muchas cosas que hacer, y no quieren poner su mirada en el punto central de nuestra fe. ¿Cuál es ese punto central de nuestra fe? Jesús muere en la cruz, nos da su amor divino y resucita para hacernos nacer a una vida nueva. Vamos al Evangelio que hemos escuchado hoy. Me quiero detener en un punto importante del Evangelio de Juan que aparece hoy. Jesús se deja ungir sus pies con un perfume muy costoso de nardo. Un gesto que significa el gran respeto y veneración que tenía esta mujer por Jesús. Recordemos que nosotros somos capaces de dar lo mejor, no importando lo que cuesten las cosas, cuando se trata de regalar algo muy valioso a quien amamos de verdad. De la misma manera, esta mujer que seguía a Jesús, da lo mejor a su Maestro. No escatima en el precio, y no le importa lo que puedan decir los demás. La unción significaba también lo que se hacía a los cuerpos de los difuntos para que se conservaran en mejor estado. Tal vez, esta mujer no se imaginaba que esta unción significaba un adelanto de lo que sucedería días después. Jesús morirá y no habrá oportunidad de parte de ella para ungirlo. Recordemos también que en el Antiguo Testamento, la unción se daba a los profetas, sacerdotes y reyes. Jesús en la siguiente escena del evangelio de Juan será recibido como el Rey de los judíos, en su entrada triunfante a Jerusalén. La unción la recibe por ser el verdadero Rey. Atención… aquí hay algo muy interesante y profundo… este Rey no es el que vence al estilo de los hombres de este mundo, por medio de la violencia y la guerra. Este Rey es el Siervo sufriente que aparece en la primera lectura. Un servo che non ha apparenza né bellezza per attirare i nostri sguardi, non splendore per poterci piacere. Disprezzato e reietto dagli uomini, uomo dei dolori che ben conosce il patire, come uno davanti al quale ci si copre la faccia; era disprezzato e non ne avevamo alcuna stima. Eppure, egli si è caricato delle nostre sofferenze, si è addossato i nostri dolori, e noi lo giudicavamo castigato, percosso da Dio e umiliato. Pues bien, este Siervo sufriente, es el que verdaderamente reina y nos trae la salvación auténtica. Es el Mesías sufriente que sabe reinar a través del amor y de la misericordia. Él nos sana el corazón del egoísmo y de la soberbia, nos aleja del pecado y de la muerte. Y lo más importante, está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Hermanos… vivamos esta Semana Santa contemplando y recapacitando. Digamos dentro de nosotros en esta misa… Señor reina en mi corazón. Yo te adoro como mi Rey y Señor, y te entrego lo mejor de mi vida, que no es algo caro sino lo más importante para mí: mi libertad y mi corazón.