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Φαντασία en la Poética de Aristóteles:


sobre un término ausente del tratado
Jose B . Torres

L. Conti, R. Fornieles Sánchez, M.ª D. Jiménez López, L. M. Macía Aparicio, J. de la Villa (eds.), Δ ρα τά
ο δίδομεν φιλέοντες. Homenaje al profesor Emilio Crespo, Madrid, Universidad Autónoma de
Madrid, 2020, 525-532

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Carlos Blanch

" μφιλύκη, media luz noct urna", E. Niet o Ballest er, A. St riano Corrochano
Araceli St riano, Emilio Niet o Ballest er

Adverbios, part ículas y marcadores del discurso: α y α θις en los hist oriadores griegos
José Miguel Jiménez Delgado
Δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες

Luz Conti Jiménez, Raquel Fornieles Sánchez, María Dolores Jiménez López,
Homenaje al profesor Emilio Crespo

entre los que figura su prestigiosa traducción de la

Δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες


Luz Conti Jiménez

Luis M. Macía Aparicio, Jesus de la Villa Polo (eds.)


Raquel Fornieles Sánchez

Homenaje al profesor Emilio Crespo


María Dolores Jiménez López
de la Commission scientifique de la Fondation Hardt pour l’étude de Luis M. Macía Aparicio
l’Antiquité classique. En 2017 fue investido Doctor Honoris Causa por la Jesús de la Villa Polo
(eds.)
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Δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες


Homenaje al profesor Emilio Crespo

Luz Conti Jiménez


Raquel Fornieles Sánchez
María Dolores Jiménez López
Luis M. Macía Aparicio
Jesús de la Villa Polo
(eds.)

Universidad Autónoma de Madrid


2020
© del texto, los autores, 2020
© de la edición, UAM Ediciones, 2020

Servicio de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid


Ciudad Universitaria de Cantoblanco. 28049 Madrid
www.uam.es/publicaciones // servicio.publicaciones@uam.es

Reservados todos los derechos. Está prohibido, bajo las sanciones penales y el resar-
cimiento civil previsto en las leyes, reproducir, registrar o transmitir esta publicación,
íntegra o parcialmente (salvo en este último caso, para su cita expresa en un texto
diferente, mencionando su procedencia), por cualquier sistema de recuperación y por
cualquier medio, sea mecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia
o cualquier otro, sin la autorización previa por escrito de Ediciones de la Universidad
Autónoma de Madrid.

Diseño de cubierta: Ana Palomo Ramos.

Imagen de cubierta: Lucha por el cuerpo de Patroclo, cratera ática de figuras


negras, con forma de cáliz, procedente de Farsala, Tesalia, al estilo de Exequias, c.
530 a.C. Reproducida por cortesía del Museo Arqueológico Nacional, Atenas.
Fotógrafo: Giannis Patrikianos. © Hellenic Ministry of Culture and Sports/
Archaeological Receipts Fund.
Composición tipográfica y maquetación: Juan Manuel Macías
https://lunotipia.juanmanuelmacias.com

ISBN: 978-84-8344-770-3
Depósito Legal: M-28356-2020

Imprime: Solana e Hijos S.A.U.


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Contenido
Pág./-s.

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Publicaciones del profesor Emilio Crespo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

Grupo Tempe
«Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra» . . . . . . . . 33–55
Preámbulo 33 — 1. Dos mujeres en paralelo 35 — 2. Olimpíade 37 — 3. Cleopatra 43
— 4. Síncrisis 52.

Lingüística
Iván Andrés-Alba
«En busca de la waw perdida. Reflexiones sobre el valor dialectoló-
gico de algunos términos en dorio» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59–66
1. La waw que tenemos. Situación de /w/ en dorio 59 — 2. La waw que queremos.
Algunos ejemplos 60 — 3. Conclusión 65.

José Miguel Baños


«La traducción del griego al latín en el Nuevo Testamento: de la
pasiva morfológica a la pasiva léxica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67–74
1. Introducción 67 — 2. Verbos de sentimiento (odi, paenitet, miseret) y defec-
tividad morfológica 68 — 3. Patior y la expresión léxica de la pasiva 71 —
4. Conclusión 73.

José Antonio Berenguer Sánchez


«Nuevas herramientas digitales para el estudio de la koiné griega
de Egipto» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75–83
1. Revolución digital e investigación en Humanidades 75 — 2. Lengua de corpus,
corpus digital y lingüística de corpus 76 — 3. Lengua literaria, lengua no
literaria y lengua hablada 76 — 4. El DDbDP y la importancia del etiquetado
de variantes 79 — 5. Análisis cuantitativo y cualitativo 80 — 6. Limitaciones
actuales y conclusiones 81.

Javier Bilbao-Ruiz
«Ἅμα en los escolios de Aristófanes» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85–92
1. Introducción 85 — 2. Uso nocional 86 — 3. Uso conjuntivo 88 — 4. Conclu-
siones 90.

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Contenido

Ombretta Cesca
«Κακὸν ὀσσομένη (Hom. Il. 24.172): Un caso di reinterpretazione
narrativo-formulare?» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93–101
1. Introduzione 93 — 2. Ὄσσομαι nella lingua epica 94 — 3. Lo spettro di
῎Οσσα 96 — 4. Il contesto narrativo-formulare 97 — 5. Conclusione 99.

José M. Floristán
«El tema verbal de futuro en los léxicos y gramáticas aticistas» . . 103–110
1. Introducción 103 — 2. Supletismo 105 — 3. Futuros contractos 107 —
4. Futuros de perfecto 109 — 5. Futuros en -ήσω 110.

Berta González Saavedra


«Estudio funcional del sufijo -θε(ν) y -θεν en la Ilíada» . . . . . . . . . 111–116
1. Introducción 111 — 2. Hipótesis 112 — 3. Metodología 112 — 4. Análisis de
los datos 112 — 5. Conclusiones 115.

Javier del Hoyo


«Pie zeses, un caso de bilingüismo en inscripciones del siglo iv» . 117–124
1. Antecedentes 118 — 2. Los vasos de vidrio 119 — 3. Conclusiones 123.

José Miguel Jiménez Delgado


«Mic. ke-u-po-da y el supuesto presente atemático de χέω» . . . . . 125–132
1. Planteamiento 125 — 2. Mic. ke-u-po-da 126 — 3. Presentes atemáticos
micénicos que pasan a temáticos en el primer milenio 129 — 4. Conclusio-
nes 130.

Ana Isabel Jiménez San Cristóbal


«Dioniso Basareo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133–140
1. Dioniso Βασσαρεύς 133 — 2. Βασσάρα 136.

María López Romero


«El parentético εἰπέ μοι en griego clásico» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141–147
1. Preámbulo 141 — 2. Introducción 141 — 3. Gramaticalización de εἰπέ μοι 143
— 4. Conclusiones 146.

Eugenio R. Luján
«Notas de antroponimia micénica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149–157
1. ạ 3-ḳẹ-re-u 149 — 2. da-i-mi-so 150 — 3. da-ṃ ạ -so 151 — 4. ḍạ-ma-te-we 152
— 5. ḍạ-qo-ta 152 — 6. i-sa-ma[-]ṭạ 153 — 7. ]o-ro-wa-ṭạ 154 — 8. qe-re-ro 154
— 9. qo-wi-ro 155 — 10. ]sa-nwa-ta 155 — 11. ]wa-ta 156.

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Contenido

Helena Maquieira
«Marcadores del discurso en Menandro: el caso de εἶτα y ἔπειτα» 159–167
1. Εἶτα y ἔπειτα como ordenadores del discurso 161 — 2. Εἶτα y ἔπειτα como
conectores de orientación argumentativa 161 — 3. Εἶτα y ἔπειτα como marcadores
conversacionales 164 — 4. Conclusiones 166.

José Luis Moralejo


«Sobre diptongos griegos en latín» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169–179
Emilio Nieto Ballester
«Ungatón (San Millán de Yécora, La Rioja), Hermesinda Gatónez:
antroponimia griega en la onomástica española medieval» . . . . . . 181–189
1. Introducción 181 — 2. El topónimo Ungatón 183 — 3. Conclusiones 188.

Alberto Pardal Padín


«Sobre la prosodia del vocativo y expresiones afines» . . . . . . . . . . 191–199
1. Introducción 192 — 2. Apelaciones y su posición en el metro 193 — 3. Pro-
nombres átonos que van a la contra: apelaciones seguidas de clíticos 197 —
4. Conclusiones 198.

M.ª Azucena Penas Ibáñez


«La prefijación como factor de cambio semántico en la categoría
verbal» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201–209
1. Introducción 201 — 2. Análisis diacrónico-sincrónico de verbos prefijados
con a-, con-, des- y en- 204 — 3. Conclusión 208.

Rachele Pierini
«Los nombres de meses en las tablillas micénicas: una nota sintác-
tica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211–219
1. Los nombres de meses y el genitivo singular temático 211 — 2. Nombres
de meses en -Xo 212 — 3. «Ser o no ser» genitivo 215 — 4. Observaciones
sintácticas sobre los nombres de meses en -Xo 216 — 5. Conclusiones 218.

Juan Piquero Rodríguez


«Blood-money: la compensación por homicidio en la Grecia micé-
nica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221–229
1. Introducción 221 — 2. Los datos de las tablillas 222 — 3. La compensación
por homicidio en la Grecia arcaica 224 — 4. Conclusión 227.

Anna Pompei
«De nuevo sobre el participio en griego antiguo: aspecto y tiempo» 231–239
1. Status quaestionis 231 — 2. Tiempo absoluto, tiempo relativo y aspecto 232
— 3. Participios sustantivados y con función adjetiva 233 — 4. Participios
predicativos 235 — 5. Conclusiones 238.

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Contenido

Ignacio Rodríguez Alfageme


«El infinitivo articular en el Corpus Hippocraticum» . . . . . . . . . . . . 241–250
Introducción 241 — 1. Τό (150 ejemplos) 242 — 2. Τοῦ (69) 244 — 3. Τῷ
(29) 245 — 4. Conclusiones 248.

Sandra Rodríguez Piedrabuena


«Χρή directivo en Eurípides» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251–259
1. Introducción 251 — 2. Χρή deóntico directivo y no directivo 252 — 3. Con-
clusiones 257.

Helena Rodríguez Somolinos


«Tres adjetivos homéricos» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261–268
1. Introducción 261 — 2. ἐξήλατος 262 — 3. ἐπαινή 263 — 4. ἐπάρουρος 266.

Marco Antonio Santamaría Álvarez


«Tiresias y los guardianes de las laminillas de oro» . . . . . . . . . . . . . 269–276
1. El privilegio de Tiresias 269 — 2. Tiresias y los guardianes de las laminillas
de oro 270 — 3. La fórmula φρεσὶ πευκαλίμῃσιν en la Ilíada 272 — 4. Beber,
recordar y decir la verdad 273.

Emilio Suárez de la Torre


«Creatividad léxica en los Papiros Mágicos Griegos: el ejemplo de
PGM IV» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277–289
1. Introducción 277 — 2. Observaciones sobre la selección 278 — 3. Nota
final 284 — 4. Relación alfabética de términos 284.

S. Torallas Tovar y R. Martín Hernández


«Interferencia lingüística entre egipcio y griego en los papiros
mágicos. Una aproximación» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291–302
1. Griego en Egipto y los textos mágicos 291 — 2. Fenómenos lingüísticos 293
— 3. Conclusiones 300.

Esperanza Torrego
«El verbo latino iubeo y las funciones semánticas» . . . . . . . . . . . . . 303–312
1. Introducción 303 — 2. Estado de la cuestión 304 — 3. Función semántica del
ac. 307 — 4. Conclusiones 311.

Carlos Varias García


«Observaciones sobre la morfología de los antropónimos micénicos
de Micenas y de Tebas» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313–320

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Contenido

Rodrigo Verano
«Conversación y cortesía en el proemio del Parménides de Platón» 321–329
1. Platón y el arte del proemio 321 — 2. Introducción metodológica 322 —
3. Análisis conversacional del proemio del Parménides 323 — 4. Interacción
verbal y cortesía 327 — 5. Conclusiones 328.

Jesús de la Villa
«De verbos y adverbios: un poco más sobre el aspecto gramatical
del griego» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331–340
1. Introducción 332 — 2. El valor de los temas aspectuales del griego: un rápido
repaso 332 — 3. Los adverbios que expresan secuencia inmediata: ἰθέως, ἰθύς,
εὐθέως, εὐθύς 333 — 4. Adverbios que pueden referirse también a una realización
repentina de un evento: ἐξαίφνης, ἐξαπίνης, αὐτίκα, παραυτίκα, παραχρῆμα 336
— 5. Conclusiones 339.

Literatura
Esteban Calderón Dorda
«La harmonía mixofrigia en Clemente de Alejandría» . . . . . . . . . . 343–348

Luis Calero
«La heptatonía en la Grecia de la Edad Oscura» . . . . . . . . . . . . . . . 349–358
1. Preliminares 349 — 2. La heptatonía en el Mundo Antiguo 350 — 3. El Texto
de la Afinación 351 — 4. La heptatonía en la Grecia arcaica 353.

Luz Conti
«La representación de la Muerte en la Ilíada» . . . . . . . . . . . . . . . . . 359–368
1. La personificación de la Muerte en la literatura griega 359 — 2. La copa
y la cratera de Eufronio 362 — 3. La muerte en la Ilíada 363 — 4. Conclu-
siones 367.

María Inés Crespo


«La heroína silenciada: Yocasta en Edipo rey» . . . . . . . . . . . . . . . . . 369–376
1. Introducción 369 — 2. Yocasta en la escena 370 — 3. El mito de Yocasta 372
— 4. Yocasta y el deseo 374 — 5. Conclusiones 375.

Alicia Esteban Santos


«La diosa Tetis y sus escenas en la Ilíada: retrato de una madre» . 377–386
1. Introducción 377 — 2. Análisis de las escenas de Tetis en la Ilíada 379 — 3. Con-
clusiones 384.

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Contenido

José Antonio Fernández Delgado y Francisca Pordomingo


«Ékphrasis de batalla en las Vidas Paralelas de Plutarco: la batalla
de Actium» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 387–397
1. Introducción 387 — 2. La ékphrasis de la batalla de Actium 389 — 3. Con-
clusiones 395.

Raquel Fornieles Sánchez


«La parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος» . . . . . . . . . . . . . . . . 399–407
1. Introducción: el λόγος ἐπιτάφιος 399 — 2. La parodia aristofánica 400.

Paloma Guijarro Ruano


«Epítetos literarios y cultuales en la poesía epigráfica griega» . . . 409–417
1. Cómo dirigirse a los dioses: teónimos y epítetos 409 — 2. Los epítetos en la
poesía epigráfica 410 — 3. Conclusiones 416.

Felipe G. Hernández Muñoz


«El manuscrito Vat. gr. 1405 y el texto del rétor Menandro» . . . . . 419–427

Miguel Herrero de Jáuregui


«Un pasaje de la Odisea de Aristóteles (17.383b = Política 1338a,
21)» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 429–437
1. Problema 429 — 2. Propuestas anteriores 432 — 3. Solución 435.

Juan Antonio López Férez


«Sobre la recepción de Homero en Galeno. Algunas observaciones
lingüísticas» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 439–446
1. Introducción 439 — 2. Plano fonético-morfológico 440 — 3. Léxico 442.

Luis M. Macía Aparicio


«Prólogo desconocido de la Ilíada en un códice del Monte Athos» 447–455
1. Los manuscritos del Monte Athos y su lectura 448 — 2. Un prólogo desconocido
en el cod. Athous Megistes Laures 1513 (Ath¹³) 451.

Antonio Melero Bellido


«De la obscenidad de los sátiros» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457–463

María Teresa Molinos Tejada y Manuel García Teijeiro


«Teócrito, Id. 18.15 y el zeugma de Hermann» . . . . . . . . . . . . . . . . . 465–471

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Contenido

Luis Miguel Pino Campos


«El libro iv del tratado de Galeno Περὶ διαγνώσεως σφυγμῶν» . . 473–481
1. Introducción 473 — 2. Contenido del libro iv, cap. 1: conocimiento del golpe
arterial 474 — 3. Contenido del libro iv, cap. 2: los pulsos pleno y vacío de Arquí-
genes 475 — 4. Contenido del libro iv, cap. 3: los pulsos duro y vehemente 478
— 5. Conclusiones 480.

Jesús F. Polo Arrondo


«El Homero de Sinesio» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 483–489
1. Introducción 483 — 2. Pasajes de Ilíada citados por Sinesio con discrepancias
respecto a las ediciones 484 — 3. Pasajes de Odisea citados por Sinesio con
discrepancias respecto a las ediciones 485 — 4. Conclusiones 488.

Milagros Quijada Sagredo


«Voces de actor en la párodos trágica: el canto de resistencia de
Electra (Eurípides, El. 112–166)» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491–498
Consuelo Ruiz-Montero
«La novela de Calígone: el texto y su contexto literario» . . . . . . . . 499–508
Manuel Sanz Morales
«Sobre las fuentes de Jámblico, Babiloniacas, fr. 1 Habrich (= 2
Barbero)» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509–516
1. Los testimonios de las Babiloniacas 509 — 2. El fr. 1 H. (2 B.) y sus posibles
precedentes 510 — 3. Jenofonte como precedente 512 — 4. Conclusiones 515.

Marina Solís de Ovando Donoso


«¿Un mundo feliz? Ecos distópicos en el discurso de la utopía griega
antigua» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517–524
1. Introducción 517 — 2. Primeros motivos utópicos en la Antigüedad: Platón
y el miedo a la poesía 518 — 3. Uglosia: en busca de la lengua perfecta 520
— 4. Las fisuras del plan perfecto: el camino hacia la distopía 522 — 5. Con-
clusión 523.

José B. Torres Guerra


«Φαντασία en la Poética de Aristóteles: sobre un término ausente
del tratado» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 525–532

Mundo Antiguo y pervivencia


Manuel Bendala Galán
«Sobre la estatua de Trajano de Baelo Claudia y sus particularidades
iconográficas» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 535–546

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Contenido

Vicente Cristóbal
«Los hombres como las hojas: de Homero a la poesía española
contemporánea» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547–555

Adolfo J. Domínguez Monedero


«Eclipsada por el santuario: la Pólis de los dodoneos» . . . . . . . . . . 557–564

Claudia N. Fernández
«Tergiversaciones de un mito griego: Borges, Cortázar y sus Mino-
tauros» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565–571

Helena González Vaquerizo


«Lengua, dialecto y experimentación en la Odisea de Nikos Kazan-
tzakis» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 573–581
1. Introducción 573 — 2. La «cuestión lingüística» y el demoticismo 574 —
3. La lengua de la Odisea 575 — 4. El sentido de la experimentación 578.

Helena Guzmán García y José María Lucas


«Heródoto VI 126–130: un ejemplo de la ingente presencia del
Mundo clásico en los libretos de ópera» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 583–590
1. La fuente antigua 583 — 2. Amore dà senno, overo Le sciocchezze d’Ippoclide
(Cupeda / Draghi – Emperador Leopoldo I de Austria: Viena, 1695) 585 — 3. L’
Olimpiade (Metastasio / Caldara: Venecia, 1733) 586.

Javier Martínez
«Causas de la revuelta egipcia del 206–186 a.C.: en defensa de
Polibio 5.107.1–3» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 591–599
1. Introducción 591 — 2. Testimonios 592 — 3. Causas de la revuelta 595 —
4. Conclusiones 597.

Mª Soledad Milán Quiñones de León


«Las posibles vías de penetración micénica en el Epiro» . . . . . . . . 601–608
1. Introducción 601 — 2. Rutas Marítimas 603 — 3. Rutas Terrestres 605.

Elina Miranda Cancela


«Laura Mestre y sus traducciones de Safo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609–616

Ana Moure Casas


«Arbitrariedad y motivación de ictiónimos: sanmartiño, sanmartín
y congéneres» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 617–624

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Contenido

Marta Oller Guzmán


«Mujeres con zapatos escitas» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 625–633
1. Hermodoro y la constitución efesia 625 — 2. Zapatos escitas 627 — 3. Solón,
Creso y Anacarsis 630 — 4. Reflexiones finales 631.

José Pascual
«Entre caones y tesprotos, la antigua Cestrina en el Epiro» . . . . . . 635–645
1. Los límites y el interior de la región 636 — 2. Entre la Caonia y la Tes-
protia 642.

Tabula gratulatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 647

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Presentación

El profesor Emilio Crespo pertenece a la que podríamos llamar segunda generación


de la Edad de Oro de la Filología Griega española. Tras las figuras señeras de nombres
como los de Manuel Fernández Galiano, José Alsina, Luis Gil, Francisco Rodríguez
Adrados, Martín Ruipérez o José Sánchez Lasso de la Vega, encontró su lugar en las
universidades españolas, ocupando titularidades y cátedras, toda una generación de
discípulos de aquellos, que han dado a este país lo que puede considerarse el momento
más brillante de los estudios griegos en nuestra historia. A esa generación pertenece
Emilio Crespo. Por otro lado, la presencia simultánea de maestros tan insignes dio lugar
a una de las señas de identidad del helenismo español, la creación de marcadas escuelas
científicas agrupadas en torno a cada uno de ellos. La existencia de estas escuelas ha
permitido que la Filología griega española se haya ocupado de un amplísimo abanico de
temas y con aproximaciones científicas muy variadas. A una de esas escuelas, como uno
de sus miembros más reconocibles y reconocidos, la de D. Martín Ruipérez, pertenece
el profesor Crespo.
Echando la vista atrás, podemos recordar que el profesor Crespo nació en Madrid
y en esta ciudad estudio su primaria y su Bachillerato, este en uno de los centros de
segunda enseñanza de más solera y prestigio de la capital, como es el Instituto Cardenal
Cisneros. Cursó la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de
Madrid y se licenció en 1973 en la especialidad de Filología Clásica. Al acabar su
licenciatura realizó una tesina bajo la dirección del profesor Martín S. Ruipérez sobre el
tema Las partículas como elemento modernizador de la épica griega e inmediatamente fue
contratado como ayudante de clases prácticas en el Departamento de Filología griega
de la misma universidad hasta 1977. Durante este período realizó su tesis doctoral,
también dirigido por el profesor Ruipérez, sobre el tema Elementos antiguos y modernos
en la prosodia homérica, que fue defendida en 1976 y publicada posteriormente con un
gran impacto internacional.
En 1977 obtuvo por oposición una plaza de catedrático de Instituto de Enseñanza Me-
dia de la especialidad de Griego, que desempeñó en el Instituto Nacional de Enseñanza
Media «Torràs i Bagès», de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), hasta 1979. En marzo
de ese año, tras haber aprobado las correspondientes oposiciones al cuerpo nacional
de Adjuntos de Universidad, se incorporó a la Universidad Nacional de Educación
a Distancia, donde permaneció hasta 1982. En ese año obtuvo por concurso de traslado
una plaza semejante en la Universidad Autónoma de Madrid, transformada luego en
titularidad. En 1992 obtuvo en esta misma universidad una cátedra de Filología griega,
que ha ocupado hasta su jubilación. Esta universidad le ha nombrado, desde septiembre
de 2020, Profesor Emérito con carácter vitalicio.
El profesor Crespo ha demostrado a lo largo de toda su carrera una dedicación
ejemplar a la enseñanza, a la investigación y también a la gestión, tanto en el ámbito
universitario como fuera de él.

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Presentación

En el ámbito docente, aparte de sus clases en los centros a los que ha pertenecido, que
son recordadas por sus alumnos por su calidad y reconocidas oficialmente como «exce-
lentes» por los programas de evaluación de la UAM, ha impartido numerosos cursos
y seminarios en España y también fuera de nuestro país, en particular en Iberoamérica,
más concretamente, en México (UNAM) y Brasil (Curitibá). En su docencia ha recorrido
la práctica totalidad de la Filología griega, aunque destacan aquellas materias más
directamente ligadas a su labor investigadora, como son las dedicadas a la Lingüística
griega. Como una parte singular de esta docencia podemos mencionar sus siete tesis
dirigidas, entre ellas las de tres de los editores de este volumen, y las trece tesinas
o trabajos de fin de grado.
Entre los cargos de responsabilidad que ha desempeñado podemos recordar el de
Delegado del Rector para la admisión de alumnos (1987–1990), cuando fue responsable
de todas las pruebas de acceso en la Universidad Autónoma. También ha sido Vicerrec-
tor de Campus (1990–1994, 1998–2002). Ha sido Coordinador del Grado en Ciencias
y Lenguas de Antigüedad (2008–2013), Director del Departamento de Filología Clásica
(2009–2013) y cofundador y primer secretario del Instituto de Ciencias de la Antigüedad.
Todo ello en la misma Universidad Autónoma. Fuera de ella, ha sido Vicepresidente
de la sección de Madrid de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (1986–1989) y Vi-
cepresidente nacional de esta misma Sociedad (2000–2004). En la actualidad, ostenta
desde 2004 el prestigioso puesto de Presidente de la Junta de Patronos de la Fundación
Pastor de Estudios Clásicos, de la que había sido secretario anteriormente, y, desde 2012
es miembro de la comisión científica de la Fondation Hardt pour l’étude de l’Antiquité
classique, de Ginebra.
En este campo de la investigación, aparte de sus veintiún libros teóricos, de tra-
ducciones de autores clásicos y editados, es autor de más de ciento cuarenta artículos
o capítulos de libros y cuarenta y una reseñas científicas de libros de otros autores. Entre
todas estas publicaciones destaca, sin duda, la Sintaxis del griego clásico, en colaboración
con L. Conti y H. Maquieira (Madrid, Gredos, 2003), y que representa en muchos sentidos
un hito en sus logros científicos. El capítulo de las traducciones es especialmente notable,
puesto que ha traducido varias de las Vidas paralelas de Plutarco, las novelas de Jámblico
y Heliodoro y, sobre todo, es autor de la extraordinaria traducción de la Ilíada en la Bi-
blioteca Clásica Gredos, que se ha convertido en la traducción de referencia en español.
Ha sido, además, ponente invitado en múltiples congresos nacionales e internacionales,
ha coorganizado una docena de importantes congresos y encuentros científicos interna-
cionales, ha dictado decenas de conferencias en España y en muchos países de Europa
y América y ha asistido a más de sesenta congresos o coloquios. Ha participado en una
veintena de proyectos de investigación de carácter nacional e internacional, en la mayo-
ría de ellos como investigador principal; entre estos proyectos cabe destacar el reciente
proyecto europeo HERA, desarrollado junto con grupos científicos de las universidades
de Roma (La Sapienza), Leiden, Gante, Siena y Tesalónica. Todo ello le ha hecho me-
recedor del reconocimiento del número máximo de sexenios de investigación por parte
de las diferentes agencias y ministerios españoles, y del nombramiento como Doctor
Honoris Causa por la Universidad de Tesalónica en 2017, que recibió en una brillante
y emotiva ceremonia en la propia Universidad rodeado de amigos, colegas y discípulos.

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Presentación

Todo lo resumido da testimonio de la apasionada entrega del profesor Crespo al


estudio y transmisión del incomparable legado de la Grecia antigua y, en términos
más amplios, del Mundo Clásico. Y todo lo ha realizado con un talante personal y una
bonhomía que, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que le ha hecho concitar la
simpatía, el aprecio y la admiración de todos sus colegas, así como de sus numerosos
amigos y de sus discípulos.
El libro que ahora se presenta es una muestra de este aprecio y en él están presentes los
principales campos en los que ha trabajado el profesor Emilio Crespo, lingüística griega,
literatura griega, historia antigua y tradición clásica. Los trabajos están organizados
atendiendo a esta clasificación temática. El título, δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες, tomado
de los poemas homéricos (Od. 8.545) remite, por un lado, a uno de los temas más queridos
y recurrentes en la trayectoria académica de Emilio, el estudio y la traducción de la gran
épica griega; pero también quiere hacer mención, en su traducción, a los sentimientos
que nos unen a los que participamos en este homenaje y que queremos «ofrecerle este
presente con todo el cariño».
Los editores de este volumen nos sentimos honrados en haber contribuido a ofrecerle
en él una sencilla muestra de la admiración y el aprecio propios y el de tantas personas
como figuran entre los autores y en la tabula gratulatoria.

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Publicaciones del profesor Emilio Crespo

1977
1. Elementos antiguos y modernos en la prosodia homérica, Salamanca, Ediciones de la
Universidad de Salamanca, Suplementos a Minos, Núm. 7.
2. «La cronología relativa de la metátesis de cantidad en jónico-ático», CFC 12, 187–219.
3. «Una nota sobre át. παρε(ι)αί», CFC 13, 309–313.

1979
4. Heliodoro, Las etiópicas o Teágenes y Cariclea, traducción, prólogo y notas, Madrid,
Gredos. Reimpresión sin prólogo en Barcelona, Planeta-Agostini y, parcial, en Anto-
logía de la literatura griega, selección e introducción de C. García Gual y A. Guzmán
Guerra, Madrid, Alianza Editorial, 1995. Reimpresión con nueva introducción en
Madrid, Biblioteca Básica Gredos, 2002.
5. «La alternancia ΣΣ/ΤΤ y la prosa literaria ática del siglo v a.C.», CFC 16, 109–125.

1981
6. «Sobre el orden de palabras en griego: el genitivo adnominal», Emerita 49, 33–65.

1982
7. Jámblico, Babiloníacas (resumen de Focio y fragmentos), Madrid, Gredos.

1983
8. Plutarco, Vidas paralelas (Alejandro – César, Pericles – Fabio Máximo, Alcibíades –
Coriolano), traducción, prólogo y notas, Barcelona, Bruguera. Reimpresión parcial
en Antología de la literatura griega, selección e introducción de C. García Gual y A.
Guzmán Guerra, Madrid, Alianza Editorial, 1995.
9. «Una clasificación de los adjetivos en griego», Emerita 51, 301–313.
10. «Sobre el orden de palabras en griego: de SOV hacia SVO», Actas del VI Congre-
so Español de Estudios Clásicos II, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clási-
cos – Editorial de la Universidad Complutense, 287–294.

1984
11. «Infinitivo modal sin ἄν en griego», en R. M. Aguilar & L. Gil (eds.), Apophoreta
philologica M. Fernández-Galiano a sodalibus oblata i (EClas 87), Madrid, Mantuae
Carpetanorum, 67–73.
12. «Sintaxis griega», en A. Martínez (ed.), Actualización científica en Filología grie-
ga, Madrid, Instituto de Ciencias de la Educación – Ediciones de la Universidad
Complutense, 321–353.

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Publicaciones del profesor Emilio Crespo

13. «Sobre las Vidas de Filopemen y Flaminino de Plutarco», en M. Fernández-Galiano


(ed.), Auguralia. Estudios de lenguas y literaturas griega y latina, Madrid, Ediciones
de la UAM, 61–72.
14. «On the System of the Substantive Clauses in Ancient Greek: A Functional Ap-
proach», Glotta 62, 1–16.
15. «La conjunción ὄφρα: significado y contexto», en L. A. de Cuenca et al. (eds.),
Athlon. Satura grammatica in honorem Francisci R. Adrados, vol. i, Madrid, Gredos,
129–138.

1985
16. «Palatal Stops in Greek: Reconstruction or Mycenaean Evidence?», Minos 19,
91–104.

1986
17. «Aristóteles, Física II 1 (192 b 8 – 193 b 21) (ed. Ross): traducción y comentario»,
trabajo en colaboración con otros autores, Sociedad española de profesores de Filosofía
de Instituto. Boletín informativo 19, 11–18.

1988
18. Alcibíades. Antología de textos con notas y comentarios, en colaboración con A.
Ledesma, L. M. Macía, H. Maquieira, M.E. Rodríguez Blanco, A. Striano y J. de la
Villa, Madrid, Ediciones de la UAM.
19. «Selección de textos de la Antigüedad sobre las Olimpíadas en Grecia», Historia 16,
106, 1–8.
20. «La expresión de la finalidad en las subordinadas del griego antiguo», REL 18,
285–298.
21. «The Semantic and Syntactic Functions of the Accusative», en A. Rijksbaron et al.
(eds.), In the Footsteps of Raphael Kühner. Proceedings of the International Colloquium
in Commemoration of the 150th Anniversary of the Publication of Raphael Kühner’s
Ausführliche Grammatik der griechischen Sprache. ii: Syntaxe, Ámsterdam, Brill,
99–120.
22. «La expresión de la función Manera en griego», Emerita 56, 43–64.
23. «La “Carta de Claudio a los alejandrinos” (P. Lond. 1912): un tipo de koiné en el
Egipto de época de Claudio», Minerva 2, 213–231.

1989
24. «Mesa redonda sobre Didáctica del griego. Presentación», Actas del VII Congreso
Español de Estudios Clásicos III, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos-
Editorial de la Universidad Complutense, 709–717.
25. «Participio absoluto y subordinada adverbial», Actas del VII Congreso Español de
Estudios Clásicos I, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos – Editorial de la
Universidad Complutense, 119–126.

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Publicaciones del profesor Emilio Crespo

1990
26. «Ante la reforma de las enseñanzas universitarias de Filología Clásica», en F. R.
Adrados, (ed.), Didáctica de las Humanidades Clásicas ante la Reforma de la Enseñanza,
Madrid, Ediciones Clásicas, 5–14.
27. «El final de la guerra del Peloponeso: notas históricas a Plutarco, Vida de Lisandro,
13–18», en A. Pérez Jiménez & G. del Cerro (eds.), Estudios sobre Plutarco: obra
y tradición. Actas del I Symposion español sobre Plutarco, Málaga, Universidad de
Málaga, 63–71.

1991
28. Homero, Ilíada, traducción, prólogo y notas, Madrid, Gredos. Reimpresiones sin pró-
logo en Barcelona, Círculo de Lectores, 1995 y Barcelona, Planeta-Agostini, 1997; con
nueva introducción en Madrid, Biblioteca Básica Gredos, 2000; con texto griego de la
Ilíada y de la Odisea, traducción de J. M. Pabón de la Odisea e introducción de C. Gar-
cía Gual en Madrid, Espasa Calpe, 1999. Reimpresión parcial en Antología de la
literatura griega, selección e introducción de C. García Gual y A. Guzmán Guerra,
Madrid, Alianza Editorial, 1995. Numerosas reimpresiones en Gredos y RBA.

1992
29. Homerica. Estudios lingüísticos, edición en colaboración con J. L. García Ramón, H.
Maquieira y J. de la Villa, Madrid, Ediciones de la UAM.
30. «Sintaxis y semántica de las formas modales en griego clásico», REL 22, 277–307.
31. «El uso de los temas de aoristo y de presente para la expresión de la repetición dis-
tributiva», en E. Crespo et al. (eds.), Homerica. Estudios lingüísticos, Madrid, Ediciones
de la UAM, 13–34.

1993
32. Dialectologica Graeca. Actas del II Coloquio internacional de dialectología griega,
edición en colaboración con J. L. García Ramón y A. Striano, Madrid, Ediciones de
la UAM.
33. «Two Epigraphic Uses of the Verbal Moods in the Embedded Predications», en
E. Crespo, J. L. García Ramón & A. Striano (eds.), Dialectologica Graeca. Actas del
II Coloquio internacional de dialectología griega, Madrid, Ediciones de la UAM, 91–109.

1994
34. «Datos para un estudio contrastivo del aspecto gramatical en griego clásico y en
moderno», en L.M. Macía et al. (eds.), Quid ultra faciam? Trabajos de griego, latín
e indoeuropeo en conmemoración de los 25 años de la UAM, Madrid, Ediciones de la
UAM, 33–37.
35. «L’expression de l’accompagnement en grec ancien», en B. Jacquinod (ed.), Cas et
prépositions en grec ancien : contraintes syntaxiques et interprétations sémantiques.
Actes du Colloque international de Saint-Etienne, 3–5 juin 1993, Saint-Étienne, PU
Saint-Étienne, 181–192.

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Publicaciones del profesor Emilio Crespo

36. «El origen de la flexión del tipo de Τύδεος, -έα en Homero», Actas del VIII Congreso
Español de Estudios Clásicos I, Madrid, Ediciones Clásicas, 87–92.
37. «Plutarco y la epigrafía», en R. M. Aguilar, M. López Salvá & A. Rodríguez Alfageme
(eds.), Χάριν διδασκαλίας. Homenaje a Luis Gil, Madrid, Editorial de la Universidad
Complutense, 145–154.

1995
38. «Actualidad de las lenguas clásicas», Vela Mayor 6, 11–8.
39. «Bibliografía sobre sintaxis griega 1985–1994», Tempus 10, 5–18.
40. «Bibliographie sur la syntaxe grecque 1985–1994», Syntaktika 9, 1–14.
41. «Respuestas al cuestionario sobre el caso dativo», en M. E. Torrego et al. (eds.),
Sintaxis del dativo latino. I Encuentro de sintaxis latina (10–11 de junio de 1994),
Madrid-Barcelona, Ediciones de la UAM-Ediciones de la Universidad Autónoma de
Barcelona, 107–110.

1996
42. «Introducción a la lectura de Las etiópicas de Heliodoro», Nova Tellus 14, 129–152.
43. «Los problemas de la sintaxis del griego antiguo», en A. Agud, J. A. Fernández
Delgado & A. Ramos (eds.), Las lenguas de corpus y sus problemas lingüísticos, Madrid,
Ediciones Clásicas, 167–175.
44. «Textos sobre el paisaje de Grecia en la Antigüedad», EClas 110, 33–56.

1997
45. Berthold Delbrück y la sintaxis indoeuropea hoy. Actas del coloquio de la Indogermanis-
che Gesellschaft, edición en colaboración con J. L. García Ramón, Madrid-Wiesbaden,
Ediciones de la UAM-Reichert Verlag.
46. «Delbrück y la sintaxis de los modos», en E. Crespo & J. L. García Ramón (eds.),
Berthold Delbrück y la sintaxis indoeuropea hoy. Actas del Coloquio de La Indoger-
manische Gesellschaft, Madrid, 21–24 de septiembre de 1994, Madrid – Wiesbaden,
Reichert Verlag, 27–61.
47. «L’ordre de préférence des éléments linguistiques de l’épopée», en F. Létoublon &
H. Dik (eds.), Hommage à Milman Parry. Le style formulaire de l’épopée homérique et
la théorie de l’oralité poétique, Ámsterdam, Brill, 129–135.
48. «Sintaxis de los elementos de relación en griego clásico», en A. R. Adrados (ed.),
Actas del IX Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, Ediciones Clásicas, 3–42.

1998
49. Los dioses del Olimpo, en colaboración con el grupo Tempe y L. M. Macía Aparicio,
Madrid, Alianza Editorial; 2ª ed. 2016.
50. «La construcción del Partenón», en C. López de Juan & D. Plácido (eds.), Momentos
estelares del Mundo Antiguo, Madrid, Ediciones Clásicas, 61–79.

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Publicaciones del profesor Emilio Crespo

51. «Los sintagmas nominales en aposición oracional y la descripción semántica de la


oración», en L. Gil & M. Martínez (eds.), Corolla Complutensis. Homenaje al profesor
J. S. Lasso de la Vega, Madrid, Editorial de la Universidad Complutense, 63–66.
52. «Niveles sintácticos de la estructura de la oración principal simple en griego clási-
co», en M. E. Torrego (ed.), Nombres y funciones: estudios de sintaxis griega y latina,
Madrid, Ediciones Clásicas – Ediciones de la UAM, 43–63.

1999
53. «Sobre el significado léxico de διορθῶ y derivados», Tῆς φιλίης τάδε δῶρα. Miscelá-
nea léxica en memoria de Conchita Serrano, Madrid, CSIC, 61–65.
54. «Paramètres pour la définition des complétives en grec ancien», en B. Jacquinod
(ed.), Les complétives en grec ancien, Saint-Étienne, PU Saint-Étienne, 45–62.
55. «Cronología de los segundos alargamientos compensatorios en jónico-ático», en A.
C. Cassio (ed.), Katà diálekton. Atti del III Colloquio Internazionale di dialettologia
greca, Nápoles, Istituto Universitario Orientale, 61–186.
56. «Ilíada, 20.419–454: el duelo fallido entre Aquiles y Héctor», en J. A. López Férez
(ed.), Desde los poemas homéricos hasta la prosa griega del siglo iv d.C. Veintiséis
estudios filológicos, Madrid, Ediciones Clásicas, 1–10.

2000
57. Actas del X Congreso Español de Estudios Clásicos, volumen i, edición en colaboración
con M.J. Barrios Castro, Madrid, Ediciones Clásicas.
58. «La lengua y la escritura en las utopías de la literatura griega antigua», en M.
Alganza (ed.), EΠIEIKEIA: Homenaje al profesor Jesús Lens Tuero, Granada, Áthos –
Pérgamos, 89–94.
59. «Panorama de la retórica y de la poética griegas en época clásica», en F. Sevilla
(ed.), Edad de Oro XIX, 65–81.
60. «Funciones categoriales», en M. Martínez et al. (eds.), Cien años de investigación se-
mántica: de Michel Bréal a la actualidad. Actas del congreso internacional de semántica,
Madrid, Ediciones Clásicas, 1291–1299.

2002
61. «Los mitos en la Ilíada», en J.A. López Férez (ed.), Mitos en la literatura griega
arcaica y clásica, Madrid, Ediciones Clásicas, 35–54.

2003
62. Sintaxis del griego clásico, en colaboración con L. Conti y H. Maquieira, Madrid,
Gredos.
63. «El significado de ὥστε o ὡς con verbo en infinitivo o en forma personal», en J.
M. Nieto (ed.), Lógos Hellenikós. Homenaje al profesor Gaspar Morocho Gayo I, León,
Universidad de León, 97–104.
64. «Los eolismos en la lengua homérica», Nova Tellus 21, 15–46.
65. «La sintaxis griega hoy», Synthesis 10, 31–53.

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Publicaciones del profesor Emilio Crespo

2004
66. Obras completas de Esquilo, Sófocles y Eurípides, en colaboración con L. Conti, R.
López, L. M. Macía y M. E. Rodríguez, Madrid, Cátedra, Bibliotheca Aurea.
67. «Los nombres de los troyanos y de los griegos en la Ilíada», Classica, Belo Horizonte
17–18, 33–47.
68. «The Attitude of the Athenian State towards the Attic Dialect in the Classical
Era», en J. H. W. Penney (ed.), Indoeuropean Perspectives. Studies in Honour of Anna
Morpurgo Davies, Oxford, Oxford University Press, 109–118.
69. «La lengua como instrumento político en la Atenas clásica», en A. M. González de
Tobía (ed.), Ética y estética: de Grecia a la modernidad, La Plata, Universidad de La
Plata, 41–58.

2005
70. «Política lingüística en la Antiguedad clásica», en A. Alvar & J. F. González Castro
(eds.), Actas del XI Congreso de la Sociedad Española de Estudios Clásicos I, Madrid,
Sociedad Española de Estudios Clásicos, 87–109.
71. «La actualidad de la Ilíada: de la poesía oral a internet», Letras Clássicas (Sao Paulo)
5, 29–61.

2006
72. Word Classes and Related Topics in Ancient Greek, edición en colaboración con J. de
la Villa y A. Revuelta, Lovaina la Nueva, Peeters- Ediciones de la UAM.
73. «El Partenón a través de los textos y de las imágenes», en J. A. Rojas (ed.), III Jornadas
filológicas. Homenaje a Noel Olaya Perdomo, Bogotá, Universidad de Bogotá, 43–69.
74. «The Language Policy of the Athenian State in the Fifth Century B.C.», Incontri
Linguistici 29, 91–101.
75. «Γνῶμαι en Aristófanes», en E. Calderón & M. Valverde (eds.), Kοινὸς Λόγος.
Homenaje al profesor José García López, Murcia, Universidad de Murcia, 197–201.
76. «Clases de palabras en griego antiguo: estado de la cuestión y algunos problemas
pendientes», en colaboración con L. Conti y H. Maquieira, en E. Crespo, J. de la Villa
& A. Revuelta (eds.), Word Classes and Related Topics in Ancient Greek. Proceedings of
the Conference on «Greek Syntax and Word Classes» held in Madrid on 18–21 June
2003, Lovaina la Nueva, Peeters – Ediciones de la UAM, 9–25.
77. «La cólera de Aquiles», biTARTE 38, 61–75.

2007
78. El Banquete, de Platón, Madrid, Síntesis.
79. «The Linguistic Policy of the Ptolemaic Kingdom», en M. Hatzopoulos (ed.), ΦΩΝΗΣ
ΧΑΡΑΚΤΗΡ ΕΘΝΙΚΟΣ. Actes du Ve Congrés international de dialectologie grecque
(Athènes, 28–30 septembre 2006), Atenas, ΜΕΛΕΤΗΜΑΤΑ 52, 35–49.
80. «La epopeya nacional en la literatura clásica y en el cine: La bataglia di Algeri
de Gillo Pontecorvo», en C. González & L. Unceta (eds.), Literatura clásica, estética
y cine contemporáneo: épica, Madrid, Ediciones de la UAM, 107–112.

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Publicaciones del profesor Emilio Crespo

2008
81. «Léxico y temas en las Suplicantes de Esquilo», en J. V. Bañuls, F. de Martino & C.
Morenilla (eds.), Teatro y sociedad en la Antigüedad clásica. Las relaciones de poder en
época de crisis, Bari, Levanti Editori, 119–127.
82. «Latín obligatorio», en A. Cascón et al. (eds.), Donum amicitiae. Estudios en homenaje
al profesor Vicente Picón García, Madrid, Ediciones de la UAM, 109–116.
83. «Language Policy in Classical Athens», en I. Rumniece (ed.), Hellēņu Mantojums
(Hellenic Heritage), Riga, Universidad de Letonia, 19–27.
84. «Política lingüística en la antigüedad clásica: el reino de los Ptolomeos de Egipto»,
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actuales I, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 83–100.
85. «El Partenón a través de textos e imágenes», en G. Fernández Ariza (ed.), Literatura
hispanoamericana del siglo xx. Literatura y arte, Málaga, Universidad de Málaga,
9–35.
86. «L’adverbe ἔτι dans les dialectes grecs», en R. Hodot & G. Vottéro (eds.), Dialectes
grecs et aspect verbal. Actes de la table ronde de Saint-Etienne, 17–18 juin 2004, Nancy,
Adra Nancy, 29–38.

2009
87. «Eritras en la época clásica», en Α. Alemany (ed.), Ἀκρίϐεια τῶν λεχθέντων, Home-
natge a Rosa-Araceli Santiago, Faventia 31.1–2, 171–177.
88. «La difusión temprana del dialecto ático en el Peloponeso», en A. Martínez Fer-
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European Languages in the Eyes of Modern Linguistics, Brno, Universidad Masaryk,
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90. «La traducción de la literatura grecolatina al español hoy», en V. Zondek & A. Ortiz
(eds.), Escrituras de la traducción hispánica, Valdivia, Universidad Austral de Chile,
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91. «Prólogo a esta edición», de A. Lesky, Historia de la literatura griega, i. De los
comienzos a la polis griega, Madrid, Gredos, 9–17.
92. Temas de Morfología Griega («Tema de presente», «Tema de Aoristo», «Tema
de futuro») y tema de Sintaxis Griega («Introducción»), Madrid, Liceus h t t p s :
//www.liceus.com/cultura-filologia-clasicas/.

93. «Homero», en F. Lafarga (ed.), Diccionario de la historia de la traducción en España,


Madrid, Gredos.

27
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 28 — #28

Publicaciones del profesor Emilio Crespo

2010
94. «El proceso de configuración y fijación de la koiné en el siglo iv», en F. Cortés &
J. V. Méndez Dosuna (eds.), Dic Mihi, Musa, Virum. Homenaje al profesor Antonio
López Eire, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 139–146.
95. «The Significance of Attic for the Continued Evolution of Greek», en C. Caragounis
(ed.), Greek, A Language in Evolution. Essays in Honour of Antonios N. Jannaris,
Hildesheim – Zúrich – Nueva York, Georg Olms, 119–136.
96. Cultura Clásica para https://www.wikisaber.es

2011
97. «Pour une définition des propositions relatives latines», LEC 79, 21–34.
98. «OF fr. 496: dialectal diversity in Macedon at the end of the fourth century B.C.»,
en M. Herrero et al. (eds.), Tracing Orpheus: Studies of Orphic Fragments in Honour
of Alberto Bernabé, Berlín – Boston, Walter de Gruyter, 227–230.
99. «Análisis gramatical de ὥστε», en M. J. García Blanco et al. (ed.), Ἀντίδωρον. Ho-
menaje a Juan José Moralejo, Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de
Compostela, 141–152.
100. «Conjunctive Adverbs: A Neglected Chapter of Greek Grammar», en E. Luján
& J. L. García Alonso (eds.), A Greek Man in the Iberian Street. Papers in Linguistics
and Epigraphy in Honour of Javier de Hoz, Innsbruck, Innsbrucker Beiträge zur
Sprachwissenschaft, 35–43.
101. «Viajando por obligación: las heroínas en la novela griega», en R. López Gregoris
& L. Unceta (eds.), Ideas de mujer. Facetas de los femenino en la Antigüedad, Alicante,
Estudio Universitario de Investigación de Estudios de Género, 159–170.
102. «La filiación en Homero y en Hesiodo», en P. de Navascués, M. Crespo & A. Sáez
(eds.), Filiación. Cultura pagana, religión de Israel, orígenes del cristianismo III (Actas
de las V y VI Jornadas de estudio «La filiación en los inicios de la reflexión cristiana,
Instituto de Filología San Justino»), Madrid, Trotta, 37–47.
103. «Sobre Lisias XVI (Defensa de Mantíteo)», en S. Aquino et al. (eds.), La fascinación
por la palabra. Homenaje a Paola Vianello, México, Universidad Nacional Autónoma
de México, 125–134.
104. Artículos biográficos sobre Martín Ruipérez y Antonio Ruiz de Elvira para el
Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia.

2012
105. Platón, Menéxeno. Discursos en honor de los caídos por Atenas, edición bilingüe,
introducción y notas de A. Álvarez, R. Fornieles, M. González, M. Movellán y J.
Muñoz bajo la dirección de Emilio Crespo, Madrid, Dykinson.
106. «Las traducciones de Homero en América Latina. As traduções de Homero na
América Latina», en colaboración con J. Piqué, en H. Maquieira & C. Fernández (eds.),
Tradición y traducción clásica en América Latina, La Plata, Universidad Nacional de
La Plata, 237–242.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 29 — #29

Publicaciones del profesor Emilio Crespo

107. «Languages and Dialects in Ancient Macedon», en G. Giannakis (ed.), Ancient


Macedonia: Language, History, Culture, Tesalónica, 2012, Κέντρο Ελληνικής Γλώσ-
σας, 121–131. Versión en griego en G. Giannakis (ed.), Ο γλωσσικός χάρτης της
κεντρικής και βόρειας Ελλάδας κατά την αρχαιότητα, Θεσσαλονίκη, 2015, Κέντρο
Ελληνικής Γλώσσας.

2013
108. «Notas sobre el asíndeton», en L. M. Pino & G. Santana (eds.), ΚΑΛΟΣ ΚΑΙ
ΑΓΑΘΟΣ ΑΝΗΡ ΔΙΔΑΣΚΑΛΟΥ ΠΑΡΑΔΕΙΓΜΑ. Homenaje al profesor Juan Antonio
López Férez, Madrid, Ediciones Clásicas, 213–216.

2014
109. Encyclopedia of Ancient Greek Language and Linguistics, edición en colaboración
con G. Giannakis, V. Bubenik, Ch. Golston, A. Lianeri, S. Luraghi y S. Matthaios,
Leiden, Brill.
110. «Semblanzas: Manuel García Teijeiro: lingüística» y «De adverbio a conjunción
coordinante», en A. Martínez Fernández et al. (eds.), AGALMA. Ofrenda desde la Filo-
logía Clásica a Manuel García Teijeiro, Valladolid, 2014, Ediciones de la Universidad
de Valladolid, 52–53 y 135–141.
111. «Ordinal Adverbs as Markers of Discourse Cohesion», en A. Bamesberger, O.
Hackstein & S Ziegler (eds.), Von Fall zu Fall. Beiträge zur indogermanischen Syntax,
Wiesbaden, Reichert Verlag, 81–89.
112. «Diffusion de l’attique et développement de koinai dans le Péloponnèse (1ʳᵉ moitié
du ivᵉ siècle av. J.-C.)», en S. Minon (ed.), Diffusion de l’attique et expansion des
koinai dans le Péloponnèse et en Grèce centrale. Actes de la journée internationale
de dialectologie grecque du 18 mars 2011, Ginebra, Université Paris Ouest-Nanterre,
57–68.
113. «A Rule for the Choice of Aorist and Imperfect», en A. Bartolotta (ed.), The Greek
Verb. Morphology, Syntax, and Semantics. Proceedings of the 8tʰ International Meeting
on Greek Linguistics, Agrigento, October 1–3, 2009, Lovaina la Nueva, Peeters, 71–82.
114. «Atenea como personificación del Estado ateniense en las estelas áticas inscritas»,
en A. Pérez Jiménez (ed.), Ἀλληγορία. Realidad, fantasía, interpretación, funciones
y pervivencia del mito griego. Estudios en honor del Profesor Carlos García Gual,
Zaragoza, Pórtico, 15–122.
115. «La copa de Néstor y la datación de la Ilíada», en P. Bádenas et al. (eds.), Per
speculum in aenigmate. Miradas sobre la Antigüedad. Homenaje a Ricardo Olmos,
Madrid, Anejos de Erytheia. Estudios y textos 7, 73–78.

2015
116. «Η εξασθένηση των φρακτικών συμφώνων στη μακεδονική διάλεκτο», en G.
Giannakis (ed.), Ο γλωσσικός χάρτης της κεντρικής και βόρειας Ελλάδας κατά την
αρχαιότητα, Tesalónica, Κέντρο Ελληνικής Γλώσσας, 91–102. Versión actualizada:

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 30 — #30

Publicaciones del profesor Emilio Crespo

«The Softening of Obstruent Consonants in Macedonian», en G. Giannakis, E. Crespo


& P. Filos (eds.), Studies in Ancient Greek Dialects: From Central Greece to the Black
Sea, Berlín – Nueva York, Walter de Gruyter, 2018, 329–348.
117. «In memoriam Martín Ruipérez Sánchez», EClas 148, 95–101.
118. «Prefacio» a Jorge Bergua Cavero, Palabra y canto. Pronunciación y prosodia del
griego antiguo. Guía práctica para la lectura de sus textos, Madrid, Ediciones Clásicas.
119. «El teatro de Dioniso y la política ateniense», en A. Alvar (ed.), La vida a escena:
Ayer y hoy del teatro clásico, Madrid, Ediciones de la Universidad de Alcalá, 27–32.
120. «Foco informativo y foco contrastivo en griego clásico», en J. Ángel y Espinós et
al. (eds.), Ὑγίεια καὶ γέλως. Homenaje a Ignacio Rodríguez Alfageme, Zaragoza, Libros
Pórtico, 139–150.
121. «Presentación» de la sesión de debate sobre «La lingüística del griego y del latín»,
Minerva 28, 13–15.
122. «La aparición del concepto de cuerpo en época posthomérica», en C. Sánchez &
I. Escobar (eds.), Dioses, héroes y atletas. La imagen del cuerpo en la Grecia antigua,
Madrid, Museo Arqueológico Regional, 45–51.
123. «Adverbios de foco en griego clásico», en J. Vela, J. F. Fraile & C. Sánchez (eds.),
Studia Classica Caesaraugustana: Vigencia y presencia del mundo clásico hoy: xxv
años de Estudios Clásicos en la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, Prensas de la
Universidad de Zaragoza, 207–233.
124. «Los adverbios conjuntivos en griego», en J. de la Villa et al. (eds.), Ianua Clas-
sicorum: temas y formas del mundo clásico, Madrid, Sociedad Española de Estudios
Clásicos, 485–494.
125. «Semblanza», en G. Ramírez & A. Vargas (eds.), La ritualidad de la palabra, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 13–20.

2016
126. «Los exiliados de la guerra civil española en Latinoamérica y los estudios clásicos»,
Revista de la Universidad de La Habana 282, 10–20.
127. «Lenguas de Egipto», capítulo de Las flores del rey: viaje por el Nilo a través
de sus papiros. Catálogo de la exposición organizada por el Instituto Europeo del
Mediterráneo en Barcelona 2016, textos editados por Sofía Torallas, Barcelona, 25–31.
Hay versiones española, inglesa y catalana.
128. «Sobre el teatro ateniense y la configuración de la ideología cívica», ΕΥΠΟΙΚΙΛΟΝ
ΑΝΘΟΣ. Estudios sobre teatro griego en homenaje a Antonio Melero, Studia Philologica
Valentina 18.15, 51–56.
129. «La construcción de dos o más sintagmas nominales coordinados en nominativo
con verbo en singular», en E. Redondo & M. J. García Soler (eds.), Nuevas inter-
pretaciones del mundo antiguo. Papers in Honor of Professor José Luis Melena on the
Occassion of his Retirement, Anejos de Veleia, Series Minor 33, Vitoria, 101–110.

30
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 31 — #31

Publicaciones del profesor Emilio Crespo

130. «Los papiros matritenses», en Τί ἡμῖν καὶ σοί; Lo que hay entre tú y nosotros.
Estudios en honor de María Victoria Spottorno, Digitalia Antiqua 1 Córdoba, Editorial
Universidad de Córdoba, 87–94.
131. «Tres epigramas griegos», Anáfora 9, 17–20.

2017
132. La idea de lo clásico, edición en colaboración con P. Aullón de Haro, Madrid,
Casimiro.
133. «A Unitary Account of the Meaning of kaí », en C. Denizot & O. Spevak (eds.), Prag-
matic Approaches to Latin and Ancient Greek, Ámsterdam-Filadelfia, John Benjamins,
257–272.
134. «Focus Adverbs in Classical Greek», en F. Logozzo & P. Poccetti (eds.), Ancient
Greek Linguistics: New Approaches, Insights and Perspectives, Ámsterdam-Filadelphia,
Walter de Gruyter, 133–154.
135. «Le future dorien dans l’épopée archaïque», en R. Allan, F. Lambert & Th. Marko-
poulos (eds.), The Greek Future and its History, Lovaina la Nueva, Peeters, 35–41.
136. «Adverbios como modificadores del sintagma nominal en griego clásico», en G.
Santana & L. M. Pino, ΠΑΙΔΕΙΑ ΚΑΙ ΖΗΤΗΣΙΣ. Homenaje a Marcos Martínez, Madrid,
Ediciones Clásicas, 199–204.
137. «Los orígenes de la idea de lo clásico en la cultura occidental», en P. Aullón de
Haro & E. Crespo (eds.), La idea de lo clásico, Madrid, Casimiro, 37–48.
138. «La historicidad de la guerra de Troya: progresos recientes», en J. Piquero &
Jesús Quílez (eds.), Desmontando mitos ¿Ocurrió realmente como nos lo han contado?,
Madrid, Delegación de Madrid de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, 13–28.
139. «Prefacio», en M. J. Albarrán, R. Martín & I. Pajón (eds.), Estudios papirológicos:
textos literarios y documentales del siglo iv a.C. al siglo iv d.C., Madrid, Cuadernos de
la Fundación Pastor.

2018
140. Phílos hetaîros. Homenaje al profesor Luis M. Macía, edición en colaboración con
L. Conti, M. E. Rodríguez, E. Torrego y J. de la Villa, Madrid, Ediciones de la UAM.
141. Studies in Ancient Greek Dialects: From Central Greece to the Black Sea, edición en
colaboración con G. Giannakis y P. Filos, Berlín – Boston, Walter de Gruyter.
142. «Los enunciados parentéticos en la Ilíada», en L. Conti, E. Crespo, M. E. Rodríguez,
E. Torrego & J. de la Villa (eds.), Phílos hetaîros. Homenaje al profesor Luis M. Macía,
Madrid, Ediciones de la UAM, 219–228.

2019
143. «Los comienzos de la identidad colectiva helénica», Hélade 5.1 (Anejo Etnicidade
e formaçâo das identidades no mundo de Homero), 37–55.

31
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 32 — #32

Publicaciones del profesor Emilio Crespo

144. «Connective particles and literary units in Attic forensic speeches», en G. Gian-
nakis et al. (eds.), Studies in Greek Lexicography, Berlín-Boston, Walter de Gruyter,
219–232.
145. «El papiro de Derveni en su contexto dialectal», en J. Piquero, A. de Paz & S. Plan-
chas (eds.), Nunc est Bacchandum. Homenaje a Alberto Bernabé, Madrid, Guillermo
Escolar editor, 359–368.

En prensa
146. «The Structure of the Noun Phrase», en A. Bartonek & Ch. Tzitzilis (eds.), Ancient
Greek Dialects, Tesalónica.
147. «Dialectally hybrid inquiries in the Dodona lamellae», en colaboración con G.
Giannakis, Linguarum Varietas 8, 43–61.
148. «Graphic Variations in Four Manuscripts by Nemesion, Son of Zoilos», en K.
Bentein & M. Janse (eds.), Varieties of Post-classical and Byzantine Greek: novel
questions & approaches, Berlín – Nueva York, Walter de Gruyter.
149. «The Origin of τοι as an Appellative Discourse Marker», Festchrift in honour of
Michael Meier-Brüger.
150. «Linguistic Variation in Macedonian», en R. Wachter (ed.), Acts of the Seventh
International Colloquium in Ancient Greek Dialects.
151. «Clases semánticas de adverbios de foco en griego clásico», en J. de la Villa (ed.),
Forum classicorum, Madrid, Ediciones Clásicas.
152. «Sintaxis griega: concepto, objetivos, métodos de análisis», cap. 1 de M.D. Jiménez
López (ed), Sintaxis del griego antiguo, Madrid, C.S.I.C., Anejos de Emerita.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco:


Olimpíade y Cleopatra
Grupo Tempe
Elena Cuadrado Ramos, Pilar Jiménez Gazapo, Mariano Martínez Yagüe,
Mercedes Morillas Gómez, Francisca Morillo Ruiz, Mª Rosa Ruiz de Elvira Serra
elenacuadradoramos@gmail.com — domus3@gmail.com
mariano.martinez.yague@gmail.com — merceastral2@yahoo.es
francis.morillo@gmail.com — mariarrosa@gmail.com

Resumen: En una síncrisis al estilo de Plutarco en sus Vidas paralelas se hace un retrato, con
base en textos griegos y latinos, de Olimpíade y Cleopatra VII, dos mujeres de gran influencia en
las vidas de Alejandro Magno y Julio César, cuya comparación no nos consta que hiciera Plutarco.
Palabras clave: Olimpíade, Cleopatra, Alejandro, César, Plutarco.

Plutarch apocryphal synchrisis: Olympias and Cleopatra


Abstract: In a synchrisis in the style of Plutarch in his Parallel Lives, a portrait is made, based on
Greek and Latin texts, of Olympias and Cleopatra VII, two women of great influence in the lives
of Alexander the Great and Julius Caesar, whose comparison we do not know Plutarch did.
Key Words: Olympias, Cleopatra, Alexander, Caesar, Plutarch.

κιϐωτίου δέ τινος αὐτῷ προσενεχθέντος, οὗ πολυτελέστερον οὐδὲν ἐφάνη


τοῖς τὰ Δαρείου χρήματα καὶ τὰς ἀποσκευὰς παραλαμϐάνουσιν, ἠρώτα
τοὺς φίλους ὅ τι δοκοίη μάλιστα τῶν ἀξίων σπουδῆς εἰς αὐτὸ καταθέσθαι:
πολλὰ δὲ πολλῶν λεγόντων αὐτὸς ἔφη τὴν Ἰλιάδα φρουρήσειν ἐνταῦθα
καταθέμενος.
«Cuando le llevaron un cofrecito que parecía ser lo más precioso de todo en
opinión de los encargados de recibir los tesoros y bagajes de Darío, preguntó
a sus amigos qué objeto les parecía más digno por su valor para guardar
en él. Muchos dieron opiniones muy diversas, pero Alejandro terminó por
declarar que en él depositaría y guardaría la Ilíada».
Plu. Alex. 26.1–2

A Emilio Crespo, para quien, como le sucedió al gran Alejandro, «Homero no


parece haber sido un compañero ni ocioso ni inútil de su expedición»*, sino el
experto piloto que siempre le ha acompañado en sus excelentes amarres en
los puertos clásicos, sus amigos del Grupo Tempe, con admiración y cariño, le
dedican esta síncrisis de las vidas de Alejandro y César en clave femenina, que
bien pudiera haber escrito Plutarco si su tiempo hubiera sido el nuestro.
* οὔκουν ἀργὸς οὐδὲ ἀσύμϐολος αὐτῷ συστρατεύειν ἔοικεν Ὅμηρος (Plu. Alex. 26.3).

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Grupo Tempe

Preámbulo

1. Al escribir en este libro la vida del rey Alejandro y la de César, […],


a causa de la abundancia de las acciones que forman parte del tema, no
haremos […] más que pedir disculpas a los lectores para que no se querellen
con nosotros si, en vez de relatar exhaustivamente todas y cada una de
sus célebres hazañas, resumimos la mayoría. 2. La causa de ello es que no
escribimos historias, sino biografías, y que la manifestación de la virtud
o la maldad no siempre se encuentra en las obras más preclaras; por el
contrario, con frecuencia una acción insignificante, una palabra o una broma
dan mejor prueba del carácter que batallas en las que se producen millares
de muertos, los más enormes despliegues de tropas y asedios de ciudades.
3. Pues igual que los pintores tratan de obtener las semejanzas a partir del
rostro y la expresión de los ojos, […] del mismo modo se nos debe conceder
que penetremos con preferencia en los signos que muestran el alma y que
mediante ellos representemos la vida de cada uno¹.

Así comienza Plutarco su libro sobre Alejandro y César. Y al igual que él no


considera propio de una biografía relatar con exhaustividad todos los hechos
del biografiado, sino atender a las señales que mejor lo definen, nosotros, al
hacer una síncrisis de estos personajes que de algún modo pudiera cubrir el
hueco existente², hemos puesto el foco en la importancia que tuvieron algunas
mujeres en las vidas de Alejandro y de César. Porque esos dos grandes hombres,
aun rodeados lógicamente de un universo varonil en un contexto androcéntrico,
correspondiente a la organización del mundo antiguo, a lo largo de toda su
existencia en el caso de Alejandro y en un momento cumbre de la suya en el
de César, podríamos decir que estuvieron influidos por mujeres. Y de tantas
como fueron las que poblaron las vidas de Alejandro —Olimpíade, Campaspe,
Barsine, Roxana, Barsine-Estatira, Parisátide, su nodriza Lanice, Sisigambis,
etc.— y de César —su madre Aurelia, su tía Julia, Cornelia, Pompeya, Calpurnia,
Servilia, Cleopatra VII, etc.—, hemos elegido a las dos que encarnan un prototipo
femenino, poderoso y magnificente, y que contribuyen a perfilar un retrato de
lo que ambos representaron en la Historia: Olimpíade, reina del Epiro y madre
de Alejandro, y Cleopatra, reina de Egipto, amante de César y madre de su hijo
Cesarión.
¹ Plu. Alex. 1–3.
² En otros biografiados de las Vidas Paralelas —Lisandro-Sila, Temístocles-Coriolano, Pirro-Mario,
Foción-Catón el Menor—, tampoco hay comparación. Cf. Crespo 1999: 169: «La comparación entre
Alejandro y César, si es que Plutarco llegó a escribirla, se ha perdido. Pero en este caso al menos,
Plutarco no debió de tener ninguna duda acerca de lo adecuado que era enfrentar la vida de César
con la de Alejandro». En App. BC II 149–154, hay una comparación entre César y Alejandro al
modo de las de Plutarco. Cf. Pérez Jiménez 2013: 189–199.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

Pretendemos cubrir con la comparación entre ambas mujeres el hueco de la


síncrisis inexistente de Alejandro y César en Plutarco siguiendo el esquema
habitual en las Vidas. Como es sabido, las síncrisis están constituidas por un
número de capítulos que oscila entre tres y seis, ajustándose a una misma
secuencia: en primer lugar, hay una referencia al contenido de las biografías
cuya comparación va a hacerse resumiéndolo de un modo sucinto y global;
a continuación en dos o tres capítulos se narran hechos relevantes de la vida
de los biografiados, señalando diferencias y semejanzas entre ellos e incluso
añadiendo en ocasiones datos inexistentes en el relato; por último, o se resume,
con cierta dosis de elementos moralizadores, lo mejor y lo peor que cada uno
tuvo o se cierra con alguna reflexión de la misma índole.
Y desde el punto de vista de la forma es así como hemos procedido. El capítulo
1 anuncia por boca de Plutarco el cambio de paradigma y presenta a las dos
mujeres; el 2 y el 3 están dedicados a los orígenes, nombres y devenir histórico
de Olimpíade y Cleopatra respectivamente; el 4 establece una comparación de
ambas respecto a su repercusión en las actuaciones de Alejandro y de César,
y con él se cierra la argumentación justificativa de esta síncrisis.
Con la intención de que en esta pretendida mímesis la voz de Plutarco
resuene cuanto sea posible, además de valernos de un tono narrativo que se
asemeje al suyo, hemos insertado frases literales tomadas de otras Vidas, que
entrecomillamos en el texto y cuya referencia se da en nota. Igualmente en
nota se incluyen los textos, en su mayor parte griegos y latinos, en los que
basamos todas nuestras afirmaciones.

1. Dos mujeres en paralelo

«Lo que se deja dicho es cuanto nos ha parecido digno de referirse acerca
de»³ Alejandro y César. «Habiendo dado fin a la narración, nos resta sacar
consecuencias de la contraposición de estas vidas»⁴, «pero una cosa particular
ocurre en esta comparación que no se ha ofrecido en ninguna de las que hemos
escrito»⁵ y es que no vamos a comparar a los generales cuyas vidas hemos rela-
tado, sino a dos mujeres, Olimpíade y Cleopatra, cuya actuación fue un espejo
de gran importancia donde, de uno u otro modo, se miraron estos excelentes
hombres, y contribuyó a configurar la figura histórica de ambos.

³ Plu. Comp. Pel. Marc. 1: ὅσα μὲν οὖν ἔδοξεν ἡμῖν ἀναγραφῆς ἄξια τῶν ἱστορημένων περὶ…
⁴ Plu. Comp. Agis Cleom. TG CG 1: ἡμῖν δὲ καὶ ταύτης πέρας ἐχούσης τῆς διηγήσεως ὑπολείπεται
λαϐεῖν ἐκ παραλλήλου τῶν βίων τὴν ἀποθεώρησιν.
⁵ Plu. Comp. Sol. Publ. 1: ἆρ’ οὖν ἴδιόν τι περὶ ταύτην τὴν σύγκρισιν ὑπάρχει καὶ μὴ πάνυ συμϐεϐηκὸς
ἑτέρᾳ τῶν ἀναγεγραμμένων.

35
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Grupo Tempe

Como más adelante se verá, tres son los rasgos definitorios de Olimpíade
y Cleopatra: su dignidad real, su fuerte carácter y su cualidad de madres, y sobre
estos tres puntales se asienta nuestra decisión de hacerlas antagonistas de
Alejandro de Macedonia y de Julio César en nuestra síncrisis.
Las dos tienen un origen real, que se remonta hasta el mítico Aquiles en el
caso de Olimpíade, no tanto en el de Cleopatra, ya que su linaje solo data de tres
siglos antes, en la figura del fundador de la dinastía ptolemaica, Ptolomeo Soter,
general de Alejandro. Hay que hacer notar que la relación entre ellas adquiere
un notable simbolismo que parte de la Macedonia de Alejandro, la Alejandría
de Alejandro, la consulta al oráculo de Amón en busca de su posible origen
divino⁶, el lugar de sepultura de Alejandro, el alejandrinismo que Ptolomeo
Soter imprimió a Egipto, el afán de Cleopatra por Macedonia y hasta su propio
nombre, homónimo de la hija de Olimpíade, hermana de Alejandro, y muy
frecuente en Macedonia.
Es así que las dos fueron reinas y desearon serlo en todo momento, habiendo
nacido para ello, aunque el destino las alejara y acercara de su propósito
varias veces a lo largo de su vida. Hubieron de apoyarse, con mayor o menor
fortuna, en hombres que las ayudaran a mantenerse en el trono o a conseguirlo,
y destacables fueron los logros que obtuvieron, ya que la una pudo ver a su
hijo convertirse casi en dueño del mundo griego, y la otra, unida al hombre
más fuerte del momento y sirviéndose de él, concibió los planes para hacer
del suyo el heredero del mundo romano. Tretas, pactos y sangre fueron los
instrumentos de los que estas dos mujeres de fuerte carácter se valieron para
alcanzar su objetivo.
Ambas carentes de madre en su niñez, ejercieron la maternidad intensamente:
Olimpíade, mimando quizás en demasía a su hijo —tan necesitado de ese afecto
que llamó con el nombre de madre también a otras mujeres⁷—, trató de allanarle
por todos los medios posibles el camino trazado para él; Cleopatra, medio madre,
⁶ El oráculo de Amón estaba en el oasis de Siwah (a unos 600 km. al oeste de Tebas). Cf. Plu. Alex.
27.8–9: αὐτὸς δὲ Ἀλέξανδρος ἐν ἐπιστολῇ πρὸς τὴν μητέρα φησὶ γεγονέναι τινὰς αὐτῷ μαντείας
ἀπορρήτους, ἃς αὐτὸς ἐπανελθὼν φράσει πρὸς μόνην ἐκείνην. ἔνιοι δέ φασι τὸν μὲν προφήτην
Ἑλληνιστὶ βουλόμενον προσειπεῖν μετά τινος φιλοφροσύνης «ὦ παιδίον», ἐν τῷ τελευταίῳ τῶν
φθόγγων ὑπὸ βαρϐαρισμοῦ πρὸς τὸ σῖγμα ἐξενεχθῆναι καὶ εἰπεῖν, «ὧ παιδίος», ἀντὶ τοῦ νῦ τῷ
σῖγμα χρησάμενον, ἀσμένῳ δὲ τῷ Ἀλεξάνδρῳ τὸ σφάλμα τῆς φωνῆς γενέσθαι καὶ διαδοθῆναι
λόγον ὡς παῖδα Διὸς αὐτὸν τοῦ θεοῦ προσειπόντος. «El propio Alejandro declara en una carta
a su madre haber recibido ciertas profecías secretas que él le explicaría a ella sola a su regreso. Hay
quienes afirman que el sacerdote, al dirigirle la palabra en griego con términos afectuosos, había
querido llamarlo “¡Hijo mío!” (paidíon) pero que, en el último sonido, a causa de su pronunciación
bárbara, había emitido una s y había dicho: “¡Hijo de Zeus!” (paidiós), sustituyendo la n por una s.
Y añaden que la equivocación llenó de contento a Alejandro, y que se propagó el rumor de que el
dios se había dirigido a él llamándolo hijo de Zeus».
⁷ Cf. Noguera Borel 1998: 73–86.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

medio esposa de su hermano menor, cuando concibió de César un hijo que


podría ser el monarca que continuara la dinastía ptolemaica, pero también el
que abriera de nuevo en Roma una línea monárquica, no dudó en dejarse guiar
por su instinto materno, abandonar Egipto e instalarse en Roma. Las Idus de
marzo del año 709 desde la fundación de la Ciudad lo impidieron.

2. Olimpíade

Da comienzo la historia de Olimpíade, la poderosa esposa del rey Filipo de


Macedonia y madre del gran Alejandro: una mujer decidida y capaz, con
objetivos claros por los que luchó con pasión toda su vida en un mundo de
hombres.
Olimpíade tuvo cuatro nombres diferentes que señalan sucesivas etapas
de su compleja vida: Políxena, Mirtale, Olimpíade y Estratonice⁸. De niña
se llamó Políxena, «la muy hospitalaria», un nombre que la vinculaba con
una mítica princesa troyana, hija de Príamo y de la que Aquiles se enamoró;
más tarde, al casarse con Filipo, tomó el nombre de Mirtale, en alusión al
mirto, planta utilizada en los ritos dionisíacos de los que era seguidora; luego
Olimpíade, como el lugar donde Filipo obtuvo una victoria con sus caballos
durante unos juegos el mismo día que nació su hijo Alejandro y, ya cerca del
final de su vida, cuando tuvo que demostrar que era capaz de llevar a cabo una
guerra —y ganarla— frente a su rival Eurídice, tomó el nombre de Estratonice,
«victoria del ejército». Su vida tuvo como objetivo asegurar que primero su
hijo Alejandro y después su nieto del mismo nombre ocupasen el trono de
Macedonia, una tarea nada fácil, pues la corte macedónica consideró a menudo
a Olimpíade como una extranjera y a su hijo Alejandro, en alguna ocasión,
como un bastardo real que no merecía el trono.
Hija de Neoptólemo del Epiro, rey de los molosos⁹, la pérdida de sus pa-
dres en sus primeros años fue, quizás, un primer aviso de que su vida no iba
a ser fácil: vivió en el Epiro bajo la tutela de su tío Arribas, rey de Molosia,
y Filipo de Macedonia la vio por primera vez en Samotracia durante unos
ritos mistéricos¹⁰ en los que participaban ambos, muy jóvenes entonces, pues,
como muchas mujeres epirotas, Olimpíade era adepta a los ritos orgiásticos

⁸ Cf. Plu. De Pyth. 14.


⁹ Su pertenencia a la dinastía Eácida hacía de su hijo Alejandro un descendiente de Aquiles y confirió
a Olimpíade un extraordinario prestigio. Cf. Plu. Alex. 2.1. Cf. también D.S. 17.1.5.
¹⁰ En honor de los Cabiros, posibles genios de la fecundidad, a los que se rendía culto en tierras de
Beocia, Tebas, Lemnos, Imbros y Samotracia.

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Grupo Tempe

y al culto dionisíaco¹¹. Filipo se enamoró inmediatamente de Olimpíade, aun-


que ya estaba casado, pues en la corte de Macedonia era habitual la práctica
de la poligamia¹², utilizada como arma política para consolidar alianzas con
otros estados. Algunas de las mujeres de Filipo no eran consideradas legítimas
—como Filina, madre de Filipo Arrideo—; en el caso de Olimpíade, al ser una
princesa, Filipo tuvo que pedirla en matrimonio a su tío Arribas, estableciendo
además una alianza muy beneficiosa para asegurar la frontera occidental de
Macedonia¹³. Esta poligamia puede explicar, en cierto modo, la compleja histo-
ria y personalidad de Olimpíade y su lucha por mantener el poder para su hijo,
primero, y para su nieto, después, frente al resto de los vástagos del rey.
Ya en Pella, a la sazón capital de Macedonia, no hubo armonía entre Olim-
píade y Filipo: Olimpíade siempre estuvo rodeada de un halo misterioso, de
prodigios y sueños premonitorios, en especial antes del nacimiento de Alejan-
dro, cuando soñó que un rayo caía en su vientre prendiendo un fuego que se
dispersaba por todas partes¹⁴, y Filipo también soñó con la imagen de un león
que sellaba el vientre de su mujer¹⁵. Otro prodigio asombroso fue la presencia
de dos águilas juntas sobre el tejado del palacio de Pella durante el parto de
Alejandro, que se interpretó como que el recién nacido reinaría algún día sobre

¹¹ Plu. Alex. 2.7–9: ἕτερος δὲ περὶ τούτων ἐστὶ λόγος, ὡς πᾶσαι μὲν αἱ τῇδε γυναῖκες ἔνοχοι τοῖς
Ὀρφικοῖς οὖσαι καὶ τοῖς περὶ τὸν Διόνυσον ὀργιασμοῖς […], πολλὰ […] Θρῄσσαις ὅμοια δρῶσιν,
[…], ἡ δὲ Ὀλυμπιὰς μᾶλλον ἑτέρων ζηλώσασα τὰς κατοχάς καὶ τοὺς ἐνθουσιασμοὺς ἐξάγουσα
βαρϐαρικώτερον ὄφεις μεγάλους χειροήθεις ἐφείλκετο τοῖς θιάσοις, οἳ πολλάκις ἐκ τοῦ κιττοῦ
καὶ τῶν μυστικῶν λίκνων παραναδυόμενοι καὶ περιελιττόμενοι τοῖς θύρσοις τῶν γυναικῶν καὶ
τοῖς στεφάνοις ἐξέπληττον τοὺς ἄνδρας. «Existe otra tradición acerca de este punto, según la cual
todas las mujeres del país, que se entregan a los ritos órficos y a los cultos orgiásticos de Dioniso
[…], realizan muchas prácticas semejantes […] a las mujeres tracias […] y que Olimpíade, que era
más devota que otras a estas actividades fanáticas y se dejaba transportar de manera más bárbara
por los delirios inspirados por la divinidad, solía llevar a los cortejos báquicos grandes culebras
domesticadas, que, al emerger con frecuencia de la hiedra y de las cestas místicas y enroscarse en
los tirsos de las mujeres y en las guirnaldas, provocaban el pavor de los hombres».
¹² Cf. Plu. Comp. Demetr. Ant. 4: ἔτι Δημήτριος μέν, οὐ κεκωλυμένον, ἀλλ’ ἀπὸ Φιλίππου καὶ Ἀλεξάν-
δρου γεγονὸς ἐν ἔθει τοῖς Μακεδόνων βασιλεῦσιν, ἐγάνει γάνους πλείονας, ὥσπερ Λυσίμαχος καὶ
Πτολεμαῖος. «En el caso de Demetrio, tal como era la costumbre de los reyes de Macedonia, desde
los tiempos de Alejandro y Filipo (era lo habitual y no estaba prohibido), tuvo muchas esposas
legítimas, al igual que Lisímaco y Ptolomeo».
Ath. 13.5, menciona varias esposas de Filipo, además de Olimpíade: Audata, una princesa Iliria,
Fila de Elimea, Nicesípolis de Feras (Tesalia), Meda de Odeso, princesa tracia, y Cleopatra Eurídice
de Macedonia, de la nobleza de Pella, sobrina de su amigo y compañero de armas, Átalo. Además
tuvo como concubina a la bailarina Filina de Larisa.
¹³ Cf. Plu. Alex. 2.1–2.
¹⁴ Cf. Plu. Alex. 2.3–4.
¹⁵ Recordemos que la madre de Pericles, Agarista, soñó que paría un león, según cuenta Hdt. 6.131.
El sueño de Filipo lo interpretó, entre otros, Aristandro de Telmeso, como el anuncio del embarazo
de un niño que algún día llegaría a ser tan poderoso como un león. Cf. Plu. Alex. 2.5.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

dos imperios¹⁶. Todo esto generó cierta desconfianza en Filipo, que empezó
a vigilar a su esposa hasta que creyó ver en una ocasión que junto a ella yacía
una serpiente y mandó un emisario a Delfos para consultar el oráculo. Este le
respondió que debía hacer un sacrificio a Amón y que perdería el ojo con el
que había visto a su esposa acostada con el dios metamorfoseado en serpiente¹⁷.
No obstante, el matrimonio tuvo después otra hija: Cleopatra.
Filipo, después de derrotar a los griegos en Queronea, decidió casarse de
nuevo y en esta ocasión la elegida fue una noble macedonia, Cleopatra Eurídice,
pariente de Átalo, oficial de su ejército. Con esta boda Olimpíade, que dejó
de ser reina, fue repudiada y relegada a ocupar solo el papel de madre del,
todavía, heredero al trono de Macedonia. Este nuevo matrimonio de Filipo
provocó, no solo la hostilidad y desconfianza de Olimpíade, sino también un
alejamiento entre Alejandro y su padre¹⁸. Así las cosas, Olimpíade se marchó
al Epiro, donde gobernaba su hermano, con la acuciante preocupación de que,
si Filipo y su nueva esposa llegaban a tener un hijo, la posición de Alejandro
se tambalearía, ya que sería desplazado de su derecho al trono.
Su ausencia de Macedonia apenas duró un año, ya que regresó, en cuanto se
enteró de la muerte de Filipo, sin mostrar tristeza alguna. Surgieron, entonces,

¹⁶ Just. 12.16.4–6. Prodigia magnitudinis eius ipso ortu nonnulla apparuere. Nam ea die, qua natus
est, duae aquilae tota die perpetes supra culmen domus patris eius sederunt, omen duplicis imperii,
Europae Asiaeque, praeferentes. «Algunos prodigios de su grandeza aparecieron el mismo día de su
nacimiento. En efecto, el día que nació, dos águilas se posaron durante todo el día sin interrupción
en el tejado de la casa de su padre, anunciando el presagio del doble imperio de Europa y Asia».
¹⁷ Cf. Plu. Alex. 2.6 y 3.1. También Just. 11.1.2–5 y Paus. 4.14.7.
¹⁸ Plu. Alex. 9.7–11: ἐκφανεστάτην δὲ Ἄτταλος παρέσχεν ἐν τοῖς Κλεοπάτρας γάμοις, ἣν ὁ Φίλιππος
ἠγάγετο παρθένον, ἐρασθεὶς παρ’ ἡλικίαν τῆς κόρης, θεῖος γὰρ ὢν αὐτῆς ὁ Ἄτταλος ἐν τῷ πότῳ
μεθύων παρεκάλει τοὺς Μακεδόνας αἰτεῖσθαι παρὰ θεῶν γνήσιον ἐκ Φιλίππου καὶ Κλεοπάτρας
γενέσθαι διάδοχον τῆς βασιλείας, ἐπὶ τούτῳ παροξυνθεὶς ὁ Ἀλέξανδρος καὶ εἰπών, «ἡμεῖς δέ σοι,
κακὴ κεφαλὴ, νόθοι δοκοῦμεν;» ἔϐαλε σκύφον ἐπ’ αὐτόν, ὁ δὲ Φίλιππος ἐπ’ ἐκεῖνον ἐξανέστη
σπασάμενος τὸ ξίφος, εὐτυχίᾳ δὲ ἑκατέρου διὰ τὸν θυμὸν καὶ τὸν οἶνον ἔπεσε σφαλείς, ὁ δὲ
Ἀλέξανδρος ἐφυϐρίζων, «οὗτος μέντοι», εἶπεν, «ἄνδρες, εἰς Ἀσίαν ἐξ Εὐρώπης παρεσκευάζετο
διαϐαίνειν, ὃς ἐπὶ κλίνην ἀπὸ κλίνης διαϐαίνων ἀνατέτραπται». μετὰ ταύτην τὴν παροινίαν
ἀναλαϐὼν τὴν Ὀλυμπιάδα καὶ καταστήσας εἰς Ἤπειρον αὐτὸς ἐν Ἰλλυριοῖς διέτριϐεν. «El
enfrentamiento más abierto de todos lo causó Átalo, en la boda de Cleopatra, una doncella que
desposó Filipo, enamorado de la muchacha a pesar de la diferencia de edad. Átalo, que era tío de
ella, borracho en el banquete, invitó a los macedonios a rogar a los dioses que de la unión de Filipo
y Cleopatra naciera un hijo legítimo, heredero del reino. Furioso Alejandro por esto, exclamó: “¿Es
que yo, mala cabeza, te parezco ser un bastardo?”. Y al propio tiempo le tiró una copa. Entonces
Filipo se levantó y se dirigió hacia él con la espada desenvainada, pero por suerte para ambos la ira
y el vino le hicieron resbalar y caer. Alejandro dijo con tono insultante entonces: “Ese es, señores,
el que se preparaba para pasar de Europa a Asia, el que al pasar de un lecho a otro se ha caído
patas arriba”. Después de esta reyerta causada por la embriaguez, Alejandro cogió a Olimpíade
y la llevó a vivir al Epiro, y él mismo se quedó entre los ilirios».

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rumores de que la epirota podría haber instigado la muerte del rey¹⁹ para
favorecer a su hijo y, a pesar de la inmediata ejecución de su asesino Pausanias,
la autoría no quedó clara y Alejandro habría de defenderse de los rumores,
alegando que la muerte de su padre había sido el resultado de una conjura
palaciega²⁰.
Dos años después Olimpíade se despidió de su hijo, que marchaba a la con-
quista de Asia y al que ya no volvió a ver: esta fue, posiblemente, la etapa más
feliz de la vida de la reina, pues ocupó una posición de privilegio en Macedonia,
manteniendo con Alejandro una correspondencia fluida²¹ en la que madre
e hijo comentaban todo tipo de asuntos políticos y familiares. Fue entonces
cuando Olimpíade ordenó asesinar a la última esposa legítima de Filipo y a su
hijo²², acción que mereció el reproche de Alejandro, aunque él mismo, antes de
su partida, también había ordenado acabar con otros miembros de esa familia²³.
Olimpíade actuó como regente de Macedonia junto con Antípatro²⁴, uno de
los generales más leales de Filipo y el hombre que había ayudado a Alejandro

¹⁹ Cf. Just. 9.7.1–4.


²⁰ Cf. Arr. An. 2.14.5: τοῦ δὲ πατρὸς ἀποθανόντος ὑπὸ τῶν ἐπιϐουλευσάντων, οὓς ὑμεῖς συνετάξατε,
ὡς αὐτοὶ ἐν ταῖς ἐπιστολαῖς πρὸς ἅπαντας ἐκομπάσατε. «Mi padre pereció por obra de unos
conspiradores que vosotros mismos conjurasteis según confiesan vuestras mismas cartas y de las
que tanto os vanagloriáis ante todo el mundo».
²¹ Plu. Alex. 39.7–13: πολλάκις δὲ […] τῆς Ὀλυμπιάδος γραφούσης ἐφύλαττεν ἀπόρρητα τὰ γράμ-
ματα, πλὴν ἅπαξ Ἡφαιστίωνος, ὥσπερ εἰώθει, λυθεῖσαν ἐπιστολήν αὐτῷ συναναγινώσκοντος
οὐκ ἐκώλυσεν, ἀλλὰ τὸν δακτύλιον ἀφελόμενος τὸν αὑτοῦ προσέθηκε τῷ ἐκείνου στόματι τὴν
σφραγῖδα. […] τῇ δὲ μητρὶ πολλὰ μὲν ἐδωρεῖτο καὶ κατέπεμπεν, οὐκ εἴα δὲ πολυπραγμονεῖν
οὐδὲ παραστρατηγεῖν ἐγκαλούσης δὲ πρᾴως ἔφερε τὴν χαλεπότητα. πλὴν ἅπαξ ποτὲ Ἀντιπά-
τρου μακρὰν κατ’ αὐτῆς γράψαντος ἐπιστολήν ἀναγνοὺς ἀγνοεῖν εἶπεν Ἀντίπατρον ὅτι μυρίας
ἐπιστολὰς ἓν δάκρυον ἀπαλείφει μητρός. «Numerosas cartas […] le escribió Olimpíade, pero
él las guardaba en secreto, excepto una sola vez en que Hefestión estaba leyendo con él, como
acostumbraba, una carta desatada; Alejandro no se lo impidió, pero se quitó el anillo y le puso
el sello en la boca. […] Obsequiaba a su madre y le enviaba muchos regalos, pero no le permitía
inmiscuirse en sus asuntos, ni intervenir en el mando del ejército; ella se lo reprochaba, pero él
toleraba con dulzura su mal humor. Excepto una sola vez que, cuando Antípatro le escribió una
extensa carta contra ella, dijo después de leerla que Antípatro ignoraba que una sola lágrima de
una madre borra diez mil cartas». Cf. Plu. Regum, 180 D.
²² Cf. Paus. 8.7.7.
²³ Just. 11.5.1: Proficiscens ad Persicum bellum omnes novercae suae cognatos, quos Philippus in excel-
siorem dignitatis locum provehens imperiis praefecerat, interfecit. «Al marchar a la guerra contra
los persas, mató a todos los parientes de su madrastra, a los que Filipo había elevado al más alto
grado de dignidad y había confiado puestos de mando».
²⁴ Cf. Arr. 1.11.3.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

a convertirse en rey; sin embargo, las relaciones entre ellos nunca fueron bue-
nas²⁵ y sus continuos enfrentamientos eran bien conocidos por Alejandro que,
en la distancia, intentaba suavizarlos²⁶.
Cuando tras once años de campañas arriesgadas y peligrosas murió Alejan-
dro en Babilonia, Olimpíade se quedó sola y cambió su objetivo político: era
el momento de garantizar el ascenso al trono de su nieto, el hijo de Alejan-
dro y Roxana, princesa de Bactria. Y, una vez más, buscó refugio en el Epiro
junto a su hija Cleopatra, reina de aquel país, pues la muerte de Alejandro
había hecho estallar la rivalidad entre los posibles sucesores de la soberanía
macedónica y Olimpíade decidió participar en estas luchas para asegurar el
trono a su nieto. Comienza entonces a maquinar una política de relaciones
matrimoniales para poner freno a las ambiciones de los pretendientes a suceder
a Alejandro: Perdicas, en esos momentos regente del pequeño Alejandro y de
su tío Filipo Arrideo, había querido fortalecer su posición casándose con la hija
de Antípatro, pero Olimpíade le ofreció la mano de su hija Cleopatra y Perdicas
aceptó; Antípatro se sintió insultado y el resultado fue una guerra civil en la
que, si bien Antípatro venció y se convirtió en el nuevo regente de la familia
real, murió muy pronto. En su lecho de muerte dejó como sucesor a su general
Poliperconte²⁷. Esta decisión enfureció al hijo de Antípatro, Casandro, que se
negó a reconocer a Poliperconte como regente; como respuesta, este se preparó
para combatir y pidió a Olimpíade que regresara a Macedonia para hacerse
cargo de la protección de su nieto. Olimpíade, a pesar de que en el Epiro estaba

²⁵ Cf. D.S. 17.118.1.


²⁶ Arr. 7.12.5–7: ἐπεὶ οὐδὲ ἐπαύοντο Ἀλεξάνδρῳ γράφοντες ὁ μὲν τὴν αὐθάδειάν τε τῆς Ὀλυμπιάδος
καὶ ὀξύτητα καὶ πολυπραγμοσύνην, ἥκιστα δὴ τῇ Ἀλεξάνδρου μητρὶ εὐσχήμονα, ὥστε καὶ λόγος
τις τοιόσδε ἐφέρετο Ἀλεξάνδρου ἐφ’ οἷς ὑπὲρ τῆς μητρὸς αὐτῷ ἐξηγγέλλετο, βαρὺ δὴ τὸ ἐνοίκιον
τῶν δέκα μηνῶν εἰσπράττεσθαι αὑτοῦ τὴν μητέρα. ἡ δέ, ὑπέρογκον εἶναι τῇ τε ἀξιώσει καὶ τῇ ἄλλῃ
θεραπείᾳ Ἀντίπατρον οὐδὲ μεμνῆσθαι τοῦ καταστήσαντος ἔτι, ἀλλ’ αὐτὸν γὰρ ἀξιοῦν τὰ πρῶτα
φέρεσθαι ἐν τοῖς ἄλλοις Μακεδόσι τε καὶ Ἕλλησι. «En efecto, no dejaban de escribir a Alejandro;
aquél aludía al recio carácter, acritud e intromisión de Olimpíade, defectos poco adecuados para
quien era la madre de Alejandro, de suerte que se había divulgado un casual comentario acerca de
las cosas que de su madre le comunicaban, según el cual decía Alejandro de su madre que le estaba
cobrando muy alto precio por haberle tenido en su vientre nueve meses. Por su parte Olimpíade
decía que Antípatro era un insolente que se apoyaba en la estima y adulación con que se le trataba,
y que no se acordaba ya de quién le había posibilitado acceder a tan alto puesto, sino que ya solo
buscaba ser estimado como hombre principal sobre los demás macedonios y griegos». Es posible
que estas desavenencias entre Olimpíade y Antípatro motivaran una nueva marcha de Olimpíade
al Epiro (cf. D.S. 18.49.4 y Paus. 1.11.3) y el intercambio de posiciones en Macedonia y el Epiro
entre Olimpíade y su hija Cleopatra, una decisión que Alejandro señaló como un acierto (cf. Plu.
Alex. 68.4).
²⁷ Cf. D.S. 18.49.4.

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apoyada por sus familiares y hombres leales a su causa²⁸, decidió regresar


a Macedonia con la ayuda de los ejércitos de Poliperconte, que permaneció
como regente.
Durante estos enfrentamientos, Olimpíade demostró su gran inteligencia
política y su empuje: mediante una intensa correspondencia ayudó a mantener
la alianza de los comandantes de las unidades de élite, los denominados Escudos
de Plata, y a comandar a los ciudadanos áticos, que sentían un gran respeto por
ella²⁹; también buscó un preceptor adecuado para su nieto³⁰ y, sobre todo, se
enfrentó militarmente a Casandro, uniéndose a las fuerzas de su nuera Roxana,
marchó a Macedonia con un ejército y venció en la primera batalla: la esposa de
Filipo Arrideo, Eurídice, reina de Macedonia y aliada de Casandro, encabezaba
las fuerzas contrarias y, cuando las dos formaciones se encontraron en el campo
de batalla, al ver a Olimpíade, los soldados de Eurídice se rindieron y le pidieron
perdón, pues no querían luchar contra la madre del gran Alejandro³¹.
Olimpíade, ya dueña de Macedonia, para atajar previsibles trampas, tomó
crueles y estratégicas decisiones: decretó la muerte de Filipo Arrideo, de su
mujer Eurídice y la de unos cien seguidores de Casandro, entre ellos su hermano
Nicanor³²; Casandro, que estaba en el Peloponeso, avanzó hacia Macedonia,
consiguió capturar a Olimpíade en Pidna³³, en donde se había refugiado junto
a su nieto, y ordenó su muerte, sin juicio y sin permitir que se defendiera³⁴. Los
soldados macedonios se negaron a matarla alegando que nunca le quitarían la
vida a la madre de su venerado jefe, de modo que Casandro se alió con nobles
perjudicados por Olimpíade³⁵ y así consiguió acabar con ella. La muerte de
Olimpíade fue un ejemplo de dignidad y serena aceptación de la derrota³⁶,
²⁸ Entre ellos Éumenes, que le sugirió que se quedara allí hasta que acabaran los conflictos (cf. D.S.
18.58.2–4).
²⁹ Cf. D.S. 18.65.2.
³⁰ Pidió a Éumenes que se hiciera cargo de su educación (cf. Plu. Eum. 13.1).
³¹ Cf. D.S. 19.11.1.
³² Cf. D.S. 19.11.1–2, donde se describe el tipo de muerte que sufrió cada uno.
³³ La huida de Olimpíade y Alejandro IV a Pidna la cuenta D.S. 19.35.5 y 19.52.4.
³⁴ Cf. D.S. 19.51.4.
³⁵ Cf. D.S. 19.49–50 y 19.51.5.
³⁶ Just. 14.6–11: Sed Olympias ubi obstinatos venire ad se armatos videt, veste regali, duabus ancillis
innixa ultro obviam procedit. Qua visa percussores adtoniti fortuna maiestatis prioris et tot in ea
memoriae occurrentibus regum suorum nominibus substiterunt, donec a Cassandro missi sunt, qui
eam confoderent, non refugientem gladium sed nec vulnera aut muliebriter vociferantem, sed virorum
fortium more pro gloria veteris prosapiae morti succumbentem, ut Alexandrum posses etiam in
moriente matre cognoscere. 12 Compsisse insuper expirans capillos et veste crura contexisse fertur, ne
quid posset in corpore eius indecorum videri. 13 Post haec Cassander Thessalonicen, regis Arridaei
filiam, uxorem duxit; filium Alexandri cum matre in arcem Amphipolitanam custodiendos mittit.
«Olimpíade, cuando ve venir hacia ella a hombres armados, va voluntariamente a reunirse con ellos,
vestida con su atuendo real y apoyándose en dos de sus doncellas. Los verdugos, al contemplarla,

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

aunque murió, no como una diosa, sino como una reina, pues su hijo no tuvo
tiempo de divinizarla antes de morir, como había sido su deseo³⁷.
Casandro, probablemente por miedo a levantar al pueblo macedonio contra
su gobierno, en un primer momento conservó con vida a Roxana y a su hijo,
también capturados en Pidna, pero prohibió tratarlos como miembros de la
familia real y los hizo matar poco tiempo después, poniendo así fin a la dinastía
que había gobernado Macedonia durante varios siglos.
La imagen que la posteridad tuvo de Olimpíade fue la de una poderosa
reina envuelta en misterio y con una negra leyenda de mujer cruel, violenta,
neurótica, obsesiva, vengativa y ambiciosa, aunque, en realidad, quizás fue solo
una mujer que supo enfrentarse a las adversidades y a los obstáculos y que,
dotada de gran visión política, supo aprovechar su posición de poder y aprendió
a ganar y perder en un mundo de hombres, en su continua lucha para asegurar
el poder a su descendencia.

3. Cleopatra

Hablaremos ahora en nuestra comparación de la mujer a quien solo un nombre


le basta para ser reconocida, la egipcia Cleopatra, hija del faraón Ptolomeo Au-
letes, séptima de las mujeres de su familia así llamadas y última gobernante de
la dinastía grecomacedónica de los Lágidas. Su nombre y uno de sus sobrenom-
bres, Filopátor, nos hablan de la gloria del padre y de su amor por él, aunque en
el de Cleopatra resuene especialmente el eco de la Macedonia de Alejandro³⁸.
Los otros apelativos que recibió, Nova Thea, Neótera, ponen de manifiesto
el carácter divino de la realeza faraónica que ella, orgullosa de su origen³⁹,
se sorprendieron con el recuerdo de su antigua dignidad real, y con los nombres de tantos de sus
reyes, que les vinieron a la memoria en relación con ella, se detuvieron, hasta que Casandro envió
a otros a despacharla; no se aparta de la espada ni del golpe, ni grita como una mujer, sino que se
somete a la muerte como el hombre más valiente, y conforme a la gloria de su antigua prosapia,
para que pudieses reconocer a Alejandro incluso en su madre moribunda. Al expirar, también, se
dice que se arregló el cabello y se cubrió los pies con su túnica, para que no pudiese verse en su
cuerpo nada impropio de ella. Después de esto Casandro se casó con Tesalónica, la hija del rey
Arrideo; pone bajo custodia al hijo de Alejandro junto con su madre en la ciudadela de Anfípolis».
³⁷ Alejandro tiempo atrás, durante la campaña de la India, había proyectado la divinización para ella
(cf. Curt. 9.6.26–2). Por otra parte, Filipo, después de la batalla de Queronea mandó construir en
Olimpia un homenaje a sí mismo y a su familia: el Filipeo, donde estarían, además de él, su padre,
Amintas III; su madre, Eurídice, Alejandro, hijo y heredero, y Olimpíade.
³⁸ La hermana de Alejandro y la última esposa de Filipo II también llevaron ese nombre. Como
también lo llevaron la madre de Cleopatra —que fue quizás Cleopatra VI Trifena— y la hija que
tuvo con Marco Antonio, Cleopatra Selene, hermana gemela de Alejandro Helios.
³⁹ Estos títulos están atestiguados en las monedas acuñadas por Cleopatra. Cf. Cabello Briones 2018:
108–118.

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supo aunar con los elementos helenísticos que tan eminente posición dieron
a las mujeres en Egipto. Porque, además de por su apariencia, destacable en
hermosura⁴⁰, Cleopatra, al recibir una educación esmerada a cargo de su tutor
Filóstrato, quien le enseñó oratoria y filosofía, se convirtió muy pronto en
una persona atractiva, de brillante inteligencia y de hermosa voz, capaz de
expresarse no solo en su lengua materna, el griego, sino en muchas otras,
siendo ella la primera de su dinastía en hablar el egipcio⁴¹.
Desde la infancia compartió los problemas de gobierno con su padre, endeu-
dado con los romanos y en débil posición para conservar el trono. Habiéndose
exiliado este en diferentes cortes y habiendo permanecido en Roma durante
un año, allí lo acompañó Cleopatra, aún muy niña, y allí conoció a personajes
destacados de la política⁴², entre ellos a Pompeyo en cuya casa se alojó.
Las relaciones entre los hijos de Ptolomeo Auletes fueron complejas y vio-
lentas a partir de la actuación de su hija mayor, Berenice, usurpadora del poder
durante el exilio de su padre y asesinada al regreso de este; poco después,
la muerte del rey dejó en el trono a Cleopatra, casada a los veinte años con
uno de sus hermanos menores. Esta alianza matrimonial fue breve, ya que las
disensiones internas abocaron a un conflicto que llevó a Cleopatra al exilio.
Y como telón de fondo de esta situación, la guerra, igualmente civil, de Roma
entre César y Pompeyo tuvo gran repercusión en un Egipto que, si bien al
principio había apoyado a Pompeyo⁴³, después de Farsalia se pasó al bando

⁴⁰ D.C. 34.4–5: ἄλλως τε γὰρ περικαλλεστάτη γυναικῶν ἐγένετο, καὶ τότε τῇ τῆς ὥρας ἀκμῇ πολὺ
διέπρεπε «Porque era, de hecho, la más bella de las mujeres y entonces, en la flor de la juventud,
se distinguía especialmente».
⁴¹ Plu. Ant. 27.3–4: ἡδονὴ δὲ καὶ φθεγγομένης ἐπῆν τῷ ἤχῳ: […] αὐτὴ δι’ αὑτῆς ἀπεδίδου τὰς
ἀποκρίσεις, οἷον Αἰθίοψι, Τρωγλοδύταις, Ἑϐραίοις, Ἄραψι, Σύροις, Μήδοις, Παρθυαίοις. πολλῶν
δὲ λέγεται καὶ ἄλλων ἐκμαθεῖν γλώττας, τῶν πρὸ αὐτῆς βασιλέων οὐδὲ τὴν Αἰγυπτίαν ἀνασχο-
μένων παραλαϐεῖν διάλεκτον, ἐνίων δὲ καὶ τὸ μακεδονίζειν ἐκλιπόντων. «Provocaba placer el
simple sonido de su voz, […] ella misma era la que por sus propios medios daba audiencia, ya
fuera a etíopes, trogloditas, hebreos, árabes, sirios, medos o partos. Se dice que había aprendido
a hablar en muchas lenguas, cuando precisamente los reyes anteriores a ella ni siquiera se habían
preocupado de aprender la lengua egipcia, confiando alguno nada más que en su dialecto de
Macedonia».
⁴² Respecto a los conflictos económicos y dinásticos de Egipto y su repercusión en Roma, dan
cumplida cuenta D.C. 39.12–14.3 y 55–58 y Str. 12.3.34.
⁴³ App. BC 2.10.71: λέγονται: δὲ καὶ ἀπ’ Αἰγύπτου νῆες ἑξήκοντα αὐτῷ παραγενέσθαι παρὰ τῶν
Αἰγύπτου βασιλέων, Κλεοπάτρας τε καὶ τοῦ ἀδελφοῦ, παιδὸς ἔτι ὄντος. «Se dice que se presenta-
ron a él [a Pompeyo] sesenta naves procedentes de Egipto, enviadas por los reyes de este país,
Cleopatra y su hermano, que era, a la sazón, un niño». Υ 2. 12.84: ὁ μὲν δὴ […] ἐς τὴν Αἴγυπτον
ἔπλει: ἄρτι δ’ ἐκπεσούσης ἀπ’ Αἰγύπτου Κλεοπάτρας, ἣ τῷ ἀδελφῷ συνῆρχε, καὶ στρατὸν ἀμφὶ
τὴν Συρίαν ἀγειρούσης, «Y Pompeyo […] navegó hasta Egipto, en un momento en que hacía poco
que había sido expulsada de este país Cleopatra, la cual había compartido el trono con su hermano
y se hallaba en Siria reuniendo un ejército».

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

vencedor. Un ciego azar convirtió entonces a César en árbitro del destino de


Egipto y confirió a Cleopatra el protagonismo que la Historia le reconoce.
Ya hemos dicho en la biografía de César⁴⁴ que, después de que Teódoto, el
preceptor del joven rey, le presentara la cabeza de Pompeyo y él mostrara
su dolor, dio comienzo su intervención en la guerra civil entre los hermanos
y esposos por razones poco claras⁴⁵, pero en las que nunca estuvo ausente la
del amor que le unió con Cleopatra. Porque, como quiera que Potino, tutor
de Ptolomeo, la hubiera desterrado meses antes, César «en secreto mandó
buscar fuera del país a Cleopatra»⁴⁶, o según otros fue ella misma la que,
conocedora del carácter enamoradizo de César, le envió un mensaje pidiéndole
que le permitiera exponer su causa en persona⁴⁷. Fuera como fuese, no solo el
ingenioso modo en que esta se presentó ante él, sino también el encanto que
irradiaba su persona lo cautivaron de tal modo que no dudó en inmiscuirse en
el conflicto fraternal hasta resolverlo⁴⁸.
Su intervención en Alejandría acarreó a César grandes problemas⁴⁹: hubo de

⁴⁴ Cf. Plu. Caes. 48.2.


⁴⁵ Cf. Plu. Caes. 48.5. τὸν δὲ αὐτόθι πόλεμον οἱ μὲν οὐκ ἀναγκαῖον. ἀλλ’ ἔρωτι Κλεοπάτρας ἄδοξον
αὐτῷ καὶ κινδυνώδη γενέσθαι λέγουσιν. «En cuanto a la guerra de allí, unos dicen que no era
necesaria y que emprendió solo por amor a Cleopatra esta campaña, que no le dio ninguna gloria
y estuvo erizada de peligros».
⁴⁶ Cf. Plu. Caes. 48.9.
⁴⁷ Cf. D.C. 62.34.3.
⁴⁸ Cf. Plu. Caes. 49.2–3. D.C. 62.35.1. ὁ δὲ δὴ Καῖσαρ ἰδών τε αὐτὴν καί τι φθεγξαμένης ἀκούσας οὕτως
εὐθὺς ἐδουλώθη ὥστε αὐτίκα ὑπό τε τὴν ἕω τόν τε Πτολεμαῖον μεταπέμψασθαι καὶ συναλλάξαι
σφᾶς ἐπιχειρῆσαι: ἧς γὰρ δικαστὴς πρότερον ἠξιοῦτο εἶναι, τότε ταύτῃ συνεδίκει. «César en
cuanto la vio y la oyó hablar quedó tan subyugado que antes del alba mandó llamar a Ptolomeo
e intentó reconciliarlos; así se convertía en defensor de la mujer de quien previamente había
considerado ser un digno juez». Hirt., B. Alex. 33.2: Caesar Aegypto atque Alexandria potitus reges
constituit [ut] quos Ptolomaeus testamento scripserat atque obtestatus erat populum Romanum ne
mutarentur. «César, tras apoderarse de Egipto y de Alejandría, decidió que aquellos reyes a los
que Ptolomeo había escrito en su testamento y había puesto por testigo al pueblo romano no se
cambiaran».
⁴⁹ Cf. Plu., Caes. 49.4–10. Luc. 10.496–509: Nec puppibus ignis / incubuit solis: sed quae vicina fuere /
tecta mari, longis rapuere vaporibus ignem: / et cladem fovere Noti, […]. / Illa lues clausa paullum
revocavit ab aula / urbis in auxilium populos. Nec tempora cladis / perdidit in somnos, sed caeca nocte
carinis / insiluit Caesar, semper feliciter usus / praecipiti cursu bellorum, et tempore rapto. / Tunc
claustrum pelagi cepit Pharon. «Y no se abatió el incendio únicamente sobre las naves, sino que
los edificios que estaban próximos al mar apresaron el fuego al alargarse las fogaradas, los notos
fomentaron el desastre, […]. Aquella calamidad retiró por breve tiempo del palacio sitiado a la
multitud de asaltantes para ir en ayuda de la ciudad. Y esos momentos de tragedia no los desperdició
César en el sueño, sino que en la oscuridad de la noche saltó sobre los bajeles —siempre había
hecho un uso afortunado de la celeridad en el curso de la guerra—, y cogiendo al vuelo la ocasión,
se apoderó ahora de Faros, llave del piélago». Suet. Caes. 64: Alexandriae circa oppugnationem
pontis eruptione hostium subita conpulsus in scapham pluribus eodem praecipitantibus, cum desilisset
in mare, nando per ducentos passus euasit ad proximam nauem, elata laeua, ne libelli quos tenebat

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Grupo Tempe

sofocar una conspiración contra su vida por parte de los asesinos de Pompeyo;
sufrió la privación de agua y hubo de ver el terrible incendio que él mismo había
provocado para evitar un mal mayor y en el que se perdió el inestimable bien
de la Biblioteca; en la batalla junto a Faro estuvo a punto de perecer ahogado
y de perder sus apreciadas anotaciones, salvándose gracias a su pericia de
nadador y, por último, hubo de trabar un combate junto al Nilo donde se
produjo la derrota y desaparición del rey.
Estos episodios culminaron en el nombramiento de Cleopatra como reina de
Egipto⁵⁰, cuyo trono compartió con su otro hermano menor, de solo trece años,
Ptolomeo, que fue el siguiente marido de quien ya se había convertido en aman-
te de César. En un fastuoso viaje que hicieron Cleopatra y César remontando
el Nilo en cuatrocientas naves⁵¹, él satisfizo su interés sobre las peculiaridades
de Egipto y ambos profundizaron en su trato. Cuando él comprendió que no
podía demorarse más y que debía partir hacia Asia para sofocar la revuelta
de Farnaces en Bitinia, ella estaba a punto de dar a luz al único hijo varón de
César, Ptolomeo Cesarión⁵².
Desde entonces, durante los tres últimos años de la vida y hechos de César⁵³,
que, como hemos narrado en su momento, fueron de una intensidad comparable
a los que vivió y realizó el propio Alejandro, podríamos afirmar con cierta
seguridad que, en paralelo a César, la reina de Egipto fue urdiendo, mediante
su audaz pero inteligente proceder, un plan que confiriera a la figura del ya
casi divino general rasgos de realeza y, por ende, a su hijo Cesarión los de
futuro heredero suyo. En efecto, en este lapso de tiempo fue a Roma, siendo
inseguros los datos que tenemos sobre si permaneció allí desde el fin de la
guerra de África y las ceremonias del triunfo en que su hermana Arsínoe

madefierent, paludamentum mordicus trahens, ne spolio poteretur hostis. «En Alejandría, con ocasión
de un asalto a un puente, se vio obligado, de resultas de una salida inesperada de los enemigos,
a saltar a una barca; mas como otros muchos soldados se precipitaban en aquella misma barca,
se arrojó al mar y a nado cubrió doscientos pasos hasta alcanzar la nave más próxima, con la
mano izquierda fuera del agua para que no se mojaran los documentos que llevaba, y cogido con
los dientes su manto de general para evitar que cayera en poder del enemigo como botín». Cf.
asimismo D.C. 42.40.2–4 y App. BC 2.90.
⁵⁰ Cf. Plu. Caes. 49.10.
⁵¹ Cf. App. 2.90.
⁵² Luc. 10.70. Et in media rabie, medioque furore, / et Pompeianis habitata manibus aula, / sanguine
Thessalicae cladis perfusus adulter / admisit Venerem curis, et miscuit armis / illicitosque toros, et non
ex coniuge partus. «Incluso en medio de su rabia y de su furia, y en el palacio habitado por los
manes de Pompeyo, él, bañado en la sangre de la catástrofe de Tesalia, hizo sitio en sus cuidados
a sus amores adúlteros, y mezcló con la guerra tálamos ilícitos y retoños no nacidos de una esposa
legítima».
⁵³ De fines de marzo del 47 a las idus de marzo del 44. Cf. Plu. Caes. 50–66.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

desfiló entre los vencidos hasta la muerte de César, o si viajó en dos ocasiones⁵⁴.
De cualquier modo, ya fuera por motivos políticos y de alianzas, ya fuera por
afianzar sus amores con César y, por tanto, el destino de su hijo, su presencia
en la ciudad no pasó inadvertida. Observada con desconfianza por algunos, con
menosprecio por otros en razón del lujo y la soberbia de sus modales de reina,
trabó sin embargo alianzas y recibió reconocimientos y honores. Así, habiendo
cumplido César la promesa hecha antes de Farsalia de levantar un templo
a Venus Genetrix, la diosa originaria de su estirpe, colocó allí una hermosa
estatua de Cleopatra⁵⁵, de forma que con ello parecía establecer una relación
entre las dos. Si siempre tuvo consigo en Roma a Cesarión o no, lo ignoramos;
sin embargo, su hermano y esposo sí la acompañaba⁵⁶.
Cleopatra permaneció en Roma en los agitados momentos que sucedieron
a la muerte de César hasta que la apertura de su testamento puso fin a sus
expectativas⁵⁷: el nombramiento de Octavio como su heredero y el silencio
sobre Cesarión la aconsejaron regresar a Egipto. En los trece años que mediaron
hasta su muerte, Cleopatra ejerció de reina y de diosa —su repetida vestimenta
de Isis así lo indica—, pero sobre todo persiguió como madre su objetivo más
querido, el de instaurar una dinastía unificadora de dos imperios, el egipcio
y el romano, en la persona de su hijo Cesarión que, una vez muerto por veneno
Ptolomeo, fue nombrado regente con ella⁵⁸.
⁵⁴ Cf. D.C. 43.19. Suet. Caes. 52.2 dilexit et reginas, […]; sed maxime Cleopatram, […] quam denique
accitam in urbem non nisi maximis honoribus praemiisque auctam remisit filiumque natum appellare
nomine suo passus est. Quem quidem nonnulli Graecorum similem quoque Caesari et forma et incessu
tradiderunt. M. Antonius adgnitum etiam ab eo senatui adfirmauit. «Amó también a reinas, […];
pero más que a ninguna a Cleopatra: […] a la que por último hizo venir a Roma y no la dejó
partir hasta que la hubo colmado con los mayores honores y presentes, permitiéndole además
que le pusiera su nombre al hijo que había tenido. Por cierto que algunos autores griegos nos han
transmitido que este hijo se parecía a César tanto en su figura como en su modo de andar. Marco
Antonio afirmó al Senado que aquel lo había incluso reconocido».
⁵⁵ Cf. App. BC 2.15.102. Con relación a esta estatua de Cleopatra de la que habla Apiano, erigida en
Roma, en el templo de Venus Genetrix dentro del Foro Julio el 26 de septiembre del 46 a.C., hay que
señalar que en la habitación 71 de la Casa de Marco Fabio Rufo en Pompeya hay una pintura mural
que parece ser Venus con Cupido abrazándola, pero es más probable que sea una representación
de Cleopatra VII como Venus Genetrix, con su hijo Cesarión como Cupido, y que se pintara con
motivo de la fundación del templo. Cf. Duane Roller 2010: 175, y Walker 2008: 35–46 y 345–8.
⁵⁶ D.C. 43.27.3. ἦλθέ τε γὰρ ἐς τὸ ἄστυ μετὰ τοῦ ἀνδρός, καὶ ἐς αὐτοῦ τοῦ Καίσαρος ἐσῳκίσθη, ὥστε
καὶ [ἐπ’] ἐκεῖνον ἐπ’ ἀμφοτέροις σφίσι κακῶς ἀκοῦσαι. «Ella había llegado a la ciudad, en efecto,
con su marido y se había alojado en la propia casa de César, de modo que también él era tenido en
mal concepto por causa de ambos».
⁵⁷ App. 2.20.143: διαθῆκαι δὲ τοῦ Καίσαρος ὤφθησαν φερόμεναι, καὶ εὐθὺς αὐτὰς τὸ πλῆθος ἐκέλευον
ἀναγινώσκειν. θετὸς μὲν δὴ τῷ Καίσαρι παῖς ἐγίγνετο ἐν αὐταῖς ὁ τῆς ἀδελφῆς θυγατριδοῦς
Ὀκτάουιος. «Se trajo a presencia de todos el testamento de César y el pueblo ordenó que se leyera
de inmediato. En él se nombraba hijo adoptivo de César a Octavio, el nieto de su hermana».
⁵⁸ En el Petrie Museum of Egyptian Archaeology de Londres se expone una estela de roca caliza de

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Grupo Tempe

Para sus maniobras estableció una alianza de política y de amor con el


triúnviro Antonio, inconveniente a ojos de Egipto y de Roma, que ya ha sido
contada por nosotros en otro lugar y de la que no haremos aquí más que un
breve relato.
Como dudase Cleopatra entre ayudar a los asesinos de César o a sus perse-
guidores, salvó la situación apoyando a estos y seduciendo a Antonio⁵⁹, hasta
el punto de hacerlo actuar de un modo que lo hizo sospechoso de traición ante
los suyos y finalmente enemigo.
Octavio —calculador, paciente— y Antonio —teatral e impulsivo—⁶⁰ se mi-
raron con recelo en medio de enfrentamientos y pactos sucesivos, hasta que
después de la batalla de Filipos, en donde quedó vengado el asesinato de César,
Antonio, viudo ya de Fulvia, su rica e intrigante primera esposa, tomó en ma-
trimonio a Octavia, la hermana de Octavio que también había enviudado. Una
vez más intervinieron los hados y habría de ser esta noble mujer quien, al pasar
el tiempo y haber muerto Antonio y Cleopatra, se encargaría de la crianza de
sus tres hijos, Alejandro Helios, Cleopatra Selene y Ptolomeo Filadelfo, además
de los suyos propios.
Cuando Antonio, deseoso de triunfos, marchó a Oriente para emprender la
campaña contra los partos, Cleopatra no solo le prestó ayuda, sino que acudió
junto a él y se quedó a su lado. Los dos, llevados por la pretensión de unir
Oriente y Occidente como ya hiciera muchos años antes el gran Alejandro,
consiguieron gran parte de los territorios mediterráneos orientales que, después
de que Antonio repudiara a Octavia, fueron donados con gran boato a Cesarión
y a sus tres hijos comunes, constituidos así, a pesar de su corta edad, en
auténticos monarcas helenísticos⁶¹.
un sumo sacerdote del dios egipcio Ptah de la época ptolemaica. Tiene los cartuchos de Cleopatra
y Cesarión, lo que indica el cargo de corregente con su madre.
⁵⁹ J. BJ 1.12.243 Ἰουδαίων ἑκατὸν ἄνδρες ἧκον εἰς τὴν πρὸς Ἀντιόχειαν Δάφνην ἐπ’ Ἀντώνιον ἤδη
τῷ Κλεοπάτρας ἔρωτι δεδουλωμένον. «Cien cargos públicos judíos acudieron a Dafne, cerca de
Antioquía, ante Antonio, que ya estaba esclavizado por el amor de Cleopatra».
⁶⁰ App. BC 5.58 ὡς δὲ καὶ Σερουίλιος ἀπηγγέλθη προσιὼν τῷ Καίσαρι μετὰ χιλίων καὶ πεντακοσίων
ἱππέων, οὐ κατασχὼν τῆς ὁρμῆς ὁ Ἀντώνιος εὐθὺς ἀπὸ τοῦ δείπνου, μεθ’ ὧν εὗρεν ἑτοίμων
φίλων καὶ ἱππέων τετρακοσίων, μάλα θρασέως ἐπειχθεὶς ἐπέπεσε τοῖς χιλίοις καὶ πεντακοσίοις
εὐναζομένοις ἔτι περὶ πόλιν Ὑρίαν καὶ ἐκπλήξας ἀμαχεὶ παρέλαϐέ τε καὶ αὐτῆς ἡμέρας ἐς τὸ
Βρεντέσιον ἐπανήγαγεν. οὕτω τὸν Ἀντώνιον ὡς ἄμαχον ἐκ τῆς ἐν Φιλίπποις δόξης ἔτι κατεπεπλή-
γεσαν. «Y, cuando se anunció que Servilio venía con refuerzos para Octavio con mil quinientos
jinetes, Antonio no pudo refrenar su impulso, se levantó al punto de la mesa y, con los amigos
que encontró dispuestos y cuatrocientos jinetes, dándose prisa, con suma intrepidez, cayó sobre
los mil quinientos hombres, que aún dormían, en las cercanías de la ciudad de Hiria, los llenó de
terror y se apoderó de ellos sin luchar, y en ese mismo día regresó a Bríndisi. Hasta tal punto les
aterrorizó la fama de invencible que había obtenido Antonio a raíz de la batalla de Filipos».
⁶¹ Cf. D.C. 49.41.1: μετὰ δὲ τοῦτο ὁ Ἀντώνιος τούς τε Ἀλεξανδρέας εἱστίασε, καὶ τὴν Κλεοπάτραν
τούς τε παῖδας αὐτῆς ἐν ἐκκλησίᾳ παρεκαθίσατο, δημηγορήσας τέ τινα ἐκείνην τε βασιλίδα

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

A partir de estos acontecimientos el acuerdo que mantenía unidos a los


triúnviros Octavio, Antonio y Lépido se debilitó por completo y, al desaparecer
este último de la escena política, los dos contrincantes quedaron frente a frente
en lo que fue la última de las guerras civiles de este periodo. El hecho de
que en Roma la pasión de Antonio por Cleopatra se considerara degradante
fue utilizado por Octavio, que se atrevió a leer ilegalmente el testamento de
Antonio y el pueblo romano conoció su voluntad, a saber, que una vez muerto
fuera llevado en procesión por el foro y luego escoltado hasta Alejandría⁶².
Los reinos donados a los jóvenes Cesarión, Alejandro Helios, Cleopatra Sele-
ne y Ptolomeo Filadelfo; la provocación respecto a Octavio, siempre temeroso
de que su adopción fuera menos relevante que la línea de sangre, al conseguir
que Antonio declarara a Cesarión heredero legítimo de César; el asombro ante
el testamento del propio Antonio⁶³, desvelado por las Vestales, sirvieron de
último y definitivo pretexto para que Octavio lo declarara enemigo de Roma.
Hay una gran oscuridad en las acciones llevadas a cabo por Cleopatra y Oc-
tavio durante los meses que transcurrieron desde la batalla en Accio⁶⁴, donde
se consumó la derrota de Antonio, hasta su muerte en Alejandría.
βασιλέων καὶ τὸν Πτολεμαῖον, ὃν Καισαρίωνα ἐπωνόμαζον, βασιλέα βασιλέων. «Después de
esto Antonio dio una fiesta a los alejandrinos. En una asamblea sentó a su lado a Cleopatra y a los
hijos de esta y, en su alocución, les ordenó que a ella la llamaran “Reina de reinas”, y a Ptolomeo,
al que llamaban Cesarión, “Rey de reyes”». Y Plu. Ant. 54.3: ἐμπλήσας γὰρ ὄχλου τὸ γυμνάσιον
καὶ θέμενος ἐπὶ βήματος ἀργυροῦ δύο θρόνους χρυσοῦς, τὸν μὲν ἑαυτῷ, τὸν δὲ Κλεοπάτρᾳ, καὶ
τοῖς παισὶν ἑτέρους ταπεινοτέρους, πρῶτον μὲν ἀπέφηνε Κλεοπάτραν βασίλισσαν Αἰγύπτου
καὶ Κύπρου καὶ Λιϐύης καὶ κοίλης Συρίας, συμϐασιλεύοντος αὐτῇ Καισαρίωνος, ὃς ἐκ Καίσαρος
ἐδόκει τοῦ προτέρου γεγονέναι Κλεοπάτραν ἔγκυον καταλιπόντος. «Antonio, tras abarrotar el
gimnasio, colocó sobre el altar de plata dos tronos de oro, uno para él y otro para Cleopatra, y luego
otros más pequeños para sus hijos; después nombró a Cleopatra reina de Egipto, Chipre, Libia
y Celesiria, actuando como corregente Cesarión, el hijo que se decía había tenido con el anterior
César que la había dejado embarazada».
⁶² Cf. Plu. Ant. 58.
⁶³ Plu. Ant. 58: Τίτιος δὲ καὶ Πλάγκος, Ἀντωνίου φίλοι […] ἀποδράντες ᾤχοντο πρὸς Καίσαρα, καὶ
περὶ τῶν Ἀντωνίου διαθηκῶν ἐγένοντο μηνυταί, τὰ γεγραμμένα συνειδότες. «Por otra parte, Ticio
y Planco, amigos de Antonio […] le traicionaron, se pasaron al bando de César y se convirtieron
en delatores de la última voluntad de Antonio, pues conocían su testamento».
⁶⁴ D.C. 50.33.3–4. ἡ Κλεοπάτρα κατόπιν τῶν μαχομένων ἀποσαλεύουσα οὐκ ἤνεγκε τὴν πολλὴν
καὶ ἄκριτον τοῦ ἀδήλου μέλλησιν, ἀλλ’ ἀποκναισθεῖσα, ἀπό τε τοῦ γυναικείου καὶ ἀπὸ τοῦ
Αἰγυπτίου, τῇ τε ἐπὶ πολὺ μετεώρῳ ἀγωνίᾳ καὶ τῇ ἀεὶ ἐφ’ ἑκάτερα περιδεεῖ προσδοκίᾳ αὐτή τε ἐς
φυγὴν ἐξαπιναίως ὥρμησε καὶ τοῖς ἄλλοις τοῖς ὑπηκόοις σημεῖον ἦρε. […], νομίσας ὁ Ἀντώνιος
οὐχ ὑπὸ τῆς Κλεοπάτρας αὐτοὺς ἐκ παραγγέλσεως ἀλλ’ ὑπὸ δέους ὡς καὶ νενικημένους φεύγειν
ἐφέσπετό σφισι. […] οἱ λοιποὶ στρατιῶται […] τὰ ἱστία ᾖρον, οἱ δὲ τούς τε πύργους καὶ τὰ ἔπιπλα
ἐς τὴν θάλασσαν ἐρρίπτουν, ὅπως κουφίσαντες διαφύγωσι. «Cleopatra, que permanecía fondeada
detrás de los combatientes, no soportó más aquella espera indecisa e incierta. Cohibida, tanto
por su condición de mujer como de egipcia, por aquel largo e indeciso enfrentamiento y por
aquella espera temerosa de un desenlace u otro, se lanzó, por sorpresa, a la fuga y dio la señal
a sus súbditos. […] Antonio, que creyó que huían por miedo, porque se daban por vencidos, y no

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Grupo Tempe

Es incierto si ella quiso atraer a Octavio hacia Egipto; si, en el intento de


Antonio de trabar combate, el abandono de que fue objeto el general que
tan amado había sido por sus tropas fue una traición de Cleopatra⁶⁵; si las
negociaciones de esta con Octavio para conseguir clemencia para sus hijos y el
reino de Egipto para Cesarión pasaron por entregar la cabeza de Antonio a su
enemigo.
Es incierto, estando ya en manos de Octavio la ciudad, el porqué del encierro
de Cleopatra en su mausoleo y la noticia de su falsa muerte que hizo llegar
a Antonio y que llevó a este a la desesperación y a su intento de matarse; como
lo es que, estando aún vivo, hiciera que lo subiesen junto a ella y lo asistiera
en sus últimos instantes llena de dolor⁶⁶.
Y finalmente es incierto el último acto de su vida, cuando, habiendo llorado
Octavio por la muerte de Antonio, como lo había hecho su padre adoptivo

porque siguieran una orden de Cleopatra, los siguió. […] Los demás soldados […] izaron sus velas,
otros arrojaron al mar los castillos y la impedimenta para aliviar la carga y darse a la fuga».
⁶⁵ D.C. 51.8.1–7: Ἀντώνιος δὲ καὶ Κλεοπάτρα ἀκούσαντες τῶν πρέσϐεων τὰ παρὰ τοῦ Καίσαρός
σφισιν ἐπισταλέντα, ἔπεμψαν αὖθις, ἡ μὲν χρήματα αὐτῷ πολλὰ δώσειν ὑπισχνουμένη, ὁ δὲ
τῆς τε φιλίας καὶ τῆς συγγενείας αὐτὸν ἀναμιμνήσκων, […] τῷ δ’ Ἀντωνίῳ οὐδὲν οὐδὲ τότε
ἀπεκρίνατο. […] τῇ μέντοι Κλεοπάτρᾳ πολλά […] καὶ ἐπηπείλησε καὶ ὑπέσχετο. φοϐηθεὶς δ’
οὖν καὶ ὣς μή πως ἀπογνόντες συγγνώμης παρ’ αὐτοῦ τεύξεσθαι διακαρτερήσωσι, καὶ ἤτοι καὶ
καθ’ ἑαυτοὺς περιγένωνται, ἢ καὶ ἐς τὴν Ἰϐηρίαν τήν τε Γαλατίαν ἀπάρωσιν, ἢ καὶ τὰ χρήματα,
ἃ παμπληθῆ ἤκουεν εἶναι, φθείρωσιν. […] Θύρσον ἐξελεύθερον ἑαυτοῦ ἔπεμψεν ἄλλα τε πολλὰ
καὶ φιλάνθρωπα αὐτῇ ἐροῦντα, καὶ ὅτι καὶ ἐρῶν αὐτῆς τυγχάνει, εἴ πως ἔκ γε τούτου […] τόν τε
Ἀντώνιον ἀναχρήσαιτο καὶ ἑαυτὴν τά τε χρήματα ἀκέραια τηρήσειε. καὶ ἔσχεν οὕτως. «Antonio
y Cleopatra, tras escuchar de sus emisarios las propuestas de César [Octavio], de inmediato le
contestaron: ella, prometiendo entregarle mucho dinero; él, recordándole su amistad y sus vínculos
familiares […] Pero nada respondió a Antonio. […] En cambio, a Cleopatra, […] no solo la amenazó,
sino que también le hizo muchas promesas. Temía que ellos, renunciando al perdón que él pudiera
otorgarles, ofrecieran resistencia y, a pesar de todo, consiguieran salvarse por sus propios medios,
zarpasen para Iberia o para Galia, o, incluso, destruyesen sus tesoros que él sabía cuantiosísimos.
[…] Y por eso César [Octavio] le envió a Tirso, uno de sus libertos, para que le hiciera llegar sus
galanterías y le dijera que también estaba enamorado de ella, por si de este modo, […] se deshacía
de Antonio y conservaba intactas tanto sus riquezas como su persona. Y así fue como sucedió».
⁶⁶ Cf. Plu. Ant. 76. D.C. 51.11.1–2: καὶ ὁ μὲν ἐνταῦθα οὕτω καὶ ἐν τοῖς τῆς Κλεοπάτρας κόλποις
ἐναπέθανεν, ἐκείνη δὲ ἐθάρσησε μέν πως τὸν Καίσαρα, καὶ εὐθὺς αὐτῷ τὸ γεγονὸς ἐδήλωσεν, οὐ
μὴν καὶ πάνυ ἐπίστευε μηδὲν κακὸν πείσεσθαι. κατεῖχεν οὖν ἑαυτὴν ἔνδον, ἵν’ εἰ καὶ διὰ μηδὲν
ἄλλο σωθείη, τῷ γε φόϐῳ τῶν χρημάτων καὶ τὴν ἄδειαν καὶ τὴν βασιλείαν ἐκπρίηται. οὕτω
που καὶ τότε ἐν τηλικαύτῃ συμφορᾷ οὖσα τῆς δυναστείας ἐμέμνητο, καὶ μᾶλλόν γε ἔν τε τῷ
ὀνόματι καὶ ἐν τῷ σχήματι αὐτῆς ἀποθανεῖν ἢ ἰδιωτεύσασα ζῆν ᾑρεῖτο. «Y allí, de aquella manera
murió en el regazo de Cleopatra. Cleopatra, de algún modo, confiaba en César. Inmediatamente
le informó de lo sucedido, aunque no estaba completamente segura de no sufrir algún perjuicio
por eso. Se mantuvo dentro del sepulcro para que, si no podía salvarse por ninguna otra razón,
al menos pudiera comprar su inmunidad y su reino con el miedo a que se perdieran sus tesoros.
Y aunque se encontraba en una situación tan desgraciada, tan consciente era de su dignidad real
que prefería morir bajo el título de reina que vivir como una mujer particular».

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

ante la cabeza de Pompeyo, y habiéndose entrevistado Cleopatra con él para


conocer su futuro y el de sus hijos, conocedora de que correría la misma suerte
de su hermana Arsínoe, a saber, ser exhibida en el triunfo de Octavio, pidió
volver al mausoleo para verter libaciones por Antonio⁶⁷ y allí, revestida del traje
ceremonial y con toda rapidez y dignidad, se dio muerte por un procedimiento
que en verdad nos es desconocido⁶⁸.
El hado, inexorable, se volvió en contra de Cleopatra, la madre que, habiendo
puesto sus esperanzas en establecer un nexo dinástico entre Egipto y Roma
en la persona de Ptolomeo Cesarión, el hijo portador del sobrenombre del
padre, en cierto modo fue causante de su muerte, porque, confiado vanamente
el muchacho a la benevolencia de Octavio, este dio orden de asesinarlo a su

⁶⁷ Cf. Plu. Ant. 84. Hor. Od. 1.37.23. Quae generosius / perire quaerens nec muliebriter / expavit ensem
nec latentis / classe cita reparavit oras. / ausa et iacentem visere regiam / voltu sereno, fortis et
asperas / tractare serpentes, ut atrum / corpore conbiberet venenum, / deliberata morte ferocior; /
saevis Liburnis scilicet invidens / privata deduci superbo, / non humilis mulier, triumpho. «Mas ella,
queriendo perecer con más nobleza, no mostró un pavor mujeril ante la espada, ni con su escuadra
veloz buscó refugio en riberas escondidas. Con rostro sereno osó volver a su abatida corte y, llena
de valor, echar mano de las ásperas serpientes para absorber en su cuerpo su veneno negro, y más
decidida porque la suya era una muerte voluntaria. Y es que no quiso que las liburnas despiadadas
en soberbio triunfo la llevaran, como si fuera una más, aquella mujer incapaz de doblegarse».
⁶⁸ La generalizada atribución de su muerte a la picadura del áspid puede fundarse en ser este un
animal símbolo de Egipto, que aparece enroscado en el ureo, el adorno de los faraones, en las
estatuas de Isis e insinuándose en el culto a Dioniso.
D.C. 51.14.1–6: καὶ τὸ μὲν σαφὲς οὐδεὶς οἶδεν ᾧ τρόπῳ διεφθάρη: κεντήματα γὰρ λεπτὰ περὶ
τὸν βραχίονα αὐτῆς μόνα εὑρέθη: λέγουσι δὲ οἱ μὲν ὅτι ἀσπίδα ἐν ὑδρίᾳ ἢ καὶ ἐν ἄνθεσί τισιν
ἐσκομισθεῖσάν οἱ προσέθετο, οἱ δὲ ὅτι βελόνην, ᾗ τὰς τρίχας ἀνεῖρεν, ἰῷ τινι, δύναμιν τοιαύτην
ἔχοντι ὥστε ἄλλως μὲν μηδὲν τὸ σῶμα βλάπτειν, ἂν δ’ αἵματος καὶ βραχυτάτου ἅψηται, καὶ
τάχιστα καὶ ἀλυπότατα αὐτὸ φθείρειν, χρίσασα τέως μὲν αὐτὴν ἐν τῇ κεφαλῇ ἐφόρει ὥσπερ
εἰώθει, τότε δὲ προκατανύξασά τι τὸν βραχίονα ἐς τὸ αἷμα ἐνέϐαλεν. […] ὁ δὲ δὴ Καῖσαρ μηδένα
τρόπον ἀναϐιώσασθαι τὴν Κλεοπάτραν δυνηθεὶς ἐκείνην μὲν καὶ ἐθαύμασε καὶ ἠλέησεν, αὐτὸς
δὲ ἰσχυρῶς ἐλυπήθη ὡς καὶ πάσης τῆς ἐπὶ τῇ νίκῃ δόξης ἐστερημένος. «Nadie sabe a ciencia cierta
cómo se suicidó, pues sólo se encontraron unas pequeñas picaduras sobre un hombro. Hay quien
dice que se las había causado un áspid que estaba oculto dentro de una vasija de agua o escondido
entre las flores; otros afirman que fue con una de las agujas con las que sujetaba su cabello y que
contenía un veneno tan poderoso que en circunstancias normales no dañaba el cuerpo pero que si
llegaba a tocar, aunque fuera de manera muy leve, la sangre, causaba una muerte rápida e indolora.
Hasta aquel momento la había llevado en la cabeza como acostumbraba, pero entonces se dio un
pinchazo en el hombro y puso el veneno en contacto con la sangre. […] César [Octavio], incapaz,
de ningún modo, de hacer revivir a Cleopatra, se dejó llevar por la admiración, y también por la
piedad, hacia ella. Sintió, asimismo, gran aflicción porque su victoria había sido privada de toda su
gloria».

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Grupo Tempe

regreso a Alejandría⁶⁹. No fue posible que en Roma coexistiera más de un César


y así lo cantarán los poetas de tiempos venideros⁷⁰.

4. Síncrisis

Acabado el relato de las vidas de Olimpíade y Cleopatra, podemos afirmar que


«lo que dejamos escrito es cuanto ha llegado a nuestro conocimiento que sea
digno de memoria⁷¹» y que «la vida de esta, puesta al frente de la de aquella,
no ofrece una diferencia tan marcada que no quede oscurecida con muchas
⁶⁹ D.C. 51.15.4: Κλεοπάτρα […], τήν τε βασιλείαν τὴν τῶν Αἰγυπτίων ὑπ’ ἔρωτος ἐκτήσατο, καὶ
τὴν τῶν Ῥωμαίων λήψεσθαι δι’ αὐτοῦ ἐλπίσασα ταύτης τε ἐσφάλη καὶ ἐκείνην προσαπώλεσε,
δύο τε ἀνδρῶν Ῥωμαίων τῶν καθ’ ἑαυτὴν μεγίστων κατεκράτησε, καὶ διὰ τὸν τρίτον ἑαυτὴν
κατεχρήσατο. οὗτοι μὲν δὴ τοιοῦτοί τε ἐγένοντο καὶ οὕτως ἀπήλλαξαν: […] καταφυγών, εὐθὺς
ἐσφάγη, Καισαρίων δὲ ἐς Αἰθιοπίαν φεύγων κατελήφθη τε ἐν τῇ ὁδῷ καὶ διεφθάρη. «Cleopatra
[…]. Por amor ganó el reino de Egipto y, con la esperanza de apoderarse de Roma por el mismo
medio, no sólo fracasó, sino que además destruyó su reino. Fue señora de los dos romanos más
grandes de su época y se suicidó a causa del tercero. Así vivieron y así murieron. […] Cesarión,
cuando intentaba huir hacia Etiopía, fue capturado por el camino y muerto».
⁷⁰ C. P. Cavafis, Poesía completa. «Cesarión». Εν μέρει για να εξακρινϐώσω μια εποχή / εν μέρει
και την ώρα να περάσω, / την νύχτα χθες πήρα μια συλλογή / επιγραφών των Πτολεμαίων
να διαϐάσω. / Οι άφθονοι έπαινοι κ’ η κολακείες / εις ὀλους μοιάζουν. Όλοι είναι λαμπροί, /
ένδοξοι, κραταιοί, αγαθοεργοί·/ κάθ’ επιχείρησις των σοφοτάτη. / Αν πείς για τες γυναίκες της
γενιάς, κι αυτές, / όλες η Βερενίκες κ’ η Κλεοπάτρες θαυμαστές. / Οταν κατόρθωσα την εποχή να
εξακριϐώσω / θ’ αφινα το βιϐλίο αν μιά μνεία μικρή, / κι ασήμαντη, του βασιλέως Καισαρίωνος
/ δέν είλκυε τήν προσοχή μου αμέσως… / Α, νά, ήρθες συ με την αόριστη / γοητεία σου. Στην
ιστορία λίγες / γραμμές μονάχα βρίσκονται για σένα, / κ’ έτσι πιό ελεύθερα σ’ έπλασα μες
στον νου μου. / Σ’ έπλασα ωραίο κ’ αισθηματικό. / Η τέχνη μου στό πρόσωπο σου δίνει / μιάν
ονειρώδη συμπαθητική εμορφιά. / Και τόσο πλήρως σέ φαντάσθηκα, /πού χθες την νύχτα αργά,
σαν έσϐυνεν / η λάμπα μου —αφισα επίτηδες να σϐύνει— / εθάρεψα που μπηκες μες στην κάμαρα
μου, / με φάνηκε που εμπρός μου στάθηκες· ως θα ησουν / μες στην κατακτημένην Αλεξάνδρεια,
/ χλωμός και κουρασμένος, ιδεώδης εν τη λύπη σου, / ελπίζοντας ακόμη να σε σπλαχνισθούν /
οι φαύλοι —που ψιθύριζαν το «Πολυκαισαρίη». «En parte por indagar en cierta época, en parte
por pasar el rato, ayer noche tomé para leer un libro de inscripciones sobre los Ptolomeos. Las
generosas alabanzas, las lisonjas, hacia todos ellos se parecen. Todos son brillantes, gloriosos,
poderosos, benefactores; cada empresa suya, la más sabia; y en cuanto a las mujeres de la estirpe,
ellas también, todas las Berenices y Cleopatras, maravillosas. Cuando la época ya logré cotejar
habría abandonado el libro si no fuese que una breve e insignificante referencia al rey Cesarión
atrajo mi interés. Ah, aquí está, llegaste tú con tu impreciso encanto. Solo unas pocas líneas pueden
hallarse sobre ti en la Historia, y así, con mayor licencia, te he modelado en mi mente. Te he
modelado hermoso y sensual. Mi arte le ha dado a tu rostro una belleza ensoñadora y atractiva.
Y con tanto detalle he acertado a imaginarte que ayer noche, ya tarde, cuando se apagó la lámpara
—dejé adrede que lo hiciera— se me antojó que entrabas en mi cuarto, me pareció que estabas
frente a mi, como estarías en la conquistada Alejandría, pálido y cansado, perfecto en tu tristeza,
aún esperando que tuvieran compasión de ti los infames, esos que murmuraban “Demasiados
Césares”».
⁷¹ Plu. Comp. Dem. Cic. 1: ἅ μὲν οὖν ἄξια μνήμης […] εἰς τὴν ἡμετέραν ἀφῖκται γνῶσιν.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

y grandes semejanzas. Mas si por fin hemos de examinar por partes, como un
poema o una pintura, a una y a otra⁷²», procederemos en primer lugar a re-
cordar brevemente cuáles fueron sus rasgos más destacables y a compararlos.
Y «habiendo sido tales, según la Historia, estas dos mujeres, es claro que el
cotejo no ha de encontrar muchas diferencias y desigualdades⁷³», de modo
que «teniéndolas a ambas a la vista, aunque la empresa es difícil, no hemos
de rehusar el confrontar las diferencias de una y otra, porque los rasgos de
semejanza en las mismas obras resplandecen⁷⁴».
«Recorramos con el discurso rápidamente los caracteres que distinguen a la
una de la otra, entrando en la comparación⁷⁵».
«Pues que experimentaron ambas grandes mudanzas, examinemos primero
lo relativo a su poder, a su lustre, a su dignidad⁷⁶». Poderosa la griega por su
linaje, no lo fue menos la egipcia; ambas sufrieron destierro; ambas urdieron
sangrientas estrategias que culminaron en muertes; ambas se adentraron en el
secreto mundo de la magia y en los ritos ctónicos, siendo lógico por ello que la
serpiente sea el animal que a ambas representa; con su gran inteligencia como
arma, tanto una como otra en justa lid compitieron con varones llevadas de
su fiereza maternal y de su decidido propósito de perpetuarse, ellas y el regio
poder que ostentaban, en la persona de sus descendientes, el hijo y el nieto en el
caso de Olimpíade, en el de Cleopatra los hijos, pero, por encima de los demás,
el nacido de César; «ambas decayeron de su alta fortuna por culpa propia,
aunque no de la misma manera⁷⁷», porque, si bien en su porte una dignidad
propia de reinas también las igualó en el momento de morir, la una murió por
mano ajena, la otra por la propia.
«Pero lo más admirable entre todo lo que se ha dicho, a lo que yo entiendo⁷⁸»,
es que las dos compartieron destino con dos hombres de altura sobrehumana,
el gran Alejandro y el no menos grande César, cuyas vidas paralelas, relatadas

⁷² Plu. Comp. Arist. Cat.Ma. 1: γεγραμμένων δὲ καὶ περὶ τούτων τῶν ἀξίων μνήμης, ὅλος ὁ τούτου
βίος ὅλῳ τῷ θατέρου παρατεθεὶς οὐκ εὐθεώρητον ἔχει τὴν διαφοράν ἐναφανιζομένην πολλαῖς
καὶ μεγάλαις ὁμοιότησιν. εἰ δὲ δεῖ κατὰ μέρος τῇ συγκρίσει διαλαϐεῖν ὥσπερ ἔπος ἢ γραφὴν
ἑκάτερον.
⁷³ Plu. Comp. Tim. Aem. 1: τοιούτων δὲ τῶν κατὰ τὴν ἱστορίαν ὄντων, δῆλον ὡς οὐκ ἔχει πολλὰς
διαφορὰς οὐδὲ ἀνομοιότητας ἡ σύγκρισις.
⁷⁴ Plu. Comp. Lyc. Num. 1: ἐκκειμένων ἀμφοῖν, εἰ καὶ χαλεπὸν ἔργον, οὐκ ἀποκνητέον συναγαγεῖν
τὰς διαφοράς, αἱ μὲν γὰρ κοινότητες ἐπιφαίνονται ταῖς πράξεσιν.
⁷⁵ Plu. Comp. Ages. Pomp. 1: ἐκκειμένων οὖν τῶν βίων ἐπιδράμωμεν τῷ λόγῳ ταχέως τὰ ποιοῦντα
τὰς διαφοράς, παρ’ ἄλληλα συνάγοντες, ἔστι δὲ ταῦτα.
⁷⁶ Plut. Comp. Demetr. Ant. 1: ἐπεὶ τοίνυν μεγάλαι περὶ ἀμφοτέρους γεγόνασι μεταϐολαί, πρῶτον τὰ
τῆς δυνάμεως καὶ τῆς ἐπιφανείας σκοπῶμεν.
⁷⁷ Plu. Comp. Demetr. Ant. 6: ἐξέπεσον δὲ τῶν πραγμάτων ἀμφότεροι μὲν δι’ αὑτούς, οὐ μὴν ὁμοίως.
⁷⁸ Plu. Comp. Lys. Sull. 5: τὸ δὲ πάντων μέγιστον, ὡς ἐγὼ νομίζω, τῶν εἰρημένων.

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Grupo Tempe

por nosotros con detalle, hemos juzgado oportuno no compararlas sino a través
del devenir de estas dos preeminentes mujeres que tanto les influyeron.
Séanos permitido que, a pesar de lo anunciado más arriba, una vez acabado
el cotejo de sus semejanzas, renunciemos a comparar sus diferencias. Sin
duda las tuvieron en razón de las diferentes culturas a las que pertenecieron,
del diferente lugar en que desarrollaron sus vidas y, muy especialmente, del
tiempo diferente en el que a cada una de ellas le correspondió vivir; sin embargo,
opinamos que en el pesaje de sus acciones, ya sea en el juicio egipcio, ya ante los
míticos jueces griegos, la balanza se inclinaría, vencida, hacia las semejanzas.

Fuentes

Textos

Biblioteca digital: https://www.perseus.tufts.edu

Traducciones

Apiano, Historia romana. Guerras Civiles, traducción y notas de A. Sancho Royo, Madrid,
Gredos, 1985.
Arriano, Anábasis de Alejandro Magno, introducción de A. Bravo García, traducción
y notas de A. Guzmán Guerra, Madrid, Gredos, 1982.
Cavafis, C. P., Poesía completa. «Cesarión», traducción de J. M. Macías, Valencia, Pre
Textos, 2015.
Corpus cesariano, La guerra de Alejandría, introducción de P. J. Quetglas, traducción de
J. Calonge y P. J. Quetglas, Madrid, Gredos, 2005.
Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, traducción y notas de J. J. Torres Esbarranch y J.
M. Guzmán Hermida, Madrid, Gredos, 2011.
Dion Casio, Historia romana, libros 1–35: traducción y notas de D. Plácido Suárez, 2004;
libros 36–49: traducción y notas de J. M. Candau Morón y M. L. Puertas Castaños,
2004; libros 46–49: traducción y notas de J. P. Oliver Segura, 2011; libros 50–60:
traducción y notas J. M. Cortés Copete, 2011, Madrid, Gredos.
Estrabón, Geografía, libros 11–14, introducción, traducción y notas de M. P. de Hoz
García Bellido, Madrid, Gredos.
Horacio, Odas, introducción, traducción y notas de J. L. Moralejo, Madrid, Gredos, 2007.
Josefo, Guerra de los judíos, introducción, traducción y notas de J. M. Nieto Ibáñez,
Madrid, Gredos, 1997.
Justino, Epítome de las «Historias filípicas» de Pompeyo Trogo, introducción, traducción
y notas de J. Castro Sánchez, Madrid, Gredos, 1995.
Lucano, Farsalia, introducción, notas y traducción de A. Holgado Redondo, Madrid,
Gredos, 1984.

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Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra

Pausanias, Descripción de Grecia, introducción, traducción y notas de M. C. Herrero


Ingelmo, Madrid, Gredos, 1994.
Plutarco, Vidas paralelas: Alejandro – César, Pericles – Fabio Máximo, Alcibíades – Corio-
lano, edición y traducción de E. Crespo, Madrid, Cátedra, 1999. Vidas paralelas, vii:
Demetrio – Antonio, Dión – Bruto, Arato – Artajerjes – Galba – Otón, introducción,
traducción y notas de J. P. Sánchez Hernández y M. González González, Madrid,
Gredos, 2009. Vida de Éumenes, Comparación de Demóstenes y Cicerón, Comparación
de Pelópidas y Marcelo, Comparación de Agis y Cleómenes y de Tiberio y Cayo Graco,
Comparación de Solón y Publícola, Comparación de Arístides y Catón, Comparación
de Timoleón y Emilio, Comparación de Licurgo y Numa, Comparación de Agesilao
y Pompeyo, Comparación de Lisandro y Sila traducción de A. Ranz Romanillos (1ª ed.
1821–1830), Barcelona, 1979.
Quinto Curcio Rufo, Historia de Alejandro Magno, introducción, traducción y notas de
F. Pejenaute Rubio, Madrid, Gredos, 1986.

Referencias bibliográficas

Cabello Briones, Á. M. (2018): «Una moneda, dos lecturas. A propósito de un denario


de Cleopatra y Marco Antonio hallado en la ciudad romana de Valeria (Cuenca)»,
OMNI 12, 108–118 [https://www.omni.wikimoneda.com].
Chirinos, J. C. (2005): La Reina De Los Cuatro Nombres; Olimpia, Madre De Alejandro
Magno, Salamanca, Ed. Oberón-Grupo Anaya.
Duane Roller, W. (2010): Cleopatra: a biography, Oxford, Oxford University Press.
Noguera Borel, A. (1998): «Alejandro Magno y las mujeres: las “madres” de Alejandro»,
Actas del primer seminario de estudios sobre la mujer en la Antigüedad, 24–25 de abril
de 1997, Valencia, SEMA, 73–86.
Pérez Jiménez, A. (2013): «Ensayo sobre dos Vidas comparadas: Alejandro y César», en
A. Cosentino & M. Monaca (eds.): Studium Sapientiae. Atti della Giornata di studio
in onore di Giulia Sfameni Gasparro, 28 gennaio 2011, Soveria Mannelli, Rubbettino
Editore, 189–199.
Schiff, S. (2011): Cleopatra, una nueva mirada a la deslumbrante vida de la reina que
sedujo al Mundo Antiguo, Barcelona, Destino.
Walker, S. (2008): «Cleopatra in Pompei?», Papers of the British School at Rome 76, 35–46.

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LINGÜÍSTICA
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En busca de la waw perdida. Reflexiones sobre el


valor dialectológico de algunos términos en dorio*
Iván Andrés-Alba
Universidad Autónoma de Madrid
ivan.andres@uam.es

Resumen: La temprana desaparición de la /w/ en la mayoría de los dialectos griegos supone la


posibilidad de utilizar este fonema como una especie de comodín a la hora de proponer etimologías
y desarrollos fonéticos. Así, en algunas obras de relevancia del siglo pasado como Bechtel (1923)
sobre los dialectos dorios, encontramos diversos términos caracterizados como dialectales para
los que se presupone una waw de la cual, en el mejor de los casos, la única evidencia es una glosa
de Hesiquio o algún término dentro o fuera del griego con el que compararlo. Analizamos aquí
algunos de ellos y su verdadero valor para el estudio de la dialectología doria.
Palabras clave: Digamma, waw, dialectología doria, hiatos, etimología.

Raiders of the lost waw. Reflections about the dialectological value


of some terms in dorian
Abstract: The early loss of /w/ in most of the Greek dialects implies the possibility of using
this phoneme as a kind of «wild card» when searching for etymologies and proposing phonetic
developments. Thus, in some relevant works of the past century about the Doric dialects, such as
Bechtel (1923), we find different, apparently dialectal, terms whose reconstruction requires a waw
sound, the only evidence with which to compare it being, at best, a Hesychian gloss or a Greek
or Indo-European term. Here we shall analyse some of these cases and their true dialectological
value.
Key Words: Digamma, waw, Dorian dialectology, hiatus, etymology.

1. La waw que tenemos. Situación de /w/ en dorio

El sonido /w/ que llamamos waw por el nombre de la letra fenicia 〈Y〉 o digamma
por el nombre de la letra griega 〈Ϝ〉 supone un elemento de gran interés dentro
del estudio de la lengua griega. Conservada como tal en micénico¹, su situación
en época postmicénica es diversa y complicada: así, mientras que en jónico
ático y en el dorio del Egeo la /w/ se ha perdido desde las primeras inscripciones
* Investigación financiada mediante un contrato de Ayudas para la Formación del Profesora-
do Universitario (FPU) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, con referencia
FPU17/03052.
¹ Por ejemplo, ne-wo (/newo-/, át. νέος), de-ki-si-wo (/deksiwo-/, át. δεξιός) o di-wo (/diwos/, át. Διός).
Cf. Rix 1992: §72, Lejeune 1972: §§186–187.

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Iván Andrés-Alba

conservadas, en los demás dialectos se mantiene —al menos esporádicamente—,


llegando en algunos como el chipriota, el beocio o el laconio a conservarse hasta
fechas muy tardías (mayoritariamente mediante fricativización en /v/ o /β/)².
En posición inicial se conserva en época arcaica en la mayor parte de los
dialectos dorios: cf., por ejemplo, ϝοικίας (Dodona, 390 a.C.)³ o Ϝ〈ορ〉θαίαι (Es-
parta, vi a.C.)⁴. En posición intervocálica la conservación de /w/ es mucho más
reducida: cf. ἐϝεργάσατο (Hermione < Argos, 460–450 a.C.)⁵ o Ποτε(ι)δάϝōν[ι]
(Corinto, s. vii a.C.)⁶. Por último, en posición postconsonántica (/nw/, /rw/,
/lw/ y /sw/ secundario) encontramos algunos ejemplos arcaicos de conserva-
ción: cf. Ξενϝάρε[ος] (Olimpia, 475–450 a.C.)⁷, ὄρϝος (Corcira, 500–450)⁸. En
cretense, cirenaico, argólico occidental (y quizás en dorio del Egeo) la pérdida
de la waw supuso el alargamiento de la vocal precedente (tercer alargamiento
compensatorio): así ἤναταν (Cirene, s. iv a.C.)⁹ y ὤρονς (Gortina, Creta, 166/5
a.C.)¹⁰ frente a formas sin alargamiento como κόραν (Delfos, 425–375 a.C.)¹¹
o ξένον (Calio, Lócride Occidental, 500–475 a.C.)¹².

2. La waw que queremos. Algunos ejemplos

2.1. ἁέλιος, ἅλιος

La palabra para el Sol (y el dios Sol, Helios) es de gran interés, al suponer un caso
de waw «perdida y encontrada» exitosamente. El término es perfectamente
conocido fuera del dorio: át. ἥλιος, lesb., arc. ἀέλιος, hom. ἠέλιος, etc. En dorio
lo encontramos también en gran parte de los dialectos ya sea con la forma
ἁέλιος o ἅλιος¹³. Las variaciones en el vocalismo son fácilmente explicables: las

² Buck 1955, §§50, 53. Precisamente en laconio la /w/ ha conservado su pronunciación labial en el
tsaconio, su representante moderno: cf. βάννε (gr.mod. αρνί «cordero»), desde *warn- (át. ἀρήν,
ἀρνός).
³ LOD 141 A₅ (= SEG 15:391).
⁴ IG V,1 252b.
⁵ LSAG p. 170 nº 34, p. 182 nº 9.
⁶ IG IV 211₁ frente a IG IV 219₁ Ποτε(ι)δᾶνι, ambos de Corinto y fecha semejante.
⁷ IED 43 (= IvO 718).
⁸ IG IX,1 698₁.
⁹ SEG 9:72₁₀₂ desde *enwato- «noveno».
¹⁰ IC IV 182₁₁.
¹¹ FD III:1 294₁₂.
¹² IG IX,1² 718₂.
¹³ Algunos ejemplos epigráficos: Ἄλιο̄ι [IC IV 65₇ (Gortina, s. vi a.C.)], ἁλίω, [SEG 9 355 (Cirene,
s. iv a.C.)], Ἁλίō [SEG 27:481 (Rodas, 450–400)]. También aparece en dorio literario: Ἅλιον (Alcm.
P 41), Ἅλιε (E. Alc. 244).

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En busca de la waw perdida

formas sin contracción ἀε- y ἠε- evidencian un hiato original /aːe/ mantenido
en dorio, lesbio y arcadio, y modificado en /εːe/ en las formas épicas de ἠέλιος
con el cierre de /aː/ en /εː/ propio del jónico-ático. La contracción regular de
/εːe/ en /εː/ y de /aːe/ en /aː/ en dorio explica la oscilación entre át. ἥλιος y dor.
ἅλιος.
Hasta aquí bien, pero ¿dónde está la waw? La waw viene de la mano de
Hesiquio en la glosa: ἀϐέλιον· ἥλιον, Κρῆτες. No obstante, como indica Bechtel
(1921: 667), Heráclides de Mileto, gramático del s. i a.C. – i d.C. lo atribuye más
bien al panfilio y no al cretense¹⁴. Sea dorio o panfilio, lo cierto es que, en este
caso, la comparación con otras lenguas indoeuropeas permite confirmar una
forma *ἁϝέλιος en griego, procedente de un no atestiguado *sāwelios. El a.i.
sū́rya- «sol» (variante sū́ra-) refleja la misma formación con un tema en -l-
(indoiranio -r-) y un sufijo *-i ̯o-, si bien la raíz presenta un grado diferente
(pleno en griego, cero en indoiranio): gr. *sāw-el-io-s (< *seh₂u-el-i ̯o-s) frente a.i.
sū́rya- (< *suH-l-i ̯-as, < *sh₂u-l-)¹⁵. La raíz formaba en origen un heteróclito en
l/n *séh₂ul ~ *sh₂wéns, del cual da testimonio la alternancia en germánico (con
grado o) entre formas con -l- y con -n- (cf. gót. sauil, ags. sōl, desde el recto
*sóh₂ul, y gót. sunno, ags. sunne desde el oblicuo *sh₂wén-)¹⁶. En cualquier caso,
y al margen del detalle etimológico, lo cierto es que, en el caso de ἁέλιος, la
waw está, efectivamente, justificada.

2.2. βοᾱθέω, Βᾱδρόμιος

Junto al át. βοηθός (jón. ép. también βοηθόος), βοηθέω, βοήθεια, encontramos
en otros dialectos formas como dor. βοᾱθόος, βοᾱθοέω (con hiféresis βοᾱθέω¹⁷)
o lesb. βᾱθόημι¹⁸. El origen del término parece remontarse a alguna expresión

¹⁴ τὸ γοῦν φάος φάϐος φασὶ καὶ τὸ ἀέλιος [β]ἀϐέλιος. Es decir: /pʰavos/ por /pʰaos/ y /a:velios/ por
/a:elios/.
¹⁵ En realidad, las formas sū́r-ya- y sū́r-a- son una refacción desde el tema oblicuo de svàr «sol» (gen.
sū́r-aḥ), a su vez procedente de *suHl̥ por metátesis desde *sHul (< sh₂u-l-). Mayrhofer 1996: iii 793.
¹⁶ El paradigma se aprecia como tal en avéstico huuarə, gen. xvə̄ṇg. Beekes 2010: 516, Mallory &
Adams 2006: 128. Una explicación (aproximada) de la evolución desde el indoiranio al avéstico:
nom. *súHl̥ > *húwar (con aspiración inicial de /s/ y epéntesis de la sonante *l̥ en /ar/) > av. huuarə
fonéticamente /húwarə/. En cuanto al gen. *suHáns > *huwə́ŋh (con aspiración de /s/ y velarización
del grupo /anh/ > /əŋh/) > *hwə̄ŋ (con paso de /huw/ a /hw/ por el acento, alargamiento del
schwa y pérdida de la aspiración final) > xʷə̄ṇg (con velarización del grupo /hw/ ante vocal),
fonéticamente /xʷəːɴᵍ/.
¹⁷ Sirvan como ejemplos del verbo: etol. βοᾱθοεῖν [IG IX 12 3A₃₀ (Termo, ca. 262)], cret. βοᾱθιόντων
[IC IV 186₈.₁₃ (Gortina, 250–200)] y de los sustantivos foc. Βοᾱθοίου, nombre de un mes, [SGDI
1688₁ (Delfos, 156–151)], y etol. βοᾱθοίας [IG IX, 1² 1:3 A1₃₂ (Termo, ca. 262)].
¹⁸ Se refiere al fragmento del lírico lesbio Alceo [ϐ]α̣ θόην [ (Alc.288₂).

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Iván Andrés-Alba

del tipo ἐπὶ βοὴν θεῖν «correr, acudir al grito de guerra»¹⁹. Formaciones seme-
jantes se encuentran fuera y dentro del griego: así a.i. abhidhāvati «correr en
ayuda» (donde abhí «hacia, contra» < *h₂m̥ bʰí, cf. gr. ἀμφί; y dhāvati «correr» <
*dʰew-, cf. θέω) o mismamente gr. βοηδρομέω (con derivados como Βοηδρόμιος,
epíteto de Apolo; Βοηδρόμια, fiesta en Atenas; Βοηδρομιών, nombre de un
mes en el Ática; o Βᾱδρόμιος, Βᾱτρόμιος, su correspondiente en el dorio del
Egeo)²⁰.
La waw buscada en este caso se esconde en el primer término: βοή «grito». La
oscilación entre dialectos en el vocalismo que vemos en los compuestos βοη- ~
βοᾱ- ~ βᾱ- no es problemática, pero sí lo es su etimología. Chantraine (1968:
183) propone una conexión con a.i. jóguve «declamar» (intensivo o iterativo
de la raíz gav-)²¹, lit. gaudžiù, gau͂ sti «gritar», a.esl. govorъ «ruido, rumor»
(cf. ruso govorít’ «hablar»), si bien estas palabras más fácilmente se asocian con
gr. γόος «lamento» y su deverbativo γοάω «llorar». En efecto, estos términos
(junto al germ. *kaujan, de donde ags. cīeġan y a.a.al. gi-kewen «llamar»)
presuponen una raíz *gewH- ~ gowH -, que, sin embargo, no puede evolucionar
en gr. a βοάω. Para explicar la /b/ inicial del griego sería necesario una raíz
con delabialización de *gʷowH- (como en βοῦς desde *gʷṓws), lo cual no está
asegurado²². Además, de ser ese el caso, habría que explicar por qué desde una
misma raíz *gʷowH- encontramos tanto βο-άω como γο-άω²³.
Por otra parte, varios términos con /b/ inicial en griego como βύᾱς «búho» (cf.
lat. būbō), βύκτης «aullante, ululante» parecen apuntar, como indica Beekes
(2010: 224) a un origen onomatopéyico²⁴. Así pues, la waw que presupone
Bechtel (1923) como antecesora del hiato de /oaː/ (es decir *βοϝᾱ-), si bien
viable desde *gʷowH-eh₂-, no está asegurada.

¹⁹ Schulze 1918: 481 sitúa el término en un ámbito no solo psicológico sino también jurídico, por el
cual la βοή, en tanto que forma de denunciar una atrocidad, obligaba a aquel que la escuchase
a acudir en ayuda del emisor, siendo la omisión de este deber castigada legalmente.
²⁰ Kretschmer 1929: 97–98. Cf. también el beo. ἰυγγοδρομέω (según la glosa ἰ. · ἐκϐοηεῖν, Βοιωτοί),
cuyo primer elemento estaría en Ἰύγγιος, nombre de un mes en Tesalia, ἰύζω «gritar», ἰυγή, ἰυγμός
«grito».
²¹ Con la raíz en grado cero y la reduplicación en grado pleno, palatalización de /g/ ante /e/ y posterior
monoptongación de /aw/ en /oː/: *géw-guH-h₂ej > *jáw-guH-ay > *jó-guv-e.
²² El germánico, donde la evolución de *gʷewH- debería ser *kʷew-, manteniendo la labiovelar, no
sirve en esta ocasión de ayuda, pues al tratarse del grado o de la raíz se produce una delabialización
ante /o(ː)/ y /u/: *gʷowH- > *kaw- (en lugar del esperado **kʷaw-).
²³ Beekes 2010: 281 sugiere que la forma con /g/ podría proceder de una delabialización en un
hipotético grado cero *gʷuwH -, que evolucionaría a *γυ-, de donde pasaría al resto del paradigma
dando lugar a la forma γοάω.
²⁴ En lat. boō sería un préstamo desde el griego. Curiosamente, se atribuye una forma bovō a Enio
(Enn. ann. 571 apud Varr. Ling.).

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En busca de la waw perdida

2.3. βῶκας

El poeta Epicarmo de Mégara Hiblea menciona en su obra Γᾶ καὶ Θάλασσα,


de la cual solo conocemos fragmentos, la palabra βῶκας²⁵. El término designa
un pez, sagrado para Hermes, («boga de mar», Box boops) y presenta la forma
sin contraer βόᾱξ, jon. βόηξ. La etimología es oscura²⁶: los antiguos creían
que el nombre se derivaba del sonido que emite el pez, si bien el gramático
helenístico Aristófanes de Bizancio (según Ateneo) prefería la forma βόωψ
al considerar que el animal se llamaba así por sus ojos grandes como los de
un buey²⁷. El préstamo lat. boca (de donde nuestro boga) y el gr.mod. γώπα
muestran la confusión entre /bᴐːk-/ y /bᴐːp/²⁸.
Bechtel (1923: 226) presenta el término como un caso de contracción del
hiato /oaː/ tras pérdida de waw (la cual podríamos admitir, con las dificultades
señaladas, si efectivamente derivase de la misma raíz que βοάω, lo cual no deja
de ser una suposición). Este hiato, en realidad, debería contraer en dorio en /aː/
(como vimos en el caso de Βᾱδρόμιος, Βᾱτρόμιος) y no en /ɔː/, es decir, †βᾶξ
y no βῶξ, forma que coincide con la contracción en jonio. Así pues, el término
no debería ser usado ni como ejemplo de contracción tras pérdida de waw ni
como término dialectal dorio.

2.4. θωκέω

Un caso semejante, también procedente de Sicilia: el mimógrafo Sofrón de


Siracusa emplea en dos ocasiones²⁹ el verbo θωκέω «sentarse», también uti-
lizado en una ocasión por Herodoto³⁰. La forma con vocalismo /aː/ θᾱκέω
aparece recogida por los trágicos (cf. θακεῖ, S. Aj. 325; θακοῦντι, A. Pr. 381),
así como el formalmente más antiguo θάσσω (ép. θαάσσω), con /ss/ desde
*-k-i ̯ō y el verbo θοάζω, ambos «estar sentado», con cambio de sufijo (*-ζω
por *-σσω). También en el sustantivo át. θᾶκος «asiento»; jón., dor. θῶκος
(hom. θόωκος) muestra la misma alternancia en el vocalismo.

²⁵ ὅκχ’ ὁρῆι βῶκάς 〈τε〉 πολλοὺς καὶ σμαρίδας («cuando ve muchas bogas y carameles», Epich. 29).
²⁶ Strömberg 1943: 63–66, Beekes 2010: 223–224.
²⁷ Ἀριστοφάνης δ’ ὁ Βυζάντιος κακῶς φησιν ἡμᾶς λέγειν τὸν ἰχθὺν βῶκα δέον βόωπα, ἐπεὶ μι-
κρὸς ὑπάρχων μεγάλους ὦπας ἔχει· εἴη ἂν οὖν ὁ βόωψ βοὸς ὀφθαλμοὺς ἔχων. (Ar. Byz. apud
Ath.7.27.22–24).
²⁸ En gr.med. también γοῦπα ~ βοῦπα, con cierre de /o/ en /u/ por la velar y con alternancia entre /v/
y /γ/. Babiniotis 2010: 328.
²⁹ ὑμὲς δὲ ἐπεγγυάμενοι θωκεῖτε. (Sophr. 60), τῆλ’ ἀπε]νθὼν τεῖδε θωκησῶ τε καὶ λεξοῦ[μ’ ὅπως
(Sophr. 99).
³⁰ ἐν θρόνῳ σεμνῷ σεμνὸν θωκέοντα (Hdt. 2.173.8–9).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 64 — #64

Iván Andrés-Alba

Nuevamente es una glosa de Hesiquio la que permite reconstruir la waw:


θάϐακος· θᾶκον ἢ θρόνον. Según Beekes (2010: 529) la forma át. θᾶκος proce-
dería de *θά(ϝ)ακος, mientras que θῶκος, de *θό(ϝ)ᾱκος³¹ o *θό(ϝ)ακος, según
Chantraine (1968: 419). En cualquier caso, cuál de las dos formas sería la origi-
nal (*θάϝακος o *θόϝακος) no puede ser explicado fácilmente: una asimilación
regresiva desde /owa/ a /awa/ parece improbable³² y un Ablaut de la raíz *dʰeh₁-
(cf. τίθημι) en grado o *dʰoh₁- y cero *dʰh₁- no permitiría explicar las formas
con /awa/ (*dʰh₁-w- evolucionaría a †θέϝακος en todo caso³³). Nuevamente, si
bien parece viable reconstruir una waw, no resulta adecuado tomar el término
como un ejemplo claro de contracción doria.

2.5. κᾶλον

La palabra κᾶλον «madera (para construcción o para quemar)», con pl. κᾶλα
(también «barcos»), es retrotraída por Bechtel (1923: 311) a una forma *káwelon
que él deriva del verbo καίω «quemar» basándose en la glosa de Hesiquio:
δαϐελός · δᾱλός, Λάκωνες. En efecto, tanto δᾱλός «antorcha» (δαελός en
Sophr. 4.13.6), δάος y δαΐς, -ίδος (át. δᾴς, δᾳδός), como el verbo δαίω (< *δαϝίω)
«quemar» derivan de *δαϝ-, de la raíz *deh₂u-³⁴.
La evolución paralela que propone Bechtel partiendo desde κα(ϝ)ίω (aor.
ἔκαυσα, raíz *keh₂u-): *δαϝ-ελ-ός ~ *κάϝ-ελ-ον, si bien desde el punto de vista
de la evolución semántica parece aceptable («material para quemar» → «ma-
dera» → «madera para otros usos»), no lo es en cuanto a evolución fonética.
Para empezar, no tenemos evidencias de la /w/, como ocurría con la glosa en el
caso de δᾱλός³⁵, y además el hiato de /a/+/e/, que contrae en jón. át. como /aː/,
contraería en /εː/ en dorio (cf. át. ὅρᾱ frente a cor. ὅρη, desde *ὅρα-ε, imperati-
vo de ὁράω³⁶). Beekes (2010: 625), teniendo en cuenta esta incompatibilidad,
³¹ Esto parece improbable, en primer lugar, porque nada explica la /aː/ y en segundo porque la
contracción esperada en dorio de /oaː/ es —al menos en el Egeo— /aː/ y en este caso tenemos /ɔː/
en Anafe: Ἀγϙυλίων τόνδε τὸν θῶϙον ἐποίη[σα]. [IG XII,3 255].
³² Schulze 1892: 435 apud Chantraine 1968:419.
³³ El sufijo -ακ- es, de hecho, común en palabras de sustrato (cf. φάρμακον, θώραξ). La alternancia
entre /o/ y /a/ respondería, pues, a un fenómeno pre-griego, según Beekes 2010: 529, 2008: 31.
³⁴ La estructura de *δάϝ-ος ~ *δαϝ-ελ-ός sigue el mismo patrón que νέφ-ος ~ νεφ-έλ-η. Beekes 2010:
298-299. La raíz *deh₂u- aparece también en a.i. dunóti «quemar» (en grado cero du- y sufijo nasal:
*du-nav-ti), perfecto dúdāva (< *dú-daHu-Ha, < *dú-deh₂u-h₂e), morfológicamente semejante a gr.
δέδηα (< *δέ-δᾱϝ-α, < *dé-deh₂-h₂e). Mayrhofer 1996: 707–708.
³⁵ Quizás pueda comparase con las formaciones bálticas a partir de la raíz *keh₂u-: lit. kū̃lės «tizón
(hongo del cereal)», kūléti «ponerse atizonado», let. kũla «hierba seca del año pasado»; las tres
desde el grado cero *kh₂u-l-. Beekes 2010: 618.
³⁶ Sobre la contracción de /a/+/e/ en dorio, cf. Andrés-Alba (en preparación).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 65 — #65

En busca de la waw perdida

rechaza la propuesta y sugiere un origen desde *káwalon³⁷, con un hiato de


/a/+/a/ que contraería en ambos dialectos en la /aː/ necesaria para explicar
κᾶλον³⁸.
En todo caso hay que tener en cuenta que el término —bien atestiguado
en jónico ático— solo aparece en dos ocasiones en dorio: una en un diálogo
laconio en Aristófanes y otra en una inscripción cirenaica³⁹, de modo que la
palabra también podría ser un préstamo desde otro dialecto⁴⁰. Sea como fuere,
lo único claro es que el término ni procede con seguridad de una forma con
waw ni es válido como argumento a favor o en contra de la contracción de
/awe/ en /aː/ en dorio.

3. Conclusión

Como hemos visto, estos cinco ejemplos representan diferentes posibilidades


en la búsqueda, más o menos fructuosa, de la waw «perdida»: desde aquella
que ciertamente está confirmada por paralelos indoeuropeos claros (ἅλιος)
hasta la que se basa en la comparación de otro término cuya waw suponemos
por una glosa (κᾶλον), es decir, doblemente insegura. Todas tienen en común
el hecho de ser usadas como ejemplos dialectales válidos del desarrollo de
la contracción del hiato tras la pérdida de /w/ en dorio (en algunos casos,
no habiendo apenas otros ejemplos de la misma contracción en el dialecto).
Así pues, tras haber analizado en detalle algunos de estos términos con una
supuesta waw perdida, hemos demostrado que no siempre el resultado de la
«búsqueda» es satisfactorio y que, en la práctica, estos ejemplos no deben
tener la misma validez para el estudio de los dialectos que otros cuya evolución
realmente conocemos.

Referencias bibliográficas

Andrés-Alba, I. (en preparación): «El término ἆθλον y la contracción de /a/+/e/ en


dorio».
Babiniotis, G. (2010): Ετυμολογικό λεξικό της νέας ελληνικής γλώσσας. Ιστορία των
λέξεων, Atenas, Κέντρο Λεξικολογίας.
³⁷ Siendo *-αλ(λ)- un sufijo típicamente pregriego (cf. ἀρὐϐαλλος, Φάρσᾱλος, Στύμφᾱλος, etc.).
Beekes 2008: 31.
³⁸ Chantraine 1968: 486 es igualmente consciente de esta dificultad.
³⁹ κᾶλα Ar. Lys. 1253, [κ]ᾶλον [SEG 9 72₉ (Cirene, s. iv)].
⁴⁰ Se atestigua también el adj. κάλινος «de madera» [SEG 9 72₁₁₈ (Cirene, s. iv)]. Dobias-Lalou
2000: 272.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 66 — #66

Iván Andrés-Alba

Bechtel, F. (1923): Die griechischen Dialekte: 2. Bd. Die westgriechischen Dialekte, Berlín,
Weidmannsche Buchhandlung.
Beekes, R. S. P. (2008): Pre-Greek. Phonology, Morphology, Lexicon, Leiden, Brill.
Beekes, R. S. P. (2010): Etymological Dictionary of Greek, Leiden, Brill.
Buck, K. D. (1955): The Greek Dialects: Grammar, Selected Inscriptions, Glossary, Chicago,
University of Chicago Press.
Chantraine, P. (1968): Dictionnaire étymologique de la langue grecque: histoire des mots,
París, Klincksieck.
Dobias-Lalou, C. (2000): Le dialecte des inscriptions grecques de Cyrène (Karthago, revue
d’archéologie méditerranéenne XXV), París, Institut d’Art et d’Archéologie.
Kretschmer, E. (1929): «Diener, Sklave. Priester. Bürge. Zeuge. Nussknacker. Helfen»,
Glotta 18.1, 67–100.
Lejeune, M. (1987): Phonétique historique du mycénien et du grec ancien, París, Klincksieck
[ibid., 1972].
Mallory, J. P. & Adams, D. Q. (2006): The Oxford Introduction to Proto-Indo-European and
The Proto-Indo-European World, Oxford, Oxford University Press.
Mayrhofer, M. (1996): Etymologisches Wörterbuch des Altindoarischen (3 vols.), Heidel-
berg, Winter.
Rix, H. (1992): Historische Grammatik des Griechischen: Laut- und Formenlehre, Darm-
stadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft [ibid., 1976].
Schulze, W. (1892): Quaestiones epicae. Gütersloh, Bertelsmann.
Schulze, W. (1918): «Beiträge zur Wort- und Sittengeschichte II», Sitzungsberichte der
Preussischen Akademie der Wissenschaften 1918.1, 481–513.
Strömberg, R. (1943): «Studien zur Etymologie und Bildung der griechischen Fischna-
men», Göteborgs Högskolas Årsskrift 49.2, Gotemburgo.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 67 — #67

La traducción del griego al latín en el Nuevo


Testamento: de la pasiva morfológica a la pasiva
léxica*
José Miguel Baños
Universidad Complutense de Madrid
jmbanos@ucm.es

Resumen: En este trabajo se analizan los ejemplos del Nuevo Testamento en los que una forma
verbal griega morfológicamente pasiva (como μεταμεληθείς o ἀτιμασθῆναι) es traducida en la
Vulgata latina por una colocación verbo-nominal (paenitentia ductus, contumeliam pati, respec-
tivamente). Nuestro propósito es mostrar que en tales casos el empleo de pasivas léxicas en la
traducción latina tiene una justificación funcional (morfosintáctica y semántica).
Palabras clave: Nuevo Testamento, griego bíblico, Vulgata, pasiva, construcción con verbo soporte.

The Greek to Latin translation of the New Testament:


from morphological to lexical passive
Abstract: This paper analyzes the Greek examples in the New Testament in which a passive verbal
form (such as μεταμεληθείς or ἀτιμασθῆναι) is translated in the Vulgate by using a support verb
construction (paenitentia ductus, contumeliam pati, respectively). Our purpose is to show that in
such cases the use of lexical passives in Latin has a functional (morphosyntactic and semantic)
justification.
Key Words: New Testament, Greek, Vulgate, passive, support verb construction.

1. Introducción

Como es sabido, la frecuencia de empleo de las construcciones con verbo


soporte (CVS, a partir de ahora)¹ en latín clásico (bellum gero, gratias ago,
odio habeo) allí donde el griego emplea por lo general un verbo compuesto
o derivado (πολεμέω, εὐχαριστέω, μισέω) constituye un rasgo diferenciador
fundamental entre las dos lenguas clásicas².
* Este trabajo forma parte del proyecto de investigación FFI2017-83319-C3-3.
¹ Empleo la expresión «construcción con verbo soporte» en sentido amplio (Baños 2018: 21–22),
para referirme no solo a las colocaciones verbo-nominales más generales (proelium facere), sino
también a las más específicas (proelium committere) y a las que añaden contenidos aspectuales
(bellum gerere vs. bellum suscipere), diatéticos (odio habere vs. odio esse) o intensivos (dolorem
habere vs. dolore ardere).
² Así lo demuestra, entre otras comparaciones (Baños 2015a), la frecuencia de empleo de CVS en
César y Jenofonte (López Martín 2019): por cada CVS en Jenofonte se documentan cinco en César.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 68 — #68

José Miguel Baños

Pues bien, esta diferencia se mantiene en época tardía y tiene su reflejo en la


traducción de los textos bíblicos del griego al latín tal como he puesto de mani-
fiesto al comparar el empleo de estos predicados analíticos en el evangelio de
san Mateo (Baños 2015b): a pesar de su deseo de traducción verbum e verbo (epist.
57.5–6), en no pocas ocasiones Jerónimo traduce por una CVS latina un verbo
simple, compuesto o derivado griego: συνεϐουλεύσαντο = consilium fecerunt
(Matth. 26.4), θανατώσουσιν αὐτούς = morte eos afficient (Matth. 10.21), etc.
En este punto, conviene precisar que el empleo de las CVS no es un rasgo del la-
tín coloquial o vulgar, sino un rasgo general del léxico (y de la sintaxis) del latín. Es-
tos predicados analíticos están presentes, de manera constante, en toda la literatura
latina, de Plauto a la Historia Augusta, y son mucho más frecuentes, por ejemplo,
y mucho más variados en los historiadores (César, Salustio o Livio) que en textos
vulgares como la Cena Trimalchionis de Petronio o la Peregrinatio (Baños, e.pr.).
Y es que las CVS son en latín clásico un fenómeno más gramatical que
estilístico (Hoffmann 1996: 203, Baños 2018) porque tienen en muchos casos
una justificación funcional: léxica, semántica o morfosintáctica. Por un lado,
para no pocos predicados el latín emplea única o fundamentalmente CVS:
impetum facere, bellum gerere, gratias agere, etc. Por otro, cuando para la
expresión del mismo predicado concurren un verbo (por ejemplo, sperare)
y varias CVS (spem habere, nancisci, relinquere; in spem venire; in spe esse, etc.),
estas últimas añaden por lo general contenidos semánticos más precisos (sobre
todo, aspectuales o diatéticos) que el verbo simple (Jiménez Martínez 2016).
Pero, además, y esta es la razón última de nuestro trabajo, con verbos defecti-
vos (odi, paenitet) o deponentes (persequor, utor, etc.) con una estructura sintáctica
biargumental, las CVS suplen la imposibilidad morfosintáctica de dichos verbos
para construir su segundo argumento como sujeto sintáctico (Touratier 1994:
170). En otras palabras, a falta de una pasiva morfológica, las CVS se convierten
en latín, desde época clásica, en la pasiva léxica de no pocos predicados verbales.
Con estos presupuestos, el objetivo último de nuestro trabajo es mostrar has-
ta qué punto esta justificación funcional perdura en la Vulgata y ayuda a enten-
der el empleo de determinadas CVS. Para ello voy a analizar todos los ejemplos
del Nuevo Testamento (NT), con especial atención a los evangelios, en los que
una forma griega morfológicamente pasiva es traducida por una CVS latina.

2. Verbos de sentimiento (odi, paenitet, miseret) y defectividad


morfológica

Un primer ejemplo evidente de la justificación funcional de las CVS en el NT


es la traducción del verbo μισέω (Baños & Jiménez 2017b).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 69 — #69

La traducción del griego al latín en el Nuevo Testamento

Desde Plauto y Terencio, junto al verbo odi, morfológicamente defectivo, el


latín documenta dos tipos de colocaciones: aquellas en las que el experimen-
tante del odio se construye como sujeto sintáctico (odium habeo / odium gero
/ odio habeo) y aquellas en las que es el objeto del odio el que se expresa en
nominativo (id odio / in odio mihi est; id mihi in odium venit). Pues bien, este
segundo tipo de colocaciones es mucho más frecuente que el primero³ por una
razón evidente: a falta de una pasiva morfológica, CVS como id (in) odio mihi
est «se convierten en la pasiva léxica de un verbo defectivo como odi» (Baños
& Jiménez 2017b: 66).
Esta justificación funcional, que ilustra muy bien en latín clásico el ejemplo
de Livio odi odioque sum Romanis («odio y soy odiado por los romanos», Liu.
35.19.6) persiste en la Vulgata: en el NT, μισέω en activa se traduce indistinta-
mente por odi o por la CVS odio habeo (esta, sobre todo, cuando el verbo griego
está en perfecto o en futuro), tal como muestra el ejemplo (1), pero Jerónimo
emplea siempre⁴ la CVS odio sum para traducir perífrasis pasivas griegas como
ἔσεσθε μισούμενοι en (2). La traducción de la Vulgata es, por tanto, coherente
con el hecho de que, desde época arcaica, la CVS odio esse es la expresión léxica
de la pasiva de odi:

(1) εἰ ὁ κόσμος ὑμᾶς μισεῖ, γινώσκετε ὅτι ἐμὲ πρῶτον ὑμῶν μεμίσηκεν = Si
mundus vos odit, scitote quia me priorem vobis odio habuit (Ioh. 15.18).

(2) καὶ ἔσεσθε μισούμενοι ὑπὸ πάντων τῶν ἐθνῶν διὰ τὸ ὄνομά μου. καὶ τότε
σκανδαλισθήσονται πολλοὶ καὶ ἀλλήλους παραδώσουσιν καὶ μισήσουσιν
ἀλλήλους = et eritis odio omnibus gentibus propter nomen meum. Et tunc
scandalizabuntur multi et invicem tradent et odio habebunt invicem (Matth.
24.9–10).

Por otra parte, paenitet («arrepentirse») y miseret («compadecerse») son verbos


impersonales de sentimiento con una construcción sintáctica atípica en latín
clásico: la persona que experimenta el sentimiento se expresa en acusativo y la
causa u objeto del arrepentimiento o de la compasión en genitivo. Como verbos
de estado que son, además de impersonales, no tienen pasiva morfológica, por

³ En un amplio corpus analizado (de Plauto a Gelio), se documenta 18 ejemplos de las tres CVS con
el experimentante como sujeto, frente a 83 ejemplos de las tres colocaciones pasivas, cf. Baños &
Jiménez 2017b: 64–65. Tur 2019: 125–198, que analiza muchas más colocaciones, llega a la misma
conclusión.
⁴ Los otros tres ejemplos de odio sum en el NT (Matth. 10.22, Marc. 13.13, Luc. 21.17) reproducen las
palabras textuales de Jesús del ejemplo (2): «seréis odiados por todo el mundo por culpa de mi
nombre». La perspectiva activa de ese mismo predicado («el mundo os odia») es la que ofrece el
ejemplo de (1).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 70 — #70

José Miguel Baños

lo que no cabe la posibilidad de convertir en sujeto a su segundo argumento


(que se expresa además en genitivo).
El griego, que no tiene tales limitaciones, para la expresión del arrepenti-
miento en el NT emplea, entre otros⁵, el verbo μεταμέλομαι, que se traduce al
latín por tres colocaciones distintas: paenitentiam habeo (3), paenitentia motus
(4a) y paenitentia ductus (4b):

(3) ὑμεῖς δὲ ἰδόντες οὐδὲ μετεμελήθητε ὕστερον = Vos autem uidentes nec
paenitentiam habuistis postea (Matth. 21.32).

(4a) ὕστερον δὲ μεταμεληθεὶς ἀπῆλθεν = postea autem paenitentia motus abiit


(Matth. 21.29).

(4b) μεταμεληθεὶς ἔστρεψεν τὰ τριάκοντα ἀργύρια = paenitentia ductus, rettulit


triginta argenteos (Matth. 27.3).

Como se puede ver, los tres ejemplos presentan en griego el morfema -θη-
propio de un aoristo intransitivo. En el primero de ellos (3), con el verbo en
forma personal (μετεμελήθητε), Jerónimo emplea la CVS paenitentiam habeo
con un verbo soporte (habere) que configura habitualmente CVS (dolorem /
odium … habere) que expresan estados y procesos poco controlados (como en
español «tener remordimiento»).
Más interesantes son los ejemplos de (4), por la forma de traducir al latín
el participio de aoristo μεταμεληθείς. En tales casos, puesto que no existe
en latín un participio paralelo de paenitet ni cabe la pasiva morfológica de
paenitentiam habeo (*paenitentia habita), la Vulgata emplea colocaciones con
el sustantivo verbal en ablativo complementando a participios de perfecto de
verbos transitivos de movimiento (ductus, motus, actus)⁶: «arrastrado / movido /
llevado por el arrepentimiento».
Este tipo de colocaciones se documenta en el NT no solo con paenitentia,
sino también, y por las mismas razones, con misericordia: misericordia motus
(«commovido», «compadecido») es, por ejemplo, la traducción sistemática en
el evangelio de Lucas⁷ de la forma verbal griega ἐσπλαγχνίσθη:

⁵ Más frecuente es μετανοέω («arrepentirse», en el sentido de «cambiar de opinión»), que expresa


una acción más controlada, volitiva e intencional y de ahí que se traduzca por una CVS activa
como paenitentiam agere. Para las diferencias entre estos dos verbos y su traducción en la Vulgata,
cf. Baños & Jiménez 2017a.
⁶ La variante paenitentia actus, documentado ya por el jurista Gayo (Inst. 2.168), es la traducción en
el Antiguo Testamento de μεταμεληθέντες (Sap. 19.2) y παρεκλήθησαν (Sap. 21.6).
⁷ Ejemplos similares son Luc. 10.33 y 15.20.

70
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 71 — #71

La traducción del griego al latín en el Nuevo Testamento

(5) καὶ ἰδὼν αὐτὴν ὁ κύριος ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτῇ καὶ εἶπεν αὐτῇ· μὴ κλαῖε
= Quam cum vidisset Dominus, misericordia motus super ea dixit illi: «Noli
flere!« (Luc. 7.13).

Estas construcciones latinas de participio y sustantivos de sentimiento en


ablativo (dolore, timore, iniuria, odio, etc.) son muy frecuentes en los prosistas
de época clásica (Pinkster 2015: 903). La colocación, misericordia (com-)motus,
por ejemplo, está documentada desde Cicerón (Fam. 2.17.6, Inv. 2.153, Mur. 65,
Verr. 2.4.87, Reth. Her. 4.33, etc.). Jerónimo, por tanto, vuelve a emplear como
traducción de las formas griegas un tipo de colocaciones de raigambre clásica.
Un último ejemplo, también con misericordia, en el que una CVS latina
traduce una formal verbal morfológicamente pasiva, es el siguiente:

(6) μακάριοι οἱ ἐλεήμονες, ὅτι αὐτοὶ ἐλεηθήσονται = Beati misericordes, quia


ipsi misericordiam consequentur (Matth. 5.7).

En este pasaje de las bienaventuranzas se contrapone en griego una situación


activa (οἱ ἐλεήμονες) y otra pasiva (ἐλεηθήσονται: «los que se compadecen…
serán también compadecidos»): el griego recurre para la perspectiva pasiva
a una forma de aoristo en -θη-; pero el latín, a falta de una pasiva morfológi-
ca con miseret⁸, emplea una colocación con un verbo como consequi («alcanzar,
conseguir») para señalar de manera léxica que el sujeto es ahora el paciente, el
objeto de compasión.
No se trata, de nuevo, de un ejemplo puntual: aunque consequi no es un
verbo soporte muy frecuente en latín clásico⁹, la CVS misericordiam consequi,
como traducción de formas pasivas del verbo ἐλεέω, se repite en otros pasajes
del NT (Rom. 11.30, Cor. 4.1, Petr. 2.10)¹⁰.

3. Patior y la expresión léxica de la pasiva

Ahora bien, el verbo soporte por excelencia en el NT en CVS que traducen


formas griegas morfológicas pasivas es pati. Para ilustrarlo, basta comparar
los ejemplos paralelos de (7), de nuevo en el contexto de las bienaventuranzas:
⁸ Salvo que se recurra a formas verbales secundarias, tardías o vulgares. Así, en algunas versiones
de la Vetus (Itala) del ejemplo (6) se utiliza bien la pasiva del verbo misereo (ipsi miserabuntur),
bien el verbo deponente misereor con un complemento en dativo (ipsis miserabitur Deus).
⁹ Pero, desde Cicerón, consequor conforma colocaciones con sustantivos abstractos tanto de semán-
tica negativa (dolorem: Fin. 1.32; incommodum: Inv. 2.54, etc.), como positiva (honorem: Flacc. 74;
gloriam: Phil. 14.31, etc.).
¹⁰ También consequi se emplea en otras colocaciones del NT para traducir formas pasivas griegas:
ἐμαρτυρήθησαν = testimonium consecuti sunt (Hebr. 11.2).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 72 — #72

José Miguel Baños

(7a) μακάριοί ἐστε ὅταν ὀνειδίσωσιν ὑμᾶς καὶ διώξωσιν = beati estis cum male-
dixerint uobis et persecuti vos fuerint (Matth. 5.11).

(7b) μακάριοι οἱ δεδιωγμένοι ἕνεκεν δικαιοσύνης = beati, qui persecutionem


patiuntur propter iustitiam (Matth. 5.10).

En (7a), el verbo deponente transitivo persequor es traducción de la activa de


διώκω («perseguir»), pero, cuando el mismo verbo griego en (7b) aparece en
pasiva (δεδιωγμένοι), el latín, ante la imposibilidad morfológica de persequor
de ofrecer una perspectiva pasiva, emplea la colocación persecutionem pati.
Este empleo de patior en colocaciones pasivas es un procedimiento regular
en el latín del NT. Así, en (8), el verbo griego ἀτιμάω («deshonrar, ultrajar») se
traduce en activa mediante una colocación con afficere (8a), que es el verbo por
excelencia para expresar la causatividad léxica en latín (Mendózar 2019), mien-
tras que en pasiva la Vulgata recurre de nuevo a la CVS contumeliam pati (8b):

(8a) κἀκεῖνον ἐκεφαλίωσαν καὶ ἠτίμασαν = et illum in capite vulneraverunt et


contumeliis affecerunt (Marc. 12.4).

(8b) …ὅτι κατηξιώθησαν ὑπὲρ τοῦ ὀνόματος ἀτιμασθῆναι = …quoniam digni


habiti sunt pro nomine Jesu contumeliam pati (Act. 5.41).

En los ejemplos de (8), a falta de un verbo relacionado etimológiamente con


contumelia (*contumelio), el latín, desde época clásica¹¹, emplea colocacio-
nes verbo-nominales tanto para expresar la perspectiva causativa (aliquem
contumelia afficio) como pasiva (contumeliam patior).
La misma situación se da con un sustantivo muy próximo semánticamente
como iniuria¹² que también carece en latín clásico de un verbo latino paralelo
(*iniurio): el verbo griego ἀδικῶ es traducido en activa (9a) por la colocación
causativa iniuriam facere y en pasiva (9b) por iniuriam pati, que presenta como
variante iniuriam sustinere¹³:

(9a) ὁ δὲ ἀδικῶν τὸν πλησίον ἀπώσατο αὐτὸν εἰπών = qui autem injuriam
faciebat proximo, repulit eum, dicens (Act. 7.27).
¹¹ De acuerdo con una búsqueda propia en el corpus de PHI, además de contumelia adficere, son
frecuentes las colocaciones casuativas contumeliam facere y dicere. Para la perspectiva pasiva,
contumeliam (per)ferre y accipere son incluso más frecuentes que contumeliam pati.
¹² En latín clásico, las tres colocaciones causativas más frecuentes son iniuriam facere, iniuria adficere
e iniuriam inferre; y en el caso de las pasivas, además de iniuriam pati, iniuriam accipere e iniuriam
(per)ferre.
¹³ Con un sustantivo similar como calumnia, en el Antiguo Testamento, calumniam sustinere (Deut.
28.29, 28.33, Is. 23.12, Ier. 50.33, psalm. 12.6, 145.6) es más frecuente que calumniam pati (Os. 5.11,
Am. 3.9).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 73 — #73

La traducción del griego al latín en el Nuevo Testamento

(9b) καὶ ἰδών τινα ἀδικούμενον ἠμύνατο καὶ ἐποίησεν ἐκδίκησιν τῷ καταπονου-
μένῳ πατάξας τὸν Αἰγύπτιον = et cum vidisset quemdam injuriam patientem,
vindicavit illum, et fecit ultionem ei qui injuriam sustinebat, percusso Ægyptio
(Act. 7.24).

La misma alternancia facere vs. pati se da en la traducción del verbo βιάζω


(«violentar»), según que una misma formal verbal —βιάζεται— tenga en (10a)
un sentido activo («todo el mundo ejerce violencia contra el reino de Dios»)
y en (10b) un sentido pasivo («el reino de los cielos sufre violencia»):

(10a) ἀπὸ τότε ἡ βασιλεία τοῦ θεοῦ εὐαγγελίζεται καὶ πᾶς εἰς αὐτὴν βιάζεται. =
ex tunc regnum Dei evangelizatur, et omnis in illud vim facit (Luc. 16.16).

(10b) ἡ βασιλεία τῶν οὐρανῶν βιάζεται, = regnum caelorum vim patitur (Matth.
11.12).

Hasta tal punto patior se convierte en un marcador léxico de diátesis pasiva, que
se emplea incluso con verbos latinos que sí presentan una pasiva morfológica.
Un ejemplo paradigmático es scandalizo, préstamo directo del verbo griego
σκανδαλίζω («causar escándalo»). Pues bien, cuando este verbo griego aparece
en el NT en pasiva, para traducir el mismo pasaje, Jerónimo en el evangelio de
Marcos utiliza la pasiva morfológica scandalizabimini (11a) y en el evangelio
de Mateo la colocación scandalum patiemini (11b). Pasiva morfológica y pasiva
léxica son, pues, en este caso intercambiables:

(11a) πάντες σκανδαλισθήσεσθε = Omnes scandalizabimini (Marc. 14.27).

(11b) πάντες ὑμεῖς σκανδαλισθήσεσθε ἐν ἐμοὶ ἐν τῇ νυκτὶ ταύτῃ = Omnes vos


scandalum patiemini in me in ista nocte (Matth. 26.31).

4. Conclusión

Aunque las limitaciones de espacio me impiden añadir no pocos comentarios


y matices, el análisis de los ejemplos del NT en los que una forma verbal
griega morfológicamente pasiva es traducida en la Vulgata por una colocación
verbo-nominal ha puesto de manifiesto hasta qué punto en latín el empleo de
estos predicados analíticos está justificado desde un punto de vista funcional:
la perspectiva pasiva o intransitiva de los predicados griegos solo es posible
verterla en latín mediante colocaciones ya que, o bien los verbos latinos pa-
ralelos son morfológicamente defectivos (odi, paenitet, miseret) o deponentes

73
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 74 — #74

José Miguel Baños

(persequor), o bien no existe en latín un verbo simple paralelo: contumeliam /


iniuriam / vim… patior. Jerónimo, en su búsqueda de una traducción latina más
cuidada y elevada que las versiones previas de la Vetus, acude en tales casos
a colocaciones de raigambre clásica (odio esse; misericordia motus; paenitentiam
habere) o emplea con regularidad un verbo soporte como patior para expresar
léxicamente la diátesis pasiva.

Referencias bibliográficas

Baños, J.M. (2015a): «Bellum gerere y proelium facere: sobre las construcciones con
verbo soporte en latín (y en griego)», en M.T. Muñoz & L. Carrasco (eds.), Miscellanea
Latina, Madrid, Sociedad de Estudios, 227–234.
Baños, J.M. (2015b): «Colocaciones verbo-nominales y traducción del griego al latín: el
Evangelio de san Mateo», en J. Angel Espinós et al. (eds.), Hygíeia kaì gélos: Homenaje
a I. Rodríguez Alfageme, Zaragoza, Pórtico, 61–72.
Baños, J.M. (2018): «Las construcciones con verbo soporte en latín: una perspectiva
diacrónica», en C. Bodelot & O. Spevak (eds.), Les constructions à verb support en
latin, Clermont-Ferrand, PUBP, 21–52.
Baños, J.M. (e.pr.): «Support verbs constructions in Plautus and Terence», en J. N.
Adams, A. Chahoud & G. Pezzini (eds.), Early Latin: Constructs, Diversity, Reception,
Cambridge, CUP.
Baños, J.M. & Jiménez López, M.D. (2017a): «“Arrepentirse” en el Nuevo Testamento en
griego y en latín: el empleo de construcciones con verbo soporte como procedimiento
de traducción en la Vulgata», CFC(L), 37.1, 11–32.
Baños, J.M. & Jiménez López, M.D. (2017b): «“Odiar” en el Nuevo Testamento (odi, odio
sum, odio, habeo): traducción y construcciones con verbo soporte en la Vulgata»,
Euphrosyne 45, 59–78.
Hoffmann, R. (1996): «Funktionsverbegefüge im Lateinischen», en A. Bammesberger
& F. Heberlein (eds.), Akten des VIII internationalen Kolloquiums zur lateinischen
Linguistik, Heidelberg, Winter, 200–212.
Jiménez Martínez, M.I. (2016): Colocaciones y verbos soporte en latín: sintaxis y semántica
de pono, Madrid, UCM (Tesis doctoral).
López Martín, I. (2019): «Las colocaciones verbo-nominales en griego y en latín: una
comparación entre César y Jenofonte», CFC(L) (39.2, 209-225).
Mendózar, J. (2019): La expresión de la causatividad en latín: diátesis léxica y colocaciones,
Madrid, UCM (Tesis doctoral).
Pinkster, H. (2015): Oxford Latin Syntax, vol. i, Oxford, OUP.
Touratier, Ch. (1994): Syntaxe Latine, Lovaina, Peeters.
Tur, C. (2019): Sintaxis y semántica de los nombres de sentimiento en latín: empleos
adverbales y colocaciones, Madrid, UCM (Tesis doctoral).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 75 — #75

Nuevas herramientas digitales para el estudio de


la koiné griega de Egipto*
José Antonio Berenguer Sánchez
Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo (ILC-CSIC)
j.berenguer@csic.es

Resumen: En esta contribución se hace una reflexión sobre los nuevos desarrollos digitales en los
estudios de la koiné, dentro de la lingüística griega. Se fija la atención en las nuevas herramientas
para la consulta de los datos del corpus digital de los papiros griegos, valorando su empleo, así
como sus limitaciones actuales.
Palabras clave: Humanidades digitales, lingüística de corpus, corpus digital, koiné griega, papiros
griegos.

New digital tools for the study of the Greek koiné from Egypt
Abstract: In this contribution, a reflection is made on new digital developments in the studies of
the koiné, within the Greek Linguistics. The attention is fixed on new tools for consulting the data
of the digital corpus of the Greek papyri, evaluating their employment, as well as their current
limitations.
Key Words: Digital Humanities, Corpus Linguistics, digital corpus, Greek koine, Greek papyri.

1. Revolución digital e investigación en Humanidades

Resulta evidente que el fenómeno de la llamada «revolución digital», que


empezó a anunciarse en la década de los 90 del siglo pasado, ha cobrado una
importancia capital en los últimos años y está teniendo una enorme repercu-
sión a todos los niveles en el mundo actual. La investigación en las disciplinas
humanísticas no ha sido una excepción¹. Teniendo en cuenta el diálogo ne-
cesario que está abierto hoy en día en torno a la aplicación y la aplicabilidad
de las llamadas Humanidades digitales, me voy a limitar a hacer una breve
reflexión sobre las posibilidades que ofrecen las tecnologías digitales en los
estudios de lingüística griega², fijando la atención en desarrollos recientes
en uno de los subcorpus digitales del griego antiguo y, más específicamente,

* Las reflexiones y datos de esta contribución responden a los trabajos desarrollados bajo el proyecto
FI2017-9110-P financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
¹ Cf. Fiormonte, Numerico & Tomasi 2015.
² Para un planteamiento reciente de la revolución digital en Filología Clásica cf. Berti 2019.

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José Antonio Berenguer Sánchez

en la repercusión que para el estudio de la koiné griega puede tener la llamada


papirología digital³.

2. Lengua de corpus, corpus digital y lingüística de corpus

Dado que el griego antiguo es una lengua de corpus⁴, es lógico que se haya
beneficiado de una de las grandes aportaciones de las nuevas tecnologías:
la creación de corpus digitales. Las innovaciones en la ordenación, archivo
y consulta digital de grandes cantidades de datos han sido aprovechadas, en
el estudio de distintas lenguas, mediante la conversión de corpus preexisten-
tes a los nuevos formatos o mediante la creación de nuevos corpus. Esto ha
acontecido tanto con corpus de lenguas modernas habladas y escritas, como
de lenguas antiguas de las que solo quedan testimonios escritos. Además, esta
conversión al formato digital ha provocado a su vez un renacimiento y auge
de la llamada Lingüística de corpus (LC)⁵, si bien, aunque en ocasiones se con-
funden, no pueden identificarse todos los estudios que se llevan a cabo sobre
una lengua de corpus con los estudios que realmente se realizan aplicando los
criterios de la LC. Las posibilidades metodológicas de aproximación a los datos
de una lengua de corpus como el griego antiguo pueden ser muy diversas.
De hecho, Emilio Crespo (1996) llamó la atención sobre esta circunstancia,
planteando la necesidad de buscar alternativas metodológicas que permitieran
evitar estudios basados solo en un análisis intuitivo del lingüista. La LC, por su
parte, critica las explicaciones que se apoyan únicamente en un análisis teórico
o «cualitativo» y reivindica el valor y la necesidad de manejar todos los da-
tos disponibles en cualquier corpus, combinando aproximaciones cualitativas
y cuantitativas⁶.

3. Lengua literaria, lengua no literaria y lengua hablada

Otra característica de la LC es la gran relevancia que le confiere al estudio de


la lengua oral⁷. Sin embargo, es evidente que en las lenguas de corpus antiguas
no disponemos de testimonios directos de lengua hablada. Y aquí cabe recordar
³ Concepto cuyo uso se está extendiendo, cf. Reggiani 2017 y 2018.
⁴ Sobre los problemas de estudio de las lenguas de corpus cf. Agud, Fernández Delgado & Ramos
Guerreira 1996.
⁵ Sobre la historia de la LC pueden consultarse las síntesis de Leech 1991 o de Hincapié & Bernal
2018: 35 y ss.
⁶ Hincapié & Bernal 2018: 10.
⁷ Hincapié & Bernal 2018: 11.

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Nuevas herramientas digitales para el estudio de la koiné

también otra observación que hacía Emilio Crespo (1996: 168) al comentar,
como peculiaridad del trabajo con una lengua de corpus como el griego antiguo,
el recurso habitual a los datos procedentes de los textos literarios:

[…] ha producido de hecho ciertas ideas erróneas en algunas épocas de


la historia de la lingüística: desinterés por los rasgos documentados con
poca frecuencia pero muy comunes en la lengua hablada, atribución de
mayor importancia a la manifestación escrita de la lengua, creencia de que
solo la lengua escrita merece la atención de la gramática, y consideración
puramente preceptiva o normativa de la lengua hablada.

En la entrada «Corpus linguistics and Greek» de la Encyclopedia of Ancient


Greek Language and Linguistics, F. Boschetti (2014) hace una interesante sín-
tesis y menciona algunas peculiaridades de la Lingüística de corpus aplicada
al griego antiguo. De su exposición llama no obstante la atención que, al men-
cionar los recursos más importantes, se limite a citar la Perseus Digital Library
(PDL)⁸, el Thesaurus Linguae Graecae (TLG)⁹ y los Pragmatic Resources in Old
Indo-European Languages (PROIEL)¹⁰, pero omita toda referencia a otros corpus
digitales importantes, como el Packard Humanities Institute’s Greek Epigraphy
Project (PHI)¹¹, posteriormente convertido en Searchable Greek Inscriptions,
y el Duke Databank of Documentary Papyri (DDdDP)¹². Puede inferirse que
el motivo de tal omisión es que, frente a los corpus de textos que cita, el
corpus del PHI y el DDbDP reúnen fundamentalmente textos documentales,
no literarios. Es cierto que ni el corpus del PHI ni el del DDbDP presenta-
ban en el momento de publicación del artículo de Boschetti (2014) opciones
existentes en los corpus de textos literarios, como la creación de treebanks¹³,
del tipo del Ancient Greek Dependency Treebank o el Latin Dependency Tree-
bank de la PDL o los del Nuevo Testamento y Heródoto en PROIEL, o bien
la posibilidad de lematización y de conexión con los lemas del diccionario de
Liddell-Scott-Jones que ofrecía la PDL o el TLG. Pero también es cierto que,

⁸ http://www.perseus.tufts.edu/hopper/.
⁹ http://stephanus.tlg.uci.edu/.
¹⁰ https://proiel.github.io/.
¹¹ https://inscriptions.packhum.org/.
¹² http://www.papyri.info/docs/ddbdp.
¹³ Treebank es la designación que recibe un corpus con anotaciones lingüísticas que muestra visuali-
zaciones en forma de árboles sintácticos, generalmente siguiendo el modelo del Prague Dependency
Treebank http://https://ufal.mff.cuni.cz/pdt3.0. Sobre los treebanks en griego antiguo
y latín cf. Celano 2019.

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José Antonio Berenguer Sánchez

con más de 210.000 inscripciones griegas recogidas en el corpus del PHI¹⁴ y con
más de 61.000 papiros en el DDbDP¹⁵, estos corpora ofrecen la posibilidad de
consulta de modo inmediato de ediciones electrónicas de textos no literarios
(en su mayoría), que se caracterizan por mostrar niveles de lengua diferentes,
más próximos a la lengua hablada de cada momento que los ofrecidos por los
textos literarios.
No puedo entrar a valorar aquí el corpus de inscripciones del PHI, que posee
peculiaridades exclusivas y que merece un análisis detenido e independiente¹⁶.
Voy a llamar la atención sobre algunos desarrollos recientes para la consulta
de las ediciones electrónicas de los documentos en papiro del DDbDP. En él se
incluyen textos cuya datación comprende desde el siglo iv a.C. al viii d.C. De
acuerdo con lo que apuntaba en el párrafo anterior, esos textos documentales
en papiro son muy interesantes para el análisis lingüístico de la koiné griega.
Por un lado, a nivel sintáctico, ofrecen construcciones que difieren de las
estructuras conservadoras de los textos literarios. Basta consultar el manual de
Horrocks (2010) para encontrar buenos ejemplos de ello. Por otra parte, a nivel
fonético y morfofonológico, mientras que en los textos literarios las palabras
mantienen sus formas regulares enmascaradas por la ortografía histórica, en los
textos en papiro quedan reflejados a menudo, mediante grafías no canónicas,
los cambios fonéticos y morfofonológicos que se estaban produciendo en la
lengua hablada¹⁷. Por lo tanto, aunque no disponemos de testimonios directos
de lengua hablada, sí podemos contar con posibles indicios de sus variantes
en las grafías no normativas de los textos en papiro. Y esto constituye una
similitud interesante del DDbDP con muchos de los corpus analizados por la LC.
Por otra parte, teniendo en cuenta las observaciones de Boschetti (2014: 392)
sobre los textos literarios, los textos en papiro muestran diferencias relevantes:
su conservación ha sido aleatoria, independiente de los gustos o intereses
de las distintas épocas por las que ha transcurrido la transmisión textual de
los textos literarios; además, no se ven afectados por fenómenos propios de los
géneros literarios, como los arcaísmos o la emulación.

¹⁴ Según el dato proporcionado en https://wiki.digitalclassicist.org/PHI_Greek_Inscrip


tions [acceso 31/10/2019]. En 2007 P. Iversen 2007: 51 mencionaba que ya se habían incorporado al

corpus más de 150.000 inscripciones, y que probablemente se superarían las 200.000 ese mismo año.
¹⁵ En septiembre de 2019 el número total catalogado en el Heidelberg Gesamtvertzeichnis der Griechi-
schen Papyrusurkunden Ägyptens (HGV) https://aquila.zaw.uni-heidelberg.de/search era
de 61.545 papiros.
¹⁶ Por ejemplo, la corrección directa de lecturas de las ediciones originales y la selección en la edición
de las variantes gráficas, que es completamente diferente al que vamos a examinar en el DDbDP.
¹⁷ Sobre la importancia de las grafías de los papiros documentales para el análisis de la koiné griega
cf. Browning 1983: 23–24, Horrocks 2010: 114–115 y especialmente, con un análisis de cómo surge
el fenómeno en el proceso de escritura, Dickey 2009: 150–151.

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Nuevas herramientas digitales para el estudio de la koiné

4. El DDbDP y la importancia del etiquetado de variantes

Una cuestión metodológica sobre la que llama la atención la LC es la necesidad


de un adecuado etiquetado de los textos para su posterior análisis (Hincapié
& Bernal 2018: 57). El DDbDP, como otros corpus que nacieron en formato
electrónico, ha sufrido desde su creación en 1983 cambios importantes en
paralelo al desarrollo de las nuevas tecnologías. J. Sosin (2010) describía es-
tos cambios, consistentes básicamente en sucesivas transformaciones de su
formato (código Beta > lenguaje de marcado SGML > lenguaje de marcado
XML en versión TEI-Epidoc), en el paso de un soporte en CD a una versión
en línea, y en la interoperabilidad con diversos proyectos y aplicaciones, que
suministran datos complementarios sobre las ediciones de papiros y facilitan
distintos modos de consulta de los fondos del DDbDP. Son aplicaciones como
el sistema de búsqueda del Papyrological Navigator (PN)¹⁸, el ya citado catálogo
del HGV, el proyecto Trismegistos (TM)¹⁹, etc. Para el tema que nos ocupa, cabe
destacar una característica fundamental en el formato actual del DDbDP: la
conservación y distinción de las grafías que aparecen en los textos y de las
formas normativas a las que corresponden esas grafías. Las formas regulares
correspondientes han sido recogidas tradicionalmente tanto en los aparatos
críticos de las ediciones, como en los propios textos mediante el denominado
sistema de Leiden (resolución de lagunas entre corchetes cuadrados, inclusión
de letras omitidas entre corchetes angulares, resoluciones de abreviaturas entre
paréntesis, etc.). De modo que, aprovechando el marcado de texto mediante
XML en la versión TEI-Epidoc, se han etiquetado todas las correcciones que
aparecen en las ediciones impresas de los papiros, ya sea en aparato crítico
o en el propio texto, como correcciones a las grafías irregulares propias de esos
textos. Por lo tanto, están etiquetadas tanto formas regulares como formas
ocasionales, que a menudo reflejan la pronunciación real de la palabra. Este
etiquetado ha resultado posible gracias al alto nivel de formalización desarro-
llado por los editores de textos papirológicos. Así pues, podemos contrastar en
un gran número de palabras la grafía fonética, que refleja la variación fonética
o morfofonológica de la lengua hablada, con su equivalente normativo propio
de la lengua escrita. Esto constituye una interesante vía de estudio, mediante
un equivalente próximo al análisis de variantes de la lengua oral de los corpus
modernos, que reivindica la LC.

¹⁸ http://www.papyri.info/search [acceso octubre de 2019].


¹⁹ https://www.trismegistos.org/index.php [acceso octubre de 2019].

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José Antonio Berenguer Sánchez

5. Análisis cuantitativo y cualitativo

Como señalábamos, la LC parte de la reivindicación de un manejo completo de


los datos y de la complementariedad de los análisis cualitativos y cuantitativos.
De ahí la importancia que se da en esta metodología a la cuantificación y al dato
estadístico. No obstante, una dificultad obvia para el lingüista es la necesidad de
capacidades y conocimientos tecnológicos en el manejo de los datos contenidos
en un corpus digital, o bien la posibilidad de acceso a aplicaciones que permitan
tal consulta. Cabe citar por ello dos recursos recientes que tienen gran interés:
Trismegistos Irregularities (TMI)²⁰ y Trismegistos Words (TMW)²¹. A ambos,
cabe añadir el previamente existente Trismegistos People (TMP)²², que permite
la consulta de todas las variantes de nombres propios que aparecen en la
documentación del Egipto ptolemaico y romano.
En TMI es posible encontrar tablas de frecuencia de todas las correcciones
que aparecen en las ediciones de papiros recogidas en el DDbDP²³, tanto en
el aparato crítico como en el propio texto. Así, es posible acceder²⁴ a 131.348
correcciones modernas, que se clasifican en una lista de 1081 tipos diferentes de
irregularidad. Los primeros puestos de ese listado por número de correcciones
los ocupan el empleo de 〈ι〉 en lugar de 〈ει〉 (17.322 correcciones), el uso de
〈ει〉 en lugar de 〈ι〉 (11.771 correcciones), el empleo de 〈ο〉 por 〈ω〉 (6.014), el
empleo de 〈ω〉 en lugar de 〈ο〉 (4.874), el uso de 〈ε〉 en lugar de 〈αι〉 (3.343), o la
omisión de 〈ο〉, con 1.725 propuestas de corrección. Aparte de la posibilidad de
búsquedas, se pueden ordenar los datos y extraer información por contextos,
fechas, lugares, etc. Resulta interesante que los editores no han recurrido
a una clasificación fonética, fonológica o morfológica de los fenómenos, sino
simplemente gráfica. No se habla así de elisiones, contracciones, itacismos
o pérdidas de cantidad, sino de los hechos gráficos que reflejan tales fenómenos:
la omisión, el añadido o el intercambio de uno o más grafemas por otro u otros
grafemas.
En TMW se ofrecen los resultados del etiquetado de 4.513.494 palabras,
que en septiembre de 2016 estaban recogidas en el DDbDP, con información
de su clasificación morfológica, lema base e identificación como parte del
discurso. Esto permite la consulta de todas las variantes de una misma palabra,
identificando sus variantes morfológicas y gráficas, así como su índice de

²⁰ https://www.trismegistos.org/textirregularities/.
²¹ https://www.trismegistos.org/words/index.
²² https://www.trismegistos.org/ref/index.
²³ Cf. una explicación detallada, además de en la propia página web, en Depauw & Stolk 2015.
²⁴ En la sección «List types» https://www.trismegistos.org/textirregularities/texirr_typ
e_list.php [acceso 18/08/2019].

80
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 81 — #81

Nuevas herramientas digitales para el estudio de la koiné

frecuencia y su traducción básica. Además, es posible llevar a cabo restricciones


por tipo de documento, tipo de soporte o procedencia.
En consecuencia, estas nuevas herramientas permiten consultar rápidamente
datos cuantitativos que permiten revisar las características de la koiné egipcia
recogidas en gramáticas y estudios previos. Pero también pueden ofrecernos
nuevos enfoques con nuevos interrogantes. Por ejemplo, en el listado de TMI de
formas con omisión de 〈‑ι‑〉 se recogen 86 ejemplos delante de 〈‑ου〉 (83 de ellos
corresponden a terminaciones de genitivo singular de la segunda declinación)
y 73 delante de 〈‑o‑〉. Habitualmente los ejemplos de la terminación ‑ίου > ‑ου
se explican como resultado de una sinicesis de [i] > [j] (Mayser 1970: 126 y ss.,
Gignac 1976: 302 y ss.). De los 73 ejemplos de omisión delante de 〈‑o‑〉 ‑ίο
> ‑ο, en cambio, solo aparece citado alguno como dato adicional al tratar la
sinicesis en las gramáticas. Lo curioso es que 36 de ellos, que suelen pasarse
por alto, corresponden al genitivo singular de nombres egipcios declinados por
la tercera, con nominativo ‑ις y genitivo ‑ιος > ‑ος, tipo Bῆσις, Βήσ〈ι〉ος.
En cambio, suele citarse en ese tipo de nombres propios otra variante ‑ις
(ΤΜΙ recoge hasta 628 ejemplos), en lugar de ‑ιος, que se interpreta o bien
como resultado de una pérdida de ‑o‑ equivalente a la que se produce en el
nominativo Δημήτριος > Δημήτρις, ο bien como un uso no flexivo de la forma
correspondiente al nominativo (Mayser 1970: 130, Gignac 1981: 78). Pues bien,
los listados de TMI nos permiten constatar la existencia de esos 36 nombres
propios egipcios con grafías de genitivo del tipo Βῆσος, como variante que
habría coexistido con Βήσιος y Βῆσις. Pero también 11 ejemplos de nombres
propios no egipcios de la segunda con grafías de nominativo tipo Δημήτρος,
variante de Δημήτριος y Δημῆτρις. Todas estas variantes, que hasta ahora no
se planteaban de modo conjunto en las gramáticas, requieren por lo tanto una
explicación conjunta²⁵.

6. Limitaciones actuales y conclusiones

Cabe pensar en una aplicación creciente de estas herramientas digitales, que


favorecerá nuevos enfoques en los estudios sobre la koiné²⁶. Además, su aplica-
ción pone en evidencia la importancia de un elemento esencial en el análisis
²⁵ Aquí planteo este problema, para el que daré una interpretación en otro trabajo que se halla en
curso.
²⁶ Probablemente un ejemplo fundamental será el proyecto Digital Grammar of Greek Documentary
Papyri https://researchportal.helsinki.fi/en/projects/digital-grammar-of-greek-
documentary-papyri de Marija Vierros, financiado con fondos europeos. No obstante, aunque

ofrece perspectivas atractivas, no es posible todavía hacer una valoración, debido al estado de
ejecución en el que aún se encuentra.

81
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 82 — #82

José Antonio Berenguer Sánchez

filológico, la variante textual, que puede trascender el análisis individualizado


y contemplarse desde enfoques cuantitativos o estadísticos²⁷. No obstante, con-
viene llamar la atención sobre algunas limitaciones importantes que todavía
tienen tales herramientas y que sería deseable que fueran superándose median-
te una mejora del etiquetado de este corpus digital. Aparte de los errores que
pueden esperarse en cualquier programa en desarrollo, quizá lo más importante
es que, efectivamente, TMI proporciona una gran cantidad de datos, pero no
todos los datos de grafías irregulares presentes en el corpus. Se apoya solo
en las correcciones que aparecen en las ediciones, pero no en el etiquetado
completo y riguroso de todas las grafías irregulares. Como es sabido, pese
a su frecuente resolución en las ediciones, debido a su número y variedad, así
como a las propias características de las ediciones y los distintos criterios de
los editores, no todas las grafías aparecen realmente resueltas. Por este motivo,
si en algún momento pudiera llegarse a regularizar y completar el etiquetado
de todas las grafías, tal vez mediante recursos de inteligencia artificial, los
resultados serían mucho más fiables y aún más relevantes.

Referencias bibliográficas

Agud, A., Fernández Delgado, J. A. & Ramos Guerreira, A. (eds.) (1996): Las lenguas
de corpus y sus problemas lingüísticos, Madrid, Ediciones Clásicas, Universidad de
Salamanca.
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Revolution, Berlín – Boston, De Gruyter.
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Encyclopedia of Ancient Greek Language and Linguistics, Leiden/Boston, Brill, 391–394.
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Tool for Quantitative Study», Greek, Roman, and Byzantine Studies 55, 196–220.
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Fiormonte, D., Numerico, T. & Tomasi, F. (2015): The Digital Humanist: A Critical Inquiry,
Nueva York, Punctum Books.
²⁷ Cabe suponer su aplicación también en el caso de los textos literarios. Herramientas recientes
como The Chicago Homer http://homer.library.northwestern.edu/ parecen apuntar en esa
dirección.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 83 — #83

Nuevas herramientas digitales para el estudio de la koiné

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Reggiani, N. (2018): Digital Papyrology II, Case Studies on the Digital Edition of Ancient
Greek Papyri, Berlín – Boston, Walter de Gruyter.
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//www.stoa.org/archives/ 1263 [acceso: 26/10/2019].

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Ἅμα en los escolios de Aristófanes*


Javier Bilbao-Ruiz
Upv-Ehu
javier.bilbaor@ehu.eus

Resumen: En este trabajo se estudia el adverbio ἅμα en los escolios de Aristófanes, prestando
atención a su uso nocional como adverbio de simultaneidad y a su uso conjuntivo. El ejercicio es
interesante porque ἅμα es un término técnico de la escoliografía griega usado en ocasiones para
designar el sentido de la oportunidad —καιρός— del poeta.
Palabras clave: ἅμα, adverbio, καιρός, Aristófanes, scholia.

ἅμα in Scholia of Aristophanes


Abstract: In this paper the adverb ἅμα is studied in the scholia of Aristophanes, paying attention
to its notional usage as an adverb of simultaneity and to its conjunctive usage. The exercise is
interesting because ἅμα is a technical term of greek scholiography used sometimes to designate
the sense of opportunity —καιρός— of the poet.
Key Words: ἅμα, adverb, καιρός, Aristophanes, scholia.

1. Introducción

En este trabajo se estudian los valores como adverbio adjunto y conjunto de


ἅμα que se aprecian en sus circa ciento y treinta apariciones en los scholia
vetera de Aristófanes. El objetivo no es tanto la descripción de esos valores,
puesto que coinciden en lo fundamental con los señalados por Conti Jiménez
(2012), cuanto mostrar una pauta de la exégesis aristofánica, dado que ἅμα es un
término técnico de la escoliografía griega (Nünlist 2009: 369) que en ocasiones
* Es un honor participar en este merecido homenaje que la Filología Clásica rinde a Don Emilio
Crespo Güemes, σοφότατος ἄνθρωπος ἅμα καὶ τρανέστατος φιλολόγος, pues la disciplina debe
mucho a su magisterio. En efecto, la importante labor desarrollada por el profesor Crespo —labor
que, sin duda, seguirá siendo fructífera durante muchos años— lega a las generaciones venideras
un buen número de traducciones de textos muy notables, así como numerosos y sobresalientes
estudios entre los que, por supuesto, destacan los dedicados a la lingüística del griego.
En este sentido, cabe destacar la influencia de su trabajo, cf. Crespo Güemes 2009, 2011, 2014,
2015 para impulsar el interés por los adverbios conjuntivos en griego antiguo, tal y como se constata
en los muchos estudios de publicación reciente que analizan el uso conjuntivo de adverbios como
ἔπειτα, cf. Jiménez Delgado 2014, ὅμως, cf. Redondo Moyano 2012, ὁμοίως, cf. Maquieira Rodríguez
2014, Redondo Moyano 2015, οὕτως, cf. Fornieles Sánchez 2013, Redondo Moyano 2014 o ἅμα, cf.
Conti Jiménez 2012, entre otros.

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Javier Bilbao-Ruiz

implica la presencia, al menos en el caso de los escolios de Aristófanes, de un


determinado tipo de καιρός¹.
Por supuesto, «ἅμα expresa la relación de simultaneidad entre las proyec-
ciones múltiples de un mismo evento o entre las proyecciones de dos o más
eventos» (Conti Jiménez 2012: 50), lo que sirve bien a los escoliastas para
comentar aquellos pasajes de las comedias de Aristófanes en los que se percibe
más de un posible significado, como sucede, por ejemplo, con los dobles senti-
dos, y también para sumar interpretaciones en aquellos lugares susceptibles
de ser entendidos de varias maneras.

2. Uso nocional

El uso no técnico de ἅμα, esto es, cuando la presencia del adverbio en el escolio
no guarda relación directa con la interpretación del texto, es ocasional. De
hecho, solo se constata en unos pocos comentarios que, como en (1), tratan
de definir el significado de una palabra o se limitan a parafrasear el texto de
Aristófanes (2):

(1) α. […] ὁμορροθεῖν κυρίως τὸ ἅμα καὶ συμφώνως ἐρέσσειν. νῦν δὲ […].
(«a. […] ὁμορροθεῖν significa “remar simultánea y armónicamente”. Pero
ahora […]», schol. Av. 851dα).

(2) […] ἀπὸ μεταφορᾶς τῶν ἐρίων· […], οὕτως, φησίν, καὶ ἐπὶ τῶν κεκολλημένων
ταῖς ἀρχαῖς ὀφείλετε ἀποχωρίζειν, καὶ εὔνοιαν πρὸς ἀλλήλους ἔχειν ἅμα.
(«[…] de una metáfora de las lanas; […], así, dice, también vosotros debéis
separar a los que se han pegado a las instituciones de poder y, al mismo
tiempo, tener una buena disposición de ánimo los unos hacia los otros»,
schol. Lys. 577a)².

En los escolios de Aristófanes, ἅμα suele aparecer con valor técnico para reflejar
la relación de simultaneidad que se percibe entre las palabras de los actores
y las acciones que estos representan en escena, como sucede, por ejemplo,
en (3), cuando el semicoro de mujeres de la comedia Lisístrata, al grito de «a
tu trabajo, Aqueloo», arroja el agua de sus cántaros sobre las antorchas que
portan los ancianos:

¹ En teoría literaria, καιρός alude al sentido de la oportunidad del poeta, una facultad importante
porque no se puede aprender, sino que debe ser innata en el vate. Sobre el concepto de καιρός,
cf. Tréde 1992, Stephenson 2005. Sobre la aplicación de la doctrina del καιρός en los escolios
homéricos, cf. Calvani 2000. Para los escolios de Aristófanes, cf. Bilbao Ruiz 2017: 130–139.
² Cf., también, schol. Eq. 1070a, schol. V. 1221, schol. Ra. 1427a, schol. Pl. 165c, 290a.

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Ἅμα en los escolios de Aristófanes

(3) τὸ ὕδωρ ἅμα καταχέουσιν. ταῖς κάλπισι δέ παρακελεύονται. («Al mismo


tiempo [sc. que dicen esto] arrojan el agua. Con los cántaros se animan entre
ellas», schol. Lys. 381)³.

La relación de simultaneidad se suele expresar con una oración independiente


combinada con una construcción de participio (Conti Jiménez 2012: 52–53). Esto
suele suceder en las notas que comentan pasajes como el de la confección del
myttotós de Pólemos en los versos 236–288 de La Paz, donde la correspondencia
entre acción y discurso marca el devenir de la escena.
Lo normal es leer ἅμα ταῦτα λέγων + oración principal, como se ve en (4),
ο lo contrario, ἅμα y participio + ταῦτά φησι como oración principal, como
sucede en (5):

(4) ἅμα ταῦτα λέγων ὁ Πόλεμος σκόροδα βάλλει εἰς τὴν θυείαν, […] («Al tiempo
que dice esto [sc. Mégara], Pólemos pone los ajos en el mortero, […]», schol.
Pax 246aα).

(5) πόλις λακωνική. ἅμα δὲ πράσον ἐμϐάλλων ταῦτά φησιν. […] («[sc. Prasias]
es una ciudad laconia. Y al mismo tiempo que pone el puerro, dice esto. […]»,
schol. Pax 242a)⁴.

Notables son los casos en los que, al hilo de lo que se dice, se asume una
bofetada, tal y como se puede comprobar en (6) y en (7), en rigor un ejemplo
de ἅμα en combinación con el dativo⁵:

(6) ἅμα κόνδυλον τῷ παιδαρίῳ δίδωσι διὰ τὸ νεώτερον ὂντα μὴ φροντίζειν


(«Al punto da una bofetada al muchachito, porque, al ser demasiado joven,
carece de sensatez», schol. V. 251a).

(7) παρεπιγραφή· ἅμα γὰρ τῷ εἰπεῖν δίδωσιν αὐτῷ τὸν κόνδυλον («Anotación
escénica⁶: pues junto con lo que dice le da la bofetada», schol. Pax 256)⁷.

³ Cf., también, schol. Ach. 1082a, schol. Pax 254b, schol. Av. 668, schol. Th. 756.
⁴ En los escolios de Aristófanes, ἅμα siempre subraya la simultaneidad entre las acciones y las
palabras, si bien el sentido común induce a pensar que dicha simultaneidad no es perfecta, de
manera que la palabra puede anteceder o suceder ligeramente a la acción. Cf. Conti Jiménez 2012:
53–54.
⁵ La combinación de ἅμα con el dativo es habitual. Cf. schol. Eq. 84b, 400, 419a, 449a(I), 519c, 710c,
schol. Nu. 28a, 247a, 508, schol. V. 787b, schol. Pax 459d, 616c, schol. Av. 166b, 507a, 1570, schol.
Lys. 106c, schol. Ra. 160, 512c, schol. Pl. 179d. La combinación con el genitivo es más ocasional.
Cf. schol. Eq. 55a(III), schol. Ra. 84d.
⁶ Los escoliastas asumen que el propio texto contiene una indicación para representar la escena.
Sobre la noción de παρεπιγραφή, cf. Nünlist 2009: 362–364.
⁷ Cf. también schol. Av. 1017b, 1018b y 1397α.

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Javier Bilbao-Ruiz

3. Uso conjuntivo

En su uso conjuntivo, ἅμα suele aparecer en combinación con conjunciones


o partículas coordinantes para reunir en el sintagma palabras de una misma
clase gramatical como verbos (8), adjetivos (9) o adverbios (10):

(8) χορεύουσιν ἅμα καὶ κόρδακα ἐνδείκνυνται, […] («Danzan y además exhiben
un kórdax, […]», schol. Ach. 346a).

(9) ὅτι καὶ δριμύτεροι ἅμα καὶ ἰσχνότεροι γίνονται οἱ λιμῶττοντες, ὡς σφῆκες.
(«porque los que tienen hambre se vuelven más violentos y, además, más
delgados, como avispas», schol. Pl. 561c).

(10) διαϐάλλει τοὺς Μεγαρέας […]. ἀστείως δὲ ὁ Μεγαρεὺς ἅμα καὶ περιπα-
θῶς ταῦτα ζητεῖ παρὰ τοῦ Δικαιοπόλιδος ἃ πρότερον οἱ Μεγαρεῖς ἄλλοις
παρεῖχον. («Ataca a los megarenses […]. De un modo gracioso, y también
sentido, el Megarense pide a Diceópolis los productos que antes poseían los
megarenses», schol. Ach. 813a).

En cuanto a la coordinación oracional, el significado relacional de ἅμα es


siempre aditivo (Conti Jiménez 2012: 61–63, 65), lo cual se ve bien en las notas
que suman las posibles explicaciones que, una a una o todas a la vez, se deben
observar para la comprensión óptima de un pasaje determinado. En general,
hay que entender la elisión de un verbo de tipo φησί, de manera que ἅμα se
introduce para explicar por qué se ha dicho lo dicho, como se aprecia en (11)
y en (12), donde ἴσως revela que se trata de una hipótesis del anotador:

(11) παίζει ὡς ἐν κωμῳδίᾳ καταδικάζων τὸν Λάϐητα κυνείῳ θανάτῳ. ἅμα δέ, ὅτι
καὶ χαλεπός ἐστιν ὁ τοῦ κυνὸς θάνατος· δυσχερῶς γὰρ ἀφίησι τὸ πνεῦμα
(«Hace un chiste propio de la comedia condenando a Labes a una muerte
perruna. Y, además, [sc. dice esto], porque la muerte del perro también es
penosa: pues el espíritu se marcha de manera trabajosa»⁸, schol. V. 898).

(12) ἀντὶ τοῦ «πελασγικέ». ἅμα δὲ ἴσως καὶ παρὰ τὸν πέλαργον, καὶ ὅτι ὁ Πο-
σειδῶν πελάγους ἒφορος («[sc. dice πελαργικέ] en lugar de πελασγικέ. Y,
además, quizá también [lo dice] derivando el nombre de πέλαργον (“cigüe-
ña”), y porque Posidón es regente del mar (πελάγους)», schol. Av. 868b).

⁸ Labes es un perro, de modo que es oportuno que Filocleón piense en una «muerte perruna» para
él. Sin embargo, «muerte perruna» alude a un tipo de muerte que Hesiquio (κ. 4571) considera
ἄγαν φοϐερόν —cf., también, schol. Eq. 289b— y de ahí surge también la conveniencia de usar
dicha expresión.

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Ἅμα en los escolios de Aristófanes

Como deja ver este ejemplo, en ocasiones ἅμα καί parece encubrir interpola-
ciones de una segunda mano que añade explicaciones que pretenden completar
el sentido de notas anteriores. Esto se ve bien en (13) y en (14)⁹:

(13) 22a: «Σταμνία» καὶ «Στάμνους» τοὺς ἀμφορεῖς τοῦ οἴνου φασίν. 22bβ:
παίζει ἅμα καὶ πρὸς τὸ σχῆμα ὅτι «υἱός εἰμι Σταμνίου» («22a: Llaman
σταμνία y στάμνους a las ánforas de vino. 22bβ: Y, además, en relación con
la expresión: “soy hijo de Estamnio” bromea», schol. Ra. 22ab).

(14) 929b: τοῦτο ὁ θεράπων σκώπτων λέγει. 929c: ἅμα καὶ μιμεῖται τὰ παρ’
αὐτοῦ ἄνω εἰρημένα (v. 918) («929b: El esclavo dice esto burlándose. 929c:
Y, además, imita lo que ha dicho el otro [sc. el sicofanta] arriba (v. 918)»¹⁰,
schol. Pl. 929bc).

Desde el punto de vista de la escoliografía aristofánica, los ejemplos más


interesantes de καιρός aparecen cuando se analiza el uso relacional aditivo de
carácter distributivo que cabe esperar de expresiones como ἅμα μέν… ἅμα δέ…,
ἅμα δὲ καί… καί…, ἅμα μέν… καί…, etc. Así, por ejemplo, en (15) se pondera
el rendimiento cómico de una paronomasia y en (16) la idoneidad de una
expresión que admite ser entendida de dos maneras diferentes o cuyo valor
cómico solo se llega a apreciar en todo su potencial, si se entienden ambos
significados:

(15) ἴσως αὐτοῖς ἐπέκειντο κατ’ ἐκεῖνο καιροῦ οἱ Κορίνθιοι. παρονομάζει δὲ


παίζων ἅμα μὲν πρὸς τὸ «κόρεων», ἅμα δὲ καὶ διὰ τὸν πόλεμον, ὅτι ἐχθροὶ
ἦσαν Ἀθηναίων Κορίνθιοι («Quizás en aquel tiempo les atacaban los corin-
tios. Y haciendo un chiste altera el nombre [sc. corintios], por una parte, por
lo de κόρεων (“de los chinches”) y, por otra parte, por la guerra, porque los
corintios eran enemigos de los atenienses», schol. Nu. 710a).

(16) οἱ γὰρ θέλοντες θεωρεῖν προκαταλαμϐάνουσιν ἑαυτοῖς τόπους· «εἰς Ἴσθμια»


δὲ εἴρηκεν, ἅμα ὅτι καὶ ἀγὼν ἰσθμιακός, καὶ διὰ τὴν στενότητα τοῦ αἰδοίου
τῆς πόρνης, διὸ καὶ εἶπε «τῷ πέει σκηνὴν ποιῶ»· στενὸς δὲ καὶ ὁ Ἰσθμός.
[…] («Pues los que desean contemplar el espectáculo acuden de antemano

⁹ Valorar si la explicación introducida con ἅμα καί se corresponde con un añadido de una mano
diferente no es fácil. Cf. schol. Ach. 808, schol. Eq. 78a(II), 289a, 437a(II), 481a, 874, 969a(I), 979a(II),
1293, schol. Nu. 225b, 247bβ, 674bαβ, 1237a, 1238a, 1272a, 1273a, schol. V. 152c, 502c, 772b, 841,
983c, 1037, 1349, 1377, 1513a, schol. Pax 117aα, 289a, 640, 665c, 885a, 908c, 1031b, 1131c, 1349, schol.
Av. 111c, 158a, 556b, 1020, 1261, 1493, schol. Lys. 735, 943b, schol. Th. 745, schol. Ra. 501c, schol. Pl.
253dα, 1153–1154.
¹⁰ En el verso 929 Carión repite las palabras —οὔκουν ἐκεῖνός εἰμ’ ἐγώ;— que el sicofanta ha dicho
en el verso 918, de manera que las vuelve contra él; se trata de un recurso habitual de la comedia
aristofánica que MacDowell, 1971: 259, n. ad V. 989, denominó boomerang joke.

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Javier Bilbao-Ruiz

para asegurarse el sitio. Ha dicho “a los juegos del estrecho”, por una parte,
porque hay una competición ístmica [sc. los juegos Ístmicos], y por la estre-
chez del sexo de la prostituta, por esto también ha dicho “hago una tienda
para la polla”; y el Istmo también es estrecho. […]», schol. Pax 879d)¹¹.

Aunque ἅμα suele aparecer para explicar cualquier tipo de ambigüedad y de


doble sentido, lo cierto es que, tal y como muestra el último comentario, existe
una cierta tendencia a usar el adverbio para explicar chistes de tipo sexual
construidos por medio de dobles entendidos, como se ve en (17) y en (18):

(17) ὑμῖν δ’ ἐστὶν ὁ φαλλὸς κατασχετέος, βαστακτέος, ἑπομένοις τῇ κανηφόρῳ.


ἅμα δὲ καὶ πρὸς τὸ κακέμφατον, ὅτι ὁ φαλλὸς ἵστατο πρὸς μίμησιν τοῦ
αἰδοίου. καὶ τοῦτο δὲ παίζει κωμικῶς, λέγων τὸν φαλλὸν ὀρθὸν κατέχειν
ὄπισθεν τῆς παρθένου («[Esto es,] “el falo debe ser llevado en alto, debe ser
sostenido, por vosotros que seguís a la canéfora”. Además, [dice esto] por el
sentido indecente, porque el falo se presentaba en representación del pene.
Y bromea en relación con esto a la manera propia de la comedia, cuando
dice que lleven el falo tieso detrás de la muchacha», schol. Ach. 259a).

(18) τὸ «νέα» ἀντὶ τοῦ ἡϐῶσα, ἢ αὐξομένη ἕξει παχεῖαν καὶ μεγάλην οὐράν·
τοὺς γὰρ μείζονας λοιπὸν χοίρους δέλφακας ἐκάλουν. ἅμα δὲ καὶ ὡς ἐπὶ
κόρης παίζει, ὅτι ἕξει μεγάλην οὐράν, τὴν τοῦ ἀνδρὸς πόσθην. αἰνίττεται
δὲ εἰς τὸ κακέμφατον («[Dice] lo de “joven”, en lugar de “siendo púber”,
o cuando crezca tendrá una cola gruesa y grande; pues llamaban δέλφακας
a los cerdos ya crecidos. Además, bromea como si hablara de una muchacha,
porque lo de tendrá una cola grande [se refiere] al pene del hombre. Hace
alusión velada a lo indecente», schol. Ach. 786a).

4. Conclusiones

Del estudio realizado derivan las siguientes conclusiones:

1. En los escolios de Aristófanes, ἅμα se emplea como adverbio de simulta-


neidad y como adverbio conjuntivo, si bien en este caso se aprecia bien
el significado nocional.
2. En el uso nocional, ἅμα, que aparece casi siempre en oraciones de parti-
cipio, alude a la confluencia entre lo que dicen los actores y sus acciones
en escena.

¹¹ Cf., también, schol. Ach. 792a, schol. Eq. 197d, 313a, schol. Nu. 730d, schol. V. 969, 1161, schol. Pax
171aα, 231b, 678, 885a, 908dα, schol. Av. 670, schol. Ra. 140b, 423b, 775b, schol. Pl. 27c.

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Ἅμα en los escolios de Aristófanes

3. En el uso conjuntivo, ἅμα refuerza siempre la coordinación. En la mayoría


de las ocasiones, el adverbio muestra un carácter relacional aditivo que
sirve a los escoliastas para añadir explicaciones del mismo rango que sir-
ven para enriquecer la comprensión del texto. Por otra parte, ἅμα también
muestra un carácter relacional aditivo-distributivo que implica la con-
fluencia de significados que el anotador percibe al mismo tiempo operando
en un mismo pasaje¹². Es en este segundo caso donde mejor se percibe el
καιρός aristofánico.
4. El καιρός aristofánico es variado, si bien en los escolios se constata una
cierta tendencia a recurrir a ἅμα para explicar chistes de carácter sexual
basados en el doble sentido.

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¹² La diferencia entre el carácter relacional aditivo y el aditivo-distributivo radica en que en el
primer caso las apreciaciones son más hipotéticas e incluso pueden deberse a opiniones de
personas distintas, mientras que en el segundo caso las apreciaciones son más precisas y parecen
corresponderse con reflexiones de una misma persona o con la síntesis de notas previas que
pudieron contener diversos ἅμα aditivos.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 92 — #92

Javier Bilbao-Ruiz

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 93 — #93

Κακὸν ὀσσομένη (Hom. Il. 24.172): Un caso di


reinterpretazione narrativo-formulare?
Ombretta Cesca
Université de Lausanne
ombretta.cesca@unil.ch

Sommario: L’articolo propone d’interpretare l’espressione κακὸν ὀσσομένη in Hom. Il. 24.172 alla
luce non del rapporto etimologico tra le forme presenti del verbo ὄσσομαι, «vedere (con la mente)»
e il duale ὄσσε, «gli occhi», ma come una reinterpretazione semantica basata sul termine ὄσσα,
«voce», «diceria» e «messaggera di Zeus» in Hom. Il. 2.93–94. Tale reinterpretazione sarebbe
favorita dall’apparato formulare iliadico e dallo specifico contesto narrativo di Hom. Il. 24.172.
Parole chiave: Poemi omerici, ὄσσομαι, ὄσσα, reinterpretazione, formularità.

Κακὸν οσσομένη (Hom. Il. 24.172): Semantic reinterpretation,


formularity, and narration
Abstract: This paper proposes an interpretation of the syntagma κακὸν ὀσσομένη in Hom. Il.
24.172. Rather than on the base of the etymological link between the present forms of ὄσσομαι,
«see (with the mind’s eye)» and the dual ὄσσε, «the eyes», κακὸν ὀσσομένη can be explained as
a semantic reinterpretation on the base of ὄσσα, «voice», «rumour», and «messenger of Zeus» in
Hom. Il. 2.93–94. The semantic reinterpretation is made possible by the Iliadic formular network
and the specific narrative context of Hom. Il. 24.172.
Key Words: Homeric poems, ὄσσομαι, ὄσσα, reinterpretation, formularity.

1. Introduzione

θάρσει Δαρδανίδη Πρίαμε φρεσί, μὴ δέ τι τάρϐει·


οὐ μὲν γάρ τοι ἐγὼ κακὸν ὀσσομένη τόδ’ ἱκάνω
ἀλλ’ ἀγαθὰ φρονέουσα· Διὸς δέ τοι ἄγγελός εἰμι,
ὅς σευ ἄνευθεν ἐὼν μέγα κήδεται ἠδ’ ἐλεαίρει
(Hom. Il. 24.171–174).

«Abbi coraggio in cuore, Priamo figlio di Dardano, e non aver paura. Non
vengo qui annunciandoti (?) un male, ma avendo in animo cose buone. Ti
sono messaggera di Zeus, che pur da lontano molto si dà pensiero e ha
compassione di te¹».

¹ I passi tratti dall’Iliade e dall’Odissea sono citati a partire dall’edizione oxoniense di D. B. Monro
e T. W. Allen, Homeri Opera (1920 per l’Iliade, 1917 e 1919 per l’Odissea). Salvo diversa indicazione,
le traduzioni in italiano sono personali.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 94 — #94

Ombretta Cesca

Con queste parole, nel ventiquattresimo libro dell’Iliade, Iris rassicura il vec-
chio Priamo. La dea sta svolgendo una missione su ordine di Zeus, impegnato
a sua volta a orchestrare la restituzione del corpo di Ettore. Il tono di Iris in
questo passo è assertivo ma benevolo, e il senso generale della sua affermazione
è sufficientemente chiaro. Meno immediato da cogliere, tuttavia, è il signifi-
cato preciso del verbo ὄσσομαι —generalmente «vedere (con la mente)»— in
questo specifico passo omerico. Ne sia testimonianza la varietà di traduzioni
proposte: «guardare»², «vedere»³, «prevedere» o «presagire»⁴, «portare scia-
gura»⁵ o, ancora, «annunciare»⁶. Proprio sulla possibilità di rendere ὄσσομαι
con «annunciare» o, più in generale, con un verbum dicendi, mi soffermerò
nelle pagine che seguono, nella speranza che questo breve articolo risulti cosa
gradita a un profondo conoscitore della lingua omerica e fine traduttore qual
è Emilio Crespo.

2. Ὄσσομαι nella lingua epica

Come i dizionari etimologici della lingua greca affermano concordemente,


ὄσσομαι è un presente in yod coniato sulla stessa radice di ὄπωπα e ὄψομαι,
«vedere», ed etimologicamente legato al duale ὄσσε, «occhi»⁷. Si tratta di un
verbo impiegato esclusivamente nella poesia epica⁸: nell’Iliade si contano tre
occorrenze oltre a quella che qui ci interessa, a fronte di cinque nell’Odissea; il
corpus esiodeo presenta due esempi. Il valore semantico di ὄσσομαι in questi
passi va dal «vedere» in senso proprio (Hom. Od. 20.81) o «guardare» (Hom.
Il. 1.105), al metaforico «vedere (con la mente)», «prevedere», «presagire»
² «I come to you not eyeing you with evil intention» (Lattimore, sulla base di κάκ’ὀσσόμενος di
Hom. Il. 1.105, con κακά in funzione avverbiale). Così anche Richardson nel suo commento al
libro 24. Macía Aparicio e De la Villa Polo coniugano l’idea dello sguardo con il presentimento di
sciagura: «que yo a ti con mirada que anuncia desgracia no llego».
³ «Pues yo no vengo aquí por una desgracia que haya visto» (Crespo Guëmes).
⁴ «Non vengo qui prevedendo sciagura» (Cerri); «Not to forebode any evil to thee am I come hither»
(Murray). Così anche Brügger nel suo commento al libro 24: «forshadowing evil, ominous». La
sintassi sembra infatti essere identica a quella che s’incontra in Hom. Il. 18.224, Hom. Od. 10.374,
18.154 e Hes. Th. 551, ovvero ὄσσομαι + complemento oggetto (κακόν / κακά / ἄλγεα).
⁵ «Non sono venuta a portare sciagura» (Ciani); «I bring no evil tidings» (Butler).
⁶ «Non sono venuta fin qua per recarti l’annuncio di una sciagura» (Ferrari); «Io non vengo davvero
per annunciarti un dolore» (Calzecchi Onesti); «Ce n’est pas pour t’annoncer un malheur que je
viens cette fois» (Lasserre); «Denn nicht, um dir Böses zu verkünden, bin ich hierher gekommen»
(Schadewaldt); «δὲν εἶμαι ἐδῶ γιὰ ν’ἀναγγείλω τὸ κακὸ» (Maronitis).
⁷ EGD, DELG, LfgrE, s.u. ὄσσομαι.
⁸ Al di fuori dei corpora omerico ed esiodeo: Ap., Arg. 2.28 e 4.318, Call., fr. 372.1–2. Προτιόσσομαι:
Hom. Il. 22.356, Hom. Od. 5.389, 7.31, 14.219, 23.365, Ap., Arg. 1.895, 2.889, 3.552, 4.1372. Non vi
sono occorrenze di ὄσσομαι né di προτιόσσομαι negli Inni omerici.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 95 — #95

κακὸν ὀσσομένη (Hom. Il. 24.172)

(Hom. Il. 18.224, Hom. Od. 1.115, 10.374, 18.154, Hes. Th. 551, fr. 1.10 M.-W.), ma
anche «preannunziare» (Hom. Il. 14.17, Hom. Od. 2.152)⁹. Quando è impiegato
in senso metaforico, il verbo è spesso accompagnato da un complemento di
luogo figurato (θυμῷ, Hom. Il. 18.224, Hom. Od. 18.154, Hes. Th. 551, ἐνὶ φρεσίν,
Hom. Od. 1.115, φρεσί, Hes. fr. 1.10 M.-W.). In Hom. Od. 10.374 è θυμός stesso
(«il cuore», «l’animo») a fungere da soggetto di ὄσσομαι¹⁰. Ὄσσομαι, inoltre,
regge sempre un accusativo, in funzione di complemento oggetto (Hom. Il.
14.17, 18.224, Hom. Od. 1.115, 2.152, 10.374, 18.154, 20.81, Hes. Th. 551, fr. 1.10
M.-W.) o di accusativo avverbiale (Hom. Il. 1.105):

Il. 24.172 οὐ μὲν γάρ τοι ἐγὼ κακὸν non vengo qui annunciandoti (?)
ὀσσομένη τόδ’ ἱκάνω un male
Il. 1.105 Κάλχαντα πρώτιστα κάκ’ subito guardando male
ὀσσόμενος προσέειπε Calcante, gli disse
Il. 14.17 ὀσσόμενον λιγέων ἀνέμων preannunciando la rapida via
λαιψηρὰ κέλευθα dei venti dal suono acuto
Il. 18.224 […] ὄσσοντο ἄλγεα θυμῷ presagivano mali nell’animo
Od. 1.115 ὀσσόμενος πατέρ’ἐσθλὸν ἐνὶ figurandosi il nobile padre
φρεσίν […]
Od. 2.152 ἐς δ’ἰκέτην πάντων κεφαλάς, entrambe giunsero sulle loro
ὄσσοντο δ’ὄλεθρον teste, e preannunciavano rovina
Od. 10.374 ἀλλ’ἥμην ἀλλοφρονέων, κακὰ ma io sedevo pensando ad altro,
δ’ὄσσετο θυμός il cuore presentiva mali
Od. 18.154 […] δὴ γὰρ κακὸν ὄσσετο θυμῷ certo infatti un male presagiva
nel cuore
Od. 20.81 […] ὄφρ’ Ὀδυσῆα affinché io giunga sotto la terra
ὀσσομένη καὶ γαῖαν ὕπο odiosa a vedere Odisseo
στυγερὴν ἀφικοίμην
Hes. Th. 551 […] κακὰ ὄσσετο θυμῷ mali immaginava nel cuore per
θνητοῖς ἀνθρώποισι […] gli uomini mortali
Hes. fr. 1.10 M.-W. ὀσσόμεν[ο]ι φρ[εσὶ] γῆρ[ας vedendo con la mente la vecchiaia

In Hom. Il. 24.172, tuttavia, l’interpretazione dell’espressione κακὸν ὀσσομένη


è dubbia. Il senso di «vedere con la mente / presagire» poco si addice all’azione
di Iris che, di fatto, ha raggiunto Priamo con il compito di riferirgli gli ordini di
Zeus. L’impiego di un verbum dicendi, soluzione per cui optano molti traduttori,
ha il vantaggio di rendere giustizia alla missione da messaggera di Iris, che
⁹ GI, LSJ, s.u. ὄσσομαι. Le forme del presente hanno conosciuto un ampliamento semantico verso
l’uso metaforico che il pf. ὄπωπα e il ft. ὄψομαι non hanno avuto, cf. Treu 1955: 62–63. Cf. anche
Di Benedetto 1987: 273.
¹⁰ La possibilità d’impiegare θυμός come soggetto di ὄσσομαι sembra costituire l’unica differenza
apprezzabile tra Iliade e Odissea, cf. Treu 1955: 63.

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Ombretta Cesca

nell’Iliade è chiamata principalmente a parlare la parola di Zeus. A supporto


di questa lettura interviene l’argomento di una possibile reinterpretazione
semantica sulla base di ὄσσα, secondo il principio comunemente denominato
«etimologia popolare» o «paretimologia»¹¹.

3. Lo spettro di ῎Οσσα

Dal punto di vista della moderna scienza etimologica, si è detto, la parentela


di ὄσσομαι con il duale ὄσσε è assodato: entrambi i termini risalgono a una
radice indoeuropea *h₃ekʷ- significante «vedere»¹². Già Passow (1831: 388)
affermava che una derivazione di ὄσσομαι da ὄσσα, «voce», è da considerarsi
inaccettabile. Tuttavia, gli aedi della tradizione epica orale non possedevano
tale scienza etimologica¹³. In una dizione orale cronologicamente stratificata
e in costante trasformazione come quella omerica, differenti interpretazio-
ni e valori semantici, che oggi consideriamo inconciliabili, potevano convivere
ed essere di volta in volta attivati a seconda di un particolare contesto o di
una rete di associazioni mnemoniche e ritmiche¹⁴. Se al punto di vista del
moderno linguista sostituiamo quello dell’aedo-narratore e del pubblico cui
la narrazione si rivolgeva, la presenza nella lingua epica di ὄσσα, parónimo
ed equivalente ritmico di ὄσσε, va tenuta in conto. Negli scholia e nei com-
menti antichi ai poemi omerici esistono infatti interpretazioni di ὄσσομαι che
presuppongono un legame con ὄσσα¹⁵. In particolare, negli scholia a Hom. Il.
24.172, ὀσσομένη è oggetto di due differenti spiegazioni. Da un lato è messa in
evidenza la derivazione da ὄσσε (ἀπὸ τῶν ὄσσων, A) e il participio è glossato
con προορωμένη, «prevedendo» (A, b, T). Gli scholia di b e T, però, segnalano
un’altra possibilità: οἱ δὲ προαγγέλλουσα, «altri interpretano annunciando»;
inoltre in T si precisa: παρὰ τὴν ὄσσαν, ἣν ἀεὶ ἐπὶ θείας φωνῆς λέγει, «da
ὄσσα, che (Omero) impiega sempre a proposito di una voce divina». Prima
di riprendere la discussione su Hom. Il. 24.172, sarà dunque utile soffermarsi
brevemente su ὄσσα e sui suoi impieghi nella lingua omerica.
¹¹ Sui limiti del termine «etimologia popolare», Buyssens 1965: 77–80.
¹² EGD, s.u. ὄσσε e ὄσσομαι.
¹³ Senza voler qui affrontare il dibattito sull’origine dei poemi omerici, partiamo dal presupposto
che i testi dell’Iliade e dell’Odissea che ci sono pervenuti portino la traccia di un processo di
composizione poetica e di trasmissione orali.
¹⁴ Si veda, a questo proposito, il recente lavoro di Le Feuvre (2015) sui casi di reinterpretazione di
termini omerici all’interno della dizione epica stessa, in particolare le p. 3–5, 47–48 e 699–711.
Ringrazio Nathalie Rousseau per aver portato alla mia attenzione questo testo. Sulla dimensione
generatrice e creativa del sistema formulare, si veda Bouvier 2015.
¹⁵ Si vedano gli scholia di b e T a Hom. Il. 1.105 e Hom. Il. 24.172 (contra A), per l’Odissea, gli scholia
a 1.282 e 2.152. Inoltre: Porph., ad Il., 319–323, Eustath., in Il., 94.28–29 e 569.15 s.

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κακὸν ὀσσομένη (Hom. Il. 24.172)

Nei poemi omerici, ὄσσα indica una voce d’origine non ben definita, e dun-
que spesso percepita come divina, capace di diffondere tra gli uomini infor-
mazioni e dicerie¹⁶. ῎Οσσα, la Fama¹⁷, fa la sua prima apparizione nel libro ii
dell’Iliade quando, ai vv. 72–94, Agamennone convoca l’assemblea e i solda-
ti cominciano a radunarsi. Il diffondersi della notizia tra le fila dell’esercito
è presentato come frutto dell’azione della messaggera di Zeus (Il. 2.93–94):

[…] μετὰ δέ σφισιν ῎Οσσα δεδήει


ὀτρύνουσ’ ἰέναι Διὸς ἄγγελος· οἳ δ’ ἀγέροντο.

«In mezzo a loro divampava ῎Οσσα, messaggera di Zeus, spingendoli ad


andare; e quelli si radunarono».

Nell’Odissea ῎Οσσα compare tre volte. In Hom. Od. 1.281–283 e 2.215–217, due
sequenze di versi quasi identici¹⁸, è la voce divina, proveniente da Zeus (ἐκ
Διός) e portatrice di κλέος (ἥ τε μάλιστα φέρει κλέος ἀνθρώποισι), che Atena
consiglia a Telemaco di ascoltare (ἢ ῎Οσσαν ἀκούσῃς / ἀκούσω), volendo
ottenere notizie del padre. In Hom. Od. 24.413–414, ῎Οσσα è detta «messaggera
veloce» (ἄγγελος ὦκα) e si aggira per la città (κατὰ πτόλιν ᾤχετο πάντη)
«narrando la terribile morte e la sorte dei pretendenti» (μνηστήρων στυγερὸν
θάνατον καὶ κῆρ’ ἐνέπουσα). Nella Teogonia di Esiodo il termine è impie-
gato per la voce delle Muse¹⁹. In un universo culturale e religioso —quello
della Grecia arcaica— dominato dall’oralità delle comunicazioni, in cui ru-
mores umani e voci divine s’intrecciano senza soluzione di continuità, ὄσσα
è attinente tanto al campo dell’informazione quanto a quello delle pratiche
oracolari²⁰.

4. Il contesto narrativo-formulare

Gli elementi che potrebbero aver generato una reinterpretazione semantica


di ὀσσομένη in Hom. Il. 24.172 sono numerosi. Va innanzitutto segnalato che
¹⁶ Larran 2011: 26–28. Si veda anche Lachenaud 2013: 42, il quale, pur non enunciando esplicitamente
un legame etimologico tra ὄσσομαι e ὄσσα, cita in stretta connessione i due termini.
¹⁷ Il dilemma della maiuscola o della minuscola è un falso problema, se ci si proietta nel contesto
performativo orale e nella cultura religiosa politeista della Grecia arcaica. Rimando a Cesca c.d.s.
per una riflessione più approfondita su questo tema e sull’impiego del termine «personificazione»,
a mio avviso problematico, a proposito di ῎Οσσα.
¹⁸ Hom. Od. 2.215–217 è la ripetizione, da parte di Telemaco, di quanto consigliatogli da Atena in 1.
281–283.
¹⁹ Hes. Th. 10, 43, 65, 67. Inoltre Th. 701 e 832, dove ὄσσα è rispettivamente il suono che Gaia e Urano
producono avvicinandosi e il verso di un toro.
²⁰ Detienne 1989: 139. Sull’attinenza di ὄσσα alle pratiche cledonomantiche, Cesca c.d.s.

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Ombretta Cesca

i termini ὄσσα e ὄσσε tendono a occupare nell’esametro le stesse posizioni.


Salvo che per un caso, ὄσσα si colloca sistematicamente nel quinto piede, di cui
realizza l’elementum longum e il primo elementum breve²¹. Nell’Iliade, questa
è la posizione più frequente anche di ὄσσε²². Ma c’è dell’altro. Nel passo di
Hom. Il. 2.93 —Ὄσσα che fiammeggia e spinge i soldati a riunirsi— il verbo
impiegato è δεδήει, da δαίω, «accendere», attribuito nel poema anche ad altri
referenti²³. È interessante notare che in Hom. Il. 12.466 proprio δεδήει occupa
gli ultimi due piedi dell’esametro unito al duale ὄσσε, in funzione di accusativo
di relazione: πυρὶ δ’ὄσσε δεδήει, «ardeva di fuoco negli occhi»:

Hom. Il. 2.93: ἰλαδὸν εἰς ἀγορήν· μετὰ δέ σφισιν ῎Οσσα δεδήει

Hom. Il. 12.466: νόσφι θεῶν, ὅτ’ἐσᾶλτο πύλας· πυρὶ δ’ὄσσε δεδήει

Anche in Hom. Od. 6.131 δαίω è associato al brillare degli occhi (ὄσσε): ἐν δέ οἱ
ὄσσε δαίεται, «gli ardevano gli occhi». Se l’associazione di ὄσσε con l’immagi-
ne dello scintillio, talvolta del fuoco, è abituale²⁴, per Ὄσσα si tratta di un hapax.
Non è quindi azzardato ipotizzare che l’immagine della Ὄσσα che divampa
(δεδήει) nell’esercito sia dovuta alla somiglianza fonetica e ritmica di Ὄσσα,
«Fama», con ὄσσε «occhi» e dalla tendenza di entrambi i termini a localiz-
zarsi all’inizio del quinto piede. Sembrerebbe dunque esistere un’associazione
mnemonica di matrice formulare tra ὄσσα e ὄσσε.
Torniamo ora a Hom. Il. 24.172. Solo pochi versi prima, al v. 169, Iris era
detta Διὸς ἄγγελος. È, questo, uno dei rari casi in cui Διὸς ἄγγελος, al singo-
lare, ha funzione epitetica²⁵. L’altro caso è precisamente Hom. Il. 2.94, dove
Ὄσσα, anche lei Διὸς ἄγγελος, promuove la circolazione di un’informazione.
In entrambi i casi Διὸς ἄγγελος occupa parte del terzo e tutto il quarto piede:

²¹ Hom. Il. 2.93, Hom. Od. 1.282, 2.216, H. Hom. in Merc. 443, Hes. Th. 10, 43, 65, 67, 701, 832. Eccezione:
Hom. Od. 24.413.
²² Hom. Il. 1.200, 4.461, 503, 526, 6.11, 12.466, 13.3, 340, 575, 14.236, 286, 519, 15.578 16.316, 325, 642,
17.136, 679, 20.393, 471, 21.181, 415. Nell’Odissea invece il trend s’inverte, con un unico esempio
(Od 4.758) su un totale di 13 occorrenze.
²³ Hom. Il. 12.35 (μάχη ἐνοπή τε δεδήει), 20.18 (μάχη πόλεμός τε δέδηε), 17.253 (τόσση γὰρ ἔρις
πολέμοιο δέδηεν). Per altri usi metaforici di δαίω: Hom. Il. 13.736, Hom. Od. 6.132.
²⁴ Hom. Il. 1.104, 200, 12.466, 13.3, 7, 435, 14.236, 15.607–608, 16.645, 17.679, 19.365, 21.415, Hom. Od.
4.662, 6.131, Hes. Sc. 390.
²⁵ S’intende qui per «funzione epitetica» una funzione sintattica che non è di attributo del soggetto,
in opposizione all’espressione Διὸς δέ τοι ἄγγελός εἰμι, «Ti sono messaggero di Zeus» (cf. infra).
A differenza di Hom. Il. 2.94 (Ὄσσα) e di Hom. Il. 1.334 e 7.274 (gli araldi, detti Διὸς ἄγγελοι ἠδὲ καὶ
ἀνδρῶν), qui Διὸς ἄγγελος non è epiteto propriamente detto, né eteronimo divino, ma funziona
piuttosto come ripresa di Iris, il cui nome compare poco prima, al v.159. Affronto il problema dello
statuto sintattico di Διὸς ἄγγελος in Cesca c.d.s.

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κακὸν ὀσσομένη (Hom. Il. 24.172)

Hom. Il. 2.94 (Ὄσσα): ὀτρύνουσ’ ἰέναι Διὸς ἄγγελος· οἳ δ’ ἀγέροντο.

Hom. Il. 24.169 (Iris): στῆ δὲ παρὰ Πρίαμον Διὸς ἄγγελος, ἠδὲ προσηύδα

Non è quindi impossibile che, nell’evocare Iris Διὸς ἄγγελος, la memoria


dell’aedo produca un’associazione, destinata a rimanere relegata en arrière-plan,
con Ὄσσα, altra puissance messaggera di Zeus.
Infine, si dovrà considerare il contesto narrativo in cui κακὸν ὀσσομένη
interviene. Il campo semantico dell’annuncio impregna tutta la sequenza nar-
rativa della missione di Iris. Al v. 145 Zeus aveva ordinato a Iris di annunciare
(ἄγγειλον) a Priamo la spedizione che lo aspettava. Al v. 159 compare il parti-
cipio futuro ἀγγελέουσα. Al v. 169, come si è detto, Iris è Διὸς ἄγγελος e poco
dopo, al v. 173, nell’esametro successivo a quello in cui compare κακὸν ὀσ-
σομένη, la dea stessa dichiara, rivolta a Priamo: Διὸς δέ τοι ἄγγελός εἰμι, «Ti
sono messaggera di Zeus»²⁶. Poiché a Iris è affidato il compito di comunicare
un messaggio, non stupisce che ricorrano altri verba dicendi, riferiti alla dea
(προσηύδα v. 169, φθεγξαμένη v. 170, εἰποῦσα v. 188) e a Zeus, cui il messaggio
fa capo (κέλευσεν v. 175).

5. Conclusione

Sulla base degli elementi qui presentati, mi pare verosimile ipotizzare che
ὀσσομένη in Hom. Il. 24.172 possa esser stato compreso alla luce di un’as-
sociazione con ὄσσα, la cui influenza semantica doveva essere presente per
ragioni narrativo-formulari tanto nella memoria dell’aedo-narratore, quanto
in quella di un uditorio abituato alla dizione omerica. D’altra parte, che κακὸν
ὀσσομένη, in questo determinato contesto, possa esser stato impiegato e com-
preso come «annunciare un male» non è di per sé sorprendente: il sintagma
κακὸν ἔπος ἀγγελέοντα, «per annunciare cattiva parola» è attestato in Hom.
Il. 17.701; inoltre, in Hom. Il. 14.17 e Hom. Od. 2.152 (cf. supra) ὄσσομαι ha
senso causativo: non «prevedere», «presagire», ma «far presagire» e quindi
«preannunciare». Si tratta di un uso estremamente prossimo a quello d’Hom.
Il. 24.172, se, come si vuol qui sostenere, ὄσσομαι funge in questo specifico
contesto da verbum dicendi.

²⁶ L’espressione ricorre altre volte nel poema: Hom. Il. 2.26 e 63 (il Sogno), 24.133 (Teti).

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Ombretta Cesca

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El tema verbal de futuro en los léxicos y


gramáticas aticistas
José M. Floristán
Universidad Complutense de Madrid
floris@filol.ucm.es

Resumen: Análisis de las prescripciones aticistas (ss. i–iii d.C.) sobre el empleo del tema verbal
de futuro y su cumplimiento en la literatura griega.

Palabras clave: Tema verbal de futuro, léxicos y gramáticas aticistas.

The future tense in Atticist lexica and grammars

Abstract: Survey of the Atticist prescriptions (1st–3rd c.) concerning the use of the future tense
and their observance in the Greek texts.

Key Words: Future tense of the Greek verb, Atticist lexica and grammars.

1. Introducción

La evolución histórica del futuro entre el griego clásico (GC) y el moderno (GM)
es de sobra conocida: pérdida de la forma sintética y creación de otras perifrásti-
cas basadas en un auxiliar de voluntad (θέλω). El proceso duró siglos, en los que
se documentan diversos ensayos sustitutorios: con el auxiliar ἔχω, presentes por
futuro, perífrasis de μέλλω y, sobre todo, el empleo del subjuntivo de aoristo con
valor de futuro. Hasta época bien reciente no se impuso la solución final de θέλω
+ ἵνα > θά. Además, el futuro moderno ha introducido la oposición aspectual
de los temas de presente y aoristo (θα γράφω / θα γράψω) para expresar acción
habitual o única.
El tema de futuro del GC es secundario en el sistema verbal, como lo prue-
ban la diversidad de sus orígenes en las lenguas indoeuropeas, pero también
en el mismo griego (futuros sigmáticos, presentes por futuro, antiguos sub-
juntivos con vocal breve, etc.), su defectividad (inexistencia del imperativo
y subjuntivo y existencia tardía y limitada del optativo) y su valor temporal
frente a los aspectuales de los temas de presente, aoristo y perfecto. La cercanía
semántica entre el subjuntivo y el futuro y el origen subjuntival de algunos
futuros clásicos llevaron a algunos a postular que el futuro del GC fuera un
antiguo subjuntivo de aoristo con vocal breve. La hipótesis, sin embargo, no

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José M. Floristán

sirve para los aoristos radicales a los que corresponde un futuro sigmático
(ἄξω / ἤγαγον) ni para los aoristos sigmáticos alterados (τενῶ / ἔτεινα). Tam-
bién se postuló un valor temporal originario, cercano al de futuro, para los
modos subjuntivo y optativo, con una gradación entre ellos (probabilidad /
posibilidad).
Junto al carácter reciente y secundario del futuro y su naturaleza defectiva,
un factor externo contribuyó a su debilitamiento en la koiné: los procesos
fonéticos de itacismo, monoptongación e isocronía vocálica que condujeron
al vocalismo del GM. La cronología de estos procesos es controvertida. Las
fechas tradicionalmente asignadas a la primera (〈ΕΙ〉~〈Ι〉) y segunda (〈Η〉~〈Ι〉)
oleadas itacísticas (100 a.C. y 150 d.C.) quedaron en entredicho por los trabajos
de Teodorsson y por gramáticas de inscripciones o papiros que pusieron de
manifiesto que los cambios fonéticos se habían iniciado tiempo antes. Otros
estudiosos prefirieron explicaciones alternativas para estas confusiones (igno-
rancia del griego por poblaciones alófonas, influencia de sistemas fonéticos de
adstrato, etc.). Con todo, parece difícil atribuir tan elevado número de confu-
siones a motivos externos, no estructurales, en especial si tenemos en cuenta
la evolución posterior. Las inscripciones áticas del s. iii a.C. ya ofrecen abun-
dantes confusiones, indicativas del inicio del proceso. La carta del emperador
Claudio a los alejandrino (41 d.C.) es una prueba de la anterioridad de los
cambios fonéticos: las confusiones que tiene entre 〈EI〉~〈I〉 y 〈HI〉~〈EI〉, pero
también entre 〈Y〉~〈OI〉, 〈Y〉~〈I〉 e 〈Y〉~〈H〉, son indicio de que estas grafías
correspondían a fonemas de articulación muy cercana. En estas circunstancias,
si la primera persona del singular del futuro y del subjuntivo de aoristo del GC
eran homógrafas (λύσω, τρίψω, πλέξω, πείσω), la neutralización se extendió
desde comienzos de nuestra era a las otras dos personas del singular (λύσεις /
λύσῃς, λύσει / λύσῃ) y a la primera del plural (λύσομεν / λύσωμεν). Si tenemos
en cuenta, además, las confusiones 〈OY〉~〈Ω〉 documentadas en inscripciones
y papiros, la oposición quedo reducida, con nitidez, a la segunda persona del
plural, de menor productividad en la lengua. Considerando que la confusión
afectó también al tema de presente, hay que concluir que la evolución fonética
ayudó, por un lado, a la desaparición del futuro, y por otro, a la confusión de
los dos modos, que se manifestó en el empleo indistinto de las conjunciones
(εἰ / ἐάν, ὅτε / ὅταν, ἐπεί / ἐπάν, ἐπειδή / ἐπειδάν) con uno y otro, y en la
distinción del subjuntivo por medio de refuerzos oracionales (ἄφες, θέλεις,
ἵνα, etc.).
El objetivo de este estudio es analizar las glosas de los léxicos y gramáticas
aticistas sobre el tema verbal de futuro y su reflejo en la lengua literaria. Las
glosas afectan exclusivamente a la morfología y se pueden clasificar en los
grupos siguientes:

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El tema verbal de futuro en los léxicos y gramáticas aticistas

2. Supletismo

a) Como forma simple o en composición el futuro ἐλεύσομαι es unánime-


mente rechazado por los aticistas, que propugnan el empleo de εἶμι y, en una
ocasión, de βαδιοῦμαι (Phryn. 24.161, PS 54.9, Moer. β 37, Orus Att. B 62). Εἶμι
es el futuro de ἔρχομαι en ático, frente a la forma jónica y helenística ἐλεύσομαι.
Los datos corroboran las glosas: ἐλεύσομαι aparece en autores como Homero
(Il. 6.365, Od. 10.538), Esquilo (Supp. 522), Sófocles (OC 1) o Heródoto (6.9.4),
en los que la influencia del dialecto jónico es evidente. En autores áticos stricto
sensu no está. En la koiné se generalizó a partir del s. iii a.C.

b) En GC εἴσομαι funciona como futuro del perfecto οἶδα. Meris (ε 59)


califica de «común» su sustitución por γνώσεται. Los datos no son claros.
Εἴσομαι es habitual en griego arcaico y clásico en todas las personas, en poesía
y en prosa. Γνώσομαι parece tener un significado más de «(re)conocer» que de
«saber». Su empleo por εἴσομαι está en los Setenta, en el NT y luego en autores
cristianos: δέσποτα κύριε, κατὰ τί γνώσομαι ὅτι κληρονομήσω αὐτήν (LXX
Ge. 15.8), κατὰ τί γνώσομαι τοῦτο (Eu. Luc. 1.18); pero no está ausente de otros
contextos: καὶ εἴσομαι ἀντὶ τοῦ γνώσομαι, ὡς τὸ εἴσομαι αἴ κέ μ’ ὁ Τυδείδης
(Porph. ad Il. 12.103). Del pasaje de Porfirio se deduce que la sustitución se
daba en la lengua hablada, pero los datos no son concluyentes.

c) Elio Dionisio (κ 1) y el Antiaticista (α 78) recogen el empleo tardío del


futuro ἑλῶ / ἑλοῦμαι por las formas clásicas αἱρήσω / αἱρήσομαι. De ἑλῶ
no se documentan las personas 1ª y 2ª del plural ni la 2ª del singular y solo
dos ejemplos de la 3ª del plural, tardíos. La 1ª persona ἑλῶ aparece en léxi-
cos y autores medievales. Algunos la interpretan como presente equivalente
a λαμϐάνω o πορθῶ al explicar la etimología del sustantivo ἑλέπολις. La forma
ἑλεῖ aparece en Ctesias: ἦν δ’ αὐτῷ λόγιον… ὅτι τὴν Νίνον οὐδεὶς ἑλεῖ κατὰ
κράτος (FGH 688, fr. 1b, 26.9).
Casio Dión (Epit.Xiph. 135.18) y dos fuentes más también la tienen. El futuro
medio ἑλοῦμαι está en Dionisio de Halicarnaso (4.75.1). Aristonico (ad Il. 1.137)
y un escolio a Il. 1.324 explican ἕλωμαι como equivalente a ἑλοῦμαι o ἑλοίμην.
Ἑλεῖται está dos veces en Crisipo (fr. 119), y en otros autores como Clemente,
Orígenes y otros medievales, pero nunca con mucha frecuencia. La forma
ἑλούμεθα está una vez en Diógenes Laercio (9.108) y ἑλοῦνται, en un ejemplo
del s. xii. No se documentan formas de segunda persona. En resumen, ἑλῶ /
ἑλοῦμαι se habían introducido en la lengua como futuros ya desde antiguo,
a juzgar por la cita de Ctesias, probablemente en el dialecto jónico, del que

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José M. Floristán

pasaron a la lengua común. Las formas no fueron rechazadas por autores


literarios como Casio Dión, Dionisio de Halicarnaso, Sexto o Diógenes Laercio.

d) Oro (Att. 91) condena la forma λήμψομαι como helenística, con nasal
analógica del presente λαμϐάνω, a pesar de su empleo en los dialectos dóricos.
Este futuro no se documenta en épocas arcaica y clásica. Los primeros ejemplos
son de los Setenta, que tienen más del 50 % de los ejemplos totales (e.g. 29 de
42 casos de λήμψομαι y 52 de 65 de λήμψονται). Otros ejemplos están en el
NT y en la literatura cristiana. En la pagana hay algunos casos, en especial, en
el matemático Teón, pero en conjunto son pocos. Cito uno de la Vida de Esopo
(G): οὐ λήμψομαι σὲ σύμϐουλον ὡς σὺ ἐμέ (26. 16). Parece, pues, evidente que
la forma con nasal es innovación tardía, especialmente frecuente en la lengua
bíblica, quizás una característica del griego de Judea y Egipto.

e) Frínico (22), Herodiano (Philet. 276) y Meris (π 64) condenan el futuro


contracto πιοῦμαι y defienden la forma clásica πίομαι. Πιοῦμαι es analógi-
co de los futuros de las raíces líquidas. Ateneo (Epit. 2.2., 43, 23), Eustacio
(ad Il. 4.560.15) y un léxico medieval lo dan por correcto y aducen un frag-
mento de Aristófanes (fr. 614 KA, πικρότατον οἶνον τήμερον πιῇ), que los
editores modernos (Meineke, Edmonds, Kock, Kassel-Austin) acentúan πίει
o πίηι. Esta segunda persona está con seguridad en Teodoreto, Jorge el Mon-
je y autores bizantinos de lengua popular. La forma πιεῖται está en Sinesio
y en un léxico medieval, y πιούμεθα, en una obra del s. xii. Curiosamente,
uno de los dos ejemplos documentados de πιεῖσθε está en Jenofonte: ἥδιον
γὰρ πιεῖσθε (Symp. 4.8). Finalmente, πιοῦνται aparece una vez en el s. xv. En
resumen, el futuro contracto es tardío y escaso en la literatura helenístico-
imperial.

f) Frínico (300, 325, PS 66.13) condena los futuros tardíos φάγομαι y βρώ-
σομαι y defiende la forma clásica ἔδομαι. Herodiano (Epim. 274.13), en cambio,
menciona φάγομαι junto a πίομαι como futuro. Φάγομαι aparece por primera
vez en los Setenta: ἀπὸ δὲ τοῦ ξύλου τοῦ γιγνώσκειν καλὸν καὶ πονηρόν, οὐ
φάγεσθε ἀπ’ αὐτοῦ (Ge. 2.17). La forma es frecuente (φάγομαι 98x, φάγεται
323x, φάγεσθε 462x, etc.), pero exclusivamente en autores que citan algún
pasaje del AT. En época medieval está también en la literatura bizantina. Βρώ-
σομαι, por el contrario, es mucho menos frecuente, apenas hay dos docenas
de ejemplos de todas las personas, mayoritariamente también en la literatura
cristiana. En conclusión, podemos afirmar que son futuros tardíos, empleados
mayoritariamente en la literatura cristiana y casi totalmente ausentes de la
pagana.

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El tema verbal de futuro en los léxicos y gramáticas aticistas

3. Futuros contractos

Otro capítulo al que los léxicos y gramáticas aticistas dedican cierta atención
es a la sustitución de futuros contractos por otros sigmáticos:

a) Verbos en -άζω/-ίζω: Elio Dionisio (α 27) condena ἀγορῶ frente a ἀγορά-


σω; Meris (δ 19), por el contrario, considera διαϐιϐῶ como forma ática frente
a διαϐιϐάσω y Frínico (PS 50.12) defiende ἀναϐιϐᾶται como forma plenamen-
te ática, que explica con ἀναϐιϐάσεται. El Antiaticista (δ 48) recuerda que
δικᾶν está en Heródoto por δικάσειν. Oro (Att. B 79) da la siguiente regla
para la formación del futuro de los verbos en -ίζω: si la -ι- es breve, el futuro
es contracto (θεριῶ, κομιῶ, ποριῶ), pero solo en indicativo e infinitivo, no
en subjuntivo, que es sigmático; en cambio, si la -ι- es larga (y aquí incluye
los verbos con grafía 〈ει〉 como δανείζω), el futuro es sigmático. Lo ilustra
con el ejemplo de un meteco que, en un momento de estrechez económica
de la hacienda pública, prometió a los atenienses dinero con estas palabras:
«ἐγὼ ὑμῖν δανειῶ», que provocaron un gran revuelo, hasta que se corrigió
y dijo: «δανείσω ὑμῖν τοῦτο τὸ ἀργύριον». En el caso de βαδίζω, como el
presente se empleaba indistintamente con vocal larga o breve, el futuro podía
ser βαδίσω o βαδιῶ. Igualmente Meris (β 37, λ 22) acepta como áticos los
futuros contractos βαδιοῦμαι y λογιεῖται. En el caso de ὁλοκαυτῶ, junto al
futuro ὁλοκαυτήσω, Frínico (PS 97.2) acepta también el futuro ὁλοκαυτιῶ, de
ὁλοκαυτίζω. Igualmente (PS 104.13) aprueba πολεμιῶ de πολεμίζω.
La doctrina de Elio Dionisio sobre ἀγορῶ se repite en léxicos medievales
(Focio, Suda), pero en la literatura las formas de este futuro son inexistentes,
salvo un ejemplo de ἀγορῶμεν en los LXX. También en una baja frecuencia de
aparición, Meris parece tener razón cuando considera el futuro contracto
de διαϐιϐάζω más antiguo: está en Pl. Lg. 900c4 y en D. 23.157.8. Las formas
sigmáticas, en cambio, aparecen sobre todo en la literatura de épocas imperial
romana y bizantina. El primer ejemplo está en Diodoro: διαϐιϐάσομεν τὸν
λόγον ἐπὶ τὰ λοιπὰ μέρη τῆς Εὐρώπης (19.10.4).
Las formas simples βιϐῶ y βιϐάσω, también dentro de su baja frecuencia,
ofrecen una distribución semejante: mientras que βιϐᾷ está en el himno a Her-
mes (225), las formas sigmáticas, bien no se documentan, bien lo hacen en
época medieval. Por lo que respecta a δικᾶν, está efectivamente en Heródoto
(1.97.1), un unicum en la literatura griega aparte de los léxicos que lo citan,
mientras que δικάσειν está mucho más documentado, en GC y en la koiné (39x
en total). Nada puedo decir del par ὁλοκαυτήσω / ὁλοκαυτιῶ, porque ninguna
forma de estos futuros está documentada fuera de la glosa de Frínico. Πολεμιῶ

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 108 — #108

José M. Floristán

solo está en la glosa de Frínico, y πολεμίσω, en un ejemplo del historiador


bizantino Ducas. Ninguna de las otras personas está documentada.

b) Otros futuros contractos: las formas ἀλεῖς, ἐλῶ, καλῶ, μανεῖται, ὀμοῦμαι,
μαχοῦμαι son calificadas de áticas frente a las sigmáticas ἀλέσεις, ἐλάσω,
καλέσω, μανήσεται y ὀμόσω (Moer. α 30, ε 24, κ 21, μ 30, ο 8, Hdn. Philet. 131,
289). El Antiaticista (κ 38), en su línea, nos recuerda que κρεμάσω es forma
presente en el Ganimedes del cómico Alceo (fr. 8 KA).
En Sófocles y Jenofonte (Cyr. 1.4.20) está ἐλῶ, y en léxicos como glosa, y ἐλᾷς,
en Heródoto (1.207.4) y Aristófanes (Eq. 603), y nuevamente en léxicos. No es
fácil distinguir los casos de futuro, porque esta forma se empleó también como
tema de presente en la poesía con el valor de ἐλαύνω. Su caso es semejante al de
εἶμι, presente en la poesía y futuro de ἔρχομαι en la prosa. En cualquier caso, se
constata que las formas del futuro sigmático ἐλάσω son tardías, aparecen solo
desde el s. iv d.C., salvo un ejemplo de ἐλάσεις en los Setenta. Ἐλάσω, además,
era la forma del subjuntivo de aoristo, por lo que no extraña su empleo como
futuro. Por lo que respecta a καλῶ, es empleado en ático como futuro, mientras
que las formas de καλέσω son tardías, se documentan desde el s. iii a.C.,
en especial desde los Setenta, y son más frecuentes en la literatura cristiana
que en la pagana, aunque no faltan en esta. Los ejemplos de καλέσω que
hay en Sófocles (Ph. 1452) y en varios pasajes de Aristófanes son subjuntivos
exhortativos o deliberativos. Parece, pues, que Meris tiene razón y que καλέσω
es forma helenística, no ática, sin duda creada a partir del subjuntivo.
El par μανοῦναι / μανήσομαι tiene escasa presencia fuera de los léxicos.
Además de Meris, tienen μανοῦναι Focio, Tomás Magistro y Sinesio, y μανή-
σομαι aparece una vez en la Antología Griega. Μανήσεται aparece diez veces
desde comienzos de nuestra era, y μανήσονται, desde los Setenta, todo ello
dentro de una frecuencia baja. El futuro ὀμοῦμαι está bien documentado desde
Homero, en época clásica (Th., Ar., X.), pero también en la postclásica (LXX,
Filón, Luc.) y en la Antigüedad tardía, en escritores cristianos y paganos. Los
primeros ejemplos de ὀμόσω están en los Setenta. La forma es habitual en
textos jurídicos como subjuntivo, y aparece también con relativa frecuencia
en léxicos y gramáticas como futuro de ὀμῶ (ὄμνυμι). De las restantes personas
del futuro sigmático los primeros ejemplos son de nuestra era, incluso de época
bizantina. El caso de κρεμῶ / κρεμάσω es casi exclusivamente gramatical. Des-
de sus primeros ejemplos en el s. i a.C., κρεμῶ aparece sobre todo en léxicos
y gramáticas. Κρεμῶμεν está en Aristófanes (Pl. 312) y en varios escolios medie-
vales a su obra, que explican la forma como κρεμάσομεν o μέλλομεν κρεμάσειν.
Finalmente κρεμῶσι está en la literatura tardoantigua y medieval desde el
s. iv d.C. Fuera del ejemplo de Alceo que menciona el Antiaticista, κρεμάσω

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El tema verbal de futuro en los léxicos y gramáticas aticistas

aparece por vez primera en los Setenta, y posteriormente en comentadores


cristianos del pasaje del AT y en léxicos. La situación de las otras personas es
similar: aparición tardía y escasa. En conclusión, estamos ante una oposición
que apenas trasciende la literatura gramatical. Cuando lo hace, las formas de
ambos futuros son antiguas, pero tan escasamente documentadas, que apenas
podemos sacar conclusiones, salvo que la forma sigmática, en conjunto, se
documenta en época más tardía.

4. Futuros de perfecto

a) Pasivos: Meris (δ 14, κ 36, π 1, π 7) nos informa de la preferencia en la


koiné por futuros simples como δεθήσεται, παύσομαι y πραθήσομαι en lugar de
futuros de perfecto como δεδήσεται, κεκλείσεται, πεπαύσομαι y πεπράσομαι.
Δεδήσεται está en Platón (R. 361e15), Luciano, Aristides, Eusebio, etc. (11x).
Δεθήσεται aparece dos veces en Demóstenes, pero con su valor propio de futuro
pasivo, sin aspecto perfectivo. En los ejemplos tardíos es difícil distinguir si se
trata de un futuro de estado o de acción única. Hallo un ejemplo cercano, pero
no concluyente, del empleo que Meris rechaza en un fragmento del astrólogo
Doroteo (415.16): ὁ φυγὼν ἢ τεθνήξεται ἢ δεθήσεται κρατηθεὶς ἢ ἐν εἱρκτῇ
ἐμπεσεῖται (= Heph. Astr. 318.6).
El empleo del par παύσομαι / πεπαύσομαι es dudoso. La segunda forma
aparece en el TLG en 36 ocasiones, de ellas, dos en Sófocles (Ant. 91 y Tr. 587).
Sintácticamente su empleo es absoluto, mientras que παύσομαι se construye
con participio completivo y, en menor medida, con genitivo del infinitivo arti-
cular. No he hallado ejemplos de παύσομαι con valor absoluto en la literatura
postclásica, pero tampoco los hay de πεπαύσομαι con participio completivo. Te-
niendo en cuenta que los ejemplos del futuro simple son mucho más numerosos
(488x) y que ambas formas tienen una distribución sintáctica complementaria,
no se entiende bien qué quiso condenar Meris.
El par πεπράσομαι / πραθήσομαι apenas tiene existencia fuera de los léxicos.
Salvo la 3ª persona del singular, las otras casi no están documentadas. Además
de los léxicos, tienen πεπράσεται (7x) Jenofonte, Filón y Diógenes Laercio,
mientras que πραθήσεται (30x) está en fragmentos de Pitágoras y Aristóteles
y en Dinarco, y con posterioridad en los Setenta (6x), en Filón y en la literatura
cristiana, pero nunca con excesiva frecuencia.

b) El Antiaticista (ε 34) y Oro (Att. B 67) mencionan como ático el futuro


ἑστήξω del perfecto ἕστηκα. Este futuro está bien documentado en GC (Ar.,
E., X.), pero también en épocas imperial romana (Aristides, Filóstrato, Libanio,

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José M. Floristán

etc.) y bizantina. Los léxicos no mencionan ninguna forma alternativa tardía


con la que poder compararla.

5. Futuros en -ήσω

Por último, varias glosas aticistas revelan la sustitución en la lengua tardía de


futuros en -ήσω por otros: ἀνέξεται por ἀνασχήσεται (Moer. α 46) y παρέξομαι
por παρασχήσομαι (Moer. π 58). El Antiaticista (δ 28) recuerda la presencia de
δοκήσει en Aristófanes (Ra. 737).
El futuro ἀνέξομαι se documenta abundantemente en autores de épocas
arcaica y clásica, pero también helenística, imperial y bizantina, sin distinción.
Ἀνασχήσομαι, por el contrario, está escasamente documentado: las tres formas
de plural no aparecen en el TLG; de las tres del singular, la 1ª (6x) está en
Aristófanes (Ach. 298), Demóstenes y la literatura medieval, y las dos restantes
se documentan solo en época medieval, cada una con dos ejemplos. De ello se
concluye que Meris se equivoca y que la forma más usada en ático fue ἀνέξομαι.
No difiere mucho la situación de παρασχήσομαι / παρέξομαι. A pesar de lo que
dice Meris, παρέξομαι es mucho más frecuente en todas las personas y épocas.
Παρασχήσομαι no está documentado en tres personas, en otras dos lo está
apenas, y solo la primera persona está algo más representada (13x). La mayoría
de los ejemplos de esta aparecen en oradores, en la fórmula judicial μάρτυρας
παρασχήσομαι. Sin embargo, la fórmula paralela μάρτυρας παρέξομαι es
mucho más frecuente. Como en el caso anterior, no parece que la glosa de
Meris responda a la realidad lingüística. Por lo que respecta a δοκήσει, está
documentado en Píndaro (fr. 6a) y Esquilo (Pr. 386) antes que en Aristófanes.

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Estudio funcional del sufijo -θε(ν) y -θεν en la Ilíada


Berta González Saavedra
Universidad Complutense de Madrid
bertagon@ucm.es

Resumen: Desde que en 1939 M. Lejeune dedicó una monografía a los derivados en -θεν en griego,
se ha dado por hecho que dicho sufijo expresa Procedencia. Sin embargo, este significado no es
consistente, dado que encontramos muchos derivados que no lo cumplen, sobre todo cuando la
base de derivación no es un lugar. Dada esta premisa, recuperamos la propuesta de M. Lejeune,
que confirmaba la existencia de dos sufijos prácticamente homófonos, y revisamos el significado
de dichos sufijos sirviéndonos de las Funciones Semánticas propuestas por E. Crespo (1997).
Palabras clave: Lingüística griega, Homero, Ilíada, semántica.

Fucntional study of the suffix -θεν in Homer’s Iliad


Abstract: In 1939 M. Lejeune wrote a monography about the -θεν derivates in Ancient Greek.
Since then, it has been taken for granted that -θεν is used to express Source. However, it is easy to
find many derivates that do not fit in this meaning, even more those whose derivation base in not
a Place. According to this, I will turn back to M. Lejeune’s proposal, which said that there existed
two different suffixes almost homophonous, and will examine their meaning making use of the
Semantic Functions propoposed by E. Crespo (1997).
Key Words: Greek Linguistics, Homer, Iliad, semantics.

1. Introducción

La mejor manera que he considerado de homenajear al profesor Emilio Crespo


ha sido la de conjugar en un estudio dos de sus facetas que más honras le
han reportado: la de traductor y la de lingüista. Es por eso que he recupera-
do un estudio que hice con objeto de la obtención del Diploma de Estudios
Avanzados, hace ya algo más de una década. En ese momento, me serví de
su brillante traducción de la Ilíada, publicada en Gredos, y de la contribución
sobre Funciones Semánticas (FS en adelante) que apareció en las Actas del IX
Congreso de la Sociedad de Estudios Clásicos publicadas en 1997 y que con
tanta claridad define y ejemplifica.
Es por eso que ofrezco esta contribución a su homenaje, que espero que
sea del interés de quien lo lea y, sobre todo, del propio Emilio, para agradecer
todo lo que ha hecho por la lengua griega y la cultura tras ella. Este estudio se
divide en las siguientes secciones: hipótesis (2), metodología (3), análisis de los
datos obtenidos (4) y conclusiones (5).

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Berta González Saavedra

2. Hipótesis

Para realizar este estudio, parto de la idea que ya plantea M. Lejeune (1939: 5
y 7) de que en griego antiguo existen dos sufijos: θεν, que gramaticaliza como
desinencia de genitivo con bases de derivación animadas, pero como marca
de locativo / ablativo con lugares y θε(ν), que gramaticaliza como adverbio de
lugar y que no afecta a bases de derivación animadas. Ambos sufijos aún se
diferenciarían en Homero. Sin embargo, la tradición posterior no ha prestado
atención a la diferenciación de ambos sufijos ni a las interferencias que pueda
haber y en muchos estudios simplemente aparece la referencia al trabajo de
M. Lejeune (Chantraine 1958: 252, Maqueira 2006: 9) .

3. Metodología

A partir del texto de la Ilíada disponible en la Ancient Greek and Latin De-
pendency Treebank, he descargado los archivos correspondientes y he hecho
una búsqueda semimanual de formas no verbales con sufijo -θε(ν). Las he
almacenado en una tabla en las que he reflejado los siguientes datos: la forma
derivada, el lema base de derivación, el pasaje en el que aparece dicha forma, el
verbo del que depende en la oración, la FS de la palabra en el pasaje entre las
propuestas por Crespo (1997), la función sintáctica de la palabra en el pasaje
(argumento o satélite), el léxico al que pertenece el lema base, el dominio léxico
del verbo que rige la forma y el contexto métrico.

4. Análisis de los datos

4.1. ¿Qué nos dice el contexto métrico?

Una vez realizada la tabla con los pasajes correspondientes a la Ilíada, he hallado
557 formas derivadas con los sufijos -θε(ν) y -θεν, y de ellas, ateniéndome a los
factores que he resaltado puedo ver los siguientes rasgos:
Los derivados que aparecen al menos en una ocasión en sílaba apocopada
son los siguientes (por orden de frecuencia, entre paréntesis el número de
ocasiones): πρόσθεν (18), πάροιθε (5), ἄνευθε (2), ἀπάνευθε (2), μετόπισθε (2),
ἑκάτερθε (1), ἔνερθε (1), καθύπερθε (1) y ὄπισθεν (1). Llama la atención el
hecho de que todos son derivados a partir de adverbios y preposiciones.
En cuanto a los derivados que siempre aparecen con nasal, esta es la lista, en
orden alfabético: Ἀϐυδόθεν, ἀγορῆθεν, αἰνόθεν, Αἰνόθεν, Αἰσύμηθεν, ἄλλοθεν,

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Estudio funcional del sufijo -θε(ν) y -θεν en la Ilíada

ἁλόθεν, ἀμφοτέρωθεν, ἀπόπροθεν, Ἀρίσϐηθεν, αὐτόθεν, Διόθεν, ἐγγύθεν, ἕθεν,


ἕκαθεν, ἐμέθεν, ἔνδοθεν, ἔνθεν, ἑτέρωθεν, ἠῶθεν, Θρῄκηθεν, Ἴδηθεν, Ἰλιόθεν,
Καϐησόθεν, κεῖθεν, κλισίηθεν, κρῆθεν, Κρήτηθεν, Κυθηρόθεν, λειμωνόθεν,
Λεσϐόθεν, Λυκίηθεν, Μυκήνηθεν, νειόθεν, ὅθεν, οἴκοθεν, οἴοθεν, Οἰχαλίη-
θεν, ὁποτέρωθεν, οὐρανόθεν, πάντοθεν, πατρόθεν, ποθεν, πόθεν, ποντόθεν,
πρόσσοθεν, πρυμνόθεν, σέθεν, Σιδονίηθεν, σιπύηθεν, Σπάρτηθεν, Σύμηθεν,
σχεδόθεν, τηλόθεν, Τροίηθεν y ὑψόθεν.
Este grupo es aparentemente más heterogéneo. Sin embargo, podemos cons-
tatar que todos los derivados a partir de nombres de ciudades aparecen en
esta lista, así como los derivados a partir de nombres de lugares comunes, los
pronombres personales y otros tipos de pronombres, como ἄλλοθεν o ἐτέρωθεν.
Encontramos, además, algunos derivados a partir de adverbios, como ἔνθεν, κεῖ-
θεν, ἔνδοθεν y ὑψόθεν, que serían la excepción a la homogeneidad de este grupo.
A estas dos listas hay que añadir una tercera, que corresponde a unos últimos
derivados que no aparecen nunca apocopados pero cuya nasal puede aparecer
o no (según necesidades métricas): ἀπάτερθε, ἔκτοσθε, ἔντοσθε, ἐξόπιθε, ἐφύ-
περθε, κατόπισθε, νέρθε, προπάροιθε, ὑπένερθε, ὕπερθεν. De estos derivados,
solo ἐφύπερθε aparece siempre sin nasal, en un contexto de sílaba breve para
el sufijo y seguido de consonante, aunque parece una mera coincidencia, pues
solo aparece tres veces en nuestro corpus. Además, hay que resaltar que la
posición del acento en todos estos derivados en constante: todas son propa-
roxítonas, salvo νέρθε, por razones obvias. Lo mismo se puede decir de los
derivados que aparecen en la primera lista que hemos presentado, en la que
solo πρόσθεν sería la excepción.

4.2. Funcionamiento semántico de los derivados en -θε(ν)

En cuanto al funcionamiento semántico de estos derivados, podemos ver que


los de la primera y la tercera lista, los que tienen una nasal móvil, cumplen un
rango de FS que procedo a enumerar en orden de frecuencia: Ubicación (181),
Dirección (54), Procedencia (46), Datación (31), Modo (2) y Perlación (1).
Como podemos observar, en la inmensa mayoría de las ocasiones desem-
peñan FS del ámbito espacial o estrechamente vinculadas con este (como es
la Datación) y, dentro de dicho ámbito, sería la expresión de la FS más neu-
tra, la de Ubicación, la más frecuente. El uso de la marca de Ubicación para
la expresión de otras FS del mismo ámbito y también del temporal ha sido
ampliamente explicado por autores como Haspelmath (1997), Narrog (2010)
y Heine & Kuteva (2002) entre otros y por la teoría localista en particular (en
concreto para el griego antiguo, Luraghi 2003).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 114 — #114

Berta González Saavedra

Esto nos hace ver que la extensión de -θε(ν) sea la esperable, aunque sería
necesario estudiar si la existencia de otros sufijos similares en la expresión FS
del mismo ámbito local tuvo consecuencias en la especialización de la marca
en una FS en concreto (-θα y -θι, por ejemplo). Sin embargo, por cuestiones de
espacio dejaremos esta cuestión para ulteriores estudios.

4.3. Funcionamiento semántico de los derivados en -θεν

Por otra parte, en los derivados de la segunda lista encontramos las siguientes
FS: Agente, Causa, Datación, Dirección, Intermediario, Modo, Procedencia
y Ubicación. La distribución es clara:
La función de Agente solo la desempeñan ἕθεν y σέθεν como agentes de
construcciones de genitivo absoluto, es decir son los derivados a partir de
pronombres personales los que en cuatro pasajes son agentes semánticos (y
sujetos sintácticos).
Para la Datación solo aparece la Aurora (ἠῶθεν), ya no divinizada, sino
refiriéndose al primer momento del día. En la Dirección el adverbio ἐγγύθεν y el
pronombre personal σέθεν son los dos derivados que encontramos, el primero
en trece ocasiones, todas con verbos que implican movimiento; el segundo en
solo una, introducido por la preposición ἄντα.
Los contextos en los que los derivados en -θεν han sido interpretados co-
mo intermediarios se caracterizan, principalemente, porque está claro cuál es
el Agente de la acción, pero aparece otro ser animado, marcado con el sufi-
jo que estamos estudiando, que actúa mediándola. Son todos humanos y dioses,
que están absolutamente humanizados.
He clasificado como FS de Modo unas construcciones que he encontrado
y que según el LSJ (s.v.) son casi locuciones modales: son combinaciones de
derivados de -θεν con los adjetivos base de su derivación: αἰνόθεν αἰνῶς (7.97),
ἄλλοθεν ἄλλος (en 2.95, en 9.311, en 9.671 y en 13.551), οἰόθεν οἶος (en 7.39
y en 7.226). Estas construcciones merecen una ateción específica que ha sido
resuelta por la tradición filológica con la explicación de que se trata de giros
manieristas que prevalecen en el libro séptimo de la Ilíada, caracterizado por
otros recursos propios del lenguaje formular (Kirk 1990: 236) o como una
construcción de origen superlativo (Lejeune 1939: 89). La falta de espacio hace
que aquí no les podamos dedicar más atención. En cuanto a los pronombres
personales, solo ἐμέθεν y ἔθεν desempeñan esta FS y en ambas ocasiones
introducidos por la preposición ἄνευ.
La FS más frecuente es la de Procedencia, según lo esperado por las pro-
puestas etimológicas de -θεν (para un resumen de ellas véase González 2015:

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 115 — #115

Estudio funcional del sufijo -θε(ν) y -θεν en la Ilíada

435–437). En cuanto a la función de Ubicación, los siguientes derivados son


los que la desempeñan: ἀμφοτέρωθεν, ἀπόπροθεν, ἐγγύθεν, ἕθεν, ἕκαθεν, ἔν-
δοθεν, ἔνθεν, κλισίηθεν, οὐρανόθεν, πάντοθεν, ποθεν, σχεδόθεν, τηλόθεν
y ὑψόθεν.

5. Conclusiones

A la luz de los datos presentados en la sección anterior, divididos en tres


apartados, podemos llegar a las siguientes conclusiones:
En primer lugar, parece que en el griego de la Ilíada podemos hablar de
dos sufijos diferenciados, al menos en lo que se refiere a su contexto métrico.
Habría, por tanto, un sufijo con nasal efelcística que se aplica principalmente
a bases preposicionales y a adverbios y otro con nasal fija que se aplica a ba-
ses nominales y pronominales y, en menos ocasiones, a bases pronominales
y adverbiales.
Sin embargo, en el plano semántico podemos ver cómo se suceden las
interferencias entre ambos y que la tendencia sería a la confluencia de los
dos: hay un grueso de FS compartidas por los derivados de ambos grupos que
son las que pertenecen al ámbito local. No obstante, hay otro grupo de FS
que solo está desempeñado por derivados a partir de pronombres personales
y referentes humanos. En este sentido, se puede constatar, como desarrollé en
mi tesis doctoral (González 2015: 547 y siguientes), que hay una distribución del
funcionamiento del sufijo -θεν con respecto a la jerarquía de animación (Villar
1989): los derivados a partir de bases que están en una posición más alta en la
jerarquía presentan una funcionamiento idéntico a las formas en genitivo de
dichas bases (los pronombres personales, por ejemplo, pueden ir introducidos
por preposiciones que rigen genitivos), mientras que los derivados cuyas bases
están en una posición más baja de dicha jerarquía presentan un funcionamiento
del sufijo como meramente adverbial.
Por último, habría que resaltar que la simplifiación de esta cuesión en la
existencia de dos sufijos no explica la realidad: las bases de derivación determi-
nan el funcionamiento semántico y sintáctico (como hemos visto con ἄλλοθεν,
por ejemplo), la homofonía condiciona la confusión entre ambos (a pesar de
la posición del acento), la existencia de otros sufijos con significado local que
interfieren con -θεν y -θε(ν) también determina su especialización (como -θα),
así como la presencia de uno de los dos sufijos en micénico, que no hemos
podido identificar (González 2015: 525–527). El análisis de estos factores (y
otros) podrá arrojar nueva luz sobre dos sufijos complejos que merecen una
atención particular, dado su carácter derivacional y gramatical.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 116 — #116

Berta González Saavedra

Referencias bibliográficas

Chantraine, P. (1958): Grammaire homérique, tomo 1, fonética y morfología, París,


Klincksieck.
Crespo Güemes, E. (1991): Homero Ilíada, Madrid, Gredos.
Crespo Güemes, E. (1997): «Sintaxis de los elementos de relación en griego clásico», en
Actas del IX Congreso Español de Estudios Clásicos, vol. ii. Lingüística Griega, Madrid
1–40.
González Saavedra, B. (2015): La expresión de la Procedencia en tres lenguas indoeuropeas
antiguas: latín, griego e hitita, tesis doctoral inédita disponible en http://eprints.
ucm.es/32775/1/T36269.pdf [última visita 15 de octubre de 2019].

Haspelmath, M. (1997): From Space to Time, Múnich – New Castle, Lincom Europa.
Heine, B. & Kuteva, T. (2002): World Lexicon of Grammaticalization, Cambridge, Cam-
bridge University Press.
Kirk, G. S. (ed.) (1985–2000): The Iliad: a Commentary, vols. i–vi, Cambridge, Cambridge
University Press.
Lejeune, M. (1939): Les adverbes grecs en -θεν, Burdeos, Étidions Delmas.
LSJ = Liddell, H. G. (1996⁹ con suplemento): Greek-English Lexicon, Oxford, Clarendon
Press.
Luraghi, S. (2003): On the Meaning of Prepositions and Cases: The Expressions of Semantic
Roles in Ancient Greek, Ámsterdam – Filadelfia, J. Benjamins Publications.
Maqueira Rodríguez, H. «Adverbios», en E-Excellence, Biblioteca de recursos electrónico
en Humanidades, disponible en https://www.liceus.com/producto/los-adverb
ios/ [última visita 15 de octubre de 2019].

Narrog, H. (2010): «A Diachronic Dimension in Maps of Case Constructions» in M. Cy-


sow, M. Haspelmath & A. Malchukov (eds.), Semantic Maps: Methods and Applications
(=/Linguistic Discovery/ 8.1), 233–254.
Villar, F. (1989): Jerarquía y marcas de función, Salamanca, Salamanca Universidad.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 117 — #117

Pie zeses, un caso de bilingüismo en inscripciones


del siglo iv
Javier del Hoyo
Universidad Autónoma de Madrid
javier.delhoyo@uam.es

Resumen: Hacemos un estudio de la fórmula pie zeses, que comienza a grabarse en vasos de vidrio
con letras de oro en el siglo iv. Se trata de un singular caso en que se introduce en inscripciones
latinas una fórmula en griego, pero escrita con caracteres latinos. Así pie zeses, «bebe y que vivas»,
convierte esos epígrafes en perfectos casos de bilingüismo. Ahora bien, ¿por qué se incluye en
inscripciones latinas esa aclamación en otra lengua? ¿Por qué se escribe en alfabeto latino y no
en griego? Intentamos hacer aquí un repaso a estos objetos, su cronología, su porqué.
Palabras clave: Bilingüismo, inscripciones funerarias.

Pie zeses, a case of bilingualism in inscriptions of the ivth century


Abstract: We study the formula pie zeses, which begins to be engraved on glass vases with letters
of gold in the fourth century. This is a singular case in which a Greek formula is introduced into
Latin inscriptions, but written with Latin characters. This way pie zeses, «Drink and may you
live», turns these epigraphs into perfect cases of bilingualism. We’re interested on knowing why
is this acclamation in another language included in Latin inscriptions. Why is it written in the
Latin alphabet and not in Greek? Here we try to review these objects, their chronology, their why.
Key Words: Bilingualism, funerary inscriptions.

Tengo el gusto de contribuir en este homenaje al profesor Emilio Crespo, que


ha dedicado muchas horas en estos últimos años al tema del bilingüismo en la
antigüedad, con una colaboración que trata sobre la inclusión de una fórmula
griega en inscripciones latinas hechas en vidrio. En efecto, existen unos 500
vasos¹ en cuyo fondo hay algún motivo iconográfico, y alrededor de él, en
sentido circular siguiendo las agujas del reloj, una inscripción en caracteres
latinos realizada con letras de oro. La mayoría de estas piezas se conserva en
los Museos Vaticanos, si bien hay al menos 60 piezas en el Museo Británico
(Howells 2015) y 34 en el Ashmolean de Oxford².

¹ C. R. Morey 1959 reunió un catálogo con 460 vasos. Desde entonces se han ido añadiendo los
nuevos hallazgos.
² Ver la descripción que hace Vickers 2009–2011: 609–613.

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Javier del Hoyo

1. Antecedentes

Parece que desde mediados del siglo iii empieza a introducirse la palabra
zeses («vive» o «que vivas»), escrita con caracteres latinos en inscripciones
sepulcrales, la mayoría cristianas. Así en Tarraco tenemos un ejemplo de fines
del iii en que el epígrafe acaba con la aclamación zeses (CIL II²/14, 1582). ¿Es
esta inscripción realmente cristiana?³ Muy posiblemente, aunque nunca se
la ha considerado así⁴; como sí lo es el anillo de oro hallado en Corbridge
(Britannia), en que está inscrito Aemi·lia zeses (CIL VII 1300). Esta aclamación
de cierre en inscripciones sepulcrales, equivalente a vivas, vino a sustituir
a otras paganas muy conocidas y ya superadas (sit tibi terra levis, por ejemplo).
En ella debe entenderse vivas in Deo⁵, muy frecuente en el norte de África,
sobre todo en la zona de Cartago (CIL VIII 10485.4), pero extendida por todo el
Mediterráneo⁶.
El siguiente paso será la combinación de zeses con otras fórmulas, como
anima dulcis, lo que parece significar que en principio se aplicó a niños y niñas.
Así, en Roma, procedente de las catacumbas de Domitilla y fechada entre el 290
y el 325 tenemos una placa funeraria: Lea, anima dulcis, zeses (ICVR III 6788).
El texto no indica la edad de la difunta, pero el adjetivo dulcis suele sugerir
que se trata de niños⁷. La iconografía de la paloma y el racimo de uvas bajo el
texto es claro signo de su filiación cristiana. De mediados del siglo iv tenemos
en Roma otra placa sepulcral dedicada Cyriace pie zes(es) (ICVR 1, 3420), con la
misma iconografía que la anterior.
Esta adscripción al cristianismo la vamos a encontrar muy pronto en algunos
epígrafes como el de Pésaro, que dice: Dignitas amicorum vivas in pace Dei
zeses (ILCV 2212a) y rodea una iconografía relativa a las bodas de Caná (quizás
³ Ayudaría a esta consideración el carácter descuidado de la ordinatio y la paleografía. Ello adelantaría
cronológicamente las primeras inscripciones cristianas de la península (v. ICERV, cuyo catálogo
necesita una revisión a fondo).
⁴ Ni el comentario de G. Alföldy (ad CIL II²/14, 1582) ni el de anteriores editores así lo indican.
⁵ Es posible que en las inscripciones sepulcrales en que aparece zeses haya que entender la braquilogía
zeses en Theo o in Deo, pero que en una época aún martirial quieran camuflar su cristianismo
eliminando en Theo, que podría comprometerles. A este respecto podríamos aducir la famosa placa
cristiana de Licinia Amias (ICVR II 4246), uno de los primeros testimonios de epigrafía cristiana,
donde se ha disimulado su pertenencia al cristianismo escribiendo Ιχθύς Ζώντων con caracteres
griegos, junto a dos peces y un ancla (símbolos carentes de significado para un pagano), y bajo un
D. M. —¿mera reminiscencia pagana o quizás simple fórmula de taller vacía de contenido?—, pero
ha prescindido de otros símbolos iconográficos más evidentes como el crismón. Si esto es así, esta
inscripción de Tarraco sería el primer testimonio de epígrafe cristiano de la península Ibérica.
⁶ Así, un plato de la Lugdunensis, fechado ya en el siglo iv avanzado, tiene un texto dispuesto
circularmente: Vincenti zeses in Chr(ist)o domino (CAG 71–4, p. 289).
⁷ Esta referencia a niños podemos verla en un grafito sobre un vaso conservado en el Museo de
Bonn, cuyo lacónico texto es: Zeses dulciola (CIL XIII 10017.34).

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Pie zeses, un caso de bilingüismo

un regalo de bodas), o uno de Roma: Hilaris cum tuis pie zeses in Deo (ILCV
2216a).
En paralelo comienza a aparecer esta misma fórmula en las denominadas
botellas puteolanas⁸, donde se describe un plano de la ciudad de Puteoli o la
de Baiae, y que están dedicadas a una persona que la recibe como regalo. Así,
una de Mérida: [Dul]cis anima z[e]ses (AE 2005, 763); de estas se conservan
varias piezas, especialmente en Italia. Estos ejemplares son tardíos. Uno hallado
en la villa de Veranes (Gijón), muy fragmentario, fechado entre fines del iv
y mediados del v, lo reconstruyen sus editores a partir de paralelos como:
[multis a]nnis ho[mo bone pie] z[eses] (Salido & Madariaga 2019: 158). Botellas
de vidrio ya a fines del siglo iii habían empezado a unir la idea del brindis con
la fórmula. Así una de Heraclea lleva el texto: Eminis Aprille propinavit vive
zeses (De Siena 1999: 40).
Pronto se van a incluir nuevos sintagmas que especifiquen ese deseo de
inmortalidad: Vivas in (a)eterno z(eses) (CIL XIII 3559). En esta última inscrip-
ción vemos ya zeses abreviado. La repetición frecuente de la palabra la fue
convirtiendo en fórmula, y la familiaridad con la expresión permitió que se
escribiera abreviada, pues era ya totalmente reconocible por los lectores. Así,
Maxime, dulcis z(eses) (CIL XV 7033); o el plato procedente de Colonia con el
texto Gaudias in Deo pie z(eses) (ILCV 2218a).
Poco después zeses se va a completar con pie (equivalente a bibe). Ahora
bien, pie zeses parece una traducción de bibe vivas⁹, aclamación latina con
una clara paronomasia en una época en que el betacismo ya había triunfado y,
por ello, una frase muy fácil de recordar. En algunos vasos vemos la fórmula
repetida, o quizás habría que decir traducida¹⁰, como en este procedente de
Atenas: bibe vivas pie zeses (CIL III 6543); o incluso solo pie z(eses) (CIL XIII
10025.228).

2. Los vasos de vidrio

A mediados del siglo iv, el brindis griego ZHCHIC, transcrito en letras latinas
como ZESES, forma parte muy común de inscripciones realizadas en vidrio
⁸ Sobre su naturaleza y expresiones, v. Bejarano 2005.
⁹ Nótese cómo el latín usa el imperativo-subjuntivo de presente, mientras que el griego emplea el
aoristo.
¹⁰ No parece, sin embargo, que podamos hablar aquí de un bilingüismo real, del mismo modo que en
nuestros días la mayoría de los anuncios de perfumería contienen parcial o totalmente expresiones
en francés (v. publicidad de Lancôme, Chanel, Scandal de Jean Paul Gaultier, o Nina Ricci, por
ejemplo), pero no obedecen a una sociedad española francoparlante, sino a un sentir que la mejor
perfumería viene de París, de donde procede el glamour.

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Javier del Hoyo

con letras de oro (Weitzmann 1979: nº 388; 347–348). Es más frecuente que el
equivalente latino vivas. El carácter formular, sin embargo, hizo que perdiera en
algunos contextos su primer significado; así, dos vasos que incluyen imágenes
de Cristo han trascrito mal Zeses y han grabado Zesus, para forzar un juego de
palabras entre el brindis y el nombre de Cristo (Lutraan 2006: 55–56), alterado
fonéticamente.
El origen de esta costumbre se encuentra en vasos para beber que los cris-
tianos usaban probablemente en ágapes; aunque no con un sentido litúrgico.
Parece una frase aclamatoria, con un deseo positivo: «Bebe, que vivas». Pri-
mero se incluyeron en alfabeto griego, como podemos ver aún en un mosaico
de Dougga fechado a finales del siglo iii. En él se puede ver a dos esclavos
vertiendo vino de sus respectivas ánforas en dos bandejas que sostienen otros
esclavos. En las ánforas pueden verse inscritas con teselas las palabras ΠΙΕ
y ZΗϹΗϹ (Ennaïfer 1995: 76–77), expresión original griega para brindar.
La fórmula en griego ha podido introducirse en contextos latinos a partir
de vasos cuya aclamación comenzaba en latín por bibe vivas y se cerraba
con una fórmula análoga, pero en otra lengua. Los hablantes debían estar
suficientemente habituados a ella, como para no percibir que estaban diciendo
algo extraño. La duplicidad de la fórmula tiene muchas variantes, por ejemplo:
Dignitas amicorum pie zeses cum tuis omnibus bibe et propina (ILCV 877).
La fórmula no solo se expresó en singular. También la podemos encontrar
en un vaso de vidrio de Roma: piete zesete multis annis vivatis (CIL XV 7028).
Probablemente se había tomado de la aclamación pronunciada al pasar en los
banquetes la copa de mano en mano. La sentencia, de buen augurio entre
los paganos, fue tomada tal cual por los cristianos. Y en otra inscripción se desea
vida a los padres: paren[ti]bus vestris p(iete) z(esete) (AE 2009 164). Aunque
no siempre se escribe correctamente el plural, de modo que podemos leer:
(R)ufine Resp[e]cta vivatis in Deo zeses (ILCV 2006b), escribiendo zeses en lugar
de zesete.
El reconocimiento de la fórmula griega como algo propio lleva a sustituir
plenamente la fórmula latina. Por ello podemos encontrar dos inscripciones
con la expresión pie zeses in Deo (ILCV 2216a y 2216b), donde esperaríamos un
Vivas in Deo¹¹, que es tan popular a partir del año 350 d.C.
El efecto de sustitución del latino vivas por zeses hace que en ocasiones
zeses llegue a aparecer dos veces, sustituyendo a vivas en el lugar donde
esperaríamos la aclamación en latín: dignitas amicorum pie zeses cum tuis
omnibus zeses (Leclercq 1939: 1026), variante de Dignitas amicorum pie zeses
cum tuis omnibus bibe et propina (ILCV 877).

¹¹ La fórmula está registrada 156 veces en distintos soportes (v. EDCS).

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Pie zeses, un caso de bilingüismo

La mayor parte de los vasos se ha encontrado en las catacumbas; y algo


significativo, ninguno de los ejemplares de vidrio de oro —considerados como
marcadores funerarios— se ha conservado completo, a pesar de que se conocen
unas 500 piezas. Como muchas tienen inscripciones alentando al propietario
a beber, se han definido como copas o vasos. En su origen pudieron ser regalos
familiares con motivo de una boda, un cumpleaños, celebraciones de año nuevo
u otras festividades religiosas, y en algunos casos con ocasión de un nacimiento
o de un bautismo cristiano (Weitzmann 1979: nº 396; Rutgers 2000: 85).
Es posible que, dada su fragilidad, al romperse, los vasos más vulgares y coti-
dianos fueran destruidos, mientras que se conservara la parte inferior decorada
de los de vidrio de oro para ser insertada en las catacumbas, a fin de que sirvie-
ran como marcadores funerarios de sus propietarios. En efecto, los cuerpos
eran depositados en las catacumbas en pequeñas cavidades llamadas loculi,
normalmente en corredores angostos excavados en la roca por los fossores,
y seguramente era necesario colocar algún tipo de marca para que los fami-
liares que visitaban la tumba localizaran el nicho correcto sin gran demora.
Pudieron servir también como un sello de la tumba, puesto que se sujetaban
con mortero¹², quedando a la vista, en la superficie del loculus; también se
utilizaban otros objetos decorativos de pequeño tamaño para hacer esta fun-
ción. No es descartable tampoco que hayan tenido un sentido apotropaico,
especialmente en la última época de este período, cuando los retratos de santos
se convirtieron en más comunes (Grig 2004: 204–209).
Muchas piezas de vidrio de oro contienen retratos de personas cotidianas,
normalmente parejas casadas, entre los que se podría encontrar el difunto,
mientras que otras muestran figuras bíblicas o símbolos religiosos. Esta activi-
dad fue usual entre los cristianos, judios —se han identificado hasta 13 vasos
judíos— y romanos paganos.
Este tipo de aclamaciones y bendiciones son las habituales y en los medallo-
nes grabados en copas a menudo instan al propietario a beber, incluso cuando
la iconografía es religiosa. Un vaso judío presenta los habituales símbolos
judíos (menoráh, león simbolizando sinagoga, torá, etc.) y la inscripción pie
zeses Elares (ILCV 4981). La mayoría de las inscripciones se componen de nom-
bres o expresiones convencionales, o de los dos combinados. La inscripción
dignitas amicorum pie zeses vivas (EDCS) tipifica la tendencia a agrupar frases
ya conocidas.

¹² En un vaso expuesto en el Metropolitan Museum, puede verse todavía cómo tiene incrustados
restos de mortero en sus bordes, cf. Lutraan 2006: 5.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 122 — #122

Javier del Hoyo

2.1. La técnica de los vasos

¿Cómo se elaboraban estos vasos? Estamos ante un tipo de vidrio de lujo donde
se fusiona un diseño decorativo de pan de oro entre dos capas de vidrio. Aunque
los primeros ejemplos se encuentran en la Grecia helenística, es característico
del vidrio romano de fines del Imperio, entre finales del siglo iii y el v.
El proceso de creación del vidrio de oro era difícil, y requería gran habilidad.
Se cortaba un disco pequeño, de entre siete y doce centímetros de anchura,
proveniente de una esfera soplada con la parte inferior aplanada. Más tarde
se unía al disco una pieza de pan de oro. El diseño se lograba tras rascar el
pan de oro. La pieza principal, un vaso o un bol, se creaba por soplado, con
una parte inferior aplanada que tenía las mismas dimensiones que el primer
disco. El resultado era calentado de nuevo y depositado con cuidado sobre
el disco con el dibujo, provocando la fusión de la parte inferior plana con el
disco que lo contenía. La pieza completa era calentada por última vez para
acabar de completar la fusión (cf. Rutgers 2000: 83).

2.2. Iconografía de los vasos

El fondo de casi todos los vasos contiene alguna imagen. Casi la mitad de
los vasos de oro conocidos presenta retratos, si bien hay escenas narrati-
vas, principalmente cristianas. Los retratos de personajes bíblicos forman
casi la mitad del corpus (Grig 2004: 215). Hay también algunas representa-
ciones deportivas, de animales, guirnaldas o decoraciones similares. No hay
retratos imperiales ni escenas militares; los vasos se centran en intereses
privados.
Son frecuentes los retratos con inscripciones que nombran a personajes
particulares (Lutraan 2006: 29–31). Los retratos de matrimonios, más comunes
al comienzo de la producción, dieron paso a santos y apóstoles al final del
período (Grig 2004: 14 y 17). Cristo aparece en varios vasos, generalmente
imberbe y juvenil, así como en la figura del Buen Pastor.
Escenas narrativas del Antiguo Testamento (Adán y Eva; el sacrificio de
Isaac por parte de Abraham; Noé y el arca; la historia de Jonás; Daniel en el
foso de los leones; los tres jóvenes en el horno de fuego; etc.) son mucho más
comunes que las de la vida de Cristo, como ocurre también en las pinturas de las
catacumbas (Lutraan 2006: 21–23). Solo hay dos escenas narrativas mitológicas:
un trabajo de Hércules ante la mirada atenta de Atenea (IGTrev p. 12), y uno
de Aquiles (Lutraan 2006: 55).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 123 — #123

Pie zeses, un caso de bilingüismo

2.3. Vasos judíos

Trece de los más de 500 vasos conocidos romanos tardíos son identificables
como judíos a partir de la iconografía. Parece que todos se han utilizado en
catacumbas romanas como marcadores funerarios. Los dos únicos completos
fueron encontrados en catacumbas cristianas, mientras que los hallados en las
judías no tienen iconografía propiamente hebrea, lo que parece demostrar que
«algunos judíos no sentían escrúpulos en usar los vasos de vidrio de oro con
motivos iconográficos paganos» (Rutgers 2000: 85).
De los trece, cinco contienen pie zeses y dos anima dulcis. La secuencia vivas
cum también se encuentra en vasos judíos y no judíos. Parecen haber sido
dados como regalos en el mismo tipo de ocasiones, y hay pruebas de que los
judíos romanos compartían la costumbre general de entregar presentes por
Año Nuevo (Rutgers 2000: 83–85).

3. Conclusiones

Desde mediados del siglo iii aparece en la epigrafía latina una fórmula griega
escrita en caracteres latinos, zeses, quizás para camuflar una inscripción sepul-
cral cristiana. El deseo de que la otra persona viva puede estar relacionado con
la creencia en la inmortalidad. Rompe así con las fórmulas típicas paganas de
«que la tierra no te pese», o aquellas en las se advierte el pesimismo propio del
paganismo: la fugacidad de la vida, mejor habría sido no nacer, etc.
Este zeses se unirá pronto (comienzos del siglo iv) a pie (que recoge el bi-
be latino) y que es propio del simposio. Juntos empezarán a funcionar como
secuencia inseparable, no ya en inscripciones sepulcrales en mármol, sino en va-
sos de vidrio con letras de oro, usados como regalo a una persona, y terminarán
como indicadores funerarios en catacumbas.

Referencias bibliográficas

AE = L’Année Épigraphique, París, 1888 ss.


Bejarano Osorio, A. Mª (2005): «Una ampulla de vidrio decorada con la planta topográ-
fica de la ciudad de Puteoli», Mérida excavaciones arqueológicas, 513–532.
CAG = Carte Archéologique de la Gaule (1994) 71–04, Saône-et-Loire, París.
CIL = Corpus Inscriptionum Latinarum, Berlín, 1852 ss.
De Siena, A. (ed.) (1999): Il vino di Dioniso: dei e uomini a banchetto, Roma, 37–40 [con
foto].
EDCS = Epigraphik-Datenbank Clauss Slaby.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 124 — #124

Javier del Hoyo

Ennaïfer, M. (1995): «Xenia et banquets», Sols de l’Afrique romain, París, 65–87.


Grig, L. (2004): «Portraits, Pontiffs and the Christianization of Fourth-Century Rome»,
Papers of the British School at Rome 72, 203–230.
Howells, D. Th. (2015): «A catalogue of the Late Antique Gold Glass in the British
Museum», London: the British Museum, Londres.
ICERV = Vives, J. (1969): Inscripciones Cristianas de la España Romana y Visigoda,
Barcelona.
IGTrev = Siede, M. & Schwinden, L. (2012): Inscriptiones Graecae Treverenses. Edition der
spätantiken und frühchristlichen griechischen Inschriften in Trier mit Übersetzung und
Kommentar, Tréveris.
ILCV = E. Diehl, Inscriptiones Latinae Christianae Veteres, Berlín, 1925–1967.
Leclercq, H. (1939): «Pie Zeses», Dictionnaire d’archéologie chrétienne et de liturgie,
t. xiv, 1024–1031.
Lutraan, K. L. (2006): Late Roman Gold-Glass: Images and Inscriptions, Hamilton, Ontario,
McMaster University.
Morey, C. R., (1959): The Gold-Glass Collection of the Vatican Library with Additional
Catalogues of Other Gold-Glass Collections, Biblioteca Apostolica Vaticana, Vaticano.
Rutgers, L. V. (2000): The Jews in Late Ancient Rome: Evidence of Cultural Interaction in
the Roman Diaspora, Leiden.
Salido, J. & Madariaga, B. (2019): «Los vidrios con inscripción grabada en Hispania:
contexto, tipología y significado», Pyrenae 50/1, 149–169.
Vickers, M. (2009–2011): «The Wilshere Collection of Early Christian and Jewish Anti-
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Dicata, Kacic, 41–43, 605–614.
Weitzmann, K. (ed.) (1979): Age of spirituality: late antique and early Christian art, third
to seventh century, Nueva York.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 125 — #125

Mic. ke-u-po-da y el supuesto presente atemático


de χέω*
José Miguel Jiménez Delgado
Universidad de Sevilla
jmjimdelg@us.es

Resumen: En este trabajo se pone en relación el compuesto micénico ke-u-po-da con el presente
atemático que se puede reconstruir para χέω de acuerdo con su aoristo radical atemático y la
comparación con véd. juhóti. Mic. ke-u-po-da es un compuesto de rección verbal cuyo primer
miembro ke-u- = χευ- solo es posible si se corresponde con un presente atemático en -u.
Palabras clave: Compuestos de rección verbal, aoristo radical, presente atemático, tematización
de presentes atemáticos.

Myc. ke-u-po-da and the unattested athematic present of χέω


Abstract: The purpose of this paper is to relate the Mycenaean compound ke-u-po-da to the
athematic present of χέω that can be reconstructed according to its athematic root aorist and
the comparison with Ved. juhóti. Myc. ke-u-po-da is a verbal governing compound whose first
member ke-u- = χευ- can only be explained through an athematic present in -u.
Key Words: Verbal governing compounds, root aorist, athematic present, thematisation of
athematic presents.

Emilio Crespo ha sido como un segundo padre académico para el autor de esta
breve nota filológica sobre una cuestión un tanto alejada de sus intereses más
inmediatos. Con todo, estoy seguro de que Emilio sabrá apreciar el esfuerzo
por mostrar mi admiración y mi cariño a través de este trabajo.

1. Planteamiento

El paradigma del verbo χέω contiene, junto con el presente radical temático, un
aoristo medio ἐχύμην y otro activo ἔχε(υ)α. En general, se suele considerar que
un aoristo radical atemático como ἐχύμην no se corresponde con un presente
radical temático (Risch 1974: 234, Willi 2018: 200–202, Lundquist & Yates
2018: 2165), lo que podría encontrar apoyo en la comparación, pues el védico

* Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto «Estudio diacrónico de las instituciones
socio-políticas de la Grecia antigua y de sus manifestaciones míticas» (referencia FFI2016-79906-P).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 126 — #126

José Miguel Jiménez Delgado

ofrece un presente atemático reduplicado juhóti (LIV s.u. *ĝʰeu̯-). Por ello, Willi
(2018: 309–310) sospecha que χέω es una formación secundaria a partir de 3ª
pers. sing. aor. ἔχεε. En ese escenario, el aoristo activo primitivo *(h₁e-)ĝʰeu̯-t
habría sido sustituido por el sigmático ἔχευα y ἔχεα sería una reliquia del
antiguo aoristo atemático (< *(h₁e-)ĝʰeu̯-m̥ ), cf. Sihler (1995: 562). No obstante,
Harđarson (1993: 193–194) considera que ἔχευα (< *(e-)kʰeu̯u̯a) es el resultado
eolio de un primitivo aoristo sigmático *(h₁e-)ĝʰeu̯-s-m̥ , mientras que ἔχεα es el
resultado en otros dialectos del alargamiento compensatorio correspondiente,
pero con abreviación prevocálica a partir de *(e-)kʰẹ̄(u̯)a. Véase también Crespo
(1977: 46–48), que considera que la escansión de 3ª pers. pl. ἔχεᾱν en Hom.
Il. 18.347 y Od. 8.436 (donde también es posible leer ἔχεον) se debe a una
metátesis de cantidad a partir de *é-kʰẹ̄an¹. Si ἔχε(υ)α es un aoristo sigmático,
el presente χέω podría ser antiguo e incluso podría deberse a la remodelación
de un primitivo presente en yōd *ĝʰeu̯-i ̯e/o- (> *χειε/ο-) a partir de ese aoristo,
cf. Willi (2018: 310). Como veremos, los datos del micénico apoyan, aunque de
forma completamente indirecta, la existencia de un presente atemático para
χέω en el segundo milenio, presente que ya reconstruyó Schwyzer (1939: 745)
como *χεῦμι.
En griego micénico solo se documenta una forma del paradigma verbal
de χέω, el participio de perfecto medio-pasivo nom. sing. fem. me-ta-ke-ku-
me-na (KN Sf 4428.b), forma compuesta con μετα- que se interpreta como
«desmontado» y va referida al carro, i-qi-ja en micénico, que se registra en la
tablilla, cf. Bernabé (2016: 533–534). Este participio pertenece a un perfecto en
grado cero que coincide con el documentado en Homero κέχῠμαι (Il. 5.141, etc.)
y poco o nada puede aportar sobre el presente de este paradigma en época
micénica. No obstante, si consideramos que el compuesto nominal ke-u-po-da
contiene un primer miembro ke-u- que coincide con el tema de χέω (< IE *ĝʰeu̯- ),
podemos deducir, como veremos, que el presente de ese verbo era atemático
en época micénica.

2. Mic. ke-u-po-da

El término ke-u-po-da (KN C 1044.b, Dq(3) 442.a, PY Na 145.B, 395.B) se do-


cumenta tanto en Cnoso como en Pilo, con una variante gráfica ke-po-da (PY
Na 568.A) que podemos considerar una falta de escriba (Melena 2014: 99). Las
¹ Esta brevis in longo es esperable en Homero, dado que la forma verbal es un tríbraco (���), cf. West
1982: 38–39, y, en este sentido, ἔχεᾱν aparece en el tiempo fuerte del tercer pie ante cesura
pentemímera, cf. Chantraine 1938: 104. Sobre la problemática asociada a ἔχεᾱν véase Nussbaum
2017, especialmente 273 y 286–287.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 127 — #127

Mic. ke-u-po-da y el supuesto presente atemático de χέω

tablillas cnosias en cuestión se fechan en MR IIIA2, siendo Dq 442, atribuida


a la mano 217, posiblemente algo más reciente que C 1044, cuya mano no se
ha determinado; las pilias, todas ellas atribuidas a la mano 1, se fechan, como
la gran mayoría de los documentos de Pilo, en el paso de HR IIIB2 a HR IIIC.
Desde un punto de vista lingüístico, ke-u-po-da es un sustantivo en -eh₂ de
género masculino, que en las tablillas cnosias mencionadas se documenta en
genitivo singular ke-u-po-da-o.
Con respecto a la interpretación del término, se ha considerado que se trata
de un título (Lindgren 1973: 79–80), pues en las tablillas pilias el personaje al que
va referido tiene la capacidad de liberar del pago de impuesto, construyéndose
como sujeto de la forma verbal e-re-u-te-ro-se ἐλευθέρωσε (Nakassis 2013:
110), mientras que el personaje cnosio tiene bajo su supervisión ganado ovino
(Dq 442) y posee una yunta de bueyes de labor (C 1044), cf. Enegren (2008:
57, 80–81). No obstante, en Pilo el compuesto va indisociablemente unido al
nombre e-sa-re-u, por lo que podría ser un antropónimo y e-sa-re-u el título
como interpreta Killen (1992–1993). En este sentido, se documenta una forma
relacionada ke-u-po-de-ja (KN G 820.3), término femenino que se suele analizar
como derivado con -e-ja que indicaría pertenencia, «las (dependientes) de ke-u-
po-da», a partir del antropónimo del personaje del que dependen (Killen 1983:
71–73, Enegren 2008: 80–81). Con todo, este último término cnosio aparece
tras la preposición a-pu (= ἀπό), por lo que podría tratarse de un abstracto en
-ία, como veremos; menos probable es que se trate de un antropónimo o de un
topónimo femenino (Killen 1983: 73)².
Sea como fuere, nadie pone en duda que ke-u-po-da es un término com-
puesto de dos miembros, ke-u- y -po-da. En general, se entiende que el primer
miembro está relacionado con el verbo χέω y el segundo con el sustantivo
σπονδή. Las alternativas son muy poco convincentes: es posible interpretar la
segunda parte en relación con πούς, ποδός, es decir -po-da = -πόδᾱς (Leukart
1994: 224–226), pero en ese caso no tiene sentido relacionar ke-u- con χέω,
por lo que Leukart propone interpretar esa primera parte como exponente
de una raíz verbal indoeuropea *geu̯- «doblar, encorvar» (DELG s. u. γύης;
EDG s. u. cf. γύη), que parece nominal más que verbal (LIV no la reconoce
como raíz verbal). De hecho, χέω y σπονδή se encuentran asociados en otro
compuesto de rección verbal documentado en los s. iii y ii a.C. dando nombre
a un vaso de libación en Delos, σπονδοχόη (IG IX.2 110.24, etc.) y diminuti-
vo σπονδοχοΐδιον (IG IX.2 122.59, etc.) - una forma contracta σπονδοχούς

² No obstante, Ruijgh 1967: 262 considera a-pu ke-u-po-de-ja un compuesto con separación gráfica
que haría referencia a mujeres que han dejado de ser ke-u-po-de-ja, cf. ἀποστρατηγός «ex general»
(por haber sido destituido, D. 23.149; por haber terminado el tiempo de su cargo, Plu. Marc. 22).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 128 — #128

José Miguel Jiménez Delgado

se documenta en el s. ii a.C. (IG IX.4 1307.16)³. El sentido del compuesto,


relacionado con el vertido de una libación, llevó a Palmer (1954: 23) a inter-
pretarlo como un título religioso. En ese caso, ke-u-po-de-ja podría ser un
sustantivo abstracto referido a la acción propia del ke-u-po-da a partir del
sufijo -ειος, -ᾱ, -ον, que en micénico se documenta para formar posesivos
derivados de antropónimos masculinos, incluidos los de tema en -ᾱ- (Ruijgh
1967: 258–264, Killen 1983), aunque también hay en griego algún derivado
de nombres comunes en -eh₂ (-σπονδᾱ-), cf. Chantraine (1933: 49–52) y Lühr
& Balles (2008: 297–298). Con todo, en este trabajo no nos interesa si el com-
puesto era un título o un antropónimo masculino, sino sus características
morfológicas.
Si ke-u-po-da, como suele admitirse, es un compuesto de χέω y σπονδή,
caben dos posibles interpretaciones para su formación:

Compuesto de tipo τερψίμϐροτος (Tribulato 2015: 169–209), en cuyo caso


habría que prοponer una forma original *χευσι-σπόνδᾱς con haplología.
La haplología es un fenómeno conocido en micénico, cf. a-pi-po-re-we
«ánforas» (KN Uc 190 v. 2) > a-po-re-we (MY Ue 611.1, PY Tn 966.3, TH
Ka 113.1), pero en este caso los cinco ejemplos del término, en dos centros
palaciales distintos y en textos de distinta cronología, parecen descartar
esa posibilidad, pues en ningún caso hay rastro de *ke-u-si-po-da, así como
tampoco lo hay en el derivado ke-u-po-de-ja.
Compuesto de rección verbal a partir de un presente atemático de tema
en -u (Tribulato 2015: 167), en cuyo caso se interpretaría *χευ-σπόνδᾱς.
Ruijgh (1967: 262, n. 137) objeta que este tipo de compuestos suelen pre-
sentar vocal de ligazón cuando la raíz verbal aparece en primera posición,
por lo que se esperaría *χεϝεσπόνδᾱς, cf. μεν-ε-χάρμης. No obstante, en
griego sí que se documenta este tipo de compuestos, cf. Ἐρύλᾱος, Ἐρύ-
μας, Ἐρύμηλος (Ἐρύ- < ἔρυμαι), con un ejemplo probable en micénico
we-wa-do-ro *Ϝέρϝανδρος (KN Dv 1601.B, Sc 252)⁴, antropónimo mascu-
lino compuesto de esa misma raíz (cf. -u-ru-to en PY An 657.1) y ἀνήρ,
ἀνδρός; otros ejemplos los tenemos en Γανυμήδης (< γάνυμαι) y τα-
νυπτέρυξ (< τάνυμαι, cf. Risch (1974: 190–191). Estos compuestos de

³ La posibilidad, apuntada en DMic. s.u. ke-u-po-de-ja, de que ke-u- esté relacionado con el tema
γευσ- de γεύω es más difícil desde un punto de vista morfológico (no hay compuestos de rección
verbal griegos en los que el tema verbal aparezca en -s en el primer miembro) y carece de paralelos
(no hay colocaciones de γεύω y σπονδή).
⁴ Las interpretaciones alternativas de este compuesto, cf. DMic. s. u., son poco creíbles: *Ϝελϝά(ρ)δω-
ρος por su primer miembro, cf. εἶλαρ, ος «protección, defensa»; Εὔ-ανδρος porque Εὔ- = mic. e-u-,
e-u-w o e-w.

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Mic. ke-u-po-da y el supuesto presente atemático de χέω

rección verbal con primer miembro en -u han tendido a ser sustitui-


dos ya en época homérica, cf. ἐρυσίπτολις, τανυσίπτερος (Tribulato
2015: 228–229, 246). Un compuesto del tipo de *χευ-σπόνδᾱς supon-
dría, entonces, que el verbo χέω tenía un presente atemático en época
micénica.

3. Presentes atemáticos micénicos que pasan a temáticos en el primer


milenio

Que el compuesto ke-u-po-da apunte a un presente atemático para χέω en


época micénica no es demasiado llamativo, dado su aoristo atemático y la
comparación con el védico. Por lo demás, no son pocos los casos, ante la relativa
escasez de formas verbales documentadas en los textos micénicos, de presentes
atemáticos que se documentan, en el primer milenio, como temáticos. Me
refiero a los siguientes:

ki-ti-je-si (PY Na 520.B), tercera persona del plural del presente de in-
dicativo activo de un verbo *κτεῖμι «plantar» que aparece en los textos
alfabéticos como κτίζω «construir, fundar, plantar». El presente atemático
está bien documentado en indo-iranio, véd. kṣéti, kṣiyánti, av. šaēitī,̆ šiieiṇtī,̆
así como en el compuesto homérico ἐϋκτίμενος, -η, -ον «bien construido»,
cf. ki-ti-me-na = κτιμένᾱ «en cultivo» (PY Ea, En y Eo passim), participio
aplicado a un tipo de parcela o ko-to-na.
po-ṇẹ-to- (PY Eq 36.13), tercera persona del singular del presente de indi-
cativo medio-pasivo de un verbo *πόνημαι (Killen 1999: 343–344), que se
documenta referido al trabajo de la tierra y que ya en Homero es temático,
πονέομαι «trabajar, fatigarse, sufrir» (Il. 10.116, etc.). Se trata de uno de los
denominados verbos «contractos» y algunos de estos presentes también
se conjugan como atemáticos en el primer milenio, especialmente en los
dialectos eolios, cf. Hock (1971), Ruijgh (2004: 50–52). No hay consenso
sobre si la conjugación «eolia» de estos presentes es un arcaísmo o una in-
novación, pero los datos micénicos podrían apuntar a que la conjugación
temática o atemática dependía del tipo de presente, cf. Jiménez (2006)⁵.
u-ru-to (PY An 657.1), tercera persona del plural del presente de indicativo
activo de un verbo *ϝρῦμαι «defender, proteger», cf. hom. ῥῦσθαι (Hom. Il.
15.141), que en el primer milenio aparece también tematizado, cf. ἐρύεσθαι
⁵ po-ṇẹ-to- sería un denominativo con el sufijo -eh₁-, mientras que mic. to-ro-qe-jo-me-no (PY Eq
213.1) es un iterativo-causativo con grado pleno o en la raíz y sufijo -ei ̯e/o-, cf. τροπέω (Hom. Il.
18.224).

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José Miguel Jiménez Delgado

(Hom. Il. 9.248). De la misma raíz verbal se documenta el compuesto we-


wa-do-ro, que da cuenta del doble tema que esta presenta en griego *wer-
/ wrū- (DELG y EDG s. u. ἔρυμαι; LIV s. u. 1. *u̯er-), con una forma *weru-
que se corresponde con la de los compuestos homéricos del tipo Ἐρύλαος⁶.
te-re-ja (PY Eb 149.1, 495.1, Ep 613.2) y te-re-ja-e (PY Eb 149.1, 495.1,
Ep 613.1.4) son formas del tema de presente de un verbo denominativo
a partir de un sustantivo en -eh₂ *te-re-ja que no se documenta como tal,
pero que se puede establecer a partir del antropónimo te-re-ja-wo (KN
Vc 188) —sobre el sufijo -ᾱ́ϝων, véase Ruijgh (1967: 197). Este sustantivo,
así como el verbo de él derivado, se refiere a una prestación relacionada
con el trabajo de la tierra que sería propia de los denominados te-re-ta
(Carlier 2016: 667–669). No hay duda de que te-re-ja-e es un infinitivo
(-e < *-sen), pero la interpretación de te-re-ja es mucho más compleja
(Jiménez 2015). Sea como fuere, se trata, de otro verbo «contracto» cuyo
presente es atemático en micénico, a pesar de que en griego del primer
milenio estos presentes suelen ser temáticos, salvo en los dialectos eolios,
cf. Rau (2009); Harđarson (2014).

4. Conclusiones

El compuesto micénico ke-u-po-da, ya se trate de un título o de un antropónimo,


presenta un primer miembro ke-u- que deriva de la raíz de χέω. El segundo
miembro está relacionado con el sustantivo σπονδή. En ese sentido, en el
primer milenio se documenta el mismo compuesto, pero con los miembros en
el orden inverso, para denominar un tipo de vaso en Delos: σπονδοχόη. Esta
identificación es bastante segura, no habiendo interpretaciones alternativas
verosímiles. No obstante, esa interpretación presenta un problema morfológico:
al tratarse de un compuesto de rección verbal se esperaría que el primer
miembro terminara en -si-/-ti- (tipo τερψίμϐροτος) o que tuviera una vocal
de ligazón (tipo μενεχάρμης). Con todo, es posible que ese primer miembro
terminara en -u si se corresponde con un presente atemático, como es el caso
de compuestos similares documentados por Homero, caso de Ἐρύλᾱος (Ἐρυ- <
ἔρυμαι), o incluso del antropónimo micénico we-wa-do-ro *Ϝέρϝανδρος (we-w
= Ἐρυ-). Mic. ke-u-po-da daría entonces carta de naturaleza, aun de forma
indirecta, a un presente atemático *(χι)χευμι que se sospecha sería el que se
corresponde con el aoristo atemático ἔχεα (< *h₁e-ĝʰeu̯-m̥ ) / ἐχύμην y que
encuentra un paralelo en védico juhóti.
⁶ Waanders 2008: 17 considera que la forma micénica podría ser el resultado de la elisión de la
vocal de ligazón en un primer miembro *werwe-, pero, como estamos viendo, nada impide que ese
miembro fuera *werw-.

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Mic. ke-u-po-da y el supuesto presente atemático de χέω

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 133 — #133

Dioniso Basareo
Ana Isabel Jiménez San Cristóbal
Universidad Complutense de Madrid
asancristobal@filol.ucm.es

Resumen: Cornuto hace derivar el término Βασσαρεύς, «Basareo», epíteto de Dioniso, de βάζειν
«hablar». Sin embargo, ni los léxicografos antiguos ni los diccionarios etimológicos modernos
relacionan Βασσαρεύς con βάζειν, sino con βασσάρα «bacante», «vestido», «zorra», y con
βῆσσα, «valle». En este estudio se analizarán los escasos testimonios de Dioniso Βασσαρεύς
y las acepciones del término βασσάρα para tratar de establecer la motivación de las etimologías
propuestas.
Palabras clave: Dioniso Basareo, bacante, vestido, zorra, etimología.

Dionysus Bassareus
Abstract: Cornutus derives the term Βασσαρεύς, «Bassareus», epithet of Dionysus, from βάζειν
«speak». However, neither ancient lexica nor modern etymological dictionaries relate Βασσαρεύς
with βάζειν, but with βασσάρα «bacchant», «dress», «fox», and with βῆσσα, «valley». This study
will analyze the few testimonies of Dionysus Bassareus and the meanings of the term βασσάρα in
order to establish the motivation of the proposed etymologies.
Key Words: Dionysus Basareus, bacchant, dress, fox, etimology.

1. Dioniso Βασσαρεύς

Βασσαρεύς como epíteto divino aparece siempre referido a Dioniso, pero no


está documentado hasta el s. i a.C., en una oda de Horacio que ensalza las
virtudes del vino, y advierte sobre las consecuencias de sus excesos¹. Horacio
invoca a Baco como candide Bassareu y dice no querer desvelar los secretos
cubiertos por diversas hojas, en referencia seguramente a los objetos rituales
que se llevaban en cistas místicas recubiertas por hojas de hiedra, elemento
dionisíaco que aparece con frecuencia en relación con Dioniso Basareo. Por
ejemplo, el lírico latino Cesio Baso, celebra a Baco como Lieo, Basareo, bicorne
y coronado de hiedra².

¹ Hor. C. 1.18.11–13 non ego te, candide Bassareu, / invitum quatiam nec variis obsita frondibus / sub
divum rapiam. «No seré yo, resplandeciente Basareo, quien te agite contra tu voluntad, ni exponga
los secretos cubiertos por hojas».
² Caes. Bass fr. 2 FPL³. Véase también Prop. 3.17.30 donde bassaricas se refiere a los cabellos del dios
que lleva la hiedra al cuello y se corona con la mitra lidia.

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Ana Isabel Jiménez San Cristóbal

Cornuto, en su Compendio de Teología griega, cuenta que a Dioniso se le


consagra un pájaro, el arrendajo o la garza (κίσσα) por ser locuaz (λάλον
ὄρνεον) y se le llama Βasareo (Βασσαρεύς) a partir de βάζειν, «hablar»³. Ningún
otro testimonio relaciona a Dioniso con este tipo particular de pájaro, pero en
la tradición órfica, a la que Cornuto alude en el mismo pasaje al referirse al
desmembramiento de Dioniso por los Titanes⁴, había, según parece, un ritual
en que se liberaba un pajarillo para aplacar a las Euménides y simbolizar la
liberación del alma de la injusticia⁵.
La etimología de Cornuto no encuentra eco en la lexicografía posterior,
pero Dioniso recibe desde antiguo epítetos como ἐρίϐρομος y ἐριϐρεμέτης,
«tonante» que guardan relación con el ruido y el tumulto⁶ cuya vinculación
con βάζειν está atestiguada en un texto muy tardío de Eustacio (s. xii d.C.),
según el cual una de las razones por las que a Dioniso se le llama ἐρίϐρομος
y ἐριϐρεμέτης es por los gritos de los borrachos, por lo que también se le
llama Baco, como si derivase de βάζειν⁷, añadiendo la letra κ en favor de una
mayor aspereza de la voz. No es descartable, por tanto, que Cornuto asociase
a Baco con el tumulto y en la construcción de su peculiar etimología tuviese
presente el rito en que se liberaba un pájaro. Asociando pájaro y ruido eligió
la garza, caracterizada por ser particularmente ruidosa y, seguramente, porque
su nombre en griego es κίσσα, muy semejante a κισσός, «hiedra», atributo
muy ligado, como vemos, a Dioniso Basareo.
A Dioniso Basareo Trietérico se le dedica el Himno órfico 45⁸, donde se
celebra la vertiente más cruel de Dioniso Basareo y Baqueo, «de frente de
toro» (ταυρομέτωπος), «delirante» (μαινόλης) y «resonante» (ἐρίϐρομος), que
provoca la ira y se goza con la espada y la sangre. En el h. 52 se le invoca
como Βάσσαρε, junto a otros sobrenombres (Baqueo, Leneo, Liseo o Niseo,
por ejemplo), se ensalza también su vertiente furiosa y cruel (ὠμάδιος) en un
contexto iniciático, se le califica como «errabundo por el monte» (οὐρεσιφοί-
της), «de cuernos de toro» (ταυροκέρως) y «amigo de la hiedra» (κισσοχάρης)
y se dice que «está en el regazo» (ὑποκόλπιε). La propia naturaleza de los
himnos, una colección de uso litúrgico, explica la acumulación de epítetos
y atributos del dios. Pero resulta significativo que la hiedra, el toro y el regazo
reaparezcan en un texto de Clemente de Alejandría. Afirma Clemente que el
símbolo de Dioniso Basareo es la serpiente, que se guarda en las cistas místicas

³ Corn. ND 30 (62.1 Lang), cf. Ramelli 2003: 275.


⁴ Corn. ND 30 (62.10–16 Lang; OF 59 IV).
⁵ Pap.Derveni II 7 y VI 11, cf. Bernabé 2014: 32–33, con bibliografía y paralelos.
⁶ ἐρίϐρομος h. Bacch. 7.56 Càssola, Anacr. fr. 16 Gentili, Panyas. 13.2.
⁷ Véase Eust. in D.P. 566 p. 328 Müller.
⁸ Orph. H. 45 tít., 2; véase también 52.12, cf. Ricciardelli 2000: 411.

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Dioniso Basareo

junto a otros objetos como la hiedra⁹. Y en otro pasaje señala que el símbolo
de los misterios de Sabacio, i. e., Dioniso, es el dios a través del regazo (ὁ διὰ
κόλπου θεός), en referencia a un rito en el que se hace pasar una serpiente
por el regazo de los celebrantes y que él relaciona con la unión de Zeus bajo la
forma de serpiente con Perséfone en el mito, afirmando que el padre del toro
es la serpiente¹⁰.
A finales del período imperial, Macrobio, en sus Saturnalia, habla de la
representación de Líber en la estatuaria como muchacho, joven y anciano con
barba y cita como ejemplo a aquel al que griegos llaman Basareo o Briseo, y los
napolitanos Hebon, «el joven»¹¹. Y en el s. ix d.C., Focio cita Basareo en un
contexto oscuro en el que aparece Dioniso, el delirio báquico, pero también
Harmonía y la musa Urania¹².
En la mayoría de los testimonios, el epíteto Basareo se refiere al Dioniso del
culto mistérico, en muchos casos el órfico, y aparece ligado especialmente a la
hiedra y las cistas y, en menor medida, al toro. En los lemas de varios lexicó-
grafos tardíos, Βασσαρεύς aparece citado bajo la voz βασσάραι a propósito de
un pasaje de los Edonos de Esquilo¹³. Esta tragedia, junto con Basárides, Los
Muchachos y Licurgo, conformaban la llamada Licurgía de Esquilo, que tenía
por protagonista a Licurgo, mítico rey de Tracia, castigado por oponerse a la
introducción del culto de Dioniso¹⁴. La mayoría de los lexicógrafos dice que
βασσάραι eran los vestidos de colores y largos hasta los pies que llevaban las
bacantes tracias y que se llamaban así por Dioniso Basareo¹⁵:

〈Βασσάραι〉 χιτῶνες, οὓς ἐφόρουν αἱ Θρᾴκιαι βάκχαι, καλούμεναι οὕτω


ἀπὸ τοῦ βασσαρέως Διονύσου.

En todos los ejemplos se afirma que βασσάρα deriva de Βασσαρεύς. Solo los
escoliastas de Horacio y Clemente de Alejandría derivan Basareo de basara¹⁶.
La derivación de los lexicógrafos contrasta con la dinámica de formación de
⁹ Clem. Al. Prot. 2.22.4 (OF 590).
¹⁰ Clem. Al. Prot. 2.16.1–3 (OF 589 I). Sobre el significado del rito y la expresión ὁ διὰ κόλπου θεός,
como la escenificación del nacimiento a la nueva vida y de la condición divina que aguardaba al
iniciado tras la muerte, cf. Jiménez San Cristóbal 2015: 172–175.
¹¹ Macrob. Sat. 1.18.9, cf. Lenormant 1877: col. 628.
¹² Phot. Bibl. 187 (144a).
¹³ A. fr. 59 Radt. Véase infra, n. 30.
¹⁴ A. Test. 68 Radt (Sch. Ar. Th. 135), cf. A. Test. 78 Radt.
¹⁵ Phot. Lex., Et. Gen., Lex. Seg. y Lex. Sabb. s.u. Βασσάραι, EM. s.u. Βασσαρίδες, sobre el cual véase
infra p. 133 Et. Gen. y Lex. Seg. presentan la lectura καλούμενοι que concierta con χιτῶνες en lugar
de καλούμεναι, que lo hace con βασσάραι.
¹⁶ Schol. Clem. Al. Protr. et Paed. 17.7 Βασσάρου] βασσάρα λέγεται ἔνδυμα βακχικόν. Basaro: «se
dice que la basara es un vestido báquico». Porphyr. ad Hor. 1.18.11 a genere vestis Liber Bassareus

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Ana Isabel Jiménez San Cristóbal

nombres en griego, donde el sufijo -ευς se usa para formar derivados¹⁷, y con los
testimonios conservados, ya que Βασσαρεύς no está atestiguado hasta época
imperial, mientras que βασσάρα y su derivado Bασσαρίδες se documentan
desde época arcaica.

2. Βασσάρα

Los usos y valores de βασσάρα han sido bien estudiados¹⁸. Tradicionalmente


se ha considerado que en origen designaría una piel de zorra usada como
vestimenta por las bacantes y a partir de ahí se habrían generalizado las acep-
ciones de «bacante» y «vestido»¹⁹. Sin embargo, el análisis de los testimonios
conservados no parece corroborar esta interpretación.
La acepción «bacante» la atestigua ya Anacreonte, que llama βασσαρίδες
a las seguidoras retozonas de Dioniso²⁰. Y el mismo autor emplea el verbo
ἀναϐασσαρέω para referirse a la agitación provocada por el vino durante la
celebración simposíaca, comparable al estado eufórico de las bacantes²¹. Los es-
casos testimonios de Dioniso en Anacreonte lo describen como el dios tonante
que excita a sus bacantes al monte, exaltándolas entre hiedra y serpientes²², es
decir, un contexto similar al de Horacio, Cesio Baso, los Himnos órficos y Cle-
mente de Alejandría. Las Βασσάραι o Bασσαρίδες conformaban el coro de
mujeres tracias que despedazaba a Orfeo en una tragedia de Esquilo, de la que
se conservan solo algunos fragmentos y el título, Βασσάραι o Bασσαρίδες²³.
Calíxeno de Rodas describe la gran procesión que se celebraba en Alejandría en
época de Ptolomeo Filadelfo en honor de Dioniso y llama mimálonas, basaras
y lidias a las bacantes macedonias que van coronadas con hiedra y agitan
serpientes entre las manos²⁴. Y todavía en el s. ii d.C., Artemidoro afirma que

appellatur, unde et ipsae Bacchae Bassarides appellantur; schol. Hor. ibid. vestis… dicta a Bassara,
loco Lydiae, ubi fit, cf. Forcellini 1940: 248.
¹⁷ Chantraine 1938: 125–131, Frisk 1960: 224, Chantraine 2009 (1968): 168, Beekes 2010: 204–205.
Véanse también Jessen 1897: col. 104 y Braccini 2010: 8.
¹⁸ Braccini 2010, con bibliografía.
¹⁹ Pisani 1934: 223–224. Véase también la disposición del lema en los diccionarios al uso como el
Liddell-Scott-Jones o DGE.
²⁰ Anacr. fr. 32 Gentili Διονύσου σαῦλαι Βασσαρίδες, cf. Porres 2013: 179–180. Véase también Call.
fr. 743, Eratosth. Cat. 1. 24D, 38, AP 6.74 (Agath.), Nonn. D. 20.310, passim, Schol. Pers. Sat. 1.101.
²¹ Anacr. fr. 33 Gentili, cf. Porres 2013: 146–147.
²² Ex. gr. Anacr. fr. 14, 16, 204 Gentili.
²³ A. Fr. 23–25 Radt, A. Test. 68 Radt (Sch. Ar. Th. 135).
²⁴ Callix. FGrHist 627 F 2 (ap. Ath.5.198 e).

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Dioniso Basareo

soñar con las bacantes o βασσάραι que acompañan a Dioniso augura pertur-
baciones, riesgos y escándalos²⁵. En varias inscripciones de época imperial
βασσάραι se refiere a las mujeres que participan en el culto dionisiaco²⁶, y ἀρ-
χιϐάσσαρος y ἀρχιϐασσάρα a los sacerdotes y sacerdotisas que encabezaban
tíasos dionisíacos²⁷. Los escoliastas y los lexicógrafos inciden también en que
βασσάρα significa bacante²⁸. En el Etymologicum Magnum se propone una
interesante explicación de Βασσαρίδες:

〈Βασσαρίδες〉 Αἱ βάκχαι· παρὰ τὸ διάγειν ἐν βήσσαις, ὅ ἐστιν ὀρεινοῖς


τόποις· ἢ παρὰ τὸ βασσάρη τὸ λεγόμενον ὑπόδημα, ὅπερ εἴρηται παρὰ τὸ
τῇ βάσει ἀρηρέναι. Λέγονται 〈βασσάραι〉 χιτῶνες οὓς ἐφόρουν αἱ Θράκιαι
βάκχαι, ἀπὸ τοῦ βασσαρέως Διονύσου· ἢ ἀπὸ τῶν βησσῶν. («Basárides:
las bacantes, por el hecho de que pasan el tiempo en los valles, es decir,
en lugares montañosos. O por el calzado llamado basara, que se llama así
porque se ajusta a la planta. Llaman basaras a los vestidos que llevaban las
bacantes tracias, a partir de Dioniso Basareo, o a partir de los valles»).

La etimología de βασσάριδες a partir de βῆσσα tuvo nula repercusión, pese


a que se avenía bien con la práctica habitual de las bacantes que suben al monte
y caen presas de furor báquico como consecuencia de la danza y las alturas²⁹.
El uso de βασσάρα para designar un tipo de vestido se documenta en un
fragmento de los Edonos de Esquilo, que lo describe como una especie de
túnica lidia que llega hasta los pies. Idéntica descripción da el gramático Pólux
(s. ii d.C.), quien añade que es una túnica dionisíaca³⁰. Como hemos señalado,
comentaristas y lexicógrafos describen la βασσάρα como el vestido que llevan
las bacantes tracias³¹, de colores y largo hasta los pies³².
Por lo que respecta a la acepción «zorra», Heródoto menciona las βασσάρια,
unas zorritas pequeñas propias del territorio libio, así que es posible que el
vocablo haya designado en el dialecto de Cirene una especie autóctona del área

²⁵ Artem. 2.37.74–75.
²⁶ Éfeso (s. i–ii d.C.): IK 15.1602 (c+d), 28.
²⁷ Torre Nova (mediados s. ii d.C.): IGUR I B 24, Apolonia (s. iii d.C.): IG Bulg I 401.16.
²⁸ Schol. Lyc. 772, Et. Gen. y Et. Sym. s.u. βασσάρα.
²⁹ En los diccionarios modernos solo la recoge Beekes 2010: 205. Furnée 1972: 257 n. 36 sostiene que
puede ser un compuesto de βάσσος y el sufijo pregriego -αρον, άρα. Sobre la ὀρειϐασία, véase
Jiménez San Cristóbal 2011.
³⁰ A. fr. 59 Radt ὅστις χιτῶνας βασσάρας τε Λυδίας ἔχει ποδήρεις. «Todo aquel que lleva quitones
y basaras lidias talares». Poll. 7.59; véase también Schol. in Clem. Al. Protr. et Paed. 17.7. Lenormant
1877: 599, 681 considera a Basareo un dios lidio conquistador, frente a lo cual véase Jessen 1897:
col. 104–105.
³¹ Hsch. s.u. βασσάραι, Lex. Seg. s.u. Βασσάραι, E.M. s.u. Βασσαρίδες, Schol. Pers. Sat. 1.101.
³² Phot. Lex., Et.Gen. y Lex. Sabb. s.u. Βασσάραι· ἦσαν δὲ ποικίλοι καὶ ποδήρεις.

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Ana Isabel Jiménez San Cristóbal

norteafricana³³. En griego el término habitual para zorra es ἀλώπηξ y βασσάρα


con dicho valor aparece solo en escolios y obras lexicográficas³⁴.
A partir de época helenística y muy ocasionalmente aparece documentado
el término βασσάρα con el significado de mujer impúdica o meretriz³⁵. Los
lexicógrafos asocian los valores de «zorra», en sentido real y figurado, con
«bacante»³⁶. Únicamente un escolio a las Sátiras del poeta latino Persio combina
las acepciones de zorra, bacante y vestido, tratando de dar una asociación lógica
que ha tenido gran peso en la interpretación moderna del término: las basárides
serían las bacantes que llevaban un vestido, usado por Liber Pater y largo hasta
los pies, al que los tracios llaman basara por las pieles de zorra con que se
visten las bacantes, pues los tracios llaman basaras a las zorras³⁷.
Los testimonios conservados muestran que el significado «zorra» solo está
atestiguado en Heródoto para una especie propia de Libia oriental, y de él
beben los léxicos y escolios. Por otra parte, más allá del citado escolio a Persio
y de las asociaciones de algunos lexicógrafos entre zorra y bacante, no hay
testimonios que conecten la zorra o su piel con Dioniso y sus seguidoras, como
bien ha mostrado Braccini, que pone de manifiesto la anecdótica presencia de
este animal en relación con Dioniso en fuentes escritas e iconográficas³⁸.
En los diccionarios modernos se proponen dos etimologías diferentes para
explicar los significados de zorra y vestido: βασσάρα, «zorra», podría ser de
origen egipcio, a partir de jer. wasar, copto bašor, «zorro»³⁹, mientras que
βασσάρα, «vestido», tal vez sería de origen lidio o hitita⁴⁰. «Bacante» se habría
usado por metonimia para denominar a las seguidoras de Dioniso que llevaban
cierto tipo de vestido. Posteriormente se habría acuñado Βασσαρεύς para
Dioniso a partir del nombre de sus seguidoras, igual que de βάκχος se acuña
³³ Hdt. 4.192, cf. Hsch. s.u. βάσσαρος y βασσάρια, Phot. s.u. βάσσαρος, Et.Gen. s.u. Βασσάρα, E.M. s.
u. Βασσάρα. Cf. Pisani 1934: 222–223, Braccini 2010: 2–3, con fuentes, 7–8, 13–14.
³⁴ Schol. Lyc. 772, Hsch. s.u. ψῦιαι· ἀλώπεκες, βασσαρίδες, Schol. Ar. Nu. 187–188. Los schol. Lyc. 772
y schol. Ar. Nu. 187 explican también βασσάρα como ὁ βολϐὸς καὶ τὸ οἶδνον «bulbo y también
tubérculo», cf. Pisani 1934: 224, Braccini 2010: 8, 15.
³⁵ Lyc. 772, 1393 y Schol. ad loc, Et.Gen. s.u. Βασσάρα, E.M. s.u. Βασσάρα, Et. Sym. s.u. βασσάρα,
Schol. Ar. Nu. 187–188.
³⁶ Schol. Lyc. 772, Et.Gen. y Et. Sym. s.u. βασσάρα.
³⁷ Schol. Pers. Sat. 1.101 Bassarides, Bacchae, quibusdam videtur a genere vestis, qua Liber pater utitur,
demissa ad talos, quam Traces Bassarin. Quidam a vulpibus, quarum pellibus Bacchae succingebatur.
Vulpes Thraces Bassares dicunt. Cf. Pisani 1934: 221–222, Braccini 2010: 9.
³⁸ Braccini 2010: 17–20. No hay fundamentos para mantener la vieja hipótesis de Ridgeway 1896:
21–22 de que Dioniso Basareo protegería las viñas de los zorros.
³⁹ Kretschmer 1950: 549, DGE s.u. βασσάρα, Beekes 2010: 224 y Braccini 2010: 10–13, 20. Véase
también Jessen 1897: col. 104.
⁴⁰ Lidio: Braccini: 2010: 20 y n. 38. Hitita: Kretschmer 1950: 548–550, DGE s.u. βασσάρα, «quizá rel.
c. het. wašuwar». La hipótesis hitita ha sido negada por Heubeck 1961: 81 n. 10, con criterios
fonéticos. Véase también Jessen 1897: col. 104.

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Dioniso Basareo

Βακχεύς (y Βάκχιος), y de λῆναι, Ληνεύς⁴¹. Los testimonios de Dioniso Basareo


están todos en estrecha relación con el significado de bacante.
La derivación de la acepción de «bacante» a partir de «vestido» no está, sin
embargo, exenta de problemas. El sentido «bacante» es el mejor atestiguado
desde finales del arcaísmo y el único que tiene continuidad fuera de la tradición
lexicográfica. Las acepciones «vestido» o «zorra», en sentido real o figurado,
están prácticamente limitadas a escolios y léxicos y son minoritarias. Salvo en
léxicos y escolios, la asociación βασσάρα «vestido» con βασσάρα «bacante»
no está documentada. No parece tampoco que un vestido talar fuese la indu-
mentaria más apropiada para las danzas y ascensiones al monte, actividades
propias de las bacantes. Por otra parte, fuera del escolio a Persio, ningún texto
relaciona a Dioniso Basareo con el vestido llamado βασσάρα. Macrobio, por
ejemplo, en Saturnalia, hace una detallada descripción de la estatua de Dioniso
vestida con la nébride⁴², no con la basara. Y también los poetas latinos Avieno
y Sidonio Apolinar llaman basárides a las seguidoras de Baco pero las describen
vestidas con pieles de cervato⁴³. Por todo ello, cabe preguntarse si no fue la
generalización del sentido bacante para el término βασσάρα la que llevó a pro-
poner la etimología de βασσάριδες a partir de βῆσσα y animó a un erudito
como Cornuto a inventarse una etimología alternativa para Βασσαρεύς.

Referencias bibliográficas

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Bernabé, A. (2014): «On the Rites Described and Commented Upon in the Derveni
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Center for Hellenic Studies Symposium on the Derveni Papyrus, Cambridge [Mass.] –
Londres, 19–52.
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Chantraine P. (1938): La formation de noms en grec ancien, París.
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Furnée, E. J. (1972): Die Wichtigsten Konsonantischen Erscheinungen des Vorgriechischen,
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Heubeck, A. (1961): Praegraeca: sprachliche Untersuchungen zum vorgriechisch-indoger-
manischen Substrat, Erlangen.

⁴¹ Santamaría 2013: 45–46.


⁴² Macr. Sat. 1. 18. 22.
⁴³ Avien. Orb.terr. 886–891, Sidon. Carm. 5.496–498.

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Ana Isabel Jiménez San Cristóbal

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El parentético εἰπέ μοι en griego clásico*


María López Romero
Universidad de Sevilla
mlromero@us.es

Resumen: Hay quienes defienden que el parentético εἰπέ μοι está gramaticalizado en griego
clásico. Alegan, en efecto, que ha perdido su contenido semántico, que está descategorizado
y, sobre todo, que está petrificado formalmente. El propósito de este trabajo es revisar dichos
argumentos y proporcionar algunos indicios que los cuestionan.
Palabras clave: εἰπέ μοι parentético, gramaticalización, griego clásico.

Parenthetical εἰπέ μοι in classical Greek


Abstract: Parenthetical εἰπέ μοι is claimed to be grammaticalized in Classical Greek. Indeed, it is
alleged that it has undergone semantic bleaching, decategorialization and, most of all, ossification
of form. The aim of this paper is to re-examine these arguments and to provide some evidence
against them.
Key Words: Parenthetical εἰπέ μοι, grammaticalization, Classical Greek.

1. Preámbulo

No he tenido la suerte de ser alumna de Emilio, pero puedo decir que no concibo
mi formación como filóloga clásica sin su magisterio que, como a tantos, me
ha transmitido con sus escritos y, en este último tiempo, también con sus
comunicaciones. Ante tantas enseñanzas solo me queda mostrarle mi más
sincera gratitud, pues pretender devolverlas con igual reciprocidad es algo que,
lamentablemente, no está ni estará nunca a mi alcance: εἰς τοσοῦτον ἀμαθίας
ἥκω, como diría Platón (Pl. Ap. 25e1–2).

2. Introducción

En las últimas décadas no han sido pocos los filólogos que han prestado atención
al imperativo εἰπέ μοι en su uso parentético (e.g. εἰπέ μοι, φιλεῖς ἐμέ; «Dime,
* Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el VII Congreso Nacional Ganimedes,
que se celebró en la Universidad de Barcelona los días 13, 14 y 15 de marzo de 2019. Quisiera,
ante todo, agradecerle a mi maestra Emilia Ruiz Yamuza las correcciones y comentarios que hizo
a aquel borrador, así como extender mi agradecimiento a Alfonso Vives Cuesta por haber tenido
la generosidad de compartir conmigo un trabajo suyo, todavía inédito, sobre el uso parentético de
εἰπέ μοι.

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María López Romero

¿me quieres?», Ar. Nu. 82). Así, López Eire (1996: 97–109), en su libro La Lengua
coloquial de la Comedia aristofánica, estudió εἰπέ μοι en el capítulo dedicado
a las interjecciones secundarias o impropias¹. Previamente, Platnauer (1964:
103) y Starkie (1968: 201) apuntaron, a propósito de dos pasajes de Aristófanes
(V. 403 y Pax 383), que εἰπέ μοι funcionaba como una exclamación. A su
vez, Nordgren (2015: 22–23), en una monografía reciente sobre interjecciones
griegas, incluyó εἰπέ μοι en la nómina de interjecciones secundarias, a la que
pertenecen, entre otras, las conocidas ἄγε, ἴθι, φέρε e ἰδού². La razón primordial
que se aduce en pro de esta clasificación es la supuesta fosilización³, ya en el
siglo v a.C., de la forma, reflejada en ejemplos en los que el hablante emplea
εἰπέ μοι para dirigirse a varias a personas, como ocurre en (1).

(1) εἰπέ μοι, τί πάσχετε, ὦνδρες; («Dime, ¿qué os pasa, hombres?», Ar. Pax 383).

Zakowski (2014), por su parte, defiende que εἰπέ μοι está gramaticalizado en
griego clásico y que funciona como un modificador del enunciado (utterance
modifier). Para ello se basa en una serie de criterios: petrificación o fosilización
de la forma (ossification of form o freezing), porque εἰπέ μοι se emplea siempre
en singular, independientemente del número de receptores; descategorización
(decategorialization o morphological reduction), porque ha perdido la capacidad
de construirse con complementos que le son propios; divergencia (divergence),
porque el uso de εἰπέ μοι coexiste con su uso como verbo principal; y deseman-
tización (desemanticization o semantic bleaching), porque ha dejado de tener

¹ Cf. Ameka 1992: 111: «Secondary interjections are those words which have an independent
semantic value but which can be used conventionally as utterances by themselves to express
a mental attitude or state».
² Schinck 1873 y Labiano Ilundáin 2000 solo se ocupan en sus trabajos de interjecciones primarias,
de modo que εἰπέ μοι queda excluido de sus consideraciones. Biraud 2010, quien sí dedica un
apartado a las interjecciones secundarias (e. g. ἄγε, φέρε, ἴθι, δεῦτε, καλῶς), no menciona en ningún
momento εἰπέ μοι. Tampoco lo hace Denizot 2014: 250 en la entrada de la EAGLL (Encyclopedia of
Ancient Greek Language and Linguistics).
³ Cf. López Eire 1996: 100–101: «(…) el sintagma εἰπέ μοι se ha convertido en una auténtica inter-
jección o partícula de función conativa, por lo que se emplea para dirigirse a varias personas
(…) Hasta tal punto la locución εἰπέ μοι se siente petrificada, que a veces tras de ella, en vez de
aparecer la pregunta formulada directamente, se nos muestra enunciada con la intervención de la
partícula de conexión δέ, poniendo así el hablante en evidencia que va entrelazando una tras otra
sus preguntas directas con las respuestas que recibe, mientras que en realidad la locución εἰπέ
μοι solo le sirve para mantener atento a su interlocutor. Por ejemplo: Pax 226 εἰπέ μοι, / ἡμᾶς
δὲ δὴ τί δρᾶν παρασκευάζεται;, “dime, ¿y a nosotros, entonces, cómo se dispone a tratarnos?”
(…)». Nótese, de todos modos, que la posición de la partícula no es indicio de que εἰπέ μοι está
petrificado sino, más bien, de que se encuentra en distribución parentética.

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El parentético εἰπέ μοι en griego clásico

un significado conceptual y ha desarrollado uno procedimental, con el que se


consigue reforzar un acto de habla base de tipo directivo (directness)⁴.
Sin embargo, existen razones para pensar que el imperativo εἰπέ μοι no
está gramaticalizado —o al menos no del todo— en griego clásico y que, por
tanto, no puede ser considerado una interjección secundaria. Así lo sugiere
el análisis de εἰπέ μοι parentético en un corpus de autores clásicos (Esquilo,
Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Heródoto, Tucídides, Jenofonte, Platón, Li-
sias y Demóstenes)⁵ más amplio que el empleado por López Eire (Aristófanes)
y Zakowski (Platón, Demóstenes, Aristófanes y Menandro). En la siguiente
sección expondremos los resultados de dicho análisis.

3. Gramaticalización de εἰπέ μοι

3.1. Fosilización

De los criterios de gramaticalización que enumeraba Zakowski (2014) el más


discutible es precisamente aquel en el que más se ha insistido: la fosilización
o petrificación de εἰπέ μοι (cf. n. 3). Son varios los indicios que apuntan en
contra de su fijación formal.
El primero de ellos viene dado por la movilidad posicional que aún conserva
el dativo μοι (ἐμοί en Lys. 22.5.2), si bien es cierto que solo en Platón, donde
en doce ocasiones⁶ precede a εἰπέ, como en (2), y en diecisiete⁷ lo sigue, como en
(3). En el resto de autores el parentético μοι εἰπέ no se documenta nunca
(los ejemplos de Hdt. 3.35.13 y 7.234.4 son dudosos, dado que μοι εἰπέ puede
interpretarse como parentético o como verbo principal, según se entienda
la interrogativa que sigue como directa o indirecta).

⁴ Vives Cuesta (comunicación personal) coincide en lo esencial con Zakowski, con la diferencia
de que él prefiere hablar de pragmaticalización y no de gramaticalización. Considera que εἰπέ
μοι es un parentético que se encuentra en proceso de convertirse en un marcador pragmático
y enumera dos funciones básicas: marcar léxicamente la pregunta como acto de habla y orientar
la interpretación de la proposición mediante la solicitud de información al interlocutor.
⁵ Las ediciones seguidas son aquellas que proporciona el Thesaurus Linguae Graecae (TLG), a saber, la
de Page para Esquilo, la de Lloyd-Jones & Wilson para Sófocles, la de Diggle para Eurípides, la de
Wilson para Aristófanes, la de Burnet y Slings para Platón, la de Wilson para Heródoto, la de Jones
& Powell para Tucídides, la de Marchant para Jenofonte, la de Carey para Lisias y la de Butcher
y Rennie para Demóstenes. Todas las traducciones, a no ser que se indique lo contrario, son mías.
⁶ Pl. Euthphr. 6b3, Ap. 24c9, Tht. 168c8, Prm. 130b1, Lys. 212a8, Euthd. 302e7, Men. 95a6, Hp. Mi.
369e4, R. 339b9, 340c2, 392e2 y 596d2.
⁷ Pl. Cra. 403c1, Phdr. 229b4, 268a8, Chrm. 159c1 y 163b1, Euthd. 277b6, 293e5, 298d8 y 302b4, Prt.
311b2, Grg. 447d6, 481b6, 489b7 y 495e2, Men. 82b9, R. 341c5 y 343a3.

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María López Romero

(2) καί μοι εἰπέ· οὐ καὶ πείθεσθαι μέντοι τοῖς ἄρχουσιν δίκαιον φῂς εἶναι; («Y
dime, ¿no dices también que es justo obedecer a los que gobiernan?», Pl. R.
339b9–10).

(3) εἰπὲ γάρ μοι, ἔστι σοι κύων; («Pues dime, ¿tienes un perro?», Pl. Euthd.
298d8–9).

La posición de las partículas es también relevante. Si εἰπέ μοι estuviera fosiliza-


do, se esperaría que las partículas aparecieran insertas tras el dativo μοι. Esto
no supondría un incumplimiento de la ley de Wackernagel⁸ porque la forma
εἰπέ μοι, morfológicamente indivisible, actuaría como el primer elemento del
enunciado, es decir, formaría una sola palabra (cf. οἴμοι δέ y no *οἴ δέ μοι en
Ar. Pl. 1127). Sin embargo, la situación que reflejan los textos es que, cada vez
que interviene una partícula, esta aparece intercalada entre el imperativo y el
dativo, pero nunca pospuesta (cf. γάρ en el ej. 3)⁹.
Por último, no debemos aceptar sin más la afirmación de que εἰπέ μοι, en
singular, es la forma que se usa siempre, incluso en contextos donde parece
haber más de un receptor (Zakowski 2014: 160). Es el escenario más frecuente
—aunque tampoco abundan los ejemplos¹⁰—, pero no el único: hay casos de
εἴπατε μοι en Jenofonte (Cyr. 3.2.28.2 y 7.3.2.4) e incluso de εἴπετον μοι en
Platón (Prt. 330c3 y Euthd. 296d8) que cuestionan la observación de Zakowski.
En cualquier caso, los usos anómalos de εἰπέ μοι podrían encontrar explicación
si entendemos que el hablante dirige su mensaje a un destinatario concreto que
pertenece a un grupo (cf. ἤδη, τέκνον, στέλλεσθε; «¿Ya os marcháis, niño?»,
S. Ph. 466)¹¹. También puede ocurrir que el hablante conciba a su destinatario
como un grupo homogéneo y que, en consecuencia, recurra al singular para
dirigirse a él. Así podría entenderse el uso de εἰπέ μοι en los versos aristofánicos
de (4), que contienen una exhortación del corifeo a los demás coreutas.

(4) εἰπέ μοι, τί μέλλομεν κινεῖν ἐκείνην τὴν χολήν, / ἥνπερ ἡνίκ’ ἄν τις ἡμῶν ὀρ-
γίσῃ τὴν σφηκιάν; («Dime, ¿a qué esperamos para poner en marcha nuestra
cólera, la de cuando alguien turba nuestro avispero?», Ar. V. 403–404).

⁸ Como es sabido, con grupos clíticos, cf. Goldstein 2014 y con unidades temáticas, cf. Bakker 1994
pueden tener lugar aparentes excepciones a la ley de Wackernagel.
⁹ S. Ant. 534, Ar. Nu. 1410, Pl. Cra. 403c1, Phdr. 268a8, Chrm. 159c1, Euthd. 277b6 y 298d8, Grg. 495c2,
Men. 82b9.
¹⁰ Ar. Pax 383, Av. 366, Ach. 319 y 328, V. 403, Pl. Prt. 311d5, Euthd. 293e5 y 283b4, D. 4.10.6, 8.70.5,
8.74.4, 19.312.5 y 23.106.11. Los ejemplos de Aristófanes, así como el de Pl. Pr. 311d5, no dejan de
ser sintácticamente ambiguos, por más que la puntuación de la edición de Wilson favorezca una
interpretación parentética.
¹¹ Cf. Denyer 2008: 73 a propósito de Pl. Prt. 311d5: «εἰπέ μοι, ὦ Σώκρατές τε καὶ Ἱππόκρατες: the
singular imperative implies “I want an answer from Socrates on behalf of you both” (…)»

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El parentético εἰπέ μοι en griego clásico

3.2. Descategorización

También se presta a discusión la supuesta descategorización de εἰπέ μοι, esto


es, la pérdida o neutralización de sus propiedades morfosintácticas (Hopper
1991: 22). Zakowski (2014: 160–161) empleaba el término a propósito de la
ausencia de complemento directo en los usos parentéticos de εἰπέ μοι. Dicha au-
sencia, sin embargo, no debe interpretarse necesariamente como un caso de
reducción morfológica, pues hay parentéticos sin objeto directo explícito que
no están gramaticalizados (e.g. τίνος εἶ σπέρματος, 〈ὦ〉 / ξένε, φώνει, πατρόθεν;
«Extranjero, ¿cuál es tu estirpe, di, por parte de padre?», S. OC. 214–215). La
falta de objeto directo parece evidenciar, más bien, el carácter extraoracional
de εἰπέ μοι, pues la estructura interna de los parentéticos suele ser elíptica
(Kaltenböck, Heine & Kuteva 2011: 867, 870).
Además, tampoco es cierto que εἰπέ μοι haya reducido su abanico de cons-
trucciones sintácticas a una sola (sc. εἰπέ + μοι). En el ámbito del parentético
podemos encontrar interjecciones secundarias (e.g. ἄγε, εἰπέ μοι Hdt. 7.103.3),
el sujeto σύ (e.g. σὺ δὲ μοι εἰπέ Pl. Men. 95a6), adyacentes referidos a μοι (e.g.
εἰπέ μοι τᾷι μογερᾷ A. Pr. 593), adverbios (e.g. ἴθι δή μοι εὐθὺς εἰπέ Pl. Euthd.
302e7) y, sobre todo, vocativos (e.g. εἰπέ μοι, ὦ γύναι X. Oec. 7.10.4). Aunque no
es habitual, puede ocurrir que confluyan varios complementos, como ocurre
en (5), donde dependen de εἰπέ, además del dativo μοι, el pronombre personal
σύ, sujeto, y μὴ μῆκος, ἀλλὰ συντόμως, un acusativo interno y un adver-
bio, respectivamente, que funcionan como complementos circunstanciales de
modo.

(5) σὺ δ’ εἰπέ μοι μὴ μῆκος, ἀλλὰ συντόμως, / ᾔδησθα κηρυχθέντα μὴ πράσσειν


τάδε; «Y tú, dime sin extenderte sino con brevedad, ¿sabías que estaba
ordenado no hacer estas cosas?» (S. Ant. 446–447).

3.3. Desemantización

El último ejemplo enlaza, en cierto modo, con la problemática cuestión de


la desemantización de εἰπέ μοι¹². De acuerdo con Zakowski (2014: 179 y ss.),
εἰπέ μοι ha perdido su significado conceptual como verbo de lengua («decir»)
y ha desarrollado uno procedimental, con el que se expresa lo que él llama
directness (i.e., refuerzo de un acto de habla directivo). Se ha convertido, insiste,
en una expresión intersubjetiva, en el sentido de que codifica la relación entre
¹² Cf. Heine & Kuteva 2002: 2–3: «Desemantization (…) Extension (…) Decategorialization (…) Erosion
(…) The four mechanisms are not independent of one another».

145
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 146 — #146

María López Romero

hablante y oyente (ibid. 178). En mi opinión, varias son las puntualizaciones


que pueden hacerse a este respecto.
En primer lugar, un ejemplo como el de (5) desmentiría la supuesta pérdida
del contenido semántico de εἰπέ, ya que la precisión circunstancial μὴ μῆκος,
ἀλλὰ συντόμως encaja perfectamente en el marco predicativo de un verbo
de lengua. En segundo lugar, defender que εἰπέ μοι está desligado del senti-
do de «decir» sería sugerir que la diferencia entre εἰπέ μοι y λέγε μοι (v. ej.
6) es semántico-funcional y no, en todo caso, aspectual, lo cual parece poco
probable.

(6) λέγε γάρ μοι, οὐ πάντας θεοὺς φῂς εὐδαίμονας εἶναι καὶ καλούς; «Pues
dime, ¿no dices que todos los dioses son dichosos y bellos?» (Pl. Smp.
202c6–7).

Por último, en lo que respecta a la expresión de intersubjetividad, no hay


que olvidar que el hecho de que εἰπέ μοι actúe en el eje de la interacción
hablante-oyente es intrínseco a la semántica misma del verbo. Todos los verbos
de lengua en imperativo, sean parentéticos o no, explicitan desde el momento de
su formulación el efecto perlocutivo que el hablante busca en el oyente, a saber,
que este responda (cf. el concepto de metadirective verbs de Risselada 1993:
242–246). La relación que se establece con el oyente es, pues, natural y no fruto
de la gramaticalización del verbo.

4. Conclusiones

El argumento recurrente de que el parentético εἰπέ μοι está gramaticalizado


en griego clásico porque se emplea con varios interlocutores es tentador, pero
insuficiente para poder hablar de un estado alcanzado de gramaticalización.
El análisis del parentético εἰπέ μοι en un corpus de autores clásicos apunta
que, al menos en los siglos v–iv a.C., gozaba de cierta libertad constructiva:
el dativo μοι puede aparecer antepuesto o pospuesto al imperativo εἰπέ, las
partículas se intercalan siempre entre el imperativo y el dativo, y en la esfera
predicativa de εἰπέ coexisten otros complementos junto con el dativo μοι. Ade-
más, tampoco parece que el imperativo haya sido desprovisto de la semántica
propia de los verbos de lengua.
Resulta desacertado, pues, incluir el parentético εἰπέ μοι en la nómina de
expresiones gramaticalizadas del griego clásico, ya sea como interjección
secundaria o como marcador discursivo.

146
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 147 — #147

El parentético εἰπέ μοι en griego clásico

Referencias bibliográficas

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147
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 148 — #148
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Notas de antroponimia micénica*


Eugenio R. Luján
Universidad Complutense de Madrid
erlujan@ucm.es

Resumen: Se revisa la interpretación de varios antropónimos micénicos a la luz de la redacción


del Suplemento al Diccionario Micénico.
Palabras clave: griego micénico, antroponimia, lexicografía.

Notes on some mycenaean personal names


Abstract: The interpretation of a number of Mycenaean personal names is revisited to the light
of the work on the Supplement to the Mycenaean Greek Dictionary.
Key Words: Mycenaean Greek, personal names, lexicography.

La preparación del Suplemento al Diccionario Micénico (DMic.Supl.), labor


desarrollada en los últimos años junto con F. Aura Jorro, A. Bernabé, J. Piquero
y C. Varias, ha conllevado la revisión de detalle de material onomástico. Dada
la especial dedicación del Prof. Emilio Crespo a temas homéricos y, en relación
con ellos, al mundo micénico, me gustaría contribuir a su homenaje con esta
pequeña nota que espero que disfrute.

1. ạ3-ḳẹ-re-u

La nueva edición de las tablillas pilias (PofN IV) ha introducido un cambio de


lectura en PY Ep 613.6. Frente al ]-re-u inicial de la edición anterior (PPT I), la
línea queda así:

(1) ạ₃-ḳẹ-re-u ạ-si-to-po-qo ka-ma e-ke-qe wo-ze-qe to-so pe-mo gra 1 t [2

La tablilla pertenece al llamado «catastro de Pilo» y contiene una lista de


poseedores de terrenos tipo ka-ma. Por ello, a pesar de lo fragmentario de la
lectura anterior, el contenido de la línea y el paralelo con las que la siguen

* Este trabajo es resultado del proyecto FFI2015-63981-C3-2, financiado por el Ministerio de Economía
y Competitividad. Agradezco al Prof. Alberto Bernabé su lectura y observaciones.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 150 — #150

Eugenio R. Luján

permitían identificarlo como antropónimo¹. La nueva lectura confirma esa


interpretación (Nikoloudis 2006: 73, 2014: 226; Nakassis 2013: 221; Lupack 2008:
83). Además, dada la relación existente entre PY Ep 613 y Eb 177, ya que Ep
613 recoge en formato de página la información dispersa en otras tablillas en
formato de hoja de palmera, también debe restituirse ạ₃-ḳẹ]re-u a-si-]ṭọ-po-qo
en PY Eb 177.A (PofN IV, Nakassis 2013: 211).
Hay que plantearse, por tanto, la interpretación del antropónimo (antr.)
ạ₃-ḳẹ-re-u, para el que caben dos posibilidades. Como indica Nakassis, puede
ser */Aigleus/, con el paralelo del antr. Αἴγλων de una inscripción de Eretria de
comienzos del s. iii a.C. (IG 12(9).245.151) y de Palestina (SEG 37.1498), y con
el que también podemos relacionar el antr. femenino a₃-ka-ra /Aiglā/² y αἴγλη
«brillo, resplandor» y αἰγλήεις «brillante» y también Αἰγλήτης/Αἰγλᾱ́τᾱς,
epíteto de Apolo en Anafe (Call. Fr. 7, Apollod. 1.137, Str. 10.5.1, A.R. 4.1716,
IG 12(3).259, 260) y en Tera (IG 12(3).412).
No obstante, como alternativa se puede considerar *Αἰγειρεύς, derivado de
αἴγειρος «chopo», atestiguado desde Homero, o de algún topónimo relacionado
con el nombre de ese árbol, tipo Αἴγειρα³, ciudad de Acaya (A. Fr.284, Scyl. Per.
42, Hdt. 1.145, etc.). En tal caso el antropónimo micénico (mic.) sería idéntico al
étnico Αἰγειρεύς (St.Byz., s.u. Αἰγείρουσα), referido a una ciudad de la Megáride.
Esta segunda interpretación abriría la puerta a relacionar con esta misma raíz
los topónimos a-ke-re-u- y a-ke-re-wa, para los que no existe una interpretación
griega satisfactoria. En tal caso, habría que asumir que los escribas pilios no
hacen un uso sistemático del signo complementario *43 = a₃ /ai/, para lo que,
aunque se trate de un centro diferente, puede compararse la alternancia entre
a₃-ki-a₂-ri-ja-de (TH Of 25.1) y a-ki-a₂-ri-ja-de (TH Of 35.2).

2. da-i-mi-so

A partir del «raccord» publicado por J.-P. Olivier (en Godart et al. 1984: 37–38),
las ediciones de las tabillas de Cnoso (KT V, CoMIK I, KT VI) han leído la
secuencia da-i-mi-so en el inicio de KN Do 996.B. El propio Olivier señaló en
ese trabajo que el «raccord» permitía completar el nombre del pastor, por lo
que la secuencia es un antr. masculino. Ambas ideas han sido aceptadas de
forma general en la bibliografía⁴.

¹ Vid. DMic., s.u. ]-re-u.


² Interpretación de Melena (2014: 55); otras posibilidades, en DMic., s.u.
³ Vid. DGE I², s.u.
⁴ Cf., además de los trabajos mencionados en la discusión, Landenius Enegren 2008: 111.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 151 — #151

Notas de antroponimia micénica

Para su análisis Olivier indicó paralelos de secuencias en -mi-so en los textos


micénicos: ku-mi-so (KN Da 1202 y X 459) y za-mi-so (KN Xd 111), de los
que al menos el primero es un antropónimo. Más significativo aún es que,
como exponen Olivier y también Melena (en Godart et al. 1990–1991: 374),
este nombre pertenezca a la serie de antropónimos en da-i- bien atestiguada
en Cnoso: da-i-pi-ta (KN Bk 799), da-i-qo-ta (KN Da 1164), da-i-ra (KN Od
7388, V(3) 479), da-i-ta-ra-ro (KN De 1231), da-i-wo-wo (KN Vf 1043), da-i-
ze-to (KN Da 1317). La presencia de DA-I- en lineal A y, más aún, la exacta
correspondencia entre mic. da-i-pi-ta y lineal A DA-I-PI-TA, ya señalada por
Olivier, ha invitado a ver un origen minoico para la serie, posibilidad que
para da-i-mi-so se vería reforzada si tuviera sufijo -σσος, como quiere Ilievsky
(1992: 325–326). A pesar de todo, Olivier era cauto respecto de ese origen
y Melena (2014: 94) ha llamado la atención sobre que justo el nombre pregriego
Δαίδαλος no se escribe con da-i- (sino solo con da-) en el derivado da-da-re-jo-
de /Daidaleion-de/ de KN Fp(1) 1.3⁵.
Así pues, los compuestos con da-i- podrían explicarse dentro de la lengua
griega, como indicó Melena (2014: 94), que planteaba que en algunos, como
da-i-qo-ta, puede haber un primer elemento /dāhi/ «en la batalla»⁶, mientras
que en otros, como da-i-wo-wo o el nombre pilio da-i-ja-ke-re-u (PY Aq 218.3),
puede tratarse de un elemento /dai/, de IE *deh₂y- «cortar, dividir», que también
se encontraría en el segundo elemento de e-u-da-i-ta (KN Dl 47.1). De esta
forma, el resto de los nombre en da-i-, incluyendo da-i-mi-so y el da-i-ḳọ[ de
TH Ug 15, podrían tener como primer elemento uno de esos dos.
Esta posibilidad etimológica parece la adecuada, al menos para algunos de
estos nombres, ante la existencia de correspondencias obvias como mic. da-i-
qo-ta y homérico (hom.) Δηϊφόντης. Por lo tanto, a la vista de hom. Δηΐφοϐος
o el posterior Δηΐμαχος, se puede interpretar da-i-mi-so como *Δᾱhίμῑσος, con
un segundo elemento de la raíz de μῖσος y μῑσέω, de etimología incierta (DELG
y EGD, s.u.).

3. da-ṃạ-so

La nueva edición de Pilo (PofN IV) ha introducido una corrección de lectura en


PY Jn 431.3, con lo que el segundo individuo lleva por nombre da-ṃạ-so, frente

⁵ No obstante, vid. infra nuestra interpretación de da-qo-ta.


⁶ El análisis etimológico preciso no es claro y se ha propuesto una confluencia de dos raíces, sobre
lo que puede verse Risch 1974: 114, con las críticas de Chantraine, DELG, s.u. δήιος. No resulta
convincente la solución de Beekes, EDG, s.u. δήϊος, quien, ante los problemas que presentan estas
formas, opta por un origen no indoeuropeo.

151
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 152 — #152

Eugenio R. Luján

al anterior da-ṣị[ ]-so (PTT I). Por la estructura de la tablilla no había problema
en interpretar la secuencia como un antropónimo masculino en nominativo
(DMic., s.u. da-ṣị[ ]-so), interpretación que hay que mantener con la nueva
lectura (Nakassis 2013: 228).
Aunque Nakassis indica que la identificación del antropónimo es incierta, no
es problemático leerlo como Δάμασος, nombre personal bien datestiguado ya
desde la épica (Hom. Il. 12.183) e interpretado por Risch (1974: 176–177) como
un hipocorístico a partir de formas del tipo Δαμασίππος, si bien el compuesto
solo se documenta con posterioridad a la épica arcaica.

4. ḍạ-ma-te-we

Como se indica en la edición de Pilo (PofN IV, cf. Nakassis 2013: 308–309),
ḍạ-ma-te-we es lectura probable en PY Cn 40.6:

(2) e-ko-me-no , pa-ro , [•]-ma-te-we , we-da-ne-wo ovisᵐ 70

De confirmarse tal lectura, la interpretación más verosímil de este antropónimo


sería dat. /Damartēwei/ correspondiente a nom. *Δαμαρτεύς. En origen podría
ser, por tanto, un sustantivo en -εύς derivado de δάμαρ, atestiguado en micénico
en el nom. pl. da-ma-te y la abreviatura DA utilizada en función logográfica⁷. En
micénico su significado es diferente al del primer milenio, pues no es «esposa»,
sino una «propiedad agrícola» o «unidad de medida de la tierra»⁸.

5. ḍạ-qo-ta

Frente a la lectura ṛọ-qo-ta preferida en ediciones anteriores (PTT I), la nueva


edición de Pilo (PofN IV) adopta ḍạ-qo-ta en PY An 661.10:

(3) ti-ṃị-ṭọ-a-ke-i ma-ṛẹ-u ḍạ-qo-ta

Ya con la lectura anterior estaba claro que teníamos el nominativo singular de


un antropónimo masculino⁹ y esta ha de seguir siendo la interpretación con
el cambio de lectura. Así lo recoge Nakassis (2013: 229), quien, en la línea de
explicación habitual, considera que es un miembro de la unidad militar (o-ka)
⁷ Vid. DMic. Supl., s.u. DA *01 II.
⁸ Vid. DMic., s.u. da-ma-te, y Piquero 2019: s.u. δάμᾰρ, con una extensa bibliografía.
⁹ Vid. DMic., s.u. ṛọ-qo-ta, con las referencias que allí aparecen.

152
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 153 — #153

Notas de antroponimia micénica

al mando de e-ko-me-na-ta, como se indica en la línea precedente. Sin embargo,


no ofrece transcripción del nombre.
Es probable que sea un compuesto con segundo elemento -χʷοντᾱς, con
buenos paralelos en micénico (a-no-qo-ta, po-ru-qo-ta, etc.), o bien -γʷοτᾱς,
también con buenos paralelos (qo-u-qo-ta, su-qo-ta). En ambos casos quedaría
un primer elemento da-, para el que se podría pensar en el prefijo intensivo
δα- (cf. hom. δαφοινός «rojo como la sangre») o, más verosímilmente, en el
elemento da-i- que aparece en otros antr. micénicos, de los que ya nos hemos
ocupado a propósito de da-i-mi-so, y que estaría aquí sin notación del segundo
elemento del diptongo. Es tentador pensar en una variante gráfica de da-i-qo-ta,
si bien esto obligaría a asumir que ya ha desaparecido la aspirada en /dāhi-/
y que la secuencia se trata gráficamente como un diptongo, lo cual parece
difícil a la vista del hiato en los términos homéricos en Δηϊ-, por lo que quizá
en este caso /dai-/ sea procedente de IE *deh₂y- «cortar, dividir».

6. i-sa-ma[-]ṭạ

La unión por parte de Melena (2000–2001: 360–363) de las tablillas que figu-
raban como PY Xa 200 y Cn 201 en PPT I ha permitido clasificar la tablilla
resultante dentro de la serie Cn, de forma que en la nueva edición de Pilo (PofN
IV) aparece como PY Cn 200. El texto de la lín. 2 queda como sigue (Melena
2000–2001: 360–363, PofN IV):

(4) i-sa-ma[-]ṭạ c̣ạp̣ᵐ 63

Se recupera así un antropónimo masculino en nominativo, tal y como vio


Melena¹⁰, quien señaló que se trata de un hápax y que probablemente sea un
antropónimo formado sobre un étnico en -ātās. Muy acertadamente añade que
la secuencia gráfica -sa-ma- podría encubrir un grupo -sm-, pero plantea
que entender el antropónimo como /Ismātās/, variante de /Isthmātās/, resulta
un tanto rebuscado.
Es difícil proponer una interpretación de este antropónimo, pero quizá nos
encontremos ante Ἱσμᾱ́τᾱς, derivado de ἵσμα «asentamiento» < *si-sd-ma (cf.
ἵζω y, con otro tipo de formación de presente, ἕζομαι).

¹⁰ Vid. también Nakassis 2013: 269. La lectura antes de la unión de los fragmentos era i-sa-ma[, sin
interpretación verosímil (vid. DMic., s.u. i-sa-ma[ ).

153
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 154 — #154

Eugenio R. Luján

7. ]o-ro-wa-ṭạ

En TH Fq 269.6 se lee (TFC I, TFC IV): ]o-ro-wa-ṭạ v 2. La tablilla contiene una


lista de destinatarios de hord, por lo que los editores han propuesto entenderlo
como dativo de un antr. masc. (TFC I 231), si bien no hacen ninguna propuesta
de interpretación.
Podría tratarse de un antropónimo *ὈλοFᾱτᾱς uel sim., con el significado
originario de «destructor». La raíz sería la misma que en ὄλλυμι y la presencia
de la wau está asegurada por los adjetivos hom. ὀλοός «destructor, mortal»
(de *olowós) y hom. οὖλος «pernicioso, funesto» (de *ólwos)¹¹.

8. qe-re-ro

En TH Uq 434.2 se lee¹²:

(5) pa-ro qe-re-ro e-te-wa *1̣5̣2̣ 1

La tablilla contiene un listado de pieles (logograma *152) entregadas por dos


grupos de individuos. Los de las líneas 2 a 8 son los βασιλεῖς tebanos, según se
indica en la línea 1, y entre ellos está nuestro qe-re-ro. Por su combinación con
la preposición pa-ro debe ser el dativo del antropónimo (Aravantinos-Goddart-
Sacconi 2008: 25).
Melena (2014: 35) ha planteado que sea un hipocorístico /Kʷēlelos/ forma-
do a partir de compuestos tipo *qe-re-ra-wo /Kʷēle-lāwos/ (cf. beoc. Πειλε-
στροτίδᾱς LGPN III B, 342). Creemos que la base propuesta por Melena es
correcta, máxime teniendo en cuenta las formaciones homéricas en τηλε-¹³,
con nombres como el bien conocido Τηλέμαχος y el hipocorístico Τήλεμος
(Hom. Od. 9.509). Pero partiendo de la misma base se puede proponer otra
interpretación como *Κʷηλερος, para la que contamos con el apoyo del fem.
Τηλερώ de Gortina (ICr. 4.292, i a.C.).
Más especulativa resulta una relación con el nombre del héroe corintio
Βελλεροφόντης, analizable como compuesto en -φόντης con el significado
«matador de Belero»¹⁴. A pesar de lo atractivo de la relación, hay dificultades:
habría que asumir un tratamiento de la labiovelar inicial de tipo eolio y subsiste

¹¹ Vid. DELG, s.uu. ὄλλυμι y οὖλος y EDG, s.uu. ὄλλυμι, ὀλοός y οὖλος.
¹² Se trata de la última tablilla tebana conocida, publicada por Aravantinos-Godart-Sacconi 2008,
con posterioridad a los corpora de referencia para Tebas (TFC I, TFC IV).
¹³ Para la etimología de τῆλε y formas relacionadas, vid. DELG y EDG, s.u.
¹⁴ Etimología aceptada por los antiguos, cf. Eust. 2.269.

154
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 155 — #155

Notas de antroponimia micénica

el problema de que la etimología de Βελλερο- es desconocida (DELG, s.u.). En


todo caso, de existir tal relación, el nombre micénico sería *Γʷέλλερος.

9. qo-wi-ro

La publicación por Shelmerdine-Bennet (1995) de dos nuevos documentos


pilios permitió identificar en PY Xn 1481¹⁵ el antr. masc. nom. qo-wi-ro[. Los
primeros editores lo interpretaron como */gʷowilos/ «vaquero», derivado
del nombre de la «vaca» (mic. qo-o, cf. βοῦς) y para el que se cuenta con
los paralelos del teónimo qo-qo-wi-ra y los compuestos qo-qo-ta-o, qo-u-qa-
ra, etc.
Aunque esa interpretación va en la línea correcta, es más verosímil pensar en
un hipocorístico. Melena (2014: 30) propuso ver en /Gʷowilos/ un diminutivo
semejante a Βουΐσκος (LGPN III.B, 87). Quizá sea mejor, incluso, interpretarlo
como el hipocorístico *ΓʷόFιλλος, masculino correspondiente al fem. Βόϊλλα
de Corcira (IG 9(1).904) y el Epiro (IBouthotros 28.30, 40.13, 52.7).

10. ]sa-nwa-ta

La secuencia se lee en TH Av 106.6 (TFC I, IV), seguida de vir 1, por lo que hace
referencia a un individuo masculino, ya sea un antropónimo, como propuso
Aravantinos (1999: 63) y se recogió en la edición de las tablillas tebanas (TFC
I 396, s.u. ]sa-nwa-ta), un étnico, opción preferida por Melena (2014: 62), o bien
un nombre de oficio, posibilidad considerada menos probable por Melena.
En todo caso, está relacionado probablemente con el antr. sa-nu-we-ta y su
derivado ]sa-nu-we-si-jo (para los cuales, cf. DMic., s.uu).
Su interpretación griega es problemática. Iodice (2008 : 7) sugirió una relación
con σαίνω «mover la cola, colear», atestiguado en Homero, pero de etimología
oscura (cf. DELG y EDG, s.u.). A la vista de que, como recordaba Morpurgo
Davies (2012: 517), las palabras con 〈nwa〉 proceden mayoritariamente de Cnoso
y carecen de etimología griega, hay que apuntar, más bien, hacia el léxico de
sustrato, lo que nos llevaría a proponer una interpretación fonética de este
nombre como *Σανϝᾱθᾱς o Σανϝᾱτᾱς, forma que, con la excepción de la s-
inicial, recuerda mucho al nombre ἄνηθον «eneldo», con sus variantes ἄννηθον
(jón.-át.), ἄνητον (Safo y Alceo) y ἄννητον (Teofrasto) y con las que guarda
relación probablemente ἄννησον «anís». Cabe recordar que muchos términos

¹⁵ Vid. ahora la edición en PofN IV.

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Eugenio R. Luján

micénicos con s- inicial pertenecen al ámbito del léxico vegetal y agrario


y son préstamos de sustrato o de otras lenguas mediterráneas, como sa-sa-
ma «sésamo», se-ri-no «apio», si-to «grano, cereal» o su-za «higuera», según
recuerdan Bernabé & Luján (2006: 106).

11. ]wa-ta

La secuencia ]wa-ta se lee en TH Fq 272.1, seguida de ẓ 1̣¹⁶. Dado que en la


tablilla aparecen otros destinarios de cebada, puede interpretarse sin problemas
como el final de un antropónimo o un apelativo de persona en dativo singular.
Debe de tratarse de un nombre en -ατᾱς ο de un segundo término en -ϝαστᾱς
(cf. [•]-ki-wa-ta, a-ke-wa-ta, a₃-ki-wa-ta, me-ri-wa-ta, etc.).

Referencias bibliográficas

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21–39.

¹⁶ Tal es la lectura de TFC IV, mientras que en TFC I se leía ]wa-[•]-qe. También en PY Xn 1104.2 se
lee ]ẉạ-ṭạ [, sin contexto (PofN IV).

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Notas de antroponimia micénica

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Marcadores del discurso en Menandro: el caso de


εἶτα y ἔπειτα
Helena Maquieira
Universidad Autónoma de Madrid
helena.maquieira@gmail.com

Resumen: Este artículo presenta un análisis y una interpretación de los adverbios εἶτα y ἔπειτα
en Menandro funcionando como marcadores del discurso y marcadores conversacionales.

Palabras clave: εἶτα, ἔπειτα, Menandro, marcadores del discurso, marcadores conversacionales.

Discourse markers in Menander: the case of εἶτα and ἔπειτα

Abstract: This paper presents an analysis and interpretation of adverbs εἶτα and ἔπειτα in fonction
of discourse markers and speech and conversational markers in Menander.

Key Words: εἶτα, ἔπειτα, Menander, discourse markers, speech and conversational markers.

En los últimos años, son abundantes los trabajos realizados en España en


torno a los marcadores del discurso, en general, y de los adverbios conjun-
tivos en particular que pueden desempeñar dicha función en griego anti-
guo (sobre la definición y funciones de los conjuntivos, véase Crespo 2009,
2011, 2014 y 2015). Muchos de ellos se han desarrollado en el marco de los
proyectos de investigación dirigidos por el profesor Crespo, a quien se rin-
de merecido homenaje en el presente volumen. Personalmente, he tenido
el honor de trabajar bajo la coordinación de Emilio Crespo en sucesivos
proyectos de investigación en los últimos 20 años y, más en concreto, en
aquellos en que se estudiaba este tipo de elementos (desde 2006 hasta la ac-
tualidad). Sirva esta contribución como pequeño reconocimiento a la persona
que desde tantos frentes ha trabajado por el progreso de la Filología Griega en
España.
Entre los adverbios conjuntivos revisados en los mencionados trabajos,
figura la pareja εἶτα-ἔπειτα, cuyo funcionamiento se ha abordado desde el
griego clásico (Jiménez 2013, 2014) —haciendo especial hincapié en los datos
de la historiografía (Jiménez 2015), la tragedia (Fornieles 2014) y la oratoria
(Maquieira 2018)— hasta la novela (Redondo 2013).
En el presente trabajo se pretende pasar revista a εἶτα y ἔπειτα en la obra de
Menandro, autor que se sitúa en el comienzo del mundo helenístico y que, por

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Helena Maquieira

lo tanto, sirve de puente entre los datos del período clásico y los que aporta el
griego de la novela.
En este sentido, tal vez sea conveniente aludir a dos rasgos que presenta
el uso de esta pareja adverbial en nuestro autor que siguen o evolucionan,
respectivamente, la tendencia que se apuntaba en el período precedente:

1. Por un lado, el recuento global de ambos adverbios constata un mayor


empleo de εἷτα y sus variantes (εἶτ’ y εἶθ’) respecto a ἔπειτα y las suyas
(ἔπειτ’ y ἔπειθ’), tendencia que ya se observaba en Demóstenes frente
a los oradores clásicos (Maquieira 2018).
2. Por otro lado, mientras que en la norma clásica estos adverbios, al actuar
como conjuntivos, apoyan (o van apoyados) frecuentemente por diferen-
tes conjunciones de coordinación, en nuestro autor se utilizan casi siempre
sin conjunción, de forma que el peso conjuntivo recae exclusivamente en
el propio adverbio.

Por lo demás, Menandro documenta tanto el funcionamiento de ambos adver-


bios como complemento circunstancial de tiempo del predicado (1), como su
uso como conjuntivo con diversas funciones (2), sin detectarse que la función
coordinante suponga una distribución entre ambos adverbios (la traducción de
los pasajes es de autoría propia):

(1) οὗ λαϐὼν τὴν κύλικα πρῶτος ἄρχεται λόγου πατήρ, / … εἶτα μήτηρ δευτέρα,
/ εἶτα τήθη παραλαλεῖ τις… («Tomando su copa comienza el discurso el
padre…, después, en segundo, lugar la madre, luego habla una nodriza…»,
Men. Mon. 209.2–4).

(2) εἶτ’ οὐ μακάριος ἦν ὁ Περσεὺς κατὰ δύο / τρόπους ἐκεῖνος, ὅτι πετηνὸς
ἐγένετο / κοὐδενὶ συνήντα τῶν βαδιζόντων χαμαί, / εἶθ’ ὅτι τοιοῦτο κτῆμ’
ἐκέκτηθ’ ᾧ λίθους / ἅπαντας ἐπόει τοὺς ἐνοχλοῦντας; («¡Conque no era
dichoso el Perseo aquel por dos motivos!, porque era alado y no se topaba
con ninguno de los que andan por la tierra y, además, porque estaba en
posesión de un tesoro tal con el que convertía en piedras a todos los que le
molestaban», Men. Dys. 153–57).

En efecto, mientras que en (1) el adverbio cumple una función sintáctico-


semántica respecto al verbo, no lo hacen así ninguno de los εἶτα de (2). El
primer εἶτα de (2) expresa en el ámbito conversacional una opinión contraria
a la que podría denominarse general; el segundo ordena, a juicio del emisor,
los argumentos que se pueden esgrimir a favor de la felicidad de Perseo.

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Marcadores del discurso en Menandro

1. Εἶτα y ἔπειτα como ordenadores del discurso

Como ocurría en momentos previos de la historia de la lengua, εἶτα y ἔπειτα


actúan frecuentemente en Menandro como estructuradores de la información;
más en concreto, como ordenadores del discurso y, específicamente, como
marcadores de continuidad (Martín Zorraquino & Portolés 1999: 4086–87,
Portolés 2001: 138). Así funciona el segundo εἶτα del ejemplo (2), como también
los de (3a y 3b):

(3a) ἐπειδὰν τὴν λέγουσαν καταμάθω / τίτθην ἐκείνου πρῶτον οὖσαν, εἶτ’ ἐμοῦ
/ λάθραι λέγουσαν, εἶτ’ ἀποϐλέψω πάλιν / εἰς τὴν ἀγαπῶσαν αὐτὸ καὶ
βεϐιασμένην / ἐμοῦ τρέφειν ἄκοντος («Cuando me doy cuenta, primero, de
que la que hablaba era su nodriza, después de que lo hacía a escondidas y,
después, vuelvo la mirada de nuevo hacia la que lo quiere y me ha obligado
a criarlo contra mi voluntad…», Men. Sam. 275–79).

(3b) τῶν δὲ ἁπάντων ἴσθ’ ὅτι / πτωχὸς ἀδικηθείς ἐστι δυσκολώτατον. / πρῶτον
μέν ἐστ’ ἐλεινός, εἶτα λαμϐάνει / οὐκ εἰς ἀδικίαν ὅσα πέπονθ’, ἀλλ’εἰς
ὕϐριν («Sábete que de todas las cosas un pobre ultrajado es lo más intratable,
primero (porque) inspira compasión, luego (porque) interpreta cuanto sufre
no como una injusticia, sino como un ultraje», Men. Dys. 295–98).

En (3a), Démeas enumera las señales que demuestran, a su entender, la falta


que su concubina Críside y su hijo Mosquión han cometido contra él. En (3b),
Gorgias revisa las causas que, en su opinión, explican el comportamiento de
los campesinos pobres. Las tres enumeraciones (2, 3a, y 3b) ofrecen un alto
componente narrativo, sean (2 y 3a) o no (3b) soliloquios.

2. Εἶτα y ἔπειτα como conectores de orientación argumentativa

Ambos marcadores funcionan también como conectores que presentan un


segundo miembro en la misma línea argumentativa del primero. En (4a y 4b)
εἶτα y ἔπειτα son conectores aditivos que unen el segundo miembro de un
enunciado al primero en la misma línea argumentativa (Martín Zorraquino &
Portolés 1999: 4093–99, Portolés 2001: 139–40):

(4a) κακόν τι Δᾶέ μοι δοκεῖς πεποηκέναι / παμμέγεθες, εἶτα προσδοκῶν ἀγωνιᾶν
/ μυλῶνα σαυτῶι καὶ πέδας· εὔδηλος εἶ («Me parece que has cometido un
crimen enorme, Davo; es más, temes luchar con el molino y los grilletes, es
evidente», Men. Her. 2–3).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 162 — #162

Helena Maquieira

(4b) πρὸς τὸ πρᾶγμ’ ἔχω κακῶς. / ἐπαριστέρως γὰρ αὐτὸ λαμϐάνεις. εἶτ’ ἐπι-
φέρει· τὰ δυσχερῆ γὰρ καὶ τὰ λυπήσοντά σε ὁρᾶις ἐν αὐτῶι, τὰ δ’ ἀγαθ’
οὐκ ἐπιϐλέπεις («Con relación al asunto estoy mal, porque no lo apruebas;
es más, se añade lo siguiente: solo ves en él lo malo y lo que te perjudicará,
y no observas lo bueno», Men. Mis. 1–4).

En ambos ejemplos, resulta complicado mantener una traducción próxima al


significado originario del adverbio, de forma que Bádenas (1986) se inclina
también por la traducción de «además».
Los adverbios conjuntivos objeto de este trabajo funcionan también como
conectores consecutivos (Martín Zorraquino & Portolés 1999: 4099–4109, Por-
tolés 2001: 40), expresando tanto una relación de causa efecto (5), como una
relación de explicación deducción (6) (Álvarez 1995: 45):

(5) ἂν καὶ λάϐω ποτ’ ἔργον, ἢ τέθνηκέ τις, / εἶτ’ ἀποτρέχειν δεῖ μισθὸν οὐκ
ἔχοντά με, / ἢ τέτοκε τῶν ἔνδον κυοῦσά τις λάθραι, / εἶτ’ οὐκέτι θύουσ’
ἐξαπίνης («Si en algún momento cojo un trabajo, o bien se muere alguien,
luego me debo ir sin cobrar mi salario, o bien una de las de casa, embarazada
en secreto, da a luz, luego de repente ya no hay sacrificio», Men. As. 216–19).

(6) κυϐεύων τυχὸν ἴσω εἰς συμϐολὰς / ὑπόθημ’ ἔδωκ’, ἢ συντιθέμενος περί τινος
/ περιείχετ’, εἶτ’ ἔδωκεν· ἕτερα μυρία / ἐν τοῖς πότοις τοιαῦτα γίνεσθαι φιλεῖ
(«Tal vez lo diera (el anillo) como prenda jugando a los dados, o se viera en
un aprieto, luego lo entregó», Men. Epit. 504–505).

2.1. Εἶτα y ἔπειτα como conectores consecutivo-condicionales

En los límites del significado consecutivo, se puede destacar un significado


de εἶτα y ἔπειτα muy frecuente en Menandro: el llamado valor condicional
del consecutivo (7a, 7b). Los ejemplos reproducen lo que Álvarez (1995: 47)
considera «la condicional de entonces», que equivale a esp. en ese caso / en tal
caso:

(7a) τοιοῦτόν ἐστιν, ὦ πόνηρε σύ. / εἶτ’ οὐκ ἐχρῆν, κερμάτιον εἰ συνηγμένον /
σοὶ τυγχάνει τι, τοῦτ’ ἐμοὶ δοῦναι («¿Es tan grave, desgraciado? Entonces,
¿no sería preciso, si tuvieras acumulada alguna riqueza, que me la dieras
mientras…?», Men. Her. 8–10).

(7b) ἆρ’ ὁ πάππας ἔρχεται; / ἔπειτα πληγὰς λήψομ’ ἄν με καταλάϐηι / ἔξω («¿Se-
rá que papá llega? Entonces, me voy a llevar unos palos si me sorprende
fuera…», Men. Dys. 204–206).

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Marcadores del discurso en Menandro

El ejemplo (7a) podría parafrasearse como: «Si fuera tan grave, entonces ¿no
sería preciso que me dieras tu dinero?»; por su parte, (7b) podría hacerlo
como: «Si llega papá, entonces me voy a llevar palos…». Como se observa, el
primer miembro de estas consecutivo-condicionales suele ser un enunciado
interrogativo (7b) o incluso interrogativo retórico (7a), dependiendo del grado
de realidad que el emisor quiera expresar; ese primer miembro sería la prótasis,
respecto a la que el segundo enunciado, introducido por los mencionados
adverbios, funcionaría como apódosis.
Pero también es posible que el miembro que se abre con εἶτα y ἔπειτα sea el
que actúa de prótasis de la cláusula, como en (7c):

(7c) ἔπειτ’ ἐγὼ μὲν τὴν ἀδελφὴν λήψομαι / τὴν τοῦ νεανίσκου, νομίζων ἄξιον
/ ἡμῶν ἐκεῖνον· πῶς δὲ τοῦτο νῦν σὺ φήις, / οὐκ ἀντιδώσειν τὴν ἐμήν;
(«Entonces, yo tomaré a la hermana del joven pensando que él es digno de
nosotros ¿cómo tú vienes ahora con eso de que no le darás a cambio a mi
hermana en matrimonio?», Men. Dys. 791–93).

En (7c), el miembro consecutivo-condicional se introduce con ἔπειτ’, mientras


que el segundo miembro (su principal) se expresa por medio de una interroga-
tiva, que indica la incredulidad del emisor. La posible paráfrasis del ejemplo
sería: «Si yo tomo a la hermana del joven, ¿cómo vienes tú ahora con eso de
que…?», traducción que se aproxima a la propuesta por Bádenas (1986).

2.2. Εἶτα y ἔπειτα como conectores consecutivos abriendo máximas

Se trata de un tipo muy frecuente en Menandro, en el que, al no existir primer


miembro, el introducido por εἶτα y ἔπειτα indica una consecuencia natural
en el universo compartido por emisor y receptor del mensaje; εἶτα y ἔπειτα
funcionan en este supuesto como marcadores consecutivos de apertura, cuyo
primer miembro es el mundo referencial o la experiencia del mismo por parte
de la comunidad (8a):

(8a) εἶτ’ οὐ δικαίως προσπεπατταλευμένον / γράφουσι τὸν Προμηθέα πρὸς ταῖς


πέτραις / καὶ γίνετ’ αὐτῶι λαμπάς, ἄλλο δ’ οὐδὲ ἓν / ἀγαθόν; («Entonces
¿no tienen razón al escribir que se ha encadenado a Prometeo a las piedras
y no tiene ni el fuego ni ningún otro bien?», Men. Mon. 718.1–4).

Con este elemento de apertura se puede iniciar mensajes enunciativos, como


en (8a), pero también interrogativos retóricos o negativos (8b), que revelan
incluso una mayor seguridad por parte del hablante en la afirmación gnómica
que está realizando:

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Helena Maquieira

(8b) εἶτ’ οὐ μέγιστός ἐστι τῶν θεῶν Ἔρως / καὶ τιμιώτατός γε τῶν πάντων πολύ;
(«Entonces ¿no es Amor con mucho el más grande y honrado de todos los
dioses?», Men. Mon. 235.1–2).

3. Εἶτα y ἔπειτα como marcadores conversacionales

Menandro ofrece ejemplos de ambos adverbios conjuntivos en otras funciones


que permite detectar el diálogo, y que expresan la reacción u oposición del
emisor ante su interlocutor o ante una situación planteada en escena. Así, en
(9) el joven Mosquión reacciona con ἔπειτα frente a la postura de su padre
Démeas:

(9) ΔΗ. τὸ παιδίον σόν ἐστιν, οἶδ᾿ ἀκήκοα / τοῦ συνειδότος τὰ κρυπτὰ, Παρμέ-
νοντος· ὥστε μὴ / πρὸς ἐμὲ παῖζε. ΜΟ. ἔπειτά σ’ ἀδικεῖ Χρυσίς, εἰ τοῦτ’ ἔστ’
ἐμόν; («DÉ. —Pues bien, el niño es tuyo, lo sé. Lo he oído del que comparte
tus secretos… MOS. —Entonces, ¿Críside te ultraja, si es mío?», Men. Sam.
477–80).

En el ejemplo hay una clara oposición, marcada o no por la ironía, del emi-
sor respecto a su interlocutor. Así, el joven expresa su desacuerdo con la
decisión de su padre y se opone a que su paternidad pueda afectar nega-
tivamente a Démeas o a la concubina de este, Críside (Mosquión no sabe
—claro está— que Démeas supone que el recién nacido es, además, hijo de su
propia concubina). El «entonces» con que se cubre la traducción de ἔπειτα
expresa tanto la incredulidad como la oposición del joven ante el plantea-
miento de su padre, lo que se expresaría más claramente en español con es
que o pero es que. La modalidad en que se produce este desacuerdo es in-
terrogativa retórica; es decir, a su pregunta («Entonces, ¿Críside te ultraja,
si es mío?») la única respuesta posible en la idea de Mosquión sería «En
absoluto».
El uso de «entonces» en la traducción de (9) estaría rozando un contenido
contrargumentativo de la consecutiva (Maquieira 2018). Este tipo de ejemplos,
en contextos conversacionales, sería interpretable como marcador de modali-
dad deóntica o, más bien, enfocador de alteridad, según la propuesta para el
español de Martín Zorraquino y Portolés (1999: 4161–71 y 4171–90).
Otra clara oposición conversacional parece establecerse mediante los men-
cionados conjuntivos en (10):

(10) ΔΗ. oὐκ ἀκήκοας λεγόντων, εἰπέ μοι, Νικήρατε, / τῶν τραγωιδῶν ὡς γενό-
μενος χρυσὸς ὁ Ζεὺς ἐρρύη / διὰ τέγους καθειργμένην τε παῖδ’ ἐμοίχευσέν

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Marcadores del discurso en Menandro

ποτε; / ΝΙ. εἶτα δὴ τί τοῦτο; («DÉ. —¿No has oído decir a los trágicos có-
mo Zeus, habiéndose hecho oro, se filtró por un tejado y sedujo una vez
a una muchacha que estaba encerrada? NI. —Pero ¿qué es esto?», Men.
Sam. 589–92).

De nuevo en este caso, εἶτα abre una intervención reactiva, que implica opo-
sición o descuerdo respecto a la precedente. En efecto, Nicérato se considera
tratado como un niño con la explicación mitológica que Démeas pretende
dar al embarazo de Plangón, hija de Nicérato, y reacciona con un εἶτα δή. En
el ejemplo es imposible mantener una traducción por «entonces». Bádenas
(1986) traduce por «¿Y luego qué?», que mantiene el significado originario del
adverbio, alterando significativamente los restantes elementos del enunciado;
también podría admitirse un «¿Y qué más?», que seguiría alterando los ele-
mentos del enunciado. El conjuntivo actúa en el ejemplo de Menandro con un
valor similar al español bueno o vamos (con tono de réplica, vamos ya) o por
favor (con tono de desagrado).
En ambos ejemplos anteriores (9 y 10) la discrepancia se produce en el
diálogo. Casos parecidos se producen cuando, sin mediar diálogo, un personaje
se opone a las palabras que oye (11) o la escena que ve (12), sin que se establezca
diálogo:

(11) ΣΩ. καὶ τὰ μὲν ἔγωγ’ ὀργίζομαι, / τὰ δ’ οὐκ ἐκεῖνον τοῦ γεγονότος αἴτιον /
ἀδικήματος νενόμικα, τὴν δ’ ἰταμωτάτην / πασῶν ἐκείνην. ΜΟ. εἶτ’ ἀκούσας
ἐνθάδε / εἶναί με, ποῦ γῆς ἐστι; χαῖρε, Σώστρατε («SÓS. —En unas cosas me
irrito, y en otras no creo que él sea el responsable de la falta cometida, pero
ella es la más desvergonzada de todas. MO. —¡Conque por aquí acabo de
oír que yo soy…! ¿Dónde está? Salud, Sóstrato», Men. D. Ex. 99–102).

(12) εἶτα ποῦ ‘στιν, εἰπέ μοι; / παῖ, τί τοῦτο; («Pero bueno, ¿dónde está? dime;
¡chico!, ¿qué significa esto?», Men. Sam. 690–91).

En (11), Mosquión parece haber oído las palabras finales de alguien y, sin
saber quién las ha pronunciado, reacciona contra ellas. En estos casos, en
los que el valor reactivo, que orienta contrargumentativamente el discurso
con respecto a la situación comunicativa precedente (o con el contexto co-
municativo general), presenta una cierta ruptura secuencial -ya que no hay
diálogo propiamente dicho entre ambos personajes-, nos encontramos ante un
marcador metadiscursivo (Martín Zorraquino & Portolés 1999: 4191–99), que
indica precisamente dicha ruptura. La traducción de Bádenas (1986) «¡Anda,
por aquí acabo de oír que yo soy!» indica que es imposible mantener en este
contexto una traducción por «luego» o «entonces». El elemento se inserta en

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 166 — #166

Helena Maquieira

un enunciado de tipo admirativo, que potencia la incredulidad y oposición del


personaje.
La ruptura es total en (12), pasaje en que Démeas entra en escena sin hablar
previamente con nadie e increpa a Pármeno al no ver a su hijo o al verlo con
atuendo militar, lo que indica su marcha olvidándose del casamiento concertado
con su vecina. La ruptura secuencial es evidente, puesto que el personaje ni
siquiera oye el diálogo que sostenían los personajes de la escena anterior, tan
solo ve una situación que no se corresponde con la que él considera correcta.
Bádenas (1986) opta en este caso por un acertado «Pero bueno», que incide en
la interpretación que se está dando al ejemplo. De nuevo, el enunciado iniciado
por el marcador indica la incredulidad y oposición del personaje.

4. Conclusiones

A partir de los datos, se pueden extraer las siguientes conclusiones sobre la


función como marcadores de los adverbios εἶτα y ἔπειτα en nuestro autor:

1. Ambos funcionan como marcadores, en concreto como conectores aditi-


vos y consecutivos, organizando el discurso en la misma línea argumen-
tativa.
2. Los dos lo hacen también como marcadores conversacionales, indicando
una oposición del emisor ante lo que oye o ve en escena.

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Sobre diptongos griegos en latín*


José Luis Moralejo
Universidad de Alcalá de Henares
jmoralej@telefonica.net

Resumen: Este artículo trata de someter a un repaso la communis doctrina sobre la adaptación de
los diptongos en los préstamos griegos al latín. Se dedica especial atención a los antevocálicos,
que al parecer ya en griego se pronunciaban y mantenían por medio de un Übergangslaut que los
separaba de la vocal subsiguiente.
Palabras clave: Diptongos griegos, préstamos griegos al latín.

About Greek diphthongs in Latin


Abstract: This paper intends to review the communis doctrina on the adaptation of the diphthongs
in Greek loans to Latin. Special attention is dedicated to the antevocalic ones, which already in
Greek seem to have been pronounced and maintained through an Übergangslaut which separated
them from the subsequent vowel.
Key Words: Greek diphthongs, Greek loanwords in Latin.

El de la adaptación de los diptongos de los préstamos griegos es un capítulo


clásico de los manuales de fonética latina¹; pero a nuestro entender, ello no
significa que no merezca una reconsideración, de la cual podrían surgir ciertas
acotaciones de interés a la communis doctrina vigente.
Ante todo, naturalmente, procede distinguir dentro de los diptongos griegos
los que llegaron como tales hasta la época de los primeros préstamos al latín, de
aquellos que ya se habían monoptongado por entonces, aunque sus resultados
se siguieran representando por medio de dígrafos arcaizantes. Tal era el caso,
dentro de la serie de los diptongos de primer elemento breve, de ει y de ου,
menos estables en razón de la proximidad de sus elementos en cuanto a abertura

* En las semanas anteriores a la redacción de estas páginas, y con la natural discreción, su autor
consultó varias veces a nuestro homenajeado sobre el asunto del que las mismas se ocupan, y él lo
obsequió con algo de su mucho saber. Por ello, a la hora de publicarlas, el autor tiene la sensación
de estarle ofreciendo flores de su propio jardín, aunque con la esperanza de que entre ellas se
cuente alguna de su personal cosecha.
¹ Véase, por ejemplo, Leumann 1977: 77 s., al que aquí nos referiremos de manera reiterada. Más
recientemente se ha ocupado del tema Biville 1995, en diversos capítulos de su extensa obra
sobre los préstamos griegos en latín. Para el inventario e historia de los diptongos griegos véanse
Schwyzer 1959³ i: 191–203 y Lejeune 1955²: 164–166, 195–201.

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José Luis Moralejo

y a localización, y que ya en la época helenística se habían convertido en


vocales largas y cerradas, de timbre /e/ y /o/ respectivamente, las cuales luego
se cerraron aún más hasta parar en /ī/ o en /ū/, timbres con que sus resultados
aparecen mayoritariamente en latín.
Siempre dentro de la serie de primer elemento breve, mayor estabilidad mos-
traron los diptongos αι, οι, αυ y ευ, en los que también era mayor el contraste
entre elementos (cf. Lejeune 1955²: 164 ss.), ya en abertura, ya en localización.
En fin, y como veremos, también se impone una cierta discriminación pre-
via en el ámbito de los diptongos de primer elemento largo. Pero antes de
entrar en la adaptación al latín de los diptongos griegos, es necesario decir
sobre su realización en el propio griego algo que estimamos fundamental para
explicarla.
A primera vista cabe observar que en griego hay diptongos antevocálicos,
algo que en principio no existía en latín, donde, por ejemplo, frente a cautus,
lautus y audere, tenemos caueo, lauare y auidus, palabras en las que nadie diría
que hay un diptongo²; ahí estamos ante la estricta aplicación de la norma de
silabación según la cual una secuencia VCV se realiza como V-CV. En cambio,
en griego parecen abundar los diptongos en hiato (por ejemplo, en δίκαιος).
La explicación más razonable nos parece la que puede verse en Schwyzer
(1959³ i: 236)³, a saber: «tras ι se situó en la frontera silábica ante vocal un
sonido de transición (Übergangslaut) (chipr. ijatēran etc.); seguramente también
tras υ ante vocal (por ejemplo, υο = /uʷo/). El mismo fenómeno hay que
admitirlo para diptongos ante vocal, por ejemplo δίκαιος /díkaiⁱos/ εὔελπις
/eúʷelpis/. Esta era la pronunciación cuando el límite de sílaba caía en la ι o υ del
diptongo (de ahí grafías como ευϝ, ευϐ ante vocal…»⁴. Este dato es de la máxima

² Como al final veremos, las excepciones a esta norma son solo aparentes, pues en formas como
maior, eius, cuius o caui la cantidad larga de la primera sílaba se debía, en efecto, a que contenía
un diptongo; pero el mismo no estaba en contacto directo con la vocal siguiente, dado que en
esas palabras las grafías i y u representaban las geminadas /-yy-/ y /-ww-/ respectivamente. No
cabe aducir ejemplos con ai, oi, ei paralelos al par cautus/caueo, dado que, como se sabe, la i (yod)
intervocálica estaba destinada a perderse, como en ahēnus < /*ayesnos/ o trēs < /*treyes/.
³ Es la explicación que también propone Lejeune 1955²: 216 s. De ese manual hay ediciones poste-
riores que no hemos tenido a mano, pero creemos que para los efectos que aquí nos interesan es
suficiente la edición citada.
⁴ Sommer & Pfister 1977: 123, 130 postulan que ya en latín, «normalmente», entre i o u y una
vocal que las siguiera se desarrollaba una vocal de transición o glide /y/ /w/, «fonéticamente
irrelevante, que no necesita ser notada», y suponen que, por ejemplo, lo que se escribía patrius se
pronunciaba /patriyus/. No vamos a discutir aquí esa tesis, aunque, como se verá, para los glides
de los diptongos antevocálicos preferimos atenernos a la que los hace remontar al propio griego.
Biville 1995: 177 admite «la existencia ocasional» de un vocal de transición y tras i o diptongo en
i en hiato, «que en latín se realiza automáticamente como /yy/»; más correcto sería decir que esa
y, junto con la que es segundo elemento del diptongo, da lugar a una geminada /yy/.

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Sobre diptongos griegos en latín

importancia, pues no solo parece explicar el mantenimiento de los diptongos


antevocálicos en griego, sino que también daría cuenta de su existencia en
dichos préstamos al latín. Ya unas cuantas páginas antes, el propio Schwyzer
(1959³ i: 194, n. 3), y con expresa referencia a los préstamos al latín, había escrito:
«Los romanos se atuvieron tradicionalmente a [la transcripción] de αι y οι
como ai y oi, en realidad como aii, oii, en Aiax, Troia (según Velio Longo, Aiiax,
Troiia…)⁵. Aquí se trata de una transferencia temprana, seguramente oral…)»;
y como era de esperar, el autor recuerda luego la posterior transcripción de
αι por ae. En este punto urge aclarar que, como al final veremos, también
había grupos con /-yy-/ /-ww-/ intervocálicas en palabras de estirpe latina,
pero que en ellas la geminada era etimológica, resultado de asimilaciones como
la que se dio en maius, pronunciado /mayyus/, a partir de *magios (cf. magis), de
composición morfológica como en el perfecto caui, seguramente pronunciado
/cawwi/, no /cāwi/, y de algunos otros procesos. Con esto queremos hacer notar
que la adaptación de los diptongos antevocálicos griegos en las formas /-ayy-/,
/-oyy-/, /-aww/, /-eww-/ que cabe postular en virtud de la doctrina expuesta
por Schwyzer no suponía en latín una importante novedad fonética, y que el
mantenimiento del diptongo ante vocal no infringía la norma de silabación
V-CV antes citada.
Como se sabe, la transcripción latina del gr. αι conoce dos etapas. En la
primera nos encontramos con el exacto equivalente ai, también existente en
latín, que ante vocal —decíamos— se realizaría como /ayy/, tal como vemos
en los citados Aiax y Maia, ambos con una /-yy-/ representada por simple i⁶.
Sin embargo, desde comienzos del siglo ii a.C., y en virtud de una asimilación
parcial, el segundo elemento del diptongo latino ai experimenta una apertura
que da lugar al clásico ae⁷. En esa forma pasa a transcribirse también el αι
de los préstamos griegos (así Aescolapio frente al anterior Aiscolapio). Ahora
bien, en préstamos al parecer muy antiguos, como los dichos Aiax y Maia, el
diptongo antevocálico mantuvo su transcripción primitiva (-aii- / -ayy -), sin
⁵ El pasaje aludido de Velio Longo corresponde a Keil vii: 54.16 ss. También es relevante en este
punto el texto de Quintiliano, I. O. I 4.11, en el que dice que Cicerón solía escribir aiio y Maiia,
geminata i.
⁶ Como norma general a este respecto, puede darse por buena la formulada por Sommer & Pfister
1977: 124: «Donde en latín una /y/ está entre vocales —y salvo el Übergangslaut en /iy/, que no se
escribe—, nunca deriva de una simple /y/ indoeuropea, sino que es = /-yy-/», si bien en ella se echa
en falta la /-yy-/ etimológica de maius, peius, eius y demás genitivos pronominales. Añadamos
que en los préstamos lo bastante antiguos, el diptongo ai resultante experimentó en sílaba medial
la normal apofonía latina, pasando a /ei/ para acabar en /ī/. Tal es el caso de Achīuī < Ἀχαι(ϝ)οί,
frente al más moderno Achaeī, o de olīua < ἐλαί(ϝ)α, ambos con conservación de la ϝ; véase al
respecto Biville 1995: 39, 194.
⁷ Para la transcripción de αι y la evolución latina ai > ae, véanse los datos que proporciona Leumann
1977: 77.67 ss.

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José Luis Moralejo

dar lugar a formas como *Aeax o *Maea, una excepción minoritaria pero que
parece demandar explicación, toda vez que en otros casos, sin duda posterio-
res, y parece que los más abundantes, como Aeacus, sí se introdujo la nueva
transcripción. Cabe pensar que en los casos de tipo Aiax la presencia de la
secuencia /-ayy-/ hubiera prevenido el cambio /ay/ > /ae/; pero tal explicación
más podría complicar las cosas que resolverlas. En efecto, si se admite que
ya en griego el diptongo αι se realizaba ante vocal con un Übergangslaut /y/
que en latín daba lugar a una adaptación como /-ayy-/, podría conjeturarse que
por ello se produjeron y mantuvieron las transcripciones como Maia y Aiax.
Ahora bien ¿cuál pasó a ser la situación una vez que de manera general el
diptongo latino ai pasó a ae?; más concretamente, ¿seguía existiendo el men-
cionado sonido de transición u otro semejante entre el diptongo y la vocal
que lo seguía? Desde luego, la prosodia de préstamos como Aeacus no permite
dudar de que su primera sílaba era larga en latín, como lo era en griego; es
decir, de que contenía un verdadero diptongo. Sin embargo, y aun a riesgo
de enfrentarnos con algo que, al menos, da a entender la ya citada doctrina de
Schwyzer —que el mantenimiento del diptongo antevocálico en una y otra
lengua se debía al ya tantas veces citado Übergangslaut—, cabría preguntarse
por qué ai se mantuvo inalterado en Maia y Aiax mientras en el resto de las
palabras pasó a transcribirse por ae, un resultado que no parece proceder de
una forma griega con el citado «sonido de transición». En fin, creemos que
la cuestión, que también afecta, como veremos, a la transcripción de οι, de
momento tiene que quedar como irresuelta.
En cuanto al diptongo griego οι, en latín sigue un camino paralelo al de αι:
ante vocal, en una primera fase se transcribía en latín por oi, a leer como /-oyy-/,
de acuerdo con la ya vista doctrina de Schwyzer. Según Leumann (1977: 69),
«para el gr. οι > lat. oi > oe solo está documentado oe», afirmación que parece
no haber tenido en cuenta el término Troia, pronunciado /troiia/ o /troyya/,
cuya primera sílaba sí contiene la transcripción de οι por oi(i), según veíamos
que ya señalaba Schwyzer (1959³ i: 194, n. 3)⁸. Es un ejemplo en el que dicha
transcripción también se mantuvo de manera definitiva; pero podría no ser
el único, si tenemos en cuenta el testimonio anteconsonántico del Oinomauos
[Οἰνόμα(ϝ)ος] que cita Biville (1995: 334), de una inscripción de Preneste, al
parecer de la 1ª mitad del s. i a.C, aunque bastante anterior según los editores

⁸ Biville 1995: 334 se pregunta si en la forma Troia, que transcribe correctamente como /Troi(i)a/ ,
«con una yod de transición», oi puede ser considerado como un verdadero diptongo, alegando que
la forma puede entenderse ya como /Troy-ya/, ya como /Troi-ya/, distinción que no alcanzamos
a apreciar, pues en tal contexto la primera i, como sonante que era, forzosamente se realizaría
como /y/, formando diptongo con la /o/ precedente.

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Sobre diptongos griegos en latín

del CIL⁹. La autora citada (ibid.) también recoge un moice (CIL I 2401ª), que
sería transcripción vulgar y helenizante del vocativo de μοιχός.
Siempre en paralelo con el desarrollo de ae, el diptongo oi, tanto en algunas
palabras patrimoniales latinas ante consonante como en la generalidad de
los préstamos griegos y en todas las posiciones, pasó después a oe, también
con una asimilación parcial de apertura de su segundo elemento. Y así en los
préstamos ya nos encontramos con formas como moechus, Boeotia etc., con
la transcripción más habitual en el latín clásico. Esa transcripción, ante vocal,
plantea el mismo problema que veíamos a propósito de la transcripción ae < ai:
si se admite, con Schwyzer, que οι ya se realizaba en griego con un «sonido de
transición» que separaba el diptongo de la vocal subsiguiente (con el resultado
latino /-oyy-/), y que en una y otra lengua ese sonido intermedio garantizaba
el mantenimiento del diptongo, ¿qué habría ocurrido con el mismo una vez
que en latín /oy(y)/ pasó a oe?; parece que también en este caso procede dejar
la cuestión en una prudente incertidumbre.
En cuanto a palabras latinas, como decíamos, el resultado oe de oi cristalizó
a finales del siglo ii a.C. en unas cuantas¹⁰, en todas ellas ante consonante.
Ahora bien, ya a mediados del mismo siglo el diptongo latino oi había pasado
a /ū/ en muchas otras como lūdus, cūrare, mūrus, commūne, ūnus, ūtilis, ūtor
etc. No está claro qué etapas pudieron mediar en esa evolución, si bien parece
poco verosímil un cambio directo /oe/ > /ū/, como advierte Leumann (loc. cit.)¹¹.
Más probable sería una etapa intermedia /ou/, por asimilación de localización
del segundo elemento, y ulterior paso a /ū/. Sin embargo, tal etapa no está
documentada, dado que para el verbo curāre las grafías como cour- parecen
ser «pseudohistorische», en tanto que coir- / coer-, aunque arcaizantes, serían
históricamente justificadas (Leumann, loc. cit.). Pero conviene recordar, según

⁹ Editada en CIL I 554 = XIV 4100. Como se ve, y a diferencia de Biville, en la forma griega
presuponemos conservada la ϝ, en razón de la u de la latina.
¹⁰ Leumann 1977: 65 cita precisamente nueve, si bien incluyendo los préstamos antiguos Poeni
y poena: foedus (-eris), foedus (-ī ), foetēre, moenia, proelium, oboedio (aunque < *obaudio, «diptongo
oscuro» en lugar del esperable **obūdio, cf. Ernout & Meillet), amoenus («en sílaba no inicial…. En
todos los casos precede a oe una labial»), cf. Leumann 1977: loc. cit.
¹¹ Anotemos que, siendo el cambio /oi/ > /oe/ un proceso de apertura del segundo elemento, el
que llevó hasta /ū/ fue de signo contrario, y que incluso es posible que ya existiera /ū/ cuando
aún no existía /oe/. Leumann 1977: 66 alude a un posible proceso /oi/ > /oü/ > /ou/ > /ū/, que,
distinguiendo un grado más, vendría a equivaler al que nosotros apuntamos; pero tras advertir
que las etapas intermedias son difíciles de distinguir, establece la condición de que el bien conocido
cambio /ou/ > /ū/ tendría que ser anterior a ese eventual /oi/ > (*/ou/) > /ū/, lo que no sería mayor
problema. Sin embargo, acaba reiterándose en que la grafía ou de courauerunt y plouruma, frente
a ploirume (plurimi), es un «pseudoarcaísmo». Por su parte, Sommer & Pfister 1977: 66 apoyan el
cambio /oe/ > /ū/; como fases intermedias, a nuestro entender poco claras, proponen /oe/ > /ö/ >
/ü/ > /ū/, o, como más probables, /oe/ > /oö/ > /oọ/ (con la segunda /o/ cerrada) > /ou/ > /ū/.

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José Luis Moralejo

hemos apuntado, que en la evolución latina /oi/ > /ū/ también se vieron incursos,
tal vez por su mayor antigüedad, algunos préstamos griegos. Así, por ejemplo,
tenemos Pūnicus frente a Poenus (ambos de Φοιν-), y también presentan u
algunos derivados y compuestos del helenismo poena como pūnīre o impūnis.
Por lo demás, esa divergencia de resultados de una misma raíz también se dio
en palabras puramente latinas, como mūrus, mūnire frente a moenia.¹²
Como decíamos, poco cabe decir del gr. ει, que, como es sabido, en los tiem-
pos de los primeros préstamos ya no era un diptongo, sino un mero dígrafo
para representar una /e/ larga y cerrada, como era la /ē/ latina (y diferente de
la /e/ larga y abierta que se notaba con η¹³). Esa es su transcripción en latín
arcaico ante vocal, la adoptada y mantenida sin correptio en hiato en Aenēas
(< Αἰνείας) y en otros términos, al parecer solo «literarios», como Orēades, cho-
rēa, panacēa, Cytherēa, etc., y, con correptio de la larga ante vocal, en «palabras
populares» como platěa (> esp. plaza)¹⁴. En época helenística, y empezando
por las posiciones anteconsonánticas, ese sonido pasó a /ī/ y a transcribirse
como tal en latín: Euxīnus, Atrīdēs etc. (Leumann 1977: 78, Biville 1995: 30 s.).
Para concluir con los diptongos en ι, poco espacio nos va a reclamar el
minoritario υι, según Schwyzer (1959³ i: 199) «muy raramente heredado»
y «por lo general surgido por contracción tras la caída de una consonante».
Para el latín, Leumann (1977: 78) cita algunos testimonios, todos antevocálicos
y de registro literario como Ῑlīthyia, Harpyiae, Thyiades y algunos otros de
origen y forma discutida; no parece haberlos de una transcripción anterior por
medio de ui. El empleo del signo griego Y denota una cronología reciente¹⁵

¹² Para el ocasional resultado /ī/ de /oi/, véanse Leumann 1977: 61 y Biville 1995: 336 ss., que lo
extiende a algunos préstamos griegos. Se produciría, a través de /ei/, tras /u/ y tras /l/. Estaría
documentado en sílaba medial por el perfecto relīqui, si su vocalismo originario era el mismo del
gr. (λέ)λοιπα; para sílaba inicial, por uīcus, que sería gemelo del gr. ϝοῖκος.
¹³ Esa pronunciación como /ē/ cerrada también se daba como primera etapa de la evolución del
diptongo latino /ei/ hacia /ī/, y como tal se mantuvo en ciertos casos ante u, como en seu (< seiue)
frente a sīue, o en los perfectos dēcrēui y lēui (véase Leumann 1977: 64). Es cuestión debatida la de
la transcripción scaena (incluso scaina) del gr. σκηνή y alguna otra similar, que implicaría una
contracción temprana de /ae/ en /ē/ pero abierta; véase Leumann 1977: 68, pero también Biville
1995: 326 ss., que considera posible la existencia en griego de una variante del tema *σκαι-.
¹⁴ Para Biville 1995: 196, la correptio es el tratamiento latino normal, y las formas con vocal larga
(como la virgiliana Aenēas) artificiales, debidas a comodidad métrica; entre ellas, también las que
presentan ī derivada del resultado final y más general del gr. ει (como Iphigenīa, de discutida
transcripción al español, cf. Fernández Galiano1969²:15). La ā en hiato se mantiene, lo que parece
abonar la interpretación de la correptio como distractio que propuse en Moralejo 1991: 35s., de
acuerdo con Zirin 1970:74.
¹⁵ En Moralejo 1972 me ocupé de la implantación del signo Y en las inscripciones latinas, sin duda
motivada por el afán de recoger exactamente el sonido /ü/ del grafema υ/Y, que a partir del
jónico-ático ya se estaba imponiendo en la koiné (anteriormente, como se sabe, υ se transcribía
por u/V ). El ejemplo más antiguo de Y que pude documentar es el Lyco de CIL I² 728, de la época

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Sobre diptongos griegos en latín

y una adaptación un tanto artificiosa, en una lengua cuyo sistema fonético


fonológico no conocía el sonido /ü/, además tan cercano al de /i/¹⁶. De hecho,
en el propio griego el diptongo υι era «poco estable» (Lejeune 1955²: 184 n.1; cf.
165, 197 s.); y según Schwyzer (1959³ i: 199), solía perder su segundo elemento,
algo que considera especialmente fácil desde que υ pasó a pronunciarse /ü/,
sonido en que el diptongo acabó contracto.
Pasando a los diptongos griegos con υ, ante consonante αυ se transcribió
siempre en latín por su obvio equivalente au (nauta, nausea)¹⁷. También ante
vocal (nauarchus), pero con algunos resultados que demandan un breve comen-
tario prosódico-métrico. En su amplio y profundo estudio, Biville (1995:174) se
pregunta si el diptongo αυ ante vocal habría desarrollado una /w/ de transi-
ción, dando lugar a una secuencia /au(w)/ (según la doctrina de Schwyzer que
hemos citado más arriba), y añade que de ello no le consta testimonio alguno,
lo que no sería de extrañar considerando que dicho diptongo, a diferencia de
ευ, raramente aparece ante vocal; sin embargo, también considera posible que
su segundo elemento «se consonantizara», disolviendo el diptongo en una
secuencia heterosilábica /a-w/. Así, por ejemplo, Ἀγαυός «pudo pronunciarse
/A-ga-wós/ (lat. Agauus, -e)». Ahora bien, algo más adelante (Biville 1995: 353)
admite que el diptongo au en posición antevocálica pudo realizarse, igual que
en griego, seguido de un glide /w/: Agauē contendría una secuencia /-au(w)ē/
(en Biville, «/a(w)ē/», por evidente errata)¹⁸. Nosotros estimamos que a falta
de testimonios —se entiende que gráficos— de la exacta pronunciación de la
palabra y de las de su familia, procede tener en cuenta su prosodia y su métrica.
Así, Leumann (1977: 77) —suponemos que atendiendo a la conservación en
jónico-ático del timbre /a/ de su segunda vocal (cf. Lejeune 1955²: 204 s.)—,
excluye expresamente la pronunciación Agāuē de la forma que nos ocupa.

de Sila (década de los años 80 a.C.). En el estadio final de esa evolución, las transcripciones de
υ por medio de I se observan desde finales de la República, y empezando por palabras en que una
ι concurría con la υ, facilitando la confusión (Sisipus, Dionisius etc.). Pese a todo, la transcripción
con V se mantuvo, y en muchos casos como definitiva. Biville 1995: 32 plantea la posibilidad de
un resultado latino ī del gr. υι en préstamos antiguos como carīna, si es que el término deriva
de καρύινος, lo que no está demostrado.
¹⁶ Ello explica que Biville 1995: 14, 36 transcriba ese diptongo griego como /ẅi/, donde el signo
diacrítico nota el timbre adelantado o palatalizado jónico-ático de υ. Sin embargo, nos parece dudoso
que /ü/ e /i/ formaran un verdadero diptongo, por el escaso contraste de abertura y localización que
había entre sus timbres.
¹⁷ Recordemos que es el único diptongo latino que dejó restos románicos, en, por ejemplo, prov.
y rum. aur, gallego portugués ouro, del lat. aurum. No trataremos de la reducción vulgar tardía de
au a a (augustus > agustus), para la cual véase Biville 1995: 360 ss.
¹⁸ Biville 1995: 354 también alude a la contracción temprana y vulgar de /au/ en /ǭ/, y recuerda la
anécdota de Vespasiano y su puntilloso amigo Floro, al que saludó llamándolo Flaure, según Suet.,
Vesp. 22.3.

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José Luis Moralejo

A primera vista, ello parece contradecir el empleo que Horacio (Sat. II 3.303) da
a ese nombre al colocarlo al final de un hexámetro, lo que también haría Ovidio
(Met. III 725) y habían hecho siglos atrás Homero (Il. 18.42) y Hesíodo (Theog.
247). Este concurso de poetas utriusque linguae nos obliga a buscar una expli-
cación; y la más razonable es la de que en el nombre en cuestión se mantenía
un diptongo antevocálico αυ/au que daba lugar a una penúltima sílaba larga
(A-gau-ē) o, tal vez mejor, siguiendo la ya citada doctrina de Schwyzer (1959³ i:
326), admitir que tras tal diptongo se generaba, ya en griego, un Übergangslaut
que lo protegía (es decir, el nombre en griego se pronunciaría /a-gaw-ʷē/ y en
latín probablemente ya /a-gaw-wē/). Por tanto, pues, no hay inconveniente
alguno en los empleos poéticos reseñados, aunque la segunda a del nombre
fuera breve, como en efecto era¹⁹.
Pasando al diptongo ευ, procede recordar ante todo que su exacto equiva-
lente latino se había monoptongado en época prehistórica, para pasar a /ū/
por vía de /ou/ (así dūco < douco < *deuko; cf. Leumann 1977: 64). Sin embargo,
/eu/ experimentó más tarde una importante reviviscencia en latín gracias a los
préstamos griegos con el abundante prefijo ευ- y también, ante consonante
o final de palabra, a desarrollos secundarios latinos, como los que dieron lu-
gar a las partículas seu, neu, ceu y a la pronunciación bisilábica de neuter²⁰.
Ante consonante//, ευ aparece en latín como eu, sin más; pero ante vocal su
tratamiento también reclama cierta atención. Por de pronto, palabras como
Euander mantienen la cantidad larga de su sílaba inicial (cf. Verg., Aen. VIII
100 etc.), en contra de la ya vista norma latina de silabación (cau-tus, pero
ca-ue-ō). Pero en el caso de ευ parece confirmarse más claramente la ya tan
citada tesis de Schwyzer (1959³ i: 236) de que se generaba un Übergangslaut
(ʷ ) entre el diptongo y la vocal que lo seguía. En efecto, Leumann (1977: 77)
postula silabaciones como /eu-angelium/; pero también tenemos grafías como
Εὔϐανδρος (Dodona, cf. Schwyzer 1959³ i: 197) y otras en las que se nota
sin lugar a dudas el ya comentado Übergangslaut, fijando en la υ el final de

¹⁹ Aquí procede aludir también a M. Fernández Galiano 1969²: 36, que para la transcripción al español
de los nombres propios griegos establece la norma de que «la segunda vocal de los diptongos αυ
y ευ se consonantiza siempre ante otra vocal: Ágave = Ἀγαυή, Ágavo = Ἀγαυός…». A esa norma
cabría objetarle que si, por contener el diptongo au, la penúltima sílaba de esos nombres era larga,
en virtud de la ley de la penúltima latina, que ese autor aplica siempre a efectos acentuales, los
mismos deberían ser transcritos como llanos: Agave, Agavo. Leumann 1977: 77, cf. Biville 1995:
352, también toca el caso de /ᾱο/ (en principio hiato, no diptongo), que ya en griego pasaba a /au/,
de donde el lautumiae de Plaut., Poen. 827, pero lātomiae en Capt. 723, «que reproduce la forma
griega general».
²⁰ Véase Leumann 1977: 64, 70, que, sin embargo, estima verosímil que el eu de neu, seu, ceu haya
de leerse /ēu/, un diptongo largo, que tampoco descarta para las interjecciones como heu y eheu.
Naturalmente, la secuencia e-u se mantiene como hiato en palabras como deus, eum, euntem, etc.

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Sobre diptongos griegos en latín

sílaba y manteniendo cohesionado el diptongo. Además, encontramos grafías


tardías y/o vulgares como euuangelia y ευϐαγγελια en algunos papiros de
Ravenna, fechados entre los años 550 y 650²¹; grafías que ya aparecen antici-
padas en las griegas como ευϝ, ευϐ citadas por Schwyzer (1959³ i: 236). Como
decíamos, pues, ahí parece haberse materializado gráfica e indubitablemente
el Übergangslaut que él postulaba.
En fin, prácticamente nada hay que decir del antiguo diptongo ου, pues, de
manera paralela a ει, se había monoptongado en /ū/ antes de la entrada en
latín de los primeros préstamos conocidos, quedando ου como mero dígrafo
arcaizante para la notación de dicha vocal larga, al margen de su origen. Ano-
temos de paso que en los préstamos latinos al griego se nota por medio de ου
la /u/, ya fuera larga, ya breve, silábica o semiconsonante²².
Sí procede, en cambio, demorarse un tanto en los resultados latinos de los lla-
mados «diptongos largos» del griego, en realidad diptongos de primer elemento
largo, que ya habían entrado en crisis en los tiempos de los primeros préstamos
al latín, en razón de su disimetría interna, optando ya por la abreviación de
su primer elemento, ya por la predominante de la eliminación del segundo²³.
Eran de origen diverso, incluida la contracción de hiatos aún patentes en Ho-
mero y sus imitadores (cf. Schwyzer 1953³ i: 200 ss., Lejeune 1955²: 195, Biville
1995: 36), y en ellos se daban las dos esperables series paralelas ᾱι, ηι, ωι, por
una parte, y ᾱυ, ηυ, ωυ por otra. En principio, desde nuestra perspectiva, la
de su adaptación al latín, solo ᾱι y ωι tendrían que entrar en consideración
por los reflejos que dejan en él²⁴. Según Leumann (1977: 69), esos diptongos
«en los préstamos tempranos se transcriben con los normales diptongos latinos
²¹ Esos textos fueron publicados por Tjäder 1955–82. Agradezco el obsequio de los ejemplos citados
a mi alumna la Profª. Olga Álvarez Huerta, de la Universidad de Oviedo, que en su tesis doctoral
estudió esos interesantes documentos. Véase también Biville 1995: 175, 367, que presenta testimo-
nios epigráficos como Euuangelus y Euuaristus. Además, trata de las grafías en las que en el lugar
del presunto glide [w] aparece una h, «indicio de un coup de glotte, … que asegura la integridad del
diptongo … y de la frontera silábica» Biville 1995: 367. Parece que la dicha h no tenía otro valor
que el meramente diacrítico de marcar la dicha frontera silábica, como, por ejemplo, en ahenus
/a-ē-nus/. Caso aparte es el de los finales griegos en -εύς, cf. Biville 1995: 369 ss., que, frente a la
práctica griega, en ocasiones podían realizarse en latín como bisilábicos, tal vez al amparo de los
finales latinos con hiato del tipo aureus. Para tales nombres habría una «flexión griega» y una
«latina», esta más influida por la de los temas en -o.
²² Para historia de ου véanse Schwyzer 1953³ i: 191 s. y Lejeune 1955²: 199 s.
²³ En griego, los diptongos de primer elemento largo eran «particularmente inestables» según
Lejeune 1955²: 196, cf. 166. Sobre ellos véase también Biville 1995:36 s.
²⁴ Al parecer, el primitivo ηι (ῃ) solo se daba en morfemas flexivos. Sin embargo, y como nos recuerda
Biville 1995: 38 s., en su caso también hay que tener en cuenta las formas jónico-áticas en las
que ᾱι había pasado a ηι (ῃ), transcrito en lat. por ei o ē (sobre todo en formas poéticas). De la
conjunción de los cambios dichos surgió la variedad de formas latinas que, a título de ejemplo,
nos muestra la autora citada en la familia léxica del topónimo Thrācia y sus derivados: Thraecia,

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José Luis Moralejo

ae oe: Thraex (todavía en Petr. 45.12), Θρᾶιξ, cōmoedia (κωμωιδία), auloedus


Cic., Mur. 29. Más adelante, tras la caída fonética de la luego llamada iota
suscrita²⁵, ya desde Plauto esos diptongos largos se quedan en latín en ā ō:
Thrāx Θρᾷξ, ōdeum ᾠδεῖον, Hādes ᾉδης…» (cf. Leumann 1977: loc.cit.).
Para concluir, recordemos que en palabras genuinamente latinas, bajo grafías
por defecto²⁶, existían ante vocal grupos /-ayy-/, /-eyy-/, /-oyy-/, /-aww-/,
/-oww-/, iguales o semejantes a los que Schwyzer (1959³ i: 236) postulaba
para la realización de los diptongos griegos y para su adaptación al latín;
pero que en su caso no mediaba ningún Übergangslaut [y/w], sino que eran
grupos etimológicamante justificados: como ya hemos apuntado, resultados de
asimilaciones como la que da lugar a maior, pronunciado [mayyor], a partir
de la misma raíz mag- que tenemos en magis, o a aio /ayyo/ < */agyo/ (¿cf.
adagium, adagiō?) y de otras procedencias²⁷; y el mismo grupo /-oyy-/ que,
según veíamos, aparece en el préstamo Troia, /troyya/, lo tenemos, al menos,
en el genitivo arcaico pero bien documentado quoius (> cuius), que sin duda se
pronunciaba /kʷoyyus/, y tal vez también en *hoius /hoiius/, antecedente del
clásico huius. Y, en fin, parece que también tenemos en latín grupos /-aww-/
antevocálicos, si tiene razón Leumann (1977: 595 s.) en su sospecha de que los
supuestos «perfectos largos» de los verbos de tema en -u- como caueo, faueo
etc., en realidad eran perfectos en -u-, como les tocaba por pertenecer a la 2ª
conjugación; es decir, no se pronunciaban /cāuī/ etc., sino /cawwī/ etc. Así,
pues, parece que los diptongos griegos arraigaron en latín en un terreno bien
abonado.

Referencias bibliográficas

Biville, Fr. (1995): Les emprunts du latin au grec : approche phonétique. Vol 2 : vocalisme
et conclusions, Lovaina – París, Peeters.
Ernout, A. & Meillet, A. (1957⁴): Dictionnaire étymologique de la langue latine. Histoire
des mots, París, Klincksieck.

Thraex, Thraecius, Thrāx, Thrāces, Thrācius, Thrēissa, Thrēicius (Verg., Aen. I 316, VI 645, ambos con
el hiato aún conservado en Homero), Thrēce, Thrēcia etc.
²⁵ Práctica ortográfica, como se sabe, de origen bizantino.
²⁶ De esos «otros diptongos latinos» incluidos en los grupos dichos nos ocupamos en nuestra
contribución al Homenaje al Prof. Benjamín García Hernández, actualmente en prensa.
²⁷ Proceso paralelo es el de */ped-yos/ > /peyyus/, escrito peius, caso que ahora no nos interesa, dado
que no hay préstamos históricos del gr. ει, ya monoptongado de antes, según decíamos en su lugar.
Frente a Ernout & Meillet 1967⁴: 18 s. y Leumann 1977: 126, 291 y 365, Vaan 2008: 32, niega que
adagium y adagiō tengan relación con aio, basándose en el mantenimiento de su /ă/ en sílaba
medial.

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Sobre diptongos griegos en latín

Fernández Galiano, M. (1969²): La transcripción castellana de los nombres propios griegos,


Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos.
Lejeune, M. (1955²): Traité de phonétique grecque, París, Klincksieck.
Leumann, M. (1977): Lateinische Laut- und Formenlehre (Leumann-Hofmann-Szantyr,
Lateinische Grammatik, Erster Band), Múnich, C. H. Beck’sche Verlagsbuchhanlung.
Moralejo, J. L. (1972): «Notas sobre la grafía Y en las inscripciones latinas», CFC 4,
165–185.
Moralejo, J. L. (1991): «Vocalis ante vocalem: corripitur an distrahitur?», en R. Coleman
(ed.), New Studies in Latin Linguistics, Amsterdam – Filadelfia, Benjamins, 35–45.
Schwyzer, E. (1959³): Griechische Grammatik, auf den Grundlagen von Karl Brugmanns
Griechische Grammatik. Erster Band, Allgemeiner Teil. Lautlehre. Wortbildung, Flexion,
Múnich, C. H. Beck’che Verlaugsbuchhandlung.
Sommer, F. & Pfister, R. (1977⁴): Handbuch der lateinischen Laut- und Formenlehre. Band
I: Einleitung und Lautlehre, Heidelberg, Carl Winter.
Tjäder, J. O. (1955–1982): Die nicht literarischen lateinischen Papyri Italiens aus der Zeit
445–700, i, Lund, C. W. K. Gleerup; ii, Estocolmo, Paul Aströms Förlag.
Vaan, M. de (2008): Etymological Dictionary of Latin and the other Italic Languages,
Leiden, Brill.

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Ungatón (San Millán de Yécora, La Rioja),


Hermesinda Gatónez: antroponimia griega en la
onomástica española medieval
Emilio Nieto Ballester
Universidad Autónoma de Madrid
emilio.nieto@uam.es

Resumen: El topónimo Ungatón tiene su origen en *fonte [de] Gatón, en donde Gatón no es un
nombre germánico, sino el resultado del gr. Ἀγάθων. El antropónimo está bien documentado en la
toponimia antigua y moderna.
Palabras clave: Ungatón, toponimia española, antroponimia griega.

Ungatón (San Millán de Yécora, La Rioja), Hermesinda Gatonez:


Greek anthroponomy in medieval Spanish onomastic
Abstract: The current Spanish toponym Ungatón has its origin in *fonte [de] Gatón , where Gatón
is not a Germanic name, but he result of gr. Ἀγάθων. The anthroponym is well documented in
ancient and modern spanish toponymy.
Key Words: Ungatón, spanish toponymy, spanish anthroponymy, greek anthroponymy.

1. Introducción

La antroponimia de cualquier sociedad, a excepción de aquellas pocas que


hayan permanecido sin contacto con otras, muestra a menudo la presen-
cia de elementos en principio ajenos a su tesoro lingüístico. Las razones
de ello son de variado tipo, en parte coincidentes con el fenómeno que se
denomina «préstamo» referido a términos del conjunto de nombres comu-
nes, en parte distintas. Entre estas últimas sobresalen las de tipo cultural
e histórico. Es obvio que la influencia cultural o el contacto sin más de una
sociedad dada con otra da lugar muchas veces al intercambio de antropóni-
mos¹.
En este orden de cosas, la onomástica personal latina, como cualquier otra,
se enriqueció con aportaciones de todos los pueblos con las que estuvo en
contacto a lo largo de una historia de siglos. La antroponimia latina presenta

¹ Para consideraciones generales sobre el fenómeno del préstamo, Nieto Ballester 2017: 127–165.

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Emilio Nieto Ballester

abundantes elementos etruscos, hispánicos, osco-umbros, griegos, celtas, semí-


ticos, germánicos, etc. Naturalmente no todos estos elementos son de la misma
importancia, y no todos son de la misma relevancia en este o aquel territo-
rio de habla latina, pues es obvio que, al menos (pero no solo) en el período
de bilingüismo que precedió en todas partes a la romanización, muchos de
los nuevos incorporados al mundo de la latinofonía (digámoslo así) llevaron
nombres personales que tenían su origen en las lenguas originarias de sus
territorios natales.
El caso de los antropónimos de origen griego es, en líneas generales, el
señalado, pero tiene una clara e innegable especificidad, de todos conocida.
Esa especificidad viene en gran medida del hecho cierto de que Graecia capta
ferum victorem cepit. La lengua latina se vio pronto inundada de préstamos
de origen griego que se prolongaron sin solución de continuidad a lo largo de
toda su historia. En el caso de los antropónimos la situación fue relativamen-
te similar, aunque al principio la antroponimia latina de las clases elevadas
en pocas ocasiones fue penetrada por los nombres griegos. Estos quedaron
circunscritos en gran medida a los propios griegos residentes en el territorio
del dominio romano y en general a personas de baja condición social. Con el
cristianismo la extensión de nombres propios de origen griego y en general
oriental fue mayor, de modo que al final del período imperial y comienzos
de la Edad Media podemos hablar casi de una antroponimia grecorromana
en la que, junto a los nombres de origen latino, en un sistema muy renovado,
conviven muchos de origen griego y oriental. Los nombres de los santos de
la nueva religión, frecuentemente griegos y orientales, se extendieron por
doquier. Son estos fundamentalmente los orígenes de la mayor parte de los
antropónimos de étimo griego que hallamos hoy en nuestra lengua y en las de-
más emparentadas, del tipo Cipriano-Cebrián, Ciriaco, Eulalia, Gil, Irene, Pedro,
Pelayo, etc.
Muchos de estos nombres han tenido continuidad desde tiempos medieva-
les hasta la actualidad y, de esta manera, son reconocidos fácilmente por los
hablantes cuando hacen aparición en el otro terreno en el que la hacen los an-
tropónimos, en la toponimia, pero aquellos que han ido cayendo en desuso
y han desaparecido, casi o por entero, no son rastreables fácilmente en sus
usos toponímicos, máxime cuando se han producido hechos fonéticos que han
enmascarado su presencia. El propósito de este breve apunte es estudiar un
topónimo español, Ungatón, en principio muy opaco, considerando su relación
con el sistema antroponímico medieval. Al margen del acierto o no de la expli-
cación que aquí se expondrá, quizá esta nota tenga el interés de mostrar una
posibilidad de exégesis de topónimos difíciles que a menudo no es tenida en
cuenta o lo es menos de lo aconsejable.

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Ungatón (San Millán de Yécora, La Rioja)

2. El topónimo Ungatón

2.1. Ungatón es un topónimo menor de un paraje del término municipal de


San Millán de Yécora, muy cerca del límite con Burgos. Al este de Miranda de
Ebro (unos 22 km.) lo cruza el río Arto, afluente del Tirón. Se encuentra entre
Pancorbo (Burgos) y Santo Domingo de la Calzada (La Rioja)². Es, pues, un
territorio de sumo interés lingüístico, un punto de encuentro entre la antigua
Castilla con las peculiaridades riojanas y con importante sustrato y adstrato
vascos³.
Para cualquier hablante actual es un topónimo opaco, pues no puede ser
relacionado con ningún nombre propio o común de su lengua⁴, pero no es
demasiado oscuro si es descompuesto en Un-gatón. Como he tratado de mos-
trar con cierto detalle⁵, los resultados en la toponimia española de lat. fǒnte
son muchos, y entre ellos está un-. Con cierta seguridad, sobre todo dada la
variante Ongatón, estamos ante un compuesto, fusionado como una palabra
única, *Fonte[de]Gatón. Al ser átona la primera sílaba no se ha producido la
diptongación. Ha habido síncopa y progresiva desarticulación de /f/. Por úl-
timo, parece haberse producido un cierre de /o/ en /u/. La adjetivación que
acompaña muchas veces a este primer elemento del compuesto un- y el pro-
pio análisis del lugar apartan cualquier duda en muchas ocasiones. No es un
resultado del que tengamos muchos casos, pero sí se trata de un número de
ejemplos suficiente: La Hunfría (Tamames, Salamanca), Unfría (Santurdejo, La
Rioja), Unfrida (Basconcillos del Tozo, Burgos), Humala (Pradoluengo, Burgos;
cf. Fuente Mala, Jaraba, Zaragoza), Humanente (Pancorbo, Burgos)⁶, Humayor
(Sotresgudo, Burgos)⁷, Huntoria (San Vicente de la Barquera, Cantabria), La
Hunueva (Atienza, Guadalajara), etc.
Por lo demás, Gatón es un antropónimo que aparece en la toponimia espa-
ñola y portuguesa. Su presencia en el territorio hispánico en época medieval

² Aparece también una variante Ongatón en González Blanco 1987: 388. Se señala que es tradición
oral. Se recoge, por lo demás, Ungatón como forma a la vez del catastro, de la tradición oral y de
informantes locales.
³ Así, por citar solo un par de ejemplos, Herramélluri y Ochánduri se encuentran a unos 10 km. de
San Millán de Yécora.
⁴ Cabría considerar una relación con el común gato, pero, al margen de que gatón es poco menos
que inusitado, el significado del topónimo parece poco probable, sobre todo por la presencia de un
supuesto artículo indeterminado que no aparece nunca (o casi nunca, cf. Uncastillo, Zaragoza).
⁵ Nieto Ballester 2000.
⁶ El topónimo se repite en Navarrete, La Rioja, pero tiene una variante Omanente, vid. González
Blanco 1987: 387, 560. Esta vacilación /o/ /u/ es la misma que parece haber en Ungatón Ongatón.
⁷ Hallamos en documentación medieval el topónimo Hummayor, vid. González Blanco 1987: 273.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 184 — #184

Emilio Nieto Ballester

está asegurada: Gaton (872, CSM 11)⁸, Gatton (890, DA II, 176), Gaton (945,
CDMS 101), etc. El patronímico en -ez está bien documentado: Gatonizi (994,
DC 106), Gatoniz (1008, DC 125; 1039, DC 187), etc⁹. El derivado Gatónez no
existe tampoco en la actualidad, pero al margen de la documentación medieval
aportada, tenemos noticia de personajes históricos de cierta importancia que
han llevado este nombre y su derivado en -ez. Así, a partir de los dos matri-
monios de Don Gatón de Triacastela (s. ix), conde del Bierzo, sabemos de la
existencia de Don Sarracino Gatónez, conde del Bierzo y de Astorga y de sus
hermanos Doña Hermesinda (ca. 915), Doña Patruina, Don Savarico y Don
Bermudo Gatónez, así como de descendientes posteriores de este linaje.
Naturalmente, como era de esperar, no debió de ser Ungatón el único topóni-
mo que presentara el antropónimo señalado. La documentación antigua apunta
en esa dirección y la toponimia actual, tanto española como portuguesa, mues-
tra ejemplos de su pervivencia. Sin pretensión de exhaustividad¹⁰, cabe citar
Villagatón (León)¹¹, Gatón de Campos (Valladolid), Gatón (La Ercina, León; Ca-
nales de la Sierra, La Rioja; Villabaruz de Campos y Piña de Esgueva, Valladolid;
Monterrei, Orense), Gatón de Abajo, de Arriba (Castrejón de la Peña, Palencia),
Lagunilla de Gatones (Llanes, Asturias), Los Gatones (Castilfalé, León), Gatones
(Treguajantes, La Rioja). Fuera del territorio de habla castellana y leonesa
hallamos Gatoi (Valadouro, Lugo; Tordoia, La Coruña) (< Gato(n)e) y ya en la
vecina Portugal Prado Gatâo (Bragança)¹². La verosimilitud del análisis pro-
puesto se ve corroborada ampliamente con la existencia, por último, de Fuente
Gatón (Rebolledo de la Torre, Burgos). La documentación antigua a nuestra
disposición muestra unánimemente formas en todo semejantes a las actuales.
Así, valga por caso, Gatones (1131, 335 CDMD)¹³.
Junto a estas formas aparece también una forma femenina La Gatona (San
Vicente del Palacio, Valladolid; Castellanos de Villiquera, Salamanca; Villa-
turiel, León; El Puerto de Santa María, Cádiz, nombre de calle). Creo que se
puede afirmar que en todos o en la mayor parte de los casos, tanto las formas

⁸ HGN: 147 da como fecha de este último 853 siguiendo la edición del cartulario de L. Serrano 1930.
Yo cito según CSM.
⁹ El nombre no existe en la actualidad, pero sí aparece como apellido. En concreto 862 personas
llevan como primer o segundo apellido este nombre, ninguna lo lleva en ambos apellidos. Consulta
del 02/09/2019 en la página del Instituto Nacional de Estadística ine.es
¹⁰ HGN: 147 señala solo 5 ejemplos.
¹¹ En este caso sí existe documentación medieval que muestra el origen: villa de Gaton, 878 DA II,
128 a partir de HGN 147.
¹² El dato procede de HGN: 147.
¹³ in territorio Asturicense… de prima pars, Sancti Pelagii; de secunda pars, Olleros; de tercia pars,
Gatones. Situado en el territorio de Astorga, no sabemos identificar este topónimo con los
actuales Gatones de León.

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Ungatón (San Millán de Yécora, La Rioja)

masculinas en plural como la femenina son derivadas del antropónimo bási-


co masculino, indicando muy probablemente un significado Gatones «los hijos
de Gatón», Gatona «la esposa / la hija de Gatón¹⁴».

2.2. Llegados a este punto, si se considera verosímil esta interpretación de


Ungatón como «la fuente de Gatón», tan solo queda explicar el origen de este
antropónimo. La cuestión, dado su aislamiento, no es fácil. Hasta donde sé
solo se ha adelantado una posibilidad. Con muchas dudas Piel-Kremer (HGN
s.v. Gatt-) señalan que se trata de un antropónimo enigmático y apuntan a un
origen germánico. Tampoco descartan que se deba considerar en algunos casos
una relación con lat. cattus (esp. gato). No se aduce ningún significado. En
buena medida parece que esta hipótesis vacilante está basada en la aparente
existencia de nombres germánicos (muy escasos por lo demás) que parecen
tener esta raíz o incluso este antropónimo. En concreto se señala el topónimo
gallego y portugués Gatiande (La Coruña y Aveiro), que podría tener como
origen *Gatte-nandus.

2.3. Me parece que tanto cualquier relación (fuera de una asociación por
etimología popular posterior) con gato como, en menor medida, un origen
germánico pueden ser puestas en duda. Debe considerarse la ausencia o la
extraordinaria rareza, a mi conocimiento, de *gatón como nombre común; en
lo que hace a lo segundo, la escasez de esta supuesta raíz germánica (reducida
a este nombre) y la imposibilidad de atribuirle significado hablan por sí solas.

2.4. Un camino alternativo es proponer un étimo sencillo en el antropónimo


Ἀγάθων, -ωνος. Se trata de una forma hipocorística sacada de los muchos
compuestos del tipo Ἀγαθόνικος, Ἀγαθήμερος, Ἀγαθόπους, Ἀγαθοκλῆς, Ἐπα-
γαθίων, como también lo son formas femeninas como Ἀγαθώ, Ἀγάθη, Ἐπαγάθη,
etc¹⁵. Todos ellos aparecen ya en la epigrafía antigua en latín de Hispania, bien

¹⁴ Es muy curioso haber encontrado que ya en 1903 un erudito local de Jerez de la Frontera (A. Muñoz
y Gómez) hablando de las razones del nombre de una calle de la localidad apunta con acierto a esta
explicación: «…y así como de las hijas de un Leal salió la calle de las Lealas, de las de un Polo, las
Polas; de un Toribio, las Toribias: de un Gatón, las Gatonas: de un Tocino, las Tocinas…». Cf. Casa
de la Leala (Aroche, Huelva), La Berrocala (Villanueva del Pardillo, Madrid), La Fidela (Almadén,
Ciudad Real), etc. En lo que hace al masculino plural es conocida su frecuencia en Murcia: Los
Ruices (Abarán, Cartagena, etc.), Los Nicolases (Fuente Álamo, Cartagena, etc.), Valladolises (Fuente
Álamo), etc.
¹⁵ Detalles y más ejemplos en HPN: 7–9.

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Emilio Nieto Ballester

con formas más o menos adaptadas a la lengua latina, bien en formas pura-
mente griegas: Agat(h)on, Agat(h)onicus, Agathemer, Agathopus, Agathocules,
Epagathio, Agatho, Agathe, Epagathe, Epagathus, etc¹⁶.
Me parece, así, que el nombre debió de tener cierto uso en la antigua Hispania
romana, pero muy probablemente conoció una mayor extensión a partir de la
existencia de un papa de ese nombre. Agatón fue el papa número 79 desde el
678 al 681 y fue venerado como santo. De la misma manera, creo que el uso de
las formas femeninas emparentadas Agatha, Agathia hubo de aumentar a raíz
de la existencia de Santa Águeda, virgen y mártir (231–251).
La documentación medieval hasta el siglo xii¹⁷ muestra muy pocos ejemplos
de estos antropónimos, tanto en su forma masculina como femenina. De las
formas masculinas HRN: 134–135 acopia un ejemplo de Agatus, Agati (en el
mismo documento, de Tumbo de Samos), tres o cuatro de Agathius (Agatio,
Agateo, Agade) y tres de Agatho (Abgaton dos veces en el mismo documento
de la catedral de León y Agadon en Cataluña); solo recoge resultados de una
forma femenina Agathia en tres únicos ejemplos: Gadia (x2) y Agadia. Este
escaso elenco, sin embargo, podría verse incrementado si se entiende que Gaton
es una variante de la forma masculina con aféresis. Ello conlleva que se ha
producido aféresis y que se ha mantenido la sorda. Ambos supuestos, a mi
parecer, son posibles. Respecto de la aféresis, su propia aparición en las formas
femeninas como Gadea la hace más que probable. Quizá más que ante una afé-
resis propiamente dicha, estemos ante formas en origen infantiles-familiares,
como los actuales Toño, Chavela, Nando, etc. Sea como sea, aparte del caso
de Gadea es fácil citar otros en la antroponimia antigua como Mengo, Menga
(< Domengo, -a). Más problemas hay en la conservación de /t/. A este propósito
hay que señalar que en principio se diría que los antropónimos no siempre
están sometidos a las leyes fonéticas de la misma manera que el resto de las
palabras¹⁸. No es complicado citar otros muchos casos muy parecidos. Así, el
nombre griego Agapius, Agapia (< ἀγάπη) muestra en la documentación me-
dieval tanto formas con como sin sonorización de la sorda¹⁹, pero a la postre la
forma patrimonial heredada ha sido sin sonorización, Agapito, -a (< ἀγαπητός);

¹⁶ Estos ejemplos pueden consultarse en la base de datos de Hispania Epigraphica, dirección http:
//eda-bea.es/ (consulta de 04.09.2019).

¹⁷ HRN: 134–135.
¹⁸ Algunas consideraciones sobre las especificidades de la investigación etimológica en la onomástica
en Nieto Ballester 2017: 183–186 y 189–199.
¹⁹ Es aquí útil, me parece, señalar que las cosas son más complicadas. No necesariamente unas
formas con grafía 〈P〉 indican que no se ha producido la sonorización. Aunque en menor medida,
tampoco unas formas con 〈B〉 indican que se ha producido. Para una relación de todos los ejemplos,
HRN: 134.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 187 — #187

Ungatón (San Millán de Yécora, La Rioja)

otro tanto cabe señalar a propósito de Macarius, -a (< μάκαρ), Titus, Thecla,
Natalius, Atanasius, Beatus Beatrix, Datus, Dorotheus, Margarita, etc.
Las razones por las que en unos casos se produjo la sonorización y en otros
se mantuvo la sorda no pueden ser concretadas porque cada caso requeriría
una explicación particular con mucha probabilidad. Desde luego, en algunas
ocasiones se trata de que, si el antropónimo se introdujo, o adquirió difusión,
en un momento en que ya no operaba la sonorización de las sordas, esta no
podía tener lugar. Probablemente sea este nuestro caso, pues es fácil ver que el
femenino sí presenta la sonorización y se puede relacionar este contraste con
la diferencia cronológica existente entre los santos de estos nombres. Mien-
tras que Santa Águeda sufrió el martirio a mediados del s. iii, S. Agatón fue
papa a finales del vii. Con todo, uno diría que en muchos casos formas con
y sin sonorización hubieron de convivir largamente. En el nombre que nos
ocupa puede ser un vestigio de ello el topónimo salmantino Agadón, nombre
de un río que da lugar a un valle conocido como Campo del Agadón o Cam-
po de Agadones y a una localidad de nombre Cespedosa de Agadones. No es
fácil precisar si el río da nombre a un valle o comarca y población o si es al
contrario, pero en todo caso no es imposible que un antropónimo dé nom-
bre a un río o un curso de agua, bien mediante un paso intermedio de nombre
de finca o población por la cual discurre, bien no. Es conocido el caso del
Pedro, nombre de una localidad y de un río en la provincia de Soria. Es el caso
del antropónimo germánico Galindo, que encontramos en casos como Arroyo
[de] Galindo (Villacastín, Segovia; Chiclana de la Frontera, Cádiz). Aunque
carezco de más pruebas que la posibilidad fonética, Agadón sería el resulta-
do «regular» de Agathōnem (ac.). Para Agadones caben tres posibilidades de
explicación. En primer lugar, puede ser el plural de Agadón; cabría también
ver un resultado de la forma antigua en gen. Agathōnǐs en un sintagma del
tipo villa Agathōnǐs. Por último, no es imposible que se tratase de un antiguo
patronímico en -ez. En todo caso, incluso aquí tenemos de nuevo paralelos
de Agadones, otra vez en el caso del antropónimo Galindo, que conoció una
variante Galindón. Hallamos así el río Galindón (San Nicolás del Puerto, Sevi-
lla). En segundo lugar, también encontramos un posible ejemplo de una forma
en -es: Vargalindones (Valdegovía, Álava). Cabe que deba ser analizado como
Var-galindones, estando Var- por valle con síncopa de /e/ y paso de /ll/ > /r/
ante consonante, como parece que hallamos en Varroyo (Casasola de Arión,
Valladolid), Varmalo (Mantinos, Palencia), etc²⁰. Este análisis puede verse co-
rroborado por Bargalindo (Sequera del Fresno, Segovia) y por una amplia serie

²⁰ He considerado entender varga-lindones donde lindones sería aumentativo de linde. No es imposible,


pero se opone a ello la existencia de los topónimos que figuran más abajo.

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Emilio Nieto Ballester

de casos en los que el nombre Galindo se pospone a valle, val: Barranco de


Valdegalindo (Villarroya de la Sierra, Zaragoza), Arroyo de Valdegalindo (Sal-
moral, Salamanca), Valdegalindo (Villamediana de Iregua, La Rioja), etc. Este
análisis como Var-galindones cuenta, por último, con el apoyo de la presencia
de la misma forma en la documentación medieval: en 1024 dos hermanos
Galindones/Galidónez hicieron donación de sus bienes en Lizarrara (actual Es-
tella) al monasterio de Sta. María de Irache, hec est cartula de commemoratione
quam feci ego senior Sancius Galindonez et soror mea Andregoto Galindones pro
animabus nostris…²¹.

3. Conclusiones

De lo señalado más arriba puede deducirse una explicación coherente del topó-
nimo Ungatón. El reconocimiento de un resultado un- de lat. fǒnte permite una
segmentación Un-gatón, cuya verosimilitud se ve corroborada por la existencia
de un antropónimo Gatón en la onomástica medieval española, aún presen-
te en la actualidad, tanto en la antroponimia (aunque solo como apellido) como
en la toponimia. La interpretación del origen de este antropónimo me parece
menos segura, pero se enfrenta a menos problemas que la única señalada. La
onomástica es parte del patrimonio inmaterial de un pueblo pues refleja su
discurrir de siglos, fruto de los sucesos y azares más importantes. En nuestro
caso, si la hipótesis es certera, un antiguo topónimo riojano, agarrado al te-
rreno por muchos siglos, nos ha mostrado una pervivencia de esa onomástica
al tiempo griega y latina, fruto de una cultura greco-latina que es componente
imprescindible de la nuestra actual.

Referencias bibliográficas

CDMD = Fernández Flórez, J. A. & Herrero de la Fuente, M. (1999–2005): Colección


documental del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, 2 vols., León, Centro
de Estudios e Investigación «San Isidoro».

²¹ Nuestro topónimo se encuentra en Álava y estos hermanos en Navarra. El nombre de ella tiene
también un claro regusto vasco (andere, «señora»). El segundo elemento es germánico, obviamente
(:godo). Más de 42.000 personas tienen Galindo como primero o segundo apellido y 175 ambas
cosas. Actualmente tienen el apellido Galíndez (primero o segundo) 1164 personas en España, pero
la distribución es desigual, estando las frecuencias más altas concentradas básicamente en Álava-
Vizcaya. No existe actualmente el apellido Galindónez. Consulta efectuada el 05/09/2019 en la
página del Instituto Nacional de Estadística ine.es.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 189 — #189

Ungatón (San Millán de Yécora, La Rioja)

CDMS = Mínguez Fernández, J. Mª. (1976): Colección diplomática del Monasterio de


Sahagún (siglos ix y x), vol. i, León, Centro de Estudios e Investigación «San Isidoro».
CSM = Ubieto Arteta, A. (1976): Cartulario de San Millán de la Cogolla (759–1076),
Valencia, Inst. de estud. riojanos, Monasterio de San Millán de la Cogolla y Anubar.
DA = Floriano, A. C. (1949–1951): Diplomática española del período astur. Estudio de
las fuentes documentales del reino de Asturias (718–910), 2 vols., Oviedo, Instituto de
Estudios Asturianos.
DC = Herculano, A. (1867 y ss.): Portugaliae Monumenta Historica. Diplomata et Chartae,
Lisboa, Typis Academicis.
González Blanco, A. (1987): Diccionario de toponimia actual de La Rioja, Murcia, Instituto
de Estudios Riojanos y Universidad de Murcia.
HGN = Piel-Kremer, J. M. (1976): Hispano-gotisches Namenbuch. Der Niederschlag des
Westgotischen in den alten und heutigen Personen- und Ortsnamen der Iberischen
Halbinsel, Heidelberg, Winter.
HPN = Bechtel, F. (1917): Die historischen Personennamen des Griechischen bis zur
Kaiserzeit, Halle, Max Niemeyer.
HRN = Becker, L. (2009): Hispano-romanisches Namenbuch. Untersuchung der Perso-
nennamen vorrömischer, griechischer und lateinisch-romanischer Etymologie auf der
Iberischen Halbinsel im Mittetalter (6.-12. Jahrhundert), Tubinga, Max Niemeyer
Verlag.
Nieto Ballester, E. (2000): «La toponimia de las fuentes en España: una nota sobre
algunos resultados de lat. fonte», RFE 80, 395–406.
Nieto Ballester, E. (2017): Introducción a la etimología, Madrid, Síntesis.

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Sobre la prosodia del vocativo


y expresiones afines
Alberto Pardal Padín
Universidad de Salamanca
pardal@usal.es

Resumen: Es habitual afirmar que el vocativo en griego antiguo tiene una entonación diferenciada
de la oración en la que se inserta. Sin embargo, esta afirmación no suele acompañarse de datos
empíricos que la sustenten más allá del comportamiento de ciertos elementos pospositivos que se
rigen por la Ley de Wackernagel. En este trabajo estudio la posición de estas expresiones en el
verso y su alineación con las pausas métricas del verso. Los datos confirman que los vocativos
y expresiones afines como las invocaciones a los dioses tienen su propia entonación y evitan las
pausas métricas en su interior. Con todo, es posible encontrar ejemplos en los que un pronombre
clítico sigue inmediatamente a un vocativo. Dichos ejemplos quedan pendientes de una explicación
convincente.

Palabras clave: Vocativo, prosodia, análisis métrico, cesura.

On the prosody of vocative and related phrases

Abstract: It is often claimed that the Ancient Greek vocative has its own prosodic contour
different from the sentence in which it is embedded. However, this assertion usually lacks empirical
data to support it apart from the behaviour of some post-positives ruled by Wackernagel’s Law.
In this paper I study the position of these expressions in the verse and their alignment with
metrical pauses. The data confirm that vocatives and related phrases such as summons to the
gods have their own prosodic contour and avoid metrical pauses within them. Nevertheless, it
is possible to find examples where a clitic pronoun follows a vocative. These examples remain
unexplained.

Key Words: Vocative, prosody, metrical analysis, caesura.

La variedad de asuntos y ramas a los que Emilio Crespo ha dedicado su carrera


ha hecho que su presencia haya sido constante en la vida académica de cierto
grupo de helenistas y recientes doctores, bien en la dirección de sus trabajos,
bien por su presencia en los tribunales de tesis. En este trabajo trato de home-
najearle combinando la investigación desarrollada en mi tesis doctoral (cuyo
tribunal presidió) y el tema que el propio Emilio trató en el último congreso en
que coincidimos. Le agradezco que, sin saber que era para este trabajo, tuviera
la amabilidad de enviarme su presentación y texto.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 192 — #192

Alberto Pardal Padín

1. Introducción

La posición del vocativo dentro del sistema casual griego es, cuando menos,
inusual. Esto se debe principalmente a su naturaleza gramatical, ya que no
desempeña ningún papel sintáctico de la oración, sino que su función es
eminentemente pragmática y comunicativa (Donati 2014, Riaño Rufilanchas,
e. pr.); de hecho, lo habitual es que se le considere un enunciado en sí mismo
(Crespo, Conti & Maquieira 2003: 113–15, Crespo 2019, Donati 2014 lo considera
«holophrastic») o un elemento extraoracional (Dik 1997: 384–386).
Sin embargo, la atención prestada a su naturaleza prosódica ha sido algo
menor y con resultados y enfoques dispares. Así, Dover (1960: 13) señala que
los vocativos pueden ir seguidos por elementos pospositivos como la partícula
modal ἄν o formas átonas del pronombre personal; sin embargo, decide ignorar
su presencia en su estudio (Dover 1960: 20). Dickey (1996: 197–199), por su par-
te, indica que, en ático clásico, son generalmente pospositivos, a pesar de que
reconoce que pueden aparecer en posición inicial. Devine & Stephens (1994:
416–418) y Goldstein (2014) afirman que, como otros elementos parentéticos,
suelen formar unidades entonativas independientes. Sin embargo, reconocen
que la naturaleza de la organización prosódica del griego es flexible, por lo que
aceptan que el vocativo se integre en la entonación de la oración en la que se
inserta, lo que explicaría los ejemplos aducidos por Dover (Devine & Stephens
1994: 428)¹.
En este trabajo abordo la cuestión de la organización prosódica del vocativo
y otras expresiones asimilables a través del estudio de su posición dentro del
verso en el diálogo trágico y cómico. Además de fórmulas específicamente
dirigidas al interlocutor incluyo en el estudio exclamaciones e imprecaciones
a los dioses. Ofrezco ejemplos de las tres categorías en (1–3).

(1) τί φῄς, Ἀχιλλέως παῖ; τίν’ εἴρηκας λόγον; («¿Qué dices, hijo de Aquiles?
¿Qué palabra has pronunciado?», S. Ph. 1237)².

(2) οἴμοι κακοδαίμων, ὁ Παφλαγὼν ἐξέρχεται («¡Ay de mí, desgraciado, ahí sale
el paflagonio!», Ar. Eq. 234).

¹ Esta discusión sobre si los vocativos forman parte o no de la entonación de la oración en la que se
insertan no es exclusiva del griego, sino que es común a otras lenguas. Es posible encontrar tanto
estudios experimentales que afirman que el vocativo tiene una entonación diferenciada, Göksel
& Pöchtrager 2013, Pierrehumbert & Hirschberg 1990, como otros que afirman lo contrario: Hock &
Dutta 2010. Para un repaso exhaustivo a esta cuestión en Lingüística Teórica, véase Sonnenhauser
& Noel Aziz Hanna 2013: 7–9.
² Las traducciones son propias.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 193 — #193

Sobre la prosodia del vocativo y expresiones afines

(3) νὴ τὸν Ποσειδῶ ταῦτά γέ τοι καλῶς λέγεις («¡Por Posidón! ¡Qué bien dicho!»,
Ar. Av. 1614).

Los tres tipos de expresiones comparten una serie de características que hacen
que sean comparables, ya que todas ellas son construcciones parentéticas con
función comunicativa y no sintáctica. Además, están referidas a algún referente
humano (interlocutor en 1, hablante en 2) o divino (los dioses en 3). Utilizaré
en adelante el término ‘apelación’ (a falta de un término más preciso) como
forma para referirme a los tres tipos de expresiones estudiadas, aun a sabiendas
de que no todas ellas encajan exactamente de la misma manera en la definición
del término.
En las siguientes páginas abordo la posición de 484 de estas expresiones en el
verso con atención a su alineación con posiciones prosódicas relevantes: inicio
y final de verso y cesura. Se trata de las apelaciones halladas en una selección
aleatoria de 5000 versos que fue objeto de análisis en mi tesis doctoral (Pardal
Padín 2017). Muestro en la sección 2 el resultado del análisis. La sección 3 está
dedicada a algunos ejemplos individuales donde el comportamiento de estas
expresiones apelativas no es el esperado. En la sección 4 retomo las principales
conclusiones.

2. Apelaciones y su posición en el metro

La ausencia de hablantes nativos de griego antiguo y de grabaciones de estos no


permite analizar en laboratorio si se da o no una pausa prosódica al principio
y/o al final de los vocativos. No obstante, es posible extraer alguna información
de fuentes secundarias, principalmente del análisis de las cesuras en los versos
katà stíchon³.
Específicamente, atiendo aquí a la alineación de las expresiones estudiadas
con los principales elementos estructurales del verso: el inicio, el fin y la cesura
o cesuras halladas. Todos ellos indican pausas de algún tipo en la realización
prosódica y coinciden en las restricciones que imponen con respecto a ele-
mentos clíticos: los enclíticos no aparecen ni en primera posición del verso ni
directamente tras la cesura; los proclíticos no pueden aparecen en posición
final del verso ni inmediatamente antes de la cesura.
Con estas consideraciones, es posible analizar, por un lado, cómo de frecuente
es que el inicio o el fin de una de las apelaciones estudiadas coincida con una

³ Para una explicación más detallada de la metodología seguida y de otras aplicaciones recientes de
la métrica al estudio de la estructura prosódica, véase Pardal Padín 2017: 31–37.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 194 — #194

Alberto Pardal Padín

de las pausas prosódicas del verso. Por otro lado, se comprobará si es posible
que una de estas expresiones se vea segmentada por la cesura.

2.1. Alineación con las pausas del verso

Por lo que respecta al primero de los parámetros estudiados, se ha atendido


únicamente a si el inicio o el final de la expresión apelativa en cuestión se
alineaba (es decir, coincidía) con el inicio (4) o final del verso (5) o con una cesura.
En este último caso, es posible encontrar apelaciones tanto inmediatamente
antes (6) como después de la cesura (7).

(4) ὦ θεοί, τί λέξω; / θαῦμ’ ἀνέλπιστον τόδε («¡Oh dioses! ¿Qué puedo decir?
Esta es una maravilla inesperada», E. Alc. 1123).

(5) ἆρ’ ἐξεγείρῃ / τοῖσδ’ ὀνείδεσιν, πάτερ; («¿No te levantas [de la tumba] con
estos reproches, padre?», A. Ch. 495).

(6) ἡμᾶς μόνον δεῖ νὴ Δία· / καὶ γὰρ οἱ θεοί («A nosotros solo nos toca [recibir],
por Zeus. Igual que los dioses», Ar. Ec. 779).

(7) ὄλωλεν ἁνήρ, / Τεῦκρε, τοῦτ’ ἐπίστασο («Ese hombre ha muerto, Teucro,
debes saberlo», S. Aj. 979).

Asimismo, es habitual que una apelación ocupe la mitad de un verso y, por


tanto, esté en contacto tanto con la cesura como con el inicio o final del verso.
En (8) una apelación ocupa la primera mitad del verso, mientras que en (9)
ocupa la segunda mitad. En (10), por su parte, se puede observar un verso
completamente ocupado por dos expresiones apelativas, una antes de la cesura
y otra después.

(8) ὦ πάντες ἀστοί, / τῶν λόγων ἐπῃσθόμην («Ciudadanos, he escuchado


vuestras palabras», S. Ant. 1183).

(9) Ἄργους ἀφωρμήθημεν, / ὦ τάλας ἐγώ («…partimos hacia Argos, desgraciado


de mí», S. OC 1401).

(10) ΟΙ. ὦ σπέρμ’ ὅμαιμον. | Ισ. ὦ δυσάθλιαι τροφαί. («Ed .—¡Ay, hijos de mi
sangre! Is. —¡Ay infancia dos veces desgraciada!», S. OC 330).

Aunque no es la distribución más habitual, en algunas ocasiones es posible


encontrar apelaciones que ocupan el verso entero (11) o prácticamente entero
(12). Volveré sobre ellas en el siguiente apartado (§2.2).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 195 — #195

Sobre la prosodia del vocativo y expresiones afines

(11) ὦ γλυκύτατον σὺ / τεκνίδιον κακοῦ πατρός («Oh, tú, dulcísimo hijo de un


mal padre», Ar. Lys. 889).

(12) ὦ δαιμόνι’ ἀνθρώπων / Πόσειδον, ποῖ φέρει; («Oh, Posidón, señor de hom-
bres, ¿dónde vas?», Ar. Av. 1638).

Por último, es posible encontrar, aunque no de forma mayoritaria, apelaciones


que no están en contacto con ninguna pausa del metro (13).

(13) οὐκ οἶδα μὰ Δί’ ἔγωγε, / κατὰ ποίας πύλας («No sé yo, por Zeus, por qué
puerta», Ar. Av. 1210).

En la siguiente tabla resumo los resultados hallados para todas estas posibili-
dades⁴.

Posición Ejemplo Cantidad


Inicial (4) 70
Ante cesura (6) 82
Inicial + ante cesura (8) y (10) 96
Final (5) 56
Tras cesura (7) 75
Tras cesura + final (9) y (10) 42
Verso completo (11) y (12) 38
Sin alinear (13) 27
TOTAL 484

A partir de los datos de la tabla es posible extraer algunas tendencias. Por


un lado, una abrumadora mayoría de las apelaciones estudiadas se alinean
con al menos una pausa prosódica del verso, 458/484 (94,62 %). Esta tendencia
indica que en griego clásico, como indican Pierrehumbert & Hirschberg (1990)
para el inglés o Göksel & Pöchtrager (2013) para el alemán y el turco, este
tipo de expresiones cuentan con una entonación diferenciada. Si bien esta
naturaleza prosódica independiente ya se había señalado antes (Devine &
Stephens 1994, Goldstein 2014)⁵, el análisis realizado dota de datos estadísticos
a esta afirmación.
⁴ Unifico los ejemplos como (12), de los que solo hay tres en el corpus analizado, con los que ocupan
el verso entero, ya que la explicación del siguiente apartado será común a ambos.
⁵ Esta naturaleza prosódica independiente, como indican tanto Goldstein 2014 como Donati 2009:
154, se puede observar en la colocación de los elementos regidos por la Ley de Wackernagel, algo
señalado ya por Delbrück 1893: 395. Elementos que normalmente irían en segunda posición no
pueden seguir directamente al vocativo. Sobre algunas excepciones con pronombres clíticos, véase
la sección 3.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 196 — #196

Alberto Pardal Padín

En segundo lugar, los datos muestran que la tendencia que Dickey (1996: 197)
observa para la prosa clásica, esto es, que los vocativos son generalmente pos-
positivos, no se puede afirmar con igual rotundidad para los textos dramáticos.
En el corpus analizado un 41,94 % (203/484) de las apelaciones estudiadas apa-
recen en posición inicial de verso. De ellas, 141 (29,13 % del total) son vocativos
propiamente dichos que aparecen en posición inicial no solo de verso, sino
también de oración.
En resumen, los datos apuntan que las apelaciones tienden a coincidir con
pausas prosódicas del verso. Una pausa del verso marca el inicio de la apelación
en un 66,32 % de los casos (321/484) y el final en un 64,87 % de los ejemplos
analizados (314/484).

2.2. Apelaciones divididas por la cesura

Para terminar de confirmar si estas expresiones funcionaban como una unidad


prosódica independiente es necesario comprobar en qué circunstancias una
apelación podía aparecer dividida por la cesura.
De las apelaciones contempladas en la tabla anterior únicamente aquellas
que ocupan un verso entero (o prácticamente entero como en 12) aparecen
divididas por la cesura. En general, se trata de apelaciones complejas en las
que la cesura separa elementos coordinados (14), un modificador en genitivo
(15), una aposición (16) o un adjetivo (17).

(14) ὦ Ζεῦ τε καὶ Γῆ / καὶ πολισσοῦχοι θεοί («¡Oh Zeus y Gea y dioses de la
ciudad!», A. Th. 69).

(15) ὦ δυστάλαινα / τῆς ἐμῆς αὐθαδίας («¡Ay desgraciada por mi propia volun-
tad!», E. Med. 1028).

(16) ὦ Στρυμόδωρε Κονθυλεῦ, / βέλτιστε συνδικαστῶν («¡Oh Estrimodoro, hijo


de Cóntilo, el mejor de los compañeros del jurado», Ar. V. 233).

(17) ὦ Ζεῦ πατρῶιε / καὶ τροπαῖ’ ἐχθρῶν ἐμῶν («¡Oh Zeus patrio y destructor
de mis enemigos!», E. El. 671).

En todos los casos se trata de secuencias excesivamente largas como para


ocupar una única sección del verso. Esta tendencia está documentada para
otras secuencias que evitan ser divididas en griego antiguo, como el grupo
formado por un verbo y su segundo argumento (Pardal Padín 2017: 95). La
separación de unidades gramaticales o de contenido extensas en dos o más

196
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 197 — #197

Sobre la prosodia del vocativo y expresiones afines

unidades prosódicas se ha observado también en otras lenguas (Croft 1995:


856–860).
La combinación de la alta tendencia a que las apelaciones aparezcan en
contacto con una o más pausas del verso con la escasez de ejemplos en los
que la cesura divide una apelación indica que, evidentemente, se trata de una
unidad prosódica independiente.

3. Pronombres átonos que van a la contra: apelaciones seguidas de


clíticos

La afirmación de Delbrück (1893: 395) de que los elementos que se rigen por
la Ley de Wackernagel no cuentan las apelaciones como primera posición se
mantiene de forma generalizada en los ejemplos estudiados. Sin embargo, hay
un puñado de casos en los que un pronombre átono aparece inmediatamente
después de la apelación. Ofrezco los ejemplos hallados que muestran esta
distribución a continuación.

(18) τί δ’, ὦ τάλας, σε / τοῦδ’ ἔχει πλέκους χρέος; («Pero, desgraciado, ¿qué
manía te ha dado con este tejer?», Ar. Ach. 454).

(19) λαϐοῦ πάτερ μου / καὶ κατόρθωσον δέμας («Cógeme, padre, y endereza mi
cuerpo», E. Hipp. 1445).

(20) ἔθαψα Πρωτεῦ σ’ / ἕνεκ’ ἐμῆς προσρήσεως («Te enterré, Proteo, para
hablarte», E. Hel. 1166).

(21) ΓΡ β. ἀλλ’ οὐκ ἀφήσω μὰ Δία σ’. / ΓΡ γ. οὐδὲ μὴν ἐγώ. («Vieja 2. —¡Que no
te suelto, por Zeus! Vieja 3. —¡Ni yo tampoco!», Ar. Ec. 1085).

En todos estos ejemplos la apelación no está alineada con ninguna pausa


métrica. Tanto Devine & Stephens (1994: 428) como Goldstein (2014) atribuyen
esta situación a un cambio en la estructura prosódica: la apelación en estos
casos dejaría de ser una unidad prosódica independiente para integrarse en
la unidad prosódica superior. Podrían coincidir, asimismo, con la posición
pospositiva que señala Dickey (1996). Esta situación no es inaudita en las
lenguas modernas, ya que, como se ha mencionado antes, hay estudios que
han percibido una continuidad prosódica entre el vocativo y la estructura en la
que se inserta (e.g. Hock & Dutta 2010). En este caso, no habría ningún indicio
formal de que estas apelaciones forman unidades prosódicas independientes.
La situación, no obstante, no es completamente definitiva. Por un lado, la
única forma indiscutiblemente átona es μου en el ejemplo (19). En el resto de

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Alberto Pardal Padín

los casos podría tratarse de una forma tónica σέ. Por otro lado, podría aducirse
que la identificación del vocativo con un argumento de la oración (el objeto en
18 y 20, el agente del imperativo en 19) favorece la integración en la unidad
prosódica superior; sin embargo, en (21) μὰ Δία no desempeña ningún papel
sintáctico en la oración.
Estos ejemplos, que se escapan a la explicación dada en el apartado ante-
rior, no muestran suficientes características comunes como para ofrecer una
solución unificada.

4. Conclusiones

La prosodia del vocativo y otras expresiones afines no ha recibido una aten-


ción detallada, aunque se ha aceptado que formaban una unidad prosódica
independiente.
En estas páginas he mostrado que esa visión coincide con los datos de la
métrica de la tragedia y la comedia, ya que en torno al 95 % de las expresiones
apelativas están alineadas en su inicio o final con una de las pausas métricas
del verso. Además, hay una tendencia marcada a evitar que la cesura divida
estas expresiones. Las únicas excepciones halladas corresponden a apelaciones
extensas que ocupan todo el verso o la mayor parte de él. Estos datos apuntan
a la independencia prosódica de estas expresiones, algo que se había observado
ya en la posición de los elementos que siguen la Ley de Wackernagel.
Esta tendencia, no obstante, presenta algunas excepciones (vistas en los
ejemplos 18–21) en las que a una apelación sigue inmediatamente un pronom-
bre átono. En todos estos casos la apelación no está alineada ni en su inicio ni
en su fin con una pausa métrica. La escasez de los casos (únicamente 4 de los
484 ejemplos analizados) impide ofrecer una explicación unificada para estas
aparentes excepciones.

Referencias bibliográficas

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La prefijación como factor de cambio semántico en


la categoría verbal
M.ª Azucena Penas Ibáñez
Universidad Autónoma de Madrid
azucena.penas@uam.es

Resumen: En el presente trabajo se hace un análisis diacrónico sincrónico de pares de verbos


simples y prefijados, donde la prefijación supone un cambio semántico tan sustancial que su
estructura composicional ya no es transparente.
Palabras clave: Prefijación verbal, cambio semántico, estructura composicional opaca.

Prefixation as a semantic change factor in the verbal category


Abstract: In the present work a diachronic-synchronous analysis of pairs of simple and prefixed
verbs is made, where the prefixing implies a semantic change so substantial that its compositional
structure is no longer transparent.
Key Words: Verbal prefixation, semantic change, opaque compositional structure.

1. Introducción

Hay una estrecha relación formal y semántica entre preverbio y preposición,


así como entre preposición y prefijo. Algunos prefijos incluso conviven con
la preposición en el español actual, como sucede con a-, ante-, con-, contra-,
de(s)-, en-, entre-, sin-, sobre- y tras- (Penas 2018: 232).
Bello (1847 [1981: 698]) señala que: «Muchas preposiciones, y acaso todas,
han sido en su origen palabras de otra especie […]». En este sentido, el autor
menciona el hecho de adverbios que se comportan como preposiciones y vice-
versa. Es el caso de los adverbios afuera, adentro, arriba abajo, adelante, atrás,
antes y después «que toman el carácter, aunque no el lugar de la preposición,
posponiéndose al nombre» (ibidem, 697–698). Por otro lado, en cuanto a las
preposiciones, declara: (ibid., 700):

Algunas preposiciones dejan a veces el carácter de tales y se vuelven ad-


verbios, como bajo y tras cuando modificadas por un complemento con de
equivalen a debajo y detrás: «Bajo de la cama». «Tras de la puerta».

En línea con lo anterior, Varela (2005: 58) concreta que:

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M.ª Azucena Penas Ibáñez

Por su origen, los prefijos españoles se relacionan con preposiciones latinas


(super-viviente, sub-título) o griegas (hiper-tenso, hipo-tenso), adverbios (cuasi-
religioso), adjetivos (mega-concentración, micro-cosmos, seudo-científico)
—algunos apocopados (mini-falda, maxi-abrigo)— y cuantificadores (uni-
personal, mono-mando, bi-motor).

Varela y Martín (1999: 4995) afirman que «los prefijos-preposición, además de


asumir funciones preposicionales (sobrevolar, entremeter), adoptan también
funciones adverbiales (sobrealimentar, entreabrir) […]».
Aunque los prefijos no tienen carácter obligatorio, ya que dada una categoría
pueden estar presentes o no¹, es de notar que, por su contenido semántico,
se decantan por una determinada categoría gramatical. Así, (Varela, 2005:
ibidem):

Puesto que lo que negamos o ponderamos son, por lo general, propiedades


o cualidades, el prefijo negativo in- y el intensificador re- se unen producti-
vamente a adjetivos calificativos (in-culto, in-grato / re-bonito, re-fácil).

Varela y Martín (ibidem, 4996) consideran que los prefijos no cambian sustan-
cialmente el significado a la palabra a la que se unen. En la misma línea Moreno
de Alba (1996) insiste en que simplemente se limitan a añadir precisiones al
significado del lexema al cual preceden, sin alterar sus semas.
Valla en el Liber V, dedicado a los verbos, de su obra De lingvae Latinae ele-
gantia² (1471), aporta buenos ejemplos de pares de verbos: simples y prefijados,
con cambio semántico sustancial. Mencionaremos solo un caso:

(a.) Disco et edisco manifeste differunt. Nam discere est, ut intelligas; ediscere
vero, ut memoriter complectaris. […].
Disco y edisco son claramente diferentes, pues discere es «aprender» y en
cambio ediscere es «abarcar con la memoria». […]. (Traducción de López
Moreda [1999: 552–553]).

También ofrece este autor ejemplos de verbos que cambian su significado según
el caso del pronombre con que se combine:

¹ Gutiérrez 1996: 88–89, al comparar los signos sintemáticos o derivativos con los gramaticales,
expone cuatro semejanzas (a. Pertenecen a conjuntos cerrados y limitados; b. No contraen relacio-
nes clasemáticas; c. Presuponen un signo léxico; d. Pueden ejercer función categorizadora) y tres
diferencias (1. No tienen carácter obligatorio; 2. No poseen carácter flexivo; 3. Ocasionalmente
pueden ejercer una función transcategorizadora).
² Citamos por la edición crítica, traducción y notas de López Moreda 1999.

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La prefijación como factor de cambio semántico

(b.) Consulo te, consilium peto a te, vel interrogo et inquiro. […].
Consulo tibi, consilium do tibi, vel provideo tibi; […].
Consulo te, «te pido consejo», o «te pregunto y te interrogo» […].
Consulo tibi, «te doy un consejo», o «miro por ti»; […]. (Traducción de López
Moreda 1999: 602–605).

Igualmente, proporciona ejemplos de cambio semántico en el verbo según se


combine sintácticamente con un pronombre, con y sin preposición:

(c.) Convenit hoc mihi aut convenit hoc nobis, id est, decens est et conveniens.
Convenit hoc inter nos, id est, constat et controversia caret. […].
Convenit hoc mihi o convenit hoc nobis, es lo mismo que «es apropiado
y conveniente». Convenit hoc inter nos, es decir, «consta y no hay motivo
de discusión». […]. (Traducción de López Moreda 1999: 672–673).

En el presente trabajo atenderemos a analizar preferentemente aquellos casos


de prefijación donde los cambios semánticos son tan sustanciales que producen
una estructura composicional opaca.
Dicen al respecto Varela y Martín (ibid., 4998):

Una palabra puede ser morfológicamente compleja desde el punto de vis-


ta diacrónico y, en cambio, procesarse sincrónicamente como una enti-
dad unitaria […]. Cuando la palabra compleja tiene un significado que
no se deduce de la combinación de sus partes, su estructura composicio-
nal ya no es transparente […]. Esto ocurre cuando el prefijo se añade
a un tema que no se realiza como palabra independiente de la lengua (pre-
terir, inope, injerto), si bien la palabra en cuestión puede adquirir cierta
motivación semántica cuando existen formaciones paralelas con las que
conforma un paradigma (así, las series verbales re-/pro-/con-ducir o pre-/a-
/sub-sumir).

Advierten seguidamente estas autoras que:

La interpretación composicional puede fallar incluso cuando el prefijo va


adjuntado a palabras independientes, bien porque se haya producido le-
xicalización del complejo morfológico (conseguir, preparar, detener), bien
porque el prefijo en cuestión haya perdido su contenido léxico originario
convertido en un mero intensificador (deslavar frente a des-coser, o rematar
frente a re-construir). En todos estos casos, estamos ante una asociación
de elementos morfemáticos que no produce un significado composicional
transparente.

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M.ª Azucena Penas Ibáñez

2. Análisis diacrónico-sincrónico de verbos prefijados con a-, con-,


des- y en-

Dada la limitación de espacio, en lo que sigue analizaremos desde un punto


de vista diacrónico-sincrónico cuatro ejemplos concretos de prefijación verbal
con opacidad significativa composicional.

2.1. Prefijación verbal con a- en el par alistar/listar³

En el Tesoro de la lengua castellana o española (1611/2006: 125 y 1205–1206) se


define alistar como: «Poner en lista, o copia».
La entrada listar no existe; pero, sí la entrada lista⁴, definida como:

Es una cinta, de color, angosta, y la que es ancha llamamos listón; y la tela


tejida destas listas, listada; y por ser como regla sinifica por translación la
ordenanza de cosas puestas en hilera, de do se dijo alistarse los soldados y
estar en la lista, estar en la copia militar. Ignoro su etimología.

En el Diccionario de Autoridades (1713/1990: 216 y 416) se define alistar como:

Sentar ò eʃcribir en liʃta algun hombre ò muchos para ʃervir al Rey en la


guerra: y porque las planas ò libros donde eʃcriben los nombres, Patrias
y ʃeñas del que entra à ʃervir ʃe llaman liʃtas, ʃe dixo de aquí aliʃtar ʃoldados,
aliʃtar gente.

Presenta esta entrada una acepción en letra a tamaño menor, que, en realidad,
constituye una nueva entrada homonímica, al no provenir del sustantivo lista
sino del adjetivo listo:

Significa también prevenirʃe, tener prontas y à punto todas las coʃas que ʃon
preciʃas para ʃervirʃe y uʃar de ellas en las ocaʃiones que ʃe ofrecieren: como
las armas, y caballos, los ʃoldados para un combate, ò aʃʃalto: y los que han
de hacer algun viage, todo lo que es neceʃsário para caminar. En eʃte ʃentido
ʃe forma eʃte verbo del nombre Liʃto, y de la particula A.

Como verbo pronominal, alistarse presenta una especialización semántica en el


campo religioso: «Metaphoricamente ʃe dice del que entra en alguna Religion,

³ En Penas 2020 (en prensa) ya se analizó un caso de cambio semántico fuerte en el par afirmar/firmar.
⁴ Que incluye, no el verbo listar, sino una variante perifrástica estar en la lista.

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La prefijación como factor de cambio semántico

ù del que abjurando los errores de alguna ʃecta ʃe convierte à nueʃtra Santa Fé
Catholica».
Tampoco en este diccionario se registra listar, pero sí lista: «El pedazo
de tela, papél ù otra qualquier coʃa, mucho mas largo que ancho, que ʃirve
para diferentes uʃos». Presenta dos acepciones: 1. «Se llama tambien la tira
de diʃtinto colór, que ʃuelen tener algunas telas ò texidos para ʃu adorno»
y 2. «Significa tambien el catálogo, padrón ò memoria en que ʃe eʃcriben los
nombres de algunas perʃónas: como ʃon las en que ʃe aʃʃientan los nombres
de los ʃoldádos, las que ʃe hacen en el Corréo para repartir las cartas, y otras
ʃemejantes».
A diferencia del Tesoro, en Autoridades no se incluye en la entrada lista una
variante perifrástica de listar como es estar en la lista.
Varela (2000: 280) define alistar⁵ como cambio de lugar, «incluir en N»,
y ofrece las propiedades del derivado alistar teniendo en cuenta:

E-arg (Estructura argumental): x, y


ELC (Estructura léxico-conceptual): [ₑvₑntₒ causar ([cₒsₐ X ], [ₑvₑntₒ IR ([cₒsₐ X ],
[trₐyₑctₒ hacia ([cₒsₐ base])])])]
E-asp (Estructura aspectual): [+ télico]

Náñez (1995: 102) registra seis ejemplos de combinaciones sintácticas única-


mente de alistarse, con las partículas prepositivas bajo, como, de, en, para, por,
tanto desde un punto de vista de la construcción (rección) como de la comuni-
cación. Atendiendo a la construcción, la combinación con la preposición en
sería la adecuada a la definición de alistarse.

2.2. Prefijación verbal en el par conformar/formar

En el Tesoro se define conformar como: «Ser de un acuerdo y de una voluntad»


y se pone en relación con conformidad, conformes y conformarse con el parecer
de otro. Dentro de la entrada forma, definida como: «Es todo aquello que da
ser a la cosa», se halla formar: «dar forma a alguna cosa».
En Autoridades se define conformar como: «Concordar, convenir, correʃpon-
der, y venir bien una coʃa con otra». Presenta una acepción en letra a tamaño
menor: «Convenir con otro, ʃeguirle y ʃer de ʃu miʃma opinión y dictamen. Por
lo regular eʃte verbo en eʃta acepcion ʃe uʃa como verbo reciproco, diciendo,
Conformarʃe […]».

⁵ María Moliner lo define como «incluir a alguien en una lista» (DUE).

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M.ª Azucena Penas Ibáñez

Como verbo pronominal, conformarse presenta una especialización semánti-


ca en el campo volitivo: «v. r. Rendirʃe, reducirʃe uno y ʃujetarʃe voluntaria-
mente ò preciʃado de algúna ocaʃion y motivo à convenir y executar lo que
naturalmente ò por ʃu próprio dictámen no hiciera».
A diferencia del Tesoro, en Autoridades sí aparece formar, definido como:
«Dár forma à alguna alguna coʃa». Registra en letra a tamaño menor dos
acepciones: 1. «Vale tambien juntar y congregar diferentes coʃas, uniendolas
entre sí para que hagan un cuerpo»; 2. «Significa tambien poner en orden. Uʃaʃe
comunmente en la Milicia: y aʃsi ʃe dice formar el eʃquadron»; y tres locuciones
verbales: 1. Formar concepto: «Determinar alguna coʃa en la mente, deʃpues de
examinadas las circunʃtancias»; 2. Formar partido: «Solicitar à otros, inducirlos
y alentarlos para que juntos coadyuven alguna pretenʃion, o reʃiʃtan algun revés
ò contratiempo»; 3. Formar quexa: «Tomar ocaʃion de quejarʃe y reʃentirʃe,
buʃcando motivos para ello, aunque ʃean aparentes y deʃpreciables».
Náñez (ibidem, 218–219) registra seis ejemplos de combinaciones sintácticas
de conformar, con las partículas prepositivas a, con, por, según. Con respecto
al pronominal conformarse, aporta tres combinaciones sintácticas, con al, con,
correspondiendo en todas ellas la combinación con con a la de construcción
(rección).
En Varela (2000) se definen los siguientes verbos prefijados con con-: confra-
ternizar, conllevar, consolidar y condensar. De aquellos que permiten formar
pares de verbo simple y verbo prefijado, ninguno está presente en el Tesoro.

2.3. Prefijación verbal en el par descoser/coser

En el Tesoro se define descoser como: «Soltar los puntos de lo cosido». Y se


incluye en la entrada la forma pronominal descoserse, con un cambio semántico
fuerte: «alargarse en razones y mentir».
Con respecto a coser⁶, se define como: «Díjose coser, quasi conser, del verbo
consuo, is, por coser una con otra, y el que cose junta una orilla con otra y lo
incorpora».
En Autoridades se define descoser como: «Soltar, cortar y deʃprender los
puntos de lo coʃido con que eʃtá unida y pegada alguna coʃa. Es compueʃto de
la prepoʃicion Des, y el verbo Coʃer». Registra una acepción en letra a tamaño
menor: «Analogicamente vale deʃunir». Como verbo pronominal descoserse:

⁶ En esta entrada se incluyen las definiciones de descoser: «cortar los hilos de lo cosido» y descoserse:
«alargarse mucho en una plática mintiendo o declarándose», con ligeras variantes a las de la
entrada descoser en el Tesoro, que marcamos en negrita.

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La prefijación como factor de cambio semántico

«Hablar mucho importunamente, decir con facilidad lo que ʃe ʃabe», ya sin


alusión a mentir.
Referente al verbo coser⁷, se define como: «Unir con la ʃeda ò hilo y el agúja
u otro inʃtrumento un pedázo de tela, cuero u otra materia, con otro, para
formar algúna cosa […]. Y tambien ʃe dice Coʃer el remendar […]». Registra
una acepción: «Vale tambien unir una coʃa con otra, de ʃuerte, que queden mui
juntas ò pegadas»; y tres locuciones verbales: 1. Coser a puñaladas: «Locucion
familiár para expreʃʃar y exagerar que à uno le dieron muchas puñaladas […]»;
2. Coserse con la tierra: «Es tenderʃe ò echarʃe à lo largo en ella, boca abaxo»;
3. Coserse la boca: «Phraʃe vulgar, que vale lo miʃmo que Callar […]».
Varela (2000: 299) define descoser como reversión, «deshacer lo que está
V-do», y muestra las propiedades del derivado descoser teniendo en cuenta:

E-arg (Estructura argumental): xi, yj; (xi), yj; yi


ELC (Estructura léxico-conceptual): [ₑvₑntₒ reversión ([ₑvₑntₒ base])]
E-asp (Estructura aspectual): [+ télico]

Náñez (ibid., 238–239) recoge ocho ejemplos de combinaciones sintácticas


únicamente de coser, con las partículas prepositivas a, con, de, para; y cinco
ejemplos de combinaciones sintácticas del pronominal coserse, con a, con,
contra.

2.4. Prefijación verbal en el par encantar/cantar

En el Tesoro se define encantar indirectamente a través de los nombres homolé-


xicos: «[…]. Encantadores, maléficos, hechiceros, magos, nigrománticos; […].
Encantamientos, las apariencias que nos representan los encantadores, o el
arte del encantar».
Referente a cantar, se define también indirectamente por medio de los sujetos
referentes:

Este término no solo se atribuye al hombre, pero también a las aves, y abu-
sivamente decimos que canta la rana, el grillo y la chicharra. Los de la
germanía llaman cantar en el potro cuando uno puesto en el tormento
confiesa el delito. […].

En Autoridades se define encantar como:

⁷ Curiosamente el verbo coser viene en letra a tamaño menor después del sustantivo coser, cuya
definición es: «Lo miʃmo que Potro».

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M.ª Azucena Penas Ibáñez

Executar alguna coʃa preternatural, valiendoʃe por lo regular ilicitamente de


palabras, ù de otras coʃas juntamente con las palabras, para fingir como real
y verdadero lo que no es, ni hai, ò para maleficiar y hacer otras ʃemejantes
maldades.

Incluye una acepción: «En la Germanía ʃignifica entretener con razónes apa-
rentes y engañoʃas». Obsérvese la diferencia con el sentido de Germanías dado
en el Tesoro para cantar de confesar el delito.
En cuanto a cantar, se define como:

Echar el aliento por la garganta, entonado en punto de múʃica, que pueda ʃer
imitado, ò acompañado de qualquier inʃtrumento, ahóra ʃea con entonacion
uniforme, ò ʃea con alguna variacion, ò con canto llano, ò con canto de
órgano.

Incluye cinco acepciones: 1. «Contar, referir, relatar ʃuceʃʃos, ò hiʃtorias»; 2.


«Algunas vezes ʃe toma por Alegrarʃe, y manifeʃtar tranquilidad y contento»;
3. «Por tranʃlacion, Rechinar y hacer ruido deʃapacible las ruedas de los carros
y otras máchinas, quando eʃtán ʃecos los exes por falta de unto, ù de azéite»; 4.
«En las aves es articular ʃus accentos; harmonía y gorgéos, con que mueʃtran
ʃu alegría y contento»; 5. «En Germanía, Deʃcubrir lo que era ʃecreto»; además
de diez locuciones verbales y varios refranes.
Náñez (ibid., 352 y 187) recoge un ejemplo de combinación sintáctica de
encantar, con la partícula prepositiva con; y veinticuatro ejemplos de combina-
ciones sintácticas de cantar, con a, bajo, como, con, de, desde, durante, en, hasta,
para, por, sin.
En Varela (2000) se definen los siguientes verbos prefijados con en-: engordar,
endurecer, enriquecer, enjaular, encauzar, encamisar, enmascarar, entoldar, en-
yugar, encaprichar, encariñar, endiablar y enrabietar. Todos son parasintéticos,
por lo que no existe el verbo simple *gordar, *durecer, …, *diablar, *rabietar.

3. Conclusión

Los cuatro ejemplos analizados presentan casos de cambio semántico con


estructura composicional opaca. En alistar/listar sólo se da en el pronomi-
nal alistarse con especialización en el campo religioso; en conformar/formar
y descoser/coser, además de en los pronominales conformarse y descoserse
con especialización en el campo volitivo-síquico, se da en los pares: vv. sim-
ples – vv. prefijados. Finalmente, en encantar/cantar únicamente se da en el
par: v. simple – v. prefijado.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 209 — #209

La prefijación como factor de cambio semántico

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Los nombres de meses en las tablillas micénicas:


una nota sintáctica
Rachele Pierini
Università di Bologna
rachele.pierini@unibo.it

Resumen: Las tablillas micénicas muestran nombres de meses en genitivo como indicaciones
de tiempo. Frente a formas regulares de genitivo singular temático en -Xo-jo, aparecen algunas
con desinencia -Xo. Dichos nombres han sido interpretados como nominativos de rúbrica, errores
haplográficos, o propios genitivos. En esta contribución se ofrece un análisis sintáctico de estos
términos en -Xo, se discuten algunas hipótesis y, finalmente, se argumenta que son genitivos
temáticos singulares.
Palabras clave: Nombres de meses, micénico, genitivo singular temático, sintaxis, lineal B.

Month names on Mycenaean tablets: a syntactical note


Abstract: Month names in the genitive case express temporal indications on Mycenaean tablets.
Within the o-stem declension, some month names show an ending -Xo-jo and others an ending
-Xo. The latter have been read as nominatives of rubric, scribal errors (haplographies), or genitives.
This paper (i) focuses on the syntax of month names in -Xo, (ii) challenges some recent views, and
(iii) argues that month names in -Xo are o-stem genitives singular.
Key Words: Month names, Mycenaean, o-stem genitive singular, syntax, Linear B.

Es un placer dedicar este trabajo de sintaxis micénica al Profesor Emilio Crespo,


que conocí durante el coloquio Diálogos micénicos, el primero de una larga
y productiva serie de congresos sobre el dialecto más arcaico del griego. El Pro-
fesor Crespo patrocinó estos encuentros académicos desde la primera reunión
y desde el principio aportó su altísima calidad, tanto científica como humana.
Desde entonces he tenido ocasión de compartir tanto tiempo y varios congre-
sos en intentar profundizar la morfo-sintaxis del griego desde sus testimonios
en lineal B.

1. Los nombres de meses y el genitivo singular temático

En lineal B, la sintaxis de los nombres de meses está estrictamente relacionada


con la vexata quaestio de las desinencias del genitivo singular temático, -Xo-
jo y -Xo. Frente a -Xo-jo (-οιο), forma esperada en micénico y atestiguada

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Rachele Pierini

abundantemente en Homero¹, la desinencia -Xo ha sido considerada anómala


y, en ocasiones, se puso en duda su propia existencia.
Luria (1957) primero llamó la atención sobre el tema, observando alternan-
cias entre las escrituras de una misma palabra dentro del mismo contexto,
por ejemplo o-na-to si-ri-jo-jo y o-na-to si-ri-jo. Sin embargo, Chadwick (1958)
propuso que grafías cuales si-ri-jo se explicaran como errores del escriba, con-
cretamente haplografías (-jo-jo > -jo). Por otra parte, subrayaba que dicha
explicación no era igual de satisfactoria para todos los genitivos en -Xo y se-
ñalaba que los nombres de meses eran los ejemplos mejores de genitivo en
-Xo. Tras un largo debate, la existencia del genitivo en -Xo ha sido largamente
aceptada. Lo que resulta muy discutido, en cambio, es la interpretación y origen
de su desinencia -Xo².
Con todo, en ocasiones se han vuelto a cuestionar algunos aspectos parti-
culares de los términos en -Xo y su interpretación como genitivos³. Este es el
caso de los nombres de meses, una temática dentro de la cual su sintaxis en las
tablillas desempeña un papel central⁴.

2. Nombres de meses en -Xo

Las tablillas micénicas nos brindan varios nombres de meses en genitivo sin-
gular, a menudo pertenecientes a la declinación temática. Dentro de ese grupo,
además de varias formas que acaban en -Xo-jo y, por lo tanto, consideradas
regulares, aparecen también unas secuencias que muestran la discutida de-
sinencia -Xo. Con el fin de profundizar el debate, se repasarán brevemente
algunos datos que la lineal B proporciona con respecto a esos nombres de
¹ Sobre la relación entre micénico y griego alfabético, y entre micénico y lengua homérica, destacan
las observaciones de Crespo 1977: 82–98 y 1985 respectivamente.
² Se propusieron varias interpretaciones y unas cuantas han sido finalmente descartadas. Hoy en
día el debate se centra en dos posibilidades: las formas en -Xo reflejan o una desinencia de ablativo
*-ōd, cf. Morpurgo Davies 1960 o bien una desinencia *-os de genitivo singular, cf. Adrados 1990;
Pierini 2018.
³ Jiménez Delgado 2013; Thompson 2017.
⁴ Las tablillas micénicas nos proporcionan listados de la administración de los centros palaciegos de la
edad del bronce. El marco de estos registros administrativos es un contexto muy distinto del de los
textos clásicos con sus obras de poesía, filosofía, teatro o historia. Eso significa que, de todos
los aspectos de la «sintaxis» que el griego alfabético permite ver, el del ordo verborum es de los
pocos que podemos analizar en micénico. Con esta perspectiva se realiza el análisis sintáctico
de esta contribución. Con respecto a los textos griegos del primer milenio, véase Crespo 1983
para un estudio detallado del ordo verborum. Además, véanse Crespo 1984 y 2003 para estudios
actualizados de la sintaxis del griego en su conjunto y Crespo 1988, 1996, y Crespo et al. 2003 para
cuestiones especificas; finalmente, Crespo 1981 para un estudio exhaustivo de la sintaxis y función
del genitivo en griego alfabético.

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Los nombres de meses en las tablillas micénicas

meses en -Xo, es decir a-ma-ko-to, ka-ra-e-ri-jo, me-tu-wo ne-wo, po-ro-wi-to,


ra-pa-to, y wo-de-wi-jo.

2.1. ka-ra-e-ri-jo, ra-pa-to, wo-de-wi-jo

Los tres nombres de meses ka-ra-e-ri-jo, ra-pa-to, y wo-de-wi-jo aparecen en


tablillas procedentes de Cnoso.
El término ra-pa-to cuenta con un único testimonio en KN Fp(1) 13.1, donde
encabeza un texto de tres líneas:

.1 ra-pa-to ‘me-no’ , *47-ku-to-de ole v 1 pi-pi-tu-na v 1

Este documento es un registro de aceite (oleum) que ofrendar a templos (*47-


ku-to-de) y varias divinidades (pi-pi-tu-na y los siguientes teónimos). Junto
con me-no, correspondiente al greco alfabético μηνός, genitivo singular de
μήν «mes», la expresión ra-pa-to me-no ha sido interpretada como indicación
temporal y relacionada con el arcadio μηνὸς Λαπάτω⁵.
Los términos ka-ra-e-ri-jo y wo-de-wi-jo están más abundantemente ates-
tiguados y de ambos están documentadas incluso las formas «regulares», es
decir ka-ra-e-ri-jo-jo y wo-de-wi-jo-jo. Con desinencia -Xo, ka-ra-e-ri-jo aparece
en KN Fp(1) 6.1, 7.1, 15.1, 18.1, y wo-de-wi-jo en KN Fp(1) 16.1, 48.1, V(2) 280.1.
Por otro lado, de la formas «regulares», ka-ra-e-ri-jo-jo se encuentra en KN
Gg(1) 7369.1 y M(1) 1645.1, y wo-de-wi-jo-jo en KN Ga(4) 953. El genitivo me-no
sigue tanto las formas en -Xo cuanto las en -Xo-jo de ambos nombres en todos
los testimonios menos uno de ka-ra-e-ri-jo (KN Fp 6) y uno wo-de-wi-jo (V 280).
En cuanto al significado, wo-de-wi-jo-jo ha sido interpretado como *ϝορδήϝιος
< *ϝορδεύς y relacionado con ῥόδον «rosa». Por lo tanto, la expresión wo-de-
wi-jo-jo me-no se suele traducir como «en el mes de la rosa». Permanece sujeto
a discusión, en cambio, el sentido de ka-ra-e-ri-jo-jo, por el que se propuso
una comparación con el nombre de mes Κλαριών. Sin entrar en el fondo de
esa exégesis particular, la expresión ka-ra-e-ri-jo-jo me-no puede interpretarse
con un genérico «en el mes de K.»⁶. Como en el caso de ra-pa-to me-no, tanto
ka-ra-e-ri-jo y ka-ra-e-ri-jo-jo como wo-de-wi-jo y wo-de-wi-jo-jo siempre están
en la primera línea de texto, encabezando los documentos en los que aparecen.
El contexto también es parecido, ya que la mayoría de las tablillas son ofrendas
religiosas (series F y G). A título de ejemplo, véanse:

⁵ DMic. s.u. ra-pa-to.


⁶ DMic. s.uu. ka-ra-e-ri-jo-jo y wo-de-wi-jo.

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Rachele Pierini

Fp(1) 7: .1 ka-ra-e-ri-jo , ‘me-no’ [

M(1) 1645: .1 ka-]ra-e-ri-jo-jo , me-no

Fp(1) 16: .1 wo-de-wi-jo , ‘me-no’ , pa-si-te-o-i s 1

Ga(4) 953: .1 wo-de-ẉị-jo-jo , / me-ṇọ[ // ]ri-jo-de ,

2.2. po-ro-wi-to

De po-ro-wi-to se atestiguan tres ejemplos, todos en Pilos: Fr 1218.1, 1221,


1232.1. En este caso también se trata de ofrendas de aceite y con po-ro-wi-to
en la primera línea de texto, en ocasiones encabezando el documento. Véase
como ejemplo Fr 1221:

po-ro-wi-to , wa-na-se-wi-ja ole+a s 1

Del término está atestiguada también, otra vez en Pilos, la grafía po-ro-wi-to-jo,
que aparece como encabezamiento, y única palabra de la primera línea, en
PY Tn 316, uno de los textos más oscuros y problemáticos de todo el corpus
de la lineal B⁷. Con respecto a la interpretación alfabética, se han propuesto
dos posibilidades, sin argumentos decisivos a favor de la una o de la otra.
Lo que sí queda claro es que se trata de un nombre de mes, pese a que en
ninguno de los testimonios ni de po-ro-wi-to ni de po-ro-wi-to-jo aparezca
el término me-no: *Πλωϝιστός (cf. πλωίζω y πλέω) «mes de la navegación»,
o *Φλοϝι(σ)τός (cf. φλέω y Φλοιάσιος, nombre de mes en Esparta) «mes de la
floración»⁸.

2.3. a-ma-ko-to

El único testimonio de a-ma-ko-to procede de una tablilla cnosia que, una vez
más, lista ofrendas de aceite y está encabezada por dicha indicación. El texto
de KN Fp(1) 14 es el siguiente:

.1a me-no ole

.1b a-ma-ko-to , / jo-te-re-pa-to , // e-ke-se-si v 1

⁷ Cf. Notti, Negri & Facchetti 2015.


⁸ DMic. s.u. po-ro-wi-to.

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Los nombres de meses en las tablillas micénicas

Está claro que a-ma-ko-to me-no tiene el sentido de «en el mes de». Sin embargo,
es el significado de a-ma-ko-to lo que permanece oscuro, y la palabra no tiene
interpretación griega satisfactoria, pese a algunas propuestas avanzadas (véase
DMic. s.v.). Esa falta de datos impide llegar al fondo de la morfología del nombre
y entender si el nombre pertenece a la declinación temática o más bien a la
declinación atemática.

2.4. me-tu-wo ne-wo

Aunque me-tu-wo ne-wo no sea un nombre de mes, sí es una indicación tem-


poral. Además, como ra-pa-to, ka-ra-e-ri-jo, wo-de-wi-jo, y po-ro-wi-to, está
atestiguado en una tablilla de la serie Fr, PY Fr 1202, de la que constituye el
encabezamiento y la primera palabra:

.b me-tu-wo , ne-wo , ma-te-re , te-i-ja ole+pa 5 s 1

El término me-tu-wo es el genitivo singular atemático del nombre neutro μέθυ


«vino» y corresponde al griego alfabético μέθυος. A la luz de su interpretación
morfológica, el siguiente ne-wo tiene que ser genitivo. Sin embargo, el adjetivo
νέος pertenece a la declinación temática y, en principio, se esperaría que
tuviese un genitivo singular en -Xo-jo. Así que, si es cierto que la interpretación
semántica de me-tu-wo ne-wo es «en la época (o festival) del vino nuevo», lo
que sigue en debate es la forma ne-wo, que algunos consideran un genitivo en
-Xo y otros un error del escriba por ne-wo〈-jo〉⁹.

3. «Ser o no ser» genitivo

Esa panorámica pone de manifiesto algunos datos. Para empezar, las tablillas
muestran varias expresiones de tiempo, muchas relacionadas con ocasiones
rituales. En este marco, toma sentido puntualizar el momento especificando
el mes a través de su nombre. Más que la propia palabra «mes», es el mismo
nombre del mes la parte focal, exactamente como pasa hoy en día en los
idiomas contemporáneos (véase en castellano en enero en lugar de en el mes de
enero). Lo mismo pasa en las tablillas, que ofrecen expresiones tanto plenas
como reducidas, por así decirlo (véanse wo-de-wi-jo me-no y ka-ra-e-ri-jo). Sin
embargo, algunos puntos de la interpretación de esos nombres de meses se ven

⁹ DMic. s.u. me-tu-wo ne-wo.

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Rachele Pierini

en ocasiones sometidos a discusión. Es difícil aceptar que el genitivo singular


temático tenga, a lado de la desinencia «regular» y mayoritaria -Xo-jo, una
desinencia -Xo. No aceptando la interpretación de -Xo como genitivo, hay que
ofrecer otras explicaciones para los términos acabando en -Xo. Con respecto
a este punto, recientemente se añadió también otra hipótesis.
En un trabajo reciente se propuso que a-ma-ko-to me-no, ka-ra-e-ri-jo me-no,
ra-pa-to me-no, y wo-de-wi-jo me-no son expresiones formadas por nominativo
+ genitivo. En ellas, el nominativo sería el nombre de mes y el término me-no
el genitivo. Como justificación de la coordinación entre un nominativo y un
genitivo, se ha ofrecido la siguiente explicación. En las tablillas micénicas, el
término «mes», sustantivo atemático cuyo nominativo y genitivo singular
alfabéticos son μήν y μηνός, solo aparece en la forma me-no, unánimemente
interpretada como genitivo singular y correspondiente al alfabético μηνός.
Aunque no atestiguado como tal en las tablillas, el nominativo singular, según
las normas gráficas de la lineal B, tendría en micénico la forma *me. Esa
hipotética forma monosilábica hace rechazar la interpretación del nombre
de mes como genitivo y defender que sea nominativo. Al mismo tiempo, se
reconoce que me-no es un genitivo y que forma un conjunto con el nombre
de mes que lo precede. Pues bien, el hecho de que, dentro de la expresión
«nombre de mes + me-no», me-no sea genitivo no hace concluir que se lea en el
mismo caso el nombre con el que está coordinado. Se sugiere, en cambio, que
la presencia del genitivo me-no es debida no a razones morfo-sintácticas, sino
más bien gráficas. Así pues, se propone que el escriba puso me-no no en cuanto
genitivo, sino en cuanto término disílabo, para evitar la grafía monosilábica
*me del nominativo de «mes».

4. Observaciones sintácticas sobre los nombres de meses en -Xo

Lo que cabe plantearse es si los nombres de meses en -Xo presentan diferencias


con las expresiones «regulares», además de la alternancia de la desinencia.
A tal fin, se puede ampliar la comparación a los otros nombres de meses en -Xo-
jo, incluyendo aquellos que solo muestran la desinencia -Xo-jo. Las expresiones
que, en consonancia, pertenecen a esa categoría son: de-u-ki-jo-jo me-no, di-
wi-jo-jo me-no, ki-ri-ti-jo-jo, y pa-ki-ja-ni-jo-jo¹⁰. De estos, de-u-ki-jo-jo me-no,
quizás *Δευκίοιο μηνός, es atestiguado en KN Fp(1) 1.1, di-wi-jo-jo me-no «en
¹⁰ Quizás, hay que añadir también a-ka-[ ]-jo-jo me-no, una fragmentaria atestiguación procedente de
KN M 745.1 para la que no se excluye la lectura ka-ra-]ẹ-ri-jo-jo, cf. KN VI 217. En este caso, sería
otra ocurrencia más de un nombre de mes abundantemente atestiguado en Cnoso y previamente
analizado.

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Los nombres de meses en las tablillas micénicas

el mes de Zeus» en KN Fp(1) 5.1, ki-ri-ti-jo-jo «en el mes de la cebada» en PY Es


650.1, y pa-ki-ja-ni-jo-jo, para cuya interpretación semántica se han avanzado
más propuestas¹¹, en PY Fr 1224.b.
Para empezar, estos nombres de meses en -Xo-jo se encuentran sistemá-
ticamente en la primera línea del texto y constituyen el encabezamiento de
los documentos en los que aparecen. Su función es proporcionar el marco
temporal en el que tienen lugar las actividades listadas. Con respecto a la
posición sintáctica dentro de la tablilla no se aprecia ninguna diferencia entre
los nombre de meses en -Xo-jo y los en -Xo.
En segundo lugar, el contexto también es el mismo. Estos nombres de meses
en -Xo-jo proceden de tablillas de la serie Fp, documentos que listan ofrendas
rituales de aceite, exactamente como los nombres de mes en -Xo. En este caso
tampoco se notan diferencias entre los dos grupos.
A continuación, se puede determinar si se aprecian diferencias entre los
nombres seguidos por me-no frente a los sin el término «mes» expresado, tanto
en los términos en -Xo-jo como en los en -Xo. Confrontando di-wi-jo-jo me-no
y ki-ri-ti-jo-jo, la interpretación es la misma, es decir la de genitivo de tiempo,
como se ve incluso confrontando las traducciones, «en el mes de Zeus» y «en
el mes de la cebada», unánimemente aceptadas. Volviendo a los nombres de
meses en -Xo, se observan ejemplos como ka-ra-e-ri-jo me-no frente a wo-de-wi-
jo. Ahora bien, la presencia de me-no, independientemente de su interpretación
morfo-sintáctica, coloca también la expresión en el marco de las indicaciones
temporales, cuya traducción resultará, por lo tanto, «en el mes de K.». A la
luz de ki-ri-ti-jo-jo «en el mes de la cebada», hay razones para proponer que
también expresiones como wo-de-wi-jo reciban una interpretación paralela, es
decir «en el mes de la rosa». Además, es precisamente esta la interpretación que
se ofrece tanto de ka-ra-e-ri-jo como de wo-de-wi-jo cuando aparecen escritos
con las grafías ka-ra-e-ri-jo-jo y wo-de-wi-jo-jo, es decir con la desinencia de
genitivo «regular».
Finalmente, cabe destacar también que la práctica de evitar palabras mo-
nosilábicas, aunque bien atestiguada en la lineal B, se desarrolla según un
patrón distinto. Lo que sí enseñan las tablillas es que se procura evitar el mo-
nosílabo añadiendo una sílaba aislada al término que la precede (véase por
ejemplo da-mo-de-mi), o al que la sigue (por ejemplo, o-di-do-si)¹². En cambio,
es desconocida la práctica de utilizar un caso distinto de lo exigido por la
sintaxis solo para evitar una forma monosilábica: eso es algo que no cuenta
con otros paralelos dentro de las tablillas micénicas. Ahora bien, a la luz de
¹¹ DMic. s.u. pa-ki-ja-ni-jo.
¹² El término da-mo-de-mi se corresponde a δᾶμος δέ μιν «pero el pueblo (dice que) ella», y o-di-do-si
a ὣς δίδονσι «así entregan», cf. DMic. s.uu. da-mo-de-mi, o- y di-do-si respectivamente.

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Rachele Pierini

ese escenario, cabe preguntarse si recurrir a una hipótesis de este tipo para
explicar un nombre de mes en -Xo + me-no sea la opción más satisfactoria.

5. Conclusiones

Este análisis pone de manifiesto que, con respecto a la sintaxis y al contexto,


tanto los nombres de meses en -Xo como los en -Xo-jo siguen el mismo patrón.
Todos estos son hechos que tener en cuenta buscando explicaciones para la
alternancia morfológica de la desinencia.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 219 — #219

Los nombres de meses en las tablillas micénicas

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Blood-money: la compensación por homicidio en la


Grecia micénica*
Juan Piquero Rodríguez
Universidad Nacional de Educación a Distancia
jpiquero@flog.uned.es

Resumen: El presente trabajo presenta un testimonio de época micénica en el que aparece una
compensación económica por homicidio. Su importancia radica en que es el primer texto griego
que hace referencia a una práctica similar. Suele pasar inadvertido en los trabajos sobre leyes de
homicidio en el mundo griego, cuya referencia más antigua son los poemas homéricos.
Palabras clave: Micénico, homicidio, compensación, justicia, Homero.

Blood-money: ransom for a murder in Mycenean Greece


Abstract: This paper deals with Mycenean evidence about the payment of ransom for a murder.
The value of this testimony lies in the fact that this is the first Greek text which mentions this
practice. It usually goes unnoticed in studies about homicide law in Ancient Greece, whose older
references are based on the Homeric texts.
Key Words: Mycenaean, homicide, ransom, law, Homer.

1. Introducción

El propósito de este trabajo es poner de manifiesto la existencia de un testimo-


nio de pago por compensación por un homicidio en el periodo micénico. La
importancia del dato radica, por un lado, en que se trata de la primera huella
de la existencia de algún tipo de código judicial en toda la historia de Grecia.
Por otro, suele ser ignorado en los trabajos de especialistas en el asunto, quie-
nes toman como referencia la literatura de Homero y Hesíodo y los primeros
testimonios epigráficos de leyes y fijan el origen del sistema judicial griego
a mediados del s. vii a.C. (p.ej. Gagarin 1986).
En efecto, parece que en la época arcaica existía ya en Grecia un procedi-
miento legal en el que cualquier disputa podía resolverse mediante un acuerdo
entre las partes arbitrado por algún juez (Gagarin 1986: 51). Para el periodo
micénico el asunto no está claro, pero el testimonio que aquí se presenta indica
que existía algún tipo de procedimiento legal mediante el cual los familiares del
* Agradezco a Alberto Bernabé, Óscar Martínez y Luz Conti las valiosas aportaciones con las que
han mejorado este trabajo. Cualquier eventual error es solo responsabilidad del autor.

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Juan Piquero Rodríguez

difunto recibirían tierras para compensar la pérdida. Este mismo procedimiento


existía también en el primer milenio a.C. (§2).
El dato del micénico, sin embargo, no aporta ninguna información sobre
el contexto ni sobre las circunstancias adyacentes al juicio; tampoco sobre
quién o quiénes serían los jueces ni qué suerte corrió el condenado. Pese a esta
limitación, la comparación con algunos casos del primer milenio puede aclarar
algo la ley de homicidios de época micénica¹.

2. Los datos de las tablillas

Tres tablillas de Pilo muestran la existencia de procedimiento legal que obligaba


al encausado por homicidio a pagar una retribución en tierras a los familiares
del interfecto (PTT II²):

PY Ea 805
o-pe-te-re-u , e-ne-ka , a-no-qa-si-ja gra 2
PY Eb 294
.1 o-pe-te-re-u , qe-ja-me-no , e-ke-qe , ke-ke-me-na , ko-to-na
.2 to-so-de , pe-mo , gra 2 t 5
PY Ep 704
.1 o-pe-to-re-u , qe-ja-me-no , e-ke , ke-ke-me-na , ko-to-na , to-so , pe-mo[
]g̣ ṛạ 2 t 5
(…)

En los tres textos figura el nombre de un varón, o-pe-te-re-u / o-pe-to-re-u,


quizá * Ὀφελτρεύς (Nakassis 2013: 326), que posee tierras. La vacilación entre
las sílabas -te- y -to- ha sido interpretada como una variante gráfica desde el
desciframiento (DMic. s.uu.)², lo que parece seguro teniendo en cuenta además
que la serie Ep asienta «a limpio» las tierras ke-ke-me-na anotadas previamente
en la serie Eb y que las dimensiones del terreno en cuestión son las mismas:
1,5 ha (gra 2 t 5)³.

¹ El testimonio se limita a las tablillas del palacio de Pilo, por lo que no puede asegurarse que en toda
ciudad micénica se aplicaran las mismas leyes, aunque, dado lo homogéneo de la administración en
otros ámbitos como el fiscal, no sería extraño. Sobre la relativa unidad de las leyes de las distintas
póleis en el primer milenio, cf. Gagarin 2005.
² Véase Thompson 2002–2003: 362, sobre lo improbable de las vocales epentéticas en grupos de Cr.
³ Sobre el sistema de medidas de superficie, véase Melena 2014: 159–160.

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Blood-money: la compensación por homicidio

En PY Ea 805 o-pe-te-re-u es el titular de un terreno de 1,2 ha e-ne-ka a-no-


qa-si-ja. La primera palabra es ἕνεκα, pero para el vocablo a-no-qa-si-ja se han
supuesto varias reconstrucciones⁴. La más verosímil propone que se trata de un
sustantivo *ἀνορκʷhασίᾱ, «homicidio», un compuesto de un primer elemento
ἀνήρ y un segundo derivado de θείνω (IE gʷhen-)⁵, hipótesis sugerida por H.
Mühlestein (1958). Así pues, o-pe-te-re-u tiene un terreno «por causa de un
homicidio».
Las tablillas PY Eb 294 y PY Ep 704 asientan un mismo terreno: una parcela
de tipo ke-ke-me-na⁶ de 1,5 ha cuyo titular es o-pe-te-re-u. El vocablo qe-ja-
me-no tiene que interpretarse probablemente como un participio de aoristo
medio-pasivo *κʷειάμενος «ser compensado» (gr. τίνω)⁷.
Según ha apuntado J. T. Killen (2015: 578–580), o-pe-te-re-u es la misma
persona en el asiento de la serie Ea y de las serie Eb/Ep. En efecto, ha recibido
una tierra «por causa de un homicidio» y otra «como compensación», proba-
blemente del mismo crimen. Es bastante probable que se trate de dos parcelas
distintas: el terreno de PY Eb 294/Ep 704.1 estaría situado en el distrito de
pa-ki-ja-ne (Zurbach, 2017: 38–48), mientras que el de PY Ea 805 se localizaría
en un lugar distinto, aún sin determinar⁸.
Existen al menos dos características de estas tablillas que producen cierta
extrañeza en el contexto de los registros de tierras: en primer lugar, en general
no se dice la razón por la que un individuo es titular de una tierra, sino que
simplemente se anota su cargo (Nakassis 2013: 38–39. y n. 37); en segundo
lugar, o-pe-te-re-u es uno de los pocos individuos —quizá el único— que figura
como titular de tierras tanto en la serie Ea como en Eb/Ep (Nakassis 2013: 128).
Con todo, puede que se tratara de una situación provisional, ya que el asesinato
habría tenido lugar pocos meses antes de que se redactaran las tablillas⁹.
Los textos micénicos no ofrecen ningún dato más en relación con el crimen
que afectó al familiar de o-pe-te-re-u ni tampoco sobre cuál fue la pena que el
asesino tuvo que pagar más allá de que se le desposeyera de sus propiedades. Al
margen del caso concreto de o-pe-te-re-u, tampoco se conoce el código judicial
según el cual un asesino era juzgado en la Grecia micénica ni cuáles eran las
penas aplicables. Sobre este último punto, A. Loginov & A. Linko (2018) han
sugerido que los za-mi-jo, *ζάμιοι, «sancionados», «multados» (cf. ζημία), que

⁴ Véase DMic. s.u.


⁵ Cf. García Ramón 2007.
⁶ El participio ke-ke-me-na se opone a ki-ti-me-na en los textos micénicos que registran tierras. Su
interpretación es controvertida. Véase DMic. s.u., LGM s.u. *κιχάνω.
⁷ Cf. García Ramón 2007. El mismo vocablo figura también en KN Og 8532 (KT VI ) sin contexto.
⁸ Quizá la localidad de ti-no. Véase Lupack 2017: 349–350.
⁹ Los textos micénicos solo conservan información de los últimos meses de vida del palacio.

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Juan Piquero Rodríguez

aparecen en listas de personal (PY An 129.4 y KN As(2) 1517 v. 2) podrían ser


individuos que han sido condenados a trabajos forzados¹⁰.
Tal vez la comparación con lo que se sabe de la compensación por homicidio
en los textos homéricos y en las leyes arcaicas pueden aclarar algo este asunto.

3. La compensación por homicidio en la Grecia arcaica

Las leyes sobre homicidio en la antigua Grecia han sido bien estudiadas, es-
pecialmente la de Dracón, promulgada posiblemente en el año 621–620 a.C.
(Gagarin 1981). Antes de esta, solo la épica homérica, algunos pasajes de He-
síodo y un puñado de inscripciones proporcionan información sobre casos de
asesinato (Gagarin 1981: 6–29).

3.1. Los datos de los poemas homéricos

Por lo que respecta a los poemas homéricos, en la mayor parte de los casos el
asesino se ve condenado al exilio¹¹, en otros —menos— el muerto es vengado
por algún familiar¹², mientras que en solo dos se habla de una compensación
económica. Obviamente, los datos de la épica homérica deben tratarse con
cuidado: su contenido netamente histórico es discutido. No es este el lugar
para tratar un tema tan extenso y con tantos problemas de interpretación¹³,
pues para este trabajo basta con mostrar que esos dos casos aislados de com-
pensación económica por homicidio que aparecen en Ilíada tienen cierto reflejo
en los textos micénicos.
El primer testimonio homérico en el que hay una compensación económica
por un crimen se narra en la escena del juicio que aparece en la descripción del
escudo de Aquiles (Il. 18.497–508). La interpretación de los cuatro primeros ver-
sos presenta problemas¹⁴, pero es clave para entender cuál era el procedimiento
en el caso de una indemnización por asesinato:
¹⁰ No hay razón para creer que los individuos registrados en la serie Ae de Pilo sean ladrones de
ganado, como sugieren los autores. Cf. Killen 2015: 935–936.
¹¹ Véase una lista de los casos en Gagarin 1981: 6–10.
¹² No parece casual que la mayor parte de los pasajes se refieran al ciclo de la Orestía. Cf. Gagarin
1981: 7. No obstante, en Od. 23.118–122 Ulises le explica a Telémaco, después de la matanza de
los pretendientes, que cuando un hombre mata a un individuo en su tierra, a alguien que no deja
familiares para vengarle, tiene que exiliarse. De esto se desprende que la venganza sería la primera
opción, pero el resto de testimonios contradicen esta idea. Para Loginov 2016 el exilio es también
una forma de venganza.
¹³ Cf. Gagarin 1981; 1986; 2008; Loginov 2016; 2017.
¹⁴ Traducción de E. Crespo: «Allí una contienda / se había entablado, y dos hombres pleiteaban por

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 225 — #225

Blood-money: la compensación por homicidio

λαοὶ δ’ εἰν ἀγορῇ ἔσαν ἀθρόοι· ἔνθα δὲ νεῖκος


ὠρώρει, δύο δ’ ἄνδρες ἐνείκεον εἵνεκα ποινῆς
ἀνδρὸς ἀποφθιμένου· ὃ μὲν εὔχετο πάντ’ ἀποδοῦναι
δήμῳ πιφαύσκων, ὃ δ’ ἀναίνετο μηδὲν ἑλέσθαι·

No es la intención de este trabajo analizar en detalle este pasaje que, por lo


demás, plantea bastantes problemas de interpretación, sino centrar la argu-
mentación en el uso de εὔχετο en el v. 499 y su comparación con un testimonio
del micénico.
Según apunta L. Ch. Muellner (1976), el uso del verbo εὔχομαι en contextos
legales solo aparece en Homero en el pasaje mencionado, lo que dificulta su
interpretación.
Además, el verbo se testimonia en micénico en un texto que recoge una
suerte de desacuerdo entre dos partes que afecta a las tierras de la sacerdotisa
e-ri-ta en el santuario de pa-ki-ja-ne (PY Eb 297 / PY Ep 704.5–6). Según ella, sus
tierras no son un o-na-to, *ὀνᾱτόν (cf. ὀνίνημι), un arrendamiento en usufructo,
sino un e-to-ni-jo¹⁵, un tipo de arrendamiento más provechoso fiscalmente.
Quien rebate su opinión es el da-mo.

PY Ep 704.5–6¹⁶
.5 e-ri-ta , i-je-re-ja , e-ke , e-u-ke-to-qe , e-to-ni-jo , e-ke-e , te-o , da-mo-de-
mi , pa-si , ko-to-na-o ,
.6 ke-ke-me-na-o , o-na-to , e-ke-e , to-so pe-mo gra 3 t 9
La sacerdotisa e-ri-ta tiene y proclama solemnemente/reclama (?) que tiene
un e-to-ni-jo para el dios pero el pueblo dice que ella tiene un usufructo de
una parcela de tierra ke-ke-me-na. Tanta extensión: 2,34 ha

El significado de e-u-ke-to εὔχετοι es motivo de discusión¹⁷. Para aclararlo se ha


recurrido al pasaje homérico mencionado. Muellner (1976) afirma que «εὔχομαι
in the Homeric passage is simply the functionally marked word for “say”»,
una opinión bastante extendida¹⁸; sin embargo, los trabajos de J.-L. Perpillou
la pena debida / a causa de un asesinato: uno insistía en que había pagado todo / en su testimonio
público, y el otro negaba haber recibido nada». Las traducciones españolas de A. López Eire, A.
García Calvo, O. Martínez y L. Macía & J. De la Villa coinciden en lo esencial con la traducción de
Crespo, pero no así las traducciones al inglés, en las que a veces se prefiere la hipótesis desarrollada
infra. Cf. Abramović 2017.
¹⁵ Cf. DMic. s.u.; LGM s.u. ἐτός.
¹⁶ El terreno registrado en PY Eb 297, la tablilla provisional, es el mismo. Solo se transcriben aquí los
datos de la tablilla definitiva.
¹⁷ Véase DMic. s.u.
¹⁸ Véase la bibliografía de DMic. s.u. e-u-ke-to y LGM s.u. εὔχομαι. Es además la interpretación que
defienden los escoliastas. Véase Edwards 1991: 214.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 226 — #226

Juan Piquero Rodríguez

(1992) y de R. Westbrook (1992) han defendido con diversos argumentos, de


índole lingüística e histórica respectivamente, una interpretación «reclamar»¹⁹,
esto es, reclamar el derecho²⁰ que el homicida tiene a pagar, a ofrecer una
compensación económica a los familiares del muerto en lugar de sufrir otra
pena.
Perpillou (1992) concluye que el verbo significa «proclamer une juste pré-
tention». En el caso que nos ocupa, considera que el verbo tiene un sentido
«nettement juridique: c’est la revindication publique d’un droit». Además, ba-
sándose en que el aoristo ἀποδοῦναι no expresa una noción de pasado sino
una acción puntual en curso, la traducción debería ser algo así como «el uno
reclamaba su derecho a pagar todo en su declaración ante el pueblo, el otro re-
chazaba recibir nada»²¹. La clave, según, él está en la frase ὃ δ’ ἀναίνετο μηδὲν
ἑλέσθαι: «l’autre refuse de rien recevoir»²².
Según Westbrook (1992: 75), que se basa en paralelos del Próximo Oriente, los
parientes del difunto tendrían derecho a elegir entre llevar a cabo una venganza
de sangre o aceptar una recompensa. Tal vez la elección estaba determinada
por la consideración en la que los familiares tuvieran el asesinato: si había
agravantes, se elegiría como primera opción la venganza. En casos en que no
hubiera acuerdo, un tribunal decidiría si era más apropiada la venganza que la
compensación, cuál era el límite de la vendetta propuesta por los familiares
y cuál el de la compensación económica. En el caso que se trata aquí, los
ancianos serían el tribunal que dirimiría estos puntos. Además, hay presente
un ἴστωρ, «uno que sabe, un experto», cuyo papel en el juicio puede que fuera
el de un individuo que asistiría a los jueces/ancianos sentando jurisprudencia
a partir del conocimiento tanto de la ley/costumbre de su tiempo —que se
basa en la oralidad— como de casos anteriores de características similares
(Avramović 2017).
El otro caso en el que se hace mención de una posible compensación eco-
nómica figura también en Ilíada (9.630–636), en una conversación entre Áyax
y Aquiles, cuando el primero le impreca por haber abandonado la guerra:

¡Despiadado! Incluso del asesino del hermano


o por la muerte del propio hijo se acepta compensación,
y uno permanece allí entre su pueblo pagando una fuerte multa,
y al otro se le contiene el corazón y el arrogante ánimo,
al recibir una reparación
[Trad. Emilio Crespo 1991]
¹⁹ Cf. también Nagy 2004.
²⁰ Esta es la traducción que ofrece del pasaje LSJ.
²¹ Esta es la interpretación preferida también por Edwards 1991: 215.
²² Véase n. 15.

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Blood-money: la compensación por homicidio

Este pasaje muestra que la compensación era una posibilidad en un caso de


homicidio, pese a que parece que el exilio era la opción preferida por los
héroes homéricos.

3.2. Los datos de las inscripciones

Las inscripciones más antiguas no ofrecen demasiada información. La ley sobre


homicidio mejor conocida es la que Dracón promulgó en Atenas en el año 621/0
a.C. y fue reescrita en una estela en 409/8 a.C. (IG I³.104). En ella se dice que
si alguien mata a otro debe ir al exilio; sin embargo, contempla la posibilidad
de conceder el perdón al homicida si los familiares así lo quieren. Aunque no
se dice de forma explícita, Gagarin (1981: 16–19) sugiere que la reconciliación
implicaría un pago a los familiares para compensar la muerte. Presupone
que tanto el exilio como la compensación económica convivirían en las leyes
atenienses anteriores a la de Dracón lo mismo que coexisten en la épica.
Una ley de Naupacto (IG IX, 1² 3: 609) datada en el último cuarto del siglo vi
a.C. recoge una disposición según la cual alguien acusado de homicidio sería
desprovisto de sus propiedades: sus tierras serían confiscadas y su casa demoli-
da (Gagarin 2008: 60). Tal vez los terrenos confiscados irían a parar a la familia
del interfecto, pero nada se dice al respecto. Otra ley hallada en el Hereo de
Argos, datada en el segundo cuarto del s. vi a.C. (IG IV 506), muy fragmentaria,
parece incluir alguna disposición semejante (Gagarin 2008: 63).

4. Conclusión

El caso de o-pe-te-re-u muestra que en el periodo micénico existía la compen-


sación por homicidio. Es posible que compensación y exilio pudieran darse en
el mismo contexto, pero no existe ningún testimonio de exilio en las tablillas
micénicas. Los condicionantes que los familiares del interfecto tuvieran para
elegir una pena u otra no están claros. Tampoco hay noticia de quién o quiénes
serían los jueces: tal vez fuera un «consejo» de ancianos, como en Ilíada, o el
propio rey. Quizá este juez fijaría la compensación. Quizá, como en el caso
de la ley de Naupacto, el homicida sería desprovisto de todas sus propiedades.
En todo caso, los testimonios micénicos sirven para matizar la idea de que
la escena del juicio de Ilíada tiene que formar parte, por su contenido, de los
últimos estratos de la obra²³.
²³ Cf. Westbrook 1992: 68 con paralelos con los textos próximo orientales. Ignora, sin embargo, el
testimonio micénico que aquí se trata. Pero cf. Turpin 1980: 6, quien parece defender una posición

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Juan Piquero Rodríguez

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las que se sientan los ancianos/jueces. Pero cf. Melena 1972 sobre el uso del cetro en los poemas
homéricos.

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Blood-money: la compensación por homicidio

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 231 — #231

De nuevo sobre el participio en griego antiguo:


aspecto y tiempo
Anna Pompei
Università Roma Tre
anna.pompei@uniroma3.it

Resumen: En este artículo se vuelve a la vexata quaestio de la codificación del tiempo o del
aspecto en las formas participiales del griego antiguo, considerando, en particular, los participios
sustantivados y los participios predicativos, con especial atención al participio concertado.
Palabras clave: Participio, tiempo, aspecto.

On the participle again: the issue of aspect and tense


Abstract: This paper comes back to the vexata quaestio of the codification of either tense or
aspect in Ancient Greek participles. In particular, nominal participles and participles in predicative
position are taken into account, with special attention to conjunct participles.
Key Words: Participle, tense, aspect.

1. Status quaestionis

Muchas veces he hablado con Emilio Crespo de participios en griego antiguo


y he discutido con él del asunto de la codificación del tiempo o del aspecto en
estas formas no finitas del verbo. Por eso me alegra mucho poder dedicarle las
observaciones que siguen.
Se trata de una cuestión que no es nueva y se encuadra dentro de un asunto
más general: si los verbos en griego antiguo codifican el tiempo o el aspecto.
De hecho, tras la posición expresada por Holt (1943) y Ruipérez (1954) a favor
de la codificación del aspecto, en los años setenta del siglo pasado Ruijgh (1971:
231) habló del aspecto como una catégorie d’ordre temporel, y Hettrich (1976:
31) formuló una Regel para dar cuenta de la selección del tema verbal en
las oraciones subordinadas según las zeitlichen Bedingungen de las acciones
expresadas. En la misma línea, Rijksbaron (1994: 5–6) considera el tiempo
relativo plenamente operativo en los participios. La idea de que el participio
de presente expresa simultaneidad y el de aoristo anterioridad está ya en las
gramáticas clásicas, tanto de tradición alemana (p.ej. Schwyzer & Debrunner
1950: 297) como francesa (Humbert 1960: 169–77), aunque se hace notar que
hay muchas excepciones. Sin embargo, Sicking (1996) critica la idea formulada

231
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Anna Pompei

por Hettrich, de time-relationship entre el participio y el verbo principal, y tiene


en cuenta la so-called pragmatic (and/or discourse) function. En toda la discusión,
el tiempo de que se habla es el relativo y no el absoluto.

2. Tiempo absoluto, tiempo relativo y aspecto

El tiempo y el aspecto son categorías gramaticales generalmente referidas


a verbos; en lenguajes sintéticos, se realizan principalmente a través de marcas
morfológicas¹.
El tiempo lingüístico está vinculado al tiempo físico, por lo que, a diferencia
del aspecto, es una categoría objetiva. Cuando el tiempo es deíctico, es decir
absoluto, vincula el estado de cosas (EdC) codificado por el verbo al acto
de habla, con respecto al cual puede ser anterior (pasado), contemporáneo
(presente) o posterior (futuro). Por otro lado, cuando el tiempo es relativo,
los EdC de los que se habla se ordenan el uno respecto al otro: por ejemplo,
en una oración compleja como Cuando Antonio ya se había ido, llegó Elena,
el EdC codificado por la oración subordinada es anterior al contenido de la
predicación principal, que a su vez se coloca deícticamente en el pasado con
respecto al acto de habla.
Según la «hipótesis del tiempo», los participios griegos codifican exactamen-
te la anterioridad, la contemporaneidad o la posterioridad respecto al contenido
del verbo principal, que establece el tiempo absoluto.
Por otro lado, el aspecto es la forma en que el hablante, o el que escribe,
presenta la predicación expresada a través del verbo. Por lo tanto, es una
categoría subjetiva, a diferencia del tiempo. Los valores más relevantes del
aspecto morfológico se pueden clasificar, según un modelo general, como se
refleja en el esquema que sigue:

aspecto

imperfectivo perfectivo

cumplido
habitual progresivo continuo aorístico
(perfecto)

Figura 1 – El aspecto morfológico (Bertinetto 1991: 41)

¹ No me ocupo aquí el aspecto léxico.

232
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 233 — #233

De nuevo sobre el participio en griego antiguo

Como es sabido, el aspecto imperfectivo implica una perspectiva que es


totalmente interna al EdC, sin ningún interés en su eventual conclusión (1).
Las lenguas pueden diferenciar tres tipos de aspecto imperfectivo, a saber,
imperfectivo habitual, progresivo y continuo, diferenciación que no puedo
considerar aquí.

(1) El año pasado Luis estaba escribiendo un libro (y si lo terminó o no es


irrelevante).

En cambio, el aspecto perfectivo implica una perspectiva externa al EdC y se


emplea cuando es relevante su cumplimiento (2: aspecto aorístico), y a veces
también su resultado (3: perfecto):

(2) El año pasado Luis escribió un libro (y es relevante el hecho de que lo


terminó).

(3) José ha llegado (y todavía está aquí).

3. Participios sustantivados y con función adjetiva

Como es sabido, los participios pueden encontrarse en posición atributiva


y predicativa, dependiendo de si el participio sigue el artículo, de acuerdo con
una de las tres posiciones posibles (Art-Ptc-Nom, Nom-Art-Ptc, Art-Nom-Art-
Ptc) o si no lo sigue inmediatamente (Art-Nom-Ptc, Ptc-Art-Nom).
La presencia del artículo con un participio implica también la posibilidad de
que este pueda adquirir una función referencial, en ausencia de otro nombre,
es decir, convertirse en el núcleo de un sintagma nominal por medio de un
proceso de transcategorización. Por ejemplo, en este uso el participio neutro
plural está presente ya en Homero (Crespo, Conti & Maquieira 2003: 308),
como muestra el conocido verso²:

(4) ὃς ᾔδη τά τ’ ἐόντα τά τ’ ἐσσόμενα πρό τ’ ἐόντα («que sabía lo que es, lo
que será y lo que fue», Hom. Il. 1.70).

En este verso parece relevante el hecho de que tanto «lo que es», o sea el
presente, como «lo que fue», o sea el pasado, están expresados por el mismo
participio, ἐόντα, en el tema de presente, por lo que la colocación de esta

² Todas las traducciones están tomadas de la colección Biblioteca Clásica Gredos.

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Anna Pompei

entidad abstracta en el pasado se debe al adverbio πρό³. Para este caso, se


podría pensar que el participio expresa en realidad el aspecto imperfectivo
y que la referencia temporal se realiza a través de un adverbio. Sin embargo, el
verbo εἰμί puede considerarse problemático debido al supletismo con γίγνομαι.
Por lo tanto, se pueden comparar los dos pasajes siguientes:

(5) ὑμῖν δὲ μεμαρτυρήκασιν οἱ πρότερον ἐργαζόμενοι καὶ πολλὰ ἔτη παρ’


ἐμοῦ μεμισθωμένοι μὴ εἶναι σηκὸν ἐν τῷ χωρίῳ («Pero los que la cultiva-
ron antes, que la tuvieron de mí en arrendamiento muchos años, os han
testificado que no había ningún tocón en la finca», Lys. 7.11).

(6) […] πῶς ἂν ἐτόλμησα, τοσούτων μεμισθωμένων καὶ ἁπάντων συνειδότων,


ἀφανίσαι τὸν σηκὸν βραχέος μὲν κέρδους ἕνεκα, προθεσμίας δὲ οὐδεμιᾶς
οὔσης τῷ κινδύνῳ, τοῖς εἰργασμένοις ἅπασι τὸ χωρίον ὁμοίως προσῆκον
εἶναι σῶν τὸν σηκόν («¿cómo habría osado arrancar el tocón por tan magro
beneficio, con tantos arrendatarios y todos en el secreto? Y no habiendo,
además, prescripción para tal riesgo, a todos los que habían cultivado la
finca les interesaba por igual que el tocón siguiera intacto», Lys. 7.17).

En ambos pasajes, los participios del verbo ἐργάζομαι identifican a los culti-
vadores anteriores, pero el autor en el primer caso opta por codificar estas
entidades en el tema de presente, con la ayuda del adverbio πρότερον, que rea-
liza la referencia temporal, y en el segundo por el tema de perfecto, que parece
expresar el resultado de su estado anterior de cultivadores, es decir, un es-
tado de ex-cultivadores, en realidad ya no efectivo, pero que tiene posibles
consecuencias peligrosas en el presente. Por lo tanto, también en este caso, la
elección diferente de Lisias parece deberse a razones, subjetivas, de aspecto.
Por otro lado, el tema de aoristo parece ser utilizado exactamente para
codificar un EdC perfectivo⁴:

(7) διὸ καὶ τὸν γράψαντα περὶ τῆς Ἑλένης ἐπαινῶ μάλιστα τῶν εὖ λέγειν
τι βουληθέντων («Por eso, de todos los que quisieron pronunciar bellos
discursos, alabo sobre todo al que escribió sobre Helena», Isoc. 10.14).

Con τὸν γράψαντα se entiende el autor del Encomio de Helena: el participio


lo identifica a través del tema del aoristo. A diferencia de lo que pasa en el
³ Cf. Crespo, Conti & Maquieira 2003: 266 acerca del valor temporal de los adverbios que aparecen
con participios. Cf. Bartolotta 2015 para una interpretación diferente del adverbio πρό en el pasaje
(4) y para referencias bibliográficas.
⁴ No considero aquí el tema de futuro, que puede tener matices modales, en griego como en otros
idiomas (inter alia Magni 1997), y «expresa posterioridad al momento de la enunciación del
mensaje», cf. Crespo, Conti & Maquieira 2003: 266.

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De nuevo sobre el participio en griego antiguo

caso de los «cultivadores anteriores», la elección del tema perfectivo aorístico


excluye cualquier referencia al presente.
Por supuesto, en el caso de los participios con función de núcleo de sintagma
nominal, no es pertinente la colocación temporal del participio con respecto al
EdC codificado por el verbo principal, ya que el participio tiene una función
de referencia y no de predicación. También por eso no parece que se pueda
hablar de temporalidad relativa. Sin embargo, la designación de entidades
por medio de nominalizaciones es un caso de designación «descriptiva» y no
«etiquetante» (Seiler 1975), a saber, un acto de referencia hecho por medio de
un verbo; por eso los participios sustantivados guardan el valor aspectual del
tema empleado.
También los participios con función adjetiva parecen codificar el aspecto,
en lugar del tiempo. Consideremos un ejemplo solo:

(8) ἀλλ’ οὐχ ὃ Λεωκράτης πεποίηκεν, ἀλλ’ ἑκὼν τὴν ἐξ ἅπαντος τοῦ αἰῶνος
συνηθροισμένην τῇ πόλει δόξαν κατῄσχυνεν («Pero no es así lo que ha
hecho Leócrates, que ha mancillado deliberadamente la gloria de la ciudad,
acumulada desde tiempo inmemorial», Lycurg. 110).

En este pasaje, el participio de perfecto, συνηθροισμένην, aparece junto con


el adverbial «desde X tiempo» (ἐξ ἅπαντος τοῦ αἰῶνος), que solo puede
encontrarse junto con el aspecto perfecto (Bertinetto 1991: 57).

4. Participios predicativos

En posición predicativa, los participios predican algo del sintagma nominal con
el que conciertan, y pueden constituir el núcleo predicativo de una subordinada.
De las tres construcciones en que puede encontrarse el participio predicativo,
consideraré aquí, en particular, la del llamado participio concertado, del cual
se ha apuntado (Crespo, Conti & Maquieira 2003: 313) que, con respecto a las
oraciones subordinadas con que puede alternar, «no expresa tiempo ni modo».
De hecho, junto con el genitivo absoluto, es esta la construcción estudiada por
Hettrich (1976) y después por Sicking (1996)⁵.
Ya Duhoux (1992: 36) compara estos dos pasajes:

(9) ὁ δ’ εἰ χρὴ τοῖς ὑπὸ σοῦ λεγομένοις πιστεύειν, θύσας κατήσθιεν («[Busiris],
en cambio, si hay que creer lo que dices, tras sacrificarlos, se los comía»,
Isoc. 11.7).
⁵ Cf. Jiménez 1987 sobre la alternancia entre participios concertados y subordinadas adverbiales;
Crespo 1989 sobre la alternancia subordinadas adverbiales vs. participio absoluto.

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Anna Pompei

(10) καὶ τῶν ξένων τοὺς ἀφικνουμένους θύων κατήσθιεν («a los extranjeros que
llegaban se los comió, después de sacrificarlos», Isoc. 11.31).

En ambos casos, está claro que el sacrificio de los extranjeros precede al hecho
de comerlos, de manera que la anterioridad no está en duda ni con θύσας ni
con θύων, que es una forma de presente. Por lo tanto, la selección del tema del
participio parece debida a diferentes elecciones de aspecto, y en particular a la
expresión de la perfectividad, en el caso del tema del aoristo, y de un matiz
específico de la imperfectividad, es decir la habitualidad («[Busiris…] solía
sacrificar y comer a los extranjeros que llegaban a su país»; cf. Fig. 1 en la
página 232), en el caso del tema del presente. La perfectividad se puede, por
supuesto, reanalizar como anterioridad, pero es posible que no haya reanálisis
cuando el participio sigue el verbo principal. De hecho, en este caso, el tema
de aoristo codifica solo la perfectividad y no la anterioridad, como pasa en el
siguiente pasaje:

(11) ὁ δὲ βασιλεὺς ταύτῃ μὲν οὐκ ἦγεν, ᾗ δὲ παρῆλθεν ἔξω τοῦ εὐωνύμου κέρατος
ταύτῃ καὶ ἀπῆγεν, ἀναλαϐὼν καὶ τοὺς ἐν τῇ μάχῃ πρὸς τοὺς Ἕλληνας
αὐτομολήσαντας καὶ Τισσαφέρνην καὶ τοὺς σὺν αὐτῷ («pero el Rey no
llevó su ejército por ese lado, sino que retrocedió por el mismo camino por
donde había pasado rebasando el ala izquierda, recogiendo tanto a los que en
la batalla se habían pasado a los griegos como a Tisafernes y a los que con
él estaban», X. An. 1.10.6).

En este ejemplo está bastante claro que la recogida (ἀναλαϐών) por parte del
rey de desertores, de Tisafernes y de sus tropas no puede preceder a su regreso,
y que, en cambio, los dos EdC son simultáneos. Este no es el único caso de este
tipo. Se trata de ejemplos en que el participio concertado parece añadirse a la
predicación principal simplemente para expresar una predicación secundaria,
sin ningún valor semántico adverbial, como muestra su equivalencia con la
coordinación, en pares mínimos como los que siguen⁶:

(12) καὶ ὑπέρθορον ἑρκίον αὐλῆς / ῥεῖα, λαθὼν φύλακάς τ’ ἄνδρας δμῳάς τε
γυναῖκας («salté con facilidad el muro del patio, sin que mis guardianes ni
las sirvientas lo advirtieran», Hom. Il. 9.476–477).

(13) ἀνὰ δ’ ἥρπασε Παλλὰς Ἀθήνη, / ἂψ δ’ Ἀχιλῆϊ δίδου, λάθε δ’ Ἕκτορα


ποιμένα λαῶν («y Palas Atenea la arrancó y devolvió a Aquileo, semejante
a los dioses, sin que Héctor, pastor de hombres, lo advitirtiese», Hom. Il.
22.276–277).
⁶ Esta posibilidad de neutralidad semántica del participio concertado es uno de los rasgos que lo
acerca, a nivel tipológico, a los llamados «converbios», cf. Pompei 2012.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 237 — #237

De nuevo sobre el participio en griego antiguo

(14) ἐκάλεσε δὲ καὶ τοὺς Μίλητον πολιορκοῦντας, καὶ τοὺς φυγάδας ἐκέλευσε
σὺν αὐτῷ στρατεύεσθαι, ὑποσχόμενος αὐτοῖς, εἰ καλῶς καταπράξειεν
ἐφ’ ἃ ἐστρατεύετο, μὴ πρόσθεν παύσεσθαι πρὶν αὐτοὺς καταγάγοι οἴκαδε
(«Llamó también a los que estaban sitiando Mileto y exhortó a los exiliados
a sumarse a su expedición, prometiéndoles que, si cumplía con éxito el
objetivo de su campaña militar, no pararía hasta repatriarlos», X. An. 1.2.2).

(15) ἐδεῖτο διαϐιϐάσαι τὸ στράτευμα ἐκ τῆς Ἀσίας, καὶ ὑπισχνεῖτο πάντα ποι-
ήσειν αὐτῷ ὅσα δέοι («y le pidió que trasladara al ejército fuera de Asia,
prometiéndole hacer todo lo que hiciera falta», X. An. 7.1.2).

En todos estos casos, el valor semántico expresado por los participios parece ser
simplemente el del aspecto, que para el tema del aoristo es el aspecto perfectivo.
Esto permite codificar un EdC cumplido, que se percibe como simultáneo con
respecto a la predicación principal, y no anterior.
En lo que concierne a la posición antes de la predicación principal, véanse
los ejemplos que siguen:

(16) καὶ νῦν, ἔφη, μὴ μέλλωμεν, ὦ ἄνδρες, ἀλλ’ ἀπελθόντες ἤδη αἱρεῖσθε οἱ
δεόμενοι ἄρχοντας, καὶ ἑλόμενοι ἥκετε εἰς τὸ μέσον τοῦ στρατοπέδου καὶ
τοὺς αἱρεθέντας ἄγετε («“Y ahora”, añadió, “no nos demoremos, amigos;
saliendo ya, elegid jefes los que los necesitáis, y después de elegirlos venid al
centro del campamento y traed a los que han sido elegidos», X. An. 3.1.46).

(17) ὑμεῖς δέ, ὦ Καδούσιοι, πρῶτον μὲν ἀπελθόντες ἄρχοντα ὑμῶν αὐτῶν
ἕλεσθε […] ἐπειδὰν δὲ/ ἕλησθε, πέμψατε πρὸς ἐμὲ τὸν αἱρεθέντα καὶ ἀριστή-
σατε («pero vosotros, cadusios, retiraos y antes de nada elegid, de acuerdo
con vuestra ley, a vuestro propio jefe […] y después que hayáis hecho la
elección y hayáis desayunado, enviadme al elegido», X. Cyr. 5.4.22).

Acerca de ἀπελθόντες en el pasaje de (16), Oguse (1962: 2) señala que el ha-


blante también podría haber dicho ἀπέλθετε καὶ αἱρεῖσθε, recurriendo a la
coordinación de dos imperativos. Otros valores semánticos más informativos
se pueden añadir a la simple predicación secundaria en algunas condiciones
pragmáticas. Por ejemplo, el valor adverbial temporal de anterioridad puede
desarrollarse muy fácilmente, cuando el contenido del participio es de infor-
mación dada. Este es el caso del participio ἑλόμενοι en el mismo pasaje en el
que ya hemos visto ἀπελθόντες (16): ἑλόμενοι transmite claramente la infor-
mación dada, reiterando simplemente el contenido de αἱρεῖσθε para establecer
la continuidad del tema, y es equivalente a la oración introducida por ἐπειδάν
en (17).
Lo mismo pasa si los participios codifican una información accesible o semi-
activa, en términos de Chafe (1987), es decir, una información que se espera

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Anna Pompei

en el texto, como sucede, por ejemplo, en los casos en que aparezca el verbo
«escuchar» después de un discurso:

(18) ἀκούσας δὲ ταῦτα ὁ Ἀστυάγης Μήδους τε ὥπλισε πάντας («Al oír esta
respuesta, Astiages armó a todos los medos», Hdt. 1.127.2).

Este pasaje muestra también cómo, a partir de un valor de temporalidad anterior,


se puede desarrollar un valor causal. En estructuras complejas, con más de
un participio concertado, las formas semánticamente neutras están más cerca
de la predicación principal que aquellas que desarrollan valores adverbiales,
como pasa en el ejemplo siguiente:

(19) τῇ δὲ ὑστεραίᾳ θύσαντες ἐπεὶ ἐκαλλιερήσαντο, ἀριστήσαντες, ὀρθίους


τοὺς λόχους ποιησάμενοι, καὶ τοὺς βαρϐάρους ἐπὶ τὸ εὐώνυμον κατὰ ταὐ-
τὰ ταξάμενοι ἐπορεύοντο («al día siguiente, después de celebrar sacrificios
y obtener presagios favorables, desayunaron, formaron las compañías en
columna, alinearon a los bárbaros en el flanco izquierdo de la misma manera
y emprendieron la marcha», X. An. 5.4.22).

5. Conclusiones

En conclusión, hay algunos casos de participios lo suficientemente claros como


para sugerir que estas formas no finitas del verbo en griego antiguo básica-
mente codifican aspecto y no tiempo. Esto se puede ver tanto en las formas
participiales atributivas como en aquellas predicativas. El caso de los partici-
pios concertados, en particular, muestra bien cómo los valores temporales son
secundarios con respecto al valor básico de aspecto.

Referencias bibliográficas

Bartolotta, A. (2015): «Spatial representations of future in Homeric Greek», InVerbis 5,


25–41.
Bertinetto, P.M. (1991): «Il verbo», en L. Renzi & G. Salvi (eds.), Grande grammatica
italiana di consultazione, ii, Bolonia, il Mulino, 13–161.
Chafe, W.L. (1987): «Cognitive constraints on information flow», en R.S. Tomlin (ed.),
Coherence and Grounding in Discourse, Ámsterdam, Benjamins, 21–51.
Crespo, E. (1989): «Participio absoluto y subordinada adverbial», en Actas del VII Con-
greso Español de Estudios Clásicos, i, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos,
119–126.
Crespo, E., Conti, L. & Maquieira, E. (2003): Sintaxis del griego clásico, Madrid, Gredos.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 239 — #239

De nuevo sobre el participio en griego antiguo

Duhoux, Y. (1992): Le verbe grec ancien : éléments de morphologie et de syntaxe historiques,


Lovaina la Nueva, Peeters.
Hettrich, H. (1976): Kontext und Aspekt in der altgriechischen Prosa Herodots, Gotinga,
Vandenhoek-Ruprecht.
Holt, J. (1943): Études d’aspect, Copenhague, Munksgaard.
Humbert, J. (1960³): Syntaxe grecque, París, Klincksieck.
Jiménez, M. D. (1987): «La distribución de participio concertado y subordinada adverbial
en la lengua literaria griega del s. v a.C.», Emerita 55, 51–62.
Magni, E. (1997): «Modalità deontica e modalità epistemica nel futuro greco: un’ipotesi
sull’origine dei futuri medi», Studi Classici e Orientali 45, 411–432.
Oguse, A. (1962): Recherches sur le participe circonstanciel en grec ancien, París, Klinck-
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Pompei, A. (2012): «Participio greco e converbi», Archivio Glottologico Italiano 97,
160–204.
Rijksbaron, A. (1994²): The Syntax and Semantics of the Verb in Classical Greek, Ámster-
dam, Gieben.
Ruijgh, C.J. (1971): Autour du τε épique, Ámsterdam, Hakkert.
Ruipérez, M.S. (1954): Estructura del sistema de tiempos y aspectos del verbo griego
antiguo, Salamanca, C.S.I.C.
Schwyzer, E. & A. Debrunner (1950): Griechische Grammatik, ii. Syntax und syntaktische
Stilistik, Múnich, Beck.
Seiler, H. (1975): «Die Prinzipien der deskriptiven und der etikettierenden Benennung»,
en H. Seiler (ed.), Linguistic Workshop III: Arbeiten des Kölner Universalienprojekts
1974, Múnich, Fink, 2–57.
Sicking, C.M.J. (1996): «Aspect choice», en C.M.J. Sicking & P. Stork (eds.), Two Studies
in the Semantics of the Verb in Classical Greek, Mnemosyne, Supplementum centesimum
sexagesimum, 3–119.

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El infinitivo articular en el Corpus Hippocraticum


Ignacio Rodríguez Alfageme
Universidad Complutense de Madrid
iralfageme@gmail.com

Resumen: El estudio del infinitivo articular en los tratados del Corpus Hippocraticum permite ver
su evolución y su relación con las escuelas médicas.
Palabras clave: Infinitivo, Corpus Hippocraticum, Cos, Cnidos.

The articular infinitive in the Corpus Hippocraticum


Abstract: The study of the infinitive accompanied by the article in the treatises of the Corpus
Hippocraticum allows us to see the evolution of the syntagma and its relationship with medical
schools.
Key Words: Infinitive, Corpus Hippocraticum, Cos, Cnidos.

Introducción

En la evolución del infinitivo¹ ocupa un lugar destacado la creación del infinitivo


articulado, que alcanza su punto culminante entre el siglo v y el iv a.C². A estas
fechas corresponde igualmente la redacción del núcleo antiguo del Corpus
Hippocraticum (C.H.), por lo que, en principio, es de esperar que en él se
encuentren rastros del proceso de su creación. Con esa idea abordamos esta
ofrenda a Emilio Crespo entre cuyos afanes figura también el infinitivo³.
Los primeros ejemplos seguros del valor articular de τό acompañando al
infinitivo se encuentran en la lírica (Burguière 1960: 100–101). En Píndaro
hay dos ejemplos donde la partícula δέ se coloca después del grupo artículo +
infinitivo (art + inf), indicando así que este grupo se siente como una unidad
(τὸ διδάξασθαι δέ τοι εἰδότι ῥᾴτερον, Pind. O. 8.59, cf. Pind. P. 2.56).
Para Burguière (1960: 102) el origen de esta construcción se debe a dos usos
frecuentes: el desarrollo mediante un infinitivo explicativo de una palabra
¹ Cf. Burguière 1960. Para la elaboración de este trabajo, que forma parte del proyecto de inves-
tigación «La medicina hipocrática y sus continuadores. Estudios filológicos», FFI2017-82151-P,
financiado por el MEIC, hemos utilizado las obras de Gildersleeve 1878, Weiske 1882, Behrendt
1886, Birklein 1888, Krapp 1892, Stahl 1907, Vendryès 1944, Aalto 1953, Gil 1956, Burguière 1960,
Kurzová 1968, Heiny 1973 y Burk 2004.
² Cf. Burguière 1960: 99–145.
³ Cf. Crespo Güemes 1984.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 242 — #242

Ignacio Rodríguez Alfageme

comodín que suele ser τό y la tendencia a coordinar paralelamente nombres


e infinitivos como sujetos de verbos de estado o pasivos. La tragedia (Esquilo,
Sófocles) muestra una alternancia entre el infinitivo sin artículo y con él en
contextos equivalentes, lo que indica que el giro art + inf era una innovación.
La función articular propia de estas construcciones va unida a la pérdida o debi-
litamiento del valor demostrativo en τό, que ha tenido siempre la competencia
de oὗτος y ὅδε⁴.
En el C.H. hay 263 ejemplos de art + inf (incluyendo las Cartas), que estudia-
mos en tres apartados: 1. τό, 2. τοῦ y 3. τῷ.

1. Τό (150 ejemplos)

De ellos 82 sirven de sujeto: 51 son oraciones nominales sin cópula⁵, 21 van con
un verbo copulativo (casi siempre εἰμί) y 15 con otros verbos activos⁶ o pasivos⁷
(dos de ellos son genitivos absolutos)⁸. La construcción más frecuente y antigua,
ya que tiene su antecedente en el propio Homero, es la oración nominal sin
cópula, aunque no ocurre lo mismo en el C. H. Suelen ser máximas relacionadas
con el pronóstico asociado a un síntoma: τὸ ἐπιρριγοῦν τουτέοισιν ὀλέθριον,
Prorrh. 1 9 (cf. Prog. 3).
Lógicamente estas son propias de los tratados aforísticos y los relacionados
con el pronóstico, pero también aparecen esporádicamente en otros, como Fra
y Vic. Su frecuencia es menor en los tratados antiguos frente a los del siglo iii,
como Aph y Coac. Asimismo, dan una idea de su carácter los atributos, que son,
ordenados de menor a mayor, κινδυνώδης, σφαλερόν, βλάϐη, μοχθηρόν, πονη-
ρόν, σπασμῶδες, κακόν, κάκιστον, ὀλέθριον, θανάσιμον; sus antónimos son
menos variados y frecuentes (ἀγαθόν, οὐδὲν δεινόν, ἄκοπον, πρέπον). Abun-
dan en esta lista los términos generales o referidos a los síntomas (σπασμῶδες,
ἄκοπον).
Distinto carácter tienen las oraciones con cópula (21), más frecuentes en
los tratados del siglo v y iv y casi inexistentes en los tardíos⁹, y expresan
afirmaciones referidas a un tratamiento: ἀγαθὸν γὰρ φάρμακόν ἐστιν ἐνίοτε

⁴ Cf. παύροις… ἀνδρῶν ἐστι συγγενὲς τόδε / φίλον… ἄνευ φθόνου σέϐειν (A. A. 832–833), Burguière
1960: 101.
⁵ Hemos incluido aquí los 2 ejemplos en los que se ha omitido el atributo o el verbo.
⁶ Los siguientes: δοκεῖ, θάλλω, παρακολουθέω, ποιέω, σημαίνω y ὠφελέω.
⁷ A saber: γινώσκομαι, ἐκλύομαι, εὐπορέομαι, κρίνεται y πρόκειμαι.
⁸ En realidad se trata de la misma frase que se toma de Superf. 29 literalmente en el estrato D de
Mul. 271, μὴ καλῶς ἔχοντος τοῦ δέχεσθαι.
⁹ Hay 4 ejemplos que se reparten entre Ep., Decent. y Dieb. Judic.

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El infinitivo articular en el Corpus Hippocraticum

καὶ τὸ μηδὲν προσφέρειν, Art. 40. En un caso el infinitivo viene precedido de


οὗτος: ἐπιτυγχάνειν τε γὰρ τοῦτ᾽ ἐστὶ τὸ καλῶς ποιεῖν, Loc.Hom. 46.
La presencia del artículo muestra que la construcción art + inf está plena-
mente desarrollada, ya que desde Homero tenemos atestiguada esta misma
combinación sin el artículo¹⁰.
Su carácter se manifiesta también en los atributos; suelen afirmar que una
acción o tratamiento está bien (εὐπαίδευτον, κατὰ λόγον, ἀγαθόν, εὔφορον,
μέγιστον, ἄκος), o su cualidad (ὑπεναντίον, Loc.Hom. 46), y en algunos casos,
la imposibilidad de cumplir una función (αὐτῇ ἐν ἀμηχάνῳ τὸ ὀφθῆναι ἦν, de
Arte 12).
Los otros predicados pertenecen a ámbitos diversos, aunque hay un grupo en
los tratados antiguos (12 de 15) de verbos de opinión (κρίνεται, δοκεῖ, ἐγνώσθη).
Los demás no forman un grupo semántico coherente.

1.1. Hay 11 ejemplos de infinitivo complemento directo y uno solo de genitivo


con un verbo que rige ese caso (τοῦ… διαψύχεσθαι… μετέχουσιν, Nat.Hom. 415).
Son antiguos los ejemplos (11) de infinitivo c.d. o primer complemento¹¹;
hay tres de doble acusativo con los verbos ἐπικαλέω y ποιέομαι¹² y los demás
suelen ser verbos de pensamiento (αἰτιάομαι, αἱρέομαι, νομίζω, μανθάνω,
σκοπέω, γινώσκω)¹³. Hay construcciones de doble acusativo del tipo τοῦτο
νομίζων τὸ κατὰ φύσιν εἶναι (Fract. 3), o εἰσί τινες οἳ τέχνην πεποίηνται τὸ τὰς
τέχνας αἰσχροεπεῖν (de Arte 1), pero lo normal es encontrar construcciones
como Morb.Sacr. (12) τὸ γὰρ αἰσχύνεσθαι παῖδες ὄντες οὔπω γινώσκουσιν
(γιγνώσκω se usa normalmente con un infinitivo sin artículo).

1.2. Hay 63 infinitivos con preposición: εἰς (18), διά (15) y πρός (23) y algunos
ejemplos de ἐπί, περί, κατά y μετά. διά sirve para indicar la causa y εἰς, lo
mismo que ἐπί, la finalidad con verbos que no indican dirección: βραδύπορόν
τε γάρ ἐστι διὰ τὸ ὑπόψυχρον καὶ ἄπεπτον εἶναι, Acut. 17 (cf. Alim. 34).
πρός se construye frecuentemente con verbos de movimiento, ἔρχομαι,
προσάγω, φέρω, ξυμϐάλλω, ἀνακινέω, pero también con verbos de cualquier
otra categoría con valor final: ἡ δ᾽ ἢν μὲν ἀρκέσῃ πρὸς τὸ ὀφθῆναι, ἐξαρκέσει
καὶ πρὸς τὸ ἰαθῆναι, de Arte 11 (cf. Acut. 12).
A medio camino se encuentran aquellos casos donde se percibe que el
valor final surge del empleo metafórico del local: πρὸς δὲ τὸ ὀδοντοφυεῖν
προσάγουσιν, Aph. 3, 25.
¹⁰ τοῦτο φίλον μακάρεσσι θεοῖσι | νοστῆσαι Ὀδυσσέα (Hom. Od. 1.82), cf. Chantraine 1963: 305.
¹¹ Hay un solo ejemplo en genitivo dependiente del verbo μετέχω.
¹² En Prorrh. 1 121 los dos primeros, y en de Arte 1, el tercero.
¹³ Solo καταμελετάω (de Arte 131) queda fuera de este grupo.

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Ignacio Rodríguez Alfageme

Así, el valor final o local depende del significado del verbo al que comple-
menta el sintagma preposicional.

2. Τοῦ (69)

Sirve como determinación nominal en 20 casos: οὔτε γὰρ τοῦ κατατείνεσθαι


ἄκος ἐστὶ τὸ προσδεδέσθαι τὸν πόδα, Fract. 30.
O bien se usa para formar el segundo término de comparación, como en el ca-
so (único) de Prog. 1: τοῦτο γὰρ τοῦ προγιγνώσκειν τὰ μέλλοντα ἀποϐήσεσθαι
κρέσσον ἂν ἦν.
También lo encontramos determinando un adverbio comparativo: καὶ τὸ
εὐωχέεσθαι ὁμοίως τοῦ λοῦσθαι ποιεῖ, Loc.Hom. 43.
Junto a los ejemplos de este estilo hay algunos que están en el origen de la
construcción final en el giro τοῦ μή + inf: καὶ κατὰ μὲν τὴν ἀπορίην αὐτοῖσι
τοῦ μὴ γινώσκειν τὸ θεῖον αὐτῇ διασώζεται, Morb.Sacr. 1, καὶ προϐαλλόμενοι
τὸ θεῖον τῆς ἀμηχανίης τοῦ μὴ ἴσχειν, MS 1.
En los dos ejemplos, ambos de Morb.Sacr., el infinitivo depende de un sustan-
tivo que indica un obstáculo, lo que coincide con su construcción con verbos
de impedimento¹⁴. Pero, la presencia de un sustantivo en todos los ejemplos
excluye la posibilidad de interpretarlos como infinitivos con valor final. En
otras palabras, no hay en todo el C.H. un solo ejemplo de τοῦ + inf con valor
final. También puede emplearse para formar el sujeto de un genitivo absoluto
(Superf. 29, Mul. D 217).

2.1. Hay 45 ejemplos de genitivo con preposición: ἐκ (16) y πρό (8), ἄνευ (1),
ἀντί (2), ἀπό (7), διά (2), εἵνεκα (4), μετά (1), περί (4) y ὑπό (2). La sucesión
temporal se indica con πρό y μετά¹⁵, la causa con ἀπό, ἐκ, εἵνεκα y διά, la
ausencia con ἄνευ, la sustitución con ἀντί y con περί el asunto de referencia¹⁶.
Los ejemplos más frecuentes son los causales:

(1) ἀπὸ μὲν γὰρ τοῦ κρατεῖσθαι ὁκοτερονοῦν νοῦσοι ἐγγίνονται (Vict. 69).

(2) ἐμϐολαὶ δὲ, ἐκ τοῦ ξυγκεκάμφθαι (Art. 82).

(3) εἰ οὖν τις τῇ μὲν ἐπιδέσει χρῷτο τῇ νομίμῃ τοῦ ταχέως ξυναλθεσθῆναι
εἵνεκα (Art. 14).
¹⁴ Su importancia reside en que esta construcción está en la base sobre la que se creó el sintagma
τοῦ + inf con valor final en época de Tucídides cf. Gil 1953: 54.
¹⁵ Solo aparece en de Arte 11, donde la atribución ἐνεργοί puede interpretarse como simultánea
o posterior a la acción del infinitivo.
¹⁶ Estas dos solo aparecen en pasajes únicos, Prog. 24, la primera y Art. 58, la segunda.

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El infinitivo articular en el Corpus Hippocraticum

(4) ὅσα μὲν ἀπόστασιν ποιήσαιτο διὰ τοῦ ἐκπυῆσαι (Epid. 3 3.4).

Los dos primeros se refieren al origen de las enfermedades, la salud, o la reduc-


ción de una dislocación de rodilla en el último caso; εἵνεκα señala la intención de
la terapia y διά//, la causa en general. La idea de causa expresada por estas cons-
trucciones es propia de tratados coicos (Fract., Art., Mochl., Prog., Epid. 5, Epid. 7,
Aph.) y, entre los que se consideran cnidios, aparece exclusivamente en el estra-
to B de Mul., que muestra contactos con la escuela de Cos (Grensemann 1982: 3).

2.2. Hay un único ejemplo de segundo término de la comparación, dos ejem-


plos de sujeto en genitivo absoluto y uno que sirve de primer complemento
del verbo μετέχω.

3. Τῷ (29)

Hay 9 casos de dativo sin preposición. De ellos uno es segundo término de


comparación de igualdad.
Los usos de τῷ sin preposición se limitan a instrumentales con los verbos
γιγνώσκω, ὠφελέω, ὁρίζω y σημαίνω y, como en el caso anterior, solo aparecen
en el tratado de Arte (6 de un total de 9) y en los coicos; entre ellos 1 es una
aposición al pronombre τούτῳ, que reproducimos aquí junto con un ejemplo
de instrumental:

(5) εἰ τούτῳ τις σημανεῖται τὴν τῶν καμνόντων νοῦσον, τῷ ἕτερον ἑτέρου
διαφέρειν τι, (Acut. 1).

(6) τὰ γὰρ τῷ ὠφελῆσθαι καὶ τὰ τῷ βεϐλάφθαι ὡρισμένα οὐ πᾶς ἱκανὸς γνῶναι


(de Arte 5).

(7) Hay un dativo segundo término de comparación de igualdad: ὅμοιον τῷ


δείλης παροξύνεσθαι, Epid 1 2.4.

3.1. Los 20 restantes llevan preposición; ἐν (12), πρός (4), y sendos pares de
ejemplos de ἅμα y ἀμφί. Salvo tres que se encuentran en el tardío Dent. y uno
en las Cartas (Ep.), todos los demás pertenecen a tratados coicos (Coac., Epid.
7, Fract., Prorrh. 1 y Prorrh. 2) y a de Arte; ἅμα se usa para indicar coincidencia
de procesos; ἀμφί funciona como sinónimo de περί para indicar el punto de
referencia. La mayoría (12) se construye con ἐν para indicar el lugar o el tiempo:
καὶ ἀσθμαίνειν ἐν τῷ διαλέγεσθαι ὁμοίως κυναγχικῷ βραγχώδει, Epid. 7 1.9.

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Ignacio Rodríguez Alfageme

Los casos oblicuos y el acusativo disminuyen con el tiempo. Están casi equili-
brados los ejemplos con preposición (128) y los que carecen de ella (133). Pero,
estas cifras solo ofrecen un panorama general que requiere precisiones por
la complejidad estilística y cronológica del C.H. Con respecto a la primera,
estos sintagmas se encuentran en todos los géneros (ensayos, teóricos, técnicos,
notas, cartas y discursos). de Arte ocupa un lugar especial¹⁷, ya que acumula en
dos capítulos (5 y 9) la mayor parte de los ejemplos con τῷ y ofrece un ejemplo
de infinitivo de aoristo, que es propio de los tratados del siglo iv (Morb. 1, Prorrh.
1, Epid. 7, VM, y el más tardío Decent.)¹⁸. La pertenencia de estos tratados a la
escuela de Cos o a la de Cnidos parece jugar un papel determinante. En efecto,
son más frecuentes en los coicos, y en los cnidios son anecdóticos; así hay
sendos ejemplos aislados en Morb. 2, Aff., Morb. 3, Mul. R, y algunos en Genit.
(4) e Int. (6). Entre los ginecológicos solo se encuentra en Mul. B, que emplea la
teoría meteorológica, y en Mul. C, probablemente compuesto por un médico
de Cos. Estos hechos invitan a pensar que estos tratados cnidios son los más
recientes de la escuela.
Arte tiene otras aristas, entre otras razones porque es un discurso. En cual-
quier caso, si comparamos el abundante uso que hace de τῷ + inf con los
prosistas de los siglos v–iv, hay que pensar que es relativamente reciente.
A esto se puede añadir la presencia de construcciones de art + inf complejas
sin paralelo hasta Platón, como τὸ δὲ λόγων οὐ καλῶν τέχνῃ τὰ τοῖς ἄλλοις
εὑρημένα αἰσχύνειν προθυμεῖσθαι, de Arte 1, o el uso con valor final de ἐς τό
(de Arte 1) y la presencia de rasgos que son más frecuentes en el s. iv (Willi 2003:
145–148): adjetivos en -τέον, compuestos en -έω, nombres en -μα, abstractos
en -της formados a partir de adjetivos (στερεότης), perífrasis de abstracto
con auxiliar (τὴν ἀπόδειξιν ποιήσομαι) y formas áticas como νόσημα, νοσέω.
En Heródoto hay un solo ejemplo de τῷ + inf¹⁹, en Aristófanes²⁰, tres; frente
a ello, en Tucídides hay 19 y en Demóstenes 84²¹. También la combinación con
¹⁷ Lo mismo ocurre con la alta frecuencia de partículas, cf. Maloney 1981: 21, un rasgo que comparte
con Prorrh. 1, y los rasgos fonéticos y morfológicos, cf. Mendoza 1976. Sobre sus características
y su atribución, vid. Jouanna 1988: 177–184.
¹⁸ Es de notar que VM es también un discurso.
¹⁹ ἐν δὲ τῷ ἐπισχεῖν ἔνεστι ἀγαθά (8.10). Gildersleeve 1878: 14 afirma que solo hay en este autor 32
ejemplos de infinitivo articulado, pero solo menciona ejemplos de nominativo, acusativo y genitivo;
Burguière 1960: 123 habla de 35. Los datos que he podido comprobar arrojan las siguientes cifras:
τό + inf = 28 (1 de ellos con preposición ἐς y 2 con μετά), τοῦ + inf = 8 (4 con preposición ἀντί), τῷ
+ inf = 1 ejemplo con preposición ἐν.
²⁰ Cf. Birklein 1888: 38.
²¹ Vid. Burguière 1960: 123, quien también cuenta 51 ejemplos de genitivo en Tucídides. Behrendt
1886 da las siguientes cifras: 292 art + inf, de los cuales 152 en la narración y 140 en los discursos.
Las combinaciones más frecuentes con preposición son estas: διὰ τό, 62, ἐς τό (22), πρὸς τό (8), ἐκ
τοῦ (14), περὶ τοῦ (13), ἐπὶ τῷ (8).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 247 — #247

El infinitivo articular en el Corpus Hippocraticum

preposiciones muestra que la lengua del C.H. está en un grado de evolución


más avanzado que el de Heródoto²²; en él τό + inf solo aparece con εἰς y μετά,
el genitivo con ἀντί, περί y πλήν, y el dativo con ἐν.
La distribución cronológica del infinitivo articular ofrece los siguientes datos
a los que hemos adjuntado la frecuencia de uso de acuerdo con la cronología
generalmente aceptada para los tratados hipocráticos²³:

Siglo total inf. %


v 96 0,0007
iv 95 0,0008
iii 45 0,0019
post iii 28 0,0021

Hay una disminución progresiva en cifras absolutas, lo que puede ser enga-
ñoso. De hecho las frecuencias indican que hay una progresión que culmina
en los últimos tratados del C. H., pero, el análisis más detallado de las distintas
combinaciones muestra un panorama más matizado:

τό n. τό a. prep. + τό τοῦ prep.+ τοῦ τῷ prep.+ τῷ


s. v 18²⁴ 3 26 12 32 1 4
s. iv 32²⁵ 5 23 6 14 8 7
s. iii 33²⁶ 0 7 0 1 0 4
p. iii 7²⁷ 2 7 6 1 0 5

En el siglo iii no hay ningún ejemplo de complemento y en época posterior


esta tendencia se confirma. Parece, pues, que art + inf se especializa a partir
del siglo iv en los giros preposicionales y en las oraciones copulativas prepon-
derando las oraciones nominales puras (43 de 73, según los ejemplos del s. iii
y los posteriores). La razón de esta distribución ha de verse en el hecho de que
pertenecen a esta época los dos tratados aforísticos del C.H., Aph. y Coac. Am-
bos por sí solos acumulan 31 oraciones nominales puras. En los posteriores, en

²² Cf. Heiny 1973: 13–14, Krapp 1892: 1–13 passim, Burguière 1960: 123, Birklein 1888: 51–52.
²³ Se corresponde con la que ofrece Jouanna 1992: 527–563, con algunas modificaciones, tomadas de
las ediciones más recientes. He incluido en el siglo iv el tratado de Arte por las razones que se
exponen más adelante. Se ha excluido el espúreo Septim. (Sp).
²⁴ 1 oración sin cópula, 4 con cópula y 2 con predicado verbal.
²⁵ 1 atributo, 1 sujeto de predicado verbal; el resto (31) son oraciones nominales sin cópula.
²⁶ Hay 3 atributos, en 8 sirve de sujeto de un predicado verbal, en 20 de oración nominal (de ellas 13
son oraciones sin cópula) y hay un infinitivo absoluto Morb. 1, 5).
²⁷ 16 son oraciones copulativas (6 nominales sin cópula).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 248 — #248

Ignacio Rodríguez Alfageme

cambio, estas casi desaparecen, y perduran con fuerza los usos con preposición
(13 de 28). Si descontamos estas 31, la proporción varía sensiblemente: 12 de
42 para el conjunto y 2 de 14 para el siglo iii. Es decir, el giro art + inf rinde
sobre todo como complemento preposicional.
Por lo que respecta a la distribución de los tiempos verbales, hay 12 ejemplos
de perfecto: estado resultante (γεγράφθαι, βεϐλάφθαι, προσδεδέσθαι), y per-
duración de acción (ἐρρῶσθαι). Los aoristos (14) suelen tener valor general,
aunque es posible ver un valor initivo en Prorrh. 1.66 (καὶ τὸ ἐπιρριγῶσαι,
κακόν), y terminativo en Epid. 6 8.32: ἐδόκει δὲ πᾶσι τοῖσιν ἰητροῖσιν, οἷσι
κἀγὼ ἐνέτυχον, μία ἐλπὶς εἶναι τοῦ γυναικωθῆναι, εἰ τὰ κατὰ φύσιν ἔλθοι.
Los presentes pueden tener valor durativo, como τὸ διαμένειν, donde el
prefijo viene a resaltarlo, pero la mayor parte corresponde a un valor general,
incluso hay ejemplos acompañados del adverbio αἰεί (Prog. 3) o de ἐξαπίνης
(Aph. 2.52). Para el valor incoativo véase: ἐνίοτε δὲ ὑπὸ τοῦ πνίγματος καὶ τῆς
προθυμίης τοῦ βήσσειν ἀθρόον ἤμεσε χολήν, Int. 12²⁸, («Y a veces, por por el
ahogo y el deseo de romper a toser vomita bilis de golpe»).
El contraste entre aoristo y presente queda claro en este ejemplo: ἐμοὶ δὲ τὸ
μέν τι τῶν μὴ εὑρημένων ἐξευρίσκειν, ὅ τι καὶ εὑρεθὲν κρέσσον ᾖ ἢ ἀνεξεύρετον,
de Arte 1.
Hay 2 ejemplos en los que el infinitivo aparece coordinado con un nombre,
lo que indica que el proceso de nominalización está completo y hace pensar
que ambos son coetáneos:

ἐλλέϐορος οὐκ ὠφέλησεν, ἀλλὰ ὀλιγοσιτίη, ἀλλὰ τὸ συμπιασθῆναι (Epid 7 68).

παρέχει γὰρ ἑωυτῶν τῇ τε ὄψει τῷ τε ψαῦσαι τῆς στερεότητος καὶ τῆς


ὑγρότητος αἰσθάνεσθαι, γνῶναι (de Arte 9).

4. Conclusiones

En fin, el uso art + inf está en relación con la tradición médica del tratado.
Esto puede interpretarse como un rasgo estilístico, sin descartar que la fecha
de composición influya o incluso sea determinante. Entre los tratados cnidios
no hacen uso de esta construcción Morb. 1, Mul. A, Haem., Fist., y entre los
coicos, Aer., Epid. 1, VC, Hum., Oct., Septim., Ulc., a los que se añaden otros
no atribuibles a una escuela determinada (Flat., Carn. y Liqu.)²⁹. Al respecto
es necesario advertir que la ausencia de art + inf no prueba nada: solo se

²⁸ Cf. también de Arte 1.


²⁹ Sin contar los tratados posteriores al siglo iv.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 249 — #249

El infinitivo articular en el Corpus Hippocraticum

puede sacar alguna conclusión de su presencia. Y su evolución aboga por una


datación próxima a finales del siglo v e inicios del iv, cuando el sintagma está
más desarrollado. Sobre ello conviene recordar que en Aristófanes se ve una
progresión, desde la ausencia de Acarnienses hasta los 17 ejemplos de Pluto³⁰.
Y en el propio C.H. las construcciones de infinitivo complejas (las que incluyen
dos complementos o más), son mucho más frecuentes en el siglo iv³¹.
El infinitivo acompañado de preposición está presente desde los tratados
más antiguos, incluso aparece el dativo en Fract. Hay algunos casos de rasgos
exclusivos. Así, los infinitivos articulados con ἀμφί, περί, ἐπί, solo aparecen
en Fract. y Aph., y εἵνεκα en Art. y Praec. Otras construcciones tienen una
distribución más amplia, como el agente con ἀπό + inf, que aparece en Art.,
Vict. y Mul. B, lo que es un indicio más sobre el estilo de esta última obra.
Así pues, el C.H. permite seguir la evolución del infinitivo articular a lo largo
de los años, arroja un nuevo aspecto sobre el estilo de las escuelas médicas
y sugiere cambios en la cronología de algún tratado. El uso de art + inf depende
tanto de un factor estilístico, como de uno cronológico. Valorar en cada caso cuál
de ambos predomina requiere la consideración de otros rasgos característicos
del tratado en cuestión. Los datos que ofrece el C. H. permiten entrever el
anuncio de su decadencia al perderse los usos más antiguos y especializarse
en las construcciones preposicionales³², que entran en competencia con las
oraciones subordinadas, especialmente causales y finales.

Referencias bibliográfícas

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Allen, H. F. (1907): The use of the infinitive in Polybius compared with the use of the
infinitive in biblical Greek, Chicago.

³⁰ Cf. Birklein 1888: 38–9. Aunque en las demás comedias no se puede determinar una evolución
temporal, la construcción de art + inf es más frecuente allí donde la retórica está más presente
(Nub., Vesp., Ran.), y los casos oblicuos siguen una pauta semejante (el dativo solo aparece en Nub.,
Plut. y en el fr. 711 como segundo término de la comparación con ἴσον). En Vesp. dos ejemplos
se encuentran en la explicación del asunto cómico (vv. 89 y 94), otros tres en el proagón (vv. 702,
762, 982), otro en la parábasis (v. 1045) y los otros dos en el final de una escena yámbica y en el
estásimo que le sigue (vv. 1253, 1457); estos dos últimos casos son oraciones nominales puras
(1253, κακόν τὸ πίνειν) y con frecuencia es lenguaje jurídico (p. e. v. 762, τοῦ μὴ δικάζειν; cf. vv. 89,
94); si tenemos en cuenta que este modo de expresión pertenece a una lengua elevada, entonces el
uso que hace Filocleón de ella en el v. 982, τὸ ῥοφεῖν, explota el efecto cómico de mezclar la forma
culta con el significado vulgar.
³¹ Me refiero a tipos como el de Epid. 7 1.9, ἐν τῷ διαλέγεσθαι ὁμοίως κυναγχικῷ βραγχώδει, o el de
Decent. 3, καὶ τὸ ἐν νῷ πρὸς ἑωυτοὺς διακεῖσθαι.
³² En Polibio el 65 % son construcciones preposicionales, cf. Allen 1907: 47–48.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 250 — #250

Ignacio Rodríguez Alfageme

Behrendt, G. (1886): Über den Gebrauch des Infinitivs mit Artikel bei Thukidides, Berlín.
Birklein, F. (1888): Entwicklungsgeschichte des substantivierten Infinitivs, Wurzburgo.
Burguière, P. (1960): Histoire de l’infinitif grec, París.
Burk, D. R. (2004): A linguistic analysis of the articular infinitive in New Testament Greek,
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Chantraine, P. (1963): Grammaire homérique. II, Syntaxe, París.
Crespo Güemes, E. (1984): «On the system of substantive clauses in ancient Greek»,
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Jouanna, J. (1992): Hippocrate, París.
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 251 — #251

Χρή directivo en Eurípides


Sandra Rodríguez Piedrabuena
Universidad de Sevilla
spiedrabuena@us.es

Resumen: Los modales directivos han sido considerados como una alternativa al imperativo
para expresar órdenes de manera indirecta. Sin embargo, al establecer criterios para advertir
cuándo los modales deónticos son directivos, analizar su distribución por tipo de participante
y comparar los usos deónticos directivos con los no directivos, es posible invertir el planteamiento.
Es decir, el dominio de χρή directivo, el caso de estudio que nos ocupa, es más restringido que el del
imperativo. Mientras que χρή directivo expresa actos directivos impositivos (órdenes y peticiones),
el espectro del imperativo es más amplio, abarcando los no impositivos (consejos, recomendaciones,
invitaciones).
Palabras clave: Modalidad deóntica, perífrasis de infinitivo, órdenes, correferencia.

Directive χρή in Euripides


Abstract: Directive modals have been considered as a more indirect alternative to imperatives for
the expression of orders. However, this idea can be reversed by establishing criteria to pin down the
cases of directive deontic modals, as well as by analysing their distribution per character type and
by comparing directive with non-directive deontic modals. Thus, directive χρή is of a narrower
scope than the imperative; while directive χρή conveys impositive directive speech acts (orders
and requests), the imperative also performs non-impositive directives (advice, recommendations,
invitations).
Key Words: Deontic modality, infinitive periphrasis, orders, coreference.

El Catedrático Emilio Crespo Güemes es un referente incuestionable para


la Filología Clásica en España y Europa. Me hace particular ilusión poder
participar en este homenaje con esta pequeña contribución.

1. Introducción

El modal χρή admite traducirse como «deber». Confluye parcialmente en


sus usos con δεῖ¹. Tanto χρή como δεῖ admiten la expresión de la modalidad
epistémica y deóntica², incluyendo el gradiente extremo esta última: el valor
¹ Sobre las perífrasis modales (ὀφέλλω, δέω y χρή), cf. Ruiz Yamuza 2008; cf. asimismo Denizot
2011: 400.
² Sobre χρή deóntico, cf. Ruiz Yamuza 2009: 158 ss.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 252 — #252

Sandra Rodríguez Piedrabuena

directivo para expresar una orden. Sintetizando mucho, la modalidad deóntica,


dentro de la que se clasifica χρή directivo, puede explicarse por contraposición
a la epistémica —aunque no hay una frontera discreta entre una y otra (Ruiz
Yamuza 2008: 14). En español la diferencia ha gramaticalizado en el régimen
del modal «deber»:

(1) Por lo que comes, debes de pesar 100 kilos.

(2) Por lo que comes, debes ir al médico.

(1) es epistémico mientras que (2) es deóntico. Los modales deónticos comparten
dos rasgos (Palmer 1986: 96): subjetividad y no factualidad. Tradicionalmente se
cree que los modales directivos son una alternativa al imperativo para expresar
una orden de manera indirecta (Goodell 1914, Bolkestein 1980: 33, 37 y 80,
Denizot 2011: 399 ss., Pereira Rico 2011: 266 y 276).
La fuerza ilocutiva de χρή y si realmente expresa órdenes indirectas y miti-
gadas frente al imperativo puede comprobarse mediante su distribución por
tipo de participante y su comportamiento frente al modal δεῖ.

2. Χρή deóntico directivo y no directivo

2.1. Criterios de clasificación

El modal χρή (también δεῖ) es prototípicamente directivo en función de los


siguientes criterios³:

a) Aparece en oración principal.


b) No aparece en interrogación.
c) El sujeto del infinitivo es animado agente en segunda persona. La pre-
sencia de vocativos o del sujeto explícito (σε/σοι) son indicadores más
prototípicos (Coates 1983: 36–37, Haverkate 1984: 19).
d) La negación afecta a la modalidad y no al contenido proposicional, como
en la modalidad epistémica (Denizot 2011: 404).
e) El infinitivo es prototípicamente agentivo (transitivo).
f) La referencia del infinitivo implica cierto grado de futuridad.
g) Se considerará más prototípico en diálogo que en rhêsis. Este criterio, de
todas formas, no influye de manera homogénea debido a las convencio-
nes compositivas (por ejemplo, los dei ex machina intervienen mediante
rhéseis, apenas dándose la esticomitia).
³ Cf. análogamente Coates 1983: 33, Bolkestein 1980: 76–80, 158 n. 16.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 253 — #253

Χρή directivo en Eurípides

En función de estos criterios obtenemos los siguientes resultados en un corpus


de obras íntegras de Eurípides salvo Reso y excluyendo los estásima. El total de
ejemplos analizados (δεῖ, χρή y χρέων⁴) es de 446, ascendiendo a 549 al unirse
los 72 casos de χρῆν y los 31 de ἐχρῆν.
Como ya observó Ruiz Yamuza (2008: 180), la modalidad déontica predomina
en δεῖ y en χρή. Sin embargo, los ejemplos de χρή directivo según los criterios
expuestos son escasos (32 frente a 114 casos de χρή deóntico no directivo). Esto
es similar a la casi nula documentación en Eurípides de performativos para
expresar órdenes⁵. En este sentido, los resultados aquí obtenidos son análogos
a los de Coates (1983: 33): solo 1/14 de los valores no epistémicos son directivos.
La baja frecuencia de must directivo o performativo se explica, según la autora,
por su elevada fuerza ilocutiva.

2.2. Patrones de distribución de χρή directivo

Una vez determinado cuándo χρή es directivo se ha considerado el tipo de


participante. Pereira Rico (2001: 255–315) aporta uno de los pocos estudios en
tragedia que han abordado la manera de dar órdenes en griego en función de la
jerarquía social, la edad y el género. Como apuntaba, parece asumirse que las
perífrasis modales directivas son alternativas más educadas a los imperativos
(l.c. 266). Esto ocurre fundamentalmente por dos problemas metodológicos.
En primer lugar, se menciona el frecuente uso de estas perífrasis en términos
genéricos, lo cual es cierto, y la necesidad de determinar si son directivas o no
según el contexto. Sin embargo, no se llega a especificar ni a aplicar criterios
que ayuden a identificar dichos contextos. En segundo lugar, no se distingue
entre χρή y (ἔ)χρην⁶, llegando a traducir χρή como «debería» en lugar de como
«debe» (Pereira Rico 2011: 169) o de concluir que hay una orden en lugar de
un deseo imposible en E. Heracl. 959–960 (l.c. 263).
Al examinar la distribución de χρή sin discernir previamente cuándo es
directivo surgen perplejidades al comprobar que la perífrasis es una de las
formas propias de los dioses para dar órdenes y, al mismo tiempo, de los
personajes sin estatus (Pereira Rico 2011: 276):

⁴ El comportamiento de χρέων es asimilable al de χρή, cf. Ruiz Yamuza 2008: 164 ss. En Eurípides
no se documenta χρεόν.
⁵ Thomas 1995: 48: «People often avoid using an explicit performative since in many circumstances
it seems to imply an unequal power relationship».
⁶ Cuando no es deseo imposible (Ruiz Yamuza 2008: 169 ss.), «el rasgo […] que aporta la presencia
de pasado cuando se aplica a situaciones presentes no es siempre irrealidad sino atenuación»
(l.c. 175).

253
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 254 — #254

Sandra Rodríguez Piedrabuena

Con relación a la última de las estructuras [sc. perífrasis modales], sin em-
bargo, la conclusión podría sorprender, puesto que esta es la forma que
emplean también los personajes no libres, entendida como una estructura
menos directa de expresar la noción que aquí se presenta.

Como causa de dicha perplejidad, plantea que el uso de perífrasis:

Responde solo a un recurso estilístico de variatio por parte de Eurípides,


dado que se encuentran fundamentalmente en los mismos contextos en los
que aparecen las otras dos formas de imposición [sc. imperativo, futuro de
indicativo].

Frente a estos problemas, partiendo de la identificación de χρή directivo según


los criterios expuestos previamente y de su distribución por tipo de participante
no parece que χρή directivo sea mitigador⁷. Quizá por ser variante recesiva
frente a δεῖ (Ruiz Yamuza 2008: 98, Benardete 1965: 293, Goodell 1914: 101, 91),
χρή directivo queda como una forma que marca estatus en los usos directivos.
Es equiparable a must en los términos descritos por Coates (1983). Así, χρή
directivo aparece en las rhéseis de los dei ex machina. De la lista de tragedias con
epifanía en Eurípides (Taplin 1977: 444), todas contienen órdenes con perífrasis
modales (salvo Ártemis en Hipp. y Locura e Iris en HF, que en cualquier caso
no interactúan con el resto de personajes). Salvo Atenea (IT) y los Dioscuros
(Hel.), con δεῖ directivo, los demás casos presentan χρή directivo.
Esto contrasta con la teoría de Denizot (2011: 496), quien plantea la siguiente
gradación, supuestamente de la forma «más típica del acto directivo» a la
forma «más típica de la aserción»: λέγε – ἐρεῖς – χρή σε λέγειν – συμφέρει σε
λέγειν – λέγεις (cf. asimismo Bolkestein 1980: 26, 35). Ahora bien, plantear
el acto directivo y la aserción como dos extremos presenta dificultades. En
primer lugar, los performativos se formulan como aserciones y no por ello
su fuerza ilocutiva es menor (Thomas 1995: 48). En otras palabras, no hay
lugar para ubicar κελεύω σε λέγειν vel sim. en esta gradación. En segundo lugar,
imperativos como λέγε aparecen en boca de personajes de todo tipo mientras
que χρή σε λέγειν aparece eminentemente si el participante tiene un estatus
superior. Esto ocurre porque mientras que λέγε es metadirectivo (Risselada 1993:
44 ss.) y admite interpretarse, por ejemplo, como una exhortación o invitación
a tomar el turno, es más difícil interpretar χρή σε λέγειν en ese sentido (i.e. como

⁷ De los 32 ejemplos de χρή directivo 20 son de personajes con estatus superior a personajes con
estatus inferior. Todos los casos de χρέων directivo (12) son de personajes con estatus superior al
de sus destinatarios, cf. Benardete 1965: 286 n.1: «The distinction between χρή and δεῖ to “should”
and “must” is inadequate».

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Χρή directivo en Eurípides

un acto directivo no impositivo)⁸. En definitiva, sería paradójico interpretar


«dime» como una orden más directa que «debes decirme». El imperativo simple
admite expresar otros actos, como la invitación, mientras que las perífrasis
modales son más limitadas.
A propósito de Hom. Il. 16.721, Denizot (2011: 406) afirma que Apolo podría
haber empleado un imperativo pero que opta por el deóntico para ser menos
impositivo porque se ha disfrazado de Asio, tío materno de Héctor. Basta con
acabar de citar la declaración del dios disfrazado para ver que también usa el
imperativo, que alterna con el deóntico (Hom. Il. 16.724–725).
Por otra parte, se prefiere χρή con voc. a δεῖ (por ejemplo, Pl. Lg. 752e 4–7
frente a Pl. Lg. 754c 2–5, cf. Benardete 1965: 291–292), combinatoria propia de
los imperativos (Denizot 2011: 177 ss.). Además, Denizot (2011: 83 ss.) indica
las partículas más frecuentemente asociadas al imperativo a modo de IFIDs.
Algunas de ellas se asocian también a las estructuras con χρή directivo. La más
frecuente es ἀλλά (E. Alc. 1034, E. Supp. 1219, IA 638, Med. 950). Frente a ello,
no he fichado ningún ejemplo de δεῖ directivo con ἀλλά.
Según Bolkestein (1980: 41), cuando una oración es impresivo-directiva que-
dan excluidos modificadores modales del tipo fortasse, haud dubie o profecto,
o evaluativos como nimirum, bene o mirabile est. La incompatibilidad con el
imperativo es aducida como argumento para justificar la diferencia con los mo-
dales, en la idea de que estos solo potencialmente pueden expresar una orden
y que, por tanto, su fuerza ilocutiva es indirecta. Sin embargo, los ejemplos adu-
cidos de modales con este tipo de modificadores no son directivos bien porque el
sujeto es primera persona (Quint. Inst. 3.8.22, cf. Cic. Rep. 3.8), bien porque es
referencia genérica (Cic. Tim. 38). Es más, resulta difícil aducir ejemplos con
modales deónticos directivos según los criterios aquí propuestos que admitan
este tipo de modificadores. En esta muestra no hay ningún ejemplo de χρή
directivo con los modificadores equivalentes en griego, lo cual muestra que
los modales directivos presentan la misma incompatibilidad que se da en el
imperativo⁹.
Por otra parte, Brown y Levinson (1987: 191–192) consideran que la mo-
dalidad deóntica con sujeto expreso en segunda persona expresa un FTA
(face-threatening act) y que, por ello, en diversas lenguas se recurre a im-
personalizar (l.c. 270, 274–275). Ello puede dar cuenta de la tendencia de χρή

⁸ Labiano Ilundáin 2015: 412: «It was too quickly assumed that the imperative represents a directive
speech-act, because the mere presence of an imperative is not enough to say that the statement
has a directive force», cf. Denizot 2011: 118.
⁹ Desde el punto de vista tipológico, en algunas lenguas los imperativos proceden de gramaticaliza-
ciones de formas deónticas, cf. Bybee, Perkins & Pagliuca 1994: 211.

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Sandra Rodríguez Piedrabuena

y δεῖ a aparecer en contextos genéricos. En definitiva, parece difícil conside-


rar χρή directivo como orden indirecta, en tanto que, a su vez, cuenta con la
impersonalización como estrategia de mitigación.

2.3. Usos deónticos no directivos de χρή y δεῖ

Se ha considerado una diferencia entre χρή y δεῖ, a saber, la de una obligación


subjetiva (interna) frente a objetiva (externa) respectivamente¹⁰. Los ejemplos
en los que χρή no es directivo cuestionan dicha diferencia¹¹. En este sentido, de
los casos en los que χρή no es directivo destaca su funcionamiento frente a δεῖ
cuando hay correferencia (cuando el sujeto del infinitivo es correferente con el
del emisor). La correferencia de χρή y la de δεῖ no tiende a darse en los mismos
contextos: una la etiquetamos como correferencia en «contexto interactivo»
y la otra en «contexto no interactivo», respectivamente.
En los ejemplos de correferencia en contexto interactivo destaca χρή frente
a δεῖ¹². En ellos, el sujeto del infinitivo es correferente con el hablante (με,
ἡμᾶς) a expensas de la aprobación del interlocutor. Aparecen generalmente en
dos estructuras mitigadoras:

a) Preguntas de «conducta/permiso» (por ejemplo, E. Hel. 1083, Ion 971, IA


1014, 1366), en lugar de aporéticas (Mastronarde 1979: 7–18), frecuentemente
expresadas con δεῖ. Smyth (1920: §1807) ya advirtió este tipo de correferencia
(intercambiable con el subjuntivo deliberativo según él) pero sin diferenciar
χρή de δεῖ ni de las estructuras -τέον ἐστί. El ejemplo que proporciona es
ilustrativo de lo que aquí se propone. Lo emite el mensajero a expensas de una
orden de Deyanira (S. Tr. 390):

(3) ΑΓ. Ἡμεῖς δὲ προσμένωμεν; ἢ τί χρὴ ποεῖν; | ΔΗ. Μίμν’


Men. —¿Debemos nosotros esperar? ¿O qué debemos hacer? | De. —Quédate.

b) Condicionales «calificativas» (qualifying if clauses, Heringer 1976: 38–50):


condicionales cuya prótasis supone la condescendencia del interlocutor (por
ejemplo, E. IT 623, 1288).
¹⁰ Bernardete 1965: 285–286, Redard 1953: 40, 56, cf. Ruiz Yamuza 2008: 143 n.187.
¹¹ Por otra parte, la dimensión subjetividad/objetividad no parece relacionarse con la abstracción
semántica del modal sino con el valor epistémico o deóntico de la perífrasis: «In the majority of
cases Epistemic modals are subjective and Root modals are objective», cf. Coates 1983: 33.
¹² De los 114 casos de χρή déontico no directivo hay correferencia en 49. De esos 49, 37 aparecen en
contextos de correferencia interactiva mientras que 12 son no interactivos. Por el contrario, de los
46 casos de δεῖ deóntico no directivo con correferencia, solo 4 presentan correferencia interactiva
mientras que los 42 restantes son no interactivos.

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Χρή directivo en Eurípides

La correferencia en contexto no interactivo se da cuando el sujeto del infinitivo


es correferente con el hablante (με, ἡμᾶς) pero la obligación o necesidad no
dependen del interlocutor, es decir no se presenta como externa. Curiosamente
aquí predomina especialmente δεῖ, lo cual no parece apuntar a que δεῖ exprese
obligación «objetiva» o «externa» (e. g. E. El. 71, Andr. 833, Or. 672). En defini-
tiva, la correferencia en perífrasis con χρή se da de manera predominante en
contextos interactivos, a diferencia de δεῖ.

Figura 1 – Fuerza ilocutiva de χρή directivo; círculo negro: dominio del imperativo; círculo
punteado: dominio de χρή directivo.

3. Conclusiones

La presente aproximación es análoga en cuanto a método y resultados a aquella


sobre el modal must descrita por Coates (1983: 33). Las estructuras con χρή
directivo se ubicarían hacia el gradiente extremo de la escala en la expresión
de órdenes (pace Denizot 2011: 496).
Es posible representar la fuerza ilocutiva de χρή directivo (Fig. 1) en relación
a un esquema de actos directivos elaborado a partir de Haverkate (1984: 18–19).
Mientras que el dominio del imperativo en griego abarca el conjunto íntegro
de actos de habla directivos (círculo negro en Fig. 1), las perífrasis modales
con χρή directivo expresan eminentemente actos directivos impositivos, es

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Sandra Rodríguez Piedrabuena

decir órdenes y peticiones (círculo punteado en Fig. 1 en la página anterior). El


imperativo en griego es más neutro, en el sentido de que abarca actos directivos
no impositivos (consejos, recomendaciones e invitaciones). Esto, a su vez, es
acorde con las conclusiones alcanzadas por Pereira Rico (2001: 267), a saber,
que los imperativos se distribuyen en boca de participantes de todo tipo.
Frente a la distribución del imperativo, la de χρή directivo es más restringida,
estando limitada en la mayoría de los casos a participantes de mayor estatus con
respecto al interlocutor. Los usos propios de los participantes sin estatus son
aquellos con correferencia en contexto interactivo. Asimismo, los participantes
sin estatus tienden a utilizar la forma mitigada (ἐ)χρήν cuando hay referencia
a segunda persona o a anular la referencia a la segunda persona mediante
expresiones genéricas¹³.
La distribución de χρή directivo por tipo de participante, así como en general
el comportamiento de la perífrasis en interacción, plantea, al menos, el proble-
ma de postular la correlación entre acto de habla indirecto y perífrasis modal
en griego antiguo, en tanto que la fuerza ilocutiva de χρή directivo puede
ser mayor que la del simple imperativo, término no marcado (cf. Haverkate
1984: 35).
Todo ello obliga a cuestionar si se puede seguir planteando la delimitación
entre órdenes directas e indirectas exclusivamente en función de criterios mor-
fológicos. La serie de criterios supra especificados para identificar χρή directivo
(cf. supra 2.1), así como el análisis de la distribución por tipo de participante
parecen ser recursos más operativos para calcular la fuerza ilocutiva de una
expresión y su grado de directividad.

Referencias bibliográficas

Benardete, S. (1965): «Χρή and δεῖ in Plato and others», Glotta 43, 285–298.
Bolkestein, M. (1980): Problems in the Description of Modal Verbs, Assen, Van Gorcum.
Brown, P. & Levinson, S. C. (1987): Politeness: Some Universals in Language Use, Cam-
bridge, Cambridge University Press.
Bybee, J., Perkins, R. & Pagliuca, W. (1994): The evolution of grammar: tense, aspect, and
modality in the languages of the world, Chicago – Londres, University of Chicago
Press.
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Helm.
Denizot, C. (2011): Donner des ordres en grec ancien : étude linguistique des formes de
l’injonction, Mont-Saint-Aignan, Publications des Universités de Rouen et du Havre.
Goodell, T. D. (1914): «Χρή and δεῖ», CQ 8.2, 91–102.
¹³ Ejemplos de las diferencias de distribución son E. IA 307–316 e Ion 841–843.

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Χρή directivo en Eurípides

Haverkate, H. (1984): Speech Acts, Speakers and Hearers: Reference and referential
strategies in Spanish, Ámsterdam, John Benjamins.
Heringer, J. (1976): Some grammatical correlates of felicity conditions and presuppositions,
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Labiano Ilundáin, M. (2015): «οἶσθ’ ὃ δρᾶσον; Imperatives which do not command»,
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Zaragoza, Pórtico, 405–415.
Mastronarde, D. J. (1979): Contact and discontinuity: some conventions of speech and
action on the Greek tragic stage, Berkeley, University of California Press.
Palmer, F. R. (1986): Mood and modality, Cambridge, Cambridge University Press.
Pereira Rico, M. (2011): Variaciones lingüísticas debidas a factores de edad, género o jerar-
quía social en las tragedias de Eurípides, Universidad Autónoma de Madrid (tesis de
doctorado).
Redard, G. (1953): Recherches sur χρή, χρῆσθαι. Étude sémantique, París, H. Champion.
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Taplin, O. (1977): The stagecraft of Aeschylus: the dramatic use of exits and entrances in
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Tres adjetivos homéricos


Helena Rodríguez Somolinos
Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo (ILC-CSIC)
helena.rsomolinos@cchs.csic.es

Resumen: Se analizan tres adjetivos homéricos de significado discutido desde la antigüedad,


ejemplificando el trabajo lexicográfico sobre este tipo de palabras y la información relacionada
con ellas en el Diccionario Griego-Español (DGE).
Palabras clave: Homero, Diccionario Griego-Español, ἐξήλατος, ἐπαινή, ἐπάρουρος.

Three homeric adjectives


Abstract: Three Homeric adjectives, whose meaning is discussed since Antiquity are here analyzed,
as examples of the lexicographical work on this type of words and its related information in the
Greek-Spanish Dictionary (DGE).
Key Words: Homer, Greek-Spanish Dictionary, ἐξήλατος, ἐπαινή, ἐπάρουρος.

1. Introducción

En un trabajo reciente hemos analizado el verbo homérico ἐπαιγίζω, mal com-


prendido ya en la antigüedad, explicando cuál era su significado original más
verosímil, cuáles fueron las interpretaciones y reinterpretaciones que recibió
después de Homero y qué usos literarios posteriores muestran el verdadero
significado, frente a los que siguen la nueva interpretación¹. Es un ejemplo más
entre otros muchos términos homéricos mal entendidos en épocas posteriores
y por ello discutidos, a menudo reinterpretados e incluso alterados en su forma
como resultado de procesos fonéticos, de reanálisis sintáctico o de falso corte,
que en general los aproximaron etimológicamente a familias léxicas distintas
de aquellas de las que en origen procedían². Desde época alejandrina, comen-
taristas y lexicógrafos propusieron significados y etimologías a veces muy
diferentes y, a su vez, esta tradición interpretativa condicionó su uso literario
posterior. También, en gran medida, condicionó la comprensión moderna de
estas palabras y en consecuencia el modo en que aparecen recogidas en los
diccionarios.

¹ Rodríguez Somolinos 2019.


² Varios de ellos estudiados en el libro de Le Feuvre 2015.

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Helena Rodríguez Somolinos

A propósito de este verbo y del adjetivo ἐπίκλοπος, que forman parte de


la sección de vocabulario recogida en el volumen viii del Diccionario Griego-
Español (DGE), reflexionábamos sobre la labor del lexicógrafo en relación con
este tipo de palabras y los principios que seguimos en el DGE:

En estos casos el Diccionario Griego-Español (DGE) considera que es su


obligación hacer un esfuerzo por reunir la máxima información posible y po-
nerla a disposición del lector, siempre condensada en los límites reducidos
que exige una entrada de diccionario. Si el significado se discute desde la
Antigüedad, o si falta una explicación satisfactoria para la existencia de dos
significados sin relación de un mismo término, preferimos ofrecer todos los
datos, incluyendo las interpretaciones antiguas y las modernas que tengan
cierta aceptación o verosimilitud. Cuando se ha llegado recientemente a la
solución, o nosotros podemos aportar razones para apoyar una de las al-
ternativas existentes o incluso para formular propuestas propias, añadimos
también las interpretaciones tradicionales, porque son las que el lector va
a encontrar en la mayoría de las traducciones y estudios.

A continuación vamos a comentar tres adjetivos homéricos peculiares, también


recogidos en el volumen viii del DGE, para justificar el tratamiento lexico-
gráfico de estos términos cuya interpretación se discute desde antiguo. Si
bien constituyen casos muy diferentes entre sí, en todos ellos veremos que el
DGE ha perseguido ese afán de exhaustividad ampliando la documentación
y en ocasiones los significados, recogiendo las interpretaciones alternativas
de una cierta importancia, y añadiendo la aportación de la etimología cuando
ha sido necesario. Comenzaremos en los tres casos exponiendo el artículo
correspondiente del diccionario de Liddell-Scott-Jones (LSJ ).

2. ἐξήλατος

ἐξήλατος, -ον, beaten out, ἀσπίδα χαλκείην ἐξήλατον Hom. Il. 12.295.

La entrada de LSJ para este hápax de la Ilíada se limita a dar la traducción


«beaten out», es decir, «forjado»; a continuación, el contexto, que nos aclara
que se aplica a un escudo de bronce, y la cita. Aunque este significado es,
efectivamente, el más probable, LSJ (y LfrgrE s.u.) omiten que desde Aristarco
se discute si la palabra debe llevar espíritu suave o áspero, es decir, si debe ser
considerado compuesto de ἐξ- o del numeral ἕξ. Por Herodiano (Hdn.Gr. 3.82.39)
sabemos que ya Aristarco prefería esta segunda interpretación, entendiendo
que el numeral indicaba el número de capas de metal de que estaba compuesto

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Tres adjetivos homéricos

este escudo de Sarpedón: ᾿Aρίσταρχός φησιν ὡς δεῖ δασύνoντας πρoφέρεσθαι.


σημαίνει γὰρ κατὰ ἀριθμὸν ἐκ τoσoύτων ἐλασμάτων συγκειμένην αὐτήν.
Frente a ello, Zenódoto prefería el espíritu suave, preferencia que Herodiano
condenaba: ὁ δὲ Zηνόδoτoς, φησίν, ἔoικε ψιλῶς πρoφέρεσθαι, ἐκδεχόμενoς
τὴν ἐξηλασμένην, oὐκ εὖ. También Aristonico se oponía a Zenódoto y se
mostraba partidario del espíritu áspero: Zηνόδoτoς γράφει ἐξέλασ’ (v. 296)· ἐξ
oὗ φανερός ἐστι τὸ πρoκείμενoν ψιλῶς ἐνεγνωκὼς ἐξήλατoν· δεῖ δὲ δασέως,
ἵνα ἀριθμὸς δηλωθῇ (Ariston. ad Il. 12.294). Como apoyo a la idea del primer
elemento numeral, Herodiano aducía el escudo ἑπταϐόειος de Aquiles, aunque
es claro que la raíz de ἐλα- alude específicamente al trabajo del metal para
curvarlo. El lexicógrafo Hesiquio recoge las dos opciones, tanto en ε 3841
ἐξήλατoν· εὐπoίητoν. ἢ ἕξ πτυχὰς ἔχoν, como, de forma más ampliada en
ε 3845: ἐξήλατoν· ψιλῶς μὲν ἐξ ἐλασμάτων καὶ πτυχῶν συγκείμενoν· δασέως
δὲ ἑξάπτυχoν. Eustacio, tras mencionar el debate, dice, con buen sentido, que
si el escudo tuviera seis capas de metal sería muy pesado. En su opinión, el
preverbio ἐξ- indica la posición de las pieles «por fuera» por oposición a las
pieles por dentro, mencionadas en el verso 296 ἔντοσθεν δὲ βοείας ῥάψε
θαμειάς³. Los escolios a Homero recogen todas las explicaciones inclinándose,
según los casos, por una u otra.
DGE ha considerado oportuno reflejar este largo debate, en la forma más
condensada posible, añadiendo la segunda interpretación y recogiendo los
principales autores y pasajes que intervienen en él:

ἐξήλατoς, -oν forjado a martillo ἀσπίδα … χαλκείην ἐξήλατoν Il. 12.295,


pero tb. entendido como ἑξήλατος de seis capas de metal, Aristarch. en
Hdn.Gr. 82.39, Ariston. Il. 12.295, Hsch., Sch.Er.Il. 12.295, Eust. 905.60.

3. ἐπαινή

ἐπαινός, -ή, -όν, only in fem. ἐπαινή, awesome, epith. of Περσεφόνεια in Il.
9.457, Od. 10.491, al., Hes. Th. [768]; of Hecate, Luc. Nec. 9; of Demeter, prob.
in AP 11.42 (Crin.).

LSJ hace un lema masculino para este adjetivo, que solo aparece en Homero
y en un verso atetizado de Hesíodo como epíteto de Perséfone, y en unos pocos
autores posteriores, referido, al parecer, a otras diosas. En realidad, en Luc.
Nec.9, que describe un ritual de invocación a los muertos, también se aplica
a Perséfone: ἀνακραγὼν δαίμονάς τε ὁμοῦ πάντας ἐπεϐοᾶτο καὶ Ποινὰς καὶ
³ Idea aceptada por Hainsworth 1993: 350.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 264 — #264

Helena Rodríguez Somolinos

Ἐρινύας καὶ νυχίαν Ἑκάτην καὶ ἐπαινὴν Περσεφόνειαν (…), y en el epigrama


de Crinágoras se trataba de una conjetura de Escalígero que ni siquiera figura
en las ediciones modernas. Hoy en día podemos añadir a esta documentación
algunos epigramas funerarios tardíos que imitan el uso homérico aplicado
a Perséfone: IUrb.Rom. 1347.2, IGLS 15.389 (iii d.C.), SEG 20.395.3 (Siria iv d.C.),
etc., y en particular uno de Esmirna que innova, aplicándolo a la ribera del
Hades, en secuencia con otras divinidades infernales, entre ellas la misma
Core-Perséfone: Κούρῃ καὶ Πλούτωνι καὶ ἐπα〈ι〉νῇ Ἄϊδoς ἀκτῇ ISmyrna 550.1
(imper.).
En Homero el sentido negativo parece obligado y así lo reflejan los co-
mentaristas y lexicógrafos posteriores que entendieron la palabra, en primer
término, como una forma reforzada de αἰνή, glosándolo como δεινή ο ἐπίφοϐος⁴.
Las traducciones modernas habituales son «terrible», «atroz», «aterradora»
o similares.
Hay, sin embargo, una cita no recogida en LSJ en que aparece con un
significado claramente positivo. Se trata de Trifiodoro (Triph. 52), que habla
de Neoptólemo como ὑιὸς Ἀχιλλῆος καὶ ἐπαινῆς Δηιδαμείης. Este significado
positivo procede, lógicamente, de establecer una conexión directa con ἔπαινος,
ἐπαινέω, según la cual aquí ἐπαινή es «digna de elogio», «admirable»⁵. Como
en otros casos, el lexicógrafo Hesiquio resume ambos sentidos: Hsch. ε 4089
ἐπαινή· ἐπαινητή. ἢ δεινή, καὶ φοϐερά. No conservamos más empleos literarios
entre Homero y Trifiodoro que puedan ayudarnos a rastrear el proceso por el
que el término pasó a tener sentido positivo.
En época moderna parece haberse impuesto el acuerdo en que este epíteto es
resultado de un falso corte de la secuencia ἐπ’ αἰνή, en la que ἐπ’ adverbial tiene
el sentido «además», «también», pues siempre se da cuando Perséfone aparece
como la segunda de una pareja de divinidades⁶. Quizá se originó en Hom.
Il. 9.457 Ζεύς τε καταχθόνιος καὶ ἐπ’ αἰνὴ Περσεφόνεια «Zeus subterráneo
y también la terrible Perséfone». En cualquier caso, el falso corte sería muy
antiguo⁷.

⁴ Por ej. Sch.Gen. Il.9.457, los demás escolios al mismo pasaje y Eustacio, que añade una relación
con αἰανής, αἰανός como «oscuro», relacionándolos a su vez con αἴνιγμα (Eust. 763.64, 1665.10,
1878.8, etc.) El problema de considerarlo compuesto de ἐπ-αινή es que resulta difícil explicar el
significado del primer elemento ἐπ(ι)-, pues no parece existir el supuesto uso «intensivo» que LSJ
recogen s.u. ἐπί (G iii 4); ya Buttmann 1846: 61 hizo notar lo insólito de la formación y la falta de
explicación del preverbio.
⁵ Cf. el detallado comentario de Dubielzig 1996: 137.
⁶ Por lo que no parece adecuado, en principio, suplirlo en otras circunstancias, como se ha propuesto
para IUrb.Rom. 149.3 (ii/iii d.C.) y 1191.3.
⁷ Propuesto primero por Buttmann 1846: 60 ss., cf. Leumann 1950: 72, DELG s.u. αἰνός, LfrgrE s.u.,
Beekes 2010 s.u. y el tratamiento más reciente de la cuestión en Reece 2009: 32, n.5.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 265 — #265

Tres adjetivos homéricos

El significado negativo de Homero no fue discutido por los antiguos. Pero


sí es cierto que, junto a la explicación etimológica, aparentemente más fácil,
en relación con αἰνή, también hubo intentos de explicarlo en relación con
ἔπαινος, ἐπαινέω, por la similitud formal. A los evidentes obstáculos semánticos
implicados en esta etimologización se ofrecieron dos soluciones:

a) considerarlo derivado de ἐπαινέω pero utilizado en antífrasis, figura retó-


rica consistente en el empleo de una palabra por su opuesta, generalmente
por tabú lingüístico (cf. DGE s.u. ἀντίφρασις). Es la explicación más fre-
cuente en los escolios a Homero. Αsí, Sch. Il.9.457, tras exponer la anterior
interpretación ἐπαινὴ] ἐπίφοϐος, δεινή. αἰνὸν γάρ, τὸ δεινόν añade esta
segunda: ἢ ἣν οὐκ ἄν τις ἐπαινέσειεν· ἀντίφρασις, ὁ τρόπος. ἢ ὑπερϐολι-
κῶς, ἣν ἄν τις ἐπαινῶν παραιτήσαιτο, cf. tb. Sch.Er. Il. 9.457. El Sch. Od.
10.491 lo explica como eufemismo, comparando el nexo ἁγνὴ Περσεφό-
νεια en el propio Homero: ἐπαινῆς] δεινῆς, κατ’ εὐφημισμόν, ὡς ʽἁγνὴ
Περσεφόνεια’ (Od. 11.386).
b) considerarlo derivado de ἐπαινέω, pero entendiendo este verbo en el
sentido de «despreciar». Esta explicación da del término Plutarco (Plu.
2.22f–23a), a propósito del infinitivo αἰνεῖν en Hesíodo: τὸ μὲν γὰρ ʽαἰνεῖν’
σημαίνεται τὸ ἐπαινεῖν, αὐτῷ δὲ τῷ ἐπαινεῖν ἀντὶ τοῦ παραιτεῖσθαι νῦν
κέχρηται, καθάπερ ἐν τῇ συνηθείᾳ ʽκαλῶς’ φαμὲν ʽἔχειν’ καὶ ʽχαίρειν’
κελεύομεν, ὅταν μὴ δεώμεθα μηδὲ λαμϐάνωμεν. οὕτω δὲ καὶ τὴν ʽἐπαινὴν
Περσεφόνειαν’ ἔνιοί φασιν ὡς παραιτητὴν εἰρῆσθαι. (Hes. Op. 643). El
escolio al pasaje hesiódico recoge lo mismo: αἰνεῖν δέ τινες ἀντὶ τοῦ
παραιτεῖσθαι παρέλαϐον, τοῦ ʽχαίρειν’ λέγειν ἢ παρέρχεσθαι ἢ οὐχ
αἰνεῖν ὡς δεινήν, ὥσπερ ʽἐπαινὴ Περσεφόνεια’ (Sch.Hes. Op.643a).

Tan insólito sentido de ἐπαινέω procede, probablemente, de su uso como forma


educada de rechazar un ofrecimiento, con el sentido «agradecer», «dar las
gracias». Lo vemos en ejemplos como X. Smp. 1.7 ἐπαινοῦντες τὴν κλῆσιν οὐχ
ὑπισχνοῦντο συνδειπνήσειν «agradeciendο la invitación, no se comprometie-
ron a asistir a la cena» (vid. otros ejemplos en DGE VIII s.u. ἐπαινέω iii 2). De
pasajes como este se ha podido deducir un supuesto significado «despreciar»o
«desaprobar».
El significado negativo del epíteto en Homero no era discutido por comen-
taristas y lexicógrafos, que simplemente buscaban explicarlo aproximándolo
a ἐπαινέω. Lo que en este caso tiene más interés desde el punto de vista lexico-
gráfico es recoger el sentido positivo de Trifiodoro —y Hesiquio—, ausente de
anteriores diccionarios, explicar de dónde procede y añadir la etimología que
justifica la propia existencia y el significado original de la palabra. Por ello,

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Helena Rodríguez Somolinos

DGE recoge los principales pasajes del sentido negativo del epíteto (1), en casi
todos ellos aplicado a Περσεφόνεια, las citas del sentido positivo (2), explicando
su origen, y añade la etimología; pero no considera necesario recoger las diva-
gaciones etimológicas de los gramáticos posteriores, que no tienen ninguna
base ni reflejo alguno en los textos literarios. De otro lado, DGE prefiere hacer
un lema en forma femenina, como es su norma en epítetos literarios o cultuales
exclusivamente femeninos⁸.

ἐπαινή, -ῆς 1 epíteto de Perséfone temible, aterradora Περσεφόνεια Il. 9.457,


Od. 10.491, 534, Hes. Th.768, Paus. 2.24.4, p. ext. ἐ. ῎Αϊδoς ἀκτή ISmyrna
550.1 (imper.). 2 por reinterpr. de 1 en relación con ἐπαινέω digno de elogio,
admirable Δηιδαμείη Triph. 52, cf. Hsch. ⟦Se admite gener. que procede de
falso corte de ἐπ’ αἰνή, quizá en Il. 9.457.⟧

4. ἐπάρουρος

ἐπάρουρος, -ον, attached to the soil as a serf, βουλοίμην κ’ ἐ. ἐὼν θητευέμεν


ἄλλῳ Hom. Od. 11.489.

Este adjetivo, hápax en LSJ, aparece en el famoso pasaje en que Aquiles, en los
infiernos, confiesa ante Odiseo: βoυλoίμην κ’ ἐπάρουρος ἐὼν θητευέμεν ἄλλῳ,
(…) ἢ πᾶσιν νεκύεσσιν (…) ἀνάσσειν «preferiría, siendo ἐπάρουρος, servir
para otro, antes que reinar sobre todos los muertos» (Hom. Od. 11.489–491).
A este pasaje homérico podemos añadir hoy un único uso literario más, en la
Paráfrasis de Nono, cuando habla del pan verdadero: τοῦτον ἀνὴρ ἐπάρουρος
ἐτήτυμον ἄρτον ἐρέπτων ζωὴν ὄψεται οὗτος (Nonn. Par.Eu.Io. 6.58).
A diferencia del caso anterior, la formación de la palabra es clara, entrando
fácilmente en la categoría de adjetivos formados a partir de sintagmas pre-
posicionales; ἐπάρουρος es el que está ἐπ’ ἀρούρῃ. Sin embargo, a lo largo
del tiempo se interpretó de varias maneras, en particular de dos, según el
significado que se daba al segundo elemento del compuesto. La interpretación
más extendida tanto en la Antigüedad como en época moderna (1) lo entendió
como «que está sobre la tierra» (ἄρουρα = ing. Earth, al. Erde), lo que equivale
a «vivo», por oposición al lugar y a la condición desde la que habla Aquiles,
muerto en los infiernos. Pero también (2) se quiso entender ἄρουρα como
«tierra de labor» (= ing. land, soil, al. Acker), de donde el ἐπάρουρος sería
aquel «que está en el campo» trabajando, es decir, «el que trabaja la tierra»,
«campesino». En una variante de esta segunda interpretación, algunos autores

⁸ Cf. por ej. DGE s.u. ἀγελείη, ῎Αγρισκα, Ἀζησία, Αἰθοπία, Ἀτρυτώνη, etc.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 267 — #267

Tres adjetivos homéricos

modernos añaden que implica la condición de siervo⁹. Según la primera expli-


cación, ἐπάρουρος sería sinónimo del más común ἐπίγειος, tal y como repiten
gramáticos y escolios desde Apolonio (Apollon. Lex. 70.31). En la segunda
explicación, ἐπάρουρος es glosado como γεωργός en Sch. Od. 11.489.10 y como
ὁ γῆν ἐργαζόμενoς en Eust.1695.37.
Algunos antiguos mencionan aún una tercera interpretación (3), sobre todo
para rechazarla, que parte de segmentar κε πάρουρος y entender πάρουρος
como compuesto de οὖρος y equivalente de ἐπίουρος «vigilante», «guardián»
(recogido como v.l. en LSJ s.u. πάρουρος, ὁ), lo que a su vez provoca discusiones
sobre el acento de este nuevo compuesto¹⁰. Quizá las glosas ἐπάρουρος· ὁ κη-
πουρός (Hdn.Gr. 1.202 = Arc. 83.13), ἐπάρουρος· (…) ἢ κηπουρὸς ἐπιμίσθιος
(Hsch. ε 4236) reflejan el intento de conjugar las interpretaciones (2) y (3).
Todo lo expuesto en relación a Homero sirve para enfrentarse al uso de
ἐπάρουρος en Nono (Nonn. Par.Eu.Io. 6.58 τοῦτον ἀνὴρ ἐπάρουρος ἐτήτυμον
ἄρτον ἐρέπτων ζωὴν ὄψεται οὗτος). Entre las traducciones modernas consul-
tadas, dos siguen la idea de la servidumbre que aparece en LSJ, pero necesitan
añadir un matiz concesivo que no está en el griego: «The man, though peasant
serf, who eats of that true bread, he shall see life» (Prost 2003: 94), «L’homme,
même esclave, qui goûte ce pain véritable, celui-là verra la vie» (Giraudet 2012).
Personalmente preferimos la traducción de Franchi (2014: 265), siguiendo la
interpretación (1), lo que conviene al alcance mucho más general de la frase:
«Ogni uomo che su questa terra si nutre di questo pane veritiero vedrà la vita».
Como hemos dicho, el debate reflejado en los comentaristas y lexicógrafos
antiguos ha continuado en términos muy similares hasta la actualidad, aun-
que en general goza de mayor aceptación la interpretación (1). DGE muestra
también su inclinación por ella, pero dada la importancia de la cuestión en
la Antigüedad y su vigencia actual, creemos necesario que este debate se vea
reflejado en el artículo ἐπάρουρος:

ἐπάρουρoς, -oν [-ᾰ-] prob. que está sobre la tierra, es decir, vivo βoυλoίμην
κ’ ἐ. ἐὼν θητευέμεν ἄλλῳ Hom. Od. 11.489, ἐ. ἀνήρ Nonn. Par.Eu.Io. 6.58, pero
tb. interpr. como que trabaja la tierra, campesino en condición de siervo ἐ.·

⁹ De donde la traducción de LSJ «attached to the soil as a serf», pero como bien dice Mader en LfrgrE
s.u, la idea de servidumbre en oposición a la de «reinar sobre los muertos» ya está en θητεύειν, es
un matiz innecesario que no está en el compuesto. Ver también el resumen de las interpretaciones
y la bibliografía en Heubeck & Hoekstra 1990: 106.
¹⁰ ΕΜ 353.35G. οἱ μὲν πάρουρος ἀπέδοσαν, ὅ ἐστι φύλαξ· οὖρος γὰρ ὁ φύλαξ. Δεήσει οὖν ὀξυτόνως
προφέρεσθαι, ὡς θυρωρός. Βέλτιον ἐπάρουρος, ἀντὶ τοῦ ἐπίγειος. Εust. Od 1.429.41 πάρουρος
ὁ εἰς φυλακήν τινα τεταγμένος μισθωτικῶς. οὖρος γὰρ καὶ ὁ φύλαξ, ὁ καὶ ἐπίουρος. El Sch. Od.
11.489 lo glosa como ἀκόλουθος: ἐπάρουρος ὡς ἐπίγειος τῷ τόνῳ καὶ τῷ σημαινομένῳ. τινὲς δὲ
πάρουρος, ὁ ἀκόλουθος, οὐκ εὖ.

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Helena Rodríguez Somolinos

γεωργός. ἢ ἐπίγειoς καὶ ζῶν Sch. Od. 11.489, cf. Hsch. ε 4236, ἢ γὰρ ἐ. ὁ γῆν
ἐργαζόμενoς εἴτε καὶ ἁπλῶς ἐπίγειoς Eust. 1695.37, cf. Apollon. Lex.70.31,
Hdn.Gr. 1.202, EM 353.38G.

Referencias bibliográficas

Beekes, R. (2010): Etymological Dictionary of Greek, Leiden, Brill.


Buttmann, Ph. (1846): Lexilogus, Londres, John Murray.
DELG = P. Chantraine et al., Dictionnaire étymologique de la langue grecque. Histoire des
mots, París, Klincksieck, 1968–1980.
DGE = VV.AA., Diccionario Griego-Español, Madrid, CSIC, 1980 ss.; vol. viii (e. pr.).
Franchi, R. (2014): Nonno di Panopoli, Parafrasi del Vangelo di San Giovani, Canto sesto,
Bolonia, Edizione Dehoniane.
Dubielzig, U. (1996): Triphiodor: Die Einnahme Ilions, Tubinga, Gunter Narr Verlag.
Giraudet, V. (2012): «Temps et récit dans la Paraphrase de l’Évangile selon Jean de Nonnos
de Panopolis», Aitia 2 https://journals.openedition.org/aitia/528#entries
Hainsworth, B. (1993): The Iliad: A Commentary, Volume iii, books 9–12, Cambridge,
Cambridge University Press.
Heubeck, A. & Hoekstra, A. (1990): A commentary of Homer’s Odyssey, Vol. ii, Oxford,
Oxford Clarendon Press.
Le Feuvre, C. (2015): Ὅμηρος δύσγνωστος. Réinterprétations de termes homériques en
grec archaïque et classique, Ginebra, Droz.
Leumann, M. (1950) : Homerische Wörter, Basilea, Reinhardt [Darmstadt, Wissenschaftli-
che Buchgesellschaft, 1993].
LfrgrE: Lexicon des frühgriechischen Epos. B. Snell (ed.), Gotinga, Vandenhoeck &
Ruprecht, 1955–2010.
LSJ : A Greek-English Lexicon, ed. H. Liddell, R. Scott, 9th. ed., rev. H.S. Jones. With
a Revised Supplement by P.A.W. Glare, Oxford, Oxford University Press, 1996.
Prost, M. A. (2003): Nonnos of Panopolis, The Paraphrase of the Gospel of John, Ventura,
The Writing Shop Press.
Reece, S. (2009): Homer’s Winged Words. The evolution of early Greek epic diction in the
light of oral theory, Leiden, Brill.
Rodríguez Somolinos, H. (2019): «Un oscuro término homérico: ἐπαιγίζω», en J. Piquero,
S. Planchas & P. de Paz (eds.), Nunc est Bacchandum. Homenaje a Alberto Bernabé,
Madrid, Guillermo Escolar, 2019, pp. 403–411.

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Tiresias y los guardianes de las laminillas de oro


Marco Antonio Santamaría Álvarez
Universidad de Salamanca
masanta@usal.es

Resumen: Según Hom. Od. 10.492–495, el alma de Tiresias obtuvo de Perséfone el privilegio
de conservar su νόος y sus φρένες en el Hades. Como en dos laminillas de oro se atribuye a los
guardianes del agua de Memoria la posesión de φρένες, es posible que la idea tenga su base en el
pasaje de la Odisea, entre otros. De hecho, varios elementos del episodio (asociación entre memoria,
verdad y bebida; prohibición de acercarse al líquido, sangre o agua; posición destacada entre los
muertos) parecen haber sido empleados para el texto de dichas laminillas, aunque reorganizados
con otro sentido diferente.
Palabras clave: Nekyia, Hades, dicción formular, laminillas de oro, cultos mistéricos.

Tiresias and the Guardians in the Gold Tablets


Abstract: According to Hom. Od. 10.492–495, the soul of Tiresias gained the privilege of keeping
his νόος and his φρένες in Hades from Persephone. Since in two gold tablets the guardians of the
water of Memory are attributed the possession of φρένες, it is possible that the idea is based on
the Odyssean passage, among others. In fact, several elements in the episode (association between
memory, truth and drinking; prohibition of approaching to the liquid, blood or water; prominent
position among the dead) seem to have been employed for the text of those tablets, but rearranged
with a different sense.
Key Words: Nekyia, Hades, formulaic diction, gold tablets, mystery cults.

1. El privilegio de Tiresias

En la descripción del Hades ofrecida en los poemas homéricos, sobre todo


en la Nekyia (Od. 11), no había lugar para la esperanza. A todos los hombres
les aguardaba el mismo triste destino: que sus almas fueran confinadas en
«la tiniebla neblinosa» (ζόφος ἠερόεις, Il. 15.191, Od. 11.57, 155), «la mohosa
morada de Hades» (Ἀΐδεω… δόμον εὐρώεντα, Od. 10.512). El estatus de las almas
puede definirse como sub-existencia, anodina e improductiva. No son más que
un resto, una imagen de la persona, ya extinta (βροτῶν εἴδωλα καμόντων, Od.
11.476)¹. Son insustanciales, como humo (Il. 23.100), una sombra (Od. 10.495)
o un sueño (Od. 11.222). Igual que el alma no conserva más que los rasgos
físicos del individuo (cf. Il. 23.66–67), sus capacidades mentales también están
¹ Ver Sourvinou-Inwood 1995: 76–83 y Clarke 1999: 191–215.

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Marco Antonio Santamaría Álvarez

reducidas al mínimo. Cuando Aquiles habla al espectro de Patroclo, que se le


ha presentado en sueños (Il. 23.65–93), este no le contesta nada y parece que
Aquiles se percata de que no puede entender, porque las almas no tienen φρένες
en absoluto (φρένες οὐκ ἔνι πάμπαν, Il. 23.104), son insensibles o ἀφραδέες,
como dice el alma de Aquiles a Odiseo, usando un adjetivo con la misma raíz
que φρένες (Od. 11.476).
La Odisea ofrece una notable excepción a esta regla: Tiresias, como Circe
revela a Odiseo cuando le manda ir al Hades para consultar su alma:

…μάντιος ἀλαοῦ, τοῦ τε φρένες ἔμπεδοί εἰσι·


τῷ καὶ τεθνηῶτι νόον πόρε Περσεφόνεια
οἴῳ πεπνῦσθαι· τοὶ δὲ σκιαὶ ἀΐσσουσιν.

«…adivino ciego, cuyas mientes aún se conservan.


Él es el único al que Perséfone concedió que incluso muerto
su entendimiento alentase, mientras que los otros son
[sombras que pululan».
(Od. 10.493–495)

Su φρένες siguen inmutables y su νόος aún puede respirar, es decir, está vivo,
es el propio de una persona que no ha muerto². La conservación de su mente
implica la de su don profético, de ahí que Odiseo pueda consultarlo. Aunque no
se da razón de tal privilegio, parece que Perséfone quiere perpetuar el dilatado
don de la profecía que su padre Zeus concedió a Tiresias³, a quien permitió
vivir durante siete generaciones (Hes. fr. 476 M.-W.).

2. Tiresias y los guardianes de las laminillas de oro

En otros textos muy similares al final del canto 10 y al 11, los contenidos en las
laminillas de oro, también en hexámetros y referidos al Más Allá, se atribuyen
φρένες a unos de sus pobladores, los guardianes (φύλακες) de la corriente de

² Cf. Il. 17.447, S. Tr. 1160. Curiosamente, cuando Circe transforma a los compañeros de Odiseo en
cerdos en el canto 10, cambia su cabeza, voz, pelo y cuerpo, pero conserva su νόος, como si jugase
por un momento a ser Perséfone (10.240: νοῦς ἦν ἔμπεδος ὡς τὸ πάρος περ). Sobre Tiresias en la
Nekyia, ver Torres Guerra 2014: 340–347 y Gazis 2018: 95–96, 108–115.
³ Por haber afirmado que la mujer disfrutaba más del acto sexual que el hombre, Hera lo dejó ciego,
pero Zeus le concedió la clarividencia (Ἥρα μὲν αὐτὸν ἐτύφλωσε, Ζεὺς δὲ τὴν μαντικὴν αὐτῷ
ἔδωκεν, Apollod. 3.6.7, donde se cita Hes. fr. 475 M.-W.). En Il. 1.72 encontramos una expresión
parecida a Od. 10.494 sobre la capacidad adivinatoria que Apolo concedió a Calcante: μαντοσύνην,
τήν οἱ πόρε Φοῖϐος Ἀπόλλων.

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Tiresias y los guardianes de las laminillas de oro

Memoria⁴. Aparecen en concreto en el ejemplar de Hiponio y en el de Entella,


muy similares (aunque este último está bastante mutilado):

τοὶ δέ σε εἰρήσονται ἐν φρασὶ⁵πευκαλίμαισι


ὅτ〈τ〉ι δὴ ἐξερέεις Ἄιδος σκότος ὀρφ̣〈ν〉ήεντος. (L 1.8–9)

οἳ δέ σε εἰρήσονται ἐνὶ] φρασὶ πευκαλίμῃσιν


ὅττι δὴ ἐξερέεις Ἄιδος σκότο]ν ὀρφ{ο}νήεντα. (L 2.10–11)

«quienes te preguntarán con perspicaz ingenio


por qué indagas la oscuridad del lóbrego Hades / la lóbrega
[oscuridad de Hades».

Del contexto se deduce fácilmente que el inusual adjetivo πευκαλίμῃσι sig-


nifica «penetrante, agudo», como indican las glosas de Hesiquio: πυκναῖς,
συνεταῖς (s.u.), así como πικραῖς, ὀξείαις (s.u. πευκαλίμαις)⁶. Según han obser-
vado varios estudiosos⁷, la fórmula homérica usada en las laminillas parece
hacerse eco de las φρένες de Tiresias. Es posible que a estos versos subyazca la
creencia de que los guardianes eran en origen personas de sabiduría eminente
que, como Tiresias, fueron recompensadas por Perséfone con la conservación
de sus φρένες. Al igual que el adivino tebano destacaba por su conocimiento
superior entre los demás difuntos, los guardianes cuentan con una especial
sagacidad para discriminar si las almas que se acercaban a la corriente de la
Memoria estaban iniciadas y merecían calmar su sed en ella y acceder al lugar
de la bienaventuranza. Si bien es cierto que el uso de la fórmula ἐνὶ φρασὶ
πευκαλίμησιν es algo torpe en conexión con «preguntar», es introducida para
dejar clara su perspicacia, que impide que sean engañados⁸.

⁴ Sobre las laminillas, veáse Bernabé & Jiménez San Cristóbal 2008, cuya numeración sigo; sobre los
guardianes: 35–37.
⁵ Φρασί parece ser la forma más antigua, en grado cero, del dativo plural, frente al analógico φρεσί
transmitido en Homero, cf. Janko 2016: 115.
⁶ Es de la misma raíz de πεύκη, «pino piñonero», que, como explica Chantraine 1999 (s.u.), debe
de ser un adjetivo sustantivado derivado de *πεῦκος («punta») con el sentido de «punzante»
(conservado en ἐχεπευκής, con ese mismo valor), por la forma de las hojas o por el sabor de la
resina.
⁷ Di Benedetto 2004: 302 y Bremmer 2016: 36.
⁸ Como bien señala Janko 1984: 94. West 1975: 233 es demasiado drástico: «εἰρήσονται ἐνὶ φρασὶ
hat keinen Sinn». Similar Zuntz 1976: 140: «Die Formel ist an dieser Stelle besonders nichtssagend,
oder vielmehr unpassend», aunque admite la posibilidad de que se refiera a lo siguiente. Ya
Gallavotti 1978–1979: 345 había indicado que la fórmula quiere decir que los guardianes saben la
respuesta antes de preguntar, como se le ordena al difunto que diga en la laminilla de Petelia (L
3.7): τὸ δὲ {δ} ἴστε καὶ αὐτοί.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 272 — #272

Marco Antonio Santamaría Álvarez

Aparte del pasaje de Tiresias, la creencia en unos difuntos superiores conver-


tidos en guardianes pudo derivar de un conocido pasaje hesiódico que describe
el destino de los hombres de la generación de oro:

αὐτὰρ ἐπεὶ δὴ τοῦτο γένος κατὰ γαῖα κάλυψε,


τοὶ μὲν δαίμονες εἰσι Διὸς μεγάλου διὰ βουλάς
ἐσθλοί, ἀλεξίκακοι, φύλακες θνητῶν ἀνθρώπων.

«Pero cuando a esta generación la cubrió la tierra,


estos son démones por voluntad del gran Zeus,
benévolos, protectores de males, guardianes de los
[hombres mortales»⁹.
(Hes. Op. 121–123)

Posiblemente son los mismos¹⁰ que los treinta mil «inmortales guardianes de
Zeus» (ἀθάνατοι Ζηνὸς φύλακες, Hes. Op. 253) que vigilan envueltos en bruma
las sentencias y malas acciones de los hombres (252–255). En las laminillas
se han transferido al Hades, han quedado reducidos a un pequeño número
(que no se especifica) y desempeñan una función análoga, supervisar la buena
conducta de los hombres¹¹.

3. La fórmula φρεσὶ πευκαλίμῃσιν en la Ilíada

En toda la épica arcaica, la expresión φρεσὶ πευκαλίμῃσιν (con ἐνί, con ἐπί
o sin preposición) es usada solo en cuatro ocasiones en la Ilíada, además de en
un fragmento hesiódico¹². Es llamativo que en un caso aparece en un contexto
escatológico, relativo a la catábasis de Heracles, que debió de interesar al autor
del texto base de las laminillas¹³. Se trata del momento en que Atenea, molesta
con Zeus por dejar que los troyanos avancen contra los aqueos, se arrepiente

⁹ Los versos de Hesíodo (como señala West 1978 ad v. 121), o quizá un texto próximo al de las
laminillas, debieron de ser la base de un oscuro fragmento de Heráclito (63 DK) que menciona
a ciertos individuos (¿almas?) que se elevan como guardianes de vivos y muertos: ἔνθα δ’ ἐόντι
ἐπανίστασθαι καὶ φύλακας γίνεσθαι ἐγερτὶ ζώντων καὶ νεκρῶν.
¹⁰ Pace West 1978 ad v. 124–125.
¹¹ Pueden compararse con los «démones bajo tierra» (δαίμονες οἱ κατὰ [γῆς) mencionados en la
col. iii del Papiro de Derveni (l. 6), que parecen considerados «sirvientes de los dioses» (θεῶν
ὑπηρέται, l. 7). Ver Piano 2016: 139–140, y 160–161 en conexión con los φύλακες de las laminillas.
¹² Se trata del primer verso de los Preceptos de Quirón (fr. 283.1 M.-W.): Εὖ νῦν μοι τάδ’ ἕκαστα μετὰ
φρεσὶ πευκαλίμῃσι / φράζεσθαι. «Ahora piensa bien cada uno de estos preceptos míos con tu
perspicaz entendimiento».
¹³ Sobre este texto base o arquetipo véase Janko 2016 y Santamaría 2017.

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Tiresias y los guardianes de las laminillas de oro

de la ayuda que prestó a Heracles en sus trabajos (Il. 8.362–369). De haber


sabido en su «juiciosa mente»¹⁴ (ἐνὶ φρεσὶ πευκαλίμῃσιν, Il. 8.366) cuál sería
la actitud de su padre, no habría ayudado a Heracles a salir del Hades.
La fórmula se refiere a Zeus en otro pasaje perteneciente a la Διὸς ἀπάτη,
cuando Hera se dispone a seducirlo para apartarlo de la batalla y piensa en que
«un suave y tibio sueño / podía derramar sobre sus párpados y sus juiciosas
mientes» (τῷ δ’ ὕπνον ἀπήμονά τε λιαρόν τε / χεύῃ ἐπὶ βλεφάροισιν ἰδὲ
φρεσὶ πευκαλίμῃσι, Il. 14.164–165). La expresión tiene aquí un valor concesivo
o incluso irónico, ya que de nada le valieron a Zeus sus sagaces φρένες para
evitar la trampa. En otro caso aparece en un símil que compara el raudo viaje de
Hera desde el Ida al Olimpo con los pensamientos de un hombre que sueña con
viajar: «en su juiciosa mente imagina, / “¡ojalá estuviese allá, o allí!”» (φρεσὶ
πευκαλίμῃσι νοήσῃ / ἔνθ’ εἴην ἢ ἔνθα, Il. 15.81–82). La cuarta aparición es en
la Teomaquia del canto 20, aplicado a Hermes, que se encamina a las naves
de los aqueos con los dioses partidarios de estos: «Hermes, que descuella por
sus sagaces ingenios» (Ἑρμείας, ὃς ἐπὶ φρεσὶ πευκαλίμῃσι κέκασται, Il. 20.35).
Εn tres de los cuatro casos esta especial agudeza se aplica a dioses, Atenea,
Zeus y Hermes, y en el cuarto a un mortal indeterminado dentro de un símil
referido a Hera. Por tanto, al compartir esta cualidad con los dioses (sobre todo
con Atenea, que la usó para salvar a Heracles de los peligros del Hades), los
guardianes de las laminillas quedan señalados como seres próximos a la esfera
divina y por eso elegidos para ser sus colaboradores, como indica el hecho de
que tienen que consultar con el rey subterráneo, es decir, Hades, antes de dejar
al alma beber del agua de Memoria (L 1.13; L 2.16).

4. Beber, recordar y decir la verdad

La posesión de φρένες en el Hades por un especial privilegio no es el único


punto en común entre el episodio de Tiresias y las laminillas¹⁵, sino que en
ambos textos tiene gran relieve el motivo de la sed de los muertos, que en un
caso se sacia con sangre y en otro (más depurado y menos cruento) con agua,
y existe una peculiar conexión (hasta donde sé no observada previamente)
entre la acción de beber un líquido, la memoria y la verdad¹⁶. El alma del
adivino comienza diciéndole a Odiseo:
¹⁴ Para los pasajes de la Ilíada sigo la traducción de Crespo 1996.
¹⁵ Para puntos de contacto entre Od. 10 y 11 y las laminillas, ver di Benedetto 2004: 302–304.
¹⁶ Curiosamente, una tradición mítica sobre Tiresias vincula su muerte con una fuente: «se dice que,
tras la derrota de Tebas a manos de los Epígonos, el adivino bebió de la fuente Telfusa (al pie del
monte Telfusio, en el norte del Helicón) y acto seguido murió (Paus. 9.33.1; Apollod. 3.7.3), según
Aristófanes de Beocia (FGrH 379 F 4, ap. Ath. 2.41E) porque por su edad no soportó su frialdad».

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Marco Antonio Santamaría Álvarez

τίπτ’ αὖτ’, ὦ δύστηνε, λιπὼν φάος ἠελίοιο


ἤλυθες, ὄφρα ἴδῃ νέκυας καὶ ἀτερπέα χῶρον;
ἀλλ’ ἀποχάζεο βόθρου, ἄπισχε δὲ φάσγανον ὀξύ,
αἵματος ὄφρα πίω καί τοι νημερτέα εἴπω.

«¿Por qué, infortunado, dejando la luz del sol,


has venido a ver a los muertos y la región sin deleites?
Pero aléjate del hoyo y aparta la afilada espada
para que beba de la sangre y te diga verdades».
(Od. 11.93–96)

Una vez que bebe y proclama su profecía, concluye aclarando al de Ítaca que
con los demás muertos ocurrirá lo mismo que con él:

ὅν τινα μέν κεν ἐᾷς νεκύων κατατεθνηώτων


αἵματος ἄσσον ἴμεν, ὁ δέ τοι νημερτὲς ἐνίψει·

«A aquel de los muertos fallecidos que dejes


acercarse a la sangre, te dirá la verdad»¹⁷.
(Od. 11.147–148)

La pregunta inicial es típica de los relatos de catábasis, cuando algún difunto


interroga al héroe sobre la razón de su viaje¹⁸, y aparece en las laminillas justo
después de la referencia a las φρένες de los guardianes (L 1.9; L 2.11). Si en los
versos homéricos es Odiseo el que no deja a las almas acercarse a la sangre
de las víctimas que ha sacrificado, en las laminillas son los guardianes los que
impiden al alma sedienta beber del agua de Memoria hasta comprobar que es
la de un iniciado. Una vez que Tiresias sacie su sed con la sangre, podrá realizar
profecías certeras (νημερτέα), como si estuviera vivo, y los difuntos decir la
verdad (νημερτές). Por su parte, tan pronto como el alma de Anticlea bebe,
reconoce a su hijo (153), como si recobrase la memoria.
En las laminillas se produce esta misma conexión entre la acción de beber y la
de recordar y decir la verdad, pero en orden inverso: solo si el alma recuerda
las contraseñas y revela a los guardianes su identidad (cf. L 4.7 de Farsalo:
τοῖς δὲ σὺ εὖ μάλα πᾶσαν ἀληθείην̣ καταλέξαι, «a ellos diles absolutamente
toda la verdad»), tendrá permiso para beber el agua de Memoria. Téngase en
cuenta que la memoria está para un griego intrínsecamente unida a la verdad,
ἀλήθεια, que es entendida como la ausencia de λήθη.
¹⁷ Sobre la bebida de la sangre, ver Heath 2005 y Martin 2014. No me parece convincente la idea de
esta autora de que los muertos que beben la sangre en la Nekyia carecen de honor y tras beberla
lo adquieren. Tiresias goza de una posición honorífica y aun así la bebe.
¹⁸ Otros casos: Od. 11.155–162, 473–476, Minyas fr. 7.4–6 Bernabé.

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Tiresias y los guardianes de las laminillas de oro

Otro detalle: Odiseo inicia el relato del encuentro con Tiresias describiéndolo
con un cetro de oro de la mano (χρύσεον σκῆπτρον ἔχων, Od. 11.91), símbolo
de su autoridad, y lo cierra en anillo llamándolo ἄναξ, «soberano» (151). Estos
elementos no indican que Tiresias reinara efectivamente sobre los muertos, sino
más bien que gozaba de una posición preeminente sobre ellos, a modo de un
rey honorífico. El término ἄναξ recuerda el final de la laminilla de Petelia (L
3.11), en que se anuncia al difunto que reinará entre los demás héroes (καὶ τότ’
ἔπειτ’ ἄ[λλοισι μεθ’] ἡρώεσσι ἀνάξει[ς]¹⁹. Nuevamente no es un reinado real,
sino metafórico, muy similar al «honor regio» (γέρας βασιλήιον, Hes. Op. 126)
que reciben los hombres de la generación de oro tras su desaparición y que
no implica un poder superior, al ser común a todos²⁰. ¿Eligieron los iniciados
el oro como soporte de sus textos para simbolizar lo próximos que se sentían
a esta generación de hombres insignes y su esperanza en ser honrados como
ellos tras la muerte? ¿O bien la laminilla de oro era portada por el difunto al
modo del cetro de Tiresias, como una prueba visible de su preeminencia sobre
otras almas? No es posible saber hasta qué punto estos textos influyeron en el
uso de laminillas de oro para inscribir versos relativos al destino final del alma,
pero parece claro que numerosas imágenes y expresiones del Hades homérico,
sobre todo las relativas a Tiresias, debidamente reelaboradas y adaptadas a otro
marco de creencias, acabaron inmortalizadas en tan noble soporte.

***

Valga este trabajo sobre poesía épica, un tema al que el Prof. Crespo dedicó
una parte destacada de su trabajo, como reconocimiento de su entrega a la
docencia, a la investigación y a la promoción del griego y de la Filología Clásica,
actividades en las que hizo gala de sus πευκάλιμαι φρένες (con más éxito que
Zeus en la Ilíada) y cuyos frutos bien merecen un βασιλήιον γέρας, como los
hombres de la generación áurea.

¹⁹ Di Benedetto 2004: 294 defiende que μετά aquí indica «sobre» y no «entre», pero «entre» es el
valor predominante en Homero para μετά + dat., muy próximo a ἐν (cf. Il. 11.64, o 1.525, 4.16,
10.250). Si se hubiera querido decir «reinar sobre», πᾶσι habría sido más apropiado que ἄλλοισι,
como en Il. 4.61 = 18.366: σὺ δὲ πᾶσι μετ’ ἀθανάτοισιν ἀνάσσεις, Il. 2.579: πᾶσιν δὲ μετέπρεπεν
ἡρώεσσιν, Od. 11.491 (hipotético): πᾶσιν νεκύεσσι καταφθιμένοισιν ἀνάσσειν, Il. 1.288: πάντων
μὲν κρατέειν ἐθέλει, πάντεσσι δ’ ἀνάσσειν. El v. 11 de L 3 no parece creado para un difunto
excepcional, sino para cualquier iniciado. Además, no es concebible que alguien, por importante
que fuera, tuviera derecho a reinar sobre todos los héroes en el Hades.
²⁰ West 1978 ad v. 126 sobre βασιλήιον (entre otras opciones): «as a grading of γέρας, “the king’s
prize”, i.e. the biggest».

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Marco Antonio Santamaría Álvarez

Referencias bibliográficas

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 277 — #277

Creatividad léxica en los Papiros Mágicos Griegos:


el ejemplo de PGM IV*
Emilio Suárez de la Torre
Universitat Pompeu Fabra
emilio.suarez@upf.edu

Resumen: Recopilación y análisis de los hápax presentes en PGM IV (154), como muestra de la
capacidad de los creadores de recetas de recurrir a elementos lingüísticos que contribuyeran a su
eficacia.
Palabras clave: Hápax, creación de términos.

Lexical creativity in the Greek Magical Papyri:


the example of PGM iv
Abstract: Compilation and analysis of the hapax found in PGM IV (154), what shows the ability
of the authors of recipes to use linguistic means to enhance their efficacy.
Key Words: Hapax, creation of terms.

1. Introducción

El proceso de creación, redacción y transmisión de las recetas mágicas¹, que


en gran parte desconocemos, ha dado como resultado que, en los documentos

* Estudio realizado en el marco del Proyecto de Investigación de Excelencia del MINECO FFI2017-
87558-P («Individuo, divinidades y sociedad en los PGM y documentos afines»). Salvo indicación
en contra, las ediciones seguidas son las de Preisendanz & Henrichs 1973–74² y Daniel & Maltomini
1990 (citado SM I). En breve podremos disponer de la nueva edición de estos papiros a la que está
dedicada el proyecto «Transmission of Magical Knowledge in Antiquity. The Papyrus Magical
Handbooks in Context», coordinado por Ch. Faraone y S. Torallas y con el apoyo del Neubauer
Collegium de la Universidad de Chicago, que cambiará sustancialmente el panorama ecdótico
de estos textos (cf. nota siguiente). En cuanto a la presente recopilación, presento una versión
abreviada, ajustada a la extensión permitida en el presente volumen. Posteriormente se publicará
una versión ampliada.
¹ Dada la limitación de extensión, renuncio a una mención detallada de bibliografía que abarque estos
aspectos. Para una visión general sigue siendo útil Brashear 1995. Los problemas planteados por la
«biblioteca tebana» han sido objeto de un interesante análisis por parte de Dosoo 2016. En cuanto
a PGM IV puede verse la propuesta de evolución histórica y de estructuración del mismo (con refe-
rencia a las cuestiones que acabo de mencionar) en LiDonnici 2003. En cualquier caso, el proyecto
de Chicago antes citado está dando ya frutos al respecto: véase, por ejemplo, el descubrimiento,
debido a Chronopoulou 2017, de que PGM VI y PGM II son en realidad un mismo papiro.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 278 — #278

Emilio Suárez de la Torre

en papiro que las transmiten, encontremos aspectos algo desconcertantes.


Uno de ellos es la combinación de errores elementales gramaticales, o incluso
incoherencias en la redacción, con una notable demostración de conocimientos,
digamos, técnicos y de dominio de la terminología «científica», junto con el
aspecto que ahora quiero destacar, a saber, el de la excepcional capacidad
para desarrollar términos adecuados a prácticas mágicas específicas y, sobre
todo, crear epítetos (con abundancia de compuestos) para dar sustancia a las
cualidades de las entidades divinas invocadas. Es evidente que la creatividad
léxica ha sido decisiva en toda la historia de la lengua griega, desde los poemas
homéricos hasta los textos de la Antigüedad tardía. No seré yo quien tenga la
osadía de dar detalles sobre esta cuestión a nuestro admirado homenajeado,
que partió de la lengua de Homero en su navegación filológica y que siempre
ha sabido aunar sensibilidad poética y rigor lingüístico en su rumbo científico.
Ahora simplemente quiero centrarme es este conjunto de textos mágicos para
poner de manifiesto la habilidad de los autores de recetas para mantenerse en
esa línea de creatividad que permitía, por una parte, dar un tono especialmente
elevado (y asombroso) a dichas fórmulas (de cara a los hipotéticos usuarios) y,
por otro, crear un lenguaje especialmente eficaz para conseguir la persuasión
de las entidades demónicas y divinas².

2. Observaciones sobre la selección

El vocabulario recogido en este estudio se limita, como indica el título, a los


hápax que aparecen en el papiro mágico iv (P. Bibl. Nat. Suppl. gr. no. 574),
que suman un total de 154³. Dado que la acumulación de novedades léxicas
² Un análisis de los diversos problemas que se subsumen en la expresión «formación del mago»
puede verse en las contribuciones recogidas en Suárez et al. 2017. La cuestión de la «magia de
la palabra» en los papiros ha sido objeto de diversos estudios específicos, que pueden agruparse
en dos tendencias: por un lado, los recursos mágicos en sentido estricto (voces magicae, litterae
magicae, etc.) y, por otro, la adaptación de recursos expresivos y retórico-literarios a la finalidad
estricta de eficacia de la receta. Destaco (con enfoques muy distintos): García Teijeiro 1987, 1989,
1992, 1996; Versnel 2002; Tardieu, Van der Kerchove & Zago (eds.) 2013; Perea & Saura 2011; Blanco
2018; Kiyanrad, Theis &Willer (eds.) 2018; Frankfurter 2019a, 2019b. Por otra parte, en los últimos
años han visto la luz diversos estudios centrados en los himnos de los papiros mágicos, que son
los que tienen más acumulación de novedades. Hay que poner de relieve en primer lugar la serie
de artículos de Calvo Martínez, con edición y análisis individuales de diversos himnos (2002, 2003,
2004, 2005, 2006, 2008, 2009, 2012). Posteriormente han aparecido dos artículos de Tissi 2013, 2015
y Petrovic 2015. Además, se han llevado a cabo en nuestro país dos tesis doctorales (aún inéditas),
las de Herrero Valdés 2016 y Blanco 2017. Por último, contamos ahora con la edición y comentario
exhaustivo de diversos himnos de Bortolani 2016.
³ Hápax en sentido estricto, sin incluir algunos que aparecen también en otros textos de manera
aislada. Debo señalar que en Pachoumi 2011 se encuentra una relación de epítetos de los PGM

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Creatividad léxica en los Papiros Mágicos Griegos

es mayor en aquellos textos que incluyen invocaciones a divinidades, haré


primero una agrupación a partir de los destinatarios divinos.

2.1. Set-Tifón

Este himno (180–209) está incluido en la epístola de Nefotes a Psammético.


Tifón es invocado como Κραταιὲ Τυφῶν, τῆς ἄνω / σκηπτουχίας σκηπτοῦχε
καὶ δυνάστα, θεὲ θεῶν, / ἄναξ (179–181). En la serie que sigue, encontramos
diez hápax que resumen las principales cualidades de Tifón como dominador
de fenómenos celestes y de la naturaleza: γνοφεντινάκτης (181), βρονταγωγός
(182), νυκταστράπτης (182), ψυχ〈ρ〉οθερμοφύσησος (182–183), πετρεντινά-
κτης (183), τειχοσεισμοποιός (183–184) κοχλαζοκύμων (184), βυθοταραξοκί-
νησος (184–185).

2.2. El mundo astral y la deidad solar: la «liturgia de Mitra»

Dadas sus particulares características no debe sorprender que otro de los textos
de este papiro con mayor acumulación de novedades léxicas sea la llamada
«liturgia de Mitra»⁴: προφεγγής 563, πυρίθυμος 592, πυριχαρής 593, καλλίφως
594, φωτοκράτωρ 595, πυρισώματος 595, πυρικλόνος 597, πυριδίνης 598,
φωτοκινήτης 599, πυρισχησίφως 601, αὐξησίφως 601, προπροφεγγής 562, 603,
716, ἀστροδάμας 603, πυρινόθριξ 636, κνωδακοφύλακες 680, κεραυνοκλόνος
599–600, κνωδακοφύλακες 680. Asimismo, destaca el verbo ἀναπολεύω 703,
aunque hay que señalar que viene a sumarse a otro ya existente, καταπολεύω⁵:
ambos indican movimientos en una órbita, hacia arriba o hacia abajo.

2.3. Los «archidémones»

En una receta que, en su encabezamiento, alude a la Osa Mayor (ἀρκτική δύνα-


μις 1331–1389), encontramos una serie de novedades léxicas en los epítetos que
se aplican a los «jefes de los démones» invocados. Pachoumi⁶ resume bien los
que no aparecen en el diccionario de LSJ ni sus suplementos; es decir, su estudio tiene una
finalidad lexicográfica. En mi caso, quiero destacar la originalidad del léxico de los papiros, pero
no necesariamente con referencia al LSJ, sino por el mero interés que ofrece la abundancia de
vocablos no registrados hasta ahora en otros textos.
⁴ Para detalles y bibliografía, remito a Suárez de la Torre, e.pr.
⁵ En un escolio a Arato 147.
⁶ Pachoumi 2017: 38–39.

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Emilio Suárez de la Torre

rasgos principales de esta invocación. Me limito ahora a seleccionar algunos


epítetos especialmente significativos⁷. Pueden hacer referencia a la ubicación
de los démones o a los lugares por los que transitan (οὐρανοκευθμονοδίαιτος
1351), pero en su mayoría se centran en los poderes de los démones. Son seres
siempre vigilantes (ἐνεφόπτης 1353), con capacidades sobre los elementos,
sobre los movimientos de la tierra y el cielo, sobre la vida y la muerte (ἀφελό-
ζωος 1371, θανατοσυναρτής 1372) con posibilidad de «inducir la necesidad»
(ἀναγκεπάκτης 1361).

2.4. Diosas ctónicas y asimiladas (Selene-Perséfone-Hécate-Ártemis-Afrodita)

En el hechizo de atracción con ayuda de gladiadores y muertos violentos⁸


(1390–1495), Perséfone, asimilada a Hécate (cf. el epíteto τρικάρανος 1402), es
denominada βορφοροφόρϐα (1402, 1416) y πυριδρακοντόζωνος (1404–05⁹).
Fuera de los epítetos tenemos el término καταλείψανον (1405a), que aquí
designa los restos de la comida.
A Selene va dirigida una práctica de maleficio calificada como δέλτος («ta-
blilla», 2236–2352), que en su mayor parte es un himno versificado dirigido a la
diosa¹⁰. Los epítetos nuevos son: φωτοπλήξ 2242, ἀκτινοχαῖτις 2286, ἰνδαλίμη
2278, μιτρίη 2279–80, ἰσοπάρθενος 2256, θυμάνδρεια 2267, λοφαίη 2267, ὁλκῖ-
τις φασγάνων 2272, εὐρύστοχος 2276–77, ἀρηγός 2281, Κλωθαίη 2280, λοχιάς
2285, δείχτειρα 2273, βαριδοῦχος 2274. En este conjunto hay que destacar la
aparición del verbo προλυσσάω (2262), cuyo sujeto es Cérbero, quien recibe el
calificativo de κεραύνοπλος 2262. En otra de las series de epítetos del hechizo
encontramos παγγαίη (2279), «la que abarca toda la tierra».

⁷ Esta es la lista completa de hápax de esta parte: οὐρανοκευθμονοδίαιτος 1351, 〈ἐ〉νεφόπτας (-της)
1353, ἀπειροδιοικήτης 1354–55, κραταιόχθων 1355, κινησίγαιος, 1356 στηριγμοθέτης 1356, χασμα-
τυπουργός 1356 φρικτοπαλαίμων 1357, VII 354, φοϐεροδιακράτωρ 1357–58, στρεψηλάκατος 1358,
χιονοϐροχοπαγής 1358–59, θεροκαυσώδης 1359–60, ἀνεμοεπάκτης 1360, κοιρανόμοιρος 1360–61,
σκοτιοέρεϐος 1361, ἀναγκεπάκτης 1361, πυροπεμψίφλογος 1362, χιονοδροσοφερής 1362–63,
ἀνεμαφέτης 1363, βυθοκλόνος 1363, γαληνοϐάτης 1364, ἀλκιμόϐριθος 1364, ὀϐριμοδυνάστης
1365, κρημνοϐάμων 1365 (cf. κρημνοϐάτης), σιδηρόψυχος 1366–67, ταρταρόφρουρος 1368, πλανη-
σίμοιρος 1368, πανθυπακουστής 1369, πανθυποτακτ〈ικ〉ός 1370, πνευματοδώτης 1371, ἀφελόζωος
1371, κινησίπολος 1372, θανατοσυναρτής 1372–73, ἀγγελοδείκτης 1373, ἐκδικοφώτης 1373–74,
ἀνηλιοδείκτης δαιμονοτάκτης 1374–75.
⁸ Las líneas 1403 a 1432 corresponde a un himno versificado editado y comentado en detalle por
Bortolani 2016: 219–242 (himno 10).
⁹ Comentario en Bortolani 2016: 233. La autora indica como posible la presencia del epíteto en los
Kestoi de Sexto Julio Africano, Cesti 5.1.29.
¹⁰ Bortolani 2016: 243–279 (himno 11).

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Creatividad léxica en los Papiros Mágicos Griegos

El siguiente himno en el que abundan los hápax es el dirigido a Ártemis-


Perséfone-Selene-Afrodita (2518–2563)¹¹, que incluye asimismo dos mencio-
nes de presuntas διαϐολαί dirigidas a Selene¹². En los argumentos de denuncia
de la calumnia se dice que, según la denunciada, Selene (Actiofis) puso su pie
en la tierra como γυμνοσάνδαλος (2481), un epíteto que se suma a la serie
que califica la sandalia de Selene-Hécate o incluso Perséfone (tampoco falta
Afrodita) en diversos textos mágicos¹³, solo que la ofensa está precisamente en
que se presenta a la diosa sin sandalia¹⁴.
En la invocación encontramos: τρίκτυπος 2521, τετραπροσωπεινή 255¹⁵,
τετραώνυμος 2556, τετραοδῖτις 2557. En la parte de la receta en que esta deidad
es invocada como Afrodita, se puede destacar la forma ἐρωτοτόκεια Ἀφροδίτη
2553, si bien solo presenta la novedad del sufijo femenino, frente al usual
ἐρωτοτόκος¹⁶. Otros epítetos son: νυκταιροδύτειρα 2542, φαέσφoρος 2544,
κυνολύγματος 2545, ἀστρο[δ]ία 2555¹⁷, παλίνεδρος 2552 y λιμενῖτις (2558–9,
2853)¹⁸. En su asimilación «afrodisíaca» (en concreto como Πειθώ) es calificada
de ἀπρονόη (2546), que Preisendanz modifica en ἀϐρονόη¹⁹. Además, tenemos
τετραπροσωπεινή (2560).
En la otra διαϐολή o falsa acusación ante Selene destacan tres epítetos de la
diosa: ταυροδράκαινα 2609–10, ἱπποκύων 2610 y νευσίκρανος 2610–11. Por
último, fuera ya de las invocaciones, merece mencionarse ἀφυλακτηρίαστος
2503, referido a los que no usen el amuleto aconsejado, con la advertencia de
los riesgos correspondientes.
La siguiente receta, presentada en el papiro como otra διαϐολή ante Selene,
es en realidad una versión de la precedente, aunque, como señala Bortolani²⁰,
dadas las numerosas variantes, ha pasado a considerarse en la transmisión una
¹¹ Bortolani 2016: 280–297.
¹² Sobre este recurso véase Herrero Valdés 2011, Blanco & Chronopoulou 2018. Cf. Bortolani 2016:
298–308.
¹³ La bibliografía sobre Hécate (con análisis de todos los aspectos de la diosa) se ha enriquecido
notablemente en los últimos años, cf. Johnston 1990, Zografou 2010, 2015, Serafini 2015 y ha
conocido un nuevo impulso a raíz de la edición de los «hexámetros Getty», en que se menciona
una historiola con presencia de la diosa (remito a los estudios recogidos en Faraone & Obbink (eds.)
2013 y Antonetti (ed.) 2019, además del detallado análisis de Bernabé & Martín 2013). Se da el caso
de que parte de dicho texto es más o menos coincidente con otros de los PGM. En concreto el
papiro lxx, vid. Zografou 2015 y SM I 49, vid. Suárez de la Torre 2019.
¹⁴ Sobre el simbolismo de esta ausencia de sandalia, vid. Wortmann 1968, Fauth 1985–86: 204–205.
¹⁵ En este caso la novedad radica solo en el sufijo.
¹⁶ Así se encuentra en Musae. 159 o Nonn. D. 4.129.
¹⁷ En el papiro se lee ἀστροχία.
¹⁸ Este aparece en una serie en que se detallan todos los espacios de actuación, desde lo celestial a lo
infernal, como ya se dijo más arriba.
¹⁹ ἀπρονόη aparece aceptado en el DGE.
²⁰ Bortolani 2016: 298.

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Emilio Suárez de la Torre

receta independiente. En este caso no aparecen nuevos epítetos únicos, pero


sí hay que señalar la presencia del verbo ὀνειροθαυπτέω (2620–21; cf. 3179),
el cual, junto con el sustantivo correspondiente (ὀνειροθαυπτάνη), es parte
de la terminología específica de estos textos. También φυλακτεριάζω (2627, cf.
789). Asimismo, se menciona la ofrenda de laurel ἄτεφρος (2582). Más adelante,
invocada como Actiofis, la diosa es designada como μηνοτύραννος (-ε 2662),
que es la lectura del papiro, modificada por Preisendanz en μόνη τύραννε.
En la siguiente receta, una ἀγωγή con invocación también a Selene-Hécate
2705–2780, tenemos γιγάεσσα 2714, κατα〈καμ〉ψυψαύχενος 2718–19, σκυλακά-
γεια 2719–20 y ἀδαμάστωρ 2714. También es designada como πανφόρϐα 2749
y, al final de la receta, πασικράτεια 2774, πασιμεδέουσα 2774 y παντρεφέουσα
2775.
En la εὐχὴ πρὸς Σελήνη (en realidad, de nuevo, Selene-Ártemis-Perséfone²¹
2782–2986) se encuentra una serie introducida por el radical δαμ(ν)-²², con
Δαμνομένεια como novedad. Aparecen compuestos nuevos referentes a los
lugares de dominio de la diosa (como ἀϊδωναία, 2855) o su aspecto externo
(ὀφεοπλόκαμος 2863 o ζωνοδράκωντις 2864). Su poder mortífero se recoge en
θανατηγός (2865) y en ἀωροϐόρος (2867). Se alimenta de corazones (καρδιό-
δαιτος 2867), golpea las tumbas (καπετόκτυπος 2867) y hace ir errante con el
aguijón de la locura (οἰστροπλάνεια 2868)²³.

2.5. Afrodita y Eros

En el apartado anterior Afrodita aparecía asimilada (al menos parcialmente)


a otras deidades femeninas, pero en otros hechizos Afrodita conserva ese papel
tradicional amoroso, pero también se encuentra invocada como una deidad con
poderes excepcionales. Por ejemplo, en el «plato de adivinación de Afrodita»
(Ἀφροδίτης φιαλομαντεῖον, 3207–3252)²⁴. En esta y otras recetas Afrodita
es más que la mera «diosa del amor»: su identificación con Φύσις la eleva
a una categoría de diosa con poder universal. Inmediatamente después de esta
denominación encontramos la siguiente serie de epítetos 3229–31: δίμορφον,
ἀμε/ρείην, εὐθείην, ἀφρωραίαν Ἀφροδί/την. La calificación de εὐθείη puede
apuntar a la precisión y lo inevitable de su intervención. En cuanto a ἀφρωραία
3232, combina la relación con el mito del nacimiento de la espuma del mar

²¹ Cf. Bortolani 2016: 322 (himno 15).


²² Δαμνώ, Δαμνομέ/νεια· Δαμασάνδρα· Δαμνοδαμία (2844–45).
²³ Bortolani 2016: 335 sugiere una connotación erótica.
²⁴ Sobre la figura de Afrodita en los PGM véase Suárez de la Torre 2020.

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Creatividad léxica en los Papiros Mágicos Griegos

con una referencia a la belleza y al florecimiento estacional. Otros epítetos:


πυριδώρα 3235, 〈ἀμ〉φιπυριφερής 3244, ἑκηστασίχθων 3244.
En cuanto a la plegaria dirigida a Eros, incluida en la receta de la Espada
de Dárdano²⁵ 1715–1922, los epítetos nuevos dedicados al dios son: μελαν-
φαής 1758, 1774; ἀλιτάνευτος 1776, οἰστρογενέτωρ 1777, νυκτιχαρής 1794
y νυκτιγενέτωρ 1795.

2.6. Varia

Los restantes hápax de este papiro se encuentran dispersos en diversas rece-


tas de variado contenido. En la Estela secreta (στήλη ἀπόκρυφος), dedicada
a diversos πνεύματα y elementos del cosmos, con una amplia alabanza del
dios supremo, el círculo de la luna es descrito como «de desigual brillo»,
ἀνισολαμπὴς (1132), mientras que el πνεῦμα astral es calificado con un adje-
tivo trimembre que subsume cualidades dispares (húmedo, de fuego y frío):
ὑγροπυρινόψυχρος (1146).
En la receta en que se describen los poderes de tres versos homéricos (el
Τρίστιχος Ὁμήρου πάρεδρος, 2138–2235) de la Dolonía (canto x de Ilíada)²⁶,
no faltan epítetos creados ad hoc para subrayar esos poderes. Es el caso de
γογγυλόρυγχος (2185) y ὀμϐρολίγματος (2185). En esta misma receta, en
el detalle de sus aplicaciones, se emplea un término técnico específico no
atestiguado fuera de los papiros: ἁρματορακτóν (2210), es decir, el conjuro
para hacer que se rompan los carros²⁷.
En la fórmula que figura con el título de «eficaz y de invocación» (o «lla-
mativa», καταπρακτικόν και κατακλητικόν), también llamada «mendiguillo»
(ἐπαιτητάριον)²⁸, cuya invención se atribuye a Hermes, el logos final incluye el
sustantivo ὀρφόντης (2432), «huérfano»²⁹, en lugar del habitual ὀρφανός.
Mención especial merece el hechizo para posesos (es decir, un exorcismo),
atribuido al legendario mago egipcio Pibequis (3007–3086)³⁰. Las novedades
léxicas son dos sustantivos y dos verbos. Encontramos la mención de las
diez plagas de Egipto, es decir, el δεκάπληγος (3035), y la designación del
«creador» como χουοπλάστης (3049). Los verbos son περιφλογίζω (3069),
«arder alrededor», y λακάω (3070), «quebrarse» o «derretirse» (el hierro).
²⁵ Vid. Suárez de la Torre 2012–13 y 2017.
²⁶ Vid. Suárez de la Torre 2011b.
²⁷ Aparece en plural, ἁρματορακτά (ἐπὶ τῶν ἁρματορακτῶν).
²⁸ Análisis detallado de la misma en Suárez de la Torre 2011a.
²⁹ En referencia a Horus.
³⁰ Sobre la abundancia de referencias de autoría (pseudoepígrafa) en los papiros mágicos, véase
Suárez de la Torre 2014 (sobre esta mención, p. 268).

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Emilio Suárez de la Torre

Por último, en la receta de adivinación de Crono (el «molinillo», 3086–3124)


encontramos el compuesto βροντοκεραυνοπάτωρ (3104), epíteto de Crono
como «padre del trueno y del rayo».

3. Nota final

Esta recopilación de hápax del papiro mágico iv (que es solo una muestra de
un rasgo extensible al conjunto de papiros mágicos) confirma la capacidad de
los autores de recetas para dotar a las mismas de la mayor eficacia posible.
Un alto porcentaje lo constituyen los epítetos dedicados a las divinidades
invocadas, a lo que se suma la terminología técnica. Esta creatividad léxica
se suma a otros recursos lingüísticos que convierten a las recetas mágicas
en documentos peculiares. En el estudio de cada receta mágica, en cuanto
documento escrito, hay que tener en cuenta (entre otras cosas) el aspecto
material (sustancias y materiales recomendados) y los elementos, lingüísticos
y pictóricos, que configuran su contenido. Pero nunca debemos olvidar el
momento en que alguien, haciendo uso de la receta, entonaba en voz alta
las fórmulas, invocaciones y plegarias allí recomendadas. En su faceta oral
o escrita, la creatividad léxica aquí analizada era un instrumento esencial para
hacer que el conjuro cumpliera su función.

4. Relación alfabética de términos

ἀγγελοδείκτης 1373 ἀνισολαμπὴς 1132


ἀδαμάστωρ 2717 ἀπειροδιοικήτης 1354
ἀϊδωναία 2855 ἀπρονόη 2546
ἀκτε〈ρο〉βόρος 3242 ἀρηγός 2281
ἀκτινοχαῖτις 2286 ἁρματορακτά (τὰ) 2210
ἀλιτάνευτος 1776 ἀστροδάμας 603
ἀλκιμόϐριθος 1364 ἀστρο[δ]ία 2559
ἀμερείη 3231 ἄτεφρος 2582
〈ἀμ〉φιπυριφερής 3244 αὐξησίφως 601
ἀναγκεπάκτης 1361 ἀφελόζωος 1371
ἀναπολεύω 703 ἀφρωραία 3232
ἀνειδωλόπληκτος 1063, 1080 ἀφυλακτηρίαστος 2507
ἀνεμαφέτης 1363 ἀωροϐόρος 2867
ἀνεμοεπάκτης 1360
ἀνηλιοδείκτης 1374 βαριδοῦχος 2274

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Creatividad léxica en los Papiros Mágicos Griegos

βαυκύων 1912 κατα〈καμ〉ψυψαύχενος 2718–19


βορϐοροφόρϐα 1402, 1416 καταλείψανον 1405a
βρονταγωγός 182 κεραυνοκλόνος 599–600
βροντοκεραυνοπάτωρ 3104 κεραύνοπλος 2262
βυθοκλόνος 1363 κινησίγαιος 1355
βυθοταραξοκίνησος 184 κινησίπολος 1372
Κλωθαίη 2280
γαληνοϐάτης 1364
κνωδακοφύλαξ 680
γιγάεσσα 2714
κοιρανόμοιρος 1360
γνοφεντινάκτης 181
κοχλαζοκύμων 184
γογγυλόρυγχος 2183
κραταιόχθων 1355 (VII 353)
γυμνοσάνδαλος 2481 (I 150–151)
κρημνοϐάμων 1365
δαιμονοτάκτης 1374 κυνολύγματος 2549
Δαμνομένεια 2847
λακάω 3074
δείχτειρα 2273
λαμπροφεγγής 386, 714
δεκάπληγος 3035
λιμενῖτις 2562, 2853
εἰδωλίη 2273 (existe εἰδωλικός) λοφαῖος (-η) 2267
ἐκδικοφώτης 1373 λοχιάς 2285
ἑκηστασίχθων 3244
μελανφαής 1758, 1774
〈ἐ〉νεφόπτας (-της) 1353
μηνοτύραννος 2662
ἐρωτοτόκεια 2257
μιτρίη 2274
εὔστοχος 2274
νευσίκρανος 2614
ζήνιον (ὕδωρ) 226 νυκταιροδύτειρα 2546
ζωνοδράκωντις 2864 νυκταστράτης 182
νυκτιγενέτωρ 1795
ἡλιοδίσκος 34–35
νυκτιχαρής 1795
ἡλιωτίς 2263
νυκταστράπτης 182
θανατηγός 2865
ὀϐριμοδυνάστης 1365
θανατοσυναρτής 1372
οἰστρογενέτωρ 1777
θεαγωγός 976, 985
οἰστροπλάνεια 2868
θεροκαυσώδης 1359
ὁλκῖτις 2267
θυμάνδρειος 2267
ὀμϐρολίγματος 2184
ἰνδαλίμη 2273 ὀνειροθαυπτάνη 3172
ἱπποκύων 2614 ὀνειροθαυπτέω 2624, 3179
ἰσοπάρθενος 2251 ὀρφόντης 2437
οὐρανοκευθμοωνοδίαιτος 1351
καλλίφως 594
ὀφεοπλόκαμος 2863
καπετόκτυπος 2867
καρδιόδαιτος 2867 παγγαίη 2279

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Emilio Suárez de la Torre

παλίνεδρος 2556 πυριδρακοντόζωνος 1404


πανθυπακουστής 1369 πυριδώρα 3235
πανθυποτακτ〈ικ〉ός 1370 πυρίθυμος 592
παντρεφέουσα 2775 πυρικλόνος 597
πανφόρϐα 2749 πυρινόθριξ 636
πασικράτεια 2774 πυρισχησίφως 601
πασιμεδέουσα 2774 πυρισώματος 595
περιφλογίζω 3074 πυριχαρής 593
πετρεντινάκτης 183 πυροπεμψίφλογος 1362
πλανησίμοιρος 1368
ῥυστικός (- ή) 9, cf. Ι 197, 266
πνευματοδώτης 1371
προλυσσάω 2262 σιδηρόψυχος 1366, cf. VII 356
προπροφεγγής 562, 603, 716 σκοτιοέρεϐος 1361
προφεγγής 563 σκυλακάγεια 2722
πυριδίνης 598 στηριγμοθέτης 1356

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 291 — #291

Interferencia lingüística entre egipcio y griego


en los papiros mágicos. Una aproximación*
S. Torallas Tovar y R. Martín Hernández
University of Chicago y Universidad Complutense de Madrid
sofiat@uchicago.edu raquelma@ucm.es

Resumen: En esta contribución abordamos la cuestión lingüística del griego de los papiros mágicos
desde el punto de vista del contacto lingüístico. Como ejemplo de cruce de tradiciones religiosas
y rituales, presentan un caso especialmente interesante. Estudiamos una serie de ejemplos de
préstamos léxicos y calcos semánticos e interferencia sintáctica.
Palabras clave: Papiros mágicos, interferencia lingüística, bilingüismo.

Linguistic interference in Greek and Egyptian


in the magical papyri: some case studies
Abstract: In this contribution we address the linguistic situation of the Greek of the magical
papyri from the point of view of linguistic contact. As an example of the melting pot of religious
and ritual traditions, they present a particularly interesting case. We discuss a series of examples
of lexical loans and calques, and examples of syntactic interference.
Key Words: Magical papyri, linguistic interference, bilingualism.

1. Griego en Egipto y los textos mágicos

Gracias a las condiciones climáticas de Egipto, nos han llegado numerosos tex-
tos mágicos de época grecorromana de esa región. La primera edición de los
textos mágicos en papiro la conforman los dos primeros volúmenes de Papyri
Graecae magicae de K. Preisendanz, 1928–31¹. Este corpus ha sido utilizado
* Este trabajo es parte de los Proyectos «Transmission of Magical Knowledge: Magical Handbooks
on papyrus», del Neubauer Collegium de la Universidad de Chicago, y «Leyendo vidas. Religión,
derecho y sociedad en los papiros de las colecciones españolas» (PGC2018-096572-B-C22) del
Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Agradecemos a Marina Escolano Poveda (U.
Liverpool) y Panagiota Sarischouli (U. de Tesalónica) sus valiosos comentarios. Las traducciones
son nuestras a no ser que indiquemos lo contrario. Los papiros mágicos aparecen con su cita
tradicional, junto con el número de nuestra edición abreviado como GEMF (Faraone & Torallas
Tovar, e. prep.).
¹ La edición de Preisendanz se abrevia comúnmente como PGM. Las siglas PDM se utilizan para los
papiros demóticos mágicos. PGM fue revisado en 1974 por A. Heinrichs. R. Daniel y F. Maltomini
publicaron en Supplementum Magicum (1990–1992) los formularios y documentos mágicos escritos
en griego posteriores a la edición de Preisendanz.

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S. Torallas Tovar y R. Martín Hernández

desde su publicación como una de las fuentes más importantes para el estudio
de la magia griega. En la actualidad, el proyecto «Transmission of Magical
Knowledge: Magical Handbooks on papyrus» de la Universidad de Chicago,
al que ambas pertenecemos, está haciendo una reedición completa de los 88
manuales de magia conservados del ii a.C. al vi d.C.
Uno de los problemas de la edición de Preisendanz es que proporciona textos
solo para aquellos papiros que están en griego, ignorando en general los textos
egipcios. Esto crea la falsa impresión de que estos textos se originaron en un
entorno monolingüe. El problema fue parcialmente resuelto con la traducción
coordinada por Betz (1986), que incluyó gran parte de los manuales en demótico.
El estudio de este corpus en su integridad, con atención al equilibrio de sus
lenguas y culturas, permite abordar el contacto lingüístico.
La situación lingüística de Egipto², especialmente desde la llegada de los
griegos con Alejandro Magno, se va haciendo compleja con el paso del tiem-
po y a medida que nuevas situaciones políticas y sociales vienen a alterarla.
Con la dinastía Ptolemaica se instauró una administración en griego que fue
desplazando al demótico³. El griego se constituyó como vehículo fundamental
de la comunicación a todos los niveles, limitando la lengua egipcia al ámbito
del templo. En este momento, y sobre todo debido a la gradual pérdida de
poder de los grandes centros sacerdotales, la magia y los textos de poder ritual
experimentaron un cambio significativo. Las técnicas rituales egipcias, here-
deras de una larga y poderosa tradición enraizada en las prácticas del templo,
se adaptaron rápidamente a las prácticas llegadas de Grecia y se empezaron
a incorporar ritos y fórmulas procedentes de otras culturas. Estudiosos como
Ch. Faraone o R. Gordon⁴ han insistido en la gran influencia que los actos
rituales operativos en el entorno cultural griego tuvieron en la conformación
de los formularios mágicos greco-egipcios y su popularidad. Así, el poder de
las vocales, el uso de los triángulos mágicos, o los charakteres, entre otros
instrumentos rituales, se integran con los rituales operativos egipcios. En esta
nueva forma de magia, la lengua griega adquiere una gran relevancia y presti-
gio entre los sacerdotes egipcios. J. Dieleman (2005: 41–44) en su estudio sobre
los papiros bilingües greco-demóticos de la llamada Biblioteca de Tebas trabaja
con la hipótesis de que el escriba demótico utiliza libros en griego y traduce
las recetas al egipcio. En este ámbito bilingüe, tanto griego como demótico

² La bibliografía sobre la situación lingüística en Egipto es muy amplia. Remitimos a algunos títulos,
donde se puede completar: Rochette 1993, 1996, Fewster 2002, Thompson 2009, Fournet 2009,
Torallas Tovar 2010a, 2010b, Vierros 2014.
³ Crespo 2008, Thompson 2009, Lewis 1993: 276–281, Torallas Tovar e. prep. a.
⁴ Faraone 2001, Gordon 2019.

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Interferencia lingüística entre egipcio y griego

o antiguo copto eran ritualmente operativos e intercambiables⁵. No en vano es


precisamente en textos mágicos en los que se produce la transición gráfica de
la lengua egipcia. La adopción del alfabeto griego para notar la lengua egipcia,
que ocurrió probablemente ya de una forma estandarizada entre los siglos
iii–iv, fue un fenómeno innovador de gran importancia. La fase de la lengua
egipcia conocida como antiguo copto es la primera etapa en la adopción del
alfabeto griego. En ella los signos demóticos añadidos a los caracteres griegos
para los sonidos de los que carecía la lengua griega todavía variaban de un
texto a otro⁶. Los ejemplos más tempranos los encontramos, precisamente, en
los textos mágicos. Uno de los ejemplos más notables son las partes en antiguo
copto del Papiro Mimaut (GEMF 50; PGM III), del s. iii y del Gran papiro Mági-
co de París (GEMF 55; PGM IV)⁷, del s. iv. Hay que recordar también que los
papiros mágicos GEMF 15 y 16 (PGM/PDM XII y XIV) contienen anotaciones
en escritura alfabética como glosas a los textos demóticos⁸, bien por facilitar la
lectura, bien por notar las vocales con un sistema gráfico más adecuado.

2. Fenómenos lingüísticos

Egipto en el s. iii–iv d.C. era una sociedad profundamente multicultural y mul-


tilingüe y su producción textual refleja esta variedad. M. Vierros (2012) estudió
la interferencia sintáctica en un corpus de documentos griegos en papiro pro-
cedentes de un ambiente bilingüe, el archivo de los notarios de Pathyris. En
un corpus como el de los papiros mágicos encontramos un escenario lingüísti-
co semejante. Hemos recogido en lo que sigue algunos ejemplos de posibles
interferencias del egipcio en los textos mágicos en varios ámbitos.

2.1. Bárbara onómata

Con mágica onómata o bárbara onómata se hace referencia a términos aparen-


temente incomprensibles y dotados de gran poder, siendo las bárbara onómata
términos con sentido en otras lenguas. En ocasiones, de forma explícita, se
indica en los textos que los nombres provienen de la lengua egipcia. En GEMF
15 (PGM XII) 261–263 aparece el siguiente texto:

⁵ Dieleman 2005: 291, 2006: 77, Love 2016: 234–235.


⁶ Quaegebeur 1982, 1991, Satzinger 1991.
⁷ Satzinger 1975, Love 2016.
⁸ Dieleman 2005: 35, 38, 57–80.

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… ὅτι σου ἐπὶ τῇ τελετῇ τὸ μέγα ὄνομα ἐπεκα|λεσάμην καὶ πάλιν ἐπικαλοῦ-
μαί σε κατὰ μὲν Αἰγυπτίους Φνω εαι Ιαϐωκ, κατὰ | δ’ Ἰουδαίους Ἀδωναῖε
Σαϐαώθ, κατὰ Ἕλληνας ὁ πάντων μόναρχος βασιλεύς
(«… porque te invoco en el ritual por tu gran nombre, y además te invoco
según los egipcios “Phno eai Iabok”, y según los judíos “Adonai Sabaoth”
y según los griegos, “el rey que gobierna en solitario todo”…»).

Aunque el texto supuestamente en egipcio no significa en realidad nada identi-


ficable, nos resulta útil para mostrar el interés en la diversidad lingüística y el
respeto por las palabras originales. Se puede comparar con el testimonio de
Jámblico, Myst. 7.5.15:

…pues en cada pueblo hay características lingüísticas imposibles de ser


expresadas en la lengua de otro pueblo; no obstante, incluso si se pueden
traducir los nombres, ya no conservan el mismo poder; además, los bárbara
onómata tienen mayor solemnidad, mayor concisión y poseen menor ambi-
güedad y variedad, y la cantidad de palabras menos numerosa; por todo ello
armonizan con los seres superiores. (Traducción de E. A. Ramos Jurado).

Un texto muy similar aparece en GEMF 60 (PGM XIII) 462 en donde, de nuevo,
se ofrece una explicación del nombre egipcio de la divinidad:

τὸ δὲ φυσικόν σου (ὄνομα) | αἰγυπτιστί· ἀλδαϐαειμ λέγει τὴν βᾶριν,| ἐφ’ ἣν


ἀναϐαίνει ἀνατέλλων τῷ κόσμῳ·
(«el nombre mágico (por naturaleza) en egipcio es “Aldabaeim”; quiere decir
la barca a la que se sube cuando surge en el cosmos»).

Otro ejemplo más lo proporciona GEMF 1 (PGM CXI, Suppl. Mag. II 70). Según
este texto, el nombre egipcio Knēph es en griego «el gran modelador»: 1–2
αἰγυπτιστὶ Κνη[φ] | ἑλληνιστὶ δὲ πλάστης μέγ[ας].
En esta misma idea, pero sin que se explicite el origen de la lengua, hay
que entender algunos de los nombres mágicos. En las retahílas de palabras
incomprensibles a primera vista, a través de un análisis cuidadoso del texto,
se identifican nombres de dioses o expresiones egipcias de poder. Destacamos
algunos ejemplos.
En GEMF 31 (PGM I 134–141) hay una larga invocación con numerosas voces
magicae. Entre ellas aparece: Ἀμοῦν ω ηϊ, que en egipcio significa «Amón el
grande». Más adelante en el papiro (l.149) encontramos el término ϊνουθω, que
se puede interpretar como i ntr ‘3, es decir, «Oh, gran dios»⁹. Más reveladora
⁹ Ritner en Betz 1986: 7.

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Interferencia lingüística entre egipcio y griego

resulta la frase de GEMF 55 (PGM III) 144–145 ψοειω ψοειω π[ν]ουτε νεντηρ
τηρ[ου que aparece inserta en una invocación y hace referencia a Helios. El
griego es la transcripción fonética del demotico p3 šy c3 p3 šy c3 p3 ntr n3 ntr.w
tr.w, «buen demon, buen demon, oh dios de todos los dioses»¹⁰.

2.2. Préstamos léxicos

El contacto de las lenguas egipcia y griega tuvo como resultado el trasvase


léxico de un limitado número de préstamos¹¹. En el terreno de los textos mágicos
encontramos tanto préstamos léxicos egipcios, a menudo adaptados a la flexión
griega, como calcos semánticos, es decir, términos griegos que han adquirido
una extensión semántica debido al influjo de un término egipcio.
Como ejemplo del primer tipo, tenemos el término οὐάτιον «ojo», u «ojo
Udjat», la transliteración y adaptación al griego del término egipcio wḏ.t,
literalmente «el verde», también llamado «ojo de Horus».
En GEMF 58 (PGM V) 75 el término aparece primero como ους, reconstruido
por Preisendanz como οὐτάτιον, aunque la línea 92 muestra claramente la
lectura οὐάτιον. El texto dice:

74–75…λαϐὼν πανουργικὸ(ν) | ξύλον γλύψον σφῦραν καὶ ἐν | ταύτῃ κροῦε


εἰς τὸ οὐς λέγων [τ]ὸν λόγον·
92–94 … ὅσον κρούω τὸ οὐάτιον σφύρῃ ταύτῃ, | ὁ τοῦ κλέπτου ὀφθαλμὸς
κρουέσθω | καὶ φλεγμαινέσθω,…
(«Y cogiendo madera de un patíbulo haz un martillo y golpea con él el ojo
diciendo la fórmula:»
… «tal como yo golpeo el ojo con este martillo, que el ojo del ladrón sea
golpeado y se inflame»).

El papiro da indicaciones de cómo debe realizarse ese ojo de Horus, ofre-


ciendo un dibujo y claras instrucciones. Debido a la creencia en la analogía
persuasiva del rito, el ladrón sufrirá irritación en el ojo y podrá ser claramente
identificado.¹²
En otro ritual destinado a encontrar a un ladrón, en demótico (GEMF 18 =

¹⁰ Ritner en Betz 1986: 22.


¹¹ Fournet 1989, Torallas Tovar 2004, 2017, e. prep. b.
¹² Sobre su uso Faraone 2015.

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PDM LXI 79–94), al final del procedimiento el texto hace referencia explícita-
mente al ojo de Horus utilizando también el término wḏ.t¹³.
Otro ejemplo de préstamo egipcio es βᾶρις,¹⁴ «barca egipcia», del egipcio
br, relacionada con los rituales del más allá.¹⁵ Como préstamo muy temprano
del egipcio, ya aparece en Esquilo, Supp. 839, Heródoto II 96, o más tarde en
Plutarco, Is. et Os. 358A, con el propósito de dar un sabor egiptizante al texto.
En los papiros mágicos aparece en el ejemplo mencionado más arriba, GEMF
60 (PGM XIII 462), en 58 (PGM V) 174, como epíteto de Hermes, implicando
también la idea del «viaje», o 74 (PGM VII) 618 en un contexto ritual menos
sofisticado. Es también interesante observar que términos derivados de βᾶρις,
como βαρίϐας, «barquero», descrito por Hesiquio (B 262: βαρίϐαν· τὸν ναυσι-
βάτην), aparece como nombre mágico precisamente en un contexto de viaje
al más allá, y que por tanto se puede interpretar como «barquero» (GEMF 72,
PGM VIII 80–82):

ἢν γαίης κευθμῶνα μόλῃς, νεκύων ἐνὶ χώρῳ,| πέμψον μάντιν ἐξ ἀδύτων τὸν
ἀληθέα, λίτομαί σε | λαμψουηρ: σουμαρτα: βαριϐας: δαρδαλαμ: [φ]ορϐηξ,
κύριε, | ἔκπεμψον τὸν ἱερὸν δαίμονα Ἀνούθ:
(«Si vas a las profundidades de la tierra y llegas a la región de los muertos,
envía a un adivino fiable desde su más íntima morada. Te ruego lampsouer,
soumarta, baribas (…) envía al sagrado demon Anouth»).

Un ejemplo para calco semántico viene de la terminología para la jerarquía


de los templos¹⁶ y su adaptación a la lengua griega. Entre otros, el término
προφήτης, «profeta», corresponde al eg. ḥm-ntr, literalmente «siervo del dios»,
un rango del sacerdocio egipcio ampliamente documentado en papiros e ins-
cripciones¹⁷. En los papiros mágicos, el término aparece con el significado de
sacerdote egipcio en GEMF 55 (PGM III 257), 57 (PGM IV 2443 y 2450), 74 (PGM
VII 223), 15 (PGM XII 229 y 276) y 69 (PGM XXXVII) 9.

¹³ En el caso de GEMF 15 (PGM/PDM XII) 230, οὐάτιον aparece en el contexto de una oración, en la
que el orante se identifica con el ojo de Horus, como ente protector de los faraones, y otros dioses
para los que ofrece barbara onomata.
¹⁴ Torallas Tovar 2004: 181, 2017: 100, Fournet 1989: 57, Rodríguez Adrados 1999.
¹⁵ Cf. D.S. I 92.
¹⁶ Torallas Tovar e. prep. b, Dieleman 2005: 205–211, Clarysse & Thompson 2006: vol. 2, 179–181,
Ritner 1993: 220–221.
¹⁷ Algunos ejemplos de iii a i a.C.: P.Tebt. I 6.3, BGU VIII 1795.4, OGI 56.59.

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Interferencia lingüística entre egipcio y griego

2.3. Marcas gráficas

En el curso de nuestra revisión de los formularios mágicos hemos observado


que en algunos papiros griegos los nombres considerados sagrados aparecen
en algunos casos marcados gráficamente con un apóstrofe o tilde superlineal.
Ejemplos como GEMF 11 (PGM LXIX): φνουνεϐεηϐ̄ (l. 1) o GEMF 1 (Suppl. Mag.
II 70): ὄφεως´ (l. 6) ϊέρακος´ (l. 13), GEMF 44 (P.Oxy. LXVIII 4672): Ἑκάτη´ (ll.
1, 2, 10, 11); GEMF 52 (PGM XXIVa): Ὄσιρειν´. Esto se podría comparar con
el uso de cartuchos para nombres reales en jeroglíficos, o determinativos en
demótico para indicar los nombres divinos¹⁸, signos sin valor fonético pero
que se añaden al final de las palabras como apoyo semántico.

2.4. Repetición enfática

La repetición de un adjetivo es un recurso que la lengua egipcia usa para


establecer una gradación¹⁹. Tal podría ser el uso de la repetición de μέγας
en varios textos de los papiros mágicos. En GEMF 57 (PGM IV) 3270, en una
invocación al dios Tifón, se dice, con una particularidad gráfica:

ὁ μέγας β˝ Τυφῶν λερθεμινω, συν|επίστησον τῇ πραγματείᾳ ταύτῃ, ᾗ ἐπιτε-


λῶ, ὅτι σου | λέγω καὶ γράφω τὸ μέγα καὶ ἔντιμον (ὄνομα)·
«(Oh gran, gran Tifón (o grandísimo Tifón), Lerthemino, acércate a esta
práctica que llevo a cabo, porque yo digo y escribo tu grande y honorable
nombre»).

Igual es el caso que muestra GEMF 58 (PGM V) 11, de nuevo en el contexto de


una invocación, esta vez al dios Sarapis, entre una gran cantidad de nombres
mágicos.

βακαξιχυχ· βοσιψετηθ· φοϐη | βιϐωθ· ὁ μέγας, μέγας Σάραπις σαμ|ασφρηθ·


(«bakaxichuch bosipseteth phobebiboth oh gran, gran (grandísimo) Sarapis
samasphreth»).

GEMF 60 (PGM XIII) 997 de nuevo utiliza la reiteración de μέγας ahora ante el
nombre de Eón: ὁ μέγας, μέγας Αἰών, «Oh gran, gran (grandísimo) Eón». Todos
los ejemplos listados aparecen en invocaciones en las que se quiere amplificar

¹⁸ Erichsen 1937: A-8.


¹⁹ Loprieno & Müller 2012: 131.

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S. Torallas Tovar y R. Martín Hernández

la grandeza de la divinidad a la que se invoca. Otros usos iterativos en los


papiros mágicos podrían estar relacionados con esa idea de amplificación. Por
ejemplo, la duplicación de adverbios como ἥδη ἥδε o ταχύ ταχύ sirve para
urgir a la divinidad para que el rito tenga cumplimiento inmediato.

2.5. Numerales

Conectando con el anterior punto, aunque con un sentido diferente, el uso


distributivo de la geminación numeral es también una característica de la
lengua egipcia²⁰. En GEMF 52 (PGM XXIVa, 19–20) encontramos κατὰ δύο
δύο, una combinación de la expresión griega κατὰ δύο, con la repetición del
numeral, que sería típica del egipcio o copto, ⲥⲛⲁⲩ ⲥⲛⲁⲩ («dos para cada uno»,
o «de dos en dos»). Por otra parte, la construcción de los numerales en egipcio
difiere del griego en que, en lugar de construirse con el plural, se construyen,
especialmente en egipcio tardío, con el singular (Allen 2010: 104; Loprieno
1995: 72). Un ejemplo de construcción del numeral con influencia de esta
concordancia con el singular la ofrece el PGM XXXIX, un papiro que conserva
un encantamiento amoroso. En la invocación se dice:

ἐξορκίζω σε τοῦ δώδεκα στοιχείων | τοῦ οὐρανοῦ καὶ εἰκοσιτέσσερα στοι-


χεί|ων τοῦ κόσμου.
(«Te conjuro por los doce elementos del cielo y los veinticuatro elementos
del cosmos»).

El τοῦ fue corregido por Preisendanz en su edición por τῶν, para que concordara
con στοιχείων. El uso del artículo en singular puede interpretarse como mero
despiste del escriba, pero también como interferencia de la construcción egipcia
de los numerales con singular.

2.6. Flexión nominal

La lengua egipcia no tiene, como el griego, flexión nominal, por lo que a me-
nudo los hablantes de griego como segunda lengua cometen algunos deslices
sintácticos. Por otra parte, otra de las características del egipcio es que tiene

²⁰ Loprieno 1995: 72 y Moulton 1908: 97, da ejemplos en griego demostrando que ya existía, aunque
infrecuente, en el griego antes de la posible influencia semítica o egipcia (S. fr. 201, A. Pers. 981
etc.).

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Interferencia lingüística entre egipcio y griego

formas conjuntivas, carentes de valor propio, y que recogen el valor de las pa-
labras previas en la oración, especialmente para verbos, que heredan el tiempo
y el aspecto del verbo que les precede²¹. También ocurre con sustantivos. Por
ello, a menudo en enumeraciones se encuentra el nominativo con el uso de
«caso vacío». Un ejemplo lo encontramos en GEMF 58 (PGM V) 172–175:

Ἑρμῆν σὲ καλῶ, θεὸν ἀθάνα-|τον, ὃς κατ’ Ὄλυμπον αὔλακα τέ-|μνεις, βᾶρίν


θ’ ἱερήν, φωσφόρ’ |Ἰάω, ὁ μέγας αἰωνόϐιος, φρικτὸς μὲν ἰδεῖν, φρικτὸς δὲ
ἀκροᾶσθαι·
(«Hermes te conjuro, dios inmortal, que abres un surco en el Olimpo, barca
sagrada, portador de luz, Iao, de gran vida eterna, terrible a la vista y terrible
al oído»).

2.7. Traducción literal

Algunos fenómenos de sintaxis o expresión egiptizante aparecen en textos


que son claramente traducciones literales de himnos egipcios. Los ejemplos
más claros están en GEMF 15 (PGM-PDM XII), un manual bilingüe, en las dos
invocaciones «ouphōr» que son una versión más condensada, pero auténtica,
de un ritual egipcio tradicional: el de la apertura de la boca. El texto de col. xiii
11–21 (323–333) contiene la primera invocación ouphōr (en griego ἐπίκλησις
Οὐφωρος)²², y toda la disposición del texto también recuerda fuertemente la
disposición de los himnos egipcios²³. También el himno en prosa dirigido al
pantocrátor en las cols. x 27–33 (238–244)²⁴, discutido en detalle por Dieleman
(2005: 158–163) tiene claros paralelos con himnos egipcios en honor de Amón.
Como ejemplo de fraseología paralela, proponemos col. vi 19–20 (92–93):

ἐγώ εἰμι ᾧ συνήντησας ὑπὸ τὸ ἱερὸν ὄρος καὶ ἐδωρήσω τὴν τοῦ μεγίστου
ὀνόματός σου γνῶσιν.
(«Yo soy el que conociste en la base de la colina santa y a quien regalaste el
conocimiento de tu más grande [nombre]»)²⁵.

²¹ Vierros 2012.
²² Dieleman 2005: 178–179.
²³ GEMF 15 (PGM XII) col. xiii 23–38 (335–350) contiene la segunda invocación ouphōr.
²⁴ Otras versiones en PGM XXI y GEMF 60 (PGM XIII) 732–1056.
²⁵ Cf. GEMF 30 (PGM II) y GEMF 55 (PGM III) 157.

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3. Conclusiones

Somos conscientes de que este artículo contiene un número limitado de ejem-


plos de fenómenos que se podrían estudiar en mayor profundidad, pero con-
sideramos que son suficiente testimonio de la interferencia lingüística en un
corpus tan multicultural y multilingüe. Ejemplos claros de préstamos léxicos,
de calcos semánticos o de traducciones literales verbum e verbo, no son sino
la punta del iceberg del riquísimo contacto cultural del Egipto greco-romano.
Sabemos que nuestro amigo Emilio Crespo tiene un enorme interés en es-
te tipo de fenómenos, y con esta contribución queremos expresarle nuestra
admiración y agradecimiento por tantos años de colaboración y ayuda.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 302 — #302

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302
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 303 — #303

El verbo latino iubeo y las funciones semánticas*


Esperanza Torrego
Universidad Autónoma de Madrid
esperanza.torrego@uam.es

Resumen: Este trabajo trata de la función del acusativo (ac.) que complementa al verbo iubeo en
las construcciones con infinitivo. Defiende que ese ac. es un componente semántico del evento
subordinado y un componente sintáctico de iubeo. La posición intermedia de este componente da
a la estructura una fuerte cohesión sintáctica y conceptual. Con un marco predicativo (MP) de tres
posiciones se puede dar cuenta de muchos de sus datos, aunque no de todos.
Palabras clave: Órdenes, complementación, infinitivo, funciones semánticas, verbos manipulativos.

The latin verb iubeo and semantic functions


Abstract: This paper deals with the function of the Acc. complement of iubeo in the constructions
with an infinitive. It states that this Acc. is a semantic component of the subordinate event and
a syntactic component of the verb iubeo. The intermediate position of this component gives the
structure a strong conceptual cohesion. One triple predicate frame is enough for explaining many
of its data, but not all of them.
Key Words: Orders, complementation, infinitive, semantic functions, manipulative verbs.

1. Introducción

En este trabajo me propongo discutir la estructura semántico sintáctica del


verbo iubeo¹, en su acepción de verbo de orden², considerando específicamente
la función semántica que debe atribuirse al ac. que toma como objeto, cuestión
* Este trabajo se enmarca en los proyectos FFI2017-83310-C3-1-P Interacción del léxico y la sintaxis
en griego antiguo y latín, financiado por en MINECO y Compatibilidad de REGLA con otros recursos
digitales (COMREGLA), financiado en la convocatoria de Ayudas Fundación BBVA a equipos de
investigación científica 2018. Agradezco a los miembros del equipo sus comentarios; y a Harm
Pinkster sus correcciones, observaciones y sugerencias.
¹ Emilio Crespo fue la primera persona con quien discutí los datos que analizo aquí cuando me
ayudaba a hacer mi tesis doctoral. Le dedico este trabajo como muestra de agradecimiento
y amistad.
² El tipo iubere legem «sancionar una ley», que considero como otro MP diferente del verbo, no voy
a tratarlo aquí. Tampoco utilizaré los datos formulares uelitis iubeatis ut…, ni los de fórmulas de
saludo y despedida del tipo ire fortes, ire felices iubent (Liv. 2.49.6), o los que tienen como sujeto
asambleas legislativas, populus … eum … regem esse iusserat («el pueblo había dispuesto que fuera
rey» [lit. «le había ordenado ser rey»] Cic. Rep. 2.25), los únicos donde puede haber infinitivos de
verbos no agentivos.

303
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 304 — #304

Esperanza Torrego

esencial para proponer su marco predicativo (MP). Su estructura es la siguiente:


en el apartado 2 presentaré un breve estado de la cuestión y los problemas
que plantean las propuestas de análisis. En 3 propondré una alternativa. Las
conclusiones se resumirán en 4.

2. Estado de la cuestión

El verbo iubeo es un verbo atípico, tanto en su semántica como en su sintaxis.


En su semántica, porque admite complementos de la misma escala de fuerza
directiva que el modo imperativo morfológico (cf. Torrego 2013). En su sintaxis,
porque la estructura de complementación preferente presenta un complemento
en acusativo (ac.) y uno en infinitivo (inf.), de cuyas relaciones es difícil dar
cuenta de forma unitaria. La dificultad mayor se encuentra en la función que
se propone para el ac. La propuesta más común en los trabajos (cf. Pinkster
2015: 152–158, con referencias) es considerar que el ac. es argumento (arg.) 2
del verbo y tiene la función de Receptor de la orden en casos como (1), donde
es humano y el inf. una acción. Para los casos donde el ac. no presenta las
características necesarias para recibir la función de Receptor bien porque,
siendo una entidad humana, no es ejecutora de la acción expresada por el
infinitivo, como en (2), bien porque no se trata de una entidad humana, como
en (3), se propone la función sintáctica de sujeto (suj.). del inf. subordinado.

(1) pontifex eum togam praetextam sumere iussit («el pontífice le ordenó coger
la toga pretexta», Liv. 8.9.5).

(2) eosque ad certam diem adduci iubet («ordena que los presenten (= sean
presentados) en una fecha determinada», Caes. Gall. 5.1.8).

(3) iussin colum ferri mihi? («¿no os ordené traerme la rueca?», Plaut. Cas. 170).

Según esas propuestas, el verbo iubeo tendría dos marcos predicativos³, uno
de tres argumentos (4a), y otro de dos (4b):

(4a) iubeo [/humano/]Agente (Suj) [/humano/]Receptor [/evento/]Tema

³ Las funciones que manejo se encuentran definidas en VerbNet (https://verbs.colorado.e


du/verb-index/VerbNet_Guidelines.pdf, pp. 19–22) y han sido asumidas por la BD REGLA

(Rección en Griego y Latín). Se definen así: Agente = persona con control sobre la acción. Receptor
o Destinatario = persona que recibe cosas o palabras. Tema: entidad preexistente a la situación del
verbo, no producida ni afectada por él. Asigno la función Tema a la orden dada porque iubeo (vs.
impero) no implica el cumplimiento de la orden, cf. Gavoille 2014: 212–219.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 305 — #305

El verbo latino iubeo y las funciones semánticas

(4b) iubeo [/humano/]Agente [AcI]Tema

En términos de información, la estructura trivalente vendría a corresponderse


con órdenes directas (el receptor de la orden es a la vez el ejecutor de la acción
secundaria), y la bivalente, con órdenes indirectas (el agente da una orden a un
receptor no explícito).
A este planteamiento se le han planteado dos objeciones: la primera, se basa
en el comportamiento de los datos de las estructuras bivalentes cuando iubeo
está en pasiva: si el ac. de (2) y (3) fuera suj. de una oración de AcI, se esperaría
que la oración se comportara como una unidad sintáctica, funcionando como
suj. de una construcción impersonal de pasiva, como la que se simula en (5a)
y (5b), igual que sucede en otros verbos transitivos con oración de AcI⁴; también
sería esperable que esta construcción se atestiguara con cierta regularidad:

(5a) eosque … adduci *iubetur (a Caesare) («es ordenado (por César) que ellos
sean presentados»).

(5b) *iubetur colum ferri mihi? («se manda que me sea traída la rueca»).

El hecho es que con el verbo iubeo la construcción impersonal de pasiva se


documenta poquísimo. Aparte de los casos del tipo, ut iussum erat, donde el
verbo no actualiza ningún argumento explícito⁵, Pinkster (2021: epígrafe 15.100
(6 vi)) cita uno más que reproduzco en (6)⁶:

(6) Nepesinis inde edictum ut arma ponant parcique iussum inermi («se insta
a los nepesinos a que depongan las armas y ordena que se perdone a todo
inerme», Liv. 6.10.5).

En (6) parci inermi es ya una forma de pasiva impersonal, porque el régimen


dativo del verbo parco se mantiene en la construcción pasiva, impidiendo la
pasiva «regular» con sujeto en nominativo (o en acusativo, en oraciones de
AcI). Forma parte del grupo de los verbos intransitivos agentivos que forman
pasivas impersonales (Baños 2014: 659–660; Pinskter 2015: 268–269). Es el
⁴ Cf. Bolkestein 1976: 284–95 para otros rasgos que diferencian ac. + inf de AcI.
⁵ Por ejemplo, exsequuntur ut iussum erat (Tac. Ann. 2.40.2); en mi corpus hay tres de 119 testimonios
de pasiva.
⁶ Aporta otros dos, menos claros, de ueto: en esse uetitum intro ad eram accedere («está prohibido
acercarse a la señora» Ter. Ph. 863–4), donde el sujeto de esse uetitum es el infinitivo prolativo
accedere (el único argumento que aparece); y alio mihi debita fato / summa dies, uetitumque
dari mortalibus armis «con otro destino se me debe mi último día, y está prohibido dárselo
a brazos mortales», Stat. Theb. 3.623–624), un ejemplo no tan claro, porque el arg. 2 de dari no está
explícito y podría ser summam diem, pero también, quizá, fatum.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 306 — #306

Esperanza Torrego

único ejemplo que conozco donde el infinitivo y su arg. 2 no admiten otro


análisis que el de una unidad sintáctica.
Frente a ese ejemplo, la construcción personal, donde los dos elementos
dependen de iubeo por separado, es la que se documenta con mayor frecuencia,
también para casos como los de (2) y (3), como se muestra en (7) y (8):

(7) M. Antonii frater duci iubebatur ad supplicium («se ordenaba que el hermano
de M. Antonio fuera llevado a suplicio [lit. el hermano de M. A. era ordenado
ser llevado…]», Sen. Dial. 11.16.2).

(8) uenas exsoluit, uiso tamen ante rogo iussoque transferri partem in aliam, ne
opacitas arborum uapore ignis minueretur («se cortó las venas, tras examinar
antes la pira y ordenar que se trasladara [lit.: ordenada la pira ser trasladada]
a otra parte, para que la espesura de los árboles no resultara perjudicada por
el vapor del fuego», Tac. Ann. 11.3.2).

La segunda objeción procede del hecho de que, a diferencia de lo que sucede


en otros verbos de «ordenar», como impero (dat. + ut _subj.), tampoco existen
ejemplos donde el verbo iubeo tome un Receptor en los casos de orden indirecta
(según los tipos *eos / eis iubetur captiuos interfici)⁷, de forma que los dos MP
propuestos en (4) varían sustancialmente en ese punto sin que cambie el sentido
del verbo. Esta línea de argumentación es la que sigue Lavency (2003: 112–113),
que defiende para iubeo únicamente la estructura trivalente representada en
(4a), donde el ac. designa la entidad a propósito de la cual se da la orden (no
define con claridad de qué función se trata).
Por su parte, García de la Calera (2008) argumenta a favor del MP bivalente
de (4b), atribuyendo al ac. únicamente la función sintáctica de suj. del inf. Su
conclusión es muy difícil de demostrar, porque no existen pruebas indepen-
dientes que se puedan aplicar a la función suj. en estos casos (la concordancia
con el verbo, por ej., no funciona; tampoco sirve el caso, porque el ac. codifica
tanto el suj. de AcI como el obj. de iubeo). En cuanto al problema de las pasivas
personales de iubeo, García Calera lo trata en una nota (2008 n. 25), donde
afirma que el suj. de estas construcciones no tiene por qué proceder del obj.
de la activa. Este aspecto es discutible particularmente para verbos como este,
que documenta regularmente pasivas derivadas de activas transitivas del tipo
bellum iussum erat (Liv. 9.43.2); no parece haber mayor razón para diferenciar
estos casos de las pasivas que tratamos aquí⁸.
⁷ Un solo ejemplo donde esto sucede es en quibus iusserat, ut instantibus comminus resisterent (Tac.
Ann. 13.40.2), donde el verbo iubeo toma el MP de impero por analogía. Hay 10 más en mi corpus
donde iubeo toma ut + subj., pero no aparece explícito el Receptor de la orden salvo en ese caso.
⁸ Cf. Torrego 1987 sobre la relación entre construcción personal de pasiva y activa transitiva.

306
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 307 — #307

El verbo latino iubeo y las funciones semánticas

Todas las propuestas (con excepción de la de Lavency) tienen un problema


metodológico, en mi opinión: atribuyen al ac. funciones de distinta clase en (4a)
y (4b) y, además, lo ponen en relación con los dos eventos de distinta forma:
se analiza la relación semántica del ac. con iubeo, en (4a), pero su relación
sintáctica con el evento subordinado en (4b).
Una posibilidad inexplorada hasta donde sé, es examinar el problema desde el
punto de vista de la función del ac. en términos de semántica, tanto en relación
con el infinitivo como con iubeo. Esto es lo que voy a tratar en el apartado
siguiente intentando contestar a las siguientes preguntas: ¿tiene alguna función
el ac. en el MP del inf.? ¿y en el de iubeo? Para ello voy a comparar los datos de
ac. + inf. con los de obj. con nombres verbales como caedem, bellum etc., para
buscar qué funciones semánticas requiere iubeo y cómo las colma la estructura
con inf.

3. Función semántica del ac.

Los datos con los que me propongo comparar las estructuras de ac. + inf. se
ofrecen en (9):

(9a) quotiens fugas et caedes iussit princeps («cuántas veces ordenó el príncipe
destierros y matanzas», Tac. Ann. 14.64.3).

(9b) quod ego iusseram («lo que yo había ordenado», Plaut. Asin. 211).

Los dos ejemplos mencionados son casos en los que la complementación de


iubeo está representada por un evento nominalizado, sea mediante nombres
eventivos (como fugas-fugare // caedes-caedere), sea mediante relativos que
retoman eventos (quod). El ac. representa el conjunto de la orden dada, tiene la
función sintáctica de obj. y es semánticamente el Tema de «ordenar» (lo que
se ordena; ver n. 4). Los nombres de eventos tienen argumentos, aunque no
siempre se hagan explícitos (quién y a quién se mata, se hace huir). Teniendo
estos casos como punto de mira, se observa que el verbo iubeo conceptualmente
necesita un Tema, la acción que se ordena, que, al ser un evento, comporta
una estructura argumental propia. Cuando el Tema se codifica como inf.,
su estructura argumental se manifiesta en los arg. de ese inf.: su arg. 1, el
componente codificado en ac., y su arg 2, si el inf. es de un verbo bivalente.
Puesto que ese ac. es un arg. del inf., su función semántica viene dada por este,
no por iubeo; como la mayoría de los inf. dependientes de iubeo corresponden
a verbos agentivos, la función del arg. 1 es la de agente del evento en inf.;

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 308 — #308

Esperanza Torrego

por tanto, aunque forme parte de la complementación de iubeo, la función


semántica no la recibe de él. El papel de receptor de la orden es, en consecuencia,
solo aparente: el Agente de una acción ordenada puede ser el mismo que el
receptor de la orden, pero este papel puede no derivar del verbo, sino del ámbito
pragmático del acto de habla. De hecho, considerando lo que sucede con las
órdenes en imperativo morfológico, se notará que el receptor de un imperativo
como scribe («escribe (tú)») no se expresa explícitamente, salvo por la persona
verbal del imperativo; de uno como scribito («que escriba (él)») el receptor de la
orden se recupera del contexto, no se hace explícito de otra manera. En paralelo
a lo que sucede con el imperativo morfológico, en las órdenes con iubeo el
papel de receptor que se atribuye al ac. no procede del marcador léxico de la
orden, iubeo, sino del carácter agentivo de los eventos subordinados. Algunas
veces el arg.1 Agente y el receptor de la orden coinciden, como eum en (1);
otras veces, no, como Sabinum y Cottam en (10), que son agentes de praeesse,
pero no receptores de iussit, pero ¿representa eso un cambio de MP en el verbo?
Yo creo que no, porque no parece que tenga sentido defender que iubeo tenga
Receptor en un MP como el del ejemplo (1) (pontifex eum togam praetextam
sumere iussit) y no pueda tenerlo en otro como (10), cuando el significado del
verbo no varía:

(10) his militibus Titurium Sabinum et Aurunculeium Cottam legatos praeesse


iussit («al frente de estos soldados ordenó estar a los legados Titurio Sabino
y Aurunculeyo Cota», Caes. Gall. 5.24.5).

Cuando el inf. pertenece a un verbo transitivo y está en voz pasiva, el ac. que
aparece en la estructura corresponde a su arg. 2, con la función que tenga, según
el verbo: Tema con condi (en (11a), Paciente con leuari en (11b) y Producto en
effodi (11c):

(11a) uasa torcula, … fibulas iubeto suo quidquid loco condi («los vasos cincelados,
… las fíbulas ordena que cada cosa se guarde en su sitio», Cato. Agr. 26.1
(Tema).

(11b) omnia iumenta sarcinis leuari iubet («ordena que se aligere a todos los
animales de carga», Sall. Iug. 75) (Paciente).

(11c) is proximo in agro scrobem effodi iussit, («él ordenó que se cavara un hoyo
en un campo cercano», Tac. Ann. 15.67.4) (Producto).

La función semántica del ac. sigue procediendo de su inf., pero el hecho de que
el inf. aparezca en voz pasiva no obliga a interpretar que ese ac. sea su sujeto;

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 309 — #309

El verbo latino iubeo y las funciones semánticas

puede seguir siendo obj. de iubeo, si tomamos las construcciones personales de


pasiva como transformaciones regulares de la activa. En la construcción con
iubeo es este verbo quien determina la perspectiva sintáctica del conjunto: el
ac., sea arg.1 del inf. o arg. 2 y tenga la función semántica que tenga, funciona
como su obj. Lo mismo sucede en las pasivas personales: cuando iubeo aparece
en pasiva, el ac. de la activa, componente semántico del inf., recibe la función de
suj. manteniendo una relación sintáctica con iubeo y una semántica con su inf.:
su Agente, como 〈ei〉 adesse iubentur (Cic. Verr. 2.2.41); o Tema rogo-transferri
(iusso) en (7); o Paciente como frater-duci en (6), etc⁹.
Otra situación se produce, en cambio, cuando el verbo en inf. es intransitivo.
Aunque casi no hay ejemplos relevantes, el de (6) basta para ilustrar esta
situación. En (6) el arg. 2 es un complemento regido en un caso diferente
del ac.: el verbo iubeo no puede tomarlo como obj. porque se produce un
conflicto de caso: el componente en dat. no puede ascender a una posición que
requiere ac.. Esta es una situación interesante que necesita más investigación.
El arg. 2 del inf. sigue recibiendo función semántica de este, pero no puede
ascender a la posición sintáctica de obj. que le atribuye iubeo. En este caso,
la estructura argumental del inf. bloquea la construcción sintáctica integrada
y obliga a interpretar la estructura sintáctica como una oración de AcI con la
función de Tema.
Cuando un arg. del inf. puede funcionar como obj. de iubeo la construcción
que se produce es más compacta: hay una mayor integración sintáctica y,
por tanto, conceptual de la estructura (Givón 1990: 516–17)¹⁰, que compagina
bien con la propuesta de que el verbo se comporta como un operador léxico
de imperativo (Torrego 2013). También coincidiría con el imperativo en la
ausencia de un arg. Receptor de la orden en su MP. El ascenso a la función de
obj. de una parte del Tema también se produce, por cierto, cuando iubeo toma
como complemento una oración de ut + subj. Eso es lo que muestra el caso de
(12), donde el ac. obj. de iubeo, está extrapolado de la oración de ut, variante
del inf.:

(12) dicto citius de uicinia gallus allatus est, quem Trimalchio iussit ut aeno
coctus fieret («no había terminado de decirlo cuando se le trajo un gallo de
la finca de al lado, que Trimalción ordenó cocinar (lit. ordenó que se hiciera
cocinado) en un caldero», Petron. 74.4).

⁹ En esto difiere esta propuesta de la de Lavency, porque la definición de la función del ac. que él
propone 2003, 112 se parece más a la función prgamática de tópico que a una semántica.
¹⁰ Cf. Givón 1990: 546–553 sobre los distintos principios que actúan en la semántica y codificación
formal de los complementos.

309
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 310 — #310

Esperanza Torrego

Cuando el inf. está en pasiva, la escisión del componente Tema se produce si


la estructura argumental del verbo en inf. lo permite, como sucede con verbos
transitivos; en cambio, con los intransitivos agentivos no es posible, porque el
caso no ac. del arg. 2 es inadecuado para funcionar como obj. de iubeo.
En definitiva, mi propuesta es que el verbo iubeo tiene un solo marco semán-
tico con un agente y un Tema, cuya realización sintáctica es triple en todos
los casos de activa y de pasiva de los verbos transitivos; con los intransitivos
agentivos, cabe ese mismo análisis cuando están en voz activa, pero no con
los inf. de pasiva. El ac. de las realizaciones triples, que es una parte del Tema,
tiene características comunes con el ac. proléptico (ver, p.e., Bortolussi 2014),
que funciona igualmente como obj. del verbo principal (o sujeto, cuando está
en pasiva), pero es un argumento del verbo subordinado¹¹.
Soy consciente de que la existencia en latín de una estructura oracional de
AcI, frecuente y regular con otros tipos de verbos (más casos como (6)), puede
hacer ambiguos de analizar algunos ejemplos como (13):

(13a) classem pulcherrimam populi Romani in litus expulsam et eiectam, cum


primum inuesperasceret, inflammari incendique iussit («ordenó que, en
cuanto atardeciera, se incendiara y quemara la bellísima flota del pueblo
romano desviada y lanzada a la costa», Cic. Verr. 2.5.91).

(13b) proinde tamen, quasi conuictus esset, cedere patria et Massiliensium moe-
nibus coerceri iubetur («sin embargo, como si fuera convicto, se le ordena
irse de la patria y mantenerse dentro de las murallas masilienses», Tac. Ann.
13.47.3).

En (13a), classem pulcherrimam, que introduce material informativo elaborado


por el narrador de ese texto, con sus predicativos expulsam et eiectam, acom-
pañados, a su vez, de complementos propios (in litus), dificulta la impresión
de que todo el complejo sintagma cuyo núcleo es classem sea el obj. de iubeo.
En (13b) el comentario del narrador, quasi … esset, aumenta la elaboración de
la información que contiene la escena e igualmente dificulta ese análisis. Está
claro que cuantas más palabras contenga la frase y más elaborada esté la infor-
mación que complementa a iubeo, más difícil parece la asociación compacta
entre los componentes de la complementación, porque la mayor abundancia
de información parece apuntar hacia una mayor autonomía informativa de la
construcción subordinada. Sin embargo, este asunto compete a la forma de
transmitir la información, no al MP del verbo principal; en consecuencia, no

¹¹ Seguramente por eso se les considera pseudo-objetos y pseudo-sujetos, cf. Pinkster 2015: 759–763,
con referencias.

310
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 311 — #311

El verbo latino iubeo y las funciones semánticas

me parece que el MP propuesto como prototipo sintáctico-semántico para este


verbo deba cuestionarse tampoco en casos como estos.
La estructura que se propone aquí para iubeo de CD sintáctico con función
semántica de la oración complemento la comparten los verbos que admiten
acusativos prolépticos; también algunos verbos manipulativos, al menos, prohi-
beo, cogo y ueto en B.¹². Los tres verbos son muy distintos, pero todos son
transitivos y documentan ejemplos como los comentados aquí.

4. Conclusiones

La estructura de complementación del verbo iubeo comporta un marco semán-


tico con un Agente y un Tema, que se realiza sintácticamente en un MP triple
suj., obj. y complemento en inf., o en uno doble, de suj. y AcI. La realización
doble solo es obligatoria con los inf. pasivos de verbos intransitivos agentivos,
que son bastante excepcionales. En las estructuras triples, el ac. obj. es un
componente «prestado», como el ac. proléptico, y no representa al Receptor
de iubeo, sino a un arg. del inf.. También sucede esto cuando la variante de
complementación de iubeo es una oración de ut + subjuntivo. Se propone la
misma estructura para otros verbos transitivos manipulativos, como prohibeo,
cogo o ueto.

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¹² Pinkster 2015: 157 no menciona en este grupo prohibeo, cuya estructura de complementación prefe-
rente no es ac. + inf., y sí, en cambio a sino. Sobre su semántica y estructuras de complementación,
cf. Torrego 2014 —prohibeo— 2016 —cogo— 2017 —ueto—.

311
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 312 — #312

Esperanza Torrego

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312
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 313 — #313

Observaciones sobre la morfología de los


antropónimos micénicos de Micenas y de Tebas*
Carlos Varias García
Universitat Autònoma de Barcelona
carlos.varias@uab.cat

Resumen: Siguiendo un estudio de Morpurgo Davies (1998), que comparó los antropónimos
acabados en -i en griego micénico con sus equivalentes en griego alfabético hallados en el Ática
y en Arcadia, he comparado varias formaciones de antropónimos micénicos testimoniados en
Micenas y Tebas con sus equivalentes en griego incluidos en dos volúmenes del LGPN (II: Ática
y III.A: Peloponeso, Grecia occidental, Sicilia y Magna Grecia). Se observa un claro contraste entre
el micénico y el griego del i milenio a.C. en la frecuencia de algunas formaciones.
Palabras clave: Antroponimia griega, Micenas, Tebas.

Observations on the morphology of the Mycenaean


personal names from Mycenae and Thebes
Abstract: In the footsteps of Morpurgo Davies (1998), who compared the personal names ending
in -i in Mycenaean Greek to their equivalents in alphabetic Greek found in Attica and Arcadia,
I have compared several formations of Mycenaean personal names attested in Mycenae and
Thebes to their equivalents in Greek included in two volumes of LGPN (II: Attica, and III.A: The
Peloponnese, Western Greece, Sicily, and Magna Graecia). A clear contrast between Mycenaean
and first millennium Greek is observed in some formations with respect to their relative frequency.
Key Words: Greek personal names, Mycenae, Thebes.

1. Me resulta especialmente grato presentar en este volumen de homenaje


al profesor Emilio Crespo, con quien me une una gran amistad, el resultado
preliminar de un estudio que comencé hace veinte años sobre la morfología de
los antropónimos micénicos de Micenas y de Tebas, comparándolos con los
atestiguados en griego alfabético.
El modelo de mi análisis es un excelente artículo de Morpurgo Davies (1998)
sobre los antropónimos micénicos con final -i y sus equivalentes en griego
alfabético atestiguados en dos regiones: Ática y Arcadia. A diferencia de la
gran mayoría de los estudios de antroponimia micénica, centrados en la inter-
pretación griega o no de los nombres personales, o bien en su prosopografía,

* Estudio hecho en el marco del Proyecto de Investigación FFI2016-79906-P del Ministerio de


Ciencia, Innovación y Universidades (AEI/FEDER, UE). Agradezco a José L. Melena las valiosas
observaciones que hizo de una primera versión de este trabajo, de cuyos errores soy yo el único
responsable.

313
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 314 — #314

Carlos Varias García

Morpurgo abordaba las semejanzas y diferencias que se aprecian en la morfolo-


gía de los nombres personales micénicos y los del i milenio a.C., arguyendo que
este tipo de análisis es mucho más productivo que el meramente interpretativo.
Morpurgo concluía su estudio explicando las diferencias apreciables entre
ambos grupos de antropónimos, así como entre los micénicos de Cnoso y los
de Grecia continental, por el distinto grado de helenización en una y otra época
y zona: la mayoría de los nombres en -i en micénico son de origen pre-griego.
Siguiendo este método, he clasificado las distintas terminaciones que apare-
cen en los antropónimos micénicos de Tebas, Micenas, Tirinto y Midea¹, al ser
un corpus abarcable frente a la gran cantidad de antropónimos atestiguados en
Pilo (ca. 820) y en Cnoso (ca. 1000). He limitado inicialmente mi comparación
de los resultados obtenidos en micénico a las formaciones equivalentes en el
Ática, recogidas en el LGPN II, y en las regiones incluidas en el volumen iii.A
del LGPN : Peloponeso, Grecia occidental, Sicilia y Magna Grecia, deslindando
los datos de algunas formaciones en Arcadia, tal como hizo Morpurgo en el
estudio referido.

2. Para la interpretación como antropónimos de los términos micénicos parto


de los lemas del Diccionario micénico de Aura Jorro (1985 y 1993), complemen-
tados o corregidos por los comentarios de los editores de las inscripciones
publicadas con posterioridad. Además, en el caso de Micenas, me baso también
en un estudio previo mío (Varias 1998–1999: 363–369), y para las inscripciones
de Tebas halladas después de 1993, me baso en el glosario de Aravantinos,
Godart & Sacconi (2001: 389–398), pero aceptando las interpretaciones alter-
nativas como antropónimos de algunos términos hechas por García Ramón
(2006) y Melena (2014). En mi estudio no entro en ningún caso en la etimología
o interpretación griega de los antropónimos, sino que me ciño exclusivamente
a su terminación.
Por otro lado, no he contabilizado los antropónimos de dos o tres silabogra-
mas con final incompleto o incierto, por razones obvias. Esto significa que hay
que contar con algunos más de los aquí recogidos, dependiendo del yacimiento
(en conjunto, alrededor de un 10 % más).
Si descontamos los escasos testimonios de Tirinto, con solo cinco nombres
personales con final conservado, y Midea, con tan solo uno, tanto en Micenas
¹ He seguido la lectura de los términos micénicos que aparecen en las últimas ediciones en translite-
ración de las incripciones en arcilla halladas en estos yacimientos: Aravantinos, Del Freo, Godart &
Sacconi 2005 para Tebas (complementado con Aravantinos, Godart & Sacconi 2008 para la tablilla
TH Uq 434), Melena & Olivier 1991 y Iakovidis, Godart & Sacconi 2012 para Micenas, Melena
& Olivier 1991 para Tirinto, y Del Freo 2008: 217 para Midea. No se han tenido en cuenta las
inscripciones sobre jarras de estribo halladas en estos yacimientos porque casi todas proceden de
Creta occidental.

314
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 315 — #315

Observaciones sobre la morfología de los antropónimos micénicos

como en Tebas se atestiguan más de un centenar de antropónimos diferentes


con final conservado (no contabilizo las veces en que se registra cada nombre):
109 en Micenas y 132 en Tebas, un número parejo y suficiente para el examen
comparativo propuesto. En el Apéndice I figura el cuadro comparativo entre
las terminaciones de los antropónimos micénicos de Micenas y de Tebas y las
de las regiones griegas mencionadas del i milenio a.C.: el total, los masculinos
y los femeninos, y las terminaciones más relevantes de los ejemplos micénicos
comparadas con sus equivalentes en griego alfabético. No figuran en él otras
terminaciones numerosas en Micenas y en Tebas, como finales en -to (5 en
Micenas, 8 en Tebas), en -ko (4 en Micenas, 6 en Tebas), en -ro (7 en Micenas, 9
en Tebas), etc., porque cada una de estas grafías micénicas encubre diversos
finales alfabéticos posibles (p. ej., -ko puede corresponder a -κος, -γος, -χος,
-κων, -γων, etc.), haciendo inviable la comparación, si no se analiza enteramente
cada uno de estos antropónimos.
Este cuadro, a pesar de no ofrecer unos datos completamente exactos (faltan
los referidos a Arcadia en algunas terminaciones y la columna del volumen
LGPN III.A abarca regiones muy diversas), es bastante orientativo respecto
a la frecuencia de las formaciones y a su evolución del ii al i milenio a.C. Por
razones de espacio no puedo comentar aquí en detalle cada una de ellas, por lo
que me centraré en las terminaciones en -i y en -e-u, con un breve resumen de
las demás².

3. Como he explicado al principio, las terminaciones en -i fueron estudiadas


por Morpurgo Davies (1998), de manera que me limito aquí a mostrar las
diferencias entre su análisis y el mío, dado el lapso de tiempo transcurrido
desde su artículo.
Tres de los ocho antropónimos de Micenas y de Tebas de la lista de Morpurgo
Davies (1998: 62, appendix ii.c) no los he incluido en mi cómputo: ḳụ-jạ-ni,
̣
pi-pi y pu-i-re-wi. Los dos primeros figuran solamente en varias jarras de
estribo de Tebas, que, como he explicado antes (v. n. 2), no considero porque
su procedencia mayoritaria es de Creta occidental. En cuanto a pu-i-re-wi, se
trata de un dativo (dat.) singular (sg.) masculino (masc.) de tema en -εύς en la
tablilla MY Go 610.4.
Los otros cinco antropónimos de la lista de Morpurgo: i-te-we-ri-di, o-ta-
ki, pa-na-ki (los tres en dat.) y pi-ra-ki en Micenas, y pa-pa-ra-ki (dat.) en
Tebas siguen en mi lista, pero he añadido otros cinco: ke-ti-de, o-to-wo-wi-je,
pi-we-ri-di en Micenas; ma-di-je y pu₂-ke-qi-ri-ne en Tebas.
² En otro lugar he comentado ampliamente otra terminación importante de los antropónimos de
Micenas y de Tebas: la de los acabados en -a-wo / -e-wo / -i-wo, y sus equivalentes en griego
alfabético (cf. Varias, e.pr.).

315
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 316 — #316

Carlos Varias García

Morpurgo Davies (1998: 54) prefiere ver en pi-we-ri-di un término descriptivo


en vez de un antropónimo, que es la interpretación más aceptada hoy en día:
dat. sg. femenino (fem.) del ex-étnico *Πιϝερίς: «la Piéride» (Killen 1981: 39–40,
Varias 1998–1999: 365).
El antropónimo o-to-wo-wi-je de Micenas se interpreta mejor a la luz del
antropónimo tebano ma-di-je, testimoniado en TH Av 101.5, tablilla editada
con posterioridad al artículo de Morpurgo. Siguiendo la argumentación de
Killen³, ma-di-je es el dat. sg. de ma-di, antropónimo masc. en nominativo
(nom.) de tema en -i registrado en KN As 603.2. Este nombre parece confirmar
la propuesta de Risch (1987: 290–291), pace Morpurgo Davies (1998: 52, n. 15),
de ver en o-to-wo-wi-je un dat. sg. de tema en -i, y en ke-ti-de otro dat. sg. en
este caso de tema en -ίς, -ίδος, como pi-we-ri-di, pero con final -e, que alterna
con el final -i en el dat. sg. atemático micénico. o-to-wo-wi-je y ke-ti-de figuran
en la tablilla MY V 659 (líneas 5 y 8), que es una lista de mujeres agrupadas
por parejas (salvo la primera) a las que se suministran de-mi-ni-ja = δέμνια:
«catres, camas» (línea 1).
Por último, pu₂-ke-qi-ri-ne, registrado en TH Gp 119.1, es el dat. sg. del
antropónimo masc. pu₂-ke-qi-ri, testimoniado en PY Ta 711.1, nombre de tema
en -n (García Ramón 2011: 224).
Todas estas diferencias no afectan a las principales conclusiones de Morpur-
go respecto a los antropónimos micénicos terminados en -i. Estos suman
10 (siete en Micenas y tres en Tebas), lo que constituye un 4,15 % del to-
tal de antropónimos de estos dos yacimientos (con un porcentaje mayor en
Micenas que en Tebas). Si comparamos este dato con el porcentaje de sus
equivalentes en griego alfabético, los nombres personales en -ις, igualmen-
te masculinos y femeninos, resultan unos valores muy similares, tanto en el
Ática (728 antropónimos = 4,96 % del total) como en Arcadia (81 antropóni-
mos = 4,30 %), un hecho significativo que no puede achacarse a una simple
casualidad.

4. Morpurgo Davies (1998: 45, 55, 57–58) trata asimismo brevemente en su


estudio los antropónimos en -εύς, tanto en griego alfabético como en micéni-
co. Bien estudiado por diversos autores, el sufijo -e-u, innovación del griego,
es muy productivo como formador de antropónimos en griego micénico. En
Micenas se atestiguan cinco, y once en Tebas, donde representa un porcen-
taje alto entre los nombres personales de ese reino (8,33 % del total). Casi un
tercio (5) de los 16 antropónimos en -εύς registrados en Micenas y Tebas son
formaciones en -σεύς: a-re-pe-se-u, ka-e-se-u, ka-ri-se-u, o-to-ke-se-we (dat.)

³ J. T. Killen per litteras (04.01.1999), a quien agradezco esta interpretación.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 317 — #317

Observaciones sobre la morfología de los antropónimos micénicos

y qe-ṭạ-ṣẹ-u, lo que constituye una proporción importante dentro de este grupo.


Son hipocorísticos de antropónimos compuestos: ka-e-se-u de ka-e-sa-me-no
(Aura Jorro 1993: 305); ka-ri-se-u de Χαρίσανδρος; qe-ṭạ-ṣẹ-u de una forma no
atestiguada */kʷʰetʰasanor/.
El resto de los antropónimos en -εύς son sobrenombres basados en apelativos
de varias clases: personalidad: mo-ne-we (dat.) = *Μονεύς?: «Perseverante?»
(cf. μένω: «permanecer»), pe-ke-u = *Σπερχεύς: «Impetuoso» (cf. σπέρχομαι:
«lanzarse»); profesión: po-te-we (dat.) = Ποντεύς: «Marino», ]ta-me-je-u, pro-
bable variante de ta-mi-je-u = *Ταμιεύς: «intendente» (Aura Jorro 1993: 311),
to-te-we (dat.) = *Στορτεύς: «Tapicero» (cf. στόρνυμι: «extender»), wi-ri-ne-u =
*Ϝρινεύς: «Curtidor»; animales: si-mi-te-u = Σμινθεύς: «Destructor de rato-
nes» (cf. σμίνθος: «ratón»); gentilicios: sa-me-we (dat.), del topónimo Σάμη
(actual Cefalonia), u-re-we (dat.), del topónimo Ὕλη (Hom. Il. 2.500); ¿aspectos
físicos?: ko-[•]-re-u, en TH Of 30.1, si se acepta la lectura ko-p̣ẹ-re-u? = Κο-
πρεύς (cf. κόπρος: «excremento»), y pu-i-re-wi (dat.), de raíz probablemente
prehelénica.
En contraste con los antropónimos micénicos, donde los nombres persona-
les en -εύς de Tebas y Micenas constituyen un 6,64 % del total, sus equivalentes
en el griego del i milenio a.C. son muy escasos, no llegando al 1 % en ninguna
de las regiones examinadas: 0,83 % en el Ática, 0,72 % en las regiones del LGPN
III.A y solo un 0,26 % en Arcadia. Es una muestra clara del gran retroceso que
sufrió este sufijo en el i milenio en la antroponimia, cuando fue reemplazado
en la mayoría de las regiones griegas por las formaciones en -εας (Morpurgo
Davies 1998: 58–59).

5. Entre las restantes terminaciones, llama la atención la evolución del sufijo


-ειος/α, -ιος/α, formador sobre todo de étnicos y patronímicos. En el grupo de
derivados masculinos en -e-jo / -i-jo los antropónimos micénicos de Micenas
y Tebas, un 12,03 % del total, representan más del doble de los del griego del
i milenio a.C. (en torno al 5,45 %). La mayoría de estos nombres son gentilicios
construidos sobre bases de origen prehelénico (a-re-su-ti-jo, a-si-wi-jo, ra-mi-jo,
etc.), hecho que explica su alta proporción entre los antropónimos micénicos:
-i-jo es uno de los sufijos más frecuentes, si no el que más, de helenización
de nombres no griegos (p. ej., pa-se-ri-jo en Micenas) y también -a-jo (p. ej.,
sa-mu-ta-jo) cumple esta función. Lo mismo sucede entre los femeninos, si bien
en este caso los nombres en -e-ja responden a masculinos en -e-u o en -e. He
anotado también los antropónimos en -me-no por su sorprendente frecuencia
en los textos de Tebas; son formas participiales atemáticas, bastante escasas en
el griego alfabético.
Los nombres de persona en -ης tienen una proporción similar en griego

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Carlos Varias García

alfabético y en los textos micénicos de Micenas y Tebas. Los antropónimos


micénicos con terminación en -e son en gran parte no griegos, pero el sufijo -ης
se ha extendido, especialmente en el Ática, como formador de compuestos y de
hipocorísticos de diversos temas (p. ej., junto a un Φυλεύς hay un Φύλης). En
cambio, llama la atención el hecho de que en los textos de Micenas y de Tebas
los antropónimos con sufijo -ta = -της sean casi cinco veces más (5,81 %) que los
que llevan el sufijo -i-da = -ίδης (1,24 %), mientras que en griego alfabético
sucede al revés (el triple en -ίδης que en -της), puesto que el sufijo -ίδης ha
absorbido gran parte de otras formaciones, como la de los nombres en -ειος.

6. A pesar de la disparidad evidente entre las regiones griegas del i milenio


a. C., destaca la similaridad de los porcentajes en ellas en la mayoría de las
formaciones: tan solo en los nombres en -ης hay una diferencia importante
entre el Ática (8,78 %) y las regiones comprendidas en el LGPN III.A (5,85 %),
pero en los demás temas hay una extraordinaria coincidencia. Es cierto que
en Arcadia la situación es algo diferente en las formaciones en las que se han
podido recoger los datos, y este hecho se explicaría dialectalmente, como rasgo
diferenciador respecto a las regiones dorias del Peloponeso y la Magna Grecia.
Es posible, asimismo, que las similitudes mencionadas de estas regiones con
el Ática se deban al mayor intercambio comercial e influencia del ático clásico
en estas zonas. En todo caso, lo que aquí interesa resaltar es el contraste de
estos porcentajes con los de las formaciones equivalentes en micénico, con-
traste mucho mayor que el que tienen entre sí las distintas regiones históricas
griegas.
Esa importante renovación morfológica, en cambio, no afecta al porcen-
taje de hombres y de mujeres representados en la antroponimia, uno de los
indicios de que la condición de la mujer griega no varió sustancialmente
entre ambos milenios. Tanto en los textos micénicos de Tebas y de Mice-
nas como en los del griego del i milenio a.C. se registran cuatro veces más
nombres de varones que de mujeres, porcentaje que en Arcadia se eleva
a diez veces más y en las tablillas en Lineal B de Tebas hasta veinticinco
veces más.

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318
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 319 — #319

Observaciones sobre la morfología de los antropónimos micénicos

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319
320

Apéndice

Carlos Varias García


Principales terminaciones de los antropónimos de Micenas y de Tebas

“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 320 — #320


y sus equivalentes en griego alfabético (Ática, LGPN III.A, Arcadia)a

Micenas Tebas Micenas Ática LGPN iii.A Arcadia


+ Tebas
Antropónimos 109 132 241 8306 11233 1880
(con terminación)
Femeninos 41 (37,61 %) 5 (3,79 %) 46 (19,09 %) 1850 (22,27 %) — 180 (9,57 %)
Masculinos 66 (60,55 %) 127 (96,21 %) 193 (80,08 %) 6456 (77,73 %) — 1700 (90,43 %)
final -i (masc. 7 (6,42 %) 3 (2,27 %) 10 (4,15 %) nom. -ις 412 (4,96 %) — 81 (4,30 %)
y fem.)
final -e (masc.) 6 (5,50 %) 10 (7,56 %) 16 (6,64 %) nom. -ης† 728 (8,78 %) 657 (5,85 %)
final -i-da (masc.) 1 (0,92 %) 2 (1,52 %) 3 (1,24 %) nom. -ίδᾱς, -ίδης 571 (6,86 %) 690 (6,14 %)
final -ta (masc.) 5 (4,59 %) 9 (6,82 %) 14 (5,81 %) nom. -τᾱς, -της 227 (2,72 %) 319 (2,84 %)
final -e-u (masc.) 5 (4,59 %) 11 (8,33 %) 16 (6,64 %) nom. -εύς 69 (0,83 %) 82 (0,72 %) 5 (0,26 %)
final -e-ja-i-ja 8 (7,34 %) 4 (3,03 %) 12 (4,98 %) nom. -εια, -ια 298 (3,58 %) 466 (4,14 %)
(fem.)
final -e-jo-i-jo 10 (9,17 %) 19 (14,39 %) 29 (12,03 %) nom. -ειος, -ιος 452 (5,44 %) 597 (5,31 %)
(masc.)
final -me-no (masc.) 1 (0,92 %) 4 (3,03 %) 5 (2,07 %) nom. -μενος 24 (0,28 %) 25 (0,22 %) 3 (0,15 %)
final -e-wa (masc.) 1 (0,92 %) 4 (3,03 %) 5 (2,07 %) nom. -εας 73 (0,87 %) 146 (1,30 %)

† Se excluyen los nombres en -της y en -ίδης (que figuran aparte) y también en -ιάδης.

a Los datos del Ática y de Arcadia de las categorías: total de antropónimos, femeninos, nombres en -ις (masc. y fem.) y nombres en -εύς han sido
tomados de Morpurgo Davies 1998: 61, appendix i.
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Conversación y cortesía en el proemio del


Parménides de Platón
Rodrigo Verano
Universidad Autónoma de Madrid
rodrigo.verano@uam.es

Resumen: Este artículo analiza los intercambios conversacionales recreados en el proemio del
Parménides de Platón desde el punto de vista de su organización secuencial a partir de la metodo-
logía del Análisis de la Conversación. Se examinan también cuestiones relacionadas con la cortesía
en relación con la estructura interactiva.
Palabras clave: Diálogo platónico, conversación, interacción, cortesía.

Conversation and Politeness in the Prologue of Plato’s Parmenides


Abstract: This paper analyzes the literary conversation to be found in the prologue of Plato’s
Parmenides as talk-in-interaction, using the methodological framework of Conversation Analysis.
It also focuses on politeness-related phenomena.
Key Words: Platonic dialogue, conversation, talk-in-interaction, politeness.

Solo el diálogo platónico tiene un preludio filosófico*

1. Platón y el arte del proemio

Las escenas iniciales de los diálogos de Platón han sido objeto de un enorme
interés desde diversos puntos de vista. La crítica neoplatónica quiso ver en
ellas una clave simbólica de interpretación de la totalidad del diálogo y la
hermenéutica más moderna coincide en señalar que estos proemios, aun cuando
a veces quedan desgajados del cuerpo principal de la obra, guardan siempre
* El presente trabajo, que aborda cuestiones relacionadas con la cortesía conversacional y su re-
presentación en el diálogo platónico, encuentra su inspiración en el ensayo dedicado a Platón
del libro de José S. Lasso de la Vega, De Sófocles a Brecht, de donde procede la cita de la cabecera,
cf. Lasso de la Vega 1970: 186, y en el que se describe así el encuentro entre Céfalo y Antifonte
en la escena inicial del Parménides: «Cuando Céfalo y compaña entran en su casa, lo encuentran
[sc. a Antifonte] a punto de dar al herrero un bozal para que lo recomponga. Esta urgencia de tal
modo lo absorbe que usa de modos descorteses, finge no ver a sus visitantes ni oír sus palabras
valedictorias y les hace esperar con gran pachorra», cf. id.ibid. 179. Fue el profesor Emilio Crespo,
durante la defensa de mi tesis doctoral, cuyo tribunal presidió él mismo, quien me sugirió buscar
en este libro una posible inspiración para futuros trabajos, algo que queda cumplido en esta breve
contribución al volumen en su homenaje.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 322 — #322

Rodrigo Verano

una relación con el contenido que se expone en aquel y tienen un significado


más allá de la mera introducción pintoresca o la bagatela literaria¹.
Desde un punto de vista diferente, sin embargo, los proemios son también
espacios privilegiados para el estudio de la representación de las prácticas
conversacionales que Platón lleva a cabo en ellos, pues, en estas escenas, las
relaciones entre los personajes tienen una apariencia aún más natural que en
otras partes del diálogo. En efecto, en la conversación que sirve de introducción
y marco al desarrollo dialéctico posterior, los personajes hablan entre sí más
relajadamente, intervienen con libertad e incluso emplean en ocasiones un
estilo que podría calificarse de coloquial. La perfección artística del retrato
que lleva a cabo Platón en estos proemios puede, por tanto, servirnos como
una ventana desde la que asomarnos a ciertos ritos y prácticas sociales, por lo
demás extintos, de la antigua Grecia.
Este trabajo estudia la escena introductoria del Parménides atendiendo a la
recreación de la interacción conversacional que hay en ella, con un doble
objetivo: en primer lugar, examinar, con auxilio de la metodología del Análisis
de la Conversación, la estructura secuencial del intercambio que se produce
entre los personajes; en segundo lugar, analizar las manifestaciones lingüísticas
relacionadas con la cortesía que tienen lugar en él.

2. Introducción metodológica

El punto de partida del Análisis de la Conversación como metodología radica


en el entendimiento de la interacción comunicativa entre seres humanos como
una actividad². De acuerdo con este modelo, al comunicarse unas con otras, las
personas llevan a cabo una serie de acciones que remiten en última instancia
a una nómina, si no finita, al menos mucho más limitada de lo que la variedad
de las manifestaciones lingüísticas puede dar a entender. Así, en su correspon-
diente turno de palabra —unidad básica del intercambio conversacional—, un
hablante, por lo general, pregunta, pide, ordena, ofrece o simplemente dice
algo con intención de informar al oyente. Y cada una de estas acciones provoca

¹ Sobre el Parménides en particular, cf. Alrivie 1971.


² Para una visión general del Análisis de la conversación, cf. Sidnell & Stivers 2013. La escuela
responsable de su desarrollo remonta su actividad a la década de 1970, siendo los trabajos funda-
cionales los de Sacks, Schegloff & Jefferson 1974 y Schegloff, Jefferson & Sacks 1977, además de
los reunidos póstumamente en Sacks 1992. Aplicaciones al ámbito de la lengua y literatura griegas
pueden encontrarse en van Emde Boas 2017 y Verano 2017, entre otros.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 323 — #323

Conversación y cortesía en el proemio del Parménides

a su vez una reacción en el interlocutor, en forma de respuesta, aceptación, re-


chazo; incluso en los casos en que el primer hablante se limita a transmitir una
opinión, se espera que el interlocutor manifieste su adhesión o desacuerdo³.
El examen conjunto de estas acciones y reacciones y sus patrones de dispo-
sición en un importante número de lenguas modernas ha revelado el carácter
secuencial de la interacción hablada, que se compone de turnos que se orga-
nizan normalmente en pares adyacentes, de forma que cuando un hablante
ejecuta en su turno una acción determinada que puede identificarse como el
primer elemento de un par adyacente —por ejemplo, si hace una pregunta—, se
espera que la intervención del segundo hablante proporcione el segundo ele-
mento del par —siguiendo el ejemplo anterior, transmitiendo una respuesta—.
Esta estructura binaria aparentemente simple constituye un importante pun-
to de partida para la descripción del intercambio conversacional en toda su
complejidad⁴.
Esta complejidad se alcanza porque los pares adyacentes se organizan a su
vez en estructuras mayores, de manera que una conversación no es únicamente
una sucesión de unidades que se encuentran al mismo nivel, sino que existen
relaciones de dependencia y jerarquía entre unos pares y otros. Así, un par
básico que desarrolla una acción en la interacción, como una petición, un
ofrecimiento o una pregunta —y sus respectivas respuestas—, puede verse
precedido, interrumpido o seguido de otros pares que se encuentran subordi-
nados al acto comunicativo identificado como central. Se habla en esos casos
de pre-expansiones, expansiones insertas y pos-expansiones.

3. Análisis conversacional del proemio del Parménides

3.1. El proemio del Parménides

El Parménides es un diálogo diegético que se despliega según la estructura


típicamente platónica de la doble narración. El diálogo central —la conversa-
ción que mantuvieron en su día Sócrates, Zenón, Parménides y Aristóteles— es
narrado por Antifonte, hermanastro de Platón —hijo de la madre de este, Peric-
tíone, y su segundo marido y también tío, Pirilampes—, que es presentado como
un hombre de cierta edad, entregado a labores domésticas y particularmente

³ Cf. Schegloff 2007: 7, «What sort of actions are we talking about? Well, in discussing the preceding
data extracts we had occasion to refer to asking, answering, disagreeing, offering, contesting, re-
questing, teasing, finessing, complying, performing, noticing, promising, […] inviting, announcing,
telling, complaining, agreeing, and so forth».
⁴ Cf. Schegloff 2007: 13–21.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 324 — #324

Rodrigo Verano

a la crianza de caballos, y que ha dejado muy atrás los intereses filosóficos que
lo apasionaron en su juventud. A su vez, la narración de Antifonte se integra
en el relato de Céfalo de Clazómenas, quien asume la primera persona en la
estructura narrativa de la obra y protagoniza, además, la escena del proemio
que sirve de marco al diálogo (Pl. Parm.126a–127a):

Ἐπειδὴ Ἀθήναζε οἴκοθεν ἐκ Κλαζομενῶν ἀφικόμεθα, κατ’ ἀγορὰν ἐνετύχο-


μεν Ἀδειμάντῳ τε καὶ Γλαύκωνι· καί μου λαϐόμενος τῆς χειρὸς ὁ Ἀδείμαντος,
Χαῖρ’, ἔφη, ὦ Κέφαλε, καὶ εἴ του δέῃ τῶν τῇδε ὧν ἡμεῖς δυνατοί, φράζε.
Ἀλλὰ μὲν δή, εἶπον ἐγώ, πάρειμί γε ἐπ’ αὐτὸ τοῦτο, δεησόμενος ὑμῶν.
Λέγοις ἄν, ἔφη, τὴν δέησιν.
Καὶ ἐγὼ εἶπον· Τῷ ἀδελφῷ ὑμῶν τῷ ὁμομητρίῳ τί ἦν ὄνομα; οὐ γὰρ
μέμνημαι. παῖς δέ που ἦν, ὅτε τὸ πρότερον ἐπεδήμησα δεῦρο ἐκ Κλαζομενῶν·
πολὺς δὲ ἤδη χρόνος ἐξ ἐκείνου. τῷ μὲν γὰρ πατρί, δοκῶ, Πυριλάμπης ὄνομα.
Πάνυ γε, ἔφη.
Αὐτῷ δέ γε;
Ἀντιφῶν. ἀλλὰ τί μάλιστα πυνθάνῃ;
Οἵδε, εἶπον ἐγώ, πολῖταί τ’ ἐμοί εἰσι, μάλα φιλόσοφοι, ἀκηκόασί τε ὅτι
οὗτος ὁ Ἀντιφῶν Πυθοδώρῳ τινὶ Ζήνωνος ἑταίρῳ πολλὰ ἐντετύχηκε, καὶ
τοὺς λόγους, οὕς ποτε Σωκράτης καὶ Ζήνων καὶ Παρμενίδης διελέχθησαν,
πολλάκις ἀκούσας τοῦ Πυθοδώρου ἀπομνημονεύει.
Ἀληθῆ, ἔφη, λέγεις.
Τούτων τοίνυν, εἶπον, δεόμεθα διακοῦσαι.
Ἀλλ’ οὐ χαλεπόν, ἔφη· μειράκιον γὰρ ὢν αὐτοὺς εὖ μάλα διεμελέτησεν,
ἐπεὶ νῦν γε κατὰ τὸν πάππον τε καὶ ὁμώνυμον πρὸς ἱππικῇ τὰ πολλὰ
διατρίϐει. ἀλλ’ εἰ δεῖ, ἴωμεν παρ’ αὐτόν· ἄρτι γὰρ ἐνθένδε οἴκαδε οἴχεται,
οἰκεῖ δὲ ἐγγὺς ἐν Μελίτῃ.
Ταῦτα εἰπόντες ἐϐαδίζομεν, καὶ κατελάϐομεν τὸν Ἀντιφῶντα οἴκοι, χα-
λινόν τινα χαλκεῖ ἐκδιδόντα σκευάσαι· ἐπειδὴ δὲ ἐκείνου ἀπηλλάγη οἵ τε
ἀδελφοὶ ἔλεγον αὐτῷ ὧν ἕνεκα παρεῖμεν, ἀνεγνώρισέν τέ με ἐκ τῆς προτέ-
ρας ἐπιδημίας καί με ἠσπάζετο, καὶ δεομένων ἡμῶν διελθεῖν τοὺς λόγους,
τὸ μὲν πρῶτον ὤκνει — πολὺ γὰρ ἔφη ἔργον εἶναι— ἔπειτα μέντοι διηγεῖτο.

«Cuando llegamos a Atenas desde nuestro hogar en Clazómenas, nos encon-


tramos de casualidad en el ágora con Adimanto y Glaucón. Y, dándome la
mano, me saludó Adimanto:
—Salud, Céfalo, y si andas necesitado de algo de aquí que podamos darte,
dilo.
—Pues, la verdad —dije yo— es que vengo precisamente a esto mismo,
a pediros algo.
—Di, por favor —dijo—, cuál es la petición.
Y yo le dije:
—Vuestro hermanastro de madre, ¿cómo se llamaba? No me acuerdo. Era
prácticamente un niño yo la otra vez que vine aquí desde Clazómenas. Y ha

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 325 — #325

Conversación y cortesía en el proemio del Parménides

pasado mucho tiempo ya desde entonces. Su padre me parece que se llamaba


Pirilampes.
—Así es —dijo.
—¿Y él?
—Antifonte, pero ¿qué es lo que quieres saber?
—Estos —dije yo— son conciudadanos míos, gente amiga de la filosofía,
y han oído que este Antifonte tuvo mucho trato con Pitodoro, un amigo de
Zenón, y que las conversaciones que en su día mantuvieron Sócrates, Zenón
y Parménides, por haberlas oído muchas veces, se las sabe de memoria.
—Es cierto.
—Pues esto es lo que necesitamos escuchar.
—Eso no será difícil —dijo—, ya que de jovencito las estudió mucho y bien,
porque lo que es ahora, igual que su abuelo de su mismo nombre, se dedica
sobre todo a los caballos. Pero, si es preciso, vayamos a verlo. Pues se acaba
de ir a casa y vive cerca de Melite.
Con estas palabras emprendimos la marcha y encontramos a Antifonte
en su casa, dándole un freno del caballo al herrero para que lo reparase.
Cuando se liberó de aquel, los hermanos le contaron para qué habíamos
venido, y él me reconoció de mi anterior estancia y me saludó y, al pedirle
nosotros que contara la conversación, al principio se mostró vacilante —pues
decía que era mucho trabajo—, pero luego nos la contó»⁵.

3.2. Estructura secuencial

Se muestra a continuación (Cuadro 1 en la página siguiente) el esquema del


desarrollo secuencial del intercambio conversacional entre Céfalo y Adimanto.
La conversación entre Céfalo y Adimanto se inicia, como es habitual, con
un saludo. Los saludos constituyen por lo general pares adyacentes altamen-
te codificados y ritualizados, de forma que todas las sociedades cuentan con
fórmulas específicas de apertura y cierre de este tipo de acto comunicativo.
En el intercambio recreado aquí por Platón, sin embargo, únicamente se re-
produce la fórmula salutatoria de uno de los interlocutores, mientras que la
otra debe reconstruirse a partir de la descripción del encuentro físico entre
ambos hombres que se nos proporciona en la narración, donde se nos informa
de que el intercambio conversacional se inicia con un apretón de manos —καί
μου λαϐόμενος τῆς χειρὸς ὁ Ἀδείμαντος—. A continuación, en el mismo turno,
Adimanto se pone a disposición de Céfalo para cualquier cosa que este pueda
necesitar en la ciudad: la acción que se está llevando a cabo es un ofrecimiento,
que Céfalo acepta en su siguiente turno.

⁵ La traducción es propia.

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Rodrigo Verano

Cuadro 1 – Estructura secuencial de la conversación del proemio

Ad. Salud, Céfalo, y si andas necesita- ø Saludo 1A


do de algo de aquí que podamos Ofrecimiento
Par básico
darte, dilo.
Cé. Pues la verdad […] a pediros algo 1B Aceptación
Ad. Di, por favor, cuál es la petición 2A Ofrecimiento/Petición Par básico 1/2
Cé. Vuestro hermanastro de madre, 3A Pregunta
¿cómo se llamaba? […] Su padre
Expansión
me parece…
Ad. Así es 3B Respuesta
Cé. ¿Y él? 4A Pregunta
Expansión
Ad. Antifonte. ¿Pero qué es lo que 4B Respuesta
quieres saber?
Cé. Estos […] han oído que […] las 5A Aserción
sabe de memoria. Expansión
Ad. Es cierto 5B Confirmación
Cé. Pues esto es lo que necesitamos 2B Respuesta Par básico 2/2
escuchar.
Ad. Eso no será difícil 6A Expansión

La segunda intervención de Adimanto transforma el primer ofrecimien-


to en una petición. Al invitar a Céfalo a exponer sus necesidades, inicia un
nuevo par de naturaleza directiva —si bien se trata de una orden expresada
con toda cortesía, mitigada con auxilio de la construcción de optativo con
partícula (λέγοις ἄν, ἔφη, τὴν δέησιν)—, de manera que se espera que Céfa-
lo cierre la estructura con un segundo miembro del par. Esto no se produce,
sin embargo, de forma inmediata. Céfalo retrasa la respuesta a la petición
que le hace Adimanto mediante la introducción de otros pares, en forma de
preguntas y afirmaciones preparatorias. Estas expansiones —que pueden con-
siderarse insertas entre el requerimiento inicial de Adimanto y la respuesta
final de Céfalo, pero que funcionan también como pre expansiones desde
el punto de vista de Céfalo, quien parece retomar el discurso con un nuevo
propósito a partir de 3A— son dos preguntas: 3A y 4A y una aserción: 5A
, y aparecen seguidas de sus correspondientes respuestas y confirmaciones.
Su función es la de activar en el interlocutor determinadas parcelas de co-
nocimiento común, apuntalando así un mejor entendimiento del acto más
relevante que ha de llegar a continuación y anticipándose a posibles problemas

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 327 — #327

Conversación y cortesía en el proemio del Parménides

comunicativos⁶. Tras estas expansiones, Céfalo formula por fin su petición,


cerrando el par abierto en 2A y retomado en la pregunta final del turno 4B.
En su intervención final, que funciona como pos-expansión al par básico, Adi-
manto accede a la petición que se le ha hecho, cerrando así el ofrecimiento
inicial.

4. Interacción verbal y cortesía

En el epígrafe anterior ha quedado descrito el concepto de par adyacente y có-


mo la formulación del primer miembro de un par activa necesariamente un
horizonte de expectativas sobre la naturaleza de la intervención del siguiente
interlocutor. Estas expectativas, en el caso de algunas de las acciones que se
llevan a cabo en los turnos, van más allá de la mera selección de un tipo de acto
de habla. En determinados casos, como en las peticiones, invitaciones y ofreci-
mientos, el Análisis de la Conversación distingue entre dos tipos de posibles
respuestas, en función al grado de preferencia que se presupone para cada
una de ellas en el seno de la situación comunicativa. Así, cuando un hablante
hace un ofrecimiento a su interlocutor, no solo se espera que este responda
en su correspondiente turno, sino, además, que lo haga afirmativamente. Del
mismo modo, cuando un participante de la conversación expresa una opinión,
se espera que el interlocutor manifieste, preferiblemente, adhesión o acuerdo.
En términos del Análisis de la Conversación, se habla de reacciones o respues-
tas preferidas (preferred) frente a no preferidas (dispreferred) en el segundo
miembro del par⁷.
En este terreno, la estructura de la interacción conversacional entra en inter-
sección con la cortesía, es decir, con los códigos convencionales de cooperación
que son propios de cada sociedad en particular. La influencia del código de
cortesía en la estructura interactiva se deja sentir en el hecho de que la enun-
ciación de una respuesta preferida siempre se integra en el discurso de forma
inmediata, mientras que una respuesta no preferida normalmente debe hacerse
acompañar de un acto subsidiario que la justifique.
El breve intercambio conversacional analizado arriba contiene varios pares
de acciones y reacciones que se cierran con una respuesta preferida, como el
ofrecimiento de Adimanto, que Céfalo a acepta (1A-B), o la invitación que hace
a este para que exponga sus necesidades, que finalmente Céfalo satisface (2A-B).
La parte final del proemio, sin embargo, reproduce una escena de interés desde
⁶ La gestión del conocimiento común o common ground constituye una actividad básica de la
interacción conversacional. Cf. Clark & Brennan 1991.
⁷ Cf. Schegloff 2007: 58.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 328 — #328

Rodrigo Verano

este punto de vista. Una vez conducidos ante Antifonte, Céfalo relata la con-
versación que mantiene con este, al que hallan por fin en su casa terminando
de despachar a un herrero. Las palabras que intercambiaron no se transcri-
ben, sino que el encuentro se narra enteramente de forma indirecta. El relato
incluye, sin embargo, ciertos detalles que permiten reconstruir la estructura
del intercambio. Según cuenta Céfalo, tras saludarlo Antifonte —como en el
encuentro con Adimanto, también aquí se menciona explícitamente que hubo
contacto físico (καί με ἠσπάζετο)—, al solicitarle el relato de las conversaciones
filosóficas de Zenón, Parménides y Sócrates que guardaba en su memoria, este
se negó en primera instancia (τὸ μὲν πρῶτον ὤκνει —πολὺ γὰρ ἔφη ἔργον
εἶναι— ἔπειτα μέντοι διηγεῖτο). Negarse a una petición constituye una res-
puesta no preferida y el hablante se ve obligado, por tanto, a introducir una
justificación, que figura en la oración introducida por la partícula γάρ que
aparece en inserción parentética.

5. Conclusiones

En estas breves páginas he llevado a cabo un examen de la estructura secuencial


de la interacción verbal en el proemio del Parménides a partir de la metodo-
logía propuesta por el Análisis de la Conversación. A pesar de tratarse de un
testimonio sucinto, integrado además en una narración, el análisis muestra
que el diálogo literario reproduce fielmente los esquemas prototípicos de la
conversación cotidiana en cuanto a la forma en que se organizan los pares
adyacentes, siendo sensible, además, a las diferentes expectativas que generan
los primeros elementos de los pares respecto a la respuesta considerada prefe-
rida en términos de cortesía. De esta manera, el estudio del diálogo literario en
tanto conversación natural nos revela información sobre una práctica social
de la Antigüedad que de otro modo no habría llegado hasta nosotros.

Referencias bibliográficas

Alrivie, J.-J. (1971): «Les prologues du Théetète et du Parménide», Revue de Metaphysique


et de Moral 76, 6–23.
Burnet, J. (1900–1908): Platonis Opera Omnia, Oxford, Oxford University Press.
Clark, H. H. & Brennan, S. A. (1991): «Grounding in Communication», en L. B. Resnick, J.
M. Levine & S. D. Teasley (eds.), Perspectives on Socially Shared Cognition, Washington,
American Psychological Association, 127–149.
Lasso de la Vega, J. S. (1970): De Sófocles a Brecht, Barcelona, Editorial Planeta.
Sacks, H. (1992): Lectures on conversation, Oxford, Blackwell.

328
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 329 — #329

Conversación y cortesía en el proemio del Parménides

Sacks, H., Schegloff, E. & Jefferson, G. (1974): «A Simplest Systematics for the Organi-
zation of Turn-Taking for Conversation», Language 50 (4–1), 696–735.
Schegloff, E. (2007): Sequence Organization in Interaction, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press.
Schegloff, E., Jefferson, G. & Sacks, H. (1977): «The Preference for Self-Correction in
the Organization of Repair in Conversation», Language 53.2, 361–381.
Sidnell, J. & Stivers, T. (2013): The Handbook of Conversation Analysis, Oxford, Wiley-
Blackwell.
van Emde Boas (2017): «Analyzing Agamemnon: Conversation Analysis and Particles
in Greek Tragic Dialogue», Classical Philology 112, 411–434.
Verano, R. (2017): «Linguistic Paraphrase in Platonic Dialogue: A First Approach», en
F. Logozzo y P. Poccetti (eds.), Ancient Greek Linguistics: New Approaches, Insights,
Perspectives, Berlín, Walter de Gruyter, 475–488.

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De verbos y adverbios: un poco más sobre el aspecto


gramatical del griego*
Jesús de la Villa
Universidad Autónoma de Madrid
jesus.delavilla@uam.es

Resumen: Los adverbios ἰθέως, ἰθύς, εὐθέως, εὐθύς, αὐτίκα, παραυτίκα, παραχρῆμα, ἐξαίφνης
y ἐξαπίνης pueden combinarse tanto con tema de presente (Pr.) como con tema de aoristo (Ao.) del
verbo griego. En los casos en que se describe una secuencia de eventos, el análisis de la relación
entre el tema en que aparece la primer evento y el de la segunda frase, a la que se refiere el
adverbio, permite obtener nueva evidencia a favor de una interpretación de la oposición de temas
aspectuales sobre la base del contraste imperfectividad (Pr.) / perfectividad (Ao.).
Palabras clave: Griego antiguo, aspecto verbal, adverbios.

Looking for the lost adverb: more on grammatical


aspect in ancient greek
Abstract: The adverbs ἰθέως, ἰθύς, εὐθέως, εὐθύς, αὐτίκα, παραυτίκα, παραχρῆμα, ἐξαίφνης and
ἐξαπίνης can be combined in Ancient Greek with both a present stem (Pr.) and aorist stem (Ao.).
In cases where a sequence of events is described, the analysis of the relationship between the stem
in which the first event appears and the stem of the second event, to which the adverb is attached,
allows to offer new evidence for an interpretation of the opposition of aspectual stem based on
imperfectivity (Pr.) / perfectivity (Ao.).
Key Words: Ancient Greek, verbal aspect, adverbs.

Dedicatoria

Mi deuda académica y personal con Emilio Crespo va mucho más allá de lo


que pueda reflejar este pequeño artículo. Emilio fue mi director de tesis. Él
me enseñó algunas cosas que después han sido fundamentales en mi trabajo
científico. Pero hay mucho más: son innumerables los favores, los gestos de
complicidad, las muestras de amistad que le debo. Todo eso quedará para siem-
pre como una deuda impagable con mi antiguo director de tesis, mi compañero,
mi amigo.

* La investigación presentada en este trabajo se ha desarrollado dentro del proyecto «Interac-


ción del léxico y la sintaxis en griego antiguo y latín» (FFI2017-83310-C3-1-P) y del proyecto
«Compatibilidad entre REGLA y otros recursos digitales» (Fundación BBVA 2019).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 332 — #332

Jesús de la Villa

1. Introducción

Yo realicé mi tesis doctoral, bajo la dirección del profesor Emilio Crespo, sobre
la sintaxis de los adverbios griegos (Villa 1986). Durante el desarrollo de la
investigación, Emilio me sugirió que explorase la posibilidad de reconocer algún
tipo de patrón en la distribución de ciertos adverbios con los diferentes temas
aspectuales del verbo griego. Existía el precedente de un artículo de Armstrong
(1981) en el que se mostraba cómo el aoristo se combinaba típicamente con
adverbios y otras expresiones que expresaban limitación temporal (ἅπαξ, δίς,
τριάκοντα ἔτη etc.), mientras el tema de presente se combinaba, también
típicamente, con expresiones de duración ilimitada (αἰεί, πολλάκις etc.). En
aquel momento mi trabajo no fue en esa dirección.
Posteriormente, el propio Emilio Crespo utilizó ese criterio en un interesante
artículo sobre determinados usos del tema aspectual de presente (Crespo 1992).
Allí proponía que la combinación del tema de presente con adverbios como
ἰθέως, εὐθύς o ἐξαίφνης, que expresan acción repentina o rápida, permitía
descartar que el tema de presente fuera la expresión de la imperfectividad, es
decir, de la prolongación indefinida de un evento o acción, y, por el contra-
rio, permitía refrendar su tesis de que el tema de presente, en determinados
contextos, expresaba por sí mismo la repetición distributiva de un evento.
En el presente artículo, aun dentro de las limitaciones de espacio, quiero
retomar, muchos años después, la invitación de Emilio Crespo y continuar
la búsqueda en pos del «adverbio perdido», cuya distribución con los temas
aspectuales del verbo griego permita obtener nueva información sobre esta
categoría verbal. Para ello presentaré el resultado del análisis de la totalidad
de los usos de los adverbios ἰθέως, ἰθύς, εὐθέως, εὐθύς, αὐτίκα, παραυτίκα,
παραχρῆμα, ἐξαίφνης y ἐξαπίνης en los textos de la prosa clásica de Heródoto,
Tucídides, Lisias y Jenofonte (A., Cyr., HG, Mem.), que fueron también la base
fundamental de mi trabajo en la tesis doctoral.

2. El valor de los temas aspectuales del griego: un rápido repaso

La interpretación del valor de tres temas aspectuales del verbo griego, presente
(Pr), aoristo (Ao) y perfecto (Pf) —el futuro no expresa aspecto, sino solo
tiempo— es probablemente el asunto más debatido de la historia de la gramática
griega¹. Centrándonos en la oposición Pr. / Ao., entre otras propuestas menos
extendidas, las dos que han tenido más aceptación son, por un lado, la que

¹ Un amplio y claro resumen puede encontrarse en Lorente 2003: 19–47.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 333 — #333

De verbos y adverbios

opone un tema de Pr., durativo (salvo el presente de indicativo, que sería neutro)
a un tema de Ao., puntual, pero que también es el término no marcado de la
oposición y puede, por tanto, usarse también para describir eventos durativos.
Esta teoría remonta a mediados del siglo xix y fue expuesta del modo más
completo y organizado por Ruipérez (1954). La segunda teoría, también antigua,
es la que opone un Pr., que expresaría la imperfectividad, es decir, describiría
el evento en su desarrollo, sin consideración de su final, a un Ao. perfectivo, es
decir, que describiría el evento hasta su final².
Este es el marco teórico en el que, igual que en Crespo (1992), se analizan
los datos referidos a la combinación de adverbios y temas aspectuales.

3. Los adverbios que expresan secuencia inmediata: ἰθέως, ἰθύς, εὐθέως,


εὐθύς

Crespo (1992: 32–33) considera que la combinación de este tipo de adverbios


con el tema de Pr. es difícil de explicar si asumimos que el valor de este tema
es el de duración. Nada dice, sin embargo, sobre la posibilidad de explicarlo
desde la teoría de la imperfectividad. Su propuesta, en fin, es que el Pr. puede
combinarse con estos adverbios porque este tema se refiere a la estructura
temporal interna del evento, compuesta por varias fases, lo que justificaría
que se pusiera en relación dos fases de un mismo evento, el segundo de los
cuales se produciría «inmediatamente» después de la primera fase.
Antes de nada hay que decir que la distribución de estos adverbios en
combinación con los temas de Pr. y de Ao. muestra que no existe una preferencia
clara por ninguno de los dos temas, aunque hay una cierta tendencia a usarlos
más con tema de presente (195 / 151, excluyendo los presentes históricos³),
como se ve en el Cuadro 1 en la página siguiente.
Por lo tanto, la simple distribución no nos da ninguna pista sobre el valor
de los temas aspectuales. Sin embargo, sí podemos obtener algunos resultados
interesantes sobre el aspecto verbal del griego. Y es importante para ello notar
que los adverbios ἰθέως, ἰθύς en Heródoto, y εὐθέως, εὐθύς en los autores
áticos, no hacen referencia en absoluto al desarrollo interno del evento al que
acompañan o a sus fases, sino, al contrario, a su relación externa con otro evento
anterior. Es decir, indican que, después de un primer evento, inmediatamente,
se produce un segundo, que es al que acompañan los adverbios. Esto queda
² Una comparación de ambas teorías en su aplicación a ejemplos concretos puede encontrarse en
Villa 2004, donde finalmente se opta por la segunda teoría, la de la imperfectividad / perfectividad.
³ Como es sabido, el presente histórico no se comporta aspectualmente como los demás usos del
tema de presente, sino que tiene claras similitudes con el aoristo, cf. van Emde Boas 2019: 414, 431.

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Jesús de la Villa

Cuadro 1 – Distribución de ἰθέως, ἰθύς, εὐθέως, εὐθύς, παραυτίκα


entre los temas de Pr. y Ao.

Heródoto Tucídides Lisias Jenofonte


Pr. Ao. Pr. Ao. Pr. Ao. Pr. Ao.
ἰθεώς 7+4 1
ἰθύς 3 2
εὐθέως — 3 3 1 4 —
εὐθύς 118 + 18 98 4+1 3 56 + 7 37
Total 10 + 4 10 118 + 18 101 7+1 4 60 + 7 37

Observaciones:
¹ En las columnas relativas al presente, cuando se dan dos cifras unidas por el símbolo +, la primera corresponde
efectivamente a los usos regulares del tema de presente. La segunda corresponde a los usos con presente
histórico.

muy claro cuando hay referencia expresa al hecho de uno se produce después
de otro en frases como las siguientes⁴.

(1a) ἡ δὲ ὡς ἔτεκε Δωριέα, ἰθέως ἴσχει Λεωνίδην καὶ μετὰ τοῦτο ἴσχει Κλεόμϐρο-
τον («Y cuando ella dio a luz a Dorieo, inmediatamente tenía a Leónidas y,
después de eso, tenía a Cleómbroto», Hdt. 5.41.2).

(1b) πυθόμενοι δ’ ἰθὺς ἧκον οἱ Σίφνιοι βοηθέοντες («Tras haberse enterado,


inmediatamente llegaban los sifnios en su ayuda», Hdt. 3.58.4).

(1c) τούς τε νεκροὺς ἐσκύλευον καὶ τοὺς ἑαυτῶν ἀνῃροῦντο, τροπαῖόν τε εὐ-
θέως ἔστησαν («Expoliaban a los muertos y a los suyos se los llevaban
e inmediatamente levantaron un monumento de triunfo», Th. 4.44.4).

(1d) ταῦτα δὲ περὶ τοὺς Ποτειδεάτας οἱ Ἀθηναῖοι προπαρεσκευάζοντο εὐθὺς


μετὰ τὴν ἐν Κερκύρᾳ ναυμαχίαν· («Eso es lo que los atenienses preparaban
con relación a los de Potidea inmediatamente después del combate naval en
Corcira», Th. 1.57.1).

Por su parte, cada uno de los eventos relacionados puede ser descrito con sus
propias características aspectuales. En el caso del primer evento en la secuencia
temporal, puede presentarse como un evento todavía no concluido y ello obliga
a interpretar los adverbios en el sentido de que el segundo evento, el que viene
después, se produce «inmediatamente» después de que haya comenzado el
primero. Un ejemplo es el de (1c), que debe interpretarse en el sentido de que
el expolio de los cadáveres de los enemigos y el levantamiento de los cadáveres
⁴ Las traducciones de todos los ejemplos citados son nuestras.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 335 — #335

De verbos y adverbios

de los propios caídos estaba en marcha cuando levantaron el monumento de


triunfo. Otros ejemplos son los siguientes:

(2a) εἰσιόντα δὲ αὐτὸν ἰθέως ἡ Πυθίη προαγορεύει τοισίδε τοῖς ἔπεσι («Y cuando
él estaba entrando, inmediatamente se dirigía a él la Pitia con los siguientes
versos»⁵, Hdt. 5.92. β 3).

(2b) καὶ ὁ Βρασίδας ὡς ᾔσθετο αὐτοὺς ἀπολείποντάς τε τὰς ἐπάλξεις καὶ τὸ


γιγνόμενον ὁρῶν, ἐπιφερόμενος τῷ στρατῷ εὐθὺς τὸ τείχισμα λαμϐάνει («Y
Brásidas, al darse cuenta de que ellos abandonaban las almenas y al ver lo
que estaba sucediendo, lanzándose con el ejército, inmediatamente captura
la muralla», Th. 4.116.1).

El hecho tiene una fácil explicación desde la teoría de la imperfectividad /


perfectividad: el tema de Pr., al describir un evento como no acabado, todavía
en su desarrollo, es la forma normal para estos casos de secuencia de eventos
conectados cuando el primero ha de presentarse como todavía no acabado⁶.
Por el contrario, cuando el primer evento se da como un hecho terminado,
acabado en el momento en que se produce el segundo evento, aparece siempre,
es decir, en el 100 % de los casos, en Ao., según el mismo patrón expuesto en la
bibliografía de la nota 6. Ejemplos son (1a) y (1b), y los siguientes:

(3a) καὶ καταπλευσάντων αὐτῶν εὐθέως τῶν μὲν Παράλων τινὰς οἱ τετρακόσιοι
δύο ἢ τρεῖς ἔδησαν («Y tras haber regresado aquellos navegando, rápida-
mente los Cuatrocientos apresaron a algunos de los de la nave Páralos, dos
o tres», Th. 8.74.2).

(3b) Ἀθηναίων δὲ τὸ κοινόν, ἐπειδὴ αὐτοῖς οἱ βάρϐαροι ἐκ τῆς χώρας ἀπῆλθον,


διεκομίζοντο εὐθὺς ὅθεν ὑπεξέθεντο παῖδας καὶ γυναῖκας καὶ τὴν περιοῦσαν
κατασκευήν («Las autoridades de los atenienses, cuando los bárbaros se
hubieron retirado de su país, traían inmediatamente de donde los habían
dejado protegidos a los hijos, las mujeres y lo que quedaba de sus bienes»,
Th. 1.89.3).

⁵ Para la interpretación del participio εἰσιόντα como un hecho todavía en marcha, puede compararse
con frases semejantes en aoristo: Ἀριστέην γὰρ λέγουσι … ἐσελθόντα ἐς κναφήιον ἐν Προκοννήσῳ
ἀποθανεῖν («Pues dicen que Aristeas …, tras haber entrado en un batán en el Proconeso, murió»,
Hdt. 4.14.1). La utilización del tema de presente en (4a) y (4b) refuerza el sentido de la inmediatez
de la intervención de la Pitia: se indica probablemente que el personaje «apenas estaba llegando»,
«no había terminado todavía de entrar».
⁶ Como se ha mostrado repetidamente en otros trabajos y está asumido en manuales, p.ej. Rijksbaron
2002³: 76–77, 80, van Emde Boas 2019: 410, 427–430, 432.

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Jesús de la Villa

La conclusión más importante de esta sección es que los adverbios que expresan
secuencia inmediata son igualmente combinables con el Pr. y el Ao. Esta
combinación, por tanto, no es relevante para determinar el valor de los temas
aspectuales. Sin embargo, la elección del tema verbal aspectual para el evento
anterior a aquel al que se refiere el adverbio sí que se muestra clara: tema de
Pr. cuando se trata de un evento todavía no concluido y tema de Ao. cuando
se trata de un evento concluido en el momento en que, «inmediatamente
después», se produce el segundo evento.

4. Adverbios que pueden referirse también a una realización


repentina de un evento: ἐξαίφνης, ἐξαπίνης, αὐτίκα, παραυτίκα,
παραχρῆμα

Los adverbios indicados tienen dos usos diferentes: bien se refieren, igual
que los del apartado anterior, a una secuencia de eventos, de tal manera que
tras un primer evento, «inmediatamente» se produce un segundo (4), bien se
utilizan de una forma absoluta indicando que algo se ha producido de forma
repentina, en el caso de ἐξαπίνης (Heródoto) y ἐξαίφνης (autores áticos) (5),
bien que se va a producir de un modo inmediato desde el momento en que
se está hablando, sin referencia a otro evento diferente, en el caso de αὐτίκα,
παραυτίκα y παραχρῆμα (6).

(4a) ὁ δὲ Καλλικρατίδας ἐπιπλεύσας αὐτῷ ἐξαίφνης δέκα μὲν τῶν νεῶν ἔλαϐε («Y
Calicrátidas, tras haber navegado a su encuentro, inmediatamente capturó
diez de las naves», X. HG 1.6.23).

(4b) … Φοίνικας … ἀπὸ τῆς Ἐρυθρῆς καλεομένης θαλάσσης ἀπικομένους ἐπὶ


τήνδε τὴν θάλασσαν καὶ οἰκήσαντας τοῦτον τὸν χῶρον τὸν καὶ νῦν οἰ-
κέουσι, αὐτίκα ναυτιλίῃσι μακρῇσι ἐπιθέσθαι («Los fenicios, tras haber
llegado del mar llamado Rojo hasta este mar y tras haberse asentado en el
lugar donde ahora están asentados, inmediatamente se dedicaron a largas
navegaciones…», Hdt. 1.1.1).

(4c) τοὺς δὲ καὶ λήθη ἐλάμϐανε παραυτίκα ἀναστάντας τῶν πάντων ὁμοίως
(«A otros les cogía inmediatamente, tras haberse recuperado una amnesia,
de todo por igual», Th. 2.49.8).

(4d) ἐξάγουσιν ἐκ τοῦ ἱεροῦ ἔτι ἔμπνουν ὄντα, καὶ ἐξαχθεὶς ἀπέθανε παραχρῆμα
(«Le sacaron del santuario respirando aún y, una vez que le habían sacado,
murió inmediatamente», Th. 1.134.4).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 337 — #337

De verbos y adverbios

(5a) τοὺς δὲ ἄλλους ἀπ’ οὐδεμίας προφάσεως, ἀλλ’ ἐξαίφνης ὑγιεῖς ὄντας …
φλόγωσις ἐλάμϐανε («A los demás el ardor les cogió por ninguna razón,
sino de repente, estando sanos», Th. 2.49.2).

(5b) … ὥστε … τὴν ἡμέρην ἐξαπίνης νύκτα γενέσθαι («De manera que el día de
repente se convirtiera en noche», Hdt. 1.74.2).

(6a) Κανδαύλεα ἀποκτείνας ἐμέ τε καὶ τὴν βασιληίην ἔχε τὴν Λυδῶν, ἢ αὐτόν σε
αὐτίκα οὕτω ἀποθνῄσκειν δεῖ («Tras haber matado a Candaules, poséeme
a mí y el reino de los lidios, o será necesario que tú mismo mueras en el acto
de la misma forma», Hdt. 1.11.2).

(6b) βουλόμενοι τὰς ναῦς τὸ παραυτίκα … ἀποπέμψασθαι («Queriendo … enviar


las naves en el acto …», Th. 3.4.2).

(6c) … φοϐούμενος δὲ μὴ πραχρῆμα συλληφθῇ, ἐκέλευεν ἀνοῖξαι («… temiendo


ser capturado inminentemente, ordenaba que abrieran», X. HG 3.1.22).

En el primer tipo de usos, los que ponen en relación dos eventos, tenemos una
distribución entre el tema de Pr. y el de Ao. como la del Cuadro 2.

Cuadro 2 – Distribución de ἐξαπίνης, ἐξαίφνης, αὐτίκα, παραχρῆμα cuando significan


«inmediatamente (después de otro evento)»

Heródoto Tucídides Lisias Jenofonte


Pr. Ao. Pr. Ao. Pr. Ao. Pr. Ao.
ἐξαπίνης — 2
ἐξαίφνης — 5 — — 2+3 3
αὐτίκα 56 + 4 32 2 — — 1 2 1
παραυτίκα 6+1 6 1 2 — — 1 —
παραχρῆμα 2 — 1+2 8 2 2 6 3
Total 64 + 5 38 4+2 15 2 3 11 + 3 7

Observaciones:
¹ Los usos de παραυτίκα y παραχρῆμα también incluyen los de τὸ παραυτίκα, τὸ παραχρῆμα, ἐν τῷ
παραυτίκα y otras expresiones preposicionales de los adverbios precedidos de artículo.

A pesar de que los casos de presente duplican a los de aoristo, esta distribu-
ción no parece significativa, puesto que cada forma aspectual puede explicarse
individualmente por su contexto sin que la presencia del adverbio modifique en
nada su valor aspectual, como puede verse en todos los ejemplos que ofrecemos.
Lo que sí prueban, en cambio, es que ambos temas verbales son perfectamente
compatibles con este tipo de adverbios.

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Jesús de la Villa

Pero, de nuevo, como en el caso de los adverbios de la sección anterior, sí


que es importante la comprobación de la relación entre el primer evento y el
segundo evento entre los relacionados. Encontramos aquí la misma distribu-
ción con relación al tema elegido para describir el primer evento: tema de Pr. si
todavía está en su desarrollo cuando se produce «inmediatamente» el segundo,
como en (7) o tema de Ao., si el primer evento ya está acabado cuando le sigue
el segundo, como en las frases de (4a), (4b), (4c).

(7a) οἱ τῶν Θηϐαίων ἱππεῖς τέως ἀφανεῖς ὄντες ἐξαίφνης διὰ τῶν ὡδοποιημένων
τοῦ χαρακώματος ἐξόδων ἐξελαύνουσι («Los jinetes de los tebanos estando
hasta entonces escondidos, de repente salen a través de las salidas de las
trincheras que se habían abierto», X. HG 5.4.39).

(7b) Ἱστιαίου δὲ γνώμην ταύτην ἀποδεικνυμένου αὐτίκα πάντες ἦσαν τετραμ-


μένοι πρὸς ταύτην τὴν γνώμην, πρότερον τὴν Μιλτιάδεω αἱρεόμενοι («Al
mostrar Histieo esa opinión, inmediatamente todos se habían adherido a ella,
cuando antes preferían la de Milciades», Hdt. 4.137.3).

(7c) καὶ γὰρ τούτους παρελάμϐανον οἱ αὐτοὶ οἵ περ ἐς Σικελίην ἀπίκατο, λέγον-
τες τοὺς αὐτοὺς λόγους τοὺς καὶ πρὸς Γέλωνα ἔλεγον. οἱ δὲ παραυτίκα μὲν
ὑπίσχοντο πέμψειν («Pues a aquellos trataban de ganarlos los mismos que
habían llegado a Sicilia, diciendo las mismas palabras que también decían
a Gelón. Y ellos inmediatamente prometían que iban a enviar tropas», Hdt.
7.168.1).

(7d) πολεμεῖν δὲ μὴ πρὸς ὁμοίαν ἀντιπαρασκευὴν ἀδύνατοι, ὅταν μήτε βουλευ-


τηρίῳ ἑνὶ χρώμενοι παραχρῆμά τι ὀξέως ἐπιτελῶσι πάντες τε ἰσόψηφοι
ὄντες καὶ οὐχ ὁμόφυλοι τὸ ἐφ’ ἑαυτὸν ἕκαστος σπεύδῃ· («Pero son inca-
paces de combatir contra una fuerza contraria que sea diferente, cuando,
sin poseer un Consejo único, intentan realizar algo de forma inmediata
y con celeridad, al tener todos el mismo derecho de voto, y, como no
pertenecen al mismo linaje, cada uno se preocupa por lo de sí mismo»,
Th. 1.141.6).

Por tanto, tampoco aquí nada significativo se obtiene de la combinación misma


de los adverbios con los respectivos temas verbales con que se combinan,
pero sí una información interesante en cuanto a la combinación de eventos
conectados.
Por otro lado, como se ha dicho, estos adverbios pueden también apa-
recer en frases en las que no hay referencia a una situación anterior. En
estos casos se puede traducir por «de repente», como en (5) o «en el ac-
to», como en (6). Su combinación con los temas aspectuales no es tampoco

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De verbos y adverbios

relevante para conocer mejor el significado de ellos, puesto que pueden usar-
se tanto con tema de Pr. (5a), (6a), como con tema de Ao. (5b), (6b), (6c).
La distribución entre un tema y otros es de Pr. 39 / Ao. 26 y aparece en el
Cuadro 3.
Cuadro 3 – Distribución de ἐξαπίνης, ἐξαίφνης, αὐτίκα, παραυτίκα, παραχρῆμα
cuando se usan de forma absoluta

Heródoto Tucídides Lisias Jenofonte


Pr. Ao. Pr. Ao. Pr. Ao. Pr. Ao.
ἐξαπίνης — 1
ἐξαίφνης 2 1 — — 1 1
αὐτίκα 11 8 8+1 4 1 1 3 2
παραυτίκα 3 1 7 6 — — — —
παραχρῆμα — — — — 1 — 2 1
Total 14 10 17 + 1 11 2 1 6 4

Observaciones:
¹ Los usos de παραυτίκα y παραχρῆμα también incluyen los de τὸ παραυτίκα, τὸ παραχρῆμα, ἐν τῷ
παραυτίκα y otras expresiones preposicionales de los adverbios precedidos de artículo.

5. Conclusiones

El análisis en algunos textos de prosa clásica de la distribución de algunos


adverbios que indican que un evento se ha producido inmediatamente después
de otro o que se ha producido de forma súbita ha revelado que pueden com-
binarse sin problemas tanto con el tema de Pr. como con el tema de Ao. Esta
distribución, por tanto, no es relevante para obtener nueva evidencia sobre los
valores gramaticales de los temas aspectuales del griego y que tendremos que
seguir, como indica el título de este artículo, «en busca del adverbio perdido».
Sin embargo, el análisis de los contextos en que se usan estos adverbios
cuando significan «inmediatamente (después de otro evento)», más en concreto,
de las combinaciones de temas aspectuales entre los dos eventos relacionados,
ofrece nueva evidencia de que la interpretación del tema de Pr. como expresión
de la imperfectividad y el de Ao. como expresión de la perfectividad es la que
mejor da cuenta de los datos estudiados.

Referencias bibliográficas

Armstrong, D. (1981): «The Ancient Greek Aorist as the Aspect of Countable Action»,
en P. J. Tedeschi & A. Zaenen (eds.), Syntax and Semantics 12: Tense and Aspect, 1–12.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 340 — #340

Jesús de la Villa

Crespo, E. (1992): «El uso de los temas de aoristo y de presente para la expresión de la
repetición distributiva», en E. Crespo et al., Homerica. Estudios lingüísticos, Madrid,
UAM Ediciones.
van Emde Boas et al. (2019): The Cambridge Grammar of Classical Greek, Cambridge,
Cambridge University Press.
Lorente, P. (2003): L’aspect verbal en Grec Ancien : le choix des thèmes verbaux chez
Isocrate, Lovaina la Nueva, Peeters.
Rijksbaron, A. (1976): Temporal & Causal Conjunctions in Ancient Greek, Ámsterdam,
Hakkert.
Rijksbaron, A. (2002³): The Syntax and Semantics of the Verb in Classical Greek. An
Introduction, Ámsterdam, Gieben.
Ruipérez, M. S. (1954): Estructura del sistema de aspectos y tiempos del verbo griego
antiguo, Salamanca, CSIC.
de la Villa, J. (2004): «Aspectos del aspecto en griego», en B. Usobianga & P. Quetglas
(eds.) Ciència, didáctica i funció social dels estudis clàssics, Barcelona, SEEC, 97–124.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 341 — #341

LITERATURA
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 343 — #343

La harmonía mixofrigia en Clemente de


Alejandría*
Esteban Calderón Dorda
Universidad de Murcia
esteban@um.es

Resumen: El término «mixofrigia», que utiliza Clemente de Alejandría para designar a una de las
harmonías griegas, no tiene parangón en ningún otro lugar de la música helena. En este trabajo se
demuestra que con «mixofrigia», Clemente está designando, en realidad, a la harmonía lidia.
Palabras clave: Música griega, Clemente de Alejandría, lexicología.

The Mixophrigian harmony in Clement of Alexandria


Abstract: The term «Mixophrygian», used by Clement of Alexandria to describe one of the Greek
harmonies, is unparalleled in the whole world of Hellene music. This article shows that, when
Clement quotes the «Mixophrygian» term, he is really talking about Lydian harmony.
Key Words: Greek Music, Clement of Alexandria, lexicology.

Para Clemente de Alejandría, la τέχνη musical, al igual que otras τέχναι,


permite a quienes la practican disfrutar de una αἴσθησις muy particular: en el
caso del μουσικός es el oído (ἀκοή), mientras que el cantor (ὁ ᾠδός ο ὁ ᾠδικός)
disfruta de la voz (φωνή) (Strom. 1.26.3); ambas τέχναι constituyen, a su vez, un
todo fundamental de lo que llamamos μουσικὴ τέχνη, con el complemento de la
labor de los poetas, τὰ μέτρα, que el alejandrino califica de συναίσθησις (Strom.
1.26.4)¹. No obstante, considera la música como subsidiaria de la filosofía, a la
que tiene como la δέσποινα, la señora, mientras que las demás artes no son
sino meras θεραπαινίδες («sirvientas») de aquella (Strom. 1.29.10).
Según Clemente (Strom. 1.76.5), Agnis inventó la harmonía diatónica (ἡ
διάτονος ἁρμονία). El género diatónico, el más natural y antiguo, asequible
a personas sin formación musical, estaba basado en dos tonos enteros consecu-
tivos y un semitono: la, sol , fa, mi (1+1+1/2). La mayoría de los restos de música
griega están transmitidos en esta harmonía². En la harmonía doria (δωριστί)
* Agradezco al Prof. Pedro Redondo, de la Universidad de Murcia, la lectura que ha hecho del original
de este trabajo, así como sus sugerencias.
¹ Para Aristóxeno (Harm. 2.33) ἀκοή y αἴσθησις son sinónimos.
² Cf. García López 2004: 66–67 n.102 y Michaelides 1978: 79. Sobre la decadencia de los géneros
enarmónico y cromático, cf. West 1992: 165–166.

343
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 344 — #344

Esteban Calderón Dorda

se encuentra el género enarmónico, mientras que en la frigia (φρυγιστί) el


diatónico, como propone Aristóxeno (Strom. 6.88.1)³. Los teóricos griegos de la
música concebían tres géneros: diatónico, cromático y enarmónico, que se dife-
rencian por la amplitud o estrechez de los intervalos, siendo la situación de las
notas παρανήτη y λιχανός la que determinaba el género. El género diatónico
ya lo hemos descrito; el género enarmónico era el más preciso y lo aceptaban
las personas más distinguidas por su propia dificultad. Estaba formado por un
dítono y dos cuartos de tono consecutivos. El género cromático, en cambio,
era más técnico, propio de personas instruidas, y estaba formado por un tono
y medio y dos semitonos⁴.
Clemente conoce los tres modos fundamentales de la música griega: frigio,
lidio y dorio⁵ (Prot. 1.2.4). Afirma que los músicos fueron quienes crearon la
denominación de «dáctilos», ya que se atribuye al descubrimiento de los ritmos
musicales a los llamados dáctilos ideos (Strom. 1.73.1)⁶. Por su parte, Cornelio
Alejandro, en su Libro sobre Frigia, afirmaba que fueron Olimpo y los dáctilos
ideos (Ps.-Plu., Mus. 1132F) los primeros en introducir la música. Clemente de
Alejandría llegó a escribir que Olimpo el Misio practicó la harmonía lidia (Strom.
1.76.4), algo que también confirma Ps.-Plutarco (Mus. 1136C), quien da cuenta
de que la primera composición al modo lidio⁷ fue un canto fúnebre en honor de
Pitón y que se interpretaba con el acompañamiento del αὐλός; también pasa por
ser el inventor del ἁρμάτιος νόμος. Igualmente, Olimpo el Frigio ideó sonidos
instrumentales (κρούματα)⁸ de diverso tipo y Marsias diferentes harmonías:
la harmonía frigia, la mixofrigia y la mixolidia (Strom. 1.76.6). Por su parte,
Támiris el Tracio⁹ inventaría la harmonía doria (Strom. 1.76.6). El ἦθος del modo
dorio es descrito como varonil, majestuoso, sombrío e impetuoso¹⁰, y existe
una afinidad entre el modo dorio y el género enarmónico. El alejandrino llega

³ Cf. Ps.-Plu., Mus. 1134F. Sobre la harmonía frigia, cf. Gostoli 1995.
⁴ Cf. García López 2004: 66–67 n. 102. Sobre los géneros, en general, cf. Aristox. Harm. 24.16–18,
55.8–9 y Asistid. Quint. 15.21 ss.
⁵ Se trata de un tópos con variaciones, cf. Halton 1983: 186, cf. Poll. 4.65 con dorio-eolio-jonio, que
toman su nombre de las tres estirpes griegas. Vid. también Pl. R. 398d–399d, Ps.-Plu., Mus. 1134a,
cf. García López 2004: 61–62 n. 85, con profusión de datos, y García López, Pérez Cartagena &
Redondo Reyes 2012: 281–285. Clemente coincide con Arístides Quintiliano 1.23.1 y Ptolomeo
(Harm. 2.10). La versión completa se puede leer en Dión Crisóstomo 33.42.
⁶ En otro lugar (Strom. 1.107.3) afirma que Zeto y Anfión fueron los μουσικῆς εὑρεταί. Sobre ambos,
cf. Halton 1983: 178, n. 3.
⁷ Cf. Comotti: 1993.
⁸ Platón (Smp. 215b) afirma que Olimpo fue discípulo de Marsias. El sustantivo κρούματα se refiere
a los acordes musicales (Paed. 3.80.4), cf. Rocconi 2003: 34–39.
⁹ Cf. García López 2004: 45 n. 24.
¹⁰ Cf. Arist. Pol. 8.7, Athen. XIV 624d.

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La harmonía mixofrigia en Clemente de Alejandría

a comparar la harmonía doria con la lidia¹¹, más dulce, como el fuego con el
aire (Paed. 1.5.1)¹².
Ahora bien, ¿a qué tipo de harmonía se refiere Clemente de Alejandría con
el término «mixofrigio» (μιξοφρύγιος)? El texto clementino (Strom. 1.76.6)
dice así:

(1) κρούματα δὲ Ὄλυμπον ὁμοίως τὸν Φρύγα, καθάπερ Φρύγιον ἁρμονίαν καὶ
μιξοφρύγιον καὶ μιξολύδιον Μαρσύαν, τῆς αὐτῆς ὄντα τοῖς προειρημένοις
χώρας, καὶ τὴν Δώριον Θάμυριν ἐπινοῆσαι τὸν Θρᾷκα («Igualmente Olimpo
el Frigio ideó los acordes, al igual que Marsias, que era oriundo de la misma
región que los precedentes, inventó la harmonía frigia, la mixofrigia y la
mixolidia, y Támiris el Tracio la doria»).

La harmonía mixofrigia es desconocida, no aparece en ningún teórico de la


música griega. La cuestión es ignorada u omitida incluso por quienes han
estudiado a nuestro autor cristiano¹³. El término ya está en el historiador
Escamón (FGrH F5), cuando este habla sobre los πρῶτοι εὑρεταί:

(2) κρούματα δὲ Ὄλυμπον ὁμοίως τὸν Φρύγα, καθάπερ Φρύγιον ἁρμονίαν καὶ
μιξοφρύγιον καὶ μιξολύδιον Μαρσύαν τῆς αὐτῆς ὄντα τοῖς προειρημένοις
χώρας.

Parece evidente que la cita de Clemente de Alejandría tiene su fuente en Esca-


món, cosa que hasta ahora no se ha consignado. Michaelides, en su celebrada
enciclopedia, la ignora por completo¹⁴ y se limita a recoger las expresiones
μιξολύδιος ἁρμονία ο μιξολυδιστί. Tampoco en su reciente y documentada
monografía García López, Pérez Cartagena y Redondo Reyes¹⁵ hacen referencia
a una harmonía μιξοφρύγιος. Únicamente la menciona Chailley¹⁶, de manera
escueta, indicando que se trata de una «harmonie hypothétique qui aurait été
inventée par Marsyas», en referencia al pasaje clementino. Podría tratarse de

¹¹ Platón (R. 398d) desaprobaba el modo lidio por ser agudo y lastimero. Los autores antiguos
distinguían siete modos musicales, según la regularización posterior a Aristóxeno: mixolidio, lidio,
frigio, dorio, hipolidio, hipofrigio o jonio e hipolidio o eolio. La harmonía hipolidia es patética
y apropiada para la tragedia. Según Ps.-Plutarco (Mus. 1140D), Aristóxeno afirmaba que Safo
inventó este modo y que de ella lo aprendieron los trágicos, aunque en otro lugar (Mus. 1134F) lo
atribuye a Terpandro. Sobre todas estas cuestiones, cf. Michaelides 1978: 110–113, Redondo 2003:
237–259 y Otaola 2011.
¹² Calderón Dorda 2014: 838.
¹³ Cf. Halton 1983. Cosgrove 2006: 257 n. 9 menciona de pasada el término sin más comentario.
¹⁴ Tampoco la mencionan, por ejemplo, Barker 1984 o Mathiesen 1999 y 2002.
¹⁵ García López, Pérez Cartagena & Redondo Reyes 2012.
¹⁶ Chailley 1979: 211.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 346 — #346

Esteban Calderón Dorda

un error¹⁷ por parte de Clemente de Alejandría, pero no es probable en un per-


sonaje tan erudito y educado en Egipto en la ἐγκύκλιος παιδεία (Strom. 1.153.2),
de la que la música formaba parte (Strom. 1.43.4)¹⁸, tal y como demuestra el
conocimiento teórico y léxico de la música que el alejandrino demuestra a lo
largo de sus escritos¹⁹. Con anterioridad a éste, Estrabón (12.8.3; 13.4.13) cita el
dialecto mixofrigio en un contexto no musical (única acepción recogida por
el diccionario LSJ, s.u. μιξοφρύγιος), pero significativamente relativo a todo
lo minorasiático, pues es evidente que Clemente lo conecta con otros estilos
también minorasiáticos²⁰:

(3) μαρτυρεῖν δὲ καὶ τὴν διάλεκτον· μιξολύδιον γάρ πως εἶναι καὶ μιξοφρύγιον·
τέως μὲν γὰρ οἰκεῖν αὐτοὺς περὶ τὸν Ὄλυμπον, τῶν δὲ Φρυγῶν ἐκ τῆς
Θρᾴκης περαιωθέντων [ἀν]ελόντων τε τῆς Τροίας ἄρχοντα καὶ τῆς πλησίον
γῆς, ἐκείνους μὲν ἐνταῦθα οἰκῆσαι τοὺς δὲ Μυσοὺς ὑπὲρ τὰς τοῦ Καΐκου
πηγὰς πλησίον Λυδῶν.

Antes hemos indicado que Clemente de Alejandría afirmaba que Olimpo el


Frigio había introducido entre los griegos la música instrumental y Olimpo el
Misio la harmonía lidia (Strom. 1.76.4). En realidad, la harmonía que aquí se
esperaría leer es la lidia, que es la que practicó Olimpo el Misio, puesto que
las principales ἁρμονίαι eran la frigia, la doria, la lidia y la mixolidia y que no
tiene sentido que, después de mencionar una harmonía frigia, mencione otra
«mixofrigia», no atestiguada, mientras que la harmonía lidia sí que era bien
conocida (Strom. 1.76.4). Como señala Aristóxeno (Harm. 2.37.47), a la tonalidad
lidia la separa un τόνος de la frigia y tres διέσεις a la mixolidia de la lidia, lo
que podría encajar en el orden harmónico «frigia-mixofrigia-mixolidia», que
propone Clemente²¹. El pasaje aristoxénico en cuestión habla de dos tradiciones
diferentes que en el texto que nos ocupa parecen converger en una sola: por un
lado los «harmónicos», que son quienes separan la harmonía lidia y la frigia
mediante un tono, y los «perforadores de aulos», que son quienes separan con
tres διέσεις la mixolidia y la lidia (de hecho, los primeros hacen contigua la
¹⁷ Así lo considera West 1992: 184 n. 97, sin más argumentación.
¹⁸ Este interés no debe sorprender en Clemente, dada la afición de los alejandrinos por la música, cf.
Athen. IV 174b, 175e, D.Chr. 32.56–58 y, sobre todo, la oratio 33.
¹⁹ Cf. Calderón Dorda 2014.
²⁰ Estrabón y Clemente de Alejandría son los únicos testimonios que poseemos para el término
μιξοφρύγιος. Eusebio de Cesarea (PE 10.6.11) también hace referencia a esta cuestión musical,
pero la dependencia del texto clementino es evidente: τρίχορδον δὲ ὁμοίως καὶ τὴν διάτονον ἁρ-
μονίαν Ἄγνιν τὸν καὶ αὐτὸν Φρύγα· κρούματα δὲ Ὄλυμπον ὁμοίως τὸν Φρύγα, καθάπερ Φρύγιον
ἁρμονίαν καὶ μιξοφρύγιον καὶ μιξολύδιον Μαρσύαν τῆς αὐτῆς ὄντα τοῖς προειρημένοις χώρας·
καὶ τὴν Δώριον Θάμυριν ἐπινοῆσαι τὸν Θρᾷκα.
²¹ Cf. Redondo Reyes 2003: 246–247 y García López, Pérez Cartagena & Redondo Reyes 2012: 365.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 347 — #347

La harmonía mixofrigia en Clemente de Alejandría

mixolidia de la doria). De este modo, técnicamente hablando, se trataba de


«escuelas» diferentes, que dan cuenta de disposiciones harmónicas distintas,
y el pasaje clementino parece respirar erudición antigua, es decir, podría estar
hablando aquí una fuente transmisora de una versión local de la tríada dorio-
frigio-lidio con una nomenclatura también local. Por otra parte, el término
«mixolidio» (μιξολύδιος) sí que estaba difundido e instituido, de manera que
Ps.-Plutarco (Mus. 1136D) asociaba esta escala al tono dorio por razones de
carácter (ἦθος), como también explica Ptolomeo en sus Harmonica (2.62), según
el cual el término «mixolidio» se aplicaba al dorio por su proximidad al lidio.
Por otra parte, la forma habitual de presentar los modos básicos en tríadas (e.g.
dorio-frigio-lidio) indica que también Clemente —o su fuente— funciona así,
y dado que la mayoría de los sistemas harmónicos de Grecia, que conservamos,
sitúan al mixolidio junto al lidio, y que el frigio siempre aparece situado junto
al lidio, es lícito concluir que el mixofrigio represente al lidio en razón del
típico sistema triádico tradicional y de la situación normal del mixolidio y el
orden de las harmonías. Y no solo eso, sino que si, además comparamos la
terminología para denominar a las distintas tonalidades, podremos observar
que las diferencias entre Aristóxeno y otros teóricos posteriores (y entre estos)
son notables²².
Por otra parte, sería un error pretender descartar la noticia que proporciona
el pasaje de Clemente argumentando que este remite, en última instancia,
a Marsias, un músico mítico, pues tenemos ejemplos en la literatura y en la
música griega de casos singulares como el que nos ocupa. Sirva de ejemplo
el fr. 238 Radt, de Sófocles, perteneciente, por cierto, al Támiras, músico de
leyenda, el único testimonio del ξόανον como instrumento musical (LSJ s.u.
ξόανον ii musical instrument, ξόαν’ ἡδυμελῆ). El texto, transmitido por Ateneo
(636F), habla en este caso de instrumentos de cuerda y, a tal propósito, cita un
fragmento de Alcmán (PMG 101) y el antedicho de Sófocles, en el que menciona
la lira, la mágadis y, a continuación, ξόαν’ ἡδυμελῆ, es decir, «xóanos de dulce
canto».
En definitiva, por la posición que ocupa en la relación de harmonías griegas
citadas por Clemente de Alejandría, el término «mixofrigia» debe de referirse
a la harmonía lidia²³, como también es posible que el texto clementino esté
haciendo referencia a una fuente transmisora de una versión local de la tríada
dorio-frigio-lidio con una nomenclatura también local²⁴.

²² Cf. García López, Pérez Cartagena & Redondo Reyes 2012: 325–326.
²³ Recuérdese el extraño «sintonolidio» o lidio intenso que Arístides Quintiliano refiere como
harmonía platónica (19 W.-I.), o el caso del «hipermixolidio», que refieren Cleónides (Harm. 203)
o Ptolomeo (Harm. 2.10).
²⁴ Cf. la harmonía «locria» citada por Heraclides Póntico en Ath. XIV 20, 26–32.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 348 — #348

Esteban Calderón Dorda

Referencias bibliográficas

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Cambridge University Press.
Calderón Dorda, E. (2014): «Aspectos teóricos y léxicos de la música griega en Clemente
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Clásica a Manuel García Teijeiro, Valladolid, Universidad de Valladolid, 843–851.
Chailley, J. (1979): La musique grecque antique, París, Belles Lettres.
Comotti, G. (1993): «Il canto “Lidio” in due frammenti di Teleste (frr. 806; 810 P.)», en
R. Pretagostini (ed.), Tradizione e Innovazione nella Cultura Greca da Omero alľ Età
Ellenistica. Scritti in onore di Bruno Gentili, ii, Roma, Gruppo Editoriale Internazionale,
513–520.
Cosgrove, Ch. H. (2006): «Clement of Alexandria and Early Christian Music», JEChS
14, 255–282.
García López, J. (2004): Plutarco. Obras morales y de costumbres (Moralia), xiii. Sobre la
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García López, J., Pérez Cartagena, F. J. & Redondo Reyes, P. (2012): La música en la
Antigua Grecia, Murcia, Universidad de Murcia.
Gostoli, A. (1995): «L’armonia frigia nei progetti politico-pedagogici di Platone e Ari-
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in memoria di Giovanni Comotti, Pisa – Roma, Ist. Editoriali e Poligrafici, 133–144.
Halton, Th. (1983): «Clement’s Lyre: A Broken String, a New Song», SecCent 3, 177–199.
Mathiesen, Th. J. (1999): Apollo’s Lyre: Greek Music and Music Theory in Antiquity and
the Middle Ages, Lincoln, University of Michigan Library.
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Michaelides, S. (1978): The Music of Ancient Greece. An Encyclopaedia, Londres, Faber &
Faber.
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vaud-Roux (ed.), Musiques et danses l’Antiquité, Rennes, Presses Universitaires, 91–108.
Redondo, P. (2003): «Claudio Ptolomeo y los modos musicales griegos», Myrtia 18,
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Rocconi, E. (2003): Le parole delle Muse. La formazione del lessico musicale nella Grecia
antica, Roma, Edizione Quasar.
West, M. L. (1992): Ancient Greek Music, Oxford, Oxford University Press.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 349 — #349

La heptatonía en la Grecia de la Edad Oscura


Luis Calero
Universidad Autónoma de Madrid
luis.calero@uam.es

Resumen: La tradición griega atribuyó la invención de determinadas características musicales


a algunos compositores que terminaron conformando la práctica interpretativa tradicional del
repertorio lírico desde el siglo viii a.C. Los conocemos directamente, aunque de manera siempre
fragmentaria, o a través de citas de otros autores. No obstante, esas descripciones musicales se
pueden rastrear hasta los reinos del Oriente Próximo, para encontrarnos con que esas supuestas
innovaciones griegas están profundamente enraizadas en ellos. Hay, por tanto, que entenderlas
como una mera continuación de la centenaria praxis musical palaciega de Asia Menor. Así, el
nuevo sistema heptatónico griego se puede rastrear hasta tablillas sumerias datadas al menos
en el siglo xviii a.C. En este artículo se analizarán estos lazos harmónicos y teóricos, así como
las posibles vías a través de las cuales pudo haberse introducido esta corriente interpretativa
y estilística en la lírica de la Grecia arcaica.
Palabras clave: Heptatonía, lírica, épica, Mesopotamia, Grecia.

Heptatony in Greek Dark Ages


Abstract: Greek tradition ascribed the invention of certain musical characteristics to some com-
posers that ended up conforming the traditional interpretative practice of the lyric poetry from
the eighth century BC. We know them either directly, although fragmentarily, or through later
authors’ quotations. However, one can trail those musical descriptions back to the Near-East
kingdoms, to find these allegedly Greek innovations deeply rooted in them. They must therefore
be understood as a mere continuation of the palace centuries-old musical praxis in Asia Minor.
Thus, the new Greek heptatonic system can be traced back to Sumerian tablets dated at least in
the eighteenth century. I shall analyse these harmonic and theoretical links, and some possible
ways by which this interpretative and stylistic flow may have been introduced into archaic Greek
poetry.
Key Words: Heptatony, lyric, epic, Mesopotamia, Greece.

1. Preliminares

Sachs (1943: 64) definió «sistema musical» como la organización específica del
espacio musical en un estilo nacional o cultural cronológicamente delimitado
y basado en una tendencia estilística anterior a sí mismo (presystematic trend).
Se forma a través de uno o más de los tres intervalos consonantes primarios
(4ª, 5ª y 8ª), sin los cuales resultaría anárquico. La Arqueomusicología nos
ayuda a comprender la música cuando no conservamos material suficiente

349
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 350 — #350

Luis Calero

para su estudio directo. Para entrever qué pudo haber sucedido en el período
Oscuro, hay que estudiar las prácticas musicales de Oriente Próximo, de las
que sí conservamos vestigios teóricos, con el fin de compararlos con las grie-
gas conocidas. Mi metodología consistirá en analizar la heptatonía diatónica
mesopotámica para contrastarla con los datos de la griega.

Figura 1 – Texto de la Afinación 1. Fuente: autor apud Crocker (1978: 101)

2. La heptatonía en el Mundo Antiguo

La diatonía se ajusta a los planteamientos de Sachs, al dividir la escala en tonos


y semitonos mediante la alternancia de 5ᵃˢ (West 1994, Barker 1989, 2004, 2007,
Hagel 2009, García López, Pérez Cartagena & Redondo Reyes 2012). Esto se
debe a que, aparentemente, las escalas comparten propiedades comunes a toda
nuestra especie, al utilizar alturas a distancia de 8ª entre cuatro y siete sonidos,
en relación con el desarrollo de nuestro cerebro y con los límites cognitivos de
la memoria humana (Sachs 1943, 1962, Mithen 2006, Calero 2016).
La heptatonía diatónica está documentada en vestigios epigráficos del Medi-
terráneo oriental y de Oriente Próximo desde aproximadamente el 1800 a.C.,
pero se debe presumir muy anterior, en una fase previa dominada por la música
práctica, ese presystematic trend, que observa Sachs. Que aparezca compro-
bada tan pronto y se pueda rastrear hasta el iii a.C. (Cheng 2009) muestra
su presencia habitual en las cortes de Oriente Próximo (West 2003, Calero
2017a). También aparecerá en Grecia cuando se desarrolle la lírica arcaica,
cuyos compositores empiezan a ser conocidos por sus habilidades musicales
en lo que los antiguos griegos consideraron una innovación helénica.
Los filósofos antiguos la relacionan con la teoría de los números que regían
el cosmos y, consecuentemente, con la teoría de la música. Según Farmer (1957:

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 351 — #351

La heptatonía en la Grecia de la Edad Oscura

247), la fuerza del número siete era observada en la concepción mesopotámica


de los planetas, mientras que su suma resultaba de la unión del cuadrado y del
triángulo, figuras habituales en los augurios mesopotámicos. Siglos más tarde,
Filón el Judío (Opific. 95.3–96.1) explicará que este número tenía cuatro límites
y tres proporciones internas (4ª, 5ª y 8ª), que incluso regían el año oriental: los
caldeos conectaban esos intervalos musicales con las estaciones, de modo que
la 4ª suponía el cambio de la primavera al otoño, la 5ª, al invierno y la 8ª, al
verano (Plu. Moralia 1028.E.11–F.2).

3. El Texto de la Afinación

Esta tablilla, la más antigua hallada hasta la fecha con contenido musical hep-
tatónico, pertenece al período babilónico. Datada en torno al siglo xviii a.C.,
es conocida como Texto de la Afinación (Tuning Text, Museo Británico de Lon-
dres, inv. UET 7/80). Estudiada en profundidad en 1978 por Richard L. Crocker
a partir de la copia realizada a mano por Oliver Gurney en 1968, incluye el con-
cepto de «tritono», verificando la importancia del semitono en la disposición
musical de las harmonías¹. Presenta una serie de siete sonidos, dispuesta de
acuerdo con el orden regular diatónico de 5ᵃˢ ascendentes y 4ᵃˢ descendentes.
Crocker (1978: 99) considera que el tritono ofrece el sistema de siete escalas
afinadas desde una 5ª distinta cada vez, dando nombre a cada una de las afina-
ciones, equivalentes a siete plantillas que muestran las posibles afinaciones de
un cordófono.
Uno de los principales problemas de la tablilla es el término nu su², que
aparece en la mitad de las dos series, una ascendente y otra descendente, que
conforman el sistema. Los nombres de ambas series son los mismos, pero en
orden contrario. Así pues, nu su, cuyo sentido literal es «no más allá de aquí»,
debe ser entendido como el punto al que se puede llegar después de siete
posibles afinaciones, más allá del cual es imposible seguir sin duplicar lo que
se puede encontrar en otros puntos del sistema. De acuerdo con esto, en la
Fig. 1 en la página anterior se muestran las dos series de las siete afinaciones
del texto babilonio.

¹ Aura Jorro 1985 s.u. y Luque Moreno 2014: 127 relacionan ἁρμονία, ῥυθμός y ἀριθμός con IE *h₂er-
(«ensamblar, ajustar, acoplar»). Siguiendo la línea que desarrollé en mi tesis doctoral: Calero 2016,
mantengo la grafía con 〈h〉 del sustantivo y sus derivados para el sistema de organización de las
escalas con tetracordos afinados que caracteriza la teoría musical de la antigua Grecia, distinto al
vertical del actual sistema musical, al que me referiría, llegado el caso, sin hache.
² Quiero agradecer al Dr. Such Gutiérrez (UAM) su inestimable ayuda para la comprensión de este
término.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 352 — #352

Luis Calero

Una vez que el sistema ha terminado las siete combinaciones posibles sobre la
afinación diatónica, el término nu su indica la nota a partir de la que no se puede
seguir realizando ninguna prolongación. Así, las siete nuevas combinaciones
se muestran en la Fig. 2.
En la tablilla también aparece el término acadio qablitu (Fig. 3 en la pági-
na 354), la misma nota que el sistema harmónico sumerio denomina murub,
el griego «nota media» (μέση) y que en sánscrito aparece como madhyama,
lo cual lleva a algunos investigadores a atribuirle un carácter indoeuropeo
(Franklin 2002, 2006).

Figura 2 – Texto de la Afinación 2. Fuente: autor apud Crocker (1978:101)

Esta nota media es la más importante de cada harmonía (Michaelides 1978,


West 1994, Franklin 2002, Barker 2007, Hagel 2009). En la Fig. 3 en la página 354,
el signo «+» indica las notas fijas del tetracordo, que mantienen una distancia
constante de dos tonos y medio (500 cents)³. Así se lee en teóricos griegos,
como Aristóxeno (Harm. 56.13–58.5) o Filolao (fr. 6.24). Por otro lado, el signo
«-» representa las notas móviles dentro del tetracordo. El Problema aristoté-
lico 919a.19–22 [= XIX 20]⁴ demuestra su crucial importancia en la música
cuando se explica que los buenos compositores recurren frecuentemente a ella
³ El sistema inventado por A. J. Ellis (1814–1890) divide la 8ª en 1200 cents, de modo que cada
semitono del sistema de temperamento igual equivale a 100 cents. Empleando este sistema de
medida, podemos ser extremadamente exactos en las distancias entre dos sonidos, al margen del
grado de irregularidad que presenten. La 4ª justa, de acuerdo con el intervalo pitagórico, mide
498 cents y no los habituales 500 cents de nuestro «temperamento igual»; de igual forma, la 5ª
justa mide 702 cents, en lugar de los 700 actuales. Por una comodidad meramente comunicativa,
redondearemos estos valores a 500 cents para la 4ª justa y a 700 para la 5ª justa. Vid. Sachs 1943: 28,
West 1994: 11.
⁴ Para una mayor comodidad del lector, se remite a los Problemas aristotélicos citando, en primer
lugar, la página y línea de la edición de Bekker (Berlín, De Gruyter, 1960 [= Berlín, Reimer, 1831]),

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 353 — #353

La heptatonía en la Grecia de la Edad Oscura

como una nota de descanso melódico. También lo encontramos en el Problema


920b.7–15 [= XIX 36], donde es considerada un referente para una afinación
relativa⁵.
Estos dos tetracordos conjuntos (esto es, unidos por la mése; vid. Fig. 3 en la
página siguiente: Sistema conjunto) conforman la harmonía de siete sonidos
que tan frecuentemente se menciona en la literatura griega (Pi. P. 2.70, N. 5.25,
E. HF 683–684, E. Io. 881–882, por citar algunos ejemplos).

4. La heptatonía en la Grecia arcaica

Como ya hemos apuntado para el caso de las culturas de Oriente Próximo


(Farmer 1957: 247), también la tradición griega atribuía propiedades meta-
musicales a este tipo de harmonías. Según Plutarco (Moralia 745.B.7–9), la
mése sirve como nota que unifica las cuestiones mortales con las divinas y las
celestiales con las terrestres. En relación con esta idea, recordemos la música
de las esferas de Platón (R. 616c-617b), llevada a su máximo desarrollo por
Claudio Ptolomeo, quien la relaciona con la harmonía producida por los signos
del zodíaco (3.8.1–9.66) y los astros (3.10.1–12.28), con la analogía entre los
tetracordos y el Sol (3.13.1–32) y con la que resulta entre las notas del Sistema
Perfecto (unión del Conjunto y del Disjunto, Michaelides 1978) y las princi-
pales esferas del Universo (3.14.1–27), cuyo motor es la música (Plu. Moralia
1147.A.7–11).
Esta escala diatónica era considerada por los teóricos griegos de la Anti-
güedad el génos más natural de los tres (diatónico, cromático y enharmónico).
Aristóxeno afirma (Harm. 24.20–25.4) que es el más antiguo, puesto que se
produce de forma natural en los humanos. Aristides Quintiliano (1.9.16–24)
mantiene que es el génos más natural, que puede ser cantado incluso por quie-
nes no han recibido educación musical. Esta diatonía debía de ser parte, sin
duda, de un inconsciente de herencia mediterránea que provenía de una prác-
tica de siglos (Sachs 1943, Mithen 2006), ya documentado, como hemos podido
ver antes, en las culturas orientales entre el xviii y el iii a.C. (Cheng 2009).
Hagel (2009: 133) propone que la afinación para la lira postarcaica se efectúe
en relación con el sistema de notas fijas que se expresa en la tríada hípa-
te – mése – néte (mi – la – mi’) y estoy de acuerdo con él cuando expresa que
esta situación debió de haberse heredado desde la fase arcaica, tal y como ya
seguido, entre corchetes, de su equivalente de sección, en números romanos, y de problema, en
arábigos, de la edición de P. Louis (Aristote, Problèmes, París, Les Belles Lettres, 1991).
⁵ Las cuestiones relacionadas con la afinación absoluta y relativa están ampliamente estudiadas en
Hagel 2009.

353
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 354 — #354

Luis Calero

pensaban Platón (R. 443d.6–7) o Plutarco (Moralia 744.C.6–7). La adición de


un tono junto a la mése dará lugar a la parámese y, de la unión de estos dos
nuevos tetracordos, separados entre sí por dicho tono, se generará un sistema
de 8ª del modo que se muestra en la Fig. 4 en la página siguiente.

Figura 3 – Sistema conjunto. Fuente: autor

En esta organización de los sonidos mediante dos tetracordos disjuntos, la


mése seguirá siendo la nota principal, al margen del hecho de que, para generar
el rango de 8ª (διὰ πασῶν, sc. «notas») en la disyunción (διάξευσις), esta nota
central es absolutamente necesaria en un sistema concorde (Michaelides 1978,
West 1994, Barker 2007, Hagel 2009).
Según Aristóxeno (Harm. 57.1–2), el tono es el exceso de la 5ª sobre la 4ª
y el principio necesario para construir intervalos disonantes debería estar libre
de problemas, puesto que se formaría sobre los sonidos concordes (Aristox.
Harm. 70.3–72.6). Así, si los intérpretes necesitaban afinar un tono a partir de
cualquier nota dada, tenían que afinar una 5ª justa descendente (700 cents),
para, desde ella, «ajustar» una 4ª justa ascendente (500 cents). Después, sabrían
de su éxito evaluando los intervalos concordes que podían reconocerse con
exactitud a través del oído. Esto prueba que Aristóxeno está explicando el
mismo sistema de afinación que veíamos en el Texto de la Afinación, muy
anterior a los griegos.
Cuando Hagel (2009) analiza la práctica musical sobre las harmonías lidia
e hipolidia de Ptolomeo, llega a la conclusión de que las listas de este autor

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La heptatonía en la Grecia de la Edad Oscura

Figura 4 – Sistema disjunto. Fuente: autor

reflejan una música tradicional heredada, que se seguía utilizando en su época.


Muestran su origen, entre otras cosas, en la relación de nombres que empleó
Aristóxeno para los modos/tonos y para las especies de 8ª que se atribuían
por tradición a Eratocles (Aristox. Harm. 9.15–11.12). Así pues, la escala hepta-
tónica sobre el género diatónico, según Aristides Quintiliano (1.8.49–57)⁶, se
organizaría de la siguiente manera: la mixolidia, desde la ὑπάτη ὑπάτων; la
lidia, desde la παρυπάτη; la frigia, desde la διάτονος; la doria, desde la ὑπάτη
μέσων; la hipolidia, desde la παρυπάτη; la hipofrigia, desde la διάτονος; y la
hipodoria, desde la μέση. Si desarrollamos la explicación de Aristides Quinti-
liano sobre un diagrama, donde S significa «semitono» y T «tono», resultaría
como sigue:
Si este esquema se dispone sobre una base heptatónica en torno a la mése
y se reduce a la tesitura habitual de una voz media, supongamos de mi a mi’,
obtenemos el diagrama siguiente:
Yendo un poco más allá en la teoría harmónica, si comparamos el sistema

⁶ Gaudencio (Harm. 346.6–347.10) y Cleonides (Harm. 1.1–12.42) ofrecen el mismo diagrama que
Aristides Quintiliano, aunque lo hacen sobre una disposición enharmónica. Habitualmente se
piensa que Aristóxeno es la fuente común para todos ellos, aunque Mathiesen 1999 no está de
acuerdo con la mayoría de los investigadores. Considera, siguiendo las palabras de Aristóxeno
(10.19–11.10), que al sistema de Eratocles le faltaba demostración y que sus especies de 8ª eran
válidas solo para el género enharmónico.

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Luis Calero

Figura 5 – Los modos/tonos según Aristides Quintiliano (1.8.49–57). Fuente: autor

Figura 6 – Los modos/tonos según Aristides Quintiliano de mi a mi’. Fuente: autor

griego con el del Texto de la Afinación (T.A. en la siguiente Figura), podemos


darnos cuenta de que cada una de las siete escalas griegas se corresponde con
una de las babilónicas (Fig. 7 en la página siguiente).
En definitiva, ¿se puede rastrear esta transmisión musical a través de los
textos griegos antiguos? Para West (2003) y Franklin (2015), la Teogonía de
Hesíodo rebosa de elementos chipriotas, puesto que la isla debió de funcionar
como un punto clave en la transmisión desde Asia hacia Grecia. También un par
de escenas de la Ilíada (11.531–537 y 20.498–502) encuentran paralelos con los
relatos de la batalla de Halule (ca. 691 a.C.) e Il. 12.1–33 recuerda a Gilgamesh
XI 99–102 y XI 134. Se pueden apuntar algunas afinidades entre narraciones
semimíticas y poesía psalmódica del Antiguo Testamento, probablemente como
producto del comercio que mantuvieron los griegos con los fenicios. Todo ello
implica que existirían intérpretes que podrían interpretar tanto el repertorio
griego como el semítico. Si esta influencia se puede rastrear claramente en

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 357 — #357

La heptatonía en la Grecia de la Edad Oscura

la poesía épica y lírica, la música que la acompañaba debió de haber viajado


entre ambos contextos culturales con una velocidad similar. Así pues, no
puede cabernos duda de que la heptatonía formó parte de la práctica de los
compositores de ambas orillas del Mediterráneo oriental en la Edad Oscura
griega.

Figura 7 – Correspondencia entre el Texto de la Afinación y Aristides Quintiliano. Fuente: autor

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Luis Calero

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La representación de la Muerte en la Ilíada*


Luz Conti
Universidad Autónoma de Madrid
luz.conti@uam.es

Resumen: El presente trabajo analiza las propiedades y los comportamientos atribuidos a la


muerte en la Ilíada. También intenta determinar las posibles correspondencias tanto con los
testimonios de otras obras literarias como con la copa y la cratera de Eufronio.
Palabras clave: Ilíada, personificación, muerte.

The representation of death in the Iliad


Abstract: This paper analyzes the features and behavior attributed to death in the Iliad. It also
tries to determine the possible correspondences between the Iliad, other literary testimonies and
Euphronios’ Cup and Krater.
Key Words: Iliad, personification, death.

Dedicatoria

Hace un tiempo, Emilio Crespo redactó un bonito trabajo sobre la iconografía


de la muerte en Grecia que partía de la famosa escena del traslado del cadáver de
Sarpedón. Lo leí con mucho agrado, porque la muerte de los héroes homéricos
siempre me ha llamado la atención. Fue Emilio quien me aconsejó encargar
a una de mis estudiantes el análisis de algunos aspectos de la muerte en los
poemas homéricos y ha sido también él quien, sin saberlo, me ha llevado
a redactar este pequeño artículo como homenaje a tantos años de colaboración
y, poco a poco, también de amistad.

1. La personificación de la Muerte en la literatura griega

La Muerte no forma parte del elenco de divinidades antropomórficas con prota-


gonismo en la literatura griega¹. En la Ilíada, por ejemplo, el término θάνατος
* Trabajo realizado en el marco del proyecto PGC2018-093779-B-I00. Agradezco a R. Fornieles
y a Luis Macía los comentarios a este trabajo.
¹ Sobre este punto, cf. Crespo en prensa: 1–3. Tampoco Hades recibe una atención semejante a la de
otros dioses ni en la literatura ni en el mito, cf. López Ruiz 2011: 11.

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Luz Conti

se documenta en setenta y ocho ocasiones; en la Odisea, en cincuenta y nueve.


Sin embargo, solo en dos de ellos podemos estar seguros de su personificación,
es decir, de su concepción como una entidad con características claramente
humanas²; se trata de Il. 16.672 y de Il. 16.682, donde Zeus encomienda a Apo-
lo que haga que Sueño y Muerte, hermanos gemelos, escolten el cadáver de
Sarpedón hasta Licia. Reproduzco aquí parte de esta escena:

(1) καὶ τότ’ Ἀπόλλωνα προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς· | εἰ δ’ ἄγε νῦν φίλε Φοῖϐε,
κελαινεφὲς αἷμα κάθηρον | ἐλθὼν ἐκ βελέων Σαρπηδόνα, καί μιν ἔπειτα
| πολλὸν ἀπὸ πρὸ φέρων λοῦσον ποταμοῖο ῥοῇσι | χρῖσόν τ’ ἀμϐροσίῃ,
περὶ δ’ ἄμϐροτα εἵματα ἕσσον· | πέμπε δέ μιν πομποῖσιν ἅμα κραιπνοῖσι
φέρεσθαι | ὕπνῳ καὶ θανάτῳ διδυμάοσιν, οἵ ῥά μιν ὦκα | θήσουσ’
ἐν Λυκίης εὐρείης πίονι δήμῳ, | ἔνθά ἑ ταρχύσουσι κασίγνητοί τε ἔται τε
| τύμϐῳ τε στήλῃ τε· τὸ γὰρ γέρας ἐστὶ θανόντων («Y entonces dijo a Apolo
Zeus, que las nubes acumula: “Ve ahora, caro Febo, y limpia de sangre,
oscura como nube, el cuerpo de Sarpedón. Rescátalo fuera de los proyectiles
y llévalo luego muy lejos y báñalo en las corrientes del río. Unge su cuerpo
con ambrosía y vístelo con inmortales ropas, y envíalo luego para que lo
lleven ante los raudos escoltas, ante el Sueño y la Muerte, hermanos
gemelos, quienes pronto lo depositarán en el pingüe pueblo de la
vasta Licia, donde sus hermanos y parientes le harán solemnes exequias
con una tumba y una estela: ¡ese es el privilegio de los que mueren!”»³, Il.
16.666–675).

Los datos de los poemas homéricos apuntan a una concepción de Sueño y Muer-
te como varones adultos⁴. Así se observa en el siguiente pasaje, en el que Hera
promete a Sueño, del que se dice que es hermano de Muerte, concederle a una
de las Gracias como esposa si se presta a hacer que Zeus se duerma⁵:

(2) ἀλλ’ ἴθ’, ἐγὼ δέ κέ τοι Χαρίτων μίαν ὁπλοτεράων / δώσω ὀπυιέμεναι καὶ
σὴν κεκλῆσθαι ἄκοιτιν («Así que ve, y yo una de las juveniles Gracias te
daré en matrimonio y para que sea llamada esposa tuya», Il. 14.267–268).

² Sobre el concepto de personificación y sus rasgos definitorios en la iconografía y la literatura


véanse, entre otros, Shapiro 1993: 15 y Melion – Remakers 2016: 1–40.
³ La búsqueda de los datos se ha llevado a cabo a través del Thesaurus Linguae Graeca, A Digital
Library of Greek Literature (http://stephanus.tlg.uci.edu/Iris/inst/tsearch.jsp). Las
traducciones de la Ilíada son de Crespo 1991, salvo que se señale lo contrario. Las del resto de
pasajes comentados son nuestras.
⁴ El sexo de Θάνατος Ὕπνος está determinado, probablemente, por su género gramatical.
⁵ Hera pretende aprovechar el sueño de Zeus para ayudar al ejército griego. Sueño, que mantiene
una breve conversación con ella, tiene miedo de las posibles represalias, pero le declara su interés
por Pasítea.

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La representación de la Muerte en la Ilíada

En la Teogonía (Th. 211–213 y Th. 756–759) se presenta a Muerte y Sueño como


hijos de la Noche que viven en el Tártaro. La Noche lleva en brazos a Sueño,
por lo que entendemos que es un niño. Nada se dice de la edad de Muerte:

(3) ἡ δ’ Ὕπνον μετὰ χερσί, κασίγνητον Θανάτοιο, / Νὺξ ὀλοή, νεφέλῃ κεκα-
λυμμένη ἠεροειδεῖ. / ἔνθα δὲ Νυκτὸς παῖδες ἐρεμνῆς οἰκί’ ἔχουσιν, / Ὕπνος
καὶ Θάνατος, δεινοὶ θεοί … («Ella, la terrible Noche, oculta en una brumosa
nube, lleva en brazos a Sueño, hermano de la Muerte. Allí tienen su casa
los hijos de la oscura Noche, Sueño y Muerte, dioses espeluznantes», Il.
14.267–268).

Sin embargo, si atendemos al testimonio de Pausanias en su descripción del arca


de Cípselo⁶, llegamos a la conclusión de que Sueño y Muerte eran concebidos,
al menos por parte de la tradición, como niños gemelos paridos o criados
por Noche. El testimonio de Pausanias atribuye a Sueño y Muerte cualidades
antagónicas:

(4) πεποίηται δὲ γυνὴ παῖδα λευκὸν καθεύδοντα ἀνέχουσα τῇ δεξιᾷ χειρί,


τῇ δὲ ἑτέρᾳ μέλανα ἔχει παῖδα καθεύδοντι ἐοικότα, ἀμφοτέρους διε-
στραμμένους τοὺς πόδας. δηλοῖ μὲν δὴ καὶ τὰ ἐπιγράμματα, συνεῖναι δὲ
καὶ ἄνευ τῶν ἐπιγραμμάτων ἔστι Θάνατόν τε εἶναι σφᾶς καὶ Ὕπνον καὶ
ἀμφοτέροις Νύκτα αὐτοῖς τροφόν («Y hay representada una mujer que tiene
en su brazo derecho a un niño blanco dormido y, en su brazo izquierdo,
a un niño negro que parece estar dormido; los dos tienen los pies vuel-
tos. Los textos inscritos aclaran, aunque también se entendería sin los textos,
que son Muerte y Sueño, y que con ellos está Noche, la nodriza de ambos»,
Il. 14.267–268).

Otro testimonio reseñable es el de la tragedia Alcestis, de Eurípides. Muerte, que


acude al palacio de Admeto para llevarse a Alcestis al Hades, mantiene un breve
diálogo con Apolo. Muerte se nos presenta como una divinidad implacable
e igualitaria que disfruta de su deber, sobre todo si el difunto es joven (Alc.
29–76), porque en ese caso los honores son mayores. Se trata de un varón
maduro pertrechado con una espada. Esta espada es el instrumento con el que
realiza su sacrificio a los dioses subterráneos:

(5) στείχω δ’ ἐπ’ αὐτήν, ὡς κατάρξωμαι ξίφει·/ ἱερὸς γὰρ οὗτος τῶν κατὰ
χθονὸς θεῶν / ὅτου τόδ’ ἔγχος κρατὸς ἁγνίσηι τρίχα («Me pongo en camino
hacia ella (scil. Alcestis) para empezar el sacrificio con mi espada, pues aquel
⁶ Cípselo, tirano de Corinto entre 657 y 625 a.C., fue escondido en un arca por su madre para
protegerlo de sus enemigos. Pausanias vio esta arca en el templo de Hera de Olimpia, donde había
sido depositada por los descendientes del tirano.

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Luz Conti

a quien esta arma corta un mechón es una víctima sagrada de los dioses
infernales»⁷, E. Alc. 74–76).

2. La copa y la cratera de Eufronio

La copa y la cratera de Eufronio, datadas en el s. vi a.C., son las representaciones


más antiguas de Muerte que conservamos. La una y la otra recrean, aunque con
pequeños cambios, la escena homérica del traslado del cadáver de Sarpedón⁸.
Tanto en la copa como en la cratera, Sueño y Muerte aparecen como dos
guerreros armados; solo en la cratera, sin embargo, están dotados de alas⁹.
En ambos casos, Muerte y Sueño aparecen como jóvenes que desarrollan con
diligencia su trabajo, no como personajes violentos o crueles.

Figura 1 – Copa de Eufronio (ca. 520 a.C.)

En las obras de Eufronio, Sueño y Muerte presentan algunos rasgos que


parecen desviarse de la escena homérica y, en general, de la imagen que de una
y otra divinidad nos ofrecen los poemas. Para empezar, el texto homérico no
especifica si Sueño y Muerte se implican en la batalla como guerreros. Tampoco
se dice que tengan alas, aunque se lοs califica de κραιπνοί «raudos», adjetivo
aplicado al Bóreas, a los vendavales y a las tormentas. No hemos de olvidar,
sin embargo, que este adjetivo se aplica con frecuencia también a los pies:

⁷ He aquí un ejemplo de la asociación del cabello con la fuerza vital, presente también en otras
culturas.
⁸ La diferencia más llamativa es la presencia en la cratera de Hermes, y no de Apolo, como
acompañante de Sarpedón. Sobre este punto véase Woodford 2003: 160–161.
⁹ Sobre las diferentes representaciones de Θάνατος en la iconografía griega, véanse Vermeule 1979:
144–178, Díez de Velasco 1995: 11–17 y Crespo en prensa: 5–10.

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La representación de la Muerte en la Ilíada

(6) Πηλείδης δ’ ἐπόρουσε ποσὶ κραιπνοῖσι πεποιθώς («El Pelida arremetió


fiado en sus raudos pies», Il. 22.138).

Figura 2 – Cratera de Eufronio (ca. 515 a.C.)

Vemos, pues, cómo la escena de Sarpedón podría presentar a Sueño y Muerte


como jóvenes de rápido paso, y no como seres alados.
El presente trabajo analiza las propiedades y los comportamientos atribui-
dos a la muerte¹⁰ en la Ilíada¹¹. El objetivo es doble: determinar la imagen
predominante de la muerte en el poema y precisar sus posibles conexiones
tanto con las obras de Eufronio como con los testimonios literarios que hemos
comentado.

3. La muerte en la Ilíada

Como acabamos de mencionar, la escena del traslado del cadáver de Sarpedón es


la única en la que los poemas homéricos nos presentan a una muerte claramente
personificada, aunque no se detalla su comportamiento ni se la hace pronunciar
palabra alguna. En el resto de los casos, la muerte aparece, por lo general, como
una fuerza sobrenatural (cf. 7 y 8). Los ejemplos en los que la muerte se refiere,

¹⁰ Utilizamos, por comodidad, la minúscula. La mayúscula la reservamos para los casos en los que la
presentación de la muerte como una divinidad parece clara.
¹¹ Hemos dejado fuera de consideración la Odisea, que se abordará en otro trabajo.

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Luz Conti

sin más, al estado que se inicia con el fin de la vida son, por el contrario, poco
frecuentes (cf. 9):

(7) … ἀλλά τοι ἤδη | ἄγχι παρέστηκεν θάνατος καὶ μοῖρα κραταιή («Próximos
a ti ya acechan la muerte y el poderoso destino», Il. 16.852–853).

(8) γνὺξ δ’ ἔριπ’ οἰμώξας, θάνατος δέ μιν ἀμφεκάλυψε («Se desplomó de


hinojos con un gemido, y la muerte lo envolvió», Il. 5.68).

(9) αὐτοῦ οἱ θάνατον μητίσομαι… («Allí mismo idearé su muerte», Il. 15.349).

En la Ilíada, la muerte se concibe como una entidad terrible (κακός, λευγάλεος),


negra, funesta (μέλας) y vinculada indisolublemente a la batalla. En algunos
casos, la muerte, siempre violenta, se asocia, por metonimia, a los efectos que
causa o que la acompañan:

(10) πᾶν δ’ ὑπεθερμάνθη ξίφος αἵματι· τὸν δὲ κατ’ ὄσσε / ἔλλαϐε πορφύρεος
θάνατος καὶ μοῖρα κραταιή («La sangre calentó entera la espada, y de
sus ojos se adueñaron la purpúrea muerte y el imperioso destino», Il.
16.333–334).

En este sentido, es interesante señalar que la muerte es δυσηχής «disonante,


atronadora», como lo es también el combate (cf. Il. 18.306). En este caso se hace
alusión, posiblemente, al sonido estridente de las armas al caer el guerrero:

(11) ἄνδρα θνητὸν ἐόντα πάλαι πεπρωμένον αἴσῃ / ἂψ ἐθέλεις θανάτοιο δυσ-
ηχέος ἐξαναλῦσαι; («¿A un hombre mortal y desde hace tiempo abocado
a su sino pretendes sustraer de la atronadora muerte?»¹², Il. 16.442).

La asociación metonímica con el efecto que causa podría explicar también el


uso de μέλας, al menos en algunos casos, ya que el adjetivo no solo designa
una cualidad abstracta negativa, sino también el color negro, que es el que
perciben los guerreros en el momento de su muerte. Hemos de tener presente
que en la Ilíada la pérdida de visión está íntimamente ligada a la pérdida de la
vida (cf. también 14):

(12) …τὸν δὲ σκότος ὄσσε κάλυψεν, / ἤριπε δ’ ὡς ὅτε πύργος ἐνὶ κρατερῇ
ὑσμίνῃ («La oscuridad le cubrió los ojos, y se desplomó como una torre
en la violenta batalla», Il. 4.461–462).

¹² La traducción de Crespo 1991 ha sido cambiada ligeramente.

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La representación de la Muerte en la Ilíada

Además de κραιπνός «raudo», presente en la escena de la muerte de Sarpedón,


a θάνατος se aplica otro adjetivo que hace referencia a sus atributos. Se trata de
θυμοραιστής, literalmente, «el que golpea el θυμός¹³ con un martillo». Estamos
ante la idea de la muerte, tan común en la cultura occidental, como un ser que
corta o siega la vida:

(13) … ὃ δ’ ἄρα πρηνὴς ἐπὶ γαίῃ | κάππεσεν, ἀμφὶ δέ μιν θάνατος χύτο θυμο-
ραϊστής («De bruces al suelo cayó y la muerte se desparramó alrededor,
segadora de vidas», Il. 16.413–414).

El uso como sujeto de χέομαι (lit. «verterse») que observamos en el verso


anterior apunta a la naturaleza etérea de θάνατος, ya que tanto χέομαι como
(ἀμφι)χέομαι se predican, generalmente, sobre líquidos, elementos gaseosos
y sustancias sólidas muy ligeras¹⁴:

(14) τὸν δ’ ἔλιπε ψυχή, κατὰ δ’ ὀφθαλμῶν κέχυτ’ ἀχλύς («Lo abandonó el hálito,
y la niebla se difundió sobre sus ojos», Il. 5.696).

(15) … αὐτὰρ ὄπισθεν / ἴχνια τύπτε πόδεσσι πάρος κόνιν ἀμφιχυθῆναι («Por
detrás iba pisando sus huellas antes de que el polvo se esparciera sobre
ellas»¹⁵, Il. 23.763–764).

El posible carácter etéreo de θάνατος encuentra apoyo en versos como el


siguiente, en el que se hace referencia a la negra nube de la muerte:

(16) θανάτου δὲ μέλαν νέφος ἀμφεκάλυψεν («y la negra nube de la muerte


lo cubrió», Il 16.350).

Sin embargo, hemos de tener en cuenta que en los poemas homéricos tanto
χέομαι como (ἀμφι)χέομαι pueden presentar también un sujeto humano. En
estos casos, el predicado hace referencia al movimiento de una persona que se
lanza a algo o a alguien para abrazarlo:

(17) ὡς ἴδε Πάτροκλον δεδαϊγμένον ὀξέϊ χαλκῷ, / ἀμφ’ αὐτῷ χυμένη λίγ’ ἐκώ-
κυε («Al ver el cuerpo de Patroclo desgarrado por el afilado bronce, cayó
abrazada a él (scil. Briseida) y estalló en agudos gemidos», Il. 19.283–284).
¹³ El θυμός es, como sabemos, el órgano del hombre homérico que genera tanto los movimientos como
los estados de ánimo. Es el «motor» del individuo que, con la muerte, escapa por las articulaciones
y la boca. Como señala Schmitt 1990: 191–205, sin embargo, las funciones del θυμός no siempre
están claras en los poemas homéricos. Sobre la proximidad conceptual entre θυμός y otros órganos
en Homero véase, entre otros, Jahn 1987: 202–205.
¹⁴ En algunas ocasiones, lo que se vierten son sentimientos.
¹⁵ Hemos cambiado ligeramente la traducción de Crespo 1991.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 366 — #366

Luz Conti

(18) αἱ μὲν ἄρ’ ἀμφεχέοντο καὶ ἠσπάζοντ’ Ὀδυσῆα («Ellas (scil. las criadas)
abrazaban y besaban a Odiseo», Od. 22.498).

Se trate de un ser corpóreo o de una sombra, lo cierto es que la muerte puede


ser vista por quien está a punto de fallecer. Así se nos cuenta de Deucalión,
guerrero troyano derribado por Aquiles. Tampoco podemos descartar, desde
luego, que ver la muerte tenga en este pasaje un sentido metafórico:

(19) … ὃ δέ μιν μένε χεῖρα βαρυνθεὶς / πρόσθ’ ὁρόων θάνατον ὃ δὲ φασγάνῳ


αὐχένα θείνας / τῆλ’ αὐτῇ πήληκι κάρη βάλε… («Lo aguardaba con el brazo
inerte viendo la muerte ante sus ojos, y con un tajo de la espada en el
cuello arrojó lejos la cabeza junto con la celada», Il. 20.480–482).

Además, la muerte se apodera del ser humano, como en (20), o lo priva de sus
ojos, como en (21). Es interesante subrayar que en los poemas homéricos κιχά-
νω y λαμϐάνω presentan, por lo general, sujetos que designan seres humanos
que desempeñan la función de Agente¹⁶:

(20) νῦν αὖ θάνατος καὶ μοῖρα κιχάνει («Ahora la muerte y el destino se han
apoderado de ti (scil. Héctor)»¹⁷, Il. 22.436).

(21) … τὸν δὲ κατ’ ὄσσε | ἔλλαϐε πορφύρεος θάνατος καὶ μοῖρα κραταιή¹⁸ («Los
dos ojos le arrebató la purpúrea muerte y el imperioso destino», Il. 5.82–83).

De la muerte también se dice que envuelve o cubre a su víctima. De nuevo se


plantea la posibilidad de que nos hallemos ante una entidad de tipo etéreo:

(22) γνὺξ δ’ ἔριπ’ οἰμώξας, θάνατος δέ μιν ἀμφεκάλυψε («Se desplomó de


hinojos con un gemido y la muerte lo cubrió», Il. 5.68).

Esto es todo lo que la Ilíada nos permite saber de la muerte. Nunca toma la
palabra, nunca se nos describen sus ropajes ni su aspecto. Podemos suponer
que es un varón adulto y, quizás, que su color es negro, como negra es la falta de
luz que resulta cuando destruye la capacidad de visión del hombre. Es posible
también que el poeta la concibiera como un ser de aspecto fantasmagórico que
portaba un martillo con el que aplastaba la vida de su víctima. Su naturaleza
podría ser etérea, pero goza de una capacidad agentiva que la aproxima a dioses
¹⁶ Cf., entre otros, Ebeling 1987²: s.u. El Agente prototípico se caracteriza, básicamente, por el control
sobre la acción verbal y por la volición o intencionalidad, cf. Luraghi 1995, Crespo, Conti &
Maquieira 2003: 106 y Yamamoto 2006: 24.
¹⁷ La traducción de Crespo 1991 se ha cambiado ligeramente.
¹⁸ Estos versos son idénticos a los de (10).

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La representación de la Muerte en la Ilíada

y hombres. A la rapidez de la muerte solo se alude cuando se la presenta como


escolta de un cadáver, el de Sarpedón, función a la que no se vuelve a aludir en
todo el poema.

4. Conclusiones

El presente trabajo permite extraer las siguientes conclusiones:

1. En la Ilíada, la muerte solo aparece claramente personificada en la escena


del traslado del cadáver de Sarpedón. Su función como escolta diligente
no tiene paralelos en otros pasajes de la obra ni en otras fuentes literarias.
2. Con la excepción de la escena de Sarpedón, la muerte se presenta en la
Ilíada como una entidad despiadada que priva de luz y, por consiguiente,
de vida, a su víctima. Se trata de un varón adulto cuya naturaleza parece
ser etérea y cuyo color podría ser el negro. La muerte envuelve, abraza
a su víctima, haciéndose visible, tal vez, al que está a punto de fallecer.
Aunque goza de capacidad agentiva, la muerte no está dotada de voz ni
tiene comportamientos inequívocamente humanos.
3. La Ilíada no ofrece datos que permitan pensar en la naturaleza alada
de la muerte, tal y como la representa Eufronio en su cratera, aunque
su naturaleza fantasmagórica podría permitirle un desplazamiento por
el aire. Tampoco se dice de ella que intervenga armada en el campo de
batalla. Solo puede asociarse a un martillo, claro paralelo de la espada
que porta Muerte en Alcestis, de Eurípides.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 368 — #368

Luz Conti

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 369 — #369

La heroína silenciada: Yocasta en Edipo rey


María Inés Crespo
Universidad de Buenos Aires – CONICET
marinescrespo@fibertel.com.ar

Resumen: En el marco de los estudios de género, este trabajo tiene por objeto examinar los medios
por los cuales Sófocles presenta a Yocasta, un personaje complejo y enigmático, cercano al de las
heroínas trágicas. Silenciosa en cuanto a sus motivaciones y sentimientos, la reina comparte con
Edipo una confianza y una intimidad por completo ajenas a las que marido y mujer exhiben en la
escena del teatro de Dioniso. De palabra equilibrada y convincente, carente de rasgos «maternales»
—lo que da lugar a una sutil erotización—, Yocasta sostiene una posición revulsiva contra las bases
de la organización social. Con todo, su energía perturbadora es por fin anulada por el horror
ante el tabú del incesto y es forzada a resignarse a una «muerte de mujer», de acuerdo con los
imperativos de la cultura patriarcal.

Palabras clave: Sófocles, Edipo rey, Yocasta, género, heroína trágica.

The silenced heroine: Jocasta in Oedipus the King

Abstract: Within the framework of gender studies, this paper intends to examine the means by
which Sophocles presents Jocasta, an enigmatic, complex character, approaching that of tragic
heroines. Silent as to her feelings and motivations, the queen shares with Oedipus a confidence
and intimacy alien to that which husband and wife use to exhibit at the scene of Dionysus
theatre. Convincing and balanced in her speech, lacking of maternal traits —which allows a subtle
eroticization—, Jocasta supports a revulsive position against the foundations of social organization.
Nevertheless, her disturbing intensity is at last supressed by horror in front of taboo of incest,
and she is compelled to resign herself to a «womanly death» according to the imperatives of
patriarchal culture.

Key Words: Sophocles, Oedipus the King, Jocasta, gender, tragic heroine.

1. Introducción

En un comentario al v. 197 de Siete contra Tebas, Winnington-Ingram sugiere


que la mención de un humano de género intermedio ente varón y mujer, τι
μεταίχμιον, —y dado que en el discurso de Eteocles se leen alusiones más
o menos veladas a su historia familiar de parricidio e incesto— alude a Yocasta,
mujer orgullosa y dominante, causa de daño para el γένος y la πόλις. El
crítico postula que esa mujer es una prueba piloto para la construcción de
Clitemnestra.

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María Inés Crespo

En el marco conceptual de los estudios de género, exploraremos si esto


puede aplicarse al personaje de Yocasta en Edipo rey y los medios por los cuales
Sófocles presenta una figura que es, a la vez, personaje y constructo simbólico.
No podemos abordar aquí las posturas fluctuantes y contradictorias de
la crítica sobre de la reina Labdácida. Sostenemos que Yocasta despliega un
carácter complejo y enigmático, cercano al de las heroínas trágicas, a diferencia
del que la caracteriza en otras obras. Mostraremos que Sófocles la coloca
en una situación dramática sin salida y no atenúa su responsabilidad moral.
Para lograrlo, manipula con maestría el relato mítico y la construye (como
Esquilo a Clitemnestra) como una mujer agente y deseante, rasgos propios
de la identidad masculina y, por tanto, en contradicción con el imaginario
patriarcal.

2. Yocasta en la escena

La reina de Tebas participa en menos de 400 de los 1530 versos de la obra.


Su presencia no es central para la estructura, que gira en torno a Edipo y el
descubrimiento de la verdad de su ser. Cualquier otro personaje sabedor de
los detalles de la historia podría haber aparecido en lugar de Yocasta: una
nodriza confidente o un servidor fiel, con los necesarios ajustes de la trama,
habrían cumplido la función de revelar el hecho de la exposición del niño. Con
todo, Sófocles ha elegido presentar a Yocasta por la intensidad perturbadora
de su presencia: el funcionamiento escénico de los esposos, su intercambio
verbal y la complicidad que los une exhibe la intimidad de su relación, que será
retomada en el relato del mensajero. Concluiremos con la presentación de ese
episodio desgarradoramente trágico.
El primer intercambio tiene lugar cuando la reina irrumpe (v. 634) para
detener la agria disputa entre Edipo y Creonte. Varios críticos ven aquí una
impronta «maternal» de Yocasta, que parece «retar» a dos niños peleadores
(Newton 1991–1992: 40); nada más lejos de esa situación, que marcaría, quizás,
un director de escena moderno. Para interpretar el teatro griego hay que ceñirse
a las palabras, y aunque no podemos analizarlas en detalle, percibimos en quien
es esposa y hermana de los varones más importantes de Tebas la preocupación
por el bien de la ciudad y la necesidad de que los dirigentes dejen de lado sus
diferencias para centrarse en el bien común (vv. 634–638). Yocasta ingresa para
mostrarse como reina interesada en los asuntos públicos y en la resolución de
la crisis que afecta a la comunidad.
El diálogo de los esposos (vv. 697–862) ha dado lugar a interpretaciones
opuestas: para algunos, manifiesta que entre ellos hay una relación discreta,

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La heroína silenciada: Yocasta en Edipo rey

propia de un matrimonio de compromiso, en el que las confidencias han espe-


rado muchos años, producto de la vergüenza experimentada por hechos que
han causado o padecido y se han ocultado uno a otro. Edipo ha vivido en el
temor secreto de ser hijo ilegítimo de Pólibo y ha escondido el acto de excesiva
violencia con que provocó la muerte de Layo en camino a Tebas. Yocasta ha
ocultado que Layo y ella concertaron la muerte de su hijo, y que lo hicieron
para permanecer vivos y en el poder. Culpa y vergüenza la hacen torcer un
detalle importante sobre el intento de infanticidio: dice que Layo (v. 718) ató
los tobillos del bebé y lo entregó a otros. Pero en el Episodio IV el pastor tebano
afirma que lo hizo ella en persona (v. 1175). En síntesis, su matrimonio no es
«exitoso», no está basado en la confianza mutua. Para otros, la gravedad de los
secretos revelados denota, por el contrario, la confianza que existe entre ellos,
producto de años de convivencia y afecto. La angustia que sufre el rey (vv.
726–727) ante la mención de la encrucijada (v. 716) y el modo en que ambos
sinceran ante el otro sus sentimientos de ansiedad y zozobra son signo de la
intimidad de marido y mujer.
Ahora bien, la escena es profundamente inconsistente. Es muy extraño que
en sus años de matrimonio Yocasta no haya revelado el oráculo de Apolo contra
Layo y sus consecuencias. Más aún: es absurdo que Edipo no haya narrado a su
esposa su historia de vida, que ella no haya mostrado curiosidad al respecto
y que, en consecuencia, no se haya enterado del encuentro con Layo. Y es
inverosímil que Edipo, cuya claridad mental es evidente, no haya conectado
la muerte del rey tebano con la del hombre noble que mató en la encrucijada.
Pero estas inconsistencias en la presentación de los personajes son captadas
a posteriori del momento de la representación: la maestría del poeta logra
que el espectador no las perciba y que no se quiebre el mecanismo ficcional:
nos dejamos llevar por el suspenso de la narración. El dramaturgo apela al
mismo recurso que se utiliza en el canto iii de la Ilíada, en la τειχοσκοπία. En
cuanto a la coherencia narrativa, el flujo de la información está perfectamente
ajustado y es Yocasta la que impulsa el devenir del discurso y proporciona
o retiene los datos que puede permitirse revelar. Edipo no oculta nada: lo
embarga el desasosiego de la verdad que se acerca y solo retomará el dominio
de la situación en la escena siguiente.
Pero la incoherencia de la información que se suministra por primera vez
sirve a una segunda intención autoral: le permite a Sófocles manipular los
episodios del reservorio mítico. La selección del material apunta a dos objetivos:
hacer un retrato profundo del trauma existencial del rey y orientar la inter-
pretación de los receptores de la narración que hace la reina: lo que expresa, lo
que calla y lo que oculta. Veamos cómo Sófocles, impiadoso con su personaje,
la ubica en un lugar donde no habrá espacio para justificaciones morales.

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María Inés Crespo

3. El mito de Yocasta

En la tradición épico lírica y en la tragedia el mito de Edipo está centrado en


las relaciones entre varones: Apolo, Layo, Pélope, Crisipo, Tiresias, Creonte,
Pólibo, el ebrio, el pastor, Edipo, Etéocles, Polinices: la familia real de Tebas
y su imposibilidad de insertarse en una estructura generacional donde los
descendientes sean producto de relaciones heterosexuales exogámicas. Fuera
de la Esfinge y de Yocasta, todo se juega entre los varones y la madre tierra
tebana. Las fuentes vacilan en el nombre atribuido a la madre y esposa de Edipo
(Epicasta, Eurigania, Yocasta)¹. Esto demuestra, según Green (1969: 288–289),
un trabajo de censura o de desplazamiento en las distintas versiones: el mito
intentaría disociar los roles de esposa y de madre (Edipo se casa con la segunda
mujer de su padre, no con la primera, su madre; en su defecto, Yocasta no
engendra hijos de Edipo, lo que supone la inexistencia de relaciones sexuales y,
en consecuencia, de incesto; el suicidio de la reina solo se produce si el incesto
se ha concretado) y, en consecuencia, enfocar el parricidio, que no deviene
necesariamente en autocegamiento y exilio para el hijo asesino. Esta intención
del relato mítico de disociar ambas transgresiones, de alivianar parcialmente el
horror, es abandonada por Sófocles: el dramaturgo propone una versión dura
del mito, opuesta a la de fuentes anteriores: reúne inextricablemente ambos
crímenes y el lugar donde se anudan es el cuerpo de Yocasta.
Una segunda cuestión es la intervención del oráculo como mitema. En
principio, el oráculo reemplaza estructuralmente a la maldición de Pélope tras
el suicidio de su hijo Crisipo, jovencito raptado por Layo, a quien algunas
fuentes atribuyen «la invención de la homosexualidad». Pélope maldice a Layo
para que jamás tenga descendencia o para que, si la tiene, muera a manos de ella.
En Sófocles el episodio no es mencionado, con lo cual la culpa que Layo debe
pagar es silenciada, oscura o inexistente: en la ausencia de toda nominación,
en el sobreentendido, se cuela la falta de motivación de la acción divina, el
consiguiente sentimiento de angustia y la idea de estar sometido a un poder
arbitrario y cruel. En el oráculo no hay alusión a la interdicción de procrear,
ni al tabú del incesto; mucho menos a la abstención de relaciones sexuales
«rectas» con Yocasta, ni a la concepción accidental de Edipo en una noche de
ebriedad. Pero la importancia del oráculo es tal que Sófocles lo duplica: Edipo
mismo ha recibido un oráculo que predice sus crímenes, parricidio e incesto
(vv. 787–793, 994–996): un oráculo que evita responder sobre la identidad de
sus padres. Sófocles es la primera fuente y tal vez el inventor de este oráculo.
La duplicación pone en marcha a padre e hijo hacia la encrucijada.

¹ Para un catálogo exhaustivo de las fuentes del relato mítico, véase Gantz 1996: ii, 488–502.

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La heroína silenciada: Yocasta en Edipo rey

¿Y Yocasta? Yocasta queda desprovista de justificaciones o atenuantes de su


accionar, a diferencia de Layo, cuya responsabilidad en el abandono del niño
es dejada en la ambigüedad por el autor. Más aún, no se lo retrata como un
personaje agente: la reina es quien actúa y no hay en ella, hasta el final, ninguna
victimización. Nada dice de su primer matrimonio, un arreglo dinástico para
que dos distintas ramas de la familia real de Tebas se unan para ejercer el
poder, ni de su matrimonio con Edipo, donde ella es el premio al vencedor de la
Esfinge, signo de la alianza concertada entre varones. No muestra incomodidad
con ninguno, aunque ambos son hombres violentos y soberbios. Y, al menos
a Edipo, la une un lazo que incluye el amor marital². Los dioses le han concedido
un intervalo de dicha solo para arrojarla al fin a la destrucción.
Pero el rasgo central que suma Sófocles al mito de Yocasta es la responsa-
bilidad en la exposición de su hijo neonato³. En respuesta al oráculo, Yocasta
salva la vida de su marido por sobre la de su hijo. Esta responsabilidad es ocul-
tada en su relato y adjudicada solo a la cruel voluntad de Layo (vv. 717–720).
Pero cuando el pastor afirma que recibió al bebé de manos de su madre (vv.
1172–1174) para hacerlo morir, la enunciación le confiere una culpa moral sin
atenuantes: es una madre desnaturalizada⁴. A Sófocles no le interesa ahondar
en las razones de Yocasta para consentir la destrucción de su hijo y participar de
ella en persona. Podría haberse sugerido que, como mujer, estaba sometida a la
decisión del varón, o que esperaba que el niño fuera salvado: una posición de
víctima femenina convencional⁵. Por el contrario, su consentimiento activo la
ubica en una posición varonil: sin ternura maternal, sin femineidad «natural»,
conforme con permanecer en la cima del poder sin generar descendencia, es
decir, como un varón (y como Clitemnestra, con quien comenzamos): como un
sujeto que elige a quien amar⁶ y que por tanto se ha sustraído al imperativo de
la naturaleza. Yocasta queda destinada, también ella, a la destrucción, porque

² No podemos detenernos en el análisis textual, pero la relación erótica de los esposos se desprende
del fraseo, las formas apelativas y la intimidad del diálogo entre ambos (incluida la ironía trágica).
³ Hécuba (cf. sch. Il. 3.325), quien también expone a Paris por una profecía, no recibe censura porque
ha puesto la supervivencia de la ciudad por sobre el amor maternal.
⁴ Sobre la exposición (ἔκθεσις) y el infanticidio en Grecia, véase Brennan 2002. A pesar de ser una
práctica tolerada por la ley, no estaba exenta de polución ni de responsabilidad moral, como señala
Edipo (S. OC. 272), quien considera moralmente reprensible el acto de sus padres.
⁵ Pucci 1992: 95–99 se pregunta sobre el sentir de Yocasta al entregarlo: ¿entre lágrimas de horror?,
¿convencida de su necesidad?, ¿por obediencia al oráculo? La perforación de los tobillos indica
crueldad extrema, incluso para un niño destinado a la muerte. El dramaturgo incluye el crudo
detalle y así inclina la impresión que de la figura materna recibe el espectador.
⁶ El amor por elección y no por coerción de la naturaleza es propio de heroínas que, como los varo-
nes, pueden dirigir sus sentimientos (inclinación particular, convicción axiológica, conveniencia
política): Clitemnestra llora a Ifigenia pero maltrata a Electra y exilia a Orestes; Antígona muere
por Polinices pero ignora a Etéocles y desprecia a Ismena.

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María Inés Crespo

ha obrado a conciencia y lo ha ocultado al esposo que ama, por lo que no hay


expiación de su falta⁷. A esto Sófocles le suma el deseo. Pero de eso hablaremos
en un instante.

4. Yocasta y el deseo

Esta Yocasta que se permite dudar, opinar y actuar se permite también lo inefa-
ble de lo inefable: el deseo, y el deseo incestuoso. Al interior de la pieza ella
actúa como mujer, esposa, hermana y mediadora, no como madre. Añadamos
que es una reina poderosa y de gran autoridad, pero, a diferencia de Clitem-
nestra, no invade el espacio más privativo del varón, el del κράτος, ni busca su
propio κλέος. Tampoco se preocupa por su γένος —sus hijos y ancestros—, ni,
al final, por la πόλις y su destino: solo por Edipo. Cuando por fin comprende
que él es su hijo, acepta implícitamente la posibilidad de seguir convivien-
do como varón y mujer. Por medio de la ironía trágica, el poeta lo anticipa
en su interpretación de los sueños incestuosos de los varones, por los cuales
—afirma— no hay que preocuparse (980–983). En tanto ella pueda controlar el
devenir de los acontecimientos, en el lapso que precede al develarse de la vera-
cidad del oráculo, elige ese éros en libertad: solo se aparta cuando todo se hace
público, porque sabe que no sobrevivirá a la condena social: somos testigos de
su agonía en el crescendo dramático hacia la verdad. Cede, en un arranque
de furor previsiblemente «femenino», cuando todo está perdido. El poeta nos
enfrenta a un personaje de mujer con sentimientos y deseos extremos, más,
quizás, que los de ninguna otra de su obra conservada.
Cuando todo es develado y la vergüenza lo ocupa todo, las acciones se
suceden en el plano más desequilibrante para el imaginario patriarcal: un
estallido de dolor salvaje (ἀγρία λύπη, vv. 1073–1074), suicidio, intento de
homicidio, desnudez auto-cegamiento. Recluida en el tálamo, Yocasta llora un
lamento convencional (vv. 1245–1250), mentando sus sentimientos por Layo,
de los que nunca ha dado señales. Privada de su individualidad y distintividad,
es solo una mujer, desesperada por no haber cumplido la ley y los actos que de
ella se requerían. La psicología construida hasta el momento se desdibuja y el
personaje no es más que un tipo escénico: ya no hay heroísmo posible. Elige,
entonces, la muerte de mujer por excelencia, la más cobarde: el ahorcamiento
(Loraux 1989: 176). La soga pende sobre su lecho, recordado ahora como el lecho
compartido con Layo, para evitar la mención de los últimos años, dichosos
y terribles: los de la intimidad del amor incestuoso, los de la confusión de las
generaciones.
⁷ Edipo considera culpables a sus progenitores (v. 1397), sin especificar el contenido de esa culpa.

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La heroína silenciada: Yocasta en Edipo rey

El relato del mensajero narra, en escenas sucesivas, la relación en espejo


entre los esposos. Ambos están llenos de ira y recíproca intolerancia: no pueden
sostener la vista del otro; más allá de su afecto recíproco, el hecho objetivo
del incesto provoca el súbito alejamiento, la extrañeza, como si se hubieran
vuelto lo «otro» el uno para el otro y toda complicidad hubiera desaparecido
en un instante. Paradójicamente, la excesiva intimidad de los que son idénticos,
de los que no respetaron los límites, deviene extrañeza, porque elimina la
diferencia que toda intimidad requiere. En el incesto no hay borde, no hay
adentro ni afuera, hay un único cuerpo real que el hijo, espada en mano,
mira fascinado por última vez. Pero aún hay más: ganando en individualidad
y subjetividad (que Yocasta ha perdido), Edipo no se mata, sino que se ciega,
destruye el canal que le ha permitido atisbar, sin temor ni piedad, el objeto de
su deseo. Para hacerlo, arranca los broches que sostienen la vestidura materna,
que cae y desvela su desnudez, repitiendo en un acto, inverso y horrible, su
primera unión nupcial.
Los broches de Yocasta (περόναι, v. 1269, singular περόνη, derivado de πεί-
ρειν «perforar»), que perforan los ojos que han visto lo que debía permanecer
oculto, son la contracara del hierro del yugo con el que fueron taladradas
y uncidas las articulaciones de los pies del recién nacido (ἄρθρα ἐνζεύξας
ποδοῖν, vv. 718, 1032). Y el hueso de los tobillos del niño (διατόρους ποδοῖν
ἀκμάς, v. 1034), denominado fíbula o peroné, es, por su parte, la inversión de
las cuencas ensangrentadas del adulto (ἄρθρα τῶν αὑτοῦ κύκλων, v. 1270).
El niño abandonado y el hombre que se exiliará han sido penetrados por los
broches de la mujer monstruosa, de la madre asesina.

5. Conclusiones

Yocasta es un personaje complejo y enigmático. No es una víctima femenina,


sino una figura activa con pluralidad de roles. Silenciosa en sus motivaciones
y sentimientos, exhibe una confianza y una intimidad con Edipo ajenas a las que
marido y mujer mostraban en el teatro de Dioniso. Con la autoridad genuina
de una reina, de palabra equilibrada y convincente, sostiene la voluntad de
seguir su deseo, de sobrevivir y buscar la supervivencia de quien ama. Madre
cuya ausencia de rasgos «maternales» deja espacio para una erotización sutil
pero indiscutible, Yocasta se ve obligada, al fin, a resignarse a una «muerte
de mujer». No hay en ella debilidad de carácter, sino genuina desesperación
al comprender el alcance de unas acciones que, paradojalmente, la llevarán
a morir por la soga, la muerte más impura de todas. El revulsivo de esta posición
creada por el poeta genera, a falta de análisis, apelativos crueles: mujer no

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María Inés Crespo

mujer (1256), «no lugar de muerte», «madre mortífera» (Maritan 1996: 57).
El escándalo no alcanza solo a los antiguos espectadores sino también a los
modernos críticos. Por ello, la fuerza perturbadora de una mujer que porta la
marca de la rebeldía contra la ley de la cultura patriarcal se esfuma ante el
horror del incesto y es suplida por la piedad (y el espanto) ante la tragedia del
que ha elegido sobrevivir: Edipo.

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376
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La diosa Tetis y sus escenas en la Ilíada: retrato de


una madre
Alicia Esteban Santos
Universidad Complutense de Madrid
aesteban@ucm.es

Resumen: Examinamos las escenas de Tetis en la Ilíada centrándonos en los tres aspectos esencia-
les: 1. El sentimiento muy intenso: de tierno afecto y de dolor por causa del hijo. 2. El movimiento,
los viajes de la diosa —en círculo, de ascenso y descenso— por los tres espacios, por todo el
universo. 3. La elaborada forma literaria, la fuerte composición anular, que realza lo significativo
del contenido.
Palabras clave: Tetis, Ilíada, mater dolorosa, composición circular.

The goddess Thetis and her scenes in The Iliad:


portrait of a mother
Abstract: We examine the scenes of Thetis in the Iliad focusing on the three essential aspects: 1. The
very intense feeling of tender affection and pain because of the son. 2. The movement, the goddess’s
trips —in a circle, of ascent and descent— through the three spaces, throughout the universe. 3. The
elaborate literary form, the strong annular composition, which highlights the significance of the
content.
Key Words: Thetis, Iliad, mater dolorosa, circular composition.

1. Introducción

Podemos resumir así los rasgos característicos de la Nereida Tetis: diosa marina
relevante, esposa de un mortal, madre amorosa y doliente de un hijo mortal.
Tetis posee un poder superior y peligroso, ya que está destinada a tener un
hijo extraordinario capaz de alterar el equilibrio del universo¹. Para evitar el
riesgo de que engendre tal hijo los dioses la obligan a casarse con un mortal,
Peleo.
La maternidad tras su matrimonio es la faceta que determina su función
característica en el mito. Tetis es la madre del gran héroe Aquiles, participante

¹ Cf. Christopoulos 2010: 127 ss. Detienne & Vernant 1988: 128 ss. examinan su figura tal como
muestra la cosmología de Alcmán, que la situaba en el origen del mundo.

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Alicia Esteban Santos

en la guerra de Troya, héroe destinado a morir en ella, como bien sabe su


madre clarividente². Tetis es, por tanto, el prototipo de la mater dolorosa³.
Acudamos al testimonio de la Ilíada⁴, que da a Aquiles el papel principal.
Y a Tetis, como madre de este, le otorga también gran significación⁵, aunque
sus apariciones en la obra no destaquen en cantidad.
En el canto 1, cuando Aquiles se lamenta amargamente a la orilla del mar tras
el ultraje inferido por Agamenón —que le ha arrebatado a su esclava Briseida—,
Tetis acude a consolar al hijo querido desde su mundo submarino (Hom. Il.
1.348–430).
Tras las súplicas de Aquiles, asciende después al Olimpo para pedirle a Zeus
(pues tiene gran influencia sobre él por haberle auxiliado en otro tiempo) que
castigue a los griegos y vengue así a su hijo (Hom. Il. 1.495–532).
De nuevo interviene Tetis en el canto 18 emergiendo de las profundidades
(donde se encuentra junto a sus hermanas Nereidas) para consolar a su hijo
—tan afligido— y para ayudarle (Hom. Il. 18.35–148).
Puesto que él ha perdido sus armas al haberlas despojado Héctor del cadáver
de Patroclo, ella se encarga de procurarle otras, aún más maravillosas que las
primeras. Y de nuevo asciende al Olimpo, en este caso en busca de Hefesto
para suplicarle que las fabrique. Así lo hace Hefesto, como se describe minucio-
samente en el poema (Hom. Il. 18.369–617). A continuación, Tetis va a llevar
las armas a Aquiles (Hom. Il. 19.3–39).
En el canto 24, la diosa tiene otra intervención significativa, importante para
el desenlace: es ella quien transmite al hijo el mensaje de Zeus, conminándole
a abandonar su actitud cruel y a devolver el cadáver masacrado de Héctor.
Primero asciende desde el fondo del mar hasta el Olimpo y se presenta ante
Zeus (Hom. Il. 24.79–119). Después, cumpliendo su mandato, baja a la tierra
para hablar con Aquiles (Hom. Il. 24.120–142).

² Tetis conoce el futuro y ella misma predice la muerte de Aquiles más de una vez en Ilíada. Burgess
2004: 28 ss. señala el rasgo relevante de ese conocimiento de Tetis.
³ Como indica Bader 1986: 25, ella no emerge ni se sumerge en la Ilíada más que a propósito de la
muerte de su hijo y la de los héroes que la anuncian: Patroclo, Héctor, y señala (l.c. 23) que su
nombre se ha relacionado con el de la «gran madre».
⁴ Christopoulos 2010: 132 muestra que a lo largo de la literatura griega encontramos a Tetis en
diferentes momentos: en la épica es la madre que se preocupa por su hijo (Ilíada) y lamenta su
muerte (Odisea). En la lírica (Alcmán y Píndaro) aparece en otras facetas, así como en la tragedia
(en Andrómaca de Eurípides y en un fragmento del Troilo perdido de Sófocles).
⁵ Para la figura de Tetis y su importante función en la Ilíada, cf., en especial, Slatkin 1991 y 2001.

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La diosa Tetis y sus escenas en la Ilíada

2. Análisis de las escenas de Tetis en la Ilíada

Nos centramos en los tres aspectos esenciales: 2.1. El sentimiento muy intenso:
de tierno afecto⁶ (mutuo madre-hijo) y de dolor, por causa del hijo⁷. 2.2. El
movimiento, los viajes de la diosa —en sentido vertical, de ascenso y descenso—
por los tres espacios: todo el universo. 2.3. La elaborada composición literaria,
que realza lo significativo del contenido: queda enmarcada toda la obra, del
primer canto al final, en clara composición anular, acorde con el contenido
(con el movimiento circular de la diosa, de ida y vuelta, para trasladarse de su
propio mundo al de su hijo, en su ayuda, así como al mundo de los Olímpicos
para servir de intermediaria entre ellos y Aquiles).

2.1. El sentimiento muy intenso

Analizaremos aquí las escenas entre Tetis y Aquiles y sus expresiones de afecto
y dolor⁸:

2.1.1. Canto 1 (Hom. Il. 1.348–430)


Aquiles, llorando (δακρύσας, Hom. Il. 1.349), se aparta a la orilla del mar y llama
a su madre (Hom. Il. 1.352 ss.). Se insiste en el llanto de Aquiles (δάκρυ χέων,
Hom. Il. 1.357, 360) y en sus hondos suspiros (στενάχων, Hom. Il. 1.364), etc.
También, según palabras de su madre: «Hijo, ¿por qué lloras?» (τί κλαίεις; Hom.
Il. 1.362). Asimismo, Tetis llora (δάκρυ χέουσα, Hom. Il.1.413) y se lamenta
(Hom. Il. 1.414 ss.).
Palabras y gestos reflejan el tierno cariño: «Se sentó delante de él, que
seguía vertiendo lágrimas, lo acarició con la mano, lo llamó con todos sus
nombres y dijo»⁹ (χειρί τέ μιν κατέρεξεν ἔπος τ’ ἔφατ’ ἔκ τ’ ὀνόμαζε, Hom.
Il. 1.360–361), fórmula empleada en contextos de relaciones afectuosas. Le
llama «hijo» (τέκνον, Hom. Il. 1.362), «hijo mío» (Ὤ μοι τέκνον ἐμόν, Hom. Il.
1.414), etc.

⁶ Así es en Ilíada, pero otras fuentes muestran una Tetis diferente a la buena madre protectora
y afligida, siempre velando por su hijo, pues presentan una figura sombría, llena de ambigüedad,
como indica Aston 2009: 68. De la duplicidad de Tetis, al igual que el mar (negrura en su interior
y luminosidad y blancura en la superficie, por la espuma), hablan Detienne & Vernant 1988:
150 y nota 123.
⁷ En ese aspecto se centra Esteban Santos 2008: 136–139.
⁸ Nos habla Slatkin 1991: 85 ss. del dolor de Tetis (que define como supremo entre los dioses de la
Ilíada), en conexión con el de su hijo.
⁹ Las traducciones de la Ilíada son de Crespo Güemes 1991.

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Alicia Esteban Santos

2.1.2. Canto 18 (Hom. Il. 18.33–138)


Aún son más extremadas las expresiones de dolor de uno y otro¹⁰: «Aquiles
dio un pavoroso gemido» (Hom. Il. 18.35), «la hizo [aTetis] exhalar un suspiro»
(Hom. Il. 18.37), «Tetis entonó el llanto» (Hom. Il. 18.51), «¡Ay de mí, desdi-
chada!» (Hom. Il. 18.53), el gimiente hijo (Hom. Il. 18.70), «Tras exhalar un
agudo gemido» (Hom. Il. 18.71), «¡Hijo! ¿Por qué lloras? ¿Qué pena ha llegado
a tu mente?» (Hom. Il. 18.73). Entre las de afecto: «La madre… le abrazó la
cabeza…» (Hom. Il. 18.70–71). Le llama «hijo» (Hom. Il. 18.73, 95, 128), y él
a ella «madre mía» (Hom. Il. 18.79) y le dice «que tu amor no intente alejarme
de la lucha» (Hom. Il. 18.126).

2.1.3. Canto 19 (Hom. Il. 19.3–39)


«Halló a su querido hijo… ruidosamente llorando» (Hom. Il. 19.4–5), «Asió
su mano, le habló y lo llamó con todos sus nombres¹¹: ¡Hijo mío! A pesar de
nuestra aflicción…». Y él se dirige a ella así: «madre mía» (Hom. Il. 19.21),
y ella a él de nuevo: «hijo» (Hom. Il. 19.29), etc.

2.1.4. Canto 24 (Hom. Il. 24.122–142)


«Lloraba el destino de su intachable hijo» (Hom. Il. 24.85), «Allí lo halló
exhalando reiterados suspiros» (Hom. Il. 24.122–123), «Muy cerca de él se
sentó su augusta madre, lo acarició con la mano, lo llamó con todos sus
nombres y dijo» (Hom. Il. 24.126–127), «Hijo mío… ¿Hasta cuándo con estos
lamentos y angustias te vas a carcomer el corazón?» (Hom. Il. 24.128–129).

2.2. Movimiento y referencias locales

Siempre al principio de los pasajes se sitúa a Tetis en su ámbito, el fondo del


mar, junto a su padre, Nereo, y las otras Nereidas. De allí, ella asciende en
socorro de su hijo¹². Se describe cómo emerge de entre las olas y, a veces,
¹⁰ Tsagalis 2004 estudia el lamento de Tetis en Hom. Il. 18.52–64 y señala que es al modo de un
lamento fúnebre, aunque Aquiles está vivo aún y, por ello, tiene un tono especial (l.c. 11). Tsagalis
observa similitudes —con repeticiones formales— entre los lamentos de Tetis (en Hom. Il. 1.414
ss. y Hom. Il. 18.54 ss.) y de Hécuba en Hom. Il. 22.430 ss., efectivamente ante el cadáver del hijo.
De la confrontación entre las dos madres de la Ilíada, la humana y la divina, trata el estudio de
Rozokoki 1999–2000, que indica que Tetis se comporta en general como una madre humana (l.c.
178). Sobre el dolor de las diversas madres mitológicas, cf. Loraux 1990.
¹¹ La tierna escena está reflejada en las imágenes plásticas: Tetis le abraza en algunas representaciones
en las que lleva las armas a Aquiles. Para el estudio iconográfico de Tetis, cf. Vollkommer 1997:
11–12 para el episodio de la entrega de armas; para el de Aquiles, cf. Kossatz-Deissmann 1990:
122–128 (el episodio de la entrega de armas).
¹² Bader 1986: 26 ss. examina las acciones de Tetis.

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La diosa Tetis y sus escenas en la Ilíada

también cómo se sumerge después, e incluso (en particular en el canto 18,


donde Tetis tiene mayor protagonismo) el poeta nos presenta, en un cuadro
bellísimo, el mundo marino de las Nereidas.

2.2.1. Canto 1
Sentada en las profundidades del mar, emerge a la tierra (junto a su hijo):

(1) ἡμένη ἐν βένθεσσιν ἁλός… («sentada en los abismos del mar», Hom. Il.
1.358).

(2) … ἀνέδυ πολιῆς ἁλός… («emergió del canoso mar», Hom. Il. 1.359).

Tras el diálogo madre / hijo, se marcha (se supone que vuelve al mar):

(3) … ἀπεϐήσετο… («se marchó», Hom. Il. 1.428).

Después, emerge del mar y asciende al cielo, al Olimpo (junto a Zeus):

(4) … ἀλλ’ ἥ γ’ ἀνεδύσετο κῦμα θαλάσσης («ella emergió de las ondas del mar»,
Hom. Il. 1.496).

(5) … δ’ ἀνέϐη μέγαν οὐρανὸν Οὔλυμπόν τε («y ascendió al elevado cielo y al


Olimpo», Hom. Il. 1.497).

Tras el diálogo Tetis / Zeus, se sumerge en el mar desde el Olimpo:

(6) εἰς ἅλα ἆλτο βαθεῖαν ἀπ’ αἰγλήεντος Ὀλύμπου («se zambulló en el profundo
mar desde el resplandeciente Olimpo», Hom. Il. 1.532).

2.2.2. Canto 18 (y principio del canto 19)


Sentada en las profundidades del mar, emerge —a la vez que las otras Nereidas—
del mar a la tierra (junto a su hijo):

(7) ἡμένη ἐν βένθεσσιν ἁλὸς… («sentada en los abismos del mar», Hom. Il.
18.36).

(8) … ἴσαν, περὶ δέ σφισι κῦμα θαλάσσης («salieron, mientras alrededor el


hinchado oleaje», Hom. Il. 18.66).

(9) ῥήγνυτο· ταὶ δ’ ὅτε δὴ Τροίην ἐρίϐωλον ἵκοντο («rompía. Nada más llegar
a la feraz Troya», Hom. Il. 18.67).

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Alicia Esteban Santos

(10) ἀκτὴν εἰσανέϐαινον… «ascendieron a la costa», Hom. Il. 18.68).

Tras el diálogo madre / hijo, las otras Nereidas se sumergen en el mar y Tetis
asciende al Olimpo:

(11) αἱ δ’ ὑπὸ κῦμα θαλάσσης αὐτίκ’ ἔδυσαν· («y al punto se hundieron en las
olas del mar», Hom. Il. 18.145).

(12) ἡ δ’ αὖτ’ Οὔλυμπον δὲ θεὰ Θέτις ἀργυρόπεζα / ἤϊεν… («mientras Tetis, la


diosa de argénteos pies, al Olimpo marchaba», Hom. Il. 18.146).

Después de un inciso en narración de acciones simultáneas, Tetis llega al


Olimpo (junto a Hefesto):

(13) Ἡφαίστου δ’ ἵκανε δόμον Θέτις ἀργυρόπεζα («Tetis, la de argénteos pies,


llegó a la morada de Hefesto», Hom. Il. 18.369).

Tras el diálogo entre Tetis y Hefesto y la consiguiente fabricación de las armas,


Tetis desciende con ellas desde el Olimpo a la tierra (junto a su hijo):

(14) ἆλτο κατ’ Οὐλύμπου νιφόεντος… («descendió de un salto del nevado Olim-
po…», Hom. Il. 18.616).

(15) ἡ δ’ ἐς νῆας ἵκανε θεοῦ πάρα δῶρα φέρουσα («y ella llegó a las naves con
los regalos de parte del dios», Hom. Il. 19.3).

2.2.3. Canto 24
Emerge del mar —guiada por Iris— y asciende al cielo, al Olimpo junto a Zeus:

(16) βῆ δ’ ἰέναι… («echó a andar», Hom. Il. 24.95).

(17) … ἀμφὶ δ’ ἄρα σφι λιάζετο κῦμα θαλάσσης («mientras a ambos lados se
hendía la ola del mar», Hom. Il. 24.96).

(18) ἀκτὴν δ’ ἐξαναϐᾶσαι ἐς οὐρανὸν ἀϊχθήτην («tras ascender hasta la costa,


se lanzaron presurosas al cielo», Hom. Il. 24.97).

Tras el diálogo entre Tetis y Zeus, ella desciende desde el Olimpo a la tierra
(junto a su hijo):

(19) βῆ δὲ κατ’ Οὐλύμποιο καρήνων ἀΐξασα («descendió de las cumbres del


Olimpo presurosa», Hom. Il. 24.121).

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La diosa Tetis y sus escenas en la Ilíada

(20) ἷξεν δ’ ἐς κλισίην οὗ υἱέος… («y llegó a la tienda de su hijo», Hom. Il. 24.122).

En suma, observamos diversidad en el orden de los movimientos (al igual que


en las expresiones) una vez que la diosa emerge del mar, su ámbito propio, en
el que se encuentra siempre previamente:

1. Canto 1: 1. del mar a la tierra; 2. de la tierra al mar; 3. del mar al cielo; 4.


del cielo al mar (con idas y vueltas explícitas).
2. Cantos 18 y 19: 1. del mar a la tierra; 2. de la tierra al cielo; 3. del cielo
a la tierra (sin vuelta explícita al mar).
3. Canto 24: 1. del mar al cielo; 2. del cielo a la tierra (sin vuelta explícita al
mar).

El proceso es cada vez más simplificado: la primera vez se produce con 4


movimientos; la segunda, con 3 y, la tercera, con 2. Quizá sea así porque cada
vez es más apremiante su actuación, cada vez más angustiosa la situación de
su hijo: en el primer caso, el dolor es sobre todo rabia, cólera por el orgullo
herido; en el segundo, profundísimo pesar por la muerte de su amigo y avidez
de venganza; en el tercero, el sufrimiento y el rencor le han vuelto incluso
sórdido y muestra un comportamiento impío que se atrae la ira de los dioses.
De modo que desde esa perspectiva el poema termina «felizmente», ya que
Aquiles, el héroe, aun dentro de sus desdichas, logra cierta paz en su alma
atormentada: reconciliándose primero con su enemigo griego, Agamenón;
después, con su enemigo troyano, Héctor, al que tanto ha ultrajado incluso
muerto. Por último, con los dioses. Él morirá —¡está destinado a ello!—; pero
su gloria será imperecedera. Mas lo fundamental, respecto al movimiento en sí,
ya corresponde al tercer aspecto que señalábamos como esencial en el examen
de las escenas de Tetis en la Ilíada.

2.3. La elaborada composición literaria

Hay una clara estructura circular, anular (Ringkomposition), que enmarca toda
la obra, del primer canto al último, en cuanto a los movimientos de Tetis y en
relación con el contenido, porque se da una situación inversa con movimientos
inversos.
En el principio del poema (canto 1) Tetis acude primero a la tierra a la
llamada de su hijo, que le pide que vaya después —como intermediaria— en
busca de Zeus, al cielo, para transmitirle una súplica de su parte. Ella lo cumple
a continuación.

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Alicia Esteban Santos

En el final del poema (canto 24) Tetis acude primero al cielo a la llamada
de Zeus, que le pide que vaya después —como intermediaria— en busca de
su hijo, a la tierra, para transmitirle una orden de su parte. Ella lo cumple
a continuación.
La otra intervención de Tetis —la central (canto 18)—, es la más extensa
y la de mayor protagonismo personal y presenta notables peculiaridades en
contenido y en forma. Da motivo al tema de la fabricación de las nuevas armas
de Aquiles, en especial del escudo (Hom. Il. 18.478–609). Este es un objeto
circular, en el que está plasmado el universo entero —tierra, cielo y mar (Hom.
Il. 18.483)—, cuya minuciosa descripción (ékphrasis) constituye un pasaje de
estructuración a su vez circular¹³.
Observamos la gran relevancia del tres: son tres las intervenciones de la diosa
y tres los espacios que recorre. Y se cumple así otro rasgo habitual en las obras
artísticas griegas (literarias tanto como plásticas): la composición ternaria, en
que los extremos se asemejan —y, a la vez, también por lo general se contrapo-
nen en algún aspecto— y el centro difiere y destaca (composición ternaria que
es por ello a un tiempo composición en círculo)¹⁴. Composición ternaria de
nuevo dentro de la parte central, con los tres movimientos de Tetis, y, por
otro lado, en la descripción del escudo de Aquiles (en donde están plasmados
también los tres espacios).

3. Conclusiones

Tetis, aunque diosa, se muestra en la Ilíada como otro más entre los personajes
femeninos que presentan rasgos de enorme humanidad, destacados y luminosos
aun en sus breves intervenciones en esa epopeya supuestamente de hombres, de
guerreros, pero que todavía mucho más es un poema de sentimientos humanos.
Tetis es la madre por excelencia: amorosa, solícita siempre, angustiada por
los sufrimientos del hijo, que se convierten en los suyos propios. Tetis en la
Ilíada es casi más característica como madre que las madres mortales (Hécuba,
Andrómaca)¹⁵.
Otras madres divinas¹⁶ encontramos en la Ilíada: Afrodita, Dione y Leto,
en las que se revela una relación de afecto con sus hijos, protectoras; pero en
¹³ Pasaje muy interesante que ha merecido numerosos estudios. Entre ellos, Cf. Schadewaldt 1965:
352–374, Taplin 1980, Becker 1995, Lecoq 2010.
¹⁴ Cf. Esteban Santos 1996: 37 ss., 59.
¹⁵ Sobre la comparación entre Tetis y Hécuba, Rozokoki 1999–2000, Tsagalis 2004. Remitimos a la
n. 10.
¹⁶ Slatkin 2001 compara a Tetis como madre con Eos —madre de Memnón— (410 ss.), en la Etiópida,
y con Deméter (425 ss.) en el Himno homérico a Deméter. También Cairns 2001: 21 ss. compara a la

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La diosa Tetis y sus escenas en la Ilíada

ninguna de manera tan esencial. En ellas predominan otros rasgos, pero en


Tetis es casi exclusivo el de la maternidad, asociada al amor y al dolor.
Y su función significativa es puesta de relieve —como suele ocurrir tan
a menudo en las obras griegas— por la estructura literaria, que, a su vez —como
asimismo es tan habitual— imita al contenido. De modo que ella aparece al
principio y al fin del poema —en las posiciones más destacadas, por tanto—
trazando un círculo general (composicional). En relación al contenido, ella
describe círculos en su movimiento espacial.
Pero su principal intervención, de mayor protagonismo, es la central. Y no
solo es importante respecto a ella misma, sino en el todo de la obra: es necesaria
para que se entable la gran batalla entre el primero de los griegos y el primero
de los troyanos, decisiva para el desenlace del poema y para el desenlace de
la guerra. La fabricación de las armas de Aquiles —gracias a la mediación
de Tetis— se sitúa entre la muerte de Patroclo (el amigo) y la de Héctor (el
enemigo): es consecuencia de la una y causará la otra. De manera que un tema
poco trascendente en apariencia sí lo es realmente y se relaciona una vez más
con los sentimientos más intensos de los personajes, con el tema clave de la
obra, con su elaborada estructuración.
En cuanto a los movimientos de la diosa —circulares, a través de los tres
espacios que abarcan el universo entero, como aparece también plasmado en
el escudo de Aquiles— no se limitan a su propio significado, sino que tienen un
sentido más profundo: se conexionan con el amor de la diosa hacia su hijo y con
su propio poder, universal, que la hace capaz de moverse libremente por todos
los ámbitos: el de los dioses del mar, el suyo propio; el de los humanos —al que
pertenece su hijo amado— y el de los dioses olímpicos, sobre los que ella posee
fuerte influencia. Tetis, así, se muestra como diosa muy relevante, al igual que
lo es su hijo en su calidad de héroe: destinado al mayor renombre entre los
mortales, destinado incluso (según versiones posthoméricas) a la inmortalidad
tras la muerte humana, que la madre divina consigue al fin para él.

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Tetis de Ilíada (Hom. Il. 24.89–94) con Deméter. Acerca de los muchos paralelos de Tetis con Eos,
cf. Esteban Santos 2002: 309 ss.

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Alicia Esteban Santos

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Ékphrasis de batalla en las Vidas Paralelas de


Plutarco: la batalla de Actium
José Antonio Fernández Delgado, Francisca Pordomingo
Universidad de Salamanca
jafdelgado@usal.es fpordo@usal.es

Resumen: La écfrasis, un conocido procedimiento retórico que la moderna teoría literaria ha


llegado a identificar con la descripción literaria de objetos artísticos, en la antigua retórica no
hacía referencia solamente a esta faceta de la descriptio. La retórica escolar greco-romana ha
hecho de la écfrasis uno de la serie de progymnásmata que constituían el nivel más elevado de la
educación para todos aquellos que no iban a seguir estudios superiores de retórica. Su objeto de
aplicación comprendía hechos, así como lugares, épocas, modos o personajes, constituyendo la
écfrasis de batalla precisamente uno de los modelos escolares. Su reflejo en las escenas de batalla
de Vidas Paralelas y su incidencia en la formación de Plutarco como escritor será el tema de nuestra
propuesta, siguiendo la senda de anteriores trabajos nuestros.
Palabras clave: Ékphrasis de batalla, descripción literaria, retórica escolar greco-romana, progy-
mnásmata, Vidas Paralelas.

Ekphrasis of battles in Plutarch’s Parallel Lives:


the battle of Actium
Abstract: Ekphrasis, a well known rhetorical procedure that modern literay theory has identified
with literary description of objects d’art, in ancient rhetoric didn’t refer only to this facet of the
descriptio. Greek-Roman school rhetoric has made of ekphrasis one of the series of progymnasmata
that constituted the highest level of education for everyone who didn’t go to follow higher studies
of rhetoric. Its application field included deeds as well as places, periods, ways or characters,
the ekphrasis of battle beeing just one of the school models. The influence of the progymnasma
ekphrasis on battle scenes of Parallel Lives and its incidence on Plutarch’s training as a writer will
be the subject of our paper, following the path of former works of ours.
Key Words: Ekphrasis of battle, literary description, Greek-Roman school rhetoric, progymnas-
mata, Parallel Lives.

1. Introducción

La écfrasis, un conocido procedimiento retórico que la moderna teoría literaria


ha llegado a identificar en la práctica con la descripción literaria de objetos
artísticos¹, en la antigua retórica no hacía referencia solamente a esta faceta
de la descriptio. Si bien es cierto que las muestras más señeras de dicha técnica
¹ Cf. Hefferman 1993, Robillard 2011.

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José Antonio Fernández Delgado, Francisca Pordomingo

literaria coinciden con su manifestación más conocida, desde el escudo de


Aquiles del canto xviii de la Ilíada a las Imágenes de Filóstrato o Calístrato,
primero, en los últimos años su campo de observación se ha extendido consi-
derablemente²; segundo, su esfera de acción ha sido contemplada no solo en la
literatura digamos de ficción, si se nos permite el anacronismo terminológico,
sino que sus efectos han sido también desvelados en géneros como el ensayo
o, desde luego, la historiografía³.
Pero ocurre, sobre todo, que la retórica escolar greco-romana hizo de la
écfrasis uno de la serie de los progymnásmata que constituían el nivel más
elevado de la educación para todos aquellos que no iban a seguir estudios
superiores de retórica, al tiempo que para aquellos que se iniciaban en el
estudio de esta⁴. De los rétores autores de teoría progimnasmática de los que
nos ha llegado su obra es Nicolás de Mira (s. v) (69 Felten) el único que incluye la
descripción de objetos artísticos bajo el concepto de ékphrasis, obras de arte que,
eso sí, constituyen con frecuencia el objeto de las composiciones, la mayoría
espurias pero algunas no, ofrecidas como modelos para la práctica escolar de
dicho ejercicio por el repertorio de progymnásmata atribuido, al menos en
parte, al gran rétor Libanio (s. iv)⁵. En los autores progimnasmáticos de época
anterior a Nicolás —Elio Teón de Alejandría (s. i) (118–119 Spengel), Pseudo-
Hermógenes (s. ii–iii) (22–23 Rabe) y Aftonio (37 Rabe), discípulo de Libanio—
su objeto de aplicación comprendía, como a su vez en gran parte de la relación
de modelos prácticos atribuida a Libanio, hechos, así como lugares, épocas,
modos o personajes. Por modos se entiende la preparación de bagajes o la
fabricación de armas o máquinas de guerra, de manera que así es conceptuado
un ejemplo tan típico como el escudo de Aquiles, independientemente de que
el progýmnasma atienda también a su belleza como fuente, entre otras, de
argumentación ecfrástica (Teón 118 Sp.).
Por el contrario, la écfrasis de batalla en concreto constituye uno de los
ejemplos característicos de este progýmnasma, tanto en los diversos autores de
la teoría progimnasmática como en el repertorio de sus modelos escolares,
de los cuales solamente las ecfraseis 1 y 11 de la lista atribuida a Libanio
describen una batalla pero esta es respectivamente una batalla de infantería
y una batalla naval —los dos únicos ejemplos mencionados asimismo por su
discípulo Aftonio (37 R.)—, la más común y antigua, basada principalmente en
la fuerza, en un caso y la más vistosa y técnica en el otro. En lo que sí todos los
rétores coinciden es en su definición de la ékphrasis como una descripción tan
² Cf. Muñoz Morcillo, en prensa.
³ Cf. Webb, Gibson 2004.
⁴ Cf. Fernández Delgado 2007.
⁵ Cf. Gibson 2008: xxiii–xxv, 427–507.

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detallada que pone delante de la vista el objeto descrito, en que sus virtudes
principales son la claridad (enárgeia) y la viveza, y en que su estilo debe
adecuarse al respectivo tipo de objeto, evitando al mismo tiempo cualquier
detalle superfluo en la descripción.
Una vía alternativa de acceso, menos fácil pero más reveladora del proceso
de creación literaria, a la écfrasis de batalla o a cualquier otra, aparte de la
proporcionada por los rétores y por sus modelos escolares, es la huella que
la práctica escolar ha dejado en aquellos autores que se han formado en el
tipo de enseñanza progimnasmática⁶. Su número abarca desde luego a todos
los de la llamada Segunda Sofística y mucho más allá, incluida la producción
literaria de los muchos siglos de pervivencia de la educación greco-romana⁷.
Pues bien, el reflejo de la ékphrasis de batalla en escenas de batalla de Vidas
Paralelas y con ello la respectiva incidencia de la enseñanza progimnasmática
en la obra de Plutarco, siguiendo la senda de otros trabajos nuestros, será el
tema de nuestra modesta contribución al merecido homenaje al querido colega
y amigo Emilio. Para ello nos centraremos, a modo de ejemplo, en la Vida de
Antonio y, dentro de esta, en la descripción de la emblemática batalla naval
de Actium, aquella que, en el año 31 a.C., enfrentó a Marco Antonio con el
heredero de César, Octavio Augusto, y, con la victoria de este, abrió una nueva
era en la suerte del imperio romano, siendo precisamente esta Vita de Plutarco
su principal fuente histórica.

2. La ékphrasis de la batalla de Actium

Ya hemos dicho que la teoría más antigua que se conoce de la ékphrasis es


la proporcionada por Teón, el cual es más o menos coetáneo o algo anterior
a Plutarco y desde luego no el más antiguo de los autores de doctrina progim-
nasmática a juzgar por las alusiones a otros por parte del propio Teón⁸; de
modo que Plutarco, un eximio ejemplo de pepaideuménos de su tiempo, pudo
muy bien haberse educado en este tipo de enseñanza, y a lo largo de su amplia

⁶ Una tercera vía, que es la de los abundantes ejercicios progimnasmáticos conservados en papiro
y otros materiales escolares, ha arrojado, no obstante, escasas muestras de este progýmnasma
concretamente, cf. Iturralde Mauleón, en prensa.
⁷ Cf. Fernández Delgado 2007. Una abarcativa puesta al día de la importancia de los progymnásmata
y su incidencia en la enseñanza y la literatura desde el mundo greco-romano hasta el actual, puede
verse en Chiron & Sans 2020.
⁸ Enseguida de comenzar la instructiva introducción a sus Progymnásmata, Teón (59 Sp.) anuncia
que va a exponer estos «no porque no hayan escrito también otros sobre ellos» y luego afirma
«haber inventado algunos añadidos a los ejercicios descritos por otros», entre otras aportaciones.

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obra da sin duda reiteradas muestras de ello⁹. La raigambre de la écfrasis en


el género historiográfico, por otra parte, es algo de lo que el propio Teón da
cuenta cuando, en la misma introducción a su obra (60 Sp.), subraya su utilidad
con el argumento de que «todos los antiguos historiadores la han utilizado
en la mayor medida» y, más adelante (68 Sp.), ofrece ejemplos de su empleo
por parte de Tucídides (entre ellos un combate naval y un combate a caballo),
Heródoto, Teopompo y Filisto. Esto por lo que se refiere a los antecedentes
literarios del empleo del progýmnasma en dicho género; pero, es más, reciente-
mente un buen conocedor de los progymnásmata cual es el primer traductor
del repertorio de Libanio a una lengua moderna, el inglés en este caso, el citado
Craig A. Gibson, ha realizado un trabajo sobre la presencia de la historia en
estos ejercicios escolares así como la de estos en la historiografía de la época,
en el cual pone claramente de manifiesto la influencia de los progymnásmata
a este respecto y la necesidad de abordar el estudio de la historiografía de
la época greco-romana desde este punto de vista¹⁰. Más recientemente, un
útil trabajo para nuestros propósitos, sobre el uso de los tiempos durativos,
presente e imperfecto, en las descripciones plutarqueas de batalla, entre otras,
y que incluso dedica un apartado a las referencias a la enárgeia por parte de
Plutarco, en ningún momento, sin embargo, concibe ni nombra dichas escenas
como écfrasis¹¹, como tampoco lo ha hecho un importante trabajo anterior,
citado por este, sobre las grandes escenas en Vidas, que entre otras escenas de
batalla analiza la de V. Lúculo 26–28¹².
La descripción de la batalla de Actium en la V. Antonio se extiende al menos
del cap. 53 al 68, de los 87 capítulos de que consta. Tan larga extensión es ocu-
pada por la descripción de los hechos a partir de los sucesos que los preceden
y continuando con aquellos que los siguen, tal como propone la propedéuti-
ca progimnasmática de la écfrasis de batalla (Teón 119 Sp.). Dicha propedéutica
pone como ejemplo de las circunstancias anteriores a la guerra que conviene
examinar, «las levas de tropas, los gastos, los temores, así como la devastación
del país y los asedios» (Teón 119 Sp.). Plutarco, por su parte, comienza refi-
riéndose a antecedentes de la guerra como fueron: que Octavia, la esposa de
Antonio, deseó unirse con este en Atenas tras la guerra contra los Partos y su
hermano Octavio se lo permitió con la intención de que proporcionara una
causa para la guerra al estar desatendida (V. Antonio, cap. 53); vuelta Octavia
de Atenas ocupaba la casa de Antonio como si él estuviera presente y cuidaba
no solo de los hijos que con ella había tenido, sino de los que había tenido con
⁹ Cf. Fernández Delgado 2013, con bibliografía; Fernández Delgado & Pordomingo, 2017, 2019, 2020.
¹⁰ Gibson 2004.
¹¹ Duff 2017.
¹² Frazier 1992.

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Ékphrasis de batalla en las Vidas Paralelas

su anterior esposa, con lo cual Antonio era aborrecido por tratar mal a una
mujer tan loable; también era impopular por el extravagante reparto que en
Alejandría hizo a sus hijos: convocó un gran gentío en el gimnasio, sobre un
graderío de plata hizo poner dos tronos de oro, para él y para Cleopatra, y otros
más pequeños para sus hijos, y proclamó a Cleopatra reina de Egipto con
Cesarión, el hijo que esta tuvo supuestamente con César, y dio a los hijos de
él y Cleopatra el título de reyes, adjudicando a Alejandro, ataviado de medo
para la ocasión, Armenia, Media y el reino de los Partos, y a Tolomeo, que
iba vestido como los sucesores de Alejandro Magno, Fenicia, Siria y Cilicia
(cap. 54).

2.1. Circunstancias anteriores a la batalla

Un poco más adelante ya no se trata solamente de hechos precedentes a la


guerra (o, mejor, causas de la misma) —aun cuando alguno de estos, como la
bizarra ceremonia alejandrina del reparto de los dominios de Antonio entre
sus hijos, posea a su vez una gran carga ecfrástica—, sino de las verdaderas
«circunstancias anteriores» a la batalla, de acuerdo con la terminología progim-
nasmática, con arreglo a la cual son también ordenadas tales circunstancias
en la descripción plutarquea de la batalla de Actium. Efectivamente, cuando
Antonio tuvo noticia de las acusaciones de Octavio contra él ante el Senado se
trasladó a Éfeso y allí, con la importante contribución de Cleopatra en naves
y dinero, reunió una gran flota; es decir, la que la teoría de Teón (119 Sp.)
enumera en primer lugar entre las circunstancias anteriores a la écfrasis de
batalla como «leva de tropas», siendo asimismo el «gasto» la segunda de dichas
circunstancias en la teoría de Teón. A los gastos en el mantenimiento de la
flota se sumó el dispendio en las diversiones a las que entonces se entrega-
ron Antonio y Cleopatra en Samos, hasta el punto de que se decía: «¡Cómo
celebrarán la victoria cuando tales fiestas hacen para los preparativos de la
guerra!» (cap. 56). Con lo cual es como si Plutarco, indirectamente, quisiera
dejar muy claro que es consciente de hallarse en la fase progimnasmática de
las circunstancias anteriores a dicha écfrasis. Y los gastos no terminaron aquí,
sino que, agotada la furia de diversiones, Antonio y Cleopatra se encaminaron
a Atenas y allí Cleopatra, envidiosa de los honores dispensados a Octavia por
el pueblo, trató de ganarse a este con toda clase de obsequios (cap. 57).
Al oír hablar Octavio de tamaños preparativos le asaltó lo que la doctrina de
Teón enumera como la tercera de las circunstancias anteriores a la guerra en el
ejercicio de la écfrasis (Teón 119 Sp.), el «temor», en este caso el experimentado
ante la idea de tener que afrontar la guerra ese verano, porque le faltaban

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muchas cosas y porque los pueblos soportan mal los impuestos. Sin embargo
Antonio cometió el error de diferir la guerra y dio tiempo a Octavio a prevenirse;
algunos amigos de Antonio se pasaron a él y le revelaron su testamento, cuyas
disposiciones más atacables denunció Octavio ante el Senado, como la de que,
al morir, llevaran su cadáver a Alejandría, disposición a la cual alguien añadió
que también a esta ciudad donaba la gran biblioteca de Pérgamo (cap. 58);
de modo que, una vez preparado convenientemente, Octavio decretó hacer
la guerra a Cleopatra, privando así a Antonio de la autoridad que él mismo
delegaba en una mujer.
Tal vez en el capítulo de los temores pueda incluirse un tipo de sucesos que
es común a la descripción de otras batallas en la obra de Plutarco —como las
incluidas en V. Dión, V. Otón 4–18 o V. Artajerjes 7–12— y también de otros
autores, y que por ello hace pensar en el componente de un estereotipo, aun
cuando la teoría progimnasmática de la écfrasis de batalla no lo haya incluido
entre los ejemplos de circunstancias anteriores a la guerra. Se trata de ciertas
señales que precedieron a la batalla de Actium, las cuales en este caso son
todas fácilmente interpretables como premonitorias de la derrota de Antonio
(desde la desaparición de la ciudad de Pisauro, fundada por Antonio en la costa
adriática, hasta lo ocurrido en la nave capitana de Cleopatra, denominada
Antonia, en cuya popa unas golondrinas habían hecho su nido, vinieron otras
y les mataron los polluelos, cap. 60).
Ya próximos a dar comienzo a las hostilidades, se refieren las fuerzas con
que contaban los dos contrincantes, las cuales, aunque todavía no en orden
de combate, cuentan con el suficiente componente descriptivo para permitir
su visualización: Antonio contaba con más de quinientas naves de guerra,
muchas de ocho o diez órdenes de remeros, adornadas con gran magnificencia,
y su ejército constaba de cien mil soldados de infantería y doce mil jinetes;
los reyes a sus órdenes eran de doce países, desde África a Tracia, y fueron
enviadas tropas de otros seis, desde el Ponto hasta Media; Octavio disponía de
doscientas cincuenta naves de combate, no equipadas por ostentación, sino
ágiles y bien provistas, y de un ejército de ochenta mil infantes y el mismo
número de jinetes que el del enemigo (cap. 61–62).
Decidióse Antonio por el combate naval, según Plutarco no porque en este
sacase más ventaja al enemigo que con las fuerzas de tierra, sino por agradar
a Cleopatra. Y, qué duda cabe, también a Plutarco le vino bien la decisión,
ya que, desde el punto de vista del «espectáculo» que la écfrasis persigue,
la batalla naval es mucho más rentable que el combate terrestre. Octavio
mandó decir a Antonio que no se perdiera tiempo y este contestó con otra
baladronada, proponiéndole combatir en Fársalo con sus ejércitos; pero Octavio
se adelantó a ocupar una aldea del Epiro mientras Antonio se hallaba en Actium

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Ékphrasis de batalla en las Vidas Paralelas

(al norte y al sur respectivamente, pues, de la entrada al golfo de Ambracia)


(cap. 62).
El componente ecfrástico vuelve a asomar en el relato de la disposición de
las naves por parte de Antonio, quien, al ver que las enemigas se habían puesto
en movimiento, armó a los remeros y los formó sobre cubierta para que se les
viera, colocó los remos en forma de alas a ambos flancos de las naves y puso
estas de proa en la boca del puerto como si estuvieran equipadas y preparadas
para la defensa. De modo que Octavio cayó en el engaño y se retiró. Pero
también hubo defección de algunos reyes que acompañaban a Antonio, y este,
desengañado de que la flota no iba a prestarle la ayuda que precisaba, se creyó
en la necesidad de dirimir con el ejército la contienda. Sin embargo volvió
a prevalecer la opinión de Cleopatra, con la vista puesta en su huida (cap.
63). Resuelto, pues, Antonio al combate naval, quemó todas las naves egipcias
menos sesenta, las mejores y de más porte, embarcando en ellas veinte mil
infantes y dos mil ballesteros (cap. 64).

2.2. Écfrasis de la batalla

Da comienzo la écfrasis de la batalla propiamente dicha describiendo en primer


lugar el orden de combate y el despliegue de las naves, tanto de la flota de
Antonio como de la flota enemiga. Dispuestas las naves de uno y otro bando
en tres alas (paralelas, se entiende), izquierda, derecha y central, en torno a la
entrada del golfo, se indica quiénes estaban al mando de cada una, así como se
señala la formación en reposo de unas y otras tropas de tierra a ambas orillas,
norte y sur, del mar y quiénes las comandaban¹³. Antonio, por su parte, se movía
en una falúa de un lado a otro, exhortando a los soldados a que, dada la pesadez
de las naves, pelearan firmes como en tierra, y dando orden a los capitanes de los
buques de que recibieran sin moverse los choques de los contrarios, guardando
la boca del puerto para no ser envueltos; maravillóse, dice Plutarco, de ver
a estos inmóviles en el estrecho, como si las naves estuvieran aferradas a sus
anclas, y una vez convencido de ello detuvo las suyas, que aún distaban ocho
estadios de las enemigas. Cansados los caudillos de Antonio de la detención
¹³ De la enorme capacidad de visualización de esta écfrasis plutarquea son buena prueba las abun-
dantes ilustraciones que se han hecho de la misma siguiendo la descripción de Plutarco, desde las
grandes placas de mármol con relieves que constituían el friso del triumphus erigido en honor de
Octavio a la sazón (una de las cuales se conserva en Córdoba como parte de la herencia de los
duques de Carmona, a través de un antepasado virrey de Nápoles) a la espectacular secuencia
correspondiente de la película Cleopatra de J. L. Mankiewicz. Cf. Sheppard & Hook 2009 y Pelling
2008, comm. ad loc.; Amantini, Carena & Manfredini (eds.) 1995, comm. ad loc. (con mapa de la
batalla).

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y confiados en la mole de sus naves, movieron el ala izquierda y Octavio se


alegró al verlo, aunque contuvo todavía su ala derecha, esperando a que los
enemigos se separaran más, fuera del golfo y los estrechos, para meterse con
sus ligeras naves por entre aquellas, torpes y pesadas (cap. 65).
Un detalle característico de la ékphrasis, a juzgar por otros ejemplos, empe-
zando por el bien conocido del escudo de Aquiles, es la reiterada presencia,
como aquí, de verbos de ver, al igual que lo es el uso de comparaciones, unos
y otras incidiendo sin duda en su afán de visualización. Por lo que respecta
a los ejemplos de circunstancias, en este momento ya no precedentes sino
simultáneas, previstos en la teoría progimnasmática de la écfrasis de batalla,
a saber, la devastación del país y los asedios (cf. Teón 119 Sp.), la primera no
procede aquí al tratarse de una batalla naval y no terrestre, los segundos cons-
tituyen sin duda el núcleo de la descripción en este capítulo y en el siguiente
(y todavía en parte del cap. 67).
Cuando ya se trabó el combate, prosigue refiriendo el autor, no había choques
ni roturas de naves, pues las de Antonio, por su pesadez, no tenían ímpetu y las
de Octavio no solo se guardaban de embestir de proa contra unos espolones
firmes y agudos, sino que ni siquiera se atrevían a atacar a las contrarias por los
costados, pues las puntas de los suyos se rompían tan pronto como chocaban
con aquellas naves hechas de grandes maderos ensamblados unos con otros con
abrazaderas de hierro. La batalla era, pues, parecida a un combate terrestre o,
mejor aún, a un asalto mural, pues tres o cuatro naves de Octavio acometían
a una de Antonio arrojando lanzas, alabardas y hierros incandescentes, al
tiempo que las tropas de Antonio lanzaban con catapultas armas arrojadizas
desde torres de madera. La comparación de raigambre progimnasmática se
establece en este caso con el tipo de batalla terrestre, que es más frecuente
y conocido que la batalla naval, aun cuando se trate del asalto de una plaza
amurallada.
Se extiende el ala derecha de la flota de Octavio con el fin de envolver al
enemigo, la homóloga de Antonio se ve obligada a hacer otro tanto y queda
separado el centro, lo cual causó algún desorden; y, cuando todavía la bata-
lla se mantenía indecisa, de repente se vio a las sesenta naves de Cleopatra,
que estaban formadas detrás de las grandes naves de Antonio, desplegar las
velas y huir entre los combatientes, perturbando su formación. Los enemi-
gos las miraban asombrados al ver cómo se dirigían hacia el Peloponeso,
y Antonio, no bien contempló su huida, se trasladó a una galera y se fue si-
guiendo a aquella, abandonando a su albur a los que por él luchaban y con
indigna conducta como general y como hombre, sino arrastrado por Cleo-
patra como si a ella estuviera adherido, sentencia el moralista de Queronea
(cap. 66). Nueva insistencia en verbos de ver, incluido el asombro por parte

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de los enemigos y la contemplación arrebatadora de Cleopatra por parte de


Antonio.
Verbos de ver, con su correspondiente contribución a la visualización de la
acción, introducen a continuación nuevas escenas descriptivas derivadas de la
batalla. Cleopatra reconoció a Antonio, le hizo una señal y lo acogió en su nave,
si bien este ni la miró, sino que se dirigió a la proa y allí se sentó sin hablar y con
la cabeza entre las manos en actitud taciturna. En esto se vieron buques ligeros
de Octavio que iban en su busca, y, haciendo volver Antonio de proa su nave,
consiguió que se retiraran todos menos cierto lacedemonio (quien, interrogado
por Antonio, le respondió que vengaba la muerte de su padre, un pirata que había
sido hecho decapitar por Antonio); este continuaba blandiendo su lanza desde la
cubierta como para arrojársela; no lo hizo, pero sí embistió a otra de las naves,
la hizo girar y caer de costado, y la tomó, así como a otra con alhajas.
Algunos de los episodios referidos a partir de aquí pueden considerarse reflejo
de las circunstancias que siguen a la guerra, según la teoría progimnasmática de la
ékphrasis (Teón 119 Sp.), ejemplificadas en heridos, muertos y duelos, y finalmente
en conquista y esclavitud de los unos y victoria y trofeos de los otros. Por un lado,
a Antonio iban llegando algunos amigos que escaparon de la derrota e informaban
de que la flota se había perdido, si bien creían que el ejército se mantenía en pie
(cap. 67). En Actium, por otro lado, su armada resistió bastante tiempo, a pesar de
sufrir mucho por una fuerte marejada. Los muertos no superaron los cinco mil,
pero fueron apresadas trescientas naves. En cuanto a la huida de Antonio, pocos
la conocían y la noticia era discutida, haciéndoseles increíble que se hubiera ido
dejando diecinueve legiones de tropas no vencidas y doce mil caballos, como si
antes no hubiera experimentado muchos reveses y afrontado mil batallas. Los
soldados tenían esperanza de que él iba a llegar y se mantuvieron leales hasta
siete días después de darse a conocer su fuga, sin hacer caso de los mensajes de
Octavio, hasta que, viendo la traición de sus jefes, se pasaron al bando de Octavio.
Entonces este marchó a Atenas, se reconcilió con los griegos y repartió víveres
sobrantes de la guerra a las ciudades que se hallaban necesitadas, despojadas de
sus pertenencias y sus esclavos (cap. 68).

3. Conclusiones

En el análisis llevado a cabo de la descripción de la batalla de Actium por


Plutarco en su Vida de Antonio, creemos haber puesto de manifiesto la pre-
sencia de las fuentes de argumentación retórica características de la doctrina
escolar del progýmnasma ékphrasis y en su mismo orden. Dichas fuentes son
ilustradas, en el caso particular de la ékphrasis de batalla, con hechos como

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José Antonio Fernández Delgado, Francisca Pordomingo

los siguientes y por este orden: circunstancias anteriores (y simultáneas, hay


que sobrentender en la concisa doctrina escolar) a la guerra, cual las levas de
tropas, los gastos, los temores o la devastación del país y los asedios; circuns-
tancias subsiguientes a la guerra, como los heridos, los muertos, los duelos; por
último, la conquista y la esclavitud de los de un bando y la victoria y los trofeos
de los del otro. De las circunstancias anteriores o simultáneas a la guerra,
solo la relativa a la devastación del país no encuentra eco en la descripción
de la batalla de Actium, es de suponer que por no ser pertinente al tratarse de
una batalla naval, mientras que la teoría progimnasmática contempla sin duda
la batalla naval y la batalla terrestre al mismo tiempo. De las circunstancias
que vienen luego, la descripción plutarquea omite heridos, posiblemente por
la misma razón que en el caso anterior, al tratarse de una batalla naval, del
mismo modo que tampoco se refiere a los esclavos de entre los vencidos ni
a los triunfos de los vencedores.
Los rasgos de la écfrasis que encontramos en la descripción plutarquea de
la batalla de Actium, entre otras que podríamos mencionar, no conciernen,
pues, al tipo de écfrasis más conocido en la literatura griega, la écfrasis de un
objeto artístico, desde la descripción del escudo de Aquiles del canto xviii de
la Ilíada a las Imágenes de Filóstrato y más allá, sino a un tipo de écfrasis, la
de hechos (πράγματα), que (con la de personajes, lugares, épocas y modos)
solamente los progymnásmata escolares contemplan. Un caso particular de
la écfrasis de hechos, y sumamente importante dada su frecuente incidencia
en un género tan productivo en la Antigüedad como es el de la historiografía,
es la écfrasis de batalla, dentro de la cual la écfrasis de batalla naval, como la
de Actium, es con mucho la más vistosa respecto de otras formas de batalla
como la terrestre o el asalto mural. A alcanzar la deseada visualización de dicho
espectáculo, más allá del grado de veracidad de la escena relatada, tuvo que
ayudarle enormemente al Queronense, como a otros autores de la época, su
formación escolar en este tipo de enseñanza, cuyos diversos efectos pueden
descubrirse todo a lo largo de su extensa obra. Recordemos que la enárgeia
«claridad, viveza», esto es, la capacidad de hacer ver el objeto de que se habla,
con la completa adaptación de la exposición al tema, era precisamente la virtud
más preciada del progýmnasma ecfrástico.

Referencias bibliográficas

Amantini, L. S., Carena, C. & Manfredini, M. (eds.) (1995): Plutarco. Le Vite di Demetrio
e di Antonio, Milán, Fond. Lorenzo Valla.
Chiron, P. & Sans, B. (eds.) (2020): Les progymnasmata en pratique, des l’Antiqité à nos

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 397 — #397

Ékphrasis de batalla en las Vidas Paralelas

jours (Colloque International, IUF Paris, Université de l’Est, 18–19-20 janvier 2018),
París.
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La parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος*


Raquel Fornieles Sánchez
Universidad Autónoma de Madrid
raquel.fornieles@uam.es

Resumen: Presentamos un estudio de la parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος que un orador
de renombre pronunciaba en honor a los soldados que morían por Atenas.
Palabras clave: Aristófanes, parodia, λόγος ἐπιτάφιος.

The aristophanic parody of the λογος επιταφιος


Abstract: We offer a study of the aristophanic parody of the λόγος ἐπιτάφιος delivered by
a renowned orator in honor of the soldiers who lost their lives fighting for Athens.
Key Words: Aristophanes, parody, λόγος ἐπιτάφιος.

Dedicatoria

Estas páginas son mi pequeño homenaje a Emilio, maestro y amigo. El tema


tiene una explicación especial. En 2010, a raíz de la asignatura Análisis Lingüís-
tico de Textos Griegos del Máster que él impartía y yo cursaba, nos propuso
a los estudiantes que cada uno eligiéramos uno de los λόγοι ἐπιτάφιοι que
conservamos para traducirlos con vistas a una publicación. En 2012 se publicó
el libro Platón. «Menéxeno». Discursos en honor por los caídos en la guerra. La
experiencia fue todo un regalo y quiero mostrarle con esta contribución mi
gratitud, además de mi enorme cariño personal.

1. Introducción: el λόγος ἐπιτάφιος

En el catálogo de invenciones atenienses¹ figura el λόγος ἐπιτάφιος, discurso


que un orador de renombre elegido por la ciudad pronunciaba sobre la tumba
de los soldados que habían perdido su vida en combate.
Conservamos seis λόγοι ἐπιτάφιοι. El más antiguo es el que Tucídides pone
en boca de Pericles, compuesto en el 430 a.C.; el más reciente, el declamado por

* Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto PGC2018-093779-B-I00.


¹ Cf. Loraux 2012: 21.

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Raquel Fornieles Sánchez

Hiperides² en la primavera del 322 a.C. También tenemos un fragmento literal


de un discurso de Gorgias entre el 421 y el 392 a.C. (que parece un ejercicio
retórico), el transmitido con el número 2 de Lisias³, el que Sócrates refiere
a Menéxeno en el diálogo platónico homónimo y que atribuye a Aspasia, y el
discurso 60 de Demóstenes⁴.
Los λόγοι ἐπιτάφιοι conforman un subgénero de la oratoria epidíctica con
rígidas normas. Son un elogio, un ἔπαινος que ensalza la excelencia de quienes
han dado su vida por salvar a Atenas, pero implican otra loa, la de quienes asis-
ten a la ceremonia en la que se pronuncian, con todo lo que ello conlleva: la
ciudad de Atenas, su historia, sus antepasados y su sistema político⁵. Son, por
tanto, un vehículo de expresión pública de la excelencia del estado ateniense
y se repiten en ellos varios lugares comunes: la alabanza de los fallecidos, de
sus antepasados y de la πόλις.
Ante un escenario como este, no es de extrañar que el λόγος ἐπιτάφιος
—en concreto el de Pericles que nos presenta Tucídides y que probablemente
Aristófanes escuchó en persona— fuera un blanco perfecto para la burla del
poeta cómico.

2. La parodia aristofánica

En su estudio sobre la oración fúnebre, Loraux destaca que la parodia aristofá-


nica de estos discursos no es tan frecuente como cabría esperar. Sin embargo,
no interpreta el «silencio» como indiferencia, pues el tema central, el elogio
a la ideología oficial, es demasiado importante como para ser ignorado. Lo que
ocurre, según Loraux (2012: 308), es que Aristófanes «sin atacar de frente la
oración fúnebre, prefiere adoptar una estrategia indirecta que ridiculiza uno
por uno los temas esenciales del discurso».
Las próximas páginas tienen como propósito mostrar cómo Aristófanes
lleva a cabo dicha parodia, que no se limita solo a los lugares comunes propios
del género, sino que alcanza también al orador, a la ceremonia en la que este
pronunciaba el discurso e incluso a la actitud de los ciudadanos atenienses.

² En honor a los caídos en la guerra de Lamia. El único que sabemos con seguridad que es histórico.
³ Se suele admitir el año 391 a.C. como fecha de composición en el contexto de la guerra de Corinto.
⁴ Honra a los fallecidos en la batalla de Queronea (338 a.C.). Sobre todos ellos, véase la introducción
general en Crespo et al. 2012.
⁵ Gil 2009: 57 se refiere a ellos como explosiones de entusiasmo patriótico.

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La parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος

2.1. El entierro oficial

Los λόγοι ἐπιτάφιοι ensalzan la excelencia de un grupo de ciudadanos concreto.


No se les nombra, pero son elevados de manera colectiva casi a la categoría de
héroes porque sacrificaron sus vidas luchando por Atenas. El enterramiento
corría a cargo del Estado, como indica Tucídides (2.34.1):

Durante el mismo invierno, según su tradicional costumbre, los atenienses


realizaron los funerales públicos (δημοσίᾳ ταφάς) por los primeros muertos
en esta guerra⁶.

El término δημοσίᾳ⁷ refleja el carácter oficial de los entierros, que tenían lugar
en el δημόσιον σῆμα, el sepulcro público situado en un lugar no identificado
junto al barrio del Cerámico. Se trata de una ceremonia importante. Tanto,
que cuando Pistetero planea en Pájaros fundar una ciudad en los aires, tiene
claro que es la que les correspondería a él y a Evélpides si perecieran (Ar. Av.
393–396):

Evélpides. —¿Y si de verdad morimos, ¿en qué lugar de la tierra seremos


enterrados?
Pistetero. — El Cerámico nos acogerá. Y para que nos entierren a expensas
públicas (δημοσίᾳ γὰρ ἵνα ταφῶμεν) diremos a los estrategos que hemos
muerto luchando contra el enemigo en Órneas⁸.

La parodia es evidente. Aunque Pistetero acabará alcanzando la gloria que


corresponde a todo οἰκιστής, se ve como un héroe antes de que su ciudad esté
fundada. Si a los valerosos soldados que mueren por Atenas se les entierra
a expensas del Estado, ni él ni Evélpides merecen una honra menor. Lo irónico
es que en la toma de Órneas, conflicto al que alude Pistetero, no murió ningún
ateniense⁹.

2.2. El orador, el discurso y su propósito

Tucídides (2.34.6) también menciona que el λόγος ἐπιτάφιος no era declamado


por cualquier ciudadano, sino por un hombre que sobresaliera:
⁶ Y Th. 2.35. Las traducciones de Tucídides son de Mireia Movellán en Crespo et al. 2012: 56–89.
⁷ Cf. también Lys. 2.61, 66 y 80 y D. 60.1.
⁸ Las traducciones de Aristófanes son de Macía 2007a y 2007b, excepto las de Acarnienses y Caballeros,
que son de Gil 1995.
⁹ Macía 2007b: 3 explica las menciones del Cerámico y Órneas como juegos de palabras. El primero,
por su relación con la cerámica de la marmita que porta Evélpides; la segunda, porque la fonética
de Órneas se asemeja a la de ὄρνις.

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Raquel Fornieles Sánchez

Una vez sepultados bajo tierra, un hombre escogido por la ciudad, uno que
no parezca falto de inteligencia y destaque por su buen juicio, pronuncia en
su honor un elogio apropiado (ἔπαινον τὸν πρέποντα).

Conocemos por pasajes como este¹⁰ que el orador era elegido por la propia
ciudad y ni él ni su público escapan de la mofa aristofánica en boca de Diceópolis
en Acarnienses (Ar. Ach. 369–374):

Diré a favor de los lacedemonios lo que es mi parecer, aunque tengo mucho


miedo, pues conozco el carácter de los campesinos y sé cuánto se alegran si
algún embustero los elogia (εὐλογῇ) a ellos y a la ciudad, con razón o sin ella.

Loraux (2012: 309) destaca que Aristófanes, enemigo de la alabanza desmesu-


rada, aprovecha esta ocasión para atacar todo elogio de Atenas que halague el
narcisismo de los ciudadanos y sugiere la comparación del verbo εὐλογέω con
el manejo de la εὐλογία en Tucídides (2.42.1):

Por eso me he extendido en todo lo concerniente a la ciudad, para haceros


comprender que el reto no es en igualdad de condiciones para nosotros
y para aquellos que no tienen estas ventajas en igual medida y, también, para
apoyar con pruebas y de manera clara el elogio (τὴν εὐλογίαν) de aquellos
en cuyo honor hablo ahora.

Si atendemos al léxico, es esperable que los términos que designan la loa (εὐλο-
γία o ἔπαινος) y la acción de llevarla a cabo (εὐλογέω o ἐπαινέω), frecuentes
en los discursos fúnebres oficiales, estén presentes también en los pasajes
remedados por Aristófanes. En este sentido, es interesante tener en cuenta
que los λόγοι ἐπιτάφιοι tienen una estructura tripartita. Comienzan con un
prólogo para captar la benevolencia del auditorio y se cierran con el consue-
lo a los vivos, la παραμυθία¹¹. La parte central es el ἔπαινος, el elogio puro,
que contiene numerosos lugares comunes que también son parodiados por
Aristófanes y en los que me centraré en adelante.

2.2.1. El elogio de los fallecidos y sus antepasados


La parábasis, vehículo para la crítica política, es un marco idóneo para la
burla y es en esta parte de las comedias donde el λόγος ἐπιτάφιος —y todo
lo que implica— sale peor parado. Como bien advierte Edmunds (1987: 254),
¹⁰ Cf., también, D. 60.1 y D. 18.285.
¹¹ La παραμυθία contiene una recomendación (παραίνεσις) a los familiares vivos de los soldados.
Vannicelli 2002 destaca el paralelismo con Ar. Lys. 648–665, donde la corifeo se pregunta si debe
aconsejar (παραινέσαι) a la ciudad. Confróntese con Th. 2.45 y Pl. Mx. 236e.

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La parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος

el epirrema de la primera parábasis de Caballeros es el más claro reflejo de la


parodia de los λόγοι ἐπιτάφιοι. Comienza con el elogio de los antepasados tan
característico de este tipo de discursos (Ar. Eq. 565–568):

Queremos alabar a nuestros padres (εὐλογῆσαι βουλόμεσθα τοὺς πατέρας


ἡμῶν) porque eran hombres dignos de esta tierra y del Peplo, pues adornaron
esta ciudad con sus continuas victorias en las batallas campales y con la
hueste naval en todas partes.

En el antepirrema también hay loas, pero dirigidas a los caballos (Ar. Eq.
595–597):

Lo que sabemos de nuestros caballos lo queremos elogiar (βουλόμεσθ’ ἐπαι-


νέσαι). Dignos ciertamente son de alabanza (ἄξιοι δ’ εἴσ’ εὐλογεῖσθαι·), pues
soportaron con nosotros muchas penalidades, incursiones y batallas.

La comparación de ambos pasajes con el siguiente del λόγος ἐπιτάφιος que


Tucídides atribuye a Pericles evidencia paralelismos. Los caballos son tan
dignos de elogio como los valientes varones a quienes se honra y los padres de
estos (Th. 2.36.2)¹²:

Y si aquellos son dignos de elogio, más aún nuestros padres (καὶ ἐκεῖνοί
τε ἄξιοι ἐπαίνου καὶ ἔτι μᾶλλον οἱ πατέρες ἡμῶν·), pues añadiendo, no
sin esfuerzo, cuanto tenemos como imperio a lo que recibieron, nos lo han
legado a nosotros los de ahora.

Recordemos, además, que el λόγος ἐπιτάφιος era declamado por un orador


elegido por la ciudad, es decir, por la colectividad, para loar a una colectividad
anónima. En la parábasis de Acarnienses, el coro se lamenta de que no se
conceda a los ancianos el reconocimiento que merecen (Ar. Ach. 692–696):

¿Cómo va a ser natural eso?: causar por la clepsidra la ruina de un anciano,


de un hombre con canas, que pasó mil trabajos, se ha enjugado chorros de
un sudor ardiente y varonil y se portó con la ciudad como un valiente
(ἄνδρ’ ἀγαθόν) en Maratón. Si cuando estábamos en Maratón nosotros
perseguíamos, ahora, en cambio, somos perseguidos encarnizadamente por
unos malvados y, encima, se nos condena.

Destaca también en este pasaje —como en muchos otros— la alusión a Mara-


tón, que no es casual. La alabanza a los antepasados está ligada en los λόγοι

¹² Cf., también, Ar. Av. 530–543.

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Raquel Fornieles Sánchez

ἐπιτάφιοι a la mención de varios mitos (Amazonas, Heraclidas, Siete contra


Tebas) y, sobre todo, a un episodio histórico: las Guerras Médicas¹³.
Tampoco deja de llamar la atención que algunos personajes de Aristófanes
merezcan el encomio por las mismas razones que los soldados, pero a título
individual. En el siguiente ejemplo el corifeo alaba al Morcillero, que llega
como liberador de la ciudad y la emprende a golpes contra el Paflagonio¹⁴ (Ar.
Eq. 457–460):

¡Oh, nobilísima carne y en ánimo el mejor de todos (ψυχήν τ’ ἄριστε πάντων),


que para la ciudad y nosotros, los ciudadanos, apareciste como un salvador
(τῇ πόλει σωτὴρ φανεὶς ἡμῖν τε τοῖς πολίταις), ¡qué bien, qué sagazmente
confundiste con tus palabras a ese individuo! ¿Cómo podrían corresponder
las alabanzas que te hiciéramos (ἐπαινέσαιμεν) al gozo que sentimos?

La presentación de los soldados como salvadores de la comunidad es otra


constante en los λόγοι ἐπιτάφιοι, especialmente cuando el orador menciona
las Guerras Médicas¹⁵ y este es el motivo por el que el coro enaltece a Trigeo
en Paz (Ar. Pax 1034–1036):

¿Quién no alabaría (ἐπαινέσειεν) a un hombre así, que arrostrando numero-


sos peligros salvó nuestra sagrada ciudad?

Otro aspecto en común de estos pasajes con los λόγοι ἐπιτάφιοι es cómo se
ensalza el valor de los elogiados: del mismo modo en que se alaba a los caídos
en la guerra. Trigeo se ha arriesgado por la πόλις y el Morcillero es «en ánimo
el mejor de todos» (ψυχήν τ’ ἄριστε¹⁶ πάντων). La valentía es la mayor virtud
de los soldados que sacrificaron sus vidas por Atenas y por eso Tucídides la
pone como ejemplo de conducta (Th. 2.39.4):

Si deseamos afrontar riesgos con serenidad, más que mediante el duro ejerci-
cio, y con valentía (ἀνδρείας), que no procede de las leyes en mayor medida
que de nuestro carácter, obtenemos la ventaja de no sufrir con antelación
posibles males futuros.

Apelando precisamente a esa valentía de la que él carece trata de defenderse el


Paflagonio en Caballeros (Ar. Eq. 266–268):

¹³ Además de los ejemplos que incluyo, cf. Ar. Eq. 777–785 (con referencia a Maratón y Salamina),
Ar. Eq. 1333–1334 (Maratón) o Ar. V. 1083–1084 (Salamina).
¹⁴ Cleón.
¹⁵ Cf., por ejemplo, Lys. 2.58, Pl. Mx. 241c1 o D. 60 10.
¹⁶ Compárese con Th. 2.46: ἄνδρες ἄριστοι.

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La parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος

¿Me atacáis también? Pero si yo, amigos, estoy recibiendo golpes por voso-
tros, porque iba a proponer que es justo que se os erija un monumento en la
Acrópolis por vuestra valentía (ἀνδρείας).

En este sentido, destaca cómo se elogia a sí mismo el coro en la primera


parábasis de Avispas al rememorar su coraje en las Guerras Médicas (Ar. V.
1089–1090)¹⁷:

Conque entre los bárbaros de todo el mundo todavía hoy no se puede citar
nada más valeroso que las avispas del Ática (μηδὲν Ἀττικοῦ καλεῖσθαι
σφηκὸς ἀνδρικώτερον).

Por otra parte, además del valor, el orador ensalza otros rasgos comunes a los
soldados: su nobleza de nacimiento (εὐγένεια), crianza (τροφή) y educación
(παιδεία)¹⁸. Aristófanes alude a todo ello en su alegato político de la parábasis
de Ranas, donde el coro apela a la necesidad de que los atenienses se reconcilien
(Ar. Ra. 727–730)¹⁹:

E igual sucede con los ciudadanos, porque insultamos a todos cuantos sabe-
mos que son bien nacidos (εὐγενεῖς), sensatos (σώφρονας ἄνδρας), justos
(δικαίους), buenos y nobles (καλούς τε κἀγαθούς), educados (τραφέντας)
en las palestras, en los coros y en la música, y en cambio echamos mano
para todo de esas piezas de bronce, esos extranjeros.

2.2.2. El elogio de Atenas


Examinemos ahora la alabanza de Atenas, que en los λόγοι ἐπιτάφιοι se verte-
bra en torno al carácter autóctono de sus moradores y su régimen político, la
democracia.
Dice Aristóteles en la Retórica (Arist. Rh. 1360b 31) que un pueblo o ciudad
tiene nobleza de nacimiento (εὐγένεια) cuando sus habitantes son autóctonos
(αὐτόχθονας). La autoctonía es un recurso perfecto para la propaganda y,
por tanto, está presente en todo discurso fúnebre²⁰. El coro de avispas que
Aristófanes pone en escena presume así de sus orígenes (Ar. V. 1075–1078):
¹⁷ Después el coro de avispas critica la preocupación de los atenienses por declamar bellos discursos
mientras ellas preferían tomar villas de los medos, en alusión a las Guerras Médicas. Cf. Ar. V.
1091–1101.
¹⁸ Cf. Pl. Mx.237a–b, D. 60.3, Hyp. Epit. 8–9. Para la παιδεία, cf. Ar. Nu. 985–986, donde el Argumento
Justo afirma: «Pero esas son las enseñanzas con las que mi método de educación (παίδευσις)
produjo los héroes de Maratón». Véase, también, Bertolín 2005: 5 y Seveso 2017.
¹⁹ Suárez de la Torre 2016: 452 señala que gran parte de esta comedia contiene algo de idelogía de
los λόγοι ἐπιτάφιοι.
²⁰ Cf. Th.2.36, Lys. 2.17, Pl. Mx. 237b–c, D. 60.4 e Hyp. Epit.7.

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Raquel Fornieles Sánchez

Nosotros, los que tenemos ese apéndice en la rabadilla, somos los únicos
habitantes del Ática que a justo título podemos decirnos genuinamente
autóctonos (ἐγγενεῖς αὐτόχθονες), la raza más viril y la que en más batallas
prestó sus servicios a esta ciudad.

Recordemos también que el λόγος ἐπιτάφιος es una excusa para que el pueblo
ateniense escuche la alabanza de las virtudes de su ciudad. Esa loa engloba a la
propia πόλις y al comportamiento modélico de sus ciudadanos. Tras enumerar
las excelencias de todos ellos, Tucídides hace decir a Pericles lo siguiente (Th.
2.40.2):

Pues somos los únicos que consideramos al que no participa de estas cues-
tiones no un despreocupado (ἀπράγμονα) sino un inútil.

Prestemos atención ahora al prólogo de Pájaros. Evélpides pone en situación


a los espectadores: él y Pistetero deciden abandonar Atenas ahogados por el
ambiente de acusaciones y procesos judiciales. Su plan es fundar una ciudad
en el aire, un sitio sin preocupaciones (Ar. Av. 42–45): «Andamos errantes en
busca de un lugar tranquilo (τόπον ἀπράγμονα) donde establecernos y vivir».
Pistetero y Evélpides logran su cometido, aunque todo se revierte y su
utópica ciudad acaba siendo el reflejo de esa Atenas de la que huían. Aun así,
la historia acaba con final feliz y Pistetero alcanza la gloria, como anuncia un
heraldo (Ar. Av. 1277–1281):

¡Oh tú, fundador de tan ilustrísima ciudad en el aire, no sabes cuánta es la


gloria (ὅσην τιμήν) que entre los hombres te llevas y cuántos enamorados
de estos lugares has conseguido (ὅσους τ’ ἐραστὰς τῆσδε τῆς χώρας ἔχεις).
Antes de que tú fundaras esta ciudad, todos los hombres estaban tontitos con
Lacedemonia (…); pero ahora han cambiado y están locos con los pájaros
y les encanta hacer todo a imitación suya (ἐκμιμούμενοι).

Los ecos del discurso tucidideo de Pericles son claros. Pistetero ha adquirido
la misma honra que los soldados elogiados (Th. 2.36.1: τὴν τιμὴν ταύτην) y la
ciudad de renombre ha despertado en sus admiradores el mismo amor que
Pericles siente por Atenas²¹ y que trata de contagiar a los parientes de los
fallecidos cuando les exhorta a actuar «contemplando en los hechos el poder
de la ciudad día a día y convirtiéndoos en sus amantes» (Th. 2.43.1: ἐραστὰς
γιγνομένους αὐτῆς).
No olvidemos tampoco cómo comienza el elogio de la democracia en el
λόγος ἐπιτάφιος de Pericles (Th. 2.37.1): «Nos valemos de un régimen político
²¹ Cf. Scholtz 2007: 21 ss.

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La parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος

que no envidia las leyes de nuestros vecinos, porque más bien somos modelo
para algunos que imitadores (μιμούμενοι) de otros».
Para desarrollar su alabanza, el orador se basa después en la oposición de
Atenas y Esparta y en ese mismo contraste, como vemos, se apoya el heraldo
aristofánico para celebrar la nueva ciudad: los pájaros, como los atenienses, no
son imitadores, sino el paradigma a seguir, los imitados.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 408 — #408
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 409 — #409

Epítetos literarios y cultuales en la poesía


epigráfica griega*
Paloma Guijarro Ruano
Universidad Complutense de Madrid
paloma.guijarro@filol.ucm.es

Resumen: En el presente trabajo se analiza la aparición de epítetos divinos dentro de fórmulas


onomásticas en las inscripciones métricas griegas de época arcaica y clásica. Su objetivo es doble,
por un lado, revisar la clasificación tradicional de los epítetos en los textos literarios y epigráficos
y, por otro, estudiar cómo se comportan en la poesía epigráfica.
Palabras clave: Epíteto, teónimo, inscripciones métricas, épica.

Literary and cultic epithets in epigraphic poetry


Abstract: This work analyses the presence of divine epithets within onomastic formulae in
metrical inscriptions from archaic and classical periods. Its aim is twofold: to revisit established
theories concerning traditional classifications of epithets in literary and epigraphic texts and to
study how they are used in epigraphic poetry.
Key Words: Epithet, theonym, metrical inscription, Epics.

1. Cómo dirigirse a los dioses: teónimos y epítetos

En el mundo griego es frecuente recurrir al binomio teónimo-epíteto para


referirse a una divinidad. Sin embargo, la relación entre ambos puede ser
muy diversa y la elección de uno u otro varía considerablemente según el
tipo de divinidad y el contexto al que están asociados. Tradicionalmente, los
epítetos se clasifican como poéticos, cultuales y honoríficos¹, si bien no siempre
se distinguen con claridad. El estudio de los primeros depende en gran medida
de las teorías de M. Parry, según las cuales la función del epíteto en la tradición
homérica es ornamental y no está condicionada directamente por el contexto
narrativo sino por la métrica y las secuencias formulares. En cuanto a los
cultuales, tampoco resulta sencillo determinar la relación que se da entre un

* El presente trabajo ha sido realizado dentro del Proyecto de Investigación Modos de contacto
interdialectal en los textos epigráficos del griego antiguo (II) (FFI2017-82590C21P).
¹ Cf. Paus. 7.21.7. Parker 2017 distingue el epíteto poético, cultual, de respeto y aclamatorio. Dentro
del cultual, diferencia los epítetos que distinguen a una divinidad de otra y los que seleccionan
una característica particular de esa divinidad.

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Paloma Guijarro Ruano

teónimo y su epíclesis. Con frecuencia aparecen explícitos el nombre divino


y su epíclesis («double cultic name»)², sirviendo el epíteto para relacionar al
dios con unas coordenadas geográficas, un culto y un ritual concretos. Pero la
epíclesis también puede aparecer en solitario a modo de abreviación de una
fórmula habitual (por ejemplo, Febo en lugar de Apolo) o bien recogiendo un
uso sincrético por el cual el epíteto se ha asimilado con una divinidad local
anterior³.
Con el paso del tiempo el concepto mismo de «epíteto» se ha abordado
desde nuevas ópticas⁴ que trascienden esta clasificación. Desde finales de los
años noventa surgió una corriente de análisis del fenómeno del politeísmo
griego a través de los epítetos, cuyo planteamiento metodológico fue expuesto
en un artículo seminal de P. Brulé 1998⁵, que se continúa en la actualidad en
un proyecto de gran envergadura, Mapping Ancient Polytheisms. Cult Epithets
as an Interface between Religious Systems and Human Agency, dirigido por C.
Bonnet y su equipo desde 2017⁶.

2. Los epítetos en la poesía epigráfica

A la ya interesante y compleja cuestión de la relación teónimo-epíteto en


textos literarios y epigráficos se suma la dificultad de proyectar este análisis
sobre las inscripciones métricas, cuya naturaleza epigráfica converge con una
clara intención poética. En estos textos es por tanto esperable la utilización de
epítetos poéticos y cultuales, especialmente en contextos votivos.
Para Parker (2017: 11), la diferencia fundamental entre los epítetos poético-
honoríficos y los cultuales reside principalmente en que los segundos solo
aparecen en la prosa. A este propósito Day (2010: 137–138) sostiene que la
frontera entre el uso cultual o poético de un epíteto en la poesía epigráfica
no está clara ya que este forma parte de un ritual en el que el epíteto puede
integrarse participando en un acto performativo mucho más amplio en el
que tienen cabida himnos —donde abundan epítetos poéticos en honor de la
divinidad⁷— plegarias u otras jaculatorias con un propósito poético. Según
el autor (2010: 140), los epítetos honoríficos son raros en prosa y reflejan
² Cf. Parker 2017: 9–17.
³ Véase Graf 2010: 70–72 para la asimilación entre Ártemis-Ennodia y Ártemis-Eileuthyia en Tesalia.
⁴ Para una revisión de la terminología, cf. Bonnet et al. 2018: 575–576, 585–589.
⁵ Revisado en Brulé 2007.
⁶ h t t p s : / / m a p - p o l y t h e i s m s . h u m a - n u m . f r/. Para una introducción reciente al tema de los

nombres y epítetos desde una perspectiva no literaria, cf. Belayche (ed.) 2005, Graf 2010 y Parker
2003, 2017.
⁷ Cf. Parker 2003: 173.

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Epítetos literarios y cultuales en la poesía epigráfica griega

«common ritual addresses to a deity» pero también «poetic phraseology»,


sin diferenciarse lo ritual de lo poético⁸. No obstante, cuando se emplean
epitheta genéricos (cf. ἄναξ, πότνια, etc.), no queda explícita la existencia de
un ritual específico en honor de ese dios en un santuario concreto ni tampoco
se hacen eco de alguna tradición literaria. En cuanto a los epítetos poéticos,
Day considera que no son meramente ornamentales, como sostiene Parker
(2003, 2017), sino que a través de su lectura en voz alta se contribuiría también
a activar el ritual evocando un «set of traditional poetic connotations» que
confieren efectividad al acto votivo.
Queda por especificar qué se entiende por epíteto «poético». En general, se
emplea como sinónimo de «métrico», opuesto a «prosa», pero ante todo se
trata de un lenguaje convencional (palabras, frases, estructuras, pragmática,
etc.) relacionado con la esfera del culto y la práctica ritual. Para Parker (2017:
2), no debe reducirse a diferenciar lo «literario» de lo que es «real belief»,
sino que se trata más bien de una distancia en el registro empleado. Esta parte
poética permite pues la trasposición de elementos propios del lenguaje ritual
—por ejemplo de los himnos— a la poesía epigráfica⁹.
Dejando de lado la clasificación funcional de los epítetos, resulta necesario
profundizar en cómo se representan las fórmulas teónimo-epíteto en las ins-
cripciones en verso anteriores al siglo iii a.C. Para poder centrar la discusión
de los datos, se ofrece una selección de textos en los que aparece una secuencia
teónimo-epíteto (generalmente en la misma posición del hexámetro que en la
tradición homérica). El objetivo es examinar los ejemplos cambiando el foco de
interés de los textos literarios o de la epigrafía en prosa a la poesía epigráfica.
La interpretación de los epítetos condicionará en gran medida la consideración
de los textos como métricos.

2.1. Fórmula de nombre y epíteto poético en la poesía literaria y epigráfica

La presencia de epítetos poético-literarios asegura el carácter métrico de los


textos epigráficos, el cual se vuelve más evidente cuando se emplean fórmulas
homéricas en el mismo contexto prosódico, como puede verse en los ejem-
plos de (1) a (5)¹⁰. Menos en (2c), la fórmula onomástica aparece a partir de
la cesura trocaica (después de ἀνέθηκε). Los epítetos son honoríficos ((ϝ)άνα-
κτι, μεγάλοιο) y poéticos (ἑκηϐόλῳ, λευκωλένῳ), si bien no puede excluirse
⁸ Parker 2017: 11 pone al mismo nivel los epítetos poéticos y los honoríficos.
⁹ Day 2010: 8.
¹⁰ Un comentario métrico y lingüístico sobre algunos de los textos citados puede verse en Guijarro
Ruano 2016 y (en prensa).

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Paloma Guijarro Ruano

que la mención de Zeus como ἄναξ en Olimpia (2a, 2c) y de Poseidón en


Corinto (1) apunte a un culto local relacionado directamente con estos san-
tuarios¹¹. Asimismo, la invocación con que comienza (2c) se enmarca dentro
de la reproducción de una formulación propia del ritual asociado con el dios,
trascendiendo el esquema votivo tradicional de nombre del oferente + verbo +
divinidad destinaria.

(1) Ποτῑδάϝο̄ ν[ι | ϝά]ν̣α̣κτι (CEG 357, Penteskouphia, ca. 640–625).

(2a) Δὶ Κρονίο̄ νι ϝάνα[κτι] (CEG 384, Olimpia < ¿Élide?, ca. 450).

(2b) Δὶ Ϙρονίο̄ νι ϝάνακτι (CEG 362.1, Cleonas-Nemea, ca. 560).

(2c) [δέξ]ο̄ ϝάν[α]ξ̣ Κρον[ί]δ̣α{ι} Δ̣ εῦ Ὀλύνπιε καλὸν ἄγ̣αλμα (CEG 367.1,


Olimpia < Laconia, ca. 490–480).

(3) ϝεκαϐόλο̄ ι Ἀπέλ(λ)ο̄ νι (CEG 370, Delfos < Laconia, s. vi).

(4) θιι̭ο̃ι λευϙο̄ λένο̄ ι Ηε̄́ραι (CEG 813, Argos (Ηereo), ca. 650).

(5) Διϝὸς Ϙο̄́ ροιν μεγάλοιο (CEG 391, Cefalonia, ca. 550–525).

El carácter épico-literario heredado de los epítetos poéticos se confirma por el


recurso a los mismos dobletes poéticos que se atestiguan en los textos homéri-
cos, como ἑκηϐόλος y su variante ἑκατηϐόλος en (3) y en (6a, b). Frente a la
referencia local de los epítetos cultuales, los poéticos se relacionan con la esfera
mítica del dios aunque están más cargados de referencia que los honoríficos.
Puede verse muy bien en la acumulación de epítetos que acompañan al teónimo
en (6b):

(6a) ἔστε̄σαν δεκατε̄̀ν hεκαταϐόλοι Ἀπόλλο̄ νι (CEG 325.2, Peparethus, 480–479).

(6b) στὴγ χά[ριν, ὦ βα]σιλε[ῦ] Παιὰν ἑκατηϐόλ’ Ἄπολ[λον] (CEG 751.1,


Ática, ca. 400–350).

2.2. Epítetos poéticos y cultuales en la poesía epigráfica

De acuerdo con la theoria recepta, los epítetos propiamente poéticos no apare-


cen en las inscripciones en prosa. Cuando hay un epíteto poético, por defecto
se asume que el texto está en verso, y en prosa cuando es una epíclesis, pero

¹¹ Day 2010: 160.

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Epítetos literarios y cultuales en la poesía epigráfica griega

este argumento debe matizarse. En el esquema votivo tradicional tienen cabida


tanto unos como otros, si bien no puede descartarse que, en vista de la exis-
tencia de fórmulas onomásticas métricas, se introdujeran epítetos cultuales
utilizando como modelo una fórmula poética existente. Evidentemente, su
inclusión podía conllevar irregularidades prosódicas, pero la necesidad de usar-
los en un contexto cultual los justificaba. Precisamente, ante la falta de otros
elementos poéticos claros en las inscripciones de un solo verso no se puede
determinar sin más que la inscripción esté en prosa si el epíteto es cultual.
Algunas podrían considerarse composiciones de métrica irregular o fallida.
La baja calidad del texto puede deberse a un intento por conferir cierto tono
poético a material prosódicamente poco apto para ello¹².
Esta situación se refleja en (7), donde aparece la misma fórmula que en (1)
θεός λευκώλενος Ἥρα en dos inscripciones del Hereo de Perachora. En (7a)
es difícil reconstruir la parte ilegible mediante alguna estructura que conserve
la métrica y, de ser (7b) un hexámetro, contaría con diversas alteraciones de la
prosodia. Mientras que el carácter métrico de (7a) se confirma por la presencia
de la fórmula, en (7b) sería más acertado hablar de la intención de dar un eco
poético sobre el objeto dedicado, unos haces de asadores. Parece tratarse de
composiciones defectuosas pero con una clara evocación poética. ¿Por qué no
habría de emplearse esta fórmula como parte de la práctica ritual?

(7a) Ὀρσίας πο α̣ ο̣ ο̣ θεᾶι λευϘο̄ λένο̄ ι [Ηε̄́]ρ̣ᾱ̣[ι] (CEG 353, Perachora, ca.
625–575).

(7b) . . . δράχμα ἐγο̄̀, Ηε̄́ρα λευϘ[ο̄́ λενε . . . ] λαι (CEG 354, Perachora, ca. 600–500).

Este deseo por contextualizar las fórmulas condujo, por un lado, a hacer nuevas
adaptaciones. Así, frente a lo que ocurre en Homero, se combinan al final del
hexámetro los epítetos de Apolo ϝεκαϐόλοι ἀργυροτόξσοι (CEG 326.1, Beocia,
ca. 700–675)¹³ y de Ártemis en hεκηϐόλο̄ι ἰοχέαιρα (CEG 403.1, Delos, ca. 650,
CEG 425.2, Delos, ca. 550–530). Por otro lado, se crean nuevas fórmulas que
se adaptan a un contexto determinado sin recurrir a epítetos cultuales, como
en (8a) y (8b). Son textos complementarios (no incluidos en los CEG), donde
Ποτιδάϝωνος ἄκοιτις es la denominación oficial de Anfitrite como esposa de
Poseidón en el santuario que ambos tutelaban en Penteskouphia. Figuran la
forma arcaizante Ποτιδά(ϝ)ων sin contraer, atestiguada en otras inscripciones
métricas allí encontradas (cf. 1, 10), y ἄκοιτις, que ocupa la misma posición de
¹² Este tipo de argumentos llevó a Hansen a modificar su corpus de inscripciones cuando pasó del
LGVI (A List of Greek Verse-Inscriptions I–II, 1975–1985) a los CEG. Para la cuestión de los versos
líricos en la poesía epigráfica, cf. Guijarro Ruano 2016: 72 ss.
¹³ Existen construcciones similares pero no idénticas, cf. h.Ap. 140, 178.

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verso que cuando se emplea παράκοιτις en Homero. Siguiendo el modelo más


frecuente dentro de la epigrafía, la mujer/divinidad va acompañada del varón
(marido/padre/hermano…) del que dependía.

(8a) [Ἀμφιτρίτα ε̄̓μὶ Π]οτῑδάϝο̄ νος ἄϙοιτις (COP 6, Penteskouphia, vii).

(8b) Ἀ(μ)φι(τ)ρίτα ε̄̓μὶ Ποτῑ[δάϝο̄ νος ἄϙοιτις] (COP 5, Penteskouphia, vii).

La misma reflexión debe hacerse para (9) donde el hexámetro se cierra con la
mención de «Helena la de Menelao», una fórmula procedente del santuario
de Menelao y de Helena en Terapne, cerca de Esparta¹⁴. Tanto aquí como en
(1) y en (8a, b) se emplean formas arcaizantes (cf. Μενελάϝο̄) y de nuevo el
nombre femenino se determina con la divinidad masculina correspondiente
con la que recibe culto. Con todo, frente al caso de Helena, de Anfitrite no se
dice simplemente «la de Poseidón» sino que mediante ἄκοιτις se especifica su
función. En ambos casos, la determinación que acompaña al nombre propio
evoca fácilmente al contexto mítico que rodea sus figuras.

(9) Δεῖνι[ς] τά〈ν〉δ’ ἀνέθε̄κε χάρ[ι]ν̣ Ϝ̣ ε̣λ̣έν̣α̣ι ̣ Μενελάϝο̄ (SEG 26. 457, Laconia,
ca. 675–650).

La evolución del paradigma formular y la alteración del esquema métrico en


diacronía se puede observar en los ejemplos de (10), extraídos de inscripciones
hexamétricas monoestíquicas del santuario de Poseidón en Penteskouphia.
Frente a (1), los textos de (10a-d) atestiguan cambios lingüísticos producidos
en el dialecto corintio (-κτ- > -ττ-, /a:ɔ:/ > /a:/) que conllevan la generación de
una anomalía métrica al emplear la forma contracta del teónimo (Ποτιδᾶνι).
Más flagrante resulta el caso de (10e) en el que la inclusión del artículo hace
todavía más irregular el verso. Con todo, el uso de la fórmula en este contexto
cultual garantiza el tono poético.

(10a) Ποτιδάϝο̄ νι ϝάνατ(τ)ι (COP 2 A, ca. 600–575).

(10b) Π̣ ο̣τ̣[ῑ]ιδ̣ ᾶνι ϝ[άνακτι] (COP 1 D, ca. 575–550).

(10c) Ποτῑδᾶν̣ι ϝάνακ[τι] (COP 12, VI).

(10d) Ποτῑδᾶνι ϝάν[ακτι] (COP 13 A, VI).

(10e) το̄ Π[οτῑδᾶνι . . . ] (COP 9, VI).

¹⁴ Para una construcción similar, cf. ὣς δ’ Ἑλένη ἤισχυνε λέχος ξανθοῦ Μενελάου, Hes. fr. 174.2.
Para las peculiaridades del texto, véase Guijarro Ruano 2016: 153–156.

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Epítetos literarios y cultuales en la poesía epigráfica griega

Más compleja es la interpretatio metrica de las inscripciones que siguen el


esquema votivo tradicional sin hacer referencia al contexto mítico sino a algún
elemento local. Puede observarse bien en (11a) y (11b), procedentes de los
santuarios de Hera en Argos y Perachora. En (11a) el teónimo va acompaña-
do del nombre de una fiesta religiosa local asociada a la diosa, las Carneas,
y en (11b) de un epíteto cultual relacionado con la toponimia del santuario
en Perachora (ubicado dentro de un pequeño puerto natural). Ante la falta
de otros elementos poéticos, no se puede afirmar categóricamente que estas
inscripciones monoestíquicas estén en verso. Sin embargo, (11a) presenta un
final hexamétrico, aunque podría no ser intencionado. (11b) sigue la misma
estructura hasta la introducción del epíteto Λιμενίαι «la del puerto», cuyas
dos últimas sílabas dificultan su correcta inserción en el verso. Por tanto, po-
dría ocurrir que la introducción de un epíteto cultual condicionase la elección
consciente de la prosa o, por el contrario, que se pretendiera reproducir un
modelo métrico (modelos atestiguados en sendos santuarios de Hera en Argos
y Corinto) en el que, sin embargo, no prima el mantenimiento del verso sino la
elección de la epíclesis, más acorde con la práctica ritual y el propósito mismo
de la dedicación. En este último caso, la fórmula onomástica del dios podría
coincidir con la estructura métrica, como en (11a), o no, como en (11b)¹⁵.

(11a) Θαμόφιλος με ἀνέθε̄κε τᾶι Hε̄́ραι τᾶς Καρνείι̯ας (AH II: 336 nº 1877,
Argos, 550–525).

(11b) Nαύμαχός με ἀνέθε̄κε τᾶι Hε̄́ραι τᾶι Λιμενίαι (SEG 11. 226, Perachora, VI).

Los ejemplos de (12) son finales hexamétricos que recogen la fórmula post-
homérica Ἀθηναία πολιοῦχος tras la cesura trocaica en inscripciones cuyo
carácter métrico es claro. Además de ser πολιοῦχος un epíteto poético, otros
testimonios en prosa de Tasos o Quíos confirman la existencia de un culto
a Atenea «protectora de la ciudad» por lo que también sería cultual¹⁶. Pero ade-
más su naturaleza mixta se ve en la tipología textual de (12e), una invocación
que refleja su relación con la práctica ritual¹⁷. En consecuencia, se ve cómo la
diferencia entre ambas categorías no siempre es nítida; asimismo, tampoco se
podría decir sin más que los testimonios de Quíos o Tasos no son poéticos.

(12a) Ἀθαναία〈ι〉 πολιᾱ́χο̄ ι (CEG 378.1, Esparta, ca. 450–431).

¹⁵ Algo similar ocurre con otras inscripciones compuestas de antropónimo + verbo y otras fórmulas
donde aparece un epíteto: se consideran métricas aunque la primera parte podría no serlo, cf. el
final περικαλλὲς ἄγαλμα en CEG 422 y 423 (Hereo de Samos, ca. 570–550) o περικαλλέα δῶρα en
CEG 327 (Beocia, ca. 550–525).
¹⁶ Cf. Day 2010: 139 n. 139, Kaczko 2016: 110–111.
¹⁷ Véanse los paralelos literarios de Píndaro, O. 5.10 o incluso en Esquilo, Sept. 109.

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Paloma Guijarro Ruano

(12b) Ἀθε̄ναίαι πολιο̄́ χο̄ ι (CEG 198, Atenas, ca. 510–500).

(12c) Ἀθηναίηι πολιο̄́ χ[ωι] (CEG 857.1, Eritras, ca. 450–375).

(12d) Ἀ̣ θ[α]ναία̣ ι ̣ 〈πολ〉ιο̄́ χοι (CEG 348.2, Lócride Opuntia, ca. 600–550).

(12e) πολιε̄́οχε πότνι’ Ἀθάνα (CEG 235, Atenas, ca. 500–480).

3. Conclusiones

Este análisis del uso de los epítetos en la poesía epigráfica de época arcaica
y clásica no pretende más que poner de manifiesto —en un estudio a vuela
pluma del fenómeno— el interés que presenta el doble carácter, si no triple, de
estos adjetivos dentro de un contexto cultual. Se pretende pues reivindicar la
importancia de las inscripciones métricas en este ámbito, ya que no se trata
simplemente de meras imitaciones de la poesía épica, sino que quedan muchos
aspectos por explorar, como su relación directa con los cultos locales y con
tradiciones poéticas alternativas a la épica. Así, es necesario no solo revisar el
contexto arqueológico en busca del soporte real para las interpretaciones de
los textos, sino también analizar la tradicional división de la clasificación de los
epítetos a la luz de los paralelos existentes entre los textos en prosa y en verso,
tanto literarios como epigráficos.
La clasificación de una inscripción como métrica debe hacerse atendiendo
a diversos factores que trascienden la alta o baja calidad del verso empleado,
como la voluntad deliberada por dar un tono poético al texto para diferenciarse
de otros registros de la lengua o la necesidad práctica de introducir una epíclesis
pese a las irregularidades prosódicas que pudiera conllevar. A fin de cuentas,
el empleo del verso es una de las herramientas más eficaces para crear un
texto poético, si bien no la única: los epítetos tienen también fuerza poética
por sí mismos, no solo por aparecer en Homero, sino por estar vinculados a un
contexto cultual y ritual.

Referencias bibliográficas

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d’images dessinées (Julien, Lettres 89b, 291 b). Repenser le binôme théonyme-
épithète», SMSR 84.2, 567–591.
Brulé, P. (1998): «Le langage des épiclèses dans le polythéisme hellénique (l’exemple de
quelques divinités féminines). Quelques pistes de recherches», Kernos 11, 13–34.

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(ed.), La Grèce d’à côté. Réel et imaginaire en miroir en Grèce antique, Rennes, Presses
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CEG = Hansen P. A. (1983–1989): Carmina epigraphica graeca, vols. i–ii, Berlín – Nueva
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Day, J. W. (2010): Archaic Greek epigram and dedication: representation and reperformance,
Cambridge, Cambridge University Press.
Graff, F. (2010): «Gods in Greek inscriptions: some methodological questions», The gods
of ancient Greece: Identities and transformations, Edimburgo, Edinburgh University
Press, 55–80.
Guijarro Ruano, P. (2016): La lengua de las inscripciones métricas del Peloponeso (siglos
vii–iv a.C.), Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, https://eprints.
ucm.es/39779/

Guijarro Ruano, P. (en prensa): «À la recherche d’une langue poétique: les épigrammes
préhellénistiques du Péloponnèse», RPh.
Kaczko, S. (2016): Archaic and Classical Attic Dedicatory Epigrams: an Epigraphic, Literary
and Linguistic, Commentary, Berlín – Boston, De Gruyter.
Parker, R. (2003): «The problem of the Greek cult epithet», OAth 28, 173–183.
Parry, M. & Parry, A. (eds.) (1987): The making of Homeric verse: The collected papers of
Milman Parry, Oxford, Oxford University Press.

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El manuscrito Vat. gr. 1405 y el texto del rétor


Menandro*
Felipe G. Hernández Muñoz
Universidad Complutense De Madrid
fhmunoz@ucm.es

Resumen: Estudio del texto del manuscrito Vat. gr. 1405, que transmite los dos Tratados atribuidos
al rétor Menandro.
Palabras clave: Vat. gr. 1405, texto, Menandro Rétor.

The manuscript Vat. gr. 1405 and the text of Menander Rhetor
Abstract: Study of the text of the manuscript Vat. gr. 1405, which transmits the two Treatises
attributed to Menander Rhetor.
Key Words: Vat. gr. 1405, text, Menander Rhetor.

El Vat. gr. 1405 (que en nuestro estudio designaremos como f, para que no se
confunda con las siglas utilizadas hasta ahora para designar otros manuscri-
tos de Menandro)¹ es un códice copiado e finales del s. xv por Bartolomeo
Comparini y Scipione Forteguerri. Entre otros escritos de contenido retórico,
transmite (ff. 149–229) los dos Tratados atribuidos al rétor Menandro. Es un
manuscrito al que no pudimos acceder en trabajos anteriores dedicados a los
recentiores del Rétor Menandro (por ejemplo, Hernández Muñoz 1997, 2001,
2013, 2016 y 2017) y que nunca ha sido utilizado en la ediciones críticas de
Menandro (Heeren 1785 [solo del Tratado I]; Walz 1836; Spengel 1856; Bursian
1882 y Soffel 1974 [solo de tres capítulos del Tratado II]), ni siquiera en la de
Russell & Wilson (1981) ni en la más reciente (Muruzábal 2018: 61–83, de la
que tomamos la mayoría de lecturas de otros códices; cf. también Hernández
Muñoz 2013: 246–253)². Finalmente hemos podido consultar este recentior³, lo

* Nuestro trabajo se ha realizado en el marco del proyecto «Manuscritos griegos en España y su


contexto europeo (III)» (PID2019-105733GB-100).
¹ Al final del trabajo aparece el conspectus siglorum de todos ellos.
² Una Tesis doctoral que parte de los resultados de la de Ares 2002, que también tuvimos la satisfac-
ción de dirigir. En la información suministrada por Pinakes sobre los manuscritos que transmiten
la obra del rétor Menandro (aunque fragmentariamente) faltan los siglados como J, V, e y los
manuscritos de José Rhakendytes con el texto del Lógos Basilikós; cf. nota siguiente.
³ También hemos podido consultar el texto de otro Vaticano al parecer nunca estudiado, que no

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Felipe G. Hernández Muñoz

que nos ha permitido esbozar una primera aproximación al estudio de su texto


y a su ubicación genealógica, que dedicamos a nuestro querido Emilio Crespo
en este merecido Homenaje.
La metodología empleada será relativamente sencilla al tener ya identificados
en estudios anteriores los pasajes que parecen más adecuados para encontrar
los distintos alineamientos textuales de los manuscritos de Menandro. Así, si
tomamos el Tratado I, encontramos que estos pasajes pueden ser (en primer
lugar, la lectura que los editores suelen considerar correcta):

333.18 ὁ Ἀπόλλων P W M I N v F D A r Q f Al : om. C R H Ma K Sc E b G a L o


334.14 ἃ δ’ αὖ C R H Ma K Sc E b G a L o Heeren : ὁ δ’ αὖ P I N v F D A r Q
f Al Jacobs
335.12 ἔσχετε Heeren : ἐπέσχετε P I v F D A o Q f Al : ἐπέσχεται N r :
ἐπέσχε C R H Ma K Sc E b G a L
337.20–21 ἔτι δέ οἱ καὶ μὴ P I N v F D A a r Q f Al : ἔτι δὲ καὶ οἱ μὴ Heeren
: ἔτι δὲ εἰ καὶ μὴ C R H Ma K Sc E b G L o
338.4 εἶναι νομίζουσι τοῖς γενεαλογικοῖς P I N v F D A L r Q f Al : εἶναι
C R H Ma K Sc E b G a o : τοῖς γενεαλογικοῖς secl. Heeren
338.28 μᾶλλον Bursian : μὲν ἄλλα P Z D A Q f Al : μὲν ἀλλὰ I N v F : ἀλλὰ
r : μὲν ἄλλως C R H Ma K Sc E b G a L o : τηνάλλως Hernández
340.3 ἔνιοι τοῖς μυθικοῖς Heeren : εἶναι τοῖς μυθικοῖς Z : ἐπὶ τῶν μυθικῶν
P I N v F D A r Q f Al, prob. Spengel : τῶν μυθικῶν ὡς ἐπὶ τῶν μυθικῶν
εἴπομεν C R H Ma K Sc E b G a L o, prob. Walz
340.5–6 ἐν ᾧ r Q Heeren, Jacobs : ἐν οἷς C R H Ma K Sc E b G a L o : ὡς Z :
om. P I N v F D A q f Al
340.10 ἢ ἑνὶ ἢ καὶ Bursian : ἡδιενειη καὶ P : ἢ δι’ εὐνείη καὶ I N D A r f Al :
ἢ δι’ εὐνὴ καὶ v : ἢ δι’ εὐείη (uel ἐνείη) καὶ F Q : ἢ δι’ ἐνίους καὶ C R H Ma
K Sc E b G a L o : καὶ ἑνὶ καὶ Heeren : ἢ ἑνὸς ἢ Z
343.4–5 κατακορεῖς Z : κατακόρους C R H Ma K Sc E b G a L o, prob.
Hernández : κατ’ ἄκρους P I N v F D A r Q f Al : κατάρας Heeren

figura en Pinakes, y que transmite solo algunos párrafos del Tratado I (359–361): el Vat. gr. 1890,
siglado como e, un códice facticio y misceláneo copiado por varias manos en torno a mediados del
s. xvi, según Canart. Genealógicamente, parece ubicarse en el grupo W M m T, es decir, con la
«segunda familia» de Russell & Wilson, aunque también transmite alguna lectura propia. Asimismo
parece pertenecer a esta familia el Vat. gr. 899, V, de finales del s. xiv, en coincidencia con las citas
del monje bizantino José Rhakendytes y en estrecha relación también con el Marc. gr. VIII.18 y el
Marc. gr. 444, en tanto que J, Paris. gr. 2996, del s. xiii, parece relacionarse más con la «tercera» (p),
aunque también se vincula frecuentemente con la «segunda» (W m T ). Las familias establecidas
en su día por Russell & Wilson (1981: xl–xliv, xlvii) son: Primera familia: P (Paris. gr. 1741), Z
(Paris. gr. 2423). Segunda familia: M (Laur. pl. 56.1), m (Laur. pl. 81,8), W (Vat. gr. 306), Y (Vat. gr.
108), X (Vat. gr. 165), V (Vat. gr. 899). Tercera familia: p (Paris. gr. 1874), B (Barocci. 131).
Queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a Álvaro Cancela y David Speranzi por
sus gestiones para que pudiéramos consultar algunos manuscritos Vaticanos y a Teresa Martínez
Manzano por la información paleográfica suministrada.

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El manuscrito Vat. gr. 1405

343.26 ὑμνεῖ P I N v F D A r Q f Al : ὑμνεῖν C R H Ma K Sc E b G a L o :


εἰ ὑμνεῖ Hernández : 〈πῶς〉 ὑμνῇ Nitsche : γένει Heeren : om. Z : secl.
Bursian
343.29 τελειότατοι Heeren : πλειότατοι P I N v F D A r Q f Al : πλεῖστοι
C R H Ma K Sc E b G a L o : πλείονες Z
344.13 τῶν Heeren : τοῖς P I N v F D A r Q f Al : τοὺς C R H Ma K Sc
E b G a L o : om. Z
345.10 ὅτι Bursian : ἡ P Z W M m T I N v F D A L r Q f Al : εἰ C R H Ma
K Sc E b G a o : ὅτι ἡ Heeren
350.3 πρὸς μὲν τοίνυν χώρας P W M m T I N v F D A r Q q f Al : πρὸς μὲν
τοίνυν τὰς χώρας C R H Ma K Sc E b G a L o : τελοῦσιν αἱ χῶραι Z
350.5 ὅμως Heeren : ὅπως P Z W M m T I N v F D A r Q q f Al : ὅτι C R H Ma
K Sc E b G a L o
354.28 τοῦ C R H Ma K Sc E b G a L o : om. P Z W M m T I N v F D A r Q q
f Al
355.5 οὔθ’ P Z W M m T I N v F D A r Q q f Al : οὐχ C R H Ma K Sc
E b G a L o : οὒτ’ Heeren
356.22 τοιαῦτά σοι Finckh : οἷον αὐτῆς οἱ P : οἷον αὐτοῖς οἱ I N v F D A r Q q
f Al : οἷον ἃ δέ γε Z : οἷά σοι W M m T : αὐτοῖς οἱ C R H Ma K Sc E b G a L o
364.3 ἀγορᾶς P Z E T I N v F D A L r Q q f Al : ἀγορὰν C R H Ma K Sc
b G a o : om. W M m
365.13 οἱ Ῥωμαῖοι Heeren : καὶ Ῥωμαῖοι C R H Ma K Sc E b G a L o : καὶ
Ῥωμαίας P Z W M m v : καὶ Ῥωμαίους T I N F D A r Q q f Al : secl. Spengel
365.21 μέρει τινὶ P Z W M m T I N v F D A r Q q f Al : μεροὺς τινὸς C R H Ma
K Sc E b G a L o

Parece, pues, claro que en el Tratado I f se incluye en el grupo de manuscritos en


el que está P (y eventualmente también Z W M m ), es decir, fundamentalmente
dentro de la «primera familia» (P Z ) de Russell & Wilson, pero también de la
«segunda» (M m W ), cuando esta coincide con aquella y, por lo tanto, con el
grupo de recentiores (incluida la propia edición Aldina y su probable apógrafo
q) que más coinciden con P (I N v F D A L r Q q f Al), frente al otro grupo de
recentiores (C R H Ma K Sc E b G a L o)⁴, que se aparta más de P, y que quizá
podría considerarse una (sub)familia propia. No obstante, vemos también que
en algunos pasajes (340.10, 356.22, 365.13) el primer grupo de recentiores, en el
que se incluye f, presenta una lectura diferente de P. Por eso, en el Tratado II
vamos a poder ser más selectivos y fijarnos solo en los pasajes en que f y su

⁴ Ello puede deberse a una tradición textual propia o al resultado de una amplia labor conjetural de
época bizantina, incluyendo a José Rhakendytes. En los manuscritos pertenecientes a este grupo
de recentiores, a la sección de Menandro preceden, en este orden, los siguientes rétores: Demetrio
Falereo-Apsines-Minuciano-Elio Aristides, frente a los del otro grupo, en el que a la sección de
Menandro siguen E. Aristides-Apsines-Minuciano.

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Felipe G. Hernández Muñoz

grupo de recentiores ofrecen una lectura diferente de P y de los otros recentiores⁵.


En la mayoría de los pasajes seleccionados existe en el texto transmitido alguna
laguna con espacios en blanco (lac.):

357.25 διὰ τὴν Z : διὰ τὴν ἐκ Διὸς W M m T : δι’ αὐτὴν (lac.) P : δι’ αὐτὴν
τὴν C R H Ma K Sc E b G N a L o Bursian : δι’ αὐτ (lac.) I v F D A r Q q
f Al
366.13 ἂν Walz : ἂν εἶεν W : ἄν αἱ M m : πᾶσαι αἱ T : παν αἱ P : παν (lac.)
αἱ I v F D A Q q f Al : (lac.) αἱ r : ὅτι πάντα αἱ Z : πανύ C R H Ma K Sc
E b G N a L o : εἰ αἱ 〈δαπαναὶ〉 Bursian : ἐπαινοῦνται Jacobs
375.5–6 μεταϐήσῃ m X V Rhakendytes : μεταθήσει (ς) P Z W Y p : μεταθήσῃ
T : μεθήσει I N v F D A r Q q f Al : μεθήσεις C R H Ma K Sc E b G a L o
380.6 καλῶς P Z W m Y p T : om. C R H Ma K Sc E b G a L o : om. (lac.)
I N v F D A r Q q f Al : secl. Bursian
380.10 πεφηνέναι P Z W m Y p T : ἔχειν γεγονυίας C R H Ma K Sc
E b G N a L o : (lac.) I v F D A r Q q f Al
⁵ También hay pasajes en que f coincide con los demás recentiores frente al resto de manuscritos,
incluido P:
358.6 νίκῃ m Bursian : νίκην W M T: ἢ ἀεὶ P : (lac.) ἀεὶ C R H Ma K Sc
E b G I N v F D A a L o r Q q f Al : om. Z
402.2 νηκτῶν δέ δῆλον γὰρ ὅτι καὶ αὐτὰ τὰ P W m T : περὶ δὲ τῶν νηκτῶν δῆλον γὰρ ὅτι
καὶ αὐτὰ τὰ p : νη (lac.) δὲ ὅτι καὶ αὐτὰ τὰ C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a L o r Q q
f Al
413.23 οὕτω πως P p : οὐ π (lac.) I N v F D A r Q q f Al : (lac.) C R H Ma K Sc E b G a L o.
En algunos casos todos los recentiores, o la mayoría de ellos, coinciden, frente al resto de
manuscritos, con conjetura o corrección filológica:
389.9 τὸ P Z W m Y p T Walz : om. C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a L o r Q q f Al :
secl. Bursian
404.30 τὸν θεὸν τῶν γάμων C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a o r Q q Al f Bursian :
τῶν θεὸν τῶν γάμων P : τὸν θεὸν τὸν γάμον L : τὸν γάμον τὸν θεὸν p : ὡς θεὸν τὸν
γάμον W m T
419.15 συνοδύρωμαι C H Ma K Sc E G I v F D A a r Q q f Al, prob. Westermann et
Schenkeveld : συνοδύρομαι P W m p B R T L : συνωδύρωμαι N : συνεγείρωμαι b o :
συνοδυρόμενος J
419.29 ὁ δεῖνα δὲ C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a L o r Q q f Al Spengel, prob.
Bursian : δεινὰ δὲ J W m p B T : ὠδῖνα δὲ P : ὠδῖνος δὲ Soffel
420.6 ἡπλωμένην Pᵃ W m p B T, fort. recte (cf. 400.10) : ἡπλωμένου J Y : ἁπλῆν C R H Ma
K I N v F D A a r Q q f Al Nitsche : ἁπλῆς Sc E b G L o : μὴ ἁπλῆν (sine καὶ) Westermann
: ποιὰν ἁπλῆν Pᵐᵍ.
A veces, la coincidencia con la conjetura o corrección solo ocurre con algunos recentiores de ese
grupo, entre los que está f :
335.32 τῇ κλήσει Bursian : τῇ ἐπικλήσει Heeren : ἐπικλήσει P C R H Ma K Sc
E b G F a L o r Q Al : ἐπὶ κλήσει I N v D A f Finckh
356.14 τόπον A f Heeren : τρόπον Z : τύπον P W M m C R H Ma K Sc
E b G T I N v F D a L o r Q q Al
383.26 Ἰώνων Z : Ἴωνας P W m Y p C R H Ma Sc E b G T I N v F a o r Q q Al : Ἰωνίας
K D A f Bursian : om. L

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El manuscrito Vat. gr. 1405

391.15 ὑπογύου P W Y p T : ὑπογυίου Valesius : ὑπογύουσι m : ὑποθέσεως


C R H Ma K Sc E b G N a L o : ὑπο (lac.) I v F D A r Q q f Al
394.28 ἐρασθείη p Walz : ἐρασθεὶς P : ἐρασθῇ W m Y C R H Ma K Sc
E b G T N a L o r : ἐράσθης v : ἐρα (lac.) τῆς I D A q f Al : ἔραται τῆς F Q
398.8–9 ἡλικιωτῶν μᾶλλον W m T : ἡλικῶν ἢ μᾶλλον P : ἡλίκων μᾶλλον
p : (lac.) ἢ μᾶλλον I v F D A r Q q f Al : μᾶλλον τῶν ἄλλων C R H Ma
K Sc E b G a L o : μᾶλλον τῶν μᾶλλον N
404.21 ἐντειναμένους p : ἐντεινομένους P W m T : ἀντιτεταμένους r : ἀντι
(lac.) μένους q Al : ἀντ (lac.) μένους I v F D A f Q : ἀνατείνοντας C R H Ma
K Sc E b G a L o : ἀντείνοντας μένους N
412.27 χρώμενος p C R H Ma K Sc E b G N a L, prob. Finckh : χρήμενος
(sic) o : χρώμεθα W M m : χρόνος P : χρῶ F Q : χ (lac.) I v D A r q f Al
427.23 ἐπιδημεῖν P W m p T : ἐπιδημοῦντας C R H Ma K Sc E b G a L o Va-
lesius : ἐπιδημ (lac.) I N v F D A r Q q f Al
432. 4 ἁρμόσει p : δρομώσει P : διωρίσθω uel similia W m Y T : προσήκει
C R H Ma Sc E b G N a L o : προσόκει K : (lac.) I v F D A r Q q f Al

Podemos precisar aún más porque, dentro de este grupo, la coincidencia mayor
parece establecerse con D A (y casi siempre también con la edición Aldina y su
apógrafo q):

342.10 †εντ . . . ουσαν† Russell & Wilson : εντ . . . ουσαν P : εν . . . ουσαν


C R H Ma K Sc E b G v a L : ἐνοῦσαν I N F o r Q : καὶ ἐνοῦσαν D A f Al :
καὶ ἑνῶσαι Jacobs : ἐνισῶσαι Hernández : καὶ οὖν παρ’ Heeren : τοῦτο Z
350.15 κορυφῆς P W M m C R H Ma K Sc E b G T I N v F a L o r Q Heeren :
κορυφαῖς D A q f Al
352.23 ἱερὸν τῷ ὄντι Heeren : ὄντων ὄντι P Z W M m C R H Ma Sc
E b G T I N v F a L o r Q q Al : ὄντων ὅτι D A f (etiam K)
371.25 προσεπισημαίνων m p F q Al : πρὸς ἐπισημαίνων Q : προσεπισημαί-
νουσι Z : προσεπισημαίνου P W X Y T : προσεπισημαιν v : προσεπίσημαιν
(lac.) D A f : προσεπισήμηνον C R H Ma K Sc E b G N a o r : πρὸς
ἐπεσήμανον L : προσεπισήμαινε (lac.) I
389.6 οἰκοδομημάτων P Z W m Y p C R H Ma K Sc E b G T I N v F a L o r Q :
οἰκοδομημάτων καὶ D A q f Al
389.16 ἐκλεγόμενοι p : εἰ λέγοιμεν P Z W m Y C R H Ma K Sc E b G T I N v F a
L o r : ἐκλέγοιμεν D A q f Al : om. Q
391.25 ἐγκωμιάσεις (post ποτὲ) W m Y p T : ἐγκώμια ὅσα P C R H Ma K Sc
E b G I N v F a L o r Q : ἐγκώμια D A q f Al
399.1 οἷος δὲ Finckh : οἷ δὲ P : οἶδε I N v F Q : εἰ δὲ r : δὲ W m p T : ἤει a o :
ἤει δὲ C R H Ma K Sc E b G L : εἰ οἶδε D A q f Al : οἷος 〈δι〉 ῄει Hernández
(cf. 427.11)
394.28 ἐρασθείη p Walz : ἐρασθεὶς P : ἐρασθῇ W m Y C R H Ma K Sc
E b G T N a L o r : ἐράσθης v : ἐρα (lac.) τῆς D A q f Al (etiam I) : ἔραται
τῆς F Q

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 424 — #424

Felipe G. Hernández Muñoz

419.31 ἔθυον P p B (ut vid.) : ἔθυε J W m C R H Ma K Sc E b G T I N v F a o r Q :


ἔθυσε D A q f Al (etiam L)
430.22 Ἀλκίνοον W T r : Ἀλκίνουν P m Y p C R H Ma Sc E b G v a L o :
Ἀλκίνοῳ D A q f Al (etiam Q): Ἀλκινο (lac.) K : Ἀλκίνην I N F
431.13 ἑταίροις D A (etiam m) f : ἑτέροις P W Y p C R H Ma K Sc E b G T I N
v F a L o r Q q Al

Demostrada —creemos— la relación de f con el subgrupo D A (y con Al q),


podemos precisarla aún más porque encontramos pasajes donde, al parecer, los
únicos recentiores en coincidir serían A f (con la edición Aldina y su apógrafo q):

336.7 τὸ τοιοῦτον P C R Ma K Sc E b G I N v F D a L o r Q : τὸ τοιοῦτο A f :


τοιοῦτον H : τοῦτο τὸ Al
346.1 εὔτακτος P W M m C R H Ma K Sc E b G T I N v F D a L o r Q Al :
εὔκτατος A f : εὔκρατος Z
356 τόπον A f Heeren : τρόπον Z : τύπον P W M m C R H Ma K Sc
E b G T I N v F D a L o r Q q Al
360.15 τελειότητος δ’ ἕνεκεν Heeren, prob. Bast : τελεώτατος δὲ ἕνεκεν
P W : τελεωτάτου δὲ ἕνεκεν C R H Ma K Sc E b G a L o : τελεώτατα δὲ
ἕνεκεν I N v F D r Q q Al : τελεώτατε δὲ ἕνεκεν A f : τελεώτατος δ’ ἐν
ἐκείνῃ M m T : τελεώτερον Z
393.16 λόγῳ Finckh : λόγων P p C R H Ma K Sc E b G I N v F D a L o r Q q Al
: λέγων A f : om. W m Y T
397.2 οἷος γὰρ W m p T : οἷος P C R H Ma K Sc E b G I N v F D a L o r Q q Al
: οἷον A f
419.19 ἐνδοξότατον Westermann : ἐνδοξότατος P p B C R H Ma K Sc
E b G I N v F D a L o r Q q Al : ἐνδοξότατο A f : ἐνδοξοτάτων J W m T
419. 22 λέγῃς Westermann : λέγῃ uel λέγοι P J m p B (ut vid.) C R H Ma
K Sc E b G I N v F D a L oᶜ r Q q Al : λέγει A f : λέγειν oᵃ : om. W T
421.31 ἡρῴνας Westermann : ἥρωας P J W m p C R H Ma K Sc E b G T I N v F
D a L oᵐᵍ r Q q Al : ἥρωες A f : om. oᵃ

Desde el punto de vista paleográfico, este códice A es el Angelic. gr. 54, parcial-
mente copiado en 1493 en Padua por Bartolomeo Comparini, precisamente uno
de los dos copistas de f ; el otro es Scipione Forteguerri (Scipio Carteromachus)
que también en el año 1493, en Padua, y con Bartolomeo Comparini, copió f
(Vat. gr. 1405). Tenemos así dos manuscritos que transmiten, entre otras obras,
los dos Tratados del rétor Menandro, copiados en el mismo año, ciudad y, en
parte, por la misma persona (Bartolomeo Comparini)⁶.

⁶ Actualmente en Pinakes aparece como copista, de la parte de Menandro rétor en A (ff. 119–173),
Bartolomeo Comparini, ff. 140–173, con fecha de subscripción en f. 206r (Padua, año 1493), pero
no se dice nada del copista de los ff. 119–139, que E. Sciarra, en su catalogación en la Biblioteca

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 425 — #425

El manuscrito Vat. gr. 1405

A falta de investigaciones más exhaustivas que no pueden tener cabida en


un estudio de reducida extensión como este, vemos que los datos textuales, pri-
mero, y los paleográficos, después, nos han conducido a una misma conclusión:
el parentesco de los manuscritos Af ⁷.

CONSPECTUS SIGLORUM

A = Angelicus gr. 54, a. 1493


a = Ambrosianus gr. M 92 sup. (537), s. xv ex. – xvi in.
B = Bodleianus Barocc. 131, s. xiii
b = Bodleianus Auct. Saib. T.3.13, s. xv
C = Ambrosianus gr. B 164 sup. (158), s. xv
D = Palatinus gr. 66, s. xvi
E = Marcianus App. gr. VIII.10 (1349), s. xv ex. – s. xvi in.
e = Vaticanus gr. 1890, s. xvi
F = Parisinus Anc. gr. 1656, s. xv ex. – s. xvi in.
f = Vaticanus gr. 1405 , a. 1493
G = Guelf. Gudian. gr. 14, s. xv ex. – s. xvi in.
H = Palatinus gr. 277, s. xv ex. – s. xvi in.
I = Vindobonensis phil. gr. 60. s. xv
J = Parisinus anc. gr. 2996, s. xiii
K = Ambrosianus gr. I 81 sup. (465), s. xv ex. – s. xvi in.
Angélica, atribuye a una mano B (que hemos comprobado que no se trata de Scipione Forteguerri); y,
como copistas de esa misma parte de Menandro en f (ff. 149–229), Bartolomeo Comparini (ff. 187v–
222v) y Scipione Forteguerri (ff. 1–187r y 223r–229, con subscripción de este último, en f. 110r, en
el mismo año y ciudad, Padua, 23 de noviembre de 1493 (Nastasi 2019: 43–44), según un proyecto,
al parecer, «unitario» de ambos copistas, cf. Martano 2005: 466, que se encontraban en Padua
en la última década del s. xv. La misma autora señala que el modelo de f en el Escudo atribuido
a Hesíodo, que también transmite el códice, sería el Casanat. gr. 356, copiado por Jorge Mosco unos
años antes. En relación con el Angel. 54, hay otros opúsculos no menandreos transmitidos por el
códice que, según Muratore 2009: 114, parecen tener por modelo el Paris. gr. 2720, copiado también
por Scipione Forteguerri y otras manos anónimas, entre las que quizá podría estar también, al
menos a priori, la de Comparini o la segunda mano de A, pero estas son cuestiones paleográficas
que no podemos tratar aquí.
⁷ Al no haber podido realizar una colación completa de f, no podemos determinar si uno es copia
del otro, pero el hecho de que aparezca el mismo año (1493) y ciudad (Padua) en la fecha de ambos
sugiere más bien un trabajo paralelo. Los datos paleográficos que actualmente ofrece Pinakes de
los copistas, en todo o en parte, de otros recentiores menandreos avalan también algunas de las
conexiones obtenidas hasta ahora a través de un examen meramente textual: I v (Jorge Tribizias);
Sc G r (Aristobulo Apostolios); E b C (Jorge Alejandro); A f (Bartolomeo Comparini); H K (Pedro
Hypselas), y habría que perfilar mejor las de F o p (Zacarías Calierges).
Las relaciones de parentesco establecidas en Menandro se mantienen en el texto del breve
opúsculo De materiis rhetoricis, del rétor Alejandro, transmitido entre los dos Tratados de Menandro,
cf. Hernández Muñoz 2007. En 5.1 y 5.25 D A f parece que son los únicos en omitir οἱ δὲ νεώτεροι
y οὐδέ, respectivamente.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 426 — #426

Felipe G. Hernández Muñoz

L = Laurentianus gr. 59.11, s. xv


M = Laurentianus gr. 56.1, s. xiv
m = Laurentianus gr. 81.8, s. xv
Ma = Matritensis BN gr. 4738, s. xv ex. – s. xvi in.
N = Neapolitanus gr. II.E.4 (139), s. xv
o = Riccardianus gr. 15, s. xvi in.
P = Parisinus anc. gr. 1741, s. x
p = Parisinus anc. gr. 1874, s. xiii
Q = Queen’s gr. 20 (Horne 33), s. xv – s. xvi
q = Parisinus suppl. gr. 1163, s. xviii
R = Rossianus gr. 981, s. xvi
r = Riccardianus gr. 68, s. xvi in.
Sc = Scorialensis gr. Σ.III.15 (114), s. xv ex.
T = Vaticanus gr. 728, s. xvi
V = Vaticanus gr. 899, a. 1393
v = Marcianus antic. 429 (861), s. xv
W = Vaticanus gr. 306, c. a. 1300
X = Vaticanus gr. 165, c. a. 1350
Y = Vaticanus gr. 108, c. a. 1300
Z = Parisinus anc. gr. 2423, s. xiii
Al = Editio Aldina (Rhetores Graeci I, Venetiis 1508 – 9)

Referencias bibliográficas

Ares Mateos, E. (2002): Los recentiores del rétor Menandro, Madrid, UCM.
Bursian, C. (1882): Der Rhetor Menandros und seine Schriften (Abh. der Königl. Bayer.
Akademie der Wissenschaften 16, 3).
Finckh, C.E. (1836): De libellis Menandro Rhetori vulgo adscriptis ad editorem (Ch. Walz)
epistola critica, Stuttgart – Tubinga (= Walz, Ch., Rhetores Graeci, vol. ix, 737–778).
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Un pasaje de la Odisea de Aristóteles (17.383b =


Política 1338a, 21)
Miguel Herrero de Jáuregui
Universidad Complutense de Madrid
miguelhe@ucm.es

Resumen: Aristóteles en Política 1338a cita un verso homérico no documentado. Se repasan las
soluciones propuestas y se identifica con una variante de Od. 17.383.
Palabras clave: Aristóteles, Homero, Odisea, crítica textual.

A passage of Aristotle’s Odyssey


(17.383B = Politics 1338A, 21)
Abstract: Aristotle in Politics 1338a quotes a Homeric line a Homeric line not attested elsewhere.
After reviewing the solutions that have been proposed, it is identified as a variant of Od. 17.383.
Key Words: Aristotle, Homer, Odyssey, textual criticism.

1. Problema

A veces la vocación filológica surge de una buena traducción de un clásico que


despierta el deseo del texto original. Así me ocurrió con la maravillosa Ilíada
de Emilio Crespo en Bachillerato, sin saber aún que después le trataría con
creciente amistad en diversos contextos, con Homero siempre presente de un
modo u otro. Por eso es un honor contribuir a su homenaje con un estudio sobre
un problemático verso homérico que Aristóteles cita en la Política. Hablando de
que la música debe enseñarse, pero no porque sea necesaria ni útil, sino propia
de los hombres libres, el filósofo dice así, según las traducciones modernas
(1338a, 21–30)¹:

Tampoco es útil como la gimnasia para la salud y el vigor; pues nada de esto
vemos producido por la música. Queda, por tanto, que la música sirva para

¹ Todas las traducciones castellanas, inglesas, francesas, italianas y alemanas de la Política que he
consultado siguen las ediciones canónicas (cf. n. 2) y traducen el verso clave siguiendo la conjetura
οἶον. Los estudios sobre el Homero de Aristóteles suelen también partir de estas ediciones y por
tanto aceptar la conjetura cuando se refieren al pasaje, véase Sanz Morales 1991: 118, Gagliardi
2014: 110.

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Miguel Herrero de Jáuregui

el divertimento en el tiempo libre, para lo cual parecen haberla introduci-


do: pues consideran que es el divertimento de los hombres libres, y hacen
educarse en ella. Por eso Homero compuso así:
«pero aquel que debe ser llamado él solo al espléndido festín»
y tras hablar de algunos otros «que llaman al aedo», dice «que deleite
a todos» (Od. 17.385). Y en otro lugar dice Odiseo que la mejor distracción
es cuando los hombres están alegres y «mientras banquetean en las casas
escuchan al aedo sentados uno junto a otro» (Od. 9.7–8).

El sentido general del pasaje está claro, pero el texto presenta dificultades en
los detalles de las citas homéricas. Este es el texto griego relevante con su
aparato crítico según las ediciones más autorizadas²:

διόπερ Ὅμηρος οὕτως ἐποίησεν


ἀλλ’ οἶον †μέν ἐστι† καλεῖν ἐπὶ δαῖτα θαλείην,
καὶ οὕτω προειπὼν ἑτέρους τινὰς «οἳ καλέουσιν ἀοιδόν» φησίν, «ὅ κεν
τέρπῃσιν ἅπαντας». καὶ ἐν ἄλλοις δέ φησιν 〈ὁ〉 Ὀδυσσεὺς ταύτην ἀρίστην
εἶναι διαγωγήν, ὅταν εὐφραινομένων τῶν ἀνθρώπων «δαιτυμόνες δ’ ἀνὰ
δώματ’ ἀκουάζωνται ἀοιδοῦ ἥμενοι ἑξείης».

25 hic versus in exemplaribus homericis non legitur ‖ οἶον Schneider οἷον (velut Guil.) codd. μέν :
μήν Schneider μέν γ’ Goettling μέν τ’ Spengel μόνον Newman ‖ ἐστι : ἔοικε Schmidt ‖ ἐπὶ δαῖτα
καλεῖν MP ‖ θαλείων M θαλίην P congaudere (θαλέειν) Guil. ‖ 26 οἳ καλέουσιν in exempl. Homer.
non legitur οὓς καλοῦσιν vel οἱ καλοῦνται Spengel ‖ φησίν : naturam (φύσιν) Guil. ‖ ὅ : ὥς
(tanquam Guil.) MP ‖ ἅπαντας : ἀείδων codd. Homer.

Es bien sabido que las citas homéricas de Aristóteles presentan variaciones


respecto al texto que hemos heredado de la filología alejandrina, y este pasaje
presenta las tres posibilidades existentes³. El verso citado en tercer lugar, Od.
9.7–8, coincide exactamente con el de la vulgata. El segundo verso citado,
en cambio, presenta variantes no documentadas respecto a Od. 17.385 (ἢ καὶ
θέσπιν ἀοιδόν, ὅ κεν τέρπῃσιν ἀείδων). Y mucho más problemático es el primer
verso citado por Aristóteles, que, como señala el aparato, no se encuentra en
la Ilíada ni en la Odisea.
En otro estudio he explorado la larga y compleja recepción de este verso de
Homero desde Guillermo de Moerbecke hasta principios del xix, período en el
² Aubonnet 1989, cuyo aparato es más completo que Ross 1957. Los dos aceptan la conjetura οἶον.
Susemihl & Hicks 1894 mantienen οἷον. En cuanto a las ediciones de la Odisea, la oxoniense de
Allen 1925 recoge el verso en el aparato crítico con οἷον (cf. n.12) y la parisina de Bérard 1924 con
οἶον. Las teubnerianas de Von der Mühll y West ignoran la variante.
³ Cf. Sanz Morales 1991 pp. 118–121 sobre el pasaje.

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Un pasaje de la Odisea de Aristóteles

que se interpretaba generalmente como una exhortación: «¡qué bella cosa es


invitar a Talía al banquete!»⁴. En 1809 la conjetura de Gottlieb Schneider οἶον
en vez del οἷον que transmiten los manuscritos (apoyado también por el velut
de Moerbecke) hizo desaparecer a la musa Talía de escena, y esa desaparición
supuso tal progreso que la conjetura ha sido aceptada sin más en el texto por
editores, traductores y comentaristas muy autorizados de la Política. Pero el
problema está lejos de quedar solventado; y no es la irregularidad métrica por
la que el verso suele llevar cruces filológicas, que no es difícil de arreglar⁵. La
cuestión que importa es dar sentido pleno al hexámetro, y localizarlo en la
Odisea que podía tener presente Aristóteles cuando lo citaba.
La única pista es que el primer verso citado antecede por poco al siguiente,
como Aristóteles dice claramente: οὕτω προειπὼν ἑτέρους τινὰς… φησίν. Por
ello, puesto que el verso de Od. 17.385 es reconocible pese a sus variantes,
hay consenso mayoritario en suponer que también el primero se localiza en el
pasaje inmediatamente anterior, desde que Adolf Stahr lo señaló en 1839⁶. Es
la respuesta de Eumeo a un improperio de Antínoo, caudillo destacado de los
pretendientes, que le recrimina haber traído un mendigo (en realidad Ulises) al
palacio:

Ἀντίνο’, οὐ μὲν καλὰ καὶ ἐσθλὸς ἐὼν ἀγορεύεις·


τίς γὰρ δὴ ξεῖνον καλεῖ ἄλλοθεν αὐτὸς ἐπελθὼν
ἄλλον γ’, εἰ μὴ τῶν οἳ δημιοεργοὶ ἔασι,
μάντιν ἢ ἰητῆρα κακῶν ἢ τέκτονα δούρων,
ἢ καὶ θέσπιν ἀοιδόν, ὅ κεν τέρπῃσιν ἀείδων;
οὗτοι γὰρ κλητοί γε βροτῶν ἐπ’ ἀπείρονα γαῖαν·
πτωχὸν δ’ οὐκ ἄν τις καλέοι τρύξοντα ἓ αὐτόν.

«Antínoo, no hablas bien por noble que seas:


¿Pues quién va a salir a llamar a otro extranjero de fuera,
si no es de los que trabajen para el pueblo,
adivino o médico de males o constructor de palacios,
o incluso un inspirado poeta que deleite con su canto?
Pues estos son llamados por los mortales sobre la tierra ilimitada:
pero nadie llamaría a un mendigo para cargarle sobre sí.».
Od. 17.381–387

Cumple señalar, además, que los versos 17.383–384 son citados por Platón en la
República (389d2). En la crítica a los poetas por difundir falsedades perniciosas,
⁴ Herrero de Jáuregui 2019.
⁵ Tres propuestas del aparato (μήν, μέν γ’, μέν τ’) son fáciles de justificar, aunque me inclino por μέν
γ’ (cf. n. 18).
⁶ Stahr 1839: 213, con un sobrio «cfr.» (en el texto acepta la conjetura de Schneider).

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Miguel Herrero de Jáuregui

dice Platón que solo a los gobernantes les debe estar permitido mentir por justa
causa, mientras que los de la clase de los demiourgoí no deben mentir jamás:
y si se sorprende mintiendo en la ciudad a uno «de los que sean demiourgoí
(τῶν, οἳ δημιοεργοὶ ἔασι), adivino o médico de males o constructor de palacios»,
se le castigará⁷. Veremos al acabar que quizá no es casual que Aristóteles cite
una variante alternativa de estos versos en defensa de la música en su Estado
ideal.

2. Propuestas anteriores

A partir de estos materiales, algunos estudiosos han planteado propuestas


de integración del verso en la Odisea que habría tenido Aristóteles. En 1844
Leonhard von Spengel fue el primero que propuso la siguiente secuencia en
los versos centrales, manteniendo el οἷον de los manuscritos⁸:

τίς γὰρ δὴ ξεῖνον καλεῖ ἄλλοθεν αὐτὸς ἐπελθὼν


ἄλλον γ’, εἰ μὴ τῶν, οἳ δημιοεργοὶ ἔασι;
[ἀλλ’ οἷον μέν τ’ ἐστι καλεῖν ἐπὶ δαῖτα θαλείην]
μάντιν ἢ ἰητῆρα κακῶν ἢ τέκτονα δούρων,
ἢ καὶ θέσπιν ἀοιδόν, ὅ κεν τέρπῃσιν ἀείδων.

El homeoarcon (inicio similar de dos versos), o la crítica filológica posterior,


podría explicar la caída posterior del verso⁹. La solución de Spengel requiere
insertar un verso más en la edición de la Odisea que manejase Aristóteles.
Habría que suponer que la Odisea de Aristóteles pertenecía a la tradición de
los «papiros excéntricos» de inicios de época ptolemaica que presentan versos
insertos de más en los poemas homéricos. Pero incluso las posiciones más
⁷ Labarbe 1949: 187–188 supone que es una cita ornamental. Pero Lake 2011: 89–90 señala que la
omisión del aoidós en el siguiente verso en una condena general de los poetas no parece casual.
Los manuscritos de Platón presentan δημιουργοί, por lo que es posible que la forma homérica
δημιοεργοί sea proyección de los editores modernos, y la cita de Homero se limite realmente
al verso 17.383. El término solo aparece una vez más en Homero en Od. 19.135, referido a los
heraldos, con la misma fórmula de final de hexámetro. El pasaje también lo parafrasea en el s. ii
d.C. Máximo de Tiro, Dialexeis 6.4.d2.
⁸ Spengel 1844 reaccionaba, según él mismo dice, contra Welcker 1835 y Düntzer 1840 que situaban
el verso en las Cypria y la Pequeña Ilíada respectivamente. La solución de Spengel es la que
aceptan Susemihl 1872 (también en Susemihl & Hicks 1894) y Rackham 1932. Respecto al verso
385, Spengel no lo menciona, pero expande una sugerencia de Schneider y enmienda οἳ καλέουσιν
por οὓς καλοῦσιν o οἱ καλοῦνται como parte de la prosa aristotélica, no de la cita del verso, que
empieza con ἀοιδόν, por lo que la única variante sería ἅπαντας.
⁹ Spengel 1844: 2: Iam utrum versus ille casu exciderit iisdem litteris initio receptis, an critici quod
offenderet οἷον τ’ ἐστιν deleverint, alii inquirant.

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Un pasaje de la Odisea de Aristóteles

contrarias sobre la cuestión homérica y la transmisión de los textos de la Ilíada


y la Odisea coinciden en que el número de versos era invariable en época
clásica¹⁰. Por otro lado, desde el punto de vista literario el verso inserto, con
un sentido neutro de οἷον («pero ¡qué bella cosa es invitar…!»), cuadra con la
cita de Aristóteles (como en la interpretación antigua de invitar a Talía, que
aún resuena en esta interpretación), pero no con el contexto homérico, pues
deja al verso anterior sin continuidad, y no aclara quiénes son los demiourgoí
hasta enumerarlos dos versos después.
Así pues, Spengel abre la cuestión pero no la cierra. La siguiente propuesta
se debe a Richard Wachsmuth (1863: 16), que no repara la métrica pero propone
este texto:

Ἀντίνο’, οὐ μὲν καλὰ καὶ ἐσθλὸς ἐὼν ἀγορεύεις·


ἀλλοῖον μὲν ἐστι καλεῖν ἐπὶ δαῖτα θαλείην,
μάντιν ἢ ἰητῆρα κακῶν ἢ τέκτονα δούρων,
ἢ καὶ θέσπιν ἀοιδόν, ὅ κεν τέρπῃσιν ἅπαντας.

La conjetura ἀλλοῖον se sostiene muy bien paleográficamente, y tiene un


sentido general plausible: «hay que llamar a otro tipo de hombre… que al
mendigo nadie lo llama»¹¹. Pero la sintaxis es forzada y, si Spengel suponía que
la Odisea de Aristóteles tenía un verso más, Wachsmuth supone que tiene uno
menos (el verso aristotélico sustituye a 382 y 383). Y como ya se ha dicho, las
variaciones verticales son, salvo cuando las documenta un «papiro excéntrico»,
difíciles de aceptar.
Más prudente es en 1866 Jakob La Roche, quien sustituye el verso 17.382
por el aristotélico y propone este texto¹²:

Ἀντίνο’, οὐ μὲν καλὰ καὶ ἐσθλὸς ἐὼν ἀγορεύεις·


ἀλλ’ οἷον μέν ἐστι καλεῖν ἐπὶ δαῖτα θαλείην
ἄλλον γ’, εἰ μὴ τῶν, οἳ δημιοεργοὶ ἔασι;
μάντιν ἢ ἰητῆρα κακῶν ἢ τέκτονα δούρων;
οἳ καλέουσιν ἀοιδόν, ὅ κεν τέρπῃσιν ἅπαντας.

La sustitución de un verso por otro sí respeta el numerus versuum. Pero el ἀλλ’


del nuevo verso 382 no queda claro como contraposición, siquiera ligera o de
¹⁰ Cf. Labarbe 1949: 423, Nagy 1996: 153.
¹¹ Wachsmuth 1863: 16: Res puto perspicua erit: alius generis homines ad dapes vocare licet, vates
medicos alios, mendicum nemo vocaverit. En cuanto al verso 385, coincide con Spengel aunque no
lo cita.
¹² La Roche 1866: 29: «scheint bei Aristoteles di stelle von 17.382 vertreten zu haben». La edición
oxoniense de la Odisea, Allen 1925 se hace eco en el aparato, donde recoge el verso y dice
«(pro 382?)».

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 434 — #434

Miguel Herrero de Jáuregui

cambio de tema, al verso anterior, tras imprecar a Antínoo: «Pero ¿qué clase
de cosa es llamar a otro, si no es…?». Y los dos versos, el reemplazado y el
sustituto, son tan distintos que parecen difícilmente intercambiables. Por otro
lado, al preservar el οἳ καλέουσιν ἀοιδόν para el v. 385, abandonando la senda
de Spengel y Wachsmuth, el sujeto queda confuso, pues sintácticamente enlaza
mal con los versos anteriores, introduciendo un «ellos» extraño a la lógica del
párrafo de Eumeo.
En una línea parecida, en 1887 William L. Newman propuso sustituir el
verso 383, de comienzo inicial al del verso aristotélico, pero modificando este
a su vez con una conjetura¹³:

τίς γὰρ δὴ ξεῖνον καλεῖ ἄλλοθεν αὐτὸς ἐπελθὼν


ἀλλ’ οἷον μόνον ἐστι καλεῖν ἐπὶ δαῖτα θαλείην,
μάντιν ἢ ἰητῆρα κακῶν ἢ τέκτονα δούρων;
οἳ καλέουσιν ἀοιδόν, ὅ κεν τέρπῃσιν ἅπαντας.

La solución de Newman recoge el sentido de la conjetura de Schneider sin


necesitarla, pues a cambio el μέν se sustituye por μόνον precisamente en el
sentido de «único» que tiene οἶον: «¿quién va a llamar a un extranjero, sino al
único digno de invitar?». Ahora bien, además de la dificultad de toda conjetura,
tiene el problema de que en Homero siempre aparece la forma jónica μοῦνος,
nunca la ática μόνος. Por otro lado, Newman sigue a La Roche en el verso 385
con οἳ καλέουσιν, lo cual adolece de los problemas ya mencionados.
De la insatisfacción con todas estas propuestas da muestra el intento de
Rudolf Peppmüller 1891 de desvincular el verso de este pasaje forzando el
texto aristotélico y encuadrarlo en Od. 8.38 (el banquete de Alcínoo), sin éxito
ninguno¹⁴. En 1903 Thomas D. Seymour desespera y renuncia a localizar el
verso: «in my opinion Aristotle is making two entirely different quotations»¹⁵.
Al igual que la invitación a Talía floreció en el humanismo italiano y francés,
las propuestas alemanas e inglesas del siglo xix respondían al espíritu del siglo,
atrevido y confiado en poder dar respuesta mediante la enmienda y la conje-
tura a las complejidades textuales. La postmodernidad lábil de nuestra época
ha preferido diluir el problema atribuyéndolo a imprecisión de Aristóteles.
Marchinus van der Valk (1966) incluso supone que el filósofo se lo inventa para

¹³ Newman 1887, iii: 516.


¹⁴ Peppmüller 1895: 374–376. Antes brevemente menciona (y descarta como improbables) diversas
posibilidades, entre otras que el verso fuera una variante del v. 17.383 (solución que defenderé
más abajo) pero en una forma muy emendada: ἄλλον γ’ ἢ οἷον ἐστι καλεῖν ἐπὶ δαῖτα θαλείην.
¹⁵ Seymour 1903: 23, criticando la propuesta de Newman.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 435 — #435

Un pasaje de la Odisea de Aristóteles

ilustrar la ideología homérica¹⁶. En su reciente comentario a la Odisea Deborah


Steiner (2010) dice que «evidentemente Aristóteles cita de memoria» los versos
382–385¹⁷. Quienes más honestamente abordan la cuestión, como Manuel Sanz
Morales (1991) o Filomena Gagliardi (2014: 110), simplemente reconocen su
dificultad. Pero es una dificultad que un póstumo brío decimonónico puede
aclarar.

3. Solución

A partir de las diversas aportaciones parciales de las propuestas mencionadas,


emerge casi por adición y eliminación de posibilidades una solución satisfacto-
ria, a saber, reemplazar el verso 17.383 (ἄλλον γ’, εἰ μὴ τῶν, οἳ δημιοεργοὶ ἔασι)
por el citado por Aristóteles sin necesidad de enmendarlo. El texto es mucho
más coherente que si se sustituye el verso 382, y tiene además la virtud de que
el verso 383 tiene un comienzo similar que facilita el intercambio de variantes
(ἄλλον γ’ / ἀλλ’ οἷον μὲν γ’). Se respeta el texto transmitido por Aristóteles
con el mínimo arreglo métrico imprescindible (μὲν γ’ parece preferible porque
da sentido al quidem de Moerbecke)¹⁸. En cuanto al verso 385, parece acerta-
do considerar variante solo el ἅπαντας final aceptando la idea de Schneider,
Spengel y Wachsmuth¹⁹. El texto así reconstruido es el siguiente:

Ἀντίνο’, οὐ μὲν καλὰ καὶ ἐσθλὸς ἐὼν ἀγορεύεις·


τίς γὰρ δὴ ξεῖνον καλεῖ ἄλλοθεν αὐτὸς ἐπελθὼν
ἀλλ’ οἷον μὲν γ’ ἐστι καλεῖν ἐπὶ δαῖτα θαλείην
μάντιν ἢ ἰητῆρα κακῶν ἢ τέκτονα δούρων,
ἢ καὶ θέσπιν ἀοιδόν, ὅ κεν τέρπῃσιν ἅπαντας.
οὗτοι γὰρ κλητοί γε βροτῶν ἐπ’ ἀπείρονα γαῖαν·
πτωχὸν δ’ οὐκ ἄν τις καλέοι τρύξοντα ἓ αὐτόν.

«Antínoo, no hablas bien por noble que seas:


¿Pues quién va a salir a llamar a otro extranjero de fuera,
sino a quien cumple llamar al alegre banquete,
adivino o médico de males o constructor de palacios,
o incluso a un inspirado poeta que deleite a todos?

¹⁶ Van der Valk 1963: 340: «Thus Aristotle very aptly renders the general trend of Homer’s views.
He only presents them in a hexameter, which he has composed himself».
¹⁷ Steiner 2010: 127: «382–285 are cited, evidently from memory, by Aristotle, Politics 1388a25».
¹⁸ Cf. n. 5. Moerbecke traduce: sed est quidem velut ad epulas vocare congaudere; sobre la traduccion
de Moerbecke, editada por Susemihl 1872, cf. Herrero de Jáuregui 2019.
¹⁹ Cf. nn. 8 y 9.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 436 — #436

Miguel Herrero de Jáuregui

Pues estos son llamados entre los hombres sobre la tierra ilimitada:
pero nadie llamaría a un mendigo para cargarle sobre sí«.

Así la partícula μέν contrasta sin problema con el πτωχόν δ’ del verso 387²⁰. El
sentido y la sintaxis fluyen con naturalidad. Y esta versión es además literaria-
mente superior a la vulgata alejandrina. Este verso (383b para entendernos,
frente al 383a) pone el énfasis en el banquete, un énfasis con el que Eumeo
responde al reproche de Antínoo por invitar a pordioseros «aguadores de
festines» (v. 377: δαιτῶν ἀπολυμαντῆρες).
Igualmente, en el verso 385, ἅπαντας parece referirse a los comensales
del banquete (los hombres libres de quienes habla Aristóteles), mientras que
el ἀείδων de la vulgata redunda en la función del ἀοιδός sin añadir nada.
Y finalmente, el verso 383b subraya el verbo καλέω frente al ἐκάλεσσας con
que Antínoo concluye su invectiva (v. 379): Eumeo lo repite en su respuesta
en cuatro formas diferentes, como remarcando, con el efecto fonético, que
Antínoo dice οὐ καλά²¹.
No deja de ser intrigante que la cita aristotélica omita justo los versos del
mismo pasaje homérico que cita Platón en la República (389d2), en la condena
de la poesía que culminará con su expulsión del Estado utópico. Que Aristóteles
cite versos alternativos en su reivindicación de la música como central para el
Estado puede, quizá, ser un modo sutil de marcar la diferencia de su Estado
ideal con el de Platón, de quien ya se ha distanciado en el libro ii de la Política.
En cualquier caso, es claro que la versión citada por Platón (Od. 383a), tiene
un contenido de alcance más general, sobre los tipos de artesanos (demiourgoí )
que benefician a la comunidad, y menos contextual que la de Aristóteles (383b),
más enfocada a la respuesta de Eumeo a Antínoo. Cabría especular con que
la variante 383a pueda ser más moderna, acuñada a partir de Od. 19.135, en
un tiempo de mayor interés por los demiourgoí importados por las ciudades.
Pero lo justo es suponer que en época clásica coexistían las dos variantes del
mismo verso. Es indudable que (quizá incluso impulsada por la cita platónica) la
variante de 383a alcanzó más resonancia y por eso acabó en la vulgata sin que
los escolios recojan siquiera la de 383b, ya marginal en época alejandrina. Pero
Aristóteles aún conocía una variante en las que las palabras de Eumeo resuenan

²⁰ En Od. 20.377–380 hay una escena similar: uno de los pretendientes reprocha a Telémaco que
traiga al banquete a un mendigo. El reproche se estructura también en οἷον μέν τινα… ἄλλος δ’
αὖτέ τις…
²¹ Además hay entre el 382 y el 387 una correspondencia marcada por los pronombres, τίς y αὐτός,
que encuadran esta respuesta entera centrada en el verbo καλέω. Cf. también Sanz Morales 1991:
120–121 sobre fórmulas similares a este verso en poesía épica arcaica.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 437 — #437

Un pasaje de la Odisea de Aristóteles

con un sabor menos teórico y más añejo. Ojalá futuros aparatos críticos de la
Odisea —y de la Política— nos permitan saborear de nuevo este verso.

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Sobre la recepción de Homero en Galeno. Algunas


observaciones lingüísticas*
Juan Antonio López Férez
Universidad Nacional de Educación a Distancia
jalferez@flog.uned.es

Resumen: Algunas observaciones lingüísticas sobre la recepción de Homero en Galeno.


Palabras clave: Homero, Galeno.

On the reception of Homer in Galen. Some linguistic remarks


Abstract: Some linguistic remarks on the reception of Homer in Galen.
Key Words: Homer, Galen.

Homenaje en honor del querido amigo y colega Emilio Crespo

1. Introducción

Galeno (129–216 d.C.) es el escritor del que, tras Juan Crisóstomo, nos ha
sido transmitido más texto escrito en griego. Pero más que la cantidad de
lo que escribió nos interesa la cualidad de su legado literario. Además, des-
de numerosos puntos de vista, aquel resulta ser un testimonio muy valioso
respecto a la literatura griega anterior. Así, un aspecto interesante es revisar
el Homero que el médico recibió, leyó, comentó e interpretó en el siglo ii
d.C., es decir, 1000 años después del gran épico¹. Contamos con 57 mencio-
nes del antropónimo «Homero» en el autor de Pérgamo. De entre ellas he
seleccionado algunas por su contenido lingüístico, tan dilecto para nuestro
homenajeado. Distinguiré dos planos lingüísticos: el fonético-morfológico (2)
y el léxico (3).

* Elaborado dentro del Proyecto FFI2017-82850-R del Ministerio español de Economía, Industria
y Competitividad.
¹ Para este punto concreto, un estudio importante es el de Moraux 1987, que se detiene solo en uno
de los ejemplos que presentamos (el recogido en nuestro apartado 3.6). Entre las aportaciones
que nos han servido para nuestro objetivo señalo algunas: De Lacy 1966, Hankinson 2008, Nutton
2009, Rosen 2013, Corpus Galenicum 2018.

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2. Plano fonético-morfológico

2.1. Galeno, en cierto pasaje, está hablando de los seguidores de dos eminentes
médicos alejandrinos (Herófilo y Erasístrato), a propósito de que lo mucho que
aquellos habían discutido sobre la definición del pulso, tanto en el seno de cada
escuela como en contra del grupo rival:

Pues los propios antiguos hacían las enseñanzas sin definiciones, indicando
los significados de los nombres que decían para la misma forma de explica-
ción, de acuerdo con la cual es evidente que también los gramáticos aclaran
las expresiones que hay en Homero y en todos los demás antiguos. Pues
lo que no está claro en la explicación de ahora resulta evidente a partir
de otra, tal como sucede en lo de písyres², en aquello de «Písyres caba-
llos de alto cuello»³ el significado no está claro todavía, sin embargo en lo
de «Donde cuatro escudos cogió, y ocho lanzas, / y cuatro cascos»⁴ resultó

² En griego, del ide. *qʷetwor (presente en latín con otro vocalismo: *qʷotwor > quatuor) tenemos en
grado pleno, téssares en Homero, tésseres en jonio, téttares en ático, pésyres en lesbio. Por su lado,
el grado cero, písyres es homérico. Realmente, el nominativo πίσυρες lo tenemos solo en la Odisea
(Od. 5.70, 16.249, 22.11) y, a su vez, el acusativo πίσυρας lo leemos solo en la Ilíada (Il. 15.680,
23.171, 24.233). A su vez, en Galeno tenemos el nominativo (dos secuencias; solo en el pasaje que
estamos revisando, donde, en realidad, se quiere reflejar el acusativo presente en Homero) y el
acusativo (registrado dos veces), caso que leemos también en la secuencia que vemos ahora, y,
en otro tratado (De antidotis 1.6.14.40.13. En este caso se trata de uno de los ingredientes [cuatro
dracmas de teucrio] para formar la teriaca [o triaca] de Andrómaco, compuesta de numerosos
elementos minerales, vegetales y animales, y apropiada como antídoto contra venenos. El citado
fue arquiatra de Nerón, al que le dedicó un poema épico en 174 hexámetros, transmitido por
Galeno, en el que expone la composición de dicho remedio). Del pasaje se desprende que el médico
no entiende ya el significado de la forma písyras, pero, con todo, será capaz de encontrar una
explicación acudiendo a otro pasaje homérico. Precisamente la dificultad de comprensión de dicho
numeral cardinal, en su forma homérica, grado cero, fue bastante extendida, pues dos escolios a la
Ilíada (Il. 15.680 y 23.171), otro a Opiano (C. 4.395), el léxico homérico de Apolonio el sofista (p.
131.30), Eustacio (Ad Il. 4, p.705.22), Hesiquio (π 2378) y otros explican ese vocablo como «cuatro».
³ Il. 23.171. En las ediciones actuales leemos πίσυρας δ’ ἐριαύχενας ἵππους, acusativo, objeto directo.
Aquiles arrojó los cuatro caballos a la pira encendida donde yacía el cadáver de Patroclo. En dicho
lugar, de cien pies por cada lado (unos 30 metros si pensamos en el sistema solónico, donde el pie
equivalía a 0,296 metros. No obstante, había, además, otros sistemas de longitud válidos en época
clásica) el héroe echó, tras haberlos degollado, dos perros de los nueve que tenía, y, asimismo,
doce hijos nobles de los troyanos, tras degollarlos también previamente. No se nos dice nada de
los caballos, por lo que podemos deducir que los lanzó vivos, pero sí tenemos la aclaración de que,
al hacerlo, emitía grandes gemidos.
⁴ ἔνθεν τέσσαρα μὲν σάκε’ εἵλετο, δούρατα δ’ ὀκτὼ / καὶ πίσυρας κυνέας… (Od. 22.110–111). Se
trata del momento en que en la lucha contra los pretendientes, Telémaco acudió a la estancia
donde estaban esas armas, las cogió y regresó al lado de su padre. Obsérvese que la 3ᵃ persona del
singular del texto homérico (εἵλετο) pasa a ser la 3ᵃ persona del plural en Galeno (εἷλον), como si
a la estancia donde accedió Telémaco hubieran entrado los cuatro que figuran realmente en el
pasaje homérico (Telémaco, Odiseo y dos siervos fieles que se iban a revestir con las armas para

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Sobre la recepción de Homero en Galeno

evidente, pues siendo cuatro los que se arman, (sc. el poeta) afirma que
tal como ellos cogieron cuatro escudos, del mismo modo, también cuatro
yelmos⁵.

2.2. En el Comentario al De articulis hipocrático nuestro prosista se extiende


bastante sobre una cita donde el autor habla de que conoce solo una dislocación
(ὀλίσθανος) de la articulación del hombro⁶, pero que podría haber otras dos
formas, aunque él no las hubiera visto nunca. El sabio pergameno discute
la expresión hipocrática καίπερ ἔχων περὶ αὐτοῦ ὅ τι λέγω, «aunque puedo
hablar sobre ella» (sc. la dislocación, masculina en griego), señala que es im-
propia, dado que se está haciendo referencia a dos tipos, y aporta dos posibles
explicaciones sobre el asunto: ya se trata de una antigua forma de dicción
(«aunque puedo hablar sobre ese asunto»), ya ha habido un error del copista.
Y añade:

Pero si (sc. Hipócrates) lo afirma respecto a ambos modos o a uno solo


de dos no se puede asegurar. Con todo es conveniente que nosotros nos
fijemos en ambos modos, diciendo de antemano solo sobre su expresión que
el ischyrieíō⁷ significa «estoy deseoso de confirmar», de modo semejante

acudir en defensa del héroe). Ahora bien, en el contexto odiseico leemos que Telémaco fue el único
que entró en dicha habitación, y desde ese lugar se marchó llevando lo que había cogido en su
interior, para dárselo posteriormente tanto a su padre como a los dos siervos que iban a prestarle
buena ayuda.
⁵ αὐτοὶ μὲν γὰρ οἱ παλαιοὶ χωρὶς ὅρων ἐποιοῦντο τὰς διδασκαλίας, ἐνδεικνύμενοι τὰ σημαινόμενα
τῶν ὀνομάτων ὧν ἔλεγον αὐτῇ τῇ κατὰ τὴν ἑρμηνείαν ἰδέᾳ, καθ’ ἣν δηλονότι καὶ τὰς παρ’ Ὁμήρῳ
λέξεις ἅπασί τε τοῖς ἄλλοις παλαιοῖς οἱ γραμματικοὶ σαφηνίζουσι. τὸ γὰρ τῇδε τῇ ἑρμηνείᾳ μήπω
σαφὲς ἐξ ἑτέρας εὔδηλον γίνεται, καθάπερ ἐπὶ τοῦ πίσυρες, ἐν μὲν γὰρ τῷ,
πίσυρες ἐριαύχενες ἵπποι,
σαφὲς οὐδέπω τὸ σημαινόμενόν ἐστιν, ἐν μέντοι τῷ,
ἔνθεν τέσσαρα μὲν σάκε’ εἷλον, δούρατα δ’ ὀκτὼ,
καὶ πίσυρας κυνέας,
εὔδηλον ἐγένετο. τεττάρων γὰρ ὄντων τῶν καθοπλιζομένων, ὥσπερ σάκη τέσσαρα λαϐεῖν
αὐτούς φησιν, οὕτω καὶ περικεφαλαίας τέσσαρας (De differentia pulsuum 4.2.8.715.11–716.6).
En general, las referencias de Galeno están tomadas de la edición de Kühn, Leipzig, 1821–1833.
Cuando hay ediciones más recientes las he usado y cito a continuación. Por mantener el espacio
recomendado, no recojo en la bibliografía las ediciones seguidas. Las traducciones al español son
mías.
⁶ Hp. Art. 1.
⁷ En Littré, Hippocrate, Oeuvres complètes, iii p. 78 y Jones, Hippocrates, Loeb iii 200.3, el verbo usado
aquí por Hipócrates es diischyrieíō, interpretado en algunos diccionarios como «desiderativo» (cf.
LSJ ) y equivalente a «desear confirmar», un presente en -eíō; cf. Schwyzer 1.728. En el mismo
capítulo el texto hipocrático ofrece asimismo la lectura ischyrieíō. Galeno se interesa por el sentido
de ese verbo, semejante al de opseíō (un desiderativo) de que hablará después. Conviene decir que
diischyrieíō solo esta registrado dos veces en griego; de ischyrieíō contamos con cuatro citas.

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que «estoy deseoso de ver» lo está de lo que significa opseíō⁸, de acuerdo


con lo cual también Homero compuso la palabra opseíontes, dando como
significado, también aquel con ella, «los que están deseosos de ver», donde
afirma⁹: «Por tanto estos deseaban ver el grito y la guerra»¹⁰.

3. Léxico

3.1. Galeno, en De usu partium, explica que durante las fiebres ardientes, al
secarse la faringe y la laringe (arteria, la llama aquí) se producen las voces
llamadas por Hipócrates¹¹ «estridentes»¹²:

Y eso sucede también en los animales, cuantos tienen el cuello suficiente-


mente largo y los cartílagos secos, como las grullas. Y, por eso, Homero
escribió sobre esas: «Estas con estridencia vuelan sobre las corrientes de
Océano»¹³. Pues el órgano seco es cacófono hasta ese extremo, y en los
catarros y resfriados la voz se pone ronca por la abundancia de humedad
excesiva¹⁴.

⁸ Es decir, «desearía ver». Un desiderativo con -seíō. Funcionan como futuros, pero en el plano
morfológico suelen explicarse como presentes que han perdido el imperfecto.
⁹ Il. 14.37. Se apunta a que Néstor se encuentra con otros dos jefes aqueos que deseaban ver lo
que les estaba sucediendo a los suyos, pues los navíos varados y la muralla construida para
protegerlos les impedían observar lo que acontecía al otro lado del terraplén, pues ni podían ver
lo que oían ni contemplar las vicisitudes del combate.
¹⁰ ἀλλ’ εἴτε περὶ ἀμφοτέρων τῶν τρόπων εἴτε περὶ θατέρου μόνου φησὶν οὐκ ἔχειν ἰσχυρίσασθαι.
καλὸν δὴ ἡμᾶς ἐστι περὶ ἀμφοτέρων ἐπισκέψασθαι, τοσοῦτον ἔτι περὶ τῆς λέξεως αὐτοῦ προει-
πόντας, ὡς τὸ ἰσχυριείω δηλοῖ τὸ ἰσχυριστικῶς ἔχω, παραπλησίως τῷ ὀψείω, δηλοῦντι καὶ αὐτῷ
τὸ ὀπτικῶς ἔχω, παρ’ ὃ καὶ Ὅμηρος ἐποίησε τὴν ὀψείοντες φωνὴν, σημαίνων κἀκεῖνος δι’αὐτῆς
τοὺς ὀπτικῶς ἔχοντας, ἔνθα φησί·
Τῷ ῥ’ οἵ γ’ ὀψείοντες ἀϋτῆς καὶ πολέμοιο
(in Hippocratis librum de articulis et Galeni in eum commentarii iv 1.3.18a309.6–14).
Es curioso que la forma opseíontes del participio correspondiente al futuro desiderativo no
vuelve a usarse desde Homero hasta este comentario galénico, donde está registrado dos veces.
¹¹ Para las κλαγγώδεις φωνάς, véase Hp. Coac. 550, Prorrh.1.17.
¹² O, quizá, «chillonas».
¹³ Il. 3.5. En el pasaje iliádico se trata de una comparación: los teucros atacaban con gritos estridentes
a los aqueos, tal como las grullas, con sus chillidos, llevan la muerte y la ruina a los pigmeos.
¹⁴ οὕτω δὲ κἀν τοῖς ζῴοις, ὅσα μακρὸν ἱκανῶς ἔχει τὸν τράχηλον καὶ ξηροὺς τοὺς χόνδρους, ὥσπερ
καὶ αἱ γέρανοι. καὶ γὰρ περὶ τούτων διὰ τοῦθ’ Ὅμηρος ἔγραψε·
κλαγγῇ ταί γε πέτονται ἐπ’ Ὠκεανοῖο ῥοάων.
τὸ μὲν δὴ ξηρὸν ὄργανον εἰς τοσοῦτον κακόφωνον. ἐν δ’ αὖ τοῖς κατάρροις τε καὶ ταῖς κορύζαις
βραγχώδης ἡ φωνὴ γίγνεται πλήθει περιττῆς ὑγρότητος (De usu partium 7.7.3.535.4–11 [=1.389.1–8
Helmreich]).

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Sobre la recepción de Homero en Galeno

3.2. El tratado De placitis Hippocratis et Platonis es el que más menciones de


Homero¹⁵ ofrece, a saber, 19. En una ocasión, el prosista habla de la necesidad
del tendón para mover las piernas: explica que el nervio que en cada músculo
se separa en fibras y se mezcla con las fibras de los ligamentos, de modo que
crece del cuerpo del músculo, es el llamado tendón (ténōn). «Ese nombre se lo
da Hipócrates y también Homero»¹⁶.

3.3. Tres menciones de Homero las encontramos en De alimentorum facultati-


bus¹⁷. En el capítulo 13 del libro primero, el prosista se extiende a propósito
de tres cereales: escandas, espeltas y escañas, cuya denominación y diferen-
ciación les ha planteado siempre dificultades a los estudiosos. El médico entra
en cuestiones léxicas y fonéticas, sobre variantes según los sitios y distintos
modos de pronunciación de esos términos. Solo por esto merece un lugar de
privilegio entre los ilustrados de la Antigüedad clásica por la cantidad de datos
que aporta: geográficos, antropológicos, culinarios, etc.

En las comarcas muy frías de Bitinia a un grano se le llama zeópyron, sin que
la primera sílaba tenga la iota, como sí está en Homero: «trigos, escandas
y cebada blanca que crece en anchura»¹⁸. El pan del mismo (sc. grano) es
mucho mejor que el de Macedonia y Tracia¹⁹.

3.4. Dentro del mismo capítulo, Galeno explica que el grano de la escanda
(recogido en él como zeiá o zeá) es más amarillo que el del trigo, y más pequeño
que este.

Y algunos también incluyen este grano en la especie de los trigos. También lo


que se dice en Homero sobre los caballos, cuando Héctor afirma dirigiéndose
¹⁵ Hasta nueve veces encontramos el término en los versos homéricos: cf. Il. 4.521, 5.307, 10.456, etc.
En Hipócrates lo tenemos en 29 ocasiones. Galeno lo presenta en 746 pasajes.
¹⁶ De placitis 1.10.5.209.5 (= 98.26 De Lacy).
¹⁷ Dividido en tres libros aborda estudios anteriores sobre las propiedades de los alimentos. En
la dieta galénica se tiene muy en cuenta el individuo y la tolerancia mayor o menor de ciertos
alimentos, así como la digestión y la evacuación pertinente.
¹⁸ Od. 4.604. En la secuencia, Menelao, tras haberlo tenido alojado a Telémaco en su mansión, cuando
el joven llegó allí buscando noticias sobre su padre, quiere regalarle tres caballos, un carro y una
magnífica copa. No obstante, el hijo de Odiseo le dice que no le regale los caballos, y le pide que se
los quede allí, pues el atrida mandaba sobre un territorio extenso, llano, donde hay loto, juncia,
trigo, escanda y cebada blanca, mientras que en Ítaca el terreno era montañoso e inapropiado para
corceles.
¹⁹ ἔν γε μὴν τοῖς χειμεριωτάτοις τῆς Βιθυνίας χωρίοις ὀνομάζεταί τι σπέρμα «ζεόπυρον», οὐκ
ἐχούσης τῆς πρώτης συλλαϐῆς τὸ ι, καθάπερ ἔχει παρ’ Ὁμήρῳ·
πυροί τε ζειαί τε ἰδ’ εὐρυφυὲς κρῖ λευκόν.
ἐξ αὐτοῦ δ’ ἄρτος γίγνεται πολὺ βελτίων τοῦ κατὰ Μακεδονίαν τε καὶ Θρᾴκην (De alimentorum
facultatibus 1.13.6.515.3 [=237.4–9 Helmreich]).

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a ellos: «A vosotros los primeros trigo dulce como miel os puso»²⁰. Dicen
que se ha dicho respecto al grano de escanda, pues son un trigo pequeño
y los caballos se los comen sin daño, pero los trigos en realidad no resultan
sin daño. No sería increíble que alguien llamara a la escanda²¹ trigo pequeño,
por ser semejante a él en color, densidad y calor²².

3.5. In Hippocratis librum vi epidemiarum commentarii vi, dentro de la expli-


cación de un texto en que habla de cierta bebida citada por Hipócrates²³, el de
Pérgamo nos dice que eso era el ciceón²⁴:

Una bebida tal es el ciceón, como habéis aprendido de Homero²⁵. Mezclando


cada uno unas cosas diferentes con el vino, todos lo tienen como común.
Y también lo es quizá que el vino esté con harina²⁶.

²⁰ Il. 8.188. Héctor les habla a sus cuatro caballos (Janto, Podargo, Etón y Lampo), exhortándoles
a devolverle los cuidados que les diera Andrómaca, su esposa, al haberles ofrecido, a ellos por
primera vez, trigo, dulce como la miel, y vino, para que lo bebieran, tras haberlo mezclado de
antemano. Héctor les insta a darse prisa para que él pudiera apoderarse del escudo de Néstor, todo
de oro, y de la coraza de Diomedes, realizada por Hefesto.
²¹ La típhē es otra denominación de la escanda, según Galeno.
²² ἔνιοι δ’ ἐν τῷ τῶν πυρῶν γένει καὶ τοῦτο τίθενται τὸ σπέρμα. καὶ τό γε παρ’ Ὁμήρῳ λεγόμενον
ἐπὶ τῶν ἵππων, ἔνθα φησὶν ὁ Ἕκτωρ πρὸς αὐτούς
ὑμῖν πὰρ προτέροισι μελίφρονα πυρὸν ἔθηκεν,
ἐπὶ τοῦ τῆς τίφης σπέρματος εἰρῆσθαι λέγουσι· μικρὸν γὰρ εἶναι πυρὸν αὐτὰς καὶ τοὺς ἵππους
ταύτας μὲν ἀϐλαϐῶς ἐσθίειν, τοὺς δ’ ὄντως πυροὺς οὐκ ἀϐλαϐῶς. οὐκ ἀπιθάνως δ’ ἄν τις ὀνομάζοι
μικρὸν πυρὸν τὴν τίφην, καὶ τῇ χρόᾳ καὶ τῇ πυκνότητι καὶ τῇ θερμότητι τῆς δυνάμεως ἐοικυῖαν
αὐτῷ (De alimentorum facultatibus 1.13.6.522.6–16 [=241.16–24 Helmreich]).
²³ Epid. 6.6.2.3.324.2–6 L.
²⁴ Es importante el Himno homérico A Deméter (210) donde la diosa, afligida en sumo grado por la
pérdida de su hija, acepta la bebida que le ofrece Yambe, rompiendo así el ayuno que mantenía.
También los participantes en la celebración de los misterios eleusinios, sometidos a riguroso ayuno,
hacían lo mismo de forma ritual. El vocablo es más bien raro en griego: los tratados hipocráticos
lo tienen 22 veces, y Galeno, 11. Por su parte, en las Argonáuticas órficas 321.327, Orfeo, antes de
iniciar el largo viaje hasta la Cólquide, expone cómo preparó el ciceón, la bebida sagrada de agua
y cebada, la movió y se la dedicó a Deméter, añadiéndole después la sangre de un toro y agua salada
del mar, y les ofreció un sorbo a cada uno de los héroes participantes en la expedición.
²⁵ Cuatro veces aparece el vocablo en Homero: Il. 11.624.641, Od. 10.290.316. En la Ilíada es Hecameda
(la de hermosas trenzas, la que Néstor se había reservado en Ténedos), la que prepara la bebida
para Néstor y Macaón (el hijo de Asclepio). Como ingredientes, vino pramnio, ralladuras de queso
de cabra y un espolvoreo de blanca harina. A los citados, una vez que la hubieron bebido, se les
pasó la muy ardiente sed, y, entonces, empezaron a conversar. En la Odisea, en cambio, es un dios,
Hermes, el que elabora la poción para que la tomara Odiseo a fin de que no le hicieran efecto las
drogas de Circe.
²⁶ In Hippocratis librum vi epidemiarum commentarii vi 6.6.5.17b333.2–7: τοιοῦτον γάρ τι πρᾶγμά
ἐστιν ὁ κυκεών, ὡς καὶ παρ’ Ὁμήρου μεμαθήκατε, μειγνύντων μὲν 〈ἄλλων〉 ἄλλα τῷ οἴνῳ, κοινὸν
δ’ ἐχόντων ἁπάντων αὐτόν.

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Sobre la recepción de Homero en Galeno

3.6. Tres menciones de Homero nos ofrece el escrito In Hippocratis aphorismos


commentarii vii. En la dos primeras, muy cercanas, el médico está comentando
un aforismo hipocrático²⁷ en que se menciona la garganta (φάρυξ), se detiene
en varios términos anatómicos y menciona asimismo la laringe:

Y en algún momento en ese ensanchamiento que yace delante de esa (sc. la


laringe), cuyo nombre es faringe, se produce por naturaleza el ahogarse. Por
tanto, así lo afirma también Homero: «y de la faringe salía vino, / y trozos de
carne humana²⁸», llamando faringe al ensanchamiento que hay delante de la
garganta²⁹ y la laringe. Y parece que también ahora Hipócrates ha llamado
a esa misma parte del mismo modo que Homero³⁰.

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²⁷ Hp., Aph. 4.34: «Si a quien está con fiebre, sin tener hinchazón en la garganta, le sobreviene un
sofoco repentino: señal mortal».
²⁸ Od. 9.373. Una vez que el Cíclope se hubo comido a dos compañeros de Odiseo y que este le diera
tres copas de vino, el monstruo yacía echado boca arriba y de su garganta salían vino y trozos de
carne humana.
²⁹ El término stómachos es polisémico. Entre sus valores están garganta, esófago, cuello (referido
a varios elementos anatómicos), estómago, etc. Galeno lo examina en numerosos pasajes con
valores distintos.
³⁰ In Hippocratis aphorismos commentarii vii 4.34.17b704.1–8: καί ποτε κατὰ τὴν προκειμένην
εὐρυχωρίαν ταύτης, ᾗ τοὔνομα φάρυγξ ἐστὶ, πνίγεσθαι πέφυκεν. οὕτως οὖν καὶ Ὅμηρος ἔφη·
φάρυγος δ’ ἐξέσσυτο οἶνος,
ψωμοί τ’ ἀνδρόμεοι
τὴν προκειμένην εὐρυχωρίαν στομάχου καὶ λάρυγγος ὀνομάζων φάρυγγα. φαίνεται δὲ καὶ νῦν
ὁ Ἱπποκράτης ταὐτὸ τοῦτο τὸ μόριον ὡσαύτως Ὁμήρῳ καλέσας·

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Juan Antonio López Férez

Schwyzer, E. (1939): Griechische Grammatik. Erster Band. Allgemeiner Teil. Lautlehre.


Wortbildung. Flexion, Múnich, C.H. Beck’sche Verlagsbuchhandlung.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 447 — #447

Prólogo desconocido de la Ilíada en un códice del


Monte Athos
Luis M. Macía Aparicio
Universidad Autónoma de Madrid
luism.macia@uam.es

Resumen: Repartidos entre varios monasterios del Monte Athos hay catorce códices, desatendidos
en casi todas las ediciones críticas de la Ilíada. Sin embargo, aportan bastantes novedades en
forma de glosas, escolios, comentarios y añadidos. Sirva de muestra este prólogo desconocido que
encabeza uno de ellos.
Palabras clave: Ilíada, manuscritos, prólogo desconocido.

Unknown prologue of the Iliad in a codex from mount Athos


Abstract: Distributed among several monasteries of Mount Athos there are fourteen manuscripts,
neglected in almost all the critical editions of the Iliad, although they bring novelties in the form
of glosses, scholia, comments and additions. As a muster, this unknown prologue at the beginning of
one of them.
Key Words: Iliad, manuscripts, unknown prologue.

Dedicatoria

Varias razones explican mi elección de un tema relacionado con la Ilíada para


homenajear a Emilio Crespo, amigo desde nuestro primer encuentro, en 1976,
en unas oposiciones a Cátedras de Instituto, y colega hasta la actualidad en la
UAM, a la que se incorporó en 1982 y en la que ha ejercido su magisterio hasta
su jubilación. La primera, la dedicación de ambos a ese poema, él, como autor
de una excelente traducción, de 1991, y yo, como editor; la coincidencia pudo
haber sido mayor aún si él hubiera aceptado participar en nuestro proyecto
editorial, ocupándose de sus aspectos más lingüísticos. La segunda, que es un
trabajo de Paleografía, una materia que, tras la jubilación del Prof. Fernández
Galiano, tuvimos que impartir los Profesores Titulares del Departamento por
riguroso turno: Emilio cumplió el suyo con el mismo rigor y provecho que
siempre ha acompañado a su actividad docente. La tercera es de naturaleza
afectiva: nuestra edición de la Ilíada recoge las lecturas de catorce manuscritos
del Monte Athos, que ninguna otra edición del poema, anterior o posterior, ha
tenido en cuenta. En su estudio he puesto tanto afecto como el que me une al

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Luis M. Macía Aparicio

homenajeado y esa es, entre todas, la razón más importante que me ha movido
a ofrecerle este trabajo, quizá más personal que estrictamente académico.

1. Los manuscritos del Monte Athos y su lectura

La aportación de nuevos materiales ha sido uno de los objetivos principales


de nuestro trabajo editorial sobre la Ilíada: noticias de la tradición indirecta,
lecturas de papiros no citados en ediciones anteriores, revisión de manuscritos
ya conocidos y aportación de otros nuevos. Muestra de ello es la inclusión
entre sus testimonios textuales de los catorce manuscritos mencionados en
la nota 1, de los aspectos materiales de cuya lectura haré en primer lugar un
breve resumen.
Supimos de ellos por medio de una referencia a la pág. 37 del tomo iii del
Catálogo de Microfilms de Manuscritos Griegos de Th.St. Tzannetatou y B.G.
Mandilaras (Atenas 1972), donde se hacía escueta referencia a unos códices de
diversos monasterios del Monte Athos, que contenían, total o parcialmente, la
Ilíada. Gracias a un Proyecto de Investigación del que disponíamos y a la ayuda
de un buen amigo, el Dr. Pedro Bádenas, obtuvimos una copia en microfilm¹,
cuya lectura y colación he hecho² en tres etapas en condiciones muy diferentes.
La primera se plasmó en los dos primeros tomos de la edición³, en los que
hicimos solo un cotejo del texto de los microfilms en los puntos más notables
del aparato crítico de la Editio maior de Allen (1931). En esa etapa, además, la
colación de los cantos 4–9 fue particularmente trabajosa, pues a los problemas
generados por la máquina lectora se sumó que fui yo solo quien hizo la lectura
y la anotación de las variantes⁴.
La segunda se refleja en los dos últimos tomos⁵. Fallecido García Blanco,
completé la colación de todas las imágenes que quedaban, pero en esta ocasión,
afortunadamente, podía usar una máquina mejor. En ella se leían las imágenes
¹ Lamentablemente, la fuente de referencia no proporciona datos acerca del formato y las característi-
cas materiales de esos códices y las fotografías del microfilm tampoco son capaces de proporcionar
datos concretos al respecto. Tan solo hemos podido hacernos una idea aproximada y ver que casi
todos ellos tienen un tamaño que podríamos describir como «normal», con unas 18–20 líneas
por cara, y que otros, por ejemplo Ath² y Ath⁷, del que hablaremos más adelante, presentan hojas
bastante más altas, llegando a contener más de 70 líneas por cara, aunque, eso sí, con escasas
glosas interlineales, en el caso de Ath². Para más detalles véase Macía 2015.
² Durante todas las fases era yo quien leía las imágenes (de ahí mi empleo de la 1ª de sg.). García
Blanco tomaba nota cuidadosamente de dichas lecturas.
³ 1991 y 1998, cantos 1–3 y 4–9, respectivamente; ambos en colaboración con J. García Blanco.
⁴ Cualquiera que haya usado una máquina lectora de microfilms de aquellos años, tan poco
ergonómicas y de tan deficiente resolución, comprenderá que limitáramos la amplitud del cotejo.
⁵ 2009 y 2013, cantos 10–17 y 18–24, respectivamente. El tomo 4, en colaboración con J. de la Villa.

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Prólogo desconocido de la Ilíada

que, además, podían guardarse como archivos PDF. Obtuve pues en ese formato
las imágenes de los dos únicos manuscritos que aún ofrecían texto iliádico
—Ath, que tiene todo el poema, y Ath², que acaba con el final del canto 19—.
La comodidad de acceso a las imágenes, ahora visibles —aunque la nitidez
de muchas de ellas deja bastante que desear— y ampliables, permitió reflejar
con mucho mayor detalle el contenido de esos dos códices⁶.
La tercera comienza en 2018, tras mi jubilación. Consciente de la cantidad
de material que ofrecían esos manuscritos y del interés de su estudio, intenté
utilizar la máquina de la fase anterior para obtener copias en PDF del texto
completo de todos ellos, pero, desafortunadamente, había dejado de funcio-
nar y aunque encontré otra similar en el CSIC, que fue amablemente puesta
a mi disposición, esta no era capaz de realizar aquella función. Por suerte,
el Departamento de Filología Clásica de la UAM sufragó generosamente la
conversión de los microfilms a fotografías digitales, que encargué a una casa
especializada de Madrid, aunque no fue posible hacerla para todos ellos, sino
solo para aquellos cuyas filminas tenían los bordes dentados⁷.
He podido ahora apreciar numerosos detalles que en su momento no vi
o dejé de lado: (recuérdese que la primera lectura fue selectiva); pero las nuevas
imágenes también presentan bastantes problemas, sobre todo el de la nitidez,
pues muchas son bastante borrosas, lo que dificulta la lectura del texto e impide
prácticamente la de las glosas interlineales o los comentarios marginales. Esos
problemas proceden en su mayoría del trabajo de los fotógrafos de Madrid⁸:
sin entrar en detalles, señalaré la repetición íntegra de las fotografías del canto
3 en Ath¹ y, por tres veces, la de la filmina de los fols. 39 y 40 de ese manuscrito,
que contienen los vv. 597–611 del canto 1 y dos períocas del 2. Por ello, antes
de la lectura ha sido necesario identificar y ordenar el contenido, una pesada
tarea, facilitada por el manejo del TLG y por la regularidad en el número de
líneas por página que presentan generalmente los manuscritos.
⁶ El empleo de recursos electrónicos nos permitió también acceder a imágenes de manuscritos tan
importantes como los venecianos A y B y corregir en algún caso las lecturas que de ellos ofrece la
edición de Allen.
⁷ Los microfilms son como los antiguos rollos fotográficos de celuloide, cuyos bordes dentados
permitían que los carretes pasaran de una imagen a otra y de un rollo a otro. Carentes de esos
bordes, no se han podido positivar Ath² (en los cantos 1–9), Ath³, Ath⁴, Ath⁵, Ath⁶ y Ath⁸, cuyos
microfilms originales conservo, a la espera de que alguna vez sea posible positivarlos, pero sí Ath,
Ath¹, Ath² (en los cantos 10–19) Ath⁷ y Ath⁹–¹³. Para el contenido de todos ellos véase García
Blanco & Macía Aparicio 1991: 297–98.
⁸ En su descargo cabe decir que no saben griego. Seguramente por esa razón son muchas las fotos
repetidas, algunas omitidas y algunas reveladas con el texto escrito de derecha a izquierda. Además,
hay cantos cuyo texto está revelado en orden inverso, desde el final al comienzo. Quizá esto se
deba a que, tras nuestra lectura en la primera máquina, los rollos quedaron almacenados en orden
inverso.

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Luis M. Macía Aparicio

Pero también las imágenes que recibimos de Atenas presentaban problemas


semejantes. Explicaré brevemente uno de los casos más extraordinarios, que
afecta al códice Ath⁷, del que en la SIGLA del vol. i de nuestra ilíada se dice:
cont. i–vii (omissus est catalogus nauium, deinde post iii additus), a nobis collatus.
La noticia —repetida para más escarnio en el Aparato de Referencias de Il.
2.494–877— es falsa, como hemos podido comprobar en esta tercera fase de
nuestra lectura, realizada en las buenas condiciones antes descritas: el Catálogo
está incluido en ese manuscrito. ¿Por qué escribimos aquello? Creo que por
el efecto combinado de la ordenación de esos versos en los microfilms que
recibimos de Atenas⁹, sumado a las dificultades de lectura de aquella primera
fase y también, desde luego, a nuestra inexperiencia.
El manuscrito Ath⁷ es uno de los que parecen de gran tamaño¹⁰. Hasta la
fotografia de su fol. 41ᵛ el orden de revelado es correcto: su texto termina en
2.474, al que siguen 5 líneas claramente tachadas (vv. 475–79), como lo están
también los números de verso y la guía de lectura.
Pero el fotógrafo griego puso a continuación la del fol. 54ᵛ, que contiene el
título, la períoca y los primeros 14 versos del canto 3, con cuyas fotografías
continúa ordenadamente hasta la de 68ʳ. De ahí la primera parte de la falsa
noticia de nuestra SIGLA: omissus est catalogus nauium.
Tras esa última imagen (la del fol. 54ᵛ), el fotógrafo colocó el fol. 43ᵛ, que
comienza en 2.494, el primero del Catálogo de las Naves (con una etiqueta
suya que reza Κατάλογος νηῶν ἠδὲ Βοιωτία, como el encabezamiento del
manuscrito¹¹), desde el que las imágenes avanzan ordenadamente hasta el fol.
54ʳ, que contiene solamente los vv. 2.875–77 y deja el resto de la cara en blanco.
Esta ordenación explica la segunda parte de nuestra falsa noticia: deinde post iii
additus, ya que el canto 3 comienza, como he dicho, en el fol. 54ᵛ. Por otra parte,
la secuencia de versos y folios recién descrita revela que faltan los vv. 2.475–93
y los folios 42 completo y 43ʳ. No podemos saber si el desorden y la falta de
esos folios se encuentra en el propio manuscrito, quizá mal encuadernado en
origen, o si ello se debe a que la tachadura del final del fol. 41ᵛ hizo pensar
a aquellos fotógrafos que el canto 2 había acabado allí, siguieron con el canto 3

⁹ Naturalmente, el desorden no fue apreciado por los fotógrafos de Madrid, que repitieron el material
en el orden original de los microfilms recibidos de Atenas.
¹⁰ Cada una de sus caras contiene entre 14 y 16 versos, numerados de 5 en 5 y con abundantes glosas
interlineales. Hay también, en el margen superior derecho, numeración de fol. (1–138), pero solo
en las caras recto y a partir del fol. 14, y guía de copia (en un pequeño ángulo recto, abierto hacia
la derecha y dibujado en el margen inferior derecho, se incluye la primera palabra de la página
siguiente).
¹¹ La consideración del Catálogo como algo independiente es común en estos manuscritos. En este,
por ejemplo, los versos tienen numeración propia, de modo que 2.494 es su v.1 y 2.877, su 384.

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Prólogo desconocido de la Ilíada

y después recuperaron el final del 2, que, como hemos dicho, va precedido ante
el v. 494 de lo que, en apariencia, es un comienzo de canto.
Por último, puso las imágenes de los fols. 68ᵛ–84ᵛ, que contienen el canto 4
y las de los fols. 85ʳ–138ʳ, donde concluye el texto iliádico con el final del canto
7. La ordenación correcta, que debería evitar que alguien vuelva a cometer
nuestro error, habría sido pues la siguiente; cantos 1–2 (faltan los vv. 2.475–93),
fols. 1ʳ–54ʳ; 3, fols. 54ᵛ–68ʳ y 4–7, fols. 68ᵛ–138ᵛ y la referencia en la SIGLA,
cont. i–vii (omissi ii 475–93), a nobis collatus.

2. Un prólogo desconocido en el cod. Athous Megistes Laures 1513


(Ath¹³)

Figura 1 – cod. Athous Meg.Laur. 1513, fol. 1

Se trata de un códice del tipo de los que hemos descrito como de tamaño
normal, que presenta su contenido textual a razón de 16/17 líneas por cara¹². La
escritura es muy limpia, de trazo grueso y en tinta oscura muy visible. Apenas
¹² La regularidad en el contenido de cada una de las caras facilita la detección de versos de más o de

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Luis M. Macía Aparicio

tiene glosas, que suelen ser interlineales y explicativas de tal o cual término.
Presenta numeración de folio¹³. Así leemos su prólogo¹⁴:

Ὦ σοφίης ἀδαήμονες ἄνδρες, οἳ κατὰ γαῖαν


νηπυτίοισιν ὁμοῖοι ἀλᾶσθε λυγρὰ νοσοῦντες.
τίπτ’ ὄφελος πλούτου; τί δ’ ὄνειαρ ἐσεῖται κόσμου;
μέχρι τίνος βιότου τέρψιας ἀμφαγαπῶντες
ἠύτ’ ἀλαοὶ ζώητ’ οὐδαμὰ φῶς ὁράοντες;
Δίζησθαι βιϐλία σοφίης κέλομαι πᾶσιν ὕμμι,
μυστοπόλους τ’ ἀγαθοὺς Χριστοῖο φίλους τελέθοντες,
ὄφρα μύθους μυούμενοι ποιητῶν πολυίδρων,
μάλα θεοῖο λόγου νημερτέα πίστιν ἀγαυὴν
ἴσῃσθ’ ἀπειπάμενοι πολυθείην τῶνδε.

1 οἳ : οἱ ms. 2 νηπυτίοισιν : νηπιτύοισιν ms. 5 ὔμμι : ὕμμι ms. 6 δίζησθαι : δίζησθε ms.

La puntuación es incompleta y no hay signo de interrogación. Paleográfica-


mente destaca la abundancia de ligaduras, a veces distintas para la misma
grafía¹⁵, y la alternancia de los signos σ, ς y ϲ, en interior y final para sigma¹⁶.
La grafía νηπιτύοισιν en lugar de νηπυτίοισιν es, seguramente, un error auditi-
vo¹⁷; también la de δίζησθε en lugar de δίζησθαι, si estamos en lo cierto, pues,
como veremos enseguida, aquella es también admisible. Creemos también que
son errores del escriba el relativo οἱ, escrito sin acento y ὕμμι, con espíritu
áspero. Nuestra traducción es la siguiente¹⁸:

Hombres ignorantes del saber, que por el mundo


cual cándidos niños vagáis tramando mezquindades.
¿Valdrá de algo alguna vez la riqueza? ¿Cuál será el provecho del orbe?
¿Hasta cuándo, empeñados en los gozos de la vida,
como vagabundos viviréis, sin ver la luz en ninguna parte?
A buscar con afán la Biblia os exhorto a todos vosotros,

menos, siendo la omisión, que afecta sobre todo a los cantos 4 y 5, lo más frecuente. Como he
señalado en n.1, no me es posible indicar las dimensiones ni la calidad material del manuscrito.
¹³ Su texto de la Ilíada (1–2.644, 3–9) ocupa los fols. 1ᵛ–163ᵛ. La fotografía no deja ver el color de la
tinta original de esos números, seguramente marrón, que son apenas visibles y únicamente entre
los fols. 2–8 y 130–150.
¹⁴ Agradezco la ayuda de mi compañero J. Polo Arrondo en este punto.
¹⁵ Hay dos para el final -ους en tres palabras del v. 7. Para las ligaduras, cf. Ingram 1966: 382–9.
¹⁶ Por ejemplo, ἐσεῖται κόςμου (v. 3) y μυστοπόλουc ἀγαθούς (v. 7).
¹⁷ Cf. Bernabé 2010: 26.
¹⁸ Agradezco en este punto las acertadas sugerencias de J. Torres, que me hizo notar también las
semejanzas de este texto con los escritos de Gregorio y Nonno mencionados más abajo.

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Prólogo desconocido de la Ilíada

haciendo caso a los sacerdotes, buenos amigos de Cristo,


para que, aun iniciados en los relatos de muy sabios poetas,
la magnífica fe que no yerra en la Palabra de Dios
conozcáis al máximo, rechazando el politeísmo de esos.

Semejante texto no aparece en las bases de textos más usuales y no podemos


identificar a su autor ni siquiera hacer una propuesta al respecto.
Ofrece una exhortación a la búsqueda de la sabiduría y al abandono de anhe-
los materiales. Su aire moralizante se parece al tono general de la Introducción
de Eustacio a su Comentario de la Ilíada, con sus recomendaciones a ocuparse
del saber, con Homero como principal modelo, a algunos escritos de Gregorio
Nacianceno y a la Paráfrasis del Evangelio de Juan, de Nonno: doctrina católica
en hexámetros homéricos.
Tiene dos bloques, cada uno de ellos de cinco líneas claramente marcados,
con las iniciales de los vv. 1 y 6, de superior tamaño. En el primero se interpela
a los hombres de comportamiento equivocado, apegado a lo material; en el
segundo se recomienda un cambio de vida: dedicar la máxima atención a la
Biblia (βιϐλία σοφίης) y a los sacerdotes (μυστοπόλους, reveladores de mis-
terios, iniciadores) de Cristo, abandonando el politeísmo (πολυθείην) de los
poetas. El parecido general con los escritos de los autores cristianos se aprecia
más claramente en estos últimos versos. Las diferencias entre los dos bloques
afectan también a la forma y al léxico, más «homéricos» en el primero.
Como el poema al que prologa, el texto está escrito en hexámetros dactílicos,
aunque los suyos no están totalmente bien logrados. El ajuste al esquema del
verso épico es bueno en los primeros cinco versos, aunque hay que notar el
alargamiento ante la diéresis bucólica¹⁹ en 1 (ἄνδρες � � > � �) y 2 (-λᾶσθε � � >
� �), el carácter espondaico de 3 (-σεῖται κόσμου) y el 3º pie de 4, monosilábico
(-του, de βιότου). En la segunda parte ese ajuste es peor: no entran en el
esquema el v. 6, muy defectuoso²⁰, ni, de ninguna manera, el 10. Por su parte,
el 8 es de final dactílico, ποιητῶν πολυίδρων (� � � � � � �), pero no lo es
su comienzo. Los mejor adaptados a la norma del hexámetro son el 9, donde
bastaría con considerar larga la silaba inicial, y el 7, un hexámetro perfecto.
El afán versificador y de acercamiento al tono épico se aprecia, en todo caso,
en la repetición del final -οντες en los vv. 2, 4, 5 y 7, los tres primeros de los
cuales están en el bloque más ajustado a la métrica del verso épico..

¹⁹ Cf. West 1982: 35–39.


²⁰ Su δίζησθε presentaría una sílaba breve al comienzo del 2º pie (sería larga con δίζησθαι), alarga-
miento métrico de la -α de βιϐλία ante cesura y la consideración como breve de la de πᾶσιν, pese
a su acento circunflejo. Por el sentido, sin embargo, la lectura del manuscrito podría entenderse
como imperativo en asíndeton con κέλομαι: «Buscad… os exhorto…».

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 454 — #454

Luis M. Macía Aparicio

En cuanto al léxico, el aire épico, homérico en general, está presente sobre


todo en la primera parte. Homéricos son ἀδαήμων²¹, νηπύτιος²² y ὄνειαρ²³;
Hesíodo atestigua λυγρὰ νοεῦντες²⁴ y el verbo ἀμφαγαπάω²⁵; por otra parte,
ὔμμι es frecuente en ellos dos y en muchos poetas arcaicos y clásicos; en
cuanto a τέρψιας, escrito con ligadura muy poco usual de -ερ- (parece -ορ-),
su presencia se atestigua en Píndaro²⁶ y Demócrito²⁷. Con todo, lo más notable,
a mi entender, del léxico de ese bloque por comparación con el siguiente es la
ausencia de neologismos y hápax.
En la segunda parte hay homerismos: τελέθω²⁸, πολύιδρις²⁹, ἀγαυή³⁰ y νη-
μερτής³¹ están en Homero, pero su aire más moderno es evidente. Además de
χριστός, que el autor ha querido homerizar con un genitivo en -οιο, encontra-
mos μυστόπολος³² y πολυθείη, una palabra que aparece por primera vez en
Filón de Judea³³ y que aparece con extraordinaria frecuencia en los autores
cristianos a partir del siglo iv.

Referencias bibliográficas

Bernabé, A. (2010): Manual de Crítica Textual y Edición de Textos Griegos, Madrid, Akal.
Crespo, E. (1991): Ilíada, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos.
García Blanco, J. & Macía Aparicio, L.M. (1991, 1998): Homero. Ilíada (vols. i–ii, cantos
1–3, 4–9), Madrid, CSIC, Alma Mater.
Ingram, W.H. (1966): «The Ligatures of Early Printed Greek», GRBS 7.4, 371–89.
Macía Aparicio, L.M. (2009): Homero. Ilíada (vol. iii, cantos 10–17), Madrid, CSIC, Alma
Mater.
Macía Aparicio, L.M. & Villa Polo, J. de la (2013): Homero. Ilíada (vol. iv, cantos 18–24),
Madrid, CSIC, Alma Mater.

²¹ Il. 5.364, 13.811, Od. 12.208, 17.283, 24.244.


²² Il. 13.292, 20.200, 211, 244, 431, 21.410, 441, 474, 585.
²³ Il. 22.433, 486, Od. 4.444, 15.78.
²⁴ Hes. Op. 261.
²⁵ Hes. Op. 58. En Homero se presenta como ἀμφαγαπάζω en Il. 16.192 y Od. 14.381.
²⁶ Pi. P. 9.19.
²⁷ Democr. 146.3.
²⁸ Hay 12 ejemplos del verbo en Homero, pero τελέθοντες solo aparece en Od. 17.486, en sede métrica
y con significación diferentes.
²⁹ Od. 2.346, 15.459, 23.82.
³⁰ Il. 18.42, Od. 11.213, 226, 635.
³¹ Hay 32 ejemplos.
³² En dos de los autores que hemos mencionado como referentes por el parecido formal y conceptual
de sus escritos con el de estos versos: Gregorio Nacianceno (Carmina de se ipso 1228.2) y Eustacio
(ad Il. 141.5), donde aporta ejemplos de composición nominal.
³³ Philo Jud. De mutatione nominum 205.4.

454
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 455 — #455

Prólogo desconocido de la Ilíada

Macía Aparicio, L.M. (2015): «Una edición española de la Ilíada», en J. de la Villa et al.
(eds.), Ianua Classicorum, Madrid, SEEC, vol. ii, 761–764.
West, M.L. (1982): Greek Metre, Oxford, Clarendon Press.

455
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 456 — #456
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 457 — #457

De la obscenidad de los sátiros


Antonio Melero Bellido
Universidad de Valencia
antonio.melero@uv.es

Resumen: El presente trabajo estudia algunos pasajes obscenos de dramas satíricos en un intento
de definir la especial comicidad del género teatral.
Palabras clave: Teatro griego, drama satírico, obscenidad, comicidad.

About the obscenity of the satyrs


Abstract: The present paper studies some obscene passages of Greek Satyr-Plays in an attempt to
define the special comicality of the theatrical genre.
Key Words: Greek Theater, Satyr-Play, obscenity, comicality.

En una conocida definición Pseudo-Demetrio¹ definió el drama satírico como


τραγῳδία παίζουσα, una tragedia jocosa, un respiro cómico que servía de
alivio a los espectadores, abrumados por la contemplación de los trágicos
destinos de los héroes. De acuerdo con esta definición Demetrio no apreciaba
rasgos diferenciadores entre la lengua de la tragedia y la del drama satírico.
A lo sumo puede inferirse un cierto tono cómico² que brota, sin embargo, más
de la situación dramática que de la lengua en que dicha situación se manifiesta.
Que el humor satírico era en buena medida situacional y brotaba de la
naturaleza misma de los sátiros, sea de sus defectos morales, como quería
Laserre³, o, más bien, de la discordancia entre sus propósitos e intenciones
y su ausencia de toda educación e iniciación cívica⁴ es algo indudable, pero no
basta para explicar todas las características y funciones del género.
Nuestro mejor conocimiento de la lengua y dicción satíricas ha permitido no
solo aquilatar mejor la relación entre la lengua del drama satírico con los otros
dos géneros teatrales, sino también comprender mejor la función de algunos
rasgos lingüísticos definitorios del género.
¹ Eloc. 169 οὐδὲ γὰρ ἐπινοήσειεν ἄν τις τραγῳδίαν παίζουσαν, ἐπεὶ σάτυρον γράψει ἀντὶ τραγῳδίας
² Aristóteles en Poética 3.1448a, 29, al hablar del σατυρικόν del que procede la tragedia, señala como
uno de sus rasgos definitorios la λέξις γελοῖα, si bien queda aún por definir cómo podía ser ese
σατυρικόν originario.
³ Lasserre 1973
⁴ Cf. Di Marco 2013, especialmente pp. 53–68

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 458 — #458

Antonio Melero Bellido

Una caracterización taxonómica de la lengua del drama satírico es hoy


posible gracias a nuestro mejor conocimiento del género así como a estudios
como los de Usher (1978) o López Eire (2000, 2001): la taxonomía coloca a la
lengua del drama satírico en «un lugar intermedio entre la lengua de la tragedia
y la comedia»⁵, intermedio en la medida en que presenta rasgos lingüísticos
compartidos con uno u otro género y otros específicamente satíricos, lo que
yo he llamado dicción satírica⁶.
Indudablemente satíricos son ciertas interjecciones⁷, exclamaciones⁸, dimi-
nutivos⁹, coloquialismos¹⁰, giros y refranes populares¹¹, slang, vulgarismos¹²,
arcaísmos, palabras raras y anacrónicas, algunos dialectalismos¹³, determinadas
formas poéticas¹⁴, así como otros rasgos, compartidos con la comedia, como la
acumulación verbal.
Un elemento de comicidad omnipresente en la comedia es la obscenidad.
No faltan tampoco momentos obscenos en el drama de sátiros. Creemos, sin
embargo, que la obscenidad satírica brota de forma diferente a como lo hace en
la comedia. Mientras en esta puede surgir en cualquier momento como puro
juego verbal, en el drama de sátiros la obscenidad está casi siempre motivada

⁵ En esencia lo que leemos ya en Horacio Ars 220 ss. Cf. Pfeiffer 1938: 62 «mittleren Tons freier
Heiterkeit» y Seidensticker en Krumeich et al. 1999: 15 «insgesamt [la lengua del drama satírico]
der Tragödie näher als der aristophanischen Komödie ist die Sprache der erhaltenen Bruchstücke».
⁶ Melero1991: 173–186. Seidensticker en Krumeich et al. 1999: 16 matiza, sin embargo, al afirmar:
«in grossen und ganzen ist der Stil der erhaltenen Text einheitlich und wenn die Sprache der
Helden sich einmal deutlich zu tragischer Höche erhebt, dann ist die parodistische Absicht meist
unverkennbar».
⁷ Cíclope 153 παπαιάξ, 156 βαϐαί, 572 παπαῖ.
⁸ Cíclope 9, 154, 558, 560 etc. μὰ Δία.
⁹ Cíclope 185 ἀνθρώπιον, 266 Κυκλώπιον, 267 δεσποτίσκε, 316 ἀνθρωπίσκε.
¹⁰ Casi todos en boca de Sileno o de los sátiros o de un monstruo. Cíclope 8 φέρ’ ἴδω, 349 κλαίειν
ἄνωγα. En v. 701 es Ulises triunfante quien repite como un eco la vulgar expresión del Cíclope.
Para este registro cf. Stevens1976 y Ussher 1978.
¹¹ Teoros fr. 2 v. 5 δακρύσεις οὐ καπνῷ. Cf. Di Marco 2013: 152–3, 158–9, 169–70, 265–75.
¹² Cíclope 169 τουτί, 643 ὁτιή.
¹³ Diktyoulkoi 787, 823 μικκός; quizás φίντων forma doria de φίλτων, si no se trata de un nombre
propio. Cf. Krumeich 1999: 117 n. 32.
¹⁴ Propias de la poética satírica es lo que se ha llamado la dicción enigmática: la tendencia a no
nombrar o calificar una cosa por su nombre propio empleando, en su lugar, una perífrasis oscura
o anfibológica. Tal por ejemplo la reluctancia de los sátiros en el Cíclope a mencionar el vino
llamándolo «la bebida del dios»; en los Teoros a nombrar los objetos que Dioniso quiere entregar
a los sátiros descritos como νεοχμὰ…. ἀθύρματα / ἀπὸ σκεπάρνου κἄκμονος νεόκτιτα; en la misma
obra las máscaras que ofrendan a Posidón son calificadas de mensajero sin voz v. 20 ἄγγελον.
κήρυκα ἄναυδον. Cf. Diktyoulkoi 822–23, donde Sileno emplea un giro semejante para indicar que
es el momento adecuado para las nupcias con Dánae: τέλεος / καιρὸς ἄναυδος ἐπαινεῖ. Di Marco
2013: 111 ss.

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De la obscenidad de los sátiros

por la discordancia entre las cualidades físicas, morales, sociales o intelectuales


de los sátiros y sus grotescos deseos o pretensiones¹⁵.
En determinadas escenas los sátiros llaman orgullosamente la atención sobre
su indumentaria fálica: al falo dedican toda suerte de elogios, atenciones y mi-
mos en momentos de excitación o inesperada euforia. Manifestaciones estas
que, sin duda, iban acompañadas de los correspondientes gestos y actitudes
corporales propias de lo que ha dado en llamarse «teatro del cuerpo»¹⁶. El locus
clásico lo encontramos en el Cíclope: Ulises, que ha escapado de la cueva donde
permanecen sus compañeros al igual que Sileno, que permanece dentro apega-
do al vino como «un pájaro atrapado en la liga», urge a los sátiros a colaborar
con él en la acción de cegar al Cíclope y liberarse así de su esclavitud para
volver al θίασος dionisíaco y a la compañía de la Ninfas. Los sátiros, llevados
por su entusiasmo juvenil y su irresponsabilidad, se muestran dispuestos a ello.
Su respuesta incluye una motivación inesperada, la soledad o más exactamente
la viudedad de su falo, soledad cómica expresada con un desconcertante apros-
doceto. Desgraciadamente el pasaje está corrupto¹⁷, aunque se deja fácilmente
interpretar:

—ὦ φίλτατ’, εἰ γὰρ τήνδ’ ἴδοιμεν ἡμέραν


Κύκλωπος ἐκφυγότες ἀνόσιον κάρα.
ὡς διὰ μακροῦ γε +τὸν σίφωνα τὸν φίλον
χηρεύομεν τόνδ’ οὐκ ἔχομεν καταφαγεῖν†¹⁸
(E. Cíclope 437–440).

Esta ocurrencia inesperada, «tener viuda (sit venia verbo) la manguera» aunque
muy frecuente en el género¹⁹, nos recuerda algunas escenas de los Diktyoulkoi
de Esquilo.
El tema de la obra es bien conocido. Abandonada al mar en un cofre por
su padre Acrisio junto con el niño Perseo, Dánae llega a las costas de la isla
de Sérifos, donde Dictis, hermano del rey Polidectes, y unos pescadores, sin
duda sátiros, la rescatan del mar. A la vista de la joven los sátiros y su padre
Sileno se sienten excitados y tratan de atraer su atención y benevolencia con
las salaces intenciones propias de su instinto animal. El tema proporcionaba
dos elementos frecuentes en el género: el portento o maravilla, en este caso el

¹⁵ Así en Cíclope 169 s., 179 ss, 327 s., 437–440, 495 ss., 582 s.
¹⁶ Di Marco 2013: 58.
¹⁷ Cf. Di Marco 2013: 265–275.
¹⁸ Di Marco 2013 propone leer, con mínima alteración textual, ὡς διὰ μακροῦ γε τὸν φίλον σίφων’
—ὁρᾷς— / Χηρεύομεν.
¹⁹ Cf. para esta referencia metateatral, Kaimio 2001: 35–78, especialmente p. 54, así como las
consideraciones de Di Marco 2013: 274–5.

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Antonio Melero Bellido

hallazgo, apertura del cofre y surgimiento de la joven Dánae; por otro lado, los
intentos de los sátiros de seducirla de un modo u otro.
El intento de seducción se inicia, en los fragmentos conservados, con el
ofrecimiento de Sileno de convertirse en huésped y representante o patrón de
la joven y del niño. Fr. 47a vv. 765–70 (Krumeich et al. 1999: 113):

〈ΣΙΛΗΝΟΣ〉

] . . [ . ] . αν καὶ θεοὺς μαρτύρομαι


] . παντὶ κηρύσσω στρατῷ
]παντάπασι . . . φθάρης
]ουσα πρόξενόν θ’ ἅμα
] . . ου με καὶ προπράκτορα
] . ε μαῖαν ὡς γερασμίαν

Encontramos aquí un claro ejemplo de uso inapropiado de la lengua jurídica.


Ignoramos las razones por las que Sileno puede solemnemente, poniendo por
testigo a los dioses, autoproclamarse πρόξενος de Dánae, un título que solo
podía ejercerse mediante acuerdo oficial entre dos ciudades. Dánae es en este
momento una apátrida, abandonada por su padre Acrisio y no parece que los
sátiros tuvieran ninguna consideración política en Sérifos. La acción se desen-
vuelve, como es normal en el drama satírico, en un lugar marginal²⁰, lejos de los
espacios cívicos de la pólis. La comicidad del pasaje radica exactamente en ese
uso inapropiado, inexacto, ingenuo y, al tiempo, malicioso del lenguaje políti-
co²¹. Sileno busca ganarse el aprecio de Dánae y vencer su previsible resistencia
presentándose como su representante legal. E inmediatamente añade otro tí-
tulo como garantía de su confianza: será también su προπράκτωρ. La palabra,
un hápax, resulta enigmática, a no ser que veamos en ella un simple sinónimo
de πρόξενος, cosa, en mi opinión, poco probable. Es posible que el término
designara de forma más general al protector o tutor de una joven o de un niño,
un procurador o representante de algún miembro familiar. De ser así, la rela-
ción entre Dánae y Sileno no será solo oficial, sino que se basará en un vínculo
familiar estrecho. Tal parece sugerir la expresión del verso 819 κηδεστῶν τρό-
πον con la que Sileno representa la bucólica, salvaje y naturalmente imposible
felicidad familiar. προπράκτωρ es por su forma un término arcaico, una de
esas formaciones en -τωρ, inusuales ya , salvo en las formaciones adjetivales,
en el ático de la época. El empleo de tales términos, como arcaísmos propios de
la lengua de los sátiros, parece confirmado por formaciones semejantes tales

²⁰ Para la marginalidad de los sátiros cf. Voelke 2001.


²¹ Para el uso inapropiado del lenguaje político cf. Di Marco 2013: 35–36 y 195–96.

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De la obscenidad de los sátiros

como Esquilo, ᾿Ισθμιασταὶ ἢ Θεωροί fr. 78a v. 20, en que los sátiros califican
a las máscaras que ofrendan en el templo de Posidón como ἐμπόρων κωλύτορα,
un obstáculo para los viajeros, expresión enigmática glosada quizás en el verso
siguiente: ἐπισχήσει κελεύθου τοὺς ξένους. No obstante, en la misma escena
de Diktyoulkoi 770, Sileno, siempre con la intención de tranquilizar y doblegar
las posibles resistencias de Dánae, se representa a sí mismo como μαῖαν ὡς
γερασμίαν, «honrosa mamaíta o aya». μαῖα es un infrecuente hipocorístico
para mujeres de edad (Euriclea en Odisea 19.482) o madrastra (E. Hipp. 243). En
cuanto a γερασμία, literalmente «honrosa u honrada» el término apenas está
atestiguado: en dos ocasiones, en el Himno a Hermes 122 y en Argonaúticas órfi-
cas 626 y en ambos casos califica los elementos sacrificiales de una víctima. De
manera que solo intuitivamente entendemos la expresión como ehrwürdige Am-
me en la traducción de Krumeich et al. (1999: 115) o «venerable ayita». Con este
contexto cabe pensar que en la elección del hápax προπράκτωρ ha podido inter-
venir, además de la predilección estilística por arcaísmos, la semejanza fonética
con προπάτωρ ampliamente atestiguado con el sentido de ancestro o abuelo
y glosado por Focio como ἢ ὁ πάππος ἢ ὁ πρόγονος. En tal caso estaríamos
ante un juego lingüístico que el auditorio sin duda percibiría como tal.
Los intentos de Sileno de ganarse la voluntad de Dánae tienen como con-
secuencia aumentar la angustia y el terror de la joven que prorrumpe en una
apasionada súplica a los dioses para que la libren de la mancilla (v. 776 λυμαν-
θήσομαι) que supondría caer en manos de tales monstruos (v. 774 κνωδάλοις).
De no encontrar protección divina no dudará en suicidarse (v. 778 ἀγχόνην
ἄρ’ ἅψομαι). Sileno, tras el fracaso de su intento con la madre, pondrá en
práctica una vieja estrategia: atraerse la atención de la madre con halagos,
atenciones y promesas. Comienza un largo parlamento semilírico indicando
que el bebé (¿un actor mudo?) se siente atraído por su roja y brillante calva
(vv. 788/89 ὁ μικκὸς λιπαρὸν / μιλτόπρεπτον φαλακρόν) y sin duda por su
falo (v. 795 ποσθοφιλὴς ὁ νεοσσός). La escena continúa del mismo tenor alter-
nando las atenciones disparatadas que Sileno y los sátiros ofrecerán al niño
(jugará con cervatillos y otros cachorros salvajes; dormirá en compañía de
su padre y de su madre; le harán reír; recibirá alimentos saludables; cazará
piezas apetitosas a la carrera sin armas y le ofrecerá a su madre cumplidos
banquetes) con obscenas alusiones a sus precoces y procaces inclinaciones. Por
un procedimiento habitual en el género, Sileno extiende la acción dramática a la
esfera mítica de forma que, al terminar su canto, los sátiros esperan que Dánae,
privada de sexo durante su larga estancia en el mar (vv. 827–829 πολὺς ἦν αὐτῇ
/ χρόνος ὃν χήρα κατὰ ναῦν ὕφαλος²² / τείρετο), caiga rendida a sus encantos

²² Me pregunto si en el raro y poético ὔφαλος no podríamos ver un juego de palabras a partir de

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Antonio Melero Bellido

y desee saciarse de amor (vv. 824–826 καὶ τήνδ’ εἰσορῶ νύμφην ἤδη / πάνυ
βουλομένην τῆς ἡμετέρας / φιλότητος ἅδην κορέσασθαι). La cruda y cómica
descripción de la actividades sexuales y afectivas de la familia satírica. Todo
el canto es rigurosamente satírico. Además de ciertos estilemas propios del
género: lenguaje infantil, dorismos, formas poéticas en contexto inadecuado,
dicción obscuramente perifrástica, encontramos la obscenidad que aportan ex-
presiones como ποσθοφιλής del v. 795. El término crudamente obsceno estaba,
sin duda, justificado por una acción en la que el personaje mudo que encarnaba
al niño Perseo, confundía el falo de Sileno con un juguete y se entretenía con
él. La comicidad estaba construida sobre este doble nivel, el de la acción —niño
jugando con un enorme falo— y el lingüístico con un aprodosceto, toda vez
que la palabra es un hápax, motivado por la escasez de adjetivos compuestos
acabados en -φιλής²³. Cabría esperar un *φιλόποσθος con una formación para-
lela y habitual como φιλόξενος en que el primer elemento del compuesto rige
al segundo. Muy probablemente el compuesto momentáneo se formó sobre
la base de un adjetivo muy frecuente como προσφιλής que es lo que cabría
esperar en la situación escénica: «¡qué cariñoso es el niño!» sería una expresión
habitual, sustituida aquí por otra fonética y morfológicamente semejante pero
de sentido absolutamente diverso, inesperado y cómico. La situación cómica
sería inversa a la de Lisístrata v. 956 en que el Cinesias pregunta retóricamente
cómo saciar los deseos de su pene, representado como un niño hambriento
πῶς ταυτηνὶ παιδοτροφήσω.
Vemos, pues, cómo hay un registro lingüístico específico del drama satírico,
una obscenidad basada, al igual que la de la comedia, en el juego lingüístico,
pero muy bien adaptada a la situación escénica; una obscenidad cuya función
dramática es mostrar la incapacidad de los sátiros para integrarse cívicamente
en una determinada situación escénica. Su salvajismo, su desconocimiento
de las normas de urbanidad y de las normas que rigen la vida de la ciudad,
su marginalidad les impide participar civilizadamente en el acontecimiento
dramático.

φαλλός. «Viuda / privada del falo» podría ser un eco verbal reconocible en un contexto lleno de
ambigüedad lingüística. Véase también el sentido ambiguo de los vv. 828–31 εἰσορῶσ’ ἥϐην τὴν
ἡμετέραν / …]ει γάνυται νυμφίον , la supuesta alegría de Dánae a la vista de los enormes falos, que
los sátiros celebran como anuncio de la inminente boda en este canto, inequívocamente parodia
de un himeneo.
²³ Las formaciones en -φιλής son raras. Además de προσφιλής están atestiguados los raros compues-
tos θεοφιλής, εὐφιλής γυναικοφιλής, todos ellos con sentido generalmente pasivo, a diferencia de
ποσθοφιλής claramente activo.

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De la obscenidad de los sátiros

Referencias bibliográficas

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Kaimio, K. (2001): «Metatheatricality in the Greek Satyr-Play», Arctos 35, 35–78.
Krumeich, R., Pechstein, N. & Seidensticker, B. (eds.) (1999): Das Griechische Satyrspiel,
Darmstadt.
Lasserre, F. (1973): «Le drame satyrique», RFIC 101, 273–301.
López Eire, A. (2000): «Reflexiones sobre la lengua del drama satírico», Humanitas 52,
91–12.
López Eire, A. (2001): «La lengua del drama satírico», Minerva, 137–70.
Melero, A. (1991): «La dicción satírica», Fortunatae, 2, 173–186.
Pfeiffer, R. (1938): «Die Netzfischers des Aischylos und der Inachos des Sophocles. Zwei
SatyrspielFunde», SBAW, Phil.-hist. Abt. H. 2, 23–62.
Stevens, P. T. (1976): Colloquial Expressions in Euripides, Hermes, Einzelschrift 38.
Ussher, R. G. (1978): The Cíclope, Roma, Edizioni dell’Ateneo & Bizzarri.
Voelke, P. (2001): Un théâtre de la marge. Aspects figuratifs et configurationnels du drame
satyrique dans l’Athènes classique, Bari, Levante editori.

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Teócrito, Id. 18.15 y el zeugma de Hermann


María Teresa Molinos Tejada y Manuel García Teijeiro
Universidad de Valladolid
molinos@fyl.uva.es manuel@fyl.uva.es

Resumen: El fin de palabra detrás del cuarto troqueo viola el fenómeno que conocemos como
zeugma de Hermann. Cuando esto ocurre, se combina normalmente con otras irregularidades
métricas que realzan el efecto rítmico creado con sumo cuidado por el poeta al transgredir el
zeugma. Teócrito 18.15 presenta la única violación patente de la norma por parte de este gran
poeta y sus intenciones artísticas son evidentes.
Palabras clave: Hexámetro, zeugma de Hermann, Teócrito, Homero.

Theocritus, Id. 18.15 and Hermann’s bridge


Abstract: Word-break after the trochee of the fourth foot violates the phenomenon know to us
as Hermann’s bridge. In these cases it is usually combined with other metrical anomalies that
enhance the rhytmical effect the poet has carefully created by breaching the bridge. Theocritus’
18.15 contains the only unmitigated violation of this norm and there is clear evidence that this
great poet intended it for effect.
Key Words: Hexameter, Hermann’s Bridge, Theocritus, Homer.

Todos los poetas respetan la norma habitual en el hexámetro de evitar fin


de palabra tras el cuarto troqueo, el denominado zeugma de Hermann¹. Se
trata de un corte indeseado, probablemente por la presencia habitual de la
cesura heptemímeres o de la diéresis bucólica en el segundo hemistiquio². Los
poetas lo evitan utilizando distintos recursos, principalmente con la ayuda
de todo tipo de clíticas y apositivas³ que hacen que el corte sea más aparente
que real. Quedan, sin embargo, algunos casos⁴. Los comentaristas intentan
explicarlos por motivos estilísticos: no se trataría de simples errores sino de
la elección deliberada de un ritmo distinto al habitual, poco usado, para crear
determinados efectos especiales. Kirk (1990), por ejemplo, en su comentario
a Ilíada 6.2 interpreta ese ritmo irregular del verso, su inusual corte trocaico

¹ Hermann 1805: 692–696.


² Así Fränkel 1968³: 120–123. Para otras explicaciones cf. referencias en Abritta 2018: 52, n. 5.
³ Por ejemplo, τε y δέ son muy frecuentes en la segunda posición del cuarto bíceps; proclíticas como
el artículo y καί en la primera. Véanse las tablas de Abritta 2018: 53–54.
⁴ Abritta 2018: 61 admite cinco violaciones en sentido estricto en la Ilíada (6.2, 23.587 y 760, 24.60
y 753) y tres en la Odisea (1.241 = 14.371, 20.77).

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María Teresa Molinos Tejada y Manuel García Teijeiro

en el cuarto pie, como un procedimiento deliberado para producir un efecto de


rebote (bouncing effect) y reforzar de esta manera la impresión de desorden
(«the spasmodic, to and fro aspect of the fighting») que los tres adverbios
precedentes y la brusca pausa en B₁ producen. Así mismo, Richardson (1993),
a propósito de Ilíada 23.587 y 24.60, señala que, además de las llamativas
violaciones del zeugma, otras anomalías (alteraciones en el orden usual de
la frase, postposiciones de elementos clave que dejan en suspenso al oyente,
encabalgamientos) colaboran en el primer caso a poner de relieve la ansiedad
y agitación de Antíloco, y que, en el segundo, la gran irritación de Hera queda
también plasmada con un efectivo trícolon in crescendo, holodáctilo, en doble
encabalgamiento con el verso anterior y el siguiente, y con un muy raro καί
sin abreviar en hiato.
Las violaciones del zeugma, acompañadas de otros rasgos singulares, serían,
pues, un recurso literario elegido deliberadamente por los poetas para crear
ciertos efectos especiales. Últimamente se han aducido en apoyo de esta idea los
resultados obtenidos por la neurolingüística, capaz de detectar y cuantificar las
ondas que emite el cerebro cuando percibe violaciones semánticas, alteraciones
de concordancia gramatical o de la estructura de una frase. La mente es predic-
tiva. El oyente ha interiorizado un ritmo, unos esquemas que generalmente se
cumplen, y en ello encuentra satisfacción. Pero a veces no es este el caso. El
cerebro, que tiende a ignorar estímulos que se repiten, responde vivamente
a lo nuevo, a lo inesperado. Se pone en guardia cuando algo no concuerda
hasta que halla una explicación y todo vuelve satisfactoriamente a entrar en
un orden. El poeta lo sabe y emplea el recurso conscientemente para conseguir
sus objetivos artísticos⁵.
En los grandes poetas helenísticos el corte en el cuarto troqueo es solo
aparente, más visual que perceptible al oído, gracias a procedimientos similares
a los de Homero: monosílabos enclíticos, proclíticas, palabras en estrecha
conexión con lo que precede o sigue. Además, el corte queda oscurecido por
la presencia de la cesura heptemímeres, de la bucólica o de ambas. Son, sin
embargo, especialmente rigurosos en la observancia del zeugma en sentido
estricto. La única excepción flagrante se halla en uno de los idilios de Teócrito,
el Epitalamio de Helena (18.15)⁶: κἠς ἔτος ἐξ ἔτεος, Μενέλαε, τεὰ νυὸς ἅδε.
La transgresión queda llamativamente realzada por la obligada pausa tras
el vocativo y contrasta con la amplia cuarentena de ocasiones⁷ en las que el
poeta evita el corte con los recursos que acabamos de mencionar.
⁵ Cf. Schein 2016. Para Hesíodo, Solomon 1985.
⁶ «The most notable offence against the Hermann’s Bridge in a reputable poet», dice West 1982:
155, hablando de los poetas helenísticos.
⁷ Recogidas por Gow 1952²: 173.

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Teócrito, Id. 18.15

La autenticidad del verso, tal y como nos ha sido transmitido, no ha sido


puesta en duda por ningún editor. Los manuscritos, apoyados por el papiro
de Antínoe (c. 500), son unánimes en la lectura. Otro papiro más antiguo, del
siglo ii, POxy. 3552, no es de gran ayuda, pues, aunque conserva parte del verso,
no es desgraciadamente la que en este momento más importa. Meineke (1856³:
321) propuso una enmienda al pasaje: Μενέλα, τεὰ ἁ νυὸς ἅδε que ni siquiera
él aceptó en su edición⁸. El artículo oscurece, en efecto, la frase⁹. En cuanto
a la forma contracta Μενέλα, es de notar que Teócrito, al igual que Homero,
siempre que nombra a Menelao utiliza la forma con hiato, otra vez en este
mismo poema (Theoc. 18.1, también en 22.217)¹⁰.
¿Por qué si en tantos casos la habilidad métrica del poeta ha sabido salvar el
corte solo en este no lo ha hecho? ¿Se trata de una extraña torpeza o más bien
hay que pensar en la elección consciente de un ritmo distinto al habitual?
Consideremos el verso en su contexto. Es el inicio de la intervención del coro
de muchachas espartanas con las alegres invectivas del himeneo, las tradiciona-
les pullas de las bodas antiguas, tanto griegas como romanas (Theoc. 18.9–15):

Οὕτω δὴ πρωιζὰ κατέδραθες, ὦ φίλε γαμϐρέ;


ἦ ῥά τις ἐσσὶ λίαν βαρυγούνατος; ἦ ῥα φίλυπνος;
ἦ ῥα πολύν τιν’ ἔπινες, ὅκ’ εἰς εὐνὰν κατεϐάλλευ;
εὕδειν μὰν σπεύδοντα καθ’ ὥραν αὐτὸν ἐχρῆν τυ,
παῖδα δ’ ἐᾶν σὺν παισὶ φιλοστόργῳ παρὰ ματρί
παίσδειν ἐς βαθὺν ὄρθρον, ἐπεὶ καὶ ἔνας καὶ ἐς ἀῶ
κἠς ἔτος ἐξ ἔτεος, Μενέλαε, τεὰ νυὸς ἅδε.

Dos términos significativos enmarcan el pasaje: γαμϐρός al inicio, νυός al


final¹¹. En estos versos todo cambia: tono, léxico, ritmo son muy distintos
a los utilizados en los pausados y regulares hexámetros de la fluida narrativa
en tercera persona de la introducción precedente. Cuatro interrogaciones
seguidas, directas, de progresiva osadía, unidas por un reiterado ἦ ῥα repetido

⁸ Véanse sus comentarios a este verso.


⁹ Cf. el comentario de Gow 1952² ad loc. Gallavotti 1993³: 47 considera también que esa conjetura
mejora la métrica a costa del sentido: Meinekii conjectura displicet, quae numeros accuratiores, ipsa
verba deteriora reddat.
¹⁰ La forma dórica contracta se atestigua en Píndaro y en versos líricos de Eurípides.
¹¹ Se trata de dos términos arcaicos. Como lat. gener, γαμϐρός significa generalmente «yerno,
cuñado»; solo en ciertos dialectos, sobre todo en eolio (Safo, Píndaro), se usa para «novio», cf.
Chantraine, s.u. Así mismo νυός (lat. nurus) significa «nuera, cuñada». Este pasaje de Teócrito es
el primero en que designa con certeza a la «novia». El poeta vuelve a emplear la palabra en otro
idilio (15.77) recogiendo un proverbio, dentro de un contexto que no es nupcial en absoluto, cf.
Dover 1971: 205 s., pero el escoliasta la interpreta como νύμφα, el nombre habitual que Teócrito
usa para designar a la recién casada, también en el mismo idilio 18 (v. 49).

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María Teresa Molinos Tejada y Manuel García Teijeiro

tres veces, marcan el inicio: «¿Tan pronto te quedaste dormido?, o ¿es que te
pesan demasiado las rodillas?, o ¿es que eres un dormilón?, o ¿es que estabas
muy bebido?». La primera y la cuarta cuestión abarcan todo el hexámetro,
mientras que la segunda y la tercera se reparten el verso 10, en lo que quizá
sea una alusión a la división del coro en dos grupos que se respondían el uno
al otro, como en el segundo epitalamio de Catulo¹².
Léxico sencillo, acumulación de monosílabos y bisílabos, elisiones, contrac-
ciones, crasis, compuestos no homéricos, alguno muy querido por el poeta,
proporcionan al pasaje un carácter mimético, un tono popular¹³. El ritmo se
hace rápido, muy variado. En siete versos hay seis esquemas distintos: dos
holodáctilos y los otros cinco diferentes entre sí¹⁴. Según avanza el pasaje, se
observa el abandono de ciertos refinamientos métricos: las dos leyes de Meyer
se incumplen en los versos 10 y 11. La de Naeke en el 12. En 11, 13 y 14 la última
cesura se retrasa al quinto pie. Son pequeñas anomalías que van alertando la
atención del oyente antes de llegar al especial verso 15 con el que se cierran
las pullas para iniciar la siguiente ceremonia, el rito del μακαρισμός.
A partir del verso 12 el coro amonesta al novio con un duro y contundente
reproche: «si querías dormir a la hora, deberías hacerlo solo». A partir de aquí,
una serie de encabalgamientos sucesivos hacen que la comprensión de las frases
quede en intrigante suspenso. ¿Qué se ha de permitir a la novia? Hasta el verso
siguiente no se sabrá: παίσδειν «cantar, bailar, jugar, divertirse» hasta entrada
el alba, en una de las esperadas ceremonias familiares en las que la obligada
presencia materna¹⁵ permitía cierta relajación en los estrictos horarios que
toda joven debía respetar. La explicación de esta peculiar situación (el novio
durmiendo solo, la novia cantando y bailando con las demás muchachas junto
a la madre querida), iniciada en el segundo hemistiquio del verso 14 con ἐπεί,
tampoco se sabrá hasta el mismísimo final del último verso del pasaje.
Antes hay tres precisiones temporales acumulativas, in crescendo semántico
y rítmico, unidas entre sí por tres καί sucesivos: «pasado mañana y al día
¹² Cat. 62.
¹³ Page 1955: 126 subraya las especiales características de los fragmentos epitalámicos de Safo:
«miscellaneous in metre, sometimes abnormal in dialect, for the most part trivial in subject and
style».
¹⁴ También los fragmentos nupciales de Safo ofrecen una gran variedad de metros distintos, una
decena en los diez y seis conservados. Cf. Page 1955: 123–125. Los diversos momentos de la
ceremonia requerirían distintos tipos de canciones y metros. Es precisamente lo que intenta
plasmar Teócrito con sus hexámetros de características muy distintas. No hay más que comparar
este alegre y vivo pasaje con las solemnes invocaciones finales. Esta variedad, indudablemente
mimética, sirve para reflejar la diversidad de ritmos de las distintas fases de una ceremonia nupcial.
Sobre las variaciones del hexámetro en Teócrito, cf. Fantuzzi 1995.
¹⁵ Para el importante papel de la madre en las ceremonias nupciales, cf. Molinos Tejada & García
Teijeiro 2016.

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Teócrito, Id. 18.15

siguiente / y año tras año». La tercera, κἠς ἔτος ἐξ ἔτεος, es una frase adverbial,
un giro idiomático difícil de analizar, mucho más expresivo que su sencillo
equivalente «siempre», que, como nuestro «por siempre jamás», subraya la
noción de sucesión sin fin, de perpetua continuidad. Esta tercera, la más enfática
de las tres, queda separada de las otras dos por un encabalgamiento que la
realza precisamente por el hecho de aislarla y transponerla al inicio del verso
siguiente, en una posición significativa, de mayor relieve expresivo.
Es verdad que las cesuras subsidiarias dentro del hexámetro dependen con
frecuencia de interpretaciones personales y que en el verso 15 hay fin de palabra
detrás del primer metro, pero no todo fin de palabra es una pausa. En nuestra
opinión, el verso 15 es un hexámetro tripartito, κἠς ἔτος ἐξ ἔτεος forma una
unidad, sin pausa interior, que, de producirse, debilitaría por completo el efecto
creciente, el clímax rítmico y semántico de las tres precisiones temporales,
al desdoblar la tercera en dos asimétricas e inarmónicas partes. Ocupa todo
el primer colon del verso 15, un hexámetro tripartito, no del tipo creciente,
sino con un breve segundo colon entre otros dos más amplios¹⁶. Tras este
largo primer colon, el vocativo Μενέλαε constituye por sí solo el segundo,
realzado por las pausas antes y después del vocativo, por su posición central,
por su llamativa brevedad entre los otros dos más largos. Rossi piensa que el
desequilibrio de moras en estos versos con un colon desproporcionadamente
breve debería compensarse con una tendencia al equilibrio sonoro por medio de
una recitación más lenta, enfática, con una pausa, o por ambas cosas a la vez¹⁷.
Precisamente la inusual pausa tras el cuarto troqueo rompe sorprendentemente
el ritmo habitual del hexámetro, alertando definitivamente al auditorio. Si la
ruptura del zeugma sirve para realzar las dos palabras colocadas a uno y otro
lado¹⁸, el énfasis recae sobre Menelao y su pareja, una relación llena de altibajos,
no precisamente sempiterna.
Por fin se produce la dilatada y esperada explicación, en un lapidario tercer
colon: τεὰ νυός ἅδε. Tres lacónicos bisílabos, sin verbo explícito lo ocupan,
probablemente con una pausa subsidiaria al final del quinto dáctilo, una pausa
muy poco frecuente¹⁹, para dar relieve al pronombre deíctico. Un colon reple-
to de burlona ironía que el avisado oyente no dejará escapar: «Esta», Helena,
la de los muchos varones, Teseo, Paris, Aquiles, Deífobo.
El hexámetro, esa pequeña estrofa en miniatura, tiene generalmente tres
cesuras principales que crean cuatro cola o miembros rítmicos en relación
armónica entre sí. Es la disposición más frecuente. Pero en ocasiones, el poeta
¹⁶ Como, por ejemplo, Hom. Il. 4.235. Cf. Kirk 1985: 21.
¹⁷ Rossi 1996: 285–304, con interesantes reflexiones sobre el papel rítmico del colon breve.
¹⁸ Abritta 2018: 61–62.
¹⁹ Cf. Rossi 1996: 275 ss. y n. 16.

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María Teresa Molinos Tejada y Manuel García Teijeiro

prefiere realizar dos cortes y por tanto se producen simplemente tres cola, con lo
que se rompe el equilibrio habitual entre ellos y se origina uno nuevo, con efec-
tos rítmicos distintos. Son los hexámetros tripartitos, una importante minoría
a los que no se ha prestado la debida atención. Estos hexámetros tripartitos con
frecuencia se colocan deliberadamente al final de un parlamento buscando efec-
tos especiales, de clímax, de contraste y, como señala Kirk (1985: 20–21), suelen
pasar inadvertidos a los comentaristas que centran su atención en los cuatro
cola habituales. Es importante, sin embargo, identificarlos para comprender
mejor el balanceo rítmico, musical y semántico del verso y, en definitiva, el
arte del poeta.
En el verso siguiente se inicia otra de las partes constitutivas de la boda,
el μακαρισμός, en que se celebra la dicha de los contrayentes. El excepcional
verso 15 cierra los dedicados a las bromas y marca la transición a otra fase de
las ceremonias.

Referencias bibliográficas

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49–70.
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gostini (eds.), Struttura e storia dell’esametro greco I, Roma, GEI, 221–264.
Fränkel, H. (1968³): «Der homerische und der kallimachische Hexameter», en H. Fränkel,
Wege und Formen frühgriechischen Denkens: literarische und philosophiegeschichtliche
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Teócrito, Id. 18.15

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El libro iv del tratado de Galeno Περὶ διαγνώσεως


σφυγμῶν
Luis Miguel Pino Campos
Universidad de La Laguna
lmpino@ull.edu.es

Resumen: El libro iv del tratado de Galeno titulado Περὶ διαγνώσεως σφυγμῶν (Sobre el conoci-
miento de los pulsos) se divide en tres capítulos, de los cuales el primero analiza la diástole arterial,
la fuerza de la dilatación (golpe) y la velocidad del movimiento; el segundo capítulo es una crítica
contra Arquígenes y sus maestros por su confusa y errónea doctrina del supuesto pulso pleno; el
capítulo tercero se ocupa de los pulsos duro y vehemente.
Palabras clave: Galeno, Arquígenes, pulso duro, pulso vehemente.

The book iv of the Galen’s treatise Περὶ διαγνώσεως σφυγμῶν


Abstract: The book iv of the Galen’s treatise Περὶ διαγνώσεως σφυγμῶν (On the knowledge of the
pulses), is divided into three chapters. The first analyses the arterial diastole, the strenght of the
dilatation (blow) and the speed of the movement; the second criticizes Archigenes and his teachers
because of their confused and erroneous doctrine of the so-called full pulse, and the third one
deals with the hard and vehement pulses.
Key Words: Galen, Archigenes, hard pulse, vehement pulse.

1. Introducción

La denominación y clasificación de los pulsos en Galeno es muy variada porque


responde a varias perspectivas¹. En este estudio analizaremos el libro iv del tra-
tado de Galeno Sobre el conocimiento de los pulsos², que en tres capítulos explica
el golpe arterial, el supuesto pulso «pleno», y los pulsos «duro» y «vehemente».
Y es continuación de trabajos anteriores, como las traducciones de Sinopsis de
Galeno de su propia obra sobre pulsos³, en el que Galeno sintetizaba su doctrina
de los pulsos (Pino Campos 2005); Sobre la diferencia de los pulsos⁴, en el que
explicaba la tipología de los pulsos (Pino Campos 2010); Sobre los pulsos para
los principiantes⁵, escrito al comienzo de su actividad redactora y a petición
¹ La variedad del léxico esfígmico fue recogida en Pino Campos 2004.
² Περὶ διαγνώσεως σφυγμῶν.
³ Γαληνοῡ σύνοψις περὶ σφυγμῶν ἰδίας πραγματεῖας, cf. Kühn ix. 431–549.
⁴ Γαληνοῦ περὶ διαφορᾶς σφυγμῶν, cf. Kühn viii. 493–765.
⁵ Γαληνοῦ περὶ τῶν σφυγμῶν τοῖς εἰσαγομένοις, cf. Kühn viii. 453–492.

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Luis Miguel Pino Campos

de sus alumnos (Pino Campos 2015: 5–126), y Sobre la utilidad de los pulsos⁶,
en el que explicaba el significado de los diferentes movimientos pulsísticos
(Pino Campos 2015: 127–301). Está en prensa la traducción del tratado Sobre las
causas en los pulsos⁷, en el que Galeno establece una doble tipología: las causas
que generan los pulsos (Pino Campos, e.pr. a) y las causas que los alteran (Pino
Campos, e.pr. b).

2. Contenido del libro iv, cap. 1: conocimiento del golpe arterial

Centrándonos en el contenido de este libro iv del Περὶ διαγνώσεως σφυγμῶν,


Galeno explica que el golpe que siente en su tacto quien toma el pulso es resul-
tado de la dilatación de la arteria cuando choca contra las yemas de los dedos
que palpan el pulso. El golpe se siente violento o suave según sea su fuerza, por
lo que el pulso será duro, vehemente, grande, rápido, vibrante, espasmódico
o sus contrarios. Pero no es admisible denominar a un pulso «pleno», como
proponía Arquígenes de Apamea⁸ (Siria, s. i–ii, escuela ecléctica), porque no
existe.
La «violencia» del golpe es común a muchos pulsos y consiste en que «el
tacto es rechazado por el golpe arterial». Cabe distinguir varias intensidades
en el golpe, desde el más violento hasta el más suave:

1. golpe que casi aplasta las yemas de los dedos por la dureza arterial,
2. golpe que casi lo derriba por la fuerza de la facultad que lo produce,
3. golpe que avanza mucho por el tamaño de la dilatación,
4. golpe que empuja rápidamente por la velocidad del movimiento,
5. golpe que se eleva tanto que casi penetra en el tacto (del que toma el
pulso),
6. golpe que por su tensión se mueve con dificultad,
7. golpe que por su vibración y dureza parece que empuja el tacto veloz-
mente.

No es lo mismo la «velocidad del empuje» que la «violencia del golpe»: el


pulso veloz no puede empujar el tacto durante mucho tiempo, a menos que
sea un pulso grande.
⁶ Γαληνοῦ περὶ χρεῖας σφυγμῶν βιϐλίον (Kühn v. 149–180).
⁷ Γαληνοῦ περὶ τῶν ἐν τοῖς σφυγμοῖς αἰτίων, e.pr.
⁸ Arquígenes siguió las enseñanzas de Agatino de Esparta (escuela ecléctica), y este, a su vez, había
seguido las de Ateneo de Atalía. Arquígenes se especializó en cirugía y realizó ligaduras de vasos
en amputaciones, torniquetes y reconstrucciones plásticas de heridas faciales. Trataba infecciones
dentales y reconstruía tejidos dentarios con una pasta. Véase Alsina 1982: 81.

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El libro iv del tratado de Galeno

El pulso grande se reconoce porque se palpa en varias yemas digitales


en longitud, anchura y altura, pero no penetra en las yemas que lo palpan
y desaparece enseguida. En este pulso se observa que la diástole asciende desde
gran profundidad, aunque solo se sienta el final externo (de la dilatación).
El pulso alto empuja a lo largo de una gran extensión (tamaño grande), no
porque sea grande, sino porque es vehemente.
Otros pulsos golpean con fuerza a causa de su dureza, como el vibrante y el
espasmódico.
En el pulso vehemente las yemas son empujadas hacia atrás sin aplastar ni
comprimir, como si derribara lo que se le opone.
En el pulso duro prevalece la presión por aplastar o apretar.
La tensión no se puede conocer por el sentido del tacto; en su lugar, se podrá
conocer por una o varias señales, por una indicación o por una demostración.
Lo importante será saber cómo alguien puede comunicar a otro la impresión
que provoca en su tacto el empuje de los cuerpos duros y cómo difiere de la
impresión de los cuerpos vehementes: en ambos casos se producirá violencia.

3. Contenido del libro iv, cap. 2: los pulsos pleno y vacío de


Arquígenes⁹

3.1. Críticas de Galeno a Arquígenes, Ateneo y Agatino.

Galeno¹⁰ criticó las opiniones de médicos anteriores que explicaban los pulsos
pleno y vacío, como Arquígenes, Ateneo de Atalía y Agatino de Esparta, segui-
dores lejanos de las doctrinas de Herófilo. En efecto, algunos sofistas y médicos
interpretaban que la destrucción y generación de los cuerpos se producía al
separarse o unirse unos corpúsculos pequeños (σμικρά), indivisos (ἀδιαίρετα),
continuos (ἄτμητα: «sin corte») y compactos (ἄναρμα: «sin unión») cuando
un vacío interrumpía la continuidad de una sustancia. Entendían que esos
pequeños corpúsculos, cuando estaban apretados en gran número y se movían
con rapidez, originaban el «pulso vehemente».
Galeno afirmará que, si en el interior de las arterias había algunos vacíos
entre los cuerpos apretados, compactos y abundantes, significaba, en primer
lugar, que había sustancias sólidas que llenaban algunos espacios del interior
de las arterias y que, no obstante, quedarían algunos otros huecos (vacíos), que

⁹ Kühn viii. 927–947.


¹⁰ Estudios recientes sobre Galeno establecen la fecha probable de su muerte en torno al año 216 d.C.
Véase Nutton 1995.

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Luis Miguel Pino Campos

determinarían que los corpúsculos fueran duros o blandos, según sus cavidades
internas estuvieran llenas o vacías.
Por ello la túnica arterial se volvería dura o blanda según el vacío que se
hubiera insertado en el compuesto, de manera que el pulso sería «grande pero
sin fuerza», cuando en la cavidad arterial hubiera muchos vacíos y pocos cuer-
pos, y sería pulso «grande y fuerte», cuando hubiera pocos vacíos y muchos
cuerpos.
Galeno insistía en que esos médicos no distinguían la «plenitud» de la «vehe-
mencia», porque ambas medidas estaban considerando el mismo fenómeno:
por un lado, el pulso sería «pleno» «por la cantidad de las masas que arrastra-
ban» por el interior de la arteria y «vehemente» «por la violencia del golpe
que sentía el que tomaba el pulso». El primer nombre designaría la «esencia
del pulso» (pleno), mientras que el segundo designaría la «calidad del empuje»
(vehemencia). Galeno aclara que existe una tensión vital que condiciona esa
aparente naturaleza doble (plenitud y vehemencia) en los pulsos y recuerda
que Herófilo nunca habló de plenitud del pulso ni de pulso pleno, lo que Galeno
confirmaba al repetir que el pulso es uno solo, aunque lo denominen de dos
maneras. En consecuencia, hay una sensación única en el tacto y una naturale-
za única en este pulso: «pulso pleno» por la cantidad de las masas («esencia»)
y «pulso vehemente» por la violencia o fuerza del golpe («calidad del empuje»).
Las dos denominaciones señalan un mismo y único hecho, aunque respondan
a conceptos diferentes¹¹.

3.2. El término ναστός

Galeno reconoce que no sabía lo que significaba el término ναστοτέραν («más


denso, más espeso»), dado que era poco usado por los griegos, salvo cuando
denominaba una clase de pan. Añadirá que Magno y Arquígenes sí hablaron
de ναστόν¹² cuando afirmaban que un golpe «vehemente» requería la cuali-
dad de ναστόν, además de «grande» y «rápido» en su movimiento; lo mismo
que cuando afirmaban que la vehemencia del pulso estaba formada por «velo-
cidad, tamaño, “vehemencia” (repetida) y plenitud», de manera que lo antes
llamado ναστόν, pasaría a ser denominado πλήρης [pleno, lleno]. También los
criticó al hablar de διασεσαγμένην ἐγχύλως τὴν ἀρτηρίαν¹³ o cuando decía
que el «pulso vacío» hacía la «subida» de la arteria como una burbuja (πομφο-
λυγώδη, aéreo, gaseoso), mientras que ἔγχυλος designaría algo húmedo. Otros
¹¹ Kühn viii. 929. 17–19. Sí la mencionaron Ateneo, Agatino y Arquígenes, cf. Kühn viii. 931.
¹² Sobre la vehemencia del pulso.
¹³ Kühn viii. 932. 2–6: «la arteria colmada de jugo».

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El libro iv del tratado de Galeno

términos son también criticados por Galeno como κενεμϐάτησις (vacuidad)


y ἀντίϐασις (resistencia).
La exposición de Arquígenes era confusa, por lo que Galeno irónicamente
explicaba con cierta burla lo dicho por el médico de Apamea:

uno, el tacto percibe el movimiento del cuerpo arterial que choca con él;
el cuerpo «parece chocar» (con el tacto) algunas veces en muchas partes;
otras veces «parece que ese cuerpo no choca» con nada;
a veces «parece que comprime» y otras veces «parece que no comprime»;
si comprimimos (ese cuerpo), unas veces resiste, otras veces cede.

En realidad, lo que Arquígenes describía eran las primeras modificaciones del


tacto e incluía casi todos los elementos de una exposición sobre los pulsos,
pero con errores graves. Por ejemplo, si lo relativo al pulso se contenía en
esos cinco puntos, ¿a qué se referían Arquígenes y sus predecesores con el
término «pleno»? No se puede referir al movimiento esfígmico en sí mismo,
porque en él ya se encuentra la rapidez, lentitud y ritmos. Si se refiriera a que
el tacto siente la diástole (distensión), se diría que en la diástole se perciben los
pulsos largos, anchos, altos y grandes. Si se refiriera a cuando el tacto siente
la diástole en pocas partes, estaría claro que sería porque percibiría solo los
pulsos contrarios a los anteriores (cortos, estrechos, bajos y pequeños). Si se
refiriera a cuando el tacto está presionado o comprimido, el pulso sería duro.
También se habla del pulso «derribado», que daría lugar a un supuesto pulso
vehemente.
Galeno entendía que no era necesario hablar ni de pulsos contrarios a los
citados ni de pulsos medianos. Lo que interesaba a Galeno era saber «qué era
el pulso pleno» y «qué sentía el tacto» ante ese supuesto pulso. Ni Arquígenes
ni Agatino tuvieron una respuesta clara: Agatino sostenía que el «pulso pleno»
presentaba el «espíritu» tenso y siempre «agitado», mientras que el «pulso
vacío» era débil, desaparecía con resistencia y se rompía como burbuja. Galeno
mantenía la duda en la interpretación de Agatino, porque este no aclaraba si el
pneuma tenso que había en los cuerpos era natural y vital o si el que había en
los espacios libres era aéreo y material. Galeno concluirá diciendo que Agatino
y sus seguidores hablaban de tensión vital, no de tacto, porque su explicación
se entendería si en vez de pneuma, lo llamara «golpe».
Galeno reproduce también palabras de Arquígenes sobre la vehemencia:
«aparece por sí misma como la tensión del movimiento de las arterias; la
firmeza del impulso se muestra durante toda la distensión; si hundimos los
dedos, el golpe se presenta más firme»; etc. Estas afirmaciones de Arquígenes
eran claras, pero no la relacionada con la «plenitud», salvo que se estuviera

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Luis Miguel Pino Campos

hablando del pulso renitente, al que Galeno identifica con el llamado pulso
«vehemente». Galeno aclara que en la explicación de Arquígenes hay dos tipos
de pulso:

el pulso que se eleva mucho en las tres dimensiones: es un pulso «grande»


pero, si se eleva solo en una dimensión, el pulso será largo, ancho o alto.

Los términos «renitente» y «vehemente» son sinónimos, por lo que, si alguien


quiere llamar a un pulso grande y vehemente a la vez con el término de «pleno»,
para Galeno no había problema, aunque no era partidario de tal denominación.
Criticó también a Arquígenes por la inadecuación de sus ejemplos, como el de
las «lanas plenas y vacías», que mezclaba con lo blando y tenso o con lo grácil
y compacto.
Finalmente, Galeno aceptaba que hubiera una denominación para diferenciar
los pulsos según el contenido de la arteria, dado que ese contenido es húmedo
y puede ser más grueso o más fino, más viscoso o acuoso, etc. Erasístrato dijo
muchas inexactitudes sobre el contenido de las arterias y nadie se atrevió a decir
que su tacto percibiera la humedad de las arterias. Por su parte, Praxágoras¹⁴
afirmó que no había humores en las arterias, aunque intentara deducir de los
pulsos algunas de sus formas. Galeno no habla de pulso precipitado, liviano,
pesado, húmedo, inflado, codeante, etc., inventados por quienes no aplicaban
el sentido del tacto al pulso, sino el del oído. Por ello recordó al comediógrafo
Éupolis (fr. 95 Kock) al criticar las charlas sin fundamento: «excelente para
charlar, incapacitado para hablar».

4. Contenido del libro iv, cap. 3: los pulsos duro y vehemente¹⁵

Galeno rechazó la explicación de Arquígenes, porque no se ajustaba a he-


chos comprobables y le hacía perder el tiempo con propuestas de nombres
que carecían de fundamentos en la realidad, como era el «pulso pleno» y su
contrario, el «pulso vacío». Por ello Galeno sostenía que en la propuesta de
Arquígenes había tres géneros (de pulsos) que respondían a tres conceptos
diferentes, a los que el de Apamea denominó con un solo término («pleno»).
Esos tres caracteres eran:

la consistencia del cuerpo arterial (dureza: duro / blando / mediano¹⁶),


¹⁴ Kühn viii. 941.
¹⁵ Kühn viii. 947–961.
¹⁶ También llamado «moderado» y «natural» en la disposición del cuerpo arterial. Se recoge
igualmente la definición de la arteria como un cuerpo compacto o blando.

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El libro iv del tratado de Galeno

la calidad de la sustancia contenida (licuada, espesa…) y


la facultad del espíritu natural (fortaleza en el movimiento del pulso).

El primer carácter permite reconocer el pulso duro, porque repele y resiste


la presión que el tacto ejerce sobre la arteria; en esto se distingue del pulso
«vehemente». Galeno rechaza que se pueda considerar el ardor del calor (tem-
peratura), dado que este síntoma corresponde al tema de las fiebres, no al de
los pulsos.
Galeno criticará las doctrinas de los sofistas que censuraban a Erasístrato
y a Praxágoras, porque éstos afirmaban que las arterias contenían sangre. Por
otro lado, no se percibe por el sentido del tacto ni la cantidad ni la calidad de
la sangre de las arterias.
En las hidropesías, si no hundimos la piel comprimiéndola con los dedos, no
podremos conocer con el tacto ni el humor (fluidos) ni el espíritu (gases) conte-
nido en las regiones del vientre. Con frecuencia no aparece hundida la piel en
las ascitis verdaderas (derrame de líquido), ni en las hidropesías llamadas timpa-
nitis (los gases distienden el abdomen), sino que, para un conocimiento exacto,
necesitamos primero golpear el epigastrio por si suena como un tímpano, y lue-
go cambiar de posición al enfermo poniéndolo de costado para percibir algún
movimiento de los fluidos. El ruido a modo de tímpano es señal de espíritu
(gases), el movimiento de líquido es señal de humores (líquidos). Solo con el
tacto no es posible saber si el epigastrio se distiende por el aire (gases) o por
el agua (líquido, fluido). Es habitual que en estas enfermedades la piel y todo
lo carnoso que estaba en el peritoneo se consuma por esas causas (aire-gases,
agua-humores). Como se ha producido la delgadez de las partes circundantes
y ha aumentado la cantidad de la substancia contenida (gases y humores), se
hace palpable al tacto la arteria (del vientre) que es hasta seis veces más gruesa
que el peritoneo y está cubierta también por una piel muy gruesa.
La magnitud del pulso permite calcular la cantidad de la sustancia contenida,
pero no es posible deducir que se trate solo de humor húmedo. Por la dureza
del pulso se puede deducir el estado del cuerpo de la arteria. El golpe renitente
(vehemente) revela la fuerza del tono vital, pero no una sustancia espesa.
Galeno concluirá afirmando que Arquígenes se equivocó al entender que
Herófilo habló de pulso pleno, dado que en su obra conservada no existe esa
denominación; en cambio, sí se encuentra la de pulso «frecuente» y otras
definiciones más veraces.
La parte final del capítulo y del libro es un lamento de Galeno porque son
muchos los escritores, médicos o no, que criticaban sin fundamentos sólidos
algunas doctrinas de los antiguos como las de Herófilo, Erasístrato y Praxá-
goras. Decía Galeno que había muchos incompetentes, que no se conformaban

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Luis Miguel Pino Campos

con ejercitarse en el estudio del arte, sino que deseaban saber lo que dijeron
otros como Herófilo, que acertó en algunas de sus doctrinas, mientras otros
confundieron a sus discípulos con doctrinas incorrectas como las de Heraclides,
Crisermo, Hegétor, Apolonio, Bacquio, Aristóxeno, etc. La realidad fue que en
tiempos de Galeno uno estaba obligado a experimentar un doble mal: tener que
decir lo contrario de Arquígenes y tener que negar que Herófilo hubiera admi-
tido la existencia de un pulso llamado «pleno». Valga el siguiente comentario:

En general, un pulso parece diferir de otro por la magnitud, velocidad,


vehemencia y ritmo. Debido a estas diferencias, muéstrase claro a veces el
pulso normal y el anormal.

5. Conclusiones

Finalizada la exposición del tratado El conocimiento de los pulsos, Galeno anun-


cia sus dos próximas obras: Las causas en los pulsos y El pronóstico a partir de
los pulsos.
Galeno ha demostrado en este libro el dominio que tenía de la esfigmología,
doctrina que él mismo fue ampliando, perfeccionando y corrigiendo con crítica
clarificadora; rechazó opiniones erróneas de otros médicos, como el caso de
Agatino, Ateneo y Arquígenes tantas veces mencionado. Admiró a Herófilo
por sus enseñanzas y justificó sus doctrinas. Sin embargo, no daba crédito
a muchos de los médicos que se consideraban discípulos de Herófilo.
Este tratado recoge diferentes formas de tomar el pulso, cómo interpretar el
significado de los movimientos perceptibles por los sentidos y cómo aplicar la
razón a aquellos otros movimientos que escapan a la percepción sensible, pero
no a la percepción intelectual.
De ahí que pudiera calcular con la razón los tiempos de las pausas y de los
movimientos de contracción que se ocultaban a la percepción sensible, hasta
descubrir una forma para interpretarlos.
Este libro suponía un respaldo a su doctrina sobre las diferencias de los
pulsos, un preámbulo para hablar de las causas generadoras y alteradoras
de los pulsos, así como del pronóstico de una enfermedad; todo ello a partir
siempre de la observación de los pulsos.

Referencias bibliográficas

Alsina, J. (1982): Los orígenes helénicos de la medicina occidental, Barcelona, Labor.

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El libro iv del tratado de Galeno

Kühn, G. C. (1821–1833; 1965r): Claudii Galeni Opera Omnia, Hildesheim, G. Olms. (20
vols.). [En este estudio se citan los tomos v, viii y ix].
Nutton, V. (1995): «Galen ad multos annos», Dynamis (AHMSHI ) 15, 25–39.
Pino Campos, L. M. (2004): «Léxico esfígmico antiguo y su pervivencia en nuestros días»,
en J. A. López Férez (ed.), La lengua científica griega: orígenes, desarrollo e influencias en
las lenguas modernas europeas, Madrid, Ediciones Clásicas, iii, 209–238.
Pino Campos, L. M. (2005): Galeno: Sinopsis de Galeno de su propia obra sobre pulsos,
Madrid, Ediciones Clásicas, Colección Obras de Galeno, Gal 5.
Pino Campos, L. M. (2010): Galeno. Sobre la diferencia de los pulsos, Madrid, Ediciones
Clásicas, Colección Obras de Galeno, Gal 7.
Pino Campos, L. M. (2015): Galeno. Los pulsos para principiantes. La utilidad de los pulsos,
Madrid, Ediciones Clásicas, Colección Obras de Galeno, Gal 10.
Pino Campos, L. M. (en prensa a): Galeno: Las causas en los pulsos.
Pino Campos, L. M. (en prensa b): «Reflexiones sobre el tratado titulado Γαληνοῦ περὶ
διαγνώσεως σφυγμῶν».

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El Homero de Sinesio
Jesús F. Polo Arrondo
Universidad Autónoma de Madrid
jesus.polo@uam.es

Resumen: El objetivo de este trabajo es estudiar cómo Sinesio de Cirene cita a Homero, dete-
niéndose especialmente en aquellas citas en que se desvía del texto homérico tal y como aparece
aceptado en las ediciones modernas.
Palabras clave: Ilíada, Odisea, Sinesio, transmisión del texto.

Synesius’ Homer
Abstract: The aim of this paper is to study the passages of the works of Synesius of Cyrene where
he quotes the homeric text. I discuss the passages where Synesius does not quote the accepted
homeric text in the modern edtions.
Key Words: Iliad, Odyssey, Synesius, textual transmission.

1. Introducción

El objetivo de este artículo es estudiar las citas¹ de Ilíada y Odisea que Sinesio
de Cirene (365/375–413/415²) introduce en el texto de su obra en prosa³.
Para identificar los pasajes en que Sinesio cita a Homero me he servido de la
aplicación N-Grams del Thesaurus Linguae Graecae⁴. Esta aplicación reconoce
45 ocasiones en que Sinesio cita Ilíada u Odisea de Homero. En la mayoría de
ellas, Sinesio cita el texto homérico coincidente con la versión aceptada en
las ediciones modernas. En cambio, en 4 ocasiones, hay ligeras modificacio-
nes respecto del texto de Homero aceptado en esas ediciones. Pretendo, por

¹ Sobre las citas homéricas de autores antiguos cf. García Blanco & Macía Aparicio 1991:
ccviii–ccxiv.
² Cf. Martindale 1980: 1048–1049.
³ En sus himnos, aunque tienen un tinte homérico, no hay citas de la obra homérica. Sobre la obra
en prosa de Sinesio, cf. la síntesis y bibliografía de Moreschini & Norelli 2007: 203–211.
⁴ Thesaurus Linguae Graecae ® Digital Library. Ed. Maria C. Pantelia. University of California, Irvine.
http://www.tlg.uci.edu [acceso 19/09/2015]. El TLG compara las ediciones de Ilíada de Allen

1931 y de Odisea de Von der Muhl 1962 con las de la obra de Sinesio realizadas por Terzaghi 1944,
Dell’Era 1968, Beckby 1965–1968 y Garzya 2000. Los textos griegos que se muestran en este trabajo
están tomados de dichas ediciones.

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Jesús F. Polo Arrondo

tanto, detenerme en esos 4 pasajes para intentar explicar el motivo de tales


divergencias⁵.

2. Pasajes de Ilíada citados por Sinesio con discrepancias respecto a


las ediciones

2.1. El primer pasaje que estudiamos se encuentra en su tratado Sobre la


realeza 14.4–5, en el que cita Hom. Il. 11.792–793⁶:

(1) ἄλλ’ ἐνταῦθα γενόμενος, εἰ τὸ κοινὸν τῶν λόγων εἰς τὴν παροῦσαν τῶν
λόγων ὕλην καταϐιϐάσαιμι, τάχα ἂν οὐκ ἀπὸ σκοποῦ βάλοιμι· τίς δ’ οἶδ’
εἴ κέν τοι σὺν δαίμονι θυμὸν ὀρίνω / παρειπών; ἀγαθὴ δὲ παραίφασις
ἀνδρὸς ἀληθοῦς («Llegados a este punto, quizá no me aparte de mi objetivo
si la argumentación general la hago descender a la actual materia de mi
discurso: ¿Quién sabe si con la ayuda de un dios no conmoverán tu espíritu
/ mis palabras de aviso? Bueno es el consejo de un hombre sincero»⁷, Synes.
Regn.14.4–5).

En la edición de Allen (1931), leemos:

(2) τίς δ’ οἶδ’ εἴ κέν οἱ σὺν δαίμονι θυμὸν ὀρίναις / παρειπών; ἀγαθὴ δὲ παραί-
φασίς ἐστιν ἑταίρου («¿Quién sabe si con la ayuda de un dios no conmoverás
su espíritu / con palabras de aviso? Bueno es el consejo de un compañero»⁸,
Hom. Il. 11.792–793).

Como se puede ver, en esta cita Sinesio se desvía en tres ocasiones del texto
homérico: cita el verso 792 escribiendo τοι en lugar οἱ δέ y ὀρίνω en lugar
de ὀρίναις; al citar el verso 793 sustituye ἐστιν ἑταίρου por ἀνδρὸς ἀληθοῦς.
Hasta donde he podido verificarlo, los aparatos críticos de las diferentes edicio-
nes de Ilíada no recogen esta lectura, por lo que, en mi opinión, Sinesio está
modificando el texto homérico para adaptarlo a sus intereses: Mientras que
en el texto homérico Néstor está invitando a Patroclo, compañero de Aqui-
les, para que le convenza y vuelva al combate, Sinesio se presenta como un
hombre sincero que pretende mover el ánimo del emperador Arcadio, que es

⁵ No es mi intención estudiar cómo utiliza la literatura y el mundo homérico, como ya ha hecho


Pizzone 2006.
⁶ Este mismo verso se encuentra en Hom. Il. 15.403.
⁷ Las traducciones de la obra de Sinesio están tomadas de García Romero 1993 y 1995.
⁸ Las traducciones del texto de Ilíada, cuando no están insertas en un pasaje de Sinesio, son las de
García Romero 1993 y 1995, teniendo en cuenta la de Crespo 1991.

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El Homero de Sinesio

el destinatario de su discurso. Sinesio intentaría dar a su discurso un barniz


erudito mediante este guiño a Homero.

2.2. Veamos la siguiente cita. En esta ocasión, Sinesio cita Hom. Il. 9.238–239

(3) Ἀνδρόνικος γὰρ ὁ τὰ τοιαῦτα πιστευθεὶς καὶ εὐεργέτης τῆς εὐτυχοῦς τῶν
ὑπάρχων οἰκίας ἐσόμενος μαίνεται ἐκπάγλως πίσυνος Θόαντι οὐδέ τι οἶδε
τίειν / ἀνέρας οὐδὲ θεούς· κρατερὴ δέ ἑ λύσσα δέδυκεν («Y es que Andronico,
al habérsele confiado tales secretos y estar dispuesto a ser el benefactor de
la feliz casa del prefecto preso es de una furia terrorífica, confiado en Toante,
y no conoce el respeto / a hombres y a dioses: violenta rabia en él se ha
hundido», Synes. Ep. 79.83–85).

El texto homérico aceptado es, como vemos a continuación:

(4) μαίνεται ἐκπάγλως πίσυνος Διί, οὐδέ τι τίει / ἀνέρας οὐδὲ θεούς· κρατερὴ
δέ ἑ λύσσα δέδυκεν («(Héctor) preso es de una furia terrorífica, confiado en
Zeus y no respeta / a hombres y a dioses: violenta rabia en él se ha hundido»,
Hom. Il. 9.238–239).

Como se puede ver, hay varias modificaciones en el texto de Sinesio, la más


llamativa es la sustitución de Διί por Θόαντι, la siguiente modificación consis-
te en la inserción del perfecto οἶδε y la transformación de τίει, en indicativo, en
el infinitivo τίειν dependiendo de οἶδε, con lo que modifica también la métrica
del verso. Para comprender estos cambios, es preciso contextualizar la carta.
En este escrito Sinesio lamenta las fechorías que Andronico de Berenice, go-
bernador en Tolemaida, comete confiado en Toante, antiguo encargado de la
cárcel que ha llegado a ser recaudador del sueldo militar, como se puede ver
en la carta. Con los cambios que introduce Sinesio en los versos, de nuevo
se sirve del pasaje homérico para adornar la denuncia que hace de estos dos
personajes⁹. Veamos las citas de Odisea.

3. Pasajes de Odisea citados por Sinesio con discrepancias respecto a


las ediciones

3.1. Sinesio cita Hom. Od. 9.51 en su carta 130, dirigida a Simplicio, en la que
se queja de los tributos que Cerealio ha impuesto a ciudades vecinas:

⁹ Según Pizzone 2006: 66–67, Sinesio «solía poner juntos el poder de los administradores provinciales
con el de los antiguos tiranos griegos disfrutando de la relativa anécdota».

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Jesús F. Polo Arrondo

(5) τούτων ὀξέως ᾔσθοντο Μακέται, καὶ γέγονε διαδόσιμος ἀπὸ τῶν μιξοϐαρ-
βάρων εἰς τοὺς βαρϐάρους ἡ φήμη. ἦλθον ἔπειθ’ ὅσα φύλλα καὶ ἄνθεα
γίνεται ἦρος («De todo (sc. de los tributos) se enteraron rápidamente los
mácetas y la noticia se ha transmitido de estos semibárbaros a los bárbaros.
Llegaron entonces como lo hacen hojas y flores en la primavera», Synes. Ep.
130.19–22).

La versión aceptada en las ediciones de Von der Mühll, Bérard y West en este
pasaje es la siguiente:

(6) ἦλθον ἔπειθ’, ὅσα φύλλα καὶ ἄνθεα γίνεται ὥρῃ («Llegaron entonces como
lo hacen hojas y flores en la estación», Hom. Od. 9.51¹⁰).

Como se puede ver, la diferencia con la cita de Sinesio no es muy grande


y se encuentra en la última palabra del hexámetro: Sinesio usa ἦρος, de ἦρ
ἦρος τό (sin contraer, ἔαρ -αρος «primavera»), en lugar de ὥρῃ («estación,
primavera»).
Según la edición de West, los códices F (s. xi), G (s. x), H (s. xii) y B, M, N,
P y U (recentiores) así como el Z, del s. x y que transmite escolios, colacionados
en la edición de West, presentan este verso acabado en ὥρῃ. Además, en el
corpus completo del TLG este verso aparece así en 8 ocasiones¹¹.
En cambio, la versión transmitida por Sinesio acabada en ἦρος, según la
edición de Bérard de 1924, está atestiguada en la familia j (formada por 6
códices) y en los manuscritos T, U² y R¹⁵, todos recentiores. Quizá el carácter
relativamente reciente de estos códices es la razón para aceptar ὥρῃ en lugar
de ἦρος.
Por otro lado, este verso está citado acabando en ἦρος en los siguientes
autores: en el pasaje que comentamos de Sinesio (la carta 130), en la primera
versión del centón de Eudocia Augusta (423–460¹²), en concreto en el verso
527 de la primera versión (Schembra 2007), y en el comentario de Eustacio de
Tesalónica (ca. 1115–1195/1196¹³) a Odisea 1.321.37 (Stallbaum 1825–1826). Es
decir, está documentada solo en tres ocasiones.
Eudocia podría haber conocido dos versiones de este verso, puesto que en

¹⁰ Las traducciones de Odisea son las de García Romero 1993 y 1995, teniendo en cuenta la de Calvo
1987.
¹¹ Una vez en la propia Odisea, otra en las Cuestiones homéricas de Porfirio (ad Il. 2.467–468, en la ed.
de Schrader 1880–1882), 4 en los centones de Eudocia (Schembra 2007) y dos veces en los escolios
(una en los scholia uetera ed. de Dindorf 1855 y otra en la edición de los escolios de Odisea de
Pontani 2015).
¹² Martindale 1980: 408–409.
¹³ Cf. Kazhdan 1991: 754.

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El Homero de Sinesio

lugares distintos lo cita acabado, bien en ἦρος (verso 527 de la primera versión
de su centón), bien en ὥρῃ (verso 1624 de la primera versión de su centón).
Eustacio también parece conocer dos versiones de este verso, ya que indica
que la última palabra puede ser tanto ἦρος como ὥρῃ, y, además, aclara el
significado de esta última.

(7) ὧν καὶ τὸ πλῆθος ἐμφαίνων δηλῶν δὲ καὶ τὴν τῆς πολεμικῆς ἐπικουρίας
ὥραν, ἐπιφέρει. ἦλθον ἔπειθ’ ὅσα φύλλα καὶ ἄνθεα γίνεται ἦρος ἢ ὥρῃ
τῇ τοῦ ἔαρος δηλαδὴ ὡς πολλαχοῦ κεῖται («Indicando la gran cantidad de
ellos y mostrando el apogeo de la ayuda guerrera, añade: Llegaron enton-
ces como lo hacen hojas y flores en la primavera (ἦρος) o en la estación
(ὥρῃ) obviamente de primavera (ἔαρος) como está en muchos sitios»¹⁴, Eust.
Commentarii ad Homeri Odysseam 1.321.38).

En la cita que Eustacio hace del verso homérico, pone en primer lugar ἦρος
y luego ὥρῃ, por lo que se podría pensar que la versión de Sinesio no sería
extraña para él. Además, Eustacio parece necesitar precisar qué estación: la
primaveral ἔαρος, sin contraer. Esto es así porque ὥρη tiene en Homero el
sentido general de «estación» y en particular el de «primavera»¹⁵. Eustacio
escribe ὥρῃ τῇ τοῦ ἔαρος, que es otra forma de referirse a la primavera en
Homero, como en el siguiente verso:

(8) […] ἔαρος δ’ ἐπιγίγνεται ὥρη «([…] al llegar la sazón de la primavera»¹⁶,


Hom. Il. 6.148).

El que Eustacio cite el genitivo sin contraer, junto con el hecho de que la cita
de Sinesio sea la única ocasión en la obra homérica en que aparece esta palabra
en genitivo contraído, lo cual es poco esperable¹⁷, podría ser otro argumento
para no aceptar en las ediciones modernas la lectura de Sinesio. En cualquier
caso, de modo parecido a Eustacio y Eudocia, Sinesio podría haber conocido
las dos versiones. Si terminaba el verso en ἦρος «primavera» era más preciso
que si se indica el genérico ὥρη «estación». Quizá por un afán de precisión,
eligió ἦρος. Sea como sea, podríamos estar ante un ejemplo de una tradición

¹⁴ La traducción es mía.
¹⁵ Cf. LSJ s.u. ὥρα.
¹⁶ Traducción de Crespo 1991.
¹⁷ Cf. Chantraine 1948: 27.

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Jesús F. Polo Arrondo

atestiguada en una época tardoantigua (s. iv–v). Por otro lado, una vez más
Sinesio estaría dando un barniz erudito a su carta¹⁸.

3.2. Veamos la última cita. En el siguiente pasaje, tomado del tratado Sobre la
realeza 20.61 Sinesio cita Hom. Od. 17.487 del siguiente modo:

(9) οὐ Ῥωμαῖοι μὲν περιεγένοντο, ἀφ’ οὗ καὶ τοὔνομα αὐτῶν εἰς ἀνθρώπους
ἠκούσθη, καὶ κρατοῦσιν ἁπάντων, οἷς ξυμμίξειαν, καὶ χειρὶ καὶ γνώμῃ,
καὶ τὴν γῆν ἐπῆλθον, ὥσπερ Ὅμηρός φησι τοὺς θεούς, ἀνθρώπων ὕϐριν
τε καὶ εὐνομίην ἐφέποντες; («¿Es que los romanos no han sido superiores
desde que se oyó su nombre en el mundo? ¿Es que no vencen, tanto con el
brazo como con la mente, a todos con los que se enfrentan? ¿Es que no han
recorrido la tierra, como dice Homero de los dioses, para seguir de cerca la
iniquidad y la justicia de los hombres?», Synes. Regn. 20.57–61).

En cambio, en el texto homérico más aceptado leemos lo siguiente:

(10) ἀνθρώπων ὕϐριν τε καὶ εὐνομίην ἐφορῶντες («para vigilar la iniquidad y la


justicia de los hombres», Hom. Od. 17.487).

Como se puede ver, Sinesio cambia el verbo ἐφοράω «supervisar» por ἐφέπω
«dirigir contra, seguir de cerca». En el aparato de referencias de la edición de
West se puede comprobar los diferentes preverbios que han acompañado en
este participio en función del autor que cita el verso: ἀπό, ἐς o κατά. Himerio,
según la edición de West, cita este verso del mismo modo que Sinesio.
No parece que haya una diferencia muy grande en el significado de ἐφοράω
y el de ἐφέπω en este contexto: en ambos casos parece indicarse que se ejerce
un control. Además, el cambio no modifica la métrica del verso. Por ello, quizá
Sinesio está citando de memoria y comete un pequeño error citando con una
palabra que sí aparece en otros lugares de la Odisea a final de verso, como, por
ejemplo, en Hom. Od. 9.121.

4. Conclusiones

A lo largo de este breve repaso hemos podido comprobar que Sinesio de Cirene
cita a Homero y cambia el texto intencionadamente para adecuarlo a sus
propios propósitos en muy pocas ocasiones. Así hace con Hom. Il. 11.792–793
y 9.238–239. Además, hemos visto cómo Sinesio podría estar transmitiendo

¹⁸ La función de esta cita es, según Pizzone 2006: 111, «nobilizadora, que acentúa el pathos».

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El Homero de Sinesio

una tradición diferente de la aceptada en las ediciones modernas, en concreto


al citar Hom. Od. 9.51. Por último, no es descabellado pensar que, en una
ocasión, al citar Hom. Od. 17.487, esté cometiendo un error al transmitir el
texto homérico. En cualquier caso, Sinesio intentaría dar a sus escritos un
barniz erudito al introducir en ellos el texto de los dos primeros poemas épicos
griegos conservados.

Referencias bibliográficas

Allen, T. W. (1931): Homeri Ilias, Oxford, Clarendon Press.


Beckby, H. (1965–1968): Anthologia Graeca, Múnich, Heimeran.
Bérard, V. (1924): Homère. L’Odyssée. Tome ii. Chants viii–xv, París, Les Belles Lettres.
Calvo, J. L. (1987): Homero. Odisea, Madrid, Cátedra.
Chantraine, P. (1948): Grammaire homérique. Tome i. Phonétique et morphologie, París,
Klincksieck.
Crespo, E. (1991): Homero. Ilíada, Madrid, Gredos.
Dell’Era, A. (1968): Sinesio di Cirene. Inni, Roma, Tumminelli.
Dindorf, W. (1855): Scholia Graeca in Homeri Odysseam, Oxford, Oxford University Press.
García Blanco, J. & Macía Aparicio, L.M. (1991): Homero. Ilíada I, Madrid, CSIC.
García Romero, F. A. (1993): Sinesio. Himnos. Tratados, Madrid, Gredos.
García Romero, F. A. (1995): Sinesio. Cartas, Madrid, Gredos.
Garzya, A. (2000): Synésios de Cyrène, Correspondance, París, Les Belles Lettres.
Kazhdan, A. P. (1991): «Eustathios of Thessalonike», en P. A. Kazhan et al. (eds.), The
Oxford Dictionary of Byzantium, Oxford, Oxford University Press.
LSJ = Liddell, H. G. et al. (1996⁹): A Greek-English Lexicon. With a revised Supplement,
Oxford, Oxford University Press.
Martindale, J. R. (1980): The prosopography of the later roman empire. Volume ii. A.D.
395–527, Cambridge, CUP.
Moreschini, C. & Norelli. E. (2007): Historia de la literatura cristiana antigua griega
y latina II, Madrid, BAC.
Pizzone, A. M. V. (2006): Sinesio e la ’sacra ancora’ di Omero: intertestualità e modelli tra
retorica e filosofía, Milán, LED.
Pontani, F. (2015): Scholia Graeca in Odysseam, Scholia ad libros ε–ζ, Vol. iii, Roma,
Edizioni di Storia e Letteratura.
Schembra, R. (2007): Homerocentones, Turnhout, Brepols.
Schrader, H. (1880): Porphyrii quaestionum Homericarum ad Iliadem pertinentium reli-
quiae, Leipzig, Teubner.
Stallbaum, G. (1825–1826): Eustathii archiepiscopi Thessalonicensis commentarii ad
Homeri Odysseam, Leipzig, Weigel.
Terzaghi, N. (1944): Synesii Cyrenensis opuscula, Roma, Polygraphica.
Von der Mühll, P.: Homeri Odyssea, Basilea, Helbing & Lichtenhahn.
West, M. L. (2017): Homerus. Odyssea, Berlín – Boston, De Gruyter.

489
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 490 — #490
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Voces de actor en la párodos trágica: el canto de


resistencia de Electra (Eurípides, El. 112–166)*
Milagros Quijada Sagredo
Universidad del País Vasco
milagros.quijada@ehu.eus

Resumen: El dominio de la voz del actor en la párodos —un lugar destacado en la obra, tradicio-
nalmente reservado al coro—, es utilizado por Eurípides en Electra para lograr efectos nuevos. La
monodia de Electra, un thrênos por el padre muerto, se convierte en la párodos de esta obra en un
canto de resistencia a través del cual Eurípides concede autoridad a la voz de la protagonista.
Palabras clave: Monodia, párodos, Electra, Eurípides.

Actors Voices in the Tragical Parodos:


Electras’s resistence Song
Abstract: The mastery of the voice of the actor in the parodos —a prominent place in the play,
traditionally reserved for the chorus— is used by Euripides in Electra to achieve new effects. The
monody of Electra, a threnos for the dead father, becomes the parodos of this work in a song of
resistance through which Euripides grants authority to the voice of the protagonist.
Key Words: Monody, parodos, Electra, Euripides.

En el teatro griego antiguo, un espacio abierto hacia el exterior, el canto en


boca del actor era un elemento que concentraba la atención del espectador,
convirtiendo al personaje que cantaba en el foco aural y emocional de la
representación. El solo del actor, adornado con un ropaje poético marcado
y acompañado de una ejecución musical altamente elaborada, constituía de
entrada un medio del que disponía el poeta para atraer no solo la atención sino
también la simpatía del espectador hacia el personaje que entonaba el canto.
Esta fue una de las razones por las que, en su evolución, el canto del actor
en la tragedia no solo vino a compartir espacio con el canto tradicionalmente
reservado al coro en la párodos, sino incluso a preceder, en forma de monodia,
a este canto. Contribuía a ello el hecho de que, en la tragedia griega, era el
comienzo de la obra el destinado a poner en evidencia la respuesta del protago-
nista ante la situación de necesidad de la que partía el drama, lo que propició

* El presente trabajo se ha desarrollado en el marco del Proyecto de Investigación FFI2016-79533-P,


del Ministerio de Ciencia, Investigación y Universidades de España, y ha sido cofinanciado con
fondos FEDER.

491
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 492 — #492

Milagros Quijada Sagredo

su intervención en un registro cantado ya en la entrada¹. Y así, monodias en


la párodos las encontramos en Andrómaca, Hécuba, Troyanas, Electra, Helena,
Andrómeda, Ión e Hipsípila de Eurípides, y en la Electra de Sófocles y Prometeo
encadenado de Esquilo.
En las ejecuciones musicales a cargo del actor en la tragedia griega, crecientes
con el paso del tiempo en detrimento de las del coro², la expresión de la
interioridad del personaje pasaba a primer plano. Esa interioridad tenía que
ver con un pasado traumático de sufrimiento y con la respuesta emocional
ante la desgracia de que este era víctima, una desgracia sentida, con frecuencia,
como incomunicable.
Frecuentes en este sentido son las monodias cuyo contenido es un auténtico
treno, un canto de lamentación mortuoria. Así, por ejemplo, identifican diversos
Lexica de la antigüedad el término monodeîn. La Suda y Focio lo glosan con
la expresión τὸ θρηνεῖν y Hesiquio con μονοθρηνεῖν³; igualmente, el escolio
al v. 113 de Andrómaca de Eurípides señala que μονωιδία ἐστὶν ὠιδὴ ἑνὸς
προσώπου θρηνοῦντος, en un proceso de simplificación semántica que pudo
haber tenido una base en Aristóteles. En efecto, en el capítulo 12 de la Poética,
donde se describen las distintas partes que componen la tragedia, Aristóteles
no menciona la monodia, sino que se limita a señalar «aquellas partes que
provienen de la escena y los kommoí » (τὰ ἀπὸ τῆς σκηνῆς καὶ κομμοί, Arist. Po.
1452b18), apuntando que los kommoí son un «canto de lamentación (θρῆνος)
a cargo del coro y de la escena», es decir, del actor (Arist. Po. 1452b 24–25).
Características formales del treno como canto de lamentación tradicional
eran las apelaciones, las invocaciones, las exclamaciones de dolor y las diver-
sas figuras de repetición de palabras; desde el punto de vista del contenido,
las fórmulas de inicio del canto, las llamadas a participar en el lamento, las
alusiones a los gestos de dolor y a las circunstancias concretas del canto para
enfatizar la vivencia trágica del que cantaba o el intento de consuelo⁴. Hay,
desde luego, en la tragedia griega muchos cantos de lamentación y bastantes
monodias trenódicas en sentido estricto, esto es, que recogen los elementos

¹ Con el término «entrada» nos referimos al prólogo y la párodos de la obra. Para este concepto y el
de párodos puede verse Schmidt 1971: 1–46.
² Este aumento relativo de la importancia del canto del actor no ha de entenderse, sin embargo,
de manera totalmente lineal. Algunas observaciones al respecto pueden encontrarse en Quijada
Sagredo 2015: 33–35. Sobre el tema, cf. Csapo 2000, quien señala que los cambios se registran en el
siglo v a.C. ya desde finales de la década de los veinte en Eurípides y se constatan también, aunque
de manera más suave, en Sófocles (quien muestra una clara preferencia por el diálogo cantado).
³ Suda, Lexicon 1244 Adler, Focio, Lexicon s.u., Naber, Hesiquio, Lexicon μ 45 Latte.
⁴ Cf. al respecto Schauer 2002. Para una reconstrucción histórica del treno como género poético
puede verse Cannatà Fera 1990: 7–46.

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Voces de actor en la párodos trágica

tradicionales del lamento por el muerto⁵; otras lo son en un sentido mucho


menos estricto, por ejemplo, cuando se trata de cantos de lamentación ante
la proximidad de la propia muerte (como la monodia que canta Políxena en
Hécuba, la de Electra en Orestes o la de la protagonista en Ifigenia en Áulide de
Eurípides), o de cantos ante la creencia de que alguien ha muerto (como en la
párodos de Ifigenia entre los tauros); finalmente las hay que son, simplemente,
la expresión de la situación dolorosa en la que se encuentra el que canta.
La monodia, un méros no adscrito al drama⁶, se adapta en la tragedia a otros
contenidos tradicionales además del treno; es el caso de la que canta Casandra
en Troyanas, un himeneo que celebra la unión próxima de la joven con Aga-
menón, en una expresión siniestra del júbilo que acompaña la ceremonia, pues
muchos son los males que esta unión va a traer a la casa de los Atridas; o la
que entona Ión en la párodos de la tragedia del mismo nombre, un canto de
trabajo y un peán en honor de Apolo, a quien Ión celebra sin saber que es su
padre. Por no hablar de la monodia que canta el esclavo frigio en el Orestes
de Eurípides, un experimento novedoso de la «nueva música» de finales del
siglo v a.C., que cumple la función narrativa propia de la noticia de mensajero.
A través de la monodia, el teatro reproduce, pues, sobre la escena, situaciones
—rituales o no— que tenían lugar en la realidad, la mayoría de las veces de modo
mimético —como himeneo, canto de trabajo, canto de lamentación mortuoria,
peán o súplica— representándolas a través del canto, la música y el gesto; otras
veces, de modo más narrativo⁷, con elementos tomados de la elegía o el «nuevo
ditirambo».
Por convención, no cualquier personaje podía cantar una monodia en la
tragedia griega. Ya Maas (1929: 20) señaló en este sentido que en la tragedia
griega «personajes de bajo estatus social no tienen a su cargo versos cantados,
aunque sí anapestos, como la nodriza en Hipólito, o hexámetros, como el
anciano en Traquinias». A la marca de estatus social habría que añadir la
de etnicidad y la de género. El canto podía implicar una marca de etnicidad
en el sentido de que los personajes varones adultos griegos tienden a no

⁵ Cantos entonados en el momento de la exposición del cadáver, pero que podían acompañar también
la procesión que trasportaba el cuerpo para su cremación o inhumación.
⁶ La monodia es, sin duda, el elemento formal más moderno de la tragedia y que corría el riesgo
de parecer un añadido, algo extraño dentro del género dado el tradicional modo de expresión
del actor, en versos recitados. Dotarla de un contenido tradicional o situarla en proximidad a un
amebeo, como en la párodos, eran medios de integrarla dentro del drama.
⁷ Cf. la distinción entre monodias «diegéticas» y monodias «miméticas» contenida en De Poli 2012.
Las primeras son reconducibles a dos modelos poéticos de la tradición, la elegia y el «nuevo
ditirambo»; las segundas, a los modelos del treno, el himeneo, el peán, el himno, la plegaria y los
cantos de trabajo.

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Milagros Quijada Sagredo

cantar en el teatro griego, a diferencia de lo que ocurre con los bárbaros⁸. En


cuanto al género, en Eurípides es sobresaliente el predominio de monodias
femeninas; de hecho, solo unos pocos personajes masculinos principales cantan
en Eurípides: Ión e Hipólito —dos jóvenes— en las tragedias del mismo nombre,
Peleo (en Andrómaca) y Poliméstor (en Hécuba); luego están algunas figuras
secundarias como Teseo (en Hipólito) o Eumelo (en Alcestis). Por el contrario,
ciertos personajes femeninos parecen casi preprogramados para cantar, como
señaló Hall en su estudio sobre el canto del actor en la tragedia (es el caso de
Electra, Hécuba, Ifigenia y Casandra):

Con otros [personajes] no hay coherencia y la elección del recitado o del


canto depende en parte de la extensión que alcance la «interiorización» de
un personaje femenino en una obra en concreto, porque los monodistas,
especialmente en Eurípides, tienden a estar profundamente absortos en sí
mismos y a ser autoreferenciales (Hall 1999: 116).

En las cuatro obras en las que aparece en las tragedias que nos han llegado, esto
es, las dos Electras, la de Sófocles y la de Eurípides, Coéforos de Esquilo y Orestes
de Eurípides, Electra tiene a su cargo versos cantados⁹. En las tres primeras,
que dramatizam el mismo segmento de la leyenda heroica relacionado con el
regreso de Orestes y el matricidio de Clitemnestra, los tres poetas trágicos nos
presentan en la entrada de la obra la situación de Electra, pero la perspectiva
elegida difiere y Sófocles y Eurípides establecen un claro juego interteatral con
Esquilo. Detengámonos en la parte cantada de la entrada, en la párodos.
En Coéforos, la párodos está en boca del coro. Esquilo trae a primer término
ya desde el comienzo de la obra la unión entre la protagonista y el coro en
su forma de responder a la situación de desgracia en que esta se encuentra,
ensalzada en el lamento fúnebre que ambos cantan junto con Orestes, una
vez que se ha producido el reconocimiento. Sófocles y Eurípides adelantan
la lamentación a la párodos y le dan a esta una forma distinta, un amebeo

⁸ Puede verse al respecto Hall 1999.


⁹ En Orestes, Electra canta un amebeo lírico con el coro en la párodos de la obra (E. Or. 140–210),
de fuerte contenido mimético, a través del cual la protagonista insta al coro a hacer su entrada
en silencio para no despertar a Orestes, dormido sobre la escena. Pero es llamativo que en los
versos finales de este canto Electra aluda a su propia situación, describiéndola en términos que
sin duda debían de recordar tragedias anteriores: … τό τ’ ἐμὸν οἴχεται / βίου τὸ πλέον μέρος
ἐν στοναχαῖσί τε καὶ γόοισι / δάκρυσί τ’ ἐννυχίοις, ἄγαμος / [ἐπὶ δ’] ἄτεκνος ἅτε βίοτον ἁ /
μέλεος ἐς τὸν αἰὲν ἕλκω κρόνον. «… Y la mayor parte de mi vida se pierde en lamentos y gemidos
y sollozos nocturnos. Sin esposo y sin hijos, arrastro mi vida, amargada siempre» (E. Or. 201–207).
Más adelante en la obra, tras el anuncio de la decisión que sobre los dos hermanos matricidas ha
tomado la Asamblea de los argivos, Electra canta una monodia de lamentación por la suerte que
van a correr ella y Orestes, y con ellos la estirpe toda de los hijos de Pélope (E. Or. 960–1017).

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Voces de actor en la párodos trágica

entre Electra y el coro en el que la parte cantada por la protagonista cobra una
extensión notable. Dominadas por el canto de Electra, las párodoi de las Electra
de Sófocles y Eurípides están focalizadas claramente por la figura de la joven
y sirven para caracterizarla como un ser aislado y renuente al consuelo.
A ello contribuye la forma en responsión estrófica elegida, que da como
resultado un canto antifonal en el que cada unidad métrica aparece dividida
entre la voz del coro y la de la protagonista, de modo que lo que cada uno de
ellos canta no se responde con lo que canta el otro, sino con su propia voz.
Eurípides resalta aún más que Sófocles el aislamiento emocional de Electra,
que el canto y la forma en responsión estrófica descrita acentúan, haciendo que
al amebeo de la párodos le preceda una monodia, en la que Electra canta para
el espectador su visión de la situación en la que se encuentra.
La monodia de Electra en la tragedia de Eurípides es una pieza de una
complejidad notable, tanto en su estructura métrica (una construcción en
responsión estrófica, con una disposición tradicional esquilea, esto es, con
mesodos astróficos intercalados a lo largo del canto y uso del refrán al comienzo
de la estrofa y la antistrofa en el primer par), como en la utilización de elementos
procedentes de cantos tradicionales diversos: Eurípides los adapta a la situación
de la protagonista que quiere dibujar, dotándolos de un significado especial en
la obra. Estos elementos tradicionales proceden no solo del treno.
En efecto, la monodia de Electra se abre paso inmediatamente después de
la conclusión del prólogo, en cuya segunda escena Electra ha participado.
Electra motiva su salida con la intención de ir a buscar agua con la que ofrecer
libaciones a su padre muerto, así que lo que el espectador espera cuando esta
vuelve a aparecer en escena al comienzo de la párodos es que la joven entre
para cantar el treno anunciado. Pero en un aprosdóketon dramático notable,
Electra aparece entonando un refrán en dímetros anapésticos acatalécticos que
contiene expresiones que evocan un canto de trabajo tradicional («acelera —¡es
hora!— el ritmo de tu pie, ¡oh, camina, camina, llorando!»); a ello apuntan el uso
del coloquial ἔμϐα en vez de ἔμϐαθι¹⁰, la repetición asindética de imperativos
(σύντεινε, ἔμϐα, ἔμϐα), el uso de la interjección ὤ, y la inserción de una frase
nominal con ὥρα.
Electra entra en escena urgiéndose a sí misma a entonar un canto por el
padre muerto, un treno, pero este queda pospuesto propiamente al segundo
par estrófico de su monodia. Electra se refiere en primer lugar a sí misma,
a quien sus conciudadanos llaman la «desdichada Electra»; después mencio-
na a Agamenón, víctima de una pareja indigna, y al hermano ausente. El canto

¹⁰ Cf. Stevens 1976: 63.

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Milagros Quijada Sagredo

se inicia, pues, con una tensión notable entre la atención a sí misma y el la-
mento por el padre y esta tensión preside también la plegaria que pone fin al
primer par estrófico. En efecto, la súplica a Zeus, con elementos propios de
la plegaria tradicional (presencia de un optativo ἔλθοις al principio del verso
135, subrayando la urgencia de la situación), contiene, de un lado, elementos
apotropaicos —Electra ruega a Zeus que la libre de sus fatigas (λυτήρ, E. Or.
136)—, de otro, elementos positivos —Electra suplica al dios para que la ayude
a vengar la sangre de su padre (ἐπίκουρος, E. Or. 138)—.
Esta adaptación de elementos tradicionales a la situación de la protagonista
que quiere dibujar el poeta se da también en el mesodo astrófico del primer
par, donde hay claros ecos, como se ha señalado, de elementos tomados del
área semántica del matrimonio, impregnados, claro está, de un significado
distinto. Así, ese ἔγειρε del verso 125¹¹, o el ἄναγε del verso siguiente, que
también aparece, profusamente repetido, en la monodia que canta Casandra
en Troyanas, al exhortar a bailar y a acompañar con la danza el himeneo que
está entonando (E. Tr. 308, 325, 329 -ἄγε-, 332).
Disimulados en la monodia de Electra, estos elementos que evocan el canto
de boda debían de tener la misión de proyectar un significado concreto para
el espectador, en una tragedia donde el matrimonio cobra un protagonismo
significativo. En efecto, ya desde el comienzo de la obra el poeta subraya
la situación de Electra por lo que se refiere a la ausencia de un auténtico
matrimonio, presentándola casada con un campesino pero sin la posibilidad
de hijos que puedan heredar la casa paterna, en un ambiente humilde que la
segunda escena del prólogo ha realzado; una escena en la que el diálogo de
Electra con el autoûrgos se agota en la mención de las necesidades y trabajos
que acompañan su vida, en contraste con el matrimonio infame de su madre
con Egisto. Que Electra empezara su monodia con un refrán que evocaba
elementos de un canto tradicional de trabajo podía ser inesperado, sí, pero iba
en una dirección que ya la segunda escena del prólogo había marcado: expresar
la excepcionalidad de la situación de Electra y su aislamiento, la pérdida de su
estatus social y familiar.
En la monodia de Electra en la párodos Eurípides utiliza el canto, con sus
asociaciones emocionales notables, como un medio óptimo para expresar los
sentimientos prolongados de rencor y distanciamiento de la protagonista. De
igual manera ocurre en el amebeo que canta con el coro cuando este hace su
aparición en escena, en el que la forma en responsión estrófica descrita acentúa
¹¹ De Poli 2012: 125–127 señala las semejanzas con un canto popular, el canto del risveglio: la monodia
de Electra se adapta así al momento en el que se desarrolla la acción escénica. El autor menciona
los paralelos que ofrece la presencia del verbo ἐγείρω en la monodia de Electra con Danaides de
Esquilo (fr.43 Radt) y con Safo fr. 30.6–9 Voigt.

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Voces de actor en la párodos trágica

el diálogo consigo misma y el aislamiento de Electra: obligada a entablar un


diálogo con el coro cuando este entra en escena, el canto de la protagonista en
el amebeo de la párodos se convierte en la expresión de un canto de resistencia,
de una negativa rotunda al consuelo.
En la Electra de Eurípides, la entrada del coro aparece motivada de manera
muy distinta a como sucede en la obra homónima de Sófocles y en Coéforos de
Esquilo. Constituido por un conjunto de jóvenes argivas, el coro entra en la
Electra de Eurípides con una invitación a la protagonista para participar en
la fiesta en honor de Hera, y ni su saludo inicial («hija de Agamenón», 167)
ni su percepción del estado de Electra —a la que sus conciudadanos llaman
ἀθλίαν Ἠλέκτραν (E. El. 118–119)—, llevan a las jóvenes del coro a expresar
compasión por la situación en la que esta se encuentra. Electra la ha descrito ya
en la monodia inicial de la párodos: su espera del regreso de Orestes para que la
salve de sus desgracias, su lamento constante por el padre muerto que la lleva
a desgarrar sus mejillas y a poner las manos sobre su cabeza rapada, el contraste
entre la vida que ella lleva —sin marido y desposeída de su estatus— y la que
lleva su madre. Nada de esto resuena en la parte que el coro canta en el amebeo
de la párodos con la protagonista, salvo cuando este le responde a Electra que no
es con lágrimas sino honrando a los dioses como podrá vencer a sus enemigos
(E. El. 195–199). De hecho, el intercambio con el coro es notablemente corto
en la Electra de Eurípides —un solo sistema—, y la párodos está dominada por
la expresión de la protagonista.
Para concluir. Utilizando la comparación con el cisne quejumbroso (E. El.
150–156), símbolo de una lamentación eterna y no cambiante, Electra aparece
en la párodos de esta tragedia como una voz autorizada en el lamento de sus
desgracias y renuente a los consejos, como una heroína resistente a compartir
la visión de la utilidad de su canto que el coro trae consigo. Aunque la com-
plicidad del coro es necesaria para el desarrollo de la venganza, su ayuda es
rechazada en la párodos de las dos tragedias en las que Electra es la prota-
gonista. De esta manera Sófocles y Eurípides logran crear una tensión entre
lo que representa el coro —un conjunto de mujeres y jóvenes indefensas—
y lo que Orestes y su encuentro con Electra va a representar: en la entrada
de la obra queda por ver de qué manera podrá ser vencida la resistencia de
Electra.

Referencias bibliográficas

Cannatà Fera, M. (1990): Pindarus. Threnorum fragmenta, Roma, Ed. dell’Ateneo.


Csapo, E. (2000): «Late Euripidean Music», ICS 24–25, 399–426.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 498 — #498

Milagros Quijada Sagredo

De Poli, M. (2012): Monodie mimetiche e monodie diegetiche. I canti a solo di Euripide


e la tradizione poetica greca, Tubinga, Narr Verlag.
Hall, E. (1999): «Actors’s Song in Tragedy», en S. Goldhill & R. Osborne (eds.) Perfor-
mance Culture and Athenian Democracy, Cambridge, Cambridge University Press,
96–122.
Quijada Sagredo, M. (2015): «Tendencias narrativas en la tragedia griega de finales del
s. v a.C.», en J. de la Villa Polo et al. (eds.), Ianua Classicorum. Temas y formas del
mundo clásico, vol. ii, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos, 27–56.
Schauer, M. (2002): Tragisches Klagen. Form und Funktion der Darstellung bei Aeschylus,
Sophokles und Euripides, Tubinga, Narr Verlag.
Schmidt, H. W. (1971): «Der Struktur des Eingangs», en W. Jens (ed.), Die Bauformen
der griechischen Tragödie, Múnich, Wilhelm Fink Verlag.
Stevens, P. T. (1976): Colloquial Expressions in Euripides, Wiesbaden, Steiner.

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La novela de Calígone: el texto y su contexto


literario
Consuelo Ruiz-Montero
Universidad de Murcia
consuelo@um.es

Resumen: Presentamos aquí una revisión y comentario del nuevo papiro de la novela de Calígone
publicado como P.Oxy. 5355, 2018.
Palabras clave: Papiros, novela griega.

The novel of Calligone: the text and a literary commentary


Abstract: This paper offers a revision and commentary of the new papyrus of Calligone’s novel
belonging to P. Oxy. 5355, 2018.
Key Words: Papyri, Greek novel.

El último volumen de los Oxyrhynchus Papyri nos ha regalado tres nuevos


papiros de novela griega, uno sobre una novela desconocida hasta ahora, deno-
minada Eusiene por el nombre del personaje que aparece en el papiro, y otros
dos papiros sobre otras novelas que ya conocíamos, las Cosas increíbles allende
Tule, de Antonio Diógenes y la llamada «novela de Calígone». El fragmento de
la novela de Eusiene es muy breve, pero los restantes papiros nuevos tienen
cierta extensión. El papiro relativo a Calígone ayuda a conocer mejor el con-
tenido de esta novela, de la que ya existía un papiro previo¹. El papiro nuevo
ha sido datado por Parsons (2018) entre los siglos iii/iv d.C., y comprende dos
fragmentos, para cuyo detallado y experto comentario paleográfico remitimos
al editor. Partiendo de la excelente edición de Parsons y sus colaboradores,
intentaremos aquí realizar algunas sugerencias textuales al papiro de Calígone,
que comentaremos y relacionaremos con el que ya conocíamos de esa novela
y con el conjunto del género novelesco griego.
El papiro que nos ocupa ha sido datado por Parsons entre los siglos iii/iv
d.C., y comprende dos fragmentos. El primer fragmento contiene una columna
casi en blanco, que omitimos aquí, y otras dos columnas muy mutiladas, pero de

¹ Se trata de PSI 981, editado por Stephens & Winkler 1995: 267–76, y López Martínez 1998: 145–55,
con un buen comentario.

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Consuelo Ruiz-Montero

las que se pueden extraer datos interesantes. Comienzo con la reproducción de


la segunda columna del primer fragmento:

1.- Fr. 1, col. ii

έδωκε̣ν ἵνα ε̣[ . . . . . . .


τρέϕοιτο̣ καὶ ἣ παρα[ . . .
ϲτην ποιεῖται αὐτὴν [κοι-
νωνὸν τοῦ ἔργου κ̣α̣ὶ ̣ [ . . . .
νον τοῦ π̣ α̣ιδ̣ ̣ίου. ἡ δε[ . . . . 5
ναῦϲ ἡ τὴν Καλλιγ[ό]ν̣ην ἄ[γου-
ϲα εἰϲ τὸν Ἀμαζ̣[ό]νιο̣ ν αἰ̣-
γιαλὸν κατεκόλπιϲεν αὑ-
τῆι τε π[επο]νηκυῖα ὑπ[ὸ] τῶν . . . .
κυ̣[μάτων κ]α̣ ὶ ̣ τοῖϲ ϲκεύεϲι 10
τ . [ . . . . . . . . . . ] . . [ ] ταχὺ
δ[ὲ . . . . . . . ]ω̣ . [ . ]μα
. [ . . . . . . ]ε̣δραμον καὶ τή(ν)
τε ναῦν κ]α̣ τῆγον καὶ τοὺϲ
ἐμ]πλέονταϲ ἐχειροῦντο 15
καὶ] ὡ̣ ϲ τὴν βαϲιλεύουϲαν
. . . . . . ] Θεμιϲτὼ ὄνομα ἦ̣ ν
. . . . . . ] . υϲ̣. ἰδοῦϲα δὲ τὴν
Καλλιγό]νην ἐθαύμαϲεν
τοῦ κάλλου]ϲ̣ καὶ τοῦ μεγέθουϲ 20
ὄντων ὑπε]ρ̣ανθρώπων
] . . . πτα̣ . .
] . . αι

Aceptamos las siguientes conjeturas de la edición inglesa: 1 ε̣[κτὸϲ…; 2 παρα


. [ϲπι; 3 αὐτὴν [κοι; 4 κ̣α̣ὶ[̣ τιθη . En l. 5 una posible . τ . lleva al editor a su-
gerir ετέρα o τριτη, que calificaría a ναῦϲ de l. 6. El resto las comentamos
a continuación.
En l. 11 los trazos paleográficos le llevan a postular un vocablo que comience
con το] o con τε̣], y, aunque es consciente del paralelismo lógico con el participio
en nominativo de l. 9, se decanta por una forma en dativo, concertando con
τοῖϲ ϲκεύεϲι de l. 10, del tipo τε[ταραγμέν]οις o bien τε[τριμμέν]οις. Creemos
que en este contexto es preferible el segundo, y nos decantamos también
por el dativo, a partir de ejemplos como D.S. 13.17.2 καίπερ συντετριμμένας
ἔχοντες τὰς ναῦς καὶ ὑπὸ τῶν τραυμάτων καταϐαρούμενοι, Arr. An. 1.15.6
τῷ δὲ καὶ αὐτῷ πονουμένῳ συντετριμμένον τὸ δόρυ ἦν, Luc. Asin. 19 ἐπεὶ δὲ
ἀπηγόρευον ἤδη παιόμενός τε καὶ τῷ φορτίῳ ἀχθόμενος καὶ τὰς ὁπλὰς ἐκ
τῆς ὁδοῦ ἐκτετριμμένος…

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La novela de Calígone

En ll. 12–13 es fácil pensar en τ]ῶν . [Ἀ]μαζ̣[ό]νων, pero no está claro lo


que antecede. Parsons propone [ὲ αἱ φύλακες τ]ῶν . [Ἀ]μαζ̣[ό]νων o bien τῶι
ναυαγίωι [Ἀ]μαζ̣[ό]νες. En ambos casos seguiría la forma ἐπ]έδραμον, muy
plausible, aunque preverbios como εἰϲ- o κατ- son posibles también.
En ll. 17–18, para evitar un hueco al comienzo de l. 18, prefiere leer ἧιπερ]
Θεμιϲτὼ ὄνομα ἦ̣ ν/ ἦγον εὐ]θύϲ̣…, antes que ἦγον, ἧι] Θεμιϲτὼ ὄνομα ἦ̣ ν.
Aceptamos esa propuesta para l. 18, pero para 17 pensamos también en αὐτῶν,
ἧι] Θεμιϲτὼ ὄνομα ἦ̣ ν.
El texto narra cómo la nave que lleva a Calígone llega, en virtud de un nau-
fragio probablemente, al país de las Amazonas. Al comienzo del fragmento se
menciona a un paidíon que parece ir en otra nave. No sabemos de quién se trata,
pero es de familia rica, probablemente noble, pues tiene una nodriza. Puede ser
un familiar de Calígone, sea su hermano, al modo de Electra y Orestes, sea su
propio hijo, como vemos en la Calírroe de Caritón, en donde Quéreas insiste en
el paidíon que se cría en Mileto y ha de volver a Siracusa (8.7.11–12). Se podría
pensar en una hija, pues con el término paidíon se dirige Dionisio a su propia
hija en Charito 8.5.15; aquí ese paidíon sería criado como heredero de un trono,
y su nodriza es calificada de παραϲ[πι]ϲτην «compañera de armas», como
si de un varón se tratara, lo que cuadra bien con el retrato que de Calígone
ofrecen estos fragmentos. A esa mujer la hace cómplice también de la acción,
y es posible que deba mantener el niño a salvo. El término παραϲ[πι]ϲτην es
usado por los historiadores (D.H. 2.13.3; 3.14.2; App. BC 2.14.95); D.S. 5.29.2
aplica el término a siervos libres, que funcionan como compañeros de armas
y como aurigas en los combates. Es especialmente interesante E. El. 883–88, en
donde Electra lo utiliza para dirigirse a Pílades, compañero de Orestes.
A continuación, Calígone es apresada y conducida, junto al resto de tripu-
lantes, ante la reina de las Amazonas, Temisto. Esta se sorprende de su belleza
y estatura sobrehumana. Aquí se rompe el papiro.
Las Amazonas y su reina Temisto pertenecen al universo mítico y utópico
griego, pues están situadas junto a los escitas, en un confín del mundo. Hdt.
4.110–17 cuenta cómo llegaron ellas al país de los escitas, a los que se unieron
y de los que tuvieron hijos más allá del río Tanais. De ellas descienden las
mujeres de los saurómatas. Es propio de ellas cazar a caballo, con o sin sus
maridos, y portar el mismo vestido que los hombres en la guerra. Otros muchos
textos hablan de ellas, situándolas junto al lago Mayótide, en el Bósforo, desde el
Periplo de Escílax 68 hasta historiadores de época imperial, como Apiano, quien
en Mith. 103 cuenta que en el triunfo de Pompeyo desfilaron en Roma mujeres
bárbaras guerreras iguales a hombres, ya fueran amazonas vecinas llamadas
como aliadas, o bien que esos bárbaros llamaran «amazona» a cualquier mujer
guerrera. Ya en la época clásica se asimilaban las mujeres de la Cólquide a las

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Consuelo Ruiz-Montero

escitas del lago Mayótide, por su carácter intrépido en el combate, como en


A. Pr. 415–419, 728, y E. Heracl. 408–417 vuelve a referirse a las Amazonas
como hijas de Ares, y a su reina, Hipólita. Scyl. 70–71 menciona también a los
saurómatas y los mayotas como pueblos gobernados por mujeres. Esos datos
ayudan a entender nuestros fragmentos.
Nos hallamos, creemos, ante la separación inicial de la pareja de enamorados,
quizás ya casados, al igual que en las novelas más antiguas, las de Caritón y Je-
nofonte de Efeso, y no sabemos si también en las fragmentarias de Nino
y Parténope.
Hay que destacar también que la estatura sobrehumana de Calígone es
excepcional, y es un punto de contacto con las propias Amazonas.
Parsons propone, de forma verosímil por el contenido, que a la columna
citada seguiría el fragmento 2. El texto es breve, y la reconstrucción que propone
nos parece, en general, correcta.

2.- Fr. 2

c.5 Βορυϲθέ]νηϲ πόλιϲ


ἐπὶ ποταμοῦ Βο]ρυϲθένουϲ
ἣν κατῴκιϲε δ]ῆμοϲ Μει-
ληϲίων, ἐϐαϲίλ]ε̣υεν δὲ ἐν 5
ταύτηι μέχρι] πρώην Εὐ-
βίοτόϲ τιϲ πα]τὴρ ἐμόϲ
] . το ὑμετε-

(«Borístenes es una ciudad junto al río Borístenes, a la cual fundó el pueblo de


los milesios; reinaba en ella hasta hace poco (¿Eu-?) mi padre, …vuestro…»).

Parece lógico deducir que Calígone responde a las preguntas de la reina acerca
de su patria y familia, siguiendo un modelo que es formular desde la Odisea
y deviene un tópos en las novelas². Por su parte, el río Borístenes está bien
documentado desde Hdt. 4.47.4, 53.1. Hdt. 4.78.3 cita la ciudad homónima como
fundación milesia, y aún Hdn. De prosodia catholica 3.1.70, se hace eco de esta
noticia.
En ll. 6–7 Parsons propone, con dudas, leer Εὐ]βίοτος, personaje que aparecía
ya en PSI 981, donde impide a Calígone el suicidio, como veremos más adelante.
No obstante, el editor inglés advierte ya que las palabras que le dedica ahí
Calígone: «ὦ πάντων ἀνθρώ[π]ων κάκιστε…», no son las más adecuadas para
dirigirse una hija a su padre. Efectivamente, no pensamos que sea necesario
² Od. 1.169–172, Charito 3.7.1, Ach.Tat. 1.3.1. Ya antes en Parténope, PBerol. 21179 col. i, 23, en el
contexto de un banquete.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 503 — #503

La novela de Calígone

leer aquí ese nombre. Es cierto que el sufijo Εὐ- es muy productivo en griego
formando nombres propios, por lo que aquí sería verosímil un nombre de ese
tipo, pero también se podría pensar en un término que designara la conducta
piadosa de su padre, u otra cualidad positiva, tal como leemos en Ephor. Fr.
2a, 70, F158.7–19, que califica de εὐσεϐῆ πάνυ, a los pueblos nómadas vecinos
de los escitas, y de εὐσημότατον al pueblo sármata. Interesante es también el
nombre «Eupatoria» de la ciudad que fundó Mitrídates Eupátor junto a Amisos,
en App. Mith. 78.
En l. 8 το ὑμετε- (¿ἔθνος?) podría aludir a la relación del pueblo de Calígone
con las Amazonas (¿φίλος?), o a su vecindad geográfica. Parsons apunta que
lo lógico es que la nave de Calígone haya llegado al país de las Amazonas
orientales, el actual mar de Azov.
Por su contenido seguiría ahora la columna ii del fragmento 1, como bien
observa Parsons, que reproducimos:

3.- Fr. 1, Col. iii

δ .[ 10
π . .[
κν[
επε̣ . [
ϊπ . [
αγ̣ . . [ 15
ε̣ . . [
Μαιῶτ̣αι ἡ̣ μεῖν
νοι, ἄρχει δὲ κἀκείν[ων γυ-
νή. ἡ δὲ̣ Καλλιγόνη [
ρωτ̣α̣ . π̣ . [ . ]μεν̣ . [ . . . . . 20
Μαιωτ̣ῶν . . [ ]ει . [
τε και . . . . . ε̣ω̣ϲ. ὅπωϲ̣ δὲ
] . . αι . . των Ἀμαζό̣ νων καὶ ο
. . . . . . . . . . . . . . . μ̣ον̣ . α̣ ι ̣ .
. . . ϲ̣ . . . . . . . . κ̣α̣ι ̣ . . . . . 25
πλιϲιν . . . . . . . . . ἐ̣ϕα̣ ί-̣
νετο αὐτῆι ὑπὸ ἀκοϲ̣μ̣ία̣ ̣ [ϲ
βλάπτεϲθαι, διακρε[ί ]ν̣[ου-
ϲα λόχουϲ ἐποίηϲε καὶ λ̣ ο[χα-
γο]ὺϲ ἐπέϲτηϲεν καὶ ϲυν- 30
θ]ήματα ἐδίδ[αξεν] ὑϕ’ ὧν
μ]αχεῖϲθαι τ̣[ ] . μάχην χρη

La columna está muy mutilada, pero el contexto militar es claro y Calígone


actúa aquí como mujer guerrera aliada de la reina Temisto probablemente.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 504 — #504

Consuelo Ruiz-Montero

Por el pronombre ἡ̣ μεῖν de l. 17, que equivale a ἡ̣ μῖν, con itacismo, deducimos
que se trata de un estilo directo. Parsons ve aquí un discurso de Temisto a las
Amazonas en el que les informaría de su posible alianza con los mayotas,
mandados también por una mujer, Calígone, y se pregunta si las líneas 17-19
son el final del discurso. En l. 17 propone leer, entonces, κoινωνoί, referido
a los mayotas, lo que es plausible. Pero Parsons sugiere también que otras
tribus pueden englobarse bajo κἀκείν[ων (l. 18), basándose en textos como Luc.
Tox. 54, donde un ejército de griegos, alanos, y saurómatas, es conducido por
Eubíoto, posibilidad que sería reforzada por el hecho de que [καὶ Ἀλανο][ί es
paleográficamente admisible asimismo en l. 17.
En líneas 19–20 Parsons propone, con dudas, leer ἡ Καλλιγόνη…ἔρωτα
ἀπω(σα)μένη, basándose en textos como Hld. 1.11.3 καὶ ἡ πολλάκις πειρῶντά
με ἀπωσαμένη. Pero pensar en la mención de un episodio erótico, el rechazo
de un amor, dentro de un discurso a las Amazonas parece poco verosímil
aquí. En nuestra opinión, el estilo directo acabaría en l. 19. Sugerimos, en-
tonces, que en esa misma línea Calígone está preguntando a Temisto sobre
sus aliados en el combate futuro que van a liderar ambas mujeres. Propone-
mos leer aquí ἡ Καλλιγόνη ἐπερωτᾷ πῶς…., o similar, basándonos en textos
como los siguientes: Pl. Gorg. 448e6 ἀλλ’ οὐδεὶς ἐρωτᾷ ποία τις ἡ Γοργί-
ου, X. Mem. 4.3.16 ὅταν τις αὐτὸν ἐπερωτᾷ πῶς ἂν τοῖς θεοῖς χαρίζοιτο,
ἀποκρίνεται.
Las líneas que siguen relatan sin duda un episodio bélico, pero están muy
mutiladas. No obstante, la lectura ὁπλίσιν propuesta por Parsons para l. 26 es
convincente, y podía hacer referencia al armamento que se ciñe Calígone.
Las tres líneas que siguen están también llenas de lagunas. Es probable la
mención del ejército de las Amazonas en l. 23, y en l. 26 Parsons cree, por las
huellas paleográficas, un sustantivo como στρατός o κράτος puede ser el sujeto
del verbo ἐ̣ϕα̣ ί ̣νετο de la misma línea, lo que tiene un sentido. Añadamos que,
desde el punto de vista sintáctico, una conjunción causal parece necesaria al
comienzo de esa sentencia. En cualquier caso, el texto parece responder a una
narración en tercera persona, y resulta claro que una mujer es la protagonista
de las formas verbales de sus últimas líneas, cuya traducción sería: «(como) le
parecía a ella que el (¿ejército?) era dañado por la indisciplina, dividiéndolo
formó compañías, estableció comandantes, y les dio instrucciones según las
cuales era preciso entablar batalla…». El sujeto de todo este episodio bélico
parece ser Calígone, citada antes en l. 19.
Parsons cita adecuadamente Ach.Tat. 4.11.2, indicando que, en nuestro ca-
so, el verbo esperado, ἐδίδου, no se ajusta al espacio del papiro. Igualmente,
esperaríamos el artículo τήν delante del sustantivo μάχην, pero los trazos
paleográficos impedirían la ν final.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 505 — #505

La novela de Calígone

Como advertimos en otras novelas de amor, los nombres de los personajes


principales son parlantes. Καλλιγόνη es «la nacida bella», y es comparable
a heroínas como Parténope, Calírroe, Antia, o Quíone. Aparece en Ach.Tat.
1.3.2 como hermanastra del protagonista, y Hdn. De prosodia catholica 3,1.335
lo cita en una lista de nombres propios.
Θεμιϲτώ, «la que se comporta con justicia», es nombre que cuadra bien
a una reina y define ya su comportamiento. Sería, sin duda, auxiliar de la
protagonista, y nos recuerda la Talasia de Antia (PSI 726, col. ii, 9–10). Temisto
se llama también la madre del protagonista de las Efesíacas. Es nombre unido
a la tradición mítica en varias fuentes antiguas: Herodiano cita dos mujeres
con este nombre que se han unido a dioses como Zeus (De prosodia catholica
3,1.57) o Apolo (ibid. 3,1.74). Paus. 10.24.3 denomina así a una chipriota, madre
de Homero. Pero ninguna fuente lo cita para la reina de las Amazonas³. No
obstante, D.S. 4.16.1 sitúa en Θεμισκύρα el palacio de las Amazonas, que, según
App. Mith. 78 recibe ese nombre por una de las Amazonas, tradición que pudo
conocer el autor de la novela
Para completar los datos sobre esta heroína conviene citar el papiro que ya
conocíamos (supra, n. 1), datado en el s. ii d.C., y que no reproducimos por
cuestión de espacio.
El texto refuerza la imagen de Calígone como mujer guerrera, puesto que
está en una tienda militar y posee una espada (ll. 27–28; 35; 41–42), e introduce
dos nuevos personajes, Erasino y Eubíoto. La mención de los saurómatas (l. 12),
confirma la geografía utópica de los fragmentos anteriores: la noticia que acaba
de recibir Calígone le duele más que si se tratase de una noticia sobre ellos, sea
que se trate de sus compañeros de armas, o de su propio pueblo, como parece
lógico concluir.
Calígone está enamorada de Erasino, que sería su pareja, sin duda, en la
novela. Las maldiciones de Calígone contra el día en que vio a Erasino en la
cacería y contra sus propios ojos, así como los reproches a Ártemis (ll. 15–20)
hacen pensar en la escena del flechazo de los protagonistas, típico de las no-
velas de amor. Es especialmente pertinente aquí X. Ephes. 1.3.1. Añadamos que
Artemis es garante de las promesas de fidelidad de los esposos en X. Ephes.
1.11.5, y del futuro matrimonio de los héroes en Ach.Tat. 4.1.4.
Asimismo el motivo de la cacería es unido al tema amoroso en Charito
6.4.4–5. Pero lo vemos antes en Verg. Aen. 4.117–18 uenatum Aeneas unaque
miserrima Dido / in nemus ire parant… Muy interesante para nuestro fragmento
es el siguiente pasaje de ese mismo libro de la Eneida: ille dies primus leti
primusque malorum / causa fuit… (4.169–70). Evidentemente estamos ante

³ Cf. A.R. 2.965, 995; catálogo de Amazonas, con nombres parlantes, en D.S. 2.46.4.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 506 — #506

Consuelo Ruiz-Montero

un tópos amoroso ya configurado, y sabemos que el suicidio fue el final de


la pobre Dido, perdidamente enamorada de Eneas. Algo parecido le ocurrió
a Calígone. Los editores americanos del papiro piensan que en esta escena
Calígone está impactada tras recibir la noticia de la muerte de Erasino, idea
que siguen Braund (2005) y Parsons (2018). Hay que decir que ello es posible,
pero nos parece más interesante la hipótesis de que la heroína acaba de recibir
información sobre una boda o algún tipo de relación amorosa de Erasino con
otra mujer. La reacción de Calígone es la de una enamorada no solo deses-
perada, sino furiosa, hasta el punto de estar dispuesta a matarse y a matar
a Eubíoto, que intenta quitarle el puñal. Calígone está en camino de conver-
tirse en una enamorada asesina, o, por decirlo con una expresión que leemos
en las Babiloníacas de Jámblico, en una «κόρην ἐρῶσαν καὶ φονῶσαν». En
el resumen de Focio (Bibl. 94.76b22 ss) su heroína, Sinónide, es una mujer
enamorada de su marido Ródanes, la cual, llena de cólera y espada en mano,
corre repetidamente como una loca tras una inocente joven de la que está
celosa, anunciando a su vez a su marido su futura boda con otro hombre. El
tema, con distintos matices, es recurrente en las novelas de amor, cuyo estu-
dio y relación con la tradición literaria y retórica he abordado en un trabajo
anterior (Ruiz-Montero 2011). Aquí quiero solo recordar que, en Parténope,
novela conocida ya en el s. i d.C. (Hägg & Utas 2003; López Martínez & Ruiz-
Montero 2016) aparece ya una heroína apasionada, muy activa, y educada
en las artes de la guerra. Parténope tuvo que huir de su patria con su pare-
ja, Metíoco, al que fue buscando hasta Persia, y probablemente recuperaría
mediante las armas el trono paterno, tal vez con la ayuda de su pareja. La
Cariclea de Heliodoro seguirá esta misma senda. ¿Fue Parténope modelo de
nuestra Calígone y de las superwomen que vemos en otras novelas griegas?
Lo cierto es que las mujeres que vemos en los fragmentos papiráceos poseen
un poder fáctico muy grande, y amplían la tipología femenina que ofrece el
género. No sabemos en qué medida esas mujeres colmaban los anhelos de
la audiencia femenina real, o si solo representaban el imaginario masculino.
Ἐρασεῖνον puede ser nombre parlante también, con itacismo, y adecuado a un
amante. Está testimoniado en inscripciones desde s. vi a. C., y nos hace pensar
en el Ἐρασινίδης de las Cosas increíbles allende Tule de Antonio Diógenes, un
ateniense descrito como τεχνíτης λóγων, con claras connotaciones aticistas
(Ruiz-Montero 2017: 113).
Εὐϐίοτος «el que tiene buenos medios de vida», es nombre que cuadra a un
aristócrata, como debía ser en la novela. Funciona aquí como amigo fiel que
impide el suicidio del héroe, como Policarmo en la novela de Caritón. Quizás
no es una coincidencia que ese nombre corresponda al del hijo ilegítimo de un
rey del Bósforo al que sucedió tras su muerte, y que vivió entre los saurómatas,

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 507 — #507

La novela de Calígone

a los que guió junto a griegos y alanos, contra los escitas, como cuenta Luc.
Tox. 54, que incluye una historia romántica.
La hipótesis tradicional, previa a la aparición de los nuevos fragmentos, de
que aquí Calígone estaría ocultando su verdadera personalidad «disfrazada» de
Temisto, carece de fundamento. Calígone está actuando como mujer guerrera
que es, y el episodio puede corresponder a un momento muy avanzado de la
intriga en que la protagonista intente recuperar su trono y patria junto a su
amigo y aliado Eubíoto. La ambivalencia de Calígone, quien se compara en
valentía con la Amazona Temisto, a la vez que se distingue de ella y afirma
que es griega, parece hacerse eco de la Medea de Eurípides (López Martínez
1998: 153; Ruiz-Montero 2011: 401). Sus palabras constituyen un alegato de
nacionalismo helénico.
Esa actitud de Calígone, así como los nombres citados, y el propio contexto
escita, enlazan la novela con la Segunda Sofística⁴. Otro de sus autores, Polieno,
relata historias románticas de mujeres guerreras, como Tirgatao (8.55) o Amage
(8.56). Sin duda todos estos autores comparten un material, oral y escrito, de
carácter más o menos histórico y de distinta antigüedad (Braund 2005: 43–45),
pero las diferencias de estructura entre la novela y esos otros géneros o sus
fuentes son decisivas a la hora de diferenciarlos, y ello nos parece fundamental
para el estudio de su cronología y desarrollo.

Referencias bibliográficas

Braund, D. (2005): «Neglected slaves», Vestnik Drevnei Istorii 4, 24–45.


Hägg, T. & Utas, B. (2003): The Virgin and her Lover, Leiden-Boston, Brill.
López Martínez, M. P. (1998): Fragmentos papiráceos de novela griega, Alicante, Univer-
sidad de Alicante.
López Martínez, M. P & Ruiz-Montero, C. (2016): «The Parthenope’s Novel: P. Berol. 7927
+ 9588 + 21179 Revisited», en T. Derda et al. (eds.), The Journal of Juristic Papyrology
28, Proceedings of the 27th International Congress of Papyrology (Warsaw 29.07–3.08
2013), Warsaw, University of Warsaw, vol. i, [The Journal of Juristic Papyrology 28],
235–250.
Parsons, P. J. (2018): «5355. Novel (Calligone)», The Oxyrrhynchus Papyri LXXXIII, 63–72.
Ruiz-Montero, C. (2011): «Mujeres desesperadas: tipología de la enamorada asesina en
la novela griega», en F. de Martino & C. Morenilla (eds.), La mirada de las mujeres,
Bari, Levante Editori, 381–402.

⁴ A destacar la lectura ξ[υμ-] / [φο]ραῖς στρεφομένη (ll. 24–25), arcaísmo que nos lleva a comparar
nuestro texto con otros de Dión de Prusa y la Anábasis de Arriano, patente también en autores
muy retóricos del s. iv d.C., según TLG. No sabemos hasta qué punto podemos considerar como
aticismo el uso de πρώην (fr. 2, l. 6), que aparece en Luciano y aticistas.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 508 — #508

Consuelo Ruiz-Montero

Ruiz-Montero, C. (2018): «Personal names in Antonius Diogenes’ Incredible things


beyond Thule», en A. N. Michalopoulos et al. (eds.), Dicite, Pierides. Classical Studies
in Honour of Stratis Kyriakidis, Newcastle, Cambridge Scholars Publishing, 107–23.
Stephens, S. A. & Winkler J.J. (eds.) (1995): Ancient Greek Novels. The Fragments, Prince-
ton, Princeton University Press.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 509 — #509

Sobre las fuentes de Jámblico, Babiloniacas, fr. 1


Habrich (= 2 Barbero)*
Manuel Sanz Morales
Universidad de Extremadura
msanz@unex.es

Resumen: Este trabajo pretende contribuir a identificar las fuentes literarias manejadas por
Jámblico en su novela Babiloniacas, fr. 1 Habrich (= 2 Barbero). Se concluye que el fragmento es
probablemente deudor de pasajes de la obra de Jenofonte, especialmente de la Ciropedia.
Palabras clave: Jámblico Sirio, Babiloniacas, novela griega, Jenofonte, intertextualidad.

On the sources and text of Iamblichus, Babyloniaka,


fr. 1 Habrich (= 2 Barbero)
Abstract: The aim of this paper is to identify some of the literary sources used by Iamblichus
in his novel Babyloniaka, fr. 1 Habrich (= 2 Barbero). It can be concluded that the fragment is
probably based on certain passages of Xenophon’s works, especially the Cyropaedia.
Key Words: Iamblichus, Babyloniaka, Greek novel, Xenophon, intertextuality.

1. Los testimonios de las Babiloniacas

La novela de Jámblico es una de las muchas novelas griegas que solo conocemos
fragmentariamente, mediante tres tipos de testimonios¹. Gracias al extenso
epítome de Focio, en el códice 94 de su Biblioteca, podemos hacernos una idea
general de su argumento². Tenemos también un buen número de fragmentos
literales muy breves en el léxico Suda, quizá más de un centenar. Además, han
sobrevivido nueve excerpta o extractos literales de la novela³. En el presente
* Trabajo elaborado en el marco del proyecto de investigación FFI2014-55244-P, financiado por el
Ministerio de Economía y Competitividad de España.
¹ Usaré las dos ediciones modernas que incluyen todos los fragmentos (Habrich 1960 y Barbero 2015,
en lo sucesivo H. y B.), citando según página y línea de ambas. El texto será el de Barbero, salvo
indicación expresa. En casos concretos citaré también la excelente traducción al español de Crespo
Güemes 1982: 420–445.
² Acerca del argumento y las características literarias de la novela, pueden consultarse las introduc-
ciones de Crespo Güemes 1982: 385–393, Stephens & Winkler 1995: 179–189, Ruiz Montero 2006:
129–133, Barbero 2015: 1–6 o Sevieri 2017: 7–22 y 99–101 (comentario, 59–95). Es recomendable la
documentada exposición de Braccini 2015: vii–xxiv.
³ Son los frs. 1, 4, 34, 35, 60, 61, 85, 86 y 96 H. (respectivamente 2, 68, 32, 33, 67, 69, 88, 65, 105 B.).
Excepto el fr. 61 H. (= 69 B.), conservado en un palimpsesto, los demás corresponden a extractos

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 510 — #510

Manuel Sanz Morales

trabajo me centraré en uno de ellos, el fr. 1 H. (= 2 B.), con el objetivo de


precisar cuáles fueron las fuentes literarias en que pudo inspirarse Jámblico
para su redacción.

2. El fr. 1 H. (2 B.) y sus posibles precedentes

El fr. 1 H. (2 B.) es un excerptum que está considerado de manera unánime


parte integrante de la novela de Jámblico. Es posible diferenciar dos partes
en él. La primera, que es la que estudiaré aquí, es una muestra paradigmática
del lujo oriental que tan exótico le resultaba a la mentalidad griega. Describe
la πρόοδος o cortejo del rey de los babilonios⁴, el lujo de su vestimenta, así
como el armamento y vestiduras de gala de los infantes y jinetes que forman
el cortejo. Termina describiendo la ornamentación de los caballos. La segunda
parte ocupa un tercio del total y se refiere solo a los corceles, ponderando la
galanura de sus movimientos y la perfección de su doma. Carece de cualquier
elemento característico del exotismo oriental, a diferencia de la primera parte.
Para describir esa πομπή oriental, se ha pensado que Jámblico habría recu-
rrido a diferentes fuentes literarias. La propuesta más completa se debe a Di
Gregorio 1963, quien cita como posibles modelos a Caritón 6.3.9, Jenofonte,
Cyr. 8.3.9 y ss. y Curcio Rufo, Hist. Alex. 3.3.8 y ss., sin excluir Heródoto 7.40
y 55, con su πρόοδος del carro del Sol⁵. Estos son los precedentes literarios de
carácter general, ya que, si se quieren tomar en consideración «i particolari»,
Di Gregorio cita también «diversi passi da cui Giamblico attinge»⁶. A saber:
la descripción del soberano quizá proviene de Diodoro Sículo 18.27.1; la des-
cripción de los jinetes puede basarse parcialmente en Jenofonte, Cyr. 1.3.2; la
mención de los caballos de Nisa está en Caritón 6.4.2; las bridas de oro (χρυσο-
χάλινοι) aparecen en Heródoto 9.20; la refencia a los corceles primorosamente
adornados puede hallarse en Heródoto 7.40 o Jenofonte, Eq. 12.8.
Semejante πολυμαθία por parte de Jámblico quizá no es imposible, pero tal
vez admite un par de matizaciones. En primer lugar, hay que mencionar los

de una syllogé incluida en una rama de la tradición manuscrita de los epistológrafos griegos. Son
fragmentos breves, excepto el palimpsesto y los frs. 1 y 35 H. (= 2 y 33 B.), ya que estos cubren
entre una y tres páginas de texto en las ediciones modernas. Sobre los diferentes testimonios, cf.
Barbero 2015: 15–16 (Suda), 16–18 (palimpsesto), 18 (syllogé) y 18–33 (mss. de los excerpta).
⁴ Muy probablemente se trata del malvado Garmo, rey de Babilonia que se enamora de la protagonista
Sinónide (cf. Focio 94.2). Sobre las hipótesis acerca del lugar que ocupaba el fragmento en la novela,
cf. Barbero 2015: 121.
⁵ Di Gregorio 1963: 391. Lo citan, por ejemplo, Borgogno 1975: 107 y Crespo Güemes 1982: 420,
n. 62.
⁶ Di Gregorio 1963: 392.

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Sobre las fuentes de Jámblico

tópicos literarios. Piénsese que en la literatura griega la πομπή oriental era


un elemento narrativo que poseía por sí mismo atractivo para el lector. De
ahí que aparezca a modo de tópico literario en diferentes autores. Pertenecen
a esta categoría los pasajes mencionados en primer lugar por Di Gregorio, pero,
a mi juicio, también los pasajes que considera que presentan coincidencias
concretas con el texto de Jámblico. Diodoro Sículo 18.27.1 describe pinturas
en las que aparece Alejandro con gran pompa, pero sin ninguna coincidencia
textual con Jámblico, salvo que el gran conquistador lleva un cetro. Heródo-
to 7.40.1–7.41.2 describe las tropas que acompañan a Jerjes, pero tampoco
muestra coincidencias verbales con Jámblico. Es destacable que ninguno de
ambos se detenga lo más mínimo para describir la parafernalia de los caballos⁷,
en lo cual difieren mucho de Jámblico.
En segundo lugar, hay que tener cuidado con los lugares comunes, que
implican coincidencias genéricas, sin relación intertextual directa. Entre los
ejemplos citados sucede esto con los caballos de Nisa mencionados por Caritón
6.4.2⁸. Lo mismo se puede decir del término χρυσοχάλινος, típica muestra de
la riqueza y lujo persas que está en Heródoto 9.20.1, además de en Jámblico,
pero eso es todo⁹.
La cuestión, a mi modo de ver, consiste en si Jámblico ha ido más allá de
reelaborar un tópico y se ha inspirado directamente en algún pasaje concreto
de otro autor para crear escenas o descripciones. Si es así, parece lógico que
haya tomado prestado vocabulario específico de su modelo, lo que implicaría
la existencia de coincidencias verbales entre esos pasajes y el del fragmento
que nos ocupa.
Dentro del presente apartado, merece atención especial el caso de Caritón,
por dos motivos. El cortejo que narra en 6.3.9 ss. (en el que se refiere a los
caballos de Nisa, como hemos visto) contiene elementos típicos del lujo oriental.
Pero, además, existe la creencia de que su novela puede haber servido de
inspiración a la de Jámblico¹⁰.
En 6.3.9 el eunuco Artaxates convence a su rey Artajerjes para que vaya de
caza y así olvide, al menos momentáneamente, su amor por Calírroe. El autor
aprovecha para incluir una ékphrasis en la que muestra el ornato propio de los
⁷ Solo Heródoto 7.40.2 se limita a decir que los 10 caballos neseos del desfile iban κεκοσμημένοι ὡς
κάλλιστα.
⁸ Como reconoce el propio Di Gregorio 1963: 392 y notas 11 y 12. Muy conocidos y apreciados en la
Antigüedad, aparecen en diversas fuentes hoy conservadas, por ejemplo Estrabón 11.13.7 y 11.14.9,
Heliodoro 9.19.1, Suda ι 578 s.u. ἵππος Νισαῖος (ii 664 Adler) y ν 425 s.u. Νίσαιον (iii 472 Adler).
⁹ Además, el contexto es muy diferente, ya que Heródoto menciona al caballo neseo «con rien-
das de oro» cuando narra el ataque de la caballería de Mardonio en una escaramuza previa a la
batalla de Platea.
¹⁰ Los datos, en Borgogno 1979: 147–150. Cf. también el reciente resumen de Dowden 2018: 161–162.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 512 — #512

Manuel Sanz Morales

persas. Pero lo cierto es que Caritón solo dedica a ello muy pocas líneas (final
de 6.4.1 y 6.4.2), todas referidas al rey. En primer lugar se habla de la comitiva,
que queda despachada con la frase ἱππεῖς κεκοσμημένοι καὶ Περσῶν οἱ ἄριστοι
καὶ τῆς ἄλλης στρατιᾶς τὸ ἐπίλεκτον, nada que ver con la pormenorizada
descripción de Jámblico. Seguidamente se incluye una breve descripción de
cómo Artajerjes va vestido y armado. Tan solo aquí hay una ligera coincidencia
verbal con Jámblico: el rey monta un caballo de Nisa con bridas de oro. Pero
lo primero es solo un lugar común, como ya he señalado, y para las bridas
se usa χρύσεον…χαλινόν, y no el compuesto χρυσοχάλινον de Jámblico. Las
coincidencias verbales consisten solo en προμετωπίδια καὶ προστερνίδια,
o testeras y petrales (piezas que protegen la testa y el pecho del caballo). Es
llamativo que la guarnición del caballo esté incompleta, al no mencionarse
los quijotes o piezas para los costados (παραμηρίδια o παραπλευρίδια), que
después encontraremos en diferentes textos de Jenofonte.
Finalmente, ambas descripciones del rey difieren en aspectos básicos: en
Caritón monta a caballo y no lleva cetro, sino espada y dos jabalinas, más el
arco con su aljaba; en Jámblico avanza en un carro de marfil y sostiene un cetro
también de marfil. Es cierto que estas diferencias se pueden explicar en parte
porque los contextos son diferentes: una cacería en Caritón y lo que parece un
desfile conmemorativo en Jámblico. Pero, en todo caso, la mínima semejanza
verbal entre los textos revela que Jámblico no ha tenido en cuenta el relato
caritoneo para elaborar el suyo.
Se puede concluir que no hay suficientes indicios de que la posible influen-
cia en el fragmento de Jámblico de los pasajes caritoneos examinados haya
alcanzado el nivel textual.

3. Jenofonte como precedente

El panorama es otro con respecto a Jenofonte. Empezaré por hacer constar dos
datos de importancia. En primer lugar, en un trabajo antiguo sobre materia muy
diferente, Naechster ofreció una lista de pasajes del historiador que podrían
haber sido objeto de imitación por Jámblico en el fragmento que nos ocupa¹¹.
No es de extrañar que la mayoría de ellos pertenezca al tratado de Jenofonte
περὶ ἱππικῆς o De re equestri (Eq.). Son vocablos o expresiones referidos a los
caballos descritos por Jámblico, sobre todo al final de la primera parte del
excerptum y durante toda la segunda parte. En resumen, del conjunto de los
pasajes listados por Naechster se deduce que en el fr. 1 H. (2 B.) hay sin duda

¹¹ Naechster 1908: 57–59.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 513 — #513

Sobre las fuentes de Jámblico

reminiscencias de Jenofonte. Sin embargo, creo que algunas coincidencias


verbales son demasiado inespecíficas¹², y también que otras semejanzas son
realmente de carácter conceptual más que verbal¹³. Finalmente, cabe añadir
varios pasajes no señalados por este autor, a los que después me referiré¹⁴.
En segundo lugar, hay una obra de Jenofonte, la Ciropedia, que por motivos
obvios podría haber proporcionado material temático apropiado para la no-
vela de Jámblico. Eso sucede ya con la novela de Caritón, que es claramente
deudora de Jenofonte, pero más aún de la obra que trata de Ciro. Lo cual resulta
lógico, ya que la Ciropedia, además de transcurrir en ambiente persa, incluye
motivos novelísticos¹⁵. De igual manera, parece lógico que Jámblico se haya
inspirado en Jenofonte, y probablemente en la Ciropedia. Veamos si es así
comparando el texto de ambas obras. Cito los pasajes de Jámblico por el orden
que tienen en el texto y subrayo los vocablos coincidentes:

a) p. 5.4–5 H. (68.3–4 B.): αἱ δὲ ἡνίαι τῶν ἵππων εἰσὶ πορφυραῖ ταινίαι, y p.


7.18.20 H. (70.5–7 B.): τρίχες δὲ τῶν ἵππων οὐραῖαι (…) διαδοῦνται καὶ
περισφίγγονται πορφυραῖς τε καὶ ποικίλαις ζώναις. La púrpura es uno
de los principales símbolos del lujo persa. Como tal aparece en Cyr. 1.3.2
χιτῶνες, 2.4.6 ἐνδύς, 6.4.2 χιτών, 8.3.3 ἱμάτια, 8.3.13 κάνδυς.
b) p. 5.9 H. (68.7 B.) φέρει δὲ καὶ σκῆπτρον ἐλεφάντινον. El cetro es el
principal símbolo de la realeza persa, pero no está hecho de marfil, sino
de oro: Cyr. 8.8.13 (Ciro a Cambises) οὐ τόδε τὸ χρυσοῦν σκῆπτρον τὸ
τὴν βασιλείαν διασῷζόν ἐστιν, ἀλλ’ οἱ πιστοὶ φίλοι.
c) p. 7.1 H. (68.8 B.): ἡγοῦνται δ’ {ἱππεῖς} σκηπτοῦχοι¹⁶. Los portadores de
cetros están en la comitiva de Cyr. 8.3.15 ἐφείποντο δὲ οἱ περὶ αὐτὸν
σκηπτοῦχοι ἐφ’ ἵππων.
d) p. 7.2–5 H. (68.10–12 B.): οἱ μὲν πεζοὶ (…) ψελλίοις (sic) μὲν τὰς χεῖρας,
στρεπτοῖς δὲ τοὺς τραχήλους κεκοσμημένοι. Poco después (p. 7.14 H.,
70.2–3 B.) al hablar de los caballos, se mencionan sus distintivas riendas
¹² Por ejemplo, βαδίσματα, «trotes» (p. 7.24 H., 70.10 B.), y βαδίζειν, «trotar» (Eq. Mag. 1.16).
¹³ Un ejemplo puede ser φρονήματα (p. 7.25 H., 70.11 B.), «arrogantes rehúsos» en la traducción de
Crespo Güemes 1982: 421, que Naechster relaciona con la ψυχή atribuida a los caballos (Eq. 3.7
y 11).
¹⁴ Naechster (1908: 57–59) menciona solo Cyr. 1.4.8, 2.4.6, 6.4.1–2 y 11, 8.3.9 y ss. y 16. Otros pasajes
significativos que tendré en cuenta son 1.3.2–3, 7.1.2, 8.2.8, 8.3.3 y 8.5.18.
¹⁵ La historia de Abradatas y Pantea es el más importante. Sobre Caritón y su hipotexto jenofonteo
véase la documentada panorámica de Trzaskoma 2018: 65–69. En el aparato de fuentes de mi
edición de Caritón (Sanz Morales 2020: passim) recojo 25 pasajes de Jenofonte en los que podría
haberse basado el novelista: de ellos, 16 pertenecen a la Ciropedia.
¹⁶ Texto de Barbero, quien, a diferencia de Habrich, acepta la supresión de ἱππεῖς como glosa (Reeve).
El paralelo de Cyr. 8.3.15 podría apoyar la conjetura, aunque con dudas por la presencia de ἐφ’
ἵππων.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 514 — #514

Manuel Sanz Morales

de oro: τῶν δὲ εἰς πομπὴν ἠσκημένων χρυσοχαλίνων πάντων. En Cyr.


1.3.2, Astiages, abuelo de Ciro, se adorna a la manera de los medos, con
collares y brazaletes: οἱ στρεπτοὶ οἱ περὶ τῇ δέρῃ καὶ τὰ ψέλια τὰ περὶ ταῖς
χερσίν¹⁷. El siguiente párrafo repite esos términos, y añade que su caballo
tenía riendas de oro: 1.3.3 (Astiages) σπρεπτοῖς καὶ ψελίοις ἐτίμα καὶ
ἐκόσμει, καὶ εἴ ποι ἐξελαύνει, ἐφ’ ἵππου χρυσοχαλίνου περιῆγεν. Mucho
más adelante, cuando se habla de la dadivosidad de Ciro, aparecen de
nuevo los mismos objetos: Cyr. 8.2.8 τίνος δὲ δῶρα γιγνώσκεται ὥσπερ
ἔνια τῶν βασιλέως, ψέλια καί στρεπτοὶ καὶ ἵπποι χρυσοχάλινοι; Se trata
casi de una fórmula, como confirma An. 1.2.27, cuando Ciro el Joven le
da a Siénesis los regalos considerados de honor en la corte persa: entre
otros, ἵππον χρυσοχάλινον καὶ στρεπτὸν χρυσοῦν καὶ ψέλια¹⁸.
e) 7.9–10 H. (68.15–16): ὀλίγοι δὲ καὶ στεφάνοις χρυσοῖς ἀναδέδενται, οἷς ἂν
ἐκ βασιλέως δοθῇ. A diferencia del cetro, la corona de oro no es el símbolo
del poder real, sino una joya de gran valor que implica reconocimiento
hacia el receptor del regalo, como en Cyr. 8.5.18 (Ciaxares envió a su hija)
στέφανόν τε χρυσοῦν καὶ ψέλια φέρουσαν καὶ στρεπτὸν καὶ στολὴν
Μηδικήν. Y de nuevo aparece aquí la asociación de ψέλια y στρεπτός.
f) p. 7.11–14 H. (68.16–70.2): τῶν μὲν τὸν πολεμικὸν τρόπον ἐσκευασμένων
προμετωπιδίοις τε καὶ στερνιδίοις καὶ παραπλευριδίοις {καὶ παραμηρί-
δια τοῖς ἱππεῦσι περίκειται}, τῶν δὲ εἰς πομπὴν ἠσκημένων χρυσοχαλί-
νων πάντων¹⁹. Jenofonte Eq. 12.8.3–4 afirma que, para que el jinete no
sufra daños en el combate, es preciso armar al caballo προμετωπιδίῳ καὶ
προστερνιδίῳ καὶ παραμηριδίοις, «con testera, petral y quijotes», piezas
que protegen la cabeza, el pecho y los flancos del animal²⁰.

Es probable que Jámblico conociera el tratado De re equestri, al que, por cier-


to, pertenece la mayoría de los paralelos recopilados por Naechster para la
segunda parte del texto²¹. Sin embargo, de nuevo la Ciropedia nos propor-
ciona paralelos para el pasaje. Uno es Cyr. 7.1.2 οἱ δὲ ἵπποι (sc. ὡπλισμένοι)
προμετωπιδίοις καὶ προστερνιδίοις καὶ παραμηριδίοις χαλκοῖς· τὰ δ’ αὐτὰ

¹⁷ Ambos términos también en 2.4.6, como símbolo del lujo persa, esta vez junto con la púrpura:
(Ciro) πορφυρίδα ἐνδὺς καὶ ψέλια λαϐὼν καὶ στρεπτὸν περιθέμενος.
¹⁸ De nuevo las bridas de oro en Cyr. 8.3.16 οἱ δ’ (…) ἵπποι παρήγοντο χρυσοχάλινοι.
¹⁹ Los códices leen στερνιδίοις, que imprimen Habrich y Barbero. A mi juicio, los pasajes jenofon-
teos que menciono seguidamente plantean la posibilidad de que en Jámblico corresponda editar
〈προ〉στερνιδίοις. En cuanto a la frase eliminada, la suprimió Habrich, seguido por Barbero, pero
los paralelos de Jenofonte no favorecen esa necesidad. Por último, obsérvese la nueva aparición de
χρυσοχάλινοι.
²⁰ Cf. An. 1.8.7 προμετωπίδια καὶ προστερνίδια.
²¹ Naechster 1908: 59. Sobre las dos partes del texto, véase el comienzo del apartado 2.

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Sobre las fuentes de Jámblico

ταῦτα παραμηρίδια ἦν καὶ τῷ ἀνδρί. Pero un paralelo aún más cercano es Cyr.
6.4.1: ὥπλιζον δὲ καὶ ἵππους προμετωπιδίοις καὶ προστερνιδίοις · καὶ τοὺς μὲν
μονίππους παραμηριδίοις, τοὺς δ’ ὑπὸ τοῖς ἅρμασιν ὄντας παραπλευριδίοις.
El texto ofrece los mismos cuatro términos que Jámblico²², e igualmente adju-
dica a los jinetes los παραμηρίδια, mientras que los παραπλευρίδια quedan
como protectores de los caballos de los carros. Y obsérvese también el carácter
formulario de la descripción, con ejemplos en ambas obras jenofonteas.
Hay ejemplos que aisladamente pueden ser discutibles, por consistir en
meras coincidencias verbales sin dependencia directa. Pero secuencias de
palabras repetidas en la Ciropedia como las de d) y f) y, especialmente, todas
las coincidencias en su conjunto, permiten considerar verosímil la hipótesis de
que Jámblico conocía la Ciropedia, y que tomó de ella terminología para crear
su propio relato²³.

4. Conclusiones

El fragmento 1 H. (2 B.) de Jámblico muestra parecido con pasajes de diferentes


autores, ya que estos textos presentan elementos típicos del lujo oriental, tal
como era visto por los griegos. Pero es un parecido más de contenido que
textual. Caso especial es el de Caritón, ya que Jámblico se ha inspirado en
motivos narrativos suyos para construir la trama de su novela. Pero, aunque
en Caritón aparece también el topos de la πρόοδος revestida de lujo oriental,
del análisis realizado se concluye que no hay imitación verbal por parte de
Jámblico.
La segunda conclusión se refiere a Jenofonte. En primer lugar, la presencia
del historiador en el conjunto del fragmento de Jámblico es clara, como ya
daban a entender los datos recopilados por Naechster. Pero, además, del análisis
aportado por el presente trabajo se concluye que Jámblico se inspiró en la
Ciropedia y tomó de esta obra de ambientación persa una serie de vocablos
y expresiones que le ayudaron a crear su relato²⁴. Por tanto, en el excerptum de

²² Con la excepción de στερνιδίοις, pero véase la nota 19.


²³ La secuencia de pasajes produce la impresión de que en los primeros Jámblico menciona elementos
más genéricos como la púrpura o el cetro, que por sí mismos no son indicativos de que la Ciropedia
constituya el hipotexto del fragmento de Jámblico. Pero, cuando el texto avanza y tiene un
carácter más técnico al centrarse en las características de los caballos, parece que el autor adopta
vocabulario más concreto, tanto de la Ciropedia primero como, después, del tratado De la equitación.
Sobre esto último, cf. Naechster 1908: 59 y mi n. 21.
²⁴ Lo cual no significa, obviamente, que la Ciropedia fuera la única fuente literaria. Elementos del
relato de Jámblico como ciertos nombres de oficiales y jefes persas, o como el carro y el cetro de
marfil del rey, por citar alguno, no aparecen en toda la obra de Jenofonte. Averiguar si hay otro

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 516 — #516

Manuel Sanz Morales

Jámblico tendríamos otro ejemplo, añadido al menos al de Caritón, de cómo la


Ciropedia cumplió un importante papel como fuente literaria de la cual bebió
la novela griega, proporcionando a algunos de sus autores material no solo
temático, sino también verbal, para la creación de nuevos episodios narrativos.

Referencias bibliográficas

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& S. M. Trzaskoma (eds.), Literary Currents and Romantic Forms. Essays in Memory of
Bryan Reardon, Groningen, Barkhuis & Groningen University Library, 65–79.

posible hipotexto del fragmento estudiado requeriría un análisis más amplio, que no me es posible
abordar aquí.

516
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 517 — #517

¿Un mundo feliz? Ecos distópicos en el discurso de


la utopía griega antigua
Marina Solís de Ovando Donoso
Universidad Pontificia de Comillas
solisdeovando.marina@gmail.com

Resumen: El objetivo de este artículo es observar cómo se presentan la lengua y la literatura


en los textos antiguos de género utópico, así como estudiar la relación que guardan los aspectos
lingüísticos de estos mundos inalcanzables de la Antigüedad con la creación del imaginario
distópico posterior, que tomaría algunos de los rasgos supuestamente perfectos de la utopía
antigua para plantear el carácter represivo de las distopías.

Palabras clave: Utopía, uglosia, Platón, distopía.

A brave new world? Dystopian echoes from ancient greek utopian discourse

Abstract: The aim of this paper is to observe the aspects that make reference to the language and
literature in the Ancient utopian societies. We will examinate how these linguistic topics have
also given a background to the modern dystopia. Some characteristics from the Ancient utopia
would be taken in this new genre to create a represive world in modern literature.

Key Words: Utopia, uglosia, Plato, dystopia.

1. Introducción

La configuración de mundos imaginarios distintos del conocido, dotados de


mejores características sociales, es un lugar común en nuestras ficciones desde
hace mucho tiempo. Por ello no es sorprendente hallar planteamientos utópicos
en la literatura clásica occidental, la cual constituye uno de nuestros patri-
monios más antiguos. La literatura griega antigua presenta algunos ejemplos
fascinantes acerca de nuevos mundos posibles que invierten las normas socia-
les e incluso morales de quienes las escriben. A menudo se trata de sociedades
misteriosas y exóticas que sus autores ubican en lugares ajenos a ellos y a su
potencial público lector. El factor de distancia y desconocimiento objetivo
permite conservar una mayor verosimilitud a la hora de inventar opciones en
principio disparatadas.
Pero ninguna de estas propuestas surge de una simple pretensión de fanta-
sear con lo imposible ni responden tan solo a un deseo de forzar los límites del
absurdo en la concepción humana. Existe un fundamento ideológico detrás de

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 518 — #518

Marina Solís de Ovando Donoso

la construcción narrativa de un mundo donde todo lo que se considera normal


deja de serlo. Un mundo de características opuestas al conocido es un desafío.
Supone un inquietante cuestionamiento de las normas ya establecidas en esa
sociedad de la cual ha surgido la idea fantástica de una realidad mejor, dado
que, para plantear esa alteridad del presente conocido, es preciso confirmar qué
aspectos de ese presente fallan¹. Toda propuesta utópica es una puesta en duda
de los elementos más íntimos de una sociedad, tales como las aspiraciones,
los deseos e incluso los miedos de aquellos individuos que la conforman. Y,
en ocasiones, la creación de una sociedad aparentemente mejorada, pero tan
distinta de la propia puede convertirse en un experimento perturbador que
no inspira una gran confianza. En este sentido, es particularmente interesante
observar cómo esta clase de propuestas se llevan a cabo en un mundo literario
como el de la Grecia antigua, en el contexto de una sociedad que comenzaba
a explorar sus posibilidades políticas sin demasiados precedentes, por lo que
no temía el planteamiento de sistemas heterodoxos ni la crítica feroz sobre
cuestiones que pudieran parecer elementales.
Estas páginas profundizan en los aspectos relacionados con la lengua y la
literatura que determinan la construcción de la utopía en la Antigüedad, así
como en la forma en que tales aspectos contribuyen a la creación de reinos
distópicos en la literatura posterior. De esta manera se pretende hacer justo
homenaje al interés que el profesor Crespo ha mostrado por el género utópico
antiguo² así como por aquellos estudios que prestan igual atención a los ámbitos
de la lingüística y de la literatura.

2. Primeros motivos utópicos en la Antigüedad: Platón y el miedo a la


poesía

El término «utopía» es una creación posterior a la Antigüedad. La palabra


es invención de Tomás Moro, quien la utiliza para dar nombre en 1516 a su
isla ideal y a la misma obra en la que narra las peripecias ocurridas en ella.
La formación del sustantivo, a partir de οὐ y τόπος «lugar», con el sufijo de
formación de sustantivos abstractos en -ία (Crespo Güemes 2001: 89), muestra la
intención de señalar un lugar inexistente, un espacio del que no se puede tomar

¹ Cf. Lauriola 2009: 19: «When the present conditions seem to worsen more and more, it is common
to dream of another life and of another world that are not simply “other” than the present, but
also a perfection of the present».
² Cf. Crespo Güemes 2001.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 519 — #519

¿Un mundo feliz?

referencia alguna: un «no-lugar»³. A raíz de esta asociación se asignó el mismo


término al género dedicado a proponer la existencia de mundos diferentes del
conocido, alejados en tiempo, espacio y/o lógica estructural, que en principio
se presentan como deseables y mejores que el nuestro. Sin embargo, cuando
hablamos de utopías antiguas no nos estamos refiriendo a obras o textos que
los propios autores incluyeran en ese género exacto, puesto que aún no habían
desarrollado el término para definirlo ni tenían razones para especificar la
utopía como un género distinto de cuantos ya cultivaban. De hecho, muchos
de los ejemplos que pueden estudiarse en el contexto de la Grecia antigua
no sugieren mundos inexistentes desde el comienzo, sino que estos mundos
se plantean como reales aunque muy lejanos (situación a la que da pie el
código de la literatura de viajes)⁴ o como la materialización social de nuevos
ideales políticos que, en opinión del autor, habrían de sustituir a los presentes.
Este es el caso que abriga la aparición de la primera utopía política de la que
tenemos testimonio: la República ideal de Platón, que irrumpe en un momento
de importante convulsión sociopolítica en Atenas y en Grecia. Con su trasfondo
metafísico, la propuesta de la República no es una metáfora a través de la cual
se busque explicar conceptos complejos: es una propuesta política que Platón
consideraba perfectamente plausible en todos sus términos⁵. En esta línea, los
diálogos Timeo y Critias, donde se relata la leyenda de la Atlántida, buscan
ejemplificar una posible aplicación práctica de aquel planteamiento político
creado por el fundador de la Academia; constituyen también textos de carácter
utópico geográfico⁶.
La República es, junto con Las Leyes, la obra en la que Platón invierte mayores
esfuerzos en explicar con exactitud y precisión cómo ha de funcionar cada
aspecto relevante en su estado ideal. Entre tales aspectos no solo se encuentran
las funciones políticas o la forma de llevar procesos jurídicos, de producción
o de convivencia: el elemento artístico y literario también llama la atención del
filósofo. Así, se explica detalladamente que este nuevo estado ha de tener una
actitud de firme rechazo ante la poesía en su vertiente más emocional, aquella
que en términos platónicos se denomina «imitativa». Platón incluye en esta

³ Existe también la teoría de que es el «buen lugar», pues el término se habría formado por compo-
sición a partir de εὐ «bien» + τόπος «lugar». Tal interpretación se ajustaría con más frecuencia
a las ficciones antiguas.
⁴ Por tratarse de una literatura en la que «confluyen descripciones de países, de gentes, costumbres,
situaciones, etc. en proporciones muy diversas, pero con intención “realista”» cf. Regales 1983: 83.
⁵ Así lo demostró en su segundo viaje a Siracusa. Cf. Mosterín 2006: 233.
⁶ Estos dos diálogos le sirven al filósofo para exponer las virtudes de la organización ideal de la
República aprovechando la imagen del enfrentamiento con otro pueblo de rasgos opuestos cuya
derrota se debería precisamente a las perversiones de la sociedad. Cf. Schiappa de Azevedo 2009:
97–106.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 520 — #520

Marina Solís de Ovando Donoso

categoría toda aquella poesía que no tiene por objeto alabar a los hombres ni
a los dioses, sino que se enmarca en el cuadro de lo ficticio; desde Homero
hasta los trágicos, todos ellos han de ser expulsados de la nueva República.
Tal decisión se relaciona estrechamente con el concepto platónico del alma
dual, dividida entre las pulsiones del mundo físico, engañoso e ilusorio, y la
tendencia a la verdad imperecedera del mundo de las ideas. En su «mezquina
condición de imitación de imitaciones» (Fernández Galiano 1999: 45), el peligro
de la poesía imitativa es alejarnos de la verdad auténtica de las cosas.

El poeta imitativo implanta privadamente un régimen perverso en el alma


de cada uno condescendiendo con el elemento irracional que hay en ella,
elemento que no distingue lo grande de lo pequeño (…) creando apariencias
enteramente apartadas de la verdad (Pl. Rep. 10.605c)⁷

Así pues, la poesía supone una amenaza porque podría desestabilizar las bases
del nuevo sistema que se propone. Ese sistema está fundamentado en la validez
de un paradigma filosófico que sustentaría, a su vez, una práctica ética y política
acorde con él. El motivo de desterrar la poesía imitativa de esta nueva sociedad
es que su práctica y el ritual colectivo que se establece en torno a ella pone en
duda ese paradigma, puesto que exalta los aspectos más viscerales del individuo
y —he aquí el verdadero peligro para la teoría de Platón— lo hace de forma
admirable, suscitando que quien participa de esa poesía la disfrute y por tanto
la defienda. Es decir, el auténtico peligro que entraña la poesía es que puede
conducir a la discrepancia del planteamiento propuesto por el sistema.

3. Uglosia: en busca de la lengua perfecta

Además de la literatura, la lengua y todos sus planos (desde la escritura hasta la


sintaxis) también constituyen un elemento de interés en la creación literaria de
sociedades utópicas. Crespo Güemes (2001: 89) comenta que «la atribución
de características lingüísticas a las islas, países o planetas imaginarios (…) es
un tópos común en la literatura de tema utópico». En efecto, la coherencia
de un mundo imaginario se torna mucho más sólida si tal mundo muestra
un sistema de comunicación, hablada y/o escrita, propio y diferente de otros.
Los sistemas comunicativos presentados en estos mundos tienen una doble
función como recurso narrativo. Por un lado, establecen una base de similitud
entre el mundo conocido y el nuevo, ofreciendo un apoyo para la credibilidad de
la sociedad propuesta. Al mismo tiempo presentan una oportunidad excelente
⁷ Traducción de Fernández Galiano.

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¿Un mundo feliz?

para alejar más aún a esta nueva sociedad de la del lector, al proponer que
sus miembros hablen una lengua diferente o que ni siquiera tengan la misma
relación con el hecho íntimo de comunicarse. Es lógico también presuponer
que un mundo que pretende aparecer como mejor que el conocido busque
alcanzar una «lengua perfecta» que no dé lugar a problemas de incomprensión
o malentendido alguno. En suma, es frecuente que, cuando se nos presenta
una utopía, también nos encontremos con el motivo de la uglosía, término con
el que se pueden definir «las lenguas que se diseñan en espacios y tiempos
[inexistentes]» (Galán Rodríguez 2009: 13).
La literatura griega antigua está poblada de descripciones de sociedades
exóticas dotadas, a su vez, de lenguas propias, tan extrañas como atractivas. El
ejemplo de Yambulo, transmitido por Diodoro en su Biblioteca Histórica, resulta
especialmente impactante. La sociedad del archipiélago Heliópolis presenta
una capacidad pragmática asombrosa:

Los habitantes de la isla eran, tanto por sus peculiaridades corporales como
por sus costumbres, muy diferentes a los de nuestro mundo (…). Tenían la
lengua doble en una cierta extensión, y además dividían la parte interior de
modo que venía a ser doble hasta la base. Por ello tenían la capacidad
de emitir la máxima variedad de sonidos, imitando no solo todos los lenguajes
articulados propios del hombre sino también los múltiples sonidos de los
pájaros (…). Lo más sorprendente de todo era que hablaban perfectamente
con dos interlocutores, respondiéndoles y tratando con propiedad de las
circunstancias del caso; pues con una mitad de la lengua conversaban con
uno y a su vez con la otra, de modo similar, con el otro (D.S. 2.56.6–7)⁸.

Gracias a curiosos rasgos biológicos, el pueblo de Heliópolis consigue sus ven-


tajas comunicativas sin economizar su lenguaje; al contrario, su sistema verbal
opta por la diversificación, dando lugar a una multiplicidad de sonidos y a la
posibilidad de dividirse entre más de un interlocutor, con lo que cada individuo
amplía enormemente su espectro comunicativo. Sin embargo, esta idea no es
la más productiva cuando se trata de lenguas imaginadas. La estrategia más
frecuente es la de idear una lengua extremadamente económica en todos los
sentidos. Lenguas simples desde el prisma conceptual, sin variantes dialectales
y muy apegadas a la realidad que se comparte. El caso de la lengua de Uranópo-
lis, utopía regida por Alexarco de Macedonia⁹, se ajusta de forma especial a esta
máxima, pues sus términos novedosos son neologismos constituidos sobre
bases griegas para definir realidades ya conocidas de un modo más literal (por
ejemplo, a la medida monetaria se le da el nombre de ἡμεροτρόφις, «sustento
⁸ Traducción de Lens Tuero & Campos Daroca.
⁹ Historia relatada por Ateneo en Deipnosofistas 3.54.

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Marina Solís de Ovando Donoso

diario»). Esta idea de homogeneización de la lengua puede hallarse también


en el mito hebreo de la Torre de Babel, según el cual la diversidad lingüística
es una de las maldiciones inherentes a la Humanidad y, más adelante, en las
incursiones humanistas en busca de una lengua universal, tales como la de
Comenius en 1688, que proponía que «existan solo las palabras necesarias para
aludir a las cosas y la sintaxis se limite a la unión de unas palabras con otras»¹⁰.

4. Las fisuras del plan perfecto: el camino hacia la distopía

La propuesta de la homogeneización lingüística como elemento imprescindible


para soñar con un mundo utópico, a un nivel más profundo, vincula la idea
de una sociedad mejor con la semejanza entre sus miembros. Tal concepto
ideológico, si bien no carece de una hermosa intención de universalidad, pre-
senta un reverso que evoca la misma problemática que encontraba el sistema
platónico al temer la poesía: en una sociedad perfecta, la diferencia se entiende
como un problema. Y esta concepción presupone acuerdo y sumisión ante un
sistema que se ha ofrecido como definitivo y «objetivamente mejor». A causa
de este razonamiento, las utopías son susceptibles de llegar a comprenderse
como lo opuesto a su planteamiento inicial: mundos temibles y siniestros, cuya
supuesta condición perfecta se torna opresiva. De la utopía se pasa con asom-
brosa facilidad a su contrario, la distopía, apareciendo mundos posibles que,
a través de la misma búsqueda de la perfección del presente, se llegan a tornar
aterradores. Como apunta Claeys (2017: 7) «utopia and dystopia evidently
share more in common than is often supposed».
Tal proximidad se debe a que la distopía no deja de ser un subgénero de la
utopía, que explota recursos narrativos parecidos para causar una emoción
diferente en el receptor. En lugar de la agradable sensación de paz y evasión
que busca transmitir el universo utópico, la literatura distópica construye
ambientes desasosegantes donde el lector no se siente a salvo ni de sí mismo,
puesto que tales sociedades son entendidas como la «normalidad». Nadie
puede escapar de un sistema que ha sido impuesto y aceptado como un modelo
perfecto. Dentro de este macabro planteamiento, los nuevos mundos perfectos
presentan una actitud beligerante y casi siempre represiva ante la lengua y la
literatura, mostrando las mismas reticencias y temores que se planteaba en
algunas utopías antiguas. Así, en la novela Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, la
agobiante sociedad americana del futuro parece haber entendido, al igual que
Platón, los peligros que supone dar cabida al espíritu literario en un mundo

¹⁰ Ambos casos reciben un estudio exhaustivo en Galán Rodríguez 2009: 29–37.

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¿Un mundo feliz?

perfecto: no hay libros allí. Están prohibidos y el cuerpo de bomberos los busca
para quemarlos. Cuando el jefe de bomberos Beatty explica las razones de tan
brutal decisión, deja claro que el motivo de no querer libros en su mundo es
muy semejante al que impulsa a Platón a expulsar la poesía de su República:
cree que, al estar tan alejados de la verdad, podrían confundir a las masas
y acabar con la paz:

Un libro en manos de un vecino es un arma cargada. Quémalo. (…) ¡Los


libros no dicen nada! Nada que puedas aprender o creer. Hablan de gentes
que no existen. Delirios imaginativos (…) Uno se siente perdido (Bradbury
1953: 75–79)¹¹

Por su parte, la búsqueda de la homogeneización lingüística se convirtió en


un rasgo distintivo de los cuadros distópicos, al entenderse que una lengua
perfecta no solo evita que quienes la hablan se malinterpreten: también fun-
ciona como un escudo contra la discrepancia. Escalofriante prueba de esto
es la obra de Orwell, 1984, donde se llega incluso a crear una nueva lengua
oficial, la «neolengua», con el objeto de simplificar el espectro conceptual de
los ciudadanos para que así puedan superar la ideología del pasado, contraria
al nuevo sistema. Se ejecuta una operación de máxima simplificación a nivel
léxico, sintáctico y morfológico. Las palabras «heréticas» se eliminan, se acaba
con la polisemia y con las posibles implicaturas pragmáticas, reduciendo la
comunicación a la transmisión de mensajes denotativos. Todas las decisiones
lingüísticas van encaminadas a suprimir la diversidad de expresión y, con ello,
de pensamiento:

La gramática de la neolengua tenía dos peculiaridades destacadas. La pri-


mera era la intercambialidad casi absoluta entre las diferentes partes
de la frase. Cualquier palabra (…) podía utilizarse como verbo, sustantivo,
adjetivo o adverbio (…). El segundo rasgo distintivo de la neolengua era
su regularidad. Quitando algunas excepciones (…), todas las inflexiones
seguían las mismas normas (…). El subjuntivo había dejado de utilizarse
(Orwell 1948: 317–19¹²).

5. Conclusión

Las utopías antiguas dan cuenta de cuán inherente e incluso necesario resulta
para nuestra especie imaginar que todo lo que existe puede cambiarse y mejo-
rarse, desde la organización de la sociedad hasta su lenguaje. A través de la
¹¹ Traducción de Francisco Abelenda.
¹² Traducción de Miguel Temprano García.

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Marina Solís de Ovando Donoso

distopía moderna es posible volver a reflexionar sobre los peligros que entraña
la búsqueda obsesiva de la perfección en un mundo donde la quietud absoluta
es sencillamente imposible, donde la tristeza nos consumiría si no hubiera
ficción o poesía, donde reducir nuestra gramática equivaldría a condenarnos al
silencio. Tanto unas como otras demuestran cómo, desde hace más de dos mil
años y hasta el día de hoy, seguimos soñando, aun a riesgo de equivocarnos,
con un mundo mejor, ya sea en el futuro o en los confines de la Tierra.

Referencias bibliográficas

Bradbury, R. (1953): Fahrenheit 451, Nueva York, [Madrid, Minotauro, 2005. Trad.
Francisco Abelenda].
Claeys, G., (2017): Dystopia. A natural history, Nueva York, OUP.
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griega antigua», en M. Alganza Roldán et al. (coords.), EPIEIKEIA: Studia graeca in
memoriam de Jesús Lens Tuero, Athos – Pergamos, Granada.
Galán Rodríguez, C. (2009): Mundos de palabra: utopías lingüísticas en la ficción literaria,
Badajoz, Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz.
Lauriola, R. (2009): «The Greeks and the Utopia: an overview through ancient Greek
Literature», Revista Espaço Acadêmico 97, 109–124.
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Mosterín, J. (2006): La Hélade, Madrid, Alianza.
Orwell, G. (1948): 1984, Londres [Madrid, Debolsillo, 2013. Trad. Miguel Temprano
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Estudios de literatura 5, 63–86.
Schiappa de Azevedo, Mª T. (2009): «Atlântida: Distopia Platonica, Utopia Europeia», en
Mª F. Silva (coord.), Utopias & Distopias, Coimbra, Universidad de Coimbra, 95–106.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 525 — #525

Φαντασία en la Poética de Aristóteles: sobre un


término ausente del tratado*
José B. Torres Guerra
Universidad de Navarra
jtorres@unav.es

Resumen: φαντασία se emplea en la poética y retórica postaristotélicas para referirse a la


capacidad del autor de formarse una imagen mental de aquello de lo que habla. Aunque φαντασία
no se atestigua en la Poética de Aristóteles, el concepto se puede rastrear en varios pasajes del
tratado. Se propone que el Estagirita es consciente de la importancia de la noción y se explican los
motivos por los que no desarrolla este tema.
Palabras clave: Aristóteles, Poética, Pseudo-Longino, Sobre lo sublime, fantasía.

Φαντασία in Aristotle’s Poetics: on the absence of a word from the treaty


Abstract: φαντασία is employed in post-aristotelian poetics and rhetorics in relation to the
author’s capacity to shape a mental image of those things he or she is speaking about. Although
φαντασία is not attested in Aristotle’s Poetics, this concept can be traced in several passages of
the work. This contribution proposes that Aristotle is aware of the importance of this notion; the
reasons why he does not develop this theme are explained.
Key Words: Aristotle, Poetics, Pseudo-Longinus, On the Sublime, fantasy.

La Poética de Aristóteles es la obra de crítica literaria más discutida desde la


Antigüedad. Este estudio intenta aclarar una cuestión no planteada aún en
relación con la obra: si el concepto expresado por un término importante
en poéticas posteriores, φαντασία, ausente de la Poética pese a atestiguarse en
otros lugares del corpus aristotélico con otros sentidos, desempeña algún papel
en el tratado¹.
El significado de φαντασία en griego no coincide exactamente con el de
sus derivados en castellano u otras lenguas. Según el léxico de LSJ ², el primer
sentido de la voz es «appearing, appearance»; φαντασία es, en segundo lugar,

* El autor prepara para Alma Mater, junto con Luis Galván (Universidad de Navarra), una edición
bilingüe de la Poética. Debo agradecer a este profesor la atención que prestó a una versión previa
del artículo. Soy responsable de cualquier error que contenga.
¹ Para las apariciones de φαντασία en el corpus, cf. Bonitz 1870: 811–812; para φαντάζομαι, cf.
Bonitz 1870: 811. Heath 2009 se refiere en varios momentos a la φαντασία en la Poética en relación
con la psicología cognitiva de Aristóteles y sus implicaciones para el tratado.
² Cf. Liddell, Scott & Jones 1940⁹ (s.u.).

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José B. Torres Guerra

«imagination», primer sentido en castellano según el DLE³. El léxico griego


citado precisa que φαντασία se documenta en Aristóteles con el sentido de
«faculty of imagination, both presentative and representative». Por otra parte,
LSJ indica que φαντασία no se atestigua hasta época imperial con el sentido de
«imaginación creativa» (Philostr. VA 6.19), acepción análoga al cuarto sentido
de «fantasía» en el DLE: «Grado superior de la imaginación; la imaginación
en cuanto inventa o produce».
A diferencia de la Poética, el tratado Sobre lo sublime de Pseudo-Longino
habla en detalle en su capítulo 15 sobre φαντασία, definida de la manera
siguiente:

οὕτω γοῦν εἰδωλοποιΐας αὐτὰς [i. e., τὰς φαντασίας] ἔνιοι λέγουσι· καλεῖται
μὲν γὰρ κοινῶς φαντασία πᾶν τὸ ὁπωσοῦν ἐννόημα γεννητικὸν λόγου
παριστάμενον· ἤδη δ’ ἐπὶ τούτων κεκράτηκε τοὔνομα ὅταν ἃ λέγεις ὑπ’
ἐνθουσιασμοῦ καὶ πάθους βλέπειν δοκῇς καὶ ὑπ’ ὄψιν τιθῇς τοῖς ἀκούουσιν
(Longin. 15.1)⁴.

El análisis completo de φαντασία en Sobre lo sublime requeriría un estudio


propio⁵. Para el objetivo de este trabajo basta con señalar que Pseudo-Longino le
reconoce a la φαντασία un papel central como medio para lograr la sublimidad
de estilo de la que trata su obra. Según dice el pasaje citado, la φαντασία
concierne tanto al autor que se forma, bajo el poder del entusiasmo y la pasión,
una imagen mental de aquello de lo que habla, como a sus receptores, quienes
acogen lo que reciben del autor como si lo vieran. Así se indica de nuevo
al final de Longin. 15.2, a partir del comentario de dos textos de Eurípides
relativos al acoso al que las Erinias someten a Orestes: ἐνταῦθ’ ὁ ποιητὴς αὐτὸς
εἶδεν Ἐρινύας· ὃ δὲ ἐφαντάσθη, μικροῦ δεῖν θεάσασθαι καὶ τοὺς ἀκούοντας
ἠνάγκασεν⁶.
Si se lee la Poética a la luz de la noción de φαντασία propuesta por Pseudo-
Longino se advierte que este concepto, aunque no el término, se puede rastrear
y reconocer en diversos lugares del tratado aristotélico, de modo evidente, y con
coincidencias léxicas, en tres pasajes prescriptivos en los que el Estagirita
parece aludir a una noción análoga a la de φαντασία aun sin emplear este
término.
³ Liddell, Scott & Jones 1940⁹ (s.u.) precisan de esta forma el significado A2 de la voz: «imagination,
i.e. the re-presentation of appearances or images, primarily derived from sensation». La primera
acepción de «fantasía» en el Diccionario de la Lengua Española es «Facultad que tiene el ánimo de
reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma
sensible o de idealizar las reales».
⁴ Para el texto seguido, cf. Togni 2013–2014: 218.
⁵ Cf. Dross 2004, Togni 2013–2014, Richard & Molina 2019.
⁶ Los textos de Eurípides a los que se alude son Or. 255–257 e IT 291. Cf. Togni 2013.

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Φαντασία en la Poética de Aristóteles

El primer pasaje se halla en el capítulo 17, cuyo tema son algunas obser-
vaciones adicionales sobre el argumento de la obra dramática⁷. El capítulo
comienza (1455a22-29) señalando la necesidad de que el tragediógrafo visualice
el argumento que quiere desarrollar en su obra:

δεῖ δὲ τοὺς μύθους συνιστάναι καὶ τῇ λέξει συναπεργάζεσθαι ὅτι μάλιστα


πρὸ ὀμμάτων τιθέμενον· οὕτω γὰρ ἂν ἐναργέστατα [ὁ] ὁρῶν ὥσπερ παρ’
αὐτοῖς γιγνόμενος τοῖς πραττομένοις εὑρίσκοι τὸ πρέπον καὶ ἥκιστα ἂν
λανθάνοι [τὸ] τὰ ὑπεναντία (Arist. Po. 1455a 22–26)⁸.

Los términos relativos a la visión recurren en el pasaje, igual que en Pseudo-


Longino⁹. De esta forma se habla de que el poeta ha de poner ante sus ojos (πρὸ
ὀμμάτων τιθέμενον)¹⁰ los argumentos que compone para verlos con la mayor
claridad posible (ἐναργέστατα ὁρῶν)¹¹, como si asistiera en persona a los
acontecimientos que dramatiza, al objeto de evitar cualquier incongruencia.
El peligro de que el autor no se forme esta imagen de la obra que presenta
ante sus espectadores se ejemplifica con la referencia a un texto de Cárcino
(TrGF 70 F 1c). Este no tuvo en cuenta la necesidad de formarse esa imagen
mental de su composición y, sin haberlo hecho, llevó a escena a Anfiarao
saliendo «de un santuario». Se escapa el sentido concreto de la alusión dado
nuestro desconocimiento de la obra. Con todo, Aristóteles deja claro que la
puesta en escena a la que alude implicaba una inconsistencia grave que le pasó
desapercibida al poeta mientras componía su texto por no haberse formado lo
que se llamaría, con Pseudo-Longino, una φαντασία¹²; lo ilógico de la situación
no se le escapó al público¹³ que contemplaba en el teatro la obra e hizo que
esta fracasase: σημεῖον δὲ τούτου ὃ ἐπετιμᾶτο Καρκίνῳ. ὁ γὰρ Ἀμφιάραος ἐξ
ἱεροῦ ἀνῄει, ὃ μὴ ὁρῶντα τὸν θεατὴν ἐλάνθανεν, ἐπὶ δὲ τῆς σκηνῆς ἐξέπεσεν
δυσχερανάντων τοῦτο τῶν θεατῶν (Arist. Po. 1455a 26–29)¹⁴.

⁷ El núcleo de la exposición sobre el μῦθος se halla entre los capítulos 7 y 14; después de que el
15 hable básicamente de los caracteres, los capítulos 16 a 18 tratan de nuevo sobre el argumento.
Richard & Molina 2019 también indican la relación de este pasaje con la φαντασία.
⁸ Para los problemas textuales de la cita, cf. Tarán & Gutas 2012: 273, 398.
⁹ Cf. βλέπειν… ὄψιν… εἶδεν… θεάσασθαι (Longin. 15.1.2).
¹⁰ Aristóteles emplea una expresión análoga, πρὸ ὀμμάτων ποιεῖν, en Retórica 1386a34, 1410b34
y 1411b24. El último de estos pasajes aplica implícitamente a la retórica la noción de φαντασία,
aun sin usar el término; cf. Richard & Molina 2019.
¹¹ Sobre la relación de φαντασία y ἐνάργεια, cf. infra.
¹² Cf. ὃ δὲ ἐφαντάσθη (Longin. 15.2).
¹³ Los receptores a los que tiene en mente Aristóteles son espectadores que ven la obra (τὸν θεατὴν…
τῶν θεατῶν). Pseudo-Longino (15.1–2), cuando se refiere a los receptores, habla de oyentes (τοῖς
ἀκούουσιν… ἀκούοντας), también en el caso de las tragedias de Eurípides.
¹⁴ Sobre los problemas textuales del pasaje, cf. Tarán & Gutas 2012: 273.

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José B. Torres Guerra

Este pasaje del capítulo 17 guarda relación con otro del 24, capítulo que trata
sobre las diferencias entre la épica y la tragedia. El texto en cuestión se refiere
al distinto papel que les corresponde a lo asombroso y lo ilógico en uno y otro
género:

δεῖ μὲν οὖν ἐν ταῖς τραγῳδίαις ποιεῖν τὸ θαυμαστόν, μᾶλλον δ’ ἐνδέχεται


ἐν τῇ ἐποποιίᾳ τὸ ἄλογον, δι’ ὃ συμϐαίνει μάλιστα τὸ θαυμαστόν, διὰ τὸ μὴ
ὁρᾶν εἰς τὸν πράττοντα· ἐπεὶ τὰ περὶ τὴν Ἕκτορος δίωξιν ἐπὶ σκηνῆς ὄντα
γελοῖα ἂν φανείη, οἱ μὲν ἑστῶτες καὶ οὐ διώκοντες, ὁ δὲ ἀνανεύων, ἐν δὲ
τοῖς ἔπεσιν λανθάνει (Arist. Po. 1460a 11–17).

Como en el ejemplo anterior, el fragmento se refiere a la percepción visual de


la obra según indican los verbos ὁρᾶν y φανείη. Este es el punto compartido
por ambos textos, si bien aquí no se habla de la imagen mental de la tragedia
que se forma el autor. La φαντασία concierne, como se ha dicho al presentar
los textos de Pseudo-Longino (15.1–2), tanto al autor como a sus receptores.
El pasaje citado ahora atañe a la φαντασία en relación con el efecto que
produce en estos últimos y con el hecho de que, en los géneros carentes
de actuación como la epopeya, deben acoger lo que les transmite el autor
igual que si lo estuvieran viendo. Un episodio como la persecución de Héctor
por parte de Aquiles en el canto 22 de la Ilíada es impecable en el género
épico, en el que no se ven las actuaciones (διὰ τὸ μὴ ὁρᾶν εἰς τὸν πράττοντα).
En cambio, en un género dramático, en el que sí hay actuación, los mismos
acontecimientos que producen asombro en la epopeya aparecerían a la vista
(φανείη) como algo ilógico y ridículo. Por tanto, quien pretenda dramatizar la
persecución de Héctor deberá visualizar mentalmente la escena y entender lo
inapropiado de representarla según la Ilíada.
Un tercer pasaje de la Poética, incluido en el capítulo 14 y relativo también
al argumento, se refiere a las emociones que debe despertar la tragedia:

δεῖ γὰρ καὶ ἄνευ τοῦ ὁρᾶν οὕτω συνεστάναι τὸν μῦθον ὥστε τὸν ἀκούοντα
τὰ πράγματα γινόμενα καὶ φρίττειν καὶ ἐλεεῖν ἐκ τῶν συμϐαινόντων· ἅπερ
ἂν πάθοι τις ἀκούων τὸν τοῦ Οἰδίπου μῦθον (Arist. Po. 1453b 3–6)¹⁵.

Según el texto, el μῦθος de la tragedia ha de estar idealmente compuesto de


tal forma que por sí mismo, sin que el espectador asista a una representación
(ἄνευ τοῦ ὁρᾶν), solo con oírlo (τὸν ἀκούοντα… ἀκούων), produzca en él temor

¹⁵ El texto debe de aludir al «argumento del Edipo», no a su leyenda; cf. Janko 1987: 105–106.

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Φαντασία en la Poética de Aristóteles

y compasión¹⁶. En estas líneas está también presente la idea de φαντασία, si


bien con un matiz distinto, coincidente con el empleado por Pseudo-Longino,
quien da por supuesto que la poesía, como la retórica, se recibe por el sentido
del oído (cf. n. 13). En este punto, Aristóteles tiene en mente a receptores
aurales de la tragedia, como también hace después en 1462a17-18 (cf. infra).
Tal tipo de público, que leía o escuchaba la lectura de una tragedia en lugar
de ver su representación, no podía ser habitual en el s. iv a.C.; aun así, ese
público debía de ser ya entonces una realidad cuya existencia le ofrece al autor
un argumento que refuerza su tesis: aun en el caso de una recepción no visual,
la obra trágica debe estar compuesta de tal forma que el público la acoja como
si asistiese a los acontecimientos y experimentase temor y compasión.
Entre los dos textos de Pseudo-Longino presentados al principio de este
trabajo se sitúa una frase que conecta la φαντασία con la noción de ἐνάργεια,
«claridad» o «evidencia»¹⁷, noción a la que podría aludir el pasaje de la Poética
recién comentado: ὡς δ’ ἕτερόν τι ἡ ῥητορικὴ φαντασία βούλεται καὶ ἕτερον
ἡ παρὰ ποιηταῖς οὐκ ἂν λάθοι σε, οὐδ’ ὅτι τῆς μὲν ἐν ποιήσει τέλος ἐστὶν
ἔκπληξις, τῆς δ’ ἐν λόγοις ἐνάργεια (Longin. 15.2). El concepto de ἐνάργεια
es clave en la poética y retórica helenísticas e imperiales. Luciano (Hist. Cons.
51) propone en la práctica una definición de ἐνάργεια cuando dice que esta
se produce ὅταν τις ἀκροώμενος οἴηται μετὰ ταῦτα ὁρᾶν τὰ λεγόμενα¹⁸. La
voz no se emplea nunca en la Poética ni en todo el corpus. No obstante, es
significativo que el concepto que acaba indicando ἐνάργεια también aparezca,
expresado con otros términos, en la Poética; además, esta lo relaciona, como
Pseudo-Longino, con la φαντασία o, mejor, con situaciones en las que esta se
rastrea en el escrito aristotélico.
El Estagirita emplea en su tratado dos formas del adjetivo ἐναργής, «eviden-
te»: ἐναργές, en una ocasión, y ἐναργέστατα dos veces¹⁹. Uno de los ejemplos
de ἐναργέστατα, «con la mayor nitidez», aparece en 1455a24; ya ha sido pre-
sentado al comentar el primer caso supuesto de φαντασία de la Poética. Para el
otro ejemplo, y para ἐναργές, se ha de acudir al capítulo 26 (1462a14-18), cuyo
tema es la valoración relativa de la épica y la tragedia. En el pasaje se afirma
que la tragedia supera a la epopeya por tener las mismas partes cualitativas
¹⁶ Aristóteles alude a ello con los verbos φρίττειν y ἐλεεῖν, que retoman los adjetivos φοϐερόν
y ἐλεεινόν de 1453b1; según la tesis de 1453b1–7, este es el mejor modo de provocar φόϐος y ἔλεος,
cuando estas pasiones proceden de la propia concatenación de los acontecimientos.
¹⁷ Cicerón usaba inlustratio o euidentia como traducción del término al latín según Quintiliano (Inst.
6.2.32). Entre la abundante bibliografía sobre la ἐνάργεια, cf. Manieri 1988, Otto 2009, Webb 1997,
2009.
¹⁸ La referencia de Luciano procede de Quiroga Puertas 2016: 233. Para una definición académica de
ἐνάργεια, cf. Webb 1997: 248, 2009: 105.
¹⁹ Para estos términos en el corpus, cf. Bonitz 1870: 248.

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José B. Torres Guerra

y, además, la música y el aspecto visual (ὄψεις)²⁰, que producen placer de la


manera más clara (ἐναργέστατα). El texto continúa diciendo que la tragedia
posee el elemento de «claridad» (τὸ ἐναργές), adjetivo neutro sustantivado
equivalente a ἐνάργεια, considerada como uno de los fines de la φαντασία por
Pseudo-Longino (15.2) como ya se ha visto. Más aún, Aristóteles contempla la
posibilidad, inexistente para el crítico imperial, de que la tragedia surta este
efecto no solo cuando es leída sino también cuando es representada:

πάντ’ ἔχει ὅσαπερ ἡ ἐποποιία (…), καὶ ἔτι οὐ μικρὸν μέρος τὴν μουσικήν καὶ
τὰς ὄψεις, δι’ ἧς αἱ ἡδοναὶ συνίστανται ἐναργέστατα· εἶτα καὶ τὸ ἐναργὲς
ἔχει καὶ ἐν τῇ ἀναγνώσει καὶ ἐπὶ τῶν ἔργων (Arist. Po. 1462a 14–18).

El pensamiento poetológico de Aristóteles no se agota en la Ποιητικὴ τέχνη,


su «arte poética», más centrada en la obra de creación (ποίημα) que en el
creador (ποιητής). Se sabe que una de sus obras editadas, ahora perdidas, era
el diálogo Sobre los poetas²¹. Hay, por otra parte, distintos temas que la Poética
no desarrolla, aunque pueda apuntarlos. Fundamentalmente se echan en falta
en la obra consideraciones sobre el poeta como creador. A este respecto parece,
por ejemplo, que la inspiración no desempeña ningún papel en el sistema del
Estagirita, punto en el que se distingue de Platón y lo que este indica sobre el
ἐνθουσιασμός²².
Uno de los aspectos relativos al poeta como creador que no llega a desa-
rrollar la Poética es aquel al que se refiere este trabajo: la necesidad de que
el poeta sea capaz de formarse «fantasías» que le permitan producir en su
público el efecto de la ἐνάργεια; y, se podría añadir, de la ἔκπληξις, «asombro»,
según indica después Pseudo-Longino (15.2) en su tratamiento de la φαντασία.
Aristóteles parece consciente de la realidad de la φαντασία y su importancia
y, sin embargo, no habla de ella en detalle, no le da un nombre ni le aplica el
usual en la posteridad. Se ha de recordar que la obra filosófica de Aristóteles
emplea φαντασία en un sentido técnico para referirse, en su gnoseología, a la
imaginación como estadio intermedio entre la percepción sensorial y el co-
nocimiento²³. Posiblemente la existencia de ese sentido técnico le previno de

²⁰ En defensa del texto transmitido, cf. Tarán & Gutas 2012: 302.
²¹ Cf. Janko 1987, 2011.
²² Sobre la ausencia de referencias a la inspiración en la Poética, cf. Tarán & Gutas 2012: 227 (n. 3),
241, 274, 400. Sobre la postura de Platón, cf. Giuliano 2005. El primer texto de Pseudo-Longino
citado (15.1) se refiere al entusiasmo y la pasión (πάθος) como fuerzas que mueven al poeta.
²³ φαντασία γὰρ ἕτερον καὶ αἰσθήσεως καὶ διανοίας (Arist. de An. 427b14). Cf. Schofield 1978,
Watson 1982, Carbonell 2015.

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Φαντασία en la Poética de Aristóteles

aplicar el término a lo que Pseudo-Longino y tantos autores conocerán después


como φαντασία²⁴.

Referencias bibliográficas

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²⁴ Para el empleo postaristotélico de φαντασία, cf. Togni 2013–2014. Como indican este trabajo
y Dross 2004, Pseudo-Longino despoja la palabra de las connotaciones epistemológicas y morales
que tiene en la filosofía estoica.

531
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 532 — #532

José B. Torres Guerra

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MUNDO ANTIGUO Y PERVIVENCIA


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Sobre la estatua de Trajano de Baelo Claudia y sus


particularidades iconográficas
Manuel Bendala Galán
Universidad Autónoma de Madrid
Fundación Pastor de Estudios Clásicos
bendala.manuel@gmail.com

Resumen: Reflexión sobre las particularidades de Baelo Claudia, por su raigambre púnica, expre-
sadas en la estatua de Trajano.
Palabras clave: Baelo Claudia, romanización, etnicidad urbana, culto imperial romano.

About the Trajan’s sculpture of Baelo Claudia


and its iconographic particularities
Abstract: Reflection on the peculiarities of Baelo Claudia, for its Punic origin, expressed in Trajan’s
sculpture.
Key Words: Baelo Claudia, Romanization, urban ethnicity, Roman Imperial cult.

Si tengo a Emilio Crespo por un buen amigo y perfecto paradigma de sabio


dialogante y ajeno a toda petulancia, siempre amablemente receptivo a las
sugerencias de los demás, se entenderá que sea para mí un placer compartir
con él, en este merecido homenaje, una reflexión sobre una contundente ma-
nifestación de autoafirmación ciudadana, en las propias tradiciones, frente
a las supuestas imposiciones o igualaciones derivadas de la incorporación al
imperio romano.
Me ocuparé fundamentalmente, como se dice en el título, de la estatua de Tra-
jano hallada hace unos años en Baelo Claudia y de su contexto ciudadano, una
aproximación derivada de una línea prioritaria de mis propias investigaciones
sobre los procesos que vivieron las comunidades hispanas en su integración en
el imperio romano. Escrutarlos en función de las estructuras urbanas afectadas
por la conquista, permite situar los hechos en un adecuado marco de referencia
y explicar adecuadamente qué ocurrió o qué no.
En los ámbitos principales de representación de la ciudad, la urbe y las
necrópolis, se tienen claves esenciales para entender los complejos procesos
de perduraciones y de cambios que siguieron a la conquista romana (Bendala
2002, 2012). A este efecto, nuestra tradición científica adoptó por concepto
referencial casi exclusivo el fenómeno de la «romanización»: el grado de

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Manuel Bendala Galán

romanización de tal o cual comunidad, su aceptación o la «resistencia» a los


cambios «impuestos» por Roma, las circunstancias que la facilitaron o que la
estorbaron o frenaron. Pero somos muchos los que hemos avisado de que
es poco o nada operativo poner foco de atención en un referente como la
«romanización», juzgado justamente como equívoco y perturbador¹.
Hace tiempo que se hizo sentir la necesidad de prestar atención a lo que Roma
no cambió, a lo que no fue fruto de la romanización, incluso a lo que Roma
recibió para dar forma a su propio cuerpo cultural, algo aceptado para la cultura
griega, pero que es extensible a otras, incluida la de sus máximos rivales,
los púnicos. Se concluía que la evolución solo podía entenderse y explicarse
como un proceso de síntesis, de hibridismo cultural, con muchos y diversos
ingredientes operativos.
Es de destacar, por otra parte, que como subrayó hace unos años Sian Jones
(1997), el paso de la época prerromana a la romana en las provincias occidenta-
les del Imperio determinaba una frontera temporal, el paso de sociedades no
literarias a literarias, separadas en dos períodos sustancialmente distintos, al
tiempo que creaba una fisura entre las tradiciones científicas de la Prehistoria
y la Arqueología clásica. Todo se resolvía estableciendo una frontera entre
las categorías culturales de «nativo» o «indígena» y «romano», y se asumía
que el contacto entre Roma y las sociedades indígenas tras la conquista inicia-
ba un breve período de cambio que conduciría a una síntesis cultural y social
en un proceso caracterizado como de «romanización» (Jones 1997: 29–33).
Había que romper la frontera creada entre las culturas del Hierro y la épo-
ca romana y prestar la atención debida a los fenómenos de interacción, a la
persistencia y la transformación de las estructuras políticas y socioeconómi-
cas preexistentes, y aplicar marcos teóricos adecuados y sin presuposiciones
equivocadas. A ello he pretendido contribuir personalmente para el caso de
las provincias hispanas, insistiendo en aspectos básicos como la apreciación
de sintonías culturales existentes en conquistadores y conquistados, o la in-
corporación previa de sectores determinantes de Hispania —particularmente
los sujetos a la dominación púnica y al proyecto político de los Barca— a la
misma corriente helenística que empujaría la acción de Roma, todo lo cual
suponía dar paso a considerar los procesos derivados de la conquista en clave
de continuidad.
La contemplación unilateral de la «romanización» y la aplicación del mismo

¹ Sir Ronald Syme 1983: 64 lo consideró «ugly and vulgar», inapropiado como término referible
a una política deliberada de «romanización» tan cuestionable que resulta desaconsejable su uso,
una advertencia recordada después en numerosas ocasiones (p.e., por su compatriota Keay 2001:
122). A lo inapropiado y equívoco del término —y del concepto— tuve ya ocasión de referirme en
mi estudio de 1981: 35 y passim.

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Sobre la estatua de Trajano de Baelo Claudia

Figura 1 – Planta del centro monumental de Baelo Claudia (tomado de Bonneville et al.
2000: 16, fig. 4)

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Manuel Bendala Galán

término a la globalidad del proceso cultural experimentado por las sociedades


locales tras la conquista, implicaba la paradoja, o la perversión epistemológica,
de denominar un proceso de síntesis con la apelación exclusiva a uno de sus
actuantes o componentes. La concepción de un mundo provincial sujeto a un
proceso unilateral de unificación cultural por imposición de los modelos roma-
nos implica orillar aspectos esenciales, ingredientes no romanos que pudieron
ser mucho tiempo esenciales en las comunidades y culturas de cada región
o cada provincia². Frente a la idea de homogeneización o unificación cultu-
ral y su búsqueda como objetivo científico, había que valorar las diferencias
respecto de lo normativamente romano, a lo que me he aplicado en ciudades
especialmente del ámbito fenicio-púnico.

Figura 2 – Anverso de moneda de Baelo, con la representación de la cabeza de Hércules-Melqart


y, tras ella, espiga de trigo para denotar su carácter frugífero

Es el caso de Baelo Claudia, una notable ciudad situada a la boca del estre-
cho de Gibraltar, en una zona de fuerte presencia fenicia presidida por Gadir
(Cádiz). Excepcional por su buena conservación y por haber sido objeto de una
fructífera investigación arqueológica a lo largo de cien años, Baelo Claudia ha
sido tradicionalmente considerada una ciudad romana sin más³, pese a que
su nombre, sus emisiones monetales con letreros y tipología púnicos, y mu-
chos testimonios, sobre todo de sus características necrópolis, denunciaban
su raigambre púnica. La investigación de los años últimos ha puesto a la luz
esa realidad incontestable, con la contundente prueba del descubrimiento de

² Lo explicaba hace unos años, cf. Bendala 2006, valiéndome de una metáfora culinaria, equiparando
la integración de ingredientes diversos y reconocibles en las realidades provinciales con una
menestra de verduras.
³ Es significativo el título del libro básico de síntesis de la investigación moderna sobre la ciudad,
Baelo Claudia, una ciudad romana de la Bética, firmado por uno de sus investigadores principales,
el francés Pierre Sillières 1997.

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Sobre la estatua de Trajano de Baelo Claudia

una cercana urbe en alto, en el punto serrano conocido como Silla del Papa,
que fue la urbe primera de la ciudad de Bailo, donde se acuñaron las mone-
das que son su mejor documento oficial y donde medró una ciudadanía con
capacidades suficientes como para promover la creación en época de Augusto
de una urbe nueva en la costa. Se buscó incentivar la economía basada en la
explotación de los recursos del mar, que el imperio de Roma demandaba en
cantidades ingentes, y dotarse de una romanitas urbanística que incorporaba
a los baelonenses a la situación política determinada por el triunfo de Roma
y por el afán de los baelonenses, aspirantes a los privilegios que otorgaba tener
la ciudadanía romana.
Dotarse de una nueva urbe no implicaba dejar de ser la comunidad política
que era antes del traslado, como hace ver el mantenimiento de su nombre. La
Baelo de la nueva urbe no era una ciudad estrictamente romana, era una ciudad
parcial y formalmente «romanizada», que es cosa distinta. No fue fundada por
Roma, sino transformada por su influencia y la presencia creciente de gentes
itálicas y romanas, sumados a la iniciativa en la misma dirección de las propias
élites de raigambre púnica o bástulo-turdetana, como ocurrió en Gadir, donde el
fenicio Balbo el Menor decidió dotar a su ciudad de una nueva urbe a la romana.
La renovación se inició siendo Baelo una ciudad peregrina en el imperio de
Roma, una civitas stipendiaria que mantenía sus órganos administrativos, leyes,
costumbres y magistrados propios.
La evidente romanización arquitectónica y urbanística del nuevo centro
era expresión, sin duda, de los cambios crecientes en el sistema político y en
los comportamientos cívicos de la ciudad, que en tiempos de Augusto debió
de adquirir la condición de oppidum latinum y posteriormente, en época de
Claudio, la más alta de municipium civium Romanorum (Sillières 1997: 28–29).
Pero no era una ciudad desarrollada solo desde y por Roma, lo que haría
aconsejable no considerarla simple y unívocamente romana. Entre otras cosas
porque ello ha impedido ver que determinados aspectos de su realidad y de la
tipología y la apariencia de sus edificios, emblemas e iconos, podían deberse
a su condición inicial no romana. Las tenidas por «anomalías» o «rarezas»,
porque no se ajustan a los modelos romanos, no son sino la manifestación de
su raigambre ciudadana.
Es lo que ocurre con el centro monumental más importante de la urbe (Fig.
1 en la página 537), presidido por los tres templos en batería ante la plaza del
foro, interpretados desde que fueron excavados como el Capitolio de la ciudad
«romana» (Bonneville et al. 2000), lo que es, en mi opinión, insostenible, como
argumenté precisamente en la publicación dedicada en homenaje a Pierre
Sillières (Bendala 2010). La disposición de los tres templos se explica mejor
en función de la tradición púnica, de su gusto por la veneración de los dioses

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Manuel Bendala Galán

en tríadas (González Wagner 2011), como se documenta igualmente en otras


ciudades de la misma raigambre púnica, como Sufetula o Leptis Magna.

Figura 3 – Dibujo de G. Bonsor de las esculturas halladas en el templo B de Baelo, repuestas en el


banco al fondo de la cella. Archivo General de Andalucía, MPD 50.10

No es caso reproducir la argumentación sobre el supuesto «Capitolio» de


Baelo, pero sí insistir en un aspecto parcial, referido a la tipología de los templos.
Llamaron siempre la atención sus plantas inusualmente alargadas, impropias
de los templos romanos, lo que se acentúa en el central y, presuntamente,
principal de los tres: 19,46 m. de largo y 8,37 m. de ancho (proporción de
1 a 2,3). Sorprende además el hecho de tener dos pies menos de anchura
que los dos que lo flanquean, hecho que dificulta su interpretación como
templo de Júpiter Capitolino, que debía disponer de una cella más ancha
que las de sus compañeras de tríada. Pero puede explicarse como resultado
de la «negociación» formal entre la tipología templaria púnica y el lenguaje
arquitectónico romano⁴. Las plantas de los templos baelonenses se compadecen
bien con los alargados templos fenicio-púnicos, como ilustra la configuración
⁴ El mismo fenómeno sucedió en Roma cuando, en época republicana, se quiso dignificar sus templos
con las fórmulas arquitectónicas griegas: mantuvieron su estructura itálica tradicional (podio con
un solo acceso anterior, estricta frontalidad, peristilo sine postico, etc.).

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Sobre la estatua de Trajano de Baelo Claudia

prácticamente idéntica del templo de Antas, en Cerdeña. Dedicado a Sardus


Pater, advocación latinizada del púnico Sid (Barreca 1969, Zucca 1989), tuvo
una fase inicial púnica (siglos iv–iii a.C.) con planta alargada y fachada con las
dos típicas columnas de los templos fenicio-púnicos; fue luego reconstruido
en época de Augusto, manteniendo su orientación y la planta longitudinal,
ahora de fachada frontal tetrástila; y fue objeto finalmente de una importante
restauración en época severiana manteniendo su estructura anterior⁵. Pues bien,
el templo de Antas mide 9,30 m. de ancho por 23,23 m. de largo (proporción de
1 a 2,5), medidas muy próximas a las de los templos baelonenses.
El templo central (B) de Baelo debió de estar dedicado al dios principal,
el Baal de la ciudad, que por razones históricas y de contexto debió de ser
Melqart, que aparece en las monedas de la ciudad con su particular iconografía
de Hércules con la espiga de trigo (Fig. 2 en la página 538), expresión de su
condición primigenia de dios frugífero, muy adecuada a la Baelo originaria,
de vocación agrícola, y al carácter de genius civitatis propio de las deidades
políadas del mundo fenicio-púnico. En las provincias de sustrato púnico, afri-
canas e hispanas, tenía especial arraigo el culto a los dioses o genios locales.
En África está bien constatado en ciudades con estatuto privilegiado o pere-
grino, con una fusión entre genio y dios cívico de gran significación (Lepelley
1992, 2001). En estos ámbitos, el emperador divinizado, por la preeminencia en
sus ciudades del culto al dios políado, se asimiló por conveniencia al genius
civitatis, divinidad protectora de la ciudad. Es lo que explicaría el hallazgo en
el templo central B del foro baelonense de la escultura de togado (Fig. 3 en la
página anterior), cuya presencia en la cella vuelve a ser otro obstáculo a su
lectura como templo de Júpiter Capitolino.
La estatua se halló junto a restos de otra, también de togado, sin más indicios
o restos escultóricos asociables a una imagen de Júpiter; y debió de ser de un
emperador divinizado, incorporado a la cella como imagen de culto, de modo
que el templo de Melqart habría adquirido también la condición de templo de
culto imperial. La asociación del princeps a Melqart era muy apropiada para la
ideología imperial romana por la condición originaria de genius frugífero del

⁵ Sabatino Moscati tuvo particularmente en cuenta la significación del templo de Sardus Pater,
tenido inicialmente como un particular templo romano de advocación desconocida, que estudios
posteriores revelaron ser un templo de viejas raíces nurághicas y conformado en época púnica
y dedicado al dios Sid. Numerosas inscripciones votivas púnicas permitíeron la identificación del
dios, aludido a menudo como babay («padre»), que anticipaba la designación latina de Sardus
Pater (expresamente indicada en el frontispicio del templo en una restauración llevada a cabo en
época de Caracalla). La continuidad en época romana se hacía evidente, con reestructuraciones
determinadas por lo que Moscati calificó de «condicionamiento púnico», con mantenimiento de la
orientación originaria del templo y de su disposición en planta alargada propia de los templos
semitas. Cf. Moscati 1993: 69–76.

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Manuel Bendala Galán

dios y la de protector de la ciudad; se había sincretizado, además, con Hércules,


el dios heroizante por antonomasia con el que se identificó Alejandro, modelo
de referencia para los principes romanos.

Figura 4 – Togado colosal, con cabeza de Trajano, hallado en la basílica de Baelo. Museo de
Arqueología, Bellas Artes y Etnografía de Cádiz (Fot. M. Bendala)

Los rasgos formales y estilísticos del togado apuntan a una cronología


claudia (Trillmich 2000: 205–209) y, si era del emperador Claudio, se explicaría
su inclusión en el templo principal de la ciudad, como nuevo genius protector,
por el otorgamiento a Baelo de la dignidad de municipium civium romanorum
y, posiblemente, por su intervención en la remodelación de la urbe augustea.
Como un nuevo Baal de Baelo habría ascendido al lugar del Baal originario y,
como él, a la titulatura de la ciudad, que en adelante se llamaría Baelo Claudia.
El nexo en Baelo entre el emperador divinizado y el Melqart frugífero, nos da
la clave para entender adecuadamente la gran estatua del togado de la basílica

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Sobre la estatua de Trajano de Baelo Claudia

Figura 5 – Particular del tronco de apoyo, con representación de cornucopia, del togado de la
basílica (Fot. M. Bendala)

con cabeza de Trajano (Fig. 4 en la página anterior). Destacan la grandiosidad


de la escultura y sus detalles iconográficos y llaman atención sus imperfec-
ciones estilísticas y formales (irregularidades anatómicas, extraña posición de
la rodilla izquierda, tratamiento esquemático de los paños…), propias de una
producción del tercer cuarto del siglo i d.C., de un taller local poco experto
técnica y artísticamente, instalado en la zona al servicio de los programas
iconográficos que se precisaban para la exigente vida oficial romana (León
Alonso 2001).
Los análisis del mármol del gran togado de la basílica demuestran que pro-
cede de Almadén de la Plata (Sevilla), lo que confirma su producción local.
Y precisamente a condicionantes locales ha de deberse una singularidad impor-
tante de la pieza: la insólita representación en el tronco de refuerzo al pie de

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Manuel Bendala Galán

la escultura de un gran cuerno de la abundancia rebosante de frutos diversos


y una gran espiga de trigo (Fig. 5 en la página anterior). Es un rasgo inusual
en las estatuas de culto imperial, una singularidad (Garriguet 2001: 20–21) que
debe añadirse a las «peculiaridades» que en Baelo contrastan con lo habitual
o normativamente romano. Puede explicarse este contundente rasgo iconográ-
fico, que sugiere el carácter frugífero del personaje representado, por el afán
de asociar el emperador divinizado, como en el templo vecino, al genius loci de
la ciudad: lo identificaba con el genius civitatis, el Melqart frugífero, a través
del singular y expresivo añadido iconográfico del cuerno de la abundancia
coronado por los frutos.

Figura 6 – Moneda de Asido. En el anverso, cabeza de Hércules-Melqart, con clava; en el reverso


cornucopia sobre luz de rayos dentro de láurea o corona vegetal. Pertenece a una emisión de pocos
ejemplares conservados y hemos tomado la foto de García-Bellido & Blázquez 2001 ii: 37

Esta argumentación se robustece por la significativa asociación del Hércu-


les/Melqart al cuerno de la abundancia en una acuñación monetal de la vecina
ciudad de Asido (Medina Sidonia, Cádiz), perteneciente al mismo sustrato
fenicio-púnico que Baelo, que acuñó igualmente monedas con letreros neopúni-
cos. La emisión más reciente, de mediados del siglo i a.C., muestra en el anverso
la cabeza de Hércules con leonté y en el reverso un cuerno de la abundancia
(Fig. 6), una tipología monetal que «ilustra a Melkart con una cornucopia como
divinidad de la vegetación, acompañado de espiga» (García-Bellido & Blázquez
2001 ii: 46). Es de notar que Asido tuvo uno de los pocos talleres escultóricos
existentes en la zona en época augustea y julio-claudia (León Alonso 2001:
36–37) y fue especialmente productivo en estatuaria imperial (Beltrán Fortés

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Sobre la estatua de Trajano de Baelo Claudia

et alii 2018), todo lo cual invita a pensar que el gran togado baelonense pudo
ser encargado al vecino taller de Asido.
La cabeza es pieza aparte y de mayor calidad, un retrato de Trajano de
acusada personalidad, retallado sobre un retrato de Domiciano, fruto de un
taller más experto, capaz de abordar un trabajo que exige gran pericia y destreza
técnica, como se ha señalado (León Alonso 2001: 302–305).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 546 — #546

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546
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Los hombres como las hojas: de Homero a la poesía


española contemporánea
Vicente Cristóbal
Universidad Complutense de Madrid
vcristob@ucm.es

Resumen: El símil homérico de los hombres como las hojas aparece recreado en cuatro poetas
españoles contemporáneos: Juan Antonio González Iglesias, Luis Alberto de Cuenca, Miguel D’Ors
y Jaime Siles. Se comentan sus testimonios en relación con la fuente.
Palabras clave: Homero, símil, Tradición Clásica, poesía española contemporánea.

Men as leaves: from Homer to contemporary spanish poetry


Abstract: The homeric simile depicting men as leaves is recreated in four contemporary spanish
poets: Juan Antonio González Iglesias, Luis Alberto de Cuenca, Miguel D’Ors and Jaime Siles. The
examples are commented in relation to the source.
Key Words: Homer, simile, Classical Tradition, Contemporary Spanish Poetry.

La pregunta y sentencia del licio Glauco (Hom. Il. 6. 145–149), aliado de los
troyanos en aquella guerra cantada por Homero, resuena en nuestros oídos con
una siempre vigente actualidad. Reproduzco aquí la fiel y sonora traducción
de esos versos por Emilio Crespo:

¡Magnánimo Tidida! ¿Por qué me preguntas mi linaje?


Como el linaje de las hojas, tal es también el de los hombres.
De las hojas, unas tira a tierra el viento, y otras el bosque
hace brotar cuando florece, al llegar la sazón de la primavera.
Así el linaje de los hombres, uno brota y otro se desvanece.

Glauco, casi incómodo ante la pregunta previa por su linaje, replica a Diome-
des, su demandante, y le dice que el linaje de los hombres no tiene apenas
importancia, tan poca cosa es como el follaje caduco del bosque, muere una
generación y nace otra. Las palabras de Glauco encierran —a la vista está— un
manifiesto desdén por la genealogía. Dicen que no significa nada la marca del
abolengo en ese constante proceso del nacer y morir. Pesimismo antropológico,
crítica implícita de Homero Glauco al excesivo culto a la nobleza de sangre,
propio de la aristocracia micénica, o tal vez realismo puro.

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Vicente Cristóbal

Ese es el testimonio del poeta, que cuenta para deleite de su público cómo
fue el singular encuentro, y el tenor de tan pacífico diálogo. Y las palabras de su
personaje contrastan, por cierto, en su sentido íntimo, con la celebración típica-
mente aristocrática del linaje y de la genealogía que campea por todo el poema.
Parece como si el poeta echara ahora por tierra —también él como el viento—
lo que en otros muchos pasajes encumbra y sostiene: la gloria y el orgullo
del abolengo. Es Homero contra Homero, o mejor, Homero completándose
a sí mismo, Homero total y Homero humilde, cuando humilla de ese modo al
gremio animal al que pertenece.
Y el pesimismo antropológico de Glauco así manifestado consuena espe-
cialmente bien con un pensamiento nuclear del existencialismo filosófico de
épocas subsiguientes (que pasa por numerosos otros testimonios antiguos,
entre los cuales están de manera brillante las frecuentes declaraciones líricas
de Horacio): el de que los hombres somos seres nacidos para la muerte. No en
vano Sören Kierkegaard (1813–1855), pionero del existencialismo, comienza
sus reflexiones en su obra Temor y Temblor haciendo uso de dicha imagen
homérica y debatiendo la doble posibilidad de concepción del destino humano:
la mortalidad absoluta y la inmortalidad derivada de una cosmovisión religiosa;
y lo hace de esta manera:

Si no existiese una conciencia eterna en el hombre, si como fundamento de


todas las cosas se encontrase solo una fuerza salvaje y desenfrenada que
retorciéndose en oscuras pasiones generase todo, tanto lo grandioso como
lo insignificante, si un abismo sin fondo, imposible de colmar, se ocultase
detrás de todo, ¿qué otra cosa podría ser la existencia sino desesperación?
Y si así fuera, si no existiera un vínculo sagrado que mantuviera la unión
de toda la humanidad, si las generaciones se sucediesen unas a otras del
mismo modo que renueva el bosque sus hojas, si una generación continuase
a la otra igual que de árbol a árbol continúa un pájaro el canto de otro,
si las generaciones pasaran por este mundo como las naves pasan por el
mar, como el huracán atraviesa el desierto: actos inconscientes y estériles;
si un eterno olvido siempre voraz hiciese presa en todo y no existiese un
poder capaz de arrancarle el botín, ¡cuán vacía y desconsolada no sería la
existencia! Pero no es este el caso, y Dios…

Del mismo modo que en ese texto de Kierkegaard la sospecha de la muerte total
del hombre se equilibra y compensa con la fe en la inmortalidad, fundamentada
en la religión, así también hemos de recordar que en Homero la ecuación en
su destino de los hombres y las hojas no es la sola ni la última palabra del
poeta épico. En esta limitada imagen no está expresado de manera total el ya
complejo, inquieto y dialéctico pensamiento homérico sobre las postrimerías

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Los hombres como las hojas

del ser humano, que en esto no difiere en nada del pensamiento de todo
tiempo, en eterno debate siempre entre la percepción real y la esperanza y el
deseo, entre la naturaleza manifiesta y la sobrenaturaleza entrevista, intuida
o sospechada. Es verdad que esa atmósfera de desencanto que se respira en
la declaración de Glauco es paisaje espiritual compartido en líneas generales
por toda la poesía homérica, implícito también en las consideraciones sobre
el hombre y su finitud que Príamo y Aquiles se intercambian en su entrevista
del canto 24 de la Ilíada y, desde luego, en la proclama de este último desde el
Hades, cuando Ulises lo visita en el canto 8 de la Odisea: hay otra vida en el más
allá, sí, pero una vida tan menoscabada que apenas merece la pena ser vivida,
de manera que el hijo de Peleo preferiría ser el pobre más pobre del mundo de
arriba a ser el monarca de aquellos fantasmas tan pobremente vivos. Pero, en
cualquier caso, aunque supuestamente fantasmal y pobre, se tiene noción de
otra vida más allá de los límites de la muerte, allá en el reino de Hades, el
invisible; y Ulises, no se nos olvide, es objeto de una oferta por parte de la
divina Calipso, la de la inmortalidad. En el universo épico, en suma, la noción
de la finitud absoluta del hombre tiene sus excepciones y sus alternativas.
El símil tenía su adelanto en el libro 2 de la misma epopeya, cuando, antes
del catálogo de las tropas, el poeta épico ponderaba la muchedumbre de gue-
rreros que acudían a la llamada de los heraldos con la multitud de las hojas
primaverales (vv. 467–468): «Se detuvieron en la florida pradera escamandria,
/ incontables como las hojas y flores que nacen en primavera»; y tiene su
secuela en los versos 463–466 del libro 21, cuando Apolo en conversación con
su tío Posidón equipara otra vez a los mortales con el follaje: «…por culpa
de los míseros / mortales, que, semejantes a las hojas, unas veces / se hallan
florecientes, cuando comen el fruto de la tierra, / y otras veces se consumen
exánimes»¹. De modo que en el propio Homero hay ya una insistencia tópica
en la mencionada ecuación.
Repárese en una nota peculiar del símil, pues ya que atendemos a lo común,
debemos notar también lo diverso: no es la voz narrativa del poeta la que
nos lo transmite, como es más habitual para este recurso, sino que es la voz
interpuesta del personaje, que asume aquí rol del poeta; ni la comparación se
refiere a una figura individual y concreta del relato, como es costumbre, sino al
conjunto de la especie humana, en una elevación cosmovisionaria y filosófica,
que no es precisamente moneda común en el canto épico antiguo.
Ese símil celebérrimo, al decir de Clemente de Alejandría (Strom. VI 738),
tiene su fuente en el mítico Museo, asoma de nuevo esgrimido por los elegíacos
Mimnermo (fr. 2 W. [= fr. 2 D.]) y Semónides (29 D [3] = Simon. 8 W [1]), y,

¹ Las traducciones son, en ambos casos, de E. Crespo.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 550 — #550

Vicente Cristóbal

aplicado a las almas humanas, lo leemos en el lírico Baquílides (Epin. 5. 63–67),


y luego igualmente así en Virgilio (Aen. 6. 305–312) y Dante (Div. Com., Inf.
3. 112–120), en una bien significativa réplica a Homero en estos dos últimos
casos —creemos—, sustituyendo muerte por inmortalidad y cuerpo por espíritu;
Aristófanes lo puso en el pico de las aves (Aves 685 ss.) como reproche e insulto
para la raza humana (¡como si las aves en eso fueran distintas!); y Horacio (Ars
Poet. 60–63 y 68–72) lo trasladó en su aplicación y lo usó como imagen de la
vida de las palabras. Más recientemente le sirvió también a Antonio Machado
—según hemos tenido ocasión de mostrar recientemente en una breve nota
(Cristóbal 2015)— como impulso sugeridor para una imagen también ya famosa,
inserta en su no menos conocido poema «A un olmo seco»: la de las hojas
verdes brotadas tardíamente en el tronco viejo y aparentemente muerto («Mi
corazón espera, / también hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la
primavera»).
Y ahora, saltando por encima de todos esos textos, pasamos a ver con algún
detenimiento cuatro testimonios concretos de poesía española contemporánea,
deudores de la palabra del viejo poeta sobre los hombres y las hojas.
Empezamos por un poema de nuestro colega salmantino Juan Antonio Gon-
zález Iglesias, que se titula «¿Destinados al olvido?» (del libro Eros es más, que
fue XIX Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe)². Hay cita explícita
de Homero en este texto, una cita que viene al recuerdo en asociación con el
tema de la muerte, sugerido por la anécdota que vertebra el poema: se trata
de la visita al cementerio de un campus universitario americano y la lectura de
uno de los epitafios en un contexto otoñal, con la correspondiente caída de las
hojas; pero se replica al mensaje homérico, se reinterpreta el mensaje antiguo
inquiriendo la posibilidad de una inmortalidad y resurrección del hombre; hay
una propuesta alternativa y antifrástica a la proclama de Glauco en la Ilíada,
que viene aquí recogida e identificada con una manifestación sentenciosa del
escritor Álvaro Mutis, presuntamente escuchada en la radio; el poeta salman-
tino apuesta en cambio, frente a Glauco y a Mutis, por la posible no muerte sin
más del ser humano; confía en un destino más prometedor. Dice así su pieza,
fundamentalmente en endecasílabos:

Álvaro Mutis habla lentamente.


Una entrevista en un canal hispano.
² González Iglesias 2007: 51. He tenido ya ocasión de señalar y comentar, cf. Cristóbal 2013: 253–254,
la alianza de una reminiscencia de estos versos iliádicos con otra reminiscencia virgiliana en un
poema de este autor titulado «La canción del verano suena más que la Eneida» del libro Esto es
mi cuerpo (González Iglesias 1997), una reminiscencia, por cierto, que implicaba un sutil trueque
verbal del tenor homérico («Pero así están las cosas, y no tienen / vuelta / ni las generaciones ni
las hojas / de los hombres […]»).

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 551 — #551

Los hombres como las hojas

Me interesa el desgaste de las cosas.


y a que nos olviden.
Y así está bien.
Necesito salir. Llueve en el campus.
Llego al sencillo banco de madera
donado por aquellos que te amaron.
Otra vez leo la inscripción pequeña
como tarjeta de visita en bronce:
In loving memory
En memoria de Justin A. Colonna
Son, brother & friend
Feb, 16, 1976-Dec, 8, 1999.
Leo tu claro nombre de italiano
patricio en este extremo de occidente,
mientras octubre se concreta en húmedas
hojas caídas sobre el banco donde
se habrán sentado tantos estudiantes.
Me viene al corazón el verso homérico
que compara a los hombres con las hojas.
También, nos aseguran los biólogos,
constituye el otoño una segunda
primavera. Es probable que se cumplan
las palabras de un padre de la Iglesia
que afirmó «todo en la naturaleza
nos anticipa la resurrección».
Por si acaso, escribimos, por si es cierto.
Por si el olvido fuera un episodio
provisional en nuestro largo viaje.
En medio de esta lluvia quién sabría
si somos destinados al olvido.
Tengo en cuenta el amor, el bronce, el breve
número de tus años y comprendo
que a mí, que no sé nada de tus días,
me corresponde ahora recordarte.

En el poema que comentamos a continuación, publicado tres años después


del de González Iglesias, el poeta Luis Alberto de Cuenca («Berlín, otoño de
1938», de El reino blanco)³ asume la máscara de un personaje ficticio que vive
en los años de la Alemania nazi. Hay, como en el caso anterior, cita explícita
de Homero⁴, y traducción libre del famoso símil; son versos alejandrinos:

³ De Cuenca 2010: 148.


⁴ Para otras evocaciones homéricas en la poesía de Luis Alberto de Cuenca remito a Suárez Martínez
2008: 150–154 y a Cristóbal 2009: 202–207.

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Vicente Cristóbal

Eché a andar hacia el sur. Llegué al Jardín Botánico.


El suelo estaba lleno de hojas muertas, que un día
dieron vida a las ramas de hayas y sicomoros,
de fresnos, de castaños de Indias y de sauces.
Hojarasca que un viento gélido dispersaba
por el parque a su antojo, aullando de manera
siniestra, como en Drácula, cuando Jonathan Harker
se dirige al castillo del vampiro, y los lobos
acompañan su marcha. Mis botas militares
aplastaban y hacían crujir aquellas hojas
secas y fugitivas, evocando otro ruido
en mi alma: el estruendo terrible de la Noche
de los Cristales Rotos. ¿Qué ocurría en mi patria?
Sentí cómo la muerte, disfrazada de otoño,
vigilaba mis pasos, y recordé aquel verso
imborrable de Homero que aprendí en el Gymnasium:
«Las hojas y los hombres son del mismo linaje».

Aquí, como bien se ve, no hay réplica a la voz del bardo griego, sino repre-
sentación de una pequeña historia, de un pequeño drama ambientado en los
años iniciales de la Segunda Guerra Mundial. El poeta da voz a un personaje,
equipado con botas militares, que, a la vista, al recuerdo y ante el interrogante
personal sobre la tragedia, parece que aún reciente, de la Noche de los Cristales
Rotos, y por asociación con las hojas caídas durante el otoño en su escenario
berlinés (pues el mencionado Jardín Botánico es sin duda el famoso Jardín
perteneciente a la Universidad Libre de dicha ciudad alemana, el más extenso
de Europa), reconoce la vigencia intemporal de aquel antiguo símil de la Ilíada.
He tenido la fortuna de que el propio autor me ayudara a glosar su poema
desvelándome el hipotexto argumental del mismo: el personaje que habla en
el texto es Bernhard («Bernie») Gunter, detective alemán, protagonista de una
exitosa trilogía novelesca del escritor escocés actual Philip Kerr (Edimburgo
1956) titulada Trilogía berlinesa (conocida también como Berlin Noir), de la que
el poeta español se me confiesa entusiasta lector.
El poema «Despedidas» (del libro Átomos y galaxias) de Miguel D’Ors
(2013: 40), que a continuación examinamos, está escrito, según indicación del
autor, entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre del 2011. Su contenido
es, en resumen, el siguiente: las hojas caen y mueren, pero en este proceso
destaca la varia y armónica belleza de su colorido, lo que sinestésicamente
es definido como «polifonía»; paralelamente y a ejemplo de la naturaleza,
el poeta manifiesta su deseo de también, en el otoño (lo que puede leerse
simbólicamente como «otoño de la vida»), hacer de los inevitables adioses algo

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 553 — #553

Los hombres como las hojas

lo más bello posible, su «música mejor». De nuevo la conexión literaria se hace


explícita con la mención de Homero: la historia de la literatura se convierte
otra vez en literatura. He aquí el texto:

Las hojas del castaño se despiden —noviembre—


convirtiendo en belleza la pena del adiós:
esta polifonía de verdes, amarillos,
ocres, marrones, pardos… Veo desde el balcón
cómo va, hoja a hoja, rindiéndose al otoño
y cayendo en la broza otra generación
vegetal. Y recuerdo al viejo Homero: como
van pasando las hojas, vamos pasando los
hombres. En este otoño, en el que cada hora
es una despedida, que sepa también yo,
imitando el ejemplo callado de esas hojas,
hacer de los adioses mi música mejor.

El poema presenta un continuo encabalgamiento de los endecasílabos, y ello le


da un tono conversacional, al tiempo que se mantiene destacado el ritmo versal.
Los términos «adiós» del verso 2 y «polifonía» del verso 3 se corresponden
ecoicamente con «adioses» y «música» del verso último, cerrándose así un
anillo semántico que enmarca el poema y cierra su estructura. Dentro de ese
marco se desglosa la estampa natural y se recuerda la autoridad del viejo poeta
griego que asoció a los hombres con las hojas; y en el centro del poema, la
palabra clave «generación», que constaba en la literalidad del verso griego
evocado y que aquí se retoma dando cohesión a la imagen, a su aplicación
humana, y a la cita literaria.
La composición se articula como plasmación de un proceso asociativo de
lo natural a lo personal y subjetivo y como un salto desde el plano estético al
plano ético, culminándose todo ello en una suerte de moraleja ideal aplicada.
Dicha estructura es muy semejante a la que encontramos en el antes aludido
poema de Machado «A un olmo seco», con anécdota ambientada en otoño en
lugar de en primavera, pero con igual incidencia en la hojas como elemento
emblemático (recuérdese el final machadiano: «Mi corazón espera, / también
hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera»).
La muestra más reciente que he logrado añadir a esta serie de recreaciones
homéricas es la de Jaime Siles en el primer poema de su reciente libro Galería
de rara antigüedad, galardonado con el vigésimo octavo premio de poesía
Jaime Gil de Biedma⁵. El poema en cuestión se titula con toda explicitud
«La cuestión homérica: a vueltas con la Ilíada», y es una pieza dedicada in
⁵ Siles 2018: 11–13.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 554 — #554

Vicente Cristóbal

memoriam a nuestro ilustre y celebrado maestro don Martín S. Ruipérez. El


poeta contrasta la inmortalidad del mito y la inmutabilidad gloriosa de sus
héroes con la segura mortalidad de los lectores de Homero y con su paulatina
transformación a lo largo del tiempo; y ese contraste se hace plenamente vivo
y eficaz en la confrontación del poeta en su pasada adolescencia —cuando
fue lector primerizo de aquellos mágicos versos y aprendiz de griego en sus
lejanos años de estudiante— con el poeta ya adulto de la actualidad, en la
circunstancia presente de sus confesados 65 años. He aquí algunos de los versos
del poema, en el que, arropada por el recuerdo de otros ítems homéricos, aflora
la referencia a los hombres y las hojas, de nuevo con recurso al emblemático
término «generaciones» y en asociación al nombre de Glauco, en cuya boca
pone Homero la consabida comparación:

…Tengo dieciséis años y leo en griego


los versos de la Ilíada que ignoro entonces
cuánto y de cuántas formas me van a acompañar.
Cóncavas naves navegan por mi mente.
Catálogos de armas y guerreros también […].
Admiro la belleza de Helena, que imagino,
los recursos de Ulises, la humanidad de Héctor,
los consejos de Hipóloco a Glauco y cómo
las generaciones de los hombres
—como las de las hojas— están destinadas a caer.
Todo está dicho —muy bien dicho— allí. […]
Tengo sesenta y cinco años y leo a Homero
en griego y ya no soy aquel ni el mismo
muchacho que hace cincuenta años lo leyó.
El texto no ha cambiado y sigue siendo el mismo. […]
Nada muere en el verso: el ritmo del hexámetro
con ámbar protege el tiempo que no acaba
nunca de suceder, pero el nuestro termina.
No: no mueren los héroes de la Ilíada
sino nosotros, sus lectores, que, a diferencia de ellos,
somos lo que somos pero solo una vez. […]

El poema se centra en este contraste del mito literario y los héroes con la
realidad de la vida y los lectores, pero para hablar nuevamente, con pie en
Homero, del eterno dilema muerte-inmortalidad. Tal dilema es, por otra parte,
según compruebo, una inquietud asidua en esta Galería de rara antigüedad de
Jaime Siles.
Del examen de los anteriores poemas no otra cosa quiero concluir sino, en
primer lugar, que no es raro que un pasaje tan emblemático y significativo

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Los hombres como las hojas

del texto homérico tenga impacto tan duradero en la literatura hasta hoy,
y especialmente en el ámbito de la poesía lírica; y menos raro aún cuando los
que se hacen eco de aquella voz antigua son poetas filólogos y profesores de
letras, formados a la sombra de los clásicos, como lo son los cuatro autores
aquí considerados.
Dedico estas líneas, de todo corazón, a mi querido colega Emilio Crespo,
él, que con gran maestría y finura ha sido magnífico mediador entre Homero
y los españoles contemporáneos.

Referencias bibliográficas

Cristóbal, V. (2009): «Recuerdos de la Ilíada en la poesía española de fines del siglo xx»,
Studi Ispanici 34, 187–207.
Cristóbal, V. (2013): «Clasicismo grecolatino en la poesía española de los últimos
tiempos», en F. González Alcázar, F. Á. Moreno Serrano & J.F. Villar Dégano (eds.), Li-
teratura, pasión sagrada. Homenaje al profesor Antonio García Berrio, Madrid, Editorial
Complutense, 237–256.
Cristóbal, V. (2015): «Los hombres y las hojas: de Homero a Machado», Myrtia 30,
285–289.
De Cuenca, L. A. (2010): El reino blanco, Madrid, Visor.
D’Ors, M. (2013): Átomos y Galaxias, Sevilla, Renacimiento.
González Iglesias, J. A. (1997): Esto es mi cuerpo, Madrid, Visor.
González Iglesias, J. A. (2007): Eros es más, Madrid, Visor.
Siles, J. (2018) Galería de rara antigüedad, Madrid, Visor.
Suárez Martínez, L. M. (2008): Aproximación al mundo clásico en la poesía de Luis Alberto
de Cuenca, León, Universidad de León.

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Eclipsada por el santuario: la Pólis de los dodoneos


Adolfo J. Domínguez Monedero
Universidad Autónoma de Madrid
adolfo.dominguez@uam.es

Resumen: Se reúnen los testimonios existentes sobre la pólis de Dodona, en especial los proce-
dentes de las nuevas laminillas publicadas en 2013, y se analiza la relación de la ciudad con el
santuario de Zeus.
Palabras clave: Dodona, pólis, santuario, laminillas.

Eclipsated by the sanctuary: the Pólis of the dodonaeans


Abstract: The existing testimonies on the polis of Dodona are gathered, especially those from the
new lamellae published in 2013, and the relationship between the city and the sanctuary of Zeus
is analyzed.
Key Words: Dodona, pólis, sanctuary, lamellae.

Dodona, en el Epiro, fue ampliamente conocida en el mundo griego por haber


sido la sede de un importante santuario oracular. A pesar de su ubicación en
el interior de un territorio bastante remoto se benefició, a lo largo de buena
parte de la historia griega, del hecho de aparecer mencionado en los poemas
homéricos, tanto en la Ilíada (16.233–235) como en la Odisea (14.327–330;
19.296–299), lo que lo convirtió, en la visión griega, en el más antiguo oráculo
griego (Hdt. 2.52)¹.
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención del santuario de Dodona
ha sido la existencia de tablillas de plomo que contenían lo que parecían ser
las consultas formuladas al oráculo. Un mínimo porcentaje de ellas había sido
ya dado a conocer², pero ha hecho falta esperar hasta 2013 para que se haya
publicado un gran conjunto que incluye un total de 621 textos³. Esta reciente
publicación nos permite tratar de arrojar un poco de luz sobre algo que no
ha sido objeto de demasiada atención, en buena parte por falta de datos. Me
refiero a la «ciudad» de los dodoneos.
Aunque ya en Hesíodo (fr. 240 M-W) se aludiría al establecimiento de una
ciudad, creemos que debe de ser una exageración poética. De Heródoto, sin
¹ Parke 1967: 1–163, Dieterle 2007, Piccinini 2017, Domínguez 2017: 67–106.
² Lhôte 2006, Eidinow 2007.
³ Dakaris, Vokotopoulou & Christidis 2013. Abreviado en lo sucesivo como DVC.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 558 — #558

Adolfo J. Domínguez Monedero

embargo, se desprende la existencia de una comunidad que toma decisiones,


puesto que en su excurso sobre el origen del oráculo (Hdt. 2.54–57) aparecen
mencionados οἱ Δωδωναῖοι; otras referencias como las relativas a las profetisas
(αἱ προμάντιες) o a las sacerdotisas (αἱ ἱρήιαι) de Dodona (Hdt. 2.53, 55) son
más ambiguas. Heródoto menciona, no obstante, a los otros dodoneos que se
relacionaban con el santuario (οἱ ἄλλοι Δωδωναῖοι οἱ περὶ τὸ ἱρόν) (Hdt. 2.55)
y que serían los que vivían en torno al mismo⁴. Si estos dodoneos son una
comunidad política ya para ese momento es desconocido, aunque un cierto
sentimiento colectivo parece haber existido, que puede haber sido restrictivo
(aquellos con una relación directa de servicio con el santuario) o inclusivo,
abarcando al conjunto del éthnos tesproto⁵.
Prescindiendo de otros testimonios epigráficos⁶, pasaremos a las láminas
oraculares, las cuales nos aportan nuevas informaciones, aunque por su propio
carácter, a veces algo limitadas. Entre las conocidas de antiguo, destacaría una
en la que los dodoneos preguntan a Zeus y a Dione si algún hombre, a causa
de su impureza, ha provocado que el dios envíe las tormentas (s. iv–iii a.C.)⁷,
así como otra en la que los dodoneos preguntaban a Zeus Naio y a Dione si
había alguna señal en el roble⁸.
Entre los nuevos textos, aparece una consulta de los dodoneos que tiene que
ver con algún signo o señal, en la que hay implicado algún niño (o quizá, mejor,
un esclavo) y quizá se aluda al procedimiento oracular de la cleromancia⁹.
La tablilla DVC 295B plantea menos problemas; parece mostrar una consulta
a Zeus Naio y a Dione acerca de si hacer un voto (o consagración) a Deméter.
Aunque la tablilla está rota en su parte derecha, se conserva lo suficiente
como para estar seguros de que la consulta la plantean los dodoneos; se data
a mediados del s. iv a.C.¹⁰.
Otra consulta poco precisa es la DVC 2332A, que dataría de inicios del s. iv;
puede tratarse de una cuestión planteada por un tal Aristandro con respecto
a algún tipo de injusticia cometida por los dodoneos o, por el contrario, de una

⁴ Moustakis 2006: 29–30.


⁵ Moustakis 2006: 27–60, Domínguez 2019: 339–361.
⁶ Cabanes 1976: 534–595.
⁷ Lhôte 2006: 64–65: Ἐπερωτῶντι Δωδωναῖοι τὸν / Δία καὶ τὰν Διώναν ἦ δι’ἀνθρώ / που τινὸς
ἀκαθαρτίαν ὁ θεὸς τὸ〈ν〉 χειμῶνα παρέχει.
⁸ Eidinow 2007: 345–346; DVC 2519B: [θε]ὸ̣ ς τύχα ἀγαθά· ἐ[π]ερωτ(ῶ)ν / [τ]ι Δ〈ι〉ωδωναῖοι Δία
Νάϊον καὶ Δ[ιών]α / [ν ἦ ἐ]ν τῶι δρυΐ σαμῆον ἐστι.
⁹ DVC 1089B. θεός . τύχ̣α·Δωδω[ναῖοι ἱ]στορεῦ[ν] / τι ̣ Δία Νάϊον καὶ Διώ[ναν αἰ] τὸ σαμῆόν / ἐστὶ
παιδὶ κλάριο[ν . . . .]Ν.
¹⁰ DVC 295B. ἐπερω〈ν〉τῶντι Δωδω̣ ν[αῖοι - - -] / ΝΟΝ Δία Νάϊον καί Δ[ι]ώνα[ν - - -] / Δαματρίων
ε(ὐ)χό[μ] . ε̣νοι [ - - -].

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 559 — #559

Eclipsada por el santuario

consulta realizada por los dodoneos sobre alguna injusticia u ofensa cometida
por Aristandro¹¹.
La consulta DVC 2425A, que los editores datan en la primera mitad del s. iv
a.C. presenta a los dodoneos preguntando acerca de si será seguro permanecer
donde están, para ellos y para sus bienes (su dinero o riquezas)¹². Se trata, sin
duda, de una pregunta inquietante que debía de afectar a toda la comunidad
y que algún autor ha sugerido relacionar con los catastróficos acontecimientos
de los años 170–168 a.C.¹³, lo que no es imposible, pero es difícil de demostrar.
En la tablilla DVC 2952B, que los editores datan a finales del s. iv, los
dodoneos consultan al dios sobre τὸ ἐπικόριον y han sugerido interpretar
este término o como algo relacionado con los mercenarios (ἐπίκουροι), o con
votos por la salvación o protección de la ciudad (ἐπικουρέω), o con alguna
dependencia del santuario (¿ἐπικόριον = νεωκόριον?)¹⁴.
La consulta DVC 3473A es de un particular, de un tal Σιλανός, que pregunta
a los dioses sobre si un esclavo manumitido permanecerá con él y cumplirá con
sus obligaciones. No queda claro el papel que desempeñan en todo el asunto
los dodoneos. Ha sido datada en la primera mitad del s. iv a.C.¹⁵.
Que Dodona, además del santuario, era un lugar para residir quedaría claro
a partir la tablilla DVC 524B que los editores datan en la segunda mitad del
s. iv a.C., en la que un tal Agátocles pregunta al oráculo si sería conveniente
que se estableciese (κατοικεῖν) en Dodona¹⁶.
Entre las nuevas tablillas hay algunas en las que se ha restituido el gentilicio
Δωδωναῖος, pero ello no es seguro debido a su estado de conservación, como,
por ejemplo, la DVC 268A en cuya datación y restitución discrepan los editores
y la plataforma Dodona Online. Otra que ha suscitado dudas es la DVC 1368A,
en la que unos (posiblemente magistrados), τοὶ Διαιτοὶ hacen una consulta;
Lhôte rechazó su relación con los dodoneos¹⁷ aun cuando recientemente, sin
atender sus argumentos, se ha vuelto a querer vincularla con la ciudad¹⁸ en
nuestra opinión sin pruebas de peso.

¹¹ DVC 2332A. [- - -] Ἀρίστανδρος / [- - -] . ἀδικέων τὰν Δωδ / [ωναίων πόλιν - - -].


¹² DVC 2425A. θεὸς τύχα· / ἐπερωτώντ[ι] Δωδω / ναῖοι τὸν θὲον ἦ ἀ / σφαλέω[ς] ἐστὶ μένειν / [αὐτ]εῖ
καὶ αὐτοῖς / [κ]αὶ χρήμασι.
¹³ Lhôte 2017: 46–47.
¹⁴ DVC 2952B. [θεός ἀγαθὰ τ]ύχα· / [τὸν Δία ἐπερωτ]ῶντι Δωδω / [ναῖοι] περὶ τ]οῦ ἐπικορίου / [- - -
][.]ΟΝ.
¹⁵ DVC 3473A. ἐπερωτῆι Σιλαν[ὸς τὸν Δία τὸν Νάϊον] / καὶ τὰν Διώναν πε[ρὶ παρμονᾶς ἧ τὸν οἰ]
/ κ̣έταν . τὸν ἀπείλ̣ α[φα - - -] / τὸν ἀπ’ Ἀκτίου ἐπρία̣ μ[αν - - -] / Δωδωναίο[ι] ὅσαπερ [- - - καὶ] /
ἧ ἐσε̃ται πα[ράμονος - - -]; cf. Meyer 2017: 156–157 (s. iii a.C.).
¹⁶ DVC 524B. [λώϊον καὶ] / [ἄμεινον ἐστὶ] / Ἀγαθοκλεῖ / κατοικεῖν ἐν / Δωδώναι;
¹⁷ Lhôte 2006: 69.
¹⁸ Gartziou-Tatti 2017: 145.

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Adolfo J. Domínguez Monedero

El panorama que nos presenta la documentación analizada, una vez eli-


minados los documentos que no son seguros, no es demasiado vistoso. Sin
embargo, los mismos, en especial las nuevas tablillas oraculares, permiten
completar la información de que disponíamos, en particular en lo que refiere
al aumento de casos en los que aparece el ἐθνικόν o gentilicio que es, como ha
sido bien argumentado, indicio evidente de la existencia de una comunidad
política¹⁹; su uso en nominativo plural en las tablillas oraculares indica que
es el grupo organizado políticamente («los dodoneos») quienes plantean las
cuestiones al oráculo, sin duda como resultado de la decisión de los órganos
de gobierno correspondientes (magistrados y/o asambleas) que, por desgracia,
no conocemos.
Vemos, pues, a los dodoneos inquiriendo sobre si han aparecido señales
(no sabemos de qué tipo) en el roble, sobre si la mala disposición de algún
individuo está provocando inclemencias, sobre si los dodoneos han cometido
alguna injusticia contra alguien (o si se ha cometido contra ellos) e, incluso,
sobre si será seguro para ellos y sus bienes permanecer en la propia Dodona. Del
mismo modo, preguntan también sobre cuestiones menos claras, como la que
se refiere a τὸ ἐπικόριον que, como vimos, da lugar a varias interpretaciones;
si alguna de ellas tuviera que ver con algún espacio sagrado, podría dar pistas
sobre las relaciones de la pólis con el santuario, asunto del que desconocemos
casi todo. También preguntan sobre la conveniencia de venerar o rendir culto
a Deméter, aunque el mal estado de la lámina ha permitido sugerir que, en
lugar de ἐυχόμενοι podría poner ἐχόμενοι, con el sentido de abstenerse (del
culto a Deméter). Además, los dodoneos aparecen en una consulta sobre un
esclavo que tiene que ver algo con ellos, aunque no sepamos exactamente qué,
si bien se sabe que en Dodona se realizaban ceremonias de manumisión en
las que en ocasiones participaban ciudadanos de Dodona como testigos. Por
último, un individuo, sin duda de fuera de Dodona, pregunta al oráculo sobre
su establecimiento en Dodona, quizá si era conveniente u obtendría beneficios.
Aquí Dodona es, claramente, la ciudad, no el santuario.
La ausencia de datos arqueológicos en lo que sin duda era el área urbana,
la llamada «acrópolis», el desconocimiento de las necrópolis de Dodona y la
escasez de informaciones de todo tipo no permiten saber qué relación mantenía
la ciudad con el santuario. Por no saber, no sabemos ni tan siquiera cuándo
surge la pólis de los dodoneos, aunque puede haberlo hecho tras el impulso
organizador y urbanizador puesto en marcha por Táripas²⁰, es decir, a partir de

¹⁹ Hansen & Nielsen 2004: 58–69.


²⁰ Domínguez 2018: 1–42.

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Eclipsada por el santuario

finales del s. v e inicios del s. iv. Hasta donde sabemos, la pólis de Dodona tam-
poco acuñó moneda en época clásica y helenística a diferencia de otras póleis
y koiná epirotas y solo parece haber emitido bronce durante un corto periodo
tras la conquista romana (168–148 a.C.)²¹. La mayor parte de la documentación
epigráfica del santuario²² se relaciona con las actividades político-religiosas
del estado federal epirota y de los éthne que lo componen (molosos, tesprotos,
caones).
Sobre la relación de Dodona con el santuario situado en o junto a ella parece
seguro que no ha sido semejante a la que mantuvo, por ejemplo, la pólis de los
eleos con su santuario de Olimpia o la de Delfos con su santuario de Apolo;
en esta última, por ejemplo, y a pesar del factor de distorsión que supuso la
existencia de la Anfictionía pileo-délfica, los delfios seguían controlando una
parte importante del funcionamiento de su santuario, siendo ellos quienes
nombraban, de entre sus ciudadanos, a los sacerdotes y a la Pitia, además de
participar, como pólis, en diversas actividades incluyendo la restauración del
templo en las diversas ocasiones en las que este acabó destruido²³.
El caso de Dodona era diferente; parece fuera de duda que el santuario ya
existía antes de que hubiese una pólis de los dodoneos a pesar de la información
de Hesíodo (fr. 240 M-W); aunque ya Heródoto menciona a dodoneos, siempre
relacionados con el santuario, su primera vinculación fue con el éthnos de
los tesprotos (Hom. Od. 14.327–330; A. Pr. 830–831; E. Ph. 981) y son estos
quienes pierden su control a manos de los molosos (Str. 7.7.11). El proceso de
urbanización que a lo largo del s. iv experimenta el Epiro debió de propiciar
la estructuración urbana y poliada de las gentes que residían en torno al
santuario, pero eso no implicó que los dodoneos, quizá ya organizados en
una pólis, ejerciesen un control directo sobre el santuario. El mismo pudo
haber estado administrado por los magistrados nombrados por el koinón de los
molosos si bien los monarcas eácidas pronto debieron de emplear el santuario
y los festivales asociados, los Juegos Naios, como escaparate político no solo del
éthnos moloso sino del Estado epirota; igualmente, tras el final de la monarquía,
serán las instituciones del Estado republicano las responsables. Algún ejemplo
servirá para mostrar esto.
En efecto, como norma general, en los santuarios griegos que organizan fes-
tivales suele ser la pólis que lo posee y lo tutela la que lleva a cabo la invitación
a las otras póleis, koiná y monarcas para que participen en ellos; en el caso de
Dodona, si hubiese sido la pólis la verdadera propietaria del santuario, habría
sido ella quien hubiera cursado estas invitaciones. Sin embargo, conocemos
²¹ Franke 1961: 27–39, Papaevangelou-Genakos 2013: 131–157.
²² Meyer 2013.
²³ Lefevre 1998, Sánchez 2001.

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Adolfo J. Domínguez Monedero

para época republicana una inscripción de Tenos (ca. 200–192 a.C.) en la que se
envía como ἀρχιθεωρός o jefe de la delegación de embajadores sagrados para
promocionar en el Egeo los Juegos Naios a un personaje ya conocido gracias
a las fuentes literarias, Cárope el Viejo (Plb. 27.15.2; Liv. 32.11.1). Lo que me
interesa resaltar de esta embajada es que la misma es enviada no por la pólis
de Dodona, sino por Ἀπειρωτᾶν οἱ ἄρχοντες καὶ οἱ σύνεδροι καὶ τὸ κοινόν, es
decir por las autoridades de Estado federal epirota que son quienes controlan
el santuario y los Juegos²⁴.
Por supuesto, el koinón epirota hereda el papel que la monarquía eácida
había ejercido con relación al santuario. Gracias a Hiperides sabemos la reac-
ción de la reina Olimpíade ante las actividades de los atenienses en el santuario
de Dodona, con el que habían mantenido desde hacía tiempo excelentes re-
laciones²⁵ y donde se habían encargado, en cumplimiento de un oráculo del
propio santuario, de embellecer la estatua de Dione (τὸ ἄγαλμα τῆς Διώνης
ἐπικοσμῆσαι) (Hyp. Eux. 24–25). La extralimitación de los atenienses parece
haberle molestado a Olimpíade, que les habría contestado por carta que «el
país de Molosia, en el que está el santuario, le pertenecía a ella» (ἡ χώρα εἴη
ἡ Μολοττία αὑτῆς, ἐν ᾗ τὸ ἱερόν ἐστιν) por lo que los atenienses deberían
abstenerse de intervenir allí (Hyp. Eux. 25). En consecuencia, la reina reafirma
su autoridad, en un momento en el que ocuparía una posición de poder tras
el fallecimiento de su hermano el rey Alejandro I, sobre el país y sobre el
santuario (330–324 a.C.). A este respecto, pues, de iure o de facto, no parece
haber sido la pólis de Dodona la dueña del santuario de Dodona.
En definitiva, el panorama que hemos presentado nos muestra, a pesar de
la escasez de informaciones, la existencia de una comunidad política, de una
pólis, en Dodona que tiene una cierta capacidad de tomar decisiones colectivas,
reflejada en las consultas al oráculo. Quizá de ella proceda el personal del san-
tuario (sacerdotes, sacerdotisas, profetas, etc.) aunque tampoco es seguro, pero,
a diferencia de lo que ocurre en otros casos, y por la propia trayectoria histórica
del Epiro, el santuario ha debido de ser siempre considerado propiedad de una
comunidad más amplia, en este caso, el éthnos, primero el tesproto y luego
el moloso. Cuando, a partir del s. iv a.C. las estructuras de tipo pólis se han
introducido en el Epiro, estas han coexistido con otros tipos de organización;
en el caso de Molosia, la supervivencia de la monarquía eácida, hace que sea la
misma la que se arrogue la tutela (o la propiedad) del santuario, mientras que
la pólis de Dodona se integra en el reino moloso y en sus estructuras políticas,
el koinón de los molosos, y si bien, como pólis, dispondrá de la autonomía

²⁴ Étienne 1987: 175–177 = SEG 37, 309


²⁵ Eleftheratou 2016: 191–192, Piccinini 2017: 133–145.

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Eclipsada por el santuario

suficiente como para formular, en su propio nombre, consultas al oráculo


desconocemos qué otras prerrogativas poseería.
Habrá que esperar a la publicación de los miles de tablillas aún inéditas
y a que se excave la zona conocida como la «acrópolis» del área arqueológica
de Dodona para poder disponer de más datos sobre esta singular pólis del
Epiro.

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Adolfo J. Domínguez Monedero

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Tergiversaciones de un mito griego: Borges,


Cortázar y sus Minotauros
Claudia N. Fernández
Universidad Nacional de La Plata / CONICET
claudia.fernandez@conicet.gov.ar

Resumen: El cuento «La casa de Asterión» de Jorge Luis Borges y el poema dramático Los reyes
de Julio Cortázar fueron publicados en la revista Los Anales de Buenos Aires en el año 1947. Ambas
obras se presentan como una reescritura del mito griego del Minotauro. Aunque parecidas en
el tema y los motivos, sin embargo cada una refleja las obsesiones y poéticas personales de sus
autores. El presente trabajo reflexiona precisamente sobre estas cuestiones, y destaca la presencia
activa de los mitos grecolatinos en estos dos escritores considerados entre los más representativos
de la literatura argentina.
Palabras clave: Minotauro, Borges, Cortázar, recepción clásica

Distortions of a greek myth: Borges, Cortázar and their Minotaurs


Abstract: Borges’s tale «La casa de Asterión», and Julio Cortázar’s dramatic poem entitled Los
reyes appeared in Los Anales de Buenos Aires in 1947. Both were meant as a rewriting of the Greek
myth of the Minotaur. Similar in their subject and motives, however, each one reveals the personal
obsessions and poetics of their authors. This paper explores precisely these issues, and highlights
the active presence of Greco-Roman myths in these two writers considered among the most
representative of Argentine literature.
Key Words: Minotaur, Borges, Cortázar, classical reception

No es con los ojos que se enfrenta a los mitos*


Cortázar (Los reyes)

Es más que evidente que los mitos grecolatinos constituyen una presencia
culturalmente activa en las sociedades de nuestro tiempo, pues siguen siendo un
vehículo eficaz para debatir ideas y problemáticas que nos ocupan. Entre estos
mitos, el del Minotauro, aquel monstruo mitad hombre y mitad toro, ha ejercido
una especial fascinación en la mente humana, sobre todo en épocas de crisis.
Su historia no siempre ha sido interpretada de la misma manera; su muerte, en
particular, ha representado cosas distintas según las épocas: la victoria de la
* Una primera versión de este trabajo fue leída en el Congreso Internacional «Recycling Myths»
(Lisboa, 2 al 5 de mayo de 2012), como parte de las investigaciones llevadas a cabo en el marco del
Proyecto «Mitos Clásicos en el teatro iberoamericano actual», que compartí con el querido Emilio
Crespo, bajo la dirección de H. Maquieira.

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Claudia N. Fernández

razón sobre la ignorancia, la supremacía de la moral sobre la animalidad, o el


triunfo del poder político sobre el poder absoluto¹. Los escritores argentinos
Borges y Cortázar tampoco escaparon a su influjo; casi al mismo tiempo dieron
también ellos su versión del mito del hijo monstruoso de la adúltera Pasífae.
Nos referimos al cuento «La casa de Asterión» de Jorge Luis Borges y al poema
dramático en cinco escenas Los reyes, de Julio Cortázar. Ambos textos fueron
publicados en la revista Los Anales de Buenos Aires, dirigida por ese entonces
por el propio Borges, en los números de mayo-junio (15–16) y diciembre (21)
de 1947, respectivamente².
El cuento borgiano oculta hasta el final la identidad del Minotauro, quien se
expresa a través de un monólogo que ocupa casi todo el relato. A esconderlo
ayuda el hecho de que llame «casa» al laberinto, y su poco conocido nombre
de Asterión, anticipado en el título³. Tampoco el epígrafe de Apolodoro es de
gran ayuda, porque Borges trampea falseando la cita del genotexto al truncar
la referencia en que se alude al Minotauro⁴. Se posterga sistemáticamente la
información al lector, que descubre tan solo al final, cuando conoce las palabras
de Teseo a Ariadna una vez salido del laberinto: «¿Lo creerás, Ariadna? —dijo
Teseo—. El Minotauro apenas se defendió».
La reescritura podría considerarse un procedimiento típico de la narrativa
borgiana. Conocidas son sus obsesiones librescas, y en el marco de esa libre
reelaboración de famosos episodios de la literatura universal debería compren-
derse este texto, que, por otra parte, es deudor también de otros hipotextos,
como el de la Biblia⁵. La historia del Minotauro tronca con la recurrencia del
motivo del laberinto, otra de las obsesiones del escritor⁶. La fuente inspiradora
¹ Ni siquiera su imagen fue siempre la misma. Ovidio, por ejemplo, no da detalle de cómo se configura
su dualidad corporal, y Dante lo imaginó, inversamente a la tradición griega, con cuerpo de toro
y cabeza de hombre (Infierno XII, 1–30).
² El cuento de Borges fue luego publicado en El Aleph en 1949, en el mismo año que Los reyes.
³ El nombre Asterión dado al Minotauro aparece en Pausanias 2.31.1, Apolodoro 3.1.4 y sch. Lyc
1301. El relato de Apolodoro recopila las versiones más antiguas del mito; le siguen los de Ovidio
y Plutarco. Este último brinda diferentes variantes, algunas de ellas contradictorias, que hacen
difícil pensar en una única versión valedera. Sobre la noticia de versiones anteriores a la de
Apolodoro, cf. García Pérez 2008: 210, n. 11.
⁴ El epígrafe del cuento dice: «Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión», cuando el citado
texto de Apolodoro es mucho más explícito: «Ella dio a luz a Asterión, el llamado Minotauro»
(Apollod. Bibliotheca 3.1.4).
⁵ «(…) sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor»,
dice el Minotauro, y en Job (19.25) leemos «porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará
sobre el polvo». Sobre la imaginería religiosa en este relato, véase Mc Grady 1986.
⁶ El laberinto era, junto con el espejo, una de las pesadillas de Borges. Adjudicaba el hecho a un
grabado del laberinto de Creta que había visto de niño en un libro francés. Para Borges, el Minotauro
está concebido a la medida del laberinto, como declara en su Libro de los seres imaginarios: «Queda
bien que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante monstruoso», Borges 1967: 73.

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Tergiversaciones de un mito griego

del cuento ha sido aquella tela de Watts que representa la figura del Minotauro
mirando hacia el mar por una ventana, en espera de su alimento humano (las
jóvenes víctimas atenienses que eran enviadas a Creta como tributo). Una de
sus manos aprisiona un pájaro; pero lo que en Watts era ira, en Borges se
vuelve extrema desolación y tristeza⁷. El minotauro de Borges representa la
soledad absoluta, en virtud de que nadie se le parece: «El hecho es que soy
único».
Un monstruo es siempre un ser caótico, una criatura que no encaja en nin-
guna clase existente; es por definición un marginal⁸. La monstruosidad reside
en su carácter indiferenciado y ambiguo, en su naturaleza inclasificable que
expone mezclado aquello que la sociedad ha separado y ordenado (Buxton 2000:
195). La razón de su fascinación tal vez resida en esta liminalidad ontológica,
que amenaza y cuestiona todo intento de ser comprendido en un sistema epis-
temológico coherente. En los mitos grecolatinos las naturalezas monstruosas
suelen ser consecuencia de desvíos de la naturaleza, producto de relaciones
anormales, precisamente como la de Pasífae con el toro. En ellos se hace carne
la transgresión de las normas. Por lo demás, su existencia está al servicio de ser
vencidos por los héroes, en cuya victoria legitiman su heroicidad y reclaman
su reconocimiento (cf. Dowden 1992: 134).
Pero los griegos solo se mostraron interesados por el fulgor de las figuras
heroicas, como el ateniense Teseo, paradigma del poder político civilizador,
y, en cambio, fueron totalmente indiferentes a la voz y pensamientos de los
monstruos. En el caso concreto del Minotauro, su historia se vincula también
con la del rey Minos, en la medida en que representa la materialización de
su deshonra —el adulterio de su esposa— y es el sostén de su poder político
porque el cretense lo retiene como una amenaza para los enemigos.
Los escritores argentinos, a diferencia de los antiguos, sintieron la necesidad
de darle una voz a esta criatura monstruosa, hiperbolizando con ello su cos-
tado humano, despojándolo de casi todo atisbo de animalidad y trasladando

Sobre las composiciones borgianas que tratan sobre el laberinto, véase Selnes 2005: 76. Por su
parte Cortázar, curiosamente, ensayaba ponerle a su obra el título de «El laberinto», según relata
en una carta a Sergio Sergi escrita el 2/2/1947, Cortázar 2000: 220. El otro texto de Cortázar que
versará sobre el laberinto es el poema «Las ruinas de Knossos», escrito hacia 1940. Según González
Echeverría 1976, la figura de laberinto está sugerida en la totalidad de la obra de Cortázar.
⁷ Cf. el epílogo a El Aleph. Chesterton, uno de los escritores predilectos de Borges, dedica un libro al
pintor (Watts, 1904), que es citado por Borges en Otras inquisiciones. Probablemente el argentino
haya visto allí la imagen de esta tela, de 1896. Watts la habría pintado en tan solo tres horas,
indignado por la codicia y voracidad del materialismo de la época.
⁸ Cf. Cohen 1996: 7: «A mixed category, the monster resists any classification built on hierarchy or
a merely binary opposition, demanding instead a “system” allowing polyphony, mixed response
(difference in sameness, repulsion in attraction), and resistance to integration (…)».

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Claudia N. Fernández

la monstruosidad a los otros. En Borges, el soliloquio del Minotauro es reco-


lectado por alguien que hace las veces de editor, ya que el Minotauro no ha
podido aprender a escribir según él mismo cuenta⁹: el texto ofrecido es la copia,
con algunas glosas, de un manuscrito previo. En Cortázar, dado el carácter
dramático de su obra, el personaje de Minos, así como los de Teseo, Ariana (sin
d), el Minotauro y algunos de los que han entrado al laberinto y nunca han
salido, se expresan con voz propia, por sí mismos. Ellos están más profunda-
mente delineados, sobre todo a través del enfrentamiento dialógico que traza
alianzas y enemistades sobre la escena. Pero es sobre todo la posibilidad de
escuchar —y ver— al monstruo lo que aúna a ambos escritores, que coinciden
en la intencionalidad de dar una versión transgresora, distorsionada, del mito
tradicional. Los dos transforman al Minotauro en una víctima voluntaria —no
se defiende del ataque de Teseo—; para decirlo de otro modo, subvierten el
arquetipo mítico en su episodio culminante, privando a Teseo de la posibilidad
de ser un héroe, algo, por otra parte, completamente verosímil, porque bien
podría Teseo ser un falaz hacedor de su heroísmo —solo él sabe lo ocurrido en
su encuentro con el Minotauro—. Borges y Cortázar están del lado del mons-
truo. Borges —al decir de Molloy— es un autor marginal por vocación; elige los
orilleros, los arrabales, la periferia en lugar del centro. El laberinto y su Mino-
tauro expresarían también esa preferencia por la marginalidad. En cambio para
Cortázar, según ha revelado en un reportaje, el Minotauro representa al tipo
del poeta, al ser completamente libre, diferente de los demás, un peligro para el
orden establecido, que pone en riesgo la estabilidad del poder real (Harss 1968:
263–4)¹⁰. Teseo, por su parte, es el «héroe estándar», convencional, un opresor
vulgar, guiado por el instinto, que no puede salirse de su papel; representa la
fuerza física, carente de imaginación, que teme a las palabras del Minotauro,
pues la dimensión simbólica de su lenguaje es algo que le es desconocido.
Tanto en Borges como en Cortázar, aunque por razones diversas, la muerte
se ofrece como la única salida para el monstruo. En Borges la soledad es tan
radical que el Minotauro solo espera que alguien lo lleve a la muerte, lo que
constituye su única salvación. En Cortázar es la desilusión amorosa, el creer
que Ariana ya no lo ama, lo que lo lleva a inmolarse («Ariana mezcló sus dedos
con los tuyos para darte el hilo. (…) Ahora veo un mar sin agua (…). Ahora veo

⁹ Alazraki 1983: 164 interpreta la incapacidad de escribir del monstruo como una alusión a «la
imposibilidad epistemológica implícita en la esencia del lenguaje», vale decir, el Minotauro expresa
la insuficiencia del lenguaje y acepta resignadamente el hecho como un filósofo. Precisamente con
Sócrates lo asocia García Pérez 2008, porque el monstruo niega las virtudes de la escritura.
¹⁰ En carta a Sergio Sergi (2/2/1947, Cortázar 2000: 220), Cortázar le explica que «El Minotauro
representa la libertad, el sentido poético —en última instancia lo humano en lucha contra lo
infrahumano—».

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Tergiversaciones de un mito griego

solamente el laberinto, otra vez solamente el laberinto»). Sucede que, en Los


reyes, Ariana y el Minotauro están enamorados. Esta innovación con respecto
al mito grecolatino podría considerarse una hipermitificación. Las relaciones
incestuosas como la que esta pareja de hermanos expone, recordemos, no son
ajenas a las historias míticas. Por otro lado, el tema del erotismo femenino que
lleva a la ruina es algo que ya se encontraba en la saga cretense¹¹. Cabe señalar
que el incesto será un tema caro para Cortázar («Casa tomada», por ejemplo)¹²,
y lo mismo podrá decirse de lo monstruoso, lo bestial, como se deja ver en los
cuentos de Bestiario («El perseguidor», «Las puertas del cielo», entre otros).
Borges y Cortázar, ambos, invitan a explorar sobre las nociones de libertad
y opresión, sobre las diversas maneras de percibir el mundo: el Minotauro
de Borges puede salir de su encierro, y el de Cortázar, aunque prisionero, es
carcelero de Minos.
Si bien los dos textos guardan notorias similitudes, no son menos las dife-
rencias. Y esto encuentra su explicación primera en las divergentes poéticas de
ambos autores. Coherente consigo mismo, Borges expurga al mito del erotismo
y la violencia que lo caracteriza, lo esteriliza —la asepsia borgiana es conocida
por todos—. Su Minotauro solo mata de miedo, sin sangre, y su problemática
es elevada al rango de las esencias y de lo universal. Por el contrario, Cortázar
hiperboliza los tópicos del amor erótico y la vena política que subyace en la
historia. El título mismo del drama —Los reyes— alude claramente al poder po-
lítico detentado por Minos y Teseo. Sus acciones se subordinan a sus ansias de
poder. Teseo, por ejemplo, mata adrede a su padre —el único modo de acceder
al trono— al dejar las velas negras de su buque voluntariamente izadas.
¿Conocía Cortázar el cuento de Borges? Imposible dar una respuesta se-
gura sobre este tema. Lo cierto es que todo escritor argentino, por aquella
época, debía posicionarse, poéticamente hablando, en algún lugar con respecto
a Borges¹³. Cortázar en estos, sus primeros años de escritor, previos a su exilio
voluntario, estaba todavía muy cerca de la figura borgiana y la elección de
reescribir sobre un mismo tema podría ser sintomática de esta situación —un
mismo tema, una misma revista— que a la vez supone la toma consciente de

¹¹ Padel 1996 advierte cómo el mito cretense y su obsesión por los toros expone el carácter destructivo
de la sexualidad femenina vista a través de los ojos masculinos y, en ese sentido, el laberinto
inscribe la gramática de la violencia familiar.
¹² Él mismo reconoció reminiscencias inconscientes incestuosas con su hermana Ofelia.
¹³ Sobre la relación de la escritura de ambos autores, véase Selnes 2005. La autora recuerda que para
marzo de 1947, según testimonia la ya citada correspondencia de Cortázar a Sergi, Los reyes estaba
terminado. Borges, por su parte, habría escrito «La casa de Asterión» en un día. Estos datos hablan
de la imposibilidad de que Cortázar lo conociera, al menos cuando tuvo su primera versión del
texto. Véase también Amícola 2000.

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Claudia N. Fernández

distancia —su Minotauro, aunque se le parece, es ciertamente otro¹⁴—. Por


otra parte, y más allá de la posible influencia de Borges, todavía por estos
años Cortázar tenía muy presente la cultura clásica aprendida en sus años de
estudiante del profesorado¹⁵.
«La casa de Asterión» y Los reyes, leídos en tensión como hemos propuesto,
dejan al descubierto los vínculos literarios entre ambos escritores, pero también
sus disímiles credos artísticos¹⁶. Los dos coinciden en arrogarse la autoridad
para cambiar sin más la tradición de manera iconoclasta. Sus Minotauros
reescriben el mito, con un final amargo para todos sus agentes; los dos rechazan
los modelos heroicos y optan por la marginalidad.
La capacidad de los mitos clásicos para recrearse en cada nueva reescritura es
inagotable. Cada nueva versión pone a prueba su naturaleza proteica, adaptable
a todos los tiempos. Situarse del lado de la víctima, como lo hacen Borges
y Cortázar, es sin duda un gesto de nuestro tiempo, en el que la monstruosidad
produce no solo repulsión y miedo, sino también atracción y deseo. El cuerpo
del monstruo lleva inscripta la alteridad cuya voz, nos alertan Borges y Cortázar,
vale la pena escuchar.

Referencias bibliográficas

Alazraki, J. (1983): «Tlön y Asterión: metáforas epistemológicas», en La prosa narrativa


de Jorge Luis Borges, Madrid, Gredos, 275–301.
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66, 163–74.
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Borges, J. L. (1957): El libro de los seres imaginarios, Buenos Aires, Kier.

¹⁴ Muchos consideran que la inspiración provino de «Thésée» de André Gide, publicado en Les
Cahiers de la Pléiade en abril de 1946; cf. Taylor 1973. El propio Cortázar recuerda en una entrevista
televisiva a Soler Serrano que fue cuando viajaba en un colectivo cuando se le ocurrió la idea del
cuento.
¹⁵ Contó Cortázar: «De muchacho tuve una fugaz vocación de helenista, hasta hice un fichero de
mitología griega después de leerme todo Homero y Hesíodo, alentado por la bondad y el saber
de Arturo Marasso» (Cortazar 1984: 341). Marasso fue profesor del escritor en la Escuela Normal
del Profesorado Mariano Acosta, donde estudió entre 1932 y 1937. De reminiscencias clásicas
habla su ensayo «La urna griega en la poesía de John Keats», de 1946, donde se plantea los modos
de acceso a la antigüedad grecolatina: el arqueológico y el intuitivo. Cuentos como el «El ídolo de
las cícladas» o «Las ménades» de Final del juego (1964) manifiestan su atracción por las culturas
primitivas. Al respecto, el de la influencia de los clásicos griegos, cf. González de Tobia 1998. En la
obra de Borges, por su parte, la presencia de la cultura grecolatina ha sido un sello característico
de toda su carrera.
¹⁶ Cortázar considera Los reyes una obra excepcional, un tanto distinta a lo que escribirá después,
con un estilo muy refinado, pero con un lenguaje en el fondo muy tradicional (Harss 1968: 265).

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Tergiversaciones de un mito griego

Buxton, R. (2000): El imaginario griego. Los contextos de la mitología, Madrid, Akal.


Cohen, J. (ed.) (1996): Monster Theory. Reading Culture, Londres, University of Minnesota
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Cortázar, J. (1980): Los reyes, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, [1949].
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Dowden, K. (1992): The Uses of Greek Mythology, Londres, Routledge.
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Luis Borges y Julio Cortázar», Nova Tellus 21.1, 207–39.
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Taylor, M. (1973): «Los Reyes de Julio Cortázar: El Minotauro redimido», Revista
Hispanoamericana 39, 537–56

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Lengua, dialecto y experimentación en la Odisea de


Nikos Kazantzakis*
Helena González Vaquerizo
Universidad Autónoma de Madrid
helena.gonzalez@uam.es

Resumen: La Odisea (1938) de Nikos Kazantzakis es una obra compleja tanto en su forma como en
su contenido. Su lengua presenta particularidades que la convierten en una lectura exigente, pero
también en un objeto de estudio de gran interés. Este trabajo resume algunas de sus características
—su demoticismo, sus innovaciones formales y sus rasgos dialectales— y sitúa el afán innovador
de su autor en el contexto de la literatura modernista.
Palabras clave: Kazantzakis, Odisea, lengua, dialecto, experimentación.

Language, dialect and experimentation in Nikos Kazantzakis’ /Odyssey


Abstract: Nikos Kazantzakis’ Odyssey (1938) is a complex work both in its form and its content. Its
language possesses particularities that turn it into an exigent reading, but also into an interesting
object of study. This work summarizes some of its characteristics —its demoticism, its formal
innovations and its dialectal features— and it locates the author’s innovative determination within
the context of modernist literature.
Key Words: Kazantzakis, Odyssey, language, dialect, experimentation.

1. Introducción

En 1938 Nikos Kazantzakis publica en Atenas su monumental Odisea, una


continuación de la de Homero que lleva al héroe protagonista desde Ítaca,
Esparta, Creta y Egipto hasta el Polo Sur en un recorrido espacio-temporal por
la historia del hombre. La obra, además de compleja en su contenido, lo es en su
forma: consta de 33.333 decaheptsílabos, está escrita en una lengua artificiosa
y dialectal, y presenta numerosas innovaciones formales. Por todo ello, la
Odisea continúa siendo a día de hoy la gran desconocida en la producción del
prolífico escritor cretense.
En este trabajo se abordan algunos de los aspectos lingüísticos más destaca-
dos de la epopeya. Se sitúa, en primer lugar, en el contexto de la denominada

* Este trabajo se realizó en el marco de una estancia de investigación en el Departamento de Filología


Clásica de la Universidad de Harvard de mayo a octubre de 2019 y gracias a la financiación del
programa José Castillejo (CAS18/00075).

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Helena González Vaquerizo

«cuestión lingüística» griega y el demoticismo de Kazantzakis. Se destacan, en


segundo lugar, sus particularidades léxicas y ortográficas. En tercer lugar, se
plantea la cuestión de si la lengua de la Odisea es o no dialectal, y, por último,
toda esta experimentación lingüística se enmarca en la corriente literaria del
modernismo europeo.

2. La «cuestión lingüística» y el demoticismo

Con el nombre de «cuestión lingüística» (το γλωσσικό ζήτημα) se alude en


Grecia a la disputa que durante los siglos xix y xx se produjo entre quienes
querían adoptar como lengua oficial una variante artificial y clasicista del
griego, denominada katharévousa («pura»), y aquellos que eran partidarios de
la variante popular y hablada, la lengua demótica¹. Esta cuestión se resolvió en
1976 con la adopción del demótico, tras años de controversia, enfrentamientos
y propuestas diversas por parte de políticos, educadores y escritores.
Kazantzakis fue desde el principio defensor activo del demoticismo, inclu-
so se puede decir que el demoticismo es un factor determinante en su obra².
Llevó a cabo su defensa del griego popular tanto mediante acciones políticas
—redactando, por ejemplo, manifiestos a favor de este en calidad de presidente
de la «Sociedad Solomós» de Heraclio³—, como en el plano literario, adoptán-
dola en la mayor parte de su obra. «La lengua demótica es nuestra patria»,
diría (1941: 98–99), mientras dedicaba una de sus terzinas a Ioannis Psycharis
(1854–1929), impulsor del demoticismo en Grecia y autor de Το ταξίδι μου
(Mi viaje) (1888), la primera obra escrita según las normas de la gramática
neogriega.
La Odisea, opus magnum de Kazantzakis, está enteramente compuesta en
griego demótico y constituye un auténtico tesoro del léxico popular, al tiempo
que ofrece el testimonio de una época en la que el contexto histórico y el
cultural propiciaban la experimentación lingüística y la búsqueda de nuevas
formas literarias.

¹ Para profundizar en el tema, cf. Friar 1951, Horrocks 1997, Rodríguez Adrados 1999.
² Cf. el estudio clásico sobre el tema de Bien 1972 y el más reciente resumen del mismo en Bien
2015.
³ Kazantzakis 1909.

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Lengua, dialecto y experimentación…

3. La lengua de la Odisea

Las particularidades de la lengua de la Odisea han sido ampliamente estudiadas


y discutidas⁴ y se dan en todos los planos. Posee una fonética idiomática y una
morfología que, aun siendo demótica, prefiere lo inusual a lo habitual. Su
gramática y sintaxis son también las de la lengua vernácula, pero el léxico
es una amalgama de términos creados por el autor (sustantivos derivados
y compuestos, verbos y un sinfín de epítetos), unidos a términos del dialecto
cretense. A continuación, nos ocuparemos muy brevemente del léxico, la
ortografía y la acentuación para pasar después a discutir el carácter dialectal
de la obra.

3.1. El léxico

En la Odisea Kazantzakis no solo adopta la lengua popular, sino que convierte su


epopeya en una suerte de libro de texto o tesauro del demótico (Bien 1972: 192,
202 y 2015: 163)⁵, incluyendo a lo largo de las distintas versiones elaboradas
entre 1924 y 1938 un gran número de términos inusuales, hasta el punto
de que la obra se publicaría con un glosario final de casi 2000 términos. El
léxico de la Odisea, junto al resto de sus innovaciones formales, dificultaría
su lectura y disuadiría a sus lectores⁶, pero también sería un paso necesario
para la adquisición por parte del autor de una extraordinaria sensibilidad hacia
el demótico, que se plasmaría con éxito en sus novelas (cf. Bien 1972: 203,
2015: 148).
Aunque resultase en una creación artificial y alejada de la realidad⁷, la lengua
de la Odisea se basaba en el demótico e intentaba mostrar su riqueza y posi-
bilidades expresivas mediante el acopio de materiales procedentes de toda la
geografía griega⁸: «Durante años —diría— he vagado por las aldeas y montañas
de Grecia, recolectando palabras de los labios de las gentes, [preguntando]

⁴ Cf. Andriotis 1959, Bien 1972: 204–261, Castillo Didier 1975, Chourmouzios 1977: 148–154, Gia-
koumaki 1982, Mandilaras 1987, Mathioudakis 2011 y 2012, Sideras 1983, Tsopanakis 1977, entre
otros.
⁵ Según Izzet 1964: 352, en 1932 Kazantzakis empieza a escribir un diccionario demótico.
⁶ El vocabulario de la Odisea se reveló en muchas ocasiones incomprensible para un griego culto.
Por su parte, el hombre de campo, que sí podría haber entendido la terminología, se perdía en el
sentido del poema.
⁷ Cf. Avgeris 1939: 1346, Sfakianakis 1939, Laourdas 1977: 7–8.
⁸ Cf. Kazantzakis 1943: 1029. Según Lambridi 1939: 11, este afán de Kazantzakis por atesorar la
riqueza lingüística del demótico en la Odisea se convirtió en un fin en sí mismo.

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Helena González Vaquerizo

qué nombre daban a cada pequeña cosa» (Friar 1971–1972: 221)⁹. En este sen-
tido, puede ser considerada una lengua «panhelénica» (Chourmouzios 1977:
151), como quiso su creador. Mediante la creación de una miríada de epítetos
compuestos, Kazantzakis trata de rivalizar con Homero (Ricks 1989: 3) o, al
menos, de transponer y reproducir la dicción homérica (Colaclides 1983: 87). Al
mismo tiempo, se trata de un griego que, como el homérico, nunca fue hablado,
y de una lengua artística, como la personalísima prosa de la célebre novela
modernista Ulises (1922) de James Joyce.
Pese a que el cretense pensaba que su apuesta sería aceptada con el tiempo
(Bien 1972: 30–31, 217–218), el público y la crítica responderían con extrañeza,
pues llevado a sus últimas consecuencias, el demoticismo «extremo» (Ricks
1989: 3) en el plano léxico de Kazantzakis daría lugar a una lengua tan incom-
prensible como su arcaizante rival, la katharévousa (Beaton 1994: 340). Tanto
en su época como a día de hoy, el léxico de la Odisea constituye un obstáculo
para su lectura y un reto para su traducción¹⁰.

3.2. Ortografía y acentuación

En su afán innovador, el autor no se detuvo en el léxico, sino que emprendió,


además, una reforma del alfabeto, semejante a la de Shaw con el inglés (Wilson
y Dossor 1999: 26), que afectaba a la ortografía y la acentuación.
En el plano ortográfico Kazantzakis aboga por la simplificación, aboliendo,
por ejemplo, las consonantes dobles y conservando únicamente las dos gammas
cuando existe necesidad para la pronunciación, como en el verbo αγγίζω o el
sustantivo φαλάγγη¹¹. Esta simplificación se muestra ya en el propio título de
la obra, Ὀδύσεια en lugar de Ὀδύσσεια, que puede interpretarse como un gesto
ambicioso por parte del escritor cretense en su intento de emular, antes que
imitar a Homero (Ricks 1989: 3, 12).
En cuanto a la acentuación, la propuesta de Kazantzakis fue también un
método simplificado de acentuación monotónica: se escribe un único acento,
el agudo, que cae sobre la sílaba tónica; si la palabra es aguda, no se escribe la
⁹ Además, Kazantzakis solicitó con frecuencia a su amigo Prevelakis que le encontrara términos
demóticos especializados de caza, pesca, botánica, náutica, y, en general, que le facilitara todo el
léxico que le llamara la atención. Para ello, véase Prevelakis 1984: 37–39; 113–114.
¹⁰ Con todo, un estudio de la Universidad de Tracia ha puesto de manifiesto que la capacidad de los
estudiantes para deducir el significado de los compuestos de Kazantzakis es mucho mayor de la
esperada (Mathioudakis & Kambaki-Vougioukli 2009). Y en cuanto a la traducción, la de Kimon
Friar al inglés, realizada en estrecha colaboración con Kazantzakis, resulta en un verso ágil y una
lectura fluida.
¹¹ Cf. Kazantzakis [1938] 2006: «Lexilogio».

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Lengua, dialecto y experimentación…

tilde. La tilde en los monosílabos es diacrítica. Este sistema no es muy diferente


al del griego moderno¹², que ha relegado el uso del politónico a los textos
clásicos, la katharévousa y algunos reductos editoriales.
Las obras de Kazantzakis, de hecho, se siguieron editando hasta hace muy
poco en el sistema politónico y con una ortografía arcaizante: con acentos
agudos, graves y circunflejos, espíritus suaves y ásperos, consonantes dobles,
etc. Por fortuna, la editorial que posee los derechos de su obra, la casa Eleni
Kazantzaki, ha empezado a reeditar toda su obra respetando el criterio del
autor.

3.3. El dialecto

Ya se ha señalado que Kazantzakis introdujo en su Odisea léxico procedente de


diversas regiones de Grecia, principalmente Mani, Naxos, Rodas, Chipre y el
Epiro, así como el Ponto, Tesalia y Macedonia (Giakoumakis 1982: 147–160).
Con todo, parece existir acuerdo en que la base es el dialecto cretense¹³, y eso
a pesar de que el autor negase en varias ocasiones la prevalencia de este en su
obra.
En su «Comentario a la Odisea» aseguró que en total había utilizado 33
términos del dialecto cretense y que lo había hecho solo cuando no existía un
sinónimo panhelénico (Kazantzakis 1943: 1030). En la quinta de las cartas al
traductor de la obra al inglés, Kimon Friar, reduce el número de términos ex-
clusivamente cretenses a trece (Kazantzakis 1977). En cuanto a términos del
todo nuevos, asegura en el «Léxico de la Odisea» que son solamente cinco
o seis (Kazantzakis [1938] 2006). Sin embargo, estudios recientes aseguran que
la influencia del dialecto cretense se aprecia no solo en los términos concretos,
sino también en la formación de idiolectos, compuestos y neologismos. El he-
cho de que Kazantzakis no los considerase términos dialectales podría deberse
a que los formaba siguiendo las normas de composición y derivación al uso
(Mathioudakis 2011).
También la producción posterior a la Odisea presentaría muchos rasgos
cretenses, según los traductores y lectores de Kazantzakis. Sin embargo, el
autor achacaría esta impresión al desconocimiento que tanto extranjeros como
griegos tendrían de la lengua popular. Y así, en referencia a su novela Cristo de
nuevo crucificado (1954), llegaría a decir: «Reto a cualquiera a que encuentre

¹² Existe una única tilde aguda que se escribe siempre sobre la vocal tónica, excepto en los
monosílabos, que no se acentúan.
¹³ Cf. Giakoumaki 1982, Fillipaki-Warburton 1978.

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Helena González Vaquerizo

en todo el texto tres palabras exclusivamente cretenses, es decir, una palabra


cada ciento cincuenta páginas» (Carta a Pierre Amandry 9-5-1954)¹⁴.
El rechazo de Kazantzakis a que su lengua fuera caracterizada de dialectal
no resulta del todo comprensible. Por una parte, el dialecto cretense gozaba de
un gran prestigio literario, siendo la lengua del poema medieval de Vinzenzos
Kornaros, Erotócritos, y del teatro renacentista cretense. Por otra parte, los
elementos cretenses son fundamentales en la obra de Kazantzakis, y un motivo
de orgullo que el autor cultivó. De hecho, reconoce que el ritmo de la Odisea
es cretense y no lo lamenta (Kazantzakis 1943: 1030). Quizá la resistencia
a considerar dialectal su lengua se deba a que hubiese querido convertir la
Odisea en una obra universal, escrita en un griego panhelénico, como el de
Homero. Quizá, no obstante, estuviese en lo cierto al afirmar que sus lectores
y críticos desconocían la riqueza del demótico.

4. El sentido de la experimentación

Sea como fuere, lo cierto es que la lengua de la Odisea es única, característica


solo de su autor y que, por tanto, puede considerarse un idiolecto. Y es que se
trata de una lengua artística, elaborada para responder mediante la experimen-
tación a un momento de crisis: por un lado, porque Kazantzakis escribe en una
época de evolución y cambios en la lengua griega y, por otro, porque su obra
se sitúa en el contexto del modernismo literario europeo, el cual promueve la
experimentación con el lenguaje como respuesta a una crisis en el contenido
y la forma de la representación artística¹⁵.
El primero de estos factores —el que afecta al griego— impulsa a Kazantzakis
a querer «salvar» la lengua:

En el crucial momento de desarrollo por el que pasa nuestra lengua demótica,


es natural e imprescindible —y extraordinariamente útil— que un creador
anhele con codicia atesorar y salvar la mayor riqueza lingüística que le sea
posible (Kazantzakis 1943: 1029).

Pero también el segundo de los factores —el modernismo— explica el sentido


profundo del acopio de material, dado que el espíritu mesiánico recorre la obra
de muchos de los autores modernistas contemporáneos a Kazantzakis (Lewis
2007: 16). En la Odisea el autor está tratando de expresar una «experiencia

¹⁴ Fragmento procedente de una de las cartas recientemente donadas por la viuda de Pierre Amandry
al Museo Nikos Kazantzakis, ΤΟ ΒΗΜΑ 20-10-2010.
¹⁵ Cf. Sheppard 1997: 98; Lewis 2007: 2.

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Lengua, dialecto y experimentación…

indecible», es decir, una experiencia mística. El nuevo paradigma que el autor


estaba planteando para el ser humano requería un lenguaje nuevo, por ello:

[…] Inventa una lengua en la que los términos denotativos, demasiado está-
ticos y rígidos, son sustituidos por imágenes, sobre todo metáforas, símiles,
alegorías (en forma de fábulas, parábolas, sueños, etc.), personificaciones,
metonimias, sinécdoques y símbolos, o figuras sacadas de las bellas artes, en
particular las plásticas o la danza (Vouyouka 2010: 131).

En suma, el propósito de Kazantzakis con la adopción de un particularísimo


demótico y la introducción de innovaciones lingüísticas en la Odisea fue ateso-
rar la riqueza del griego moderno. Al mismo tiempo, el carácter experimental
de la obra se explica y enmarca en un contexto de innovación formal en las
artes, en mitad de una crisis cultural que urge a los artistas a buscar y desa-
rrollar lenguajes muy personales. El resultado, en el caso de Kazantzakis, es
una lengua que participa de varios dialectos —con una prevalencia, quizá, del
cretense— y que, emulando a la de Homero, nunca fue hablada. Y, aunque
la obra no se convirtiese en el diccionario para los hombres del futuro que
Kazantzakis hubiera querido, sí atesora un gran número de términos de inte-
rés para el lingüista. Por último, pero no menos importante, las innovadoras
características de la lengua de la Odisea permiten situarla en el contexto del
modernismo europeo y esto, a su vez, abre la puerta a una comprensión más
profunda y, a nuestro juicio, más acertada de la obra.

Referencias bibliográficas

Andriotis, N. (1959): «Η γλώσσα του Καζαντζάκη», Νέα Εστία 33.779, 90–95.


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Bien, P. (1972): Kazantzakis and the Linguistic Revolution in Greek Literature, Princeton,
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Heródoto VI 126–130: un ejemplo de la ingente


presencia del Mundo clásico en los libretos de
ópera*
Helena Guzmán García y José María Lucas
UNED
hguzman@flog.uned.es jmlucas@flog.uned.es

Resumen: El pequeño relato intercalado en Heródoto VI 126–130 para iniciar el elogio de los
Alcmeónidas en Atenas sirve de base en la Recepción clásica a dos atractivos libretos de ópera,
uno de los cuales además será musicado por decenas de compositores.
Palabras clave: Heródoto, Recepción clásica, libretos de ópera, Cupeda, Metastasio.

Herodotus vi 126–130:
an example of the huge presence of Classical World in the opera libretti
Abstract: The short story in Herodotus VI 126–130 to begin the praise of the Alcmaeonidae in
Athens serves as the basis in the Classical Reception for two attractive opera libretti. Moreover,
one of these will be set to music by almost sixty composers.
Key Words: Herodotus, Classical Reception, Opera libretti, Cupeda, Metastasio.

1. La fuente antigua

Heródoto, en la parte final del libro vi de su Historia (121–131), pergeña una


pequeña remembranza de la familia Alcmeónida ateniense, a título de apología
tras la victoria en Maratón ante el persa. Y comienza esa breve historia de la
famosa familia ateniense aludiendo al repentino enriquecimiento de Alcmeón
a comienzos del s. vi a.C. por la generosidad de Creso, lo que llevaría a la
adquisición de excelentes cuadrigas, que le depararían el triunfo en los Juegos
Olímpicos. Y esta alusión deportiva empuja a Heródoto a entrar en una de sus
muchas digresiones y anécdotas que embellecen su tarea historiográfica.
En VI 126–130 da entrada al relato de cómo Clístenes, el tirano de Sición,
asentó los lazos de buena relación con Atenas, que desembocaría en el naci-
miento del Clístenes ateniense, nieto del sicionio, y antepasado de Pericles.
Todo comenzó con la decisión del primero de lanzar un bando en los Juegos

* Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación El Mundo Clásico en la Ópera (FFI2010-21528:


subprograma FILO).

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Helena Guzmán García y José María Lucas

Olímpicos¹ con la noticia de buscar pretendiente para su hija Agarista, anun-


ciando que deberían presentarse en Sición los que se consideraran merecedores
de desposarla.
Heródoto va pasando lista, con mayor o menor pormenor, a los varios preten-
dientes, procedentes de todos los rincones de Grecia, que se presentaron. Y nos
cuenta cómo Clístenes durante un año fue observándolos con detenimiento y,
al final, los que le atrajeron más fueron los atenienses Hipoclides y Megacles.
Cuando llegó el día señalado para la designación del elegido se celebró un
gran banquete. En la sobremesa los asistentes abrieron un debate sobre temas
musicales, lo que ponía a prueba su elocuencia y alto nivel cultural. Y en un
momento dado Hipoclides pidió al flautista que interpretara una danza y, a sus
sones, se lanzó a un baile un tanto febril, lo que llevó a Clístenes a dudar
en su inicial elección. A continuación Hipoclides solicitó una mesa y, subido
a ella, continuó su danza con más intensidad, llegando a realizar una serie de
pantomimas con las piernas. Al final Clístenes desistió definitivamente de la
opción de Hipoclides, y se lo hizo saber, a lo que el ardiente bailarín ateniense
le contestó: Οὐ φροντὶς Ἱπποκλείδῃ. Y tras este episodio el moderado padre,
tras agradecer su presencia a todos los pretendientes, concedió la mano de su
hija al otro ateniense, Megacles.
Sobre Clístenes de Sición conservamos algunas otras menciones en Pausa-
nias, Polieno, incluso en Aristóteles, pero son alusiones puntuales. La infor-
mación más pormenorizada es este pasaje de Heródoto, donde se nos cuenta
una anécdota como pretexto para explicar el comienzo de la saga Alcmeónida
ateniense.
Pues bien, sobre esta pequeña digresión típicamente herodotea se van a escri-
bir dos libretos operísticos, el segundo de los cuales, escrito por Metastasio, se
materializará en unas sesenta óperas de compositores distintos, que escribieron
su música personal para el texto metastasiano, a lo que habrá que añadir la
composición de tres ballets distintos a partir del mismo texto. Y todo en un
espacio de tiempo igualmente notable: de 1695, año en que se estrena Amore
dà senno, overo Le sciocchezze d’Ippoclide (Cupeda / Draghi), hasta 1792, con L’
Olimpiade (Metastasio / Tarchi)².

¹ Probablemente la Olimpiada 52 (= 572 a.C.).


² Sin contar la versión musicada por Gaetano Donizetti en Bolonia en 1817, aunque nunca terminada
ni estrenada.

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Heródoto vi 126–130

2. Amore dà senno, overo Le sciocchezze d’Ippoclide (Cupeda / Draghi –


Emperador Leopoldo I de Austria: Viena, 1695)

2.1. Donato Cupeda (1661–1704)

Donato Cupeda fue un libretista italiano, probablemente nacido en Nápoles,


que en 1694 fue escogido como poeta cesáreo por la corte vienesa para sustituir
a Minato, aunque no ocupó el puesto hasta la muerte de este en 1698. Moriría
bastante joven en 1704 ((Sadie: 1992, vol. 1, art. «Cupeda»).).
Coincidió con el reinado de Leopoldo I (1640–1705), una etapa importante en
el desarrollo de la música vocal, dada la pasión que sentía por ella el emperador,
que incluso en ocasiones colaboró en la partitura con el compositor corres-
pondiente, como sucede en Amore dà… Cupeda escribió textos para diversos
géneros musicales, tanto de tema sacro (oratorios), como profano (drammi
per musica, serenatas y cantatas). En el terreno concreto del teatro musical
compuso dos tipos de obras: drammi per musica, que podríamos calificar de
óperas grandes en tres actos; y serenatas, como óperas cortas de un solo acto.
Y pusieron música a sus textos buena parte de los grandes compositores de la
época en el entorno de Viena: en especial el gran Antonio Draghi, pero también
Marc’Antonio Ziani, Giovanni Bononcini, Carlo Agostino Badia, Attilio Ariosti
y Johann Joseph Fux.
La presencia del Mundo Clásico en los libretos de Cupeda fue prácticamente
absoluta: de los veinticinco que probablemente escribió, veinte tienen temática
clásica, entre mitológica e histórica, aunque predomina la segunda.

2.2. Análisis del libreto

Para abreviar una descripción de la trama, reproducimos el texto incluido en


la Nota previa del libreto:

Argomento
Clistene, Prencipe di Sicione, essendo restato Vincitore ne’ Giuochi Olimpici,
fece publicare per un Trombetta, che chiunque si stimasse degno della sua
figliuola Agarista, si portasse nella sua Reggia, trà lo spazio d’un’Anno, su’l
fine del quale intendeva celebrarne le Nozze con quello, che ne fosse ripu-
tato più meritevole. Corfero a tentar la loro fortuna i più nobili, e valorosi
Giouvani di tutta la Grecia, tra’ quali furono Megacle, ed Hippoclide, ambo
Ateniesi, di Sangue assai illustre. Nel giorno destinato al cimento de’Preten-
sori, Hippoclide, à cui il Prencipe molto inclinava, incominciò a ballare con
molta vanità, e compiacenza di se stesso; Indi trascorse in liggierezze tali,

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Helena Guzmán García y José María Lucas

che mossero Clistene a negargli la Figlia, concedendola a Megacle. Così nel


6. libro di Herodoto.
Si finge,
Che Clistene, essendo stato in Atene, ancor giovine, si fosse ardentemente
innamorato di Cleonice, madre d’Hippoclide, allora giouinetta d’età nubile;
ma ch’essendo quella, pero volontà de’Genitori, sposata a Tisandro, egli
ritornato in Sicione, avesse presa altra moglie, ed avutene due Figlioule,
cioè Agarista la maggiore, e Floridea la minore. Ch’essendo poi venuti,
così egli, come ella a stato vedovile, Clistene inviti Cleonice alle Nozze
di lui, ed Hippoclide à quelle della Figliuola, stimandolo savio, e valeroso.
Che Cleonice, accettanto l’invito, sì per lo propio amore, come per la carità
materna verso il Figliuolo, ch’essendo stolido, non ritrovava moglie, uniforme
alla sua condizione, si trasferisca in Sicione; conducendo seco Stratone
Filosofo, accioche questi andasse iluminando Hippoclide, per farlo apparire
men gosso. Che Megacle, benche Ateniese, nodrito da fanciullo in Sicione,
si fosse caldamente innamorato d’Agarista, e corrisposto da lei, quatunque
risoluta di conformarsi alla volontà del Genitore. Di questi, ed altri verisimili,
trà serii, e trà giocosi è composto il presente Drama, intitolato Amore dà
senno, overo Le Sciocchezze d’Hippoclide.

Vemos, pues, que Cupeda se sirve del contexto general narrativo de la fuente
herodotea, solo que, como decíamos más arriba, introduce la peripecia amorosa
característica de todo el teatro europeo de la época: en este caso, entre los
dos pretendientes atenienses del relato griego, a diferencia de lo que hará
Metastasio, cuya trama es más elaborada, como veremos a continuación. Y como
nudo dramático de fondo se erige la contraposición de dos valores: el amor
entre los dos enamorados frente a la lealtad de la hija para con la voluntad de
su padre.

3. L’ Olimpiade (Metastasio / Caldara: Venecia, 1733)

3.1. Metastasio

Pietro Metastasio (1698–1782) popularmente suele ser conocido como autor de


múltiples libretos de ópera a todo lo largo del siglo xviii. Pero realmente fue
mucho más que eso: sus textos teatrales bien podrían haber sido representados
en escenarios convencionales sin necesidad del apoyo de la música. Además,
fue un representante sobresaliente del melodrama que se desarrolló dentro de
la Academia de la Arcadia, movimiento intelectual que puso todo su empeño en
abandonar el retorcido mundo y emocionalmente descontrolado del Barroco.
Ahora se buscaba el ideal cartesiano del control racional y civilizado de la

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Heródoto vi 126–130

experiencia humana. Y a esto se añade un toque épico-heroico, con la tragedia


francesa clasicista del siglo anterior como referente, pero con la voluntad de
imponer un estilo sencillo, cuasi pastoril, frente al barroquismo precedente.
Igualmente, la mujer adquiere un protagonismo del que le había privado la
moralización barroca, fruto precisamente de la Contrarreforma española.
Metastasio fue un enamorado de la Grecia antigua³. Como su maestro Gra-
vina y otros muchos miembros de la Arcadia estudió en profundidad la cultura
griega, se familiarizó con todo tipo de textos (filosóficos, literarios, historiográ-
ficos: en 1768 publica sus Osservazioni su teatro greco: y en 1782 Estratto dell’arte
poética d’Aristotile). Sus contemporáneos lo parangonaron con Sófocles y con
Eurípides. En definitiva, no nos tiene que extrañar que una buena parte de sus
libretos tengan argumentos o temas clásicos, ya míticos ya históricos, o, en
algunos casos, mezcla de ambos.

3.2. Análisis del libreto

El 28 de agosto de 1733 se representó L’ olimpiade, con libreto de Metastasio


y música de Caldara, para celebrar el cumpleaños de la emperatriz Isabel Cris-
tina, esposa del emperador Carlos VI. Como ya hemos dicho más arriba, el
atractivo del texto fue tal que sería musicado a lo largo del siglo por cerca de
sesenta compositores, entre los que están Vivaldi, Pergolesi, Scarlatti, Cherubi-
ni, Cimarosa, y al menos en tres casos su acción dramática fue representada
en ballet.
La acción tiene lugar en Olimpia, donde va a celebrarse, como cada cuatro
años, los Juegos Olímpicos. En esta ocasión los preside Clístenes, rey de Sición,
que ha decidido ofrecer a su hija Aristea⁴ como recompensa al vencedor. Entre
los competidores está Lícidas, hijo del rey de Creta, que pretende la mano de
Aristea por medios un tanto fraudulentos: hará que compita bajo su nombre
el ateniense Megacles, experto deportista y al que él salvó la vida liberándo-
lo de unos bandidos, lo que a su vez crea entre ambos un muy estrecho lazo
de amistad. En el sector de los personajes femeninos están Aristea, la novia
disputada y enamorada de Megacles en secreto, y Argena, una noble cretense
que llega ahora a Olimpia disfrazada de pastora y lamentando su frustado amor
por Lícidas allá en Creta, donde el rey ha vetado la relación entre su hijo y la
muchacha, a la que a cambio se le ha asignado a Megacles. Un nuevo caso de
ese esquema bien conocido de dobles relaciones amorosas cruzadas.
³ Realmente su apellido era Trapassi, pero decidió traducirlo al griego cambiándolo en Metastasio,
como Melanchthon (Schwarzerd) y tantos otros.
⁴ Metastasio decide cambiar el nombre de la protagonista: de Agarista a Aristea.

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Helena Guzmán García y José María Lucas

A partir de estos planteamientos la acción escénica va avanzando con moro-


sidad efectista pero en línea recta, mezclando los sucesivos pasos de progresión
de la trama con un constante detenimiento emocional en cada caso, lo que
permite una caracterización más precisa de los personajes, tal vez lo mejor del
libreto. Así, primero ambas doncellas, después de sincerarse mutuamente, reci-
ben la noticia de que Lícidas es uno de los contendientes, lo que las lleva a un
doble lamento, igual pero distinto, en el que el amor es motivo central. Luego
el foco se centra en la pareja masculina: Megacles se entera de los verdaderos
planes de Lícidas, cosa que al principio desconocía, y su corazón estalla en uno
de los momentos de mayor dramatismo: su deber de la amistad se enfrenta
a su derecho al amor y, claro está, triunfa el primero.
Con el comienzo del Acto II tiene lugar la competición deportiva, de la que
sale vencedor lógicamente el falso Lícidas, o sea, Megacles. Pero la «celebra-
ción» del triunfo da lugar a un desarrollo dramático cargado de lo que en la
Tragedia griega se llama «ironía trágica», y sobre lo que volveremos más abajo.
Aristea descubre el fraude y se alegra, porque curiosamente se va a casar con
su amado, auténtico vencedor; pero, a continuación, este le hace saber toda
la verdad y su decisión de atenerse a la palabra dada a un amigo, aunque ello
le suponga morir de amor en vida. Lícidas, por su parte, no sabe nada y, por
lo tanto, está eufórico por la consecución de sus planes, y ello a pesar de los
reproches de Argena, con la que tiene una actuación deshonesta al sugerirle la
posibilidad de que, aunque ahora vaya a casarse con Aristea, tal vez un día…
«chi sa». Y en este momento Lícidas, por boca de su ayo Amintas, se entera de
que Megacles ha muerto ahogado en el río Alfeo, al tiempo que también, al
fin, conoce toda la compleja realidad, lo que desemboca en un lógico lamento
e intento de acabar con su vida como causante de tanta desgracia, pero el brote
de cierta cobardía le impide dar el paso último.
Con la llegada del Acto III nos enteramos de que Megacles ha sido salvado
por un pescador, y de que Lícidas ha intentado cometer un regicidio, aunque
un pánico inexplicable le detuvo el brazo asesino en el último momento ante
el soberano Clístenes, que, no obstante, desde el principio ha sentido siempre
un palpitar extraño ante este joven príncipe cretense. En cualquier caso, la
condena es irrefutable: Lícidas debe ser sacrificado en el templo de Zeus en
Olimpia, y ello a pesar de que Argena, en cuyo corazón anida no solo el amor
sino también la piedad, se ha ofrecido a morir en su lugar, puesto que no es
pastora sino dama notable con quien el ahora condenado tuvo relación amorosa,
como lo muestra el collar de oro que en otra época le regaló. A la vista de este
objeto Clístenes se estremece y termina aclarándose que Alcandro, ayudante
real, no cumplió la orden de su soberano de acabar con la vida de aquel niño,
Filinto, sobre el que un oráculo de Delfos había advertido del riesgo de que

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Heródoto vi 126–130

en el futuro mataría a su padre, si no era arrojado al mar: pero el bondadoso


servidor se había apiadado y lo había entregado a Amintas, que a su vez se lo
llevó al rey de Creta, que acababa de perder a su hijo. Pero la condena a muerte
sigue en pie, a pesar de que el reo sea el hijo del rey. Finalmente, Megacles
hace ver que ya ha transcurrido el día en que Clístenes es soberano de Olimpia
como Presidente de los Juegos, por lo que es al pueblo al que corresponde
la labor de emitir justicia, y este se inclina a favor del perdón, de forma que
los enamorados alcanzan al fin su anhelada felicidad cada uno con su pareja
adorada.
La trama teatral del libreto de Metastasio es claramente mucho más rica en
enredos dramáticos que la de Cupeda, pero no debemos olvidar que Metastasio
es el gran libretista del siglo xviii europeo, aunque en el fondo el mecanismo
teatral sigue la misma pauta general: hay un enredo amoroso notable, que
topa además con un nudo emocional general que parece conducir la acción
dramática hacia un desenlace fatal, aunque en el último momento se encuentra
una solución satisfactoria para todas las partes.
De otro lado, este libreto es un buen ejemplo del conocimiento profundo que
Metastasio tenía de la cultura griega. En el desarrollo argumental encontramos
varios elementos clásicos. En primer lugar, el comienzo es un motivo bien
conocido en la Mitología griega: la celebración de diversos tipos de pruebas o,
más simplemente, el concurso propuesto por el padre para entregar la mano de
su hija. Tal vez el más conocido sea el mito de la propia Helena, el prototipo
de la mujer solicitada. Pero es bien conocido que es un recurso tradicional en
los relatos mitológicos, solo que aquí el poeta lo traslada al contexto histórico
descrito por Heródoto. En cualquier caso, el núcleo argumental, a su vez,
está en estrecha relación con el bien conocido tipo de relato que, de alguna
manera, inicia Eurípides y luego se continúa en la Comedia grecolatina de
Menandro, Plauto y Terencio, así como en la novela. Es un tipo de relato en que
un tema amoroso se complica de diferentes formas, algunas veces incluso con
la duplicidad de parejas de enamorados que, además, parecen ser contrincantes
en la obtención del amor deseado.
Parece verosímil pensar que en la elección del motivo del fraude en los
Juegos Olímpicos Metastasio tuvo presente la parte primera del capítulo v de
las Mythologiae de Natale Conti, esa enciclopedia mitográfica de mediados del
siglo xvi que tuvo tanta repercusión cultural en toda Europa.
En el desenlace es clara la presencia de otro motivo bien conocido del
mito y la literatura griega: el niño abandonado recién nacido y su posterior
reconocimiento por algún objeto. Pero, además, en este caso concreto es muy
fácil percibir la presencia concreta del mito de Edipo: en la escena entre Amintas
y Alcandro asistimos a una reproducción, bastante fiel, del final del Edipo Rey de

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Helena Guzmán García y José María Lucas

Sófocles, cuando el trágico soberano de Tebas somete a un careo al mensajero


de Corinto y al pastor que había huido a los montes.
También hay motivos de menor incidencia argumental. Por ejemplo, en la
propuesta de Argena de ofrecerse a morir por su amado, es incuestionable que
Metastasio tenía in mente el mito de Alcestis y Admeto, otra esforzada esposa.
En un momento de la trama, cuando la pareja de protagonistas masculinos
intenta ocultar el fraude, Megacles-Lícidas finge que el verdadero Lícidas es su
servidor Egisto. Y volvemos a encontrarnos con el motivo del niño abandonado
(Lícidas / Egisto).
Pero la presencia del mundo griego no se limita a los elementos del relato.
Hablábamos más arriba de la ironía trágica característica de la Tragedia sofo-
clea, cuando los espectadores tienen más información que los personajes de la
obra y saben con irónica y trágica antelación que las cosas no van a ser como
estos suponen. Pensemos en el caso de Edipo, empeñado a lo largo de toda la
tragedia en llegar a un resultado que el auditorio sabe desde el principio que va
a resultarle terrible. O en Antígona: en el Prólogo nos enteramos del conflicto
que va a plantearse, pero el coro en la Párodos llega a la orchestra pletórico
de alegría porque cree que la situación de Tebas está resuelta. Pues bien, en
este libreto el hecho de que los diferentes protagonistas se vayan enterando
del conflicto dramático progresivamente, crea zonas de tensión, en las que los
espectadores contemplan desde un plano superior a los personajes con sus
inquietudes del momento.
Pero al lado de los elementos procedentes de la tradición clásica está sobre
todo la elaboración personal de Metastasio. Estilísticamente, la sencillez textual
vuelve a hablarnos de su aprecio por la simplicidad clásica, pero tal vez sea
mejor ver aquí un rasgo de su época y del movimiento en que está incardinado.
Y en este sentido es como debe explicarse la contención emocional del dilema
dramático: amistad versus amor. E igualmente el papel activo de los personajes
femeninos, que, además de sumergirse en manifestaciones de dolor, no cejan
hasta conseguir el anhelo de su corazón.

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Causas de la revuelta egipcia del 206–186 a.C.: en


defensa de Polibio 5.107.1–3
Javier Martínez
Universidad de Oviedo
martinez@uniovi.es

Resumen: Las explicaciones de Polibio sobre la revuelta tebana han sido motivo de discusión
académica. Los pasajes de Polibio son la principal fuente histórica que realmente discute las
posibles causas de la revuelta. En sus dos apreciaciones se encuentra el quid del debate: ¿Fue la
revuelta el resultado de la guerra contra Antíoco, o fue el resultado de las desigualdades sociales?
Palabras clave: Ptolomeo, Epífanes, Filópator, Batalla de Rafia, Tebaida.

Causes of the Egyptian Revolt of 206–186 BC:


A Defence of Polybius 5.107.1–3
Abstract: Polibius’ statements about the Theban Revolt have been the centre of discussion. Polibius’
passages are the main historical source that actually discusses the possible causes of the revolt. In
his two viewpoints lies the crux of the debate: Was the revolt a result of the war against Antiochos,
or was it a result of social inequalities?
Key Words: Ptolemy, Epiphanes, Philopator, Battle of Raphia, Thebaid

1. Introducción

Los últimos Ptolomeos sufrieron una serie de levantamientos de la población


nativa contra su gobierno. En la mayoría de las ocasiones se trataba de hechos
aislados, que fueron rápidamente sofocados. Sin embargo, la revuelta del 206
a.C. duró veinte años y la región meridional de Egipto estuvo bajo control de
dos gobernantes nativos: Herwennefer y, tras él, Ankhwennefer, que llegaron
a adoptar el título de faraón. Este levantamiento se conoce como «revuelta
tebana». Hay muy pocos hechos constatables en torno a estos sucesos, y lo poco
conocido procede de las evidencias egipcia y griega. Si bien se piensa que la
revuelta fue un levantamiento del sur de Egipto, hay pruebas que sugieren que
también se produjeron pequeños levantamientos en el valle del Nilo, incluso
en la región del delta, el primero de los cuales probablemente ocurrió antes del
206 a.C. (Polibio 15.20.1). No obstante, la mayoría de los hechos relativos a la
revuelta se desarrollarían en el sur. Objeto de debate es el apunte de Polibio
sobre si la guerra contra el egipcio fue εὐθέως¹ «inmediatamente» después de la
¹ Cf. McGing 1997 sobre εὐθέως y lo que Polibio quiso expresar con él. Además, Johstono 2016, n. 5.

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Javier Martínez

batalla de Rafia y si no se referiría a la revuelta tebana, sino a un levantamiento


previo en 217 a.C., que tuvo lugar mucho más al norte. Pese a todo, hay consenso
en considerar que, cuando Polibio discute la revuelta egipcia, se referiría a la
revuelta, i.e., la revuelta tebana. Este levantamiento habría comenzado en el
área alrededor de Tebas y Siene, desde donde nos ha llegado la mayor parte
de textos e inscripciones demóticas y griegas. Polibio en sus Historias (vid.
5.107.1–3 y 14.12)² ofrece uno de los principales testimonios y proporciona un
relato histórico que sigue siendo la fuente principal de nuestro conocimiento
sobre la revuelta egipcia.
Precisamente el relato de Polibio centrará nuestra atención, pues su versión
de la revuelta tebana es aún objeto de debate. A día de hoy, permanecen varias
cuestiones pendientes en torno a estos sucesos, como las fechas precisas, la
identificación de lo referido por Polibio (debido a los innumerables levanta-
mientos en todo el dominio ptolemaico), los sucesos durante la revuelta, y,
sobre todo, a las causas que originaron el levantamiento. Si bien no se duda
de la existencia real de esa revuelta, hay numerosas conjeturas sobre cómo
se produjo y en las Historias de Polibio encontramos la única fuente histórica
que realmente enumera posibles causas. Polibio presenta como posibilidad el
avieso carácter de Ptolomeo Filópator (14.12): ἀποστὰς πάντων τῶν καλῶν
ἐτράπη πρὸς βίον ἄσωτον καὶ τοιοῦτον οἷον ἀρτίως διεληλύθαμεν, que habría
provocado una degradación social causante de la revuelta. Por otra parte, tam-
bién apunta que las tropas egipcias, una vez bien entrenadas en la guerra y tras
haber saboreado la victoria en Rafia, se sintieron capaces en ese momento de
poder gobernarse por sí mismas y buscaron un nuevo caudillo, empeño en el
que finalmente tuvieron éxito (14.12): ὡς ἱκανοὶ βοηθεῖν ὄντες αὑτοῖς. ὃ καὶ
τέλος ἐποίησαν οὐ μετὰ πολὺν χρόνον. En estas dos posibilidades se centra
todo el debate: ¿fue la revuelta un efecto de la guerra contra Antíoco, o fue
resultado de desequilibrios sociales? Puede que los escasos testimonios nos
permitan inclinar la balanza por una explicación plausible.

2. Testimonios

Apenas hay testimonios sólidos sobre los acontecimientos de 206–186 a.C.


y en su mayoría consisten en una pequeña colección de grafitos, inscripciones,
recibos y cuentas. Entre estos cabe destacar la inscripción que se encuentra
en los muros del templo de Edfu, escrita en jeroglíficos egipcios y fechada en

² Por motivos de espacio solo presentaré textos originales en contadas ocasiones. La edición usada
para Polibio es la de Loeb: W. R. Paton 1922–1927.

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Causas de la revuelta egipcia del 206–186 a.C.

el año 206 a.C.³ Esta ofrece una datación clara de los acontecimientos, y, a la
vez, muestra que las obras se paralizaron durante la revuelta. Los Ptolomeos,
sin el control de la región, no podían mantener los trabajos en los templos,
mientras que las restricciones financieras por la guerra y la inestabilidad
reinante impedirían a los nuevos reyes tebanos la continuación de cualquier
obra suntuaria. Previamente se puso en tela de juicio la importancia que los
Ptolomeos dieron a la Tebaida, dado el número de revueltas y levantamientos
allí acaecidos, y se consideró que su presencia política y administrativa era
muy limitada en esa área. Sin embargo, a la vista de los repetidos e intensos
esfuerzos con que estos lucharon, parece poco lógico pensar que intentaran
someter una región por la que tendrían escaso interés. Del mismo modo, las
ingentes obras de templos y edificios públicos son indicios claros de que los
Ptolomeos consideraban el sur de Egipto como parte integral de sus territorios
(Manning 2006). La inscripción previa y Polibio apuntan a que la revuelta
comenzó durante el reinado de Ptolomeo Filópator, probablemente hacia el
final. Contrariamente, Pestman (1995) situó la revuelta durante el reinado de
Ptolomeo Epífanes. Un documento posterior a los hechos (P.Tor. Choachiti 12,
v, 28–29) sobre una disputa relativa a derechos de propiedad menciona la
revuelta e indica que comenzó durante el reinado de Epífanes: ἐν τῆι γενομένηι
ταραχῆι ἐπὶ τοῦ πατρὸς τῶν βασιλέων θεοῦ Ἐπιφανοῦς. McGing (1997: 285)
argumenta que esta mención de fechas sería una simplificación del hecho de
que la revuelta se desarrolló principalmente durante el reinado de Epífanes
y no en el de Filópator.
La revuelta se extendería hasta 206 a.C., como indica un óstraco hallado en
Karnak (Tebas), donde figura el nombre de Herwennefer y data del 11 de no-
viembre de 206 a.C., después de la primera victoria de Herwennefer (Hölbl 2001:
155), pese a que sabemos (UPZ II 162, col. 5, 27–30) que las tropas ptolemaicas
estuvieron acantonadas en Tebas hasta octubre de 204 a.C. Parte de estos con-
tingentes eran enviados al sur en misiones hasta que la ciudad finalmente cayó
en manos de los nativos en el segundo año del reinado de Herwennefer, que
gobernaría en el sur desde 206 hasta alrededor del 200 a.C. Con todo, un grafito
del templo mortuorio de Seti I en Ábidos presentaría una evidencia alternativa
(Pestman, Quaegebeur & Vos 1977: 11), pues menciona a «Hugronaphor»,
nombre griego de Herwennefer, y está datado entre 201–188 a.C. El grafito
probablemente fue inscrito por un partidario de Herwennefer, y coincidiría
con el asedio (199 a.C.) y la captura de Ábidos (Clarysse 2004). El reinado de
Herwennefer terminaría en algún momento poco después de la inscripción en

³ Cf. Clarysse 2004, en cuyo comentario indica que todas estas inscripciones permiten establecer
una cronología básica para el período 237–176, desde la perspectiva del templo de Edfu.

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Javier Martínez

este grafito y le sucedería Ankhwennefer. La relación entre los dos gobernantes


no es clara, aunque ambos nombres contienen referencias a Osiris, con el fin
de legitimar su gobierno asociando sus nombres con el primer rey divino de
Egipto, pues el nombre Wn-nfr (gr. Ὀννῶφρις) es uno de los epítetos de Osiris.
Mediante sus nombres y títulos, ambos reyes se alejaban de Ptah, que era el dios
advocado por los Ptolomeos y cuya sede de poder estaba en Menfis. En su lugar
escogieron la asociación con el dios tebano Amón-Re, con Isis, patrona de Filas
y, por supuesto, con Osiris (Hölbl 2001: 155). Estas asociaciones onomásticas
buscarían establecer vínculos con los dioses predilectos del sur de Egipto y por
lo tanto de su pueblo, pero también evocarían la edad dorada de Egipto, cuando
los dioses tebanos estaban en el apogeo de su poder y el Imperio egipcio estaba
en su culmen, es decir, buscaban vincular a los dos reyes con imágenes que
no solo los legitimarían en su gobierno, sino que además los asociarían a un
período de tiempo en el que Egipto no estaba gobernado por extranjeros.
Ankhwennefer debió de ascender al trono del sur en 199 a.C., cuando las
fuerzas del sur comenzaron a sufrir derrotas frente a las fuerzas ptolemaicas.
Durante un breve lapso Tebas volvió bajo control de los Ptolomeos (invierno
de 199/198 a.C.) como se deduce de algunos documentos que mencionan a Epí-
fanes y no a Ankhwennefer (Pestman 1965, Hölbl 2001). Por estas mismas
fechas sería cuando Ankhwennefer pasó a ocupar el trono de Herwennefer
y cuando perdería el control sobre Tebas, a la vez que hay noticias de otros
levantamientos más hacia el norte (Johstono 2016: 201). SB 24.15972 es una
pieza de correspondencia oficial que sitúa a Ankhwennefer y la revuelta en
Licópolis no mucho después de 199 y ofrece, además, un magnífico ejemplo
de los efectos devastadores de las revueltas y de las dificultades originadas
por su causa. Un fragmento del papiro, fechado alrededor del año 190 a.C.
(cuando Ankhwennefer ya había abandonado la región y esta se encontraba
una vez más bajo control ptolemaico), dice (fr. A, 2, 39): ἀπὸ τῶν κατὰ τὴν
Χαοννώφριος ταραχὴν [κ]α̣ ι ̣ρωι(*) συνέ̣[βη] / τοὺς πλείονας τῶν ⟦δ̣⟧ λαῶν
δ̣[ι]α̣ φθαρῆναι καὶ τὴν γῆν χ̣ερ[σω-]/θῆναι⁴. Y continúa relatando la apro-
piación ilegal de tierras no utilizadas por los supervivientes y las dificultades
que las autoridades estaban teniendo en la ordenación de la propiedad de los
terrenos. Otro testimonio del levantamiento en Licópolis aparece narrado por
el propio Polibio (22.17), que refleja una imagen espantosa de cómo Ptolomeo
lidió con el levantamiento nativo en el norte. Según el texto de UPZ II 180–183,
los cabecillas del levantamiento en el norte fueron llevados a Menfis para la
coronación de Epífanes el 26 de marzo de 196 a.C. y ejecutados in situ (Hölbl
2001). McGing (1997: 35) sitúa esta ejecución al mismo tiempo que la derrota

⁴ Cf. texto y traducción en McGing 1997: 302 ss. «Χαοννώφριος» es Ankhwennefer.

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Causas de la revuelta egipcia del 206–186 a.C.

de Ankhwennefer, que continuaría la lucha gracias al apoyo de Nubia. Un


grafito en el templo de Isis en Asuán afirma que en 195 a.C. los invasores
nubios ocuparon Siene (hasta 187 a.C.). Es decir, en el mismo año en que
Ankhwennefer recuperaría el control de Tebas, momento a partir del cual la
lucha comenzó a serle favorable, toda vez que fue capaz de expandir los límites
bajo su control más al norte de Assuit (Clarysse 1978). Sin embargo, pasado
el 190, los acontecimientos empezaron a torcerse. Uno de los contratiempos
más duros fue el abandono de Siene por los nubios en 187. A partir de 187 en
Siene y Deir el-Medina las fechas vuelven a ser calculadas usando a Ptolomeo
Epífanes. Hay más de veinte papiros de la misma procedencia sobre el envío de
grano a Siene para aprovisionar tropas por tres meses. Todos ellos (SB 6.9367)
ponen de manifiesto la presencia de fuertes contingentes de Ptolomeo en el
sur alrededor de Siene y que Ankhwennefer estaba perdiendo sustento en la
región (Clarysse 1978).
El final de la revuelta llegó en la batalla definitiva que tuvo lugar en agosto de
186 a.C. en la Tebaida, donde Anhkwennefer fue derrotado y capturado. Poco
después, fue declarado traidor y enemigo de los dioses, aunque, finalmente,
Epífanes le concedió el perdón. Hay un puñado de documentos datados después
de la revuelta, que arrojan luz sobre las consecuencias de estas luchas y los
efectos que tuvieron sobre las personas que participaron en ella o que vivieron
en áreas afectadas: SB 24.15972 y P. Tor. Choachiti 12, V 28–29, o en SB 5.8033,
donde se mencionan más disputas agrícolas que debieron de ser pan cotidiano
tras la revuelta. Del mismo modo, la situación propició la esclavización de
egipcios según documenta SB 20.14659⁵.

3. Causas de la revuelta

En la discusión previa se han descrito los sucesos durante la revuelta egipcia


y algunas de sus consecuencias. Sin embargo, no hay explicación de las causas
que dieron origen a esta. Es en este punto volvemos nuestra mirada a Polibio
(5.107.1–3 y 14.12), cuando afirma que la revuelta egipcia fue el resultado no
solo de la guerra contra Antíoco III y de la victoria en Rafia, sino también de las
desigualdades sociales que existían entre griegos y egipcios, o más precisamente
entre la corte ptolemaica y los egipcios nativos. La descripción poco halagadora
de Ptolomeo IV muestra a un gobernante corrupto y disoluto, por lo que una
mala administración y la licenciosidad reinante podrían haber sido las causantes
de la revuelta. Las afirmaciones de Polibio han propiciado el debate. Algunos

⁵ La traducción y el comentario se encuentran en McGing 1997 y Clarysse 2004.

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Javier Martínez

argumentan que hay poca conexión entre la guerra y la revuelta subsiguiente


y que fueron los problemas económicos y sociales los causantes de la revuelta.
Otros apuntan al entrenamiento militar y la inclusión de nativos en las filas
del ejército, pues de otro modo, nunca habrían adquirido el conocimiento y el
coraje para alzarse en una revuelta a gran escala. En todo caso, la mayoría
está de acuerdo en que las implicaciones morales en la caracterización de
Ptolomeo IV poco habrían tenido que ver con el levantamiento posterior.
Considerar los problemas sociales como elemento catalizador de la revuelta
es difícil de determinar, aunque hay bastantes testimonios a lo largo de todo el
período ptolemaico que retratan crudamente las diferencias existentes entre
egipcios y griegos⁶. Si bien parece que la mayoría de los egipcios se adaptaron
a sus nuevos monarcas y a la vecindad con los griegos, no es menos probable
que también habría quienes se molestaban con los nuevos señores y confiaban
en el día en que los invasores fuesen derrocados. La propaganda antiptolemaica
del Oráculo de Potter (s. iii a.C.) es una muestra clara de este pensamiento, pues
la profecía literaria habla de una época de anarquía y lucha y del regreso de un
poderoso gobernante nativo. Aunque esas desigualdades sociales entre griegos
y egipcios dieran lugar a pequeños levantamientos y disputas individuales, es
poco probable que fueran el factor determinante de la revuelta tebana, pues
un evento así no surge como resultado de una única fuente de descontento,
sino, más bien, de la múltiple acumulación de problemas. Es posible que la
discordia social sea una de las causas de la revuelta, pero Polibio (5.107) sugiere
igualmente que la guerra contra Antíoco III y la batalla de Rafia fueron la causa
eficiente de la revuelta tebana.
No se debe pasar por alto el extraordinario coste que supone una guerra y man-
tener grandes contingentes militares y cómo fácilmente acaba por dejar exhaustos
todos los recursos de un país. La Tercera Guerra Siria entre Ptolomeo y Antíoco III
no debió de ser una excepción. Piénsese en el dispendio que habría supuesto
contratar la gran fuerza mercenaria mencionada por Polibio (5.63 y 65), que habría
constituido un quinto del ejército de Ptolomeo. Si se añade el coste del entrena-
miento de las nuevas tropas egipcias y el del abastecimiento de todo este ejército,
se alcanzan cifras extremas que habrían provocado el aumento de los impuestos
sobre la población local, cuya carga (acrecentada por la devaluación de la moneda)
habría sido especialmente onerosa para clases bajas y arrendatarios. Las dificulta-
des económicas habrían causado disensiones internas y habrían constituido uno
de los factores determinantes en el origen de la revuelta. La argumentación de que
se trata de un factor económico −y no militar, como afirma Polibio− no es óbice
para evitar considerarlo, pues realmente las dificultades financieras se derivarían

⁶ Por ejemplo, UPZ I 8, BD 138, cf. traducción en Austin 2006: 563.

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Causas de la revuelta egipcia del 206–186 a.C.

directamente del conflicto bélico y estas acabarían por dar pie a la revuelta. El
hecho es que, si no hubiera sido por la guerra, la situación económica no se habría
tornado tan difícil para el pueblo llano y, desde esta perspectiva, es razonable
conceder que Polibio tenía razón al afirmar que la guerra contra Antíoco fue
un factor eficiente de la revuelta. Asimismo, se debe considerar, dentro de este
escenario, otro factor adicional: las tropas egipcias.
En efecto, de la versión de Polibio se deduce que Ptolomeo hizo reclutar tropas
egipcias porque sus propias levas se encontraban mermadas y fue incapaz de
reunir una fuerza militar regular lo suficientemente grande como para enfrentarse
a Antíoco. Polibio reseña que Ptolomeo dilataba los plazos con negociaciones para
demorar el choque inminente y ganar tiempo para reunir un ejército. El uso de
mercenarios era un recurso habitual para aumentar un ejército, pero el alistamien-
to y entrenamiento de las tropas nativas supuso una nueva estrategia (que a la
postre se demostró fatal). Según Polibio, las tropas egipcias, τὸ δὲ τῶν Αἰγυπτίων
πλῆθος, estaban compuestas por unos 20000 hombres y refiere que la revuelta
ocurriría poco después debido al error de entrenar y armar a los egipcios nativos
(5.107). Con la instrucción militar, Ptolomeo dio a los egipcios una ventaja esencial
en su revuelta, pues donde antes había trabajadores, granjeros y campesinos des-
contentos, ahora se encontraban entre ellos hombres bien entrenados para luchar,
con conocimiento de armas, estrategia y experiencia militar. La revuelta bien
podría haber ocurrido incluso si los egipcios no hubieran recibido preparación mi-
litar, sin embargo, es muy poco probable que hubiera tenido tanto éxito. Con todo,
probablemente debamos tomar cum grano salis la aseveración de Polibio de que los
egipcios se rebelaron después de saborear su primera victoria, καὶ πρόσωπον, ὡς
ἱκανοὶ βοηθεῖν ὄντες αὑτοῖς. Más bien se trataría de algo mucho más fermentado,
pues es fácil imaginar que estos hombres regresaron a sus hogares después de
experimentar una guerra y una gran batalla y de haber luchado por el mismo
rey que estaba aumentando los impuestos y causando dificultades económicas,
y el regreso suponía otro combate para alimentar a sus familias y enfrentarse
a las diferencias entre sus vidas y las de los griegos con los que habían luchado
codo con codo. Todo esto habría agregado combustible a una situación de por sí
inestable y los egipcios no solo sentirían que tenían motivos para amotinarse, sino
que ahora tenían el entrenamiento y conocimientos técnicos para hacerlo.

4. Conclusiones

La revuelta tebana fue el alzamiento nativo egipcio contra los Ptolomeos


que cosechó mayor éxito, pues abarcó dos décadas, vio a dos gobernantes
independientes y tuvo sometida una gran parte del sur de Egipto y otros

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Javier Martínez

territorios más pequeños del norte de Egipto bajo el control de fuerzas rebeldes.
A partir de una amplia variedad de fuentes, se ha dado sentido a la revuelta
y se han detallado los principales eventos, comenzando en torno a la Tebaida
ca. 206 a.C. con la proclamación de Herwennefer como faraón, y terminando
en 185 con la derrota de las fuerzas de Ankhwennefer. Las consecuencias de
la revuelta fueron de largo alcance para los involucrados y toda la región
del sur de Egipto se vio severamente afectada por los acontecimientos. Las
conjeturas sobre las causas reales que la originaron son numerosas, pues no
hay testimonios sólidos y solo Polibio da algunas posibilidades, de entre las
cuales cabe destacar su plausibilidad cuando sostiene como causas la batalla
de Rafia y el reclutamiento y adiestramiento militar de egipcios nativos. Sin
más testimonios ni evidencias, la posición de Polibio puede ser considerada
como la más certera hasta que algún día nuevas pruebas arrojen más luz sobre
las causas de la revuelta de Tebas del 206–185 a.C.

Referencias bibliográficas

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Causas de la revuelta egipcia del 206–186 a.C.

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Las posibles vías de penetración micénica en el


Epiro
Mª Soledad Milán Quiñones de León
Universidad Autónoma de Madrid
soledad.milan@uam.es

Resumen: El objetivo de este trabajo es presentar una aproximación a lo que podrían haber sido
las rutas de penetración micénica en el noroeste de Grecia, en particular en la zona del Epiro
siguiendo las evidencias que tenemos hasta el momento en el registro arqueológico, así como los
hallazgos encontrados en el santuario de Dodona.
Palabras clave: Dodona, Epiro, micénicos, periferia, rutas.

Possible Mycenaean routes to Epirus


Abstract: In this paper we intend to approach the possible routes of Mycenaean penetration into
the north-western area of Greece, in particular in the Epirus region, following the testimonies
that so far have appeared in the archaeological record as well as the Mycenaean evidences in the
sanctuary of Dodona.
Key Words: Dodona, Epirus, Mycenaeans, periphery, routes.

1. Introducción

El santuario de Dodona tiene utilización muy antigua y los diferentes objetos


de la cultura material que allí han aparecido muestran que confluían en el
santuario ofrendas provenientes de diferentes ámbitos del horizonte cultural
micénico (Kleitsas 2017). Las redes de contacto de las gentes micénicas no
terminan en Dodona, es solo un punto intermedio en sus rutas hacia el norte
probablemente en busca de materias primas conectando con el sur de Albania
y las rutas del Adriático.
Utilizando los elementos de análisis que nos proporcionan los sistemas de
información geográfica, vamos a elaborar las hipotéticas rutas optimas, tanto
terrestres como marítimas, que pudieron seguir los micénicos en su camino
hacia el noroeste. Sin duda se hace necesario, para entender las rutas marítimas
a lo largo del mar Jónico y de la costa albanesa, conocer la red de conexiones
terrestres que podemos rastrear en la zona a través de valles y ríos, muchos de
ellos navegables (Tsonos 2016: 267).
La conectividad de las microrregiones es un concepto defendido en la co-
nocida obra de Horden y Purcell (2000: 123–172) resaltando que, dentro de

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Mª Soledad Milán Quiñones de León

redes de interacción a larga distancia, como sucede en el mundo micénico, es


necesario tener en cuenta otras zonas, consideradas periféricas a los reinos
micénicos conocidos. Habitualmente la investigación se centra más en los con-
tactos a larga distancia, pero como menciona Tartaron (2013: 286) a propósito
de las rutas marítimas: … coastscapes and small worlds are appropriate units of
analysis.
Desde los inicios de la Edad del Bronce las gentes del Egeo comenzaron
a utilizar el mar como uno de los medios principales de desplazamiento, relación
e intercambio económico; tenemos referencias de una serie de rutas micénicas
en dirección al Mediterráneo occidental a través de las cuales los barcos de los
griegos de la Edad del Bronce alcanzaron las costas de la Península Itálica y de
la isla de Sicilia¹.
La cuestión de los contactos micénicos a larga distancia, fuera de los reinos
micénicos conocidos, está en el debate académico junto al estudio sobre las
motivaciones que tenían estos primeros griegos, la búsqueda de materias
primas y objetos exóticos, fundamentales para el mantenimiento del sistema
palacial y la legitimación del poder de sus elites². Estos contactos se insertan en
un sistema de redes y de interacciones a lo largo del Mediterráneo y del norte de
Europa, donde el flujo de objetos, innovaciones tecnológicas e ideas se produce
en ambos sentidos. Otra cuestión es la intensidad de esos contactos, a partir
de qué elementos podemos definir el asentamiento de enclaves micénicos de
permanentes o como puntos intermedios dentro de esas rutas a larga distancia,
es decir la presencia de un horizonte cultural micénico. La cuestión solo quedará
solventada con un incremento en los proyectos de excavación en la zona que
nos ofrezcan nuevas evidencias y por tanto nuevos elementos de análisis³.
Tsonos y Papadopoulos⁴, al analizar la presencia micénica en las costas del
Epiro y de Etoloacarnania, hablan del concepto de West Mainland Koiné, donde
no solo se tiene en cuenta la presencia de elementos de la cultura material
de la Edad del Bronce sino también otro tipo de influencias que se reflejan
en las imitaciones locales y estructuras arquitectónicas del horizonte cultural
Egeo, como los enterramientos (Tsonos 2017: 332 con referencias). Dentro de
esta koiné se incluye la región albanesa, aunque por razones de espacio la
dejaremos fuera en este trabajo (Tsonos 2017: 328).

¹ Blake 2008, Milán Quiñones de León 2013: 90.


² Tartaron, e. pr.: 1 y 12.
³ Sobre esta cuestión, ver la reciente publicación de Tsonos 2017: 327–328, con referencias n. 1.
⁴ Según Tsonos, esta koiné se desarrollaría a lo largo de la costa jónica a través de las regiones de
Acaya Elide, Etoloacarnania, y la isla de Cefalonia como núcleos principales, cf. Tsonos 2017: 328,
con referencias n. 2. Ver también la posición de Souref 2017 sobre la immanentia, entendida como
la permanencia del elemento micénico después de las destrucciones palaciales y Kleitsas 2019: 38.

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Las posibles vías de penetración micénica

A pesar de que durante mucho tiempo se consideró la zona de Etoloacarnania,


la del Epiro y las islas jónicas como aisladas del desarrollo cultural que se vive
en el Egeo en la Edad del Bronce, en especial en su parte final, lo cierto es que
recientes excavaciones revelan una gran influencia micénica que podríamos
considerar la periferia de los reinos micénicos⁵. Estas influencias en ningún
caso significan un control por parte de los reinos micénicos, sino más bien la
creación de unos enclaves dentro de rutas a larga distancia y que podríamos
considerar como ports of trade o gateway comunities (Tartaron 2005: 154).
En la zona del noroeste de Grecia nos interesa seguir el rastro de las costas
epirotas junto con sus islas adyacentes con principal atención en el golfo de
Ambracia y el famoso Glykis Limen que veremos más adelante en la desembo-
cadura del río Aqueronte. En el interior los valles y deltas de los ríos Louros
y Aractos y más al norte el Kalamas (antiguo Tiamis) y los valles del Aoos,
Apsos y Genousos ya en Albania junto al golfo de Vlorë que constituye un
punto relevante en las rutas marítimas hacia el Adriático.

2. Rutas Marítimas

Las rutas marítimas (ver mapa adjunto) han sido mucho más utilizadas que las
terrestres incluso antes de la Edad del Bronce. La ruta más favorable desde las
costas occidentales del Peloponeso hasta la Península Itálica transitaba desde
el golfo de Patras hasta el canal de Otranto pasando por las islas del mar
Jónico, Cefalonia, Ítaca y Léucade La navegación en el Jónico, siguiendo la
costa epirota, conduce a los barcos hasta la actual costa albanesa desde donde
en apenas unos setenta kilométros se puede alcanzar la costa italiana por el
canal de Otranto⁶.
Las investigaciones sobre lugares de la costa meridional de los golfos de
Corinto y de Patras han evidenciado lugares estratégicos que podrían estar
en el inicio de las rutas marítimas hacia el oeste y hacia el mar Jónico, como
es el caso de la fortaleza de Egira en la frontera entre Corintia y Acaya, Egio⁷
y la ciudadela de Teichos Dymaion, último punto de partida hacia el Jónico.
Y por la costa Etolia, al norte del golfo de Patras, Ayia Triada en Kato Vassiliki
(Tsonos 2016: 264 y n. 39).
⁵ Tsonos 2016: 265, Papadopoulos 1987, 2007.
⁶ Milán Quiñones de León 2013: 98. Tartaron, e.pr.: fig.1.
⁷ Egio, en la entrada del golfo de Patras, tuvo una gran presencia micénica y también se menciona en
el integral unit of the district, cf. Tsonos 2016: 264 con referencias sobre los tres centros mencionados
n. 35 y 36. Teichos Dymaion, en el cabo Araxos es un excelente promontorio estratégico donde
hacer una parada, tanto en las rutas hacia Italia, como hacia el noroeste, cf. Gazis 2017: 463–471,
Papadopoulos 2017: 420.

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Mª Soledad Milán Quiñones de León

Nada más girar en dirección norte, toda una serie de islas van a facilitar la
navegación hasta la costa epirota: las Equínadas, Cefalonia⁸, e Ítaca que también
jugaría un papel importante en esta ruta marítima⁹. La bahía de Astakos se
conecta con Léucade a través de las Equínadas y desde allí llegamos al golfo
de Ambracia donde también tenemos evidencias de presencia micénica. La
zona norte del golfo entre los deltas del Aqueronte, Louros y Aractos sería
una zona de especial interés. En el sur del golfo de Ambracia, en Loutraki
Katounas, se han localizado dos thóloi, convirtiendo la Etoloacarnania en otra
de las zonas de la periferia micénica (Tsonos 2016: 265). Desde aquí se conectaba
con las vías terrestres que, desde el golfo de Ambracia, conducen hasta la misma
Dodona y que conocemos bien en épocas posteriores¹⁰. En la península de
Ayios Thomas, los hallazgos de Skaphidaki podrían indicar que era un punto
de entrada hacia la cosa norte del golfo y la posterior conexión con las rutas
terrestres¹¹.
Un punto especial es el llamado Glykis Limen, la bahía que ocupa el delta del
río Aqueronte y de la que se hacía eco Estrabón (7.7.5)¹² y que en la Antigüedad
penetraba hasta seis kilómetros hacia el interior constituyendo uno de los pocos
puntos de atraque para los barcos que navegaban por la costa epirota. Toda
esta zona tiene una importante presencia micénica destacando el asentamiento
de Éfira y el thólos de Kiperi cerca de Parga¹³. Éfira sería un lugar costero
mirando hacia la bahía a apenas 500 metros de la costa y protegido por el
islote de Ayia Eleni¹⁴. Estos dos lugares, en palabras de Tartaron, constituirían
el límite del coastscape y una vía de penetración para la conexión con rutas
terrestres¹⁵. Los resultados de las investigaciones en torno a la zona de la
desembocadura del Aqueronte y del Glykis Limen han llevado a Tartaron
a considerar el asentamiento de Éfira como una colonia micénica dentro de un
modelo de análisis centro periferia (Tartaron 2005: 156 y ss.). Desde mi punto

⁸ Cefalonia, cf. Tsonos 2016: 265 con referencias. Cefalonia tiene una fuerte presencia micénica con
seis thóloi , cinco de ellos con paralelos con los de Etoloacarnania y el de Kiperi.
⁹ Interesante reflexión de Papadopoulos 2017: 423–424 sobre el asentamiento de Ayios Athanasios-
School of Homer, defendiendo la probable existencia del palacio de Odiseo.
¹⁰ Milán Quiñones de León 2018: 114.
¹¹ Tsonos 2016: 265, 267, Tartaron 2004: 59.
¹² Besonen et al. 2003: 199–263, Tartaron 2005:155.
¹³ Esta zona ha sido ampliamente estudiada por el Nikopolis Project: Landscape, in Landscape
Archaeology in Southern Epirus, Greece I, ed. by J. Wiseman & K. Zachos (= Hesperia Supplements
32), Princeton 2003.El proyecto se inició en 1990 cubriendo una investigación geomorfológica
y arqueológica en la zona, cf. Tartaron 2004.
¹⁴ Para una aproximación de lo que sería esta bahía en la antigüedad ver fig. 2 de Tartaron, e. pr.
y 2005:156.
¹⁵ Tartaron 2013: 190, e. pr.: 10.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 605 — #605

Las posibles vías de penetración micénica

de vista, es necesario un mayor análisis teórico y nuevas evidencias para poder


confirmar este planteamiento.
Éfira es uno de los principales asentamientos micénicos, donde se han en-
contrado tres muros sucesivos, dos de ellos de aparejo ciclópeo, datados en el
Heládico Reciente, con una puerta de entrada similar a la de la fortaleza de
Gla desde el punto de vista tipológico ¹⁶ y tres túmulos en la zona media de la
colina. La coexistencia de cerámica a torno de imitación y de cerámica micénica
muestra la relevancia del asentamiento como punto de inicio en la ruta hacia
el norte. En la desembocadura del Aqueronte se han descubierto más de una
docena de lugares con evidencias del Bronce Reciente, cerámica micénica y en
dos de ellos, Ayia Eleni y Kastriza, con muros micénicos que podrían marcar la
ruta de penetración terrestre para llegar hasta Dodona¹⁷. Mas al norte, el thólos
de Kiperi en Parga, de excelente construcción, muy similar a los que tenemos
en Acarnania y Etolia, refuerza la importancia del sur de la costa epirota en
este horizonte micénico¹⁸.
Por último, desde Mesenia, saldría otra de las rutas, desde el palacio de Nestor,
que enlazaría con los lugares comentados anteriormente como la ciudadela de
Teichos Dymaion ¹⁹.

3. Rutas Terrestres

Por lo que respecta a las rutas terrestres, existen varias posibilidades para
llegar hasta el santuario de Dodona (ver mapa adjunto), sin olvidar aquellas
que conducen hasta Albania y que transitan principalmente por los valles de
los ríos, gran parte de ellos navegables en la Antigüedad (Tsonos 2016: 267). En
primer lugar, desde el golfo de Ambracia, a partir de Skaphidaki (8), o también
desde Batiae cerca del río Louros y que tenemos bien presente en épocas
posteriores²⁰. Y como hemos mencionado anteriormente, desde el Glykis Limen,
a partir de Ayia Eleni.
En segundo lugar, una ruta a explorar en futuras investigaciones es aquella
que partiría desde el palacio micénico de Yolcos (Pantou 2010) y conectaría
con toda la zona de Tesalia, sin descartar un ramal de esa misma ruta que sería
la que penetraría en Macedonia.
Hasta la fecha más de 40 asentamientos en la zona del Epiro han aportado

¹⁶ Tartaron 2004: 39–43, con referencias, Tsonos 2016: 265


¹⁷ Tartaron 2005: 156, e. pr.: 10.
¹⁸ Papadopoulos 1981, Tartaron 2005: 155.
¹⁹ Papadopoulos 2017: 425–427, Tartaron, e. pr.: 9.
²⁰ Milán Quiñones de León 2018.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 606 — #606

Mª Soledad Milán Quiñones de León

evidencias de contactos con el Egeo, la mayor parte cerámica, armas y otros


objetos de bronce, bien de factura local de inspiración micénica, o bien im-
portaciones (Tartaron en prensa, fig. 5) a lo que podemos añadir los objetos
encontrados en el santuario de Dodona (Kleistas 2019: 59).

Mapa de posibles rutas terrestres y marítimas y localidades mencionadas: 1. Aegina; 2. Egio; 3. Kato
Vassiliki; 4. Teichos Daymon; 5. Equínadas; 6. Cefalonia; 7. Ítaca; 8. Skaphidaki; 9. Éfira; 10. Kiperi;
11. Kastriza (elaboración propia).

El santuario de Dodona²¹, está estratégicamente situado en el Epiro en el


cruce de varios caminos tanto terrestres como fluviales y se menciona en varias
fuentes literarias en las que se hace referencia tanto a su antigüedad como
a su culto y a su conexión con diferentes mitos. A pesar de la parquedad de
estructuras del Bronce Reciente que conocemos hasta la fecha, no sucede lo
mismo con la cultura material²². Las evidencias de carácter micénico corres-
ponden con cerámicas de factura local, vasos de ofrendas en miniatura cuyas
formas se corresponden con formas utilitarias del final del bronce e inicios del

²¹ Véase Kleitsas 2017: 401–406, con referencias, para una síntesis sobre las excavaciones y materiales
del santuario.
²² Zona del bouleuterio, pritaneo y bajo la casa sagrada de Zeus, cf. Kleitsas 2017: 402–403, con
referencias sobre las diferentes publicaciones de excavaciones.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 607 — #607

Las posibles vías de penetración micénica

hierro, cuya decoración se relaciona con las regiones de Macedonia y Albania


que aparecen por primera vez en el siglo xii a.C.²³. Los objetos más antiguos se
corresponden con finales del Bronce Medio e inicios del Reciente, sobre todo
objetos de bronce de carácter utilitario y votivo²⁴. Más de 40 armas y herra-
mientas encontradas son de inspiración micénica, a las que se añaden otras
40 dobles hachas (trunnion axes) consideradas únicas por estar hechas con
láminas de metal y no de metal macizo, con lo que no tienen una funcionalidad
utilitaria sino votiva (Kleitsas 2017: 405, 2019: 62).
Para concluir, a pesar de que tenemos la certeza de la importancia de la
penetración micénica en el noroeste de Grecia en las rutas a larga distancia en
busca de materias primas y objetos suntuarios no disponibles en sus territorios
principales, se necesita una mayor información para poder llegar a conclusiones
más concretas sobre las características de la influencia micénica en estas zonas
consideradas periféricas.

Referencias Bibliográficas

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the Changing Landscape», en J. Wiseman-K. Zachos (eds.) Landscape Archaeology in
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M. Fotiadis et al. (eds.) HESPEROS, The Aegean Seen from the West, Aegaeum 41,
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of a Sacred Place» en M. Fotiadis et al. (eds.) HESPEROS, The Aegean Seen from the
West, Aegaeum 41, 401–407.
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and Albania during the Late Bronze Age and Early Iron Age» en J. L. Lamboley et al.
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locrios y la fundación de Locris Epicefiria», GERION 31, 81–115.
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and Socioeconomic Complexities in Late Bronze Age Greece», AJA 114.3, 381–401.
²³ Kleitsas 2017: 404.
²⁴ Kleitsas 2019, con referencias.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 608 — #608

Mª Soledad Milán Quiñones de León

Papadopoulos, T. (1981): «Das Mykenische Kuppelgrab von Kiperi bei Parga (Epirus)»,
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608
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 609 — #609

Laura Mestre y sus traducciones de Safo


Elina Miranda Cancela
Universidad de La Habana
elina@fayl.uh.cu

Resumen: Laura Mestre (1867–1944) no solo tradujo ambos poemas homéricos, sino también
textos de algunos líricos que conformaban el capítulo de su libro Estudios griegos (1929) consagrado
a este género. Pero tales versiones son casi desconocidas a pesar de los noventa años transcurridos.
Se procura en este artículo, por tanto, destacar las razones de este olvido y el lugar de su traducción
de poemas de Safo dentro del contexto cultural cubano.
Palabras clave: Laura Mestre, Safo, traducción, Cuba.

Laura Mestre and her translations of Sapho


Abstract: Laura Mestre (1867–1944) not only translated both Homeric poems, but also texts of
some lyrical authors, that made up the chapter of her book Estudios griegos (1929) devoted to this
genre. But, after ninety years, such versions are almost unknown. In this article, therefore, the
author discusses the reasons for this oblivion and presents the place of her translation of Sapho’s
poems within the Cuban cultural context.
Key Words: Laura Mestre, Sapho, translation, Cuba.

Cuando en 1929 sale publicado el libro Estudios griegos de Laura Mestre en


edición sufragada por la propia autora, únicamente su primo, el Dr. Juan Miguel
Dihigo, se hace eco de su inclusión en el ámbito cultural y académico mediante
la redacción de una breve nota en la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias,
de la cual había sido cofundador y que por entonces estaba bajo su dirección
editorial. Solo, al conmemorarse el centenario del nacimiento de la helenista,
saldrían publicados escritos periodísticos que arrojarían luz sobre la amplitud
de los estudios realizados por ella y sobre su traducción de ambos poemas
homéricos, tarea en la que solo unos pocos la habían precedido y en la que
hasta ahora se mantiene como la única mujer en culminar labor semejante en
lengua española (cf. Maquieira & Fernández (eds.) 2012).
Al arribar a los noventa años de su publicación, se constata que Estudios
Griegos no es una mera recopilación de artículos, sino un conjunto cuidado-
samente proyectado, acorde con la vocación educadora de su autora. Resalta
el hecho de que en sus artículos sobre las distintas manifestaciones literarias
opta por la lectura comentada, por poner a su interlocutor en contacto directo
con los textos para la presentación de autores y géneros, frente a enfoques de

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Elina Miranda Cancela

carácter preceptivo o referidos a contextos, tal como era usual por entonces, al
tiempo que se evidencia, a manera de propósito unificador, el afán por inducir
a la lectura y preparar el ánimo del lector para que sea capaz de apreciar las
cualidades esenciales y formativas de esta literatura, así como su resonancia
posterior.
Para lograr sus fines no vacila en ofrecer sus propias versiones de los poemas
como sucede con Píndaro, de quien traduce cuatro epinicios de forma íntegra
y fragmentos de las demás odas, con la excepción de cinco de las que ofrece
paráfrasis¹, e igualmente presenta sus versiones de dos odas de Safo, de un
poema atribuido a Erina y de varias anacreónticas. En el capítulo dedicado a los
trágicos solo incluye ejemplos muy puntuales tomados de las obras, dada la
especificidad y amplitud del tema. Por razones semejantes, al parecer, no utiliza
referencias textuales cuando trata de mostrar el concepto clásico de la historia,
en que luego de una «rápida exposición de los principales libros griegos de la
historia antigua» (1929: 211) añade un somero recuento de algunos latinos, de
manera excepcional en un volumen dedicado a la literatura griega, porque le
interesa el cómo tal manera de historiar encuentra continuadores no solo en
Roma sino también en la modernidad.
La conclusión que cierra el último artículo de Estudios Griegos, luego de
constatar la afinidad entre el poeta de la Odisea y nosotros, es aplicable al libro
como un todo y su explicación última. Para Mestre el mundo helénico de la
Antigüedad encuentra resonancia en los tiempos modernos porque en él está
en germen nuestra cultura, al tiempo que constituye su mejor exponente de
ideales la verdad y el saber, la honradez y el valor (cf. Miranda 2010: 75).
En el capítulo dedicado a la lírica no deja de llamar la atención la selección
de autores y el orden en que los presenta: Píndaro, Safo y Anacreonte. No se
atiene, por tanto, a mostrar las distintas modalidades que asume la lírica en
la antigua Grecia ni tiene en cuenta cronología alguna ni establece en primer
término los motivos de su elección, sino que estos aparecen, en todo caso, a tra-
vés de los comentarios introductorios de los textos de cada autor. La elección
de Píndaro no es de extrañar en la medida en que en su poesía aprecia valores
semejantes a los homéricos y, por tanto, su carácter modélico como reflejo del
«período poético que sucedió a los tiempos heroicos» (1929: 138). Sin embargo,
cabe preguntarse por qué elige a Safo entre los cultores de la lírica monódica,

¹ Traduce íntegras las Olímpicas décima, duodécima y decimocuarta, así como la Pítica séptima.
Contando los fragmentos de epinicios traduce setecientos noventa y cuatro versos pindáricos. No
traduce las Olímpicas tercera, cuarta, quinta, octava y novena. Cf. Maquieira & Fernández (eds.)
2012: 227–248.

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Laura Mestre y sus traducciones de Safo

quien temporalmente es anterior a Píndaro, pero cuya poesía no solo era dis-
tinta, sino que desde la misma Antigüedad ha estado sujeta a tergiversaciones
y controversias cuyos ecos se mantienen aún en nuestros días.
En Cuba el nombre de Safo se mencionaba desde fines del siglo xviii en
nuestra primera publicación periódica digna de tal nombre, el Papel Periódico
de la Havana, como paradigma poético y autoridad ejemplar para rebatir ideas
opuestas al acceso femenino a la educación (cf. Miranda 2016), aunque también
se recuerda el mítico salto de la Léucade. Motivo este a su vez inspirador del
posiblemente primer poema escrito en Cuba con el título «Safo», el del matan-
cero Francisco Iturrondo publicado en 1834, que quizás conociera Gertrudis
Gómez de Avellaneda, si tenemos en cuenta la coincidencia en la traslación
de un verso que aparece en su «Soneto imitando una oda de Safo», tomado
en ambos casos de la traducción francesa de Nicolás Boileau del fr. 31 Voigt.
Para la poeta camagüeyana, a juzgar por las numerosas referencias a lo largo
de su obra, Safo deviene una apropiación icónica y reivindicativa del quehacer
poético en pos de un espacio propio. Laura Mestre, a su vez, demuestra en
su libro Literatura Moderna que es una buena conocedora de la obra poética
y narrativa de «La Peregrina» a quien incluye sin reparo alguno dentro de
la literatura cubana². Ya en vida de Mestre otros autores también eligieron
a Safo como asunto de sus poemas; así Ricardo del Monte (1828–1909) en su
soneto Safo se acerca al momento del salto de la Leúcade; Ramón Meza le rinde
homenaje en su tesis doctoral de 1894; mientras que Mercedes Matamoros
publica en 1902 veinte sonetos bajo el título de «El último amor de Safo», en
los cuales con el nombre de la eolia procura justificar el erotismo de que hace
gala su poesía frente a las convenciones de la época (cf. Miranda 2016).
De este somero recuento se desprende, por ende, que, si bien en el período
entre siglos que consideramos, no se ignoraba las corrientes de opinión que
ponían en primer plano las connotaciones consideradas pecaminosas, primaba
la visión de Safo como una brillante poetisa y aun educadora, devenida defensa
de quien, siendo mujer, aspiraba a abrirse un espacio en el mundo de las letras;
al tiempo que se tomaba el motivo del salto de la Léucade como asunto de
nuevas obras poéticas. Es este, por tanto, el entorno en que Laura Mestre
selecciona a Safo como imprescindible para un acercamiento a la lírica griega.
A diferencia de su presentación de Píndaro, la autora de Estudios griegos
introduce la lírica cultivada por los eolios con una breve definición en contraste
con la coral y subraya el carácter subjetivo de la monódica, al tiempo que junto
al «amor que revelan las ardientes odas de Safo» señala «el fervor patriótico

² «Idealizaciones de la poesía cubana», Mestre 1930: 57–65 y «Sobre el lenguaje y la novela»,


1930: 91.

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Elina Miranda Cancela

de los cantos de Alceo» (1929: 139), con lo cual muestra cómo se amplía su
comprensión de la literatura griega y de cuánto su cultivo puede brindar a quien
con su lectura se recrea. Ofrece algunos datos sobre la poetisa, pero sobre todo
insiste en plasmar una imagen de su talento, tanto por la gracia y belleza de
sus odas a través del efecto provocado en los propios antiguos como por los
conocimientos trasmitidos a sus discípulas. No ignora que estuvo expuesta
a «viles calumnias» que atribuye a «los satíricos atenienses, mal dispuestos
por sus ideas políticas y por la relativa libertad que gozaban las mujeres eolias»
(1929: 140), mientras que precisa sagazmente el carácter de fábula del suicido
de Safo a causa de Faón. Sin embargo, no duda de que en sus versos pueden
encontrarse «inconveniencias», aunque no aclara de qué carácter, y que han
de considerarse «como reflejo de una sociedad inconsciente de sus errores;
y deben atribuirse también al amor a la belleza que dominó en el mundo
clásico» (1929: 140).
Los cuidados que toma en la presentación de la lesbia indican que no desco-
noce los cuestionamientos en su torno, al tiempo que su espíritu inquisitivo
destaca por su rechazo de la leyenda del suicidio por amor, tan presente en
muchas obras literarias, al tiempo que reafirma su libertad de criterio y rechazo
de todo dogma, como dejó constancia al exponer cuál era su ideal de formación,
en tanto que, una vez más, defiende el lugar de la mujer como agente en el
campo de las letras y de la cultura. Pasa entonces a ofrecernos sus traducciones
de las dos odas más ampliamente conocidas gracias a su inclusión en el tratado
anónimo, a veces atribuido a Longino, De lo sublime, aunque acota que existen
otros fragmentos.
En relación con las traducciones anteriores en Cuba solo se había publicado
en la Revista de La Habana en 1857 la versión del fr. 31 Voigt hecha por Clau-
dio J. Vermay, quien por entonces enseñaba griego en el colegio El Salvador.
A diferencia del español José Castillo y Ayensa, cuyas traducciones gozaran
de tanta fama a lo largo del siglo y quien denominara el poema de manera
neutral «A su amante» —puesto que de Safo no se conservan títulos—, Vermay
lo presenta como «A una mujer amada», definiendo por tanto el objeto poético.
Sin embargo, el traductor no se muestra remiso a agregar algún verso, comple-
to o parcial, para insistir no en la belleza de la joven, sino del hombre que la
contempla y que se transforma en el verdadero objeto del sujeto lírico: «Igual
a un Dios yo le contemplo hermoso; / No, mil veces mayor es la hermosura / De
aquel que junto a ti gozoso (…)». E igualmente asume un proceder semejante
para subrayar el efecto que este hombre despierta en la mujer, sujeto lírico,
que observa la escena: «Ay! Mísera de mí! Que su sonrisa / es de mi corazón
herido agravio». Procura cierta ambigüedad tanto por el título como por la
elección del posesivo de tercera persona: «su sonrisa», «sus enojos», puesto

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Laura Mestre y sus traducciones de Safo

que el objetivo es que se aprecie la belleza, tal como expresara al publicar el


año anterior su traducción de un poema que estimaba de la autoría de Safo, al
tiempo que obviaba los prejuicios de la época (cf. Miranda 2012: 62, 66,72).
En verdad ignoramos cuál fue la edición del texto griego de Safo que actuó
como sustento de la traducción de Vermay. Tampoco conocemos cuál manejó
Laura Mestre, aunque en su caso tenemos la noticia de que su padre, desde muy
joven, leía a Safo en su lengua original. No olvidemos que fue precisamente
el Dr. Antonio Mestre quien inició, luego, a sus hijos, entre ellos Laura, en el
conocimiento de los clásicos y aunque no es posible precisar qué textos tendría
a mano en su casa desde que era una niña, es posible que Laura conociera estos
poemas como parte de su educación doméstica y este hecho pesara más tarde
en su elección y defensa de la poetisa.
Si en cuanto a la traducción de los poemas épicos era explicable el uso de la
prosa teniendo en cuenta otras versiones como la de Segalá, comentada por
el Dr. Albear un año antes de que Mestre se decidiera a publicar al menos un
fragmento de la propia, el mismo profesor había señalado que el verso conviene
a la versión de la lírica, aunque no a la épica (cf. Maquieira & Fernández 2012:
319–320). Por otra parte las notas que se han conservado de la autora referidas
a la traducción giran en torno a la épica, aunque en general se muestra muy
consciente de las dificultades cuando asienta que: «Traducir del griego al
castellano es copiar en yeso una obra en mármol (…)» (Miranda 2010: 72). Si
a ello sumamos las diferencias entre la versificación griega y la española, no
es de extrañar que prefiriera trasladar más el espíritu de poema que imitar la
métrica.
De la oda en cuestión, después de asentar que describe las ansias de amor,
traduce: «Igual a los dioses me parece el mortal que, sentado frente a ti, escucha
tus palabras, después de hablarte con dulzura y sonreír amablemente: lo cual
hace latir mi corazón dentro del pecho: en cuanto te veo, pierdo la voz y se me
entorpece la lengua, y al momento un fuego sutil se esparce por mi cuerpo:
mis ojos cesan de ver y mis oídos suenan: cúbrome de sudor, tiemblan mis
miembros y me quedo más pálida que la mies, inerte y casi muerta.» (1929:
141–2).
Muy pocos cambios se advierten en la traducción de Mestre. Elige «mortal»
y no hombre o varón, al parecer para subrayar la oposición a los dioses a quienes
se asemeja este al disfrutar, no ya la contemplación de la belleza, sino al
escuchar a la sentada frente a él mientras esta se muestra como agente: habla
dulcemente, ríe de modo encantador; quizás por ello la traductora resta al
oyente la condición de impasible, más propia de los dioses y le atribuye a la
escena el movimiento de una conversación propia de los humanos («escucha
tus palabras, después de hablarte…»), aunque pudiera quedar la duda si ha

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Elina Miranda Cancela

reconocido bien la terminación del participio propia del eolio en genitivo


femenino que coincide con el ático nominativo masculino. Sin embargo, al
igual que en el texto griego es la escena, el contemplar a la amada en tal ocasión
lo que desata el sentir del sujeto lírico como indica «en cuanto te veo», referido
a la joven sentada a quien se dirige en todo momento el poema.
Mestre ha sabido elegir los términos que, a pesar de la pérdida de los recur-
sos propios del uso del verso, hacen de su traducción una expresión diáfana
y elegante, ajustada a la sensibilidad y sencillez del original, al tiempo que no
traiciona la escena introspectiva y a la vez sumamente física, anatómica, para
ofrecer la magnitud del sentimiento, o más bien, como dice la propia Mestre,
las ansias de amor; mientras procura encontrar la frase adecuada en la lengua
española para obtener un efecto semejante al que procura el original, como
cuando abrevia y resume el final en «inerte y casi muerta».
Si bien esta oda ha sido muy discutida, lo que resalta en la traducción de
Mestre es que, a pesar de los prejuicios sobre el erotismo femenino apreciable,
por ejemplo, en la recepción de los versos de Mercedes Matamoros en su
momento, Laura Mestre fuera consecuente con su aprecio del pensamiento
«libre y sereno» que advierte en la literatura griega y que, por tanto, fuera ella
tan amplia como para estimar y tomar como modelo la oda sáfica sin estar
ajena a posibles «inconveniencias».
También traduce Mestre el otro poema de Safo trasmitido por el tratado
atribuido al retórico Longino, conocido como «Oda a Afrodita» (fr. 1 Voigt),
y en el que la poetisa se dirige a la diosa como protectora para que la ayude
en una nueva «batalla» amorosa, al tiempo que evoca las plegarias homéricas
con los apelativos de la diosa, el recuerdo de antiguos favores y su pedido del
momento; pero con la introducción de una especie de conversación en que la
diosa llama a la poetisa por su nombre, lo cual implica una relación íntima y por
tanto contestataria del paradigma épico de los enfrentamientos guerreros:

Inmortal Afrodita, la del labrado trono, hija de Júpiter, forjadora de astucias,


te ruego que no me aflijas ni me oprimas con amarga pena, sino que vengas
a mi lado, como aquella vez que, escuchando de lejos mi voz, viniste, dejando
el palacio de oro de tu padre: uncidos a tu carro, bellos y veloces pajarillos,
batiendo las tupidas alas, te condujeron desde el cielo, a través del éter, hasta
la negra tierra: pronto llegaron, y tú sonriendo, con divino semblante, me
preguntabas: ¿qué nuevo dolor te agobia? ¿por qué me llamas? ¿qué anhela
tu perturbado espíritu? ¿a quién deseas atraer por la persuasión? ¿quién ¡oh
Safo!, es injusto contigo? Pues si ahora te huye, pronto te seguirá; si hoy
no acepta ofrendas, ya te las dará; si ahora no te ama, pronto ha de amarte,
aunque no quieras. Ven a mí otra vez, y líbrame de esta penosa ansiedad,
y realiza los deseos de mi corazón y sé mi aliada. (1929: 141–2)

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Laura Mestre y sus traducciones de Safo

Esta oda que por mucho tiempo fue aceptada y admirada sin reservas, ha
suscitado cuestionamientos al plantearse problemas textuales en el verso 24,
donde en lugar de la forma verbal ethélois («quieras»), la mayoría de los
filólogos aceptan hoy su lectura como participio femenino (ethéloisa) que
marcaría el amor solicitado como homosexual. Evidentemente Mestre sigue
la primera variante —la usual en su época— y traduce «aunque no quieras».
También llama la atención que si bien ella en sus traducciones homéricas
mantiene los nombres romanos como para facilitar su intelección por ser los
más utilizados, en este poema use el griego Afrodita, aunque inmediatamente
acote «hija de Júpiter» y no de Zeus, tal vez por las diferencias entre la diosa
griega y la romana, así como porque quizás el término Afrodita fuera ya más
ampliamente conocido que otros apelativos griegos. Por supuesto, que, al
igual que con la oda anterior, no se trata de una traducción literal en extremo,
sino que se utilizan omisiones, añadidos, aunque en pocas ocasiones, y aun en
las transformaciones introducidas parece procurar una lectura en consonancia
con los recursos de la lengua española para, con claridad y elegancia, trasmitir
al lector la esencia del poema.
A los noventa años de su publicación el libro de Laura Mestre no solo fue
el primero escrito en Cuba con el propósito de acercar a sus conterráneos a la
literatura griega e integrar sus valores a su formación cultural, sino que, a pesar
de la reclusión voluntaria de la autora y los límites por ella misma marcados
en sus enfoques sobre la literatura y el arte, también la muestra trascendiendo
barreras decimonónicas, y aun del siglo xx, con amplitud suficiente para sor-
tear prejuicios; demostrar cómo no se ha de considerar a la mujer en plano de
subordinación, sino de igualdad; para oponerse a todo lo que impida la realiza-
ción del ser humano; aspirar a conocer el pasado como punto de partida para
apreciar la cultura a lo largo del tiempo y las propias circunstancias; ser, como
ella misma, un ejemplo de la voluntad de servicio con su trabajo intelectual.

Referencias bibliográficas

Dihigo, Juan Miguel (1929): «Estudios Griegos por Laura Mestre […]». Revista de la
Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de La Habana 39, 257.
González, Marta (2003): «Versiones decimonónicas en castellano de la Oda a Afrodita
(Fr. 1 Voigt) y de la Oda a una mujer amada (Fr. 31 Voigt) de Safo», en Cuadernos de
Filología Clásica: Estudios griegos e indoeuropeos, vol. 3, pp. 273–313.
Maquieira, Helena & Fernández, Claudia (eds.) (2012): Tradición y traducción clásicas en
América Latina, La Plata, Universidad Nacional de La Plata.
Matamoros, Mercedes (1902): «El último amor de Safo», Sonetos, La Habana, Tipografía
La Australia.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 616 — #616

Elina Miranda Cancela

Mestre, Laura (1929): Estudios griegos, La Habana, Imprenta Avisador comercial.


Mestre, Laura (1930): Literatura Moderna. Estudios y narraciones, La Habana, Imprenta
Avisador comercial.
Meza, Ramón (1894): Estudio histórico de la Ilíada y la Odisea y su influencia en los demás
géneros poéticos de Grecia, La Habana, Imprenta La Universal.
Miranda, Elina (2010): Laura Mestre, Madrid, Ediciones del Orto [Biblioteca de mujeres].
Miranda, Elina (2012): «Los primeros traductores cubanos de literatura griega: Zequeira,
Vermay y Mestre», Revista Universidad de La Habana 274, 56–73.
Miranda, Elina (2016): «Safo, Aspasia, Helena: Estigma e imagen reivindicativa para
escritoras cubanas decimonónicas», Limes 27, 239–252.

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Arbitrariedad y motivación de ictiónimos:


sanmartiño, sanmartín y congéneres
Ana Moure Casas
Universidad Complutense de Madrid
amicis@ucm.es

Resumen: De acuerdo con la idea de que la motivación es un elemento importante en la creación


del léxico, se examinan los nombres del Zeus faber L. relacionados con San Martín, que despertaron
interés entre los filólogos, ofreciendo una explicación etimológica, desde el ámbito de la lexicografía
latina clásica y los textos relativos a la vida del santo.

Palabras clave: (Re)motivación, tecnicismo, etimología, San Martín, Romance.

Arbitrariness and motivation of ichthyonims:


sanmartiño, sanmartin and related terms

Abstract: According to the idea that motivation is an important element in lexical creation, we
examine the names of Zeus faber L. related to San Martin, on which philologists showed interest.
We offer an etymological explanation from the lexicography of Classical Latin and from the texts
related with the Saint’s life.

Key Words: (Re)motivation, technical term, etymology, Saint Martin, Romance.

1. El estructuralismo lingüístico sostuvo que la relación entre el significante


y el significado era arbitraria, salvo en un pequeño contingente de nombres en
los que podía ser motivada y ser percibida como tal por el hablante, o podía
haberlo sido en alguna fase diacrónicamente anterior sin que el hablante la
percibiese a su nivel sincrónico. Este trabajo se suma a ese principio, aunque
se desarrolla dentro de los márgenes de esa clase de nombres que pueden tener
más proclividad a ser motivados, como los que se refieren a animales con los
que el hombre, más allá de sus necesidades estrictas o de su dependencia de
ellos, establece un vínculo de relaciones afectivas y de creencias.
Todo ese mundo espiritual, mejor mantenido en estamentos populares, cons-
tituyó un importante tema de estudio por parte de lingüistas y de antropólogos,
y se vio también plasmado en la monografía fundamental realizada por Eugene
Saint-Denis sobre los nombres de los animales marinos en latín clásico. Una
de las principales conclusiones de su trabajo, realizado sobre los doscientos
sesenta ictiónimos que constituyen el total de los latinos, en su mayoría trans-
cripciones del griego, es el carácter a menudo motivado y, al tiempo, difícil
de percibir de los nombres de los peces. Proceden estos de la riqueza de la

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Ana Moure Casas

fantasía popular, pero suelen responder a un principio de analogía o semejanza


con los animales terrestres, mejor conocidos por el hombre que los acuáticos,
en un mundo como el romano, menos volcado al mar que el griego, compro-
bando que la mayoría de ellos proceden por metáfora de los nombres de los
pájaros¹.

2. En el mundo latino clásico los nombres de los peces han estado protegidos
por una terminología griega que parece haber funcionado en las fuentes escri-
tas de forma similar a una nomenclatura científica, de forma que resulta más
complicado entrever problemas como los que hoy aparecen con carácter gene-
ral. En efecto, cualquiera que tenga hoy curiosidad por el mundo de los peces
percibe que sus nombres pueden variar incluso entre lugares poco distantes;
que existen, algunas veces, especies distintas con el mismo nombre, por azar
-o con intenciones económicas- y, muy a menudo, distintas denominaciones
para designar la misma especie, de modo que el hablante podrá incluso no ser
entendido si no conoce el nombre local del animal, pues los sinónimos suelen
estar sólo a disposición de entendidos, pero no de las gentes populares del
lugar para quienes el nombre de cada especie es individual y único. A pesar
de las iniciativas oficiales, sobre todo de carácter comercial, de unificar los
nombres de las especies pesqueras², la sinonimia, entendida como si hubiera
tantos nombres como lugares, es evidente en el caso del animal identificado
como Zeus faber L.
En los ictiónimos latinos, en cambio, suele ser mucho más difícil señalar
casos de sinonimia, sin embargo éste fue conocido en latín clásico ya con
los sinónimos zaeus y faber que dieron origen a dos cultismos castellanos
¹ Este principio, ya formulado por Varrón y sus seguidores en la Antigüedad, señala Saint-Denis,
xxii–xxiii, citando el trabajo de L. Lacroix de 1937, válido para el griego antiguo y lenguas
modernas. Se anticipaba así a la revalorización actual en los estudios de lingüística diacrónica con
respecto a que, al menos en su origen, el proceso de creación de nuevas palabras está motivado,
con carácter general, por otras anteriores —y remotivado a menudo, por «etimología popular»,
cuando se pierde la relación con la motivación originaria— e incluso las primeras creadas, por
el mundo circundante. Sobre ello, Ballester 2003, Mata 2015; amplia síntesis y bibliografía sobre
aspectos teóricos de la motivación, de Saussure a Alinei, en González García 2008: 17–28.
² Forma parte de una actuación de los gobiernos sobre las respectivas lenguas el hecho de que en
varios países existan comités para normalizar y unificar la terminología de la pesca comercial. En
España, el BOE publica anualmente un Listado de denominaciones comerciales de especies pesqueras
y de acuicultura. La denominación oficial del Zeus faber L. es «pez de San Pedro»; pero también
se recogen las usuales del Norte de España, prioritarias en distintas zonas: sanmartiño (Galicia),
sanmartín (Asturias, Cantabria), muxumartin/martintxo (país Vasco), a las que puede añadirse
la utilizada en la costa atlántica de Francia poisson de saint-Martin frente a la prioritaria y más
general de poisson de saint Pierre. Sobre problemas suscitados por estos intentos normalizadores
y soluciones, cf. Alvar 1970: 156ss. La recopilación de mayor actualidad y detalle con incorporación
de datos documentales, encuestas y otros se debe a Arias-De la Torre, 2019.

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Arbitrariedad y motivación de ictiónimos

—«ceo» y «fabro»—, pero recibió también en nuestra lengua otros nombres


populares, como «gallo» con toda una serie de derivaciones, y los relacionados
con su antiguo hábitat de pez saxátil, desde «pedro» al hagiónimo «sampedro»
entre otros varios, extendidos sobre todo por la ribera mediterránea, de los
que no nos ocuparemos aquí. En estas páginas nuestro objetivo es examinar
la motivación y el origen de otra serie de ictiónimos, extendida por la ribera
atlántica de la Romania, que incluye nombres basados en la vida y milagros de
San Martín, desde el poisson de saint-Martin francés al sanmartiño de Galicia.
Las dos series de ictiónimos, como suele ocurrir, no constituyen comparti-
mentos perfectamente estancos, sino que en algunas zonas conviven los dos
hagiónimos, relacionados por sus orígenes comunes cristianos basados en sus
santos más famosos.

3. El ictiónimo sanmartín representa la cristianización del llamado en latín


clásico zaeus y faber con la advocación de un santo, cuya vida y milagros
fueron tanto o más famosos que los de San Pedro, según afirmaba el primer
biógrafo de san Martín de Tours al comparar los dos santos, y según indica
la toponimia y antroponimia, entre otros restos conservados, que muestran la
huella más profunda de este último en el occidente de la Romania (González
Fernández 1959: 155–156) y, al tiempo, un cierto deseo de confrontar los dos
santos en rivalidad.
La Vita Martini escrita por primera vez por su discípulo directo Sulpicio
Severo ofrece la imagen de un santo ya medieval, muy relacionado con la
muerte, la enfermedad y el demonio, pese a que su época (316/7–397) le sitúe
en la Antigüedad tardía³. Después de su primer y más famoso milagro de partir
su capa para dar la mitad a un pobre —3.1—, sus milagros más llamativos fueron
las tres resurrecciones que realizó, dos de ellas incluso antes de su obispado
—7.1, 8.1—. Además, curaciones de enfermos y de endemoniados, visiones de
ángeles y demonios que le permiten combatir la idolatría destruyendo templos,
estatuas o árboles sagrados y le dan el don de hacer predicciones, entre ellas la
de la muerte del «emperador» Máximo y el conocimiento profético de la suya
propia. Su muerte dejó huellas en la lengua castellana y en otras, y su sepultura
fue lugar de peregrinación y de ulteriores milagros. Allá, donde fue enterrado
el 11 de noviembre, según confirman las Actas del Concilio de Tours del 461,
viajaron sus biógrafos, el propio Sulpicio y, más tarde, Paulino de Petricordia,
Venancio Fortunato y Gregorio de Tours.

4. Sin duda, un pez que lleva el nombre de un santo tan importante es muy
³ Citamos por la edición de J. Fontaine, que incluye un amplísimo comentario sobre la Vita Martini
y Epistulae finales. Cf. et. C. Codoñer 1987, con traducción castellana.

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Ana Moure Casas

difícil que no haya sido percibido como un nombre motivado por San Martín
entre las gentes populares y entre eruditos. Una de las explicaciones del nom-
bre más seguidas es la ofrecida por el famoso ilustrado gallego José Cornide.
Presenta su Ensayo de una Historia de los peces como una labor de interés
nacional que le había llevado a estudiar Historia Natural «casi enteramente
descuidada en España y del todo desconocida en Galicia, aunque su costa es
el teatro más a propósito para estudiarla». Su objetivo, en suma, fue realizar
una obra científica, que incorporaba parte de las teorías de Linneo, citado por
la edición de 1760. Al encarar el estudio del pez sanmartiño señala —p.28, s.u.
gallo— «Gallo llaman en la costa de Andalucía al que en la de Galicia damos el
nombre de San Martiño, acaso porque su mejor sazón es el mes de noviembre,
llamado también en este Reyno San Martiño»⁴. Se puede observar fácilmente
que Cornide se aleja de cualquier referencia directa a la vida y milagros del
santo, limitándose a aceptar una posible motivación o relación —«acaso»—
entre el nombre del pez y el mes del año, que es el de la muerte del santo. Es el
mismo escepticismo que se observa en otros lugares de su obra⁵.
En otros estudios, realizados en la línea de las interrelaciones de lengua
y cultura, aun considerando la importancia de la festividad del santo, se acepta
que la motivación del nombre del pez se basa concretamente en uno de sus
milagros. Según el relato, el pez lleva el nombre del santo porque las dos grandes
manchas circulares de sus costados, el rasgo más característico del animal, son
las huellas de los dedos de San Martín al agarrar aquel pez, que dejó libre al
oír sus quejidos (Ríos Panise 1977: 262; Portela 1989: 1160). Curiosamente en
esta bibliografía no suele indicarse dónde se halla documentado el milagro⁶.
Una propuesta nueva fue planteada por Barriuso (1986), quien, en apoyo del
⁴ En la misma línea —o sea, sin dar muestra alguna de creer en las leyendas que hacían intervenir
a San Martín en el nombre gallego del pez— se había expresado Fray Martín Sarmiento (Pensado
1973: 284) «San Martiño… Llámase así porque su sazón es en San Martín. Vile y comíle».
⁵ Poco más adelante transmite la leyenda del «sampedro» y su santo homónimo, pero su «dicen»
marca prudentes distancias con respeto a la veracidad que le concede: «En Francia y en Roma
le dan el nombre de Poisson de Saint Pierre, porque dicen fue este pez que Christo mandó coger
a San Pedro para pagar el tributo con la moneda que se le halló en la boca».
⁶ De hecho, no hemos encontrado este relato en la Vita escrita por el primer biógrafo, Sulpicio
Severo, su discípulo directo. El apoyo textual es más alejado si se trata de un pasaje de la vida en
verso de San Martín, redactada por Paulino de Petricordia hacia el año 463, que pasamos a resumir,
si bien el desarrollo del relato —siguiendo la antigua edición, única de la que dispongo, debida
a E.F. Corpet 1849— no recoge lo aquí señalado: 5.654–693 en aquella época de Pascua no hubo la
pesca habitual. Ante el disgusto de los monjes, S. Martín ordena a un fiel diácono que vuelva al río,
profetizando una gran captura. Efectivamente al echar la caña, pesca un exoce, al que a duras penas
agarra con sus manos hasta que finalmente expira en la arena. El relato concluye con la alegría de
los monjes —el éxoce, probablemente un salmón, era uno de los peces más grandes, aunque del
Rhin según Plinio 9.44—. Todo el milagro parece una réplica de las pescas milagrosas del Evangelio;
entre ellas, la de Cristo y San Pedro, que supuestamente originó el ictiónimo sampedro (Math.

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Arbitrariedad y motivación de ictiónimos

origen del ictiónimo en el nombre del mes y utilizando datos actuales sobre las
épocas de pesca, documentó que las mayores capturas se dan durante el mes de
marzo, y no en noviembre, en las fechas de la muerte del santo y supuesta época
de mayor consumo⁷. La denominación latina del mes, martius y su derivado
martinum/marcinum —sustantivado supuestamente en período de unidad del
latín— serían la base del nombre, luego cristianizado como sanmartín. Una
vez más, el nombre de un mes del año —aunque otro diferente del tradicional,
plausible fonéticamente, pero con dificultades de atestiguación— se consideraba
el elemento motivador del nombre, pero sin indicar ni precedentes ni casos
paralelos en que un nombre del mes haya motivado otros ictiónimos⁸.

5. Al hilo de estos precedentes, presentamos un texto que nos sugiere otra


interpretación, de acuerdo, por una parte, con las bases asentadas por los
estudios filológicos citados al comienzo de este trabajo, que mostraron —en
particular, Saint-Denis— el carácter generalmente metafórico de los nombres
de los peces, y también de acuerdo, de otra parte, con el argumento, aceptado
por todos los trabajos citados, de que un nombre como sanmartín/sanmartiño
en algún momento ha tenido que estar motivado —o remotivado— por la vida
o las leyendas del santo homónimo.
En una de las cartas añadidas por Sulpicio Severo (Ep. III ad Bassulam
socrum suam), editada tras la Vita Martini, se narra su último milagro, en el
que aparecen pájaros y peces, seguido de la propia predicción de su muerte. El
santo lo había obrado para dejar a la iglesia libre de controversias, mostrando
su poder incluso sobre los pájaros, sorprendente a ojos de todos —sobre todo
de cuantos pudieran recordar la idea de que el destino de Roma había estado
señalado por los auspicios de sus vuelos—, para aparecer como pacificador. En
efecto, paseando con sus discípulos observó unas aves voraces que se lanzaban
rápidamente al río para coger peces desprevenidos y devorarlos, y vio en
ellas la imagen del demonio, que acechaba a los incautos y capturaba a los
ignorantes, devorándolos sin calmar su apetito. Entonces, con la fuerza de su

3.27). Apenas este relato, sumado a la imaginación popular para completarlo o cambiar su final,
podría dar una explicación de las manchas circulares de los costados del pez.
⁷ Sin duda, las cifras de las capturas actuales son irrebatibles, aunque es difícil saber en qué medida
pudieron ser advertidas en el pasado dentro de una tradición cultural que señala el invierno como
época del pescado blanco y el verano, del pescado azul, cuestión que el ser humano recuerda con
distintos santos utilizados como fechas («por san Juan, la sardina pringa el pan», «por san Blas,
besugo atrás») y otros recursos mnemotécnicos: meses con y sin /r/, etc.
⁸ Se observan tecnicismos por sustantivación en otros campos (nombres de frutos: «marzal» por
«trigo marzal», «mayero» por «fruta de mayo». Con el nombre de San Martín se halla «martiniego»
como «higo de san Martín» y, sobre todo, varios nombres de pájaros, como «martín pescador»,
«martinete», «martineta», «marcico» y «marciego». Pero no se registran, que sepamos, ictiónimos.

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Ana Moure Casas

palabra, reunió a aquellos pájaros en tropel y les dio orden, como ya había
hecho con los mismos demonios, de salir del río y habitar bosques y montañas.

(3.7) Ita profectus cum suo illo frequentissimo discipulorum sanctissimoque


comitatu, mergos in flumine conspicatur piscium praedam sequi et rapacem
ingluviem assiduis urgere capturis. «Forma», inquit, «haec daemonum est,
insidiantur incautis, capiunt nescientes, captos devorant exsaturarique non
queunt devoratis». Imperat deinde potenti virtute verborum, ut eum cui
innatabant gurgitem relinquentes, aridas peterent desertasque regiones, eo
nimirum circa aves illas usus imperio, quo daemones fugare consueverat.
Ita, grege facto, omnes in unum illae volucres congregatae, relicto flumine,
montes silvasque petierunt, non sine admiratione multorum, qui tantam in
Martino virtutem viderent ut etiam avibus imperaret…

Según este relato de Sulpicio —posteriormente recogido con variantes, sobre


el tipo de ave pescadora y otras, en la Leyenda Aurea— el ave pescadora citada
en el texto, llamada en latín mergus, es el somormujo o somorgujo —submergo,
submerguculum—. Se trata de un ave dotada de un pico grueso que se zambulle
en el agua de ríos, lagos y marismas para cazar peces pequeños. Es efectivamen-
te el comportamiento que describe Sulpicio Severo en el relato, el mismo que
tiene, entre otras aves, el «martinete», provisto también, como el somormujo,
de un penacho o cresta, que llega a comienzos de primavera y emigra a fina-
les de otoño —o sea, se puede observar desde marzo a san Martín, dos fechas
en las que se ha querido ver, en ambas, la etimología de su nombre—, y espe-
cialmente el «martín pescador», que finalmente pasó a ser el protagonista de
esta historia.
Este último, que en la Antigüedad clásica tenía el nombre de alción —halcyon—,
fue el que recibió propiamente el nombre del santo, dando paso a la leyenda
cristiana, que se superpuso a la de la mitología clásica, en la que los alciones,
dos amantes metamorfoseados en estos pájaros, habían recibido de los dioses
un período breve de tiempo sereno en invierno para incubar; eran los días
de los alciones —Plinio NH 10.89–91—, convertidos en el cristianismo en «el
veranillo de san Martín⁹».

⁹ De acuerdo con el relato de los autores antiguos, especialmente de Aristóteles (HA 9.14.616 ss.)
y Plinio HN 10.89–91 el término halcyon designa exclusivamente al martín pescador, aunque otras
aves tengan comportamientos similares. Constatan que los veían en la puesta de las Pléyades (o
sea, exactamente el 11 de noviembre, festividad de S. Martín) y en los solsticios. Siete días antes
y siete después del de invierno ponían sus huevos en los días llamados alciónides y entonces el
mar o los ríos se encalmaban para acoger sus nidos. Hoy se piensa que la leyenda antigua del nido
de los martines pescadores o alciones se basa también en una etimología popular derivada de su
nombre griego (ἅλς «mar» y κυεῖν «incubar»).

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Arbitrariedad y motivación de ictiónimos

El nombre «martín pescador» está bien documentado en el occidente de la


Romania, zona geográfica de influencia del santo (it. martin pescatore, fr. martin
pêcheur y también oiseau saint Martin, gall. martiño pescador). Su origen remite
directamente a la popularidad de San Martín para algunos filólogos. Así, para
Migliorini (1927: 132–133, 260ss., liii), para quien se trata de un caso de con-
versión de un nombre propio en común, junto con otros términos castellanos,
de carácter conminatorio, debidos a la muerte del santo, como «martiniega»,
«sanmartín» —en la acepción de día de la muerte—, así como algunos nombres
de frutos y flores, aparte de otros restos en el folclore. Otros filólogos —DCECH,
s.u. Martín— expresan sus dudas sobre esta etimología, considerando que el
nombre «martín» del ave procede por metonimia de la fortaleza para cazar
peces de su pico, comparable a un «martillo». Esta hipótesis nos parece muy
razonable como punto de partida para explicar el origen de un nombre que,
posteriormente y por sus claras connotaciones paganas, fue cristianizado. Pues,
en cualquier caso, en la evolución de «martillo» a «martín», ha de tenerse en
cuenta, más allá de la fonética, el influjo de san Martín, como creemos que
documenta el texto aquí aducido.

6. En suma, el nombre de estas aves debe estar en el origen del nombre del
pez «sanmartín», por vía de la metáfora habitual de los nombres de los pájaros
al de los peces¹⁰ —apoyada además en el parecido de estos con algunas de ellas,
como el somormujo y el martinete, por la cresta o penacho de su cabeza, o sea,
por el mismo motivo que el pez había recibido el nombre «gallo»—.
La difusión del nombre cristianizado «sanmartín» parece, en todo caso,
mucho más clara. Desde las zonas de la Francia atlántica de San Martín de Tours
—poisson de saint-Martin—, al sanmartiño de Galicia, cruzando el país vasco
—martintxo/muxu martin—, la zona cantábrica hispana —sanmartín— hasta
Galicia, donde el nombre termina limitando con el portugués, sin que vuelva
a encontrarse en este último territorio el ictiónimo sanmartiño ni siquiera en
el norte (Álvarez Pérez 2013: 75–78) —sino ya su sustituto, peixe galo, a veces
con especificaciones de color—, el trayecto que recorre este ictiónimo no es
otro que el que recorrieron durante siglos los romeros del Camino de Santiago.

Referencias bibliográficas

Alvar, M. (1970): «Ictionimia y geografía lingüística», RFE 53, 155–224.

¹⁰ Una metáfora ya advertida por los autores antiguos como Varrón, LL 5.77 e Isidoro, Et.12.6.4.

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 624 — #624

Ana Moure Casas

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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 625 — #625

Mujeres con zapatos escitas*


Marta Oller Guzmán
Universitat Autònoma de Barcelona
marta.oller@uab.cat

Resumen: Según Polemón, en la constitución efesia promovida por Hermodoro a finales del
siglo vi y principios del siglo v a.C., una cláusula obligaba a las mujeres libres a usar zapatos de
cuero escitas. La medida probablemente formaba parte de unas leyes suntuarias que buscaban
controlar la ostentación pública de la riqueza por parte de las familias ricas. Este caso plantea
hasta qué punto las costumbres escitas, cuya simplicidad se consideraba un patrón opuesto
a algunas prácticas griegas, pudieron proporcionar un ejemplo de austeridad y moderación para
algunas ciudades griegas deseosas de poner fin al tradicional poder de las élites locales. En el
marco de los conflictos que se dieron entre diferentes grupos sociales a lo largo de los siglos vii y
vi a.C., algunas póleis emprendieron una intensa actividad legislativa en la que el espejo del estilo
de vida escita pudo haber jugado un papel particular.
Palabras clave: Costumbres escitas, leyes suntuarias, Hermodoro, Anacarsis, Solón.

Women with Scythian shoes


Abstract: According to Polemon, in the Ephesian constitution promoted by Hermodorus in the
late 6th and early 5th century BC, a clause forced free women to wear Scythian leather shoes.
The measure was probably part of sumptuary laws that sought to control the public display of
richness by wealthy families. This case raises the question to what extent Scythian customs, whose
simplicity was considered an opposite pattern to some Greek practices, might provide an example
of austerity and moderation for some Greek cities eager to put an end to the traditional power of
local elites. Within the framework of the conflicts that triggered between different social groups
throughout the 7th and the 6th centuries BC, some poleis undertook an intense legislative activity
in which the mirror of the Scythian way of life might have played a particular role.
Key Words: Scythian customs, sumptuary laws, Hermodorus, Anacharsis, Solon.

1. Hermodoro y la constitución efesia

En la historia de Éfeso en el siglo vi a.C. la figura de Hermodoro tiene un


papel pequeño, aunque magnificado por la repercusión que le dio su compa-
ñero y admirador Heráclito. Conocemos esa amistad gracias a un pasaje de
* Este artículo ha sido realizado en el marco de dos proyectos de investigación financiados: Prosopo-
graphia Eurasiae Centralis Antiquae et Medii Aevi (FFI2014-58878-P), dirigido por el Dr. Agustí
Alemany, y Estudio diacrónico de las instituciones socio-políticas de la Grecia antigua y de sus
manifestaciones míticas (FFI2016-79906-P, AEI/FEDER, UE), dirigido por el Dr. Carlos Varias. Todas
las traducciones son de la autora.

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Marta Oller Guzmán

la biografía que le dedicó Diógenes Laercio en la que Heráclito muestra su


enfado por el maltrato que los efesios dispensaron a Hermodoro, puesto que
lo enviaron al exilio¹ a pesar de que era, según el filósofo, el «hombre más
útil» (ἄνδρα … ὀνήιστον) de la ciudad². El motivo por el cual Hermodoro fue
enviado al exilio no queda claro en el texto, aunque las causas políticas son más
que probables si se acepta su identificación con el legislador homónimo que
desde Éfeso se dirigió a Italia y colaboró en la redacción de las leyes de las doce
tablas. Estrabón³ lo incluye en la lista de efesios ilustres y Plinio menciona la
estatua que en su honor fue alzada en el forum como «intérprete de las leyes»
de los decenviros⁴.
Partiendo de una hipótesis de Wilamowitz, Mazzarino⁵ da por buena esta
identificación también en un fragmento de Polemón⁶ donde se afirma lo si-
guiente: Πολέμων παρὰ Ἑρμοδώρῳ γεγράφθαι φησί· ὑποδήματα δὲ φορεῖν
τὴν ἐλευθέρην Σκυδικὰς λευκὰϛ καὶ μασθλητίνας («Polemón afirma que en
la obra de Hermodoro está escrito: “que la mujer libre lleve calzado escita⁷,
blanco y de cuero”». Esta sería la única cláusula conservada de la supuesta
constitución efesia de Hermodoro, en la que se regula sobre el calzado feme-
nino, probablemente como parte de unas leyes suntuarias orientadas a reprimir
la ostentación de la riqueza por parte de las familias aristocráticas locales.
En efecto, este tipo de regulaciones o leyes restrictivas suele explicarse en el
contexto de los conflictos que en algunas ciudades griegas arcaicas se dieron
entre unas minorías, que tradicionalmente ostentaban el poder, y otros grupos
sociales políticamente emergentes. Es un buen ejemplo de ello la legislación
de Solón en Atenas, que incluía restricciones concretas para las mujeres en el
ritual del matrimonio y, muy particularmente, en los funerales⁸, considerados

¹ καθάπτεται δὲ καὶ τῶν Ἐφεσίων ἐπὶ τῷ τὸν ἑταῖρον ἐκϐαλεῖν Ἑρμόδωρον («ataca también a los
efesios por haber expulsado a su amigo Hermodoro», D.L. 9.1.2) Sobre este mismo episodio, véase
Cic. Tusc. 5.105.
² Heracl. fr. 121 D-K.
³ δοκεῖ δ’ οὗτος ὁ ἀνὴρ [sc. Ἑρμόδωρος] νόμους τινὰς Ῥωμαίοις συγγράψαι. («Según parece, este
hombre [Hermodoro] redactó algunas leyes para los romanos», Str. 14.1.25)
⁴ fuit et [statua] Hermodori Ephesii in comitio, legum, quas decemviri scribebant, interpretis, publice
dicata. («En los comicios había también [una estatua] de Hermodoro de Éfeso, el intérprete de las
leyes que los decenviros escribían, que fue erigida por el pueblo», Plin. Nat. 34.11).
⁵ Mazzarino 1989: 210–211.
⁶ Hsch. (Hansen), s.u. Σκυδικαί = FHG III 147, fr. 96.
⁷ Sobre la forma Σκυδικάς en lugar de Σκυθικάς, en el mismo Hesiquio s.u. Σκυθικά· ὑποδήματα
ποιά. Mazzarino 1989: 210–211, 373–374, n. 623 considera que esta grafía es un indicio de que
la ley fue copiada de una inscripción por Polemón o su fuente, e intenta explicar la grafía δ por
θ como un error del lapicida o bien una forma dialectal jónica. Sobre este fragmento, veáse también
Caballero 2008: 11–12.
⁸ Leâo & Rhodes 2015: 116–121.

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Mujeres con zapatos escitas

espacios idóneos para la manifestación pública del poder y la cohesión del clan
aristocrático⁹.
Si esta interpretación es correcta, los zapatos escitas serían un modelo de
calzado sencillo, sin ornamentaciones, alejado del lujo con que habitualmente
las mujeres de las familias ricas vestían y se paseaban por la ciudad. Algunos
datos sustentan esta idea.

2. Zapatos escitas

Los zapatos escitas o, simplemente, «las escíticas» (αἱ Σκυθικαί) debieron de ser
particularmente conocidos en el entorno de las ciudades griegas minorasiáticas
desde época arcaica, puesto que Alceo también los menciona en un fragmento
descontextualizado del que no podemos extraer ninguna información adicional
sobre sus características¹⁰. No era extraño en el mundo griego identificar
un estilo de zapatos por el supuesto lugar de origen¹¹. Se documentan, por
ejemplo, los zapatos persas (αἱ Περσικαί¹²) o las sandalias de mujer sicionias
(Σικυώνια¹³), entre otros. Sobre esta práctica nos da testimonio el lexicógrafo
Pólux¹⁴:

ἀπὸ δὲ ἐθνῶν ἢ πόλεων λέγονται καὶ ἕτερα. καρϐατίνη μὲν ἄγροικον ὑπόδη-
μα, κληθὲν ἀπὸ Καρῶν. Ἀμυκλᾷδες δὲ ἐλευθεριώτερον μὲν ὑπόδημα. δηλοῖ
δὲ κλήσει τὸν τόπον. αἱ δὲ Ἀργεῖαι παντὶ δῆλον ὡς Ἀργείων τὸ εὕρημα,
καθάπερ αἱ Σκυθικαὶ Σκυθῶν καὶ Ῥοδίων αἱ Ῥοδιακαί. αἱ δὲ Λακωνικαὶ τὸ
μὲν χρῶμα ἐρυθραί, τοὔνομα δὲ δηλοῖ τὸν τῆς εὑρέσεως τόπον. καὶ Θετ-
ταλὶς δὲ ὑπόδημα μηνῦον τοὺς εὑρετάς· («También llaman otros [tipos de
calzado] a partir de un étnico o de una ciudad: la abarca es un calzado rústico
que recibe su nombre de los carios¹⁵; las amiclades son el tipo de calzado
más noble y su nombre indica claramente su lugar de origen. Las argivas es

⁹ Frisone 2000: 21–22.


¹⁰ εἶδός τι ὑποδήματός εἰσιν αἱ Σκυθικαί· καὶ Ἀλκαῖος ἐν η΄· καὶ Σκυθίκαις ὐπαδησάμενος («Las
escíticas son un tipo de calzado. Así en el libro 8 de Alceo: “y habiéndose calzado las escíticas”»,
Harp. s.u. Σκυθικαί (i 277 Dindorf) [= fr. 318 L-P]).
¹¹ Tampoco para nosotros lo es: todavía hoy, en castellano, con el término «menorquinas» se
identifican las abarcas originarias de la isla de Menorca, muy populares como calzado de verano.
Teniendo en cuenta este uso, hemos optado por respetar, en nuestra traducción, la designación en
femenino plural de los nombres de calzado que así aparecen en griego.
¹² Ar. Nu. 151.
¹³ Hsch. (Hansen), s.u. Σικυώνια· ὑποδήματα γυναικεῖα, Steph. Byz. (Meineke) s.u. Σικυών· […] καὶ
ὑποδήματα Σικυώνια.
¹⁴ Poll. 7.88.
¹⁵ La atribución viene probablemente por el parecido inicial del término griego καρϐατίνη y el étnico
de los carios.

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Marta Oller Guzmán

evidente para cualquiera que son una invención de los argivos, igual que las
escíticas lo son de los escitas y, de los rodios, las rodias. Las lacónicas son de
color rojo y su nombre indica claramente el lugar donde fueron inventadas.
También la tesalia es un zapato cuyo nombre revela quiénes fueron sus
inventores»).

Este pasaje ofrece una pequeña muestra de la gran diversidad de zapatos que
existían en el mundo griego con sus distintas designaciones. Según establece
Bryant (1899: 73)¹⁶, los nombres de calzado formados a partir de adjetivos
femeninos designarían los zapatos cubiertos propiamente dichos, con suela
y parte superior («sole-and-upper variety»); mientras que los nombres en neu-
tro, menos abundantes, designarían en origen zapatos tipo sandalias («sandal
type»). Por otro lado, las inscripciones sugieren incluso un cierto grado de es-
pecialización entre los zapateros: así, por ejemplo, en el Cerámico se encuentra
la estela, fechada en torno al 400 a.C., de un tal Θρᾶιξ | περσικ|οποιός, es decir
un artesano especializado en la confección de zapatos persas¹⁷.
Aunque no resulta una tarea fácil, los textos permiten distinguir en algunas
ocasiones las características de estos zapatos y su mayor o menor valor. Así,
de igual manera que las escíticas se definen como zapatos de cuero blanco
sencillos, Safo menciona unos zapatos policromados de bella factura lidia¹⁸.
El contraste entre ambos tipos de zapato (escíticos = sencillez vs. lidios =
lujo) es interesante, puesto que las referencias más antiguas de uno y otro se
encuentran en la poesía lesbia de Safo y Alceo y remiten, por tanto, al contexto
políticamente convulso de la isla de Lesbos a finales del siglo vii y principios
del vi a.C. En este período se sitúa la actuación política de Pítaco de Mitilene,
al que se atribuyen unas leyes suntuarias destinadas también a limitar la
ostentación pública de la riqueza por parte de las familias aristocráticas¹⁹. Es
conocida la implicación de Alceo en la vida política de la isla y su oposición
a algunas de las reformas de Pítaco, de modo que no nos parece inverosímil que
el fragmento sobre los zapatos escitas refleje alguna crítica a las restricciones
al lujo promovidas por su opositor político, entre las cuales quizá se incluirían
normas relativas al calzado, como en Éfeso.
En cualquier caso, de estos pasajes se desprende que los zapatos eran indica-
dores del estatus social y económico de una persona. En la poesía de Safo queda
muy clara la importancia del calzado y de las prendas de vestir a la hora de
causar una buena impresión: en una ocasión, por ejemplo, se exalta la belleza
¹⁶ Sobre calzado griego, cf. Forbes 1966²: 58–60, Symons 1987: 59–60.
¹⁷ IG II² 11689, cf. Ginestí Rosell 2012: 223, n. 191.
¹⁸ πόδας δὲ | ποίκιλος μάσλης ἐκάλυπτε, Λύδι|ον κάλον ἔργον («un zapato de múltiples colores,
bello trabajo lidio, le cubría los pies», Sapph. fr. 39 L-P).
¹⁹ Bowra 1967²: 135–137.

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Mujeres con zapatos escitas

de una mujer cuyo vestido «perturba» al que lo mira²⁰; en otra, se ridiculiza


a la que lleva un vestido «basto»²¹. En otro poema, Safo habla también de
cómo las modas en el peinado cambian con el paso del tiempo y se lamenta
porque no puede conseguir una diadema lidia «de múltiples colores» con la
que su hija Cleis desea ornamentar su melena rubia como el fuego²². El poema
acaba con una referencia a Pítaco, quien parece ser el culpable de muchos
males, entre ellos de que la poetisa no pueda obtener el preciado objeto. Al
hilo de este pasaje, Mazzarino (1989: 360, n. 539) concluye «la τυραννίη pon
fin a la ἁϐροσύνη», es decir, con la llegada de la tiranía se acaba —o al menos
se limita— el ideal de vida refinado y lujoso de las aristocracias locales.
Evidentemente, esta situación podía ser contraria a los intereses de los
aristócratas, pero ventajosa para otros grupos sociales que no participaban
de este modo de vida e incluso lo criticaban abiertamente. En este sentido,
son conocidas las palabras de Jenófanes de Colofón contra los «lujos inútiles»
(ἁϐροσύνας ἀνωφέλεας) que sus conciudadanos aprendieron de los lidios, bajo
cuya influencia iban al ágora con mantos completamente teñidos de púrpura,
largas cabelleras al viento y delicadamente perfumados²³. Esto, afirma el autor,
ocurría mientras no había la «tiranía odiosa», confirmando la idea de que, al
menos en alguna ciudad, la tiranía puso límites a la exposición pública de la
riqueza.
No parece una casualidad que tanto Safo como Jenófanes mencionen el
peinado como un indicio externo de estatus social: se trata de largas melenas
cuidadas, que pueden ir adornadas con diademas abigarradas, quizás incluso
decoradas con piedras preciosas o semipreciosas, importadas de Lidia²⁴. Pues
bien, como ocurría en el caso de los zapatos, también en el peinado el estilo
escita parece ser totalmente opuesto a la moda lidia: en la Electra de Eurípides,
Orestes encuentra a su hermana en una situación penosa, tras haber sido
forzada a tomar por esposo a un campesino anciano; los indicios externos de
la pobreza de Electra son muchos²⁵, pero el primero que ella misma recalca es
el pelo, que lleva completamente rapado, al estilo escita²⁶. Curiosamente, las

²⁰ κατάγωγις … ἐπτόαισ’ ἴδοισαν (Sapph. fr. 22, L-P).


²¹ ἀγρωΐοτιν … σπόλαν (Sapph. fr. 57, L-P).
²² [μίτρα] … ποικίλαν ἀπὺ Σαρδίων (Sapph. fr. 98, L-P).
²³ Xenoph. fr. 21B 3 DK. Sobre este poema y las críticas de Jenófanes al lujo asiático, véase Pòrtulas
& Grau 2011: 390–392.
²⁴ Sobre las relaciones entre Lesbos y el reino lidio, véase Hutchinson 2001: 140, n. 2.
²⁵ Sobre la descuidada apariencia de Electra, Goff 2000: 98, Hammond 1984: 374.
²⁶ καὶ κρᾶτα πλόκαμόν τ’ ἐσκυθισμένον ξυρῷ («y el pelo y los bucles rapados al estilo escita», E. El.
241). En una inscripción funeraria de Aquea, fechada a finales del siglo iii a.C., se utiliza el mismo
verbo (l. 8: ἐσκύθιζε) para referirse al ritual de cortarse la melena en señal de duelo, véase SEG
11.1261 y el pasaje de Heródoto citado en la nota siguiente.

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Marta Oller Guzmán

representaciones de los escitas sobre vasos no avalan esta imagen, puesto que
suelen aparecer con largas melenas y barbudos; Heródoto, sin embargo, hace
notar que los escitas se rapan el pelo como muestra de dolor cuando muere un
rey²⁷, situación en cierto modo equiparable al caso de Electra, ya que su padre
Agamenón, rey de Micenas, había sido asesinado por Clitemnestra y su amante
Egisto. En todo caso, la pérdida de la melena viene a subrayar el desclasamiento
de Electra, que vive ahora de una forma austera e incluso miserable, lejos de la
opulencia de palacio, aunque conserva su dignidad intacta.

3. Solón, Creso y Anacarsis

La austeridad y la nobleza son rasgos idealmente asociados al estilo de vida


escítico original, tal como se puede leer en Estrabón²⁸: ἁπλουστάτους τε γὰρ
αὐτοὺς [sc. τοὺς Σκύθας] νομίζομεν καὶ ἥκιστα κακεντρεχεῖς εὐτελεστέρους τε
πολὺ ἡμῶν καὶ αὐταρκεστέρους («en efecto, consideramos a los escitas como
un pueblo muy rudimentario y mínimamente dotado para hacer el mal, así
como mucho más frugal y autosuficiente que nosotros»). Se trata, ciertamente,
de una imagen que contrasta con la descripción que siglos antes Heródoto
hace de ellos, en la que se ponen de relieve algunas prácticas particularmente
cruentas, como las mutilaciones de los cadáveres de los enemigos y la expo-
sición de cabezas humanas como trofeos²⁹. Sin embargo, el mismo Heródoto
hace una excepción en la figura del sabio Anacarsis, al que considera un escita
«docto»³⁰. Heródoto cuenta que Anacarsis viajó a Grecia para instruirse y que
encontró la muerte al regresar a casa a manos de los mismos escitas, porque le
vieron en medio de un ritual mistérico³¹. Sobre el viaje de Anacarsis Heródoto
no proporciona detalles, pero Plutarco³², siglos más tarde, menciona un en-
cuentro suyo con Solón que pretende sincronizar una supuesta visita del escita
a Atenas con el momento de la redacción de las leyes solonianas. En ese pasaje,
Anacarsis es descrito como un observador curioso y sagaz al que sorprenden
las costumbres griegas, de modo que emite juicios y opiniones libremente,
desde su condición de extranjero de paso. Así, por ejemplo, Plutarco cuenta
que Anacarsis, al conocer que Solón estaba redactando unas leyes, se echó a reír
puesto que no creía que unas leyes escritas pudieran controlar la injusticia
²⁷ τρίχας περικείρονται («se rapan el pelo alrededor de la cabeza», Hdt. 4.71.2).
²⁸ Str. 7.3.7. Sobre la finalidad con que Estrabón hace esta observación, véase Corde 2005.
²⁹ Hdt. 4.64–66.
³⁰ Hdt. 4.46. Anacarsis era considerado uno de los siete sabios de la Antigüedad, el único no griego
que logró entrar en la lista. Sobre su vida, anécdotas y sentencias, García Gual 2007: 143–165.
³¹ Hdt. 4.76.
³² Plu. Sol. 5.

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Mujeres con zapatos escitas

y la avidez de la naturaleza humana; las leyes escritas, según Anacarsis, se


comportarían como una tela de araña, atrapando a los débiles y siendo rotas
por los fuertes. A pesar de que Solón hizo caso omiso de esta advertencia,
Plutarco concluye que, a la vista de cómo fueron las cosas, Anacarsis tenía
razón.
Este encuentro de Solón con el sabio escita tiene un paralelo que merece ser
traído a colación: nos referimos al encuentro entre Solón y el rey lidio Creso.
Se trata de un largo pasaje de Heródoto³³ según el cual Solón llegó a Sardes
después de redactar la Constitución con afán de conocer mundo. Acogido
y agasajado por el mismo rey, fue preguntado sobre quién era el hombre más
feliz de la tierra a lo que respondió que el grado de felicidad de una vida solo
puede ser valorado en el momento de la muerte, puesto que en el hombre todo
es azar y las circunstancias cambian en un instante. Evidentemente, Creso
se enfadó mucho, puesto que él creía ser el hombre más feliz y deseaba ser
reconocido como tal por el sabio ateniense, de modo que despachó a Solón
sin miramientos. En este episodio, Solón juzga a Creso y su estilo de vida con
la misma frescura y libertad con que Anacarsis lo hace en Atenas, dando un
valor relativo a las riquezas y a la prosperidad del momento actual.
De estos dos episodios, enlazados a través de la figura de Solón, resulta
interesante la contraposición, una vez más, de las dos formas de vida que,
desde la perspectiva de los griegos, se presentan como opuestas: la opulencia
lidia frente a la austeridad escita. De alguna manera, se contraponen también
concepciones distintas en torno a la gestión política de una comunidad: desde el
despotismo de Creso, preocupado únicamente por exhibir su propio bienestar,
al escepticismo de Anacarsis frente a la fuerza de la ley, pasando por la confianza
de Solón en la nueva constitución como una forma de encontrar la armonía
civil³⁴.

4. Reflexiones finales

A partir del análisis de los textos aquí recopilados, se puede concluir que las
escíticas eran muy probablemente un tipo de calzado sencillo, cuyo nombre
evocaba si no la procedencia al menos el estilo de vida escita, de gran austeridad
³³ Hdt. 1.29–33.
³⁴ En esta «tercera vía» soloniana las mismas fuentes atestiguan la influencia de Epiménides de
Creta, quien fue llamado a Atenas con motivo de ciertas supersticiones que alteraban la ciudad.
Epiménides de Creta purificó la ciudad e introdujo reformas religiosas que «abrieron el camino
a la legislación» soloniana, según cuenta Plutarco (Plu. Sol. 12.4-5). Sobre Epiménides y Solón,
véase Pòrtulas 2002; para las reformas de las prácticas suntuarias y las mujeres, véase Calero Secall
2012: 40.

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Marta Oller Guzmán

y simpleza. Los zapatos lidios mencionados por Safo representaban un tipo


de calzado exactamente opuesto a las escíticas: rico y bellamente adornado,
un objeto de importación preciado. En este sentido, la ley de Hermodoro que
imponía a las mujeres el uso de zapatos escitas debió de ser una medida pensada
para restringir la exhibición de riqueza y, a la vez, poner fin a un modo de vida
aristocrático orientado al lujo y a la ostentación pública. Ciertamente, no fue
un caso aislado, puesto que medidas similares se atestiguan en otras polis de
Grecia en ese mismo momento, con la idea de poner fin a los conflictos entre
grupos y facciones de distinta condición económica y social.
También en Atenas, Solón incluyó leyes suntuarias en sus reformas. So-
lón, que, según las fuentes, habría conocido de primera mano a dos figuras
representativas de los estilos de vida aquí confrontados —Anacarsis y Creso—,
buscó la concordia social a través de un nuevo código legislativo, en un camino
alternativo entre la desconfianza en la ley del escita y la imposición de un
sistema al estilo del rey lidio; Solón buscó una respuesta diferente entre la
simplicidad de los zapatos escitas y la opulencia de los zapatos de factura lidia.

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Entre caones y tesprotos, la antigua Cestrina en el


Epiro
José Pascual
Universidad Autónoma de Madrid
jose.pascual@uam.es

Resumen: La Cestrina, situada hoy en día entre Albania y Grecia, constituye una de las regiones
menos conocidas del antiguo Epiro. A través de este trabajo se intenta, en primer lugar, trazar las
fronteras de la región y diferenciar las diferentes áreas y los asentamientos que ésta comprendía.
Asimismo, se indaga en su pertenencia, en diferentes ocasiones, a los caones o a los tesprotos,
dos de la comunidades étnicas y estados federales mayores del Epiro. Sin embargo, a pesar de
su inclusión en dichas comunidades, la Cestrina logró conservar su identidad como una entidad
política autónoma, posiblemente un pequeño koinon que disfrutaba de su propia politeia.

Palabras clave: Grecia antigua, Epiro, Cestrina.

Between the Chaonians and the Thesprotians, the Ancient Cestrine in Epirus

Abstract: The Cestrine, located nowadays in the Albanian-Greek border region, is one of the less
known regions of ancient Epirus. The first objective of this work is to outline the regions’ borders
and differentiate the diverse areas and the settlements inside them. Additionally, it investigates
if the Cestrine pertains in different times to the Chaonians or the Thesprotians, two of the
ethnic communities and major federal states of Epirus. Nevertheless, despite its inclusion in said
communities, the Cestrine managed to keep its identity as an autonomous polity, probably a small
koinon that enjoyed its own politeia.

Key Words: Ancient Greece, Epirus, Cestrine.

La Cestrina constituía una región del antiguo Epiro situada entre las comuni-
dades étnicas de los caones y de los tesprotos, que apenas fue mencionada por
los autores antiguos y que ha sido también poco estudiada por la historiografía
moderna. Sin embargo, la región poseía un valor estratégico indudable, no solo
porque se localizaba entre las dos etnias mayores antedichas, sino también por-
que su costa se hallaba emplazada justo enfrente de la isla de Corcira y de la
propia polis corcirea. Desde el punto de vista de la geopolítica contemporánea,
la Cestrina ofrece, además, la particularidad de que se encuentra ubicada hoy
en día entre Albania y Grecia con la consiguiente dificultad de armonizar
diferentes tradiciones historiográficas.

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José Pascual

1. Los límites y el interior de la región

La primera noticia importante para el conocimiento de la región procede de


Tucídides y se enmarca en el año 433, en los preliminares a la batalla naval de las
islas Sibota. De acuerdo con este autor, el río llamado Tíamis marcaba los límites
entre la Tesprotia y la Cestrina (1.46.4: ῥεῖ δὲ καὶ Θύαμις ποταμός, ὁρίζων τὴν
Θεσπρωτίδα καὶ Κεστρίνην), de modo que la Tesprotia quedaba al sur y la
Cestrina se extendía al norte de este río¹. El antiguo Tíamis se corresponde
con el actual Kalamas. Así, a partir del estuario del Tíamis/Kalamas, el confín
remontaba, fuera de toda duda, el brazo septentrional del Tíamis, ya que en el
curso meridional de dicho río quedaba Gítana², la capital de la Tesprotia. El
testimonio tucidideo no solo es importante al objeto de fijar el límite meridional
de la Cestrina, sino que nos puede indicar, además, que, antes del último tercio
del siglo v, la Cestrina era una región que contaba con una identidad propia.
Parecería también que no solo fuera una región distinta, sino separada de la
Tesprotia, quizás independiente o incluida en la Caonia.
La frontera septentrional de la región, es decir entre la Cestrina y la Caonia
propiamente dicha, se encontraba entre Butroto y Çuka e Aitoit, asentamientos
caonio y cestrino respetivamente, y estaría fijada en el río Pavla (Xanthos en
su nombre griego actual)³, el único accidente orográfico importante de esta
zona en sentido O-E. Al oeste se extendía la costa cestrina, bastante abrupta
y que parece haber carecido de buenos puertos. Con todo, a septentrión del
Kalamas, pasada la zona de las marismas actuales, en el pueblo moderno de
Sagiada, en Kastri, existió un fuerte antiguo, aunque de cronología incierta,
que en mi opinión, más que poseer la función de controlar el paso del mar al
interior⁴, nos puede indicar que estuvo en esta zona el puerto principal de la
Cestrina, tal como ocurre hoy en día en la actual Sagiada.
Los límites orientales de la región, en el interior del Epiro, son los más difíciles
de fijar. Sin embargo, conocemos una serie de asentamientos fortificados que
parecen haber circundado la región y que pueden ayudarnos a trazar sus
fronteras. Partiendo del río Pavla, al norte de su curso, en dirección O-E nos
encontramos primeramente con la villa fortificada de Malathre, con la fortaleza

¹ Cf. Str. 7.7.5; Hammond 1967: 478, 674, 677–678.


² Vid. sobre esta ciudad Kanta-Kitsou 2008.
³ Para el nombre de este río contamos con dos posibilidades. Esteban de Bizancio (s.u. Καμμανία)
indica que el Cadmo era un río de la Cestrina. Virgilio (Aen. 3.350–351) dice que, cerca de Butroto,
había un riachuelo sin agua llamado Janto. Existe un acuerdo unánime en la investigación en
considerar que el río Pavla es el antiguo Cadmo, pero la cuestión del nombre antiguo de este río
queda abierta.
⁴ Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 153.

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Entre caones y tesprotos

de Vagalat y la villa fortificada de Dobra⁵. En el curso medio del río Pavla, en


su margen izquierdo, se encuentran las fortalezas de Paleomanastir y de Shën
Gjini y, al otro lado del río, Duka⁶ y Ripësi⁷. En el curso alto del río, ya en el lado
griego, se disponen, pasado el Pavla, las fortalezas de Lemiki, al norte-noreste
de la actual Tsamanta⁸, y, más al este, Kastri de Vavouri⁹. Finalmente, al sur
del río Tíamis se encontraban Gítana, Pyrgos Ragiou¹⁰ y Lygia/Torone¹¹. Si
tenemos en cuenta la situación de todos estos puntos fortificados, la frontera
cestrina, desde la costa, remontaría el curso del río Pavla hasta su cabecera,
donde enlazaría con la cuenca del río Tíamis, para continuar por el cauce de
este río hasta su desembocadura.

Figura 1 – Mapa de la Cestrina

Así definida, la región contaría con unos 389 km², aproximadamente un


5 % de la extensión total del Epiro (ca. 7250 km²) y tres áreas claramente
diferenciadas. En primer lugar, la zona que se extiende entre la costa y los
montes de Filiates, que se prolongan en Albania en el monte Seraqinit, justo
por encima de la actual Konispol. En segundo lugar, el valle del río Shales, entre
⁵ Cabanes et al. 2008: 94 (Vagalat), 95–97 (Malathre), Bogdani 2008: 45–46 (Vagalat), Bogdani 2012a:
193–194 (Dobra), Bogdani 2012a: 194–197 (Vagalat), Bogdani 2012b: 253–254 (Malathre).
⁶ Cabanes et al. 2008: 88–90, Bogdani 2008: 50–52, Bogdani 2012a: 182–183 (SA 023).
⁷ Bogdani 2008: 52–53, Bogdani 2012a: 180–182 (SA 022).
⁸ Hammond 1967: 89–90, Dakaris 1972: 160, Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 184–185.
⁹ Hammond 1967: 91, 198, Dakaris 1972: 159, Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 128–129.
¹⁰ Hammond 1967: 82–83, 93, 661, Dakaris 1972: 10, 11, 13, 104, 113, 146, 161, 182, 185, 189;
Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 175–177.
¹¹ Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 159–162.

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José Pascual

las laderas septentrionales de los montes de Filiates y Seraqinit al oeste y los


montes de Shëndëllisë (1079 m) y Mëllezit (1040 m) al este. Finalmente, el valle
de Markat, que se extendía entre estos los dos últimos montes mencionados
y el banco izquierdo del río Pavla.
Indudablemente el área litoral de la Cestrina era la más importante y donde
se encontraban los asentamientos más destacados de la región. Ante todo,
Çuka e Aitoit (Aetos), cercana al pueblo actual de Çiflik, que se alza aislada
y en una posición destacada sobre la llanura de Murzie. La cima posee un
circuito murado poligonal, de 1,6 km de extensión, que mezcla tramos pseu-
doisodómicos y trapezoidales, que en parte se apoya en una defensa natural
sin necesidad de obras defensivas y que encierra unas 5 ha. Dentro del recinto
quedan trazas de hábitat con algunas casas parcialmente talladas en la roca.

Figura 2 – Çuka e Aitoit (Aetos) desde el norte (fotografía del autor)

Extramuros se sitúa un amplio conjunto edificado entorno a un gran patio


que debe ser identificado más como una villa suburbana que como edificio pú-
blico¹². Aunque no se han hallado edificios públicos intramuros y la disposición
del caserío no parece haber seguido un trazado regular, la cuidada e importante
muralla es indicio, en mi opinión, de que estamos ante el asty de una polis y no
ante un mero lugar de refugio. Çuka e Aitoit pudo corresponder a la antigua

¹² Bogdani 2007, Bogdani 2012b: 249–252 (SA042).

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Entre caones y tesprotos

Cestria que menciona Plinio (NH 4.1.4)¹³. Posiblemente el poblamiento puede


remontarse a finales del siglo iv, se extendió a lo largo del siglo iii y finalizó
en época romana para ser repoblado de nuevo en época tardoantigua. Un
serie de canalizaciones excavadas en la roca en Brezi i Shkallës, posiblemente
del siglo iii, y que forman una red rectangular, en el banco izquierdo del río
Pavla, justo a la salida de la garganta de Bogazi, se pueden poner en relación,
quizás, con el abastecimiento de agua del asentamiento¹⁴. La necrópolis pudo
encontrarse entre Çuka e Aitoit y Konispol¹⁵.
Masklinitsa¹⁶ se eleva sobre una altura bastante imponente (150 m) en la
llanura del bajo Tíamis. Se trata de un asentamiento fortificado, de unos 670
m de perímetro, cuya cinta muraria se conserva solo parcialmente, sobre todo
en el lado meridional, en sillería pseudoisodómica de 3–3,80 m. de anchura
con tres puertas preservadas en los lados sur, este y oeste respectivamente.
Quedan también trazas del caserío interno y de un sistema de drenaje tallado
en la roca. Extramuros se construyó un edificio rectangular de 13,50 por 9,5 m,
que pudo tener funciones de santuario suburbano. La necrópolis se extendía al
noreste del asentamiento. La fortificación de Masklinitsa puede indicarnos que
nos encontramos ante una posible polis y su situación se corresponde bien con
la antigua Meandria¹⁷.
Además de estos dos asentamientos principales, toda la zona parece haber
estado intensamente ocupada, especialmente en el siglo iii. Al este de Çuka
e Aitoit, sobre la ladera del monte Seraqinit, Bregu i Sterres pudo constituir
un asentamiento no fortificado, un chorion, desde los siglos v y iv¹⁸ y, cerca
del anterior, otro asentamiento más pequeño y de características similares se
ha detectado en Gropat e Vules¹⁹. En Klisia, justo a dos kilómetros al norte de

¹³ Plin. NH 4.1.4: In Epiri ora castellum in Acroceraunio, Chimera, sub eo Aquae regiae fons, oppida
Maeandria, Cestria, flumen Thesprotiae Thyamis, colonia Buthrotum, maximeque nobilitatus Ambra-
cius sinus. A pesar de que Robert (1940) identificó Çuka e Aitoit con Pérgamo, sin embargo, la
renovación de la amistad entre los pergamios y la confederación de los aterargios (SEG 15.411),
que se data finales del siglo iii, tuvo lugar cuando era prostatas de los molosos León, cuesto, por
lo que, aparentemente, ambos, pergamios y aterargios, están en la órbita de influencia de los
molosos y no de los caones o de los tesprotos. Para la identificación de Çuka e Aitoit con Cestria:
Hammond 1967: 95, 699, Bogdani 2012b: 251–252.
¹⁴ Hammond 1967, 95, Budina 1971: 321–322, Bogdani 2012b: 253 (SA 043).
¹⁵ Budina 1974: 235–236, Çondi 1977/1978: 342, Bogdani 2008.
¹⁶ I. Vokotopoulou AD 23, 1968: 287 (Χρονικά), Dakaris 1972: 10–11, 108, 150, 184, 204, 210, Argyrou
1998a: 204–205, Argyrou 1998b: 206–208. Vlachopoulou-Oikonomou/ 2003: 164–165.
¹⁷ Plin. NH 4.1.4. Hammond (1967: 678, 699) identificó Meandria de manera tentativa con Kara-Ali-
Bey, al norte del río Pavla y donde el río Bristica posee numerosos brazos y meandros, pero esta
misma situación también puede relacionarse con el estuario del Tíamis/Kalamas y con Masklinitsa.
¹⁸ Shabani 1983: 262–263, Bogdani 2012b: 267 (SA059).
¹⁹ Shabani 1982, Bogdani 2012b: 267 (SA060).

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José Pascual

Gitana, al otro del Tíamis, se han encontrado también vestigios de cerámicas


antiguas sin datación²⁰. Quizás nos encontremos aquí ante una villa, del mismo
modo que Kato Aetos a la entrada del valle de Kataitoi²¹. Por último, cerca del
actual Konispol, en la montaña de Sarakinoros y a una altitud de 400 m, una
cueva fue utilizada, al menos durante los siglos iii y ii, como santuario rupestre
a juzgar por las figurillas de exvotos aquí hallados²². En suma, el litoral de
la Cestrina nos ofrece un amplio y complejo panorama de ocupación. Conta-
mos, así, con asentamientos fortificados, choría, esto es, lugares de habitación
agrupados sin fortificación, villas y santuarios rurales.

Figura 3 – Los muros poligonales de Çuka e Aitoit (Museo de Tirana). Fotografía del autor

Por lo que se refiere a la zona entre el monte Seraqinit y los montes Mëllëzit
(1040 m) y Shëndëllisë (1079 m), en el pequeño valle del río Shales, dos villas
rurales, entre los siglos iii–ii, pudieron existir en la parte septentrional del

²⁰ Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 155.


²¹ Hammond 1967: 95, Bogdani 2012b: 273 (SA142).
²² Κοrkuti & Shabani 1989: 260–262, Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 237.

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Entre caones y tesprotos

valle en Vastroi²³ y en Rrashku²⁴, aproximadamente a un kilómetro al norte


del anterior. En el área meridional del valle en Brinja e Shelgjit, al norte de
la fortaleza medieval de Dishati, en la ladera del monte Mëllezit, pudo encon-
trarse, asimismo, un pequeño asentamiento no fortificado que se extendió
desde el período helenístico al tardoantiguo²⁵. En resumen, el poblamiento del
valle parece haber sido bastante disperso en la zona septentrional con villas
y casas aisladas²⁶, mientras que la parte meridional pudo estar dominada por
un poblamiento agrupado.
En el curso alto del río Pavla, a poca distancia de la actual Ninat, en Karonea
pudo situarse un pequeño asentamiento sin fortificar²⁷. Al sur, en Stisma, en
ladera norte del monte Shendelli, se han documentado una decena de casas
que, en ausencia de material cerámico y por su semejanza constructiva con
Çuka y Paleomanaster, se han datado tentativamente en los siglos iv–iii²⁸.
A la salida de la garganta de Bogazi, en el banco izquierdo del río Pavla, se
encuentra Paleomanaster (471 m), que es un asentamiento fortificado con un
muro trapezoidal irregular que posee un perímetro de 310 m y encierra 1,5
ha. Dos puertas al menos en los lados norte y sudeste se abren en el recinto
y dentro de él quedan vestigios de habitación²⁹. Paleomanaster concuerda
bien con Troya de Cestrina, llamada también quizás Ilión³⁰. A unos 3 km

²³ Shabani 1983: 264, Bogdani 2012a: 198 (SA063). Cerca de este lugar se han encontrado varias
tumbas (Bogdani 2012a: 199, SA 064), que pueden estar vinculadas con este asentamiento, cf.
Shabani 1983: 264–265, fig. i, números. 8–12, p. 273.
²⁴ Shabani 1983: 265, fig. i, números 8–12, p. 273, Bogdani 2012a: 199 (SA065). A doscientos metros,
en Burimi i Llanit, cf. Bogdani 2012a: 199, SA066, hay un área de material helenístico que pudo
formar parte también de Rrashku, cf. Shabani 1983: 265.
²⁵ Shabani 1983: 269–270, fig. iv, p. 276; Bogdani 2012a: 202–203 (SA074). También del período
helenístico, en Dishati, cf. Bogdani 2012a: 202, SA073, al este de la fortaleza medieval, se han
exhumado cinco tumbas que se pueden datar en los siglos iv–iii, cf. Shabani 1983: 269, fig. iii,
p. 275.
²⁶ Así, cerca de Shalesi, en Ballezi, cf. Bogdani 2012a: 200, SA068, se ha encontrado una tumba de
época helenística y romana, aunque Shabani 1983: 265–266, fig. ii, números 2–3, p. 274 le dio una
cronología excesivamente alta en los siglos v–iv. Otra tumba aislada procede de la misma área, de
Lodhar, cf. Bogdani 2012a: 200, SA069, en la ladera meridional del monte Mëllezit y se data en
el período helenístico (ss. iii–ii), cf. Shabani 1983: 266. Vestigios de metalurgia del hierro se han
hallado en Haliqe, cf. Bogdani 2012a: 200, SA 070, al pie del monte Mëllezit, también de los siglos
iii–i, cf. Shabani 1983: 266, fig. ii, números 4–6, p. 274.
²⁷ Budina 1971: nº. 44, p. 314; Bogdani 2012a: 192.
²⁸ Shabani 1983: 271.
²⁹ Hammond 1967: 97, Budina 1971: nº 43, pp. 313–314, Cabanes et al. 2008: 98–99, Bogdani 2008:
46–48, Bogdani 2012a: 190–193 (SA 036).
³⁰ Cf. Esteban de Bizancio (s.u. Τροία) como polis en la Cestrina de la Caonia (ἔστι καὶ πόλις ἐν
Κεστρίᾳ τῆς Χαονίας), en todo caso, un asentamiento. Quizás esta Troya se corresponda con la
Ilión de la Tabula Peutingeriana (7.4), que se encontraba en la vía que iba de Apolonia y Amantia
a Nicópolis y Accio. En la Tabula, Ilión (¿Troya?) quedaba al interior.

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José Pascual

al sur del actual Karroq sobre la colonia homónima se alza Shën Gjini, una
pequeña fortaleza también con muros trapezoidales irregulares³¹. De este modo,
la población del valle parece haberse dispuesto en asentamientos agrupados
fortificados o sin fortificar³².
En suma, más allá de las posibles identificaciones, la Cestrina albergaba
varios asentamientos fortificados que pudieron ser póleis³³ y es posible que
formara, en realidad, una confederación que incluyera póleis y, quizás, otras
subdivisiones³⁴.

2. Entre la Caonia y la Tesprotia

Como vimos, Tucídides (1.46) marcaba, en el caso del año 433, en el Tíamis los
límites divisorios entre la Cestrina y la Tesprotia. Esta mención puede inter-
pretarse en el sentido de que la Cestrina no pertenecía entonces a la Tesprotia
desde un punto de vista político. El Pseudo Scylax (Ps.-Scyl. Per. 26), que puede
referirse a una situación quizás de la primera parte del siglo iv³⁵, dice que en la
Céstride, se encuentra la llanura Eritea donde Geriones hacía pastar sus vacas,
por lo que reconoce a la Cestrina como una región del Epiro con identidad
propia, al menos desde un punto de vista geográfico³⁶. Sin embargo, este mismo
autor afirma algo más adelante en su relato (Ps.-Scyl. Per. 30) que los tesprotos
estaban a continuación de los caones, sin que la Cestrina esté interpuesta. De
ambas informaciones podría entenderse que, si bien la Cestrina era que una
región que conservaba su identidad estaba, sin embargo, incluida en una de
las regiones mayores, sea la Caonia, sea la Tesprotia. Esta afirmación se vería
complementada por el párrafo (Ps.-Scyl. Ps.-Scyl. Per. 29) que dedica a Corcira
en el que asegura que Corcira pertenece por su orientación más a la Tesprotia
que a la Caonia. Ciertamente, la costa meridional de Corcira, en la zona del
cabo Leucimna, da la Tesprotia, pero la mayor parte del litoral oriental de la
³¹ Hammond 1967: 97, Budina 1971: nº 42, p. 313, Bogdani 2008: 48–50, Bogdani 2012a: 188–190 (SA
035).
³² Al oeste de la línea formada por Klisia, Stisma y Shën Gjini se extiende un área muy poco
conocida de la Cestrina en la que solo tenemos constatada Kasnetsi, un asentamiento fortificado
probablemente de época romana, cf. Dakaris 1972: 205, Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 152.
³³ Para el Epiro apoliado vid. Domínguez 2018.
³⁴ Vid. infra n. 36.
³⁵ García Moreno & Gómez Espelosín 1996: 37–42.
³⁶ La región era famosa por la cría de ganado, especialmente de bueyes, cf. Hsch. s.u. Κεστρινικοὶ
βόες; Hammnod 1967: 480, 500 n. 2, en una zona que puede situarse en el litoral cestrino, en
particular en el estuario del Tíamis. Si pensamos que la Cammania no comprendía toda la Cestrina,
sino una parte de ella, quizás los nombres de Eritea y Cammania designen a las llanuras respectivas
de Çuka e Aitoit y Masklinitsa.

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Entre caones y tesprotos

isla y el propio ásty corcireo se sitúa justo enfrente de la Cestrina, por lo que
se entiende aquí que la Cestrina pertenecería a la Tesprotia. Todo ello resulta
coherente con el testimonio de este mismo autor según el cual la navegación
de la costa de la Tesprotia hasta la Casopea duraba media jornada (Per. 30); otra
media la singladura por las costas de la Casopea (Ps.-Scyl. Per. 31) y otra media
más a través de la costa caonia (Ps.-Scyl. Per. 28). En definitiva, es posible que la
Cestrina perteneciera en el siglo v a la Caonia, esto es, al koinón de los caones,
y más tarde, entre el último tercio del siglo v y la primera parte del siglo iv, se
hubiera visto anexionada a la confederación de los tesprotos. Dicha fluctuación
reflejaría no solo un debilitamiento político de los caones, sino que también
formaría parte de un cambio de hegemonías en el Epiro, que tuvo lugar entre
finales del siglo v y principios del iv mediante el cual la mayor influencia de
los caones se vio sucedida por el predominio de los molosos³⁷.
Sin embargo, en el siglo ii, la Cestrina estaba vinculada a la Caonia y no a la
Tesprotia³⁸. En todo caso, el sentimiento de la región parece haber sido más
caonio que tesproto y así la tradición mítica recordaba que fue Héleno, el hijo
de Príamo de Troya, quien llegó a ser rey aquí, se casó con Andrómaca y tuvo
como hijo a Cestrino³⁹. El propio Héleno llamó a todo el territorio Caonia en
honor del héroe troyano Caón (Virgilio, Aen. 3.350). La región supo conservar
su identidad de modo que Plinio (NH 4.1.2) incluye a los cestrinos en el Epiro
y, como a los casopeos⁴⁰, los diferencia de los tesprotos y de los caones.
El testimonio de Esteban de Bizancio puede reflejar quizás esta fluctuación
entre la Tesprotia y la Caonia. En su referencia a Troya (s.u. Τροία), asegura
que esta ciudad es una polis en la Cestrina de la Caonia. Sin embargo, al
referirse a la Cammania (s.u. Καμμανία), afirma que esta zona es una parte
de la Tesprotia (μοῖρα Θεσπρωτίας) y que su nombre se ha transformado en
Cestrina (μετωνομάσθη δὲ Κεστρινία), por lo que en esta noticia, a diferencia
de la anterior, la Cestrina pertenecería a la Tesprotia⁴¹.
En definitiva, la Cestrina nos puede aportar información sobre el cambio de

³⁷ Vid. Pascual 2018.


³⁸ Cf. la manumisión de I.Bouthrotos 16 (vid. Cabanes-Drini 2007) que tuvo lugar cuando era sacer-
dote de Asclepio en Butroto, en la Caonia, Eropo hijo de Mirtono, Cestrino, (ll. 1–4). Otra más
(I.Bouthrotos 31), se data siendo prostatas Sosípatro y sacerdote de Asclepio Menedamo, hijo de
Boisco, Cestrino (ll. 1–7, col. i). Asimismo, otro cestrino, hijo de Hibrimo, (I.Bouthrotos 68, l. 10)
aparece en un acta de manumisión que viene datada por los estrategos de los presebos en la Caonia
Filipo y Menexio, por el prostatas Fisción y por el sacerdote de Asclepio Dexandro.
³⁹ St. Byz. s.u. Καμμανία. Cf. Paus. 1.11.1–2; 2.23.6.
⁴⁰ Vid. Milán 2018.
⁴¹ St. Byz. s.u. Καμμανία, μοῖρα Θεσπρωτίας. μετωνομάσθη δὲ Κεστρινία, ἐξ ἧς Κάδμος ὁ ποταμός.
Κεστρῖνος δὲ κτίσμα Κεστρίνου τοῦ υἱοῦ Ἑλένου τοῦ Πριαμίδου. οἱ οἰκήτορες Καμμανοί, ὡς τῆς
Καμπανίας Καμπανοί.

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José Pascual

hegemonías el Epiro, y además de cuanto venimos diciendo podemos apun-


tar dos importantes conclusiones: probablemente la Cestrina no fue nunca
independiente, al menos a partir de la época clásica, y su inclusión en uno
u otro koinon, sea caonio, sea tesproto, no conllevó la desvanecimiento de su
identidad ni su desaparición como entidad política autónoma, no conllevó, en
suma, la pérdida de una politeia cestrina⁴².

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⁴² Cf. para una politeia cestrina con subdivisiones: un acta de manumisión (I. Bouthrotos 41) se
inscribe durante el sacerdocio de Aristómaco, hijo de Nicolao, que es cestrino y barrio (ll. 1–2). En
otra acta de manumisión (I. Bouthrotos 91) bajo el estratego de los presebos Nicanor, el prostatas
Licisco y el sacerdote de Asclepio Nicanor, hijo de Eunomo, metoreo, comparece como testigo
Damócrito hijo de Tisarco, cestrino y asanto (l. 11).

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Tabula gratulatoria

Margarita Alfaro Amieiro Luis Alberto de Cuenca


Zoa Alonso Fernández Adolfo Domínguez Monedero
Antón Alvar Ezquerra Alicia Esteban Santos
Consuelo Álvarez Morán Emma María Falque Rey
Juan Antonio Álvarez Pedrosa Claudia Nélida Fernández
Iván Andrés-Alba José Antonio Fernández Delgado
Pedro Bádenas de la Peña Mimí Flores Santamaría
José Miguel Baños Baños José Manuel Floristán Imizcoz
Vicente Bécares Botas Pilar Folguera Crespo
Manuel Bendala Galán Raquel Fornieles Sánchez
José Antonio Berenguer Sánchez Carmen Gallardo Mediavilla
Javier Bilbao-Ruiz Benjamín García Hernández
Esteban Calderón Dorda Elsa García Novo
Luis Calero Rodriguez Fernando García Romero
Patricia Cañizares Ferriz Mª José García Soler
Teresa Carrasco Lorenzo Manuel García Teijeiro
Antonio Cascón Dorado Luis Gil Fernández
Ombretta Cesca Berta González Saavedra
Elena Coelho Sarro Helena González Vaquerizo
Matilde Conde Salazar Mª Carmen González Vázquez
Carmen Conti Jiménez Paloma Guijarro Ruano
Luz Conti Jiménez Helena Guzmán García
Joaquín Córdoba Zoilo Felipe G. Hernández Muñoz
Francisco Cortés Gabaudán Miguel Herrero de Jáuregui
Rosario Cortés Tovar Javier del Hoyo Calleja
María Inés Crespo Pilar Hualde Pascual
Vicente Cristóbal López Rosa Iglesias Montiel
Elena Cuadrado Ramos José Miguel Jiménez Delgado

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Tabula gratulatoria

Pilar Jiménez Gazapo Marta Oller Guzmán


Mª Dolores Jiménez López Begoña Ortega Villaró
Ana Isabel Jiménez San Cristóbal Alberto Pardal Padín
José Antonio López Férez José Pascual González
Rosario López Gregoris Jose Antonio Pascual Rodríguez
María López Romero Rosa Pedrero
Mercedes López Salvá Mª José Pena Jimeno
Juan Lorenzo Lorenzo Azucena Penas Ibáñez
José María Lucas de Dios Rachele Pierini
Eugenio Luján Martínez Luis Miguel Pino Campos
Luis Miguel Macía Aparicio Juan Piquero Rodríguez
Helena Maquieira Rodríguez Jesús Polo Arrondo
Raquel Martín Hernández Anna Pompei
Ángel Martínez Fernández Francisca Pordomingo Pardo
Francisco Javier Martínez García Jaume Pórtulas Ambrós
Marcos Martínez Hernández Fernando Quesada Sanz
Mariano Martínez Pastor Milagros Quijada Sagredo
Rafael Martínez Vázquez Vicente Ramón Palerm
Antonio Melero Bellido Elena Redondo Moyano
Julia Mendoza Tuñón Antonio R. Revuelta Puigdollérs
Mª Soledad Milán Quiñones de León Daniel Riaño Rufilanchas
Elina Miranda Cancela Ignacio Rodríguez Alfageme
Mª Teresa Molinos Tejada Mª Eugenia Rodríguez Blanco
José Luis Moralejo Álvarez Sandra Rodríguez Piedrabuena
Antonio Moreno Hernández Helena Rodríguez Somolinos
Moschos Morfakidis Sandra Romano Martín
Mercedes Morillas Gómez Mª Rosa Ruiz de Elvira Serra
Francisca Morillo Ruiz Consuelo Ruiz Montero
Ana Moure Casas Emilia Ruiz Yamuza
Francisca Moya del Baño Marco A. Santamaría Álvarez
Mª José Muñoz Jiménez Rosa Araceli Santiago Álvarez
Emilio Nieto Ballester Manuel María Sanz Morales

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Tabula gratulatoria

Jaime Siles Ruiz Carlos Varias García


Marina Solís de Ovando Donoso José Vela Tejada
Emilio Suárez de la Torre Henar Velasco López
Eusebia Tarriño Ruiz
Rodrigo Verano Liaño
Sofía Torallas Tovar
José Luis Vidal Pérez
Esperanza Torrego Salcedo
José Bernardino Torres Guerra Jesús de la Villa Polo
Luis Unceta Gómez Alicia Villar Lecumberri
Mariano Valverde Sánchez Alfonso Vives Cuesta

Depto. de Filología Clásica UAM


Depto. de Filología Clásica Universidad de Murcia
Depto. de Historia Antigua y Medieval, Paleografía y Diplomática UAM
MINERVA. Revista de Filología Clásica
Sociedad Española de Estudios Clásicos

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Emilio Crespo, Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de
Madrid, ha sido miembro del Departamento de Filología Clásica de Δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες
esta universidad durante casi cuarenta años. Es autor de más de ciento

Luz Conti Jiménez, Raquel Fornieles Sánchez, María Dolores Jiménez López,
cuarenta artículos en revistas académicas o capítulos de libros publicados Homenaje al profesor Emilio Crespo
tanto en España como en otros países, así como de más de veinte libros,
entre los que figura su prestigiosa traducción de la Ilíada en la Biblioteca

Δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες


Clásica Gredos. Es presidente del Patronato de la Fundación Pastor de

Luis M. Macía Aparicio, Jesus de la Villa Polo (eds.)


Estudios Clásicos desde el año 2004 y fue Vicepresidente de la Sociedad

Homenaje al profesor Emilio Crespo


Española de Estudios Clásicos (2000-2004). Desde 2011 es miembro
de la Commission scientifique de la Fondation Hardt pour l’étude de
l’Antiquité classique. En 2017 fue investido Doctor Honoris Causa por la
Universidad Aristóteles de Salónica. El Profesor Emilio Crespo alcanzó
su merecida jubilación en 2020 y, con este motivo, algunos de sus colegas
han reunido la colección de estudios que se presenta en este volumen.
Este libro quiere mostrarle la admiración, el cariño y el agradecimiento
de los autores.

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