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L. Conti, R. Fornieles Sánchez, M.ª D. Jiménez López, L. M. Macía Aparicio, J. de la Villa (eds.), Δ ρα τά
ο δίδομεν φιλέοντες. Homenaje al profesor Emilio Crespo, Madrid, Universidad Autónoma de
Madrid, 2020, 525-532
" μφιλύκη, media luz noct urna", E. Niet o Ballest er, A. St riano Corrochano
Araceli St riano, Emilio Niet o Ballest er
Adverbios, part ículas y marcadores del discurso: α y α θις en los hist oriadores griegos
José Miguel Jiménez Delgado
Δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες
Luz Conti Jiménez, Raquel Fornieles Sánchez, María Dolores Jiménez López,
Homenaje al profesor Emilio Crespo
Reservados todos los derechos. Está prohibido, bajo las sanciones penales y el resar-
cimiento civil previsto en las leyes, reproducir, registrar o transmitir esta publicación,
íntegra o parcialmente (salvo en este último caso, para su cita expresa en un texto
diferente, mencionando su procedencia), por cualquier sistema de recuperación y por
cualquier medio, sea mecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia
o cualquier otro, sin la autorización previa por escrito de Ediciones de la Universidad
Autónoma de Madrid.
ISBN: 978-84-8344-770-3
Depósito Legal: M-28356-2020
Contenido
Pág./-s.
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Publicaciones del profesor Emilio Crespo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Grupo Tempe
«Síncrisis apócrifa de Plutarco: Olimpíade y Cleopatra» . . . . . . . . 33–55
Preámbulo 33 — 1. Dos mujeres en paralelo 35 — 2. Olimpíade 37 — 3. Cleopatra 43
— 4. Síncrisis 52.
Lingüística
Iván Andrés-Alba
«En busca de la waw perdida. Reflexiones sobre el valor dialectoló-
gico de algunos términos en dorio» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59–66
1. La waw que tenemos. Situación de /w/ en dorio 59 — 2. La waw que queremos.
Algunos ejemplos 60 — 3. Conclusión 65.
Javier Bilbao-Ruiz
«Ἅμα en los escolios de Aristófanes» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85–92
1. Introducción 85 — 2. Uso nocional 86 — 3. Uso conjuntivo 88 — 4. Conclu-
siones 90.
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Contenido
Ombretta Cesca
«Κακὸν ὀσσομένη (Hom. Il. 24.172): Un caso di reinterpretazione
narrativo-formulare?» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93–101
1. Introduzione 93 — 2. Ὄσσομαι nella lingua epica 94 — 3. Lo spettro di
῎Οσσα 96 — 4. Il contesto narrativo-formulare 97 — 5. Conclusione 99.
José M. Floristán
«El tema verbal de futuro en los léxicos y gramáticas aticistas» . . 103–110
1. Introducción 103 — 2. Supletismo 105 — 3. Futuros contractos 107 —
4. Futuros de perfecto 109 — 5. Futuros en -ήσω 110.
Eugenio R. Luján
«Notas de antroponimia micénica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149–157
1. ạ 3-ḳẹ-re-u 149 — 2. da-i-mi-so 150 — 3. da-ṃ ạ -so 151 — 4. ḍạ-ma-te-we 152
— 5. ḍạ-qo-ta 152 — 6. i-sa-ma[-]ṭạ 153 — 7. ]o-ro-wa-ṭạ 154 — 8. qe-re-ro 154
— 9. qo-wi-ro 155 — 10. ]sa-nwa-ta 155 — 11. ]wa-ta 156.
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Contenido
Helena Maquieira
«Marcadores del discurso en Menandro: el caso de εἶτα y ἔπειτα» 159–167
1. Εἶτα y ἔπειτα como ordenadores del discurso 161 — 2. Εἶτα y ἔπειτα como
conectores de orientación argumentativa 161 — 3. Εἶτα y ἔπειτα como marcadores
conversacionales 164 — 4. Conclusiones 166.
Rachele Pierini
«Los nombres de meses en las tablillas micénicas: una nota sintác-
tica» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211–219
1. Los nombres de meses y el genitivo singular temático 211 — 2. Nombres
de meses en -Xo 212 — 3. «Ser o no ser» genitivo 215 — 4. Observaciones
sintácticas sobre los nombres de meses en -Xo 216 — 5. Conclusiones 218.
Anna Pompei
«De nuevo sobre el participio en griego antiguo: aspecto y tiempo» 231–239
1. Status quaestionis 231 — 2. Tiempo absoluto, tiempo relativo y aspecto 232
— 3. Participios sustantivados y con función adjetiva 233 — 4. Participios
predicativos 235 — 5. Conclusiones 238.
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Contenido
Esperanza Torrego
«El verbo latino iubeo y las funciones semánticas» . . . . . . . . . . . . . 303–312
1. Introducción 303 — 2. Estado de la cuestión 304 — 3. Función semántica del
ac. 307 — 4. Conclusiones 311.
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Contenido
Rodrigo Verano
«Conversación y cortesía en el proemio del Parménides de Platón» 321–329
1. Platón y el arte del proemio 321 — 2. Introducción metodológica 322 —
3. Análisis conversacional del proemio del Parménides 323 — 4. Interacción
verbal y cortesía 327 — 5. Conclusiones 328.
Jesús de la Villa
«De verbos y adverbios: un poco más sobre el aspecto gramatical
del griego» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331–340
1. Introducción 332 — 2. El valor de los temas aspectuales del griego: un rápido
repaso 332 — 3. Los adverbios que expresan secuencia inmediata: ἰθέως, ἰθύς,
εὐθέως, εὐθύς 333 — 4. Adverbios que pueden referirse también a una realización
repentina de un evento: ἐξαίφνης, ἐξαπίνης, αὐτίκα, παραυτίκα, παραχρῆμα 336
— 5. Conclusiones 339.
Literatura
Esteban Calderón Dorda
«La harmonía mixofrigia en Clemente de Alejandría» . . . . . . . . . . 343–348
Luis Calero
«La heptatonía en la Grecia de la Edad Oscura» . . . . . . . . . . . . . . . 349–358
1. Preliminares 349 — 2. La heptatonía en el Mundo Antiguo 350 — 3. El Texto
de la Afinación 351 — 4. La heptatonía en la Grecia arcaica 353.
Luz Conti
«La representación de la Muerte en la Ilíada» . . . . . . . . . . . . . . . . . 359–368
1. La personificación de la Muerte en la literatura griega 359 — 2. La copa
y la cratera de Eufronio 362 — 3. La muerte en la Ilíada 363 — 4. Conclu-
siones 367.
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Contenido
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Contenido
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Contenido
Vicente Cristóbal
«Los hombres como las hojas: de Homero a la poesía española
contemporánea» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547–555
Claudia N. Fernández
«Tergiversaciones de un mito griego: Borges, Cortázar y sus Mino-
tauros» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565–571
Javier Martínez
«Causas de la revuelta egipcia del 206–186 a.C.: en defensa de
Polibio 5.107.1–3» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 591–599
1. Introducción 591 — 2. Testimonios 592 — 3. Causas de la revuelta 595 —
4. Conclusiones 597.
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Contenido
José Pascual
«Entre caones y tesprotos, la antigua Cestrina en el Epiro» . . . . . . 635–645
1. Los límites y el interior de la región 636 — 2. Entre la Caonia y la Tes-
protia 642.
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Presentación
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Presentación
En el ámbito docente, aparte de sus clases en los centros a los que ha pertenecido, que
son recordadas por sus alumnos por su calidad y reconocidas oficialmente como «exce-
lentes» por los programas de evaluación de la UAM, ha impartido numerosos cursos
y seminarios en España y también fuera de nuestro país, en particular en Iberoamérica,
más concretamente, en México (UNAM) y Brasil (Curitibá). En su docencia ha recorrido
la práctica totalidad de la Filología griega, aunque destacan aquellas materias más
directamente ligadas a su labor investigadora, como son las dedicadas a la Lingüística
griega. Como una parte singular de esta docencia podemos mencionar sus siete tesis
dirigidas, entre ellas las de tres de los editores de este volumen, y las trece tesinas
o trabajos de fin de grado.
Entre los cargos de responsabilidad que ha desempeñado podemos recordar el de
Delegado del Rector para la admisión de alumnos (1987–1990), cuando fue responsable
de todas las pruebas de acceso en la Universidad Autónoma. También ha sido Vicerrec-
tor de Campus (1990–1994, 1998–2002). Ha sido Coordinador del Grado en Ciencias
y Lenguas de Antigüedad (2008–2013), Director del Departamento de Filología Clásica
(2009–2013) y cofundador y primer secretario del Instituto de Ciencias de la Antigüedad.
Todo ello en la misma Universidad Autónoma. Fuera de ella, ha sido Vicepresidente
de la sección de Madrid de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (1986–1989) y Vi-
cepresidente nacional de esta misma Sociedad (2000–2004). En la actualidad, ostenta
desde 2004 el prestigioso puesto de Presidente de la Junta de Patronos de la Fundación
Pastor de Estudios Clásicos, de la que había sido secretario anteriormente, y, desde 2012
es miembro de la comisión científica de la Fondation Hardt pour l’étude de l’Antiquité
classique, de Ginebra.
En este campo de la investigación, aparte de sus veintiún libros teóricos, de tra-
ducciones de autores clásicos y editados, es autor de más de ciento cuarenta artículos
o capítulos de libros y cuarenta y una reseñas científicas de libros de otros autores. Entre
todas estas publicaciones destaca, sin duda, la Sintaxis del griego clásico, en colaboración
con L. Conti y H. Maquieira (Madrid, Gredos, 2003), y que representa en muchos sentidos
un hito en sus logros científicos. El capítulo de las traducciones es especialmente notable,
puesto que ha traducido varias de las Vidas paralelas de Plutarco, las novelas de Jámblico
y Heliodoro y, sobre todo, es autor de la extraordinaria traducción de la Ilíada en la Bi-
blioteca Clásica Gredos, que se ha convertido en la traducción de referencia en español.
Ha sido, además, ponente invitado en múltiples congresos nacionales e internacionales,
ha coorganizado una docena de importantes congresos y encuentros científicos interna-
cionales, ha dictado decenas de conferencias en España y en muchos países de Europa
y América y ha asistido a más de sesenta congresos o coloquios. Ha participado en una
veintena de proyectos de investigación de carácter nacional e internacional, en la mayo-
ría de ellos como investigador principal; entre estos proyectos cabe destacar el reciente
proyecto europeo HERA, desarrollado junto con grupos científicos de las universidades
de Roma (La Sapienza), Leiden, Gante, Siena y Tesalónica. Todo ello le ha hecho me-
recedor del reconocimiento del número máximo de sexenios de investigación por parte
de las diferentes agencias y ministerios españoles, y del nombramiento como Doctor
Honoris Causa por la Universidad de Tesalónica en 2017, que recibió en una brillante
y emotiva ceremonia en la propia Universidad rodeado de amigos, colegas y discípulos.
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1977
1. Elementos antiguos y modernos en la prosodia homérica, Salamanca, Ediciones de la
Universidad de Salamanca, Suplementos a Minos, Núm. 7.
2. «La cronología relativa de la metátesis de cantidad en jónico-ático», CFC 12, 187–219.
3. «Una nota sobre át. παρε(ι)αί», CFC 13, 309–313.
1979
4. Heliodoro, Las etiópicas o Teágenes y Cariclea, traducción, prólogo y notas, Madrid,
Gredos. Reimpresión sin prólogo en Barcelona, Planeta-Agostini y, parcial, en Anto-
logía de la literatura griega, selección e introducción de C. García Gual y A. Guzmán
Guerra, Madrid, Alianza Editorial, 1995. Reimpresión con nueva introducción en
Madrid, Biblioteca Básica Gredos, 2002.
5. «La alternancia ΣΣ/ΤΤ y la prosa literaria ática del siglo v a.C.», CFC 16, 109–125.
1981
6. «Sobre el orden de palabras en griego: el genitivo adnominal», Emerita 49, 33–65.
1982
7. Jámblico, Babiloníacas (resumen de Focio y fragmentos), Madrid, Gredos.
1983
8. Plutarco, Vidas paralelas (Alejandro – César, Pericles – Fabio Máximo, Alcibíades –
Coriolano), traducción, prólogo y notas, Barcelona, Bruguera. Reimpresión parcial
en Antología de la literatura griega, selección e introducción de C. García Gual y A.
Guzmán Guerra, Madrid, Alianza Editorial, 1995.
9. «Una clasificación de los adjetivos en griego», Emerita 51, 301–313.
10. «Sobre el orden de palabras en griego: de SOV hacia SVO», Actas del VI Congre-
so Español de Estudios Clásicos II, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clási-
cos – Editorial de la Universidad Complutense, 287–294.
1984
11. «Infinitivo modal sin ἄν en griego», en R. M. Aguilar & L. Gil (eds.), Apophoreta
philologica M. Fernández-Galiano a sodalibus oblata i (EClas 87), Madrid, Mantuae
Carpetanorum, 67–73.
12. «Sintaxis griega», en A. Martínez (ed.), Actualización científica en Filología grie-
ga, Madrid, Instituto de Ciencias de la Educación – Ediciones de la Universidad
Complutense, 321–353.
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1985
16. «Palatal Stops in Greek: Reconstruction or Mycenaean Evidence?», Minos 19,
91–104.
1986
17. «Aristóteles, Física II 1 (192 b 8 – 193 b 21) (ed. Ross): traducción y comentario»,
trabajo en colaboración con otros autores, Sociedad española de profesores de Filosofía
de Instituto. Boletín informativo 19, 11–18.
1988
18. Alcibíades. Antología de textos con notas y comentarios, en colaboración con A.
Ledesma, L. M. Macía, H. Maquieira, M.E. Rodríguez Blanco, A. Striano y J. de la
Villa, Madrid, Ediciones de la UAM.
19. «Selección de textos de la Antigüedad sobre las Olimpíadas en Grecia», Historia 16,
106, 1–8.
20. «La expresión de la finalidad en las subordinadas del griego antiguo», REL 18,
285–298.
21. «The Semantic and Syntactic Functions of the Accusative», en A. Rijksbaron et al.
(eds.), In the Footsteps of Raphael Kühner. Proceedings of the International Colloquium
in Commemoration of the 150th Anniversary of the Publication of Raphael Kühner’s
Ausführliche Grammatik der griechischen Sprache. ii: Syntaxe, Ámsterdam, Brill,
99–120.
22. «La expresión de la función Manera en griego», Emerita 56, 43–64.
23. «La “Carta de Claudio a los alejandrinos” (P. Lond. 1912): un tipo de koiné en el
Egipto de época de Claudio», Minerva 2, 213–231.
1989
24. «Mesa redonda sobre Didáctica del griego. Presentación», Actas del VII Congreso
Español de Estudios Clásicos III, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos-
Editorial de la Universidad Complutense, 709–717.
25. «Participio absoluto y subordinada adverbial», Actas del VII Congreso Español de
Estudios Clásicos I, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos – Editorial de la
Universidad Complutense, 119–126.
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1990
26. «Ante la reforma de las enseñanzas universitarias de Filología Clásica», en F. R.
Adrados, (ed.), Didáctica de las Humanidades Clásicas ante la Reforma de la Enseñanza,
Madrid, Ediciones Clásicas, 5–14.
27. «El final de la guerra del Peloponeso: notas históricas a Plutarco, Vida de Lisandro,
13–18», en A. Pérez Jiménez & G. del Cerro (eds.), Estudios sobre Plutarco: obra
y tradición. Actas del I Symposion español sobre Plutarco, Málaga, Universidad de
Málaga, 63–71.
1991
28. Homero, Ilíada, traducción, prólogo y notas, Madrid, Gredos. Reimpresiones sin pró-
logo en Barcelona, Círculo de Lectores, 1995 y Barcelona, Planeta-Agostini, 1997; con
nueva introducción en Madrid, Biblioteca Básica Gredos, 2000; con texto griego de la
Ilíada y de la Odisea, traducción de J. M. Pabón de la Odisea e introducción de C. Gar-
cía Gual en Madrid, Espasa Calpe, 1999. Reimpresión parcial en Antología de la
literatura griega, selección e introducción de C. García Gual y A. Guzmán Guerra,
Madrid, Alianza Editorial, 1995. Numerosas reimpresiones en Gredos y RBA.
1992
29. Homerica. Estudios lingüísticos, edición en colaboración con J. L. García Ramón, H.
Maquieira y J. de la Villa, Madrid, Ediciones de la UAM.
30. «Sintaxis y semántica de las formas modales en griego clásico», REL 22, 277–307.
31. «El uso de los temas de aoristo y de presente para la expresión de la repetición dis-
tributiva», en E. Crespo et al. (eds.), Homerica. Estudios lingüísticos, Madrid, Ediciones
de la UAM, 13–34.
1993
32. Dialectologica Graeca. Actas del II Coloquio internacional de dialectología griega,
edición en colaboración con J. L. García Ramón y A. Striano, Madrid, Ediciones de
la UAM.
33. «Two Epigraphic Uses of the Verbal Moods in the Embedded Predications», en
E. Crespo, J. L. García Ramón & A. Striano (eds.), Dialectologica Graeca. Actas del
II Coloquio internacional de dialectología griega, Madrid, Ediciones de la UAM, 91–109.
1994
34. «Datos para un estudio contrastivo del aspecto gramatical en griego clásico y en
moderno», en L.M. Macía et al. (eds.), Quid ultra faciam? Trabajos de griego, latín
e indoeuropeo en conmemoración de los 25 años de la UAM, Madrid, Ediciones de la
UAM, 33–37.
35. «L’expression de l’accompagnement en grec ancien», en B. Jacquinod (ed.), Cas et
prépositions en grec ancien : contraintes syntaxiques et interprétations sémantiques.
Actes du Colloque international de Saint-Etienne, 3–5 juin 1993, Saint-Étienne, PU
Saint-Étienne, 181–192.
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36. «El origen de la flexión del tipo de Τύδεος, -έα en Homero», Actas del VIII Congreso
Español de Estudios Clásicos I, Madrid, Ediciones Clásicas, 87–92.
37. «Plutarco y la epigrafía», en R. M. Aguilar, M. López Salvá & A. Rodríguez Alfageme
(eds.), Χάριν διδασκαλίας. Homenaje a Luis Gil, Madrid, Editorial de la Universidad
Complutense, 145–154.
1995
38. «Actualidad de las lenguas clásicas», Vela Mayor 6, 11–8.
39. «Bibliografía sobre sintaxis griega 1985–1994», Tempus 10, 5–18.
40. «Bibliographie sur la syntaxe grecque 1985–1994», Syntaktika 9, 1–14.
41. «Respuestas al cuestionario sobre el caso dativo», en M. E. Torrego et al. (eds.),
Sintaxis del dativo latino. I Encuentro de sintaxis latina (10–11 de junio de 1994),
Madrid-Barcelona, Ediciones de la UAM-Ediciones de la Universidad Autónoma de
Barcelona, 107–110.
1996
42. «Introducción a la lectura de Las etiópicas de Heliodoro», Nova Tellus 14, 129–152.
43. «Los problemas de la sintaxis del griego antiguo», en A. Agud, J. A. Fernández
Delgado & A. Ramos (eds.), Las lenguas de corpus y sus problemas lingüísticos, Madrid,
Ediciones Clásicas, 167–175.
44. «Textos sobre el paisaje de Grecia en la Antigüedad», EClas 110, 33–56.
1997
45. Berthold Delbrück y la sintaxis indoeuropea hoy. Actas del coloquio de la Indogermanis-
che Gesellschaft, edición en colaboración con J. L. García Ramón, Madrid-Wiesbaden,
Ediciones de la UAM-Reichert Verlag.
46. «Delbrück y la sintaxis de los modos», en E. Crespo & J. L. García Ramón (eds.),
Berthold Delbrück y la sintaxis indoeuropea hoy. Actas del Coloquio de La Indoger-
manische Gesellschaft, Madrid, 21–24 de septiembre de 1994, Madrid – Wiesbaden,
Reichert Verlag, 27–61.
47. «L’ordre de préférence des éléments linguistiques de l’épopée», en F. Létoublon &
H. Dik (eds.), Hommage à Milman Parry. Le style formulaire de l’épopée homérique et
la théorie de l’oralité poétique, Ámsterdam, Brill, 129–135.
48. «Sintaxis de los elementos de relación en griego clásico», en A. R. Adrados (ed.),
Actas del IX Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, Ediciones Clásicas, 3–42.
1998
49. Los dioses del Olimpo, en colaboración con el grupo Tempe y L. M. Macía Aparicio,
Madrid, Alianza Editorial; 2ª ed. 2016.
50. «La construcción del Partenón», en C. López de Juan & D. Plácido (eds.), Momentos
estelares del Mundo Antiguo, Madrid, Ediciones Clásicas, 61–79.
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1999
53. «Sobre el significado léxico de διορθῶ y derivados», Tῆς φιλίης τάδε δῶρα. Miscelá-
nea léxica en memoria de Conchita Serrano, Madrid, CSIC, 61–65.
54. «Paramètres pour la définition des complétives en grec ancien», en B. Jacquinod
(ed.), Les complétives en grec ancien, Saint-Étienne, PU Saint-Étienne, 45–62.
55. «Cronología de los segundos alargamientos compensatorios en jónico-ático», en A.
C. Cassio (ed.), Katà diálekton. Atti del III Colloquio Internazionale di dialettologia
greca, Nápoles, Istituto Universitario Orientale, 61–186.
56. «Ilíada, 20.419–454: el duelo fallido entre Aquiles y Héctor», en J. A. López Férez
(ed.), Desde los poemas homéricos hasta la prosa griega del siglo iv d.C. Veintiséis
estudios filológicos, Madrid, Ediciones Clásicas, 1–10.
2000
57. Actas del X Congreso Español de Estudios Clásicos, volumen i, edición en colaboración
con M.J. Barrios Castro, Madrid, Ediciones Clásicas.
58. «La lengua y la escritura en las utopías de la literatura griega antigua», en M.
Alganza (ed.), EΠIEIKEIA: Homenaje al profesor Jesús Lens Tuero, Granada, Áthos –
Pérgamos, 89–94.
59. «Panorama de la retórica y de la poética griegas en época clásica», en F. Sevilla
(ed.), Edad de Oro XIX, 65–81.
60. «Funciones categoriales», en M. Martínez et al. (eds.), Cien años de investigación se-
mántica: de Michel Bréal a la actualidad. Actas del congreso internacional de semántica,
Madrid, Ediciones Clásicas, 1291–1299.
2002
61. «Los mitos en la Ilíada», en J.A. López Férez (ed.), Mitos en la literatura griega
arcaica y clásica, Madrid, Ediciones Clásicas, 35–54.
2003
62. Sintaxis del griego clásico, en colaboración con L. Conti y H. Maquieira, Madrid,
Gredos.
63. «El significado de ὥστε o ὡς con verbo en infinitivo o en forma personal», en J.
M. Nieto (ed.), Lógos Hellenikós. Homenaje al profesor Gaspar Morocho Gayo I, León,
Universidad de León, 97–104.
64. «Los eolismos en la lengua homérica», Nova Tellus 21, 15–46.
65. «La sintaxis griega hoy», Synthesis 10, 31–53.
25
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126. «Los exiliados de la guerra civil española en Latinoamérica y los estudios clásicos»,
Revista de la Universidad de La Habana 282, 10–20.
127. «Lenguas de Egipto», capítulo de Las flores del rey: viaje por el Nilo a través
de sus papiros. Catálogo de la exposición organizada por el Instituto Europeo del
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Hay versiones española, inglesa y catalana.
128. «Sobre el teatro ateniense y la configuración de la ideología cívica», ΕΥΠΟΙΚΙΛΟΝ
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130. «Los papiros matritenses», en Τί ἡμῖν καὶ σοί; Lo que hay entre tú y nosotros.
Estudios en honor de María Victoria Spottorno, Digitalia Antiqua 1 Córdoba, Editorial
Universidad de Córdoba, 87–94.
131. «Tres epigramas griegos», Anáfora 9, 17–20.
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132. La idea de lo clásico, edición en colaboración con P. Aullón de Haro, Madrid,
Casimiro.
133. «A Unitary Account of the Meaning of kaí », en C. Denizot & O. Spevak (eds.), Prag-
matic Approaches to Latin and Ancient Greek, Ámsterdam-Filadelfia, John Benjamins,
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134. «Focus Adverbs in Classical Greek», en F. Logozzo & P. Poccetti (eds.), Ancient
Greek Linguistics: New Approaches, Insights and Perspectives, Ámsterdam-Filadelphia,
Walter de Gruyter, 133–154.
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136. «Adverbios como modificadores del sintagma nominal en griego clásico», en G.
Santana & L. M. Pino, ΠΑΙΔΕΙΑ ΚΑΙ ΖΗΤΗΣΙΣ. Homenaje a Marcos Martínez, Madrid,
Ediciones Clásicas, 199–204.
137. «Los orígenes de la idea de lo clásico en la cultura occidental», en P. Aullón de
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138. «La historicidad de la guerra de Troya: progresos recientes», en J. Piquero &
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139. «Prefacio», en M. J. Albarrán, R. Martín & I. Pajón (eds.), Estudios papirológicos:
textos literarios y documentales del siglo iv a.C. al siglo iv d.C., Madrid, Cuadernos de
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140. Phílos hetaîros. Homenaje al profesor Luis M. Macía, edición en colaboración con
L. Conti, M. E. Rodríguez, E. Torrego y J. de la Villa, Madrid, Ediciones de la UAM.
141. Studies in Ancient Greek Dialects: From Central Greece to the Black Sea, edición en
colaboración con G. Giannakis y P. Filos, Berlín – Boston, Walter de Gruyter.
142. «Los enunciados parentéticos en la Ilíada», en L. Conti, E. Crespo, M. E. Rodríguez,
E. Torrego & J. de la Villa (eds.), Phílos hetaîros. Homenaje al profesor Luis M. Macía,
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143. «Los comienzos de la identidad colectiva helénica», Hélade 5.1 (Anejo Etnicidade
e formaçâo das identidades no mundo de Homero), 37–55.
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 32 — #32
144. «Connective particles and literary units in Attic forensic speeches», en G. Gian-
nakis et al. (eds.), Studies in Greek Lexicography, Berlín-Boston, Walter de Gruyter,
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145. «El papiro de Derveni en su contexto dialectal», en J. Piquero, A. de Paz & S. Plan-
chas (eds.), Nunc est Bacchandum. Homenaje a Alberto Bernabé, Madrid, Guillermo
Escolar editor, 359–368.
En prensa
146. «The Structure of the Noun Phrase», en A. Bartonek & Ch. Tzitzilis (eds.), Ancient
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147. «Dialectally hybrid inquiries in the Dodona lamellae», en colaboración con G.
Giannakis, Linguarum Varietas 8, 43–61.
148. «Graphic Variations in Four Manuscripts by Nemesion, Son of Zoilos», en K.
Bentein & M. Janse (eds.), Varieties of Post-classical and Byzantine Greek: novel
questions & approaches, Berlín – Nueva York, Walter de Gruyter.
149. «The Origin of τοι as an Appellative Discourse Marker», Festchrift in honour of
Michael Meier-Brüger.
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López (ed), Sintaxis del griego antiguo, Madrid, C.S.I.C., Anejos de Emerita.
32
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Resumen: En una síncrisis al estilo de Plutarco en sus Vidas paralelas se hace un retrato, con
base en textos griegos y latinos, de Olimpíade y Cleopatra VII, dos mujeres de gran influencia en
las vidas de Alejandro Magno y Julio César, cuya comparación no nos consta que hiciera Plutarco.
Palabras clave: Olimpíade, Cleopatra, Alejandro, César, Plutarco.
33
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Grupo Tempe
Preámbulo
34
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«Lo que se deja dicho es cuanto nos ha parecido digno de referirse acerca
de»³ Alejandro y César. «Habiendo dado fin a la narración, nos resta sacar
consecuencias de la contraposición de estas vidas»⁴, «pero una cosa particular
ocurre en esta comparación que no se ha ofrecido en ninguna de las que hemos
escrito»⁵ y es que no vamos a comparar a los generales cuyas vidas hemos rela-
tado, sino a dos mujeres, Olimpíade y Cleopatra, cuya actuación fue un espejo
de gran importancia donde, de uno u otro modo, se miraron estos excelentes
hombres, y contribuyó a configurar la figura histórica de ambos.
³ Plu. Comp. Pel. Marc. 1: ὅσα μὲν οὖν ἔδοξεν ἡμῖν ἀναγραφῆς ἄξια τῶν ἱστορημένων περὶ…
⁴ Plu. Comp. Agis Cleom. TG CG 1: ἡμῖν δὲ καὶ ταύτης πέρας ἐχούσης τῆς διηγήσεως ὑπολείπεται
λαϐεῖν ἐκ παραλλήλου τῶν βίων τὴν ἀποθεώρησιν.
⁵ Plu. Comp. Sol. Publ. 1: ἆρ’ οὖν ἴδιόν τι περὶ ταύτην τὴν σύγκρισιν ὑπάρχει καὶ μὴ πάνυ συμϐεϐηκὸς
ἑτέρᾳ τῶν ἀναγεγραμμένων.
35
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 36 — #36
Grupo Tempe
Como más adelante se verá, tres son los rasgos definitorios de Olimpíade
y Cleopatra: su dignidad real, su fuerte carácter y su cualidad de madres, y sobre
estos tres puntales se asienta nuestra decisión de hacerlas antagonistas de
Alejandro de Macedonia y de Julio César en nuestra síncrisis.
Las dos tienen un origen real, que se remonta hasta el mítico Aquiles en el
caso de Olimpíade, no tanto en el de Cleopatra, ya que su linaje solo data de tres
siglos antes, en la figura del fundador de la dinastía ptolemaica, Ptolomeo Soter,
general de Alejandro. Hay que hacer notar que la relación entre ellas adquiere
un notable simbolismo que parte de la Macedonia de Alejandro, la Alejandría
de Alejandro, la consulta al oráculo de Amón en busca de su posible origen
divino⁶, el lugar de sepultura de Alejandro, el alejandrinismo que Ptolomeo
Soter imprimió a Egipto, el afán de Cleopatra por Macedonia y hasta su propio
nombre, homónimo de la hija de Olimpíade, hermana de Alejandro, y muy
frecuente en Macedonia.
Es así que las dos fueron reinas y desearon serlo en todo momento, habiendo
nacido para ello, aunque el destino las alejara y acercara de su propósito
varias veces a lo largo de su vida. Hubieron de apoyarse, con mayor o menor
fortuna, en hombres que las ayudaran a mantenerse en el trono o a conseguirlo,
y destacables fueron los logros que obtuvieron, ya que la una pudo ver a su
hijo convertirse casi en dueño del mundo griego, y la otra, unida al hombre
más fuerte del momento y sirviéndose de él, concibió los planes para hacer
del suyo el heredero del mundo romano. Tretas, pactos y sangre fueron los
instrumentos de los que estas dos mujeres de fuerte carácter se valieron para
alcanzar su objetivo.
Ambas carentes de madre en su niñez, ejercieron la maternidad intensamente:
Olimpíade, mimando quizás en demasía a su hijo —tan necesitado de ese afecto
que llamó con el nombre de madre también a otras mujeres⁷—, trató de allanarle
por todos los medios posibles el camino trazado para él; Cleopatra, medio madre,
⁶ El oráculo de Amón estaba en el oasis de Siwah (a unos 600 km. al oeste de Tebas). Cf. Plu. Alex.
27.8–9: αὐτὸς δὲ Ἀλέξανδρος ἐν ἐπιστολῇ πρὸς τὴν μητέρα φησὶ γεγονέναι τινὰς αὐτῷ μαντείας
ἀπορρήτους, ἃς αὐτὸς ἐπανελθὼν φράσει πρὸς μόνην ἐκείνην. ἔνιοι δέ φασι τὸν μὲν προφήτην
Ἑλληνιστὶ βουλόμενον προσειπεῖν μετά τινος φιλοφροσύνης «ὦ παιδίον», ἐν τῷ τελευταίῳ τῶν
φθόγγων ὑπὸ βαρϐαρισμοῦ πρὸς τὸ σῖγμα ἐξενεχθῆναι καὶ εἰπεῖν, «ὧ παιδίος», ἀντὶ τοῦ νῦ τῷ
σῖγμα χρησάμενον, ἀσμένῳ δὲ τῷ Ἀλεξάνδρῳ τὸ σφάλμα τῆς φωνῆς γενέσθαι καὶ διαδοθῆναι
λόγον ὡς παῖδα Διὸς αὐτὸν τοῦ θεοῦ προσειπόντος. «El propio Alejandro declara en una carta
a su madre haber recibido ciertas profecías secretas que él le explicaría a ella sola a su regreso. Hay
quienes afirman que el sacerdote, al dirigirle la palabra en griego con términos afectuosos, había
querido llamarlo “¡Hijo mío!” (paidíon) pero que, en el último sonido, a causa de su pronunciación
bárbara, había emitido una s y había dicho: “¡Hijo de Zeus!” (paidiós), sustituyendo la n por una s.
Y añaden que la equivocación llenó de contento a Alejandro, y que se propagó el rumor de que el
dios se había dirigido a él llamándolo hijo de Zeus».
⁷ Cf. Noguera Borel 1998: 73–86.
36
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2. Olimpíade
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Grupo Tempe
¹¹ Plu. Alex. 2.7–9: ἕτερος δὲ περὶ τούτων ἐστὶ λόγος, ὡς πᾶσαι μὲν αἱ τῇδε γυναῖκες ἔνοχοι τοῖς
Ὀρφικοῖς οὖσαι καὶ τοῖς περὶ τὸν Διόνυσον ὀργιασμοῖς […], πολλὰ […] Θρῄσσαις ὅμοια δρῶσιν,
[…], ἡ δὲ Ὀλυμπιὰς μᾶλλον ἑτέρων ζηλώσασα τὰς κατοχάς καὶ τοὺς ἐνθουσιασμοὺς ἐξάγουσα
βαρϐαρικώτερον ὄφεις μεγάλους χειροήθεις ἐφείλκετο τοῖς θιάσοις, οἳ πολλάκις ἐκ τοῦ κιττοῦ
καὶ τῶν μυστικῶν λίκνων παραναδυόμενοι καὶ περιελιττόμενοι τοῖς θύρσοις τῶν γυναικῶν καὶ
τοῖς στεφάνοις ἐξέπληττον τοὺς ἄνδρας. «Existe otra tradición acerca de este punto, según la cual
todas las mujeres del país, que se entregan a los ritos órficos y a los cultos orgiásticos de Dioniso
[…], realizan muchas prácticas semejantes […] a las mujeres tracias […] y que Olimpíade, que era
más devota que otras a estas actividades fanáticas y se dejaba transportar de manera más bárbara
por los delirios inspirados por la divinidad, solía llevar a los cortejos báquicos grandes culebras
domesticadas, que, al emerger con frecuencia de la hiedra y de las cestas místicas y enroscarse en
los tirsos de las mujeres y en las guirnaldas, provocaban el pavor de los hombres».
¹² Cf. Plu. Comp. Demetr. Ant. 4: ἔτι Δημήτριος μέν, οὐ κεκωλυμένον, ἀλλ’ ἀπὸ Φιλίππου καὶ Ἀλεξάν-
δρου γεγονὸς ἐν ἔθει τοῖς Μακεδόνων βασιλεῦσιν, ἐγάνει γάνους πλείονας, ὥσπερ Λυσίμαχος καὶ
Πτολεμαῖος. «En el caso de Demetrio, tal como era la costumbre de los reyes de Macedonia, desde
los tiempos de Alejandro y Filipo (era lo habitual y no estaba prohibido), tuvo muchas esposas
legítimas, al igual que Lisímaco y Ptolomeo».
Ath. 13.5, menciona varias esposas de Filipo, además de Olimpíade: Audata, una princesa Iliria,
Fila de Elimea, Nicesípolis de Feras (Tesalia), Meda de Odeso, princesa tracia, y Cleopatra Eurídice
de Macedonia, de la nobleza de Pella, sobrina de su amigo y compañero de armas, Átalo. Además
tuvo como concubina a la bailarina Filina de Larisa.
¹³ Cf. Plu. Alex. 2.1–2.
¹⁴ Cf. Plu. Alex. 2.3–4.
¹⁵ Recordemos que la madre de Pericles, Agarista, soñó que paría un león, según cuenta Hdt. 6.131.
El sueño de Filipo lo interpretó, entre otros, Aristandro de Telmeso, como el anuncio del embarazo
de un niño que algún día llegaría a ser tan poderoso como un león. Cf. Plu. Alex. 2.5.
38
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dos imperios¹⁶. Todo esto generó cierta desconfianza en Filipo, que empezó
a vigilar a su esposa hasta que creyó ver en una ocasión que junto a ella yacía
una serpiente y mandó un emisario a Delfos para consultar el oráculo. Este le
respondió que debía hacer un sacrificio a Amón y que perdería el ojo con el
que había visto a su esposa acostada con el dios metamorfoseado en serpiente¹⁷.
No obstante, el matrimonio tuvo después otra hija: Cleopatra.
Filipo, después de derrotar a los griegos en Queronea, decidió casarse de
nuevo y en esta ocasión la elegida fue una noble macedonia, Cleopatra Eurídice,
pariente de Átalo, oficial de su ejército. Con esta boda Olimpíade, que dejó
de ser reina, fue repudiada y relegada a ocupar solo el papel de madre del,
todavía, heredero al trono de Macedonia. Este nuevo matrimonio de Filipo
provocó, no solo la hostilidad y desconfianza de Olimpíade, sino también un
alejamiento entre Alejandro y su padre¹⁸. Así las cosas, Olimpíade se marchó
al Epiro, donde gobernaba su hermano, con la acuciante preocupación de que,
si Filipo y su nueva esposa llegaban a tener un hijo, la posición de Alejandro
se tambalearía, ya que sería desplazado de su derecho al trono.
Su ausencia de Macedonia apenas duró un año, ya que regresó, en cuanto se
enteró de la muerte de Filipo, sin mostrar tristeza alguna. Surgieron, entonces,
¹⁶ Just. 12.16.4–6. Prodigia magnitudinis eius ipso ortu nonnulla apparuere. Nam ea die, qua natus
est, duae aquilae tota die perpetes supra culmen domus patris eius sederunt, omen duplicis imperii,
Europae Asiaeque, praeferentes. «Algunos prodigios de su grandeza aparecieron el mismo día de su
nacimiento. En efecto, el día que nació, dos águilas se posaron durante todo el día sin interrupción
en el tejado de la casa de su padre, anunciando el presagio del doble imperio de Europa y Asia».
¹⁷ Cf. Plu. Alex. 2.6 y 3.1. También Just. 11.1.2–5 y Paus. 4.14.7.
¹⁸ Plu. Alex. 9.7–11: ἐκφανεστάτην δὲ Ἄτταλος παρέσχεν ἐν τοῖς Κλεοπάτρας γάμοις, ἣν ὁ Φίλιππος
ἠγάγετο παρθένον, ἐρασθεὶς παρ’ ἡλικίαν τῆς κόρης, θεῖος γὰρ ὢν αὐτῆς ὁ Ἄτταλος ἐν τῷ πότῳ
μεθύων παρεκάλει τοὺς Μακεδόνας αἰτεῖσθαι παρὰ θεῶν γνήσιον ἐκ Φιλίππου καὶ Κλεοπάτρας
γενέσθαι διάδοχον τῆς βασιλείας, ἐπὶ τούτῳ παροξυνθεὶς ὁ Ἀλέξανδρος καὶ εἰπών, «ἡμεῖς δέ σοι,
κακὴ κεφαλὴ, νόθοι δοκοῦμεν;» ἔϐαλε σκύφον ἐπ’ αὐτόν, ὁ δὲ Φίλιππος ἐπ’ ἐκεῖνον ἐξανέστη
σπασάμενος τὸ ξίφος, εὐτυχίᾳ δὲ ἑκατέρου διὰ τὸν θυμὸν καὶ τὸν οἶνον ἔπεσε σφαλείς, ὁ δὲ
Ἀλέξανδρος ἐφυϐρίζων, «οὗτος μέντοι», εἶπεν, «ἄνδρες, εἰς Ἀσίαν ἐξ Εὐρώπης παρεσκευάζετο
διαϐαίνειν, ὃς ἐπὶ κλίνην ἀπὸ κλίνης διαϐαίνων ἀνατέτραπται». μετὰ ταύτην τὴν παροινίαν
ἀναλαϐὼν τὴν Ὀλυμπιάδα καὶ καταστήσας εἰς Ἤπειρον αὐτὸς ἐν Ἰλλυριοῖς διέτριϐεν. «El
enfrentamiento más abierto de todos lo causó Átalo, en la boda de Cleopatra, una doncella que
desposó Filipo, enamorado de la muchacha a pesar de la diferencia de edad. Átalo, que era tío de
ella, borracho en el banquete, invitó a los macedonios a rogar a los dioses que de la unión de Filipo
y Cleopatra naciera un hijo legítimo, heredero del reino. Furioso Alejandro por esto, exclamó: “¿Es
que yo, mala cabeza, te parezco ser un bastardo?”. Y al propio tiempo le tiró una copa. Entonces
Filipo se levantó y se dirigió hacia él con la espada desenvainada, pero por suerte para ambos la ira
y el vino le hicieron resbalar y caer. Alejandro dijo con tono insultante entonces: “Ese es, señores,
el que se preparaba para pasar de Europa a Asia, el que al pasar de un lecho a otro se ha caído
patas arriba”. Después de esta reyerta causada por la embriaguez, Alejandro cogió a Olimpíade
y la llevó a vivir al Epiro, y él mismo se quedó entre los ilirios».
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rumores de que la epirota podría haber instigado la muerte del rey¹⁹ para
favorecer a su hijo y, a pesar de la inmediata ejecución de su asesino Pausanias,
la autoría no quedó clara y Alejandro habría de defenderse de los rumores,
alegando que la muerte de su padre había sido el resultado de una conjura
palaciega²⁰.
Dos años después Olimpíade se despidió de su hijo, que marchaba a la con-
quista de Asia y al que ya no volvió a ver: esta fue, posiblemente, la etapa más
feliz de la vida de la reina, pues ocupó una posición de privilegio en Macedonia,
manteniendo con Alejandro una correspondencia fluida²¹ en la que madre
e hijo comentaban todo tipo de asuntos políticos y familiares. Fue entonces
cuando Olimpíade ordenó asesinar a la última esposa legítima de Filipo y a su
hijo²², acción que mereció el reproche de Alejandro, aunque él mismo, antes de
su partida, también había ordenado acabar con otros miembros de esa familia²³.
Olimpíade actuó como regente de Macedonia junto con Antípatro²⁴, uno de
los generales más leales de Filipo y el hombre que había ayudado a Alejandro
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a convertirse en rey; sin embargo, las relaciones entre ellos nunca fueron bue-
nas²⁵ y sus continuos enfrentamientos eran bien conocidos por Alejandro que,
en la distancia, intentaba suavizarlos²⁶.
Cuando tras once años de campañas arriesgadas y peligrosas murió Alejan-
dro en Babilonia, Olimpíade se quedó sola y cambió su objetivo político: era
el momento de garantizar el ascenso al trono de su nieto, el hijo de Alejan-
dro y Roxana, princesa de Bactria. Y, una vez más, buscó refugio en el Epiro
junto a su hija Cleopatra, reina de aquel país, pues la muerte de Alejandro
había hecho estallar la rivalidad entre los posibles sucesores de la soberanía
macedónica y Olimpíade decidió participar en estas luchas para asegurar el
trono a su nieto. Comienza entonces a maquinar una política de relaciones
matrimoniales para poner freno a las ambiciones de los pretendientes a suceder
a Alejandro: Perdicas, en esos momentos regente del pequeño Alejandro y de
su tío Filipo Arrideo, había querido fortalecer su posición casándose con la hija
de Antípatro, pero Olimpíade le ofreció la mano de su hija Cleopatra y Perdicas
aceptó; Antípatro se sintió insultado y el resultado fue una guerra civil en la
que, si bien Antípatro venció y se convirtió en el nuevo regente de la familia
real, murió muy pronto. En su lecho de muerte dejó como sucesor a su general
Poliperconte²⁷. Esta decisión enfureció al hijo de Antípatro, Casandro, que se
negó a reconocer a Poliperconte como regente; como respuesta, este se preparó
para combatir y pidió a Olimpíade que regresara a Macedonia para hacerse
cargo de la protección de su nieto. Olimpíade, a pesar de que en el Epiro estaba
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aunque murió, no como una diosa, sino como una reina, pues su hijo no tuvo
tiempo de divinizarla antes de morir, como había sido su deseo³⁷.
Casandro, probablemente por miedo a levantar al pueblo macedonio contra
su gobierno, en un primer momento conservó con vida a Roxana y a su hijo,
también capturados en Pidna, pero prohibió tratarlos como miembros de la
familia real y los hizo matar poco tiempo después, poniendo así fin a la dinastía
que había gobernado Macedonia durante varios siglos.
La imagen que la posteridad tuvo de Olimpíade fue la de una poderosa
reina envuelta en misterio y con una negra leyenda de mujer cruel, violenta,
neurótica, obsesiva, vengativa y ambiciosa, aunque, en realidad, quizás fue solo
una mujer que supo enfrentarse a las adversidades y a los obstáculos y que,
dotada de gran visión política, supo aprovechar su posición de poder y aprendió
a ganar y perder en un mundo de hombres, en su continua lucha para asegurar
el poder a su descendencia.
3. Cleopatra
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supo aunar con los elementos helenísticos que tan eminente posición dieron
a las mujeres en Egipto. Porque, además de por su apariencia, destacable en
hermosura⁴⁰, Cleopatra, al recibir una educación esmerada a cargo de su tutor
Filóstrato, quien le enseñó oratoria y filosofía, se convirtió muy pronto en
una persona atractiva, de brillante inteligencia y de hermosa voz, capaz de
expresarse no solo en su lengua materna, el griego, sino en muchas otras,
siendo ella la primera de su dinastía en hablar el egipcio⁴¹.
Desde la infancia compartió los problemas de gobierno con su padre, endeu-
dado con los romanos y en débil posición para conservar el trono. Habiéndose
exiliado este en diferentes cortes y habiendo permanecido en Roma durante
un año, allí lo acompañó Cleopatra, aún muy niña, y allí conoció a personajes
destacados de la política⁴², entre ellos a Pompeyo en cuya casa se alojó.
Las relaciones entre los hijos de Ptolomeo Auletes fueron complejas y vio-
lentas a partir de la actuación de su hija mayor, Berenice, usurpadora del poder
durante el exilio de su padre y asesinada al regreso de este; poco después,
la muerte del rey dejó en el trono a Cleopatra, casada a los veinte años con
uno de sus hermanos menores. Esta alianza matrimonial fue breve, ya que las
disensiones internas abocaron a un conflicto que llevó a Cleopatra al exilio.
Y como telón de fondo de esta situación, la guerra, igualmente civil, de Roma
entre César y Pompeyo tuvo gran repercusión en un Egipto que, si bien al
principio había apoyado a Pompeyo⁴³, después de Farsalia se pasó al bando
⁴⁰ D.C. 34.4–5: ἄλλως τε γὰρ περικαλλεστάτη γυναικῶν ἐγένετο, καὶ τότε τῇ τῆς ὥρας ἀκμῇ πολὺ
διέπρεπε «Porque era, de hecho, la más bella de las mujeres y entonces, en la flor de la juventud,
se distinguía especialmente».
⁴¹ Plu. Ant. 27.3–4: ἡδονὴ δὲ καὶ φθεγγομένης ἐπῆν τῷ ἤχῳ: […] αὐτὴ δι’ αὑτῆς ἀπεδίδου τὰς
ἀποκρίσεις, οἷον Αἰθίοψι, Τρωγλοδύταις, Ἑϐραίοις, Ἄραψι, Σύροις, Μήδοις, Παρθυαίοις. πολλῶν
δὲ λέγεται καὶ ἄλλων ἐκμαθεῖν γλώττας, τῶν πρὸ αὐτῆς βασιλέων οὐδὲ τὴν Αἰγυπτίαν ἀνασχο-
μένων παραλαϐεῖν διάλεκτον, ἐνίων δὲ καὶ τὸ μακεδονίζειν ἐκλιπόντων. «Provocaba placer el
simple sonido de su voz, […] ella misma era la que por sus propios medios daba audiencia, ya
fuera a etíopes, trogloditas, hebreos, árabes, sirios, medos o partos. Se dice que había aprendido
a hablar en muchas lenguas, cuando precisamente los reyes anteriores a ella ni siquiera se habían
preocupado de aprender la lengua egipcia, confiando alguno nada más que en su dialecto de
Macedonia».
⁴² Respecto a los conflictos económicos y dinásticos de Egipto y su repercusión en Roma, dan
cumplida cuenta D.C. 39.12–14.3 y 55–58 y Str. 12.3.34.
⁴³ App. BC 2.10.71: λέγονται: δὲ καὶ ἀπ’ Αἰγύπτου νῆες ἑξήκοντα αὐτῷ παραγενέσθαι παρὰ τῶν
Αἰγύπτου βασιλέων, Κλεοπάτρας τε καὶ τοῦ ἀδελφοῦ, παιδὸς ἔτι ὄντος. «Se dice que se presenta-
ron a él [a Pompeyo] sesenta naves procedentes de Egipto, enviadas por los reyes de este país,
Cleopatra y su hermano, que era, a la sazón, un niño». Υ 2. 12.84: ὁ μὲν δὴ […] ἐς τὴν Αἴγυπτον
ἔπλει: ἄρτι δ’ ἐκπεσούσης ἀπ’ Αἰγύπτου Κλεοπάτρας, ἣ τῷ ἀδελφῷ συνῆρχε, καὶ στρατὸν ἀμφὶ
τὴν Συρίαν ἀγειρούσης, «Y Pompeyo […] navegó hasta Egipto, en un momento en que hacía poco
que había sido expulsada de este país Cleopatra, la cual había compartido el trono con su hermano
y se hallaba en Siria reuniendo un ejército».
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sofocar una conspiración contra su vida por parte de los asesinos de Pompeyo;
sufrió la privación de agua y hubo de ver el terrible incendio que él mismo había
provocado para evitar un mal mayor y en el que se perdió el inestimable bien
de la Biblioteca; en la batalla junto a Faro estuvo a punto de perecer ahogado
y de perder sus apreciadas anotaciones, salvándose gracias a su pericia de
nadador y, por último, hubo de trabar un combate junto al Nilo donde se
produjo la derrota y desaparición del rey.
Estos episodios culminaron en el nombramiento de Cleopatra como reina de
Egipto⁵⁰, cuyo trono compartió con su otro hermano menor, de solo trece años,
Ptolomeo, que fue el siguiente marido de quien ya se había convertido en aman-
te de César. En un fastuoso viaje que hicieron Cleopatra y César remontando
el Nilo en cuatrocientas naves⁵¹, él satisfizo su interés sobre las peculiaridades
de Egipto y ambos profundizaron en su trato. Cuando él comprendió que no
podía demorarse más y que debía partir hacia Asia para sofocar la revuelta
de Farnaces en Bitinia, ella estaba a punto de dar a luz al único hijo varón de
César, Ptolomeo Cesarión⁵².
Desde entonces, durante los tres últimos años de la vida y hechos de César⁵³,
que, como hemos narrado en su momento, fueron de una intensidad comparable
a los que vivió y realizó el propio Alejandro, podríamos afirmar con cierta
seguridad que, en paralelo a César, la reina de Egipto fue urdiendo, mediante
su audaz pero inteligente proceder, un plan que confiriera a la figura del ya
casi divino general rasgos de realeza y, por ende, a su hijo Cesarión los de
futuro heredero suyo. En efecto, en este lapso de tiempo fue a Roma, siendo
inseguros los datos que tenemos sobre si permaneció allí desde el fin de la
guerra de África y las ceremonias del triunfo en que su hermana Arsínoe
madefierent, paludamentum mordicus trahens, ne spolio poteretur hostis. «En Alejandría, con ocasión
de un asalto a un puente, se vio obligado, de resultas de una salida inesperada de los enemigos,
a saltar a una barca; mas como otros muchos soldados se precipitaban en aquella misma barca,
se arrojó al mar y a nado cubrió doscientos pasos hasta alcanzar la nave más próxima, con la
mano izquierda fuera del agua para que no se mojaran los documentos que llevaba, y cogido con
los dientes su manto de general para evitar que cayera en poder del enemigo como botín». Cf.
asimismo D.C. 42.40.2–4 y App. BC 2.90.
⁵⁰ Cf. Plu. Caes. 49.10.
⁵¹ Cf. App. 2.90.
⁵² Luc. 10.70. Et in media rabie, medioque furore, / et Pompeianis habitata manibus aula, / sanguine
Thessalicae cladis perfusus adulter / admisit Venerem curis, et miscuit armis / illicitosque toros, et non
ex coniuge partus. «Incluso en medio de su rabia y de su furia, y en el palacio habitado por los
manes de Pompeyo, él, bañado en la sangre de la catástrofe de Tesalia, hizo sitio en sus cuidados
a sus amores adúlteros, y mezcló con la guerra tálamos ilícitos y retoños no nacidos de una esposa
legítima».
⁵³ De fines de marzo del 47 a las idus de marzo del 44. Cf. Plu. Caes. 50–66.
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desfiló entre los vencidos hasta la muerte de César, o si viajó en dos ocasiones⁵⁴.
De cualquier modo, ya fuera por motivos políticos y de alianzas, ya fuera por
afianzar sus amores con César y, por tanto, el destino de su hijo, su presencia
en la ciudad no pasó inadvertida. Observada con desconfianza por algunos, con
menosprecio por otros en razón del lujo y la soberbia de sus modales de reina,
trabó sin embargo alianzas y recibió reconocimientos y honores. Así, habiendo
cumplido César la promesa hecha antes de Farsalia de levantar un templo
a Venus Genetrix, la diosa originaria de su estirpe, colocó allí una hermosa
estatua de Cleopatra⁵⁵, de forma que con ello parecía establecer una relación
entre las dos. Si siempre tuvo consigo en Roma a Cesarión o no, lo ignoramos;
sin embargo, su hermano y esposo sí la acompañaba⁵⁶.
Cleopatra permaneció en Roma en los agitados momentos que sucedieron
a la muerte de César hasta que la apertura de su testamento puso fin a sus
expectativas⁵⁷: el nombramiento de Octavio como su heredero y el silencio
sobre Cesarión la aconsejaron regresar a Egipto. En los trece años que mediaron
hasta su muerte, Cleopatra ejerció de reina y de diosa —su repetida vestimenta
de Isis así lo indica—, pero sobre todo persiguió como madre su objetivo más
querido, el de instaurar una dinastía unificadora de dos imperios, el egipcio
y el romano, en la persona de su hijo Cesarión que, una vez muerto por veneno
Ptolomeo, fue nombrado regente con ella⁵⁸.
⁵⁴ Cf. D.C. 43.19. Suet. Caes. 52.2 dilexit et reginas, […]; sed maxime Cleopatram, […] quam denique
accitam in urbem non nisi maximis honoribus praemiisque auctam remisit filiumque natum appellare
nomine suo passus est. Quem quidem nonnulli Graecorum similem quoque Caesari et forma et incessu
tradiderunt. M. Antonius adgnitum etiam ab eo senatui adfirmauit. «Amó también a reinas, […];
pero más que a ninguna a Cleopatra: […] a la que por último hizo venir a Roma y no la dejó
partir hasta que la hubo colmado con los mayores honores y presentes, permitiéndole además
que le pusiera su nombre al hijo que había tenido. Por cierto que algunos autores griegos nos han
transmitido que este hijo se parecía a César tanto en su figura como en su modo de andar. Marco
Antonio afirmó al Senado que aquel lo había incluso reconocido».
⁵⁵ Cf. App. BC 2.15.102. Con relación a esta estatua de Cleopatra de la que habla Apiano, erigida en
Roma, en el templo de Venus Genetrix dentro del Foro Julio el 26 de septiembre del 46 a.C., hay que
señalar que en la habitación 71 de la Casa de Marco Fabio Rufo en Pompeya hay una pintura mural
que parece ser Venus con Cupido abrazándola, pero es más probable que sea una representación
de Cleopatra VII como Venus Genetrix, con su hijo Cesarión como Cupido, y que se pintara con
motivo de la fundación del templo. Cf. Duane Roller 2010: 175, y Walker 2008: 35–46 y 345–8.
⁵⁶ D.C. 43.27.3. ἦλθέ τε γὰρ ἐς τὸ ἄστυ μετὰ τοῦ ἀνδρός, καὶ ἐς αὐτοῦ τοῦ Καίσαρος ἐσῳκίσθη, ὥστε
καὶ [ἐπ’] ἐκεῖνον ἐπ’ ἀμφοτέροις σφίσι κακῶς ἀκοῦσαι. «Ella había llegado a la ciudad, en efecto,
con su marido y se había alojado en la propia casa de César, de modo que también él era tenido en
mal concepto por causa de ambos».
⁵⁷ App. 2.20.143: διαθῆκαι δὲ τοῦ Καίσαρος ὤφθησαν φερόμεναι, καὶ εὐθὺς αὐτὰς τὸ πλῆθος ἐκέλευον
ἀναγινώσκειν. θετὸς μὲν δὴ τῷ Καίσαρι παῖς ἐγίγνετο ἐν αὐταῖς ὁ τῆς ἀδελφῆς θυγατριδοῦς
Ὀκτάουιος. «Se trajo a presencia de todos el testamento de César y el pueblo ordenó que se leyera
de inmediato. En él se nombraba hijo adoptivo de César a Octavio, el nieto de su hermana».
⁵⁸ En el Petrie Museum of Egyptian Archaeology de Londres se expone una estela de roca caliza de
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porque siguieran una orden de Cleopatra, los siguió. […] Los demás soldados […] izaron sus velas,
otros arrojaron al mar los castillos y la impedimenta para aliviar la carga y darse a la fuga».
⁶⁵ D.C. 51.8.1–7: Ἀντώνιος δὲ καὶ Κλεοπάτρα ἀκούσαντες τῶν πρέσϐεων τὰ παρὰ τοῦ Καίσαρός
σφισιν ἐπισταλέντα, ἔπεμψαν αὖθις, ἡ μὲν χρήματα αὐτῷ πολλὰ δώσειν ὑπισχνουμένη, ὁ δὲ
τῆς τε φιλίας καὶ τῆς συγγενείας αὐτὸν ἀναμιμνήσκων, […] τῷ δ’ Ἀντωνίῳ οὐδὲν οὐδὲ τότε
ἀπεκρίνατο. […] τῇ μέντοι Κλεοπάτρᾳ πολλά […] καὶ ἐπηπείλησε καὶ ὑπέσχετο. φοϐηθεὶς δ’
οὖν καὶ ὣς μή πως ἀπογνόντες συγγνώμης παρ’ αὐτοῦ τεύξεσθαι διακαρτερήσωσι, καὶ ἤτοι καὶ
καθ’ ἑαυτοὺς περιγένωνται, ἢ καὶ ἐς τὴν Ἰϐηρίαν τήν τε Γαλατίαν ἀπάρωσιν, ἢ καὶ τὰ χρήματα,
ἃ παμπληθῆ ἤκουεν εἶναι, φθείρωσιν. […] Θύρσον ἐξελεύθερον ἑαυτοῦ ἔπεμψεν ἄλλα τε πολλὰ
καὶ φιλάνθρωπα αὐτῇ ἐροῦντα, καὶ ὅτι καὶ ἐρῶν αὐτῆς τυγχάνει, εἴ πως ἔκ γε τούτου […] τόν τε
Ἀντώνιον ἀναχρήσαιτο καὶ ἑαυτὴν τά τε χρήματα ἀκέραια τηρήσειε. καὶ ἔσχεν οὕτως. «Antonio
y Cleopatra, tras escuchar de sus emisarios las propuestas de César [Octavio], de inmediato le
contestaron: ella, prometiendo entregarle mucho dinero; él, recordándole su amistad y sus vínculos
familiares […] Pero nada respondió a Antonio. […] En cambio, a Cleopatra, […] no solo la amenazó,
sino que también le hizo muchas promesas. Temía que ellos, renunciando al perdón que él pudiera
otorgarles, ofrecieran resistencia y, a pesar de todo, consiguieran salvarse por sus propios medios,
zarpasen para Iberia o para Galia, o, incluso, destruyesen sus tesoros que él sabía cuantiosísimos.
[…] Y por eso César [Octavio] le envió a Tirso, uno de sus libertos, para que le hiciera llegar sus
galanterías y le dijera que también estaba enamorado de ella, por si de este modo, […] se deshacía
de Antonio y conservaba intactas tanto sus riquezas como su persona. Y así fue como sucedió».
⁶⁶ Cf. Plu. Ant. 76. D.C. 51.11.1–2: καὶ ὁ μὲν ἐνταῦθα οὕτω καὶ ἐν τοῖς τῆς Κλεοπάτρας κόλποις
ἐναπέθανεν, ἐκείνη δὲ ἐθάρσησε μέν πως τὸν Καίσαρα, καὶ εὐθὺς αὐτῷ τὸ γεγονὸς ἐδήλωσεν, οὐ
μὴν καὶ πάνυ ἐπίστευε μηδὲν κακὸν πείσεσθαι. κατεῖχεν οὖν ἑαυτὴν ἔνδον, ἵν’ εἰ καὶ διὰ μηδὲν
ἄλλο σωθείη, τῷ γε φόϐῳ τῶν χρημάτων καὶ τὴν ἄδειαν καὶ τὴν βασιλείαν ἐκπρίηται. οὕτω
που καὶ τότε ἐν τηλικαύτῃ συμφορᾷ οὖσα τῆς δυναστείας ἐμέμνητο, καὶ μᾶλλόν γε ἔν τε τῷ
ὀνόματι καὶ ἐν τῷ σχήματι αὐτῆς ἀποθανεῖν ἢ ἰδιωτεύσασα ζῆν ᾑρεῖτο. «Y allí, de aquella manera
murió en el regazo de Cleopatra. Cleopatra, de algún modo, confiaba en César. Inmediatamente
le informó de lo sucedido, aunque no estaba completamente segura de no sufrir algún perjuicio
por eso. Se mantuvo dentro del sepulcro para que, si no podía salvarse por ninguna otra razón,
al menos pudiera comprar su inmunidad y su reino con el miedo a que se perdieran sus tesoros.
Y aunque se encontraba en una situación tan desgraciada, tan consciente era de su dignidad real
que prefería morir bajo el título de reina que vivir como una mujer particular».
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⁶⁷ Cf. Plu. Ant. 84. Hor. Od. 1.37.23. Quae generosius / perire quaerens nec muliebriter / expavit ensem
nec latentis / classe cita reparavit oras. / ausa et iacentem visere regiam / voltu sereno, fortis et
asperas / tractare serpentes, ut atrum / corpore conbiberet venenum, / deliberata morte ferocior; /
saevis Liburnis scilicet invidens / privata deduci superbo, / non humilis mulier, triumpho. «Mas ella,
queriendo perecer con más nobleza, no mostró un pavor mujeril ante la espada, ni con su escuadra
veloz buscó refugio en riberas escondidas. Con rostro sereno osó volver a su abatida corte y, llena
de valor, echar mano de las ásperas serpientes para absorber en su cuerpo su veneno negro, y más
decidida porque la suya era una muerte voluntaria. Y es que no quiso que las liburnas despiadadas
en soberbio triunfo la llevaran, como si fuera una más, aquella mujer incapaz de doblegarse».
⁶⁸ La generalizada atribución de su muerte a la picadura del áspid puede fundarse en ser este un
animal símbolo de Egipto, que aparece enroscado en el ureo, el adorno de los faraones, en las
estatuas de Isis e insinuándose en el culto a Dioniso.
D.C. 51.14.1–6: καὶ τὸ μὲν σαφὲς οὐδεὶς οἶδεν ᾧ τρόπῳ διεφθάρη: κεντήματα γὰρ λεπτὰ περὶ
τὸν βραχίονα αὐτῆς μόνα εὑρέθη: λέγουσι δὲ οἱ μὲν ὅτι ἀσπίδα ἐν ὑδρίᾳ ἢ καὶ ἐν ἄνθεσί τισιν
ἐσκομισθεῖσάν οἱ προσέθετο, οἱ δὲ ὅτι βελόνην, ᾗ τὰς τρίχας ἀνεῖρεν, ἰῷ τινι, δύναμιν τοιαύτην
ἔχοντι ὥστε ἄλλως μὲν μηδὲν τὸ σῶμα βλάπτειν, ἂν δ’ αἵματος καὶ βραχυτάτου ἅψηται, καὶ
τάχιστα καὶ ἀλυπότατα αὐτὸ φθείρειν, χρίσασα τέως μὲν αὐτὴν ἐν τῇ κεφαλῇ ἐφόρει ὥσπερ
εἰώθει, τότε δὲ προκατανύξασά τι τὸν βραχίονα ἐς τὸ αἷμα ἐνέϐαλεν. […] ὁ δὲ δὴ Καῖσαρ μηδένα
τρόπον ἀναϐιώσασθαι τὴν Κλεοπάτραν δυνηθεὶς ἐκείνην μὲν καὶ ἐθαύμασε καὶ ἠλέησεν, αὐτὸς
δὲ ἰσχυρῶς ἐλυπήθη ὡς καὶ πάσης τῆς ἐπὶ τῇ νίκῃ δόξης ἐστερημένος. «Nadie sabe a ciencia cierta
cómo se suicidó, pues sólo se encontraron unas pequeñas picaduras sobre un hombro. Hay quien
dice que se las había causado un áspid que estaba oculto dentro de una vasija de agua o escondido
entre las flores; otros afirman que fue con una de las agujas con las que sujetaba su cabello y que
contenía un veneno tan poderoso que en circunstancias normales no dañaba el cuerpo pero que si
llegaba a tocar, aunque fuera de manera muy leve, la sangre, causaba una muerte rápida e indolora.
Hasta aquel momento la había llevado en la cabeza como acostumbraba, pero entonces se dio un
pinchazo en el hombro y puso el veneno en contacto con la sangre. […] César [Octavio], incapaz,
de ningún modo, de hacer revivir a Cleopatra, se dejó llevar por la admiración, y también por la
piedad, hacia ella. Sintió, asimismo, gran aflicción porque su victoria había sido privada de toda su
gloria».
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4. Síncrisis
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y grandes semejanzas. Mas si por fin hemos de examinar por partes, como un
poema o una pintura, a una y a otra⁷²», procederemos en primer lugar a re-
cordar brevemente cuáles fueron sus rasgos más destacables y a compararlos.
Y «habiendo sido tales, según la Historia, estas dos mujeres, es claro que el
cotejo no ha de encontrar muchas diferencias y desigualdades⁷³», de modo
que «teniéndolas a ambas a la vista, aunque la empresa es difícil, no hemos
de rehusar el confrontar las diferencias de una y otra, porque los rasgos de
semejanza en las mismas obras resplandecen⁷⁴».
«Recorramos con el discurso rápidamente los caracteres que distinguen a la
una de la otra, entrando en la comparación⁷⁵».
«Pues que experimentaron ambas grandes mudanzas, examinemos primero
lo relativo a su poder, a su lustre, a su dignidad⁷⁶». Poderosa la griega por su
linaje, no lo fue menos la egipcia; ambas sufrieron destierro; ambas urdieron
sangrientas estrategias que culminaron en muertes; ambas se adentraron en el
secreto mundo de la magia y en los ritos ctónicos, siendo lógico por ello que la
serpiente sea el animal que a ambas representa; con su gran inteligencia como
arma, tanto una como otra en justa lid compitieron con varones llevadas de
su fiereza maternal y de su decidido propósito de perpetuarse, ellas y el regio
poder que ostentaban, en la persona de sus descendientes, el hijo y el nieto en el
caso de Olimpíade, en el de Cleopatra los hijos, pero, por encima de los demás,
el nacido de César; «ambas decayeron de su alta fortuna por culpa propia,
aunque no de la misma manera⁷⁷», porque, si bien en su porte una dignidad
propia de reinas también las igualó en el momento de morir, la una murió por
mano ajena, la otra por la propia.
«Pero lo más admirable entre todo lo que se ha dicho, a lo que yo entiendo⁷⁸»,
es que las dos compartieron destino con dos hombres de altura sobrehumana,
el gran Alejandro y el no menos grande César, cuyas vidas paralelas, relatadas
⁷² Plu. Comp. Arist. Cat.Ma. 1: γεγραμμένων δὲ καὶ περὶ τούτων τῶν ἀξίων μνήμης, ὅλος ὁ τούτου
βίος ὅλῳ τῷ θατέρου παρατεθεὶς οὐκ εὐθεώρητον ἔχει τὴν διαφοράν ἐναφανιζομένην πολλαῖς
καὶ μεγάλαις ὁμοιότησιν. εἰ δὲ δεῖ κατὰ μέρος τῇ συγκρίσει διαλαϐεῖν ὥσπερ ἔπος ἢ γραφὴν
ἑκάτερον.
⁷³ Plu. Comp. Tim. Aem. 1: τοιούτων δὲ τῶν κατὰ τὴν ἱστορίαν ὄντων, δῆλον ὡς οὐκ ἔχει πολλὰς
διαφορὰς οὐδὲ ἀνομοιότητας ἡ σύγκρισις.
⁷⁴ Plu. Comp. Lyc. Num. 1: ἐκκειμένων ἀμφοῖν, εἰ καὶ χαλεπὸν ἔργον, οὐκ ἀποκνητέον συναγαγεῖν
τὰς διαφοράς, αἱ μὲν γὰρ κοινότητες ἐπιφαίνονται ταῖς πράξεσιν.
⁷⁵ Plu. Comp. Ages. Pomp. 1: ἐκκειμένων οὖν τῶν βίων ἐπιδράμωμεν τῷ λόγῳ ταχέως τὰ ποιοῦντα
τὰς διαφοράς, παρ’ ἄλληλα συνάγοντες, ἔστι δὲ ταῦτα.
⁷⁶ Plut. Comp. Demetr. Ant. 1: ἐπεὶ τοίνυν μεγάλαι περὶ ἀμφοτέρους γεγόνασι μεταϐολαί, πρῶτον τὰ
τῆς δυνάμεως καὶ τῆς ἐπιφανείας σκοπῶμεν.
⁷⁷ Plu. Comp. Demetr. Ant. 6: ἐξέπεσον δὲ τῶν πραγμάτων ἀμφότεροι μὲν δι’ αὑτούς, οὐ μὴν ὁμοίως.
⁷⁸ Plu. Comp. Lys. Sull. 5: τὸ δὲ πάντων μέγιστον, ὡς ἐγὼ νομίζω, τῶν εἰρημένων.
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Grupo Tempe
por nosotros con detalle, hemos juzgado oportuno no compararlas sino a través
del devenir de estas dos preeminentes mujeres que tanto les influyeron.
Séanos permitido que, a pesar de lo anunciado más arriba, una vez acabado
el cotejo de sus semejanzas, renunciemos a comparar sus diferencias. Sin
duda las tuvieron en razón de las diferentes culturas a las que pertenecieron,
del diferente lugar en que desarrollaron sus vidas y, muy especialmente, del
tiempo diferente en el que a cada una de ellas le correspondió vivir; sin embargo,
opinamos que en el pesaje de sus acciones, ya sea en el juicio egipcio, ya ante los
míticos jueces griegos, la balanza se inclinaría, vencida, hacia las semejanzas.
Fuentes
Textos
Traducciones
Apiano, Historia romana. Guerras Civiles, traducción y notas de A. Sancho Royo, Madrid,
Gredos, 1985.
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y notas de A. Guzmán Guerra, Madrid, Gredos, 1982.
Cavafis, C. P., Poesía completa. «Cesarión», traducción de J. M. Macías, Valencia, Pre
Textos, 2015.
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J. Calonge y P. J. Quetglas, Madrid, Gredos, 2005.
Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, traducción y notas de J. J. Torres Esbarranch y J.
M. Guzmán Hermida, Madrid, Gredos, 2011.
Dion Casio, Historia romana, libros 1–35: traducción y notas de D. Plácido Suárez, 2004;
libros 36–49: traducción y notas de J. M. Candau Morón y M. L. Puertas Castaños,
2004; libros 46–49: traducción y notas de J. P. Oliver Segura, 2011; libros 50–60:
traducción y notas J. M. Cortés Copete, 2011, Madrid, Gredos.
Estrabón, Geografía, libros 11–14, introducción, traducción y notas de M. P. de Hoz
García Bellido, Madrid, Gredos.
Horacio, Odas, introducción, traducción y notas de J. L. Moralejo, Madrid, Gredos, 2007.
Josefo, Guerra de los judíos, introducción, traducción y notas de J. M. Nieto Ibáñez,
Madrid, Gredos, 1997.
Justino, Epítome de las «Historias filípicas» de Pompeyo Trogo, introducción, traducción
y notas de J. Castro Sánchez, Madrid, Gredos, 1995.
Lucano, Farsalia, introducción, notas y traducción de A. Holgado Redondo, Madrid,
Gredos, 1984.
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Referencias bibliográficas
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LINGÜÍSTICA
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El sonido /w/ que llamamos waw por el nombre de la letra fenicia 〈Y〉 o digamma
por el nombre de la letra griega 〈Ϝ〉 supone un elemento de gran interés dentro
del estudio de la lengua griega. Conservada como tal en micénico¹, su situación
en época postmicénica es diversa y complicada: así, mientras que en jónico
ático y en el dorio del Egeo la /w/ se ha perdido desde las primeras inscripciones
* Investigación financiada mediante un contrato de Ayudas para la Formación del Profesora-
do Universitario (FPU) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, con referencia
FPU17/03052.
¹ Por ejemplo, ne-wo (/newo-/, át. νέος), de-ki-si-wo (/deksiwo-/, át. δεξιός) o di-wo (/diwos/, át. Διός).
Cf. Rix 1992: §72, Lejeune 1972: §§186–187.
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Iván Andrés-Alba
La palabra para el Sol (y el dios Sol, Helios) es de gran interés, al suponer un caso
de waw «perdida y encontrada» exitosamente. El término es perfectamente
conocido fuera del dorio: át. ἥλιος, lesb., arc. ἀέλιος, hom. ἠέλιος, etc. En dorio
lo encontramos también en gran parte de los dialectos ya sea con la forma
ἁέλιος o ἅλιος¹³. Las variaciones en el vocalismo son fácilmente explicables: las
² Buck 1955, §§50, 53. Precisamente en laconio la /w/ ha conservado su pronunciación labial en el
tsaconio, su representante moderno: cf. βάννε (gr.mod. αρνί «cordero»), desde *warn- (át. ἀρήν,
ἀρνός).
³ LOD 141 A₅ (= SEG 15:391).
⁴ IG V,1 252b.
⁵ LSAG p. 170 nº 34, p. 182 nº 9.
⁶ IG IV 211₁ frente a IG IV 219₁ Ποτε(ι)δᾶνι, ambos de Corinto y fecha semejante.
⁷ IED 43 (= IvO 718).
⁸ IG IX,1 698₁.
⁹ SEG 9:72₁₀₂ desde *enwato- «noveno».
¹⁰ IC IV 182₁₁.
¹¹ FD III:1 294₁₂.
¹² IG IX,1² 718₂.
¹³ Algunos ejemplos epigráficos: Ἄλιο̄ι [IC IV 65₇ (Gortina, s. vi a.C.)], ἁλίω, [SEG 9 355 (Cirene,
s. iv a.C.)], Ἁλίō [SEG 27:481 (Rodas, 450–400)]. También aparece en dorio literario: Ἅλιον (Alcm.
P 41), Ἅλιε (E. Alc. 244).
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formas sin contracción ἀε- y ἠε- evidencian un hiato original /aːe/ mantenido
en dorio, lesbio y arcadio, y modificado en /εːe/ en las formas épicas de ἠέλιος
con el cierre de /aː/ en /εː/ propio del jónico-ático. La contracción regular de
/εːe/ en /εː/ y de /aːe/ en /aː/ en dorio explica la oscilación entre át. ἥλιος y dor.
ἅλιος.
Hasta aquí bien, pero ¿dónde está la waw? La waw viene de la mano de
Hesiquio en la glosa: ἀϐέλιον· ἥλιον, Κρῆτες. No obstante, como indica Bechtel
(1921: 667), Heráclides de Mileto, gramático del s. i a.C. – i d.C. lo atribuye más
bien al panfilio y no al cretense¹⁴. Sea dorio o panfilio, lo cierto es que, en este
caso, la comparación con otras lenguas indoeuropeas permite confirmar una
forma *ἁϝέλιος en griego, procedente de un no atestiguado *sāwelios. El a.i.
sū́rya- «sol» (variante sū́ra-) refleja la misma formación con un tema en -l-
(indoiranio -r-) y un sufijo *-i ̯o-, si bien la raíz presenta un grado diferente
(pleno en griego, cero en indoiranio): gr. *sāw-el-io-s (< *seh₂u-el-i ̯o-s) frente a.i.
sū́rya- (< *suH-l-i ̯-as, < *sh₂u-l-)¹⁵. La raíz formaba en origen un heteróclito en
l/n *séh₂ul ~ *sh₂wéns, del cual da testimonio la alternancia en germánico (con
grado o) entre formas con -l- y con -n- (cf. gót. sauil, ags. sōl, desde el recto
*sóh₂ul, y gót. sunno, ags. sunne desde el oblicuo *sh₂wén-)¹⁶. En cualquier caso,
y al margen del detalle etimológico, lo cierto es que, en el caso de ἁέλιος, la
waw está, efectivamente, justificada.
Junto al át. βοηθός (jón. ép. también βοηθόος), βοηθέω, βοήθεια, encontramos
en otros dialectos formas como dor. βοᾱθόος, βοᾱθοέω (con hiféresis βοᾱθέω¹⁷)
o lesb. βᾱθόημι¹⁸. El origen del término parece remontarse a alguna expresión
¹⁴ τὸ γοῦν φάος φάϐος φασὶ καὶ τὸ ἀέλιος [β]ἀϐέλιος. Es decir: /pʰavos/ por /pʰaos/ y /a:velios/ por
/a:elios/.
¹⁵ En realidad, las formas sū́r-ya- y sū́r-a- son una refacción desde el tema oblicuo de svàr «sol» (gen.
sū́r-aḥ), a su vez procedente de *suHl̥ por metátesis desde *sHul (< sh₂u-l-). Mayrhofer 1996: iii 793.
¹⁶ El paradigma se aprecia como tal en avéstico huuarə, gen. xvə̄ṇg. Beekes 2010: 516, Mallory &
Adams 2006: 128. Una explicación (aproximada) de la evolución desde el indoiranio al avéstico:
nom. *súHl̥ > *húwar (con aspiración inicial de /s/ y epéntesis de la sonante *l̥ en /ar/) > av. huuarə
fonéticamente /húwarə/. En cuanto al gen. *suHáns > *huwə́ŋh (con aspiración de /s/ y velarización
del grupo /anh/ > /əŋh/) > *hwə̄ŋ (con paso de /huw/ a /hw/ por el acento, alargamiento del
schwa y pérdida de la aspiración final) > xʷə̄ṇg (con velarización del grupo /hw/ ante vocal),
fonéticamente /xʷəːɴᵍ/.
¹⁷ Sirvan como ejemplos del verbo: etol. βοᾱθοεῖν [IG IX 12 3A₃₀ (Termo, ca. 262)], cret. βοᾱθιόντων
[IC IV 186₈.₁₃ (Gortina, 250–200)] y de los sustantivos foc. Βοᾱθοίου, nombre de un mes, [SGDI
1688₁ (Delfos, 156–151)], y etol. βοᾱθοίας [IG IX, 1² 1:3 A1₃₂ (Termo, ca. 262)].
¹⁸ Se refiere al fragmento del lírico lesbio Alceo [ϐ]α̣ θόην [ (Alc.288₂).
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Iván Andrés-Alba
del tipo ἐπὶ βοὴν θεῖν «correr, acudir al grito de guerra»¹⁹. Formaciones seme-
jantes se encuentran fuera y dentro del griego: así a.i. abhidhāvati «correr en
ayuda» (donde abhí «hacia, contra» < *h₂m̥ bʰí, cf. gr. ἀμφί; y dhāvati «correr» <
*dʰew-, cf. θέω) o mismamente gr. βοηδρομέω (con derivados como Βοηδρόμιος,
epíteto de Apolo; Βοηδρόμια, fiesta en Atenas; Βοηδρομιών, nombre de un
mes en el Ática; o Βᾱδρόμιος, Βᾱτρόμιος, su correspondiente en el dorio del
Egeo)²⁰.
La waw buscada en este caso se esconde en el primer término: βοή «grito». La
oscilación entre dialectos en el vocalismo que vemos en los compuestos βοη- ~
βοᾱ- ~ βᾱ- no es problemática, pero sí lo es su etimología. Chantraine (1968:
183) propone una conexión con a.i. jóguve «declamar» (intensivo o iterativo
de la raíz gav-)²¹, lit. gaudžiù, gau͂ sti «gritar», a.esl. govorъ «ruido, rumor»
(cf. ruso govorít’ «hablar»), si bien estas palabras más fácilmente se asocian con
gr. γόος «lamento» y su deverbativo γοάω «llorar». En efecto, estos términos
(junto al germ. *kaujan, de donde ags. cīeġan y a.a.al. gi-kewen «llamar»)
presuponen una raíz *gewH- ~ gowH -, que, sin embargo, no puede evolucionar
en gr. a βοάω. Para explicar la /b/ inicial del griego sería necesario una raíz
con delabialización de *gʷowH- (como en βοῦς desde *gʷṓws), lo cual no está
asegurado²². Además, de ser ese el caso, habría que explicar por qué desde una
misma raíz *gʷowH- encontramos tanto βο-άω como γο-άω²³.
Por otra parte, varios términos con /b/ inicial en griego como βύᾱς «búho» (cf.
lat. būbō), βύκτης «aullante, ululante» parecen apuntar, como indica Beekes
(2010: 224) a un origen onomatopéyico²⁴. Así pues, la waw que presupone
Bechtel (1923) como antecesora del hiato de /oaː/ (es decir *βοϝᾱ-), si bien
viable desde *gʷowH-eh₂-, no está asegurada.
¹⁹ Schulze 1918: 481 sitúa el término en un ámbito no solo psicológico sino también jurídico, por el
cual la βοή, en tanto que forma de denunciar una atrocidad, obligaba a aquel que la escuchase
a acudir en ayuda del emisor, siendo la omisión de este deber castigada legalmente.
²⁰ Kretschmer 1929: 97–98. Cf. también el beo. ἰυγγοδρομέω (según la glosa ἰ. · ἐκϐοηεῖν, Βοιωτοί),
cuyo primer elemento estaría en Ἰύγγιος, nombre de un mes en Tesalia, ἰύζω «gritar», ἰυγή, ἰυγμός
«grito».
²¹ Con la raíz en grado cero y la reduplicación en grado pleno, palatalización de /g/ ante /e/ y posterior
monoptongación de /aw/ en /oː/: *géw-guH-h₂ej > *jáw-guH-ay > *jó-guv-e.
²² El germánico, donde la evolución de *gʷewH- debería ser *kʷew-, manteniendo la labiovelar, no
sirve en esta ocasión de ayuda, pues al tratarse del grado o de la raíz se produce una delabialización
ante /o(ː)/ y /u/: *gʷowH- > *kaw- (en lugar del esperado **kʷaw-).
²³ Beekes 2010: 281 sugiere que la forma con /g/ podría proceder de una delabialización en un
hipotético grado cero *gʷuwH -, que evolucionaría a *γυ-, de donde pasaría al resto del paradigma
dando lugar a la forma γοάω.
²⁴ En lat. boō sería un préstamo desde el griego. Curiosamente, se atribuye una forma bovō a Enio
(Enn. ann. 571 apud Varr. Ling.).
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2.3. βῶκας
2.4. θωκέω
²⁵ ὅκχ’ ὁρῆι βῶκάς 〈τε〉 πολλοὺς καὶ σμαρίδας («cuando ve muchas bogas y carameles», Epich. 29).
²⁶ Strömberg 1943: 63–66, Beekes 2010: 223–224.
²⁷ Ἀριστοφάνης δ’ ὁ Βυζάντιος κακῶς φησιν ἡμᾶς λέγειν τὸν ἰχθὺν βῶκα δέον βόωπα, ἐπεὶ μι-
κρὸς ὑπάρχων μεγάλους ὦπας ἔχει· εἴη ἂν οὖν ὁ βόωψ βοὸς ὀφθαλμοὺς ἔχων. (Ar. Byz. apud
Ath.7.27.22–24).
²⁸ En gr.med. también γοῦπα ~ βοῦπα, con cierre de /o/ en /u/ por la velar y con alternancia entre /v/
y /γ/. Babiniotis 2010: 328.
²⁹ ὑμὲς δὲ ἐπεγγυάμενοι θωκεῖτε. (Sophr. 60), τῆλ’ ἀπε]νθὼν τεῖδε θωκησῶ τε καὶ λεξοῦ[μ’ ὅπως
(Sophr. 99).
³⁰ ἐν θρόνῳ σεμνῷ σεμνὸν θωκέοντα (Hdt. 2.173.8–9).
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Iván Andrés-Alba
2.5. κᾶλον
La palabra κᾶλον «madera (para construcción o para quemar)», con pl. κᾶλα
(también «barcos»), es retrotraída por Bechtel (1923: 311) a una forma *káwelon
que él deriva del verbo καίω «quemar» basándose en la glosa de Hesiquio:
δαϐελός · δᾱλός, Λάκωνες. En efecto, tanto δᾱλός «antorcha» (δαελός en
Sophr. 4.13.6), δάος y δαΐς, -ίδος (át. δᾴς, δᾳδός), como el verbo δαίω (< *δαϝίω)
«quemar» derivan de *δαϝ-, de la raíz *deh₂u-³⁴.
La evolución paralela que propone Bechtel partiendo desde κα(ϝ)ίω (aor.
ἔκαυσα, raíz *keh₂u-): *δαϝ-ελ-ός ~ *κάϝ-ελ-ον, si bien desde el punto de vista
de la evolución semántica parece aceptable («material para quemar» → «ma-
dera» → «madera para otros usos»), no lo es en cuanto a evolución fonética.
Para empezar, no tenemos evidencias de la /w/, como ocurría con la glosa en el
caso de δᾱλός³⁵, y además el hiato de /a/+/e/, que contrae en jón. át. como /aː/,
contraería en /εː/ en dorio (cf. át. ὅρᾱ frente a cor. ὅρη, desde *ὅρα-ε, imperati-
vo de ὁράω³⁶). Beekes (2010: 625), teniendo en cuenta esta incompatibilidad,
³¹ Esto parece improbable, en primer lugar, porque nada explica la /aː/ y en segundo porque la
contracción esperada en dorio de /oaː/ es —al menos en el Egeo— /aː/ y en este caso tenemos /ɔː/
en Anafe: Ἀγϙυλίων τόνδε τὸν θῶϙον ἐποίη[σα]. [IG XII,3 255].
³² Schulze 1892: 435 apud Chantraine 1968:419.
³³ El sufijo -ακ- es, de hecho, común en palabras de sustrato (cf. φάρμακον, θώραξ). La alternancia
entre /o/ y /a/ respondería, pues, a un fenómeno pre-griego, según Beekes 2010: 529, 2008: 31.
³⁴ La estructura de *δάϝ-ος ~ *δαϝ-ελ-ός sigue el mismo patrón que νέφ-ος ~ νεφ-έλ-η. Beekes 2010:
298-299. La raíz *deh₂u- aparece también en a.i. dunóti «quemar» (en grado cero du- y sufijo nasal:
*du-nav-ti), perfecto dúdāva (< *dú-daHu-Ha, < *dú-deh₂u-h₂e), morfológicamente semejante a gr.
δέδηα (< *δέ-δᾱϝ-α, < *dé-deh₂-h₂e). Mayrhofer 1996: 707–708.
³⁵ Quizás pueda comparase con las formaciones bálticas a partir de la raíz *keh₂u-: lit. kū̃lės «tizón
(hongo del cereal)», kūléti «ponerse atizonado», let. kũla «hierba seca del año pasado»; las tres
desde el grado cero *kh₂u-l-. Beekes 2010: 618.
³⁶ Sobre la contracción de /a/+/e/ en dorio, cf. Andrés-Alba (en preparación).
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3. Conclusión
Referencias bibliográficas
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Iván Andrés-Alba
Bechtel, F. (1923): Die griechischen Dialekte: 2. Bd. Die westgriechischen Dialekte, Berlín,
Weidmannsche Buchhandlung.
Beekes, R. S. P. (2008): Pre-Greek. Phonology, Morphology, Lexicon, Leiden, Brill.
Beekes, R. S. P. (2010): Etymological Dictionary of Greek, Leiden, Brill.
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Chantraine, P. (1968): Dictionnaire étymologique de la langue grecque: histoire des mots,
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d’archéologie méditerranéenne XXV), París, Institut d’Art et d’Archéologie.
Kretschmer, E. (1929): «Diener, Sklave. Priester. Bürge. Zeuge. Nussknacker. Helfen»,
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Lejeune, M. (1987): Phonétique historique du mycénien et du grec ancien, París, Klincksieck
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Mallory, J. P. & Adams, D. Q. (2006): The Oxford Introduction to Proto-Indo-European and
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Schulze, W. (1892): Quaestiones epicae. Gütersloh, Bertelsmann.
Schulze, W. (1918): «Beiträge zur Wort- und Sittengeschichte II», Sitzungsberichte der
Preussischen Akademie der Wissenschaften 1918.1, 481–513.
Strömberg, R. (1943): «Studien zur Etymologie und Bildung der griechischen Fischna-
men», Göteborgs Högskolas Årsskrift 49.2, Gotemburgo.
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Resumen: En este trabajo se analizan los ejemplos del Nuevo Testamento en los que una forma
verbal griega morfológicamente pasiva (como μεταμεληθείς o ἀτιμασθῆναι) es traducida en la
Vulgata latina por una colocación verbo-nominal (paenitentia ductus, contumeliam pati, respec-
tivamente). Nuestro propósito es mostrar que en tales casos el empleo de pasivas léxicas en la
traducción latina tiene una justificación funcional (morfosintáctica y semántica).
Palabras clave: Nuevo Testamento, griego bíblico, Vulgata, pasiva, construcción con verbo soporte.
1. Introducción
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(1) εἰ ὁ κόσμος ὑμᾶς μισεῖ, γινώσκετε ὅτι ἐμὲ πρῶτον ὑμῶν μεμίσηκεν = Si
mundus vos odit, scitote quia me priorem vobis odio habuit (Ioh. 15.18).
(2) καὶ ἔσεσθε μισούμενοι ὑπὸ πάντων τῶν ἐθνῶν διὰ τὸ ὄνομά μου. καὶ τότε
σκανδαλισθήσονται πολλοὶ καὶ ἀλλήλους παραδώσουσιν καὶ μισήσουσιν
ἀλλήλους = et eritis odio omnibus gentibus propter nomen meum. Et tunc
scandalizabuntur multi et invicem tradent et odio habebunt invicem (Matth.
24.9–10).
³ En un amplio corpus analizado (de Plauto a Gelio), se documenta 18 ejemplos de las tres CVS con
el experimentante como sujeto, frente a 83 ejemplos de las tres colocaciones pasivas, cf. Baños &
Jiménez 2017b: 64–65. Tur 2019: 125–198, que analiza muchas más colocaciones, llega a la misma
conclusión.
⁴ Los otros tres ejemplos de odio sum en el NT (Matth. 10.22, Marc. 13.13, Luc. 21.17) reproducen las
palabras textuales de Jesús del ejemplo (2): «seréis odiados por todo el mundo por culpa de mi
nombre». La perspectiva activa de ese mismo predicado («el mundo os odia») es la que ofrece el
ejemplo de (1).
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(3) ὑμεῖς δὲ ἰδόντες οὐδὲ μετεμελήθητε ὕστερον = Vos autem uidentes nec
paenitentiam habuistis postea (Matth. 21.32).
Como se puede ver, los tres ejemplos presentan en griego el morfema -θη-
propio de un aoristo intransitivo. En el primero de ellos (3), con el verbo en
forma personal (μετεμελήθητε), Jerónimo emplea la CVS paenitentiam habeo
con un verbo soporte (habere) que configura habitualmente CVS (dolorem /
odium … habere) que expresan estados y procesos poco controlados (como en
español «tener remordimiento»).
Más interesantes son los ejemplos de (4), por la forma de traducir al latín
el participio de aoristo μεταμεληθείς. En tales casos, puesto que no existe
en latín un participio paralelo de paenitet ni cabe la pasiva morfológica de
paenitentiam habeo (*paenitentia habita), la Vulgata emplea colocaciones con
el sustantivo verbal en ablativo complementando a participios de perfecto de
verbos transitivos de movimiento (ductus, motus, actus)⁶: «arrastrado / movido /
llevado por el arrepentimiento».
Este tipo de colocaciones se documenta en el NT no solo con paenitentia,
sino también, y por las mismas razones, con misericordia: misericordia motus
(«commovido», «compadecido») es, por ejemplo, la traducción sistemática en
el evangelio de Lucas⁷ de la forma verbal griega ἐσπλαγχνίσθη:
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(5) καὶ ἰδὼν αὐτὴν ὁ κύριος ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτῇ καὶ εἶπεν αὐτῇ· μὴ κλαῖε
= Quam cum vidisset Dominus, misericordia motus super ea dixit illi: «Noli
flere!« (Luc. 7.13).
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(7a) μακάριοί ἐστε ὅταν ὀνειδίσωσιν ὑμᾶς καὶ διώξωσιν = beati estis cum male-
dixerint uobis et persecuti vos fuerint (Matth. 5.11).
(9a) ὁ δὲ ἀδικῶν τὸν πλησίον ἀπώσατο αὐτὸν εἰπών = qui autem injuriam
faciebat proximo, repulit eum, dicens (Act. 7.27).
¹¹ De acuerdo con una búsqueda propia en el corpus de PHI, además de contumelia adficere, son
frecuentes las colocaciones casuativas contumeliam facere y dicere. Para la perspectiva pasiva,
contumeliam (per)ferre y accipere son incluso más frecuentes que contumeliam pati.
¹² En latín clásico, las tres colocaciones causativas más frecuentes son iniuriam facere, iniuria adficere
e iniuriam inferre; y en el caso de las pasivas, además de iniuriam pati, iniuriam accipere e iniuriam
(per)ferre.
¹³ Con un sustantivo similar como calumnia, en el Antiguo Testamento, calumniam sustinere (Deut.
28.29, 28.33, Is. 23.12, Ier. 50.33, psalm. 12.6, 145.6) es más frecuente que calumniam pati (Os. 5.11,
Am. 3.9).
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(9b) καὶ ἰδών τινα ἀδικούμενον ἠμύνατο καὶ ἐποίησεν ἐκδίκησιν τῷ καταπονου-
μένῳ πατάξας τὸν Αἰγύπτιον = et cum vidisset quemdam injuriam patientem,
vindicavit illum, et fecit ultionem ei qui injuriam sustinebat, percusso Ægyptio
(Act. 7.24).
(10a) ἀπὸ τότε ἡ βασιλεία τοῦ θεοῦ εὐαγγελίζεται καὶ πᾶς εἰς αὐτὴν βιάζεται. =
ex tunc regnum Dei evangelizatur, et omnis in illud vim facit (Luc. 16.16).
(10b) ἡ βασιλεία τῶν οὐρανῶν βιάζεται, = regnum caelorum vim patitur (Matth.
11.12).
Hasta tal punto patior se convierte en un marcador léxico de diátesis pasiva, que
se emplea incluso con verbos latinos que sí presentan una pasiva morfológica.
Un ejemplo paradigmático es scandalizo, préstamo directo del verbo griego
σκανδαλίζω («causar escándalo»). Pues bien, cuando este verbo griego aparece
en el NT en pasiva, para traducir el mismo pasaje, Jerónimo en el evangelio de
Marcos utiliza la pasiva morfológica scandalizabimini (11a) y en el evangelio
de Mateo la colocación scandalum patiemini (11b). Pasiva morfológica y pasiva
léxica son, pues, en este caso intercambiables:
4. Conclusión
73
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Referencias bibliográficas
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adverbales y colocaciones, Madrid, UCM (Tesis doctoral).
74
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Resumen: En esta contribución se hace una reflexión sobre los nuevos desarrollos digitales en los
estudios de la koiné, dentro de la lingüística griega. Se fija la atención en las nuevas herramientas
para la consulta de los datos del corpus digital de los papiros griegos, valorando su empleo, así
como sus limitaciones actuales.
Palabras clave: Humanidades digitales, lingüística de corpus, corpus digital, koiné griega, papiros
griegos.
New digital tools for the study of the Greek koiné from Egypt
Abstract: In this contribution, a reflection is made on new digital developments in the studies of
the koiné, within the Greek Linguistics. The attention is fixed on new tools for consulting the data
of the digital corpus of the Greek papyri, evaluating their employment, as well as their current
limitations.
Key Words: Digital Humanities, Corpus Linguistics, digital corpus, Greek koine, Greek papyri.
* Las reflexiones y datos de esta contribución responden a los trabajos desarrollados bajo el proyecto
FI2017-9110-P financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
¹ Cf. Fiormonte, Numerico & Tomasi 2015.
² Para un planteamiento reciente de la revolución digital en Filología Clásica cf. Berti 2019.
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Dado que el griego antiguo es una lengua de corpus⁴, es lógico que se haya
beneficiado de una de las grandes aportaciones de las nuevas tecnologías:
la creación de corpus digitales. Las innovaciones en la ordenación, archivo
y consulta digital de grandes cantidades de datos han sido aprovechadas, en
el estudio de distintas lenguas, mediante la conversión de corpus preexisten-
tes a los nuevos formatos o mediante la creación de nuevos corpus. Esto ha
acontecido tanto con corpus de lenguas modernas habladas y escritas, como
de lenguas antiguas de las que solo quedan testimonios escritos. Además, esta
conversión al formato digital ha provocado a su vez un renacimiento y auge
de la llamada Lingüística de corpus (LC)⁵, si bien, aunque en ocasiones se con-
funden, no pueden identificarse todos los estudios que se llevan a cabo sobre
una lengua de corpus con los estudios que realmente se realizan aplicando los
criterios de la LC. Las posibilidades metodológicas de aproximación a los datos
de una lengua de corpus como el griego antiguo pueden ser muy diversas.
De hecho, Emilio Crespo (1996) llamó la atención sobre esta circunstancia,
planteando la necesidad de buscar alternativas metodológicas que permitieran
evitar estudios basados solo en un análisis intuitivo del lingüista. La LC, por su
parte, critica las explicaciones que se apoyan únicamente en un análisis teórico
o «cualitativo» y reivindica el valor y la necesidad de manejar todos los da-
tos disponibles en cualquier corpus, combinando aproximaciones cualitativas
y cuantitativas⁶.
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también otra observación que hacía Emilio Crespo (1996: 168) al comentar,
como peculiaridad del trabajo con una lengua de corpus como el griego antiguo,
el recurso habitual a los datos procedentes de los textos literarios:
⁸ http://www.perseus.tufts.edu/hopper/.
⁹ http://stephanus.tlg.uci.edu/.
¹⁰ https://proiel.github.io/.
¹¹ https://inscriptions.packhum.org/.
¹² http://www.papyri.info/docs/ddbdp.
¹³ Treebank es la designación que recibe un corpus con anotaciones lingüísticas que muestra visuali-
zaciones en forma de árboles sintácticos, generalmente siguiendo el modelo del Prague Dependency
Treebank http://https://ufal.mff.cuni.cz/pdt3.0. Sobre los treebanks en griego antiguo
y latín cf. Celano 2019.
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con más de 210.000 inscripciones griegas recogidas en el corpus del PHI¹⁴ y con
más de 61.000 papiros en el DDbDP¹⁵, estos corpora ofrecen la posibilidad de
consulta de modo inmediato de ediciones electrónicas de textos no literarios
(en su mayoría), que se caracterizan por mostrar niveles de lengua diferentes,
más próximos a la lengua hablada de cada momento que los ofrecidos por los
textos literarios.
No puedo entrar a valorar aquí el corpus de inscripciones del PHI, que posee
peculiaridades exclusivas y que merece un análisis detenido e independiente¹⁶.
Voy a llamar la atención sobre algunos desarrollos recientes para la consulta
de las ediciones electrónicas de los documentos en papiro del DDbDP. En él se
incluyen textos cuya datación comprende desde el siglo iv a.C. al viii d.C. De
acuerdo con lo que apuntaba en el párrafo anterior, esos textos documentales
en papiro son muy interesantes para el análisis lingüístico de la koiné griega.
Por un lado, a nivel sintáctico, ofrecen construcciones que difieren de las
estructuras conservadoras de los textos literarios. Basta consultar el manual de
Horrocks (2010) para encontrar buenos ejemplos de ello. Por otra parte, a nivel
fonético y morfofonológico, mientras que en los textos literarios las palabras
mantienen sus formas regulares enmascaradas por la ortografía histórica, en los
textos en papiro quedan reflejados a menudo, mediante grafías no canónicas,
los cambios fonéticos y morfofonológicos que se estaban produciendo en la
lengua hablada¹⁷. Por lo tanto, aunque no disponemos de testimonios directos
de lengua hablada, sí podemos contar con posibles indicios de sus variantes
en las grafías no normativas de los textos en papiro. Y esto constituye una
similitud interesante del DDbDP con muchos de los corpus analizados por la LC.
Por otra parte, teniendo en cuenta las observaciones de Boschetti (2014: 392)
sobre los textos literarios, los textos en papiro muestran diferencias relevantes:
su conservación ha sido aleatoria, independiente de los gustos o intereses
de las distintas épocas por las que ha transcurrido la transmisión textual de
los textos literarios; además, no se ven afectados por fenómenos propios de los
géneros literarios, como los arcaísmos o la emulación.
corpus más de 150.000 inscripciones, y que probablemente se superarían las 200.000 ese mismo año.
¹⁵ En septiembre de 2019 el número total catalogado en el Heidelberg Gesamtvertzeichnis der Griechi-
schen Papyrusurkunden Ägyptens (HGV) https://aquila.zaw.uni-heidelberg.de/search era
de 61.545 papiros.
¹⁶ Por ejemplo, la corrección directa de lecturas de las ediciones originales y la selección en la edición
de las variantes gráficas, que es completamente diferente al que vamos a examinar en el DDbDP.
¹⁷ Sobre la importancia de las grafías de los papiros documentales para el análisis de la koiné griega
cf. Browning 1983: 23–24, Horrocks 2010: 114–115 y especialmente, con un análisis de cómo surge
el fenómeno en el proceso de escritura, Dickey 2009: 150–151.
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²⁰ https://www.trismegistos.org/textirregularities/.
²¹ https://www.trismegistos.org/words/index.
²² https://www.trismegistos.org/ref/index.
²³ Cf. una explicación detallada, además de en la propia página web, en Depauw & Stolk 2015.
²⁴ En la sección «List types» https://www.trismegistos.org/textirregularities/texirr_typ
e_list.php [acceso 18/08/2019].
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ofrece perspectivas atractivas, no es posible todavía hacer una valoración, debido al estado de
ejecución en el que aún se encuentra.
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Referencias bibliográficas
Agud, A., Fernández Delgado, J. A. & Ramos Guerreira, A. (eds.) (1996): Las lenguas
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Fiormonte, D., Numerico, T. & Tomasi, F. (2015): The Digital Humanist: A Critical Inquiry,
Nueva York, Punctum Books.
²⁷ Cabe suponer su aplicación también en el caso de los textos literarios. Herramientas recientes
como The Chicago Homer http://homer.library.northwestern.edu/ parecen apuntar en esa
dirección.
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 83 — #83
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Resumen: En este trabajo se estudia el adverbio ἅμα en los escolios de Aristófanes, prestando
atención a su uso nocional como adverbio de simultaneidad y a su uso conjuntivo. El ejercicio es
interesante porque ἅμα es un término técnico de la escoliografía griega usado en ocasiones para
designar el sentido de la oportunidad —καιρός— del poeta.
Palabras clave: ἅμα, adverbio, καιρός, Aristófanes, scholia.
1. Introducción
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Javier Bilbao-Ruiz
2. Uso nocional
El uso no técnico de ἅμα, esto es, cuando la presencia del adverbio en el escolio
no guarda relación directa con la interpretación del texto, es ocasional. De
hecho, solo se constata en unos pocos comentarios que, como en (1), tratan
de definir el significado de una palabra o se limitan a parafrasear el texto de
Aristófanes (2):
(1) α. […] ὁμορροθεῖν κυρίως τὸ ἅμα καὶ συμφώνως ἐρέσσειν. νῦν δὲ […].
(«a. […] ὁμορροθεῖν significa “remar simultánea y armónicamente”. Pero
ahora […]», schol. Av. 851dα).
(2) […] ἀπὸ μεταφορᾶς τῶν ἐρίων· […], οὕτως, φησίν, καὶ ἐπὶ τῶν κεκολλημένων
ταῖς ἀρχαῖς ὀφείλετε ἀποχωρίζειν, καὶ εὔνοιαν πρὸς ἀλλήλους ἔχειν ἅμα.
(«[…] de una metáfora de las lanas; […], así, dice, también vosotros debéis
separar a los que se han pegado a las instituciones de poder y, al mismo
tiempo, tener una buena disposición de ánimo los unos hacia los otros»,
schol. Lys. 577a)².
En los escolios de Aristófanes, ἅμα suele aparecer con valor técnico para reflejar
la relación de simultaneidad que se percibe entre las palabras de los actores
y las acciones que estos representan en escena, como sucede, por ejemplo,
en (3), cuando el semicoro de mujeres de la comedia Lisístrata, al grito de «a
tu trabajo, Aqueloo», arroja el agua de sus cántaros sobre las antorchas que
portan los ancianos:
¹ En teoría literaria, καιρός alude al sentido de la oportunidad del poeta, una facultad importante
porque no se puede aprender, sino que debe ser innata en el vate. Sobre el concepto de καιρός,
cf. Tréde 1992, Stephenson 2005. Sobre la aplicación de la doctrina del καιρός en los escolios
homéricos, cf. Calvani 2000. Para los escolios de Aristófanes, cf. Bilbao Ruiz 2017: 130–139.
² Cf., también, schol. Eq. 1070a, schol. V. 1221, schol. Ra. 1427a, schol. Pl. 165c, 290a.
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(4) ἅμα ταῦτα λέγων ὁ Πόλεμος σκόροδα βάλλει εἰς τὴν θυείαν, […] («Al tiempo
que dice esto [sc. Mégara], Pólemos pone los ajos en el mortero, […]», schol.
Pax 246aα).
(5) πόλις λακωνική. ἅμα δὲ πράσον ἐμϐάλλων ταῦτά φησιν. […] («[sc. Prasias]
es una ciudad laconia. Y al mismo tiempo que pone el puerro, dice esto. […]»,
schol. Pax 242a)⁴.
Notables son los casos en los que, al hilo de lo que se dice, se asume una
bofetada, tal y como se puede comprobar en (6) y en (7), en rigor un ejemplo
de ἅμα en combinación con el dativo⁵:
(7) παρεπιγραφή· ἅμα γὰρ τῷ εἰπεῖν δίδωσιν αὐτῷ τὸν κόνδυλον («Anotación
escénica⁶: pues junto con lo que dice le da la bofetada», schol. Pax 256)⁷.
³ Cf., también, schol. Ach. 1082a, schol. Pax 254b, schol. Av. 668, schol. Th. 756.
⁴ En los escolios de Aristófanes, ἅμα siempre subraya la simultaneidad entre las acciones y las
palabras, si bien el sentido común induce a pensar que dicha simultaneidad no es perfecta, de
manera que la palabra puede anteceder o suceder ligeramente a la acción. Cf. Conti Jiménez 2012:
53–54.
⁵ La combinación de ἅμα con el dativo es habitual. Cf. schol. Eq. 84b, 400, 419a, 449a(I), 519c, 710c,
schol. Nu. 28a, 247a, 508, schol. V. 787b, schol. Pax 459d, 616c, schol. Av. 166b, 507a, 1570, schol.
Lys. 106c, schol. Ra. 160, 512c, schol. Pl. 179d. La combinación con el genitivo es más ocasional.
Cf. schol. Eq. 55a(III), schol. Ra. 84d.
⁶ Los escoliastas asumen que el propio texto contiene una indicación para representar la escena.
Sobre la noción de παρεπιγραφή, cf. Nünlist 2009: 362–364.
⁷ Cf. también schol. Av. 1017b, 1018b y 1397α.
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Javier Bilbao-Ruiz
3. Uso conjuntivo
(8) χορεύουσιν ἅμα καὶ κόρδακα ἐνδείκνυνται, […] («Danzan y además exhiben
un kórdax, […]», schol. Ach. 346a).
(9) ὅτι καὶ δριμύτεροι ἅμα καὶ ἰσχνότεροι γίνονται οἱ λιμῶττοντες, ὡς σφῆκες.
(«porque los que tienen hambre se vuelven más violentos y, además, más
delgados, como avispas», schol. Pl. 561c).
(10) διαϐάλλει τοὺς Μεγαρέας […]. ἀστείως δὲ ὁ Μεγαρεὺς ἅμα καὶ περιπα-
θῶς ταῦτα ζητεῖ παρὰ τοῦ Δικαιοπόλιδος ἃ πρότερον οἱ Μεγαρεῖς ἄλλοις
παρεῖχον. («Ataca a los megarenses […]. De un modo gracioso, y también
sentido, el Megarense pide a Diceópolis los productos que antes poseían los
megarenses», schol. Ach. 813a).
(11) παίζει ὡς ἐν κωμῳδίᾳ καταδικάζων τὸν Λάϐητα κυνείῳ θανάτῳ. ἅμα δέ, ὅτι
καὶ χαλεπός ἐστιν ὁ τοῦ κυνὸς θάνατος· δυσχερῶς γὰρ ἀφίησι τὸ πνεῦμα
(«Hace un chiste propio de la comedia condenando a Labes a una muerte
perruna. Y, además, [sc. dice esto], porque la muerte del perro también es
penosa: pues el espíritu se marcha de manera trabajosa»⁸, schol. V. 898).
(12) ἀντὶ τοῦ «πελασγικέ». ἅμα δὲ ἴσως καὶ παρὰ τὸν πέλαργον, καὶ ὅτι ὁ Πο-
σειδῶν πελάγους ἒφορος («[sc. dice πελαργικέ] en lugar de πελασγικέ. Y,
además, quizá también [lo dice] derivando el nombre de πέλαργον (“cigüe-
ña”), y porque Posidón es regente del mar (πελάγους)», schol. Av. 868b).
⁸ Labes es un perro, de modo que es oportuno que Filocleón piense en una «muerte perruna» para
él. Sin embargo, «muerte perruna» alude a un tipo de muerte que Hesiquio (κ. 4571) considera
ἄγαν φοϐερόν —cf., también, schol. Eq. 289b— y de ahí surge también la conveniencia de usar
dicha expresión.
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Como deja ver este ejemplo, en ocasiones ἅμα καί parece encubrir interpola-
ciones de una segunda mano que añade explicaciones que pretenden completar
el sentido de notas anteriores. Esto se ve bien en (13) y en (14)⁹:
(13) 22a: «Σταμνία» καὶ «Στάμνους» τοὺς ἀμφορεῖς τοῦ οἴνου φασίν. 22bβ:
παίζει ἅμα καὶ πρὸς τὸ σχῆμα ὅτι «υἱός εἰμι Σταμνίου» («22a: Llaman
σταμνία y στάμνους a las ánforas de vino. 22bβ: Y, además, en relación con
la expresión: “soy hijo de Estamnio” bromea», schol. Ra. 22ab).
(14) 929b: τοῦτο ὁ θεράπων σκώπτων λέγει. 929c: ἅμα καὶ μιμεῖται τὰ παρ’
αὐτοῦ ἄνω εἰρημένα (v. 918) («929b: El esclavo dice esto burlándose. 929c:
Y, además, imita lo que ha dicho el otro [sc. el sicofanta] arriba (v. 918)»¹⁰,
schol. Pl. 929bc).
⁹ Valorar si la explicación introducida con ἅμα καί se corresponde con un añadido de una mano
diferente no es fácil. Cf. schol. Ach. 808, schol. Eq. 78a(II), 289a, 437a(II), 481a, 874, 969a(I), 979a(II),
1293, schol. Nu. 225b, 247bβ, 674bαβ, 1237a, 1238a, 1272a, 1273a, schol. V. 152c, 502c, 772b, 841,
983c, 1037, 1349, 1377, 1513a, schol. Pax 117aα, 289a, 640, 665c, 885a, 908c, 1031b, 1131c, 1349, schol.
Av. 111c, 158a, 556b, 1020, 1261, 1493, schol. Lys. 735, 943b, schol. Th. 745, schol. Ra. 501c, schol. Pl.
253dα, 1153–1154.
¹⁰ En el verso 929 Carión repite las palabras —οὔκουν ἐκεῖνός εἰμ’ ἐγώ;— que el sicofanta ha dicho
en el verso 918, de manera que las vuelve contra él; se trata de un recurso habitual de la comedia
aristofánica que MacDowell, 1971: 259, n. ad V. 989, denominó boomerang joke.
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para asegurarse el sitio. Ha dicho “a los juegos del estrecho”, por una parte,
porque hay una competición ístmica [sc. los juegos Ístmicos], y por la estre-
chez del sexo de la prostituta, por esto también ha dicho “hago una tienda
para la polla”; y el Istmo también es estrecho. […]», schol. Pax 879d)¹¹.
(18) τὸ «νέα» ἀντὶ τοῦ ἡϐῶσα, ἢ αὐξομένη ἕξει παχεῖαν καὶ μεγάλην οὐράν·
τοὺς γὰρ μείζονας λοιπὸν χοίρους δέλφακας ἐκάλουν. ἅμα δὲ καὶ ὡς ἐπὶ
κόρης παίζει, ὅτι ἕξει μεγάλην οὐράν, τὴν τοῦ ἀνδρὸς πόσθην. αἰνίττεται
δὲ εἰς τὸ κακέμφατον («[Dice] lo de “joven”, en lugar de “siendo púber”,
o cuando crezca tendrá una cola gruesa y grande; pues llamaban δέλφακας
a los cerdos ya crecidos. Además, bromea como si hablara de una muchacha,
porque lo de tendrá una cola grande [se refiere] al pene del hombre. Hace
alusión velada a lo indecente», schol. Ach. 786a).
4. Conclusiones
¹¹ Cf., también, schol. Ach. 792a, schol. Eq. 197d, 313a, schol. Nu. 730d, schol. V. 969, 1161, schol. Pax
171aα, 231b, 678, 885a, 908dα, schol. Av. 670, schol. Ra. 140b, 423b, 775b, schol. Pl. 27c.
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¹² La diferencia entre el carácter relacional aditivo y el aditivo-distributivo radica en que en el
primer caso las apreciaciones son más hipotéticas e incluso pueden deberse a opiniones de
personas distintas, mientras que en el segundo caso las apreciaciones son más precisas y parecen
corresponderse con reflexiones de una misma persona o con la síntesis de notas previas que
pudieron contener diversos ἅμα aditivos.
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Sommario: L’articolo propone d’interpretare l’espressione κακὸν ὀσσομένη in Hom. Il. 24.172 alla
luce non del rapporto etimologico tra le forme presenti del verbo ὄσσομαι, «vedere (con la mente)»
e il duale ὄσσε, «gli occhi», ma come una reinterpretazione semantica basata sul termine ὄσσα,
«voce», «diceria» e «messaggera di Zeus» in Hom. Il. 2.93–94. Tale reinterpretazione sarebbe
favorita dall’apparato formulare iliadico e dallo specifico contesto narrativo di Hom. Il. 24.172.
Parole chiave: Poemi omerici, ὄσσομαι, ὄσσα, reinterpretazione, formularità.
1. Introduzione
«Abbi coraggio in cuore, Priamo figlio di Dardano, e non aver paura. Non
vengo qui annunciandoti (?) un male, ma avendo in animo cose buone. Ti
sono messaggera di Zeus, che pur da lontano molto si dà pensiero e ha
compassione di te¹».
¹ I passi tratti dall’Iliade e dall’Odissea sono citati a partire dall’edizione oxoniense di D. B. Monro
e T. W. Allen, Homeri Opera (1920 per l’Iliade, 1917 e 1919 per l’Odissea). Salvo diversa indicazione,
le traduzioni in italiano sono personali.
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Ombretta Cesca
Con queste parole, nel ventiquattresimo libro dell’Iliade, Iris rassicura il vec-
chio Priamo. La dea sta svolgendo una missione su ordine di Zeus, impegnato
a sua volta a orchestrare la restituzione del corpo di Ettore. Il tono di Iris in
questo passo è assertivo ma benevolo, e il senso generale della sua affermazione
è sufficientemente chiaro. Meno immediato da cogliere, tuttavia, è il signifi-
cato preciso del verbo ὄσσομαι —generalmente «vedere (con la mente)»— in
questo specifico passo omerico. Ne sia testimonianza la varietà di traduzioni
proposte: «guardare»², «vedere»³, «prevedere» o «presagire»⁴, «portare scia-
gura»⁵ o, ancora, «annunciare»⁶. Proprio sulla possibilità di rendere ὄσσομαι
con «annunciare» o, più in generale, con un verbum dicendi, mi soffermerò
nelle pagine che seguono, nella speranza che questo breve articolo risulti cosa
gradita a un profondo conoscitore della lingua omerica e fine traduttore qual
è Emilio Crespo.
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(Hom. Il. 18.224, Hom. Od. 1.115, 10.374, 18.154, Hes. Th. 551, fr. 1.10 M.-W.), ma
anche «preannunziare» (Hom. Il. 14.17, Hom. Od. 2.152)⁹. Quando è impiegato
in senso metaforico, il verbo è spesso accompagnato da un complemento di
luogo figurato (θυμῷ, Hom. Il. 18.224, Hom. Od. 18.154, Hes. Th. 551, ἐνὶ φρεσίν,
Hom. Od. 1.115, φρεσί, Hes. fr. 1.10 M.-W.). In Hom. Od. 10.374 è θυμός stesso
(«il cuore», «l’animo») a fungere da soggetto di ὄσσομαι¹⁰. Ὄσσομαι, inoltre,
regge sempre un accusativo, in funzione di complemento oggetto (Hom. Il.
14.17, 18.224, Hom. Od. 1.115, 2.152, 10.374, 18.154, 20.81, Hes. Th. 551, fr. 1.10
M.-W.) o di accusativo avverbiale (Hom. Il. 1.105):
Il. 24.172 οὐ μὲν γάρ τοι ἐγὼ κακὸν non vengo qui annunciandoti (?)
ὀσσομένη τόδ’ ἱκάνω un male
Il. 1.105 Κάλχαντα πρώτιστα κάκ’ subito guardando male
ὀσσόμενος προσέειπε Calcante, gli disse
Il. 14.17 ὀσσόμενον λιγέων ἀνέμων preannunciando la rapida via
λαιψηρὰ κέλευθα dei venti dal suono acuto
Il. 18.224 […] ὄσσοντο ἄλγεα θυμῷ presagivano mali nell’animo
Od. 1.115 ὀσσόμενος πατέρ’ἐσθλὸν ἐνὶ figurandosi il nobile padre
φρεσίν […]
Od. 2.152 ἐς δ’ἰκέτην πάντων κεφαλάς, entrambe giunsero sulle loro
ὄσσοντο δ’ὄλεθρον teste, e preannunciavano rovina
Od. 10.374 ἀλλ’ἥμην ἀλλοφρονέων, κακὰ ma io sedevo pensando ad altro,
δ’ὄσσετο θυμός il cuore presentiva mali
Od. 18.154 […] δὴ γὰρ κακὸν ὄσσετο θυμῷ certo infatti un male presagiva
nel cuore
Od. 20.81 […] ὄφρ’ Ὀδυσῆα affinché io giunga sotto la terra
ὀσσομένη καὶ γαῖαν ὕπο odiosa a vedere Odisseo
στυγερὴν ἀφικοίμην
Hes. Th. 551 […] κακὰ ὄσσετο θυμῷ mali immaginava nel cuore per
θνητοῖς ἀνθρώποισι […] gli uomini mortali
Hes. fr. 1.10 M.-W. ὀσσόμεν[ο]ι φρ[εσὶ] γῆρ[ας vedendo con la mente la vecchiaia
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Ombretta Cesca
3. Lo spettro di ῎Οσσα
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Nei poemi omerici, ὄσσα indica una voce d’origine non ben definita, e dun-
que spesso percepita come divina, capace di diffondere tra gli uomini infor-
mazioni e dicerie¹⁶. ῎Οσσα, la Fama¹⁷, fa la sua prima apparizione nel libro ii
dell’Iliade quando, ai vv. 72–94, Agamennone convoca l’assemblea e i solda-
ti cominciano a radunarsi. Il diffondersi della notizia tra le fila dell’esercito
è presentato come frutto dell’azione della messaggera di Zeus (Il. 2.93–94):
Nell’Odissea ῎Οσσα compare tre volte. In Hom. Od. 1.281–283 e 2.215–217, due
sequenze di versi quasi identici¹⁸, è la voce divina, proveniente da Zeus (ἐκ
Διός) e portatrice di κλέος (ἥ τε μάλιστα φέρει κλέος ἀνθρώποισι), che Atena
consiglia a Telemaco di ascoltare (ἢ ῎Οσσαν ἀκούσῃς / ἀκούσω), volendo
ottenere notizie del padre. In Hom. Od. 24.413–414, ῎Οσσα è detta «messaggera
veloce» (ἄγγελος ὦκα) e si aggira per la città (κατὰ πτόλιν ᾤχετο πάντη)
«narrando la terribile morte e la sorte dei pretendenti» (μνηστήρων στυγερὸν
θάνατον καὶ κῆρ’ ἐνέπουσα). Nella Teogonia di Esiodo il termine è impie-
gato per la voce delle Muse¹⁹. In un universo culturale e religioso —quello
della Grecia arcaica— dominato dall’oralità delle comunicazioni, in cui ru-
mores umani e voci divine s’intrecciano senza soluzione di continuità, ὄσσα
è attinente tanto al campo dell’informazione quanto a quello delle pratiche
oracolari²⁰.
4. Il contesto narrativo-formulare
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Ombretta Cesca
Hom. Il. 2.93: ἰλαδὸν εἰς ἀγορήν· μετὰ δέ σφισιν ῎Οσσα δεδήει
Hom. Il. 12.466: νόσφι θεῶν, ὅτ’ἐσᾶλτο πύλας· πυρὶ δ’ὄσσε δεδήει
Anche in Hom. Od. 6.131 δαίω è associato al brillare degli occhi (ὄσσε): ἐν δέ οἱ
ὄσσε δαίεται, «gli ardevano gli occhi». Se l’associazione di ὄσσε con l’immagi-
ne dello scintillio, talvolta del fuoco, è abituale²⁴, per Ὄσσα si tratta di un hapax.
Non è quindi azzardato ipotizzare che l’immagine della Ὄσσα che divampa
(δεδήει) nell’esercito sia dovuta alla somiglianza fonetica e ritmica di Ὄσσα,
«Fama», con ὄσσε «occhi» e dalla tendenza di entrambi i termini a localiz-
zarsi all’inizio del quinto piede. Sembrerebbe dunque esistere un’associazione
mnemonica di matrice formulare tra ὄσσα e ὄσσε.
Torniamo ora a Hom. Il. 24.172. Solo pochi versi prima, al v. 169, Iris era
detta Διὸς ἄγγελος. È, questo, uno dei rari casi in cui Διὸς ἄγγελος, al singo-
lare, ha funzione epitetica²⁵. L’altro caso è precisamente Hom. Il. 2.94, dove
Ὄσσα, anche lei Διὸς ἄγγελος, promuove la circolazione di un’informazione.
In entrambi i casi Διὸς ἄγγελος occupa parte del terzo e tutto il quarto piede:
²¹ Hom. Il. 2.93, Hom. Od. 1.282, 2.216, H. Hom. in Merc. 443, Hes. Th. 10, 43, 65, 67, 701, 832. Eccezione:
Hom. Od. 24.413.
²² Hom. Il. 1.200, 4.461, 503, 526, 6.11, 12.466, 13.3, 340, 575, 14.236, 286, 519, 15.578 16.316, 325, 642,
17.136, 679, 20.393, 471, 21.181, 415. Nell’Odissea invece il trend s’inverte, con un unico esempio
(Od 4.758) su un totale di 13 occorrenze.
²³ Hom. Il. 12.35 (μάχη ἐνοπή τε δεδήει), 20.18 (μάχη πόλεμός τε δέδηε), 17.253 (τόσση γὰρ ἔρις
πολέμοιο δέδηεν). Per altri usi metaforici di δαίω: Hom. Il. 13.736, Hom. Od. 6.132.
²⁴ Hom. Il. 1.104, 200, 12.466, 13.3, 7, 435, 14.236, 15.607–608, 16.645, 17.679, 19.365, 21.415, Hom. Od.
4.662, 6.131, Hes. Sc. 390.
²⁵ S’intende qui per «funzione epitetica» una funzione sintattica che non è di attributo del soggetto,
in opposizione all’espressione Διὸς δέ τοι ἄγγελός εἰμι, «Ti sono messaggero di Zeus» (cf. infra).
A differenza di Hom. Il. 2.94 (Ὄσσα) e di Hom. Il. 1.334 e 7.274 (gli araldi, detti Διὸς ἄγγελοι ἠδὲ καὶ
ἀνδρῶν), qui Διὸς ἄγγελος non è epiteto propriamente detto, né eteronimo divino, ma funziona
piuttosto come ripresa di Iris, il cui nome compare poco prima, al v.159. Affronto il problema dello
statuto sintattico di Διὸς ἄγγελος in Cesca c.d.s.
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Hom. Il. 24.169 (Iris): στῆ δὲ παρὰ Πρίαμον Διὸς ἄγγελος, ἠδὲ προσηύδα
5. Conclusione
Sulla base degli elementi qui presentati, mi pare verosimile ipotizzare che
ὀσσομένη in Hom. Il. 24.172 possa esser stato compreso alla luce di un’as-
sociazione con ὄσσα, la cui influenza semantica doveva essere presente per
ragioni narrativo-formulari tanto nella memoria dell’aedo-narratore, quanto
in quella di un uditorio abituato alla dizione omerica. D’altra parte, che κακὸν
ὀσσομένη, in questo determinato contesto, possa esser stato impiegato e com-
preso come «annunciare un male» non è di per sé sorprendente: il sintagma
κακὸν ἔπος ἀγγελέοντα, «per annunciare cattiva parola» è attestato in Hom.
Il. 17.701; inoltre, in Hom. Il. 14.17 e Hom. Od. 2.152 (cf. supra) ὄσσομαι ha
senso causativo: non «prevedere», «presagire», ma «far presagire» e quindi
«preannunciare». Si tratta di un uso estremamente prossimo a quello d’Hom.
Il. 24.172, se, come si vuol qui sostenere, ὄσσομαι funge in questo specifico
contesto da verbum dicendi.
²⁶ L’espressione ricorre altre volte nel poema: Hom. Il. 2.26 e 63 (il Sogno), 24.133 (Teti).
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Ombretta Cesca
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Resumen: Análisis de las prescripciones aticistas (ss. i–iii d.C.) sobre el empleo del tema verbal
de futuro y su cumplimiento en la literatura griega.
Abstract: Survey of the Atticist prescriptions (1st–3rd c.) concerning the use of the future tense
and their observance in the Greek texts.
Key Words: Future tense of the Greek verb, Atticist lexica and grammars.
1. Introducción
La evolución histórica del futuro entre el griego clásico (GC) y el moderno (GM)
es de sobra conocida: pérdida de la forma sintética y creación de otras perifrásti-
cas basadas en un auxiliar de voluntad (θέλω). El proceso duró siglos, en los que
se documentan diversos ensayos sustitutorios: con el auxiliar ἔχω, presentes por
futuro, perífrasis de μέλλω y, sobre todo, el empleo del subjuntivo de aoristo con
valor de futuro. Hasta época bien reciente no se impuso la solución final de θέλω
+ ἵνα > θά. Además, el futuro moderno ha introducido la oposición aspectual
de los temas de presente y aoristo (θα γράφω / θα γράψω) para expresar acción
habitual o única.
El tema de futuro del GC es secundario en el sistema verbal, como lo prue-
ban la diversidad de sus orígenes en las lenguas indoeuropeas, pero también
en el mismo griego (futuros sigmáticos, presentes por futuro, antiguos sub-
juntivos con vocal breve, etc.), su defectividad (inexistencia del imperativo
y subjuntivo y existencia tardía y limitada del optativo) y su valor temporal
frente a los aspectuales de los temas de presente, aoristo y perfecto. La cercanía
semántica entre el subjuntivo y el futuro y el origen subjuntival de algunos
futuros clásicos llevaron a algunos a postular que el futuro del GC fuera un
antiguo subjuntivo de aoristo con vocal breve. La hipótesis, sin embargo, no
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sirve para los aoristos radicales a los que corresponde un futuro sigmático
(ἄξω / ἤγαγον) ni para los aoristos sigmáticos alterados (τενῶ / ἔτεινα). Tam-
bién se postuló un valor temporal originario, cercano al de futuro, para los
modos subjuntivo y optativo, con una gradación entre ellos (probabilidad /
posibilidad).
Junto al carácter reciente y secundario del futuro y su naturaleza defectiva,
un factor externo contribuyó a su debilitamiento en la koiné: los procesos
fonéticos de itacismo, monoptongación e isocronía vocálica que condujeron
al vocalismo del GM. La cronología de estos procesos es controvertida. Las
fechas tradicionalmente asignadas a la primera (〈ΕΙ〉~〈Ι〉) y segunda (〈Η〉~〈Ι〉)
oleadas itacísticas (100 a.C. y 150 d.C.) quedaron en entredicho por los trabajos
de Teodorsson y por gramáticas de inscripciones o papiros que pusieron de
manifiesto que los cambios fonéticos se habían iniciado tiempo antes. Otros
estudiosos prefirieron explicaciones alternativas para estas confusiones (igno-
rancia del griego por poblaciones alófonas, influencia de sistemas fonéticos de
adstrato, etc.). Con todo, parece difícil atribuir tan elevado número de confu-
siones a motivos externos, no estructurales, en especial si tenemos en cuenta
la evolución posterior. Las inscripciones áticas del s. iii a.C. ya ofrecen abun-
dantes confusiones, indicativas del inicio del proceso. La carta del emperador
Claudio a los alejandrino (41 d.C.) es una prueba de la anterioridad de los
cambios fonéticos: las confusiones que tiene entre 〈EI〉~〈I〉 y 〈HI〉~〈EI〉, pero
también entre 〈Y〉~〈OI〉, 〈Y〉~〈I〉 e 〈Y〉~〈H〉, son indicio de que estas grafías
correspondían a fonemas de articulación muy cercana. En estas circunstancias,
si la primera persona del singular del futuro y del subjuntivo de aoristo del GC
eran homógrafas (λύσω, τρίψω, πλέξω, πείσω), la neutralización se extendió
desde comienzos de nuestra era a las otras dos personas del singular (λύσεις /
λύσῃς, λύσει / λύσῃ) y a la primera del plural (λύσομεν / λύσωμεν). Si tenemos
en cuenta, además, las confusiones 〈OY〉~〈Ω〉 documentadas en inscripciones
y papiros, la oposición quedo reducida, con nitidez, a la segunda persona del
plural, de menor productividad en la lengua. Considerando que la confusión
afectó también al tema de presente, hay que concluir que la evolución fonética
ayudó, por un lado, a la desaparición del futuro, y por otro, a la confusión de
los dos modos, que se manifestó en el empleo indistinto de las conjunciones
(εἰ / ἐάν, ὅτε / ὅταν, ἐπεί / ἐπάν, ἐπειδή / ἐπειδάν) con uno y otro, y en la
distinción del subjuntivo por medio de refuerzos oracionales (ἄφες, θέλεις,
ἵνα, etc.).
El objetivo de este estudio es analizar las glosas de los léxicos y gramáticas
aticistas sobre el tema verbal de futuro y su reflejo en la lengua literaria. Las
glosas afectan exclusivamente a la morfología y se pueden clasificar en los
grupos siguientes:
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2. Supletismo
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José M. Floristán
d) Oro (Att. 91) condena la forma λήμψομαι como helenística, con nasal
analógica del presente λαμϐάνω, a pesar de su empleo en los dialectos dóricos.
Este futuro no se documenta en épocas arcaica y clásica. Los primeros ejemplos
son de los Setenta, que tienen más del 50 % de los ejemplos totales (e.g. 29 de
42 casos de λήμψομαι y 52 de 65 de λήμψονται). Otros ejemplos están en el
NT y en la literatura cristiana. En la pagana hay algunos casos, en especial, en
el matemático Teón, pero en conjunto son pocos. Cito uno de la Vida de Esopo
(G): οὐ λήμψομαι σὲ σύμϐουλον ὡς σὺ ἐμέ (26. 16). Parece, pues, evidente que
la forma con nasal es innovación tardía, especialmente frecuente en la lengua
bíblica, quizás una característica del griego de Judea y Egipto.
f) Frínico (300, 325, PS 66.13) condena los futuros tardíos φάγομαι y βρώ-
σομαι y defiende la forma clásica ἔδομαι. Herodiano (Epim. 274.13), en cambio,
menciona φάγομαι junto a πίομαι como futuro. Φάγομαι aparece por primera
vez en los Setenta: ἀπὸ δὲ τοῦ ξύλου τοῦ γιγνώσκειν καλὸν καὶ πονηρόν, οὐ
φάγεσθε ἀπ’ αὐτοῦ (Ge. 2.17). La forma es frecuente (φάγομαι 98x, φάγεται
323x, φάγεσθε 462x, etc.), pero exclusivamente en autores que citan algún
pasaje del AT. En época medieval está también en la literatura bizantina. Βρώ-
σομαι, por el contrario, es mucho menos frecuente, apenas hay dos docenas
de ejemplos de todas las personas, mayoritariamente también en la literatura
cristiana. En conclusión, podemos afirmar que son futuros tardíos, empleados
mayoritariamente en la literatura cristiana y casi totalmente ausentes de la
pagana.
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3. Futuros contractos
Otro capítulo al que los léxicos y gramáticas aticistas dedican cierta atención
es a la sustitución de futuros contractos por otros sigmáticos:
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José M. Floristán
b) Otros futuros contractos: las formas ἀλεῖς, ἐλῶ, καλῶ, μανεῖται, ὀμοῦμαι,
μαχοῦμαι son calificadas de áticas frente a las sigmáticas ἀλέσεις, ἐλάσω,
καλέσω, μανήσεται y ὀμόσω (Moer. α 30, ε 24, κ 21, μ 30, ο 8, Hdn. Philet. 131,
289). El Antiaticista (κ 38), en su línea, nos recuerda que κρεμάσω es forma
presente en el Ganimedes del cómico Alceo (fr. 8 KA).
En Sófocles y Jenofonte (Cyr. 1.4.20) está ἐλῶ, y en léxicos como glosa, y ἐλᾷς,
en Heródoto (1.207.4) y Aristófanes (Eq. 603), y nuevamente en léxicos. No es
fácil distinguir los casos de futuro, porque esta forma se empleó también como
tema de presente en la poesía con el valor de ἐλαύνω. Su caso es semejante al de
εἶμι, presente en la poesía y futuro de ἔρχομαι en la prosa. En cualquier caso, se
constata que las formas del futuro sigmático ἐλάσω son tardías, aparecen solo
desde el s. iv d.C., salvo un ejemplo de ἐλάσεις en los Setenta. Ἐλάσω, además,
era la forma del subjuntivo de aoristo, por lo que no extraña su empleo como
futuro. Por lo que respecta a καλῶ, es empleado en ático como futuro, mientras
que las formas de καλέσω son tardías, se documentan desde el s. iii a.C.,
en especial desde los Setenta, y son más frecuentes en la literatura cristiana
que en la pagana, aunque no faltan en esta. Los ejemplos de καλέσω que
hay en Sófocles (Ph. 1452) y en varios pasajes de Aristófanes son subjuntivos
exhortativos o deliberativos. Parece, pues, que Meris tiene razón y que καλέσω
es forma helenística, no ática, sin duda creada a partir del subjuntivo.
El par μανοῦναι / μανήσομαι tiene escasa presencia fuera de los léxicos.
Además de Meris, tienen μανοῦναι Focio, Tomás Magistro y Sinesio, y μανή-
σομαι aparece una vez en la Antología Griega. Μανήσεται aparece diez veces
desde comienzos de nuestra era, y μανήσονται, desde los Setenta, todo ello
dentro de una frecuencia baja. El futuro ὀμοῦμαι está bien documentado desde
Homero, en época clásica (Th., Ar., X.), pero también en la postclásica (LXX,
Filón, Luc.) y en la Antigüedad tardía, en escritores cristianos y paganos. Los
primeros ejemplos de ὀμόσω están en los Setenta. La forma es habitual en
textos jurídicos como subjuntivo, y aparece también con relativa frecuencia
en léxicos y gramáticas como futuro de ὀμῶ (ὄμνυμι). De las restantes personas
del futuro sigmático los primeros ejemplos son de nuestra era, incluso de época
bizantina. El caso de κρεμῶ / κρεμάσω es casi exclusivamente gramatical. Des-
de sus primeros ejemplos en el s. i a.C., κρεμῶ aparece sobre todo en léxicos
y gramáticas. Κρεμῶμεν está en Aristófanes (Pl. 312) y en varios escolios medie-
vales a su obra, que explican la forma como κρεμάσομεν o μέλλομεν κρεμάσειν.
Finalmente κρεμῶσι está en la literatura tardoantigua y medieval desde el
s. iv d.C. Fuera del ejemplo de Alceo que menciona el Antiaticista, κρεμάσω
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4. Futuros de perfecto
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5. Futuros en -ήσω
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Resumen: Desde que en 1939 M. Lejeune dedicó una monografía a los derivados en -θεν en griego,
se ha dado por hecho que dicho sufijo expresa Procedencia. Sin embargo, este significado no es
consistente, dado que encontramos muchos derivados que no lo cumplen, sobre todo cuando la
base de derivación no es un lugar. Dada esta premisa, recuperamos la propuesta de M. Lejeune,
que confirmaba la existencia de dos sufijos prácticamente homófonos, y revisamos el significado
de dichos sufijos sirviéndonos de las Funciones Semánticas propuestas por E. Crespo (1997).
Palabras clave: Lingüística griega, Homero, Ilíada, semántica.
1. Introducción
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2. Hipótesis
Para realizar este estudio, parto de la idea que ya plantea M. Lejeune (1939: 5
y 7) de que en griego antiguo existen dos sufijos: θεν, que gramaticaliza como
desinencia de genitivo con bases de derivación animadas, pero como marca
de locativo / ablativo con lugares y θε(ν), que gramaticaliza como adverbio de
lugar y que no afecta a bases de derivación animadas. Ambos sufijos aún se
diferenciarían en Homero. Sin embargo, la tradición posterior no ha prestado
atención a la diferenciación de ambos sufijos ni a las interferencias que pueda
haber y en muchos estudios simplemente aparece la referencia al trabajo de
M. Lejeune (Chantraine 1958: 252, Maqueira 2006: 9) .
3. Metodología
A partir del texto de la Ilíada disponible en la Ancient Greek and Latin De-
pendency Treebank, he descargado los archivos correspondientes y he hecho
una búsqueda semimanual de formas no verbales con sufijo -θε(ν). Las he
almacenado en una tabla en las que he reflejado los siguientes datos: la forma
derivada, el lema base de derivación, el pasaje en el que aparece dicha forma, el
verbo del que depende en la oración, la FS de la palabra en el pasaje entre las
propuestas por Crespo (1997), la función sintáctica de la palabra en el pasaje
(argumento o satélite), el léxico al que pertenece el lema base, el dominio léxico
del verbo que rige la forma y el contexto métrico.
Una vez realizada la tabla con los pasajes correspondientes a la Ilíada, he hallado
557 formas derivadas con los sufijos -θε(ν) y -θεν, y de ellas, ateniéndome a los
factores que he resaltado puedo ver los siguientes rasgos:
Los derivados que aparecen al menos en una ocasión en sílaba apocopada
son los siguientes (por orden de frecuencia, entre paréntesis el número de
ocasiones): πρόσθεν (18), πάροιθε (5), ἄνευθε (2), ἀπάνευθε (2), μετόπισθε (2),
ἑκάτερθε (1), ἔνερθε (1), καθύπερθε (1) y ὄπισθεν (1). Llama la atención el
hecho de que todos son derivados a partir de adverbios y preposiciones.
En cuanto a los derivados que siempre aparecen con nasal, esta es la lista, en
orden alfabético: Ἀϐυδόθεν, ἀγορῆθεν, αἰνόθεν, Αἰνόθεν, Αἰσύμηθεν, ἄλλοθεν,
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Esto nos hace ver que la extensión de -θε(ν) sea la esperable, aunque sería
necesario estudiar si la existencia de otros sufijos similares en la expresión FS
del mismo ámbito local tuvo consecuencias en la especialización de la marca
en una FS en concreto (-θα y -θι, por ejemplo). Sin embargo, por cuestiones de
espacio dejaremos esta cuestión para ulteriores estudios.
Por otra parte, en los derivados de la segunda lista encontramos las siguientes
FS: Agente, Causa, Datación, Dirección, Intermediario, Modo, Procedencia
y Ubicación. La distribución es clara:
La función de Agente solo la desempeñan ἕθεν y σέθεν como agentes de
construcciones de genitivo absoluto, es decir son los derivados a partir de
pronombres personales los que en cuatro pasajes son agentes semánticos (y
sujetos sintácticos).
Para la Datación solo aparece la Aurora (ἠῶθεν), ya no divinizada, sino
refiriéndose al primer momento del día. En la Dirección el adverbio ἐγγύθεν y el
pronombre personal σέθεν son los dos derivados que encontramos, el primero
en trece ocasiones, todas con verbos que implican movimiento; el segundo en
solo una, introducido por la preposición ἄντα.
Los contextos en los que los derivados en -θεν han sido interpretados co-
mo intermediarios se caracterizan, principalemente, porque está claro cuál es
el Agente de la acción, pero aparece otro ser animado, marcado con el sufi-
jo que estamos estudiando, que actúa mediándola. Son todos humanos y dioses,
que están absolutamente humanizados.
He clasificado como FS de Modo unas construcciones que he encontrado
y que según el LSJ (s.v.) son casi locuciones modales: son combinaciones de
derivados de -θεν con los adjetivos base de su derivación: αἰνόθεν αἰνῶς (7.97),
ἄλλοθεν ἄλλος (en 2.95, en 9.311, en 9.671 y en 13.551), οἰόθεν οἶος (en 7.39
y en 7.226). Estas construcciones merecen una ateción específica que ha sido
resuelta por la tradición filológica con la explicación de que se trata de giros
manieristas que prevalecen en el libro séptimo de la Ilíada, caracterizado por
otros recursos propios del lenguaje formular (Kirk 1990: 236) o como una
construcción de origen superlativo (Lejeune 1939: 89). La falta de espacio hace
que aquí no les podamos dedicar más atención. En cuanto a los pronombres
personales, solo ἐμέθεν y ἔθεν desempeñan esta FS y en ambas ocasiones
introducidos por la preposición ἄνευ.
La FS más frecuente es la de Procedencia, según lo esperado por las pro-
puestas etimológicas de -θεν (para un resumen de ellas véase González 2015:
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5. Conclusiones
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Referencias bibliográficas
Haspelmath, M. (1997): From Space to Time, Múnich – New Castle, Lincom Europa.
Heine, B. & Kuteva, T. (2002): World Lexicon of Grammaticalization, Cambridge, Cam-
bridge University Press.
Kirk, G. S. (ed.) (1985–2000): The Iliad: a Commentary, vols. i–vi, Cambridge, Cambridge
University Press.
Lejeune, M. (1939): Les adverbes grecs en -θεν, Burdeos, Étidions Delmas.
LSJ = Liddell, H. G. (1996⁹ con suplemento): Greek-English Lexicon, Oxford, Clarendon
Press.
Luraghi, S. (2003): On the Meaning of Prepositions and Cases: The Expressions of Semantic
Roles in Ancient Greek, Ámsterdam – Filadelfia, J. Benjamins Publications.
Maqueira Rodríguez, H. «Adverbios», en E-Excellence, Biblioteca de recursos electrónico
en Humanidades, disponible en https://www.liceus.com/producto/los-adverb
ios/ [última visita 15 de octubre de 2019].
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Resumen: Hacemos un estudio de la fórmula pie zeses, que comienza a grabarse en vasos de vidrio
con letras de oro en el siglo iv. Se trata de un singular caso en que se introduce en inscripciones
latinas una fórmula en griego, pero escrita con caracteres latinos. Así pie zeses, «bebe y que vivas»,
convierte esos epígrafes en perfectos casos de bilingüismo. Ahora bien, ¿por qué se incluye en
inscripciones latinas esa aclamación en otra lengua? ¿Por qué se escribe en alfabeto latino y no
en griego? Intentamos hacer aquí un repaso a estos objetos, su cronología, su porqué.
Palabras clave: Bilingüismo, inscripciones funerarias.
¹ C. R. Morey 1959 reunió un catálogo con 460 vasos. Desde entonces se han ido añadiendo los
nuevos hallazgos.
² Ver la descripción que hace Vickers 2009–2011: 609–613.
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1. Antecedentes
Parece que desde mediados del siglo iii empieza a introducirse la palabra
zeses («vive» o «que vivas»), escrita con caracteres latinos en inscripciones
sepulcrales, la mayoría cristianas. Así en Tarraco tenemos un ejemplo de fines
del iii en que el epígrafe acaba con la aclamación zeses (CIL II²/14, 1582). ¿Es
esta inscripción realmente cristiana?³ Muy posiblemente, aunque nunca se
la ha considerado así⁴; como sí lo es el anillo de oro hallado en Corbridge
(Britannia), en que está inscrito Aemi·lia zeses (CIL VII 1300). Esta aclamación
de cierre en inscripciones sepulcrales, equivalente a vivas, vino a sustituir
a otras paganas muy conocidas y ya superadas (sit tibi terra levis, por ejemplo).
En ella debe entenderse vivas in Deo⁵, muy frecuente en el norte de África,
sobre todo en la zona de Cartago (CIL VIII 10485.4), pero extendida por todo el
Mediterráneo⁶.
El siguiente paso será la combinación de zeses con otras fórmulas, como
anima dulcis, lo que parece significar que en principio se aplicó a niños y niñas.
Así, en Roma, procedente de las catacumbas de Domitilla y fechada entre el 290
y el 325 tenemos una placa funeraria: Lea, anima dulcis, zeses (ICVR III 6788).
El texto no indica la edad de la difunta, pero el adjetivo dulcis suele sugerir
que se trata de niños⁷. La iconografía de la paloma y el racimo de uvas bajo el
texto es claro signo de su filiación cristiana. De mediados del siglo iv tenemos
en Roma otra placa sepulcral dedicada Cyriace pie zes(es) (ICVR 1, 3420), con la
misma iconografía que la anterior.
Esta adscripción al cristianismo la vamos a encontrar muy pronto en algunos
epígrafes como el de Pésaro, que dice: Dignitas amicorum vivas in pace Dei
zeses (ILCV 2212a) y rodea una iconografía relativa a las bodas de Caná (quizás
³ Ayudaría a esta consideración el carácter descuidado de la ordinatio y la paleografía. Ello adelantaría
cronológicamente las primeras inscripciones cristianas de la península (v. ICERV, cuyo catálogo
necesita una revisión a fondo).
⁴ Ni el comentario de G. Alföldy (ad CIL II²/14, 1582) ni el de anteriores editores así lo indican.
⁵ Es posible que en las inscripciones sepulcrales en que aparece zeses haya que entender la braquilogía
zeses en Theo o in Deo, pero que en una época aún martirial quieran camuflar su cristianismo
eliminando en Theo, que podría comprometerles. A este respecto podríamos aducir la famosa placa
cristiana de Licinia Amias (ICVR II 4246), uno de los primeros testimonios de epigrafía cristiana,
donde se ha disimulado su pertenencia al cristianismo escribiendo Ιχθύς Ζώντων con caracteres
griegos, junto a dos peces y un ancla (símbolos carentes de significado para un pagano), y bajo un
D. M. —¿mera reminiscencia pagana o quizás simple fórmula de taller vacía de contenido?—, pero
ha prescindido de otros símbolos iconográficos más evidentes como el crismón. Si esto es así, esta
inscripción de Tarraco sería el primer testimonio de epígrafe cristiano de la península Ibérica.
⁶ Así, un plato de la Lugdunensis, fechado ya en el siglo iv avanzado, tiene un texto dispuesto
circularmente: Vincenti zeses in Chr(ist)o domino (CAG 71–4, p. 289).
⁷ Esta referencia a niños podemos verla en un grafito sobre un vaso conservado en el Museo de
Bonn, cuyo lacónico texto es: Zeses dulciola (CIL XIII 10017.34).
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un regalo de bodas), o uno de Roma: Hilaris cum tuis pie zeses in Deo (ILCV
2216a).
En paralelo comienza a aparecer esta misma fórmula en las denominadas
botellas puteolanas⁸, donde se describe un plano de la ciudad de Puteoli o la
de Baiae, y que están dedicadas a una persona que la recibe como regalo. Así,
una de Mérida: [Dul]cis anima z[e]ses (AE 2005, 763); de estas se conservan
varias piezas, especialmente en Italia. Estos ejemplares son tardíos. Uno hallado
en la villa de Veranes (Gijón), muy fragmentario, fechado entre fines del iv
y mediados del v, lo reconstruyen sus editores a partir de paralelos como:
[multis a]nnis ho[mo bone pie] z[eses] (Salido & Madariaga 2019: 158). Botellas
de vidrio ya a fines del siglo iii habían empezado a unir la idea del brindis con
la fórmula. Así una de Heraclea lleva el texto: Eminis Aprille propinavit vive
zeses (De Siena 1999: 40).
Pronto se van a incluir nuevos sintagmas que especifiquen ese deseo de
inmortalidad: Vivas in (a)eterno z(eses) (CIL XIII 3559). En esta última inscrip-
ción vemos ya zeses abreviado. La repetición frecuente de la palabra la fue
convirtiendo en fórmula, y la familiaridad con la expresión permitió que se
escribiera abreviada, pues era ya totalmente reconocible por los lectores. Así,
Maxime, dulcis z(eses) (CIL XV 7033); o el plato procedente de Colonia con el
texto Gaudias in Deo pie z(eses) (ILCV 2218a).
Poco después zeses se va a completar con pie (equivalente a bibe). Ahora
bien, pie zeses parece una traducción de bibe vivas⁹, aclamación latina con
una clara paronomasia en una época en que el betacismo ya había triunfado y,
por ello, una frase muy fácil de recordar. En algunos vasos vemos la fórmula
repetida, o quizás habría que decir traducida¹⁰, como en este procedente de
Atenas: bibe vivas pie zeses (CIL III 6543); o incluso solo pie z(eses) (CIL XIII
10025.228).
A mediados del siglo iv, el brindis griego ZHCHIC, transcrito en letras latinas
como ZESES, forma parte muy común de inscripciones realizadas en vidrio
⁸ Sobre su naturaleza y expresiones, v. Bejarano 2005.
⁹ Nótese cómo el latín usa el imperativo-subjuntivo de presente, mientras que el griego emplea el
aoristo.
¹⁰ No parece, sin embargo, que podamos hablar aquí de un bilingüismo real, del mismo modo que en
nuestros días la mayoría de los anuncios de perfumería contienen parcial o totalmente expresiones
en francés (v. publicidad de Lancôme, Chanel, Scandal de Jean Paul Gaultier, o Nina Ricci, por
ejemplo), pero no obedecen a una sociedad española francoparlante, sino a un sentir que la mejor
perfumería viene de París, de donde procede el glamour.
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con letras de oro (Weitzmann 1979: nº 388; 347–348). Es más frecuente que el
equivalente latino vivas. El carácter formular, sin embargo, hizo que perdiera en
algunos contextos su primer significado; así, dos vasos que incluyen imágenes
de Cristo han trascrito mal Zeses y han grabado Zesus, para forzar un juego de
palabras entre el brindis y el nombre de Cristo (Lutraan 2006: 55–56), alterado
fonéticamente.
El origen de esta costumbre se encuentra en vasos para beber que los cris-
tianos usaban probablemente en ágapes; aunque no con un sentido litúrgico.
Parece una frase aclamatoria, con un deseo positivo: «Bebe, que vivas». Pri-
mero se incluyeron en alfabeto griego, como podemos ver aún en un mosaico
de Dougga fechado a finales del siglo iii. En él se puede ver a dos esclavos
vertiendo vino de sus respectivas ánforas en dos bandejas que sostienen otros
esclavos. En las ánforas pueden verse inscritas con teselas las palabras ΠΙΕ
y ZΗϹΗϹ (Ennaïfer 1995: 76–77), expresión original griega para brindar.
La fórmula en griego ha podido introducirse en contextos latinos a partir
de vasos cuya aclamación comenzaba en latín por bibe vivas y se cerraba
con una fórmula análoga, pero en otra lengua. Los hablantes debían estar
suficientemente habituados a ella, como para no percibir que estaban diciendo
algo extraño. La duplicidad de la fórmula tiene muchas variantes, por ejemplo:
Dignitas amicorum pie zeses cum tuis omnibus bibe et propina (ILCV 877).
La fórmula no solo se expresó en singular. También la podemos encontrar
en un vaso de vidrio de Roma: piete zesete multis annis vivatis (CIL XV 7028).
Probablemente se había tomado de la aclamación pronunciada al pasar en los
banquetes la copa de mano en mano. La sentencia, de buen augurio entre
los paganos, fue tomada tal cual por los cristianos. Y en otra inscripción se desea
vida a los padres: paren[ti]bus vestris p(iete) z(esete) (AE 2009 164). Aunque
no siempre se escribe correctamente el plural, de modo que podemos leer:
(R)ufine Resp[e]cta vivatis in Deo zeses (ILCV 2006b), escribiendo zeses en lugar
de zesete.
El reconocimiento de la fórmula griega como algo propio lleva a sustituir
plenamente la fórmula latina. Por ello podemos encontrar dos inscripciones
con la expresión pie zeses in Deo (ILCV 2216a y 2216b), donde esperaríamos un
Vivas in Deo¹¹, que es tan popular a partir del año 350 d.C.
El efecto de sustitución del latino vivas por zeses hace que en ocasiones
zeses llegue a aparecer dos veces, sustituyendo a vivas en el lugar donde
esperaríamos la aclamación en latín: dignitas amicorum pie zeses cum tuis
omnibus zeses (Leclercq 1939: 1026), variante de Dignitas amicorum pie zeses
cum tuis omnibus bibe et propina (ILCV 877).
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¹² En un vaso expuesto en el Metropolitan Museum, puede verse todavía cómo tiene incrustados
restos de mortero en sus bordes, cf. Lutraan 2006: 5.
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¿Cómo se elaboraban estos vasos? Estamos ante un tipo de vidrio de lujo donde
se fusiona un diseño decorativo de pan de oro entre dos capas de vidrio. Aunque
los primeros ejemplos se encuentran en la Grecia helenística, es característico
del vidrio romano de fines del Imperio, entre finales del siglo iii y el v.
El proceso de creación del vidrio de oro era difícil, y requería gran habilidad.
Se cortaba un disco pequeño, de entre siete y doce centímetros de anchura,
proveniente de una esfera soplada con la parte inferior aplanada. Más tarde
se unía al disco una pieza de pan de oro. El diseño se lograba tras rascar el
pan de oro. La pieza principal, un vaso o un bol, se creaba por soplado, con
una parte inferior aplanada que tenía las mismas dimensiones que el primer
disco. El resultado era calentado de nuevo y depositado con cuidado sobre
el disco con el dibujo, provocando la fusión de la parte inferior plana con el
disco que lo contenía. La pieza completa era calentada por última vez para
acabar de completar la fusión (cf. Rutgers 2000: 83).
El fondo de casi todos los vasos contiene alguna imagen. Casi la mitad de
los vasos de oro conocidos presenta retratos, si bien hay escenas narrati-
vas, principalmente cristianas. Los retratos de personajes bíblicos forman
casi la mitad del corpus (Grig 2004: 215). Hay también algunas representa-
ciones deportivas, de animales, guirnaldas o decoraciones similares. No hay
retratos imperiales ni escenas militares; los vasos se centran en intereses
privados.
Son frecuentes los retratos con inscripciones que nombran a personajes
particulares (Lutraan 2006: 29–31). Los retratos de matrimonios, más comunes
al comienzo de la producción, dieron paso a santos y apóstoles al final del
período (Grig 2004: 14 y 17). Cristo aparece en varios vasos, generalmente
imberbe y juvenil, así como en la figura del Buen Pastor.
Escenas narrativas del Antiguo Testamento (Adán y Eva; el sacrificio de
Isaac por parte de Abraham; Noé y el arca; la historia de Jonás; Daniel en el
foso de los leones; los tres jóvenes en el horno de fuego; etc.) son mucho más
comunes que las de la vida de Cristo, como ocurre también en las pinturas de las
catacumbas (Lutraan 2006: 21–23). Solo hay dos escenas narrativas mitológicas:
un trabajo de Hércules ante la mirada atenta de Atenea (IGTrev p. 12), y uno
de Aquiles (Lutraan 2006: 55).
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Trece de los más de 500 vasos conocidos romanos tardíos son identificables
como judíos a partir de la iconografía. Parece que todos se han utilizado en
catacumbas romanas como marcadores funerarios. Los dos únicos completos
fueron encontrados en catacumbas cristianas, mientras que los hallados en las
judías no tienen iconografía propiamente hebrea, lo que parece demostrar que
«algunos judíos no sentían escrúpulos en usar los vasos de vidrio de oro con
motivos iconográficos paganos» (Rutgers 2000: 85).
De los trece, cinco contienen pie zeses y dos anima dulcis. La secuencia vivas
cum también se encuentra en vasos judíos y no judíos. Parecen haber sido
dados como regalos en el mismo tipo de ocasiones, y hay pruebas de que los
judíos romanos compartían la costumbre general de entregar presentes por
Año Nuevo (Rutgers 2000: 83–85).
3. Conclusiones
Desde mediados del siglo iii aparece en la epigrafía latina una fórmula griega
escrita en caracteres latinos, zeses, quizás para camuflar una inscripción sepul-
cral cristiana. El deseo de que la otra persona viva puede estar relacionado con
la creencia en la inmortalidad. Rompe así con las fórmulas típicas paganas de
«que la tierra no te pese», o aquellas en las se advierte el pesimismo propio del
paganismo: la fugacidad de la vida, mejor habría sido no nacer, etc.
Este zeses se unirá pronto (comienzos del siglo iv) a pie (que recoge el bi-
be latino) y que es propio del simposio. Juntos empezarán a funcionar como
secuencia inseparable, no ya en inscripciones sepulcrales en mármol, sino en va-
sos de vidrio con letras de oro, usados como regalo a una persona, y terminarán
como indicadores funerarios en catacumbas.
Referencias bibliográficas
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Resumen: En este trabajo se pone en relación el compuesto micénico ke-u-po-da con el presente
atemático que se puede reconstruir para χέω de acuerdo con su aoristo radical atemático y la
comparación con véd. juhóti. Mic. ke-u-po-da es un compuesto de rección verbal cuyo primer
miembro ke-u- = χευ- solo es posible si se corresponde con un presente atemático en -u.
Palabras clave: Compuestos de rección verbal, aoristo radical, presente atemático, tematización
de presentes atemáticos.
Emilio Crespo ha sido como un segundo padre académico para el autor de esta
breve nota filológica sobre una cuestión un tanto alejada de sus intereses más
inmediatos. Con todo, estoy seguro de que Emilio sabrá apreciar el esfuerzo
por mostrar mi admiración y mi cariño a través de este trabajo.
1. Planteamiento
El paradigma del verbo χέω contiene, junto con el presente radical temático, un
aoristo medio ἐχύμην y otro activo ἔχε(υ)α. En general, se suele considerar que
un aoristo radical atemático como ἐχύμην no se corresponde con un presente
radical temático (Risch 1974: 234, Willi 2018: 200–202, Lundquist & Yates
2018: 2165), lo que podría encontrar apoyo en la comparación, pues el védico
* Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto «Estudio diacrónico de las instituciones
socio-políticas de la Grecia antigua y de sus manifestaciones míticas» (referencia FFI2016-79906-P).
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ofrece un presente atemático reduplicado juhóti (LIV s.u. *ĝʰeu̯-). Por ello, Willi
(2018: 309–310) sospecha que χέω es una formación secundaria a partir de 3ª
pers. sing. aor. ἔχεε. En ese escenario, el aoristo activo primitivo *(h₁e-)ĝʰeu̯-t
habría sido sustituido por el sigmático ἔχευα y ἔχεα sería una reliquia del
antiguo aoristo atemático (< *(h₁e-)ĝʰeu̯-m̥ ), cf. Sihler (1995: 562). No obstante,
Harđarson (1993: 193–194) considera que ἔχευα (< *(e-)kʰeu̯u̯a) es el resultado
eolio de un primitivo aoristo sigmático *(h₁e-)ĝʰeu̯-s-m̥ , mientras que ἔχεα es el
resultado en otros dialectos del alargamiento compensatorio correspondiente,
pero con abreviación prevocálica a partir de *(e-)kʰẹ̄(u̯)a. Véase también Crespo
(1977: 46–48), que considera que la escansión de 3ª pers. pl. ἔχεᾱν en Hom.
Il. 18.347 y Od. 8.436 (donde también es posible leer ἔχεον) se debe a una
metátesis de cantidad a partir de *é-kʰẹ̄an¹. Si ἔχε(υ)α es un aoristo sigmático,
el presente χέω podría ser antiguo e incluso podría deberse a la remodelación
de un primitivo presente en yōd *ĝʰeu̯-i ̯e/o- (> *χειε/ο-) a partir de ese aoristo,
cf. Willi (2018: 310). Como veremos, los datos del micénico apoyan, aunque de
forma completamente indirecta, la existencia de un presente atemático para
χέω en el segundo milenio, presente que ya reconstruyó Schwyzer (1939: 745)
como *χεῦμι.
En griego micénico solo se documenta una forma del paradigma verbal
de χέω, el participio de perfecto medio-pasivo nom. sing. fem. me-ta-ke-ku-
me-na (KN Sf 4428.b), forma compuesta con μετα- que se interpreta como
«desmontado» y va referida al carro, i-qi-ja en micénico, que se registra en la
tablilla, cf. Bernabé (2016: 533–534). Este participio pertenece a un perfecto en
grado cero que coincide con el documentado en Homero κέχῠμαι (Il. 5.141, etc.)
y poco o nada puede aportar sobre el presente de este paradigma en época
micénica. No obstante, si consideramos que el compuesto nominal ke-u-po-da
contiene un primer miembro ke-u- que coincide con el tema de χέω (< IE *ĝʰeu̯- ),
podemos deducir, como veremos, que el presente de ese verbo era atemático
en época micénica.
2. Mic. ke-u-po-da
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² No obstante, Ruijgh 1967: 262 considera a-pu ke-u-po-de-ja un compuesto con separación gráfica
que haría referencia a mujeres que han dejado de ser ke-u-po-de-ja, cf. ἀποστρατηγός «ex general»
(por haber sido destituido, D. 23.149; por haber terminado el tiempo de su cargo, Plu. Marc. 22).
127
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³ La posibilidad, apuntada en DMic. s.u. ke-u-po-de-ja, de que ke-u- esté relacionado con el tema
γευσ- de γεύω es más difícil desde un punto de vista morfológico (no hay compuestos de rección
verbal griegos en los que el tema verbal aparezca en -s en el primer miembro) y carece de paralelos
(no hay colocaciones de γεύω y σπονδή).
⁴ Las interpretaciones alternativas de este compuesto, cf. DMic. s. u., son poco creíbles: *Ϝελϝά(ρ)δω-
ρος por su primer miembro, cf. εἶλαρ, ος «protección, defensa»; Εὔ-ανδρος porque Εὔ- = mic. e-u-,
e-u-w o e-w.
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ki-ti-je-si (PY Na 520.B), tercera persona del plural del presente de in-
dicativo activo de un verbo *κτεῖμι «plantar» que aparece en los textos
alfabéticos como κτίζω «construir, fundar, plantar». El presente atemático
está bien documentado en indo-iranio, véd. kṣéti, kṣiyánti, av. šaēitī,̆ šiieiṇtī,̆
así como en el compuesto homérico ἐϋκτίμενος, -η, -ον «bien construido»,
cf. ki-ti-me-na = κτιμένᾱ «en cultivo» (PY Ea, En y Eo passim), participio
aplicado a un tipo de parcela o ko-to-na.
po-ṇẹ-to- (PY Eq 36.13), tercera persona del singular del presente de indi-
cativo medio-pasivo de un verbo *πόνημαι (Killen 1999: 343–344), que se
documenta referido al trabajo de la tierra y que ya en Homero es temático,
πονέομαι «trabajar, fatigarse, sufrir» (Il. 10.116, etc.). Se trata de uno de los
denominados verbos «contractos» y algunos de estos presentes también
se conjugan como atemáticos en el primer milenio, especialmente en los
dialectos eolios, cf. Hock (1971), Ruijgh (2004: 50–52). No hay consenso
sobre si la conjugación «eolia» de estos presentes es un arcaísmo o una in-
novación, pero los datos micénicos podrían apuntar a que la conjugación
temática o atemática dependía del tipo de presente, cf. Jiménez (2006)⁵.
u-ru-to (PY An 657.1), tercera persona del plural del presente de indicativo
activo de un verbo *ϝρῦμαι «defender, proteger», cf. hom. ῥῦσθαι (Hom. Il.
15.141), que en el primer milenio aparece también tematizado, cf. ἐρύεσθαι
⁵ po-ṇẹ-to- sería un denominativo con el sufijo -eh₁-, mientras que mic. to-ro-qe-jo-me-no (PY Eq
213.1) es un iterativo-causativo con grado pleno o en la raíz y sufijo -ei ̯e/o-, cf. τροπέω (Hom. Il.
18.224).
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4. Conclusiones
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Dioniso Basareo
Ana Isabel Jiménez San Cristóbal
Universidad Complutense de Madrid
asancristobal@filol.ucm.es
Resumen: Cornuto hace derivar el término Βασσαρεύς, «Basareo», epíteto de Dioniso, de βάζειν
«hablar». Sin embargo, ni los léxicografos antiguos ni los diccionarios etimológicos modernos
relacionan Βασσαρεύς con βάζειν, sino con βασσάρα «bacante», «vestido», «zorra», y con
βῆσσα, «valle». En este estudio se analizarán los escasos testimonios de Dioniso Βασσαρεύς
y las acepciones del término βασσάρα para tratar de establecer la motivación de las etimologías
propuestas.
Palabras clave: Dioniso Basareo, bacante, vestido, zorra, etimología.
Dionysus Bassareus
Abstract: Cornutus derives the term Βασσαρεύς, «Bassareus», epithet of Dionysus, from βάζειν
«speak». However, neither ancient lexica nor modern etymological dictionaries relate Βασσαρεύς
with βάζειν, but with βασσάρα «bacchant», «dress», «fox», and with βῆσσα, «valley». This study
will analyze the few testimonies of Dionysus Bassareus and the meanings of the term βασσάρα in
order to establish the motivation of the proposed etymologies.
Key Words: Dionysus Basareus, bacchant, dress, fox, etimology.
1. Dioniso Βασσαρεύς
¹ Hor. C. 1.18.11–13 non ego te, candide Bassareu, / invitum quatiam nec variis obsita frondibus / sub
divum rapiam. «No seré yo, resplandeciente Basareo, quien te agite contra tu voluntad, ni exponga
los secretos cubiertos por hojas».
² Caes. Bass fr. 2 FPL³. Véase también Prop. 3.17.30 donde bassaricas se refiere a los cabellos del dios
que lleva la hiedra al cuello y se corona con la mitra lidia.
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Dioniso Basareo
junto a otros objetos como la hiedra⁹. Y en otro pasaje señala que el símbolo
de los misterios de Sabacio, i. e., Dioniso, es el dios a través del regazo (ὁ διὰ
κόλπου θεός), en referencia a un rito en el que se hace pasar una serpiente
por el regazo de los celebrantes y que él relaciona con la unión de Zeus bajo la
forma de serpiente con Perséfone en el mito, afirmando que el padre del toro
es la serpiente¹⁰.
A finales del período imperial, Macrobio, en sus Saturnalia, habla de la
representación de Líber en la estatuaria como muchacho, joven y anciano con
barba y cita como ejemplo a aquel al que griegos llaman Basareo o Briseo, y los
napolitanos Hebon, «el joven»¹¹. Y en el s. ix d.C., Focio cita Basareo en un
contexto oscuro en el que aparece Dioniso, el delirio báquico, pero también
Harmonía y la musa Urania¹².
En la mayoría de los testimonios, el epíteto Basareo se refiere al Dioniso del
culto mistérico, en muchos casos el órfico, y aparece ligado especialmente a la
hiedra y las cistas y, en menor medida, al toro. En los lemas de varios lexicó-
grafos tardíos, Βασσαρεύς aparece citado bajo la voz βασσάραι a propósito de
un pasaje de los Edonos de Esquilo¹³. Esta tragedia, junto con Basárides, Los
Muchachos y Licurgo, conformaban la llamada Licurgía de Esquilo, que tenía
por protagonista a Licurgo, mítico rey de Tracia, castigado por oponerse a la
introducción del culto de Dioniso¹⁴. La mayoría de los lexicógrafos dice que
βασσάραι eran los vestidos de colores y largos hasta los pies que llevaban las
bacantes tracias y que se llamaban así por Dioniso Basareo¹⁵:
En todos los ejemplos se afirma que βασσάρα deriva de Βασσαρεύς. Solo los
escoliastas de Horacio y Clemente de Alejandría derivan Basareo de basara¹⁶.
La derivación de los lexicógrafos contrasta con la dinámica de formación de
⁹ Clem. Al. Prot. 2.22.4 (OF 590).
¹⁰ Clem. Al. Prot. 2.16.1–3 (OF 589 I). Sobre el significado del rito y la expresión ὁ διὰ κόλπου θεός,
como la escenificación del nacimiento a la nueva vida y de la condición divina que aguardaba al
iniciado tras la muerte, cf. Jiménez San Cristóbal 2015: 172–175.
¹¹ Macrob. Sat. 1.18.9, cf. Lenormant 1877: col. 628.
¹² Phot. Bibl. 187 (144a).
¹³ A. fr. 59 Radt. Véase infra, n. 30.
¹⁴ A. Test. 68 Radt (Sch. Ar. Th. 135), cf. A. Test. 78 Radt.
¹⁵ Phot. Lex., Et. Gen., Lex. Seg. y Lex. Sabb. s.u. Βασσάραι, EM. s.u. Βασσαρίδες, sobre el cual véase
infra p. 133 Et. Gen. y Lex. Seg. presentan la lectura καλούμενοι que concierta con χιτῶνες en lugar
de καλούμεναι, que lo hace con βασσάραι.
¹⁶ Schol. Clem. Al. Protr. et Paed. 17.7 Βασσάρου] βασσάρα λέγεται ἔνδυμα βακχικόν. Basaro: «se
dice que la basara es un vestido báquico». Porphyr. ad Hor. 1.18.11 a genere vestis Liber Bassareus
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nombres en griego, donde el sufijo -ευς se usa para formar derivados¹⁷, y con los
testimonios conservados, ya que Βασσαρεύς no está atestiguado hasta época
imperial, mientras que βασσάρα y su derivado Bασσαρίδες se documentan
desde época arcaica.
2. Βασσάρα
appellatur, unde et ipsae Bacchae Bassarides appellantur; schol. Hor. ibid. vestis… dicta a Bassara,
loco Lydiae, ubi fit, cf. Forcellini 1940: 248.
¹⁷ Chantraine 1938: 125–131, Frisk 1960: 224, Chantraine 2009 (1968): 168, Beekes 2010: 204–205.
Véanse también Jessen 1897: col. 104 y Braccini 2010: 8.
¹⁸ Braccini 2010, con bibliografía.
¹⁹ Pisani 1934: 223–224. Véase también la disposición del lema en los diccionarios al uso como el
Liddell-Scott-Jones o DGE.
²⁰ Anacr. fr. 32 Gentili Διονύσου σαῦλαι Βασσαρίδες, cf. Porres 2013: 179–180. Véase también Call.
fr. 743, Eratosth. Cat. 1. 24D, 38, AP 6.74 (Agath.), Nonn. D. 20.310, passim, Schol. Pers. Sat. 1.101.
²¹ Anacr. fr. 33 Gentili, cf. Porres 2013: 146–147.
²² Ex. gr. Anacr. fr. 14, 16, 204 Gentili.
²³ A. Fr. 23–25 Radt, A. Test. 68 Radt (Sch. Ar. Th. 135).
²⁴ Callix. FGrHist 627 F 2 (ap. Ath.5.198 e).
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Dioniso Basareo
soñar con las bacantes o βασσάραι que acompañan a Dioniso augura pertur-
baciones, riesgos y escándalos²⁵. En varias inscripciones de época imperial
βασσάραι se refiere a las mujeres que participan en el culto dionisiaco²⁶, y ἀρ-
χιϐάσσαρος y ἀρχιϐασσάρα a los sacerdotes y sacerdotisas que encabezaban
tíasos dionisíacos²⁷. Los escoliastas y los lexicógrafos inciden también en que
βασσάρα significa bacante²⁸. En el Etymologicum Magnum se propone una
interesante explicación de Βασσαρίδες:
²⁵ Artem. 2.37.74–75.
²⁶ Éfeso (s. i–ii d.C.): IK 15.1602 (c+d), 28.
²⁷ Torre Nova (mediados s. ii d.C.): IGUR I B 24, Apolonia (s. iii d.C.): IG Bulg I 401.16.
²⁸ Schol. Lyc. 772, Et. Gen. y Et. Sym. s.u. βασσάρα.
²⁹ En los diccionarios modernos solo la recoge Beekes 2010: 205. Furnée 1972: 257 n. 36 sostiene que
puede ser un compuesto de βάσσος y el sufijo pregriego -αρον, άρα. Sobre la ὀρειϐασία, véase
Jiménez San Cristóbal 2011.
³⁰ A. fr. 59 Radt ὅστις χιτῶνας βασσάρας τε Λυδίας ἔχει ποδήρεις. «Todo aquel que lleva quitones
y basaras lidias talares». Poll. 7.59; véase también Schol. in Clem. Al. Protr. et Paed. 17.7. Lenormant
1877: 599, 681 considera a Basareo un dios lidio conquistador, frente a lo cual véase Jessen 1897:
col. 104–105.
³¹ Hsch. s.u. βασσάραι, Lex. Seg. s.u. Βασσάραι, E.M. s.u. Βασσαρίδες, Schol. Pers. Sat. 1.101.
³² Phot. Lex., Et.Gen. y Lex. Sabb. s.u. Βασσάραι· ἦσαν δὲ ποικίλοι καὶ ποδήρεις.
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Dioniso Basareo
Referencias bibliográficas
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Resumen: Hay quienes defienden que el parentético εἰπέ μοι está gramaticalizado en griego
clásico. Alegan, en efecto, que ha perdido su contenido semántico, que está descategorizado
y, sobre todo, que está petrificado formalmente. El propósito de este trabajo es revisar dichos
argumentos y proporcionar algunos indicios que los cuestionan.
Palabras clave: εἰπέ μοι parentético, gramaticalización, griego clásico.
1. Preámbulo
No he tenido la suerte de ser alumna de Emilio, pero puedo decir que no concibo
mi formación como filóloga clásica sin su magisterio que, como a tantos, me
ha transmitido con sus escritos y, en este último tiempo, también con sus
comunicaciones. Ante tantas enseñanzas solo me queda mostrarle mi más
sincera gratitud, pues pretender devolverlas con igual reciprocidad es algo que,
lamentablemente, no está ni estará nunca a mi alcance: εἰς τοσοῦτον ἀμαθίας
ἥκω, como diría Platón (Pl. Ap. 25e1–2).
2. Introducción
En las últimas décadas no han sido pocos los filólogos que han prestado atención
al imperativo εἰπέ μοι en su uso parentético (e.g. εἰπέ μοι, φιλεῖς ἐμέ; «Dime,
* Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el VII Congreso Nacional Ganimedes,
que se celebró en la Universidad de Barcelona los días 13, 14 y 15 de marzo de 2019. Quisiera,
ante todo, agradecerle a mi maestra Emilia Ruiz Yamuza las correcciones y comentarios que hizo
a aquel borrador, así como extender mi agradecimiento a Alfonso Vives Cuesta por haber tenido
la generosidad de compartir conmigo un trabajo suyo, todavía inédito, sobre el uso parentético de
εἰπέ μοι.
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¿me quieres?», Ar. Nu. 82). Así, López Eire (1996: 97–109), en su libro La Lengua
coloquial de la Comedia aristofánica, estudió εἰπέ μοι en el capítulo dedicado
a las interjecciones secundarias o impropias¹. Previamente, Platnauer (1964:
103) y Starkie (1968: 201) apuntaron, a propósito de dos pasajes de Aristófanes
(V. 403 y Pax 383), que εἰπέ μοι funcionaba como una exclamación. A su
vez, Nordgren (2015: 22–23), en una monografía reciente sobre interjecciones
griegas, incluyó εἰπέ μοι en la nómina de interjecciones secundarias, a la que
pertenecen, entre otras, las conocidas ἄγε, ἴθι, φέρε e ἰδού². La razón primordial
que se aduce en pro de esta clasificación es la supuesta fosilización³, ya en el
siglo v a.C., de la forma, reflejada en ejemplos en los que el hablante emplea
εἰπέ μοι para dirigirse a varias a personas, como ocurre en (1).
(1) εἰπέ μοι, τί πάσχετε, ὦνδρες; («Dime, ¿qué os pasa, hombres?», Ar. Pax 383).
Zakowski (2014), por su parte, defiende que εἰπέ μοι está gramaticalizado en
griego clásico y que funciona como un modificador del enunciado (utterance
modifier). Para ello se basa en una serie de criterios: petrificación o fosilización
de la forma (ossification of form o freezing), porque εἰπέ μοι se emplea siempre
en singular, independientemente del número de receptores; descategorización
(decategorialization o morphological reduction), porque ha perdido la capacidad
de construirse con complementos que le son propios; divergencia (divergence),
porque el uso de εἰπέ μοι coexiste con su uso como verbo principal; y deseman-
tización (desemanticization o semantic bleaching), porque ha dejado de tener
¹ Cf. Ameka 1992: 111: «Secondary interjections are those words which have an independent
semantic value but which can be used conventionally as utterances by themselves to express
a mental attitude or state».
² Schinck 1873 y Labiano Ilundáin 2000 solo se ocupan en sus trabajos de interjecciones primarias,
de modo que εἰπέ μοι queda excluido de sus consideraciones. Biraud 2010, quien sí dedica un
apartado a las interjecciones secundarias (e. g. ἄγε, φέρε, ἴθι, δεῦτε, καλῶς), no menciona en ningún
momento εἰπέ μοι. Tampoco lo hace Denizot 2014: 250 en la entrada de la EAGLL (Encyclopedia of
Ancient Greek Language and Linguistics).
³ Cf. López Eire 1996: 100–101: «(…) el sintagma εἰπέ μοι se ha convertido en una auténtica inter-
jección o partícula de función conativa, por lo que se emplea para dirigirse a varias personas
(…) Hasta tal punto la locución εἰπέ μοι se siente petrificada, que a veces tras de ella, en vez de
aparecer la pregunta formulada directamente, se nos muestra enunciada con la intervención de la
partícula de conexión δέ, poniendo así el hablante en evidencia que va entrelazando una tras otra
sus preguntas directas con las respuestas que recibe, mientras que en realidad la locución εἰπέ
μοι solo le sirve para mantener atento a su interlocutor. Por ejemplo: Pax 226 εἰπέ μοι, / ἡμᾶς
δὲ δὴ τί δρᾶν παρασκευάζεται;, “dime, ¿y a nosotros, entonces, cómo se dispone a tratarnos?”
(…)». Nótese, de todos modos, que la posición de la partícula no es indicio de que εἰπέ μοι está
petrificado sino, más bien, de que se encuentra en distribución parentética.
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3.1. Fosilización
⁴ Vives Cuesta (comunicación personal) coincide en lo esencial con Zakowski, con la diferencia
de que él prefiere hablar de pragmaticalización y no de gramaticalización. Considera que εἰπέ
μοι es un parentético que se encuentra en proceso de convertirse en un marcador pragmático
y enumera dos funciones básicas: marcar léxicamente la pregunta como acto de habla y orientar
la interpretación de la proposición mediante la solicitud de información al interlocutor.
⁵ Las ediciones seguidas son aquellas que proporciona el Thesaurus Linguae Graecae (TLG), a saber, la
de Page para Esquilo, la de Lloyd-Jones & Wilson para Sófocles, la de Diggle para Eurípides, la de
Wilson para Aristófanes, la de Burnet y Slings para Platón, la de Wilson para Heródoto, la de Jones
& Powell para Tucídides, la de Marchant para Jenofonte, la de Carey para Lisias y la de Butcher
y Rennie para Demóstenes. Todas las traducciones, a no ser que se indique lo contrario, son mías.
⁶ Pl. Euthphr. 6b3, Ap. 24c9, Tht. 168c8, Prm. 130b1, Lys. 212a8, Euthd. 302e7, Men. 95a6, Hp. Mi.
369e4, R. 339b9, 340c2, 392e2 y 596d2.
⁷ Pl. Cra. 403c1, Phdr. 229b4, 268a8, Chrm. 159c1 y 163b1, Euthd. 277b6, 293e5, 298d8 y 302b4, Prt.
311b2, Grg. 447d6, 481b6, 489b7 y 495e2, Men. 82b9, R. 341c5 y 343a3.
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(2) καί μοι εἰπέ· οὐ καὶ πείθεσθαι μέντοι τοῖς ἄρχουσιν δίκαιον φῂς εἶναι; («Y
dime, ¿no dices también que es justo obedecer a los que gobiernan?», Pl. R.
339b9–10).
(3) εἰπὲ γάρ μοι, ἔστι σοι κύων; («Pues dime, ¿tienes un perro?», Pl. Euthd.
298d8–9).
(4) εἰπέ μοι, τί μέλλομεν κινεῖν ἐκείνην τὴν χολήν, / ἥνπερ ἡνίκ’ ἄν τις ἡμῶν ὀρ-
γίσῃ τὴν σφηκιάν; («Dime, ¿a qué esperamos para poner en marcha nuestra
cólera, la de cuando alguien turba nuestro avispero?», Ar. V. 403–404).
⁸ Como es sabido, con grupos clíticos, cf. Goldstein 2014 y con unidades temáticas, cf. Bakker 1994
pueden tener lugar aparentes excepciones a la ley de Wackernagel.
⁹ S. Ant. 534, Ar. Nu. 1410, Pl. Cra. 403c1, Phdr. 268a8, Chrm. 159c1, Euthd. 277b6 y 298d8, Grg. 495c2,
Men. 82b9.
¹⁰ Ar. Pax 383, Av. 366, Ach. 319 y 328, V. 403, Pl. Prt. 311d5, Euthd. 293e5 y 283b4, D. 4.10.6, 8.70.5,
8.74.4, 19.312.5 y 23.106.11. Los ejemplos de Aristófanes, así como el de Pl. Pr. 311d5, no dejan de
ser sintácticamente ambiguos, por más que la puntuación de la edición de Wilson favorezca una
interpretación parentética.
¹¹ Cf. Denyer 2008: 73 a propósito de Pl. Prt. 311d5: «εἰπέ μοι, ὦ Σώκρατές τε καὶ Ἱππόκρατες: the
singular imperative implies “I want an answer from Socrates on behalf of you both” (…)»
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3.2. Descategorización
3.3. Desemantización
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(6) λέγε γάρ μοι, οὐ πάντας θεοὺς φῂς εὐδαίμονας εἶναι καὶ καλούς; «Pues
dime, ¿no dices que todos los dioses son dichosos y bellos?» (Pl. Smp.
202c6–7).
4. Conclusiones
146
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 147 — #147
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147
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 148 — #148
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 149 — #149
1. ạ3-ḳẹ-re-u
* Este trabajo es resultado del proyecto FFI2015-63981-C3-2, financiado por el Ministerio de Economía
y Competitividad. Agradezco al Prof. Alberto Bernabé su lectura y observaciones.
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Eugenio R. Luján
2. da-i-mi-so
A partir del «raccord» publicado por J.-P. Olivier (en Godart et al. 1984: 37–38),
las ediciones de las tabillas de Cnoso (KT V, CoMIK I, KT VI) han leído la
secuencia da-i-mi-so en el inicio de KN Do 996.B. El propio Olivier señaló en
ese trabajo que el «raccord» permitía completar el nombre del pastor, por lo
que la secuencia es un antr. masculino. Ambas ideas han sido aceptadas de
forma general en la bibliografía⁴.
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3. da-ṃạ-so
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Eugenio R. Luján
al anterior da-ṣị[ ]-so (PTT I). Por la estructura de la tablilla no había problema
en interpretar la secuencia como un antropónimo masculino en nominativo
(DMic., s.u. da-ṣị[ ]-so), interpretación que hay que mantener con la nueva
lectura (Nakassis 2013: 228).
Aunque Nakassis indica que la identificación del antropónimo es incierta, no
es problemático leerlo como Δάμασος, nombre personal bien datestiguado ya
desde la épica (Hom. Il. 12.183) e interpretado por Risch (1974: 176–177) como
un hipocorístico a partir de formas del tipo Δαμασίππος, si bien el compuesto
solo se documenta con posterioridad a la épica arcaica.
4. ḍạ-ma-te-we
Como se indica en la edición de Pilo (PofN IV, cf. Nakassis 2013: 308–309),
ḍạ-ma-te-we es lectura probable en PY Cn 40.6:
5. ḍạ-qo-ta
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6. i-sa-ma[-]ṭạ
La unión por parte de Melena (2000–2001: 360–363) de las tablillas que figu-
raban como PY Xa 200 y Cn 201 en PPT I ha permitido clasificar la tablilla
resultante dentro de la serie Cn, de forma que en la nueva edición de Pilo (PofN
IV) aparece como PY Cn 200. El texto de la lín. 2 queda como sigue (Melena
2000–2001: 360–363, PofN IV):
¹⁰ Vid. también Nakassis 2013: 269. La lectura antes de la unión de los fragmentos era i-sa-ma[, sin
interpretación verosímil (vid. DMic., s.u. i-sa-ma[ ).
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Eugenio R. Luján
7. ]o-ro-wa-ṭạ
8. qe-re-ro
En TH Uq 434.2 se lee¹²:
¹¹ Vid. DELG, s.uu. ὄλλυμι y οὖλος y EDG, s.uu. ὄλλυμι, ὀλοός y οὖλος.
¹² Se trata de la última tablilla tebana conocida, publicada por Aravantinos-Godart-Sacconi 2008,
con posterioridad a los corpora de referencia para Tebas (TFC I, TFC IV).
¹³ Para la etimología de τῆλε y formas relacionadas, vid. DELG y EDG, s.u.
¹⁴ Etimología aceptada por los antiguos, cf. Eust. 2.269.
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9. qo-wi-ro
10. ]sa-nwa-ta
La secuencia se lee en TH Av 106.6 (TFC I, IV), seguida de vir 1, por lo que hace
referencia a un individuo masculino, ya sea un antropónimo, como propuso
Aravantinos (1999: 63) y se recogió en la edición de las tablillas tebanas (TFC
I 396, s.u. ]sa-nwa-ta), un étnico, opción preferida por Melena (2014: 62), o bien
un nombre de oficio, posibilidad considerada menos probable por Melena.
En todo caso, está relacionado probablemente con el antr. sa-nu-we-ta y su
derivado ]sa-nu-we-si-jo (para los cuales, cf. DMic., s.uu).
Su interpretación griega es problemática. Iodice (2008 : 7) sugirió una relación
con σαίνω «mover la cola, colear», atestiguado en Homero, pero de etimología
oscura (cf. DELG y EDG, s.u.). A la vista de que, como recordaba Morpurgo
Davies (2012: 517), las palabras con 〈nwa〉 proceden mayoritariamente de Cnoso
y carecen de etimología griega, hay que apuntar, más bien, hacia el léxico de
sustrato, lo que nos llevaría a proponer una interpretación fonética de este
nombre como *Σανϝᾱθᾱς o Σανϝᾱτᾱς, forma que, con la excepción de la s-
inicial, recuerda mucho al nombre ἄνηθον «eneldo», con sus variantes ἄννηθον
(jón.-át.), ἄνητον (Safo y Alceo) y ἄννητον (Teofrasto) y con las que guarda
relación probablemente ἄννησον «anís». Cabe recordar que muchos términos
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Eugenio R. Luján
11. ]wa-ta
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21–39.
¹⁶ Tal es la lectura de TFC IV, mientras que en TFC I se leía ]wa-[•]-qe. También en PY Xn 1104.2 se
lee ]ẉạ-ṭạ [, sin contexto (PofN IV).
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 157 — #157
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157
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Resumen: Este artículo presenta un análisis y una interpretación de los adverbios εἶτα y ἔπειτα
en Menandro funcionando como marcadores del discurso y marcadores conversacionales.
Palabras clave: εἶτα, ἔπειτα, Menandro, marcadores del discurso, marcadores conversacionales.
Abstract: This paper presents an analysis and interpretation of adverbs εἶτα and ἔπειτα in fonction
of discourse markers and speech and conversational markers in Menander.
Key Words: εἶτα, ἔπειτα, Menander, discourse markers, speech and conversational markers.
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Helena Maquieira
lo tanto, sirve de puente entre los datos del período clásico y los que aporta el
griego de la novela.
En este sentido, tal vez sea conveniente aludir a dos rasgos que presenta
el uso de esta pareja adverbial en nuestro autor que siguen o evolucionan,
respectivamente, la tendencia que se apuntaba en el período precedente:
(1) οὗ λαϐὼν τὴν κύλικα πρῶτος ἄρχεται λόγου πατήρ, / … εἶτα μήτηρ δευτέρα,
/ εἶτα τήθη παραλαλεῖ τις… («Tomando su copa comienza el discurso el
padre…, después, en segundo, lugar la madre, luego habla una nodriza…»,
Men. Mon. 209.2–4).
(2) εἶτ’ οὐ μακάριος ἦν ὁ Περσεὺς κατὰ δύο / τρόπους ἐκεῖνος, ὅτι πετηνὸς
ἐγένετο / κοὐδενὶ συνήντα τῶν βαδιζόντων χαμαί, / εἶθ’ ὅτι τοιοῦτο κτῆμ’
ἐκέκτηθ’ ᾧ λίθους / ἅπαντας ἐπόει τοὺς ἐνοχλοῦντας; («¡Conque no era
dichoso el Perseo aquel por dos motivos!, porque era alado y no se topaba
con ninguno de los que andan por la tierra y, además, porque estaba en
posesión de un tesoro tal con el que convertía en piedras a todos los que le
molestaban», Men. Dys. 153–57).
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(3a) ἐπειδὰν τὴν λέγουσαν καταμάθω / τίτθην ἐκείνου πρῶτον οὖσαν, εἶτ’ ἐμοῦ
/ λάθραι λέγουσαν, εἶτ’ ἀποϐλέψω πάλιν / εἰς τὴν ἀγαπῶσαν αὐτὸ καὶ
βεϐιασμένην / ἐμοῦ τρέφειν ἄκοντος («Cuando me doy cuenta, primero, de
que la que hablaba era su nodriza, después de que lo hacía a escondidas y,
después, vuelvo la mirada de nuevo hacia la que lo quiere y me ha obligado
a criarlo contra mi voluntad…», Men. Sam. 275–79).
(3b) τῶν δὲ ἁπάντων ἴσθ’ ὅτι / πτωχὸς ἀδικηθείς ἐστι δυσκολώτατον. / πρῶτον
μέν ἐστ’ ἐλεινός, εἶτα λαμϐάνει / οὐκ εἰς ἀδικίαν ὅσα πέπονθ’, ἀλλ’εἰς
ὕϐριν («Sábete que de todas las cosas un pobre ultrajado es lo más intratable,
primero (porque) inspira compasión, luego (porque) interpreta cuanto sufre
no como una injusticia, sino como un ultraje», Men. Dys. 295–98).
(4a) κακόν τι Δᾶέ μοι δοκεῖς πεποηκέναι / παμμέγεθες, εἶτα προσδοκῶν ἀγωνιᾶν
/ μυλῶνα σαυτῶι καὶ πέδας· εὔδηλος εἶ («Me parece que has cometido un
crimen enorme, Davo; es más, temes luchar con el molino y los grilletes, es
evidente», Men. Her. 2–3).
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Helena Maquieira
(4b) πρὸς τὸ πρᾶγμ’ ἔχω κακῶς. / ἐπαριστέρως γὰρ αὐτὸ λαμϐάνεις. εἶτ’ ἐπι-
φέρει· τὰ δυσχερῆ γὰρ καὶ τὰ λυπήσοντά σε ὁρᾶις ἐν αὐτῶι, τὰ δ’ ἀγαθ’
οὐκ ἐπιϐλέπεις («Con relación al asunto estoy mal, porque no lo apruebas;
es más, se añade lo siguiente: solo ves en él lo malo y lo que te perjudicará,
y no observas lo bueno», Men. Mis. 1–4).
(5) ἂν καὶ λάϐω ποτ’ ἔργον, ἢ τέθνηκέ τις, / εἶτ’ ἀποτρέχειν δεῖ μισθὸν οὐκ
ἔχοντά με, / ἢ τέτοκε τῶν ἔνδον κυοῦσά τις λάθραι, / εἶτ’ οὐκέτι θύουσ’
ἐξαπίνης («Si en algún momento cojo un trabajo, o bien se muere alguien,
luego me debo ir sin cobrar mi salario, o bien una de las de casa, embarazada
en secreto, da a luz, luego de repente ya no hay sacrificio», Men. As. 216–19).
(6) κυϐεύων τυχὸν ἴσω εἰς συμϐολὰς / ὑπόθημ’ ἔδωκ’, ἢ συντιθέμενος περί τινος
/ περιείχετ’, εἶτ’ ἔδωκεν· ἕτερα μυρία / ἐν τοῖς πότοις τοιαῦτα γίνεσθαι φιλεῖ
(«Tal vez lo diera (el anillo) como prenda jugando a los dados, o se viera en
un aprieto, luego lo entregó», Men. Epit. 504–505).
(7a) τοιοῦτόν ἐστιν, ὦ πόνηρε σύ. / εἶτ’ οὐκ ἐχρῆν, κερμάτιον εἰ συνηγμένον /
σοὶ τυγχάνει τι, τοῦτ’ ἐμοὶ δοῦναι («¿Es tan grave, desgraciado? Entonces,
¿no sería preciso, si tuvieras acumulada alguna riqueza, que me la dieras
mientras…?», Men. Her. 8–10).
(7b) ἆρ’ ὁ πάππας ἔρχεται; / ἔπειτα πληγὰς λήψομ’ ἄν με καταλάϐηι / ἔξω («¿Se-
rá que papá llega? Entonces, me voy a llevar unos palos si me sorprende
fuera…», Men. Dys. 204–206).
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El ejemplo (7a) podría parafrasearse como: «Si fuera tan grave, entonces ¿no
sería preciso que me dieras tu dinero?»; por su parte, (7b) podría hacerlo
como: «Si llega papá, entonces me voy a llevar palos…». Como se observa, el
primer miembro de estas consecutivo-condicionales suele ser un enunciado
interrogativo (7b) o incluso interrogativo retórico (7a), dependiendo del grado
de realidad que el emisor quiera expresar; ese primer miembro sería la prótasis,
respecto a la que el segundo enunciado, introducido por los mencionados
adverbios, funcionaría como apódosis.
Pero también es posible que el miembro que se abre con εἶτα y ἔπειτα sea el
que actúa de prótasis de la cláusula, como en (7c):
(7c) ἔπειτ’ ἐγὼ μὲν τὴν ἀδελφὴν λήψομαι / τὴν τοῦ νεανίσκου, νομίζων ἄξιον
/ ἡμῶν ἐκεῖνον· πῶς δὲ τοῦτο νῦν σὺ φήις, / οὐκ ἀντιδώσειν τὴν ἐμήν;
(«Entonces, yo tomaré a la hermana del joven pensando que él es digno de
nosotros ¿cómo tú vienes ahora con eso de que no le darás a cambio a mi
hermana en matrimonio?», Men. Dys. 791–93).
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 164 — #164
Helena Maquieira
(8b) εἶτ’ οὐ μέγιστός ἐστι τῶν θεῶν Ἔρως / καὶ τιμιώτατός γε τῶν πάντων πολύ;
(«Entonces ¿no es Amor con mucho el más grande y honrado de todos los
dioses?», Men. Mon. 235.1–2).
(9) ΔΗ. τὸ παιδίον σόν ἐστιν, οἶδ᾿ ἀκήκοα / τοῦ συνειδότος τὰ κρυπτὰ, Παρμέ-
νοντος· ὥστε μὴ / πρὸς ἐμὲ παῖζε. ΜΟ. ἔπειτά σ’ ἀδικεῖ Χρυσίς, εἰ τοῦτ’ ἔστ’
ἐμόν; («DÉ. —Pues bien, el niño es tuyo, lo sé. Lo he oído del que comparte
tus secretos… MOS. —Entonces, ¿Críside te ultraja, si es mío?», Men. Sam.
477–80).
En el ejemplo hay una clara oposición, marcada o no por la ironía, del emi-
sor respecto a su interlocutor. Así, el joven expresa su desacuerdo con la
decisión de su padre y se opone a que su paternidad pueda afectar nega-
tivamente a Démeas o a la concubina de este, Críside (Mosquión no sabe
—claro está— que Démeas supone que el recién nacido es, además, hijo de su
propia concubina). El «entonces» con que se cubre la traducción de ἔπειτα
expresa tanto la incredulidad como la oposición del joven ante el plantea-
miento de su padre, lo que se expresaría más claramente en español con es
que o pero es que. La modalidad en que se produce este desacuerdo es in-
terrogativa retórica; es decir, a su pregunta («Entonces, ¿Críside te ultraja,
si es mío?») la única respuesta posible en la idea de Mosquión sería «En
absoluto».
El uso de «entonces» en la traducción de (9) estaría rozando un contenido
contrargumentativo de la consecutiva (Maquieira 2018). Este tipo de ejemplos,
en contextos conversacionales, sería interpretable como marcador de modali-
dad deóntica o, más bien, enfocador de alteridad, según la propuesta para el
español de Martín Zorraquino y Portolés (1999: 4161–71 y 4171–90).
Otra clara oposición conversacional parece establecerse mediante los men-
cionados conjuntivos en (10):
(10) ΔΗ. oὐκ ἀκήκοας λεγόντων, εἰπέ μοι, Νικήρατε, / τῶν τραγωιδῶν ὡς γενό-
μενος χρυσὸς ὁ Ζεὺς ἐρρύη / διὰ τέγους καθειργμένην τε παῖδ’ ἐμοίχευσέν
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ποτε; / ΝΙ. εἶτα δὴ τί τοῦτο; («DÉ. —¿No has oído decir a los trágicos có-
mo Zeus, habiéndose hecho oro, se filtró por un tejado y sedujo una vez
a una muchacha que estaba encerrada? NI. —Pero ¿qué es esto?», Men.
Sam. 589–92).
De nuevo en este caso, εἶτα abre una intervención reactiva, que implica opo-
sición o descuerdo respecto a la precedente. En efecto, Nicérato se considera
tratado como un niño con la explicación mitológica que Démeas pretende
dar al embarazo de Plangón, hija de Nicérato, y reacciona con un εἶτα δή. En
el ejemplo es imposible mantener una traducción por «entonces». Bádenas
(1986) traduce por «¿Y luego qué?», que mantiene el significado originario del
adverbio, alterando significativamente los restantes elementos del enunciado;
también podría admitirse un «¿Y qué más?», que seguiría alterando los ele-
mentos del enunciado. El conjuntivo actúa en el ejemplo de Menandro con un
valor similar al español bueno o vamos (con tono de réplica, vamos ya) o por
favor (con tono de desagrado).
En ambos ejemplos anteriores (9 y 10) la discrepancia se produce en el
diálogo. Casos parecidos se producen cuando, sin mediar diálogo, un personaje
se opone a las palabras que oye (11) o la escena que ve (12), sin que se establezca
diálogo:
(11) ΣΩ. καὶ τὰ μὲν ἔγωγ’ ὀργίζομαι, / τὰ δ’ οὐκ ἐκεῖνον τοῦ γεγονότος αἴτιον /
ἀδικήματος νενόμικα, τὴν δ’ ἰταμωτάτην / πασῶν ἐκείνην. ΜΟ. εἶτ’ ἀκούσας
ἐνθάδε / εἶναί με, ποῦ γῆς ἐστι; χαῖρε, Σώστρατε («SÓS. —En unas cosas me
irrito, y en otras no creo que él sea el responsable de la falta cometida, pero
ella es la más desvergonzada de todas. MO. —¡Conque por aquí acabo de
oír que yo soy…! ¿Dónde está? Salud, Sóstrato», Men. D. Ex. 99–102).
(12) εἶτα ποῦ ‘στιν, εἰπέ μοι; / παῖ, τί τοῦτο; («Pero bueno, ¿dónde está? dime;
¡chico!, ¿qué significa esto?», Men. Sam. 690–91).
En (11), Mosquión parece haber oído las palabras finales de alguien y, sin
saber quién las ha pronunciado, reacciona contra ellas. En estos casos, en
los que el valor reactivo, que orienta contrargumentativamente el discurso
con respecto a la situación comunicativa precedente (o con el contexto co-
municativo general), presenta una cierta ruptura secuencial -ya que no hay
diálogo propiamente dicho entre ambos personajes-, nos encontramos ante un
marcador metadiscursivo (Martín Zorraquino & Portolés 1999: 4191–99), que
indica precisamente dicha ruptura. La traducción de Bádenas (1986) «¡Anda,
por aquí acabo de oír que yo soy!» indica que es imposible mantener en este
contexto una traducción por «luego» o «entonces». El elemento se inserta en
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Helena Maquieira
4. Conclusiones
Referencias bibliográficas
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mundo clásico. Actas del XIII Congreso Español de Estudios Clásicos, La Rioja, 18–21 de
julio de 2011, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos, 485–494.
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Jiménez Delgado, J.M. (2013): «Adverbios temporales como conectores con valor conse-
cutivo en griego antiguo», CFC(G) 23, 31–52.
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Resumen: Este artículo trata de someter a un repaso la communis doctrina sobre la adaptación de
los diptongos en los préstamos griegos al latín. Se dedica especial atención a los antevocálicos,
que al parecer ya en griego se pronunciaban y mantenían por medio de un Übergangslaut que los
separaba de la vocal subsiguiente.
Palabras clave: Diptongos griegos, préstamos griegos al latín.
* En las semanas anteriores a la redacción de estas páginas, y con la natural discreción, su autor
consultó varias veces a nuestro homenajeado sobre el asunto del que las mismas se ocupan, y él lo
obsequió con algo de su mucho saber. Por ello, a la hora de publicarlas, el autor tiene la sensación
de estarle ofreciendo flores de su propio jardín, aunque con la esperanza de que entre ellas se
cuente alguna de su personal cosecha.
¹ Véase, por ejemplo, Leumann 1977: 77 s., al que aquí nos referiremos de manera reiterada. Más
recientemente se ha ocupado del tema Biville 1995, en diversos capítulos de su extensa obra
sobre los préstamos griegos en latín. Para el inventario e historia de los diptongos griegos véanse
Schwyzer 1959³ i: 191–203 y Lejeune 1955²: 164–166, 195–201.
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² Como al final veremos, las excepciones a esta norma son solo aparentes, pues en formas como
maior, eius, cuius o caui la cantidad larga de la primera sílaba se debía, en efecto, a que contenía
un diptongo; pero el mismo no estaba en contacto directo con la vocal siguiente, dado que en
esas palabras las grafías i y u representaban las geminadas /-yy-/ y /-ww-/ respectivamente. No
cabe aducir ejemplos con ai, oi, ei paralelos al par cautus/caueo, dado que, como se sabe, la i (yod)
intervocálica estaba destinada a perderse, como en ahēnus < /*ayesnos/ o trēs < /*treyes/.
³ Es la explicación que también propone Lejeune 1955²: 216 s. De ese manual hay ediciones poste-
riores que no hemos tenido a mano, pero creemos que para los efectos que aquí nos interesan es
suficiente la edición citada.
⁴ Sommer & Pfister 1977: 123, 130 postulan que ya en latín, «normalmente», entre i o u y una
vocal que las siguiera se desarrollaba una vocal de transición o glide /y/ /w/, «fonéticamente
irrelevante, que no necesita ser notada», y suponen que, por ejemplo, lo que se escribía patrius se
pronunciaba /patriyus/. No vamos a discutir aquí esa tesis, aunque, como se verá, para los glides
de los diptongos antevocálicos preferimos atenernos a la que los hace remontar al propio griego.
Biville 1995: 177 admite «la existencia ocasional» de un vocal de transición y tras i o diptongo en
i en hiato, «que en latín se realiza automáticamente como /yy/»; más correcto sería decir que esa
y, junto con la que es segundo elemento del diptongo, da lugar a una geminada /yy/.
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dar lugar a formas como *Aeax o *Maea, una excepción minoritaria pero que
parece demandar explicación, toda vez que en otros casos, sin duda posterio-
res, y parece que los más abundantes, como Aeacus, sí se introdujo la nueva
transcripción. Cabe pensar que en los casos de tipo Aiax la presencia de la
secuencia /-ayy-/ hubiera prevenido el cambio /ay/ > /ae/; pero tal explicación
más podría complicar las cosas que resolverlas. En efecto, si se admite que
ya en griego el diptongo αι se realizaba ante vocal con un Übergangslaut /y/
que en latín daba lugar a una adaptación como /-ayy-/, podría conjeturarse que
por ello se produjeron y mantuvieron las transcripciones como Maia y Aiax.
Ahora bien ¿cuál pasó a ser la situación una vez que de manera general el
diptongo latino ai pasó a ae?; más concretamente, ¿seguía existiendo el men-
cionado sonido de transición u otro semejante entre el diptongo y la vocal
que lo seguía? Desde luego, la prosodia de préstamos como Aeacus no permite
dudar de que su primera sílaba era larga en latín, como lo era en griego; es
decir, de que contenía un verdadero diptongo. Sin embargo, y aun a riesgo
de enfrentarnos con algo que, al menos, da a entender la ya citada doctrina de
Schwyzer —que el mantenimiento del diptongo antevocálico en una y otra
lengua se debía al ya tantas veces citado Übergangslaut—, cabría preguntarse
por qué ai se mantuvo inalterado en Maia y Aiax mientras en el resto de las
palabras pasó a transcribirse por ae, un resultado que no parece proceder de
una forma griega con el citado «sonido de transición». En fin, creemos que
la cuestión, que también afecta, como veremos, a la transcripción de οι, de
momento tiene que quedar como irresuelta.
En cuanto al diptongo griego οι, en latín sigue un camino paralelo al de αι:
ante vocal, en una primera fase se transcribía en latín por oi, a leer como /-oyy-/,
de acuerdo con la ya vista doctrina de Schwyzer. Según Leumann (1977: 69),
«para el gr. οι > lat. oi > oe solo está documentado oe», afirmación que parece
no haber tenido en cuenta el término Troia, pronunciado /troiia/ o /troyya/,
cuya primera sílaba sí contiene la transcripción de οι por oi(i), según veíamos
que ya señalaba Schwyzer (1959³ i: 194, n. 3)⁸. Es un ejemplo en el que dicha
transcripción también se mantuvo de manera definitiva; pero podría no ser
el único, si tenemos en cuenta el testimonio anteconsonántico del Oinomauos
[Οἰνόμα(ϝ)ος] que cita Biville (1995: 334), de una inscripción de Preneste, al
parecer de la 1ª mitad del s. i a.C, aunque bastante anterior según los editores
⁸ Biville 1995: 334 se pregunta si en la forma Troia, que transcribe correctamente como /Troi(i)a/ ,
«con una yod de transición», oi puede ser considerado como un verdadero diptongo, alegando que
la forma puede entenderse ya como /Troy-ya/, ya como /Troi-ya/, distinción que no alcanzamos
a apreciar, pues en tal contexto la primera i, como sonante que era, forzosamente se realizaría
como /y/, formando diptongo con la /o/ precedente.
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del CIL⁹. La autora citada (ibid.) también recoge un moice (CIL I 2401ª), que
sería transcripción vulgar y helenizante del vocativo de μοιχός.
Siempre en paralelo con el desarrollo de ae, el diptongo oi, tanto en algunas
palabras patrimoniales latinas ante consonante como en la generalidad de
los préstamos griegos y en todas las posiciones, pasó después a oe, también
con una asimilación parcial de apertura de su segundo elemento. Y así en los
préstamos ya nos encontramos con formas como moechus, Boeotia etc., con
la transcripción más habitual en el latín clásico. Esa transcripción, ante vocal,
plantea el mismo problema que veíamos a propósito de la transcripción ae < ai:
si se admite, con Schwyzer, que οι ya se realizaba en griego con un «sonido de
transición» que separaba el diptongo de la vocal subsiguiente (con el resultado
latino /-oyy-/), y que en una y otra lengua ese sonido intermedio garantizaba
el mantenimiento del diptongo, ¿qué habría ocurrido con el mismo una vez
que en latín /oy(y)/ pasó a oe?; parece que también en este caso procede dejar
la cuestión en una prudente incertidumbre.
En cuanto a palabras latinas, como decíamos, el resultado oe de oi cristalizó
a finales del siglo ii a.C. en unas cuantas¹⁰, en todas ellas ante consonante.
Ahora bien, ya a mediados del mismo siglo el diptongo latino oi había pasado
a /ū/ en muchas otras como lūdus, cūrare, mūrus, commūne, ūnus, ūtilis, ūtor
etc. No está claro qué etapas pudieron mediar en esa evolución, si bien parece
poco verosímil un cambio directo /oe/ > /ū/, como advierte Leumann (loc. cit.)¹¹.
Más probable sería una etapa intermedia /ou/, por asimilación de localización
del segundo elemento, y ulterior paso a /ū/. Sin embargo, tal etapa no está
documentada, dado que para el verbo curāre las grafías como cour- parecen
ser «pseudohistorische», en tanto que coir- / coer-, aunque arcaizantes, serían
históricamente justificadas (Leumann, loc. cit.). Pero conviene recordar, según
⁹ Editada en CIL I 554 = XIV 4100. Como se ve, y a diferencia de Biville, en la forma griega
presuponemos conservada la ϝ, en razón de la u de la latina.
¹⁰ Leumann 1977: 65 cita precisamente nueve, si bien incluyendo los préstamos antiguos Poeni
y poena: foedus (-eris), foedus (-ī ), foetēre, moenia, proelium, oboedio (aunque < *obaudio, «diptongo
oscuro» en lugar del esperable **obūdio, cf. Ernout & Meillet), amoenus («en sílaba no inicial…. En
todos los casos precede a oe una labial»), cf. Leumann 1977: loc. cit.
¹¹ Anotemos que, siendo el cambio /oi/ > /oe/ un proceso de apertura del segundo elemento, el
que llevó hasta /ū/ fue de signo contrario, y que incluso es posible que ya existiera /ū/ cuando
aún no existía /oe/. Leumann 1977: 66 alude a un posible proceso /oi/ > /oü/ > /ou/ > /ū/, que,
distinguiendo un grado más, vendría a equivaler al que nosotros apuntamos; pero tras advertir
que las etapas intermedias son difíciles de distinguir, establece la condición de que el bien conocido
cambio /ou/ > /ū/ tendría que ser anterior a ese eventual /oi/ > (*/ou/) > /ū/, lo que no sería mayor
problema. Sin embargo, acaba reiterándose en que la grafía ou de courauerunt y plouruma, frente
a ploirume (plurimi), es un «pseudoarcaísmo». Por su parte, Sommer & Pfister 1977: 66 apoyan el
cambio /oe/ > /ū/; como fases intermedias, a nuestro entender poco claras, proponen /oe/ > /ö/ >
/ü/ > /ū/, o, como más probables, /oe/ > /oö/ > /oọ/ (con la segunda /o/ cerrada) > /ou/ > /ū/.
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hemos apuntado, que en la evolución latina /oi/ > /ū/ también se vieron incursos,
tal vez por su mayor antigüedad, algunos préstamos griegos. Así, por ejemplo,
tenemos Pūnicus frente a Poenus (ambos de Φοιν-), y también presentan u
algunos derivados y compuestos del helenismo poena como pūnīre o impūnis.
Por lo demás, esa divergencia de resultados de una misma raíz también se dio
en palabras puramente latinas, como mūrus, mūnire frente a moenia.¹²
Como decíamos, poco cabe decir del gr. ει, que, como es sabido, en los tiem-
pos de los primeros préstamos ya no era un diptongo, sino un mero dígrafo
para representar una /e/ larga y cerrada, como era la /ē/ latina (y diferente de
la /e/ larga y abierta que se notaba con η¹³). Esa es su transcripción en latín
arcaico ante vocal, la adoptada y mantenida sin correptio en hiato en Aenēas
(< Αἰνείας) y en otros términos, al parecer solo «literarios», como Orēades, cho-
rēa, panacēa, Cytherēa, etc., y, con correptio de la larga ante vocal, en «palabras
populares» como platěa (> esp. plaza)¹⁴. En época helenística, y empezando
por las posiciones anteconsonánticas, ese sonido pasó a /ī/ y a transcribirse
como tal en latín: Euxīnus, Atrīdēs etc. (Leumann 1977: 78, Biville 1995: 30 s.).
Para concluir con los diptongos en ι, poco espacio nos va a reclamar el
minoritario υι, según Schwyzer (1959³ i: 199) «muy raramente heredado»
y «por lo general surgido por contracción tras la caída de una consonante».
Para el latín, Leumann (1977: 78) cita algunos testimonios, todos antevocálicos
y de registro literario como Ῑlīthyia, Harpyiae, Thyiades y algunos otros de
origen y forma discutida; no parece haberlos de una transcripción anterior por
medio de ui. El empleo del signo griego Y denota una cronología reciente¹⁵
¹² Para el ocasional resultado /ī/ de /oi/, véanse Leumann 1977: 61 y Biville 1995: 336 ss., que lo
extiende a algunos préstamos griegos. Se produciría, a través de /ei/, tras /u/ y tras /l/. Estaría
documentado en sílaba medial por el perfecto relīqui, si su vocalismo originario era el mismo del
gr. (λέ)λοιπα; para sílaba inicial, por uīcus, que sería gemelo del gr. ϝοῖκος.
¹³ Esa pronunciación como /ē/ cerrada también se daba como primera etapa de la evolución del
diptongo latino /ei/ hacia /ī/, y como tal se mantuvo en ciertos casos ante u, como en seu (< seiue)
frente a sīue, o en los perfectos dēcrēui y lēui (véase Leumann 1977: 64). Es cuestión debatida la de
la transcripción scaena (incluso scaina) del gr. σκηνή y alguna otra similar, que implicaría una
contracción temprana de /ae/ en /ē/ pero abierta; véase Leumann 1977: 68, pero también Biville
1995: 326 ss., que considera posible la existencia en griego de una variante del tema *σκαι-.
¹⁴ Para Biville 1995: 196, la correptio es el tratamiento latino normal, y las formas con vocal larga
(como la virgiliana Aenēas) artificiales, debidas a comodidad métrica; entre ellas, también las que
presentan ī derivada del resultado final y más general del gr. ει (como Iphigenīa, de discutida
transcripción al español, cf. Fernández Galiano1969²:15). La ā en hiato se mantiene, lo que parece
abonar la interpretación de la correptio como distractio que propuse en Moralejo 1991: 35s., de
acuerdo con Zirin 1970:74.
¹⁵ En Moralejo 1972 me ocupé de la implantación del signo Y en las inscripciones latinas, sin duda
motivada por el afán de recoger exactamente el sonido /ü/ del grafema υ/Y, que a partir del
jónico-ático ya se estaba imponiendo en la koiné (anteriormente, como se sabe, υ se transcribía
por u/V ). El ejemplo más antiguo de Y que pude documentar es el Lyco de CIL I² 728, de la época
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de Sila (década de los años 80 a.C.). En el estadio final de esa evolución, las transcripciones de
υ por medio de I se observan desde finales de la República, y empezando por palabras en que una
ι concurría con la υ, facilitando la confusión (Sisipus, Dionisius etc.). Pese a todo, la transcripción
con V se mantuvo, y en muchos casos como definitiva. Biville 1995: 32 plantea la posibilidad de
un resultado latino ī del gr. υι en préstamos antiguos como carīna, si es que el término deriva
de καρύινος, lo que no está demostrado.
¹⁶ Ello explica que Biville 1995: 14, 36 transcriba ese diptongo griego como /ẅi/, donde el signo
diacrítico nota el timbre adelantado o palatalizado jónico-ático de υ. Sin embargo, nos parece dudoso
que /ü/ e /i/ formaran un verdadero diptongo, por el escaso contraste de abertura y localización que
había entre sus timbres.
¹⁷ Recordemos que es el único diptongo latino que dejó restos románicos, en, por ejemplo, prov.
y rum. aur, gallego portugués ouro, del lat. aurum. No trataremos de la reducción vulgar tardía de
au a a (augustus > agustus), para la cual véase Biville 1995: 360 ss.
¹⁸ Biville 1995: 354 también alude a la contracción temprana y vulgar de /au/ en /ǭ/, y recuerda la
anécdota de Vespasiano y su puntilloso amigo Floro, al que saludó llamándolo Flaure, según Suet.,
Vesp. 22.3.
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A primera vista, ello parece contradecir el empleo que Horacio (Sat. II 3.303) da
a ese nombre al colocarlo al final de un hexámetro, lo que también haría Ovidio
(Met. III 725) y habían hecho siglos atrás Homero (Il. 18.42) y Hesíodo (Theog.
247). Este concurso de poetas utriusque linguae nos obliga a buscar una expli-
cación; y la más razonable es la de que en el nombre en cuestión se mantenía
un diptongo antevocálico αυ/au que daba lugar a una penúltima sílaba larga
(A-gau-ē) o, tal vez mejor, siguiendo la ya citada doctrina de Schwyzer (1959³ i:
326), admitir que tras tal diptongo se generaba, ya en griego, un Übergangslaut
que lo protegía (es decir, el nombre en griego se pronunciaría /a-gaw-ʷē/ y en
latín probablemente ya /a-gaw-wē/). Por tanto, pues, no hay inconveniente
alguno en los empleos poéticos reseñados, aunque la segunda a del nombre
fuera breve, como en efecto era¹⁹.
Pasando al diptongo ευ, procede recordar ante todo que su exacto equiva-
lente latino se había monoptongado en época prehistórica, para pasar a /ū/
por vía de /ou/ (así dūco < douco < *deuko; cf. Leumann 1977: 64). Sin embargo,
/eu/ experimentó más tarde una importante reviviscencia en latín gracias a los
préstamos griegos con el abundante prefijo ευ- y también, ante consonante
o final de palabra, a desarrollos secundarios latinos, como los que dieron lu-
gar a las partículas seu, neu, ceu y a la pronunciación bisilábica de neuter²⁰.
Ante consonante//, ευ aparece en latín como eu, sin más; pero ante vocal su
tratamiento también reclama cierta atención. Por de pronto, palabras como
Euander mantienen la cantidad larga de su sílaba inicial (cf. Verg., Aen. VIII
100 etc.), en contra de la ya vista norma latina de silabación (cau-tus, pero
ca-ue-ō). Pero en el caso de ευ parece confirmarse más claramente la ya tan
citada tesis de Schwyzer (1959³ i: 236) de que se generaba un Übergangslaut
(ʷ ) entre el diptongo y la vocal que lo seguía. En efecto, Leumann (1977: 77)
postula silabaciones como /eu-angelium/; pero también tenemos grafías como
Εὔϐανδρος (Dodona, cf. Schwyzer 1959³ i: 197) y otras en las que se nota
sin lugar a dudas el ya comentado Übergangslaut, fijando en la υ el final de
¹⁹ Aquí procede aludir también a M. Fernández Galiano 1969²: 36, que para la transcripción al español
de los nombres propios griegos establece la norma de que «la segunda vocal de los diptongos αυ
y ευ se consonantiza siempre ante otra vocal: Ágave = Ἀγαυή, Ágavo = Ἀγαυός…». A esa norma
cabría objetarle que si, por contener el diptongo au, la penúltima sílaba de esos nombres era larga,
en virtud de la ley de la penúltima latina, que ese autor aplica siempre a efectos acentuales, los
mismos deberían ser transcritos como llanos: Agave, Agavo. Leumann 1977: 77, cf. Biville 1995:
352, también toca el caso de /ᾱο/ (en principio hiato, no diptongo), que ya en griego pasaba a /au/,
de donde el lautumiae de Plaut., Poen. 827, pero lātomiae en Capt. 723, «que reproduce la forma
griega general».
²⁰ Véase Leumann 1977: 64, 70, que, sin embargo, estima verosímil que el eu de neu, seu, ceu haya
de leerse /ēu/, un diptongo largo, que tampoco descarta para las interjecciones como heu y eheu.
Naturalmente, la secuencia e-u se mantiene como hiato en palabras como deus, eum, euntem, etc.
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Referencias bibliográficas
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et conclusions, Lovaina – París, Peeters.
Ernout, A. & Meillet, A. (1957⁴): Dictionnaire étymologique de la langue latine. Histoire
des mots, París, Klincksieck.
Thraex, Thraecius, Thrāx, Thrāces, Thrācius, Thrēissa, Thrēicius (Verg., Aen. I 316, VI 645, ambos con
el hiato aún conservado en Homero), Thrēce, Thrēcia etc.
²⁵ Práctica ortográfica, como se sabe, de origen bizantino.
²⁶ De esos «otros diptongos latinos» incluidos en los grupos dichos nos ocupamos en nuestra
contribución al Homenaje al Prof. Benjamín García Hernández, actualmente en prensa.
²⁷ Proceso paralelo es el de */ped-yos/ > /peyyus/, escrito peius, caso que ahora no nos interesa, dado
que no hay préstamos históricos del gr. ει, ya monoptongado de antes, según decíamos en su lugar.
Frente a Ernout & Meillet 1967⁴: 18 s. y Leumann 1977: 126, 291 y 365, Vaan 2008: 32, niega que
adagium y adagiō tengan relación con aio, basándose en el mantenimiento de su /ă/ en sílaba
medial.
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Resumen: El topónimo Ungatón tiene su origen en *fonte [de] Gatón, en donde Gatón no es un
nombre germánico, sino el resultado del gr. Ἀγάθων. El antropónimo está bien documentado en la
toponimia antigua y moderna.
Palabras clave: Ungatón, toponimia española, antroponimia griega.
1. Introducción
¹ Para consideraciones generales sobre el fenómeno del préstamo, Nieto Ballester 2017: 127–165.
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2. El topónimo Ungatón
² Aparece también una variante Ongatón en González Blanco 1987: 388. Se señala que es tradición
oral. Se recoge, por lo demás, Ungatón como forma a la vez del catastro, de la tradición oral y de
informantes locales.
³ Así, por citar solo un par de ejemplos, Herramélluri y Ochánduri se encuentran a unos 10 km. de
San Millán de Yécora.
⁴ Cabría considerar una relación con el común gato, pero, al margen de que gatón es poco menos
que inusitado, el significado del topónimo parece poco probable, sobre todo por la presencia de un
supuesto artículo indeterminado que no aparece nunca (o casi nunca, cf. Uncastillo, Zaragoza).
⁵ Nieto Ballester 2000.
⁶ El topónimo se repite en Navarrete, La Rioja, pero tiene una variante Omanente, vid. González
Blanco 1987: 387, 560. Esta vacilación /o/ /u/ es la misma que parece haber en Ungatón Ongatón.
⁷ Hallamos en documentación medieval el topónimo Hummayor, vid. González Blanco 1987: 273.
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está asegurada: Gaton (872, CSM 11)⁸, Gatton (890, DA II, 176), Gaton (945,
CDMS 101), etc. El patronímico en -ez está bien documentado: Gatonizi (994,
DC 106), Gatoniz (1008, DC 125; 1039, DC 187), etc⁹. El derivado Gatónez no
existe tampoco en la actualidad, pero al margen de la documentación medieval
aportada, tenemos noticia de personajes históricos de cierta importancia que
han llevado este nombre y su derivado en -ez. Así, a partir de los dos matri-
monios de Don Gatón de Triacastela (s. ix), conde del Bierzo, sabemos de la
existencia de Don Sarracino Gatónez, conde del Bierzo y de Astorga y de sus
hermanos Doña Hermesinda (ca. 915), Doña Patruina, Don Savarico y Don
Bermudo Gatónez, así como de descendientes posteriores de este linaje.
Naturalmente, como era de esperar, no debió de ser Ungatón el único topóni-
mo que presentara el antropónimo señalado. La documentación antigua apunta
en esa dirección y la toponimia actual, tanto española como portuguesa, mues-
tra ejemplos de su pervivencia. Sin pretensión de exhaustividad¹⁰, cabe citar
Villagatón (León)¹¹, Gatón de Campos (Valladolid), Gatón (La Ercina, León; Ca-
nales de la Sierra, La Rioja; Villabaruz de Campos y Piña de Esgueva, Valladolid;
Monterrei, Orense), Gatón de Abajo, de Arriba (Castrejón de la Peña, Palencia),
Lagunilla de Gatones (Llanes, Asturias), Los Gatones (Castilfalé, León), Gatones
(Treguajantes, La Rioja). Fuera del territorio de habla castellana y leonesa
hallamos Gatoi (Valadouro, Lugo; Tordoia, La Coruña) (< Gato(n)e) y ya en la
vecina Portugal Prado Gatâo (Bragança)¹². La verosimilitud del análisis pro-
puesto se ve corroborada ampliamente con la existencia, por último, de Fuente
Gatón (Rebolledo de la Torre, Burgos). La documentación antigua a nuestra
disposición muestra unánimemente formas en todo semejantes a las actuales.
Así, valga por caso, Gatones (1131, 335 CDMD)¹³.
Junto a estas formas aparece también una forma femenina La Gatona (San
Vicente del Palacio, Valladolid; Castellanos de Villiquera, Salamanca; Villa-
turiel, León; El Puerto de Santa María, Cádiz, nombre de calle). Creo que se
puede afirmar que en todos o en la mayor parte de los casos, tanto las formas
⁸ HGN: 147 da como fecha de este último 853 siguiendo la edición del cartulario de L. Serrano 1930.
Yo cito según CSM.
⁹ El nombre no existe en la actualidad, pero sí aparece como apellido. En concreto 862 personas
llevan como primer o segundo apellido este nombre, ninguna lo lleva en ambos apellidos. Consulta
del 02/09/2019 en la página del Instituto Nacional de Estadística ine.es
¹⁰ HGN: 147 señala solo 5 ejemplos.
¹¹ En este caso sí existe documentación medieval que muestra el origen: villa de Gaton, 878 DA II,
128 a partir de HGN 147.
¹² El dato procede de HGN: 147.
¹³ in territorio Asturicense… de prima pars, Sancti Pelagii; de secunda pars, Olleros; de tercia pars,
Gatones. Situado en el territorio de Astorga, no sabemos identificar este topónimo con los
actuales Gatones de León.
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2.3. Me parece que tanto cualquier relación (fuera de una asociación por
etimología popular posterior) con gato como, en menor medida, un origen
germánico pueden ser puestas en duda. Debe considerarse la ausencia o la
extraordinaria rareza, a mi conocimiento, de *gatón como nombre común; en
lo que hace a lo segundo, la escasez de esta supuesta raíz germánica (reducida
a este nombre) y la imposibilidad de atribuirle significado hablan por sí solas.
¹⁴ Es muy curioso haber encontrado que ya en 1903 un erudito local de Jerez de la Frontera (A. Muñoz
y Gómez) hablando de las razones del nombre de una calle de la localidad apunta con acierto a esta
explicación: «…y así como de las hijas de un Leal salió la calle de las Lealas, de las de un Polo, las
Polas; de un Toribio, las Toribias: de un Gatón, las Gatonas: de un Tocino, las Tocinas…». Cf. Casa
de la Leala (Aroche, Huelva), La Berrocala (Villanueva del Pardillo, Madrid), La Fidela (Almadén,
Ciudad Real), etc. En lo que hace al masculino plural es conocida su frecuencia en Murcia: Los
Ruices (Abarán, Cartagena, etc.), Los Nicolases (Fuente Álamo, Cartagena, etc.), Valladolises (Fuente
Álamo), etc.
¹⁵ Detalles y más ejemplos en HPN: 7–9.
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con formas más o menos adaptadas a la lengua latina, bien en formas pura-
mente griegas: Agat(h)on, Agat(h)onicus, Agathemer, Agathopus, Agathocules,
Epagathio, Agatho, Agathe, Epagathe, Epagathus, etc¹⁶.
Me parece, así, que el nombre debió de tener cierto uso en la antigua Hispania
romana, pero muy probablemente conoció una mayor extensión a partir de la
existencia de un papa de ese nombre. Agatón fue el papa número 79 desde el
678 al 681 y fue venerado como santo. De la misma manera, creo que el uso de
las formas femeninas emparentadas Agatha, Agathia hubo de aumentar a raíz
de la existencia de Santa Águeda, virgen y mártir (231–251).
La documentación medieval hasta el siglo xii¹⁷ muestra muy pocos ejemplos
de estos antropónimos, tanto en su forma masculina como femenina. De las
formas masculinas HRN: 134–135 acopia un ejemplo de Agatus, Agati (en el
mismo documento, de Tumbo de Samos), tres o cuatro de Agathius (Agatio,
Agateo, Agade) y tres de Agatho (Abgaton dos veces en el mismo documento
de la catedral de León y Agadon en Cataluña); solo recoge resultados de una
forma femenina Agathia en tres únicos ejemplos: Gadia (x2) y Agadia. Este
escaso elenco, sin embargo, podría verse incrementado si se entiende que Gaton
es una variante de la forma masculina con aféresis. Ello conlleva que se ha
producido aféresis y que se ha mantenido la sorda. Ambos supuestos, a mi
parecer, son posibles. Respecto de la aféresis, su propia aparición en las formas
femeninas como Gadea la hace más que probable. Quizá más que ante una afé-
resis propiamente dicha, estemos ante formas en origen infantiles-familiares,
como los actuales Toño, Chavela, Nando, etc. Sea como sea, aparte del caso
de Gadea es fácil citar otros en la antroponimia antigua como Mengo, Menga
(< Domengo, -a). Más problemas hay en la conservación de /t/. A este propósito
hay que señalar que en principio se diría que los antropónimos no siempre
están sometidos a las leyes fonéticas de la misma manera que el resto de las
palabras¹⁸. No es complicado citar otros muchos casos muy parecidos. Así, el
nombre griego Agapius, Agapia (< ἀγάπη) muestra en la documentación me-
dieval tanto formas con como sin sonorización de la sorda¹⁹, pero a la postre la
forma patrimonial heredada ha sido sin sonorización, Agapito, -a (< ἀγαπητός);
¹⁶ Estos ejemplos pueden consultarse en la base de datos de Hispania Epigraphica, dirección http:
//eda-bea.es/ (consulta de 04.09.2019).
¹⁷ HRN: 134–135.
¹⁸ Algunas consideraciones sobre las especificidades de la investigación etimológica en la onomástica
en Nieto Ballester 2017: 183–186 y 189–199.
¹⁹ Es aquí útil, me parece, señalar que las cosas son más complicadas. No necesariamente unas
formas con grafía 〈P〉 indican que no se ha producido la sonorización. Aunque en menor medida,
tampoco unas formas con 〈B〉 indican que se ha producido. Para una relación de todos los ejemplos,
HRN: 134.
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otro tanto cabe señalar a propósito de Macarius, -a (< μάκαρ), Titus, Thecla,
Natalius, Atanasius, Beatus Beatrix, Datus, Dorotheus, Margarita, etc.
Las razones por las que en unos casos se produjo la sonorización y en otros
se mantuvo la sorda no pueden ser concretadas porque cada caso requeriría
una explicación particular con mucha probabilidad. Desde luego, en algunas
ocasiones se trata de que, si el antropónimo se introdujo, o adquirió difusión,
en un momento en que ya no operaba la sonorización de las sordas, esta no
podía tener lugar. Probablemente sea este nuestro caso, pues es fácil ver que el
femenino sí presenta la sonorización y se puede relacionar este contraste con
la diferencia cronológica existente entre los santos de estos nombres. Mien-
tras que Santa Águeda sufrió el martirio a mediados del s. iii, S. Agatón fue
papa a finales del vii. Con todo, uno diría que en muchos casos formas con
y sin sonorización hubieron de convivir largamente. En el nombre que nos
ocupa puede ser un vestigio de ello el topónimo salmantino Agadón, nombre
de un río que da lugar a un valle conocido como Campo del Agadón o Cam-
po de Agadones y a una localidad de nombre Cespedosa de Agadones. No es
fácil precisar si el río da nombre a un valle o comarca y población o si es al
contrario, pero en todo caso no es imposible que un antropónimo dé nom-
bre a un río o un curso de agua, bien mediante un paso intermedio de nombre
de finca o población por la cual discurre, bien no. Es conocido el caso del
Pedro, nombre de una localidad y de un río en la provincia de Soria. Es el caso
del antropónimo germánico Galindo, que encontramos en casos como Arroyo
[de] Galindo (Villacastín, Segovia; Chiclana de la Frontera, Cádiz). Aunque
carezco de más pruebas que la posibilidad fonética, Agadón sería el resulta-
do «regular» de Agathōnem (ac.). Para Agadones caben tres posibilidades de
explicación. En primer lugar, puede ser el plural de Agadón; cabría también
ver un resultado de la forma antigua en gen. Agathōnǐs en un sintagma del
tipo villa Agathōnǐs. Por último, no es imposible que se tratase de un antiguo
patronímico en -ez. En todo caso, incluso aquí tenemos de nuevo paralelos
de Agadones, otra vez en el caso del antropónimo Galindo, que conoció una
variante Galindón. Hallamos así el río Galindón (San Nicolás del Puerto, Sevi-
lla). En segundo lugar, también encontramos un posible ejemplo de una forma
en -es: Vargalindones (Valdegovía, Álava). Cabe que deba ser analizado como
Var-galindones, estando Var- por valle con síncopa de /e/ y paso de /ll/ > /r/
ante consonante, como parece que hallamos en Varroyo (Casasola de Arión,
Valladolid), Varmalo (Mantinos, Palencia), etc²⁰. Este análisis puede verse co-
rroborado por Bargalindo (Sequera del Fresno, Segovia) y por una amplia serie
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3. Conclusiones
De lo señalado más arriba puede deducirse una explicación coherente del topó-
nimo Ungatón. El reconocimiento de un resultado un- de lat. fǒnte permite una
segmentación Un-gatón, cuya verosimilitud se ve corroborada por la existencia
de un antropónimo Gatón en la onomástica medieval española, aún presen-
te en la actualidad, tanto en la antroponimia (aunque solo como apellido) como
en la toponimia. La interpretación del origen de este antropónimo me parece
menos segura, pero se enfrenta a menos problemas que la única señalada. La
onomástica es parte del patrimonio inmaterial de un pueblo pues refleja su
discurrir de siglos, fruto de los sucesos y azares más importantes. En nuestro
caso, si la hipótesis es certera, un antiguo topónimo riojano, agarrado al te-
rreno por muchos siglos, nos ha mostrado una pervivencia de esa onomástica
al tiempo griega y latina, fruto de una cultura greco-latina que es componente
imprescindible de la nuestra actual.
Referencias bibliográficas
²¹ Nuestro topónimo se encuentra en Álava y estos hermanos en Navarra. El nombre de ella tiene
también un claro regusto vasco (andere, «señora»). El segundo elemento es germánico, obviamente
(:godo). Más de 42.000 personas tienen Galindo como primero o segundo apellido y 175 ambas
cosas. Actualmente tienen el apellido Galíndez (primero o segundo) 1164 personas en España, pero
la distribución es desigual, estando las frecuencias más altas concentradas básicamente en Álava-
Vizcaya. No existe actualmente el apellido Galindónez. Consulta efectuada el 05/09/2019 en la
página del Instituto Nacional de Estadística ine.es.
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Resumen: Es habitual afirmar que el vocativo en griego antiguo tiene una entonación diferenciada
de la oración en la que se inserta. Sin embargo, esta afirmación no suele acompañarse de datos
empíricos que la sustenten más allá del comportamiento de ciertos elementos pospositivos que se
rigen por la Ley de Wackernagel. En este trabajo estudio la posición de estas expresiones en el
verso y su alineación con las pausas métricas del verso. Los datos confirman que los vocativos
y expresiones afines como las invocaciones a los dioses tienen su propia entonación y evitan las
pausas métricas en su interior. Con todo, es posible encontrar ejemplos en los que un pronombre
clítico sigue inmediatamente a un vocativo. Dichos ejemplos quedan pendientes de una explicación
convincente.
Abstract: It is often claimed that the Ancient Greek vocative has its own prosodic contour
different from the sentence in which it is embedded. However, this assertion usually lacks empirical
data to support it apart from the behaviour of some post-positives ruled by Wackernagel’s Law.
In this paper I study the position of these expressions in the verse and their alignment with
metrical pauses. The data confirm that vocatives and related phrases such as summons to the
gods have their own prosodic contour and avoid metrical pauses within them. Nevertheless, it
is possible to find examples where a clitic pronoun follows a vocative. These examples remain
unexplained.
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1. Introducción
La posición del vocativo dentro del sistema casual griego es, cuando menos,
inusual. Esto se debe principalmente a su naturaleza gramatical, ya que no
desempeña ningún papel sintáctico de la oración, sino que su función es
eminentemente pragmática y comunicativa (Donati 2014, Riaño Rufilanchas,
e. pr.); de hecho, lo habitual es que se le considere un enunciado en sí mismo
(Crespo, Conti & Maquieira 2003: 113–15, Crespo 2019, Donati 2014 lo considera
«holophrastic») o un elemento extraoracional (Dik 1997: 384–386).
Sin embargo, la atención prestada a su naturaleza prosódica ha sido algo
menor y con resultados y enfoques dispares. Así, Dover (1960: 13) señala que
los vocativos pueden ir seguidos por elementos pospositivos como la partícula
modal ἄν o formas átonas del pronombre personal; sin embargo, decide ignorar
su presencia en su estudio (Dover 1960: 20). Dickey (1996: 197–199), por su par-
te, indica que, en ático clásico, son generalmente pospositivos, a pesar de que
reconoce que pueden aparecer en posición inicial. Devine & Stephens (1994:
416–418) y Goldstein (2014) afirman que, como otros elementos parentéticos,
suelen formar unidades entonativas independientes. Sin embargo, reconocen
que la naturaleza de la organización prosódica del griego es flexible, por lo que
aceptan que el vocativo se integre en la entonación de la oración en la que se
inserta, lo que explicaría los ejemplos aducidos por Dover (Devine & Stephens
1994: 428)¹.
En este trabajo abordo la cuestión de la organización prosódica del vocativo
y otras expresiones asimilables a través del estudio de su posición dentro del
verso en el diálogo trágico y cómico. Además de fórmulas específicamente
dirigidas al interlocutor incluyo en el estudio exclamaciones e imprecaciones
a los dioses. Ofrezco ejemplos de las tres categorías en (1–3).
(1) τί φῄς, Ἀχιλλέως παῖ; τίν’ εἴρηκας λόγον; («¿Qué dices, hijo de Aquiles?
¿Qué palabra has pronunciado?», S. Ph. 1237)².
(2) οἴμοι κακοδαίμων, ὁ Παφλαγὼν ἐξέρχεται («¡Ay de mí, desgraciado, ahí sale
el paflagonio!», Ar. Eq. 234).
¹ Esta discusión sobre si los vocativos forman parte o no de la entonación de la oración en la que se
insertan no es exclusiva del griego, sino que es común a otras lenguas. Es posible encontrar tanto
estudios experimentales que afirman que el vocativo tiene una entonación diferenciada, Göksel
& Pöchtrager 2013, Pierrehumbert & Hirschberg 1990, como otros que afirman lo contrario: Hock &
Dutta 2010. Para un repaso exhaustivo a esta cuestión en Lingüística Teórica, véase Sonnenhauser
& Noel Aziz Hanna 2013: 7–9.
² Las traducciones son propias.
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(3) νὴ τὸν Ποσειδῶ ταῦτά γέ τοι καλῶς λέγεις («¡Por Posidón! ¡Qué bien dicho!»,
Ar. Av. 1614).
Los tres tipos de expresiones comparten una serie de características que hacen
que sean comparables, ya que todas ellas son construcciones parentéticas con
función comunicativa y no sintáctica. Además, están referidas a algún referente
humano (interlocutor en 1, hablante en 2) o divino (los dioses en 3). Utilizaré
en adelante el término ‘apelación’ (a falta de un término más preciso) como
forma para referirme a los tres tipos de expresiones estudiadas, aun a sabiendas
de que no todas ellas encajan exactamente de la misma manera en la definición
del término.
En las siguientes páginas abordo la posición de 484 de estas expresiones en el
verso con atención a su alineación con posiciones prosódicas relevantes: inicio
y final de verso y cesura. Se trata de las apelaciones halladas en una selección
aleatoria de 5000 versos que fue objeto de análisis en mi tesis doctoral (Pardal
Padín 2017). Muestro en la sección 2 el resultado del análisis. La sección 3 está
dedicada a algunos ejemplos individuales donde el comportamiento de estas
expresiones apelativas no es el esperado. En la sección 4 retomo las principales
conclusiones.
³ Para una explicación más detallada de la metodología seguida y de otras aplicaciones recientes de
la métrica al estudio de la estructura prosódica, véase Pardal Padín 2017: 31–37.
193
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de las pausas prosódicas del verso. Por otro lado, se comprobará si es posible
que una de estas expresiones se vea segmentada por la cesura.
(4) ὦ θεοί, τί λέξω; / θαῦμ’ ἀνέλπιστον τόδε («¡Oh dioses! ¿Qué puedo decir?
Esta es una maravilla inesperada», E. Alc. 1123).
(5) ἆρ’ ἐξεγείρῃ / τοῖσδ’ ὀνείδεσιν, πάτερ; («¿No te levantas [de la tumba] con
estos reproches, padre?», A. Ch. 495).
(6) ἡμᾶς μόνον δεῖ νὴ Δία· / καὶ γὰρ οἱ θεοί («A nosotros solo nos toca [recibir],
por Zeus. Igual que los dioses», Ar. Ec. 779).
(7) ὄλωλεν ἁνήρ, / Τεῦκρε, τοῦτ’ ἐπίστασο («Ese hombre ha muerto, Teucro,
debes saberlo», S. Aj. 979).
(10) ΟΙ. ὦ σπέρμ’ ὅμαιμον. | Ισ. ὦ δυσάθλιαι τροφαί. («Ed .—¡Ay, hijos de mi
sangre! Is. —¡Ay infancia dos veces desgraciada!», S. OC 330).
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(12) ὦ δαιμόνι’ ἀνθρώπων / Πόσειδον, ποῖ φέρει; («Oh, Posidón, señor de hom-
bres, ¿dónde vas?», Ar. Av. 1638).
(13) οὐκ οἶδα μὰ Δί’ ἔγωγε, / κατὰ ποίας πύλας («No sé yo, por Zeus, por qué
puerta», Ar. Av. 1210).
En la siguiente tabla resumo los resultados hallados para todas estas posibili-
dades⁴.
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En segundo lugar, los datos muestran que la tendencia que Dickey (1996: 197)
observa para la prosa clásica, esto es, que los vocativos son generalmente pos-
positivos, no se puede afirmar con igual rotundidad para los textos dramáticos.
En el corpus analizado un 41,94 % (203/484) de las apelaciones estudiadas apa-
recen en posición inicial de verso. De ellas, 141 (29,13 % del total) son vocativos
propiamente dichos que aparecen en posición inicial no solo de verso, sino
también de oración.
En resumen, los datos apuntan que las apelaciones tienden a coincidir con
pausas prosódicas del verso. Una pausa del verso marca el inicio de la apelación
en un 66,32 % de los casos (321/484) y el final en un 64,87 % de los ejemplos
analizados (314/484).
(14) ὦ Ζεῦ τε καὶ Γῆ / καὶ πολισσοῦχοι θεοί («¡Oh Zeus y Gea y dioses de la
ciudad!», A. Th. 69).
(15) ὦ δυστάλαινα / τῆς ἐμῆς αὐθαδίας («¡Ay desgraciada por mi propia volun-
tad!», E. Med. 1028).
(17) ὦ Ζεῦ πατρῶιε / καὶ τροπαῖ’ ἐχθρῶν ἐμῶν («¡Oh Zeus patrio y destructor
de mis enemigos!», E. El. 671).
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La afirmación de Delbrück (1893: 395) de que los elementos que se rigen por
la Ley de Wackernagel no cuentan las apelaciones como primera posición se
mantiene de forma generalizada en los ejemplos estudiados. Sin embargo, hay
un puñado de casos en los que un pronombre átono aparece inmediatamente
después de la apelación. Ofrezco los ejemplos hallados que muestran esta
distribución a continuación.
(18) τί δ’, ὦ τάλας, σε / τοῦδ’ ἔχει πλέκους χρέος; («Pero, desgraciado, ¿qué
manía te ha dado con este tejer?», Ar. Ach. 454).
(19) λαϐοῦ πάτερ μου / καὶ κατόρθωσον δέμας («Cógeme, padre, y endereza mi
cuerpo», E. Hipp. 1445).
(20) ἔθαψα Πρωτεῦ σ’ / ἕνεκ’ ἐμῆς προσρήσεως («Te enterré, Proteo, para
hablarte», E. Hel. 1166).
(21) ΓΡ β. ἀλλ’ οὐκ ἀφήσω μὰ Δία σ’. / ΓΡ γ. οὐδὲ μὴν ἐγώ. («Vieja 2. —¡Que no
te suelto, por Zeus! Vieja 3. —¡Ni yo tampoco!», Ar. Ec. 1085).
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los casos podría tratarse de una forma tónica σέ. Por otro lado, podría aducirse
que la identificación del vocativo con un argumento de la oración (el objeto en
18 y 20, el agente del imperativo en 19) favorece la integración en la unidad
prosódica superior; sin embargo, en (21) μὰ Δία no desempeña ningún papel
sintáctico en la oración.
Estos ejemplos, que se escapan a la explicación dada en el apartado ante-
rior, no muestran suficientes características comunes como para ofrecer una
solución unificada.
4. Conclusiones
Referencias bibliográficas
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Devine, A. M. & Stephens, L. D. (1994): The prosody of Greek speech, Oxford – Nueva
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e tipologici, Tesis doctoral, Universidad de Roma Tre.
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Dover, K. J. (1960): Greek word order, Cambridge, Cambridge University Press.
Göksel, A. & Pöchtrager, M. (2013): «The vocative and its kin: marking function through
prosody», en B. Sonnenhauser & P. Noel Aziz Hanna (eds.), Vocative! Addressing
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Hock, H. H. & Dutta, I. (2010): «Prosody vs. Syntax: Prosodic rebracketing of final
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Pardal Padín, A. (2017): La interacción entre fonología y sintaxis en griego antiguo, Tesis
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Pierrehumbert, J. & Hirschberg, J. (1990): «The meaning of intonational contours in
the interpretation of discourse», en P. R. Cohen, J. Morgan & M. E. Pollack (eds.),
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Riaño Rufilanchas, D. (e. pr.): «El vocativo», en M. D. Jiménez López (ed.), Sintaxis del
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Performance, Berlín – Boston, Mouton de Gruyter, 1–24.
199
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1. Introducción
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Varela y Martín (ibidem, 4996) consideran que los prefijos no cambian sustan-
cialmente el significado a la palabra a la que se unen. En la misma línea Moreno
de Alba (1996) insiste en que simplemente se limitan a añadir precisiones al
significado del lexema al cual preceden, sin alterar sus semas.
Valla en el Liber V, dedicado a los verbos, de su obra De lingvae Latinae ele-
gantia² (1471), aporta buenos ejemplos de pares de verbos: simples y prefijados,
con cambio semántico sustancial. Mencionaremos solo un caso:
(a.) Disco et edisco manifeste differunt. Nam discere est, ut intelligas; ediscere
vero, ut memoriter complectaris. […].
Disco y edisco son claramente diferentes, pues discere es «aprender» y en
cambio ediscere es «abarcar con la memoria». […]. (Traducción de López
Moreda [1999: 552–553]).
También ofrece este autor ejemplos de verbos que cambian su significado según
el caso del pronombre con que se combine:
¹ Gutiérrez 1996: 88–89, al comparar los signos sintemáticos o derivativos con los gramaticales,
expone cuatro semejanzas (a. Pertenecen a conjuntos cerrados y limitados; b. No contraen relacio-
nes clasemáticas; c. Presuponen un signo léxico; d. Pueden ejercer función categorizadora) y tres
diferencias (1. No tienen carácter obligatorio; 2. No poseen carácter flexivo; 3. Ocasionalmente
pueden ejercer una función transcategorizadora).
² Citamos por la edición crítica, traducción y notas de López Moreda 1999.
202
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(b.) Consulo te, consilium peto a te, vel interrogo et inquiro. […].
Consulo tibi, consilium do tibi, vel provideo tibi; […].
Consulo te, «te pido consejo», o «te pregunto y te interrogo» […].
Consulo tibi, «te doy un consejo», o «miro por ti»; […]. (Traducción de López
Moreda 1999: 602–605).
(c.) Convenit hoc mihi aut convenit hoc nobis, id est, decens est et conveniens.
Convenit hoc inter nos, id est, constat et controversia caret. […].
Convenit hoc mihi o convenit hoc nobis, es lo mismo que «es apropiado
y conveniente». Convenit hoc inter nos, es decir, «consta y no hay motivo
de discusión». […]. (Traducción de López Moreda 1999: 672–673).
203
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Presenta esta entrada una acepción en letra a tamaño menor, que, en realidad,
constituye una nueva entrada homonímica, al no provenir del sustantivo lista
sino del adjetivo listo:
Significa también prevenirʃe, tener prontas y à punto todas las coʃas que ʃon
preciʃas para ʃervirʃe y uʃar de ellas en las ocaʃiones que ʃe ofrecieren: como
las armas, y caballos, los ʃoldados para un combate, ò aʃʃalto: y los que han
de hacer algun viage, todo lo que es neceʃsário para caminar. En eʃte ʃentido
ʃe forma eʃte verbo del nombre Liʃto, y de la particula A.
³ En Penas 2020 (en prensa) ya se analizó un caso de cambio semántico fuerte en el par afirmar/firmar.
⁴ Que incluye, no el verbo listar, sino una variante perifrástica estar en la lista.
204
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ù del que abjurando los errores de alguna ʃecta ʃe convierte à nueʃtra Santa Fé
Catholica».
Tampoco en este diccionario se registra listar, pero sí lista: «El pedazo
de tela, papél ù otra qualquier coʃa, mucho mas largo que ancho, que ʃirve
para diferentes uʃos». Presenta dos acepciones: 1. «Se llama tambien la tira
de diʃtinto colór, que ʃuelen tener algunas telas ò texidos para ʃu adorno»
y 2. «Significa tambien el catálogo, padrón ò memoria en que ʃe eʃcriben los
nombres de algunas perʃónas: como ʃon las en que ʃe aʃʃientan los nombres
de los ʃoldádos, las que ʃe hacen en el Corréo para repartir las cartas, y otras
ʃemejantes».
A diferencia del Tesoro, en Autoridades no se incluye en la entrada lista una
variante perifrástica de listar como es estar en la lista.
Varela (2000: 280) define alistar⁵ como cambio de lugar, «incluir en N»,
y ofrece las propiedades del derivado alistar teniendo en cuenta:
205
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⁶ En esta entrada se incluyen las definiciones de descoser: «cortar los hilos de lo cosido» y descoserse:
«alargarse mucho en una plática mintiendo o declarándose», con ligeras variantes a las de la
entrada descoser en el Tesoro, que marcamos en negrita.
206
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Este término no solo se atribuye al hombre, pero también a las aves, y abu-
sivamente decimos que canta la rana, el grillo y la chicharra. Los de la
germanía llaman cantar en el potro cuando uno puesto en el tormento
confiesa el delito. […].
⁷ Curiosamente el verbo coser viene en letra a tamaño menor después del sustantivo coser, cuya
definición es: «Lo miʃmo que Potro».
207
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Incluye una acepción: «En la Germanía ʃignifica entretener con razónes apa-
rentes y engañoʃas». Obsérvese la diferencia con el sentido de Germanías dado
en el Tesoro para cantar de confesar el delito.
En cuanto a cantar, se define como:
Echar el aliento por la garganta, entonado en punto de múʃica, que pueda ʃer
imitado, ò acompañado de qualquier inʃtrumento, ahóra ʃea con entonacion
uniforme, ò ʃea con alguna variacion, ò con canto llano, ò con canto de
órgano.
3. Conclusión
208
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 209 — #209
Referencias bibliográficas
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Resumen: Las tablillas micénicas muestran nombres de meses en genitivo como indicaciones
de tiempo. Frente a formas regulares de genitivo singular temático en -Xo-jo, aparecen algunas
con desinencia -Xo. Dichos nombres han sido interpretados como nominativos de rúbrica, errores
haplográficos, o propios genitivos. En esta contribución se ofrece un análisis sintáctico de estos
términos en -Xo, se discuten algunas hipótesis y, finalmente, se argumenta que son genitivos
temáticos singulares.
Palabras clave: Nombres de meses, micénico, genitivo singular temático, sintaxis, lineal B.
211
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 212 — #212
Rachele Pierini
Las tablillas micénicas nos brindan varios nombres de meses en genitivo sin-
gular, a menudo pertenecientes a la declinación temática. Dentro de ese grupo,
además de varias formas que acaban en -Xo-jo y, por lo tanto, consideradas
regulares, aparecen también unas secuencias que muestran la discutida de-
sinencia -Xo. Con el fin de profundizar el debate, se repasarán brevemente
algunos datos que la lineal B proporciona con respecto a esos nombres de
¹ Sobre la relación entre micénico y griego alfabético, y entre micénico y lengua homérica, destacan
las observaciones de Crespo 1977: 82–98 y 1985 respectivamente.
² Se propusieron varias interpretaciones y unas cuantas han sido finalmente descartadas. Hoy en
día el debate se centra en dos posibilidades: las formas en -Xo reflejan o una desinencia de ablativo
*-ōd, cf. Morpurgo Davies 1960 o bien una desinencia *-os de genitivo singular, cf. Adrados 1990;
Pierini 2018.
³ Jiménez Delgado 2013; Thompson 2017.
⁴ Las tablillas micénicas nos proporcionan listados de la administración de los centros palaciegos de la
edad del bronce. El marco de estos registros administrativos es un contexto muy distinto del de los
textos clásicos con sus obras de poesía, filosofía, teatro o historia. Eso significa que, de todos
los aspectos de la «sintaxis» que el griego alfabético permite ver, el del ordo verborum es de los
pocos que podemos analizar en micénico. Con esta perspectiva se realiza el análisis sintáctico
de esta contribución. Con respecto a los textos griegos del primer milenio, véase Crespo 1983
para un estudio detallado del ordo verborum. Además, véanse Crespo 1984 y 2003 para estudios
actualizados de la sintaxis del griego en su conjunto y Crespo 1988, 1996, y Crespo et al. 2003 para
cuestiones especificas; finalmente, Crespo 1981 para un estudio exhaustivo de la sintaxis y función
del genitivo en griego alfabético.
212
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Rachele Pierini
2.2. po-ro-wi-to
Del término está atestiguada también, otra vez en Pilos, la grafía po-ro-wi-to-jo,
que aparece como encabezamiento, y única palabra de la primera línea, en
PY Tn 316, uno de los textos más oscuros y problemáticos de todo el corpus
de la lineal B⁷. Con respecto a la interpretación alfabética, se han propuesto
dos posibilidades, sin argumentos decisivos a favor de la una o de la otra.
Lo que sí queda claro es que se trata de un nombre de mes, pese a que en
ninguno de los testimonios ni de po-ro-wi-to ni de po-ro-wi-to-jo aparezca
el término me-no: *Πλωϝιστός (cf. πλωίζω y πλέω) «mes de la navegación»,
o *Φλοϝι(σ)τός (cf. φλέω y Φλοιάσιος, nombre de mes en Esparta) «mes de la
floración»⁸.
2.3. a-ma-ko-to
El único testimonio de a-ma-ko-to procede de una tablilla cnosia que, una vez
más, lista ofrendas de aceite y está encabezada por dicha indicación. El texto
de KN Fp(1) 14 es el siguiente:
214
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Está claro que a-ma-ko-to me-no tiene el sentido de «en el mes de». Sin embargo,
es el significado de a-ma-ko-to lo que permanece oscuro, y la palabra no tiene
interpretación griega satisfactoria, pese a algunas propuestas avanzadas (véase
DMic. s.v.). Esa falta de datos impide llegar al fondo de la morfología del nombre
y entender si el nombre pertenece a la declinación temática o más bien a la
declinación atemática.
Esa panorámica pone de manifiesto algunos datos. Para empezar, las tablillas
muestran varias expresiones de tiempo, muchas relacionadas con ocasiones
rituales. En este marco, toma sentido puntualizar el momento especificando
el mes a través de su nombre. Más que la propia palabra «mes», es el mismo
nombre del mes la parte focal, exactamente como pasa hoy en día en los
idiomas contemporáneos (véase en castellano en enero en lugar de en el mes de
enero). Lo mismo pasa en las tablillas, que ofrecen expresiones tanto plenas
como reducidas, por así decirlo (véanse wo-de-wi-jo me-no y ka-ra-e-ri-jo). Sin
embargo, algunos puntos de la interpretación de esos nombres de meses se ven
215
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 216 — #216
Rachele Pierini
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Rachele Pierini
ese escenario, cabe preguntarse si recurrir a una hipótesis de este tipo para
explicar un nombre de mes en -Xo + me-no sea la opción más satisfactoria.
5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
218
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 219 — #219
219
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Resumen: El presente trabajo presenta un testimonio de época micénica en el que aparece una
compensación económica por homicidio. Su importancia radica en que es el primer texto griego
que hace referencia a una práctica similar. Suele pasar inadvertido en los trabajos sobre leyes de
homicidio en el mundo griego, cuya referencia más antigua son los poemas homéricos.
Palabras clave: Micénico, homicidio, compensación, justicia, Homero.
1. Introducción
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PY Ea 805
o-pe-te-re-u , e-ne-ka , a-no-qa-si-ja gra 2
PY Eb 294
.1 o-pe-te-re-u , qe-ja-me-no , e-ke-qe , ke-ke-me-na , ko-to-na
.2 to-so-de , pe-mo , gra 2 t 5
PY Ep 704
.1 o-pe-to-re-u , qe-ja-me-no , e-ke , ke-ke-me-na , ko-to-na , to-so , pe-mo[
]g̣ ṛạ 2 t 5
(…)
¹ El testimonio se limita a las tablillas del palacio de Pilo, por lo que no puede asegurarse que en toda
ciudad micénica se aplicaran las mismas leyes, aunque, dado lo homogéneo de la administración en
otros ámbitos como el fiscal, no sería extraño. Sobre la relativa unidad de las leyes de las distintas
póleis en el primer milenio, cf. Gagarin 2005.
² Véase Thompson 2002–2003: 362, sobre lo improbable de las vocales epentéticas en grupos de Cr.
³ Sobre el sistema de medidas de superficie, véase Melena 2014: 159–160.
222
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Las leyes sobre homicidio en la antigua Grecia han sido bien estudiadas, es-
pecialmente la de Dracón, promulgada posiblemente en el año 621–620 a.C.
(Gagarin 1981). Antes de esta, solo la épica homérica, algunos pasajes de He-
síodo y un puñado de inscripciones proporcionan información sobre casos de
asesinato (Gagarin 1981: 6–29).
Por lo que respecta a los poemas homéricos, en la mayor parte de los casos el
asesino se ve condenado al exilio¹¹, en otros —menos— el muerto es vengado
por algún familiar¹², mientras que en solo dos se habla de una compensación
económica. Obviamente, los datos de la épica homérica deben tratarse con
cuidado: su contenido netamente histórico es discutido. No es este el lugar
para tratar un tema tan extenso y con tantos problemas de interpretación¹³,
pues para este trabajo basta con mostrar que esos dos casos aislados de com-
pensación económica por homicidio que aparecen en Ilíada tienen cierto reflejo
en los textos micénicos.
El primer testimonio homérico en el que hay una compensación económica
por un crimen se narra en la escena del juicio que aparece en la descripción del
escudo de Aquiles (Il. 18.497–508). La interpretación de los cuatro primeros ver-
sos presenta problemas¹⁴, pero es clave para entender cuál era el procedimiento
en el caso de una indemnización por asesinato:
¹⁰ No hay razón para creer que los individuos registrados en la serie Ae de Pilo sean ladrones de
ganado, como sugieren los autores. Cf. Killen 2015: 935–936.
¹¹ Véase una lista de los casos en Gagarin 1981: 6–10.
¹² No parece casual que la mayor parte de los pasajes se refieran al ciclo de la Orestía. Cf. Gagarin
1981: 7. No obstante, en Od. 23.118–122 Ulises le explica a Telémaco, después de la matanza de
los pretendientes, que cuando un hombre mata a un individuo en su tierra, a alguien que no deja
familiares para vengarle, tiene que exiliarse. De esto se desprende que la venganza sería la primera
opción, pero el resto de testimonios contradicen esta idea. Para Loginov 2016 el exilio es también
una forma de venganza.
¹³ Cf. Gagarin 1981; 1986; 2008; Loginov 2016; 2017.
¹⁴ Traducción de E. Crespo: «Allí una contienda / se había entablado, y dos hombres pleiteaban por
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 225 — #225
PY Ep 704.5–6¹⁶
.5 e-ri-ta , i-je-re-ja , e-ke , e-u-ke-to-qe , e-to-ni-jo , e-ke-e , te-o , da-mo-de-
mi , pa-si , ko-to-na-o ,
.6 ke-ke-me-na-o , o-na-to , e-ke-e , to-so pe-mo gra 3 t 9
La sacerdotisa e-ri-ta tiene y proclama solemnemente/reclama (?) que tiene
un e-to-ni-jo para el dios pero el pueblo dice que ella tiene un usufructo de
una parcela de tierra ke-ke-me-na. Tanta extensión: 2,34 ha
225
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 226 — #226
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4. Conclusión
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 228 — #228
Referencias bibliográficas
228
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 229 — #229
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Resumen: En este artículo se vuelve a la vexata quaestio de la codificación del tiempo o del
aspecto en las formas participiales del griego antiguo, considerando, en particular, los participios
sustantivados y los participios predicativos, con especial atención al participio concertado.
Palabras clave: Participio, tiempo, aspecto.
1. Status quaestionis
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Anna Pompei
aspecto
imperfectivo perfectivo
cumplido
habitual progresivo continuo aorístico
(perfecto)
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 233 — #233
(4) ὃς ᾔδη τά τ’ ἐόντα τά τ’ ἐσσόμενα πρό τ’ ἐόντα («que sabía lo que es, lo
que será y lo que fue», Hom. Il. 1.70).
En este verso parece relevante el hecho de que tanto «lo que es», o sea el
presente, como «lo que fue», o sea el pasado, están expresados por el mismo
participio, ἐόντα, en el tema de presente, por lo que la colocación de esta
233
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 234 — #234
Anna Pompei
En ambos pasajes, los participios del verbo ἐργάζομαι identifican a los culti-
vadores anteriores, pero el autor en el primer caso opta por codificar estas
entidades en el tema de presente, con la ayuda del adverbio πρότερον, que rea-
liza la referencia temporal, y en el segundo por el tema de perfecto, que parece
expresar el resultado de su estado anterior de cultivadores, es decir, un es-
tado de ex-cultivadores, en realidad ya no efectivo, pero que tiene posibles
consecuencias peligrosas en el presente. Por lo tanto, también en este caso, la
elección diferente de Lisias parece deberse a razones, subjetivas, de aspecto.
Por otro lado, el tema de aoristo parece ser utilizado exactamente para
codificar un EdC perfectivo⁴:
(7) διὸ καὶ τὸν γράψαντα περὶ τῆς Ἑλένης ἐπαινῶ μάλιστα τῶν εὖ λέγειν
τι βουληθέντων («Por eso, de todos los que quisieron pronunciar bellos
discursos, alabo sobre todo al que escribió sobre Helena», Isoc. 10.14).
234
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(8) ἀλλ’ οὐχ ὃ Λεωκράτης πεποίηκεν, ἀλλ’ ἑκὼν τὴν ἐξ ἅπαντος τοῦ αἰῶνος
συνηθροισμένην τῇ πόλει δόξαν κατῄσχυνεν («Pero no es así lo que ha
hecho Leócrates, que ha mancillado deliberadamente la gloria de la ciudad,
acumulada desde tiempo inmemorial», Lycurg. 110).
4. Participios predicativos
En posición predicativa, los participios predican algo del sintagma nominal con
el que conciertan, y pueden constituir el núcleo predicativo de una subordinada.
De las tres construcciones en que puede encontrarse el participio predicativo,
consideraré aquí, en particular, la del llamado participio concertado, del cual
se ha apuntado (Crespo, Conti & Maquieira 2003: 313) que, con respecto a las
oraciones subordinadas con que puede alternar, «no expresa tiempo ni modo».
De hecho, junto con el genitivo absoluto, es esta la construcción estudiada por
Hettrich (1976) y después por Sicking (1996)⁵.
Ya Duhoux (1992: 36) compara estos dos pasajes:
(9) ὁ δ’ εἰ χρὴ τοῖς ὑπὸ σοῦ λεγομένοις πιστεύειν, θύσας κατήσθιεν («[Busiris],
en cambio, si hay que creer lo que dices, tras sacrificarlos, se los comía»,
Isoc. 11.7).
⁵ Cf. Jiménez 1987 sobre la alternancia entre participios concertados y subordinadas adverbiales;
Crespo 1989 sobre la alternancia subordinadas adverbiales vs. participio absoluto.
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Anna Pompei
(10) καὶ τῶν ξένων τοὺς ἀφικνουμένους θύων κατήσθιεν («a los extranjeros que
llegaban se los comió, después de sacrificarlos», Isoc. 11.31).
En ambos casos, está claro que el sacrificio de los extranjeros precede al hecho
de comerlos, de manera que la anterioridad no está en duda ni con θύσας ni
con θύων, que es una forma de presente. Por lo tanto, la selección del tema del
participio parece debida a diferentes elecciones de aspecto, y en particular a la
expresión de la perfectividad, en el caso del tema del aoristo, y de un matiz
específico de la imperfectividad, es decir la habitualidad («[Busiris…] solía
sacrificar y comer a los extranjeros que llegaban a su país»; cf. Fig. 1 en la
página 232), en el caso del tema del presente. La perfectividad se puede, por
supuesto, reanalizar como anterioridad, pero es posible que no haya reanálisis
cuando el participio sigue el verbo principal. De hecho, en este caso, el tema
de aoristo codifica solo la perfectividad y no la anterioridad, como pasa en el
siguiente pasaje:
(11) ὁ δὲ βασιλεὺς ταύτῃ μὲν οὐκ ἦγεν, ᾗ δὲ παρῆλθεν ἔξω τοῦ εὐωνύμου κέρατος
ταύτῃ καὶ ἀπῆγεν, ἀναλαϐὼν καὶ τοὺς ἐν τῇ μάχῃ πρὸς τοὺς Ἕλληνας
αὐτομολήσαντας καὶ Τισσαφέρνην καὶ τοὺς σὺν αὐτῷ («pero el Rey no
llevó su ejército por ese lado, sino que retrocedió por el mismo camino por
donde había pasado rebasando el ala izquierda, recogiendo tanto a los que en
la batalla se habían pasado a los griegos como a Tisafernes y a los que con
él estaban», X. An. 1.10.6).
En este ejemplo está bastante claro que la recogida (ἀναλαϐών) por parte del
rey de desertores, de Tisafernes y de sus tropas no puede preceder a su regreso,
y que, en cambio, los dos EdC son simultáneos. Este no es el único caso de este
tipo. Se trata de ejemplos en que el participio concertado parece añadirse a la
predicación principal simplemente para expresar una predicación secundaria,
sin ningún valor semántico adverbial, como muestra su equivalencia con la
coordinación, en pares mínimos como los que siguen⁶:
(12) καὶ ὑπέρθορον ἑρκίον αὐλῆς / ῥεῖα, λαθὼν φύλακάς τ’ ἄνδρας δμῳάς τε
γυναῖκας («salté con facilidad el muro del patio, sin que mis guardianes ni
las sirvientas lo advirtieran», Hom. Il. 9.476–477).
236
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 237 — #237
(14) ἐκάλεσε δὲ καὶ τοὺς Μίλητον πολιορκοῦντας, καὶ τοὺς φυγάδας ἐκέλευσε
σὺν αὐτῷ στρατεύεσθαι, ὑποσχόμενος αὐτοῖς, εἰ καλῶς καταπράξειεν
ἐφ’ ἃ ἐστρατεύετο, μὴ πρόσθεν παύσεσθαι πρὶν αὐτοὺς καταγάγοι οἴκαδε
(«Llamó también a los que estaban sitiando Mileto y exhortó a los exiliados
a sumarse a su expedición, prometiéndoles que, si cumplía con éxito el
objetivo de su campaña militar, no pararía hasta repatriarlos», X. An. 1.2.2).
(15) ἐδεῖτο διαϐιϐάσαι τὸ στράτευμα ἐκ τῆς Ἀσίας, καὶ ὑπισχνεῖτο πάντα ποι-
ήσειν αὐτῷ ὅσα δέοι («y le pidió que trasladara al ejército fuera de Asia,
prometiéndole hacer todo lo que hiciera falta», X. An. 7.1.2).
En todos estos casos, el valor semántico expresado por los participios parece ser
simplemente el del aspecto, que para el tema del aoristo es el aspecto perfectivo.
Esto permite codificar un EdC cumplido, que se percibe como simultáneo con
respecto a la predicación principal, y no anterior.
En lo que concierne a la posición antes de la predicación principal, véanse
los ejemplos que siguen:
(16) καὶ νῦν, ἔφη, μὴ μέλλωμεν, ὦ ἄνδρες, ἀλλ’ ἀπελθόντες ἤδη αἱρεῖσθε οἱ
δεόμενοι ἄρχοντας, καὶ ἑλόμενοι ἥκετε εἰς τὸ μέσον τοῦ στρατοπέδου καὶ
τοὺς αἱρεθέντας ἄγετε («“Y ahora”, añadió, “no nos demoremos, amigos;
saliendo ya, elegid jefes los que los necesitáis, y después de elegirlos venid al
centro del campamento y traed a los que han sido elegidos», X. An. 3.1.46).
(17) ὑμεῖς δέ, ὦ Καδούσιοι, πρῶτον μὲν ἀπελθόντες ἄρχοντα ὑμῶν αὐτῶν
ἕλεσθε […] ἐπειδὰν δὲ/ ἕλησθε, πέμψατε πρὸς ἐμὲ τὸν αἱρεθέντα καὶ ἀριστή-
σατε («pero vosotros, cadusios, retiraos y antes de nada elegid, de acuerdo
con vuestra ley, a vuestro propio jefe […] y después que hayáis hecho la
elección y hayáis desayunado, enviadme al elegido», X. Cyr. 5.4.22).
237
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 238 — #238
Anna Pompei
en el texto, como sucede, por ejemplo, en los casos en que aparezca el verbo
«escuchar» después de un discurso:
(18) ἀκούσας δὲ ταῦτα ὁ Ἀστυάγης Μήδους τε ὥπλισε πάντας («Al oír esta
respuesta, Astiages armó a todos los medos», Hdt. 1.127.2).
5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
238
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 239 — #239
239
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 241 — #241
Resumen: El estudio del infinitivo articular en los tratados del Corpus Hippocraticum permite ver
su evolución y su relación con las escuelas médicas.
Palabras clave: Infinitivo, Corpus Hippocraticum, Cos, Cnidos.
Introducción
241
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 242 — #242
1. Τό (150 ejemplos)
De ellos 82 sirven de sujeto: 51 son oraciones nominales sin cópula⁵, 21 van con
un verbo copulativo (casi siempre εἰμί) y 15 con otros verbos activos⁶ o pasivos⁷
(dos de ellos son genitivos absolutos)⁸. La construcción más frecuente y antigua,
ya que tiene su antecedente en el propio Homero, es la oración nominal sin
cópula, aunque no ocurre lo mismo en el C. H. Suelen ser máximas relacionadas
con el pronóstico asociado a un síntoma: τὸ ἐπιρριγοῦν τουτέοισιν ὀλέθριον,
Prorrh. 1 9 (cf. Prog. 3).
Lógicamente estas son propias de los tratados aforísticos y los relacionados
con el pronóstico, pero también aparecen esporádicamente en otros, como Fra
y Vic. Su frecuencia es menor en los tratados antiguos frente a los del siglo iii,
como Aph y Coac. Asimismo, dan una idea de su carácter los atributos, que son,
ordenados de menor a mayor, κινδυνώδης, σφαλερόν, βλάϐη, μοχθηρόν, πονη-
ρόν, σπασμῶδες, κακόν, κάκιστον, ὀλέθριον, θανάσιμον; sus antónimos son
menos variados y frecuentes (ἀγαθόν, οὐδὲν δεινόν, ἄκοπον, πρέπον). Abun-
dan en esta lista los términos generales o referidos a los síntomas (σπασμῶδες,
ἄκοπον).
Distinto carácter tienen las oraciones con cópula (21), más frecuentes en
los tratados del siglo v y iv y casi inexistentes en los tardíos⁹, y expresan
afirmaciones referidas a un tratamiento: ἀγαθὸν γὰρ φάρμακόν ἐστιν ἐνίοτε
⁴ Cf. παύροις… ἀνδρῶν ἐστι συγγενὲς τόδε / φίλον… ἄνευ φθόνου σέϐειν (A. A. 832–833), Burguière
1960: 101.
⁵ Hemos incluido aquí los 2 ejemplos en los que se ha omitido el atributo o el verbo.
⁶ Los siguientes: δοκεῖ, θάλλω, παρακολουθέω, ποιέω, σημαίνω y ὠφελέω.
⁷ A saber: γινώσκομαι, ἐκλύομαι, εὐπορέομαι, κρίνεται y πρόκειμαι.
⁸ En realidad se trata de la misma frase que se toma de Superf. 29 literalmente en el estrato D de
Mul. 271, μὴ καλῶς ἔχοντος τοῦ δέχεσθαι.
⁹ Hay 4 ejemplos que se reparten entre Ep., Decent. y Dieb. Judic.
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1.2. Hay 63 infinitivos con preposición: εἰς (18), διά (15) y πρός (23) y algunos
ejemplos de ἐπί, περί, κατά y μετά. διά sirve para indicar la causa y εἰς, lo
mismo que ἐπί, la finalidad con verbos que no indican dirección: βραδύπορόν
τε γάρ ἐστι διὰ τὸ ὑπόψυχρον καὶ ἄπεπτον εἶναι, Acut. 17 (cf. Alim. 34).
πρός se construye frecuentemente con verbos de movimiento, ἔρχομαι,
προσάγω, φέρω, ξυμϐάλλω, ἀνακινέω, pero también con verbos de cualquier
otra categoría con valor final: ἡ δ᾽ ἢν μὲν ἀρκέσῃ πρὸς τὸ ὀφθῆναι, ἐξαρκέσει
καὶ πρὸς τὸ ἰαθῆναι, de Arte 11 (cf. Acut. 12).
A medio camino se encuentran aquellos casos donde se percibe que el
valor final surge del empleo metafórico del local: πρὸς δὲ τὸ ὀδοντοφυεῖν
προσάγουσιν, Aph. 3, 25.
¹⁰ τοῦτο φίλον μακάρεσσι θεοῖσι | νοστῆσαι Ὀδυσσέα (Hom. Od. 1.82), cf. Chantraine 1963: 305.
¹¹ Hay un solo ejemplo en genitivo dependiente del verbo μετέχω.
¹² En Prorrh. 1 121 los dos primeros, y en de Arte 1, el tercero.
¹³ Solo καταμελετάω (de Arte 131) queda fuera de este grupo.
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Así, el valor final o local depende del significado del verbo al que comple-
menta el sintagma preposicional.
2. Τοῦ (69)
2.1. Hay 45 ejemplos de genitivo con preposición: ἐκ (16) y πρό (8), ἄνευ (1),
ἀντί (2), ἀπό (7), διά (2), εἵνεκα (4), μετά (1), περί (4) y ὑπό (2). La sucesión
temporal se indica con πρό y μετά¹⁵, la causa con ἀπό, ἐκ, εἵνεκα y διά, la
ausencia con ἄνευ, la sustitución con ἀντί y con περί el asunto de referencia¹⁶.
Los ejemplos más frecuentes son los causales:
(1) ἀπὸ μὲν γὰρ τοῦ κρατεῖσθαι ὁκοτερονοῦν νοῦσοι ἐγγίνονται (Vict. 69).
(3) εἰ οὖν τις τῇ μὲν ἐπιδέσει χρῷτο τῇ νομίμῃ τοῦ ταχέως ξυναλθεσθῆναι
εἵνεκα (Art. 14).
¹⁴ Su importancia reside en que esta construcción está en la base sobre la que se creó el sintagma
τοῦ + inf con valor final en época de Tucídides cf. Gil 1953: 54.
¹⁵ Solo aparece en de Arte 11, donde la atribución ἐνεργοί puede interpretarse como simultánea
o posterior a la acción del infinitivo.
¹⁶ Estas dos solo aparecen en pasajes únicos, Prog. 24, la primera y Art. 58, la segunda.
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(4) ὅσα μὲν ἀπόστασιν ποιήσαιτο διὰ τοῦ ἐκπυῆσαι (Epid. 3 3.4).
3. Τῷ (29)
(5) εἰ τούτῳ τις σημανεῖται τὴν τῶν καμνόντων νοῦσον, τῷ ἕτερον ἑτέρου
διαφέρειν τι, (Acut. 1).
3.1. Los 20 restantes llevan preposición; ἐν (12), πρός (4), y sendos pares de
ejemplos de ἅμα y ἀμφί. Salvo tres que se encuentran en el tardío Dent. y uno
en las Cartas (Ep.), todos los demás pertenecen a tratados coicos (Coac., Epid.
7, Fract., Prorrh. 1 y Prorrh. 2) y a de Arte; ἅμα se usa para indicar coincidencia
de procesos; ἀμφί funciona como sinónimo de περί para indicar el punto de
referencia. La mayoría (12) se construye con ἐν para indicar el lugar o el tiempo:
καὶ ἀσθμαίνειν ἐν τῷ διαλέγεσθαι ὁμοίως κυναγχικῷ βραγχώδει, Epid. 7 1.9.
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Los casos oblicuos y el acusativo disminuyen con el tiempo. Están casi equili-
brados los ejemplos con preposición (128) y los que carecen de ella (133). Pero,
estas cifras solo ofrecen un panorama general que requiere precisiones por
la complejidad estilística y cronológica del C.H. Con respecto a la primera,
estos sintagmas se encuentran en todos los géneros (ensayos, teóricos, técnicos,
notas, cartas y discursos). de Arte ocupa un lugar especial¹⁷, ya que acumula en
dos capítulos (5 y 9) la mayor parte de los ejemplos con τῷ y ofrece un ejemplo
de infinitivo de aoristo, que es propio de los tratados del siglo iv (Morb. 1, Prorrh.
1, Epid. 7, VM, y el más tardío Decent.)¹⁸. La pertenencia de estos tratados a la
escuela de Cos o a la de Cnidos parece jugar un papel determinante. En efecto,
son más frecuentes en los coicos, y en los cnidios son anecdóticos; así hay
sendos ejemplos aislados en Morb. 2, Aff., Morb. 3, Mul. R, y algunos en Genit.
(4) e Int. (6). Entre los ginecológicos solo se encuentra en Mul. B, que emplea la
teoría meteorológica, y en Mul. C, probablemente compuesto por un médico
de Cos. Estos hechos invitan a pensar que estos tratados cnidios son los más
recientes de la escuela.
Arte tiene otras aristas, entre otras razones porque es un discurso. En cual-
quier caso, si comparamos el abundante uso que hace de τῷ + inf con los
prosistas de los siglos v–iv, hay que pensar que es relativamente reciente.
A esto se puede añadir la presencia de construcciones de art + inf complejas
sin paralelo hasta Platón, como τὸ δὲ λόγων οὐ καλῶν τέχνῃ τὰ τοῖς ἄλλοις
εὑρημένα αἰσχύνειν προθυμεῖσθαι, de Arte 1, o el uso con valor final de ἐς τό
(de Arte 1) y la presencia de rasgos que son más frecuentes en el s. iv (Willi 2003:
145–148): adjetivos en -τέον, compuestos en -έω, nombres en -μα, abstractos
en -της formados a partir de adjetivos (στερεότης), perífrasis de abstracto
con auxiliar (τὴν ἀπόδειξιν ποιήσομαι) y formas áticas como νόσημα, νοσέω.
En Heródoto hay un solo ejemplo de τῷ + inf¹⁹, en Aristófanes²⁰, tres; frente
a ello, en Tucídides hay 19 y en Demóstenes 84²¹. También la combinación con
¹⁷ Lo mismo ocurre con la alta frecuencia de partículas, cf. Maloney 1981: 21, un rasgo que comparte
con Prorrh. 1, y los rasgos fonéticos y morfológicos, cf. Mendoza 1976. Sobre sus características
y su atribución, vid. Jouanna 1988: 177–184.
¹⁸ Es de notar que VM es también un discurso.
¹⁹ ἐν δὲ τῷ ἐπισχεῖν ἔνεστι ἀγαθά (8.10). Gildersleeve 1878: 14 afirma que solo hay en este autor 32
ejemplos de infinitivo articulado, pero solo menciona ejemplos de nominativo, acusativo y genitivo;
Burguière 1960: 123 habla de 35. Los datos que he podido comprobar arrojan las siguientes cifras:
τό + inf = 28 (1 de ellos con preposición ἐς y 2 con μετά), τοῦ + inf = 8 (4 con preposición ἀντί), τῷ
+ inf = 1 ejemplo con preposición ἐν.
²⁰ Cf. Birklein 1888: 38.
²¹ Vid. Burguière 1960: 123, quien también cuenta 51 ejemplos de genitivo en Tucídides. Behrendt
1886 da las siguientes cifras: 292 art + inf, de los cuales 152 en la narración y 140 en los discursos.
Las combinaciones más frecuentes con preposición son estas: διὰ τό, 62, ἐς τό (22), πρὸς τό (8), ἐκ
τοῦ (14), περὶ τοῦ (13), ἐπὶ τῷ (8).
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Hay una disminución progresiva en cifras absolutas, lo que puede ser enga-
ñoso. De hecho las frecuencias indican que hay una progresión que culmina
en los últimos tratados del C. H., pero, el análisis más detallado de las distintas
combinaciones muestra un panorama más matizado:
²² Cf. Heiny 1973: 13–14, Krapp 1892: 1–13 passim, Burguière 1960: 123, Birklein 1888: 51–52.
²³ Se corresponde con la que ofrece Jouanna 1992: 527–563, con algunas modificaciones, tomadas de
las ediciones más recientes. He incluido en el siglo iv el tratado de Arte por las razones que se
exponen más adelante. Se ha excluido el espúreo Septim. (Sp).
²⁴ 1 oración sin cópula, 4 con cópula y 2 con predicado verbal.
²⁵ 1 atributo, 1 sujeto de predicado verbal; el resto (31) son oraciones nominales sin cópula.
²⁶ Hay 3 atributos, en 8 sirve de sujeto de un predicado verbal, en 20 de oración nominal (de ellas 13
son oraciones sin cópula) y hay un infinitivo absoluto Morb. 1, 5).
²⁷ 16 son oraciones copulativas (6 nominales sin cópula).
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cambio, estas casi desaparecen, y perduran con fuerza los usos con preposición
(13 de 28). Si descontamos estas 31, la proporción varía sensiblemente: 12 de
42 para el conjunto y 2 de 14 para el siglo iii. Es decir, el giro art + inf rinde
sobre todo como complemento preposicional.
Por lo que respecta a la distribución de los tiempos verbales, hay 12 ejemplos
de perfecto: estado resultante (γεγράφθαι, βεϐλάφθαι, προσδεδέσθαι), y per-
duración de acción (ἐρρῶσθαι). Los aoristos (14) suelen tener valor general,
aunque es posible ver un valor initivo en Prorrh. 1.66 (καὶ τὸ ἐπιρριγῶσαι,
κακόν), y terminativo en Epid. 6 8.32: ἐδόκει δὲ πᾶσι τοῖσιν ἰητροῖσιν, οἷσι
κἀγὼ ἐνέτυχον, μία ἐλπὶς εἶναι τοῦ γυναικωθῆναι, εἰ τὰ κατὰ φύσιν ἔλθοι.
Los presentes pueden tener valor durativo, como τὸ διαμένειν, donde el
prefijo viene a resaltarlo, pero la mayor parte corresponde a un valor general,
incluso hay ejemplos acompañados del adverbio αἰεί (Prog. 3) o de ἐξαπίνης
(Aph. 2.52). Para el valor incoativo véase: ἐνίοτε δὲ ὑπὸ τοῦ πνίγματος καὶ τῆς
προθυμίης τοῦ βήσσειν ἀθρόον ἤμεσε χολήν, Int. 12²⁸, («Y a veces, por por el
ahogo y el deseo de romper a toser vomita bilis de golpe»).
El contraste entre aoristo y presente queda claro en este ejemplo: ἐμοὶ δὲ τὸ
μέν τι τῶν μὴ εὑρημένων ἐξευρίσκειν, ὅ τι καὶ εὑρεθὲν κρέσσον ᾖ ἢ ἀνεξεύρετον,
de Arte 1.
Hay 2 ejemplos en los que el infinitivo aparece coordinado con un nombre,
lo que indica que el proceso de nominalización está completo y hace pensar
que ambos son coetáneos:
4. Conclusiones
En fin, el uso art + inf está en relación con la tradición médica del tratado.
Esto puede interpretarse como un rasgo estilístico, sin descartar que la fecha
de composición influya o incluso sea determinante. Entre los tratados cnidios
no hacen uso de esta construcción Morb. 1, Mul. A, Haem., Fist., y entre los
coicos, Aer., Epid. 1, VC, Hum., Oct., Septim., Ulc., a los que se añaden otros
no atribuibles a una escuela determinada (Flat., Carn. y Liqu.)²⁹. Al respecto
es necesario advertir que la ausencia de art + inf no prueba nada: solo se
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Referencias bibliográfícas
³⁰ Cf. Birklein 1888: 38–9. Aunque en las demás comedias no se puede determinar una evolución
temporal, la construcción de art + inf es más frecuente allí donde la retórica está más presente
(Nub., Vesp., Ran.), y los casos oblicuos siguen una pauta semejante (el dativo solo aparece en Nub.,
Plut. y en el fr. 711 como segundo término de la comparación con ἴσον). En Vesp. dos ejemplos
se encuentran en la explicación del asunto cómico (vv. 89 y 94), otros tres en el proagón (vv. 702,
762, 982), otro en la parábasis (v. 1045) y los otros dos en el final de una escena yámbica y en el
estásimo que le sigue (vv. 1253, 1457); estos dos últimos casos son oraciones nominales puras
(1253, κακόν τὸ πίνειν) y con frecuencia es lenguaje jurídico (p. e. v. 762, τοῦ μὴ δικάζειν; cf. vv. 89,
94); si tenemos en cuenta que este modo de expresión pertenece a una lengua elevada, entonces el
uso que hace Filocleón de ella en el v. 982, τὸ ῥοφεῖν, explota el efecto cómico de mezclar la forma
culta con el significado vulgar.
³¹ Me refiero a tipos como el de Epid. 7 1.9, ἐν τῷ διαλέγεσθαι ὁμοίως κυναγχικῷ βραγχώδει, o el de
Decent. 3, καὶ τὸ ἐν νῷ πρὸς ἑωυτοὺς διακεῖσθαι.
³² En Polibio el 65 % son construcciones preposicionales, cf. Allen 1907: 47–48.
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250
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 251 — #251
Resumen: Los modales directivos han sido considerados como una alternativa al imperativo
para expresar órdenes de manera indirecta. Sin embargo, al establecer criterios para advertir
cuándo los modales deónticos son directivos, analizar su distribución por tipo de participante
y comparar los usos deónticos directivos con los no directivos, es posible invertir el planteamiento.
Es decir, el dominio de χρή directivo, el caso de estudio que nos ocupa, es más restringido que el del
imperativo. Mientras que χρή directivo expresa actos directivos impositivos (órdenes y peticiones),
el espectro del imperativo es más amplio, abarcando los no impositivos (consejos, recomendaciones,
invitaciones).
Palabras clave: Modalidad deóntica, perífrasis de infinitivo, órdenes, correferencia.
1. Introducción
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(1) es epistémico mientras que (2) es deóntico. Los modales deónticos comparten
dos rasgos (Palmer 1986: 96): subjetividad y no factualidad. Tradicionalmente se
cree que los modales directivos son una alternativa al imperativo para expresar
una orden de manera indirecta (Goodell 1914, Bolkestein 1980: 33, 37 y 80,
Denizot 2011: 399 ss., Pereira Rico 2011: 266 y 276).
La fuerza ilocutiva de χρή y si realmente expresa órdenes indirectas y miti-
gadas frente al imperativo puede comprobarse mediante su distribución por
tipo de participante y su comportamiento frente al modal δεῖ.
252
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⁴ El comportamiento de χρέων es asimilable al de χρή, cf. Ruiz Yamuza 2008: 164 ss. En Eurípides
no se documenta χρεόν.
⁵ Thomas 1995: 48: «People often avoid using an explicit performative since in many circumstances
it seems to imply an unequal power relationship».
⁶ Cuando no es deseo imposible (Ruiz Yamuza 2008: 169 ss.), «el rasgo […] que aporta la presencia
de pasado cuando se aplica a situaciones presentes no es siempre irrealidad sino atenuación»
(l.c. 175).
253
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Con relación a la última de las estructuras [sc. perífrasis modales], sin em-
bargo, la conclusión podría sorprender, puesto que esta es la forma que
emplean también los personajes no libres, entendida como una estructura
menos directa de expresar la noción que aquí se presenta.
⁷ De los 32 ejemplos de χρή directivo 20 son de personajes con estatus superior a personajes con
estatus inferior. Todos los casos de χρέων directivo (12) son de personajes con estatus superior al
de sus destinatarios, cf. Benardete 1965: 286 n.1: «The distinction between χρή and δεῖ to “should”
and “must” is inadequate».
254
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⁸ Labiano Ilundáin 2015: 412: «It was too quickly assumed that the imperative represents a directive
speech-act, because the mere presence of an imperative is not enough to say that the statement
has a directive force», cf. Denizot 2011: 118.
⁹ Desde el punto de vista tipológico, en algunas lenguas los imperativos proceden de gramaticaliza-
ciones de formas deónticas, cf. Bybee, Perkins & Pagliuca 1994: 211.
255
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256
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Figura 1 – Fuerza ilocutiva de χρή directivo; círculo negro: dominio del imperativo; círculo
punteado: dominio de χρή directivo.
3. Conclusiones
257
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Goodell, T. D. (1914): «Χρή and δεῖ», CQ 8.2, 91–102.
¹³ Ejemplos de las diferencias de distribución son E. IA 307–316 e Ion 841–843.
258
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 259 — #259
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 261 — #261
1. Introducción
261
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2. ἐξήλατος
ἐξήλατος, -ον, beaten out, ἀσπίδα χαλκείην ἐξήλατον Hom. Il. 12.295.
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3. ἐπαινή
ἐπαινός, -ή, -όν, only in fem. ἐπαινή, awesome, epith. of Περσεφόνεια in Il.
9.457, Od. 10.491, al., Hes. Th. [768]; of Hecate, Luc. Nec. 9; of Demeter, prob.
in AP 11.42 (Crin.).
LSJ hace un lema masculino para este adjetivo, que solo aparece en Homero
y en un verso atetizado de Hesíodo como epíteto de Perséfone, y en unos pocos
autores posteriores, referido, al parecer, a otras diosas. En realidad, en Luc.
Nec.9, que describe un ritual de invocación a los muertos, también se aplica
a Perséfone: ἀνακραγὼν δαίμονάς τε ὁμοῦ πάντας ἐπεϐοᾶτο καὶ Ποινὰς καὶ
³ Idea aceptada por Hainsworth 1993: 350.
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⁴ Por ej. Sch.Gen. Il.9.457, los demás escolios al mismo pasaje y Eustacio, que añade una relación
con αἰανής, αἰανός como «oscuro», relacionándolos a su vez con αἴνιγμα (Eust. 763.64, 1665.10,
1878.8, etc.) El problema de considerarlo compuesto de ἐπ-αινή es que resulta difícil explicar el
significado del primer elemento ἐπ(ι)-, pues no parece existir el supuesto uso «intensivo» que LSJ
recogen s.u. ἐπί (G iii 4); ya Buttmann 1846: 61 hizo notar lo insólito de la formación y la falta de
explicación del preverbio.
⁵ Cf. el detallado comentario de Dubielzig 1996: 137.
⁶ Por lo que no parece adecuado, en principio, suplirlo en otras circunstancias, como se ha propuesto
para IUrb.Rom. 149.3 (ii/iii d.C.) y 1191.3.
⁷ Propuesto primero por Buttmann 1846: 60 ss., cf. Leumann 1950: 72, DELG s.u. αἰνός, LfrgrE s.u.,
Beekes 2010 s.u. y el tratamiento más reciente de la cuestión en Reece 2009: 32, n.5.
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DGE recoge los principales pasajes del sentido negativo del epíteto (1), en casi
todos ellos aplicado a Περσεφόνεια, las citas del sentido positivo (2), explicando
su origen, y añade la etimología; pero no considera necesario recoger las diva-
gaciones etimológicas de los gramáticos posteriores, que no tienen ninguna
base ni reflejo alguno en los textos literarios. De otro lado, DGE prefiere hacer
un lema en forma femenina, como es su norma en epítetos literarios o cultuales
exclusivamente femeninos⁸.
4. ἐπάρουρος
Este adjetivo, hápax en LSJ, aparece en el famoso pasaje en que Aquiles, en los
infiernos, confiesa ante Odiseo: βoυλoίμην κ’ ἐπάρουρος ἐὼν θητευέμεν ἄλλῳ,
(…) ἢ πᾶσιν νεκύεσσιν (…) ἀνάσσειν «preferiría, siendo ἐπάρουρος, servir
para otro, antes que reinar sobre todos los muertos» (Hom. Od. 11.489–491).
A este pasaje homérico podemos añadir hoy un único uso literario más, en la
Paráfrasis de Nono, cuando habla del pan verdadero: τοῦτον ἀνὴρ ἐπάρουρος
ἐτήτυμον ἄρτον ἐρέπτων ζωὴν ὄψεται οὗτος (Nonn. Par.Eu.Io. 6.58).
A diferencia del caso anterior, la formación de la palabra es clara, entrando
fácilmente en la categoría de adjetivos formados a partir de sintagmas pre-
posicionales; ἐπάρουρος es el que está ἐπ’ ἀρούρῃ. Sin embargo, a lo largo
del tiempo se interpretó de varias maneras, en particular de dos, según el
significado que se daba al segundo elemento del compuesto. La interpretación
más extendida tanto en la Antigüedad como en época moderna (1) lo entendió
como «que está sobre la tierra» (ἄρουρα = ing. Earth, al. Erde), lo que equivale
a «vivo», por oposición al lugar y a la condición desde la que habla Aquiles,
muerto en los infiernos. Pero también (2) se quiso entender ἄρουρα como
«tierra de labor» (= ing. land, soil, al. Acker), de donde el ἐπάρουρος sería
aquel «que está en el campo» trabajando, es decir, «el que trabaja la tierra»,
«campesino». En una variante de esta segunda interpretación, algunos autores
⁸ Cf. por ej. DGE s.u. ἀγελείη, ῎Αγρισκα, Ἀζησία, Αἰθοπία, Ἀτρυτώνη, etc.
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ἐπάρουρoς, -oν [-ᾰ-] prob. que está sobre la tierra, es decir, vivo βoυλoίμην
κ’ ἐ. ἐὼν θητευέμεν ἄλλῳ Hom. Od. 11.489, ἐ. ἀνήρ Nonn. Par.Eu.Io. 6.58, pero
tb. interpr. como que trabaja la tierra, campesino en condición de siervo ἐ.·
⁹ De donde la traducción de LSJ «attached to the soil as a serf», pero como bien dice Mader en LfrgrE
s.u, la idea de servidumbre en oposición a la de «reinar sobre los muertos» ya está en θητεύειν, es
un matiz innecesario que no está en el compuesto. Ver también el resumen de las interpretaciones
y la bibliografía en Heubeck & Hoekstra 1990: 106.
¹⁰ ΕΜ 353.35G. οἱ μὲν πάρουρος ἀπέδοσαν, ὅ ἐστι φύλαξ· οὖρος γὰρ ὁ φύλαξ. Δεήσει οὖν ὀξυτόνως
προφέρεσθαι, ὡς θυρωρός. Βέλτιον ἐπάρουρος, ἀντὶ τοῦ ἐπίγειος. Εust. Od 1.429.41 πάρουρος
ὁ εἰς φυλακήν τινα τεταγμένος μισθωτικῶς. οὖρος γὰρ καὶ ὁ φύλαξ, ὁ καὶ ἐπίουρος. El Sch. Od.
11.489 lo glosa como ἀκόλουθος: ἐπάρουρος ὡς ἐπίγειος τῷ τόνῳ καὶ τῷ σημαινομένῳ. τινὲς δὲ
πάρουρος, ὁ ἀκόλουθος, οὐκ εὖ.
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γεωργός. ἢ ἐπίγειoς καὶ ζῶν Sch. Od. 11.489, cf. Hsch. ε 4236, ἢ γὰρ ἐ. ὁ γῆν
ἐργαζόμενoς εἴτε καὶ ἁπλῶς ἐπίγειoς Eust. 1695.37, cf. Apollon. Lex.70.31,
Hdn.Gr. 1.202, EM 353.38G.
Referencias bibliográficas
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Resumen: Según Hom. Od. 10.492–495, el alma de Tiresias obtuvo de Perséfone el privilegio
de conservar su νόος y sus φρένες en el Hades. Como en dos laminillas de oro se atribuye a los
guardianes del agua de Memoria la posesión de φρένες, es posible que la idea tenga su base en el
pasaje de la Odisea, entre otros. De hecho, varios elementos del episodio (asociación entre memoria,
verdad y bebida; prohibición de acercarse al líquido, sangre o agua; posición destacada entre los
muertos) parecen haber sido empleados para el texto de dichas laminillas, aunque reorganizados
con otro sentido diferente.
Palabras clave: Nekyia, Hades, dicción formular, laminillas de oro, cultos mistéricos.
1. El privilegio de Tiresias
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Su φρένες siguen inmutables y su νόος aún puede respirar, es decir, está vivo,
es el propio de una persona que no ha muerto². La conservación de su mente
implica la de su don profético, de ahí que Odiseo pueda consultarlo. Aunque no
se da razón de tal privilegio, parece que Perséfone quiere perpetuar el dilatado
don de la profecía que su padre Zeus concedió a Tiresias³, a quien permitió
vivir durante siete generaciones (Hes. fr. 476 M.-W.).
En otros textos muy similares al final del canto 10 y al 11, los contenidos en las
laminillas de oro, también en hexámetros y referidos al Más Allá, se atribuyen
φρένες a unos de sus pobladores, los guardianes (φύλακες) de la corriente de
² Cf. Il. 17.447, S. Tr. 1160. Curiosamente, cuando Circe transforma a los compañeros de Odiseo en
cerdos en el canto 10, cambia su cabeza, voz, pelo y cuerpo, pero conserva su νόος, como si jugase
por un momento a ser Perséfone (10.240: νοῦς ἦν ἔμπεδος ὡς τὸ πάρος περ). Sobre Tiresias en la
Nekyia, ver Torres Guerra 2014: 340–347 y Gazis 2018: 95–96, 108–115.
³ Por haber afirmado que la mujer disfrutaba más del acto sexual que el hombre, Hera lo dejó ciego,
pero Zeus le concedió la clarividencia (Ἥρα μὲν αὐτὸν ἐτύφλωσε, Ζεὺς δὲ τὴν μαντικὴν αὐτῷ
ἔδωκεν, Apollod. 3.6.7, donde se cita Hes. fr. 475 M.-W.). En Il. 1.72 encontramos una expresión
parecida a Od. 10.494 sobre la capacidad adivinatoria que Apolo concedió a Calcante: μαντοσύνην,
τήν οἱ πόρε Φοῖϐος Ἀπόλλων.
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⁴ Sobre las laminillas, veáse Bernabé & Jiménez San Cristóbal 2008, cuya numeración sigo; sobre los
guardianes: 35–37.
⁵ Φρασί parece ser la forma más antigua, en grado cero, del dativo plural, frente al analógico φρεσί
transmitido en Homero, cf. Janko 2016: 115.
⁶ Es de la misma raíz de πεύκη, «pino piñonero», que, como explica Chantraine 1999 (s.u.), debe
de ser un adjetivo sustantivado derivado de *πεῦκος («punta») con el sentido de «punzante»
(conservado en ἐχεπευκής, con ese mismo valor), por la forma de las hojas o por el sabor de la
resina.
⁷ Di Benedetto 2004: 302 y Bremmer 2016: 36.
⁸ Como bien señala Janko 1984: 94. West 1975: 233 es demasiado drástico: «εἰρήσονται ἐνὶ φρασὶ
hat keinen Sinn». Similar Zuntz 1976: 140: «Die Formel ist an dieser Stelle besonders nichtssagend,
oder vielmehr unpassend», aunque admite la posibilidad de que se refiera a lo siguiente. Ya
Gallavotti 1978–1979: 345 había indicado que la fórmula quiere decir que los guardianes saben la
respuesta antes de preguntar, como se le ordena al difunto que diga en la laminilla de Petelia (L
3.7): τὸ δὲ {δ} ἴστε καὶ αὐτοί.
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Posiblemente son los mismos¹⁰ que los treinta mil «inmortales guardianes de
Zeus» (ἀθάνατοι Ζηνὸς φύλακες, Hes. Op. 253) que vigilan envueltos en bruma
las sentencias y malas acciones de los hombres (252–255). En las laminillas
se han transferido al Hades, han quedado reducidos a un pequeño número
(que no se especifica) y desempeñan una función análoga, supervisar la buena
conducta de los hombres¹¹.
En toda la épica arcaica, la expresión φρεσὶ πευκαλίμῃσιν (con ἐνί, con ἐπί
o sin preposición) es usada solo en cuatro ocasiones en la Ilíada, además de en
un fragmento hesiódico¹². Es llamativo que en un caso aparece en un contexto
escatológico, relativo a la catábasis de Heracles, que debió de interesar al autor
del texto base de las laminillas¹³. Se trata del momento en que Atenea, molesta
con Zeus por dejar que los troyanos avancen contra los aqueos, se arrepiente
⁹ Los versos de Hesíodo (como señala West 1978 ad v. 121), o quizá un texto próximo al de las
laminillas, debieron de ser la base de un oscuro fragmento de Heráclito (63 DK) que menciona
a ciertos individuos (¿almas?) que se elevan como guardianes de vivos y muertos: ἔνθα δ’ ἐόντι
ἐπανίστασθαι καὶ φύλακας γίνεσθαι ἐγερτὶ ζώντων καὶ νεκρῶν.
¹⁰ Pace West 1978 ad v. 124–125.
¹¹ Pueden compararse con los «démones bajo tierra» (δαίμονες οἱ κατὰ [γῆς) mencionados en la
col. iii del Papiro de Derveni (l. 6), que parecen considerados «sirvientes de los dioses» (θεῶν
ὑπηρέται, l. 7). Ver Piano 2016: 139–140, y 160–161 en conexión con los φύλακες de las laminillas.
¹² Se trata del primer verso de los Preceptos de Quirón (fr. 283.1 M.-W.): Εὖ νῦν μοι τάδ’ ἕκαστα μετὰ
φρεσὶ πευκαλίμῃσι / φράζεσθαι. «Ahora piensa bien cada uno de estos preceptos míos con tu
perspicaz entendimiento».
¹³ Sobre este texto base o arquetipo véase Janko 2016 y Santamaría 2017.
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Una vez que bebe y proclama su profecía, concluye aclarando al de Ítaca que
con los demás muertos ocurrirá lo mismo que con él:
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Otro detalle: Odiseo inicia el relato del encuentro con Tiresias describiéndolo
con un cetro de oro de la mano (χρύσεον σκῆπτρον ἔχων, Od. 11.91), símbolo
de su autoridad, y lo cierra en anillo llamándolo ἄναξ, «soberano» (151). Estos
elementos no indican que Tiresias reinara efectivamente sobre los muertos, sino
más bien que gozaba de una posición preeminente sobre ellos, a modo de un
rey honorífico. El término ἄναξ recuerda el final de la laminilla de Petelia (L
3.11), en que se anuncia al difunto que reinará entre los demás héroes (καὶ τότ’
ἔπειτ’ ἄ[λλοισι μεθ’] ἡρώεσσι ἀνάξει[ς]¹⁹. Nuevamente no es un reinado real,
sino metafórico, muy similar al «honor regio» (γέρας βασιλήιον, Hes. Op. 126)
que reciben los hombres de la generación de oro tras su desaparición y que
no implica un poder superior, al ser común a todos²⁰. ¿Eligieron los iniciados
el oro como soporte de sus textos para simbolizar lo próximos que se sentían
a esta generación de hombres insignes y su esperanza en ser honrados como
ellos tras la muerte? ¿O bien la laminilla de oro era portada por el difunto al
modo del cetro de Tiresias, como una prueba visible de su preeminencia sobre
otras almas? No es posible saber hasta qué punto estos textos influyeron en el
uso de laminillas de oro para inscribir versos relativos al destino final del alma,
pero parece claro que numerosas imágenes y expresiones del Hades homérico,
sobre todo las relativas a Tiresias, debidamente reelaboradas y adaptadas a otro
marco de creencias, acabaron inmortalizadas en tan noble soporte.
***
Valga este trabajo sobre poesía épica, un tema al que el Prof. Crespo dedicó
una parte destacada de su trabajo, como reconocimiento de su entrega a la
docencia, a la investigación y a la promoción del griego y de la Filología Clásica,
actividades en las que hizo gala de sus πευκάλιμαι φρένες (con más éxito que
Zeus en la Ilíada) y cuyos frutos bien merecen un βασιλήιον γέρας, como los
hombres de la generación áurea.
¹⁹ Di Benedetto 2004: 294 defiende que μετά aquí indica «sobre» y no «entre», pero «entre» es el
valor predominante en Homero para μετά + dat., muy próximo a ἐν (cf. Il. 11.64, o 1.525, 4.16,
10.250). Si se hubiera querido decir «reinar sobre», πᾶσι habría sido más apropiado que ἄλλοισι,
como en Il. 4.61 = 18.366: σὺ δὲ πᾶσι μετ’ ἀθανάτοισιν ἀνάσσεις, Il. 2.579: πᾶσιν δὲ μετέπρεπεν
ἡρώεσσιν, Od. 11.491 (hipotético): πᾶσιν νεκύεσσι καταφθιμένοισιν ἀνάσσειν, Il. 1.288: πάντων
μὲν κρατέειν ἐθέλει, πάντεσσι δ’ ἀνάσσειν. El v. 11 de L 3 no parece creado para un difunto
excepcional, sino para cualquier iniciado. Además, no es concebible que alguien, por importante
que fuera, tuviera derecho a reinar sobre todos los héroes en el Hades.
²⁰ West 1978 ad v. 126 sobre βασιλήιον (entre otras opciones): «as a grading of γέρας, “the king’s
prize”, i.e. the biggest».
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Resumen: Recopilación y análisis de los hápax presentes en PGM IV (154), como muestra de la
capacidad de los creadores de recetas de recurrir a elementos lingüísticos que contribuyeran a su
eficacia.
Palabras clave: Hápax, creación de términos.
1. Introducción
* Estudio realizado en el marco del Proyecto de Investigación de Excelencia del MINECO FFI2017-
87558-P («Individuo, divinidades y sociedad en los PGM y documentos afines»). Salvo indicación
en contra, las ediciones seguidas son las de Preisendanz & Henrichs 1973–74² y Daniel & Maltomini
1990 (citado SM I). En breve podremos disponer de la nueva edición de estos papiros a la que está
dedicada el proyecto «Transmission of Magical Knowledge in Antiquity. The Papyrus Magical
Handbooks in Context», coordinado por Ch. Faraone y S. Torallas y con el apoyo del Neubauer
Collegium de la Universidad de Chicago, que cambiará sustancialmente el panorama ecdótico
de estos textos (cf. nota siguiente). En cuanto a la presente recopilación, presento una versión
abreviada, ajustada a la extensión permitida en el presente volumen. Posteriormente se publicará
una versión ampliada.
¹ Dada la limitación de extensión, renuncio a una mención detallada de bibliografía que abarque estos
aspectos. Para una visión general sigue siendo útil Brashear 1995. Los problemas planteados por la
«biblioteca tebana» han sido objeto de un interesante análisis por parte de Dosoo 2016. En cuanto
a PGM IV puede verse la propuesta de evolución histórica y de estructuración del mismo (con refe-
rencia a las cuestiones que acabo de mencionar) en LiDonnici 2003. En cualquier caso, el proyecto
de Chicago antes citado está dando ya frutos al respecto: véase, por ejemplo, el descubrimiento,
debido a Chronopoulou 2017, de que PGM VI y PGM II son en realidad un mismo papiro.
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2.1. Set-Tifón
Dadas sus particulares características no debe sorprender que otro de los textos
de este papiro con mayor acumulación de novedades léxicas sea la llamada
«liturgia de Mitra»⁴: προφεγγής 563, πυρίθυμος 592, πυριχαρής 593, καλλίφως
594, φωτοκράτωρ 595, πυρισώματος 595, πυρικλόνος 597, πυριδίνης 598,
φωτοκινήτης 599, πυρισχησίφως 601, αὐξησίφως 601, προπροφεγγής 562, 603,
716, ἀστροδάμας 603, πυρινόθριξ 636, κνωδακοφύλακες 680, κεραυνοκλόνος
599–600, κνωδακοφύλακες 680. Asimismo, destaca el verbo ἀναπολεύω 703,
aunque hay que señalar que viene a sumarse a otro ya existente, καταπολεύω⁵:
ambos indican movimientos en una órbita, hacia arriba o hacia abajo.
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⁷ Esta es la lista completa de hápax de esta parte: οὐρανοκευθμονοδίαιτος 1351, 〈ἐ〉νεφόπτας (-της)
1353, ἀπειροδιοικήτης 1354–55, κραταιόχθων 1355, κινησίγαιος, 1356 στηριγμοθέτης 1356, χασμα-
τυπουργός 1356 φρικτοπαλαίμων 1357, VII 354, φοϐεροδιακράτωρ 1357–58, στρεψηλάκατος 1358,
χιονοϐροχοπαγής 1358–59, θεροκαυσώδης 1359–60, ἀνεμοεπάκτης 1360, κοιρανόμοιρος 1360–61,
σκοτιοέρεϐος 1361, ἀναγκεπάκτης 1361, πυροπεμψίφλογος 1362, χιονοδροσοφερής 1362–63,
ἀνεμαφέτης 1363, βυθοκλόνος 1363, γαληνοϐάτης 1364, ἀλκιμόϐριθος 1364, ὀϐριμοδυνάστης
1365, κρημνοϐάμων 1365 (cf. κρημνοϐάτης), σιδηρόψυχος 1366–67, ταρταρόφρουρος 1368, πλανη-
σίμοιρος 1368, πανθυπακουστής 1369, πανθυποτακτ〈ικ〉ός 1370, πνευματοδώτης 1371, ἀφελόζωος
1371, κινησίπολος 1372, θανατοσυναρτής 1372–73, ἀγγελοδείκτης 1373, ἐκδικοφώτης 1373–74,
ἀνηλιοδείκτης δαιμονοτάκτης 1374–75.
⁸ Las líneas 1403 a 1432 corresponde a un himno versificado editado y comentado en detalle por
Bortolani 2016: 219–242 (himno 10).
⁹ Comentario en Bortolani 2016: 233. La autora indica como posible la presencia del epíteto en los
Kestoi de Sexto Julio Africano, Cesti 5.1.29.
¹⁰ Bortolani 2016: 243–279 (himno 11).
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2.6. Varia
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3. Nota final
Esta recopilación de hápax del papiro mágico iv (que es solo una muestra de
un rasgo extensible al conjunto de papiros mágicos) confirma la capacidad de
los autores de recetas para dotar a las mismas de la mayor eficacia posible.
Un alto porcentaje lo constituyen los epítetos dedicados a las divinidades
invocadas, a lo que se suma la terminología técnica. Esta creatividad léxica
se suma a otros recursos lingüísticos que convierten a las recetas mágicas
en documentos peculiares. En el estudio de cada receta mágica, en cuanto
documento escrito, hay que tener en cuenta (entre otras cosas) el aspecto
material (sustancias y materiales recomendados) y los elementos, lingüísticos
y pictóricos, que configuran su contenido. Pero nunca debemos olvidar el
momento en que alguien, haciendo uso de la receta, entonaba en voz alta
las fórmulas, invocaciones y plegarias allí recomendadas. En su faceta oral
o escrita, la creatividad léxica aquí analizada era un instrumento esencial para
hacer que el conjuro cumpliera su función.
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Resumen: En esta contribución abordamos la cuestión lingüística del griego de los papiros mágicos
desde el punto de vista del contacto lingüístico. Como ejemplo de cruce de tradiciones religiosas
y rituales, presentan un caso especialmente interesante. Estudiamos una serie de ejemplos de
préstamos léxicos y calcos semánticos e interferencia sintáctica.
Palabras clave: Papiros mágicos, interferencia lingüística, bilingüismo.
Gracias a las condiciones climáticas de Egipto, nos han llegado numerosos tex-
tos mágicos de época grecorromana de esa región. La primera edición de los
textos mágicos en papiro la conforman los dos primeros volúmenes de Papyri
Graecae magicae de K. Preisendanz, 1928–31¹. Este corpus ha sido utilizado
* Este trabajo es parte de los Proyectos «Transmission of Magical Knowledge: Magical Handbooks
on papyrus», del Neubauer Collegium de la Universidad de Chicago, y «Leyendo vidas. Religión,
derecho y sociedad en los papiros de las colecciones españolas» (PGC2018-096572-B-C22) del
Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Agradecemos a Marina Escolano Poveda (U.
Liverpool) y Panagiota Sarischouli (U. de Tesalónica) sus valiosos comentarios. Las traducciones
son nuestras a no ser que indiquemos lo contrario. Los papiros mágicos aparecen con su cita
tradicional, junto con el número de nuestra edición abreviado como GEMF (Faraone & Torallas
Tovar, e. prep.).
¹ La edición de Preisendanz se abrevia comúnmente como PGM. Las siglas PDM se utilizan para los
papiros demóticos mágicos. PGM fue revisado en 1974 por A. Heinrichs. R. Daniel y F. Maltomini
publicaron en Supplementum Magicum (1990–1992) los formularios y documentos mágicos escritos
en griego posteriores a la edición de Preisendanz.
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desde su publicación como una de las fuentes más importantes para el estudio
de la magia griega. En la actualidad, el proyecto «Transmission of Magical
Knowledge: Magical Handbooks on papyrus» de la Universidad de Chicago,
al que ambas pertenecemos, está haciendo una reedición completa de los 88
manuales de magia conservados del ii a.C. al vi d.C.
Uno de los problemas de la edición de Preisendanz es que proporciona textos
solo para aquellos papiros que están en griego, ignorando en general los textos
egipcios. Esto crea la falsa impresión de que estos textos se originaron en un
entorno monolingüe. El problema fue parcialmente resuelto con la traducción
coordinada por Betz (1986), que incluyó gran parte de los manuales en demótico.
El estudio de este corpus en su integridad, con atención al equilibrio de sus
lenguas y culturas, permite abordar el contacto lingüístico.
La situación lingüística de Egipto², especialmente desde la llegada de los
griegos con Alejandro Magno, se va haciendo compleja con el paso del tiem-
po y a medida que nuevas situaciones políticas y sociales vienen a alterarla.
Con la dinastía Ptolemaica se instauró una administración en griego que fue
desplazando al demótico³. El griego se constituyó como vehículo fundamental
de la comunicación a todos los niveles, limitando la lengua egipcia al ámbito
del templo. En este momento, y sobre todo debido a la gradual pérdida de
poder de los grandes centros sacerdotales, la magia y los textos de poder ritual
experimentaron un cambio significativo. Las técnicas rituales egipcias, here-
deras de una larga y poderosa tradición enraizada en las prácticas del templo,
se adaptaron rápidamente a las prácticas llegadas de Grecia y se empezaron
a incorporar ritos y fórmulas procedentes de otras culturas. Estudiosos como
Ch. Faraone o R. Gordon⁴ han insistido en la gran influencia que los actos
rituales operativos en el entorno cultural griego tuvieron en la conformación
de los formularios mágicos greco-egipcios y su popularidad. Así, el poder de
las vocales, el uso de los triángulos mágicos, o los charakteres, entre otros
instrumentos rituales, se integran con los rituales operativos egipcios. En esta
nueva forma de magia, la lengua griega adquiere una gran relevancia y presti-
gio entre los sacerdotes egipcios. J. Dieleman (2005: 41–44) en su estudio sobre
los papiros bilingües greco-demóticos de la llamada Biblioteca de Tebas trabaja
con la hipótesis de que el escriba demótico utiliza libros en griego y traduce
las recetas al egipcio. En este ámbito bilingüe, tanto griego como demótico
² La bibliografía sobre la situación lingüística en Egipto es muy amplia. Remitimos a algunos títulos,
donde se puede completar: Rochette 1993, 1996, Fewster 2002, Thompson 2009, Fournet 2009,
Torallas Tovar 2010a, 2010b, Vierros 2014.
³ Crespo 2008, Thompson 2009, Lewis 1993: 276–281, Torallas Tovar e. prep. a.
⁴ Faraone 2001, Gordon 2019.
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2. Fenómenos lingüísticos
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… ὅτι σου ἐπὶ τῇ τελετῇ τὸ μέγα ὄνομα ἐπεκα|λεσάμην καὶ πάλιν ἐπικαλοῦ-
μαί σε κατὰ μὲν Αἰγυπτίους Φνω εαι Ιαϐωκ, κατὰ | δ’ Ἰουδαίους Ἀδωναῖε
Σαϐαώθ, κατὰ Ἕλληνας ὁ πάντων μόναρχος βασιλεύς
(«… porque te invoco en el ritual por tu gran nombre, y además te invoco
según los egipcios “Phno eai Iabok”, y según los judíos “Adonai Sabaoth”
y según los griegos, “el rey que gobierna en solitario todo”…»).
Un texto muy similar aparece en GEMF 60 (PGM XIII) 462 en donde, de nuevo,
se ofrece una explicación del nombre egipcio de la divinidad:
Otro ejemplo más lo proporciona GEMF 1 (PGM CXI, Suppl. Mag. II 70). Según
este texto, el nombre egipcio Knēph es en griego «el gran modelador»: 1–2
αἰγυπτιστὶ Κνη[φ] | ἑλληνιστὶ δὲ πλάστης μέγ[ας].
En esta misma idea, pero sin que se explicite el origen de la lengua, hay
que entender algunos de los nombres mágicos. En las retahílas de palabras
incomprensibles a primera vista, a través de un análisis cuidadoso del texto,
se identifican nombres de dioses o expresiones egipcias de poder. Destacamos
algunos ejemplos.
En GEMF 31 (PGM I 134–141) hay una larga invocación con numerosas voces
magicae. Entre ellas aparece: Ἀμοῦν ω ηϊ, que en egipcio significa «Amón el
grande». Más adelante en el papiro (l.149) encontramos el término ϊνουθω, que
se puede interpretar como i ntr ‘3, es decir, «Oh, gran dios»⁹. Más reveladora
⁹ Ritner en Betz 1986: 7.
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resulta la frase de GEMF 55 (PGM III) 144–145 ψοειω ψοειω π[ν]ουτε νεντηρ
τηρ[ου que aparece inserta en una invocación y hace referencia a Helios. El
griego es la transcripción fonética del demotico p3 šy c3 p3 šy c3 p3 ntr n3 ntr.w
tr.w, «buen demon, buen demon, oh dios de todos los dioses»¹⁰.
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PDM LXI 79–94), al final del procedimiento el texto hace referencia explícita-
mente al ojo de Horus utilizando también el término wḏ.t¹³.
Otro ejemplo de préstamo egipcio es βᾶρις,¹⁴ «barca egipcia», del egipcio
br, relacionada con los rituales del más allá.¹⁵ Como préstamo muy temprano
del egipcio, ya aparece en Esquilo, Supp. 839, Heródoto II 96, o más tarde en
Plutarco, Is. et Os. 358A, con el propósito de dar un sabor egiptizante al texto.
En los papiros mágicos aparece en el ejemplo mencionado más arriba, GEMF
60 (PGM XIII 462), en 58 (PGM V) 174, como epíteto de Hermes, implicando
también la idea del «viaje», o 74 (PGM VII) 618 en un contexto ritual menos
sofisticado. Es también interesante observar que términos derivados de βᾶρις,
como βαρίϐας, «barquero», descrito por Hesiquio (B 262: βαρίϐαν· τὸν ναυσι-
βάτην), aparece como nombre mágico precisamente en un contexto de viaje
al más allá, y que por tanto se puede interpretar como «barquero» (GEMF 72,
PGM VIII 80–82):
ἢν γαίης κευθμῶνα μόλῃς, νεκύων ἐνὶ χώρῳ,| πέμψον μάντιν ἐξ ἀδύτων τὸν
ἀληθέα, λίτομαί σε | λαμψουηρ: σουμαρτα: βαριϐας: δαρδαλαμ: [φ]ορϐηξ,
κύριε, | ἔκπεμψον τὸν ἱερὸν δαίμονα Ἀνούθ:
(«Si vas a las profundidades de la tierra y llegas a la región de los muertos,
envía a un adivino fiable desde su más íntima morada. Te ruego lampsouer,
soumarta, baribas (…) envía al sagrado demon Anouth»).
¹³ En el caso de GEMF 15 (PGM/PDM XII) 230, οὐάτιον aparece en el contexto de una oración, en la
que el orante se identifica con el ojo de Horus, como ente protector de los faraones, y otros dioses
para los que ofrece barbara onomata.
¹⁴ Torallas Tovar 2004: 181, 2017: 100, Fournet 1989: 57, Rodríguez Adrados 1999.
¹⁵ Cf. D.S. I 92.
¹⁶ Torallas Tovar e. prep. b, Dieleman 2005: 205–211, Clarysse & Thompson 2006: vol. 2, 179–181,
Ritner 1993: 220–221.
¹⁷ Algunos ejemplos de iii a i a.C.: P.Tebt. I 6.3, BGU VIII 1795.4, OGI 56.59.
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GEMF 60 (PGM XIII) 997 de nuevo utiliza la reiteración de μέγας ahora ante el
nombre de Eón: ὁ μέγας, μέγας Αἰών, «Oh gran, gran (grandísimo) Eón». Todos
los ejemplos listados aparecen en invocaciones en las que se quiere amplificar
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2.5. Numerales
El τοῦ fue corregido por Preisendanz en su edición por τῶν, para que concordara
con στοιχείων. El uso del artículo en singular puede interpretarse como mero
despiste del escriba, pero también como interferencia de la construcción egipcia
de los numerales con singular.
La lengua egipcia no tiene, como el griego, flexión nominal, por lo que a me-
nudo los hablantes de griego como segunda lengua cometen algunos deslices
sintácticos. Por otra parte, otra de las características del egipcio es que tiene
²⁰ Loprieno 1995: 72 y Moulton 1908: 97, da ejemplos en griego demostrando que ya existía, aunque
infrecuente, en el griego antes de la posible influencia semítica o egipcia (S. fr. 201, A. Pers. 981
etc.).
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formas conjuntivas, carentes de valor propio, y que recogen el valor de las pa-
labras previas en la oración, especialmente para verbos, que heredan el tiempo
y el aspecto del verbo que les precede²¹. También ocurre con sustantivos. Por
ello, a menudo en enumeraciones se encuentra el nominativo con el uso de
«caso vacío». Un ejemplo lo encontramos en GEMF 58 (PGM V) 172–175:
ἐγώ εἰμι ᾧ συνήντησας ὑπὸ τὸ ἱερὸν ὄρος καὶ ἐδωρήσω τὴν τοῦ μεγίστου
ὀνόματός σου γνῶσιν.
(«Yo soy el que conociste en la base de la colina santa y a quien regalaste el
conocimiento de tu más grande [nombre]»)²⁵.
²¹ Vierros 2012.
²² Dieleman 2005: 178–179.
²³ GEMF 15 (PGM XII) col. xiii 23–38 (335–350) contiene la segunda invocación ouphōr.
²⁴ Otras versiones en PGM XXI y GEMF 60 (PGM XIII) 732–1056.
²⁵ Cf. GEMF 30 (PGM II) y GEMF 55 (PGM III) 157.
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3. Conclusiones
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Resumen: Este trabajo trata de la función del acusativo (ac.) que complementa al verbo iubeo en
las construcciones con infinitivo. Defiende que ese ac. es un componente semántico del evento
subordinado y un componente sintáctico de iubeo. La posición intermedia de este componente da
a la estructura una fuerte cohesión sintáctica y conceptual. Con un marco predicativo (MP) de tres
posiciones se puede dar cuenta de muchos de sus datos, aunque no de todos.
Palabras clave: Órdenes, complementación, infinitivo, funciones semánticas, verbos manipulativos.
1. Introducción
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Esperanza Torrego
2. Estado de la cuestión
(1) pontifex eum togam praetextam sumere iussit («el pontífice le ordenó coger
la toga pretexta», Liv. 8.9.5).
(2) eosque ad certam diem adduci iubet («ordena que los presenten (= sean
presentados) en una fecha determinada», Caes. Gall. 5.1.8).
(3) iussin colum ferri mihi? («¿no os ordené traerme la rueca?», Plaut. Cas. 170).
Según esas propuestas, el verbo iubeo tendría dos marcos predicativos³, uno
de tres argumentos (4a), y otro de dos (4b):
(Rección en Griego y Latín). Se definen así: Agente = persona con control sobre la acción. Receptor
o Destinatario = persona que recibe cosas o palabras. Tema: entidad preexistente a la situación del
verbo, no producida ni afectada por él. Asigno la función Tema a la orden dada porque iubeo (vs.
impero) no implica el cumplimiento de la orden, cf. Gavoille 2014: 212–219.
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(5a) eosque … adduci *iubetur (a Caesare) («es ordenado (por César) que ellos
sean presentados»).
(5b) *iubetur colum ferri mihi? («se manda que me sea traída la rueca»).
(6) Nepesinis inde edictum ut arma ponant parcique iussum inermi («se insta
a los nepesinos a que depongan las armas y ordena que se perdone a todo
inerme», Liv. 6.10.5).
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Esperanza Torrego
(7) M. Antonii frater duci iubebatur ad supplicium («se ordenaba que el hermano
de M. Antonio fuera llevado a suplicio [lit. el hermano de M. A. era ordenado
ser llevado…]», Sen. Dial. 11.16.2).
(8) uenas exsoluit, uiso tamen ante rogo iussoque transferri partem in aliam, ne
opacitas arborum uapore ignis minueretur («se cortó las venas, tras examinar
antes la pira y ordenar que se trasladara [lit.: ordenada la pira ser trasladada]
a otra parte, para que la espesura de los árboles no resultara perjudicada por
el vapor del fuego», Tac. Ann. 11.3.2).
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Los datos con los que me propongo comparar las estructuras de ac. + inf. se
ofrecen en (9):
(9a) quotiens fugas et caedes iussit princeps («cuántas veces ordenó el príncipe
destierros y matanzas», Tac. Ann. 14.64.3).
(9b) quod ego iusseram («lo que yo había ordenado», Plaut. Asin. 211).
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Esperanza Torrego
Cuando el inf. pertenece a un verbo transitivo y está en voz pasiva, el ac. que
aparece en la estructura corresponde a su arg. 2, con la función que tenga, según
el verbo: Tema con condi (en (11a), Paciente con leuari en (11b) y Producto en
effodi (11c):
(11a) uasa torcula, … fibulas iubeto suo quidquid loco condi («los vasos cincelados,
… las fíbulas ordena que cada cosa se guarde en su sitio», Cato. Agr. 26.1
(Tema).
(11b) omnia iumenta sarcinis leuari iubet («ordena que se aligere a todos los
animales de carga», Sall. Iug. 75) (Paciente).
(11c) is proximo in agro scrobem effodi iussit, («él ordenó que se cavara un hoyo
en un campo cercano», Tac. Ann. 15.67.4) (Producto).
La función semántica del ac. sigue procediendo de su inf., pero el hecho de que
el inf. aparezca en voz pasiva no obliga a interpretar que ese ac. sea su sujeto;
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(12) dicto citius de uicinia gallus allatus est, quem Trimalchio iussit ut aeno
coctus fieret («no había terminado de decirlo cuando se le trajo un gallo de
la finca de al lado, que Trimalción ordenó cocinar (lit. ordenó que se hiciera
cocinado) en un caldero», Petron. 74.4).
⁹ En esto difiere esta propuesta de la de Lavency, porque la definición de la función del ac. que él
propone 2003, 112 se parece más a la función prgamática de tópico que a una semántica.
¹⁰ Cf. Givón 1990: 546–553 sobre los distintos principios que actúan en la semántica y codificación
formal de los complementos.
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Esperanza Torrego
(13b) proinde tamen, quasi conuictus esset, cedere patria et Massiliensium moe-
nibus coerceri iubetur («sin embargo, como si fuera convicto, se le ordena
irse de la patria y mantenerse dentro de las murallas masilienses», Tac. Ann.
13.47.3).
¹¹ Seguramente por eso se les considera pseudo-objetos y pseudo-sujetos, cf. Pinkster 2015: 759–763,
con referencias.
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4. Conclusiones
Referencias
¹² Pinkster 2015: 157 no menciona en este grupo prohibeo, cuya estructura de complementación prefe-
rente no es ac. + inf., y sí, en cambio a sino. Sobre su semántica y estructuras de complementación,
cf. Torrego 2014 —prohibeo— 2016 —cogo— 2017 —ueto—.
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Esperanza Torrego
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Resumen: Siguiendo un estudio de Morpurgo Davies (1998), que comparó los antropónimos
acabados en -i en griego micénico con sus equivalentes en griego alfabético hallados en el Ática
y en Arcadia, he comparado varias formaciones de antropónimos micénicos testimoniados en
Micenas y Tebas con sus equivalentes en griego incluidos en dos volúmenes del LGPN (II: Ática
y III.A: Peloponeso, Grecia occidental, Sicilia y Magna Grecia). Se observa un claro contraste entre
el micénico y el griego del i milenio a.C. en la frecuencia de algunas formaciones.
Palabras clave: Antroponimia griega, Micenas, Tebas.
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Referencias bibliográficas
Aravantinos, V. L., Del Freo, M., Godart, L. & Sacconi, A. (2005): Thèbes. Fouilles de la
Cadmée. iv. Les textes de Thèbes (1–433). Translitération et tableaux des scribes, Pisa -
Roma, Istituti Editoriali e Poligrafici Internazionali.
Aravantinos, V. L., Godart, L. & Sacconi, A. (2001): Thèbes. Fouilles de la Cadmée. i. Les
318
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Apéndice
† Se excluyen los nombres en -της y en -ίδης (que figuran aparte) y también en -ιάδης.
a Los datos del Ática y de Arcadia de las categorías: total de antropónimos, femeninos, nombres en -ις (masc. y fem.) y nombres en -εύς han sido
tomados de Morpurgo Davies 1998: 61, appendix i.
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Resumen: Este artículo analiza los intercambios conversacionales recreados en el proemio del
Parménides de Platón desde el punto de vista de su organización secuencial a partir de la metodo-
logía del Análisis de la Conversación. Se examinan también cuestiones relacionadas con la cortesía
en relación con la estructura interactiva.
Palabras clave: Diálogo platónico, conversación, interacción, cortesía.
Las escenas iniciales de los diálogos de Platón han sido objeto de un enorme
interés desde diversos puntos de vista. La crítica neoplatónica quiso ver en
ellas una clave simbólica de interpretación de la totalidad del diálogo y la
hermenéutica más moderna coincide en señalar que estos proemios, aun cuando
a veces quedan desgajados del cuerpo principal de la obra, guardan siempre
* El presente trabajo, que aborda cuestiones relacionadas con la cortesía conversacional y su re-
presentación en el diálogo platónico, encuentra su inspiración en el ensayo dedicado a Platón
del libro de José S. Lasso de la Vega, De Sófocles a Brecht, de donde procede la cita de la cabecera,
cf. Lasso de la Vega 1970: 186, y en el que se describe así el encuentro entre Céfalo y Antifonte
en la escena inicial del Parménides: «Cuando Céfalo y compaña entran en su casa, lo encuentran
[sc. a Antifonte] a punto de dar al herrero un bozal para que lo recomponga. Esta urgencia de tal
modo lo absorbe que usa de modos descorteses, finge no ver a sus visitantes ni oír sus palabras
valedictorias y les hace esperar con gran pachorra», cf. id.ibid. 179. Fue el profesor Emilio Crespo,
durante la defensa de mi tesis doctoral, cuyo tribunal presidió él mismo, quien me sugirió buscar
en este libro una posible inspiración para futuros trabajos, algo que queda cumplido en esta breve
contribución al volumen en su homenaje.
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Rodrigo Verano
2. Introducción metodológica
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³ Cf. Schegloff 2007: 7, «What sort of actions are we talking about? Well, in discussing the preceding
data extracts we had occasion to refer to asking, answering, disagreeing, offering, contesting, re-
questing, teasing, finessing, complying, performing, noticing, promising, […] inviting, announcing,
telling, complaining, agreeing, and so forth».
⁴ Cf. Schegloff 2007: 13–21.
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 324 — #324
Rodrigo Verano
a la crianza de caballos, y que ha dejado muy atrás los intereses filosóficos que
lo apasionaron en su juventud. A su vez, la narración de Antifonte se integra
en el relato de Céfalo de Clazómenas, quien asume la primera persona en la
estructura narrativa de la obra y protagoniza, además, la escena del proemio
que sirve de marco al diálogo (Pl. Parm.126a–127a):
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⁵ La traducción es propia.
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Rodrigo Verano
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Rodrigo Verano
este punto de vista. Una vez conducidos ante Antifonte, Céfalo relata la con-
versación que mantiene con este, al que hallan por fin en su casa terminando
de despachar a un herrero. Las palabras que intercambiaron no se transcri-
ben, sino que el encuentro se narra enteramente de forma indirecta. El relato
incluye, sin embargo, ciertos detalles que permiten reconstruir la estructura
del intercambio. Según cuenta Céfalo, tras saludarlo Antifonte —como en el
encuentro con Adimanto, también aquí se menciona explícitamente que hubo
contacto físico (καί με ἠσπάζετο)—, al solicitarle el relato de las conversaciones
filosóficas de Zenón, Parménides y Sócrates que guardaba en su memoria, este
se negó en primera instancia (τὸ μὲν πρῶτον ὤκνει —πολὺ γὰρ ἔφη ἔργον
εἶναι— ἔπειτα μέντοι διηγεῖτο). Negarse a una petición constituye una res-
puesta no preferida y el hablante se ve obligado, por tanto, a introducir una
justificación, que figura en la oración introducida por la partícula γάρ que
aparece en inserción parentética.
5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 329 — #329
Sacks, H., Schegloff, E. & Jefferson, G. (1974): «A Simplest Systematics for the Organi-
zation of Turn-Taking for Conversation», Language 50 (4–1), 696–735.
Schegloff, E. (2007): Sequence Organization in Interaction, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press.
Schegloff, E., Jefferson, G. & Sacks, H. (1977): «The Preference for Self-Correction in
the Organization of Repair in Conversation», Language 53.2, 361–381.
Sidnell, J. & Stivers, T. (2013): The Handbook of Conversation Analysis, Oxford, Wiley-
Blackwell.
van Emde Boas (2017): «Analyzing Agamemnon: Conversation Analysis and Particles
in Greek Tragic Dialogue», Classical Philology 112, 411–434.
Verano, R. (2017): «Linguistic Paraphrase in Platonic Dialogue: A First Approach», en
F. Logozzo y P. Poccetti (eds.), Ancient Greek Linguistics: New Approaches, Insights,
Perspectives, Berlín, Walter de Gruyter, 475–488.
329
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 330 — #330
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Resumen: Los adverbios ἰθέως, ἰθύς, εὐθέως, εὐθύς, αὐτίκα, παραυτίκα, παραχρῆμα, ἐξαίφνης
y ἐξαπίνης pueden combinarse tanto con tema de presente (Pr.) como con tema de aoristo (Ao.) del
verbo griego. En los casos en que se describe una secuencia de eventos, el análisis de la relación
entre el tema en que aparece la primer evento y el de la segunda frase, a la que se refiere el
adverbio, permite obtener nueva evidencia a favor de una interpretación de la oposición de temas
aspectuales sobre la base del contraste imperfectividad (Pr.) / perfectividad (Ao.).
Palabras clave: Griego antiguo, aspecto verbal, adverbios.
Dedicatoria
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Jesús de la Villa
1. Introducción
Yo realicé mi tesis doctoral, bajo la dirección del profesor Emilio Crespo, sobre
la sintaxis de los adverbios griegos (Villa 1986). Durante el desarrollo de la
investigación, Emilio me sugirió que explorase la posibilidad de reconocer algún
tipo de patrón en la distribución de ciertos adverbios con los diferentes temas
aspectuales del verbo griego. Existía el precedente de un artículo de Armstrong
(1981) en el que se mostraba cómo el aoristo se combinaba típicamente con
adverbios y otras expresiones que expresaban limitación temporal (ἅπαξ, δίς,
τριάκοντα ἔτη etc.), mientras el tema de presente se combinaba, también
típicamente, con expresiones de duración ilimitada (αἰεί, πολλάκις etc.). En
aquel momento mi trabajo no fue en esa dirección.
Posteriormente, el propio Emilio Crespo utilizó ese criterio en un interesante
artículo sobre determinados usos del tema aspectual de presente (Crespo 1992).
Allí proponía que la combinación del tema de presente con adverbios como
ἰθέως, εὐθύς o ἐξαίφνης, que expresan acción repentina o rápida, permitía
descartar que el tema de presente fuera la expresión de la imperfectividad, es
decir, de la prolongación indefinida de un evento o acción, y, por el contra-
rio, permitía refrendar su tesis de que el tema de presente, en determinados
contextos, expresaba por sí mismo la repetición distributiva de un evento.
En el presente artículo, aun dentro de las limitaciones de espacio, quiero
retomar, muchos años después, la invitación de Emilio Crespo y continuar
la búsqueda en pos del «adverbio perdido», cuya distribución con los temas
aspectuales del verbo griego permita obtener nueva información sobre esta
categoría verbal. Para ello presentaré el resultado del análisis de la totalidad
de los usos de los adverbios ἰθέως, ἰθύς, εὐθέως, εὐθύς, αὐτίκα, παραυτίκα,
παραχρῆμα, ἐξαίφνης y ἐξαπίνης en los textos de la prosa clásica de Heródoto,
Tucídides, Lisias y Jenofonte (A., Cyr., HG, Mem.), que fueron también la base
fundamental de mi trabajo en la tesis doctoral.
La interpretación del valor de tres temas aspectuales del verbo griego, presente
(Pr), aoristo (Ao) y perfecto (Pf) —el futuro no expresa aspecto, sino solo
tiempo— es probablemente el asunto más debatido de la historia de la gramática
griega¹. Centrándonos en la oposición Pr. / Ao., entre otras propuestas menos
extendidas, las dos que han tenido más aceptación son, por un lado, la que
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 333 — #333
De verbos y adverbios
opone un tema de Pr., durativo (salvo el presente de indicativo, que sería neutro)
a un tema de Ao., puntual, pero que también es el término no marcado de la
oposición y puede, por tanto, usarse también para describir eventos durativos.
Esta teoría remonta a mediados del siglo xix y fue expuesta del modo más
completo y organizado por Ruipérez (1954). La segunda teoría, también antigua,
es la que opone un Pr., que expresaría la imperfectividad, es decir, describiría
el evento en su desarrollo, sin consideración de su final, a un Ao. perfectivo, es
decir, que describiría el evento hasta su final².
Este es el marco teórico en el que, igual que en Crespo (1992), se analizan
los datos referidos a la combinación de adverbios y temas aspectuales.
333
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 334 — #334
Jesús de la Villa
Observaciones:
¹ En las columnas relativas al presente, cuando se dan dos cifras unidas por el símbolo +, la primera corresponde
efectivamente a los usos regulares del tema de presente. La segunda corresponde a los usos con presente
histórico.
muy claro cuando hay referencia expresa al hecho de uno se produce después
de otro en frases como las siguientes⁴.
(1a) ἡ δὲ ὡς ἔτεκε Δωριέα, ἰθέως ἴσχει Λεωνίδην καὶ μετὰ τοῦτο ἴσχει Κλεόμϐρο-
τον («Y cuando ella dio a luz a Dorieo, inmediatamente tenía a Leónidas y,
después de eso, tenía a Cleómbroto», Hdt. 5.41.2).
(1c) τούς τε νεκροὺς ἐσκύλευον καὶ τοὺς ἑαυτῶν ἀνῃροῦντο, τροπαῖόν τε εὐ-
θέως ἔστησαν («Expoliaban a los muertos y a los suyos se los llevaban
e inmediatamente levantaron un monumento de triunfo», Th. 4.44.4).
Por su parte, cada uno de los eventos relacionados puede ser descrito con sus
propias características aspectuales. En el caso del primer evento en la secuencia
temporal, puede presentarse como un evento todavía no concluido y ello obliga
a interpretar los adverbios en el sentido de que el segundo evento, el que viene
después, se produce «inmediatamente» después de que haya comenzado el
primero. Un ejemplo es el de (1c), que debe interpretarse en el sentido de que
el expolio de los cadáveres de los enemigos y el levantamiento de los cadáveres
⁴ Las traducciones de todos los ejemplos citados son nuestras.
334
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De verbos y adverbios
(2a) εἰσιόντα δὲ αὐτὸν ἰθέως ἡ Πυθίη προαγορεύει τοισίδε τοῖς ἔπεσι («Y cuando
él estaba entrando, inmediatamente se dirigía a él la Pitia con los siguientes
versos»⁵, Hdt. 5.92. β 3).
(3a) καὶ καταπλευσάντων αὐτῶν εὐθέως τῶν μὲν Παράλων τινὰς οἱ τετρακόσιοι
δύο ἢ τρεῖς ἔδησαν («Y tras haber regresado aquellos navegando, rápida-
mente los Cuatrocientos apresaron a algunos de los de la nave Páralos, dos
o tres», Th. 8.74.2).
⁵ Para la interpretación del participio εἰσιόντα como un hecho todavía en marcha, puede compararse
con frases semejantes en aoristo: Ἀριστέην γὰρ λέγουσι … ἐσελθόντα ἐς κναφήιον ἐν Προκοννήσῳ
ἀποθανεῖν («Pues dicen que Aristeas …, tras haber entrado en un batán en el Proconeso, murió»,
Hdt. 4.14.1). La utilización del tema de presente en (4a) y (4b) refuerza el sentido de la inmediatez
de la intervención de la Pitia: se indica probablemente que el personaje «apenas estaba llegando»,
«no había terminado todavía de entrar».
⁶ Como se ha mostrado repetidamente en otros trabajos y está asumido en manuales, p.ej. Rijksbaron
2002³: 76–77, 80, van Emde Boas 2019: 410, 427–430, 432.
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 336 — #336
Jesús de la Villa
La conclusión más importante de esta sección es que los adverbios que expresan
secuencia inmediata son igualmente combinables con el Pr. y el Ao. Esta
combinación, por tanto, no es relevante para determinar el valor de los temas
aspectuales. Sin embargo, la elección del tema verbal aspectual para el evento
anterior a aquel al que se refiere el adverbio sí que se muestra clara: tema de
Pr. cuando se trata de un evento todavía no concluido y tema de Ao. cuando
se trata de un evento concluido en el momento en que, «inmediatamente
después», se produce el segundo evento.
Los adverbios indicados tienen dos usos diferentes: bien se refieren, igual
que los del apartado anterior, a una secuencia de eventos, de tal manera que
tras un primer evento, «inmediatamente» se produce un segundo (4), bien se
utilizan de una forma absoluta indicando que algo se ha producido de forma
repentina, en el caso de ἐξαπίνης (Heródoto) y ἐξαίφνης (autores áticos) (5),
bien que se va a producir de un modo inmediato desde el momento en que
se está hablando, sin referencia a otro evento diferente, en el caso de αὐτίκα,
παραυτίκα y παραχρῆμα (6).
(4a) ὁ δὲ Καλλικρατίδας ἐπιπλεύσας αὐτῷ ἐξαίφνης δέκα μὲν τῶν νεῶν ἔλαϐε («Y
Calicrátidas, tras haber navegado a su encuentro, inmediatamente capturó
diez de las naves», X. HG 1.6.23).
(4c) τοὺς δὲ καὶ λήθη ἐλάμϐανε παραυτίκα ἀναστάντας τῶν πάντων ὁμοίως
(«A otros les cogía inmediatamente, tras haberse recuperado una amnesia,
de todo por igual», Th. 2.49.8).
(4d) ἐξάγουσιν ἐκ τοῦ ἱεροῦ ἔτι ἔμπνουν ὄντα, καὶ ἐξαχθεὶς ἀπέθανε παραχρῆμα
(«Le sacaron del santuario respirando aún y, una vez que le habían sacado,
murió inmediatamente», Th. 1.134.4).
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 337 — #337
De verbos y adverbios
(5a) τοὺς δὲ ἄλλους ἀπ’ οὐδεμίας προφάσεως, ἀλλ’ ἐξαίφνης ὑγιεῖς ὄντας …
φλόγωσις ἐλάμϐανε («A los demás el ardor les cogió por ninguna razón,
sino de repente, estando sanos», Th. 2.49.2).
(5b) … ὥστε … τὴν ἡμέρην ἐξαπίνης νύκτα γενέσθαι («De manera que el día de
repente se convirtiera en noche», Hdt. 1.74.2).
(6a) Κανδαύλεα ἀποκτείνας ἐμέ τε καὶ τὴν βασιληίην ἔχε τὴν Λυδῶν, ἢ αὐτόν σε
αὐτίκα οὕτω ἀποθνῄσκειν δεῖ («Tras haber matado a Candaules, poséeme
a mí y el reino de los lidios, o será necesario que tú mismo mueras en el acto
de la misma forma», Hdt. 1.11.2).
En el primer tipo de usos, los que ponen en relación dos eventos, tenemos una
distribución entre el tema de Pr. y el de Ao. como la del Cuadro 2.
Observaciones:
¹ Los usos de παραυτίκα y παραχρῆμα también incluyen los de τὸ παραυτίκα, τὸ παραχρῆμα, ἐν τῷ
παραυτίκα y otras expresiones preposicionales de los adverbios precedidos de artículo.
A pesar de que los casos de presente duplican a los de aoristo, esta distribu-
ción no parece significativa, puesto que cada forma aspectual puede explicarse
individualmente por su contexto sin que la presencia del adverbio modifique en
nada su valor aspectual, como puede verse en todos los ejemplos que ofrecemos.
Lo que sí prueban, en cambio, es que ambos temas verbales son perfectamente
compatibles con este tipo de adverbios.
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Jesús de la Villa
(7a) οἱ τῶν Θηϐαίων ἱππεῖς τέως ἀφανεῖς ὄντες ἐξαίφνης διὰ τῶν ὡδοποιημένων
τοῦ χαρακώματος ἐξόδων ἐξελαύνουσι («Los jinetes de los tebanos estando
hasta entonces escondidos, de repente salen a través de las salidas de las
trincheras que se habían abierto», X. HG 5.4.39).
(7c) καὶ γὰρ τούτους παρελάμϐανον οἱ αὐτοὶ οἵ περ ἐς Σικελίην ἀπίκατο, λέγον-
τες τοὺς αὐτοὺς λόγους τοὺς καὶ πρὸς Γέλωνα ἔλεγον. οἱ δὲ παραυτίκα μὲν
ὑπίσχοντο πέμψειν («Pues a aquellos trataban de ganarlos los mismos que
habían llegado a Sicilia, diciendo las mismas palabras que también decían
a Gelón. Y ellos inmediatamente prometían que iban a enviar tropas», Hdt.
7.168.1).
338
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De verbos y adverbios
relevante para conocer mejor el significado de ellos, puesto que pueden usar-
se tanto con tema de Pr. (5a), (6a), como con tema de Ao. (5b), (6b), (6c).
La distribución entre un tema y otros es de Pr. 39 / Ao. 26 y aparece en el
Cuadro 3.
Cuadro 3 – Distribución de ἐξαπίνης, ἐξαίφνης, αὐτίκα, παραυτίκα, παραχρῆμα
cuando se usan de forma absoluta
Observaciones:
¹ Los usos de παραυτίκα y παραχρῆμα también incluyen los de τὸ παραυτίκα, τὸ παραχρῆμα, ἐν τῷ
παραυτίκα y otras expresiones preposicionales de los adverbios precedidos de artículo.
5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
Armstrong, D. (1981): «The Ancient Greek Aorist as the Aspect of Countable Action»,
en P. J. Tedeschi & A. Zaenen (eds.), Syntax and Semantics 12: Tense and Aspect, 1–12.
339
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 340 — #340
Jesús de la Villa
Crespo, E. (1992): «El uso de los temas de aoristo y de presente para la expresión de la
repetición distributiva», en E. Crespo et al., Homerica. Estudios lingüísticos, Madrid,
UAM Ediciones.
van Emde Boas et al. (2019): The Cambridge Grammar of Classical Greek, Cambridge,
Cambridge University Press.
Lorente, P. (2003): L’aspect verbal en Grec Ancien : le choix des thèmes verbaux chez
Isocrate, Lovaina la Nueva, Peeters.
Rijksbaron, A. (1976): Temporal & Causal Conjunctions in Ancient Greek, Ámsterdam,
Hakkert.
Rijksbaron, A. (2002³): The Syntax and Semantics of the Verb in Classical Greek. An
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Ruipérez, M. S. (1954): Estructura del sistema de aspectos y tiempos del verbo griego
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de la Villa, J. (2004): «Aspectos del aspecto en griego», en B. Usobianga & P. Quetglas
(eds.) Ciència, didáctica i funció social dels estudis clàssics, Barcelona, SEEC, 97–124.
340
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 341 — #341
LITERATURA
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 343 — #343
Resumen: El término «mixofrigia», que utiliza Clemente de Alejandría para designar a una de las
harmonías griegas, no tiene parangón en ningún otro lugar de la música helena. En este trabajo se
demuestra que con «mixofrigia», Clemente está designando, en realidad, a la harmonía lidia.
Palabras clave: Música griega, Clemente de Alejandría, lexicología.
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³ Cf. Ps.-Plu., Mus. 1134F. Sobre la harmonía frigia, cf. Gostoli 1995.
⁴ Cf. García López 2004: 66–67 n. 102. Sobre los géneros, en general, cf. Aristox. Harm. 24.16–18,
55.8–9 y Asistid. Quint. 15.21 ss.
⁵ Se trata de un tópos con variaciones, cf. Halton 1983: 186, cf. Poll. 4.65 con dorio-eolio-jonio, que
toman su nombre de las tres estirpes griegas. Vid. también Pl. R. 398d–399d, Ps.-Plu., Mus. 1134a,
cf. García López 2004: 61–62 n. 85, con profusión de datos, y García López, Pérez Cartagena &
Redondo Reyes 2012: 281–285. Clemente coincide con Arístides Quintiliano 1.23.1 y Ptolomeo
(Harm. 2.10). La versión completa se puede leer en Dión Crisóstomo 33.42.
⁶ En otro lugar (Strom. 1.107.3) afirma que Zeto y Anfión fueron los μουσικῆς εὑρεταί. Sobre ambos,
cf. Halton 1983: 178, n. 3.
⁷ Cf. Comotti: 1993.
⁸ Platón (Smp. 215b) afirma que Olimpo fue discípulo de Marsias. El sustantivo κρούματα se refiere
a los acordes musicales (Paed. 3.80.4), cf. Rocconi 2003: 34–39.
⁹ Cf. García López 2004: 45 n. 24.
¹⁰ Cf. Arist. Pol. 8.7, Athen. XIV 624d.
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a comparar la harmonía doria con la lidia¹¹, más dulce, como el fuego con el
aire (Paed. 1.5.1)¹².
Ahora bien, ¿a qué tipo de harmonía se refiere Clemente de Alejandría con
el término «mixofrigio» (μιξοφρύγιος)? El texto clementino (Strom. 1.76.6)
dice así:
(1) κρούματα δὲ Ὄλυμπον ὁμοίως τὸν Φρύγα, καθάπερ Φρύγιον ἁρμονίαν καὶ
μιξοφρύγιον καὶ μιξολύδιον Μαρσύαν, τῆς αὐτῆς ὄντα τοῖς προειρημένοις
χώρας, καὶ τὴν Δώριον Θάμυριν ἐπινοῆσαι τὸν Θρᾷκα («Igualmente Olimpo
el Frigio ideó los acordes, al igual que Marsias, que era oriundo de la misma
región que los precedentes, inventó la harmonía frigia, la mixofrigia y la
mixolidia, y Támiris el Tracio la doria»).
(2) κρούματα δὲ Ὄλυμπον ὁμοίως τὸν Φρύγα, καθάπερ Φρύγιον ἁρμονίαν καὶ
μιξοφρύγιον καὶ μιξολύδιον Μαρσύαν τῆς αὐτῆς ὄντα τοῖς προειρημένοις
χώρας.
¹¹ Platón (R. 398d) desaprobaba el modo lidio por ser agudo y lastimero. Los autores antiguos
distinguían siete modos musicales, según la regularización posterior a Aristóxeno: mixolidio, lidio,
frigio, dorio, hipolidio, hipofrigio o jonio e hipolidio o eolio. La harmonía hipolidia es patética
y apropiada para la tragedia. Según Ps.-Plutarco (Mus. 1140D), Aristóxeno afirmaba que Safo
inventó este modo y que de ella lo aprendieron los trágicos, aunque en otro lugar (Mus. 1134F) lo
atribuye a Terpandro. Sobre todas estas cuestiones, cf. Michaelides 1978: 110–113, Redondo 2003:
237–259 y Otaola 2011.
¹² Calderón Dorda 2014: 838.
¹³ Cf. Halton 1983. Cosgrove 2006: 257 n. 9 menciona de pasada el término sin más comentario.
¹⁴ Tampoco la mencionan, por ejemplo, Barker 1984 o Mathiesen 1999 y 2002.
¹⁵ García López, Pérez Cartagena & Redondo Reyes 2012.
¹⁶ Chailley 1979: 211.
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(3) μαρτυρεῖν δὲ καὶ τὴν διάλεκτον· μιξολύδιον γάρ πως εἶναι καὶ μιξοφρύγιον·
τέως μὲν γὰρ οἰκεῖν αὐτοὺς περὶ τὸν Ὄλυμπον, τῶν δὲ Φρυγῶν ἐκ τῆς
Θρᾴκης περαιωθέντων [ἀν]ελόντων τε τῆς Τροίας ἄρχοντα καὶ τῆς πλησίον
γῆς, ἐκείνους μὲν ἐνταῦθα οἰκῆσαι τοὺς δὲ Μυσοὺς ὑπὲρ τὰς τοῦ Καΐκου
πηγὰς πλησίον Λυδῶν.
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²² Cf. García López, Pérez Cartagena & Redondo Reyes 2012: 325–326.
²³ Recuérdese el extraño «sintonolidio» o lidio intenso que Arístides Quintiliano refiere como
harmonía platónica (19 W.-I.), o el caso del «hipermixolidio», que refieren Cleónides (Harm. 203)
o Ptolomeo (Harm. 2.10).
²⁴ Cf. la harmonía «locria» citada por Heraclides Póntico en Ath. XIV 20, 26–32.
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1. Preliminares
Sachs (1943: 64) definió «sistema musical» como la organización específica del
espacio musical en un estilo nacional o cultural cronológicamente delimitado
y basado en una tendencia estilística anterior a sí mismo (presystematic trend).
Se forma a través de uno o más de los tres intervalos consonantes primarios
(4ª, 5ª y 8ª), sin los cuales resultaría anárquico. La Arqueomusicología nos
ayuda a comprender la música cuando no conservamos material suficiente
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Luis Calero
para su estudio directo. Para entrever qué pudo haber sucedido en el período
Oscuro, hay que estudiar las prácticas musicales de Oriente Próximo, de las
que sí conservamos vestigios teóricos, con el fin de compararlos con las grie-
gas conocidas. Mi metodología consistirá en analizar la heptatonía diatónica
mesopotámica para contrastarla con los datos de la griega.
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3. El Texto de la Afinación
Esta tablilla, la más antigua hallada hasta la fecha con contenido musical hep-
tatónico, pertenece al período babilónico. Datada en torno al siglo xviii a.C.,
es conocida como Texto de la Afinación (Tuning Text, Museo Británico de Lon-
dres, inv. UET 7/80). Estudiada en profundidad en 1978 por Richard L. Crocker
a partir de la copia realizada a mano por Oliver Gurney en 1968, incluye el con-
cepto de «tritono», verificando la importancia del semitono en la disposición
musical de las harmonías¹. Presenta una serie de siete sonidos, dispuesta de
acuerdo con el orden regular diatónico de 5ᵃˢ ascendentes y 4ᵃˢ descendentes.
Crocker (1978: 99) considera que el tritono ofrece el sistema de siete escalas
afinadas desde una 5ª distinta cada vez, dando nombre a cada una de las afina-
ciones, equivalentes a siete plantillas que muestran las posibles afinaciones de
un cordófono.
Uno de los principales problemas de la tablilla es el término nu su², que
aparece en la mitad de las dos series, una ascendente y otra descendente, que
conforman el sistema. Los nombres de ambas series son los mismos, pero en
orden contrario. Así pues, nu su, cuyo sentido literal es «no más allá de aquí»,
debe ser entendido como el punto al que se puede llegar después de siete
posibles afinaciones, más allá del cual es imposible seguir sin duplicar lo que
se puede encontrar en otros puntos del sistema. De acuerdo con esto, en la
Fig. 1 en la página anterior se muestran las dos series de las siete afinaciones
del texto babilonio.
¹ Aura Jorro 1985 s.u. y Luque Moreno 2014: 127 relacionan ἁρμονία, ῥυθμός y ἀριθμός con IE *h₂er-
(«ensamblar, ajustar, acoplar»). Siguiendo la línea que desarrollé en mi tesis doctoral: Calero 2016,
mantengo la grafía con 〈h〉 del sustantivo y sus derivados para el sistema de organización de las
escalas con tetracordos afinados que caracteriza la teoría musical de la antigua Grecia, distinto al
vertical del actual sistema musical, al que me referiría, llegado el caso, sin hache.
² Quiero agradecer al Dr. Such Gutiérrez (UAM) su inestimable ayuda para la comprensión de este
término.
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Luis Calero
Una vez que el sistema ha terminado las siete combinaciones posibles sobre la
afinación diatónica, el término nu su indica la nota a partir de la que no se puede
seguir realizando ninguna prolongación. Así, las siete nuevas combinaciones
se muestran en la Fig. 2.
En la tablilla también aparece el término acadio qablitu (Fig. 3 en la pági-
na 354), la misma nota que el sistema harmónico sumerio denomina murub,
el griego «nota media» (μέση) y que en sánscrito aparece como madhyama,
lo cual lleva a algunos investigadores a atribuirle un carácter indoeuropeo
(Franklin 2002, 2006).
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⁶ Gaudencio (Harm. 346.6–347.10) y Cleonides (Harm. 1.1–12.42) ofrecen el mismo diagrama que
Aristides Quintiliano, aunque lo hacen sobre una disposición enharmónica. Habitualmente se
piensa que Aristóxeno es la fuente común para todos ellos, aunque Mathiesen 1999 no está de
acuerdo con la mayoría de los investigadores. Considera, siguiendo las palabras de Aristóxeno
(10.19–11.10), que al sistema de Eratocles le faltaba demostración y que sus especies de 8ª eran
válidas solo para el género enharmónico.
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Luis Calero
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Referencias bibliográficas
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Luis Calero
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Dedicatoria
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(1) καὶ τότ’ Ἀπόλλωνα προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς· | εἰ δ’ ἄγε νῦν φίλε Φοῖϐε,
κελαινεφὲς αἷμα κάθηρον | ἐλθὼν ἐκ βελέων Σαρπηδόνα, καί μιν ἔπειτα
| πολλὸν ἀπὸ πρὸ φέρων λοῦσον ποταμοῖο ῥοῇσι | χρῖσόν τ’ ἀμϐροσίῃ,
περὶ δ’ ἄμϐροτα εἵματα ἕσσον· | πέμπε δέ μιν πομποῖσιν ἅμα κραιπνοῖσι
φέρεσθαι | ὕπνῳ καὶ θανάτῳ διδυμάοσιν, οἵ ῥά μιν ὦκα | θήσουσ’
ἐν Λυκίης εὐρείης πίονι δήμῳ, | ἔνθά ἑ ταρχύσουσι κασίγνητοί τε ἔται τε
| τύμϐῳ τε στήλῃ τε· τὸ γὰρ γέρας ἐστὶ θανόντων («Y entonces dijo a Apolo
Zeus, que las nubes acumula: “Ve ahora, caro Febo, y limpia de sangre,
oscura como nube, el cuerpo de Sarpedón. Rescátalo fuera de los proyectiles
y llévalo luego muy lejos y báñalo en las corrientes del río. Unge su cuerpo
con ambrosía y vístelo con inmortales ropas, y envíalo luego para que lo
lleven ante los raudos escoltas, ante el Sueño y la Muerte, hermanos
gemelos, quienes pronto lo depositarán en el pingüe pueblo de la
vasta Licia, donde sus hermanos y parientes le harán solemnes exequias
con una tumba y una estela: ¡ese es el privilegio de los que mueren!”»³, Il.
16.666–675).
Los datos de los poemas homéricos apuntan a una concepción de Sueño y Muer-
te como varones adultos⁴. Así se observa en el siguiente pasaje, en el que Hera
promete a Sueño, del que se dice que es hermano de Muerte, concederle a una
de las Gracias como esposa si se presta a hacer que Zeus se duerma⁵:
(2) ἀλλ’ ἴθ’, ἐγὼ δέ κέ τοι Χαρίτων μίαν ὁπλοτεράων / δώσω ὀπυιέμεναι καὶ
σὴν κεκλῆσθαι ἄκοιτιν («Así que ve, y yo una de las juveniles Gracias te
daré en matrimonio y para que sea llamada esposa tuya», Il. 14.267–268).
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(3) ἡ δ’ Ὕπνον μετὰ χερσί, κασίγνητον Θανάτοιο, / Νὺξ ὀλοή, νεφέλῃ κεκα-
λυμμένη ἠεροειδεῖ. / ἔνθα δὲ Νυκτὸς παῖδες ἐρεμνῆς οἰκί’ ἔχουσιν, / Ὕπνος
καὶ Θάνατος, δεινοὶ θεοί … («Ella, la terrible Noche, oculta en una brumosa
nube, lleva en brazos a Sueño, hermano de la Muerte. Allí tienen su casa
los hijos de la oscura Noche, Sueño y Muerte, dioses espeluznantes», Il.
14.267–268).
(5) στείχω δ’ ἐπ’ αὐτήν, ὡς κατάρξωμαι ξίφει·/ ἱερὸς γὰρ οὗτος τῶν κατὰ
χθονὸς θεῶν / ὅτου τόδ’ ἔγχος κρατὸς ἁγνίσηι τρίχα («Me pongo en camino
hacia ella (scil. Alcestis) para empezar el sacrificio con mi espada, pues aquel
⁶ Cípselo, tirano de Corinto entre 657 y 625 a.C., fue escondido en un arca por su madre para
protegerlo de sus enemigos. Pausanias vio esta arca en el templo de Hera de Olimpia, donde había
sido depositada por los descendientes del tirano.
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Luz Conti
a quien esta arma corta un mechón es una víctima sagrada de los dioses
infernales»⁷, E. Alc. 74–76).
⁷ He aquí un ejemplo de la asociación del cabello con la fuerza vital, presente también en otras
culturas.
⁸ La diferencia más llamativa es la presencia en la cratera de Hermes, y no de Apolo, como
acompañante de Sarpedón. Sobre este punto véase Woodford 2003: 160–161.
⁹ Sobre las diferentes representaciones de Θάνατος en la iconografía griega, véanse Vermeule 1979:
144–178, Díez de Velasco 1995: 11–17 y Crespo en prensa: 5–10.
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3. La muerte en la Ilíada
¹⁰ Utilizamos, por comodidad, la minúscula. La mayúscula la reservamos para los casos en los que la
presentación de la muerte como una divinidad parece clara.
¹¹ Hemos dejado fuera de consideración la Odisea, que se abordará en otro trabajo.
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Luz Conti
sin más, al estado que se inicia con el fin de la vida son, por el contrario, poco
frecuentes (cf. 9):
(7) … ἀλλά τοι ἤδη | ἄγχι παρέστηκεν θάνατος καὶ μοῖρα κραταιή («Próximos
a ti ya acechan la muerte y el poderoso destino», Il. 16.852–853).
(9) αὐτοῦ οἱ θάνατον μητίσομαι… («Allí mismo idearé su muerte», Il. 15.349).
(10) πᾶν δ’ ὑπεθερμάνθη ξίφος αἵματι· τὸν δὲ κατ’ ὄσσε / ἔλλαϐε πορφύρεος
θάνατος καὶ μοῖρα κραταιή («La sangre calentó entera la espada, y de
sus ojos se adueñaron la purpúrea muerte y el imperioso destino», Il.
16.333–334).
(11) ἄνδρα θνητὸν ἐόντα πάλαι πεπρωμένον αἴσῃ / ἂψ ἐθέλεις θανάτοιο δυσ-
ηχέος ἐξαναλῦσαι; («¿A un hombre mortal y desde hace tiempo abocado
a su sino pretendes sustraer de la atronadora muerte?»¹², Il. 16.442).
(12) …τὸν δὲ σκότος ὄσσε κάλυψεν, / ἤριπε δ’ ὡς ὅτε πύργος ἐνὶ κρατερῇ
ὑσμίνῃ («La oscuridad le cubrió los ojos, y se desplomó como una torre
en la violenta batalla», Il. 4.461–462).
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(13) … ὃ δ’ ἄρα πρηνὴς ἐπὶ γαίῃ | κάππεσεν, ἀμφὶ δέ μιν θάνατος χύτο θυμο-
ραϊστής («De bruces al suelo cayó y la muerte se desparramó alrededor,
segadora de vidas», Il. 16.413–414).
(14) τὸν δ’ ἔλιπε ψυχή, κατὰ δ’ ὀφθαλμῶν κέχυτ’ ἀχλύς («Lo abandonó el hálito,
y la niebla se difundió sobre sus ojos», Il. 5.696).
(15) … αὐτὰρ ὄπισθεν / ἴχνια τύπτε πόδεσσι πάρος κόνιν ἀμφιχυθῆναι («Por
detrás iba pisando sus huellas antes de que el polvo se esparciera sobre
ellas»¹⁵, Il. 23.763–764).
Sin embargo, hemos de tener en cuenta que en los poemas homéricos tanto
χέομαι como (ἀμφι)χέομαι pueden presentar también un sujeto humano. En
estos casos, el predicado hace referencia al movimiento de una persona que se
lanza a algo o a alguien para abrazarlo:
(17) ὡς ἴδε Πάτροκλον δεδαϊγμένον ὀξέϊ χαλκῷ, / ἀμφ’ αὐτῷ χυμένη λίγ’ ἐκώ-
κυε («Al ver el cuerpo de Patroclo desgarrado por el afilado bronce, cayó
abrazada a él (scil. Briseida) y estalló en agudos gemidos», Il. 19.283–284).
¹³ El θυμός es, como sabemos, el órgano del hombre homérico que genera tanto los movimientos como
los estados de ánimo. Es el «motor» del individuo que, con la muerte, escapa por las articulaciones
y la boca. Como señala Schmitt 1990: 191–205, sin embargo, las funciones del θυμός no siempre
están claras en los poemas homéricos. Sobre la proximidad conceptual entre θυμός y otros órganos
en Homero véase, entre otros, Jahn 1987: 202–205.
¹⁴ En algunas ocasiones, lo que se vierten son sentimientos.
¹⁵ Hemos cambiado ligeramente la traducción de Crespo 1991.
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Luz Conti
(18) αἱ μὲν ἄρ’ ἀμφεχέοντο καὶ ἠσπάζοντ’ Ὀδυσῆα («Ellas (scil. las criadas)
abrazaban y besaban a Odiseo», Od. 22.498).
Además, la muerte se apodera del ser humano, como en (20), o lo priva de sus
ojos, como en (21). Es interesante subrayar que en los poemas homéricos κιχά-
νω y λαμϐάνω presentan, por lo general, sujetos que designan seres humanos
que desempeñan la función de Agente¹⁶:
(20) νῦν αὖ θάνατος καὶ μοῖρα κιχάνει («Ahora la muerte y el destino se han
apoderado de ti (scil. Héctor)»¹⁷, Il. 22.436).
(21) … τὸν δὲ κατ’ ὄσσε | ἔλλαϐε πορφύρεος θάνατος καὶ μοῖρα κραταιή¹⁸ («Los
dos ojos le arrebató la purpúrea muerte y el imperioso destino», Il. 5.82–83).
Esto es todo lo que la Ilíada nos permite saber de la muerte. Nunca toma la
palabra, nunca se nos describen sus ropajes ni su aspecto. Podemos suponer
que es un varón adulto y, quizás, que su color es negro, como negra es la falta de
luz que resulta cuando destruye la capacidad de visión del hombre. Es posible
también que el poeta la concibiera como un ser de aspecto fantasmagórico que
portaba un martillo con el que aplastaba la vida de su víctima. Su naturaleza
podría ser etérea, pero goza de una capacidad agentiva que la aproxima a dioses
¹⁶ Cf., entre otros, Ebeling 1987²: s.u. El Agente prototípico se caracteriza, básicamente, por el control
sobre la acción verbal y por la volición o intencionalidad, cf. Luraghi 1995, Crespo, Conti &
Maquieira 2003: 106 y Yamamoto 2006: 24.
¹⁷ La traducción de Crespo 1991 se ha cambiado ligeramente.
¹⁸ Estos versos son idénticos a los de (10).
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4. Conclusiones
Referencias bibliográficas
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Luz Conti
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Resumen: En el marco de los estudios de género, este trabajo tiene por objeto examinar los medios
por los cuales Sófocles presenta a Yocasta, un personaje complejo y enigmático, cercano al de las
heroínas trágicas. Silenciosa en cuanto a sus motivaciones y sentimientos, la reina comparte con
Edipo una confianza y una intimidad por completo ajenas a las que marido y mujer exhiben en la
escena del teatro de Dioniso. De palabra equilibrada y convincente, carente de rasgos «maternales»
—lo que da lugar a una sutil erotización—, Yocasta sostiene una posición revulsiva contra las bases
de la organización social. Con todo, su energía perturbadora es por fin anulada por el horror
ante el tabú del incesto y es forzada a resignarse a una «muerte de mujer», de acuerdo con los
imperativos de la cultura patriarcal.
Abstract: Within the framework of gender studies, this paper intends to examine the means by
which Sophocles presents Jocasta, an enigmatic, complex character, approaching that of tragic
heroines. Silent as to her feelings and motivations, the queen shares with Oedipus a confidence
and intimacy alien to that which husband and wife use to exhibit at the scene of Dionysus
theatre. Convincing and balanced in her speech, lacking of maternal traits —which allows a subtle
eroticization—, Jocasta supports a revulsive position against the foundations of social organization.
Nevertheless, her disturbing intensity is at last supressed by horror in front of taboo of incest,
and she is compelled to resign herself to a «womanly death» according to the imperatives of
patriarchal culture.
Key Words: Sophocles, Oedipus the King, Jocasta, gender, tragic heroine.
1. Introducción
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2. Yocasta en la escena
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3. El mito de Yocasta
¹ Para un catálogo exhaustivo de las fuentes del relato mítico, véase Gantz 1996: ii, 488–502.
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² No podemos detenernos en el análisis textual, pero la relación erótica de los esposos se desprende
del fraseo, las formas apelativas y la intimidad del diálogo entre ambos (incluida la ironía trágica).
³ Hécuba (cf. sch. Il. 3.325), quien también expone a Paris por una profecía, no recibe censura porque
ha puesto la supervivencia de la ciudad por sobre el amor maternal.
⁴ Sobre la exposición (ἔκθεσις) y el infanticidio en Grecia, véase Brennan 2002. A pesar de ser una
práctica tolerada por la ley, no estaba exenta de polución ni de responsabilidad moral, como señala
Edipo (S. OC. 272), quien considera moralmente reprensible el acto de sus padres.
⁵ Pucci 1992: 95–99 se pregunta sobre el sentir de Yocasta al entregarlo: ¿entre lágrimas de horror?,
¿convencida de su necesidad?, ¿por obediencia al oráculo? La perforación de los tobillos indica
crueldad extrema, incluso para un niño destinado a la muerte. El dramaturgo incluye el crudo
detalle y así inclina la impresión que de la figura materna recibe el espectador.
⁶ El amor por elección y no por coerción de la naturaleza es propio de heroínas que, como los varo-
nes, pueden dirigir sus sentimientos (inclinación particular, convicción axiológica, conveniencia
política): Clitemnestra llora a Ifigenia pero maltrata a Electra y exilia a Orestes; Antígona muere
por Polinices pero ignora a Etéocles y desprecia a Ismena.
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4. Yocasta y el deseo
Esta Yocasta que se permite dudar, opinar y actuar se permite también lo inefa-
ble de lo inefable: el deseo, y el deseo incestuoso. Al interior de la pieza ella
actúa como mujer, esposa, hermana y mediadora, no como madre. Añadamos
que es una reina poderosa y de gran autoridad, pero, a diferencia de Clitem-
nestra, no invade el espacio más privativo del varón, el del κράτος, ni busca su
propio κλέος. Tampoco se preocupa por su γένος —sus hijos y ancestros—, ni,
al final, por la πόλις y su destino: solo por Edipo. Cuando por fin comprende
que él es su hijo, acepta implícitamente la posibilidad de seguir convivien-
do como varón y mujer. Por medio de la ironía trágica, el poeta lo anticipa
en su interpretación de los sueños incestuosos de los varones, por los cuales
—afirma— no hay que preocuparse (980–983). En tanto ella pueda controlar el
devenir de los acontecimientos, en el lapso que precede al develarse de la vera-
cidad del oráculo, elige ese éros en libertad: solo se aparta cuando todo se hace
público, porque sabe que no sobrevivirá a la condena social: somos testigos de
su agonía en el crescendo dramático hacia la verdad. Cede, en un arranque
de furor previsiblemente «femenino», cuando todo está perdido. El poeta nos
enfrenta a un personaje de mujer con sentimientos y deseos extremos, más,
quizás, que los de ninguna otra de su obra conservada.
Cuando todo es develado y la vergüenza lo ocupa todo, las acciones se
suceden en el plano más desequilibrante para el imaginario patriarcal: un
estallido de dolor salvaje (ἀγρία λύπη, vv. 1073–1074), suicidio, intento de
homicidio, desnudez auto-cegamiento. Recluida en el tálamo, Yocasta llora un
lamento convencional (vv. 1245–1250), mentando sus sentimientos por Layo,
de los que nunca ha dado señales. Privada de su individualidad y distintividad,
es solo una mujer, desesperada por no haber cumplido la ley y los actos que de
ella se requerían. La psicología construida hasta el momento se desdibuja y el
personaje no es más que un tipo escénico: ya no hay heroísmo posible. Elige,
entonces, la muerte de mujer por excelencia, la más cobarde: el ahorcamiento
(Loraux 1989: 176). La soga pende sobre su lecho, recordado ahora como el lecho
compartido con Layo, para evitar la mención de los últimos años, dichosos
y terribles: los de la intimidad del amor incestuoso, los de la confusión de las
generaciones.
⁷ Edipo considera culpables a sus progenitores (v. 1397), sin especificar el contenido de esa culpa.
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5. Conclusiones
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mujer (1256), «no lugar de muerte», «madre mortífera» (Maritan 1996: 57).
El escándalo no alcanza solo a los antiguos espectadores sino también a los
modernos críticos. Por ello, la fuerza perturbadora de una mujer que porta la
marca de la rebeldía contra la ley de la cultura patriarcal se esfuma ante el
horror del incesto y es suplida por la piedad (y el espanto) ante la tragedia del
que ha elegido sobrevivir: Edipo.
Referencias bibliográficas
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Resumen: Examinamos las escenas de Tetis en la Ilíada centrándonos en los tres aspectos esencia-
les: 1. El sentimiento muy intenso: de tierno afecto y de dolor por causa del hijo. 2. El movimiento,
los viajes de la diosa —en círculo, de ascenso y descenso— por los tres espacios, por todo el
universo. 3. La elaborada forma literaria, la fuerte composición anular, que realza lo significativo
del contenido.
Palabras clave: Tetis, Ilíada, mater dolorosa, composición circular.
1. Introducción
Podemos resumir así los rasgos característicos de la Nereida Tetis: diosa marina
relevante, esposa de un mortal, madre amorosa y doliente de un hijo mortal.
Tetis posee un poder superior y peligroso, ya que está destinada a tener un
hijo extraordinario capaz de alterar el equilibrio del universo¹. Para evitar el
riesgo de que engendre tal hijo los dioses la obligan a casarse con un mortal,
Peleo.
La maternidad tras su matrimonio es la faceta que determina su función
característica en el mito. Tetis es la madre del gran héroe Aquiles, participante
¹ Cf. Christopoulos 2010: 127 ss. Detienne & Vernant 1988: 128 ss. examinan su figura tal como
muestra la cosmología de Alcmán, que la situaba en el origen del mundo.
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² Tetis conoce el futuro y ella misma predice la muerte de Aquiles más de una vez en Ilíada. Burgess
2004: 28 ss. señala el rasgo relevante de ese conocimiento de Tetis.
³ Como indica Bader 1986: 25, ella no emerge ni se sumerge en la Ilíada más que a propósito de la
muerte de su hijo y la de los héroes que la anuncian: Patroclo, Héctor, y señala (l.c. 23) que su
nombre se ha relacionado con el de la «gran madre».
⁴ Christopoulos 2010: 132 muestra que a lo largo de la literatura griega encontramos a Tetis en
diferentes momentos: en la épica es la madre que se preocupa por su hijo (Ilíada) y lamenta su
muerte (Odisea). En la lírica (Alcmán y Píndaro) aparece en otras facetas, así como en la tragedia
(en Andrómaca de Eurípides y en un fragmento del Troilo perdido de Sófocles).
⁵ Para la figura de Tetis y su importante función en la Ilíada, cf., en especial, Slatkin 1991 y 2001.
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Nos centramos en los tres aspectos esenciales: 2.1. El sentimiento muy intenso:
de tierno afecto⁶ (mutuo madre-hijo) y de dolor, por causa del hijo⁷. 2.2. El
movimiento, los viajes de la diosa —en sentido vertical, de ascenso y descenso—
por los tres espacios: todo el universo. 2.3. La elaborada composición literaria,
que realza lo significativo del contenido: queda enmarcada toda la obra, del
primer canto al final, en clara composición anular, acorde con el contenido
(con el movimiento circular de la diosa, de ida y vuelta, para trasladarse de su
propio mundo al de su hijo, en su ayuda, así como al mundo de los Olímpicos
para servir de intermediaria entre ellos y Aquiles).
Analizaremos aquí las escenas entre Tetis y Aquiles y sus expresiones de afecto
y dolor⁸:
⁶ Así es en Ilíada, pero otras fuentes muestran una Tetis diferente a la buena madre protectora
y afligida, siempre velando por su hijo, pues presentan una figura sombría, llena de ambigüedad,
como indica Aston 2009: 68. De la duplicidad de Tetis, al igual que el mar (negrura en su interior
y luminosidad y blancura en la superficie, por la espuma), hablan Detienne & Vernant 1988:
150 y nota 123.
⁷ En ese aspecto se centra Esteban Santos 2008: 136–139.
⁸ Nos habla Slatkin 1991: 85 ss. del dolor de Tetis (que define como supremo entre los dioses de la
Ilíada), en conexión con el de su hijo.
⁹ Las traducciones de la Ilíada son de Crespo Güemes 1991.
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2.2.1. Canto 1
Sentada en las profundidades del mar, emerge a la tierra (junto a su hijo):
(1) ἡμένη ἐν βένθεσσιν ἁλός… («sentada en los abismos del mar», Hom. Il.
1.358).
(2) … ἀνέδυ πολιῆς ἁλός… («emergió del canoso mar», Hom. Il. 1.359).
Tras el diálogo madre / hijo, se marcha (se supone que vuelve al mar):
(4) … ἀλλ’ ἥ γ’ ἀνεδύσετο κῦμα θαλάσσης («ella emergió de las ondas del mar»,
Hom. Il. 1.496).
(6) εἰς ἅλα ἆλτο βαθεῖαν ἀπ’ αἰγλήεντος Ὀλύμπου («se zambulló en el profundo
mar desde el resplandeciente Olimpo», Hom. Il. 1.532).
(7) ἡμένη ἐν βένθεσσιν ἁλὸς… («sentada en los abismos del mar», Hom. Il.
18.36).
(9) ῥήγνυτο· ταὶ δ’ ὅτε δὴ Τροίην ἐρίϐωλον ἵκοντο («rompía. Nada más llegar
a la feraz Troya», Hom. Il. 18.67).
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Tras el diálogo madre / hijo, las otras Nereidas se sumergen en el mar y Tetis
asciende al Olimpo:
(11) αἱ δ’ ὑπὸ κῦμα θαλάσσης αὐτίκ’ ἔδυσαν· («y al punto se hundieron en las
olas del mar», Hom. Il. 18.145).
(14) ἆλτο κατ’ Οὐλύμπου νιφόεντος… («descendió de un salto del nevado Olim-
po…», Hom. Il. 18.616).
(15) ἡ δ’ ἐς νῆας ἵκανε θεοῦ πάρα δῶρα φέρουσα («y ella llegó a las naves con
los regalos de parte del dios», Hom. Il. 19.3).
2.2.3. Canto 24
Emerge del mar —guiada por Iris— y asciende al cielo, al Olimpo junto a Zeus:
(17) … ἀμφὶ δ’ ἄρα σφι λιάζετο κῦμα θαλάσσης («mientras a ambos lados se
hendía la ola del mar», Hom. Il. 24.96).
Tras el diálogo entre Tetis y Zeus, ella desciende desde el Olimpo a la tierra
(junto a su hijo):
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(20) ἷξεν δ’ ἐς κλισίην οὗ υἱέος… («y llegó a la tienda de su hijo», Hom. Il. 24.122).
Hay una clara estructura circular, anular (Ringkomposition), que enmarca toda
la obra, del primer canto al último, en cuanto a los movimientos de Tetis y en
relación con el contenido, porque se da una situación inversa con movimientos
inversos.
En el principio del poema (canto 1) Tetis acude primero a la tierra a la
llamada de su hijo, que le pide que vaya después —como intermediaria— en
busca de Zeus, al cielo, para transmitirle una súplica de su parte. Ella lo cumple
a continuación.
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En el final del poema (canto 24) Tetis acude primero al cielo a la llamada
de Zeus, que le pide que vaya después —como intermediaria— en busca de
su hijo, a la tierra, para transmitirle una orden de su parte. Ella lo cumple
a continuación.
La otra intervención de Tetis —la central (canto 18)—, es la más extensa
y la de mayor protagonismo personal y presenta notables peculiaridades en
contenido y en forma. Da motivo al tema de la fabricación de las nuevas armas
de Aquiles, en especial del escudo (Hom. Il. 18.478–609). Este es un objeto
circular, en el que está plasmado el universo entero —tierra, cielo y mar (Hom.
Il. 18.483)—, cuya minuciosa descripción (ékphrasis) constituye un pasaje de
estructuración a su vez circular¹³.
Observamos la gran relevancia del tres: son tres las intervenciones de la diosa
y tres los espacios que recorre. Y se cumple así otro rasgo habitual en las obras
artísticas griegas (literarias tanto como plásticas): la composición ternaria, en
que los extremos se asemejan —y, a la vez, también por lo general se contrapo-
nen en algún aspecto— y el centro difiere y destaca (composición ternaria que
es por ello a un tiempo composición en círculo)¹⁴. Composición ternaria de
nuevo dentro de la parte central, con los tres movimientos de Tetis, y, por
otro lado, en la descripción del escudo de Aquiles (en donde están plasmados
también los tres espacios).
3. Conclusiones
Tetis, aunque diosa, se muestra en la Ilíada como otro más entre los personajes
femeninos que presentan rasgos de enorme humanidad, destacados y luminosos
aun en sus breves intervenciones en esa epopeya supuestamente de hombres, de
guerreros, pero que todavía mucho más es un poema de sentimientos humanos.
Tetis es la madre por excelencia: amorosa, solícita siempre, angustiada por
los sufrimientos del hijo, que se convierten en los suyos propios. Tetis en la
Ilíada es casi más característica como madre que las madres mortales (Hécuba,
Andrómaca)¹⁵.
Otras madres divinas¹⁶ encontramos en la Ilíada: Afrodita, Dione y Leto,
en las que se revela una relación de afecto con sus hijos, protectoras; pero en
¹³ Pasaje muy interesante que ha merecido numerosos estudios. Entre ellos, Cf. Schadewaldt 1965:
352–374, Taplin 1980, Becker 1995, Lecoq 2010.
¹⁴ Cf. Esteban Santos 1996: 37 ss., 59.
¹⁵ Sobre la comparación entre Tetis y Hécuba, Rozokoki 1999–2000, Tsagalis 2004. Remitimos a la
n. 10.
¹⁶ Slatkin 2001 compara a Tetis como madre con Eos —madre de Memnón— (410 ss.), en la Etiópida,
y con Deméter (425 ss.) en el Himno homérico a Deméter. También Cairns 2001: 21 ss. compara a la
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Referencias bibliográficas
Tetis de Ilíada (Hom. Il. 24.89–94) con Deméter. Acerca de los muchos paralelos de Tetis con Eos,
cf. Esteban Santos 2002: 309 ss.
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Burgess, J. S. (2004): «Untrustworthy Apollo and the destiny of Achilles: Iliad 24. 55–63»,
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1. Introducción
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detallada que pone delante de la vista el objeto descrito, en que sus virtudes
principales son la claridad (enárgeia) y la viveza, y en que su estilo debe
adecuarse al respectivo tipo de objeto, evitando al mismo tiempo cualquier
detalle superfluo en la descripción.
Una vía alternativa de acceso, menos fácil pero más reveladora del proceso
de creación literaria, a la écfrasis de batalla o a cualquier otra, aparte de la
proporcionada por los rétores y por sus modelos escolares, es la huella que
la práctica escolar ha dejado en aquellos autores que se han formado en el
tipo de enseñanza progimnasmática⁶. Su número abarca desde luego a todos
los de la llamada Segunda Sofística y mucho más allá, incluida la producción
literaria de los muchos siglos de pervivencia de la educación greco-romana⁷.
Pues bien, el reflejo de la ékphrasis de batalla en escenas de batalla de Vidas
Paralelas y con ello la respectiva incidencia de la enseñanza progimnasmática
en la obra de Plutarco, siguiendo la senda de otros trabajos nuestros, será el
tema de nuestra modesta contribución al merecido homenaje al querido colega
y amigo Emilio. Para ello nos centraremos, a modo de ejemplo, en la Vida de
Antonio y, dentro de esta, en la descripción de la emblemática batalla naval
de Actium, aquella que, en el año 31 a.C., enfrentó a Marco Antonio con el
heredero de César, Octavio Augusto, y, con la victoria de este, abrió una nueva
era en la suerte del imperio romano, siendo precisamente esta Vita de Plutarco
su principal fuente histórica.
⁶ Una tercera vía, que es la de los abundantes ejercicios progimnasmáticos conservados en papiro
y otros materiales escolares, ha arrojado, no obstante, escasas muestras de este progýmnasma
concretamente, cf. Iturralde Mauleón, en prensa.
⁷ Cf. Fernández Delgado 2007. Una abarcativa puesta al día de la importancia de los progymnásmata
y su incidencia en la enseñanza y la literatura desde el mundo greco-romano hasta el actual, puede
verse en Chiron & Sans 2020.
⁸ Enseguida de comenzar la instructiva introducción a sus Progymnásmata, Teón (59 Sp.) anuncia
que va a exponer estos «no porque no hayan escrito también otros sobre ellos» y luego afirma
«haber inventado algunos añadidos a los ejercicios descritos por otros», entre otras aportaciones.
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su anterior esposa, con lo cual Antonio era aborrecido por tratar mal a una
mujer tan loable; también era impopular por el extravagante reparto que en
Alejandría hizo a sus hijos: convocó un gran gentío en el gimnasio, sobre un
graderío de plata hizo poner dos tronos de oro, para él y para Cleopatra, y otros
más pequeños para sus hijos, y proclamó a Cleopatra reina de Egipto con
Cesarión, el hijo que esta tuvo supuestamente con César, y dio a los hijos de
él y Cleopatra el título de reyes, adjudicando a Alejandro, ataviado de medo
para la ocasión, Armenia, Media y el reino de los Partos, y a Tolomeo, que
iba vestido como los sucesores de Alejandro Magno, Fenicia, Siria y Cilicia
(cap. 54).
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muchas cosas y porque los pueblos soportan mal los impuestos. Sin embargo
Antonio cometió el error de diferir la guerra y dio tiempo a Octavio a prevenirse;
algunos amigos de Antonio se pasaron a él y le revelaron su testamento, cuyas
disposiciones más atacables denunció Octavio ante el Senado, como la de que,
al morir, llevaran su cadáver a Alejandría, disposición a la cual alguien añadió
que también a esta ciudad donaba la gran biblioteca de Pérgamo (cap. 58);
de modo que, una vez preparado convenientemente, Octavio decretó hacer
la guerra a Cleopatra, privando así a Antonio de la autoridad que él mismo
delegaba en una mujer.
Tal vez en el capítulo de los temores pueda incluirse un tipo de sucesos que
es común a la descripción de otras batallas en la obra de Plutarco —como las
incluidas en V. Dión, V. Otón 4–18 o V. Artajerjes 7–12— y también de otros
autores, y que por ello hace pensar en el componente de un estereotipo, aun
cuando la teoría progimnasmática de la écfrasis de batalla no lo haya incluido
entre los ejemplos de circunstancias anteriores a la guerra. Se trata de ciertas
señales que precedieron a la batalla de Actium, las cuales en este caso son
todas fácilmente interpretables como premonitorias de la derrota de Antonio
(desde la desaparición de la ciudad de Pisauro, fundada por Antonio en la costa
adriática, hasta lo ocurrido en la nave capitana de Cleopatra, denominada
Antonia, en cuya popa unas golondrinas habían hecho su nido, vinieron otras
y les mataron los polluelos, cap. 60).
Ya próximos a dar comienzo a las hostilidades, se refieren las fuerzas con
que contaban los dos contrincantes, las cuales, aunque todavía no en orden
de combate, cuentan con el suficiente componente descriptivo para permitir
su visualización: Antonio contaba con más de quinientas naves de guerra,
muchas de ocho o diez órdenes de remeros, adornadas con gran magnificencia,
y su ejército constaba de cien mil soldados de infantería y doce mil jinetes;
los reyes a sus órdenes eran de doce países, desde África a Tracia, y fueron
enviadas tropas de otros seis, desde el Ponto hasta Media; Octavio disponía de
doscientas cincuenta naves de combate, no equipadas por ostentación, sino
ágiles y bien provistas, y de un ejército de ochenta mil infantes y el mismo
número de jinetes que el del enemigo (cap. 61–62).
Decidióse Antonio por el combate naval, según Plutarco no porque en este
sacase más ventaja al enemigo que con las fuerzas de tierra, sino por agradar
a Cleopatra. Y, qué duda cabe, también a Plutarco le vino bien la decisión,
ya que, desde el punto de vista del «espectáculo» que la écfrasis persigue,
la batalla naval es mucho más rentable que el combate terrestre. Octavio
mandó decir a Antonio que no se perdiera tiempo y este contestó con otra
baladronada, proponiéndole combatir en Fársalo con sus ejércitos; pero Octavio
se adelantó a ocupar una aldea del Epiro mientras Antonio se hallaba en Actium
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3. Conclusiones
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Resumen: Presentamos un estudio de la parodia aristofánica del λόγος ἐπιτάφιος que un orador
de renombre pronunciaba en honor a los soldados que morían por Atenas.
Palabras clave: Aristófanes, parodia, λόγος ἐπιτάφιος.
Dedicatoria
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2. La parodia aristofánica
² En honor a los caídos en la guerra de Lamia. El único que sabemos con seguridad que es histórico.
³ Se suele admitir el año 391 a.C. como fecha de composición en el contexto de la guerra de Corinto.
⁴ Honra a los fallecidos en la batalla de Queronea (338 a.C.). Sobre todos ellos, véase la introducción
general en Crespo et al. 2012.
⁵ Gil 2009: 57 se refiere a ellos como explosiones de entusiasmo patriótico.
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El término δημοσίᾳ⁷ refleja el carácter oficial de los entierros, que tenían lugar
en el δημόσιον σῆμα, el sepulcro público situado en un lugar no identificado
junto al barrio del Cerámico. Se trata de una ceremonia importante. Tanto,
que cuando Pistetero planea en Pájaros fundar una ciudad en los aires, tiene
claro que es la que les correspondería a él y a Evélpides si perecieran (Ar. Av.
393–396):
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Una vez sepultados bajo tierra, un hombre escogido por la ciudad, uno que
no parezca falto de inteligencia y destaque por su buen juicio, pronuncia en
su honor un elogio apropiado (ἔπαινον τὸν πρέποντα).
Conocemos por pasajes como este¹⁰ que el orador era elegido por la propia
ciudad y ni él ni su público escapan de la mofa aristofánica en boca de Diceópolis
en Acarnienses (Ar. Ach. 369–374):
Si atendemos al léxico, es esperable que los términos que designan la loa (εὐλο-
γία o ἔπαινος) y la acción de llevarla a cabo (εὐλογέω o ἐπαινέω), frecuentes
en los discursos fúnebres oficiales, estén presentes también en los pasajes
remedados por Aristófanes. En este sentido, es interesante tener en cuenta
que los λόγοι ἐπιτάφιοι tienen una estructura tripartita. Comienzan con un
prólogo para captar la benevolencia del auditorio y se cierran con el consue-
lo a los vivos, la παραμυθία¹¹. La parte central es el ἔπαινος, el elogio puro,
que contiene numerosos lugares comunes que también son parodiados por
Aristófanes y en los que me centraré en adelante.
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En el antepirrema también hay loas, pero dirigidas a los caballos (Ar. Eq.
595–597):
Y si aquellos son dignos de elogio, más aún nuestros padres (καὶ ἐκεῖνοί
τε ἄξιοι ἐπαίνου καὶ ἔτι μᾶλλον οἱ πατέρες ἡμῶν·), pues añadiendo, no
sin esfuerzo, cuanto tenemos como imperio a lo que recibieron, nos lo han
legado a nosotros los de ahora.
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Otro aspecto en común de estos pasajes con los λόγοι ἐπιτάφιοι es cómo se
ensalza el valor de los elogiados: del mismo modo en que se alaba a los caídos
en la guerra. Trigeo se ha arriesgado por la πόλις y el Morcillero es «en ánimo
el mejor de todos» (ψυχήν τ’ ἄριστε¹⁶ πάντων). La valentía es la mayor virtud
de los soldados que sacrificaron sus vidas por Atenas y por eso Tucídides la
pone como ejemplo de conducta (Th. 2.39.4):
Si deseamos afrontar riesgos con serenidad, más que mediante el duro ejerci-
cio, y con valentía (ἀνδρείας), que no procede de las leyes en mayor medida
que de nuestro carácter, obtenemos la ventaja de no sufrir con antelación
posibles males futuros.
¹³ Además de los ejemplos que incluyo, cf. Ar. Eq. 777–785 (con referencia a Maratón y Salamina),
Ar. Eq. 1333–1334 (Maratón) o Ar. V. 1083–1084 (Salamina).
¹⁴ Cleón.
¹⁵ Cf., por ejemplo, Lys. 2.58, Pl. Mx. 241c1 o D. 60 10.
¹⁶ Compárese con Th. 2.46: ἄνδρες ἄριστοι.
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¿Me atacáis también? Pero si yo, amigos, estoy recibiendo golpes por voso-
tros, porque iba a proponer que es justo que se os erija un monumento en la
Acrópolis por vuestra valentía (ἀνδρείας).
Conque entre los bárbaros de todo el mundo todavía hoy no se puede citar
nada más valeroso que las avispas del Ática (μηδὲν Ἀττικοῦ καλεῖσθαι
σφηκὸς ἀνδρικώτερον).
Por otra parte, además del valor, el orador ensalza otros rasgos comunes a los
soldados: su nobleza de nacimiento (εὐγένεια), crianza (τροφή) y educación
(παιδεία)¹⁸. Aristófanes alude a todo ello en su alegato político de la parábasis
de Ranas, donde el coro apela a la necesidad de que los atenienses se reconcilien
(Ar. Ra. 727–730)¹⁹:
E igual sucede con los ciudadanos, porque insultamos a todos cuantos sabe-
mos que son bien nacidos (εὐγενεῖς), sensatos (σώφρονας ἄνδρας), justos
(δικαίους), buenos y nobles (καλούς τε κἀγαθούς), educados (τραφέντας)
en las palestras, en los coros y en la música, y en cambio echamos mano
para todo de esas piezas de bronce, esos extranjeros.
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Nosotros, los que tenemos ese apéndice en la rabadilla, somos los únicos
habitantes del Ática que a justo título podemos decirnos genuinamente
autóctonos (ἐγγενεῖς αὐτόχθονες), la raza más viril y la que en más batallas
prestó sus servicios a esta ciudad.
Recordemos también que el λόγος ἐπιτάφιος es una excusa para que el pueblo
ateniense escuche la alabanza de las virtudes de su ciudad. Esa loa engloba a la
propia πόλις y al comportamiento modélico de sus ciudadanos. Tras enumerar
las excelencias de todos ellos, Tucídides hace decir a Pericles lo siguiente (Th.
2.40.2):
Pues somos los únicos que consideramos al que no participa de estas cues-
tiones no un despreocupado (ἀπράγμονα) sino un inútil.
Los ecos del discurso tucidideo de Pericles son claros. Pistetero ha adquirido
la misma honra que los soldados elogiados (Th. 2.36.1: τὴν τιμὴν ταύτην) y la
ciudad de renombre ha despertado en sus admiradores el mismo amor que
Pericles siente por Atenas²¹ y que trata de contagiar a los parientes de los
fallecidos cuando les exhorta a actuar «contemplando en los hechos el poder
de la ciudad día a día y convirtiéndoos en sus amantes» (Th. 2.43.1: ἐραστὰς
γιγνομένους αὐτῆς).
No olvidemos tampoco cómo comienza el elogio de la democracia en el
λόγος ἐπιτάφιος de Pericles (Th. 2.37.1): «Nos valemos de un régimen político
²¹ Cf. Scholtz 2007: 21 ss.
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que no envidia las leyes de nuestros vecinos, porque más bien somos modelo
para algunos que imitadores (μιμούμενοι) de otros».
Para desarrollar su alabanza, el orador se basa después en la oposición de
Atenas y Esparta y en ese mismo contraste, como vemos, se apoya el heraldo
aristofánico para celebrar la nueva ciudad: los pájaros, como los atenienses, no
son imitadores, sino el paradigma a seguir, los imitados.
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* El presente trabajo ha sido realizado dentro del Proyecto de Investigación Modos de contacto
interdialectal en los textos epigráficos del griego antiguo (II) (FFI2017-82590C21P).
¹ Cf. Paus. 7.21.7. Parker 2017 distingue el epíteto poético, cultual, de respeto y aclamatorio. Dentro
del cultual, diferencia los epítetos que distinguen a una divinidad de otra y los que seleccionan
una característica particular de esa divinidad.
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nombres y epítetos desde una perspectiva no literaria, cf. Belayche (ed.) 2005, Graf 2010 y Parker
2003, 2017.
⁷ Cf. Parker 2003: 173.
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(2a) Δὶ Κρονίο̄ νι ϝάνα[κτι] (CEG 384, Olimpia < ¿Élide?, ca. 450).
(4) θιι̭ο̃ι λευϙο̄ λένο̄ ι Ηε̄́ραι (CEG 813, Argos (Ηereo), ca. 650).
(5) Διϝὸς Ϙο̄́ ροιν μεγάλοιο (CEG 391, Cefalonia, ca. 550–525).
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(7a) Ὀρσίας πο α̣ ο̣ ο̣ θεᾶι λευϘο̄ λένο̄ ι [Ηε̄́]ρ̣ᾱ̣[ι] (CEG 353, Perachora, ca.
625–575).
(7b) . . . δράχμα ἐγο̄̀, Ηε̄́ρα λευϘ[ο̄́ λενε . . . ] λαι (CEG 354, Perachora, ca. 600–500).
Este deseo por contextualizar las fórmulas condujo, por un lado, a hacer nuevas
adaptaciones. Así, frente a lo que ocurre en Homero, se combinan al final del
hexámetro los epítetos de Apolo ϝεκαϐόλοι ἀργυροτόξσοι (CEG 326.1, Beocia,
ca. 700–675)¹³ y de Ártemis en hεκηϐόλο̄ι ἰοχέαιρα (CEG 403.1, Delos, ca. 650,
CEG 425.2, Delos, ca. 550–530). Por otro lado, se crean nuevas fórmulas que
se adaptan a un contexto determinado sin recurrir a epítetos cultuales, como
en (8a) y (8b). Son textos complementarios (no incluidos en los CEG), donde
Ποτιδάϝωνος ἄκοιτις es la denominación oficial de Anfitrite como esposa de
Poseidón en el santuario que ambos tutelaban en Penteskouphia. Figuran la
forma arcaizante Ποτιδά(ϝ)ων sin contraer, atestiguada en otras inscripciones
métricas allí encontradas (cf. 1, 10), y ἄκοιτις, que ocupa la misma posición de
¹² Este tipo de argumentos llevó a Hansen a modificar su corpus de inscripciones cuando pasó del
LGVI (A List of Greek Verse-Inscriptions I–II, 1975–1985) a los CEG. Para la cuestión de los versos
líricos en la poesía epigráfica, cf. Guijarro Ruano 2016: 72 ss.
¹³ Existen construcciones similares pero no idénticas, cf. h.Ap. 140, 178.
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La misma reflexión debe hacerse para (9) donde el hexámetro se cierra con la
mención de «Helena la de Menelao», una fórmula procedente del santuario
de Menelao y de Helena en Terapne, cerca de Esparta¹⁴. Tanto aquí como en
(1) y en (8a, b) se emplean formas arcaizantes (cf. Μενελάϝο̄) y de nuevo el
nombre femenino se determina con la divinidad masculina correspondiente
con la que recibe culto. Con todo, frente al caso de Helena, de Anfitrite no se
dice simplemente «la de Poseidón» sino que mediante ἄκοιτις se especifica su
función. En ambos casos, la determinación que acompaña al nombre propio
evoca fácilmente al contexto mítico que rodea sus figuras.
(9) Δεῖνι[ς] τά〈ν〉δ’ ἀνέθε̄κε χάρ[ι]ν̣ Ϝ̣ ε̣λ̣έν̣α̣ι ̣ Μενελάϝο̄ (SEG 26. 457, Laconia,
ca. 675–650).
¹⁴ Para una construcción similar, cf. ὣς δ’ Ἑλένη ἤισχυνε λέχος ξανθοῦ Μενελάου, Hes. fr. 174.2.
Para las peculiaridades del texto, véase Guijarro Ruano 2016: 153–156.
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(11a) Θαμόφιλος με ἀνέθε̄κε τᾶι Hε̄́ραι τᾶς Καρνείι̯ας (AH II: 336 nº 1877,
Argos, 550–525).
(11b) Nαύμαχός με ἀνέθε̄κε τᾶι Hε̄́ραι τᾶι Λιμενίαι (SEG 11. 226, Perachora, VI).
Los ejemplos de (12) son finales hexamétricos que recogen la fórmula post-
homérica Ἀθηναία πολιοῦχος tras la cesura trocaica en inscripciones cuyo
carácter métrico es claro. Además de ser πολιοῦχος un epíteto poético, otros
testimonios en prosa de Tasos o Quíos confirman la existencia de un culto
a Atenea «protectora de la ciudad» por lo que también sería cultual¹⁶. Pero ade-
más su naturaleza mixta se ve en la tipología textual de (12e), una invocación
que refleja su relación con la práctica ritual¹⁷. En consecuencia, se ve cómo la
diferencia entre ambas categorías no siempre es nítida; asimismo, tampoco se
podría decir sin más que los testimonios de Quíos o Tasos no son poéticos.
¹⁵ Algo similar ocurre con otras inscripciones compuestas de antropónimo + verbo y otras fórmulas
donde aparece un epíteto: se consideran métricas aunque la primera parte podría no serlo, cf. el
final περικαλλὲς ἄγαλμα en CEG 422 y 423 (Hereo de Samos, ca. 570–550) o περικαλλέα δῶρα en
CEG 327 (Beocia, ca. 550–525).
¹⁶ Cf. Day 2010: 139 n. 139, Kaczko 2016: 110–111.
¹⁷ Véanse los paralelos literarios de Píndaro, O. 5.10 o incluso en Esquilo, Sept. 109.
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(12d) Ἀ̣ θ[α]ναία̣ ι ̣ 〈πολ〉ιο̄́ χοι (CEG 348.2, Lócride Opuntia, ca. 600–550).
3. Conclusiones
Este análisis del uso de los epítetos en la poesía epigráfica de época arcaica
y clásica no pretende más que poner de manifiesto —en un estudio a vuela
pluma del fenómeno— el interés que presenta el doble carácter, si no triple, de
estos adjetivos dentro de un contexto cultual. Se pretende pues reivindicar la
importancia de las inscripciones métricas en este ámbito, ya que no se trata
simplemente de meras imitaciones de la poesía épica, sino que quedan muchos
aspectos por explorar, como su relación directa con los cultos locales y con
tradiciones poéticas alternativas a la épica. Así, es necesario no solo revisar el
contexto arqueológico en busca del soporte real para las interpretaciones de
los textos, sino también analizar la tradicional división de la clasificación de los
epítetos a la luz de los paralelos existentes entre los textos en prosa y en verso,
tanto literarios como epigráficos.
La clasificación de una inscripción como métrica debe hacerse atendiendo
a diversos factores que trascienden la alta o baja calidad del verso empleado,
como la voluntad deliberada por dar un tono poético al texto para diferenciarse
de otros registros de la lengua o la necesidad práctica de introducir una epíclesis
pese a las irregularidades prosódicas que pudiera conllevar. A fin de cuentas,
el empleo del verso es una de las herramientas más eficaces para crear un
texto poético, si bien no la única: los epítetos tienen también fuerza poética
por sí mismos, no solo por aparecer en Homero, sino por estar vinculados a un
contexto cultual y ritual.
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Resumen: Estudio del texto del manuscrito Vat. gr. 1405, que transmite los dos Tratados atribuidos
al rétor Menandro.
Palabras clave: Vat. gr. 1405, texto, Menandro Rétor.
The manuscript Vat. gr. 1405 and the text of Menander Rhetor
Abstract: Study of the text of the manuscript Vat. gr. 1405, which transmits the two Treatises
attributed to Menander Rhetor.
Key Words: Vat. gr. 1405, text, Menander Rhetor.
El Vat. gr. 1405 (que en nuestro estudio designaremos como f, para que no se
confunda con las siglas utilizadas hasta ahora para designar otros manuscri-
tos de Menandro)¹ es un códice copiado e finales del s. xv por Bartolomeo
Comparini y Scipione Forteguerri. Entre otros escritos de contenido retórico,
transmite (ff. 149–229) los dos Tratados atribuidos al rétor Menandro. Es un
manuscrito al que no pudimos acceder en trabajos anteriores dedicados a los
recentiores del Rétor Menandro (por ejemplo, Hernández Muñoz 1997, 2001,
2013, 2016 y 2017) y que nunca ha sido utilizado en la ediciones críticas de
Menandro (Heeren 1785 [solo del Tratado I]; Walz 1836; Spengel 1856; Bursian
1882 y Soffel 1974 [solo de tres capítulos del Tratado II]), ni siquiera en la de
Russell & Wilson (1981) ni en la más reciente (Muruzábal 2018: 61–83, de la
que tomamos la mayoría de lecturas de otros códices; cf. también Hernández
Muñoz 2013: 246–253)². Finalmente hemos podido consultar este recentior³, lo
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figura en Pinakes, y que transmite solo algunos párrafos del Tratado I (359–361): el Vat. gr. 1890,
siglado como e, un códice facticio y misceláneo copiado por varias manos en torno a mediados del
s. xvi, según Canart. Genealógicamente, parece ubicarse en el grupo W M m T, es decir, con la
«segunda familia» de Russell & Wilson, aunque también transmite alguna lectura propia. Asimismo
parece pertenecer a esta familia el Vat. gr. 899, V, de finales del s. xiv, en coincidencia con las citas
del monje bizantino José Rhakendytes y en estrecha relación también con el Marc. gr. VIII.18 y el
Marc. gr. 444, en tanto que J, Paris. gr. 2996, del s. xiii, parece relacionarse más con la «tercera» (p),
aunque también se vincula frecuentemente con la «segunda» (W m T ). Las familias establecidas
en su día por Russell & Wilson (1981: xl–xliv, xlvii) son: Primera familia: P (Paris. gr. 1741), Z
(Paris. gr. 2423). Segunda familia: M (Laur. pl. 56.1), m (Laur. pl. 81,8), W (Vat. gr. 306), Y (Vat. gr.
108), X (Vat. gr. 165), V (Vat. gr. 899). Tercera familia: p (Paris. gr. 1874), B (Barocci. 131).
Queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a Álvaro Cancela y David Speranzi por
sus gestiones para que pudiéramos consultar algunos manuscritos Vaticanos y a Teresa Martínez
Manzano por la información paleográfica suministrada.
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⁴ Ello puede deberse a una tradición textual propia o al resultado de una amplia labor conjetural de
época bizantina, incluyendo a José Rhakendytes. En los manuscritos pertenecientes a este grupo
de recentiores, a la sección de Menandro preceden, en este orden, los siguientes rétores: Demetrio
Falereo-Apsines-Minuciano-Elio Aristides, frente a los del otro grupo, en el que a la sección de
Menandro siguen E. Aristides-Apsines-Minuciano.
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357.25 διὰ τὴν Z : διὰ τὴν ἐκ Διὸς W M m T : δι’ αὐτὴν (lac.) P : δι’ αὐτὴν
τὴν C R H Ma K Sc E b G N a L o Bursian : δι’ αὐτ (lac.) I v F D A r Q q
f Al
366.13 ἂν Walz : ἂν εἶεν W : ἄν αἱ M m : πᾶσαι αἱ T : παν αἱ P : παν (lac.)
αἱ I v F D A Q q f Al : (lac.) αἱ r : ὅτι πάντα αἱ Z : πανύ C R H Ma K Sc
E b G N a L o : εἰ αἱ 〈δαπαναὶ〉 Bursian : ἐπαινοῦνται Jacobs
375.5–6 μεταϐήσῃ m X V Rhakendytes : μεταθήσει (ς) P Z W Y p : μεταθήσῃ
T : μεθήσει I N v F D A r Q q f Al : μεθήσεις C R H Ma K Sc E b G a L o
380.6 καλῶς P Z W m Y p T : om. C R H Ma K Sc E b G a L o : om. (lac.)
I N v F D A r Q q f Al : secl. Bursian
380.10 πεφηνέναι P Z W m Y p T : ἔχειν γεγονυίας C R H Ma K Sc
E b G N a L o : (lac.) I v F D A r Q q f Al
⁵ También hay pasajes en que f coincide con los demás recentiores frente al resto de manuscritos,
incluido P:
358.6 νίκῃ m Bursian : νίκην W M T: ἢ ἀεὶ P : (lac.) ἀεὶ C R H Ma K Sc
E b G I N v F D A a L o r Q q f Al : om. Z
402.2 νηκτῶν δέ δῆλον γὰρ ὅτι καὶ αὐτὰ τὰ P W m T : περὶ δὲ τῶν νηκτῶν δῆλον γὰρ ὅτι
καὶ αὐτὰ τὰ p : νη (lac.) δὲ ὅτι καὶ αὐτὰ τὰ C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a L o r Q q
f Al
413.23 οὕτω πως P p : οὐ π (lac.) I N v F D A r Q q f Al : (lac.) C R H Ma K Sc E b G a L o.
En algunos casos todos los recentiores, o la mayoría de ellos, coinciden, frente al resto de
manuscritos, con conjetura o corrección filológica:
389.9 τὸ P Z W m Y p T Walz : om. C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a L o r Q q f Al :
secl. Bursian
404.30 τὸν θεὸν τῶν γάμων C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a o r Q q Al f Bursian :
τῶν θεὸν τῶν γάμων P : τὸν θεὸν τὸν γάμον L : τὸν γάμον τὸν θεὸν p : ὡς θεὸν τὸν
γάμον W m T
419.15 συνοδύρωμαι C H Ma K Sc E G I v F D A a r Q q f Al, prob. Westermann et
Schenkeveld : συνοδύρομαι P W m p B R T L : συνωδύρωμαι N : συνεγείρωμαι b o :
συνοδυρόμενος J
419.29 ὁ δεῖνα δὲ C R H Ma K Sc E b G I N v F D A a L o r Q q f Al Spengel, prob.
Bursian : δεινὰ δὲ J W m p B T : ὠδῖνα δὲ P : ὠδῖνος δὲ Soffel
420.6 ἡπλωμένην Pᵃ W m p B T, fort. recte (cf. 400.10) : ἡπλωμένου J Y : ἁπλῆν C R H Ma
K I N v F D A a r Q q f Al Nitsche : ἁπλῆς Sc E b G L o : μὴ ἁπλῆν (sine καὶ) Westermann
: ποιὰν ἁπλῆν Pᵐᵍ.
A veces, la coincidencia con la conjetura o corrección solo ocurre con algunos recentiores de ese
grupo, entre los que está f :
335.32 τῇ κλήσει Bursian : τῇ ἐπικλήσει Heeren : ἐπικλήσει P C R H Ma K Sc
E b G F a L o r Q Al : ἐπὶ κλήσει I N v D A f Finckh
356.14 τόπον A f Heeren : τρόπον Z : τύπον P W M m C R H Ma K Sc
E b G T I N v F D a L o r Q q Al
383.26 Ἰώνων Z : Ἴωνας P W m Y p C R H Ma Sc E b G T I N v F a o r Q q Al : Ἰωνίας
K D A f Bursian : om. L
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Podemos precisar aún más porque, dentro de este grupo, la coincidencia mayor
parece establecerse con D A (y casi siempre también con la edición Aldina y su
apógrafo q):
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Desde el punto de vista paleográfico, este códice A es el Angelic. gr. 54, parcial-
mente copiado en 1493 en Padua por Bartolomeo Comparini, precisamente uno
de los dos copistas de f ; el otro es Scipione Forteguerri (Scipio Carteromachus)
que también en el año 1493, en Padua, y con Bartolomeo Comparini, copió f
(Vat. gr. 1405). Tenemos así dos manuscritos que transmiten, entre otras obras,
los dos Tratados del rétor Menandro, copiados en el mismo año, ciudad y, en
parte, por la misma persona (Bartolomeo Comparini)⁶.
⁶ Actualmente en Pinakes aparece como copista, de la parte de Menandro rétor en A (ff. 119–173),
Bartolomeo Comparini, ff. 140–173, con fecha de subscripción en f. 206r (Padua, año 1493), pero
no se dice nada del copista de los ff. 119–139, que E. Sciarra, en su catalogación en la Biblioteca
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CONSPECTUS SIGLORUM
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Referencias bibliográficas
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Bursian, C. (1882): Der Rhetor Menandros und seine Schriften (Abh. der Königl. Bayer.
Akademie der Wissenschaften 16, 3).
Finckh, C.E. (1836): De libellis Menandro Rhetori vulgo adscriptis ad editorem (Ch. Walz)
epistola critica, Stuttgart – Tubinga (= Walz, Ch., Rhetores Graeci, vol. ix, 737–778).
Heeren, L. (1785:): Menandri Rhetoris Commentarius «De Encomiis», Göttingen.
Hernández Muñoz, F.G. (1997): «Einige Bemerkungen über zwei Handschriften des
Rhetors Menandros», Hermes 125, 1, 123–129.
Hernández Muñoz, F.G. (2001): «L’Angelic. 54 et autres recentiores de Ménandros le
Rhéteur», RhM 144, 2, 186–203.
Hernández Muñoz, F.G. (2007): «El tratado De materiis rhetoricis del rétor Alejandro:
contenido y presupuestos para una edición crítica», en I. R. Alfageme (ed.), Phílou
Skiá. Homenaje a Rosa Aguilar, i, Madrid, UCM, 235–240.
Hernández Muñoz, F.G. (2013): «El texto del rétor Menandro: la aportación de los
manuscritos recentiores», Eikasmós XXIV, 245–254.
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Menander Rhetor, (II)», Classical Quarterly 66, 2, 752–768.
Hernández Muñoz, F.G. (2017): «Notes on the sources of the Aldine edition of Menander
Rhetor», Wiener Studien 130, 171–182.
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Jacobs, F. (1828): «Variae Lectiones, Cap. iv–v», Allgemeine Schulzeitung 80, 649–653;
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esiodeo: la famiglia el Vat. gr. 1332» (s. xiii – s. xv), Aevum 79, 461–480.
Muratore, D. (2009): La biblioteca del cardinale Niccolò Ridolfi, Alessandria, Edizioni
dell’Orso, vol. ii, Alejandría.
Muruzábal Rodríguez, B. (2018): Una nueva edición crítica de Menandro Rétor, Madrid,
Tesis UCM.
Nastasi, G. (2019): «Un nuovo testimone dell’Anonymus Περὶ Σχημάτων: il Guelf. Gud.
gr. 20», Peloro 4, 1, 31–57.
Nitsche, W. (1883): Der Rhetor Menandros und die Scholien zu Demosthenes, Progr.
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Russell, D.A. & Wilson, N.G. (1981): Menander Rhetor, Oxford.
Soffel, J. (1974): Die Regeln Menanders für die Leichenrede, Meisenheim – Glan.
Spengel, L. (1876): Rhetores Graeci, vol. iii, Leipzig (reimp. Frakfurt – Main), 331–367,
368–446 (reimp. 1966).
Walz, Ch. (1836): Rhetores Graeci, vol. ix, Stuttgart – Tubinga, 127–212, 213–330.
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Resumen: Aristóteles en Política 1338a cita un verso homérico no documentado. Se repasan las
soluciones propuestas y se identifica con una variante de Od. 17.383.
Palabras clave: Aristóteles, Homero, Odisea, crítica textual.
1. Problema
Tampoco es útil como la gimnasia para la salud y el vigor; pues nada de esto
vemos producido por la música. Queda, por tanto, que la música sirva para
¹ Todas las traducciones castellanas, inglesas, francesas, italianas y alemanas de la Política que he
consultado siguen las ediciones canónicas (cf. n. 2) y traducen el verso clave siguiendo la conjetura
οἶον. Los estudios sobre el Homero de Aristóteles suelen también partir de estas ediciones y por
tanto aceptar la conjetura cuando se refieren al pasaje, véase Sanz Morales 1991: 118, Gagliardi
2014: 110.
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El sentido general del pasaje está claro, pero el texto presenta dificultades en
los detalles de las citas homéricas. Este es el texto griego relevante con su
aparato crítico según las ediciones más autorizadas²:
25 hic versus in exemplaribus homericis non legitur ‖ οἶον Schneider οἷον (velut Guil.) codd. μέν :
μήν Schneider μέν γ’ Goettling μέν τ’ Spengel μόνον Newman ‖ ἐστι : ἔοικε Schmidt ‖ ἐπὶ δαῖτα
καλεῖν MP ‖ θαλείων M θαλίην P congaudere (θαλέειν) Guil. ‖ 26 οἳ καλέουσιν in exempl. Homer.
non legitur οὓς καλοῦσιν vel οἱ καλοῦνται Spengel ‖ φησίν : naturam (φύσιν) Guil. ‖ ὅ : ὥς
(tanquam Guil.) MP ‖ ἅπαντας : ἀείδων codd. Homer.
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Cumple señalar, además, que los versos 17.383–384 son citados por Platón en la
República (389d2). En la crítica a los poetas por difundir falsedades perniciosas,
⁴ Herrero de Jáuregui 2019.
⁵ Tres propuestas del aparato (μήν, μέν γ’, μέν τ’) son fáciles de justificar, aunque me inclino por μέν
γ’ (cf. n. 18).
⁶ Stahr 1839: 213, con un sobrio «cfr.» (en el texto acepta la conjetura de Schneider).
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dice Platón que solo a los gobernantes les debe estar permitido mentir por justa
causa, mientras que los de la clase de los demiourgoí no deben mentir jamás:
y si se sorprende mintiendo en la ciudad a uno «de los que sean demiourgoí
(τῶν, οἳ δημιοεργοὶ ἔασι), adivino o médico de males o constructor de palacios»,
se le castigará⁷. Veremos al acabar que quizá no es casual que Aristóteles cite
una variante alternativa de estos versos en defensa de la música en su Estado
ideal.
2. Propuestas anteriores
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cambio de tema, al verso anterior, tras imprecar a Antínoo: «Pero ¿qué clase
de cosa es llamar a otro, si no es…?». Y los dos versos, el reemplazado y el
sustituto, son tan distintos que parecen difícilmente intercambiables. Por otro
lado, al preservar el οἳ καλέουσιν ἀοιδόν para el v. 385, abandonando la senda
de Spengel y Wachsmuth, el sujeto queda confuso, pues sintácticamente enlaza
mal con los versos anteriores, introduciendo un «ellos» extraño a la lógica del
párrafo de Eumeo.
En una línea parecida, en 1887 William L. Newman propuso sustituir el
verso 383, de comienzo inicial al del verso aristotélico, pero modificando este
a su vez con una conjetura¹³:
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3. Solución
¹⁶ Van der Valk 1963: 340: «Thus Aristotle very aptly renders the general trend of Homer’s views.
He only presents them in a hexameter, which he has composed himself».
¹⁷ Steiner 2010: 127: «382–285 are cited, evidently from memory, by Aristotle, Politics 1388a25».
¹⁸ Cf. n. 5. Moerbecke traduce: sed est quidem velut ad epulas vocare congaudere; sobre la traduccion
de Moerbecke, editada por Susemihl 1872, cf. Herrero de Jáuregui 2019.
¹⁹ Cf. nn. 8 y 9.
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Pues estos son llamados entre los hombres sobre la tierra ilimitada:
pero nadie llamaría a un mendigo para cargarle sobre sí«.
Así la partícula μέν contrasta sin problema con el πτωχόν δ’ del verso 387²⁰. El
sentido y la sintaxis fluyen con naturalidad. Y esta versión es además literaria-
mente superior a la vulgata alejandrina. Este verso (383b para entendernos,
frente al 383a) pone el énfasis en el banquete, un énfasis con el que Eumeo
responde al reproche de Antínoo por invitar a pordioseros «aguadores de
festines» (v. 377: δαιτῶν ἀπολυμαντῆρες).
Igualmente, en el verso 385, ἅπαντας parece referirse a los comensales
del banquete (los hombres libres de quienes habla Aristóteles), mientras que
el ἀείδων de la vulgata redunda en la función del ἀοιδός sin añadir nada.
Y finalmente, el verso 383b subraya el verbo καλέω frente al ἐκάλεσσας con
que Antínoo concluye su invectiva (v. 379): Eumeo lo repite en su respuesta
en cuatro formas diferentes, como remarcando, con el efecto fonético, que
Antínoo dice οὐ καλά²¹.
No deja de ser intrigante que la cita aristotélica omita justo los versos del
mismo pasaje homérico que cita Platón en la República (389d2), en la condena
de la poesía que culminará con su expulsión del Estado utópico. Que Aristóteles
cite versos alternativos en su reivindicación de la música como central para el
Estado puede, quizá, ser un modo sutil de marcar la diferencia de su Estado
ideal con el de Platón, de quien ya se ha distanciado en el libro ii de la Política.
En cualquier caso, es claro que la versión citada por Platón (Od. 383a), tiene
un contenido de alcance más general, sobre los tipos de artesanos (demiourgoí )
que benefician a la comunidad, y menos contextual que la de Aristóteles (383b),
más enfocada a la respuesta de Eumeo a Antínoo. Cabría especular con que
la variante 383a pueda ser más moderna, acuñada a partir de Od. 19.135, en
un tiempo de mayor interés por los demiourgoí importados por las ciudades.
Pero lo justo es suponer que en época clásica coexistían las dos variantes del
mismo verso. Es indudable que (quizá incluso impulsada por la cita platónica) la
variante de 383a alcanzó más resonancia y por eso acabó en la vulgata sin que
los escolios recojan siquiera la de 383b, ya marginal en época alejandrina. Pero
Aristóteles aún conocía una variante en las que las palabras de Eumeo resuenan
²⁰ En Od. 20.377–380 hay una escena similar: uno de los pretendientes reprocha a Telémaco que
traiga al banquete a un mendigo. El reproche se estructura también en οἷον μέν τινα… ἄλλος δ’
αὖτέ τις…
²¹ Además hay entre el 382 y el 387 una correspondencia marcada por los pronombres, τίς y αὐτός,
que encuadran esta respuesta entera centrada en el verbo καλέω. Cf. también Sanz Morales 1991:
120–121 sobre fórmulas similares a este verso en poesía épica arcaica.
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con un sabor menos teórico y más añejo. Ojalá futuros aparatos críticos de la
Odisea —y de la Política— nos permitan saborear de nuevo este verso.
Referencias bibliográficas
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1. Introducción
Galeno (129–216 d.C.) es el escritor del que, tras Juan Crisóstomo, nos ha
sido transmitido más texto escrito en griego. Pero más que la cantidad de
lo que escribió nos interesa la cualidad de su legado literario. Además, des-
de numerosos puntos de vista, aquel resulta ser un testimonio muy valioso
respecto a la literatura griega anterior. Así, un aspecto interesante es revisar
el Homero que el médico recibió, leyó, comentó e interpretó en el siglo ii
d.C., es decir, 1000 años después del gran épico¹. Contamos con 57 mencio-
nes del antropónimo «Homero» en el autor de Pérgamo. De entre ellas he
seleccionado algunas por su contenido lingüístico, tan dilecto para nuestro
homenajeado. Distinguiré dos planos lingüísticos: el fonético-morfológico (2)
y el léxico (3).
* Elaborado dentro del Proyecto FFI2017-82850-R del Ministerio español de Economía, Industria
y Competitividad.
¹ Para este punto concreto, un estudio importante es el de Moraux 1987, que se detiene solo en uno
de los ejemplos que presentamos (el recogido en nuestro apartado 3.6). Entre las aportaciones
que nos han servido para nuestro objetivo señalo algunas: De Lacy 1966, Hankinson 2008, Nutton
2009, Rosen 2013, Corpus Galenicum 2018.
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2. Plano fonético-morfológico
2.1. Galeno, en cierto pasaje, está hablando de los seguidores de dos eminentes
médicos alejandrinos (Herófilo y Erasístrato), a propósito de que lo mucho que
aquellos habían discutido sobre la definición del pulso, tanto en el seno de cada
escuela como en contra del grupo rival:
Pues los propios antiguos hacían las enseñanzas sin definiciones, indicando
los significados de los nombres que decían para la misma forma de explica-
ción, de acuerdo con la cual es evidente que también los gramáticos aclaran
las expresiones que hay en Homero y en todos los demás antiguos. Pues
lo que no está claro en la explicación de ahora resulta evidente a partir
de otra, tal como sucede en lo de písyres², en aquello de «Písyres caba-
llos de alto cuello»³ el significado no está claro todavía, sin embargo en lo
de «Donde cuatro escudos cogió, y ocho lanzas, / y cuatro cascos»⁴ resultó
² En griego, del ide. *qʷetwor (presente en latín con otro vocalismo: *qʷotwor > quatuor) tenemos en
grado pleno, téssares en Homero, tésseres en jonio, téttares en ático, pésyres en lesbio. Por su lado,
el grado cero, písyres es homérico. Realmente, el nominativo πίσυρες lo tenemos solo en la Odisea
(Od. 5.70, 16.249, 22.11) y, a su vez, el acusativo πίσυρας lo leemos solo en la Ilíada (Il. 15.680,
23.171, 24.233). A su vez, en Galeno tenemos el nominativo (dos secuencias; solo en el pasaje que
estamos revisando, donde, en realidad, se quiere reflejar el acusativo presente en Homero) y el
acusativo (registrado dos veces), caso que leemos también en la secuencia que vemos ahora, y,
en otro tratado (De antidotis 1.6.14.40.13. En este caso se trata de uno de los ingredientes [cuatro
dracmas de teucrio] para formar la teriaca [o triaca] de Andrómaco, compuesta de numerosos
elementos minerales, vegetales y animales, y apropiada como antídoto contra venenos. El citado
fue arquiatra de Nerón, al que le dedicó un poema épico en 174 hexámetros, transmitido por
Galeno, en el que expone la composición de dicho remedio). Del pasaje se desprende que el médico
no entiende ya el significado de la forma písyras, pero, con todo, será capaz de encontrar una
explicación acudiendo a otro pasaje homérico. Precisamente la dificultad de comprensión de dicho
numeral cardinal, en su forma homérica, grado cero, fue bastante extendida, pues dos escolios a la
Ilíada (Il. 15.680 y 23.171), otro a Opiano (C. 4.395), el léxico homérico de Apolonio el sofista (p.
131.30), Eustacio (Ad Il. 4, p.705.22), Hesiquio (π 2378) y otros explican ese vocablo como «cuatro».
³ Il. 23.171. En las ediciones actuales leemos πίσυρας δ’ ἐριαύχενας ἵππους, acusativo, objeto directo.
Aquiles arrojó los cuatro caballos a la pira encendida donde yacía el cadáver de Patroclo. En dicho
lugar, de cien pies por cada lado (unos 30 metros si pensamos en el sistema solónico, donde el pie
equivalía a 0,296 metros. No obstante, había, además, otros sistemas de longitud válidos en época
clásica) el héroe echó, tras haberlos degollado, dos perros de los nueve que tenía, y, asimismo,
doce hijos nobles de los troyanos, tras degollarlos también previamente. No se nos dice nada de
los caballos, por lo que podemos deducir que los lanzó vivos, pero sí tenemos la aclaración de que,
al hacerlo, emitía grandes gemidos.
⁴ ἔνθεν τέσσαρα μὲν σάκε’ εἵλετο, δούρατα δ’ ὀκτὼ / καὶ πίσυρας κυνέας… (Od. 22.110–111). Se
trata del momento en que en la lucha contra los pretendientes, Telémaco acudió a la estancia
donde estaban esas armas, las cogió y regresó al lado de su padre. Obsérvese que la 3ᵃ persona del
singular del texto homérico (εἵλετο) pasa a ser la 3ᵃ persona del plural en Galeno (εἷλον), como si
a la estancia donde accedió Telémaco hubieran entrado los cuatro que figuran realmente en el
pasaje homérico (Telémaco, Odiseo y dos siervos fieles que se iban a revestir con las armas para
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evidente, pues siendo cuatro los que se arman, (sc. el poeta) afirma que
tal como ellos cogieron cuatro escudos, del mismo modo, también cuatro
yelmos⁵.
acudir en defensa del héroe). Ahora bien, en el contexto odiseico leemos que Telémaco fue el único
que entró en dicha habitación, y desde ese lugar se marchó llevando lo que había cogido en su
interior, para dárselo posteriormente tanto a su padre como a los dos siervos que iban a prestarle
buena ayuda.
⁵ αὐτοὶ μὲν γὰρ οἱ παλαιοὶ χωρὶς ὅρων ἐποιοῦντο τὰς διδασκαλίας, ἐνδεικνύμενοι τὰ σημαινόμενα
τῶν ὀνομάτων ὧν ἔλεγον αὐτῇ τῇ κατὰ τὴν ἑρμηνείαν ἰδέᾳ, καθ’ ἣν δηλονότι καὶ τὰς παρ’ Ὁμήρῳ
λέξεις ἅπασί τε τοῖς ἄλλοις παλαιοῖς οἱ γραμματικοὶ σαφηνίζουσι. τὸ γὰρ τῇδε τῇ ἑρμηνείᾳ μήπω
σαφὲς ἐξ ἑτέρας εὔδηλον γίνεται, καθάπερ ἐπὶ τοῦ πίσυρες, ἐν μὲν γὰρ τῷ,
πίσυρες ἐριαύχενες ἵπποι,
σαφὲς οὐδέπω τὸ σημαινόμενόν ἐστιν, ἐν μέντοι τῷ,
ἔνθεν τέσσαρα μὲν σάκε’ εἷλον, δούρατα δ’ ὀκτὼ,
καὶ πίσυρας κυνέας,
εὔδηλον ἐγένετο. τεττάρων γὰρ ὄντων τῶν καθοπλιζομένων, ὥσπερ σάκη τέσσαρα λαϐεῖν
αὐτούς φησιν, οὕτω καὶ περικεφαλαίας τέσσαρας (De differentia pulsuum 4.2.8.715.11–716.6).
En general, las referencias de Galeno están tomadas de la edición de Kühn, Leipzig, 1821–1833.
Cuando hay ediciones más recientes las he usado y cito a continuación. Por mantener el espacio
recomendado, no recojo en la bibliografía las ediciones seguidas. Las traducciones al español son
mías.
⁶ Hp. Art. 1.
⁷ En Littré, Hippocrate, Oeuvres complètes, iii p. 78 y Jones, Hippocrates, Loeb iii 200.3, el verbo usado
aquí por Hipócrates es diischyrieíō, interpretado en algunos diccionarios como «desiderativo» (cf.
LSJ ) y equivalente a «desear confirmar», un presente en -eíō; cf. Schwyzer 1.728. En el mismo
capítulo el texto hipocrático ofrece asimismo la lectura ischyrieíō. Galeno se interesa por el sentido
de ese verbo, semejante al de opseíō (un desiderativo) de que hablará después. Conviene decir que
diischyrieíō solo esta registrado dos veces en griego; de ischyrieíō contamos con cuatro citas.
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3. Léxico
3.1. Galeno, en De usu partium, explica que durante las fiebres ardientes, al
secarse la faringe y la laringe (arteria, la llama aquí) se producen las voces
llamadas por Hipócrates¹¹ «estridentes»¹²:
⁸ Es decir, «desearía ver». Un desiderativo con -seíō. Funcionan como futuros, pero en el plano
morfológico suelen explicarse como presentes que han perdido el imperfecto.
⁹ Il. 14.37. Se apunta a que Néstor se encuentra con otros dos jefes aqueos que deseaban ver lo
que les estaba sucediendo a los suyos, pues los navíos varados y la muralla construida para
protegerlos les impedían observar lo que acontecía al otro lado del terraplén, pues ni podían ver
lo que oían ni contemplar las vicisitudes del combate.
¹⁰ ἀλλ’ εἴτε περὶ ἀμφοτέρων τῶν τρόπων εἴτε περὶ θατέρου μόνου φησὶν οὐκ ἔχειν ἰσχυρίσασθαι.
καλὸν δὴ ἡμᾶς ἐστι περὶ ἀμφοτέρων ἐπισκέψασθαι, τοσοῦτον ἔτι περὶ τῆς λέξεως αὐτοῦ προει-
πόντας, ὡς τὸ ἰσχυριείω δηλοῖ τὸ ἰσχυριστικῶς ἔχω, παραπλησίως τῷ ὀψείω, δηλοῦντι καὶ αὐτῷ
τὸ ὀπτικῶς ἔχω, παρ’ ὃ καὶ Ὅμηρος ἐποίησε τὴν ὀψείοντες φωνὴν, σημαίνων κἀκεῖνος δι’αὐτῆς
τοὺς ὀπτικῶς ἔχοντας, ἔνθα φησί·
Τῷ ῥ’ οἵ γ’ ὀψείοντες ἀϋτῆς καὶ πολέμοιο
(in Hippocratis librum de articulis et Galeni in eum commentarii iv 1.3.18a309.6–14).
Es curioso que la forma opseíontes del participio correspondiente al futuro desiderativo no
vuelve a usarse desde Homero hasta este comentario galénico, donde está registrado dos veces.
¹¹ Para las κλαγγώδεις φωνάς, véase Hp. Coac. 550, Prorrh.1.17.
¹² O, quizá, «chillonas».
¹³ Il. 3.5. En el pasaje iliádico se trata de una comparación: los teucros atacaban con gritos estridentes
a los aqueos, tal como las grullas, con sus chillidos, llevan la muerte y la ruina a los pigmeos.
¹⁴ οὕτω δὲ κἀν τοῖς ζῴοις, ὅσα μακρὸν ἱκανῶς ἔχει τὸν τράχηλον καὶ ξηροὺς τοὺς χόνδρους, ὥσπερ
καὶ αἱ γέρανοι. καὶ γὰρ περὶ τούτων διὰ τοῦθ’ Ὅμηρος ἔγραψε·
κλαγγῇ ταί γε πέτονται ἐπ’ Ὠκεανοῖο ῥοάων.
τὸ μὲν δὴ ξηρὸν ὄργανον εἰς τοσοῦτον κακόφωνον. ἐν δ’ αὖ τοῖς κατάρροις τε καὶ ταῖς κορύζαις
βραγχώδης ἡ φωνὴ γίγνεται πλήθει περιττῆς ὑγρότητος (De usu partium 7.7.3.535.4–11 [=1.389.1–8
Helmreich]).
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En las comarcas muy frías de Bitinia a un grano se le llama zeópyron, sin que
la primera sílaba tenga la iota, como sí está en Homero: «trigos, escandas
y cebada blanca que crece en anchura»¹⁸. El pan del mismo (sc. grano) es
mucho mejor que el de Macedonia y Tracia¹⁹.
3.4. Dentro del mismo capítulo, Galeno explica que el grano de la escanda
(recogido en él como zeiá o zeá) es más amarillo que el del trigo, y más pequeño
que este.
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a ellos: «A vosotros los primeros trigo dulce como miel os puso»²⁰. Dicen
que se ha dicho respecto al grano de escanda, pues son un trigo pequeño
y los caballos se los comen sin daño, pero los trigos en realidad no resultan
sin daño. No sería increíble que alguien llamara a la escanda²¹ trigo pequeño,
por ser semejante a él en color, densidad y calor²².
²⁰ Il. 8.188. Héctor les habla a sus cuatro caballos (Janto, Podargo, Etón y Lampo), exhortándoles
a devolverle los cuidados que les diera Andrómaca, su esposa, al haberles ofrecido, a ellos por
primera vez, trigo, dulce como la miel, y vino, para que lo bebieran, tras haberlo mezclado de
antemano. Héctor les insta a darse prisa para que él pudiera apoderarse del escudo de Néstor, todo
de oro, y de la coraza de Diomedes, realizada por Hefesto.
²¹ La típhē es otra denominación de la escanda, según Galeno.
²² ἔνιοι δ’ ἐν τῷ τῶν πυρῶν γένει καὶ τοῦτο τίθενται τὸ σπέρμα. καὶ τό γε παρ’ Ὁμήρῳ λεγόμενον
ἐπὶ τῶν ἵππων, ἔνθα φησὶν ὁ Ἕκτωρ πρὸς αὐτούς
ὑμῖν πὰρ προτέροισι μελίφρονα πυρὸν ἔθηκεν,
ἐπὶ τοῦ τῆς τίφης σπέρματος εἰρῆσθαι λέγουσι· μικρὸν γὰρ εἶναι πυρὸν αὐτὰς καὶ τοὺς ἵππους
ταύτας μὲν ἀϐλαϐῶς ἐσθίειν, τοὺς δ’ ὄντως πυροὺς οὐκ ἀϐλαϐῶς. οὐκ ἀπιθάνως δ’ ἄν τις ὀνομάζοι
μικρὸν πυρὸν τὴν τίφην, καὶ τῇ χρόᾳ καὶ τῇ πυκνότητι καὶ τῇ θερμότητι τῆς δυνάμεως ἐοικυῖαν
αὐτῷ (De alimentorum facultatibus 1.13.6.522.6–16 [=241.16–24 Helmreich]).
²³ Epid. 6.6.2.3.324.2–6 L.
²⁴ Es importante el Himno homérico A Deméter (210) donde la diosa, afligida en sumo grado por la
pérdida de su hija, acepta la bebida que le ofrece Yambe, rompiendo así el ayuno que mantenía.
También los participantes en la celebración de los misterios eleusinios, sometidos a riguroso ayuno,
hacían lo mismo de forma ritual. El vocablo es más bien raro en griego: los tratados hipocráticos
lo tienen 22 veces, y Galeno, 11. Por su parte, en las Argonáuticas órficas 321.327, Orfeo, antes de
iniciar el largo viaje hasta la Cólquide, expone cómo preparó el ciceón, la bebida sagrada de agua
y cebada, la movió y se la dedicó a Deméter, añadiéndole después la sangre de un toro y agua salada
del mar, y les ofreció un sorbo a cada uno de los héroes participantes en la expedición.
²⁵ Cuatro veces aparece el vocablo en Homero: Il. 11.624.641, Od. 10.290.316. En la Ilíada es Hecameda
(la de hermosas trenzas, la que Néstor se había reservado en Ténedos), la que prepara la bebida
para Néstor y Macaón (el hijo de Asclepio). Como ingredientes, vino pramnio, ralladuras de queso
de cabra y un espolvoreo de blanca harina. A los citados, una vez que la hubieron bebido, se les
pasó la muy ardiente sed, y, entonces, empezaron a conversar. En la Odisea, en cambio, es un dios,
Hermes, el que elabora la poción para que la tomara Odiseo a fin de que no le hicieran efecto las
drogas de Circe.
²⁶ In Hippocratis librum vi epidemiarum commentarii vi 6.6.5.17b333.2–7: τοιοῦτον γάρ τι πρᾶγμά
ἐστιν ὁ κυκεών, ὡς καὶ παρ’ Ὁμήρου μεμαθήκατε, μειγνύντων μὲν 〈ἄλλων〉 ἄλλα τῷ οἴνῳ, κοινὸν
δ’ ἐχόντων ἁπάντων αὐτόν.
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Referencias bibliográficas
Fichtner et al. (2018): Corpus Galenicum. Bibliographie der galenischen und pseudogale-
nischen Werke, Gehrard Fichtner et al., Brandenburgischen Akademie der Wissen-
schaften, Berlín, en línea [última revisión: 06/2018].
De Lacy, Ph. (1966): «Galen and the Greek Poets», Greek, Roman and Byzantine Studies,
259–266.
Hankinson, R. J., (ed.) (2008): The Cambridge Companion to Galen, Cambridge, Cambridge
University Press.
Moraux, P. (1987): «Homère chez Galien», en J. Servais, T. Hackens & B. Servais Soyez
(eds.), Stemmata : melanges de philologie, d’histoire et d’archeologie grecques offerts
à Jules Labarbe, Lieja, L’ Antiquité classique, 25–37.
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York, Cambridge University Press, 19–34.
Rosen, R. M. (2013): «Galen on poetic testimony», en M. Asperin (ed.: colab. A. M.
Kanthak), Medical and Mathematical Authorship in Ancient Greece, Berlín – Boston,
Walter de Gruyter, 177–189.
²⁷ Hp., Aph. 4.34: «Si a quien está con fiebre, sin tener hinchazón en la garganta, le sobreviene un
sofoco repentino: señal mortal».
²⁸ Od. 9.373. Una vez que el Cíclope se hubo comido a dos compañeros de Odiseo y que este le diera
tres copas de vino, el monstruo yacía echado boca arriba y de su garganta salían vino y trozos de
carne humana.
²⁹ El término stómachos es polisémico. Entre sus valores están garganta, esófago, cuello (referido
a varios elementos anatómicos), estómago, etc. Galeno lo examina en numerosos pasajes con
valores distintos.
³⁰ In Hippocratis aphorismos commentarii vii 4.34.17b704.1–8: καί ποτε κατὰ τὴν προκειμένην
εὐρυχωρίαν ταύτης, ᾗ τοὔνομα φάρυγξ ἐστὶ, πνίγεσθαι πέφυκεν. οὕτως οὖν καὶ Ὅμηρος ἔφη·
φάρυγος δ’ ἐξέσσυτο οἶνος,
ψωμοί τ’ ἀνδρόμεοι
τὴν προκειμένην εὐρυχωρίαν στομάχου καὶ λάρυγγος ὀνομάζων φάρυγγα. φαίνεται δὲ καὶ νῦν
ὁ Ἱπποκράτης ταὐτὸ τοῦτο τὸ μόριον ὡσαύτως Ὁμήρῳ καλέσας·
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Resumen: Repartidos entre varios monasterios del Monte Athos hay catorce códices, desatendidos
en casi todas las ediciones críticas de la Ilíada. Sin embargo, aportan bastantes novedades en
forma de glosas, escolios, comentarios y añadidos. Sirva de muestra este prólogo desconocido que
encabeza uno de ellos.
Palabras clave: Ilíada, manuscritos, prólogo desconocido.
Dedicatoria
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homenajeado y esa es, entre todas, la razón más importante que me ha movido
a ofrecerle este trabajo, quizá más personal que estrictamente académico.
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que, además, podían guardarse como archivos PDF. Obtuve pues en ese formato
las imágenes de los dos únicos manuscritos que aún ofrecían texto iliádico
—Ath, que tiene todo el poema, y Ath², que acaba con el final del canto 19—.
La comodidad de acceso a las imágenes, ahora visibles —aunque la nitidez
de muchas de ellas deja bastante que desear— y ampliables, permitió reflejar
con mucho mayor detalle el contenido de esos dos códices⁶.
La tercera comienza en 2018, tras mi jubilación. Consciente de la cantidad
de material que ofrecían esos manuscritos y del interés de su estudio, intenté
utilizar la máquina de la fase anterior para obtener copias en PDF del texto
completo de todos ellos, pero, desafortunadamente, había dejado de funcio-
nar y aunque encontré otra similar en el CSIC, que fue amablemente puesta
a mi disposición, esta no era capaz de realizar aquella función. Por suerte,
el Departamento de Filología Clásica de la UAM sufragó generosamente la
conversión de los microfilms a fotografías digitales, que encargué a una casa
especializada de Madrid, aunque no fue posible hacerla para todos ellos, sino
solo para aquellos cuyas filminas tenían los bordes dentados⁷.
He podido ahora apreciar numerosos detalles que en su momento no vi
o dejé de lado: (recuérdese que la primera lectura fue selectiva); pero las nuevas
imágenes también presentan bastantes problemas, sobre todo el de la nitidez,
pues muchas son bastante borrosas, lo que dificulta la lectura del texto e impide
prácticamente la de las glosas interlineales o los comentarios marginales. Esos
problemas proceden en su mayoría del trabajo de los fotógrafos de Madrid⁸:
sin entrar en detalles, señalaré la repetición íntegra de las fotografías del canto
3 en Ath¹ y, por tres veces, la de la filmina de los fols. 39 y 40 de ese manuscrito,
que contienen los vv. 597–611 del canto 1 y dos períocas del 2. Por ello, antes
de la lectura ha sido necesario identificar y ordenar el contenido, una pesada
tarea, facilitada por el manejo del TLG y por la regularidad en el número de
líneas por página que presentan generalmente los manuscritos.
⁶ El empleo de recursos electrónicos nos permitió también acceder a imágenes de manuscritos tan
importantes como los venecianos A y B y corregir en algún caso las lecturas que de ellos ofrece la
edición de Allen.
⁷ Los microfilms son como los antiguos rollos fotográficos de celuloide, cuyos bordes dentados
permitían que los carretes pasaran de una imagen a otra y de un rollo a otro. Carentes de esos
bordes, no se han podido positivar Ath² (en los cantos 1–9), Ath³, Ath⁴, Ath⁵, Ath⁶ y Ath⁸, cuyos
microfilms originales conservo, a la espera de que alguna vez sea posible positivarlos, pero sí Ath,
Ath¹, Ath² (en los cantos 10–19) Ath⁷ y Ath⁹–¹³. Para el contenido de todos ellos véase García
Blanco & Macía Aparicio 1991: 297–98.
⁸ En su descargo cabe decir que no saben griego. Seguramente por esa razón son muchas las fotos
repetidas, algunas omitidas y algunas reveladas con el texto escrito de derecha a izquierda. Además,
hay cantos cuyo texto está revelado en orden inverso, desde el final al comienzo. Quizá esto se
deba a que, tras nuestra lectura en la primera máquina, los rollos quedaron almacenados en orden
inverso.
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⁹ Naturalmente, el desorden no fue apreciado por los fotógrafos de Madrid, que repitieron el material
en el orden original de los microfilms recibidos de Atenas.
¹⁰ Cada una de sus caras contiene entre 14 y 16 versos, numerados de 5 en 5 y con abundantes glosas
interlineales. Hay también, en el margen superior derecho, numeración de fol. (1–138), pero solo
en las caras recto y a partir del fol. 14, y guía de copia (en un pequeño ángulo recto, abierto hacia
la derecha y dibujado en el margen inferior derecho, se incluye la primera palabra de la página
siguiente).
¹¹ La consideración del Catálogo como algo independiente es común en estos manuscritos. En este,
por ejemplo, los versos tienen numeración propia, de modo que 2.494 es su v.1 y 2.877, su 384.
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y después recuperaron el final del 2, que, como hemos dicho, va precedido ante
el v. 494 de lo que, en apariencia, es un comienzo de canto.
Por último, puso las imágenes de los fols. 68ᵛ–84ᵛ, que contienen el canto 4
y las de los fols. 85ʳ–138ʳ, donde concluye el texto iliádico con el final del canto
7. La ordenación correcta, que debería evitar que alguien vuelva a cometer
nuestro error, habría sido pues la siguiente; cantos 1–2 (faltan los vv. 2.475–93),
fols. 1ʳ–54ʳ; 3, fols. 54ᵛ–68ʳ y 4–7, fols. 68ᵛ–138ᵛ y la referencia en la SIGLA,
cont. i–vii (omissi ii 475–93), a nobis collatus.
Se trata de un códice del tipo de los que hemos descrito como de tamaño
normal, que presenta su contenido textual a razón de 16/17 líneas por cara¹². La
escritura es muy limpia, de trazo grueso y en tinta oscura muy visible. Apenas
¹² La regularidad en el contenido de cada una de las caras facilita la detección de versos de más o de
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tiene glosas, que suelen ser interlineales y explicativas de tal o cual término.
Presenta numeración de folio¹³. Así leemos su prólogo¹⁴:
1 οἳ : οἱ ms. 2 νηπυτίοισιν : νηπιτύοισιν ms. 5 ὔμμι : ὕμμι ms. 6 δίζησθαι : δίζησθε ms.
menos, siendo la omisión, que afecta sobre todo a los cantos 4 y 5, lo más frecuente. Como he
señalado en n.1, no me es posible indicar las dimensiones ni la calidad material del manuscrito.
¹³ Su texto de la Ilíada (1–2.644, 3–9) ocupa los fols. 1ᵛ–163ᵛ. La fotografía no deja ver el color de la
tinta original de esos números, seguramente marrón, que son apenas visibles y únicamente entre
los fols. 2–8 y 130–150.
¹⁴ Agradezco la ayuda de mi compañero J. Polo Arrondo en este punto.
¹⁵ Hay dos para el final -ους en tres palabras del v. 7. Para las ligaduras, cf. Ingram 1966: 382–9.
¹⁶ Por ejemplo, ἐσεῖται κόςμου (v. 3) y μυστοπόλουc ἀγαθούς (v. 7).
¹⁷ Cf. Bernabé 2010: 26.
¹⁸ Agradezco en este punto las acertadas sugerencias de J. Torres, que me hizo notar también las
semejanzas de este texto con los escritos de Gregorio y Nonno mencionados más abajo.
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Referencias bibliográficas
Bernabé, A. (2010): Manual de Crítica Textual y Edición de Textos Griegos, Madrid, Akal.
Crespo, E. (1991): Ilíada, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos.
García Blanco, J. & Macía Aparicio, L.M. (1991, 1998): Homero. Ilíada (vols. i–ii, cantos
1–3, 4–9), Madrid, CSIC, Alma Mater.
Ingram, W.H. (1966): «The Ligatures of Early Printed Greek», GRBS 7.4, 371–89.
Macía Aparicio, L.M. (2009): Homero. Ilíada (vol. iii, cantos 10–17), Madrid, CSIC, Alma
Mater.
Macía Aparicio, L.M. & Villa Polo, J. de la (2013): Homero. Ilíada (vol. iv, cantos 18–24),
Madrid, CSIC, Alma Mater.
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Macía Aparicio, L.M. (2015): «Una edición española de la Ilíada», en J. de la Villa et al.
(eds.), Ianua Classicorum, Madrid, SEEC, vol. ii, 761–764.
West, M.L. (1982): Greek Metre, Oxford, Clarendon Press.
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Resumen: El presente trabajo estudia algunos pasajes obscenos de dramas satíricos en un intento
de definir la especial comicidad del género teatral.
Palabras clave: Teatro griego, drama satírico, obscenidad, comicidad.
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⁵ En esencia lo que leemos ya en Horacio Ars 220 ss. Cf. Pfeiffer 1938: 62 «mittleren Tons freier
Heiterkeit» y Seidensticker en Krumeich et al. 1999: 15 «insgesamt [la lengua del drama satírico]
der Tragödie näher als der aristophanischen Komödie ist die Sprache der erhaltenen Bruchstücke».
⁶ Melero1991: 173–186. Seidensticker en Krumeich et al. 1999: 16 matiza, sin embargo, al afirmar:
«in grossen und ganzen ist der Stil der erhaltenen Text einheitlich und wenn die Sprache der
Helden sich einmal deutlich zu tragischer Höche erhebt, dann ist die parodistische Absicht meist
unverkennbar».
⁷ Cíclope 153 παπαιάξ, 156 βαϐαί, 572 παπαῖ.
⁸ Cíclope 9, 154, 558, 560 etc. μὰ Δία.
⁹ Cíclope 185 ἀνθρώπιον, 266 Κυκλώπιον, 267 δεσποτίσκε, 316 ἀνθρωπίσκε.
¹⁰ Casi todos en boca de Sileno o de los sátiros o de un monstruo. Cíclope 8 φέρ’ ἴδω, 349 κλαίειν
ἄνωγα. En v. 701 es Ulises triunfante quien repite como un eco la vulgar expresión del Cíclope.
Para este registro cf. Stevens1976 y Ussher 1978.
¹¹ Teoros fr. 2 v. 5 δακρύσεις οὐ καπνῷ. Cf. Di Marco 2013: 152–3, 158–9, 169–70, 265–75.
¹² Cíclope 169 τουτί, 643 ὁτιή.
¹³ Diktyoulkoi 787, 823 μικκός; quizás φίντων forma doria de φίλτων, si no se trata de un nombre
propio. Cf. Krumeich 1999: 117 n. 32.
¹⁴ Propias de la poética satírica es lo que se ha llamado la dicción enigmática: la tendencia a no
nombrar o calificar una cosa por su nombre propio empleando, en su lugar, una perífrasis oscura
o anfibológica. Tal por ejemplo la reluctancia de los sátiros en el Cíclope a mencionar el vino
llamándolo «la bebida del dios»; en los Teoros a nombrar los objetos que Dioniso quiere entregar
a los sátiros descritos como νεοχμὰ…. ἀθύρματα / ἀπὸ σκεπάρνου κἄκμονος νεόκτιτα; en la misma
obra las máscaras que ofrendan a Posidón son calificadas de mensajero sin voz v. 20 ἄγγελον.
κήρυκα ἄναυδον. Cf. Diktyoulkoi 822–23, donde Sileno emplea un giro semejante para indicar que
es el momento adecuado para las nupcias con Dánae: τέλεος / καιρὸς ἄναυδος ἐπαινεῖ. Di Marco
2013: 111 ss.
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Esta ocurrencia inesperada, «tener viuda (sit venia verbo) la manguera» aunque
muy frecuente en el género¹⁹, nos recuerda algunas escenas de los Diktyoulkoi
de Esquilo.
El tema de la obra es bien conocido. Abandonada al mar en un cofre por
su padre Acrisio junto con el niño Perseo, Dánae llega a las costas de la isla
de Sérifos, donde Dictis, hermano del rey Polidectes, y unos pescadores, sin
duda sátiros, la rescatan del mar. A la vista de la joven los sátiros y su padre
Sileno se sienten excitados y tratan de atraer su atención y benevolencia con
las salaces intenciones propias de su instinto animal. El tema proporcionaba
dos elementos frecuentes en el género: el portento o maravilla, en este caso el
¹⁵ Así en Cíclope 169 s., 179 ss, 327 s., 437–440, 495 ss., 582 s.
¹⁶ Di Marco 2013: 58.
¹⁷ Cf. Di Marco 2013: 265–275.
¹⁸ Di Marco 2013 propone leer, con mínima alteración textual, ὡς διὰ μακροῦ γε τὸν φίλον σίφων’
—ὁρᾷς— / Χηρεύομεν.
¹⁹ Cf. para esta referencia metateatral, Kaimio 2001: 35–78, especialmente p. 54, así como las
consideraciones de Di Marco 2013: 274–5.
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hallazgo, apertura del cofre y surgimiento de la joven Dánae; por otro lado, los
intentos de los sátiros de seducirla de un modo u otro.
El intento de seducción se inicia, en los fragmentos conservados, con el
ofrecimiento de Sileno de convertirse en huésped y representante o patrón de
la joven y del niño. Fr. 47a vv. 765–70 (Krumeich et al. 1999: 113):
〈ΣΙΛΗΝΟΣ〉
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como Esquilo, ᾿Ισθμιασταὶ ἢ Θεωροί fr. 78a v. 20, en que los sátiros califican
a las máscaras que ofrendan en el templo de Posidón como ἐμπόρων κωλύτορα,
un obstáculo para los viajeros, expresión enigmática glosada quizás en el verso
siguiente: ἐπισχήσει κελεύθου τοὺς ξένους. No obstante, en la misma escena
de Diktyoulkoi 770, Sileno, siempre con la intención de tranquilizar y doblegar
las posibles resistencias de Dánae, se representa a sí mismo como μαῖαν ὡς
γερασμίαν, «honrosa mamaíta o aya». μαῖα es un infrecuente hipocorístico
para mujeres de edad (Euriclea en Odisea 19.482) o madrastra (E. Hipp. 243). En
cuanto a γερασμία, literalmente «honrosa u honrada» el término apenas está
atestiguado: en dos ocasiones, en el Himno a Hermes 122 y en Argonaúticas órfi-
cas 626 y en ambos casos califica los elementos sacrificiales de una víctima. De
manera que solo intuitivamente entendemos la expresión como ehrwürdige Am-
me en la traducción de Krumeich et al. (1999: 115) o «venerable ayita». Con este
contexto cabe pensar que en la elección del hápax προπράκτωρ ha podido inter-
venir, además de la predilección estilística por arcaísmos, la semejanza fonética
con προπάτωρ ampliamente atestiguado con el sentido de ancestro o abuelo
y glosado por Focio como ἢ ὁ πάππος ἢ ὁ πρόγονος. En tal caso estaríamos
ante un juego lingüístico que el auditorio sin duda percibiría como tal.
Los intentos de Sileno de ganarse la voluntad de Dánae tienen como con-
secuencia aumentar la angustia y el terror de la joven que prorrumpe en una
apasionada súplica a los dioses para que la libren de la mancilla (v. 776 λυμαν-
θήσομαι) que supondría caer en manos de tales monstruos (v. 774 κνωδάλοις).
De no encontrar protección divina no dudará en suicidarse (v. 778 ἀγχόνην
ἄρ’ ἅψομαι). Sileno, tras el fracaso de su intento con la madre, pondrá en
práctica una vieja estrategia: atraerse la atención de la madre con halagos,
atenciones y promesas. Comienza un largo parlamento semilírico indicando
que el bebé (¿un actor mudo?) se siente atraído por su roja y brillante calva
(vv. 788/89 ὁ μικκὸς λιπαρὸν / μιλτόπρεπτον φαλακρόν) y sin duda por su
falo (v. 795 ποσθοφιλὴς ὁ νεοσσός). La escena continúa del mismo tenor alter-
nando las atenciones disparatadas que Sileno y los sátiros ofrecerán al niño
(jugará con cervatillos y otros cachorros salvajes; dormirá en compañía de
su padre y de su madre; le harán reír; recibirá alimentos saludables; cazará
piezas apetitosas a la carrera sin armas y le ofrecerá a su madre cumplidos
banquetes) con obscenas alusiones a sus precoces y procaces inclinaciones. Por
un procedimiento habitual en el género, Sileno extiende la acción dramática a la
esfera mítica de forma que, al terminar su canto, los sátiros esperan que Dánae,
privada de sexo durante su larga estancia en el mar (vv. 827–829 πολὺς ἦν αὐτῇ
/ χρόνος ὃν χήρα κατὰ ναῦν ὕφαλος²² / τείρετο), caiga rendida a sus encantos
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y desee saciarse de amor (vv. 824–826 καὶ τήνδ’ εἰσορῶ νύμφην ἤδη / πάνυ
βουλομένην τῆς ἡμετέρας / φιλότητος ἅδην κορέσασθαι). La cruda y cómica
descripción de la actividades sexuales y afectivas de la familia satírica. Todo
el canto es rigurosamente satírico. Además de ciertos estilemas propios del
género: lenguaje infantil, dorismos, formas poéticas en contexto inadecuado,
dicción obscuramente perifrástica, encontramos la obscenidad que aportan ex-
presiones como ποσθοφιλής del v. 795. El término crudamente obsceno estaba,
sin duda, justificado por una acción en la que el personaje mudo que encarnaba
al niño Perseo, confundía el falo de Sileno con un juguete y se entretenía con
él. La comicidad estaba construida sobre este doble nivel, el de la acción —niño
jugando con un enorme falo— y el lingüístico con un aprodosceto, toda vez
que la palabra es un hápax, motivado por la escasez de adjetivos compuestos
acabados en -φιλής²³. Cabría esperar un *φιλόποσθος con una formación para-
lela y habitual como φιλόξενος en que el primer elemento del compuesto rige
al segundo. Muy probablemente el compuesto momentáneo se formó sobre
la base de un adjetivo muy frecuente como προσφιλής que es lo que cabría
esperar en la situación escénica: «¡qué cariñoso es el niño!» sería una expresión
habitual, sustituida aquí por otra fonética y morfológicamente semejante pero
de sentido absolutamente diverso, inesperado y cómico. La situación cómica
sería inversa a la de Lisístrata v. 956 en que el Cinesias pregunta retóricamente
cómo saciar los deseos de su pene, representado como un niño hambriento
πῶς ταυτηνὶ παιδοτροφήσω.
Vemos, pues, cómo hay un registro lingüístico específico del drama satírico,
una obscenidad basada, al igual que la de la comedia, en el juego lingüístico,
pero muy bien adaptada a la situación escénica; una obscenidad cuya función
dramática es mostrar la incapacidad de los sátiros para integrarse cívicamente
en una determinada situación escénica. Su salvajismo, su desconocimiento
de las normas de urbanidad y de las normas que rigen la vida de la ciudad,
su marginalidad les impide participar civilizadamente en el acontecimiento
dramático.
φαλλός. «Viuda / privada del falo» podría ser un eco verbal reconocible en un contexto lleno de
ambigüedad lingüística. Véase también el sentido ambiguo de los vv. 828–31 εἰσορῶσ’ ἥϐην τὴν
ἡμετέραν / …]ει γάνυται νυμφίον , la supuesta alegría de Dánae a la vista de los enormes falos, que
los sátiros celebran como anuncio de la inminente boda en este canto, inequívocamente parodia
de un himeneo.
²³ Las formaciones en -φιλής son raras. Además de προσφιλής están atestiguados los raros compues-
tos θεοφιλής, εὐφιλής γυναικοφιλής, todos ellos con sentido generalmente pasivo, a diferencia de
ποσθοφιλής claramente activo.
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Referencias bibliográficas
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Resumen: El fin de palabra detrás del cuarto troqueo viola el fenómeno que conocemos como
zeugma de Hermann. Cuando esto ocurre, se combina normalmente con otras irregularidades
métricas que realzan el efecto rítmico creado con sumo cuidado por el poeta al transgredir el
zeugma. Teócrito 18.15 presenta la única violación patente de la norma por parte de este gran
poeta y sus intenciones artísticas son evidentes.
Palabras clave: Hexámetro, zeugma de Hermann, Teócrito, Homero.
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tres veces, marcan el inicio: «¿Tan pronto te quedaste dormido?, o ¿es que te
pesan demasiado las rodillas?, o ¿es que eres un dormilón?, o ¿es que estabas
muy bebido?». La primera y la cuarta cuestión abarcan todo el hexámetro,
mientras que la segunda y la tercera se reparten el verso 10, en lo que quizá
sea una alusión a la división del coro en dos grupos que se respondían el uno
al otro, como en el segundo epitalamio de Catulo¹².
Léxico sencillo, acumulación de monosílabos y bisílabos, elisiones, contrac-
ciones, crasis, compuestos no homéricos, alguno muy querido por el poeta,
proporcionan al pasaje un carácter mimético, un tono popular¹³. El ritmo se
hace rápido, muy variado. En siete versos hay seis esquemas distintos: dos
holodáctilos y los otros cinco diferentes entre sí¹⁴. Según avanza el pasaje, se
observa el abandono de ciertos refinamientos métricos: las dos leyes de Meyer
se incumplen en los versos 10 y 11. La de Naeke en el 12. En 11, 13 y 14 la última
cesura se retrasa al quinto pie. Son pequeñas anomalías que van alertando la
atención del oyente antes de llegar al especial verso 15 con el que se cierran
las pullas para iniciar la siguiente ceremonia, el rito del μακαρισμός.
A partir del verso 12 el coro amonesta al novio con un duro y contundente
reproche: «si querías dormir a la hora, deberías hacerlo solo». A partir de aquí,
una serie de encabalgamientos sucesivos hacen que la comprensión de las frases
quede en intrigante suspenso. ¿Qué se ha de permitir a la novia? Hasta el verso
siguiente no se sabrá: παίσδειν «cantar, bailar, jugar, divertirse» hasta entrada
el alba, en una de las esperadas ceremonias familiares en las que la obligada
presencia materna¹⁵ permitía cierta relajación en los estrictos horarios que
toda joven debía respetar. La explicación de esta peculiar situación (el novio
durmiendo solo, la novia cantando y bailando con las demás muchachas junto
a la madre querida), iniciada en el segundo hemistiquio del verso 14 con ἐπεί,
tampoco se sabrá hasta el mismísimo final del último verso del pasaje.
Antes hay tres precisiones temporales acumulativas, in crescendo semántico
y rítmico, unidas entre sí por tres καί sucesivos: «pasado mañana y al día
¹² Cat. 62.
¹³ Page 1955: 126 subraya las especiales características de los fragmentos epitalámicos de Safo:
«miscellaneous in metre, sometimes abnormal in dialect, for the most part trivial in subject and
style».
¹⁴ También los fragmentos nupciales de Safo ofrecen una gran variedad de metros distintos, una
decena en los diez y seis conservados. Cf. Page 1955: 123–125. Los diversos momentos de la
ceremonia requerirían distintos tipos de canciones y metros. Es precisamente lo que intenta
plasmar Teócrito con sus hexámetros de características muy distintas. No hay más que comparar
este alegre y vivo pasaje con las solemnes invocaciones finales. Esta variedad, indudablemente
mimética, sirve para reflejar la diversidad de ritmos de las distintas fases de una ceremonia nupcial.
Sobre las variaciones del hexámetro en Teócrito, cf. Fantuzzi 1995.
¹⁵ Para el importante papel de la madre en las ceremonias nupciales, cf. Molinos Tejada & García
Teijeiro 2016.
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siguiente / y año tras año». La tercera, κἠς ἔτος ἐξ ἔτεος, es una frase adverbial,
un giro idiomático difícil de analizar, mucho más expresivo que su sencillo
equivalente «siempre», que, como nuestro «por siempre jamás», subraya la
noción de sucesión sin fin, de perpetua continuidad. Esta tercera, la más enfática
de las tres, queda separada de las otras dos por un encabalgamiento que la
realza precisamente por el hecho de aislarla y transponerla al inicio del verso
siguiente, en una posición significativa, de mayor relieve expresivo.
Es verdad que las cesuras subsidiarias dentro del hexámetro dependen con
frecuencia de interpretaciones personales y que en el verso 15 hay fin de palabra
detrás del primer metro, pero no todo fin de palabra es una pausa. En nuestra
opinión, el verso 15 es un hexámetro tripartito, κἠς ἔτος ἐξ ἔτεος forma una
unidad, sin pausa interior, que, de producirse, debilitaría por completo el efecto
creciente, el clímax rítmico y semántico de las tres precisiones temporales,
al desdoblar la tercera en dos asimétricas e inarmónicas partes. Ocupa todo
el primer colon del verso 15, un hexámetro tripartito, no del tipo creciente,
sino con un breve segundo colon entre otros dos más amplios¹⁶. Tras este
largo primer colon, el vocativo Μενέλαε constituye por sí solo el segundo,
realzado por las pausas antes y después del vocativo, por su posición central,
por su llamativa brevedad entre los otros dos más largos. Rossi piensa que el
desequilibrio de moras en estos versos con un colon desproporcionadamente
breve debería compensarse con una tendencia al equilibrio sonoro por medio de
una recitación más lenta, enfática, con una pausa, o por ambas cosas a la vez¹⁷.
Precisamente la inusual pausa tras el cuarto troqueo rompe sorprendentemente
el ritmo habitual del hexámetro, alertando definitivamente al auditorio. Si la
ruptura del zeugma sirve para realzar las dos palabras colocadas a uno y otro
lado¹⁸, el énfasis recae sobre Menelao y su pareja, una relación llena de altibajos,
no precisamente sempiterna.
Por fin se produce la dilatada y esperada explicación, en un lapidario tercer
colon: τεὰ νυός ἅδε. Tres lacónicos bisílabos, sin verbo explícito lo ocupan,
probablemente con una pausa subsidiaria al final del quinto dáctilo, una pausa
muy poco frecuente¹⁹, para dar relieve al pronombre deíctico. Un colon reple-
to de burlona ironía que el avisado oyente no dejará escapar: «Esta», Helena,
la de los muchos varones, Teseo, Paris, Aquiles, Deífobo.
El hexámetro, esa pequeña estrofa en miniatura, tiene generalmente tres
cesuras principales que crean cuatro cola o miembros rítmicos en relación
armónica entre sí. Es la disposición más frecuente. Pero en ocasiones, el poeta
¹⁶ Como, por ejemplo, Hom. Il. 4.235. Cf. Kirk 1985: 21.
¹⁷ Rossi 1996: 285–304, con interesantes reflexiones sobre el papel rítmico del colon breve.
¹⁸ Abritta 2018: 61–62.
¹⁹ Cf. Rossi 1996: 275 ss. y n. 16.
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prefiere realizar dos cortes y por tanto se producen simplemente tres cola, con lo
que se rompe el equilibrio habitual entre ellos y se origina uno nuevo, con efec-
tos rítmicos distintos. Son los hexámetros tripartitos, una importante minoría
a los que no se ha prestado la debida atención. Estos hexámetros tripartitos con
frecuencia se colocan deliberadamente al final de un parlamento buscando efec-
tos especiales, de clímax, de contraste y, como señala Kirk (1985: 20–21), suelen
pasar inadvertidos a los comentaristas que centran su atención en los cuatro
cola habituales. Es importante, sin embargo, identificarlos para comprender
mejor el balanceo rítmico, musical y semántico del verso y, en definitiva, el
arte del poeta.
En el verso siguiente se inicia otra de las partes constitutivas de la boda,
el μακαρισμός, en que se celebra la dicha de los contrayentes. El excepcional
verso 15 cierra los dedicados a las bromas y marca la transición a otra fase de
las ceremonias.
Referencias bibliográficas
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49–70.
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Resumen: El libro iv del tratado de Galeno titulado Περὶ διαγνώσεως σφυγμῶν (Sobre el conoci-
miento de los pulsos) se divide en tres capítulos, de los cuales el primero analiza la diástole arterial,
la fuerza de la dilatación (golpe) y la velocidad del movimiento; el segundo capítulo es una crítica
contra Arquígenes y sus maestros por su confusa y errónea doctrina del supuesto pulso pleno; el
capítulo tercero se ocupa de los pulsos duro y vehemente.
Palabras clave: Galeno, Arquígenes, pulso duro, pulso vehemente.
1. Introducción
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de sus alumnos (Pino Campos 2015: 5–126), y Sobre la utilidad de los pulsos⁶,
en el que explicaba el significado de los diferentes movimientos pulsísticos
(Pino Campos 2015: 127–301). Está en prensa la traducción del tratado Sobre las
causas en los pulsos⁷, en el que Galeno establece una doble tipología: las causas
que generan los pulsos (Pino Campos, e.pr. a) y las causas que los alteran (Pino
Campos, e.pr. b).
1. golpe que casi aplasta las yemas de los dedos por la dureza arterial,
2. golpe que casi lo derriba por la fuerza de la facultad que lo produce,
3. golpe que avanza mucho por el tamaño de la dilatación,
4. golpe que empuja rápidamente por la velocidad del movimiento,
5. golpe que se eleva tanto que casi penetra en el tacto (del que toma el
pulso),
6. golpe que por su tensión se mueve con dificultad,
7. golpe que por su vibración y dureza parece que empuja el tacto veloz-
mente.
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Galeno¹⁰ criticó las opiniones de médicos anteriores que explicaban los pulsos
pleno y vacío, como Arquígenes, Ateneo de Atalía y Agatino de Esparta, segui-
dores lejanos de las doctrinas de Herófilo. En efecto, algunos sofistas y médicos
interpretaban que la destrucción y generación de los cuerpos se producía al
separarse o unirse unos corpúsculos pequeños (σμικρά), indivisos (ἀδιαίρετα),
continuos (ἄτμητα: «sin corte») y compactos (ἄναρμα: «sin unión») cuando
un vacío interrumpía la continuidad de una sustancia. Entendían que esos
pequeños corpúsculos, cuando estaban apretados en gran número y se movían
con rapidez, originaban el «pulso vehemente».
Galeno afirmará que, si en el interior de las arterias había algunos vacíos
entre los cuerpos apretados, compactos y abundantes, significaba, en primer
lugar, que había sustancias sólidas que llenaban algunos espacios del interior
de las arterias y que, no obstante, quedarían algunos otros huecos (vacíos), que
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determinarían que los corpúsculos fueran duros o blandos, según sus cavidades
internas estuvieran llenas o vacías.
Por ello la túnica arterial se volvería dura o blanda según el vacío que se
hubiera insertado en el compuesto, de manera que el pulso sería «grande pero
sin fuerza», cuando en la cavidad arterial hubiera muchos vacíos y pocos cuer-
pos, y sería pulso «grande y fuerte», cuando hubiera pocos vacíos y muchos
cuerpos.
Galeno insistía en que esos médicos no distinguían la «plenitud» de la «vehe-
mencia», porque ambas medidas estaban considerando el mismo fenómeno:
por un lado, el pulso sería «pleno» «por la cantidad de las masas que arrastra-
ban» por el interior de la arteria y «vehemente» «por la violencia del golpe
que sentía el que tomaba el pulso». El primer nombre designaría la «esencia
del pulso» (pleno), mientras que el segundo designaría la «calidad del empuje»
(vehemencia). Galeno aclara que existe una tensión vital que condiciona esa
aparente naturaleza doble (plenitud y vehemencia) en los pulsos y recuerda
que Herófilo nunca habló de plenitud del pulso ni de pulso pleno, lo que Galeno
confirmaba al repetir que el pulso es uno solo, aunque lo denominen de dos
maneras. En consecuencia, hay una sensación única en el tacto y una naturale-
za única en este pulso: «pulso pleno» por la cantidad de las masas («esencia»)
y «pulso vehemente» por la violencia o fuerza del golpe («calidad del empuje»).
Las dos denominaciones señalan un mismo y único hecho, aunque respondan
a conceptos diferentes¹¹.
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uno, el tacto percibe el movimiento del cuerpo arterial que choca con él;
el cuerpo «parece chocar» (con el tacto) algunas veces en muchas partes;
otras veces «parece que ese cuerpo no choca» con nada;
a veces «parece que comprime» y otras veces «parece que no comprime»;
si comprimimos (ese cuerpo), unas veces resiste, otras veces cede.
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hablando del pulso renitente, al que Galeno identifica con el llamado pulso
«vehemente». Galeno aclara que en la explicación de Arquígenes hay dos tipos
de pulso:
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con ejercitarse en el estudio del arte, sino que deseaban saber lo que dijeron
otros como Herófilo, que acertó en algunas de sus doctrinas, mientras otros
confundieron a sus discípulos con doctrinas incorrectas como las de Heraclides,
Crisermo, Hegétor, Apolonio, Bacquio, Aristóxeno, etc. La realidad fue que en
tiempos de Galeno uno estaba obligado a experimentar un doble mal: tener que
decir lo contrario de Arquígenes y tener que negar que Herófilo hubiera admi-
tido la existencia de un pulso llamado «pleno». Valga el siguiente comentario:
5. Conclusiones
Referencias bibliográficas
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Kühn, G. C. (1821–1833; 1965r): Claudii Galeni Opera Omnia, Hildesheim, G. Olms. (20
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Madrid, Ediciones Clásicas, Colección Obras de Galeno, Gal 5.
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Pino Campos, L. M. (2015): Galeno. Los pulsos para principiantes. La utilidad de los pulsos,
Madrid, Ediciones Clásicas, Colección Obras de Galeno, Gal 10.
Pino Campos, L. M. (en prensa a): Galeno: Las causas en los pulsos.
Pino Campos, L. M. (en prensa b): «Reflexiones sobre el tratado titulado Γαληνοῦ περὶ
διαγνώσεως σφυγμῶν».
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El Homero de Sinesio
Jesús F. Polo Arrondo
Universidad Autónoma de Madrid
jesus.polo@uam.es
Resumen: El objetivo de este trabajo es estudiar cómo Sinesio de Cirene cita a Homero, dete-
niéndose especialmente en aquellas citas en que se desvía del texto homérico tal y como aparece
aceptado en las ediciones modernas.
Palabras clave: Ilíada, Odisea, Sinesio, transmisión del texto.
Synesius’ Homer
Abstract: The aim of this paper is to study the passages of the works of Synesius of Cyrene where
he quotes the homeric text. I discuss the passages where Synesius does not quote the accepted
homeric text in the modern edtions.
Key Words: Iliad, Odyssey, Synesius, textual transmission.
1. Introducción
El objetivo de este artículo es estudiar las citas¹ de Ilíada y Odisea que Sinesio
de Cirene (365/375–413/415²) introduce en el texto de su obra en prosa³.
Para identificar los pasajes en que Sinesio cita a Homero me he servido de la
aplicación N-Grams del Thesaurus Linguae Graecae⁴. Esta aplicación reconoce
45 ocasiones en que Sinesio cita Ilíada u Odisea de Homero. En la mayoría de
ellas, Sinesio cita el texto homérico coincidente con la versión aceptada en
las ediciones modernas. En cambio, en 4 ocasiones, hay ligeras modificacio-
nes respecto del texto de Homero aceptado en esas ediciones. Pretendo, por
¹ Sobre las citas homéricas de autores antiguos cf. García Blanco & Macía Aparicio 1991:
ccviii–ccxiv.
² Cf. Martindale 1980: 1048–1049.
³ En sus himnos, aunque tienen un tinte homérico, no hay citas de la obra homérica. Sobre la obra
en prosa de Sinesio, cf. la síntesis y bibliografía de Moreschini & Norelli 2007: 203–211.
⁴ Thesaurus Linguae Graecae ® Digital Library. Ed. Maria C. Pantelia. University of California, Irvine.
http://www.tlg.uci.edu [acceso 19/09/2015]. El TLG compara las ediciones de Ilíada de Allen
1931 y de Odisea de Von der Muhl 1962 con las de la obra de Sinesio realizadas por Terzaghi 1944,
Dell’Era 1968, Beckby 1965–1968 y Garzya 2000. Los textos griegos que se muestran en este trabajo
están tomados de dichas ediciones.
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(1) ἄλλ’ ἐνταῦθα γενόμενος, εἰ τὸ κοινὸν τῶν λόγων εἰς τὴν παροῦσαν τῶν
λόγων ὕλην καταϐιϐάσαιμι, τάχα ἂν οὐκ ἀπὸ σκοποῦ βάλοιμι· τίς δ’ οἶδ’
εἴ κέν τοι σὺν δαίμονι θυμὸν ὀρίνω / παρειπών; ἀγαθὴ δὲ παραίφασις
ἀνδρὸς ἀληθοῦς («Llegados a este punto, quizá no me aparte de mi objetivo
si la argumentación general la hago descender a la actual materia de mi
discurso: ¿Quién sabe si con la ayuda de un dios no conmoverán tu espíritu
/ mis palabras de aviso? Bueno es el consejo de un hombre sincero»⁷, Synes.
Regn.14.4–5).
(2) τίς δ’ οἶδ’ εἴ κέν οἱ σὺν δαίμονι θυμὸν ὀρίναις / παρειπών; ἀγαθὴ δὲ παραί-
φασίς ἐστιν ἑταίρου («¿Quién sabe si con la ayuda de un dios no conmoverás
su espíritu / con palabras de aviso? Bueno es el consejo de un compañero»⁸,
Hom. Il. 11.792–793).
Como se puede ver, en esta cita Sinesio se desvía en tres ocasiones del texto
homérico: cita el verso 792 escribiendo τοι en lugar οἱ δέ y ὀρίνω en lugar
de ὀρίναις; al citar el verso 793 sustituye ἐστιν ἑταίρου por ἀνδρὸς ἀληθοῦς.
Hasta donde he podido verificarlo, los aparatos críticos de las diferentes edicio-
nes de Ilíada no recogen esta lectura, por lo que, en mi opinión, Sinesio está
modificando el texto homérico para adaptarlo a sus intereses: Mientras que
en el texto homérico Néstor está invitando a Patroclo, compañero de Aqui-
les, para que le convenza y vuelva al combate, Sinesio se presenta como un
hombre sincero que pretende mover el ánimo del emperador Arcadio, que es
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El Homero de Sinesio
2.2. Veamos la siguiente cita. En esta ocasión, Sinesio cita Hom. Il. 9.238–239
(3) Ἀνδρόνικος γὰρ ὁ τὰ τοιαῦτα πιστευθεὶς καὶ εὐεργέτης τῆς εὐτυχοῦς τῶν
ὑπάρχων οἰκίας ἐσόμενος μαίνεται ἐκπάγλως πίσυνος Θόαντι οὐδέ τι οἶδε
τίειν / ἀνέρας οὐδὲ θεούς· κρατερὴ δέ ἑ λύσσα δέδυκεν («Y es que Andronico,
al habérsele confiado tales secretos y estar dispuesto a ser el benefactor de
la feliz casa del prefecto preso es de una furia terrorífica, confiado en Toante,
y no conoce el respeto / a hombres y a dioses: violenta rabia en él se ha
hundido», Synes. Ep. 79.83–85).
(4) μαίνεται ἐκπάγλως πίσυνος Διί, οὐδέ τι τίει / ἀνέρας οὐδὲ θεούς· κρατερὴ
δέ ἑ λύσσα δέδυκεν («(Héctor) preso es de una furia terrorífica, confiado en
Zeus y no respeta / a hombres y a dioses: violenta rabia en él se ha hundido»,
Hom. Il. 9.238–239).
3.1. Sinesio cita Hom. Od. 9.51 en su carta 130, dirigida a Simplicio, en la que
se queja de los tributos que Cerealio ha impuesto a ciudades vecinas:
⁹ Según Pizzone 2006: 66–67, Sinesio «solía poner juntos el poder de los administradores provinciales
con el de los antiguos tiranos griegos disfrutando de la relativa anécdota».
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(5) τούτων ὀξέως ᾔσθοντο Μακέται, καὶ γέγονε διαδόσιμος ἀπὸ τῶν μιξοϐαρ-
βάρων εἰς τοὺς βαρϐάρους ἡ φήμη. ἦλθον ἔπειθ’ ὅσα φύλλα καὶ ἄνθεα
γίνεται ἦρος («De todo (sc. de los tributos) se enteraron rápidamente los
mácetas y la noticia se ha transmitido de estos semibárbaros a los bárbaros.
Llegaron entonces como lo hacen hojas y flores en la primavera», Synes. Ep.
130.19–22).
La versión aceptada en las ediciones de Von der Mühll, Bérard y West en este
pasaje es la siguiente:
(6) ἦλθον ἔπειθ’, ὅσα φύλλα καὶ ἄνθεα γίνεται ὥρῃ («Llegaron entonces como
lo hacen hojas y flores en la estación», Hom. Od. 9.51¹⁰).
¹⁰ Las traducciones de Odisea son las de García Romero 1993 y 1995, teniendo en cuenta la de Calvo
1987.
¹¹ Una vez en la propia Odisea, otra en las Cuestiones homéricas de Porfirio (ad Il. 2.467–468, en la ed.
de Schrader 1880–1882), 4 en los centones de Eudocia (Schembra 2007) y dos veces en los escolios
(una en los scholia uetera ed. de Dindorf 1855 y otra en la edición de los escolios de Odisea de
Pontani 2015).
¹² Martindale 1980: 408–409.
¹³ Cf. Kazhdan 1991: 754.
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El Homero de Sinesio
lugares distintos lo cita acabado, bien en ἦρος (verso 527 de la primera versión
de su centón), bien en ὥρῃ (verso 1624 de la primera versión de su centón).
Eustacio también parece conocer dos versiones de este verso, ya que indica
que la última palabra puede ser tanto ἦρος como ὥρῃ, y, además, aclara el
significado de esta última.
(7) ὧν καὶ τὸ πλῆθος ἐμφαίνων δηλῶν δὲ καὶ τὴν τῆς πολεμικῆς ἐπικουρίας
ὥραν, ἐπιφέρει. ἦλθον ἔπειθ’ ὅσα φύλλα καὶ ἄνθεα γίνεται ἦρος ἢ ὥρῃ
τῇ τοῦ ἔαρος δηλαδὴ ὡς πολλαχοῦ κεῖται («Indicando la gran cantidad de
ellos y mostrando el apogeo de la ayuda guerrera, añade: Llegaron enton-
ces como lo hacen hojas y flores en la primavera (ἦρος) o en la estación
(ὥρῃ) obviamente de primavera (ἔαρος) como está en muchos sitios»¹⁴, Eust.
Commentarii ad Homeri Odysseam 1.321.38).
En la cita que Eustacio hace del verso homérico, pone en primer lugar ἦρος
y luego ὥρῃ, por lo que se podría pensar que la versión de Sinesio no sería
extraña para él. Además, Eustacio parece necesitar precisar qué estación: la
primaveral ἔαρος, sin contraer. Esto es así porque ὥρη tiene en Homero el
sentido general de «estación» y en particular el de «primavera»¹⁵. Eustacio
escribe ὥρῃ τῇ τοῦ ἔαρος, que es otra forma de referirse a la primavera en
Homero, como en el siguiente verso:
El que Eustacio cite el genitivo sin contraer, junto con el hecho de que la cita
de Sinesio sea la única ocasión en la obra homérica en que aparece esta palabra
en genitivo contraído, lo cual es poco esperable¹⁷, podría ser otro argumento
para no aceptar en las ediciones modernas la lectura de Sinesio. En cualquier
caso, de modo parecido a Eustacio y Eudocia, Sinesio podría haber conocido
las dos versiones. Si terminaba el verso en ἦρος «primavera» era más preciso
que si se indica el genérico ὥρη «estación». Quizá por un afán de precisión,
eligió ἦρος. Sea como sea, podríamos estar ante un ejemplo de una tradición
¹⁴ La traducción es mía.
¹⁵ Cf. LSJ s.u. ὥρα.
¹⁶ Traducción de Crespo 1991.
¹⁷ Cf. Chantraine 1948: 27.
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atestiguada en una época tardoantigua (s. iv–v). Por otro lado, una vez más
Sinesio estaría dando un barniz erudito a su carta¹⁸.
3.2. Veamos la última cita. En el siguiente pasaje, tomado del tratado Sobre la
realeza 20.61 Sinesio cita Hom. Od. 17.487 del siguiente modo:
(9) οὐ Ῥωμαῖοι μὲν περιεγένοντο, ἀφ’ οὗ καὶ τοὔνομα αὐτῶν εἰς ἀνθρώπους
ἠκούσθη, καὶ κρατοῦσιν ἁπάντων, οἷς ξυμμίξειαν, καὶ χειρὶ καὶ γνώμῃ,
καὶ τὴν γῆν ἐπῆλθον, ὥσπερ Ὅμηρός φησι τοὺς θεούς, ἀνθρώπων ὕϐριν
τε καὶ εὐνομίην ἐφέποντες; («¿Es que los romanos no han sido superiores
desde que se oyó su nombre en el mundo? ¿Es que no vencen, tanto con el
brazo como con la mente, a todos con los que se enfrentan? ¿Es que no han
recorrido la tierra, como dice Homero de los dioses, para seguir de cerca la
iniquidad y la justicia de los hombres?», Synes. Regn. 20.57–61).
Como se puede ver, Sinesio cambia el verbo ἐφοράω «supervisar» por ἐφέπω
«dirigir contra, seguir de cerca». En el aparato de referencias de la edición de
West se puede comprobar los diferentes preverbios que han acompañado en
este participio en función del autor que cita el verso: ἀπό, ἐς o κατά. Himerio,
según la edición de West, cita este verso del mismo modo que Sinesio.
No parece que haya una diferencia muy grande en el significado de ἐφοράω
y el de ἐφέπω en este contexto: en ambos casos parece indicarse que se ejerce
un control. Además, el cambio no modifica la métrica del verso. Por ello, quizá
Sinesio está citando de memoria y comete un pequeño error citando con una
palabra que sí aparece en otros lugares de la Odisea a final de verso, como, por
ejemplo, en Hom. Od. 9.121.
4. Conclusiones
A lo largo de este breve repaso hemos podido comprobar que Sinesio de Cirene
cita a Homero y cambia el texto intencionadamente para adecuarlo a sus
propios propósitos en muy pocas ocasiones. Así hace con Hom. Il. 11.792–793
y 9.238–239. Además, hemos visto cómo Sinesio podría estar transmitiendo
¹⁸ La función de esta cita es, según Pizzone 2006: 111, «nobilizadora, que acentúa el pathos».
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El Homero de Sinesio
Referencias bibliográficas
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Resumen: El dominio de la voz del actor en la párodos —un lugar destacado en la obra, tradicio-
nalmente reservado al coro—, es utilizado por Eurípides en Electra para lograr efectos nuevos. La
monodia de Electra, un thrênos por el padre muerto, se convierte en la párodos de esta obra en un
canto de resistencia a través del cual Eurípides concede autoridad a la voz de la protagonista.
Palabras clave: Monodia, párodos, Electra, Eurípides.
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¹ Con el término «entrada» nos referimos al prólogo y la párodos de la obra. Para este concepto y el
de párodos puede verse Schmidt 1971: 1–46.
² Este aumento relativo de la importancia del canto del actor no ha de entenderse, sin embargo,
de manera totalmente lineal. Algunas observaciones al respecto pueden encontrarse en Quijada
Sagredo 2015: 33–35. Sobre el tema, cf. Csapo 2000, quien señala que los cambios se registran en el
siglo v a.C. ya desde finales de la década de los veinte en Eurípides y se constatan también, aunque
de manera más suave, en Sófocles (quien muestra una clara preferencia por el diálogo cantado).
³ Suda, Lexicon 1244 Adler, Focio, Lexicon s.u., Naber, Hesiquio, Lexicon μ 45 Latte.
⁴ Cf. al respecto Schauer 2002. Para una reconstrucción histórica del treno como género poético
puede verse Cannatà Fera 1990: 7–46.
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⁵ Cantos entonados en el momento de la exposición del cadáver, pero que podían acompañar también
la procesión que trasportaba el cuerpo para su cremación o inhumación.
⁶ La monodia es, sin duda, el elemento formal más moderno de la tragedia y que corría el riesgo
de parecer un añadido, algo extraño dentro del género dado el tradicional modo de expresión
del actor, en versos recitados. Dotarla de un contenido tradicional o situarla en proximidad a un
amebeo, como en la párodos, eran medios de integrarla dentro del drama.
⁷ Cf. la distinción entre monodias «diegéticas» y monodias «miméticas» contenida en De Poli 2012.
Las primeras son reconducibles a dos modelos poéticos de la tradición, la elegia y el «nuevo
ditirambo»; las segundas, a los modelos del treno, el himeneo, el peán, el himno, la plegaria y los
cantos de trabajo.
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En las cuatro obras en las que aparece en las tragedias que nos han llegado, esto
es, las dos Electras, la de Sófocles y la de Eurípides, Coéforos de Esquilo y Orestes
de Eurípides, Electra tiene a su cargo versos cantados⁹. En las tres primeras,
que dramatizam el mismo segmento de la leyenda heroica relacionado con el
regreso de Orestes y el matricidio de Clitemnestra, los tres poetas trágicos nos
presentan en la entrada de la obra la situación de Electra, pero la perspectiva
elegida difiere y Sófocles y Eurípides establecen un claro juego interteatral con
Esquilo. Detengámonos en la parte cantada de la entrada, en la párodos.
En Coéforos, la párodos está en boca del coro. Esquilo trae a primer término
ya desde el comienzo de la obra la unión entre la protagonista y el coro en
su forma de responder a la situación de desgracia en que esta se encuentra,
ensalzada en el lamento fúnebre que ambos cantan junto con Orestes, una
vez que se ha producido el reconocimiento. Sófocles y Eurípides adelantan
la lamentación a la párodos y le dan a esta una forma distinta, un amebeo
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entre Electra y el coro en el que la parte cantada por la protagonista cobra una
extensión notable. Dominadas por el canto de Electra, las párodoi de las Electra
de Sófocles y Eurípides están focalizadas claramente por la figura de la joven
y sirven para caracterizarla como un ser aislado y renuente al consuelo.
A ello contribuye la forma en responsión estrófica elegida, que da como
resultado un canto antifonal en el que cada unidad métrica aparece dividida
entre la voz del coro y la de la protagonista, de modo que lo que cada uno de
ellos canta no se responde con lo que canta el otro, sino con su propia voz.
Eurípides resalta aún más que Sófocles el aislamiento emocional de Electra,
que el canto y la forma en responsión estrófica descrita acentúan, haciendo que
al amebeo de la párodos le preceda una monodia, en la que Electra canta para
el espectador su visión de la situación en la que se encuentra.
La monodia de Electra en la tragedia de Eurípides es una pieza de una
complejidad notable, tanto en su estructura métrica (una construcción en
responsión estrófica, con una disposición tradicional esquilea, esto es, con
mesodos astróficos intercalados a lo largo del canto y uso del refrán al comienzo
de la estrofa y la antistrofa en el primer par), como en la utilización de elementos
procedentes de cantos tradicionales diversos: Eurípides los adapta a la situación
de la protagonista que quiere dibujar, dotándolos de un significado especial en
la obra. Estos elementos tradicionales proceden no solo del treno.
En efecto, la monodia de Electra se abre paso inmediatamente después de
la conclusión del prólogo, en cuya segunda escena Electra ha participado.
Electra motiva su salida con la intención de ir a buscar agua con la que ofrecer
libaciones a su padre muerto, así que lo que el espectador espera cuando esta
vuelve a aparecer en escena al comienzo de la párodos es que la joven entre
para cantar el treno anunciado. Pero en un aprosdóketon dramático notable,
Electra aparece entonando un refrán en dímetros anapésticos acatalécticos que
contiene expresiones que evocan un canto de trabajo tradicional («acelera —¡es
hora!— el ritmo de tu pie, ¡oh, camina, camina, llorando!»); a ello apuntan el uso
del coloquial ἔμϐα en vez de ἔμϐαθι¹⁰, la repetición asindética de imperativos
(σύντεινε, ἔμϐα, ἔμϐα), el uso de la interjección ὤ, y la inserción de una frase
nominal con ὥρα.
Electra entra en escena urgiéndose a sí misma a entonar un canto por el
padre muerto, un treno, pero este queda pospuesto propiamente al segundo
par estrófico de su monodia. Electra se refiere en primer lugar a sí misma,
a quien sus conciudadanos llaman la «desdichada Electra»; después mencio-
na a Agamenón, víctima de una pareja indigna, y al hermano ausente. El canto
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se inicia, pues, con una tensión notable entre la atención a sí misma y el la-
mento por el padre y esta tensión preside también la plegaria que pone fin al
primer par estrófico. En efecto, la súplica a Zeus, con elementos propios de
la plegaria tradicional (presencia de un optativo ἔλθοις al principio del verso
135, subrayando la urgencia de la situación), contiene, de un lado, elementos
apotropaicos —Electra ruega a Zeus que la libre de sus fatigas (λυτήρ, E. Or.
136)—, de otro, elementos positivos —Electra suplica al dios para que la ayude
a vengar la sangre de su padre (ἐπίκουρος, E. Or. 138)—.
Esta adaptación de elementos tradicionales a la situación de la protagonista
que quiere dibujar el poeta se da también en el mesodo astrófico del primer
par, donde hay claros ecos, como se ha señalado, de elementos tomados del
área semántica del matrimonio, impregnados, claro está, de un significado
distinto. Así, ese ἔγειρε del verso 125¹¹, o el ἄναγε del verso siguiente, que
también aparece, profusamente repetido, en la monodia que canta Casandra
en Troyanas, al exhortar a bailar y a acompañar con la danza el himeneo que
está entonando (E. Tr. 308, 325, 329 -ἄγε-, 332).
Disimulados en la monodia de Electra, estos elementos que evocan el canto
de boda debían de tener la misión de proyectar un significado concreto para
el espectador, en una tragedia donde el matrimonio cobra un protagonismo
significativo. En efecto, ya desde el comienzo de la obra el poeta subraya
la situación de Electra por lo que se refiere a la ausencia de un auténtico
matrimonio, presentándola casada con un campesino pero sin la posibilidad
de hijos que puedan heredar la casa paterna, en un ambiente humilde que la
segunda escena del prólogo ha realzado; una escena en la que el diálogo de
Electra con el autoûrgos se agota en la mención de las necesidades y trabajos
que acompañan su vida, en contraste con el matrimonio infame de su madre
con Egisto. Que Electra empezara su monodia con un refrán que evocaba
elementos de un canto tradicional de trabajo podía ser inesperado, sí, pero iba
en una dirección que ya la segunda escena del prólogo había marcado: expresar
la excepcionalidad de la situación de Electra y su aislamiento, la pérdida de su
estatus social y familiar.
En la monodia de Electra en la párodos Eurípides utiliza el canto, con sus
asociaciones emocionales notables, como un medio óptimo para expresar los
sentimientos prolongados de rencor y distanciamiento de la protagonista. De
igual manera ocurre en el amebeo que canta con el coro cuando este hace su
aparición en escena, en el que la forma en responsión estrófica descrita acentúa
¹¹ De Poli 2012: 125–127 señala las semejanzas con un canto popular, el canto del risveglio: la monodia
de Electra se adapta así al momento en el que se desarrolla la acción escénica. El autor menciona
los paralelos que ofrece la presencia del verbo ἐγείρω en la monodia de Electra con Danaides de
Esquilo (fr.43 Radt) y con Safo fr. 30.6–9 Voigt.
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Referencias bibliográficas
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Resumen: Presentamos aquí una revisión y comentario del nuevo papiro de la novela de Calígone
publicado como P.Oxy. 5355, 2018.
Palabras clave: Papiros, novela griega.
¹ Se trata de PSI 981, editado por Stephens & Winkler 1995: 267–76, y López Martínez 1998: 145–55,
con un buen comentario.
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Consuelo Ruiz-Montero
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La novela de Calígone
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Consuelo Ruiz-Montero
2.- Fr. 2
Parece lógico deducir que Calígone responde a las preguntas de la reina acerca
de su patria y familia, siguiendo un modelo que es formular desde la Odisea
y deviene un tópos en las novelas². Por su parte, el río Borístenes está bien
documentado desde Hdt. 4.47.4, 53.1. Hdt. 4.78.3 cita la ciudad homónima como
fundación milesia, y aún Hdn. De prosodia catholica 3.1.70, se hace eco de esta
noticia.
En ll. 6–7 Parsons propone, con dudas, leer Εὐ]βίοτος, personaje que aparecía
ya en PSI 981, donde impide a Calígone el suicidio, como veremos más adelante.
No obstante, el editor inglés advierte ya que las palabras que le dedica ahí
Calígone: «ὦ πάντων ἀνθρώ[π]ων κάκιστε…», no son las más adecuadas para
dirigirse una hija a su padre. Efectivamente, no pensamos que sea necesario
² Od. 1.169–172, Charito 3.7.1, Ach.Tat. 1.3.1. Ya antes en Parténope, PBerol. 21179 col. i, 23, en el
contexto de un banquete.
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La novela de Calígone
leer aquí ese nombre. Es cierto que el sufijo Εὐ- es muy productivo en griego
formando nombres propios, por lo que aquí sería verosímil un nombre de ese
tipo, pero también se podría pensar en un término que designara la conducta
piadosa de su padre, u otra cualidad positiva, tal como leemos en Ephor. Fr.
2a, 70, F158.7–19, que califica de εὐσεϐῆ πάνυ, a los pueblos nómadas vecinos
de los escitas, y de εὐσημότατον al pueblo sármata. Interesante es también el
nombre «Eupatoria» de la ciudad que fundó Mitrídates Eupátor junto a Amisos,
en App. Mith. 78.
En l. 8 το ὑμετε- (¿ἔθνος?) podría aludir a la relación del pueblo de Calígone
con las Amazonas (¿φίλος?), o a su vecindad geográfica. Parsons apunta que
lo lógico es que la nave de Calígone haya llegado al país de las Amazonas
orientales, el actual mar de Azov.
Por su contenido seguiría ahora la columna ii del fragmento 1, como bien
observa Parsons, que reproducimos:
δ .[ 10
π . .[
κν[
επε̣ . [
ϊπ . [
αγ̣ . . [ 15
ε̣ . . [
Μαιῶτ̣αι ἡ̣ μεῖν
νοι, ἄρχει δὲ κἀκείν[ων γυ-
νή. ἡ δὲ̣ Καλλιγόνη [
ρωτ̣α̣ . π̣ . [ . ]μεν̣ . [ . . . . . 20
Μαιωτ̣ῶν . . [ ]ει . [
τε και . . . . . ε̣ω̣ϲ. ὅπωϲ̣ δὲ
] . . αι . . των Ἀμαζό̣ νων καὶ ο
. . . . . . . . . . . . . . . μ̣ον̣ . α̣ ι ̣ .
. . . ϲ̣ . . . . . . . . κ̣α̣ι ̣ . . . . . 25
πλιϲιν . . . . . . . . . ἐ̣ϕα̣ ί-̣
νετο αὐτῆι ὑπὸ ἀκοϲ̣μ̣ία̣ ̣ [ϲ
βλάπτεϲθαι, διακρε[ί ]ν̣[ου-
ϲα λόχουϲ ἐποίηϲε καὶ λ̣ ο[χα-
γο]ὺϲ ἐπέϲτηϲεν καὶ ϲυν- 30
θ]ήματα ἐδίδ[αξεν] ὑϕ’ ὧν
μ]αχεῖϲθαι τ̣[ ] . μάχην χρη
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 504 — #504
Consuelo Ruiz-Montero
Por el pronombre ἡ̣ μεῖν de l. 17, que equivale a ἡ̣ μῖν, con itacismo, deducimos
que se trata de un estilo directo. Parsons ve aquí un discurso de Temisto a las
Amazonas en el que les informaría de su posible alianza con los mayotas,
mandados también por una mujer, Calígone, y se pregunta si las líneas 17-19
son el final del discurso. En l. 17 propone leer, entonces, κoινωνoί, referido
a los mayotas, lo que es plausible. Pero Parsons sugiere también que otras
tribus pueden englobarse bajo κἀκείν[ων (l. 18), basándose en textos como Luc.
Tox. 54, donde un ejército de griegos, alanos, y saurómatas, es conducido por
Eubíoto, posibilidad que sería reforzada por el hecho de que [καὶ Ἀλανο][ί es
paleográficamente admisible asimismo en l. 17.
En líneas 19–20 Parsons propone, con dudas, leer ἡ Καλλιγόνη…ἔρωτα
ἀπω(σα)μένη, basándose en textos como Hld. 1.11.3 καὶ ἡ πολλάκις πειρῶντά
με ἀπωσαμένη. Pero pensar en la mención de un episodio erótico, el rechazo
de un amor, dentro de un discurso a las Amazonas parece poco verosímil
aquí. En nuestra opinión, el estilo directo acabaría en l. 19. Sugerimos, en-
tonces, que en esa misma línea Calígone está preguntando a Temisto sobre
sus aliados en el combate futuro que van a liderar ambas mujeres. Propone-
mos leer aquí ἡ Καλλιγόνη ἐπερωτᾷ πῶς…., o similar, basándonos en textos
como los siguientes: Pl. Gorg. 448e6 ἀλλ’ οὐδεὶς ἐρωτᾷ ποία τις ἡ Γοργί-
ου, X. Mem. 4.3.16 ὅταν τις αὐτὸν ἐπερωτᾷ πῶς ἂν τοῖς θεοῖς χαρίζοιτο,
ἀποκρίνεται.
Las líneas que siguen relatan sin duda un episodio bélico, pero están muy
mutiladas. No obstante, la lectura ὁπλίσιν propuesta por Parsons para l. 26 es
convincente, y podía hacer referencia al armamento que se ciñe Calígone.
Las tres líneas que siguen están también llenas de lagunas. Es probable la
mención del ejército de las Amazonas en l. 23, y en l. 26 Parsons cree, por las
huellas paleográficas, un sustantivo como στρατός o κράτος puede ser el sujeto
del verbo ἐ̣ϕα̣ ί ̣νετο de la misma línea, lo que tiene un sentido. Añadamos que,
desde el punto de vista sintáctico, una conjunción causal parece necesaria al
comienzo de esa sentencia. En cualquier caso, el texto parece responder a una
narración en tercera persona, y resulta claro que una mujer es la protagonista
de las formas verbales de sus últimas líneas, cuya traducción sería: «(como) le
parecía a ella que el (¿ejército?) era dañado por la indisciplina, dividiéndolo
formó compañías, estableció comandantes, y les dio instrucciones según las
cuales era preciso entablar batalla…». El sujeto de todo este episodio bélico
parece ser Calígone, citada antes en l. 19.
Parsons cita adecuadamente Ach.Tat. 4.11.2, indicando que, en nuestro ca-
so, el verbo esperado, ἐδίδου, no se ajusta al espacio del papiro. Igualmente,
esperaríamos el artículo τήν delante del sustantivo μάχην, pero los trazos
paleográficos impedirían la ν final.
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“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 505 — #505
La novela de Calígone
³ Cf. A.R. 2.965, 995; catálogo de Amazonas, con nombres parlantes, en D.S. 2.46.4.
505
“Crespo-master” — 2020/10/1 — 21:17 — page 506 — #506
Consuelo Ruiz-Montero
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La novela de Calígone
a los que guió junto a griegos y alanos, contra los escitas, como cuenta Luc.
Tox. 54, que incluye una historia romántica.
La hipótesis tradicional, previa a la aparición de los nuevos fragmentos, de
que aquí Calígone estaría ocultando su verdadera personalidad «disfrazada» de
Temisto, carece de fundamento. Calígone está actuando como mujer guerrera
que es, y el episodio puede corresponder a un momento muy avanzado de la
intriga en que la protagonista intente recuperar su trono y patria junto a su
amigo y aliado Eubíoto. La ambivalencia de Calígone, quien se compara en
valentía con la Amazona Temisto, a la vez que se distingue de ella y afirma
que es griega, parece hacerse eco de la Medea de Eurípides (López Martínez
1998: 153; Ruiz-Montero 2011: 401). Sus palabras constituyen un alegato de
nacionalismo helénico.
Esa actitud de Calígone, así como los nombres citados, y el propio contexto
escita, enlazan la novela con la Segunda Sofística⁴. Otro de sus autores, Polieno,
relata historias románticas de mujeres guerreras, como Tirgatao (8.55) o Amage
(8.56). Sin duda todos estos autores comparten un material, oral y escrito, de
carácter más o menos histórico y de distinta antigüedad (Braund 2005: 43–45),
pero las diferencias de estructura entre la novela y esos otros géneros o sus
fuentes son decisivas a la hora de diferenciarlos, y ello nos parece fundamental
para el estudio de su cronología y desarrollo.
Referencias bibliográficas
⁴ A destacar la lectura ξ[υμ-] / [φο]ραῖς στρεφομένη (ll. 24–25), arcaísmo que nos lleva a comparar
nuestro texto con otros de Dión de Prusa y la Anábasis de Arriano, patente también en autores
muy retóricos del s. iv d.C., según TLG. No sabemos hasta qué punto podemos considerar como
aticismo el uso de πρώην (fr. 2, l. 6), que aparece en Luciano y aticistas.
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Consuelo Ruiz-Montero
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Resumen: Este trabajo pretende contribuir a identificar las fuentes literarias manejadas por
Jámblico en su novela Babiloniacas, fr. 1 Habrich (= 2 Barbero). Se concluye que el fragmento es
probablemente deudor de pasajes de la obra de Jenofonte, especialmente de la Ciropedia.
Palabras clave: Jámblico Sirio, Babiloniacas, novela griega, Jenofonte, intertextualidad.
La novela de Jámblico es una de las muchas novelas griegas que solo conocemos
fragmentariamente, mediante tres tipos de testimonios¹. Gracias al extenso
epítome de Focio, en el códice 94 de su Biblioteca, podemos hacernos una idea
general de su argumento². Tenemos también un buen número de fragmentos
literales muy breves en el léxico Suda, quizá más de un centenar. Además, han
sobrevivido nueve excerpta o extractos literales de la novela³. En el presente
* Trabajo elaborado en el marco del proyecto de investigación FFI2014-55244-P, financiado por el
Ministerio de Economía y Competitividad de España.
¹ Usaré las dos ediciones modernas que incluyen todos los fragmentos (Habrich 1960 y Barbero 2015,
en lo sucesivo H. y B.), citando según página y línea de ambas. El texto será el de Barbero, salvo
indicación expresa. En casos concretos citaré también la excelente traducción al español de Crespo
Güemes 1982: 420–445.
² Acerca del argumento y las características literarias de la novela, pueden consultarse las introduc-
ciones de Crespo Güemes 1982: 385–393, Stephens & Winkler 1995: 179–189, Ruiz Montero 2006:
129–133, Barbero 2015: 1–6 o Sevieri 2017: 7–22 y 99–101 (comentario, 59–95). Es recomendable la
documentada exposición de Braccini 2015: vii–xxiv.
³ Son los frs. 1, 4, 34, 35, 60, 61, 85, 86 y 96 H. (respectivamente 2, 68, 32, 33, 67, 69, 88, 65, 105 B.).
Excepto el fr. 61 H. (= 69 B.), conservado en un palimpsesto, los demás corresponden a extractos
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de una syllogé incluida en una rama de la tradición manuscrita de los epistológrafos griegos. Son
fragmentos breves, excepto el palimpsesto y los frs. 1 y 35 H. (= 2 y 33 B.), ya que estos cubren
entre una y tres páginas de texto en las ediciones modernas. Sobre los diferentes testimonios, cf.
Barbero 2015: 15–16 (Suda), 16–18 (palimpsesto), 18 (syllogé) y 18–33 (mss. de los excerpta).
⁴ Muy probablemente se trata del malvado Garmo, rey de Babilonia que se enamora de la protagonista
Sinónide (cf. Focio 94.2). Sobre las hipótesis acerca del lugar que ocupaba el fragmento en la novela,
cf. Barbero 2015: 121.
⁵ Di Gregorio 1963: 391. Lo citan, por ejemplo, Borgogno 1975: 107 y Crespo Güemes 1982: 420,
n. 62.
⁶ Di Gregorio 1963: 392.
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persas. Pero lo cierto es que Caritón solo dedica a ello muy pocas líneas (final
de 6.4.1 y 6.4.2), todas referidas al rey. En primer lugar se habla de la comitiva,
que queda despachada con la frase ἱππεῖς κεκοσμημένοι καὶ Περσῶν οἱ ἄριστοι
καὶ τῆς ἄλλης στρατιᾶς τὸ ἐπίλεκτον, nada que ver con la pormenorizada
descripción de Jámblico. Seguidamente se incluye una breve descripción de
cómo Artajerjes va vestido y armado. Tan solo aquí hay una ligera coincidencia
verbal con Jámblico: el rey monta un caballo de Nisa con bridas de oro. Pero
lo primero es solo un lugar común, como ya he señalado, y para las bridas
se usa χρύσεον…χαλινόν, y no el compuesto χρυσοχάλινον de Jámblico. Las
coincidencias verbales consisten solo en προμετωπίδια καὶ προστερνίδια,
o testeras y petrales (piezas que protegen la testa y el pecho del caballo). Es
llamativo que la guarnición del caballo esté incompleta, al no mencionarse
los quijotes o piezas para los costados (παραμηρίδια o παραπλευρίδια), que
después encontraremos en diferentes textos de Jenofonte.
Finalmente, ambas descripciones del rey difieren en aspectos básicos: en
Caritón monta a caballo y no lleva cetro, sino espada y dos jabalinas, más el
arco con su aljaba; en Jámblico avanza en un carro de marfil y sostiene un cetro
también de marfil. Es cierto que estas diferencias se pueden explicar en parte
porque los contextos son diferentes: una cacería en Caritón y lo que parece un
desfile conmemorativo en Jámblico. Pero, en todo caso, la mínima semejanza
verbal entre los textos revela que Jámblico no ha tenido en cuenta el relato
caritoneo para elaborar el suyo.
Se puede concluir que no hay suficientes indicios de que la posible influen-
cia en el fragmento de Jámblico de los pasajes caritoneos examinados haya
alcanzado el nivel textual.
El panorama es otro con respecto a Jenofonte. Empezaré por hacer constar dos
datos de importancia. En primer lugar, en un trabajo antiguo sobre materia muy
diferente, Naechster ofreció una lista de pasajes del historiador que podrían
haber sido objeto de imitación por Jámblico en el fragmento que nos ocupa¹¹.
No es de extrañar que la mayoría de ellos pertenezca al tratado de Jenofonte
περὶ ἱππικῆς o De re equestri (Eq.). Son vocablos o expresiones referidos a los
caballos descritos por Jámblico, sobre todo al final de la primera parte del
excerptum y durante toda la segunda parte. En resumen, del conjunto de los
pasajes listados por Naechster se deduce que en el fr. 1 H. (2 B.) hay sin duda
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¹⁷ Ambos términos también en 2.4.6, como símbolo del lujo persa, esta vez junto con la púrpura:
(Ciro) πορφυρίδα ἐνδὺς καὶ ψέλια λαϐὼν καὶ στρεπτὸν περιθέμενος.
¹⁸ De nuevo las bridas de oro en Cyr. 8.3.16 οἱ δ’ (…) ἵπποι παρήγοντο χρυσοχάλινοι.
¹⁹ Los códices leen στερνιδίοις, que imprimen Habrich y Barbero. A mi juicio, los pasajes jenofon-
teos que menciono seguidamente plantean la posibilidad de que en Jámblico corresponda editar
〈προ〉στερνιδίοις. En cuanto a la frase eliminada, la suprimió Habrich, seguido por Barbero, pero
los paralelos de Jenofonte no favorecen esa necesidad. Por último, obsérvese la nueva aparición de
χρυσοχάλινοι.
²⁰ Cf. An. 1.8.7 προμετωπίδια καὶ προστερνίδια.
²¹ Naechster 1908: 59. Sobre las dos partes del texto, véase el comienzo del apartado 2.
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ταῦτα παραμηρίδια ἦν καὶ τῷ ἀνδρί. Pero un paralelo aún más cercano es Cyr.
6.4.1: ὥπλιζον δὲ καὶ ἵππους προμετωπιδίοις καὶ προστερνιδίοις · καὶ τοὺς μὲν
μονίππους παραμηριδίοις, τοὺς δ’ ὑπὸ τοῖς ἅρμασιν ὄντας παραπλευριδίοις.
El texto ofrece los mismos cuatro términos que Jámblico²², e igualmente adju-
dica a los jinetes los παραμηρίδια, mientras que los παραπλευρίδια quedan
como protectores de los caballos de los carros. Y obsérvese también el carácter
formulario de la descripción, con ejemplos en ambas obras jenofonteas.
Hay ejemplos que aisladamente pueden ser discutibles, por consistir en
meras coincidencias verbales sin dependencia directa. Pero secuencias de
palabras repetidas en la Ciropedia como las de d) y f) y, especialmente, todas
las coincidencias en su conjunto, permiten considerar verosímil la hipótesis de
que Jámblico conocía la Ciropedia, y que tomó de ella terminología para crear
su propio relato²³.
4. Conclusiones
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Referencias bibliográficas
posible hipotexto del fragmento estudiado requeriría un análisis más amplio, que no me es posible
abordar aquí.
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A brave new world? Dystopian echoes from ancient greek utopian discourse
Abstract: The aim of this paper is to observe the aspects that make reference to the language and
literature in the Ancient utopian societies. We will examinate how these linguistic topics have
also given a background to the modern dystopia. Some characteristics from the Ancient utopia
would be taken in this new genre to create a represive world in modern literature.
1. Introducción
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¹ Cf. Lauriola 2009: 19: «When the present conditions seem to worsen more and more, it is common
to dream of another life and of another world that are not simply “other” than the present, but
also a perfection of the present».
² Cf. Crespo Güemes 2001.
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³ Existe también la teoría de que es el «buen lugar», pues el término se habría formado por compo-
sición a partir de εὐ «bien» + τόπος «lugar». Tal interpretación se ajustaría con más frecuencia
a las ficciones antiguas.
⁴ Por tratarse de una literatura en la que «confluyen descripciones de países, de gentes, costumbres,
situaciones, etc. en proporciones muy diversas, pero con intención “realista”» cf. Regales 1983: 83.
⁵ Así lo demostró en su segundo viaje a Siracusa. Cf. Mosterín 2006: 233.
⁶ Estos dos diálogos le sirven al filósofo para exponer las virtudes de la organización ideal de la
República aprovechando la imagen del enfrentamiento con otro pueblo de rasgos opuestos cuya
derrota se debería precisamente a las perversiones de la sociedad. Cf. Schiappa de Azevedo 2009:
97–106.
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categoría toda aquella poesía que no tiene por objeto alabar a los hombres ni
a los dioses, sino que se enmarca en el cuadro de lo ficticio; desde Homero
hasta los trágicos, todos ellos han de ser expulsados de la nueva República.
Tal decisión se relaciona estrechamente con el concepto platónico del alma
dual, dividida entre las pulsiones del mundo físico, engañoso e ilusorio, y la
tendencia a la verdad imperecedera del mundo de las ideas. En su «mezquina
condición de imitación de imitaciones» (Fernández Galiano 1999: 45), el peligro
de la poesía imitativa es alejarnos de la verdad auténtica de las cosas.
Así pues, la poesía supone una amenaza porque podría desestabilizar las bases
del nuevo sistema que se propone. Ese sistema está fundamentado en la validez
de un paradigma filosófico que sustentaría, a su vez, una práctica ética y política
acorde con él. El motivo de desterrar la poesía imitativa de esta nueva sociedad
es que su práctica y el ritual colectivo que se establece en torno a ella pone en
duda ese paradigma, puesto que exalta los aspectos más viscerales del individuo
y —he aquí el verdadero peligro para la teoría de Platón— lo hace de forma
admirable, suscitando que quien participa de esa poesía la disfrute y por tanto
la defienda. Es decir, el auténtico peligro que entraña la poesía es que puede
conducir a la discrepancia del planteamiento propuesto por el sistema.
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para alejar más aún a esta nueva sociedad de la del lector, al proponer que
sus miembros hablen una lengua diferente o que ni siquiera tengan la misma
relación con el hecho íntimo de comunicarse. Es lógico también presuponer
que un mundo que pretende aparecer como mejor que el conocido busque
alcanzar una «lengua perfecta» que no dé lugar a problemas de incomprensión
o malentendido alguno. En suma, es frecuente que, cuando se nos presenta
una utopía, también nos encontremos con el motivo de la uglosía, término con
el que se pueden definir «las lenguas que se diseñan en espacios y tiempos
[inexistentes]» (Galán Rodríguez 2009: 13).
La literatura griega antigua está poblada de descripciones de sociedades
exóticas dotadas, a su vez, de lenguas propias, tan extrañas como atractivas. El
ejemplo de Yambulo, transmitido por Diodoro en su Biblioteca Histórica, resulta
especialmente impactante. La sociedad del archipiélago Heliópolis presenta
una capacidad pragmática asombrosa:
Los habitantes de la isla eran, tanto por sus peculiaridades corporales como
por sus costumbres, muy diferentes a los de nuestro mundo (…). Tenían la
lengua doble en una cierta extensión, y además dividían la parte interior de
modo que venía a ser doble hasta la base. Por ello tenían la capacidad
de emitir la máxima variedad de sonidos, imitando no solo todos los lenguajes
articulados propios del hombre sino también los múltiples sonidos de los
pájaros (…). Lo más sorprendente de todo era que hablaban perfectamente
con dos interlocutores, respondiéndoles y tratando con propiedad de las
circunstancias del caso; pues con una mitad de la lengua conversaban con
uno y a su vez con la otra, de modo similar, con el otro (D.S. 2.56.6–7)⁸.
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perfecto: no hay libros allí. Están prohibidos y el cuerpo de bomberos los busca
para quemarlos. Cuando el jefe de bomberos Beatty explica las razones de tan
brutal decisión, deja claro que el motivo de no querer libros en su mundo es
muy semejante al que impulsa a Platón a expulsar la poesía de su República:
cree que, al estar tan alejados de la verdad, podrían confundir a las masas
y acabar con la paz:
5. Conclusión
Las utopías antiguas dan cuenta de cuán inherente e incluso necesario resulta
para nuestra especie imaginar que todo lo que existe puede cambiarse y mejo-
rarse, desde la organización de la sociedad hasta su lenguaje. A través de la
¹¹ Traducción de Francisco Abelenda.
¹² Traducción de Miguel Temprano García.
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distopía moderna es posible volver a reflexionar sobre los peligros que entraña
la búsqueda obsesiva de la perfección en un mundo donde la quietud absoluta
es sencillamente imposible, donde la tristeza nos consumiría si no hubiera
ficción o poesía, donde reducir nuestra gramática equivaldría a condenarnos al
silencio. Tanto unas como otras demuestran cómo, desde hace más de dos mil
años y hasta el día de hoy, seguimos soñando, aun a riesgo de equivocarnos,
con un mundo mejor, ya sea en el futuro o en los confines de la Tierra.
Referencias bibliográficas
Bradbury, R. (1953): Fahrenheit 451, Nueva York, [Madrid, Minotauro, 2005. Trad.
Francisco Abelenda].
Claeys, G., (2017): Dystopia. A natural history, Nueva York, OUP.
Crespo Güemes, E. (2001): «La lengua y la escritura en las utopías de la literatura
griega antigua», en M. Alganza Roldán et al. (coords.), EPIEIKEIA: Studia graeca in
memoriam de Jesús Lens Tuero, Athos – Pergamos, Granada.
Galán Rodríguez, C. (2009): Mundos de palabra: utopías lingüísticas en la ficción literaria,
Badajoz, Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz.
Lauriola, R. (2009): «The Greeks and the Utopia: an overview through ancient Greek
Literature», Revista Espaço Acadêmico 97, 109–124.
Lens Tuero, J. & Campos Daroca, J. (2000): Utopías en el mundo antiguo, Madrid, Alianza.
Mosterín, J. (2006): La Hélade, Madrid, Alianza.
Orwell, G. (1948): 1984, Londres [Madrid, Debolsillo, 2013. Trad. Miguel Temprano
García].
Regales, A., (1983): «Para una crítica de la categoría literatura de viajes», Castilla:
Estudios de literatura 5, 63–86.
Schiappa de Azevedo, Mª T. (2009): «Atlântida: Distopia Platonica, Utopia Europeia», en
Mª F. Silva (coord.), Utopias & Distopias, Coimbra, Universidad de Coimbra, 95–106.
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* El autor prepara para Alma Mater, junto con Luis Galván (Universidad de Navarra), una edición
bilingüe de la Poética. Debo agradecer a este profesor la atención que prestó a una versión previa
del artículo. Soy responsable de cualquier error que contenga.
¹ Para las apariciones de φαντασία en el corpus, cf. Bonitz 1870: 811–812; para φαντάζομαι, cf.
Bonitz 1870: 811. Heath 2009 se refiere en varios momentos a la φαντασία en la Poética en relación
con la psicología cognitiva de Aristóteles y sus implicaciones para el tratado.
² Cf. Liddell, Scott & Jones 1940⁹ (s.u.).
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οὕτω γοῦν εἰδωλοποιΐας αὐτὰς [i. e., τὰς φαντασίας] ἔνιοι λέγουσι· καλεῖται
μὲν γὰρ κοινῶς φαντασία πᾶν τὸ ὁπωσοῦν ἐννόημα γεννητικὸν λόγου
παριστάμενον· ἤδη δ’ ἐπὶ τούτων κεκράτηκε τοὔνομα ὅταν ἃ λέγεις ὑπ’
ἐνθουσιασμοῦ καὶ πάθους βλέπειν δοκῇς καὶ ὑπ’ ὄψιν τιθῇς τοῖς ἀκούουσιν
(Longin. 15.1)⁴.
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El primer pasaje se halla en el capítulo 17, cuyo tema son algunas obser-
vaciones adicionales sobre el argumento de la obra dramática⁷. El capítulo
comienza (1455a22-29) señalando la necesidad de que el tragediógrafo visualice
el argumento que quiere desarrollar en su obra:
⁷ El núcleo de la exposición sobre el μῦθος se halla entre los capítulos 7 y 14; después de que el
15 hable básicamente de los caracteres, los capítulos 16 a 18 tratan de nuevo sobre el argumento.
Richard & Molina 2019 también indican la relación de este pasaje con la φαντασία.
⁸ Para los problemas textuales de la cita, cf. Tarán & Gutas 2012: 273, 398.
⁹ Cf. βλέπειν… ὄψιν… εἶδεν… θεάσασθαι (Longin. 15.1.2).
¹⁰ Aristóteles emplea una expresión análoga, πρὸ ὀμμάτων ποιεῖν, en Retórica 1386a34, 1410b34
y 1411b24. El último de estos pasajes aplica implícitamente a la retórica la noción de φαντασία,
aun sin usar el término; cf. Richard & Molina 2019.
¹¹ Sobre la relación de φαντασία y ἐνάργεια, cf. infra.
¹² Cf. ὃ δὲ ἐφαντάσθη (Longin. 15.2).
¹³ Los receptores a los que tiene en mente Aristóteles son espectadores que ven la obra (τὸν θεατὴν…
τῶν θεατῶν). Pseudo-Longino (15.1–2), cuando se refiere a los receptores, habla de oyentes (τοῖς
ἀκούουσιν… ἀκούοντας), también en el caso de las tragedias de Eurípides.
¹⁴ Sobre los problemas textuales del pasaje, cf. Tarán & Gutas 2012: 273.
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Este pasaje del capítulo 17 guarda relación con otro del 24, capítulo que trata
sobre las diferencias entre la épica y la tragedia. El texto en cuestión se refiere
al distinto papel que les corresponde a lo asombroso y lo ilógico en uno y otro
género:
δεῖ γὰρ καὶ ἄνευ τοῦ ὁρᾶν οὕτω συνεστάναι τὸν μῦθον ὥστε τὸν ἀκούοντα
τὰ πράγματα γινόμενα καὶ φρίττειν καὶ ἐλεεῖν ἐκ τῶν συμϐαινόντων· ἅπερ
ἂν πάθοι τις ἀκούων τὸν τοῦ Οἰδίπου μῦθον (Arist. Po. 1453b 3–6)¹⁵.
¹⁵ El texto debe de aludir al «argumento del Edipo», no a su leyenda; cf. Janko 1987: 105–106.
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πάντ’ ἔχει ὅσαπερ ἡ ἐποποιία (…), καὶ ἔτι οὐ μικρὸν μέρος τὴν μουσικήν καὶ
τὰς ὄψεις, δι’ ἧς αἱ ἡδοναὶ συνίστανται ἐναργέστατα· εἶτα καὶ τὸ ἐναργὲς
ἔχει καὶ ἐν τῇ ἀναγνώσει καὶ ἐπὶ τῶν ἔργων (Arist. Po. 1462a 14–18).
²⁰ En defensa del texto transmitido, cf. Tarán & Gutas 2012: 302.
²¹ Cf. Janko 1987, 2011.
²² Sobre la ausencia de referencias a la inspiración en la Poética, cf. Tarán & Gutas 2012: 227 (n. 3),
241, 274, 400. Sobre la postura de Platón, cf. Giuliano 2005. El primer texto de Pseudo-Longino
citado (15.1) se refiere al entusiasmo y la pasión (πάθος) como fuerzas que mueven al poeta.
²³ φαντασία γὰρ ἕτερον καὶ αἰσθήσεως καὶ διανοίας (Arist. de An. 427b14). Cf. Schofield 1978,
Watson 1982, Carbonell 2015.
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Referencias bibliográficas
Schofield, M. (1978): «Aristotle on the Imagination», en G.E.R. Lloyd & G.E.L. Owen
(eds.), Aristotle on the Mind and the Senses, Cambridge, Cambridge University Press,
99–141.
Tarán, L. & Gutas, D. (eds.) (2012): Aristotle. Poetics. Editio Maior of the Greek Text with
Historical Introductions and Philological Commentaries, Leiden, Brill.
Togni, P. (2013): «“Vedere le Erinni”. La fantasia oratoria nel capitolo 15 del trattato Sul
sublime», en S. Marino, A. Stavru & F. De Martino (eds.), Ekphrasis, Roma, Aracne,
59–79.
Togni, P. (2013–2014): «“Enargeia” e “phantasia” nel capitolo 15 del trattato Sul sublime:
le fonti dello Pseudo Longino», INCF 13, 217–238.
²⁴ Para el empleo postaristotélico de φαντασία, cf. Togni 2013–2014. Como indican este trabajo
y Dross 2004, Pseudo-Longino despoja la palabra de las connotaciones epistemológicas y morales
que tiene en la filosofía estoica.
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Resumen: Reflexión sobre las particularidades de Baelo Claudia, por su raigambre púnica, expre-
sadas en la estatua de Trajano.
Palabras clave: Baelo Claudia, romanización, etnicidad urbana, culto imperial romano.
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¹ Sir Ronald Syme 1983: 64 lo consideró «ugly and vulgar», inapropiado como término referible
a una política deliberada de «romanización» tan cuestionable que resulta desaconsejable su uso,
una advertencia recordada después en numerosas ocasiones (p.e., por su compatriota Keay 2001:
122). A lo inapropiado y equívoco del término —y del concepto— tuve ya ocasión de referirme en
mi estudio de 1981: 35 y passim.
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Figura 1 – Planta del centro monumental de Baelo Claudia (tomado de Bonneville et al.
2000: 16, fig. 4)
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Es el caso de Baelo Claudia, una notable ciudad situada a la boca del estre-
cho de Gibraltar, en una zona de fuerte presencia fenicia presidida por Gadir
(Cádiz). Excepcional por su buena conservación y por haber sido objeto de una
fructífera investigación arqueológica a lo largo de cien años, Baelo Claudia ha
sido tradicionalmente considerada una ciudad romana sin más³, pese a que
su nombre, sus emisiones monetales con letreros y tipología púnicos, y mu-
chos testimonios, sobre todo de sus características necrópolis, denunciaban
su raigambre púnica. La investigación de los años últimos ha puesto a la luz
esa realidad incontestable, con la contundente prueba del descubrimiento de
² Lo explicaba hace unos años, cf. Bendala 2006, valiéndome de una metáfora culinaria, equiparando
la integración de ingredientes diversos y reconocibles en las realidades provinciales con una
menestra de verduras.
³ Es significativo el título del libro básico de síntesis de la investigación moderna sobre la ciudad,
Baelo Claudia, una ciudad romana de la Bética, firmado por uno de sus investigadores principales,
el francés Pierre Sillières 1997.
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una cercana urbe en alto, en el punto serrano conocido como Silla del Papa,
que fue la urbe primera de la ciudad de Bailo, donde se acuñaron las mone-
das que son su mejor documento oficial y donde medró una ciudadanía con
capacidades suficientes como para promover la creación en época de Augusto
de una urbe nueva en la costa. Se buscó incentivar la economía basada en la
explotación de los recursos del mar, que el imperio de Roma demandaba en
cantidades ingentes, y dotarse de una romanitas urbanística que incorporaba
a los baelonenses a la situación política determinada por el triunfo de Roma
y por el afán de los baelonenses, aspirantes a los privilegios que otorgaba tener
la ciudadanía romana.
Dotarse de una nueva urbe no implicaba dejar de ser la comunidad política
que era antes del traslado, como hace ver el mantenimiento de su nombre. La
Baelo de la nueva urbe no era una ciudad estrictamente romana, era una ciudad
parcial y formalmente «romanizada», que es cosa distinta. No fue fundada por
Roma, sino transformada por su influencia y la presencia creciente de gentes
itálicas y romanas, sumados a la iniciativa en la misma dirección de las propias
élites de raigambre púnica o bástulo-turdetana, como ocurrió en Gadir, donde el
fenicio Balbo el Menor decidió dotar a su ciudad de una nueva urbe a la romana.
La renovación se inició siendo Baelo una ciudad peregrina en el imperio de
Roma, una civitas stipendiaria que mantenía sus órganos administrativos, leyes,
costumbres y magistrados propios.
La evidente romanización arquitectónica y urbanística del nuevo centro
era expresión, sin duda, de los cambios crecientes en el sistema político y en
los comportamientos cívicos de la ciudad, que en tiempos de Augusto debió
de adquirir la condición de oppidum latinum y posteriormente, en época de
Claudio, la más alta de municipium civium Romanorum (Sillières 1997: 28–29).
Pero no era una ciudad desarrollada solo desde y por Roma, lo que haría
aconsejable no considerarla simple y unívocamente romana. Entre otras cosas
porque ello ha impedido ver que determinados aspectos de su realidad y de la
tipología y la apariencia de sus edificios, emblemas e iconos, podían deberse
a su condición inicial no romana. Las tenidas por «anomalías» o «rarezas»,
porque no se ajustan a los modelos romanos, no son sino la manifestación de
su raigambre ciudadana.
Es lo que ocurre con el centro monumental más importante de la urbe (Fig.
1 en la página 537), presidido por los tres templos en batería ante la plaza del
foro, interpretados desde que fueron excavados como el Capitolio de la ciudad
«romana» (Bonneville et al. 2000), lo que es, en mi opinión, insostenible, como
argumenté precisamente en la publicación dedicada en homenaje a Pierre
Sillières (Bendala 2010). La disposición de los tres templos se explica mejor
en función de la tradición púnica, de su gusto por la veneración de los dioses
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⁵ Sabatino Moscati tuvo particularmente en cuenta la significación del templo de Sardus Pater,
tenido inicialmente como un particular templo romano de advocación desconocida, que estudios
posteriores revelaron ser un templo de viejas raíces nurághicas y conformado en época púnica
y dedicado al dios Sid. Numerosas inscripciones votivas púnicas permitíeron la identificación del
dios, aludido a menudo como babay («padre»), que anticipaba la designación latina de Sardus
Pater (expresamente indicada en el frontispicio del templo en una restauración llevada a cabo en
época de Caracalla). La continuidad en época romana se hacía evidente, con reestructuraciones
determinadas por lo que Moscati calificó de «condicionamiento púnico», con mantenimiento de la
orientación originaria del templo y de su disposición en planta alargada propia de los templos
semitas. Cf. Moscati 1993: 69–76.
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Figura 4 – Togado colosal, con cabeza de Trajano, hallado en la basílica de Baelo. Museo de
Arqueología, Bellas Artes y Etnografía de Cádiz (Fot. M. Bendala)
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Figura 5 – Particular del tronco de apoyo, con representación de cornucopia, del togado de la
basílica (Fot. M. Bendala)
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et alii 2018), todo lo cual invita a pensar que el gran togado baelonense pudo
ser encargado al vecino taller de Asido.
La cabeza es pieza aparte y de mayor calidad, un retrato de Trajano de
acusada personalidad, retallado sobre un retrato de Domiciano, fruto de un
taller más experto, capaz de abordar un trabajo que exige gran pericia y destreza
técnica, como se ha señalado (León Alonso 2001: 302–305).
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Resumen: El símil homérico de los hombres como las hojas aparece recreado en cuatro poetas
españoles contemporáneos: Juan Antonio González Iglesias, Luis Alberto de Cuenca, Miguel D’Ors
y Jaime Siles. Se comentan sus testimonios en relación con la fuente.
Palabras clave: Homero, símil, Tradición Clásica, poesía española contemporánea.
La pregunta y sentencia del licio Glauco (Hom. Il. 6. 145–149), aliado de los
troyanos en aquella guerra cantada por Homero, resuena en nuestros oídos con
una siempre vigente actualidad. Reproduzco aquí la fiel y sonora traducción
de esos versos por Emilio Crespo:
Glauco, casi incómodo ante la pregunta previa por su linaje, replica a Diome-
des, su demandante, y le dice que el linaje de los hombres no tiene apenas
importancia, tan poca cosa es como el follaje caduco del bosque, muere una
generación y nace otra. Las palabras de Glauco encierran —a la vista está— un
manifiesto desdén por la genealogía. Dicen que no significa nada la marca del
abolengo en ese constante proceso del nacer y morir. Pesimismo antropológico,
crítica implícita de Homero Glauco al excesivo culto a la nobleza de sangre,
propio de la aristocracia micénica, o tal vez realismo puro.
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Ese es el testimonio del poeta, que cuenta para deleite de su público cómo
fue el singular encuentro, y el tenor de tan pacífico diálogo. Y las palabras de su
personaje contrastan, por cierto, en su sentido íntimo, con la celebración típica-
mente aristocrática del linaje y de la genealogía que campea por todo el poema.
Parece como si el poeta echara ahora por tierra —también él como el viento—
lo que en otros muchos pasajes encumbra y sostiene: la gloria y el orgullo
del abolengo. Es Homero contra Homero, o mejor, Homero completándose
a sí mismo, Homero total y Homero humilde, cuando humilla de ese modo al
gremio animal al que pertenece.
Y el pesimismo antropológico de Glauco así manifestado consuena espe-
cialmente bien con un pensamiento nuclear del existencialismo filosófico de
épocas subsiguientes (que pasa por numerosos otros testimonios antiguos,
entre los cuales están de manera brillante las frecuentes declaraciones líricas
de Horacio): el de que los hombres somos seres nacidos para la muerte. No en
vano Sören Kierkegaard (1813–1855), pionero del existencialismo, comienza
sus reflexiones en su obra Temor y Temblor haciendo uso de dicha imagen
homérica y debatiendo la doble posibilidad de concepción del destino humano:
la mortalidad absoluta y la inmortalidad derivada de una cosmovisión religiosa;
y lo hace de esta manera:
Del mismo modo que en ese texto de Kierkegaard la sospecha de la muerte total
del hombre se equilibra y compensa con la fe en la inmortalidad, fundamentada
en la religión, así también hemos de recordar que en Homero la ecuación en
su destino de los hombres y las hojas no es la sola ni la última palabra del
poeta épico. En esta limitada imagen no está expresado de manera total el ya
complejo, inquieto y dialéctico pensamiento homérico sobre las postrimerías
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del ser humano, que en esto no difiere en nada del pensamiento de todo
tiempo, en eterno debate siempre entre la percepción real y la esperanza y el
deseo, entre la naturaleza manifiesta y la sobrenaturaleza entrevista, intuida
o sospechada. Es verdad que esa atmósfera de desencanto que se respira en
la declaración de Glauco es paisaje espiritual compartido en líneas generales
por toda la poesía homérica, implícito también en las consideraciones sobre
el hombre y su finitud que Príamo y Aquiles se intercambian en su entrevista
del canto 24 de la Ilíada y, desde luego, en la proclama de este último desde el
Hades, cuando Ulises lo visita en el canto 8 de la Odisea: hay otra vida en el más
allá, sí, pero una vida tan menoscabada que apenas merece la pena ser vivida,
de manera que el hijo de Peleo preferiría ser el pobre más pobre del mundo de
arriba a ser el monarca de aquellos fantasmas tan pobremente vivos. Pero, en
cualquier caso, aunque supuestamente fantasmal y pobre, se tiene noción de
otra vida más allá de los límites de la muerte, allá en el reino de Hades, el
invisible; y Ulises, no se nos olvide, es objeto de una oferta por parte de la
divina Calipso, la de la inmortalidad. En el universo épico, en suma, la noción
de la finitud absoluta del hombre tiene sus excepciones y sus alternativas.
El símil tenía su adelanto en el libro 2 de la misma epopeya, cuando, antes
del catálogo de las tropas, el poeta épico ponderaba la muchedumbre de gue-
rreros que acudían a la llamada de los heraldos con la multitud de las hojas
primaverales (vv. 467–468): «Se detuvieron en la florida pradera escamandria,
/ incontables como las hojas y flores que nacen en primavera»; y tiene su
secuela en los versos 463–466 del libro 21, cuando Apolo en conversación con
su tío Posidón equipara otra vez a los mortales con el follaje: «…por culpa
de los míseros / mortales, que, semejantes a las hojas, unas veces / se hallan
florecientes, cuando comen el fruto de la tierra, / y otras veces se consumen
exánimes»¹. De modo que en el propio Homero hay ya una insistencia tópica
en la mencionada ecuación.
Repárese en una nota peculiar del símil, pues ya que atendemos a lo común,
debemos notar también lo diverso: no es la voz narrativa del poeta la que
nos lo transmite, como es más habitual para este recurso, sino que es la voz
interpuesta del personaje, que asume aquí rol del poeta; ni la comparación se
refiere a una figura individual y concreta del relato, como es costumbre, sino al
conjunto de la especie humana, en una elevación cosmovisionaria y filosófica,
que no es precisamente moneda común en el canto épico antiguo.
Ese símil celebérrimo, al decir de Clemente de Alejandría (Strom. VI 738),
tiene su fuente en el mítico Museo, asoma de nuevo esgrimido por los elegíacos
Mimnermo (fr. 2 W. [= fr. 2 D.]) y Semónides (29 D [3] = Simon. 8 W [1]), y,
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Vicente Cristóbal
Aquí, como bien se ve, no hay réplica a la voz del bardo griego, sino repre-
sentación de una pequeña historia, de un pequeño drama ambientado en los
años iniciales de la Segunda Guerra Mundial. El poeta da voz a un personaje,
equipado con botas militares, que, a la vista, al recuerdo y ante el interrogante
personal sobre la tragedia, parece que aún reciente, de la Noche de los Cristales
Rotos, y por asociación con las hojas caídas durante el otoño en su escenario
berlinés (pues el mencionado Jardín Botánico es sin duda el famoso Jardín
perteneciente a la Universidad Libre de dicha ciudad alemana, el más extenso
de Europa), reconoce la vigencia intemporal de aquel antiguo símil de la Ilíada.
He tenido la fortuna de que el propio autor me ayudara a glosar su poema
desvelándome el hipotexto argumental del mismo: el personaje que habla en
el texto es Bernhard («Bernie») Gunter, detective alemán, protagonista de una
exitosa trilogía novelesca del escritor escocés actual Philip Kerr (Edimburgo
1956) titulada Trilogía berlinesa (conocida también como Berlin Noir), de la que
el poeta español se me confiesa entusiasta lector.
El poema «Despedidas» (del libro Átomos y galaxias) de Miguel D’Ors
(2013: 40), que a continuación examinamos, está escrito, según indicación del
autor, entre el 28 de noviembre y el 1 de diciembre del 2011. Su contenido
es, en resumen, el siguiente: las hojas caen y mueren, pero en este proceso
destaca la varia y armónica belleza de su colorido, lo que sinestésicamente
es definido como «polifonía»; paralelamente y a ejemplo de la naturaleza,
el poeta manifiesta su deseo de también, en el otoño (lo que puede leerse
simbólicamente como «otoño de la vida»), hacer de los inevitables adioses algo
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El poema se centra en este contraste del mito literario y los héroes con la
realidad de la vida y los lectores, pero para hablar nuevamente, con pie en
Homero, del eterno dilema muerte-inmortalidad. Tal dilema es, por otra parte,
según compruebo, una inquietud asidua en esta Galería de rara antigüedad de
Jaime Siles.
Del examen de los anteriores poemas no otra cosa quiero concluir sino, en
primer lugar, que no es raro que un pasaje tan emblemático y significativo
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del texto homérico tenga impacto tan duradero en la literatura hasta hoy,
y especialmente en el ámbito de la poesía lírica; y menos raro aún cuando los
que se hacen eco de aquella voz antigua son poetas filólogos y profesores de
letras, formados a la sombra de los clásicos, como lo son los cuatro autores
aquí considerados.
Dedico estas líneas, de todo corazón, a mi querido colega Emilio Crespo,
él, que con gran maestría y finura ha sido magnífico mediador entre Homero
y los españoles contemporáneos.
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Resumen: Se reúnen los testimonios existentes sobre la pólis de Dodona, en especial los proce-
dentes de las nuevas laminillas publicadas en 2013, y se analiza la relación de la ciudad con el
santuario de Zeus.
Palabras clave: Dodona, pólis, santuario, laminillas.
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consulta realizada por los dodoneos sobre alguna injusticia u ofensa cometida
por Aristandro¹¹.
La consulta DVC 2425A, que los editores datan en la primera mitad del s. iv
a.C. presenta a los dodoneos preguntando acerca de si será seguro permanecer
donde están, para ellos y para sus bienes (su dinero o riquezas)¹². Se trata, sin
duda, de una pregunta inquietante que debía de afectar a toda la comunidad
y que algún autor ha sugerido relacionar con los catastróficos acontecimientos
de los años 170–168 a.C.¹³, lo que no es imposible, pero es difícil de demostrar.
En la tablilla DVC 2952B, que los editores datan a finales del s. iv, los
dodoneos consultan al dios sobre τὸ ἐπικόριον y han sugerido interpretar
este término o como algo relacionado con los mercenarios (ἐπίκουροι), o con
votos por la salvación o protección de la ciudad (ἐπικουρέω), o con alguna
dependencia del santuario (¿ἐπικόριον = νεωκόριον?)¹⁴.
La consulta DVC 3473A es de un particular, de un tal Σιλανός, que pregunta
a los dioses sobre si un esclavo manumitido permanecerá con él y cumplirá con
sus obligaciones. No queda claro el papel que desempeñan en todo el asunto
los dodoneos. Ha sido datada en la primera mitad del s. iv a.C.¹⁵.
Que Dodona, además del santuario, era un lugar para residir quedaría claro
a partir la tablilla DVC 524B que los editores datan en la segunda mitad del
s. iv a.C., en la que un tal Agátocles pregunta al oráculo si sería conveniente
que se estableciese (κατοικεῖν) en Dodona¹⁶.
Entre las nuevas tablillas hay algunas en las que se ha restituido el gentilicio
Δωδωναῖος, pero ello no es seguro debido a su estado de conservación, como,
por ejemplo, la DVC 268A en cuya datación y restitución discrepan los editores
y la plataforma Dodona Online. Otra que ha suscitado dudas es la DVC 1368A,
en la que unos (posiblemente magistrados), τοὶ Διαιτοὶ hacen una consulta;
Lhôte rechazó su relación con los dodoneos¹⁷ aun cuando recientemente, sin
atender sus argumentos, se ha vuelto a querer vincularla con la ciudad¹⁸ en
nuestra opinión sin pruebas de peso.
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finales del s. v e inicios del s. iv. Hasta donde sabemos, la pólis de Dodona tam-
poco acuñó moneda en época clásica y helenística a diferencia de otras póleis
y koiná epirotas y solo parece haber emitido bronce durante un corto periodo
tras la conquista romana (168–148 a.C.)²¹. La mayor parte de la documentación
epigráfica del santuario²² se relaciona con las actividades político-religiosas
del estado federal epirota y de los éthne que lo componen (molosos, tesprotos,
caones).
Sobre la relación de Dodona con el santuario situado en o junto a ella parece
seguro que no ha sido semejante a la que mantuvo, por ejemplo, la pólis de los
eleos con su santuario de Olimpia o la de Delfos con su santuario de Apolo;
en esta última, por ejemplo, y a pesar del factor de distorsión que supuso la
existencia de la Anfictionía pileo-délfica, los delfios seguían controlando una
parte importante del funcionamiento de su santuario, siendo ellos quienes
nombraban, de entre sus ciudadanos, a los sacerdotes y a la Pitia, además de
participar, como pólis, en diversas actividades incluyendo la restauración del
templo en las diversas ocasiones en las que este acabó destruido²³.
El caso de Dodona era diferente; parece fuera de duda que el santuario ya
existía antes de que hubiese una pólis de los dodoneos a pesar de la información
de Hesíodo (fr. 240 M-W); aunque ya Heródoto menciona a dodoneos, siempre
relacionados con el santuario, su primera vinculación fue con el éthnos de
los tesprotos (Hom. Od. 14.327–330; A. Pr. 830–831; E. Ph. 981) y son estos
quienes pierden su control a manos de los molosos (Str. 7.7.11). El proceso de
urbanización que a lo largo del s. iv experimenta el Epiro debió de propiciar
la estructuración urbana y poliada de las gentes que residían en torno al
santuario, pero eso no implicó que los dodoneos, quizá ya organizados en
una pólis, ejerciesen un control directo sobre el santuario. El mismo pudo
haber estado administrado por los magistrados nombrados por el koinón de los
molosos si bien los monarcas eácidas pronto debieron de emplear el santuario
y los festivales asociados, los Juegos Naios, como escaparate político no solo del
éthnos moloso sino del Estado epirota; igualmente, tras el final de la monarquía,
serán las instituciones del Estado republicano las responsables. Algún ejemplo
servirá para mostrar esto.
En efecto, como norma general, en los santuarios griegos que organizan fes-
tivales suele ser la pólis que lo posee y lo tutela la que lleva a cabo la invitación
a las otras póleis, koiná y monarcas para que participen en ellos; en el caso de
Dodona, si hubiese sido la pólis la verdadera propietaria del santuario, habría
sido ella quien hubiera cursado estas invitaciones. Sin embargo, conocemos
²¹ Franke 1961: 27–39, Papaevangelou-Genakos 2013: 131–157.
²² Meyer 2013.
²³ Lefevre 1998, Sánchez 2001.
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para época republicana una inscripción de Tenos (ca. 200–192 a.C.) en la que se
envía como ἀρχιθεωρός o jefe de la delegación de embajadores sagrados para
promocionar en el Egeo los Juegos Naios a un personaje ya conocido gracias
a las fuentes literarias, Cárope el Viejo (Plb. 27.15.2; Liv. 32.11.1). Lo que me
interesa resaltar de esta embajada es que la misma es enviada no por la pólis
de Dodona, sino por Ἀπειρωτᾶν οἱ ἄρχοντες καὶ οἱ σύνεδροι καὶ τὸ κοινόν, es
decir por las autoridades de Estado federal epirota que son quienes controlan
el santuario y los Juegos²⁴.
Por supuesto, el koinón epirota hereda el papel que la monarquía eácida
había ejercido con relación al santuario. Gracias a Hiperides sabemos la reac-
ción de la reina Olimpíade ante las actividades de los atenienses en el santuario
de Dodona, con el que habían mantenido desde hacía tiempo excelentes re-
laciones²⁵ y donde se habían encargado, en cumplimiento de un oráculo del
propio santuario, de embellecer la estatua de Dione (τὸ ἄγαλμα τῆς Διώνης
ἐπικοσμῆσαι) (Hyp. Eux. 24–25). La extralimitación de los atenienses parece
haberle molestado a Olimpíade, que les habría contestado por carta que «el
país de Molosia, en el que está el santuario, le pertenecía a ella» (ἡ χώρα εἴη
ἡ Μολοττία αὑτῆς, ἐν ᾗ τὸ ἱερόν ἐστιν) por lo que los atenienses deberían
abstenerse de intervenir allí (Hyp. Eux. 25). En consecuencia, la reina reafirma
su autoridad, en un momento en el que ocuparía una posición de poder tras
el fallecimiento de su hermano el rey Alejandro I, sobre el país y sobre el
santuario (330–324 a.C.). A este respecto, pues, de iure o de facto, no parece
haber sido la pólis de Dodona la dueña del santuario de Dodona.
En definitiva, el panorama que hemos presentado nos muestra, a pesar de
la escasez de informaciones, la existencia de una comunidad política, de una
pólis, en Dodona que tiene una cierta capacidad de tomar decisiones colectivas,
reflejada en las consultas al oráculo. Quizá de ella proceda el personal del san-
tuario (sacerdotes, sacerdotisas, profetas, etc.) aunque tampoco es seguro, pero,
a diferencia de lo que ocurre en otros casos, y por la propia trayectoria histórica
del Epiro, el santuario ha debido de ser siempre considerado propiedad de una
comunidad más amplia, en este caso, el éthnos, primero el tesproto y luego
el moloso. Cuando, a partir del s. iv a.C. las estructuras de tipo pólis se han
introducido en el Epiro, estas han coexistido con otros tipos de organización;
en el caso de Molosia, la supervivencia de la monarquía eácida, hace que sea la
misma la que se arrogue la tutela (o la propiedad) del santuario, mientras que
la pólis de Dodona se integra en el reino moloso y en sus estructuras políticas,
el koinón de los molosos, y si bien, como pólis, dispondrá de la autonomía
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Resumen: El cuento «La casa de Asterión» de Jorge Luis Borges y el poema dramático Los reyes
de Julio Cortázar fueron publicados en la revista Los Anales de Buenos Aires en el año 1947. Ambas
obras se presentan como una reescritura del mito griego del Minotauro. Aunque parecidas en
el tema y los motivos, sin embargo cada una refleja las obsesiones y poéticas personales de sus
autores. El presente trabajo reflexiona precisamente sobre estas cuestiones, y destaca la presencia
activa de los mitos grecolatinos en estos dos escritores considerados entre los más representativos
de la literatura argentina.
Palabras clave: Minotauro, Borges, Cortázar, recepción clásica
Es más que evidente que los mitos grecolatinos constituyen una presencia
culturalmente activa en las sociedades de nuestro tiempo, pues siguen siendo un
vehículo eficaz para debatir ideas y problemáticas que nos ocupan. Entre estos
mitos, el del Minotauro, aquel monstruo mitad hombre y mitad toro, ha ejercido
una especial fascinación en la mente humana, sobre todo en épocas de crisis.
Su historia no siempre ha sido interpretada de la misma manera; su muerte, en
particular, ha representado cosas distintas según las épocas: la victoria de la
* Una primera versión de este trabajo fue leída en el Congreso Internacional «Recycling Myths»
(Lisboa, 2 al 5 de mayo de 2012), como parte de las investigaciones llevadas a cabo en el marco del
Proyecto «Mitos Clásicos en el teatro iberoamericano actual», que compartí con el querido Emilio
Crespo, bajo la dirección de H. Maquieira.
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del cuento ha sido aquella tela de Watts que representa la figura del Minotauro
mirando hacia el mar por una ventana, en espera de su alimento humano (las
jóvenes víctimas atenienses que eran enviadas a Creta como tributo). Una de
sus manos aprisiona un pájaro; pero lo que en Watts era ira, en Borges se
vuelve extrema desolación y tristeza⁷. El minotauro de Borges representa la
soledad absoluta, en virtud de que nadie se le parece: «El hecho es que soy
único».
Un monstruo es siempre un ser caótico, una criatura que no encaja en nin-
guna clase existente; es por definición un marginal⁸. La monstruosidad reside
en su carácter indiferenciado y ambiguo, en su naturaleza inclasificable que
expone mezclado aquello que la sociedad ha separado y ordenado (Buxton 2000:
195). La razón de su fascinación tal vez resida en esta liminalidad ontológica,
que amenaza y cuestiona todo intento de ser comprendido en un sistema epis-
temológico coherente. En los mitos grecolatinos las naturalezas monstruosas
suelen ser consecuencia de desvíos de la naturaleza, producto de relaciones
anormales, precisamente como la de Pasífae con el toro. En ellos se hace carne
la transgresión de las normas. Por lo demás, su existencia está al servicio de ser
vencidos por los héroes, en cuya victoria legitiman su heroicidad y reclaman
su reconocimiento (cf. Dowden 1992: 134).
Pero los griegos solo se mostraron interesados por el fulgor de las figuras
heroicas, como el ateniense Teseo, paradigma del poder político civilizador,
y, en cambio, fueron totalmente indiferentes a la voz y pensamientos de los
monstruos. En el caso concreto del Minotauro, su historia se vincula también
con la del rey Minos, en la medida en que representa la materialización de
su deshonra —el adulterio de su esposa— y es el sostén de su poder político
porque el cretense lo retiene como una amenaza para los enemigos.
Los escritores argentinos, a diferencia de los antiguos, sintieron la necesidad
de darle una voz a esta criatura monstruosa, hiperbolizando con ello su cos-
tado humano, despojándolo de casi todo atisbo de animalidad y trasladando
Sobre las composiciones borgianas que tratan sobre el laberinto, véase Selnes 2005: 76. Por su
parte Cortázar, curiosamente, ensayaba ponerle a su obra el título de «El laberinto», según relata
en una carta a Sergio Sergi escrita el 2/2/1947, Cortázar 2000: 220. El otro texto de Cortázar que
versará sobre el laberinto es el poema «Las ruinas de Knossos», escrito hacia 1940. Según González
Echeverría 1976, la figura de laberinto está sugerida en la totalidad de la obra de Cortázar.
⁷ Cf. el epílogo a El Aleph. Chesterton, uno de los escritores predilectos de Borges, dedica un libro al
pintor (Watts, 1904), que es citado por Borges en Otras inquisiciones. Probablemente el argentino
haya visto allí la imagen de esta tela, de 1896. Watts la habría pintado en tan solo tres horas,
indignado por la codicia y voracidad del materialismo de la época.
⁸ Cf. Cohen 1996: 7: «A mixed category, the monster resists any classification built on hierarchy or
a merely binary opposition, demanding instead a “system” allowing polyphony, mixed response
(difference in sameness, repulsion in attraction), and resistance to integration (…)».
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⁹ Alazraki 1983: 164 interpreta la incapacidad de escribir del monstruo como una alusión a «la
imposibilidad epistemológica implícita en la esencia del lenguaje», vale decir, el Minotauro expresa
la insuficiencia del lenguaje y acepta resignadamente el hecho como un filósofo. Precisamente con
Sócrates lo asocia García Pérez 2008, porque el monstruo niega las virtudes de la escritura.
¹⁰ En carta a Sergio Sergi (2/2/1947, Cortázar 2000: 220), Cortázar le explica que «El Minotauro
representa la libertad, el sentido poético —en última instancia lo humano en lucha contra lo
infrahumano—».
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¹¹ Padel 1996 advierte cómo el mito cretense y su obsesión por los toros expone el carácter destructivo
de la sexualidad femenina vista a través de los ojos masculinos y, en ese sentido, el laberinto
inscribe la gramática de la violencia familiar.
¹² Él mismo reconoció reminiscencias inconscientes incestuosas con su hermana Ofelia.
¹³ Sobre la relación de la escritura de ambos autores, véase Selnes 2005. La autora recuerda que para
marzo de 1947, según testimonia la ya citada correspondencia de Cortázar a Sergi, Los reyes estaba
terminado. Borges, por su parte, habría escrito «La casa de Asterión» en un día. Estos datos hablan
de la imposibilidad de que Cortázar lo conociera, al menos cuando tuvo su primera versión del
texto. Véase también Amícola 2000.
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Referencias bibliográficas
¹⁴ Muchos consideran que la inspiración provino de «Thésée» de André Gide, publicado en Les
Cahiers de la Pléiade en abril de 1946; cf. Taylor 1973. El propio Cortázar recuerda en una entrevista
televisiva a Soler Serrano que fue cuando viajaba en un colectivo cuando se le ocurrió la idea del
cuento.
¹⁵ Contó Cortázar: «De muchacho tuve una fugaz vocación de helenista, hasta hice un fichero de
mitología griega después de leerme todo Homero y Hesíodo, alentado por la bondad y el saber
de Arturo Marasso» (Cortazar 1984: 341). Marasso fue profesor del escritor en la Escuela Normal
del Profesorado Mariano Acosta, donde estudió entre 1932 y 1937. De reminiscencias clásicas
habla su ensayo «La urna griega en la poesía de John Keats», de 1946, donde se plantea los modos
de acceso a la antigüedad grecolatina: el arqueológico y el intuitivo. Cuentos como el «El ídolo de
las cícladas» o «Las ménades» de Final del juego (1964) manifiestan su atracción por las culturas
primitivas. Al respecto, el de la influencia de los clásicos griegos, cf. González de Tobia 1998. En la
obra de Borges, por su parte, la presencia de la cultura grecolatina ha sido un sello característico
de toda su carrera.
¹⁶ Cortázar considera Los reyes una obra excepcional, un tanto distinta a lo que escribirá después,
con un estilo muy refinado, pero con un lenguaje en el fondo muy tradicional (Harss 1968: 265).
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Resumen: La Odisea (1938) de Nikos Kazantzakis es una obra compleja tanto en su forma como en
su contenido. Su lengua presenta particularidades que la convierten en una lectura exigente, pero
también en un objeto de estudio de gran interés. Este trabajo resume algunas de sus características
—su demoticismo, sus innovaciones formales y sus rasgos dialectales— y sitúa el afán innovador
de su autor en el contexto de la literatura modernista.
Palabras clave: Kazantzakis, Odisea, lengua, dialecto, experimentación.
1. Introducción
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¹ Para profundizar en el tema, cf. Friar 1951, Horrocks 1997, Rodríguez Adrados 1999.
² Cf. el estudio clásico sobre el tema de Bien 1972 y el más reciente resumen del mismo en Bien
2015.
³ Kazantzakis 1909.
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3. La lengua de la Odisea
3.1. El léxico
⁴ Cf. Andriotis 1959, Bien 1972: 204–261, Castillo Didier 1975, Chourmouzios 1977: 148–154, Gia-
koumaki 1982, Mandilaras 1987, Mathioudakis 2011 y 2012, Sideras 1983, Tsopanakis 1977, entre
otros.
⁵ Según Izzet 1964: 352, en 1932 Kazantzakis empieza a escribir un diccionario demótico.
⁶ El vocabulario de la Odisea se reveló en muchas ocasiones incomprensible para un griego culto.
Por su parte, el hombre de campo, que sí podría haber entendido la terminología, se perdía en el
sentido del poema.
⁷ Cf. Avgeris 1939: 1346, Sfakianakis 1939, Laourdas 1977: 7–8.
⁸ Cf. Kazantzakis 1943: 1029. Según Lambridi 1939: 11, este afán de Kazantzakis por atesorar la
riqueza lingüística del demótico en la Odisea se convirtió en un fin en sí mismo.
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qué nombre daban a cada pequeña cosa» (Friar 1971–1972: 221)⁹. En este sen-
tido, puede ser considerada una lengua «panhelénica» (Chourmouzios 1977:
151), como quiso su creador. Mediante la creación de una miríada de epítetos
compuestos, Kazantzakis trata de rivalizar con Homero (Ricks 1989: 3) o, al
menos, de transponer y reproducir la dicción homérica (Colaclides 1983: 87). Al
mismo tiempo, se trata de un griego que, como el homérico, nunca fue hablado,
y de una lengua artística, como la personalísima prosa de la célebre novela
modernista Ulises (1922) de James Joyce.
Pese a que el cretense pensaba que su apuesta sería aceptada con el tiempo
(Bien 1972: 30–31, 217–218), el público y la crítica responderían con extrañeza,
pues llevado a sus últimas consecuencias, el demoticismo «extremo» (Ricks
1989: 3) en el plano léxico de Kazantzakis daría lugar a una lengua tan incom-
prensible como su arcaizante rival, la katharévousa (Beaton 1994: 340). Tanto
en su época como a día de hoy, el léxico de la Odisea constituye un obstáculo
para su lectura y un reto para su traducción¹⁰.
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3.3. El dialecto
¹² Existe una única tilde aguda que se escribe siempre sobre la vocal tónica, excepto en los
monosílabos, que no se acentúan.
¹³ Cf. Giakoumaki 1982, Fillipaki-Warburton 1978.
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4. El sentido de la experimentación
¹⁴ Fragmento procedente de una de las cartas recientemente donadas por la viuda de Pierre Amandry
al Museo Nikos Kazantzakis, ΤΟ ΒΗΜΑ 20-10-2010.
¹⁵ Cf. Sheppard 1997: 98; Lewis 2007: 2.
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[…] Inventa una lengua en la que los términos denotativos, demasiado está-
ticos y rígidos, son sustituidos por imágenes, sobre todo metáforas, símiles,
alegorías (en forma de fábulas, parábolas, sueños, etc.), personificaciones,
metonimias, sinécdoques y símbolos, o figuras sacadas de las bellas artes, en
particular las plásticas o la danza (Vouyouka 2010: 131).
Referencias bibliográficas
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Resumen: El pequeño relato intercalado en Heródoto VI 126–130 para iniciar el elogio de los
Alcmeónidas en Atenas sirve de base en la Recepción clásica a dos atractivos libretos de ópera,
uno de los cuales además será musicado por decenas de compositores.
Palabras clave: Heródoto, Recepción clásica, libretos de ópera, Cupeda, Metastasio.
Herodotus vi 126–130:
an example of the huge presence of Classical World in the opera libretti
Abstract: The short story in Herodotus VI 126–130 to begin the praise of the Alcmaeonidae in
Athens serves as the basis in the Classical Reception for two attractive opera libretti. Moreover,
one of these will be set to music by almost sixty composers.
Key Words: Herodotus, Classical Reception, Opera libretti, Cupeda, Metastasio.
1. La fuente antigua
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Heródoto vi 126–130
Argomento
Clistene, Prencipe di Sicione, essendo restato Vincitore ne’ Giuochi Olimpici,
fece publicare per un Trombetta, che chiunque si stimasse degno della sua
figliuola Agarista, si portasse nella sua Reggia, trà lo spazio d’un’Anno, su’l
fine del quale intendeva celebrarne le Nozze con quello, che ne fosse ripu-
tato più meritevole. Corfero a tentar la loro fortuna i più nobili, e valorosi
Giouvani di tutta la Grecia, tra’ quali furono Megacle, ed Hippoclide, ambo
Ateniesi, di Sangue assai illustre. Nel giorno destinato al cimento de’Preten-
sori, Hippoclide, à cui il Prencipe molto inclinava, incominciò a ballare con
molta vanità, e compiacenza di se stesso; Indi trascorse in liggierezze tali,
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Vemos, pues, que Cupeda se sirve del contexto general narrativo de la fuente
herodotea, solo que, como decíamos más arriba, introduce la peripecia amorosa
característica de todo el teatro europeo de la época: en este caso, entre los
dos pretendientes atenienses del relato griego, a diferencia de lo que hará
Metastasio, cuya trama es más elaborada, como veremos a continuación. Y como
nudo dramático de fondo se erige la contraposición de dos valores: el amor
entre los dos enamorados frente a la lealtad de la hija para con la voluntad de
su padre.
3.1. Metastasio
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Heródoto vi 126–130
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Heródoto vi 126–130
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590
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Resumen: Las explicaciones de Polibio sobre la revuelta tebana han sido motivo de discusión
académica. Los pasajes de Polibio son la principal fuente histórica que realmente discute las
posibles causas de la revuelta. En sus dos apreciaciones se encuentra el quid del debate: ¿Fue la
revuelta el resultado de la guerra contra Antíoco, o fue el resultado de las desigualdades sociales?
Palabras clave: Ptolomeo, Epífanes, Filópator, Batalla de Rafia, Tebaida.
1. Introducción
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Javier Martínez
2. Testimonios
² Por motivos de espacio solo presentaré textos originales en contadas ocasiones. La edición usada
para Polibio es la de Loeb: W. R. Paton 1922–1927.
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el año 206 a.C.³ Esta ofrece una datación clara de los acontecimientos, y, a la
vez, muestra que las obras se paralizaron durante la revuelta. Los Ptolomeos,
sin el control de la región, no podían mantener los trabajos en los templos,
mientras que las restricciones financieras por la guerra y la inestabilidad
reinante impedirían a los nuevos reyes tebanos la continuación de cualquier
obra suntuaria. Previamente se puso en tela de juicio la importancia que los
Ptolomeos dieron a la Tebaida, dado el número de revueltas y levantamientos
allí acaecidos, y se consideró que su presencia política y administrativa era
muy limitada en esa área. Sin embargo, a la vista de los repetidos e intensos
esfuerzos con que estos lucharon, parece poco lógico pensar que intentaran
someter una región por la que tendrían escaso interés. Del mismo modo, las
ingentes obras de templos y edificios públicos son indicios claros de que los
Ptolomeos consideraban el sur de Egipto como parte integral de sus territorios
(Manning 2006). La inscripción previa y Polibio apuntan a que la revuelta
comenzó durante el reinado de Ptolomeo Filópator, probablemente hacia el
final. Contrariamente, Pestman (1995) situó la revuelta durante el reinado de
Ptolomeo Epífanes. Un documento posterior a los hechos (P.Tor. Choachiti 12,
v, 28–29) sobre una disputa relativa a derechos de propiedad menciona la
revuelta e indica que comenzó durante el reinado de Epífanes: ἐν τῆι γενομένηι
ταραχῆι ἐπὶ τοῦ πατρὸς τῶν βασιλέων θεοῦ Ἐπιφανοῦς. McGing (1997: 285)
argumenta que esta mención de fechas sería una simplificación del hecho de
que la revuelta se desarrolló principalmente durante el reinado de Epífanes
y no en el de Filópator.
La revuelta se extendería hasta 206 a.C., como indica un óstraco hallado en
Karnak (Tebas), donde figura el nombre de Herwennefer y data del 11 de no-
viembre de 206 a.C., después de la primera victoria de Herwennefer (Hölbl 2001:
155), pese a que sabemos (UPZ II 162, col. 5, 27–30) que las tropas ptolemaicas
estuvieron acantonadas en Tebas hasta octubre de 204 a.C. Parte de estos con-
tingentes eran enviados al sur en misiones hasta que la ciudad finalmente cayó
en manos de los nativos en el segundo año del reinado de Herwennefer, que
gobernaría en el sur desde 206 hasta alrededor del 200 a.C. Con todo, un grafito
del templo mortuorio de Seti I en Ábidos presentaría una evidencia alternativa
(Pestman, Quaegebeur & Vos 1977: 11), pues menciona a «Hugronaphor»,
nombre griego de Herwennefer, y está datado entre 201–188 a.C. El grafito
probablemente fue inscrito por un partidario de Herwennefer, y coincidiría
con el asedio (199 a.C.) y la captura de Ábidos (Clarysse 2004). El reinado de
Herwennefer terminaría en algún momento poco después de la inscripción en
³ Cf. Clarysse 2004, en cuyo comentario indica que todas estas inscripciones permiten establecer
una cronología básica para el período 237–176, desde la perspectiva del templo de Edfu.
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3. Causas de la revuelta
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directamente del conflicto bélico y estas acabarían por dar pie a la revuelta. El
hecho es que, si no hubiera sido por la guerra, la situación económica no se habría
tornado tan difícil para el pueblo llano y, desde esta perspectiva, es razonable
conceder que Polibio tenía razón al afirmar que la guerra contra Antíoco fue
un factor eficiente de la revuelta. Asimismo, se debe considerar, dentro de este
escenario, otro factor adicional: las tropas egipcias.
En efecto, de la versión de Polibio se deduce que Ptolomeo hizo reclutar tropas
egipcias porque sus propias levas se encontraban mermadas y fue incapaz de
reunir una fuerza militar regular lo suficientemente grande como para enfrentarse
a Antíoco. Polibio reseña que Ptolomeo dilataba los plazos con negociaciones para
demorar el choque inminente y ganar tiempo para reunir un ejército. El uso de
mercenarios era un recurso habitual para aumentar un ejército, pero el alistamien-
to y entrenamiento de las tropas nativas supuso una nueva estrategia (que a la
postre se demostró fatal). Según Polibio, las tropas egipcias, τὸ δὲ τῶν Αἰγυπτίων
πλῆθος, estaban compuestas por unos 20000 hombres y refiere que la revuelta
ocurriría poco después debido al error de entrenar y armar a los egipcios nativos
(5.107). Con la instrucción militar, Ptolomeo dio a los egipcios una ventaja esencial
en su revuelta, pues donde antes había trabajadores, granjeros y campesinos des-
contentos, ahora se encontraban entre ellos hombres bien entrenados para luchar,
con conocimiento de armas, estrategia y experiencia militar. La revuelta bien
podría haber ocurrido incluso si los egipcios no hubieran recibido preparación mi-
litar, sin embargo, es muy poco probable que hubiera tenido tanto éxito. Con todo,
probablemente debamos tomar cum grano salis la aseveración de Polibio de que los
egipcios se rebelaron después de saborear su primera victoria, καὶ πρόσωπον, ὡς
ἱκανοὶ βοηθεῖν ὄντες αὑτοῖς. Más bien se trataría de algo mucho más fermentado,
pues es fácil imaginar que estos hombres regresaron a sus hogares después de
experimentar una guerra y una gran batalla y de haber luchado por el mismo
rey que estaba aumentando los impuestos y causando dificultades económicas,
y el regreso suponía otro combate para alimentar a sus familias y enfrentarse
a las diferencias entre sus vidas y las de los griegos con los que habían luchado
codo con codo. Todo esto habría agregado combustible a una situación de por sí
inestable y los egipcios no solo sentirían que tenían motivos para amotinarse, sino
que ahora tenían el entrenamiento y conocimientos técnicos para hacerlo.
4. Conclusiones
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territorios más pequeños del norte de Egipto bajo el control de fuerzas rebeldes.
A partir de una amplia variedad de fuentes, se ha dado sentido a la revuelta
y se han detallado los principales eventos, comenzando en torno a la Tebaida
ca. 206 a.C. con la proclamación de Herwennefer como faraón, y terminando
en 185 con la derrota de las fuerzas de Ankhwennefer. Las consecuencias de
la revuelta fueron de largo alcance para los involucrados y toda la región
del sur de Egipto se vio severamente afectada por los acontecimientos. Las
conjeturas sobre las causas reales que la originaron son numerosas, pues no
hay testimonios sólidos y solo Polibio da algunas posibilidades, de entre las
cuales cabe destacar su plausibilidad cuando sostiene como causas la batalla
de Rafia y el reclutamiento y adiestramiento militar de egipcios nativos. Sin
más testimonios ni evidencias, la posición de Polibio puede ser considerada
como la más certera hasta que algún día nuevas pruebas arrojen más luz sobre
las causas de la revuelta de Tebas del 206–185 a.C.
Referencias bibliográficas
Austin, M. (2006): The Hellenistic World from Alexander to the Roman Conquest: A Selec-
tion of Ancient Sources in Translation, Cambridge, Cambridge University Press.
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ChronEg 53, 243–253.
Clarysse, W. (2004): «The Great Revolt of the Egyptians (205–186 BC)», https://bit.
ly/2zhnGf6.
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Resumen: El objetivo de este trabajo es presentar una aproximación a lo que podrían haber sido
las rutas de penetración micénica en el noroeste de Grecia, en particular en la zona del Epiro
siguiendo las evidencias que tenemos hasta el momento en el registro arqueológico, así como los
hallazgos encontrados en el santuario de Dodona.
Palabras clave: Dodona, Epiro, micénicos, periferia, rutas.
1. Introducción
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2. Rutas Marítimas
Las rutas marítimas (ver mapa adjunto) han sido mucho más utilizadas que las
terrestres incluso antes de la Edad del Bronce. La ruta más favorable desde las
costas occidentales del Peloponeso hasta la Península Itálica transitaba desde
el golfo de Patras hasta el canal de Otranto pasando por las islas del mar
Jónico, Cefalonia, Ítaca y Léucade La navegación en el Jónico, siguiendo la
costa epirota, conduce a los barcos hasta la actual costa albanesa desde donde
en apenas unos setenta kilométros se puede alcanzar la costa italiana por el
canal de Otranto⁶.
Las investigaciones sobre lugares de la costa meridional de los golfos de
Corinto y de Patras han evidenciado lugares estratégicos que podrían estar
en el inicio de las rutas marítimas hacia el oeste y hacia el mar Jónico, como
es el caso de la fortaleza de Egira en la frontera entre Corintia y Acaya, Egio⁷
y la ciudadela de Teichos Dymaion, último punto de partida hacia el Jónico.
Y por la costa Etolia, al norte del golfo de Patras, Ayia Triada en Kato Vassiliki
(Tsonos 2016: 264 y n. 39).
⁵ Tsonos 2016: 265, Papadopoulos 1987, 2007.
⁶ Milán Quiñones de León 2013: 98. Tartaron, e.pr.: fig.1.
⁷ Egio, en la entrada del golfo de Patras, tuvo una gran presencia micénica y también se menciona en
el integral unit of the district, cf. Tsonos 2016: 264 con referencias sobre los tres centros mencionados
n. 35 y 36. Teichos Dymaion, en el cabo Araxos es un excelente promontorio estratégico donde
hacer una parada, tanto en las rutas hacia Italia, como hacia el noroeste, cf. Gazis 2017: 463–471,
Papadopoulos 2017: 420.
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Nada más girar en dirección norte, toda una serie de islas van a facilitar la
navegación hasta la costa epirota: las Equínadas, Cefalonia⁸, e Ítaca que también
jugaría un papel importante en esta ruta marítima⁹. La bahía de Astakos se
conecta con Léucade a través de las Equínadas y desde allí llegamos al golfo
de Ambracia donde también tenemos evidencias de presencia micénica. La
zona norte del golfo entre los deltas del Aqueronte, Louros y Aractos sería
una zona de especial interés. En el sur del golfo de Ambracia, en Loutraki
Katounas, se han localizado dos thóloi, convirtiendo la Etoloacarnania en otra
de las zonas de la periferia micénica (Tsonos 2016: 265). Desde aquí se conectaba
con las vías terrestres que, desde el golfo de Ambracia, conducen hasta la misma
Dodona y que conocemos bien en épocas posteriores¹⁰. En la península de
Ayios Thomas, los hallazgos de Skaphidaki podrían indicar que era un punto
de entrada hacia la cosa norte del golfo y la posterior conexión con las rutas
terrestres¹¹.
Un punto especial es el llamado Glykis Limen, la bahía que ocupa el delta del
río Aqueronte y de la que se hacía eco Estrabón (7.7.5)¹² y que en la Antigüedad
penetraba hasta seis kilómetros hacia el interior constituyendo uno de los pocos
puntos de atraque para los barcos que navegaban por la costa epirota. Toda
esta zona tiene una importante presencia micénica destacando el asentamiento
de Éfira y el thólos de Kiperi cerca de Parga¹³. Éfira sería un lugar costero
mirando hacia la bahía a apenas 500 metros de la costa y protegido por el
islote de Ayia Eleni¹⁴. Estos dos lugares, en palabras de Tartaron, constituirían
el límite del coastscape y una vía de penetración para la conexión con rutas
terrestres¹⁵. Los resultados de las investigaciones en torno a la zona de la
desembocadura del Aqueronte y del Glykis Limen han llevado a Tartaron
a considerar el asentamiento de Éfira como una colonia micénica dentro de un
modelo de análisis centro periferia (Tartaron 2005: 156 y ss.). Desde mi punto
⁸ Cefalonia, cf. Tsonos 2016: 265 con referencias. Cefalonia tiene una fuerte presencia micénica con
seis thóloi , cinco de ellos con paralelos con los de Etoloacarnania y el de Kiperi.
⁹ Interesante reflexión de Papadopoulos 2017: 423–424 sobre el asentamiento de Ayios Athanasios-
School of Homer, defendiendo la probable existencia del palacio de Odiseo.
¹⁰ Milán Quiñones de León 2018: 114.
¹¹ Tsonos 2016: 265, 267, Tartaron 2004: 59.
¹² Besonen et al. 2003: 199–263, Tartaron 2005:155.
¹³ Esta zona ha sido ampliamente estudiada por el Nikopolis Project: Landscape, in Landscape
Archaeology in Southern Epirus, Greece I, ed. by J. Wiseman & K. Zachos (= Hesperia Supplements
32), Princeton 2003.El proyecto se inició en 1990 cubriendo una investigación geomorfológica
y arqueológica en la zona, cf. Tartaron 2004.
¹⁴ Para una aproximación de lo que sería esta bahía en la antigüedad ver fig. 2 de Tartaron, e. pr.
y 2005:156.
¹⁵ Tartaron 2013: 190, e. pr.: 10.
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3. Rutas Terrestres
Por lo que respecta a las rutas terrestres, existen varias posibilidades para
llegar hasta el santuario de Dodona (ver mapa adjunto), sin olvidar aquellas
que conducen hasta Albania y que transitan principalmente por los valles de
los ríos, gran parte de ellos navegables en la Antigüedad (Tsonos 2016: 267). En
primer lugar, desde el golfo de Ambracia, a partir de Skaphidaki (8), o también
desde Batiae cerca del río Louros y que tenemos bien presente en épocas
posteriores²⁰. Y como hemos mencionado anteriormente, desde el Glykis Limen,
a partir de Ayia Eleni.
En segundo lugar, una ruta a explorar en futuras investigaciones es aquella
que partiría desde el palacio micénico de Yolcos (Pantou 2010) y conectaría
con toda la zona de Tesalia, sin descartar un ramal de esa misma ruta que sería
la que penetraría en Macedonia.
Hasta la fecha más de 40 asentamientos en la zona del Epiro han aportado
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Mapa de posibles rutas terrestres y marítimas y localidades mencionadas: 1. Aegina; 2. Egio; 3. Kato
Vassiliki; 4. Teichos Daymon; 5. Equínadas; 6. Cefalonia; 7. Ítaca; 8. Skaphidaki; 9. Éfira; 10. Kiperi;
11. Kastriza (elaboración propia).
²¹ Véase Kleitsas 2017: 401–406, con referencias, para una síntesis sobre las excavaciones y materiales
del santuario.
²² Zona del bouleuterio, pritaneo y bajo la casa sagrada de Zeus, cf. Kleitsas 2017: 402–403, con
referencias sobre las diferentes publicaciones de excavaciones.
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Referencias Bibliográficas
Besonen, M. R. et al. (2003): «The Lower Acheron River Valley: Ancient Accounts and
the Changing Landscape», en J. Wiseman-K. Zachos (eds.) Landscape Archaeology in
Southern Epirus, Greece I, Hesperia Supplements 32, 199–263.
Blake, E. (2008): «The Mycenaeans in Italy: A Minimalist Position», PBSR 76, 1–34.
Gazis, M. (2017): «Teicho Dymaion. An Acropolis-Harbour of the Ionian Sea», en
M. Fotiadis et al. (eds.) HESPEROS, The Aegean Seen from the West, Aegaeum 41,
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Horden, P. & Purcell, N. (2000): The Corrupting Sea: A Study of Mediterranean History.
Oxford, Willey Blackwell.
Kleitsas, C. (2017): «Prehistoric Dodona, Epirus, NW Greece: Towards the Identification
of a Sacred Place» en M. Fotiadis et al. (eds.) HESPEROS, The Aegean Seen from the
West, Aegaeum 41, 401–407.
Kleitsas, C. (2019): «Ideology, Production and Consumption of Metal Axes in Epirus
and Albania during the Late Bronze Age and Early Iron Age» en J. L. Lamboley et al.
(eds.), L’Illyrie Méridionale et L’Épire dans L’Antiquité VI, vol. i, París, 57–65.
Milán Quiñones de León, M. S. (2018): «Polis and Dependency in Epirus: The Case of
Cassope and the poleis of Cassopaea» en A. J. Domínguez Monedero (ed.), Polis and
Territory in the Ancient Epirus, Edizione ETS, Pisa. 8, 101–134.
Milán Quiñones de León (2013): «Del golfo de Corinto al cabo Cefirio: el viaje de los
locrios y la fundación de Locris Epicefiria», GERION 31, 81–115.
Pantou, P.A. (2010): «Mycenaean Dimini in Context: Investigating Regional Variability
and Socioeconomic Complexities in Late Bronze Age Greece», AJA 114.3, 381–401.
²³ Kleitsas 2017: 404.
²⁴ Kleitsas 2019, con referencias.
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Papadopoulos, T. (1981): «Das Mykenische Kuppelgrab von Kiperi bei Parga (Epirus)»,
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Papadopoulos, T. (1987): «Tombs and Burial Customs in Late Bronze Age Epirus» en
Laffineur, R. (ed.), Thanatos : les coutumes funéraires en Egée à l’âge du Bronze. Actes
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Papadopoulos, T. (1995): «A Late Mycenaean Koine in Western Greece and the Adjacent
Ionian Islands», BICS. Supplement 63, 201–208.
Papadopoulos, T. (2007): «Western Greece and the North in the Late Bronze Age: The
Evidence of Metalwork and Objects of Exotic Material», en I. Galanaki et al. (eds.)
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Souref, K. (2017): «Epirus and the Mycenaean World: Versions and Dimensions of
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Tartaron, T. (e. pr.): «Fragments of a Maritime Small World: Glykys limin and Trans-
Ionian Trade in the Mycenaean Period». Forthcoming in SPEIRA, a Festschrift in
honour of Kostas Zachos and Angelika Douzougli. https://www.academia.edu/289
18560/Tartaron_Thomas_in_press. [fecha de captación 14-10-2019].
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Resumen: Laura Mestre (1867–1944) no solo tradujo ambos poemas homéricos, sino también
textos de algunos líricos que conformaban el capítulo de su libro Estudios griegos (1929) consagrado
a este género. Pero tales versiones son casi desconocidas a pesar de los noventa años transcurridos.
Se procura en este artículo, por tanto, destacar las razones de este olvido y el lugar de su traducción
de poemas de Safo dentro del contexto cultural cubano.
Palabras clave: Laura Mestre, Safo, traducción, Cuba.
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carácter preceptivo o referidos a contextos, tal como era usual por entonces, al
tiempo que se evidencia, a manera de propósito unificador, el afán por inducir
a la lectura y preparar el ánimo del lector para que sea capaz de apreciar las
cualidades esenciales y formativas de esta literatura, así como su resonancia
posterior.
Para lograr sus fines no vacila en ofrecer sus propias versiones de los poemas
como sucede con Píndaro, de quien traduce cuatro epinicios de forma íntegra
y fragmentos de las demás odas, con la excepción de cinco de las que ofrece
paráfrasis¹, e igualmente presenta sus versiones de dos odas de Safo, de un
poema atribuido a Erina y de varias anacreónticas. En el capítulo dedicado a los
trágicos solo incluye ejemplos muy puntuales tomados de las obras, dada la
especificidad y amplitud del tema. Por razones semejantes, al parecer, no utiliza
referencias textuales cuando trata de mostrar el concepto clásico de la historia,
en que luego de una «rápida exposición de los principales libros griegos de la
historia antigua» (1929: 211) añade un somero recuento de algunos latinos, de
manera excepcional en un volumen dedicado a la literatura griega, porque le
interesa el cómo tal manera de historiar encuentra continuadores no solo en
Roma sino también en la modernidad.
La conclusión que cierra el último artículo de Estudios Griegos, luego de
constatar la afinidad entre el poeta de la Odisea y nosotros, es aplicable al libro
como un todo y su explicación última. Para Mestre el mundo helénico de la
Antigüedad encuentra resonancia en los tiempos modernos porque en él está
en germen nuestra cultura, al tiempo que constituye su mejor exponente de
ideales la verdad y el saber, la honradez y el valor (cf. Miranda 2010: 75).
En el capítulo dedicado a la lírica no deja de llamar la atención la selección
de autores y el orden en que los presenta: Píndaro, Safo y Anacreonte. No se
atiene, por tanto, a mostrar las distintas modalidades que asume la lírica en
la antigua Grecia ni tiene en cuenta cronología alguna ni establece en primer
término los motivos de su elección, sino que estos aparecen, en todo caso, a tra-
vés de los comentarios introductorios de los textos de cada autor. La elección
de Píndaro no es de extrañar en la medida en que en su poesía aprecia valores
semejantes a los homéricos y, por tanto, su carácter modélico como reflejo del
«período poético que sucedió a los tiempos heroicos» (1929: 138). Sin embargo,
cabe preguntarse por qué elige a Safo entre los cultores de la lírica monódica,
¹ Traduce íntegras las Olímpicas décima, duodécima y decimocuarta, así como la Pítica séptima.
Contando los fragmentos de epinicios traduce setecientos noventa y cuatro versos pindáricos. No
traduce las Olímpicas tercera, cuarta, quinta, octava y novena. Cf. Maquieira & Fernández (eds.)
2012: 227–248.
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quien temporalmente es anterior a Píndaro, pero cuya poesía no solo era dis-
tinta, sino que desde la misma Antigüedad ha estado sujeta a tergiversaciones
y controversias cuyos ecos se mantienen aún en nuestros días.
En Cuba el nombre de Safo se mencionaba desde fines del siglo xviii en
nuestra primera publicación periódica digna de tal nombre, el Papel Periódico
de la Havana, como paradigma poético y autoridad ejemplar para rebatir ideas
opuestas al acceso femenino a la educación (cf. Miranda 2016), aunque también
se recuerda el mítico salto de la Léucade. Motivo este a su vez inspirador del
posiblemente primer poema escrito en Cuba con el título «Safo», el del matan-
cero Francisco Iturrondo publicado en 1834, que quizás conociera Gertrudis
Gómez de Avellaneda, si tenemos en cuenta la coincidencia en la traslación
de un verso que aparece en su «Soneto imitando una oda de Safo», tomado
en ambos casos de la traducción francesa de Nicolás Boileau del fr. 31 Voigt.
Para la poeta camagüeyana, a juzgar por las numerosas referencias a lo largo
de su obra, Safo deviene una apropiación icónica y reivindicativa del quehacer
poético en pos de un espacio propio. Laura Mestre, a su vez, demuestra en
su libro Literatura Moderna que es una buena conocedora de la obra poética
y narrativa de «La Peregrina» a quien incluye sin reparo alguno dentro de
la literatura cubana². Ya en vida de Mestre otros autores también eligieron
a Safo como asunto de sus poemas; así Ricardo del Monte (1828–1909) en su
soneto Safo se acerca al momento del salto de la Leúcade; Ramón Meza le rinde
homenaje en su tesis doctoral de 1894; mientras que Mercedes Matamoros
publica en 1902 veinte sonetos bajo el título de «El último amor de Safo», en
los cuales con el nombre de la eolia procura justificar el erotismo de que hace
gala su poesía frente a las convenciones de la época (cf. Miranda 2016).
De este somero recuento se desprende, por ende, que, si bien en el período
entre siglos que consideramos, no se ignoraba las corrientes de opinión que
ponían en primer plano las connotaciones consideradas pecaminosas, primaba
la visión de Safo como una brillante poetisa y aun educadora, devenida defensa
de quien, siendo mujer, aspiraba a abrirse un espacio en el mundo de las letras;
al tiempo que se tomaba el motivo del salto de la Léucade como asunto de
nuevas obras poéticas. Es este, por tanto, el entorno en que Laura Mestre
selecciona a Safo como imprescindible para un acercamiento a la lírica griega.
A diferencia de su presentación de Píndaro, la autora de Estudios griegos
introduce la lírica cultivada por los eolios con una breve definición en contraste
con la coral y subraya el carácter subjetivo de la monódica, al tiempo que junto
al «amor que revelan las ardientes odas de Safo» señala «el fervor patriótico
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de los cantos de Alceo» (1929: 139), con lo cual muestra cómo se amplía su
comprensión de la literatura griega y de cuánto su cultivo puede brindar a quien
con su lectura se recrea. Ofrece algunos datos sobre la poetisa, pero sobre todo
insiste en plasmar una imagen de su talento, tanto por la gracia y belleza de
sus odas a través del efecto provocado en los propios antiguos como por los
conocimientos trasmitidos a sus discípulas. No ignora que estuvo expuesta
a «viles calumnias» que atribuye a «los satíricos atenienses, mal dispuestos
por sus ideas políticas y por la relativa libertad que gozaban las mujeres eolias»
(1929: 140), mientras que precisa sagazmente el carácter de fábula del suicido
de Safo a causa de Faón. Sin embargo, no duda de que en sus versos pueden
encontrarse «inconveniencias», aunque no aclara de qué carácter, y que han
de considerarse «como reflejo de una sociedad inconsciente de sus errores;
y deben atribuirse también al amor a la belleza que dominó en el mundo
clásico» (1929: 140).
Los cuidados que toma en la presentación de la lesbia indican que no desco-
noce los cuestionamientos en su torno, al tiempo que su espíritu inquisitivo
destaca por su rechazo de la leyenda del suicidio por amor, tan presente en
muchas obras literarias, al tiempo que reafirma su libertad de criterio y rechazo
de todo dogma, como dejó constancia al exponer cuál era su ideal de formación,
en tanto que, una vez más, defiende el lugar de la mujer como agente en el
campo de las letras y de la cultura. Pasa entonces a ofrecernos sus traducciones
de las dos odas más ampliamente conocidas gracias a su inclusión en el tratado
anónimo, a veces atribuido a Longino, De lo sublime, aunque acota que existen
otros fragmentos.
En relación con las traducciones anteriores en Cuba solo se había publicado
en la Revista de La Habana en 1857 la versión del fr. 31 Voigt hecha por Clau-
dio J. Vermay, quien por entonces enseñaba griego en el colegio El Salvador.
A diferencia del español José Castillo y Ayensa, cuyas traducciones gozaran
de tanta fama a lo largo del siglo y quien denominara el poema de manera
neutral «A su amante» —puesto que de Safo no se conservan títulos—, Vermay
lo presenta como «A una mujer amada», definiendo por tanto el objeto poético.
Sin embargo, el traductor no se muestra remiso a agregar algún verso, comple-
to o parcial, para insistir no en la belleza de la joven, sino del hombre que la
contempla y que se transforma en el verdadero objeto del sujeto lírico: «Igual
a un Dios yo le contemplo hermoso; / No, mil veces mayor es la hermosura / De
aquel que junto a ti gozoso (…)». E igualmente asume un proceder semejante
para subrayar el efecto que este hombre despierta en la mujer, sujeto lírico,
que observa la escena: «Ay! Mísera de mí! Que su sonrisa / es de mi corazón
herido agravio». Procura cierta ambigüedad tanto por el título como por la
elección del posesivo de tercera persona: «su sonrisa», «sus enojos», puesto
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Esta oda que por mucho tiempo fue aceptada y admirada sin reservas, ha
suscitado cuestionamientos al plantearse problemas textuales en el verso 24,
donde en lugar de la forma verbal ethélois («quieras»), la mayoría de los
filólogos aceptan hoy su lectura como participio femenino (ethéloisa) que
marcaría el amor solicitado como homosexual. Evidentemente Mestre sigue
la primera variante —la usual en su época— y traduce «aunque no quieras».
También llama la atención que si bien ella en sus traducciones homéricas
mantiene los nombres romanos como para facilitar su intelección por ser los
más utilizados, en este poema use el griego Afrodita, aunque inmediatamente
acote «hija de Júpiter» y no de Zeus, tal vez por las diferencias entre la diosa
griega y la romana, así como porque quizás el término Afrodita fuera ya más
ampliamente conocido que otros apelativos griegos. Por supuesto, que, al
igual que con la oda anterior, no se trata de una traducción literal en extremo,
sino que se utilizan omisiones, añadidos, aunque en pocas ocasiones, y aun en
las transformaciones introducidas parece procurar una lectura en consonancia
con los recursos de la lengua española para, con claridad y elegancia, trasmitir
al lector la esencia del poema.
A los noventa años de su publicación el libro de Laura Mestre no solo fue
el primero escrito en Cuba con el propósito de acercar a sus conterráneos a la
literatura griega e integrar sus valores a su formación cultural, sino que, a pesar
de la reclusión voluntaria de la autora y los límites por ella misma marcados
en sus enfoques sobre la literatura y el arte, también la muestra trascendiendo
barreras decimonónicas, y aun del siglo xx, con amplitud suficiente para sor-
tear prejuicios; demostrar cómo no se ha de considerar a la mujer en plano de
subordinación, sino de igualdad; para oponerse a todo lo que impida la realiza-
ción del ser humano; aspirar a conocer el pasado como punto de partida para
apreciar la cultura a lo largo del tiempo y las propias circunstancias; ser, como
ella misma, un ejemplo de la voluntad de servicio con su trabajo intelectual.
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Abstract: According to the idea that motivation is an important element in lexical creation, we
examine the names of Zeus faber L. related to San Martin, on which philologists showed interest.
We offer an etymological explanation from the lexicography of Classical Latin and from the texts
related with the Saint’s life.
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2. En el mundo latino clásico los nombres de los peces han estado protegidos
por una terminología griega que parece haber funcionado en las fuentes escri-
tas de forma similar a una nomenclatura científica, de forma que resulta más
complicado entrever problemas como los que hoy aparecen con carácter gene-
ral. En efecto, cualquiera que tenga hoy curiosidad por el mundo de los peces
percibe que sus nombres pueden variar incluso entre lugares poco distantes;
que existen, algunas veces, especies distintas con el mismo nombre, por azar
-o con intenciones económicas- y, muy a menudo, distintas denominaciones
para designar la misma especie, de modo que el hablante podrá incluso no ser
entendido si no conoce el nombre local del animal, pues los sinónimos suelen
estar sólo a disposición de entendidos, pero no de las gentes populares del
lugar para quienes el nombre de cada especie es individual y único. A pesar
de las iniciativas oficiales, sobre todo de carácter comercial, de unificar los
nombres de las especies pesqueras², la sinonimia, entendida como si hubiera
tantos nombres como lugares, es evidente en el caso del animal identificado
como Zeus faber L.
En los ictiónimos latinos, en cambio, suele ser mucho más difícil señalar
casos de sinonimia, sin embargo éste fue conocido en latín clásico ya con
los sinónimos zaeus y faber que dieron origen a dos cultismos castellanos
¹ Este principio, ya formulado por Varrón y sus seguidores en la Antigüedad, señala Saint-Denis,
xxii–xxiii, citando el trabajo de L. Lacroix de 1937, válido para el griego antiguo y lenguas
modernas. Se anticipaba así a la revalorización actual en los estudios de lingüística diacrónica con
respecto a que, al menos en su origen, el proceso de creación de nuevas palabras está motivado,
con carácter general, por otras anteriores —y remotivado a menudo, por «etimología popular»,
cuando se pierde la relación con la motivación originaria— e incluso las primeras creadas, por
el mundo circundante. Sobre ello, Ballester 2003, Mata 2015; amplia síntesis y bibliografía sobre
aspectos teóricos de la motivación, de Saussure a Alinei, en González García 2008: 17–28.
² Forma parte de una actuación de los gobiernos sobre las respectivas lenguas el hecho de que en
varios países existan comités para normalizar y unificar la terminología de la pesca comercial. En
España, el BOE publica anualmente un Listado de denominaciones comerciales de especies pesqueras
y de acuicultura. La denominación oficial del Zeus faber L. es «pez de San Pedro»; pero también
se recogen las usuales del Norte de España, prioritarias en distintas zonas: sanmartiño (Galicia),
sanmartín (Asturias, Cantabria), muxumartin/martintxo (país Vasco), a las que puede añadirse
la utilizada en la costa atlántica de Francia poisson de saint-Martin frente a la prioritaria y más
general de poisson de saint Pierre. Sobre problemas suscitados por estos intentos normalizadores
y soluciones, cf. Alvar 1970: 156ss. La recopilación de mayor actualidad y detalle con incorporación
de datos documentales, encuestas y otros se debe a Arias-De la Torre, 2019.
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4. Sin duda, un pez que lleva el nombre de un santo tan importante es muy
³ Citamos por la edición de J. Fontaine, que incluye un amplísimo comentario sobre la Vita Martini
y Epistulae finales. Cf. et. C. Codoñer 1987, con traducción castellana.
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difícil que no haya sido percibido como un nombre motivado por San Martín
entre las gentes populares y entre eruditos. Una de las explicaciones del nom-
bre más seguidas es la ofrecida por el famoso ilustrado gallego José Cornide.
Presenta su Ensayo de una Historia de los peces como una labor de interés
nacional que le había llevado a estudiar Historia Natural «casi enteramente
descuidada en España y del todo desconocida en Galicia, aunque su costa es
el teatro más a propósito para estudiarla». Su objetivo, en suma, fue realizar
una obra científica, que incorporaba parte de las teorías de Linneo, citado por
la edición de 1760. Al encarar el estudio del pez sanmartiño señala —p.28, s.u.
gallo— «Gallo llaman en la costa de Andalucía al que en la de Galicia damos el
nombre de San Martiño, acaso porque su mejor sazón es el mes de noviembre,
llamado también en este Reyno San Martiño»⁴. Se puede observar fácilmente
que Cornide se aleja de cualquier referencia directa a la vida y milagros del
santo, limitándose a aceptar una posible motivación o relación —«acaso»—
entre el nombre del pez y el mes del año, que es el de la muerte del santo. Es el
mismo escepticismo que se observa en otros lugares de su obra⁵.
En otros estudios, realizados en la línea de las interrelaciones de lengua
y cultura, aun considerando la importancia de la festividad del santo, se acepta
que la motivación del nombre del pez se basa concretamente en uno de sus
milagros. Según el relato, el pez lleva el nombre del santo porque las dos grandes
manchas circulares de sus costados, el rasgo más característico del animal, son
las huellas de los dedos de San Martín al agarrar aquel pez, que dejó libre al
oír sus quejidos (Ríos Panise 1977: 262; Portela 1989: 1160). Curiosamente en
esta bibliografía no suele indicarse dónde se halla documentado el milagro⁶.
Una propuesta nueva fue planteada por Barriuso (1986), quien, en apoyo del
⁴ En la misma línea —o sea, sin dar muestra alguna de creer en las leyendas que hacían intervenir
a San Martín en el nombre gallego del pez— se había expresado Fray Martín Sarmiento (Pensado
1973: 284) «San Martiño… Llámase así porque su sazón es en San Martín. Vile y comíle».
⁵ Poco más adelante transmite la leyenda del «sampedro» y su santo homónimo, pero su «dicen»
marca prudentes distancias con respeto a la veracidad que le concede: «En Francia y en Roma
le dan el nombre de Poisson de Saint Pierre, porque dicen fue este pez que Christo mandó coger
a San Pedro para pagar el tributo con la moneda que se le halló en la boca».
⁶ De hecho, no hemos encontrado este relato en la Vita escrita por el primer biógrafo, Sulpicio
Severo, su discípulo directo. El apoyo textual es más alejado si se trata de un pasaje de la vida en
verso de San Martín, redactada por Paulino de Petricordia hacia el año 463, que pasamos a resumir,
si bien el desarrollo del relato —siguiendo la antigua edición, única de la que dispongo, debida
a E.F. Corpet 1849— no recoge lo aquí señalado: 5.654–693 en aquella época de Pascua no hubo la
pesca habitual. Ante el disgusto de los monjes, S. Martín ordena a un fiel diácono que vuelva al río,
profetizando una gran captura. Efectivamente al echar la caña, pesca un exoce, al que a duras penas
agarra con sus manos hasta que finalmente expira en la arena. El relato concluye con la alegría de
los monjes —el éxoce, probablemente un salmón, era uno de los peces más grandes, aunque del
Rhin según Plinio 9.44—. Todo el milagro parece una réplica de las pescas milagrosas del Evangelio;
entre ellas, la de Cristo y San Pedro, que supuestamente originó el ictiónimo sampedro (Math.
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origen del ictiónimo en el nombre del mes y utilizando datos actuales sobre las
épocas de pesca, documentó que las mayores capturas se dan durante el mes de
marzo, y no en noviembre, en las fechas de la muerte del santo y supuesta época
de mayor consumo⁷. La denominación latina del mes, martius y su derivado
martinum/marcinum —sustantivado supuestamente en período de unidad del
latín— serían la base del nombre, luego cristianizado como sanmartín. Una
vez más, el nombre de un mes del año —aunque otro diferente del tradicional,
plausible fonéticamente, pero con dificultades de atestiguación— se consideraba
el elemento motivador del nombre, pero sin indicar ni precedentes ni casos
paralelos en que un nombre del mes haya motivado otros ictiónimos⁸.
3.27). Apenas este relato, sumado a la imaginación popular para completarlo o cambiar su final,
podría dar una explicación de las manchas circulares de los costados del pez.
⁷ Sin duda, las cifras de las capturas actuales son irrebatibles, aunque es difícil saber en qué medida
pudieron ser advertidas en el pasado dentro de una tradición cultural que señala el invierno como
época del pescado blanco y el verano, del pescado azul, cuestión que el ser humano recuerda con
distintos santos utilizados como fechas («por san Juan, la sardina pringa el pan», «por san Blas,
besugo atrás») y otros recursos mnemotécnicos: meses con y sin /r/, etc.
⁸ Se observan tecnicismos por sustantivación en otros campos (nombres de frutos: «marzal» por
«trigo marzal», «mayero» por «fruta de mayo». Con el nombre de San Martín se halla «martiniego»
como «higo de san Martín» y, sobre todo, varios nombres de pájaros, como «martín pescador»,
«martinete», «martineta», «marcico» y «marciego». Pero no se registran, que sepamos, ictiónimos.
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palabra, reunió a aquellos pájaros en tropel y les dio orden, como ya había
hecho con los mismos demonios, de salir del río y habitar bosques y montañas.
⁹ De acuerdo con el relato de los autores antiguos, especialmente de Aristóteles (HA 9.14.616 ss.)
y Plinio HN 10.89–91 el término halcyon designa exclusivamente al martín pescador, aunque otras
aves tengan comportamientos similares. Constatan que los veían en la puesta de las Pléyades (o
sea, exactamente el 11 de noviembre, festividad de S. Martín) y en los solsticios. Siete días antes
y siete después del de invierno ponían sus huevos en los días llamados alciónides y entonces el
mar o los ríos se encalmaban para acoger sus nidos. Hoy se piensa que la leyenda antigua del nido
de los martines pescadores o alciones se basa también en una etimología popular derivada de su
nombre griego (ἅλς «mar» y κυεῖν «incubar»).
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6. En suma, el nombre de estas aves debe estar en el origen del nombre del
pez «sanmartín», por vía de la metáfora habitual de los nombres de los pájaros
al de los peces¹⁰ —apoyada además en el parecido de estos con algunas de ellas,
como el somormujo y el martinete, por la cresta o penacho de su cabeza, o sea,
por el mismo motivo que el pez había recibido el nombre «gallo»—.
La difusión del nombre cristianizado «sanmartín» parece, en todo caso,
mucho más clara. Desde las zonas de la Francia atlántica de San Martín de Tours
—poisson de saint-Martin—, al sanmartiño de Galicia, cruzando el país vasco
—martintxo/muxu martin—, la zona cantábrica hispana —sanmartín— hasta
Galicia, donde el nombre termina limitando con el portugués, sin que vuelva
a encontrarse en este último territorio el ictiónimo sanmartiño ni siquiera en
el norte (Álvarez Pérez 2013: 75–78) —sino ya su sustituto, peixe galo, a veces
con especificaciones de color—, el trayecto que recorre este ictiónimo no es
otro que el que recorrieron durante siglos los romeros del Camino de Santiago.
Referencias bibliográficas
¹⁰ Una metáfora ya advertida por los autores antiguos como Varrón, LL 5.77 e Isidoro, Et.12.6.4.
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Resumen: Según Polemón, en la constitución efesia promovida por Hermodoro a finales del
siglo vi y principios del siglo v a.C., una cláusula obligaba a las mujeres libres a usar zapatos de
cuero escitas. La medida probablemente formaba parte de unas leyes suntuarias que buscaban
controlar la ostentación pública de la riqueza por parte de las familias ricas. Este caso plantea
hasta qué punto las costumbres escitas, cuya simplicidad se consideraba un patrón opuesto
a algunas prácticas griegas, pudieron proporcionar un ejemplo de austeridad y moderación para
algunas ciudades griegas deseosas de poner fin al tradicional poder de las élites locales. En el
marco de los conflictos que se dieron entre diferentes grupos sociales a lo largo de los siglos vii y
vi a.C., algunas póleis emprendieron una intensa actividad legislativa en la que el espejo del estilo
de vida escita pudo haber jugado un papel particular.
Palabras clave: Costumbres escitas, leyes suntuarias, Hermodoro, Anacarsis, Solón.
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¹ καθάπτεται δὲ καὶ τῶν Ἐφεσίων ἐπὶ τῷ τὸν ἑταῖρον ἐκϐαλεῖν Ἑρμόδωρον («ataca también a los
efesios por haber expulsado a su amigo Hermodoro», D.L. 9.1.2) Sobre este mismo episodio, véase
Cic. Tusc. 5.105.
² Heracl. fr. 121 D-K.
³ δοκεῖ δ’ οὗτος ὁ ἀνὴρ [sc. Ἑρμόδωρος] νόμους τινὰς Ῥωμαίοις συγγράψαι. («Según parece, este
hombre [Hermodoro] redactó algunas leyes para los romanos», Str. 14.1.25)
⁴ fuit et [statua] Hermodori Ephesii in comitio, legum, quas decemviri scribebant, interpretis, publice
dicata. («En los comicios había también [una estatua] de Hermodoro de Éfeso, el intérprete de las
leyes que los decenviros escribían, que fue erigida por el pueblo», Plin. Nat. 34.11).
⁵ Mazzarino 1989: 210–211.
⁶ Hsch. (Hansen), s.u. Σκυδικαί = FHG III 147, fr. 96.
⁷ Sobre la forma Σκυδικάς en lugar de Σκυθικάς, en el mismo Hesiquio s.u. Σκυθικά· ὑποδήματα
ποιά. Mazzarino 1989: 210–211, 373–374, n. 623 considera que esta grafía es un indicio de que
la ley fue copiada de una inscripción por Polemón o su fuente, e intenta explicar la grafía δ por
θ como un error del lapicida o bien una forma dialectal jónica. Sobre este fragmento, veáse también
Caballero 2008: 11–12.
⁸ Leâo & Rhodes 2015: 116–121.
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espacios idóneos para la manifestación pública del poder y la cohesión del clan
aristocrático⁹.
Si esta interpretación es correcta, los zapatos escitas serían un modelo de
calzado sencillo, sin ornamentaciones, alejado del lujo con que habitualmente
las mujeres de las familias ricas vestían y se paseaban por la ciudad. Algunos
datos sustentan esta idea.
2. Zapatos escitas
Los zapatos escitas o, simplemente, «las escíticas» (αἱ Σκυθικαί) debieron de ser
particularmente conocidos en el entorno de las ciudades griegas minorasiáticas
desde época arcaica, puesto que Alceo también los menciona en un fragmento
descontextualizado del que no podemos extraer ninguna información adicional
sobre sus características¹⁰. No era extraño en el mundo griego identificar
un estilo de zapatos por el supuesto lugar de origen¹¹. Se documentan, por
ejemplo, los zapatos persas (αἱ Περσικαί¹²) o las sandalias de mujer sicionias
(Σικυώνια¹³), entre otros. Sobre esta práctica nos da testimonio el lexicógrafo
Pólux¹⁴:
ἀπὸ δὲ ἐθνῶν ἢ πόλεων λέγονται καὶ ἕτερα. καρϐατίνη μὲν ἄγροικον ὑπόδη-
μα, κληθὲν ἀπὸ Καρῶν. Ἀμυκλᾷδες δὲ ἐλευθεριώτερον μὲν ὑπόδημα. δηλοῖ
δὲ κλήσει τὸν τόπον. αἱ δὲ Ἀργεῖαι παντὶ δῆλον ὡς Ἀργείων τὸ εὕρημα,
καθάπερ αἱ Σκυθικαὶ Σκυθῶν καὶ Ῥοδίων αἱ Ῥοδιακαί. αἱ δὲ Λακωνικαὶ τὸ
μὲν χρῶμα ἐρυθραί, τοὔνομα δὲ δηλοῖ τὸν τῆς εὑρέσεως τόπον. καὶ Θετ-
ταλὶς δὲ ὑπόδημα μηνῦον τοὺς εὑρετάς· («También llaman otros [tipos de
calzado] a partir de un étnico o de una ciudad: la abarca es un calzado rústico
que recibe su nombre de los carios¹⁵; las amiclades son el tipo de calzado
más noble y su nombre indica claramente su lugar de origen. Las argivas es
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evidente para cualquiera que son una invención de los argivos, igual que las
escíticas lo son de los escitas y, de los rodios, las rodias. Las lacónicas son de
color rojo y su nombre indica claramente el lugar donde fueron inventadas.
También la tesalia es un zapato cuyo nombre revela quiénes fueron sus
inventores»).
Este pasaje ofrece una pequeña muestra de la gran diversidad de zapatos que
existían en el mundo griego con sus distintas designaciones. Según establece
Bryant (1899: 73)¹⁶, los nombres de calzado formados a partir de adjetivos
femeninos designarían los zapatos cubiertos propiamente dichos, con suela
y parte superior («sole-and-upper variety»); mientras que los nombres en neu-
tro, menos abundantes, designarían en origen zapatos tipo sandalias («sandal
type»). Por otro lado, las inscripciones sugieren incluso un cierto grado de es-
pecialización entre los zapateros: así, por ejemplo, en el Cerámico se encuentra
la estela, fechada en torno al 400 a.C., de un tal Θρᾶιξ | περσικ|οποιός, es decir
un artesano especializado en la confección de zapatos persas¹⁷.
Aunque no resulta una tarea fácil, los textos permiten distinguir en algunas
ocasiones las características de estos zapatos y su mayor o menor valor. Así,
de igual manera que las escíticas se definen como zapatos de cuero blanco
sencillos, Safo menciona unos zapatos policromados de bella factura lidia¹⁸.
El contraste entre ambos tipos de zapato (escíticos = sencillez vs. lidios =
lujo) es interesante, puesto que las referencias más antiguas de uno y otro se
encuentran en la poesía lesbia de Safo y Alceo y remiten, por tanto, al contexto
políticamente convulso de la isla de Lesbos a finales del siglo vii y principios
del vi a.C. En este período se sitúa la actuación política de Pítaco de Mitilene,
al que se atribuyen unas leyes suntuarias destinadas también a limitar la
ostentación pública de la riqueza por parte de las familias aristocráticas¹⁹. Es
conocida la implicación de Alceo en la vida política de la isla y su oposición
a algunas de las reformas de Pítaco, de modo que no nos parece inverosímil que
el fragmento sobre los zapatos escitas refleje alguna crítica a las restricciones
al lujo promovidas por su opositor político, entre las cuales quizá se incluirían
normas relativas al calzado, como en Éfeso.
En cualquier caso, de estos pasajes se desprende que los zapatos eran indica-
dores del estatus social y económico de una persona. En la poesía de Safo queda
muy clara la importancia del calzado y de las prendas de vestir a la hora de
causar una buena impresión: en una ocasión, por ejemplo, se exalta la belleza
¹⁶ Sobre calzado griego, cf. Forbes 1966²: 58–60, Symons 1987: 59–60.
¹⁷ IG II² 11689, cf. Ginestí Rosell 2012: 223, n. 191.
¹⁸ πόδας δὲ | ποίκιλος μάσλης ἐκάλυπτε, Λύδι|ον κάλον ἔργον («un zapato de múltiples colores,
bello trabajo lidio, le cubría los pies», Sapph. fr. 39 L-P).
¹⁹ Bowra 1967²: 135–137.
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representaciones de los escitas sobre vasos no avalan esta imagen, puesto que
suelen aparecer con largas melenas y barbudos; Heródoto, sin embargo, hace
notar que los escitas se rapan el pelo como muestra de dolor cuando muere un
rey²⁷, situación en cierto modo equiparable al caso de Electra, ya que su padre
Agamenón, rey de Micenas, había sido asesinado por Clitemnestra y su amante
Egisto. En todo caso, la pérdida de la melena viene a subrayar el desclasamiento
de Electra, que vive ahora de una forma austera e incluso miserable, lejos de la
opulencia de palacio, aunque conserva su dignidad intacta.
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4. Reflexiones finales
A partir del análisis de los textos aquí recopilados, se puede concluir que las
escíticas eran muy probablemente un tipo de calzado sencillo, cuyo nombre
evocaba si no la procedencia al menos el estilo de vida escita, de gran austeridad
³³ Hdt. 1.29–33.
³⁴ En esta «tercera vía» soloniana las mismas fuentes atestiguan la influencia de Epiménides de
Creta, quien fue llamado a Atenas con motivo de ciertas supersticiones que alteraban la ciudad.
Epiménides de Creta purificó la ciudad e introdujo reformas religiosas que «abrieron el camino
a la legislación» soloniana, según cuenta Plutarco (Plu. Sol. 12.4-5). Sobre Epiménides y Solón,
véase Pòrtulas 2002; para las reformas de las prácticas suntuarias y las mujeres, véase Calero Secall
2012: 40.
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Resumen: La Cestrina, situada hoy en día entre Albania y Grecia, constituye una de las regiones
menos conocidas del antiguo Epiro. A través de este trabajo se intenta, en primer lugar, trazar las
fronteras de la región y diferenciar las diferentes áreas y los asentamientos que ésta comprendía.
Asimismo, se indaga en su pertenencia, en diferentes ocasiones, a los caones o a los tesprotos,
dos de la comunidades étnicas y estados federales mayores del Epiro. Sin embargo, a pesar de
su inclusión en dichas comunidades, la Cestrina logró conservar su identidad como una entidad
política autónoma, posiblemente un pequeño koinon que disfrutaba de su propia politeia.
Between the Chaonians and the Thesprotians, the Ancient Cestrine in Epirus
Abstract: The Cestrine, located nowadays in the Albanian-Greek border region, is one of the less
known regions of ancient Epirus. The first objective of this work is to outline the regions’ borders
and differentiate the diverse areas and the settlements inside them. Additionally, it investigates
if the Cestrine pertains in different times to the Chaonians or the Thesprotians, two of the
ethnic communities and major federal states of Epirus. Nevertheless, despite its inclusion in said
communities, the Cestrine managed to keep its identity as an autonomous polity, probably a small
koinon that enjoyed its own politeia.
La Cestrina constituía una región del antiguo Epiro situada entre las comuni-
dades étnicas de los caones y de los tesprotos, que apenas fue mencionada por
los autores antiguos y que ha sido también poco estudiada por la historiografía
moderna. Sin embargo, la región poseía un valor estratégico indudable, no solo
porque se localizaba entre las dos etnias mayores antedichas, sino también por-
que su costa se hallaba emplazada justo enfrente de la isla de Corcira y de la
propia polis corcirea. Desde el punto de vista de la geopolítica contemporánea,
la Cestrina ofrece, además, la particularidad de que se encuentra ubicada hoy
en día entre Albania y Grecia con la consiguiente dificultad de armonizar
diferentes tradiciones historiográficas.
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¹³ Plin. NH 4.1.4: In Epiri ora castellum in Acroceraunio, Chimera, sub eo Aquae regiae fons, oppida
Maeandria, Cestria, flumen Thesprotiae Thyamis, colonia Buthrotum, maximeque nobilitatus Ambra-
cius sinus. A pesar de que Robert (1940) identificó Çuka e Aitoit con Pérgamo, sin embargo, la
renovación de la amistad entre los pergamios y la confederación de los aterargios (SEG 15.411),
que se data finales del siglo iii, tuvo lugar cuando era prostatas de los molosos León, cuesto, por
lo que, aparentemente, ambos, pergamios y aterargios, están en la órbita de influencia de los
molosos y no de los caones o de los tesprotos. Para la identificación de Çuka e Aitoit con Cestria:
Hammond 1967: 95, 699, Bogdani 2012b: 251–252.
¹⁴ Hammond 1967, 95, Budina 1971: 321–322, Bogdani 2012b: 253 (SA 043).
¹⁵ Budina 1974: 235–236, Çondi 1977/1978: 342, Bogdani 2008.
¹⁶ I. Vokotopoulou AD 23, 1968: 287 (Χρονικά), Dakaris 1972: 10–11, 108, 150, 184, 204, 210, Argyrou
1998a: 204–205, Argyrou 1998b: 206–208. Vlachopoulou-Oikonomou/ 2003: 164–165.
¹⁷ Plin. NH 4.1.4. Hammond (1967: 678, 699) identificó Meandria de manera tentativa con Kara-Ali-
Bey, al norte del río Pavla y donde el río Bristica posee numerosos brazos y meandros, pero esta
misma situación también puede relacionarse con el estuario del Tíamis/Kalamas y con Masklinitsa.
¹⁸ Shabani 1983: 262–263, Bogdani 2012b: 267 (SA059).
¹⁹ Shabani 1982, Bogdani 2012b: 267 (SA060).
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José Pascual
Figura 3 – Los muros poligonales de Çuka e Aitoit (Museo de Tirana). Fotografía del autor
Por lo que se refiere a la zona entre el monte Seraqinit y los montes Mëllëzit
(1040 m) y Shëndëllisë (1079 m), en el pequeño valle del río Shales, dos villas
rurales, entre los siglos iii–ii, pudieron existir en la parte septentrional del
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²³ Shabani 1983: 264, Bogdani 2012a: 198 (SA063). Cerca de este lugar se han encontrado varias
tumbas (Bogdani 2012a: 199, SA 064), que pueden estar vinculadas con este asentamiento, cf.
Shabani 1983: 264–265, fig. i, números. 8–12, p. 273.
²⁴ Shabani 1983: 265, fig. i, números 8–12, p. 273, Bogdani 2012a: 199 (SA065). A doscientos metros,
en Burimi i Llanit, cf. Bogdani 2012a: 199, SA066, hay un área de material helenístico que pudo
formar parte también de Rrashku, cf. Shabani 1983: 265.
²⁵ Shabani 1983: 269–270, fig. iv, p. 276; Bogdani 2012a: 202–203 (SA074). También del período
helenístico, en Dishati, cf. Bogdani 2012a: 202, SA073, al este de la fortaleza medieval, se han
exhumado cinco tumbas que se pueden datar en los siglos iv–iii, cf. Shabani 1983: 269, fig. iii,
p. 275.
²⁶ Así, cerca de Shalesi, en Ballezi, cf. Bogdani 2012a: 200, SA068, se ha encontrado una tumba de
época helenística y romana, aunque Shabani 1983: 265–266, fig. ii, números 2–3, p. 274 le dio una
cronología excesivamente alta en los siglos v–iv. Otra tumba aislada procede de la misma área, de
Lodhar, cf. Bogdani 2012a: 200, SA069, en la ladera meridional del monte Mëllezit y se data en
el período helenístico (ss. iii–ii), cf. Shabani 1983: 266. Vestigios de metalurgia del hierro se han
hallado en Haliqe, cf. Bogdani 2012a: 200, SA 070, al pie del monte Mëllezit, también de los siglos
iii–i, cf. Shabani 1983: 266, fig. ii, números 4–6, p. 274.
²⁷ Budina 1971: nº. 44, p. 314; Bogdani 2012a: 192.
²⁸ Shabani 1983: 271.
²⁹ Hammond 1967: 97, Budina 1971: nº 43, pp. 313–314, Cabanes et al. 2008: 98–99, Bogdani 2008:
46–48, Bogdani 2012a: 190–193 (SA 036).
³⁰ Cf. Esteban de Bizancio (s.u. Τροία) como polis en la Cestrina de la Caonia (ἔστι καὶ πόλις ἐν
Κεστρίᾳ τῆς Χαονίας), en todo caso, un asentamiento. Quizás esta Troya se corresponda con la
Ilión de la Tabula Peutingeriana (7.4), que se encontraba en la vía que iba de Apolonia y Amantia
a Nicópolis y Accio. En la Tabula, Ilión (¿Troya?) quedaba al interior.
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José Pascual
al sur del actual Karroq sobre la colonia homónima se alza Shën Gjini, una
pequeña fortaleza también con muros trapezoidales irregulares³¹. De este modo,
la población del valle parece haberse dispuesto en asentamientos agrupados
fortificados o sin fortificar³².
En suma, más allá de las posibles identificaciones, la Cestrina albergaba
varios asentamientos fortificados que pudieron ser póleis³³ y es posible que
formara, en realidad, una confederación que incluyera póleis y, quizás, otras
subdivisiones³⁴.
Como vimos, Tucídides (1.46) marcaba, en el caso del año 433, en el Tíamis los
límites divisorios entre la Cestrina y la Tesprotia. Esta mención puede inter-
pretarse en el sentido de que la Cestrina no pertenecía entonces a la Tesprotia
desde un punto de vista político. El Pseudo Scylax (Ps.-Scyl. Per. 26), que puede
referirse a una situación quizás de la primera parte del siglo iv³⁵, dice que en la
Céstride, se encuentra la llanura Eritea donde Geriones hacía pastar sus vacas,
por lo que reconoce a la Cestrina como una región del Epiro con identidad
propia, al menos desde un punto de vista geográfico³⁶. Sin embargo, este mismo
autor afirma algo más adelante en su relato (Ps.-Scyl. Per. 30) que los tesprotos
estaban a continuación de los caones, sin que la Cestrina esté interpuesta. De
ambas informaciones podría entenderse que, si bien la Cestrina era que una
región que conservaba su identidad estaba, sin embargo, incluida en una de
las regiones mayores, sea la Caonia, sea la Tesprotia. Esta afirmación se vería
complementada por el párrafo (Ps.-Scyl. Ps.-Scyl. Per. 29) que dedica a Corcira
en el que asegura que Corcira pertenece por su orientación más a la Tesprotia
que a la Caonia. Ciertamente, la costa meridional de Corcira, en la zona del
cabo Leucimna, da la Tesprotia, pero la mayor parte del litoral oriental de la
³¹ Hammond 1967: 97, Budina 1971: nº 42, p. 313, Bogdani 2008: 48–50, Bogdani 2012a: 188–190 (SA
035).
³² Al oeste de la línea formada por Klisia, Stisma y Shën Gjini se extiende un área muy poco
conocida de la Cestrina en la que solo tenemos constatada Kasnetsi, un asentamiento fortificado
probablemente de época romana, cf. Dakaris 1972: 205, Vlachopoulou-Oikonomou 2003: 152.
³³ Para el Epiro apoliado vid. Domínguez 2018.
³⁴ Vid. infra n. 36.
³⁵ García Moreno & Gómez Espelosín 1996: 37–42.
³⁶ La región era famosa por la cría de ganado, especialmente de bueyes, cf. Hsch. s.u. Κεστρινικοὶ
βόες; Hammnod 1967: 480, 500 n. 2, en una zona que puede situarse en el litoral cestrino, en
particular en el estuario del Tíamis. Si pensamos que la Cammania no comprendía toda la Cestrina,
sino una parte de ella, quizás los nombres de Eritea y Cammania designen a las llanuras respectivas
de Çuka e Aitoit y Masklinitsa.
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isla y el propio ásty corcireo se sitúa justo enfrente de la Cestrina, por lo que
se entiende aquí que la Cestrina pertenecería a la Tesprotia. Todo ello resulta
coherente con el testimonio de este mismo autor según el cual la navegación
de la costa de la Tesprotia hasta la Casopea duraba media jornada (Per. 30); otra
media la singladura por las costas de la Casopea (Ps.-Scyl. Per. 31) y otra media
más a través de la costa caonia (Ps.-Scyl. Per. 28). En definitiva, es posible que la
Cestrina perteneciera en el siglo v a la Caonia, esto es, al koinón de los caones,
y más tarde, entre el último tercio del siglo v y la primera parte del siglo iv, se
hubiera visto anexionada a la confederación de los tesprotos. Dicha fluctuación
reflejaría no solo un debilitamiento político de los caones, sino que también
formaría parte de un cambio de hegemonías en el Epiro, que tuvo lugar entre
finales del siglo v y principios del iv mediante el cual la mayor influencia de
los caones se vio sucedida por el predominio de los molosos³⁷.
Sin embargo, en el siglo ii, la Cestrina estaba vinculada a la Caonia y no a la
Tesprotia³⁸. En todo caso, el sentimiento de la región parece haber sido más
caonio que tesproto y así la tradición mítica recordaba que fue Héleno, el hijo
de Príamo de Troya, quien llegó a ser rey aquí, se casó con Andrómaca y tuvo
como hijo a Cestrino³⁹. El propio Héleno llamó a todo el territorio Caonia en
honor del héroe troyano Caón (Virgilio, Aen. 3.350). La región supo conservar
su identidad de modo que Plinio (NH 4.1.2) incluye a los cestrinos en el Epiro
y, como a los casopeos⁴⁰, los diferencia de los tesprotos y de los caones.
El testimonio de Esteban de Bizancio puede reflejar quizás esta fluctuación
entre la Tesprotia y la Caonia. En su referencia a Troya (s.u. Τροία), asegura
que esta ciudad es una polis en la Cestrina de la Caonia. Sin embargo, al
referirse a la Cammania (s.u. Καμμανία), afirma que esta zona es una parte
de la Tesprotia (μοῖρα Θεσπρωτίας) y que su nombre se ha transformado en
Cestrina (μετωνομάσθη δὲ Κεστρινία), por lo que en esta noticia, a diferencia
de la anterior, la Cestrina pertenecería a la Tesprotia⁴¹.
En definitiva, la Cestrina nos puede aportar información sobre el cambio de
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Referencias bibliográficas
⁴² Cf. para una politeia cestrina con subdivisiones: un acta de manumisión (I. Bouthrotos 41) se
inscribe durante el sacerdocio de Aristómaco, hijo de Nicolao, que es cestrino y barrio (ll. 1–2). En
otra acta de manumisión (I. Bouthrotos 91) bajo el estratego de los presebos Nicanor, el prostatas
Licisco y el sacerdote de Asclepio Nicanor, hijo de Eunomo, metoreo, comparece como testigo
Damócrito hijo de Tisarco, cestrino y asanto (l. 11).
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Tabula gratulatoria
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Tabula gratulatoria
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Emilio Crespo, Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de
Madrid, ha sido miembro del Departamento de Filología Clásica de Δῶρα τά οἱ δίδομεν φιλέοντες
esta universidad durante casi cuarenta años. Es autor de más de ciento
Luz Conti Jiménez, Raquel Fornieles Sánchez, María Dolores Jiménez López,
cuarenta artículos en revistas académicas o capítulos de libros publicados Homenaje al profesor Emilio Crespo
tanto en España como en otros países, así como de más de veinte libros,
entre los que figura su prestigiosa traducción de la Ilíada en la Biblioteca