En el libro “Aprendiendo de Las Vegas” el tema del simbolismo en la
arquitectura se nos expone en dos etapas, que se componen por textos breves que van presentando cada una de las observaciones pertinentes al tema. En una primera instancia se realiza un análisisde la composición de la ciudad de Las Vegas, empezando por entender el papel que la publicidad y la competencia juegan en la definición de los elementos compositivos de la ciudad. En esta etapa los textos empiezan por introducirnos en la atmósfera de Las Vegas y nos van presentando poco a poco los distintos elementos arquitectónicos presentes, y cómo se ven modificados por la particular naturaleza de la ciudad de Las Vegas; las escalas y funciones pierden los órdenes a los que estamos acostumbrados, el automóvil se vuelve el principal usuario y es en base a sus recorridos y velocidad que se van diseñando las formas de la ciudad. La segunda etapa corresponde a una mirada más crítica del autor en cuanto a la definición de las relaciones entre simbolismo y arquitectura.
Las formas en que se aborda lo “simbólico” en la arquitectura, desde
un plano más general. Nos encontramos con un texto de carácter investigativo, que es el resultado de la observación, análisis y síntesis del estudio realizado por el autor a la ciudad de Las Vegas, y a los conceptos que redefinen a la arquitectura como herramienta simbólica. El autor acompaña sus observaciones con fotografías, planos y esquemas de tal modo que no sólo contamos con su punto de vista de las cosas, si no que además, podemosgenerar nuestro propio juicio en cuanto a las ideas y relaciones que él nos plantea.
El texto se compone por dos capítulos que van desarrollando a través
de una serie de textos breves un análisis a la relación entre arquitectura y simbolismo, y a los productos resultantes de dicha relación. En una primera parte se efectúa un análisis directo a la ciudad de Las Vegas y cómo el simbolismo determina sus formas. La segunda parte del libro se desprende de este análisis y desarrolla, en forma más generalizada, los conceptos ya extraídos sobre simbolismo e iconografía en el espacio urbano, realizando una crítica a la arquitectura moderna y la forma en que ésta aborda el diseño arquitectónico. En la primera parte del libro el autor realiza una serie de observaciones con respecto a los componentes de la ciudad y cómo, el aparente caos, se ve justificado por razones publicitarias y comerciales, es decir, simbólicas. Se parte por introducirnos a la particular atmósfera de Las Vegas, sin realizar críticas valóricas al rol del ocio en esta ciudad, si no más bien entendiéndolo cómo el programa que ha de definir toda su estructura. Los primeros textos nos darán una mirada arquitectónica de los componentes de la ciudad; vías de circulación, aparcamientos, edificios. Desde ya se haráevidente que las herramientas que están a disposición de los estudios urbanos quedan cortas para definir los elementos compositivos de Las Vegas, ya que en esta ciudad lo simbólico cobra más fuerza que lo espacial. El autor realiza una comparación con la antigua Roma, para demostrarnos cómo las herramientas urbanísticas quedan cortas al momento de representar el carácter de un espacio público, o la relación de éste con los volúmenes de la ciudad. El estudio se va volviendo cada vez más específico hasta encaminarse en una búsqueda de la arquitectura representativa de Las Vegas. Para ello, parte por reconocer los principales elementos configuradores del espacio exterior; el automóvil como usuario, la carretera como recorrido principal. Toda la visibilidad de los elementos estará dirigida hacia estos actores, y condicionada por su presencia. Es entonces cuando las escalas se modifican para relacionarse mejor con la velocidad del automóvil y la carretera y los elementos como edificios, rótulos y luces se vuelcan
El segundo capítulo del libro realiza un análisis de manera
comparativa, a dos tipos de arquitectura. Una “Cuando los sistemas arquitectónicos de espacio, estructura y programa quedan ahogados y distorsionados por una forma simbólica global” Y otra “Cuando los sistemasde espacio y estructura están directamente al servicio del programa, y el ornamento se aplica con independencia de ellos”. Este análisis se centra específicamente en la imagen que muestran estos tipos de arquitectura. Se describe una arquitectura “fea y ordinaria” de imagen común, que no trata de impresionar, funcional y verdadera, que defiende el simbolismo. Este último recae en su ornamentación y depende de asociaciones explicitas “parece lo que es y no sólo a causa de lo que es, sino también por lo que nos recuerda, una arquitectura
La otra, la arquitectura moderna, la “heroica y original” se describe
como una arquitectura poco sincera, que rechaza el ornamento, depende de asociaciones implícitas, puramente en su forma, más relacionadas con el expresionismo que con el simbolismo, casi como un capricho egocéntrico de expresar del arquitecto moderno. Los autores critican negativamente este tipo de arquitectura no por su “deshonestidad” si no por su irrelevancia en esos años. Mediante referentes que vienen desde los griegos hasta la actualidad, tratan de demostrar que esta arquitectura “heroica y original” al rechazar el ornamento explicito y la tradición iconográfica de antiguas arquitecturas, en su afán de crear cosas nuevas, matan al simbolismo poniendo en su lugar alexpresionismo. Uno que se expresa puramente a través del espacio, el programa y la estructura. Logrando como resultado edificios de una expresión pobre entendida sólo por los hacedores de éstos y que responden a objetivos reformistas que rara vez se lograron en realidad. Finalmente los autores llegan a la conclusión que la arquitectura moderna, al basar su imagen en los sistemas arquitectónicos (espacio, programa y estructura) y al rechazar
En el conjunto de una ciudad, lo simbólico no sólo depende de la
forma de sus elementos. La carga histórica y cultural que éstos poseen resulta sumamente importante ya que de aquí se desprende un simbolismo que trasciende el tiempo. Esta capacidad se ve otorgada por los mismos usuarios del lugar, ya que al existir un vínculo cultural con la ciudad, el sentimiento de permanencia aumenta y aparece un instinto de preservación y cuidado por lo valores simbólicos del paisaje. La representación cultural será entonces otro modo en que la arquitectura se enfrenta al paso de los años y compite por ser preservada. Un edificio egocéntrico, que carece de relación con su contexto, podrá optar a un simbolismo limitado, con fecha de caducidad, pues con el cambio de visión de la sociedad lo más seguro es que sus conceptos plasmados queden obsoletos.