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Las 7 postreras plagas

“El mundo pronto ha de ser abandonado por el á ngel de la misericordia, y las ú ltimas
siete plagas han de ser derramadas… la paciencia y la misericordia divinas no espera-
rá n para siempre… Los rayos de la ira de Dios pronto han de caer, y cuando É l comien-
ce a castigar a los transgresores, no habrá tregua hasta el fin” –Testimonios para los
Ministros, pá g. 182.

CUANDO LOS VIENTOS SEAN DESATADOS

1. ¿Qué vendrá sobre la tierra cuando termine el tiempo de gracia?

Apocalipsis 15:8 “Y fue el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su po-
tencia; y ninguno podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete
plagas de los siete á ngeles”.

Apocalipsis 16:1 “Y oí una gran voz del templo, que decía a los siete á ngeles: Id, y de-
rramad las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra”.

“Entonces vi que Jesú s no dejaría el lugar santísimo antes que estuviesen decididos to-
dos los casos, ya para salvació n, ya para destrucció n, y que la ira de Dios no podía ma-
nifestarse mientras Jesú s no hubiese concluido su obra en el lugar santísimo y dejado
sus vestiduras sacerdotales, para revestirse de ropaje de venganza. Entonces Jesú s sal-
drá de entre el Padre y los hombres, y Dios ya no callará , sino que derramará su ira so-
bre los que rechazaron su verdad. Vi que la có lera de las naciones, la ira de Dios y el
tiempo de juzgar a los muertos, eran cosas separadas y distintas, que se seguían, una a
otra. También vi que Miguel no se había levantado aú n, y que el tiempo de angustia,
cual no lo hubo nunca, no había comenzado todavía. Las naciones se está n airando
ahora, pero cuando nuestro Sumo Sacerdote termine su obra en el santuario, se levan-
tará , se pondrá las vestiduras de venganza, y entonces se derramará n las siete postre-
ras plagas” –Primeros Escritos, pá g. 36.

2. ¿Qué soltará n, entonces, los cuatro á ngeles que está n en los cuatro cabos de la tie-
rra?

Apocalipsis 7:1-3 “Y después de estas cosas vi a cuatro á ngeles que estaban sobre los
cuatro á ngulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no so-
plase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningú n á rbol. Y vi otro á ngel que
subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los
cuatro á ngeles, a los cuales era dado hacer dañ o a la tierra y al mar, diciendo: No ha-
gá is dañ o a la tierra, ni al mar, ni a los á rboles, hasta que señ alemos a los siervos de
nuestro Dios en sus frentes”.

“Los á ngeles está n ahora sujetando los vientos de la lucha para que no soplen hasta
que el mundo sea advertido de su cercana condenació n; pero se está preparando una
tormenta, lista para estallar sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus á ngeles que
suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha, que ninguna pluma podría descri-
birla” –El Ministerio de Bondad, pá g. 140.

“… sumirá entonces [Sataná s] a los habitantes de la tierra en una gran tribulació n fi-
nal. Como los á ngeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasio-
nes humanas, todos los elementos de contenció n se desencadenará n. El mundo entero
será envuelto en una ruina má s espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusa-
lén” –El Conflicto de los Siglos, pá g. 672.

LAS DOS PRIMERAS PLAGAS

3. En la primera plaga, ¿qué mal afectará a los hombres que tienen la marca de la bes-
tia y adoran su imagen?

Apocalipsis 16:2 “Y fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra; y vino una plaga
mala y dañ osa sobre los hombres que tenían la señ al de la bestia, y sobre los que ado-
raban su imagen”.

¿Có mo se contaminará el mar durante la segunda plaga?

Apocalipsis 16:3 “Y el segundo á ngel derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en


sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar”.

“Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de


Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su
marca (Apocalipsis 14:9, 10). Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba
por libertar a Israel fueron de índole aná loga a los juicios má s terribles y extensos que
caerá n sobre el mundo inmediatamente antes de la liberació n final del pueblo de Dios.
En Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles:
‘Vino una plaga mala y dañ osa sobre los hombres que tenían la señ al de la bestia, y so-
bre los que adoraban su imagen’. El mar ‘se convirtió en sangre como de un muerto; y
toda alma viviente fue muerta en el mar’ ” –El Conflicto de los Siglos, pá gs. 685, 686.

LA TERCERA PLAGA

4. ¿Dó nde será derramada la tercera plaga?

Apocalipsis 16:4 “Y el tercer á ngel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes
de las aguas, y se convirtieron en sangre”.

Faltando agua pura, ¿qué beberá n en su sed los impíos? ¿Cuá l es el principal motivo?

Apocalipsis 16:5-7 “Y oí al á ngel de las aguas, que decía: Justo eres tú , oh Señ or, que
eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. Porque ellos derramaron la
sangre de los santos y los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo
merecen. Y oí a otro del altar, que decía: Ciertamente, Señ or Dios Todopoderoso, tus
juicios son verdaderos y justos”.

“También ‘los ríos, y… las fuentes de las aguas,… se convirtieron en sangre’. Por terri-
bles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada. El á ngel de
Dios declara: ‘Justo eres tú , oh Señ or… porque has juzgado estas cosas: porque ellos
derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber
sangre; pues lo merecen’ (Apocalipsis 16:2-6). Al condenar a muerte al pueblo de Dios,
los que lo hicieron son tan culpables de su sangre como si la hubiesen derramado con
sus propias manos. Del mismo modo Cristo declaró que los judíos de su tiempo eran
culpables de toda la sangre de los santos varones que había sido derramada desde los
días de Abel, pues estaban animados del mismo espíritu y estaban tratando de hacer
lo mismo que los asesinos de los profetas” –El Conflicto de los Siglos, pá g. 686.

LA CUARTA PLAGA

5. ¿Có mo sufrirá n los hombres por las consecuencias de la cuarta plaga?  Apocalipsis
16:8, 9 “Y el cuarto á ngel derramó su copa sobre el sol; y le fue dado quemar a los
hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor, y blasfemaron el
Nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para dar-
le gloria”.

¿Có mo se afectará la naturaleza, también?

Joel 1:10-12, 17-20 “El campo fue destruido, enlutó se la tierra; porque el trigo fue des-
truido, se secó el mosto, perdió se el aceite. Confundíos, labradores; aullad, viñ eros,
por el trigo y la cebada; porque se perdió la mies del campo. Secó se la vid, y pereció la
higuera, el granado también, la palma y el manzano; secá ronse todos los á rboles del
campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres… El grano se pudrió de-
bajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque
se secó el trigo. ¡Cuá nto gimieron las bestias! ¡Cuá n turbados anduvieron los hatos de
los bueyes, porque no tuvieron pastos! También fueron asolados los rebañ os de las
ovejas. A ti, oh Jehová , clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama
abrasó todos los á rboles del campo.  Las bestias del campo bramará n también a ti;
porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderías del desier-
to”.

“En la plaga que sigue, se le da poder al sol para ‘quemar a los hombres con fuego. Y
los hombres se quemaron con el grande calor’ (Apocalipsis 16:8, 9). Los profetas des-
criben como sigue el estado de la tierra en tan terrible tiempo: ‘El campo fue destrui-
do, enlutó se la tierra;… porque se perdió la mies del campo’. ‘Secá ronse todos los á r-
boles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres’. ‘El grano se
pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados’… ‘¡Cuá nto gimieron
las bestias! ¡Cuá n turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron
pastos!… Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderas del de-
sierto’ (Joel 1:10-12, 17, 18, 20). ‘Y los cantores del templo aullará n en aquel día, dice
el Señ or Jehová ; muchos será n los cuerpos muertos; en todo lugar echados será n en
silencio’ (Amó s 8:3).

“Estas plagas no será n universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra se-
rían enteramente destruidos. Sin embargo será n los azotes má s terribles que hayan
sufrido jamá s los hombres” –El Conflicto de los Siglos, pá gs. 686, 687.

LA QUINTA PLAGA

6. ¿Sobre quién específicamente cae la quinta plaga maligna?

Apocalipsis 16:10, 11 “Y el quinto á ngel derramó su copa sobre la silla de la bestia; y


su reino se hizo tenebroso, y se mordían sus lenguas de dolor. Y blasfemaron al Dios
del cielo por sus dolores y sus plagas, y no se arrepintieron de sus obras”.

“Ese testimonio establece un hecho importante. Las plagas no destruyen inmediata-


mente todas sus víctimas, porque algunos de los que al principio fueron aquejados por
las llagas, viven todavía cuando se vacía la quinta copa, y se roen la lengua de dolor. En
É xodo 10:21-23 se hallará una ilustració n de esta copa. Es derramada sobre la silla de
la bestia, el papado. La silla de la bestia se halla dondequiera que esté la sede papal,
que ha estado hasta ahora, y sin duda continuará , en la ciudad de Roma. ‘Su reino’
abarca probablemente todos aquellos que son sú bditos eclesiá sticos del papa, donde-
quiera estén” –Urías Smith, Las Profecías de Daniel y el Apocalipsis, tomo II, Apocalip-
sis, pá gs. 315, 316.

EL PROFUNDO AMOR Y DESEO DE DIOS

7. Al estudiar lo que le espera posteriormente a los pecadores impenitentes, ¿qué de-


sea Dios en su amor y cuá l es su sentir?

Romanos 1:16, 17 “Porque no me avergü enzo del evangelio, porque es potencia de


Dios para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego. Por-
que en É l la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vi-
virá por la fe”.

1 Juan 4::9 “En esto se mostró el amor de Dios hacia nosotros, en que Dios envió a su
Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por É l”.

2 Corintios 6:1, 2 “Y así nosotros, como ayudadores juntamente con él, os exhortamos
también a que no recibá is en vano la gracia de Dios, porque dice: En tiempo aceptable
te he oído, y en día de salud te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he
aquí ahora el día de salud”.

“Para nuestro Dios misericordioso, el acto del castigo es un acto extrañ o. ‘Vivo yo, dice
el Señ or Jehová , que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío de su ca-
mino, y que viva’ (Ezequiel 33:11)… No obstante, ‘de ningú n modo justificará al malva-
do’ (É xodo 34:6, 7). Aunque no se deleita en la venganza, ejecutará su juicio contra los
transgresores de su ley. Se ve forzado a ello, para salvar a los habitantes de la tierra de
la depravació n y la ruina total. Para salvar a algunos, debe eliminar a los que se han
empedernido en el pecado. ‘Jehová es tardo para la ira, y grande en poder, y no tendrá
al culpado por inocente’ (Nahum 1:3). Mediante terribles actos de justicia vindicará la
autoridad de su ley pisoteada. El mismo hecho de que le repugna ejecutar la justicia,
atestigua la enormidad de los pecados que exigen sus juicios, y la severidad de la retri-
bució n que espera al transgresor” –Patriarcas y Profetas, pá g. 680.

ESTUDIO ADICIONAL Ezequiel 3:16-21; 33:11-14; Lucas 23:28-31.

“Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo de gracia
fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de Cristo impidió que el
pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio final la ira de Dios se
derramará sin mezcla de misericordia…

“Los cristianos profesos que llegará n sin preparació n al ú ltimo y terrible conflicto,
confesará n sus pecados con palabras de angustia consumidora, mientras los impíos se
reirá n de esa angustia. Esas confesiones son del mismo cará cter que las de Esaú o de
Judas. Los que las hacen lamentan los resultados de la transgresió n, pero no su culpa
misma. No sienten verdadera contrició n ni horror al mal. Reconocen sus pecados por
temor al castigo; pero, lo mismo que Faraó n, volverían a maldecir al cielo si se suspen-
diesen los juicios de Dios” –El Conflicto de los Siglos, pá gs. 687, 678.
Las siete postreras plagas de Apocalipsis

Una vez una hermana me dijo: “Pastor nunca antes había visto lo hermoso que era el
libro de apocalipsis”. Esa reflexió n era causada por el “temor” que los propios
predicadores han infundado con un mensaje centrado en las catá strofes, má s que en el
mismo Jesú s quien es la revelació n del libro (Apoc.1:1), quien ademá s por medio de
Juan nos dice que quienes “leen las palabras de esta profecía, y quienes la oyen, y
quienes guardan lo que está escrita en ella son bienaventurados o dichosos”
(Apoc.1:3)

Una de las porciones que en especial causa temor tiene que ver con aquella que habla
de las siete plagas, pero que sin embargo es una de las porciones que como adventista
debería llenarnos de esperanza acerca de nuestra redenció n.

¿Cuá ndo comienzan las plagas del apocalipsis?

Al analizar apoc.11:18 pasaje bíblico que se encuentra dentro del contexto del cese de
la intercesió n de Cristo en el santuario celestial encontramos que en respuesta a la ira
de las naciones, es hora de que se derrame la ira de Dios, con esto en mente nos
trasladamos a apoc.14:9, 10 y leemos que el que reciba la marca de la bestia, será
quien beba de la "ira de Dios”. Continuando con nuestro estudio al ir al capítulo que
antecede al de las plagas, nos referimos a apoc.15:1 en donde nuevamente
encontramos que se consuma la "ira de Dios". Los estudiosos concuerdan en que
apoc.15:8 tiene relació n con el cese de la intercesió n de Cristo en el santuario celestial,
por ello podemos dar por sentado que de acuerdo al contexto anterior al capítulo de
las plagas, éstas necesariamente deben comenzar después de que Cristo deje de
interceder en el cielo, lo que como adventistas conocemos como el fin del tiempo de
gracia

Algunos otros antecedentes

apoc.16:2 que relata la primera plaga nos menciona que ésta recae sobre aquellos que
tienen la marca de la bestia, cosa que nos recuerda apoc.14:9, 10 algo que ya
mencionamos, ahora este mismo hecho presentado en la primera plaga es clave para
entender que estas caen después del tiempo de gracia ya que bien sabemos por
apoc.13 que la marca de la bestia se pone y en ese momento es cuando se cierra el
tiempo de gracia (ya que los adoradores de la bestia y por ende del dragó n) no está n
inscritos en el libro de la vida, apoc.13:8)

Otra evidencia la encontramos en la segunda y la tercera plaga ya que en ambas


vemos una destrucció n de la naturaleza, cosa que nos recuerda apoc.7:1 só lo debía
ocurrir cuando los hijos de Dios recibieran su sello , dicho sea de paso los impíos
recibirían como contraparte la marca de la bestia.
En la tercera plaga encontramos en apoc.16:6 el cumplimiento de lo prometido a los
má rtires en el quinto sello (recordemos que después del séptimo sello se da pasó a las
plagas apoc.8:1-5, con estos antecedentes en mente no podemos pensar otra cosa, sino
que las plagas necesariamente

segú n el relato bíblico comienzan después del tiempo de gracia cuando Jesú s deja de
interceder en el santuario celestial.

¿Qué dice Elena de White en relació n al tiempo de inicio de las plagas?

Reafirmando lo presentado anteriormente encontramos esta cita de la sierva del


Señ or que dice:

"Era imposible que fuesen derramadas las plagas mientras Jesú s oficiase en el
santuario; pero al terminar su obra allí y cesar su intercesió n, nadie detiene ya la ira
de Dios, que cae furiosamente sobre la desamparada cabeza del culpable que descuidó
la salvació n y aborreció las reprensiones" (PE, 280)

"Otros acudían presurosos al pueblo de Dios en sú plica de que les enseñ ase como
escapar de los juicios divinos. Pero los santos no tenían nada para ellos. Había sido
derramada la ú ltima lá grima a favor de los pecadores, ofrecida la ú ltima angustiosa
oració n, soportada la ú ltima carga y dado el postrer aviso" (PE, 281)

La brevedad y alcance del evento

De acuerdo al relato bíblico nos damos cuenta que las plagas son breves, esto lo
notamos al observar la quintan plaga (tinieblas), apoc.16:11 que hay quienes aú n
sufren las consecuencias de la primera (ú lceras) y esto nos da a entender que el
tiempo que debe transcurrir entre una plaga y otra es un periodo de corta duració n.

Elena de white al hablar del alcance de las plagas escribió :

"Estas plagas no será n universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra


serían enteramente destruidos. Sin embargo será n los azotes má s terribles que hayan
sufrido jamá s los hombres. Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del
fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de
Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio
final la ira de Dios se derramara sin mezcla de misericordia" (CS, 687)

La importancia de conocer el tiempo

Segú n hemos visto las plagas comienzan después del tiempo de gracia junto con el
establecimiento de la marca de la bestia y el sello de Dios, para aquellos que no adoran
a la bestia y su imagen entonces surge la pregunta: ¿Por qué es importante conocer el
tiempo en que comienzan las plagas?, y es que en medio de esos tremendos azotes
dados por la ira de Dios a un mundo impenitente, su pueblo aú n en medio de toda esta
catá strofe tendrá esperanza, ya que su galardó n está pró ximo cuando desde el trono
se escuche la voz “hecho esta” (Apoc.16:17)

Así como las plagas de Egipto presagiaban la espectacular liberació n del pueblo de
Dios de la corrupció n del pecado, de la misma manera las ú ltimas plagas mencionadas
en Apocalipsis nos

llevan a presenciar un futuro lleno de esperanza en donde nuestros ojos podrá n ver
cumplidas todas aquellas promesas reveladas en la palabra de Dios, Cristo Jesú s en
persona nos vendrá a liberar de la corrupció n de este mundo lleno de pecado para
morar con él por la eternidad.

“Cuando estas cosas comiencen a suceder, cobrad á nimo, y levantad vuestra cabeza,
porque vuestra redenció n está cerca”. (Luc.21:28)

1. CBA tomo 7. Pag.852-860


2. Desmond Ford: “crisis”. tomo 2. Capítulo 16
3. Frank B. Holbrook: “Symposium on revelation book II”. Pag.133-149
4. Hans Larrondelle: “las profecías del tiempo del fin”. Pag.382-389
5. Merlyn Alomia: “El apocalipsis: mensaje misericordioso y oportuno”. Pag.113-122
6. Elena de White: “Primeros escritos”. Pag.280, 281
7. Elena de White: “Conflicto de los siglos”. Pag.687
8. Jacques B. Doukhan: “Secretos del apocalipsis”. Pag.157-162
9. Fernando Chaij: “Preparació n para la crisis final”. Pag.146-152

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