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El autor sostiene que el objeto referencial en cierta manera desaparece.

Ya no importa la
vinculación a un lugar o a un tiempo. Se da la impresión que los límites propios de cada objeto
ya no existen. Con la tecnología se puede conseguir todo y reproducirlo. De cada paisaje, ser
humano se puede crear ese simulacro.

Se habla de entorno virtual, realidad virtual que reproduce las cosas para el usuario. Cuanto
más nos sumergimos en el mundo virtual más nos desconectamos de la realidad empírica.

Esto ayuda, pero conduce a un adelgazamiento de la densidad de lo real.


¿Qué relación hay entre el mundo virtual y mundo real?

En el mundo de la vida encontramos el ser substancial con su teleología inmanente.

Lo virtual se regocija en una corporalidad sin cuerpo.

Dios se ofreció en el tiempo y en la historia.

La mentalidad de lo secundario ha invadido nuestra percepción estética.

Se necesita una estética de la presencia.

Frente a una obra de arte, el observador debe permanecer convocado ante su efecto
inmediato, su misterio.

Mundo secundario = mundo mediático


Dios nos ofrece a Su Hijo y nosotros lo "devolvemos" al Padre en la Eucaristía.

Alexander Shmemann, teólogo ortodoxo: desde los tiempos patrísticos, la liturgia se entendía
como advenimiento del reino de los cielos.

Ratzinger, El espíritu de la liturgia

Caro cardo salutis (san Cipriano?)

Los hombres redimidos por Cristo colaboramos en la salvación del mundo

Ofrecer una vida santa a Cristo = sacerdocio universal de los fieles


La dimensión corporal requiere la presencia de mente y cuerpo. El cuerpo necesita participar
en la oración y en el acto de ofrecer los dones dados por Dios.

La tradición siempre ha enseñado que el encuentro con Cristo debe tener los elementos de
corporalidad, localización y temporalidad irreversible.

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