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número32-33Album mutor in alitem: metamorfosis e identidad poética en Horacio, Carm.II 20Vásquez,


María Celia, Pastormerlo Sergio (comp.) Literatura argentina. Perspectivas de fin de siglo. Eudeba, 2002
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Cuadernos del Sur. Letras

versión On-line ISSN 2362-2970

Cuad.Sur, Let. n.32-33 Bahía Blanca 2003

Construcción de la imagen del adversario: Marco Antonio en las Filípicas de Cicerón

Nélida Iglesias - H. Nora del Río

Universidad Nacional del Sur

Resumen

Através de la lectura de las cuatro primeras Filípicas de Cicerón, nos proponemos reconocer el recorrido
que el orador va realizando para construir una imagen negativa de M. Antonio. Si bien al comienzo de la
primera Filípica el orador reconoce en Antonio algunas cualidades y acciones positivas, sin embargo a
medida que avanza en sus exposiciones posteriores, advertimos que va degradando la imagen hasta
desembocar en un ataque sostenido y creciente de agresión verbal, que tiende a la desvalorización de la
figura de Antonio. El trabajo analiza el amplio espectro de recursos lingüísticos utilizados por Cicerón
para conformar la imagen de M.Antonio.

El marco teórico en el que se encuadra nuestro análisis es la propuesta de J.R.Martin (1997) -uno de los
representantes de la lingüística sistémico funcional- sobre lenguaje evaluativo.

Palabras claves: Cicerón; Filípicas; Imagen de M. Antonio

Abstract

The purpose of this work is to identify -through the reading of Cicero's first four Philippicae- the steps by
which the orator creates a negative image of M. Antonius. Although at the beginning of the first
Philippica the orator finds some positive qualities and deeds in M. Antonius, as he progresses in his
further expositions, we observe that he degrades this image until making a growing sustained attack
loaded with verbal aggression, which leads to the depreciation of Antonius's figure.

This paper analyses the wide spectrum of the linguistic resources used by Cicero in order the construct
M. Antonius's image. The theoretical framework within which this analysis is carried out corresponds to
J.R. Martin's (1997) -a representative of the systemic functional linguistics- proposal on evaluative
language.

Keywords: Cicero; Philippicae; Image of M. Antonius

En este trabajo1 proponemos una lectura de las cuatro primeras Filípicas de Cicerón, en la que
destacamos las marcas subjetivas de la enunciación como índices de una permanente valoración de los
atributos personales y acciones de M. Antonio.

El trabajo se encuadra dentro de los postulados de la lingüística sistémico funcional de la escuela de


M.A.K.Halliday y en particular, en lo que respecta al lenguaje evaluativo, adhiere a la propuesta de
J.R.Martin (1997) .

Hemos acotado el corpus a las primeras cuatro Filípicas por la extensión que hubiera significado
tomarlas en su totalidad (14 discursos); de todos modos, este corpus reducido no nos impide advertir la
progresión del proceso de construcción que queremos mostrar. En efecto, Cicerón, orador real o
potencial - ya que la Segunda Filípica fue publicada y no pronunciada realmente- se dirige a destinatarios
colectivos, el Senado y la asamblea popular, con el propósito de convencerlos de la peligrosidad que
para Roma entrañaba la figura de M. Antonio.

A la muerte de César, en marzo del 44 a.C., la República estalló en grandes conflictos. Con el asesinato
de César, los pompeyanos, entre cuyas figuras se contaba Cicerón, esperaban ganar más espacio para su
partido. Sin embargo los del partido popular permanecían cada vez más fieles a César, su líder ya
muerto; Marco Antonio aprovechó este estado de tumulto y se transformó, siendo cónsul, en el
custodio de las resoluciones de César (acta Caesaris). Con esos papeles en sus manos ejecutó todas las
maniobras políticas posibles para fortalecer su propio poder otorgando inmunidades, exenciones de
impuestos y recibiendo grandes sumas de dinero a cambio. La presencia de Octavio en Roma agudiza los
conflictos: Antonio impide que Octavio reciba su herencia y Cicerón procura que el Senado se alíe con
Octavio en contra de M. Antonio. Pero todo ello no hace más que dignificar y ensalzar la figura de César
reivindicada de hecho por su sobrino Octavio, heredero legítimo. Cicerón considera que se está
arriesgando la vida de la República y decide actuar para influir en las decisiones parlamentarias. Unos
meses después de la muerte de César, acontecimiento que marcó un hito importantísimo en la historia
de Roma, Cicerón pronuncia su Primera Filípica en setiembre del 44, dirigida al Senado, en la que
formula todo tipo de reproches a Marco Antonio, aunque desliza algunos elogios que tienen que ver con
su actuación anterior y que intentan persuadir a Antonio para que retome el camino que pondrá a salvo
la República. En la Segunda Filípica, escrita en noviembre del 44 y nunca pronunciada en público,
responde con más virulencia a las acusaciones que Antonio le dirige como respuesta a su primer
discurso. La Tercera Filípica es una encendida alocución, pronunciada en el Senado, con la que Cicerón
pretende persuadir a ese cuerpo parlamentario de declarar a Antonio enemigo de la República (hostis).
El mismo tema, pero con tono mucho más insultante y agraviante hacia Marco Antonio, contiene la
Cuarta Filípica pronunciada el mismo día frente a una Asamblea popular, quizá con la intención de
ejercer presión sobre el Senado.

En el período que va desde el 2 de setiembre del 44 al 22 de abril del 43 a.C. Cicerón compuso 14
Filípicas todas ellas dirigidas contra Marco Antonio. En diciembre del 43 el orador fue asesinado y Marco
Antonio ordenó exponer su cabeza en Roma.

Concepto de imagen
Según el concepto de imagen personal (face), acuñado por Goffman (1973) y desarrollado por Brown y
Levinson (1987:61 y ss.), todo ser social, adulto y competente tiene 'imagen', es decir la imagen pública
de sí mismo que necesita reivindicar para sí2. Esta imagen consiste en dos aspectos complementarios:

a) la imagen negativa tiene que ver con los deseos de cada uno de que sus actos no se vean impedidos
por otros. Implica las demandas básicas de los "territorios del yo" , los cotos personales, familiares,
amigos, bienes personales, el derecho a la libertad de acción y a la libertad de imposición.

b) la imagen positiva es la imagen consistente de cada uno, reclamada por los interactantes, que se
centra en el narcisismo, en la "personalidad". Incluye decididamente el deseo de que esta imagen sea
aprobada y apreciada por los otros.

Ambas pueden verse afectadas por actos que amenazan la imagen. Brown y Levinson señalan que hay
actos intrínsecos que amenazan la imagen, en especial aquellos que van en contra de los deseos de
imagen del destinatario y/o del hablante.

Por su parte, C. Kerbrat Orecchioni (1992:171) propone adicionar la noción de actos antiamenazantes,
que tienen un efecto positivo en la imagen personal: valorización de la imagen positiva con halagos,
elogios, alabanzas, etc.

Nuestra lectura de las Filípicas nos ha enfrentado con:

actos que aportan algunos elementos de evaluación positiva hacia M. Antonio;

actos que amenazan la imagen negativa de M. Antonio, coartando su libertad de acción: reiteradas
peticiones de Cicerón para que corrija su comportamiento desviado; [Ver este aspecto en el apartado
Legitimidad, p.10]

actos que amenazan la necesidad de imagen positiva del destinatario - Marco Antonio - y muestran una
evaluación negativa de distintos aspectos de ella: críticas, reproches, burlas, reclamos, acusaciones,
insultos; en general, desaprobación.

Si bien tenemos algunas muestras de actos que valorizan la imagen positiva de M. Antonio y de algunos
pocos que amenazan su imagen negativa, es abrumadora, en cambio, la presencia de actos que
amenazan su deseo de imagen positiva.
Actos que valorizan la imagen positiva de Marco Antonio

Buena parte de la Primera Filípica se desenvuelve en un tono, podríamos decir amigable; allí Cicerón se
autodefine como amigo de M. Antonio:

(1) Cui sum amicus... (1,11)3

Elogia algunos discursos pasados y califica positivamente algunas intenciones y acciones anteriores:

(2) Praeclara tum oratio M. Antoni, egregia etiam voluntas. (1,2)

(3) Quae fuit oratio de concordia! (1,31)

En la Segunda Filípica evoca y juzga estéticamente4 las palabras que M. Antonio pronunció en los
funerales de César, conservando aún un tono laudatorio y cortés:

(4) Tua illa pulchra laudatio, tua miseratio, tua cohortatio. (2,90) (Aquel magnífico discurso fúnebre que
pronunciaste, tus lamentaciones, tus exhortaciones.)

Pero uno de los actos que Cicerón considera más valiosos en M. Antonio, mencionado en varias
oportunidades ( 1,3; 1,4; 1,32; 2,91; 2,115), es haber eliminado para siempre de la república, el nombre
de dictatura:

(5) Optimum uero, quod dictaturae nomen in perpetuum de re publica sustulisti (2,91) (Pero lo mejor es
que suprimiste de la república para siempre el nombre de dictadura.)

Sin embargo, en el mismo discurso, ya se insinúa un cambio en la opinión de Cicerón, quien, al regresar
a Roma, recoge comentarios sobre la conducta reprochable de M. Antonio:

(6)...sed eum iracundum audio esse factum.Video autem quam sit odiosum habere eundem ratum et
armatum....(1,27) (...he oído que se ha vuelto irritable. Además veo cuán desagradable es tenerlo al
mismo tiempo encolerizado y armado...)

Vuelve a elogiar acciones pasadas, pero cierra una brusca interrogación retórica con la palabra mutatio,
especie de bisagra que abre paso, cerca del final del discurso, a un tono diferente, y que sobre todo se
revelará a partir de la Segunda Filípica:
(7) Num te, cum haec pro salute rei publicae tanta gessisses, fortunae tuae, num amplitudinis, num
claritatis, num gloriae paenitebat? Vnde igitur subito tanta ista mutatio? Non possum adduci ut suspicer
te pecunia captum. (1,33) (¿Acaso después de haber hecho tan buenos servicios a la república, estabas
descontento con tu fortuna, tu grandeza, tu clarividencia, tu gloria? ¿De dónde entonces tan grande y
repentino cambio? No puedo dejarme llevar por la sospecha de que te dejaste atrapar por el dinero.)

Siguiendo con estas apreciaciones elogiosas del pasado, Cicerón emplea un par de expresiones
calificadoras en forma negativa y añade una nominalización que atañe también a características
personales de M. Antonio:

(8) Nihil enim umquam in te sordidum, nihil humile cognovi. Quamquam solent domestici depravare non
numquam; sed novi firmitatem tuam. (1,33) (Jamás he advertido en ti nada sórdido ni vil. Admitamos
que el entorno a menudo suele corromper; pero yo conozco tu firmeza.)

En el transcurso del violento alegato de la Segunda Filípica, el orador formula un elogio, un


agradecimiento y una disculpa, actos performativos que siguen a una manifestación de acercamiento
amistoso, en la que el enunciador pretende ser reconocido como objetivo y equilibrado en sus juicios:

(9) Ego autem - vide quam tecum agam non inimice - quod bene cogitasti aliquando, laudo; quod non
indicasti, gratias ago; quod non fecisti, ignosco. (2,34) (Pero yo - para que veas que no te trato como
enemigo - te felicito porque alguna vez tuviste buena intención; te agradezco por no haber revelado el
complot; te perdono por no haberlo hecho.)

Como última valoración positiva de M. Antonio, en medio de una larga enumeración de crímenes,
fraudes, y otros abusos, minimizada por una cuantificación irrisoria, Cicerón evoca comportamientos
pasados:

(10)...duobus aut tribus senatus consultis bene et e re publica factis reliquas res ad lucrum praedamque
revocaverit, vendiderit immunitates ...(3,30) (...después de dos o tres decretos del Senado beneficiosos
a la república, volvió al lucro y a la rapiña, vendió exenciones de impuestos...)

Actos que amenazan la imagen positiva de Marco Antonio

¿Cómo se van delineando discursivamente los aspectos negativos de la figura de Marco Antonio? En
contraste con las pocas alusiones positivas que hemos recorrido, el orador ataca a su adversario por
medio de numerosas expresiones que refieren a los atributos personales o a las acciones, que merecen
ser condenados con una sanción social en el nivel ético (decoro), según propone J. R. Martin (1997: 18 y
ss.). Estas referencias se realizan a través de los siguientes recursos lingüísticos: nominalizaciones
(metáforas gramaticales), abstracciones, frases nominales con sustantivos agentes, calificadores,
metáforas lexicales, antonimia e ironía.

a) Nominalización (metáfora gramatical): la noción de metáfora gramatical, ideada por Halliday y


adoptada por los lingüistas que adscriben a la Lingüística Sistémica Funcional, en lo que concierne a
Nominalización, consiste en una transformación, desde una forma de expresión "congruente" a una
forma "metafórica". Nominalización es el proceso por el cual eventos, cualidades y relaciones no se
representan como verbos, adjetivos y conjunciones, respectivamente, sino como cosas, nombres. Los
procesos "se visten" como nombres, se realizan como una entidad: un verbo como un nombre, p. ej.
trucidare (2,17) (masacrar) → trucidatio (4,12) (masacre); una cualidad se expresa como una entidad, un
adjetivo como un nombre, p. ej. stultus 3,34) (necio) → stultitia (2,8) (necedad).

R. Veel (1997: 184) llama entidades virtuales a las referidas por nominalización y abstracción, pero hace
una diferencia entre ellas: abstracción no entraña un procedimiento de transformación, es
independiente de adjetivos o verbos. (Ver Tabla No 1 y Tabla No 2 en el Apéndice)

Tabla No 1: LEXEMAS NOMINALES: DISTINICIÓN ENTRE METÁFORAS GRAMATICALES Y ABSTRACCIONES

Tabla No 2: LEXEMAS Y EXPRESIONES QUE CONTRIBUYEN A UNA EVALUCAIÓN NEGATIVA DE


M.ANTONIO

2.1 : Atributos y comportamientos de M.Antonio que merecen sanción social

b) Frases nominales con sustantivos agentes: a menudo la referencia a M. Antonio está representada
con expresiones nominales cuyo núcleo es un sustantivo - en la mayoría de los casos, agente - de fuerte
connotación desvalorizadora: direptor et vexator (3,27) (depredador y verdugo); hostem... et latronem
et parricidam patriae (4,5) (enemigo público...bandido y parricida de la patria); cum percussore, cum
latrone (4,15) (con un asesino, con un bandido).

c) Adjetivos calificadores: La valoración negativa de M. Antonio y sus acciones es profusa: muchas veces
el enunciador aplica doble, triple y hasta cuádruple calificación, con un efecto acumulativo
desmesurado: invidiosum, detestabile, imbecillum, caducum (1,33); nihil ... ingenuum, nihil moderatum,
nihil pudens, nihil pudicum (3.28)

Se advierte una predilección por los comparativos y sobre todo superlativos, con los que increpa e
insulta abiertamente al adversario:

(11) Tu autem, omnium stultissime, non intellegis... (2,29) (Pero tú, el más necio de todos, no
comprendes...)

(12) ..etiamne huius impuri latronis feremus taeterrimum crudelissimumque dominatum? (3,29) ( ...
¿también soportaremos la tiranía más horrenda y más cruel de este binfame bandido?)

Frecuentemente en cláusulas exclamativas, el adjetivo suele estar acompañado del intensificador


cuantitativo quam : quam misera... quam foeda, quam turpis (3,24); at quam contumeliosus...quam
barbarus, quam rudis! (3,15).

La exclamación condensadora actúa como una reflexión sobre los hechos recién referidos. Frente al
espectáculo de Antonio embriagado, Cicerón exclama:

(13) O rem non modo visu foedam, sed etiam auditu! (2.63) (¡Oh escena tan desagradable no sólo de ver
sino de oír.)

(Para otros ejemplos ver Tabla No 3)

Tabla No 3: EXPRESIONES CALIFICADORAS DE MARCO ANTONIO Y DE SUS ACCIONES

d) Metáforas lexicales: La metáfora es un mecanismo conceptual y semántico fundamental en la


producción de significados políticos (P. Chilton y C. Schäffner 1997: 318). Cicerón no evita expresar sus
intuiciones sobre M. Antonio mediante esta forma retórica, y podríamos escalonarlas según su valor
creciente de agresión, ya que todas poseen connotación negativa. Desde llamarlo 'bandido'(2,6; 2,9;
3,29; 4,5; 4,15), 'gladiador de los más viles' (2,7), 'Espartaco' (4,15), 'peste' (3,5; 4,7), hasta asociarlo con
la monstruosidad mitológica de 'Charybdis' (2,67), culmina identificándolo directamente con la
animalidad: 'animal' (2,30), 'lobo' (3,27), 'bestia'(3,28), lexema que reitera y desarrolla en una metáfora
continuada en la Cuarta Filípica:

(14) Non est vobis res, Quirites, cum scelerato homine ac nefario, sed cum immani taetraque belua.
Quae, quoniam in foveam incidit, obruatur: si enim illim emerserit, nullius supplici crudelitas erit
recusanda. Sed tenetur, premitur, urguetur nunc....(4,12) (Ciudadanos, ustedes no van a enfrentarse con
un hombre criminal y nefasto sino con una bestia horrenda y repugnante. Y ya que esta ha caído en la
trampa, hay que aplastarla, porque si sale de allí no nos ahorrará la crueldad de ningún suplicio. Pero
ahora está cercada, asediada, acosada.... )

e) La utilización de pares antónimos es también una estrategia propia del discurso político. Sobre el final
de la Tercera Filípica, en vibrante exaltación, Cicerón contrapone 'deshonor' y 'esclavitud' con sus
correspondientes 'honor' y 'libertad', repitiéndose el paralelismo con los verbos 'nacer' y 'morir':

(15) Nihil est detestabilius dedecore, nihil foedius servitute. Ad decus et ad libertatem nati sumus: aut
haec teneamus aut cum dignitate moriamur. (3.36) (Nada es más detestable que el deshonor, nada más
horrible que la esclavitud. Hemos nacido para el honor y la libertad: conservemos estos valores o
muramos con dignidad.)

f) Ironía: El orador encarece su fuerza de persuasión a través de un uso irónico de ciertos lexemas en los
que se oyen significados contrarios a aquello que se escucha realmente. Cicerón está descalificando a M.
Antonio más categóricamente que si recurriera al insulto directo, cuando le dice:

(16) Tu, homo sapiens et considerate, quid dicis? (2.31) (Y tú, hombre reflexivo y respetuoso, ¿qué
dices?)

Una manera de excluir a M.Antonio y su familia de los valores propios de una clase y condición social es
sugerir irónicamente su pertenencia a ella:

(17) Habetis nobilitatem gloriosam! (3.16) (¡Ustedes sí que tienen una nobleza digna de gloria...!)

En la referencia a las acciones negativas de M. Antonio, las Filípicas muestran en su mayoría verbos que
representan diferentes tipos de procesos. Según Halliday (1990), las lenguas estructuran las experiencias
como una configuración semántica, mediante diferentes tipos de procesos. Un proceso está constituido
por tres componentes básicos: (a) el proceso mismo (b) los participantes y (c) las circunstancias
asociadas con él. Halliday distingue procesos materiales, relacionales, mentales, verbales y existenciales,
de los que caracterizaremos brevemente los que se dan en nuestro corpus.

En los procesos materiales, procesos de 'hacer', una entidad, el Actor o Agente, hace algo, produce un
hecho. Los verbos que los representan en nuestro corpus son verbos de acción, activos en cuanto a su
significación, lo que marca en las cláusulas una neta agentividad. Los ejemplos son múltiples, pero
hemos seleccionado algunos que aluden a distintos dominios dentro del campo semántico de los
excesos y vicios de M. Antonio:

a) Corrupción: la mayoría de los actos ilícitos aluden al despilfarro de dinero, a robos, a fraudes, a
favores a los amigos (2,35; 2,101; 4,10):

(18) Incredibile...est quonam modo illa tam multa ...effuderit. Maximus vini numerus fuit,
permagnum...pondus argenti,..; horum paucis diebus nihil erat. (2,66). (Es increíble cómo ha podido
disipar tantas riquezas. Había gran cantidad de vinos, enorme cantidad de objetos de plata...; en pocos
días no quedó nada.)

b) Muerte y destrucción: adjudicándole a Antonio la responsabilidad de las acciones, se reiteran en


varias oportunidades los verbos 'matar', 'asesinar', 'masacrar', 'degollar'. Citamos solamente un ejemplo:

(19) ...at hic et Suessae iugulavit eos quos in custodiam dederat et Brundisii ad trecentos fortissimos
viros civisque optimos trucidavit (3,10) (...pero en Suesa hizo degollar a todos los prisioneros y en
Brindisi masacró a unos trescientos hombres de gran coraje y excelentes ciudadanos.)

Es altamente significativa en la Tercera Filípica una larga enumeración asindética de verbos con sus
adjuntos que denotan delitos y crímenes:

(20) ...qui ...tanta scelera post Caesaris interitum fecerit:, ...domum eius [Caesaris] exhauserit, hortos
compilaverit, ... omnia ornamenta transtulerit, caedis et incendiorum causam... quaesierit..., ...ad lucrum
praedamque revocaverit, vendiderit immunitates, civitates liberaverit, ...exules reduxerit, falsas
leges...et falsa decreta... curaverit...domesticum mercatum instituerit, ...leges imposuerit, ...populum et
magistratus foro excluserit, senatum stiparit armatis, armatos in cella
Concordiae...incluserit, ...., ...centuriones iugulaverit, ... sit ad interitum nostrum et ad dispertitionem
urbis venire conatus? (3,30) (¿ [alguien]...que ...cometió tantos crímenes después de la muerte de César,
que... saqueó su casa, despojó sus jardines, ... que se llevó a su casa todos los adornos, que buscó la
ocasión para matar e incendiar...,que... volvió al lucro y a la rapiña, vendió exenciones de impuestos,
emancipó ciudades, ... repatrió a los desterrados, ... hizo poner en el Capitolio falsas leyes y falsos
decretos..., transformó su casa en un mercado,... impuso leyes..., excluyó del foro al pueblo y a los
magistrados, ... rodeó el Senado con soldados armados y ocupó con ellos el templo de la Concordia, que
[en Brindisi]...hizo degollar a los centuriones...e intentó venir a Roma .....para matarnos y ocasionar la
ruina de la ciudad?)

Hacia el final de la Cuarta Filípica Cicerón, con el firme propósito de obtener del Senado la declaración
de enemigo público, denuncia la más atrevida intención de Antonio:
(21) Senatum...delere gestit.(4,14) (Quiere destruir el Senado.)

c) Tendencia a rodearse del poder de las armas:

(22) ...tu homines perditissimos...cum gladiis...collocavisti... (2,15) (...les has dado armas a los hombres
más perversos... )

d) Excesos en los placeres: bebida (2,63), festines, juego:

(23) ...turpissime es perbacchatus! Ab hora tertia bibebatur, ludebatur, vomebatur. (2,104) ( ¡...te
embriagaste vergonzosamente! Desde la mañana se bebía, se jugaba, se vomitaba. )

Los procesos relacionales, procesos de 'ser', tienen como significado central 'lo que algo es'.
Presentamos dos casos, en el modo atributivo, en el que una propiedad o atributo se adscribe a una
entidad, como en:

(24) ...huius luctuosissimi belli semen tu fuisti. (2,55) (...tú fuiste el germen de esta guerra dolorosa.)

(25) Vt Helena Troianis, sic iste huic rei publicae belli causa, causa pestis atque exiti fuit. (2.55) (Como
Helena para los troyanos, este fue la causa de la guerra para nuestra República, la causa de su
destrucción y de su ruina.)

Aunque las cláusulas carecen de Agente por su estructuración, los sustantivos predicativos - uno de ellos
metáfora lexical (2,55) - poseen un significado intrínseco de actividad o de causalidad de los hechos.

Los procesos mentales, los procesos de 'sentir', 'pensar' y 'percibir', son los menos frecuentes.
Requieren un participante humano, consciente, y una 'cosa'o 'hecho', que es sentido, pensado,
percibido (3,9; 3,31):

(26) Neque enim ille servitutem vestram, ut antea, sed iam iratus sanguinem concupivit. Nullus ei ludus
videtur esse iucundior quam cruor, quam caedes, quam ante oculos trucidatio civium. (4,11) (No es la
servidumbre de ustedes lo que él desea, como antes, sino que, llevado por su furor, desea la sangre de
ustedes. Ningún divertimento le parece más agradable que la sangre, la matanza, la masacre de los
ciudadanos frente a sus ojos.)

Los procesos verbales, procesos de 'decir', exigen un participante que 'dice' y, eventualmente, 'algo que
es dicho'. Las cláusulas con procesos verbales refieren a los ruegos indignos de M. Antonio para obtener
el consulado - consulatum peteres vel potius rogares(2,76) - y, a diferencia de lo que se había
manifestado en la PrimeraFilípica, ahora se juzga críticamente el lenguaje de Marco Antonio:

(27)...tam impudenter loquare (2,16) (...hablas con un lenguaje tan impudente)


(28) Ille sensim dicebat quod causae prodesset; tu cursim dicis aliena. (2,42) ([tu abuelo] decía lenta y
reflexivamente lo que era útil a la causa; en cambio tú dices a la carrera palabras que no la favorecen)

Otros recursos lingüísticos

El juicio negativo sobre el lenguaje de Marco Antonio se repite de distintas formas, o bien acusando al
maestro de retórica por su incapacidad para enseñar, lo cual se evidencia en los pobres resultados
obtenidos (2,8), o mediante ironías o juegos de palabras: ex oratore arator factus (3,22), o bien en
interrogativas de tono sentencioso:

(29) Nonne satius est mutum esse quam quod nemo intellegat dicere? (3,22) (¿Acaso no es preferible
ser mudo que decir cosas que nadie podría comprender?)

También contribuyen a la construcción de la imagen negativa, ciertas aserciones generales, con valor
sentencial, originadas en situaciones concretas a partir de las cuales Cicerón lleva la reflexión a un nivel
mayor de abstracción:

(30) ... nec enim est ab homine numquam sobrio postulanda prudentia. (2,81) (...porque no se le puede
pedir prudencia a un hombre que nunca está sobrio)

Otro recurso que apunta a la misma función descalificadora es la selección del alocutario. Las Filípicas
están dirigidas a un destinatario colectivo (Senado, Asamblea) en segunda persona del plural: Non est
vobis, Quirites,...(4,11). Pero en algunos pasajes de mayor dramatismo en los que la intención de
Cicerón es atacar más violentamente o insultar a su adversario, se escoge a Antonio como alocutario:

(31) Tu mentis compos, tu non constringendus?(2,97) (¿Estás en tus cabales? ¿No tendrías que estar
atado?)

Legitimidad

Los ataques a Antonio, sistemáticos y crecientes en intensidad, deslegitiman totalmente su figura, sus
acciones y, en consecuencia, sus posibilidades de continuar ejerciendo algún poder. M. Antonio es "el
otro" para el enunciador, el enemigo - hay que recordar que Cicerón trabaja denodadamente para que
el Senado lo declare hostis rei publicae (enemigo de la república) - ¿Y qué peso tiene la voz de Cicerón
para ser escuchada como verdadera? Sus palabras llevan el carisma y el liderazgo que de ningún modo
quiere perder. El productor de tales críticas, insultos e invectivas, se posiciona como autorizado,
legitimado por una trayectoria que él mismo se encarga de recordar y autovalorar repetidas veces:
(32) In quo templo,...ieci fundamenta pacis (1.1) (En este templo...eché los fundamentos de la paz)

(33) Mihi vero, patres conscripti, iam etiam optanda mors est, perfuncto rebus iis quas adeptus sum
quasque gessi. Duo modo haec opto, unum ut moriens populum Romanum liberum relinquam- hoc mihi
maius ab dis immortalibus dari nihil potest- alterum ut ita cuique eveniat ut de re publica quisque
mereatur. (2.119) ( En cuanto a mí, Senadores, ya puedo desear la muerte después de haber
desempeñado honrosamente los cargos que obtuve y desempeñé. Tengo dos deseos: uno, que al morir
yo deje al pueblo romano gozando de libertad - los dioses inmortales no pueden darme algo más grande
que esto -; el otro, que cada uno tenga un destino acorde con sus servicios a la República.)

Esa legitimidad que se arroga le permite expresarse sentencialmente, y además vaticinar el futuro, con
fuerza casi oracular:

(34) Atque haec dico de futuris, quod est amicorum ante dicere ea quae vitari possint: quae si facta non
erunt, refelletur oratio mea. (1.26) ( Y sobre el futuro digo esto porque es propio de los amigos decir
antes lo que podría evitarse: si estos hechos no se producen, entonces mi discurso será desmentido.)

(35) Sed... dum istis consiliis uteris, non potes, mihi crede, esse diuturnus. (2.113) ( Pero... mientras
persistas en estos intentos, créeme, no podrás durar mucho tiempo.)

La edad y experiencia de Cicerón lo autorizan para aconsejar a M. Antonio. Así, sobre el final de la
Primera Filípica, mediante una incitación directa, y considerando que todavía es posible la reacción, lo
invita al cambio, a reflexionar e imitar a sus antepasados, recordando al abuelo y sus virtudes:

(36) ...maiores tuos respice atque ita guberna rem publicam ut natum esse te cives tui gaudeant. (1,35)
(...vuelve la mirada hacia tus antepasados y gobierna la república de manera que tus conciudadanos se
alegren de que tú hayas nacido.)

También en la Segunda Filípica, cuando él se denomina a sí mismo senex, lo insta, podría decirse
paternalmente, a la reconsideración de su conducta (2,42).

Y por último, en la peroratio de la misma Filípica, renueva su invitación a reconciliarse con la patria, al
tiempo que se erige en defensor permanente de la República, en un gesto que hace alarde del valor de
su rol en la historia de Roma:

(37) Respice, quaeso, aliquando rem publicam, M.Antoni; a quibus ortus sis, non quibuscum vivas,
considera; mecum, ut voles, redi cum re publica in gratiam. Sed de te tu videris; ego de me ipse
profitebor: defendi rem publicam adulescens, non deseram senex; contempsi gladios Catilinae, non
pertimescam tuos. (2,118) (Dirige tu mirada de vez en cuando a la república, por favor; considera de
quiénes has nacido, no con quiénes vives; conmigo, procede como quieras, pero reconcíliate con la
república. Tú verás qué hacer contigo; en cuanto a mí, te confesaré lo que pienso: siendo joven defendí
la república, no la abandonaré de viejo. Rechacé las armas de Catilina, no voy a temer las tuyas.)

En este recorrido por las cuatro primeras Filípicas, hemos tratado de aislar los elementos más
significativos de estos discursos ciceronianos, cargados de subjetividad, que conforman el proceso
gradual de descalificación de la figura del adversario. Después de todo el espectro de axiológicos que
funcionan como detonadores y han devaluado progresivamente la imagen de M. Antonio, Cicerón
plantea la alternativa entre dos términos que se excluyen: o es consul o es hostis (4.5). El orador procura
por todos los medios que el Senado tome la decisión, como máximo cuerpo responsable de la República.
él, por su parte, cree ser el vocero naturalmente autorizado de los sentimientos de todos aquellos que
intentan salvar a la República; de ahí que recurra a la figura de los antepasados que representan la virtus
que hizo grande a Roma, de la que M. Antonio - de acuerdo a su juicio - no es precisamente un
exponente.

La figura de M. Antonio ya está degradada, su imagen ya ha sufrido todo tipo de "amenazas" como para
que la calificación de hostis rei publicae sea aceptada. Si el alegato de Cicerón y su diseño de la imagen
de M. Antonio responden a la realidad o no, es tarea que les compete a los historiadores.

2.2: Excesos en su conducta privada y pública

Notas

1 El trabajo se enmarca en el proyecto de investigación dirigido por la Lic. Marta Garelli "Marcas de la
enunciación en el latín clásico".

2 Este concepto de imagen difiere del concepto tradicional y generalizado, instalado en la sociedad,
como cuando se dice "mantener / perder la imagen".

3 Las citas en latín están tomadas de la edición Belles Lettres (1966).

4 Cf. J. R. Martin (1997:18).

Referencias bibliográficas

1. Brown, P., Levinson, S. Politeness. Some universals in language use, Cambridge,CUP, 1987.
2. Ciceron, M.T. Discours. Philippiques I à IV, Paris, Belles Lettres, 1966.

3. Chilton, P., Schäffner, C. "Discurso y Política", en T.A. van Dijk (comp.) El discurso como interacción
social, Vol. II, Barcelona, Gedisa, 1997.

4. Goffman, E. La mise en scène de la vie quotidienne. Vol.2: Les relations en public, Paris, Minuit, 1973.

5. Halliday, M.A.K. An Introduction to Functional Grammar, London, E. Arnold, 1990.

6. Kerbrat Orecchioni, K. Les interactions verbales, Tome II, Paris, Colin, 1992.

7. Leech, G. Principles of Pragmatics, London/New York, Longman, 1986.

8. Martin, J.R. "Analysing genre: functional parameters", en Frances Christie and J.R. Martin (ed.) Genre
and Institutions. Social Processes in the Workplace and School, London / New York, Continuum, 1997.

9. Veel, R. "Learning how to mean - scientifically speaking: apprenticeship into scientific discourse in the
secondary school", en Frances Christie and J. R. Martin (ed.) Genre and Institutions. Social Processes in
Workplace and School, London / New York, Continuum, 1997.

recibido: 23 de mayo de 2002

aceptado para su publicación: 20 de junio de 2002

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HISTORIA
Cicerón: la razón frente a la fuerza
Una nueva edición crítica de las 'Filípicas' muestra el vigor intelectual del senador y emperador romano
LUIS ANTONIO DE VILLENAMadridActualizado: 21/03/2014 05:25 horas
A Marco Tulio Cicerón bien se le podría considerar como un intelectual contemporáneo. No es que no haya
grandes diferencias entre el mundo antiguo y el presente, pero Cicerón sigue siendo una figura que atrae en la
medida en que ejemplifica el eterno conflicto entre la razón y el poder, la palabra y la fuerza.

José Guillén Cabañero, catedrático de Salamanca, acaba de publicar una nueva edición de las 14 'Filípicas' de
Cicerón, en las que denuncia el intento de Marco Antonio de instaurar una dictadura en Roma. Son llamadas así en
honor a las que pronunció Demóstenes contra Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro. Estamos ante la última
obra notable de Cicerón que, con 63 años, sabía que se jugaba la vida al defender la libertad y los valores de la
República romana contra Marco Antonio, que estaba actuando como un dictador tras la sucesión del asesinado
Julio César.

Cicerón pronunció en el Senado y editó esos discursos en un momento crítico y ello le costó la vida. 'El Arpinate',
así llamado por haber nacido en Arpino en el año 106 antes de Cristo, halló la muerte cuando intentaba salir de
Roma, en diciembre del año 43. Su nombre encabezaba la lista negra del nuevo triunvirato formado por Octaviano,
Marco Antonio y Lépido. Cicerón fue decapitado y su cabeza y sus manos se expusieron en público, como castigo
ejemplar.

La historia es narrada de forma didáctica y minuciosa por el profesor Guillén Cabañero. Hay que situarse en los
años finales de la República romana (un régimen caracterizado por sus colonias y su poderío militar), donde las
leyes y los cargos venían del pueblo y del Senado. De ahí el célebre Senatus Populus Que Romanus, SPQR, que
conservaron las insignias del Imperio.

¿Se pueden proclamar las libertades de la República y al tiempo erigirse como un rey autócrata o un déspota, al
estilo de las monarquías del Oriente helenístico, que aquellos romanos conocían tan bien? ¿Se puede invocar la
legitimidad del pueblo y a la vez imponerse a su voluntad con métodos dictatoriales? ¿Es lícito recurrir al pan y
circo para distraer a ese pueblo e ignorar su opinión?

Ese era el dilema del momento: el gobierno del pueblo a través del Senado o un populismo autoritario que
gobierna para el pueblo sin el pueblo. Los leales al modelo tradicional (Cicerón entre ellos, notable como abogado,
escritor, sabio y cónsul) eran los republicanos. Frente a ellos, estaban los que defendían la tiranía y el surgimiento
solapado de un Imperio. Eran los cesaristas, encabezados por Marco Antonio, que reivindicaban el legado del
general asesinado, Cayo Julio César. Su muerte desencadenó un cruento conflicto y una abierta lucha de poder. El
general, político y escritor nos cuenta en sus cartas que apreciaba y se llevaba bien con Cicerón cuando hablaban
de literatura y filosofía, pero que mantenían una profunda discrepancia política.

En la guerra civil entre César y Pompeyo -cuando se deshace el primer triunvirato- , Cicerón había estado del lado
de Pompeyo, servidor de la República, y contra César que aspiraba a coronarse como rey. Dice la leyenda que,
siendo amante y protector de la reina Cleopatra y estando en Alejandría, a César le ofrecieron la cabeza de
Pompeyo, su ya caído enemigo tras la aplastante derrota en la batalla de Farsalia.

Tras imponerse a su rival Pompeyo, parecía inevitable que César lograra acabar con el Senado para hacerse
dictador, rey o monarca de un futuro imperio. Pero unos conjurados (amigos de Cicerón, pero a los que éste
reprochará su falta de planes, su precipitación) asesinan a César, a puñaladas en el mismo Senado. Ello sucede
poco después de que Marco Antonio le hubiera ofrecido en público una corona real a su jefe.

Bruto y Casio son los principales conjurados y cuando acuchillan a César gritan: "¡Cicerón, Cicerón!", como si éste
fuera -y en cierto modo lo es- el mentor intelectual de los hechos. Adelantándose a Maquiavelo, Cicerón llegará
pensar que los cesaricidas tendrían que haber acabado también con Marco Antonio, que estaba presente y tenía
miedo. Pero no lo hicieron. Al contrario, tal vez asustados por el magnicidio, Bruto y Casio corrieron a esconderse y
ver qué pasaba. No habían previsto las consecuencias del crimen y ese fue el mayor error de su cobardía.
Bruto era hijo adoptivo de César (de ahí que César exclamara, al morir, "¿Tú también, hijo mío?") y a la vez hijo de
la noble Servilia, amante muchos años de César antes de Cleopatra. Los que gustan de la historia íntima, siempre
han pretendido que Servilia instigó a su hijo a la venganza por celos. Pero le guiaban ideas más nobles que no supo
plasmar. Muerto César, la tiranía parecía acabada con el tirano. Pero la estrategia no les salió bien.

Los meses siguientes fueron confusos. La República parecía a salvo pero los amigos de César y de la creación de un
poder imperial estaban al acecho. Marco Antonio era su principal líder. Bárbaro, borracho y gladiador, como le
definirá Cicerón en alguna de las Filípicas. Pero además aparece un rival inesperado: el joven Octaviano (el futuro
César Augusto) sobrino e hijo adoptivo del difunto César. El papel de Octaviano en los meses siguientes será
ambiguo. Parecerá del lado de la República -Cicerón nunca lo creyó- pero terminará aliándose con Antonio a quien
después habrá de vencer para ser el primer emperador de Roma. Pero eso Marco Tulio ya no lo pudo ver.

Lo que las 'Filípicas' revelan es el arrojo y la inteligencia de un gran escritor y hombre público (en esos años había
concebido los diálogos filosóficos De amicitia y De senectute) que se juega su vida y sus ideas a una carta, para
salvar no sólo su honor sino la dignidad de lo que cree. Él sabe que va a perder porque se enfrenta a la fuerza.

En este drama antiguo, hay escrita una lección que vale para cualquier época: que el fin justifica los medios en la
lucha por el poder. No existe el fair play. Los ambiciosos se ponen de parte de quien conviene en cada momento. El
propio Octaviano actuó así para lograr sus fines. Cicerón, por el contrario, optó por ser fiel a sus ideas y su visión de
la patria, aunque fuera a costa de su vida. Y como todo debe cambiar para que nada lo haga, el Imperio Romano,
que inauguró Octaviano, mantendría siempre -acaso en vago recuerdo de Cicerón- las formas republicanas aunque
bajo un régimen de poder personal. El Senado sobrevivió formalmente, aunque a menudo fuera sólo un adorno en
manos de los césares sucesivos.

El historiador Valeyo Paterculo dirá, poco después de los hechos narrados, que «el criminal Antonio» amputó la
voz del pueblo, ese Cicerón que había buscado siempre la salvación de Roma y de sus ciudadanos. Las 14 'Filípicas'
(la última pronunciada en abril del 43) son un demoledor alegato contra Marco Antonio, fulminado por las
acusaciones y derrotado en Módena. El pueblo lleva en triunfo a Cicerón al Capitolio, se declara a Marco Antonio
«enemigo público» y se proclama una ovatio a Octaviano por su papel en la defensa de la República.

Pero poco después todo cambia. Nada es seguro, porque siempre triunfa al más fuerte o el que menos escrúpulos
tiene. Guillén Cabañero apunta: "Cicerón no tenía esperanza de conseguir nada positivo más que dejar, si así
estaba determinado, el vivo testimonio de su voz y de su valentía a favor de la República si algo triste sucedía". No
hubo concordia ni avenencia y la pugna se decantó del lado de la coalición entre Antonio y Octaviano.

La modernidad de Cicerón no está sólo en ser un intelectual que no desoye la voz de la cosa pública sino en su
pluralidad de intereses: la oratoria, la filosofía griega, la historia, y los trabajos del Foro y del Senado. Quedan
como legado esas espléndidas cartas que escribía a sus amigos (Ático, verbigracia, al que conoció de joven
estudiante en Atenas) o las que dictaba, caminando por su estudio, a su célebre secretario Tirón, que inventó una
suerte de taquigrafía para seguir su voz.

En suma, un personaje plural y contradictorio, amigo del ocio fértil, pero fiel a sí mismo. Como nosotros,
intuyó un fin. Todo fin conlleva otro principio. ¿Cuál ahora?

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