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INTRODUCCIÓN 1
menudo no sabemos qué hacer con las
ambivalencias que traen consigo las
A
shis Nandy (2002) atisbó con distintas imágenes que existen sobre
agudeza un asunto central de la esta organización política: ya sea vis-
vida pública contemporánea: ta como “protector”, “agente moderni-
durante décadas hemos visto una an- zador” o “árbitro”, por mencionar
siedad constante alrededor de la idea algunos ejemplos, pareciera perdurar
del Estado. Como señala el autor, a
* Doctor en ciencias sociales con especialidad
en sociología, El Colegio de México. Línea prin-
1
Agradezco los comentarios de Claudia cipal de investigación: inseguridad, violencia,
Zamorano, Vicente Moctezuma y de los dicta- estado, etnografía urbana Correo electrónico:
minadores anónimos. arturodiazcruz84@gmail.com
44
Semiótica de la privatización de la seguridad: vigilantismo e inseguridad en Tepito 45
tica, Gal propone mirar las propieda- que, para él y su tío, como dirigentes,
des indexicales de aquel binomio, lo era importante fortalecer los lazos con
que, en otras palabras, significa que la gente del barrio. Debido a que se
los contextos específicos de uso esta- reconocía que Tepito “tiene sus cosas”,
blecen los sentidos relativos que pue- aludiendo a la inseguridad, Ismael se
den asumir lo público y lo privado. interesaba en muchachos que tuvieran
Atendiendo a esas propiedades indexi- antecedentes en el uso de la fuerza,
cales o contextuales, podemos observar incluso que hubieran tenido experien-
cómo los valores o atributos asociados cias delictivas. Con ello no sólo bus-
a lo público o lo privado pueden tras- caba contar con personal capacitado
ladarse (grupos, actividades, interac- para anticipar a los “malhoras”, sino
ciones), así como también pueden que esta acción también procuraba
reproducirse en distintas escalas. Esto delinear un perfil generoso e intere-
último nos habla de una fractalidad o sado por los muchachos del barrio. Por
recursividad.11 ejemplo, una tarde, tras concluir la
De este modo, el traslape que su- jornada de trabajo, los vigilantes y yo
pone la recursividad semiótica permi- nos dirigimos a la oficina de la asocia-
te observar atributos públicos que ción. Una vez que aquellos recibieron
pueden hallarse en lo privado, como su pago del día,12 se despidieron y se
en la gestión de la seguridad que llevan marcharon. Yo me quedé conversando
a cabo los vigilantes. Para esclarecer un rato con Ismael y con otros acerca
el argumento es preciso analizar la de la labor de los vigilantes. Me dijeron
retórica de Ismael y de la dirigencia que para ellos era importante dar
de la asociación. La estrategia de in- oportunidad a quienes, tras incursio-
tegrar el grupo con muchachos del nar en actividades delictivas, querían
barrio apunta hacia cierto arraigo reencauzar sus trayectorias. “Nosotros
local, lo que de ningún modo está des- apoyamos a estos chavos, porque es
vinculado de la mitología de la iden- gente de aquí, y quieren dejar atrás
tidad comunitaria a la que me referí todo lo malo. Aquí tienen prohibido
previamente. Ismael solía destacar consumir droga. Alcohol casi no toman;
si llegan borrachos los regresamos,
11
De acuerdo con Gal (2002), la recursivi-
pero casi nunca ha pasado eso”.
dad fractal representa el proceso semiótico por Ese “nosotros” de Ismael en la cita
el cual categorías opuestas permanecen vigen- anterior alude a la dirigencia de la
tes en diferentes escalas, como ocurre con lo asociación. Sin embargo, con mucha
público-privado. Pensemos, por ejemplo, cómo
en lo convencional la casa es considerada par-
te de una esfera “privada”, frente a la calle, que 12
Los vigilantes recibían un pago de 200
representa lo “público”. A cada uno de esos dos pesos por día, monto que era entregado al con-
espacios se asignan diferentes valores o se cluir la jornada. No contaban con seguridad
esperan distintas formas de conducirse. Sin social y si alguno faltaba, por enfermedad o
embargo, al interior de la casa, la alcoba repre- causa mayor, perdía la remuneración, aunque
senta “lo privado”, frente al comedor o la sala, se les podía conceder permiso de ausentarse si
que operan como lo “público”. avisaban.
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tan clara, por lo que, dependiendo las Por ejemplo, una tarde en la que
perspectivas, el hecho de dejar pasar a me encontraba comiendo con un in-
un comerciante a cambio de recibir formante y su novia (ambos han vi-
alimento, puede ser visto como una vido siempre en el barrio y, como
ayuda, pero también como una extorsión. activistas, se dedican a promover ac-
Aunado a esto último, me interesa tividades culturales) salió el tema de
destacar el uso de la fuerza o la ame- la seguridad en Tepito. Al cabo de po-
naza de recurrir a ella, ya que éstas cos minutos, surgió en la charla el
constituían uno de los rasgos centrales asunto de los vigilantes de Ismael. Al
en la función de los vigilantes. Destaco respecto, mi amigo señaló: “Lo que
lo segundo, “la amenaza”, debido a que hicieron esos cuates de la Asociación
la actuación cotidiana de los muchachos no resuelve ningún problema para la
estaba marcada por periodos en los que gente del barrio. En realidad, lo único
no ocurría nada, de modo que la mayor que hicieron fue juntar a puro malan-
parte del tiempo se limitaban a observar dro que no son más que golpeadores
cosas irrelevantes, lo cual provocaba en al servicio del dirigente. Eso es lo que
ellos cierto grado de aburrimiento. Sin hacen, sirven nada más a los intereses
embargo, dado que su autoridad gozaba de la Asociación”.
del reconocimiento entre los comercian- Así, en la semiótica de la privati-
tes agremiados y de algunos residentes zación de la seguridad se observa un
de la zona, casi nadie osaba desafiarlos. reajuste sobre la interpretación del
De este modo, el uso (potencial) de la papel de los vigilantes, el cual trae de
fuerza resulta fundamental para ana- vuelta la expresión “para que la cuña
lizar cómo era interpretada la labor de apriete, tiene que ser del mismo palo”.
los vigilantes. Al conformar su grupo de guardias,
Por un lado, era notable una visión Ismael empleó a algunos jóvenes del
autocomplaciente del personal de la barrio con antecedentes criminales.
asociación acerca de ese grupo, ya que Aunque en el discurso trataba de tra-
reivindicaba su actuación no sólo como zar una línea divisoria entre el ayer
algo necesario, sino también apreciaba y el hoy de los miembros del grupo,
que cumplía con una función justa y ante los ojos de otras personas sobre-
legítima, en oposición a las policías salía el que fueran “del mismo palo”
estatales, plagadas de corrupción, vio- los vigilantes y los criminales.
lencia extralegal e injusticias. Acerca Pero, además, si desde la mirada
de esto último, algunos vecinos y co- de Ismael su grupo representaba ofre-
merciantes de la zona me dijeron que, cer seguridad local y “pública” al “barrio”
en efecto, los robos habían disminuido como colectividad, vemos cómo se tras-
desde que comenzó a operar la seguri- lapa la interpretación negativa que se
dad organizada por la asociación. Sin tiene de los policías estatales y se im-
embargo, también escuché comentarios pone el trabajo de los vigilantes. En el
de vendedores y de gente del barrio en caso del comandante Roberto, veíamos
los que recelaban de los vigilantes. la discrecionalidad de una autoridad
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que se impone por medio del uso exce- privados en los agentes de la seguridad
sivo de la fuerza, conducta rechazada pública, siendo la extorsión sistemáti-
totalmente por la gente del barrio. En ca (las mordidas) y la violencia abusi-
respuesta, Ismael procuraba sumergir va y extralegal contra la población local
a su grupo en un baño de legitimidad los elementos más sobresalientes. Por
adornado por las ideas de justicia local su parte, en la actuación de los vigilan-
e identidad barrial. Sin embargo, por tes y en la retórica que empleaba el
la mimetización de los vigilantes que personal de la asociación, era posible
les permitía emular a la institución advertir ciertos elementos públicos.
policial en su labor cotidiana, por su Así, uno de los puntos principales
lealtad a la asociación y, sobre todo, de este artículo consiste en resaltar
por el uso discrecional de la fuerza, los algunos matices respecto a las nocio-
muchachos reproducían una imagen nes de seguridad pública y privada,
similar a la de Roberto y sus intereses más allá de los enfoques normativos
“privados”. Así, apreciamos un proceso que parten de categorías prestableci-
semiótico recursivo, en el que los atri- das. Tomando en cuenta las interac-
butos negativos asociados a las policías ciones cotidianas y mundanas entre
estatales se reproducen en el grupo de policías, vigilantes, comerciantes y el
Ismael. Ante esto, más de uno queda resto de la población local, las catego-
perplejo: ¿son los vigilantes protectores rías aparecen mucho menos estables
del barrio o victimarios, como el coman- y, en cambio, miramos deslizamientos
dante Roberto? que trasladan los atributos o caracte-
rísticas de lo público y lo privado a
CONCLUSIONES diferentes objetos sociales (las policías
o los vigilantes) y en diferentes escalas.
A partir del grupo de vigilantes de la Para analizar esto último, el concepto
asociación que aquí expuse, he querido recursividad fractal del enfoque semió-
analizar desde el punto de vista etno- tico resulta productivo en especial, ya
gráfico los procesos semióticos alrede- que nos permite resaltar esa continui-
dor de la idea de privatización de la dad de los opuestos, pero también nos
seguridad. Al considerar las interpre- sirve para pensar en esos traslapes
taciones que surgen alrededor de la que dejan ver lo privado en lo público
labor cotidiana que desempeñan tanto y viceversa. Sugiero que en esto resul-
policías estatales como el grupo de Is- ta fundamental las estrategias de
mael, he destacado algunas tensiones legitimación que persiguen las insti-
y contradicciones que apuntan hacia tuciones de seguridad.
los distintos sentidos a los que te pue- Por otra parte, mi trabajo busca
des dirigir cuando hablas de lo público intervenir en las discusiones sobre las
y lo privado, en particular, con refe- formas en que pensamos o entendemos
rencia a la seguridad. Siguiendo un la relación Estado-sociedad, así como
análisis semiótico, mostré cómo mis entre lo público y lo privado. Al situarme
informantes señalaban algunos rasgos con distancia de los enfoques normativos,
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los cuales parecen experimentar con Azaola, Elena (2009), Crimen, castigo y vio-
angustia la privatización de la seguri- lencias en México, México, ciesas/flacso.
dad a partir de la incursión de agentes Castro Nieto, Guillermina G. (1990), “In-
no estatales, sugiero que han dejado termediarismo político y sector informal:
de problematizar esos rasgos privados el comercio ambulante en Tepito”, Nue-
que a lo largo de la historia aparecen va Antropología. vol. 11, núm. 37, pp.
en la labor de las policías estatales en 59-69.
la Ciudad de México. Vemos así que Comaroff, Jean, y John L. Comaroff (2016),
el Estado y la idea de lo público no “Outsourcing Justice, Privatizing Pro-
siempre corren de la mano. Pienso que tection: Practices of Popular Sovereign-
esto permite comprender mejor esos ty”, en The Truth About Crime: Sovereignty,
otros procesos de “privatización”, como Knowledge, Social Order, Chicago, The
los que ocurren bajo el rótulo de vigi- University of Chicago Press, pp. 181-217.
lantismo. Couffignal, Georges (1987), “Misterioso
Por último, mis reflexiones etnográ- Tepito”, Trace, núm. 11, pp. 35-41.
ficas suscitan una interrogante que Cross, John C. (1998), Informal Politics.
queda abierta y vale la pena continuar Street Vendors and the State in Mexico
explorando. Me refiero a cierto fatalis- City, Stanford, Stanford University Press.
mo ligado a la función de la seguridad Cruz Rodríguez, María S. (2015), “El barrio
y las ilegibilidades que se desprenden entre la colonia urbana y el pueblo,
de ella, ya que, sea vista como algo ¿indefinición territorial?”, en Marcela
público o privado, parece señalar un Dávalos López y María del Pilar Ira-
cuestionamiento ineluctable alrededor cheta Cenecorta (coords.), Barrios y
de la legitimidad y la función del uso periferia: espacios socioculturales, siglos
(potencial) de la fuerza. xvi-xxi, Zinacantepec, El Colegio Mexi-
quense.
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