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Carta A Un Vandalo
Carta A Un Vandalo
Carta A Un Vandalo
De lo que sí estoy seguro es que usted es una persona débil de carácter, que
hace mandados o que se deja llevar por la histeria colectiva de quienes aún se
comen el cuento de que destruir los bienes públicos constituye un acto
sublime, reivindicativo, justo, afín a las demandas del pueblo. No, ese pueblo
es el que ustedes han dejado sin cómo movilizarse, a merced de la
delincuencia, expuesto a otros peligros, lleno de desdichas porque ni siquiera
puede tener paz en su ardua lucha por sobrevivir.
Ya vimos otro acto temerario reciente: el bloqueo a los insumos químicos para
purificar el agua de Bogotá. ¿Eso también es para salvar al pueblo?
Señor vándalo o vándala: si aún le queda algo de conciencia, los invito a que,
así como se toman el trabajo de armarse para destruir, de infiltrarse en la
oscuridad, se tomen el trabajo de hacer una sencilla reflexión: ¿a quién creen
que castigan? Si ustedes son de la ciudad y la sienten suya, es vergonzoso. Si
no lo son y, por el contrario, están de paso en ella, bien puedan regresar por
donde vinieron. En esta ciudad aún existe una mayoría que la defiende y cuida
sus bienes porque hemos ayudado a construirlos y a sostenerlos; porque
queremos nuestra ciudad y lo mejor para ella. Incluso, hemos convertido
muchas de sus esquinas, calles y plazas en escenarios para protestar y exigir
sin tener que acabar con todo. Vean el ejemplo de Los Héroes. Aprendan de
quienes se manifiestan con cantos y tambores, con comparsas y cacerolas,
escuchen a la sinfónica, eso se llama civilidad.
Por fortuna, ustedes son pocos y nosotros, muchos. Y tal vez no lo hayan
notado pero cada vez son más las voces que, como las de su mamá, su papá,
sus tíos o la enfermera, les dicen: ‘así no, por favor’. Los invito a escuchar
esas voces, no solo las suyas; los invito a cambiar los bloqueos y el
vandalismo por la sensatez, los invito a no ser idiotas útiles de oscuras
campañas, los invito a que se indignen, griten y exijan, pero también a que
propongan y se comprometan, algo mucho más heroico que irse por el camino
fácil de romperlo todo.
¿Es mi impresión o... cada vez es más claro que la reforma tributaria debió
tramitarse por el Congreso y no dejársela al oportunismo político?
ERNESTO CORTÉS EDITOR GENERAL-EL
TIEMPOTwitter: @ernestocortes28