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Las insignias son: banda negra de izquierda a derecha, con doce estrellas bordadas de hila de
plata en la parte anterior; de ella pende el puñal. Mandil blanco de forro y orilla negras. En la
solapa se pintan o bordan tres corazones inflamados.
PRELIMINARES DE LA APERTURA
Asi que todos ocupan sus puestos da un golpe en el trono con el cetro y dice el
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Éste lo ejecuta en forma, luego cierra y dice
G.·. del Gr.·. Cap.·. --- Hermano Zerbal, estamos libres de espionaje.
Seg.*. Gr.*. Insp.*.—¡Todos los de mi Valle son SUBLIMES ELEGIDOS, hermano Primer
Gran Inspector!
El Primer Gran Inspector da otro golpe y dice
Pr.*. Gr.#. Insp.*.—Sapientísimo Maestro, todos los presentes son del grado.
Sap.'. M.*.—¡Pongámonos nuestras insignias»!
APERTURA DE LA CAMARA
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Hecho el anuncio el Sapientísimo Maestro da un golpe fuerte para indicar la decena y otro
más débil que señala la unidad siguiente. Los dos Inspectores la repiten.
Sap.#. M.\—A la G.\, etc., declaro abiertos los trabajos de los SUBLIMES ELEGIDOS.
¡A mí, hermanos!
Sap.*. M.*.—Sentaos, hermanos míos!
Sap/. M/.—Hermanos, desde que mi padre el rey David me ofreció la corona de Israel, a
pesar de que era el más joven de sus hijos, traté de merecerla corrigiendo en mí la Ignorancia,
la Hipocresía y la Ambición, que precipitaron en el crimen e hicieron desheredar y morir a
mis hermanos Absalón y Adonías y a nuestro arrogante Achitofel. Recorrí la India, la Persia,
el Egipto y la Grecia; me inicié en todos los Misterios de los sabios, y, gracias a mi matri-
monio con la hija de los Faraones^ aprendí el arte del gobierno, y las verdades científicas del
mundo civilizado. Los magos me enseñaron la astronomía, los bramines, la teología y las
artes religiosas, los sacerdotes de Asis, la ciencia de los jeroglíficos, los Eléusis, la filosofía y
adelantos de Orfeo. Desde que mi padre me entregó el cetro sólo aspiro a educar a mi nación,
para hacerla la más grande del Universo. Sería mons- truosidad que el Pueblo de Dios cayera,
por la ignorancia, bajo el poder de los tiranos, como estuvo por suceder en nuestros días. Para
impedirlo quiero iniciarlo en todos los misterios masónicos y hacer de él un pueblo de reyes.
Por eso he establecido la Institución y la he elevado a la altura de nuestra edad por la unión de
la moral a la ciencia, y para que no, olvidéis las causas que hacen a los hombres criminales, y
las consecuencias que el delito arrastra, he pintado con vivísimos colores en el drama
astronómico de la Maestría la historia palpitante de los principios humanos, pues es la
Institución del Progreso, y el que la quiera dejar estacionaria destruye sus principios
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fundamentales, o la aniquila y deshonra. Vosotros me habéis auxiliado con la sublime
abnegación de los sostenedores de la Verdad; me defendisteis el día de lá lucha; sois mis
consejeros privilegiados. Por eso os caractericé llamándoos PRÍNCIPES AMETH, ¡Sed
dignos de vuestro nombre, y que la franqueza de hermanos reine entre nosotros!
Hoy más que nunca necesitamos de ella. Quiero que Israel no se vea por más tiempo
legislado al antojo del monarca, sino que, conforme a la ley que dictó el Señor a Moisés, se
constituya en CONGRESO.
"iCongrégame setenta varones de los ancianos de Israel que tu conoces, que son los ancianos
y Maestros del Pueblo, y los llevarás a la puerta del Tabernáculo de la Alianza, y los harás
estar allí contigo.
Para que yo descienda y te hable, y tome el espíritu tuyo y se lo dé a ellos, para que sostenga
contigo el peso del Pueblo y no seas cargado tú sólo."
Moisés estaba en el desierto y los conocía a todos perfectamente: su nación se reducía a su
campamento, y era difícil que se equivocara en los escogidos. Pero hoy mis dominios se
extienden hasta los confines de la Mesopotamia, y apenas sé los nombres de la millonésima
parte de sus habitantes. ¿Cómo hacer para hallar esos habitantes? La India y el Egipto tienen
casta privilegiada que los rige; pero nosotros no la reconocemos, y el pueblo de Dios no es ni
será nunca patrimonio de ninguna oligarquía. ¡Cada padre de familia debe ser un jefe, cada
hombre un ciudadano, y será tal la independencia del carácter que le he de infundir con los
grados de Maestro, que si por desgracia se viera acosado y proscrito por el Universo entero,
en vez de doblar la cerviz al yugo nefando, o abjurar de sus ideas o dignidad, él se hará
Preboste y Juez, Ministro de su religión y de su culto, porque tiene la conciencia de su deber
y de su derecho grabada en el corazón, y en el alma el más alto desprecio a todos los que
buscan amos entre los que el Eterno hizo sus iguales! ¿Qué me aconsejáis, hermano Stolkin?
Pr/. Gr/. Insp/.—Que busquemos para Repre-presentantes y Legisladores del Pueblo a los
individuos más puros, independientes e instruidos que hayan obrado siempre con rectitud,
posponiendo sus afecciones personales e intereses privados al de la comunidad entera; y
como esta reunión de virtudes no es común hallarla sino en las familias de nuestros
Patriarcas, Jueces y Sacerdotes, o en los sabios que profesan las ciencias y las artes, o en
algunos grandes capitalistas que han mantenido al Pueblo con sus riquezas en los años de
hambre, propongo en primer lugar a los que ban heredado de sus ascendientes el hábito de
dirigir a los hombres, en segundo a los que brillan en las cátedras, y en tercero a los más ricos
y generosos.
Sap.*. M.\—¿Y cuál es vuestro parecer, hermano Zerbal?
Seg.*. Gr.". Insp.".—Que se escoja a los propietarios y, sobre todo, a los que han ganado su
haber con el sudor de su frente, pues son los que tienen interés más directo en la paz y
tranquilidad públicas, en razón a que de ellas depende su existencia, mientras los que propone
nuestro Primer Gran Inspector adolecen los unos de arrogancia y vanidad por el prestigio de
su nacimiento, los otros del prurito de innovar y de establecer utopías tan bellas en el discurso
como desastrosas en su aplicación, y los postreros de la ignorancia más completa de las
necesidades del Pueblo, lo que se confirma al ver que gastan en paliativos para el hombre mil
veces más de lo que bastaría para impedir que naciera. Por otra parte, esos grandes, esos
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sabios y esos capitalistas, si proceden mal, voluntaria o involuntariamente, con la mayor
facilidad hallan amigos en otras naciones, o trasladan a ellas sus riquezas y van a gozar allí de
la paz que destruyeron en la suya.
Sap.*. M.—Sabéis, hermanos míos, la confianza que tengo en vuestras luces; sois mis
asistentes, más vos. Stolkin, disentís de Zerbal, y así, debo oír otras opiniones. ¿Cuál es
vuestro dictamen, Johaben, mi Gran Orador?
Gr.'. 0r.\—Que ninguno de los que ejercemos el Poder Ejecutivo y deseamos el bien del
Pueblo,, sino el Pueblo mismo, debe intervenir en el nombramiento de sus Representantes,
pues de otra suerte los elegidos serían nuestros mandatarios o servidores, y si un día
quisiéramos erigirnos con nuestras hechuras en aris- tocracia, oligarquía o casta privilegiada o
impulsados por la pasión del momento alterar las leyes fundamentales o providenciar lo
peligroso, ¿quién podría oponerse a nuestra ambición? ¿:Las masas desprevenidas, o las
fuerzas del Estado que dirigen nuestros agentes? Si el pueblo nos elige para ejercer una de las
más esenciales atribuciones de la Soberanía, ¿con qué derecho hemos de escoger a éste o
aquél para que las desempeñe? El honor, el talento y la independencia de carácter que deben
distinguir a los legisladores, no son patrimonio de señalado linaje, y aún menos de capitalistas
o propietarios. El más olvidado en la multitud del Pueblo, el más desconocido de nosotros, tal
vez sea mejor. Que todo el que se considere apto se presente como candidato o que sus
amigos le propongan; que se discutan libremente sus méritos, promesas y garantías, y que el
Pueblo, que es el más interesado en el asunto, escoja a los que merezcan su confianza. De
otro modo estará en tutela y no se verá nunca libre. Este es mi parecer, Sapientísimo Maestro.
Sap.*. M.*.—i Que los que lo aprueben levanten la mano derecha!
Todos lo hacen.
Sap.*. M.*.—Vuestra opinión, hermano Johaben, está unánimemente adoptada. ¿A quiénes
presentáis como candidatos? l-
Gr.'. Or.*.—A los Elegidos de los Quince que aguardan en el Vestíbulo.
Sap.*. M.*.—Hermano Primer Gran Inspector, mandad que se les dé entrada.
Pr.'. Gr.*. Tn9p.*.—Hermano Segundo Gran Inspector, ¡cumplid la orden!
Seg/. Gr/. Insp/.—Hermano Guarda del Gran Capítulo ¡dadles paso!
Éste lo ejecuta, y el Gran Maestro de Ceremonias entra con los propuestos, saluda con
ellos como Elegido de los Quince y dice:
Gr/. M/. de C/.—Sapientísimo Maestro, tengo la honra de presentaros a los Elegidos de los
Quince. . ., que se ofrecen como candidatos.
Sap/. M.\—Supongo, hermano mío, que por su propio interés lo pretenden.
Gr/. M/. de C/.—Sapientísimo Maestro, no es un interés personal, sino el bien público, eil que
los estimula. Los hechos hablan en su favor; han castigado a los traidores, servido a la patria
dentro y fuera de ella, y ninguno puede, sin calumnia, atacar su comportamiento.
Sap/. M/.—Si es así, ¡dadles asiento!