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Ejercicio:
Lee el cuento La calle de Luis Britto García
La calle
Es de tierra y tiene charcos muy quietos, de color verde pizarra. Al sur, la hilera de casas, definidas
así: casa con pared de barro, franjas blancas y azul, techo de zinc; casa con pared de barro, rosado
oscuro, techo de paja; casa con pared de bloques sin pintar, techo de asbesto; luego, trecho baldío
con arbustos cubiertos de tierra, charco de color verde pizarra, caucho Firestone carcomido que
aflora en él; seguidamente, casa con pared de barro, pintada de verde perico con ventanas de tela
de saco, techo de paja, dos grandes peladuras dejan ver el bahareque; después casa con pared de
bloque, techo de zinc herrumbroso, puertas pintadas de blanco y con candado, con apariencia de
no haber sido movidas en mucho tiempo. Nuevo espacio libre, sin arbustos; empiezan nueve
estacas con un metro y medio de alto con tres (3) luego dos (2) luego un (1) hilo de alambre de
púas que se retuerce y hace ovillos. El sol está alto. Hacia la izquierda, sobre el techo de zinc de
la casa blanca y azul, una nube pequeña, muy blanca y quieta. En toda la calle, papeles, trozos de
vidrio verde y mierda de perro, en número indefinible. Frente a la casa pintada de rosado oscuro,
una lata volcada, color amarillo cobre, invadida por el color pimienta de la herrumbre.
Hacia la izquierda el aire ondula y no se distinguen bien ni el comienzo de la fila de casas ni varios
cerdos cubiertos de polvo. De allí viene un perro pequeño, blanco flaco. Tiene una mancha negra
en la oreja. Huele con diligencia los papeles que emergen como una espesa nata de los charcos,
los que se apelmazan bajo el alambre de púas. Es minucioso, y hediondo. De cerca, se le notan el
rosado borde de los párpados, el interior de las orejas, mechones de pelo que estuvieron embebidos
en algún líquido que, al secarse, los ha dejado rígidos como pinceles endurecidos. El perro se aleja
hacia la derecha y está mucho rato examinando el caucho roto. Después pone rígidas las patas,
hace arcadas y vomita, escasamente. Mira a todos lados, se aleja y sigue husmeando.
Todo este tiempo, un niño desnudo ha estado en el umbral de la casa pintada de verde, sentado en
el suelo y pasando un dedo untado en saliva por la tierra.
De allí viene un perro pequeño, blanco flaco. Tiene una mancha negra en la oreja. Huele con
diligencia los papeles que emergen como una espesa nata de los charcos, los que se
apelmazan bajo el alambre de púas. Es minucioso, y hediondo. De cerca, se le notan el rosado
borde de los párpados, el interior de las orejas, mechones de pelo que estuvieron embebidos
en algún líquido que, al secarse, los ha dejado rígidos como pinceles endurecidos. El perro
se aleja hacia la derecha y está mucho rato examinando el caucho roto. Después pone rígidas
las patas, hace arcadas y vomita, escasamente. Mira a todos lados, se aleja y sigue
husmeando.
Todo este tiempo, un niño desnudo ha estado en el umbral de la casa pintada de verde,
sentado en el suelo y pasando un dedo untado en saliva por la tierra.
En Japón nació un tipo de poema que muchos lo definen incluso como una estrofa y que su
objetivo es ofrecer una imagen en el poema. A continuación, te muestro algunos:
Matsuo Basho (1644-1694):
Hecho de aire
entre pinos y rocas
brota el poema.
Escribe dos (2) Haikus de extensión libre, toma en cuenta la naturaleza breve de este tipo de
poema.
Haiku 1
Pasó el ayer,
Pasó también el hoy;
Se va la primavera.
Haiku 2
Sobre la cima
Entre cielos y rocas
Pino torcido.
Haiku 3
Ante el semáforo
Apura el maquillaje
La conductora.