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1.

LA ROMANIA Y LAS LENGUAS ROMÁNICAS


Las lenguas románicas son las que descienden del latín, es decir, de la lengua que se hablaba en
Roma. Sin embargo, no es fácil saber cuántas lenguas se deben considerar como tales, ya que no
existe ninguna barrera que permita distinguir las lenguas de los dialectos. Los criterios que se
utilizan son generalmente extralingüísticos, casi siempre políticos.
Lo que conocemos por Romania es el territorio que comprende todos los lugares en los que se habla
una lengua de origen latino. Ese territorio no se corresponde totalmente con lo que fue el Imperio
Romano, sino que en algunas zonas del Imperio Romano nunca se llegó a hablar latín, o bien fue
sustituido; y por otra parte, surgieron otros lugares en los que actualmente se utiliza una lengua
románica.
Por ello existe una subdivisión del territorio de la Romania:
- Romania Antiqua, Vetus o Continua: se corresponde con los lugares donde el latín se impuso
durante el auge del Imperio Romano y aún sigue utilizándose una lengua románica. Pertenecen a
ella Portugal, España, Andorra, Francia, Mónaco, Bélgica, Suiza, Italia, San Marino, Rumanía y
Moldavia. Además de estos países, también hay zonas de Romania Antiqua en Eslovenia, Croacia,
Serbia, Albania, Macedonia, Ucrania, Grecia y Gran Bretaña.
- Romania Submersa: comprende todos los territorios en los que la lengua latina se perdió y por
tanto no dio lugar a ninguna lengua románica. Se adscriben en este grupo las antiguas provincias
romanas de Mesia, Tracia, Panonia y las zonas del limes de Germania; gran parte del norte de
África; hasta cierto punto las Islas Británicas; y por último la parte del Adriático Oriental donde se
hablaba el dalmático.
- Romania Nova: pertenecen a este grupo los territorios donde se ha implantado una lengua
románica (principalmente español, portugués y francés) en época reciente. Es el caso de toda
Sudamérica y parte de Centroamérica, las islas Madeira, las islas Canarias y las islas Azores; las
zonas de Filipinas donde se habla aún español. También pertenecen a este grupo las zonas donde se
hablan lenguajes criollos haitiano, el chabacano, el papiamento, el palenquero, el chamorro.

2. EL ORIGEN
El antecedente directo de las lenguas románicas es el latín. El latín a su vez pertenece a la rama
itálica, que incluye dos subgrupos: el latino-falisco y el osco-humbro. Sin embargo, el último
escalón reconocido del latín es el indoeuropeo.
El indoeuropeo es una lengua extinguida hace muchos siglos que se llegó a hablar en la mayor parte
de Europa y en el sudoeste asiático. Su reconstrucción, bastante fiable, ha sido posible gracias al
método histórico-comparativo. El primero en establecer unas bases demostrables para su
reconstrucción fue William Jones (1786), pero la obra fundamental no llegó hasta 1808 a manos de
Friedich von Schlegel (Über die Sprache und Weisheit der Inder). Las lenguas que derivaron del
indoeuropeo suelen clasificarse en dos tipos según el tratamiento que le dieron al fonema oclusivo
velar sordo del proto-indoeuropeo: lenguas satem y lenguas centum. Existen algunas lenguas no
indoeuropeas en Europa, por ejemplo: euskera, finés, turco y húngaro.
Los dialectos itálicos se establecen tres grupos: umbro, sabélico y osco. El latín se asimila al grupo
sabélico. La expansión de la lengua latina fue paralela a la expansión política y económica, ya que
según iban conquistando territorios enviaban legiones para que los administrasen, así como colones
para poblar dichas zonas con sus gentes. De todo esto se deduce que la romanización fue un hecho
de carácter político y no cultural.
El latín, al llegar a un sitio recién conquistado, se encontraba con que en esos lugares ya existía un
idioma previo. Estas lenguas que se hablaban en los territorios conquistados por los romanos
influyeron en la recepción del latín, y por ello se las denomina lenguas de sustrato. El latín se
superpuso sobre ellas y prácticamente las hizo desaparecer completamente. No obstante, como suele
decirse, “donde fuego hubo cenizas quedan”. Y estas cenizas son precisamente la fuerza de la
lengua del sustrato, que dejó cierta influencia en la recién adquirida lengua latina que luego
reflejaron las incipientes lenguas románicas. El problema del concepto de acción de las lenguas de
sustrato es que al ser hechos difíciles de demostrar, actúa de cajón de sastre, y todo lo que no se
sabe de dónde procede se le adjudica a dicha acción de las lenguas de sustrato.
Los pueblos cuyas lenguas influyeron en el latín al imponerse éste en sus territorios fueron los
siguientes: celtas, etruscos, liguresréticos, paleovénetos, ilirios, daco-tracios, lenguas de las islas
mediterráneas y lenguas paleohispánicas.

3. EL LATÍN VULGAR
Cuando hablamos del latín, parece como si fuese algo concreto y perfectamente descriptible. Sin
embargo, una lengua que se habló durante más de mil años, en tantos lugares tan alejados de Roma,
y por tantas personas de tan distintas procedencias sociales no pudo ser homogénea. Estas
variaciones de denominan respectivamente diacrónica, diatópica y diafásica. De todas ellas la más
difícil de estudiar es la diafásica, ya que la única posibilidad de conocer el estado de una lengua en
el pasado es a través de los textos, y estos siempre estaban escritos en un nivel culto y literario, lo
que se conoce como latín clásico.
Diacrónicamente se distinguen siete eslabones: latín arcaico, latín preclásico, latín clásico, latín
postclásico, latín tardía, latín medieval y latín humanístico o neolatín.
Para los romanistas, la variación más interesante es la social o diastrática. Los estudios sobre este
aspecto han establecido que las lenguas románicas proceden principalmente del latín hablado, es
decir, del latín vulgar, cotidiano o rústico. Este latín vulgar es muy difícil recuperarlo, ya que apenas
hay escritos que nos lo muestren. Sólo existe una obra que trata de reflejar este habla cotidiana: se
trata del Satiricón de Petronio. Aparte de esta obra, otras fuentes para la reconstrucción de dicho
habla son: tratados técnicos; tratados cristianos (consideraban más importante lo que decían que
cómo lo decían, o en otras palabras, les preocupaba más la sustancia que la forma); inscripciones; y
aclaraciones de gramáticos. Estas últimas son las más importantes ya que corrigen los usos
anómalos de determinadas construcciones, que son precisamente las que nos interesan.
Las características del latín vulgar que terminaron reflejándose en las lenguas románicas son de
todo tipo: fonéticas, morfosintácticas y léxicas.
- En el orden fonético son destacables la reducción del sistema vocálico y el cambio en los acentos,
que dio lugar consecuentemente a diptongos procedentes de anteriores hiatos.
- En el ámbito morfosintáctico los cambios más importantes son los de la pérdida progresiva del
sistema casual latino, del género neutro y de los verbos deponentes. De hecho, salvo restos
fosilizados como por ejemplo los pronombres átonos del español o en algunos topónimos, los casos
se han perdido en todas las lenguas románicas salvo en el rumano, donde se mantiene por influencia
eslava una declinación tricasual. El abandono de las declinaciones propició el desarrollo de las
preposiciones. El género neutro, al igual que la declinación casual, sólo se mantiene en rumano por
la misma influencia eslava. Por último, cabe mencionar la fusión de las dos conjugaciones acabadas
en -ere en una sóla sin distinción de vocal larga-vocal breve.
- En el léxico no hubo grandes cambios, ya que era prácticamente el mismo en ambos registros. El
fenómeno más curioso es el de los dobletes, es decir, las palabras o bases que se han adoptado en las
distintas lenguas románicas bajo sus dos formas: culta y coloquial. Es el caso por ejemplo de
clave/llave o ruido/rugido. Algunas palabras del latín clásico fueron sustituidas por otras de un
registro más coloquial. Con respecto al trato que se les dio a las palabras homófonas, algunas fueron
sustituidas por unas más coloquiales, como “equu” (que se asemejaba a “ego”) por “caballus”.
Otras, fueron reforzadas mediante diminutivos que les permitían una palabra con mayor cuerpo.

4. LA FRAGMENTACIÓN DE LA ROMANIA
Tras la caída del Imperio Romano, hubo otros pueblos que se introdujeron en sus antiguos
dominios. Estos pueblos fueron los germanos, eslavos y árabes. Sus respectivas lenguas influyeron
en el latín, pero no lograron desbancarlo. Por ello, se conocen como lenguas de superestrato.
- Los pueblos germanos se dividen en varios grupos: anglos y sajones; vándalos, suevos y alanos;
burgundios; alamanes; bávaros; francos; ostrogodos; lombardos; y por último vikingos. Los
germanos ya habían hecho numerosos movimientos migratorios hacia territorios romanos mucho
antes de la caída del Imperio. Sin embargo, tuvo mayores repercusiones el latín sobre las lenguas
germánicas que éstas sobre el latín. Apenas aportaron algunos términos como por ejemplo “alce”.
- Los pueblos árabes fueron de los que más beneficio obtuvieron de la caída del Imperio , ya que se
apoderaron de casi toda la península hispánica, excepto algunas regiones del norte. La invasión
árabe dio lugar a una población mixta que reunía mozárabes (autóctonos que permanecieron fieles a
la religión católica), muladíes (aquellos que se convirtieron al islamismo) y los propiamente
musulmanes.
Aunque la lengua principal siguió siendo el latín y posteriormente las lenguas románicas, el
elemento árabe fue muy importante y se comprueba en los más de 4000 vocablos de origen árabe
conservados en el español. En menor medida, también dejo su legado en la península itálica, con la
característica de que allí los vocablos se incorporaron sin el artículo aglutinado, a diferencia del
español y el portugués. El único sitio donde el árabe se impuso totalmente sobre el latín hasta tal
punto que jamás se recuperó fue en Malta, donde actualmente se habla una lengua derivada del
árabe aunque bastante influenciada por el italiano y con escritura latina.
- Los eslavos fueron el pueblo que hizo retroceder la latinidad de la zona de los Balcanes. La tribu
responsable de ello fue la de los ávaros. Un acontecimiento importante que explica parte de su
influencia sobre el latín fue la traducción de las sagradas escrituras a una lengua eslava por parte de
San Cirilo y San Metodio: es lo que se conoce como el eslavón eclesiástico antiguo, y supuso el
inicio de la literatura eslava. Esta influencia eslava es visible sobre todo en la lengua rumana, no
sólo en los abundantes préstamos léxicos sino también en aspectos morfosintácticos, como la
posposición del artículo y la formación analítica de los numerales cardinales del once al diecinueve
y de las decenas.
Hasta ahora hemos hablado de las lenguas de sustrato y de superestrato. Sin embargo, falta
mencionar las de adstrato, ya que son tan importantes como las anteriores. La accción de adstrato se
refiere a cómo influyen las lenguas en igualdad de condiciones que conviven con la lengua en
cuestión, en este caso el latín. La principal lengua de adstrato para el latín fue el griego. Grecia
supuso para el Imperio Romano una gran influencia cultural, no sólo en la lengua sino también en
muchos otros ámbitos como la mitología o las costumbres.

5. EL DESPERTAR DE LOS ROMANCES


Entre los siglos IV y VII se descompone el Imperio Romano, y los lazos entre las distintas
provincias cada vez son más débiles, y a consecuencia de ello el idioma cada vez se va alejando
más del latín inicial. Esto llegó a constituirse en algunos casos como una situación de diglosia, ya
que lo que hablaban difería enormemente de lo que se escribía. Esto es una cuestión discutida, ya
que Roger Wright lo niega al menos para Hispania y Francia. En todo caso, es una discusión
bizantina. La realidad es que las incipientes lenguas romances acabaron impusiéndose, y dieron
lugar a las primeras muestras escritas de las mismas.
Los glosarios de Reichenau (s.VIII) y Kassel (VIII-IX) demuestran los problemas que existían ya en
esa época para entender el latín.
No se puede decir con exactitud cuando nacen las lenguas románicas. Lo que sí se sabe es que antes
de que se tuviese conciencia de que lo que hablaban era una lengua distinta al latín y dejasen
muestras escritas, tuvo que haber necesariamente una época que se hablaba ya pero sin discernirlo.
Francia es el primer territorio donde se localiza un texto que declara estar escrito en una lengua
distinta al latín: son los Juramentos de Estrasburgo. En Italia el primer texto es el Indovinello
Veronese (s.VIII-IX), y en la península Ibérica es la Nodicia de kesos (980).
En Portugal no hay textos hasta el siglo XII (Notícia de torto) y en Rumanía hasta el año 1521
(carta de Neacsu de Campulung).

6. EL PORTUGUÉS
Se habla en la República de Portugal (9,5 millones de hablantes), en Brasil (164,5 millones de
hablantes) y en las antiguas colonias de África y Asia. También se hablan criollos de base
portuguesa. Entre el portugués de Porttugal y el Brasileriro existen algunas diferencias, sobre todo
fonéticas.

7. EL GALLEGO
El gallego se habla en las cuatro provincias gallegas y en zonas limítrofes de Asturias, León,
Zamora y Portugal. Comparte con el portugués la etapa inicial (s. XVIII-XIV), que fue la de mayor
esplendor. Sin embargo, posteriormente queda relegado al ámbito familiar y rural. En el s.XIX
renace el interés por el gallego: es el movimiento llamado Rexurdimento, fomentado por Rosalía de
Castro. En 1981 la Constitución Española la declara lengua cooficial de Galicia. Mantiene algunas
diferencias con el portugués como la ausencia de sibilantes sonoras o el mantenimiento africado de
la <ch>.

8. EL ESPAÑOL
Es la lengua románica más difundida del mundo. Esto es debido a que aunque el francés es lengua
oficial en muchos países de África, es una población minoritaria la que lo habla, mientras que el
español es un idioma de masas. Se originó después de la invasión árabe del 711 en un pequeño
territorio al sur de la montaña santanderina, que se salvó de dicha conquista. Con la reconquista y la
expansión política del reino de Castilla logró su puesto como lengua principal de España,
imponiéndose sobre el astur-leonés y el aragonés (que ahora son denominados dialectos históricos,
por serlo del latín y no del español). Se habla en España, toda Sudamérica (salvo Brasil) y gran
parte de Centroamérica, en los territorios que habitan los judíos sefardíes (Balcanes, Marruecos,
Israel), minoritariamente en Filipinas y también deben tenerse en cuenta los hispanoahablantes
establecidos en EEUU y muchos otros sitios.

9. EL CATALÁN
Se habla en Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares; parte oriental de Aragón: Andorra;
Rosellón francés; y en la ciudad de Alghero en Cerdeña. Lo hablan aproximadamente 6,5 millones
de personas.
A la vez que se imponía el castellano, el catalán se fue debilitando, y no resurgió hasta el
Romanticismo, un movimiento paralelo al Rexurdimento gallego que en este caso se conoce como
Renaixença. La Guerra Civil frenó su desarrolló y la dictadura de Franco prohibió su uso, hasta que
en 1978 la Constitución Española lo aprobó como lengua cooficial. Para Kurt Baldinger se trata de
un idioma-puente entre Iberorromania y Galorromania. Se divide en dos grandes zonas: la oriental y
la occidental, diferenciadas por algunos rasgos.

10. EL OCCITANO
Se habla en el mediodía francés y en el valle de Arán (España). El término con el que se denomina
esta lengua aparece registrado por primera vez en 1302, pero su empleo moderno no aparece hasta
1886 de la mano de F. Mistral. El adverbio afirmativo “oc” es el que da lugar al nombre de la
lengua, por oposición a las lenguas de “oïl” o “oui”. Durante la Edad Media fue cultivada como
lengua lírica, pero acontecimientos posteriores hicieron que quedase relegada en el olvido (edicto de
Villers-Cotterêts y Revolución Francesa) y no empezó a resurgir hasta el s.XIX. Se subdivide en
cuatro variedades: occitano septentrional, occitano medio, gascón y catalán (la adscripción de este
último al occitano varía según los estudiosos).

11. EL FRANCÉS
Es la tercera lengua románica más hablada. En Europa se habla en Francia, Bélgica, Suiza, Mónaco,
Luxemburgo, en el Val d'Aosta (Italia) y en las islas británicas del Canal de La Mancha.
Contrariamente al occitano, pertenece a las lenguas de “oïl” o “oui”. Al igual que el castellano, el
que ahora conocemos como francés era simplemente la lengua que se hablaba en París y sus
alrededores, y que se fue extendiendo e imponiendo debido a triunfos políticos. Esta expansión tuvo
lugar entre los siglos XIII y XVI. Posteriormente, a partir de la Revolución Francesa, se proscribió
el uso de cualquier otra variedad que no fuese el francés de París.Existen algunas variedades de este
francés: el anglonormano y el franco-provenzal. Por otra parte, están el picardo y el valón, que
según algunos son meras variantes, y según otros deberían considerarse lenguas aparte.
12. EL RETORROMANCE
El término retorromance es muy amplio, y se agrupan dentro de él variedades muy distintas entre sí.
En concreto, tres lenguas separadas entre sí que se ubican entre Suiza e Italia. Estas tres variedades
se denominan romanche, ladino y friulano. Se hablan respectivamente en el cantón suizo de Los
Grisones, en los Alpes Dolomitas y en la región de Friuli-Venezia-Giulia. Con respecto a estas
variedades existen amplios debates (sobre su nombre, por ejemplo, ya que no todas ellas tienen
como base un sustrato rético). Algunos consideran como único retorromance el romanche de Suiza:
existen unos 60000 hablantes y es lengua nacional (junto con otras tres) en Suiza desde 1938.

13. EL ITALIANO
Es lengua oficial en Italia, en parte del Cantón de los Grisones en Suiza, en el Vaticano y en San
Marino. También hay hablantes en zonas de Francia (Niza, Córcega) y Mónaco. Hay además
hablantes dispersos de italiano en EEUU y en Argentina. Más de la mitad de los italianos reconocen
que habitualmente no hablan italiano, si no algún dialecto (se entiende como dialectos no a
variedades del italiano sino a descendientes directos del latín, de los cuales existen al menos
diecidéis). La elección del dialecto toscano como lengua oficial de Italia fue debida a tres grandes
personalidades de la Literatura: Dante, Petrarca y Bocaccio.

14. EL SARDO
Es la lengua de Cerdeña, aunque no se habla en todas las partes de la isla. Se considera la lengua
más conservadora con respecto al latín de todas las románicas (debido sobre todo a su aislamiento).
Mantiene muchos rasgos arcaicos y no ha sido influida por ninguna otra variedad. Hubo algunas
invasiones en la isla, pero no lograron influir apenas en su lengua. Existen tres dialectos del sardo:
el campidanés, el nuorés y el logudorés.

15. EL RUMANO
Es la lengua oficial de Rumanía y Moldavia, aunque en esta última se la conoce con el nombre de
moldavo por motivos políticos. No surgió como lengua nacional hasta el s.XIX, momento en el que
se percataron de su romanidad y por tanto abandonaron el alfabeto cirílico. En investigaciones para
fijar el lugar de su nacimiento se llegó a la conclusión de que no existe una cuna del rumano sino
núcleos de rumanidad. Se cree que existen cinco subdialectos para el rumano: munteano o válaco,
moldavo, bánato, crisano y maramuresano.

16. LOS CRIOLLOS


Cuando hablantes de una lengua románica invadieron territorios africanos, asiáticos o americanos,
llevaron consigo su lengua. Las gentes que vivían allí crearon una nueva forma de comunicarse, que
incorporaba la mayor parte del vocabulario de la lengua románica pero solía mantener estructuras
gramaticales de su lengua originaria. El primero que trató estas lenguas francas (que así se
denominaban) como fenómeno lingüístico fue Hugo Schuchardt. Estas lenguas se llaman también
pidgins, y cuando pasan a tener hablantes nativos (que la tienen por lengua materna) pasan a
llamarse lenguas criollas. Existen criollos de base francesa (haitiano...), portuguesa
(caboverdiano...), española (chabacano, palenquero, chamorro...) o mixta (papiamento...).

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