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Ejercicio:

Los cuatro componentes del ‘ikigai’


Nuestra sociedad actual está diseñada para que dirijamos todas nuestras
acciones y pensamientos a ganar dinero y a gastarlo.. ¿Os acordáis de la
pirámide de Maslow? Esto nos estanca en el mundo material y no nos deja
avanzar hacia la autorrealización.
Centrarnos sólo en un aspecto nos impide desarrollar los demás, alejándonos
de la plenitud que supone cuidar todos los ámbitos de la vida.

En este ejercicio vamos a reflexionar sobre las cuatro dimensiones del “Ikigai”
(y sus intersecciones)

1. Lo que amo 2. Lo que el mundo necesita

3. Aquello por lo que pueden pagarme 4. Aquello en lo que soy bueno

1. Lo que amo
Esta parte del ejercicio es la más fácil. Anota todo aquello que se te ocurra que
te hace sentir bien y te aporta felicidad. No pienses mucho. Escribe rápido, sin
darle muchas vueltas. Sé totalmente sincero y anota sólo aquello que te
emocione.
¿Te gusta el contacto con la naturaleza? ¿Acariciar a tu gato? ¿Cantar? ¿Eres
feliz cocinando un nuevo plato? ¿Cuidando tus plantas? ¡Escríbelo! No juzgues
si es algo bueno o útil a ojos de la sociedad. El objetivo es que escribas todo
aquello que te da felicidad.
Empieza cada frase con «Me hace feliz ____________».

2. Lo que el mundo necesita


Pasar tiempo haciendo cosas que amamos aumenta nuestra sensación de
felicidad, pero corremos el peligro de caer en el egoísmo.
Sentirnos útiles con los que nos rodean es una de las claves para realizarnos
como seres humanos.
En este segundo cuadrante escribe lo que necesitan los demás; tus amigos,
tu familia, tus vecinos o compañeros de trabajo, y el resto mundo.
Puedes empezar cada frase con «Mi
querido/a ____________________ necesita ________________».
Luego puedes escribir «El mundo necesita ________________» o cosas
más concretas como «Mis compañeros de trabajo
necesitan ________________» o «El colegio de mis hijos/as necesita
_______________________».

3. Aquello por lo que pueden pagarme


Si nos limitamos a seguir lo que hemos escrito en los dos primeros cuadrantes,
podemos ser felices y sentirnos útiles a los demás, pero aún necesitamos
ganarnos nuestro propio sustento y disponer de dinero para nuestros
proyectos.
No debería darnos vergüenza alguna pedir dinero a cambio de lo que
sabemos hacer. Combinar aquello en lo que eres bueno con el
beneficio económico te permitirá llevar una vida sostenible.
Hay cosas que nos dan dinero directamente y otras que tienen el potencial
de hacerlo en el futuro. Una de las claves de la prosperidad, es aprender a
pensar a largo plazo, libre de ansiedad.
En la tercera sección de este ejercicio puedes consignar lo que te da dinero
ahora mismo, sin juzgar si te hace feliz o no.
Limítate a escribir «Ahora me gano la vida con _____________________».
A continuación, plasma por escrito otras posibilidades de fuentes de ingresos
que podrían sustentar tu vida en el futuro, con frases como
«En el futuro me gustaría ganar dinero con/haciendo ________________».

4. Aquello en lo que soy bueno


A veces cuesta saber qué cosas se nos dan bien porque nuestro potencial ha
quedado velado por las experiencias emocionales del pasado. Por ejemplo, si
tuvimos un mal profesor de matemáticas o de música, seguramente
terminamos diciéndonos cosas como: «No se me dan bien las mates» o «No
sirvo para la música».
A menudo bloqueamos nuestras aspiraciones simplemente porque decidimos
que «no se nos da bien» o porque los demás nos hicieron creer eso. Pero la
realidad es que, como seres humanos, podemos ser cualquier cosa que
deseemos.
Y ¿quién mejor que uno mismo para saber cuál es su talento?
Intenta dejar a un lado lo que los demás te hayan dicho y escribe aquí lo que
tú sinceramente piensas. Empieza tus frases en este cuadrante con «Soy
bueno ___________».
Además de tus virtudes aquí y ahora, revisa aquellas habilidades que puedes
desarrollar si te procuras la preparación necesaria.
«En el futuro puedo ser bueno en ________________ si me preparo
haciendo ________________».
Pasar a la acción:
Pasar a la acción en vez de ser simples espectadores es la clave.
Existe la falsa creencia de que nuestro propósito en la vida es algo mágico que
estamos destinados a encontrar de forma accidental o producto de una
revelación. Sin embargo, cuando escuchas con detalle historias de personas que
han encontrado su pasión, te das cuenta de que no fue obra de la casualidad ni
de la magia. Fue la perseverancia y el empeño lo que, con el tiempo, les llevó a
ser buenos en algo y desarrollar pasión por ello. (Os recomiendo el libro “El
Elemento”)
A menudo estas personas tuvieron que probar muchas cosas a base de
prueba y error hasta encontrar su ikigai. En otros casos, desde una edad
temprana encontraron algo que con el tiempo se convirtió en su fuente de
ingresos y de pasión. La acción viene antes de la pasión.

Tomar acción puede llevarse a cabo de muchas maneras, como enviar ese
email que llevas semanas queriendo escribir, empezar con las clases de pintura,
cambiar de trabajo si no disfrutas con el actual, casarte si amas de verdad,
divorciarte si hace años que tu relación está muerta, hacer ese viaje que siempre
has soñado...
Lo fundamental es hacerlo.

Vuelve ahora al listado de los cuatro componentes del Ikigai y subraya aquello
a lo que no estés dedicando suficiente tiempo últimamente.
Es decir, cosas que son importantes para ti pero que has dejado de lado
últimamente.
Por cada una de esas cosas desatendidas, escribe una lista con tres acciones
concretas para poner en marcha los aspectos olvidados o dejados de lado de tu
vida, no es necesario que sean grandes pasos, sino pequeñas acciones del día
a día (como cuando pulimos los objetivos de la rueda de la vida)

Por ejemplo: si quiero volver a escribir poesía podría empezar por:


- Releer libros de poesía que me han gustado.
- Leer poemas nuevos
- Seguir un blog sobre el tema
- Escribir una línea al día ( sin juzgar si es bueno o malo.. simplemente
empezar a escribir)

Como la mayoría de las cosas El ikigai, no es algo fijo e inamovible. Puede


variar con el tiempo y el periodo de nuestra vida, evoluciona y cambia.. por lo
que como hemos hecho con el ejercicio de la rueda de la vida: valora de vez en
cuando tu satisfacción personal, convierte este autoanálisis en una costumbre y
¡Cambia de dirección si lo necesitas!

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