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I. La revolución económico-industrial
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3. La revolución trastocó también el conjunto de las instituciones tradicionales.
La fundación de la sociología
Las transformaciones políticas y económicas hicieron creer que la sociedad y la cultura
eran el producto exclusivo de la acción de los hombres. Pero, al mismo tiempo, los
nuevos problemas sociales asociados a la urbanización, al pauperismo de las clases
trabajadoras y al debilitamiento de los antiguos marcos normativos parecían mostrar
una realidad no controlable regida por leyes independientes de la voluntad de los
hombres, similares a las de la naturaleza.
La ilustración seguía marcando el rumbo de la ciencia y parecía ahora que del devenir
del progreso también, por lo que las ciencias sociales, alejadas de leyes morales y
religiosas, intentarán encontrar explicaciones de los problemas sociales en un sistema de
algún modo similar al teológico-moral. En su primera fase la sociología lo haría
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apuntando a la existencia de leyes de la naturaleza, acudiendo a explicaciones derivadas
de la teoría de la evolución o de ‘leyes objetivas de cambio’.
Montesquieu
Pensaba que los fenómenos sociales estaban tan sujetos a leyes invariables como todo
en la naturaleza: “Todos los seres tienen sus leyes: la Divinidad tiene sus leyes, el mundo
material tiene sus leyes, (…) las bestias tienen sus leyes; el hombre tiene sus leyes.”
Las leyes que constituyen y mantienen las instituciones sociales provienen, según
Montesquieu, de las necesidades de la naturaleza humana y del entorno.
Es destacable que Montesquieu reconoce la influencia del medio en relación a la
constitución de leyes sociales.
Marqués de Condorcet
Sostiene que “si el hombre puede prever con alta probabilidad los acontecimientos del
porvenir a partir de los fenómenos cuyas leyes conoce” (gracias a las leyes de las
ciencias naturales), debería poder “trazar el cuadro de los destinos futuros de la especie
humana a partir de los resultados de la historia”. Desde la Ilustración se plantea que la
condición humana es inmutable y que es necesaria su marcha hacia su “verdadera”
naturaleza. Pero Condorcet incorpora la idea de una humanidad perfectible, y esboza las
tres líneas de su progreso:
Saint-Simon
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que es la renta la que explota a la sociedad entera; la aristocracia propietaria de
tierras no sólo domina el mundo campesino sino también al Estado. Concluye entonces
que "el arte de gobernar se reduce a dar a los zánganos la mayor porción posible de miel
quitándosela a las abejas" y dirá que “la sociedad actual es el mundo al revés. La nación
ha aceptado como principio fundamental que los pobres deben ser generosos con los
ricos".
La nueva sociedad para Saint-Simon debería ser organizada por la burguesía y los
científicos basándose en los nuevos conocimientos de la "fisiopolítica" o "fisiología
social", esto es, el conocimiento de los mecanismos que rigen la sociedad. No se trata de
una revolución que modificaría las relaciones de producción, al contrario: la ganancia
capitalista persistiría, así como la superioridad burguesa en la empresa, en la sociedad y
en el Estado. Se trata de un cambio que permita producir, más que gobernar: una
revolución pacífica que debería ser realizada por las elites burguesas.
Vemos entonces la mezcla de conservadurismo y progresismo en el pensamiento de
Saint-Simon. Su objetivo es “transformar la suerte de la clase que no tiene otros medios
de existencia que el trabajo de sus manos”, estableciendo así uno de los antecedentes
del socialismo del siglo XIX, pero se propone al mismo tiempo poner fin a la crisis de la
sociedad europea celebrando la llegada del dominio burgués. Es uno de los primeros en
estudiar la industrialización. La ve positivamente (abundancia) y cree que puede traer un
nuevo modelo social. Está a favor de la propiedad privada, pero sólo si esta es merecida;
por eso defiende la abolición del derecho a la herencia. Se muestra contrario a los
comerciantes. Para Saint-Simon hay dos clases de individuos, los productores
(trabajadores, empresarios, industriales) y los no-productores (comerciantes,
terratenientes). La industrialización es buena, pero se debe reorganizar la sociedad y la
función del Estado sería la de facilitar esta transformación. Por eso el Estado sería único
heredero y distribuiría los instrumentos de trabajo (capital y tierra) en función de los
intereses de la producción, dirigido por un banco nacional. Los trabajadores tendrían que
pasar a cobrar según su productividad.
El gran objetivo que se propuso fue reorganizar la sociedad sobre las bases de la ciencia
y la industria, para alcanzar una sociedad sin clases por el camino de una renovación
ético-religiosa. Estaba de acuerdo con los pensadores conservadores en relación a
restaurar un orden social sólido como el medieval ya que pensaba que era “necesario
para el establecimiento de un orden de cosas sosegado y estable”, pero no coincidía en
que sea el medieval el orden social sólido, sino que el poder moral fuerte que antes
promovía la religión debía basarse ahora en la ciencia. Esa era la misión de su Física
Social, una teoría positiva de la sociedad.
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segundo, en el análisis crítico de los conflictos y contradicciones de esa misma
sociedad.
Augusto Comte
Para Comte sólo es legítimo un conocimiento que transcriba los datos de la experiencia
sensible en fórmulas racionales, ya que la realidad no puede ser captada sino a través
de los fenómenos y sus relaciones. La comprobación de regularidades permite
desprender leyes y encontrar así principios de validez universal.
Sus ideas se encuentran enmarcadas en la firme creencia en que la ciencia aplicada a la
sociedad permitirá su progreso: “Saber para prever, prever para poder” (una expresión
que toma de Condorcet).
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Está ca y Dinámica
La Estática, una suerte de anatomía social, debe tener por objeto permanente "el estudio
positivo, a la vez experimental y racional, de las acciones y reacciones mutuas que ejercen
las diversas partes del sistema social las unas sobre las otras, haciendo científicamente,
en la medida de lo posible, abstracción provisoria del movimiento fundamental que las
modifica siempre gradualmente". Su reflexión sobre la Estática se limita a identificar y
analizar los elementos sociales últimos, relativos a las condiciones generales de
existencia social del individuo, de la familia y de la sociedad.
Para Comte, el individuo no tiene existencia como tal para la Sociología y ni siquiera en
sí mismo. Para el espíritu científico, la sociedad humana no está compuesta por individuos
sino que su verdadera unidad social es la familia, a partir de la cual se organiza la
sociedad; ésta, sin embargo, es algo diferente al simple agregado de familias. Existe
además una diferencia esencial entre ambas: mientras que las familias son "uniones" de
naturaleza moral, y sólo secundariamente "intelectual", la sociedad es una ‘cooperación’
de tipo intelectual, donde los vínculos morales son accesorios. Ambos aspectos están
presentes en una y otra, pero en la familia prevalece el aspecto afectivo y en la sociedad
el aspecto cooperativo:
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En la fase positiva, los científicos se convierten en clérigos de la nueva sociedad que
revela a los ignorantes la fe suficiente para establecer el orden social. El Ser monoteísta
se convierte en Humanidad. El culto divino se convierte en culto a la Humanidad. Y
Comte lo plantea alejándose de los pensadores inspirados por la Revolución: es un
admirador del orden católico de la Edad Media, restaurando ese orden sobre las bases
proporcionadas por el progreso del conocimiento.
La obra de Comte influyó menos en Europa que en América Latina, donde orientó buena
parte de las políticas gubernamentales de fines de siglo. En Brasil incluso el positivismo
logró inscribir su divisa "Orden y Progreso" en la bandera y subsisten “Templos de la
Humanidad” en Río de Janeiro, Porto Alegre y Curitiba.
Herbert Spencer
Enemigo de toda intervención del estado en la vida social y económica, Spencer fue el
símbolo del más fuerte individualismo, que quedó materializado en su obra “Estática
Social” en la que concibió el desarrollo social como un desarrollo orgánico.
Según Spencer, Comte tuvo la visión de que todo proceso de crecimiento o de progreso
responde a una ley universal pero cometió el error de pensar que el progreso de cualquier
sociedad puede ser incentivado políticamente por la misma teoría. La evolución social y
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política de toda sociedad debe darse, para Spencer, naturalmente, sin intervención de la
política, es decir, del Estado.
Hay entonces, una especie de “conformismo” con una ley natural que científicamente se
explica por una teoría positiva. No se trata, científicamente, de violentar -dice- el paso de
una especie a otra. Es un proceso natural que va siguiendo determinados cánones; y,
como se puede ver, aparece una clásica posición conformista con una ley absolutamente
inevitable que va desde el “evolucionismo” hasta el “evolucionismo social”.
El Darwinismo social
Por eso no es casual cuando más tarde Spencer interpreta la obra de Charles Darwin y
elabora un enfoque que se dio a conocer como socialdarwinismo o sociobiología, la cual
sostenía que ciertas sociedades o ciertos sectores sociales son naturalmente
superiores a otros. Para Spencer determinados sectores sociales conducen y se imponen
naturalmente al resto del conjunto social, sin necesidad de legitimación democrática y
popular.
Spencer trasladó la teoría de Darwin a lo social y dedujo que hay grupos que tienen
mayor capacidad para dominar la naturaleza y establecer su dominio en la sociedad.
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Así justificó el dominio de un pueblo sobre otro y la desaparición de los pueblos más
débiles (o menos aptos); de este modo, el imperialismo hallaba un sustento
ideológico-científico.
La guerra jugaba como un factor de eliminación de los más débiles. El racismo, que era
anterior a la teoría de Darwin, tuvo con el darwinismo social un fundamento
pseudo-científico.
Spencer fue uno de los más importantes ideólogos de los conservadores argentinos,
quienes siempre lo mencionaron a la hora de legitimar los sistemas de dominación.