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Los orígenes de la sociología

Contexto socio-político: siglos XVIII y XIX


Vimos que aunque hubo pensadores en la antigüedad que pensaron sobre la sociedad,
recién en la Edad Contemporánea surgen sistemas de pensamiento donde lo filosófico y
lo religioso dejan de ser los principios fundantes de la acción humana. Dos revoluciones
quiebran el antiguo modelo y alumbran una nueva época:

I. La revolución económico-industrial

Esta revolución dislocó las relaciones feudales e hizo emerger nuevos y


desconocidos problemas sociales. Como consecuencias de esta revolución
podemos señalar:

A. Apareció y creció una clase trabajadora en condiciones miserables y


desprovista de marcos de protección;
B. Entraron en crisis las formas familiares de producción;
C. La población se concentró en ciudades, cada vez más grandes, lo que lleva a
la aparición de nuevos comportamientos, al aislamiento y a conductas que
eran vistas como desviadas;
D. Se introducen nuevas tecnologías de trabajo que transforman su
naturaleza y las relaciones enmarcadas en él.

II. La revolución política

La Revolución Francesa marca el fin del Antiguo Régimen y marca el inicio de la


sociedad burguesa y de la economía capitalista que estaban en gestación
durante el feudalismo. Si bien no fue la primera que estableció una democracia
liberal representativa -la revolución inglesa del siglo XVII y la Constitución
americana de 1776 después de su independencia ya tenían esos rasgos- esta
revolución merece ser considerada como el modelo clásico de las revoluciones
que impulsaron el ascenso de la burguesía. Sus efectos se hicieron sentir en
muchos aspectos de la vida social:

1. El poder absoluto del monarca y las jerarquías aristocráticas desaparecen por


obra del movimiento revolucionario y se instauran las nociones de:
○ Voluntad Popular
○ Individualismo
○ Igualitarismo
2. La idea de que todos los hombres eran iguales –aunque no fuera siempre
aplicada en la práctica- implicó un cambio trascendental en la manera de cómo se
establecerían a partir de allí las instituciones políticas.

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3. La revolución trastocó también el conjunto de las instituciones tradicionales.

Al establecer el matrimonio como contrato civil y permitir el divorcio, alteró las


relaciones de la familia tradicional. Aunque la familia como institución fue
conmovida, la que fue más afectada fue la Iglesia.
La idea de regenerar al hombre y al ciudadano era central para los
revolucionarios, que veían a sus conciudadanos contaminados con los vicios de la
aristocracia como consecuencia de siglos de feudalismo. Le correspondía a la
Revolución borrar poco a poco esas manchas de manera tal que el hombre
reencontrara la pureza de sus orígenes, convirtiéndose en el ciudadano virtuoso
sin el cual la República era imposible.
La escuela pública para los niños y las sociedades políticas para los adultos eran
los lugares destinados a esa educación cívica. Colocando las bases de la educación
pública y afirmando que la misma pasaría a ser competencia del Estado, la
Revolución le arrancó a la Iglesia -y también en parte a la familia- el monopolio
de la formación de las nuevas generaciones.

4. En rebeldía contra la ‘verdad revelada’ de la Iglesia, el racionalismo y, luego, el


empirismo, sostenían que el conocimiento era el resultado de aplicar la razón
individual a la realidad circundante: las ideas, el "entendimiento", provenían de la
experiencia sensible. La fe en la razón y en el progreso estaba en la base de la
crítica tenaz, aunque no siempre explícita, a las jerarquías sociales que pretendían
un origen divino; esta reflexión crítica y la voluntad de revolucionar la manera de
pensar al hombre y sus relaciones imprimirán su marca tanto en Marx como en
todos los llamados fundadores de la Sociología.

La fundación de la sociología
Las transformaciones políticas y económicas hicieron creer que la sociedad y la cultura
eran el producto exclusivo de la acción de los hombres. Pero, al mismo tiempo, los
nuevos problemas sociales asociados a la urbanización, al pauperismo de las clases
trabajadoras y al debilitamiento de los antiguos marcos normativos parecían mostrar
una realidad no controlable regida por leyes independientes de la voluntad de los
hombres, similares a las de la naturaleza.

La fundación de la sociología debe ubicarse en un contexto donde se combinaba un


pensamiento voluntarista de cambio y el deseo de encontrar los mecanismos que
organizaban la sociedad. Veremos que en sus versiones más conservadoras como en las
más progresistas, las raíces de la sociología se encuentran en la búsqueda de las
bases del nuevo orden después de la caída del Antiguo Régimen.

La ilustración seguía marcando el rumbo de la ciencia y parecía ahora que del devenir
del progreso también, por lo que las ciencias sociales, alejadas de leyes morales y
religiosas, intentarán encontrar explicaciones de los problemas sociales en un sistema de
algún modo similar al teológico-moral. En su primera fase la sociología lo haría

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apuntando a la existencia de leyes de la naturaleza, acudiendo a explicaciones derivadas
de la teoría de la evolución o de ‘leyes objetivas de cambio’.

Augusto Comte. Antecedentes de su sociología.


Se atribuye a Augusto Comte el título de fundador de la sociología: a él se le debe el
nombre de la nueva ciencia. Pero él mismo menciona a tres pensadores como sus
predecesores: Montesquieu, Condorcet y Saint-Simon. Veamos los aspectos
fundamentales que desarrollaron y que abonarán sus conceptos.

Montesquieu

Pensaba que los fenómenos sociales estaban tan sujetos a leyes invariables como todo
en la naturaleza: “Todos los seres tienen sus leyes: la Divinidad tiene sus leyes, el mundo
material tiene sus leyes, (…) las bestias tienen sus leyes; el hombre tiene sus leyes.”

Las leyes que constituyen y mantienen las instituciones sociales provienen, según
Montesquieu, de las necesidades de la naturaleza humana y del entorno.
Es destacable que Montesquieu reconoce la influencia del medio en relación a la
constitución de leyes sociales.

Marqués de Condorcet

Sostiene que “si el hombre puede prever con alta probabilidad los acontecimientos del
porvenir a partir de los fenómenos cuyas leyes conoce” (gracias a las leyes de las
ciencias naturales), debería poder “trazar el cuadro de los destinos futuros de la especie
humana a partir de los resultados de la historia”. Desde la Ilustración se plantea que la
condición humana es inmutable y que es necesaria su marcha hacia su “verdadera”
naturaleza. Pero Condorcet incorpora la idea de una humanidad perfectible, y esboza las
tres líneas de su progreso:

● igualación de las naciones,


● nivelación de las clases y
● perfeccionamiento del individuo.

Saint-Simon

Siendo francés, participó de la guerra de la independencia norteamericana y luego se


sumó a los revolucionarios franceses. Su teoría de las clases sociales pone el acento
sobre la explotación de una inmensa mayoría de trabajadores de todo tipo por una
pequeña minoría de ociosos. En armonía con las masas, una elite de las “Luces”,
intelectual y profesional, integrada sobre todo por industriales, debía liberar a la
sociedad de esa explotación y organizar progresivamente el reino de la abundancia y el
trabajo.

La posición de Saint-Simon se manifiesta también cuando nos habla de las relaciones


entre clases: no son los asalariados quienes son explotados a favor de la ganancia, sino

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que es la renta la que explota a la sociedad entera; la aristocracia propietaria de
tierras no sólo domina el mundo campesino sino también al Estado. Concluye entonces
que "el arte de gobernar se reduce a dar a los zánganos la mayor porción posible de miel
quitándosela a las abejas" y dirá que “la sociedad actual es el mundo al revés. La nación
ha aceptado como principio fundamental que los pobres deben ser generosos con los
ricos".
La nueva sociedad para Saint-Simon debería ser organizada por la burguesía y los
científicos basándose en los nuevos conocimientos de la "fisiopolítica" o "fisiología
social", esto es, el conocimiento de los mecanismos que rigen la sociedad. No se trata de
una revolución que modificaría las relaciones de producción, al contrario: la ganancia
capitalista persistiría, así como la superioridad burguesa en la empresa, en la sociedad y
en el Estado. Se trata de un cambio que permita producir, más que gobernar: una
revolución pacífica que debería ser realizada por las elites burguesas.
Vemos entonces la mezcla de conservadurismo y progresismo en el pensamiento de
Saint-Simon. Su objetivo es “transformar la suerte de la clase que no tiene otros medios
de existencia que el trabajo de sus manos”, estableciendo así uno de los antecedentes
del socialismo del siglo XIX, pero se propone al mismo tiempo poner fin a la crisis de la
sociedad europea celebrando la llegada del dominio burgués. Es uno de los primeros en
estudiar la industrialización. La ve positivamente (abundancia) y cree que puede traer un
nuevo modelo social. Está a favor de la propiedad privada, pero sólo si esta es merecida;
por eso defiende la abolición del derecho a la herencia. Se muestra contrario a los
comerciantes. Para Saint-Simon hay dos clases de individuos, los productores
(trabajadores, empresarios, industriales) y los no-productores (comerciantes,
terratenientes). La industrialización es buena, pero se debe reorganizar la sociedad y la
función del Estado sería la de facilitar esta transformación. Por eso el Estado sería único
heredero y distribuiría los instrumentos de trabajo (capital y tierra) en función de los
intereses de la producción, dirigido por un banco nacional. Los trabajadores tendrían que
pasar a cobrar según su productividad.

El gran objetivo que se propuso fue reorganizar la sociedad sobre las bases de la ciencia
y la industria, para alcanzar una sociedad sin clases por el camino de una renovación
ético-religiosa. Estaba de acuerdo con los pensadores conservadores en relación a
restaurar un orden social sólido como el medieval ya que pensaba que era “necesario
para el establecimiento de un orden de cosas sosegado y estable”, pero no coincidía en
que sea el medieval el orden social sólido, sino que el poder moral fuerte que antes
promovía la religión debía basarse ahora en la ciencia. Esa era la misión de su Física
Social, una teoría positiva de la sociedad.

En Saint-Simon se encuentra la primera formulación de un sistema sociológico asentado


sobre un conocimiento positivo, es decir sobre un conjunto de descripciones de la
sociedad "tal como es", y la convicción sobre la capacidad social transformadora del
conocimiento. En él están las bases de los grandes modelos sociológicos que se
desarrollan en Europa hasta finales del siglo XIX: el positivismo y el marxismo. El
primero interesado en proporcionar los fundamentos teóricos del orden social y el

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segundo, en el análisis crítico de los conflictos y contradicciones de esa misma
sociedad.

Ahora sí, volvemos a Comte.

Augusto Comte

Fue secretario y discípulo de Saint-Simon, entre 1818 y 1824. Muchos historiadores lo


han considerado un divulgador o plagiador de Saint-Simon, recortando y exacerbando las
características de sus ideas.

Para Comte sólo es legítimo un conocimiento que transcriba los datos de la experiencia
sensible en fórmulas racionales, ya que la realidad no puede ser captada sino a través
de los fenómenos y sus relaciones. La comprobación de regularidades permite
desprender leyes y encontrar así principios de validez universal.
Sus ideas se encuentran enmarcadas en la firme creencia en que la ciencia aplicada a la
sociedad permitirá su progreso: “Saber para prever, prever para poder” (una expresión
que toma de Condorcet).

Teoría de los Tres Estados

A partir de una formulación histórica del devenir ya previamente enunciada por


Condorcet, entre otros, Comte relaciona las etapas allí presentadas ya no como
accidentales del devenir histórico, sino con tres modos esenciales y necesarios de pasaje
de cualquier rama del conocimiento:

1. Un estado teológico o Ficticio


2. Un estado metafísico o Abstracto
3. Un estado científico o Positivo

Con las siguientes características:

Estado Teológico o Estado metafísico o Estado científico o


Ficticio Abstracto Positivo

Base Imaginación Especulación Observación

Forma Conocimiento absoluto Conocimiento absoluto Conocimiento


mediante agentes mediante entes relacionando
sobrenaturales (FE) metafísicos (RAZÓN) fenómenos

Función Punto de partida Disolución de la vieja Construcción


necesario construcción (pasaje) definitiva

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Está ca y Dinámica

Comte distingue en todas las ciencias –sociología incluida- la dualidad complementaria


Orden y Progreso que constituyen la unidad indisociable del fenómeno “sociedad”.
Corresponde a la Estática el estudio de las condiciones de existencia de la sociedad y a
la Dinámica, el de las leyes de su movimiento continuo.

La Estática, una suerte de anatomía social, debe tener por objeto permanente "el estudio
positivo, a la vez experimental y racional, de las acciones y reacciones mutuas que ejercen
las diversas partes del sistema social las unas sobre las otras, haciendo científicamente,
en la medida de lo posible, abstracción provisoria del movimiento fundamental que las
modifica siempre gradualmente". Su reflexión sobre la Estática se limita a identificar y
analizar los elementos sociales últimos, relativos a las condiciones generales de
existencia social del individuo, de la familia y de la sociedad.

Para Comte, el individuo no tiene existencia como tal para la Sociología y ni siquiera en
sí mismo. Para el espíritu científico, la sociedad humana no está compuesta por individuos
sino que su verdadera unidad social es la familia, a partir de la cual se organiza la
sociedad; ésta, sin embargo, es algo diferente al simple agregado de familias. Existe
además una diferencia esencial entre ambas: mientras que las familias son "uniones" de
naturaleza moral, y sólo secundariamente "intelectual", la sociedad es una ‘cooperación’
de tipo intelectual, donde los vínculos morales son accesorios. Ambos aspectos están
presentes en una y otra, pero en la familia prevalece el aspecto afectivo y en la sociedad
el aspecto cooperativo:

Familia unión moral Aspecto Vínculos intelectuales accesorios


afectivo

Sociedad unión intelectual Aspecto Vínculos morales accesorios


cooperativo

La generación de Comte contemplaba el acontecimiento revolucionario como un


hundimiento completo y definitivo del orden anterior y eso constituía un problema vital:
¿Cuáles serían las condiciones de un nuevo orden?
La respuesta de Comte es la creación de una nueva religión basada en la ciencia.
Está convencido de que está quebrado el consenso sobre el cual se asienta toda
sociedad: un cuerpo de creencias universalmente aceptadas. Considera que ese cuerpo
de creencias que estaba fijado al cristianismo ya no tenía eficacia y no garantiza la
cohesión social. Concluye que se debe reemplazarse la fe revelada en fe demostrada, la
comprobación de la verdad mediante el método científico:

Fe revelada –> Fe demostrada

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En la fase positiva, los científicos se convierten en clérigos de la nueva sociedad que
revela a los ignorantes la fe suficiente para establecer el orden social. El Ser monoteísta
se convierte en Humanidad. El culto divino se convierte en culto a la Humanidad. Y
Comte lo plantea alejándose de los pensadores inspirados por la Revolución: es un
admirador del orden católico de la Edad Media, restaurando ese orden sobre las bases
proporcionadas por el progreso del conocimiento.

La obra de Comte influyó menos en Europa que en América Latina, donde orientó buena
parte de las políticas gubernamentales de fines de siglo. En Brasil incluso el positivismo
logró inscribir su divisa "Orden y Progreso" en la bandera y subsisten “Templos de la
Humanidad” en Río de Janeiro, Porto Alegre y Curitiba.

Herbert Spencer

Nació en una familia humilde. Siempre se manifestó independiente, ajeno a vínculos


políticos y profesionales. Llegó incluso a considerar a la cultura como posible limitación
de la libertad y a causa de ello no leyó mucho, ni siquiera textos filosóficos. En la
adolescencia estudió cuestiones técnicas y prácticas convirtiéndose de forma
autodidacta en ingeniero civil, trabajando en la industria ferroviaria.

El pensamiento de Spencer fue una respuesta a la realidad social, económica y política


de Inglaterra durante el siglo XIX, la que era, conviene resaltar, muy diferente a la del
continente europeo.

En Inglaterra no se produjo un acontecimiento tan traumático como lo fue la Revolución


Francesa, lo que pone de manifiesto una marcada estabilidad de la que carecía el resto
de Europa. Ello explica por qué Augusto Comte, por ejemplo, estaba obsesionado por
sentar las bases de un orden social estable y duradero en Europa, presa del duro debate
entre los socialistas utópicos y los conservadores.

La ausencia de cambios drásticos en Inglaterra creó el marco propicio para el surgimiento


de una idea evolutiva del cambio.

Para Spencer, la sociedad es algo enteramente natural y “tratar de cambiarla es como


tratar de modificar un árbol” o como cualquier otro elemento de la naturaleza.
El orden social establecido es algo dado y por lo tanto son reprobables los intentos por
modificar aspectos de la sociedad o el conjunto de aspectos que la constituyen y hacen
de ella lo que es.

Enemigo de toda intervención del estado en la vida social y económica, Spencer fue el
símbolo del más fuerte individualismo, que quedó materializado en su obra “Estática
Social” en la que concibió el desarrollo social como un desarrollo orgánico.

Según Spencer, Comte tuvo la visión de que todo proceso de crecimiento o de progreso
responde a una ley universal pero cometió el error de pensar que el progreso de cualquier
sociedad puede ser incentivado políticamente por la misma teoría. La evolución social y

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política de toda sociedad debe darse, para Spencer, naturalmente, sin intervención de la
política, es decir, del Estado.

Spencer estaba convencido de que la misión fundamental de la sociología era demostrar


que el proceso natural que se opera en las sociedades debía seguir su curso sin
intervención de los hombres: Es el propio proceso social el encargado de acoger a los
más capaces y desechar a los más ineptos. La naturaleza por sí misma está capacitada
para crear las mejores condiciones para el advenimiento de una era venturosa para la
humanidad.

Hay entonces, una especie de “conformismo” con una ley natural que científicamente se
explica por una teoría positiva. No se trata, científicamente, de violentar -dice- el paso de
una especie a otra. Es un proceso natural que va siguiendo determinados cánones; y,
como se puede ver, aparece una clásica posición conformista con una ley absolutamente
inevitable que va desde el “evolucionismo” hasta el “evolucionismo social”.

Spencer separó el hombre de la sociedad o, si se prefiere, el individuo de lo colectivo.

Para Spencer la sociedad-el colectivo- está constituida por una interrelación de


naturaleza individual. Spencer es terminante a la hora de resolver el problema del
vínculo entre el hombre y la sociedad. Lo fundamental es el hombre; en consecuencia, la
sociedad no debe inmiscuirse en su vida ya que él está perfectamente capacitado para
decidir qué es lo mejor para sí mismo y para el “colectivo”.

El Darwinismo social

Muchos historiadores toman a Spencer como un intérprete de la Teoría de la Evolución de


las Especies de Darwin en lo social, pero fue mucho antes de la publicación de Origin of
Spieces de Darwin, que Spencer escribe un artículo anónimo -siete años antes-
defendiendo la teoría de la evolución orgánica de Lamarck. (Lamarck formuló la primera
teoría de la evolución: Propuso que la gran variedad de organismos, que en aquel tiempo
se aceptaba que eran formas estáticas creadas por Dios, habían evolucionado desde
formas simples; postulando que los protagonistas de esa evolución habían sido los
propios organismos por su capacidad de adaptarse al ambiente: los cambios en ese
ambiente generaban nuevas necesidades en los organismos, y esas nuevas necesidades
conllevarían una modificación de los mismos que sería heredable.)

Por eso no es casual cuando más tarde Spencer interpreta la obra de Charles Darwin y
elabora un enfoque que se dio a conocer como socialdarwinismo o sociobiología, la cual
sostenía que ciertas sociedades o ciertos sectores sociales son naturalmente
superiores a otros. Para Spencer determinados sectores sociales conducen y se imponen
naturalmente al resto del conjunto social, sin necesidad de legitimación democrática y
popular.

Spencer trasladó la teoría de Darwin a lo social y dedujo que hay grupos que tienen
mayor capacidad para dominar la naturaleza y establecer su dominio en la sociedad.

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Así justificó el dominio de un pueblo sobre otro y la desaparición de los pueblos más
débiles (o menos aptos); de este modo, el imperialismo hallaba un sustento
ideológico-científico.

Los representantes del darwinismo social afirmaban que el estado de la sociedad de su


época se debía a la evolución y a la selección entre las clases sociales: los que estaban
arriba en la escala socioeconómica eran los más adaptados y estaba en contra de las
leyes de la evolución obstaculizar su progreso económico.

La guerra jugaba como un factor de eliminación de los más débiles. El racismo, que era
anterior a la teoría de Darwin, tuvo con el darwinismo social un fundamento
pseudo-científico.

Spencer fue uno de los más importantes ideólogos de los conservadores argentinos,
quienes siempre lo mencionaron a la hora de legitimar los sistemas de dominación.

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