Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La restauración conservadora
El Golpe de Estado
El golpe de Estado empieza con el derrocamiento del presidente democrático Hipólito Hirigoyen. Este golpe es
encabezado por José Félix Uriburu, marcando el inicio de la Década Infame. Dando provecho a empresas
capitalistas europeas y norteamericanas.
Que significa “conservador”
El termino conservador se define por la negatividad al cambio económico y social. Se utiliza el término para
definir todo sistema político o forma de pensamiento destinada a mantener el orden establecido. El
conservadurismo es vinculado a los sectores dominantes o privilegiados, aunque no es exclusivos de estos.
La crisis de1930
La industrialización.
La industrialización por sustitución de importaciones fue un hecho positivo. Al no a ver divisas (moneda
extrajera) para importar y los precios de las manufacturas extranjeras habían aumentado mientras que nuestras
materias primas habían descendido en su rentabilidad, la industria comenzó a ser una inversión rentable. Las
industrias surgieron alrededor de las grandes ciudades, donde comenzaron a sentarse precariamente
pobladores que venían por la crisis del interior a buscar trabajo.
Además de la derivación de capitales nacionales del agro a la industria, vinieron capitales extranjeros. Estos
dominaron en forma casi monopólica la industrialización del país: frigoríficos, usinas eléctricas, compañías de
gas, cemento, armado de automotores, elaboración de artículos de caucho, seda artificial, tabaco, petróleo,
conductores eléctricos, radiotelefonía, farmacéutica, galvanización de chapas de hierro, ascensores, etc.
Capítulo 11
Situación de la industria hacia 1943
La industrialización por sustitución de importaciones
Debido al encarecimiento de los productos importados y a la falta de divisas (moneda extranjera) para importar,
la industria comenzó a ser rentable. La política económica durante la Década Infame, que privilegiaba los
grandes intereses económicos de las empresas extranjeras, favoreció la acumulación de capital mientras que la
situación de los trabajadores era paupérrima. El peso de la crisis fue descargado hacia los trabajadores con
menos recursos, por esto, los empresarios habían logrado una rentabilidad a base de los bajos salarios y
deficientes condiciones de trabajo.
El mayor crecimiento de ocupación se registra entre los años 1941 y 1946 en las ramas textiles, productos
forestales, químicos, artículos de cuero, maquinarias y vehículos. Entre 1943 y 1946 la producción industrial
aumentó a razón de un 9,6% anual.
El proyecto de Perón
Perón adquirió a través de sus viajes por Italia elementos para tratar de organizar la sociedad argentina de
acuerdo a un proyecto propio de alianza de clases, promoviendo el crecimiento nacional a través de la industria,
e integrando la clase obrera a la sociedad política. La crítica de las clases medias a sus planes consistía en que
era un modelo tomado de un Estado totalitario y trasladado a un gobierno militar.
Desde la Secretaria de Trabajo y Previsión Perón se abocó a fortalecer la relación con los sindicatos, mediante
la concesión de medidas concretas: hacer que las negociaciones de convenios colectivos de trabajo tengan
implementación real, aumento de los montos de las indemnizaciones por despidos, inclusión en los contratos de
cláusulas sobre vacaciones pagas, ampliación del sistema jubilatorio para empleados y obreros de industria y
comercio, etc. El movimiento laboral en golpe militar de 1943 era débil y estaba dividido en cuatro centrales
gremiales: la FORA (Federación obrera Regional Argentina, anarquista) la USA (Unión Sindical Argentina,
sindicalista) la CGT Nº1 y la CGT Nº2. Tenían muy poca influencia sobre la clase trabajadora. Los sindicalistas que
habían renunciado hacía tiempo a la lucha revolucionaria, veían con tentación la posibilidad de participar en la
redistribución del poder político. Por primera vez no se los trataba individualmente, sino como una fuerza social
necesaria para impulsar un proyecto de país compartido por todos.
La propuesta económica
El importante desarrollo industrial de la época da pie a que la naciente burguesía industrial trate de ampliar el
mercado interno, es decir, que pueda haber más consumidores, más gente con posibilidad de comprar dentro
de nuestro país.
Objetivos de la política económica de Perón en 1944:
La argentina en ese momento producía el doble de lo que consumía, la mitad de esa producción salía al exterior.
Perón se cuestionaba si cuando terminara la guerra era posible colocar nuestros productos en Sudáfrica, Canadá
o Sudamérica en competición con los de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, etc. En ese momento la Argentina
consumía el 50% de lo producido. Si nuestros productos no se llegaran a exportar habría una paralización del
50%, por ende, un millón de argentinos se quedarían desocupados. Por esto Perón propone aumentar el
consumo interno del país, que puede ser posible si los sueldos de los trabajadores son aumentados para que
cada uno de estos puedan consumir mucho más de lo que consume actualmente, permitiendo que, cada
industria, cada fabricante, cada comerciante pueda producir lo mismo sin verse obligado a parar la producción y
a despedir obreros.
De este modo, se pasa de una industrialización espontánea a una industrialización planificada, que, des el
Estado, redistribuye el ingreso, estimula la producción regional, controla las importaciones, aumenta el empleo
del sector público, consolida la urbanización, entre otras medidas llega a ampliar el mercado interno para los
bienes de consumo que la Argentina ya producía.
El 17 de octubre
En la reunión de la CGT del 16 de octubre se plantearon dos posturas: quienes querían hacer un paro general
para pedir la liberación de Perón, porque ello significaba mantener las conquistas de los trabajadores; y quienes
preferían no demostrar dependencia de una persona, sino seguir negociando con el gobierno para ver si se
cumplían o no los beneficios ya otorgados. Ganó la primera moción, pero en la redacción de la declaración de
huelga general para el día 18 de octubre no se mencionaba a Perón directamente.
Sin embargo, la gente no esperó al 18 de octubre: comenzó a salir a la calle el 17, y al grito de “Viva la huelga”
y “Viva el coronel” visitó las fábricas en Avellaneda para marchar todos hacia Plaza de Mayo. El sindicalista
Cipriano Reyes jugó un papel fundamental en estos hechos, y Perón le dijo, días después: “Usted es el héroe del
17 de Octubre”. Reyes afirmó siempre el carácter autónomo de la movilización, sin influencia de ningún cuerpo
orgánico ni manipulación del poder ni de Perón. Quienes habían planteado la huelga general para el 18 se
sumaron a la movilización espontánea del 17, en la que no había pancartas ni cánticos políticos.
Perón, que había sido trasladado al Hospital Militar por afirmar que el clima de la isla Martín García le había
afectado la salud, fue solicitado por la muchedumbre en la Plaza de Mayo, que no se iba a mover hasta que él
llegara. Recién a la noche Farrell cedió a las presiones y fue a buscarlo. Juntos se presentaron en el balcón de la
Casa de Gobierno. Perón confesó en otra oportunidad que solicitó a la multitud que cantara el Himno Nacional
Argentino a fin de tener unos minutos para improvisar un discurso, porque el hecho lo había tomado de
sorpresa. Había nacido el movimiento peronista.
Perón en el Poder
El apoyo a la clase obrera
A través de su política social, Perón había ido ganando el apoyo de la clase obrera. Pero esto no significaba que
tuviera el dominio absoluto del movimiento sindical. Los obreros, peronistas y no peronistas, en realidad
luchaban por sus reivindicaciones, y desde el gobierno, para tratar de controlar las huelgas, se reprimía con
prisión o se amenazaba con hacerlo. El poder que tenia el sindicalismo había sido alimentado por Perón para
contrarrestar al de las clases dominadoras, pero Perón no quería ser manejado por el mismo.
Entre las medidas que tomó para disminuir su poder fue eliminar en 1946 el Partido Laborista (creado por los
sindicalistas que originalmente le dieron su apoyo) y transformarlo en el Partido Dnico de la Revolución
Nacional, que en 1947 fue denominado Peronista.
Al mismo tiempo trató de establecer su control absoluto sobre la CGT. Destituyo a Gay de su puesto como
Secretario General de la CGT (que había ganado las elecciones frente al candidato de Perón, Ángel Borleghi) por
colaborar con los norteamericanos. Aurelio Hernandéz paso a ocupar ese cargo, y luego por una diferencia con
Eva Perón, fue remplazado por José Espejo. En 1950 la CGT se transformó en una rama del Partido Peronista;
había pasado de cumplir una función gremial a cumplir una función política. Sin embargo, los obreros siguieron
defendiendo sus propios intereses, más allá que se pretendía imponer en esos tiempos, sin dejar de ser,
muchachos de ellos, peronistas.
El voto de la mujer
Las mujeres sindicalistas desde principio de siglo luchaban por el voto femenino, pero no eran tenidas en cuenta
en el Congreso, por ley exclusivamente masculina. La participación de Eva Perón en la política dio acceso a la
mujer al gobierno y en 1947 se sancionó la ley del voto femenino. En 1949 se incluyó en la reforma
constitucional, y en 1951 votaron por primera vez.
Para ayudar a contrarrestar el peso de los sindicatos, se construyó la Rama Femenina del movimiento
peronista, que llevó las primeras mujeres al Congreso.
Según dos periodistas norteamericanos de las revistas Life y Time, el golpe estuvo directamente subsidiado por
Inglaterra (el armamento utilizado era de origen inglés), que veía disminuir su influencia en Argentina. Las
pruebas de la alianza de la Marina con Gran Bretaña eran unas cintas grabadas que fueron dadas a conocer por
el diputado radical Oscar Alende; el gobierno norteamericano tenía los originales de las mismas en su poder.
El Ejército, que hasta 1951 aparecía como totalmente leal a Perón, entró parcialmente en la conspiración. La
Marina, más reaccionaria, estaba abiertamente en la oposición. La Aeronáutica se sumó a ésta con el intento de
asesinato a Perón en agosto.
La clase media –que en parte lo había votado a Perón– con la inflación anual que había (39 %) se estaba
descapitalizando. Además, veía cada vez más restringida su libertad. En 1952 se impusieron libros de lectura
obligatoria en escuelas y colegios donde se exaltaban las figuras de Perón y de Evita abiertamente, entre los que
figuraba La razón de mi vida. El gobierno, basándose en la mayoría numérica en ambas cámaras, pese a ser
formalmente una democracia, estaba centralizando y aumentando el poder presidencial, y respetando muy
poco la opinión de la oposición.
Los trabajadores en general no estaban de acuerdo con los sacrificios que se les estaba pidiendo a partir del
segundo gobierno de Perón, pero esto no significaba que estuvieran en la oposición. Ése había sido el único
gobierno que había satisfecho sus necesidades y mejorado notablemente su estándar de vida.
Capítulo 12
La revolución Libertadora
El nombre
El golpe de Estado que derroco al gobierno constitucional de Perón se autodenominó “Revolución Libertadora”.
El motivo de ese nombre se intenta aclarar en el comunicado del 16de septiembre de 1955: La Armada, la
Aeronáutica y el Ejército de la Patria, abandonan otra vez sus bases y cuarteles para intervenir en la vida cívica
de la Nación. Lo hacemos por el imperativo del amor a la libertad y al honor de un pueblo sojuzgado, que quiere
vivir de acuerdo a sus tradiciones y que no se resigna a servir indefinidamente los caprichos de un dictador que
abusa de la fuerza del gobierno para humillar a sus conciudadanos.
Es decir, intenta liberar al pueblo oprimido de los caprichos de un dictador. Sólo faltaba aclarar que ese
dictador era un presidente que había asumido con el beneplácito de nada menos que el 62.5% de los votos.
El ejército “Libertador”
A partir de 1956 aparecen tres posturas diferentes en el ejército, que luego se traducirán en enfrentamientos
más duros:
*La línea jacobina, con el almirante Rojas, y luego los colorados del Ejército. Su objetivo es dominar el país hasta
terminar por completo con el peronismo, aún a costa de una larguísima dictadura.
*La línea continuista de Aramburu. Quería elecciones para que ganar Balbín (de la Unión Cívica Radical), su
continuador civil.
*La línea legista quería que las elecciones fueran limpias, ganara quien ganara. No tuvo éxito, porque el
antiperonismo era demasiado fuerte en las otras líneas y triunfó la proscripción del partido mayoritario.
La resistencia Peronista
La oposición Peronista
Con la caída de Perón y exiliado, los peronistas obran de diferentes modos durante el periodo en que Perón
estuvo proscripto del panorama electoral. En un principio se visualizan tres posturas:
La Resistencia, llevada adelante por los obreros organizados en comisiones internas en las fábricas, o
por grupos barriales que agrupaban gente de distintas ocupaciones.
El Golpismo. Oficiales y Suboficiales peronistas del Ejército pensaban que, si se conectaban con los
sindicatos, podían volver a la situación de 1943. Esta línea estaba apoyada por unos cuatro mil
sindicalistas proscriptos.
La Negociación. Políticos y sindicalistas peronistas trataron de negociar con los sectores legalistas del
gobierno y del Ejército para volver a una situación de pleno derecho constitucional.
Perón en un principio estuvo desconectado de los peronistas que, en forma espontánea y muy
desorganizadamente, mostraron su repudio al golpe militar “libertador”. En enero de 1956 hace llegar sus
directivas para todos los peronistas, pidiéndoles que se organicen secretamente bajo la forma de
resistencia.
La productividad y el sabotaje
Los empresarios sentían que los obreros tenían demasiado poder en el gobierno de Perón, y que su
autoridad había disminuido. Por eso, al apoyar a la Revolución Libertadora, uno de los objetivos de los
industriales fue recuperar el control de sus fábricas, a fin de aumentar sus ganancias por medio de un
incremento de la productividad. Los altos sueldos del período peronista no incentivaban al obrero a
esforzarse más, y los empleadores querían lograr que parte del sueldo estuviera en relación a lo producido.
Para lograr esto, se despidió en masa a los delegados de las fábricas, se suprimió la jornada de seis horas
para el trabajo insalubre, se quitó la provisión de ropa protectora, y en muchos casos la copa de leche. Con
las huelgas, que se multiplicaban, aumentaban los arrestos y los despidos. Por ello se difundió la actividad
de sabotaje: daños causados a las maquinarias, y bajo nivel de producción. El sabotaje partía de la iniciativa
individual, y consistía en la “caída” de una llave inglesa en el mecanismo de una máquina en
funcionamiento, o de un cigarrillo en el taller de pintura de la planta. También se puso vidrio molido en latas
de conservas, u otras maneras de arruinar productos envasados, y se desmejoró la calidad de las
mercaderías.
Presidencia de Frondizi
El desarrollismo
Las teorías desarrollistas tuvieron origen en trabajos de economistas y sociólogos norteamericanos, y fueron
difundidas por entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la CEPAL.
Prometían el desarrollo industrial del país, con un crecimiento rápido y autosostenido, y captaron la
atención de los industriales disconformes con la aplicación del Plan Prebisch por Aramburu, ya que éste
implicaba un “retorno al campo”. En vez de volver al pasado, como querían algunos sectores liberales y los
conservadores, el desarrollismo significaba futuro. La solución estaba en el desarrollo de las industrias
básicas como el petróleo, la química pesada, la siderurgia, las maquinarias, que permitirían abastecer a la
industria liviana con las materias primas y los instrumentos fundamentales, y ayudaría a romper con la
dependencia externa al producir dentro del país todos los insumos claves para su crecimiento industrial.
El aspecto menos conocido hasta ese momento de la teoría desarrollista era cómo se financiaría ese
desarrollo. Para obtener el capital necesario existían dos modos: con ahorro forzado y restricción del
consumo, o con financiamiento externo. Se optó por esta última variante, sosteniendo que el capital
extranjero no es ni bueno ni malo, sino que es útil si se invierte en lo que nos interesa. Pero no se tuvo en
cuenta que la radicación de empresas extranjeras sin un estricto control de nuestro Estado no contribuía a
cortar con la dependencia sino a reforzarla. Las empresas extranjeras venían, evidentemente, a obtener
beneficios: aprovechar mano de obra barata, mercado para vender, facilidades de instalación e impositivas
que daba el país para atraer los capitales, y finalmente, la salida de ganancias al exterior en forma de pago
de regalías.
Capítulo 13
La guerrilla
En Argentina la guerrilla era mínima hasta 1968, fracasando los pocos intentos de guerrilla rural por no
tener apoyo popular: ni los Uturuncos (1959-1969), ni el Ejército Guerrillero del Pueblo (1963-1964), ni el
Destacamento 17 de Octubre de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) (1968) lograron conquistar al pueblo
de Tucumán y Salta, donde intentaron actuar. Las luchas populares se estaban llevando a cabo en las
grandes ciudades y en las zonas industriales, pero la guerrilla no prosperó entre los obreros. John William
Cooke, peronista exiliado en Cuba, hizo una campaña a favor del “foquismo” (acciones independientes
ejecutadas en nombre de las masas), pero muy pocos militantes sindicales siguieron ese camino, yendo
algunos a entrenarse a Cuba. Según Daniel James, esto era el producto mental de un militante aislado, sin
contacto con la corriente central del movimiento obrero y sus luchas cotidianas. Según Gillespie, la escasez
de recursos económicos de los trabajadores limitaba sus posibilidades de participación en una guerrilla. Los
obreros podían colaborar o simpatizar con ella, pero eran pocos los que podían permitirse el paso a la
clandestinidad como combatientes “profesionales”. En cambio, los revolucionarios de la clase media
gozaban de una independencia económica mayor, optando algunos por la guerrilla urbana al sentirse cada
vez más afectados por la reducción de las libertades políticas y culturales de la dictadura. Muchos de esos
jóvenes adoptaron una ideología antiimperialista de extrema izquierda y se dirigieron cada vez más hacia el
peronismo o hacia los grupos guerrilleros para luchar por sus aspiraciones. Hacia 1970 se estaba
intensificando la acción guerrillera, operando cuatro grupos principales: las Fuerzas Armadas Peronistas
(FAP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros.
Sus acciones consistían en ataques a instalaciones militares para obtener armas, secuestros de importantes
empresarios y asaltos a bancos para obtener fondos, o asesinatos de figuras políticas o militares que tenían
el repudio de gran parte de la población con fines propagandísticos o de revanchismo. El caso más
resonante fue el secuestro y asesinato del ex presidente de facto, general Pedro E. Aramburu, por parte de
el grupo Montoneros, desconocido hasta ese entonces. El secuestro fue realizado en el primer aniversario
del Cordobazo, y tuvo gran simpatía peronista porque fue este general quien proscribió, persiguió y atacó
duramente al peronismo durante su gobierno militar (1955-1958), llegando incluso a los fusilamientos.
Según fue anunciado en un comunicado, lo hicieron “para pelear con las armas en la mano por la toma del
poder para Perón y para su Pueblo y la construcción de una Argentina Libre, Justa y Soberana”. También
Augusto Vandor había sido asesinado por “traidor a Perón” poco después del Cordobazo, por el grupo
denominado Descamisados. Con el tiempo, muchos pequeños núcleos peronistas de izquierda se fueron
uniendo a Montoneros.
La transformación de la Iglesia
Con el Papa Juan XXIII la Iglesia Católica comenzó a reflexionar sobre sus objetivos, dando un vuelco hacia
los temas sociales. Con el Concilio Ecuménico Vaticano II, llevado a cabo en octubre de 1962, se reelabora la
teología, la práctica cotidiana, la liturgia y sobre todo la relación entre los sacerdotes y los creyentes. El
cambio es tan profundo, que los católicos conservadores reniegan de los mismos, y se habla de los
“preconciliares” (los opositores) y los “postconciliares” (los adherentes a los principios del Concilio Vaticano
II). Por supuesto, cursillistas como Juan Carlos Onganía y gran parte de la jerarquía eclesiástica argentina,
ligados a la oligarquía y militantes del anticomunismo, son “preconciliares”. En cambio, muchos sacerdotes
protestan o renuncian a los hábitos por la falta de compromiso de la jerarquía argentina con el Concilio. El
Papa Paulo VI sigue los pasos de su predecesor, con la encíclica Populorum progressio de marzo de 1967. En
uno de sus puntos sostiene “la insurrección revolucionaria –salvo en caso de tiranía evidente y prolongada,
que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien
común del país– engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No
se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor”. Estas palabras tenían para la Argentina el
siguiente significado: la Iglesia condenaba la insurrección revolucionaria salvo si uno estaba sometido a una
dictadura evidente y prolongada (como era la de Onganía); por consiguiente no era censurable aplicar la
violencia en nuestro caso.