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LOS

TRES
BANDIDOS
Había una vez tres feroces bandidos
que siempre llevaban anchas capas
negras y altos sombreros negros.
El primero de ellos tenía un trabuco.
El segundo de ellos un fuelle lleno de
pimienta.
Y el tercero una enorme
hacha roja.
Eran unos tipos terribles. Cuando ellos
aparecían algunos se desmayaban de miedo.
Los perros corrían ladrando. Hasta los más
valientes huían
Cuando oscurecía, se ponían al acecho junto al
camino. Allí esperaban a sus víctimas.
-Preparados, ya se acerca el
carruaje.
Entonces el bandido del fuelle
saltó al camino.
-¡ALTO! Toma pimienta.

El cochero se vió obligado a


parar.
Destrozan las ruedas del
carruaje
Y con el trabuco,
amenazan a los
viajeros.

-¡VENGA! Sacad todo


lo que tengáis de
valor.
Después, los bandidos regresan a
su guarida. Que está escondida en
lo alto de la montaña. Hasta allí
transportan su botín.
Tenían cofres llenos de
oro, perlas, anillos, relojes
y piedras preciosas.
Una noche muy oscura, los
bandidos asaltaron un
carruaje que solo llevaba a
una niña huérfana que se
llamaba Úrsula. Estaba
triste porque se iba a vivir
a casa de tía muy gruñona.
Por eso se alegró cuando
aparecieron los tres
bandidos.
Como los bandidos no
encontraron nada más en
el carruaje, envolvieron a
Úrsula en una manta y la
llevaron hasta su
escondite.
Allí le prepararon una cama blanda y la acostaron para
que durmiese. A la mañana siguiente cuando despertó
Úrsula vió los cofres llenos de tesoros.
-Y…¿Qué vais hacer con
todo esto?-preguntó
Úrsula.
Los tres se miraron sorprendidos. Nunca se
les había ocurrido pensar que haría con tanta
riqueza. Y como Úrsula les gustaba tanto..los
bandidos marcharon en busca de otros niños
abandonados e infelices para cuidarlos como
ella.
Los bandidos cogieron una
carretilla llena de
monedas de oro y fueron
a comprar un castillo
enorme para que todos
aquellos niños tuvieran un
hogar.
Todos los niños llevaban las mismas
capas y los mismos sombreros que
los tres bandidos pero de color rojo.
La historia de los bandidos que
cogían a niños huérfanos corrió de
boca en boca.
Los niños se quedaban allí hasta que tenían
edad para tener su propia vivienda. Después
construían sus casas muy cerca del castillo.
Aquel lugar llegó a ser una pequeña ciudad
en la que todos llevaban sombreros rojos y
capas rojas.
Y en agradecimiento
construyeron tres torres
impresionantes, una para
cada bandido.

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