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Acerca del orgullo nacional españolista

«¡Cuánto se habla, se discute y se grita ahora acerca de la Nación y de la patria!»


escribió Lenin al inicio de su artículo, El orgullo nacional de los rusos, hace más de cien años.
Los contenidos del artículo del revolucionario bolchevique siguen siendo relevantes en la
actualidad y en especial hoy día 12 de octubre cuando se celebra el día de la Hispanidad.
Para empezar, lo que hoy en día se conoce como día de la Hispanidad, se le conocía
hasta los años sesenta como el día de la Raza, y sigue bajo esa nomenclatura en países
hispanoamericanos como por ejemplo Colombia, Honduras o El Salvador. El nombre día de la
Raza lo acuñó en 1913 el político y presidente de la Unión Ibero-Americana, Rodríguez-San
Pedro, con el siguiente propósito: «exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación
descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano». En otras palabras, Rodríguez
San-Pedro nos esclarece que el día 12 de octubre se celebra la “misión civilizadora” que
realizaron los españoles y posteriores criollos en América y, por consiguiente, la liquidación de
las naciones precolombinas. Y, aunque la denominación de la festividad nacional cambiara en
1958 a un nombre más políticamente correcto, la esencia de la festividad que inculcó en ella
Rodríguez-San Pedro hace más de un siglo sigue vigente.
Retomando a Lenin y la cuestión del orgullo nacional, el teórico marxista ruso arguye
que los obreros rusos nunca se liberarían del yugo zarista y capitalista si no abandonaban sus
perjuicios sobre los pueblos oprimidos que conformaban el Imperio Ruso, prejuicios
alimentados por la represión de los movimientos de las naciones oprimidas y la propaganda
ultrareaccionaria producida al servicio de las clases altas. Para Lenin, “defender la patria” no era
apoyar la estrangulación de Polonia, Ucrania, etc., más bien, era combatir a la monarquía, los
grandes terratenientes y capitalistas, es decir, a los peores enemigos de la patria y, la defensa sin
paliativos del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas.
En conclusión, aplicando las lecciones de Lenin a la realidad española actual, la clase
trabajadora española no debe dejarse manipular por ese nacionalismo españolista de obra
burguesa que lauda la “misión civilizadora” en las Américas y que reprime y niega a las
naciones oprimidas de la Península y las islas el derecho a la autodeterminación. La clase
trabajadora española tiene que combatir a los auténticos enemigos de la patria, que no son ni los
inmigrantes, ni los catalufos, ni los etarras, sino la clase capitalista.

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