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Diao de cuter cope one El nuevo imperialismo Taste ocgead The New Imperialism asic de | Juan Mari Madariaga | David Harvey asad todos os arch. . peace Harvey David (2003) |, eee "Capitulo iv. La acumulacion reproduscan sn la preceptiva svtortacin 0 plagen. gor desposesisn” . Gemma mace En El puero imperiolismo Editorial Atal: Hadid (© Dad Harvey, 2003 ‘The New Inperichom aparecié origalmente en ings en 2003. Lu presence eraduccia se publea por acuerdo con Orford University Pres. (© Esciones Atal S.A, 2004, 2007 paralenpua espatola Sector Fores. 28760 Tres Cantos acid Espana Tet: 918061 996 Fae 918 044 028 seewalacom (SN: 978.4-460.20660 nn pt mossntnes A -akel- cee, I \ ] La acumulacién . Por desposesién Rosa Luxemburg afirma que la acumulacién de capital tiene un cardcter dual: ‘Como todo proceso hist6rico concreto, retine dos aspectos distintos: de un lado, ‘ tiene lugar en los sitios de produccién del plusvalor: en la fabrica, en la mina, en el mundo agricola y en el mercado de mercancfas. Considerada asf, la acumulacién es un proceso puramente econdmico, cuya fase mAs importante se realiza entre los capi- talistas y los trabajadores asalariados, pero que en ambas partes, en la fébrica como ‘ en el mercado, se mueve exclusivamente dentro de los Ifmites del intercambio de mercancias, del cambio de equivalencias. Paz, propiedad e igualdad reinan aqut como formas, y era menester la dialéctica afilada de un andlisis cientffico para des- cubrir cémo en la acumulaci6n el derecho de propiedad se convierte en apropiacién de propiedad ajena, el cambio de mercancfas en explotaci6n, la igualdad en dominio de clases. El otro aspecto de la acumulacién de capital se da entre el capital y las for- mas de produccién no capitalistas. Este proceso se desarrolla en la escena mundial, : Aqui reinan, como métodos, la politica colonial, el sistema de empréstitos interna- ' cionales, la politica de intereses privados, la guerra... Aparecen aqui, sin disimulo, la violencia, el engafio, la opresi6n y el pillaje. Por eso cuesta trabajo a veces discernir las leyes rigurosas del proceso econdmico entre la marafia de violencia y porfias por el poder! "R. LUXEMBURG, Die Akkumulation der Kapitalen, Dresde, Dresdner Volkszeitung, 1912 [ed. cast.: La acurrudacién del capital, México DE, Grijalbo, 1967, p. 351; en la edicién més reciente de Orbis- Grijalbo, Barcelona, 1985, esos pérrafos figuran en la p. 113 del vol. I]. | De acuerdo con sus anélisis, estos dos aspectos de la acumulacién estén «orgénica mente entrelazados» y «la evoluci6n hist6rica del capitalismo sélo se puede entender cconsiderndolos en su relaci6n mutua» iSUBCONSUMO © SOBREACUMULACION? Luxemburg basa su andlisis en una concepcién particular de las tendencias a la eri- sis del capitalismo. El problema, argumenta, es el subconsumo, una escasez general de demanda efectiva que compense el aumento de produccién que genera el capitalismo. Esta dftcultad se debe a la explotacién de los trabajadores, que por definici6n reciben ‘mucho menos valor para gastar que el que producen, ya que los capitalistas se ven obli- gados a reinverti, al menos en pare, en lugar de consumit: Después de examinar las distintas formas en que se podria equilibrar la supuesta diferencia entre oferta y deman- da efectiva, Luxemburg concluye que el comercio con formaciones sociales no capita- listas proporciona la Gnica forma eficaz de estabilizar el sistema. Si esas formaciones sociales 0 territorios se muestran reacias a comercar, se les debe obliga por la fuerza de las armas (como sucedi6 con las guerras del opio en China). Ali ese, en su opinién, la raz6n principal del imperialismo. Un corolario posible de esa proposicién (aunque Luxemburg no lo plantee explicitamente) es que, para que el sistema perdure, los teri- torios no capitalistas deben permanecer (por la fuerza si es necesario) en esa situacién, no capitalista. Esto podria explicar ls caracterstcas ferozmente represivas de muchos de los regimenes coloniales durante la segunda mitad del siglo xix. ocos serian los que aceptaran hoy dia la teoria luxemburguista del subconsumo como razén de las erisis?. La teorfa de la sobreacumulacién, en cambio, sefiala como problema fundamental la falta de oportunidades para una inversGn rentable. En cisr- tas ocasiones, una demanda de consumo insuficiente puede ser parte del problema; de ahi la importancia en nuestros dias de eso que llaman «confianza de los consumidores> (que consiste en la incapacidad de los compradores compulsivos para mantener guat- dadas en a cartera o el bolso sus tarjetas de crédito) como indicador de la fuereay esta bilidad de la economia. El desajuste que Luxemburgo crefa apreciar se puede cerar facilmente mediante la reinversin que genera su propia demanda de bienes de capital ¥ ottos inpus. Y, como hemos visto en el caso de las soluciones espacio-temporales, la ‘expansion geogréfica del capitalismo que subyace bajo gran parte de la actividad impe- Fialista contribuye ala estabiliacién del sistema precisamente porque geneta demarda, tanto de inversién como de bienes de consumo, en otros lugares. Evidentemente pue~ 1 Veanse, or ejemplo, M, BLEANEY, Underconsumpuion Theories, Lones, Methuen, 1976; A BR ‘wen, Marist Theories of Imperialism, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1980. 2 al den surgir desequilibrios entre sectores o regione terion lcalinds Feo tambien ex psble oma eres te estangue sil conte de los pus (tera, materis asi fuersa de trabajo) disminuye signficavamente. Pata mantener abiewan gene nae tetas spor consign, tn importante el acco sins as be rae eae ee la necesidad de obligar a los tertito- Permit la invertn de capital en operaciones rentable uniande hen fo ‘materia primas, tierra, etc., més baratos. La tendencialidad de | (opel de lista, sino todo lo contrario. Desde io. Desde este punto de vista la represisn colonial que dablemente avo gar a finals del siglo xx debe interpretare on ealdad og ie Case gue la ica error Boques la lgca capa El temor ala acon condujo a Gran Bretafa, por ejemplo, a evicar que la India desarrollata una vigeeey dindmicacptalta y fas as las postldads de clcines meee vee aquellaregin. La dindmica abierta de Ia economia atiincica hizo més por Ghan Brose eee el despliegue del capital excedente briténico. Por la misma razon, fee nica abierta del comercio atlantic la que creé la posibilidad del desplararvien. tiene raz6n y la acumulacién incesante de capital requie de poder politico, resulta ‘imposible evicar cs ee Cee ee ¥ cualquier intento en tal amacién de imperios cerrados tras la Primera Gue- no para los conflictos territoriales de la Segunda 6 aes Peer wees oe *gunda Guerra Mundial. La logica territorial un conflicto territorial. Spe Pn rs “ - — histérico- ficas ofrecidas por el siglo xx corrobora en eo tesis de la sobreacumulacién. Aun asi, en la formulacién de Luxemburg hay senos aspectos interesantes. Ante todo, la idea de que el capitalismo debe tener si i" Le a ~sfueras para estabilizarse es digna de estudio, particularmente jue se ES fe lela eee de Hegel, de la que nos ocupamos en el capitulk od ma as Kéctica interna del capicalismo que le obliga a buscar soluciones 3 Cons idrese por serva industrial’. La acumulacién de capital, en ausencia de fuertes corrientes de K Manx, Elcapial bpo 1. 3, cap. 23.3, Madrid, Ediciones Akal, 2000, pp. 91 ss 113 cambio tecnoldgico capaz de ahorrar trabajo, requiere un aumento continuo de la fuer- za de trabajo. Esto puede lograrse de varias maneras. El incremento de la poblacién es importante (y la mayorta de los analistas olvidan las reflexiones de Marx sobre esa cues- tiGn). El capital también puede incorporar «reservas latentes» procedentes del campe- sinado, o bien movilizar fuerza de trabajo barata existente en las colonias o favorecer la inmigracién de trabajadores peor pagados. Si estos mecanismos fallan, también puede usilizar sus recursos para inducir cambios tecnolégicos y su capacidad de inversién para provocar desempleo, creando asi directamente un ejército industrial de reserva. Este desempleo ejerce una presin a la baja sobre los salaios y abre as{ nuevas oportunida- des para una inversién rentable del capital. Ahora bien, en todos estos casos el capita- lismo requiere efectivamente que haya algo «fuera» para poder acumular, pero en el ltimo lo que hace es arrojar a trabajadores fuera del sistema en determinado momen- toa fin de tenerlos disponibles para la acumulacién en un momento posterior. Dicho en el lenguaje de la actual teoria politica posmoderna, podrfamos decir que el capita- lismo crea necesariamente (siempre) su propio «otro». La idea de que algin tipo de exterior» es necesario para la estabilizacién del capitalismo tiene por consiguiente cierta importancia. Pero el capitalismo puede hacer uso de algiin exterior preexistente (Formaciones sociales no capitalistas 0 algiin sector en el propio capitalismo como la ‘educacién— todavia no proletarizado) 0 puede fabricarlo activamente. En lo que sigue propongo tomar muy en serio esta dialéctica «interior-exteriore, Examinaré cémo la srelacién orgénicae entre la reproduccién ampliada, por un lado, y lo que es a menudo un violento proceso de desposesin, por otro, ha configurado la geografia histrica del capitalismo. Esto nos ayudard a comprender mejor emo opera Ia forma capitalista de imperialismo. ‘Arend, curiosamente, ofrece un andlisis parecido. Las depresiones de las décadas de los sesenta y os setenta del siglo xtx en Gran Bretafa, en su opinién, propulsaron el ini- cio de una nueva forma de imperialismo: La expansion imperilista fue provocada por un tipo curioso de crisis econémica, la sobreproduccién de capital y el surgimiento de dinero «superfluo, resultado del exceso de ahorro, que no podia encontrar ya inversiones productivas dentro de ls fonteras ‘nacionales. Por primera vez, la inversion de poder no preparé el camino para la inversion de dinero, sino que siguié décilmente la via abierta por el dinero exportado, ya que las fnversiones no controladae en pies datantes amenazaban con transformar grandes an- jas de la sociedad en jugadores y el conjunto de la economia capitalista en vn sistema de ‘especulacin financier susttuyendo las genancias de la produccion por los beneficics ‘obtenidos en concepto de comisiones. Durante la década inmediatamente anterior ala cera imperialista, lade los setenta del siglo x0, e produjo un incremento sin parangén de cescdindalosfinancieros y de especulacin en el mercado de valores. 14 | Este escenario nos suena muy familiar co familiar contemplando las experiencian dels décadas ain més lamativa, La burguesta epercatS «or prinera verde sue clecenhe eal del simple robo, que siglos aris haa hecho ponbl la acumulcisn geal de tal” (Mara) y habia impulsado la acumulacin subsiguente tenis an eeceea ‘iuevo para evitar que el motor de la acumulacign se aeabars pare dent * El proceso que Marx, eee no estén dispo- gO, s6lo consi- serva industrial mnsiderar por qué. nibles, el capitalismo debe producitlos de algiin modo. Marx, sin em dera esa posibilidad en el caso de la creacién de un ejército de a mediante el desempleo inducido tecnolégicamente. Es interesante co Las reticencias de Marx La teorfa general de Marx sobre Ia acumulacién de capital parte decenashipsesis ctuciales, que poco més o menos equivalen a las de la a Some ‘economfa politica clésica: mer- Por su precio de mercado, La acumulacién «primitives u roriginals ha quedado atris y la acumulacién tiene lugar ahora como reproduce, anplinds (aunque mediante la explotaién del trabajo vivo en la poduccién) enn clones de «pa, propiedad e gualdad Estas hipétess nos permiten entreverové sen, [Lig se materilizara el proyecto liberal de la economia pllticaeliiea, que equines, cen nuestra épocaal proyecto neoliberal. El efcaz métod dialéctico de Mars ones ‘efila entie otros Luxemburg, permite mostrar que la liberalizacicn del merece credo de liberales neoliberales- no produit un sociedad srmonicra en la ave todan Prosperen sino, por el contrato,niveles cada ver mayores de desigualdad ‘ es de desigualdad social (com: ha sucedido de hecho durant los ilkimostentaafos de neoiberalismo, partisan *H. Anenor, Imperialim, Nueva York, Harcourt Brace Janovich, 1968, pp. 15 y 28 15 fd mente en los paises que, como Gran Bretafa y Estados Unidos, se han mostrado mis partidarios de semejante linea politica). Tambign provocaré, predecfa Marx, serias y recientes inestabilidades que conducirin a crisis ertnicas de sobreacumulacin (como la que estamos atravesando ahora). El inconveniente de estas hipdtesis es que relegan la acumulacion basada en la ". Pero esos movimientos no sélo son incipientes, sino que a menudo muestran con- tradicciones internas, como cuando las poblaciones indigenas reclaman su derecho a progresistas» por definicién o, atin peor, situarla bajo una bandera homogeneizadon, como la de la «multitud» de Hardt y Negri, que se alzaré mégicamente algtin dia para heredar la Tierra’. Abf es, creo, donde reside la dificultad politica real. Porque si bien Marx ten‘a algo de raz6n al mantener que a veces puede haber algo progresivo en la acumulacién primitiva, y en que para hacer una tortilla hay que cascar los huevos, ten ddremos que hacer frente decididamente a las dificultades reales que atenazan al movi ‘miento antiglobalizacién o por una globalizacién altemativa y que amenazan hacer estallar un movimiento que parecia tan lleno de promesas para la lucha anticapitalista ‘yantiimperialista. Trataré de explicar esto con algo més de detale. LA DUALIDAD DE LA LUCHA ANTICAPITALISTA Y ANTIMPERIALISTA, La igquierda marxista/socialista planteaba clésicamente que el proletariado, defini: do como los trabajadores asalariados privados de acceso a la propiedad de los medios de produccién, era el agente clave del cambio hist6rico. La contradiccin principal era ls ‘que se da entre capital y trabajo en y en torno al lugar de produccién. Los instrumen: tos organizativos principales de la clase obrera eran los sindicatos y partidos politicos ccuyo objetivo consistia en conquistar el poder estatal para regular o susttuir la domi. nacién de clase capitalista. El meollo estaba, pues, en las elaciones y las luchas de cla- ses en el terreno de la acumulacién de capital entendida como reproduccién ampliada Todas las demas formas de lucha se consideraban subsidiarias, secundarias 0 incluso periféricas o irrelevantes. Habsa, por supuesto, muchos matices y variaciones sobre este tema, pero en lo fundamental prevalecfa la opinién de que el proletariado era el tinico agente de la transformacién histérica. Las luchas orientadas por esa prescripcién alcan- zaron notables frutos durante gran parte del siglo XX, en particular en los patses capita- listas avanzados. Aunque no se produjeron transformaciones revolucionarias, el cre- ciente poder de las organizaciones y partidos politicos de la clase obrera consiguié notables mejoras en el nivel de vida material y la insttucionalizacién de un amplio aba- nico de protecciones sociales. Los Estados del bienestar socialdemécratas que se cons. tituyeron en Europa occidental y Escandinavia podian considerarse, pese a sus proble ras y dificultades intrinsecas, como modelos de desarrollo progresista. Y no se habria Hegado a esos resultados de no haber sido por una organizacién proletaria realmente 'M. HARDT y A. Neon, Empire, Cambridge (Mass), Harvard University Press, 2000 fed. cast. Inperi, Barcelona, Padés, 2002), 132 resuelta que desplegé su actividad en el marco de la reproduccién ampliada en cada Estado-naci6n. Creo que es importante reconocer la trascendencia de estos logrs. ‘Aunque la frmeza fue eficaz, se pagé con innumerables exclusiones. Los intentos, por «ejemplo, de incorporar ala agenda de la inquierda los movimientos sociales urbanosfra~ ‘asaron en general, excepto, por supuesto, ali donde prevalecia la politica comunitara La poltca organizada en torno al puesto de trabajo y la produccién dominaba ala del espacio cotidiano, Movimientos sociales como el feminismo y el ecologismo permanecie- ton fuera del émbito de la izquierda tradicional, que tendia a ignorar la relacin existen- te entre las luchas doméstcas por la mejora social y los desplazamientos externos carac- teristicos del imperialismo (lo que faciits que gran parte del movimiento obreto en los paises capitalistas avanzados cayera en la trampa de actuar como aristocracia obrera para preservar sus propios privilegios, apoyando el imperialsmo si era preciso). Las luchas con- tra la acumulacién por desposesin se consideraban irelevantes. Esa concentracin tan firme de gran parte de la izquierda marxista o comunista en ls luchas proletarias exclu- yendo todo lo demas fue un error fatal, va que si ambas formas de lucha estén orgénica- mente vinculadas dentro de la geografia histérica del capitalsmo, la izquierda no s6lo ‘estaba perdiendo poder, sino que también estaba paralizando su capacidad analitica y pro- framatica al ignorar totalmente una de las dos cara de esta dualidad. a prolongada dinamica de la lucha de clases tras la crisis de 1973 acabé poniendo 4 la defensiva al movimiento obrero en todas partes. Aunque el desarrollo de estas Tuchas fue muy desigual (dependiendo de la capacidad de resistencia), su efecto gene ral fue una disminucién de la capacidad de esos movimientos para modifcar la trayec- toria del desarrollo capitalista global. La répida expansion de la produccign en el este y sureste de Asia tuvo lugar en una regién en la que, con la dnica excepeiGn de Corea del Sur, no existian movimientos sindicales independientes (esto es, no corporativos) 0, si existéan, eran duramente reprimidos, y los partidos comunistas y socialists estaban proscritos (el caso més brutal fue el bafio de sangre en Indonesia en 1965, cuando Suharto derrocé a Sukarno y cerca de un millén de personas resultaron muertas). En ‘otros lugares, tanto en América Latina como en Europa y Norteamérica, la ofensiva del capital financiero, el establecimiento de un comercio mas libre y el disciplinamiento del Estado por los flujos que atraviesan las fronteras en los mercados de capital liberaliza~ dos restaron valide: y eficacia alas formas tradicionales de organizaciGn de los trabaja- dores. Las movimientor evolaconais inclu Eas (Geom Chile con Allende) fueron violentamente reprimidos por la fuerza militar. Pero las grandes dificultades para mantener la reproduceién ampliada generaban tambign una dedicacién mucho mayor a la acumulacién por desposesion. Las formas de organizacién desartolladas para combace la primera no resultaban tan eficaces cuando se trataba de enfrentarse a la ltima. Generalizando crudamente, las formas de organi- cain politica de la izquierda insituida durante el periodo 1945-1973, cuando preva- 133 lecfa Ia reproduccién ampliada, eran inapropiadas para el periodo posterior a 1973, cuando la acumulacién por desposesion pasé al primer plano como contradiccign prin. cipal en la organizacién imperialista de la acumulaciGn de capital, De ahi ha surgido un tipo diferente de resistencia, provsta en definitiva de un tipo de vision alternativa diferente de la del socialismo o el comunismo. Esta dstincién fue Pronto reconocida, por ejemplo por Samir Amin, en concreto con respecto a las luchas en lo que él denominaba zonas periféricas del capialismo: El desarrollo desigual propio de la expansin capitalsta ha situado en la agenda de la historia otro tipo de revolucién, lade los pueblos (esto es, no clases expeciica) de la Periferia. Esta revolucién es anticapitalista en el sentido de que se enfienta al desarrollo

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