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ONU/UNICEF en el Día

Mundial de la
Prevención del Abuso
contra los Niños
Desde el año 2000, se conmemora cada 19 de noviembre
como la jornada mundial de reflexión sobre los millones de
niños abusados cada año, un hecho más frecuente a lo que
se cree y que las autoridades convocan a denunciar sin
contemplaciones

Las 149 organizaciones que tomaron parte de la Cumbre Mundial


de la Mujer, aprobaron en el mismo año de inicio de este siglo la
puesta en marcha de una jornada anual de debate público, para
impulsar acciones “urgentes, pertinentes y eficaces” que
prevengan y castiguen los abusos.
El artículo 19 de la Convención Universal de los Derechos del
Niño, reconoce como “obligación del Estado” la protección de
todos los niños de cualquier forma de violencia o maltrato,
incluso cuando esto sea realizado por padres, madres o cualquier
que deba velar por los menores.
Los relevamientos de UNICEF, muestran que en América Latina,
prácticamente la mitad de los padres considera parte de la
crianza “normal” el castigar físicamente a los niños y las tres
cuartas partes asumen que los han agredido
sicológicamente, con gritos, agresiones de palabra, o condenas
al silencio o indiferencia.

La responsabilidad es de todos, pero pocos lo


advierten
En América Latina, unos 6 millones de niñas, niños y
adolescentes, reciben sistemáticamente “agresiones
severas” y unos 80.000 mueren cada año por la violencia
generada en el interior de las familias, según cifras de UNICEF.
No obstante, los Gobiernos poca contemplación tienen de la
fecha estipulada, que pasa inadvertida en todas las Américas,
casi sin excepción.
Los criterios más extendidos consideran maltrato o abuso infantil
a cualquier acción (física, sexual o emocional) u omisión no
accidental en el trato hacia los menores de parte de padres o
cuidadores, que les ocasione daño físico o psicológico y que
amenace su desarrollo tanto físico como psicológico.

Pese a que el Código Penal, en los distintos países atiende el


tema, existen abusos “culturalmente naturalizados”, que
responden al modelo más tradicional de la familia, donde los hijos
son considerados parte de una propiedad privada, donde los
castigos físicos son tolerados e incluso justificados como parte de
un supuesto método educativo. Para UNICEF, desterrar estos
códigos y eliminar las prácticas nocivas contra víctimas
vulnerables menores de edad, es parte de la responsabilidad
estatal, pero también de las instituciones y los individuos, en
todos los casos.

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