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SERES DE OTRA DIMENSIÓN

Miguel Ángel Segura


AGRADECIMIENTOS
Gracias a Dios por darme la oportunidad de poner los talentos que
Él me ha dado al servicio de los hombres.

Querido lector, deseo de todo corazón darle las gracias por haber
tomado la decisión de leer este libro. Sin su complicidad, nada sería
igual.

Jesús es el camino, la verdad y la vida.

A MODO DE INTRODUCCIÓN
La existencia del mundo espiritual es algo obvio para quienes
hemos investigado este tema, como lo es también para usted, ya
que ha decidido leer este libro y, por tanto, intuyo que cree que
existen otras dimensiones.

Partiendo de esta base y suponiendo que nuestras creencias sean


ciertas, sería lógico pensar que esas entidades a las que
denominamos fantasmas, demonios, espíritus, etcétera, proceden
del mundo espiritual o, al menos, de otras dimensiones que, a priori
son invisibles para el ojo humano.
Si damos todo esto por válido, llegamos a la siguiente cuestión:
«¿Quiénes son estas entidades y por qué interfieren en nuestro
plano físico?».

Voy a intentar responder a estas incógnitas a través de una novela,


en la cual expondré las teorías y conclusiones a las que he llegado
tras más de una década y media investigando. Además, durante la
trama aparecerán otros puntos de vista, los cuales son valorados
por diferentes estudiosos en la materia.

Por tanto, esta novela no sólo pretende entretener al lector y hacerle


disfrutar del misterio, también aporta posibles respuestas a hechos
enigmáticos y fenómenos inquietantes; todo esto a través de una
apasionante historia relatada por el personaje Ángel Bonastre; un
tipo muy curioso y, que, como irá comprobando, encierra muchos
misterios.

¿Está preparado para adentrarse en esta asombrosa aventura?

LA NOVELA
 
EL PSIQUIÁTRICO
Estuve trabajando como vigilante de seguridad en un psiquiátrico.
Lo cierto es que durante este tiempo descubrí un mundo asombroso
que antes obviaba. No se lo van a creer amigos lectores, pero he
descubierto que existen otras dimensiones donde habitan seres no
corpóreos que son inteligentes, los cuales actúan en nuestro mundo
sin que la mayoría de nosotros seamos conscientes de ello.
Nos enfrentamos, por tanto, a un peligro real y que afecta a multitud
de personas en todo el planeta. No vayan a ser ilusos y creer que
las víctimas están todas encerradas en un hospital psiquiátrico o
bajo tratamiento médico, porque no es así; la mayoría de las
personas que viven bajo el flujo de estos seres, ni siquiera son
conscientes de ello. El 99% de los afectados jamás ha pisado un
psiquiátrico ni ha sido tratado por enfermedades mentales. Aun así,
viven sometidos a estas fuerzas espirituales malignas, a las cuales
denomino: «seres de otra dimensión».

En la religión cristiana se conoce a estas entidades con el nombre


de demonios, y si nos trasladamos a la antigüedad, son llamadas
dioses. Es más, Jesús definió a Satanás como el príncipe    —dios
con minúscula— de este mundo, y a los religiosos de la época como
a sus hijos: «hijos del diablo».

Me resulta curioso el hecho de que todas las culturas, creencias y


doctrinas que han aparecido —y siguen apareciendo— en la Tierra,
mencionen estos seres de otra dimensión. Cada una de ellas utiliza
un nombre distinto para señalarlos, pero todas están hablando de lo
mismo.

La pregunta que, seguramente, se estarán planteando ahora, es


saber si en esas otras dimensiones también habitan seres buenos,
los cuales interfieren en nuestro mundo para ayudarnos. Lo mejor
que puedo hacer para responder a esta compleja, pero
interesantísima pregunta, es compartir con ustedes mi historia. Mi
nombre es Ángel de Bonastre.

***

Después de lo sucedido en el almacén de juguetes donde un


muñeco —poseído por fuerzas oscuras— asesinó a dos
1

compañeros
, decidí tomarme unas vacaciones, ya que uno de
ellos era mi cuñado.

Cuando regresé al trabajo me cambiaron de servicio, asignándome


a un psiquiátrico privado que hay en Cataluña. Por cuestiones de
confidencialidad no puedo dar detalles sobre su ubicación. Aunque
esto tampoco es relevante, lo que nos importa es lo que descubrí
allí. Respiren tres veces y cojan aliento porque mi historia no es
como cualquier otra que hayan podido leer sobre dimensiones,
fenómenos paranormales o espiritualidad. Les aseguro que después
de conocerla no volverán a ser los mismos ni a pensar como lo
hacían antes. Su vida —igual que la mía— ya no será la misma.

Llegué al psiquiátrico en mi primer día pensando que sería un


servicio más de tantos que había hecho, pero me equivocaba. En
aquella primera jornada de trabajo ya empecé a ser consciente de
que ese hospital tenía algo especial.

Entré a las ocho de la mañana, para cubrir el turno diurno, hasta las
ocho de la tarde.

Tengo que decir que las jornadas eran de doce horas, pues
trabajábamos una semana entera y teníamos otra de fiesta. Este
dato es importante, ya que el tiempo libre que tuve durante las
semanas de descanso me sirvió para indagar en ciertas cuestiones
que pronto conocerán.

Los compañeros del turno de noche me dieron la bienvenida y me


pusieron al día con las novedades. En principio estaba todo
tranquilo y no había que realizar ninguna labor extra a parte de las
habituales en un puesto de esas características, donde debes llevar
a cabo las rondas por el recinto con cierta frecuencia, y vigilar que
todo esté en orden y se cumpla con las normas.

Por cierto, se me olvidó mencionar que me asignaron un compañero


o, mejor dicho, yo le fui asignado a él, ya que Pedro —así se llama
este vigilante— llevaba tiempo trabajando en ese servicio.

La cuestión es que ambos éramos los encargados de custodiar la


seguridad del edificio. Además, en la recepción había otro
compañero encargado de visionar las cámaras de seguridad que
estaban ubicadas por todo el hospital. En esa recepción trabajaba
también personal del psiquiátrico, por lo que nuestro compañero a
veces les echaba una mano.

A las ocho y diez minutos, Pedro me dijo que era la hora de


empezar la primera ronda, así además me enseñaba el edificio.

Para que se hagan una idea, este psiquiátrico no es demasiado


grande. Su estética es la de una casa de tres plantas, ya que no
parece un hospital. El edificio está rodeado de un amplio jardín con
una majestuosa entrada acompañada de un de parking.

En la planta baja se hallan las zonas de comedor, recreo, cocina,


etcétera. En la primera planta hay unas treinta habitaciones, donde
duermen los internos comunes. En la última planta sólo hay diez
habitaciones, además de un comedor y una zona de recreo. Allí
arriba las medidas de seguridad son más elevadas, pues se impide
que los enfermos mentales que están en ella tengan contacto con el
resto de los internos. Es más, los cuidadores que se ocupan de ellos
son personas fuertes y con ciertas actitudes para poder lidiar con
cualquier problema que surja.

A nosotros no nos permitían el acceso a esa zona a no ser que nos


avisaran requiriendo nuestra presencia.

Tardamos una media hora en hacer la ronda por las dos plantas y el
jardín, aunque normalmente se suele tardar algo menos, pero al ser
mi primer día, Pedro me fue dando algunas indicaciones durante el
trayecto y compartiendo conmigo algunas anécdotas ocurridas.
Al concluir, nos acercamos hasta la recepción para presentarme
ante mi otro compañero y, posteriormente, hicimos lo mismo con el
personal del hospital. Tengo que reconocer que fueron todos muy
amables, además había chicas muy guapas, y yo estaba soltero. Y
es que, tras el asesinato del hermano de mi novia, que fue
apuñalado en el dichoso almacén de juguetes, ella sufrió un trauma
tan fuerte que quiso alejarse de todo lo que le recordaba al crimen, y
como yo además de ser amigo de su hermano era compañero de
trabajo, decidió romper nuestra relación sentimental. En fin, cosas
que pasan en la vida y que uno debe aceptar por mucho que le
duelan. Perdí a un amigo y también a mi novia.

No pretendo desviarme del tema, así que retomemos mi primer día


en el psiquiátrico, y para ello voy a transcribir la interesante
conversación que mantuve con Pedro mientras realizábamos la
ronda.

—¿Llevas muchos años como vigilante, Ángel?

—Unos cuantos —respondí con firmeza.

—Pues tengo que decirte que este servicio no tiene nada que ver
con el resto, al menos de los que he hecho hasta día de hoy.

—¿Llevas muchos años trabajando en seguridad?

—Unos veinte años, aunque en esta empresa hace sólo un año, y


desde el primer día me asignaron este puesto.

—¿Por qué dices que este servicio es diferente al resto? —pregunté


extrañado.

—Es todo muy raro, compañero.

—¿Raro en qué sentido? ¿Maltratan a los internos o algo parecido?


—¡No! Aquí todo el personal es estupendo, ya los irás conociendo.
Esto es como una gran familia.

—¿Entonces a qué te refieres? —no entendía nada.

—¿Crees en cosas sobrenaturales? —me preguntó de forma


directa.

—No me queda otro remedio que creer en ello. ¿Recuerdas el caso


del almacén de juguetes donde un muñeco maldito cosió a
puñaladas a dos vigilantes?

—Sí, claro que lo recuerdo.

—Uno de ellos era mi cuñado. Por tanto, no me queda otra que


creer en cosas sobrenaturales.

—Vaya, lo siento mucho, Ángel.

—Gracias, compañero.

—Aquí la mayoría de los que trabajamos en el psiquiátrico estamos


convencidos de que existen seres de otra dimensión que, de una
manera que no comprendemos, influyen en nuestro mundo.

—¿Por qué llegáis a esa conclusión?

—Aquí suceden cosas muy extrañas con algunos internos, sobre


todo con los que están en la planta número tres, aunque con el resto
en ocasiones intuimos que también.

—¿Con todos?

—No, con todos no o, al menos, eso queremos pensar, pero sí con


muchos.

—¿En qué os basáis para estar convencidos de ello?


—Me parece que no sabes demasiado sobre este psiquiátrico.
Imagino que lo que sí sabrás es que se trata de un hospital privado,
¿verdad?

—Sí, eso lo sé, me lo dijeron en las oficinas de la empresa cuando


me asignaron el servicio —dije confuso.

—Pues yo te pongo al día, ¿te parece?

—Sí, claro —dije expectante.

—Estamos en un psiquiátrico privado que pertenece a una


fundación de alguien importante que se interesó por los casos que
aquí se tratan.

—¿Alguien importante?

—Sí, un tío multimillonario que, al parecer, perdió a un ser querido


que se suicidó debido a una enajenación mental; decía que lo
poseían seres de otra dimensión.

—A ver si me aclaro, ¿me quieres decir con esto que el millonario


creó una fundación y, por ende, este psiquiátrico para tratar a
personas que aseguran estar poseídas por seres de otros mundos?
—estaba alucinando.

—Exacto, además investigan sobre la posibilidad de que existan


otras dimensiones donde habitan seres espirituales.

—Seres malos, claro.

—No lo sé, desconozco los hallazgos que han hecho al respecto,


pero lo que es evidente es que como mínimo hay fuerzas malignas.

—No entiendo por qué me envían a este servicio después de lo de


mi cuñado. ¿En qué estaba pensando nuestro jefe? No entiendo
nada, Pedro.
—El jefe no sabe nada de lo que acabo de contarte, para ellos este
hospital es un servicio más.

—¿Entonces de dónde has sacado esta información?

—La he conocido a raíz de trabajar aquí.

—Me has dejado sin palabras —dije anonadado.

¡Estaba alucinando! La conversación que mantuve con mi


compañero me dejó perplejo. Ese día fue el comienzo de una
apasionante investigación que me llevó a descubrir cosas increíbles
sobre el mundo espiritual y lo que conocemos como «otras
dimensiones».

«Y no es maravilla, porque el mismo

Satanás se disfraza como ángel de luz».

2 Corintios 11:14 (RVR1960)

LA NUEVA INTERNA
Al día siguiente regresé al psiquiátrico para emprender la segunda
jornada de trabajo. La noche anterior reflexioné profundamente
sobre lo que Pedro me había contado. La verdad es que el impacto
que me causó provocó que tuviera una noche ajetreada, en la cual
soñé con situaciones extrañas.
 

A las ocho menos cuarto, hice acto de presencia en mi puesto de


trabajo. Unos minutos más tarde, llegó mi compañero, fue entonces
cuando los vigilantes del turno de noche nos informaron de las
novedades.

Tras entregarnos la hoja del parte, nos avisaron de que estaba


previsto un nuevo ingreso para aquella misma mañana. Según las
indicaciones recibidas, la persona que sería internada era una mujer
que pertenecía a una familia de estatus social alto, por lo que había
órdenes de tratarla con especial tacto. No es que esto no se hiciera
con el resto de los internos; sí que se hacía, pero según nos dijeron
este caso era especial.

A las ocho y cinco minutos empezamos la ronda de vigilancia, pero


en aquella ocasión nos dividimos para terminar antes. Pedro
comenzó por la planta segunda, y yo por la primera. La idea era
juntarnos en el jardín y concluir la inspección juntos.

A penas tardamos diez minutos en hacer nuestros correspondientes


recorridos, así que sobre las ocho y cuatro nos reunimos en la zona
exterior del edificio. Tras conformar por ambas partes que todo
estaba en orden, comenzamos a caminar por el jardín…

Un par de minutos más tarde, nos encontramos con el jardinero. Fue


entonces cuando entablé una interesante conversación con él,
mientras que Pedro se distanció unos metros para charlar con una
trabajadora que acababa de aparcar su vehículo en el parking.

Transcribo el intercambio de palabras que mantuve con Luis, el


jardinero.

—¿Qué tal Ángel?

—Muy bien, haciendo la ronda.


—¿Cómo te fue ayer el primer día? Supongo que ya habrás
escuchado algunas historias curiosas sobre este lugar.

—Algo me comentó mi compañero.

—Yo llevo siete años currando aquí y he vivido situaciones que si te


las cuento no te las creerías.

—Te aseguro que después de lo que le pasó a mi cuñado me creo


cualquier cosa —dije sin titubear.

—¿Y qué es eso que le ocurrió?

—¿Conoces el caso de los vigilantes de seguridad que fueron


asesinados por un muñeco maldito?

—Sí, lo recuero. Es más, creo que eran de vuestra empresa.

—Pues uno de ellos era mi cuñado, así que imagínate lo que soy
capaz de creer después de conocer esa historia.

—Otras, aquello fue un palo tremendo, lo siento mucho, Ángel.

—Gracias, Luis. Pero dime, qué cosas son esas que has
presenciado aquí —dije expectante.

—¿Ves estos dos ojos con los que te estoy mirando?

—Claro.

—Pues estos ojos han visto, por ejemplo, cómo una mujer de casi
noventa años saltaba desde una ventana de la última planta, y caía
de pie, como si nada, con una elasticidad asombrosa. Pero es que
aún hay más, porque al caer al jardín comenzó a correr a una
velocidad tremenda, agrediendo a los vigilantes que intentaban
detenerla. Ángel, esa anciana tenía la fuerza de tres hombres.

—¿Y esto cuando ocurrió? —estaba alucinando.


—Hará tres o cuatro años.

—¿Qué ha sido de esa señora?

—Falleció hace unos meses.

—¿Y después de aquello que viste qué sucedió?

—No lo sé, la volvieron a encerrar en la última planta y nunca más


supe de ella. Imagino que intentaron acallar los rumores y por eso
restringieron el acceso a esa zona.

—A ver si lo he entendido. ¿Me estás diciendo que antes de que


ocurriera lo de la anciana se podía acceder a la planta de arriba?

—Sí, antes todo el acceso era libre, tanto para los internos como
para los trabajadores. Sin embargo, tras el sucedo que te he
mencionado habilitaron esa planta para tratar casos especiales,
blindado el acceso para que otros internos no pudieran acceder,
incluso tampoco el resto del personal que no estuviera autorizado
para ello. La prueba la tienes en que vosotros —los vigilantes— sólo
podéis entrar en esa zona si os avisan.

—Sí, es cierto. Nosotros no podemos subir a no ser que nos avisen.


La verdad es que me has dejado helado, Luis. ¿Sabes qué
diagnóstico dieron los psiquiatras al hecho acaecido con la anciana?

—No lo sé, ya que esa documentación es privada, y yo sólo soy un


simple jardinero. Aunque se rumorea que el caso se catalogó como
«posesión».

—¿Posesión? Eso no es un dictamen muy científico que digamos —


dije extrañado.

—Bueno, ya sabes que este hospital es un centro privado y que


investiga casos excepcionales. Según se comenta, los profesionales
que prestan su servicio tienen constancia de que existen otras
dimensiones desde donde seres espirituales e inteligentes, influyen
en nuestro mundo y en las personas que en él habitan.

—Sí, eso me había explicado Pedro, pero no pensé que


estuviéramos ante algo tan profundo —dije sobrepasado por las
circunstancias.

La conversación que mantuve con Luis me resultó de lo más


interesante. La verdad es que no tenía constancia de la historia que
me contó sobre la anciana que brincó desde la última planta y salió
corriendo por el jardín esquivando a los vigilantes, como si se tratara
de toda una atleta.

Aquella mañana ignoraba que esta historia sería tan sólo la primera
de muchas que iría conociendo en los próximos días.

A las diez y media llegó la nueva interna (Belinda). Tengo que


reconocer que, a pesar de que venía sedada, estaba despierta y sus
ojos detonaban auténtica maldad cuando te miraba.

Nos pidieron que acompañáramos al personal del psiquiátrico a la


planta superior. Supuse que era algo habitual cuando se realizaban
ingresos de este tipo. La cuestión es que, por primera vez, iba a
conocer cómo era esa zona de la que tanto me habían hablado
desde que inicié el servicio el día anterior.

Si les soy sincero, a penas me fijé en lo que me rodeaba mientras


acompañaba al personal en el traslado. Mi profesionalidad me
impedía despistarme con cotilleos y curiosidades. Sin embargo, una
vez que ubicaron a Belinda en la que sería su habitación, nos
dijeron que ya podíamos marcharnos de allí, fue entonces cuando
observé con atención todo lo que me rodeaba.
La estructura de la planta era idéntica a las otras en cuanto a
medidas globales, pero las habitaciones eran un poquito más
amplias. Supongo que este dato era debido al hecho de que los
internos pasaban en ellas más tiempo que los enfermos que
estaban en las estancias de las zonas inferiores. Además, todas las
habitaciones estaban en la parte final de la planta. En la zona de
acceso, junto a la escalera, había una puerta que siempre
permanecía cerrada, la cual sólo se podía abrir con una tarjeta. Para
acceder a la salida tenías que entrar en una recepción, en la que
siempre había dos personas. Lo tenían todo pensado para evitar
que los internos salieran de allí.

Cerca de esta recepción que menciono había una amplia sala de


recreo, donde los internos que tenían permiso de los especialistas
podían pasar varias horas al día. Curiosamente, la televisión
siempre estaba apagada, a excepción de momentos puntuales en
los que les ponían alguna película.

Cuando concluíamos el recorrido por la planta tres —en realidad es


una segunda planta de altura, ya que la primera planta del edificio
es la baja—, Pedro me dijo que pasaríamos un momento a ver al
psiquiatra que estaba por las mañanas, ya que quería comentarle
algo. En ese instante no era consciente de la sorpresa que me iba a
llevar.

Nos acercamos hasta la recepción y preguntamos si Alberto —el


psiquiatra— estaba en su despacho. La recepcionista nos dijo que
sí, y su compañero —un hombre con rostro serio y muy musculado
— agarró el teléfono y lo llamó.

A los pocos minutos Alberto se presentó en la recepción, y fue en


ese momento cuando ambos —el psiquiatra y yo— nos llevamos
una tremenda alegría. ¡Nos conocíamos! Y es que, amigos míos,
habíamos ido juntos al colegio y éramos amigos del barrio, aunque
hacía más de una década que no nos veíamos. Como se podrán
imaginar, nos fusionamos en un emotivo abrazo.
Pedro le comentó un asunto relacionado con un paciente, no me
enteré muy bien de qué se trataba. La cuestión es que cuando
terminaron de hablar, Alberto me pidió que me quedara y que le
acompañara a su despacho. Pedro bajó a las plantas inferiores y me
cubrió durante los cuarenta minutos que estuve charlando con mi
amigo.

Lo primero que hicimos fue ponernos al día sobre nuestras vidas. Le


expliqué lo ocurrido con mi cuñado y él me contó que se había
separado hacía unos meses. Aun así, dentro de las dificultades que
todos padecemos en la vida, nos iba bien, pues teníamos trabajo y
no nos faltaba un trozo de pan que llevarnos a la boca.
Lógicamente, Alberto vivía económicamente mejor que yo. Como se
podrán imaginar, no tiene el mismo sueldo un vigilante de seguridad
que un psiquiatra que trabaja para un hospital privado.

No pude resistirme a preguntarle por las investigaciones que llevaba


a cabo la Fundación, y por todo eso de las otras dimensiones que
me habían contado, así que antes de marcharme se lo dije.

—Quiero hacerte una pregunta en total confianza, Alberto.

—Tú dirás, Ángel.

—Me han explicado varias historias sobre cuestiones relacionadas


con seres de otra dimensión que influyen sobre nuestro plano físico,
y también sobre algunas personas. ¿Es cierto todo esto? Te lo
pregunto porque me han dicho que en este centro psiquiátrico las
personas que hay internas tienen mucho que ver con el asunto.

—Sí, es totalmente cierto.

—¿Me podrías hacer un resumen? —crucé los dedos para que


aceptara.
—Ahora no puedo, tengo que visitar a algunos pacientes. Pásate
mañana y responderé a todas tus preguntas.

—Muy bien, Alberto. Mañana me avisas y subo a verte. Por cierto, a


ver si también nos vemos fuera de aquí y tomamos algo o
quedamos para cenar.

—Claro que sí, cuenta con ello.

Salí de la planta muy feliz al haberme encontrado allí a un viejo


amigo del barrio, con quien también fui al colegio. Además, me iba a
ayudar a conocer cosas sorprendentes relacionadas con esos seres
que habitan en otras dimensiones.

La información que iba a recopilar a partir de ese momento era


alucinante. Ni por un instante fui consciente de lo que se me venía
encima. Me iba a convertir en todo un experto del mundo espiritual
o, al menos, de esa parte que trata el tema de las dimensiones y los
seres que allí confluyen.

El resto de la jornada fue muy tranquila y no hubo ningún altercado,


como solía ser habitual en este servicio, a excepción de casos muy
concretos donde algún interno se alteraba demasiado.

A las ocho de la tarde le dimos las novedades a los compañeros del


turno de noche y, minutos más tarde, nos marchamos para casa. Mi
segundo día de trabajo en el psiquiátrico había concluido.

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

Santiago 4:7
 |RVR95|

 
TERCER DÍA EN EL PSIQUIÁTRICO
El tercer día en el psiquiátrico había llegado, y se avecinaba
apasionante, sobre todo teniendo en cuenta que mi amigo Alberto
había accedido a responder a todas las preguntas que tuviera con
respecto al asunto que nos ocupa en esta historia.

Realicé la ronda inicial como los días anteriores, sin que hubiese
ninguna anomalía. Una vez concluida, nos quedamos unos minutos
en el jardín conversando con Luis, quien nos puso al día sobre las
noticias más recientes del deporte en nuestro país. El hombre
estaba emocionado porque se había anunciado el fichaje de Morata
para el Atlético de Madrid. Y, sí, como pueden intuir, el jardinero es
colchonero.

La cuestión es que durante aquella tertulia no hablamos sobre cosas


extrañas, y no es que a Luis no le gustasen los enigmas, sino que
su pasión futbolera era tan grande que aquella mañana sólo
pensaba en su Atleti.

A los veinte minutos de conversación decidimos dar por zanjada la


charla, y entramos al edificio con la intención de pasarnos un rato
por la recepción de la planta baja. Ese lugar era uno de los que más
frecuentábamos, ya que desde allí se observaban las cámaras de
vigilancia, y era donde estaba el otro compañero de seguridad.

Estuvimos otros veinte minutos allí, hasta que recibimos un aviso


desde la recepción de la última planta. Alberto quería verme, así que
le dije a Pedro que me cubriera, y que si me necesitaba que me
avisara.

Unos minutos más tarde, estaba sentado en el despacho de mi


colega. Tras servirme un café, me dijo que tenía media hora libre
antes de visitar a los pacientes, así que podíamos charlar de lo que
quisiera.

—Tengo muchas preguntas, Alberto —dije serio.

—Responderé a todas las que pueda, amigo —me contestó él.

—Gracias, de verdad.

—Venga, pregunta que se nos va el tiempo.

—¿Quiénes son los internos que hay en este hospital y por qué
están aquí?

—Lo que me preguntas es complicado de contestar, pero voy a


intentar hacerlo porque somos amigos de toda la vida, pero quiero
que sepas que es algo de lo que no debería hablar, y no porque me
lo prohíban, sino porque considero que la sociedad no está
preparada para descubrir algo de este calado.

—¿A qué te refieres? —pregunté asustado.

—La Fundación que es propietaria de este hospital psiquiátrico lleva


décadas investigando temas psíquicos vinculados a fenómenos
paranormales, por llamarlo de alguna manera que puedas entender.
Y en este hospital se trata a personas que consideramos que tienen
relación con esto. Es decir, que, son personas que sufren
alteraciones psíquicas porque hay entidades o seres inteligentes,
externos y procedentes de otras dimensiones, que son los que
provocan dichos problemas mentales en ellos.

—¿Me estás diciendo que todas las personas que hay ingresadas
aquí viven influenciadas por seres de otras dimensiones?
—Sí. Estos pacientes están manipulados por fuerzas oscuras, las
cuales se meten en sus cabezas para distorsionar la realidad en la
que viven. Algunos casos son mucho más severos que otros, como
por ejemplo los que tratamos en esta planta.

—¿Y cómo sabéis diferenciar a una persona que sufre problemas


mentales de aquella que está poseída por seres de otros planos
dimensionales?

—La palabra posesión no sé si es la adecuada, sobre todo para la


mayoría de los casos, ya que considero que se trata de una
influencia, en la que enturbian el entendimiento de las personas,
pero bueno, llamándole posesión, nos entendemos.

—¿Y cómo diferencias a estos individuos de los que realmente


sufren trastornos mentales? —pregunté asombrado.

—La Fundación cuenta con los laboratorios más avanzados en


cuanto a investigación, pero también en fármacos, por lo que
disponemos de la mejor medicación posible para tratar
enfermedades psiquiátricas. Lo que quiero decirte con esto es que
cuando los fármacos no funcionan en el individuo, es porque
normalmente está influenciado por fuerzas inteligentes externas.

—¿No se puede dar el caso de que en alguna persona no funcione


el medicamento por cualquier otro motivo?

—Sí, en ocasiones excepcionales puede ocurrir, pero en más del


95% de los casos cuando los fármacos no aíslan el problema, es
porque la persona está bajo el flujo de entidades malignas.

—Perdona que insista, pero me gustaría que me explicaras cómo os


aseguráis de que la persona está poseída, ya que mencionas que
hay casos excepcionales.

—En esos casos, que son menos del 5%, se avisa a la Fundación y
nos envían a un sacerdote experto en exorcismos. Cuando constata
que realmente el individuo no está poseso, se le deriva a otro
hospital psiquiátrico que trata enfermedades mentales. En el caso
de que el cura verifique que el individuo está bajo las garras de
seres de otras dimensiones, procedemos a dejarlo aquí y tratarlo
bajo el procedimiento habitual.

—¿Cuál es ese procedimiento? Quiero saber qué hacéis con las


personas poseídas para que dejen de estarlo.

—Bueno, en realidad lo que hacemos es investigar. Hay personas


que se curan y otras que no. Me vas a tener que disculpar, pero
sobre este asunto no puedo hablar, y menos aquí. Si quieres cuando
vayamos a cenar me vuelves a preguntar y, según me pilles, ya veré
si te digo algo (risas).

—Me ha dejado con la miel en los labios, tío. ¿No me vas a decir
nada ahora?

—Sólo te puedo decir que a la oscuridad se le vence con el bien, y


que desde nuestro plano físico es muy complicado frenar todo lo
malvado que llega desde el mundo espiritual, a no ser, claro, que
tengas de tu lado la luz que alumbra en las tinieblas.

—Me has dejado igual, macho.

—Lo siento, Ángel —reímos.

—Pues nada, qué le vamos a hacer.

—Pues organizar la cena pronto —volvimos a reír.

Al concluir la conversación con mi amigo, salí de su despacho y


tomé rumbo a la recepción con el objetivo de abandonar la planta y
reunirme con Pedro.

 
Varios minutos más tarde, una vez que me hallaba en el jardín,
observé a un pajarillo que volaba libremente, y al contemplarlo me
vino a la mente una reflexión curiosa que, la verdad, no sé cómo ni
por qué se instauró en mi cabeza. La cuestión es que analicé —a
través de ese pájaro— el mundo de las aves, y me di cuenta de que
ellas no necesitan trabajar para comer, ni tienen que preocuparse
por cosas absurdas como las que nos inquietan a los humanos. Los
pajarillos no tienen un techo, ni una nevera llena de comida; viven al
día y van de un lado para otro, sin saber qué les deparará el
mañana, pero aun así son felices y se pasan el día cantando. «¿Por
qué nosotros —las personas— vivimos tan obcecadas en
preocupaciones?», me pregunté en ese momento.

Acto seguido, Luis apareció en escena, y al verme tan pensativo me


preguntó si me sucedía algo, a lo cual yo respondí explicándole esta
reflexión que acabo de exponer.

El jardinero me recitó unos versículos del Nuevo Testamento, los


cuales expresaban casi al milímetro el trasfondo de mi reflexión.

Mateo 6:26-33 (RVR1960)

26 

Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen


en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis
vosotros mucho más que ellas?
27 

¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su


estatura un codo?
28 

Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del


campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
29 

pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así
como uno de ellos.
30 

Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el


horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres
de poca fe?
31 

No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué


beberemos, o qué vestiremos?
32 

Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre
celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
33 

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas


estas cosas os serán añadidas.

No podía ser casualidad que mi reflexión estuviera ligada a algo que


Jesús había dicho hacía más de dos mil años. Tengo que reconocer
que conocer estos versículos de la Biblia, los cuales desconocía por
completo antes de que Luis me los dijera, me hicieron avanzar en mi
reflexión, llevándome a pensar que, si existían otras dimensiones, y
que de ellas procedían entidades oscuras, probablemente debían
existir también seres de luz. Por simple razonamiento y pura
estadística, debía ser así. Por tanto, de existir demonios, como
aseguraban las personas que trabajaban en el psiquiátrico, tenían
que existir ángeles; y al haber demonios tenía que existir el diablo,
por lo que entonces al haber ángeles, la existencia de Dios era una
obviedad.

Con este razonamiento en mi mente, continué caminando por el


jardín hasta encontrarme con Pedro, quien se hallaba conversando
con una enfermera. Al verme me dijo que me acercara.

—Ángel, ven aquí.

—Hola —dije saludando a los dos.

—Marta —así se llama la enfermera— me está explicando un caso


sobre una antigua interna que conoce muy bien, quiero que lo
escuches porque es demoledor.

—Claro, estoy deseando oírlo —dije prestando atención.

—Tengo que hacer una cosilla, si queréis nos vemos a la hora de


comer y os cuento la historia —dijo la enfermera.

—¿Comemos juntos en el jardín? —preguntó Pedro.

—Sí, genial. ¿Quedamos a las dos en la mesa de piedra, junto a la


fuente? —preguntó marta.

—Sí, perfecto —respondimos ambos.

—Muy bien, hasta luego entonces.

El resto de la mañana transcurrió en calma, no hubo nada


destacable aparte de escuchar las quejas de Luis cuando hacíamos
la ronda por el jardín. El tipo decía que era jardinero, pero que lo
habían convertido en el empleado de mantenimiento y, que, por
tanto, hacía trabajos que no eran de su competencia. Aunque en el
fondo, sé que le gusta estar allí, porque se llevaba muy bien con
todo el mundo y, debido a su profesionalidad, nadie lo controla en el
trabajo, por lo que no está sometido a demasiadas presiones; él va
currando a su ritmo, pero cumpliendo a perfección con las tareas
que le ponen.

Unas horas más tarde, nos juntamos con Marta para comer en el
jardín. La verdad es que no nos estaba permitido hacerlo en esa
zona, pero la dirección del centro hacía la vista gorda, sobre todo si
no dábamos demasiado el cante, por lo que no solía decirnos nada
siempre y cuando no nos juntásemos muchas personas.

Quiero dejarles con la historia que nos contó la enfermera, y lo haré


redactando su testimonio para que no se pierdan ningún detalle. Así
nos explicó este caso:

«El primer caso que conocí de primera mano sucedió en mi familia,


concretamente con mi madre. Por tanto, es una historia que me toca
de cerca, la cual fue la que me impulsó a dedicarme a esto y, por
consiguiente, a entrar a trabajar en el psiquiátrico.

Mis padres se separaron cuando yo tenía once años; mis dos


hermanas se quedaron a vivir con mi madre y yo me fui con mi
padre.

Desde que tengo uso de razón he sido testigo de cómo mi madre


nos decía que ella tenía un don, el cual habíamos heredado todas
nosotras. Ese don era el de ver a espíritus de personas muertas y
poder comunicarnos con ellos. La verdad es que yo jamás vi nada
extraño, a pesar de que mi madre aseguraba que yo había
heredado esa capacidad. Sin embargo, mis hermanas afirmaban
que ellas sí se comunicaban con difuntos. Tengo que decir que, en
aquella época
—cuando tenía doce o trece años— estaba
convencida de que mis hermanas no veían nada, y que todo se
debía a la sugestión. Lo pensaba porque en numerosas ocasiones,
cuando nos juntábamos las tres, las ponía a prueba sin que ellas lo
supieran. Les decía que yo a veces también veía a personas
muertas
—era mentira— y que me hablaban. Lo que hacía era
inventarme una situación, como, por ejemplo, decir que estaba
viendo a una mujer morena, de mediana edad, con un vestido rojo;
la cual me hablaba en ese momento… Como digo, era mentira, se lo
decía para ver sus reacciones, y ellas me aseguraban ver a esa
misma mujer, además de hablar con ella. Por tanto, tenía claro que
mis hermanas no poseían ningún don, sino que estaban
sugestionadas por mi madre.

A día hoy, y desde hace años que empecé a trabajar aquí, mi


opinión ha cambiado, y creo que, tanto mi madre como mis
hermanas, en realidad viven bajo el influjo de seres de otra
dimensión, los cuales se meten constantemente en sus mentes para
hacerles ver cosas que no son reales, y generar en ellas lo que en el
budismo se conoce como «falsa ilusión»; que no es otra cosa que,
pensamientos, visiones y voces que salen de nuestra mente, a lo
cual le damos veracidad, a pesar de que no es real. Dicho de otra
manera: esas entidades de otras dimensiones implantan
pensamientos, ideas, voces, visiones, etcétera, en sus mentes.

Mi madre sigue viviendo en su mundo, y por mucho que lo he


intentado no he conseguido que se cuestione las cosas. Ella sigue
aferrada a la idea de que tiene un don y de que puede comunicarse
con los difuntos.

Por otro lado, una de mis hermanas llegó a despertar de esa


pesadilla, y lo hizo gracias a Dios. No lo sabes, pero Luis
—el
jardinero— estuvo casado con mi hermana. Se conocieron en una
iglesia de Sabadell. Él viene de una familia cristiana, aunque a día
de hoy ya no se congrega en ninguna iglesia, dice que sigue a
Jesús sin depender de pastores ni sacerdotes. Mi hermana, por el
contrario, sigue congregándose con el pastor de siempre. Hace
unos cinco o seis años que se divorciaron por cuestiones que no
vienen al caso.

Os comento esto, porque mi otra hermana, la que sigue creyendo


que tiene un don, estuvo ingresada en este mismo hospital donde
nos encontramos. Pasó cerca de un año en tratamiento, pero los
demonios la tienen tan sometida que fue imposible rescatarla, ya
que además ella tampoco ponía de su parte.

Su decisión de entrar en el psiquiátrico fue debida a la


recomendación del médico de cabecera, quien consideró que era
más que necesario que ingresara en un centro psiquiátrico. Gracias
a que yo trabajaba aquí, conseguí que la Fundación la tratara.
Tengo que reconocer que se portaron muy bien, porque no me
cobraron ni un duro, por lo que les estoy eternamente agradecida.

Mi hermana escuchaba voces a todas horas que le intentaban


asustar con mensajes apocalípticos. También aseguraba ver a
demonios y entidades extrañas que le animaban a que hiciera cosas
malas. Fijaros hasta qué punto llegó la cosa que intentó quitarse la
vida en varias ocasiones, aunque por suerte, sus intentos de suicidio
no salieron como ella había planeado.

En la actualidad no sé cómo está, porque se marchó de la ciudad y


no quiso darme su dirección. Ni siquiera mi madre sabe dónde vive
o, al menos, eso es lo que me dice a mí.

Como veis, yo he sufrido muy de cerca el peligro y la maldad que


estos seres malignos generan en nuestro mundo y en las personas
a las que consiguen influenciar».

Me quedé perplejo al conocer esta historia. El caso que Marta nos


había explicado me hizo tomar conciencia de que estos seres
procedentes de otras dimensiones no sólo destrozan la vida de
aquellas personas a las que influyen, sino que, a veces, también
generan disputas, separaciones y distanciamientos entre familiares.

Creo que por primera vez en esos tres días que llevaba trabajando
en el hospital, fui plenamente consciente de la gravedad que
suponía que alguien estuviera sometido a entidades malignas.

Tengo que reconocer que sentí miedo, ya que comprendí que


cualquier persona, sin importar su cultura, clase social, raza, sexo o
nacionalidad, podía ser víctima de estos seres demoníacos, los
cuales en muchos casos se disfrazaban de entidades buenas para
enturbiar la mente de sus víctimas, y enaltecer sus egos
haciéndoles creer que poseían dones espirituales.

Impactado por la situación, terminamos de comer y, rápidamente,


volvimos al trabajo.

Pasé las últimas horas de la jornada muy inquieto, supongo que


debido al espeluznante testimonio que la enfermera nos había
relatado. Así que, necesitaba profundizar en el tema de las
dimensiones y los seres que proceden de ellas, por lo que subí a ver
a Alberto, pero me dijo la recepcionista que ya se había marchado.
Fue entonces cuando agarré mi teléfono y lo llamé.

Tras un par de minutos de conversación, quedamos en que al día


siguiente iríamos a cenar. Se comprometió a darme más detalles
sobre el tema que me interesaba, así que colgué el móvil y mi
nerviosismo se calmó un poco. ¡Al día siguiente obtendría
respuestas asombrosas!

LA CENA CON EL PSIQUIATRA


Menudos tres primeros días de trabajo que llevaba desde mi
incorporación al nuevo servicio. El hecho ocurrido con el asesinato
de mi cuñado y su compañero de patrulla fue el inicio de un cambio
de rumbo en mi vida. Si alguien me hubiese dicho que, tras lo
acontecido con fuerzas sobrenaturales y muñecos malditos en mi
familia, yo me iba a topar de lleno inmerso en una investigación
relacionada con seres de otras dimensiones, no lo habría creído. Sin
embargo, ahí estaba, sumergido por completo en la búsqueda de
información; una búsqueda que, por cierto, en breve se
intensificaría, hasta tal punto que llegaría a emplearme a fondo por
averiguar todo lo relacionado con ese mundo espiritual y las
entidades que lo componen. La emoción, la sorpresa, el terror y, por
supuesto, la esperanza, se iban a reflejar en dicha investigación,
como podrán comprobar en el transcurso de esta historia.

Poco puedo contarles sobre el cuarto día que pasé en el


psiquiátrico, ya que no hubo nada reseñable, fue el más insípido de
los que llevaba allí hasta el momento.
No me contaron anécdotas ni experiencias relacionadas con el tema
que nos inquieta, fue todo muy descafeinado. Así que lo mejor es
que nos centremos en lo realmente interesante que, como ya se
podrán imaginar, fue la cena con mi amigo.

A las nueve de la noche, una vez que había salido de la ducha,


llamé a Alberto y le dije que en veinte minutos llegaría al restaurante
donde habíamos quedado.

Unos minutos más tarde, estaba entrando por la puerta del local.
Allí, en una mesa sentado, me esperaba mi colega. Así que, tomé
asiento y comenzamos a charlar. Aunque antes de empezar a
profundizar en cosas misteriosas, el camarero nos tomó nota de lo
que queríamos cenar. Yo pedí carne a la brasa y patatas rellenas,
mientras que él cenó a base de pescado. Lo sé, Alberto se cuida
más que yo, qué le vamos a hacer.

Comenzamos a hablar sobre el tema que me interesaba, lo


bombardeé a preguntas.

—Ahora sí que vas a responder a todo, ¿verdad?           —dije con


firmeza.

—Lo voy a intentar —contestó él.

—¿Cómo tratáis, médicamente hablando, a las personas que


realmente viven influenciadas por entidades de otras dimensiones?

—Es complicado porque todo se basa en que el individuo afectado


quiera abrirse a la realidad. Nosotros podemos poner todo el
empeño del mundo, pero si la persona no tiene voluntad para abrir
su mente no podemos hacer nada. Ten en cuenta que todos ellos
creen al cien por ciento que su visión de la realidad es la auténtica, y
que son los demás los que están equivocados. Incluso, muchos nos
ven como enemigos, creyendo que los que vivimos bajo una falsa
realidad somos nosotros, porque consideran que no alcanzamos la
evolución espiritual que ellos tienen. Es lo que te comentaba ayer:
los seres de otras dimensiones enaltecen sus egos, para hacerles
creer que tienen dones y que espiritualmente son más
evolucionados que el resto de los mortales.

—Ahora empiezo a comprender muchas cosas —dije reflexivo.

—Claro, es que este asunto no es nada sencillo.

—¿Cuál es vuestro proceder como especialistas en la materia?

—Lo primero que hacemos, una vez constatado que la persona


realmente está bajo la influencia de entidades, es valorar el grado
de contagio que tiene.

—¿Qué es eso del grado de contagio?

—Lo que quiero decir es que valoramos el nivel de influencia al que


las personas están sometidas. Tenemos un barómetro orientativo
para llevar a cabo esta evaluación. No es lo mismo alguien que
asegura ver fantasmas de vez en cuando, que alguien que se
intenta suicidar o matar a otras personas.

—Vale, entiendo a qué te refieres. Prosigue, por favor —dije


prestando la máxima atención.

—Pues una vez catalogado el grado de contagio, procedemos a


realizar un tratamiento a nivel psicológico. En los casos más
complicados también utilizamos fármacos, aunque sabemos que la
medicación sólo adormece al paciente, y que nunca sirve como
cura.

—¿Cómo es ese tratamiento psicológico?

—Lo primero es alejar al individuo de todo aquello que pueda


generarle sugestión o que alimente su mente hacia cuestiones
sobrenaturales, misteriosas o conspiranóicas. Esto es fundamental,
por lo que le censuramos el acceso a Internet, televisión, radio,
etcétera. Sustituimos todo eso por actividades positivas, ya que
somos conscientes de que al mal se le vence con el bien.

—¿Qué tipo de actividades son esas?

—Hay muchas. Cuidar una planta, por ejemplo, es algo muy


beneficioso para ellos o, incluso, ayudar a Luis en sus tareas de
jardinero.

—Pero supongo que harán más cosas, porque no se van a pasar el


día cuidando plantas.

—Claro. En la sala de recreo tienen acceso a libros específicos que


no trasmiten violencia, ni maldad; hay juegos de mesa con los que
se entretienen, torneos de cartas, manualidades, baile; se organizan
tertulias sobre temas como el amor, la felicidad, la familia, la
amistad, el perdón, etcétera. Son muchas las actividades que les
ayudan a conectar con el mundo y evadirse de la falsa realidad en la
que viven.

—Entiendo. ¿Y en qué más consiste el tratamiento?

—Cuando el individuo está receptivo y consideramos que ha


mejorado lo suficiente, lo empezamos a tratar de forma más
personalizada, en la que los psiquiatras y psicólogos, le intentamos
hacer comprender que vive en una realidad que no es auténtica, la
cual está siendo creada por entidades de otras dimensiones,
quienes influyen en su mente implantando situaciones que en
realidad no existen.

—¿Y suele ser efectivo este tipo de terapia?

—En algunos casos sí, pero no siempre. Ten en cuenta que todo
esto es muy complejo, nos enfrentamos a seres de otros mundos de
los cuales apenas sabemos nada.

—¿Qué más me puedes explicar sobre el asunto?


—Hay más cosas, pero no puedo darte más datos por cuestiones de
privacidad, espero que lo comprendas. De hecho, te he contado
más de lo que debería.

—No te preocupes, Alberto. Sé que me has dado más datos de los


que puedes, así que te lo agradezco de todo corazón.

—Gracias por tu comprensión, amigo.

Al fin había empezado a comprender de verdad cómo actúan los


seres de otras dimensiones en nuestro mundo y, por ende, en las
personas.

Era consciente de que estas entidades poseían la capacidad de


implantar ideas, deseos, pensamientos y visiones en los seres
humanos. La pregunta que me invadía era saber por qué
influenciaban sólo a ciertos individuos, y por qué a unos los podían
someter más que a otros. Consideraba que tenía que profundizar en
esta cuestión, ya que su relevancia me parecía prioritaria en ese
momento.

Le pregunté a mi amigo por este tema y crucé los dedos esperando


obtener una respuesta que me convenciera.

—Alberto, supongo que es evidente el hecho de que hay personas


más susceptibles que otras a ser víctimas de los seres de otras
dimensiones, ¿por qué es así?

—Efectivamente, Ángel. Es cierto que a estos seres les resulta más


sencillo influenciar a determinadas personas, y esto se debe en
mayor medida a que las víctimas suelen ser hombres y mujeres —a
veces niños— que son más receptivos a la hora de aceptar
doctrinas espirituales, esotéricas e, incluso, religiosas. No obstante,
hemos detectado que muy pocas veces los posesos son personas
que están cerca de Dios.
—¿Me estás diciendo que si alguien está en comunión con Dios
está a salvo de los demonios que habitan en esas otras
dimensiones?

—Todos estamos expuestos ante esos seres malignos, pero no


cabe duda de que aquellos que caminan por las sendas del Señor,
viven protegidos con la armadura de Dios y, por tanto, a los seres de
otras dimensiones les cuesta más traspasar esa coraza. En
ocasiones, sí pueden llegar a influenciar a la persona, pero suele ser
cuando ésta flojea en su fe.

—Lo que me estás contando tiene mucho que ver con lo que
sucedió con los muñecos malditos en el tremendo caso que afectó a
mi cuñado. Es como si tener fe en Dios protegiera a la gente de las
entidades malignas que proceden del mundo espiritual.

—Efectivamente, Ángel, así es. Yo, personalmente, no soy creyente,


pero tengo que reconocer que todo apunta en ese camino. Sin
embargo, la explicación que yo le daría al asunto no sería religiosa o
divina, sino científica. Considero que las personas se
autosugestionan mediante la fe, y ellos mismos son los que se crean
una coraza y una fortaleza mental tan fuerte que, eso es lo que
impide que los seres oscuros ocupen sus mentes. No creo que Dios
exista.

—Bueno, pero exista o no Dios, la cuestión es que creer en él y


tener auténtica fe ayuda a las personas y las protege de los
demonios.

—Por supuesto, la fe es efectiva, de eso no cabe duda,


indiferentemente de que Dios exista. Aunque claro, los creyentes me
rebatirían esto —reímos

—Yo creo en Dios, pero no profeso ninguna religión.

—Pues yo no creo en Dios, ni tampoco soy religioso.


—Tú eres tú, y yo soy yo. Mira, comes pescado y yo carne. Somos
diferentes en todo —dije en tono de humor.

—Pero para el vino tenemos el mismo paladar, eh       —reímos a


carcajadas.

Después de unos instantes muy divertidos, en los que siguiendo la


broma brindamos varias veces con las copas de vino, llegó el
momento de pedir el postre. En ese instante de la velada
concluimos la conversación que, hasta ese momento nos había
ocupado. Pasamos a charlar sobre cosas personales y a contar
recuerdos del pasado. Ya saben que el vino puede volverle a uno un
tanto melancólico.

Lo más importante de la noche había sido obtener tantas respuestas


a preguntas que me inquietaban, por lo que salí del restaurante con
las ideas claras sobre quiénes eran esos seres de otras
dimensiones y cómo manipulaban a las personas. Sólo me quedaba
por descubrir dos cuestiones: qué beneficio obtenían influenciando a
la gente y cómo podíamos detenerlos… Ya sé que Alberto me dijo
que la fe era una buena armadura, pero también me dejó claro que
a veces con esto no era suficiente.

En los próximos días me dediqué a recopilar casos de personas que


habían estado ingresadas —o seguían estándolo— en el
psiquiátrico. Algunos testimonios fueron desgarradores, como
podrán conocer en el siguiente capítulo.

TESTIMONIOS DESGARRADORES
Necesitaba nutrirme de toda la información posible para avanzar en
mi investigación, así que decidí hablar con el personal del
psiquiátrico para recopilar los casos más inquietantes que
conocieran.

Durante varios días centré todo mi esfuerzo en indagar en este


asunto, por lo que aproveché mi labor de vigilante para moverme
por el complejo con total libertad y conseguir así hablar con los
trabajadores. Alberto me autorizó para subir varias veces a la última
planta, por lo que pude obtener información también de las personas
que trabajaban allí.

Voy a exponer los casos más significativos que conocí durante estos
días y, posteriormente, continuaré contándoles mi investigación.

LA SEÑORA LOURDES

Este caso me lo explicó la recepcionista de la primera planta del


hospital psiquiátrico. Sus palabras fueron las siguientes:

«Al principio de empezar a trabajar aquí me asignaron a varias


personas a las que debía atender en mi horario laboral, una de ellas
era la señora Lourdes. Esta mujer, de sesenta años, había vivido
toda su vida aferrada a creencias espirituales y religiosas de todo
tipo. Digamos que ella en sí, refleja perfectamente el modelo de
persona que, necesitada de creer en algo, se aferra a todas las
doctrinas y creencias de moda que tienen vinculación con la
espiritualidad, el esoterismo y la religión en todas sus vertientes.

Doña Lourdes pasó por diferentes etapas de su vida, en las que


perteneció a la religión católica en sus inicios, mudando sus
creencias posteriormente al campo de la espiritualidad, más tarde al
esoterismo y, por último, se aferró a la nueva moda de la
conspiración.
Siempre, desde que era católica y hasta los últimos días de su vida
en los que era una conspiranoica de manual, pasando por todas las
otras fases intermedias, creyó en cada momento que sus creencias
eran las auténticas; las únicas verdaderas y, que, por tanto, los que
estaban equivocados eran el resto de los mortales. Fíjate hasta qué
punto estaba convencida de ello que, tras veinte años siendo
católica, un día dejó de serlo y se convirtió a la doctrina espiritual
(La Nueva Era). En ese mismo instante, pasó de creer que el
catolicismo era la verdad absoluta para pensar que era una gran
mentira, y que la verdad estaba en la corriente espiritual. Esto
mismo le sucedió cuando cambió la espiritualidad por el esoterismo,
y cuando hizo lo mismo con este último por la conspiración.

Jamás en toda su vida se llegó a plantear que, si antes había estado


equivocada, lo podía estar también en el momento que migraba de
una creencia a otra. Esto es sorprendente, ya que cualquier persona
con un poco de sentido común se lo puede plantear, sobre todo
cuando cambias de creencias siete u ocho veces en tu vida. Pues
ella —igual que muchas otras personas— no se lo planteó.

No cabe duda de que la señora Lourdes vivió influenciada toda su


vida por seres de otra dimensión.

Además, estas entidades malévolas distorsionaban su mente y la


confundían constantemente. La pobre mujer no era capaz de prestar
atención cuando sus seres queridos le hablaban. Tampoco era
capaz de recordar ciertas cosas importantes. Y, ojo, no estamos
hablando de que la mujer sufriera problemas de memoria o alguna
enfermedad de ese tipo, no. Es como si no prestara atención a la
gente que le rodeaba, pero lo hacía sin darse cuenta, influenciada
por seres malignos.

Sé que puede parecer un caso no demasiado espectacular, pero si


lo analizas profundamente te darás cuenta de que la situación fue
terrible, tanto para ella como para sus familiares. Según me
explicaron sus hijos, la convivencia se tornó imposible, porque
cuando alguien le decía “blanco” ella entendía “negro”, y viceversa.
Además de lo que ya he comentado de que se le olvidaban las
cosas o las recordaba totalmente distorsionadas de la realidad».

Es evidente que en muchos casos la pérdida de memoria y los


despistes son debidos a enfermedades, pero cuando los médicos
descartan que la persona sufra alguno de estos males, es el
momento en que podemos empezar a valorar que los sujetos estén
sometidos a influencias malignas.

Creo que todos tenemos que tener claro que, ante cualquier
situación extraña, lo primero que debemos hacer es buscar las
explicaciones racionales, ya que en la mayoría de casos, la lógica
será la que nos dé las respuestas y, por tanto, en temas mentales, lo
primero es que sean los especialistas médicos los que tomen
partido, para que puedan dar testimonio de si la persona sufre o no
alguna enfermedad que sea la causante de sus males.

En este caso, como bien nos explica nuestra amiga, los psiquiatras
descartaron que la señora Lourdes sufriera cualquier tipo de
trastorno mental.

EL CONTACTADO EXTRATERRESTRE

No se vayan a creer que todas las personas que sufren las


inducciones mentales por parte de los seres de otras dimensiones
ven fantasmas. La variedad es tremenda, ya que estas entidades
pueden inducir en ellos cualquier tipo de pensamiento, idea, deseo o
visión. Es por esto, que, nos enfrentamos a algo de una grandeza
indefinible.

Si un demonio quiere puede generar la visión de una mesa que


cobra vida y le habla a la víctima, o de un perro que se convierte en
zanahoria. Es decir, que, son capaces de instaurar en las mentes
humanas lo que les plazca, no tienen limitaciones más allá de su
ingenio. Por eso muchas veces los demonios implantan en la mente
humana la visión —con voz incluida— de familiares difuntos, ya que
es una manera muy efectiva de manipular a las personas.

Ahora voy a contarles el caso del contactado extraterrestre que


estuvo como interno en el psiquiátrico. Esta historia me la explicó
uno de los enfermeros de la última planta, y lo hizo así:

«Hace un par de años le dimos el alta a un hombre que aseguraba


estar en contacto con extraterrestres. Él se definía como
«contactado», y no tenía duda de que era un elegido.

Juan José —así se llama— es un tipo muy especial. No ha sido


como otros internos que hemos tenido, los cuales en ciertos
momentos han llegado a ser hasta peligrosos. Juanjo era distinto a
los demás, ya que sus mensajes eran de paz, amor y libertad. Fue
por eso por lo que algunos compañeros, incluido yo mismo,
llegamos a creer que igual podía ser cierto eso de que fuese un
contactado. Sin embargo, finalmente se descubrió que no era así, y
lo que le sucedía era que estaba bajo el influjo de los demonios.

No paraba de repetir que la humanidad iba camino de la


autodestrucción y que, si no cambiábamos, al final
desapareceríamos como especie y destruiríamos el planeta. Sus
mensajes sobre el medio ambiente, por ejemplo, tenían mucho
sentido y, en algunos casos, eran incluso de una sabiduría
tremenda, ya que había detalles muy técnicos en sus explicaciones.

También hacía hincapié en que debíamos amarnos unos a otros y


llevar una vida en santidad. Como te digo, sus mensajes eran
coherentes y de sentido común. Sin embargo, a todo esto, se
añadían componentes de extrema locura, como, por ejemplo, el
hecho de que aseguraba que el ser humano procedía de los
volcanes y, por tanto, la teoría de la evolución era errónea. Afirmaba
que nuestro creador no fue Dios, ya que, según él, somos un
experimento alienígena. Incluso, estaba convencido de que el
Universo no se creó a través de una explosión, ni que tampoco fue
obra de un ser superior; Juan José no paraba de repetir una y otra
vez que el Universo no existe, y que vivimos en un mundo
imaginario, pues todo lo que vemos, tocamos, sentimos, olemos,
etcétera, no es real, sino que forma parte de nuestra imaginación.
En resumen, para este hombre vivimos dentro de una falsa ilusión.

Llegamos a la conclusión de que los demonios implantaban en él


ideas de amor, paz y cosas buenas, para que, luego, implantando
también las locuras que he mencionado, estas últimas
desprestigiaran a las primeras, prostituyendo así todo mensaje de
amor, paz y cambio. Supusimos que el objetivo es que la gente que
lo escuchara “predicar”, automáticamente asociara todo lo que decía
a una tremenda locura, ya que de esta manera y de forma
inconsciente, cada vez que escucharan a alguien hablar de amor,
paz y libertad, se alejarían del mensaje creyendo que esa persona
podía ser otro chalado. En definitiva, creímos que se tratara de una
estrategia de los demonios para, mediante Juanjo, alejar a la gente
de todo lo bueno que te he dicho.

Con respecto al tratamiento al que lo sometimos, tengo que decirte,


querido Ángel, que de poco sirvió, ya que tomó el alta y siguió el
mismo camino que llevaba antes de ingresar aquí. Su familia está
desesperada porque no sabe cómo ayudarle».

Supongo que además de personas como Juan José, las cuales


viven bajo el influjo del maligno, hay otras que elaboran mensajes
similares con fines lucrativos, pero que en realidad no creen en lo
que están diciendo, ya que lo hacen simplemente para beneficiarse
de ello a través de explotar, engañar y manipular a quienes le
siguen.

La cuestión es saber si existen contactados reales; personas que de


verdad están en conexión con seres de otros planetas.
Personalmente, creo que no las hay, aunque claro, es sólo mi
opinión. Soy un mero vigilante de seguridad que nunca ha
profundizado en este asunto de los contactados, pero quizá un día
decida hacerlo y, quién sabe, a lo mejor descubro que realmente
hay personas que están en contacto con hermanos de otros
planetas.

PATRICIA, LA DE LOS MUERTOS

El caso que vamos a conocer ahora me lo explicó una de las


enfermeras. Podríamos decir que esta historia refleja perfectamente
las situaciones más comunes de influencia maligna en víctimas de
este tipo. Así que, estén muy atentos, porque las explicaciones que
Susana —así se llama la enfermera que me lo contó— expone son
realmente significativas si queremos conocer el fondo de la cuestión.

Quiero dejar claro que no estoy diciendo que no existan personas


con capacidades para ver y comunicarse con difuntos, ya que no
puedo saberlo, pues no conozco a todas las personas que viven en
nuestro planeta y que aseguran ser sensitivas o médium. Sin
embargo, lo que sí afirmo de forma rotunda —me baso en mis
investigaciones— es que la inmensa mayoría de ellas, en realidad
viven sometidas al engaño de seres que proceden de otras
dimensiones. Esto es un hecho objetivo, que nadie que haya
investigado el asunto puede negar. Y, ojo, no hablo de indagar o
estudiar dentro del campo esotérico y espiritual, sino desde las
perspectivas más objetivas que existen: el sentido común y la
imparcialidad. Investigo desde la objetividad, con la mente abierta y
basándome en hechos comprobados. Es por eso por lo que no
quiero que nadie se ofenda conmigo cuando expongo mis
conclusiones y teorías.

Ahora vamos a conocer este caso, así me lo contaron:

«Patricia es una chica de treinta y ocho años, la cual sigue interna


en el psiquiátrico. Lleva dos meses con nosotros, por lo que se
encuentra en las primeras fases del tratamiento. Sin embargo, todos
los especialistas coinciden en que su caso es uno de los más
comunes dentro de las llamadas influencias por seres
dimensionales.

La mujer asegura ver difuntos por todas partes y a todas horas.


Según explica, cuando va por la calle ve a multitud de espíritus que
vagan por ahí; lo mismo sucede cuando viaja en el autobús, se sube
al metro o entra en una sala de cine. Vamos, que Patricia está
plenamente convencida de que constantemente observa a decenas
de fantasmas que transitan por nuestras calles, casas, bosques,
playas y por todos los rincones de la Tierra.

Desde que está con nosotros, afirma que en el hospital rondan


decenas de difuntos, los cuales están atrapados entre el mundo de
los vivos y el mundo de los muertos. Incluso, asegura que muchos
de estos espíritus le piden ayuda porque ella posee la capacidad de
poder, no sólo comunicarse con ellos, sino que, además, los puede
guiar hacia la luz y enviarlos al lugar que les corresponde.

Lo preocupante de todo esto es que la pobre mujer vive tan


obsesionada por ayudar a estos supuestos fantasmas que, la
obsesión ha llegado a desquiciarla mentalmente. No quiere saber
nada de su familia ni de sus amigos, vive —según ella—
exclusivamente para cumplir la misión de ayudar a los difuntos que
se hallan atrapados en nuestro mundo.

Patricia es una especie de mujer mística del siglo XXI. La hemos


“bautizado” cariñosamente, con el sobrenombre de «Patricia, la de
los muertos», ya que hay otra chica que se llama igual (Patricia), y
que también asegura comunicarse con entidades, pero en su caso
no es con difuntos, sino con seres de luz.

Tengo que reconocer que, en varias ocasiones, algunos


compañeros han presenciado fenómenos inexplicables en las
habitaciones de ambas Patricia, igual que en otras de varios
internos. No sabemos si dicha actividad se debe a que los demonios
se manifiestan físicamente o, si, por el contrario, en un efecto de
impregnación inconsciente de los propios pacientes que, sin
quererlo, desprenden una potente energía o frecuencia, la cual
altera la materia física de nuestro mundo. Aunque claro, luego
tenemos la opinión de algunos compañeros que valoran la
posibilidad de que los internos vean una realidad auténtica que
nosotros no percibimos y, por consiguiente, no están bajo el influjo
de fuerzas oscuras, sino que están observando realmente a
difuntos, extraterrestres y entidades procedentes de otras
realidades.

La Fundación y, por ende, la dirección del psiquiátrico no acepta a


trabajadores que opinen así, pues consideran que sus teorías en
vez de ayudar a los pacientes los pueden sugestionar más y, por
tanto, empeorar su estado. Así que, los que opinan diferente a lo
políticamente establecido, sólo lo comentan en privado y entre ellos,
pero como suele ocurrir siempre en todos los trabajos, al final los
rumores aparecen».

La falsa realidad en la que vive Patricia nos demuestra cuál es uno


de los grandes peligros que existen al estar sujetos a entidades de
otras dimensiones, ya que estos seres pueden convertir nuestra vida
en una constante mentira.

No podemos obviar que, a pesar de que existan personas con cierta


sensibilidad para determinadas cuestiones sobrenaturales, la
inmensa mayoría de los que se autoproclaman como tales, no lo
son.

Como apunte a esta cuestión, tengo que decir que el porcentaje de


individuos que vive de engañar a la gente dentro de estos temas es
altísimo. Podría contarles mil historias y cientos de anécdotas, pues
el caso ya mencionado de mi cuñado y éste que les estoy contando,
me llevaron a indagar profundamente en este asunto, llegando a
descubrir un gran negocio que tiene diferentes nombres, entre ellos
espiritualidad, esoterismo, videncia, etcétera.

Hoy mismo, antes de redactar estas líneas, he visto algo en una red
social que me ha dejado alarmado, aunque claro, no debería,
porque cosas como ésta las observo decenas de veces todos los
días desde que investigo, por lo que tendría que estar habituado a
contemplarlas, pero es que no consigo acostumbrarme, me supera.

Lo que he visto ha sido a un tipo diciendo que una nave


extraterrestre había entrado en nuestro sistema solar, y que los
alienígenas venían en misión de reconocimiento. Después de decir
esto y añadir una foto al comentario, el autor del post ha pedido a
los usuarios que le dejaran sus emails si deseaban obtener más
información sobre el asunto.

Tienen que saber que el tipo no era alguien famoso dentro del
mundo del misterio, pues apenas tenía 300 seguidores, sin
embargo, decenas y decenas de personas, han dejado sus emails
en los comentarios para recibir más información. Mi pregunta es:
«¿Nadie se da cuenta de que esta persona es una estafadora?»
Vamos a ver, seamos sensatos; «¿cómo puede saber el tipo que
una nave de otro planeta ha entrado en nuestro sistema solar?» Es
más, «¿y encima sabe que viene en misión de reconocimiento?»
¡Es absurdo que sepa esto! Pero es que, además, en casos
similares a éste, he escuchado a algunos tipos decir el número
exacto de tripulantes que hay en la nave e, incluso, el nombre de
todos ellos.

Amigos, no me queda otro remedio que pensar que quienes creen a


estos falsos divulgadores, son personas que viven con la mente
enturbiada por seres de otras dimensiones, los cuales no les dejan
ver ni pensar con claridad y, por ende, tampoco con racionalidad.

Fueron más las historias que recopilé en el psiquiátrico, pero


considero que las que acabo de exponer resumen perfectamente el
compendio global, por lo que vamos a dar por concluido este
capítulo para poder avanzar en el tiempo y trasladarnos a un
momento en el cual descubrí algo que, hasta ese instante obviaba.
Como podrán leer a continuación, tomé conciencia de que los seres
de otras dimensiones también eran capaces de infestar objetos y
lugares.

CASAS Y OBJETOS INFESTADOS


Habían pasado varios días desde que recopilé los casos
mencionados en el capítulo anterior y otros que no he expuesto.
Coincidió que, justo después de finalizar con la búsqueda de
historias, me tocó librar del trabajo, por lo que aproveché para seguir
investigando el tema de los seres de otras dimensiones. Me
documenté mucho y consulté fuentes fiables: investigadores,
periodistas, científicos y otro tipo de profesionales que, desde hacía
décadas se interesaban por este asunto.

Llegué a descubrir algo que me dejó impactado, y fue el hecho de


que todos estaban convencidos de que los demonios además de
influenciar a personas actuaban de muchas otras maneras, como,
por ejemplo, infestando casas.

La manera en que impregnaban las viviendas con su maldad era


algo en lo que no todos los estudiosos del tema coincidían. Unos
consideraban que lo hacían mediante una especie de hipnosis,
azotando las mentes de aquellos que visitaban el lugar maldito;
otros creían que lo hacían manipulando físicamente la materia,
como, por ejemplo, moviendo objetos, generando voces, rasgando
paredes, etcétera. Sea como fuere, todos coincidían en algo: detrás
de una casa maldita —o infestada—, se hallan seres de otras
dimensiones, los cuales son responsables de la fenomenología que
en ella se produce.

Con esta información en mi poder, regresé nuevamente al trabajo,


ajeno a la sorpresa que me llevaría ese mismo día.

 
A las ocho menos diez, los compañeros del turno de noche nos
informaron de las novedades. Pocos minutos más tarde, iniciamos la
primera ronda por el edificio. Todo estaba tranquilo y se preveía una
mañana sin complicaciones, y así fue.

A las doce aproximadamente, tras conversar con Luis sobre lo que


había descubierto en mis días de fiesta, me dijo algo que me llamó
poderosamente la atención:

—Ángel, hay un hombre interno que afirma que, en su casa, desde


siempre, suceden fenómenos paranormales.

El paciente era ni más ni menos que Paquillo, con quien yo mismo


había conversado en varias ocasiones sobre temas deportivos. El
tipo había sido futbolista en Segunda División, aunque de eso hacía
bastantes años, ya que actualmente estaba jubilado. Durante su
etapa como jugador llegó a ser pichichi de su categoría en dos
temporadas, aunque finalmente nunca consiguió a dar el salto a
Primera División.

Siendo consciente de que este interno aseguraba que su casa


estaba maldita, y sabiendo que, a pesar de que se encontraba en el
psiquiátrico, era una de las personas que había menos afectadas
por los demonios, decidí hablar con él para que me explicara de
primera mano la historia de su vivienda.

Por cierto, era consciente de que, si la dirección del centro o la


Fundación se enteraban de que mantenía este tipo de
conversaciones con los pacientes, solicitarían a mi empresa de
seguridad que me quitaran del puesto y, por tanto, me echarían del
psiquiátrico. No obstante, tuve la necesidad de arriesgarme, ya que
intuí que descubriría algo asombroso y sin precedentes hasta ese
momento. ¡Me la jugué y hablé con Paquillo!
—Hola Paco —dije cordialmente.

—Buenos días, Ángel. Si no te importa, llámame Paquillo, ya te lo


comenté alguna vez.

—Es verdad, te pido disculpas. Por cierto, ¿por qué te gusta más
ese nombre?

—Me resulta más cariñoso, ya que desde siempre mis amigos y


personas de mi entorno me han llamado así.

—Pues nada, yo también te diré Paquillo a partir de ahora—reímos.

—Gracias.

—Me gustaría hablar contigo de un tema delicado, pero necesito


que no salga de aquí, por lo que esta conversación tiene que ser
totalmente confidencial, ya que podrían despedirme del trabajo.

—Vale, pero dime de qué tema se trata —dijo el hombre con cara de
circunstancia.

—Me han dicho que en tu vivienda suceden fenómenos


paranormales desde hace muchos años, y estoy investigando este
tipo de lugares. Lo hago de forma independiente y buscando una
verdad que me convenza.

—Sí, es cierto. En mi casa suceden fenómenos paranormales desde


que era un niño. Llevo toda mi vida viviendo allí, y desde que tengo
uso de razón recuerdo situaciones muy extrañas.

—¿Qué tipo de situaciones? —pregunté muy interesado.

—De todo tipo, Ángel. He visto puertas, ventanas, cajones y objetos


diversos, cómo se movían solos, parecía que tuvieran vida propia.
Además, se escuchan ruidos raros, voces extrañas; se ven sombras
y a veces se aparecen fantasmas. Si alguna vez has escuchado
hablar del tipo de manifestaciones que se producen en una casa
maldita, pues en la mía se daban todos ellos y muchos más.
—¿A qué crees que son debidos estos fenómenos?     —la
conversación se había puesto muy interesante.

—Son espíritus de personas que han muerto y vagan entre nuestro


mundo y el espiritual.

—¿Cómo puedes saber eso a ciencia cierta?

—Porque yo tengo el don de verlos y comunicarme con ellos.


Siempre hay fantasmas en mi casa porque vienen a buscarme para
que los ayude. Aquí en el hospital también hay… Mira a tu derecha,
ahí mismo tienes a dos. ¿Los ves?

—Yo no veo nada, Paquillo —contesté incrédulo.

—Porque tú no tienes mi don, por eso no puedes verlos.

—¿Si yo fuera a tu casa o a cualquier otra que esté maldita, podría


verlos?

—A ellos probablemente no, aunque hay excepciones. Lo que sí


verías son los fenómenos paranormales.

—¿Estás completamente seguro de eso?

—Fíjate si estoy convencido de ello que te voy a dejar las llaves de


mi casa para que vayas a pasar una noche allí. ¿Te atreves? —dijo
Paquillo, desafiándome.

—Por supuesto que me atrevo, ¿dónde están esas llaves?

—Abre el armario y dame el bolsito —el hombre me entregó las


llaves.

—Hasta dentro de unos días no podré pasar la noche allí, ya que


me toca trabajar y entro a las ocho de la mañana, así que tendré
que esperar a tener fiesta.

—Pues dame las llaves y cuando vayas a ir me las pides.


—Vale, muchas gracias. Ah, sobre todo que esta conversación no
trascienda, por favor.

—Tranquilo que no diré nada, pero tienes que contarme todo lo que
pase esa noche, no quiero que omitas ningún detalle.

—Claro, te lo explicaré todo.

—Muchas gracias.

Salí de la habitación muy contento por cómo había transcurrido


todo, así que sólo me quedaba esperar unos días para poder llevar
adelante una investigación paranormal en casa de Paquillo.

A partir de ese momento, intenté no hablar demasiado en el trabajo


sobre fenómenos paranormales y seres de otras dimensiones, ya
que mi intención era hacer creer a los demás que mi interés por
estos temas había disminuido, alejando así toda sospecha sobre mí
en el caso de que el rumor de que alguien se dedicaba a “interrogar”
a los internos saltara a la luz. Sabía que era muy difícil que esto
ocurriera, pero, aun así, durante los días previos a la investigación
en aquella casa intenté ser precavido.

La noche de investigación fue alucinante, jamás en mi vida habría


podido imaginar que sería testigo de fenómenos paranormales tan
descomunales, llegué incluso a realizar una sesión de ouija que, por
cierto, me marcó para siempre.

Tomen asiento, respiren con calma y, prepárense para el capítulo


que viene a continuación. ¡Misterio en estado puro! La locura está
servida.

LA CASA MALDITA
Para la investigación en la vivienda de Paquillo quise contar con
alguien más, pero no podía decírselo a nadie que trabajara en el
psiquiátrico, y mucho menos en mi empresa de seguridad.

Tras darle vueltas al tema y pensar profundamente en ello, llegué a


la conclusión de que lo mejor sería proponérselo a Esteban.
Ustedes no lo conocen, pues no he hablado de él, pero este hombre
es uno de mis mejores amigos, nos criamos juntos en el barrio y
éramos de la misma pandilla.

Sabía que a él le interesaban en cierto modo algunos enigmas,


sobre todo relacionados con Egipto y civilizaciones antiguas, así que
le propuse que pasara una noche conmigo en la casa maldita.
Además, lo puse al día sobre mis investigaciones en el hospital y
todo lo relacionado con ello. Tengo que reconocer que, al principio
pensó que le estaba tomando el pelo, pero finalmente me creyó y,
por consiguiente, se apuntó a la que sería una noche inolvidable.

A los ocho y media de la tarde nos estábamos zampando unos


bocatas en el bar de Augusto, quien también era un colega de la
infancia. Pocos minutos después, salimos destino al domicilio y
sobre la nueve y diez aproximadamente, entramos en la vivienda.

Tengo que decir que, nada más poner un pie en el interior, una
tremenda sensación de negatividad nos invadió a ambos.
Percibimos que el ambiente estaba cargado, como si una energía
malvada habitara allí adentro. También notamos que nos faltaba el
aire y nos costaba respirar. Era como si en ese lugar el entorno
fuese más pesado y su densidad generase la imposibilidad de
respirarlo. No sé, fue una situación muy extraña, ya que jamás en
nuestras vidas nos habíamos hallado ante nada parecido a aquello.
A medida que fueron pasando los minutos nos fuimos adaptando a
aquel entorno tan hostil, hasta que, finalmente, desapareció la
sensación de ahogo. Eso sí, la negatividad seguía presente.

La situación fue muy similar a cuando entras en un lugar donde


huele fatal y, poco a poco te vas acostumbrando a esa peste, hasta
que llega un momento en el que ya no la percibes. Sin embargo, el
nefasto olor sigue allí, y el motivo por el que no lo hueles es porque
tu olfato se ha acostumbrado a él.

Realizamos una inspección ocular de la vivienda antes de arrancar


con la experimentación paranormal. Todo estaba en calma y hasta
ese instante no presenciamos situaciones raras.

Sobre las diez menos cuarto de la noche decidimos comenzar con la


investigación en busca de hallar manifestaciones extrañas.

Lo primero que hicimos fue poner a grabar un teléfono móvil


mientras formulábamos preguntas. Como ya se podrán imaginar, lo
que pretendíamos era grabar alguna psicofonía.

Transcribo la ronda de preguntas y respuestas. Ah, por cierto, esta


prueba la realizamos en el comedor.

—Buenas noches, somos Esteban y Ángel, y queremos


comunicarnos con seres de otras dimensiones que habiten en este
lugar o, que, tengan algo que ver con la supuesta infestación que
hay aquí.

—…

—¿Alguien puede escucharnos?


—…

—¿Conocéis a Paquillo?

—Os conocemos a todos.

Una voz masculina, grave y metálica, contestó a la tercera pregunta


que habíamos formulado. La fenomenología paranormal había
comenzado.

Este ser afirmaba que nos conocía a todos, pero no sabíamos


quiénes éramos todos, así que le preguntamos.

—¿A quiénes te refieres cuando dices “todos”?

—…

—¿Sigues ahí?

—…

—¿Hola? ¿Alguien nos escucha?

—…

Al parecer, la entidad se había marchado o, por el motivo que fuese,


no quería seguir respondiendo a nuestras preguntas, por eso
decidimos cambiar de tema y plantear otras cuestiones.

—¿Podéis manifestaros físicamente para que sepamos que estáis


aquí?

—Sí, podemos.

Una voz, también masculina y metálica, aunque no era la misma


que la anterior, nos había dicho que podían manifestarse para que lo
viéramos, así que le pedimos que lo hicieran.

—Pues hacedlo, estamos atentos.

—Todo a su tiempo.

—¿Cuándo lo haréis?

—…

—¿Nos puedes decir la hora o el momento en que lo haréis?

—…

—¿Sigues ahí?

—…
 

—¿Alguien puede escucharnos?

—…

La comunicación se cortó y no pudimos obtener más voces


paranormales a través del teléfono. Sin embargo, instantes después
escuchamos en directo —sin necesidad de aparatos— una voz que
dijo: «Satanás».

El vozarrón que habíamos oído nos impactó de forma brutal,


generando cierto miedo en nosotros, pero, aun así, realizamos una
pregunta en voz alta: «¿Quién eres?». A los dos o tres segundos,
nuevamente esa voz hizo acto de presencia, respondiendo: «Soy el
diablo».

Estuvimos a punto de mearnos encima debido al pánico extremo


que sentimos. Pasamos unos minutos muy complicados, en los
cuales nos planteamos seriamente abandonar la investigación, pero,
no sabemos por qué, una fuerza interior nos sacó a flote,
impregnándonos de valentía. Continuamos adelante con nuestro
propósito y formulamos una nueva pregunta: «¿Los seres de otras
dimensiones son en realidad demonios?». A los dos segundos, la
terrorífica voz apareció con más fuerza que nunca: «Somos
Legión». Ésta fue la última vez que escuchamos esa voz en directo
y, por mucho que seguimos lanzando preguntas no obtuvimos más
respuestas.

El siguiente paso fue sentarnos a esperar, con el deseo de


contemplar fenómenos paranormales de efecto físico, como ver
objetos moverse o cosas de ese estilo.

Estuvimos en todas las estancias del inmueble, llegando a ser


testigos de varias situaciones de lo más curiosas. Voy a exponerlas
para que no se pierdan ningún detalle.
 

EL TELÉFONO CAMBIA DE LUGAR

Nos ubicamos en el cuarto principal, donde supusimos que dormía


Paquillo cuando vivía allí.

Tras sentarnos encima de la cama, caímos en que nos habíamos


dejado el teléfono en el comedor, por lo que le pedí a mi amigo que
fuese a buscarlo.

Unos segundos más tarde, apareció Esteban, pálido. «¿Qué


pasa?», le pregunté nervioso… «El móvil no está donde lo
dejamos», respondió él.

Aturdidos por la situación, nos acercamos hasta el comedor y, tras


revisarlo bien confirmamos que el teléfono había desaparecido. No
dábamos crédito a lo que acababa de acontecer.

Mi compañero agarró su terminal, marcó mi número y llamó… Al


instante empezamos a escuchar cómo sonaba mi teléfono, así que
seguimos la pista. No se lo van a creer, el móvil estaba en el lavabo.
No sé cómo demonios llegó allí, porque para más surrealismo,
ninguno de los dos había entrado al servicio, ni siquiera al realizar la
inspección ocular, ya que abrimos la puerta y observamos la
estancia desde fuera.

Sin duda, amigos míos, un ser de otra dimensión fue el causante de


que mi móvil hubiese cambiado de lugar. No le encuentro otra
explicación posible.

UN VASO ESTALLA SOLO

El siguiente suceso que nos dejó perplejos ocurrió en la cocina. Nos


sentamos en unos taburetes y esperamos a ver si acontecía algo
anómalo. Tras cinco o seis minutos allí, fuimos testigos de un hecho
aterrador. Ante nuestra mirada de asombro, vimos estallar un vaso.
Nadie lo tocó, ni siquiera se cayó al suelo, fue muy extraño.

Una vez que asimilamos lo sucedido, nos percatamos de que la


explosión fue de tal calibre que, el vaso se hizo añicos en mil
pedazos. Vamos, que los cristales parecían polvo, de lo pequeños
que eran los trozos. Tengo que reconocer que el terror volvió a
invadirnos nuevamente.

EN LA PARED SE FORMA UN DESGARRO

Por si lo que estábamos presenciado no era suficiente, nos


ocurrieron dos hechos más que vinieron a confirmar la solidez de las
manifestaciones paranormales que se producían allí. Ah, y eso que
todavía no les he contado la experiencia con la ouija.

Volviendo al transcurso cronológico de los acontecimientos, les diré


que fuimos testigos de cómo inexplicablemente en una pared del
pasillo se materializó un desgarro. Es decir, que, llegamos a ver
cómo en la pared aparecían tres arañazos de un grosor y una
longitud espectaculares. Fue como si una garra muy grande e
invisible desgarrara la pared antes nuestras miradas de perplejidad.

Intentamos comunicarnos con la entidad que había provocado


aquello, pero nadie contestaba a nuestras preguntas. Es como si
esos seres de otras dimensiones tuvieran todas sus energías
puestas en las manifestaciones, omitiendo responder a las
preguntas que les planteamos en varias ocasiones.

VEMOS A UN SER MUY EXTRAÑO

Sólo nos faltaba la guinda del pastel, como se suele decir


coloquialmente. Si éramos capaces de ver a un fantasma entonces
ya podríamos decir que teníamos el pastel completo.
Si les soy sincero, llegué a imaginar en muchas ocasiones cómo
sería eso de ver a un espíritu, demonio, ser de otra dimensión o
como cada uno le quiera llamar. Sin embargo, aquella noche en
casa de Paquillo llegué a verlo y, les aseguro que no tuvo nada que
ver con lo que había imaginado hasta ese momento. Los rasgos de
la entidad eran distintos y mi reacción también fue otra.

Esta aparición tuvo lugar en el comedor. Sentimos un intenso frío


que nos invadió de repente, y fue en ese momento cuando lo
vimos… Ante nosotros apareció un ser extraño que, en ningún
momento nos habló, simplemente nos miró fijamente y, dos o tres
segundos después, desapareció sin dejar rastro.

Esta entidad en muy similar al ser que aparece en la portada del


libro, por lo que la mejor forma de describirlo es invitándoles a que
observen la imagen.

Mi reacción no fue de miedo, ni de asombro; no sabría muy bien


cómo definirla. Es como si el demonio nos anestesiara los sentidos
para trasmitirnos un mensaje a nivel mental: «Las respuestas están
en la ouija».

Esto fue lo que nos impulsó a crear una ouija artesana con papel y
bolígrafo, para experimentar con ella. El resultado fue sorprendente.

Nos situamos encima de la mesa del comedor, encendimos cuatro o


cinco velas que tenía por allí Paquillo, apagamos la luz y, acto
seguido, iniciamos la práctica.

—¿Hay alguien ahí?

—…

 
—¿Alguien nos escucha?

—Hola.

—¿Quién eres?

—Asmodeo.

—¿Eres un ser de otra dimensión?

—Sí, soy un demonio.

—¿Todos los seres que habitáis o procedéis de otras dimensiones


sois demonios?

—Sí, absolutamente todos.

—Nos sorprende que seas tan claro en tus respuestas.

—¿Por qué?

—Bueno, porque intentáis ocultar vuestra identidad de demonio y os


hacéis pasar por muertos, extraterrestres, seres de luz, etcétera.

—Es verdad, queremos hacer creer a la humanidad que no


existimos.

—Pues eso es lo que nos sorprende, que a nosotros nos digas


abiertamente que eres un demonio y que de otras dimensiones sólo
procedéis vosotros.

—Os lo digo porque nadie os va a creer si lo contáis, os tomarán por


chalados y, por tanto, crecerá la idea de que los demonios no
existen, sino que forman parte de la imaginación de cuatro locos.

—Bueno eso de que nos tomarán por chiflados ya lo veremos.


¿Entonces estás dispuesto a responder a todas nuestras
preguntas?

—Sí. Tomadlo como un regalo de bienvenida.

—¿De bienvenida? No entendemos a qué te refieres.

—Al mundo demoníaco…

—Nosotros no vamos a ir a ningún mundo demoníaco.

—Ya lo estáis. Cuando alguien practica la ouija entra en nuestro


mundo y, por tanto, nos abre la puerta de su alma.

—Sobre esta cuestión habría mucho que debatir, pero bueno.


Vamos a preguntarte algunas cosas que nos inquietan.

—Adelante, preguntad sin miedo ja ja ja.

—¿Por qué ponéis tanto empeño en atacar y corromper a las


personas?

—Odiamos a la humanidad porque es una creación de Dios.


 

—¿Queréis llevaros nuestras almas al infierno?

—No.

—¿Entonces?

—No queremos que vuestras almas salgan del infierno.

—Pero para que no salgan antes tienen que entrar, ¿no?

—Claro, y ya lo están. La Tierra —el mundo físico— es el infierno.

—¿Nuestro mundo es el infierno? —pregunté sorprendido.

—Sí. Mira a tu alrededor y verás que hay enfermedades, accidentes,


violaciones, asesinatos, guerras, hambre, violencia, muerte y horror.
¿Hay algo peor para un humano que el hecho de que secuestren a
uno de sus hijos, lo violen, lo torturen y lo maten? ¿O que
desaparezca un familiar y nunca más sepas nada de él, viviendo
con la incertidumbre de no saber si estará vivo o muerto?

—Visto así creo que tienes razón, este mundo es el mismísimo


infierno, porque no puede haber nada peor que eso.

—Mira qué curioso, un demonio te ha abierto los ojos.

 
—Dices que me cuentas todo esto porque nadie me creerá, y si
hablo de ello lo que haré será desprestigiar lo que digo, pues crees
que todos me tratarán como a un loco. ¿Por qué estás tan seguro
de ello?

—Porque es algo que hacemos constantemente desde los inicios de


los tiempos. En cada generación de humanos actuamos igual, y esto
no falla. ¿Nunca habéis escuchado eso de que el diablo sabe más
por viejo que por diablo?

—Esta conversación resulta surrealista del todo.

—Hacedme dos preguntas más y nos vamos.

—¿Sois más aquí?

—No, estoy solo, junto a vosotros.

—¿Por qué dices entonces “nos vamos”? Será “me voy”, ¿no?

—Porque vosotros os venís conmigo.

—¡Nosotros no vamos a ninguna parte!

—Esto no es negociable. ¿Preguntáis algo más o zanjamos ya este


asunto?

—Ahora mismo cerramos la sesión de ouija, no queremos seguir


conversando contigo.
—…

Esto fue lo último que recuerdo de aquella noche de investigación


en casa de Paquillo.

Estuvimos varios días desaparecidos, hasta que un campesino nos


encontró tirados en mitad del campo. Curiosamente, estábamos a
666 kilómetros de distancia de la vivienda. No sabemos qué sucedió
durante aquellos días, ni tampoco dónde estuvimos. Lo único que
está claro es que algo sobrenatural nos había ocurrido.

Mi amigo se quedó en estado de coma, y en la actualidad sigue


igual, a partir de mañana no sé qué le deparará el destino. Yo, por
otro lado, me recuperé bien, aunque los médicos, psicólogos y
psiquiatras no piensan lo mismo… ¡No estoy loco! Pero ellos se
empeñan en que sí, y me acusan de cosas que no son verdad.

Tuve que publicar un libro en Internet, para explicar la historia que


acaban de conocer, y en pocas semanas se convirtió en un
bestseller gracias a las redes sociales, siendo lo más leído de
Amazon y de otras plataformas. Sin embargo, poco después fue
censurado por un juez, ya que el hospital me denunció y la
sentencia fue clara: eliminar el libro de todas las plataformas.
Además, la condena fue a más.

COMUNICADO OFICIAL DEL


PSIQUIÁTRICO
«Ángel Bonastre nunca ha trabajado en este hospital, y todo lo que
cuenta en su libro es falso. Nosotros no investigamos seres de otras
dimensiones, ni tampoco existe ninguna Fundación que lo haga.
La empresa de seguridad para que la trabajaba —lo han despedido
después de este grave incidente—, respalda nuestra versión de que
nunca trabajó aquí.

Por su forma de actuar y, según nuestros especialistas, el señor


Bonastre puede sufrir un severo trastorno de personalidad, por lo
que consideramos que debería ser internado en un centro
psiquiátrico con carácter de urgencia, ya que sus alucinaciones
pueden convertirlo en un tipo peligroso, tanto para él mismo como
para los demás».

Este comunicado fue emitido durante la celebración del juicio.

EN LA ACTUALIDAD
Hoy en día me tienen interno en el psiquiátrico debido a la condena
judicial. Según los que dictaron la sentencia, soy una persona que
sufre problemas mentales. Sin embargo, esto no es verdad.

La realidad es que me tienen encerrado en la última planta del


hospital porque no quieren que divulgue lo que he descubierto sobre
los seres de otras dimensiones.

Los demonios que habitan en el mundo espiritual tienen pactos con


humanos que, por poder, dinero y fama, se han vendido al maligno.
Esta gente no quiere que el resto de las personas despierte de la
gran mentira en la que viven, ya que les interesa que sigan bajo la
influencia de los demonios, y poder seguir así en sus butacones de
cuero dirigiendo el planeta y amasando fortuna.

¿Tú también crees que estoy loco o piensas que la historia que te
he contado es real?

 
«Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar
firmes contra las insidias del diablo».

Efesios 6:11

NOTA DEL EDITOR


El misterio y lo paranormal nos apasiona, sin duda,
pero debemos ser conscientes en todo momento —
creamos o no en Dios— que en el reino espiritual no
solo habitan seres buenos, también los hay
malvados y oscuros. Es por eso amigo lector por lo
que esta novela que acaba de leer puede servirle
como manual de inspiración a la hora de aprender a
detectar el tipo de seres que influyen en su vida y en
su entorno. Aun así, viva sin miedo, pues la ausencia
de miedo es el arma más poderosa que existe para
combatir a los espíritus impuros. Si es usted es
creyente sabrá que Dios es amor, y que el amor es
lo contrario al miedo. Vivir en Jesús es vivir en el
amor y, por consiguiente, hacerlo sin la opresión del
miedo.

JESÚS ES EL CAMINO, LA
VERDAD Y LA VIDA
 

©Miguel Ángel Segura

Notas
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]
Les recomendamos la novela cristiana «JAQUE MATE AL DEMONIO», de Miguel
Ángel de Jesús. Conocerán la historia de los asesinatos mencionados y de la Unidad
—secreta— de Crímenes Sobrenaturales del Gobierno.

Indice
AGRADECIMIENTOS

A MODO DE INTRODUCCIÓN

EL PSIQUIÁTRICO

LA NUEVA INTERNA

TERCER DÍA EN EL PSIQUIÁTRICO

LA CENA CON EL PSIQUIATRA

TESTIMONIOS DESGARRADORES

CASAS Y OBJETOS INFESTADOS

LA CASA MALDITA

COMUNICADO OFICIAL DEL PSIQUIÁTRICO

EN LA ACTUALIDAD

NOTA DEL EDITOR

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