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MARTÍN GARCÍA LÓPEZ


© 2022

Martín García López


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Bachelard aprendiendo a nadar Para mi mamá Celsa
Martín García López

Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


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Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


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“El agua, que es la patria de las ninfas vivas, I
es también la patria de las ninfas muertas.
Es la verdadera materia de la muerte muy femenina”.

Gastón Bachelard

Mi hermana también nadaba.


No sé en qué momento mis brazos tomaron distancia.
Si fue cuestión de mujeres y de menstruación.

Recuerdo las clases con mamá.


Yo en alguna esquina observando.
Mi hermana haciendo la petición: un manotazo al agua.

—Nada con nosotras.

Ahora, la invito a nadar.


Tú en un carril, yo en otro.
Imaginemos una competencia.
Deberíamos nadar 200 metros por ella.
Ganar una medalla o un trofeo para ella.

Mi hermana se niega.
Dice que tiene escuela y que quiere dibujar.

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II

Mi mamá me preguntó: III


—¿Dónde mueren las cucarachas?
—Debajo del refrigerador, a centímetros de la mancha del mosaico está el
terreno de batalla. Imagina: un ejército que se enfrenta por la
propiedad de nuestra casa. Ahí mueren, sin ser sepultadas o cremadas.

Lloró y se vio hermosa.

—Cuando el mundo grite, no habrá cementerios y las cucarachas


tendrán nuestra cama.

Rio y se vio hermosa.

Me volvió a preguntar y le contesté:


—¿Acaso no sabes? Recolecto los cuerpos y los entierro debajo de la
Desde las gradas veo niños nadando en fila.
papaya que plantamos. Ese podría ser el cementerio de las cucarachas
Su instructora, un cisne rojo, habla.
y tú podrías orar por ellas cada mañana.

El agua (no) siempre obliga a la supervivencia.


Ustedes, mis peces koi, no busquen caminar, sino volar.
Mi ejército kamikaze; naden uno tras otro.
Uno no camina, no nada, uno vuela dentro del agua.
¿A qué batalla van, ansiosos por vivir, pero dispuestos a morir?

Ojalá las olas de los niños alargaran la semiolímpica.


Ojalá fuera agua para sentir la espuma que dejan otros tras su patada.

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IV En el agua hay un tiburón que quiere engullirnos.
Nadamos en su lengua retando a que nos devore.
Hoy volví a sumergirme en él.
De niño, me desgarré el hombro en una brazada.
Le fui infiel, nadé sobre el concreto y miré el cielo.
Desde entonces no nado.

Mi mamá tose a mi lado y yo espero. ¿Cuántos años?


Mi hermana cree que debo decir la palabra. Hoy nadé.
No buscar otras formas de decirlo.

Solo decir:
mi mamá va a morir.

Le tuve miedo al animal,


Ya entrada la madrugada, mi mamá cuenta billetes.
a que encajara sus colmillos en mi músculo
A veces los cuento para ella, pero esta noche no sé cuántos tiene:
y me derrumbara bajo el agua.
dos de doscientos, uno de cien, o son cuatro de cien
Pero me acosté sobre él y acaricié su piel con mi patada.
y dos de cincuenta.
Cuento para esperar.

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El agua tiene colmillos de oro.
La flecha debe atravesar al tiburón.
Recuerden: sumérjanse y enseguida, cuando VII

el aire se les escape en esferas, respiren.


Qué difícil es ser pez y luego hombre.
Hombre y luego pez.
El agua lo sabe y por eso quiere engullirnos.
Mi hermana heredó el iris de mi mamá,
Aprendan a respirar como ballenas. brilla frente al desayuno:

Guarden su vida y expúlsenla, jugo falso y huevos con esteroides.


Mastica sin gana y finge buen gusto.
enseguida, recupérenla y braceen. Quiero preguntar las cosas que nos preguntaba mi mamá,
Porque en el agua no hay treguas, no existe pero no puedo.
Las noches no son distintas.
un sonido que la detenga. Cenamos lejos de su retrato y nos conformamos con
¿Por qué si amamos el agua no queremos nuestros rostros.
En mí debe haber un gesto que le recuerda a ella.
morir por ella y en ella? Espero un día tener una sonrisa de fantasma.
Ahora nadar es cuestión de agallas.

VI

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VIII

El cisne rojo acurruca a los niños en el agua: Braceo tan mal que salen truenos.
¿Por eso aprendes a nadar?
Sobre La Cueva de las Quimeras Marinas, desfila Eres tan buena instructora que podrías enseñarle a las rocas.
un ejército
destinado a evitar el fin del mundo. Imagino a una montaña navegando.
Ryuji, dios dragón, hundió un buque; los liberó y
me los regaló: ¿Si las tortugas nadan por qué no las montañas?
28 mil patitos de hule están bajo mis órdenes. Porque tú no les has enseñado.
Son un ejército que espera a que la maldad de
tiburón se
desborde.
¡¿Quién quiere ser de hule y pelear en el agua para mí?!

Levanto mi mano. IX

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XI

X Podría acostumbrarme a eso:


mi mamá a mi lado, agitándose un poco, siempre un poco.
Y yo frente a la tele de su cuarto vería películas mientras duerme.
Pero siempre tendría que estar tranquila a mi lado.
No sé qué haría si durante el clímax colapsara.
No podría volver a ver esa película.

Te prohíbo caminar en el agua, Bachelard.


El mosaico solo existe para contenerte, no para sostenerte.
Y este material que es azul, imita al cielo cuando te hundes y
braceas
¿y las nubes? las nubes son melodías de Tchaikovsky.

¿Por qué nadas? Pausa


Actuar contra la naturaleza.
Controlar el cuerpo para vivir.
Negar el aire que ella no puede respirar.
Empecé a nadar porque me quería morir.
Todos nos queremos morir, Bachelard.
¿Cómo te llamas?
Me acerco a mi mamá, cuido que tenga el oxígeno conectado.
Me llamo Kaori.
Le beso la frente.

El cisne rojo se llama Kaori. —¿Quién te va a cuidar?


—Yo me voy a cuidar, mamá.

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XII

Temo que el gorro se vuelvan chicle y los gogles se empañen. XIII


Pero no temo al agua porque no le temo a mi muerte.

Hay un niño de cuatro años que nada. Mi mamá y yo plantamos la papaya,


Su mamá chismea con otra mamá. un árbol que creció y rebasó la casa.
El niño con gorra de foca patalea sin descanso.
Nunca se hunde.

Aprendió a flotar en la matriz Cortamos papayas que comimos con miel.


Por eso ella no nada a su rescate.
Y la foca tampoco llora. Hace poco se secó.
Mamá me dijo que la raíz ya no agarró tierra.
Yo fui el que la cortó con un machete.

Mi hermana comió la última papaya con miel.


Él no teme que su gorra se rompa ni que sus gogles se empañen.
Él cree en la inmortalidad de las focas.
Él no sabe que un día su mamá morirá.

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XIV

Hoy no fui a nadar.

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XV

Pensé que la muerte no tenía sonido.


Pero lo tiene: dos bolsas que revientan.
—Ya no puedo.

De niño, después de ir al doctor, mamá me compraba un


jugo.
Porque de niño pensaba que el jugo lo sanaba todo.
Que, si tomaba jugo, no tendría que volver al doctor.
Al terminar, inflaba la bolsa y la reventaba.
Me gustaba escuchar al aire que exigía salir.

No puedo darle jugo a mamá porque ya no puede beber.


Se ahoga sin agua.
Y sus gemidos suenan a eso, a las bolsas, a la muerte.

—Ya no puedo.

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¿Has lavado platos



después de un funeral?

XVI

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XVII

Fue esa noche, bajo la luna llena,


cuando Kaori me cantó y me confesó que su papá era un dragón y su
mamá una geisha.
Yo le dije que mi mamá había muerto.
Y en esa intimidad, me invitó a La Cueva de las Quimeras Marinas.

¿Qué es La Cueva de las Quimeras Marinas?


Era mi hogar, pero huí hace siglos.
Pero pareces de veinte.
Y tú pareces feliz.

En ese momento quise decirle:


hay un buque hundido en el que viven kois fosforescentes,
hay un avión hundido en el que viven tiburones.

Así también tus manos.


La derecha que recuerda a una marea baja y a un coral
y la izquierda, ese tornado negro negro.

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XVIII

Expulsas el aire de los pulmones y te acuestas abajo, en la XIX


piscina.
Te das cuenta que el tiempo se detiene cuando te hundes.

Ballenas nadan sobre ti,


de esquina a esquina.

Descubrí a mi hermana frente a la estufa.


Las observas:
Extendió el morado de su traje de baño y lo incendió.
en la profundidad no hay sombras,
todo es azul por el cloro.
Debe de ser difícil cuidar a una adolescente.
¿Soy incapaz de recordarla de bebé?
Me enamora la grasa que mantiene a flote a los jubilados.

Recuerdo: ¡Tú no eres mi mamá!


una lagartija se ahogó dentro de una cubeta un día de ¡Vete! ¡Vete!
lluvia. Mi hermana la agarró de la cola. ¿Las lagartijas ¡Ya déjame!
nadan? Nadan, vuelan y escupen fuego, le dije. La hundió en ¡Me iré con mi papá!
la cubeta que detenía la gotera ¡Ya déjame en paz!
del cuarto. Gotas de agua / Balas en su cabeza. No murió por no
saber nadar, sino porque éramos niños. Soy incapaz de recordarla de bebé.

Cuando las ballenas sepan mi secreto,


habrá sombras y todo será rojo.

No se los cuentes, cuéntamelo a mí.

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XXI

XX En la profundidad del agua vive la maldad de tiburón,


lista para ahogar a la humanidad.
Por eso Ryuji reza por nosotros y enfila a sus Quimeras Marinas.
La última batalla será en el agua y solo sobrevivirán los nadadores.

Pero un día la humanidad se volverá agua.

El dibujo de mi hermana / La sonrisa de nuestra mamá,


una línea que corta un eje y se vuelve el centro.
Quisiera colorear con ella y preguntarle si tiene miedo, si se siente
sola.
Mi hermana se calla.
Me busca cuando tiene hambre.
Muestra sus manos, las manos de su padre manchadas de colores.
Comemos consolándonos con nuestros rostros.

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XXII Juego al cazador de ballenas:

en el carril vecino,
un jubilado nada muy lento.
Le regalo distancia.
Me empujo y lo alcanzo.

Los lunares nadan por su piel.


Mis dedos cortan el agua,
Descubrí que el lunar que tenía en el cuello viajó hacia
son arpones que perforan su
su brazo.
carne.
¿Se desplazarán cuando bracea? ¿Se los quitará antes de entrar a la
Monto a la ballena, disparo.
piscina?
Y si olvido dónde van me los pongo donde quiera, ¿no?
El agua nunca se tiñe de perdón.
¿A dónde se irá el koi de su pie?

Ya es tarde, entra en la piscina, Bachelard. XXIII

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XXV

Bachelard no sabía que Tchaikovsky era


homosexual.
Yo no sabía que toda agua lleva al Aqueronte.
Nada importó cuando jugamos a la muerte
del primer navegante. Si cayera una tormenta, seríamos los únicos sobrevivientes
y tendría un pretexto para acariciar tu pie.
Qué directo para alguien que hace seis meses no nadaba…
Pero, bajo el agua, él me dijo que no se ¿Sabes? pudiste ser uno de los cuerpos que usaría para
podía ahogar. descansar durante el diluvio.
Si la lluvia sigue, se inundará la ciudad,
Tenía una hermana.
la humanidad no se hizo para soportar el agua.
Ya lo dijiste, toda agua lleva al Aqueronte.
¿En el Aqueronte podré acariciar tu pie?
En el Aqueronte podrás acariciar lo que quieras, Bachelard.
Deseo que se inunde la ciudad.
¿Matarías niños solo por un capricho?
Impídelo.
XXIV ¿Si me quito la falda los salvaré de ser ahogados?
Solo si me dejas acariciarlo.
Todo sea por mis kois kamikazes.

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XXVI XXVII

En la piscina de David Hockney cantaste:


Todas las olas la ola / Todos los cuerpos el cuerpo.
La ola de Kanagawa está frente a nosotros.
Pienso en decirte: la ola de Hokusai es la ola de Turner. Full moon sways...
Gently in the night of one fine day
¿Y si fuera niño en lugar de niña? On my way...
Full moon waves.
El Monte Fuji observa la escena: Slowly on the surface of the lake.
el hombre sobrepasado ante la ola,
pero los marineros luchan contra el temporal.
Un día quisiera ser un niño y luego una niña. De la cintura para abajo estabas en el agua
Después de cien años, los trazos de Hokusai y de la cintura para arriba en la luna.
serán perfectos, pero su Me sumergí y toqué tu pie.
cuerpo no. Reíste y con una patada casi me ahogas.
Quien tenga miedo de morir no puede nadar.
¿Nadarías conmigo, aunque me volviera
un niño?

Contigo nadaría hacia cualquier ola.


Limpio mi secreto en tu playera.
Podría ser un niño contigo.
Te hundiste.

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Tus calcetines me recuerdan a mi mamá. XXIX
Ella me vestía de niño.
Camisa con estampados de estrellas.
Pantalón blanco.
Los zapatos eran mocasines,
no sabíamos amarrar agujetas.

Cuando mi madre fue secuestrada por el Kraken.


Pero los calcetines.
Mi padre mandó un ejército de kois a salvarla, pero fue
demasiado tarde.
Había mañanas en que mi mamá me los colocaba: chuecos, impares,
¿Tú mamá murió?
rotos.
¿Te enojaste con tu papá?
Rara vez encajaban en mis pies y rara vez me daba cuenta.
¿Qué hiciste?
Me escapé de mi hogar.
Para nosotros, el extremo ancho donde se supone que va el
¿Cómo era?
dedo
Un enorme castillo hecho de coral en la profundidad del mar.
gordo era irreconocible.
Ahí vivían kois fosforescentes que desfilaban cada mañana bajo
Era tan ancho como el extremo delgado en el que se
un himno militar
supone va el
y la luz del día a veces parpadeaba por culpa de mi ejército:
dedo pequeño.
28 mil patitos de hule que cuidaban la costa.
Y mi mamá y yo nunca arreglábamos ese detalle, porque no
Y yo era feliz escuchando la canción de mi mamá.
importaba.
Eras como una sirena.
Después andaba descalzo por el jardín cuidando sus plantas:
Era una sirena.
chiles,
¿Y no lo extrañas?
aguacates, guayabas y un durazno.
A veces, pero aquí hay cosas interesantes.
La papaya la plantamos cuando crecí.
¿Como qué?
Hay música muy triste y hombres muy tristes.
Me recuerdas a ella,
El inicio de la obertura 1812 de Tchaikovsky / El clímax
quiero colocarte los calcetines al revés.
de El lago de los cisnes / Tú.

Ponme los calcetines al revés, Bachelard.

XXVIII

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Primer consejo.
Bachelard, no laves tu boca antes de nadar.
Deja que el sabor del día te acompañe.
Nadie lo sabrá porque nadie respira por la nariz.
En cambio, saborearás el desayuno con prisas cada tercera
brazada
y la cena pesada cada quinta.
Sujeto el carril y me acuesto boca arriba.
Si comparas los gérmenes de tus encías con los que hay en el
Juego a la muerte del primer navegante.
agua,
Me llamo Pélope y corro con mi caballo de agua por la costa de Pisa.
¿cuál gana?
Detrás de mí está el rey Enómano.
Recuerda, no todos se bañan antes de nadar
Tenemos una carrera.
y en una gota hay más vida que en una galaxia.
Quiere a su hija / Yo quiero a su hija.
Acelera para que su caballo, forjado por Hefesto, alcance al mío,
Segundo consejo.
besado por Poseidón.
Aplaude dentro del agua.
El animal solo me costó un hombro que ahora es mármol.
Compón melodías irrepetibles:
Enómano me supera y con su carruaje rompe las piernas de mi
caballo
Tap,
que se convierten en olas.
tap,
El cadáver me arrastra a las profundidades donde Poseidón me niega
tap, clack, ¡splash!
como su amante.
Me duerme boca arriba para que un águila coma
Escucha, es El vals sentimental de Tchaikovsky.
de mi hígado.
Bachelard, permite que el sonido navegue por tu mente.
Y me quedó encadenado al agua hasta que el
Recuerda, los nadadores también hacemos magia.
cisne rojo me salva.

Tercer consejo.
Ten cuidado con La Cueva de las Quimeras Marinas,
XXX
el agua escucha y el agua cumple,
y no siempre nos da lo que queremos.

XXXI

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XXXII

Soy un engranaje en la piscina. Los nadadores huérfanos


Corto el agua e ingreso a la zona. existieron hasta el invierno del 43.
Ya lo había notado, en ella nos volvemos autómatas. Un grupo de judíos obligó a sus hijos a cruzar el océano.
La patada / La respiración. El miedo impidió que los padres imaginaran las Quimeras
Sujeto los colmillos del agua para que me acarren al centro. Marinas.
Solo siete niños llegaron a la costa.
Estaban deshidratados y mordidos.
No volvieron a nadar.

Eres los labios de un koi kamikaze, Bachelard; carne que impide XXXIII
el ingreso del agua.
Ahora ya no piensas cada cinco brazadas:

¿Estoy vivo, estoy


descalzo?

Porque en el agua, toda carne es carne para alimentarla.

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XXXV

¿Qué se siente cargar un ataúd?


Éramos cuatro: dos tíos, un primo y yo.
Lo llevamos de la puerta al cristo.
El sacerdote dijo algo, no sé qué.
El perdón de los pecados / La vida eterna.

Cargué a mi mamá de una camioneta a un agujero y la hundí en el


Las campanas no dan vueltas, las monedas sí
suelo.
y así debería llamarse este ejercicio:
“Vuelta de moneda”
No sueño gusanos comiéndosela.
porque ¿qué es una vuelta?
Pero la otra noche soñé que ella lloraba por mí.
Girar en tu eje / Impulsarte con una patada / Nadar de regreso.
No tuve miedo, hace mucho que el buque de mi garganta se hundió.
Pero no hay regreso.
Me sentí agua / ola / sed.
Mi mamá sigue muerta.
Me sentí encallado hasta que empecé a nadar.
Las campanas no giran, las monedas sí.
y este ejercicio se llama vuelta de campana.
El agujero donde sepulté a mi mamá es una isla pequeña y toda marea
me regresa.
Por más que nado y nado para alejarme de ella
Los nadadores no viajamos al pasado,
Bachelard,
así como las campanas solo existen cuando
suenan,
el pasado solo vive cuando se recuerda. la gravedad es más fuerte que la voluntad.

XXXIV

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XXXVII

Escuché que trae a los nuevos a la piscina. Kaori tocó a la puerta el día de mi cumpleaños. Mi hermana le abrió.
Que es hija de una geisha. Fue una noche tranquila y bonita con 26 velas y con ellas dos.
Que se hundió buscando a su padre. Kaori me regaló calcetines con estampados de ballenas.
Que entró a La Cueva de las Quimeras Marinas. Mi hermana un dibujo.
Que lloró la sal que envenenó a las ballenas. Ella atiborró a Kaori con preguntas que contestó.
Y que su padre, un dragón, le cumplió su deseo.
¿A qué te dedicas? Tocaba para la filarmónica.
Pero nunca escuché que dijeran: regálale dos gemas. Pues qué edad tienes, te ves muy joven. 29, 30 el próximo julio.
Si lo hubieran hecho, yo no le habría dicho: ¿Por qué lo dejaste? Me di cuenta de que nunca sería tan buena.
hay un buque hundido en el que viven kois fosforescentes, ¿Y ahora qué haces? Doy clases de natación.
hay un avión hundido en el que viven tiburones. ¿Ahí eres buena? La mejor de la piscina, pero la peor del mundo.
Así también tus manos: Manju y Kanju. ¿Y tus papás qué piensan? Tiene años que no los veo.
La derecha recuerda a una marea baja y a un coral Mi mamá murió el año pasado. Lo sé, me contó tu hermano
y la izquierda, ese tornado negro negro.
Kaori aceptó dormir conmigo.
Le presté una camiseta y unos shorts.
Cuando se acurrucó en la cama le dije:
es mi primer cumpleaños sin mi mamá.

¿Quieres acariciar mi pie?


XXXVI Sí.

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XXXVIII

Cuando las ballenas nadan sobre mí, pienso:


tal vez mi mamá no era tan buena.
A lo mejor ella era la enfermedad que se la comió.
Solo conozco lo que sus manos me mostraron:
Dar una brazada / Cortar una papaya / Cargar a mi hermana.
A lo mejor todas las mamás del mundo son la sonrisa de un fantasma.

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XXXIX

Cuando practico mi patada me gusta jugar


a la muerte de la
primera navegante.
Extiendo las manos y mis dedos crecen
hacia la luna.
Así floto bajo el ojo de dios, pues no hay
izquierda ni derecha.
Solo pataleo para acercarme a la orilla del
mar y huir de su boca.
El Kraken se acerca, y no soy consciente.
Y si me sumerjo siento sus tentáculos.
Fuertes patadas me salvan de ser violada,
pero no llego intacta.
En la arena, entierro mis piernas
y finjo que muero.

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(58) (59)
XL XLI

Bachelard me pidió que plantáramos una


papaya.
Acepté con la condición de que adoptáramos
un gato
y que él un día nadara en el mar.

Luego,
No sé digerir la comida: dejé de nadar.
descubrí en la piscina un bello tatuaje de sirena.
Mi hermana lo sabe, me dibuja con un enorme vientre pariéndola.
Cola azul como mi pelo y piel de hueso como mi madre.
Me ordena.
Le dije al tatuaje:
— Trae a Kaori a la casa, me cae bien.
—Mi padre es un dragón.
Sonrió.
A mí también me caía bien su canción, su gesto, su chapoteo.
Siento como mi vientre estalla por la sal.
En la noche,
Pero mi hermana no es una recién nacida y yo no soy su padre.
Bachelard me descubrió besándome con la sirena.
Qué podía esperar.
—Estás muy solo desde que mamá murió.
Él ya lo había escuchado:
—Perdón.
“Le gusta traer a los nuevos a la piscina”.
—No pidas perdón, no has hecho nada malo.

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Braceaba tan mal que salían truenos. Bachelard, ¿estás triste?
¿Por eso aprendiste a nadar? Kaori acurrucó mi cabeza sobre su pecho.
Eras tan buena instructora que podías enseñarle a las rocas. ¿Qué es La Cueva de las Quimeras Marinas?
¿tu corazón palpitando, tu pezón erecto?
Imaginé a una montaña navegando. Tranquilo, cuéntamelo todo.

¿Si las tortugas nadan por qué no las montañas? Yo maté a mi mamá. Le quité la mascarilla y esperé a que tuviera un
Porque no les enseñaste. colapso. Lo que nadie me dijo es que tardaría horas en morir ahogada.
Y estuve a su lado, escuchando como me pedía vivir.
Pero no obedecí. La maté para dormir y que mi her-
mana pudiera dibujar.

¿Bachelard, te suicidarías conmigo?


XLII

Sí.

XLIII

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XLIV (62) (63)
En la piscina de David Hockney ella no cantó:

Old love affair


Floating like a bird resting her wings
You are there
Smiling in my arms for all those years.
¿Sí parezco niño?
preguntó al enjuagarse.

Y en el borde de la piscina ella flota hacia mí.


Usó mi traje negro con líneas azules en los costados.
Saltó al agua y se hundió en el borde para que la mirara.
Su cabello era un calamar sin dirección.

Pensé que saldría y me pediría que le cortara el pelo.


Que examinara sus senos para que le confirmara que eran pequeños.
Después ella me haría el amor.

Sí, pareces un niño.


Pero creo que no me escuchó.

XLV

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(64) (65)
XLVI

El día de tu funeral solo vino un gato.


Trajo dos gemas:
una me recordaba a tu mano derecha,
la otra a tu mano izquierda.

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(66) (67)

¿Has lavado ropa


después de un funeral?

XLVII

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(68) (69)
Después de tu muerte no pude nadar. XLIX
Caminé sobre el agua, me acosté en el carril,
pero no nadé.

Me imaginé inmortal en los océanos.


Caminando en el Aqueronte cuando quisiera.
Debajo de mí, las ballenas envenenadas con sal nadarían. Llegó el padre de mi hermana.
Y la maldad de tiburón huiría de mis pasos. Sentí vergüenza de no merecer su sangre.

Pero no quiero caminar sobre el agua y ser inmortal. Habló de pensión, de tutela, de mi incapacidad para
Solo quiero nadar y morir. cuidarla.
Sentenció que ella era su hija.
Él era invisible, pero era su padre.

Se fue como siempre lo había hecho.


Sin ver si teníamos la sonrisa de mamá.

XLVIII

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(70) (71)
L

Me acuesto sobre el cadáver de la papaya. LI


Si este es mi final, su gato tendría que darme una carta:

“Los nadadores también hacemos magia, Bachelard


¿No sabías? podemos nadar sobre el rayo.
Lo que suena después es nuestra brazada”.

Si los niños aman a sus mamás,


En cambio, apareció mi hermana con un dibujo.
¿por qué me sentí liberado cuando la mía murió?
Sí, lloré.
Somos el final de nuestra estirpe.
Pero también dormí después del funeral y no lavé los platos.
O el inicio.
Y es que dentro de mí había dos:
Mamá, no te mueras / Mamá, muérete ya.

Y me pregunto si en ella quedó algún recuerdo, si rememoró


aquella vez que hizo un arpa con mis tendones y me hundió
en el agua para que me ahogara. Si es que en ella quedó el
beso que le di en los labios
o lo olvidó cuando murió.

Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


(72) (73)
LII Volveré a nadar.
Estoy sobre el banco, frente al Aqueronte.
No soy la flecha que se dirige hacia Ryuji.
Soy la lanza que perfora el costado del tiburón.
Veré a mi mamá debajo del agua.

Caronte viene por ti.


Así nades en un vaso de agua o en una piscina
Caronte abre la puerta.
flotar lo es todo.
Caronte te invita a pasar a La Cueva de las Quimeras Marinas.

La marea de Turner, la ola de Hokusai, la quietud de Hockney,


intentarán sepultarte
y la esperanza, hilo de la tristeza, te salvará.

LIII
Por eso juega al equilibrista:
guarda tu aliento,
abraza tus piernas.
Recuerda, sobre la marea, la ola y la quietud, eres globo,
no buque, porque los buques se vuelven fantasmas
y los globos siempre flotan.
Yo sujetaré la piscina y la agitaré como una botella.

Sin importar el agua, flota, Bachelard.

Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


(74) (75)
LIV

En La Cueva de las Quimeras Marinas no suena Tchaikovsky. LV


Se escuchan las lágrimas de los kois.
¿Después de cuánto llanto revive una persona?

Me envuelve la serpiente y las quimeras marinas amenazan.


Tu padre está frente a mí con más colmillos que rostro.
En tus manos Kanju y Manju.
Los patitos de hule cuidan que la maldad de tiburón no se
Kaori falleció.
desborde.
Pero viven de la sangre ajena, por eso piden un sacrificio:
Bajo el agua no existe el tiempo porque los kois no entienden
El perdón de los pecados / La vida eterna.
las horas.
Bachelard, me los recuerdas, creo que por eso me gustas o
gustabas.
En mis manos:
¿Cómo se dice cuando una ya está muerta y todavía siente?
Kanju: ¿qué era?
Manju: ¿qué era?
¿Así se dice?
Ryuji, escuché que dentro de La Cueva de las Quimeras Marinas se
cumplen deseos.
Me gustas.
Por eso te pido.
Regrésala, regrésamela.

No sabías, los nadadores también hacemos magia, Bachelard.

Pero tú no regresaste.

Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


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LVI LVII

No volví a ver a mi mamá. Nuestros dedos se enredan en los nudos de acero.


Así como todas las olas son la ola, todos los muertos somos el Las manos de mi hermana son las manos de su
muerto, Bachelard. padre,
Ya no quiero escuchar tu canto, me quiero morir. pero el iris, el iris es de mamá.
No te quieres morir, solo estás triste y es normal.
¿Por qué te moriste? —Estoy aquí por ti.
Por el agua. Le respondo a una pregunta que no me hizo
Ojalá esto fuera una película para ver a mi mamá una vez durante el funeral.
más. Mi hermana llora algo que no es perdón ni
Lo muerto, muerto estará siempre, Bachelard, pero lo odio.
vivo no.

No sé qué quiero.
Quieres a tu hermana.

Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


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Mi mamá cumplió un año de muerta.


No limpié su tumba.
Le compré flores.
Margaritas.

LVIII

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Me pregunto si nadar en el mar será como nadar en la piscina.


Si el cloro y la sal saben igual en la lengua de un muerto.
— ¡Ya entra! — grita mi hermana.
Hoy conocí el agua otra vez.

LIX

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Le agradezco al taller de poesía “Intentamos salvar a la vaquita marina,


pero no lo logramos” por su lectura a lo largo de la escritura de este
poemario. A Paco por la correción y edición y a Arnulfo y Sergio,
quienes ayudaron a construir el cuerpo de este libro. Y un último
agradecimiento a mi mamá, quien me metió en clase de natación con
mi hermana. Sin ella, nada de lo que tengo sería posible.

Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


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© 2022
Escrito por Martín García López

Corrección de estilo por María Idalia López Valerio, Arnulfo Valdez


Oleta y Francisco López Ibarra

Diseñado e ilustrado por César Augusto H. Cárdenas

Bachelard Aprendiendo A Nadar Martín García López


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MARTÍN GARCÍA LÓPEZ


© 2022

Bachelard Aprendiendo A Nadar

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