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Clase 2: Nietzsche y la muerte de la metafísica (dios). Derivaciones


posmodernas.

I. La muerte de la metafísica.
I.a texto:
 Nietzsche F. Parágrafo 125 y 343 en La gaya ciencia. Gredos.

Nietzschei, un filósofo sugerente e incómodo, plantea definitivamente la
muerte de la metafísica. No solo muere la filosofía clásica (Platónica-Aristotélica) y
el viejo dios cristiano; muere todo fundamento sucedáneo de dios, inclusive el
sujeto moderno con su pretensión de absoluto y universalidad. La muerte de dios
es el fracaso de la razón así como el ocaso de toda verdad. Con la muerte del
dios-uno-todopoderoso muere la esencia de la metafísica, el dios moral de las
contraposiciones entre el bien y el mal, la eterna división entre el mundo real y el
mundo aparente. Comienza una etapa sin fundamentos, nihilista. Al morir los
fundamentos todo parece oscurecerse y las antiguas verdades, sobre las cuales
se fundaban nuestras creencias e instituciones, se quiebran o pierden sentido.
Este acontecimiento extraordinario abre una posibilidad: pluralidad de perspectivas
y, por tanto, posibilidad de libertad y de fuerza creadora que se manifiesta como
voluntad de poder (transhumano).
Al nihilizarse los valores supremos, el ser adquiere pluralidad de sentidos y
se afirma el triunfo de la vida terrenal, múltiple y en constante movimiento. El
transhumano de Nietzsche representa los nuevos valores y la nueva moral al
servicio de la recuperación de las fuerzas vitales del hombre. Fuerzas, que el
sistema metafísico occidental somete y ahoga.
Nihilismo, es la desvalorización de los supremos valores: bien, verdad,
razón, deber, sujeto, humanidad, dios, etc. Tal desvalorización no consiste sólo en
el ocaso del contenido material de los valores. También pierde su objetividad, su
validez en sí, su obligación y su espacio. Así pues, la noción de verdad ya no
subsiste y el fundamento ya no-obra, no hay ningún fundamento para creer en el
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fundamento.

I.B texto:
 Nietzsche, Friedrich Sobre Verdad Y Mentira En Sentido Extramoral
https://drive.google.com/drive/folders/1i3qAkQY1LisYEb4JjApmCOwxIjMG1b0b

Este es un texto temprano (1873) sienta las bases de su obra posterior. Si


recordamos a Platón veremos que Nietzsche se posiciona en las antípodas.
Señalamos aquí algunos posibles ejes de análisis.
- Crítica a la idea de intelecto como facultad para acceder al ser
y a la razón moderna como fundamento de la realidad.
- No reconoce en el humano “instinto de verdad”. Comprende la
actividad del intelecto como un ejercicio para disimular y manipular en la
tarea de sobrevivir.
- La verdad aparece como artefacto necesario para lograr una
vida social que evite la muerte.
- Lo importante de eso que llamamos verdad o mentira son sus
efectos. Una mentira útil se acepta socialmente y una verdad incómoda se
rechaza. No se busca la verdad en sí.
- No hay literalidad. La palabra nunca alcanza a la cosa. La
palabra no es representación, ni presencia, es “la copia en sonidos de una
excitación nerviosa”. .No hay correspondencia entre verdad y razón.
- El lenguaje es necesariamente metafórico. Las palabras no
pueden decir lo real la “cosa en sí”. Lo que llamamos verdad no es más
que una metáfora de la cual olvidamos su carácter metafórico.
- El ser es una interpretación de la interpretación.
- El concepto se construye borrando singularidades, “igualando
lo desigual” Así el concepto siempre violenta y momifica eso que llamamos
realidad. Opera olvidando. El olvido es ejercicio de poder que crea
verdades.
- Reivindica el papel del artista y del llamado “hombre intuitivo
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frente al hombre racional”. La acción del hombre intuitivo es una acción


que salva lo singular y abre un posible. De esa manera pone en jaque el
orden establecido que para justificarse crea eso que llamamos verdad. Por
esta razón, comprende al filósofo desde la imagen del artista.

II. Derivaciones posmodernas. ¿Murió la metafísica?

Con el nihilismo de Nietzsche y, posteriormente de Heidegger, se clausura


un período importante en la historia del pensamiento y la razón. Primero se dudó
de la racionalidad de lo divino, después de lo humano y por fin de la racionalidad
de la razón. Estos autores serán retomados durante todo el siglo XX,
principalmente, en las últimas décadas, por las corrientes llamadas posmodernas
que básicamente plantean el fin de la modernidad y del pensamiento occidental.
Algunas de las características centrales de estas corrientes son:
 Desencanto y debilidad de la razón;
 Pérdida del fundamento;
 Incredulidad ante los grandes relatos de la humanidad;
 Disolución del sentido de la historia;
 Fragmentación moral: individualismo narcisista.

La posmodernidad denuncia al pensar metafísico en su lógica binaria,


excluyente, totalitaria y agresiva. En las décadas de los ochenta y noventa del
siglo pasado variados filósofos posmodernos anunciaban el fin de la metafísica, la
modernidad y sus lógicas totalitarias. Profetizan múltiples muertes: la razón, el
sujeto, la historia, la idea de bien, verdad, igualdad etc. Señalemos cinco posibles
ejemplos:

 Algunos indicios del pensamiento posmoderno comenzaron a


surgir a mediados de los años sesenta con el llamado post-estructuralismo
cuyo representante, por entonces, era Roland Barthes, que provenía del
campo de la semiótica. Barthes proclamó la “muerte del autor”. Esta
sentencia hace referencia a la idea de que los textos están abiertos y son
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los lectores los que aportan sus propios sentidos e interpretaciones, más
allá de la intención del autor.
 Jean-François Lyotard y la muerte de los grandes relatos:
marxismo, liberalismo, cristianismo, etc
 Gianni Vattimo y el pensamiento débil: muerte de la razón.
 Gilles Lipovetsky y el  crepúsculo del deber: muerte de la
ética-culpa.
 Francis Fukuyama y la muerte de la historia: muerte de la
política.

En definitiva denuncian que los fundamentos no existieron o murieron.


Estas muertes constituyen una oportunidad creativa y democrática. La
posmodernidad  aparece como un canto a la diversidad. Si el ser, dios, el sujeto
han muerto, todo está permitido.
La escuela ha sido blanco fundamental de estas críticas posmodernas.
Desde este pensar se la considera una institución ligada centralmente a la lógica
moderna binarista. De allí, todos los ataques al carácter homogeneizante y
totalizante de la misma por parte de las corrientes posmodernas en sus más
variadas manifestaciones.
Los conceptos posmodernos se fueron instalando en nuestra cotidianidad:
diferencia, diversidad, individualidad, equidad, flexibilidad, descentralización,
deslocalización, micro-relatos, trayectorias, multiplicidades, multiculturalismo, etc.
son algunos de los muchos ejemplos de categorías potentes que se usan
sin demasiado análisis.  Nuestro pensar, que es un pensar colonizado, donde
impera una colonialidad del poder-saber, debe tomar precauciones a la hora de
asumir estas nuevas premisas sin una problematización previa. ¿A qué
cuestiones  son funcionales  estas categorías pensadas desde los países
centrales? ¿Cómo pensarlas desde  el orden mundial y sus nuevas formas de
configuración del poder? ¿Qué impacto ético-político puede  tener la muerte de  la
idea de sujeto, historia, bien, verdad, igualdad? ¿Cómo pensarlas desde América
donde el concepto de  modernidad  y posmodernidad se desdibujan rápidamente
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por el carácter colonial de estos conceptos? ¿Constituye la posmodernidad la


muerte de la metafísica o es la profundización de la misma? ¿No es el mercado la
máxima expresión de un pensar metafísico? Son algunas de las muchas
preguntas que se abren.
Según Frederic Jameson, la “posmodernidad” es la lógica o el clima
cultural del capitalismo que estamos viviendo en esta época, llamado
“transnacional o globalizado”. Esta particular condición cultural se corresponde
con una crisis del modo de producción capitalista: crisis de lo que se llamó el
Estado de Bienestar, derrumbe de los llamados socialismos reales y
agotamiento del proyecto reformador de la modernidad. Está lógica cultural se
caracteriza por una nueva manera de percibir la realidad cuyo principio es la
incertidumbre y una lógica del simulacro que borra la división entre
representación y realidad. El exceso de comunicación ha producido una pérdida
de sentido, la pérdida de lo real, el reino de la simulación. Ya no se tratara de
oponer la verdad a la ilusión, sino de percibir la ilusión generalizada como más
verdadera que lo verdadero (Jean Baudrillard). Algunos autores señalan que
estas características de incertidumbre y simulacro pueden derivar en
pensamientos irracionalistas y conservadores.
Lo cierto es que lejos quedaron las promesas posmodernas de
transparencia y democracia plena. Una crisis generalizada y de falta de
alternativas recorre al mundo en estas primeras décadas del siglo XXI. Estos
discursos parecieran funcionales a un nuevo capitalismo donde el individualismo
hedonista es el parámetro de una nueva normalidad.

“Podríamos hablar incluso de una gubernamentabilidad sin


gobierno para indicar el carácter espectral y nebuloso, a veces
imperceptible, pero por ello mismo eficaz, que toma el poder en tiempos
de globalización. La sujeción al sistema-mundo ya no se asegura
mediante el control sobre el tiempo y sobre el cuerpo ejercido por
instituciones como la fábrica o el colegio, sino por la producción de
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bienes simbólicos y por la seducción irresistible que éstos ejercen sobre


el imaginario del consumidor.
El poder l i b i d i n a l de la posmodernidad pretende modelar la
totalidad de la psicología de los individuos, de tal manera que cada cual
pueda construir reflexivamente su propia subjetividad sin necesidad de
oponerse al sistema. Por el contrario, son los re c u r s o s ofrecidos por
el sistema mismo los que permiten la construcción diferencial del
“Selbst”. Para cualquier estilo de vida que uno elija, para cualquier
proyecto de auto-invención, para cualquier ejercicio de escribir la propia
biografía, siempre hay una oferta en el mercado y un “sistema experto”
que garantiza su conf i a b i l i d a d. Antes que reprimir las diferencias,
como hacía el poder disciplinar de la modernidad, el poder libidinal de la
posmodernidad las estimula y las pro d u c e.” (Santiago Castro Gómez,
2007)
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Friedrich Nietzsche ( 1844 – 1900) fue un filósofo, poeta y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores
modernos más influyentes del siglo XIX. Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, religión y filosofía occidental,
mediante la deconstrucción de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y
negativas) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente generaciones posteriores de teólogos, filósofos, psicólogos,
poetas, novelistas y dramaturgos. Meditó sobre las consecuencias del triunfo del secularismo de la Ilustración, expresada
en su observación «Dios ha muerto», de una manera que determinó la agenda de muchos de los intelectuales más
célebres después de su muerte. Nietzsche recibió amplio reconocimiento durante la segunda mitad del siglo XX como una
figura significativa en la filosofía moderna. Su influencia fue particularmente notoria en los filósofos existencialistas,
fenomenológicos, postestructuralistas y postmodernos. Es considerado uno de los tres «Maestros de la sospecha» (según
la conocida expresión de Paul Ricoeur), junto a Karl Marx y Sigmund Freud. Algunas de su obras son: Humano, demasiado
humano ; La gaya ciencia ;Así habló Zaratustra ;Más allá del bien y del mal; La genealogía de la moral ;El Anticristo etc

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